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    LA CAPILLA SIXTINA Y LOS ESTUDIOS CULTURALES EN LAOBRA DE MANUEL VZQUEZ MONTALBNLA CAPILLA SIXTINA AND CULTURAL STUDIES IN MANUEL

    VZQUEZ MONTALBNS WORK

    I/C - Revista Cientfica deInformacin y Comunicacin

    2009, 6, pp485-501ResumenEste artculo se centra en la obra de Manuel Vzquez Montalbn, escrita

    bajo la censura franquista,La Capilla Sixtina. Se pretende destacar la laborsingular de crtica cultural que el autor realiz desde la combinacin deliteratura y periodismo. La obra de Vzquez Montalbn propone unadeconstruccin de la cultura franquista que pretende actuar de resistenciacontra las mentiras y falsedades del rgimen tirano.

    AbstractThis paper focuses La Capilla Sixtina, Manuel Vzquez Montalbn's novelwritten under Francos censorship. It seeks to stand the outstanding culturalcritic that author carried out working as writer and journalist. VzquezMontalbn's work proposes a cultural deconstruction that claims to resist,against lies and falsehoods of Spanish tyrant government.

    Palabras claveTextualidad / tica / Literatura / Poltica

    KeywordsTextuality / Ethics / Literature / Politics

    Sumario1. Manuel Vzquez Montalbn como intelectual2. Triunfoy la constitucin del intelectual3. Algunos intertextos

    Summary 1. Manuel Vzquez Montalbn as intellectual2. Triunfo and intellectual making3. Some intertexts

    Mari Paz Balibrea(Birkbeck College, Universidad de Londres)

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    Un ejemplo preliminar de su prctica cultural, antes de empezar elanlisis de La Capilla Sixtina, nos lo proporciona su interpretacin poltica dela cultura popular y de masas bajo el franquismo. Hasta ese momento, stahaba sido mayoritariamente entendida desde las lites antifranquistasmonolticamente como la poltica cultural del franquismo, es decir, como unaforma privilegiada que el rgimen, desde los aos cuarenta, utilizaba paralavar el cerebro de la masa social, desde su incontestado poder de nombrary legitimar objetos, prcticas e interpretaciones. El anlisis de Montalbn deesa cultura a lo largo del franquismo, por el contrario, en una obra comoCrnica sentimental de Espaa (1971), sin desmentir la fuerza ideolgicaconformadora de estos productos, es capaz de entender ms dinmicamentesus complejas sutilezas, dejando as espacio para la agencia y capacidad derecodificacin en algunos casos subversiva de los receptores de estas obras.Con ello demostraba, no slo la necesidad y relevancia de politizar la cultura,incluso aquella que atendiendo slo a sus canales de produccin y emisin eracodificada como apoltica y por ello mismo como profundamente ideolgica,sino la posibilidad de crear espacios de resistencia en ltimo trmino poltica sise atenda a la descodificacin hecha desde el punto de vista de los vencidosy oprimidos por el rgimen. Estos dos componentes, politizacin del productocultural y otorgamiento al receptor de agencia y capacidad dedescodificacin no pautada desde los centros de poder, son dos pilaresfundamentales en los que se asienta el acercamiento de los estudios culturalesy atribuibles plenamente a este autor.

    En este artculo, que se centra slo en una obra de Manuel VzquezMontalbn escrita tambin bajo la censura franquista,La Capilla Sixtina,pretendo poner de relieve aspectos complementarios, con respecto a losbrevemente enunciados en el caso deCrnica sentimental de Espaa, de lalabor de crtica cultural de este autor. En concreto, me voy a detener en elanlisis de las estrategias textuales que Montalbn utiliza para subvertir ycriticar el lenguaje transmisor de la ideologa dominante franquista, y paraal mismo tiempo conseguir pasar la censura. Es esta prctica en s misma unaforma de activismo poltico, pues en su desconstruccin del lenguaje queemana del estado franquista, Manuel Vzquez Montalbn pone demanifiesto la falacia y la poltica de representacin que sostienen estelenguaje. En otras palabras, deja en evidencia que la representacin de larealidad que este lenguaje, formalizado en textos, propone es unaconstruccin cultural armada con el propsito de fijar el significado de loreal. Y en la medida en que esa estrategia de fijacin del sentido viene deun rgimen execrable, merece ser desestabilizada y desmentida. Podemosincluso decir que Manuel Vzquez Montalbn busca con susCapillas crear untexto capaz de materializar la posibilidad de una subjetividad polticaresistente y ticamente mejor, es decir, antifranquista.

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    1. Manuel Vzquez Montalbn como intelectual

    Hay muchos que dicen que la vocacin primordial de VzquezMontalbn fue la poesa. Otros contraatacan Sergio Beser, segn nos diceSaval (2004)- afirmando categricamente que la vocacin periodsticaestuvo siempre por encima de su voluntad de cultivo de todos los demsgneros. Ambas posturas, aunque opuestas, coinciden en racionalizar lacapacidad diversificadora en la produccin del escritor barcelons a travsdel concepto de vocacin. Porque que Vzquez Montalbn tena unavocacin, una inclinacin natural, ntima, determinante, hacia ciertaactividad en la vida, es irrefutable, y hasta ah estoy de acuerdo con todoslos que la identifican en l. Sin embargo, como ya he escrito y dicho en otrasocasiones, mi opinin es que esa inclinacin determinante, la que como en

    respuesta a la activacin de un resorte le llevaba cada da al acto deescribir, no se acota ni se agota, no cabe en un gnero. Para m, la vocacinde Montalbn era la de entender su historia y ayudar a transformarla. Peroesto, me doy cuenta, no es suficiente para definirle. Cualquiera con esavocacin podra haber acabado en poltico, revolucionario o no. Y hay quedecir que a Montalbn no le faltaron condiciones para ello: tena conviccinideolgica, visin de la transformacin histrica y un entendimiento globalde los condicionantes de su presente a nivel tanto local como global; tenadiscurso, brillante elocuencia en la oratoria y capacidad de improvisacin;tena conocimiento del manejo efectivo de los omnipotentes medios decomunicacin, era sorprendentemente meditico. Tampoco le falt elconocimiento de las bases, ni el roce con las lites. Su inters central por lapoltica explica la fascinacin que experimentaba por sus lderes, ya fueranlos animales polticos que disfrutaban con el festn del poder como FelipeGonzlez, Fidel Castro o Csar Borja/Borgia, ya fuera por la tragedia delintelectual poltico hecho mrtir de la izquierda: Salvador Allende, de quiendice Sixto Cmara, que al asesinarle Mataban la excepcin. Confirmabanla regla (LCS, 233).

    Pero result que todas estas cualidades, que sustancian su prctica,solo alcanzaron a adjetivar su vocacin, pues todas ellas se supeditaban auna capacidad crtica transmitida preferentemente a travs de la palabraescrita. Crtica y escritura, he aqu las dos coordenadas de su vocacin:Pensar crticamente, decir y, sobre todo, escribir lo que se piensa y desdeah contribuir a transformar la realidad. Ah est Vzquez Montalbn. Ladistancia, no mucha, pero insalvable, que le separa del poltico, lo coloca enese difcil territorio donde los que Martin Jay y Perry Anderson llamanmarxistas culturales, pero tambin todos aquellos intelectualescomprometidos desde la segunda postguerra mundial, hacen equilibriosticos entre su conciencia de la necesidad del cambio y la seduccin de

    todos los privilegios de una sociedad tardocapitalista puestos a su alcance.Vzquez Montalbn llamaba a la actitud que corresponde a ese tipo de

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    intelectual, siguiendo a Bertol Brecht y Groucho Marx, melancolamarxista, y se manifestaba en un cansancio histrico por lo que deballegar y no llegaba (Plata 1999, 263). De ella surge la condicin asumidade subnormalidad y una preferencia por el trmino postmarxista.

    Y queda, por fin, hablar de ese ltimo aspecto de su vocacin, lavoluntad de escribir. Montalbn supo muy pronto que haba adquirido undominio excepcional del lenguaje en sus mltiples registros, y que ste, ellenguaje, sera su va de entrada y permanencia en la intervencin histrica,desde la comprensin compleja de l que hemos esbozado al principio deeste artculo. De ah que cuando explica la importancia que para l tuvo en1969 poder empezar a colaborar en Triunfo, revista de referencia porexcelencia de la resistencia cultural del tardofranquismo, diga:

    Aquella colaboracin () significaba salir del pozodonde habitaba como joven promesa ninguneada y todos losque han sido jvenes promesas ninguneadas ()comprendern lo que significar () aprehender las mejoresluminosidades y adems con msica de fondo de resistenciatica y poltica (citado por Saval 2004: 106).

    Triunfo, primero puntualmente a travs de las entregas deCrnicasentimental de Espaa y despus con los habituales reportajes y las seccionesfijas de La Capilla Sixtina y La educacin de Palmira es la primera

    plataforma cultural de alcance en la que convergern para VzquezMontalbn vanguardia con resistencia. Es decir, la participacin en la culturapoltica del antifranquismo hecha desde la produccin de un nuevo lenguajepara vehicular la crtica, a partir de una desconstruccin del lenguajehegemnico. La importancia que en esa poca tena Triunfo proporcion alas excepcionales cualidades y preparacin de Manuel Vzquez Montalbnuna caja de resonancia mucho mayor de la que haba podido tener suanterior produccin potica, ensaystica y periodstica. Con excepcionalescualidades y preparacin me refiero a su formacin terica. sta se da,particularmente, aunque no slo, en la filosofa crtica del marxismo en laque se sustenta el pensamiento intelectual radical de la poca y que explicaque, sin saber de los Estudios Culturales que contemporneamente seestaban desarrollando en el Reino Unido, su trabajo refleje una clarasintona con ellos: la escuela de Frankfurt, Lefebvre y los situacionistas (GuyDebord), Althusser, Gramsci, Marcuse, adems de Marx; sus conocimientosde historia y de poltica universal contempornea; su conocimiento de yrespeto por la cultura popular y de masas entendidas como formasculturales que le viene, adems de por sus lecturas, por origen de clase,destacando sobre todo su inters por la msica, la cocina, y el ftbol; su

    saber historiogrfico y terico de la literatura contempornea espaola,europea y americana; y finalmente, aunque no por ello menos importante,

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    una larga experiencia periodstica que se remonta a 1960 (desde los 21aos Manuel Vzquez Montalbn est escribiendo en la prensa del rgimen,en El Espaol, Solidaridad Nacional y La Prensa). Todas estas vas convergenfelizmente en la innovadora crtica cultural deCrnica sentimental y en lamaestra de las piruetas dialcticas de La Capilla Sixtina, donde todos esosregistros de saber se ordenan, alternndose y combinndose, para producirun divertimento hecho de pura vitamina poltica que har las delicias dellector cmplice.

    Para quienes no estn familiarizados conLa Capilla Sixtina puededecirse que es una seccin fija que se public entre 1971 y 1978, con unespacio de unos 4500 caracteres, firmada con el pseudnimo de SixtoCmara (de ah el juego de palabras con el ttulo de la seccin). Este es unpersonaje histrico, un hroe liberal del s. XIX que Montalbn rescata paraque encarne la razn romntica, tica y resistente que le interesa comoconciencia perpleja e ingenua del tiempo presente sobre el que la columnase dedica a reflexionar.

    Yo siento por Sixto Cmara un coro de atracciones yrechazos. Le quiero como si fuera ese to soltero y liberal quetodos deberamos tener y lo odio como si fuera eseadolescente sensible que llevamos dentro y se nos agarra alas vsceras hasta que nos mata de insatisfaccin (LCS, 7).

    La columna incluye tambin otros personajes que interactan comocontrapunto con Sixto, algunas caricaturas o encarnaciones de colegas deTriunfo, otros de ficcin, como la ms importante y hermosa Encarna, vecinay amor platnico de Sixto y mucho ms radical polticamente que l. El temade la seccin est siempre tomado de la actualidad poltica, ya sea local oglobal, o se acaba conectando con ella.

    Pero volvamos, antes de entrar en un anlisis ms pormenorizadode La Capilla Sextina a la cuestin de los gneros literarios. Ante un autortan prolfico y polifactico como Montalbn, los gneros han servido paraestructurar, poner orden y lmites al anlisis de su obra, y as hablamos delManolo poeta, el periodista, el ensayista, el escritor de novelas policacas,el dramaturgo. Desde esta estructuracin hay que decir que si algocaracteriz la obra de Montalbn fue el no respeto a los gneros, suhibridacin al servicio de convertir la forma y la palabra en instrumentostiles de indagacin e intervencin histrica, en formas de pensamientocrtico, esto es, capaz de desentraar las implicaciones polticas de latextualidad dominante.

    He empezado definiendo la vocacin de Manuel VzquezMontalbn como la del intelectual crtico. Desde una visin tradicionalista se

    interpreta que es el ensayo el vehculo textual homologado para elintelectual. Montalbn lo cultiv de forma digamos ortodoxa a lo largo de

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    toda su vida y desde diferentes disciplinas: literatura, poltica, arte,comunicacin, historia, urbanismo. Pero yo dira que es precisamente cuandobuscaba escribir ensayos homologables cuando menos convincente y efectivoresultaba, lo cual ha servido para producir algunas de las msdespreciativas crticas contra l. Su tendencia a acumular erudicin dificultala lectura de sus ensayos de los noventa, deLa literatura en la construccinde la ciudad democrtica a Y Dios, escritos en una dcada en la que stossustituyeron el protagonismo previo de la novela, para desesperacin de suseditores segn l contaba. Valorar el pensamiento de Montalbn pasa, enmi opinin, por comprender que es en el hallazgo de nuevas formas deexpresin a travs de la ruptura y amalgama de lo que le vena dadodonde se encuentra lo excepcional y sobresaliente de su capacidad tantoconceptualizadora como creativa. Como ensayista ortodoxo Montalbn esun divulgador, un recopilador de lo ya conocido, como intelectualmultifactico y polivalente que usa todo lo que tiene a mano para generarcrtica y reflexin, es un analista cultural y poltico excepcional. Tal vezfuera en sus citas habituales de las publicaciones peridicas en las que nodej de participar nunca, en el cultivo de la columna, de la breve seccinfija periodstica, donde ms altas cotas alcanz su tcnica, como quieroejemplificar aqu en el caso deLa Capilla Sixtina.

    La idiosincrasia de los hallazgos y prstamos formales de LaCapilla Sixtina, que en su certera conjuncin hacen saltar por los aires todaslas reglas del gnero periodstico, nos hace pensarla en una dimensin

    distinta, la que la ubica dentro de un panorama ms complejo demodernidad europea y espaola. El ensayo viene en Espaa condicionadopor una historia no exenta de polmica. En la versin de sus detractores,este pas que en su Edad Moderna ha sido incapaz de producirpensamiento serio, ha diseminado sus escarceos intelectuales nuncasuficientemente rigurosos en los ensayos pseudofilosficos, pseudoliterariosde Unamuno a Ortega pasando por Zambrano y A. Machado. Estemenosprecio velado se permea en la misma definicin de diccionario deltrmino ensayo, donde se reconoce que ste es una composicin literariaconstituida por meditaciones del autor sobre un tema ms o menos profundo,pero sin sistematizacin filosfica (del Mara Moliner). Ah radicaprecisamente, segn los defensores del ensayo a la espaola, el inters deeste pensamiento, en su dispersin a travs de los gneros, en su hibridacinmutante en la literatura que le hace capaz de iluminar de forma nuevaaspectos de la realidad y del saber. De estas discusiones sobre la existenciao no, o sobre las ventajas o desventajas, de la filosofa y el ensayo enEspaa, lo ms periclitado es el papel explicatorio que otorgaban a unasupuesta esencia espaola. Sin embargo, sigue siendo de interspreguntarse por qu se produjo lo que fue y no iba tan desencaminada, por

    ejemplo, Mara Zambrano, cuando para explicar la idiosincrasia de lasformas en las que se ha manifestado el pensamiento espaol recurra a la

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    posicin marginal que Espaa adopta con respecto a la modernidad desdeel siglo XVI. Menciono esto ahora porque creo que para comprender laaparicin de un tipo de escritura como el que se ensaya enLa CapillaSixtina es necesario hacer referencia a la anormalidad de la modernidadespaola a alturas del tardofranquismo. Montalbn, que nace con ladictadura y pasa su infancia en la regresin a la premodernidad a queFranco condena a los perdedores de la guerra, crece y llega a la edadadulta en medio de los procesos de aperturismo y desarrollismo quesupondrn la incorporacin del pas a lo que podramos llamar unamodernidad autoritaria. En otras palabras, mientras en lo socio-econmico ycultural Espaa se acerca a niveles de primermudismo, en el captulo de laslibertades y los derechos est todo por avanzar, aunque la censura seacada vez ms errtica en su actuacin y esto haya dado lugar a laformacin de una oposicin cultural y poltica. Este desajuste, estasuperposicin de lo que Raymond Williams llamabastructures of feeling, hallevado a algunos a decir que Espaa fue postmoderna antes quepostfranquista. Esta especfica y desigual relacin con la modernidad tienesu correlato formal tambin en la cultura de la poca, y yo creo que ManuelVzquez Montalbn es uno de sus mejores transmisores.La Capilla es una delas ms brillantes y influyentes aportaciones de la cultura deltardofranquismo, en cualquiera de sus formas, pues en ella se puedenrastrear, tanto las manifestaciones culturales ms definidoras delantifranquismo, como el mpetu de formas e ideas nuevas pero ya posibles

    que son sntoma de que un nuevo dominante cultural y poltico estabacercano a producirse.No olvidemos tampoco, a la hora de entender la influencia de la

    obra montalbaniana en el campo cultural espaol, que su desparpajo paraadaptar lecturas, mezclar lo que estaba separado e incorporar lo excluidole convirti en pionero en Espaa de los estudios tericos sobre comunicaciny mass media (Informe sobre la informacin, Historia y comunicacin social);pionero en Espaa de la crtica cultural antropolgica valoradora de lacultura popular y de masas que los anglosajones llaman estudios culturales yque es eje de este artculo; de la novela policaca como realismo crtico yesttica narrativa de crtica al capitalismo (la serie Carvalho); de losestudios urbanos (Barcelona), de la defensa de la memoria histrica entiempos de amnesia colectiva (El pianista, Galndez). El caso es que en susmltiples metamorfosis textuales Manuel Vzquez Montalbn abri elcamino a un abanico de posibilidades de interpretacin de la realidad enla que miles (millones?) aprendieron a confiar para orientarse, en la quemiles se deleitaron insaciables durante casi treinta y cinco aos. Muchos desus textos los arriba enumerados, por ejemplo son formas culturales clavepara entender la historia que los produjo y en la que intervinieron, en tanto

    realizaron a travs de sus estrategias enunciativas diversas formas nuevasde comprensin social. Por eso, Vzquez Montalbn muri siendo, no slo un

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    escritor intelectual de la izquierda, sino un fenmeno cultural de laizquierda. No se entiende, si no, la reaccin colectiva a su muerte, la catarsiscolectiva que necesit de espacios para juntarse y vivir el duelo ante suirremediable desaparicin. Vzquez Montalbn supo tocar y conmoverdesde sus textos una fibra que era intelectual y conceptual pero tambinemocional, sentimental y tica en sectores importantes de la colectividadespaola. En mi opinin eso es as porque sus textos estn, no slo influidospor la historia, sino inscritos en ella como una contribucin al complejoproceso de dar forma a la constitucin de la estructura de la historia,particularmente desde el punto de vista de una izquierda amplia, noradical. La relevancia de esa capacidad suya de hacer entender sus textoscomo intervenciones en la formacin social, escritos para un pblico cmpliceque los esperaba y validaba, o transformaba, en su lectura fiel me pareceque cuajar por primera vez con su colaboracin enTriunfo.

    2. Triunfo y la constitucin del intelectual

    Cuando Manuel Vzquez Montalbn empieza a escribir enTriunfo,esta revista ya es el baluarte del antifranquismo, la revista de pensamiento ycultura de una izquierda amplia. En ella se estn produciendo anlisis poltico-culturales propuestos desde posiciones ideolgicas y ticas muy compatiblescon las de Manuel Vzquez Montalbn (Haro Tecglen, sobre todo, perotambin Csar Alonso de los Ros o Luis Carandell). All ya funcionaba elartculo de fondo, el de opinin y el de investigacin, las mejores muestrasespaolas de lo que los americanos llamaban elnew journalism. Montalbnencajar pues perfectamente en la revista, pero adems conseguir haceruna aportacin muy distinguida y muy valorada por el pblico. Haro Tecglnha reconocido, por ejemplo, la capacidad excepcional de Manolo Vzquezde hacer subir las ventas de la revista, empezando por cuando se publicoCrnica.

    Al nivel formal,La Capilla utiliza toda una serie de recursosdestinados a presentar de forma indirecta anlisis e interpretaciones de larealidad que son incompatibles con la visin poltica del rgimen. Lamayora de estos recursos, aunque no todos como veremos, se escudan en elhumor como nica visin crtica aceptable o camuflable, y nos hablan lanecesidad de aprehender lo racional a partir de lo irracional. Veamoscules son las principales maneras en que Vzquez Montalbn, tras elpseudnimo de Sixto Cmara, subvierte el lenguaje transmisor de laideologa dominante franquista.

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    1. La irona est presente a travs de muchas de las Capillas. En elsiguiente ejemplo, sirve para hacer visible cmo el capitalismoacta dialcticamente incorporando y neutralizando lasestrategias de quienes en principio son sus antagonistas. En estecaso, se trata de la interpretacin de la cultura como lucha declases que necesita generar formas culturales de respuesta a lasimpuestas hegemnicamente.

    Florensa [empresario cataln con concienciade clase] se ha tranquilizado y me ha propuesto [aSixto] un pacto: si uno mis argumentos a los principiosde la Revolucin Empresarial, garantiza que enEspaa podremos verMash y La cada de los dioses antes de cuatro aos. No dir que no me hayasentido tentado, dbil es la carne, pero hereaccionado a tiempo.

    - Me siento solidario del proletariado.- Pues, que te aproveche. Al fin y al cabo

    no necesitamos para nada a losintelectuales. Estoy de acuerdo conCastro en que sois unos brujos culturales.Todo hombre debiera hacer su propialiteratura y pintar su propia pintura.

    Mira, como no me fiaba de gente comot, yo ya empezaba a escribir y apintar.

    Y me ha tendido un libro de poemas: Odaa la escala mvil de salarios congelados, ymostrado su cuadro: Sant Jordi mata al marxistaleninista. (LCS, 32-33)

    2. La difuminacin del punto de vista en varios personajes. La Capillacompone una vez al mes el brevsimo episodio de una obra porentregas sin continuidad narrativa, pero con personajesrecurrentes, casi lo que hoy llamaramos un microrrelato. Aqu laficcin penetra el periodismo aportando la ventaja de diluir yficcionalizar -es decir, de introducir un grado de separacin ydistancia de la realidad inmediata atribuida al periodismo- delpunto de vista poltico que se expresa, o de permitir diversificarloen ms de un personaje. Con ello se espera despistar al censor, ygenerar en el lector la necesidad de imaginar y establecer

    relaciones emocionales con unos personajes que pueden llegar ahacerse entraables. En este caso, la construccin de una

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    representacin ficcional le permite hacer un comentario de fondofilosfico a la antimodernidad, o sea, al reaccionarismo delpensamiento del rgimen.

    Encarnita dej el estudio de las pequeas atlntidas del XVIII espaol por el pase demodelos, pero tiene casi tantos arrestos comoapaos culturales, y en general dice poco, perosabe lo que se dice. Cuando alguien menciona elnombre de Jovellanos con la libertad con que lohace Encarnita, yo me echo a temblar y cierro lasventanas para que no se escape el nombre al odode algn vecino (...). Hay muchos vecinos que no hansuperado la fobia de la ilustracin que tenan lostericos del espritu nacional, y a mis aos no mevoy a indisponer con los vecinos. Pero Encarnitatiene otra edad y otro talante y llama al pan pan yal Jovellanos Jovellanos. (LCS, 8).

    3. El absurdo y el sinsentido se utilizan con frecuencia como recursopara desnudar el lenguaje pseudocientfico de los tecncratas delos regmenes dictatoriales de la poca (sin incluir el espaol),

    demostrando que su aparente objetividad no sirve para aclarar,sino para oscurecer la realidad.Coteja estadsticas y comprueba que bajo

    Papandreu y el Parlamento se consuman un 10%menos de kilovatios hora que bajo el rgimen delos coroneles, que antes los hijos se hurgaban lasnarices con ms frecuencia sin confesarse a lospopes y que ahora de cada diez burros muertospor sarpullido, ocho no son contagiosos; en cambio,bajo la democracia formal seis eran contagiosos.Adems, los coroneles han conseguido congelar elprecio del sidral, el fosfato frrico y los husos paratejer lino. En 1956, tres de cada milln de griegosmoran de un ataque de hipo. En cambio, en 1971,slo uno de cada dos millones de griegos muere devarices (LCS, 16).

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    En este segundo ejemplo del mismo recurso, se juegacon la hipocresa del rgimen que, en un gesto aperturista,permite el derecho de asociacin. Aunque los nombres sonabsurdos, denotando el vaco democrtico de semejante gesto,en cada uno de ellos se aprecia una alusin velada a la GuerraCivil vista desde el lado de los vencedores (no descargarbarcos rusos y fusiladores de rojos).

    Asociacin Nacional-Socialista de Estibadores delPuerto de Bilbao Partidarios de no Descargar Barcos Rusos

    Asociacin Revolucionario-representativa de cantantesde Jotas

    Asociacin Democrtica de Fusiladores de Rojos (LCS 21)

    4. La superposicin de campos semnticos completamente disparespara camuflar visiones polticas prohibidas por el rgimen.

    - T, en la situacin de Menelao, quharas?

    - Me pondra morado de democracia, decordero a la salvia y de vino con resina.(LCS, 311).

    5. La enumeracin catica, derivacin del lenguaje del absurdo y elsinsentido, pone de manifiesto la imposibilidad de utilizar unlenguaje directamente poltico para referirse a la realidadpoltica de la dictadura. Es decir, demuestra cmo la mismanegacin de lo poltico es ideolgica, y por ello poltica [sobre eluso de eufemismos para hablar de derecha e izquierda enTriunfo]:

    Pero a ver si no hubiera sido ms sensatodedicar un nmero monogrfico a los pjaros y lasaves en general. Hubiera resultado un sumariosabroso. La gallina blanca y su papel en el Plan deEstabilizacin, La gallina blanca y su papel en elhecho diferencial cataln, El estornino y la Ley deVagos y Maleantes, Las palomas mensajeras y elRecurso de Contrafuero, La estela de los Halcones, ElHalcn y la Flecha, Ni Palomas ni Halcones: losperiquitos..., incluso se hubiera podido satisfacer la

    vieja aspiracin de Moreno Galvn de publicar algosobre los pueblos de Espaa. Me estremece slo el

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    pensar un artculo titulado: Recorrido crtico por lastierras y los pjaros de Espaa, en el que MorenoGalvn hubiera podido establecer las implicacionesque haba entre la Mesta, los gorriones y laideografa de Joan Mir. Y un artculo de HaroTecglen titulado Ni Halcones ni Palomas, sino todo locontrario? Y un artculo de Vzquez Montalbntitulado Cancionero de los pjaros presentes en laconciencia popular espaola? (LCS, 44)

    6. El juego de palabras evoca en quien lee un acontecimiento,fundamental en el paisaje de la izquierda sesentaiochista y

    por ello potencialmente peligroso para la dictadura,aunque se trate de una revolucin contra el stalinismo.La primavera de Fraga (LCS, 8)

    7. La cultura popular y de masas, cuya politizacin en la obra deVzquez Montalbn ya hemos establecido, se utiliza sinembargo como espacio inocente y neutro polticamente desde elque emitir un juicio sobre la poltica. En este juicio se infiltran

    ideas del centralismo y el autoritarismo del rgimen (en lareferencia al Real Madrid) y tambin de la desesperacin de losantifranquistas (en el uso de desesperando y perdiendo eltiempo procedentes del bolero de tema romntico ymelodramtico de Machn.

    El tema del asociacionismo es lo msparecido que hay al de la importacin de jugadores:hasta que el Real Madrid no diga que s, aqu noentra ni un jugador extranjero y, durante aos, lagente se va entreteniendo con el tema y mientrastanto pasa el tiempo y, como deca Machn:Y as pasan los das

    y yo, desesperando,y t, siempre contestando,

    quiz, quiz, quiz

    Estoy perdiendo el tiempo,pensando, pensando

    Por lo que t ms quierashasta cundo, hasta cundo

    (LCS 22).

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    8. La poesa como forma de alusin indirecta y, en su fuerteestetizacin del lenguaje, ms fcilmente interpretable por elrgimen como no poltica. El artculo est dedicado a la muertede Jos Fernndez Montesinos, exiliado republicano cuado deLorca y hermano del alcalde de Granada. Ninguno de estosdatos se ofrece claramente y por ello necesita de ladescodificacin adecuada de quien lee para entender, porejemplo, la alusin a lo sobrecogedor del poema de Hierro.

    Jos Fernndez Montesinos natural deEspaa, ha fallecido en California. Tambin la suyaes una historia que comienza con sol y piedra ytermina, en cierto sentido, sobre una mesa, con floresy cirios elctricos. Flores de plstico tal vez? No hepodido evitar el impulso automtico de ligar labreve glosa de la muerte de Fernndez Montesinoscon el sobrecogedor poema de Jos Hierro,Rquiem.

    Manuel del Ro, naturalde Espaa, ha fallecido el sbado

    11 de mayo, a consecuenciade un accidente. Su cadver

    est tendido en DAgostinoFuneral Home. Haskell. New Jersey.Se dir una misa cantadaa las 9,30, en St. Francis

    (LCS 119).

    Hay momentos en que la crtica y desconstruccin de larealidad presentada por el franquismo es directa y no indirectacomo en los casos anteriores. Estos textos son ms arriesgados, ypor ello se presenta atenuada su crtica con diferentes recursos:

    9. La apelacin a la tica y la moralidad, en el potencial que tienende expresin no poltica de las desigualdades y atrocidades que seproducen en lo social. En el caso que sigue, es la imagen del nioasesinado agarrado a la pierna de su padre tambin muerto la queintroduce esta dimensin. Desde ella Vzquez Montalbn searriesga a expresar una furia que, por mucho que dice estararmada de palabras, le coloca sin error posible en la izquierdabeligerante, enemiga acerba del rgimen.

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    La capilla Sextina y los estudios culturales en la obra de Manuel Vzquez Montalbn

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    He repasado viejos recortes de prensa sobreel golpe chileno de 1973. [...] Entre todas las noticias,se me pega en los dedos la que cuenta que entre unmontn de cadveres de la poblacin obrera seextrajo el cuerpo sin vida de un hombre a cuya piernasegua agarrado el cuerpecillo de su hijo, tambinmuerto a balazos. [...] Pero me parece un mal pagoestar simplemente triste ante el ejemplo de Allende,ante el ejemplo del nio annimo. Prefiero estarfurioso como lo estoy, prefiero estar armado, aunquesea de palabras. Porque las palabras arman lasconciencias, pueden proporcionarnos el espritu de laalerta, pueden intentar bajar fusiles, pueden intentaroponer la fuerza de la razn a la razn de la fuerza.Poder intentarlo, pueden; que lo consigan, ya es otracosa (LCS, 319).

    10. En su propio lenguaje, Vzquez Montalbn utiliza el lirismoromntico (a travs de los recursos de la invocacin, la metfora,la anfora, y el epteto), con el que llega a una llamada a larevolucin desde la subversin de la cultura dominante que seentiende como cargada de armas ideolgicas de alienacin queel sistema utiliza para despolitizar a sus sujetos y evitar as surebelin (en el uso del televisor como espejo donde os trucan laimagen).

    A pesar de los fondos de inversin, de lassopas sintticas hechas con amor, de la lluvia dedesodorantes que uniforma los sobacos, hayadolescentes infelices porque no consiguieron hacer elamor con la dama del paraguas, y hay adolescentesheroicos que pintan de da las fachadas de BuenosAires y mueren de noche en Brasil, bajo las botas del

    Escuadrn de la Muerte (...) Abrazaos al no como unneumtico, gentes de Atenas, Griegos del mundo,griegos de alcoba, vietnamitas todos, hijos, hermanosmos. Recuperad el yo frente a las leyes, el hablafrente al televisor, la zancada regular bajo el dedocsmico de la paralizacin, y no os importe componeruna estampa romntica de hroe desmelenado conuna espada bruida frente a la tempestad. Con esedisfraz es posible que se rompan los espejos donde ostrucan la imagen y aparecis sobreviviendo gracias atoda clase de mutual deterrence (Plata 568).

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    3. Algunos intertextos

    El humor satrico deLa Capilla Sixtina es tanto el producto de unacultura que vive amordazada por la censura, como una manifestacinconceptualista vanguardista que ha asimilado corrientes formales de laliteratura del siglo XX, tanto europeas como espaolas, e influencias de lacultura de masas. La Capilla incorpora la leccin de la literatura delabsurdo, que en Europa se manifiesta en Beckett o en Ionesco, y en laespaola en el esperpento, esa farsa grotesca donde horror y humor setocan y que le cuadra tanto a la Espaa de Valle-Incln como a la de ladictadura, como se demuestra en el teatro de Miguel Mihura o en Berlangaen cine. En la cultura de masas es imposible no hacer referencia a lainfluencia enLa Capilla al humor de los Hermanos Marx, y en Espaa al de

    Tip y Coll o antes al de Gila.Notemos que las conexiones que hasta el momento he establecidodel vanguardismo intertextual e hbrido deLa Capilla se refieren a autores,actores y obras de teatro y cine, es decir, a manifestaciones de artesvisuales y de la performatividad. Pero hay ms conexiones an con lo visualen la contextualizacin espaola y tienen que ver con los dibujantescontemporneos y amigos de Montalbn. Los artculos deLa Capilla Sixtina pueden pensarse como unsketch, como una vieta, como una tira de cmic, yhay constancia de que Vzquez Montalbn dominaba este gnero tambin.No olvidemos que simultneamente aLa Capilla en Triunfo se estabapublicando La educacin de Palmira, una vieta de tema feminista dondeManuel Vzquez Montalbn pona el texto y Nuria Pompeia el dibujo. As pensada La Capilla se acerca al trabajo poltico de los humoristas grficosForges, Ops, Chumy Chmez, Mximo, Serafn o Mingote, todos ellos hijosde la revista de humor La Codorniz (otra vez Mihura) y varios de elloscompaeros de Triunfo. A nivel internacional,La Capilla como tira de cmicnos hace pensar en sus contemporneos argentinos Mafalda, o en Peanuts(Charlie Brown), del norteamericano Schulz, en una palabra en el humorismogrfico de comentario poltico-existencial.

    En definitiva, como har toda su literaturasubnormal, VzquezMontalbn canibaliza en La Capilla mltiples gneros y formas culturas,tanto los de la gran cultura como los de la cultura de masas, apelando, consus hbridos resultantes, a un entendimiento compartido y de alcanceextratexual de su obra. La Capilla necesita de la inteligencia de un lectorque le sigue en los cambios de registro en busca de la expresin correctapara deconstruir con su lenguaje una realidad convulsa, irracional, injusta,absurda que espera detrs de la risa.

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    La capilla Sextina y los estudios culturales en la obra de Manuel Vzquez Montalbn

    Bibliografa Balibrea, Mari Paz. En la tierra balda. Manuel Vzquez Montalbn y la izquierda

    espaola en la postmodernidad. Barcelona: El Viejo Topo, 1999.

    - Tiempo de exilio. Una mirada crtica a la modernidad espaola desde el pensamientorepublicano en el exilio. Barcelona: Montesinos, 2007. En prensa.

    Barker, Chris.The Sage Dictionary of Cultural Studies. London: Sage, 2005. Cmara, Sixto [pseudnimo de Manuel Vzquez Montalbn].La Capilla Sixtina. Del

    proceso de Burgos al espritu de febrero . Barcelona: Kairs, 1974. Plata, Gabriel. La razn romntica. La cultura poltica del progresismo espaol a travs de

    Triunfo (1962-1975) . Madrid: Biblioteca Nueva, 1999.

    Pompeia, Nuria y Manolo V el Empecinado [pseudnimo de Manuel Vzquez Montalbn].La educacin de Palmira. Barcelona: Editorial Andorra S.L., 1972.

    Salgado, Francesc.Manuel Vzquez Montalbn, la formaci dun periodista. (1960-1962)El Espaol, Solidaridad Nacional, La prensa. Tesis no publicada. Barcelona: Departamentde Comunicaci Audiovisual i Periodisme, Universitat Pompeu Fabra, 2005.

    Saval, Jos V. Manuel Vzquez Montalbn.El triunfo de un luchador incansable. Madrid:Editorial Sntesis, 2004.

    Smith, Philip.Cultural Theory. An Introduction. Oxford, UK: Blackwell, 2005.

    Storey, John (ed.).What is Cultural Studies? A Reader. London: Arnold, 1996. Tyras, Georges.Geometras de la memoria. Conversaciones con Manuel Vzquez

    Montalbn. Granada: Zoela Ediciones, 2003.

    Vzquez Montalbn, Manuel.Crnica sentimental de Espaa. Barcelona: Lumen, 1971.