Documento de Aparecida
¿Porqué es importante estudiar el
Documento de Aparecida?
Es el documento orientador para la
vida de la Iglesia en AL.
¿En qué consiste esta superación?
La 1ª: Río de Janeiro trató de AL las amenazas del protestantismo y del
comunismo.
La 2ª: Medellín 1968 fue dedicada a aplicar el Concilio Vaticano II.
La 3ª: Puebla, coincide ya con algunos movimientos de
retroceso, de frenar experiencias pastorales como las CEBs y la
teología de la liberación.
La 4ª: Santo Domingo, se nota el deseo de controlar desde la Curia
Romana, la actividad y los métodos de la iglesia en AL, como el uso del “ver-juzgar-actuar”.
La 5ª: Aparecida. Reafirma la validez del ver-juzgar-actuar; el
enfoque de la eclesiología: comenzar por el discipulado
misionero, punto de las orientaciones pastorales.
¿Que significa comenzar desde el
discipulado?
1º. Volver a la actividad de
Jesús. Formar una comunidad de discípulos.
Todos discípulos iguales.
Solo Cristo maestro.
En esta etapa, aparecen las tentaciones de ver “quien es el
mayor”, de organizar la institución y sus poderes.
Lavar los pies modo de ejercicio de la autoridad.
El pueblo de Dios no es invitado a la experiencia del
discernimiento en los propios fieles.
Volver al discipulado
es una “verdadera revolución
eclesiológica”.
Es desde allí de donde han de nacer todos los
verdaderos cambios de la Iglesia.
El tema de las presencias de Jesús en la Iglesia es el mejor
modo de aproximación a Aparecida.
Novedad absoluta - Cristo como centro de la Iglesia - no como contenido de un mensaje que la iglesia elabora por si
misma.
El encuentro discípulos-maestros no como los discípulos
pré -pascuales, mas post-pascuales, entre los cuales nos encontramos nosotras.
La fidelidad al Espíritu Santo jamás nos apartará de la
obediencia de la jerarquía.
¿Cómo vivir el mensaje de Aparecida desde el encuentro de discípulos
post-pascuales con Jesús?
Este es el tema central de toda reflexión sobre
Aparecida.
Articular las cuatro presencias: por la Palabra, por la Eucaristía, por la Iglesia y
por el pobre.
Presencia en la Palabra.
Toda fe religiosa tiende a expresarse culturalmente
como “religión”.
Se trata del esfuerzo del ser humano por acercarse a Dios.
Fe no se confunde con la religión.
Fe es el acercarse de Dios a
nosotros por su revelación.
Es muy importante guiarse por la “fe cristológica” para purificar la
“religión cristiana”.
¿Cual es la diferencia entre religión cristiana y fe
cristológica?
El diálogo religioso parte de la convicción de la omnipotencia
de Dios.
Solo en el cristianismo, ese
Dios que es el Padre de Jesús se ha revelado como
“impotente” para salvar de la muerte
a su Hijo.
La vida histórica de Jesús es [Jesús=Cristo=crucificado].
Si todo termina aquí, lo revelado por el Hijo es la
impotencia y no la omnipotencia.
La realidad definitiva es [J=C=C] = Resucitado.
La omnipotencia de Dios se muestra en dar sentido a toda la historia desde el Hijo crucificado y resucitado a través de la fe de
la comunidad cristiana.
La presencia de Cristo en la Palabra es la que nos indica el
camino de las otras tres presencias: en la eucaristía, en la iglesia y en los pobres.
Presencia en la Eucaristía.
La eucaristía es la plenitud del misterio pascual.
Lo sucedido el jueves es el anuncio de una promesa.
No se puede separar el anuncio de la realidad que se verifica el viernes santo.
Promesa y cumplimiento son
parte de un diálogo entre el Hijo y el
Padre.
La promesa y su cumplimiento son la muerte de Jesús, la
respuesta del Padre es la
resurrección.
¿Qué significado práctico tiene para nuestra vida esta manera
de entender la eucaristía?
Referencia del ministerio presbiteral al único sacrificio del
único sacerdote en una única vez.
Por el bautismo todos los creyentes participamos del
único sacerdocio que es el de Cristo
(Carta a los Hebreos).
Identificar presbítero=sacerdote es
incorrecta y el Concilio trató de separarlas.
Consecuencia: el pueblo de Dios es despojado de su participación en el
sacerdocio de Cristo.
Por esta participación todos los cristianos vivimos nuestro ofertorio de “devolver bien
por mal”.
La muerte en la cruz nos deja el testimonio del debipoma de Jesús: “Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen”.
Cada vez que un creyente vive así, vive sacerdotalmente su
incorporación al sacerdocio de Cristo.
La presencia en la Eucaristía se completa por la fe en la
Resurrección.
Presencia en la Iglesia
Jesús esta presente en toda la Iglesia y todos sus miembros, pero con carismas diferentes
como partes distintas de un solo cuerpo.
La diversidad de carismas es
obra del Espíritu.
Tanto en la jerarquía como en el laicado, el sentido de los dones
es el mismo.
Los males de la Iglesia comienzan cuando la elección se confunde
con preferencia y méritos o privilegios, con poder y no con
servicio.
Laicos y jerarquía reciben sus dones para compartirlos y no
para dominar a otros.
Todos en la Iglesia tenemos que ayudarnos
a compartir nuestros dones
Presencia en los pobres
Esta Presencia se refiere al simple
hecho de la carencia de seres
humanos que necesitan de la
ayuda de otros para seguir viviendo.
Contexto de la opción
preferencial por los pobres, opción implícita en la fe
cristológica.
La fe cristológica se refiere a la paradoja del que es rico y viene en pobreza
para enriquecernos con su riqueza.
Se trata ahora de “explicitar” lo que está implícito
Esta es la tarea de la teología en el nivel teórico y de la
práctica de la justicia social en el nivel práctico.
La existencia de los pobres es un dato universal de experiencia.
Lo que la fe añade es que en ellos esta presente Jesús.
Articular el dato universal de experiencia de pobres, con el
dato particular de una comunidad de fe que reconoce en ellos y ellas a su Señor Jesucristo
Como don gratuito de fe, ese reconocimiento está dado en
la historia o en el juicio escatológico.
Lo que tiene que ser realizado
siempre y únicamente en la historia es haber servido al prójimo
necesitado.
Es esto lo que depende de la
libertad humana, sin la cual Dios no
salva a nadie.
Agustín decía: “el Dios que te creó sin ti no te salvará sin
ti”.
La Iglesia toda ella, laicado y jerarquía, esta llamada a dar
testimonio del Jesús que desde la Palabra y la Eucaristía nos invita a
reconocerlo en los pobres.
Si el mundo inmanente es el mundo donde estamos
instalados cómodamente incluso desde nuestros
egoísmos, las llamadas de Dios vendrán desde la
trascendencia.
Muchos identifican esta llamada con la espiritualidad, pero puede vivirse una falsa espiritualidad, que se vive tranquilamente sin
cambiar nuestra relación con los pobres.
La “trascendencia positiva” de la llamada de Dios en lo
espiritual, debe estar unida a la “trascendencia negativa”.