Ataque Contra El Lugar Santisimo

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Autor: Clifford Golstein.

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Titulo de la obra original: Graffiti in the Holy of Holies

Copyright © 2003 Pacific Press Publishing Association. Nampa,ldaho. EE.UU. de N.A. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

Copyright © 2005 traducción al español de la Asociación Publicadora lnteramericana y Gema Editores. Todos los derechos reservados.

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Presidente: Dr. Tomás Torres de Dios Vicepresidente de Finanzas: CP Irán Molina A. Vicepresidente Editorial: Magíster César Maya M.

Traductores: Sergio V. Collins Miguel Valdivia Fernando Zabala

Editores: Félix Cortés A. Sergio V. Collins

Diseño portada y diagramación de interiores: ldeyo Alomía Lozano

Texto bíblico de referencia: Reina-Valera Revisión 1960. El uso de otras versiones se indica en el lugar correspondiente.

ISBN 1-57554-416-4

Está prohibida y penada por la ley la reproducción total o parcial de esta obra (texto. diagramación). su tratamiento informático y su transmisión, ya sea electrónica. mecánica. por fotocopia o por cualquier otro medio. sin permiso previo y por escrito de los editores.

Impreso y encuadernado por: Grupo OP Gráficas S.A. Bogotá. Colombia

Impreso en Colombia Printed in Colombia

1' edición: mayo 2005

Contenido Capítulo 1 Banquillos de tres patas .......................................................... 7 Una fastidiosa pesadilla 8 - Un libro mal intencionado 9 Las 15 pruebas de Miller y Elena de White 11 -¿Una Biblia Adventista? 14 Lo esencial del asunto: una acusación malévola 17

Capítulo 2 Una astilla en el pie ................................................................ 21

Capítulo 3 La epifanía de Antíoco ........................................................... 25 Daniel capítulos 2, 7, 8 26- Lo que Daniel ve en la visión 29 Daniel 12 32- El dilema del cuerno pequeño 34- La "Astilla" 45 Características comparadas 48- "Unas pocas y claras referencias bíblicas" 53

Capítulo 4 De la antigüedad a la eternidad ............................................. 55 Daniel 2 56 - El cuerno pequeño de Daniel 7 59 ¿No se menciona por nombre? 69 - El cuerno pequeño y el juicio 71 ¿A quién se juzga? 77- Daniel 8, nuevamente 81

Capítulo 5 ¿Los eslabones más débiles? .................................................. 89 Las setenta semanas 90 - Cortadas 96 - ¿ 1.150 ó 2.300? 99 Purificado 101 -¿Celestial o terrenal? 104- "Dentro del velo" 108 El año 457 a.C. y todo lo demás 120 - El principio día por año 129 Conclusión 137

Capítulo 6 El evangelio y el juicio .......................................................... 143 El juicio en la Biblia 149- El juicio previo a la segunda venida del Hno. Dale 156- Las buenas nuevas del juicio 161 Resumen de lo tratado 174

Capítulo 7 El don de profecía ................................................................ 179 Testimonio personal 181- El Hno. Dale Ratzlaff y Elena de White 190 Elena de White y Guillermo Miller 192- La puerta cerrada 200 Elena de White y el evangelio lll- Conclusión 218

Capítulo 1

Banquillos de tres patas

LA EDITORIAL PACIFIC PRESS, hacia fines de la década de

1980, publicó un libro en inglés titulado 1844 Hecho Simple. 1 Éste

fue algo así como un intento desesperado realizado por su servi­

dor, el autor de la obra mencionada, para defender la enseñanza adventis­

ta referente al juicio investigador previo a la segunda venida de Jesús.

Desde aquellos años he recibido un copioso bagaje de conocimientos que

fortalecieron mi creencia, no sólo en la vigencia de nuestra enseñanza

acerca del juicio previo a la segunda venida, iniciado en 1844, sino ade­

más en la importancia de este evento trascendente.

Numerosos factores me trajeron hasta este punto, de los cuales uno se

refiere a que los detractores de la doctrina mencionada no sólo no han lo­

grado aducir ninguna nueva razón para combatir nuestra sólida posición,

sino ni siquiera se atreven a confrontar nuestras mejores defensas de la doc­

trina impugnada. Nos asiste el derecho a pensar que después de tanto tiem­

po debieran haber logrado concebir puntos de vista originales y recientes

para atacar aquello que desdeñan con tanta desfachatez. Sin embargo lo

único que hacen es disparar los consabidos argumentos artríticos de siem­

pre contra el juicio previo al advenimiento: ¿Qué pueden decir concer-

8 Ataque contra el Lugar Santísimo

niente al problema contextua! de Daniel 8? No ha existido validación para

el principio "día por año". No existen vínculos verbales entre Daniel 8 y

9. Antíoco Epífanes como el cuerno pequeño, ... y así sucesivamente.

Por cierto que arguyen que tales argumentos nunca se han contestado.

Disiento. La Iglesia -en las décadas de 1980 y 1990-- mediante sus teó­

logos más distinguidos, publicó Daniel and Revelation Committee Series

[Serie de Daniel y Apocalipsis] -siete tomos de sólido material erudito

que analizan y explican varios de los temas impugnados. Sin embargo,

aunque los críticos se mofan de estas obras, nunca han refutado seriamen­

te los asuntos que tratan; en cambio se han limitado a proferir expresiones

de condenación vagas y falsas contra la serie, y luego han dirigido su aten­

ción hacia otra cosa.

U na fastidiosa pesadilla Consideremos por ejemplo el principio de día por año, una de las pesa­

dillas esgrimidas por los opositores de 1844. He oído varias veces a un

conocido crítico afirmar que "en la Biblia no existe ni una brizna de evi­

dencia en favor del principio de día por año". Conforme. Pero en lugar de

burlarse de la colección Daniel and Revelation Committee Series (lo cual

el crítico al que me refiero ha hecho), ¿por qué jamás ha confrontado los

Si esté principio

~ .. f\ler• I:Jíblkot entoRc*S, ·en lugar ........ ~ ....... ){;'l! ·;· ... ~,;. ·~~ffl-.~la.: . defienden, ¡por q"" n'o desenmas~ cara _;.;.punto por punAQ-.ena c:.teter.P de. eUa7

dos capítulos de la colección que propugnan el

principio de día por año? Si este principio no

fuera bíblico, entonces, en lugar de atacar la

doctrina o burlarse de las obras que la defien­

den, ¿por qué no desenmascara -punto por

punto- esta defensa de ella? Nunca he oído

que él, u otros, ni siquiera hayan intentado

hacerlo.

Debo decir que tampoco se trata únicamen­

te del principio día por año. En vez de los acos­

tumbrados denuestos y coléricos resoplidos pro-

Banquillos de tres patas 9

feridos contra la colección de Daniel y Apocalipsis, ¿por qué esos críticos

no han emprendido la tarea de analizar punto por punto la refutación que

esta obra efectúa del papel que se atribuye a Antíoco Epífanes en Daniel

8? ¿O bien de su convincente capítulo sobre los ribetes paganos y papales

del cuerno pequeño? ¿O de su defensa de nuestra posición sobre Hebreos?

Con el coro de voces que promueven la interpretación que relaciona a

Antíoco con Daniel 8, uno se siente inclinado a pensar que por lo menos

una de esas voces detractoras debiera confrontar (o bien que procurara

hacerlo) la mejor refutación que la Iglesia ha efectuado de esa interpreta­

ción. En cambio (tal como ha sucedido con los demás capítulos) no han

producido nada, lo cual me ha inducido a pensar que si los críticos pudie­ran en realidad refutar estos conceptos, no vacilarían en hacerlo; pero

como no pueden, entonces no lo hacen. El silencio que se produce tan

sólo fortalece mi creencia en la doctrina de 1844.

Ciertamente, más afirmativa aún que su silencio, ha sido la Palabra de

Dios. Mientras algunos de estos individuos procuran definir qué partes de

la Biblia son correctas y cuáles no lo son, mi estudio personal de la Sagrada

Escritura ha afirmado constantemente mi creencia en el mensaje del

Santuario de 1844. Ha sido particularmente provechosa mi mayor com­

prensión y aprecio del evangelio dentro del contexto del Santuario y el jui­

cio. Lo antedicho, con un acrecentado estudio de Daniel, Apocalipsis y la

~.:ruz, ha aumentado mi creencia en 1844 y el juicio previo al advenimiento.

Con el transcurso de los años, a medida que aprendía más, comencé a

concebir la idea de que debía escribir lo que había aprendido -mi inten­

ción era actualizar y aumentar mi libro sobre el mismo tema ya publica­

do. 1844 Hecho Simple. Después de postergar este proyecto durante años,

finalmente convertí en realidad mis buenas intenciones, pero únicamente

después que mis esfuerzos fueron estimulados por un factor imprevisto.

Un libro mal intencionado Ese factor catalítico fue un libro ti tu ludo The Cultic Doctrine (~f Seventh­

day Adventists (CDSDA) 1 La doctrina clllticu de los adventistas del sépti-

1 O Ataque contra el Lugar Santísimo

mo día], escrito y publicado por Dale Ratzlaff, ex pastor adventista que

renunció a la Iglesia en 1981 porque, según él lo expresó por escrito, él y

su esposa habían encontrado "el camino de salida gracias a estudios reali­

zados".2 El Hno. Ratzlaff, adventista de cuarta generación, educado en ins­

tituciones de enseñanza adventistas a partir del primer grado de enseñan­

za básica hasta completar estudios de seminario, actualmente dirige una

empresa denominada Life Assurance Ministries (LAM) [Ministerios de

Vida Segura], orientada específicamente "para los adventistas del séptimo

día, los adventistas que buscan información, los sabatistas y los evangéli­

cos".3 LAM posee también un departamento de publicaciones cuya decla­

ración de misión dice: "Escribir, publicar, almacenar y vender libros sobre

asuntos pertinentes para ex adventistas, sabatistas y evangélicos que bus­

can información. Nuestro objetivo consiste en convertimos en la fuente de

información acerca de doctrinas y prácticas adventistas para el mundo

evangélico".4 Entre los libros que LAM tiene en venta figuran títulos de

libros escritos por luminarias como Desmond Ford, Walter Rea, Ron

Numbers, Jerry Gladson y el mismísimo Hno. Ratzlaff (incluso Sabbath

in Crisis [El sábado en crisis] que es un intento por desacreditar la posi­

ción adventista acerca del sábado).

Aunque no es mi propósito juzgar las intenciones ni los motivos de los

autores mencionados, y a pesar de las diferencias de tono, enfoque y eru­

dición, esas obras (por lo menos aquellas con las cuales estoy familiari­

zado) poseen un rasgo en común: crítica contra la Iglesia Adventista, sus

dirigentes, las doctrinas adventistas (en forma específica 1844), y, no

podía faltar, el ministerio de Elena G. de White. Mi libro Ataque contra

el Lugar Santísimo, es una respuesta a su libro The Cultic Doctrine of

Seventh-day Adventists [La doctrina cúltica de los adventistas]. Mi interés

en este caso no son el Hno. Ratzlaff, sus motivos, su sinceridad ni su inte­

gridad. Espero que los siguientes principios: "No juzguéis" (Mateo 7: 1) y

"el amor cristiano verdadero abrigado en el corazón y ejemplificado en la

vida, nos enseñará a usar la mejor interpretación posible al juzgar la con­

ducta de nuestros hermanos",5 me servirán de guía. Las vicisitudes pro-

12 Ataque contra el Lugar Santísimo

dijo el Hno. Ratzlaff, ella aprobó ampliamente los métodos y el mensaje

de Miller: "Podemos ver que el respaldo de Elena G. de White a William

Miller es abarcante. Es de importancia crucial para nuestro estudio com­

prender que ella declaró en forma inequívoca que Miller estaba siendo

guiado por Dios en sus métodos, sus conclusiones y su mensaje".7

Continúa diciendo: "El fundamento del adventismo descansa sobre el

amplio respaldo de Elena G. de White a los métodos y el mensaje de

William Miller".8 Dice además: "En el último capítulo vimos que Elena G.

de White dio a William Miller un respaldo abarcante y entusiasta. Ella,

hablando con 'autoridad profética', declaró en forma inequívoca que Dios

eligió a Miller, guió su mente en el estudio de las Escrituras, y le mostró

un método de interpretación bíblica que relacionaba una parte de la Es­

critura con otra, de una manera que le ayudó a descubrir una 'cadena per­

fecta de verdad' ".9

El Hno. Ratzlaff, inmediatamente después de esta última declaración,

procede a examinar los métodos de Miller, y amonesta a los lectores a

"dedicar el tiempo que sea necesario para leer cada una de las quince prue­

bas de Miller. Examínense su uso de la Escritura y las conclusiones que

extrae. Sin una total comprensión de este capítulo, será imposible enten­

der los argumentos y las conclusiones de este libro. Este capítulo encierra

-o no toma en cuenta- muchos de los aspectos distintivos de la teolo­

gía y la hermenéutica adventistas, y del ministerio profético de Elena G.

de White. (El énfasis está en el origina1.)"10

La mayor parte de los adventistas, me imagino, se sorprenderían al des­

cubrir que "muchos de los aspectos únicos" de nuestra teología y herme­

néutica se encuentran en las pruebas de Miller (o por lo menos en catorce

de éstas), y que 99.9 por ciento de nosotros probablemente nunca oyó ha­

blar de ellas. y ciertamente no las tomaría en serio como prueba para 1844,

aunque hubiéramos tenido conocimiento de ellas. (Aparentemente

William Miller, después de encontrar una prueba válida en Daniel, se dejó

llevar un poquito por el entusiasmo.)

Sin embargo el punto crucial es el desafío planteado por el Hno.

14 Ataque contra el Lugar Santísimo

suele sucederme, uno se empapa de tal modo con lo que está escribiendo

que no se percata de ciertos problemas (hasta el día cuando el libro ya está

impreso). O bien al darse cuenta de que su caso no estaba tan bien estruc­

turado, es posible que el Hno. Ratzlaff se sintiera acicateado por su con­

ciencia para que expresara la verdad, aunque fuera en una nota de pie de

página.

¿Una Biblia adventista? Existe otro pasaje en el libro en el que, nuevamente, si uno se sintiera

inclinado a juzgar duramente al Hno. Ratzlaff, podría hacerlo. En un capí­

tulo titulado "Falseando la Palabra"/1 escribe:

"Algunos cultos, como los mormones y los Testif?OS de Jehová, poseen

sus propias Biblias que pretenden que son más exactas que otras Biblias" . 14

Entonces, en este contexto --el de las Biblias de los mormones y los

Testigos de Jehová-, él declara que "la comunidad de los adventistas del

séptimo día ha producido otras dos nuevas Biblias", 15 siendo la implica­

ción directa que lo mismo que los mormones y los Testigos de Jehová, los

adventistas hemos estado "falseando la Palabra" con el fin de respaldar

nuestras doctrinas.

¿A qué Biblias se refiere para demostrar que hemos estado falseando

la Palabra de Dios?

En primer lugar a la edición inglesa denominada Clear Word [Palabra

Clara].

¿La versión Clear Word? Debido a que una imprenta de la denomi­

nación imprimió (que no es lo mismo que publicó) una paráfrasis de la

Biblia, ¿quiere eso decir que la denominación ahora tiene su propia Biblia,

en el mismo sentido que los Testigos de Jehová tienen su Traducción del

Nuevo Mundo? (Debido a que la editorial norteamericana Penguin

Books publica el Corán, ¿se ha convertido por eso en musulmana?).

Cualquiera que conozca aunque sea someramente a los adventistas del

séptimo día, se dará cuenta de lo injusta e inexacta que es la aseveración

de que la edición de la Biblia llamada The Clear Word pudiera ser una

Banquillos de tres patas 15

especie de versión oficial de la Iglesia Adventista.

Aunque leo una gran cantidad de libros y revistas publicados por nues­

tra Iglesia, raramente, si es que alguna vez, he visto citas tomadas de la

versión The Clear Word, y las escasas veces que encontré una, ha sido

siempre en forma de una paráfrasis. Soy director de la Guía de Estudio

para Adultos, de la Escuela Sabática, que es la publicación de estudio de

la Biblia oficial para la Iglesia Adventista de todo el mundo. Durante los

numerosos años que llevo en este cargo, ni una sola vez, ninguno de los

autores ha citado la versión The Clear Word en sus manuscritos, y si tal

cosa hubiera sucedido, yo mismo habría eliminado el texto citado, tal

como habría eliminado una cita de cualquier otra versión que fuera una

paráfrasis de la Biblia. Y a pesar de esto, según el Hno. Ratzlaff, la ver­

sión The Clear Word constituye evidencia de que estamos "desnaturali­

t.ando la Palabra" con la intención de apoyar nuestras enseñanzas.

Imagino que la mayor parte de los adventistas, es posible que ni siquie­

ra posean la versión The Clear Word (yo mismo no tengo una, ni tampo­

l'O la intención de adquirirla, únicamente porque no me agradan las pará­

frasis de la Biblia, y ni siquiera una que aparentemente se incline hacia

interpretaciones con las que estoy de acuerdo). En cuanto a los adventis­

tas que poseen un ejemplar de dicha versión, la mayor parte de ellos saben

que se trata de una paráfrasis, de la interpretación de una persona de lo

que la Biblia dice; además, saben que es una Biblia de estudio y no una en

la cual se pueda aprender la doctrina, y que no es la "Biblia adventista",

l'Omo tampoco la versión The Message [El Mensaje] escrita por Eugene

Peterson es una "Biblia Presbiteriana".

La portada de la versión The Clear Word declara específicamente que

se trata de una paráfrasis. El autor comienza el prefacio con esta declara­

l'ión: "Esta no es una nueva traducción sino una paráfrasis de las Es­

nituras. Su propósito no es para profundizar el estudio bíblico ni para ser

ll'fda públicamente en las iglesias". 11'

La versión que comentamos ni siquiera la publicó una casa editora ad­

ventista. El dueño del c.·opyriRht es el Dr. Juck Rlunco, uutor de la pará-

16 Ataque contra el Lugar Santísimo

frasis. La casa editora Review and Herald se limita a imprimir y distribuir

el texto; por lo tanto esta obra no es una publicación de esta editorial ad­

ventista. Cuando se publicó por primera vez, se hizo con el nombre de The

Clear Water Bible; pero en ediciones ulteriores, con el propósito de evitar

confusiones, se cambió el título a The Clear Word, título que difícilmente

entusiasma a los que insisten en afirmar que la Iglesia Adventista posee su

propia versión de la Biblia.

El otro ejemplo que el Hno. Ratzlaff trae a colación para acusar a los

adventistas de que están "desnaturalizando la Palabra" es The Study Bible

[Biblia de Estudio].

¿De qué Biblia me habla? Imagino que la mayor parte de los adventis­

tas nunca oyeron hablar de esta Biblia. Yo mismo lo ignoraba, hasta que

el Hno. Dale escribió en su libro que se trata de otra Biblia adventista.

Entonces, ¿qué es The Study Bible? Un colegio adventista indepen­

diente imprimió la versión de la Biblia King James con comentarios extraí­

dos de las publicaciones de Elena G. de White en los márgenes, como lo

hace la Scoffield Reference Bible [Biblia de Referencias de Scoffield]. Lo

mismo que en el caso de la versión The Clear Word, la Study Bible o

Biblia de estudio tan sólo fue impresa, pero no publicada, por la Review

and Herald.

En efecto, cuando el colegio comunicó su intención a los dirigentes del

Instituto de Investigación Bíblica, que se ocupa de los escritos de Elena G.

de White, su junta directiva votó no autorizar el proyecto, "porque pondría

al alcance de los críticos un apoyo evidente para sus acusaciones según las

cuales aceptamos los escritos de Elena G. de White como otra Biblia". 17

Después que el colegio de todos modos la publicó, el Instituto emitió la

siguiente respuesta:

"El hecho de que esta Biblia de estudio se haya entregado al

Instituto de Investigación Bíblica, no puede considerarse como

una aprobación de esta publicación ni de cualquiera otra que

coloque los escritos de Elena G. de White entre las dos tapas de

18 Ataque contra el Lugar Santísimo

bíblico, entonces el asunto concerniente a Elena de White es discutible. Si

es posible invalidar el juicio investigador, entonces ¿para qué ocuparse de

ella? Para emplear una analogía: si es posible desacreditar la existencia de

Dios, ¿qué sentido tiene refutar únicamente la justificación por la fe?

Puedo aceptar que Elena G. de White, aun como profetisa fuera falible,

tanto en su vida como en sus escritos. Su ministerio profético, según mi

manera de pensar, no desmerece en nada porque cometió errores, progre­

só en su comprensión de asuntos doctrinales y teológicos, aun cuando en

cierto momento tuvo un concepto equivocado del sábado o de la ley según

Gálatas, o porque no comprendió cabalmente algunas de sus propias vi­

siones. Puedo aceptar que su humanidad interfirió con su obra y su minis­

terio (y dígame si la humanidad de Moisés, Juan el Bautista o Pedro no

interfirió con el ministerio de ellos). La inspiración no incluye automáti­

camente la infalibilidad. Lo que no puedo aceptar, sin embargo, conside­

rando la importancia que ella atribuyó a la enseñanza del juicio previo a la

segunda venida, es que ella haya podido ser una profetisa y equivocarse a

pesar de eso. Tal vez otros puedan: pero yo no puedo; afortunadamente no

tengo que ser infalible.

El asunto en discusión no es Elena de White, aunque el Hno. Dale pro­

cure implicarlo; el verdadero asunto es el juicio investigador antes de la

segunda venida. Si el juicio es un asunto equivocado, entonces también

ella está equivocada; y si se equivocó en eso, todo su ministerio profético

debiera ponerse en tela de juicio. Por otra parte, si el juicio es bíblico, aun­

que eso difícilmente pueda probar su don profético, por lo menos destaca

la esencia del ataque del Hno. Dale contra el ministerio profético de ella.

Por esta razón no comienzo con Elena de White, sino con el juicio. Si

el Hno. Ratzlaff está en lo correcto, y la enseñanza no es bíblica, en ese

caso es innecesario seguir con ella, porque tampoco puede ser bíblica.

Como adventistas del séptimo día no estamos sentados en un banqui­

llo de tres patas (o por Jo menos es mejor que no lo estemos), suponiendo

que una de ellas sea Elena de White. Nuestro fundamento debe estar afian­

zado únicamente en la Biblia. He sentido asombro, y al mismo tiempo

Banquillos de tres patas 1 9

aflicción, al ver que algunas personas pierden casi toda su experien­

cia cristiana porque su fe en el ministerio de la Sra. White ha sido sacudida, usualmente por causa de suposiciones sin fundamento con­

cernientes al significado de la inspiración.

Por eso nos ocuparemos primero del asunto del juicio y de la crítica

que el Hno. Ratzlaff le hace. Después analizaremos su ataque contra Elena

de White.

Debo decir que por mucho que en este libro se mencione al Hno.

Ratzlaff, en realidad él es una víctima de errores, aunque no sean inten­

cionales, los cuales nos han hecho sufrir a los miembros de la Iglesia en

mayor o menor grado, ya sea que nos percatemos o no de ello. Si el tiem­

po dura, vendrán y se irán más críticos como Dale Ratzlaff con las mis­

mas acusaciones, y también surgirán y desaparecerán más defensores

como Clifford Goldstein. Estamos observando algo que trasciende a la

gente, o por lo menos a los individuos; se trata de verdades bíblicas las

cuales por su naturaleza existen independientemente de la actitud que la

gente manifieste hacia ellas.

Aunque usaré el libro del Hno. Ratzlaff como base para mi respuesta,

el asunto lo trasciende. Tal como lo expresé en las páginas iniciales de esta

ohra, Ataque contra el Lugar Santísimo, aunque enfocada en el ataque del

Hno. Ratzlaff, es en lo esencial mi libro 1844 Hecho Simple, que he relle­

nado y expandido en direcciones diferentes de las originales. Aunque

nadie hubiera escrito el libro CDSDA, de todos modos este material debe­

rfa haberse presentado porque trata del corazón y el alma de lo que nos

hace ser adventistas. Es una lástima que esta defensa tenga que efectuarse

dentro del contexto de la obra CDSDA, pero "a Jos que aman a Dios, todas

tus cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son

llamados" (Romanos 8:28). Es mi esperanza y oración que mediante

Ataque contra el Lugar Santf.fimo, éste sea un caso en el que se manifies­

te el principio bfblico mencionado.

20 Ataque contra el Lugar Santísimo

l. Clifford Goldstein. 1844 Hecho Simple (Miarni. Aorida: Asociación Publicadora lnteramericana, 1989).

2. Dale Ratzlaff. The Cultic Doctrine of Seventh-day Adventists (Giendale, Arizona: Life Assurance Ministries, 1996). p. 13.

3. Tomado de www.LifeAssuranceMinistries.com (26 de enero. 2001). 4. Ibíd. 5. Elena G. de White. Review and Herald. 15 de abril. 1880, párrafo 12. 6. CDSDA, p. 20. 7. Id .• p. 49. 8. Id .. p. 43. 9. Id .• p. 52.

10. Id., p. 54 (la cursiva es de Ratzlaff). 11. Id., p. 52. 12. Id., p. 93. ver p. 28. 13. Id., p. 303. 14. Id., p. 303. 304. 15. Ibíd. 16. Jack Blanco, The Clear Wonl © 1994 de Jack J. Blanco (Hagerstown, Maryland: Review and Herald

Publishing Association), p vii. 17. Minutas de la Junta Directiva del Centro White, 30 de septiembre. 1990. 18. Minutas de la Junta Directiva del Centro White. septiembre. 1998.

Capítulo 2

Una astilla en el pie

EN SU OBRA La doctrina cúltica de los adventistas del séptimo

día, Dale Ratzlaff llama al juicio investigador una "astilla en el

pie" del adventismo. Sin embargo, debido a que concuerdo con él

en que "la doctrina de la purificación del Santuario celestial y el juicio

investigador es 'ciertamente el fundamento y pilar central del adventis­

mo"' ,1 --entonces, si esa doctrina está errada, no se trata de una astilla en

el pie, sino de una daga en el corazón.

No obstante, antes de caer muertos, conviene tomar en cuenta un ele­

mento fascinante del libro.

El Hno. Dale escribe: "La purificación del Santuario celestial y el jui­

cio investigador, como una doctrina no resuelta, es el legado de Elena G.

de White y de nadie más"2 (la cursiva es suya). Uno podría argumentar

contra esta acusación; yo, de hecho, pretendo desacreditarla.

Repito (y no puede repetirse lo suficiente), Elena G. de White no es el

punto clave; que se la considere así revela algo acerca de cuán pobremente

nuestra Iglesia ha presentado su ministerio y la doctrina del juicio anterior

al advenimiento (luego abundaremos sobre esto). El único asunto es éste:

¡,Puede respaldarse el juicio anterior ul advenimiento con las Escrituras?

21

Una astilla en el pie 23

por ignorar esta investigación. Sin embargo, el apéndice de CDSDA con­

tiene una "Bibliografía Selecta"4 que incluye la mayoría de estas obras, tal

como los siete tomos de la Serie del Comité sobre Daniel y Apocalipsis,

compuestos de casi 2.000 páginas escritas por decenas de nuestros mejo­

res teólogos, todas con el propósito de tratar directa o indirectamente con

las acusaciones comunes que se han efectuado contra el juicio investi­

gador, acusaciones que nuestro hermano presenta en CDSDA. El Hno.

Ratzlaff conocía los libros y sin embargo, por las razones que sean, deci­

dió ignorar los argumentos que allí se presentan: argumentos que desin­

flan su tesis respecto del juicio anterior al advenimiento. Si él hubiera

leído algunos de esos libros, o al menos las secciones que se refieren a las

acusaciones que él presenta, y después hubiera intentado refutarlas, punto

por punto (como yo me propongo hacer con su trabajo), entonces su enfo­

que habría sido más digno de confianza que simplemente enumerar una

serie de argumentos contra el juicio, e ignorar los mejores argumentos a

su favor.

Aunque el Hno. Ratzlaff ignora ese material, escribe que "unas pocas

y claras referencias bíblicas son más que suficientes para mostrar, más allá

de toda duda, que la doctrina de la purificación del Santuario y el juicio

investigador no es apoyada por las Escrituras y es contraria a ésta en casi

cada aspecto".5 Ésta es una declaración bastante atrevida, que los adven­

tistas serios necesitan evaluar.

Por lo tanto, los próximos capítulos examinarán estas "pocas y claras

referencias bíblicas" que demuestran "más allá de toda duda" no sólo que

el juicio anterior al advenimiento está equivocado, sino que es contrario a

lus Escrituras "en casi cada aspecto". Porque si estos pasajes bíblicos

dicen lo que asegura nuestro hermano, no sería una astilla en el pie, como

dije, sino una daga en el corazón.

l. CDSDA, p. 265. 2. lhfd., p. 19 . . llhfd., p. 165. 4. lhfd., Apéndice D. pp. 377-JHJ. :'1./bfd., p. 165, 167.

Capítulo 3

La epifanía de Antíoco

e UALQUIER ATAQUE contra la profecía de los 2.300 días debie­

ra centrarse en el texto clave que la sostiene, Daniel 8:14: "Y él

dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el

Santuario será purificado". Esto es exactamente lo que hace el Hno. Dale,

nos ataca sobre este texto. Si tiene éxito, si puede demostrar que lo hemos

malinterpretado, estaríamos en serios problemas.

Por lo tanto, echaremos un vistazo a Daniel 8: 14, a nuestra interpreta­

l."iún del mismo, y luego examinaremos su ataque contra tal interpretación.

S61o así podemos evaluar la validez de sus acusaciones.

Para comenzar, Daniel 8 (el capítulo que contiene el versículo contro­

vertido) consiste de dos partes: una visión y luego una explicación (al

menos parcial) de dicha visión.

Los primeros catorce versículos que culminan en Danie18: 14 (la visión

nccrca de los 2.300 días) componen la visión en sí misma; los versículos

1 ~-27 tratan con la explicación de la visión. Muchas Biblias dividen el

l'npflulo en dos secciones con espacio adicional entre los versículos 14 y

1 ~. a menudo con un subtítulo previo a la segunda parte, una división que

no aparece en el hebreo.

25

26 Ataque contra el Lugar Santísimo

Cuando Daniel recibió la visión, no la entendió (Daniel 8: 15); entonces

escucha una voz que le dice a Gabriel, "Gabriel, enseña a éste la visión"

(vers. 16). En otras palabras, alguien (aparentemente el Señor, puesto que,

¿cuál otro ser podría dar órdenes al ángel?) le dice a Gabriel que haga que

Daniel entienda lo que acaba de ver. Gabriel, en un acto de obediencia, se

acerca a Daniel y le dice: "Entiende, hijo de hombre, porque la visión es

para el tiempo del fin" (vers. 17, la cursiva es nuestra). Gabriel entonces

dice: "He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira; porque eso

es para el tiempo del fin" (vers. 19). Finalmente, las últimas palabras de

la explicación de Gabriel para Daniel son "La visión de las tardes y maña­

nas que se ha referido es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para

muchos días" (vers. 26).

Sin entrar en la visión o la interpretación, podemos ver que sea lo que

fuere esta visión, trata de un período de tiempo que Gabriel llama "el fin",

o "el tiempo del fin". ¿Qué significa tal cosa? ¿Se refiere al "fin" según lo

entendemos los adventistas del séptimo día, que vivimos miles de años

después que Daniel 8 fue escrito? ¿Debemos automáticamente imponerle

nuestra perspectiva del tiempo a algo que fue escrito hace tanto?

Daniel capítulos 2, 7, 8 Daniel8 tiene mucha similitud con Daniel2 y 7. A diferencia de Daniel

y 3-6 --que se componen de narraciones que refieren eventos es­

pecíficos en un contexto local y regional (Daniel y los tres hebreos que

rechazan los alimentos del rey, la imagen de Nabucodonosor, el rey que

pierde la razón, el banquete de Belsasar, Daniel en el foso de los leones)­

Daniel 2, 7 y 8 tratan de temas mucho más amplios (y cubren un período

de tiempo mucho más extenso) que los meros traspiés y victorias de un

puñado de personas, ya fuesen cautivos o reyes, en los antiguos reinos de

Babilonia y Medopersia.

Los capítulos 2, 7 y 8, a diferencia de los capítulos narrativos, consis­

ten de dos partes básicas: un sueño (Daniel 2 y 7) o una visión (Daniel 8),

y luego una interpretación de dicho sueño o visión que señala específica-

La epifanía de Antíoco 27

mente al surgimiento y caída de varios imperios que trascienden la políti­

ca local del momento en que ocurrieron la visión o el sueño. Por lo tanto,

por la similitud de su estructura, tema y contexto, estos tres capítulos no

sólo se destacan del resto de los primeros capítulos, sino que existen en

íntima relación entre sí. 1 Al analizarlos en conjunto, podemos entenderlos

mejor individualmente.

Por ejemplo, en el capítulo 2, Daniel -quien recibe luz directamente

del cielo (Daniel 2: 19-23)- interpreta el sueño del rey. Según lo que el

Señor le había dicho, Daniel hace un recuento de la historia mundial,

comienza con Babilonia misma (Daniel 2:38) y concluye con el fin del

mundo, al menos tal como se lo conoce ahora.

¿Cómo lo sabemos? Luego de describir la caída del último reino mun­

dial, el cuarto, que se divide en reinos menores y más pequeños antes del

tin (Daniel 2:40-44), Daniel concluye su interpretación del sueño del rey

con estas palabras:

Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino

que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo;

desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permane­

cerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cor­

tada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el

bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey

lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y

fiel su interpretación (Daniel 2:44-45).

¿Qué le mostraba el Señor a Daniel en esta instancia? (Recuerde:

Daniel simplemente hace un recuento de lo que Dios le dio en una "visión

de la noche".) ¿Cuándo termina la secuencia de eventos representados en

tu parte final del sueño?

En el sueño mismo, el rey vio una imagen cuya cabeza era de oro, cuyo

pecho y brazos eran de plata, cuyo vientre y muslos eran de bronce, cuyas

piernas eran de hierro, y cuyos pies eran de hierro y barro cocido (Daniel

2:31-33). Estos, por supuesto, representan a varios imperios mundiales

28 Ataque contra el Lugar Santísimo

(Daniel 2:38-40), en el orden cronológico en que aparecieron. ¿Qué suce­

de después?

Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con ma­

no, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los

desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el

barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las

eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara ras­

tro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran

monte que llenó toda la tierra. Éste es el sueño (Daniel 2:34-36).

En otras palabras, lo que Daniel dice en los versículos 44-46 acerca del

Dios del cielo que establece un reino eterno que quebrantaría y consumi­

ría todo reino previo, es la interpretación de estos versículos (34-36), que

tratan de la piedra "cortada, no con mano" que desmenuza los reinos pre­

vios a tal grado que no quedó de ellos "rastro alguno" (Daniel 2:35).

Daniel 2, comenzando con el reino de Babilonia, cubre un período que

concluye en algún momento futuro que trasciende nuestros días, (cuanto

más los días de Daniel) y contempla el establecimiento de un reino eterno

por parte de Dios.

En Daniel 2:45, el profeta le dice al rey que "el gran Dios ha mostrado

al rey lo que ha de acontecer en lo por venir" (la cursiva es nuestra). La

palabra aramea acharay, "lo por venir" o "futuro", proviene de la misma

raíz traducida del hebreo en 8:19 como "el tiempo del fin". Tanto Daniel

2 como Daniel 8 tratan del achr, y Daniel 2 demuestra que el achr, el fin

(al menos en este capítulo) incluye el fin del mundo tal como lo en­

tendemos los adventistas del séptimo día -la caída de los reinos terrena­

les después del regreso de Jesús.

Paralelo a Daniel 2 se encuentra Daniel 7, otro capítulo compuesto de

una revelación sobrenatural (un sueño) y una interpretación sobrenatural.

Al igual que en Daniel 2, hay otra secuencia de la historia mundial que

describe el surgimiento y caída de cuatro grandes imperios seguidos por

el establecimiento del reino de Dios. De hecho, la interpretación comien-

La epifanía de Antíoco 29

za con estas palabras: "Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que

se levantarán en la tierra. Después recibirán el reino los santos del

Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre"

(Daniel 7:17, 18), una declaración que indudablemente coloca el fin del

capítulo en la segunda venida y aun más allá. Como en Daniel 2, habrá

cuatro grandes imperios, pero al fin, Dios establecerá un reino eterno.

Lo que Daniel ve en la visión En la visión, Daniel ve cuatro bestias que surgen del mar (Daniel 7:3):

un león, un oso, un leopardo, una cuarta bestia, y un cuerno que surge de

la cuarta bestia (Daniel 7:4-8). Daniel entonces tiene una visión de una

escena del juicio celestial (vers. 9, 10, 13), que finalmente concluye en el

establecimiento de un reino eterno por Dios. "Y le fue dado dominio, glo­

ria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su

dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será

destruido" (Daniel 7: 14). La visión de Daniel 7 misma concluye con el

c:stablecimiento de este reino.

Aunque esa parte de la visión es clara, la interpretación reitera la misma

idea. Se concentra particularmente en la actividad del cuerno pequeño que

surge de la cuarta bestia y que es parte de la cuarta bestia (Daniel 7: 19-25).

Y luego la explicación concluye con estas palabras: "Pero se sentará el

Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el

lin, y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo

el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino

eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán" (Daniel 7:26, 27).

¿Si esto no se refiere al fin de nuestro mundo presente, a qué se refiere?

El versículo 26 concluye con estas palabras: "para que sea destruido y

nrruinado hasta el fin" (la cursiva es nuestra). Aunque la raíz aramea

empleada aquí para "el fin" no es la misma de Daniel 2:45 y 8:19, presenta

lu misma idea: Tanto en Daniel 2 como en Daniel 7, "el fin" se represen­

tu tal como lo entendemos: el fin de este mundo que resulta de la segunda

venida de Cristo.

30 Ataque contra el Lugar Santísimo

También, aunque tanto Daniel 2 como el 7 se refieren a poderes pre­

sentes al momento en que Daniel escribía (o que pronto surgirían), cuan­

do los capítulos aluden a "lo que ha de ser" (Daniel 2:29) o a eventos que

ocurrirán en el "por venir" o "el futuro" (Daniel 2:45), definitivamente se

incluyen eventos futuros no sólo para Daniel sino para nosotros también.

Daniel 8, como Daniel 2 y 7, consiste de una revelación sobrenatural y

una explicación sobrenatural. Como los capítulos precedentes, trata de va­

rios imperios mundiales. Aunque Daniel 2 y 7 comenzaron con Babilonia

(Daniel 2:38) incluso la nombra), y muestra a tres otros poderes que la

siguen en sucesión y concluyen finalmente con el reino de Dios, Daniel 8

muestra sólo a tres de estos poderes. No incluye a Babilonia (probable­

mente porque para cuando Daniel tuvo la visión registrada en el capítulo

8, Babilonia estaba pronta a desaparecer). Más bien, la visión consiste de

un carnero (Daniel 8:3, 4), un macho cabrío (vers. 5-8), un cuerno peque­

ño (vers. 9-12}, y luego la purificación del Santuario (vers. 14). Según la

interpretación de la visión, el carnero es Medopersia, y es identificado

como tal (vers. 20); el macho cabrío es Grecia, identificado así en el ver­

sículo 21; y el cuerno pequeño, aunque no tiene nombre, se lo representa

como un poder opresivo, violento y engañoso que ultimadamente es des­

truido "no por mano" (Daniel 8:25). No se dan datos específicos acerca de

la purificación del Santuario, aunque a Daniel se le dijo que la visión en

el versículo 14 sobre los 2.300 días y la purificación del Santuario era ver­

dadera (vers. 26).

A pesar de otros elementos comunes, los tres capítulos comparten tam­

bién este detalle: Culminan con la intervención sobrenatural de Dios.

Daniel 2 concluye con la piedra cortada "no por mano" (Daniel 2:45) que

golpea la imagen y la desmenuza; esto resulta en al establecimiento en su

lugar del reino de Dios. Daniel 7 concluye con una escena del juicio en el

cielo que finalmente lleva a la caída del cuerno pequeño y el estableci­

miento del reino de Dios (Daniel 7:25-28). Daniel 8 termina con la des­

trucción del cuerno pequeño, según 8:25, "no por mano humana", a esto

le siguen algunas frases acerca de la veracidad de la visión del versículo

32 Ataque contra el Lugar Santísimo

Daniel12 Hay más evidencia en Daniel 12 que verifica esta conclusión de que "el

fin" en Daniel 8 se refiere al "fin" que se encuentra en el futuro aun para

nosotros. Una lectura superficial del capítulo muestra que también trata

(entre otras cosas) del fin del mundo según lo entendemos comúnmente.

"En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte

de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde

que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pue­

blo, todos los que se hallen escritos en el libro" (Daniel 12: 1 ).

El concepto de un "tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo

gente hasta entonces" generalmente se lo considera en el futuro, un even­

to que incluye nombres que son "hallados escritos" en el "libro" ... quizá

refiriéndose al libro de la vida (ver Filipenses 4:3; Apocalipsis 3:5; 13:8;

20:12, 15; 21:27; 22:19).

"Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán desperta­

dos, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua"

(Daniel 12:2 ). Ésta es una referencia indubitable a algo que está en el futu­

ro, incluso para nosotros.

"Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del

fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará" (Daniel

12:4). La frase "el tiempo del fin" es la misma de Daniel 8:17 (la vocali­

zación hebrea es ligeramente diferente pero debida únicamente a un cam­

bio de acentuación que no cambia el significado); y dado que "el tiempo

del fin" en Daniel 12 claramente incluye eventos futuros aun para noso­

tros, no es un atrevimiento radical el creer que "el tiempo del fin" de

Daniel 8 hace lo mismo.

También, en Daniel 12:4, se le dice al profeta, "cierra las palabras y

sella el libro hasta el tiempo del fin". En Daniel 8:26 Gabriel le dice a

Daniel, "guarda la visión, porque es para muchos días". Estos son pensa­

mientos paralelos que implican (por lo menos) otro nexo entre Daniel 8 y

Daniel 12, y este último tiene implicaciones innegables respecto del tiem­

po del fin.

La epifanía de Antíoco 33

"Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas

cosas? Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y

selladas hasta el tiempo del fin ... Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te

levantarás para recibir tu heredad al fin de los días" (Daniel 12:8, 9, 13).

En el versículo 9, Gabriel le dice a Daniel que las palabras están cerra­

das y selladas hasta "el tiempo del fin", palabras que presentan otro para­

lelo con Daniel 8. De hecho, la frase que aparece en el versículo 9, "el

tiempo del fin", es la misma que aparece en Daniel 12:4 y 8:17. En Daniel

12: 13, sin embargo, donde la palabra "fin" es utilizada dos veces (la

misma palabra traducida "fin" en Daniel 8: 17), es el contexto lo que resul­

ta más interesante.

Daniel se levantará para recibir su heredad "al fin de los días", una

referencia clara a la resurrección de los muertos al fin del mundo, y otra

l'Videncia que coloca algunos eventos en Daniel 8 en el futuro incluso res­

pecto de nosotros.

Por lo tanto, los paralelos lingüísticos, estructurales y semánticos entre

1 >aniel 2, 7 y 8 (que claramente tratan acerca del fin según lo entendemos

nosotros), al igual que los nexos lingüísticos y paralelos semánticos entre

Daniel 8 y 12 (que también trata del fin), indican que Daniel 8 efectiva­

mente trata del "fin" según los adventistas entendemos el concepto.

Pronto veremos la importancia de esta conclusión.

Otro detalle antes de examinar el ataque del Hno. Ratzlaff contra nues­

tra interpretación de Daniel 8:14. Como hemos visto, Daniel 2, 7 y 8 tie­

nen sorprendentes semejanzas en su estructura y contenido: ( 1) sueño o

visión seguida por una explicación; (2) un panorama de poderes políticos,

y (3) la intervención sobrenatural de Dios.

Pero existe otro paralelismo. Daniel 2 trata de una secuencia ininte­

rrumpida de entidades que concluyen con una gigantesca escena del jui­

cio en el cielo que a su vez termina con la intervención sobrenatural de

Oios. Daniel 8 también consiste de una secuencia intacta de poderes que

concluye con la intervención sobrenatural de Dios. En otras palabras, cada

cupftulo exhibe una corriente cronológica continua, una progresión lineal

34 Ataque contra el Lugar Santísimo

que comienza en la antigüedad (al menos 600 años antes de Cristo), y

sigue, sin interrupciones, hasta el acto sobrenatural de Dios que, induda­

blemente en Daniel 2 y 7 (y por paralelo Daniel 8) lleva al establecimien­

to de su reino, un evento que aún no ha ocurrido.

También veremos pronto el propósito de este detalle.

El dilema del cuerno pequeño

Veamos ahora por primera vez lo que dice el Hno. Dale que son "unas

pocas y claras referencias bíblicas son más que suficientes para mostrar,

más allá de toda duda, que la doctrina de la purificación del Santuario y el

juicio investigador no es apoyada por las Escrituras y es contraria a ésta

en casi cada aspecto". 2

El Hno. Ratzlaff comienza su "evaluación bíblica" de los 2.300 días,

por supuesto, en Daniel 8. Acerca de la primera parte de la visión y su in­

terpretación, no presenta desafío alguno. El carnero y el macho cabrío son

identificados en Daniel: El camero es Medopersia (Daniel 8:20) y el ma­

cho cabrío es Grecia (vers. 21 ). En la visión, el gran cuerno del carnero es

roto, y surgen otros cuatro poderes en su lugar (Daniel 8:5-8, 21, 22). Para

citar al Hno. Dale: "El cuerno notable grande representaba a su primer rey,

Alejandro el Grande. Los cuatro cuernos representaban a cuatro reinos

que surgirían de la nación de Alejandro, aunque sin su poder. Hasta aquí,

todos los evangélicos, incluso los adventistas del séptimo día, concuerdan

en que los cuatro cuernos representan las cuatro divisiones del Imperio de

Alejandro" :1

Por lo tanto, según nuestro hermano, incluso los adventistas del sépti­

mo día están en lo correcto. El asunto importante sigue. En la visión de

Daniel, éste vio un carnero (que representa a Medopersia), un macho ca­

brío que tiene un gran cuerno que se rompe en cuatro partes (Grecia y el

desmembramiento de Grecia después de la muerte de Alejandro), y luego

viene el tercer protagonista de la visión, una entidad terrible que consume

el resto de la visión. Se lo representa de esta manera:

La epifanía de Antíoco 35

Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho

al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa. Y se engrandeció

hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas

echó por tierra, y las pisoteó. Aun se engrandeció contra el prín­

cipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y

el lugar de su Santuario fue echado por tierra. Y a causa de la pre­

varicación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacri­

ficio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó

(Daniel 8:9-12).

He aquí la explicación que Gabriel dio a Daniel acerca del cuerno

pequeño:

Y al fin del reinado de éstos, cuando los transgresores lleguen

al colmo, se levantará un rey altivo de rostro y entendido en enig­

mas. Y su poder se fortalecerá, mas no con fuerza propia; y cau­

sará grandes ruinas, y prosperará, y hará arbitrariamente, y des­

truirá a los fuertes y al pueblo de los santos. Con su sagacidad hará

prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá,

y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de

los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano huma­

na (vers. 23-25).

Ahora surge la pregunta. ¿Quién era este cuerno pequeño? La respues­

lu es de enorme importancia, porque es en este punto que el Hno. Dale

dil'e que "confronta de frente" la "astilla"• en la doctrina adventista del jui­

l'io. Si está en lo correcto en esto, no hay necesidad de continuar, porque

yu perdimos la guerra.

Antes de dar nuestra interpretación o la del Hno. Dale, definiremos tan­

lns características del cuerno pequeño como sea posible, y basándonos en

ellus intentaremos dilucidar su identidad (o al menos eliminar las identi­

dudcs falsas). Presentaremos primero los textos bíblicos; a continuación

~numeraremos las características del cuerno pequeño que el Señor estimó

36 Ataque contra el Lugar Santísimo

de suficiente importancia para incluirlas en la visión de Daniel 8. Efecti­

vamente, se mencionan más detalles acerca de este cuerno pequeño que

de las otras dos entidades mencionadas en Daniel 8, lo cual constituye

un detalle interesante que podría ayudamos a identificarlo. Se da gran

énfasis no sólo a la descripción del cuerno pequeño y sus actividades,

sino además a la explicación de tal identidad o actividades.

Por ejemplo, en la interpretación se emplea un versículo para Medo­

persia (vers. 20), en cambio se dedican tres a Grecia, Alejandro el

Grande y el desmembramiento del Imperio Griego en cuatro reinos

(vers. 21-23). Estos cuatro versículos cubren el período comprendido

entre el sexto siglo a.C. (de mediados a final) -el surgimiento de

Medopersia y la llegada de Alejandro el Grande (quien murió en 323 a.

C.)- finalmente los cuatro reinos subsiguientes eventualmente se disi­

paron bajo la hegemonía romana en el segundo siglo a.C. Estos tres ver­

sículos comprenden casi 400 años. A manera de comparación, la inter­

pretación del cuerno pequeño por sí sola comprende tres versículos

(vers. 23-25). Aunque no debiera atribuirse excesiva importancia a este

detalle, tampoco debiera ignorarse. Sea lo que fuere este poder, se trata

de una entidad de considerable valor histórico, lo cual se infiere del

espacio que se le dedica en comparación con el que se destina a los

gigantes de Medopersia o Grecia, dos potencias históricas de gran

importancia (luego dedicaremos espacio adicional a este punto).

Como ya vimos. Daniel 8 no aparece en un vacío, sino que viene con

numerosos paralelos en relación con Daniel 2 y 7. paralelos que pueden

ayudamos a identificar al cuerno pequeño.

Daniel 2 comienza en el reino de Babilonia (Daniel 2:26-38) y luego

es seguido por una sucesión de otros tres reinos que surgen antes que el

mundo termine con el establecimiento del reino definitivo de Dios

(Daniel 2:39-45). El paralelo entre Daniel 2 y Daniel 8 muestra que los

dos reinos que siguen a Babilonia en el capítulo 2 son Medopersia y

Grecia (Daniel 2:39; 8:20, 21 ). En efecto, en estos dos capítulos se men-

La epifanía de Antíoco 37

cionan por nombre tres de estos reinos: Babilonia, Medopersia y Grecia,

los cuales aparecieron históricamente en el siguiente orden cronológico

exacto. Por lo tanto, la secuencia en Daniel 2

es ésta:

Repetimos, esta interpretación no es

exclusivamente adventista. Esta profecía la

han entendido de esta manera comentadores,

tanto judíos como cristianos, durante cente­

nares de años.

En Daniel 2 el último reino terrenal que

viene después de Grecia está simbolizado por la estatua como el hierro

que comienza en las piernas y se extiende a los pies y dedos de los pies,

donde se mezcla con barro. La visión, entonces, declara inequívocamente

que es durante este período --el del hierro y el barro en los pies y los

dedos de los pies- que Dios establecerá su reino eterno.

Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de

barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así

como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio

de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como

el hierro no se mezcla con el barro. Y en los días de estos reyes

el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido,

ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a

todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre (Daniel

2:42-44, la cursiva es nuestra).

La sencillez de un argumento no debiera enmascarar su importancia

'-'urno ayuda (más tarde) para identificar el cuerno pequeño de Daniel 8, y

el detalle es éste: Cualquiera sea la identidad del reino representado en

l>unicl 2 por el hierro que se extiende hasta el final (aunque su forma cam­

hiu ul añadírsele barro en los pies y dedos de los pies), se trata de una enti­

dud que no sólo es poderosa y violenta (Daniel 2:40) sino como un reino

4uc surge después de Grecia y se extiende hasta el fin, cuando resulta des-

38 Ataque contra el Lugar Santísimo

truido "no por mano" (Daniel 2:34, 45) tal como el poder del cuerno

pequeño en Daniel 8 es destruido "sin manos" (Daniel 8:25).

Por lo tanto, sea cual fuere el cuarto poder de Daniel 2, surge después de

Grecia, simbolizada por el bronce en la estatua (Daniel 2:32, 34), y conti­

núa hasta que se establece el reino final de Dios (Daniel 2:39-44). Si este

poder final surgió entre las ruinas del Imperio Griego, el cual se desmoro­

nó antes de Cristo, y si continuara hasta la segunda venida, entonces esta­

mos hablando de algo con mucha longevidad, en términos de miles de años.

El mismo principio se aplica al último poder terrenal de Daniel 7, otro

capítulo paralelo a los capítulos 2 y 8. Como en Daniel 2, Daniel 7 trata de

una secuencia de cuatro imperios seguidos por el establecimiento del reino

de Dios. "Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán

en la tierra. Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán

el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre" (Daniel 7: 17, 18).

Repito, la identidad de los primeros tres reinos, Babilonia, Medopersia

y Grecia, generalmente no se disputa. Gracias a Daniel 2 y Daniel 8, han

sido claramente identificados. En la visión, el cuarto poder -el último

poder terrenal (igual que en Daniel 2)- surge después de Grecia y se

extiende hasta el tiempo del fin cuando Dios establece su reino eterno.

Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levanta­

rán en la tierra. Después recibirán el reino los santos del Altísimo,

y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre.

Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia,

que era tan diferente de todas las otras, espantosa en gran mane­

ra, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y

desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies; asimismo acerca

de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que le había

salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo cuerno

tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y parecía más gran­

de que sus compañeros. Y veía yo que este cuerno hacía guerra

contra los santos, y los vencía, hasta que vino el Anciano de días,

La epifanía de Antíoco 39

y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y Jos

santos recibieron el reino (Daniel 7: 17-22).

Este último reino terrenal causa la impresión de ser tan importante, que

en la interpretación se provee información adicional:

Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el

cual será diferente de todos Jos otros reinos, y a toda la tierra

devorará, trillará y despedazará. Y los diez cuernos significan que

de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará

otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derriba­

rá. Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del

Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley;

y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio

tiempo. Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que

sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el domi­

nio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado

al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y

todos los dominios le servirán y obedecerán (Daniel 7:23-27).

Como en Daniel 2, este reino terrenal final surge después de Grecia (el

t~rcer reino representado); es un poder que persigue con terribles resulta­

dos (como el poder representado por el hierro en Daniel 2); y se extiende

hasta el final, cuando Dios establece su reino (igual que el último poder en

~1 capítulo 2). También, igual que el hierro en las piernas finalmente cam­

hiu a hierro y barro (lo que sugiere quizá un cambio en el carácter del

reino, aunque el reino básico permanece al igual que el hierro persiste

husta el fin), ocurre un cambio similar con este último poder terrenal en

Ouniel 7. Comienza como una bestia terrible hasta que el énfasis se cam­

hlu a la actividad del cuerno (descrito como un "cuerno pequeño" en el

versículo 8, y como el "cuerno" en el versículo l) que sale de esta bestia,

pe m sigue siendo parte de la misma. El poder del cuerno, sea lo que fuere

qut' representa, todav(a es parte de la cuarta bestia; no es una entidad

40 Ataque contra el Lugar Santísimo

separada. Por lo tanto, como en Daniel 2, donde el reino de hierro comen­

zó después de Grecia y se extendió hasta el fin del tiempo (aunque se mez­

cló con barro), la última bestia en Daniel 7 surge después de Grecia y per­

siste también hasta el fin.

Otra consideración: Unos cuatro o cinco versículos en Daniel 7 cubren

Babilonia, Medopersia y Grecia, las que juntas comprenden alrededor de

cuatro siglos. En contraste, el capítulo emplea unos once versículos para

representar la actividad de la cuarta bestia y el terrible cuerno pequeño que

es parte de la misma. Como con Daniel 2 y el hierro en la estatua, sea cual

fuere esta potencia final, es obviamente algo de gran importancia. Esta

potencia, que comienza después de Grecia, se extiende hasta que el Señor

establece su reino; por lo tanto, cubre un período de por lo menos dos mil

años. Los paralelos entre Daniel 2 y Daniel 7 se muestran en el cuadro que

sigue:

Danlel2 Babilonia Medopersia Greda Último reino terrenal El reino eterno de Dios

Danlel7 Babilonia Medopersia Greda Último reino terrenal El reino eterno de Dios

Seguidamente, llegamos al otro capítulo paralelo: Daniel 8. Al igual

que Daniel 2 y 7, este capítulo tiene la misma secuencia de Medopersia,

Grecia y un poder final, el cual --como el hierro en Daniel 2 y la cuarta

bestia en Daniel 7- es destruido en forma sobrenatural. El capítulo seña­

la que la caída de esta potencia fue "no por mano humana" (vers. 25).

La pregunta crucial se concentra en la identidad de la potencia repre­

sentada por el cuerno pequeño en Daniel 8. ¿Qué es?

En primer lugar (como se muestra arriba) Daniel 2 y Daniel 7 se ex­

tienden hasta "el tiempo del fin" según nosotros entendemos la frase, esto

La epifanía de Antíoco 41

es, hasta la segunda venida de Cristo y más allá. También vimos que cuan­

do Daniel 8 habla acerca del "tiempo del fin" (Daniel 8: 17), o "el fin"

( vers. 19), existen evidencias poderosas que muestran que se refiere al fin

en el mismo sentido que lo hacen Daniel 2 y Daniel 7: el fin de este mundo

presente. Por lo tanto, la potencia representada por el cuerno en Daniel 8,

sea lo que fuere, tiene que ser algo que llega hasta "el fin" o "el tiempo del

fin". De otra manera, es difícil encontrarle sentido a tales frases acerca del

"'fin" en Daniel 8, especialmente cuando se las percibe en el contexto de

otros capítulos en Daniel (2, 7, 12), que sin lugar a dudas se extienden has­

ta el fin del tiempo.

Además, si uno rechaza esta posición acerca del fin, ¿qué hace con los

paralelos entre Daniel 2, 7 y 8? Pueden resumirse así:

Danlel2 Babilonia Medopersla Grecia Último reino en el capítulo Destrucción sobrenatural al final

Danlel7 BabiJQoia Medopersia Grecia Último reino en el. capítLJio Destrucción sobrenatural al final

Danlel8

Medopersia Greda Último reino · en el capítulo Destrucción sobrenatural al final

Los tres capítulos por igual proceden de Medopersia y Grecia a un últi­

llto reino previo a la intervención sobrenatural de Dios. En Daniel 2 y 7, es

innegable que este último reino en ambos capítulos es el último reino terre­

nal. antes del establecimiento del reino de Dios. Daniel 8, después de la

~l·cuencia de Medopersia y Grecia, incluye otro poder terrenal que es des­

truido sobrenaturalmente por Dios. Sea lo que fuere esa entidad final--que

~urge después de Grecia y es destruida sobrenaturalmente en "el fin" (igual

que los dos reinos finales en Daniel 2 y 7)-- la evidencia sugiere vigorosa­

mente que este cuerno pequeño en Daniel 8 es el mismo poder representa­

do en los capítulos 2 y 7. Dado lo que hemos visto hasta el momento (y su

42 Ataque contra el Lugar Santísimo

procedencia), es imposible no concluir que el reino de hierro (y barro) en

Daniel 2, la cuarta bestia (y cuerno pequeño) de Daniel 7, y el cuerno peque­

ño de Daniel 8 son diferentes representaciones del mismo poder.

Necesitamos considerar dos detalles más acerca del cuerno pequeño de

Daniel 8 antes de dedicamos a la identificación que hace el Hno. Dale, una

identificación que, si fuera correcta, destruiría el adventismo.

En primer lugar, en el tomo 1 de la Serie del Comité sobre Daniel y

Apocalipsis (un libro que el Hno. Ratzlaff coloca en su bibliografía), el Dr.

William Shea analizó la identidad de esta cuarta bestia; se concentró par­

ticularmente en el cuerno de Daniel 7 y el cuerno de Daniel 8. Lo que es­

cribió el Dr. Shea es importante porque ayuda a mostrar que sea lo que

fuere que representan, causan la impresión de ser la misma entidad:

Por otra parte, hay argumentos importantes a favor de la

identificación de los cuernos pequeños en estos capítulos [Daniel

7 y 8] como la misma entidad histórica. En primer lugar, el hecho

de que el mismo símbolo fue utilizado para ambas entidades, ya

sea en arameo (cap. 7) o en hebreo (cap. 8) sugiere desde el

mismo comienzo que podría haber una conexión entre ellas. Si

hubiese deseado hacer una distinción histórica aquí, la mejor

manera habría sido la de emplear un símbolo diferente. Pero el

símbolo es el mismo.

En segundo lugar, las potencias representadas por este mismo

símbolo profético se dedican a acciones similares; ambas apare­

cen y se levantan en un momento aparentemente similar en la his­

toria; ambas comienzan pequeñas y se hacen grandes (7:8 y

8:9); ambas blasfeman (7:8, 25 y 8:l/, 25); ambas persiguen a

los santos de Dios (7:21, 25 y 8:11, 25); ambas aparentan per­

durar a lo largo de períodos extensos de tiempo profético (7:25 y

8: 14); y ambas sufren suertes similares (7:26 y 8:25).

Por lo tanto, cuando dos potencias representadas por el mismo

símbolo profético surgen y llevan a cabo las mismas acciones, las

La epifanía de Antíoco 43

probabilidades parecieran favorecer a los comentadores que las

han identificado como la misma entidad histórica. Algunos aspec­

tos de la obra del cuerno pequeño no se mencionan en el capítulo

8, y viceversa. Sin embargo, el número de correspondencias entre

ambas es mayor que el de aquellos a~pectos de su trabajo que no

se mencionan en ambos pasajes. Ninguna de estas características

individuales se excluyen mutuamente al punto que eliminen la

posibilidad de que puedan referirse a la misma entidad. 5

El segundo punto trata de una descripción específica en Daniel 8 del

cuerno pequeño. Dos poderes precedieron al cuerno pequeño en la visión:

d camero (Daniel 8:3, 4) y el macho cabrío (vers. 5-8), Medopersia (vers.

20) y Grecia (vers. 21) respectivamente. Se dice que el camero se "en­

grandecía" (vers. 4), y que el macho cabrío se "engrandeció sobremane­

ra" (vers. 8). En contraste con estos dos monstruos, se dice del poder re­

presentado por el cuerno pequeño que "creció mucho" (vers. 9).

La raíz hebrea gdl, como verbo, es la que se tradujo "engrandecía",

"engrandeció" o "creció" en los tres versículos. Al describir a Medopersia,

el profeta no empleó un modificador, sólo el verbo gdl. Por supuesto que

c~to hace bastante sentido, al considerar el tamaño, el alcance y la longe­

vidad del Imperio Medopersia, que duró, aproximadamente dese 539 a.C.

hasta 331 a. C., cerca de dos siglos. En su apogeo, Medopersia cubría más

territorio que su predecesor babilonio, o cualquier otro imperio anterior.

Desde el monte Ararat en el norte hasta Nubia en el sur, desde el Indus en

el este, hasta el Helesponto en el oeste, el Imperio Medopersa, el camero

de Daniel 8, ciertamente "se engrandeció".

Al macho cabrío que sigue se lo representa como que se "engrandeció

sohremanera" (Daniel 8:8). Aquí la raíz verbal qdl es modificada por las

palabras ad meod; ad es una preposición común que significa "tan lejos

l'omo", "hasta", "hasta allí''. Meod es una palabra hebrea que significa

"fuerza, abundancia, poder, sobremanera". Aparece, por ejemplo, en el

fumoso versículo: "Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de to-

44 Ataque contra el Lugar Santísimo

da tu alma, y con todas tusfuerzas [de meod]". La frasead meod, según

aparece en Daniel 8:8, también figura en otros lugares, tal como en Génesis

27:33: "Y se estremeció Isaac grandemente" (la cursiva es nuestra).

La descripción, que hace a Grecia más gdl que Medopersia se aplica

bien al registro histórico. Los logros de Grecia, bajo la dirección del "cuer­

no notable entre sus ojos" (Alejandro el Grande) son legendarios. El

Imperio Griego duró (incluyendo el reinado de los cuatro reyes que siguie­

ron a Alejandro) más de un siglo y medio aproximadamente, y cubrió un

área mayor que la de sus dos predecesores en la profecía. Tuvo todo lo que

tuvo Medopersia y más. Fue el imperio más extenso que el mundo había

visto hasta entonces. No es extraño que se diga que "se engrandeció sobre­

manera" (vers. 8), esto es, a un nivel superior que el de Medopersia que

sólo "se engrandecía" ( vers. 4 ).

Pero en contraste con estos dos reinos, aparece el reino final en Daniel

8, la potencia conocida como el cuerno pequeño, el tema de nuestra inves­

tigación. Aquí nuevamente se emplea el verbo gdl, aunque aparece modi­

ficado por el adverbio ytr; que proviene de una raíz que significa "ser

dejado" (a veces utilizado en contexto de un "remanente". En Daniel 8:9,

en la forma en que aparece, ytr puede traducirse "excelencia", "excesivo",

"abundancia" y "sobremanera". ¿Será que la palabra indica algo incluso

aún mayor que ad meod, que modificó a gdl en referencia a Grecia? La

versión Reina-Valera Revisión 1960 traduce la secuencia como "se

engrandecía" (vers. 4), "se engrandeció sobremanera" (vers. 8). ¿Será que

los traductores de la RVR60 tenían razón en traducir ytr con una palabra

que le da más intensidad al cuerno pequeño que a las palabras aplicadas a

Grecia?

Si uno se basa únicamente en la lingüística, se podría argumentar a

favor de una cosa o la otra. Para propósito de este análisis, la pregunta no

tiene importancia. Se puede argumentar que el contexto -debido a lo mu­

cho que se destaca la actuación del cuerno pequeño en Daniel 8 (en com­

paración con Medopersia o Grecia)- justifica que los traductores de la

RVR60 hayan traducido la frase de una manera que implica que el cuerno

La epifanía de Antíoco 45

pequeño era mayor incluso que Grecia. Sin embargo, no necesitamos

estructurar tal argumento porque, sean cuales fueren las diferencias entre

los dos términos modificadores, un punto es claro: Este último reino

(como el último reino de Danie12 y Daniel 7), fue mayor que Medopersia.

No tenemos que depender del debate lingüístico entre ad meod y ytr. El

sólo empleo de un adverbio en el versículo 9, sugiere que este cuerno

pequeño es "mayor" que el Imperio Medopersa.

La "Astilla" Hace varias páginas que no citamos al Hno. Ratzlaff, desde los prime­

ros dos reinos en Daniel 8, sobre los cuales él concordó con nosotros que

eran Medopersia y Grecia, respectivamente.6 El punto clave nuevamente

tiene que ver con la identidad del "cuerno pequeño" en Daniel 8. ¿Quién

es esta entidad representada por el cuerno, la última potencia terrenal que

surge en este capítulo al igual que en el 2 y el 7?

En primer lugar hagamos un resumen, particularmente en relación con

los capítulos proféticos que preceden al texto en Daniel.

l. El cuerno pequeño, el último poder terrenal en Daniel 8, surge después

de Grecia, al igual que las potencias terrenales finales en Daniel 2 y 7.

2. Esta última potencia terrenal, al igual que las de Daniel 2 y 7, es des­

truida sobrenaturalmente en "el fin", una frase empleada de numerosas

maneras en Daniel 8 y que se ha mostrado que significa el fin del mundo

a la segunda venida y después.

3. Sea lo que fuere esta potencia terrenal final, en Daniel 2, 7 y 8, surge

después de Grecia y se extiende hasta el fin del mundo. Por lo tanto, la

potencia representada en los tres capítulos debió haber existido durante

muchos siglos. De hecho, en los tres capítulos, esta potencia existe hasta

l'l fin. lo que significa que existe incluso ahora, porque todavía nos encon­

tramos entre la caída de Grecia y la segunda venida de Cristo.

4. Esta potencia final en Daniel 8 es la misma potencia final represen­

luda en Daniel 2 y 7, un punto hecho claro por el diagrama que ya emplea­

mos, pero que vale la pena repetir.

46 Ataque contra el Lugar Santísimo

...... i.\ ... 'Otthno reino en el_,ftulo Destrucd6n sobrenatural al final

........ 7.· ~;'•.:··

~· Oltbnwretno en el Cápftulo DeJtNcclón sobrenatural al final

DMiell··

~~-Último reino en el capítulo. Oestrucci6n sobrenatural al final

Según se dijo antes, los tres capítulos siguen una secuencia desde

Medopersia a Grecia y hasta el último reino representado en cada capítu­

lo antes de la intervención sobrenatural de Dios. En Daniel 2 y 7, es inne­

gable que este último reino es el último reino sobre la tierra antes del es­

tablecimiento del reino de Dios. Daniel 8, después de la secuencia de

Medopersia y Grecia, añade otro poder terrenal que resulta destruido

sobrenaturalmente por Dios. Sea lo que fuere tal poder final --que surge

después de Grecia y es destruido sobrenaturalmente en el "fin" (al igual

que los otros dos reinos finales en Daniel 2 y Daniel 7)- la evidencia

fuertemente sugiere que este cuerno pequeño en Daniel 8 es la misma enti­

dad presentada en los capítulos 2 y 7.

5. Esta potencia terrenal final en Daniel 8, al igual que las potencias

terrenales finales de los capítulos 2 y 7. es un poder perseguidor.

6. Esta potencia terrenal final, según la representa Daniel 2, 7 y 8, es

en muchas maneras más poderosa que los reinos que la precedieron -un

hecho apoyado por varios rasgos, incluyendo el hecho de que, en la mayo­

ría de los casos, se dedican más versículos y detalles a su descripción que

los que se dedican a las potencias precedentes.

Después de haber establecido estos detalles respecto del cuerno peque­

ño, veamos lo que ha escrito el Hno. Dale. ¿Quién dice él que es el cuer­

no pequeño? ¿Quién decimos nosotros que es? ¿Tenemos suficiente infor­

mación en la Biblia y en la historia para saber quién tiene la razón?

La epifanía de Antíoco 47

Después de escribir sobre Medopersia y Grecia, y haber citado Daniel

R:23-25 (la interpretación del cuerno pequeño brindada por la Biblia

misma). el Hno. Dale provee su respuesta a la pregunta sobre la identidad

del cuerno pequeño de Daniel 8.

Casi todos los eruditos de la Biblia creen que el cuerno pe­

queño representa a Antíoco Epífanes IV. Daniel declara que este

poder proviene de una de las divisiones del Imperio de Alejandro.

Es claro que se trata de una potencia malévola, que hace grandes

estragos contra los santos. Los adventistas creen que este cuerno

pequeño es Roma. No obstante, ¡la evidencia de que se refiere a

Antíoco es abrumadora! 7

Nuestro hermano entonces procede a "confrontar la astilla, la enseñan­

t.a sobre la purificación del Santuario celestial y el juicio investigador, de

l'rente".~ Su argumento es en esencia esto: Si en efecto el cuerno pequeño

es Antíoco Epífanes IV, entonces el contexto total de Daniel 8, lejos de

extenderse hasta el "fin" --o sea, el fin del mundo- se cumplió hace más

de 2.000 años, cuando este rey contaminó el templo de Jerusalén. Si el

l·uerno pequeño es Antíoco, la doctrina adventista del juicio preadveni­

miento, al menos según se lo entiende a partir de Daniel 8 (su fundamen­

to) queda destruida. La profecía que colocamos en el tiempo del fin

(l)aniel 8: 17), o en el fin (Daniel 8: 19), fue entonces consumada y com­

pletada más de un siglo antes de la muerte de Cristo. Si es así, nuestra doc­

trina queda anulada. Nuestro apreciado hermano lo sabe, por eso es que

identifica el cuerno pequeño como Antíoco.

En contraste, nosotros los adventistas (al igual que los primeros re­

formadores y varios protestantes a lo largo de la historia) creemos que este

l'Ucrno pequeño representado en Daniel 8 (al igual que la cuarta

hl·stia/cuerno de Daniel 7 y el reino de hierro/barro de Daniel 2) se refie­

l'l' a Roma, esto es. a Roma pagana y papal, representada frecuentemente

l'll la Biblia como una sola entidad.

48 Ataque contra el Lugar Santísimo

Características comparadas ¿Quién está en lo correcto? Todo lo que necesitamos hacer es observar

las características tanto de Roma como de Antíoco y ver cuál concuerda

mejor. Debido a que las dos entidades difieren bastante entre sí, la evi­

dencia debe resultar determinante.

Después de la muerte de Alejandro el Grande, el Imperio Griego

(representado por el bronce en Daniel 2, el leopardo en Daniel 7 y el

macho cabrío en Daniel 8) se separó en cuatro reinos que existieron en

varias etapas hasta que el Imperio Romano ascendió a la hegemonía polí­

tica y militar en el mundo antiguo. Uno de esos cuatro reinos fue el seléu­

cida, que dominó desde lo que hoy conocemos como Siria. La dinastía

seléucida duró desde 311 hasta 65 a.C.; más de veinte reyes se sentaron en

su trono a lo largo de su dominio. Entre ellos se encontró Antíoco IV

Epífanes, el tema de nuestra discusión y, según el Hno. Ratzlaff, el cuer­

no pequeño de Daniel 8. Antíoco, quien no fue uno de los reyes más des­

tacados de la dinastía, fue el octavo; doce reyes seléucidas lo siguieron.

De hecho, Antíoco no sería más que una nota al pie de los textos de his­

toria sino fuese por un período de tres años dentro de su reinado de once

años (175-164 a.C.) durante el cual profanó el Santuario en Jerusalén

cuando Palestina quedó bajo el dominio seléucida en 198 a.C. En otras

palabras, Antíoco no conquistó Palestina; simplemente se apoderó de ella

después que ya había sido subyugada. Fue la profanación del Santuario y

sus servicios de parte de Antíoco, y sólo esto, lo que ha causado que

muchos comentadores bíblicos (incluso el Hno. Dale) lo identifiquen

como la entidad en Daniel que "se engrandeció contra el príncipe de los

ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su

Santuario fue echado por tierra. Y a causa de la prevaricación le fue entre­

gado el ejército junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la ver­

dad, e hizo cuanto quiso, y prosperó" (Daniel 8: 11, 12).

¿Qué hizo Antíoco? En confabulación con los judíos helenizantes,

Antíoco hizo que se construyera una estatua de Zeus en el atrio del templo

al lado del altar de ofrendas quemadas, en el cual comenzaron a ofrecerse

La epifanía de Antíoco 49

animales inmundos, probablemente cerdos. Esta profanación continuó du­

rante unos tres años hasta que los judíos, bajo los macabeos, retomaron

control del monte del templo y restablecieron los servicios de adoración

según el patrón bíblico (de ahí que se habla de este evento como cumpli­

miento de la purificación del Santuario al fin de los 2.300 días en Daniel

8: 14). Se dan más detalles en los libros 1 y 2 de Macabeos, escritos apó­

crifos que nunca fueron incorporados al canon bíblico.

Por lo tanto, la pregunta crucial es: ¿Concuerda Antíoco Epífanes con

la descripción del cuerno pequeño dada en Daniel 8? Recuerde, es en este

contexto, el de Antíoco en Daniel 8, que Dale Ratzlaff confronta "la asti­

lla" en la teología adventista "cara a cara". Veamos las seis características

del cuerno pequeño y comparémoslas con el reino de Antíoco.

l. El cuerno pequeño, el poder terrenal final en Daniel 8, surge después

de Grecia, al igual que las potencias terrenales finales en Daniel 2 y 7.

Aquí Antíoco se ajusta a la profecía en que surgió dentro de la dinastía

scléucida, que vino después de la muerte de Alejandro el Grande y la de­

sintegración de su imperio.

2. Esta potencia terrenal final, al igual que aquellas en Daniel 2 y 7, es

destruida sobrenaturalmente en "el fin", una frase empleada de varias ma­

neras en Daniel 8 y que hemos demostrado que se refiere al fin del mundo

l'n ocasión de la segunda venida y después.

Con todos mis respetos, Antíoco fracasa miserablemente en este deta­

lle. Un personaje que murió casi 200 años antes de Cristo, no podría cum­

plir una profecía que señala al "fin". Tampoco hay indicaciones de que

Antíoco haya muerto por causas sobrenaturales.

3. Sea lo que fuere esta última potencia terrenal, en Daniel 2, 7 y 8,

surge después de Grecia y se extiende hasta el fin del mundo. Por lo tanto,

lu potencia representada en los tres capítulos debe haber existido durante

muchos siglos. De hecho, en los tres capítulos esta potencia existe hasta el

lin. lo que significa que debe estar en existencia ahora mismo, porque to­

duvía estamos entre la caída de Grecia y la segunda venida de Cristo.

Repito, un rey que pasó a la historia Uunto con la dinastía que gobernó

50 Ataque contra el Lugar Santísimo

temporalmente) en el segundo siglo a.C. difícilmente podría ser la entidad

representada en Daniel 8, que surge después de Grecia y se extiende año

tras año hasta el "fin" del mundo.

4. Esta última potencia en Daniel 8 es la misma potencia representada

en Daniel 2 y 7. Los tres capítulos siguen una secuencia desde Medo­

persia, Grecia y hasta el último reino representado en cada capítulo y pre­

vio a la intervención sobrenatural de Dios. En Daniel 2 y 7, es indudable

que este último reino es el último reino terrenal antes del establecimien­

to del reino de Dios. Daniel 8, luego de la secuencia de Medopersia y

Grecia, incluye otra potencia mundial que resulta destruida sobrenatural­

mente por Dios. Sea cual fuere esa potencia final --que surge después de

Grecia y destruida sobrenaturalmente al "fin" (como los dos reinos fina­

les en Daniel 2 y 7)- existen evidencias poderosas que sugieren que esta

potencia simbolizada por el cuerno pequeño en Daniel 8 es la misma

potencia representada en los capítulos 2 y 7. (Ver también el diagrama an­

terior.)

De nuevo, con estos paralelismos claros entre Daniel 2, 7 y 8, Antíoco

queda totalmente descalificado. ¿Cómo podría Antíoco ser el último reino

en existencia antes de que Dios establezca su reino al fin de la historia, si

él mismo se desvaneció en el segundo siglo a.C.? Por supuesto que no.

5. Esta potencia final en Daniel 8, al igual que las potencias terrenales

finales de los capítulos 2 y 7, es una entidad perseguidora.

Antíoco fue una entidad persecutoria, así que en este aspecto sí con­

cuerda con la descripción profética.

6. Esta última potencia terrenal, según la describen Daniel 2, 7 y 8, en

muchas maneras es más poderosa que los reinos que la precedieron: un

punto apoyado por varios rasgos, incluso el hecho de que en la mayoría de

los casos, se dedican más versículos y detalles a describir lo que es y lo

que hace que lo que se dedican a las potencias precedentes.

Aquí tampoco Antíoco siquiera se acerca. Por ser un rey no muy exi­

toso de una dinastía que, en el mejor de los casos, fue más débil y peque­

ña que Grecia o Medopersia, Antíoco, incluso en el cenit de su poder, no

La epifanía de Antíoco 51

concuerda con este atributo del cuerno pequeño, a quien innegablemente

se lo describe como mayor que Medopersia, y probablemente mayor que

Grecia. Nuevamente, el único reclamo por notoriedad histórica de Antíoco

fue el período de tres años en el cual profanó el templo de Jerusalén, una

actividad que difícilmente merece el tiempo, espacio y terminología que

la Biblia dedica a la descripción del cuerno pequeño.

De las seis características del cuerno pequeño, hemos visto que An­

tíoco cumplió dos: Surgió después de Grecia, y fue un poder persecutorio.

Las cuatro características restantes -que sería destruido sobrenatural­

mente al fin del mundo, que existiría durante muchos siglos, incluso hasta

nuestros días y más allá, que sería el último reino terrenal antes del esta­

hlecimiento del reino final de Dios, y que sería mayor que los reinos que

lo precedieron (especialmente Medopersia)- sin lugar a dudas lo desca­

lifican como cumplimiento del papel del cuerno pequeño.

De las dos características que cumple, un poder que surge después de

( irecia y que practica la persecución, no puede decirse que -individual­

mente o juntas- sean suficientes para identificarlo definitivamente como

l'l cuerno pequeño. Por contraste, existe una entidad que no sólo cumple

las dos características de Antíoco, sino también todas las demás, y se trata

de Roma, pagana y papal.

l. El cuerno pequeño surge después de Grecia. Roma lo cumple.

2. El cuerno pequeño será destruido sobrenaturalmente al final. Por

supuesto, se trata de algo que todavía está en el futuro. Sin embargo, para

4ue una potencia sea destruida sobrenaturalmente en el fin, tiene que exis­

tir hasta el fin. Después de 1.500 años, Roma (ahora en su etapa papal)

todavía se muestra vigorosa y no da señales de que vaya a desaparecer.

Roma ciertamente muestra el potencial de cumplir esta característica,

mientras que Antíoco no tiene posibilidad alguna de cumplirla.

3. El cuerno pequeño, surgido después de Grecia, tiene que existir

durante muchos siglos, incluso hasta nuestros días. Roma, habiendo sur­

llido después de Grecia y presente en nuestro tiempo, se ajusta perfecta­

mente.

La epifanía de Antíoco 53

Reemplace a "Roma (pagana/papal)" con "Antíoco" en cada caso, y

verá cuán insostenible es la interpretación de Antíoco.

La posición adventista concerniente a Roma como el cuerno pequeño

es tan firme como la historia mundial misma. No importa cuán problemá­

tica sea esta posición en términos políticos, no podemos titubear.

Afortunadamente, no tenemos que hacerlo.

"Unas pocas y claras referencias bíblicas" ¿Comprueban estos argumentos la validez de la doctrina adventista

sobre el juicio preadvenimiento? Por supuesto que no. No era mi inten­

ción. Más bien queríamos examinar algunas de las "pocas y claras refe­

rencias bíblicas" que, según el Hno. Dale, anulan el juicio preadveni­

rniento, entre ellas, estos versículos de Daniel 8 que supuestamente

demuestran (dice el Hno. Dale que la evidencia es "abrumadora") que el

cuerno pequeño es Antíoco Epífanes, no Roma. La evidencia es por cier­

to "abrumadora", pero contraria a la posición de nuestro hermano.

Muchos otros trabajos han anulado la interpretación de Antíoco, por

popular y común que sea. Y esto nos lleva a un aspecto perturbador del

lihro del Hno. Dale, algo que mencionamos antes pero que vale la pena

rl'petir. En Selected Studies on Prophetic lnterpretation, en un capítulo

titulado "Por qué Antíoco Epífanes IV no es el cuerno pequeño de Daniel

lf', el erudito adventista William Shea escribió más de treinta páginas que

muestran, parte por parte, lo inadecuado de la interpretación de Antíoco. El

lino. Dale asegura que Daniel 8 describe "las persecuciones de Antíoco

con tal exactitud de detalle",9 que algunos eruditos liberales están conven­

cidos de que fue escrito después de ocurridos los eventos históricos en el

tiempo de Antíoco, una aseveración sorprendente, especialmente a la luz

de todas las investigaciones que muestran cómo es que Antíoco no pudo

huhcr cumplido la profecía. Y por alguna razón, el Hno. Ratzlaff no inten-

111 contrarrestar ninguno de los argumentos que utilizó el Dr. Shea para des­

huratar la interpretación de Antíoco. Decir que no sabía acerca del trabajo

del Dr. Shea no es una disculpa lógica, porque incluyó Selected Studies on

54 Ataque contra el Lugar Santísimo

Prophetic lnterpretation en su libro CDSDA. En otras palabras, el Hno.

Dale sabía sobre el libro de Shea, pero decidió no lidiar con sus argumen­

tos, una táctica compartida por algunos eruditos dentro de la Iglesia.

¿Por qué alguien que desea descalificar una enseñanza clave de una

Iglesia ignora la mejor defensa de tal enseñanza de parte de la Iglesia?

Sólo podemos especular. Pero en vez de enfrentar nuestros argumentos, el

Hno. Dale actúa como si no existiesen, y más bien hace declaraciones

generales y sin mucho detalle que no resisten el análisis más superficial.

Repito, para un ministerio que aspira a convertirse en la "fuente de infor­

mación exacta sobre la doctrina y práctica adventista para el mundo evan­

gélico",10 esta torpeza es reveladora.

Y no se trata de la única.

l. Para un estudio detallado sohre la relación entre estos capítulos ver William Shca. Svmpmium on Daniel. Serie del Comité sobre Daniel y Apocalipsj,. l. 2. (Silver Spring. Maryland: Biblical Re~ean:h lnstitute. 19R6). "Unidad de Daniel"". pp. 165-220.

2. CDSDA. pp. 165. 166. 3. lbíd .. p. 167. 4. lbíd .. p. 168. 5. William Shea, Se/ected Studies on Prophetic Interpreta/ion, Serie del Comité sohre Daniel y

Apocalipsis. l. 1 (Asociación General de Jos Adventista~ del Séptimo Día, 19R2). "Por qué Antíoco no es el cuerno pequeño de Daniel s··. pp. 30. 31.

6. CDSDA. p. 167. 7./bíd .. pp.l67.168. 8. lbíd., p. 16!!. 9. lbíd.

10. Tomado de www.LifeAssuranceMinistries.com (26 de enero. 2001 ).

Capítulo 4

De la antigüedad a la eternidad

PARA RECAPITULAR: Dale Ratzlaff, ex ministro adventista, escri­

be un libro de 380 páginas que denuncia el juicio anterior al adveni­

miento como "sectario", incluso cuando sólo un capítulo (unas quin­

l'c páginas) en toda su obra se ocupa específicamente de los textos bíblicos

l'orrespondientes a la doctrina del juicio en sí mismo. El resto de su trabajo,

aunque se refiere a la doctrina del juicio en diversos lugares, ataca a Elena

( i. de White, Guillermo Miller, la Iglesia Adventista del Séptimo Día y otros

lemas relacionados. Este punto no debería descartarse, puesto que dice

mucho más que lo que el Sr. Ratzlaff alguna vez se propuso.

No obstante, continuaremos (por ahora) examinando las "pocas y da­

rus referencias bíblicas" que, según el Hno. Dale, "son más que su.ficien­

lt'.\' para mostrar, más allá de toda duda, que la doctrina de la purificación

tlt-1 Santuario y el juicio investigador no tiene apoyo bíblico y es contra­

rio a la Escritura en casi cada aspecto". 1 Ya hemos profundizado en la

rrimera de esas referencias, la de Daniel 8, la cual según el Hno. Ratzlaff,

11e refiere a Antíoco Epífanes y por lo tanto no tendría nada que ver con el

,luicio anterior al advenimiento que ocurrirá en los días finales de la histo­

rlu del mundo. Esta posición, como lo hemos demostrado, es insostenible.

55

56 Ataque contra el Lugar Santísimo

Me propongo mostrar que muchos de sus demás argumentos no son mejo­

res que los ya examinados; incluso algunos son peores. Antes de analizar

los argumentos restantes del Hno. Dale contra el juicio, quiero resumir

ciertos aspectos (y en algunos casos explayarme en ellos) para luego res­

ponder a sus argumentos específicos.

Daniel2 Comencemos con Daniel 2. Este capítulo empieza con Babilonia y

finaliza con el reino eterno de Cristo. Daniel 2 establece la base profética

de todo el libro de Daniel. De una manera u otra, muchas de las profecías

que siguen amplían lo que se expone en este capítulo. El mismo capítulo

2 podría resumirse a grandes rasgos como sigue:

La importancia de Daniel 2 para nuestra

interpretación profética no se puede acentuar lo

suficiente. (Estudie el capítulo mismo a medida

que lee lo que escribo aquí.) Daniel 2 establece

el fundamento para nuestras interpretaciones, el

cual es tan firme como, literalmente, la propia

historia mundial. Coloca las bases de todos los

parámetros proféticos de Daniel. Contiene el

Babilonia Medopersia Grecia Roma Segunda venida de Jesús

método que revela cómo debemos interpretar estas profecías, y prueba que

ellas comienzan en la antigüedad y se prolongan en un continuo recorri­

do de la historia de este mundo, que se extiende hasta "el tiempo de/fin";

es decir, más allá de nuestros días hasta el mundo futuro del reino eterno

de Dios. Este último punto no debe desestimarse, especialmente a la luz de

diversas teorías acerca de la interpretación de las profecías de Daniel.

Daniel 2 -al presentar una clara e ininterrumpida sucesión de reinos,

que comienza con Babilonia y termina cuando el presente mundo lo

hace- revela la necesidad de la aproximación historicista para interpretar

las profecías. El capítulo muestra que estas profecías están referidas a la

historia, una progresión histórica que comenzó en la antigüedad y culmi­

nará en el futuro.

De la antigüedad a la eternidad 57

Estudie Daniel2:37-44, donde Daniel dice específicamente que la pro­

fecía trata acerca de cuatro grandes imperios que comienzan con la

Babilonia de Nabucodonosor y terminan cuando el Dios del cielo estable­

ce su propio reino eterno. Estos versículos, entonces, contienen la clave

para entender las profecías, ya que por sí mismos las interpretan, proban­

do que la aproximación historicista (en la cual los adventistas permanecen

casi solos al adherirse todavía a ella) es la que el texto exige. El histori­

cismo revela acerca de Daniel 2 que estas profecías siguen la progresión

de la historia humana desde la antigüedad hasta la eternidad y que no se

concentran solamente en los eventos lejanos del pasado o exclusivamente

en los futuros, sino que cubren todo el espectro de la historia mundial. Así,

de entrada, en la primera sección profética de Daniel se nos da la clave

para entender sus profecías.

Daniel 2, entonces, desenmascara el argumento de que todas estas pro­

fecías se cumplieron en un pasado distante, como el del reino de Antíoco

I·:pífanes, tal como algunos aseguran. Daniel 2 interpreta la parte final de

la visión -la piedra que fue cortada no con mano humana y que destruye

11 todos los reinos mundiales previos, los cuales llegan a ser como tamo de

la-. eras de verano que es llevado por el viento, y "sin que de ellos queda­

ra rastro alguno". Pero "en los días de estos reyes el Dios del cielo levan­

tarü un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro

puehlo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permane­

cerá para siempre" (Daniel2:44). Éste es el fin del mundo actual tal como

lo conocemos; un evento que aún se encuentra en el futuro. La interpreta­

\!it'm de Daniel, que comienza en Babilonia y termina en el futuro, destru­

ye categóricamente la interpretación que limita a un distante pasado las

profecías apocalípticas de su libro.

Daniel 2 también invalida los intentos de situar todos estos eventos en

ol futuro solamente, y que intentan interpretar los símbolos como entida­

des presentes o futuras que se empeñarán en monumentales batallas apo­

\!Uifpticas antes del fin del mundo. Daniel 2:37, donde el profeta nombra

11 Buhilonia misma (personificada por Nabucodonosor) como la primera

58 Ataque contra el Lugar Santísimo

parte de la estatua, prueba que al menos el primer símbolo de la profecía

trata acerca de eventos que suceden cientos de años antes de Cristo, no de

reinos futuros exclusivamente (generalmente centrados en el Medio

Oriente o alrededor de él). No tenemos que adivinar ni especular.

La interpretación, y el método de interpretación, se nos ofrecen no

solamente en Daniel 2, sino también en los capítulos 7 y 8, que son elabo­

raciones y reiteraciones del contenido de Daniel 2. De hecho, la evidencia

interna de ambos capítulos aislados (incluso mucho más cuando son para­

lelos entre sí y con Daniel2) demanda la interpretación historicista, ya que

así es como estas profecías se interpretan a sí mismas: como una represen­

tación de los grandes imperios mundiales, donde el primero surge en la

antigüedad y el último termina cuando Dios establece su reino definitivo.

Finalmente, Daniel 2 anula los argumentos de quienes los interpretan

de múltiples maneras (y también a los capítulos 7 y 8), y afirman que en

una época significa una cosa y en otra algo distinto, y que en nuestros

tiempos tiene una interpretación algo diferente. ¿Qué le da a cualquiera la

licencia de ofrecer múltiples cumplimientos para el capítulo, especial­

mente cuando Daniel mismo declara de qué trata la profecía: cuatro gran­

des reinos que surgirán unos tras otros hasta que venga el reino de Dios y

se establezca (Daniel 2:37-44)? Daniel no dice que estas profecías signi­

fican una cosa en una era y algo diferente en otra era, y que todas estas

aproximaciones son válidas. En cambio, dice con claridad cuál es el alcan­

ce de la profecía: una serie de imperios mundiales que culmina en ocasión

del fin del mundo en la segunda venida de Jesucristo. Las profecías, que

se interpretan a sí mismas, ofrecen por sí solas una interpretación que está

anclada en el esbozo de la historia mundial, una imponente e inamovible

peña que por su naturaleza no se amolda a la noción de múltiples cumpli­

mientos y sus interpretaciones.

Al mencionar a la misma Babilonia como la cabeza de oro (versículo

38), Daniel 2 fija firmemente la profecía a la tierra, a un específico reino

mundial. Este solo hecho pone al descubierto el paradigma de los múlti­

ples cumplimientos. Si Babilonia es todo lo mencionado, ¿qué justifica-

De la antigüedad a la eternidad 59

ción tenemos para permitir que a otros símbolos de la profecía se les dé

diferentes interpretaciones en distintas ocasiones? ¿Podemos dejar que

Babilonia sea la misma en cada interpretación, mientras cambiamos todos

los demás símbolos de la profecía para que se amolden a cualquiera de las

interpretaciones que esté en boga? ¿O podemos simplemente ignorar la

identificación inequívoca de Babilonia dada en el capítulo -es decir, la

Babilonia de Nabucodonosor que existió muchos siglos antes de Cristo,

arraigando así firmemente la profecía en la historia- y surgir con algún

otro método de interpretación que aplica los demás símbolos de la profe­

cía a otra era? Daniel 2 establece parámetros que no nos dejan opción

en cuanto a cómo interpretar ésta o las demás profecías apocalípticas

del mismo libro. El caso contra los múltiples cumplimientos se hace incluso mucho más

fuerte cuando consideramos juntos los capítulos 2, 7 y 8 de Daniel. Como

hemos visto (y lo seguiremos viendo), estos capítulos básicamente tratan

acerca de cinco grandes reinos: cuatro terrenales y uno divino. De los

l·inco, cuatro se mencionan específicamente por su nombre. Los cinco

imperios, o reinos, podrían expresarse

como sigue en el recuadro a la derecha.

Así, desde el interior de las mismas pro-

kdas, cuatro de los cinco elementos son

nombrados por el Señor. Y considerando los

que son nombrados -poderosos imperios

inamovibles e inmutables enraizados en la

historia misma-, la idea según la cual de

nlguna manera podemos dar diferentes

cumplimientos en distintas eras a estas pro-

fecías, ciertamente no surge de nada inherente a los textos en sí mismos.

El cuerno pequeño de Daniel 7 Daniel 7 nos presenta básicamente la misma secuencia profética (con

In misma hermenéutica historicista construida desde adentro) que Daniel

60 Ataque contra el Lugar Santísimo

2; sólo que con más detalles. Nuevamente, recomiendo con insistencia que

continúe con el ejercicio de pensar en la Biblia misma. (Mi libro 1844

Hecho Simple también podría ayudar.)

En el capítulo 7, Daniel sueña con cuatro bestias que surgen de la

inmensidad del mar. Estas bestias se describen como grandes reinos que

surgen uno después del otro (tal como en la visión de Daniel 2), seguidos

por el establecimiento del reino de Dios (Daniel?: 1-18). ¿Una sucesión de

poderes mundiales? ¿Una progresión de la historia mundial? Nuevamente,

La profecía nos enseña por sí misma cómo interpretarla, y nos enseña a

utilizar el método historicista, nada más. A lo largo de la historia, muchos

comentadores han descrito estas bestias, y con justa razón, como

Babilonia, Medopersia, Grecia, Roma y el reino eterno de Dios, tal como

lo han hecho con Daniel 2. Esta interpretación no es exclusivamente

adventista, ni mucho menos.

Sin embargo, el capítulo 7 ofrece numerosos detalles referentes a la

cuarta bestia. Daniel procuró "saber la verdad acerca de la cuarta bestia"

(versículo 19), el poder que surge después de Grecia.

¿Qué gran imperio vino después de la debacle de Grecia? Ningún otro

fuera de la Roma pagana, el poder que realmente causó la caída de Grecia.

¿Cómo podría esta cuarta bestia simbolizar otra cosa fuera de Roma, un

colosal poder mundial, un poder perseguidor y devorador (Daniel 7:7)

que, de nuevo, surge inmediatamente después de la entidad que lo prece­

de? No hay muchos candidatos apropiados, y ciertamente no en este con­

texto. Solamente puede referirse a la Roma pagana, y así es como ha sido

identificada por los comentadores durante siglos. Para nosotros, desde

nuestra perspectiva de mirar retrospectivamente hacia el registro históri­

co, esta identificación no requiere demasiada fe. ¿Quién necesita fe para

creer que Roma pagana surgió después de la debacle de Grecia? Es como

decir: "Tengo fe en que Napoleón fue derrotado en Waterloo ".

Ahora, de esta cuarta bestia, la Roma pagana, surge un terrible cuerno

pequeño que tiene muchas cualidades similares al cuerno pequeño de

Daniel 8. Aquí está el punto crucial que vale la pena volver a repetir: Este

De la antigüedad a la eternidad 61

poder en forma de cuerno de Daniel 7 no es una bestia separada, sino

que forma parte de la cuarta bestia, la Roma pagana. En otras pala­

hras, a diferencia de todas las bestias anteriores, que eran bestias comple­

tamente separadas y que representaban a poderes totalmente separados,

este cuerno pequeño no está separado de Roma. Es parte integral de

Roma; simplemente representa una fase posterior de ella.

La profecía es una predicción segura de lo que sucedió con la Roma

pagana. ¿Fue Roma eventualmente reemplazada por un reino totalmente

nuevo como lo fueron los reinos previos, todos presentados por bestias

diferentes y nuevas? ¿O Roma cambió en algo más, una extensión de lo

que era, tal como en Daniel 2 el hierro, que representa al cuarto reino, se

extiende hasta los pies y dedos de la estatua, mostrando que incluso en el

rapítulo 2 el cuarto reino permanece hasta el fin, aunque de una forma

diferente?

Por supuesto, la respuesta correcta es la última. La cuarta bestia nunca

'l' fue, sólo cambió; eso es todo. A algunos historiadores incluso no les

¡.!lista hablar de la "caída" de Roma pagana; en lugar de ello prefieren

verlo como una transformación (por algo es llamada Iglesia Católica

Romana). Nuevamente, el punto no puede enfatizarse lo suficiente: el

ruerno pequeño es parte de la cuarta bestia. No es un nuevo poder, como

ratla uno de los tres imperios precedentes. Como uno de los más famosos

l'ilúsofos políticos lo escribió en uno de los más importantres tratados polí­

tkos: "Si alguien considera el origen de este gran poder eclesiástico,

1'1kilmente percibirá que el papado no es otra cosa sino el fantasma del

Imperio Romano, sentado con su corona sobre la tumba de aquel".2

Consideremos ahora la forma como la visión misma representa al cuer­

no pequeño. Después de describir las primeras tres bestias (Babilonia,

Mctlopersia y Grecia), las cuales, como vimos, Daniel ya nombró, aunque

''on símbolos diferentes, en diversos lugares de su libro, el profeta dice:

Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he

aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuer-

62 Ataque contra el Lugar Santísimo

te, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y des­

menuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente

de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos.

Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno

pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres

cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos

como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas. Estuve

mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano

de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su

cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas

del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de

delante de él; millares de millares le servían, y millones de millo­

nes asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron

abiertos. [ ... ] Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que

todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio

es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no

será destruido (Daniel 7:7-1 O, 14, el énfasis no está enl original).

Lea estos versículos repetidamente, hasta que la clara e innegable

secuencia de los eventos se fije en su mente. Después de Babilonia,

Medopersia y Grecia, surge un cuarto poder (Roma pagana), y del cuarto

poder surge un cuerno pequeño (todavía una parte de la cuarta bestia),

seguido por un juicio en el cielo; un juicio que (como veremos) conduce

al establecimiento del reino de Dios.

La amplia visión que el vidente tiene de lo que sucede hace imposible

negar la identidad. Después de Grecia, este cuarto poder que surge se

extiende (como lo vimos previamente) hasta el fin del mundo. Ese cuarto

poder, el poder que derribó al tercero, es Roma. Y tal como el cuarto poder

tiene dos fases -la primera se centra en la bestia misma, y la segunda en

el cuerno pequeño que surge de la cuarta bestia-, así también Roma tiene

dos fases, una fase pagana que causó la caída de Grecia, y una fase papal

que se extiende hasta el tiempo del fin.

De la antigüedad a la eternidad 63

Daniel 7 podría resumirse de la siguiente

manera, como lo indica el recuadro.

Estudie Daniel 7 hasta que pueda captar la

secuencia; esto reviste gran importancia. Como

lo remarqué en 1844 Hecho Simple, esta

-;ccuencia específica --cuerno pequeño, escena

del juicio en el cielo, segunda venida- apare­

L"C tres veces en Daniel 7, lo cual pone en relie-

ve su importancia. Ya vimos una representación (Daniel 7:7-10); ahora

ronsideremos las otras dos:

Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta

bestia, que era tan diferente de todas las otras, espantosa en gran

manera, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devo­

raba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies; asimismo

acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que

le había salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo

cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y parecía

más grande que sus compañeros. Y veía yo que este cuerno hacía

guerra contra los santos, y los vencía, hasta que vino el Anciano

de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino (Daniel 7: 19-22, el

énfasis es mío).

Nuevamente, note la secuencia: cuarta bestia (que incluye al cuerno

l'll'queño),juicio en el cielo, reino de Dios. Aquí aparece otra vez:

Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el

cual será diferente de todos Jos otros reinos, y a toda la tierra

devorará, trillará y despedazará. Y Jos diez cuernos significan que

de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará

otro, el cual será diferente de Jos primeros, y a tres reyes derriba­

rá. Y hablará palabras contra el Altísimo, y a Jos santos del

64 Ataque contra el Lugar Santísimo

Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley;

y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio

tiempo. Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el

dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea

dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán (Daniel

7:23-27, el énfasis no está en el original).

¿Podría ser más clara y precisa esta

secuencia? Ver recuadro a la derecha.

No profundizaré en la poderosa evidencia,

revelada en la descripción del cuerno peque­

ño, que hace de la Roma papal la única inter­

pretación plausible. Abordo ese tema en mi

libro 1844 Hecho Simple. Los tomos 1 y 2 de

la Serie del Comité de Daniel y Apocalipsis exploran la evidencia en deta­

lle. Es suficiente decir que un poder que surge directamente de la Roma

pagana (Daniel 7:8, 20, 24), un poder blasfemo y religioso (Daniel 7:8, 20,

25), un poder perseguidor (Daniel 7:21, 25), un poder que "pensará en

cambiar los tiempos y la ley" (Daniel 7:25), no deja lugar a muchas opcio­

nes, especialmente porque se nos da una gran cantidad de detalles con res­

pecto a este cuerno pequeño (muchos más que con respecto a Babilonia,

Medopersia, Grecia o Roma pagana); lo cual significa que obviamente

desempeña un papel importantísimo en la historia mundial, a la par de los

imperios que lo preceden. ¿Cuántos poderes que surgieron directamente de

la Roma pagana llegaron a ser un poderoso imperio mundial con un claro

tenor religioso? Las opciones son limitadas. De hecho, con un detalle más,

la identidad es evidente.

Es en la descripción del cuerno pequeño donde aparece la primera pro­

fecía apocalíptica de tiempo. De acuerdo con Daniel 7:25, los santos

"serán entregados en su mano [es decir, en la del cuerno pequeño] hasta

De la antigüedad a la eternidad 65

tiempo, y tiempos, y medio tiempo". Es casi universalmente reconocido

por los eruditos bíblicos (no sólo los eruditos adventistas) que este perío­

do representa tres años y medio. Como un ejemplo, la King James Study

Bible [Biblia de estudio del Rey Jacobo] de Thomas Nelson (una publica­

ción que no es adventista) interpreta Daniel 7:25 como sigue:

Un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo es una expre­

sión utilizada en Daniel y Apocalipsis para referirse a tres años y

medio, o 1.260 días, ó 42 meses ( 12:7; Apocalipsis 11 :2; 12:6, 14;

13:5).

Incluso los que no son adventistas no tienen problemas en convertir

"tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo" en 1.260 días. Todo lo que

se necesita hacer, después, es aplicar el principio de día por año a los 1.260

días, que llegan a ser 1.260 años.

Por supuesto, el Hno. Dale ataca el principio día por año, ignorando los

dos capítulos del Dr. Shea en el tomo 1 de la Serie del Comité de Daniel

y Apocalipsis, que prueban no sólo la validez del principio día por año en

su totalidad, sino también por qué debe ser aplicado a esta profecía en par­

ticular. Abordaré más tarde el tema del principio día por año. Basta con

decir esto: El cuerno pequeño surge directamente de la Roma pagana, y

persigue a los santos por 1.260 "días" (Daniel 7:23-25). Después de esta

persecución viene un juicio en el cielo que conduce directamente al esta­

hlecimiento del reino final de Dios (versículos 26 y 27).

Ahora, o este marco temporal es literal (tres años y medio reales), o es

profético ( 1.260 años reales). ¿Qué opción funciona mejor?

En medio de todos los símbolos proféticos de Daniel 7 (leones y leo­

purdos alados, una bestia con dientes de hierro, un cuerno que tiene ojos y

hm:a), encontramos una profecía de tiempo que representa la actividad de

un cuerno que tiene boca y ojos. Si uno toma este marco de tiempo como

tres años y medio literales (incluso cuando aparece en medio de todos estos

lllfmholos), entonces una de las dos opciones que siguen es posible.

Según la primera opción, la persecución es postergada por al menos

66 Ataque contra el Lugar Santísimo

1.500 años; recuerde, el cuerno pequeño surge después de la caída de la

Roma pagana, que sucede entre el siglo V ó VI d. C. Mientras tanto, el jui­

cio que sigue a los 1.260 días de persecución termina en la segunda veni­

da de Cristo, que al menos no ocurre hasta el siglo veintiuno. Por lo tanto,

debe existir un gran salto entre el tiempo en que surge el cuerno pequeño

(siglo VI d.C.) y los 1.260 días de persecución que vienen justo antes del

juicio final, que termina en la segunda venida. Bajo este escenario, un

poder perseguidor surge de la Roma pagana, ¿pero no comienza su perse­

cución hasta al menos 1.500 años después? Recuerde que ya estamos en

el siglo XXI, pero el reino de Dios aún no está aquí, y éste surge después

de los 1.260 días literales de persecución. Esta posición es posible, pero

no razonable. Además, nada en el texto indica que esta persecución se pos­

terga hasta el fin; todas las características del cuerno pequeño parecen

aplicársele en su totalidad.

La otra opción afirma que, a causa de que estas características parecen

aplicarse al cuerno pequeño en su totalidad, sin ninguna indicación de

demora, los tres años y medio de persecución deberían haber comenzado

temprano en la carrera del cuerno pequeño. Esto significa que deben haber

terminado cerca de 1.500 años atrás, alrededor del quinto o sexto siglo

después de Cristo, 1.260 días después de que comenzaron. Si así fuera,

entonces el juicio que sigue ha estado sesionando durante casi un milenio

y medio. Esta posición también es posible, pero más bien es insostenible,

especialmente para los que se mofan de la visión adventista acerca del jui­

cio de 1844, diciendo que es ridículo que un juicio dure tanto tiempo; es

decir, desde 1844.

En resumen, una interpretación literal de Daniel 7:25, que hace que la

persecución del cuerno pequeño dure sólo tres años y medio literales, es

improbable hasta el punto del sinsentido.

En contraste, si el marco temporal es profético (igual que los símbolos

que lo rodean) y si se aplica el principio día por año, entonces la profecía

recorre la historia, comenzando en el siglo V ó VI d.C. y terminando en

algún momento a fines del siglo XVIII o a comienzos del siglo XIX, lle-

De la antigüedad a la eternidad 67

vándonos mucho más cerca del "tiempo del fin", igual que las demás pro­

fecías (Daniel 2, 7 y 8). Quizá por esta razón, junto con las otras, durante

siglos los expositores de la Biblia, incluso antes de la existencia de la

Iglesia Adventista del Séptimo Día, utilizaron el principio día por año para

Daniel 7:25. No es una interpretación adventista exclusiva, aunque este­

mos casi solos al adherirnos a ella.

Así, con respecto al cuerno pequeño, tenemos un poder religioso, un

¡Joder romano, un poder perseguidor, un poder que surge directamente de

la Roma pagana, un poder que se extiende a lo largo de un período que

cubre al menos 1.260 años. ¿Cuál podría ser? ¿Antíoco Epífanes? ¡Por

favor, no haga bromas! ¿El Islam? Un buen intento pero, en primer lugar,

l'l Islam no surge directamente de la Roma pagana, y segundo, difícil­

mente sea un poder romano.

¿Cuál otro más podría ser fuera de la Roma papal? Se adecua perfecta­

mente. Aunque a medida que envejezco me pongo menos dogmático con

l'l'specto a casi todo, la identidad del cuerno pequeño como la Roma papal

t•s algo en que uno puede darse el lujo de ser insoportablemente dogmático.

Así, si uno comienza los 1.260 años en el siglo VI, a principios de la

lll'gemonía papal, entonces los 1.260 años terminan en algún momento a

fines del siglo XVIII o a comienzos del siglo XIX. Por más aplicable que

pul'da ser la fecha del 538-1798 d.C., y sea cual fuere la evidencia que jus­

tifique esas fechas, no las necesitamos. En lugar de ello, con dos puntos

l'nsi irrefutables (a saber, el cuerno pequeño como la Roma papal y la apli­

l'Ución del principio día por año a "tiempo, y tiempos, y medio tiempo" de

Ounicl 7:25), podemos establecer que la escena del juicio en el cielo, que

Ul'Urre después del período de 1.260 años, es un evento que sucede en

nllotún momento a fines del siglo XVIII o a comienzos del siglo XIX, y

11n1cs de la segunda venida. De hecho, el texto muestra irrefutablemente

que este juicio conduce a la segunda venida.

Aquí tenemos a Daniel 7 nuevamente, esta vez considerándolo como la

l'rirncra profecía apocalíptica de tiempo de Daniel colocada dentro de la

11ecucncia. Lo que tambi~n hemos agregado son las fechas aproximadas de

68 Ataque contra el Lugar Santísimo

cada imperio precedente que sucumbió. Aunque los historiadores a menu­

do colocan fechas específicas para estos eventos, centrándose en decisivas

batallas militares, la caída de un imperio y el surgimiento de otro general­

mente sucede durante varios años, y no en uno solo:

···(T~6de·~-;~~~~ ·· .. ·.·.·· ... ··:~~;; .; (Desde·comlenzos·~·~:def~~í···~~·<cm~•

~.W·~N~.) , , ... ;;~,; . . ;;,;::

(Oésde éo111Jent:o~·ha5talt.i~ del stglo IV~· .. ; t\asta me<,fl~ufos del s1$Jio 11 a.(:.l

: ·~"~··. ·:., .. (Desde. mediados del. si9fo n ~c. hl:lsta .et sigfq v~vto.C.) .. . ·.. . · .. ··. .,....,.,..<; . q •· .•• •

(Persecud6n desde el :siglO VI dlC. hasta ~ stg~Q XVlll·XIX . ·~~ ... deld.' .. ·.

Segunda venida

Seguro, el papado no desapareció a fines del siglo XVIII o a comien­

zos del siglo XIX, pero no es esto lo que dice la profecía. En lugar de ello,

dice solamente que la persecución duraría ese lapso, o al menos esta fase

de persecución (Apocalipsis 13, por supuesto, habla acerca de un resurgi­

miento de la persecución papal, pero ése es otro tema).

Así, queda suficientemente claro de Daniel 7 que hay una muy impor­

tante escena del juicio en el cielo, un juicio que ocurre algún tiempo des­

pués de los 1.260 años de persecución papal, algún tiempo después de

fines del siglo XVIII o a comienzos del siglo XIX, y que conduce al esta­

blecimiento del reino de Dios.

De la antigüedad a la eternidad 69

¿No se menciona por nombre? Sin embargo, un interrogante que surge es: ¿Por qué, entre las profe­

cías de Daniel 2, 7 y 8, se nombra a todos los reinos excepto al cuarto,

Roma? Habría sido mucho más fácil, y se habría evitado mucha especula­

ción falsa e inúti-l-, si la profecía simplemente hubiera mencionado por

nombre al cuarto reino, como lo hizo con Babilonia, Medopersia, Grecia

y el reino final de Dios. Por otro lado, la mención de los otros todavía no

ha detenido toda clase de interpretaciones y pronósticos que identifican a

esos poderes con cualquier otra cosa excepto lo que el texto mismo nos

uice que son. Algunos aseguran que Roma no se nombró porque el libro

ue Daniel no es profético y que el autor no lo escribió durante los impe­

rios babilónico y medopersa, tal como lo dice. Daniel, argumentan, vivió

durante el Imperio Griego y simplemente relató la historia que ya había

ocurrido; más que predecir eventos antes de que ocurrieran. En otras pala­

hras, el relato del foso de los leones, el horno candente, la orden de asesi­

nar a los sabios, los sueños y las visiones: todo esto habría sido inventa­

do. fábulas que no tienen autenticidad histórica.

Esta manera de ver las cosas es pandémica entre los eruditos bíblicos,

incluyendo (desafortunadamente) algunos de los nuestros. Goza especial­

mente de popularidad entre los que defienden la interpretación de Antíoco

como el cuerno pequeño.

Un problema importante que surge de este concepto (y por cierto no es

t<l único) es que incluso si se acepta la fecha tardía para Daniel (pura espe­

culación, realmente), que coloca la autoría del libro de Daniel a mediados

del siglo 11 a.C., aún así Daniel habría hecho un excelente trabajo al descri­

hir el surgimiento del Imperio Romano pagano y su desintegración en dife­

rentes naciones de Europa más de quinientos años después (Daniel2:41-44).

'liunbién están las predicciones de Daniel con respecto a la transformación

de la Roma pagana en la Roma papal en el V ó VI siglo a.C. (Daniel 7:23-

2~). nada mal para un muchacho que, supuestamente, estaba escribiendo

cerca de un siglo y medio antes de Cristo (sería como alguien que, un siglo

11ntcs de Lutero, predijera el surgimiento y la caída del Imperio Soviético).

70 Ataque contra el Lugar Santísimo

Más bien, quizás Roma no esté directamente nombrada porque el Señor

sabía que Roma tendría el control absoluto de las Escrituras por siglos, y

si los líderes hubieran visto el imperio tan claramente nombrado, particu­

larmente en forma tan negativa y desventajosa, podrían haber destruido las

Escrituras o el libro de Daniel, o al menos los capítulos pertinentes. Así las

cosas, al no estar segura de lo que el texto estaba hablando, Roma podría

darle otras identidades. Mientras tanto, el Señor mantuvo oculta la identi­

dad, sabiendo que haría surgir, a su debido tiempo, a un pueblo (particu­

larmente los reformadores protestantes) que descubriría la identidad de ese

cuerno pequeño. Después de todo, Daniel dice que estas palabras estarían

"cerradas y selladas hasta el tiempo del fin" (Daniel 12:9).

De hecho, los judíos que vivieron durante el Imperio Romano con fre­

cuencia interpretaban estas mismas profecías así: Babilonia, Medopersia,

Grecia, Edom. ¿Porqué Edom? Porque, temerosos de los romanos, los

judíos escondieron la interpretación, algo que el Señor en su providencia

y previsión hizo cientos de años antes con Daniel mismo.

Al mismo tiempo, aunque el Señor no nombró a Roma en la profecía

(por más obvia que sea la identificación), sí lo hizo en el Nuevo

Testamento, en el cual Roma desempeña un papel de trasfondo crucial. El

Nuevo Testamento mismo --que se preparó durante el reino que surge

después de Grecia; es decir, el cuarto reino de Daniel 2 y 7, el tercero de

Daniel 8- abunda en referencias a Roma o al poder romano (en este caso,

la fase pagana de Roma). Los Evangelios, el libro de los Hechos, las

Epístolas, todos se desarrollan en un ambiente romano. Daniel menciona

por nombre a Babilonia, Medopersia y Grecia, mientras que el Nuevo

Testamento nombra a Roma, el poder que surge después de Grecia y

domina el mundo durante el tiempo de Cristo y después.

Numerosos textos del Nuevo Testamento, ya sea directa o indirecta­

mente, aluden a Roma y al poder romano: "Aconteció en aquellos días,

que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo

fuese empadronado" (Lucas 2: 1, la cursiva no está en el original). Note

que "todo el mundo" debía ser empadronado. Sólo un poder podría empa-

De la antigüedad a la eternidad 71

dronar a todo el mundo. Daniel 7:23 dice que la cuarta bestia "a toda la

tierra devorará", y --de acuerdo con el texto de Lucas- fue César quien

extendió el decreto. ¿Quién, o qué, podría ser un símbolo más apto de

Roma? (Vea también Juan 11 :48; Mateo 22: 17; Lucas 3: 1; Hechos 25:21 ).

También Jesús, al hablar acerca de la futura destrucción de Jerusalén,

dijo: "Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed enton­

ces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan

a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los

rampos, no entren en ella" (Lucas 21 :20, 21 ). En el pasaje paralelo, en

Mateo, Jesús dijo: "Por tanto, cuando veáis en el Lugar Santo la abomi­

nación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda),

entonces los que estén en Judea, huyan a los montes" (Mateo 24:15, 16).

Así, en el contexto de la destrucción de Jerusalén, por los romanos (uno

tendría graves problemas al tratar de encontrar un serio erudito que no

nee que Jesús se está refiriendo a la destrucción romana de Jerusalén en

l'l 70 d.C.), Jesús unió el Imperio Romano al libro de Daniel. Jesús, por Jo

tanto, no sólo señaló a Roma, sino que la sitúa dentro mismo de Daniel,

donde se encuentra tres veces la frase "abominación desoladora" expresa­

da por Jesús. Se encuentra en Daniel 9:27; Daniel 11 :31 y Daniel 12: 11.

1 k particular interés es su uso en Daniel 9:24-27, una profecía que

nn1chos eruditos creen que señala, entre otras cosas, a la destrucción de

.Jerusalén por Roma, una profecía que (como veremos) está unida directa­

mente tanto a Daniel 7 como a Daniel 8.

Lo que aquí interesa es: Daniel no nombra directamente a Roma por­

que el Nuevo Testamento lo hace para nosotros. Así, siguiendo la fórmu­

ln protestante de que la Biblia es su propio intérprete, encontramos nom­

hrados en la Biblia los cuatro imperios representados en Daniel.

El cuerno pequeño y el juicio De esta manera, Daniel 7 presenta poderosamente el fundamento del

Juicio anterior al advenimiento. Estudie la clara secuencia de eventos:

Bnhilonia; después de Babilonia, Medopersia; después de Medopersia,

72 Ataque contra el Lugar Santísimo

Grecia; después de Grecia, Roma pagana; después de Roma pagana,

Roma papal (por 1.260 años); después de Roma papal (la fase de 1.260

años), juicio en el cielo que conduce a la segunda venida. Concéntrese en

esta sólida e inamovible serie de eventos -imperio tras imperio, seguidos

por un juicio celestial- que conduce a la segunda venida. Este juicio

celestial, el juicio anterior al advenimiento, está fundamentado con tanta solidez como los poderosos imperios mundiales que preparan el

camino hacia él. Estamos sobre un fundamento inamovible con esta pro­

fecía. Debemos estudiarla hasta que se convierta en nuestra segunda natu­

raleza; entonces seremos capaces de resistir casi cualquiera ataque contra

nuestro fundamento profético. Daniel 7 se alza como una prueba contun­

dente del juicio anterior al advenimiento, un evento de importancia clara­

mente colosal, ya que conduce a la segunda venida y al establecimiento

del reino eterno de Dios.

Algunos críticos (incluso el Hno. Dale) procuran desprestigiar esta

interpretación del juicio de Daniel 7 argumentando que el juicio es sola­

mente contra el cuerno pequeño, no un juicio anterior al advenimiento

final que incluye al pueblo de Dios. En otras palabras, este juicio no ten­

dría relación alguna con los pecados de los santos, la purificación del

Santuario ni con el ministerio de Cristo en el Santuario celestial. Aseguran

que se trata de un juicio contra el cuerno pequeño, nada más.

Algunos problemas no tan insignificantes surgen con este argumento.

Para comenzar, si el cuerno pequeño y sus actividades fueron eventos his­

tóricos que se desarrollaron antes del tiempo de Cristo (como insisten los

que identifican al cuerno pequeño con Antíoco Epífanes), entonces este

juicio, que se supone que será solamente contra el cuerno pequeño,

comienza antes de Cristo y continúa pasando por nuestros días, hasta

entrar en el futuro. Recuerde, según la profecía, este juicio conduce al

establecimiento del reino de Dios (Daniel 7:26-28). Así, si este juicio se

refiere solamente al cuerno pequeño, y el cuerno pequeño tuvo su caída

más de un siglo antes de Cristo, y si este mismo juicio también conduce a

la segunda venida, que todavía no ha ocurrido, incluso en el siglo XXI,

De la antigüedad a la eternidad 73

entonces el juicio habría comenzado en el siglo 11 a.C. y continuaría al

menos hasta el siglo XXI d.C. Aunque no lógicamente imposible, la idea

es difícilmente verosímil.

Por otro lado, para los que quieren colocar la actividad del cuerno

pequeño en el futuro, y creen que el juicio será contra algún poder futuro,

todavía existe el problema del salto entre el cuarto reino de la Roma paga­

na y este futuro cuerno pequeño. ¿Qué les sucedió a los 2.000 años de his­

loria atrapados en el medio? Si el cuerno pequeño representa a un futuro

anticristo, entonces Daniel 7 necesita interpretarse así: Babilonia,

Medopersia, Grecia, Roma pagana (seguida por un salto de 1.500 años

que cubre el tiempo de la Iglesia primitiva, el tiempo del dominio papal,

la Reforma, etc.) y finalmente un anticristo de los últimos días que es des­

truido en un juicio que conduce a la segunda venida. Nuevamente, aunque

no es imposible, una interpretación así sencillamente no tiene sentido,

l'specialmente cuando nada en Daniel 7 indica tan tremendo lapso en las

profecías.

Ahora, no hay duda de que como un resultado del juicio, el cuerno

¡wqueño enfrenta su aniquilación. Ni puede ser negado que el juicio es

l'l'prcsentado en el contexto del cuerno pequeño y sus actividades. Pero

ninguno de estos hechos neutraliza el juicio anterior al advenimiento tal

l'lllllO lo entendemos los adventistas.

La primera representación del juicio aparece en Daniel 7:9, 10.

Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuer­

no pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados

tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos

como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas. Estuve

mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano

de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su

cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas

del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de

delante de él; millares de millares le servían, y millones de millo-

74 Ataque contra el Lugar Santísimo

nes asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron

abiertos (Daniel 7:8-1 0).

Advierta que no se describe aquí ninguna relación directa de causa y

efecto. Daniel describe el cuerno pequeño y luego cambia hacia el juicio

en el cielo. Después de referirse al cuerno pequeño, dice: "Estuve miran­

do ... " y pasa a describir los tronos, las llamas de fuego, los libros, el jui­

cio. La frase "Estuve mirando" es su manera de decir lo que él vio, de

cómo se le apareció en su sueño. Es decir, vio imágenes del trono del

Anciano de Días; vio sus vestiduras blancas, su pelo como blanca lana, su

trono como llama de fuego y las ruedas como fuego ardiente.

Nuevamente, y esto es importante, nada aquí dice que el juicio causa la

caída del cuerno pequeño, aunque de hecho lo hace, lo que no es gran

cosa, ya que el juicio causa el fin de todo el mundo (al menos como lo

conocemos), lo que incluirá, por supuesto, también el fin del cuerno

pequeño. Tampoco nada dice que el juicio sea causado por la actividad del

cuerno pequeño. No se da ninguna razón para el juicio.

La secuencia se presenta nuevamente, esta vez en los versículos 20-22:

Asimismo acerca de Jos diez cuernos que tenía en su cabeza, y

del otro que le había salido, delante del cual habían caído tres; y

este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y

parecía más grande que sus compañeros. Y veía yo que este cuer­

no hacía guerra contra los santos, y los vencía, hasta que vino el

Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó

el tiempo, y los santos recibieron el reino (Daniel 7:20-22).

Nuevamente, aquí se muestran los mismos eventos, con un nexo defi­

nido entre la actividad del cuerno pequeño y el juicio en el cielo. No hay

duda, entonces, desde estos versículos, que sea lo que fuere que el juicio

abarque, incluye algo contra el cuerno pequeño. Nadie está negando eso,

o incluso que el juicio lleva en última instancia a la desaparición del cuer­

no pequeño. Como lo declararnos anteriormente, el juicio conduce a la

De la antigüedad a la eternidad 75

segunda venida, que le pone punto final a cada poder terrenal (Daniel

2:35, 44), incluyendo el cuerno pequeño. El punto crucial es que el juicio

abarca más que sólo el juicio contra el cuerno pequeño.

En la primera mención del juicio en el cielo (versículos 8-14 ), Daniel

describe lo que vio en su sueño. "Estuve mirando", dice (versículo 9), des­

cribiendo lo que se le mostró. En los versículos 15 y 16, Daniel después

habla acerca de cómo se sintió después de ver el sueño, y presenta al ser

l:clestial, que le "hizo conocer la interpretación de las cosas" (versículo

16 ). En el versículo 17, el intérprete celestial comienza diciéndole a

Daniel de qué se trata el sueño. En los versículos 17-20, Daniel relata lo

que el intérprete le dijo: que habría cuatro reinos, y que del cuarto surgi­

ría un terrible cuerno pequeño, que "hablaba grandes cosas", etc.

Después, comenzando en el versículo 21, viene un cambio en lo que el

intérprete le estaba diciendo a Daniel, y ahora se dirige la atención hacia lo

t¡ue Daniel vio en el sueño. Se mueve de la interpretación angélica hacia su

propia descripción. "Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los san-

11 1s, y los vencía, hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los

'antos del Altísimo: y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino" (ver­

'Íl'ulos 21, 22). En lugar de escribir acerca de lo que se le estaba diciendo,

1 >•miel escribe acerca de lo que vio, acerca de lo que se le apareció. "Y veía"

ull:uerno pequeño hacer esas cosas, afirma, hasta que el juicio tomó lugar.

Finalmente, en el versículo 23, el capítulo gira nuevamente hacia la

Interpretación, con la explicación que el ángel le da a Daniel acerca del

l'li~nificado de lo que había visto en el sueño: "Dijo [el ángel intérprete]

us(: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra ... "

Así. Daniel 7:17-20 y 23-27, es la interpretación que se le da a Daniel

u~:cn.:a del significado de la visión; sin embargo, los versículos 21 y 22,

lJUC hablan acerca de la relación entre el cuerno pequeño y el juicio, no es

Interpretación, sino meramente la descripción de Daniel de cómo se le

!\'Veló en el sueño.

Esta distinción es importante. Todo el capítulo 7 de Daniel tiene sólo

vdnlim:ho versículos, y en esos versículos se cubre el sueño y la interpreta-

76 Ataque contra el Lugar Santísimo

ción del sueño, como también algunas aflicciones de Daniel por lo que se le

mostró. En otras palabras, Daniel 7 recorre la historia del mundo desde

Babilonia hasta la segunda venida. Más de 2.600 años de historia se reco­

rren en menos de treinta versículos, de los que una buena parte son sólo una

interpretación de otros versículos. En una situación así, claramente, las

cosas se amontonan demasiado; no hay mucho lugar para que el autor se

mueva lo necesario. Si "tiempo, y tiempos, y medio tiempo" terminan a

fines del siglo XVIII o a comienzos del siglo XIX, seguido por un juicio que

comienza, digamos que luego de cincuenta años o algo así, entonces no es

difícil ver por qué, en el sueño mismo, tal como se le apareció, Daniel dice

que la actividad del cuerno pequeño se extiende hasta el juicio. Desde fines

del siglo XVIII o desde comienzos del siglo XIX hasta, digamos 1844, no

hay una gran cantidad de tiempo, no en una profecía que recorre más de

2.600 años en unas pocas docenas de versículos, que a menudo repiten los

mismos aspectos de la profecía. El uso de "hasta" simplemente está mos­

trando cómo se le apareció a Daniel; no fue una interpretación en sí misma.

Este punto queda aclarado con la interpretación de lo que Daniel vio,

que viene a continuación:

Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el

cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra

devorará, trillará y despedazará. Y los diez cuernos significan que

de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará

otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derriba­

rá. Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del

Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley;

y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio

tiempo. Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que

sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el domi­

nio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado

al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y

todos los dominios le servirán y obedecerán (Daniel 7:23-27).

De la antigüedad a la eternidad 77

En la interpretación misma (en oposición a como se le apareció a

Daniel), el juicio no se presenta como respuesta inmediata a la actividad

del cuerno pequeño. Es decir, el juicio no es el evento que pone fin a los

1.260 años de persecución. La interpretación no lo dice así. La persecu­

ción del cuerno pequeño, al menos en esta frase, es representada dentro de

"tiempo, y tiempos, y medio tiempo". Ese tiempo viene y se va, y luego

el juicio comienza. El fin de los 1.260 años, al menos de acuerdo con la

interpretación que se da, no es causado por el juicio.

De hecho. la palabra traducida como "pero" en el versículo 26 ("Pero

se sentará el Juez") es una sola letra hebrea que puede ser traducida como

··y" o "luego", y se utiliza a lo largo de Daniel 7 para mostrar una progre­

sión cronológica de eventos como en Daniel 7:26. "Luego se sentará el

Juez". "Y se sentará el Juez". Está la persecución, que dura una cantidad

específica de tiempo, y luego, posteriormente, el juicio. Decir, dogmática­

mente, que el juicio en el cielo es el que pone fin al período de 1.260 años

de persecución es leer más de lo que el texto dice.

Este punto, aunque parezca trivial, es importante, ya que algunos pro­

ruran limitar el juicio solamente al cuerno pequeño y a la finalización del

tiempo específico de persecución representado por "tiempo, y tiempos, y

medio tiempo". Pero no es así como el intérprete de Daniel explica la pro­

kda. Aunque el cuerno pequeño y el juicio están unidos, no se puede

decir, al menos desde la interpretación misma, que el período de 1.260

ur)os de persecución finaliza por causa del juicio celestial.

¿A quién se juzga? Sin embargo, si el juicio es realmente acerca de los santos, el Santuario

celestial y los que han profesado su fe en Cristo, como enseñamos los

udventistas. ¿por qué este juicio se representa en el contexto del cuerno

lll'lJUCño?

Buena pregunta, y la respuesta, muy resumidamente, puede encon­

trurse en el concepto hebreo de justicia y de juicio, que abarca no sólo la

vindicación del inocente, sino también el castigo del culpable, elementos

78 Ataque contra el Lugar Santísimo

que aparecen tanto en Daniel 7 como en Daniel 8. El cuerno pequeño

derramó su malignidad sobre el pueblo de Dios; finalmente, hay un jui­

cio que no sólo vindica al pueblo de Dios -"se dio el juicio a los san­

tos" (Daniel 7:22, la cursiva fue agregada), sino que también se aplica la

justicia definitiva al malvado: "se sentará el Juez, y le quitarán su domi­

nio para que sea destruido y arruinado hasta el fin" (versículo 26). En

otras palabras, en el contexto del juicio preadvenimiento (que es la obra

de Cristo en nuestro favor en el juicio celestial), la representación de la

caída del cuerno pequeño, el símbolo del mal, cobra perfecto sentido. No

es un misterio que la vindicación de los santos y la condenación del cuer­

no pequeño estén unidos. Es típico del entendimiento hebreo de justicia,

juicio y vindicación; todos suceden juntos.

"Si hubiere pleito entre algunos, y acudieren al tribunal para que los

jueces los juzguen, éstos absolverán al justo, y condenarán al culpable"

(Deuteronomio 25: 1 ). Aquí vemos un principio fundamental del concepto

bíblico de justicia, de juicio. Incluye no sólo el castigo del culpable o sólo

la vindicación del justo. Contiene ambos elementos, como en Daniel. El

juicio es dado "a los santos", o incluso mejor, "a favor de los santos" en

el juicio representado en el capítulo 7 y elaborado en el capítulo 8 (ya que

la purificación del Santuario incluye el juicio). Y este juicio conduce a la

caída definitiva del poder del anticristo representado en ambos capítulos.

"Tú oirás desde el cielo y actuarás, y juzgarás a tus siervos, condenan­

do al impío y haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando

al justo para darle conforme a su justicia" ( 1 Reyes 8:32). Aquí, en un ver­

sículo, yace la esencia de lo que se presenta tanto en Daniel 7 como en

Daniel 8: el malvado es castigado; el justo, justificado. Éste es el juicio, y

por esto es que Daniel 7 y 8 representan la destrucción del cuerno peque­

ño, porque en este juicio no sólo se vindica al pueblo de Dios, sino que

también se castiga al perseguidor.

Nuevamente, nadie está negando que el resultado del juicio causa la

desaparición definitiva del cuerno pequeño (después de todo, causará el

fin de todos los poderes terrenales); el juicio, que conduce a la segunda

De la antigüedad a la eternidad 79

venida, no está limitado simplemente al fin del cuerno pequeño, eso es

todo. Es un evento mucho más grande y amplio que conduce a la vindica­

ción de los santos, al igual que a la desaparición de sus enemigos (y los de

Dios). Roy Gane, de la Universidad Andrews, escribe:

Si existe un proceso judicial que trae como resultado que una

parte gana y la otra pierde, es porque las dos partes se oponen una

a la otra. A lo largo de la investigación, se encuentra que uno está

en lo justo y el otro equivocado. El "cuerno" está opuesto a

Cristo. Habla palabras arrogantes contra el "Altísimo", oprime a

su pueblo e intenta cambiar la ley de Dios. El cuerno pequeño es

una entidad rebelde que reclama el control en lugar de Cristo.

Cuando Cristo gana el juicio, su pueblo leal gana con él. Son

liberados de la opresión del cuerno y reciben el reino: " ... hasta

que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del

Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino''

(Daniel 7:22, vea también el versículo 27).

Tal como el sumo sacerdote israelita en el Día de la Expiación

representaba a su pueblo ante Dios, de la misma manera Cristo

representa a su pueblo. Como el antiguo Día de la Expiación, el

juicio del tiempo del fin distingue entre dos grupos. Los que son

leales a Dios y lo que no lo son.'

Este mismo principio se ve en Daniel 8. Sin duda, hay un enfoque en

la actividad del cuerno pequeño; y no hay dudas, también, de que la puri­

fil:ación del Santuario causa su desaparición. Pero esto es solamente por­

que en el antitípico Día de la Expiación el juicio es dado "a" o "a favor de"

l'l pueblo de Dios (ver Daniel 7:22). Después de todo, ellos reciben el reino

l'tcrno.

Se puede ver este punto especialmente en la pregunta que se hace en

1 >anicl 8: 13: "Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos pre­

~untó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo

sunificio, y la prevaril:ación asoladora entregando el Santuario y el ejér-

80 Ataque contra el Lugar Santísimo

cito para ser pisoteados?"

Es importante el hecho de que la palabra que se tradujo "del" en el ver­

sículo 13, no aparece en el hebreo, ni la gramática lo permite. Así, la pre­

gunta no es sólo acerca de la actividad del cuerno pequeño. En lugar de

ello, la pregunta es con respecto a todo lo representado en el capítulo ocho,

que incluye la visión del camero y del macho cabrío (Medopersia y

Grecia) al igual que la actividad del cuerno pequeño (Roma pagana y

papal). Una traducción literal diría así: "¿Hasta cuándo durará la visión, el

continuo sacrificio, y la prevaricación desoladora entregando el Santuario

y el ejército para ser pisoteados?" En otras palabras, la pregunta enumera

las cosas que suceden en la visión. De hecho, la palabra para "visión" en

el versículo 13 es hazón, que trata acerca del camero y el macho cabrío;

es decir, Medopersia y Grecia (vea el próximo capítulo).

La pregunta, entonces, podría ser parafraseada así: ¿Hasta cuándo

durarán todas estas cosas, desde el surgimiento de Medopersia, el surgi­

miento de Grecia, y finalmente hasta cuándo se pennitirá que Roma ata­

que el ministerio sacerdotal de Cristo?

La respuesta, por tanto, es que el Santuario en el cielo será purificado (o

que el Juez en el cielo se sentará) al fin de los 2.300 años. Y, por supuesto,

como un resultado de ese juicio, los santos recibirán el reino (Daniel 7:26-

28) y el cuerno pequeño es juzgado y destruido. El punto crucial que se ha

de ver es que la profecía recorre todos los eventos del capítulo, que hablan de

la historia del pueblo de Dios desde Medopersia hasta el final de los siglos.

Para repetir, en la Biblia hebrea el juicio abarca dos cosas: el castigo

del malvado y la vindicación de los justos, los santos. Aunque ese aspec­

to no esté explícitamente mencionado en Daniel 8, al igual que en Daniel

7, nos llega por medio de:

l. Lo que el tipo enseña con respecto al Día de la Expiación y

2. El paralelo entre Daniel 7 y Daniel 8 (vea más abajo), donde la vin­

dicación de los santos se ve claramente en Daniel 7.

En resumen, los que se aferran a la destrucción del cuerno pequeño en

Daniel 7 y 8, asegurando que el juicio se hace solamente en referencia a

De la antigüedad a la eternidad 81

él, no entienden el concepto hebreo de juicio, que incluye la vindicación

de los justos junto con el castigo de los malvados. ¿Qué mejor represen­

tación del juicio anterior al advenimiento, que trae como resultado no sólo

la vindicación de los santos, de una vez por todas, sino que también con­

duce al evento -la segunda venida, que causa la desaparición final del

cuerno pequeño?

Estos hechos, por lo tanto, virtualmente refutan el así llamado "proble­

ma del contexto" de Daniel 7 y 8 (otro argumento de Desmond Ford usado

otra vez en el libro del Hno. Dale), que argumenta que el tema, especial­

mente en Daniel 8, se refiere solamente al cuerno pequeño, que no surge

en la escena hasta bastante después del comienzo de los 2.300 años, y así

Daniel 7 y 8 no tienen nada que ver con alguna clase de juicio celestial

anterior al advenimiento. La construcción de la pregunta del versículo 13

muestra que se refiere a eventos que, aunque ciertamente incluyen al cuer­

no pequeño y su obra de usurpación y persecución, también lo preceden,

l:ubriendo toda la extensión de la historia humana, comenzando con

Medopersia y culminando en el fin del mundo.

Daniel 8, nuevamente Así, hemos visto en Daniel 7 que hay una portentosa escena del juicio

en el cielo algún tiempo después de los 1.260 años de dominio papal, un

juicio que conduce a la segunda venida de Cristo.

Ahora regresemos a Daniel 8, que ya consideramos en el capítulo ante­

rior. Primero repasaremos ese capítulo, ya que es de enorme importancia

para todo lo que creemos.

Daniel tiene una visión de un carnero. un macho cabrío, un cuerno

pequeño, y luego se le dice que el Santuario

será purificado (Daniel 8: 1-14 ).

Aquí está la esencia de Daniel 8. Estudie

la secuencia hasta grabarla en su cerebro;

l'onviértala en su segunda naturaleza; no se

urrcpentirá.

82 Ataque contra el Lugar Santísimo

Como también hemos visto, en la interpretación (Daniel 8:20-21 ), el

camero es Medopersia, el macho cabrío es Grecia y el cuerno pequeño,

aunque no se menciona su nombre como con el camero y el macho cabrío,

es única, total y exclusivamente Roma, tanto pagana como papal (aunque

el énfasis está en la fase papal). El cuerno pequeño no puede ser nada más;

y, como hemos visto, Jesús y el Nuevo Testamento nos ayudan al mos­

tramos por qué.

Así, Daniel 8 podría resumirse de esta manera:

Medo,persla Greda Roam (p~a"a/papal) SantuariO purificado

Danlel2 Babilonia Medopersia Greda Roma (pagana/papal)

Segunda venida

Otra vez, los paralelismos entre Daniel 2,

7 y 8 son innegables, incluso fundamentales.

Démosle una mirada, esta vez incluyendo el

elemento del juicio, que parece ser tan pro­

minente en Daniel 7, y la purificación del

Santuario, que es un punto culminante en la

visión de Daniel 8.

Danlel7 Danlel8 Babilonia Medopersla Medopersia Grecia Grecia Roma Roma (pagana/papal) (pagana/papal) Jukio en el cielo Purificación Segunda venida del Santuario

Observe los paralelismos:

Babilonia en Daniel 2 y Babilonia en Daniel 7.

Medopersia en Daniel 2, Medopersia en Daniel 7, Medopersia en

Danie18.

Grecia en Daniel 2, Grecia en Daniel 7, Grecia en Daniel 8.

Roma en Daniel 2, Roma en Daniel 7, Roma en Daniel 8.

Luego, en Daniel 7, después de Roma, aparece la escena del juicio en

De la antigüedad a la eternidad 83

el cielo, y tiene un paralelo directo con la purificación del Santuario, que

en Daniel 8 surge después de Roma también. En resumen, esta gran esce­

na del juicio en el cielo de Daniel 7, el juicio que conduce al fin del

mundo, es lo mismo que la purificación del Santuario de Daniel 8. Se nos

están dando dos diferentes representaciones de un mismo evento: el juicio

anterior al advenimiento (por esto es claro que el juicio de Daniel 7 suce­

de antes de la segunda venida), también conocido como la purificación del

Santuario, en Daniel 8.

Finalmente, tanto Daniel 2 como Daniel 7 hablan específicamente

acerca del fin del mundo, al menos este mundo presente, y lo que sucede

en la segunda venida.

El punto crucial es el paralelismo entre esta portentosa escena del jui­

cio de Daniel 7 y la purificación del Santuario de Daniel 8. No puedo

resaltar lo suficiente cuán importante es este paralelismo. La escena del

juicio de Daniel 7 es simplemente otra manera de expresar la purificación

del Santuario de Daniel 8, tal como la representación del oso de Daniel 7

es otra forma de expresar al carnero de Daniel 8. Cada representación se

suma a la otra, elaborando sobre la otra, dándonos juntas una gran canti­

dad de información acerca de un evento específico.

Estudie estos paralelismos hasta que lleguen a ser una parte funda­

mental de su fe adventista. Utilizando sólo su Biblia, haga un cuadro,

hasta que pueda ver no sólo la secuencia de eventos, sino también el para­

lelismo entre la escena del juicio de Daniel 7 y la purificación del

Santuario de Daniel 8. Sobre esta base, estará tan sólidamente fundamen­

tado como la misma historia mundial.

Y eso no es todo. Como lo mencioné brevemente en 1844 Hecho

Simple, el entendimiento judío del Día de la Expiación (conocido como

Yom Kippur), el día en que el Santuario es purificado, es de juicio. Aquí

está una cita de una fuente judía acerca de lo que sucede durante el Día de

la Expiación, la purificación del Santuario: "Dios se sienta en su trono

para juzgar al mundo. A la misma vez juez, abogado, perito y testigo, abre

el Libro de Registros, y se lee la entrada que corresponde a cada hombre

84 Ataque contra el Lugar Santísimo

allí registrada. Suena la gran trompeta; se escucha una voz suave; los

ángeles se estremecen, diciendo: Éste es el día de juicio".5 ¡Suena como la

escena del juicio de Daniel 7!

El Dr. Jacques Doukhan, un profesor judío del seminario teológico de

la Universidad Andrews, al escribir acerca de Daniel 7 y 8, y la purifica­

ción del Santuario de Daniel 8:14, declara:

De acuerdo con los paralelismos entre los dos capítulos, los

eventos descriptos en Daniel 8 como la purificación (o la recon­

sagración) del Santuario podrían entonces corresponder al día del

juicio del capítulo 7. De manera significativa, la Septuaginta [una

traducción griega de la Biblia hebrea hecha antes del tiempo de

Cristo] traduce este término con la palabra griega katharisai

(purificar), una palabra técnica utilizada para referirse a Kippur.

El gran comentador judío Rashi también sugiere que deberíamos

leer este pasaje [Daniel 8:141 en el contexto del Día de la

Expiación.

Lo que el capítulo 7 llama el Día del Juicio, el capítulo 8 lo

menciona como el Día de la Expiación. De hecho, son el mismo

evento. Israel experimentaba el Día de la Expiación como la

actualización del último juicio.6

Después de mi conversión al adventismo, y de haber leído El gran con­

flicto, me maravillé por la descripción que Elena de White hacía del juicio

anterior al advenimiento, porque sonaba tan igual a lo que los judíos creen

que sucede en el Día de la Expiación, Yom Kippur. No es para sorpren­

derse porque, claramente, Daniel 8 muestra que la escena del juicio ante­

rior al advenimiento en el cielo es otra representación de la purificación

del Santuario, el Día de la Expiación, de Daniel 8. Simplemente son dos

representaciones distintas de lo mismo, en la que una se concentra direc­

tamente en el aspecto del juicio y la otra introduce el elemento del

Santuario celestial (¿qué otro Santuario podría ser, dado que el contexto

es el juicio en el fin del mundo?). Muestran paralelismos entre sí porque

De la antigüedad a la eternidad 85

el Señor quiere que los estudiemos a la luz que cada uno arroja sobre el

otro, y juntos presentan lo que entendemos como el juicio anterior al adve­

nimiento, un evento que tiene, literalmente, consecuencias mundiales.

Además, Daniel 8 consta de cuatro elementos: Medopersia, Grecia,

Roma pagana y papal, y la purificación del Santuario. Exactamente cuatro.

Ahora, el primer elemento, Medopersia, ciertamente desempeña un

importante papel en la historia del mundo y en la historia del pueblo de

Dios. Medopersia liberó a los judíos de la cautividad babilónica y prepa­

ró el camino para el reestablecimiento de la nación hebrea. Grecia también

afectó al mundo y a la Iglesia de una gran manera. De hecho, el pensa­

miento griego permanece como una influencia poderosa para el mundo

incluso en la actualidad. El tercer elemento, Roma, por supuesto desem­

peñó un papel preponderante en el mundo, y en relación con el pueblo de

Dios desempeña un papel que continuará hasta la segunda venida.

Ahora (y aquí está un punto crucial), si sólo cuatro elementos existen

en el capítulo, y los primeros son lo suficientemente significativos como

para tener, literalmente, un impacto mundial, ¿qué dice esto automática­

mente acerca del cuarto elemento, la purificación del Santuario?

Por supuesto, ¡debe tener una gran importancia también!

¿Por qué uniría el Señor estos tres colosos a uno que no tiene por sí

mismo una importancia enorme? No lo hizo. La purificación del Santuario

-que lleva casi al clímax de la visión de Daniel 8- es, obviamente, algo

llc importancia monumental, a la par de los elementos que lo preceden en

la visión, ¡o incluso los sobrepasa! ¿Y cuál podría ser?

Por supuesto, se trata del gran juicio que conduce a la segunda venida

y al establecimiento del reino eterno de Dios, tan claramente mostrado en

Daniel 7. Por esto es que la purificación del Santuario aparece en la lista

con los tres grandes imperios que la preceden, ya que los 2.300 años

hablan acerca del evento que, en última instancia, conducirá al último y

definitivo reino: el reino de Dios, el más grande de todos los que lo pre­

l"cllieron.

Así, incluso si alguien quiere argumentar contra la interpretación

86 Ataque contra el Lugar Santísimo

adventista de Daniel 8: 14, el contexto sólo exige que, sea cual fuere la

interpretación que se elija, debe ser visto como un evento que tiene gran­

des consecuencias para el mundo y para el pueblo de Dios, como todos los

otros elementos de la profecía. Hasta donde sé, los adventistas son el

único pueblo en el mundo que da importancia a Daniel 8:14. Para muchos

del mundo cristiano es visto sólo como una descripción de Antíoco

Epífanes.

Y, finalmente, como vimos anteriormente, Babilonia llegó a su fin a

mediados del siglo VI a.C. Después de Babilonia llegó Medopersia, cuya

hegemonía duró hasta comienzos o mediados del siglo IV a.C. Después de

Medopersia surgió Grecia, que floreció desde comienzos o mediados del

siglo IV a.C. y duró hasta mediados del siglo 11 a.C. Y luego Roma.

Primero, la fase pagana, que llegó a la cumbre de su poder a mediados del

siglo 11 a.C., hasta finalmente colapsar alrededor del siglo V ó VI d.C.

Después aparece la Roma papal, que de acuerdo con la primera profecía de

tiempo profético de Daniel, tuvo su hegemonía durante 1.260 años, que

siguieron al colapso de la Roma pagana, lo que significa que la fase papal

de Roma, tal como se la representa en Daniel 7, se extiende desde el siglo

VI d.C. hasta fines del siglo XVIII o comienzos del siglo XIX d.C. Por lo

tanto, es después de esta profecía de tiempo profético, después de esta fase

específica de la Roma papal, que la escena del juicio en el cielo tiene lugar.

Así, queda por demás claro de Daniel 7 que la escena del juicio en el

cielo, un juicio que conduce al establecimiento del reino de Dios, ocurre

algún tiempo después de los 1.260 años de persecución papal, algún tiem­

po después de fines del siglo XVIII o comienzos del siglo XIX.

Ahora, si la purificación del Santuario de Daniel 8 es lo mismo que la

escena del juicio en el cielo, como lo muestra Daniel 8 (y verdaderamen­

te es así), y si la escena del juicio en el cielo comenzó algún tiempo des­

pués de fines del siglo XVIII o comienzos del siglo XIX (algo que en ver­

dad es así), entonces la purificación del Santuario de Daniel 8 también se

inició después de fines del siglo XVIII o principios del siglo XIX, ya que

son una misma cosa.

De la antigüedad a la eternidad 87

.,......., . ·, ; ';• . ~·· ~ ... ·~~·· ·'.' ,f:•···· ·.··

(T~ .... ~~.,~ .... ~"*'~);

•·• ·•. • • • • ... k ·' • ,, Mecki~~· \ . ~nZoS a mediados dehigloVI hasta comleniós i mediados del slglo.·IV.a.C.).

G~a .· . . ... ~ ... (Desde eófnlenzos a tnédiadOs del sígJGW&ftastwJMdta<toS del stgto ti a.C.) · ·· · ' . ··. · ./ .:·.:. .•.. ·r ·' ., . : ..•. • .·

Roma pagana . . Roma pagana ' (Desde rnedÍados del siglO U a.C. hasta ef siglo v.:vr d. C.)

Roma papal Roma papal (Desde el siglo VI d.C. hasta el siglo XVIII-XIX d.C.)

· Juido en el delo

Segunda venida

Purificadón del SantuariO

Destruido no por mano humana

Una grandiosa escena del juicio en el cielo (Daniel 7), representada en

el contexto de la purificación del Santuario celestial (Daniel 7), que suce­

de algún tiempo después de fines de siglo XVIII o comienzos del siglo

XIX, pero antes de la segunda venida. ¿Suena familiar? Por supuesto.

Suena corno el juicio que el Hno. Dale Ratzlaff ha trabajado tan ardua­

mente para negar e invalidar.

Nuevamente, estudie estos puntos hasta que se graben en su mente en

forma indeleble. La clave es ver la secuencia de reinos, y luego el parale­

lismo entre ellos, mostrando más allá de toda duda que la escena del jui­

l'io de Daniel 7 es lo mismo que la purificación del Santuario de Daniel 8.

Repase este material hasta que pueda comprenderlo a la perfección.

Finalmente, debo insistir en que este fundamento inamovible lo afirmará

definitivamente en esta fase de nuestro mensaje.

Capítulo 5

¿Los eslabones más débiles?

IMAGINE EL LECTOR que alguien en este siglo veintiuno se dedica­

ra ciegamente a justificar el legado de José Stalin y del sistema comu­

nista de la ex Unión Soviética. Imagine además, que ese visionario ase­

verara que el marxismo al estilo soviético era el mejor sistema político y

ct:onómico para liberar a los obreros de la opresión y de distribución de la

riqueza entre las masas; y además, la libertad y la igualdad para todos.

Imagine que ese individuo proclamara a los cuatro vientos que debido al

llujo natural de la historia, el Estado está destinado a fenecer; que el capi­

talismo se esfumará por causa de sus propias contradicciones internas y que

el mundo evolucionará hasta convertirse en una pura utopía comunista.

Ahora bien, hubo una época en tiempos pasados cuando -sin el bene­

fit:io de lo que ahora sabemos- la gente secular se habría dejado ejecutar

por buscar esperanza en el ideal marxista. Pero actualmente, después que

el falso legado comunista quedó al descubierto y se reveló que siempre fue

tun sólo una farsa opresora, tales sentimientos son inexcusables.

Esto mismo es lo que siento con respecto al argumento bíblico esgri­

mido por el Hno. Dale Ratzlaff contra el juicio investigador. La mayor

purte de sus argumentos son desafíos reciclados esgrimidos por el Dr.

89

¿Los eslabones más débiles? 91

destruir ese vínculo. El Hno. Dale por su parte (posiblemente porque ignora

la respuesta), se ha limitado a reiterar los esfuerzos fallidos de Ford.

He tratado de modo general lo relativo al vínculo existente entre ambos

capítulos en mi libro 1844 Hecho Simple. Para quien desee un tratamien­

to más profundo y erudito, recomiendo el tomo 2 de la Serie del Instituto

de Investigación Bíblica sobre Daniel y Apocalipsis: Symposium on

Daniel, en el cual, en un capítulo titulado "The 'Little Horn', the Heavenly

Sanctuary, and the Time of the End: A Study of Daniel 8: 9-14"1 [El cuer­

no pequeño, el Santuario Celestial y el tiempo del fin: estudio de Daniel

X:9-14 ], el Dr. Gerhard Hase!, ahora fallecido, analiza vínculos existentes

entre Daniel 8 y 9 (especialmente las páginas 436-444 de la obra en

inglés). También en el mismo volumen, el Dr. William Shea (Unity of

J>aniel [La unidad de Daniel]), no sólo se limita a escribir que "las visio­

nes de los capítulos 8 y 9 están estrechamente vinculadas, y constituyen,

para todo propósito práctico, una sola visión",4 sino además aporta prue­

bas mediante las cuales demuestra esa vinculación. El Hno. Dale, por su

parte, incluye las dos obras mencionadas en su bibliografía, pero ignora

los argumentos implícitos en ellas.

En vista de lo que antecede, ¿podemos justificar nuestro aserto de que

las setenta semanas de Daniel 9:24-27 están vinculadas con los 2.300 días

de Daniel 8: 14?

Diremos en primer lugar que Daniel 7, Daniel 8 y Daniel 9 son capítu­

los constituidos por sueños y visiones o únicamente por visiones, segui­

dos por una interpretación de cada sueño o visión en particular, aunque la

interpretación dada en Daniel 8 está incompleta. En contraste, Daniel 9, se

diferencia de los capítulos mencionados en que carece de sueños y visio­

nes; consiste, después de la oración de Daniel, únicamente en una inter­

pretación: la profecía de las setenta semanas que el ángel Gabriel dio a

l>uniel.

A continuación aparece la descripción que Daniel efectúa de la llegada

de Gabriel:

¿Los eslabones más débiles? 93

(que Gabriel recalca con la expresión "es verdadera") señala específica­

mente los 2.300 días de Daniel 8:14. Daniel dijo que él no comprendía la

visión acerca de los 2.300 días, lo cual no sorprende, porque todo lo demás

que aparece en el capítulo 8 ya se había explicado.

Además de lo que antecede, dos palabras hebreas diferentes se tradu­

cen como "visión" en Daniel 8. En los versículos 1 y 2 Daniel menciona

tres veces la "visión" del capítulo, y cada vez emplea la misma palabra

hebrea, hazon:

En el año tercero del reinado del rey Belsasar me apareció

una visión [hazon] a mí, Daniel, después de aquella que me

había aparecido antes. Vi en visión [hazon]; y cuando la vi, yo

estaba en Susa, que es la capital del reino en la provincia de

Elam; vi, pues en visión [hazon], estando junto al río Ulai (Da­

niel 8: 1, 2).

Daniel describe a continuación lo que contempla en la hazon: el came­

ro, el macho cabrío. el cuerno pequeño y el resto de los componentes de

la visión. De esto se desprende que el vocablo hebreo hazon se refiere a la

visión general del capítulo 8.

En contraste con lo antedicho, cuando Daniel se refiere específicamen­

te a los 2.300 días emplea una palabra diferente para denotar el concepto

de visión: mareh.

Y la visión [mareh] de las tardes y mañanas que se ha referido

es verdadera; ... Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfer­

mo algunos días, y cuando convalecí atendí los negocios del rey;

pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía

(Daniel 8:27).'

Entonces tenemos dos palabras para "visión" en Daniel 8: hazon para

denotar la visión en general, y mareh para expresar el contenido de la

visión de Daniel 8:14 acerca de los 2.300 días y la purificación del

Suntuario -la parte que Daniel no comprendió (Daniel 8:27).

¿Los eslabones más débiles? 95

Interviene el mismo ángel que interpreta como en el caso de la hazon de

Daniel 8:1, 2, al que él mismo se refiere cuando menciona la primera visi­

ta de Gabriel. En esta ocasión Gabriel promete conceder a Daniel algo que

denomina hin, es decir, (conocimiento), y la última vez que vimos a

Daniel en urgente necesidad de hin fue en ocasión de su encuentro con los

2.300 días de Daniel 8:14. Gabriel, en este caso, refiere específicamente a

Daniel a la mareh, y le dice que la considere" ("considerar" en hebreo

también es un derivado de hin).

Otra idea adicional que necesitamos considerar es: ¿Qué clase de pro­

fecía era la primera mareh que Gabriel menciona a Daniel? Por cierto que

se trataba de una profecía temporal, las sesenta semanas, la cual comien­

za a explicar en Daniel 9:24.

Es indiscutible que Gabriel se presentó a Daniel en el capítulo 9 para

explicarle el significado de los 2.300 días del capítulo 8.

Los adventistas no son los únicos que perciben esta misma relación.

Tengo en mi oficina un comentario judío ortodoxo acerca de Daniel.

Resulta asombroso comprobar la forma como este comentario analiza las

"etenta semanas de Daniel 9:24-27. En el párrafo que sigue presento un

l'xtracto de la explicación que hace de la frase "entiende la mareh"

1 visión], aunque este comentario la traduce "consigue comprensión de la

visión", lo cual es una traducción del verbo contenido en la frase (hin en

l'l hiphil). ¿Cómo explica este comentario judío la profecía de las setenta

"l'manas?

Esto se refiere a la visión de Daniel registrada en el capítulo 8,

en la cual la parte que le causó tanta preocupación y angustia

( vers. 14) se caracteriza en los versículos 16-26 como una

mareh.ó

Lo primero que hace es referir esta parte a Daniel 8:14. Dicho de otro

modo, los judíos, quienes, sabido es que no tienen la misma "agenda" que

los adventistas, pero de todos modos establecen idéntica relación entre

l>anid 8:14 y la profecía de las setenta semanas de Daniel 9:24-27.

¿Los eslabones más débiles? 97

Empleemos una analogía. Supongamos que usted y su esposa tienen

1.000 dólares en su cuenta bancaria. Su esposa habla con usted y se refie­

re a los 1.000 dólares, y a continuación menciona que ha visto una her­

mosa lámpara que cuesta 250 dólares. ¿Cuál es la implicación inmediata?

Que desea retirar 250 dólares de los 1.000 para adquirir la lámpara.

¡.Verdad? ¡Por cierto que sí!

Recurramos ahora a una analogía diferente. Usted comenta con su

vecino que el domingo dispone de cinco horas libres. Después el vecino

va a verlo, y tras referirse directamente a sus cinco horas libres menciona

que necesita que alguien le ayude a pintar un cuarto en su casa. "El traba­

jo puede hacerse en una hora", dice. ¿Cuál es la implicación inmediata de

esta yuxtaposición de una hora contra las cinco? Usted lo ha dicho: que

debiera dedicar una de esas cinco horas para ayudarle a pintar.

Retomemos ahora Daniel 8 y 9. El ángel, tras efectuar una referencia

directa a las 2.300 tardes y mañanas, presenta de inmediato al profeta una

profecía temporal más corta: las 70 semanas, yuxtaponiendo una contra la

otra. ¿Cuál es la implicación inmediata que se desprende de esto?

¡Exactamente! Que la profecía de las 70 semanas forma parte, o debiera

tomarse, de la más larga de 2.300 días.

El Hno. Dale admite que la expresión verbal usada en Daniel 9:24,

"setenta semanas están determinadas" también puede significar "corta­

das". Él escribe: "Chatchak significa 'cortar' o 'decretar' ... ""

El hecho de que las 70 semanas se han cortado de los 2.300 días se

torna más evidente aún por el empleo del verbo chatchak. Éste es un

lwpax le!(omenon, término técnico para expresar una palabra que aparece

una sola vez en la Biblia. Esto significa que no existe otro caso semejan­

tl' para compararlo con él. Sin embargo, la mayor parte de los léxicos

hl·hrcos mencionan uno de los significados, con frecuencia el sentido pri­

mario como "cortadas". Poseo tres léxicos hebreos: Gesenio traduce chat­

dlllk como "apropiadamente cortar, dividir", con la idea de promulgar un

lk'lTeto. Brown, Driver y Brig!(s la definen como "dividir, determinar".

1/o//aday (léxico abreviado) la defifle como decretado, ordenado".

¿Los eslabones más débiles? 99

"probar" que Jesús es el Mesías en la misma forma como pueden probar

que 2 + 2 = 4. Estamos tratando aquí con asuntos de fe. En tales casos hay

escasas "pruebas" acerca de cualquier cosa dentro de la categoría de la fe

-si cuando hablamos de prueba nos referimos a una prueba de carácter

científico (aunque es discutible si la ciencia prueba realmente alguna cosa

en forma absoluta). Ignoro lo que el Hno. Dale o el Dr. Ford quieren decir

con "prueba", pero una cosa es cierta: podemos "probar" que nuestros

argumentos en defensa de las setenta semanas cortadas de los 2.300 días

son mucho mejores, más sólidos. y más firmemente arraigados que los

argumentos que ellos presentan contra el nuestro.

¿1.150 ó 2.300? Ocuparme de este próximo argumento me hace sentir como si estuvie­

ra tratando con la aseveración de que Jesús cambió el sábado por el

domingo. Es una de esas cosas que necesitan el testimonio de un testigo

presencial. Sin embargo, no importa cuántas veces hayamos estado allí y

hecho eso (me referí a esto en mi libro /844 Hecho Simple), es importan­

le refutar estos cargos, aunque la única razón fuera para exponer los débi­

les argumentos que aparecen en el único capítulo del libro del Hno.

l{atzlaff que trata específicamente de lo que él considera la evidencia

híhlica contra el juicio anterior al advenimiento, argumentos cuya debili­

dad resume la totalidad del libro.

El Hno. Dale afirma que las 2.300 tardes y mañanas de Daniel8: 14 son

llnicamente 1.150 días. ¿Cuál es la razón? Porque la frase "tardes y maña­

nas" se refiere (la afirmación) al sacrificio diario, y porque se realizaban

dos sacrificios diarios, por lo tanto 2.300 sacrificios son sólo l.l50 días.

¡,Hay algo que pueda validar este cambio?

Durante años he estado usando una concordancia bíblica en CD-rom de

l'Upacidad incalculable, denominada Bible Works for Windows lAyuda

hfhlica para Windowsj. No hubiera podido vivir sin ella. En ninguna de las

doce traducciones en inglés de Daniel 8:14 que figuran en la concordan­

l'iu electrónica mcncionudu. se hace referencia a los 1.150 días. Además,

¿Los eslabones más débiles? 101

excepción -escribió Hasel- a esta secuen­

cia aparece en el Antiguo Testamento". 10 En

consecuencia, si Daniel se refería al sacrificio

uiario, ¿por qué no empleó la misma secuen­

cia como lo hace cualquier Antiguo Testa­

mento al referirse al mismo sacrificio? Por

cierto que la respuesta es que no está hablan­

do de ese sacrificio; por lo tanto es innecesa­

rio dividir por la mitad los 2.300 días. Ade­

más, el sacrificio diario del Santuario se con­

El sacrificio diario del Santuario se considera en la Escritura como un solo sacrificio que ocurre dos veces cada día, lo cual demuestra que la división en dos sacrificios carece de todo respaldo.

sidera en la Escritura como un solo sacrificio que ocurre dos veces cada día,

lo cual demuestra que la división en dos sacrificios carece de todo respaldo.

Aunque la secuencia tarde-mañana es lo opuesto a la forma en que el

ll'xto se refiere al sacrificio diario en otros pasajes bíblicos, es la misma

"L'cuencia que encontramos en el relato de la creación registrado en

< iénesis 1 en relación con la sucesión de los días de la semana.

"Y fue la tarde y la mañana el primer día ... " "Y fue la tarde y la maña­

/la el segundo día ... " "Y fue la tarde y la mañana el tercer día ... " Note el

kctor la secuencia tarde-mañana, tal como en Daniel 8: 14, y además la

l'orma como esa secuencia se relaciona con la palabra "día".

Entonces, contrariamente a la posición del Hno. Dale y el Dr. Ford, no

l'Xiste ningún fundamento para creer que las 2.300 "tardes y mañanas" de

Daniel 8:14 signifiquen otra cosa fuera de los 2.300 días que aparecen en

lu mayor parte de las versiones de la Biblia.

Purificado Otro argumento usado por el Hno. Dale -sin importarle con cuánta

frl'cuencia ha sido rebatido- sostiene que es incorrecto traducir Daniel

IU4 como "purificado" ("Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas;

htL'go el Santuario será purificado"). Éste es otro argumento basado en las

crl'cncias del Dr. Ford, el cual constituye un intento de negación del víncu­

lo L'Xistente entre Daniel R: 14 y el Día de Expiación de Levítico cuando el

¿Los eslabones más débiles? 103

"Notamos -escribe el Dr. Ángel Rodríguez, erudito en asuntos del

Antiguo Testamento- que el vocablo tsadaq se asocia con conceptos

como juicio, vindicación, purificación y salvación. El término da la idea

de restauración del orden establecido por Dios por medio de la obra de

purificación y juicio" 11 --conceptos que se relacionan directamente con lo

que sucede en el Día de Expiación, un día de juicio, vindicación, salvación

y por cierto, purificación.

No es extraño que la Septuaginta, con la Vulgata latina, traduzcan tsa­

daq "purificado" en Daniel, 8:14. En efecto. la Septuaginta emplea en

Daniel 8: 14 el mismo vocablo griego que usa en Levítico 16, el cual se

refiere a la purificación del Santuario terrenal en el Día de la Expiación.

Esto tiene sentido, especialmente cuando se examina el lenguaje de

Daniel 8, el cual abunda en conceptos y figuras de dicción propios del

servicio en el Santuario del Antiguo Testamento, incluido el Día de

Expiación.

Por qué Daniel no empleó la misma palabra hebrea específica para

"purificado" que aparece en Levítico, queda abierta a la especulación. Si

lo hubiera hecho, el argumento contra el vínculo entre Daniel8: 14 y el Día

de Expiación de Levítico habría quedado expuesto a discusión. Sin emhar­

¡.!O existe suficiente evidencia de otras fuentes para demostrar la relación

l'ntre Levítico y el Día de Expiación, razón por la cual ''purificado" es una

lraducción exacta. Tal vez cuando se considera el asunto que aquí está en

.iucgo -el juicio final que pone fin a este mundo e introduce el otro (como

lo revela el paralelo existente entre Daniel 7 y 8)- tsadaq se usó porque

el pasaje trata de asuntos que trascienden a aquellos aludidos por la pala­

bra particular que hace referencia a la "purifi<;ación" del Santuario. El

Sci1or empleó un término que encapsula más que un ritual religioso. Trató

dl' expandir nuestras mentes para que consiguieran abarcar la magnitud de

lo que aquí está ocurriendo. Y lo que aquí está sucediendo, tal como lo

hl·mos visto, es que en Daniel 8: 14 se compara la escena del juicio de

1 );miel 7 -y según el pensamiento judío, el juicio ocurría en el Día de

1-:xpiación, el dfa cuundn el Santuario era "purificado".

¿Los eslabones más débiles? 1 05

venida al final de la historia de este mundo. Considere este juicio como lo

describe la profecía:

Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un

Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo

de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las rue­

das del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía

de delante de él; millares de millares le servían, y millones de

millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fue­

ron abiertos ... Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con

las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre, que vino

hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y

le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos,

naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno,

que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido ... Pero se

sentará el Juez, y le quitará su dominio para que sea destruido y

arruinado hasta el fin, y que el reino y el dominio y la majestad

de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los

santos, del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los domi­

nios le servirán y obedecerán (Daniel 7:9, 10, 13, 14, 26, 27).

Tronos, Anciano de días, el Hijo de Hombre, río de fuego, libros abier­

tos. juicio -si esto no es un cuadro de algo que sucede en el cielo. ¿qué es

l'lltonces? En el cielo está sucediendo algo que afecta directamente lo que

sucede en la tierra, lo cual es un juicio celestial, el cual finalmente da lugar

u la segunda venida. ¡Y este juicio es el paralelo directo de la purificación

tk•l Santuario descrita en Daniel 8: 14!

Considerando los acontecimientos, para

no mencionar el marco de referencia tempo-

1'111 (después de los 1.260 años de lo que

puL·dc ser únicamente la hegemonía papal),

¡,11 qué otro Santuario podría hacerse referen­

\.'iu aquí, si no al Suntuurio celestial? El últi-

¡Y este juicio es el paralelo directo de la purificación del Santuario descrita en Daniel 8:141

¿Los eslabones más débiles? 1 07

que Hebreos 9:23 es una referencia al Día de Expiación para el Santuario

celestial. A continuación aparecen dos comentarios de eruditos no adven­

tistas acerca de Hebreos 9:23. Notemos su clara referencia a la purifica­

ción del Santuario celestial:

Decir que es 'necesario que las figuras de las cosas celestiales

fuesen purificadas así' (Hebreos 23a) resume aspectos de la Ley

Mosaica, especialmente la disposición de que el Santuario fuese

purificado con sangre de macho cabrío en el Día de Expiación

(Levítico 16: 15-19) ... La idea peculiar según la cual el Santuario

celestial necesitaba ser purificado (NOTA sobre 9:23) refleja un

concepto de revelación. El autor entiende que la realidad funda­

mental es el celestial antes que el terrenal. Si el Santuario terre­

nal es una representación del celestial (8:2, 5), entonces las leyes

relativas a la tienda terrenal presumiblemente revelan algo acer­

ca de la tienda celestial a la que simboliza. Podría concluirse que

el Santuario terrenal fue purificado porque su contraparte celes­

tial también tenía que serlo. Cristo no purificó el Santuario celes­

tial porque debía regirse por la norma levítica; antes bien, lo

reverso es verdad. La práctica levítica prefigura la purificación

del Santuario celestial que Cristo hará al final de los tiempos

(lO:l).D

El medio requerido para purificar de la afrentosa contamina­

ción el lugar de mediación era la sangre, el depósito de la "vida",

la cual una vez derramada se convertía en un detergente capaz de

remover la contaminación ritual y moral. El autor de Hebreos

construye una antítesis en 9:23 que evoca el argumento de "lo

menor por lo mayor" de 9: 13-14; tal como los nuevos ritos

incluían la purificación de la conciencia (en vez de la superficie)

del pecador con una sangre más eficaz, así también el mejor

Santuario debe ser purificado mediante la sangre mejor ... La

purificación de Jesús del Santuario celestial es la representación

¿Los eslabones más débiles? 109

Santísimo", en contraste, por ejemplo, con la versión NEB, la cual tradu­

ce la misma expresión como "Santuario". Como veremos más adelante, la

versión NEB es la que tiene la traducción mejor.

Para comenzar diremos que si alguien tuviera que leer Hebreos sin nin­

guna predisposición teológica, el mensaje básico sería que Jesús -prime­

ro nuestro Sacrificio y ahora nuestro Sacerdote- inauguró una nueva era

en la historia de la salvación. Todo el ceremonial ritual que existió antes

uc él, la totalidad del servicio practicado en el Santuario terrenal, con su

-.angre, sus sacrificios y su pacto, aunque fueron instituidos por Dios

mismo, fueron quitados de en medio y reemplazados por un Santuario

mejor, por mejor sangre y por un pacto más excelente (el nuevo pacto).

Según se desprende de Hebreos, la fórmula antigua era solamente una

-.ombra, una representación anticipada de lo que Cristo -mediante su

muerte, su resurrección, y ahora su ministerio sumosacerdotal en el

L"ielo- realizará por nosotros. Tal es el tema que satura el libro de

llcbreos, el cual culmina con el pasaje que sigue:

Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es

que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del

trono de la Majestad en los cielos, ministro del Santuario, y de

aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hom­

bre. Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar

ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste

tenga algo que ofrecer. Así que, si estuviese sobre la tierra, ni

siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan

las ofrendas según la ley; los cuales sirven a lo que es figura y

sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés

cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las

cosas conforme al modelo que te he mostrado en el monte. Pero

ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un

mejor pacto, establecido sobre mejores promesas (Hebreos 8: 1-6 ).

¡,Cuál es el punto principul de lo que "venimos diciendo" hasta aquí en

¿Los eslabones más débiles? 111

ración entre el Lugar Santo y el Santísimo. Pondrás el propicia­

torio sobre el arca del testimonio en el Lugar Santísimo (Éxodo

26:33, 34. La letra cursiva no está en el original).

Y Jehová dijo a Moisés: Di a tu hermano Aarón que no en todo

tiempo entre en el Santuario detrás del velo, delante del propi­

ciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apa­

receré en la nube sobre el propiciatorio (Levítico 16:2. La cursi­

va no está en el original).

Después tomará el incensario lleno de brasas de fuego del altar

de delante de Jehová, y sus puños llenos del perfume aromático

molido, y lo llevará detrás del velo. Y pondrá el peifume sobre el

fuego delante de Jehová, y la nube del peifume cubrirá el propi­

ciatorio que está sobre el testimonio para que no muera. Tomará

luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el pro­

piciatorio al lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su

dedo siete veces de aquella sangre. Después degollará el macho

cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre

detrás del velo adentro, y hará con la sangre como hizo con la san­

gre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del

propiciatorio (Levítico 16: 12-15. La cursiva no está en el original).

En cada uno de estos casos, la frase "del velo adentro" no está aislada,

sin relación con el texto. En cada ejemplo va acompañada de otras pala­

hras, ya sea de inmediato o en otro lugar del texto, lo cual muestra espe­

dficamente a qué parte del Santuario terrenal se alude, en estos casos, el

1 .ugar Santísimo.

Compare estos textos con este otro, en el que la frase "dentro del velo"

SL' emplea sin aplicación específica (como también es el caso en Hebreos

(l: Jl) ):

Mas tú y tus hijfls contigo guaPdaréis vuestro sacerdocio en

112 Ataque contra el Lugar Santísimo

todo lo relacionado con el altar, y del velo adentro, y ministraréis.

Yo os he dado en don el servicio de vuestro sacerdocio; y el extra­

ño que se acercare, morirá (Números 18:7).

El contexto es importante. El Señor le puntualizó a Aarón sus deberes

concernientes al Santuario; y aunque los levitas también tenían responsa­

bilidades en lo que concierne al Santuario, ciertos deberes requerían la

atención exclusiva de Aarón y sus hijos.

En el versículo 5, el Señor habla de Aarón y sus hijos, y dice: "Y tendréis

el cuidado del Santuario, y el cuidado del altar, para que no venga más la

ira sobre los hijos de Israel" (Núm. 18:5. La cursiva no está en el original).

En este pasaje se destacan dos cosas que debían estar a cargo de los sacer­

dotes: el Santuario (se supone con todo lo que había en él, porque solamen­

te Aarón y sus hijos podían entrar allí), y el altar, esto es, el altar de las ofren­

das encendidas, que se encontraba fuera de la tienda del Santuario.

Entonces, según el versículo 5, el Santuario y el altar eran los objetos que

estaban especialmente a cargo de Aarón y sus hijos, quienes eran los sacer­

dotes.

En el versículo 6, el Señor vuelve a referirse a lo que dijo en el versícu­

lo 4, que los levitas tendrían responsabilidades definidas. Luego, en el ver­

sículo 7, el Señor vuelve a dirigirse a'Aarón y sus hijos y repite lo que ya

había dicho en el versículo 5: recalcó las responsabilidades específicas que

Aarón y sus hijos tendrían, las cuales eran diferentes de las de los levitas

en general.

Mas tú y tus hijos contigo guardaréis vuestro sacerdocio en

todo lo relacionado con el altar, y del velo adentro, y ministraréis.

Yo os he dado en don el servicio de vuestro sacerdocio; y el extra­

ño que se acercare, morirá (Números 18:7. La cursiva no está en

el original).

Compare lo que antecede con el versículo 5, en el que el Sdior habla a

Aarón acerca de su deber y el deber de sus hijos, los sacerdotes:

¿Los eslabones más débiles? 11 3

Y tendréis el cuidado del Santuario, y el cuidado del altar, para

que no venga más la ira sobre los hijos de Israel (Números 18:5).

Observe el lector el paralelismo entre ambos versículos:

Versículo 5 Altar

Altar

Santuario

;::

=

=

Versíallo 7 Altar

Altar

"Del velo adentro"

Estos versículos son paralelos de la expresión "del velo adentro" y del

"Santuario". Un versículo dice que Aarón y sus hijos tienen a su cargo el

altar y lo que se encuentra "del velo adentro", es decir, en el Santuario.

Ambos pasajes se refieren a la misma cosa.

También, quienes arguyen dogmáticamente que "del velo adentro"

tiene que significar el Lugar Santísimo pueden obtener escaso consuelo de

Hebreos 9: 1-3. En este caso que habla específicamente del Santuario

terrenal y de los dos departamentos que lo constituyen, el texto declara:

Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un

Santuario terrenal. Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en

la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la

mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la

parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo (Hebreos 9: 1-3 ).

Estos versículos son reveladores por varias razones. Primero, encon­

tramos aquí, sin ambigüedad, una referencia al segundo departamento

solo, el Lugar Santísimo. En el versículo 3 leemos: "Tras el segundo velo"

estaba "el Lugar Santísimo".

Ahora bien. si dejamos que la Biblia se interprete a sí misma y si toma­

mos lo que con seguridad nos ayudará a interpretar lo que no es tan segu-

114 Ataque contra el Lugar Santísimo

ro, podemos ver que el autor de Hebreos aquí emplea la frase "tras el

segundo velo" para referirse al Lugar Santísimo, como opuesto a la frase

"dentro del velo". Si él se proponía declarar dogmáticamente en Hebreos

6: 19 que Jesús estaba en el segundo departamento, ¿por qué no se empleó

la misma frase "tras el segundo velo", como lo hizo en 9:3, la cual ine­

quívocamente apunta directamente al Lugar Santísimo? ¿O bien por qué

no usó el lenguaje empleado anteriormente en 6: 19 ("dentro del velo") en

9:3, si es que esa frase se refiere al Lugar Santísimo, en lugar de llamarlo

aquello que estaba "tras el segundo velo"?

¿Es posible argüir que éstas son tan sólo dos expresiones diferentes

para denotar una misma cosa?

Es posible. Pero la respuesta más acertada, la que calza en el contexto

total de Hebreos, es que en Hebreos 6: 19 el autor se refería a la totalidad

del Santuario donde Jesús entró en nuestro beneficio, mientras que en 9:3

el autor señalaba únicamente el Lugar Santísimo.

¿Por qué es éste el argumento mejor?

El vocablo griego ta hagia y sus variantes ocurren diez veces en el

libro de Hebreos. El significado básico de la palabra es "los santos". Es

también la palabra que se emplea para mostrar dónde está Jesús ahora

como nuestro Sumo Sacerdote en el cielo; es, además, otra clave que inva­

lida la suposición d_e que Hebreos ubica a Jesús en el Lugar Santísimo del

Santuario celestial. Sin embargo, para poder responder a la aseveración

dogmática según la cual Hebreos ubica a Cristo en el Lugar Santísimo jus­

tamente después de la cruz, veamos lo que dice el texto griego concer­

niente al lugar donde se encuentra Cristo.

Lea nuevamente Hebreos 9: 1-3. El contexto es claro. El autor está des­

cribiendo el Santuario terrenal con sus dos departamentos:

Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un

Santuario terrenal. Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en

la primera parte, llamada Lugar Santo, estaban el candelabro, la

mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la

¿Los eslabones más débiles? 115

parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo (Hebreos 9: 1-3.

La letra cursiva no está en el original).

Es incuestionable que en el versículo 3 la frase "el Lugar Santísimo" se

refiere al segundo recinto del Santuario terrenal. Esto es indudable. El texto

griego correspondiente emplea una variante de ta hagia única en su género,

la cual no se usa en ninguna otra parte del Nuevo Testamento: hagia hagion,

lo cual significa "el Lugar Santísimo", una referencia clara e indiscutible al

segundo departamento únicamente. Advierta el énfasis que se coloca en

"únicamente". Más adelante se verá la importancia que esto reviste.

Ahora consideremos lo siguiente: en todos los demás textos en

Hebreos que contienen la expresión ta hagia, incluidas las que se refieren

a la ubicación de Jesús en el cielo, resulta revelador que en ninguno de

esos casos se use la frase hagia hagion, la cual significa "el santo de los

santos", una referencia inequívoca únicamente al Lugar Santísimo. Si,

como insisten algunos, todo el libro de Hebreos coloca a Cristo absoluta­

mente en el Lugar Santísimo inmediatamente después de haber regresado

al cielo, entonces ¿por qué nunca emplea la frase que en forma inequívo­

ca y sin ambigüedad significa "Lugar Santísimo" cuando describe el lugar

donde Cristo está en el cielo? En cambio usa variantes de la hagia, que en

la mayor parte de los casos se refieren al Santuario como unidad total.

Procedamos a continuación a examinar otro pasaje bíblico que emplea

una variante de la hagia; dicho sea de paso, se trata del texto que introdu­

ce por primera vez esta expresión en Hebreos:

Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es

que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del

trono de la Majestad en los cielos, ministro del Santuario, y de

aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hom­

bre (Hebreos 8: 1, 2. La cursiva no está en el original).

Aquí tenemos otro uso claro y definido de ta hagia. El versículo dos

declara que Cristo es un ministro "del Santuario" (de ta hagia); el contex-

116 Ataque contra el Lugar Santísimo

to hace claro que el autor se refiere a la totalidad del Santuario, al que

llama "verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. Es

indudable que el empleo de "ta hagia", en su primera vez que aparece en

el libro de Hebreos, se refiere al Santuario celestial en su totalidad, en opo­

sición a cualquiera de los departamentos individuales.

El uso siguiente es Hebreos 9: 1, donde leemos: "Ahora bien, aun el pri­

mer pacto tenía ordenanzas de culto y un Santuario terrenal" (la letra cur­

siva no está en el original). La frase "Santuario terrenal" también viene de

"ta hagia" y constituye otra referencia no ambigua al Santuario en su tota­

lidad, en oposición a cualquiera de sus departamentos individuales, una

evidencia más que favorece la interpretación según la cual el significado

básico de la frase en cuestión es el Santuario mismo.

A continuación tenemos Hebreos 9:2: "Porque el tabernáculo estaba

dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el can­

delabro, la mesa y los panes de la proposición" (la cursiva no está en el

original). Aunque éste es uno de los usos más complicados de la palabra,

el contexto causa la impresión de constituir una clara referencia al primer

departamento, el Lugar Santo, del Santuario terrenal. Independientemente

de la ambigüedad de la palabra misma (ya sea que la palabra griega sea

neutra plural o femenina singular), la referencia al primer departamento

queda claramente establecida.

A continuación analizamos el pasaje del capítulo 9:3, el cual ya consi­

deramos, con su empleo único en su género de la frase "hagia hagion", "el

santo de los santos", la cual indiscutiblemente se refiere únicamente al se­

gundo departamento del Santuario terrenal.

Ahora debemos ocupamos de Hebreos 9:8. Recuerde el contexto: el

autor de Hebreos está contrastando el servicio del primer Santuario con el

del Santuario celestial. Después de comentar acerca de las funciones del

sacerdote en el Lugar Santo y el Lugar Santísimo del Santuario terrenal,

el autor escribe:

Dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se

¿Los eslabones más débiles? 117

había manifestado el camino al Lugar Santísimo entre tanto que

la primera parte del tabernáculo estuviera en pie. Lo cual es sím­

bolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas

y sacrificios que no pueden hacer efecto, en cuanto a la concien­

cia, al que practica ese culto, ya que consiste sólo de comidas y

bebidas, de diversas oblaciones, y ordenanzas acerca de la carne,

impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas (Hebreos 9:8-1 O.

La cursiva no está en el original).

Note que el autor está contrastando el servicio en el Santuario terrenal,

"la primera parte del tabernáculo" 1" el cual era "símbolo para el tiempo

presente" hasta "el tiempo de reformar las cosas", lo cual es el nuevo sis­

tema que Cristo inauguró mediante su muerte, resurrección y ahora su

ministerio como Sumo Sacerdote en el Santuario celestial. La expresión

del versículo 8, en el "Lugar Santísimo" [la versión Dios Habla Hoy tra­

duce: "la primera parte de la tienda"; y la versión de la Sociedad Bíblica

Católica Internacional, 1995, traduce: "la primera habitación"/ se ha

traducido de ta hagia, "los santos" o simplemente "el Santuario", lo cual

tiene mejor sentido dado el contexto de la comparación del antiguo siste­

ma con el nuevo. Lo que está diciendo es que el camino hacia el Santuario

celestial no se estableció cuando el Santuario terrenal, el primer taberná­

culo, estaba todavía funcionando. Además, si la intención era referirse al

"Lugar Santísimo", ¿por qué el autor no usó la frase nada ambigua para

designar el "santo de los santos": hagia haf?ion"?

La vez siguiente cuando se usa la expresión que nos ocupa es Hebreos

IJ: 12. Sigamos nuevamente el flujo del pensamiento. Acabamos de ver la

forma como en los versículos 8-1 O se contrastaba el Santuario terrenal con

el celestial. Los versículos 11 y 12 comparan la misma idea. (Se enfocan

en el contraste entre los santuarios celestial y terrenal).

Pero Cristo ya vino. y ahora es el Sumo Sacerdote de los bie­

nes definitivos. El Santuario donde él ministra es más grande y

más perfecto, y no es hecho por mano de hombre, es decir, no es

118 Ataque contra el Lugar Santísimo

de este mundo. Y Cristo entró en ese Santuario una vez para

siempre, no con sangre de machos cabríos ni de becerros, sino

con su propia sangre, y consiguió la eterna redención (Versión

Nueva Reina-Valera 1990. La letra cursiva no está en el original).

Una vez más, si se hubiera querido designar el "Lugar Santísimo", es

decir, el segundo departamento, entonces ¿por qué el autor no empleó la

consabida frase ("hagia hagion") en lugar de ta hagia, que es la frase grie­

ga que significa "los santos", es decir, el Santuario? Entonces, lo que aquí

tenemos es solamente otro contraste entre el Santuario terrenal y el celes­

tial, y nada más que eso.

A continuación tenemos Hebreos 9:24. Los versículos que preceden a

este pasaje se refieren a lo que sucedía en el Santuario terrenal. Luego, el

autor escribe a continuación: "Porque no entró Cristo en el Santuario

hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presen­

tarse ahora por nosotros a Dios" (Hebreos 9:24. La letra cursiva no está en

el original). La expresión usada es, literalmente, "los santos", y no hagia

hagion "el santo de los santos". El empleo de "en el cielo mismo", de­

muestra que aquí el asunto no es en cuál departamento se encuentra Cristo,

sino únicamente que está en el Santuario celestial.

Quienes sostienen que Hebreos coloca a Cristo en el "Lugar Santísi­

mo" inmediatamente después de su ascensión al cielo piensan que tienen

apoyo en el versículo siguiente, Hebreos 9:25. Sin embargo, ese versícu­

lo los contradice directamente. Este pasaje, el cual se refiere claramente al

ministerio del sumo sacerdote en el Día de Expiación, dice: "Y no entró

para ofrecerse en sacrificio muchas veces, como hace cada año todo sumo

sacerdote, que entra en el Santuario cada año para ofrecer sangre ajena"

(Hebreos 9:25, Dios Habla Hoy. La letra cursiva no está en el original). Lo

que aquí resulta particularmente interesante es que la expresión griega que

denota el "Santuario", literalmente ta hagia, "los santos", es exactamente

la misma frase empleada en el capítulo 9: 12, la cual es una clara referen­

cia al Santuario total. Pero en este caso tenemos una clara referencia al

¿los eslabones más débiles? 119

Lugar Santísimo, ¿no es así? Entonces, si ta hagia aquí significa el "Lugar

Santísimo", ¿no estamos justificados al decir que eso es precisamente lo

que significa en otros versículos que usan la misma expresión, pero en los

que el significado no es tan claro?

Superficialmente, éste es un buen argumento. Sin embargo, ése es única­

mente el argumento superficial, y su base es una pl'emisa defectuosa, y es la

siguiente: que este texto se refiere únicamente al Lugar Santísimo. Pero tal

no es el caso, porque el sumo sacerdote en el Día de Expiación entraba en los

dos departamentos, y no solamente en el Lugar Santísimo (véase Levítico

16:16-20), razón por la cual Hebreos 9:15, al referirse al lugar donde entra­

ba el sumo sacerdote, usa la frase que denota el Santuario completo (ta

hagia), en oposición a la frase que se refiere únicamente al Lugar Santísimo

(hagia hagion). En este caso hablaba de todo

el Santuario, y no solamente de un solo depar­

tamento. Si hubiera querido referirse única­

mente al "Lugar Santísimo", habría empleado

la frase que significa solamente "el Lugar San­

tísimo", (hagia hagion ). Pero debido a que

deseaba denotar el Santuario total, pues utilizó

la frase que significaba el Santuario total.

Entonces, lejos de probar el caso de los

detractores, este pasaje constituye una evi­

dencia adicional contra quienes arguyen que

Hebreos contradice la posición de los adven-

tistas del séptimo día.

Un par de textos de Hebreos emplean la misma frase. Aquí está el pri­

mero: "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar

Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él

nos abrió a través del velo, esto es, de su carne" (Hebreos 10:19, 20. La

letra cursiva no está en el original). Nuevamente en este caso, la expresión

griega significa simplemente "los santos" (en oposición a la frase nada

ambigua usada para referirse al Lugar Santísimo); y además el contexto,

120 Ataque contra el Lugar Santísimo

denota un contraste entre el antiguo y el nuevo sistema, con lo cual el

autor está diciendo que ahora tenemos acceso completo y pleno a Dios.

El último caso de la modalidad de uso que nos ocupa es Hebreos 13:11,

una clara referencia al Santuario; esa es la razón por la cual se usa la ha¡:ia

en oposición a ha¡:ia ha¡:ion.

¡,Qué hemos visto? El Hno. Dale toma una frase, "dentro del velo", la

cual encierra en sí misma cierta ambigüedad, y con ella procura invalidar

la totalidad de nuestro mensaje acerca del Santuario, a pesar de la contun­

dente evidencia provista por los pasajes en sí mismos, especialmente su

uso de la hagia, el cual -lejos de ubicar a Cristo exclusivamente en el

Lugar Santísimo- demuestra que el libro de Hebreos simplemente lo

coloca en el Santuario celestial mismo.

Debiera notarse, además, que desde hace mucho los eruditos han suge­

rido que el autor de Hebreos había sido influido por la Septuaginta, una

antigua versión griega de la Biblia hebrea. En la Septuaginta, la hagia es

el término común para designar "el Santuario", y nunca se usa, ni siquie­

ra en una ocasión, para referirse al Lugar Santísimo solo. Ésta parece ser

la misma pauta revelada en Hebreos, lo cual no sorprende, si se considera

la influencia de la Septuaginta sobre el autor de Hebreos. Según concluye

un estudio, de las 109 veces que la hagia aparece en la Septuaginta, 106

de ellas se refieren al Santuario total, mientras tres se refieren al primer

departamento o Lugar Santo. En cambio, ninguna del total se refiere ni

siquiera una sola vez al Lugar Santísimo. 1'

En suma, la aseveración del Hno. Dale según la cual la frase "dentro del

velo" invalida nuestra teología del Santuario, es ella misma inválida. Aunque

el asunto primario en Hebreos no es en cuál departamento entró Cristo, si

alguien insiste en imponer dogmáticamente uno de los dos departamentos, en

ese caso la evidencia es decididamente contra el Lugar Santísimo.

El año 457 a.C. y todo lo demás Por cierto que el Hno. Dale (imitando al Dr. Ford) impugna las fechas

457 a.C., 27 d.C., 31 d.C. y 34 d.C. Sin embargo no ofrece ninguna alter-

¿Los eslabones más débiles? 121

nativa, lo cual conduce hacia un punto interesante, y hasta crucial, como

veremos.

Diremos, para comenzar, que la controversia relacionada con estas

fechas está centrada en Daniel 9:24-27, una profecía que los adventistas

juntamente con muchos otros cristianos, creen que señala a Jesucristo. Sin

embargo, una lectura atenta de la literatura pertinente demuestra que la

mayor parte de los comentaristas (basándose en premisas que suelen

rechazar la idea de profecía predictiva en la Biblia), creen que el persona­

je de estos versículos no es Jesús, sino ... Antíoco Epífanes. Por muy equi­

vocados que estén en esto, por lo menos perciben el vínculo existente

entre Daniel 9 y Daniel 8, que ellos consideran que también se refieren a

Antíoco. Antíoco, por cierto, no tiene ni la más remota relación con los

capítulos mencionados. Daniel 9 se refiere a Jesús, y no a Antíoco.

Por tratarse de Jesús, se añade un elemento crucial al asunto de estas

fechas, elemento que los críticos tienen que ignorar. Desmond Ford, Dale

Ratzlaff y otros, todos ellos quieren invalidar el año 457 a.C., lo cual es

comprensible hasta que se entiende que al manipular estas fechas se están

desnaturalizando las fechas que tienen que ver con Jesús. Mientras se crea

que las setenta semanas de Daniel 9 se refieren a Jesús, se queda drástica­

mente limitado en opciones concernientes al punto de partida de las setenta

semanas, y por lo tanto, también de los 2.300 días. Aunque no debiéramos

ser exccsivamennte dogmáticos en lo que concierne a "probar" las fechas

L'Xactas del ministerio de Jesús, las Sagradas Escrituras proveen material

que ayuda a establecer con razonable exactitud el marco de referencia tem­

poral general, lo cual reviste gran importancia para nosotros (como pronto

wremos) cuando se trata de responder a ataques contra el año 457 a.C.

( 'onsideremos los pasajes que siguen:

Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte

de Augusto Césw; que todo el mundo fuese empadronado. Este pri­

mer censo se hiw siendo Cirmio gobernador de Siria. E iban todos

para ser empadronados. cada uno a su ciudad. Y José subió de

122 Ataque contra el Lugar Santísimo

Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que

se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para

ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual

estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los

días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo

envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había

lugar para ellos en el mesón (Lucas 2: 1-7. La letra cursiva no está

en el original).

Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes,

vinieron del oriente a Jerusalén unos magos (Mateo 2: l. La letra

cursiva no está en el original).

Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor

apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: Levántate, toma al

niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los

que procuraban la muerte del niño. Entonces él se levantó, y tomó

al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel. Pero oyendo que

Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo

temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a

la región de Galilea (Mateo 2: 19-22. La letra cursiva no está en

el original).

Notemos los personajes "seculares" mencionados en estos versículos

en el contexto del nacimiento de Cristo: César Augusto, Cirenio goberna­

dor de Siria, el rey Herodes y Arquelao hijo de Herodes. En otras palabras,

aquí se presentan algunos personajes históricos, unos mejor conocidos que

otros y algunos más fáciles de fechar que otros; pero todos ellos contribu­

yen a formar un marco de referencia histórico para la fecha del nacimien­

to de Cristo.

En el año decimoquinto del Imperio de Tiberio César, siendo

gobernador de Judea Pondo Pi/ato, y Herodes tetrarca de Ga-

¿Los eslabones más débiles? 123

lilea, y su hermano Felipe tetrarca de lturea y de la provincia de

Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, y siendo sumos sacer­

dotes Anás y Ca(fás, vino palahra de Dios a Juan, hijo de Zacarías

en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, pre­

dicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de los peca­

dos (Lucas 3:1-3. La letra cursiva no está en el original).

Nótese, además, la mención de otros personajes históricos, como

Tiberio César, Poncio Pilato, Herodes, Felipe, Anás y Caifás, todos ellos

relacionados con la época de Juan el Bautista, quien bautizó a Jesús cuan­

do éste tenía 30 años de edad (Lucas 3:23; Mateo 3: 13-17). Tenemos aquí,

entonces, otros personajes históricos, algunos de los cuales pueden ser

fechados, aunque con diversos grados de exactitud.

Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancia­

nos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a

muerte. Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pi/ato, el

gobernador (Mateo 27:1, 2. La letra cursiva no está en el original).

Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a

Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén (Lucas

23:7. La letra cursiva no está en el original).

Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancia­

nos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a

muerte. Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pi/ato, el

gobernante (Mateo 27: 1, 2. La letra cursiva no está en el original).

Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a

Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén (Lucas

23:7. La letra cursiva no está en el original).

Este versículo asocia con Jesús a personajes históricos adicionales, esta

vez en conexión con su muerte. Ni siquiera hemos tocado a los personajes

históricos que aparecen en el lihro de los Hechos y que actuaron después

que Cristo muri<1, y que tamhién estahlecen un patrón o modelo cronológi-

124 Ataque contra el Lugar Santísimo

co que contribuye a revelarnos el tiempo en que Cristo vivió y murió.

¿Cuál es la importancia de esto? La razón es que relacionamos las

setenta semanas de la profecía de Daniel 9 con los 2.300 días de Daniel 8,

y porque creemos que la profecía temporal de las setenta semanas esta­

blece la fecha de partida para la profecía de los 2.300 días. Y la fecha del

comienzo de la profecía de las setenta semanas determinará el punto ter­

minal de los 2.300 días, el cual fijamos en 1844. Quienes atacan la fecha

de 1844, solamente deben demostrar que la fecha con la cual comenzamos

las setenta semanas. el año 457 a.C., está equivocada. Si esta fecha falla

aunque sea en un año, entonces los 2.300 días no terminan en 1844.

Diremos ahora que muchos de los libros que el Hno. Dale emplea

como referencias tratan el tema, aunque el Hno. Dale --quien repite los

argumentos del Dr. Ford- no toma en cuenta sus defensas de la fecha. No

deseo repetir esas defensas, porque existe abundante material que lo hace.

Deseo adoptar un enfoque algo diferente, uno que se centra en la histori­

cidad cronológica de Cristo, porque Cristo es la figura central en ambas

funciones, como Sacrificio (en la profecía de las setenta semanas) y como

Sumo Sacerdote (en la profecía de los 2.300 días). Podemos retroceder

desde el tiempo cuando Jesús vivió y murió, y a partir de ese marco de

referencia temporal establecer el comienzo de la profecía de las setenta

semanas, lo cual por ausencia, nos da el final de los 2.300 días.

En Daniel 9:25 leemos: "Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de

la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe,

habrá ... ". De manera que la fecha que buscamos se relaciona con la orden

para "restaurar y edificar a Jerusalén", obviamente después de la destruc­

ción de la ciudad por los babilonios. Usando el principio de la Reforma: sola

scriptura, necesitamos encontrar en la Biblia algo que establezca la fecha.

Se han sugerido diversas fechas para el comienzo del decreto, inclu­

yendo 538 a.C., 520 a.C., 457 a.C., 458 a.C. y 444 a.C. Nuestros eruditos

se han explayado en el trasfondo histórico de estas fechas. 1K Sin embargo,

abordemos el asunto desde un ángulo diferente.

Supongamos que alguien acepte el año 538 a.C. como el punto de par-

¿Los eslabones más débiles? 125

tida para las setenta semanas. Desde la promulgación de la orden para res­

taurar y reconstruir a Jerusalén (538 a.C.) hasta el cumplimiento de todos

los eventos existentes en la profecía (la primera venida de Jesús, su muer­

te, la confirmación del pacto, etc.) debían transcurrir 490 años. Si usamos

el año 538 a.C. como punto de partida, los 490 años llegan hasta el año 48

a.C. Ahora bien, dado lo que conocemos históricamente acerca de Jesús y

los eventos históricos que rodearon su vida y ministerio, ¿podría alguien

creer que el año 48 a.C. satisface los parámetros del marco de referencia

temporal del ministerio terrenal de Cristo? Ciertamente no.

Sucede lo mismo con el año 520 a.C. Si usamos esta fecha, las setenta

semanas concluyen en el año 30 a.C., lo cual de ninguna manera coincide

con el tiempo cuando Jesús vivió y murió.

Sin embargo. si aceptamos el año 457 a.C., el séptimo año del reinado

de Artajerjes (ver Esdras 7:8-26), el resultado llega justamente hasta el

tiempo de Cristo, los años 27 a 34 d.C. Y aunque no podemos ser dema­

siado dogmáticos en lo que concierne a proveer esas fechas exactas toma­

das de fuentes históricas, sí podemos ser dogmáticos acerca del año 457

a.C.. en contraste con las demás fechas examinadas hasta ahora, al consi­

derarla el único punto de partida que podría conducirnos hasta "el Mesías

Príncipe". También, por el valor que tiene, mientras leía la famosa bio­

grafía que A. Rupert Hall escribió acerca de Isaac Newton, encontré esta

declaración: "A nadie le interesa que si Newton estaba en lo correcto al

mantener que la profecía de las setenta semanas del libro de Daniel se

refería al intervalo de 490 años después que Esdras condujo a los judíos

desde Babilonia de regreso a Jerusalén (457 a.C.), hasta la Crucifixión

ocurrida en el año 33/34". 1 ~ Aunque esto difícilmente pueda probar que

nuestra posición es correcta, sí es una comprobación de que no somos los

1ínicos que sostenemos esa posición.

Este decreto del año 457 a.C. fue promulgado por Artajerjes 1, y está

daro que no solamente los judíos. sino también sus enemigos, compren­

diL·ron que fuera de cualquier otro contenido del decreto, definidamente

onll·naba la reconstrUl'l'i!)n de la ciudad. En Esdras 4:7-13 (los eventos

126 Ataque contra el Lugar Santísimo

que se describen en Esdras no están en orden cronológico), un grupo de

oficiales persas escribió al rey Artajerjes para quejarse porque los judíos

reedificaban a Jerusalén. En la carta mencionaron dos puntos importantes:

• que la ciudad estaba siendo reconstruida (Esdras 4: 12), y

• que los judíos que la reedificaban habían llegado a la ciudad por

orden del rey.

La carta decía: "Sea notorio al rey, que los judíos que subieron de ti a

nosotros vinieron a Jerusalén; y edificaron la ciudad rebelde y mala, y

levantan los muros y reparan los fundamentos" (vers. 12. La letra cursiva

no está en el original).

Dicho con palabras diferentes, los judíos que reconstruían la ciudad ha­

bían llegado por orden del rey Artajeijes, y el único decreto promulgado por

el rey, el cual envió a los judíos de regreso a Jerusalén (por lo menos el único

decreto de esa naturaleza que aparece en la Biblia), se promulgó en el sép­

timo año de su reinado, fecha que puede establecerse como el año 457 a.C.

¿,Podría alguien argüir que se trataba de otro decreto, diferente del que

está registrado en Esdras 7, que no se menciona en la Biblia? Sí, alguien

podría hacerlo, pero ¿,a qué costo? Tenemos aquí la profecía más poderosa

de la Biblia, la cual especifica las fechas relativas al Mesías con cientos de

Tenemos aquí la profecía más poderosa de la Biblia, la cual espe­cifica las fechas relativas al Mesías con cientos de años de anticipa­ción -¿sin que la Biblia estableciera el punto de partida? Esto

sería algo muy dlffdl de creer.

años de anticipación -¿sin que la Biblia esta­

bleciera el punto de partida? Esto sería algo

muy difícil de creer. Trabajamos basados en el

principio de sola scriptura, es decir, que la

Biblia se interpreta a sí misma, debemos creer

que la Biblia proveería un punto de partida sóli­

do y digno de confianza para esta profecía de

importancia capital (como también para la pro­

fecía de los 2.300 días). Y lo ha hecho, con el

decreto promulgado por Artajerjes en el séptimo

año de su reinado, como lo establece Esdras 7.

¿,Qué sucede con el año 445 a.C. como

punto de arranque para las setenta semanas? Si

¿Los eslabones más débiles? 127

efectuamos el cálculo, las setenta semanas terminarían el año 45 d.C. y

aunque ésta es una fecha mejor que otras, ¿quién cree que Jesús --quien

"fue cortado" en medio de la última semana- murió en el año 42 d.C.?

Todavía queda una última fecha propuesta como alternativa para el

año 457 a.C. -el año 458 a.C. Esto equivale a una diferencia de seis

meses. A continuación presentamos algunas declaraciones tomadas de

fuentes no adventistas; todas ellas colocan el séptimo año de Artajerjes en

el año 458 a.C. Aunque la mayor parte está escribiendo en un contexto

diferente, note el lector la fecha que dan para el regreso de Esdras a

Jerusalén:

"Numerosos eruditos se declaran en favor de Artajerjes 1, de

modo que fijan el séptimo año de Artajerjes en Esdras 7 como el

año 458 a.C. ... ".~"

"Una lectura sin preconceptos de los textos de la Biblia colo­

ca la llegada de Esdras a Jerusalén en el año 458 a.C. ... ".~ 1

"Según las fuentes bíblicas, ambos [Esdras y Nehemíasj esta­

ban en servicio activo en el tiempo de Artajerjes Longímano. La

fecha del viaje de Esdras a Jerusalén en el séptimo año del man­

dato del rey habría sido, entonces, el año 458 a.C."."

En un artículo que atacaba la fecha de 457 a.C. como punto de arran­

que de las setenta semanas, Desmond Ford escribió lo siguiente:

"Pero existe un problema final: aun los eruditos que creen que Esdras

.J ¡mede referirse al tiempo de Esdras y al decreto de Esdras 7 ¡no acep­

tan la fecha de 457 a. C. para el decreto! La fecha aceptada más univer­

.w/mente es el año 458 a.C., y en la primavera -por cierto no octubre 22.

l.omentahlemente, los 2.300 años a partir de esa fecha, no culminan en

IX44.:'

No. -¡Culmina en 1 R43! Un año antes (y ni siquiera un año comple­

to). Entonces, aunque usemos el año 45R a.C., esto coloca el juicio celes-

128 Ataque contra el Lugar Santísimo

tial previo al advenimiento (en Daniel 7 y 8) en 1843, en oposición a 1844.

El hecho es que se ha realizado suficiente investigación erudita para

demostrar que 457a.C. es en realidad la mejor de las dos fechas. 24

Lo que también resulta fascinante es que mientras tanto el Hno. Dale

como Desmond Ford atacan el año 457 a.C., no ofrecen una fecha alter­

nativa. En el artículo en el que Ford ataca sin piedad el año 457 a.C., ase­

gura que el decreto de Ciro satisface mejor los requisitos de la profecía

que el de Artajerjes en 457 a.C. Resulta interesante ver que no desarrolla

adicionalmente ese pensamiento. Él se limita a descartarla25 como parte de

su intento por desnaturalizar el concepto de 1844, y luego sigue avanzan­

do. ¿Por qué? Podría deberse a que él sabe que el decreto de Ciro no puede

servir -es decir, si uno cree que las setenta semanas constituyen una refe­

rencia a Jesús- porque ese punto de arranque colocaría el tiempo de

Cristo décadas antes del tiempo cuando en realidad vivió en este mundo.

El Dr. Ford, aparentemente, no quiso explorar adicionalmente esta línea

de pensamiento. Él simplemente quería atacar nuestra creencia y luego

seguir adelante. Casi no podemos culparlo por eso.

El Hno. Ratzlaff procede a lanzar ataques contra el año 27 d. C., 31 d.C.

y 34 d.C. Sin embargo, para nuestros propósitos inmediatos, estos argu­

mentos carecen de importancia. Lo que es crucial es la fecha de arranque

de las setenta semanas, una fecha conectada directamente con Cristo. Y

como ya vimos, nos encontramos sobre tierra firme en esto.

Al fin de cuentas, los que atacan el año 457 a.C. como la fecha inicial

para las setenta semanas, también tienen la responsabilidad de establecer

otra fecha con base bíblica, una fecha que ubique las setenta semanas en

una época que armonice con el tiempo cuando Jesús vivió, una fecha que

también establezca correctamente el comienzo de la profecía de los 2.300

años. La vida y el ministerio de Jesús proveen un marco de referencia que

limita severamente las opciones concernientes a cuál fecha se puede

emplear para fijar el punto de arranque de esta profecía. De modo que

Jesús mismo nos proporciona el fundamento para la profecía de los 2.300

años. Es imposible desnaturalizar uno sin desnaturalizar también el otro.

¿Los eslabones más débiles? 129

El principio día por año Aun en la actualidad encuentro dentro de la Iglesia opositores que ata­

can el principio de día por año. Si consideramos la evidencia publicada

dentro de la Iglesia que avala el empleo de este principio, dichos ataques

constituyen el equivalente teológico de la impugnación del paradigma de

que la tierra es redonda en favor del que sostenía que la tierra es plana.

Una vez más, el error del Hno. Dale Ratzlaff en este sentido podría excu­

sarse como falta de información, por haber estado desvinculado tanto

tiempo. Pero en el caso de miembros que han estado dentro de la Iglesia

y que han tenido acceso a nuestras mejores defensas de la enseñanza "día

por año", pero continúan con sus ataques, aunque -y esto es interesan­

te- evitan tratar directamente con las mejores defensas de la enseñanza

que la Iglesia tiene: la obra del Dr. Bill Shea Selected Studies on Prophetic

lnterpretation. 26 Aunque niegan el principio con descaro e insistencia,

nunca (por lo menos hasta donde yo he visto) presentan argumentos en

favor de su posición. Los opositores lanzan grandiosas declaraciones con­

tra la idea y luego escapan. Considerando la evidencia existente en favor

no sólo del principio día por año en general, sino también en favor de su

aplicación en particular, difícilmente podría culparlos.

No tengo intención de reiterar todas las defensas. Si desea obtener

información adicional, puede leer el trabajo del Dr. Shea. Es bastante iró­

nico el hecho de que las mejores defensas del principio día por año se

l'ncucntren en el Apéndice del libro del propio Desmond Ford, DanielY

Es ohvio que ahora nunca rechace todo lo que escribió en el pasado.

R~sulta difícil imaginar cómo es posible que alguien que haya leído el

matl·rial del Dr. Shea (y también el de Ford), pueda negar el principio día

por año sobre una base racional (sobre una base emocici>nal sería una his­

toria muy diferente). En vez de presentar una evidencia exhaustiva al esti­

lo del Dr. Shea, me limitaré a presentar algunos ejemplos, lo cual bastará,

Cll'O yo. para demostrar cuán huecos han sido hasta ahora los ataques con­

lru el principio día por año.

< 'onsidcrcmos en primer fugar Daniel 9:24-27. Si se interpreta literal-

1 30 Ataque contra el Lugar Santísimo

mente el elemento temporal, Tenemos setenta semanas (alrededor de un

año y cuatro meses), a partir del decreto para reconstruir Jerusalén hasta "el

Mesías Príncipe", Jesús de Nazaret, quien vivió en el primer siglo d.C. Eso

resulta imposible, por supuesto, por lo menos con cualquiera de las fechas

de iniciación comúnmente propuestas, todas las cuales son siglos antes de

Cristo. Por otra parte, el principio día por año convierte las setenta sema­

nas en casi medio milenio y ubica al "Mesías Príncipe" en el tiempo cuan­

do Jesús vivió, algo que no sucede si el marco temporal se interpreta lite­

ralmente. De modo que el Mesianismo de Jesús demuestra la validez del

principio día por año. Esto, por cierto, no es un mal fundamento.

El gran argumento contra esto, que el Dr. Ford emplea ahora, es que la

frase de Daniel 9:24, "setenta semanas", significa en realidad "setenta

semanas de años". Si tenemos setenta "semanas", y cada una de ellas es

una "semana de años" (siete años), entonces resultan 490 años sin valerse

del principio de día por año. De esto se deduce, arguye el Dr. Ford, que

podemos llegar al tiempo de Jesús sin necesidad de emplear el principio

día por año.

Sin embargo, este método de calcular trae consigo numerosos proble­

mas. Para comenzar, en todos los demás pasajes de la Biblia en que la

palabra traducida "semanas" en Daniel 9:24-27 se usa y vocaliza tal como

aparece en Daniel 9:24-27, siempre tiene el significado de "semana" y no

"semana de años", o "sietes". En esta forma específica y vocalización

específica, nunca se traduce de ninguna otra forma sino como "semanas".

¿Por qué repentinamente en Daniel 9:24 se cambia el significado a algo

diferente a como la palabra se emplea en todos los demás casos?

En realidad la misma forma de esta palabra aparece en Daniel 10:2, 3:

"En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas.

No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí

con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas". En ambos luga­

res, la palabra es "semanas", la misma palabra usada en Daniel 9:24-27, y

se ha traducido correctamente como "semanas", y no "semanas de" nin­

guna cosa. También en ambos lugares, la frase hebrea traducida "tres

¿Los eslabones más débiles? 1 31

semanas" es literalmente "tres semanas días". Algunos han tratado de

razonar (en forma alambicada) que el significado es "tres semanas de

días", y al colocar esa frase en paralelo con Daniel 9 -arguyen ellos-.

debido a que no se especifica la frase "de días" a continuación de "sema­

nas", eso tiene que significar "semanas de años".

Esta suposición genera algunos problemas evidentes, el primero de los

cuales es que la palabra hebrea que denota "semanas" aparece en 10:2, 3

en el modo absoluto, lo cual quiere decir que significa simplemente

"semana" y no "semanas de" cualquier cosa. Los nombres hebreos apare­

cen en una forma especial (modo de construcción) para el caso genitivo

("casa de algo" en oposición a "casa" sola). y "semanas" en Daniel 10:2,

3 definidamente no está en el modo de construcción. No es "semanas de"

cualquier cosa, sino pura y simplemente "semanas". Por lo tanto. fracasa

el intento de establecer un paralelo desde el comienzo mismo, sobre el

sólido terreno de la gramática.

Por otra parte, en el hebreo bíblico, las unidades de tiempo, tales como

meses y años en algunos casos van seguidas de la palabra "días" como

expresión idiomática que indica unidades "llenas" o "completas" (consul­

te Génesis 41: 1; 29: 14. Eso es lo único que significa aquí, y eso es todo lo

que significa en Daniel 10:2. 3. Por lo tanto, el salto de "tres semanas

l'ompletas" (Daniel 10:2, 3), a "semanas de años" en Daniel 9:24-27 es un

salto en la oscuridad.

"Entonces -escribe Shea- la expresión hebrea usada en Daniel 10:2,

.\,es decir, 'tres semanas días' significan según esta locución, 'tres sema­

nas completas'. Esta locución, desde un punto de vista lingüístico, impide

'llll' en este pasaje se llegue a la conclusión que aquí se implica 'semanas

Ul' días' en contraste con 'semanas de años"'.'K

Deseo mencionar un punto final. Supongamos que existiera alguna razón

lin~tiística para la traducción "semana de años" en Daniel 9:24-27. En ese

'-'Uso, cada semana sería una "semana de años". lo cual significa que cada

~~~·muna significaría siete años. Cuán interesante es el hecho de que con el

principio de día por año, tumhién cada semana equivale a siete años. En

1 32 Ataque contra e~ Lugar Santísimo

otras palabras, en la "semana de años" se encuentra implícito el principio

mismo de "día por año". Si alguien buscara racionalmente evidencia para el

principio, podría encontrarla dentro de la noción de "semanas de años", ex­

presión erudita creada para desacreditar el principio de día por año. Sin em­

bargo, puesto que el principio de día por año se encuentra tan fijado en la

profecía, es tan necesario para dar sentido a la profecía, que lo que se había

creado para invalidar el principio, termina apoyándolo indirectamente.

Entonces, debido a que el principio día por año es un requisito para

explicar las setenta semanas, y en vista de que las setenta semanas fueron

"cortadas" (o forman parte) de los 2.300 días, ¿no sería lógico que tam­

bién los 2.300 días exigieran la aplicación del principio día por año? Por

cierto que sí. Efectivamente, la lógica lo exige porque no hay modo de que

490 años pudieran ser parte o ser cortados de un período literal de 2.300

días, el cual apenas es poco más que un año. La única forma de dar senti­

do a la relación entre las dos profecías, consiste en la aplicación del prin­

cipio de día por año igualmente a los 2.300 días.

Por otra parte, existe evidencia interna en los 2.300 días según la cual

deben entenderse en términos del principio de día por año. Para aclarar ese

punto, deseo repetir algunos párrafos de una sección anterior de este libro

que trataba de la pregunta formulada en Daniel 8: 13, que conduce a la res­

puesta en el versículo 14 de que el Santuario será purificado.

Se puede ver este punto especialmente en la pregunta que se hace en el

versículo 13: "Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos pre­

guntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo

sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el Santuario y el ejér­

cito para ser pisoteados?"

Es de suma importancia el hecho de que la palabra "del" no aparece en

el hebreo, ni la gramática la permite. Así, la pregunta no es sólo acerca de

la actividad del cuerno pequeño. En lugar de ello, la pregunta se refiere a

todo lo representado en el capítulo, que incluye la visión del camero y del

macho cabrío (Medopersia y Grecia) al igual que la actividad del cuerno

pequeño (Roma pagana y papal). Una traducción literal diría así: "¡,Hasta

¿Los eslabones más débiles? 133

cuándo durará la visión, el continuo sacrificio, y la prevaricación desola­

dora entregando el Santuario y el ejército para ser pisoteados?" En otras

palabras, la pregunta enumera las cosas que suceden en la visión. De

hecho, la palabra para "visión" en el versículo 13 es hazon, que trata acer­

ca del camero y el macho cabrío; es decir, Medopersia y Grecia (vea el

próximo capítulo).

El asunto en consideración debiera ser obvio: Los 2.300 días deben

abarcar los eventos descritos en la visión de Daniel 8, es decir,

Medopersia, Grecia y Roma, y además el Santuario purificado. El lapso

de 2.300 días literales ni siquiera comienza a cubrir el período de existen­

cia de uno de esos imperios, y mucho menos de todos ellos. En cambio,

con el principio de día por año, el problema se resuelve instantáneamen­

te. Pero 2.300 días, no mucho más de seis años, cubren exactamente los

eventos en cuestión. En suma, la profecía misma exige la aplicación del

principio día por año.

De igual modo, Daniel 7 lleva incorporada la necesidad del principio

día por año. Nuevamente repito conceptos vertidos en una sección ante­

rior de este libro, esta vez en el contexto del poder del cuerno pequeño, el

rual es parte de la cuarta bestia.

"Basta con decir esto: El cuerno pequeño surge directamente

de la Roma pagana, y persigue a los santos por 1.260 "días"

(Daniel 7:23-25). Después de esta persecución viene un juicio en

d cielo que conduce directamente al establecimiento del reino

final de Dios (versículos 26 y 27).

"Ahora, o este marco de tiempo es literal (tres años y medio

reales), o es profético ( 1.260 años reales). ¿Cuál opción funciona

mejor?

"En medio de todos los símbolos proféticos de Daniel 7 (leo­

nes y leopardos alados, una bestia con dientes de hierro, un cuer­

no que tiene ojos y hoca), encontramos una profecía de tiempo

que representa la actividad de un cuerno que tiene boca y ojos. Si

134 Ataque contra el Lugar Santísimo

uno toma este marco de tiempo como tres años y medio literales

(incluso cuando aparece en medio de todos estos símbolos),

entonces una de las dos opciones que siguen es posible.

"Según la primera opción, la persecución es postergada por al

menos 1.500 años; recuerde, el cuerno pequeño surge después de

la caída de la Roma pagana, que sucede entre el siglo V ó VI d.C.

Mientras tanto, el juicio que sigue a los 1.260 días de persecución

termina en la segunda venida de Cristo, que al menos no ocurre

hasta el siglo veintiuno. Por lo tanto, debe existir un gran salto

entre el tiempo en que surge el cuerno pequeño (siglo VI d.C.) y

los 1.260 días de persecución que vienen justo antes del juicio

final, que termina en la segunda venida. Bajo este escenario, un

poder perseguidor surge de la Roma pagana, ¿pero no comienza su

persecución hasta al menos 1.500 años después? Recuerde que ya

estamos en el siglo XXI, el reino de Dios aún no está aquí, y éste

surge después de los 1.260 días literales de persecución. Esta posi­

ción es posible, pero no razonable. Además, nada en el texto indi­

ca que esta persecución es postergada hasta el fin; todas las carac­

terísticas del cuerno pequeño parecen aplicársele en su totalidad.

"La otra opción afirma que, a causa de que estas característi­

cas parecen aplicarse al cuerno pequeño en su totalidad, sin nin­

guna indicación de demora, los tres años y medio de persecución

deberían haber comenzado temprano en la carrera del cuerno

pequeño. Esto significa que deben haber terminado cerca de

1.500 años atrás, alrededor del quinto o sexto siglo después de

Cristo, 1.260 días después de que comenzaron. Si así fuera,

entonces el juicio que sigue ha estado sesionando durante casi un

milenio y medio. Esta posición también es posible, pero más bien

insostenible, especialmente para los que se mofan de la visión

adventista acerca del juicio de 1844, diciendo que es ridículo que

un juicio dure tanto tiempo; es decir, desde 1844.

En resumen, una interpretación literal de Daniel 7:25, que

¿Los eslabones más débiles? 135

hace que la persecución del cuerno pequeño dure sólo tres años y

medio literales, es improbable hasta el punto del sinsentido".

En cambio, si se aplica el principio de día por año a esta profecía desa­

parecen los problemas.

En las Sagradas Escrituras abundan las evidencias que favorecen el

principio de día por año. El libro de Génesis mismo constituye un buen

comienzo. En la que podríamos denominar primera profecía temporal,

aparece un indicio de este principio. Dentro del contexto del diluvio anun­

ciado, Jehová dijo: "No contenderá mi espíritu con el hombre para siem­

pre, porque ciertamente él es carne: mas serán sus días ciento veinte años"

(Génesis 6:3. La letra cursiva no está en el original). Observe el nexo entre

días-años. Aunque se trata solamente de expresiones idiomáticas, el nexo

entre días y años está presente.

Pero eso no es todo. "Fueron todos los días de Cainán novecientos diez

mios" (Génesis 5:14. La letra cursiva no está en el original). "Y fueron

todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años" (Génesis 5:23. La

ktra cursiva no está en el original). "Y fueron todos los días de Noé nove­

cientos cincuenta mios" (Génesis 9:29. La letra cursiva no está en el ori­

¡.!inal). Esta fórmula, en sí misma (aparece numerosas veces en las prime­

ras páginas de la Biblia) difícilmente puede probar el principio día por

urio, pero indiscutiblemente provee un indicio de nexo entre días y años.

Por cierto también existe el conocido pasaje de Números 14:34, el cual

no respalda por sí mismo el principio de día por año, pero juntamente con

otras evidencias, incuestionablemente contribuye a respaldar dicho princi­

pio: "( "m!f'orme al número de los días, de los cuarenta días en que reco­

nocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por

nula dia, y conoceréis mi castigo" (Números 14:34. La cursiva no está en

el original). Los conocidos versículos que siguen también apoyan nuestro

~·uso: "Yo te he dado los años de su maldad por el numero de los días, tres­

dl•ntos noventa días: y así llevarás tú la maldad de la casa de Israel.

( 'urnpl idos estos, te acostarás sobre tu lado derecho segunda vez, y lleva-

1 36 Ataque contra el Lugar Santísimo

rás la maldad de la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te

lo he dado" (Ezequiel 4:5, 6. La cursiva no está en el original).

En composiciones poéticas hebreas de la Biblia, también días se

emplean paralelamente con años, con lo que se demuestra un vínculo

semántico entre ambos períodos temporales:

¿Son tus días como los días del hombre, o tus años como los

tiempos humanos ... ? (Jobl0:5. La cursiva no está en el original).

Los días hablarán, y la muchedumbre de años declarará sabi­

duría (Job 32:7. La cursiva no está en el original).

Consideraba los días desde el principio, los años de los siglos

(Salmo 77:5. La cursiva no está en el original).

Existen, además, textos bíblicos en los cuales, aunque la palabra se ha

traducido por "días", el significado obvio es "años". En el contexto de la

Pascua, la cual se celebraba de año en año, Éxodo 13: 10 dice: "Por tanto,

tú guardarás este rito en su tiempo de año en año", aunque la frase "de año

en año" se ha traducido de la frase en hebreo literal, "de días en días".

Ana, una vez cada año, llevaba al Templo la ropa que había hecho para

el pequeño Samuel: "Cada año su madre le hacía una pequeña túnica y se

la llevaba cundo iba con su esposo para ofrecer su sacrificio anual'' ( 1

Samuel 2:19, Nueva Versión Internacional. La cursiva no está en el origi­

nal). En idioma Hebreo la expresión "cada año significa literalmente "de

días a días". De igual modo, "anualmente" significa "los días". Decimos

nuevamente que aunque éstas son sólo expresiones idiomáticas, no por

eso dejan de demostrar la existencia de una conexión semántica entre los

conceptos de días y años.

Tampoco debemos olvidar aquel molesto problemita que aparece en

Daniel 8: 17, 19, difícil de explicar si los 2.300 días, que comenzaron en la

época de Media y Persia, fueran solamente seis años literales. En contras­

te, el principio de día por año permite resolverlo fácilmente.

¿Los eslabones más débiles? 137

Ni siquiera es necesario ocupamos del hecho de que las profecías tem­

porales en Daniel 7 y 8 -puesto que están inmersas entre símbolos pro­

féticos de machos cabríos y leones alados (ellos mismos un indicio de que

la intención no es la interpretación literal de las profecías temporales)­

estén expresadas de manera no común de representar el tiempo literal. Por

ejemplo, la frase "2.300 tardes y mañanas" no es la forma como la Biblia

describiría un período de unos seis años y cuatro meses. ¿Por qué? La

razón podría ser que por ocurrir entre profecías simbólicas, la intención

era el tiempo simbólico y no literal.

Además, por lo que valga, el principio día por año no es una invención

de los adventistas. Ha sido reconocido por exégetas judíos y cristianos cien­

tos de años antes de la existencia de los adventistas. Esos mismos exégetas

aplicaron dicho principio a las mismas profecías que nosotros interpreta­

mos. Aunque esto no pruebe la validez del principio día por año, cierta­

mente demuestra que otros, mucho antes de William Miller o de Elena y

Jaime White, comprendieron la evidencia bíblica para dicho principio, de

modo que no se trata nada más que de una invención adventista o millerita.

Hay muchos otros asuntos de los cuales no nos hemos ocupado (lea los

escritos del Dr. Shea [por ejemplo su excelente libro sobre Daniel y las

profecías que aparecerá próximamente en español con el sello de APIA]

para encontrar evidencia más que suficiente que demuestra la validez de

nuestro uso del principio día por año). El peso de la prueba no descansa

sohrc quienes creen en la validez del principio, sino sobre quienes lo nie­

gan a pesar de la evidencia.

Conclusión A continuación resumiremos algunos de los conceptos desarrollados en

capítulos anteriores y explicaremos cómo llegamos a la fecha de 1 g44

l·omo punto final de la profecía de los 2.300 años de Daniel 8: 14.

l. Repase los gráficos que muestran paralelismos entre Daniel 2, 7 y 8.

< 'ompruebe en qué forma lu escena Jel juicio de Daniel 7, la escena del

juil·io que conJuce a la segunda venida Je Cristo y el fin Jcl munJo actual,

1 38 Ataque contra el Lugar Santísimo

es una misma cosa que la purificación del Santuario de Daniel 8.

2. Repase los gráficos y compruebe cómo el juicio de Daniel 7 y la puri­

ficación del Santuario en Daniel 8 ocurren después del lapso de "tiempo,

tiempos, y medio tiempo" (Daniel 7:25); esto es, algún momento después

de la última parte del siglo dieciocho o al comienzo del siglo diecinueve.

3. Advierta también que Daniel 2 consiste de un sueño con visión y una

interpretación completa de ese sueño con visión. Daniel 7 consiste de un

sueño con visión y de una completa interpretación de ese sueño con

visión. Daniel 8, en contraste, tiene un sueño con visión, pero sólo una

explicación parcial de ese sueño con visión; la mareh de los 2.300 días es

la única parte que quedó sin explicación. Daniel 9 no tiene sueño ni visión,

sino sólo una explicación, y como ya vimos, es una explicación de la

mareh, la visión de las tardes y las mañanas que Daniel 8 no explica.

4. También vimos cómo las setenta semanas fueron cortadas de los

2.300 días. De este modo tenemos aquí dos profecías temporales: una más

corta de setenta semanas y otra más larga de 2.300 días, de la cual se cor­

taron las setenta semanas.

Setenta semanas

2.300 días

5. Ya vimos, además, que de todas las fechas propuestas para fechar el

decreto que ordenaba la reconstrucción de Jerusalén y que inicia el perío­

do de setenta semanas y los 2.300 días, el ministerio de Jesús establece

457/458 a.C. como la única fecha posible de iniciación. Esta profecía es

tan firme como Cristo mismo.

Setenta semanas

457 a.C. 34d.C.

¿Los eslabones más débiles? 1 39

6. Entonces, con las setenta semanas que empiezan en 457 a.C., y que

fueron cortadas del comienzo de los 2.300 días (busque en alguna fuente

de información por qué fueron cortadas del comienzo y no del final de los

2.300 días), llegamos al año 1844 d.C.

2.300 días

457 a.C. ________________ 1844 d.C.

Haga los cálculos. Sume 2.300 al 457 a.C. y obtendrá 1843. Añada un

año para compensar por el año de diferencia entre una línea numérica

regular y un calendario, y obtendrá 1844. Y, sorpresa de sorpresas, la fecha

aparece poco después del periodo de 1.260 años descrito en Daniel 7.

Eso es todo lo que se necesita. El resultado es tan sólido como la his­

toria del mundo, tan sólido como Cristo, tan sólido como las matemáticas

mismas.

Lleguemos ahora a la conclusión de este asunto.

En los tres últimos capítulos examinamos un sólo aspecto ("Una eva­

luación bíblica") del ataque efectuado por el Hno. Dale contra el juicio

investigador, en el que presenta "unas pocas y claras referencias bíblicas"

lJUC pretenden probar hasta "más allá de una sombra de duda", no sólo que

el juicio preadvenimiento está equivocado, sino además que es contrario a

la Escritura "prácticamente en todos sus puntos".

Además, en el libro de 380 páginas del Hno. Dale contra el juicio

investigador, sólo quince páginas son lo que él denomina "una evaluación

híhlica", y ya realizamos un cuidadoso examen de esa evaluación. Estoy

1.:onvencido que la evidencia habla por sí misma.

Como mencioné anteriormente con énfasis, si no podemos probar con

lu Bihlia la exactitud del comienzo del juicio preadvenimiento, tampoco

l'S necesario preocuparse de defender a Elena de White y su don proféti­

l'O. Si es erróneo, también lo es su ministerio.

Pero si el juicio es erróneo, el Hno. Dale necesita mejor evdencia que

tus quince páginas de "evaluación híhlica", la cual no es nada más que una

140 Ataque contra el Lugar Santísimo

serie de argumentos trasnochados tomados del Dr. Ford. El siguiente pen­

samiento surge vez tras vez en mi mente: ¿Es esto lo mejor que los críti­

cos pueden aportar: nada más que revivir vez tras vez las mismas rancias

acusaciones contra el juicio, acusaciones que ya han sido contestadas

hasta el cansancio? Debo decir con toda sinceridad que la constante debi­

lidad y superficialidad de los mismos viejos ataques, como también la por­

fiada negativa de nuestros críticos de hacer frente a los libros publicados

por la Comisión de Daniel y Apocalipsis, continúa reforzando mi creencia

en la verdad del juicio preadvenimiento de 1844.

Un erudito de la Iglesia acogido a su jubilación, recientemente escribió

una larga diatriba contra el juicio preadvenimiento que consistía de los

mismos rancios argumentos, incluso el ataque obligatorio contra el prin­

cipio de día por año ("No existe base bíblica alguna que respalde este así

llamado principio"2"), como también contra los libros de la Comisión de

Daniel y Apocalipsis, a los que llama, entre otras cosas, "el ejercicio defi­

nitivo en oscurantismo que se hace pasar por el más elevado nivel de eru­

dición que los adventistas pueden ofrecer".'" Además, en común con otros

críticos, incluyendo al Hno. Dale, nunca encaró los argumentos específi­

cos presentados en los libros de la Comisión.

Hemos considerado la "evaluación bíblica" del juicio efectuada por el

Hno. Dale. Falla miserablemente. ¿Prueba esto que el juicio es verdadero?

Por cierto que no. Tan sólo prueba que uno de los desaforados críticos ha

sido incapaz de estructurar un sólido caso asentado sobre una base bíblica,

contra el juicio preadvenimiento iniciado en 1844. Si hubiera podido

lograr su propósito, su ataque contra Elena de Whitc tendría cierto peso (en

realidad sería suficiente para hundirla). Su gran acusación, que ella apoyó

una enseñanza falsa, está socavada y debilitada porque no puede demos­

trar que la enseñanza misma, el juicio preadvenimiento, sea falsa.

Y sin embargo, por débil que haya sido este ataque, el próximo que

consideraremos -su acusación de que el juicio preadvenimiento es antie­

vangélico- es más débil aún.

¿Los eslabones más débiles? 141

l. lksmond f-ord. IX44. 711e Dan o{ Atonement. and the lnvestif~alil•e Judxmt'llt IEI Día de Expiación y el juicio investigador!. (Castlebury. Florida: Evangelion Press. 19H0).

2. ClJSL>A. p. 175.

J. Svmposium On Daniel. Frank Holbrook. editor (Silver Spring. Maryland: Biblical Research lnstitute. 1986). pp. J7K-426.

4. lhid .. p. 221. 5. Despu6 de la publicación de IX44 Hecho Simple recibí algunas cartas y llamadas telefónicas de

gente que había usado la concordancia bíblica de Strong y que había encontrado que la palabra

hebrea para "visión" al final de Daniel 9:23 era hazon y no mareh. Investigué y descubrí que ellos estaban en lo cierto. pero la con<.:ordancia estaba equivo<.:ada. La palabra es mareh y no ha:on. Una

concordancia. después de todo. es sólo una concordancia. Difícilmente podría ser infalible.

6. Daniel. Art Semi/ Ttmach Series (Brooklyn. Nueva York: Mesorah Publications.l9XH). p. 25X.

7. Cl>SDA. p.l75.

X. lhid.

<J. lhid .. 16H.

10. Symposiwn 011 Da11iel. p. 43 l.

11. Ángel Rodrigue;:. "The Sanctuarv and its C/eallsinR"IEl Santuario y su purificación!. Suplemento

de la Atil·enti.lt Re1·iew (Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. 9 de enero de 1994). p. 9.

12. CLJSDA. p. 177.

1 J. Craig R. Koester. The Anchor Bih/e Scries (Nueva York. Nueva York: Doubleday. 2001 ). p. 427.

14. David A. DeSilva. Perseverance in Gmtitude !Perseverancia en la Gratitud! (Cirand Rapid,, Míchigan: William R. Eerdmans Publishing Company. 2000). pp. J 12. J 1 J.

15. cmDA. p. 112.

16. La fra'e "el primer tabernáculo" aparece tanto en Hebreos 9:6 como 9:8. en una forma que ha cau­

sado cierta <.:omprensible <.:onfusión. En 9:6 es una rcferen<.:ia evidente al Lugar Santo. el primer departamento del Santuario terrenal. En 9:X. sin embargo. el signifi<:ado debe <.:ambiar. y ahora sig­

nifica la totalidad del Santuario. el terrenal. De otro modo el texto pierde su importancia. En el ver­

si<:ulo 6 la frase se emplea en un contexto espacial y denota el lugar donde el sacerdote ministra­ba. En el versi<:ulo H. se refiere al elemento temporal y describe un contraste entre una dispensa­

ción y otra. También los eruditos que no son adventbtas han notado este cambio de significado de

la frase. Leerla de otro modo. especialmente como lo ha<.:en quienes insisten que el texto <.:olo<.:a a Cristo en el Lugar Santísimo del Santuario celestial. seria leerla de este modo: "El E,piritu Santo

significando esto. que el camino hacia el Lugar Santísimo !del Santuario celestial!. todavía no se

había hecho manifiesto mientra' el Lugar Santo !del Santuario terrenal! se enwntraba aún en pie". lo l'Ual es evidente que carece de sentido.

17. Carl Coesart "Un estudio de Ta haRill en la Septuaginta. p,eudoepigrafía. f-ilón y Josefo. y su implicaci¡ín en Hebreos". Tesi' de maestría en el Seminario Teológico Nazareno. 2000.

1 K. Consulte. por ejemplo. 70 Weeks. l..niticus. Nature o{ Pmphen·. r:rank Holbrnok. cd. "Commcncement Date for the Seventy-Week Prophecy". Arthur J. Ferch (Wáshington. Distrito de

Columbia: Instituto de Investigación B1blica. 1986). pp. 64-74.

1 'J. A. Rupert Hall. Isaac Newttm. Adventures in Thought 1 Isaac Newton. aventuras en el pensamien­to! !Cambridge. Inglaterra: Cambridge University Press. 1992). p. 372.

20. Otto Ei"felt. Tht' 0/d 7i's/amelll: An lntmdul'lion !Introducción al Antiguo Testamento] (:-.lueva

Yor~. Nueva York: llarp<:r and Row. 1965 ). p. ~UJ.

21. Norman Cutward. Socio-/.itaarv lmroduction !Introducción socio-literaria! (Filadelfia.

Penn,ylvania: l·ortre" Pre". 11JK5 ). p. 4J5.

" S. Salmon. /·.':m tllld Nt·lwmiah 1 hdr;l\ y Nd~t·mí;"III>H Sup. p .. ~20.

21. c;oml Nt'll'.\ lllllilllllt'd llllll'IIU\ llll<'Vil\ \llllflllitl''' (Novil'lllhrl' [IJI)()). p. 6.

142 Ataque contra el lugar Santísimo

24. Para un libro completo acerca del tema. consulte Siegfried Horn, Lynn Wood. The Chronologv of Ezra 7 [Cronología de Esdras 7) (Wáshington. Distrito de Columbia: Review and Herald Publishing Association, 1953).

25. Good News Unlimited [Buenas nuevas ~in límites J. p. 6. 26. William Shea. Selected Studies on Prophetic Interpreta/ion [Estudios escogidos sobre interpreta­

ción profética! (Wáshington. Distrito de Columbia: Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. 1982).

27. Desmond Ford, Daniel (Nashville. Tennessce: Southem Publishing Association. 1978). Apéndice r.

2~. lhíd .• p. 76. 29. http//www.jesusinstituteforum.org/ AssetürLiabi ity.html 30. lhíd.

Capítulo 6

El evangelio y el juicio

MI ESPOSA, criada en la Iglesia Adventista, me describió en

cierta ocasión cómo le habían enseñado en su niñez la doctri­

na del juicio investigador.

"Pues, mira --dijo, con voz que destilaba sarcasmo--; nos decían que

el juicio está llevándose a cabo en el cielo ahora mismo, y que en cual­

quier momento tu nombre puede ser llamado. Y cuando eso suceda, si no

l'res perfecto (por estar en el cine, o algo parecido), entonces borran tu

nombre del Libro de la Vida, y te pierdes para siempre. El único proble­

ma es que no sabes si tu nombre ha sido borrado, de modo que sigues tra­

tando de ser perfecto. Pero es demasiado tarde; se ha cerrado tu tiempo de

~rucia, de manera que al fin de todo te espera la muerte segunda".

Huenasnueva~¿eh?

Ante una idea del juicio como ésta, no es de extrañarse que algunas

personas hayan abandonado completamente, ya sea la doctrina, o la

l~lcsia Adventista que la enseña. En este punto puedo sentir alguna sim­

putía por el Hno. Dale. A través de todo su libro expresa lo que ha sido (y

Hi~uc siendo) un problema para muchos adventistas: cómo hacer que el

Juil'io y el evangelio concuerden en forma armoniosa. Este tema aparece

143

144 Ataque contra el Lugar Santísimo

de principio a fin en el libro CDSDA, y arroja luz, entre otras cosas, sobre

la psicología de la separación del Hno. Dale.

Por ejemplo, en una sección titulada "Acerca del autor", el libro dice

que el Hno. Dale "se convenció de que esta doctrina [la del juicio anterior

a la segunda venida] no podía apoyarse en la Sagrada Escritura, era con­

traria a las claras enseñanzas bíblicas, y socavaba el evangelio de la gra­

cia que contiene el nuevo pacto". 1

En el prefacio del libro, el escritor no adventista Kenneth Samples, fun­

dador y presidente del AuRustine Fellowship Study Center ]Centro de

Estudios de la Sociedad Agustina], dice:

"Estoy de acuerdo con el Sr. Ratzlaff en lo que concierne a que

la doctrina del juicio investigador es contraria al evangelio bíbli­

co. Parece ser claramente incompatible con la doctrina de la jus­

tificación sólo por gracia, sólo por medio de la fe, exclusivamen­

te por cuenta de Cristo".'

Como si quisiera reflejar la preocupación de mi esposa acerca del jui­

cio, el Hno. Dale escribe: "¿Qué pasaría si mi nombre fuera llamado mien­

tras yo estuviera pasando un buen rato jugando vóleibol? ¿O si llamaran

mi nombre mientras yo estuviera comprando ropa nueva? ¿Qué si mella­

maran mientras estuviera absorto ganándome la vida? ¿O cuando estuvie­

ra pensando en algo impuro? Peor todavía, ¿no habrá pasado ya mi nom­

bre? ¿No se habrá sellado ya mi condenación?" 1

Dice además: "Doy gracias a Dios porque algunas iglesias adventistas

ya están enseñando el evangelio. Sin embargo, se sigue enseñando el jui­

cio investigador, hasta en los niveles oficiales, y ambas cosas simplemen­

te no se pueden mezclar".4 "La enseñanza adventista conocida como el jui­

cio investigador es un serio error teológico, una perversión flagrante del

evangelio".'

A continuación, apela a la dirección de la Iglesia: "¿Por qué no extraer

la 'astilla' que significa la purificación del Santuario celestial y el juicio

investigador, aunque duela y el costo sea elevado? ¡,Por qué no decidirse

El evangelio y el juicio 145

a ser fieles al evangelio de la gracia del nuevo pacto, y a la palabra de Dios

exclusivamente?"6 Desde luego, en el caso del Hno. Dale, eso incluiría

olvidarse también del séptimo día, sábado; pero eso es tema para otro

libro.

"¡Cuán grande es el contraste -escribe- entre la vida bajo el juicio

investigador y la que se vive bajo las gozosas buenas nuevas de la abso­

lución en Cristo que proclaman las epístolas del Nuevo Testamento!"7

No importa cuán sincero pueda ser el Hno. Dale en sus críti­

cas, y cuán exacto haya sido al representar el dilema que mucha

gente ha debido afrontar en la Iglesia, o que todavía hoy tenga

que afrontar, el hecho es que sus palabras son un claro ejemplo

de lo que yo llamo "folklore adventista": conceptos populares

pero falsos acerca de nuestras doctrinas. Si de veras la Iglesia

Adventista enseñara lo que él dice, entonces debiera hacer tam­

bién lo que él dice, esto es, deshacerse del juicio previo al adve­

nimiento, porque toda doctrina que sea contraria al evangelio

debe ser abandonada.

Sin embargo, el problema no radica en la doctrina, sino en la com­

prensión incorrecta de dicha doctrina; y ésta

es una distinción fundamental. De la misma

manera como algunas personas se han dis­

gustado con el cristianismo debido a la

forma indebida en que los cristianos han

expresado a veces su fe, así también muchos

se han disgustado con el juicio previo al

advenimiento por la forma indebida como se

lo ha presentado en nuestros púlpitos y salas

de clases. Pero tal como las acciones faltas

de benevolencia de los cristianos no destru-

De hecho, lejos de Invalidar el evange­lio, el juicio previo al advenimiento es su desenlace culminan­te. El juicio es la cul­minación de la cruz, el clímaX de las bue-nas nuevas.

yen la verdad del cristianismo. tampoco la forma defectuosa en que algu­

nos adventistas hun cnscñudo el juicio destruye la verdad del juicio. Una

146 Ataque contra el Lugar Santísimo

ejecución miserable de la Novena Sinfonía de Beethoven no invalida la

belleza de la composición original.

De hecho, lejos de invalidar el evangelio, el juicio previo al adveni­

miento es su desenlace culminante. El juicio es la culminación de la cruz,

el clímax de las buenas nuevas. El juicio no contradice la cruz; en cambio,

lo que hace es ayudamos a comprender mejor la cruz y lo que Cristo rea­

lizó allí por nosotros.

Piensa en esto, amigo lector: si fueras un judío en el antiguo Israel

durante la peregrinación en el desierto, aprenderías del plan de salvación

por medio del tabernáculo portátil, porque era allí donde se presentaba a

Israel el evangelio en forma de tipos. Supongamos ahora que tu compren­

sión del plan de salvación se limitara sólo a la muerte del animal.

Conocerías solamente la parte del servicio que se centraba en el sacrificio.

Si no te explicaran nada más --como ser, el ministerio del sacerdocio

cuyo centro de atención era la sangre del animal muerto en el Santuario-,

¿no tendrías una comprensión más limitada del plan de salvación que

alguien que comprendiera no sólo el significado de la muerte del animal,

sino además el ministerio que se realizaba en el tabernáculo con la sangre

de ese animal, especialmente, el ministerio del Día de la Expiación, cuan­

do el sumo sacerdote entraba una vez al año al Lugar Santísimo para rea­

lizar la tarea de purificar el Santuario? ¿Quién comprendería mejor la sal­

vación: el creyente cuyo enfoque, conocimiento e interés se agotaban con

la muerte del animal (símbolo de la cruz), o aquel cuya comprensión abar­

caba todo el ritual del Santuario, comenzando con la muerte del animal y

culminando con el Día de la Expiación, cuando el Santuario mismo era

purificado por la sangre del animal degollado (símbolo del juicio)?

La respuesta es obvia. En la misma forma, los creyentes cuya

comprensión del plan de salvación se limita sólo a la cruz, sin

abarcar todo lo que sucede después, incluso el juicio, sufren de

una visión tronchada, es decir incompleta, de la cruz. No se puede

comprender plenamente qué significaba la muerte del animal sin

El evangelio y el juicio 147

entender también el servicio que la seguía; del mismo modo, no

se puede comprender plenamente la cruz sin entender también el

ministerio que la sigue; y ese ministerio incluye el juicio, tipifi­

cado por el ritual del Día de la Expiación.

Pensemos además en lo siguiente: ¿Existía alguna tensión, mucho

menos contradicción, entre la muerte del animal (que simbolizaba la cruz)

y el ministerio del sumo sacerdote en el Lugar Santísimo el Día de la

Expiación (que simbolizaba el juicio)? Estas dos acciones -esto es, la

muerte del animal y el ministerio en el segundo departamento- ¿se opo­

nían de algún modo entre sí? ¡Por supuesto que no! En su calidad de par­

tes integrantes del conjunto, ambas cosas eran aspectos cruciales de la

misma realidad: el plan de salvación.

Ahora, si en la mente de alguien existía tensión o contradicción entre

la muerte del animal y la forma como esa persona comprendía el ministe­

rio del segundo apartamento, entonces dicho individuo tenía una com­

prensión incorrecta, ya sea de la muerte del animal, del ministerio en el

segundo apartamento, o de ambas cosas. Estas realidades, instituidas por

Dios, no pueden hallarse en contraposición mutua. Si surge oposición o

contradicción, el problema no está en los rituales, sino en la forma como

la gente interpreta dichos rituales.

Del mismo modo, si la forma como alguien comprende la cruz (simbo­

lintda por la muerte del animal) se halla de algún modo en tensión o en con­

tradicción con su manera de entender el juicio previo al advenimiento (sim­

bolizado por el ministerio en el segundo departamento), entonces dicha per­

sona entiende mal, ya sea la cruz, el juicio, o ambas cosas. Estas realidades,

instituidas por Dios, no pueden hallarse en contraposición mutua. Si surge

oposición o contradicción, el problema no está en la cruz ni en el juicio, sino

l'n la forma equivocada como la gente interpreta dichos eventos.

Por último, pensemos en esto: como adventistas, creemos que desde

1 X44 hemos estado viviendo en el día antitípico de la expiación. Esto sig­

nil"il"a que el Día de la Expiación terrenal. que sucedía una vez por año en

148 Ataque contra el Lugar Santísimo

el ritual del Santuario judío, era simplemente un modelo, un tipo, es decir

una pequeña profecía de este verdadero Día de la Expiación. De la misma

forma como los sacrificios de animales eran tipos o símbolos de la cruz,

así el Día de la Expiación terrenal era un tipo o símbolo del verdadero Día

de la Expiación, el que se inauguró en 1844 por la obra de juicio que rea­

liza Cristo en el Santuario celestial.

Si estamos en lo correcto y de veras vivimos hoy en el Día de la

Expiación, ¿no debiera eso ser buenas nuevas? Después de todo, ¿qué es

la expiación? Es la obra de Dios al salvamos, ¿no es cierto? ¿Cómo se

logra la expiación? Sólo por la sangre de Cristo,¿ verdad? La ley no puede

expiar nada, ¿no es cierto? Tampoco pueden expiar nada las buenas obras,

¿verdad? La expiación sólo proviene de una sola fuente, por lo que Cristo

ha hecho por nosotros, ¿no es así? ¡Por supuesto!

En vista de lo dicho, ¿no debería ser considerado buenas nuevas cual­

quier "día" dedicado a la expiación, es decir, a la obra de nuestra salva­

ción que Dios lleva a cabo? ¿No debiéramos regocijamos en la esperanza

de vivir en el Día de la Expiación, en vez de sentimos inquietos por él?

¡Por supuesto!

¿Cómo, entonces, nos hemos arreglado los adventistas para transfor­

mar las buenas nuevas en malas nuevas? Ésa es otra historia. Pero en rea­

lidad, el problema no radica en el juicio, sino en nuestra falsa compren­

sión del juicio, como la expresa el Hno. Dale.

Con estos puntos a manera de telón de fondo, demos ahora una ojeada

al juicio previo al advenimiento a la luz de la cruz, y veamos si es válida

la acusación que hace el Hno. Dale de que dicha enseñanza es contraria al

evangelio, o si es del mismo calibre que su "evaluación bíblica" de la doc­

trina misma.

¿Describen los pasajes bíblicos que siguen algún tipo de jui­

cio o juicios realizados en tomo al tiempo del fin? ¿Cuándo se

efectúa este juicio, o juicios? ¿Quién es juzgado? ¿Con cuánta

atención se procede al escrutinio de obras y vidas? ¡,Cuáles son

El evangelio y el juicio 149

los resultados del juicio? Dejemos que los textos hablen por sí

mismos.

El juicio en la Biblia Olvidemos por un momento el año 1844, "el juicio investigador", de

Elena de White, y de Hiram Edson en el maizal. En cambio, leamos los

siguientes textos (los he citado completos a propósito, porque mi inten­

ción es que el lector los lea). No nos preocupemos de si son o no textos

del "juicio investigador"; en cambio, concentrémonos en lo siguiente:

¿Describen estos textos algún tipo de juicio o juicios realizados en tomo

al tiempo del fin? ¿Cuándo se desarrolla este juicio, o juicios? ¿Quién es

juzgado? ¿Qué criterio se usa para juzgar? ¿Qué papel desempeñan las

obras en el juicio? ¿Con cuánta atención se procede al escrutinio de obras

y vidas? ¿Cuáles son los resultados del juicio? Dejemos que los textos

hablen por sí mismos, en forma independiente de cualquier teología pre­

concebida con respecto al juicio.

"No todo el que me dice: 'Señor, Señor' entrará en el reino de

los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en

los cielos. En aquel día muchos me dirán: 'Señor, Señor, ¿no pro­

fetizamos en tu Nombre, y en tu Nombre echamos demonios, y

en tu Nombre hicimos muchos milagros?' Entonces les diré:

'¡Nunca os conocí! ¡Apartaos de mí, obradores de maldad!"'

(Mateo 7:21-23).

"Por eso, el reino de los cielos es semejante a un rey, que

quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar le presentaron

a uno que le debía diez mil talentos. Como no podía pagar, su

señor mandó venderlo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo

que tenía, y que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo se

postró y le suplicó: 'Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo".

El señor. movido a compasión, lo soltó, y le perdonó la deuda.

Al salir. aquel siervo hall<') a uno de sus consiervos. que le debía

150 Ataque contra el Lugar Santísimo

cien denarios. Trabó de él y lo ahogaba, diciendo: 'Págame lo

que me debes'. Entonces su consiervo se postró a sus pies, y le

rogó: 'Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo'. Pero él no

quiso, sino que lo echó en la cárcel hasta que pagara la deuda.

Sus consiervos, al ver lo que pasaba, se entristecieron mucho, y

declararon a su señor lo que había sucedido. Entonces su señor

lo llamó, y le dijo: 'Siervo malvado, toda aquella deuda te per­

doné, porque me rogaste. ¿No debías tú también compadecerte

de tu consiervo, como yo me compadecí de ti?' Entonces su se­

ñor, enojado, lo entregó a los verdugos, hasta que pagara todo lo

que le debía. Así también hará con vosotros mi Padre celestial,

si no perdonáis de vuestro corazón cada uno a su hermano" (Ma­

teo 18:23-35).

"El que venza, será vestido de ropa blanca. No borraré su

nombre del Libro de la Vida, y confesaré su nombre ante mi

Padre y ante sus ángeles" (Apocalipsis 3:5).

"Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los

ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria. Y serán

reunidas ante él todas las naciones. Y separará los unos de los

otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las

ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda. Entonces el Rey

dirá a los de su derecha: '¡Venid, benditos de mi Padre! Heredad

el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.

Porque tuve hambre, y me disteis de comer: tuve sed, y me dis­

teis de beber, fui forastero, y me recibisteis; estuve desnudo, y me

cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinis­

teis a mí'. Entonces los justos responderán: 'Señor, ¿cuándo te

vimos hambriento y te sustentamos; o sediento y te dimos de

beber? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a

verte?' Y el Rey les dirá: 'Os aseguro, cuanto hicisteis a uno de

estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicisteis'. Entonces

dirá a los de la izquierda: 'Apartaos de mí. malditos, al fuego

El evangelio y el juicio 151

eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve ham­

bre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;

fui forastero, y no me recibisteis; desnudo, y no me cubristeis;

enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis'. Ellos también le res­

ponderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, foras­

tero o desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te servimos?' El res­

ponderá: 'Os aseguro que al no hacerlo a uno de estos más peque­

ños, dejasteis de hacérmelo a mí'. Y éstos irán al castigo eterno,

y los justos a la vida eterna" (Mateo 25:31-46).

"Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O, ¿por qué menos­

precias a tu hermano? Porque todos hemos de comparecer ante el

tribunal de Cristo. Pues escrito está: 'Vivo yo --dice el Señor-,

que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a

Dios'. De manera que cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de

sí"(Romanos 14:10-12).

"Los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán

diez reyes. Tras ellos se levantará otro, que será diferente de los

primeros, y derribará a tres de ellos. Hablará palabras contra el

Altísimo, a los santos del Altísimo quebrantará, y tratará de cam­

biar los tiempos y la Ley. Y serán entregados en su mano por un

tiempo, dos tiempos y medio tiempo. Pero se sentará el tribunal

en juicio, y le quitarán su dominio, para que sea destruido por

completo y para siempre. Y el reino, el dominio y la majestad de

los reinos debajo de todo el cielo, serán dados al pueblo de los

santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los domi­

nios le servirán y obedecerán" (Daniel 7:24-27).

"El fin de todo el discurso, es éste: Venera a Dios y guarda sus

Mandamientos, porque éste es todo el deher del hombre. Porque

Dios traerá toda obra a juicio, incluyendo toda cosa oculta, buena

o mala" (Eclesiastés 12: 13, 14 ).

"La ohra de cada uno será manifestada. El día la revelará,

mediante el fuego. El fuego prohará la ohra de cada uno" ( 1

152 Ataque contra el Lugar Santísimo

Corintios 3: 13 ).

"Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo,

para que cada uno reciba según lo que haya hecho cuando estuvo

en el cuerpo, sea bueno o malo" (2 Corintios 5: 10).

"Sabemos quién dijo: 'Mía es la venganza, yo retribuiré'. Y

agrega: 'El Señor juzgará a su pueblo'" (Hebreos 10:30).

"Yo Soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. El quita

todo pámpano que en mí no lleva fruto; y poda al que lleva fruto,

para que dé más fruto" (Juan 15:1, 2).

"Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre,

con sus ángeles, y entonces dará a cada uno según sus obras"

(Mateo 16:27).

"Y vi también a Jos muertos, grandes y pequeños, de pie ante

el trono. Los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el

Libro de la Vida. Y los muertos fueron juzgados, según sus obras,

por las cosas que estaban escritas en los libros" (Apocalipsis

20:12).

"Yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para dar a cada

uno según su obra" (Apocalipsis 22: 12).

"Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados" (Mateo

7:2).

"Si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas

juzga a cada uno según su obra, conducíos con reverencia todo el

tiempo de vuestra peregrinación" ( 1 Pedro 1: 17).

"Pensé en mi corazón: 'Dios juzgará al justo y al impío.

Porque hay tiempo para todo Jo que se quiere y se hace"'

(Eclesiastés 3: 17).

"Es tiempo de que el juicio empiece por la casa de Dios. Y si

empieza primero por nosotros, ¿cuál será el fin de los que no obe­

decen al evangelio de Dios'?" ( 1 Pedro 4: 17).

"Os digo que en el día del juicio, los hombres darán cuenta de

toda palabra ociosa que hablen. Porque por tus palabras scnís jus-

El evangelio y el juicio 153

titicado, y por tus palabras serás condenado" (Mateo 12:36, 37).

"Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírge­

nes, que tomaron sus lámparas, y salieron a recibir al novio.

Cinco eran prudentes, y cinco insensatas. Las insensatas tomaron

sus lámparas, y no llevaron aceite extra con ellas. En cambio, las

prudentes tomaron aceite en sus vasijas, junto con el de sus lám­

paras. Y como el novio tardaba, todas cabecearon y se durmieron.

A medianoche oyeron el clamor: '¡Ahí viene el novio! ¡Salid a

recibirlo!' Entonces todas las vírgenes se levantaron, y arreglaron

sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: 'Dadnos de

vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan'. Pero las pru­

dentes respondieron: 'Para que no nos falte a nosotras y a voso­

tras, id más bien a los que lo venden, y comprad'. Y mientras fue­

ron a comprar, llegó el novio, y las que estaban preparadas, entra­

ron con él a la boda. Y se cerró la puerta. Después vinieron tam­

bién las otras vírgenes, y dijeron: '¡Señor, señor, ábrenos!' Pero

él respondió: 'Os aseguro que no os conozco'" (Mateo 25: 1-12).

"En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran Príncipe que

protege a tu pueblo. Y será tiempo de angustia, cual nunca fue

desde que hubo gente hasta entonces. Pero en ese tiempo será

librado tu pueblo. todos los que se hallen escritos en el Libro"

(Daniel 12: 1 ).

'También el reino de los cielos es semejante a la red, que se

echa en el mar y saca toda clase de peces. Y cuando la red está

llena, la sacan a la orilla. Y sentados, juntan lo bueno en cestas. y

tiran lo malo. Así será al fin del mundo. Saldrán los ángeles, apar­

tarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de

fuego. Allí será el llanto y el crujir de dientes" (Mateo 13:47-50).

"De nuevo Jesús les habló en parábolas, y les dijo: 'El reino

de los cielos es semejante a un rey. que preparó el banquete de

boda para su hijo. Y envió a sus siervos a llamar a los invitados a

la hoda. Pero no t¡uisieron venir. Volvió a enviar a otros siervos,

154 Ataque contra el Lugar Santísimo

con el encargo de decir a los invitados: 'La comida está prepara­

da, los toros y los animales engordados han sido muertos, y todo

está dispuesto. Venid a la boda'. Pero ellos no le hicieron caso. Se

fueron, uno a su labranza, otro a sus negocios, y otros, echaron

mano de los siervos, los afrentaron y mataron. Al oír esto, el rey

se enojó. Envió su ejército, mató a esos homicidas, y quemó su

ciudad. Entonces dijo a sus siervos: 'A la verdad el banquete está

preparado, pero los convidados no eran dignos. Id, pues, a las

salidas de los caminos, y llamad al banquete a cuantos halléis'.

Salieron los siervos por los caminos, y juntaron a todos los que

hallaron, malos y buenos. Y la sala se llenó de convidados.

Cuando el rey entró a la sala para ver a los convidados, vio allí a

un hombre sin vestido de boda. Y le dijo: 'Amigo, ¿cómo entras­

te aquí sin vestido de boda?' Pero él cerró la boca. Entonces el rey

dijo a los que servían: Atadlo de pies y manos, y echadlo en las

tinieblas de afuera. Allí será el llanto y el crujir de dientes'"

(Mateo 22: l-13 ).

"Pero por tu dureza y tu corazón impenitente, acumulas sobre

ti mismo ira para el día de la ira, cuando Dios manifieste su justo

juicio" (Romanos 2:5).

"Entonces vi a otro ángel que volaba por el cielo, con el evan­

gelio eterno para predicarlo a los que habitan en la tierra, a toda

nación y tribu, lengua y pueblo. Decía a gran voz: '¡Reverenciad

a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio! Y

adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las

aguas" (Apocalipsis 14:6, 7).

"Los pecados de algunos se hacen patentes antes de ser some­

tidos a juicio, otros son descubiertos después" ( 1 Timoteo 5:24).

De estos pasajes, y aparte de cualquier teología adventista distintiva, se

destacan algunos puntos específicos:

• Primero, existe cierto tipo de juicio final (o juicios), un ajuste de

El evangelio y el juicio 155

cuentas (o más de uno) cerca del fin del tiempo. A este juicio (o jui­

cios) se lo asocia a menudo con la segunda venida de Cristo.

• Segundo, entre los que son juzgados se cuentan los profesos segui­

dores de Cristo. Tanto Jesús como Pablo dejan en claro que los que

profesan seguir al Señor serán juzgados.

• Tercero, nuestras obras constituyen un elemento crucial en este ajus­

te de cuentas final. Esta idea es el centro de muchos de estos textos.

• Cuarto, se presentan sólo dos tinales: los que heredan el reino de

Dios "desde la fundación del mundo", o los que van al "castigo eter­

no".

• Quinto, algunos textos muestran claramente un juicio anterior a la

ejecución de la sentencia, lo cual tiene sentido. Después de todo, aun

en las cortes humanas, ¿quién ha oído que se ejecute una sentencia

antes del juicio? En algunos textos, como en la parábola del vestido

de bodas, este punto es explícito: hay un juicio, la inspección de las

vestiduras de los invitados, y posteriormente viene la condenación.

Apocalipsis 22: 12, pasaje en el cual el Señor dice que cuando vuel­

va, traerá consigo su "galardón" o recompensa, también implica un

juicio previo. (¿Cómo podría tener ya consigo la recompensa si no

hubiera algún medio anterior de determinar a quiénes les correspon­

de recibirla? También el texto de 2 Corintios 5: 1 O enseña claramen­

te un ajuste de cuentas anterior a cualquier recompensa o castigo

final. Esta idea también se halla en Daniel 12: 1 donde se describe la

liberación de los fieles, cuyos nombres se hallan escritos en el Libro

de la Vida. Cualquier clase de juicio basado en las obras implica una

evaluación de dichas obras antes de la ejecución de la recompensa o

castigo basados en ellas, no importa si este jucio se lleva a cabo cien

años o cien segundos antes que se ejecute el castigo o la vindicación.

/\demás, no parece en absoluto un atentado contra la razón el ver en

Apm:alipsis 14:7 y 8 un juicio anterior a la segunda venida. El juicio se

proclama como parte del llamado a esparcir el evangelio por todo el

mundo; es obvio entonces que este juicio, presentado como algo que ya ha

156 Ataque contra el Lugar Santísimo

llegado, debe suceder antes de la segunda venida, porque cuando ella

tenga lugar, el evangelio ya habrá sido proclamado por todo el mundo

(Mateo 24:14 ). En otras palabras, el llamado a esparcir el evangelio ocu­

rre al mismo tiempo que el mensaje de que el juicio ha llegado, lo cual

define a este juicio como algo que sucede antes de la segunda venida. De

otro modo, ¿qué utilidad tendría el llamado a proclamar el evangelio al

mundo? El contexto de Apocalipsis 14:4 hasta el fin del capítulo, inclu­

yendo la condenación de Babilonia (vers. 8), la advertencia a no adorar a

la bestia (vers. 10, 11 ), y la cosecha final (vers. 14-18), ubica este juicio

en un momento anterior al regreso de Cristo.

La gente podrá resoplar, gruñir y cloquear todo lo que quiera, pero el

hecho es que Daniel 7:24-27 enseña un juicio celestial antes que Dios

establezca su reino eterno, lo cual no sucede sino hasta la segunda venida.

De este cuadro se desprende un juicio anterior al advenimiento.

El juicio previo a la segunda venida del Hno. Dale En lo que debe ser la expresión más risible de su libro, el Hno. Dale

--en una sección titulada "La segunda venida de Cristo revela el juicio de

Dios""- cita Romanos 2:5 (ver más arriba) y luego escribe: "El texto cita­

do implica que ya se ha dictado el veredicto. En este sentido, podría lla­

márselo un juicio previo al advenimiento"."

¿Un qué previo al advenimiento? ¿Juicio? ¡Extraña admisión en una

obra dedicada a echar por tierra la noción misma de un juicio previo al

advenimiento!

Desde luego, el Hno. Dale dice a continuación que "este juicio previo al

advenimiento no es un juicio investigador donde Jesús y el universo expec­

tante escudriñan los libros de registro del cielo, midiendo caracteres para ver

quién es digno de la vida eterna"."' Está bien; volveremos a este punto más

tarde. Pero por ahora (y tomando en cuenta lo que es importante para nues­

tra discusión), vemos que el Hno. Ratzlaff admite la existencia de algo que

"podría llamárselo un juicio previo al advenimiento". Y aunque la gente

pueda debatir en cuanto al tiempo y naturaleza de este suceso, un 'juicio

El evangelio y el juicio 157

previo al advenimiento" debe incluir, por definición, por lo menos dos pun­

tos: Se trata de un juicio, y es anterior a la segunda venida de Cristo, preci­

samente lo que los adventistas han estado afirmando todo el tiempo.

De hecho, al continuar el Hno. Dale explicando su "juicio previo al

advenimiento", lo define exactamente como la mayoría de los adventistas

bien informados definirían su concepto de un juicio tal: "Este juicio es el

resultado de la respuesta que el individuo le da al evangelio, cuando éste

ha sido proclamado, comprendido y recibido o rechazado. El juicio final

simplemente revela quién aceptó por fe el gratuito don divino de la vida

eterna, y quién no lo hizo" .11

¡Ningún leal adventista del séptimo día podría haberlo descrito mejor!

El Hno. Dale habla primero de la "respuesta" de un individuo al

evangelio. Si bien hay muchas clases de respuestas (Lucas 8:5-15), con­

centrémonos en los que profesan aceptarlo, porque es aquí donde ruge el

debate acerca del juicio investigador, en la idea de un juicio para los cris­

tianos profesos.

Desde luego, los que aceptan a Jesús como su Salvador debieran mani­

festar santidad en sus vidas. Esto no es otra cosa que cristianismo básico:

"Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, be­

nignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio.

Contra estas virtudes, no hay ley. Porque los que son de Cristo,

han crucificado la carne con sus pasiones y malos deseos" (Gá­

latas 5:22-26).

"Jesús respondió: 'Amarás al Señor tu Dios con todo tu cora­

zón, con toda tu alma y toda tu mente. Éste es el primero y el ma­

yor Mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu

prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:37-39).

"Porque en esto consiste el amor a Dios, en que guardemos

sus Mandamientos" ( 1 Juan 5:3).

Jesús dijo que para ser salvos, "es necesario nacer de nuevo" (Juan

3:7). y el nuevo nacimiento implica andar "en nueva vida" (Romanos 6:4).

158 Ataque contra el Lugar Santísimo

¿Y qué es una vida nueva sino su manifestación en nuestras obras, todas

las cuales son, como dice el Hno. Dale, "una respuesta" al evangelio?

Al mismo tiempo, muchos pasajes del Nuevo Testamento describen no

sólo cómo debe vivir alguien que profesa a Cristo, sino además los resul­

tados de no obedecer (Mateo 5:20; Apocalipsis 22: 15; Santiago 1 :26;

Filipenses 3: 17-19; Gálatas 6:7, 8; 1 Pedro 4: 17; 2 Tesalonicenses 1 :8;

Romanos 6: 16; Romanos 2:5-11; 2 Pedro 3: 16; Efesios 5:1-7, 19-21;

Mateo 13:47-50).

Citemos una vez más al Hno. Dale: "El juicio final simplemente reve­

la quién aceptó por fe el gratuito don divino de la vida eterna, y quién no

lo hizo". ¿Un qué final? Un juicio. Final, ¿antes de qué? Obviamente, de

la segunda venida. Y en este juicio final anterior a la segunda venida, ¿qué

es lo que revela quién ha aceptado por fe el gratuito don divino?

¿Qué otra cosa, si no las obras?

"Hermanos míos, si alguno dice que tiene fe y no tiene obras,

¿de qué sirve? ¿Podrá la fe salvarlo? Si un hermano o hermana

están sin ropa y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros

les dice: 'Id en paz, calentaos y saciaos', y no les da lo necesario

para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también, si la fe no tiene obras,

está muerta. Alguno dirá: 'Tú tienes fe, y yo tengo obras.

Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras'.

Tú crees que Dios es uno. Haces bien. También los demonios

creen, pero tiemblan. ¿Quieres saber, hombre vano, que la fe sin

obras es inútil? (Santiago 2: 14-20).

En la mente de Santiago, la fe y las obras son inseparables. La verdade­

ra fe no puede existir sin obras, como un cuadrado no puede existir sin sus

lados y sus ángulos. Cualquiera puede pretender que tiene fe, pero sólo las

obras revelan la veracidad de sus pretensiones. Las obras muestran si la fe

es viva o está muerta (vers. 20). Santiago no está enseñando nada contra­

rio a la justificación que enseñaba Pablo; simplemente, demuestra que la fe

que nos justifica debe necesariamente verse expresada a través de las obras.

El evangelio y el juicio 159

Las palabras de Santiago acerca de pasar junto a alguien que está des­

nudo y con hambre, concuerdan con la parábola de Cristo acerca de "mis

hermanos más pequeños". De hecho, muchos de los textos incluidos en la

lista que acabamos de citar, relacionan las obras directamente con la sal­

vación y el juicio, no porque las obras salven a la gente en el juicio, sino

porque es en el juicio donde las obras revelan quién ha verdaderamente

aceptado a Cristo y su justicia. El acto de alimentar a los hambrientos,

perdonar a los que han pecado contra nosotros, hablar las palabras corree­

Las, o hacer buenas obras, todo esto simplemente revela (según escribe el

Hno. Dale) "quién aceptó por fe el gratuito don divino de la vida eterna, y

quién no lo hizo". Después de todo, ¿quién ha alimentado un número sufi­

ciente de hambrientos, vestido a una cantidad suficiente de gente desnu­

da, dicho suficientes palabras correctas, o hecho una cantidad suficiente

de buenas obras como para ganarse la salvación? El punto que destaca

Pablo en Romanos es que no podemos ganamos la salvación, porque si así

fuera, ésta ya no sería el fruto de la gracia (Romanos 4: 1-4).

¿Dónde está el pecador que pueda realizar suficientes buenas

obras como pará salvar el abismo que separa el cielo de la tie~

causado por el pecado? En ninguna parte, y Santiago no está.

diciendo que haya tales personas. Santiago armoniza con Pablo

cuando uno comprende que las obras -si bien no pueden redi­mimos- son Ja expresión, la manifestación, la realidad existen­

cial de los redimidos. Si amamos a Dios, guardamos sus manda;.

11 mientos. El acto de guardar los mandamientos no nos justifiCa; ~ ~: · mú bien. lOs guardamos porqQe ya hemos sido justificados por ~~ medio de Jesús.

l'l'm ¡;cómo sé si hl' realizado suficientes huenas obras como para

t~·,•dar una fe verdadl'ra? Esta pregunta es lógica, pero se desprende de

160 Ataque contra el Lugar Santísimo

una premisa equivocada. Refleja la actitud de los que decían: "Señor,

Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera

demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" (Mateo 7:22), o la

del fariseo que decía: "Dios, te doy gracias, que no soy como los demás

hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano. Ayuno

dos veces a la semana, y doy el diezmo de todo lo que gano" (Lucas 18: 11,

12).

En cambio, nuestra actitud debiera ser la del publicano, que "golpeaba su

pecho, diciendo: 'Dios, ten compasión de mí, que soy pecador'" (Lucas

18: 13 ). Todo aquel que ha vislumbrado la justicia de Cristo sabe que debe

arrojarse en los brazos de la misericordia y la gracia de Dios, y que sus obras

-sean las que fueren, no importa cuántas de ellas sean el producto de un

corazón puro y amoroso-- nunca son suficientes. Por eso es que debemos

vivir por fe, confiando en el Dios que ha prometido salvarnos por causa de

Jesús, y sólo por él. Lo que nos lleva a confiar en la fe y las promesas de sal­

vación en Cristo es el descubrimiento de que nuestras obras son inadecua­

das. Y esa fe -la fe que cree en las promesas de Dios- es lo que transfor­

ma la vida; y esa transformación se da a conocer en nuestras obras.

"Somos salvos en el Amado -escribió Elena de White-. Los defectos del pecador son cubier­tos por la perfección y plenitud del Señor, justicia nuestra".

"Somos salvos en el Amado --escribió

Elena de White-. Los defectos del pecador

son cubiertos por la perfección y plenitud del

Señor, justicia nuestra".'~

Es posible que sólo por lógica alguien

piense, después de leer estas palabras: ¡Qué

bien! Ahora puedo hacer todo lo que quiera,

porque estoy cubierto. Por el contrario, la

respuesta de un alma verdaderamente con-

vertida debiera ser: ¡Oh Señor, cuánto te

agradezco por esta esperanza! Límpiame, purifícame, hazme ser como tú.

¡Quiero vivir en forma digna de la elevada vocación que tengo en Jesús!

Parece raro, pero mientras más experimente uno la realidad de que sus

defectos "son cubiertos por la perfección y plenitud del Señor. justicia

El evangelio y el juicio 161

nuestra", mayores serán sus ansias de eliminar esos defectos. Mientras

mejor comprendamos que somos salvos por la obediencia de Cristo a la

ley (en contraposición a nuestra propia obediencia), mayores serán nues­

tros deseos de obedecer esa ley. No importa cuánto la lógica sola pueda

!-.Ugerir la reacción opuesta (Estoy cubierto, de modo que ¡a gozar se ha

dicho!), los que han experimentado cómo Cristo cubre sus pecados que­

rrán más que nunca purgar esos pecados de sus vidas. Anhelan una fe

expresada en obras, esas obras que (para citar de nuevo el juicio previo al

advenimiento, del Hno. Dale) revelan si es que han aceptado "por fe el

gratuito don divino de la vida eterna".

Las buenas nuevas del juicio Hemos visto ya cómo el Hno. Dale se burla de la idea según la cual

Jesús y el universo entero estarían ocupados en revisar los libros, reali­

tando así un juicio previo a la segunda venida. Sin embargo, la imagen de

11110 o más libros es algo que los escritores bíblicos usan en conexión con

l'l tema de la salvación y la condenación.'' Muchos de los versículos que

Incluye la lista ya presentada, muestran sin ninguna ambigüedad que el

juicio incluye algún tipo de escrutinio de las actitudes y obras de los indi­

viduos que son juzgados; después de todo, ¿qué sería un juicio sin dicho

l'!'.l'I'Utinio? Además, ¿no dijo Jesús que tendremos que dar cuenta de "toda

palahra ociosa" (Mateo 12:36)? ¿Pero, de cada palabra ociosa? Bueno,

¡,por qué no? ¿Acaso no fue este mismo Jesús el que dijo que "los cabe­

llos de vuestra cabeza están numerados'' (Mateo 1 0:30); que sabe cuando

un gorrión cae al suelo (Mateo 10:29), y que dijo que "Dios traerá toda

ohra a juicio, incluyendo toda cosa oculta" (Eclesiastés 12:14 )? ;, Toda

ohm:' (:Toda cosa oculta? Así pues, no se debiera dejar de lado en forma

tun dL·spcctiva la idea de libros, y de un escrutinio de las obras en el jui­

do. l;n:nte a este cuadro (y esto nos lleva a la médula del asunto), ¿cómo

Jlodrfa salir airoso ningún pecador cuando cada palabra ociosa, cada cosa

NCl'rL'Ia sea sacada a luz para ser juzgada? ¡Estoy perdido por lo que he

162 Ataque contra el Lugar Santísimo

hecho en público, para no decir nada de mi conducta secreta! ¿Quién,

entre los miles de millones de pecadores que pueblan el mundo, podría ser

justificado en el juicio ante Dios, cuando se exponga toda palabra ociosa

y cada cosa secreta?

¡Nadie! Pero las buenas nuevas del juicio consisten en que Jesús, en su

justicia, nos protege a través del juicio, porque él toma nuestro lugar allí.

De otro modo, todos nosotros estaríamos perdidos, porque no importa cuán

buenas sean nuestras obras, ninguno de nosotros tiene suficiente justicia

como para ser aprobado en la presencia de un Dios santo. Si no estamos

revestidos de una justicia perfecta que ninguno de nosotros posee por sí

mismo, ni tampoco podría jamás llegar a merecer (no importa con cuánta

sinceridad y fe se haya esforzado por desarrollarla), tendríamos que pre­

sentarnos basados en nuestras propias obras, nuestra propia justicia ... ¿y

quién quiere hacer eso ante los ojos de un Dios omnisapiente que conoce

nuestros pensamientos más profundos y nuestros más íntimos secretos, los

cuales nos horrorizaríamos de contar aun a nuestro más íntimo confidente?

Por eso, las buenas nuevas del juicio nos dicen que no es necesario que

nos presentemos confiando en nuestra propia justicia. Podemos, en cam­

bio, apoyarnos en la justicia de Cristo. El hecho de que seamos juzgados

por nuestras obras no quiere decir que podamos ser salvos por ellas. En vez

de eso, somos salvados únicamente por medio de la justicia de Jesús, la

cual se nos acredita por fe. Esta justicia nos cubre en el momento que nos

rendimos completamente a Cristo y nos apropiamos de su justicia, y se

queda con nosotros (aunque no en forma incondicional) a través de todo el

juicio. "Pero ahora, ninguna condenación hay para los que están en Cristo

Jesús; los que no andan según la carne, sino según el Espíritu" (Romanos

8: 1 ). Ninguna condenación, ni ahora, ni por cierto en el juicio. Después de

todo, ¿qué bien nos haría estar cubiertos por esa justicia ahora, si no la

hemos de poseer cuando más la necesitemos; es decir, durante el juicio?

Cualquiera que sea aprobado en el juicio previo al advenimiento, lo será

únicamente porque Jesús habrá actuado en representación suya. ¿Quién

otro podría protegemos? ¿Nuestras obras? ¡,Nuestra obediencia a la ley?

El evangelio y el juicio 163

¡,El número de veces que alimentamos a los hambrientos? ¡Por favor!

"¿Quién condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que

también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, e inter­

cede por nosotros" (Romanos 8:34).

"Por eso Jesús puede salvar por completo a los que por medio

de él se acercan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder

por ellos" (Hebreos 7:25).

"Porque Cristo no entró en el Santuario hecho por mano de

hombre, que era sólo copia del Santuario verdadero, sino que

entró en el mismo cielo, donde ahora se presenta por nosotros

ante Dios" (Hebreos 9:24).

" ... donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho

Sumo Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec"

(Hebreos 6:20).

Esta intercesión por nosotros, ¿se termina repentinamente el Día de la

hpiación, el día del juicio, cuando más la necesitamos? ¿O será esa inter­

l'csi<ln precisamente lo único que nos protegerá a través del Día de la

l~xpiación?

Por otra parte, ¿cómo se lleva a cabo la expiación? ¿Por obras? ¿Por la

k·y? ¡,Por el acto de alimentar a los hambrientos, vestir al desnudo, o decir

pulabras correctas? ¿Por llevar fruto? ¿Por visitar a los encarcelados? ¿Por

desarrollar un carácter como el de Cristo? No, puesto que si las buenas

ubras hubieran bastado, Cristo no habría tenido que morir por nosotros. La

e~tpiación se efectúa únicamente mediante la sangre de Jesús, no importa

cuál sea el papel que las obras desempeñan en el juicio.

1 .a mayoría de los adventistas, al enseñárseles el juicio previo al adve­

nimiento, han sido llevados al Lugar Santísimo sin sangre, lo cual sólo

cunduce a la muerte. porque en el Lugar Santísimo se halla la ley, y ésta

164 Ataque contra el Lugar Santísimo

no perdona, sino que condena. Sin embargo, la expiación se refiere al per­

dón, no a la condenación. La ley no tiene poder para salvar, para expiar,

para perdonar: no posee ningún poder que nos capacite para obedecer, tal

como un espejo carece de poder para transformar nuestra fealdad en belle­

za, aunque nos miremos todo el día en él. Por eso Pablo escribió que

"todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición"

(Gálatas 3: 1 0). Pablo no dice que los que obedecieron la ley estaban bajo

maldición, porque eso es contrario a tantos claros mandatos de Dios rela­

tivos a obedecer la ley (Apocalipsis 14:12: 22:14: 1 Juan 5:2, 3: Santiago

2: 1 0). En cambio, dice que los que dependen de esas obras para su salva­

ción están bajo maldición, porque dichas obras no los pueden salvar.

En el sistema levítico, el sumo sacerdote nunca entraba al Lugar

Santísimo (simbólico del juicio) sin sangre, porque se trataba del Día de

la Expiación, y sólo la sangre expía el pecado (lea Levítico 16 ). El ele­

mento clave, que se destaca una y otra vez, no es la ley sino la sangre, por

cuanto no es la ley sino la sangre la que hace expiación.

"Luego tomará un poco de la sangre del becerro, y con su dedo

rociará al lado oriental del Propiciatorio, y con su dedo esparcirá

la sangre siete veces ante el Propiciatorio. Después degollará para

el sacrificio de la expiación, el macho cabrío por el pecado del

pueblo. Llevará la sangre al interior, detrás del velo, y hará con la

sangre como hizo con la sangre del becerro, la esparcirá sobre el

Propiciatorio y delante de él. .. Entonces Aarón irá hacia el altar

que está ante el Señor, y lo expiará. Tomará sangre del becerro,

sangre del macho cabrío, y untará todos los cuernos del altar. Y

con su dedo esparcirá de la sangre siete veces sobre él. Así lo

purificará y lo santificará de las impurezas de los israelitas"

(Levítico 16:14, 15, 18, 19: la cursiva no está en el original).

Cada gota de esa sangre simbolizaba la sangre de Cristo, la única que

verdaderamente hace expiación: "Sabed que habéis sido rescatados de la

vana conducta que recibisteis de vuestros padres, no con cosas corrupti-

El evangelio y el juicio 165

bies, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un

cordero sin mancha ni defecto" ( 1 Pedro 1: 18, 19). Y si bien es cierto que

el pecador es juzgado por sus obras, es la sangre y no las obras la que pro­

tege al pecador arrepentido en el juicio.

Quizás el ejemplo más claro de cómo la justicia de Cristo nos cubre en

d juicio provenga de una de las parábolas de juicio que Jesús contó, a

saber, el relato de la fiesta de bodas. Después que los que fueron llamados

primero hubieron rechazado la invitación, "salieron los siervos por los

caminos, y juntaron a todos los que hallaron, malos y buenos. Y la sala se

llenó de convidados. Cuando el rey entró a ver a los convidados, vio allí

a un hombre sin vestido de boda. Y le dijo: 'Amigo, ¿cómo entraste aquí

sin vestido de boda?' Pero él cerró la boca. Entonces el rey dijo a los que

servían: 'Atadlo de pies y manos, y echadlo en las tinieblas de afuera. Allí

será el llanto y el crujir de dientes"' (Mateo 22: 10-13).

¡,Qué determinó si el hombre entraba o era expulsado? La vestidura

que el rey había provisto para los invitados (una costumbre de ese tiem­

po). El individuo interpelado había respondido a la invitación, pero nunca

aceptó lo que se le ofrecía. ¿Qué es esa vestidura si no la justicia de

< 'risto? "En gran manera me gozaré en el Señor, me alegraré en mi Dios;

porque me vistió de vestidos de salvación, me rodeó de un manto de jus­

til'ia. como a novio me atavió, como a novia adornada de sus joyas"

( lsaías 61: 1 0). El invitado, al aceptar la invitación pero no las condiciones,

I'Cl'hazó lo que el rey le ofrecía.

Notemos que la parábola dice que tanto los malos como los buenos

lll'Udieron al banquete. No dice si el hombre sin el vestido era bueno o

111alo. En cierto sentido, no importa lo que haya sido. En el juicio ante

l>ios, todos nosotros, "buenos" o "malos", somos reos de condenación si

no tenemos el vestido apropiado. Lo que el invitado necesitaba en la boda

t'H lo mismo que nosotros necesitamos en el juicio: algo que nos cubra. De

utro modo, seremos echados fuera, al lugar del llanto y el crujir de dien­

ICH. ha cubierta, simbolizada por el vestido de boda que menciona la

pnn\hula, es la justicia de Jesús, acreditada a sus seguidores por fe; y es

166 Ataque contra el Lugar Santísimo

nuestra única esperanza en el juicio.

Otra poderosa presentación del juicio, proveniente de la Sagrada

Escritura, aparece en el Antiguo Testamento:

"El Señor me mostró al sumo sacerdote Josué que estaba de

pie ante el Ángel del Señor. Y Satanás estaba a su derecha para

acusarlo. Dijo el Señor a Satanás: 'El Señor te reprenda, Satanás,

el Señor que ha elegido a Jerusalén, te reprenda. ¿No es éste un

tizón arrebatado del incendio?' Josué, vestido de ropa sucia, esta­

ba delante del Ángel. El Ángel mandó a los que estaban ante él:

'Quitadle esa ropa sucia'. Entonces dijo a Josué: 'Mira que he

quitado tu pecado de ti, y te vestí de ropa de gala'. Después dijo:

'Pongan mitra limpia sobre su cabeza'. Y pusieron una mitra lim­

pia sobre su cabeza, y lo vistieron de ropa limpia, mientras el

Ángel del Señor estaba presente" (Zacarías 3: 1-5).

Primeramente, ¿cómo está vestido Josué? Con ropa sucia (la palabra

traducida como "sucia" viene de una palabra hebrea que significa excre­

mento humano; véanse Deuteronomio 23: 13; Ezequiel 4: 12; Isaías 28:8),

una gráfica descripción del estado en que se hallaba la ropa del sumo

sacerdote. ¿Qué significa esa ropa manchada, si no los pecados e iniqui­

dades del pueblo de Dios? Recordemos que se trata del sumo sacerdote y

que, como tal representa al pueblo en sentido corporativo; de este modo,

el pueblo de Dios, sus escogidos, su Iglesia, están representados en un

terrible estado espiritual. El sumo sacerdote, como representante de todo

el pueblo, se destaca en forma especial (es interesante notarlo) el Día de

la Expiación, un tiempo de arrepentimiento y expiación corporativos.

La visión de Zacarías evoca muchos paralelismos con los dos primeros

capítulos de Job, en los cuales Satanás aparece ante el Señor en cierta sesión

celestial de carácter judicial o legislativo, en la cual presenta cargos y acu­

saciones contra alguien que sirve al Señor. La palabra hebrea traducida como

"acusarlo" (Zacarías 3: 1) viene de la misma raíz de la cual se deriva el tér­

mino "Satanás" (stn), y significa "ser o actuar en calidad de adversario".

El evangelio y el juicio 167

Tal como sucede en el libro de Job, la interacción entre el Ángel del

Señor (que es Cristo) y Satanás no ocurre en un vacío. Cristo les habla a

"los que estaban ante él" (Zacarías 3:4), tal como en Job la contienda entre

Dios y Satanás ocurre en presencia de los "hijos de Dios" (Job 1 :6). Véase

también la escena del juicio celestial que presenta Daniel 7:10, en la cual

otros seres están presentes.

Notemos también lo que sucede en la visión de Zacarías. A pesar de

que Satanás ataca a Josué, lanzando contra él sus acusaciones, ¿quién reci­

be la reprensión? ¿Josué, que sufre la vergüenza de tener sus ropas cubier­

tas de excrementos (símbolo de un pueblo pecador), o Satanás? "El Señor

te reprenda, Satanás, el Señor que ha elegido a Jerusalén, te reprenda". Es

obvio que la presencia de Cristo se debe a su deseo de defender a su pue­

hlo, y no de acusarlo. ¡Quién puede negar que ésta es una expresión del

evangelio en el Antiguo Testamento!

A continuación el Señor declara que Josué es un tizón arrebatado del

incendio (los hijos de Israel, después de pasar muchos años en cautividad,

habrían sido destruidos si no fuera porque el Señor los había llevado de

vuelta a su tierra). Ahora bien, ¿qué tizón se ha podido escapar por sí

mismo del incendio? Ninguno. Tiene que haber un elemento externo, algo

o alguien que se lo arrebate al fuego. Del mismo modo, ninguno de noso­

tros puede ser salvo por nada o nadie, a no ser por Dios mismo. Vemos

aquí entonces, otro ejemplo de un principio evangélico: Dios hace por

nosotros lo que nunca podríamos hacer por cuenta propia.

Pero la parte más importante viene cuando se da la orden de quitarle a

.losué las vestiduras inmundas y vestirlo con las nuevas. Notemos que Jesús

no le dice a Josué que limpie sus propia ropa, ni que se quite él mismo lo

que lleva puesto y se vista con lo nuevo. En cambio, el Señor mismo se

t•ncarga de efectuar el cambio, dando a sus ayudantes las órdenes del caso.

"Mira que he quitado tu pecado de ti, y te vestí de ropa de gala". Es

J>ios quien se deshace de las ropas viejas y coloca las nuevas; es el Señor

lJUicn elimina la iniquidad de Josué y lo viste de justicia. Una vez más,

¡,qué cosa podría dcscrihir mejor que esta escena el plan de salvación?

168 Ataque contra el Lugar Santísimo

Es el Señor quien elimina la iniquidad de Josué y lo viste de justicia.

Una vez más, ¿qué cosa podría describir mejor que esta escena el plan de

salvación?

Ahora, después que el Señor realiza este cambio de vestiduras, le dice

a Josué: "Si andas por mis caminos, y guardas mi ordenanza, también tú

juzgarás mi casa, también tú guardarás mis atrios, y te daré lugar entre és­

tos que están aquí" (Zacarías 3:7). En otras

palabras, de.\pués de reprender a Satanás, Es el Señor quien ell· mina la iniquidad de )osué y lo Viste de justicia. Una vez más, ¿qué cosa podría describir mejor que esta escena· el plan de salvación?

de!lpués de haber quitado las ropas sucias,

después de cubrir a Josué con ropa limpia,

entonces le da a Josué el mandato explícito

de caminar por los caminos de Dios y guar­

dar sus ordenanzas. Dios no le dijo: "Josué,

haz estas cosas, guarda mis caminos y orde-

nanzas, y entonces te quitaré tus ropas

inmundas y te daré algo limpio para que te

pongas". Por el contrario, sólo después que hubo salvado a Josué, des­

pués de haberle quitado su culpa y las manchas del pecado, y de haberlo

cubierto con su propia justicia, sólo entonces le dio el mandato de ser fiel

y obedecer. Vemos así que la obediencia no fue la causa de su cambio de

vestiduras, sino el resultado de haber experimentado ya el cambio. Si

ésta no es una descripcián de laforma en que somos salvados, ¿adónde

la iremos a buscar?

Elena de White, en una visión acerca de este capítulo, lo interpreta

igualmente en forma orientada al evangelio. ¡Cuán irónico es que el Hno.

Dale critique a la Hna. White y sus escritos porque, según él, contradicen

el evangelio! Pero si hubiera leído con atención lo que la sierva del Señor

escribió, especialmente esta sección y otras semejantes, nunca habría

fabricado tal error.

"El sumo sacerdote no puede defenderse a sí mismo ni a su

pueblo de las acusaciones de Satanás. No sostiene que Israel esté

El evangelio y el juicio 1 69

libre de culpas. En sus andrajos sucios, que simbolizan los peca­

dos del pueblo, que él lleva como su representante, está delante

del ángel, confesando su culpa, señalando. sin embargo, su arre­

pentimiento y humillación, fiando en la misericordia de un

Redentor que perdona el pecado; y con fe se aferra a las prome­

sas de Dios". 1•

"Al ser aceptada la intercesión de Josué, se da la orden:

'Quitadle esas vestimentas viles', y a Josué el ángel declara: 'Mira

que he hecho pasar tu pecado de ti y te he hecho vestir de ropas

de gala'. 'Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y vestié­

ronle de ropas'. Sus propios pecados y los de su pueblo fueron

perdonados. Israel había de ser revestido con 'ropas de gala'-la

justicia de Cristo que le era imputada". 1'

Para Elena de White, el acto de quitar la ropa manchada por el pecado

equivale al perdón de los pecados. Son perdonados, cubiertos por la san­

!!,fl' de Cristo.

Ella también habla de las acusaciones que Satanás hace al pueblo de

1 >ios en todas las épocas, y de cómo "su carácter imperfecto le causa rego­

l'ijo''l" al diablo.

Valiéndose de incontables designios. muy sutiles y crueles,

Satanás "intenta obtener su condenación. El hombre no puede por

sí mismo hacer frente a estas acusaciones. Con sus ropas man­

chadas de pecado, confiesa su culpabilidad delante de Dios. Pero

Jesús, nuestro Abogado, presenta una súplica eficaz en favor de

todos los que mediante el arrepentimiento y la fe le han confiado

la guarda de sus almas. Intercede por su causa y vence a su acu­

sador con los poderosos argume1ltos del Calvario. Su perfecta

obediencia a la Ley de Dios, aun hasta la muerte en la cruz, le ha

uauo toda potestad en el ciclo y en la tierra, y él solicita a su Padre

misericoruia y recom.:ilim.:iún para el hombre culpable. Al acusa-

1 70 Ataque contra el Lugar Santísimo

dor de sus hijos declara: '¡Jehová te reprenda, oh Satanás! Éstos

son la compra de mi sangre, tizones arrancados del fuego'. Y los

que confían en él con fe reciben la consoladora promesa: 'Mira

que he hecho pasar tu pecado de ti, y te he hecho vestir de ropa

de gala'. Todos los que se hayan revestido del manto de la justi­

cia de Cristo subsistirán delante de él como escogidos fieles y

veraces. Satanás no puede arrancarlos de la mano de Cristo. 17 (La

letra cursiva no está en el original.)

¿Anti-evangelio? Por alguna razón, esas declaraciones de Elena de

White nunca llegaron a las páginas del libro del Hno. Dale Ratzlaff. Ella

continúa hablando de estos santos acongojados:

Su única esperanza se cifra en la misericordia de Dios, su

única defensa será la oración. Como Josué intercedía delante del

ángel, la Iglesia remanente, con corazón quebrantado y fe fer­

viente, suplicará perdón y liberación por medio de Jesús su

Abogado. Sus miembros serán completamente conscientes del

carácter pecaminoso de sus vidas, verán su debilidad e indigni­

dad, y mientras se miren a sí mismos, estarán por desesperar. El

tentador estará listo para acusarlos, como estaba listo para resis­

tir a Josué. Señalará sus vestiduras sucias, su carácter deficiente.

Presentará su debilidad e insensatez, su pecado de ingratitud,

cuán poco semejantes a Cristo son, lo cual ha deshonrado a su

Redentor. Se esforzará por espantar las almas con el pensamien­

to de que su caso es desesperado, de que nunca se podrá lavar la

mancha de su contaminación. Espera destruir de tal manera su fe

que se entreguen a sus tentaciones, se desvíen de su fidelidad a

Dios, y reciban la marca de la bestia. 18

¿Quién se fija en sus pecados, su ropa sucia, su debilidad y su necedad,

su ingratitud y su desemejanza con Cristo? ¿El Señor o Satanás? Es

Satanás, no el Señor, porque Cristo ya conoce sus faltas, sus defectos, sus

El evangelio y el juicio 1 71

pecados. Cristo, sin embargo, está ahí para defender su caso de todos

modos, porque éste es el Día de la Expiación, y la expiación tiene que ver

con la absolución, no con la condenación.

Piense en la oportunidad. Satanás procura desanimarlos para que reci­

ban .. la marca de la bestia". Esto, entonces, se refiere a la última genera­

ción, los que vivirán al final del tiempo, cuando termina el juicio, finaliza

el tiempo de prueba y ocurre la venida de Cristo.

El hecho de que los hijos reconocidos de Dios están represen­

tados como de pie delante del Señor con ropas inmundas, debe

inducir a todos los que profesan su nombre a sentir humildad y a

escudriñar profundamente su corazón. Los que están de veras

purificando su alma y obedeciendo la verdad, tendrán una muy

humilde opnión de sí mismos. Cuanto más de cerca vean el carác­

ter sin mancha de Cristo, mayor será su deseo de ser transforma­

dos a su imagen, y menos pureza y santidad verán en sí mismos.

Pero aunque debemos comprender nuestra condición pecamino­

sa, debemos fiar en Cristo como nuestra justicia, nuestra santifi­

cación y redención. No podemos contestar las acusaciones de

Satanás contra nosotros. Cristo puede presentar una intercesión

eficaz en nuestro favor. Puede hacer callar al acusador con argu­

mentos que no se basan en nuestros méritos, sino en los suyos. 19

(La letra cursiva no está en el original.)

¿Cuál es la respuesta para las acusaciones del diablo? Una sola cosa, a

saher, los méritos de Jesús, esa justicia que trajo en su vida y que ofrece

~ratuitamente a todos los que la reclamen con fe, tanto para ahora como

para el juicio. Esas líneas que aparecen en letra cursiva en el párrafo ante­

rior son una poderosa expresión del evangelio y el juicio; muestran la

forma como la comprensión del ministerio en el segundo departamento

dd Santuario contribuye a elaborar y explicar la cruz: muestran la inexis­

ICJH.:ia de tensión o contradicción entre la cruz y el juicio; y finalmente,

muestran que el juicio es buenas nuevas porque nuestra gran esperanza en

1 72 Ataque contra el Lugar Santísimo

el juicio son los méritos de Cristo.

"La visión de Zacarías con referencia a Josué y el ángel se aplica con

fuerza peculiar a la experiencia del pueblo de Dios durante la terminación del

gran Día de Expiación"."' Expresado de otro modo, Satanás acusa al pueblo

de Dios -los que adolecen de "caracteres defectuosos", que padecen de

"debilidad y locura", que han sido "muy malos" y que están conscientes de

la ''pecaminosidad de sus vidas"- mientras son defendidos por Jesús, quien

aboga por ellos presentando los argumentos de la cruz, porque no existe nin­

guna otra cosa que pueda ayudarles a salir sin culpa del juicio. Necesitan el

cambio de ropa, "la justicia de Cristo --dice ella- que les es imputada".

A continuación presentamos una nueva declaración de Elena de White

sobre el mismo tema:

Mientras Jesús intercede por los súbditos de su gracia, Satanás

los acusa ante Dios como transgresores. El gran seductor procu­

ró arrastrarlos al escepticismo, hacerles perder la confianza en

Dios, separarse de su amor y transgredir su ley. Ahora él señala

la historia de sus vidas, los defectos de carácter, la falta de seme­

janza con Cristo, lo que deshonró a su Redentor. Todos los peca­

dos que les indujo a cometer, y a causa de éstos los reclama como

sus súbditos.

Jesús no disculpa sus pecados, pero muestra su arrepentimien­

to y su fe, y, reclamando el perdón para ellos, levanta sus manos

heridas ante el Padre y los santos ángeles, diciendo: Los conozco

por sus nombres. Los he grabado en las palmas de mis manos. 'Los

sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: al corazón contrito

y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Salmo 51: 17). Y al acu­

sador de su pueblo le dice: 'Jehová te reprenda, oh Satán; Jehová

que ha escogido a Jerusalén, te reprenda. ¿No es éste un tizón arre­

batado del incendio?' (Zacarías 3:2). Cristo revestirá a sus fieles

con su propia justicia, para presentarlos a su Padre como una

'Iglesia gloriosa, no teniendo mancha, ni arruga ni otra cosa scmc-

El evangelio y el juicio 1 73

jante' (Efesios 5:27, V.M.). Sus nombres están inscritos en el libro

de la vida, y de estos escogidos está escrito: 'Andarán conmigo en

vestiduras blancas; porque son dignos' (Apocalipsis 3:4).~ 1

Sin embargo, el Hno, Dale insiste en que el juicio investigador. como

lo ha enseñado Elena de White. se opone al evangelio. Ella efectúa el

siguiente comentario adicional acerca de la visión de Zacarías:

Los hijos de Dios han sido muy deficientes en muchos res­

pectos. Satanás tiene un conocimiento exacto de los pecados que

él los indujo a cometer, y los presenta de la manera más exagera­

da, declarando: '¿Me destierra Dios a mí y a mis ángeles de su

presencia, y, sin embargo recompensará a aquellos que han sido

culpables de los mismos pecados? Tú no puedes hacer esto con

justicia, oh Señor. Tu trono no subsistirá en rectitud y juicio. La

justicia exige que se pronuncie sentencia contra ellos'.

Pero aunque los seguidores de Cristo han pecado. no se han

entregado al dominio del mal. Han puesto a un lado sus pecados,

han buscado al Señor con humildad y contrición y el Abogado

divino intercede en su favor. El que ha sido más ultrajado por su

ingratitud, el que conoce sus pecados y también su arrepenti­

miento, declara: '¡Jehová te reprenda, oh Satán! Yo di mi vida por

estas almas. Están esculpidas en las palmas de mis manos'.~~

¡,Es mucho pedir a los seguidores de Cristo, quienes lo proclaman su

Señor, que no se sometan al control del mal? ¿No someterse al control del

mal es muy diferente, verdad, que ser un cristiano fiel que ama al Señor

pero que lucha -no siempre con éxito-- con su yo, con el pecado, y con

las tentaciones?

Por cierto es diferente, y sin embargo Elena de White no expresa la

idea con tanto énfasis como lo hace Juan: "Hijitos. nadie os engañe; el que

hace justicia es justo. como él IJesúsl es justo. El que practica el pecado

es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció

174 Ataque contra el Lugar Santísimo

el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" ( 1 Juan 3:7, 8).

O bien como dice Pablo: "Y manifiestas son las obras de la carne, que

son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,

enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envi­

dias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas; acerca de

las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practi­

can tales cosas no heredarán el reino de Dios" (Gálatas 5:19-21 ).

O especialmente como lo expresó Jesús: "Pero yo os digo que cual­

quiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su

corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y écha­

lo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo

tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer,

córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros,

y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno" (Mateo 5:28-30).

Podemos hablar hasta cansamos de gracia, sangre, perdón, justifica­

ción y sustitución, pero quienes usan estos conceptos como una cubierta

para ocultar la iniquidad, son precisamente los únicos que necesitan temer

el juicio (Mateo 7:22, 23). En contraste, los que Elena de White describe

en su interpretación de la visión de Zacarías concerniente al juicio, lejos

de negar el evangelio, lo llevan a una gloriosa culminación en sus propias

vidas. El juicio no es un tiempo cuando Dios finaliza nuestra elección y

reconoce si lo hemos aceptado o no, elección que inevitablemente ya se

había manifestado en nuestras obras.

Resumen de lo tratado Como hemos visto, no existe contradicción alguna entre la muerte del

animal (símbolo de la cruz) en el Día de Expiación y el ministerio del

sumo sacerdote en el Lugar Santísimo (símbolo del juicio). ¿Cómo podría

existir? Ambas son dos partes del mismo proceso, el plan de salvación de

Dios para la humanidad caída.

También ya vimos que el elemento más importante en el Día de

Expiación era la sangre, no la ley, porque únicamente la sangre hace

El evangelio y el juicio 175

expiación por el pecado.

Finalmente, la expiación es obra de Dios realizada en nuestro beneficio,

algo que él hace por nosotros, porque nosotros jamás podríamos hacerlo por

cuenta propia. Sin perder de vista estos conceptos, ¿cómo comprendemos el

juicio previo al advenimiento en la luz de la sangre derramada en la cruz?

En primer lugar, reconocemos que todos somos pecadores, que todos

hemos quedado cortos al medimos con la perfecta ley de Dios, y que todos

nosotros, dejados a nuestro propio arbitrio, estamos condenados delante

de Dios (Romanos 3:10, 23; 5: 12; Gálatas 3:22).

En segundo lugar, reconocemos que el Señor ha provisto un camino de

salida mediante Jesús. Cristo pagó la pena por cada pecador. Al hacer eso

reconcilió el cielo con la tierra. Ya no hubo más una condenación auto­

mática por la humanidad. Idealmente, cada ser humano habría podido ser

salvado (Romanos 5: 15.21; 2 Corintios 5: 19; Hebreos 2:9).

En tercer lugar, porque somos pecadores no tenemos ninguna posibili­

dad de poder comparecer ante Dios en el juicio. Las buenas noticias del

evangelio son que Jesús, mediante su muerte, nos ofrece los méritos per­

fectos de su vida. Esta justicia nos llega únicamente mediante la fe, no por

obras, porque si fuera por las obras, podríamos ganarla (Romanos 4:3-6;

3:28; 4: 13-16; Gálatas 2: 16; 3: 11 ).

En cuarto lugar, nuestra fe se manifiesta en nuestras vidas por nuestras

obras, las cuales aunque son incapaces de pagar la deuda incurrida con la

ley, revelan que hemos sido salvados por Jesucristo, quien nos ha dado

una vida nueva. Las obras son un aspecto inseparable de nuestra vida cris­

tiana, el fruto innegable de una vida oculta con Cristo en Dios.

Constituyen la expresión de un alma nacida de nuevo, la respuesta reque­

rida de una persona que ama a Dios debido a la cruz. Separar las obras de

la fe bíblica sería como separar del círculo su redondez; cualquier cosa

que quedara al final, no sería fe bíblica (Juan 3:3; 14: 15; Romanos 6:4;

Colosenses 3:3, 10; !Tesalonicenses 4:3; Tito 3:5: Mateo 7:24-27; Efesios

~:tJ; 1 Juan 5:2).

En quinto lugar, existe un juicio de los creyentes, o de quienes han pro-

1 76 Ataque contra el Lugar Santísimo

fesado fe en Cristo (Romanos 14: 1 0-12; Mateo 22: 1-13: Apocalipsis

22: 12; 1 Pedro l: 17). Este juicio revela únicamente si acaso hemos acep­

tado a Cristo o no, elección que se manifiesta mediante nuestras obras.

Con las propias palabras del Hno. Dale: "Vemos entonces que Jos hombres

son juzgados por su respuesta a las buenas nuevas del evangelio. La luz de

la misericordia de Dios ha sido revelada con esplendor en Cristo. Ahora

las tinieblas del pecado no tienen excusa."' (La letra cursiva no está en el

original.) Insistimos en que aunque las obras no nos salvan en el juicio,

revelan "quiénes por fe aceptaron el don gratuito de Dios de la vida eter­

na, y quiénes no lo accptaron"."4

¿Cómo sucede esto? La vida de un seguidor declarado aparece ante Dios:

cada obra, cada cosa secreta, cada palabra ociosa, es examinada (Mateo

12:36; Eclesiastés 12: 14; 3: 17; 2 Corintios 5: 10; Romanos 14: 10-12; Salmo

135:14; Hebreos 10:30). ¡,Quién podría soportar esta clase de escrutinio?

Nadie. (Romanos 3:23; 3: 10; Gálatas 3:22; 1 Timoteo 1: 15). Sin embargo,

para los verdaderos seguidores de Cristo, Jesús se presenta como su

Abogado, su Representante, su Intercesor en el cielo (Romanos 8:34;

Hebreos 7:25; 9:24; 6:20; 1 Juan 2:1 ). Y aunque no poseen nada en sí mis­

mos o acerca de ellos mismos que les diera mérito ante Dios, aunque no tie­

nen obras suficientemente buenas para justificarlos ante el Señor, sus vidas

-por muy falladas y defectuosas que sean- sin embargo revelan su verda­

dero arrepentimiento y fe. (Santiago 2: 14-20; 1 Juan 5:3; 4:20; Juan 14: 15;

Mateo 7:24-27). Cómo trataron a los pobres, a los encarcelados, cómo per­

donaron así como fueron perdonados, las palabras que hablaron, las obras

que hicieron (Mateo 18:23-35; 25:31-46; 12:36, 37; 7:2) -aunque esas

cosas nunca podrían justificarlos delante de Dios, aunque nunca puedan

satisfacer las demandas de una ley transgredida-, estos actos revelan a

quienes aceptaron a Cristo como su único Substituto y su justicia, la cual los

cubre como una túnica y los lleva a través del juicio ( 1 Juan 2: l; Mateo 22: 1-

14; Zacarías 3:1-5; Levítico 16; Romanos 8:34; 8:1; Hebreos 9:24).

Nuevamente, la pregunta no debiera ser: ;,Cómo puedo saher que ten­

dré suficientes oh ras para demostrar que tengo fe~ Basándonos en la

El evangelio y el juicio 1 77

suposición de que jamás tendremos suficientes buenas obras, debemos

confiar únicamente en los méritos de Jesús, quien murió por nuestros

pecados y cuya vida perfecta se nos acredita por fe. Ésta es nuestra única

esperanza de salvación, ahora y en el juicio. O bien, tal como Elena de

White lo expresó claramente:

Pero aunque debemos comprender nuestra condición pecamino­

sa, debemos fiar en Cristo como nuestra justicia, nuestra santifica­

ción y redención. No podemos contestar las acusaciones de Satanás

contra nosotros. Sólo Cristo puede presentar una intercesión eficaz

en nuestro favor. Él puede hacer callar al acusador con argumentos

que no se basan en nuestros méritos, sino en los suyos.~'

La inutilidad de nuestras obras para la salvación debiera inducimos a

confiar absolutamente en la misericordia y los méritos de Cristo. Entonces,

motivados por el amor y el agradecimiento por la certeza de la salvación a

la que tenemos acceso mediante Cristo, le servimos de todo corazón, alma.

mente y cuerpo -un servicio que se expresa en obras. ¿De qué otro modo

podría ser?

El juicio, entonces, es la aplicación culminante del evangelio en nues­

tras vidas. Es Levítico 16, el Día de Expiación, consumado en nuestro

lK·nelicio. El juicio, separado del evangelio, es como Levítico 16 sin la

sangre: lo único que se obtendría sería la muerte.

La aseveración de que el juicio investigador es contra el evangelio no

revela nada acerca del juicio investigador, pero revela mucho acerca de

quienes efectúan la aseveración. El Hno. Dale Ratzlalf es una víctima de

una versión folklórica del juicio basada únicamente en el uso incorrecto

lk' los escritos de Elena de White, en unas pocas declaraciones específicas

usadas fuera del contexto general, sobre las cuales se ha construido un edi­

lkio completo de una teología perfeccionista y opuesta al evangelio; una

ll·ología que no sólo es contraria a la Biblia sino también a Elena de White.

hto es trágico e irónico, especialmente en la luz de la explicación que

l·kna de Whitc efectúa de la visiún de "Josué y el Ángel". una descrip-

1 78 Ataque contra el Lugar Santísimo

ción centrada en el evangelio del juicio previo al advenimiento que colo­

ca la muerte de Cristo por nosotros en el centro del juicio, la única forma

como puede comprenderse.

El Hno. Dale, aunque lo haya hecho sinceramente, dedica cuatrocien­

tas páginas a combatir una versión folklórica de la teología adventista

-no de la auténtica y verdadera, de la que cada vez más adventistas están

comprendiendo, la que Elena de White misma enseñó.

l. Ratzlaff. Dale. The Cullic Doclrine of St•l•enlh-dav Advelllisls f La doclrina ctillica de los adven-lis/as/ (Giendale. Arizona: Life Assurance Ministries). 199S, página no numerada )2).

2. lbíd .. página no numerada )9].

3. lbíd. 4. Jbíd .. p. 236. 5. lbíd .. p. 23H. 6. lbíd .. p. 353. 7. lbíd .. p. 236. H. lhíd .. p. 260. 9. lbíd.

10. lhíd. 11./híd, pp. 260. 261.

12. Elena e White. Vur High Calling. p. 51. 13. "En aquel tiempo se levantará Miguel. el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo;

y será tiempo de angustia. cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces: pero en aquel tiem­po será libertado tu pueblo, todos los que M! hallen escritos en el libro" (Daniel 12:1 ). "El Juez se sentó. y los libros fueron abiertos" (Daniel 7: 10). "Y vi a los muertos. grandes y pequeño,, de pie ante Dios: y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fue­ron ju~:gado' los muertos por las co,as que estaban escritas en lo' libro,, según sus obras" (Apocalipsis 20:12). "Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego" (Apocalipsb 20: 15). "Sean raídos del libro de lo' vivientes. y no sean e'critos entre los jus­tos" (Salmo 69:28). "Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a e'te raeré yo de mi libro" <Éxodo 32:32. 13). "Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna co'a inmunda. o que hace abominación y mentira. sino solamente los que están in,critos en el libro de vida del Cordero" (Apocalipsis 21 :26. 27). "El que venciere será vestido de vestidu­ras blancas: y no borraré su nombre del libro de la vida. y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles" (Apocalipsis 3:5).

14. Elena G. de White. Tes1imonio.1· para la lgle.lia. t. 5. p. 443. 15. lhíd. p. 444. 16. lhíd .. p. 445. 17. lb íd .. pp. 445. 446. 1 g, Jhíd .. pp. 447. 44H. 19. lbíd .. p. 446. 20. lbíd .. p. 447. 21. Elena G. de White. F./ confliclo de los siglos. p. 53S. 22. Elena G. de White. Tes/imonios para /u lgle.lia. t. 5. p. 44H. H CDSDA, p. 260. 24. lbíd .. pp. 260. 261. 25. Elena de White. Teslimonio.v para la Jglt•sitl, t. 5. p. 44t..

Capítulo 7

El don de profecía

EL FILÓSOFO alemán Immanuel Kant elaboró toda una filosofía

basada en la diferencia entre dos clases de oraciones. La primera

clase, llamada analítica, es del tipo: "El círculo es redondo". Por

definición, el círculo es redondo, de manera que el predicado de la ora­

ción, "es redondo", no le añade nada al sujeto, "el círculo".

La segunda clase, llamada sintética, se encuentra en oraciones como:

"El círculo es rojo". Los círculos, para ser círculos, sólo tienen que ser cír­

culos: no tienen que ser rojos. Así que el predicado, "es rojo", sí añade al

sujeto algo que no obtendría de su propia definición.

Ahora bien, cuando expresamos la declaración: "Elena de White es una

profetisa", ¿qué cualidades y atributos suponemos que están integrados en

la palabra "profeta"? ¿Infalibilidad? ¿Perfección del carácter? ¿Inmutabi­

lidad? ¿Originalidad? Estos atributos, ¿pertenecen a la palabra "profeta" de

la misma manera que "redondo" pertenece al "círculo? ¿O estas cualidades

son nociones que no necesariamente, o por definición, le pertenecen?

Estas preguntas son importantes porque los adventistas creen que el

papel de Elena de Whitc fue el de profetisa de Dios. Y como tal, a menu­

do ha sido el catalizador. el asunto principal, que ha colocado a muchos en

179

180 Ataque contra el Lugar Santísimo

el doloroso sendero que conduce fuera de las filas de la Iglesia. El Hno.

Dale no es una excepción. En el libro Cultic Doctrine of Seventh-Day

Adventists (CDSDA) [La doctrina cúltica de los adventistas del séptimo

díal convierte a Elena de White en el tema central, aun cuando no debie­

ra ser así. El que lo sea, no sólo en este caso particular del Hno. Dale, sino

con muchos otros, ya dice bastante acerca de lo mal que hemos manejado

este maravilloso talento dado por Dios.

En cuanto a mí, la pregunta de si Elena de White fue llamada o no, no

es realmente un problema. Para mí es un asunto definido, como lo es la

existencia de Dios, o el carácter mesiánico de Jesús, o la validez perma­

nente del séptimo día sábado. Está claro. Todavía pueden existir pregun­

tas difíciles, tensiones y otros asuntos, pero en mi mente los puntos bási­

cos ya los resolví hace mucho tiempo.

Lo que todavía no he resuelto, lo que aún fermenta en mi cerebro, es

otra cosa: ¿Cuál debiera ser el papel, la autoridad de Elena de White en

nuestra Iglesia hoy? El lector podría tener más éxito en tratar de conven­

cerme de que Sun Myung Moon, líder de la Iglesia de la Unificación, es

--como sus seguidores, los "moonies", pretenden- el enviado de Dios

con la misión de completar la obra de Cristo, que procurar convencerme

de que en Elena de White no se manifestó el "espíritu de profecía". Lo que

debe aclararse en realidad, es cuál debiera ser su papel, su rol, en la Iglesia.

Sin embargo, la comprensión total de ese papel no me preocupa, por­

que todo lo que necesito saber para ser un adventista del séptimo día está

sólo en mi Biblia. Quítenme a Elena de White, pero todas las enseñanzas

que hacen de mí un adventista del séptimo día -la creación de la vida en

la tierra en seis días, la muerte y resurrección de Jesús, su regreso literal

desde el cielo, el sábado, el estado de los muertos, el Santuario y 1844-

todo esto perdurará, con o sin ella.

Que mi vida ha sido bendecida maravillosamente gracias a ella, que sus

escritos han fortalecido grandemente mi fe, que su testimonio y ministe­

rio son una fuente continua de estímulo para mí, que ella me ha ayudado

a aclarar muchos asuntos importantes, que me ha inspirado como ningún

El don de profecía 1 81

otro autor no bíblico lo ha hecho jamás, que yo creo que fue una mensa­

jera de Dios, a todos estos puntos respondo de manera inequívoca y sin

ambages: "¡Sí! Pero ella no ha sido, ni por la gracia de Dios será, el fun­

damento de mi fe". Como adventistas, hacer ondear la bandera de la refor­

ma -el principio de sola Escritura- debe significar exactamente eso.

Testimonio personal No llegué a esta posición por accidente, con respecto al ministerio de

Elena de White. Más bien, llegué a ella a través de un largo y a veces tor­

tuoso camino. También creo, por la gracia de Dios, que he logrado man­

tenerme en el sendero correcto, aunque tal vez me encuentre lejos del cen­

tro perfecto y es probable que siempre lo esté.

En mis primeros días como nuevo creyente adventista, sostuve lo que

ahora considero una posición errónea y potencialmente peligrosa acerca

del ministerio y la inspiración de Elena de White, posición que prevalece

en la Iglesia y que ha causado la salida de muchos, tal como en el caso de

Dale Ratzlaff.

Mi primer encuentro con Elena de White lo tuve antes de ser adventis­

ta. Después de haber tenido algunas intensas experiencias relacionadas

ron el mundo sobrenatural, incursioné en el mundo del ocultismo. pcn­

'ando que allí encontraría respuestas a mis preguntas acerca del significa­

do de la vida. En ruta a la biblioteca de la universidad, donde leería acer­

ca del ocultismo, me detuve en una tienda de productos saludables.

< 'uando mencioné al dueño hacia dónde me dirigía (a la biblioteca) y para

qué (para leer sobre el ocultismo), trató de advertirme acerca del demonio

(lo cual en esa etapa de mi vida era como advertirme que Santa Claus no

bajaría por la chimenea en la Navidad si me portaba mal). Aunque iba

muerto de la risa cuando salí, sin embargo acepté un libro que él me dio.

l.uego fui a la biblioteca y seleccioné del estante un libro sobre el ocul­

tismo. y comencé a leerlo. Después de leer el primer capítulo, lo regresé

ni e'tante, aunque no lo puse en el lugar debido, porque no estaba inscri­

to t•n ese colegio y no podía sacar libros prestados. Así que opté por escon-

182 Ataque contra el Lugar Santísimo

derlo para que nadie más lo sacara antes que yo pudiera regresar para ter­

minar de leerlo.

De cualquier manera, el punto central es éste: en ese ardiente verano de

Florida, en la biblioteca de la Universidad de Florida, esa tarde tenía en

una mano, por primera vez en mi vida, un libro sobre lo oculto, mientras

en la otra mano, también por primera vez en mi vida, sostenía el libro que

el dueño de la tienda me había dado. ¿Puede el lector adivinar cuál era el

título de ese libro? Por supuesto, El conflicto de los siglos.

En ese momento no tenía idea de lo que estaba ocurriendo. Aunque

apenas unos días después Cristo me alcanzó y me convertí, con lo cual ter­

minó mi incursión en el ocultismo, fue mucho tiempo después cuando me

di cuenta del significado de haber tenido en una mano un libro sobre el

ocultismo y en la otra El conJlicto de los siglos, y ¡ambos por primera vez

en mi vida!

De esta manera, desde el mismo inicio, Elena de White ha desempeña­

do un papel importante en mi vida cristiana. No obstante, cuando al prin­

cipio supe de ella, y de sus pretensiones, me resistí, y se entiende por qué

(después de todo, hay que admitir que el don profético es "pesado").

En un momento dado después de mi conversión, y pocos meses antes

de unirme a la Iglesia adventista, leí algo que ella escribió acerca de un

versículo en Timoteo que ella atribuyó a Pablo. Debido a mi poco conoci­

miento bíblico, pensé que Timoteo, no Pablo, había escrito las epístolas

que llevan su nombre. ¡Estaba emocionado! ¡Pensé que había encontrado

un error en Elena de White! Si se había equivocado, no podía ser profeti­

sa. Por lo tanto, no tenía que aceptarla, ni tampoco las cosas que ella había

escrito.

No mucho tiempo después descubrí mi error en tomo a la autoría del

libro de Timoteo; con lo cual se derrumbó mi argumento para rechazar a

Elena de White. Sin embargo el incidente resultó instructivo porque, aun­

que pronto creí en su don, lo hice dando por sentada su infalibilidad como

un atributo otorgado a una profetisa genuina (después de todo, ¿podría un

profeta que habla en nombre de un Dios perfecto no ser también perfecto?).

El don de profecía 183

Llegué a creer que si encontraba un error en cualquiera de sus escritos, aun­

que fuera uno solo, el don profético entonces se anularía. Porque ¿cómo

podría un profeta equivocarse, especialmente en asuntos religiosos?

La fuente de esta creencia errónea, creo, se remonta a la definición de

"profeta". Aunque nadie específicamente me enseñó cómo funciona la

inspiración (especialmente en el caso de ella) yo hice algunas suposicio­

nes basado en mi comprensión de la palabra "profeta". Entre otras cosas,

estos supuestos incluían la noción de infalibilidad. De dónde obtuve esa

idea, no lo sé, aunque pienso que hay una tendencia a identificar automá­

ticamente los atributos de Dios con los de sus siervos, especialmente de

aquellos que le sirven en el rol profético.

Aproximadamente un año más tarde se produjo otro incidente que

sacudió mi paradigma. Leí donde Elena de White hablaba acerca de la

"reforma en el vestir," y lo que se le mostró en visión acerca de cómo debe

ser el vestido:

Tres grupos de mujeres pasaron delante de mí, con sus vesti­

dos de la siguiente manera con respecto a su largo: El primer

grupo llevaba un largo a la moda, que estorbaba los miembros

inferiores, impidiendo caminar, y que barría la calle y recolecta­

ba suciedad; los malos resultados de este tipo [de vestido] los he

declarado plenamente. Esta clase, compuesta de esclavas de la

moda, aparecían débiles y lánguidas.

El vestido de la segunda clase de mujeres que pasaron delan­

te de mí era, en muchos aspectos, como debía ser. Los miembros

1 piernas 1 estaban bien abrigados. Estaban libres de la carga que el

tirano Moda había impuesto sobre la primera clase. Pero ellas

habían ido a tal extremo en lo corto del vestido, que éste produ­

cía disgusto y creaba prejuicios en la gente recatada, y destruía en

gran medida su propia influencia. Éste es el estilo y la influencia

de la "moda norteamericana", enseñada y usada por muchos en la

revista Our Home (Nuestro hogar). de Dansville, Nueva York. El

1 84 Ataque contra el Lugar Santísimo

vestido no llega a la rodilla. Tengo que decir que este estilo de

vestido se me mostró que era demasiado corto.

Una tercera clase de mujeres, con una disposición gozosa, con

paso libre y elástico, pasó delante de mí. Sus vestidos eran del

largo que he descrito como adecuado, modesto y saludable. En

todas las circunstancias, tales como subiendo o bajando escaleras,

etcétera, se hallaba a unas pocas pulgadas por encima de la sucie­

dad de la calle y de las veredas. Como lo declaré anteriormente,

el largo [del vestido] no me fue dado en pulgadas ... ".'

Para mí el punto estaba perfectamente claro: el Creador del universo

había mostrado a su profeta en visión ("tres grupos de damas pasaron

delante de mí...") lo que debía ser el largo correcto del vestido femenino.

¿Cómo podía entonces haber alguna duda de nuevo en la mente de cual­

quier adventista fiel? Jehová había hablado, ¿y qué habla el Señor que no

sean verdades absolutas, irrefutables y definitivas?

Sin embargo, más tarde, todavía en mi infancia adventista, leí lo

siguiente de la pluma de Elena de White:

Puede plantearse la pregunta: ¿Por qué se ha dejado a un lado

este estilo de vestido para damas, y por qué ya no se ha defendi­

do la reforma en el vestir? Daré brevemente aquí las razones de

este cambio. Si bien muchas de nuestras hermanas aceptaron esta

reforma por principio, otras se opusieron al sencillo y saludable

estilo de vestir que proponía. Se necesitaba mucho trabajo para

introducir esta reforma entre nuestro pueblo. No era suficiente

presentar ante nuestras hermanas las ventajas de un vestido tal y

convencerlas de que tenía la aprobación de Dios. La moda tenía

tanta fuerza sobre ellas, que demoraron en romper el dominio que

ejercía sobre ellas, e incluso para obedecer los dictados de la

razón y la conciencia. Muchas que profesaban aceptar la reforma

no hicieron ningún cambio en sus hábitos de vestir, excepto en

acortar las faldas y cubrir las extremidades.

El don de profecía 1 85

Y esto no fue todo. Algunas que adoptaron la reforma no esta­

ban dispuestas a mostrar mediante el ejemplo las ventajas de esta

forma de vestir, dando, cuando se les preguntaba, sus razones

para adoptarla, y dejando que las cosas se quedaran así. Trataron

de controlar las conciencias de otras personas sometiéndolas a su

criterio. Si ellas lo usaban así, las demás también debían hacer lo

mismo. Olvidaron que a nadie debía obligarse a adoptar la refor­

ma del vestir.

No era mi deber imponer este asunto a mis hermanas.

Después de presentarlo ante ellas tal como se me había mostrado,

las dejé que decidieran según su conciencia... Muchos malos

sentimientos se crearon a causa de aquellas que instaban cons­

tantemente a sus hermanas a adoptar la reforma en el vestir. Para

los extremistas, esta reforma parecía constituir la suma y la sus­

tancia de su religión. Era el tema de su conversación y la carga de

sus corazones; y sus mentes estaban desviadas de Dios y la ver­

dad ... Algunas quedaron sumamente perturbadas porque yo no

hice del vestido una prueba, y otras porque aconsejé a quienes

tenían hijos o esposos no creyentes que no adoptaran la reforma

en el vestir, pues conduciría a la infelicidad que contrarrestaría

todo lo bueno que podría derivarse de su uso. Durante muchos

años he llevado la carga de esta obra y he trabajado para estable­

cer la uniformidad en el vestido entre las hermanas ... No siento

la carga de testificar en el tema del vestido.~

;.Qué? El Creador del universo le mostró lo que debiera ser el largo

del vestido, pero a Elena de White no le preocupaba el tema, incluso al

punto de decir a las mujeres que lo olvidaran. Aunque pasé por esta ex­

periencia hace mucho tiempo y no recuerdo lo que pensé específicamen­

te en ese entonces, sí recuerdo haberme dado cuenta que tenía mucho que

aprender acerca del significado. la autoridad y el papel del don profético.'

Poco después de esto, Waltcr Rca apareció en el escenario con sus acu-

186 Ataque contra el Lugar Santísimo

saciones contra Elena de White, que culminaron en el libro The White Lie.¡

f La mentira White /. A pesar de lo amarga de su actitud y aunque rechacé

sus conclusiones, admito que Rea contribuyó a sacar a la luz el tema de la

inspiración. Aunque yo no sabía acerca de los préstamos literarios de

Elena de White, y había sido adventista sólo por unos meses, en realidad

el asunto no me impactó. Ni siquiera me sorprendí. Sí me molestó un poco

que no se me dijera nada sobre esos "préstamos" (y me preguntaba qué

más habría que yo no sabía), pero pronto me di cuenta que el asunto del

uso que Elena de White dio a otras fuentes no era nada nuevo.

Quizás la razón para que nadie me dijera se debió a que nunca pregun­

té. Nunca se me había enseñado de manera explícita que cada palabra que

Elena de White escribió venía directamente de Dios, como si él le hubie­

ra dictado; pienso que simplemente supuse que así había ocurrido.

Además, a mi alrededor había gente que usaba sus escritos como si cada

palabra verdaderamente había sido inspirada verbalmente. Pero como

"nada podemos contra la verdad, sino por la verdad" (2 Corintios 13:8), al

lanzar el asunto en el rostro de la Iglesia, el libro de Walter Rea finalmen­

te me ayudó, al igual que a otros, a entender mejor cómo funciona la ins­

piración.

Para comenzar, ahora entiendo que ninguna declaración, palabra o

expresión de Elena de White es una verdad definitiva, eterna, o la palabra

final en cualquier tópico, ya se trate de huevos, queso, o el "continuo".

Aunque nunca ha sido la posición de la Iglesia considerar que cada decla­

ración de Elena de White sea la palabra final sobre cualquier asunto, sin

embargo, muchos adventistas todavía mantienen esa posición, ya sea

abierta o veladamente. Es indudable que hoy miles no están más con noso­

tros porque, habiendo mantenido esa posición, se frustraron cuando des­

cubrieron cuán insostenible es.

Mucho de lo que Elena de White escribió, ya sea directamente de Dios,

mientras estaba en visión; o producto de un sermón general presentado en

un campestre; o una carta dirigida a un miembro alejado: todo debe ubi­

carse en su contexto. Este punto es crucial, por cuanto nos puede ayudar

El don de profecía 187

a entender por qué en uno de sus escritos advierte con fuerza acerca del

peligro de comer huevos, mientras que en otro lugar recomienda con igual

intensidad que los coman;' o por qué en otro lugar escribe que "el queso

merece aún más objeciones; es absolutamente impropio como alimento",

mientras que en otro lugar dice: "El té, el café, el tabaco, la cerveza, el

vino y todas las bebidas alcohólicas -no deben tomarse [ni moderada­

mente], sino que deben descartarse. Los narcóticos tóxicos no tienen por

qué tratarse de la misma manera que el tema de los huevos, la mantequi­

lla y el queso".6

Si estas declaraciones específicas son verdades definitivas, órdenes

eternas de parte de Dios, entonces tenemos un problema, porque estas ver­

dades definitivas y eternas se contradicen. ¿Cuál de estas verdades defini­

tivas y eternas, es la verdad definitiva y eterna? ¿Prohibió Dios en un

momento dado el queso, y luego en otro momento cambió de parecer,

colocándolo en la misma categoría que la leche y la mantequilla?

A menos que coloquemos sus escritos en contexto para poder interpre­

tarlos, ¿qué puede hacer el lector con declaraciones como éstas y otras,

las cuales muchos consideran no solamente como inspiración verbal

directamente del Señor, sino como verdades absolutas para las cuales no

hay una fuente mayor de autoridad?

Lo que he aprendido es que la clave para leer a Elena de White es con­

siderar el cuadro completo. ¿Cuál es el asunto central que ella trata?

t: Qué principios sustentan lo que está diciendo? ¿Cuál es el contexto? Es

dt' suma importancia, entonces, tomar en cuenta todo lo que ella dice

acerca de un tema, y no simplemente entresacar una cita de aquí y otra de

allá. Si enfocamos la atención en asuntos menores, tropezaremos con

diversas "contradicciones" que requerirán de nosotros la lógica más sofis­

ticada y rebuscada para poder aclararlas. Sin embargo, por encima de

~stos aspectos "menores", existe una increíble armonía subyacente que

impregna sus escritos; las amplias e importantes verdades del plan de sal­

vución aparecen vez tras vez expresadas de una manera maravillosa. Lo

peor que podemos huccr, lo cual muchos han hecho y todavía hacen, es

1 88 Ataque contra el Lugar Santísimo

construir teologías completas, o incluso paradigmas sobre estilo de vida,

colocando como base una declaración aquí y otra allá, como si cada cita

fuera en sí misma una verdad absoluta. Ella no lo hizo durante su vida, y

rebajamos su legado al hacerlo nosotros ahora.

En mis primeros años como adventista, por ejemplo, consideré su

declaración acerca del queso, en el sentido de que era "inapropiado como

comida", como una orden directa del Señor. (Nunca nadie me mostró la

otra declaración, en la cual coloca al queso en la misma categoría que la

leche y la mantequilla.) Había sido fuertemente influenciado por gente

que prácticamente diseñó un estilo de vida y una teología centradas en el

punto de no comer queso debido a esa única declaración. Para mí, comer

queso era casi lo mismo que recibir la marca de la bestia. De hecho, más

tarde, una persona con la que trabajaba me llamó a su oficina y leyó algu­

nos consejos de Elena de White acerca de la moderación en la reforma pro

salud después de lo cual ella, bondadosa, pero firmemente, me dijo: "Ciiff,

deja de decirle a mi equipo de trabajo que van a ir al infierno porque están

comiendo queso".

Poco después suavicé la presión sobre algunos, salí a comer con algu­

nas personas que pidieron pizza. La comí, pero no pedí la bendición de

Dios sobre ella. ;.Cómo podía pedir al Señor que bendijera lo que a tra­

vés de su Sierva él había dicho que era inapropiado para comer?

Sin embargo, imagine el lector mis pensamientos cuando uno o dos

años más tarde leí la otra declaración de Elena de White (la que no se me

había mostrado antes) ¡en la cual el temido y malvado queso era colocado

en la misma categoría que la leche, la mantequilla y los huevos! Mi cabe­

za se convirtió en torbellino. ¿Qué estaba pasando aquí?

El problema, tal como estaba comenzando a entender. no era Elena de

White, sino mi comprensión de su ministerio. Al reflexionar ahora sobre el

asunto, tratando de discernir el principio involucrado, entiendo que indu­

dablemente Elena de White consideraba el queso como no saludable. Y

tenía razón. Hace poco vi en la revista Newsweek una de esas pirámides

alimentarias, en la cual cerca del tope, entre los alimentos que dchen con-

El don de profecía 1 89

sumirse en forma limitada, si es que deben consumirse, estaba el queso.

Aunque el queso no es el mejor alimento (y supongo que quienes tienen

problemas de salud, nunca debieran comerlo). evitarlo no es un asunto de

verdad eterna en el mismo sentido que comer una rodaja de pizza no es

una violación de un mandamiento de Jehová. Especialmente a medida que

avanzo en edad (ya estoy por salir de la puerta de los cuarenta) como

menos y menos queso. Pero el ejemplo sirve para ilustrar lo mucho que

hemos complicado este asunto acerca del cual Elena de White escribió, y

que demoré años en entender, que no necesitaba rebautizarme por haber

comido un pedazo de pizza.

Ahora me doy cuenta cuán absurdos e insostenibles eran mis puntos de

vista de aquel tiempo. Estoy tan agradecido que ya hace mucho comencé

a ver las cosas de manera diferente, antes de tener que esperar años, o aun

décadas, para aclarar mis malos entendimientos. Pude remodelar la arcilla

mientras estaba blanda. Trate de modelar arcilla endurecida y verá cómo

se deshace en partículas que el viento dispersa fácilmente, dejando sólo

naneas de iglesia vacías.

¿Cómo nos metimos en este enredo? No sé. Desde que el Señor nos dio

el don profético a través del ministerio de Elena de White, hemos lucha­

do para saber cómo entenderlo y utilizarlo. Si la misma Elena de White

tuvo que tratar con quienes usaban incorrectamente y malentendían su tra­

hajo y sus escritos mientras ella vivía, ¿qué nos hace pensar que la Iglesia

sí los usará correctamente tanto tiempo después de su partida? No creo

que la intención haya sido hacer daño, pero hemos creado algo que está

resultando difícil de domesticar. Después de la muerte de Elena de White,

algunos de los que procuraban defender este maravilloso don quizás fue­

ron demasiado lejos. Lo que lograron fue levantar un edificio sobre bases

endebles; edificio que, para empezar, no era necesario, porque ha creado

muchos más problemas que los que ha resuelto. Peor que no defender el

don es defenderlo con argumentos débiles. Habría sido mejor guardar

silencio que hablar cosas incorrectas.

En mis devociones personales. he estado leyendo los primeros cinco

190 Ataque contra el Lugar Santísimo

libros de Moisés en mi Biblia hebrea, y luego Patriarcas y profetas. Una

mañana, mientras leía, concebí esta idea: Quizás debimos dejarla tranqui­

la. Es decir, en vez de construir toda esta edificación para defenderla, qui­

zás debimos hablar menos y dejar que sus escritos hablaran por ellos mis­

mos. En lugar de atosigar con argumentos a la gente, probablemente debi­

mos conformarnos con imprimir los libros, venderlos a un precio econó­

mico y dejar que el Espíritu Santo, quien indudablemente obra por medio

del escritor, también obrara en el lector.

Aunque es muy tarde para retroceder, todavía hay mucho que se puede

hacer.

El Hno. Dale Ratzlaff y Elena de White Todo lo dicho hasta aquí nos lleva nuevamente al libro The Cultic

Doctrine of Seventh-Day Adventists [La doctrina cúltica de los adventistas

del séptimo día], la polémica obra del Hno. Ratzlaff contra el juicio pre­

vio al advenimiento, aunque la mayor parte del libro es un ataque al minis­

terio profético de Elena de White.

El don de profecía 191

Tal como dije antes, si él puede probar que el juicio previo al adveni­

miento es falso, el ministerio de la Sra. White sería un punto discutible.

Pero, como hemos visto, su "evaluación bíblica" de la doctrina resultó ser

mediocre. Ejemplo de ello es su insistencia en que la Biblia de estudio

denominada en inglés The Study Bible [Biblia de estudio] constituye una

prueba de que los adventistas están "tratando de forzar la Palabra". Aun

cuando el juicio previo al advenimiento no tuviera base bíblica, se nece­

sitaría algo mejor que su refrito de los mismos viejos argumentos para

probar que no lo es (sin mencionar su ignorancia total de las mejores

defensas de las cuales la Iglesia dispone para rebatir argumentos como

los suyos).

Los ataques contra Elena de White son del mismo calibre que su ata­

que contra el juicio previo al advenimiento: nada más que material refri­

to, uso selectivo de los hechos, ignorando nuestras mejores defensas, etc.

Usualmente no acostumbro defender a la Sra. White; porque no hay nece­

sidad de ello. Su ministerio habla por sí mismo. Además, tal como he

dicho antes, y repito porque es crucial: no la necesito. Todo lo que nece­

sito saber para ser un cristiano adventista lo obtengo de mi Biblia. De esta

manera su ataque a Elena de White, aunque fuera válido, no prueba que

alguna de las doctrinas de la Iglesia sea errónea. (Incluso el Hno. Dale

admite que "Elena de White nunca originó una sola de las doctrinas del

adventismo".") No obstante, debido a que este libro es una respuesta al

suyo, sería negligencia de mi parte si no considerara por lo menos algunas

de sus acusaciones contra ella.

En el prefacio, Dale Ratzlaff al escribir acerca de su esposa y de él

mismo, dice: "Ambos aceptamos los escritos de Elena G. de White como

inspirados y con autoridad".~

Eso está bien; millones de personas y yo también los aceptamos. ¿Pero

qué quiere decir él con "inspirados"? ¿Infalibilidad? ¿Inmutabilidad?

¡,Inspiración verbal? A medida que usted lee el libro se da cuenta que estos

ulrihutos son exactamente los que tiene en mente. Por otra parte, ¿qué

quiere decir "con uutoridad'"! Él mismo explica: "Sin embargo, habiendo

192 Ataque contra el Lugar Santísimo

crecido en la Iglesia ASO y habiendo una vez aceptado los escritos de E.

G. W. en un mismo plano de autoridad con la Biblia ... ". 11' En otra parte

escribe: "Acepté sus escritos en un mismo nivel de autoridad que la Biblia

durante muchos años de mi vida"."

De nuevo, haciendo justicia al Hno. Dale, su punto de vista es hones­

to. Cualquiera sea la posición que oficialmente la Iglesia adopte al res­

pecto, hay muchos adventistas que sostienen los mismos puntos de vista

que él. No nos sorprende que él y otros hayan tenido problemas. Es difí­

cil pensar cómo cualquiera no los tendría.

Con estas ideas en mente, podemos entender mejor la naturaleza de su

ataque, porque se deriva de supuestos erróneos con relación a la inspira­

ción y la autoridad de Elena de White. Independientemente de cuán buena

es la lógica de alguien, si sus supuestos son erróneos, lo más probable es

que sus conclusiones también lo sean. El caso del Hno. Dale Ratzlaff es

un ejemplo clásico.

Elena de White y Guillermo Miller En lo que representa la esencia de su ataque, el Hno. Dale detalla

extensamente "el apoyo amplio que Elena de White brindó a los métodos

y al mensaje de Guillermo Miller".'' Desarrolla este punto vigorosamen­

te, porque cree haber encontrado en él/a clave p-ara descalificar su minis­

terio. Su lógica es ésta: a través de sus visiones, Elena de White respaldó

a Guillermo Miller. Y Miller cometió errores; por lo tanto, Elena de White

no puede ser una pn?fetisa verdadera.

Ahora bien, al considerar su apoyo a Guillermo Miller. y la crítica que

el Hno. Dale hizo de ese apoyo, recordemos este punto: todo lo que Elena

de White escribió con respecto a Miller y la dirección que Dios brindó a

Miller. ocurrió después del chasco de 1844. En otras palabras, todo lo que

ella escribió lo hizo después de saber que Cristo no había regresado en

1843 ó 1844, cuando Miller lo había esperado. Aunque el Hno. Dale reco­

noce este hecho," ignora sus implicaciones, porque, en gran medida, le

quitan fuerza a su punto de vista.

El don de profecía 193

Piense en esto. Elena de White escribió acerca de Miller después de

1844; es decir, después del chasco; después que era obvio que al menos en

algunos aspectos, Miller estaba equivocado. El evento principal, la segun­

da venida, no había ocurrido, y Elena de White lo sabía. Entonces, ¿cuán

amplio fue su "amplio apoyo"? Obviamente, no incluyó todo lo que Miller

enseñó; ni siquiera el punto más importante, porque ella sabía que Cristo

no había regresado en 1843 ó 1844. Si a ella se le hubiera mostrado de

antemano, en visión, que una o la otra fecha era correcta, entonces la his­

toria sería diferente. Pero lo que sea que ella haya apoyado de Miller, lo

hizo sabiendo perfectamente bien (después de todo ella misma había expe­

rimentado el gran chasco) que Miller se había equivocado, por lo menos,

acerca de la segunda venida.

Así, a simple vista, el Hno. Dale se ve confrontado con un dilema cu­

yas implicaciones ignora. El tiempo cuando ella escribe muestra que

cualquiera haya sido el apoyo a Miller, no fue tan "amplio" como señala

Dale Ratzlaff, si por "amplio" él quiere decir todo lo que Miller le en­

señó. Obviamente, en el momento en que ella escribió, no respaldó la

afirmación de Miller en el sentido de que Cristo regresaría entre 1843 y

1 H44; y una vez que se reconoce que su apoyo no incluyó todo lo que

Miller le enseñó, el argumento cambia. Ahora uno tendría que analizar el

material para ver qué es lo que apoyó y lo que no apoyó, algo que el Hno.

Dale. en sus argumentos contra ella, no hace, por lo menos no abierta­

mente.

Verdaderamente, tal como vimos en el primer capítulo, lo cual vale la

pena repetir, el Hno. Dale dedica mucha energía a la consideración de las

15 "pruebas" de Miller para sustentar 1844, con la intención de mostrar

t¡ue Elena de White las respaldó todas y que por lo tanto no puede ser una

1m~t'etisa. Sin embargo, más adelante en una nota de pie de página (¡una

nota de pie de página!) él admite que "no está claro si Elena de White

upoyó todas las 15 pruebas de Mi ller" .14

El Hno. Dale expone en página tras página la ingenuidad de las prue­

hus de Miller, y argumentu que, por el hecho de respaldarlas, Elena de

194 Ataque contra el Lugar Santísimo

White no puede ser una profetisa. ¡Y sin embargo, más tarde, admite que

probablemente ella no las respaldó todas! De esta manera, si "no está

claro que Elena de White apoyó todas las 15 pruebas de Miller", entonces

tampoco está claro que su "amplio apoyo" a Miller fue tan amplio como

el Hno. Dale quiere que sea para poder sustentar su caso contra ella.

De hecho, en ninguna parte en CDSDA el Hno. Dale da un ejemplo que

muestre el apoyo que Elena de White da a las otras "pruebas" de Miller

para sustentar la fecha 1843-1844 (aparte del argumento basado en Daniel

8: 14 ), ya sea de Ezequiel, de los jubileos levíticos o del Éxodo. Un solo

ejemplo habría provisto una evidencia poderosa para fortalecer su polé­

mica posición; sin embargo, no presenta nada porque no tiene nada.

Contrario al argumento sobre el cual edifica toda su posición contra Elena

de White (que ella apoyó todas estas pruebas) no provee evidencia alguna

de que ella haya aceptado ninguna de las otras evidencias de Miller, como

profecías de tiempo válidas que concluirían en 1843-1844.

Lea El conflicto de los siglos. ¡,Qué argumentos usa ella para estable­

cer la fecha de 1844? ¿Los jubileos levíticos, Ezequiel 39: 9, 1 O; Éxodo 31:

13-17, o cualquiera de los otros textos de Miller? No, ella usa sólo uno:

Daniel 8: 14, el texto que el Hno. Dale trató de refutar enfáticamente, y fra­

casó.

Hasta ahora hemos establecido que cualquie,ra haya sido el "amplio

apoyo" a Miller, ciertamente no incluyó su creencia de que Cristo regre­

saría en 1843-1844 (evidentemente la parte más importante de su mensa­

je); ni tampoco, a pesar de sus pretensiones, el Hno. Dale ha producido un

solo ejemplo en respaldo a cualquiera de las otras 14 "pruebas" de Miller,

para sustentar la fecha de 1844, aparte de Daniel 8: 14.

Vayamos un poquito más adelante. El Hno. Dale cita las palabras de

Elena de White relativas a la participación de ángeles en el ministerio de

Miller, en citas tales como éstas: "Los ángeles de Dios visitaron repetida­

mente a aquel varón escogido (Miller), y guiaron su entendimiento para

que comprendiera las profecías que siempre habían estado veladas al pue­

blo de Dios". 1' Él también menciona lo que Elena de Whitc escribió en el

El don de profecía 195

sentido de que el Señor había estado dirigiendo a Miller y que "Dios diri­

gió la mente de Guillermo Miller hacia las profecías, y le dio gran luz

sobre el Apocalipsis". 16

¿Cómo puede ser que ángeles, o incluso Dios, estén dirigiendo a Miller

si su posición contiene errores? Entonces, si Elena de White lo apoyó,

incluso con sus errores, ella tiene que ser una profetisa falsa.

El razonamiento del Hno. Dale, aunque lógico, comienza con una pre­

misa falsa, que aquellos a quienes Dios o los ángeles dirigen deben ser

teológicamente infalibles. Ha caído en la trampa mencionada antes: la

tendencia comprensible de equiparar los atributos de Dios con sus men­

sajeros.

Por ejemplo, Dios guió a Juan el Bautista. Después de todo, el mismo

Jesús dijo que no hubo un profeta mayor que Juan (Lucas 7:28). Sin embar­

go encontramos a Juan cuestionando el carácter mesiánico de Jesús (Mateo

11 :3). En verdad, teológicamente hablando, este punto no es nada insigni­

ficante. ¿Y qué en cuanto a Pedro, quien, aunque ciertamente fue dirigido

por Dios, evitaba comer con los gentiles cuando otros judíos estaban pre­

sentes (Gálatas 2)? Más aún, poco después de la cruz, después que Jesús

pidió a Pedro que alimentara sus ovejas (Juan 21: 17); incluso después del

Pentecostés, Pedro parece haber ignorado una de las verdades fundamen­

tales que Jesús enseñó y que la cruz habría de lograr (Gálatas 3:28).

En El conflicto de los siglos, Elena de White escribió acerca de Martín

Lutero que "los ángeles del cielo estaban a su lado y rayos de luz del trono

de Dios revelaban a su entendimiento los tesoros de la verdad". 17

¡,Significa eso que todo lo que Lutero escribió provenía de Dios? ¿Qué

protestante, amante del evangelio que Martín Lutero desenterró después

de "siglos de abandono y superstición", no cree que el Señor guió a

Lutero? Y sin embargo, el apoyo de Elena de White (después de todo,

tener ángeles del cielo a su lado es un apoyo muy bueno) ¿significa que

ella habría respaldado los ataques de Lutero contra aquellos que creían en

el séptimo día sáhado? ¡,Hahría ella respaldado sus ataques contra Ulrico

Zwinglio, quien urgumcntaha que el pan y el vino en la Cena del Señor

196 Ataque contra el Lugar Santísimo

eran sólo símbolos, a diferencia de la posición más católica de Lutero,

quien creía en una presencia real de Cristo en ellos? ¿Quiere esto decir que

ella estaba de a acuerdo con las ácidas diatribas de Lutero contra los judí­

os, en las que escribió cosas que los Nazis usaron siglos más tarde y que

ayudaron a preparar el terreno para asesinatos en masa? Para seguir la

lógica del Hno. Dale, debido a que los ángeles del cielo fueron enviados

a Lutero, y él fue dirigido por Dios, ¿cómo pudo entonces equivocarse?

De la misma manera, los ángeles de Dios dirigieron a Miller, quien a su

vez fue guiado por Dios; por Jo tanto, ¿cómo pudo él equivocarse?

Para comprender el apoyo de Elena de White a Miller es de gran

importancia conocer el mundo religioso de aquella época. Miller predicó

en una época de extendido postmilenialismo. Los protestantes creían que

Cristo regresaría a la tierra después del milenio; un milenio al cual, según

ellos, el mundo estaba entrando. Enseñaban que el mundo mejoraría pau­

latinamente hasta alcanzar un estado de utopía, tiempo durante el cual

Jesús regresaría y se sentaría en su trono en Jerusalén. Mientras esto ocu­

rría, Darwin añadiría su propio combustible al fuego postmilenialista, al

publicar sus estudios sobre la evolución, en los que sostenía que los seres

humanos mismos estaban evolucionando hacia un nivel superior de exis­

tencia. Esta doctrina postmilenialista fue aceptada por millones de protes­

tantes hasta las primeras décadas del siglo XX, cuando fue invalidada por

la Primera Guerra Mundial.

Pero por más de medio siglo antes de los tratados de Somme y Verdún,

Miller predicó el mensaje adventista sin rodeos contra esta creencia absur­

da. Miller, al estudiar las profecías de Daniel y Apocalipsis, y guiado por

Dios y sus ángeles, dijo: "No, no, no, el mundo no está mejorando. sino

al contrario, está empeorando y se dirige, no hacia un paraíso terrenal

milenario, sino a hacia un cataclismo final que culminará con el retorno

de Cristo". Ésta fue la enseñanza básica que Elena de White apoyó, en el

contexto de los cálculos que Miller hizo a las profecías de tiempo de

Daniel 8 y 9, en contraste con el postmilenialismo, tal como ella respaldó

la enseñanza básica de Lutero sobre el evangelio y la justificación por la

El don de profecía 197

fe en el contexto de su oposición al sistema papal. Su apoyo a las ense­

ñanzas de Miller no fue más amplio que el apoyo que brindó a las ense­

ñanzas de Lutero. En ambos casos ella enfocó una línea básica de pensa­

miento, un tlujo de creencias, y se concentró en eso.

El Hno. Dale se basa en estas dos declaraciones: "Vi que Dios estaba

en la proclamación del tiempo en 1843. Era su propósito despertar a la

gente y colocarla en un punto de prueba donde se decidiera en pro o en

contra de la verdad". 18 Y esta otra: "He visto que el diagrama de 1843 fue

dirigido por la mano del Señor, y que no debe ser alterado; que las cifras

eran como él las quería; que su mano cubrió y ocultó una equivocación en

algunas de las cifras, para que nadie pudiera verla, hasta que la mano de

Dios se apartase". 19

Repito, ella escribió esto después del chasco de 1844, lo cual indica

que sabía que no todo lo que Miller enseñaba era correcto; específica­

mente la fecha de 1843. Verdaderamente, a pesar de la pretensión del Hno.

Dale acerca de su "amplio apoyo", la Hna. White dice en la misma cita

que algunos de los cálculos en el cuadro de Miller estaban equivocados

-una prueba más de que su apoyo a Miller no era total. De esta manera,

además de saber, obviamente, que Miller estaba equivocado en cuanto al

evento de 1844, ella sabía que algunos de sus cálculos estaban incorrectos

también. Esto demuestra que su apoyo no era total.

Pero entonces ¿de qué está hablando ella? ¿Engañó Dios intencional­

mente a los Milleritas al ocultar el error?

Para empezar, aquí estamos tratando con una metáfora (la mano de

Dios cubriendo los errores en el cuadro de Miller) y las metáforas son sólo

eso, metáforas, que no se pueden interpretar literalmente. Veo aquí dos

posibles enfoques:

l. Dios en forma sobrenatural escondió la verdad a Miller y a sus segui­

dores, tal como lo hizo Jesús con los hombres en el camino a Emaús

(Lucas 24: 13-16).

2. Dios no reveló a Miller más de su verdad, en ese tiempo, a pesar de

algunos errores en su interpretación, de la misma manera que Dios no

1 98 Ataque contra el Lugar Santísimo

reveló más de su verdad a los discípulos cuando preguntaron, justo antes

de que Jesús regresara al cielo: "Señor ¿restaurarás el reino a Israel en este

tiempo?" (Hechos 1 :6).

Me inclino por el segundo enfoque: que el Señor simplemente llevó a

Miller y a sus seguidores tan lejos como podían llegar en ese tiempo, un

principio que encontramos en otros lugares en la Biblia (lCorintios 3:2;

Juan 16: 12). Uno de los ejemplos más claros en este sentido es el de la

mujer junto al pozo (Juan 4). ¿Por qué Jesús reveló a esta mujer, que no

era judía, que él era el Mesías, lo cual no hizo con los judíos? La respues­

ta es que el Señor sabe exactamente hasta dónde la gente puede llegar;

hasta qué punto puede alcanzar su mente en la comprensión de verdades

que no entienden plenamente.

Y ésta es, en mi opinión, la explicación a lo que está ocurriendo aquí.

El Señor llevó a Miller, y a otros, tan lejos como ellos podían llegar en ese

tiempo. Por eso es que Elena de White pudo escribir que los cálculos eran

justo como Dios los quería, en ese tiempo, y que nada debía alterarse en

ese tiempo. (Recordemos que ella escribió este mensaje después que estu­

vo claro que el cálculo de 1843 era erróneo.) Luego, cuando llegó el tiem­

po indicado, el Señor quitó su mano; es decir, dio más luz a su pueblo, y

entonces pudieron ver sus errores.

Al final de la década de los 70, el Señor u~ó un libro escrito por Hal

Lindsey para ayudarme a entender la verdad del cristianismo. Aunque

estaba lleno de enseñanzas ridículas, sin embargo el libro sirvió como un

catalizador que me ayudó a llegar a Cristo. Con el tiempo vi los errores,

aun cuando el Señor usó esos errores, en ese tiempo, para sacarme de

donde estaba y llevarme a donde eventualmente quería que yo estuviera.

También es importante observar que Elena de White escribió lo que

escribió acerca de 1843 en un tiempo cuando otros estaban estableciendo

otras fechas posteriores. Para alejarlos de esta tendencia a fijar fechas, ella

señaló los cálculos básicos de Miller, los que a pesar de algunos errores,

en general eran correctos.

El Hno. Dale hace un alboroto del hecho de que ella expresó que el

El don de profecía 199

Señor estaba "en la proclamación de 1843". ¿Pero cómo pudo estar, ya

que después de todo, la proclamación contenía errores? De nuevo, ¿no

podría Dios estar dirigiendo a un pueblo que todavía cometía errores?

Lutero es un clásico ejemplo. También creo que el Señor ha guiado a la

Iglesia Adventista del Séptimo Día, aun cuando durante los primeros años,

algunos entre nosotros cometieron errores -por ejemplo, los conceptos

no trinitarios. Dios llevó a los milleritas tan lejos como podían ir en ese

tiempo. Si usted, al igual que yo, cree que los cálculos básicos de Miller

con respecto a Daniel 8 fueron correctos; a pesar de un error en "algunos

de los cálculos", entonces resulta muy asombroso ver lo lejos que Dios los

ha guiado, al permitirles obtener tanta verdad de la Biblia, especialmente

en un tiempo cuando el pensamiento teológico predominante enseñaba

que el mundo ya había entrado a un glorioso período milenario que alcan­

zaría su clímax cuando Jesús gobernara al feliz planeta desde Jerusalén.

De nuevo, si el juicio de 1844 es erróneo, se va a necesitar mucha más

evidencia que la que el Hno. Dale ha presentado para demostrarlo. Pero es

correcto. Dios dirigió a Miller y los ángeles estuvieron a su lado. Dios usó

a Miller para establecer las bases de la Iglesia Adventista del Séptimo Día,

con lo cual preparó el terreno para la plataforma escatológica que sostie­

nen tantas denominaciones cristianas hoy; plataforma que, gracias a los

adventistas incluye la idea de una segunda venida visible de nuestro Señor

Jesucristo al final del mundo.

Además están los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14, la

comprensión más racional, históricamente válida y teológicamente balan­

n·ada, de eventos finales que alguna vez se haya elaborado. (¿Cuáles son

algunas de las alternativas? Por ejemplo, ¿qué en cuanto al rapto secreto,

en el cual los pilotos de las aerolíneas desaparecen de la cabina y son

ahsorbidos hacia el cielo, sin dejar nada atrás, salvo sus uniformes?) Los

adventistas del séptimo día son el movimiento no judío, observador del

sáhado, más grande en el mundo y una de las pocas denominaciones cris­

tianas que han refutado el concepto griego de un alma inmortal y la idea

pagana de que los justos muertos van directo al cielo. esa versión "hauti-

200 Ataque contra el Lugar Santísimo

zada" de Platón del ascenso de las almas. Y a pesar del intento fallido del

Hno. Dale de desacreditarlo, el juicio previo al advenimiento es el último

evento celestial (ver Daniel 7) que conduce a la segunda venida y el fin

del mundo; así pues se trata de un evento de importancia capital que sólo

los adventistas están enseñando. Todo esto, y más, comenzó con

Guillermo Miller. Con razón Elena de White lo respaldó.

Y ahora un resumen:

• Elena de White sabía que Miller estaba equivocado en cuanto al even­

to mismo, la segunda venida en 1844, porque ella escribió después

del chasco.

• El Hno. Dale se ve forzado a admitir que no está claro que ella haya

apoyado todas las pruebas de Guillermo Miller.

• El Hno. Dale no da un ejemplo que muestre que ella apoyó algunos

de los argumentos de Miller, aparte de su prueba en Daniel 8:14 (y

esto es así, porque ella no lo hizo).

• A pesar de la declaración de Elena de White en el sentido de que Dios

guió a Miller, no hay pruebas de que ella endosara todo lo que Miller

enseñó.

• Ella incluso admitió que hubo un error en alguno de los cálculos de

Miller.

• El Hno. Dale elabora uno de sus principales argumentos contra Elena

de White sobre la premisa de que ella brindó un "amplio apoyo" a

Miller y todo lo que él enseñó. La evidencia demuestra que la pre­

misa es falsa; su argumento, por lo tanto, también lo es.

La puerta cerrada Nadie que haya atacado a Elena de White se abstiene de abrir la con­

troversia! "puerta cerrada". Este asunto empezó al comienzo de su minis­

terio y, no importa cuánta evidencia se presente para contrarrestar las con­

clusiones de los críticos, el punto se sigue mencionando a raíz de algunas

líneas que, fuera de su contexto y sin explicación, proporciona buen pasto

para el consumo de los críticos.

El don de profecía 201

No pretendo repetir todo lo que se ha escrito sobre esto (y hay mucho).

Más bien primero quiero concentrarme en la acusación principal contra

Elena de White, según la cual se le habría mostrado en visión que la puer­

ta de la misericordia se había cerrado para el mundo entero después de

1844; luego preguntaré: ¿Qué evidencia presenta el Hno. Dale para pro­

bar su acusación?

Note el lector que la pregunta no es: ¿ Cre_vó alguna vez Elena de White

que la puerta de la gracia se había cerrado para el mundo después de

IX44?

Ella, junto a muchos de los milleritas lo creyó, al menos por un tiem­

po, incluso después que comenzó a tener visiones. Pero que haya creído

es un asunto totalmente diferente de la acusación: que se le mostró en

visión que el mundo entero estaba perdido después de 1 X44. Después de

todo, tener una visión no transforma repentinamente a una persona en

infalible en todo lo que ella sabe.

El Hno. Dale intenta desacreditar a Elena de White. Y si haber mante­

nido alguna vez un punto de vista erróneo, aun después de recibir el don

profético, es todo lo que se necesita para desacreditarla, entonces la bata­

lla ha concluido antes de pelearla. Pero el argumento del crítico Dale

Ratzlaff(y el de otros) es que a ella Dios le mostró en visión que el tiem­

po de prueba para el mundo entero había terminado después de 1844.

El Hno. Dale cita material de la visión de Camden, que por mucho

tiempo se ha considerado un fraude, así que la descartamos. Vayamos más

bien a los que se consideran, de manera incuestionable, sus escritos autén­

ticos. Resulta muy interesante que el Hno. Dale no muestra ninguna evi­

dencia en la cual Elena de White diga que el Seíior, o un ángel, le mostró

en visión que el tiempo de prueba había concluido para el mundo después

de 1844. En lugar de ello él usa una cita de una de sus primeras visiones

y elabora su caso mayormente basado en ella.

La cita en cuestión pertenece a su primera visión, dada en diciembre de

IH44:

202 Ataque contra el Lugar Santísimo

Mientras orábamos en el altar familiar, descendió sobre mí el

Espíritu Santo y me pareció ser levantada cada vez más arriba,

muy por encima del oscuro mundo. Me volví para buscar al pue­

blo adventista en el mundo, pero no lo hallé en parte alguna, y

entonces una voz me dijo: 'Vuelve a mirar un poco más arriba'.

Alcé los ojos, y vi un sendero recto y angosto trazado muy por

encima del mundo. El pueblo adventista andaba por ese sendero

en dirección a la ciudad que se veía en el extremo opuesto. En el

comienzo del sendero, detrás de los que ya andaban, había una

brillante luz, que, según me dijo un ángel, era el 'clamor de media

noche'. Esta luz brillaba a todo lo largo del sendero, para que no

tropezaran. Delante de ellos iba Jesús guiándolos hacia la ciudad,

y si no apartaban los ojos de él, iban seguros. Pero no tardaron

algunos en cansarse, diciendo que la ciudad estaba todavía muy

lejos, y que contaban con haber llegado más pronto a ella.

Entonces Jesús los alentaba levantando su glorioso brazo dere­

cho, del cual provenía una luz que ondeaba sobre la hueste adven­

tista, y exclamaban: '¡Aleluya!'. Otros negaron temerariamente

la luz que brillaba tras ellos, diciendo que no era Dios quien los

había guiado hasta allí. Pero entonces se extinguió para ellos la

luz que estaba detrás y dejó sus pies en tinieblas, de modo que

tropezaron y, perdiendo de vista el blanco y a Jesús, cayeron

fuera del sendero abajo, en el mundo sombrío y perverso. Era tan

imposible que ellos f los que abandonaron su fe en el movimien­

to de 1844/ recobraran el camino y fueran a la ciudad, como

todo el mundo impío que Dios había rechazado. 1" (La cursiva ha

sido añadida.)

El Hno. Ratz/aff cita esta parte de la visión y escribe: "A EGW se le

mostró que era imposible salvarse a la gente que rechazara el mensaje

millerita, o su interpretación. Segundo, Dios ha rechazado a todo el

mundo impío"."'

El don de profecía 203

Sin embargo, hay algunos problemas con su interpretación de lo que la

visión dice. Para empezar, lea lo que ella escribió o no escribió. Ella nunca

dice que se le mostró que todo el mundo impío se perdería. Nunca dijo:

"Un ángel me mostró que todo el mundo impío estaba perdido" o "el

Señor me mostró que todo el mundo impío estaba perdido",---ésta es la

clase de lenguaje que utilizó en muchas otras instancias. Que ella pudo

haber creído estas cosas, al menos por un tiempo, es otro asunto. Cuando

mucho, lo ocurrido aquí es que ella pudo haher inferido algunas cosas en

su interpretación de la visión, que la misma visión específicamente no

enseñaba. Y cualesquiera sean las preguntas que esa sugerencia pueda pro­

vocar, no es lo mismo que decir que a ella Dios le mostró esta creencia.

La cita de arriba fue extraída de su primera visión, cuando ella era una

jovencita de 17 años, sin un nivel elevado de educación, no muy letrada,

ni teológicamente sofisticada. Que ella pudo haber colegido en la visión

más de lo que debía, o incluso que la pudo haber malinterpretado, espe­

cialmente porque se trataba de la primera, es muy diferente a decir que

Dios le mostró algo. Años después ella escribiría:

A menudo se me dan mensajes que al principio no entiendo, pero

que después de un tiempo se aclaran por medio de una presentación

repetida de aquellas cosas que al principio no pude comprender, y ocu­

rre de modo que su significado queda claro e inconfundible (Carta 329,

1904).

Así que después de ejercer el don profético por varios años, ella dice

que a veces no entiende lo que se le mostró al principio, y que sólo des­

pués, por medio de repetidas presentaciones, ella puede entender final­

mente. Daniel, de la misma manera, afirma que no entendió la visión de

los 2.300 días (Daniel 8:27), hasta años más tarde cuando se le proporcio­

nó más información (ver Daniel 9:24-27).

De esta manera. lo que haya sido que se le mostró a Elena de White

en su primera visi<ín. simplemente pudo ocurrir que ella dedujo más que

204 Ataque contra el Lugar Santísimo

lo que allí había. ¿No es posible que esto le ocurra a un profeta?, ¿o esta­

mos de nuevo atribuyendo las cualidades de la Deidad a sus profetas?

¿Y no pudo Dios haber reacomodado las neuronas de su cerebro de

modo que ella interpretara la visión perfectamente? Por supuesto que

pudo, de la misma manera que pudo haber reacomodado las neuronas de

la cabeza de Juan el Bautista para que no dudara del carácter Mesiánico

de Jesús. ¿Por qué Dios no lo hizo en ninguno de los dos casos? Ésta es,

supongo, una pregunta que algún día podremos hacerle cara a cara.

Mientras tanto, nos quedamos con la idea de que, al dársele su primera

visión, Elena Harmon, con apenas 17 años de edad, simplemente pudo

haber usado un lenguaje que expresó creencias que ella ya poseía cuando

la visión le fue dada.

Elena de White (entonces Harmon) junto con los milleritas, creía que

cuando Cristo regresara, la puerta de la gracia se cerraría, más o menos

como lo creemos hoy. Después que Cristo no regresó, muchos de estos

milleritas todavía se aferraron a algunas de sus creencias en torno a los

hechos de 1844, incluyendo la idea de que los pecadores habían rechaza­

do su día de gracia en 1844.

Sin embargo, el propósito de esa primera visión no fue corregir este

error. Más bien, el Señor quería mostrar a Elena de White que los milleri­

tas no debían abandonar su fe en el advenimiento,' ni tampoco en el hecho

de que Dios los había guiado y que necesitaban mantenerse en el sendero

y no abandonarlo, como otros que habían rechazado la luz que Dios les

había dado. Ése fue el propósito de la visión: evitar que los milleritas se

apartaran, como otros lo habían hecho.

Luego está el asunto de la construcción gramatical de esa última cláu­

sula de la oración final, que dice: "tal como todo el mundo impío que Dios

había rechazado". La gramática es ambigua; se puede entender ya sea de

manera restrictiva o no restrictiva, con dos significados totalmente dife­

rentes.

Lea las dos oraciones que siguen:

• La casa que es roja se quemó.

El don de profecía 205

• La casa, que es roja, se quemó.

La diferencia no es visible a simple vista, pero esas oraciones no dicen

lo mismo. Desde el punto de vista gramatical, la primera oración (no res­

trictiva) implica la existencia de dos o más casas, una de las cuales es roja.

Es esta casa, la roja, la que se quemó. La segunda oración (la restrictiva)

implica que hay una sola casa, y esa casa es roja.

Cuando se lee la cláusula que Elena de White escribió: "todo el mundo

impío que Dios ha rechazado, la gramática no está clara en cuanto a si la

cláusula "que Dios ha rechazado" es restrictiva o no restrictiva. En otras

palabras, ¿quiso ella decir que todo el mundo era impío, y que Dios lo

había rechazado todo (no restrictiva)? ¿O quiso ella decir que Dios sólo

había rechazado a la gente impía del mundo, pero no a aquellos en el

mundo que no eran impíos (restrictiva)? Si es esto último, entonces el

punto en cuestión ni siquiera es un problema de interpretación, sino de

gramática, lo cual no debiera ser un problema a menos que pretendamos

que la perfección y la infalibilidad de Dios deben manifestarse también en

la gramática de sus siervos.

Años más tarde, al responder a las acusaciones de que ella había ense­

ñado, por medio de estas visiones, que el tiempo de prueba para el mundo

había terminado en 1844 (y por lo tanto que estas declaraciones se habían

eliminado de publicaciones de sus visiones reeditadas posteriormente),

Elena de White escribió:

Se pretende que esas expresiones demuestran la doctrina de la

puerta cerrada, y que ésa es la razón de su omisión en ediciones

posteriores. Pero en realidad sólo enseñan lo que ha sido sosteni­

do por nosotros como pueblo, y todavía lo es, como lo demostra­

ré. Por un tiempo después del chasco de 1844, sostuve junto con

el conjunto de adventistas que la puerta de la gracia quedó enton­

ces cerrada para siempre para el mundo. Adopté esa posición

antes de que se me diera mi primera visión. Fue la luz que me dio

Dios la que corrigió nuestro error y nos capacitó para percibir la

206 Ataque contra el Lugar Santísimo

verdadera situación (MS 1 p.71 ).

Note el lector que Elena de White está diciendo muy claramente que

antes de su primera visión creía, al igual que otros adventistas, que la puer­

ta de la misericordia se había cerrado para siempre. Ella no está diciendo

que su primera visión corrigió ese punto de vista, sólo que ella pensaba de

esa manera antes de su primera visión. Posteriormente, de manera gra­

dual, su posición cambió, ya que Dios le dio más luz después de la primera

visión. Ella recibió la primera visión con un propósito diferente, aunque

es posible que haya leído en ella más de lo que el Señor se había pro­

puesto. Su explicación continúa:

"Todavía creo en la teoría de la puerta cerrada, pero no en el sentido en

que se empleó el término al principio o en el que es empleado por mis opo­

nentes".

Hubo una puerta cerrada en los días de Noé. Entonces fue retirado el

Espíritu de Dios de la raza pecaminosa que pereció en las aguas del dilu­

vio. Dios mismo dio a Noé el mensaje de la puerta cerrada: "No conten­

derá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es

carne; mas serán sus días ciento veinte años" (Génesis 6: 3 ).

Hubo una puerta cerrada en los días de Abrahán. La misericordia dejó

de interceder por los habitantes de Sodoma, y todos~ con excepción de Lot,

su esposa y dos hijas, fueron consumidos por el fuego que descendió del

cielo.

Hubo una puerta cerrada en los días de Cristo. El Hijo de Dios declaró

a los judíos incrédulos de esa generación: "Vuestra casa os es dejada

desierta" (Mateo 23: 38).

Si nos proyectamos con el flujo del tiempo hasta los últimos días, el

mismo poder infinito proclamó mediante Juan: "Esto dice el Santo, el

Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y

cierra y ninguno abre" (Apocalipsis 3: 7).

Se me mostró en visión, y todavía lo creo, que huho una puer­

ta cerrada en 1844. Todos los que vieron la lu1. de los mensajes

El don de profecía 207

del primero y segundo ángeles y rechazaron esa luz, fueron deja­

dos en tinieblas. Y los que la aceptaron y recibieron el Espíritu

Santo que acompañó a la proclamación del mensaje celestial, y

que después renunciaron a su fe y declararon que su experiencia

había sido un engaño, de ese modo rechazaron al Espíritu de

Dios, y éste dejó de interceder por ellos.

Los que no vieron la luz, no fueron culpables de rechazarla.

Los únicos a los cuales el Espíritu de Dios no podía alcanzar eran

los que habían despreciado la luz celestial. Y en esa clase estaban

incluidos. como lo he dicho, tanto los que rehusaron aceptar el

mensaje cuando les fue presentado, como los que. habiéndolo

recibido, después renunciaron a su fe. Éstos podrían tener una

apariencia de piedad y profesar ser seguidores de Cristo; pero por

no mantener una comunicación viviente con Dios, fueron lleva­

dos cautivos por los engaños de Satanás. Se presentan estas dos

clases en la visión: los que declararon que la luz que habían

seguido había sido un engaño, y los impíos del mundo quienes

por haber rechazado la luz, fueron rechazados por Dios. No se

hace referencia a los que no vieron la luz y, por lo tanto, no eran

culpables de su rechazo.''

Nótese que aquí ella usa el punto de vista restrictivo; es decir, está

diciendo que la visión no signilica que todo el mundo era impío y que por

eso se perdió (aunque ella misma lo creyó por un tiempo), sino que todos

los que en el mundo impío rechazaron la luz. fueron reprobados por Dios.

El grupo al que Dios rechaza llega a ser, entonces. no el mundo entero,

sino sólo quienes rechazaron la luz que Dios les había dado. Y si esto pare­

ce demasiado severo. lea lo que el autor de Hebreos dice en un contexto

mucho más amplio que el que Elena de White está tratando: "Porque es

imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron el don celes­

tial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de

la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero. y recayeron.

208 Ataque contra el Lugar Santísimo

sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para

sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio" (Hebreos 6:4-6).

¿Entonces qué nos indica la evidencia hasta aquí?

En primer lugar, en ninguna parte Elena de White pretende que se le

ha mostrado en visión que el tiempo de prueba se acabó para el mundo

entero después de 1844. No obstante, esto es lo que el Hno. Dale Ratzlaff

pretende, y sobre esta premisa él edifica otro ataque contra ella.

En segundo lugar, cuando mucho uno podría decir que ella leyó más

de lo debido en su primera visión. Si alguien cree que un profeta no

puede hacer eso, entonces no hay ningún sentido en seguir discutiendo el

punto. Sin embargo, si uno cree, tal como ella lo dijo, que no siempre

entendió de inmediato lo que se le mostró en visión, entonces el asunto

se torna menos problemático. Ella simplemente escribió la visión que se

le presentó en el contexto de lo que creía para ese entonces. Más tarde,

con el tiempo, el Señor corregiría esos puntos de vista milleritas inexac­

tos.

En tercer lugar, la gramática de esa cláusula tan debatida es, en sí

misma, ambigua; es posible leerla de modo que no signifique que el

mundo entero se perdió, sino sólo una parte restringida de ese mundo.

Elena de White, al escribir más tarde acercarle sus creencias, parece haber

interpretado la oración de manera que no dijera lo que sus oponentes la

acusan de haber dicho. Así las cosas, la acusación de sus críticos se debi­

lita enormemente, porque ella nunca pretendió que Dios le mostró en

visión que el mundo entero estaba perdido después de 1844, y más tarde

afirmó que nunca lo dijo, no importa lo que ella personalmente pudo haber

creído al respecto.

Ya se trate de un problema de interpretación o de gramática, de cual­

quier manera el punto del Hno. Dale (la suposición que en visión Dios le

mostró que el tiempo de prueba se había acabado para el mundo en 1844 ),

es erróneo.

El Hno. Dale también acusa a los primeros adventistas de engaño por­

que con el tiempo redefinieron su comprensión de "la puerta cerrada", al

El don de profecía 209

cambiar la idea del cierre de la gracia a la idea del ministerio de Cristo en

el Santuario celestial. Para citar de nuevo a Elena de White: "Todavía

creo en la teoría de la puerta cerrada, pero no en el sentido en que se

empleó el término al principio o en el que es empleado por mis oponen­

tes". En otras palabras, los primeros adventistas aprendieron más, corri­

gieron así sus primeros errores y entendieron el concepto de "la puerta

cerrada" de modo diferente a como lo habían hecho en el pasado". ¡Qué

engaño tan horrible!

A continuación veamos la forma como ella usó el término posterior­

mente:

El sábado 24 de marzo de 1849 tuvimos con los hermanos de

Topsham, Maine, una reunión muy agradable e interesante. El

Espíritu Santo se derramó sobre nosotros y el Espíritu me trans­

portó a la ciudad del Dios viviente. Luego se me mostró que los

mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo acerca de la

puerta cerrada no pueden separarse, y que el tiempo en que los

mandamientos de Dios debían resplandecer en toda su importan­

cia y cuando el pueblo de Dios debía ser probado acerca de la ver­

dad del sábado era cuando se abriera la puerta en el Lugar

Santísimo del Santuario celestial, donde está el arca que contiene

los diez mandamientos. Esta puerta no se abrió hasta que termi­

nó la mediación de Jesús en el Lugar Santo del Santuario en

1844. Entonces Jesús se levantó, cerró la puerta del Lugar Santo,

abrió la que da al santísimo y pasó detrás del segundo velo, donde

está ahora junto al arca hasta donde ahora llega la fe de Israel.

Vi que Jesús había cerrado la puerta del Lugar Santo, y nadie

podía abrirla; y que había abierto la puerta que da acceso al Lugar

Santísimo, y nadie puede cerrarla; y que desde cuando Jesús

abrió la puerta que da acceso al Lugar Santísimo, que contiene el

arca, los mandamientos han estado brillando hacia los hijos de

Dios, y éstos son probados acerca del asunto del sábado."'

21 O Ataque contra el Lugar Santísimo

El Hno. Dale causa la impresión de colocar en un mismo plano dos

conceptos excluyentes: un cambio en la comprensión y un engaño. Y si es

así, ¿qué haría con el apóstol Pedro, quien hasta su visión (de Hechos 1 0)

pensaba que los gentiles eran inmundos? Si una iglesia, o incluso un pro­

feta, no puede cambiar su comprensión de un asunto sin ser considerado

engañoso, entonces el Hno. Dale tendrá problemas con toda la iglesia del

Nuevo Testamento, a la cual el apóstol Pablo constantemente procuró

transmitir mayor luz. Si los cristianos del Nuevo Testamento crecieron en

conocimiento, y las antiguas enseñanzas o creencias fueron reemplazadas

por otras mejores, es decir, por creencias que reflejaban más verdad, ¿esta­

ban ellos siendo deshonestos? ¿Y qué diríamos acerca de los judíos en la

Iglesia primitiva? Ellos todavía se consideraban judíos, sólo que ahora con

más luz. ¿Estaban siendo deshonestos porque sus posiciones cambiaron

con el tiempo? Según el Hno. Dale, la respuesta debe ser "sí''.

Finalmente, el Hno. Dale convierte en tema de discusión el hecho de

que la parte controversia) de la explicación que Elena de White da a la pri­

mera visión se suprimió cuando apareció posteriormente en Primeros

escritos, especialmente, dice él, porque los publicadores negaron haber

eliminado algo. Aquí también el Hno. Dale puede ser acusado, o bien de

escasa erudición, o simplemente de franca ~eshonestidad.

El prefacio de Primeros escritos, el cual es una reimpresión de un libro

publicado en 1851, hace la siguiente aclaración:

Aparte de esto no se hicieron cambios del original en la pre­

sente edición, excepto el empleo ocasional de una palabra nueva,

o un cambio en la construcción de la oración, para mejorar la

expresión de la idea, y ninguna porción de la obra se ha omitido.

Ninguna sombra de cambio se ha hecho en cualquier idea o sen­

timiento de la obra original, y los cambios verbales se han hecho

bajo la supervisión de la autora y con su completa aprobación.~·

De esta manera, según el prefacio, no hubo ningún cambio mayor entre

la edición de 1851 y su reimpresión, Primeros escritos. Lo que el Hno.

El don de profecía 211

Dale no supo, o bien no quiso mencionar, fue que en la obra misma de

1851 esa oración controversia/ ya había sido eliminada. Esto significa

que cuando se reimprimió el libro con el título de Primeros escritos, esa

cita ya no existía. Así pues, tal como el prefacio lo indicó, no hubo elimi­

nación de texto; el libro de 1851 simplemente fue reimpreso.

Sin embargo, después de citar el prefacio de Primeros escritos, el cual

negó cualquier eliminación de texto entre esa reimpresión y la versión de

1851, el Hno. Dale contrasta Primeros escritos, no con la versión de 1851,

que es la que se menciona en el prefacio, sino con la versión de 1845, en

la que la cita apareció por primera vez. En otras palabras, él compara

Primeros escritos con una versión de la visión diferente de la referida en

el prefacio, con lo cual causa la impresión de que el prefacio era falso,

cuando en realidad no lo era. /

Por supuesto, este punto deja abierta la pregunta de por qué los publi­

cadores eliminaron el texto, aun cuando eso es un asunto radicalmente

diferente de la falsa acusación que el Hno. Dale hace, en el sentido de que

ellos mintieron al respecto. Pero la eliminación del texto no es gran cosa,

a menos que uno crea que todo lo que escribe un profeta es dictado ver­

balmente desde el cielo y por lo tanto no puede ser objeto de edición o

revisión. Esto no es lo que los adventistas creen acerca de la inspiración,

y ciertamente tampoco es lo que Elena de White pretende. Desde el

comienzo de su ministerio la obra de Elena de White ha sido objeto de edi­

ción, revisiones y cambios, a veces con frecuencia, tal como cualquier

adventista informado debería saber. En 1858 ella escribió Spiritual Gifts

[Dones espirituales), revisado en 1884 y publicado con el nombre Spirit of

Prophec_v [Espíritu de profecíal. vol. 4. Este libro fue expandido nueva­

mente en 1888 con el nombre El conflicto de los siglos, el que fue objeto

de otra revisión en 1911. Cada una de estas versiones involucró elimina­

ciones de texto, añadiduras y revisiones. Que los primeros adventistas, por

lo tanto, hayan tomado algo que ella escribió a los 17 ó 18 años de edad

-algo que había creado confusión, algo que podía entenderse como

expresión de una posici<ln que ya no sostenían- y lo hayan corregido en

212 Ataque contra el Lugar Santísimo

versiones posteriores, difícilmente se pueda entender como parte de un

gran engaño, a pesar de las pretensiones del Hno. Dale en el sentido con­

trario. No hubo engaño, por lo menos de parte de los adventistas.

Elena de White y el evangelio En todo el libro CDSDA se destaca un tema subyacente: los escritos de

Elena de White son antievangélicos y rebajan la doctrina de la justifica­

ción sólo por la fe. En el capítulo anterior expusimos la falsedad de este

argumento, por lo menos en el contexto del juicio anterior al advenimien­

to. Sin embargo, incluso fuera de ese contexto el Hno. Dale mantiene viva

la acusación:

• Elena de White dice que no somos salvos sólo por fe."

• EGW dice que la justicia imputada de Cristo no es suficiente para sal­

var a los pecadores. 2h

• EGW dijo que fueron los falsos maestros quienes enseñaron que

Cristo "vino a salvar pecadores"Y

• Sin embargo, a menudo ella dará el evangelio con su mano derecha

pero luego lo quitará con la izquierda.2'

• La confusión de la Iglesia ASO con respecto al evangelio se debe en

gran medida a Elena de White. 29

Tal como hemos visto en este libro, muchas de las declaraciones del

Hno. Dale son totalmente erróneas, y aquí está el punto importante:

muchas de ellas distorsionan, rebajan o contradicen el nuevo pacto del

evangelio de la gracia."'

¿Cómo podemos responder a estas acusaciones? Comencemos con una situación hipotética. Supongamos que alguien le

preguntara a Elena de White: "Hermana White, ¿qué debo hacer para

alcanzar la vida eterna?" y ella respondiera: "Si quieres alcanzar la vida

eterna guarda los mandamientos" (ver Mateo 19: 17). Entonces imagino al

Hno. Dale indignado, y usando cstu respuesta como una evidem:ia más de

El don de profecía 21 3

que los puntos de vista de Elena de White "distorsionan, rebajan o con­

tradicen el nuevo pacto del evangelio de la gracia".

O supongamos que alguien preguntara: "Hermana White, ¿cuán impor­

tante es que yo alcance la victoria sobre el pecado?" y que ella respondie­

ra: "Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti; pues

mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo

sea echado al infierno" (Mateo 5:30). El Hno. Dale tendría otra declara­

ción para probar que Elena de White se opone al evangelio.

O bien supongamos que ella dijera: "Así también la fe si no tiene obras

es muerta en sí misma" (Santiago 2: 17). O bien: "Hijitos, nadie os enga­

ñe; el que hace justicia es justo como él es justo" ( 1 Juan 3:7). No se nece­

sita mucha imaginación para uno darse cuenta de la reacción que estas

palabras, si fueran de Elena de White, provocarían en el Hno. Dale. Pero

son de la Biblia, y no sólo de la Biblia, sino del Nuevo Testamento y su

pacto de gracia.

¿Entonces el Nuevo Testamento quita con su mano izquierda el evan­

gelio que ofrece con su derecha, tal como el Hno. Dale afirma que Elena

de White hace? ¡,0 concluimos que estas citas del Nuevo Testamento

necesitan considerarse en contexto a la luz plena de los demás escritos

para poder obtener su significado total?

Por supuesto, la actitud correcta es la última, no sólo con la Biblia, sino

con los escritos de Elena de White. Sus palabras necesitan considerarse en

contexto y a la luz plena de sus demás escritos para obtener el cuadro ver­

dadero de lo que ella dice. Cualquiera puede hacer lo mismo que hace el

Hno. Dale y citar una cantidad considerable de sus declaraciones sin refe­

rencia alguna al contexto, sin referencia a las otras cosas que ella dijo, sin

referencia al cuadro completo, y así hacerla aparecer (al igual que a Pablo,

Santiago, o incluso a Jesús, en los pasajes bíblicos que citamos antes)

como legalista o antievangelio.

A continuación aparecen algunas declaraciones de Elena de White

acerca del Evangelio. Aunque estoy haciendo exactamente lo que recrimi­

no en el Hno. Dale (enlazando citas de Elena de White sin el contexto), lo

214 Ataque contra el Lugar Santísimo

hago para mostrar que ella, al igual que la Biblia, tiene algunas declara­

ciones fuertes que en forma clara enseñan la justificación sólo por la fe, a

pesar de otras declaraciones que cuando se las toma aisladas o fuera del

contexto pleno de sus escritos, pueden sonar a legalistas (al igual que la

Biblia). Sin embargo, aquí van algunas declaraciones de Elena de White

sobre el tema de la salvación y la justificación.

No hay un punto que necesite ser más seriamente analizado,

más frecuentemente repetido, o establecido más firmemente en

las mentes de todos, que la imposibilidad de que el hombre caído

merezca algo por sus buenas obras. La salvación es a través de la

fe en Jesucristo solamente ... Que quede claro y sin ningún lugar

a dudas que no es posible hacer nada para justificarnos delante de

Dios, o que el don de Dios para nosotros puede obtenerse a tra­

vés de los méritos de la criatura humana. Si la fe y las obras

pudieran comprar el don de la salvación para alguien, entonces el

Creador tiene una obligación con sus criaturas. Ésta es una opor­

tunidad para que la falsedad sea aceptada como verdad. Si cual­

quier hombre puede merecer la salvación por algo que pueda

hacer, está en la misma posición que los ~atólicos que hacen peni­

tencia por sus pecados. La salvación, entonces, es parte de una

deuda que puede ser ganada como salario. Si el hombre no puede,

por ninguna de sus buenas obras, merecer la salvación, entonces

debe ser totalmente por gracia, recibida por el hombre como un

pecador, porque recibe a Jesús y cree en él. Es un don totalmen­

te gratuito. La justificación por la fe se coloca más allá de toda

controversia. Y toda esta controversia termina tan pronto como se

aclara que los méritos del hombre caído y sus buenas obras nunca

le pueden otorgar la vida eterna."

La luz que he recibido de Dios coloca este importante tema

más allá de todo interrogante en mi mente. La justifil:aci6n es

El don de profecía 215

enteramente por gracia y no se consigue por ninguna obra que el

hombre caído pueda realizar. El punto ha sido presentado delan­

te de mí con claridad, que si el hombre rico tiene dinero y pose­

siones, y los ofrenda al Señor, se introducen ideas falsas que

estropean la ofrenda por pensar que merece el favor de Dios, que

el Señor está obligado a considerarlo con especial benevolencia

en virtud de su donación.''

Mis hermanos, ¿esperáis que vuestros méritos os recomenda­

rán para recibir el favor de Dios, pensando que debéis ser libera­

dos del pecado antes de que confiéis en su poder para salvar? Si

ésta es la lucha que se efectúa en vuestra mente, temo que no

obtendréis fortaleza y que al final quedaréis desanimados.''

La gracia es un favor inmerecido y el creyente es justificado

sin ningún mérito de su parte, sin ningún derecho que presentar

ante Dios. Es justificado mediante la redención que es en Cristo

Jesús, quien está en las cortes del cielo como el sustituto y la

garantía del pecador. q

Cada alma puede decir: 'Por su perfecta obediencia él satisfi­

zo todas las exigencias de la ley, y mi única esperanza está en

buscarlo a él como mi Substituto y fiador, quién obedeció la ley

perfectamente por mí. Por la fe en sus méritos soy librado de la

condenación de la ley. Él me viste con su justicia, que responde a

todas las demandas de la ley. Estoy completa en aquél que trae la

justicia eterna. Él me presenta ante Dios con vestidos inmacula­

dos en cuyo tejido no se encuentra ningún hilo de hechura huma­

na. Todo es de Cristo, y toda la gloria, honor, y majestad deben

ser dados al Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo."

Somos aceptos en el Amado. Las fallas de los pecadores son

216 Ataque contra el Lugar Santísimo

cubiertas por la perfección y plenitud del Señor nuestra Justicia.

Todos aquellos que con sincera voluntad y corazón contrito hacen

humildes esfuerzos para vivir de acuerdo con los requerimientos

de Dios, son vistos por el Padre con amor, compasión y ternura;

él considera a los tales como hijos obedientes y la justicia de

Cristo les es imputada."'

Deseo de todo corazón que entres a la ciudad de Dios, no

como un reo sólo perdonado, sino como un conquistador.17

Cuando el pecador contempla la ley le resulta clara su culpa­

bilidad, y queda expuesta ante su conciencia, y es condenado. Su

único consuelo y esperanza se encuentran en acudir a la cruz del

Calvario. Al confiar en las promesas, aceptando lo que dice Dios,

recibe alivio y paz en su alma. Clama: 'Señor, tú has prometido

salvar al que acude a ti en el nombre de tu Hijo. Soy un alma per­

dida, impotente y sin esperanza. Señor, sálvame, o perezco'. Su

fe se aferra a Cristo, y es justificado delante de Dios. 1x

Éste es declarado justo mediante Aquel que habla verdad. El

Señor imputa al creyente la jusficia de Cristo y lo declara justo

delante del universo. Transfiere sus pecados a Jesús, el represen­

tante del pecador, su sustituto y garantía. Coloca sobre Cristo la

iniquidad de toda alma que cree. 'Al que no conoció pecado, por

nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos jus­

ticia de Dios en él' (2 Corintios 5: 21 ).w

'Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al

que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda;

mas al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío,

su fe le es contada por justicia' (Romanos 4:3-5). La justicia es

obediencia a la ley. La ley demanda justicia, y la ley le demanda

El don de profecía 217

esto al pecador; pero es incapaz de cumplirla. La única manera en

la cual él puede conseguir la justificación es a través de la fe. Por

fe puede llevar a Dios los méritos de Cristo, y el Señor coloca la

obediencia de su Hijo en la cuenta del pecador. La justicia de

Cristo es aceptada en lugar del fracaso del hombre, y Dios reci­

be, perdona, justifica, al creyente arrepentido, y lo trata como si

fuera justo y lo ama como ama a su Hijo. Así es como la fe es

contada por justicia; y el alma perdonada va de gracia en gracia,

de la luz a una luz mayor.4"

Cuando Dios perdona al pecador, le condona el castigo que

merece y lo trata como si no hubiera pecado, lo recibe dentro del

favor divino y lo justifica por los méritos de la justicia de Cristo.

El pecador sólo puede ser justificado mediante la fe en la expia­

ción efectuada por el amado Hijo de Dios, que se convirtió en un

sacrificio por los pecados del mundo culpable. Nadie puede ser

justificado por ninguna clase de obras propias. Puede ser libera­

do de la culpabilidad del pecado, de la condenación de la ley, del

castigo de la transgresión sólo por virtud de los sufrimientos,

muerte y resurrección de Cristo. La fe es la única condición por

la cual se puede obtener la justificación, y la fe implica no sólo

creer, sino confiar.41

Y, sólo para dejar asentado un registro recto en lo concerniente a la acu­

sación del Hno. Dale de que Elena de White no creía en la idea de que

Cristo vino para salvar a los pecadores, aquí está una cita de El Deseado

de todas las gentes:

Así es como cada pecador puede venir a Cristo. 'No por obras

de justicia que nosotros habíamos hecho, mas por su misericordia

nos salvó'. Cuando Satanás nos dice que somos pecadores y que

no podemos esperar recibir la bendición de Dios, digámosle que

Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores. No tenemos

218 Ataque contra el Lugar Santísimo

nada que nos recomiende a Dios; pero la súplica que podemos

presentar ahora y siempre es la que se basa en nuestra falta abso­

luta de fuerza, la cual hace de su poder redentor una necesidad.

Renunciando a toda dependencia de nosotros mismos, podemos

mirar la cruz del Calvario y decir:

Ningún otro asilo hay, indefenso acudo a ti.42

Por alguna razón, estas citas y muchas otras como ellas, nunca se toma­

ron en cuenta en CDSDA. Así las acusaciones del Hno. Dale de que Elena

de White no creía en la justificación sólo por la fe es tan parecida e inco­

rrecta como su pretensión de que Antíoco es el cuerno pequeño de Daniel

8.

Conclusión

Uno podría escribir un libro que exponga la debilidad de los ataques

que el Hno. Dale Ratzlaff dirige contra Elena de White. Pero no es ésta mi

intención. Creo que las páginas anteriores han dejado en claro mi punto:

Sus críticas, tanto a ella como a sus escritos, son del mismo tenor que su

"evaluación bíblica" del juicio previo al advenimiento. Sin embargo, en

reconocimiento al Hno. Ratzlaff debemos decir que desarrolló honesta­

mente sus puntos de vista acerca de Elena de White; y de haber entendido

adecuadamente a Elena de White y su inspiración, dudo que estaría donde

está hoy.

El Hno. Dale formula otra declaración acerca de ella, la última que ana­

lizaré -aunque hay muchas otras dignas de escrutinio. Con relación al

hecho de que Elena de White cambió algunas de sus creencias en el curso

de los años, él afirma: "Para su crédito, a diferencia de muchos 'profetas'

de su tiempo, sus cambios en doctrina usualmente fueron hacia la corrien­

te principal del cristianismo:'' Incluso Kenneth Richard Samples, el eru­

dito cristiano que escribió el prefacio al libro CDSDA señala: "De hecho,

parece que Elena de White desempeñó un papel significativo al ayudar a

El don de profecía 219

la Iglesia Adventista a moverse hacia la ortodoxia teológica".+~

Éstos son reconocimientos fascinantes, llenos de conclusiones que el

Hno. Dale no elabora. En su declaración, él coloca comillas a la palabra

"profetas", con lo cual implica que pone en duda el ministerio profético de

Elena de White. Está bien. ¿Pero cuántos otros ''profetas" modernos han

logrado que sus iglesias se muevan hacia la corriente principal del cristia­

nismo, tal como el Hno. Dale dice que Elena de White ha hecho? ¿Sun

Myung Moon, líder de la Iglesia Unificada, lo ha logrado? ¿O José Smith,

de los mormones? ¿O Mary Baker Eddy, de la Ciencia Cristiana? ¡Por

favor! Todos estos profetas, sin equivocación alguna, o excepción, han

guiado a sus seguidores lejos de la corriente principal del cristianismo,

porque todos eran falsos profetas. Y sin embargo, el Hno. Dale admite que

Elena de White, uno de esos "profetas", guió a la Iglesia hacia la corrien­

te principal del cristianismo, o como Kenneth Samples dice, hacia la

"ortodoxia teológica". Resulta muy extraño que esto lo consiga alguien

que (según el Hno. Dale) practica el engaño, enseña falsas doctrinas y

escribe contra el evangelio.

Elena de White expresó acerca de su ministerio conceptos que no dejan

lugar al compromiso, ni a la ambivalencia, con respecto a esos conceptos.

Ella afirma haber visto cosas que sólo puede haberlas recibido por inspi­

ración sobrenatural. Sus pretensiones son verdaderas, o bien fue una luná­

tica y/o una mentirosa fenomenal que promulgó sus desvaríos dementes,

o sus engaños fabulosos, desde la mitad del siglo 19 hasta la segunda

década del siglo 20.

¿Qué otras opciones racionales hay para alguien que pretenda haber

visto en visión lo que ella afirma haber visto? Ella declara haber visto a

Jesús transportar a los redimidos a la Santa Ciudad. Ella afirma haber visto

gente viviendo en otros planetas y a los ángeles protegiendo al pueblo de

Dios. Declara haber visto en visión a Jesús en el Santuario celestial, o

cómo era la apariencia de Satanás antes de pecar. Afirma haber visto ánge­

les visitar a Adán y Eva en el Edén. Dice haber visto el rostro de Adán

cuando se dio cuenta que Eva había pecado. Afirma haber visto en visión

220 Ataque contra el Lugar Santísimo

a Jesús y cómo lucía su rostro después del ayuno en el desierto. Afirma

haber visto la resurrección de Jesús en la tumba, como también a un ángel

liberar a Pablo y Sitas de la prisión. Ella declara haber visto a Satanás

guiar a las multitudes de los perdidos en la rebelión final contra Dios, des­

pués de la segunda resurrección. Ella dice haber visto en visión la vida en

la tierra nueva. La lista podría continuar.

¿Qué hacemos con estas declaraciones? Aquellos que ubican su minis­

terio, por ejemplo, en el mismo nivel del de Martín Lutero, están vivien­

do en un mundo de fantasía lógica. O bien aceptamos lo que ella dijo que

era (lo cual, por supuesto, deja abierta la posibilidad para muchas pregun­

tas que nosotros, como Iglesia, no hemos respondido de la manera más

adecuada), o la rechazamos como mentirosa, lunática, o alguien a quien el

diablo inspiró. Éstas son las únicas opciones lógicas.

Tengo un amigo, en otro tiempo adventista, que dejó la Iglesia por

Elena de White y quien ahora cree que ella pertenecía al demonio. (Fue él

quien me habló del libro del Hno. Ratzlatf.) Por mucho que discrepe de su

conclusión, respeto su lógica. En vista de lo que sabemos acerca de la

influencia, la extensión, y el carácter de la vida y obra de Elena de White,

algo sobrenatural tuvo que estar detrás de ella. Y si usted rechaza su minis­

terio al indicar que no proviene de Dios, entonces ¿quién más sino el dia­

blo estaría detrás?

No obstante, por muy interesante que esto resulte, a pesar de presentar

cita tras cita de los escritos de Elena de White, citas supuestamente horri­

bles, llenas de errores antibíblicos, el Hno. Dale nunca dijo que ella estu­

vo poseída por un demonio (al menos, no he visto una declaración tal),

aun cuando ésa es la única conclusión lógica que se deriva de la naturale­

za de sus ataques contra ella. Página tras página, él denigra lo que consi­

dera sus falsas enseñanzas, errores y creencias supuestamente opuestas al

evangelio. ¿Por qué entonces no dice simplemente lo que es obvio?

Después de todo, ¿quién, si no el demonio, podría haber usado a esta

mujer para desviar a millones y millones con doctrinas falsas, opuestas al

evangelio, que no tienen base en la Biblia. tal como Dale Ratzlaff cree que

El don de profecía 221

ella ha hecho?

Probablemente, sin embargo, el Hno. Dale no está listo para llevar sus

conclusiones hasta sus lógicas consecuencias, porque su conclusión no

encaja en absoluto dentro de los hechos que él mismo conoce tan bien.

¿Está él listo para admitir que la mujer que escribió el Deseado de todas

las f?entes, o El camino a Cristo, fue dirigida por el demonio? Habiendo

crecido en la Iglesia, quizás él conoce lo suficiente acerca de ella y su vida

para darse cuenta de cuán absurda sería una conclusión tal.

Aunque me siento tentado a continuar (y hay mucho más que refutar),

me detendré aquí y concluiré.

El libro del Hno. Dale se basa en su intento para probar algunos pun­

tos:

l. Que Elena de White apoyó toda la teología de Miller. Fracasó. En

forma contraria a sus intenciones, está claro que ella no respaldó

todos los puntos de vista de Miller.

2. Que el juicio previo al advenimiento en 1844 no es bíblico. También

fracasó aquí. El Hno. Dale tendrá que proveer argumentos mucho

más persuasivos que un paquete de argumentos artríticos, tipo

Desmond Ford, antes de probar que 1844 no es bíblico.

3. Que el juicio previo al advenimiento contradice al evangelio.

Fracasó en esto de manera estruendosa. Uno verdaderamente puede

entender plenamente el evangelio sólo si comprende el juicio.

4. Que la teología de Elena de White era contraria a la enseñanza del

nuevo pacto de salvación sólo porfe. De nuevo fracasó. Las propias

palabras de Elena de White, citadas páginas antes, demuestran la

manera rotunda como fracasó en este punto.

No obstante, los errores del Hno. RatzlatT son también los nuestros. No

pretendo, de manera alguna, excusar sus acciones; sin embargo, como

Iglesia hemos fallado en destacar algunas enseñanzas de la manera que

necesitan ser destacadas; particularmente la centralidad del evangelio del

juicio, como también el papel y la naturaleza del ministerio de Elena de

White. Estamos ahora cosechando los resultados. El libro CDSDA es un

222 Ataque contra el Lugar Santísimo

ejemplo elocuente.

El libro del Hno. Dale ha afectado enormemente a algunos en nuestro

medio, e incluso los ha alejado de nosotros. Éste es un testimonio, no del

poder de sus argumentos, sino de lo pobremente informados que están

algunos adventistas del séptimo día. Su libro influirá en aquellos que ya

están airados, heridos o molestos con la Iglesia, y necesitan una excusa

para abandonarla. Sin embargo otros, creo, dejarán en el pasado la insig­

nificancia de los argumentos y saldrán fortalecidos en su fe en compara­

ción a como estaban cuando al principio fueron confrontados por estos

argumentos, tal como ocurrió conmigo. Estaba firmemente convencido de

la verdad de nuestra enseñanza sobre 1844 antes de comenzar a escribir

Ataque contra el Lugar Santísimo. Ahora, habiendo terminado, estoy más

convencido que nunca.

Mi esperanza y oración es que quienes terminen de leer Ataque contra

el Lugar Santísimo tendrán una experiencia similar. Si es así, mis esfuer­

zos habrán sido más que recompensados.

l. Elena de White, Mensajes selecto.\, t. 3, pp. 316. 317. 2. . Testimoniesjór the Church, t. 4. pp. 635-637. 3. Para mayor información acerca del tema de la reforma en el vestido. ver Francis Nichols. F./len

White and ller Critic., (Wáshington. Distrito de Columbia: Review and Herald Publishing 1\ssociation. Takoma Park. 1951 ). pp. 136-160.

4. Walter T. Rea. The \Vhile Lie (Turlock. California: M. & R. Publications. 1982): Counse/s on Diet und hJOds. pp. 203. 204.

5. Elena de White. Testimonios para la 1~/esia. t. 2. pp. 400. 6. _____ . Ministerio de mracián, p. 232. 7. George Knight. Reading El/en \Vhite (Hagerstown, Maryland: Review and Hcrald Publishing

Association, 1997).

R. CDSD!I, p. 106. 9. lhíd .. Prefacio 113].

10. fhíd., p. 83.

11. lhíd .. p. 235. 12. fhíd., p. 43.

13. lhíd .. p. 44. ··oebicra notarsc aquí que el apoyo de Elena de White a la conclusión de Miller vino después de 1844, cuando debió haber sido obvio que Miller se había equivocado".

14. fbíd .. p. 93. n. 18. 15. Elena de White, Primeros <'.w·rito.\, p. 128, citado en CDSO!I, p. 45. 16. fhíd .. pp. 131. 132. dtudu en Cl>Sf>A.

El don de profecía 223

17. fhíd., El mn/7icto de los siglos, p. 131. 1 H. lbíd., Primeros escritos, p. 232, citado en CDSDA. p. 84. 19. fhíd., citado en CDSDA, p. 74. 20. lhíd., A \#Jrd ro the Little Flock, 184 7. En Mensaje.\ selectos. t, 1, pp. 70. 71. 21. CDSDA. p. 121. 22. Elena de White, Mensaje.\· selectos, tomo l. pp. 70-73. 23. lhíd., Primeros escritos. p. 42. 24. fhíd., p. iv. 25. CSDA, p. 318. 26. lhíd .. p. 226. 27. fhíd. 28. fhíd .. p. 321. 29. fhíd .. p. 337. 30. fhíd., p. 321. 31. Elena de White. Manuscript Releasn, vol. 3, pp. 420, 421 (Ms. 36, 1890). 32. fhíd., Fe y obras, p. 18. 33. . Mensajes selectos. t. l. p. 413. 34. fhid., pp. 465, 466. 35. Elena de Whitc, A New Lije, p. 26. 36. fhíd., In Heavenly Pfaces. p. 23. :n. fhid., Testimoniesfor the Church, l. 8. p. 125. 38./híd .. Fe y obras. pp. 102-103. 39. lhíd., Mt.>majes selectos, l. 1, p. 460. 40. fhíd .. God's Ama::.ing Gnwe, p. 265. 41. fhíd .. Memajes selectos. t. 1. p. 456. 42. fhíd., El Deseado de todas las gentes. pp. 283, 284.

43. CDSDA. p. 351. 44. fhíd .. Prefacio [7].