FLACSO-ISA 2014, BUENOS AIRESGlobal and Regional Powers in a Changing World
Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires, Argentina23-25, julio 2014
Panel Transiciones y Persistencias: Debates Contemporáneos sobre Género, Trabajo, yMigración
Impactos de las Remesas y Envíos Sociales en el Circuito Migratorio Otomí SanPablito, Pahuatlán, Puebla-Durham, Carolina del Norte
Rocío del Carmen Osorno Velá[email protected]
Resumen
El contacto de la población migrante con su comunidad de origen, la construcción denuevas identidades, el emprendimiento de actividades organizadas, el desarrollo ytransformación de diversas prácticas culturales influye en la relación del migrante consu comunidad. Por tal motivo, con el fin de conocer los impactos de estos vínculosentre las sociedades migratorias, esta ponencia enfoca su análisis en el concepto deremesas y envíos sociales. Las primeras definidas como aquellas ideas, conductas,identidades y capital social que se transfiere desde las comunidades expulsoras demigrantes a las comunidades receptoras y, los segundos entendidos como lastransferencias socio-culturales (ideas, prácticas y valores) procedentes de la comunidadde origen a la comunidad de destino. Para ejemplificar el ciclo de las remesas y envíossociales en un espacio social transnacional, en esta ponencia centraremos nuestroanálisis en los flujos migratorios indígenas otomíes de San Pablito, Pahuatlán, Puebla,México con destino a Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos. La selección de estecaso nos permitirá dar a conocer los cambios en las relaciones de género tanto de lalocalidad de expulsión como de recepción de migrantes otomíes; así, explorar cómo laproducción, reproducción de las remesas y envíos sociales promueve el establecimientode circuitos migratorios indígenas trasnacionales.
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Abstract
The relation between migrants and their community of origine, the construction of newidentifies, the entrepreneurs hip of organise activités, the développent andtransformation of cultural practices and their influence between migrants Relationshipwitz itsa community. Therefore, in order to know the impact between migratory society,This paper focuses its analysis in the concept of social remittances. and socialexchanges. The first defined as ideas, behaviors, identities and social capital that aretransferred from migrant sending communities to receiving communities and the latterunderstood as socio-cultural transfers (ideas, practices and values) from the homecommunity the community of destiny. To illustrate the cycle of remittances and socialexchanges in a transnational social space, we will focus our analysis on the indigenousOtomi migration from San Pablito, Pahuatlán, Puebla, México to Durham, NorthCarolina, United States. The selection of this case will allow us to present the changesin the gender relations between the town of expulsion and reception of Otomi migrants;and in effect, explore how the production and reproduction of social remittances andsocial exchanges promotes the establishment of indigenous transnational migratorycircuits.
Introducción
Si bien es cierto que la migración internacional no es un hecho reciente y la movilidad
geográfica espacial es algo intrínseco a la evolución humana, la migración es también
un proceso social que tiende a reconfigurar las relaciones entre Estado, sociedad y
mercado y a re articular las formas de organización social que se desarrollan entre las
personas migrantes y sus sociedades de origen, tránsito y destino.
Continuamente, la participación de las personas migrantes en el mercado laboral,
los espacios políticos, así como en el ámbito público y privado, inserta a éstas en “una
relación dialéctica entre lo local y lo global que interpela las instituciones, las políticas
públicas, la intangibilidad de las fronteras y la soberanía nacional” (Morin, 2003: 7). En
un contexto migratorio, las diversas estructuras organizacionales, políticas, económicas
y sociales se traslapan para interrelacionarse a nivel local (micro), el institucional
(meso) y global (macro).
La migración internacional nos deja entrever escenarios cada vez más complejos
y contradictorios de esta relación entre lo local y lo global. “La movilidad asciende al
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primer lugar entre los valores más codiciados; la libertad de movimientos, una
mercancía escasa y distribuida de manera desigual, se convierte rápidamente en el factor
de estratificación en nuestra época (Bauman, 2001: 8),” afectando tanto las relaciones
interestatales como las relaciones individuales de las personas migrantes.
Éstas, mediante su movilidad, no sólo contribuyen a fomentar cambios y
transformaciones en las estructuras políticas, económicas, socioculturales y
organizativas de las comunidades migratorias, sino también pueden poner de manifiesto
las desigualdades económicas, sociales y políticas existentes entre los países y
sociedades de tránsito, expulsión y recepción de migrantes.
El contacto de la población migrante con su comunidad de origen, la
construcción de nuevas identidades, el emprendimiento de actividades organizadas, el
desarrollo y transformación de diversas prácticas culturales influye en la relación de las
personas migrantes con su comunidades. Por tal motivo, con el fin de conocer los
impactos de estos vínculos entre las sociedades migratorias, esta ponencia enfoca su
análisis en el concepto de remesas y envíos sociales. De esta forma, explorar cómo la
producción, reproducción de las remesas y envíos sociales promueven el
establecimiento de circuitos migratorios indígenas trasnacionales y permiten percibir
algunos de los cambios en las relaciones de género que se dan dentro de estos circuitos
migratorios,
Cabe destacar que los resultados emitidos en esta ponencia derivan del
desarrollo de nuestra tesis de maestría “Más allá de la migración internacional: impactos
de las remesas y los envíos sociales en el circuito migratorio San Pablito, Pahuatlán,
Puebla – Durham, Carolina del Norte,” así como del seguimiento que se ha dado en la
región de la Sierra Norte de Puebla mediante la colaboración con otros proyectos de
investigación.
A fin de sintetizar algunos de los principales hallazgos del trabajo realizado en la
región, este artículo se divide en tres apartados. En el primero analizamos los conceptos
de remesas y envíos sociales y su importancia en la construcción de los circuitos
migratorios transnacionales, especialmente, en comunidades de carácter indígena. En el
segundo apartado describimos el caso del circuito migratorio indígena otomí San
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Pablito, Pahuatlán – Durham, Carolina del Norte. Finalmente, en el tercer y último
apartado damos a conocer algunos de los principales impactos que los envíos y remesas
sociales has generado en el circuito migratorio transnacional San Pablito, Pahuatlán-
Durham, Carolina del Norte.
Relevancia de las remesas y envíos sociales en la construcción de circuitos
migratorios indígenas
El pensar en la existencia y preeminencia de un circuito migratorio trasnacional implica
también referirnos a la producción, reproducción, retroalimentación y transformación
de prácticas culturales y de organización social. Peggy Levitt explica que las remesas
sociales comprenden aquellas ideas, conductas y capital [social y humano] que fluyen
de las comunidades de destino a las comunidades de origen. Éstas, generalmente, sirven
como instrumentos en las que los individuos crean una cultura global a nivel local. A su
vez le permiten integrarse a un contexto específico considerando su propio bagaje
cultural y lo incentivan a experimentar con la adopción de nuevas formas de
organización política, económica y social (Levitt, 2001:11). De igual forma, esta
adaptación de su cultura y adopción de nuevas prácticas sociales permiten tanto a
migrantes como no migrantes a reconfigurar su posición con base a su etnia y género.
Si bien, en un principio a las remesas sociales se les dio el carácter
unidireccional, actualmente se reconoce que no sólo se mueven en una dirección (Levitt,
2011: 2). También, las comunidades de origen tienden a enviar a la sociedad receptora
un conjunto de ideas, tradiciones, costumbres, formas de comportamiento y bienes con
capital simbólico (comida, artículos religiosos, vestimenta, etc.) que, a su vez, pueden
moldear y determinar cambios en las relaciones sociales de la comunidad receptora,
proceso al que haremos referencia como envíos sociales. La relación remesas y envíos
sociales adquieren un carácter bidireccional. A diferencia de las remesas sociales, el
sentido de dirección de los envíos sociales procede de la comunidad de origen a la
comunidad de destino
El intercambio de estas prácticas socio-culturales (ideas, creencias, valores,
actitudes, etc.) se refleja a través de un proceso de transferencias de bienes simbólicos.
Estos bienes pueden adquirir una forma tangible mediante la expansión de sistemas de
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comunicación (instalación de casetas telefónicas, ampliación del servicio postal) o en la
distribución de elementos físicos de completa cotidianeidad como fotografías, videos,
ropa, alimentos, aparatos electrónicos, entre otros. De igual forma, estos bienes
simbólicos pueden asumir formas intangibles mediante la reproducción de festividades,
ceremonias religiosas y comunitarias, las narraciones de los migrantes o en la forma de
organización colectiva.
Esta propiedad dual como bienes simbólicos -tangibles e intangibles- a la vez
que permite a la población migrante y sus comunidades reforzar su sistema de creencias
también les permite reproducir actividades sociales en un espacio social trasnacional. La
circularidad de creencias, ideas y valores, dentro de este espacio, puede influir en el
debilitamiento o fortalecimiento de los propios circuitos migratorios. Mientras las
remesas y envíos sociales, mediante las transferencias de bienes simbólicos -tangibles e
intangibles,- pueden fortalecer y reforzar determinadas prácticas socioculturales; éstas
también pueden dar paso a la reconfiguración y transformación paulatina de algunas de
las prácticas socioculturales desarrolladas al interior del circuito migratorio. Un ejemplo
de ello, lo podemos percibir en el circuito migratorio indígena otomí San Pablito, 1
Pahuatlán – Durham, Carolina del Norte.
Particularidades del circuito indígena otomí San Pablito-Pahuatlán – Durham,
Carolina del Norte
La migración internacional es un complejo proceso social de interseccionalidad genérica
y étnica. El establecimiento de lazos y conexiones políticas, económicas y culturales
entre la sociedad de origen y destino generan un proceso de traslape en las diferentes
estructuras y niveles (micro, meso y macro) de organización social. “[El predominio] de
migrantes de un mismo lugar de origen, en una misma localidad y en una misma
actividad económica se explica por una compleja red de relaciones sociales que vincula
a los lugares de origen con los puntos de destino” (Durand, 2007: 2). Un punto
1 La localidad de San Pablito, Pahuatlán se caracteriza por estar ubicada en una de las nueve regiones culturales con población otomí: la Sierra de Puebla o sur de la Huasteca (Galinier, 1987:18). Esta región abarca los estados de Hidalgo, Puebla y Veracruz. San Pablito junto con ElManzano, Zacahuala, Chila, Zacapehuaya, San Andrés, Cuaxtla (Puebla), Santa Mónica, San Nicolás, San Clemente, Santa Inés, Palo Bendito (Hidalgo), Otatitilán, Ayotuxtla, Santa María (Veracruz) conforman la frontera oriental de esta región otomí (Soustelle, 1993:439).
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fundamental a resaltar en relación último punto es el bagaje cultural, histórico e
identitario de este grupo etnolingüístico.
Tal es el caso de la migración indígena otomí procedentes de San Pablito, Pahuatlán al
condado de Durham, Carolina del Norte. Los otomíes, después de los nahuas, ha sido
uno de los grupos etnolingüisticos más importante de la altiplanicie mexicana (Carrasco,
1950: 12). En el caso del municipio de Pahuatlán, el mayor asentamiento otomí se ubica
en la localidad de San Pablito. De acuerdo con cifras del INEGI (2010), esta localidad
pasó de tener 2,675 habitantes en 1990 a 3,178 habitantes en 2010, de los cuales 1,427
son hombres y 1,751 son mujeres; es decir, 45% de la población total es masculina y
55%, femenina.
La economía local de San Pablito basada en las actividades agrícolas en los
campos cañeros, las huertas de café fue sustituida por una economía comercial basada
en la actividad artesanal: elaboración, compra y venta de papel amate. La confección de
adornos hechos con chaquira (cinturones, pulseras, collares, aretes, entre otros) y la
elaboración de papel amate se ha convertido en elementos identitarios de este lugar
(Masferrer, 2010: 94). Asimismo, para el caso particular de San Pablito, la necesidad de
encontrar nuevos nichos laborales y mercados para sus productos artesanales ha
contribuido a un incremento en los flujos migratorios tanto a nivel nacional como
internacional.
Comúnmente, los hombres laboran como cargadores, jornaleros agrícolas y
albañiles en la industria de la construcción; mientras que las mujeres trabajan en la
limpieza y el servicio doméstico. La activa participación de la población otomí en los
flujos migratorios nacionales, así como la inserción en nuevos mercados laborales
rurales y urbanos ha permitido que los otomíes de San Pablito o san pablitos se
incorporasen a los flujos migratorios al vecino país del norte, los Estados Unidos. Esta
situación también está asociada a cambios en las dinámicas generacionales de la
población y el interés de los jóvenes por viajar a los Estados Unidos
[los que migran en el interior] ya son gente grande, porque principalmente los jóvenes no lesllama la atención quedarse en México, sino migrar a los Estados Unidos. Por lo regular, casinadie trabaja en México de los jóvenes. En primer lugar porque casi no hay trabajo; en segundolugar, la paga pues es muy baja. Por lo tanto, ellos se arriesgan a cruzar luego luego a los EstadosUnidos (Martín Santos, Presidente Municipal, Pahuatlán del Valle, entrevista personal abril2009).
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La década de los setenta sentó las bases de la migración internacional de San
Pablito a los Estados Unidos. A partir de esta década, los otomíes de San Pablito,
paulatinamente, se fueron insertando en una economía rural globalizada en los campos
agrícolas texanos; posteriormente en la década de los ochenta y noventa, comenzaron a
movilizarse a la Costa Este de Estados Unidos, principalmente, al estado de Carolina del
Norte.
[Los de San Pablito] comenzaron a irse hace, aproximadamente, treinta años […], fines de lossetenta. [Ellos] se iban principalmente a Texas y ya cuando se enteraron de que en otros estadospagaban mejor, ya le brincaron a Carolina del Norte, por ejemplo, a Nueva York, Washington,Nebraska, California […]. La mayoría se concentra en Carolina del Norte (Secretario Municipal,Pahuatlán del Valle, entrevista personal, abril 2009).
El condado de Durham, Carolina del Norte se ha convertido para los san pablitos
en uno de sus principales destinos migratorios. Durham es la quinta ciudad en
importancia dentro del estado de Carolina del Norte con una superficie de 772
kilómetros cuadrados. Una característica fundamental es este lugar es su ubicación en el
corredor metropolitano, económico y financiero Durham-Charolette- Raleigh. Durham
fue uno de los principales condados en Carolina del Norte en recibir mayores flujos
migratorios, el 63% corresponde a personas de origen mexicano. De acuerdo con datos
de Kasarda y Johnson (2006: 3), la mayoría de los nuevos migrantes provienen de nueve
entidades mexicanas: Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Guanajuato, Veracruz, Hidalgo,
Estado de México, Distrito Federal y Puebla. Todas estas entidades federativas se
caracterizan por su pluralidad étnica y alta presencia de diversos grupos indígenas.
Ante la expansión económica de la Costa Este y siguiendo la tendencia
económica de su estado, el condado de Durham se caracteriza por tener una economía
basada en el área de servicios (principalmente de carácter profesional, financiero,
educativo y de salud), el comercio y el transporte; así como la producción de bienes,
manufactura y la construcción. La posición estratégica de Durham en el estado de
Carolina del Norte como área de desarrollo tecnológico, educativo e inmobiliario ha
posibilitado un rápido crecimiento de la industria de la construcción. Ésta se ha
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convertido en el principal nicho laboral de la población otomí de San Pablito y la
población mestiza de Pahuatlán.
Esto nos lleva a reflexionar sobre la forma en que se interrelaciona la población
otomí y los mecanismos que este grupo etnolingüistico ha desarrollado para construir y
mantener sus redes sociales. Sobre todo si consideramos que, en un contexto migratorio,
la identificación lingüística no siempre resulta ser suficiente para fortalecer los lazos
entre un grupo social, sino esta identificación también debe estar acompañada tanto por
la preservación y mantenimiento de diversas prácticas socioculturales como por la
construcción de un capital social. Asimismo, el establecimiento redes de información e
interconexión entre población migrante, retornados y población no migrante permitieron
crear entre Pahuatlán y Durham un circuito migratorio transnacional. Éste último fue
resultado de la paulatina consolidación de estas dos comunidades geográficamente
alejadas pero unidas en un espacio social transnacional nutrido de la extensión de redes
sociales basadas en lazos familiares, afectivos y de compadrazgo.
Impactos de las remesas y envíos sociales en el circuito indígena otomí San Pablito
Pahuatlán – Durham, Carolina del Norte
Una vez señaladas algunas de las particularidades del circuito migratorio otomí San
Pablito, Pahuatlán - Durham, Carolina del Norte, en esta tercera sección nos
centraremos en analizar los impactos de las remesas y envíos sociales en la organización
social de la población otomí, primordialmente en las relaciones de género.
Las primeras oleadas de migrantes otomíes se caracterizaron por un perfil
migratorio homogéneo: hombres en edad productiva dedicados a la agricultura y la
artesanía del papel amate, con un nivel de estudios de educación básica (primaria) y un
bajo dominio del español. Paralelamente al desarrollo de redes sociales, los flujos
migratorios se fueron diversificando y, hoy en día, se caracterizan por su heterogeneidad
(por condición de género, clase, etnia, nivel de estudios, edades, etc.), Con mayor
frecuencia, tanto hombres como mujeres comienzan a incorporarse en estos flujos
migratorios internacionales a edades más tempranas, tal como lo advierte un servidor
público del municipio
…[los que se va a D.F] ya son gente grande, porque principalmente los jóvenes no les llama la atención quedarse en México, sino migrar a los Estados Unidos, por lo regular casi nadie trabaja
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en México de los jóvenes. En primer lugar porque casi no hay trabajo, en segundo lugar la paga pues es muy baja. Por lo tanto, ellos se arriesgan a cruzar luego, luego a los Estados Unidos (Luis, entrevista personal, Pahuatlán, Puebla, abril 2009).
Hombres y mujeres de diversas edades, condiciones educativas y civiles se
convierten en protagonistas de esta migración indígena. Un ejemplo de ello es la historia
de Bartolomé y Abraham, migrantes conectados por una relación familiar de parentesco
(tío y sobrino, respectivamente). Al momento de la aplicación del cuestionario (en julio
de 2008), ambos manifestaron tener siete meses de haber llegado a Durham, Carolina
del Norte. A pesar de haber llegado juntos en enero de 2008, las experiencias
migratorias de ambos eran contrastantes.
Por un lado, en el caso de Bartolomé de 53 años, la llegada a Durham no era
algo nuevo. En 1996, momento coyuntural para la historia de la localidad de San
Pablito, Bartolomé comenzó su experiencia migratoria con dirección a Durham. El
perfil migratorio de este migrante coincide con el perfil prevaleciente en las primeras
oleadas de migrantes sanpablitos. El perfil de Bartolomé se caracteriza por ser un
hombre, campesino, casi monolingüe, que después de terminar la primaria, incluso
antes, incursionó en las actividades agrícolas sembrando maíz, frijol, cacahuate y café.
Por otro lado, a diferencia de Bartolomé, la experiencia migratoria de Abraham
si era nueva, en enero de 2008 había comenzado su primera travesía a los Estados
Unidos. El perfil de Abraham (joven artesano de 22 años que después de terminar la
preparatoria decide migrar a Durham) coincide con el perfil e inquietudes de otros
jóvenes migrantes. Ya que como el comentaba, su decisión de migrar tuvo varios
motivos “[…] primero, mejorar la situación económica; segundo, aprender inglés […].
Aquí se adquiere salario, se pueden hacer cosa.” (Abraham, Durham, Carolina del
Norte, entrevista personal, julio de 2008).
A pesar de tener historias migratorias distintas, un elemento fundamental que
comparten hombres y mujeres que deciden migrar en aras de lograr mejores condiciones
de vida. Varios de los entrevistados coincidieron que la decisión de migrar era resultado
de la falta de trabajo, bajos niveles de ingresos, pobreza y el interés de ganar más
dinero, tal como lo reflejan frases que continuamente se logran escuchar en San Pablito
“aquí todos somos pobres, no tenemos nada.” Ante la precariedad de las condiciones
de vida, el interés de lograr una movilidad social, la mayoría de las personas migra para
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tener la posibilidad de construir una casa, invertir en algún negocio o solventar gastos
de educación de sus hijos. Tal como lo reflejan las palabras de Cristóbal oriundo de San
Pablito en Durham
yo vine aquí con el pensamiento de venir a Estados Unidos a trabajar, ganar dinero. Nadie mecorrió, yo solito quise venir […] Quiero estar aquí dos o tres años más y ya después regresar. Poreso sufro pesares aquí. Tengo que sacar de aquí para luego regresar, sino no se puede. (Cristóbal,migrante, Durham, entrevista personal, julio 2008).
Otro ejemplo es el caso de Carmen quien decidió migrar al norte para ayudar
económicamente a su familia y construir una casa, que nos comentaba
Entonces le decía yo a mi papá, sabe papá… tengo que ir [a los Estados Unidos] para que te voya hacer una casa grande y ya no vas a sufrir a vender y vender.’ Porque hay veces vendíamos yveces no vendíamos nada hasta no comíamos porque no vendíamos. , ‘algún día, algún día novas a trabajar’ (Carmen, Durham, entrevista personal, julio 2008)
La historia de Carmen hace referencia a que la principal fuente de ingresos del
lugar es la artesanía basada en la elaboración de papel amate y confección de productos
de chaquira, siendo el primero unos de los principales productos artesanales de la
región. La producción artesanal (papel amate y chaquira) junto con la migración
internacional (ramo de la industria de la construcción) son las principales actividades
productivas a las que se enfoca la población oriunda de San Pablito y que sustentan gran
parte de la economía de esta localidad.
Cabe señalar que estas mismas actividades productivas están fuertemente
marcadas por una alta concentración de hombres en la industria de la construcción y una
producción artesanal basada fundamentalmente en el trabajo femenino. En la mayoría
de las ocasiones, los ingresos obtenidos de la producción del amate son percibidos, al
interior del hogar, como una fuente complementaria del ingreso. Las remesas
procedentes de Carolina del Norte tienden que llegan a Pahuatlán llegan a representar
hasta el 65% del total de las remesas recibidas en la cabecera municipal, de las cuales
aproximadamente un 30% son de personas oriundas de San Pablito (D’ Aubeterre y
Rivermar, 2010).
La economía de San Pablito es básicamente una economía de migración y
artesanal. Ante la idea de que en Estados Unidos podrán tener mayores ingresos, ganar
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mejor, hombres, mujeres, especialmente jóvenes deciden continuar su viaje a los
Estados Unidos a pesar del fortalecimiento de políticas migratorias cada vez más
restrictivas, mayores niveles de securitización. Las aspiraciones por lograr ‘mejores
ingresos y condiciones de vida,’ ya son ideas establecidas en el imaginario colectivo de
la población migrante, convirtiéndose así en uno de los principales nutrientes de las
redes sociales.
En el caso del circuito migratorio otomí San Pablito- Durham, la construcción de
las redes sociales están basada, fundamentalmente, en la existencia de vínculos por
consanguineidad y lazos afectivos (amistad o de pareja). De acuerdo con datos de la
investigación, la mayoría de estas redes están conectadas por dos principales vínculos:
familiares (34%) y de afinidad (43%). La transmisión de información y mantenimiento
de comunicación (sobre todo vía telefónica), entre la comunidad migrante y con
migrante, ha permitido estas mismas redes sigan retroalimentándose.
De igual forma, los procesos de transmisión de información y comunicación s
resultan ser un elemento clave para la construcción y preservación de las redes sociales.
El envío de dinero, llamadas telefónicas, envíos por paquetería permiten establecer
lazos entre la población migrante y no migrante. La mayoría de la comunicación
transmitida entre la comunidad de origen y la comunidad de destino va acompañada del
intercambio de bienes y productos de carácter simbólico (remesas y envíos sociales)
que, generalmente son retransmitidos, adaptados y adecuados por la población migrante
y no migrante en el campo social transnacional.
Como hemos visto con anterioridad, las remesas/envíos sociales se conforman
de la transmisión e intercambio de bienes simbólicos, ideas, conductas y capital social.
Si bien el intercambio de estos productos tangibles e intangibles puede acelerar el
proceso de cohesión en las redes sociales, también puede producir importantes cambios
en los procesos de organización social de las comunidades migratorias.
Uno de los ejemplos más comunes de las remesas/envíos sociales son los bienes
simbólicos, productos (in)tangibles imbuidos en un complejo proceso de significación y
construcción de identidad. Entre los ejemplos más comunes de éstos podemos encontrar
indumentarias, música, fotos, videos, imágenes, experiencias festividades, tradiciones y
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costumbres que transmiten, procesan y recrean importantes significados socioculturales
entre la comunidad de origen y destino. En el caso del circuito migratorio San Pablito-
Durham son varios los productos simbólicos que constantemente están circulando entre
estas dos comunidades. Las personas entrevistadas frecuentemente hacían alusión de
remitir y enviar fotos, indumentaria, comida, aparatos electrónicos. La ropa, los aparatos
electrónicos, son de los principales bienes que recibe la población de San Pablito.
De igual forma, en esta circularidad de bienes, personas oriundas de San Pablito
pueden recibir en Durham productos más tradicionales que les permitan estar en
contacto con sus tradiciones. Entre los envíos más frecuentes enviados de San Pablito a
Durham tenemos la comida y las fotos. Entre los alimentos más enviados podemos
encontrar comida de temporada como las chicalas,2 el pan de muerto, el mole de
cacahuate, entre otros. La posibilidad de preparar alimentos con productos procedentes
de su terruño los remite a acortar la distancia geográfica y sentirse por algunos instantes
en su comunidad. Mientras que en el caso de las fotos, la población migrante puede ser
testigo de los eventos que se dan en su comunidad y dar cuenta del paso del tiempo.
Generalmente estos productos simbólicos evocan en los migrantes un sentimiento de
pertenencia y nostalgia a su comunidad de origen.
Llama nuestra atención que otro de los productos que son enviados a Carolina
del Norte tienen que ver con representaciones religiosos (imágenes) y ropa bordada con
chaquira para ser usada durante las festividades del Carnaval. Varias de las personas
entrevistadas narran como una de las principales festividades de San Pablito, en años
recientes, comenzó a ser organizada y reproducida en Durham
El carnaval lo celebran allá [en Durham] A los muchachos que les gusta el relajo, ellos mismosse organizan. Muchas personas llevan trajes típicos de acá, aunque unos cuantos nomás, pero ahíestán, y se junta mucha gente. También la policía de allá se adaptó en eso, no les hacen nada,nomás ven que todo está tranquilo y ya (María, migrante retornada, Proyecto Pahuatlán-Durham,octubre de 2008).
Precisamente, como parte del establecimiento y mantenimiento de lazos comunitarios
entre los indígenas otomíes, hombres y mujeres otomíes se han dado a la tarea de
2 Las chícalas pertenecen a la familia de las hormigas arrieras. En los meses de verano (julio-septiembre) la población otomí incorpora a su alimentación como fuente de valor nutricionaly de tradición
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reproducir en el lugar de destino (Durham) algunas prácticas sociales distintivas de su
lugar de origen (San Pablito). Tanto hombres como mujeres muestran un interés por
participar activamente en el desarrollo de distintas celebraciones comunitarias. Entre los
festejos más recurrentes, a los que hacen referencia los encuestados fueron: el carnaval
otomí, la celebración de día de muertos, los festejos de 12 de diciembre y la realización
de rituales religiosos como el bautismo.
La importancia del envío y recepción de estos productos es que ha posibilitado el
surgimiento de actores que se adaptan a las necesidades de las redes sociales y enfocan
sus actividades laborales a establecer conexiones entre la comunidad de origen y de
recepción. Varias de las personas entrevistadas manifestaron la posibilidad de enviar y
recibir productos por medio de un mensajero otomí encargado de transportar productos
entre Durham y San Pablito.
hay un señor de San Pablito que ya tiene papeles y cada quince días está en Durham y quince enPuebla e Hidalgo. Él es el encargado de llevar y traer cosas de ida y vuelta, está los viernes enJuniper, está encargado de ser el vínculo y llevar productos (María, migrante retornada,Proyecto Pahuatlán-Durham, octubre de 2008).
Ante el desarrollo de estas actividades informales, los mensajeros se convierten
en un punto estratégico de unión entre la población migrante y no migrante. En la
mayoría de los casos, no cumplen con la función de trasladar productos en las
localidades del campo social transnacional, sino también se convierten en difusores de
diversas prácticas sociales.
De igual forma que los bienes simbólicos son parte importante del desarrollo de
las remesas y envíos sociales, éstos también dan lugar a importantes cambios en el
circuito migratorio San Pablito-Durham. Siguiendo el análisis de Peggy Levitt (2001:
59), uno de los impactos más importantes de las remesas y envíos sociales se da en las
estructuras normativas, entendidas como aquellos valores, ideas y creencias que
influyen en el comportamiento individual del migrante y en su interacción con otras
instituciones y organizaciones sociales. “Migrants carry ideas, practices and narratives
and these enable mobility and different forms of membership and belonging” (Levitt y
Lamba, 2009: 11). Estas ideas, valores y creencias pueden ser movilizados,
reproducidos y adaptados en el campo social transnacional por la población migrante en
la sociedad de destino o por la sociedad de origen.
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Un ejemplo de este tipo de remesas y envíos sociales se da en la estructura
familiar y la alianza matrimonial de la población otomí. La familia como institución
social se encuentra caracterizada por la sobrevivencia de un patrón patrilineal y el
principio de residencia patrilocal (Franco Pelotier, 1992: 152). Ante una alianza
matrimonial, las familias juegan un papel muy importante en el establecimiento de la
vida conyugal de la pareja otomí. Ya que por un lado, la pareja necesita del
reconocimiento familiar; por otro lado, al basarse en el principio de residencia
patrilocal, las parejas deben integrarse a la familia del padre del esposo.
La conformación de la familia doméstica se puede caracterizar por poseer un
carácter nuclear o extenso (CIESAS, 2010). La sociedad otomí se encuentra inserta en
un orden patriarcal.3 La nueva pareja debe buscar la aprobación ante la familia, tal como
lo expresa Olivia, “la gente de aquí no se quiere separar de sus hijos cuando uno se casa
o se juntan, no quieren que se vayan al otro lado” (Olivia, migrante retornada, Proyecto
Pahuatlán-Durham, octubre 2008).
Así mismo, a diferencia de otros grupos étnicos como los nahuas, los otomíes también
se caracterizan por darle una vital importancia al establecimiento de vínculos
conyugales por personas de su misma comunidad; de esta forma preservar y fortalecer
los lazos por afinidad y consanguineidad dentro de la comunidad. Sin embargo, ante el
incremento de los flujos migratorios a los Estados Unidos, estos patrones históricamente
prevalecientes han cambiando.
Un ejemplo de este tipo de estructuras normativas es el caso de Adela y Fabián.
Una pareja de jóvenes migrantes otomíes con dos hijas nacidas en Durham, Carolina del
Norte. A pesar de compartir una alianza matrimonial en Estados Unidos, ambos viven
procesos de inserción muy diferentes. Por un lado, Fabián posee una experiencia
migratoria de aproximadamente once años, ya que en 1997, a la edad de 15 años migra
por primera vez a Durham.
Posteriormente en 2001, Fabián regresa a San Pablito por un periodo de un año.
En el 2002, Fabián vuelve a Durham con su pareja Adela, quien llegó a Durham a la
edad de 18 años. Adela nos refiere que le gustaría trabajar pero ante la necesidad de
3 El patriarcado es un orden social genérico de poder, basado en un modo de dominación cuyo paradigma es el hombre. Ese orden asegura la supremacía de los hombres y de lo masculino sobre la inferiorización previa de las mujeres y lo femenino. Es asimismo un orden de dominio de unos hombres sobre otros y de enajenación entre las mujeres (Lagarde, 2001: 52).
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cuidar a sus niñas no le es posible. Esta situación nos lleva a reflexionar sobre cómo las
estructuras normativas registradas en este circuito migratorio no sólo afectan la
composición de los flujos migratorios, sino también su comportamiento social.
En el caso de Adela y Fabián vemos una clara estructura de movilización y
reproducción de las remesas y envíos sociales. Como estructura de reproducción,
Fabián después de tres años de vivir en Durham decide regresar a San Pablito para
establecer una alianza matrimonial con una persona de su misma comunidad; sin
embargo, como estructura de movilización, la pareja en lugar de vivir en la residencia
patrilocal al interior de la comunidad, ambos deciden establecerse independientemente
en Estados Unidos.
Generalmente, ambas estructuras se privilegia el mantenimiento de prácticas
socioculturales de la población otomí,4 el hecho de que la pareja se ubique fuera del
espacio geográfico produce, en la mayoría de los casos, un enfrentamiento con la
familia paterna, en palabras de Adela, “es muy difícil para papás que acepten que sus
hijos vivan en otro lado.”
Si bien se registran varios casos que siguen este comportamiento en la estructura
normativa familiar, también hay otros casos en que la mujer con la migración adquiere
un papel más activo tanto dentro en la sociedad de llegada como de origen. Tal es el
caso de María, migrante retornada, quien migró con su pareja en 1997. Sin embargo, a
diferencia de Adela, a su llegada María inmediatamente incursiono al mercado laboral
en Durham, realizando diversas actividades como el trabajo en una factoría y el cuidado
de niños, en una entrevista señalaba la importancia de ‘independizarse’
[en Durham] estuvimos solos los dos desde un principio, entonces tuvimos
nuestro propio dinero y trabajamos para nosotros mismos, comprábamos las
cosas para nosotros y después nacieron los niños y ya trabajamos para los niños.
Es lo mismo acá [en San Pablito], cuando regresamos, luego empecé a trabajar
[…] como vi que aquí [San Pablito] sale más rápido el dinero, que acá no rinde
nada, entonces dije “si yo me pongo a descansar, después se me va a terminar lo
que traje, no voy a tener nada para después (María, migrante retornada, Proyecto
Pahuatlán-Durham, Sn Pablito, Pahuatlán, octubre 2008)
4 establecer vínculos matrimoniales entre personas de la misma comunidad y asentarse como familia nuclear.
15
La independencia a la que María hace referencia está estrechamente asociada, a
su inserción en el mercado laboral como una forma de complemento al ingreso familiar
y la posibilidad de compaginar el cuidado de la familia, primordialmente, de los hijos
con el desarrollo de alguna actividad productiva. Ante esta situación, en su condición
de migrante retornada, ha buscado aplicar los conocimientos aprendidos en Durham
para asociarse con otras mujeres artesanas, así poder impulsar la comercialización de
sus artesanías en papel amate.
Otro ejemplo de experiencia migratoria es la de Carmen, migrante en Durham,
quien manifestaba una preocupación ante la posibilidad de retornar a su comunidad de
origen, al percibir importantes discrepancias entre San Pablito y Durham, sobre todo en
temas de educación
[…] lo que le digo a mi esposo cuando me manda para México es ‘No quiero
irme.’ Yo no tengo futuro para mis niños en México. Por ellos no quiero ir,
porque yo quiero [lo] mejor para mis niños y ese es mi sueño […], verlos crecer
y que vayan a la universidad. Aunque yo, yo no tengo futuro aquí, a mis hijos si
les está esperando algo para ellos. (Carmen, migrante activa, Durham, Carolina
del Norte, junio 2008).
Esta situación no es particular Carmen, sino también representa la nueva situación de
varias familias ‘de status mixto.’ Familias caracterizadas por que alguno de sus
miembros, usualmente alguno de los padres es indocumentado; mientras otros,
comúnmente niños son estadounidenses por nacimiento. (Passel, 2006; Rivermar, 2008:
107). En la última década, este tipo de familias ha adquirido un importante
protagonismo, ya que conforme se ha fortalecido el circuito migratorio otomí, el
surgimiento de este tipo de familias ha aumentado. Esta situación se ha convertido en un
desafío no sólo para el Estado, sino también para la conservación de algunas prácticas
socioculturales.
Estas tres experiencias, la de Adela, María y Carmen, dan evidencia de la
existencia de múltiples experiencias migratorias en un mismo circuito migratorio.
Generalmente, cuando una pareja, o alguno de los miembros deciden migrar y
establecerse en el país de recepción, el migrante tiende a enfrentar a múltiples dilemas
16
determinados por el género. La decisión de migrar está marcada por la construcción
social del género sobre lo que debería ser la feminidad y la masculinidad dentro de los
hogares y las redes sociales (Hondagneu-Sotelo, 1994). La experiencia de cada
migrante (hombre o mujer) nos da cuenta de la existencia de varias feminidades y
masculinidades.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, tiende a estar determinada por ciertas
actividades o roles de género regulado por los regímenes de género dominantes. En
relación a estas construcciones sociales genéricas, la migración masculina está asociada
a su rol de género como proveedor y a su interés por encontrar nuevas estrategias de
ingresos, mejorar sus condiciones de vida o satisfacer una necesidad de curiosidad,
aventura y aprendizaje, es decir ‘ser para sí mismo.’ Paradójicamente, la movilidad
femenina está más orientada a mantener los lazos afectivos, conyugales y familiares
cumpliendo su rol como reproductora.
En los tres ejemplos mencionados, en la sociedad de origen (San Pablito), la idea
del servicio, el cuidado y la maternidad está estrechamente asociada a la idea del deber.
En sociedades patriarcales, actividades como el cuidado del hogar, la familia y el trabajo
doméstico carecen de reconocimiento social y remuneración económica. Mientras que
en la sociedad de destino (Durham), esta misma idea de servicio y cuidado puede
representar una alternativa de ingresos (servicio doméstico, el cuidado de niños,
ancianos, enfermos, entre otros) o un medio para incursionar en espacios que les
brinden mayor seguridad en materia de educación, seguridad social y certidumbre
económica, generalmente están asociados a la práctica y organización colectiva.
Otro ejemplo de remesa/envío social ubicado en la fase de retroalimentación es
la jefatura del hogar. Los resultados del cuestionario nos darán un mejor ejemplo del
mantenimiento y adaptación de algunas prácticas socioculturales como la patrilocalidad.
Llama nuestra atención que al momento de cuestionar a los migrantes activos sobre el
tema de la jefatura familiar, varios de ellos entraron en conflicto. Ya que mientras en
San Pablito, la mayoría de ellos se consideraba jefe del hogar, en Durham consideraban
que esta posición estaba debilitada por dos principales factores: la distancia existente
entre el migrante y su familia y la necesidad de compartir un vivienda con otros
familiares, amigos y paisanos.
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El reconocimiento como jefe o jefa de familia en un hogar con migrantes
también es un claro ejemplo de la realidad distintiva que vive la población (migrante y
no migrante) por su condición de género. Ante ausencia del varón, la familia, y la
comunidad reconocen en el migrante como en la figura masculina la responsabilidad de
tomar las decisiones en relación al hogar, la utilización de los recursos y la
representación comunitaria. Esto no siempre se da cuando la persona que está ausente es
una mujer. Aunque tampoco debemos descartar, la presencia, cada vez más frecuente, de
jefaturas femeninas en la comunidad de San Pablito.
Cabe resaltar que otro punto que llamo nuestra atención en relación a la jefatura
del hogar es la vinculación con la representación del migrante en la comunidad de
origen y la tendencia patrilocal, que en palabras de Franco Pellotier (1992: 162) se
mantiene incluso cuando el hombre trabaja o vive fuera de la comunidad, la mujer se
queda en casa de los padres del marido mientras establece la pareja su propia residencia.
Si concentramos el análisis en las mujeres retornadas o cuyo marido ha migrado
veremos que a partir de la relación migración y patrilocalidad surgen importantes
procesos sociales en contradicción.
Varias de las mujeres encuestadas manifestaron que, en un principio, ante la
migración de su pareja tuvieron que residir en la casa de sus suegros. Esta situación, por
lo regular, generaba conflictos entre la pareja y la familia del migrante. Aunque, la
mayoría de los migrantes hombres argumentaba que uno de los principales por migrar
era obtener ingresos para lograr la independencia económica, construir su casa, así
romper con el poder ejercido por residencia patrilocal; éste, indirectamente, seguía
reproduciendo estos lazos de patrilocalidad mediante el control económico sobre su
pareja.
Ante la ausencia del migrante en la comunidad, el cónyuge y los padres juegan un
papel protagónico. Gran parte de las personas entrevistadas manifestaron que ante la
ausencia del migrante, tanto la pareja como los padres, son los encargados de cumplir
con las funciones de representación del migrante sobre todo a lo que refiere a la
representación comunitaria (establecimiento de compadrazgos, cooperación
comunitaria), también son la pareja y los padres a quienes, regularmente, los migrantes
les envían remesas.
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Aunado a las estructuras normativas como la base de la configuración social de la
comunidad, también cobra relevancia el sistema de prácticas en que se mantendrán y
reproducirán las relaciones sociales. Una característica fundamental de estas prácticas es
su socialización, es decir, la forma en que estas prácticas producirán la participación
colectiva de la población migrante y no migrante.
Como pudimos observar con el análisis de bienes simbólicos, la mayoría de los
eventos que se realizan en Estados Unidos se asocian a prácticas religiosas católicas.
Esta información resulta de gran relevancia ante el surgimiento, durante los años
cincuenta, del protestantismo en la región. El protestantismo logró implantarse
discretamente en localidades como San Pablito y masivamente en otras como San
Nicolás (Galinier, 1990: 96). Justamente ante esta división religiosa, prácticas como el
carnaval, se han convertido en un estandarte de identificación cultural de la población
de San Pablito.
La población católica migrante de San Pablito ha encontrado en la reproducción
de diversas prácticas religiosos un sistema de práctica sociocultural que le permite
mantener los lazos culturales con su comunidad de origen reafirmar su identidad
religiosa en una sociedad de destino dominada por el protestantismo. Un ejemplo de ello
es el festejo el 12 de diciembre. Otomíes, nahuas y mestizos procedentes de Pahuatlán
se reúnen junto con otros latinos en el barrio de “la Maldita Vecindad” para rendir culto
a la imagen de la Virgen de Guadalupe. La noche del 11 de diciembre, migrantes latinos
se reúne para celebrar este día con bailes y, así generar un sentido de pertenencia al
lugar.
Esta misma celebración también reúne a los migrantes en la iglesia de la
Inmaculada Concepción. Iglesia católica caracterizada por su interés de establecer
vínculos con la comunidad de habla hispana. Cada domingo a las 13:00 horas se realiza
una misa en español para la comunidad migrante en Durham. Varios de los entrevistados
manifestaron conocer esta iglesia y, ocasionalmente, asistir a misa y participar en
algunos eventos comunitarios. La organización en diversos comités conformados por
población latina ha permitido que esta institución comience a tener un papel, cada vez,
más protagónico como intermediario social entre la sociedad migrante y otras
instituciones públicas y civiles.
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A diferencia de la celebración del 12 de diciembre que congrega a una gran parte
de la comunidad latina, el carnaval otomí resulta ser una práctica sociocultural muy
característica del flujo migratorio de San Pablito, Pahuatlán. La riqueza simbólica,
mítica, metafórica e, incluso genealógica;5 que envuelve al carnaval, ha contribuido a
que este evento se convierta en un elemento central de la estructura de reproducción
social de los envíos sociales. De esta forma, la réplica del carnaval en Durham permite a
los migrantes indígenas otomí fortalecer su identidad étnica y reforzar sus lazos de
pertenencia con su comunidad de origen.
Lugares como los apartamentos de Juniper Street se convierten en espacios de
congregación de la población indígena otomí durante el fin de semana del carnaval,
generando con ello una estructura de reproducción de remesas sociales. Jóvenes
migrantes se visten con indumentarias típicas del carnaval para danzar alegremente y
reproducir, sencillamente, una de las tradiciones más añejas de su cultura. La mayoría
de los familiares no migrantes participan activamente, en el campo social transnacional,
mediante el envío de costosos y llamativos trajes propios de la región (estructura de
movilización). Mientras que otros familiares no migrantes, al no poder afrontar los
costos del envío se limitan a narrarles, vía telefónica, los sucesos más relevantes en la
realización de esta tradición en San Pablito.
Cabe destacar que el carnaval no se limita únicamente ser únicamente una
estructura de movilización y reproducción social, sino que su vinculación con el sistema
de cargos. Para varios grupos indígenas, el sistema de cargos se ha convertido en uno de
los principales mecanismos utilizados por la sociedad indígena para asumir una
identidad colectiva. Esto debido a que al poseer una estructura sociopolítica basada en el
deber y la responsabilidad, permite organizar la participación colectiva y fomentar la
integración social.
A diferencia de otros grupos indígenas como los mixtecos cuya estructura social
tiene como eje transversal el sistema de cargos, para la mayoría de los grupos indígenas
otomíes este sistema se ha ido flexibilizando. La participación de la comunidad se basa
fundamentalmente en la ejecución de las llamadas faenas o responsabilidades cívicas6 y
la y cooperación monetaria. En el caso particular de los otomíes y su relación con el
5 Galinier en su libro “La mitad del mundo” realiza un amplio análisis del significado, las características y la organización del carnaval en diversas comunidades otomíes.
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sistema de cargos, “los migrantes que se encuentran en Estados Unidos tienen la
obligación de encontrar un remplazo en las faenas o enviar dinero necesario para cubrir
los gastos asignados a cada ciudadano o su sustituto para determinadas faenas, como
reparar el palacio municipal, construir canales de irrigación o pavimentar carreteras.”
(Crummett, María y Ella Schmidt, 2004: 444)
La cooperación monetaria para el desarrollo de actividades sociales se ha convertido en
la principal manera en que los migrantes no sólo siguen teniendo presencia en San
Pablito, sino también cumplen con el mantenimiento de lazos sociales y afectivos en la
región. Por lo que retomando el caso de la reproducción del carnaval, podemos ver que
esta práctica sociocultural implica no únicamente reproducir únicamente una
celebración muy distintiva de San Pablito en Durham, sino también involucra la
creación de una estrategia de retroalimentación de las remesas/envíos sociales, ya que
su ejecución está imbuida de dos valores que caracterizan a las sociedades indígenas: la
solidaridad y la reciprocidad, con ello la posibilidad de fortalecer su capital social ante
la movilización de los recursos económicos y sociales.
Los familiares no migrantes integran a los migrantes en la participación de esta
tradición a través de sus narraciones; la población migrante promueve el desarrollo de
esta tradición mediante el envío de remesas económicas destinadas a la cooperación
comunitaria. Algunos de los migrantes reportan haber realizado una cooperación que va
de los 1,000 a los 5,000 pesos para apoyar a sus familias en la realización de este
evento; de esta forma, cumplir con sus obligaciones, en el sistema de cargos, como
mayordomos.
Actividades como las mayordomías, los sistemas de cargo son elementos vitales
para el proceso de identidad comunitaria. La participación se limita a las actividades del
terruño y, por lo regular, en el lugar de destino (Durham) mantienen prácticas
individuales centradas específicamente en actividades festivas. A diferencia de algunos
mestizos que ha aprovechado sus conocimientos y habilidades en el desarrollo de algún
oficio, promoviendo el establecimiento de negocios, principalmente vinculados a una
histórica práctica como es la panadería. En el caso de la población otomí en Durham
sólo identificamos a un migrante, Cirilo, migrante otomí que tiene un negocio
6 Las ‘faenas’ requieren de compromisos semanales de cada ciudadano, ya sea de trabajo físico o de ayuda financiera.
21
establecido en el Old North Durham. El protagonismo de su negocio radica en su
orientación a la medicina tradicional, la herbolaría, de cierta forma reproduce parte de
las creencias ancestrales y tradicionales de curación y sanación. Cirilo se auto identifica
como un hombre de negocios, sus conocimientos en contabilidad, computación le han
permitido que migrantes oriundos de la región, se apoyen en para tratar asuntos
referentes a impuestos o el uso de la computadora. Aunque él manifiesta recordar con
nostalgia su tierra, asume que, ante la fragilidad de la región por divisiones políticas,
religiosas, tiene más posibilidades de desarrollarse en Durham que en San Pablito.
Conclusiones
Llama nuestra atención que a pesar de realizar actividades comunitarias basadas
en la cooperación, la población otomí no realice actividades de organización cívica,
política e incluso religiosa. Por el contrario, la mayoría de las personas entrevistadas y
encuestadas manifiestan desinterés e incertidumbre al estar marcada la vida diaria en
San Pablito y Durham están marcadas por envidias, divisiones políticas, religiosas.
La participación organizativa se limita a cumplir funciones de faena o participar
con alguna cooperación económica. Ante la ausencia del migrante, los familiares no
migrantes, en su mayoría mujeres, son quienes están desarrollando una participación
activa en el proceso de la toma de decisiones a nivel comunitario, continuamente están
presentes en comités de salud y educación. Áreas caracterizadas por responsabilidades,
civiles y morales, en mayoría de las ocasiones refuerza, el llamado triple rol de género
(doméstico, productivo, comunitario). No obstante, las mujeres están adquiriendo mayor
presencia en este circuito migratorio no han logrado desarrollar igualdad de
oportunidades, las estructuras sociales y organizativas siguen reproduciendo políticas y
prácticas reguladas por un sistema patriarcal.
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