Wynne Jones Diana - Howl 01 - El Castillo Ambulante

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El castillo viajero

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El castillo ambulante

Diana Wynne Jones

Argumento.

Al huir de Ingary bajo los efectos de un terrible maleficio, Sophie Hatter encuentra el castillo del mago Howl. El mago es temido en toda la regin y hace que su castillo se traslade de un sitio a otro. De forma inesperada, el mago y Sophie colaborarn, cambiando el destino de muchas personas.

Coleccin coordinada por M. Carmen Daz-Villarejo.

Traduccin del ingls: Elena Abs Alvarez-Buiza.

Imagen de cubierta: Jos Luis Navarro.

Diseo de la coleccin: Alfonso Ruano y Pablo Nez.

Ttulo original: Howl's Moving Castle.

Diana Wynne Jones, 1986

Ediciones SM, 2003

Impresores, 15

Urbanizacin Prado del Espino

28660 Boadilla del Monte (Madrid)

ISBN: 84-348-8531-X

Depsito legal: M-45850-2003

Preimpresin: Grafilia, SL

Impreso en Espaa / Printed in Spain

Imprenta SM Joaqun Turina, 39 - 28044 Madrid

Queda prohibida, salvo excepcin prevista en la Ley, cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica y transformacin de esta obra sin contar con la autorizacin de los titulares de su propiedad intelectual. La infraccin de los derechos de difusin de la obra puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Cdigo Penal). El Centro Espaol de Derechos Reprogrficos vela por el respeto de los citados derechos.

Este libro es para Stephen.

La idea de este libro me la dio un chico durante la visita a un colegio, cuando me pidi que escribiera un libro llamado El castillo viajero.

Apunt su nombre y lo guard en un lugar tan seguro que no he podido encontrarlo hasta hoy.

Me gustara darle las gracias de todo corazn.

CAPTULO 1.

En el que Sophie habla con los sombreros

En el reino de Ingary, donde existen cosas como las botas de siete leguas y las capas de invisibilidad, ser el mayor de tres hermanos es una desgracia. Todo el mundo sabe que el mayor es el que fracasa primero, sobre todo si los tres salen a buscar fortuna.

Sophie Hatter era la mayor de tres hermanas. Ni siquiera era hija de un leador pobre, lo que podra haberle dado alguna oportunidad de triunfar, sino que sus padres tenan una sombrerera de seoras en la prspera ciudad de Market Chipping, donde vivan desahogadamente. Eso s, su madre muri cuando Sophie tena dos aos y su hermana Lettie uno, y su padre se haba casado con la ayudante de la tienda, una joven guapa y rubia llamada Fanny. Al poco tiempo Fanny dio a luz a la tercera hermana, Martha. Segn eso, Sophie y Lettie deberan haberse convertido en las hermanas feas, pero lo cierto es que las tres nias crecieron muy hermosas, aunque todo el mundo deca que la ms bella era Lettie. Fanny las trataba a las tres con el mismo cario y no favoreca a Martha en absoluto.

El seor Hatter se senta orgulloso de sus tres hijas y las envi al mejor colegio de la ciudad. Sophie era la ms estudiosa. Lea mucho y muy pronto se dio cuenta de las pocas probabilidades que tena de que el futuro le deparase una vida interesante. Se llev una desilusin pero sigui viviendo feliz, cuidando de sus hermanas y preparando a Martha para que buscara su fortuna cuando llegara el momento. Como Fanny estaba siempre ocupada en la tienda, Sophie era la encargada de cuidar a las otras dos. Las pequeas no dejaban de pelearse y tirarse de los pelos. Lettie de ninguna manera se resignaba a ser la que, despus de Sophie, tendra menos xito.

No es justo! gritaba Lettie. Por qu tiene que llevarse Martha lo mejor solo por ser la pequea? Pues yo me pienso casar con un prncipe, hala!

A lo que Martha siempre replicaba que ella iba a ser riqusima sin necesidad de casarse con nadie. Entonces tena que venir Sophie a separarlas y arreglarles los desgarrones de la ropa. Era muy habilidosa con la aguja. Incluso lleg a hacerles vestidos a sus hermanas. Antes de que esta historia comenzara de verdad, a Lettie le cosi un vestido de un rosa intenso para celebrar la fiesta de mayo, que en opinin de Fanny pareca salido de la tienda ms cara de Kingsbury.

Por aquella poca, todo el mundo haba vuelto a hablar de la bruja del Pramo. Se deca que haba amenazado de muerte a la hija del Rey, y que este haba enviado al Pramo a su mago personal, el mago Suliman, para que se encargara de ella. Y, al parecer, el mago Suliman no solo haba sido incapaz de cumplir el encargo, sino que la bruja haba acabado con l.

As pues, cuando unos meses ms tarde apareci de repente un castillo alto y negro sobre las colinas de Market Chipping, despidiendo columnas de humo sucio por sus cuatro torres, todos estuvieron convencidos de que la bruja haba vuelto a salir del Pramo y estaba dispuesta a aterrorizar al pas como lo hizo cincuenta aos atrs. La gente estaba muy asustada. Nadie sala solo, especialmente de noche. Y lo ms terrorfico era que el castillo no siempre estaba en el mismo sitio. A veces, el castillo se vea como una mancha alta y negra en los terrenos yermos al noroeste, otras sobresalan sobre las rocas al este, y en algunas ocasiones se acercaba a la ladera y se colocaba sobre los brezos, al norte, un poco ms all de la ltima granja. De vez en cuando se mova, echando bocanadas de humo gris y sucio por sus torres. Al principio todo el mundo crea que muy pronto el castillo llegara a plantarse en el medio del valle, y el alcalde habl de pedir ayuda al Rey.

Pero el castillo se qued rondando por las colinas y se supo que no perteneca a la bruja, sino al mago Howl. El mago Howl tampoco era un santo. Aunque al parecer no quera abandonar las colinas, se rumoreaba que le diverta atrapar a jovencitas y quitarles el alma. Otros aseguraban que se coma sus corazones. Era un mago absolutamente fro y sin escrpulos y ninguna joven estara segura si l andaba cerca. Sophie, Lettie y Martha, igual que las dems muchachas de Market Chipping, tenan prohibido salir solas, lo que resultaba muy pesado. Se preguntaban para qu querra el mago Howl todas aquellas almas que coleccionaba.

Pero al poco tiempo tuvieron otras cosas en qu pensar, porque el seor Hatter muri de repente justo cuando Sophie era lo bastante mayor para dejar el colegio. Y entonces se descubri que el orgullo que senta por sus hijas haba sido excesivo: para pagar la matrcula del colegio haba contrado pesadas deudas. Despus del funeral, Fanny se sent con las nias en la casa que tenan junto a la tienda y les explic la situacin.

Me temo que las tres tenis que abandonar el colegio dijo. He estado haciendo todo tipo de cuentas y la nica forma de mantener el negocio y cuidaros a las tres es que os coloquis como aprendizas en algn sitio. No es prctico que os quedis todas en la tienda. No puedo permitrmelo. As que esto es lo que he decidido. Primero Lettie...

Lettie levant la vista, con un aspecto de radiante salud y belleza que ni siquiera la pena y el luto podan ocultar.

Yo quiero seguir aprendiendo dijo.

Y as ser, cario replic Fanny. He dispuesto que entres como aprendiza en casa de Cesari, el pastelero de la Plaza del Mercado. Tienen la reputacin de tratar a sus aprendices como a reyes, y sers muy feliz all, adems de aprender un oficio til. La seora Cesari es una buena clienta y amiga, y ha accedido a colocarte en su casa como un favor personal.

Lettie solt una carcajada que dejaba ver que no estaba contenta en absoluto.

Vaya, muchas gracias dijo. Menos mal que me gusta cocinar.

Fanny pareca aliviada. A veces Lettie poda ponerse muy cabezota.

Y ahora Martha dijo. Ya s que eres demasiado pequea para trabajar, as que se me ha ocurrido algo que te proporcionar un aprendizaje largo y tranquilo que te ser til para cualquier cosa que decidas hacer despus. Conoces a mi amiga del colegio, Annabel Fairfax?

Martha, que era delgada y rubia, clav sus grandes ojos grises en Fanny casi con la misma determinacin que Lettie.

Esa que habla tanto? pregunt. No es Bruja?

S, lo es, y tiene una bonita casa con muchos clientes de todo el valle de Folding dijo Fanny entusiasmada. Es una buena mujer. Te ensear todo lo que sabe y seguramente te presentar a mucha gente importante de Kingsbury. Cuando termine contigo estars bien preparada para la vida.

Es simptica admiti Martha. De acuerdo.

A Sophie le pareci que Fanny lo haba hecho muy bien. Lettie, al ser la mediana, seguramente nunca llegara muy lejos, as que Fanny la haba colocado donde tendra oportunidades de conocer a un aprendiz joven y guapo y vivir feliz para siempre. Martha, que estaba destinada a labrarse su fortuna, contara para ello con la ayuda de la brujera y de amigos ricos. Y en cuanto a s misma, no tena la menor duda de qu le esperaba. No le sorprendi lo ms mnimo cuando Fanny dijo:

Y ahora, Sophie, cario, me parece lo ms justo que heredes esta tienda cuando yo me retire, ya que eres la mayor. As que he decidido tomarte como aprendiza para darte la oportunidad de conocer el negocio. Qu te parece?

Sophie no poda admitir que se senta resignada por heredar el negocio de los sombreros. Le dio las gracias.

Entonces todo arreglado! dijo Fanny.

Al da siguiente Sophie ayud a Martha a guardar su ropa en una caja y al otro la vieron marcharse montada en una carreta, pequea, erguida y nerviosa. El camino hacia Upper Bolding, donde viva la seora Fairfax, atravesaba las colinas v pasaba junto al castillo del mago Howl. Era comprensible que Martha tuviera miedo.

No le pasar nada dijo Lettie.

Lettie se haba negado a ayudar con el equipaje. Cuando la carreta desapareci en el horizonte, Lettie meti todas sus pertenencias en una funda de almohada y le pag al criado del vecino una moneda de seis peniques para que la ayudara a llevarla en una carretilla a casa de Cesari en la Plaza del Mercado.

Lettie marchaba detrs de la carretilla con un aspecto mucho ms animado de lo que Sophie haba supuesto. La verdad es que daba la impresin de que se haba quitado de encima la sombrerera.

El chico de los recados regres con una nota de Lettie que deca que haba colocado sus cosas en el dormitorio de las chicas y que Cesari le pareca un sitio muy divertido. Una semana ms tarde el carretero trajo una carta de Martha diciendo que haba llegado bien y que la seora Fairfax era encantadora y que le pona miel a todo, porque tena colmenas. Y aquello fue lo nico que supo Sophie de sus hermanas durante algn tiempo, porque ella tambin empez su aprendizaje el mismo da que Martha y Lettie se marcharon.

Como es natural, Sophie ya conoca el negocio de los sombreros bastante bien. Desde muy pequea haba jugado en el taller al otro lado del patio donde se mojaban los sombreros, se moldeaban sobre hormas de madera y se fabricaban flores, frutas y otros ornamentos de cera y seda para adornarlos. Conoca a todos los trabajadores. La mayora ya estaba all cuando su padre era nio. Conoca a Bessie, la nica ayudante de la tienda que quedaba. Conoca a los clientes que compraban los sombreros y al hombre que conduca el carro que traa los sombreros de paja natural del campo para que les dieran forma en el taller. Conoca a los dems proveedores y saba cmo se haca el fieltro para los modelos de invierno. En realidad no haba mucho que Fanny pudiera ensearle, excepto tal vez cul era la mejor manera de conseguir que un cliente comprara un sombrero.

Tienes que conducirlos poco a poco hacia el ms apropiado, cario le explic Fanny. Primero les enseas los que no les quedarn bien del todo, para que noten la diferencia en cuanto se pongan el adecuado.

La verdad es que Sophie no se dedicaba mucho a vender sombreros. Despus de pasar un da observando en el taller y otro da visitando con Fanny los mercaderes de paos y sedas, su madrastra la puso a rematar sombreros. Sophie se sentaba en una pequea alcoba en la trastienda, cosiendo rosas en las pamelas y velos en los bonetes, forrndolos todos con seda y adornndolos con frutas de cera y lazos de colores. Se le daba muy bien. Y le gustaba. Pero se senta aislada y un poco aburrida. Los trabajadores del taller eran demasiado mayores para ser entretenidos y, adems, no la trataban como a uno de ellos sino como a alguien que algn da heredara el negocio. Bessie la trataba igual. Y de todas formas sobre lo nico que hablaba era sobre el granjero con el que iba a casarse la semana siguiente a la fiesta de mayo. Sophie tena celos de Fanny, que poda salir a regatear con el mercader de sedas siempre que quera.

Lo ms interesante eran las conversaciones de los clientes. Es imposible comprar un sombrero sin cotillear. Sophie se sentaba en su alcoba y mientras daba puntadas se enteraba de que el alcalde no coma jams verdura y de que el castillo del mago Howl haba vuelto a los acantilados, hay que ver cmo es, y bla, bla, bla... Siempre bajaban la voz cuando empezaban a hablar del mago Howl, pero Sophie se enter de que el mes pasado haba atrapado a una chica en el valle. Barba azul!, decan los murmullos, que volvan a elevarse para afirmar que Jane Farrier era un autntico desastre a la hora de arreglarse el pelo. Esa desde luego no conseguira atraer ni siquiera al mago Howl, y mucho menos a un hombre respetable. Y entonces se oa un breve y temeroso susurro sobre la bruja del Pramo. Sophie empez a pensar que el mago Howl y la bruja del Pramo deberan emparejarse.

Parecen hechos el uno para el otro. Alguien debera organizarles una citale dijo al sombrero que estaba adornando en ese momento.

Pero a finales de mes, todos los chismes de la tienda se centraron de repente en Lettie. Al parecer, Cesari estaba lleno de caballeros de la maana a la noche, todos comprando grandes cantidades de pasteles y exigiendo ser atendidos por Lettie. Ya haba recibido diez propuestas de matrimonio, que iban, en orden de importancia, desde el hijo del alcalde hasta el barrendero, y las haba rechazado todas alegando que todava era demasiado joven para decidirse.

Me parece algo muy sensato por su parte le coment Sophie a un bonete que estaba forrando con seda.

A Fanny la alegraron aquellas noticias.

Saba que le ira bien! dijo contenta. A Sophie se le ocurri que a Fanny le alegraba no tener a Lettie cerca.

Lettie es terrible para el negocio le dijo al bonete, frunciendo la seda color champin. Ella conseguira que incluso, viejo y desaliado, parecieras elegante. Pero las dems miran a Lettie y se desesperan.

Sophie hablaba cada vez ms con los sombreros a medida que pasaban las semanas. No tena a nadie ms con quin hablar. Fanny se pasaba casi todo el da fuera, haciendo negocios o intentando conseguir ms clientas y Bessie estaba ocupada atendiendo y contndole a todo el mundo sus planes de boda. Sophie tom por costumbre colocar los sombreros en sus hormas de madera cuando los terminaba, donde quedaban como una cabeza de verdad, y siempre haca una pausa para decirle a cada uno cmo sera el cuerpo que le correspondera. Sola halagar al sombrero un poco, porque a los clientes hay que engatusarlos.

Posees un atractivo misterioso le dijo a uno cubierto con un velo de brillos ocultos. A una pamela ancha de color crema con rosas bajo el ala le dijo: Vas a tener que casarte con un rico! y a otro sombrero de paja de color verde manzana con una pluma verde y rizada le dijo: Eres tan joven como una hoja de primavera.

A los bonetes rosas les deca que eran dulces y encantadores y a los sombreros elegantes adornados con terciopelo que eran ingeniosos. Y al bonete color champin le dijo:

Tienes un corazn de oro y alguno de buena posicin lo ver y se enamorar de ti aquello lo dijo porque senta lstima de aquel bonete en particular. Pareca tan remilgado y tan soso.

Al da siguiente lleg a la tienda Jane Farrier y lo compr. Era cierto que tena el pelo un poco raro, pens Sophie observndola desde su alcoba, como si se lo hubiera enrollado en unas tenazas. Era una pena que Jane hubiera escogido aquel bonete. Para entonces todo el mundo vena a la tienda a comprar. Tal vez fuera la promocin de Fanny o tal vez que se acercaba la primavera, pero era evidente que el negocio de los sombreros iba en aumento. Fanny empez a decir, con tono un poco culpable:

Creo que no debera haberme dado tanta prisa en colocar a Martha y a Lettie. Podramos habernos arreglado.

Cuando abril se iba acercando a la fiesta de mayo, haba tantos clientes que Sophie tuvo que ponerse un modesto traje gris y ayudar en la tienda tambin. Pero la demanda era tanta que entre cliente y cliente se dedicaba a adornar sombreros y todas las tardes se los llevaba a casa, en la puerta de al lado, donde trabajaba a la luz de un quinqu hasta bien entrada la noche para tener sombreros que vender al da siguiente. Los sombreros verdes como el de la esposa del alcalde estaban muy solicitados, al igual que los bonetes rosas. Y entonces, la semana antes de la fiesta, alguien entr pidiendo el de color champin con fruncidos, como el que llevaba Jane Farrier cuando se fug con el conde de Catterack.

Aquella noche, mientras cosa, Sophie tuvo que admitir que su vida era bastante insulsa. En lugar de hablar con los sombreros, se los fue probando todos al terminarlos, mirndose en el espejo. Aquello fue un error. Aquel severo traje gris no le sentaba bien, especialmente con los ojos enrojecidos de tanto coser. Y como tena el pelo de color paja rojiza, ni el verde ni el rosa le quedaban bien. Y el de los fruncidos color champin le daba un aspecto sencillamente horroroso.

Como una vieja solterona! dijo Sophie.

No es que quisiera fugarse con un conde, como Jane Farrier, ni siquiera quera que la mitad del pueblo le pidiera matrimonio, como a Lettie. Pero quera hacer algo, no estaba segura de qu, algo que fuera un poco ms interesante que adornar sombreros. Pens que al da siguiente sacara tiempo para ir a hablar con Lettie.

Pero no fue. O le faltaba tiempo o fuerzas, o le pareca que la Plaza del Mercado estaba muy lejos, o recordaba que si iba sola estara en peligro a causa del mago Howl. Fuera lo que fuese, cada da le pareca ms difcil ir a ver a su hermana. Era muy extrao. Sophie siempre se haba considerado tan decidida como Lettie. Pero ahora se daba cuenta de que haba cosas que solo era capaz de hacer cuando ya no le quedaba ninguna excusa.

Esto es absurdo! dijo Sophie. La Plaza de Mercado est a dos calles de aqu. Si voy corriendo...

Y se prometi que al da siguiente se acercara a Cesari cuando la sombrerera estuviera cerrada por ser la fiesta de mayo.

Entretanto, a la tienda lleg un nuevo rumor. Se deca que el Rey se haba peleado con su propio hermano, el prncipe Justin, y que el prncipe se haba marchado al exilio. Nadie saba a ciencia cierta cules haban sido las razones de la pelea, pero el prncipe haba pasado por Market Chipping de incgnito haca dos meses y nadie lo haba reconocido. El Rey haba enviado al conde de Catterack a buscarlo y, en vez de eso, se encontr con Jane Farrier. Sophie se puso triste al escucharlo. En el mundo ocurran cosas interesantes, pero siempre a los dems. De todas formas, sera agradable ver a Lettie.

Lleg la fiesta de mayo. Desde el amanecer, las calles se llenaron de jbilo. Fanny sali temprano, pero Sophie tena que terminar primero un par de sombreros. Cantaba mientras trabajaba. Al fin y al cabo, Lettie tambin estaba trabajando. Los das de fiesta, Cesari abra hasta la media noche.

Voy a comprarme un pastelillo de crema decidi Sophie. Hace siglos que no los pruebo.

Vio cmo la gente se arremolinaba al otro lado del escaparate, con ropas de vivos colores. Haba vendedores de recuerdos y saltimbanquis caminando sobre zancos. Sophie los contempl entusiasmada.

Pero cuando por fin se ech un chal gris sobre el vestido gris y sali a la calle, su entusiasmo se desvaneci. Se sinti abrumada. Haba demasiada gente corriendo a su alrededor, rindose y gritando, demasiado ruido y ajetreo. Sophie se sinti como si los meses que haba pasado sentada cosiendo la hubieran transformado en una vieja o la hubieran dejado medio invlida. Se envolvi bien en el chal y avanz pegada a las casas, intentando evitar que los zapatos de domingo de la multitud la pisaran o que le clavaran uno de aquellos codos cubiertos por largusimas mangas de seda. Cuando de repente se oy una lluvia de explosiones en el aire, Sophie pens que se iba a desmayar. Levant la vista y vio el castillo del mago Howl justo sobre la ladera de la colina a las afueras de la ciudad, tan cerca que pareca apoyado sobre las chimeneas. De las cuatro torres del castillo salan llamas azules despidiendo bolas de fuego azul que explotaban en el cielo con un estruendo horrible. El mago Howl pareca estar molesto por la fiesta. O tal vez estaba intentando participar, a su manera. Sophie estaba tan aterrorizada que no le interesaba saber cul era el motivo. Se habra marchado a casa, pero para entonces ya estaba a mitad de camino hacia Cesari. Ech a correr.

Cmo se me ocurri desear que mi vida fuese interesante? se pregunt mientras corra. Me dara demasiado miedo. Eso me pasa por ser la mayor de tres hermanas.

Cuando lleg a la Plaza del Mercado, fue todava peor. All estaban la mayora de las posadas. Haba grupos de jvenes que se tambaleaban ebrios de un lado a otro, arrastrando los faldones de las chaquetas y las mangas y dando zapatazos con las botas con hebillas que nunca hubieran soado con ponerse en un da de trabajo, lanzando exclamaciones y atosigando a las jovencitas. Ellas paseaban elegantes de dos en dos, listas para dejarse atosigar. Era una fiesta de mayo perfectamente normal, pero a Sophie tambin le daba miedo todo aquello. Y cuando un joven con un fantstico traje azul y plateado la vio y decidi abordarla tambin a ella, Sophie se escabull en el portal de una tienda e intent esconderse.

El joven la mir sorprendida.

No pasa nada, ratoncita gris le dijo, con una sonrisa tomo compadecindose. Solo quiero invitarte a tomar algo. No pongas esa cara de miedo.

Su mirada de lstima hizo que Sophie se sintiera totalmente avergonzada. Era un hombre elegante, con un rostro huesudo y refinado, bastante mayor, bien entrada la veintena, y con el pelo rubio cuidadosamente peinado. Las mangas de su chaqueta colgaban ms que ninguna, con bordes de volantes y remates plateados.

Oh, no, gracias, por favor, seor tartamude Sophie. Yo iba, iba a ver a mi hermana.

Entonces vete a verla, por supuesto sonri aquel joven maduro. Quin soy yo para impedir que una dama vea a su hermana? Quieres que te acompae, ya que pareces tan asustada?

Lo dijo con amabilidad, lo que hizo que Sophie sintiera ms vergenza que nunca.

No. No, gracias, seor! jade y sali corriendo dejndolo atrs. Tambin llevaba perfume. El olor a jacintos la sigui mientras se alejaba.

Qu hombre tan elegante!, pens Sophie mientras se abra paso entre las mesitas a la entrada de Cesari.

Las mesas estaban abarrotadas. Dentro haba tanta gente y tanto ruido como en la plaza. Sophie localiz a Lettie entre la fila de ayudantes que servan tras el mostrador gracias al grupo de hijos de granjeros que apoyaban los codos en l gritndole cosas. Lettie, ms guapa que nunca y tal vez un poco ms delgada, meta pastelillos en las bolsas tan aprisa como poda, cerrando cada bolsa con una hbil rosca y mirando por debajo del codo con una sonrisa y una respuesta por cada bolsa que cerraba. Se oan muchas risas. Sophie tuvo que abrirse paso hacia el mostrador.

Lettie la vio. Por un momento pareci quedarse pasmada. Luego sus ojos y su sonrisa brillaron al gritar:

Sophie!

Puedo hablar contigo? grit Sophie. En algn sitio grit un poco perdida cuando un codo grande y bien vestido la apart del mostrador de un empujn.

Un momento! le contest Lettie tambin a gritos. Dio un paso atrs, se volvi hacia la chica que estaba junto a ella y le susurr algo. La chica asinti, sonri y ocup el lugar de Lettie.

Tendris que conformaros conmigo le dijo a la multitud. Quin es el siguiente?

Pero yo quiero hablar contigo, Lettie! grit uno de los granjeros.

Habla con Carrie respondi Lettie. Yo quiero hablar con mi hermana.

A nadie pareci importarle. Empujaron a Sophie hacia el final del mostrador, donde Lettie la llamaba y mantena abierta una trampilla para ella, y le dijeron que no tuviera a Lettie ocupada todo el da. Cuando pas por la trampilla, Lettie la cogi por la mueca y la llev hacia el fondo de la tienda, hasta una habitacin llena de rejillas de madera, todas ellas repletas de filas de pasteles. Lettie sac dos taburetes.

Sintate le dijo. Mir al estante ms cercano, de forma distrada, y le pas a Sophie un pastelillo de crema. Puede que te haga falta.

Sophie se dej caer en el taburete y aspir el rico aroma del pastelillo, sintindose un poco llorosa.

Ay, Lettie! exclam. Me alegro tanto de verte!

S, y yo me alegro de que ests sentada respondi Lettie. Porque no soy Lettie. Soy Martha.

CAPTULO 2.

En el que Sophie debe salir a buscar fortuna

Qu? pregunt Sophie mirando fijamente a la chica sentada en el taburete frente a ella. Era igualita a Lettie. Llevaba el segundo mejor vestido azul de Lettie, de un azul maravilloso que le sentaba muy bien, y tena el pelo oscuro y los ojos azules de Lettie.

Soy Martha repiti su hermana. A quin pillaste cortando en pedazos las calzas de seda de Lettie? Yo no se lo dije a nadie. Y t?

Tampoco dijo Sophie, totalmente atnita. Ahora vea que era Martha. Distingua esa inclinacin de cabeza tan suya aunque la cara fuera de Lettie, y tena las manos entrelazadas sobre las rodillas haciendo molinillos con los pulgares, como haca siempre Martha. Por qu?

Me aterrorizaba pensar que podras venir a verme dijo Martha, porque saba que tendra que contrtelo. Y ahora es un alivio. Promteme que no se lo dirs a nadie. Y s que si lo prometes no lo dirs, porque eres muy honrada.

Te lo prometo dijo Sophie. Pero por qu? Y cmo?

Lettie y yo nos pusimos de acuerdo dijo Martha, haciendo molinetes con los pulgares, porque Lettie quera aprender brujera y yo no. Ella tiene muy buena cabeza, y quiere labrarse un futuro donde pueda utilizarla. Pero a ver quin le dice eso a mam! Est demasiado celosa de Lettie como para admitir siquiera que es lista!

Sophie no crea que Fanny fuera as, pero lo dej pasar.

Y t?

Cmete el pastel sigui Martha. Est bueno. S, yo tambin puedo ser lista. Con solo dos semanas en casa de la seora Fairfax encontr el conjuro que estamos usando. Me levantaba por la noche para leer sus libros en secreto y fue muy fcil. Luego le pregunt si poda visitar a mi familia y me dijo que s. Es un cielo. Crey que tena morria. As que vine con el conjuro y Lettie volvi con la seora Fairfax hacindose pasar por m. Lo ms difcil fue la primera semana, cuando no saba todas las cosas que se supona que ya me haban enseado. Fue horrible. Pero descubr que le caigo bien a la gente. Sabes? Funciona cuando a ti tambin te caen bien los dems, y todo sali bien. Y la seora Fairfax no ha despedido a Lettie, as que supongo que ella tambin se las habr arreglado.

Sophie mastic el pastel que no estaba disfrutando.

Pero, por qu lo has hecho?

Martha se balance en el taburete, con una gran sonrisa sobre la cara de Lettie, haciendo girar los pulgares de contento.

Quiero casarme y tener diez hijos.

Eres demasiado joven! exclam Sophie.

Es verdad admiti Martha. Pero comprenders que tengo que empezar bastante pronto si quiero tener diez. Y as tendr tiempo de ver si la persona que quiero me quiere por m misma. El conjuro ir desapareciendo poco a poco, y cada vez ser ms yo misma.

Sophie estaba tan maravillada que se termin el pastel sin darse cuenta de qu clase de pastel era.

Y por qu diez hijos?

Porque esos son los que quiero respondi Marcha.

No tena ni idea!

Bueno, no tena mucho sentido contrtelo porque t siempre le dabas la razn a mam sobre que yo tena que hacer fortuna dijo Martha. Creste que mam lo deca en serio. Y yo tambin, hasta que pap muri y vi que lo nico que quera era librarse de nosotras: coloc a Lettie donde conocera a muchos hombres y se casara pronto, y a m me mand lo ms lejos que pudo. Estaba tan enfadada que pens que vala la pena intentarlo. Habl con Lettie y, como ella estaba igual de enfadada, nos pusimos de acuerdo. Ahora estamos satisfechas. Pero las dos nos sentimos mal por ti. Eres demasiado lista y buena para pasarte el resto de tu vida encerrada en esa tienda. Hemos hablado de ello, pero no sabemos qu hacer.

Estoy bien protest Sophie. Tan solo es un poco aburrido.

Que ests bien? exclam Martha. S, claro, y por eso no has venido a verme durante meses y cuando por fin apareces es con un horrible vestido gris y con ese chal. Parece que hasta yo te doy miedo! Qu te ha hecho mam?

Nada dijo Sophie incmoda. Hemos estado muy ocupadas. No hables as de Fanny, Martha. Es tu madre.

S, y yo me parezco a ella lo bastante para entenderla replic Martha. Por eso me mand tan lejos, o al menos lo intent. Mam sabe que para explotar a alguien no hace falta portarse mal con l. Ella sabe lo obediente que eres. Sabe que tienes esa idea metida en la cabeza de que vas a ser un fracaso por ser la mayor. Y te ha manejado perfectamente y ha conseguido que trabajes como una esclava para ella. Seguro que ni siquiera te paga.

Todava soy aprendiza protest Sophie.

Y yo tambin, pero recibo un salario. Los Cesari saben que lo valgo dijo Martha. La sombrerera est ganando una fortuna, Sophie. Y todo gracias a ti! T hiciste el sombrero verde con el que la mujer del alcalde parece una colegiala, a que s?

El verde manzana. Yo lo adorn dijo Sophie.

Y el bonete que llevaba Jane Ferrier cuando conoci a aquel noble continu Martha. Eres un genio con los sombreros y la ropa, Sophie. Y mam lo sabe! Sellaste tu futuro cuando le hiciste aquel vestido a Lettie para la fiesta del ao pasado. Y ahora eres t quien gana el dinero mientras ella se divierte por ah.

Ella hace las compras dijo Sophie.

Las compras! grit Martha. Sus pulgares giraban enfurecidos. Eso lo liquida en media maana. La he visto, Sophie. Y he odo los rumores. Anda por ah en un carruaje alquilado y con ropa nueva gracias a lo que ganas t, y visita todas las mansiones del valle! Dice que va comprar esa casa tan grande en Vale End y establecerse a lo grande. Y qu haces t?

Bueno, Fanny se merece disfrutar un poco despus de todo lo que ha trabajado para criarnos a las tres dijo Sophie. Supongo que yo heredar la tienda.

Menudo destino! exclam Martha. Oye...

Pero en ese momento en el otro extremo de la habitacin estaban retirando dos rejillas vacas y un aprendiz consigui asomar la cabeza entre ellas.

Me pareci or tu voz, Lettie dijo, sonriendo con un aire de lo ms amistoso y galante. Acaba de salir otra hornada. Dselo a todos su cabeza, cubierta por cabello rizado y un tanto harinoso, volvi a desaparecer. A Sophie le pareci un muchacho simptico. Estaba deseando preguntar si era el que a Martha le gustaba de verdad, pero no tuvo ocasin. Martha se levant a toda prisa sin dejar de hablar.

Tengo que decirle a las chicas que saquen esto a la tienda. Aydame con esta dijo arrastrando la bandeja ms cercana. Sophie la ayud a llevarla hasta la tienda, ruidosa y llena de actividad. Tienes que hacer algo por ti misma, Sophie continu Martha mientras avanzaban. Lettie no dejaba de repetir que no saba que pasara contigo cuando no estuviramos nosotras para darte un poco de confianza en ti misma. Y tena razn en preocuparse.

En la tienda, la seora Cesari tom la bandeja en sus enormes brazos, gritando instrucciones, y una hilera de ayudantes pas corriendo junto a Martha para recoger las dems. Sophie se despidi a voces y se desliz entre el tumulto. No le pareca apropiado quitarle ms tiempo a Martha. Adems, quera estar a solas para pensar. Se fue a casa corriendo. Desde el prado donde se encontraba la Feria, junto al ro, estaban lanzando fuegos artificiales que competan con los relmpagos azules del castillo de Howl. Sophie se sinti ms desvalida que nunca.

Durante toda la semana siguiente no dej de pensar y pensar, y lo nico que consigui fue sentirse confundida y descontenta. Las cosas no parecan ser como ella crea, listaba asombrada por lo que haban hecho Lettie y Martha. Durante muchos aos las haba mal interpretado. Pero no poda creer que Fanny fuera el tipo de mujer que deca su hermana.

Tuvo mucho tiempo para pensar porque, aunque Bessie se march para casarse y Sophie estaba casi siempre sola en la tienda, Fanny pareca pasar mucho tiempo fuera, divirtindose o no, y el negocio se tranquiliz despus de las fiestas. Tres das ms tarde, Sophie se atrevi a preguntarle a Fanny:

No debera ganar un sueldo?

Claro que s, cario, con todo lo que haces! respondi l:anny cariosamente, colocando un sombrero rosa en el escaparate. Me encargar de eso en cuanto haya hecho las cuentas esta noche.

Y entonces sali y no regres hasta que Sophie ya haba cerrado la tienda y se haba llevado a casa los sombreros del da para adornarlos.

Al principio Sophie se sinti mal por haber hecho caso a Martha, pero cuando Fanny no mencion su sueldo ni aquella noche ni en toda la semana, empez a pensar que Martha tena razn.

A lo mejor me est explotando le dijo a un sombrero que estaba adorando con seda roja y un ramillete de cerezas de cera, pero alguien tiene que hacer estas cosas, o no habra sombreros para vender.

Termin el sombrero y estaba mirando uno blanco y negro, muy elegante, cuando se le ocurri otra cosa:

Acaso importa que no haya sombreros para vender? le pregunt. Mir a su alrededor, a los sombreros colocados en sus hormas o esperando en un montn a que ella los adornara. Para qu servs, vamos a ver? les pregunt. A m desde luego no me estis sirviendo para nada bueno.

Y a punto estuvo de salir de casa a buscar fortuna, cuando record que era la hermana mayor y que no vala la pena. Volvi a tomar el sombrero con un suspiro.

A la maana siguiente todava segua descontenta, sola en la tienda, cuando una joven de aspecto ordinario entr hecha una fiera, haciendo girar un bonete color champin que sujetaba por los lazos.

Mira esto! exclam la joven. Me dijiste que era el mismo bonete que llevaba Jane Ferrier cuando conoci al conde. Y era mentira. No me ha ocurrido nada de nada!

No me extraa dijo Sophie, sin poder contenerse. Si eres tan tonta como para llevar ese bonete con esa cara, es que no tienes seso ni para distinguir al mismsimo Rey si apareciera por aqu. Eso si no se convirtiese en piedra nada ms verte, claro.

La clienta le lanz una mirada asesina. Luego le arroj el bonete y sali de la tienda. Sophie lo meti con cuidado en la papelera, jadeando. Segn decan las reglas, el que pierde los nervios, pierde un cliente. Y acababa de demostrar que era cierto. Lo que ms le preocup fue darse cuenta de cmo haba disfrutado.

Sophie no tuvo tiempo de recuperarse. Se oy el sonido de las ruedas y los cascos de un caballo y un carruaje oscureci el escaparate. La campana de la tienda repiquete y entr la clienta ms elegante que haba visto nunca, con un chal color arena sobre los hombros y un traje negro en el que centelleaban diamantes. Los ojos de Sophie se dirigieron en primer lugar hacia el ancho sombrero de la seora, que tena autnticas plumas de avestruz teidas para reflejar los rosas, verdes y azules que refulgan en los diamantes, y segua pareciendo negro al mismo tiempo. Aquel sombrero era muy caro. El rostro de la dama era de una belleza minuciosa. El pelo castao le haca parecer joven, pero... Los ojos de Sophie se posaron en el joven que la haba seguido. Tena un rostro ligeramente impreciso y el pelo rojizo, iba bastante bien vestido pero estaba plido y obviamente disgustado. Mir a Sophie con una especie de horror suplicante. Era ms joven que la seora. Sophie estaba confundida.

La seora Hatter? pregunt la dama con voz musical pero autoritaria.

S, soy yo contest Sophie. El hombre pareca ms turbado que nunca. Tal vez la seora fuese su madre.

He odo que hace unos sombreros maravillosos dijo la seora. Mustremelos.

Sophie no se crea capaz de contestar con el humor en que estaba. Fue a la trastienda para sacar sombreros. No haba ninguno de la categora de aquella dama, pero not que el hombre la segua con la mirada y aquello le puso nerviosa. Cuanto antes descubriera la seora que aquellos sombreros no eran adecuados para ella, antes se marchara la extraa pareja. As que sigui el consejo de Fanny y sac primero los que menos la favoreceran.

La seora los rechaz de inmediato.

Encantador le dijo al bonete rosa. Juventud coment sobre el verde manzana. Para el que tena velos y brillos, aadi: Aire misterioso, qu obviedad. Qu ms tiene?

Sophie sac el sombrero ms elegante, en blanco y negro, que era el nico que podra remotamente interesarle. Ella lo mir con desprecio.

Este no vale de nada a nadie. Me est haciendo usted perder el tiempo, seora Hatter.

Solo porque ha entrado usted en la tienda y ha pedido un sombrero dijo Sophie. Detrs de la seora, el hombre abri la boca y pareci intentar prevenirla por seas. No somos ms que una tienda pequea en una ciudad pequea. Por qu se ha molestado en entrar? termin Sophie, preguntndose qu estaba ocurriendo.

Siempre me molesto cuando alguien trata de oponerse a la bruja del Pramo dijo la dama. He odo hablar de usted, seora Hatter, y no aprecio ni su competencia ni su actitud. He venido a pararle los pies. Eso es extendi la mano con un movimiento descuidado hacia el rostro de Sophie.

Quiere decir que es usted la bruja del Pramo? tembl Sophie. Le pareci que la voz le haba cambiado del miedo y el asombro.

Lo soy dijo la dama. Y a ver si esto le ensea a no entrometerse con cosas que me pertenecen.

No creo que yo haya hecho algo as. Debe de haber algn error gimi Sophie. El hombre la estaba mirando completamente horrorizado, aunque ella no saba por qu.

No es ningn error, seora Hatter dijo la bruja. Vamos, Gastn se dio la vuelta y avanz hasta la puerta de la tienda. Mientras el hombre la abra servilmente, la bruja se dio la vuelta y le dijo a Sophie: Por cierto, no podrs decirle a nadie que ests bajo los efectos de un conjuro dijo. La puerta de la tienda se dobl tras ella como una campana fnebre.

Sophie se llev las manos a la cara, preguntndose qu habra visto el hombre. Y palp arrugas suaves y curtidas por el sol. Se mir las manos y tambin estaban arrugadas, y muy delgadas, con grandes venas en el dorso y nudillos huesudos. Se levant las faldas y baj la vista hasta los delgados y decrpitos tobillos y unos pies que haban deformado los zapatos. Eran las piernas de una persona de unos noventa aos y parecan ser de verdad.

Sophie se acerc al espejo y descubri que cojeaba. El rostro del espejo estaba bastante tranquilo, porque encontr lo que esperaba ver: el rostro de una anciana enjuta, demacrada y morena, rodeado de un halo de escaso pelo blanco. Sus propios ojos, amarillentos y acuosos, la miraron con expresin trgica.

No te preocupes, viejita le dijo Sophie a la imagen. Pareces estar muy sana. Adems, esta cara se corresponde mejor con tu estado de nimo.

Pens en su situacin con bastante calma. Todo pareca haberse vuelto tranquilo y distante. Ni siquiera estaba especialmente enfadada con la bruja del Pramo.

Bueno, claro que tendr que ocuparme de ella en cuanto tenga oportunidad se dijo, pero mientras tanto, si Lettie y Martha pueden soportar ser otra, yo tambin puedo aguantarlo. Lo que no puedo hacer es quedarme aqu. A Fanny le dara un ataque. A ver. Este traje gris es apropiado, pero necesito el chal y algo de comida.

Avanz cojeando hasta la puerta y coloc con cuidado el cartel de CERRADO. Las articulaciones le crujan al moverse. Tena que caminar despacio e inclinada hacia delante. Pero descubri aliviada que era una anciana fuerte. No se senta dbil o enferma, solo agarrotada. Fue a recoger su chal y se lo coloc por encima de la cabeza, como hacan las seoras mayores. Luego recorri lentamente la casa y recogi su bolsa con unas cuantas monedas y un hatillo con pan y queso. Sali de la casa, escondi la llave con cuidado en el sitio de siempre y se alej calle abajo cojeando, sorprendida por lo tranquila que se senta.

Dud si despedirse de Martha, pero no le gust la idea de que no la reconociera. Era mejor marcharse sin ms. Decidi que escribira a sus dos hermanas cuando llegara a donde fuera y sigui andando, atravesando el prado donde haba estado la feria, cruzando un puente y recorriendo senderos. Era un da clido de primavera. Sophie descubri que ser un vejestorio no le impeda disfrutar de los colores y aromas de mayo en los setos del camino, aunque tena la vista un poco nublada. Le empez a doler la espalda. Avanzaba a buen paso, pero necesitaba un bastn. Iba mirando a los lados, por si vea algn palo suelto.

Su vista no era tan buena como antes. Le pareci ver un palo, a una distancia de una milla ms o menos, pero cuando tir de l result ser el extremo de un espantapjaros que alguien haba arrojado al seto. Sophie lo coloc de pie. La cara era un nabo arrugado. Sophie se compadeci de l. En lugar de hacerlo pedazos y quedarse con el palo, lo coloc entre dos ramas del seto de forma que se cerna amenazadora sobre los espinos. Sophie lo enderez y las mangas hechas jirones ondearon sobre los palos.

Ya est dijo, y su propia voz ronca la sorprendi tanto que se ri con una carcajada seca. Ninguno de los dos servimos para mucho, verdad, amigo? Tal vez consigas volver a tu campo si te dejo aqu donde la gente te pueda ver sigui adelante por el sendero, pero se le ocurri algo y se dio la vuelta. Si no estuviera condenada al fracaso por mi posicin en la familia le dijo al espantapjaros, podras convertirte en un ser vivo y ayudarme a hacer fortuna. Pero de todas formas te deseo suerte.

Volvi a rerse por lo bajo mientras continuaba. Tal vez estuviera un poco loca, pero eso era normal en las ancianas de su edad.

Alrededor de una hora ms tarde encontr un palo cuando se sent a descansar y a comer el pan y el queso. Oy ruidos que venan del seto, a su espalda, pequeos gemidos ahogados, seguidos de tirones que hicieron volar ptalos de los arbustos. Sophie se incorpor sobre sus huesudas rodillas para escudriar entre las hojas, flores y espinas, y descubri que all dentro, en el interior del seto, haba un perro gris y delgaducho. Estaba atrapado sin remedio con un palo grueso que de alguna forma se haba enredado con una cuerda que el perro tena atada alrededor del cuello. El palo se haba enganchado entre dos ramas del seto, de forma que el animal apenas poda moverse. Al ver la cara de Sophie, mir de un lado a otro despavorido.

De nia, a Sophie le daban miedo todos los perros. Incluso a su edad se alarm al ver las dos hileras de colmillos relucientes en las mandbulas abiertas de aquel animal. Pero se dijo a s misma: Tal y como estoy ahora, casi no merece la pena preocuparse, y busc las tijeras en la bolsa de costura. Cuando las encontr, meti la mano entre las ramas y se puso a cortar la cuerda que el perro tena alrededor del cuello.

El perro era totalmente salvaje. Intent alejarse de ella y gru. Pero Sophie sigui cortando con valenta.

Te vas a morir de hambre o a asfixiarte le dijo al perro con voz cascada, a menos que me dejes que te suelte. De hecho, me parece que han intentado estrangularte. A lo mejor por eso eres tan fiero.

Le haban atado la cuerda con fuerza alrededor del cuello, y el palo haba servido para retorcerla con maldad. Sophie tuvo que esforzarse mucho para conseguir cortar la cuerda y que el perro pudiera salir por debajo del palo.

Quieres un poco de pan con queso? le pregunt Sophie. Pero el perro le gru, se abri paso hacia el lado opuesto del seto y se alej. Qu ingrato! exclam frotndose los brazos araados. Pero me has dejado un regalo sin quererlo.

Sac el palo que haba tenido el perro atrapado en el seto y descubri que era un bastn bien torneado con la punta de metal. Sophie termin el pan y el queso y se puso de nuevo en camino. El sendero se fue haciendo cada vez ms empinado y el bastn le sirvi de gran ayuda. Tambin le serva de compaero de conversacin. Al fin y al cabo, las personas mayores suelen hablar solas.

Ya van dos encuentros dijo, y ni rastro de gratitud mgica en ninguno de los dos. De todas formas, eres un buen bastn. No me quejo. Pero estoy segura de que me aguarda un tercer encuentro, mgico o no. Es ms, insisto en que tiene que haberlo. Me pregunto qu ser.

El tercer encuentro lleg hacia el final de la tarde. Cuando Sophie haba avanzado hasta la parte alta de las colinas, un campesino se acerc hacia ella silbando por el sendero. Sophie pens que sera un pastor, que volva a casa tras cuidar de sus ovejas. Era un hombre joven muy apuesto, de unos cuarenta aos ms o menos.

Dios mo! se dijo Sophie. Esta maana me habra parecido un hombre mayor. Cmo lo cambia todo el punto de vista!

Cuando el hombre vio a Sophie murmurando para s, se apart con cuidado hacia el otro lado del sendero y la salud con gran amabilidad.

Buenas tardes, madre! Hacia dnde va?

Madre? dijo Sophie. Yo no soy tu madre, joven!

Era solo una forma de hablar dijo el pastor, apartndose lentamente hacia el seto del otro lado. Solo le he preguntado por educacin, al verla caminar por las colinas a esta hora de la tarde. No volver a Upper Folding antes de que anochezca, verdad?

Sophie no se haba parado a pensarlo. Se detuvo y lo consider.

Lo cierto es que no importa dijo, a medias para s misma. No se puede ser escrupuloso cuando se sale a buscar fortuna.

De verdad, madre? dijo el pastor. Ya haba dejado atrs a Sophie y pareci sentirse ms tranquilo. Entonces le deseo buena suerte, siempre que su fortuna no tenga nada que ver con hechizar el ganado de los dems.

Y avanz sendero abajo a grandes zancadas, casi corriendo.

Sophie lo mir indignado.

Me ha tomado por una bruja! le dijo a su bastn.

Le dieron ganas de asustar al pastor gritando cosas desagradables, pero le pareci una maldad. Sigui avanzando cuesta arriba, refunfuando. Al poco tiempo lleg a las tierras altas cubiertas de brezos, donde los setos de ambos lados del camino haban desaparecido. A lo lejos se vean pendientes cubiertas de hierba amarilla que se agitaba con el viento. Sophie sigui adelante con determinacin. Para entonces le dolan los pies viejos y nudosos, la espalda y las rodillas. Estaba tan cansada que no poda ni murmurar, pero sigui adelante, jadeando, hasta que el sol se acerc al horizonte. Y de repente comprendi que no poda dar un paso ms.

Se dej caer sobre una piedra junto al camino, preguntndose qu hacer.

La nica fortuna en la que puedo pensar ahora mismo es una silla cmoda! exclam.

La piedra result ser una especie de mirador, que le ofreci a Sophie una vista magnfica del camino por el que haba venido. A sus pies se extenda casi todo el valle con sus campos, vallados y setos, los meandros del ro y las mansiones elegantes de los ricos que resplandecan entre las arboledas bajo el sol poniente, hasta llegar a las montaas azules a lo lejos. Justo debajo se vea Market Chipping. Sophie contempl sus calles que le resultaban tan familiares. Ah estaban la Plaza del Mercado y casa Cesari. Podra haber tirado una piedra por la chimenea de su casa, junto a la sombrerera.

Qu cerca estoy todava! le dijo Sophie a su bastn, desanimada. Tanto andar para llegar justo encima de mi propio tejado!

Cuando el sol se ocult se qued fra sentada en aquella piedra. Haca un viento desagradable que soplaba desde todos los lados al mismo tiempo cuando Sophie intentaba guarecerse de l. Ahora ya no le pareca tan poco importante pasar la noche en las colinas. No dejaba de pensar, cada vez con mayor insistencia, en una silla cmoda junto a la chimenea, y tambin en la oscuridad y los animales salvajes. Pero si regresaba hacia Market Chipping, no llegara antes de la medianoche. Lo mismo le daba seguir adelante. Suspir y se levant. Le crujieron todos los huesos. Era horrible, le dola todo.

Nunca me haba dado cuenta de lo que tienen que soportar los ancianos! exclam mientras avanzaba cuesta arriba con dificultad. De todas formas, no creo que me coman los lobos. Debo estar demasiado seca y dura. Es un consuelo.

La noche vena con rapidez y las altas colinas cubiertas de brezo eran de un azul grisceo. El viento se volvi ms afilado. Los jadeos y los crujidos de sus huesos resonaban con tanta fuerza en sus odos que tard un momento en darse cuenta de que no todos los chasquidos y jadeos procedan de ella misma. Levant la vista nublada.

El castillo del mago Howl se acercaba traqueteando hacia ella sobre el brezo. Tras sus negras almenas ascendan nubes de humo negro. Era una figura alta, delgada, pesada y fea, y realmente siniestra. Sophie se apoy en su bastn y lo observ. No estaba particularmente asustada. Se pregunt cmo se movera. Pero lo que ms le llam la atencin fue que aquel humo deba significar que dentro de aquellos muros negros y altos habra una chimenea.

En fin, por qu no? le dijo al bastn. Dudo mucho que el mago Howl quiera mi alma para su coleccin. Solo acepta jovencitas.

Levant el palo y lo agit con autoridad en direccin al castillo.

Alto ah! grit.

El castillo obedeci detenindose con mucho estruendo, a unos veinte pasos colina arriba. Sophie se sinti tremendamente agradecida mientras avanzaba cojeando hacia l.

CAPTULO 3.

En el que Sophie entra en un castillo y hace un trato

En el muro haba una puerta grande y negra y Sophie avanz hacia ella, cojeando con energa. El castillo era todava ms feo visto de cerca. Era demasiado alto para su base y no tena una forma muy regular. Por lo que poda ver Sophie en aquella oscuridad, estaba construido con grandes bloques que parecan de carbn y, como el carbn, todos los bloques tenan distintas formas y tamaos. Cuando se acerc, not que desprenda fro, pero aquello no la asust en absoluto. En lo nico que pensaba era en sillas y chimeneas y alarg una mano anhelante hacia la puerta.

La mano fue incapaz de tocarla. Algn tipo de pared invisible la detuvo a un palmo de la puerta. Sophie la empuj con un dedo irritado. Como aquello no sirvi de nada, lo intent con el bastn. La pared invisible pareca cubrir por arriba toda la puerta hasta donde alcanzaba su vara y, por abajo, hasta el brezo que sobresala por debajo del escaln de entrada.

brete! le dijo Sophie.

No sirvi de nada.

Muy bien dijo Sophie. Pues encontrar tu puerta trasera.

Avanz hacia la esquina izquierda del castillo, que estaba ms cerca y ligeramente cuesta abajo. Pero no fue capaz de doblarla. La pared invisible la volvi a detener en cuanto lleg a la altura de la esquina irregular. Entonces, Sophie dijo una palabra que haba aprendido de Martha, que ni las ancianas ni las nias pequeas deben pronunciar, y avanz a trompicones; cuesta arriba, en el sentido contrario a las agujas del reloj, hacia la esquina derecha del castillo. All no haba ninguna barrera. Dobl la esquina y avanz impaciente hacia el segundo portnnegro situado en medio de aquella pared del castillo.

El humo negro sopl sobre ella y Sophie tosi. Ahora estaba enfadada. Era vieja, frgil, tena fro y le dola todo. La noche haba cado y aquel castillo le haba soplado humo en la cara.

Voy a hablar con Howl sobre esto! dijo, y se lanz con fiereza hacia la siguiente esquina. Tampoco all haba ninguna barrera. Era obvio que haba que dar la vuelta al castillo en sentido contrario a las agujas del reloj. En aquella pared haba una tercera puerta, mucho ms pequea y desvencijada.

Por fin la puerta trasera! exclam Sophie.

El castillo volvi a moverse en cuanto Sophie se acerc a aquella entrada. El suelo tembl. Las paredes se estremecieron y crujieron, y la puerta empez a moverse de lado alejndose de ella.

No, no hagas eso! grit Sophie. Corri tras la puerta y la golpe violentamente con el bastn. brete! aull.

La puerta se abri de golpe hacia adentro, mientras segua alejndose. Sophie, cojeando furiosamente, consigui poner un pie sobre el escaln. Luego salt y se tropez y volvi a saltar, mientras los grandes bloques negros alrededor de la puerta se movan y crujan a medida que el castillo coga velocidad sobre la desigual ladera. A Sophie no le extra que el castillo tuviera una planta tan torcida. Lo que la maravillaba era que no se cayera a pedazos all mismo.

Qu manera ms estpida de tratar un edificio! jade mientras se arrojaba en su interior. Tuvo que soltar el bastn y agarrarse a la puerta abierta para no salir despedida hacia fuera inmediatamente.

Cuando consigui recuperar un poco el aliento, se dio cuenta de que ante ella haba una persona de pie, sujetando la puerta. Era una cabeza ms alto que Sophie, pero vio que era casi un nio, solo un poco mayor que Martha. Y pareca que intentaba cerrar la puerta y echarla de la habitacin que vea al otro lado, clida a la luz de las lmparas, con el techo bajo de vigas descubiertas, para expulsarla otra vez hacia la noche.

Ni se te ocurra cerrarme la puerta en las narices, jovencito! le dijo.

No era mi intencin, pero usted est dejando la puerta abierta protest, Qu quiere?

Sophie mir a su alrededor. Haba varias cosas probablemente mgicas colgando de las vigas, ristras de cebollas, manojos de hierbas y paquetes de extraas races. Tambin haba otras que eran mgicas sin duda alguna, como libros con tapas de cuero, botellas torcidas y una calavera humana vieja, marrn y sonriente. Al otro lado del muchacho haba una chimenea con un fuego pequeo ardiendo en el hogar. Era un fuego ms pequeo de lo que el humo del exterior haca suponer, pero obviamente aquella era solamente una sala trasera del castillo. Y, lo que era ms importante para Sophie, aquel fuego haba alcanzado la etapa rosada y tranquila, con llamas azules bailando sobre los troncos, y junto a l, en la situacin ms clida, haba una silla baja con cojines.

Sophie empuj al muchacho a un lado y se lanz hacia la silla.

Ah! Mi fortuna! dijo, acomodndose. Era una delicia. El fuego calent sus achaques y la silla confort su espalda y entonces supo que si alguien quera echarla de all, tendra que usar la magia ms extrema y violenta para conseguirlo.

El muchacho cerr la puerta. Luego cogi el bastn de Sophie y lo apoy educadamente contra su silla. Sophie se dio cuenta de que no haba ningn indicio de que el castillo estuviera movindose sobre la ladera: ni siquiera se oa el eco del traqueteo ni se perciba el menor temblor. Qu raro!

Dile al mago Howl le dijo al joven que este castillo se le va a derrumbar sobre la cabeza si sigue movindose as.

El castillo est encantado para no derrumbarse respondi el muchacho. Pero me temo que Howl no se encuentra aqu en este momento.

Aquello era una buena noticia para Sophie.

Cundo volver? pregunt un poco nerviosa.

Probablemente no regrese hasta maana contest el muchacho. Qu quiere usted? Puedo ayudarla yo? Soy Michael, el ayudante de Howl.

Aquello s que era una buena noticia.

Me temo que solo un mago me puede ayudar dijo Sophie rpidamente y con firmeza. Y probablemente era verdad. Esperar, si no te importa.

Era evidente que a Michael s le importaba. Se qued all cerca sin saber qu hacer. Para dejarle claro de que no tena intencin la expulsara de all un simple ayudante, Sophie cerr los ojos y fingi tener sueo.

Dile que me llamo Sophie murmur. La vieja Sophie aadi, para que no hubiera peligro.

Seguramente tendr que esperar toda la noche dijo Michael.

Como eso era exactamente lo que Sophie quera, fingi no orlo. De hecho estaba casi segura de haberse quedado dormida. Estaba cansadsima de tanto andar. Al cabo de un momento Michael se rindi y volvi a lo que estaba haciendo en el banco de trabajo donde se encontraba la lmpara.

Sophie pens adormilada que tendra refugio toda la noche, aunque fuera con una excusa un poco falsa. Como Howl era un hombre tan malvado, probablemente le estaba bien empleado. Pero su intencin era estar muy lejos de all para cuando Howl apareciese y se opusiera a sus planes.

Dirigi una mirada soolienta y tmida al aprendiz. Le sorprendi que fuese un joven tan agradable y educado. A fin de cuentas, haba entrado por la fuerza con muy mala educacin y Michael no se haba quejado en absoluto. Tal vez Howl lo mantena en la ms abyecta servidumbre. Pero Michael no pareca servil. Era un joven alto y moreno con un rostro agradable, y vesta de forma totalmente respetable. La verdad es que si Sophie no lo hubiera visto en aquel mismo momento verter cuidadosamente un lquido verde de un frasco retorcido sobre un polvo negro en un jarro de cristal deformado, lo hubiera tomado por el hijo de un prspero granjero. Qu extrao!

Pero claro, era normal que las cosas fueran raras cuando se trataba de magos, pens Sophie. Y aquella cocina o taller era muy tranquila y de lo ms acogedora. Sophie cay dormida y se puso a roncar. No se despert cuando se produjo un relmpago y una explosin apagada en la mesa de trabajo, seguida de una palabrota de Michael a medio pronunciar. Tampoco se despert cuando Michael, chupndose los dedos quemados, abandon el conjuro por aquella noche y sac pan y queso del armario. Sigui dormida cuando Michael tir al suelo el bastn sin querer, armando un gran alboroto, al estirarse por encima de ella para alcanzar un tronco que echarle al fuego, o cuando, al ver la boca abierta de Sophie, le coment a la chimenea:

Tiene todos los dientes. No ser la bruja del Pramo, no?

No la habra dejado entrar si lo fuera contest la chimenea.

Michael se encogi de hombros y recogi educadamente el bastn de Sophie. Luego puso otro tronco en el fuego con la misma educacin y se march a acostarse en el piso de arriba.

A mitad de la noche a Sophie le despertaron unos ronquidos. Se estir sobresaltada y muy irritada al descubrir que la nica que haba estado roncando era ella. Le pareca que acababa de quedarse dormida solo unos segundos, pero en ese breve tiempo Michael haba desaparecido, llevndose la luz con l. Seguro que un aprendiz de mago aprenda a hacer esas cosas en la primera semana. Y haba dejado el fuego muy bajo. Estaba silbando y chisporroteando, molesto. Una rfaga de aire fro sopl sobre la espalda de Sophie. Record que estaba en el castillo de un mago y tambin, sin lugar a dudas, que haba una calavera humana en el banco de trabajo detrs de ella.

Se estremeci y volvi su cuello viejo y rgido, pero, solo distingui la oscuridad.

Vamos a poner un poco ms de luz, no? se dijo. Su vocecilla cascada pareci no hacer ms ruido que el crepitar del fuego.

Sophie se sorprendi. Esperaba que hubiera eco en los techos abovedados del castillo. De todas formas, haba una cesta con lea a su lado. Alarg el brazo con un crujido y ech un tronco al fuego, que envi un chorro de chispas verdes y azules hacia la chimenea. Ech otro tronco y se apoy de nuevo en el respaldo, sin dejar de mirar nerviosa a su espalda, donde el reflejo azul violeta del fuego danzaba sobre la superficie bruida de la calavera. La sala era bastante pequea. Y all no haba nadie ms que Sophie y la calavera.

l ya tiene los dos pies en la tumba y yo solo uno se consol mientras se volva de nuevo hacia el fuego, que ahora haba crecido con llamas azules y verdes. Debe de haber sal en esa madera murmur Sophie. Se acomod mejor, colocando los pies nudosos sobre la pantalla de la chimenea y la cabeza en una esquina de la silla, desde donde vea las llamas de colores, y empez a pensar soolienta qu hara por la maana. Pero se despist un poco al imaginar que haba una cara entre las llamas. Sera una cara delgada y azul susurr, muy alargada y delgada, con una nariz fina y azul. Pero esas llamas rizadas y verdes de arriba son sin duda el pelo. Y si no me marcho antes de que regrese Howl? Los magos pueden quitar encantamientos, supongo. Y esas llamas moradas cerca del fondo son la boca. Tienes unos dientes feroces, amigo mo. Y esos dos mechones de llamas verdes son las cejas... curiosamente, las nicas llamas naranjas del fuego estaban debajo de las cejas verdes, como dos ojos, y cada una tena un reflejo morado en el medio que Sophie poda casi imaginar que la estaban mirando, como la pupila de un ojo. Por otra parte continu Sophie, mirando las llamas naranjas, si me librara del encantamiento, se comera mi corazn en un santiamn.

No quieres que te coma el corazn? pregunt el fuego.

No haba duda de que haba sido el fuego el que haba hablado. Sophie vio cmo se mova la boca prpura cuando salieron las palabras. La voz era casi tan cascada como la suya, llena de los suspiros y los chisporroteos de la madera al arder.

Claro que no dijo Sophie. Qu eres?

Soy un demonio del fuego contest la boca prpura. Haba ms de suspiro que de rencor en su voz cuando explic: Estoy atado a esta chimenea por un contrato. No puedo moverme de aqu entonces la voz se convirti en vivaz y chispeante. Y quin eres t? le pregunt. Veo que ests bajo un encantamiento.

Eso espabil a Sophie de su sopor.

Lo notas! exclam. Me lo puedes quitar?

Se oy un silencio crepitante y ardiente mientras los ojos anaranjados en el rostro azul del demonio recorran a Sophie de arriba abajo.

Es un conjuro muy potente dijo por fin. A m me parece uno de los de la bruja del Pramo.

Lo es respondi Sophie.

Pero hay algo ms aadi el demonio. Detecto dos capas. Y por supuesto no puedes contrselo a nadie a menos que ya lo sepan mir a Sophie un momento ms. Tendr que estudiarlo.

Cunto tardars? pregunt Sophie.

Puedo tardar un buen rato dijo el demonio. Y aadi con una chispa suave y persuasiva: Qu te parece si hacemos un trato? Yo romper tu hechizo si t accedes a romper este contrato que me tiene sometido.

Sophie mir con desconfianza el rostro delgado y azul del demonio. Haba hecho aquella propuesta con una expresin cargada de astucia. Por todos los libros que haba ledo, saba que era extremadamente peligroso hacer tratos con un demonio. Y no haba duda de que aquel pareca especialmente malvado, con aquellos largos dientes morados.

Ests seguro de que eres honrado? le pregunt.

No del todo admiti el demonio. Pero es que acaso quieres quedarte as hasta que te mueras? Findome de mi experiencia en este tipo de cosas, el conjuro te ha acortado la vida unos sesenta aos.

Aquel era un pensamiento horrible, que Sophie haba tratado de evitar hasta hora. Pero cambiaba las cosas.

Ese contrato que te ata dijo, es con el mago Howl, no?

Naturalmente dijo el demonio. Su voz volvi a gemir un poco. Estoy atado a este hogar y no puedo moverme ni siquiera a un paso de distancia. Me obliga a realizar casi toda la magia que se hace aqu. Tengo que ocuparme del castillo, mantenerlo en movimiento y hacer todos esos efectos especiales que asustan a la gente, adems de todas las otras cosas que Howl quiera de m. Howl es un desalmado, sabes?

Sophie no necesitaba que le dijeran que Howl era un desalmado. Por otra parte, el demonio seguramente era igual de malvado.

Y t no sacas nada de este contrato? le pregunt.

Si no sacara algo, no lo habra firmado dijo el demonio, chispeando con tristeza. Pero de haber sabido lo que me esperaba, no lo hubiera hecho. Me estn explotando.

Pese a su desconfianza, Sophie se compadeci de l. Pens en s misma haciendo sombreros mientras Fanny se diverta por ah.

Est bien dijo. Cules son los trminos de tu contrato? Cmo lo rompo?

Una sonrisa prpura e impaciente se extendi por el rostro azul del demonio.

Aceptas el trato?

Si t aceptas romper mi encantamiento replic Sophie, con el valiente presentimiento de haber dicho algo fatal.

Hecho! grit el demonio, elevando su larga cara y satisfecha hacia la chimenea. jRomper tu hechizo en el mismo momento en que rompas mi contrato!

Entonces dime cmo romper tu contrato dijo Sophie.

Los ojos anaranjados la miraron y luego se apartaron.

No puedo. Una parte del contrato es que ni el mago ni yo podemos revelar cul es la clusula principal.

Sophie comprendi que la haban engaado. Abri la boca para decirle al demonio que en ese caso poda quedarse en el hogar hasta el da del juicio final. El demonio se dio cuenta de sus intenciones.

Espera un momento! crepit. Puedes averiguar qu es si observas y escuchas atentamente. Te suplico que lo intentes. A la larga, este contrato no nos hace bien a ninguno de los dos. Y s cumplir mi palabra. El hecho de que est aqu preso muestra que la estoy cumpliendo!

Lo deca en serio, saltando entre los troncos con gran agitacin. Sophie volvi a sentir mucha compasin por l.

Pero si tengo que observar y escuchar, eso quiere decir que tengo que quedarme aqu en el castillo de Howl objet.

Solo ser un mes o as. Recuerda que yo tambin tengo que estudiar tu conjuro suplic el demonio.

Pero qu excusa puedo poner para quedarme? pregunt Sophie.

Ya se nos ocurrir algo. Howl es un desastre para muchas cosas. De hecho dijo el demonio, siseando como una vbora, est demasiado pagado de s mismo para ver ms all de sus narices la mitad de las veces. Podemos engaarle, si es que decides quedarte.

Muy bien dijo Sophie, me quedar. Ahora busca una excusa.

Se arrellan cmodamente en la silla mientras el demonio pensaba. Y pensaba en voz alta, con murmullos crepitantes y resplandecientes que a Sophie le recordaron bastante a cmo hablaba ella con su bastn cuando vena por el camino, y mientras pensaba arda con un crepitar tan alegre y poderoso que volvi a quedarse dormida. Le pareci que el demonio haba hecho algunas sugerencias. Record haber negado con la cabeza ante la propuesta de fingir ser la ta abuela de Howl que se haba perdido haca mucho tiempo, y un par de ideas an ms descabelladas, pero no se acordaba muy bien. Al final al demonio le dio por cantar una tonada dulce y flameante. No estaba en ningn idioma que Sophie conociese, o eso le pareci, hasta que distingui la palabra sartn varias veces. Y era muy indicada para dormir. Sophie cay en un sueo profundo, con la ligera sospecha de que la estaban hechizando adems de engaando, pero no le molest particularmente. Pronto se habra librado del conjuro...

CAPTULO 4.

En el que Sophie descubre varias cosas extraas

Cuando Sophie se despert, caa sobre ella la luz de la maana. Como no recordaba que hubiera ninguna ventana en el castillo, lo primero que pens fue que se haba quedado dormida adornando sombreros y que haba soado que se marchaba de casa. Frente a ella, el fuego se haba convertido en unas brasas rosadas y cenizas blancas, lo que termin por convencerla de que el demonio del fuego haba sido un sueo. Pero sus primeros movimientos le dijeron que algunas cosas no las haba soado. Le crujieron todas las articulaciones del cuerpo.

Ay! exclam. Me duele todo!

La voz que exclam era un hilillo dbil y cascado. Se llev la mano nudosa a la cara y palp las arrugas. Y entonces se dio cuenta de que haba pasado todo el da anterior conmocionada. Ahora estaba muy enfadada con la bruja del Pramo por haberle hecho aquello, terriblemente furiosa. Qu es eso de entrar en las tiendas y volver vieja a la gente! exclam. Ya vers t lo que le voy a hacer yo a ella!

Su rabia la hizo ponerse de pie con una salva de crujidos y chirridos y acercarse lentamente hacia la ventana. Estaba sobre el banco de trabajo. Se qued totalmente sorprendida al descubrir que la ventana daba a una ciudad costera. Vio una calle empinada sin pavimentar, flanqueada por casas pequeas de aspecto pobre, y distingui los mstiles que se erguan ms all de los tejados. Por detrs de los mstiles percibi un reflejo del mar, que nunca haba visto en su vida.

Pero dnde estoy? pregunt Sophie a la calavera que estaba sobre la mesa. No espero que me contestes a eso, amigo mo aadi apresuradamente al recordar que estaba en el castillo de un mago y dio media vuelta para estudiar la habitacin.

Era una sala pequea, con vigas negras y pesadas en el techo. A la luz del da vio que estaba increblemente sucia. Las piedras del suelo estaban manchadas y grasientas, detrs de la pantalla de la chimenea se apilaba la ceniza y de las vigas colgaban polvorientas telaraas. La calavera estaba cubierta por una capa de polvo. Sophie la limpi distradamente al pasar a mirar la pila de lavar que estaba junto a la mesa. Le dio un escalofro al ver el limo verde y rosa que la recubra y la baba blanquecina que goteaba de la bomba de agua. Era evidente que a Howl no le importaba que sus sirvientes vivieran rodeados de mugre.

El resto del castillo tena que estar al otro lado de alguna de las cuatro puertas negras que haba en la habitacin. Sophie abri la ms cercana, junto a la mesa, que daba a un gran cuarto de bao. En algunos aspectos era un bao que normalmente solo se encontrara en un palacio, lleno de lujos como un retrete interior, una ducha, una inmensa baera con patas de len y espejos en todas las paredes. Pero estaba incluso ms sucio que la otra habitacin. Sophie se alej asqueada del retrete, arrug la nariz al ver el color de la baera, retrocedi ante el moho verde que creca en la ducha y pudo soportar el ver su imagen arrugada en los espejos porque estaban cubiertos por pegotes y churretes de sustancias innombrables. Las sustancias innombrables propiamente dichas se acumulaban sobre un estante muy grande que colgaba sobre la baera. Estaban en tarros, cajas, tubos y en cientos de paquetitos y bolsas arrugadas de papel marrn. El tarro ms grande tena un nombre. Deca POLVOS SECANTES con letras torcidas. Cogi al azar un paquete que deca PIEL y lo volvi a colocar en su lugar. En otro pona OJOS con la misma letra. En un tubo se lea PARA EL DETERIORO.

Pues parece que funciona murmur Sophie mirando en el lavabo con un escalofro. El agua corri por la loza cuando abri un grifo que podra haber sido de cobre y se llevo algo del deterioro. Sophie se aclar las manos y la cara con el agua sin tocar el lavabo, pero no tuvo valor de usar los POLVOS SECANTES. Se sec el agua con la falda y luego fue hacia la siguiente puerta negra.

Aquella daba a un tramo de escaleras destartaladas. Sophie oy a alguien moverse arriba y cerr la puerta a toda prisa. Pareca que solo daba a una especie de altillo. Avanz cojeando hasta la siguiente. Ya se mova con mayor facilidad. Era una anciana resistente, como haba descubierto el da anterior.

La tercera puerta daba a un pato trasero con altos muros de ladrillo. Haba un gran montn de lea y otras pilas desordenadas de trozos sueltos de hierro, ruedas, cubos, planchas de metal, cables, todo ello amontonado hasta casi sobrepasar la altura del muro. Sophie cerr tambin aquella puerta, totalmente confundida, porque pareca que no encajaba con el castillo. Por encima del muro de ladrillo no se vea ningn castillo. Solo el cielo. Lo nico que se le ocurri fue que aquella parte del castillo daba a la pared invisible que la haba detenido la noche anterior.

Abri la cuarta puerta y no era ms que un armario de la limpieza, con dos capas elegantes de terciopelo, algo polvorientas, colgadas de los palos de las escobas. Sophie volvi a cerrarla despacio. La nica puerta que quedaba era la de la pared de la ventana, por la que haba entrado la noche anterior. Se acerc hacia ella y la abri con cautela.

Durante unos momentos se qued contemplando el paisaje de las colinas que se movan lentamente, el brezo que se deslizaba por debajo de la puerta y el viento que alborotaba su pelo escaso. Poda or el traqueteo y el roce que producan las grandes piedras negras con el movimiento del castillo. Luego cerr la puerta y fue hacia la ventana. All estaba de nuevo la ciudad costera. No era un cuadro. Una mujer haba abierto una puerta al otro lado de la calle y estaba barriendo. Al otro lado de la casa, una vela gris se izaba sacudiendo el mstil, molestando a una bandada de gaviotas que ech a volar en crculos sobre el mar reluciente.

No lo entiendo le dijo Sophie a la calavera. Y luego, como el fuego pareca casi apagado, le puso un par de troncos y quit con el rastrillo parte de la ceniza. Las llamas verdes se elevaron de los troncos, pequeas y rizadas, y formaron una cara alargada y azul con una cabellera verde llameante.

Buenos das dijo el demonio del fuego. No olvides que tenemos un trato.

As que no haba sido un sueo. Sophie no sola llorar, pero se sent en la silla durante un buen rato mirando a la cara borrosa y danzarina del demonio del fuego, y no prest mucha atencin a los sonidos que haca Michael al levantarse, hasta que lo vio de pie frente a ella, con aspecto avergonzado y un poco exasperado.

Todava ests aqu dijo. Te pasa algo?

Sophie se sorbi las lgrimas.

Soy vieja comenz.

Pero, como le haba dicho la bruja y el demonio del fuego haba adivinado, no poda hablar de ello. Michael dijo alegremente:

Bueno, a todos nos llega con el tiempo. Te gustara tomar algo para desayunar?

Sophie descubri que realmente era una anciana resistente. Despus de haber comido solo pan y queso en el almuerzo del da anterior, ahora estaba hambrienta.

S! asinti. Y cuando Michael fue al armario, se levant y mir por encima del hombro para ver qu haba de comer.

Me temo que solo hay pan y queso dijo Michael algo tenso.

Pero si hay una cesta entera de huevos! dijo Sophie. Y no es eso beicon? Y qu tal si bebemos algo caliente? Dnde est la tetera?

No tenemos dijo Michael. Y Howl es el nico capaz de cocinar.

Yo tambin s cocinar dijo Sophie. Dame esa sartn y te lo demostrar.

Alarg la mano para coger una sartn grande y negra que colgaba en la pared del armario, a pesar de que Michael intent evitarlo.

No lo entiendes dijo Michael. Es Calcifer, el demonio del fuego. Solo inclina la cabeza para cocinar ante Howl.

Sophie dio media vuelta y mir al demonio, que llame con aspecto desafiante.

Me niego a que me exploten dijo.

Quieres decir que no puedes ni siquiera beber algo caliente si Howl no est? le pregunt Sophie a Michael. Michael asinti avergonzado. Entonces es a ti a quien estn explotando! exclam Sophie. Dame eso cogi la sartn de las manos reacias de Michael y agarr el beicon, luego meti una cuchara de madera en la cesta de los huevos y avanz con todo aquello hacia la chimenea. A ver, Calcifer dijo, vamos a dejarnos de tonteras. Inclina la cabeza.

No me puedes obligar! crepit el demonio.

Claro que puedo! crepit a su vez Sophie, con una fiereza que a menudo haca que sus hermanas se detuvieran en medio de una pelea. Si no, te echar agua por encima. O coger las tenazas y te quitar los dos troncos aadi mientras se arrodillaba junto al hogar con gran crujir de huesos. Y entonces suspir: O me puedo retractar del trato y contrselo a Howl, no te parece?

Maldicin! escupi Calcifer. Por qu la dejaste entrar, Michael?

Enfurruado, inclin la cara azul hacia adelante hasta que lo nico que se vea de l era un crculo de llamitas verdes bailando sobre los troncos.

Gracias dijo Sophie, y coloc de golpe la pesada sartn sobre las llamas para asegurarse de que Calcifer no se levantaba de repente.

Espero que se te queme el beicon dijo Calcifer, con la voz ahogada bajo la sartn.

Sophie plant varias lonchas sobre la sartn. Estaba bien caliente. El beicon chisporrote y Sophie tuvo que enrollarse la mano en la falda para sostener el mango. Cuando se abri la puerta, ni siquiera se dio cuenta por el ruido de la fritura.

No hagas tonteras le dijo a Calcifer. Y estte quieto, porque voy a cascar los huevos.

Ah, hola, Howl dijo Michael sin saber qu hacer.

Apresuradamente, Sophie dio media vuelta al orle. Los ojos se le abrieron como platos. El joven alto con el traje azul y plateado que acaba de entrar se detuvo cuando se dispona a dejar una guitarra en un rincn. Se apart el pelo rubio de sus curiosos ojos verdes y le devolvi la mirada a Sophie. Su cara larga y angulosa mostraba perplejidad.

Quin rayos eres t? dijo Howl. Dnde te he visto antes?

Soy una total desconocida minti Sophie con firmeza. Despus de todo, Howl solo la haba visto el tiempo suficiente para llamarla ratoncita, as que era casi cierto. Debera darle gracias al cielo por la suerte que haba tenido al haber podido escapar en aquella ocasin, pero en realidad su principal pensamiento fue: Anda! Si el mago Howl no es ms que un veinteaero, por muy malo que sea!. La vejez lo cambiaba todo, pens mientras le daba la vuelta al beicon en la sartn. Y se hubiera muerto antes que dejar que aquel jovenzuelo peripuesto se enterase de que era la chica de la que se haba compadecido el da de la fiesta. Y aquello no tena nada que ver con las almas y los corazones. Howl no se iba a enterar.

Dice que se llama Sophie intervino Michael. Lleg anoche.

Cmo ha conseguido que se incline Calcifer? pregunt Howl.

Me ha obligado! dijo Calcifer con voz lastimera y ahogada debajo de la sartn.

No hay mucha gente capaz de hacer una cosa as dijo Howl pensativo. Dej la guitarra en el rincn y se acerc al hogar. Un aroma a jacintos se mezcl con el del beicon cuando empuj a Sophie a un lado con firmeza. A Calcifer no le gusta que nadie cocine sobre l, excepto yo dijo al arrodillarse mientras se enrollaba una de sus largas mangas sobre la mano para sujetar la sartn. Psame dos lonchas de beicon ms y seis huevos, por favor, y dime para qu has venido.

Sophie se qued mirando fijamente a la joya azul que le colgaba de la oreja de Howl y le fue pasando un huevo detrs de otro.

Que para qu he venido, joven? dijo. Despus de lo que haba visto del castillo, era evidente. He venido porque soy la nueva limpiadora, naturalmente.

Ah, s? pregunt Howl, cascando los huevos con una sola mano y arrojando las cascaras entre los troncos, donde Calcifer pareca comrselas con mucho deleite y ruido. Y quin lo dice?

Yo lo digo afirm Sophie, y aadi en tono piadoso: Ser capaz de limpiar la porquera que hay aqu, aunque no pueda limpiar tu alma de maldad, jovencito.

Howl no es malo dijo Michael.

S que lo soy le contradijo Howl. Se te olvida lo malsimo que estoy siendo ahora mismo, Michael apunt con la barbilla a Sophie. Si tantas ganas tienes de ayudar, buena mujer, saca unos cuchillos y tenedores y haz sitio en la mesa.

Debajo de la mesa de trabajo haba unos taburetes altos. Michael los estaba sacando para sentarse, empujando hacia los lados todos los trastos que haba encima para hacer sitio a los cuchillos y tenedores que haba sacado de un cajn lateral. Sophie fue a ayudarle. No esperaba que Howl le diera la bienvenida, naturalmente, pero hasta entonces no le haba dado permiso para que se quedara ms all del desayuno. Como Michael no pareca necesitarla, Sophie se acerc arrastrando los pies hasta su bastn y lo coloc descaradamente en el armario de las escobas. Como aquello tampoco pareci llamar la atencin de Howl, dijo:

Puedes tomarme a prueba durante un mes, si quieres.

El mago Howl no dijo nada ms que:

Platos, Michael, por favor y se levant con la sartn humeante en la mano. Calcifer salt con un rugido de alivio y ardi con gran estrpito.

Sophie hizo otro intento para que el mago se comprometiera.

Si voy a estar aqu limpiando durante el prximo mes dijo, me gustara saber dnde est el resto del castillo. Solo he visto esta sala y el cuarto de bao.

Para su sorpresa, Michael y Howl estallaron en carcajadas.

Cuando casi haban terminado de desayunar, Sophie descubri qu les haba hecho tanta gracia. A Howl no solo era difcil obligarle a comprometerse, sino que no le gustaba contestar ninguna pregunta en absoluto. Sophie dej de preguntarle a l y se dirigi a Michael.

Dselo dijo Howl. As dejar de dar la lata.

No hay nada ms dijo Michael, excepto lo que has visto y dos dormitorios en el piso de arriba.

Qu? se sorprendi Sophie.

Howl y Michael se echaron a rer de nuevo.

Howl y Calcifer inventaron el castillo explic Michael y Calcifer lo mantiene en marcha. El interior en realidad es la vieja casa de Howl en Porthaven, que es la nica parte real.

Pero si Porthaven est a cientos de millas de aqu, en la costa! exclam Sophie. Qu vergenza! Y qu pretendes con este castillo grande y feo que recorre las colinas de Market Chipping aterrorizando a la gente?

Howl se encogi de hombros.

Qu mujer ms directa! He llegado a ese punto en mi carrera en que necesito impresionar a todo el mundo con mi poder y maldad. No quiero que el Rey piense bien de m. Adems, el ao pasado ofend a alguien muy poderoso y tengo que mantenerme alejado.

Era una forma un tanto extraa de evitar a alguien, pero Sophie supuso que los magos se regan por normas distintas a las de la gente corriente. Y enseguida descubri que el castillo tena otras peculiaridades. Haban terminado de comer y Michael estaba apilando los platos en la pila mugrienta cuando se oy un golpe fuerte y seco en la puerta. Calcifer elev sus llamas:

Puerta de Kingsbury!

Howl, que iba de camino al cuarto de bao, se dirigi hacia la puerta. Tena un pomo de madera pequeo y cuadrado en el dintel, con una pincelada de pintura en cada uno de sus cuatro lados. En aquel momento el lado que apuntaba hacia abajo tena una mancha verde, pero Howl lo hizo girar para que fuese la mancha roja la que apuntara hacia abajo antes de abrir la puerta.

Fuera haba un personaje con una peluca blanca y estirada y un sombrero de ala ancha. Vesta ropa escarlata, prpura y dorada y llevaba una vara pequea decorada con lazos, como un rbol de mayo para nios. Hizo una reverencia. Un aroma a trbol y a flores de naranjo se extendi por la habitacin.

Su Majestad el Rey le enva saludos y hace entrega del pago por los dos millares de botas de siete leguas dijo el hombre.

A su espalda, Sophie vislumbr un coche de caballos que esperaba en una calle llena de casas suntuosas cubiertas con tallas pintadas y torres y capiteles y cpulas ms all, de un esplendor que nunca haba imaginado siquiera. Lament que la persona de la puerta tardara tan poco tiempo en sacar una bolsa de seda larga y tintineante, y Howl en tomarla, devolverle el saludo y cerrar la puerta. Howl hizo girar el pomo para que la mancha verde volviera a apuntar hacia abajo y se meti la bolsa en el bolsillo. Sophie vio cmo Michael segua la bolsa con la mirada, con una expresin apremiante y preocupada.

Howl se meti directamente en el cuarto de bao, y grit:

Necesito agua caliente, Calcifer!

Y no sali durante un rato largusimo. Sophie no pudo contener su curiosidad.

Quin era ese? le pregunt a Michael. O ms bien, dnde estaba eso?

Esa puerta da a Kingsbury dijo Michael, donde vive el Rey. Creo que ese hombre era el secretario del Canciller. Y aadi preocupado a Calcifer ojal no le hubiera dado a Howl todo ese dinero.

Va a dejar Howl que me quede aqu?

Si te deja, nunca conseguirs que te lo diga contest Michael. Odia comprometerse.

CAPTULO 5.

En el que hay demasiada limpieza

DECIDI que lo nico que poda hacer era demostrarle a Howl que era una excelente limpiadora, un autntico tesoro. Se at un trapo viejo sobre el pelo blanco, se remang el vestido sobre los brazos arrugados y delgaduchos y se coloc un mantel que sac del armario de las escobas como si fuera un delantal. Era un alivio que solo hubiera cuatro habitaciones que limpiar en lugar de un castillo entero. Agarr un cubo y una escoba y se puso manos a la obra.

Qu haces? gritaron a coro Michael y Calcifer horrorizados.

Limpiar replic Sophie con firmeza. Esta casa es un desastre.

Calcifer dijo:

No hace falta.

Y Michael murmur:

Howl te va a echar!

Pero Sophie los ignor a los dos y empez a levantar nubes de polvo. En medio de todo esto, se oyeron nuevos golpes en la puerta. Calcifer ardi con fuerza:

Puerta de Porthaven! con un gran estornudo llameante que lanz chispas prpuras a travs de la polvareda.

Michael dej la mesa y fue hasta la puerta. Sophie espi a travs del polvo que estaba levantando y vio que esta vez Michael giraba el pomo cuadrado de madera de forma que el lado con la mancha azul apuntara hacia abajo. Cuando abri la puerta, la calle era la misma que se vea por la ventana y se encontr con una nia pequea.

Por favor, seor Fisher dijo. He venido por ese conjuro para mi madre.

Un conjuro de seguridad para el barco de tu padre, no? dijo Michael. Un momentito volvi a la mesa, cogi una jarra de las estanteras y de un frasco verti una cantidad del polvo en un trozo de papel. Mientras tanto, la nia observaba a Sophie con tanta curiosidad como Sophie a ella. Michael retorci el papel con el polvo dentro y regres dando instrucciones: Dile que lo espolvoree por todo el barco. Durar para la ida y la vuelta, incluso si hay tormenta.

La nia tom el papel y le entreg una moneda.

El hechicero ahora tiene tambin una bruja trabajando para l? pregunt.

No respondi Michael.

Te refieres a m? pregunt Sophie. Ah, s, hijita. Soy la bruja mejor y ms limpia de todo Ingary.

Michael cerr la puerta, con expresin exasperada.

Ahora se enterarn en todo Porthaven. Puede que a Howl no le agrade volvi a girar el pomo con el verde hacia abajo.

Sophie se ri un poco para sus adentros, sin arrepentirse lo ms mnimo. Probablemente haba permitido que la escoba que estaba utilizando le diera ideas. Pero tambin podra convencer a Howl para que la dejara quedarse si todo el mundo pensaba que trabajaba para l. Su comportamiento le pareca muy raro. Cuando era joven, Sophie se habra muerto de vergenza al ver cmo estaba actuando, pero ahora, al ser una anciana, no le importaba nada de lo que haca o deca. Sinti un gran alivio.

Cuando vio a Michael levantar una piedra del hogar y esconder la moneda de la nia debajo, se acerc con curiosidad.

Qu ests haciendo?

Calcifer y yo intentamos guardar un poco de dinero dijo Michael en tono culpable. Si no, Howl se gasta todo lo que tenemos.

Es un manirroto irresponsable! crepit Calcifer. Se gastar el dinero del Rey en menos tiempo de lo que tardo yo en quemar este tronco. No tiene cabeza.

Sophie esparci agua del lavadero para que el polvo se asentara, lo que hizo que Calcifer se encogiera en la chimenea. Luego volvi a barrer el suelo. Fue avanzando en direccin a la puerta, para ver mejor el pomo cuadrado del dintel. El cuarto lado, el que todava no haba visto usar, tena una mancha de pintura negra. Preguntndose adonde conducira, Sophie se puso a retirar con energa las telaraas de las vigas. Michael se quej y Calcifer volvi a estornudar.

Justo en ese momento, Howl sali del bao envuelto en un vaho perfumado, con una elegancia extraordinaria. Hasta los bordados de plata del traje parecan ms brillantes. Ech un vistazo y volvi rpidamente al cuarto de bao protegindose la cabeza con una manga azul y plateada.

Prate quieta, mujer! dijo. Deja en paz a esas pobres araas!

Estas telaraas son una vergenza! declar Sophie, mientras las desgarraba todas a la vez.

Pues qutalas, pero deja las araas orden Howl.

A Sophie le pareci que senta una simpata malvada por las araas.

Pero entonces tejern ms telas replic.

Y matan a las moscas, lo cual es muy til dijo Howl. Deja de mover la escoba mientras cruzo mi propio saln, por favor.

Sophie se apoy en la escoba y observ cmo Howl cruzaba la habitacin y coga la guitarra. Cuando puso la mano en el picaporte, le dijo:

Si la mancha roja conduce a Kingsbury y la azul va a Porthaven, adonde lleva la mancha negra?

Qu mujer ms fisgona! dijo Howl. Esa conduce a mi escondite particular y no te voy a decir dnde est.

Abri la puerta hacia las colinas que se deslizaban en perpetuo movimiento.

Gol, cundo volvers? pregunt Michael en un tono un poco desesperado.

Howl fingi no haberle odo y se dirigi a Sophie.

Prohibido matar a una sola araa mientras estoy fuera.

La puerta se cerr a sus espaldas. Michael le lanz a Calcifer una mirada cargada de significado y suspir. Calcifer crepit con una risa maliciosa.

Como nadie le explic adonde haba ido Howl, Sophie concluy que habra salido a cazar jovencitas de nuevo y se puso a trabajar con ms vigor que nunca. No se atrevi a hacer dao a ninguna araa despus de lo que le haba dicho Howl, pero golpe las vigas con la escoba, gritando:

Largo, araas! Fuera de mi camino! las araas salieron corriendo en todas direcciones mientras las telaraas caan a montones. Entonces tuvo que volver a barrer el suelo, claro. Cuando termin, se puso de rodillas y lo freg.

Ojal te estuvieras quieta! dijo Michael, sentado en las escaleras para apartarse de ella.

Calcifer, escondido en el fondo del hogar, murmur:

Ojal no hubiera hecho ese trato contigo!

Sophie sigui frotando con energa.

Estaris mucho ms contentos cuando quede limpio y bonito dijo.

Pero ahora estoy fastidiado protest Michael.

Howl no regres hasta tarde aquella noche. Para entonces Sophie haba barrido y fregado tanto que apenas se poda mover. Estaba sentada hecha un ovillo en la silla, con dolores por todo el cuerpo. Michael agarr a Howl por una manga y se lo llev al cuarto de bao, donde Sophie lo oy quejarse con murmullos indignados. Frases como una vieja terrible y no hace ni caso! eran fciles de di