Aves Rapaces de La Ciudad de La Paz_ER y DCZ

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AvesrapacesdiurnasdelaciudaddeNuestraSeñoradeLaPaz:ConservacióneImportanciaecológica,cultural,ecoturística,educativayterapéutica.

CHAPTER·APRIL2015

DOI:10.13140/RG.2.1.3155.6322

2AUTHORS:

EnriqueRichard

UniversidadMayordeSanAndres

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DeniseIlcenContrerasZapata

UniversidadMayordeSanAndres

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Availablefrom:EnriqueRichard

Retrievedon:23August2015

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RICHARD, E. y D. CONTRERAS ZAPATA. 2015. Aves rapaces diurnas de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz: Conservación e Importancia ecológica, cultural, ecoturística, educativa y terapéutica. Pp: 219 – 252. En: Ostermann S. D., A. C. Ballón, L. Paredes, J. L. Carvajal y J. P. Davila (Eds). Markas, Tambos y Waq´as: Los caminos de la memoria de La Paz – Chuquiago Marka. I Congreso Municipal de Historia de La Paz. Gobierno Autónomo de La Paz y Producciones CIMA. 540 p. La Paz, Bolivia.


Aves rapaces diurnas de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz: Conservación e Importancia ecológica, cultural,

ecoturística, educativa y terapéutica

Dr. Enrique Richard (1) y Dra. Denise I. Contreras Zapata (2) (1) Catedrático e Investigador de grado y posgrado de la Universidad Mayor de San Andrés y Universidad Tecnológica Boliviana. La Paz, Bolivia. [email protected] (2) Catedrática e Investigadora de grado y Postgrado de la Universidad Mayor de San Andrés y Carrera de Enfermería, Universidad Católica Boliviana, UAC Pucarani. La Paz, Bolivia. [email protected]

Introducción y antecedentes Nadie ama lo que no conoce…

Y lo que no se conoce no se conserva… E. Richard 2003

Nuestra Señora de La Paz (En adelante La Paz) es un centro urbano desarrollado a

partir de 1548 sobre el Valle Altiplánico de Chuquiago Marka con 764,617

habitantes (La Razón, 2012). Es una ciudad que podría considerarse atípica y

única, ya que se ubica dentro de una cuenca originada por la erosión del río La Paz

y sus afluentes, extendiéndose a lo largo de un gradiente altitudinal entre 3000 y

4.100 m de altitud. Presenta un relieve irregular con serranías, quebradas, valles,

terrazas, mesetas y llanuras aluviales (Liberman, 1991). Prácticamente todo este

relieve, denominado Valle de Chuquiago Marka, ha sido urbanizado dándole el

aspecto que actualmente tiene, el de una “hollada” urbana, con un crecimiento

incesante desde la década de 1900 a la fecha y que ha derivado en un proceso de

conurbanización creciente con las ciudades de El Alto y Palca superando las

limitaciones físicas y naturales entre las mismas (MMAyA, 2013). Desde la ciudad

de El Alto, bajando por la autopista, se observa que prácticamente la totalidad de

las laderas se encuentran tapizadas de barrios y estructuras urbanas (Foto 1),

muchas de las cuales responden a procesos no planificados dejando muy poco

espacio para áreas verdes que otrora sostenían a la biodiversidad local. De hecho,

el crecimiento casi exponencial de la ciudad desde 1900 a la fecha (2014) a

motivado una pérdida proporcional de espacios verdes y su respectiva

mailto:[email protected]

mailto:[email protected]


biodiversidad que eran propios del valle. A diferencia de otras ciudades y por lo

expuesto, en La Paz las condiciones de aridez características del altiplano

sinergizadas por la baja presión atmosférica resultantes de la altura y por tanto

menor presión relativa de oxígeno en el aire, además de variaciones diarias y

estacionales significativas de temperatura, mayor cantidad de radiación solar no

ionizante (UV) entre otros, condicionan naturalmente el desarrollo de la

biodiversidad y de la propia vida humana. Todo ello deriva en un conjunto factores

que afectan negativamente la salud del urbanita paceño con características que

muy pocas ciudades del mundo poseen (Richard y Contreras, 2012; 2013a).

Sumado a esto debemos destacar que la ciudad se caracteriza por una inseguridad

urbana creciente (MMAyA, 2013) y una gran escasez de áreas verdes por habitante

De hecho, en este último aspecto la OMS recomienda 10 m2 por habitante como

mínimo y 15 m2 como valor óptimo (MMAMRM, 2014), mientras que la ciudad de La

Paz posee 1 m2 por habitante (Rodríguez, 2011).

La biodiversidad de cualquier región representa su herencia natural e histórica, por

lo que es parte inseparable del desarrollo de una sociedad y por supuesto su

sustento como fuente actual y potencial de recursos, por ello necesariamente

debería ser motivo de preocupación local y nacional en las políticas públicas. La

pérdida de biodiversidad es la principal causa del deterioro ambiental en general,

proceso de carácter irreversible y peor aún con consecuencias para los

ecosistemas locales de difícil predicción ya que el valor de la biodiversidad, desde

todo punto de vista, continúa siendo poco conocido y subestimado (Muller et al,

2010). Por otro lado existe una relación indisoluble entre diversidad biológica y

cultural. Así, cuando existe pérdida de diversidad biológica, existe pérdida también

de diversidad cultural y viceversa (Maffi, 2005).

A nivel mundial los principales problemas ambientales son la pérdida de dicha

biodiversidad (y consecuentemente cultural también), el cambio climático y el

crecimiento exponencial de la población humana, factores que interactúan

sinérgicamente entre sí (Maffi, 2005; Muller et al, 2010). De todas las actividades

humanas que causan pérdida de hábitat, la urbanización es considerada una de las

principales responsables de grandes tasas de extinción local eliminando


frecuentemente a la mayoría de las especies nativas (McKinney, 2002; 2006) y

permitiendo el ingreso de especies agresivas foráneas, como sucede con la paloma

doméstica (Columba livia domestica: Columbidae) en La Paz, donde sus

poblaciones se han convertido en un problema sanitario y económico (La Razón,

2011).

Se espera que para el 2050 las dos terceras partes de la población mundial se

concentre en centros urbanos y la biodiversidad urbana jugará una importante

función en la mitigación de la reducción de la biodiversidad global, pero sólo si

contamos e implementamos políticas de educación ambiental que permitan un

desarrollo de la biofilia y cultura de la contemplación (Richard y Contreras, 2013a).

De aquí que los estudios sobre biodiversidad urbana sean tan importantes como

fuera puesto de manifiesto en la obra de Muller et al (2010). En este estudio

abordamos por vez primera la importancia de las aves rapaces diurnas que habitan

y se desenvuelven en la ciudad de La Paz (centro urbano exclusivamente), como

una muestra representativa de su biodiversidad local y cultural, los motivos para

conservarlas y su importancia ecológica, educativa, terapéutica y ecoturística.

Materiales, métodos y área de estudio El período de estudio estuvo comprendido entre el 10 de agosto de 2010 y el 31 de

agosto de 2014 e incluyó distintas locaciones (Áreas estrictamente urbanas y

edificadas) de la ciudad de La Paz (Villa Pabón y Plaza Murillo principalmente) y El

Alto (Zona 16 de Julio). En dicho período se determinaron los horarios de presencia

con 20 guardias durante todo el período diurno y las áreas de caza identificadas

previamente, repitiendo las visitas a las mismas dentro de los horarios detectados y

llegando a los mismos al menos dos horas antes, contabilizando un esfuerzo de

muestreo de n=154 horas. Las observaciones se realizaron desde un Hide (Villa

Pabón, La Paz) y en las restantes locaciones de la urbe paceña y alteña, desde la

calle, con binoculares Zenith 12 x 25. La documentación se realizó con cámara

fotográfica Panasonic Lumix FZ 50 con zoom Leica vario Elmarit 35 – 420 mm,

cámara fotográfica Nikon D3100 con zoom Nikkor 55 – 300 mm, GPS Garmin Etrex

H y Samsung Galaxy S5570L. Complementariamente se realizaron videos de alta


resolución que permitieron analizar las estrategias de caza del águila mora

(Geranoaetus melanoleucus), el aguilucho común (G. polyosoma), la maría

(Phalcoboenus megalopterus) y el cernícalo (Falco sparverius) en las ciudades de

La Paz y El Alto. Asimismo, en julio de 2014 se realizaron entrevistas en el Mercado

de Kílli kílli (Villa Pabón, La Paz) a un total de 18 vendedoras de más de 45 años

de edad con la finalidad de tener una percepción de la situación del cernícalo en la

localidad.

Rapaces diurnas de la ciudad de N. S. de La Paz Las rapaces diurnas comprenden un grupo de aves cuyo origen filogenético aún

está en discusión (Sibley y Ahlquist, 1991; Ferguson Lees y Christie, 2005) pero se

acepta que el grupo está formado por las siguientes familias: Cathartidae (Jotes y

Cóndores), Accipitridae (Águilas, Aguiluchos y Milanos), Pandionidae (Águilas

pescadoras), Falconidae (Halcones y Caracaras), Sagittaridae (Ave Secretario).

Para el Valle de La Paz se conocen al menos 161 especies de aves y para la

propia ciudad de La Paz, al menos 51 (Martínez et al, 2010;Rossel, 2013). En el

caso de La Paz, actualmente se ha verificado la presencia de cuatro rapaces

diurnas, el cóndor ó malku (Aymara) (Vultur grypus, Cathartidae), el águila mora ó

paka (Aymara) (Geranoaetus melanoleucus, Accipitridae), el aguilucho común ó

anka (Aymara) (Geranoaetus polyosoma, Accipitridae), la maría o alkamari

(Aymara) (Phalcoboenus megalopterus, Falconidae) y finalmente el cernícalo o

Qílli qílli (Aymara) (Falco sparverius, Falconidae) (Martínez et al, 2010; Richard y

Contreras, 2013b; Richard 2013; Rossel, 2013, este trabajo inter aliis). Acorde a la

bibliografía existen otras rapaces diurnas (Cathartes aura, Cathartidae;

Geranoaetus poecilochrous, Accipitridae; Falco femoralis y F. peregrinus,

Falconidae) (Martínez et al, 2010; Rossel, 2013) pero al menos los autores del

presente estudio no lo han verificado para el área de estudios. Las cuatro especies

aquí tratadas presentan, acorde a este trabajo, características synúrbicas (fide

Luniak, 2004).

Importancia ecológica


La batalla por la vida en la Tierra se ganará o perderá en las áreas urbanas (CBD, 2007)

La conservación de la biodiversidad biológica es vital para mantener los sistemas

de soporte de vida así como futuras opciones para el desarrollo humano (CBD,

2007, Muller et al, 2010). Esta biodiversidad disminuye conforme aumenta el

gradiente natural, suburbano y urbano, siendo en este último donde la biodiversidad

se reduce al máximo y tiende ecológicamente a homogeneizarse y la biodiversidad

autóctona suele ser remplazada por especies invasivas foráneas (McKinney, 2002;

2006, Muller et al, 2010; inter aliis). En el caso de las rapaces, por su posición como

especies tope en las cadenas alimentarias poseen densidades poblacionales

relativamente bajas y por tanto son más vulnerables a los procesos de extinción

(Sekercioglu, 2006). Por otro lado, sus poblaciones actuales a nivel global están

siendo afectadas por procesos que sinergizan lo anterior como la contaminación y

uso de biocidas en los eslabones inferiores (cfc. Sekercioglu, 2006, Mineau y

Palmer, 2013) o medicamentos como el diclofenaco (Sekercioglu, 2006; Watson,

2007; CMS, 2014; inter aliis), la fragmentación y pérdida de hábitats (Incluida la

frontera agropecuaria) que afectan la disponibilidad de hábitats, presas, parejas,

etc. (Newton, 1979; Bird et al, 1996; Ferguson Lees y Christie, 2005; Méndez et al,

2006; Sekercioglu, 2006, Bird y Bildstein 2007; inter aliis). Por su sensibilidad a la

polución son consideradas excelentes indicadores de la salud de los ecosistemas y

su conservación prioritaria (cfc. Sekercioglu, 2006; Bird y Bildstein, 2007; inter aliis).

Desde su posición como especies tope, muchas veces son también especies

“paragua” (sensu Isasi –Catalá, 2011) de la cadena trófica y cumplen una función

de primaria importancia en determinar la estructura y organización de las

comunidades biológicas (Regulación top-down fide Richard et al, 2007). También

son consideradas verdaderos “basureros ambientales” ya que contribuyen al

desparasitamiento y confinación de enfermedades al interior de los sistemas

ecológicos (Rau, 2007). Tanto en ecosistemas agropecuarios como urbanos

cumplen importantes funciones como controladores biológicos de especies plagas

(Roedores, insectos, palomas, etc.) así como de vectores de importantes

enfermedades como el Hanta virus, leptospirosis, Yersinia enterocolitica, etc.(cfc.

Muñoz, 2004; Méndez et al, 2006; inter aliis). En la Unión Europea, Estados Unidos


de Norteamérica, Chile, Colombia y otros países donde se promueve la agricultura

orgánica, se promueve también el cuidado y reproducción de rapaces por sus

servicios en el control de plagas (Muñoz, 2004). En dichos países y regiones existe

toda una industria para la fabricación y venta de cajas nido específicas para aves

rapaces como controladores naturales de plagas, evitando de esta manera el uso

de biocidas y otros productos que afectan a la biodiversidad y la salud humana. En

el caso de las rapaces de La Paz, el cóndor (Vultur gryphus, Cathartidae) (Foto 2 y

3), es una especie considerada carismática (fide Heywood, 1995; Lambertucci,

2007), especie bandera y clave para los ecosistemas (fide Isasi –Catalá, 2011) así

como especie biocultural clave del paisaje sudamericano (Ibarra et al, 2012). Es la

mayor de las rapaces bolivianas y del mundo y cumple una importante función

ecológica desde su posición como carroñera, sin embargo tiene características de

urban avoiders (Especie que evita lo urbano sensu McKinney, 2002; 2006) y por tal

motivo su presencia en los alrededores de la ciudad de La Paz es ocasional y

fortuita. Lamentablemente existen demasiados fundamentos antropógenos para

este estatus (urban avoider) ya que se trata de una especie combatida en las áreas

rurales donde se la mata bajo la falsa creencia, entre otros, de que ataca al ganado

y por tal motivo se la envenena o se la captura cuando baja por un animal muerto y

luego se la quema viva como hemos podido observar en algunas localidades de

Potosí. También es afectada por la caza ritual y para la confección de trajes para

danzas folklóricas (Foto 4 y 5) (Por ej. el Malku de los Wititis y del Takiri de

Kharwisa fide Paredes Candia, 1991), la pérdida de hábitat, urbanización y el

avance de la frontera agropecuaria. Por estos motivos actualmente es considerada

a nivel nacional como vulnerable (MMAyA, 2009), a nivel mundial es catalogada

como cercana a la amenaza y está incluida en el Apéndice I de CITES. Todo ello

hace prioritaria una campaña de concientización y educación masiva para la

conservación de esta especie que constituye el ave nacional de Bolivia.

El águila mora (Geranoaetus melanoleucus, Accipitridae) es el águila de mayor

tamaño que se puede observar en plena ciudad de La Paz y la especie que mejor

hemos estudiado en estos últimos cuatro años (Foto 6 y 7). Fue citada por los

autores por primera vez para la ciudad de La Paz y otras ciudades del altiplano en


2013 (Richard, 2013; Richard y Contreras, 2013b). Se trataría de una especie urban

adapters en la clasificación de McKinney (2002; 2006), es decir una especie

adaptada al contexto urbano y sin duda atraída por las posibilidades que le ofrece

la ciudad en cuanto a disponibilidad de su alimento: la paloma doméstica. Dicho

estatus podría cambiar a urban exploiters (= Explotador urbano sensu McKinney,

2002) de confirmarse que la misma además de cazar en la ciudades de La Paz y El

Alto anida también en ellas. Si bien tradicionalmente ha sido considerada parte del

gremio de aves cazadoras de mamíferos (Bo et al, 2007); estudios recientes

(Richard, 2013; Richard y Contreras, 2013b) indican que al menos en las ciudades

altiplánicas de La Paz y El Alto, esta especie preda preferentemente sobre aves y

específicamente sobre palomas domésticas. La paloma doméstica es una especie

foránea originaria de Europa, África y Asia. Su domesticación data de hace

aproximadamente 5000 años y actualmente se distribuye por al menos 92 países.

Son conocidas por su rol como mensajeras pero también muy apreciadas en área

como la recreación, turismo, terapia y ornato (Olalla et al, 2009). Estudios

ornitológicos previos (Garitano Zavala y Gismondi, 2003; Villegas y Garitano

Zavala, 2008) señalan a La Paz y El Alto como de baja diversidad y riqueza de aves

silvestres pero con una gran densidad de palomas domésticas que, al parecer,

condicionan la riqueza específica de aves silvestres. Es decir que la paloma

doméstica sería la especie foránea de ave que más contribuye a la homogenización

urbana de la biodiversidad urbana de La Paz y El Alto (cfc McKinney, 2006; Muller

et al, 2010). La paloma doméstica es, sin duda, el ave más abundante tanto en la

urbe paceña como alteña, en particular en plazas, basurales y techos en general

(La Razón, 2011; Richard y Contreras, 2013b) (Foto 8 y 9). Estas palomas habitan

sobre todos los techos de ambas ciudades y los espacios verdes, en donde son

alimentadas por la gente. Así mismo invaden los depósitos de basura. Se trata de

poblaciones que vuelan muy poco para buscar su sustento y están

sobrealimentadas por la alta disponibilidad de desperdicios urbanos (La Razón,

2011; Richard y Contreras, 2013b). Cuando sus poblaciones se encuentran

controladas le dan un valor añadido, terapéutico y estético a las ciudades; sin

embargo cuando su número se descontrola por la disponibilidad de alimentos, se


convierten en plagas cuyos daños y perjuicios van desde la transmisión de

enfermedades (Al menos 30 al ser humano y otras 10 a especies domésticas, fide

Olalla et al, 2009), la contaminación de alimentos y el daño a estructuras edilicias y

patrimoniales. Este es precisamente el panorama de La Paz donde se estima una

población de 1 paloma por cada 13 habitantes (50.000 para la ciudad de La Paz,

fide La Razón, 2011) y donde oficialmente ha sido declarada plaga (La Razón,

2011) en función de las enfermedades que transmite (fide Miranda Sivila, 2006) y el

daño al patrimonio y ornato público. En este sentido la Unidad de Zoonosis de la

Alcaldía Municipal de la Paz en 2011 intentó reducir la población de palomas un 20

% con la administración de anticonceptivos infructuosamente (La Razón, 2011). El

águila mora, ha sido estudiada (Richard, 2013, Richard y Contreras 2013b) como

un predador especializado en cazar palomas domésticas, por lo que se constituyen

en excelentes controladores biológicos de las mismas. Esta águila con varias

familias cazadoras en el centro de la ciudad La Paz y El Alto se ha adaptado a

estas singulares ciudades de altura y ha desarrollado al menos dos estrategias de

cacería para las mismas (fide Richard y Contreras, 2013b). Una de ellas, la más

compleja, es realizada en forma individual o en pareja y consiste en volar a baja

altura generando con su sola presencia e imagen un “paisaje de miedo” (fide

Laundré et al, 2010) y motivando que las palomas posadas en el suelo o techos de

vivienda levanten vuelo en bandadas, que luego se cohesionan y son llevadas en

vuelo activo, por el águila planeando desde abajo (generando un “cerco” sobre la

bandada), tan alto como pueda hasta el agotamiento de las palomas, momento en

el que literalmente el/los individuos más agotados de la periferia de la bandada son

tomados por el/las águilas que realizaron toda la maniobra planeando (Foto 10 y

11). La otra estrategia, que denominamos “simplificada” es realizada también en

forma individual o en pareja y consiste en planear a baja altura sobre los techos de

las casas generando temor (fide Laundré et al, 2010) y motivando que las palomas

levanten vuelo en bandada y luego el/las águilas caen en picada sobre algún

ejemplar desprevenido de paloma tomándolo con sus garras para luego retirarse a

consumirlo, al parecer, fuera del área urbana. Estudios previos (Richard, 2013;

Richard y Contreras, 2013b) permiten estimar un consumo o predación de un


mínimo de 200 palomas/año por individuo de águila. Dicho cálculo está

subestimado a los días de observación acumulados a lo largo de un año de

observación en el cual no se pudo cubrir la totalidad de días; por lo que

probablemente la predación sea mayor. De todas maneras el águila mora, por lo

expuesto, se constituye en un excelente control natural para la paloma, función

ecológica que bien podría capitalizarse con la implementación de cajas nido que le

permitan anidar en lugares estratégicos de la ciudad (Por ej. Plaza Murillo) y de

esta forma eficientizar su labor ecológica. Complementariamente debería realizarse

una campaña de educación ambiental para desmotivar a la gente a alimentar a las

palomas foráneas y a valorar y proteger a las rapaces como representantes de la

diversidad biológica y cultural boliviana nativa.

El aguilucho común (Geranoaetus polyosoma, Accipitridae) (Foto 12 y 13), como la

anterior se encuadraría ecológicamente dentro de los urban adapters (sensu

McKinney, 2002; 2006) al menos hasta confirmar que la especie anida dentro de la

urbe paceña. La especie a sido incluida (Bo et al, 2007) en el gremio de aves que

predan preferentemente sobre mamíferos, pero acorde a nuestras observaciones

durante el período de estudios se trata de un predador que ha incursionado en la

ciudad detrás de la paloma doméstica. Evidentemente por su gran disponibilidad y

abundancia en el ecosistema urbano. Tanto G. polyosoma como G. melanoleucus

tienen horarios bastante estrictos de localización y cacería, horarios que en general

no se superponen entre ambas especies. Así, mientras que los horarios de cacería

del águila mora ocurren generalmente por la tarde (Richard y Contreras, 2013b), los

del aguilucho común ocurren normalmente por la mañana temprano (Entre las

08:00 y 09:00 hs en la Plaza Murillo y en Villa Pabón por ejemplo). El aguilucho

común a diferencia de la especie anterior si bien a veces aparece en parejas, sólo

la hemos visto cazar con la estrategia “simplificada” y en forma individual

únicamente; es decir vuela bajo, infundiendo miedo con su imagen en las palomas

(Paisaje de miedo, fide Laundré et al, 2010) y levantando bandadas de palomas

para luego caer en picada sobre alguna de ellas. En algunos casos un individuo

levanta palomas y el otro aprovecha para caer sobre ellas (Richard y Contreras,

2015). A la fecha no tenemos un estimado de la cantidad de palomas que preda


esta especie en un año, pero probablemente la cifra sea similar a la del águila

mora, constituyéndose en un excelente controlador biológico de la especie.

La maría (Phalcoboenus megalopterus, Falconidae) (Foto 14 y 15), es otra de las

especies categorizada provisoriamente como urban adapter (Sensu McKinney,

2002; 2006) y que como las dos especies anteriores ha encontrado en el

ecosistema urbano de La Paz una gran oportunidad en cuanto a recursos tróficos.

A diferencia de las dos águilas, la maría muestra mayor flexibilidad en cuanto a sus

requisitos alimentarios y se la puede observar en los basurales, sobre el río

Choquellapu ó en cercanías de los mercados buscando residuos animales que

consumir. Pero también, como las águilas, se constituyen en un predador de

palomas domésticas. Su estrategia de caza en este caso es diferente ya que la

maría en forma individual o en parejas suelen recorrer la urbe paceña tratando de

localizar nidos de paloma accesibles y cuando los localizan simplemente toman sus

pichones y se retiran a consumirlos en algún techo o edificio cercano. La Catedral

de La Paz (Plaza Murillo) y la Iglesia San Francisco son dos lugares a los que

acuden con frecuencia en búsqueda de pichones de paloma doméstica; aunque

también las hemos visto hacerlo en Villa Pabón. Por otro lado y a diferencia de las

águilas (G. melanoleucus y G. polyosoma) la presencia e imagen de la maría

generalmente no provoca la reacción de temor (Sensu Laundré et al, 2010) en las

palomas, mismas que permanecen en sus lugares, aun cuando la/s maría/s estén

saqueando sus nidos de pichones. Tanto con la recolección de residuos animales,

consumo de animales muertos como con la captura de pichones de palomas estas

rapaces prestan un servicio ecológico y sanitario invaluable a la ciudades de La

Paz y El Alto. Por otro lado, las marías en temporada turística se apuestan en las

orillas de los caminos y rutas que van al Lago Titikaka hasta Copacabana donde de

los minibuses, buses y automóviles, mostrando muy poca educación ambiental,

arrojan grandes cantidades de basura y residuos orgánicos. Las marías en este

sentido contribuyen a la limpieza de los bordes de ruta (Foto 15).

El cernícalo o Qílli qílli (Falco sparverius, Falconidae) (Foto 16 y 17) debe su

nombre aymara de Qílli qílli al sonido que emite y lo caracteriza. Es la menor de

todas las rapaces de la ciudad de La Paz y El Alto y a diferencia de las anteriores


cuyo número de individuos (estimado en número de observaciones/año para los

mismos lugares y fechas) hemos visto mantenerse (G. melanoleucus) o

acrecentarse incluso (G. polyosoma y P. megalopterus) en el período de estudio; el

número de cernícalos, por el contrario, ha ido disminuyendo perceptiblemente en el

centro urbano paceño, pero no en El Alto. De hecho, el famoso Mirador de Kílli

Kílli (Villa Pabón) debe su nombre justamente a la frecuencia de avistamientos de

cernícalos en el sitio. Actualmente los avistamientos del cernícalo en el lugar son

ocasionales y la percepción de las trabajadoras del mercado de Kílli Kílli es que

“ya no se ven” y el consenso general es que disminuyeron drásticamente en los

últimos 15 años. En este sentido nuestra hipótesis es que la disminución de áreas

verdes en Villa Pabón, muchas de las cuales tenían características de huertas

caseras, disminuyeron la disponibilidad de insectos y roedores para este pequeño

predador, sobreviviendo aquellos individuos que lograron dirigir su dieta y

costumbres tróficas a capturar pichones de palomas y ocasionalmente algún que

otro roedor. El cernícalo a sido definido como una especie generalista en cuanto a

requisitos tróficos (Bird et al, 1996; Ferguson Lees y Christie, 2005; inter aliis) pero

también en el gremio de los consumidores de insectos (Bo et al, 2007). En nuestro

caso y para el período de estudios, hemos podido observar una pareja de

cernícalos persiguiendo una pichitanka (Zonotrichia capensis: Emberizidae) en

plena urbe paceña; en tres ocasiones individuos solitarios de cernícalos llevando

roedores entre sus garras y en cuatro ocasiones ingresando en entretechos para

llevarse pichones de palomas. Como en el caso de la maría, la imagen del

cernícalo no provoca temor en las palomas. Lo anteriormente descripto claramente

indica que la especie ha ido adaptando sus necesidades tróficas a las

particularidades de los ecosistemas urbanos altiplánico de La Paz y El Alto. Hemos

observado al menos un nido de cernícalo en la ciudad de La Paz, por lo que la

especie podría categorizarse ecológicamente como de urban exploiters (Sensu

McKinney, 2002; 2006).

Importancia cultural


El rescate de valores culturales, de una historia y la apropiación de los mismos le dan al individuo, a la sociedad, identidad y sentido de pertenencia y estos, una de las cosas más preciadas para el individuo y

necesarias como sustrato para la educación…autoestima. E. Richard, 2003

Una de las definiciones más concretas de cultura es la del antropólogo Salvador

Canals Frau (1986) que la define como “La herencia social de un pueblo”. El

rescate y puesta en valor de los elementos tangibles e intangibles constituyentes de

la cultura son fundamentales para preservar el patrimonio, la identidad y

pertenencia de un pueblo o sociedad. Por otro lado, los contenidos culturales

asociados a la biodiversidad local son fundamentales y básicos para realizar la

puesta en valor en emprendimientos turísticos y por supuesto insumos vitales para

la construcción de una educación descolonizadora que promueva valores

patrimoniales, identidad, pertenencia, amor por lo propio, biofilia y cultura de la

contemplación (cfc Richard y Contreras, 2012; 2013a). En este sentido es

necesario recordar que las relaciones entre la diversidad biológica y cultural

incluyen procesos sociales y políticos además de los ambientales (cfc. Ibarra et al,

2012). Por tal motivo si existe pérdida de diversidad biológica existe pérdida de

diversidad cultural y viceversa (fide Maffi, 2005; Ibarra et al, 2012). A manera de

ejemplo (En extremo simplificado), si se extingue el cóndor, la gente dejará

gradualmente de hablar de él y su contexto cultural hasta que se pierda dicho

bagaje cultural con la especie…

De las cuatro rapaces aquí citadas sin duda alguna el cóndor es la que mayor

importancia cultural se le ha dado en la historia de las culturas andinas. Es

considerada Patrimonio Cultural y Natural de Sudamérica, por su rol protagónico y

funcional en el folclore, la mitología y otros aspectos culturales de las regiones

andinas de Sudamérica, donde desde los mismos orígenes de tales culturas ha

sido una especie observada y venerada (cfc Gordillo, 2000; 2002; Ibarra et al,

2012). Es así como la especie aparece con un rol protagónico en manifestaciones

de arte rupestre, cerámica y arte textil desde los tiempos preincaicos a la

actualidad, asimismo en la expresión literaria, poética y musical. Existen numerosas

leyendas, bailes y refranes en torno al cóndor (cfc Gordillo, 2000; 2002; Ibarra et al,

2012; inter aliis). En nuestro país y concretamente en los dominios de Tiwanaku


(Que incluía el Valle de La Paz) el cóndor tuvo una rol protagónico en su mitología y

demás aspectos culturales como se desprende de la importancia asignada a esta

especie en los frisos de la Puerta del Sol y en la propia figura de Viracocha con

cetros con cabezas de cóndores (Foto 18 y 19). Durante el imperio Inca el cóndor

(Apu Kuntur) fue una divinidad especial que unía el Hanan Pacha con el Kay Pacha

y podría haber tenido templos especiales para su culto (cfc Gordillo, 2000; 2002;

Ibarra et al, 2012, inter aliis). Para la cultura Aymara, Malku, además de representar

al espíritu de las montañas que rodean a las comunidades y la fuente de vida,

también representa al cóndor como animal sagrado (Ibarra et al, 2012) y por

supuesto esto se refleja en la propia jerarquía social (Apu Malku, Malku, etc.).

Asimismo, el cóndor es parte de los escudos de varios países sudamericanos como

Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador. Forma parte también del escudo de la Policía

Boliviana. Complementariamente, se conocen usos en medicina tradicional y

economías locales asociadas al cóndor (fide Ibarra et al, 2012). Literatura

descriptiva de la importancia cultural de cóndor andino no falta por lo que no existe

excusa alguna para utilizarla en la puesta en valor de la especie con fines turísticos,

educativos y sobre todo de conservación de la misma. Finalmente, no podemos

dejar de mencionar la leyenda ó profecía del águila representando el conocimiento

tecnológico y el cóndor representando la espiritualidad cuya unión en el quinto

Pachakuti representa la salvación del mundo.

Similarmente podemos encontrar, aunque en menor medida, literatura específica

asociada a las águilas (G. melanoleucus y G. polyosoma) y halcones (Falco

sparverius y Phalcoboenus megalopterus) y su inclusión en la literatura y mitología

andina como mensajeros sobrenaturales y asistentes de los dioses (cfc. Payne,

1984; Aliaga, 1987; Reinhard, 2008; Frontaura Argandoña, 2014; inter aliis). Así, en

el Imperio Inca, la “maría” (Phalcoboenus megalopterus) ocupaba un alto nivel de

culto como el ave “Inti”, que representaba al Inca (Pulido et al, 2007). Las rapaces

en general han sido parte de la cultura humana global desde hace miles de años.

De ello surge la actividad de la cetrería, deporte basado en la alianza ser humano -

ave rapaz y que cuenta con más de 2000 años de antigüedad. En Bolivia si bien es

una actividad precoz, se la practica y tiene algunos cultores en la ciudad de La Paz.


Las aves adiestradas por cetrería también son utilizadas en control biológico de

plagas. En Perú se utiliza el águila mora y el cernícalo en el control de plagas

urbanas y sobre todo para controlar palomas domésticas y otras aves en

aeropuertos como sucede en diferentes partes del mundo (cfc. Erickson et al.

1990). Uruguay, siguiendo las políticas de numerosos países al respecto, hace lo

propio utilizando tres especies de rapaces (Entre ellas el águila mora) en el

programa “Guardianes de los cielos” para resguardar del impacto de palomas y

otras aves los despegues y aterrizajes de aviones en sus aeropuertos (cfc Rosso,

2003). Cabe destacar que la gran habilidad y destreza que poseen las rapaces para

la captura de alimento o cacería, su admirable aptitud de vuelo y su mirada rapaz

han sido determinantes para que las mismas se posicionen como figuras

importantes en la mitología, arte, literatura y otras manifestaciones de la cultura en

todo el mundo y a través del tiempo ocupando lugares importantes de grandes

culturas como la Egipcia, Griega, Romana, Árabe, Japonesa, India y Americana

(Méndez et al, 2006). Dada la intrínseca relación que existe entre diversidad

biológica y cultural, conservar las rapaces paceñas implica conservar y perpetuar la

cultura.

Importancia ecoturística El ecoturismo ha sido definido como:

“Una modalidad del turismo sostenible que a su vez se inserta dentro del marco general

de desarrollo sostenible. Por tanto, el ecoturismo es todo aquel turismo que contribuye

al desarrollo sostenible” (Ceballos-Lascuráin,1994).

En sus comienzos existía una tendencia a restringir la definición a áreas naturales

pero actualmente se cuenta con una más amplia perspectiva y se admite bajo esta

modalidad cualquier destino natural o cultural. Del ecoturismo surge el turismo

ornitológico como un segmento turístico en auge y si bien cuenta con varias

definiciones, una de las más actuales lo define como: “El viaje motivado por la realización de actividades de ocio relacionadas con la

ornitología, como la detección, identificación u observación de la avifauna; con el

objetivo de acercarse a la naturaleza para cubrir necesidades de aprendizaje, afiliación,

consecución y/o reconocimiento personal” (López Roig, 2008)


La observación de aves es una actividad que por un lado promueve la conservación

de los ambientes, vinculada al turismo en la naturaleza y por otro proporciona

efectos recreativos y terapéuticos para quienes la practican y/o hayan desarrollado

su biofilia y cultura de la contemplación (cfc Richard y Contreras 2013a). Los

aficionados a esta actividad en general se interesan en visitar lugares nuevos con

el potencial de avistar nuevas especies de aves, especialmente aquellos destinos

que les permite disfrutar de un contexto diferente al propio (cfc Sekercioglu, 2002;

López Roig, 2008). Consecuentemente, el perfil del turista ornitófilo es el de una

persona que busca conocer aves nuevas y/o observarlas en entorno natural en

libertad y ello en general incluye o involucra actividades complementarias e

inherentes a dicha actividad como caminatas, contemplación, actividades físicas,

terapéuticas, y por supuesto documentación escrita (Completar listas de aves

observadas, notas de campo, etc.), gráfica (Dibujos esquemáticos de las aves,

fotos de referencia, etc.) o manifestaciones artísticas de las especies (Fotografía o

dibujo). Es decir, se trata de una actividad que involucra aspectos sociales, lúdicos,

recreacional, culturales, terapéuticos y educativos. Las especies carismáticas, con

un comportamiento poco frecuente, las migraciones, ciclos de vida, entre otros

contribuyen sin duda a dinamizar los espacios donde se efectúan las

observaciones, contribuyendo de esta manera en un desarrollo territorial distinto,

más dinámico (PROFODE, 2010).

El turismo ornitológico tiene un gran mercado potencial global, de hecho sólo en

Estados Unidos, uno de los países que más promueve esta actividad, existían 46

millones de observadores de aves en el 2001 (fide López Roig, 2008) y 78 millones

en todo el mundo (PROFODE, 2010). En Estados Unidos se calcula que los

observadores de aves o birdwatchers gastan un promedio de 2,5 billones de

dólares por año en esta actividad. Sin embargo no es menos cierto que para

promover esta actividad es necesario conocer lo propio y amarlo, nadie puede

mostrar lo que no conoce y ama. En este sentido es vital desarrollar, además de

biofilia, la necesaria cultura de la contemplación que hoy en los hechos no tenemos

(cfc Richard y Contreras, 2013a). Curiosamente, algunos de los países vecinos de

Bolivia que no poseen en forma oficial los principios sustentadores del buen


vivir/vivir bien (fide Boff, 2010; Huanacuni, 2010) tienen un desarrollo mucho mayor

de la cultura de la contemplación y la biofilia. Esto es particularmente evidente si

tomamos como referencia a las aves. Argentina posee una diversidad de

aproximadamente 1000 especies de aves (Coconier y Di Giacomo 2009), tuvo su

primer revista científica de ornitología (Vigente actualmente) en 1917, “El Hornero”

y hasta el 2012 poseía un total de 63 clubes de observadores de aves (Biofilia +

cultura de la contemplación) en todo su territorio (cfc AOP 2012). Otro vecino de

Bolivia, Chile tiene tan solo 438 especies de aves, es decir casi el 30 % de la

diversidad de aves de Bolivia (1414 especies fide Maillard et al, 2010) y también

posee clubes de observadores de aves y revistas especializadas de ornitología,

tanto científicas, como para aficionados. La paradoja es que, de los tres países

nombrados (Argentina, Bolivia y Chile), Bolivia es el que posee mayor diversidad de

especies de aves y sin embargo a la fecha no tiene un solo club de ornitólogos y/o

similares porque no se promueve, por la causa que fuere, desde la educación, la

cultura de la contemplación, la biofilia o el amor por lo propio (cfc Richard, 2006b;

2006c, Richard, 2010; Richard y Contreras, 2012; Richard y Contreras 2013a). Por

ello se hace necesario educar en la biodiversidad local y el desarrollo de biofilia y

cultura de la contemplación (fide Richard y Conteras 2013a). Luego el desarrollo de

la actividad del turismo ornitológico en Bolivia surgirá espontáneamente estimulado

y motivado como consecuencia de lo anterior. En nuestro caso, para el Valle de La

Paz se conoce al menos 161 especies de aves y para la propia ciudad de La Paz,

al menos 51 (Martínez et al, 2010; Rossel, 2013). De ellas las rapaces citadas,

además de tener un fuerte carácter carismático (sensu Heywood, 1995), son

también especies conspicuas (fáciles de ver, excepto el cóndor) y representativas

de la diversidad biológica y cultural altiplánica; con el agregado de que poseen

adaptaciones tróficas y ecológicas al ecosistema urbano singulares que le dan un

atractivo ecoetológico y turístico adicional. Por lo tanto las rapaces de La Paz y el

resto de su avifauna se constituyen en un potencial atractivo para el segmento del

turismo ornitológico, aun no explorado en nuestra ciudad; siempre y cuando esto

vaya acompañado de un proceso de educación y concientización sobre las mismas

y su rol ecológico en los ecosistemas naturales y sobre todo en la ciudad de La Paz


(fide Sekercioglu, 2006; Richard y Contreras 2013a), acompañado de políticas

educativas que promuevan en el urbanita paceño la biofilia y la cultura de la

contemplación.

Importancia educativa Las verdaderas revoluciones se gestan desde las bases,

con educación, en el aula. E. Richard, 1997

Investigar para conocer… Conocer para administrar… Educar para conservar…Conservar para prosperar…

Porque…No se puede querer, amar, conservar… lo que no se conoce o no se sabe si quiera que existe…

E. Richard, 2007

En 2006 se realizó una encuesta en la ciudad de La Paz (Bolivia) (Richard y

Contreras, 2013a) con 178 niños y 377 estudiantes universitarios de diferentes

cursos y universidades (Excluidas, por obvios motivos, las carreras de ciencias

ambientales y ciencias de la salud), el resultado de estos últimos no fue muy

diferente al obtenido de los niños: El 37 % opinaba que la comida que consumían

provenía del mercado, el porcentaje restante afirma que provenía del campo

(Ecosistemas antropogénicos), el 97 % de los estudiantes afirmó que el oxígeno

que consumían provenía del “aire” y el 92 % no sabía que forma de vida era

responsable de la captura de C02 atmosférico. Asimismo el 82 % reconoció no

saber para que servía o que utilidad podía tener un área natural (Bosque, selva,

pradera, etc.). Esta pequeñísima muestra corrobora lo afirmado por otros autores

(Wackernagel y Rees, 1996; Morello y Rodríguez, 2001; Richard, 2006a; 2008,

Müller et al, 2010; Richard y Conteras, 2012; Richard y Contreras, 2013a; inter

aliis). El ecosistema urbano condiciona social y culturalmente al urbanita y la

educación que recibe está descontextualizada de lo ambiental derivando en un

divorcio entre lo urbano y tecnológico y lo natural. Divorcio sinergizado por los tintes

políticos de neto corte capitalista en la educación y entorno social. Capitalismo que

promueve, sin duda alguna, el fenotipo necrofílico y mercantilista del urbanita actual

(Richard y Contreras, 2013a). Evidentemente, el hecho de que el urbanita pueda

conseguir sus alimentos en un mercado ha conducido a cortar literalmente la

relación más vital que tiene con la naturaleza, al punto de que a menos que el


urbanita estudie una carrera vinculada con el ambiente; para la mayoría restante,

se pierde el conocimiento interpretativo de las relaciones de armonía que el

urbanita como especie debería llevar en el planeta y por supuesto su biofilia (fide

Kellert y Wilson, 1993) y cultura de la contemplación (Richard y Contreras, 2013a).

Es entonces donde los conocimientos impartidos en el sistema educativo pierden

vigencia por el tiempo y pierden vigencia por la escasa legitimación de tales

conocimientos con una práctica vivencial que le permita al urbanita en formación

adquirir no solo conocimiento, sino práctica, destrezas y competencias

interpretativas en contacto con la naturaleza. Por otro lado y consecuente con lo

anterior el ecosistema urbano se ha convertido en un escenario donde no sólo se

perdió el vínculo biofílico y cultural con la naturaleza sino que además se

desarrollan conductas totalmente contrarias a la ética y moral y la propia esencia

humana tales como el maltrato animal, el vandalismo contra animales y plantas y

un largo etc.(cfc Kellert, 1996) que pone de manifiesto, ni más ni menos que la

pérdida de biofilia o conexión, amor, afinidad existente entre las especies. Dicha

biofilia es la filiación innata emocional de los seres humanos, entre ellos y hacia

otras criaturas vivas (fide Kellert y Wilson, 1993; Krčmářová, 2009). La biofilia es

entonces la expresión natural y fenotípica de los genes que la decodifican. En este

sentido y si bien la biofilia es una cualidad genotípica y por tanto innata del ser

humano, la expresión fenotípica es también condicionada en el urbanita por la

cultura y sobre todo (O consecuentemente) por su formación social y educativa.

Efectivamente, una educación descontextualizada (colonizadora) y totalmente

ajena a la naturaleza y donde los contenidos ambientales se enseñan en el aula

con una escasa o nula contextualización en entornos naturales deriva en el fenotipo

necrofílico (fide Richard y Contreras, 2013a) que actualmente tenemos y

caracterizado por una carencia casi absoluta de valores éticos, biofilia y

compromiso hacia el entorno natural y con el pensamiento subyacente de que la

ciencia y la tecnología soluciona todos los problemas planetarios (cfc Morello y

Rodríguez, 2001; Müller et al, 2010; Pfeffer et al, 2001; Richard, 2006a; 2006b,

2008; Wackernagel y Rees, 1996; Richard y Contreras, 2013a; inter aliis); posición

sinergizada por los valores del modelo capitalista imperante (Albó, 2011; Gudynas,


2011; inter aliis). Vale decir que aun cuando el ser humano como especie nace con

una biofilia innata ó genotípica, esta es luego enmascarada en un fenotipo

típicamente urbano a partir de la cultura y educación que responde en última

instancia a valores opuestos a la biofilia en su más amplio sentido. El urbanita

entonces se ve caracterizado o bien por una manifiesta indiferencia a los problemas

ambientales y/o por valores y conductas totalmente opuestos a la biofilia: la

necrofilia, no tanto en el sentido dado por Fromm (1964) sino exactamente como

antítesis al aquí dado al término de biofilia. Esta necrofilia que se ve reflejada en

actitudes de maltrato animal exacerbado (Hasta la muerte precisamente), maltrato a

las plantas y fobia a distintos tipos de animales; entre los cuales los reptiles,

arácnidos e insectos probablemente se lleven el lamentable primer premio (Cfc

Kellert, 1993). Por otro lado la visión urbana cotidiana de la biodiversidad es

netamente necrofílica también y es la visión que muestran los mercados y

supermercados de pescado, carnes y vegetales, a donde el urbanita concurre a

diario con sus niños y donde todo lo estos niños ven, está muerto o agonizante,

imágenes con las que retroalimentan cotidianamente su necrofilia y refuerza este

fenotipo. En este contexto existe poco o ningún equilibrio con imágenes opuestas,

es decir con imágenes de vida en plenitud y en armonía. El desafío es entonces

desarrollar nuevas estrategias de aprendizaje, aprehendizaje y enseñanza basadas

en investigación (fide Richard 2004) tendientes a capitalizar y sobre todo fortalecer

la biofilia innata (Genotipo) de la especie humana en la construcción de un

ciudadano ambiental crítico (Fenotipo biofílico) y que desde dicho perfil pueda

comprender, interpretar las interrelaciones entre la naturaleza, el ser humano y su

desarrollo a todo nivel y en función de ello, actuar a favor de tecnología limpias,

prevención de la contaminación, cambio climático, conservación de la biodiversidad

y un muy extenso etc. Por tal motivo, si concretamente el problema es que el

urbanita perdió su nexo biofilico (Fenotipo) con la naturaleza, por una educación y

cultura que lo llevó a ello; la solución evidentemente es devolverle dicho nexo

desde la educación y cultura también. En este sentido y sin duda alguna creemos

que la mejor forma de hacerlo es en primera instancia creando Reservas Naturales

Urbanas (RNU´s) y mayor cantidad de espacios verdes y en segunda instancia


promoviendo y realizando una puesta en valor (fide Richard y Contreras, 2013a) de

la biodiversidad urbana existente, y desarrollando nuevas estrategias de

aprendizaje y enseñanza mediatizadas a través del diálogo de saberes en un

contexto de bienestar (fide UN, 2012) y/o vivir bien (fide Huanacuni, 2010). Mostrar

en la escuela a la naturaleza con gráficas, fotos, etc., es mostrar algo demasiado

lejano para la mente de un niño, joven o adolescente. Sobre todo si lo que se

muestra ni siquiera es biodiversidad local, paceña o boliviana. Se necesita formar

integralmente a las personas en contenidos ambientales y desarrollar, potenciar y

sinergizar la biofilia y la cultura de la contemplación como elementos vitales en la

construcción del ciudadano ambiental (fenotipo). En este sentido, las RNU´s,

espacios verdes y/o la biodiversidad urbana planteadas como aulas de

interpretación y educación ambiental transversales en los contenidos del sistema

educativo completo y contextualizado con la biodiversidad nacional, conducirá

nuevamente a la integración humano naturaleza, devolviéndole la biofilia al primero

desde la experiencia de vivenciar la naturaleza, desarrollar la cultura de la

contemplación (fide Richard y Contreras, 2013a) y sobre todo la convicción de que

la conservación de los ecosistemas y especies es el único camino para el futuro de

la humanidad. Como urbanitas, circunscriptos a una jungla de cemento, la

construcción de un ciudadano crítico comprometido con la conservación y uso

sostenible de la naturaleza solo es posible desde la convicción y el resurgimiento

de valores biofílicos y una cultura de la contemplación en un contexto de bienestar

y vivir bien. Conseguido esto, se logrará sin duda alguna alcanzar los objetivos

planteados previamente para la educación y la educación ambiental. En este

sentido las aves rapaces constituyen, elementos representativos de la diversidad

biológica y cultural altiplánica local. Son depredadores que se ubican en el extremo

de las cadenas alimenticias lo que por un lado las hace relativamente escasas y por

tanto sensibles a procesos de extinción, pero también son excelentes indicadores

de salud del ecosistema ya que por su posición en la cadena trófica acumulan los

biocidas y tóxicos de los eslabones inferiores que constituyen sus presas. Todo ello

hace que las mismas se constituyan en excelentes modelos de educación

ambiental ilustrando los puntos anteriores, entre otros (cfc. Sekercioglu, 2006).


Tener al menos cuatro especies de rapaces en la ciudad de La Paz y El Alto, como

representantes de la diversidad biológica y cultural local entonces es todo un

privilegio que no podemos obviar y urgentemente incluir en la educación formal e

informal. Estas rapaces permiten desarrollar actividades prácticas de observación,

desarrollo de la biofilia y cultura de contemplación en nuestros niños, adolescentes

y jóvenes y permiten además ilustrar y sobre todo vivenciar el rol ecológico,

educativo y terapéutico de estos depredadores en el ecosistema urbano y los

naturales, la relación depredador presa, su función como controladores de especies

plaga (paloma doméstica), su papel en las manifestaciones culturales locales, etc.

En el caso del cóndor se hace vital, desde la educación, erradicar la creencia de

que este animal carroñero ataca el ganado, entre otros. Los docentes deben

enseñar las características de carroñero y hacer una puesta en valor de su rol

ecológico y cultural a fin de evitar que se lo siga persiguiendo y matando. La

observación eventual de un cóndor y la comparación con las otras tres rapaces

permite desarrollar procesos de enseñanza aprendizaje que permitan distinguir las

diferencias entre una ave carroñera y las cazadoras desde su morfología hasta su

comportamiento, entre otros (cfc. Figueroa, 1995; Sekercioglu, 2006; Méndez et al,

2006; Acuña, 2007, inter aliis).

La observación de las rapaces permite sensibilizar a la sociedad sobre la

importancia de la biodiversidad urbana en el funcionamiento de los ecosistemas

sobre todo el urbano y acercar un poco más la naturaleza al urbanita en un

contexto de diversidad cultural. Por otro lado no debemos olvidar también relacionar

en lo educativo, lo ecológico con lo cultural. En este sentido es bueno destacar por

ejemplo el rol del cóndor y las restantes rapaces en las culturas originarias de

Bolivia y su simbolismo como ave nacional, etc. Las rapaces como medios

pedagógicos están en nuestra ciudad, sólo falta ahora la voluntad y motivación de

los docentes de trabajar con ellas, como viene ocurriendo en otros países (cfc.

Figueroa, 1995; Sekercioglu, 2006; Méndez et al, 2006; Acuña, 2007, inter aliis)

Importancia terapéutica


Desde hace al menos tres décadas, la ciencia viene demostrando los efectos

terapéuticos de la biodiversidad, las áreas verdes y reservas urbanas en los

ecosistemas urbanos (cfc Richard y Contreras, 2012; 2013a). Ulrich (1984) primero

y luego Fuller et al (2007) demostraron los beneficios psicológicos de los espacios

verdes en áreas urbanas y/o su biodiversidad sobre la psiquis humana de urbanitas

sanos. Establecieron una relación entre la variación (riqueza de especies) en la

calidad de los espacios verdes y el bienestar humano (human well-being, Sic.) en

general; concluyendo que los espacios verdes y sobre todo su biodiversidad tenían

notables efectos terapéuticos de tipo psicológico (Bienestar). En tal sentido, los

mayores efectos terapéuticos y/o de bienestar sobre los urbanitas provenían de la

interacción de estos, con espacios verdes (Mayores de 1 hectárea) con mayor

heterogeneidad específica de especies conspicuas (Aves, mariposas, árboles,

plantas con flores, etc.). Recientes revisiones sobre el tema (Richard y Contreras,

2013a y este congreso) incluyen una clasificación de los efectos terapéuticos de la

biodiversidad en el urbanita. Resulta vital entonces trabajar con la biodiversidad en

los espacios verdes, la educación para la biofilia y la cultura de la contemplación

(fide Richard y Contreras, 2013a) ya que los efectos terapéuticos, curativos y

psicológicos de la biodiversidad tendrán obviamente su máxima efectividad en

aquellos ciudadanos que poseen y/o desarrollaron tanto biofilia como cultura de la

contemplación. Este último concepto ha sido definido como el conjunto de

procesos, estrategias educativas y sociales conducentes a desarrollar en el

ciudadano la percepción, interpretación, gusto, amor y placer por la belleza en el

arte y arte en la naturaleza (cfc Richard y Contreras, 2012; 2013a). En otras

palabras, la adecuación fenotípica coherente a la biofilia genotípica del ser humano.

Es la cultura que le permite a las personas que la poseen poder permanecer horas

extasiadas en una experiencia endorfínica y desestresante observando una flor de

orquídea o el majestuoso vuelo de un águila como las obras de arte natural que son

y que jamás se apreciarán, al margen de la cultura de la contemplación. La cultura

de la contemplación permite percibir el arte, (disfrutarlo, amarlo, respetarlo,

conservarlo) en lo que ahora el urbanita considera trivial e irrelevante (Nadie ama lo

que no conoce… Richard y Contreras, 2012). A mayor grado de biofilia y cultura de


contemplación, mayor grado de sensibilidad y permeabilidad a los efectos

psicológicos, espirituales, estéticos y terapéuticos de la naturaleza y/o su

biodiversidad. Por tanto, el ciudadano que percibe tales beneficios, los valorará

convirtiéndose en un ciudadano ambiental (fide Gudynas, 2011; Richard y

Contreras, 2013a) comprometido con la conservación de la naturaleza. En nuestro

caso, estamos frente a cuatro especies conspicuas (Excepto el cóndor) y

carismáticas que resaltan notablemente en el espacio urbano de La Paz, por lo que

se constituyen en instrumentos ideales para promover, desde la educación, la

biofilia y cultura de la contemplación necesarias para lograr los efectos terapéuticos

que la biodiversidad urbana ejerce.

Conclusiones, recomendaciones y propuestas Existen al menos cuatro especies de rapaces urbanas para la ciudad de La Paz.

Tres son especies adaptadas al ecosistema urbano y posiblemente explotadoras

del mismo (De verificarse que cumplen todo su ciclo de vida aquí). Todas ellas

cumplen una importante función sanitaria y ecológica en el ecosistema urbano

combatiendo plagas urbanas como palomas domésticas y roedores, que además

de ser portadores potenciales de más de 40 enfermedades y contaminación de

alimentos, son responsables, sobre todo la paloma doméstica de deteriorar el

patrimonio y ornato público. La labor de estas rapaces le ahorran al municipio y

gobernación una gran cantidad de dinero. Dada su posición en la cadena trófica

como depredadores tope, especies carismáticas y bandera además de ser

conspicuas; potencialmente pueden prestar también un gran servicio educativo

permitiendo acercar la naturaleza al urbanita a través de actividades de educación

y/o contemplación diseñadas a tal fin promoviendo con ello conocimiento y el

desarrollo de biofilia y cultura de la contemplación de lo propio, para amarla,

valorarla y conservarla junto al acervo cultural asociado. Las características de

adaptación trófica y ecoetológicas que han adquirido para el ecosistema urbano

particular de La Paz y El Alto las convierte en un recurso ecoturístico único y que de

capitalizarse en recorridos urbanos permitiría desarrollar el turismo ornitológico

urbano, conocer nuestro patrimonio ornitológico para valorarlo y amarlo y desde ya


una fuente adicional de ingresos para la actividad turística. Por lo expuesto, se

recomienda a las autoridades iniciar una campaña de concientización sobre la

importancia de estas aves para la ciudad de La Paz poniendo a disposición del

público la información correspondiente para que pueda capitalizarse en actividades

de educación, cultura, recreación, terapéuticas, turismo, ecología y conservación.

En este sentido, sería pertinente y oportuno para sinergizar dicha campaña declarar

a las aves rapaces de La Paz, amigas, ciudadanas de la ciudad o patrimonio

natural y cultural de la misma. Asimismo, se propone construir perchas y cajas nido

para favorecer el establecimiento completo de estas aves en la ciudad a fin de

lograr la máxima eficacia y eficiencia en los servicios que las mismas actualmente

prestan a las urbes paceña y alteña.

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CITA BIBLIOGRÁFICA (ISO 690) RICHARD, E. y D. CONTRERAS ZAPATA. 2015. Aves rapaces diurnas de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz: Conservación e Importancia ecológica, cultural, ecoturística, educativa y terapéutica. Pp: 219 – 252. En: Ostermann S. D., A. C. Ballón, L. Paredes, J. L. Carvajal y J. P. Davila (Eds). Markas, Tambos y Waq´as: Los caminos de la memoria de La Paz – Chuquiago Marka. I Congreso Municipal de Historia de La Paz. Gobierno Autónomo de La Paz y Producciones CIMA. 540 p. La Paz, Bolivia.


ANEXO FOTOGRÁFICO

Documentación fotográfica

Aves rapaces diurnas de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz: Conservación e Importancia

ecológica, cultural, ecoturística, educativa y terapéutica


Foto 1: Vista parcial de la “hollada” que conforma la ciudad de N. S. de La Paz. Autor: E. Richard


Foto 2: Ejemplar de cóndor (Vultur gryphus) macho adulto exhibiendo su típica cresta. Foto tomada

de un ejemplar del zoológico de Mallasa. Autor: E. Richard

Foto 3: Ejemplar de cóndor (Vultur gryphus) hembra adulto. Foto tomada de un ejemplar del

zoológico de Mallasa. Autor: E. Richard


Foto 4: Disfraz de cóndor (Malku) utilizado en bailes tradicionales de La Paz (Foto tomada en El Prado). Autor: E. Richard


Foto 5: Disfraz de cóndor (Malku) utilizado en bailes tradicionales de La Paz (Foto tomada en Plaza Murillo). Autor: E. Richard


Foto 6:Águila mora (Geranoaetus melanoleucus), sobrevolando Villa Pabón. Autor: E. Richard

Foto 7:Águila mora (Geranoaetus melanoleucus), sobrevolando la ciudad de La Paz, foto tomada

desde Villa Pabón. Autor: E. Richard


Foto 8: Plaza Murillo cerca del mediodía mostrando la alta densidad de palomas domésticas. Autor:

E. Richard.


Foto 9: Palomas domésticas alimentándose en un container, rompiendo y dispersando los residuos de su interior (Villa Pabón). Autor: E. Richard.

Foto 10: Águila mora (Geranoaetus melanoleucus), “arriando” en altura una bandada de palomas

sobre el cielo de la ciudad de La Paz. Autor: E. Richard

Foto 11: Águila mora (Geranoaetus melanoleucus), en el instante en que toma a una de las palomas

sobre el cielo de la ciudad de La Paz. Autor: E. Richard


Foto 12: Aguilucho común (Geranoaetus polyosoma), volando literalmente en el interior de una

bandada de palomas. Foto tomada en Plaza Murillo. Autor: E. Richard

Foto 13: Aguilucho común consumiendo una paloma sobre el dintel frontal de la Catedral de La Paz,

en la Plaza Murillo. Autor: E. Richard.


María (Phalcoboenus megalopterus) adulto. Foto tomada en Villa Pabón. Autor: E. Richard


Foto 14: María (Phalcoboenus megalopterus) adulto. Foto tomada en el Zoológico de Mallasa. Autor:

E. Richard

Foto 15: María (Phalcoboenus megalopterus) subadulto, al borde del camino a Copacabana. Autor:

E. Richard


Foto 16: Cernícalo (Falco sparverius) sobre una línea de electricidad. Autor: E. Richard


Foto 17: Cernícalos (Falco sparverius) juveniles sobre un poste de electricidad. Autor: E. Richard

Foto 18: Puerta del Sol (Tiwanaku) con motivos alegóricos de cóndor sobre su frente. Autor: E.

Richard


Foto 19: Puerta del Sol (Tiwanaku) friso con la figura de Viracocha con cetros de cabezas de cóndores y chasquis cóndores a ambos lados. Autor: E. Richard

Aves Rapaces de La Ciudad de La Paz_ER y DCZ

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