Tyson Smith, Etnicidad
-
Upload
leodavinci77 -
Category
Documents
-
view
29 -
download
0
Transcript of Tyson Smith, Etnicidad
El siguiente texto es una traducción y síntesis realizado por los integrantes de la cátedra
del libro realizado por Stuart Tyson Smith Wretched Kush. Ethnic Identities and
Boundaries in Egypt’s Nubian Empire, Routledge, 2003.
KUSH: IDENTIDADES ÉTNICAS Y FRONTERAS EN EL IMPERIO EGIPCIO
El concepto de etnicidad es a menudo pensado como un fenómeno moderno, el
cual es producto de una reacción ante la emergencia del estado nación en las dos últimas
centurias. Kohn consideró “antes de la Revolución Francesa había estados y gobiernos,
después emergieron naciones y personas”. Muchos investigadores que partieron de esta
idea, analizaron la etnicidad como inexplicablemente ligada a las dinámicas del
colonialismo europeo, y particularmente con la emergencia de los movimientos
nacionalistas del siglo XIX. Por lo tanto, la utilización de éstos conceptos, nos
preguntamos podrían utilizarse apropiadamente al contexto antiguo. La palabra
“etnicidad” no es moderna, deriva de la raíz antigua griega ethnos, mientras que la
palabra nación tiene un antiguo origen en el concepto romano de natio, un término
equivalente al concepto griego ethnos. Tan atrás como el 445 a.C., el historiador griego
Heródoto definió el ethnos griego como “… las relaciones parentales que todos los
griegos poseen a partir de la sangre y el discurso, junto con los santuarios de los dioses
y con los sacrificios que nosotros tenemos en común, además de nuestra manera de
vivir.” Unos miles de años atrás, el faraón egipcio Akenatón definía las diferentes
personas de Egipto y sus vecinos en términos muy similares. Renfrew destacó que la
importancia que Heródoto otorga a lo genético, lingüístico y cultural fueron las raíces
para el concepto moderno de etnicidad. Siguiendo, Dragadze, él argumentó que le
etnicidad estaba basada en un territorio común, descendencia ancestral (o un mito de
orígenes), idioma, cultura, y costumbres (especialmente religión). Además, una etnia
debe tener un nombre que expresa la identidad del grupo y una conciencia de esta
identidad como grupo. Para Renfrew, las personas en cuestión determinan la etnicidad
en su total sentido.
Para esta tradicional perspectiva, la etnicidad equivale a la identidad de un grupo
que es monolítica, limitada, inmutable y bien definida. La membrecía está adscripta
desde el nacimiento, y en la mayoría de los casos puede darse alguna fluidez o
movimiento entre fronteras étnicas caracterizadas por la manipulación, sin embargo
1
predomina la idea fundamental de que las identidades étnicas están fundadas en
historias compartidas, lenguaje, cultura y costumbres.
Este punto de vista corresponde a la concepción popular de identidad étnica,
pero recientes trabajos han sugerido que lejos de ser inmutables y primordiales, las
identidades étnicas son fluidas, dinámicas y contrapuestas. Eriksen argumenta que las
identidades étnicas son segmentarias y situacionales, y no corresponden a unidades
demarcadas, como es asumido por el punto de vista tradicional:
“Las oposiciones étnicas son segmentarias en carácter, el grupo crea una
común expansión y contracción situacional, y tiene absoluta existencia en
relación a los principios ambiguos de inclusión y exclusión. Este
mecanismo de segmentación, no siempre crea un sistema de círculos
concéntricos, “Cajas chinas de identidades”, o una clasificación interna
segmentaria”.
Debemos destacar que el nacionalismo contemporáneo y su manipulación de la
etnicidad, no son sólo un fenómeno moderno. Las naciones, a menudo, plantean una
imagen retórica de la etnicidad, que puede por un lado no necesariamente
corresponderse a las identidades étnicas reales, o por otro puede entrar en conflicto con
ellas. Es decir, naciones y grupos étnicos están interconectados en relaciones complejas.
En el contexto del colonialismo, los nombres impuestos a otros son y fueron usados
para reforzar las relaciones dominados y subordinados. Movimientos nacionalistas han
generado nuevo grupos étnicos, como fue la conformación de la antigua Yugoslavia,
república de Macedonia. Los Nazis crearon una etnia aria germánica y manipuló las
divisiones étnicas con fines políticos. Las divisiones étnicas fueron creadas durante la
guerra en Croacia, Bosnia y Herzegovina. Comisiones lingüísticas crearon una artificial
división de serbios y croatas en idiomas separados. Los monumentos étnicos fueron
destruidos en orden a crear una falsa ideología de un pasado histórico, erosionar la
evidencia de los ligamientos primordiales imbuidos en el paisaje, supuestamente
retornando a un tiempo de homogeneidad étnica la cual jamás existió. Similarmente, un
uso político del “otro” étnico construyó una solidaridad interna y justificó la expansión
imperial, caracterizada por el mundo clásico. Fitzpatrick sugirió:
2
“Las posturas de los textos clásicos son usados hasta el día de hoy para la
construcción de identidades étnicas, ellos ayudaron a crear el “otro” del
mundo clásico europeo… Consecuentemente los textos no fueron objetivas
descripciones, no eran lo que ellas significaban. En nombre de la barbarie,
ellos ayudaron a constituir el otro”.
Los ideólogos del estado egipcio crearon similares categorías étnicas para fines
políticos. Kush, el antiguo término para hacer referencia a la Alta Nubia, fue
transformado en “Desgraciado Kush” después de que el imperio ejerció su dominio
sobre ellos. “Desgraciado” (wretched) no sólo connotaba inferioridad, sino también un
sentido de derrocamiento a una rebelión en contra de la autoridad egipcia. El ligamiento
de “wretched” con “Kush” activó, además, el trabajo mágico en contra de los nubios. En
cada momento que esta frase era escrita o pronunciada en un contexto ritual, Kush fue
mágicamente pronunciado “wretched”. La creación de un estereotipo étnico nubio no
sólo fue confinado al nombre. El estado faraónico creó una fundamental oposición entre
egipcios civilizados y extranjeros bárbaros utilizando un elaborado topo o estereotipo,
que apareció tanto en textos como en representaciones.
Heródoto y Eriksen propusieron muy diferentes definiciones de identidad étnica.
La inherente ambigüedad imbuida en los tardíos puntos de vista requirió un dramático y
diferente enfoque teórico sobre la etnicidad, uno que pueda acomodar la naturaleza
contextual de la identidad étnica en tiempo y lugar. Royce, Eriksen, y especialmente
Jones han provisto extendida discusiones de la evolución del pensamiento académico
sobre la etnicidad, y en este capítulo presentamos breves discusiones sobre las
diferentes posturas teóricas. A continuación, presentamos un breve resumen del
tradicional punto de vista esencialista sobre la etnicidad, contrastando, posteriormente,
con las perspectivas que enfatizan la identidad étnica como multifacética y situacional.
Etnicidad: esencial o situacional
La identidad étnica fue originalmente caracterizada como primitiva. En este modelo, la
etnicidad pura sólo puede existir aisladamente, ya que las identidades étnicas sólo son
transformadas por el establecimiento de un contacto que conlleva a la asimilación, como
por ejemplo la relación de Ramsés III con los libios. El concepto popular unilineal de
evolución en el tardío siglo XIX incorporó esta idea primordial. En particular, Marx y
3
los académicos, a quienes él inspiró, consideraron que la emergencia de los estados
modernos y el capitalismo conllevarían al reemplazo de la etnicidad por la clase, como
concepto que implica un recurso de identidad y solidaridad. El concepto de etnicidad,
según ellos, no se adaptaba al mundo moderno, ya que el conflicto étnico hizo a las
sociedades vulnerables al imperialismo capitalista occidental, y por lo tanto estas
categorías étnicas serían abandonadas con la emergencia del nacionalismo y el estado
nación. La historia reciente ha mostrado que esta postura teórica sugerida por los
marxistas no sucedió. Es decir, la identidad étnica estuvo fuertemente ligada a la
emergencia de movimientos nacionalistas que pretendían superar la regla colonial, y
continuó siendo una parte importante de la dinámica colonial en áreas de formación
colonial e incluso en áreas sin imperios pero donde si existen centros. Incluso, en el
mundo Occidental, las fronteras étnicas a menudo coinciden, o son al menos bastante
correlativas, a fronteras nacionales. Geertz argumentó que las naciones emergentes
usaron la etnicidad y el pasado para legitimar el poder de las unidades políticas
constituidas. La presencia de múltiples grupos étnicos no es necesariamente opuesta a
los estados-nación modernos, pero pueden constituir la base de bloques de poder en el
interior de los estados.
En arqueología, el punto de vista primitivista sobre la etnicidad fue una
característica central de la metodología histórica cultural, desarrollada a finales del siglo
XIX y principios del siglo XX (postura teórica que equivaldría a la corriente histórica
positivista). Las “culturas arqueológicas” fueron igualadas a unidades étnicas
inmutables y limitadas, lo que permitió: primero, que los arqueólogos pudieran definir
grupos étnicos para abordar; segundo, ellos lograron marcar e identificar los
movimientos poblacionales. Debemos tener en cuenta, que para esta generación de
investigadores la migración fue el primer motor de explicación del cambio cultural, por
esta razón la importancia que otorgaron a delinear los movimientos poblacionales. Esta
perspectiva ha sido y continúa siendo sostén del nacionalismo, imperialismo y racismo.
Un clásico ejemplo es el de Petrie, el cual destacó la presencia de una raza dinástica
para explicar el origen de la civilización egipcia, una posición que fue continuada por
Walter Emery. Petrie consideró que los habitantes de Egipto no pertenecían a los
africanos negros, sino que era una raza blanca superior o al menos una raza marrón, que
migró hacia Egipto desde el norte, y éstos fueron los que construyeron las pirámides y la
gran “civilización” egipcia. De una manera similar, algunos estudiosos consideraron que
4
el complejo de piedra del Gran Zimbawe fue producto de las actividades de los fenicios
y no de los africanos. Estas perspectivas coloniales ayudaron a legitimar el dominio del
imperio británico sobre Egipto y otras áreas del continente africano. Irónicamente, en
una extraña forma de reafirmar el modelo primitivista, los líderes del movimiento afro-
céntrico, como Cheik Ante Diop, simplemente revirtió esta situación, buscando probar
el origen africano de los egipcios más que refutar las afirmaciones colonialistas y
racistas que subrayan la “raza dinástica”, y enfatizando la considerable evidencia del
desarrollo de la “civilización” egipcia y sus conexiones con otras culturas africanas.
De una manera similar y más siniestra, Gustaf Kossina conectó etnicidad y
culturas arqueológicas a través de una filosofía nacionalista creando the Volk of
Germani. Los académicos Nazis usaron la definición arqueológica de Kossina para
subrayar el grupo étnico ario y legitimar la hegemonía sobre Europa, justificando las
políticas del Holocausto. No podemos negar que la búsqueda de ancestros étnicos
continúa en la actualidad, principalmente en ciertos movimientos políticos, como la
conexión entre identidades étnicas primordiales en el conflicto de los Balcanes. Europa
se caracteriza por ser otro particular lugar que buscó conectar antiguas y modernas
personas, como la búsqueda arqueológica la cual se abocó a la reconstrucción de un
grupo étnico Céltico que permitiera la conexión con la Unión Europea. La búsqueda
arqueológica para una etnicidad “pan- Celtica” legitima una Confederación Europea a
través de la creación de una herencia étnica común. Arqueológicamente, ha sido usado
en Palestina todo tipo de herencia ancestral para reforzar los reclamos territoriales. La
polarización étnica ha creado extrañas contorsiones en conexión con el conflicto árabe-
israelí, por ejemplo árabes semíticos siendo acusados de anti- semitismo. En una similar
manera, la ideología nazi agrupó judíos y árabes como inferiores semitas hasta que el
contexto político marcó una ventaja en lo que respecta a las alianzas árabes, por lo tanto
los árabes fueron reclasificados como una aceptable etnia para los Arios. Irónicamente,
los dos grupos comparten orígenes, idiomas, y tradiciones religiosas, el primer criterio
de una etnia común. A esto se le agrega, que algunos judíos de Iraq, entre 1920 y 1930,
se consideraron así mismos como árabes y fueron, a su vez, considerados por algunos
nacionalistas iraquíes como árabes. Algunos, incluso, llegaron tan lejos como unirse con
otros iraquíes para rechazar la creación del estado de Israel, el cual ellos percibían como
una imposición de judíos europeos en la Palestina árabe.
5
A pesar de estos obvios abusos de la perspectiva esencialista en la arqueología
de la etnicidad, la básica afirmación que las “culturas arqueológicas” reflejan grupos
étnicos ha registrado sorprendentemente un retraimiento a partir de los cambios de
paradigma que se ha dado a lo largo del siglo XX. Los arqueólogos procesuales1 vieron
la búsqueda de los grupos étnicos con mucho escepticismo, citando la dificultad de
correlacionar artefactos con grupos específicos. Sin embargo, la arqueología procesual
tendió a operar en el interior del mismo esquema esencialista. Este punto de vista está
ampliamente empleado incluso en lo que respecta a las posturas teóricas
postprocesuales2. La perspectiva esencialista últimamente descansa en la idea de la
1 La arqueología procesual ha sido desarrollado a partir de las décadas de 1950- 1960. Partiendo de este
contexto, la tendencia neoevolucionista tendió a predominar y la explicación evolutiva de estadíos se
convirtió en una herramienta teórica central en la arqueología. A esto se le suma, la conexión de esta
corriente arqueológica con las propuestas de la ecología cultural y el funcionalismo. El comportamiento
humano fue considerado como un punto de coincidencia entre un gran número de sistemas, cada uno de
los cuales englobaba fenómenos culturales como no culturales. El objetivo era aislar cada sistema y
estudiarlo como una variable independiente (tendencia funcionalista). Estos sistemas y el comportamiento
humano estaban determinados por las relaciones entre la tecnología y el medio ambiente (ecología
cultural). La definición de cultura propuesta por estos intelectuales fue: un sistema adaptativo compuesto
por tres subsistemas interrelacionados: la tecnología, la organización social y la ideología. La cultura
tiende hacia el equilibrio, siendo el cambio inducido por factores externos. Por lo tanto, el
comportamiento humano estaba determinado por fuerzas de las cuales los seres humanos no eran
conscientes y generalmente, procedían del reino natural “El cambio era atribuido a la operación de
fuerzas adaptativas, y el comportamiento humano era pasivamente moldeado por estas fuerzas”.
2 El pensamiento postmodernista comenzó a influenciar en la arqueología durante 1980, principalmente
en los trabajos de Ian Hodder. La principal idea postmodernista fue considerar subjetivos tanto a la
ciencia como al conocimiento, por lo tanto los arqueólogos que aplicaron esta idea en el abordaje del
material arqueológico consideraron que cada arqueólogo tenía su propia interpretación. A diferencia del
procesualismo, no consideraron a la cultura como un reflejo de adaptaciones al medio, sino que
otorgaron una gran importancia a símbolos, representaciones y lenguaje. Ellos plantearon que la cultura
material tenía propiedades simbólicas y estaba constituida significativamente, por lo tanto el registro
arqueológico siempre había que analizarlo en su contexto cultural más amplio. Además, los post-
procesualistas afirmaron que todos los objetos estaban cargados de significado, si entendemos el
contexto en el que fueron usados y fabricados podemos comprender el primero. Es decir, entendían el
registro arqueológico “como un texto polisémico en el cual los significados simbólicos pueden ser
leídos”. El cambio cultural fue explicado como producto de la negociación social de los individuos, por
ello fue de gran relevancia comprender las intenciones y deseos de los mismos como focalizarse en los
motivos y deseos de las personas, los cuales están fundamentados en percepciones del mundo
6
existencia de unidades culturales, y por lo tanto grupos étnicos, que son uniformes y
circunscriptos. Adopta un punto de vista normativo, partiendo de la idea que las culturas
o los grupos étnicos son un sistema de costumbres compartidas que perduran en una
continua tradición “…principios uniformadores, en efecto en una forma de universal
platónico, niega la posibilidad de identidades diferentes en diferentes tiempos y
espacios.”
En contradicción con el argumento marxista que sugiere que la etnicidad es una
mala adaptación del modernismo, estas expectativas de limitación, homogeneidad y
continuidad han sido relacionada con la emergencia del nacionalismo y el moderno
estado- nación. Como hemos vista, la evidencia histórica contradice esta noción. La
etnicidad es un antiguo fenómeno, ya que las identidades étnicas han sido construidas
explícitamente en similares términos en los estados emergentes y tempranos del
Cercano Oriente, África, y el Egeo. Como notamos, el concepto de origen “ethnos”,
después de todo, surge con los griegos. De hecho que los grupos étnicos a menudo se
definen a sí mismos en términos esencialistas puede ayudar a explicar la permanencia
de la noción de su inmutabilidad y circunscripción. Además, un examen contextual de
las fuentes revela que estas caracterizaciones fueron altamente idealizadas y no
necesariamente se corresponden con la realidad.
Todas las viejas perspectivas, siniestras o no, comparten la visión común de la
existencia de una verdadera identidad étnica que puede ser recuperada del registro
arqueológico, histórico y étnico. La conexión tradición y etnicidad es particularmente
fuerte. Grupos étnicos no son legítimos a no ser que ellos puedan demostrar una larga y
continua tradición. Mientras el objetivo último de esta mirada es la creación de
identidades étnicas, su utilidad en definir grupos étnicos asume que ellas son
esencialmente estáticas, no siendo capaces de innovación y flexibilidad. Por ejemplo,
Geertz destacó la sobrevaloración que se hace de la sangre, el discurso y las costumbres
como elementos coercitivos. Renfrew descartó la posibilidad de la búsqueda de
identidades étnicas reales, y criticó la manipulación de la identidad étnica para
propósitos políticos, considerando que esta práctica representa un uso incorrecto de
etnicidad. Glazer y Moynihan notaron, que las características objetivas de etnicidad son
altamente mutables. Ellos concluyeron a partir de ciertos estudios, que los inmigrantes
que arribaron a los EE.UU cambiaron sus identidades dramáticamente para la segunda y
culturalmente constituidos.
7
tercera generación, tanto que la constelación de características culturales que hacen de
su identidad étnica no sea reconocible por los inmigrantes originales. Incluso la
descendencia biológica no es un indicador confiable de membrecía étnica. Las personas
todavía retienen una identidad étnica a partir de un sentido subjetivo pero no una
realidad objetiva, de tradición. De una manera similar, una relación causal es
posicionada entre circunscripción étnica y conflicto como los Balcanes, pero estas
justificaciones son más a menudo realmente racionalizaciones post hoc.
Abandonando las nociones esencialistas por un nuevo paradigma
instrumentalista, Fredrerick Barth notó que las fronteras étnicas y las cualidades que
caracterizan las identidades étnicas pueden cambiar con el tiempo. Él aplicó en sus
estudios una perspectiva diacrónica que se focalizara en la continuidad y en la no
continuidad de la identidad étnica. Durante 1970 y 1980, los instrumentalistas
argumentaron que si la etnicidad es realmente subjetiva, luego puede ser manipulada y
movilizada tanto a nivel individual como grupal para mantener las fronteras y satisfacer
ciertas necesidades grupales. Estos investigadores enfatizaron la importancia de los
intereses políticos y económicos en la construcción de la identidad étnica. Por ejemplo,
tanto Barth y Haaland, consideran que los agricultores de Fur de Sudán adhirieron a una
identidad árabe Baggara, ya que les fue de utilidad como estrategia en orden de tomar
ventaja a la práctica lucrativa de pastoreo de ganado.
Siguiendo el simposio de Barth, recientes estudios de etnicidad niegan las
perspectivas esencialistas y enfatizan su naturaleza dinámica. Ellos ven las identidades
étnicas no como estáticas ni universales, sino como dinámicas y sistemas vivientes. Los
grupos étnicos son entidades subjetivas, derivadas de un punto de vista emic donde los
actores determinan su propia etnicidad, en contra de una objetiva realidad que plantea
similitudes y diferencias culturales. Por ejemplo, Barth sugiere que la identidad étnica
Pathan fue fundada no por características compartidas, sino por elementos tales como
hospitalidad, affairs públicos, y reclusión doméstica. Las identidades étnicas son fluidas,
porque están imbuidas en relaciones políticas, económicas y sociales. Como resultado,
ellas pueden cambiar en contextos sociales diferentes y de acuerdo a los intereses y
posiciones de los actores individuales. Este modelo contrasta con la idea de etnicidad
como una unidad cultural primordial compartida, una noción central del discurso
nacionalista y de la teoría de la ciencia social.
8
Sin embargo, debemos destacar que hay un punto en el cual tanto nuevas y
viejas perspectivas acuerdan, y es que las identidades étnicas son autoidentificaciones y
en última instancia, subjetivas. Por ejemplo, aunque Weber cita el criterio objetivo
como la base de la identificación étnica, él argumenta que los grupos étnicos son
últimamente subjetivos, pese a la realidad de una objetiva conexión entre sus miembros:
“Nosotros podríamos llamar “grupos étnicos” a estos grupos humanos que
comparten un comportamiento subjetivo en su descendencia común- que
puede involucrar similitudes de tipo físico, de costumbre, de memorias de
colonización y emigración- de esta manera este comportamiento es
importante para la continuación de relaciones no parentales… a pesar de
que una relación objetiva de sangre puede existir o no”.
Capítulo I: fronteras y etnicidad:
Las fronteras modernas parecen firmes e inmutables. Ellas están delineadas
diplomáticamente y reconocidas en mapas y en distintas instituciones como correos
postales, oficinas, y barreras físicas. Viajar a lo largo del mundo está regulado por
tratados, los cuales están reforzados por burócratas militares y policías. Aunque a veces
se producen disputas, los argumentos se focalizan sobre: ¿dónde está el límite? Y no
sobre si el límite debería existir. Incluso cuando identidades políticas son unificadas
como la Unión Europea, o la que fue Yugoslavia, las fronteras internas probaron ser
sorprendentemente resistentes. De una similar manera los grupos étnicos son
observados como circunscriptos, como entidades distintas.
La identidad étnica esta basada en una cultura, historia y lenguaje que puede ser
realmente compartido o meramente una percepción. La etnicidad puede además ser
adscripta por los otros, un fenómeno que es particularmente común en contextos
coloniales. Como lo ilustran los estereotipos ideológicos egipcios que conciben la
etnicidad nubia en términos negativos. Como destacamos anteriormente, en los
monumentos de celebración realizados por el antiguo estado egipcio, Nubia no podía ser
simplemente llamada como Kush, sino que debía ser llamada Wretched Kush
(desgraciada Kush). Las cualidades negativas de la etnicidad nubia, ayudó a definir las
cualidades positivas de los egipcios. Ambas perspectivas, la interna y externa,
9
representan a los grupos étnicos como tradiciones distintivas, circunscriptas en espacio
y tiempo.
Cabe destacar que la mayoría de los estudios de etnicidad e imperialismo tienden
a focalizarse en los grupos dominados por los imperios, a menudo enfatizando el rol de
la identidad étnica en la asimilación o la resistencia de los grupos nativos. En el pasado,
el contacto cultural tendió a usar los modelos elaborados a partir del descubrimiento de
América, los cuales enfatizaban la desigual relación entre el Viejo Mundo y el Nuevo
Mundo. La influencia cultural fue, y a menudo todavía lo es, asumida como
unidireccional. En particular, los modelos de aculturación consideran a Europa como un
motor transformador de las pasivas culturas americanas, con una imagen de centro
dominante, los modelos de aculturación continúan siendo utilizados hasta la actualidad
y a veces es sorprendente observar este tipo de modelos en explicaciones tales como la
expansión de la agricultura en el neolítico europeo o en el remplazo de los Neanderthals
por humanos modernos.
Los caminos culturales resultados del contacto son, sin embargo, inevitables y
no son unidireccionales, como Malinowski afirmó: “…el resultado del impacto en una
cultura superior es mucho mas pasivo que la actividad cultural llevada a cabo por la
cultura mas inferior”. Las publicaciones antropológicas recientes han reevaluado el
estudio de los contactos culturales, abandonando esta visión simplista de aculturación.
Esta nueva perspectiva se focaliza en el análisis de situaciones de contacto, las cuales
varían, en grados de incorporación, transformación y negación como opuesto a la
asimilación. Los nativos americanos responden al colonialismo europeo, son vistos
como adaptaciones complejas, transculturación, endogénesis más que aculturación. Por
ejemplo, como Bamforth ha demostrado, incluso la adopción de las herramientas de
metal en California estuvo condicionada por un complejo sistema de factores,
incluyendo consideraciones culturales, como así también la efectividad de la nueva
tecnología. A esto le sumamos, que varios investigadores han puntualizado que incluso
en contextos dramáticos de poder diferencial, como la esclavitud, la cultura sometida no
es pasiva sino que es selectiva y adaptativa.
Ambos lados de un encuentro imperial están interconectados, no es nada menos
que plantear la existencia de estrategia de dominación y resistencia. Las dinámicas
complejas inherentes en esta relación requieren el estudio tanto de la sociedad nativa,
como la minoría colonial en el contexto de una situación colonial específica. El estudio
10
presentado en el libro se focaliza en el impacto del contacto y la interacción en las
comunidades coloniales fundadas en Nubia, por uno de los primeros poderes imperiales,
el Antiguo Egipto. Las influencias culturales fluyeron en ambas direcciones, los
individuos se trasladaron de un área a otra en el 2000 a.C, a veces afirmando y a veces
negando los fuertes estereotipos étnicos reflejados en las fuentes egipcias.
Egipto y Nubia:
Desde una mirada global, Egipto parece corresponderse con la caracterización
tradicional de fronteras limitadas y grupos étnicos circunscriptos, en un sistema similar
al de los límites nacionales actuales, los egipcios, explícitamente, establecieron
fronteras políticas que tendieron a coincidir con fronteras naturales estratégicas. Egipto,
limitaba geográficamente con el Mediterráneo al norte, con las montañas de Sinaí el
desierto oriental y el mar rojo al este, Libia y el desierto del Sahara al oeste y la primera
catarata al sur. El estado egipcio fue construido a partir de numerosos niveles de
fronteras, todos referidos como Tash, un término además usado en numerosas e
incontables fuentes para indicar límites de medidas de todo tipo. Con personas tan
preocupadas por las fronteras, no debería ser una sorpresa afirmar que los límites
internacionales fueron estableciéndose a partir de los límites puestos por los
conquistadores egipcios que marcaban la frontera étnica entre egipcios y otros grupos,
incluyendo nubios.
Como los estados e imperios modernos, los egipcios hicieron fuertes
caracterizaciones de identidades étnicas que correlacionaron en varios niveles con sus
fronteras. Por lo tanto, por ejemplo durante el reino medio el faraón Senewosret III,
denominó los nubios como “cobarde-desdichado” quienes atravesarían las fronteras si
se lo proponían. En el nuevo imperio, Ani adoptó un punto de vista más extremo: los
nubios y extranjeros no eran realmente humanos, y eran comparados con animales. Hoy
las fronteras y las identidades étnicas son construidas y reconstruidas tanto por los
historiadores como por los arqueólogos basándonos en patrones del material cultural,
incluyendo el paisaje construido, pero además, en el caso de las civilizaciones históricas
como el antiguo Egipto, a través de registros escritos. En la ideología del estado egipcio,
ellos eran un único grupo distintivo, limitados por el Delta del Nilo al norte y por la
primera catarata en Asuán al sur. Más allá de estas fronteras, comenzaba un viaje
popularmente conocido como “caótico y bárbaro”. Esta construcción ideológica de
11
identidad étnica ha resistido hasta las construcciones modernas de categorías raciales y
étnicas, imponiendo el color de piel y las distintivas prácticas culturales (como
vestimenta, ritos funerarios, etc) como marcadores sociales. Esta imagen de fronteras
étnicas absolutas es, sin embargo, balanceada por documentos menos formales,
incluyendo registros administrativos, historias y monumentos funerarios personales.
Estos textos a menudo reflejan una situación más fluida, donde las fronteras étnicas y
políticas podían ser cruzadas con una mayor facilidad que lo que la ideología estatal
implicaba. Mientras faraones y burócratas dictaban políticas imperiales desde Egipto,
hombres y mujeres tanto nubios como egipcios implementaban planes a grandes escalas,
forjando nuevas comunidades y creando sus propias trayectorias de contacto cultural,
que derivó en una influencia natural y de interacción de paz en las fronteras egipcias. Es
decir, los estados y las culturas no interactúan, las personas interactúan y son las que
nos permiten a partir de los restos históricos y arqueológicos examinar los contactos
realizados en la frontera sur de Egipto.
Por lo tanto, debemos tener en cuenta la naturaleza multidimensional de las
fronteras y las identidades étnicas. Como han destacados los teóricos instrumentalistas,
las identidades étnicas son creadas por agentes individuales, y por lo tanto son mutables
y manipuladas dependiendo el contexto histórico particular. La etnicidad no es
inmutable y esencial, sino que es flexible y situacional a veces existiendo en un estrecho
y especifico contexto de espacio y tiempo.
Además, las categorías étnicas pueden ser y a menudo son creadas por las
personas de afuera. En particular los poderes imperiales crean estereotipos étnicos para
caracterizar a las personas conquistadas, usualmente con el objeto de crear o reforzar
estructuras de poder. Una fundamental característica que se le adjunta a la etnicidad es
el concepto de habitus y cultura. Las identidades étnicas son construidas a través de la
diferencia cultural con relación a las específicas prácticas culturales del “otro”. Algunos
argumentan que la etnicidad no puede existir incluso sin el contacto con otros grupos. El
contacto en sí mismo produce una conciencia en si misma de la diferencia que permite
la construcción de la identidad étnica.
Es decir, la etnicidad está definida mucho más por el “otro” que como
conciencia de un grupo en si mismo. Definiciones externas de la etnicidad son tan reales
como las autoidentificaciones, y pueden tener consecuencias reales en el contexto de
contacto e interacción, particularmente cuando un grupo intenta de dominar a otro. El
12
uso político del “otro” étnico es particularmente aplicable a la construcción altamente
idealizada de las identidades étnicas reflejadas en la antigua ideología egipcia. La
ideología egipcia creó un topos, o estereotipo, o distintas categorías étnicas presentando
a los egipcios como civilizados y a los extranjeros como bárbaros y enemigos. El arte
egipcio representó a los nubios con un clásico estereotipo: piel negra y características
faciales, estilo de pelo y vestimenta diferente a la de los egipcios, pero también diferente
a la de asiáticos y libios.
En conclusión, debemos tener siempre en cuenta que las identidades étnicas
varían situacionalmente. Las identidades étnicas son creadas por los individuos pero
están formadas por un contexto histórico.
13