98 Maximas y Sentencias Filosóficas (1080023146.PDF)

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MÉXICO fMi' •H^rtA J)E FRANCISCO DIAZ DE LEOX . Calle de Lerdo número 3 K.SCRITAS POR JIJAN M. BALBONTIN antiguo profesor de edocaeion 98 MÁXIMAS L O S Ó F Ù I MORALES y 'i>uMioa la- en -1 Xtn*&rv j Monitor (¿mUtud-nol en Setiembre j Oetnbrc últimos. :io, 25 centavos. _1>AKA uso DI I+B CLASES DE LECTURA EN LAS ESCUELAS PRIMARIAS

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Pensamientos de un profesor mexicano que lega a nuevos y ex alumnos

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  • MXICO fMi' H ^ r t A J)E FRANCISCO DIAZ DE LEOX

    . Calle de Lerdo nmero 3

    K.SCRITAS POR

    J I J A N M. B A L B O N T I N antiguo profesor de edocaeion

    98 MXIMAS

    L O S F I MORALES

    y 'i>uMioa la- en -1 Xtn*&rv j Monitor (mUtud-nol en Setiembre j Oetnbrc ltimos.

    :io, 25 centavos.

    _1>AKA u s o

    DI I+B

    CLASES DE LECTURA EN LAS ESCUELAS PRIMARIAS

  • HEMETHERII V A L V E R D E TELLEZ

    Episcopi Leonensis

    E X L I B R I S

  • 98 MXIMAS

    ICAS H I

    PARA USO

    CLASES DE LECTURA EN LAS ESCUELAS PRIMARIAS

    ESCRITAS P O R

    JAN M. BALBONTIN antiguo profesor de educacin

    y publicadas en el Mensajero y Monitor Constitucional en Setiem' ltimos.

    3 P r e c i o , 2 5 c e n t a v o s f c > \

    universum i r* im MtOajPariiV fai1 n a

    MXICO Biblioteca Universitaria IMPRENTA DE FRANCISCO DIAZ DE LEON

    Calle de Lerdo nmero 3

    1878

    4 8 0 6 8

  • Ho se podr reimprimir esta obra sin permiso de su autor.

    r i

    DEDICATORIA

    A mi querido amigo y compaero en el 4? Congreso Constitucional, C. Lic. Justo Benitez, me complazco en dedicarle este pequeo trabajo, fruto de largas me-ditaciones que la prctica de muchos aos en la edu-cacin de los nios me han sugerido, con el loable de-seo de que puedan generalizarse, inculcando en sus tiernos corazones el grmen de moralidad y de virtud . que ellas encierran, como la base nica del bienestar de las sociedades. . , ' ' . . - .

    Las miras interesadas que llev al dedicarle esta obri-ta al Sr. Benitez, es dar conocer si nombre los pue-blos para que le respeten y le amen, como uno de los ms dignos ciudadanos, quien por sus eminentes cua-lidades est llamado ocupar io&primeros des'tinos'-con que la patria enaltece sus buenos hijos; pues tengo la ntima conviccin de que llegado el caso, protegera la educacin de la niez, para que formando una nueva

    0 1 2 0 2 1

  • generacin moralizada y patritica, reemplace la pre-sente bajo nuevos auspicios, haciendo desaparecer para siempre de nuestro suelo la anarqua que domina to-dava entre los mexicanos, procurando la unin de los partidos que los dividen, para que seamos fuertes y fe-lices.

    JUAN M. BALBONTIN.

    FONDO EMETERIO VALVERDEYTELLEZ

    A L O S N I O S

    Quien otras veces os lia guiado por la-senda del saber, viene lioy como vuestro Mentor inculcar por medio de este librito en vuestros corazones,.aquellos principios que nacen de la experiencia y que contri-buirn haceros buenos ciudadanos.

    La patria, vctima hasta el presente de continuas revueltas, cifra sus esperanzas en vosotros, que formis la generacin del por-venir, y que debeis elevarla al rango que merece.

    El Sr. Balbontin, autor de estas mximas morales y filosficas, cree, y con justicia,

  • que educar el corazon del nio es una ga-ranta para lo futuro.

    Cree tambin que es justo hacer que se popularicen los hombres cuyas nobles ideas los honran en alto grado, y por eso coloca al frente de su obrita el nombre respetable del C. Justo Benitez, patriota distinguido, de quien el pas espera tanto bueno.

    No es la juventud quien puede recomen-daros los frutos de la experiencia, nios es-tudiosos, y yo no hago ms que presentaros en estas lneas vuestro conocido precep-tor, que os dedica en esta obrita el fruto de sus vigilias.

    ALBERTO G. BIANCHI.

    MXIMAS Y SENTENCIAS.

    1

    Uno de los ms grandes bienes con que la Pro-videncia ha enriquecido al hombre, es la razn, de cuja facultad debe usar para juzgar de la mora-lidad y conveniencia de sus mismas acciones. De otro modo nos abandonaramos los impulsos del instinto, como hacen los irracionales. La razn nos hace distinguir lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto. El hombre no tiene otro gua en el azaroso camino de la vida, si desea cumplir no-blemente con sus deberes hacia sus semejantes, quienes debe juzgar sin prevenciones de ninguna especie: pues si la razn no fuese capaz de dirigir los pasos del hombre en cada uno de sus actos, mar-chara la aventura, de la misma manera que un ciego un elemente.

  • que educar el corazon del nio es una ga-ranta para lo futuro.

    Cree tambin que es justo hacer que se popularicen los hombres cuyas nobles ideas los honran en alto grado, y por eso coloca al frente de su obrita el nombre respetable del C. Justo Benitez, patriota distinguido, de quien el pas espera tanto bueno.

    No es la juventud quien puede recomen-daros los frutos de la experiencia, nios es-tudiosos, y yo no hago ms que presentaros en estas lneas vuestro conocido precep-tor, que os dedica en esta obrita el fruto de sus vigilias.

    ALBERTO G. BIANCHI.

    MXIMAS Y SENTENCIAS.

    1

    Uno de los ms grandes bienes con que la Pro-videncia ha enriquecido al hombre, es la razn, de cuja facultad debe usar para juzgar de la mora-lidad y conveniencia de sus mismas acciones. De otro modo nos abandonaramos los impulsos del instinto, como hacen los irracionales. La razn nos hace distinguir lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto. El hombre no tiene otro gua en el azaroso camino de la vida, si desea cumplir no-blemente con sus deberes hacia sus semejantes, quienes debe juzgar sin prevenciones de ninguna especie: pues si la razn no fuese capaz de dirigir los pasos del hombre en cada uno de sus actos, mar-chara la aventura, de la misma manera que un ciego un elemente.

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    Antes de hacer alguna cosa se debe pensar ma-duramente para resolverse, examinndola por to-dos lados y previendo las consecuencias que pue-den ocurrir, para no tener que arrepentirse despues.

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    Entre los hombres sensatos ilustrados que com-prenden las conveniencias sociales, hay una idea dominante que, encaminndose procurar el bien de todos, busca los medios ms propsito para llamar y estimular las personas tiles, aprove-chando sus conocimientos para que concurran con ellos tan loable fin. Y si esto sucede en los par-ticulares, con mayor razn debern hacerlo los go-biernos, puesto que tienen el deber de procurarla felicidad general. La grande habilidad de un buen gobernante, no solamente consiste en llamar la ap-titud y la honradez para ocupar los puestos pbli-cos, sino el saber distinguir entre las diferentes ap-titudes la ms adecuada para el desempeo de tales cuales funciones; es decir, tener el criterio bas-tante para colocar cada individuo en el lugar que le corresponde, pues as ganar la conveniencia p-

    blica. Lo contrario, dar por resultado el desor-den y la paralizacin en los negocios.

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    Es de tal condicion la naturaleza humana, que fcilmente se alucina con todo aquello que halaga sus pasiones; de modo que se puede sentar como regla, que los hombres cuando han mejorado de si-tuacin se vuelven egostas, orgullosos y desleales con las personas de su amistad, y aun con sus mis-mos parientes.

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    Solo cuando las costumbres pblicas se hallan consolidadas por medio de una sbia y recta ad-ministracin, tendrn fundadas esperanzas los ha-bitantes de un pas de alcanzar los bienes apete-cidos que todos tenemos derecho de aspirar. Solo entonces, en medio de la paz y el bienestar, los pue-blos agradecidos llenarn de bendiciones al encar-gado del poder.

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    El crdito es tan delicado como el pudor de una virgen, que la ms ligera sombra lo empaa: para conservarlo debe el hombre hacer todo gnero de

  • sacrificios, porque una vez perdido, es muy difcil, si no imposible, recobrarlo. El crdito significa na-da menos que la estabilidad y moralidad de los go-biernos, pues es inconcuso que es la piedra angu-lar de su existencia. Procurar la adquisicin y con-servacin de tan precioso elemento moral, deber ser para ellos un deber indeclinable.

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    No solicites servicios ni admitas favores de na--die que 110 ests en el caso de.corresponder digna-mente, porque esto es propio de gentes poco deli-cadas. Por el contraro, se debe prestar los de-mas cuantos servicios estn en nuestra posibilidad, pues esto es lo que exige de nosotros la buena crian-za y las virtudes sociales. Cuanto mayor sea la po-sicin que ocupe el individuo, tanto ms tiene que esmerarse en ser atento, comedido y servicial.

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    La ingratitud es un monstruo asqueroso que el orgullo de los hombres procura engalanar con vis-tosos dijes, para ocultarse as las feas acciones que su misma conciencia reprueba. El agradecimiento y la gratitud por servicios que hemos recibido, son

    virtudes que solo practican las pei-sonas de uobles y elevados sentimientos. Los ingratos no tienen co-razon, como se dice vulgarmente, para expresar la idea de que la gratitud es un pesado fardo que no pueden llevar los seres dbiles y afeminados.

    9

    Una vida modesta y frugal ha producido los ms grandes hombres, porque la verdadera felicidad consiste en saber contentarse con poco, y esta prc-tica tiene por fundamento la moralidad en las cos-tumbres.

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    El que no respeta los derechos ajenos no tendr de que quejarse cuando los suyos sean violados, porque todo derecho trae consigo necesariamente una obligacin que es preciso llenar.

    11

    El cumplimiento de la ley obliga todos los ciu-dadanos ; pero las faltas que contra ella se cometen son ms notables en los funcionarios pblicos, por-que la infraccin se agrega el abuso de autoridad, dndose con esto un mal ejemplo los dems, cuya

  • consecuencia ser la relajacin de los resortes de obediencia.

    1 2

    La justicia es una sombra mgica, que nunca lle-gan asir sino los audaces, cuando logran amal-gamar los intereses que defienden inclinan en su favor los encargados de administrarla.

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    El dia de hoy no es el ayer ni el maana; el pri-mero es el presente, nico que nos pertenece, pues el que pas no ha de volver jamas, y el que va seguirle nadie sabe lo que ser. Aprovechemos, pues, el presente en construir el edificio del bien, donde quepa la humanidad entera.

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    El avaro est lleno de privaciones y deseos; muere extenuado de miseria en medio del tesoro que guarda, fruto de tantos afanes y desvelos para acumularlo y conservarlo. Su mayor sentimiento cuando llegue la muerte, ser el de no poderlo lle-var consigo. Ese oro, separado de la circulacin estrilmente, cuntas familias habra socorrido

    de las que vagan en busca de un pedazo de pan pa-ra sus hijos!

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    La ms firme columna del poder es la prctica de las virtudes cvicas, que debe estimular en todos los ciudadanos que gobierna para que la justicia y la ley sean respetadas; esto enaltece la socie-dad en que se vive y afianza los derechos de cada uno.

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    La calumnia previene en contra de los hombres ms benficos, honrados y laboriosos, hacindoles aparecer como perjudiciales la sociedad. Las he-ridas causadas por los dardos envenenados de la calumnia, casi no tienen cura, porque la justicia, si alguna vez se hace oir, es tarda y sin efectOj y no puede traer consigo la reparacin. Por consiguien-te, el castigo del calumniador debera ser una pena terrible impuesta por la sociedad entera. Sin- em-bargo, cuando la calumnia carece de fundamento, es ocasionada por el despecho y la envidia que pro-voca la superioridad del genio, en hombres raqu-ticos y despreciables.

    UNIVERSIDAD DE NUEVO IE0N BiM o'eco Volverte y Teilez

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    La defensa de una mala causa equivale una derrota. Un general no ha ganado nunca una ba-talla con reclutas, y ms cuando no tiene de su parte el derecho y la justicia, contra un ejrcito aguerrido y disciplinado.

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    Los hechos hablan ms alto que las palabras: si estas son puestas en contradiccin por aquellos, el despecho y el ridculo ser el premio de quien las profiera.

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    De la misma suerte que el agua, cayendo gota por gota, taladra las ms duras peas, as decrece la vida del hombre en cada minuto que pasa en la eternidad del tiempo. Nada resiste su accin des-tructora, siendo la causa nica de la descomposi-cin y recomposicion de los cuerpos. Si pues la vida, de suyo de corta duracin, pasa tan rpida-mente, deberemos emplear todos los instantes en provecho nuestro y en bien de nuestros semejantes.

    20

    Los ms grandes talentos y las aptitudes ms re-comendables de los hombres, se esterilizan ante el poderoso elemento de la fuerza de inercia. No querer hacer, es mil veces peor que no saher hacer. En el primer caso, la prdida del tiempo es irreme-diable y acusa responsabilidades ineludibles. En el segundo, se oyen siquiera los consejos de la amis-tad bien entendida independiente del patriotismo y de la opinion pblica, y se obra en beneficio de la comunidad. El juicio de un solo hombre, aunque tuviera los cien ojos de Argos, nunca alcanzara ver todo lo que pasa en derredor suyo digno de cor-regirse. El orgullo y la vanidad son psimos con-sejeros del que manda, porque embotan la razn y tuercen la justicia. El ms modesto ciudadano pue-de ilustrar y resolver las ms rduas cuestiones.

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    Para conocer las necesidades pblicas, es nece-sario ponex-se en contacto con las clases deshereda-das, penetrar con frente serena en medio de las ma-sas populares, entre los harapos y la miseria del pobre, que busca un abrigo, un pedazo de pan, un

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  • asilo donde reclinar su cabeza; hacindoles todos el bien que se pueda, porque all est el cario de la gratitud que enaltece y la popularidad del que manda.

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    Se perdonan todas las ofensas de nuestros ene-migos, menos las que se hacen al amor propio, por-que hieren la fibra ms delicada del corazon huma-no. Muchos pueden ofender, pero muy pocos saben perdonar.

    23

    Para conocer los hombres se necesita tratarlos por mucho tiempo, juzgarles sin pasin, pensando que no son tan malos como parecen. Las opiniones que de ellos se formen con ligereza, tienen que ser errneas.

    24

    Los pueblos en donde se ha perdido la tradicin de las buenas costumbres, el respeto la ley y la mujer, caminan rpidamente su decadencia, por-que ambas forman el sosten de las sociedades bien constituidas.

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    Cuando un gobierno es aceptado por la gran ma-yora de una nacin, lejos de ponerle estorbos en su marcha, aconseja el patriotismo ayudarlo con todas nuestras fuerzas para que se consolido y pro-grese fin de que pueda cumplir con la alta misin de que est encargado. Lo contrario, ser dar p-bulo las ambiciones desordenadas que no tienen ms gua que el nteres personal.

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    Muchas veces en el delicioso aroma de una her-mosa flor se encuentra oculto el ms sutil veneno, cuya aspiracin podra causarnos la muerte. Vigi-lad y velad contra las arteras de vuestros enemi-gos que quieran vuestra perdicin. La caridad or-dena compadecerlos como hermanos extraviados; pero desconfiad de sus asechanzas. Nadie puede dar gusto todos en el cumplimiento de su deber, y por consiguiente ninguno est exento de tener enemigos: y si esto pasa con los particulares, con muchsima mayor razn suceder con los que man-dan.

  • 27

    Cuando las pasiones se desbordan, son como la pendiente de un rio, que no hay dique ni valladar bastante contener el mpetu de sus corrientes. Felices de aquellos que por la reflexin y la pru-dencia, puedan calmar las agitadas ondas de su cora-zon! Sin embargo, hay veces en que ni la filosofa, ni la sana razn, son bastantes contener el furor de las pasiones, que se derraman como las lavas candentes de un volcan, devastando cuanto encuen-tran su paso. Prevenir sus terribles efectos con medidas acertadas y prudentes, para ahorrar la sociedad los males que arrastran consigo, es el de-ber ms sagrado de todo gobierno.

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    Solo en medio de la pobreza y de grandes pri-vaciones es donde anida la virtud engendrada pol-la abnegacin y el sufrimiento. La abundancia y la falta de ocupacion en que emplear el tiempo, pro-duce frecuentemente el vicio, perjudicial para la fa-milia y ms an para la sociedad, por el escanda-loso ejemplo del vicioso, que viene formar una segimda naturaleza. El ocio y la vagancia son la

    gangrena de la sociedad, porque corrompen y depra-van las costumbres. Todo el que no trabaja tiene que vivir sobre las clases productoras; pero llega-r momento en que no puedan soportar la carga, que ser tan luego como se multipliquen los holga-zanes. Este grave mal solo se remedia con la edu-cacin, y las ms veces con el castigo.

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    Para que puedan florecer en una nacin la agri cultura, el comercio, la minera y la industria, como fuentes principales de la riqueza pblica, es nece-sario que el encargado del poder les dispense to-das las garantas apetecibles. Confianza. 2? Se-guridad. Franquicias. Moralidad en la admi-nistracin. 5?- Estabilidad en el gobierno. Justicia bien y prontamente administrada. Estas son las bases de la prosperidad general, en la que se en-cuentra siempre el bien particular de cada ciuda-dano.

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    Desear tener ms de lo necesario, es ambicin; atesorar lo conquistado es avaricia. Cuando la am-bicin est fundada en nobles sentimientos ir-recusables mritos, es legtima y merece ocupar

  • un lugar en la cosa pblica, porque sus aspiraciones propendern inconcusamente al bien de la patria.

    Por el contrario, la avaricia es nociva la socie-dad, porque quita de la circulacin todo el dinero que atesora, sepultndolo en las entraas de la tierra. El avariento, esclavo de su oro, est suje-to las mayores privaciones para aumentarlo, y acorta los dias de su vida causa de las vigilias insomnios que padece, pensando en que venga al-guno quitrselo.

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    Nunca se debe dejar de hacer el bien que poda-mos nuestros semejantes, cualesquiera que sea el lugar que ocupemos en la sociedad, y con mayor razn los necesitados; mas por esto jamas debe-remos esperar recompensa por nuestras buenas ac-ciones de parte del beneficiado, pues ella consiste en la satisfaccin de haber hecho el bien.

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    Ejerciendo las mujeres una poderosa influencia, como tiernas madres de familia, en el seno de la sociedad, deben criar sus hijos en el sentimiento moral intelectual ms desarrollados, porque esos tiernos vstagos son partes integrantes de las ge-

    neraciones que vienen. De otra suerte, ellas com-prometeran el perfeccionamiento de nuestra espe-cie, cuyo progreso es ley invariable ele la naturaleza y el porvenir de las futuras sociedades.

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    Toca los hombres de genio cuya encumbrada posicion les permite hacerse escuchar en la tribuna y en la prensa, instruir los ignorantes y las mu-jeres, y excitar los sabios para que concurran to-dos franquear el camino de la humanidad que quiere avanzar, quitndole los obstculos que por todaspartes se le presentan, educando las masas, para que lleguen algn da al feliz trmino del per-feccionamiento universal..

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    La mayor satisfaccin del hombre que ha llenado cumplidamente sus deberes sociales, consiste en me-recer la estimacin espontnea de los dems hom-bres, que se ha hecho acreedor por sus finos mo-dales y recta conducta.

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    La tolerancia es Lija de la ilustracin, y por con-siguiente ser un error pensar que la ciencia auto-rice nadie para tener en menos lo que otro hace discurre, cuando la buena intencin le guia, porque esto es propio de charlatanes y de sabios de "ca-lendario. "

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    La mentira rebaja al hombre en el concepto p-blico, desde el momento en que se sabe que tal 6 cual persona tiene esa costumbre, es poco escru-pulosa en proferirla. Solo en determinados casos es lcito aseverar una cosa falsa: cuando se trata de negocios que afectan la honra de una familia, asuntos de Estado cuyos intereses se compromete-ran.

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    Decir mal de otro, aun cuando se tengan justos motivos para ello, es ruindad de corazon, porque la maledicencia, si no mancha, al menos pone en duda la reputacin de una persona. Pero decir mal de alguno de quien se tiene la conciencia de su hon-radez y sus buenos antecedentes, no solo es una ca-

    lumnia infame, sino que demuestra una simulada hipocresa y una perversidad de sentimientos. Sin embargo de todo, la vctima de tan crueles ataques, temibles porque se han elaborado en las sombras y provienen casi siempre de una innoble venganza, debe perdonarlas generosamente, porque esto es una virtud que enaltece las almas grandes.

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    La ciencia es el contingente que cien generacio-nes han consignado en la historia en el trascurso de los siglos. El estudio de cada una de sus numero-sas ramas forma los sabios. Pero en la vida prc-tica la experiencia es la gran maestra que recoge los hechos ms notables, como la abeja la miel de las flores, para aplicarlos en su oportunidad al bien-estar general.

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    El hombre y la mujer son las dos partes de un todo que la unin completa. El uno representa la fuerza y la otra el sentimiento. / Pero la mujer es el alma ele la humanidad! Desde los ms remotos tiempos le han consagrado los hombres el ms pro-fundo respeto y adoracion, porque la mujer es el encanto de la vida, embellece el hogar domstico

  • llenndolo de suaves y exquisitos perfumes; con su . amoroso cario cobija todos los sres que le ro-dean. Jamas hagais derramar lgrimas la mu-jer, porque sus lmpidas perlas caern como lavas candentes sobre vuestro corazon, y lo marchitarn! Dichosos los hombres que, respetando la mujer y llenndola de consideraciones, merecen toda la ternura y todas las caricias de su profundo amor, porque as pasarn la vida en santa unin con ella en el ms delicioso eden.

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    La naturaleza ensea al hombre todo lo que de-be adoptar como til y provechoso, y todo lo que debe desechar como nocivo y perjudicial. El que sin hacer caso de estas indicaciones, que se compren-den instintivamente, obra en contra de las sbias leyes de la naturaleza, en este mismo hecho reci-bir el castigo, porque tales infracciones jamas se cometen impunemente.

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    El juez ms severo del hombre es su propia con-ciencia. Si ha obrado de conformidad con su de-ber, y cumplido con sus obligaciones, que como ciu-

    dadano le imponen las leyes y la sociedad en ge-neral, nada tiene que temer. Una reputacin sin mancha, comprobada despues de muchos aos por el sentimiento del "bien obrar," nunca podr ser empaada por la difamacin y la calumnia.

    42

    El bien de la humanidad no exige que todos sean sabios, pues basta que un corto nmero de sres bien organizados se consagren los complicados clculos de las ciencias exactas y sus principales aplicaciones, para que ellos comuniquen los de-mas el resultado de sus indagaciones. Las aptitu-des especiales siempre fueron muy reducidas.

    43

    Cun lejos quedan los felices dias de la infan-cia, en que todo era placer y alegra en nuestros inocentes juegos! Y sin embargo, nuestra frgil memoria alcanza contemplar tan gratos recuer-dos, y quisiramos de buena voluntad volver aquellos tiempos. Lo que se aprende en la prime-ra infancia acompaa al hombre hasta el sepulcro. Ensead vuestros hijos desde la ms tierna edad las mximas de la sana moral, para que seanjus-

  • tos y buenos, honrados y laboriosos, para que pue-dan ser tiles su familia y su patria.

    44

    El deseo irresistible del hombre es poseer lo que 110 tiene, haciendo esfuerzos inauditos para lograr-lo; y si alguna vez lo alcanza, se amortigua total-mente ese sentimiento, porque la posesion engen-dra el hasto. Nunca se debe desear sino lo justo y conveniente, y sobre todo cuando 110 ataque los derechos de otro.

    45

    El escptico, que en nada cree, y el egoista, que solo tiene para s cuanto pueda contentar su vani-dad, son dos seres eminentemente desgraciados, dignos de compasion. El mayor consuelo del alma es la creencia fortalecida por la fe, y la mayor y ms duradera satisfaccin del hombre es alargar una mano generosa para socorrer al desgraciado. Fuera de estos sentimientos, la vida no es ms que una pesada carga, llena de decepciones y amargu-ras, que debe llevarse con resignacin.

    46

    Difcil es adquirir la fortuna, pero mucho ms difcil es conservarla. Se adquiere por medio del trabajo y la economa, y se conserva cuidando de no malgastar los centavos, porque los pesos por s solos se cuidarn.

    47

    El valor del dinero no se conoce sino cuando las necesidades nos obligan pedir prestado. Como esto lleva consigo cierta humillacin, el hombre prudente deber evitarla todo trance, gastando lo que adquiera con una sbia economa y ahorran-do cuanto pueda para afrontar las situaciones difci-les, tan frecuentes en el curso de la vida.

    48

    Los trabajos, as como las enfermedades, deben sufrirse con una resignacin estoica, con una pa-ciencia toda prueba, que se sobreponga seme-jante situacin. Querer violentar la naturaleza es agravar los males, deseando salir luego de ellos.

  • 28

    49

    La armona de la vida consiste en la justa re-gularidad y proporcion en que deben estar todas las cosas en una sociedad medianamente ordenada. Si en el municipio, por ejemplo, que es el guardian de las necesidades pblicas, ponis un encargado para que las vigile y atienda, en vez de cinco que exige el nmero de sus habitantes, es evidente que todo estar en desorden, puesto que uno no puede hacer el trabajo de cinco en un tiempo dado. Es-to se ve palpablemente en la ciudad de Mxico, en que no hay dia que los peridicos no denuncien in-numerables faltas en los mltiples ramos que estn al cuidado del Ayuntamiento. Si este tuviera, en lu-gar de veinte, cuarenta cincuenta regidores, res-ponsables de sus actos, paralo cual disfrutaran suel-do, conforme la ley, art. 5? de la Constitucin, es claro que la ciudad estara bien servida, desapa-reciendo para siempre los focos de corrupcin, causa principal de los males que sufre la poblacion.

    50

    Las aflicciones ms ntimas que sufre la msera humanidad, solo se comprenden cuando un cataclis-

    mo inesperado se precipita sobre todo cuanto exis-te; ya sea el huracan que arranca las casas y los rboles, sepultando bajo sus escombros los mo-radores de una comarca; ya un terremoto que abre simas profundas en diferentes puntos de la tierra, tragndose ciudades enteras con todos los sres que las habitaban; y ya en fin, las lavas de un volcan, que cual rio salido de madre, recorre instantnea-mente muchas leguas, cubriendo pueblos y ciudades enteras, como el Herculano y Pompeya.. .Pero estas catstrofes, cuya explicacin es natural, aterran de tal suerte al hombre, que se prosterna ante el Au-tor de todo lo creado, implorando su misericordia con el mayor fervor. l es el solo quien debemos ocurrir en nuestras ms grandes necesidades.

    51

    Todo est compensado en esta vida, porque es una ley de la naturaleza que todos los sres que habitan el globo conserven siempre su estado nor-mal, que es el bien, pero que el hombre nulifica por sus excesos y extravos. Fuera de esto, hay cria-turas tan desgraciadas, que no obstante sus buenas cualidades particulares y generales, un destino cie-go-Ies persigue nulificando sus continuos esfuerzos para procurarse una posicion menos penosa, sin po-

  • derlo conseguir. Nadie se interesa en el inundo por estos seres desgraciados, cuya abnegacin es infi-nita, cuyo valor es incontrastable; y prosiguen im-pvidos en la escabrosa senda de la vida, con la ca-beza erguida, basta encontrar el trmino de su fatal destino, i Dichosos mil veces los que despojados de las pasiones humanas, como de miserables harapos, no viendo ms que miserias en cuanto les rodea, marchan serenos al cumplimiento de la misin san-ta que vinieron desempear sobre la tierra!

    52

    Se cree generalmente que el hombre ha mereci-do la suerte que le rodea, por su falta de clculo para garantirse contraas eventualides del futuro, guardando por medio de la economa una parte del fruto de su trabajo: es cierto; pero si el hombre ha sido franco y hasta prdigo con sus semejantes, con el objeto de impartirles el bien, es indudable que no deber arrepentirse de tan loable conducta. Por el contrario, las buenas acciones que ha practicado con sus hermanos, le servirn de satisfaccin y con-suelo cuando se halle en la adversidad.

    La prctica de las virtudes cvicas es la princi-pal garanta que puede dar la sociedad el encar-gado del poder, puesto que si se sustituyera el ca-pricho la ley, el odio la justicia y el favor la conveniencia pblica, el desquiciamiento de esa misma sociedad seria inevitable.

    54

    Nadie puede dominarlo todo contra los precep-tos de la ley que marca las atribuciones de cada entidad poltica, porque esto subvertira el orden ; desaparecera la confianza, dando lugar que apa-reciera la anarqua con su odioso squito.

    El abuso del poder traer consigo, inconcusamen-te, el desconcierto general, que acabara por deter-minar la insurreccin.

    . 55 La honradez es el patrimonio de los pobres, tan-

    to ms difcil de conservarse, cuanto ms apremian-tes son las necesidades; mas como su prdida es irreparable, las almas dotadas de gran fortaleza* no debern vacilar entre la eleccin de las ms crueles privaciones y la deshonra.

  • 56

    Se debe uno alegrar del bien del prjimo, aun cuando este sea el mayor de nuestros enemigos; haciendo abstraccin de nuestra propia individua-lidad cuando se trata del bien de los dems. Los corazones generosos practican menudo tan subli-me virtud.

    57

    La ilustracin es necesaria en el seno de las so-ciedades, porque estrecha los vnculos de unin en-tre los individuos de una misma familia. Tolera todas las opiniones polticas, con tal que no se opon-gan la sana moral y las leyes del pas en don-de uno vive.

    58

    La misin nobilsima y eminentemente civiliza-dora de la prensa, es instruir los pueblos mori-gerando las costumbres. As pues, corresponde los escritores pblicos de buena fe, y los escrito-res de peridicos, cuyo patriotismo y amor las insti-

    * tildones est comprobado de antiguo, levantar muy alta la dignidad de la prensa, para que los escrito-res ilustrados, en ejercicio de sus imprescriptibles

    derechos, al dilucidar las cuestiones de actualidad que todos interesan, se alejen cuanto mejor pue-dan, por honor de nuestro pas, del peligroso terreno de las personalidades. La oposicion justa y razo-nada, es conveniente y necesaria todo gobierno, para guiar sus pasos y corregir sus errores; pero la prensa que arrastrada por las pasiones, asevera hechos falsos que no tienen razn de ser, ofende las autoridades constituidas y desacredita en el ex-tranjero al pas en que se escribe,

    t

    59

    Nadie ha nacido sabio, pero todos tenemos ms menos disposiciones para aprender, porque la cien-cia es inagotable; mas para saber algo, se necesita estudiar desde el principio hasta el fin de la vida; platicar con las generaciones que fueron, platicar con los contemporneos, estudiando atentamente las costumbres, que no son otra cosa ms que el reflejo de las virtudes, de los vicios y de los crme-nes que aquellas cometieron, esto es, estudiar la historia universal; mas para que sea provechoso, se debe separar el grano de la paja.

  • 60

    El mal ejemplo cunde en las masas con tanta ra-pidez, como el fuego cuando encuentra elementos propios su voracidad. El mal ejemplo delante de los nios, es una perversidad del corazon que de-manda castigo. Pero la miseria pblica proviene de la ignorancia y de la corrupcin de las costum-bres. Nunca ser bastante celoso un gobierno pa-ra vulgarizar la buena educacin.

    61

    En ninguna parte del mundo es tan perjudicial el abuso de los licores espirituosos como en Mxi-co, por sus condiciones climatricas; pues hallndo-

    . se una grande altura sobre el nivel del mar, el aire es muy raro y causa un desequilibrio entre la presin atmosfrica y la dilatacin interior de los gases del cuerpo humano: por consiguiente la tras-piracin se nulifica, obrando ms tiempo el alcohol sobre el estmago y el hgado, destruyndolos r-pidamente. Adems, causa la embriaguez, atacan-do el cerebro, y pone al hombre en un estado lamen-table de embrutecimiento, semejante los animales. Este vicio, el ms repugnante de todos, se debe

    desterrar todo trance de la sociedad, porque causa males trascendentales y da una idea muy triste de nosotros por las buenas costumbres y la cultura que han alcanzado otros pueblos.

    62

    La vida es una deuda que tenemos con la natu-raleza, que tarde temprano habremos de pagar en el tiempo determinado por sus leyes sapientsi-mas ; pero no es lcito ni tenemos derecho para aten-tar contra nuestra existencia, por grandes que sean las aflicciones y los padecimientos que nos abrumen. El hombre que cree en la supervivencia del alma, en ese ms all de grande consuelo para los corazo-nes rectos, donde se pesan las acciones de los hom-bres en la balanza de la justicia eterna, dando cada uno lo que le corresponde segn sus obras, jamas piensa en el suicidio. Solo los escpticos, los materialistas, ocurre la terrible y cobarde idea del suicidio: cobarde, porque no hay el valor nece-sario para soportar las penalidades inherentes la , humanidad; cobarde, porque el que comete seme-jante crimen cree ponerse cubierto de la justicia de los hombres, porque ella no alcanza los muer-tos, detenindose ante los umbrales de la tumba, sin considerar que la justicia de Dios, que est en

  • 3 6 todas partes, los castigar, porque llenaron sus familias del ms acerbo dolor, y de consternacin y escndalo la sociedad en que vivian. No imi-tis jamas los que renegaron de los dones con que los habia colmado la Providencia, quitndose la vida.

    63

    El trabajo y la economa levantan soberbios edi-ficios que inmortalizan la memoria de los pueblos. Sed sobrios y trabajadores, y sereis ricos.

    64

    Una nacin para ser grande, necesita, en primer lugar, proteger la educacin de sus hijos, por to-dos los medios posibles, en el sentido moral y ma-terial. La primera embellece el alma y la segunda el cuerpo.

    65

    El tiempo que se paga por el desempeo de cual-quiera empleo comision, debe emplearse bien, porque la ms mnima parte que otra cosa se des-tine, es un robo que se hace al erario pblico la caja del particular, pues todo empleo comision es un contrato tcito que se hace con el Gobierno,

    para el desempeo de este el otro encargo, por parte del agraciado, y por la del Gobierno, pa-gar por este trabajo de seis ms horas diarias, cierta cantidad de dinero por meses por aos: si estas cantidades se reciben peridicamente con to-da puntualidad y el empleado no concurre su ofi-cina con la misma exactitud sin motivo justificado, el Gobierno estar en su derecho para rebajar al empleado las horas que haya faltado en el curso de un mes, por ejemplo, suspenderlo destituirlo, porque de hecho se ha innovado el contrato. La puntualidad del servicio en las labores que ca-da uno corresponden, trae consigo el mrito que se contrae para la promocion en las vacantes que ocurran.

    66

    Ningn hombre es ms fuerte que cuando est satisfecho de haber obrado conforme los dictados de su conciencia. Firme en sus convicciones, no ce-der ni al ruego ni las amenazas, cualesquiera que sean las personas las cosas de que se trate.

    67

    El gnero humano no forma ms que una sola familia, dice B. Franklin, y sus individuos deben

  • amarse como hermanos. Los hombres pblicos son solidarios en la responsabilidad que resulta de los males que sufren los pueblos, porque su misin en los altos puestos que ocupan es procurar el bien de todos, para lo cual deben contar con la coopera-cion de los dems ciudadanos. El egosmo es la re-mora de los adelantos sociales.

    68

    La ilustracin basada en la moralidad de las cos-tumbres, es la Diosa de la abundancia, que derra-ma bienes por todas partes, y aleja los vicios y las rencillas de los hombres. Para ser justos y toleran-tes, es necesario ser ilustrados.

    9

    69 Los derechos y las obligaciones son recprocos,

    porque nadie puede exigir lo que no puede dar. Quien sabe defender los primeros y cumplir con las segundas, es un hombre honrado y justo, y por lo mismo un buen liberal, porque la verdadera li-bertad es la justicia.

    70

    No tener dinero es el mayor de los defectos del hombre en una sociedad egosta, que solamente se guia por exterioridades; ante ella desaparecen con frecuencia todas las buenas acciones, y aun las vir-tudes ms relevantes de que el hombre puede es-tar dotado. La sociedad no se preocupa en averi-guar, ni le importa, de dnde y cmo se adquirie-ron las riquezas, pues le basta saber que se poseen para que guarde toda clase de consideraciones al que las tiene. Hay, sin embargo, personas que re-chazan las fortunas improvisadas, cuando no est claro el origen de donde procedieron. Economiza el fruto de tu trabajo para hacerte con el tiempo una posicion social, porque la fortuna visita muy raras veces la casa del pobre, y los individuos va-len por lo que tienen y no por lo que merecen.

    n

    El estado natural del hombre deberia ser la sa-lud hasta la edad ms avanzada; pero ana multi-tud de causas provenidas por ignorancia por exce-sos, vienen alterar el equilibrio y las funciones de su complicadsima organizacin, cuja consecuencia

  • ser necesariamente la aparicin de enfermedades ligeras, que ms adelante pueden agravarse si no se atienden. Pero la higiene es la primera condi-cin para la salud, que siempre deber tenerse en cuenta, mes la prolongacion de la vida depende de la limpieza, del movimiento, de la buena alimen-tacin, del mtodo en todo y para todo, y, final-mente, de la respiracin de aires puros. No vayais por donde haya cloacas, albaales, aguas estanca-das y corrompidas, animales muertos en descom-posicin, porque de seguro cogereis un. tifo unas calenturas intermitentes.

    72 Si en una familia numerosa el gefe de ella no

    puede, atender las ms de las veces todas las ne-cesidades, todos los incidentes, todos los gastos que demandan sus hijos para criarlos, educarlos, ali-mentarlos y vestirlos, cmo quereis que el Gobier-no, que es el padre de una gran nacin, reducida casi la miseria, cegadas todas las fuentes de la riqueza pblica, introducida la inmoralidad hasta en las ltimas clases del pueblo, pueda levantarla de su postracin en unos cuantos meses que lleva de constituido? Los grandes avances que ha hecho el Ejecutivo en el camino del bien, son palpables, re-

    cobrando el crdito perdido, introduciendo la mo-ralidad en la administracin, promoviendo las me-joras materiales en todos sentidos, buscando los hombres aptos, honrados y laboriosos para que ocu-pen los empleos pblicos, haciendo justicia al que la tiene, etc.: qu ms se le puede exigir? Un Go-bierno que marcha recto por el camino del bien en el poco tiempo que lleva de su advenimiento al po-der, es inconcuso que har la felicidad de nuestro pas, y por lo tanto debemos ayudarle con todas nuestras fuerzas, pues esto es lo que aconseja el patriotismo, para que pronto lleve feliz trmino la nave del Estado. Deponed vuestros rencores, si sois patriotas, y ayudad sinceramente al que tiene acreditada su honradez, su lealtad y su patriotismo: considerando que los dias de las naciones son los aos de los individuos, como sabe todo el mundo, y que si en tan poco tiempo ha hecho tantas buenas cosas, i cunto deberemos esperar que haga para cuando concluya su perodo constitucional?

    73

    Sindolas mismas las pasiones y los vicios que do-minaron los hombres en las generaciones que fue-ron, segn lo acredita la historia de los pasados si-glos, preciso es que adolezcan de los mismos de-

  • fectos nuestros contemporneos, pesar de la ilus-tracin y del progreso incesante de la humanidad, porque nada bastar cambiar su naturaleza: en consecuencia, no quedan ms que dos caminos para conducir los hombres, l premio y el castigo; y de aqu la necesidad de las leyes represivas que los legisladores de todos los tiempos se vieron obliga-dos expedir. Verdad es que los que cumplen sus deberes no alcanzan estas leyes, y por ello no hacen ninguna gracia; pero como esto no es lo co-mn que pasa en la sociedad, un gobierno previsor deber estimular los reacios para que moderen

    sus pasiones, al mismo tiempo que premiar los virtuosos para que sean ms perseverantes, porque esto demanda la justicia. Pues si no se hiciera dis-tincin entre los hombres ameritados que cumplen con sus deberes, adems de otras buenas cualida-des que los recomiendan, con los que atropellan estos mismos deberes y obligaciones, buscando su apoyo en el favoritismo con adulaciones y menti-ras; es evidente que desaparecera todo estmulo en las personas honradas, alejndose la esperanza que les sostiene para mejorar de situacin, sustitu-yendo al patriotismo ms acendrado, el desaliento. Todo gobierno debe ser justo'ante todas cosas, pa-ra que jamas le abandonen los buenos servidores de la Nacin.

    74

    Cuando los males pblicos afligen las naciones, es preciso buscar su origen para corregirlos, y cas-tigar severamente sus promovedores. Un gobier-no cuya poltica estuvo basada en el fatal principio* de divident et cornmpi para dominarlo todo, es lgico presumir que hoy se recogen los amargos frutos de tan irregular conducta, tan funesta como anti-patritica. El orgullo hace olvidar, e su ce-guedad y ambicin de mando, que el principio de corromper los hombres, si veces se consigue dominarlos, es eminentemente perjudicial para la moralidad de las costumbres, pues relaja todos los vnculos sociales y salpica con su asquerosa gangre-na el rostro de quien lo promovi; enerva todos los resortes de la autoridad, haciendo iguales los cm-plices de tan horrible crimen, teniendo que sufrir el ms profundo menosprecio, porque solo la virtud y el recto modo de obrar merecen respeto hasta de los mismos enemigos. Las glorias conseguidas por tan reprobados medios que rehusa el patriotismo, tienen que ser pasajeras.

  • 75-

    En todas las clases de personas que componen la sociedad, debe ser respetada la mujer, primero

    . P r S e ; l a P a r t e m s importante de la familia, y segundo por su propia debilidad. Las autoridad* tienen que vigilar incesantemente, porque este es su deber para impartir toda proteccin este ser

    ^rindolo con la egida de la justicia. Nin-guna sociedad puede llamarse ilustrada, ni mora-lizada ni dichosa, donde no se protege la mujer

    m se le respeta, para que conserve su dignidad natural.

    76

    La familia en donde est sumida la mujer en el dolor, no puede ser feliz, porque los espritus pro-tectores huyen avergonzados, y la miseria y la rui-na de la familia ser inevitable. Por el contrario, cuando lamujeres considerada yse la llena de aten-ciones, comunica la alegra y el bienestar todos los seres que la rodean, y la familia es dichosa y prolongados los dias de su existencia.

    77-

    Los que 110 ven en la mujer sino un instrumento de placer, faltan al eterno principio de creced y multipli-caos, que es la ley de la naturaleza inscrita por Dios en el corazon del hombre; porque el amor del hom-bre y la mujer forman un solo cuerpo, una sola al-ma, un mismo pensamiento; es la familia, la socie-dad, la nacin, cuya misin sagrada es conservar en la eternidad de los tiempos, todos los sres de la especie humana. Bespetad, pues, la mujer, pa-ra que conserve su dignidad y os haga dichosos.

    78

    Si en una sociedad se notan grandes y trascen-dentales defectos que comprometen profundamente los intereses ms caros de sus habitantes, la misin de la prensa consiste en estar repitindolos todos los dias para que la autoridad los corrija, porque este es el primero de sus deberes. Si no bastan pa-ra prevenir los delitos los encargados de vigilar el orden, es indispensable aumentar sumimero, dupli-cndolo triplicndolo. La buena, sagaz, inteli-gente polica, es la base de las garantas otorgadas los ciudadanos.

  • 79 Lo que se puede liacer ahora no se debe dejar pa-

    ra maana, porque nadie sabe lo que suceder; pe-ro degraciadamente est en nuestro carcter apla-zar aun los negocios ms urgentes para otro dia, sin considerar que otros nuevos vendrn aumen-tar el nmero y dificultar su despacho. El hom-bre cuerdo que conoce el valor del tiempo, nunca se expone semejante chasco, y procura concluir todo lo pendiente como tiene de costumbre hacer-lo. La indolencia trae consigo males irreparables.

    80 Nunca se debe prometer lo que no se tiene in-

    tencin de cumplir, pues adems de la mala fe que entraa semejante modo de proceder, no es decoro-so hacer consentir una persona en la obtencion de-una cosa que no es posible darle. Solo la diplomacia que usa de una poltica excepcional para tratar los grandes negocios de Estado, que pueden comprome-ter seriamente los intereses de una nacin, le es per-mitido el engao, pues en eso consiste su habilidad. Pero el trato comn de las gentes, la amabilidad y la franqueza, deben ser el norte de una persona bien educada.

    47

    81

    La sedicin es uno de los mayores males que pue-den aquejar una nacin, porque tergiversando los hechos conocidos inventando otros nuevos, fun-dados en falsedades y mentiras que el sentido co-mn rechaza con la innoble mira de desconceptuar el orden de cosas establecido, tiende irritar los nimos predisponindolos la rebelin contra las autoridades legalmente reconocidas. La sedicin se dirige siempre las personas y no las cosas, porque es ms fcil lastimarlas en el sentido fsico y moral, sin detenerse ante la respetabilidad de los altos puestos que ocupan, ni en la tradicin de sus buenos antecedentes, ni ante la consideracin de los graves males que causan la sociedad. Mas si el sedicioso no se corrige por el desprecio con que el sentimiento pblico rechaza sus falsas aseveracio-nes, la autoridad tiene el deber ineludible de cas-tigarlo segn los casos prevenidos en las leyes.

    82

    El ejercicio de la caridad, que, sin contradiccin, es la ms sublime de las virtudes que enaltecen al gnero humano, es el ms grande consuelo de las almas nobles que han sufrido todas las decepciones

  • y todas las amarguras de esta vida miserable. Las mujeres especialmente, en quienes est reconcen-trado el sentimiento de las acciones generosas, se llenan de la ms grata satisfaccin cuando pueden prestar algunos servicios los sres que sufren en las prisiones, en el lecho del dolor, por la caren-cia absoluta de alimentos. Buscan con frecuencia las ocasiones que pueden proporcionarles el ms sublime de los placeres para sus tiernas almas, de llevar un pedazo de pan al que tiene hambre, y los consuelos que les inspira su noble corazon todos los que sufren. Sed caritativo y generoso con los po-bres, y las desgracias no penetrarn jamas en vues-tra morada.

    83 El egosmo es el peor de los defectos que carac-

    teriza algunas personas, quienes para ocultarlo sus propios ojos, dicen con mucho aplomo cuando ven algunas miserias que podran remediar, al-gunos males que afligen la sociedad y cuyo reme-dio podran aconsejar: "qu vamos hacer, no se puede socorrer todos los necesitados: debemos aceptar el mundo tal cual es, porque as ha sido siempre." Desgraciados! si cada uno de los que as piensan pusiera su bolo en la caja del pobre, y escribiera un rengln en los peridicos para acon-

    sejar el remedio de los males pblicos, cumpliria con la sublime misin que el hombre ha venido ejercer sobre la tierra, que es procurar el bien de sus semejantes. No imitis los que dicen: "yo no visito los enfermos porque soy muy sensible y me dan honda pena sus dolores:" "yo no acompao enterrar mis amigos cuando se mueren, porque causa amargura el recuerdo de sus virtudes y los beneficios que me hicieron."

    84 Cuando falta el nervio de la voluntad todo de-

    cae en este mundo. Las grandes empresas solo se han realizado por medio de este poderoso auxiliar. Si los gobiernos que han emprendido obras de uti-lidad pblica, y tienen la conciencia de que son necesarias y aun indispensables la felicidad ge-neral, no las han terminado, tiene que suceder una de dos cosas: no las meditaron bien, pues los re-cursos con que contaban no fueron bastantes para concluirlas, no tuvieron, y esto es lo ms acer-tado pensar, la voluntad bastante para llegar al fin propuesto. Ninguna obra se debe comenzar si no se cuenta con los fondos que se necesitan primera-mente, y luego con una constancia y una voluntad t o d a prueba, para llevarlas su feliz trmino.

  • 85

    Los dos elementos principales la vida son el agua y el fuego, y donde faltan, ningn animal pue-de vivir; por eso los hombres, desde los primitivos tiempos, buscaban para establecerse los bosques y la orilla de los ros, porque tenan la mano el agua y el combustible para producir el fuego; pe-ro en el momento que se fueron agrupando forma-ron tribus por consentimiento general, y el gefe de cada una de ellas estaba encargado de procurar

    lo necesario para la vida Hemos llegado la ms alta civilizacin, y sin embargo se nota con profunda sorpresa que hay ciudades y aun capita-les en que falta el agua suficiente para todas las necesidades, y no se procuran los medios para abas-tecerlas cualquiera precio que serse fuere; que se devastan los bosques y no se reponen las arbo-ledas, mientras se ocupa la atencin en multitud de cosas de importancia muy secundaria. Procu-rad tener lo necesario para que nada falte, puesto que los recursos deben ser tan constantes como las necesidades.

    86 La primera condicion para que un pas prospe-

    re es la honradez. Si el encargado de regir sus destinos posee esta eminente cualidad, sus conseje-ros y dems personas que le cercan tienen que ser honrados por conviccin por estmulo, y seguirn ciegamente el noble ejemplo que ante los ojos tie-nen, para no desdecir el buen nombre que su po-sicin les acarrea. La influencia que el gefe del Es-tado ejercer entonces sobre todo cuanto le rodea, ser bastante para introducir la moralidad en las oficinas hacendaras, dando por resultado que ntre al tesoro nacional todo el producto lquido de las rentas pblicas, circunstancia sine qua non para la vida de todo gobierno. Los hechos vendrn de-mostrar esta verdad, porque de tales premisas tie-nen que resultar iguales consecuencias. No des-precieis las cosas pequeas, que de ellas nacern las grandes. La simiente casi impalpable al tacto, produce, por la germinacin y el desarrollo, los r-boles ms frondosos y corpulentos.

    87 La formalidad en el cumplimiento de lo ofrecido

    es la cualidad que caracteriza todo buen artesano;

  • pero no le anticipis el precio de la obra; pagd-selo con toda puntualidad cuando ella se os entre-gue, considerando que recibido el dinero se gasta y queda el compromiso en pi; mientras que en el segundo caso, animado con la esperanza de reci-birlo en junto, se afana y acaba la obra tal vez en menos tiempo que el estipulado. Si est en nues-tro carcter gastar ms de lo que se tiene, 110 ser cuerdo poner prueba la probidad con el aliciente del precio anticipado antes de haberle ganado.

    88 No son buenos los consejos inspirados por las

    afecciones envidiosas, contra los preceptos y las en-seanzas encaminadas la purificacin de las cos-tumbres, en que el sentimiento pblico cree en-contrar la clave de la verdadera felicidad de los hombres. Al que est acostumbrado no respetar nada de lo que constituye una sociedad civiliza-da, se le hace duro y le molesta que se le recuerde el buen comportamiento y la decencia que exigen el bien parecer y la buena educacin que se ha reci-bido, cuya base tiene que ser siempre la sana mo-ral. Se deber huir de tales gentes, porque su con-tacto es tan pernicioso como la peste, que puede contagiar una ciudad entera.

    89

    Aquellos que lamentan las desgracias de un pas sin aconsejar los remedios propios para curar sus llagas, son como el cocodrilo, que llora de rabia porque no ha podido hacer presa en su enemigo. Es tan difcil contrastar la opinion pblica guiada por la experiencia de los hechos, como nadar con-tra la corriente de un rio, que arrastra en su im-petuoso curso los rboles ms corpulentos y los ms grandes peascos. Insistir en semejante tarea es dar pruebas de necedad y falta de sentido comn.

    90

    Siendo la justicia la ms sublime de las garantas sociales, los encargados del ejercicio de tan au-gusto ministerio, deben olvidarse que son hombres, porque la menor influencia que las pasiones ejerzan en su nimo, inclinar necesariamente la balanza hcia una de las partes. Obrar con entera indepen-dencia y rectitud es la misin de la judicatura, tan-to ms grande, cuanto que en ella estn vinculados todos los intereses de la sociedad. La buena ad-ministracin de justicia es el termmetro de la ilus-tracin y moralidad de un pueblo, y en consecuen-

  • cia de su prosperidad; pero ser malsima seal cuando los ciudadanos tengan la menor sospecha de la rectitud de sus jueces, porque desde este mo-mento la desconfianza se har general, influyendo poderosamente sobre todos los intereses. Nadie est ms obligado que el juez en saber apreciar el valor del tiempo, para alejar toda responsabilidad por el perjuicio en la demora inconveniente de los negocios de su competencia.

    Tened siempre presentes el respeto y la dignidad que corresponden un magistrado en el ejercicio de su alta misin, porque ella se rebajara desde el momento que un juez admitiese la ms pequea seduccin, indicio evidente de que estaba dispuesto vender la justicia.

    91

    Los pueblos son merecedores de las desgracias que sufren, cuando se olvidan de que en el cumpli-miento de las obligaciones de cada ciudadano con-siste necesariamente la felicidad de todos. Si en vez de pasar el tiempo en disputas estriles y en que-rellas de que no pueden resultar sino males ellos y sus familias, se uniesen fraternalmente y tra-bajasen con desprendimiento en el adelanto social y material de sus respectivas localidades, es evi-dente que la abundancia en todas las cosas pronto

    /

    vendra recompensar sus afanes. Querer que la autoridad lo haga todo, es pensar en lo imposible, supuesto que los deberes de esta, demarcados y circunscritos tales y cuales objetos, estn en las leyes, as como los recursos que para llenarlos de-terminan.

    Si un gobierno distrajera en otras cosas que no le estn prescritas los fondos pblicos, pronto ten-dra que suspender disminuir los pagos con ge-neral reprobacin y perjuicio de todas las clases, y la bancarota seria la necesaria consecuencia.

    92

    El nico medio de adelantar en cualquiera co-sa que serse fuere, es la costumbre en el trabajo sostenido por la constancia, y si esto se unen cier-tas disposiciones naturales en el individuo, de ha-bilidad y gusto, es inconcuso que los productos que se obtengan estarn en razn directa de la activi-dad empleada y de la acertada aplicacin de las re-glas adquiridas, y el perfeccionamiento ser mayor cada dia. Las ventajas que se adquirirn por la ob-servancia de este mtodo, no estn restringidas al orden material, cuyo resultado ser proporcionar la familia mayores comodidades, sino en que, re-concentrado el espritu en una ocupacion continua

    0 1 2 0 2 1

  • de muchas horas todos los dias, 110 tendr lugar de divagarse en distracciones que, en ltimo caso, se-rn nocivas al hombre refluyendo sobre sus inocen-tes hijos.

    93

    Cuando las enfermedades se apoderan de una des-graciada criatura, 110 la dejan tan fcilmente, cau-sndole acerbos dolores y sufrimientos. La historia de la humanidad est sembrada de lastimosos ejem-plos de esta naturaleza, que conmueven las almas sensibles: ya es un paraltico que desde su ms tier-na infancia perdi el uso de una ambas piernas, y que por precisin tiene que guardar cama por mu-chos aos; ya un joven que por un accidente de la guerra perdi uno de sus miembros y se ve obliga-do, para moverse, usar de lazarillos para que lo trasladen de un punto otro. Pero lejos de acobar-darse por su lamentable situacin, se conforman con ella y procuran aprender algn arte oficio para 110 ser gravosos sus semejantes, ejercindolo de la manera que pueden; con cuyos productos cubren sus necesidades y mantienen sus familias. El hom-bre industrioso y honrado, en cualquiera situacin que la mala suerte le haya reducido, debe resig-narse, para ser til la sociedad en que vive.

    94 Solo la obcecacin ms obstinada puede atre-

    verse negar la existencia de Dios que se revela en la plenitud de cada una de sus obras, dando un testimonio irrefragable de la grandeza de su omni-potencia, causa nica de todo lo criado, cuyas ma-ravillas predisponen el alma la contemplacin y adoracion de su infinito Autor. Todo hombre siente la necesidad de adorar Dios, por ser el primero de sus deberes, como el nico Sr que mantiene al universo. Por esto es que los pueblos ms brba-ros, as como las naciones ms ilustradas, invocan el auxilio de la Divina Providencia, para el acierto en todos los actos pblicos que tienen que decidir la suerte de sus habitantes.

    95 La poltica bien intencionada sirve para mode-

    rar las aspiraciones de los coadjutores que se creen con derecho para exigirlo todo, por la cooperacion que prestaron, ms menos eficaz, para que los pue-blos recobrasen su libertad perdida. Es muy til los gobiernos, porque neutraliza los elementos que pudieran ponerle tropiezos en su marcha, teniendo cada cual en el lugar que merece, sin permitirle

  • ir ms adelante. Pero cuando la poltica, desvin-dose del sendero que seala el patriotismo para pro-mover el bien de todos, se convierte en especula-dora personificndose en el yo repugnante, de que todo hombre honrado debe hacer abstraccin, en-tonces es nociva los verdaderos intereses del pas. Afortunadamente van desapareciendo las degrada-ciones seculares del Nuevo Mundo.

    96 Los tiranos son monstruos sanguinarios que Dios

    manda la tierra para castigar los hombres, cuan-do han quebrantado sus leyes eternas manifestadas patentemente por la naturaleza, corrompindose y hacindose reos de los mayores crmenes: mas ape-nas llega el arrepentimiento, condolido en su infi-nito amor de tantos males, aparecen los genios be-nficos, honrados y patriotas, que derramando el bien por todas partes, reivindican la humanidad en sus sacrosantos fueros. Digna de todo elogio ser la conducta de los ciudadanos, porque este es su deber, de ayudar al encargado del poder con su eficaz cooperacion para que llene su cometido. Hoy la patria, simbolizada por una casta virgen, afligida porque le angustia el trmino estipulado para abo-nar su deuda de que depende el crdito, vuelve sus tiernas miradas hcia todos sus hijos para que con-

    curran depositar en sus aras el bolo del patrotis-mo, que nadie podr negarle, porque renegara de la madre que le dio el sr. Imitad los franceses despues de la guerra franco-prusiana, aprontando el doble de lo que se les pide para pagar su deu-da, animados por la figura colosal de Thiers.

    97 Cuando se halla establecido y consolidado per-

    manentemente el modo de ser de los pueblos, en su vida moral y material, segn las enseanzas de los economistas ms eminentes, cualquiera innova-cin, alteracin cambio en los impuestos, es pe-ligrossimo ; y por lo tanto, los encargados del po-der, como responsables de la felicidad pblica, es-tn obligados meditar profundamente tan grave negocio, porque un paso en falso les podra orillar al abismo. Los ciudadanos de un pas estn obli-gados concurrir los gastos pblicos por lo que tienen producen, en cambio de las garantas que les otorgan los gobiernos; pero luego que falta el equi-librio en el cumplimiento de estos recprocos debe-res, el edificio social bambolea y cae. Solo una voluntad inquebrantable para castigar los abusos y las vejaciones que sufren los pueblos causa de las violencias ejercidas por los exactores del fisco, puede desterrar la odiosidad que debido estas

  • causas, de tiempo inmemorial, reportan los impues-tos. Todo lo nuevo seduce las almas generosas que desean la felicidad de su pas, cuando ven los objetos por el prisma halagador de la esperanza; pero en el momento que las grandes cuestiones son llevadas al terreno de la prctica, se espantan, cuan-do ya 110 hay remedio, de haber incurrido en un error. Nada hay subsistente en esta vida, cuando no tiene por base la ms estricta moralidad.

    98 Todo se debe sacrificar por la patria, dicen los

    moralistas, porque este es el sentimiento ms no-ble que se despierta en nuestro corazon, desde que el nio abandona la frivolidad, y entrando en ple-na juventud empieza hacer uso de su razn; pe-ro cuando la patria afligida llama sus hijos para que cubran su honra comprometida, el ms ardien-te amor se apodera de las almas nobles, y con ms abnegacin se disponen al sacrificio. Sin embargo de todo, no faltan corazones empedernidos que aman ms su dinero que su patria, y se harn sordos su llamado. Estos desgraciados merecen ser ex-tranjeros en su propio pas!

    Mxico, Octiil.rc 7 de 1877.

    JUAN M. BALBONTIN.