Utopía no 0

32

description

Número uno de la revista libertaria Utopía

Transcript of Utopía no 0

Page 1: Utopía no 0
Page 2: Utopía no 0

Índice

3.- Editorial

5.- Sobre la criminalización de la capucha

7.- La dignidad del sin rostro

8.- Culpables 11.- Violencia, capuchas, anarquismo

13.- El precio de la violencia

15.- Analizar y replantear las maneras en las que se expresa el discurso anarquista 18.- La propuesta sociopolítica de la pedagogía (fragmento)

23.- Literatura

24.- No tengo patria, señores

25.- Presentes para los presentes

27.- Eres libertad

29.- Esperando la hora

Page 3: Utopía no 0

Editorial

La utopía es aquello lejano, inposible, tan lleno de perfección que no existe. Es ésta la definición que se le da al concepto que le da nombre a esta pequeña revista. Sin embargo, queremos demostrar que la utopía es algo tangible, algo que puede materializarse de a poco, con proyectos y representaciones que van de la mínima expresión, a la máxima demostración. El utopista, según Ricardo Flores Magón, es

quien ha sido el motor de los cambios en la humanidad, tanto en el desarrollo de su pensamiento, como el de la liberación de los pueblos. Sócrates y Jesucristo figuran en la lista de utopistas, vistos de manera objetiva, de Magón.

La utopía anarquista está configurada mediante la pasión, el amor y la razón. La fundamentación de cada uno de estos tres elementos de la estructura del pensamiento libertario, se desarrollará en esta publicación mediante aquellos conceptos conocidos como acción directa, apoyo mutuo, solidaridad, edudación libre, etcétera.

En este número, recopilamos cinco artículos publicados en La Jornada Veracruz durante los meses octubre-noviembre. Las publicaciones ahí encontradas, versan sobre las formas de acción directa dentro de la lucha callejera: la capucha y sus significados, los símbolos de la represión y de la acción contestataria. Son cuatro artículos y un relato escritos “bajo la capucha”, que recuperan los nombres de compañeros caídos en la lucha, desde Carlo Giuliani hasta Brad Will, y la anarcofeminista de Mujeres Libres y la CNT Concha Liaño.

El periodismo combativo de Javier Hernández Alízar nos ha demostrado que desde la pluma reporteril pode-mos encontrar un camino que suavice los golpes dados por las diferentes alas partidistas tanto derecha como la pesudoizquierda. El cuestionamiento hacia la supuesta tolerancia de los gobiernos de izquierda y la policía de Mancera y el análisis pertinente de las acciones de los, en su mayoría, anarquistas y jóvenes en las calles, es el tema primordial en “Violencia, capuchas y anarquismo”.

Asimismo, Aníbal Khan nos explica la pertinencia de manejar un lenguaje común, de abrir el pensamiento libertario para que otras personas se acerquen a comprenderla y defenderla como muchos lo hacne ya.

Es así como comenzamos este proyecto de materializar la utopía, leyendo las formas de acción anarquista de extremo a extremo: desde la acción directa en los disturbios, hasta las aulas con la pedagogía libertaria, ésa otra forma de compartir conocimiento, de tener educación.

Xalapa, Veracruz. Noviembre 2013

3

Page 4: Utopía no 0
Page 5: Utopía no 0

Carlo Yuliani

Sobre la criminalización de la capucha

Con el fin de la Unión Soviética, colapsó un mundo dividido entre buenos y malos; por ello no po-

demos seguir observando e interpretando los sucesos utilizando las herramientas que aprendimos antaño, pensando de manera bipolar o maniquea, derecha e izquierda, democracia o dictadura, socialismo o barbarie. Aunque hayamos crecido con ellas y nos duela creerlo, esas estructuras se encuentran caducas.

Hoy vemos como la gente de países distintos entre sí como Bahréin e Italia o Alemania y Brasil, toman las calles de manera masiva en la búsqueda de “algo” me-jor. En esas movilizaciones, las capuchas han hecho su aparición formando “Bloques Negros” de combatien-tes, quienes igual destruyen bancos que protegen a los manifestantes de la brutalidad policial. Es así, como de la Patagonia hasta el Mar del Norte, los gritos y acusaciones de “infiltrados” o “provocadores” han re-sonado y hecho eco.

El 2 de Octubre salimos a las calles, vinagre contra el gas en la bolsa; capucha en la mochila. Sabíamos que la represión igualmente llegaría y preparados para hacerle frente, mandamos mensajes a los pueblos mexicanos y a los gobiernos: No vamos a dar la otra mejilla, no permitiremos que golpeen a los pueblos impunemente, y la autoridad puede ser confrontada frontalmente. Nosotros estamos allí por convicción propia, cansados ya de que el poder se ejerza sobre los pueblos, pero jamás deseando tomarlo, hemos asustado y preocupado a los gobiernos en todos los continentes del mundo.

Se nos acusa de llamar a la represión, pero el go-bierno sólo persigue y reprime a quienes ponen en riesgo el monopolio de autoridad del mismo; sabe-mos que no dudarían en declarar ilegal y golpear a la protesta más pacífica si estuviese colocando en jaque a los gobernantes. Los ejemplos nos sobran, allí está Tiananmen, El Parque Gezi, La Primavera de Pra-ga ¿ya se nos olvidaron Aguas Blancas o Acteal? ¿Se nos olvidó que el pasado 29 de Junio la policía hirió a 200 maestros que sólo realizaban una asamblea en

Tuxtla? ¿Qué acaso la consigna que nos llevó a la calle encapuchados la última vez no era “2 de Octubre no se olvida”? En suma, si votar sirviera de algo, estaría prohibido.

La imagen de un encapuchado luchando posee muchos significados, por lo tanto nuestras acciones buscan impactar en varios niveles. No somos tan inocentes para pensar que con piedras y cohetones vamos o íbamos a derribar al Estado y su opresión el 2 de Octubre, pero dentro de lo simbólico demos-tramos que la autoridad no es omnipotente, hici-mos que los granaderos se replegasen, rompimos sus formaciones devolviéndoles su gas y respon-diéndoles con fuego. Sobre todo, demostramos que un pequeño número de personas hartas y enojadas tiene la posibilidad de organizarse y hacer frente a la violencia que la gente ha sufrido por años, con sus impuestos, leyes, abusos y represiones.

Precisamente ese es el mensaje que el Estado quiere evitar se propague ¿qué podría pasar si las personas se percatasen que la organización para hacer frente a la policía es posible? ¿Qué la victoria en las calles no es un sueño irrealizable? Pasaría lo que vemos en Grecia, o Brasil, donde Bloques Negros de cientos (y miles) de encapuchados derrotan a las fuerzas policiales evi-denciando la cada vez mayor fragilidad y miedo de los gobiernos. El Estado, por consiguiente teme que los pueblos se den cuenta de la fuerza que son capaces de desplegar si se cohesionan, y por ello el gobierno bus-ca perpetuar el mito de su invulnerabilidad.

El sociólogo Max Webber nos señaló que el Es-tado lo constituyen quienes poseen el monopolio de la fuerza; ello refiere tanto a la capacidad para desplegarla, como a la legitimidad a la hora de uti-lizarla. Si las personas se dan cuenta que tienen la posibilidad de organizarse, dejar de ofrecer la otra mejilla y devolver los agravios acaecidos hasta hoy, entonces el discurso que sostiene al Estado y sus gobiernos se derrumbaría. El valiente dura hasta que el cobarde quiere, pero para que éste se atreva

5

Page 6: Utopía no 0

a actuar, el débil debe creerse capaz de golpear al fuerte.

Por eso el gobierno circula los rumores de la pre-sencia de infiltrados, pues entonces el golpe no viene del pueblo organizado, sino del mismo Estado (por lo tanto el golpe no existe). Es un intento de deslegitimar los ataques en su contra, para que en nuestra mente no quepa dicha posibilidad, y así la figura del gobier-no todo poderoso aumenta.

Los rumores y descalificaciones vuelan precisamente porque nos temen, si no fuésemos un riesgo para el Estado su prensa no nos estaría acosando y su poli-cía cazándonos ¿acaso se le reprimió a Javier Sicilia? ¿Cuántos presos hubo del #Yo soy 132? Tomemos a Obrador, quien a pesar de juntar a miles, la prensa ni se molesta en descalificar sus presentes acciones, y nunca he visto que encapsulen o agredan sus marchas, mientras que a nosotros no sólo nos cazan, sino que vierten ríos de tinta con adjetivos descalificatorios. Ladran Sancho, señal que avanzamos

6

Page 7: Utopía no 0

La dignidad del sin rostro

Carlo Giuliani

Vivimos en una época de transición. Los gobiernos de muchos países del mundo están imponiendo

reformas neoliberales muy similares a las que México padece desde hace poco. Al mismo tiempo, la resis-tencia civil en contra de las esas leyes injustas (y del sistema capitalista en general) ha despertado por todo el orbe. Las luchas callejeras entre encapuchados y po-licías se dan a diario en muchos rincones del planeta y su desenlace parece incierto.

En estos tiempos de cambios, de movilizaciones sociales, de conciencia colectiva y de asesinatos co-lectivos, no está de más recordar que el presente fue escrito por todos los hechos que lo definieron en el pasado. No sobra analizar las épocas que tienen mu-chas similitudes con nuestro presente; siempre hay que voltear atrás para recordar que lo que hoy vemos en nuestras calles ha sido visto por otras calles y por otros rostros.

En septiembre de 1935, cuando el partido nazi recién había alcanzado la cúspide del poder en Alemania, se promulgaron las leyes de Núremberg, cuyo propósito fundamental fue deshumanizar a los judíos y a otras minorías del país teutón. Desde esa fecha, el régimen comenzó abiertamente a perseguirlos y eliminarlos: eran ahora seres sin derechos ni libertades. Serían co-nocidos como Untermensch (infrahumanos).

Igual que los nazis en su tiempo, muchos estados han utilizado la estrategia de deshumanizar a las clases ba-jas para legitimar y mantener su poder. Los reyes y emperadores de las antiguas civilizaciones lo hacían hace milenios y los presidentes y primeros ministros lo siguen haciendo.

Aunque el caso de la Alemania nazi es uno de los más inhumanos que la historia recuerde, la estrategia es básicamente la misma que los gobiernos actuales utilizan, únicamente es más sutil. Es una idea tan sencilla de entender que incluso el ejecutivo federal

parece comprenderla, pero está tan oculta en el sub-consciente colectivo que la damos por sentada sin pensar en ella. Las clases bajas, para ser dominadas y mantenerse alejadas del ejercicio del poder han de ser deshumanizadas y se les debe hacer creer que el orden de las cosas tiene lógica y una razón de ser. Por lo tanto, los esclavos deben creer que nacieron para ser dominados por sus amos, las mujeres deben creer que nacieron para ser dominadas por el hombre, los pobres deben creer que nacieron para ser dominados por los ricos.

De esta manera, nosotros, los de abajo, los que no controlamos el destino de nuestros pueblos, siempre hemos tolerado que nos despojen de los medios materiales necesarios para vivir. Y lo he-mos tolerado porque antes de perder lo material ya habíamos perdido, en nuestras mentes, algo mucho más valioso: la idea de que un hombre no vale más que otro hombre. Y los poderosos, ya con la inercia del empoderamiento, no sólo se hi-cieron creer que ellos valían más que nosotros, incluso lograron convencerse de que valían más que el planeta que los rodea. Porque bajo la lógi-ca capitalista, el hombre que gobierna al hombre, gobierna también a la naturaleza y si una persona, una montaña o un bosque se cruza en su camino, se le puede eliminar sin importar las consecuen-cias.

Si lo primero que hemos perdido no fue material, entonces lo primero que debemos recuperar lo encontraremos en nuestras mentes. Aquello que hemos perdido des-de hace incontables generaciones tiene un nombre: es nuestra dignidad. Como seres humanos debemos luchar con el objetivo común de destruir al poder y para ello usa-remos todos los medios que estén a nuestro alcance. No se necesitan líderes, caudillos

/

Page 8: Utopía no 0

o héroes que se lleven la victoria, si la vic-toria es popular los luchadores deben ser anónimos. Se necesitan rostros cubiertos.

Quien cubre su rostro no tiene miedo. Arriesga en las calles su integridad física, su libertad e incluso si vida porque su miedo ha sido sustituido por su digni-dad. La lucha es real, pero también es simbólica y con símbolos podemos demostrar que todos somos uno. Debajo de una capucha oscura, es un rostro lo que está ocultando, pero es la dignificación de toda una clase social la que se muestra. La capucha es el rostro de la igualdad, de la capacidad de perderse como in-dividuo para unirse a algo que es mucho más grande que uno mismo. La justicia debe ser para todos, aun-que no todos luchen por ella. Pero quienes lo hacemos ocultamos el rostro para mostrar que hemos decidido que mientras existan desigualdades, serán una afrenta a nuestras personas. Que mientras exista el hambre existirá la lucha. Mientras haya gobiernos habrá orga-nización popular en su contra.

En Núremberg se cerró la etapa del nazismo alemán cuando en esa ciudad fueron juzgados los criminales de guerra nazis, muchos de los cuales fueron ejecu-tados por sus crímenes contra la humanidad. Si los encapuchados logramos generar conciencia y los ojos del mundo redescubren la dignidad perdida, los seres vivos de este mundo dejarán de sufrir el control de unos cuantos humanos poderosos. El ser humano lo-grará su emancipación.

“Igual que los nazIs en su tIempo, muchos estados han utI-lIzado la estrategIa de deshumanIzar a las clases bajas para legItImar y mantener su poder.

los reyes y emperadores de las antIguas cIvIlIzacIones lo hacían hace mIlenIos y los presIdentes y prImeros mI-

nIstros lo sIguen hacIendo”.

8

Page 9: Utopía no 0

Culpables

Concha Liaño Gil

Salimos a las manifestaciones con capuchas, crea-mos los disturbios, protegemos a los nuestros,

pintamos las calles, reventamos cajeros. Nos dicen violentos, nos llaman vándalos: nos emparentan con los halcones. Pero omiten decir que la violencia que generamos no es la misma que la que ellos como go-bierno ejercen diariamente contra nosotros, contra todo el pueblo.

La diferencia entre las dos manifestaciones de vio-lencia, la del pueblo y la del gobierno y sus represen-taciones, es que la de ellos es una fuerza que busca legitimar su poder mediante la ley del tolete, en tanto que la de nosotros, es el resultado del hartazgo, del no poder más. Nuestra violencia es una respuesta lógica y legítima ante la brutalidad con la que intentan some-ternos y destruir todo rastro de humanidad y libertad.

La presencia de los policías, por ejemplo, es ya en sí misma una forma de repre-sión y violencia. No cuida la integridad de un pueblo, sino los intereses ma-teriales de quienes detentan el poder económico. El policía en las calles es un recordatorio constante de la dife-rencia entre clases sociales, de que al-guien tiene más que otro, y que ese or-den económico debe respetarse porque sí, porque así son las cosas y te chingas. Los cuerpos de seguridad son la representación directa de la repre-sión física del gobierno hacia el pueblo. Su violencia es desmedida e irracional; la nuestra es pensada y lle-

na de convicción, llena de nosotros, de apoyo mutuo, de solidaridad; debajo de esta capucha, todos somos uno. La capucha nos unifica.

La destrucción de cajeros no es gratuita, tiene que ver con que los bancos son uno de los peores males económicos de todo el mundo. El ideario de consu-mo genera una psicosis en los bolsillos de las perso-nas, así es como se configura su proceso usurero, sus “cajas de ahorro”. Esto sólo beneficia al nuevo orden mundial protagonizado por las grandes potencias en el mundo y a sus organizaciones de miseria como el FMI, OCDE, BM o grupos de dirigentes como G20. Si no fuera así, en la caída de los bancos en Grecia, no habría terminado de germinar la crisis provocada en Wall Street en 2008. Asimismo, los gobiernos de los grandes países “desarrollados”, no hubieran preferido salvar a la banca en lugar del empleo, la educación, salud y vivienda. El resultado es visible: millones de españoles en las calles sin empleo y los bancos les han arrebatado sus hogares. ¿Esa violencia es mínima a comparación de hacer explotar de un cajero?

Las grandes multinacionales erigen sus palacios a partir de la destrucción de la vida. Tenemos ejemplos claros en Veracruz: Wallmart, Coca-co-la, la devastación sistemática y legitimada por el

Estado, por ejemplo, de la Joyita o la cons-trucción de la mina Caballo Blanco. No

les es suficiente la eliminación de la naturaleza, sino que avanzan rápido hacia la brutalidad y modificación genética de los animales, que en mu-chos casos son sus productos. Por si

fuera poco, la explotación hacia sus trabajadores también figura en la pla-

nilla de razones para justificar que reven-temos sus vidrios, les saboteemos y busquemos hundir su mercado.

9

Page 10: Utopía no 0

Al respecto de los ataques hacia monumentos públi-cos, la mecánica turística podría ayudarnos a explicar mejor este punto. El turista pretende escapar de su rutina dentro de la rutina de otra ciudad, formando parte de la de otras personas. Sin embargo, prefiere no ver la miseria y desigualdad que en su espacio familiar puede encontrar y que, de hecho, lo ha encontrado. Por eso, los centros históricos son señalados como lo estéticamente correcto y atractivo para la circulación de dinero. El turista no quiere ver lo que en su ciudad hay y ve diariamente de traslado a su trabajo: peri-ferias pobres, grafitis, delincuencia. Todo tiene que estar teatralmente dirigido. Por lo tanto, se construye esa burbuja del Estado donde en los centros históricos no pasa nada, todo se ve bien para mostrarse a quien llega, para la postal. Sin embargo, nosotros creemos que es imposible tener dos ciudades económicamente desiguales: la de la miseria y la del turismo. Queremos mostrar que una es ficticia, que es falsa. Esta ciudad falsa nos empuja a quienes no pertenecemos a su rei-no turístico y democratizado a las orillas, a la margi-nalidad.

Por eso nuestra violencia, la violencia popular es una herramienta digna que usamos contra la violencia de los poderosos que todo lo tienen a costa de los que se parten el lomo trabajando. Es una muestra de hartaz-gos de aquellos a los que se les ha negado todo dere-cho de libertad, igualdad y justicia.

nuestra violencia

es una respuesta lógica y legÍtima

ante la brutalidad

con la que intentan someternos

y destruir todo rastro

de humanidad y libertad.

10

Page 11: Utopía no 0

Violencia, capuchas, anarquismo

Javier Hernández Alpízar

Es, más que inexacto, falsear los hechos, redu-cir la violencia en las manifestaciones recientes

(del 1 de diciembre del 2012 al 2 de octubre de 2013, para poner dos fechas) a unos cuantos infiltrados, manipulados o “acelerados” que terminan (contra su voluntad) siendo usados por el poder. Como di-jera una de las editoras de Kaos en la Red (medio al-ternativo atacado cibernéticamente en las semanas recientes: ¿ven como las agresiones no son algo in-cidental ni local?): si reducimos la violencia a unos infiltrados, estamos ocultando gran parte del fenó-meno, es decir, que hay rabia en México, hartazgo en las filas populares, especialmente en uno de los sectores más agredidos: el juvenil.

Reducir la violencia a unos cuantos encapuchados es un monumento a la hipocresía. La hipocresía de denunciar la violencia de los encapuchados, pero callar la violencia estructural de un país que está sa-crificando a su futuro: sus jóvenes, su infancia, sus mujeres. La hipocresía de denunciar las capuchas, pero apapachar a las sociedades anónimas que han vandalizado y destruido el país: su campo, su gente, su economía, su historia. La hipocresía de crimina-lizar el anarquismo, pero aplaudir al franquismo en el poder: a los empresarios mexicanos socios comer-ciales de los empresarios franquistas, émulos locales de las políticas pinochetistas, sumisos ante el fascis-mo made in USA.

¿Quién tiene la autoridad moral para criticar a los jó-venes encapuchados?: ¿La pseudoizquierda que los ha venido reprimiendo desde los años noventa, incluso en fechas altamente simbólicas como los 2 de octubre y el 10 de junio? ¿El panismo que bañó en sangre al país como ni siquiera el priismo lo había logrado ha-cer? ¿El priismo que solamente tiene para los jóvenes: muerte violenta, represión, un empleo en el crimen, corrupción y una sociedad sin futuro? ¿Los medios de masas venales, quienes han mentido siempre a su au-ditorio e incluso jamás retratan el fenotipo de la gen-

te de este país? ¿Los bienpensantes que protestan con el permiso y la bendición del GDF represor, y luego de ver frustradas sus esperanzas, una vez tras otra se repliegan obedientemente a decir su jaculatoria: “es-taríamos mejor con López Obrador”? ¿La izquierda domesticada, permitida o permisionada?

Es verosímil que hay infiltrados de los gobiernos de EPN y del GDF-PRD en las marchas, enviados expre-samente para generar imágenes de violencia y darle una coartada a la represión de Estado (federal y del DGF- PRD), pero también es inocultable que algunos jóvenes, hartos de ver cerrados todos los caminos a un cambio verdadero y ver traicionado el deber de la so-ciedad de darles un espacio, un mañana, están usando la violencia para expresar su rabia.

No son las violencias equivalentes ni simétricas: la una es la violencia del poder, amparada cobar-demente en la impunidad institucional y sistémi-ca, violencia coordinada entre el gobierno federal priista y el DGF perredista, con el aplauso del PAN y los medios de comunicación caceroleros; la otra, la juvenil, es la violencia de quienes responden a la cerrazón, en un país donde el poder ha taponado todas las salidas políticas, toda esperanza. No se tra-ta de justificarla o no, de legitimarla o no, sino de entender por qué ocurre, para no legitimar la repre-sión dividiendo las manifestaciones en “pacíficas” o “delictivas” y por ende “reprimibles”. Si no se entien-de un problema, en lugar de respuestas y posibles soluciones, se apuntalará la violencia supuestamente “legítima” del opresor.

Los jóvenes son recibidos a la vida adulta, escolar y laboral o, mejor dicho, a la negación de ellas, con una inscripción dantesca: “quien entre aquí aban-done toda esperanza”. Pero cuando usan la fuerza y la violencia, ante un sistema cuyo recurso polí-tico hacia ellos ha sido precisamente el binomio: fuerza y la violencia, los acusan de “provocadores”,

11

Page 12: Utopía no 0

“infiltrados” y “manipulados”. Suena más bien a fa-llida autoexculpación de una izquierda que debiera estarse cuestionando por haber llevado al poder a semejantes represores y haberlos equipado con pro-gramas como el Cero Tolerancia que trajo de Nueva York a México DF López Obrador, usando dinero público, vía Rudolph Guiliani.

Elena Poniatowska pretendió contrastar a los jó-venes anarcos con los hermanos Flores Magón (pregoneros y partícipes de más de un alzamiento armado) y con Durruti (quien no solamente usaba armas, sino perpetraba asaltos como recurso po-lítico), con ello la plagiaria de libros de González de Alba solamente exhibió su ignorancia e incon-gruencia. Es sintomático que el público que la sigue venerando tenga que hacer caso omiso de cada vez más plagios, pifias y dehonestidades literarias y po-líticas de la ahora crítica de jóvenes anarquistas.

Afortunadamente, la gracia de los jóvenes anar-quistas es que no pedirán permiso a las “persona-lidades” que se sienten herederas del 68, pero son ya mascotas del poder y de la derecha: los jóvenes defenderán su dignidad como ellos decidan, en un país con las puertas cerradas a la decencia y al cambio; abiertas solamente para los priismos que campean no solamente en el PRI, también en las iz-quierdas satélites del PRI y en el PAN, que mientras más se opone al PRI más se parece a él. Si Gómez Morín viviera, tendría que fundar un partido para oponerse al neofascismo panista.

Ante el arrojo de los jóvenes anarquistas, lo que deberían sentir los viejos pseudoizquierdistas que pretenden regañarlos es vergüenza: pues fueron precisamente sus errores y complacencias parte de las causas que arruinaron este país, y es debido en buena medida a esa autocomplacencia, triunfalis-mo estéril y conformismo con cuanto ex priista les pusieron de candidato, que dejaron por herencia a los jóvenes un presupuesto para gases lacrimóge-nos y balas: es el legado que izquierdas y derechas le brindan a los jóvenes; y aun tienen el cinismo de pretender juzgarlos.

Por otra parte, la violencia es un tema difícil de pensar: tabuada en parte, asimilada hipócritamente cuando proviene del poder, condenada solamente cuando es la respuesta airada de los oprimidos, vis-ta con fascinación acrítica por algunos. (¿Recuer-dan el sarampión de simpatía por la película “Con v de vendetta” entre votantes fustrados de AMLO en 2006?) Sin embargo, parece ser el camino que

ha elegido el poder para controlar el conflicto so-cial en el país. Parece haber una estrategia clara para sabotear todos los caminos no violentos y llevar a los movimientos sociales al callejón de los golpes y corretizas: lo cuestionable es pensar que lo más inteligente sea ir a pretender confrontar al poder precisamente ahí a donde éste quiere enfrentar al movimiento social.

Han surgido voces que no solamente reivindican la violencia como herramienta política radical sino que se burlan de los movimientos políticos no violentos: olvidan que, en el México moderno, esos movimien-tos no violentos son los que han incomodado al poder, que la violencia del poder es para aplastar no a unos pocos anarquistas con molotovs (que en este momen-to no representan para el poder ningún desafío), sino a una movilización social que una violencia inaudita no ha logrado frenar. La violencia del poder es una confesión de impotencia política, y por más radicales que pretendamos ser, no podemos negar que quienes han logrado representar una piedra en el zapato de ese poder son movimientos sociales esencialmente no violentos.

Usar la violencia no es sinónimo de ser más radical, ni más revolucionario, ni más fuerte, como usar la movilización no violenta no es sinónimo de tibieza o confusión política: pretender una ecuación: violen-cia= autenticidad política, es tan ingenuo y falto de visión como querer ocultar el hartazgo con el sambe-nito de “los infiltrados de EPN para desprestigiar al democrático GDF”. De ambos simplismos debemos precavernos para no ocultar el fenómeno social: el hartazgo y la persistencia en buscar un cambio social en México. Después de todo, la violencia no es un medio o una herramienta neutra: siempre que se usa, genera asimetrías y poderes opresores, resultados nada antiautoritarios ni ácratas, c como puede verse. Por ello también la ecuación anarquismo= violencia es sumamente dudosa.

12

Page 13: Utopía no 0

El precio de la violencia

Brad Will

Hace ya algún tiempo que resuenan los disturbios a lo largo del mundo, desde Grecia hasta México,

desde Chile hasta Turquía… Disturbios que ha empe-zado a marcar un poco estos tiempos.

En nuestro país se están originando movilizaciones masivas que tienen muchas exigencias pero tácita-mente todas las luchas están exigiendo la posibilidad de vivir en paz; ya sean los maestros defendiendo sus derechos o las policías comunitarias defendiéndose del narco y del gobierno. Esto nos sitúa en el tema: La violencia.

Ahora es justo preguntar ¿Qué violencia nos preo-cupa?

Nos enteramos que los “encapuchados”, esos que ahora el Gobierno acusa de ser infiltrados, halcones, provocadores y demás adjetivos para deslegitimar, han hecho despliegues de fuerza desde el 1ro de Diciembre hasta el 2 de Octubre que acaba de pasar. Los que no los acusan de ajenos al movi-miento los llaman radicales y violen-tos; por eso es que considero que hay varias preguntas sumadas a la anterior que son pertinentes:

¿Es más violento romper un vidrio de un McDonals o la deforestación que esta empresa causa?

Es simple acusar a alguien de que es violento cuando lo vemos (ya sea por las cámaras o en persona) pero cuando no somos testigos directos nos es simple nor-malizar lo que pasa todos los días y se va haciendo tan común y tan cotidiano que cuando alguien nombra esa otra violencia que origina el malestar no es fácil entender de dónde viene.

¿Es difícil ver la violencia que existe en la desigual-dad social?

No es tan común ver encapuchados enfrentando a la policía, pero cuando es visible se condena con un rechazo increíble, pero parece que no se ve la vio-lencia que ha sufrido el niño pequeño y flaco que en la calle nos está pidiendo una moneda para comer algo o el adulto mayor durmiendo entre periódicos en una esquina, parece que no es visible esa violencia que Foucault llamaba la violencia hacia “los exclui-dos”, hacia esos que se vuelven invisibles.

¿Es acaso que esas imágenes no tienen firma visible y por eso las ignoramos?

Cuando el Gobierno pasa otra reforma es algo tan violento que crea reacciones en la gente que indigna-

da sale a la calle tratando de defenderse, cuando hay otro gasolinazo o el huevo sube es más

violento que una bomba molotov, el fue-go a fin de cuentas se extingue pero la

pobreza crece.

Hay un precio que pagan los ma-nifestantes en las confrontaciones “violentas”: golpizas, acoso, fian-

zas, criminalización por parte de los medios y la opinión pública. ¿Pero y

los que reprimieron en Atenco, en Ac-teal, a los maestros en Xalapa el 14 de

septiembre de este año?

¿Ellos estaban siendo “violentos” al defender sus derechos? ¿eran radicales que enfrentan a la policía provocándolos y por eso fueron reprimidos?

La violencia del gobierno va más allá de los bala-zos, de los desaparecidos, de las mujeres violadas y con las que trafican, es más amplio que el ejercito atacando a las policías comunitarias, la violencia del gobierno la vemos en los comandos armados disfrazados de policías que cuales militares en zona de guerra circulan por la ciudad sin nadie que los frene cuando deciden ser prepotentes o

13

Page 14: Utopía no 0

simplemente pasar sobre quien quieran ¿y cuál es precio que ellos pagan?

¿Qué precio pagaron por el asesinato de Re-gina Martínez y otros periodistas asesinados? ¿Qué precio pagan por su negligencia que ha ahogado a los pobres y devastado el país conta-minando ríos y mares? ¿Qué precio pagan por esa violencia silenciosa?

La violencia del gobierno se hace presente cuando ya no alcanza el dinero para comprar más comida y alguien en la casa sacrifica su bocado para que los niños coman, se ve cuando después de años de tra-bajar la pensión es una miseria y hay más deudas que algo que dejar los hijos; esa violencia se ve cuando los diputados, los senadores, gobernadores y el resto de la clase política puede vivir lujos interminables e innecesarios a expensas de esos que viven en casa de lamina de cartón, que pasan frío, hambre y desespe-ración en un país dónde es más importante el futbol que la educación básica.

La violencia la viven los maestros rurales que todos los días caminan kilómetros para llegar a una escuela en condiciones infrahumanas para dar una clase en otro idioma a niños que no sueñan con un Mercedes Benz, que sueñan con comer bien y tener una casa con piso que no sea de tierra.

Pero eso sí, romper vidrios y pintar una pared con un grito de desesperación es violencia sin sentido. No es que los encapuchados y los violentos sean consecuencia y síntoma de un mal gobierno.

¿No será que la desigualdad social sea más violenta que cualquier protesta?

Deleuze decía: “No hay lugar para el temor ni para la esperanza, sólo cabe buscar nuevas armas”, armas convertidas en rutas de lucha, en nuevas formas de organizarse y pelear des-de más trincheras, sabiendo que las armas del pueblo no son rifles, sino indignación ante los atropellos y el enojo que deja tener poco o casi nada en el estómago.

14

Page 15: Utopía no 0

Analizar y replantear las maneras en las que se expresa el discurso anarquista

Aníbal Khan

“Mientras exista una clase inferior, perteneceré a ella. Mientras haya un elemento criminal, estaré hecho de él. Mientras permanezca un alma en prisión, no seré libre.”

Mijail Bakunin

La palabra “Anarquismo” evoca significados y sentimientos distintos para todo quien la escu-

che, quienes no simpatizan con ella la escuchan con repugnancia, miedo o desdén; mientras quienes se identifican o reivindican como anarquistas la utili-zan como eje sobre el cual partir a la traza de sus caminos. Mas este de ninguna forma es un grupo medianamente homogéneo, no es un meta-relato como el nacionalismo o el marxismo-leninismo; por el contrario, busca acabar con la idea moderna de “la vía única”, y encuentra una de sus fortalezas en la imposibilidad de delimitar y ordenar a sus adhe-rentes.

El rechazo a la verticalidad impuesta por las ins-tituciones cívicas, políticas y religiosas, es la línea que separa a los anarquistas de otras corrientes de pensamiento y actuar, mas deja un margen inmen-samente amplio y abstracto de cómo son o pueden ser sus adherentes; por lo mismo un gran abanico de posibilidades de lucha surge en su seno. En oca-siones ellas pueden no ser afines e incluso chocar, y aunque poseo una opinión clara al respecto, el pro-pósito de este texto no es dirigirme a una de ellas o incluso conciliarlas (conciliación que considero necesaria), sino hablarles sobre una cuestión que nos atañe a todos: la de la difusión y crecimiento de nuestras ideas.

El meollo del asunto no lo veo en la disyuntiva de elección entre estrategias y tácticas de difusión, ya que independientemente del método utilizado, es el lenguaje y discurso con el cual se rellena lo que me preocupa; pues veo como afecta directamente a la recepción de nuestros mensajes. Toda corriente de pensamiento o vertiente de ideas afronta la reali-

dad de la temporalidad, la permanencia de las ideas dentro del imaginario social depende de diversas circunstancias, y se ve afectada de manera fulmi-nante por su capacidad para replicarse y esparcirse entre grupos humanos.

Miro con extrañeza y desconfianza a quienes ase-guran que los números son irrelevantes, dicen que igual da si somos cien o somos mil, siempre y cuan-do seamos congruentes con nuestras ideas y las llevemos a la práctica, mientras tengamos calidad, no importa la cantidad. Francamente la visión que enuncié me preocupa, por supuesto que la cantidad es importante, ella nos brinda mayores posibilida-des en cuanto los proyectos que podemos realizar, no podemos construir algo nuevo con un puñado de soñadores si nadamos en un mar tan inmenso como es la vida en sociedad, y luchamos contra el leviatán todos los días.

Debe de estar claro, nuestra lucha no es en pro de los anarquistas, debe ser a favor de quienes no lo son. Quienes se identifican como anarquistas ya conocen a sus enemigos, saben desde dónde vie-nen sus ofensivas, y están urdiendo en su trinchera un plan de defensa o ataque (sean por cuales vías fueren), pero quienes no son anarquistas, quienes ignoran por completo la existencia del mismo son los que se encuentran desprotegidos ante las arre-metidas estatales, y son ellos por quienes debemos actuar, ayudándoles a prepararse, señalándoles in-cluso que existe la posibilidad de actuar.

No debemos ser jueces tan severos con las personas, si la mayoría no acogen el anarquismo es en gran par-te porque no lo conocen, porque ningún anarquista les ha hablado de mismo, simplemente veamos la gran censura institucional y mediática que existe en torno a esta ideología y si reflexionamos puede que hasta nos sorprendamos que ante tanta omisión nosotros mis-mos hubiésemos llegado a donde hemos arribado.

15

Page 16: Utopía no 0

Para poder establecer canales de comunicación es necesario reflexionar sobre los lenguajes que las par-tes poseen, es de suma importancia percatarnos de que a pesar de poseer los mismos idiomas, nosotros nos encontramos inmersos en un discurso y en un contexto los cuales diferencian por completo nuestra percepción de la realidad de quienes se encuentran ajenos a dicho discurso. Esto no sólo implica que expliquemos a nuestro entorno de distinta manera, sino que otorgamos significados distintos a las pa-labras e ideas, además de utilizar conceptos que son ajenos al grueso de la población.

Una “pinta” que diga “Fuego al Capital” ¿qué objetivo logra? Un anarquista que la vea sonreirá sabiendo que compañeros de lucha están activos, pero un individuo común probablemente ni se fije en ella, tomándola como una rayón sin sentido; y en efecto lo es para él, puesto que carece del marco teórico para interpretar-la, si lo intenta seguramente estará confundido pues no sabrá a qué capital refiere, si a la ciudad de México, a Xalapa, Morelia etc. De la misma manera, “muerte al estado”, “fuego a las cárceles”, “viva la anarquía” son ideas cargadas de significado para los inmersos en el discurso, pero frases abstractas y crípticas para quie-nes se encuentran fuera.

Estamos tan acostumbrados a ellos y a lo que signi-fican para nosotros que utilizamos indiscriminada y reiteradamente conceptos como: capitalismo, estado, anarquismo, proletariado, “el sistema”, “anti-carce-lario”, y los empleamos en nuestras conversaciones, escritos, discursos, panfletos, pero olvidamos que son conceptos que poseen una carga de significado profunda, la cual nosotros conocemos (o al menos interpretamos) pero que le es ajena a un gran núme-ro de personas, por lo cual nuestros “diálogos” con ellas se convierten en uno de sordos. Cuando una persona eche una ojeado a un volante cargado de es-tos conceptos, su mente simplemente no procesará la información allí contenida; ¿qué logró el volante? Desperdiciar papel.

Si no hemos reflexionado acerca de lo anterior, en-tonces nos hace falta analizar más nuestras acciones, pero no desde nuestra perspectiva, sino la del in-dividuo común. Es a través de situarnos dentro del contexto ajeno e intentar comprender los factores que conforman a dicho contexto, así como el marco interpretativo que posee, como podemos vislumbrar la efectividad y consecuencias de nuestros mensajes.

Una vez identificadas las barreras para el diálogo debemos proceder a replantear el discurso que emi-

tamos, para poder darle la vuelta a esos obstáculos; logrando así la transmisión de nuestras ideas además de generar reflexión y duda en las personas.

Esto es necesario porque el fin de nuestras acciones no debe ser la masturbación, ni que estas se remitan a darnos palmaditas en los hombros, sino a repudiar al opresor, y para ello necesitamos ser más. No se trata de crear organizaciones de masa y menos de adoctri-nar a las personas, simplemente a ayudarles a concebir un panorama más claro de su situación, y facilitarles ciertos ejes de reflexión, para que ellas decidan si or-ganizarse, cómo hacerlo y para qué.

No sólo es por falta de contextualización de concep-tos que nuestro mensaje se pierde o tergiversa, pense-mos por un momento en los diversos discursos que existen dentro del macro-discurso anarquista, ideas de que el caos es lo mejor, o que la violencia es bella, o que somos salvajes etc son comunes; de nuevo quiero señalar, lo importante aquí no es quién lo es o no, o si la violencia es una obra de arte o un crimen, el punto es que las personas comunes se asustan ante tales ex-presiones, se desconciertan y no reflexionan acerca de ello, en parte porque tales expresiones la mayoría de las veces son enunciadas sin una explicación, y para aquel que ha crecido dentro del sistema de valores del estado occidental mucho de lo que reivindicamos es negativo, por ende existe un rechazo casi inmediato a ello.

No estoy sugiriendo que cambiemos nuestra ma-nera de pensar o concebirnos, meramente me limi-to a señalar lo evidente. Nosotros podemos tener la visión que queramos, pero debemos ser cuidadosos al llevarla a las personas, queremos mostrarles una alternativa funcional de organización horizontal sin jerarquías, no ahuyentarlas y provocar que se vuelvan contra nosotros. Hay compañeros que pue-den señalar que el anarquista no está para agradar y caerle bien a las personas, por lo que uno debe ser como es y no cambiar por los demás. Conside-ro que debemos dejar atrás posturas adolecentes y fijarse en el efecto que nuestras palabras y acciones causan.

Una vez que se le haya enseñado a alguien porqué supuestamente hay que ser “hermosamente violen-tos”, entonces se le puede decir con libertad, pero si se hace antes, lo único que se obtendrá será el recha-zo mayoritario y que se cierren antes de escuchar nuestros argumentos. Una lástima, pues considero al argumento anarquista tan sólido, que la mayoría lo abrazarían si lo conociesen o se les explicase a fondo.

16

Page 17: Utopía no 0

Es por lo anterior que recalco la importancia de re-pensar nuestros diálogos y escritos, puede que para nosotros sea tedioso porque al poseer ya los conoci-mientos básicos buscamos debates específicos, más una cosa no quita a la otra; debemos recordar que nuestras acciones deben ser por los no-anarquistas, por los que no han recibido o no han sabido des-entrañar nuestro mensaje. De tal forma que aunque tarde más o se ocupe un poco más de tinta, debemos explicar paso a paso, mostrar las nociones básicas, señalar caminos de reflexión, sembrar la semilla de la duda;.Nos molestamos por la falta de frutos pero hemos olvidado el cuidado de las semillas e incluso el colocar las propias semillas.

Es con la gente que seremos fuertes, podemos apar-tarnos del estado y construir nuestra sociedad, pero eso no va a desaparecer al estado ni a la opresión, debemos mostrarle a las grandes sociedades que las jerarquías no son necesarias, y que ciertamente no te-nemos las respuestas dadas ni el camino trazado; pero que ambas se van construyendo de manera conjunta mientras avanzamos en su búsqueda.

Es por ello que los invito a que la próxima vez que vayamos a rayar una pared no escribamos “quema la cárcel” tenemos la creatividad para colocar algo me-nos abstracto y más reflexivo; que la siguiente vez que hagamos un escrito no digamos que somos los ácratas obscuros, salvajes y violentos, porque eso sólo lo van a entender nuestros amigos que ya son ácratas obscuros y salvajes, escribamos mejor algo que haga a la gente dudar, cuestionarse y rebelarse o que les ayude a com-prender mejor el mar en el que se están ahogando, y debemos evitar ese elitismo intelectual de algunos anarquistas que se olvidan que en algún momento de sus vidas no lo fueron; pero que todos podemos llegar a ello, algunos solamente requieren un empujón más grande que otros; ya que el anarquismo es orden, el orden natural de la vida.

Debe de estar claro, nuestra lucha no es en pro de los anarquistas,

debe ser a favor de quienes

no lo son.

Quienes se identifican como anarquistas ya conocen a sus enemigos,

saben desde dónde vienen sus ofensivas,

y están urdiendo en su trinchera un plan de defensa o ataque (sean por cuales vías fueren).

17

Page 18: Utopía no 0

La propuesta sociopolítica de la pedagogía (fragmento)

Francisco José Cuevas Noa

En el otro polo del paradigma anarquista de la educación nos encontramos con las teorías que defienden que la educación debe tener una fuer-te orientación social. Estos planteamientos no entienden la libertad individual al margen o en contraposición a la libertad social, la libertad no es una característica natural, sino social (Baku-nin), y por tanto, la libertad se convierte en un fin, no en el medio. “Si la libertad es conquistada y construida socialmente, la educación no pue-deentonces partir de ella, sino que puede llegar a ella. Metodológicamente, la libertad deja de ser un principio, lo que aparta a esta línea de las pe-dagogías no directivas”.

En este polo, el carácter político de la educación se acentúa, pues se entiende que no existe ninguna educación neutral, ya que todas se basan en una idea del ser humano y en una concepción de la sociedad, y por tanto, el/la educador/a debe definirse por un modelo de ser humano y de sociedad. La educación anarquista, para estas tendencias, debe educar para el compromiso moral y político de transformación de la sociedad, no debe ni puede renunciar a transmitir ideología (no a dogmatizar), porque de lo contrario la sociedad capitalista inculcará la suya propia sobre los educandos. En este sentido, dentro de este polo en-contramos diversos planteamientos, desde los que van a limitarse a proponer un corpus fundamental de en-señanzas científicas y racionales que faculten para una toma de posición en la sociedad (la enseñanza racio-nalista) hasta aquellos que proponen una pedagogía de la confrontación que eduque a luchadores sociales contra el Estado y el Capital.

En esta tendencia encontramos diversas teorías.

La teoría de la educación de Bakunin

El pensador ruso, figura clave en la elaboración de los planteamientos más influyentes en el seno del anarquismo, desarrolló también su propia teoría de la

educación. Para entender esta teoría, es preciso cono-cer el punto de partida materialista de Bakunin, que ataca ferozmente los conceptos teológicos del libre al-bedrío y la providencia divina, entendiéndolos como responsables de la alienación de la libertad humana. El individuo no es libre por naturaleza, sino que al-canza la libertad combatiendo, mediante su voluntad, y en compañía de otros individuos.

La libertad, por tanto, lejos de ser un don divino o una facultad innata (Rousseau) es un acto volitivo, una conquista social. Bakunin entiende que el pa-pel de la educación para conseguir la revolución es muy importante, porque las grandes transformacio-nes sociopolíticas sólo se logran y mantienen si están precedidas y sostenidas por un movimiento de ideas compartidas15. La instrucción del pueblo, pues, está estrechamente vinculada con su emancipación social y política. Pero la instrucción, para Bakunin, no debe confundirse con el amaestramiento del pueblo: “No-sotros no somos los preceptores, sino los precursores del pueblo. La educación debe consistir en ayuda di-recta para despertar toda la energía revolucionaria de la que cada uno es capaz”.

Como método pedagógico Bakunin propone un continuum que va desde la autoridad a la completa libertad. Entiende que los niños deben educarse par-tiendo del principio de autoridad, puesto que estos no tienen aún desarrollada su inteligencia. La autoridad se entiende aquí como una tutela verdaderamente humana y basada en la razón, no en principios meta-físicos, teológicos y jurídicos. Pero la autoridad debe disminuir gradualmente a medida que avanza la edu-cación y se va consiguiendo una creciente libertad. Bakunin afirma que “toda educación racional no es en el fondo más que la inmolación progresiva de la autoridad en beneficio de la libertad”. La única fun-ción de esa autoridad es preparar a los niños para la máxima libertad. La visión dialéctica del pensador ruso entiende el desarrollo de la educación como una negación gradual del punto de partida, para superarlo

18

Page 19: Utopía no 0

en una nueva síntesis final: la libertad absoluta abo-liendo el principio de autoridad. Por eso propone edu-car una voluntad firme en el niño, que eduque en el autocontrol, en contra de otros métodos pedagógicos tolerantes que se basan en satisfacer continuamente los deseos y caprichos de la infancia.

En cuanto a la educación para personas adultas, Bakunin ve contraproducente utilizar el principio de autoridad, pues es la fuente de la esclavitud. Propone, pues, establecer escuelas para el pueblo, al estilo de academias populares, en las que no se sabrá quiénes son los alumnos o los profesores, puesto que todos podrán aportar su experiencia y sus conocimientos en “una especie de fraternidad intelectual entre la juven-tud instruida y el pueblo”.

- Los planteamientos educativos de Ferrer i Guardia

Aunque Ferrer i Guardia es conocido sobre todo por la experiencia de la Escuela Moderna, nos cen-traremos aquí en su particu-lar teoría de la educación. Las ideas pedagógicas de Fe-rrer tienen una vital impor-tancia no sólo porque fueron las que fundamentalmente orientaron la labor educativa de la Escuela Moderna, sino sobre todo porque pusieron la columna vertebral de esa corriente educativa llamada enseñanza racionalista que se expandió, a partir de su muerte, por todo el mundo. Y en cuanto a la relevancia de la figura de Ferrer en el marco español, el profesor Pere Solá afirma que “Ferrer aparece como una de las pocas, quizá la única, alternativas teóricas globales dadas en materia de política educativa por la izquierda re-volucionaria en este país”.

Las influencias ideológicas que Ferrer recibe son las del anarquismo, el positivismo y el librepensa-miento laicista de la nueva modernidad de fines del siglo XIX y principios del XX, en el que pesa decidi-damente su pertenencia a la masonería. En el plano pedagógico influyen ampliamente las ideas de edu-cación integral que Paul Robin ensayó en Cempuis, y los planteamientos educativos de autores como Rousseau, Tolstoi y Sebastián Faure.

La primera reflexión que hace Ferrer i Guardia acerca de la educación es que ésta es un problema político. Los modelos pedagógicos del momento (enseñanza laica estatal al estilo francés y enseñan-za religiosa) no le satisfacen porque obedecen a los intereses del Estado y del clero. La preocupación re-ciente de los gobiernos por extender la enseñanza a las capas populares se debe realmente a la necesidad de mano de obra cualificada para que las empresas puedan mejorar la producción. Así, la escuela esta-tal es realmente un medio de dominación burguesa para controlar la mentalidad de la clase obrera, y la escuela confesional un modo de seguir inculcando las supersticiones religiosas para evitar la liberación del pueblo.

De este modo, para evitar esta manipulación política es necesario basar la educación sobre la ciencia positiva, que es lo que él llama enseñanza científica y racional. La ciencia debe estar al ser-vicio de la razón natural (o “necesidades naturales

de la vida”) y no de la razón artificial de la burguesía. Por eso el principal cometido de la escuela debe ser el de que el niño conozca el origen de la desigualdad económica, la falsedad de las religiones a la luz de la ciencia, el error del patriotismo y el militarismo y la esclavitud que supone la sumisión a la autoridad. El ideario pedagógico de Ferrer se decanta claramente por el papel de creación de con-ciencia sociopolítica de la es-cuela, aunque como sostiene acertadamente B. Delgado en

su obra sobre la Escuela Moderna, Ferrer i Guardia hacía “pública confesión de que había que respetar la inteligencia y la libertad del niño declarando que el buen maestro era capaz de prescindir de sus pro-pias ideas de adulto”.

Ferrer se decanta en sus escritos por el natura-lismo pedagógico o educación natural, pero la aparente contradicción que señala Delgado con su acusada orientación política (que queda patente en textos escolares y consejos dados a los profesores de la Escuela Moderna) se resuelve teniendo en cuenta la diferencia del naturalismo pedagógico de nuestro autor con el resto por su marcada dimensión social. Se trata, pues, de dejar que la naturaleza opere en el niño, que se desarrolle libremente sin represiones,

19

Page 20: Utopía no 0

pero con el objetivo último de que este respeto por la evolución del niño lleve a formar personas que se comprometan con la revolución social.

En el programa de la enseñanza racionalista tam-bién juega un papel importante la coeducación de se-xos y de clases. Consciente de la tremenda opresión de la mujer en su época y cercano a las de-mandas del incipiente feminis-mo en Europa, Ferrer entiende que la educación mixta de chicos y chicas en la escuela alternativa promoverá la igualdad futura. Por otro lado, la coeducación de clases hace referencia al intento de anticipación de la sociedad futura en la que todos los seres humanos serán iguales, pues-to que las escuelas privadas que educan a los niños ricos enseñan la conservación del privilegio, y las escuelas para niños pobres enseñan en el odio y la lucha de clases. Así, que nuestro pedagogo recomienda la co-educación de ricos y pobres porque los niños, en la infancia, deben aprender simplemente a ser hombres, para después cuando lo sean se declaren en rebeldía. Se trata de no anticipar amores ni odios, adhesiones ni rebeldías, que son deberes y sentimientos propios de los adultos.

Otro rasgo de esta teoría de la educación es el valor que tiene el individuo, el niño concreto, en la educa-ción. Es decir, para la enseñanza racionalista, al igual que para todo el movimiento de Escuela Nueva de esta época, el paidocentrismo está en boga. La edu-cación de los niños debe servir a la satisfacción de sus necesidades físicas, intelectuales y morales, y no imponerle ideas que sirvan para el mantenimiento del orden social. Por ello, los premios y los castigos pierden sentido en la escuela racionalista, y el juego cobra relevancia en el proceso educativo (y el trabajo manual), juego que por prolongación natural se con-vertirá más tarde en trabajo no alienado.

Algunos autores han criticado a Ferrer i Guardia que su ideario pedagógico fue incoherente con la práctica real de la Escuela Moderna, fundamental-mente en lo referido al adoctrinamiento ideológico revolucionario que, efectivamente, parecía darse. Pero es importante saber situar esta teoría en un contexto en el que la enseñanza racionalista se con-vertía en bandera de revolucionarios y anarquistas, y

que por tanto, el respeto absoluto a la independencia del niño era un objetivo que no se veía incompatible con la formación de futuros rebeldes.

- La teoría de la desescolariza-ción

A partir de la década de 1960 surgen con fuerza en el seno de las ciencias de la educación co-rrientes críticas con la escuela que van a señalar su compli-cidad con los intereses y valo-res de la sociedad capitalista, y su función de adiestramiento y reproducción cultural de las relaciones desiguales en la so-ciedad. Desde planteamientos marxistas, surge la teoría de la reproducción, dentro de la cual algunos autores se posicionan pidiendo la eliminación de la

institución escolar.

Desde algunas posturas anarquistas también se ha pedido la muerte de la escuela o desescolarización. En esta línea encontramos autores como Paul Goodman, Everett Reimer, Iván Illich, los daneses Andersen, Hansen y Jansen (autores del Libro rojo de la escuela), Fachinelli, Murat, etc.

Los planteamientos fundamentales de esta teoría los describe el pedagogo Iván Illich en su obra La sociedad desescolarizada. El escritor parte de la crí-tica de las instituciones por que, bajo la apariencia de cubrir necesidades básicas, están dando el paso real de la asistencia a la dependencia, y por tanto, a la custodia y el control. La escuela acaba separando a las personas de su propia capacidad de aprendiza-je para que finalmente dependan de la autoridad de las instituciones y de los expertos, de la tecnocra-cia. Las instituciones, que fueron creadas para estar al servicio de la humanidad, acaban siendo medios que escapan a su control, poniendo al ser humano a su servicio. Esto es lo que llama Illich la contrapro-ductividad específica de las instituciones, a la que se ha llegado por efecto del modelo industrial de la sociedad actual. Los presupuestos nacionales de en-señanza van creciendo cada vez más, sin embargo cada vez son menos las capas sociales que se benefi-cian de esta inversión; es decir, los privilegiados van a la escuela durante más tiempo y consumen más

20

Page 21: Utopía no 0

dinero, puesto que los últimos escalones educativos (universidad) son los más costosos. Al final se aca-ban perpetuando las situaciones de injusticia social y económica gracias a las escuelas.

Por tanto, los teóricos de la desescolarización pro-ponen invertir las instituciones, poniendo al servicio de la gente la tecnología y los recursos. Así, la escuela debe ser reemplazada por unidades descentralizadas que estimulen la convivialidad (la convivencia y la jovialidad), que no tengan un carácter obligatorio y que posean sobre todo una utilidad pública, que en este caso se caracterice por garantizar la información y los aprendizajes útiles para la vida. Se trataría de lonjas de habilidades o “servicios de intercambio de conocimientos, de depósitos descentralizados de re-cursos, de un servicio de educadores profesionales y de búsqueda de compañero que facilite el encuentro entre iguales”.

Por ejemplo, podría darse un centro de información, una especie de biblioteca, en el que se pudiese acce-der a libros, equipos informáticos, etc. y recabar in-formación sobre visitas a centros industriales, acceso a actividades comunitarias, ofertas de aprendizajes de oficios, etc. Así, se produciría una desescolarización del aprendizaje formal y se revalorizaría la educación informal y la capacidad autodidáctica de los educan-dos. La manera de igualar las oportunidades educa-tivas sería mediante cuentas educativas personales repartidas equitativamente, de manera que cada uno pueda emplearla en el servicio educativo que más le interese.

Para Illich y Reimer esta propuesta de desesco-larización no cambiará por sí sola las estructuras sociales, debe ir acompañada de una situación de cambios sociales profundos. Pero sí recomiendan no minusvalorar la educación, teniendo en cuenta que ésta no debe confundirse con la escolarización, y que una alternativa como la que ellos proponen atacaría al eslabón más sensible del sistema.

Otro autor de la teoría de la desescolarización, Paul Goodman, aún hablando de la muerte de la escuela, la complementa más marcadamente con el aspecto comunitario y no se muestra tan radi-cal como Illich en cuanto a la desescolarización, proponiendo conservar la escuela para algunos niveles de edad y circunstancias. Algunos autores califican la teoría de la educación de Goodman de “historicista”, diferenciándola de las teorías tecnicistas o eficientistas de Illich, Reimer y Mac Luhan, más interesadas en denunciar la escuela

por el derroche económico y su ineficiencia que por el daño producido a la infancia y la repro-ducción del individualismo capitalista.

21

Page 22: Utopía no 0
Page 23: Utopía no 0

literatura

23

Page 24: Utopía no 0

No tengo patria, señores

Nicole Nilechuga Nirábano

No tengo patria, señores. No tengo nacionalidad ni lugar de origen. Vago por el mundo sintiéndome una extranjera, incluso con aquellos que hablan como yo. Todos se me hacen ajenos, diferentes. No puedo situarme en un espacio-tiempo compartido con

el resto. Ser un souvenir, ser un concepto-objeto que marca una diferencia en esa serie de individuos que habitan un espacio-tiempo igual al mío.

El problema, señores, es que todos nos creemos diferentes, sin códigos de barras, porque confiamos que un número no nos marca o que hacemos algo diferente y extraordinario. Viajar, ser artista, creerse intelectual, creerse letrado o creerse con opinión no nos hace di-ferentes, sino iguales. Son los-que-se-creen-algo. Los que yo-no-soy-igual-al-resto. A veces me siento más ajena a ellos, más lejana, y me asquea mirarlos, sentirlos cerca, incluso hablar con ellos.

No tengo patria ni nacionalidad, señores. No tengo conexión con ellos más que una lengua. Y esa lengua no basta para sentirme junto a ellos. Porque con aquellos que sí me uno, me uno desde el corazón, porque desde allí escribimos nuestro camino compartido, nuestro dolor y nuestra lucha. Nuestro amor por un pueblo olvidado que puede ser el de aquí, del Desierto de Atacama, Oruro, Leticia, Cochabamba, o el de la Patagonia. Los que bailen una saya, un corrido, o una cumbia, pero que la gozan y la luchan. Los que no se mienten, los que no se traicionan a sí mismos. Mis compañeros no son los chilenos, argentinos ni africanos. Son los que luchan con el corazón.

24

Page 25: Utopía no 0

Presentes para los presentes

Majloc Demon

Tú lo sabes lo vives lo ves en las calles

Tú lo sabes lo sientes, lo oyes, lo dicen entre líneas

Tú lo sabes que algo está mal y que apesta algo

Tú lo sabes y aumenta la corrupción, y ordenan violentamente las voces a silenciar

Tú lo sabes desde la cera lustrando el calzado de un empleado gubernamental

Tú lo sabes que consumes gasolina y ha subido y tienes poco para comprar

Tú lo sabes que has huido del campo para la ciudad por culpa del cacique y del tan cerrado mercado

Tú lo sabes y lo sabe tu mamá, tu padre, el vecino la gente del mercado: algo está mal

Tú lo sabes, porque en tiempos atrás nadie había atentado tan descaradamente contra la vida, contra la esta-bilidad.

Tú lo sabes porque hay más Wall mart, que explotan, porque hay más Chedrahuis que roban, porque hay más y más negocios que no se pueden pronunciar, es la fatal sombra de lo extranjero, de lo transnacional

Tú lo sabes porque las calles hablan, piden de comer, porque hay pueblos en la sierra que luchan, porque hay estrategias de gobierno que nos quieren joder

Tú lo sabes porque hay impuestos de vida, de renta, impuestos porque si,

impuestos a tantos pobres y tantos trabajadores

y tanto dinero malgastado por unos mismos cuantos,

esos que dicen que representan al país.

Tú lo sabes, lo sabe la montaña con sus escuelas de lámina,

lo saben las sierras con sus organizaciones asamblearias,

lo saben los pueblos con sus guardias comunitarias.

Lo sabe la maestra, el maestro, el alumno, el trabajador, el burócrata.

Lo siente el campesino, el campo, la tortilla con el precio cada vez más caro,

lo sabe la migración del mexicano para ir a hacerse esclavo

en un sueño americano tan cercano a la muerte,

como las mafias norteñas que mercantilizan a la gente.

25

Page 26: Utopía no 0

Se siente con policía intimidando a los transeúntes, a los marchantes, a la palabra consciente.

Se siente la vaciedad de los dirigentes, de los representantes, de los munícipes y de los gobernantes, del estú-pido presidente.

Se siente la fuerza del no tener razón se siente la necedad del no pensar por el pueblo, se siente la ingoberna-bilidad cruzando por los empleos y empleados, por los servidores, por las escuelas y los campos, se siente la desesperación hecha marcha, hecha canto,

se siente la corrupción temblando y flagelando

con cara de granaderos, policías y delitos fabricados.

Se siente un temblor, la desconfianza, se cae el velo del gobierno tirano.

Se siente en los aires un sonido que va jugando,

que va creciendo que está inundando.

Se siente el descontento ciudadano,

y el taxi habla,

y los medios hablan y los miedos callan.

Se siente en el silencio decepcionado por pagar más pesos

por recibir menos sueldo, por no tener que decir, que comer, que comprar.

Se siente en el grito sin articular de los afectados, de los niños que sienten el descontento de los papás, de las madres que buscan como la despensa llenar, de los comerciantes extorsionados, de los transportistas asalta-dos, el descontento del pueblo en general.

Se siente la gente consciente,

se siente la gente que quiere para los niños, para el futuro un lugar para vivir tranquilamente.

Se siente bajo los medios televisivos comprados del presidente,

bajo de esos medios los honestos los electrónicos, los reporteros justos, la prensa se siente.

Se siente una esperanza, se siente un despertar, una ciudad, un estado un país, muchos pueblos: la gente.

Se siente un tirano temblar y una comunidad emergente.

Que habla, que exige, que no quiere presidente

Que se organiza, que sabe el poder es del pueblo hoy, ayer y siempre.

No es sólo cuestión de escuchar hay que actuar, se oye, se siente, algo está por pasar, y estarás

PRESENTE

26

Page 27: Utopía no 0

Eres libertad

Mirna Valdés

UN PUÑO ALZADOseñalando al cieloes el puño contenidode los hombres de maízde un Batsil winik, Tojolwinik,Náhuatl, Binizaa, Tlapasnek.El grito rebeldeen plazas públicas,en mercados, en camiones,en escuelas y en las calles.

El reclamola movilizaciónde los ciudadanos de a piede este país llamado México.

El trepidarde plumas tornasoladasgolpeando mi corazón.

La deslumbrante luz de tu segada flory la lluvia pertinaz cayendocayendocayendo.

Eres libertaduna sonrisa desplegadacomo banderapor todo lo ancho de latinoaméricaregodeándose por las grandes avenidasde los pueblos y ciudades.

Un saber no sé quéde cómocuándodónderepiqueteando como cascabelen nuestro corazón envejecidode sueños floridosen nuestros corazones aguerridosparchadoszurcidoscompartidos.

Un águilauna serpienteenredadas en el corazón de la selvalibrando una batalla de las mil batallasesperandoesperandoesperando.

Eres libertadun llamadoa la corduraa la razónuna bofetada a la concienciapara que despiertey se levante dignajusta y transparente.

Una mueca de encabronamientouna mentada de madreun querer aventar el alma por una rendija

27

Page 28: Utopía no 0

del mapa del mundoque se abre como única posibilidad.

Un abrazo de soly dar y darnos con los de abajocon los más pobrescon los pobres de los pobrescon los pobres de los pobres de los pobres más po-bresde estas tierrasque no tienen ya nada que perderporque les han robado todotodotodo.

Eres Libertadun besoamorosamente rotocomo un eslabón abiertopor el impacto de tu amor al prójimolos seres más queridosque entregaron su vidaluchando por cambiar el mundodonde un día quepamos todosdonde floreceráel aliento de la vidapara ellos todopara los que no te conocenpero te defienden con pasióncon el corazón bien puestoen su lado izquierdodonde tiene su raízque se hunde en la tierraque nos sostienenos abrigacon cantos de esperanzaregada por los caminosbuscandobuscandobuscando.

Eres Libertadel canto del cenzontlecuando a la tarde ya no le queda luzsino sonrisas para cobijar tus penas

que se han podrido de pesaren mi espalda que se agotade este andar sin pazsin luzsin brillo.

Ese camino sembradoregado y cosechado con la sangre de los caídosen la fiera lucha contra el poderese camino que se viene construyendoy se abre ancho ante nosotrosante nuestros ojosnuestros oídosque no dejan de escucharla melodía de la primaveraque vendrá.

Eres libertadUn puño alzadoseñalando el cielouna sonrisa desplegada como banderauna ave con las alas extendidasUn saber no sé quéde cómocuándodóndeun llamado a la concienciaun beso roto sin grilletesun nudo desatado a golpes de versoel nudo que ató mi corazóny que sólo tu aliento desata.

Eres Libertadel cenzontle obstinadocantandocantandocantando.

Yla lluvia pertinaz cayendocayendocayendo.

28

Page 29: Utopía no 0

Esperando la hora

Brad Will

Mario una persona común, (es decir, sin ningún cargo político, con desequilibrio económico, deseo por superarse, con varias deudas pendientes, anhelando las próximas vacaciones y conducir el automóvil

último modelo) por las mañanas se levanta, toma su café acompañado de unos huevos y unas galletas Gamesa y el Nescafé que gentilmente le ha preparado su esposa.

Como de costumbre se sube al carro, el cual tiene pendiente llevar al taller, -“nomás que haya tiempo”- acom-pañado de los hijos, después de dejarlos en la escuela, se dirige a su trabajo en donde durante todo el día recibe órdenes de su jefe y varios regaños.

Su trabajo es ordinario: acomodar, archivar, organizar, hacer mandados… al final de la jornada termina es-tresado y con dolores de espalada, pero esos no se comparan con la crisis existencial que sufre Mario. Se siente desvinculado, se siente vacío. Perplejo ante crímenes que acontecen a su alrededor prefiere mejor no oír, mejor no enterarse, mejor no participar.

- “¡Trabajo para vivir, y vivo para trabajar!”- piensa Mario.

Con esos pensamientos tal vez espera sentirse tranquilo, en paz y poder disfrutar –un poco- del descanso que, siente “¡bien merecido lo tiene!”.

Al llegar a su casa, cansado, se sienta en el mueble -cualquier “impertinencia” de su esposa puede detonar su malhumor- y el en cualquier momento puede adquirir el rol del jefe y reproducir el autoritarismo que vive en su oficina. Enciende la televisión para desestresarse. Ante una serie de noticias y de argumentos poco convin-centes del conductor del canal más visto en México, Mario se siente hostigado y harto.

-“¡Siempre es lo mismo! ¡Huelgas, accidentes, marchas… situaciones que al parecer nunca van a acabar! ¿Qué más puedo hacer yo? ¿Lo que yo haga realmente podrá generar un cambio? Siempre ha sido así, ademas siem-pre pierden los pendejos, nomas alborotan, ya vez, mucho 132 y no llegaron a nada, muchas marchas, mucho relajo y siempre gana el PRI “

Mario “olvida” que para que haya organización, se necesita de él.

¿Quién es Mario y por qué piensa así? Mario es una persona que olvida todo el control mediático que ejercen los diferentes medios de comunicación en donde dentro de un mar de información entre horóscopos, publi-cidad de banalidades, noticias, lo distraen y le ofrecen planes que lo aíslan todavía más de la sociedad, metas inalcanzables que le hacen postergar y no creer en la organización social para llevar a cabo metas colectivas.

O incluso Mario es una persona que se encierra en sí mismo y se plantea metas inventadas para distraerse, terminar de ver tal o cual serie, estar pendiente de lo que pasó en la novela de ayer, cuando será el concierto su artista, lo que publicó fulano o perengano en el Facebook. Sin embargo, no deja de estar siempre alerta de las noticias, las cuales le ofrecen un vínculo mediático con los demás y al mismo tiempo le provocan una gran contradicción… por una parte su necesidad “de hacer algo para cambiar el mundo” y por la otra su frustración e impotencia de “no poder hacer nada”.

29

Page 30: Utopía no 0

¿Qué puede hacer ante los crímenes de Estado sucedidos en contra de activistas en defensa de la cuenca del Río Atoyac y la presa del Naranjal? por mencionar algunos de tantos, ¿ante la construcción de más de 100 proyectos hidroeléctricos neoliberales que se propagan en Veracruz? ¿Qué se hará ante el asesinato del campe-sino César García? ¿Ante el violento desalojo de maestros, alumnos y periodistas del 14 de septiembre de este año en plaza Lerdo? ¿Ante toda esta ola de extorciones y secuestros, de trata de blancas? ¿Ante la aparición de maestros decapitados en Coatzacoalcos hace unos días? ¿Qué hacer con el Estado Veracruzano que se preocu-pa más por su carnaval que por la seguridad y la dignidad humana?

¿Qué hacer ante todo esto? En donde quienes están fuertemente coludidos es precisamente la policía a quie-nes paradójicamente el gobierno les celebra y estampa su imagen como los “héroes” nazional, sí con “z”. . . Mario bien sabe que no hay delincuencia sin policía; que el mismo sistema crea a sus criminales; que se han construido nuevos delincuentes, aquéllos que se cuestionan y salen a luchar, que son los más peligrosos para el Estado. Porque el Estado no quiere que se salga a luchar por los derechos políticos, ambientales, económicos, educativos. Para que se siga reproduciendo con toda facilidad las reformas neoliberales, las vejaciones de los derechos, las extorsiones, secuestros, el narcotráfico...

Mario frustrado recuerda las clases de su buen maestro de historia, piensa que mucha de la democracia que hoy tenemos se ha dado a partir de procesos anti-democráticos. No se espanta. Y se vuelve a contradecir. Una y otra vez. ¿Será que quién ejerce el poder lo haga sólo a través de reglas y sanciones? o bien, ¿nosotros permi-timos ser explotados a través la serie de deseos y costumbres que nosotros mismos nos ponemos? Se pregunta. Mario se da cuenta de que la estructura social ha determinado sus pensamientos, sus deseos y sus rechazos, pero le falta poco para darse cuenta de que tiene mucho potencial de cambio como sujeto inmerso en esta red. ¿Cuántos Marios y Marías hay en México? ¿Hasta cuándo Mario vas a salir a luchar?

30

Page 31: Utopía no 0

La revista Libertaria Utopía convoca

a todxs lxs interesadxs en colaborar con ensayo, cuento, poesía, teatro, para el siguiente nú-mero, bajo los requisitos:

Ensayo: 3 a 4 cuartillas, arial 12. Interlineado sencillo. Nombre (pseudónimo) del autor y contacto (en caso de requerirlo el autor mismo).Poesía: no mayor a 3 cuartillas, arial 12. Interlineado sencillo. Nombre (pseudónimo) del autor.Cuento: no mayor 6 cuartillas, arial 12. Interlineado sencillo. Nombre (pseudónimo) del autor.Teatro: fragmentos o sketch no mayor a 6 cuartillas, arial 12. Interlineado sencillo. Nombre (pseudónimo) del autor.

Enviar sus colaboraciones al correo: [email protected] antes del 30 de noviembre de 2013. Se enviará un acuse de recibo. Cualquier texto recibido después de esta fecha, será tomado en cuenta para el número posterior.

Page 32: Utopía no 0

¡ViVa la anarquía!

¡ViVa el pueblo productor!

¡libertad, igualdad y armonía!

¡arte, paz, justicia y amor!