Cambio de Metaforas, Intervenir a Involucrarse

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Athenea Digital - 14(1): 3-28 (marzo 2014) -TEMA ESPECIAL- ISSN: 1578-8946 CAMBIAR METÁFORAS EN LA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA ACCIÓN PÚBLICA: DE INTERVENIR A INVOLUCRARSE CHANGING METAPHORS IN SOCIAL PSYCHOLOGY OF PUBLIC ACTION: FROM INTERVENTION TO INVOLVEMENT Antar Martínez Guzmán Universidad de Colima; [email protected] Historia editorial Resumen Recibido: 15-11-2010 Aceptado: 04-12-2013 El término intervención psicosocial se ha vuelto un lugar común en la psicología social y otras disciplinas afines que buscan poner en juego el conocimiento en proyectos sociales concretos. Su uso extendido y naturalizado ha contribuido a que la noción de intervención, como dispositivo discursivo para concebir y organi- zar la acción, escape casi por completo a la problematización y la revisión crítica. En este artículo examino la noción de intervención a través de los lentes de la me- táfora y analizo sus implicaciones para la concepción y construcción de las prácti- cas a las que se refiere. Posteriormente, sugiero la noción de involucramiento como una metáfora que se aleja del sentido interventivo de la acción y abre espacio para pensar de distinta manera la acción social en tres aspectos: la posición del profe- sional/investigador ante el escenario social, la relación entre los actores, y la con- cepción del conocimiento y la acción en un proyecto de transformación social. Palabras clave Intervención psicosocial Metáfora Involucramiento Psicología social aplicada Abstract Keywords Psychosocial intervention Metaphor Involvement Applied social psychology The notion of psychosocial intervention has become a common place in social psy- chology and related disciplines seeking to put the knowledge into practice in con- crete social projects. Its widespread and ordinary use has helped this notion, as a discursive dispositive for conceiving and organizing action, to escape almost en- tirely from theoretical problematisation and critical reflection. In this paper I ex- amine the notion of intervention through the lens of metaphor and analyze its im- plications for the conception and construction of the practices to which it refers. Afterward I suggest involvement as an alternative metaphor that moves away from the interventionist logic of action and helps us to think action in a different frame, which includes three aspects: the professional/researcher position in the social scenario, the relation between the actors, and conception of knowledge and action in a social transformation project. Martínez Guzmán, Antar (2014). Cambiar metáforas en la psicología social de la acción pública: De intervenir a involucrarse. Athenea Digital, 14(1), 3-28. http://dx.doi.org/10.5565/rev/athenead/v14n1.793 Introducción El término intervención (social o psicosocial) es moneda común en la Psicología Social y otras disciplinas aledañas preocupadas por la puesta en práctica del conocimiento en proyectos sociales concretos (e.g. psicologías de la salud y comunitaria, trabajo social). Sin duda, ha contribuido a generar un territorio de posibilidad para emprender proyec- tos de transformación social que han generado mejoras en las condiciones sociales para sectores y comunidades específicos (Dubost, 1987; Seidman, 1983). Igualmente, este concepto ha jugado un papel calve en la creciente profesionalización de las llama- 3

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Artículo que aborda, desde una mirada compresiva, crítica y discursiva, las implicancias de la praxis psicosocial

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  • Athenea Digital - 14(1): 3-28 (marzo 2014) -TEMA ESPECIAL- ISSN: 1578-8946

    CAMBIAR METFORAS EN LA PSICOLOGA SOCIAL DE LA ACCIN PBLICA:DE INTERVENIR A INVOLUCRARSE

    CHANGING METAPHORS IN SOCIAL PSYCHOLOGY OF PUBLIC ACTION: FROM INTERVENTIONTO INVOLVEMENT

    Antar Martnez Guzmn

    Universidad de Colima; [email protected]

    Historia editorial ResumenRecibido: 15-11-2010 Aceptado: 04-12-2013

    El trmino intervencin psicosocial se ha vuelto un lugar comn en la psicologasocial y otras disciplinas afines que buscan poner en juego el conocimiento enproyectos sociales concretos. Su uso extendido y naturalizado ha contribuido aque la nocin de intervencin, como dispositivo discursivo para concebir y organi-zar la accin, escape casi por completo a la problematizacin y la revisin crtica.En este artculo examino la nocin de intervencin a travs de los lentes de la me-tfora y analizo sus implicaciones para la concepcin y construccin de las prcti-cas a las que se refiere. Posteriormente, sugiero la nocin de involucramiento comouna metfora que se aleja del sentido interventivo de la accin y abre espacio parapensar de distinta manera la accin social en tres aspectos: la posicin del profe-sional/investigador ante el escenario social, la relacin entre los actores, y la con-cepcin del conocimiento y la accin en un proyecto de transformacin social.

    Palabras claveIntervencin psicosocialMetforaInvolucramientoPsicologa social aplicada

    Abstract

    KeywordsPsychosocial interventionMetaphorInvolvementApplied social psychology

    The notion of psychosocial intervention has become a common place in social psy-chology and related disciplines seeking to put the knowledge into practice in con-crete social projects. Its widespread and ordinary use has helped this notion, as adiscursive dispositive for conceiving and organizing action, to escape almost en-tirely from theoretical problematisation and critical reflection. In this paper I ex-amine the notion of intervention through the lens of metaphor and analyze its im-plications for the conception and construction of the practices to which it refers.Afterward I suggest involvement as an alternative metaphor that moves awayfrom the interventionist logic of action and helps us to think action in a differentframe, which includes three aspects: the professional/researcher position in thesocial scenario, the relation between the actors, and conception of knowledge andaction in a social transformation project.

    Martnez Guzmn, Antar (2014). Cambiar metforas en la psicologa social de la accin pblica: De intervenir a involucrarse. Athenea Digital, 14(1), 3-28. http://dx.doi.org/10.5565/rev/athenead/v14n1.793

    Introduccin

    El trmino intervencin (social o psicosocial) es moneda comn en la Psicologa Socialy otras disciplinas aledaas preocupadas por la puesta en prctica del conocimiento enproyectos sociales concretos (e.g. psicologas de la salud y comunitaria, trabajo social).Sin duda, ha contribuido a generar un territorio de posibilidad para emprender proyec-tos de transformacin social que han generado mejoras en las condiciones socialespara sectores y comunidades especficos (Dubost, 1987; Seidman, 1983). Igualmente,este concepto ha jugado un papel calve en la creciente profesionalizacin de las llama-

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    das ciencias psi (Rose, 1996/1999) y en la popularizacin de lenguajes y prcticas psico-lgicos en distintos mbitos de la vida social.

    Proferida por psiclogas y psiclogos sociales, la palabra intervencin puede ad-quirir una enrome cantidad de significados: su uso es extendido, heterogneo y mu-chas veces ambiguo. Puede referirse a proyectos dirigidos, por ejemplo, a elevar laconducta verbal de nios autistas, a la capacitacin de recursos humanos en una em-presa, al empoderamiento poltico de una comunidad marginada, a la reinsercin labo-ral de personas con psicosis o a la modificacin de hbitos alimenticios en un grupoescolar (Blanco y Rodrguez, 2007). La intervencin puede llevarse a cabo en el marcode sta o aquella metodologa y fundamentarse en ste o aqul marco terico. Msan, su uso se extiende ms all de las fronteras de la Psicologa Social y transita pordisciplinas sociales cuyos intereses acadmicos y proyectos profesionales son diversosy a veces dispares.

    Intervencin se ha convertido, pues, en un lugar comn, una moneda que ha per-dido su troquelado1, en una nocin naturalmente asumida que ha quedado fuera casipor completo de la problematizacin y la reflexin crtica (Carballeda, 2002; Snchez,2002). Si bien es cierto que desde tradiciones participativas y comunitarias se ha lleva-do a cabo un trabajo de anlisis y problematizacin en torno a los fundamentos teri-cos, polticos y metodolgicos en el campo de la intervencin, cierto es tambin que elconcepto mismo de intervencin ha sido apenas cuestionado.

    En este trabajo buscar, por un lado, interrogar tericamente el concepto de inter-vencin y, por el otro, sugerir un concepto alternativo involucramiento- que contri-buya a repensar las prcticas de la Psicologa Social en el mbito de accin colectiva ypblica. Este cuestionamiento se interesa por nutrir la tradicin autoreflexiva con res-pecto a las tecnologas semitico-materiales con que nos relacionamos con los escena-rios sociales donde actuamos y con otros actores sociales. La discusin en torno a tr-minos sedimentados y la exploracin de nuevos lxicos se vuelven relevantes si parti-mos de la idea de que el lenguaje no slo representa o designa la realidad, sino quecontribuye activamente a su constitucin (Ibez, 2003; Rorty, 1998).

    Lo que est en juego cuando se adoptan o rechazan ciertos conceptos es algo msque el acuerdo tcnico sobre la representatividad de los trminos o la correccin pol-tica de los mismos en el orden de la diplomacia del lenguaje. Por el contrario, estos

    1 Evocando la expresin de Nietzsche, cuando dice: "Qu es entonces la verdad? Una hueste en movimiento demetforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sidorealzadas, extrapoladas y adornadas potica y retricamente y que, despus de un prolongado uso, un puebloconsidera firmes, cannicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; met-foras que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora yaconsideradas como monedas, sino como metal" (Nietzsche, 1990, p. 25).

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    arreglos tiene que ver con la manera en concebimos y, por tanto, constituimos nues-tras prcticas disciplinarias, con el establecimiento de cierto tipo de relaciones, laasuncin de unas funciones u otras, y la concepcin del Otro y de uno mismo en elmarco de la accin colectiva.

    En lo que resta del texto, propongo problematizar la nocin de intervencin a tra-vs del lente de la metfora y analizo sus implicaciones para la concepcin/construc-cin de las prcticas a las que se refiere. Posteriormente, propongo involucramientocomo una metfora que sugiere distintas lgicas de accin y moviliza presupuestostericos y metodolgicos que se alejan del determinismo y la univocidad presentes enla idea de intervencin. Estas reflexiones2 responden al desafo de imaginar nuevos l-xicos y narrativas que contribuyan a la promocin de distintas prcticas profesionalesen la psicologa social.

    La intervencin como problema

    La intervencin es usualmente pensada como una estrategia o un programa para la so-lucin de problemas sociales. Aqu sugiero el planteamiento contrario: aproximarse ala intervencin como problema. Un problema en el mbito de la investigacin psicoso-cial, un problema relativo al despliegue de discursos y prcticas profesionales, un pro-blema en torno a la constitucin de herramientas tericas y metodolgicas con queoperamos en los escenarios sociales y, finalmente, un problema relativo a las estrate-gias de gobierno y control disciplinario (Carballeda, 2002; Montenegro, 2001).

    Marisela Montenegro define la intervencin como "un conjunto de prcticas quebuscan incidir en un estado de cosas para transformarlo a partir de la demanda hechadesde algn ente social que expresa un descontento con el estado actual de cosas"(2001, p. 66). Para Amalio Blanco y Sergi Valera (2008) intervenir se refiere a "una acti-vidad presidida por la solucin de un problema prctico que abordamos con la inexcu-sable e imprescindible ayuda de una determinada estructura conceptual" (p. 27). Por suparte, Ezequiel Ander-Egg (2006) hace notar que tambin puede concebirse como una"tecnologa social", entendida sta como "el uso y la aplicacin sistemtica del conoci-miento cientfico (u otro conocimiento organizado) y su articulacin con tcnicas yprocedimientos prcticos, con el fin de lograr, de la manera ms eficiente posible, re-sultados especficos y alcanzar objetivos preestablecidos" (p. 25).

    2 Estas reflexiones deben su condicin de posibilidad, y estn animadas, en buena medida, por la participacin enun proyecto de investigacin-accin con un colectivo de activistas transgnero en la ciudad de Barcelona (Mart -nez-Guzmn y Montenegro, 2010; Johnson & Martnez-Guzmn, 2013).

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    Empero sus diversas definiciones, la intervencin es considerada como una tareacardinal de lo que suele llamarse "psicologa social aplicada", en tanto busca poner afuncionar, en contextos especficos, una serie de herramientas tericas y metodolgi-cas en la persecucin de un fin prctico. De esta manera, y casi por descontado, la in-tervencin se considera perteneciente al mbito de lo prctico, donde las teoras se po-nen en juego o se "aplican", no donde se generan. Y esta consideracin a menudo disi-mula la profunda dimensin terica y poltica sobre la que se erige el campo de la in-tervencin, y la manera en que sta contribuye a producir y reproducir ciertas formasde conocimiento y ciertas concepciones de la accin social.

    An con ello, las prcticas de intervencin sicosocial han sido ubicadas,por mo-mentos, en el terreno de problematizacin. Se le han planteado preguntas que ataen alas presuposiciones tericas fundacionales sobre las que sus prcticas cobran sentido ya las relaciones de poder que stas fundaciones amparan. Uno de estos cuestionamien-tos se refiere a la produccin y reproduccin de la distincin categrica entre interven-tor e intervenido (Montenegro, 2001; Spink, 2005). La intervencin social implica unaserie de concepciones y prcticas que contribuyen activamente a constituir estas dosposiciones y a otorgarle a cada cual un determinado lugar en el proceso de accin co-lectiva, donde se privilegian el papel de las y los intelectuales en el proceso de trans -formacin social, al situarles como elemento principal del cambio.

    Tambin se ha advertido el riesgo de encontrar, en el discurso de la "participa-cin", una nueva forma de manipulacin, as como un dispositivo para legitimar deci-siones que se generan en los centros de poder (Cook y Kothari, 2001; Escobar, 1992;Parker, 2005). Otro problema planteado al mbito de la intervencin es la distincinasimtrica entre conocimiento popular y conocimiento cientfico, y el sistemtico pri-vilegio epistemolgico otorgado a este ltimo como la gua legtima y efectiva para laaccin:

    La posibilidad de la intervencin social vista como los discursos y prcticaspor entes definidos como tcnicos, profesionales o voluntarios, se basa enque exista un contexto en el que ciertas personas estn legitimadas para in-fluir en los problemas sociales y en las situaciones vividas por otras personasy grupos sociales. Estas personas y equipos estn dotados de un conocimien-to y prcticas especficas definidas, en estos contextos, como necesarias parallevar adelante las prcticas de intervencin social. Poseen conocimientos es-pecializados, credenciales otorgadas por las instituciones competentes, estnpagadas/os y apoyadas/os por ciertas organizaciones e instituciones, y estnimbuidas/os en un contexto social amplio donde se define como importante ynecesario que ciertas personas, instituciones y equipos trabajen para el mejo-

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    ramiento de las condiciones de vida de otras personas (Montenegro, 2001, p.67).

    En trminos generales, las lneas de problematizacin en torno la intervencinque se han expuesto se centran en la constitucin de cierto tipo de sujetos y en el mar-caje de sus relaciones, en la manera en que se definen sus problemas y, finalmente, enel estatus y la funcin del conocimiento cientfico.

    A diferencia de estas aproximaciones, este trabajo busca arribar al problema porla va del lenguaje como generador y regulador y de prcticas y relaciones. El punto departida es, entonces, que una ruta frtil para cuestionar y transformar las prcticas dela Psicologa Social en el mbito de la accin colectiva pasa por analizar y reinventarlos discursos que las constituyen. Sugiero que los aspectos problematizados de la inter-vencin estn, al menos en parte, arraigados en el propio concepto de intervencin o,en otras palabras, estn contenidos en la metfora de la intervencin. As, adoptamosla metfora como una herramienta para interrogar el concepto de intervencin y paradiscutir sus implicaciones.

    La metfora como va de interrogacin

    La metfora puede definirse como una figura lingstica en donde una cosa es compa-rada con otra implicando que una cosa es la otra (Kvecses, 2002), como en el caso de"la laguna es una ventana a la tierra" en el poema de Tomas Transtrmer (2010, p. 66).La metfora establece cierta semejanza entre una experiencia, accin u objeto, por unlado, y una palabra, frase o concepto ampliamente conocidos, por el otro. A menudo,su funcin consiste en comunicar lo desconocido mediante su transposicin en trmi-nos de lo conocido (como en el caso de "va lctea" o "cabeza de alfiler"). A travs deltejido de estas asociaciones, las metforas configuran vnculos particulares con elmundo, organizan la experiencia y funcionan como herramientas de comprensin. Enpalabras de George Lakoff y Mark Johnson: La metfora impregna la vida cotidiana,no slo el lenguaje, sino tambin el pensamiento y la accin. Nuestro sistema concep-tual ordinario, en trminos del cual pensamos y actuamos, es fundamentalmente denaturaleza metafrica (1986/2007, p. 39)

    Interrogar el concepto de intervencin a travs de la metfora para examinar susimplicaciones y explorar alternativas es, ciertamente, una posible aproximacin entreotras tantas. El valor de la metfora para indagar en los lxicos sedimentados de lasdisciplinas sociales reside en que sta es una herramienta eficaz para develar asocia-ciones insospechadas y, de esta manera, es til para indagar en el terreno de las pre-concepciones y los conceptos naturalizados; permite sacar a la luz entramados tcitos

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    y secuencias de pensamiento y accin que tomamos como inevitables (Tietze, Cohen yMusson, 2003), al tiempo que abre una brecha para la exploracin de nuevas figuras ycomprensiones. Adems, sabemos que la metfora juega un papel central en la cons-truccin del imaginario cotidiano y tambin cientfico (Lizcano, 2006; Maasen y Wein-gart, 2000). La ciencia, como apunta Ken Baake (2003), nunca ha estado afuera de lametfora y de figuras similares de pensamiento y habla.

    La metfora y la accin mantienen ntimos parentescos. Cuando alguien constru-ye una metfora est literalmente haciendo algo, a saber, articulando en un particulararreglo dos objetos del pensamiento o del discurso que estaban previamente desvincu-lados. Pero adems, los conceptos metafricos sirven como planos y cartografas sobrelos que se llevar a cabo la conducta. Lakoff y Johnson (1986/2007) sugieren que lasmetforas funcionan como guas para la accin. Las acciones guiadas por una metforatendrn a ajustarse a la metfora y, de esta manera, se reforzar su capacidad dar co -herencia a la experiencia. En este sentido, dicen los autores, "las metforas pueden serprofecas que se cumplen" (p. 198).

    Esta potencia para organizar la accin se deprende de cualidad asociativa de lametfora. Los conceptos metafricos son asociaciones sistemticas entre dos dominios:uno conocido, estructurado o manipulable (origen) y otro desconocido, no tan estruc-turado o no manipulable (destino). En esta relacin, el proyecta al destino sus elemen-tos constitutivos y lgicas internas, imponiendo determinadas condiciones a la estruc-tura del dominio destino y fijando las correspondencias entre los dos dominios.

    Por ejemplo, expresiones como "esas afirmaciones son indefendibles", "atacar lospuntos dbiles del argumento" o "las crticas dieron justo en el blanco" se derivan de lametfora una discusin es una guerra. En esta metfora el dominio de origen es "gue-rra" mientras el dominio meta es "discusin", puesto que el primero le concede sentidoy estructura al segundo, que hasta entonces permanece ms indeterminado. De estamanera, se emplea el campo semntico y la lgica de "guerra" para explicar y organi-zar la idea de "discusin". Esta metfora estructura las acciones que ejecutamos al dis-cutir: no slo hablaremos de las discusiones en trminos blicos, sino que considerare-mos al otro como un oponente, consideraremos que hemos ganado o perdido discusio-nes, defenderemos posiciones y planearemos estrategias (Lakoff y Johnson, 1986/2007).

    La metfora funciona entonces estableciendo un isomorfismo entre dos rdenesparalelos de experiencia, entendiendo ste como el "reconocimiento de un conjunto derelaciones comunes en el seno de entidades diferentes" (Milln y Narotsky, 1986/2007,pp. 16-17). Al hacerlo, la metfora acta enfatizando o resaltando ciertos aspectos de laexperiencia mientras que oscurece otros (Tietze et al., 2003): su funcionamiento impli-

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    ca destacar determinados componentes o propiedades a costa de la supresin o exclu-sin de otras propiedades posibles que derivaran en un significado diferente (Kvec-ses, 2002; Lakoff y Johnson, 1986/2007). Por ejemplo, en una discusin es una guerra, sedejan de lado los aspectos cooperativos y mutuamente enriquecedores de la discusin.Ante esta evidencia, Lakoff y Johnson (1986/2007) se preguntan cmo sera una cultu-ra donde las discusiones no se vieran como una guerra sino como una danza.

    Si las metforas son dispositivos para producir conocimiento y vehiculizar la ac-cin, entonces su anlisis es una buena oportunidad para dar cuenta de lo que, si -guiendo a Cornelius Castoriadis (1983), podramos llamar la dimensin instituida delconcepto metafrico intervencin. Pero, adems, esta aproximacin nos permite aten-der igualmente la dimensin instituyente de la metfora, su posibilidad de innovaciny generacin de nuevas figuras y significados; es sta dimensin, precisamente, de laque emergen la creatividad y el cambio social (Lizcano, 2006).

    La generacin de metforas inusitadas nos permite establecer conexiones y aso-ciaciones alternativas entre significados hasta entonces desvinculados; relaciones quenos pueden ofrecer perspectivas distintas y renovadas, que nos conducirn a "delinearnuevos objetos, desarrollar nuevos mtodos" (Preta, 1993, p. 20). En esta lnea, el pre-sente trabajo busca contribuir a la redefinicin de la maquinaria conceptual con que laPsicologa Social se vincula con otros escenarios y actores sociales. La metfora sevuelve una forma de preguntar y reinventar, un instrumento de interrogacin y pro-duccin de conocimiento, un medio para aprehender lo social y para desarrollar un"entendimiento alegrico" ms prximo a la experiencia localizada, corporal y afecti-va, que abre vas para producir figuras retricas que hablen de las cosas sin agotarlas(Maffesoli, 1997).

    La intervencin como metfora

    La intervencin es una operacin quirrgica

    En mitad de la habitacin asptica est dispuesto un camastro. Sobre el camastro esttendido un cuerpo casi inerte. Las lmparas apuntan sus ojos luminiscentes hacia elcuerpo y mantienen el rea bien iluminada. Es una luz intensamente blanca y com-puesta, controlada con una precisin que no dejar resquicio a las sombras. Alrededordel camastro se aglomeran utensilios multiformes: pantallas, pinzas, cnulas, mquinassuministradoras de oxgeno, vendas, agujas finsimas. El aire est impregnado de alco-hol. El mdico (l, no ella) se ajusta los guantes de ltex para evitar cualquier contactocontaminante. Repasa en su cabeza los procedimientos que llevar a cabo, calcula los

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    riesgos, prev los cursos alternativos en caso de que algo se descomponga inesperada-mente. La enfermera (ella, no l), de espaldas, prepara el instrumental sobre un pretilde azulejos blancos. El cirujano toma el bistur y se dispone a ejecutar la cisura.

    Esta incisin inaugura un acto de intervencin, y esta escena evoca una prcticaprototpica de lo que solemos llamar intervencin: la intervencin quirrgica. Lo quedefine este acto es la accin de las manos del cirujano, solas o manejando diversos ins-trumentos, invadiendo el espacio anatmico del paciente, rasgando el tejido para inter-venir con una intencionalidad fundamentalmente teraputica.

    Es posible rastrear resonancias de la nocin de intervencin quirrgica una cier-ta lgica de accin o un sentido de la prctica en la idea de intervencin psicosocial.Hay un "parentesco metafrico" entre las intervenciones quirrgica y psicosocial. Suelemento comn intervencin las asocia de una manera que hace posible cierta es-tructura y sentido de la intervencin quirrgica en la intervencin psicosocial. Esteparentesco es evidente cuando, al definir intervencin (2001), la primera connotacin ala que se recurre es a la de "operacin quirrgica".

    Se ha dicho antes que la metfora asocia elementos dismiles. Como apunta PabloFernndez Christlieb (2001), el establecimiento de esta semejanza entre experienciasheterogneas no indica la semejanza entre realidades, sino entre los modelos con quese piensa la realidad. En este sentido, la intervencin psicosocial puede ser entendidacomo una metfora, primero, porque asocia determinadas prcticas de accin colectiva(un campo de ejercicio profesional) a la idea de intervencin como tal. Por un lado hayuna serie de prcticas y proyectos en el marco de la Psicologa Social y por el otro unesquema de accin englobado en el concepto de intervenir.

    Esta metfora establece que aquello que se hace (procedimientos, aplicacin de co-nocimientos y protocolos, negociaciones) es una intervencin. Dichas prcticas no senombran, por ejemplo, como cooperacin, ayuda o sencillamente accin, sino que senombran como intervencin. Y sta nominacin determina ya cierta interseccin, cier-to anclaje de un conjunto de experiencias en una nocin de distinto orden material ydiscursivo. As, el uso del concepto de intervencin supone una determinada 'formali-zacin' del proceso de accin social (Snchez, 2007), una fijacin especfica de un con-junto de prcticas.

    Adems, la nocin de intervencin psicosocial puede leerse en trminos de la me-tfora la intervencin social es una operacin quirrgica, apelando a las lgicas de ac-cin que estas prcticas comparten. Cul es el parentesco metafrico entre estos doscampos de experiencia? En primer lugar, ambas prcticas distinguen claramente dosactores: el cirujano o interventor y el paciente o beneficiario. Adems, intervenir qui-

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    rrgica y socialmente es un proceso controlado racionalmente por el interventor y re-quiere la posesin de un saber experto que legitima dicho control. Asimismo, para in-tervenir es necesaria la identificacin de un problema, anormalidad o desviacin querequieren o demandan ser intervenidos. El cuerpo intervenido es un cuerpo pasivo,est claramente delimitado, se puede medir, evaluar y controlar a travs del instru-mental tcnico adecuado, y se espera que presente una palpable mejora tras la inter-vencin.

    Este isomorfismo se evidencia en el lxico que puebla la literatura sobre interven-cin social. Suele decirse que debe realizarse un diagnstico social, que hay que evaluarel resultado de los programas, realizar un anlisis de las circunstancias y los recursos,establecer un diseo de tratamiento y dar un seguimiento adecuado. En los manualesuniversitarios y en lo compendios sobre intervencin social suelen aparecer frasescomo las siguientes:

    Para trabajar sobre el problema o necesidad que precisa anlisis e interven-cin, tenemos que definirlo en trminos de conductas problema, establecerindicadores para evaluarlo y analizar la pertinencia de esos indicadores ()Definir operativamente el problema es describirlo en trminos de las varia-bles relevantes que lo componen, que nos permitan su medida, manejo y/o sutratamiento (Rodrguez, Caadas, Garca y Mira, 2007, p. 54).

    Estas expresiones se avecinan al lenguaje mdico y a los discursos que provienende los mbitos clnicos/teraputicos. De hecho, Carballeda (2004) situar en el campode la salud la emergencia de intervenciones que se irn extendiendo a toda la sociedad:es la medicina la que juega un papel fundamental en la generacin de nuevas formasde disciplinamiento de los cuerpos y es sta el punto de confluencia de diferentes tra-yectorias que permitirn entrelazar palabras y verdades construidas a travs de discur-sos. La medicina se convierte, as, en un modelo prototpico para la aplicacin de laciencia en el ser humano. A la luz de la eficacia higienizada de la ciencia mdica y dela intervencin quirrgica parece natural y conveniente instaurar una intervencinpsicosocial.

    En esta metfora prxima al mbito mdico las asociaciones no son azarosas nicasuales, sino que responden a una determinada manera de concebir la accin; nos di-cen algo sobre cmo nos situamos ante el resto de actores sociales, qu sentido damosa las actividades que realizamos y qu lugar otorgamos al contexto social en que ac-tuamos. A travs de este lenguaje significamos y articulamos nuestra participacin enun proceso de accin colectiva. Con su impronta quirrgica, el concepto metafrico deintervencin hereda el sentido de la extensa y poderosa metfora mdica. Sin embar-go, resulta atractivo preguntarse: si mudamos de metfora para concebir nuestro pa-

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    pel en un proceso de accin colectiva, qu aspectos desaparecen y cules entran a es-cena? Cmo se transforma el significado y la organizacin de la accin?

    Intervenir es como cerrar una ventana

    La secuencia de accin que la intervencin psicosocial hereda (como miembro de la fa-milia interventiva) pueden ilustrarse haciendo referencia a la base metafrica de lacausacin, propuesta por Lakoff y Johnson (1986/2007). Para estos autores, la estructu-ra psicolingstica de la causacin es una base sobre la que se asientan diferentes con-ceptos metafricos, que a su vez definen acciones y, aqu sugerimos, particularmentela accin de intervenir.

    La causacin, uno de los conceptos ms utilizados para estructurar y organizarmetafricamente realidades fsicas y culturales, proviene de la experiencia cotidiana dela manipulacin directa. Este concepto no es un "primitivo semntico inanalizable,sino una gestalt que consiste en propiedades que se dan de manera natural conjunta-mente en nuestra experiencia diaria de manipulaciones directas" (Lakoff y Johnson,1986/2007, p. 116). Esta experiencia consiste en acciones cotidianas como activar uninterruptor, abotonarse la camisa o cerrar una ventana. Esta estructura causal es poste-riormente trasladada a otros campos que no tienen necesariamente las mismas 'propie-dades de experiencia', configurando as una va de comprensin de dichas prcticas atravs de la asociacin metafrica. As, el modelo de la causacin servir para estruc-turar la idea de intervencin.

    Es posible evidenciar esta relacin trazando un paralelismo entre: a) las propieda-des que caracterizan las manipulaciones directas prototpicas y b) la lgica de accinasumida comnmente en el significado de intervenir en un escenario social. En la tabla1 se exponen las propiedades de un caso paradigmtico de causacin buscando estable-cer un paralelismo con las asunciones sobre la accin que estn presentes en la idea deintervencin psicosocial.

    El modelo metafrico de la causacin, que se desprende de manipulaciones fsicascomo cerrar una ventana, evoca con soltura las prcticas que solemos llamar interven-cin psicosocial. Est orientado por una secuencia mecnica y un determinismo enuna sola direccin: una causa conduce a un efecto en una trayectoria invariable y conresultados previsibles. Como en la intervencin social, hay una implcita distincin en-tre interventor (agente) e intervenido (paciente); dichos componentes de la ecuacindeben estar claramente diferenciados para fines de que la metfora funcione. La agen-cia (energa, responsabilidad) y el conocimiento (plan) estn localizados en el interven-tor, mientras que el intervenido tiene un rol pasivo, es un paciente. Este modelo de ac-

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    cin es compatible con la siguiente definicin: Se puede definir la intervencin socialcomo la accin que se realiza sobre personas y grupos con la intencin de produciruna mejora (Gutirrez, Sorribas y Gil, 2005, p. 7)

    La preposicin sobre nos indica que esa accin que recae en un paciente; una ac-cin que un agente realiza sobre alguien, y ciertamente no con, para o a travs de. Enestas circunstancias, la "intencin de producir una mejora" (el programa) slo puedeser localizada en quien emprende la accin (responsabilidad). En este sentido, el mode-lo paradigmtico de causacin encuentra afinidades con las formas en que suele carac-terizarse la intervencin psicosocial.

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    Caractersticas de un caso paradigmtico de

    causacin directaIntervencin social

    El agente tiene como objetivo un cambio de estado en el paciente*

    El cambio de estado es fsico En este caso el cambio no necesariamente o solamente es fsico

    El agente tiene un plan para cumplir su objetivo*

    El plan exige que el agente use unprograma motor

    En este caso el programa no es slo motor, sino tcnico, social,disciplinar, clnico, etc.

    El agente es primariamente responsable de llevar a cabo su plan*

    El agente es la fuente de energa (es decir, el agente dirige sus energas hacia el paciente), y el pacien-te es el objetivo de la energa (es decir, el cambio en el paciente se debe a una fuente de energa exte-

    rior)*

    El agente toca al paciente con sucuerpo o con un instrumento (esdecir, se da una coincidencia es-pacio-temporal entre lo que haceel agente y el cambio en el pacien-te)

    En este caso los contactos pueden ser de muchos tipos, y co-mnmente son discursivos, emocionales, culturales; sociales enlo general

    El agente lleva a cabo su plan con xito*

    El cambio en el paciente es perceptible*

    El agente vigila el cambio en elpaciente a travs de la percepcinsensorial

    O a travs de los reportes verbales o los indicadores de encues-tas

    Hay un nico agente especfico y un nico paciente especfico*

    *Se mantiene la misma proposicin

    Tabla 1. Paralelismo entre la causacin directa y la intervencin social.Fuente: Adaptacin de Lakoff y Johson (1986/2007).

  • Cambiar metforas en la psicologa social de la accin pblica

    Esta analoga nos permite asomarnos al sentido semitico y pragmtico que esvehiculizado en la nocin de intervencin. Nos muestra que sta opera con un guinde accin que requiere unos personajes especficos y una particular disposicin de laescena y los movimientos. Un agente y un paciente, un plan y una energa que provie-nen del primero, un cambio en el segundo a partir del ejercicio agenciado del primero,una resolucin premeditada.

    Esta escena coloca al intervenido como un actor sin agencia, sujeto al mismo tipode influencias que reciben los objetos fsicos del mundo cotidiano (la ventana que escerrada). Del latn intervetio interponerse el trmino se caracteriza con verbos yproposiciones como "examinar y censurar", "controlar o disponer", "dirigir" o "interpo-ner su autoridad" (Intervencin, 2001), sugiriendo una posicin de exterioridad. Eneste sentido, la intervencin es generada como una demanda a las comunidades o ac-tores sociales diana para "entregarse a otro que tiene el poder que le confiere el saber,dentro del espacio artificial de la intervencin" (Carballeda, 2002, p. 17).

    Como se ha dicho antes, la metfora, cuando acta, muestra al mismo tiempo queesconde. Comprender y organizar ciertas prcticas de accin colectiva en trminos deuna intervencin puede obstaculizar nuestra aproximacin a otros aspectos de la ac-cin inconsistentes con esta metfora. Por ejemplo, la idea de una agencia interventoraque acta sobre un actor social diferenciado y en carencia, opaca los procesos de trans-formacin que acaecen al propio interventor durante su implicacin en la accin.Tambin opaca los aspectos contingentes, inciertos e imprevistos, que escapan al con-trol instrumental y que influyen decisivamente en la cualidad y el curso de la accin.As, ensombrecen los aspectos cooperativos, la influencia mutua y la determinacinrecproca, la agencia distribuida que constituye la accin colectiva y los espacios de in-determinacin que se abren en ella.

    Al estructurar un concepto, la metfora abre campos de significado y permite asirciertos aspectos de la experiencia, pero, al mismo tiempo, delimita el campo de lo pen-sable; recorta, acota, delinea lo que puede verse y pensarse de nuestras prcticas. Estonos da una pauta para generar una mirada transformadora con respecto al tipo de me-tforas con que constituimos las prcticas profesionales. Particularmente, en el mbitode la accin colectiva y la transformacin social, esta mirada nos plantea dar cabida ametforas que no equivalgan a cerrar una ventana sino a abrir distintas posibilidadesde organizacin y articulacin.

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    La intervencin es una metfora zombi

    Adems de ser un concepto estructurado metafricamente, la nocin de intervencinfunciona como una metfora "fsil" o "muerta" (Lakoff y Johnson, 1986/2007; Mller,2008) en el sentido de que est tan convencionalmente fijada en el lxico de las disci-plinas sociales que ha perdido su aureola alegrica para terminar por percibirse comouna expresin literal y objetiva. Pareciera que el trmino intervencin representa unarelacin preexistente y clara, o que hiciera referencia a un conjunto de experienciasque, ciertamente, no pudiesen ser nombradas de otra forma. Ms que muerta, se puededecir que la intervencin es, usando el trmino de Lizcano (2006), una metfora zombi,pues si bien ha perdido su frescura alegrica sigue modelando activamente el conceptoen uso. Al describir las metforas zombis, Emmanuel Lizcano (2006) dice que "se tratade autnticos muertos vivientes, muertos que viven en nosotros y nos hacen ver porsus ojos, sentir con sus sensaciones, idear con sus ideas, imaginar con sus imgenes."(p. 65)

    Solidificada en el lenguaje acadmico, no existe titubeo alguno a la hora de refe-rirse a aquello que llamamos intervencin psicosocial. Esta cosificacin del trmino seevidencia en la literatura sobre el tema, que con frecuencia no se detiene a definir ocaracterizar el concepto de intervencin, sino que obvia el trmino y sus implicacio-nes. Como apunta Alipio Snchez,

    El tema de la intervencin social (IS) es un lugar comn del vocabulario psi-colgico y social actual; se trata de un trmino muy usado, pero apenas ana-lizado. En efecto, la escasa literatura sobre el tema aparece dispersa entre va-rios campos tericos y prcticos (Ciencia Poltica, Psicologa Comunitaria,Trabajo Social, Psicologa y Sociologa de la Organizaciones, Psicologa So-cial, Salud Pblica, etc.), estando indiferenciadamente englobada en temasafines o limtrofes () Las definiciones de IS encontradas en la literatura sonescasas y poco explcitas (2002, p. 180).

    En los estudios de retrica, esta solidificacin metafrica se conoce como catacre-sis: una figura que consiste en utilizar metafricamente una palabra para nombran unconjunto de experiencias que carecen de concepto, dando lugar a que la metfora sesedimente en el lenguaje de tal modo que su carcter metafrico se vuelve impercepti-ble (por ejemplo, pata de mesa). Cuando una metfora se vuelve cotidiana y se diluyeen un cdigo de comunicacin que no se cuestiona, entonces puede llegar a anquilo-sarse y funcionar como una catacresis (Eco, 1976/2000).

    Podemos situar histricamente esta cristalizacin y fosilizacin de la metfora in-terventiva en el marco del surgimiento y la consolidacin de la lgica cientfica como

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    mecanismo de control y regulacin social. La intervencin, en este contexto, se postulacomo una va de acceso a la modernidad: se encargar de salvaguardar el pacto socialy de detectar y clasificar lo "anormal" y de generar formas de disciplinamiento (Carba-lleda, 2002).

    La sedimentacin de la intervencin como modelo de accin dominante se inscri-be entonces en la emergencia de disciplinas sociales (el derecho, la psiquiatra, la edu-cacin, la medicina) que contribuirn al establecimiento de procesos de gubernamenta-lidad (Rose, 1989/1999): encargndose de delimitar y hacer inteligible el terreno queser administrado y produciendo tcnicas de inmersin en dicho terreno. Desde aqulos problemas sern constituidos a partir de modelos sociales, polticos y tericos quedictarn parmetros para definir qu puede (o no) ser considerado un problema y pro-porcionarn guas prcticas para incidir en ellos (Montenegro, 2001).

    Desde esta perspectiva, la intervencin puede entenderse como una tecnologa degobierno: mecanismos, estrategias y procedimientos utilizados para hacer efectivo uncampo de poder, orientadas a producir efectos determinados en la conducta de otros,de los intervenidos. En el contexto de las ciencias humanas y las disciplinas sociales, laintervencin contribuir a la reproduccin de determinados rdenes sociales. Estable-cer mecanismos de observacin, registro, anlisis, comparacin y clasificacin. Esteejercicio genera saberes que irn configurando el campo de la intervencin y que da-rn lugar a la identidad de un sujeto profesional dueo de estos saberes y en conse-cuencia legitimado para intervenir.

    En este contexto resulta comprensible que la lgica teraputica y la disciplina m-dica hayan jugado un papel importante en la configuracin de la intervencin psicoso-cial (Carballeda, 2004). Como ocurre con frecuencia, son los modelos ms prximos ydominantes los que se convierten en metforas de subsiguientes prcticas, menos defi-nidas (Milln y Narotsky, 1986/2007).

    La intervencin como catacresis, como metfora zombi que da sentido y organizaciertas prcticas desde la sombra, juega un papel importante en la consolidacin de laintervencin como tecnologa de gobierno. El uso naturalizado de la metfora inter-ventiva dificulta la reflexin con respecto a nuestras prcticas profesionales y la mane-ra en que stas contribuyen a reproducir (o desafiar) determinados rdenes sociales oformas de relacin. Dificulta la generacin y el ejercicio de distintas relaciones y prc-ticas que escapen a la lgica de accin interventiva. En suma, el uso naturalizado y ge -neralizado reduce la posibilidad de formas en las que es posible involucrarse en proce-sos de accin colectiva. En este sentido, como plantea Paul Ricoeur (2000), la metfora

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    viva, la generacin de nuevas pertinencias y congruencias entre la predicacin y la ac-cin, es una ventana abierta a la creatividad.

    La metfora del involucramiento

    In science, one can latch upon a metaphor or intuitively appealing vision (e.g., waves)and ride the vision for years, or generations, trying to unpack its implications.

    Robert Hoffman (1980, p. 415)

    Qu es, si no es intervencin, el proceso de accin pblica en que me implico? Cmopuedo definir y caracterizar una lnea de accin colectiva que, desde la posicin y atravs de las herramientas de la psicologa social, participe de una lgica distinta a lainterventiva?

    La propuesta que aqu se hace es un punto de llegada, el resultado de una trayec-toria particular de trabajo prctico y reflexin terica desde donde busco resituarmeen el campo en que me inserto como profesional/investigador. Esta inquietud se inter-cala adems con un inters terico ms general que atraviesa distintos sectores de lasciencias sociales y que apunta hacia la rearticulacin de las herramientas tericas conque se construyen y abordan los problemas sociales, as como a la generacin de nue-vos lenguajes y narrativas que contribuyan a construir distintas prcticas y distintasformas de relacin social. Pretende ser tambin un punto de partida distinto al del mo-delo interventivo, unas coordenadas diferentes para situar las prcticas y las relacionesque mantenemos, como investigadores y profesionales de la psicologa social, en esce-narios sociales concretos. Se trata, siguiendo la sugerencia de Peter Spink (2005), de"buscar diferentes maneras de hablar sobre las cuestiones actuales que pueden ser mstiles de las que tenemos" (p. 3).

    Invito a pensar en el trmino involucramiento como herramienta para construiruna forma alternativa de situarse y concebir el papel del investigador/profesional en elcampo, de organizar la accin y de generar relaciones con otros actores sociales. Enqu consiste, entonces, la metfora del involucramiento? Cmo podemos caracterizar-la y qu cartografas nos permite habitar dentro del campo de la accin social? Sinafn de agotar sus implicaciones, me propongo discutir tres aspectos generales en quela metfora del involucramiento se alejara de la intervencin, echando mano de unconjunto de recursos tericos y heursticos tiles para darle un sentido conceptual. Losaspectos a los que me referir son: a) La posicin del profesional/investigador ante elproblema y el campo, b) La relacin entre los actores incluyendo al profesional/in-vestigador, y c) La concepcin de conocimiento y accin en un proceso de transfor-macin social.

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  • Cambiar metforas en la psicologa social de la accin pblica

    La posicin del profesional/investigador en el escenario social: formar parte de un entramado

    En primer trmino, la nocin de involucramiento se aleja de la nocin de intervencinporque busca romper con la relacin de exterioridad desde donde se acta. La idea deinvolucrarse nos ayuda a desmarcarnos de la perspectiva externa desde donde se abor-dan los problemas sociales y se organiza la accin. Desde esta posicin, el sujeto profe-sional/investigador no es un agente externo que, desde la distancia y desde fuera, deci-de intervenir voluntariosamente en una problemtica que, en principio, le es ajena.Por el contrario, el desafo consiste en pensarse como parte de la situacin-problema odel escenario social sobre el cual se quiere incidir; introducirse en un campo-tema(Spink, 2005; 2008) de forma que habitemos un espacio en un panorama ms ampliodel que formamos parte. Si la intervencin nos remite a interponerse o a tratar, el invo-lucramiento nos remite a envolverse o a participar. Del latn involucrum, involucrar re-fiere a comprender, abarcar, incluir (DRAE, 2010); involucrarse es introducirse, hacer-se parte de.

    Involucrarse, por tanto, no slo consiste en establecer un vnculo de influencia so-bre un campo o unos actores, sino que pasa por situarse en un entramado ms ampliode relaciones, en cuestionarse sobre la posicin que uno ocupa en el estado de cosasrelativo al campo-tema y en los cambios que le acontecen. Nos invita a hacernos pre-guntas del tipo: cmo he llegado a relacionarme con este campo-tema?, cules sonlos factores sociales prximos o distantes que contribuyen a configurar el problema?,cul es la funcin que juega la psicologa social en esta red? y cul es el papel de lainstitucin que est detrs de m?

    Se trata, pues, de concebir una posicin en que nos reconozcamos como circunda-dos por una trama diversa en la que incidimos pero que nos desborda, de la que forma-mos parte pero que no podemos controlar en su totalidad. La idea de involucrarse enun campo-tema facilita pensar la propia experiencia como parte de una forma de ac-cin que acontece en una red temporal en donde convergen actores heterogneos: hu-manos, materiales, sociotcnicos (Haraway, 1997/2004). En una red de esta naturaleza,como se ha argumentado desde la teora del actor-red, la agencia est distribuida y laaccin es siempre producto de la colectividad (Law, 1991).

    Ubicarse en este espacio hace que la distincin entre la situacin-problema bienlocalizada que uno delimita e interviene y el mundo social ms global donde esta seinscribe se vuelva difusa. De aproximarse a una entidad discreta, la perspectiva cambiaa atender una red de actores que, a escala general y particular, estn implicados en di-cho campo-tema. As, uno est involucrado en un campo-tema en tanto que uno siem-

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    pre est en medio, envuelto en una red que lo constituye. Aquello que puede parecerdistante o "macro" se vuelva relevante y prximo, se sienta "lado a lado" con el cursode la accin localizada, a la manera de una cadena de actores que se vinculan entre s.Si partimos de esta posicin, el profesional/investigador participa de igual manera queel resto de los actores, aunque con instrumentos y vocaciones diferentes (Latour,2005), en la constitucin del campo social que se busca transformar.

    Pensar de esta manera el espacio de accin donde una psicloga o psiclogo socialparticipa nos acerca tambin de la nocin de campo de Kurt Lewin (1952/1997), comouna totalidad de factores coexistentes concebidos como mutuamente interdependien-tes que son responsables de o permiten explicar la conducta y la accin. La nocin le-winana de campo tambin nos sugiere aproximarnos a las situaciones sociales buscan-do comprender las diferentes fuerzas actuando en su entorno y en un contexto msamplio, sean estas psicolgicas o no (Spink, 2008). Esta idea es til con la salvedad deque, cuando uno est involucrado, no se mira desde la perspectiva area con un ojo to-talizante e independiente, sino a travs de una mirada interior, que ocupa un lugar enel campo.

    La relacin entre los actores sociales: articulacin

    Esta interioridad del sujeto profesional/investigador y del resto de los actores involu-crados no es identitaria: no se refiere a la pertenencia de clase, gnero, raza a ungrupo esencialmente determinado; no es del tipo soy parte de la comunidad o me heconvertido en miembro de esta cultura. Asumir que formamos parte de una red queconforma el escenario social no significa asumir que los actores son homogneos.

    La accin localizada en una red heterognea participa igualmente de la diferenciay la comunidad. En el entramado del campo social, los actores se relacionan desde lasdiferencias: la red no los homogeniza. En el sentido de Gilles Deleuze (1968/2002), setrata de una diferencia que no est sujeta a una identidad primaria o a una ontologaesencial y esttica: una diferencia como una proliferacin indefinida de particularida-des y novedades. La lgica de involucrarse puede alejarnos de la confeccin premedita-da de grupos homogneos y bien demarcados (en identidad, intereses, necesidades, de-seos, conocimientos), se aparta de la lgica en la que los distintos actores registran suaccin en una clave nica: las mismas necesidades de partida, los mismos horizontesde movimiento.

    En contraste con la idea de intervenir (donde la accin es unvoca y est predeter-minada por un plan bien definido), la lgica del involucramiento nos acerca ms a laidea de establecer tensiones creativas entre las distintas partes, vnculos descentraliza-

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  • Cambiar metforas en la psicologa social de la accin pblica

    dos y diversos entre comunidades, saberes y actores sociales que a menudo se mantie-nen apartados. Cuando decimos que "uno se involucra con alguien", que "nos hemosinvolucrado en algo", no estamos diciendo que estamos asistiendo a alguien o condu-ciendo algo. El trmino involucrar no determina de antemano la estructura de la rela-cin o la direccin de la accin. Involucrarse nos sugiere ms bien un "tener que vercon", entrar en un campo de influencia con respecto a algo o alguien. Involucrarse conalguien implica mantener unos vnculos significativos, pero guardando un campo deindeterminacin y variabilidad de dichos vnculos.

    Una forma til de replantear la relacin que se establece con otros actores en unproceso de accin colectiva, es a travs de la nocin de articulacin propuesta, entreotras, por Haraway (1991/1995). La nocin de articulacin desafa la relacin represen-tacional en que los otros son descritos y circunscritos a una posicin de objeto de in-tervencin a travs de los discursos y las prcticas de los ventrlocuos-portavoces quese constituyen como los nicos actores (Garca y Romero, 2002).

    Los portadores del conocimiento cientfico se convierten en portavoces sustentan-do su posicin a travs de un distanciamiento objetivo, por medio de una relacin deexterioridad y disyuncin que se hace visible en el binomio interventor/intervenido.Para Donna Haraway, la articulacin supone una posicin radicalmente distinta paracomprender el vnculo: el entramado de actores sociales no es el objeto que ser repre-sentado por el profesional/investigador, sino que ser el sujeto de la accin que definey produce sus propios trminos de representacin. As,

    No aparece finalmente un nico actor heroico capaz de hablar por los que notienen voz (humanos y no-humanos), sino que las entidades colectivas sonresponsabilidad de todos los elementos que las constituyen y con los que es-tablecen conexiones parciales. No hay posibilidad de afueras que garanticensupuestas independencias, sino situaciones tremendamente encarnadas y ha-ces de relaciones entre elementos desiguales (Garca y Romero, 2002, p. 14)

    En lugar de partir de posiciones asumidas a priori, la articulacin permite pensarmltiples arreglos que se van constituyendo relacionalmente. Estas articulaciones en-tre elementos diversos son constitutivas de, a la vez que constituidas por, estos elemen-tos. La articulacin puede contraponerse, as, a nociones como las de concienciacin,facilitacin o animacin, que asumen posiciones predeterminadas para dirigir el senti-do de la accin. En la articulacin, el sujeto profesional/investigador no tiene inheren-temente el rol de catalizador. Si bien estas posiciones y funciones pueden ser ocupadasen uno o varios momentos, la idea de articulacin no anticipa y fija las posiciones yposibilidades de relacin: antes bien, da espacio al juego y la movilizacin, a la nego-

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    ciacin y reconfiguracin de funciones en el proceso de transformacin y a una distri-bucin dinmica y multidireccional de la agencia y la accin.

    La interioridad del sujeto profesional/investigador con respecto al campo-temacontribuye adems a hacer visibles las transformaciones y los cambios que le aconte-cen como parte del proceso de accin. Mientras que la intervencin dibuja una trayec-toria donde la agencia y la accin pasan unvocamente del interventor al intervenido,involucrarse abre un espacio de reciprocidades y entrelazamientos que dan cabida a lasintervenciones que recaen sobre el interventor.

    En el momento en el que deja de ser claro quin interviene y quin es intervenido,dnde se establecen las fronteras entre quien acta y quien recibe la accin, entrequien cambia y quien es cambiado, entonces la distincin interventor-intervenido(agente-paciente) deja de tener sentido, se vuelve insuficiente para dar cuenta de pro-cesos de transformacin e influencia ms dinmicos y multidireccionales. Este puntode partida se aleja de la idea de unos otros en carencia o unos otros vulnerables a losque puedo ayudar a partir de una oficiosa e ilustrada injerencia, y pone en perspectivaun problema que afecta aunque diferencialmente a todos los actores involucradosen la trama.

    Concepcin de conocimiento y accin: conocimiento situado, accin inmanente

    A diferencia de la intervencin, donde el interventor posee un programa, una habili-dad, un conocimiento que le otorga tal lugar y que conduce la accin y el cambio, elinvolucramiento nos aproxima a la idea de que la direccin de un cambio no est pre-establecida y responde a una sucesin de intereses y fuerzas locales y temporales. Des-cartar un conocimiento absoluto y predeterminado para emprender y conducir la ac-cin colectiva, nos sita en una posicin ms cercana a concebir el conocimiento comouna prctica social ms, sujeto a las contingencias de los encuentros. En palabras deCarballeda (2008, p. 267):

    Pensar la intervencin desde condicionantes y no determinantes, noslleva al terreno de lo probabilstico, donde la singularidad y la subjeti-vidad suben a la escena ahora con papeles relevantes. La intervencinen lo social es una accin bsicamente Inter-Subjetiva y fuertementediscursiva. De all que la palabra, la mirada y la escucha sigan siendosus elementos ms sobresalientes.

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  • Cambiar metforas en la psicologa social de la accin pblica

    El control asociado a la nocin de intervencin, la posibilidad de manipular a dis-crecin y predecir con certidumbre los procesos de transformacin social, deja de to-marse como parmetro de referencia. La metfora del involucramiento nos acerca msa la autonoma creativa que al protocolo detallado. De esta manera, la indeterminacinpresente en la nocin de involucrarse convive mejor con la idea de que reglas simples ygenerales contribuyen a que haya un mayor despliegue de flexibilidad y creatividad,en contraposicin a los largos manuales estandarizados que buscan prescribir detalla-damente la conducta (Plsek, 1997): mientras ms conceptos y criterios fijos como guaspara la accin, menos espacio hay para la innovacin y el cambio.

    La nocin de conocimiento situado (Haraway, 1991/1995) puede ayudarnos a defi-nir este re-posicionamiento del papel del conocimiento en la accin colectiva. Esta no-cin sugiere que el conocimiento no se produce desde ninguna parte, desde la miradadivina, sino que tiene unas coordenadas de produccin muy especficas en el mundosocial, y es esta localizacin terrenal lo que le conceden una "objetividad situada" o unavalidez tica y poltica. El conocimiento obtiene as una textura domstica, que adquie-re sentido en cruces concretos de demandas y deseos. Es generado localmente y espuesto en juego en procesos locales. No aspira a la validez universal y, sin embargo,puede servir como experiencia heurstica para otros proyectos que transiten por cami-nos similares.

    El aparato conceptual de la psicologa social se entiende entonces como una he-rramienta til pero no omnisciente, y como una modalidad ms (entre otras no cient-ficas) de la capacidad colectiva de generar conocimiento a travs de prcticas e inte-racciones sociales. Este conocimiento producido y aplicado en escenarios sociales, noes esencialmente diferente del resto de conocimientos puestos en prctica por otrosactores en un proceso de relacin y transformacin social. Al igual que el resto, el co-nocimiento psicosocial se contamina, muta, se mezcla y se reorganiza a la luz de loscontactos con otros saberes y otras prcticas sociales.

    Este punto de mira permite rescatar la sensibilidad etnometodolgica para reco-nocer a los actores sociales como miembros competentes de una comunidad, partici-pantes en la realizacin prctica de los escenarios sociales que habitan, poseedores deun conjunto de saberes cotidianos con los que activamente sostienen y transformanarreglos sociales, y no en trminos "idiotas culturales" como a menudo se les aborda atravs de las ciencias sociales tradicionales (Coulon, 1987; Garfinkel, 1968/2006).

    As, ante proposiciones del tipo "una intencin primaria de investigacin-accines producir conocimiento prctico que es til para las personas en la conducta diariade sus vidas" (Reason y Bradbury, 2001, p. 2), Peter Spink (2005) advierte que las perso-

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    nas no necesitan ayuda para construir conocimiento prctico puesto que ya de por slo hacen. Argumenta adems que la narrativa dominante en las ciencias sociales esque, aunque a travs de prcticas "ms democrticas", la ciencia conserva indiscutible-mente un lugar epistemolgicamente superior con respecto a sus sujetos. Al respectode esta relacin jerrquica el autor seala que:

    El problema es cuando las reglas y verdades que creamos en la intersubjetivi-dad conversacional para intentar mejorar nuestra vida colectiva, se encuen-tran subordinadas al reinado desptico de tiranos metodolgicos que se es-conden detrs de un estado disciplinar, en el nombre de la gran verdad.(Spink, 2005, p. 2).

    No se trata, entonces, de que los conocimientos en psicologa social funcionenpara concienciar, formar, corregir o evaluar a una colectividad o para catalizar cambiosque de otra manera no podran suceder, sino de que participen en la generacin alian-zas y tensiones creativas que permitan articular distintas posiciones de sujeto, conoci-mientos, habilidades, deseos. En el tono de involucrarse como una forma de inmersino de interioridad, la idea del sujeto profesional/investigador que atiende o asiste a unsujeto-en-carencia implcita en la intervencin, deja lugar a la posibilidad de concebirla accin como colectiva y auto-constitutiva o auto-transformadora, una accin queencuentra su fundamento en sus condiciones locales de produccin.

    Podramos hablar as de una suerte de accin inmanente, en el sentido de que nose buscan establecer fundamentos ltimos y exteriores a la accin (conocimiento psi-cosocial) o unos principios trascendentales a los que la accin obedezca (dinmica degrupos), sino que los principios que rigen y vehiculizan la accin, en cada ocasin, soninherentes a la produccin de la accin misma. Cada accin particular contiene dentrode s sus principios de operacin, sus fines y sus fuerzas (que no son ni exteriores nianteriores). La lgica de accin de un proyecto en particular estar determinada porrelaciones, intereses, habilidades, recursos y condiciones de posibilidad particulares:condiciones que se explicitan en la accin al tiempo que la constituyen.

    Para concluir esta caracterizacin, hay que hacer notar que estas coordenadas te-ricas en torno a la metfora del involucramiento pretenden ser herramientas concep-tuales heursticas que nos ayuden a redefinir y transformar las prcticas que, desde lapiscologa social, buscan implicarse en proyectos concretos de accin colectiva. Dichascoordenadas no pretenden ser un mapa bien definido ni un modelo sucedneo, sinouna reflexin que pueda conectarse con otras experiencias que busquen reinventar oresituar el papel de la psicloga y el psiclogo social en contexto de la accin pblica.

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    Comentarios finales

    En este artculo he buscado dar cuenta de una reflexin, producto de una particulartrayectoria en el contexto de la accin colectiva, que busca reconfigurar relaciones enel hacer cotidiano y en el ejercicio de la disciplina social en que participo. La intencinha sido contribuir a la tarea ms general de discutir y transformar la relacin entre lapsicologa social y los contextos donde acta.

    He buscado, por un lado, discutir las implicaciones tericas y metodolgicas de lametfora de la intervencin psicosocial y, por el otro, sugerir la metfora del involucra-miento como un tropo alternativo que se aleje de las implicaciones interventivas y nosayuda a imaginar y organizar prcticas de accin colectiva desde una posicin distinta.En particular, he buscado argumentar que la metfora del involucramiento (al menosen la forma en que ha sido esbozada aqu) nos sugiere una idea de la accin ms cerca-na a la artesana de la transformacin social, y menos vinculada con la ingeniera delcambio prxima a los sentidos que pueblan la nocin ms dominante de la interven-cin.

    Aqu se vuelve pertinente advertir algunas tensiones que este ejercicio hace emer-ger. En primer lugar, hay que sealar que esta reflexin no pretende hacer una conde-na definitiva de las prcticas interventivas. Por un lado, no todas las prcticas que sellaman a s mismas intervencin participan de una lgica donde el saber experto y laagencia se concentran exclusivamente en el interventor o donde el control unidirec-cional ha sido la modalidad de accin predominante. Por tanto, no es posible generali-zar ni reducir a una sola representacin este campo de accin. Es necesario un anlisisms complejo para comprender con mayor profundidad en dnde se encuentra, cmoopera y cules son las consecuencias de la lgica interventiva.

    Igualmente, hay que hacer notar que muchas prcticas teraputicas de tipo inter-ventivo son tiles y pertinentes en determinados contextos. La aplicacin controladade conocimiento por ejemplo, en la relacin mdico-paciente es mayoritariamenteun acuerdo comn y efectivo donde ambas partes comparten objetivos y mtodos. Estacuestin deja ver una discusin an pendiente sobre la operacin de una diversidad deprcticas disciplinarias y valor social en el marco de los contextos locales y a partir derelaciones concretas.

    En segundo lugar, sabemos que las metforas plantean lmites al mismo tiempoque posibilidades. Por tanto, es necesario preguntarse por los riesgos y las sombrasque acompaan a la propia nocin de involucramiento, particularmente atendiendo asu traduccin y significado en distintos contextos. Adems, hay que hacer notar que lapermuta metafrica no desaparece de una vez el tema del poder y el control en el con-

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    texto de las prcticas disciplinarias en las ciencias sociales. No implica tampoco que elplano de las prcticas lingsticas pueda por s solo transformar dinmicas muy sedi-mentadas y garantizar una distribucin ms justa y equitativa de la agencia en los pro-yectos de accin.

    Sin duda, el tema del poder y en control en la relacin entre los sujetos investiga-dores/profesionales de las ciencias sociales y otros actores debe ser objeto de constantereflexin a travs de distintas vas: los propios proyectos prcticos sern sin duda unespacio definitorio en esta tarea. En cualquier caso, la propuesta metafrica puede serun recurso til que permita desembarazarse de preconceptos anquilosados y empren-der una comprensin de la accin cotidiana con nuevas posibilidades.

    En consonancia con una tica transformadora (Braidotti, 2006) se ha buscado, porun lado, pasar a revisin la tradicin en lo que respecta a la concepcin de la accinsocial, buscando dar espacio a aspiraciones o condiciones con ms probabilidad deapartarnos de la repeticin inerte de los hbitos de pensamiento y autorrepresentacinestablecidos. En el plano ms propositivo o afirmativo, se ha buscado contribuir, den-tro de los lmites de la discusin sobre la accin colectiva y las prcticas profesionales,a cultivar el deseo poltico de cambio y (auto)transformacin, la voluntad y el anheloactivos de que se produzcan cambios positivos y creativos en las prcticas de la psico-loga social.

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