Brujula Final (1)

RE ENCUENTRO: La Brújula del Éxito

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Re Encuentro “La Brújula del Éxito”

Publicado por la Secretaría de Evangelización.Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, A.R.Av. Tepeyac No. 990; Col. Chapalita Oriente; Zapopan, Jal.

Todos los Derechos Reservados. Primera Edición 2013.Impreso en la Ciudad de Guadalajara Jal., México.

Edición: Pastor Eleuterio Uribe Villegas.Diseño: Pastor Julio César García Blanco.

Contenido

Presentación ................................................................. 7

Tema 1: La brújula que te relaciona con Dios ................ 9

Tema 2: Tu relación con Dios II .................................... 13

Tema 3: Tu relación contigo mismo ............................. 18

Tema 4: La brújula que te relaciona con tu familia ....... 24

Tema 5: Tu relación con tu familia II ............................30

Tema 6: Tu relación exitosa con la iglesia .................... 36

Tema 7: Tu relación con la sociedad ........................... 42

Tema 8: El cristiano y la autoridad ............................... 47

Presentación Estimados hermanos, Paz de Cristo… Les saludamos con mucha alegría. En la expectati-va gozosa de que el Señor está realizando cosas hermo-sas en su pueblo, esto a través de sus vidas, ministerios y liderazgos, mismos que desarrollan para la edificación del cuerpo de Cristo.

Damos gracias a Dios por permitirnos poner en sus manos este nuevo reencuentro titulado; “La Brújula del Éxito”, este aporte se ofrece con la fraternal intención de ser una herramienta más que nos ayude a implementar de manera vigorosa y efectiva la misión de alcanzar el mundo para Cristo, esto a través de la indispensable predicación y encarnación del evangelio.

El cristiano no puede pretender cambiar al mundo, si primeramente él no ha sido transformado. El presente material toca áreas de la vida como las actitudes y carácter del líder, elementos básicos que debemos día a día refi-nar si pretendemos ejercer un liderazgo con una dirección clara o definida e influente. Una brújula, no únicamente nos ayuda a determinar de dónde venimos, sino también a dónde vamos. La brújula nos permite disfrutar los paisa-jes y hasta el simple recorrido del camino, sabiendo que vamos avanzando en la dirección correcta y hacia la meta tan anhelada.

En el peregrinaje por los diferentes temas que este re-encuentro nos presenta, oramos para que la dirección del Espíritu Santo y su Palabra se revelen a nosotros, pues juntos son la mejor brújula y lámpara para el Cristiano.

Finalmente, al dinámico grupo de pastores de las 20 congregaciones más grandes de la IAFCJ, quienes también colaboran como asesores de la RCM en los dis-tritos, agradezco sus valiosos y edificantes aportes para la realización de este reencuentro…Dios les pague abundan-temente y sigamos adelante siempre, manos a la obra!!

Con sincero aprecio,Rev. Samuel Sánchez Armenta

Secretario de Evangelización IAFCJ


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TEMA 1: LA BRÚJULA

QUE TE RELACIONA CON DIOS.

(La obra de Dios por nosotros)

BASE BÍBLICA “Grandes son las obras de Jehová, buscadas de todos los que las quieren. Gloria y hermosura es su obra y su justicia permanece para siempre; ha hecho memo-rables sus maravillas, clemente y misericordioso es Je-hová.” Salmos 110:2-4

PROPÓSITO Conocer y valorar todas las obras que el Señor ha hecho por ti y por mí.

INTRODUCCIÓN ¿Qué calificativos tienen las obras de Dios en su Palabra? Todo lo que Dios hace es maravilloso. Sus obras son formidables e incomparables. También son memorables, es decir deben recordarse a cada momen-to, permanecer en nuestra memoria siempre, no debe-mos olvidarlas. Por ello, en la presente plenaria estudia-remos una parte de las muchas obras de Dios (puesto que son innumerables), pero que son las más relevantes y con un alcance mundial. Veamos por lo menos cuatro de ellas a continuación.

I.- ME AMÓ DESDE ANTES QUE EXISTIERA Una de las verdades centrales de La Biblia es que “Dios es amor” 1 Juan 4:7. Ese amor tuvo su propósito desde antes de la creación del mundo, pues Dios trazó un plan glorioso de salvación para toda la humanidad. Por amor es que “el Verbo se hizo carne y habitó en-tre nosotros” Esta muestra gloriosa de amor se ve re-flejada en la entrega total de Jesús por nosotros en la cruz. Juan 3:16 nos dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda mas tenga vida

Secretaría de Evangelización: IAFCJ AR

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eterna”. No tenemos la menor duda en saber que Dios ama a la humanidad. La principal obra de Dios en favor de nosotros es demostrarnos que nos ama. Uno de los aspectos extraordinarios de su amor fue que “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse sino que se despojo a sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz.” Filipenses 2:6-8

Dios siempre nos ha demostrado su amor. Su amor es la brújula que pone sentido a nuestra vida, nos inspira a mantenernos siempre con seguridad ante cual-quier circunstancia. Que él nos ame, es y siempre será la mejor inspiración al corazón del hombre. ¡Gloria a Dios por su grande e incomparable amor!

II.- ME ESCOGIÓ Y ME LLAMÓ. Que tú y yo seamos parte de su iglesia y de su plan de trabajo, no es casualidad ni obra del destino, es por su amor. Que estés ocupado sirviendo en alguna área de su bendita obra, no se debe a algún mérito pro-pio o capacidad sino porque él en su amor nos escogió y luego nos llamó. Jesús les declaró esto a sus discípulos: “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes.” Juan 15:16.

Cuán grande es su amor que siendo nosotros in-dignos a causa del pecado, nos redimió y “nos hizo sen-tar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.” Efesios 2:6. ¿Qué fue lo que movió a Dios desde la antigüedad a llamar a hombres y mujeres como Abraham, Noé, Jacob, Moisés, Débora, Esther para utilizarlos poderosamente? Indudablemente que la única razón es por su amor.

Los hombres que son llamados para participar en el gabinete presidencial se sienten muy honrados por tal nombramiento que los coloca en una posición de pres-tigio. Sin embargo, nosotros fuimos seleccionados y lla-mados por el creador del cielo y de la tierra, el todopo-deroso que tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra. Estamos aquí en esta posición de privilegio gracias a su voz que llegó a nuestro corazón, tal como la escucharon los discípulos cuando Jesús les dijo: “Vengan en pos de mí y los haré pescadores de hombres.” O el mismo Ma-


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teo que bastó una palabra de Jesús para su llamado: “Sígueme”

¿Por qué crees que ahora eres parte de su obra? ¿Qué fue lo que Dios miró en ti y en mí para que nos llamara? No hicimos nada para adquirir esta tan especial distinción, solo fue por “su gran amor con que nos amó”. Esta era la convicción de Pablo cuando dijo: “Doy gra-cias a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel poniéndome en el ministerio… porque su amor fue más abundante que es en Cristo Jesús.” 1 Timoteo 1:12-14. Esta debe ser también nuestra convicción.

III.- ME EQUIPA Y ME USA. Dentro de su inmenso amor, Dios después que nos elige, nos llama, y nos regala la mejor maquinaria para usarnos poderosamente. Nos ha colocado dentro de su cuerpo, dándonos una función especial, así lo dice Su Palabra “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso” 1 Corin-tios 12:18. No estamos aquí solo para ser parte de una lista de miembros, sino porque el Señor en su bondad nos otorgó dones espirituales, que no son otra cosa, sino habilidades sobrenaturales para servir a su pueblo y al mundo que está hundido en tinieblas. Estas habilidades vienen de Él por gracia, no tienen costo alguno, no se adquieren en la universidad, se reciben por su inmensa misericordia y amor.

Que tú seas pastor, líder, maestro, administrador, músico, etc., se debe a su gran amor. Sus dones, cual brújula, nos mantienen enfocados con el mismo propó-sito que es servirle en su gran obra. ¿Cómo te sientes en ser lo que eres en su iglesia? ¿Cómo te sientes al ver que Dios te está usando de forma extraordinaria? ¿Cuál es tu actitud hacia Dios cuando mediante el don que Dios te regaló bendices a otros?

Recordemos que “de gracia recibimos, debemos dar de gracia” su equipamiento es para bendecir a los demás (edificar el cuerpo de Cristo). Es para que lo uses como dice el apóstol Pedro en su carta: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros como bue-nos administradores de la multiforme gracia (amor) de Dios.” 1 Pedro 4:10


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IV.- ME ACOMPAÑA Y ME SOSTIENE La promesa de Jesús es: “yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Esta promesa aún está vigente para nosotros. Por cuanto Dios nos ama, Él no abandonará a los suyos. Como el Padre que ama a sus hijos, los protege, los acompaña en cualquier si-tuación, así también es nuestro Dios. Jesús estuvo con los suyos corporalmente, sus discípulos tuvieron la dicha de estar con él, platicar con él, sentirlo cerca. A donde iban caminando con él, se sentían seguros. Hoy ya no está con nosotros corporalmente, pero, su presencia, es-piritualmente nos acompaña, Jesús dijo: “No los dejaré solos, vendré a ustedes y estaré con ustedes y en uste-des”.

Que bendición, su presencia está con nosotros a dónde quiera que vayamos. Él respalda todo nuestro quehacer y nos sostiene firmes aún en el momento más difícil. Es por eso que podemos caminar confiadamente aún “cuando andemos en valle de sombra de muerte, no temeremos mal alguno porque tu estarás conmigo.” Salmos 23:4.

¿Te imaginas caminar solo en este mundo? ¿Cómo sería nuestra vida y ministerio sino fuera porque Dios está con nosotros sosteniéndonos en cualquier situación? Defini-tivamente no podríamos dar ni un solo paso. Que su presencia nos acompañe y sostenga es la brújula que nos mantendrá por el camino del éxito.

CONCLUSIÓN Que importante es que tengamos siempre pre-sente lo que Dios ha hecho por nosotros. Aún el sigue haciendo obras extraordinarias para que tu y yo estemos cercanos a Él. El Salmo 103: 1-2 nos exhorta a Bendecir al Señor con todo nuestro ser, pero también nos dice: “y no olvides ninguno de sus beneficios” porque “el te co-rona de favores y misericordias”. En la medida que sus grandes y formidables obras estén frescas en nuestro corazón, serán como la brújula que nos sostendrán muy cerca de Él, y serán un elemento central para lograr un liderazgo de éxito.


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TEMA 2: TU RELACIÓN

CON DIOS II(La respuesta del ser Humano)

BASE BÍBLICA “…porque separados de mí nada podéis hacer” Juan 15: 5

OBJETIVO Proporcionar instrucciones basicas que dirijan nuestra vida a mejorar y a desarrollar nuestra relación intima con Dios

INTRODUCCIÓN Para poder tener éxito en todos los ámbitos de la vida necesitamos tener una dirección muy concreta en cuanto hacia donde nos dirigimos. No debemos dar ni un paso sin antes estar seguros de saber a dónde va-mos. En su obra, “LA DIVINA COMEDIA” Dante Alighieri empieza así su trágica narrativa del infierno. “A la mitad del camino de mi vida, me encontré en una oscura selva, había perdido el camino”. Describiendo así la tragedia de quienes no solo caminan por sendas incorrectas sino que, en algún momento de su existencia, sin darse cuan-ta perdieron la brújula de su vida.

Lo más importante y básico de la vida de todo creyente que desea caminar hacia el éxito, es su rela-ción con Dios. Si descuidas esta área, no importa quién seas, hasta dónde hayas llegado y cuántos logros hayas obtenido, el fracaso está frente a ti. Hoy serás confron-tado a examinar cómo está tu relación con Dios, serás motivado a reflexionar sobre ello, y recibirás un desafío a mejorar significativamente tu relación con el Señor.

I. HOMBRES QUE PERDIERON LA BRUJU-LA Y SUFRIERON TERRIBLES FRACASOS A. EL REY SAÚL. Saúl fue un hombre que disfrutó de la bendición de Dios en todo sentido, y que por algún tiempo se man-


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tuvo exitoso. Sin embargo, en algún momento de su vida perdió el rumbo, y aquel hombre que tenía acceso direc-to a Dios, de pronto lo vemos extraviado consultando a personas que practicaban la adivinación, cosa que Dios aborrece. Al alejarse de la voluntad de Dios y de su co-bertura maravillosa, Saúl lo perdió todo. Dios se expresó así de el: “Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis pala-bras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche.” (1 Samuel 15:11); “¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová?”(15:19); “Y Sa-muel dijo: Como tu espada dejó a las mujeres sin hijos, así tu madre será sin hijo entre las mujeres. Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en Gilgal”. (15:33).

B. SANSÓN. (Jueces 13-17) Este hombre recibió un don ex-traordinario por parte de Dios. Mas sin embargo, sabe-mos que en la vida de Sansón existía una lujuria de-senfrenada, una pasión excesiva por mujeres ajenas al pueblo de Dios y de mala reputación. Primero, tuvo una relación prohibida con una mujer de los filisteos, luego con una ramera en Gaza y finalmente con Dalila, la pros-tituta. Dicho en forma sencilla, Sansón tenía una terrible adicción al sexo opuesto. Eso por supuesto lo alejó de Dios y así expuso a toda una nación incluida su familia. Su gran descuido espiritual lo condujo a romper sus vo-tos con Dios y pactar con los enemigos de Dios y de su pueblo. Y aunque alcanzó redención pago muy caro su desvío, pues su vida termina siendo un juguete para sus enemigos y en medio de un pueblo pagano. ( Jueces 16:23-31).

C. DEMAS (2 Timoteo 4:10). De este hombre tenemos poca información. En sus cartas, Pablo le envía saludos y lo señaló como uno de sus colaboradores. Sin embrago, cuando le escribe a Timoteo, le dice algo muy triste, “De-mas me ha desamparado”, lo ha dejado, pero lo más te-rrible aún es que: “se fue amando este mundo”. Esto nos dice que de ser un hombre de Dios, servidor del Señor,


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predicador y apoyo fuerte en el ministerio del apóstol, abandonó su fe y compromiso con Dios. El mundo lo en-volvió en sus afanes y placeres, pues amó más al mundo que a Dios. Aunque no tenemos muchos datos de él, nos preguntamos ¿Qué sucedió? Creo que descuidó su rela-ción con el dueño de la obra, Jesucristo; perdió el rumbo. Sin Jesús nada podemos hacer.

I. TRES ELEMENTOS BÁSICOS QUE NOS GARANTIZAN EL ÉXITO EN LA VIDA

A. ESTAR CON DIOS. Jesús amaba estar con el Padre, y lo hacía en todo tiempo, lo hacía en tiempo de gozo, en tiempo tris-teza, en los momentos más álgidos de su vida y aún en las crisis más profundas. También, cuando sus discípu-los recibían revelación “En aquella misma hora Jesús se regocijó en su espíritu, y dijo: Te doy gracias, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí Padre, porque así te agradó. (Lucas 10:21); cuando sus amigos se afligían, “Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que tú me has enviado. (Juan 11 41-42); aún en sus más profundas crisis buscaba la presencia de su Padre, anhelaba estar con Él, “En aquel trance les dijo: Una tristeza mortal me ha llenado el alma. Quedaos aquí y velad conmigo. Se separó un poco de ellos, se postró rostro en tierra y oró diciendo: Padre mío, si es po-sible, haz que pase de mí esta copa de amargura. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.” (Mateo 26:38-39)

Jesús siempre anheló la presencia del Padre, él sabía que allí estaba el éxito, la Biblia dice un sin núme-ro de veces que él nos cuida, fortalece, consuela etc. De hecho, sin Él nada podemos hacer. Estando con Dios, siempre habrá éxito.

B. CONVERSAR CON DIOS. La Biblia da recomendaciones muy precisas con


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respecto a esta parte medular que es la oración. A Dios le encanta escucharnos. El mismo Jesús recomienda que oremos. Esta es una práctica sana y que redunda en muchas bendiciones. Muchos son los beneficios que otorga la oración hecha con fe. Si le preguntáramos al Rey David, cuál fue el secreto de su grandeza, él respon-dería: “Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré [a Dios], y él oirá mi voz” (Salmos 55:17). Vemos al profeta Elías, a Jeremías, y que decir de Daniel, o del mismo Je-sús que aprovechaba una gran parte de su tiempo para hablar con el Padre. Tenemos una certeza, “No importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye”, (1 Juan 5:14).

Así, pues, todos los grandes hombres de Dios, que alcanzaron el éxito y se mantuvieron en él, mucho se debió a una vida de oración. Siempre hablaron con el Padre de las luces y hoy sus vidas dan testimonio de ello. Sin diálogo con Dios, no hay éxito.

C. HABLAR DE DIOS. Por último, seria incompleto si no compartiéramos lo que recibimos de Dios al estar en su presencia. Un rey de la antigüedad declaró lo siguiente: “Me ha parecido bien publicar las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo.” (Daniel 4.2) Además, hemos recibi-do como un mandamiento de parte de nuestro Señor Je-sucristo que prediquemos este evangelio a toda criatura (Marcos 16:15-16). Cuando mantienes contacto con el Dios eterno, estando y platicando con él todos los días, difícilmente se puede quedar callado. Esto fue lo que les sucedió a los primeros cristianos, “no podían dejar de de-cir lo que habían visto y oído” Hechos 4.20. Es necesario que anuncies con tu vida las maravillas que el alto Dios ha hecho contigo para completar el ciclo del éxito, como lo dijera el Apóstol Juan: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos, tocante al Verbo de vida. Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifes-tó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros;


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y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. ( 1 Juan 1.1-3)

CONCLUSIÓN

Es obvio que te faltará el éxito si no desarrollas una relación con Dios, los ejemplos dados en esta re-flexión son muy ilustrativos y nos enseñan que no es po-sible aspirar a nada si no nos enfocamos en Él, como dice hebreos 12. 1-4: “Por tanto, también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual, en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia y está sentado a la diestra del trono de Dios. Fijaos en aquel que soportó tal contradicción de parte de los pecadores, para que no desfallezcáis faltos de áni-mo. No habéis resistido todavía hasta llegar a la sangre en vuestra lucha contra el pecado”

Dios te llamó para forjarte como un gran pastor, un gran líder de éxito. Y Él te dio la clave para lograrlo: mantenerte muy cerca de él. Revisa tu relación con Dios y acércate más para mejorarla.


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CONTIGO MISMOBASE BÍBLICA “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová” (Levíticos 19:18).

PROPÓSITO Explicar la importancia de la sana relación con nosotros mismos, para el crecimiento de nuestras ca-pacidades espirituales, emocionales y mentales, con las cuales necesitamos desarrollar con éxito nuestro lideraz-go, dones y ministerios para bendición de la iglesia y de nosotros mismos.Introducción

INTRODUCCIÓN Uno de los aspectos fundamentales del éxito de un líder tiene que ver ineludiblemente, con la sana rela-ción que logre desarrollar consigo mismo. De esto de-penderá en mucho el éxito de su liderazgo, de su desa-rrollo personal, e incluso, las relaciones con los demás. De hecho, en el Antiguo Testamento existe un excelente texto que nos habla de la importancia de la sana rela-ción con nosotros mismos: “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová” (Levíticos 19:18. RV60, én-fasis mío). Amarnos de manera adecuada y justa, nos ayuda a tener una correcta relación con nosotros mis-mos, que a final de cuentas, nos capacitará para muchos aspectos importantes de la vida, entre ellos, la relación con el prójimo. Veamos, pues, con mayores detalles la importancia de nuestra relación con nosotros mismos.

I. ACTITUDES DISFUNCIONALES DE LA RELACIÓN CON NOSOTROS MISMOS A. LA SOBERBIA. La soberbia es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás. Se concreta en el


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deseo de ser preferido por otros, basándose en la satis-facción de la propia vanidad, del yo o ego. La soberbia incita a la persona a sobrevalorarse demasiado, creyén-dose capaz de hacer cualquier cosa por encima de los demás, y aun de sus propias capacidades y circunstan-cias; ya que el soberbio considera que nadie iguala su valor o sus capacidades. Una actitud así, no permite una sana relación consigo mismo, porque la persona con el problema de la soberbia no logra tener la capacidad de reconocer y corregir sus propias debilidades y errores. Su crecimiento espiritual se limita, pues él no ve fallas en su propia vida, ni admite que se las corrijan. El soberbio no tiene futuro, antes al contrario, le espera la deshon-ra: “Cuando viene la soberbia, viene también la deshon-ra; Mas con los humildes está la sabiduría” (Prov. 11:2). ¡Huye de la soberbia! Daña tu relación contigo mismo, con los demás y con Dios.

B. LA BAJA AUTOESTIMA. Las personas con baja autoestima son lo contrario de los soberbios, tienen una mayor tendencia a la depre-sión, a sufrir ante las adversidades con sentimientos de derrota y a sentirse inseguras de sí mismas para desem-peñar sus funciones y sus responsabilidades con éxito. Además de lo anterior, tienen miedo a arriesgarse por miedo a fracasar, y tienen menos probabilidad de lograr lo que se proponen, porque siempre están pensando en que no lo lograrán. Pueden, incluso, ser muy exigentes consigo mismo y nunca valorar sus propios logros. Así que, por lo anterior, son personas que suelen sentirse in-felices y mucho más limitadas que los demás en cuanto a lo que pueden o deben hacer. Alguien puede confundir esta disfuncionalidad con humildad, pero, la humildad no actúa en la inseguridad, sino en el equilibrio, sin caer en la soberbia ni en la baja autoestima, lo cual explicaremos más adelante.

II. ÁMATE Y VALÓRATE (LA SANA AUTO-ESTIMA) A. COMO DIOS TE VALORA 1. Eres la persona elegida. Tú eres la persona que Dios escogió para el li9derazgo en que te encuentras. Su elección divina sobre ti es un voto de confianza que Él te ha dado. Por eso, Dios insiste en trabajar en tu cora-


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zón, en desarrollar tus capacidades, dones y ministerios, y además, moldear tu carácter, porque Él está decidido a llevar luz, prosperidad, salud y restauración a tu vida, y a través de ti a muchos más. No te valores por debajo de lo que Dios dice que eres; tampoco, por arriba de lo que eres según te lo dice el Señor en su Palabra.

2. Eres un colaborador de Él en sus propósitos, porque eres un líder que ha aceptado el reto. Es tiempo de escuchar lo que desea que hagas y obedecerle sin dudas ni temores. Tú sabes que eres un hijo de Dios y que tienes su Espíritu Santo. Que eres un represen-tante de Cristo en la obra reconciliadora de Dios en la humanidad. Que Dios te ha dado poder y autoridad para que triunfes sobre la adversidad, el mundo y los poderes demoníacos. No te valores por debajo de lo que puedes lograr. Estás hecho para grandes triunfos, para derribar gigantes, para alcanzar grandes promesas, así te diseñó Dios, así valórate tú mismo.

3. Dios se fijó en ti para darte responsabilidades importantes. Nadie más hará lo que a ti te correspon-de, porque Dios se fijó en ti para el liderazgo que te ha dado. No te escondas ni trates de pasar desapercibido. No huyas del reto, ni pienses que no puedes lograrlo. Tú puedes, Dios te escogió, se fijó en ti para esta responsa-bilidad y tú lo vas a lograr para su gloria.

B. CREE EN TI MISMO 1. Piensa bien de ti. No vivas con temor, ten fe. Piensa bien de ti, eres hijo de Dios, Dios ha depositado en ti dones y ministerios que hacen capaz, poderoso y lleno de unción en el Señor. Recuerda lo que dice la Bi-blia: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” Prov. 23:7. No dejes que el diablo te haga dudar de lo que eres y tienes. Conoce tus potencialidades y desarróllalas. Tu vida tiene dones, ministerios, propósi-to divino. Tu cuerpo es templo del Espíritu Santo y te ha dado unción, autoridad, poder y vida victoriosa. Sólo desarróllalos, crece en ellos, madúralos, y en Dios harás proezas. Por otro, no te niegues a descubrir tus debilida-des, busca corregirlas, pero, nunca dejes de creer en ti. Tus errores te deben enseñar la necesidad de renovarte, cambiar y mejorar, pero, nunca en tirar la toalla. Si crees en ti mismo, por las capacidades que Dios depositó en


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ti, estarás blindado contra el desaliento, la depresión, el estancamiento, el conformismo y el miedo. ¡Adelante, hermano, tú tienes muchas capacidades para triunfar, no te detengas, crece y sirve a Dios!

2. Persevera en tus pensamientos. No puedes pensar bien hoy y mañana no, es necesario ser cons-tantes en nuestros buenos pensamientos. Isaías 26:3. Recuerda que si eres de doble ánimo, serás inconstan-te en todos tus caminos y jamás tendrás un verdadero encuentro contigo mismo, para descubrir las riquezas y potencialidades que Dios depositó en ti. Santiago 1:6-8.

3. Busca la humildad. En la Biblia el humilde es aquel que hace una honesta valoración de sí mismo como criatura de Dios, por eso, posee la conciencia de que nada somos ni tenemos que no nos haya sido dado por el Señor, y que nos lo concedió con la finalidad de que podamos servirle Él. Por eso, el humilde no busca dominio sobre su prójimo, ni sentirse más que ellos. Así, aunque puede darles un trato como a superiores a él mismo, sabe que ante Dios son iguales en valor y digni-dad. Sabe lo que tiene y lo que no tiene, y está dispues-to a crecer en sus potencialidades con la mentalidad de servir. El humilde considera que puede lograr como los demás, en el Señor, las proezas más maravillosas, pero, siempre tiene presente que no es para la gloria personal, sino para la de Dios.

Desarrolla la humildad. No tengas más alto con-cepto de ti que el que debes tener (Romanos 12:39. No pienses que eres nada tampoco. Eres hijo de Dios, ministro de Él, líder que el Señor puso, colaborador de Dios. Piensa lo que eres con cordura y estarás blindado contra la infelicidad, la amargura, la envidia, los celos, la inseguridad y el desaliento. Tendrás paz en tu corazón. Y tendrás un futuro honroso y de bendición; pues, Dios da gracia a los humildes.

III. BENDICIONES DE TU SANA RELACION CONTIGO MISMO A. HACIA TU VIDA MISMA 1. Paz y contentamiento. Una sana relación con nosotros mismos es importante porque trae paz a nues-tro corazón y contentamiento. Nos permite vivir dichosos


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con lo que tenemos, y confiados de que en Dios pode-mos lograr más.

2. Sabiduría y crecimiento. Siempre sabrás que cuentas con Dios, experimentarás constantemente de su gracia. Conocerás los dones y ministerios que Dios te dio, crecerás en ellos y los ejercerás a la medida de tu fe y de las promesas que te da la Palabra de Dios.

3. Dominio propio. Serás un líder que habrá ga-nado una de las batallas más importantes, las luchas de tu propia vida, las que se libran en tu propio corazón, pensamientos y cuerpo. Vencerás tus emociones des-controladas: el miedo, la envidia, la infelicidad, etc. Pero, además, vencerás tus pensamientos de derrota, de fra-caso, de amargura y desaliento.

B. HACIA LOS DEMÁS 1. Integridad. La paz, contentamiento, confianza en ti mismo y dominio propio de tus pensamientos y emo-ciones te harán un líder congruente con sus palabras, íntegro en sus actitudes y conducta para con los demás. En suma, un líder en el cual se puede confiar totalmen-te en todo momento. John C. Maxwell dijo que era más importante credibilidad que buenos planes. La integridad le da credibilidad al líder, y si tiene buenos proyectos, la gente le apoyará.

2. Modelo. Cuando te encuentres a sí mismo, im-pactarás de manera impresionante a los que te rodean. Tu vida será modelo y te seguirán en tu liderazgo. Con-tagiarás a otros y se sumarán a tus proyectos de trabajo y de servicio en el Señor.

3. Valoración de los demás. Una sana relación con nosotros mismos, es esencial para la relación de respe-to, capacidad de servicio y valoración de los demás. Esto catapulta al líder para desarrollar el carisma que necesita como imán para integrar a los demás en su trabajo.

C. HACIA DIOS 1. Gracia divina. Contarás con la gracia de Dios: Dios da gracia a los humildes. Experimentarás el respal-do divino en tu ministerio. Y los resultados no se harán esperar.


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2. Vivirás con confianza en Dios. Si puedes valo-rar a tus semejantes, con mayor razón valorarás lo que Dios hace por ti, lo que te ha dado y lo que te dará.

3. Vivirás en gratitud y reconocimiento. Tu vida es-tará en continua acción de gracias para con Dios. Vivirás de bendición en bendición, y de gloria en gloria. Pero, siempre reconociendo que las victorias y los triunfos vie-nen de Dios, y la gloria le pertenece a Él. Así, la alabanza a Dios estará de continuo en tu boca. Y cuando cometas errores, tendrás la confianza para reconocerlos en su presencia. ¡Adelante, hermano! Sana tu concepto de ti mismo.

CONCLUSIÓN Mientras no descubramos que por ser hijos de Dios somos personas únicas, especiales y diferentes será difícil entender nuestra vida. Es trascendental para nuestro ministerio que nos valoremos como nos valora Dios, no como nos han valorado los demás, o peor aún, como me valoro yo mismo afectado por mis disfuncio-nalidades. Es tiempo de ese encuentro consigo mismo, porque estamos aquí para trascender y esa proyección depende de cuan ubicados estemos.


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TEMA 4: LA BRÚJULA

QUE TE RELACIONA CON TU FAMILIA

BASE BÍBLICA “… Pero yo y mi casa (Familia) serviremos a Je-hová”Josué 24:15

PROPÓSITO Concientizar a los pastores y líderes de la iglesia acerca de la responsabilidad que tienen como sacerdo-tes de sus familias, a fin de tener una familia bendecida, donde reine el AMOR, la PAZ, la ARMONIA y el RESPE-TO mutuo.

INTRODUCCIÓN Una de las principales problemáticas que enfrenta hoy la Iglesia, es la falta de buenas relaciones del minis-tro o líder con su familia. Tristemente existen familias pastorales disfuncionales porque no han sido conduci-das a una verdadera relación personal con Dios, prime-ramente, y después con su familia. Esto nos demuestra que el ministro cristiano no ha desempeñado su función como un buen sacerdote del hogar.

La referencia bíblica nos muestra que Josué sien-do ya viejo y próximo a su muerte tenía la seguridad de que su familia, aun en su ausencia, le serviría al Señor. Por eso declara con mucha firmeza: “Pero yo y mi fami-lia serviremos a Jehová”. Si usted y yo faltáramos hoy ¿Nuestra familia seguiría sirviendo en la Iglesia?

En el A.T. encontramos que el Sacerdote realiza-ba tres funciones esenciales: (1) El servicio al Señor en el santuario; (2) La enseñanza de la ley al pueblo; y (3) Consultar a Jehová. (Números 16:40, Éxodo 28:30, Es-dras 2:63 y 2º de Crónicas 15:3). Esta triple función aun es necesaria para que el líder de Dios la desempeñe en su hogar.


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Antes de la organización del sacerdocio algunos patriarcas asumieron esta función por su familia, como es el caso de Noé, Abraham, Isaac, Jacob y Job. Cuando un ministro o líder logra servir al Señor con su familia, en-señarle la palabra de Dios y consultar o interceder a Dios por su familia, no cabe duda que existirá una excelente relación y por lo tanto un hogar funcional. ¿Cómo puede un ministro o líder de Dios lograr una sana relación con su familia?

I. SIENDO UN MAESTRO EN LA FAMILIA.

A. EL PAPEL DE LOS PADRES EN EL HOGAR. En el tiempo antiguo, el padre era el encargado de la educación religiosa de los hijos. La fiesta de la Pascua, la celebración religiosa más importante de los judíos, se celebraba en familia, en cada casa. De igual manera se puede decir de la circuncisión, que no era practicada por un sacerdote, sino por el padre, cabeza de familia, así se lo pidió Dios al pueblo de Israel (Deuteronomio 6:6-9): “Estas palabras que yo te mando estarán en tu cora-zón. Las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas sentado en casa o andando por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Las atarás a tu mano como señal, y estarán como frontales entre tus ojos. Las escribirás en los postes de tu casa y en las puertas de tus ciudades.”

•La palabra de Dios debe estar en primer lugar en el corazón de los padres. •Esta palabra debe ser trasmitida fielmente a los hijos.

B. EL RESULTADO Cuando un ministro o líder cumple su papel de re-presentante de Dios ante su familia y le enseña fielmente su Palabra, se garantiza que los hijos recordaran siem-pre su buen ejemplo y reproducirán su fe. (Deut. 6:20-23). “En el futuro, cuando tu hijo te pregunte diciendo: “¿Qué significan los testimonios, las leyes y los decretos que Jehová nuestro Dios os mandó?” entonces respon-derás a tu hijo: Nosotros éramos esclavos del faraón en Egipto, pero Jehová nos sacó de Egipto con mano pode-rosa. Jehová hizo en Egipto señales y grandes prodigios contra el faraón y contra toda su familia, ante nuestros


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propios ojos. Él nos sacó de allá para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres. Y Jehová nos mandó que pusiéramos por obras todas esta leyes y que temié-semos a Jehová nuestro Dios, para que nos fuera bien todos los días y para conservarnos la vida, como en el día de hoy”.

II. SIENDO MODELO EN SU FAMILIA.

A. DESARROLLANDO UNA VIDA EJEMPLAR El padre de familia debe ser un ejemplo de fe y de paternidad en el hogar. Pues representa a su familia ante Dios, y a Dios ante su familia. Por esa razón el pa-dre debe ser modelo en el hogar, siendo el proveedor, protector, y guía espiritual de su familia. Josué 24:15, dice al respecto: “... Pero yo y mi casa (Familia) servire-mos a Jehová”. El libro de Cantares expresa el lamento de alguien que descuidó a su amado y estuvo a punto de no volver a encontrarlo: Cantares 1:6. “…Los hijos de mi madre se enojaron contra mi y me pusieron a cuidar viñas. Y mi propia viña no cuidé”. Un padre de familia no debe abandonar nunca su deber que tiene en el hogar.

B. LA MEJOR HERRAMIENTA PARA ENSE-ÑAR LA FE El ejemplo es esencial para la transmisión de la fe en el hogar. Sin ella, el efecto de la enseñanza verbal es prácticamente nula. Los hijos hacen lo que ven. Un padre que tenga como prioridad a Dios, adorarle, servirle y trabajar en su obra, de seguro que sus hijos lo imitarán. Es necesario, pues, que como Padres, seamos ejemplo en todo de nuestra familia.

III. SIRVIENDO FIELMENTE A SU FAMILIA

A. PASTOREANDO SU PRIMERA IGLESIA: SU FAMILIA. Cantares 1:6, dice “…Los hijos de mi madre se enojaron contra mí y me pusieron a cuidar viñas. Y mi propia viña no cuidé”. Pastorear es proveer, curar, de-fender, guiar. Una de las formas más importantes y es-peciales de servir es pastorear. Pero, ¿cómo lo podemos hacer con nuestra familia? Invirtiendo tiempo y dinero, dando amor, siendo ejemplo de respeto en la familia, y sobre todo, obediencia y temor a los principios divinos


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establecidos en su palabra. No hay mejor forma para lo-grarlo. 1ra. Timoteo 5:8, dice al respecto “Si alguien no tiene cuidado de los suyos, y especialmente de los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo”.

B. PRACTICANDO LOS PRINCIPIOS BIBLI-COS La Biblia contiene una serie de principios que en la medida en que cumplamos con ellos podremos obte-ner la bendición de Dios para nuestra familia. 1. El rol de esposa. Efesios 5:22: “… Las casadas estén sujetas a sus propios maridos como al Señor”. La esposa debe cumplir su papel de servicio en el hogar, desarrollando su función, en sujeción a su esposo. Es decir, colaborando en forma armoniosa y servicial, como corresponde a la relación cabeza – cuerpo, y Cristo – iglesia. Relación que implica servicio mutuo y no autori-tarismo. No se trata de dominio – sumisión, sino de apo-yo mutuo.

2. El rol de esposo. Efesios 5:28 “Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, así mismo se ama”. La esposa es uno de los tesoros que Dios le ha dado al hombre en la vida. Nuestros hijos, que también son te-soros, un día se irán de la casa, nuestra esposa se que-dara con nosotros. Por lo tanto es una imprudencia ser ásperos o groseros con ella, ya que tanto la necesitamos en la vida. Tratarla como a su mismo cuerpo implica res-petarla, amarla, cuidarla, protegerla, proveerle y servirle incondicionalmente. Lo que haga por su esposa, lo está haciendo por sí mismo; y sólo un desubicado trataría mal a su propio cuerpo. Si esto hace el esposo, sus oracio-nes no tendrán estorbo.

3. El rol de hijo. Efesios 6:1-2 “….Hijos, obede-ced en el Señor a vuestros padres, Porque esto es justo. Honra a tu padre, es el primer mandamiento con prome-sa”. El hijo desobediente mata lentamente a sus padres. La Biblia enseña que honremos a nuestros padres, no importando como éstos nos hayan tratado. Y que ade-más, los obedezcamos en el Señor. Es decir, el marco de


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nuestra obediencia y el motivo para ello es en el Señor. Si nosotros respetamos, amamos, cuidamos y servimos a nuestros Padres; los honramos a ellos, pero honramos nuestra propia paternidad frente a nuestros hijos. Ellos aprenderán de nosotros, y así nos honrarán también, como lo vieron que nosotros lo hacíamos. Ya que los hi-jos son formados en el hogar viendo nuestro ejemplo.

4. El rol de Padre. Efesios 6:4 “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en dis-ciplina y amonestación del Señor”. Los padres no deben provocar a ira a sus hijos, es decir, no los deben irritar con mandatos humillantes, culpas sin razón o teniendo un temperamento desproporcionado e inconstante. Más bien, debe motivar a sus hijos a modificar y cambiar su conducta, a través del diálogo paciente y respetuoso, que es la amonestación, la cual implica palabras de re-prensión, aliento o instrucción según sea necesario. No se trata, pues, de que el adulto se quite la cólera gol-peando a su hijo. Esto es inmoral porque el niño no pue-de defenderse del adulto. Se debe corregir la falta no el accidente. Así, no se corrige a un niño cuando se le cayó un plato, a menos que voluntariamente lo estrelle contra el piso.

IV. INTERCEDIENDO INTENSAMENTE POR LA FAMILIA.

Como lo hacía Job. Job1:1-5. “Hubo un hombre en la tierra de Uz, que se llamaba Job. Aquel hombre era íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Le nacieron siete hijos y tres hijas. Sus hijos iban y ce-lebraban un banquete en la casa de cada uno, en su día, y mandaban a llamar a sus tres hermanas, para que comiesen y bebiesen con ellos. Y cuando habían trans-currido los días de banquete, sucedía que Job mandaba llamarlos y los purificaba. Levantándose muy de maña-na, ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Pues decía Job: “Quizás mis hijos habrán pecado y habrán maldecido a Dios en sus corazones”. De esta manera hacia continuamente”.

Una hermosa máxima dice: “Antes de iniciar la


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labor de cambiar al mundo, da tres vueltas por tu pro-pia casa”. Si toda tu familia es cristiana debes apartar por lo menos un día a la semana para orar y leer la bi-blia juntos. De lo contrario, dedica un tiempo diario para interceder por la conversión de tus seres queridos. Los no convertidos pueden rechazar tus palabras, pero no la oración.

CONCLUSIÓN

Si alguien le preguntara a tu familia que es lo que recuerda de ti como pastor o líder de Dios, ¿Qué piensas que respondería? ¿Estaría agradecida y feliz por lo que has hecho por ella?

Sugerencia para ministrar. 1. Guiar a los asistentes a reconocer que le han fallado a Dios con respecto a la familia y conducirlos al arrepentimiento. 2. Comprometer a los asistes a vivir los principios observados en este bosquejo. 3. Canto para ministrar: “La familia”, grupo Moja-do.


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CON TU FAMILIA II

BASE BÍBLICA 1Ti 5:8 Pero si alguien no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.

PROPÓSITO Que los pastores y líderes practiquen el amor, la unidad y paternidad espiritual de su familia.

INTRODUCCIÓN La familia en la sociedad Judía tenía una impor-tancia de primer orden, y estaba organizada según el modelo “patriarcal”, es decir, en ella el centro y el eje de todo lo que se hacía era el “padre de familia”. Por ello, a la familia se le llamaba habitualmente “la casa del padre”. El padre y la madre eran considerados como “compañe-ros de Dios en la procreación”. Un hombre sin familia era un hombre sin alegría, sin bendición y sin felicidad, según se afirma en los documentos de entonces.

Otro aspecto importante de ese tiempo era la edu-cación religiosa de la Fe Judía que giraba en torno de la familia. Así vemos, por ejemplo, que la fiesta de la Pascua, la celebración religiosa más importante de los judíos, se celebraba en familia, en cada casa. De igual manera se puede decir de la circuncisión, que no era practicada por un sacerdote, sino por el padre, cabeza de familia. Así, pues, la responsabilidad y autoridad de la familia radicaba en el padre.

En las ideas y en las leyes de aquel tiempo la uni-dad de la familia era tan importante que si la cabeza de familia cometía un delito, fácilmente podía ir a la cárcel, no solamente él, sino además su mujer y sus hijos (Mt 18,25). Las decisiones que tomaba la cabeza de familia se tomaba como la decisión de todos los de su casa. Se cuenta, por ejemplo, de uno que se convirtió a la fe y


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con él lo hizo toda su familia (Jn 4: 53). Es más, la gente pensaba que hasta los pecados de los padres pasaban de alguna manera a los hijos (Jn 9, 2-3). Se tenía un pro-fundo convencimiento de que cuanto le ocurriera a la ca-beza de familia tenía que afectar a todos los de su casa (Mt 10, 25). No obstante lo anterior, ¿qué nos enseña el Nuevo Testamento sobre la importancia de la relación con nuestra familia para nuestro ministerio y liderazgo?

I. LOS PRINCIPIOS DE UNA FAMILIA SA-CERDOTAL EN LA FAMILIA DE JESÚS

Indudablemente, el panorama social, familiar, y piadoso, descrito líneas arriba, es en el que nace Jesús. Y de ese ambiente familiar podemos aprender muchas cosas para hoy. Así, por ejemplo, en cuanto al carácter de José, padre adoptivo de Jesús, se dice expresamente que era un hombre honrado, justo e incapaz de difamar a nadie (Mt 1,19); y de María, madre de Jesús, se hacen las mejores alabanzas (Lc 1,28.42-45). Por todo lo que se explica en los evangelios, José y María habían cons-truido una familia unida, capaz de soportar la adversidad en silencio y con fe (Mt 1,19-20), y que se mantuvo firme en el Señor, en medio de la persecución (Mt 2,13-21), sin tirar la toalla en la misión que se les había asignado: criar y educar a Jesús, de quién ellos sabían era el Salvador de los pecados del pueblo. Cumplieron con su paterni-dad, como un liderazgo de índole espiritual, y no sólo como una responsabilidad familiar y social. Vieron su pa-ternidad como una misión divina, y lo era. Por ello, siem-pre se comportaron como gente piadosa y observante de la ley (Lc 2,21- 24.41), e instruyeron así a Jesús, durante su desarrollo físico, emocional, social y espiritual. Así, pues, en una familia así, creció y se educó el Mesías, el Salvador del mundo, (Lc 2,39-40. 50-52), bajo la au-toridad de padres que vieron su paternidad como una misión divina (Lc 2,51), hasta lograr que llegara el tiem-po indicado del ministerio de Jesús, entonces, lo dejaron ejercer aquello para lo que fue enviado, y de lo cual ellos había recibido revelación. Sabían hacia qué ministerio y misión tenían que hacer crecer a Jesús; y lo hicieron en términos generales. ¿Así está tu relación con tus hijos y esposa hoy? ¿Estás logrando estos resultados en tu familia? ¿Tú esposa y tú forman un equipo de trabajo poderoso en tu hogar, de tal forma, que producen gran-


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des ministerios en la familia? ¿Conduces a tu familia al encuentro con Dios, con su misión y sus ministerios? Si estamos ejerciendo una verdadera paternidad espiritual, lo estamos logrando. ¿Qué aprendemos de la familia de Jesús para desarrollar una paternidad espiritual eficaz en nuestra propia familia?

A. La madurez de carácter que deben tener los padres para conducir el hogar y el matrimonio B. El trabajo en equipo de Papá – Mamá en la paternidad espiritual

C. El conocimiento de su misión y la responsabi-lidad como padres de educar a sus hijos en los dones y ministerios que Dios les dio.

D. La fe que desarrollaron y transmitieron a los hijos.

E. El amor a Dios que desplegaron en su vida dia-ria. F. El ambiente de amor y reconciliación en las re-laciones familiares, como cuando Jesús se quedó en Je-rusalén.

G. La capacidad de diálogo para resolver proble-mas. José mismo cuando pensaba dejar a María secre-tamente para no infamarla. Todo lo iba a arreglar respe-tuosamente, buscando el menor de los daños

H. La sensibilidad a la dirección divina a través de sueños, visiones y manifestaciones de ángeles

Si tú te relacionas y conduces a tu familia de esta manera, te asombrarás de los resultados que sucede-rán: podrás tener hijos pastores, llenos del Espíritu, de-sarrollando grandes ministerios y dándole en la cabeza al diablo, cumpliendo la misión de Dios para los retos de nuestro tiempo.


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II. LA FAMILIA EN EL MINISTERIO DE JESÚS.

A. El Padre debe educar a los hijos en todos los aspectos de la vida. Durante su ministerio, Jesús recu-rrió constantemente a la familia para explicar su doctrina sobre el reino de Dios y la bondad asombrosa del Pa-dre celestial, diciendo que Dios es como el padre que está siempre dispuesto a escuchar a sus hijos (Mt 7,9; Lc 11,11-13) o a recibir y perdonar al hijo que se va de la casa y malgasta la fortuna (Lc 15,20-32); porque Dios es el padre de todos (Mt 5,16.45.48; 6,1.4.6.8.9; etc). Jesús habla también del padre que envía a sus hijos al trabajo (Mt 21,28-31) o a su hijo único a cobrar la renta de una propiedad (Mt 21,33-37); Mc 12,5-56; Lc 20,13-14). Del padre que descansa con sus hijos (Lc 11,7) o del padre de familia que saca de su arca lo nuevo y lo viejo (Mt 13,52). También habla de las fiestas de bodas (Mt 22,2-3; Lc 14,16-24; Mc 2,19; Lc 5,34; Mt 25,1), de mujeres que están embarazadas o criando (Mt 24,19; Mc 13,17; Lc 21,23), de los dolores de parto y de la alegría de la maternidad (Jn 16,21); del hermano que se preocupa por la suerte de sus hermanos (Lc 16,27) o de los hermanos que no se llevan bien entre sí (Lc 15,28). De los hijos que desatienden a sus padres (Mc 7,10-13; Mt 15,3-6) o, por el contrario, de los buenos hijos que son conscientes de sus deberes familiares (Mc 10,19; Mt 19,19; Lc 18,20).

B. Los Padres deben educar a sus hijos en el pro-pósito de Dios. Para Jesús, la Familia debe reflejar el propósito de Dios, a fin de ser fuente de vida y fuente de alegría por la vida que transmite y reproduce. Es un espacio humano privilegiado donde nace, crece y se cul-tiva el amor; y con el amor, la felicidad, la generosidad, la entrega de unas personas a otras, la responsabilidad ante las propias tareas y obligaciones. La familia es el espacio ideal para la siembra y cosecha del Amor, la Fe, y la esperanza. Para engendrar y reproducir hijos espiri-tuales, que multiplican en otros la Fe de Jesucristo hasta lo último de la tierra.

Por eso, es que Jesús defiende la estabilidad y unidad del matrimonio al afirmar que lo que Dios ha uni-do no lo separe el hombre (Mt 19,4- 6; Mc 10,6-9) o al


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decir que quien repudia a su mujer comete adulterio (Mt 5,31-32). Jesús censura la conducta de los hijos que se desentienden de sus padres y no les prestan ayuda (Mt 15,3-6; Mc 7,10-13). Elogia a quien es consciente de sus obligaciones familiares (Mt 19,19; Mc 10,19; Lc 18,20); y envía a un recién curado a anunciar entre su familia las maravillas que el Señor ha realizado en él (Mc 5,19; Lc 8,38-39).

C. Cuida tu familia. LA Biblia muestra que desde el principio Dios ha tratado con familias. La familia sigue siendo fundamental y necesaria para formar al ser hu-mano e integrarlo en la Iglesia y sociedad para vivir en la Fe de Jesucristo. Pero, paralelamente al trato de Dios con las familias, el diablo se ha levantado para atacar-las, pues incluso el concepto y conformación bíblica de la familia se está perdiendo, de tal manera, que incluso, las legislaciones de los países van creando leyes don-de limitan la autoridad de los padres sobre los hijos, o permiten que personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio y, en el peor de los casos, que puedan adop-tar hijos.

Lo más preocupante de esta situación es ver que el éxito del ataque diabólico en contra de las familias en la Iglesia va avanzando, pues la cristiandad empieza a ceder a conceptos, filosofías, doctrinas y teologías anti-bíblicas creadas para destruir a la familia. Sin embargo, a pesar de la oposición diabólica, Dios sigue trabajando con las familias de sus hijos para preservarlas, restaurar-las y llevarlas a la victoria por medio de la Palabra, Jesu-cristo y el Espíritu Santo. Esas son razones suficientes para que nosotros también asumamos el reto de levantar una familia sacerdotal, y que invitemos a Jesús a nuestro hogar, y experimentemos la restauración y transforma-ción de nuestras familias, para la gloria de Dios

CONCLUSIÓN

Quiero cerrar el presente escrito puntualizando lo siguiente: Jesús nos dejó el mandamiento del amor (Jn 13,34): Amarnos como él nos amó; hasta el amor a los enemigos (Mt 5,44); hasta la entrega de la vida misma (Flp 2,6-11). El Mandamiento del amor lo dirige a todos


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sus seguidores. Es el centro y el resumen de su mensa-je. Y ha de ser también la médula de todo matrimonio y familia que verdaderamente quieran seguir a Jesús. Si tenemos un amor así por nuestra familia, desarrollare-mos la calidad de relación que necesitamos, y podremos tener la familia sacerdotal que Dios quiere usar para su gloria.

Lo anterior traerá la unidad entre los miembros de la familia que produce poder, unción y bendición: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; El que permanece en mí, y yo en él, Éste lleva mucho fruto; porque separados de mi nada podéis hacer. San Juan 15:5.

Desarrolla tu Paternidad espiritual en la familia con responsabilidad. Aparta un tiempo devocional con la familia donde se lea la palabra de Dios, se haga oración y declara con fe bendición para toda tu familia. Fuiste lla-mado a ser un líder espiritual de tu familia, a desarrollar sus dones, ministerios y llevarlos al cumplimiento de su misión.

MINISTRACIÓN

Hacer un llamado a los pastores y/o lideres a fin de invitarles a renovar sus votos de amor, unidad, pater-nidad espiritual con su pareja y por la familia. 1. Con Dios. 2. La familia 3. E Iglesia.


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TEMA 6: TU RELACIÓN EXITOSA

CON LA IGLESIA

BASE BÍBLICA “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padeci-mientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” 1 Pedro 5:1-4

OBJETIVO Concientizar al líder/pastor del gran privilegio que tenemos de ser colaboradores del Señor ejerciendo la la-bor pastoral; y por lo tanto, la responsabilidad de realizar esta tarea como Dios desea que lo hagamos.

INTRODUCCIÓN El líder que ha sido llamado para ejercer la labor pastoral no se le confiere un honor pequeño, porque vie-ne a participar de uno de los ministerios más antiguos e importantes que entrecruza todas las páginas de la Bi-blia, y etapas históricas del pueblo de Dios. La historia de los “ancianos” la encontramos desde el judaísmo hasta el cristianismo. Pedro dirige su consejo precisamente a esta clase de líderes, donde se puede ver que para el apóstol, los ancianos de la iglesia primitiva ejercían en realidad una labor pastoral. Las palabras del apóstol Pe-dro nos dejan una excelente enseñanza y ejemplo de una actitud pastoral correcta hacia el rebaño de Dios.

Así, pues, si queremos ser pastores de verdadero éxito, necesitamos ser líderes con la capacidad de te-ner una excelente relación con la iglesia que a la cual servimos con nuestro pastoral. Examinemos a continua-ción, el consejo del apóstol Pedro y los elementos que nos brinda para construir una excelente relación pastor – iglesia.


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I. LA ACTITUD

Una de las cosas importantes que salta a la vista inmediatamente en el consejo del apóstol Pedro sobre la pastoral, es la actitud.

A. DE HUMILDAD Llama la atención la actitud pastoral de Pedro; en este pasaje, empieza colocándose al mismo nivel de los ancianos y con la expresión “ruego” y no “mando”. Aunque era reconocido como columna de la iglesia, no se aprovecha de ese reconocimiento para “ordenar” o “mandar” a los ancianos, sino que se identifica como igual a ellos en el trabajo que les corresponde realizar y enfatiza su unidad con aquellos a quienes está alen-tando. El hecho de tener autoridad de apóstol, no hace que Pedro vea con un valor inferior a quienes él preside o dirige. Les concede un valor igual al de él mismo. Y muestra con ello que su actitud no es de soberbia, sino de humildad.

B. DE RESPETO Las palabras de Pedro nos dejan entrever tam-bién otro elemento muy importante en las relaciones con la congregación: el respeto. Sólo los humildes respetan al prójimo. El respeto permite que la persona acepte y comprenda a los demás tal como son. Que reconozca sus derechos y su dignidad, y le den un trato honroso, aunque piense o sienta diferente a él.

C. DE AMABILIDAD Otro aspecto importante es la capacidad del pas-tor de ser amable. El apóstol Pedro refleja esta actitud de amabilidad. El amable es aquel que brinda un trato afectuoso, afable y libre de exclusivismo. Es el amor ma-duro que en el trato con los demás no hace acepción de personas. En realidad, a este trato afectuoso con todos, libre de exclusivismos, se le llama amable, porque con ello se quería indicar que una persona con dicha actitud afectuosa, es digno de ser amado, por lo tanto, es ama-ble. Pedro trata con amabilidad a los ancianos (pastores) de la iglesia, y con la misma amabilidad aconseja se trate a la congregación que sirven con su ministerio pastoral. No hace acepción de personas, ni exclusivismos para dar un trato amable.


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II. LA MOTIVACION

A. EL LLAMAMIENTO DE CRISTO Sin duda alguna, uno de los motivos principales que nos tiene en el ministerio pastoral, es el llamamiento que Cristo nos hizo a servirle, apacentando sus ovejas. Recordemos que esta fue la experiencia de Pedro. Él fue llamado y confrontado a realizar su ministerio pastoral por el mismo Jesús (Juan 21:15-17) “Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Vol-vió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respon-dió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”. Podemos pensar que en la mente y en el corazón de Pedro había quedado bien grabado este momento y recomienda a los ancianos lo mismo que Jesús le pidió.

B. AMAR A CRISTO ES AMAR AL REBAÑO Pero, además del llamamiento, el pasaje mismo de Juan 21:15-17, nos muestra que nuestra labor pas-toral debe realizarse en base a nuestro genuino amor a Cristo. “Simón hijo de Jonás, ¿Me amas más que és-tos?, apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas, apa-cienta mis ovejas”. Para Pedro queda claro que si ama a Jesús (dueño del rebaño) debe amar al rebaño, que es por quien dio su vida. Entonces podríamos decir que: “el pastor que ama a Dios amará también a su rebaño”. ¿Amamos tanto al Señor como para cuidar de su iglesia amorosamente?

III. LA LABOR PASTORAL CONSISTE EN:

A. APACENTAR “Apacentad” significa conducir al rebaño a terre-nos con pastos verdes y cuidarlo mientras pace, tiene que ver con instruir, enseñar, dar pasto espiritual. De este concepto comprendemos la importancia de prepararnos espiritualmente para poder conducir al rebaño a lugares donde haya buenos pastos. Esto quiere decir, alimento


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que nutra, que fortalezca, que edifique al pueblo de Dios, además, cuidar de ellos mientras están pastando. Las personas que tenemos que servir en la iglesia, son nues-tra asignación especial de Dios y nuestra actitud hacia ellas debe ser la actitud de Dios. Jesús es el Buen Pas-tor, el Buen Pastor su vida da por las ovejas, por lo tanto, nuestro ministerio pastoral requiere que desarrollemos el modelo pastoral que mostró Jesús: un modelo de entre-ga y amor hasta la muerte, por servir al rebaño de Dios.

B. CUIDAR “Guardar, proteger, conservar son algunos sinó-nimos de cuidar”. La versión de la Biblia en Lenguaje Sencillo (BLS), dice en 1 Pedro 5:2 “Cuiden ustedes de las personas que Dios dejó a su cargo, pues ellas per-tenecen a Dios. Cuídenlas, como cuida el pastor a sus ovejas”. El trabajo del pastor no consistía solo en condu-cir al rebaño a buenos pastos, además debía cuidar que todas las ovejas regresaran sanas y salvas al redil. El pastor debe conocer el estado en el que se encuentran las ovejas. La salud y conservación de nuestras ovejas son áreas que no debemos descuidar en el ejercicio de nuestra labor pastoral. El cantautor Marcos Witt añade al antiguo himno “Visión pastoral” el siguiente coro: “Pero todavía existen pastores, que por la montaña a buscarlas van, y cuando las hayan las traen a el Camino al Camino Bueno, la Verdad y la Vida, que es Cristo el Señor”

IV. LA FORMA DE CUIDAR LA GREY ES:

A. NO POR FUERZA, SINO VOLUNTARIA-MENTE Alguien que entiende que ha recibido el llamado de parte de Dios, realizará su trabajo con gusto, con pa-sión; no obstante, reconocemos que en esta labor se ha de enfrentar con momentos difíciles, situaciones en las que seremos confrontados en cuanto a nuestro llama-do; sin embargo, recordar el momento en el Que Dios nos llamó, nos motivará para continuar nuestro servicio al pueblo de Dios realizando nuestro trabajo con gusto y no por obligación. Un hermoso himno tradicional dice: “Recuerdo feliz el momento cuando tú me llamaste Se-ñor…”.


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La expresión “no por fuerza” sugiere un falso sentido de dignidad, una resistencia a la responsabilidad o un deseo de no hacer más de lo absolutamente necesario. Cual-quiera de estas actitudes puede llevar a la falta de vo-luntad de asumir la tarea o de cumplirla adecuadamente. B. NO POR GANANCIA DESHONESTA, SINO CON ÁNIMO PRONTO

Es un gran honor el ser llamado a servir para cuidar el rebaño del Señor, Dios sabe recompensar nuestro es-fuerzo y dedicación, y en el desempeño de nuestra labor veremos el crecimiento en todas las aéreas de iglesia; incluyendo el área económica, área en la cual debemos tener sumo cuidado. Nuestro trabajo deberá realizarse no con ambición, pensando en la recompensa, sino con corazón dispuesto ante el Señor y aquellos a quienes servimos. “No por ganancia deshonesta”, implica, no ne-cesariamente que los ancianos estaban recibiendo una retribución monetaria, sino que había muchas oportuni-dades para que los inescrupulosos hicieran ganancias personales por medio del ministerio. Este espíritu tam-bién puede aplicarse al amor, a la fama o la posición.

C. NO COMO TENIENDO SEÑORIO, SINO SIENDO EJEMPLO Teniendo señorío es con frecuencia la actitud de un superior mundano (la misma palabra se usa en Mar. 10:42). Los líderes cristianos, más bien que dominar y manipular a otros para sus propios fines, deben ser un ejemplo, dando lo que puedan contribuir para ellos en forma de consejo y edificación. “Los que están a vuestro cargo o cuidado” (del griego kleroi que significa “porción designada”); kleros, de donde proviene nuestra palabra clero, era originalmente un trozo de tierra asignado; lue-go se refirió a una función asignada por suerte y aquí se refiere al rebaño asignado a un pastor en particular. El llamado es a ser ejemplo de la grey, la palabra “ejemplo” es la palabra typoi, que indica un modelo o patrón que debe ser copiado. La autoridad pastoral se debe realizar en base al servicio y no caer en el autoritarismo, no ha-ciendo alarde de su posición sino como ejemplo para el rebaño. El líder cristiano bien puede retomar las palabras del apóstol Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Co 11:1).


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CONCLUSIÓN

El líder que ama a Dios tendrá la dirección correc-ta para tratar al rebaño del Señor, pues comprende el amor que Dios tiene por su pueblo y conoce la demos-tración de ese amor; por tanto, de la misma manera es-tará dispuesto a amar, apacentar y cuidar a los que son puestos bajo su cuidado. Trabajar de esta manera traerá como resultado crecimiento, edificación, unidad y paz; sobre todo, el Nombre del Señor Jesucristo será glorifi-cado.


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CON LA SOCIEDAD(El Ministerio Social)

BASE BÍBLICA Hechos 2:42-47

PROPÓSITO Recordar que en la vida de un siervo de Dios, su relación con la sociedad es clave y determinante para tener éxito en este ministerio tan especial y tan impor-tante, para traer un impacto y una transformación en la comunidad.

INTRODUCCIÓN El ministerio pastoral viene a ser parte fundamen-tal en el desarrollo de la comunidad, la labor de estos siervos de Dios trae esperanza y establece el reino de Dios aquí en la tierra.

La iglesia primitiva nos muestra un modelo a se-guir, en como interrelacionarnos y así llegar a dar testi-monio del amor, de aquél que nos amó y descendió a la tierra para relacionarse con nosotros y otorgarnos una nueva oportunidad de salvación y vida eterna.

En esta plenaria presentaremos las 4 razones por las cuales un siervo de Dios se relaciona con la sociedad y cómo es que esta influye para que su ministerio sea exitoso:

I. EL PASTOR (LÍDER), UN SER SOCIAL

A. UN SER SOCIAL POR PROYECTO DIVINO. Dios ha creado el cuerpo humano en base a una idea social “El hombre es un conjunto de sistemas; Las células crean tejidos, los tejidos órganos, los órganos


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sistemas y los sistemas individuos; A su vez, los indivi-duos formaran familias, las familias comunidades y las comunidades a la sociedad en sí”. Así, pues, cada uno de nosotros somos una parte de la sociedad y forzosa-mente necesitamos los unos de los otros, se requiere de la comunicación, cooperación y servicio mutuo para poder realizar nuestro aspecto social.

B. UN SER SOCIAL POR NATURALEZA. La humanidad somos seres sociales, requerimos de la interacción con los demás para crecer, sobrevivir, forjar nuestra propia personalidad y mantener la raza. El hombre desde sus principios ha vivido con otros seres iguales a él e históricamente se le define como un ser social, en donde predomina el estar juntos; eso hizo que se generara el lenguaje, las comunidades y la cultura. Aristóteles dijo: “El hombre solitario es una bestia o un dios”.

C. UN MINISTERIO DE LIDERAZGO SOCIAL El ministerio pastoral es más efectivo en la medi-da que logramos tener una comunicación efectiva con la grey que presidimos, “Jesús se compadeció de la mul-titud, porque eran como ovejas que no tenían pastor”. Eso mismo sucede cuando el pastor pierde la comunica-ción con la iglesia que pastorea, la gente se desubica, se sienten desatendidos y sus necesidades no son resuel-tas, por ello es que muchos llegan a alejarse de la iglesia a causa de ello.

II. EL PASTOR (LÍDER) UN PROMOTOR DEL PROYECTO SOCIAL DE JESÚS

A. EL PROYECTO SOCIAL DE JESÚS ES RE-VELADO. (Lucas 4:18-20 y en Mateo 5:1-10). Hay dos for-mas de vivir este proyecto: como un deber porque somos los hombres de Dios y representamos sus intereses aquí en la tierra, o como un privilegio, por ser portador de tal honor y dicha que no merecíamos. Está en cada uno de nosotros el definir la motivación que nos llevará a pro-moverlo en nuestra comunidad. Definitivamente, repre-sentar este proyecto social, donde las necesidades de la comunidad son atendidas, es motivo de gran satisfac-ción y inspiración para llevarlo a cabo por agradecimien-


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to. Comuniquemos el evangelio, socialicemos porque así habrá luz en muchas personas que solo existen y que se han olvidado de vivir.

B. EL PROYECTO SOCIAL DE JESÚS ES DE GRAN IMPACTO Mientras los valores de la sociedad se corrompen cada día más y más, la humanidad se sumerge en el egoísmo y la egolatría. El plan de Dios sigue siendo el mismo, una iglesia y un cuerpo pastoral sirviendo a los necesitados, impactando con el servicio; el huérfano es atendido en sus necesidades emocionales y materiales, los enfermos son sanados y los que sufren son conso-lados. Esa es nuestra misión principal, ir a la gente a quienes necesitan de Dios, de su palabra, de su poder y de su amor. Somos las manos y los brazos de Dios para abrazar y ayudar a quien vive necesitado de compañía, los pies de Jesús para ir a donde está la gente cautiva por los vicios, tristezas y depresiones, ¡Tenemos la brú-jula para alcanzar el éxito en la pastoral, realizar el pro-yecto social de Jesús con amor y alegría!

C. EL PROYECTO DE JESÚS TRAE UNA VER-DADERA TRANSFORMACIÓN SOCIAL. solo podemos aspirar a tener éxito en una so-ciedad que vive en decadencia, cuando practicamos el amor, la buena comunicación y el relacionarnos perma-nentemente con aquellos a los que el maestro vino a transformar, Jesús dijo: “he venido para que tengan vida y vida en abundancia…a los enfermos he venido…a los que lloran, a los que sufren…” Él trae una nueva vida, un nuevo rumbo, un nuevo sentido y nosotros como pas-tores somos los instrumentos que hoy usa para hacer realidad esa transformación.

III. EL PASTOR (LÍDER), UN APASIONADO SOCIAL

A. LA PASIÓN QUE MUEVE A LA PASTORAL Todo pastor que cultiva una estrecha relación con Dios encuentra una gran razón por la cual dar la vida: la humanidad. Hombres y mujeres apasionados por los perdidos son los que él busca para poner de su gracia y de sus dones espirituales, porque ellos son los instru-mentos elegidos para cumplir con su plan misionológico mundial.


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B. LA PASICIÓN QUE DETERMINA EL ÉXITO EN LA SOCIEDAD. Desarrollar una pastoral con pasión es fundamen-tal para alcanzar el éxito en este ministerio, servir a la grey y a la comunidad con pasión es siempre estar dis-puesto a hacer realidad el reino de Dios aquí en la tierra. Uno de los patriarcas apostólicos del siglo XX narraba como fue que tomó la decisión de jubilarse del ministe-rios pastoral “una noche recibí una llamada ya a horas de la madrugada, me sentí molesto por eso y me di cuenta que era hora de mi retiro”. cuando atendemos a la grey de buena manera, entonces abrimos las puertas para ser más efectivos en este bello ministerio “y pondré pastores que os apacienten con espíritu de mansedumbre”.

C. LOS ECOS DE UNA PASIÓN SOCIAL Los resultados de un ministerio pastoral ejercido con pasión, aparte de visibles, son gratificantes; la comu-nión que se practica, el crecimiento que se logra es de impacto y de gran bendición, la grey se siente motivada y dispuesta para el trabajo de la obra. Es importante tener en cuenta, que es el pastor quien inspirado por el Espíri-tu Santo transmite la pasión por tener relaciones sociales sanas.

IV. EL (PASTOR) LÍDER Y SUS AMIGOS

A. ¿ES TAREA FÁCIL PARA UN PASTOR HA-CER AMIGOS? Los estudiosos de la conducta y de las relaciones sociales de los lideres dicen: “es común que los lideres estén solos, ya que el hecho de estar al frente de las res-ponsabilidades administrativas y de dirección lo llevan constantemente a ser incomprendidos, confían poco en los demás y como viven permanentemente en la lucha por el poder, confiar en los demás suena más a debilidad que a liderazgo”. Esta realidad resulta contradictoria con el principio social “el hombre por naturaleza es un ser so-cial”. Mientras una de las claves del éxito para un pastor está en su vida social, es común que a pesar de estar ro-deado de tantas personas emocionalmente se encuentra solo, sin amigos.


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B. RIESGOS QUE CORRE UN PASTOR POR MOTIVO DE NO TENER AMIGOS La contradicción planteada (en el párrafo ante-rior), nos brinda la explicación de las crisis que enfrentan muchos pastores como son: el sentirse solos, incom-prendidos y emocionalmente no tomados en cuenta e in-satisfechos. Los riesgos de estos es, que muchos en ese sentir acuden a adicciones o debilidades que los llevan a perder sus valores cristianos y en algunos casos, hasta el destruir su propio ministerio y hogar.

C. HACER AMIGOS, UNA NECESIDAD UR-GENTE. Definitivamente, el gran desafío para el cuerpo pastoral es “hacer amigos”, para ello es fundamental aprender a confiar y abrir el corazón para dar paso a los amigos y no solo a compañeros. Dar el paso que nos lle-ve a traspasar la línea del compañerismo para ubicarnos en la de los amigos es una de las claves del éxito en el ministerio pastoral.

APLICACIÓN

El pastor (líder) es una persona que ejerce una influencia social muy importante, ya que de ella depende el establecimiento del reino de Dios aquí en la tierra, en este tiempo y en el ahora. Es tan necesario este lide-razgo en nuestras comunidades, que los pastores veni-mos a ser los principales promotores de este proyecto de Jesús tan maravilloso; claro, esta tarea solo se puede desarrollar con un corazón dispuesto, lleno de amor y pasión por la causa de Jesús.

Algo que un pastor (líder) debe atender, es el tener amigos, ya que ellos son los que le ayudarán en los mo-mentos difíciles de su vida y ministerio “en todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempos de an-gustia”. Abrir el corazón, aprender a confiar en los demás y a brindar un espacio en nuestras vidas para consolidar el ministerio ya que “cordón de dos o tres dobleces no muy fácilmente se rompen”.

MINISTRACIÓN

Poner el Video: ¿De qué nos vale? después hacer el llamado al altar y que pasen por parejas, donde haya una ministración recíproca.


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TEMA 8:EL CRISTIANO

Y LA AUTORIDAD BASE BÍBLICA 1Sométase toda persona a las autoridades supe-riores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. 3Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quie-res, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 4porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. 5Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. 6Pues por esto pa-gáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. 7Pagad a to-dos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. Romanos 13:1–7

ANTECEDENTES En el cap. 12 de Romanos vemos la forma en que, como cristianos, debemos comportarnos en algunas de nuestras relaciones interpersonales. En este capítulo te-nemos la enseñanza necesaria para el adecuado cum-plimiento de nuestros deberes frente a las autoridades que gobiernan una nación. Este es el pasaje bíblico que contiene mayor instrucción sobre este tema. Se comple-menta bien con 1 P. 2:13–17 que nos dice; Sométanse por causa del Señor a toda autoridad humana, ya sea al rey como suprema autoridad, o a los gobernadores que él envía para castigar a los que hacen el mal y recono-cer a los que hacen el bien. Porque ésta es la voluntad de Dios: que, practicando el bien, hagan callar la igno-rancia de los insensatos. Eso es actuar como personas libres que no se valen de su libertad para disimular la maldad, sino que viven como siervos de Dios. Den a todos el debido respeto: amen a los hermanos, teman a


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Dios, respeten al rey.

La iglesia empezó como una comunidad de fe di-seminada en un mundo pagano hostil. Si la iglesia iba a ser la comunidad de justicia según la visión que tenía Pablo, era preciso definir la relación entre iglesia y socie-dad, y particularmente entre iglesia y gobierno.

Las raíces de la incertidumbre original pueden re-montarse a las raíces judías de la iglesia. En Babilonia la comunidad judía adoptó como principio directivo que “la ley del soberano es ley para nosotros”. Pero en Ju-dea/Palestina se generó una profunda hostilidad hacia Roma, algo que tuvo influencia en los judíos a través del Imperio. En Judea, a Roma se la consideraba “Roma la Culpable”, el “reino de maldad” cuyo gobierno debía ser resistido. ¡Qué contraste con la perspectiva de otras na-ciones dominadas, que celebraban a Roma como “eterna y divina,” y honraban a los emperadores! Es interesante que mientras las poblaciones judías de las ciudades del Imperio tenían continuas agitaciones por derechos civi-les, por otro lado y por razones religiosas, esas poblacio-nes se aislaban de la vida política y responsabilidades de otros ciudadanos. De modo que a través del Imperio había resentimiento contra los judíos.

Mucha de esta hostilidad era una consecuencia natural de la perspectiva del primer siglo de que todo ciudadano responsable debía participar activamente en la vida de su comunidad. Más tarde esta convicción ge-neró gran crítica en cuanto a los cristianos. Y sin embar-go, la vida pública de las ciudades del Imperio Romano era vida pagana. Los eventos públicos a cargo de fun-cionarios municipales y provinciales incluían adoración a dioses y diosas tradicionales de la sociedad, con el tiempo se llegó a adorar al emperador como una deidad. Así como los judíos, los cristianos no estaban dispuestos a participar en lo que ellos consideraban idolatría.

Fue así que pensadores paganos se quejaron de que los cristianos no entendían cuál era su obliga-ción cívica, y afirmaron que los cristianos debían aceptar puestos públicos en bien de la preservación de las leyes de la piedad. Se llegó a ridiculizar a la razón que tenían los cristianos para su aislamiento, que el servicio público


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demandaba ser parte de adoración pagana y que conse-cuentemente negaba al verdadero Dios.

Mientras que los cristianos primitivos no compar-tían la hostilidad de los judíos palestinos hacia Roma, la naturaleza de la sociedad romana forzó a la comunidad cristiana a un curso de acción percibido por el gobierno y pueblos romanos como desleal y hostil.

En esencia, la iglesia de Jesucristo se vio forzada a vivir en forma práctica la justicia de Dios en una situa-ción donde existía constante tensión entre los creyentes y el estado. Es así, que el tema de cómo relacionarse con un gobierno esencialmente hostil resultaba extrema-damente difícil para la iglesia, y la enseñanza de Pablo en este punto se vuelve de importancia crucial. pense-mos en ello:

1. EL ORIGEN DE LA AUTORIDAD... HA SIDO ESTABLECIDA POR DIOS (V 1)

“No hay autoridad sino de parte de Dios” (v. 1). Se establece así un principio que nos ayuda a interpretar en forma correcta la historia de la humanidad. Dios es la au-toridad suprema del universo. Lo es por derecho propio, que emana de la perfección de su ser glorioso, por ser el Creador de todo y tener el carácter absoluto de “Juez de toda la tierra” (Gn. 18:25).

Están en ese lugar “superior” porque Dios las ha puesto allí. Todos los rangos de autoridad existentes de-rivan de la autoridad que Dios mismo ha delegado (v. 1). Es posible que la autoridad sea bien o mal ejercida, pero en todo caso, se sostiene por la voluntad soberana de Dios, que en última instancia es el que pone o saca a las autoridades. Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes. Por mí gobiernan los príncipes y todos los nobles que rigen la tierra. Pro 8:15-16 Él cambia los tiempos y las épocas; quita y pone reyes, da sabiduría a los sabios e inteligencia a los inteligentes. Dan 2:21 Lo dicho sustenta la necesidad de que toda persona se someta a ellas.


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2. EL CRISTIANO DEBE SOMETERSE A LAS AUTORIDADES SUPERIORES (VV. L, 2)

Se califica a las autoridades como “superiores”. Se refiere a los gobiernos humanos que están “sobre” nosotros. Someterse en forma voluntaria a las autorida-des es, entonces, un principio general que no admite de nuestra parte juzgar si los que detentan la autoridad lo hacen bien o mal. No se tiene en consideración a los gobernantes de turno, que pueden ser buenos o malos, sino lo que significa la autoridad como una institución su-perior establecida por Dios y que debe, por lo tanto, ser respetada. En estos versículos, Pablo nos recuerda seis veces la razón principal por la cual debemos someternos al gobierno. No es porque sean buenos o justos, sino por la fuente de esa autoridad. Pablo insiste en que Dios los ha establecido y que su autoridad proviene del Dios soberano del universo. Los que reconocen que Dios es supremo y que tiene derecho a reinar en este mundo, lo demuestran sujetándose a las autoridades que El ha establecido. Un hijo de Dios debe reconocer que Dios ha establecido los gobiernos. Como Daniel 4:17 enseña: “el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da”.

3. EL PELIGRO DE RESISTIR (V. 2)

“Los que resisten a la autoridad, acarrean conde-nación para sí mismos” (v. 2). Lo contrario de “someter-se” (v. 1) es oponerse a la autoridad, resistirla, y esto está expresamente prohibido en general (toda persona, v. 1), y en forma especial al cristiano. La razón que se invoca es que quien “se opone a la autoridad, a lo esta-blecido por Dios resiste” (v. 2). Este resistir a la autoridad equivale, entonces, a resistir a Dios mismo. Es lamen-table que haya cristianos que empujan a otros a resistir lo establecido por Dios, que instigan a otros a resistir a las autoridades, esgrimiendo como argumentos su mal gobierno o la necesidad de “liberar” a los oprimidos. La lucha legítima del cristiano no es contra hombres de san-gre y carne, sino contra huestes espirituales de maldad. Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mun-do de tinieblas que nos rodea. (Ef. 6:12) No es casual que el capítulo termine invitando a “vestir las armas de


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la luz”, en oposición al ejército de las tinieblas coman-dado por el usurpador, Satanás. En lugar de tomar las armas contra los que gobiernan. La misión superior de los cristianos consiste en tomar las armas de la lucha espiritual. En ese campo de batalla contaremos siempre con la ayuda y la aprobación de Dios.

¿Qué debemos hacer cuando las mismas auto-ridades son las que se oponen a la autoridad superior de Dios? Lo mismo que hicieron los apóstoles de Cris-to cuando se les prohibió predicar el nombre de Jesús. Ellos dijeron que no podían dejar de dar testimonio de Cristo. Su argumento fue que “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 4:19, 20). Cuando la autoridad terrenal pretende invadir o alterar la esfera de la conciencia, perteneciente a la autoridad de Dios, se produce para el cristiano una colisión de lealtades. De inmediato, la primera prioridad pasa a ser el obedecer a Dios y la segunda, a los hombres. Por ejemplo, si un go-bierno humano legislara sobre la forma de adorar a Dios, pretendiendo imponer la obligación de un culto idolátrico, o la negación de la fe cristiana, ¿debe el cristiano obe-decer? claro que no. En estos casos la desobediencia se convierte en un asunto de conciencia ante Dios, por tratarse de asuntos en los cuales la orden de la autori-dad quebranta la palabra y voluntad de Dios. Debemos resaltar que estos casos son la excepción, y sólo deben aplicarse en forma puntual y limitativa.

A la vez, debemos reconocer y puntualizar que la obediencia prioritaria a Dios no debe usarse como pre-texto para no hacer nada. No debemos ponernos a dor-mir frente a un mundo injusto y sin Dios. Podemos apro-vechar las herramientas que Dios nos ha provisto para lograr Sus propósitos: la oración, la evangelización que resulta en la transformación de vidas, las buenas obras, el testimonio personal y ser justos y misericordiosos. To-das estas actividades, y muchas más, deben observarse continuamente en nuestras vidas.

No debemos aceptar la acusación que se nos hace de que somos indiferentes a las condiciones sociales que nos rodean. Debemos hacer todo lo que podamos, indi-vidual y colectivamente, para cambiar las circunstancias que mantienen oprimidas a muchas personas, sin perder


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de vista la causa básica de estas aflicciones y la necesi-dad que tienen todos de ser transformados por dentro y por fuera.

4. LOS GOBERNANTES SON SERVIDORES DE DIOS (V. 3, 4)

Por un lado, sirven para el bien de los que hacen bien y, por el otro, para castigo de los que obran mal. La sujeción a lo que las autoridades disponen equivale a hacer lo bueno. Esto obtiene como resultado la alabanza de parte de la autoridad. El actuar de manera correcta elimina la necesidad del temor a la autoridad. En cam-bio, los que hacen mal, resistiendo lo que la autoridad dispone, esos sí deben tenerle miedo. Pablo dice que el gobernante es un servidor de Dios para tu bien, lite-ralmente, “para ti para el bien”. Esta última frase da un énfasis personal a la declaración. La expresión “el bien” ha sido interpretada de distintas maneras:

1) Algunos entienden el bien individual, eso es, la prosperidad de la persona;

2) otros, tomando en cuenta Romanos 8:28 donde se dice que Dios obra todo para el bien del creyente, en-tienden que se refiere a la manera en que el gobernante es usado por Dios para el bien espiritual de sus hijos;

3) otros, refiriéndose a 1 Timoteo 2:2, entienden que se refiere a las condiciones favorables en el orden público para que los creyentes puedan servir a Dios efi-cazmente;

4) y otros, tomando en cuenta la frase que sigue donde se habla de “hacer lo malo”, entienden que el bien se refiere a lo que el buen ciudadano hace; el gobernan-te ejerce su función no tanto para el bien de las personas sino para que ellas hagan el bien. Es difícil elegir entre las posibilidades.

La autoridad lleva la espada “no en vano”, es de-cir, con un propósito. Los gobernantes son responsables directos ante Dios si hacen uso indebido de las armas, o si se valen de procedimientos ilegales en un abierto


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abuso de la autoridad. Por lo difícil que es aplicar la au-toridad en forma justa y equilibrada, es que se exhorta a los cristianos a orar por las autoridades, por “los que están en eminencia” (ver 1 Ti. 2:1–3). En primer lugar, re-comiendo orar por todo el mundo, dando gracias a Dios por todos y pidiéndole que les muestre su bondad y los ayude. Recomiendo que se ore por los gobernantes y por todas las autoridades, para que podamos vivir en paz y tranquilos, obedeciendo a Dios y llevándonos bien con los demás. Esta clase de oración es buena y le agrada a Dios, nuestro Salvador.

5. DOS RAZONES PARA ESTAR SUJETOS A LA AUTORIDAD (V. 5)

a. Por causa del castigo que pueden aplicar por el mal obrar (v. 4) porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para casti-gar al que hace lo malo.

b. Por causa de la conciencia del cristiano (v. 5). Una vez que sabemos que son servidores de Dios para nuestro bien, no podemos dejar de estarles sujetos, sin al mismo tiempo violentar la conciencia iluminada por ese conocimiento. Lo contrario sería desobedecer la en-señanza que recibimos de Dios. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.

CONCLUSIÓN

La gracia del evangelio nos enseña sumisión y si-lencio cuando el orgullo y la mente carnal sólo ven moti-vos para murmurar y estar descontentos. Es Convenien-te que todos los cristianos apostólicos, y principalmente los lideres, en cualquier nivel que ejerzamos algún minis-terio o responsabilidad de servicio aprendamos y prac-tiquemos los principios que el apóstol Pablo enseña a los Romanos, para que los santos de la tierra seamos siempre hallados como ciudadanos ejemplares, mansos y pacificadores aquí en la tierra, no importando cómo sea la actitud de los demás.

Brujula Final (1)

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