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CINTEOTL
Revista de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades
Mayo-Agosto 2009. No. 8.
ISSN-1870-7289Derechos Reservados UAEH/ICSHU
Yentl, el chico de la yeshivá [Novela]
Isaac “Bashevis” Singer(Premio Nobel de Literatura 1978)
Singer, Isaac “Bashevis”. 1983. “Yentl the Yeshiva Boy”, en: Short
Friday and other stories, Penguin, London.
Traducción, presentación y notasElena Gutiérrez Gutiérrez
Nacida en 1928 en la ciudad de México. Ha traducido diversas obras de autores de la
literatura universal. Asidua lectora de Cinteotl.
Sobre el autor
El escritor Isaac “Bashevis” Singer nació en Radzymin, Polonia, en 1904. Hijo y nieto de
rabinos. Asistió al Seminario rabínico de Varsovia. Comenzó a escribir en hebreo y luego
en lengua yidish (judeo-alemana). En 1935 emigró a los Estados Unidos de Norteamérica
y allí comenzó a colaborar en el The Jewish Daily Forward. Se naturalizó en este último
país en 1943. En 1978 recibió el Premio Nóbel de Literatura. Murió en 1991. Escribió en
un tono autobiográfico recuperando así historias de su natal Polonia y, asimismo,
recreando la atmósfera del judaísmo medieval, así como de la vida cotidiana judía antes
de la shoah, el holocausto.*
Entre sus obras se pueden mencionar las novelas: Satán en Goray (su primera novela,
publicada en 1935); Enemigos. Una historia de amor; El esclavo; Shosha; El mago de
Lublin; El feudo (novela en dos partes: 1. El feudo y 2. El patrimonio); La familia
Moskat; El rey de los campos; El penitente; Alcanzar el cielo. Una historia del Baal
Shem Tov; Escoria.
Escribió algunas obras para los niños: Cuando Shlemel fue a Varsovia y otros cuentos;
Un día de placer (con el que ganó el Premio nacional del libro en su patria adoptiva); Los
tontos de Jelm; Mazel y Shlimazel o la leche de una leona; Un cuento de tres deseos;
Elías el esclavo; José y Koza o el sacrificio al Vístula; Solo en el bosque salvaje; La
ciudad malvada; Neftalí el narrador de cuentos y su caballo; ¿Por qué Noé eligió a la
paloma?
También se le deben memorias tales como: En la Corte de mi padre (conocida también
como: Krochmalma # 10); Amor y exilio; Un jovencito en busca de D-os;* Un joven en
busca del amor; Perdido en los Estados Unidos de Norteamérica.
* La palabra shoah significa literalmente catástrofe y un intelectual judío Elie Wiesel, ganador del premio Nóbel de literatura en 1986, la usó para describir la tragedia del pueblo de Israel en Europa entre1933 y 1945, n. de la t.* El nombre del Creador nunca se pronuncia o escribe. Por ello, hay en el judaísmo 77 nombres para referirse a Él, n. de la t.
También fue autor de colectáneas de cuentos y narraciones, tales como: La muerte de
Methuselah; La imagen y otras historias; La colectánea de historias de Isaac “Bashevis”
Singer; Pasiones y otras historias; Un amigo de Kafka; Gimpel el tonto; El Spinoza de la
calle del Mercado; Viejo amor; Una corona de plumas; y El viernes pequeño y otras
historias (en donde se incluye el relato: Yentl), etc.
Sus obras póstumas son: Meshugah (1994) y Sombras sobre el Hudson (1998). Además,
una autobiografía que incluye las primeras tres décadas de su existencia, etc.
Sobre la edición
Esta novela breve fue publicada originalmente en 1961. La traducción directa del inglés
fue hecha del libro: Short friday and other stories, publicado por Penguin en 1983. Esta
obra fue llevada a la pantalla por Bárbara Streisand en el mismo 1983 en un filme que la
cantante produjo, adaptó y en el que actuó e interpretó las trece canciones que integran la
cinta musical de esta película.
El tema de Yentl
Para el judaísmo la explicación acerca de lo que hoy se denomina géneros es así: algunos
varones pueden tener tendencias femeninas porque sus cuerpos recibieron un alma de
mujer y algunas mujeres tienen tendencias masculinas porque sus cuerpos recibieron el
alma de un hombre. Es, precisamente, el tema de Yentl. La muchacha, desde el punto de
vista religioso, tiene cuerpo de mujer con alma de hombre. Psicológica y
sociológicamente considerada, la tendencia del personaje principal de esta narración
puede ser otra: su padre es un hombre observante, pero es un viudo y ha contribuido a
forjar, desde su perspectiva masculina, la personalidad de Yentl. Por lo demás, la
inteligencia y la mentalidad de la chica apuntan hacia una sociedad moderna en la que el
rol de la mujer no se confunde con el de la ama de casa. “Bashevis” al plantear desde el
inicio de la década de los sesenta este tema, se adelanta casi medio siglo a muchos de los
problemas que hoy se plantean en los estudios sobre el género. En otra obra, publicada
casi veinte años después, acerca del fundador del jasidismo, Singer replantea el tema esta
vez con Odel, la hija de Best # quien no está dispuesta a asumir pasivamente el rol que la
tradición y la sociedad le han asignado.
Novela breve o cuento largo, esta narración es una obra maestra. Siendo una creación que
aborda un tema judío por excelencia es, al propio tiempo, un tema absolutamente
universal y humano. Las sociedades se transforman cuando las mentalidades cambian.
Yentl es una mujer que no cabe ya en el mundo que le tocó vivir. Hoy, el judaísmo
reformista, acepta mujeres rabinos. La explicación de este fenómeno sólo puede ser
entendida desde la perspectiva de una de ellas, la rabino inglesa Julia Neuberger quien ha
escrito: si ser judío es difícil, es, doblemente difícil ser judía.%
Incluso si no se acepta la posibilidad de un judaísmo reformista, que no deja de ser
cuestionable, el rol de la mujer, aún dentro del judaísmo conservador u ortodoxo, se ha
ido ajustando a los nuevos tiempos. Después de todo, por eso Adonai, como explica el
Talmud, creó a la mujer: porque no podía hacer sólo la obra de la Creación y la práctica
cotidiana del judaísmo es su re-creación, su revitalización. En este sentido, el papel de la
mujer judía como impulsora y guardiana de la tradición judaica ha sido notable.
Por lo demás, en esta obra puede leerse también, como la mayoría de las de “Bashevis”,
con un sentido autobiográfico en el que, al lado del niño, educado conforme a la
tradición, aparece el joven escritor que va a los Estados Unidos de Norteamérica porque
su Polonia natal no le ofrece un futuro promisorio. Es, otra vez, un mundo muy pequeño.
Esta es una narración que encantará al lector y que, seguramente, se convertirá en una de
sus narraciones favoritas. Como toda gran obra literaria tiene muchas lecturas y, por ello,
justifica otra traducción porque, después de todo, cada traducción es una nueva lectura.
# Vocablo compuesto con las iniciales de: Baal Shem Tov, n. de la t.% On being jewish, Mandarín, London, 1996.
YENTL, el chico de la yeshivá
1
Después de la muerte de su padre, Yentl no tenía razón para permanecer en Yanev.
Ella estaba muy sola en la casa. Seguramente los huéspedes se disponían a mudarse allí y
pagar renta y multitud de casamenteros llamarían a su puerta con ofertas matrimoniales
de: Lublin, Tomashev, Zamosc. Pero Yentl no quería casarse. En su interior una voz
repetía una y otra vez: “¡No! ¿Qué le espera a una chica cuando la boda ha terminado?
Inmediatamente empieza a parir y a criar y su suegra gobierna sobre ella”. Yentl sabía
que no había sido creada para llevar vida de mujer. No era capaz de coser, ni de tejer;
dejaba quemar la comida y dejaba subir la leche al hervirla; el pudín de shabát* nunca le
salía bien y su pasta de jale% nunca esponjaba. Yentl prefería mucho más las actividades
masculinas que las de mujer. Su padre, Reb$ Todros, podía descansar en paz; durante sus
muchos años de postración había estudiado la Torá# con su hija, como si ella fuera un
hijo. Mandaba a Yentl a asegurar las puertas y cubrir las ventanas; entonces juntos
estudiaban minuciosamente el Pentateuco, la Mishná, la Guemará y los Comentarios; ella
probó ser una alumna tan apta que su padre solía decir:
- ‘Yentl, tienes el alma de un hombre’.
- ‘¿Entonces por qué nací mujer?’
- ‘También el cielo comete errores’.
No cabía ninguna duda, Yentl era diferente a todas las demás chicas en Yanev –
alta, delgada, huesuda, con pechos pequeños y angostas caderas.
* El sábado, el día más sagrado para los judíos, n. de la t.% El pan trenzado ceremonial del sábado, n. de la t.$ Vocablo para referirse a una autoridad intelectual-religiosa, a una dignidad judía, n. de la t.# El Pentateuco, que es el libro religioso más importante para el judaísmo, n. de la t.
Las tardes de shabát, cuando su padre dormía, ella se vestía con los pantalones de
él, su ropa orlada, su chaqueta de seda, su kipá,# su sombrero de terciopelo y estudiaba su
imagen en el espejo. Ella se veía como un guapo y moreno jovencito. Incluso había un
ligero bozo sobre su labio superior. Sólo su gruesa trenza delataba su condición de mujer-
y si fuera necesario, el cabello siempre podría raparse.
Yentl concibió un plan y día y noche no pensaba en nada más. No, ella no fue
creada para preparar fideos o platos de pudín, para parlotear con mujeres tontas y entrar
empujando por un lugar en la carnicería. ¡Su padre le había contado tantas historias sobre
yeshivoth,% rabís,$ hombres de letras! Su cabeza estaba llena de discusiones talmúdicas,
preguntas y respuestas; aprendió frases. Secretamente había fumado la larga pipa de su
padre.
Yentl les dijo a los comerciantes que quería vender la casa e irse a vivir en Kalish
con una tía. Las vecinas trataron de hablar con ella y los agentes matrimoniales dijeron
que estaba loca, que había más probabilidades de encontrar un buen partido aquí en
Yanev. Pero Yentl era obstinada. Estaba tan decidida que vendió la casa al primer postor
y dejó ir los muebles por una bagatela. Todo lo que realizó de su herencia fueron ciento
cuarenta rublos. Más tarde, una noche del mes de Av,# mientras todo Yanev dormía, ella
cortó sus trenzas, arregló sus patillas y se vistió con las ropas de su padre. Empacó ropa
interior, filacterias$ y unos cuantos libros en una maleta de paja y partió caminando hacia
Lublin.
En el camino principal, Yentl logró montarse en un carruaje que la llevó tan lejos
como Zamosc. De allí ella, de nuevo, se alejó caminando. Se detuvo en una posada a lo
largo del camino, allí dijo que su nombre era Anshel, que era el de un tío que había
# El casquete que usan los judíos para cubrirse la cabeza, n. de la t.% Escuela religiosa, n. de la t .$ Intelectuales religiosos y guías espirituales, n. de la t.# Uno de los meses del lúaj o calendario judío, n. de la t.$ Cajitas de piel de animal que contiene unos diminutos pergaminos con fragmentos de la Torá que utilizan durante el rezo matutino los varones judíos en la cabeza y en el brazo, n. de la t.
muerto. La posada estaba atestada de jóvenes que viajaban a estudiar con famosos rabíes.
Un argumento iba en progreso sobre los méritos de las variadas yeshivoth,% algunos
alabando a los de Lituania, otros reclamando que el estudio era más intenso en Polonia.
Era la primera vez que Yentl se encontraba sola en compañía de hombres jóvenes.
Qué diferencia de la plática de ellos a las pláticas de las mujeres, pensó ella; pero
era demasiado tímida para participar y unirse. Un joven tenía un debate sobre una
perspectiva y el monto de una dote, mientras otro, parodiando los modales de un Rabí
Purím, declamó un pasaje de la Toráh, agregando toda clase de indecentes
interpretaciones. Al cabo de un rato, la compañía procedió a un concurso de fuerza. Un
curioso inició otra riña, un segundo trató de doblar el brazo de un compañero. Un
estudiante que tomaba té y pan no tenía cuchara y agitaba su taza con su cortaplumas. De
pronto, uno del grupo vino hacia Yentl y la empujó de un hombro:
- ‘¿Por qué tan callado? ¿No tienes lengua?’
- ‘No tengo nada que decir’
- ‘¿Cuál es tu nombre?’
- ‘Anshel’
- ‘Eres muy tímido, como una violeta a un lado del camino’
Y el joven pellizcó la nariz de Yentl. Ella quiso devolverle una bofetada, pero su
brazo se rehusó, su cara se puso blanca. Otro estudiante, algo mayor que el resto, alto y
pálido, con ardientes ojos y una barba blanca llegó a su rescate
- ¡Hey, tú! ¿Por qué lo estás molestando?
- Si no te gusta, no tienes por qué mirar.
- ¿Me dejas darte un jalón de patillas?
% Plural de yeshivá, n. de la t.
El joven barbado señaló a Yentl, entonces le preguntó de dónde venía y a dónde
iba. Ella dijo que estaba buscando una yeshivá, pero quería una que fuera tranquila. El
joven se mesó la barba.
- ‘Entonces vente conmigo a Bejev’
Él explicó que iba a regresar a Bejev por cuarto año. La yeshivá era pequeña, con
sólo treinta estudiantes y la gente del pueblo proveía alimentos para todos ellos. La
comida era abundante y las amas de casa zurcían las medias de los estudiantes y se
encargaban del lavado de su ropa.
El rabí de Bejev, que encabezaba la yeshivá, era un genio. Él podía proponer
diez preguntas y contestarlas todas con una prueba. La mayoría de los estudiantes
encontraba esposa en el pueblo.
‘¿Por qué te marchaste a la mitad, sin terminar?’, preguntó Yentl. -‘Mi madre
murió. Ahora estoy en viaje de regreso’-. ‘¿Cómo te llamas?’ –‘Avigdor’.- ‘¿Cómo es
que no te has casado?’. –El joven rascó su barba. –‘Es una larga historia’.
–‘Cuéntame’-Avigdor cubrió sus ojos y pensó un momento. –‘¿Vas a venir a Bejev?’
–‘¿Sí? – Te encontrarás bien. Yo estaba comprometido con la única hija de Alter
Vishkower, el hombre más rico del pueblo. Cerca del día de la boda ellos devolvieron
el contrato matrimonial. ‘¿Qué pasó?’ – ‘Yo no sé, chismes creo, se ocuparon en
extender historias. Yo tenía el derecho de pedir la mitad de la dote, pero esto iba
contra mi naturaleza. Ahora están tratando de buscarme otra pareja, pero la chica no
recurre a mí’. – ¿En Bechev, los chicos de la Yeshivá buscan a las mujeres? –‘En la
casa de Alter, donde comí durante una semana, Hadass, su hija, siempre sirvió la
comida...’ –‘¿Es bonita?’ –‘Ella es rubia’- ‘Las morenas también pueden ser bonitas
¿no?’
Yentl contempló a Avigdor. Era flaco y huesudo con mejillas hundidas. Sus
patillas rizadas eran tan negras que se veían azules y las cejas se juntaban sobre el
puente de su nariz. Él la miró agudamente, con el remordimiento tímido de alguien
que acaba de divulgar un secreto. Su solapa era alquilada, de acuerdo con la
costumbre de lloradores de funeral y se podía ver a trasluz del forro de su gabardina.
Él tamborileaba nerviosamente sobre la mesa y rezumbaba una tonada. Tras el
elevado zurco de sus cejas, sus pensamientos sostenían una carrera. Repentinamente
habló:
-‘Bueno, qué importa eso, voy a ser un solitario, eso es todo’.
2
Era extraño, pero tan pronto como Yentl -o Anshel – llegó a Bechev, en un día,
había señalado los alimentos para una semana en la casa del mismo hombre rico Alter
Vishkower, cuya hija había roto su compromiso matrimonial con Avigdor.
Los estudiantes de la Yeshivá estudiaban en parejas y Avigdor escogió a Anshel
por compañero. Él la ayudaba con sus lecciones. Era también un experto nadador y se
ofreció a enseñar a Anshel la brazada de pecho y cómo andar en el agua, pero ella
encontró siempre excusas para no bajar al río. También sugirió compartir el mismo
alojamiento, pero Anshel encontró lugar para dormir en la casa de una anciana viuda
que era medio ciega. Los martes, Anshel comía en casa de Alter Vishkower y Hadass
esperaba en ella. Avigdor siempre hacía muchas preguntas:
-‘¿Cómo se ve Hadass? -¿Está triste? -¿Está alegre? -¿Están tratando de casarla
otra vez? -¿Alguna vez ha mencionado mi nombre?’
Anshel platicó que Hadass puso los platos sobre el mantel, olvidó traer la sal y
metió sus dedos dentro del plato de avena mientras lo llevaba. Ordenaba a las
sirvientas y estaba siempre muy interesada en libros de historia y cambiaba de
peinado toda la semana. Además, debía sentirse muy bella, porque siempre estaba
frente al espejo pero, de hecho, ella no se veía muy bien.
‘Con dos años de matrimonio’, decía Anshel, ‘ella será una bolsa vieja’.
‘¿Así que ella no está interesada en ti?’
‘No particularmente’.
‘Sin embargo, si ella te inquiere, ¿no podrías rechazarla?’
‘Puedo vivir sin ella?
‘¿No tienes impulsos diabólicos?’.
Los dos amigos compartieron un atril en un rincón de la casa de estudio, pasaron
más tiempo hablando que aprendiendo. Avigdor fumaba ocasionalmente, y Anshel,
tomando el cigarrillo de los labios de él, daba unas bocanadas. A Avigdor le gustaban
los panqués horneados de harina morena, así que Anshel se detenía todas las mañanas
en la panadería para comprar uno, y no quería dejarle pagar su parte. Frecuentemente
Anshel hacía cosas que sorprendían gratamente a Avigdor. Si, por ejemplo, se caía un
botón del abrigo de él, ella llevaba al día siguiente a la Yeshivá, hilo y aguja y lo
cosía de nuevo. Ella compró a Avigdor toda clase de regalos: un pañuelo de seda, un
par de medias, una bufanda. Avigdor sentía crecer más y más su adhesión a este
chico, cinco años menor que él, cuya barba ni siquiera comenzaba a brotar.
Una vez Avigdor dijo a Anshel:
- ‘Quiero que te cases con Hadass’.
- ‘¿Qué tendría esto de bueno para ti?’
- ‘Mejor contigo que con un extraño’.
- ‘Serías mi enemigo’.
- ‘Nunca’.
Avigdor gustaba de dar largos paseos a través del pueblo y frecuentemente se le unía
Anshel. Se abstraían en su conversación, ellos iban hasta el molino o al cruce de caminos
donde estaba el santuario cristiano. Algunas veces se tiraban en la hierba.
- ‘¿Por qué no puede una mujer ser como un hombre?’, preguntó Avigdor mirando
al cielo.
- ‘¿Cómo dices?’
- ‘¿Por qué no fue Hadass así como tú?’
- ‘Y ¿cómo soy yo?’
- ‘Oh, un buen chico’.
Anshel se tornó juguetona. Arrancó una flor y le rompió los pétalos uno por uno.
Levantó una castaña y se la arrojó a Avigdor. Él observaba una catarina caminar
lentamente por la palma de su mano. Después de un rato, él habló:
‘Están tratando otra vez de casarme’.
Anshel se sentó rápidamente:
-‘¿Con quién?’
-‘Con la hija de Feitl, Peshe’.
-‘¿La viuda?’
-‘Justo ella’.
-‘¿Por qué tendrías que casarte con una viuda?’
-‘Nadie más querrá tenerme’.
-‘Eso no es cierto. Alguna se fijará en ti’.
-‘Jamás’.
Anshel le dijo a Avigdor que esa no era una buena pareja. Peshe no era ni bonita ni
inteligente, sólo una vaca con un par de ojos. Sería de mala suerte estar junto a ella, su
marido moriría en el primer año de su matrimonio. Como esas mujeres que son mata-
maridos. Pero Avigdor no respondió, prendió un cigarrillo, dio una profunda fumada, e
hizo anillos de humo. Su cara se puso verde.
‘Necesito una mujer. No puedo dormir por la noche’.
Anshel estaba asombrada.
‘¿Por qué puedes esperar hasta que lo apropiado te llegue?’
‘Hadass me estaba destinada’.
Y los ojos de Avigdor se humedecieron. Abruptamente se puso de pie.
‘Demasiadas mentiras. Vámonos’.
Después de esto, todo sucedió rápidamente. Un día Avigdor estaba confiando sus
problemas a Anshel, dos días después, él se había comprometido con Peshe y trajo un
pastel de miel y brandy a la yeshivá. La temprana boda ya tenía fecha. Cuando la futura
novia es una viuda, no necesita esperar por su ajuar. Todo estaba listo. El novio, además,
era huérfano y no necesitaba pedir consejo alguno. Los estudiantes de la yeshivá bebieron
el brandy y desearon felicidades. Anshel tomó también un sorbo, pero pronto se ahogó
con él.
‘Ah, esto arde’.
‘No eres muy hombre, bromeó Avigdor’.
Después de la celebración, Avigdor y Anshel se sentaron con un volumen de la
Guemará, pero su progreso fue muy pequeño, y su conversación era igualmente lenta.
Avigdor se meció hacia atrás y hacia delante, murmuró en voz baja:
‘Estoy perdido’, dijo abruptamente.
‘Si ella no te gusta ¿por qué te vas a casar?’
‘Me casé con una cabra’.
Al día siguiente Avigdor no se apareció por la casa de estudio. Feitl el comerciante
en pieles pertenecía a los jasídicos# y quería que su esperado yerno continuara sus
estudios en la casa de oración jasídica. Los estudiantes de la yeshivá decían en privado
que pensaban que no se podía negar que la viuda era baja y redonda como un barril, su
mamá, la hija de un lechero, su padre, medio ignorante, toda una familia inútil, inmunda
y con dinero. Feitl era socio de una curtiduría; Peshe había invertido su dote en una
tienda que vendía arenques, alquitrán, ollas y cacerolas y tenía un personal de
campesinos. El padre y la hija estaban equipando a Avigdor y habían ordenado una
chaqueta de pieles, una chaqueta de vestir, un capote de seda y dos pares de botas. Como
obligación él recibió inmediatamente muchos regalos, cosas que habían pertenecido al
primer esposo de Peshe: la edición de Vilna del Talmud, un reloj de oro, un candelabro de
jánuka,% una caja de especias.
Anshel se sentaba sola ante el atril. Un martes, cuando Anshel llegó para cenar a
casa de Alter Vishkower, Hadass comentó:
- ‘Qué dices de tu compañero ¿se apoyó en un trébol no?’
- ‘Qué esperabas, ¿qué nadie más podía quererlo?’
Hadass enrojeció.
- ‘No fue mi culpa. Mi padre estaba en contra’.
- ‘¿Por qué?
- ‘Porque descubrieron que un hermano de él se había ahorcado’.
Anshel la miró y se quedó ahí. Alta, rubia, con un largo cuello, mejillas hundidas y
ojos azules, usando un vestido de algodón y un delantal de calicó. Su cabello fijado en
dos trenzas, estirado hacia atrás sobre sus hombros. Qué lástima que no soy hombre, pesó
Anshel.
# Corriente religiosa del judaísmo fundada por el Baal Shem Tov, n. de la t.% Festividad religiosa conocida como la fiesta de las luminarias que conmemora a los macabeos y durante la que se utiliza un candelabro de 8 brazos y uno adicional, n. de la t.
-‘¿Lo lamentas ahora?, preguntó Anshel.
- ‘Oh, sí’
Hadass se fue a la recámara. El resto de la comida, pastel de carne y té, fue traído por
las sirvientas. Hasta que Anshel hubo terminado de comer y lavado sus manos para la
bendición final, reapareció Hadass. Vino hacia la mesa y dijo con voz suavizada:
- ‘Prométeme que no le dirás nada a él. Por qué ha de saber él lo que hay en mi
corazón...’
Entonces voló de nuevo y estuvo a punto de caer en el umbral.
3
La autoridad de la yeshivá pidió a Anshel que escogiera otro compañero de estudios,
pero pasaron semanas y Anshel seguía estudiando sola. No había nadie en la yeshivá que
pudiera tomar el lugar de Avigdor. Todos los demás eran pequeños, en cuerpo y espíritu.
Hablaban sin sentido, fanfarroneaban acerca de fruslerías, sonriendo tontamente,
comportándose como estúpidos. Sin Avigdor la casa de estudios parecía vacía. Por la
noche Anshel, acostada en su banca en casa de la viuda, no podía dormir. Quitándose su
gabardina y sus pantalones ella era una vez más Yentl, una muchacha en edad de casarse,
enamorada de un joven, el cual estaba comprometido en matrimonio con otra. Quizá yo
debería decirle a él la verdad, pensó Yentl. Pero era demasiado tarde para hacerlo. Anshel
no podía volver a ser una chica, no podía serlo nunca sin libros y sin casa de estudios.
Ella tuvo en su mente pensamientos tan extraños que la acercaron a la locura. Se sentía
adormilada, despertaba y volvía a soñar. En su sueño ella era al mismo tiempo un hombre
y una mujer, usando ambos un corpiño de mujer y un traje de flecos de hombre. El
periodo de Yentl se retrasó y ella sintió un miedo repentino... ¿quién sabía? En Midrash
Talpioth# ella había leído de una mujer que quedó embarazada solamente por desear a un
# Alude a un pasaje de las interpretaciones rabínicas de la Ley, n. de la t.
hombre. Sólo ahora comprendió Yentl el significado de la prohibición de la Torá, en
contra del uso de ropa del otro sexo. Por hacer eso uno no engaña a los demás, sino a sí
mismo. Incluso el alma estaba confundida, encontrándose encarnada en un cuerpo
extraño.
Esa noche Anshel permaneció despierta, y en el día difícilmente pudo tener los ojos
abiertos. En las casas donde ella obtenía sus alimentos, las mujeres se quejaban de que el
joven dejaba todo en su plato. El rabí supo que Anshel ya no ponía atención a las
lecturas, pero miraba fuera de la ventana perdido en pensamientos privados. El martes,
Anshel apareció a la hora de comer en la casa de Vishkower. Hadass trajo un tazón de
sopa, lo puso delante de ella y esperó, pero Anshel estaba tan perturbada que ni siquiera
le dijo gracias. Estiró la mano para tomar una cuchara y ésta se le cayó. Hadass comentó:
-‘¿Escuché que Avigdor te dejó?’
Anshel despertó de su trance:
-‘¿Qué quieres decir?’
-‘Que él ya no es tu compañero’.
-‘Él se fue de la yeshivá’.
-‘¿Lo has visto?’
-‘Parece haberse ocultado’.
-‘¿Por lo menos vas a ir a la boda?’
Por un momento Anshel permaneció callada como si perdiera el significado de las
palabras. Entonces dijo:
- ‘Es un grandísimo tonto.
- ‘¿Por qué lo dices?’
- ‘Tú eres hermosa y la otra parece un mono’
Hadass se sonrojó hasta la raíz del cabello.
- ‘Todo por culpa de mi padre’.
- ‘No te preocupes ya encontrarás al muchacho que sea digno de ti’.
- ‘No hay ninguno que me guste’.
- ‘Pero tú les gustas a todos’.
Hubo un largo silencio. Los ojos de Hadass se agrandaron con el sentimiento de
tristeza del que sabe que no hay consuelo.
-‘Tu sopa se está enfriando’.
-‘Yo también te quiero’.
Anshel estaba asombrada de lo que acababa de decir. Hadass se quedó mirándole por
encima de su hombro.
-‘¡Qué estás diciendo!’
-‘Es la verdad’.
-‘Alguien podía estar escuchando’.
-‘No tengo miedo’.
-‘Cómete la sopa. Traeré el pastel de carne en un momento’.
Hadass dio la vuelta y se alejó sonando sus tacones altos. Anshel empezó una cacería
de judías en su sopa, cuando pescaba una la dejaba caer. Su apetito se fue; la garganta se
le cerró. Ella sabía muy bien que se estaba metiendo en un embrollo perverso, pero
alguna fuerza la empujaba.
Hadass regresó trayendo un plato con dos pasteles de carne.
-‘¿Por qué no estás comiendo?’
-‘Estoy pensando en ti’.
-‘¿Qué estás pensando?’
-‘Que quiero casarme contigo’.
Hadass hizo una cara como si se hubiera tragado algo.
-‘En ese caso debes hablar con mi padre’.
-‘Lo sé’.
-‘La costumbre es enviar al casamentero’.
Corrió hacia su cuarto dejando azotar la puerta tras de sí. Riendo en su interior.
Anshel pensó: ¡con las muchachas puedo jugar como me plazca! Estaba delirante. ¿Qué
tengo qué hacer? Me estoy volviendo loca. No hay otra explicación... Se forzó a sí misma
a comer, pero no pudo probar nada. Hasta entonces recordó Anshel que era Avigdor
quien quería que ella se casara con Hadass. De esta confusión surgió un plan: ella
vengaría a Avigdor y, al mismo tiempo, por medio de Hadass, lograría acercarlo a sí
misma. Hadass era virgen: ¿qué podía saber sobre hombres? Una chica como esa podía
ser engañada por mucho tiempo. Anshel era virgen también, pero tenía la suerte de
conocer acerca de la importancia de los asuntos de la Guemará y de escuchar
conversaciones de hombres. Anshel estaba aferrada por el temor y el regocijo, como una
persona que está planeando engañar a la comunidad entera. Ella recordaba el refrán: “el
público es gente tonta”. Se puso de pie y dijo en voz alta: “ahora realmente voy a
empezar algo”.
Esa noche Anshel no pudo dormir ni un poco. Cada rato se levantaba para tomar
agua. Su garganta quemaba, su frente ardía. Su cerebro trabajó en forma calenturienta por
voluntad propia. Una batalla pareció entrar y salir de ella. Su estómago palpitaba y le
dolían las rodillas. Era como si hubiera sellado un pacto con Satán, el diablo que juega
trucos con los seres humanos, quien pone escollos y trampas en sus caminos. Para la hora
en que Anshel estaba quedándose dormida ya era de mañana. Se despertó más exhausta
que antes. Pero no pudo ya dormir en la banca de la viuda. Con un esfuerzo se puso en
pie y, tomando la bolsa que contenía sus filacterias salió hacia la casa de estudios. En el
camino a quien se encontró fue al padre de Hadass. Anshel le dio un respetable ‘buenos
días’ y recibió un amigable saludo a cambio. Reb Alter acarició sus barbas y entabló
conversación con ella:
-‘Mi hija Hadass debe estar dándote las sobras. Te ves famélico’.
-‘¿Su hija es una fina muchacha y muy generosa?
-‘¿Entonces por qué estás tan pálido?’
Anshel quedó callada por un minuto.
- ‘Reb Alter hay algo que debo decirle’.
- ‘Bien, vamos, dilo’.
- ‘Reb Alter, su hija me agrada’.
Alter Vishkower se detuvo.
-‘Oh, ¿ella te gusta? Yo pienso que los estudiantes de la yeshivá no deberían
hablar de esta clase de cosas’.
Sus ojos estaban llenos de risa.
-‘Pero es la verdad’.
-‘Uno no discute estos asuntos con el propio joven’.
-‘¡Pero soy huérfano!’
-‘Bueno... en este caso la costumbre es enviar al casamentero’.
-‘Sí...’
-‘¿Qué has visto en ella?’
-‘Ella es hermosa... fina... inteligente...’
-‘Bueno, bueno, bueno... vamos, dime algo sobre tu familia’.
Alter Vishkower puso el brazo alrededor de Anshel y en esta forma los dos
continuaron caminando hasta que llegaron al patio de la sinagoga.
4
-‘Una vez dices A, debes decir B’. La idea guía a las palabras, las palabras guían
a las acciones. Reb Alter Vishkower dio su consentimiento a la pareja. La madre
de Hadass, Freída Leah dio la espalda por un rato. Ella dijo que no quería más
estudiantes de yeshivá de Bechev para su hija, que prefería alguno de Lublin o
Zamosci; pero Hadass advirtió que si ella fuera avergonzada en público una vez
más (del modo que lo había sido con Avigdor), ella se arrojaría dentro de un pozo.
Como a menudo sucedía semejante cosa con las parejas imprudentes, todos
estaban a favor de esto –el rabino, los parientes, las amigas de Hadass. En algunas
ocasiones las muchachas de Bechev habían mirado largamente a Anshel,
observando desde sus ventanas cuando el joven pasaba por la calle. Anshel
conservaba sus botas perfectamente pulidas y no dejaba gotear sus ojos en
presencia de mujeres. Deteniéndose en la pastelería de Beila a comprar un pletzl,%
él bromeaba con ellas con tal estilo mundano que se maravillaban. Las mujeres
estaban de acuerdo en que había algo especial en Anshel: sus patillas rizadas
como nadie las tenía, su forma diferente de andar, la bufanda en su cuello; sus
ojos sonrientes y distantes, parecían estar fijos siempre en algún punto lejano. Y
el hecho que Avigdor estuviera comprometido en matrimonio con Peshe, la hija
de Feitl, abandonando a Anshel, había convertido a éste en atracción para la
mayoría de las personas del pueblo. Alter Vishkower tenía un contrato provisional
para los esponsales, prometiendo a Anshel una gran dote, más regalos y un
periodo de manutención más largo que el que había prometido a Avigdor. Las
muchachas de Bechev estiraron sus brazos alrededor de Hadass y la felicitaron.
Hadass comenzó inmediatamente a tejer en ganchillo una bolsa para las filacterias
de Anshel, una jalah de algodón, una bolsa de matzoth.# Cuando Avigdor escuchó
la noticia del compromiso de Anshel, vino a la casa de estudio a ofrecer sus
felicitaciones. Las últimas semanas lo habían envejecido. Su barba estaba
desgreñada, sus ojos estaban rojos. Le dijo a Anshel:
% Un panecillo, tradicional de Polonia, n. de la t.# Se alude aquí a cubiertas usadas para los panes rituales, n. de la t.
-‘Yo sabía que esto pasaría de esta manera. Lo supe desde el principio. Tan pronto
como te conocí ’.
-‘Pero fuiste tú quien sugirió esto’.
-‘Sí, lo sé’.
¿-‘Por qué te alejaste de mí? Te fuiste sin siquiera decir adiós’.
-‘Necesito quemar los puentes que dejé detras de mí ’.
Avigdor pidió a Anshel salir a caminar. Aunque acababa de pasar Sucot,* el
día era brillante con luz de sol. Avigdor, amigable como siempre, abrió su
corazón a Anshel. Sí, era realidad, un hermano suyo había sucumbido a la
melancolía y se había ahorcado. Ahora él mismo se sentía cerca del filo del
abismo. Peshe tenía una buena cantidad de dinero y su padre era un hombre rico,
aun así él no podía dormir por las noches. Él no quería ser un tendero. No podía
olvidar a Hadass. Ella aparecía en sus sueños. La noche de sábado cuando su
nombre apareció en la oración de Avdalá,# él se sintió mareado. Pero era bueno
que Anshel y no otro se casara con ella... Al menos ella caería en manos decentes.
Avigdor se inclinó y se lanzó desorientado hacia la hierba marchita. Sus palabras
eran incoherentes, como las de un hombre poseído. Repentinamente dijo:
-‘He pensado hacer lo que hizo mi hermano’.
-‘¿La querías tanto así?’
-‘Ella está grabada en mi corazón’.
Los dos se brindaron su amistad y prometieron no separase jamás. Anshel
propuso que cuando ambos se hubieran casado, podían vivir en puertas contiguas o,
mejor aún, compartir la misma casa. Ellos podían estudiar juntos todos los días, quizá
hasta podían ser socios en una tienda.
-‘¿Quieres saber la verdad? preguntó Avigdor. Es como la historia de Jacob y
Benjamín: mi vida está ligada a tu vida’.* La fiesta de los tabernáculos, n. de la t.# La oración con la que se cierra el Sábado, n. de la t.
-‘¿Entonces por qué me dejaste?’
-‘Quizás por eso precisamente’.
Aunque el día se tornó frío y airoso, ellos continuaron caminando hasta llegar al
bosque de pinos, no regresaron hasta que obscureció, cuando era la hora de los rezos de la
tarde. Las jóvenes de Bechev, observándolos desde atrás de sus ventanas los vieron
caminar juntos con los brazos de cada uno sobre los hombros del otro y tan enfrascados
en su conversación que cruzaron charcos y pilas de basura sin notarlo. Avigdor se veía
pálido, despeinado y con una patilla desbaratada por el viento. Anshel se mordió las uñas.
Hadass, también corrió a la ventana, echó una mirada y sus ojos derramaron lágrimas.
Los eventos siguieron rápidamente. Avigdor fue el primero en casarse. Como la
novia era una viuda, la boda fue muy tranquila, sin músicos, sin bromas de boda y la
novia sin velo ceremonial. Un día Peshe permaneció bajo el dosel matrimonial, al
siguiente ella volvió a la tienda, despachando tarros con las manos grasientas. Avigdor
rezó con su nuevo chal de rezos en la casa de la asamblea jasídica. Por las tardes Anshel
iba a visitarlo y los dos murmuraban y hablaban hasta el anochecer. La fecha de la boda
de Anshel y Hadass estaba decidida para el sábado en la semana de jánuka, aunque el
futuro suegro la quería más pronto. Hadass había sido ya comprometida una vez.
Además, el novio era huérfano. ¿Por qué debía echarse en una cama provisional en casa
de la viuda, cuando él podía tener una esposa y un hogar propios? Muchas veces al día
Anshel se advertía a sí misma, que lo que estaba haciendo estaba lleno de pecados, de
locura, un acto de total depravación. Ella estaba enredando a Hadass y a sí misma en una
cadena de decepciones y cometiendo tantas transgresiones que nunca podría expiarlas.
Una mentira seguía a otra. Repetidamente Anshel se hacía a la idea de huir de Bechev a
tiempo, de ponerle fin a esta comedia sobrenatural que era, más que el trabajo de un ser
humano, la obra de un diablillo. Pero la dominaba una fuerza de poder irresistible. Ella se
sentía cada vez más unida a Avigdor, y no podría por sí misma destruir la ilusoria
felicidad de Hadass. Ahora que estaba casado Avigdor deseaba estudiar mucho más que
antes y los amigos lo veían dos veces al día: por las mañanas estudiaban la Guemará y
los Comentarios y por las tardes los Códigos de leyes con sus glosas. Alter Vishkower y
Feitl el negociante en pieles estaban contentos y comparaban a Avigdor y a Anshel con
David y Jonatán. Con todas las complicaciones, Anshel actuó como si estuviera ebria.
Los sastres tomaron sus medidas para un nuevo guardarropa y ella se vio forzada a toda
clase de subterfugios para no dejar descubrir que no era un hombre. Aunque la
imposición había durado muchas semanas, Anshel aún no podía creerlo: ¿cómo era
posible? Engañar a la comunidad se había convertido en un juego pero, ¿qué tan lejos
podría llegar? Y en qué forma la verdad podría salir a relucir? Sin embargo, Anshel rió y
lloró. Se había convertido en un duende venido al mundo para burlarse de las personas y
hacerles tretas. Soy una perversa, una pecadora, se decía a sí misma. Su única
justificación era que ella había llevado sobre sí toda esta carga, porque su alma sedienta
había estudiado la Torá.
Avigdor pronto comenzó a quejarse de que Peshe lo trataba muy mal. Lo llamaba
holgazán y que era solamente otra boca más que alimentar. Trató de atarlo a la tienda,
asignándole tareas para las cuales no tenía la más mínima inclinación, refunfuñándole por
el dinero. En lugar de consolar a Avigdor, Anshel lo aguijoneaba en contra de Peshe. Ella
llamaba a su esposa: esperpento, arpía, miserable y decía que Peshe indudablemente
había sido tan regañona con su primer marido hasta hacerlo morir y haría lo mismo con
Avigdor. Al mismo tiempo Anshel enumeraba las virtudes de él: su estatura, su aspecto
varonil, su juicio, su erudición.
-‘Si yo fuera mujer y me casara contigo, decía Anshel, yo sé cuánto te apreciaría’.
-‘Bueno, pero tú no eres...’
Avigdor suspiró.
Mientras, la fecha de la boda de Anshel se estaba acercando.
El sábado antes de jánuka, Anshel fue llamada a la bimá# a leer la Torá. Las mujeres
la rociaron con pasas y almendras. En el día de la boda, Alter Vishkower dio un banquete
a los hombres jóvenes. Avigdor se sentó al lado derecho de Anshel. El novio pronunció
un talmúdico discurso y el resto de los compañeros discutieron los puntos, mientras
# El sitio desde donde se conduce la ceremonia religiosa en el templo, n. de la t.
fumaban cigarrillos y bebían vino, licores, té con limón o jalea de frambuesa. Entonces
siguió la ceremonia de velación de la novia, después de la cual el novio fue conducido al
dosel nupcial que estaba puesto a un lado de la sinagoga. La noche era fría y clara, el
cielo lleno de estrellas. Los músicos interrumpieron la tonada que tocaban. Dos hileras de
muchachas sostenían velas de cera encendidas y adornadas con cintas trenzadas. Después
de la ceremonia nupcial los novios rompieron su ayuno con dorado caldo de pollo.
Entonces empezó el baile y el anuncio de los regalos de boda, todo de acuerdo con las
costumbres. Los regalos eran muchos y muy costosos. Los bromistas de boda describían
las alegrías y las tristezas que había en la tienda por la novia. Peshe, la esposa de
Avigdor, era una de las invitadas pero, aunque estaba adornada con joyas, se veía fea con
una peluca que le caía sobre la frente, usando una enorme capa de piel y con manchas de
brea en las manos que por mucho que lavara, no pudo remover. Después del baile de la
virtud, la novia y el novio fueron conducidos separadamente a la cámara nupcial. El
asistente de boda instruyó a la pareja en la conducta apropiada, con la orden de: ‘¡sed
fructíferos y multiplicaos!’.
Al amanecer, la suegra de Anshel y su grupo bajaron a la cámara nupcial y se
precipitaron a las sábanas de Hadass para asegurarse de que el matrimonio se había
consumado. Cuando los rastros de sangre fueron descubiertos, la compañía se llenó de
alegría y empezaron a besar a la novia.
Entonces, blandiendo la sábana, salieron en grupo y bailaron una danza kósher# en la
reciente nieve que caía. Anshel encontró la forma de desflorar a la novia. Hadass en su
inocencia, era inconsciente de que esas cosas no fueron completamente como debieron.
Ella estaba desde antes profundamente enamorada de Anshel. Era mandamiento que la
novia y el novio permanecieran separados siete días después de la primera relación
sexual. Al siguiente día Anshel y Avigdor empezaron el estudio del Tratado de
menstruación femenina. Cuando los demás hombres se fueron y los dos quedaron uno al
lado del otro en la sinagoga, Avigdor tímidamente preguntó a Anshel sobre su noche con
Hadass. Anshel satisfizo la curiosidad de él y juntos hablaron en voz baja hasta que
anocheció.
# Religiosamente permitida, n. de la t.
5
Anshel había caído en buenas manos. Hadass era una buena esposa, muy devota y
sus padres consentían a su yerno todos sus deseos y jactancias de sus logros. Sin duda
pasaron varios meses y Hadass no quedaba embarazada, pero nadie lo tomó a pecho. Por
otro lado Avigdor estaba cada vez peor. Peshe lo atormentaba y finalmente no lo
alimentaba suficientemente y siempre le negaba una camisa limpia. Toda vez que él
estuvo nuevamente arruinado, Anshel otra vez le traía todos los días pan de harina de
alforfón. Porque Peshe estaba demasiado ocupada para cocinar y demasiado tacaña para
emplear un sirviente, Anshel invitó a Avigdor a cenar en su casa. Reb Alter Vishkower y
su esposa lo desaprobaron, arguyendo que era injusto para el pretendiente rechazado
visitar la casa de su primera prometida. El pueblo hablaría bastante de esto. Pero Anshel
citó precedentes para demostrar que no estaba prohibido por la ley. La mayoría de los
vecinos se aliaron con Avigdor y culpaban a Peshe por todo. Pronto Avigdor empezó a
presionar a Peshe por el divorcio y, porque él no quería tener un niño furioso, actuó como
Onan o, como la traducción de la Guemará dice: “él trilló en su interior y echó fuera su
semilla”. Él le confiaba todo a Anshel, le dijo cómo Peshe iba a la cama sin lavarse y
roncaba como una sierra o cómo estaba tan ocupada con el dinero obtenido en la tienda
que balbuceaba sobre esto aún dormida.
-‘Oh, Anshel, cómo te envidio’, decía él.
-‘No hay razón para envidiarme’.
-‘Tú lo tienes todo. Desearía que tu buena fortuna fuera mía, sin perderte a ti, por
supuesto’.
-‘Todo el mundo tiene sus propios problemas’.
-‘¿Qué clase de problemas puedes tener? No tientes a la Providencia’.
¿Cómo podía adivinar Avigdor que Anshel no podía dormir por las noches y sin
embargo andar de carrera constantemente? Mintiéndole a Hadass y haciendo su engaño
cada vez más doloroso. El amor y la ternura de Hadass, la avergonzaba. La devoción de
sus suegros y las esperanzas de éstos por un nieto era una carga. La tarde del viernes todo
el pueblo iba a los baños y todas las semanas Anshel tenía que encontrar una nueva
excusa. Pero esto empezaba a despertar sospechas. Se dijo que Anshel debía tener alguna
deformidad o una hernia o quizá no fue correctamente circuncidado. Juzgando por su
juventud, su barba podría ciertamente empezar a brotar, sus mejillas permanecían aún
lisas. Todo estaba preparado para el Purím y Pésaj# que se aproximaban. Pronto sería
verano. No lejos de Bechev, había un río donde todos los estudiantes de la yeshivá y los
hombres jóvenes iban a nadar tan pronto como el calor era el suficiente. La mentira iba
aumentando como un absceso y uno de esos días seguramente estallaría. Anshel sabía que
podía encontrar el modo de librarse. Era costumbre para los jóvenes acordar con sus
parientes y viajar a las ciudades cercanas durante los medios días de asueto, a la mitad de
la semana de Pascua. Ellos se alegraban con el cambio, se refrescaban, buscaban
oportunidades de trabajo por los alrededores, compraban libros u otras cosas para algún
joven que podría necesitarlo. Bechev no quedaba lejos de Lublin y Anshel persuadió a
Avigdor de hacer esta jornada juntos, costeándolo ella. Él estaba deleitado con la
perspectiva de verse libre por unos días de la arpía que tenía en casa. El viaje en un
carruaje fue muy alegre. Los campos se estaban poniendo verdes; las cigüeñas,
regresando de países cálidos, se precipitaban a través del cielo en grandes arcos. La
corriente se dirigía hacia los valles. Los pájaros gorjeaban. Los molinos de viento
giraban. Las flores primaverales estaban comenzando a abrir en los campos. Aquí y allá
una vaca pastaba hacía rato. Los dos compañeros charlaron, comieron la fruta y los
pastelillos que Hadass les empacó, se hicieron bromas el uno al otro e intercambiaron
confidencias hasta que llegaron a Lublin. Allá fueron a una posada y tomaron un cuarto
para dos. Durante el viaje, Anshel prometió revelar a Avigdor un asombroso secreto en
Lublin. Avigdor bromeó: ¿qué clase de secreto podría ser? ¿Había descubierto Anshel un
tesoro escondido? ¿Había escrito un ensayo? ¿Por estudiar la Cábala# había creado una
# Dos festividades religiosas. La primera, la fiesta de las suertes, es una festividad que conmemora la liberación de los judíos de Persia a que se refiere el Libro de Esther; la segunda es la pascua judía que conmemora la liberación de los judíos de Egipto a que se refiere el Éxodo, n. de la t.# Cábala, pronunciada con acento sefardita, en la primera a, significa la tradición mística, n. de la t.
zambullida? ...Ahora entraron al cuarto y mientras Anshel cuidadosamente aseguraba la
puerta, Avigdor burlonamente dijo:
-‘Bien, deja escuchar tu gran secreto’.
-‘Prepárate para lo más increíble que haya habido’.
-‘Estoy preparado para cualquier cosa’.
-‘Yo no soy hombre, soy mujer’, dijo Anshel. ‘Mi nombre no es Anshel, es Yentl’.
Avigdor estalló en risa.
-‘Yo sabía que era una burla’.
-‘Pero es verdad’.
-‘Aunque yo fuera un tonto no podría tragarme eso’.
-‘¿Quieres que te muestre?’
-‘Sí’.
-‘Entonces me desnudaré’.
Los ojos de Avigdor. Se abrieron. Se le ocurrió pensar que Anshel quería practicar
pederastia. Anshel se quitó la gabardina y el traje orlado y tiró su ropa interior. Avigdor
echó una mirada y se puso blanco y después fieramente rojo. Anshel se cubrió
apresurada.
-‘He hecho esto sólo para que puedas testificar en la corte. De otra manera Hadass
tendrá que quedarse como una mujer divorciada’.
Avigdor había perdido la lengua. Estaba al borde de un ataque de convulsiones.
Quería hablar, pero sus labios se movían y no decía nada. Rápidamente se sentó, porque
sus piernas no podían soportarlo. Finalmente murmuró:
-‘¿Cómo es posible? ¡No puedo creerlo!’
-‘¿Debería desnudarme otra vez?’
-‘¡No!’
Yentl procedía a contarle la historia completa: cómo su padre, postrado en la cama,
había estudiado la Torá con ella; cómo ella nunca tuvo la paciencia de la mujer ni su
tonto parloteo; cómo ella había vendido su casa y todos los muebles, dejado el pueblo,
tomado su camino a Lublin disfrazada como un hombre y en el camino conoció a
Avigdor.
Avigdor estaba mudo, observando a la narradora. Yentl estaba ahora por usar una vez
más ropas de hombre. Avigdor habló:
-‘Debo estar soñando’.
Se pellizcó en la mejilla:
-‘Esto no es un sueño’.
-‘¡Esta clase de cosa tenía que pasarme a mí...!’
-‘Es la verdad’.
-‘¿Por qué hiciste esto? Yo mejor callaría’.
-Yo no quería desperdiciar mi vida horneando, paleando harina y batiendo pasta’.
-‘Y acerca de Hadass ¿por qué le hiciste esto?’
-‘Lo hice por tu bien. Yo sabía que Peshe te atormentaría y en nuestra casa tú tendrías
algo de paz... Avigdor estuvo callado por largo tiempo. Balanceaba la cabeza, apretaba
sus manos sobre sus sienes, agitaba la cabeza.
-‘¿Qué harás ahora?’
-‘Me iré lejos, a una yeshivá diferente’.
-‘¿Qué? Si solamente me hubieras hablado antes, hubiéramos podido...’
Avigdor se detuvo en la mitad de la frase.
-‘No, no hubiera estado bien’.
-‘¿Por qué no?’
-‘No soy ni lo uno ni lo otro’.
-‘En qué dilema estoy’.
-‘Divórciate de ese horror, cásate con Hadass’.
-‘Ella nunca me dará el divorcio y Hadass no querrá tenerme’.
-‘Hadass te ama. No escuchará otra vez a su padre’.
Avigdor repentinamente se puso en pie pero volvió a sentarse.
-‘No seré capaz de olvidarte. Nunca...
6
De acuerdo con la ley, Avigdor tenía ahora prohibido permanecer un momento más,
solo con Yentl; ya vestida en su gabardina y sus pantalones, ella era el Anshel familiar.
Resumieron su conversación en el viejo fundamento:
-‘¿Cómo puedes tú misma violar todos los días el mandamiento: “una mujer no usará
lo que le pertenece al hombre?”.
-‘No fui creada para arrancar plumas y parlotear con hembras’.
-‘Dejarás pronto de participar en el futuro’.
-‘Quizá...’
Avigdor levantó los ojos. Sólo ahora se dio cuenta que, las mejillas de Anshel eran
demasiado suaves para ser de hombre, el cabello muy abundante, las manos muy
pequeñas. Aun así él no podía creer que semejante cosa hubiera sucedido. En cualquier
momento esperaba despertar. Mordió sus labios, se pellizcó los muslos. Estaba paralizado
de susto y no podía hablar sin tartamudear. Su amistad con Anshel, sus pláticas íntimas,
sus confidencias, habían convertido esto en una farsa y en un engaño. Su opinión sobre lo
ocurrido era que Anshel debía ser un demonio. Él se estremeció como si lo arrojaran de
una pesadilla; todavía esa fuerza que sabe distinguir entre sueño y realidad, le decía que
todo era verdad. Hizo acopio de valor. Él y Anshel nunca serían extraños el uno para el
otro, aun cuando Anshel era en realidad Yentl... él aventuró un comentario:
-‘Me parece a mí que el testigo que depone por una mujer desertora no puede casarse
con ella, porque la ley lo llama: “una parte del suceso” ‘.
-‘¿Qué, eso no se me ocurrió?’
-‘Debemos buscar en el Eben Ezer’.#
-‘No estoy segura aún que las reglas pertenecientes a una mujer desertora se apliquen
en este caso’, dijo Anshel a la manera de un escolar.
-‘Si no quieres que Hadass sea una mujer divorciada, debes revelarle el secreto
directamente a ella’.
-‘Eso puedo hacerlo’.
-‘De cualquier modo, tienes que conseguir otro testigo’.
Gradualmente los dos fueron regresando a su conversación talmúdica. Al principio
le pareció extraño a Avigdor, estar disputando la escritura sagrada con una mujer. Ya
desde mucho antes la Torá los había reunido. Aunque sus cuerpos eran diferentes, sus
almas eran de una misma clase. Anshel hablaba con sonsonete, gesticulaba con el pulgar,
tiraba de sus patillas, jalaba su barbilla lampiña, hacía todos los gestos acostumbrados de
un estudiante de yeshivá. En el calor de un argumento ella tomó a Avigdor de la solapa y
lo llamó estúpido. Un gran amor por Anshel llenó a Avigdor, mezclado de vergüenza,
remordimiento, ansiedad. Si sólo hubiera sabido esto antes, se dijo a sí mismo. En sus
pensamientos comparó a Anshel (o Yentl) con Bruria, la esposa de Reb Meir, y con
Yalta, la esposa de Reb Najman. Por vez primera él vio claramente que esto era lo que él
siempre había deseado: una esposa cuya mente no estuviera llena con cosas materiales...
Su deseo por Hadass se había ido ahora, y sabía que podía tenerlo por Yentl, pero no se
atrevió a decirlo. Se sentía acalorado y sabía que su cara estaba ardiendo. Él no podría
más mirar los ojos de Anshel. Empezó a enumerar los pecados de Anshel y vio que él
también estaba implicado porque había estado junto a Yentl y la había tocado durante sus
días impuros. Nu, ## y ¿qué se podía esperar sobre el matrimonio de ella con Hadass?
# Aquí se alude a un pasaje de un libro religioso, n. de la t.## Exclamación en lengua yidish, n. de la t.
¡Qué multitud de transgresiones había! Decepción premeditada, falsas promesas,
tergiversación. Sabrá el cielo qué más.
De repente él preguntó:
-‘Di la verdad, ¿eres una herética?’
-‘¡D-os no lo permita!’
-‘¿Entonces cómo pudiste hacer algo como esto?’
Mientras más hablaba Anshel, Avigdor entendía menos. Toda la explicación de
Anshel parecía apuntar a una sola cosa: ella tenía alma de hombre y cuerpo de mujer.
Anshel dijo que se había casado con Hadass con el objeto de estar cerca de Avigdor.
-‘Podías haberte casado conmigo’, dijo Avigdor.
-‘¡Yo quise estudiar la Guemará y los Comentarios contigo, no zurcir tus medias!’
Durante largo rato ninguno habló. Entonces él rompió el silencio:
-‘Temo que Hadass se va a enfermar con todo esto, D-os no lo permita’.
-‘Yo también tengo miedo de eso’.
-‘¿Qué va a pasar ahora?’-
El crepúsculo cayó y los dos empezaron a recitar la oración de la tarde. En su
confusión Avigdor mezcló las bendiciones, omitió algunas y repitió otras. Miró de reojo a
Anshel que se mecía hacia atrás y adelante, latiendo su pecho, inclinando la cabeza. La
vio, estaba con los ojos cerrados, levantada su cara al cielo implorando: Padre, tú en el
cielo sabes la verdad...Cuando terminaron sus oraciones, se sentaron en sillas opuestas,
dando las caras el uno al otro pero separados a buena distancia. El cuarto estaba llenos de
sombras. Reflejos del crepúsculo, como bordados púrpura, se agitaban en la pared
opuesta a la ventana. Avigdor quería hablar de nuevo, pero la primera palabra temblando
en la punta de la lengua, no salía. Repentinamente estalló hacia el frente:
-‘Tal vez no sea aún demasiado tarde. No puedo seguir viviendo con esa maldita
mujer... tú...’
-‘No, Avigdor, es imposible’.
-‘¿Por qué?’
-‘Viviré mi vida afuera como soy’.
-‘Te extrañaré terriblemente’.
-Y yo te extrañaré a ti’.
-‘¿Qué sentido tiene todo esto?’
Anshel no contestó. Cayó la noche y la luz disminuyó. En la oscuridad les
pareció a cada uno escuchar el pensamiento del otro. La ley prohibía a Avigdor
permanecer en el cuarto solo con Anshel, pero no podía pensar en ella situándola como
mujer. Qué extraño poder hay en la ropa, pensó. Pero habló de algo más:
-‘Yo te aconsejaría simplemente enviar a Hadass el divorcio’.
-‘¿Cómo puedo hacer eso?’
-‘Puesto que los mandamientos del matrimonio no fueron válidos ¿qué diferencia
hay?
-‘Supongo que tienes razón’.
-‘Ella tendrá tiempo suficiente para saber la verdad’.
La sirvienta vino y trajo una lámpara pero, tan pronto como se fue, Avigdor la
apagó. Los predicados y las palabras que tenían que decirse uno al otro no toleraban la
luz. En la negrura Anshel relató todos los detalles. Contestó todas las preguntas de
Avigdor. El reloj dio las dos, y ellos seguían hablando. Anshel contó a Avigdor que
Hadass nunca lo olvidó. Que hablaba de él con frecuencia, preocupada por su salud, que
estaba apenada –aunque no sin una cierta satisfacción- sobre las cosas que a él le habían
pasado con Peshe.
-‘Ella será una buena esposa’, dijo Anshel. Aunque aún no sé cómo hornea un
pudín’.
-‘Sin embargo, si tú estas dispuesta...’
-‘No, Avigdor. No estaba destinado...’
7
Todo esto fue un gran enigma para el pueblo: el mensajero que llegó trayendo a
Hadass los papeles de divorcio; la permanencia de Avigdor en Lublin hasta después de
los días de fiesta; su retorno a Bechev con los hombros caídos y los ojos sin vida como si
hubiera estado enfermo. Hadass cayó en cama y era visitada por el doctor tres veces al
día. Avigdor entró en reclusión. Si alguno se cruzaba con él, con la esperanza de hablarle,
no le contestaba. Peshe se quejó con sus padres, diciendo que Avigdor se pasaba
caminando de un lado a otro, fumando toda la noche. Cuando finalmente se colapsaba por
tanta fatiga, en su sueño llamaba por su nombre a una desconocida: Yentl. Peshe
comenzó a pedir el divorcio. El pueblo pensaba que Avigdor no podría concedérselo o
podría demandar dinero como mínimo pero él estaría de acuerdo con lo que fuera.
En Bechev la gente no acostumbraba tener misterios y conservarlos. ¿Cómo puedes
guardar secretos en un pueblo donde todos saben qué se está cocinando en cada una de
las demás ollas? Todavía, aunque hay multitud de personas que llevan a la práctica el
mirar por el ojo de la llave y pegar un oído a la cerradura, lo sucedido seguía siendo un
enigma. Hadass seguía guardando cama y llorando. Janina el doctor herbolario informó
que ella se estaba consumiendo. Anshel había desaparecido sin dejar rastro. Reb Alter
Vishkower envió por Avigdor y él llegó, pero aquellos que estuvieron estirados bajo la
ventana no pudieron captar ni una palabra de lo que pasó entre ellos. Esos individuos que
habitualmente se entremeten en los asuntos de otras personas vinieron con toda clase de
teorías, pero ninguna de ellas era consistente.
Un partido llegó a la conclusión de que Anshel había caído en las manos de algún
cura católico y había sido convertido. Esto podía tener sentido. Pero ¿a qué hora pudo
Anshel haber tenido tiempo para el cura, si estaba siempre estudiando en la yeshivá? Y
aparte de esto, ¿desde cuándo un apóstata envía a su esposa al divorcio?
Otro grupo murmuró que Anshel había echado el ojo a otra mujer. ¿Pero quién
pudo ser? No había romances en Bechev. Y ninguna de las mujeres jóvenes había dejado
el pueblo recientemente, ni judía ni gentil.
Alguien más sugirió que Anshel había sido secuestrado por demonios o se había
convertido en uno de ellos. Como prueba citó el hecho de que Anshel nunca fue ni a la
casa de baños ni al río. Es bien sabido que los demonios tienen los pies de gansos. Bien,
¿pero Hadass nunca lo vio descalzo? ¿Y quién oyó nunca de un demonio enviando a su
esposa al divorcio? Cuando un demonio se casa con la hija de mortales, él acostumbra
dejarla abandonada.
Se le ocurrió a algún otro que Anshel había cometido un pecado mayor y se había
exiliado para expiar su falta. ¿Pero qué clase de falta pudo ser? ¿Y por qué no confió ésta
al rabino? ¿Y por qué Avigdor anduvo vagando como un fantasma?
La hipótesis de Tevel el músico fue la más cercana a la verdad. Tevel sostenía
que Avigdor había sido incapaz de olvidar a Hadass y que Anshel se había divorciado de
ella para que su amigo pudiera casarse con ella. ¿Pero era posible semejante amistad en
este mundo? Y en tal caso, ¿por qué Anshel se divorció de Hadass antes que Avigdor se
divorciara de Peshe? Además, esto sólo puede si la esposa ha sido informada del arreglo
y está dispuesta; no obstante, todas las señas apuntaban a que Anshel fue el gran amor de
Hadass, y por ello ella estaba enferma de tristeza. De todo esto algo quedaba claro:
Avigdor sabía la verdad. Pero era imposible tratar de sacarle algo. Él permaneció aislado
y guardó silencio con tal obstinación que todo el pueblo lo reprobaba.
Los amigos cercanos de Peshe la instaban a no divorciarse de Avigdor, a pesar
de que ellos habían roto toda relación y no vivían ya como marido y mujer. Él ni siquiera
en la noche del viernes, llevó a cabo la bendición del kidush* por ella. Y pasaba sus
noches o en la casa de estudio o en la de la viuda, donde Anshel había encontrado
alojamiento. Cuando Peshe le hablaba, él no contestaba, pero estaba con la cabeza
inclinada. La comerciante Peshe no tuvo paciencia para continuar así. Ella necesitaba un
hombre joven que la ayudara en la tienda, no un estudiante de la yeshivá que había caído
en la melancolía. Alguien en tales circunstancias podría meterle en la cabeza que se
marchara y desertara de ella. Peshe consentiría el divorcio. Mientras tanto Hadass se
recuperó y Reb Alter Vishkower les dio a conocer que estaba elaborando un contrato
matrimonial. Hadass iba a casarse con Avigdor. El pueblo estaba ansioso. Un matrimonio
entre un hombre y una mujer que una vez estuvieron comprometidos y cuyos esponsales
habían sido rotos era inaudito. La boda se celebró el primer sábado después de Tishá
beAv# e incluyó todo lo acostumbrado en la boda de una virgen: el banquete para los
pobres, el dosel enfrente de la sinagoga, los músicos, los bufones de la boda, la danza de
la virtud. El novio tenía una apariencia desolada bajo el dosel matrimonial. La novia se
había recuperado de su enfermedad, pero permanecía pálida y delgada. Sus lágrimas
cayeron dentro del dorado caldo de pollo. De todos los ojos la misma pregunta buscaba
respuesta: ¿por qué Anshel había hecho esto?
Después que Avigdor y Hadass se casaron, Peshe esparció el rumor de que Anshel
había vendido a su esposa a Avigdor por un precio, y que el dinero lo había suministrado
Alter Vishkower. Un joven reflexionó sobre el acertijo durante mucho rato hasta que
finalmente llegó a la conclusión de que Anshel había perdido a su amada esposa
jugándola a las cartas con Avigdor.
Es regla general que cuando el grano de la verdad no puede ser encontrado, el
hombre tendrá que tragarse una más grande cantidad de falsedades. La verdad muchas
veces se oculta de manera tal que si se busca la dureza, se encuentra la dureza.
* Bendición especial que se recita al comenzar el sábado luego de que los padres bendicen a sus hijos, n. de la t.# El noveno día del mes judío de Av, en que se conmemora el día en el que fue destruido en el año 586 a.de la E. c., el primer Templo en Jerusalén, n. de la t.
No mucho tiempo después de la boda, Hadass quedó encinta. El bebé fue un niño
y para sorpresa de los que asistieron a la circuncisión apenas podían creer a sus oídos
cuando oyeron la voz del padre llamar a su hijo Anshel.