Touchard J_Historia de las ideas políticas

327
HISTORIA DE LAS IDEAS POLITICAS

Transcript of Touchard J_Historia de las ideas políticas

  • HISTORIA DE LASIDEAS POLITICAS

  • SEMILL A y SURCOCOLECCION DE CIENCIAS SOCIALES

    DIRIGIDA l'ORM. JIMNEZ de PARCA FABIAN ESTAPCatedrtico fe Derecho P,Itti, o de fa Catedrtico de Poltica Econmica

    JEAN TOUCHARDProfesor del Instituto de Estudios Polticos de la Universidad de Pars,Secretario General de la Fondation Nationale des Sciences Politiques

    Univer.tidad de Barcdona de la Universidad de Barcelona

    N. 1.SOCIOLOGIA, R. M. Maclver y Charles II. Page2.LAS NACIONES PROLETARIAS, Pierre Moussa3.INTRODUCCION A LA CIENCIA POLITICA, J. Meynaud4.LA SEGUNDA REVOLUCION INDUSTRIAL, H. Pasdermadjian5.EL MARXISMO EN LA UNION SOVIETICA, Henri Chambre6.INTERCAMBIO INTERNACIONAL, Michel Moret7.LA DEMOCRACIA COMO FORMA POLITICA Y COMO FORMA

    DE VIDA, C. J. Friedrich8.CO'vIERCIO INTERNACIONAL Y DESARROLLO ECONOMICO,

    Jacob Viner9.IIISTORIA DE LAS IDEAS POLITICAS, Jean Touchard

    EN PREPARACION:N. I0.Bauer.ANALISIS Y POLITICA ECONOMICA DE LOS PAISES

    SUBDESARROLLADOS11. Valarch.ECONOMIA AGRARIA

    2.Jacobsson. PROBLEMAS MONETARIOS: INTERNACIONALES YNACIONALES

    Jennings.EL SISTEMA POLITICO BRITANICORamn Tan ames.LA LUCHA CONTRA LOS MONOPOLIOSJean Meynaud.ELABORACION DE LA POLITICA ECONOMICAW. W. Rostme.LOS ESTADOS UNIDOS EN LA PALESTRA MUN-

    DIALSchumpeter.IMPERIALISMO Y CLASES SOCIALES

    M. Maclver.TEORIA DEL GOBIERNORobertson.LECCIONES SOBRE PRINCIPIOS DE ECONOMIAAmos II. Haw/ey.ECOLOGIA HUMANADouglas Verney.ANALISIS DE LOS SISTEMAS POLITICOSLabrousse. FLUCTUACIONES ECONOMICAS E HISTORIA SOCIALNeuntann.PARTIDOS POLITICOS MODERNOSIlarol G. Moulton. ,SE PUEDE CONTROLAR LA 1NFLACION?

    S. Alexander y otros. LA CIENCIA DE LA ECONOMIA Y LASDECISIONES ECONOMICAS

    Charles Bettelheim. PROBLEMAS TEORICOS Y PRACTICOS DE LAPLANI FI CACION

    A. N. Agarwala.LA ECONOMIA DEL SUBDESARROLLOAbran L. Ilarris.ECONOMIA Y REFORMA SOCIALKingsley Martin.IIAROLD LASKI, TEORICO DEL LABORISMOWillian A. Robson.INDUSTRIA NACIONALIZADA Y PROPIE-

    DAD PUBLICAAndr Philip.LA DEMOCRACIA INDUSTRIALIIenri Chambre.DE KARL MARS A MAO TSE-TUNG

    HISTORIA DE LASIDEAS POLITICAS

    CON LA COLABORACION DE

    Louis Bodin Pierre Jeannin

    Encargado de investigaciones en la Fondation Agrg de l'UniversitNationale des Sciencies Politiques

    Georges Lavan Jean Sirinelli

    Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Agrg, de l'UniversitEconmicas de Grenoble

    EDITORIAL TECNOS, S. A.M A D R I D

  • Indice generalPgs.

    PREFACIO BIBLIOGRAF A GENERAL CAP TULO I .---GRECIA Y EL MUNDO HELEN STICO

    Seccin I.Los marcos generales de la reflexin poltica

    13182525

    1. La ciudad 25

    2. La esclavitud 26La nocin de ley 27Los tres regmenes 29

    Seccin II.Las grandes ideas de la Atenas democrtica

    291. La democracia 302. La libertad 333. La ley: primaca y problemas 34

    Seccin III.La crtica de las ideas democrticas 36

    1. La Constitucin de los Atenienses del pseudo-Jenofonte 362. Iscrates 373. Jenofonte y las ideas monrquicas 374. Las ideas polticas de Platn

    38Seccin IV.La democracia moderada de Aristteles

    44Seccin V.Las relaciones entre ciudades y el pensamiento poltico

    griego 50

    La comunidad helnica 50Ligas e "Imperios" 50

    3. La expansin macednica y el problema poltico 51Seccin VI.El perodo helenstico

    52Caracteres generales 52

    El hundimiento de la ciudad antigua y el proceso de fusin dela poblacin 54

    3. La monarqua helenstica 55

    B IBLIOGRAF A 58CAP TULO II .ROMA Y LOS COMIENZOS DEL CRISTIANISMO 63

    Influencia de la poltica exterior 64Otium et negotium 64

    La influencia de la literatura helnica 65

    Derecho y poltica 65

    Seccin I.La Repblica 66El crculo de los Escipiones 66Los Gracos 70

    3. Cicern y el justo medio 71Seccin II.--El principado

    741. Principado y libertad 752. El "solidarismo" y el imperio estoico 80

    Seccin III.E1 pensamiento poltico del cristianismo hasta SanAgustn 86

    1. Jess y San Pablo 872. Polmicas en torno a la abstencin cvica: Celso, Tertuliano,

    Orgenes

    903. Las doctrinas de la Iglesia victoriosa 95

    BIPA.I0GRAFiN 103

    Los derechos para la versin castellana de la obraHISTOIRE DES IDEES POLITIQUES

    publicada por Pre.sses Universitaires de France, de Pars,son propiedad de EDITORIAL TECNOS, S. A.

    Traduccin deJ. PRADERA

    O EDITORIAL TECNOS, S. A. 1961Calle O'Donnell, 27, 1. izqda. Tel. 225 61 92; Madrid (9)

    Depsito legal: M. 5.687-1961Nm. de Regtro.: 10'20-61

    51ceetme 11 l{ivacbueyrs, S, I.^PlEte9 de ~siglo lledoud9, 26.-1444

  • 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS

    Pgs.

    NDICE GENERAL o

    Pgs.

    El Gran Cisma; las herejas El Conciliario de Constanza; la teora conciliar

    Seccin II. " SEORA " A) El conflicto entre Miln y Florencia

    174

    169171

    174

    CAPTULO III.LA ALTA EDAD MEDIA: UN EMPIRISMO HIEROCRTICO (si-glos V, VI, VII, VIII, IX, X)

    1. Primer perodo: redistribucin de las fuerzas A) La Iglesia y los Estados: nacimiento del agustinismo po-

    106107

    ltico 108 B) Defensa e ilustracin de Florencia 174B) Los derechos internos de los Estados 109 C) Justificacin de la tirana 176

    2. Segundo perodo: el equilibrio, vuelto a poner en duda 109 D) La repblica universal 177A) Grandeza y debilidad de Bizancio 110 Seccin III. NACIN 178B) La conquista rabe; las ideas polticas del Islam 111 A) Nacimiento de una patria 178C) Nacimiento del Estado pontificio 114 B) Pro patria mori 179

    3. Tercer perodo: Carlomagno y el orden cristiano 115 C) Del patriotismo a la idea de nacin 1794. Cuarto perodo: la revancha de la iglesia 117 D) Las naciones contra la Iglesia 181

    A) Las dificultades de Luis el Piadoso 117 BIBLIOGRAFA GENERAL referente a la Edad Media 183B) El gobierno de los obispos 118C) La entrada en escena del Papado

    5. La tentativa de los Otones de restauracin del Imperio 120121

    CAPTULO VI.LA RENOVACIN DE LAS IDEAS EN LAS LUCHAS POLTICAS DELSIGLO XVI

    Seccin I.Los progresos del Estado moderno y la poltica positiva 197199

    CAPTULO IV.LA EDAD MEDIA: EL PODER PONTIFICIO ENTRE LOS ANTIGUOS Supervivencias feudales y particularismos locales 199Y LOS NUEVOS PODERES (siglos XI, XII, XIII) 124 El absolutismo monrquico 200Seccin I.Papado: fase defensiva 125 Claude de Seyssel y la monarqua moderada 201

    A) Los desrdenes 125 Maquiavelo

    202B) La reforma: Gregorio VII 126 Seccin II.La influencia y los ideales polticos del humanismo cris-C) Auxiliares y controversistas 129 tiano 206

    Seccin I LFeudalismo 132 Erasmo 207A) Personalizacin de las relaciones 132 Toms Moro 210B) La jerarqua 133 Prolongaciones del humanismo cristiano 212C) Feudalismo y poder real 135 Vitoria y el derecho internacional 213D) Feudalismo e Iglesia 136 Seccin III. La reforma y sus concepciones polticas 214E) Las instituciones de paz 137 Lutero . 214

    Seccin III.Monarqua 138 Calvino 217A) Los tericos eclesisticos 138 Seccin IV.

    Las controversias de un mundo desgarrado 219B) Los Espejos de Prncipes 140 Las primeras luchas y su expresin ideolgica 220C) Los legistas 141 Los monarcmanos 221

    Seccin IV.Municipio 142 Las reacciones catlicas 224A) El Renacimiento urbano; sus diversas formas 142 Victoria del monarquismo 225B) Las transformaciones sociolgicas 144 Seccin V. Las construcciones doctrinales 227 C) Servitium regis 146 B o d in 227D) Los fermentos de laicizacin 147 Althusius 232E) Una ideologa nueva 149 Surez 236

    Seccin V.--Papado: fase ofensiva 149 Conclusin: Las teoras y la opinin a finales del siglo XVI 238Las dos espadas 149 BIBLIOGRAFA

    241Las Cruzadas 152

    C) Las dificultades 154 CAPTULO VILVICTORIAS DEL ABSOLUTISMO 250D) Las grandes sntesis: Santo Toms de Aquino 155 Seccin LDoctrinas absolutistas y realidades polticas 250

    Seccin VI.Imperio 158 Mercantilismo y absolutismo 251A) Imperio de Occidente 158 La oposicin de las clases 252B) Imperio de Oriente 160 Causas religiosas del absolutismo 253

    11

    CAPTULO V.EL OCASO DE LA EDAD MEDIA (siglos XIV y XV) Seccin LIglesia

    Los conflictos

    Los tericos adversos: Marsilio de Padua y Guillermo deOckam

    C) Los ltimos tericos de la teocracia pontificia

    162163163

    164169

    Causas polticas Revolucin cientfica y desarrollo del racionalismo

    Seccin II.-- 7-El derecho natural y el poder Greca

    Pufendorf La evolucin del derecho natural

    253253254 255256257

  • 10 HISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS

    Pgs.

    Seccin 11L-Individnalismo y absolutismo en Inglaterra 257

    Religin y poltica 257Conservadurismo y oportunismo

    258Hobbes 259

    Seccin IV.-El absolutismo francs. Progresos y dificultades

    262La poca de Richelieu

    264Las ideas polticas de la Fronda

    267La poca de Luis XIV 269

    BIBLIOGRAFA 272

    CAPTULO VIII.-OcAso DEL ABSOLUTISMO 279Seccin I.-Dificultades de la monarqua francesa

    279Las ideas polticas de los

    jansenistas 279La oposicin protestante

    281La oposicin

    aristocrtica 282Seccin II I.-Filosofa y poltica en Spinoza y Leibniz

    287Crtica religiosa y anlisis poltico en Spinoza

    287Una nueva generacin de libertinos 289Racionalismo metafsico y universalismo en Leibniz

    290Seccin III.-Las ideas polticas en Inglaterra antes de la revolucin

    de 1688 291El radicalismo de los Niveladores

    292Un comunismo otpico: Winstanley 292Economa y utopa: Harrington 293Un republicanismo aristocrtico 293

    Seccin IV.-Locke y la teora de la revolucin inglesa

    294BIBLIOGRAFA 297

    CAPTULO IX.-EL SIGLO DE LAS LUCES 301

    Seccin 1.-Liberalismo aristocrtico 306

    1. Montesquieu 3072. Vico 313

    Seccin II.-E1 utilitarismo poltico

    314Voltaire 315Diderot y la Enciclopedia 317Los fisicratas

    320El utilitarismo ingls de Locke a Bentham 322

    5. El despotismo ilustrado 325Seccin III.-Rebeldas y utopas 327

    1. Jean-Jacques Rousseau

    3282. Las ideas sociales

    3353. El pacifismo del siglo XVIII 336

    Una sntesis: la obra de Condorcet 339BIBLIOGRAFA 340

    CAPTULO X.--EL PENSAMIENTO REVOLUCIONARIO 352Seccin I.--La revolucin americana 352Seccin II.-La revolucin francesa

    356Los principios del 89

    358Las ideas del 93

    3613, Termidorianos y rebeldes

    364Las ideas polticas de Napolen 366

    BIBLIOGRAFA .11 367

    NDICE GENERAL 11

    Pgs.

    CAPTULO XI.-REFLEXIONES SOBRE LA REVOLUCIN Seccin I.-El rechazo de los principios de la revolucin

    Burke La contrarrevolucin y los escritores de la lengua francesa

    Seccin II.-Filosofa y poltica en Alemania

    372

    372372

    376378

    1. El contexto ideolgico 3792. Kant 3803. Fichte 383

    Seccin III.-Ilegel o la tentativa de una filosofa del Estado 384BIBLIOGRAFA 394CAPTULO XII.-EL MOVIMIENTO DE LAS IDEAS POLTICAS HASTA 1848 397

    El Romanticismo poltico 398Seccin I.-El liberalismo 401

    El liberalismo francs 403El liberalismo ingls 411

    3. Del nacionalismo revolucionario al nacionalismo liberal 413Seccin II.-Tradicionalismo y tradiciones 415

    Los grandes temas del tradicionalismo francs 415Los doctrinarios de la contrarrevolucin: Maistre y Bonald 415

    3. La poesa de la tradicin: Chateubriand 4194. De la teocracia a la democracia, los comienzos del catolicis-

    mo social 420Seccin III.-El socialismo antes de Marx 423

    1. La evolucin de las ideas sociales en Inglaterra 4242. Los socialismos franceses 427

    1) La reforma de la sociedad (Saint-Simon, Fourier, Proudhon. 4282) Socialismo y democracia (Cabet, Buchez, Pierre Leroux,Louis Blanc, Blanqui) 4383) Los sentimientos populares 442Conclusin: el espritu de 1848 444

    BIBLIOGRAFA 446CAPTULO XIII.-LA POSTERIDAD DE HEGEL Y LA FORMACIN DEL MARXISMO

    (Alemania, 1830-1870) 461Seccin I.-De la "joven Alemania" a la izquierda hegeliana 461Seccin 11.-Las ideas socialistas y comunistas en Alemania 467Seccin III.-La formacin del pensamiento de Karl Marx 470

    BIBLIOGRAFA 473CAPTULO XIV.-EL MARXISMO 475

    Seccin I.-E1 lugar de la poltica en el pensamiento de Karl Marx 475Seccin II.-Crtica de la poltica 477

    1. Crtica de la "filosofa" del Estado 4772. Crtica de las reformas del Estado 478

    Crtica del socialismo de estado 480Crtica de las utopas apolticas y del anarquismo 482

    5. Crtica del nacionalismo 483Seccin III.-La antropologa de Marx 484

    1. El mtodo de Marx 4842. El materialismo y el humanismo 485

    El materialismo histrico 486La alienacin econmica y la lucha de clases , .... ,,,.,. 489

  • 12 HISTORIA DE LAS IDEAS POLT:CAS

    Pgs.

    Las Tevoluciones y la Revolucin El comunismo o el reino de la libertad

    Seccin IV.Vas y medios de paso a la sociedad. Comunismo La dictadura transitoria del proletariado La lucha del proletariado en la poltica de los estados

    493495497497499

    BIBLIOGRAFA 504CAPTULO XV.LIBERALISMO, TRADICIONALISMO, IMPERIALISMO (1848-1914) 509

    El positivismo poltico 509Seccin I.--E1

    liberalismo

    512El liberalismo francs: del orleanismo al radicalismo ... 512El liberalismo ingls 518

    Seccin II.--Tradicionalismo, nacionalismo, imperialismo 5211. Neotradicionalismo y nacionalismo en Francia 521

    A) El catolicismo social 521B) Los fundadores del neotradicionalismo: Taine y Renan 522C) El nacionalismo francs: Barrs, Pguy, Maurras 526

    2. Hacia el imperialismo 531Alemania: del nacionalismo al pangermanismo 531Inglaterra: del conservadurismo al imperialismo 533La gnesis del imperialismo americano 535El proceso del imperialismo 537

    BIBLIOGRAFA 538CAPTULO XVI.SOCIALISMOS Y MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS (1870-1914). 545

    Seccin I.La Comuna de Pars: un eplogo 547Seccin II.El anarquismo a finales del siglo XIX: una rebelda 550Seccin III.El sindicalismo poltico: un rechazo 554Seccin IV. Socialismo y marxismo (Complementos, revisiones, aban-

    donos) 5581. Interpretacin general del marxismo 5592. Los medios de accin de la revolucin y del socialismo 565

    La unidad del socialismo frente a la guerra y la paz 569El socialismo ingls: los fabianos y el Labour Party 572

    BIBLIOGRAFA

    574CAPTULO XVII.EL SIGLO XX 585

    Seccin I.E1 marxismo-leninismo en el siglo XX 586Interpretacin general del marxismo-leninismo 587Los medios del socialismo 592

    Seccin II.E1 socialismo no leninista 5961. Hasta la segunda guerra mundial 5972. Desde la segunda guerra mundial 606

    Seccin III.Fascismo y nacional-socialismo 608Seccin IV.Meditacin sobre la decadencia y tentativas de re-

    novacin 6161. Meditaciones sobre la decadencia y reflexiones sobre las lites. 6172. La crisis del liberalismo 621

    Tradicionalismo y neoconservadurismo 628Cristianismo y democracia 630Conclusin: Un nuevo nacionalismo 633

    BIBLIOGRAFA 635INDICE DE AUTORES Y MATERIAS 647

    PrefacioEste libro es una obra colectiva. Los captulos 1 y II sobre Grecia, Rojiza

    y los comienzos del cristianismo han sido elaborados por Jean Sirinelli,agrg-rptiteur de griego de la Escuela Normal Superior. Los captuloscorcernientes a la Edad Media (caps. III, IV y y) han sido redactados porLouis Bodin, en estrecha colaboracin con Jacques Le Goff, assistant deHistoria de la Edad Media en la Facultad de Letras de Line; Jacques LeGolf, que inicialmente haba aceptado encargarse de esta. parte de la obray al que un accidente de salud ha obligado a renunciar a ello, ha tenidoa bien poner sus notas a disposicin de Louis Bodin y seguir de muy cercala elaboracin del manuscrito. El captulo VI, sobre el siglo XVII, es obrade Pierre Jeannin, agrg-rptiteur de Historia de la Escuela NormalSuperior. Georges Lavau, nico profesor de Derecho en esta empresa de"literatos", se ha encargado del marxismo y de la evolucin del socialismodespus de 1848 (caps. XIII, XIV, XVI, dos primeras secciones del ca-ptulo XVII); ha redactado asimismo la mayor parte del captulo titulado'Reflexiones sobre la revolucin" (cap. XI), especialmente el desarrollosobre Hegel. En cuanto al firmante de este prefacio, que, naturalmente,ha revisado el conjunto del texto y especialmente las bibliografas, es elautor de los captulos sobre los siglos XVII y XVIII (caps. VII, VIII y IX),sobre el pensamiento revolucionario (cap. X), sobre la primera mitad delsiglo XIX (cap. XII) y, respecto al periodo posterior al 1848, sobre todaslas corrientes que no son el socialismo (cap. XV: "Liberalismo, tradiciona-lismo, imperialismo (1848-1914) "; tambin es el autor de las dos ltimassecciones del captulo XVII sobre el siglo XX. A l debe considerrsele res-ponsable de la concepcin general de la obra.

    La distincin entre "doctrinas polticas" e "ideas polticas" es, para to-dos los colaboradores de este libro, fundamental. Segn el Littr la doctrinaes "el conjunto de dogmas, bien religiosos, bien filosficos, que dirigen a1112 hombre en la interpretacin de los hechos y en la direccin de su con-ducta". El Larousse da una definicin casi idntica. Segn estas definiciones, la doctrina poltica es, por consiguiente, un sistema completo de pen-samiento que descansa sobre un anlisis terico del hecho poltico. En estesentido, se habla de la doctrina de Aristteles, de Cardias Le Bret o deMontesquieu, de los "doctrinarios" de la Restauracin o de la "doctrinaradical" cuyos "elementos" Alain trat de conjuntar. El trmino de "ideaspoluicas"tal como Thibaudet lo emplea cuando habla de las "ideaspolticas de Francia" 1

    es ms amplio. Aqu no se trata solamente de ana-

    1 Pars, Stock, 1932, 2G5 pgs.

  • HISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS PREFACIO 1514

    Tizar los sistemas polticos elaborados por algunos pensadores, sino de vol-ver a instalar estos sistemas dentro de un contexto histrico, de esforzarsepor ver cmo nacieron y qu representaban para los hombres que vivan enesa poca.

    Tomemos el ejemplo del liberalismo en la Francia contempornea. Elhistoriador de las ideas no se interesar tan slo por la doctrina de Ber-trand de Jouvenel o de M. Rueff. Le parecer necesario estudiar la accinpoltica de M. Pinay, la especie de foto "robot" que presenta M. PilesRomains en su Examen de consciente des Franais; el contenido y el p-blico de L'Aurore, donde apareci este Examen; el universo poltiooque se expresa en La volont du commerce et de l'industrie y en Las publi-caciones de la Confederacin general de pequeas y medianas empresas,etctera. Una idea poltica tiene un espesor, un peso social. Puede compa-rrsela con una pirmide de varios pisos: el de la doctrina, el que losmarxistas denominan la "praxis", el de la vulgarizacin, el de los smbolosy representaciones colectivas. La historia de las doctrinas forma parte dela historia de las ideas, pero ni es toda la historia de las ideas ni quiz suparte esencial: tendrn los historiadores del porvenir un conocimientoexacto del liberalismo francs posterior a. 1945 si se contentare con analizarDu Pouvoir y De la souverainet, cualquiera que sea, por otra parte, elinters de estas obras?

    Inmediatamente surgen innumerables dificultades. Cmo analizar lasideas polticas de una sociedad? Siendo ya difcil para la poca en que vi-vimos, no ser imposible respecto a las pocas concluidas? El historiadorde las ideas debera, para cada poca, preguntarse cules eran las ideas po-lticas de los campesinos, de los obreros, de los funcionarios, de la burgue-sa, de la aristocracia, etc. En 1955 se reunieron eminentes especialistas paraintentar responder a preguntas de este tipo respecto a la Francia del si-glo XVII. La compilacin que ha reunido sus estudios encierra muchas ideas,pero los responsables de esta publicacin 2 , modestamente, estn de acuerdoen que, dado el actual estado de la documentacin, hay que limitarse en lamayora de los casos a emitir hiptesis o a formular interrogantes. Almenos, estas hiptesis e interrogantes ayudan a medir la difusin de lasdiferentes doctrinas y permiten darse cuenta de que el punto de vista del"politlogo" no es siempre el del historiador.

    En la expresin "historia de las ideas polticas" la palabra "historia"nos parece ms importante que la palabra "poltica". Nos merece poco cr-dito la "poltica pura"; y la historia de las ideas polticas nos parece insepa-rable de la historia de las instituciones y de las sociedades, de la historia delos hechos y de las doctrinas econmicas, de la historia de la filosofa, de lahistoria de las religiones, de la historia de las literaturas, de la historia delas tcnicas, etc. El aislar algunas doctrinas, estudiarlas sub especie aeterni-tatis y confrontarlas con una determinada idea de la ciencia poltica, conuna especie de arquetipo, es una empresa de indiscutible inters. Hemosintentado hacer otra cosa y nos hemos preocupado menos de analizar en

    2 "Coniinctit les Francais voyaient la France". Bulletini de la Soc. d'tudes da XVII sii:e/e.1955, ilins. 25-2G.

    detalle algunos sistemas polticos que de situar estos sistemas en una pocay en una sociedad.

    Por consiguiente, nuestro libro respeta, en conjunto, la cronologa. He-mos renunciado a establecer una tipologa de las doctrinas y a seguir unplan basado en la distincin entre las corrrientes del pensamiento. Hemoscomprobado que cuanto ms se estudiaba un perodo, ms se mostraban fr-giles estas distinciones y ms se descubran comunicaciones entre corrientesde pensamiento aparentemente divergentes.

    El anlisis de los "grandes textos polticos" ocupa en nuestro libro unlugar relativamente reducido. Por una parte, existe sobre este terna un ex-celente libro 3; por otra, ningn anlisis, por minucioso que sea, dispensaa los estudiantes de la lectura de estos "grandes textos". Nos hemos pre-ocupado menos de estudiar en detalle L'esprit des lois o el Contrat socialque de mostrar, o al menos de sugerir: 1. Que ni L'esprit des lois expresatodo el pensamiento de Montesquieu ni el Contrat social todo el de Rous-seau, y que la obra de un autor debe estudiarse en su conjunto; 2. Quelas obras de Montesquieu y de Rousseau estn muy lejos de resumir lasideas polticas de la Francia del siglo XVIII; se encuentran en muchos as-pectos al margen de la ideologa dominante, que es el utilitarismo burgus,el cual se manifiesta en las obras de Voltaire, Diderot, Hurne, Fran-klin, etc.

    Nuestro libro reserva, por consiguiente, bastante espacio a autores queno son "pensadores polticos" pero cuyas ideas tuvieron una importantedifusin en la poca en que fueron emitidas y contribuyeron, segn nuestrocriterio, a aclarar el estado de una sociedad. Hemos reservado demasiadoespacio a los "minores"? Sin duda, algunos lectores lo pensarn as.

    Temo, en efecto, que este libro parezca tan difcil a los candidatos a lalicenciatura en Derecho como sumario a los historiadores especializados enel estudio de un perodo determinado. Hemos pensado que, mejor que tratarante todo de presentar un libro fcilmente asimilable, quiz no sea intildar a los estudiantes la impresin de que la complejidad de la Historia nose deja reducir a algunos autores o a algunas obras; en definitiva, de quelas cosas no son tan sencillas...

    Y, sin embargo, cuntas simplificaciones hay en este libro!... Habiendodecidido mencionar un gran nmero de autores, frecuentemente hemos ha-blado demasiado brevemente de ellos, por lo que nuestras omisiones sonmucho ms manifiestas y chocantes que si nos hubiramos limitado, delibe-radamente, a. algunos grandes nombres. Por otra parte, nuestro libro presen-ta muchas lagunas: nada sobre las ideas polticas de la Antigedad antes dela Grecia clsica, casi nada sobre las ideas hebraicas, breves indicacionessobre las ideas polticas del Islam, nada sobre India, prcticamente nadasobre la China anterior al rgimen comunista ni sobre la Rusia de antesde 1917, indicaciones dispersas sobre Italia y Espaa, nada sobre la EuropaCentral, algunas pginas sobre Estados Unidos, etc.

    Plenamente conscientes de las insuficiencias de nuestro texto, hemos.11-,an-Jacques CHEvAwEit, Les grandes oeuvres politiques de Machiavel d nos jours,

    A. Coiin, 19-19, xtv-406 pgs. (Hay versin espaola: Los grandes textos polticas desde Ma-q uiavelo hasta nuestros das, trad. de Antonio Rodrguez Huesear, Madrid, Aguilar, 1955,386 pginas.

  • HISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS16 PREFACIO 17

    tratado de dar a nuestros lectores la posibilidad de llenar por s mismoslas lagunas que nos hemos visto obligados a dejar subsistir. As, hemosatribudo mucha importancia y reservado mucha espacio a la bibliografa:cerca de 120 pginas en total 4.

    Hemos credo ms til ofrecer una bibliografa de trabajo que puedaservir de punto de partida para investigaciones personales, que una biblio-grafa para uso de los estudiantes, lo que nos parece misin del profesor.

    Evidentemente, esta bibliografa no es completa. En la mayora de loscasos hemos procedido a una rigurosa seleccin: as, para no citar ms queuna docena de ttulos sobre Rousseatt, una quincena sobre Marx, menos deinedia docena sobre Barres, etc. Nos hemos abstenido deliberadamente---contodo lo que tal eleccin tiene de subjetivo--de citar las obras que nos pa-recan de un inters secundario o que se encontraban rebasadas p' r- estudiosposteriores. En todo caso, no nos hemos permitido citar libros cuyo intersno hubiramos verificado personalmente. Por consiguiente, es nuestra propiabibliografa de trabajo la que ofrecemos a los lectores.

    Nos liemos cuidado de ofrecer indicaciones sobre el mejor medio deabordar directamente los textos de los autores estudiados: ediciones, tra-ducciones, colecciones de textos escogidos, etc. As, el lector podr consul-tar, al final del captulo XIV, una nota sobre las ediciones de Marx, alfinal del captulo XVI una nota sobre las ediciones de Lenin, etc.

    Como hemos tenido a veces ocasin de protestar contra la tendenciade ciertos editores anglosajones a no citar ms que ttulos en ingls, nos.hemos esforzado en no caer en un defecto anlogo, tanto ms inexcusableen nuestro caso cuanto que, desde hace algunos aos, han aparecido nu-merosas obras de primera importancia sobre la historia de las ideas polti-cas en Gran Bretaa, en Estados Unidos, en Alemania, en Italia, en Es-paa, etc. Nuestras bibliografas contienen, pues, bastantes ttulos en inglsy en alemn y algunos en espaol y en italiano.

    Nuestra bibliografa es relativamente detallada; no hemos pretendido,ciertamente, reproducir todas las indicaciones que normalmente figuran enuna bibliografa cientfica, pero si hacer figurar en la mayora de los casosel lugar y la fecha de le edicin, el nombre del editor y el nmero de p-ginas o de volmenes.

    Sigue a cada captulo un apndice bibliogrfico; y el plan segn el cualse citan las obras corresponde exactamente a las subdivisones del captulo.El libro comienza con una bibliografa general.

    Hemos hecho que a la mencin de un nmero bastante grande de obrassiga una brevsima nota crtica (una o dos lneas, a veces una o dos pala-bras). No se nos escapa el carcter eminentemente discutible de juicios tanlapidarios. Pero hemos preferido el riesgo de la injusticia a un prudentesilencio. Por otro lado, en ocasiones liemos con/inado en la bibliografa ladiscusin de problemas polmicos: as, el lector encontrar en la bibliogra-fa referente a Rousseau, y no en el texto del captulo correspoodiente,breve cuadro de dos cuestiones tan frecuentemente debatidas: 1.a

    Rousseaues racionalista o sentimental? 2. a Es individualista o totalitario?

    La presente versin incluye tambin las principales traducciones castellanas de. las obrascitadas en la Bibliografa.N. del T.

    A pesar del cuidado que hemos puesto en la confeccin de esta biblio-grafa, creemos que contiene no solamente lagunas, sino tambin errores,y estaremos muy agradecidos a quienes nos ayuden a rectificarlos.

    Para terminar este prefacio, he de afirmar mi deferente y reconocidaamistad con Jean-Jacques Chevallier, que fue el primero en animarme ainteresarme por la historia de las ideas polticas en 1946 y a quien tantodeben todos los que se preocupan en Francia de estos problemas.

    Querra tambin expresar mi reconocimiento a quienes han colaboradoen esta obra, cuyas imperfecciones, que no se me escapan, me son imputa-bles en amplio grado; a los que inc han ayudado en investigaciones sinplacer, y especialmente a los bibliotecarios de la Fundacin nacional deCiencias polticas; a los que me han dado consejos o que han aceptadoreleer tal o cual fragmento del manuscrito, especialmente Pierre Hassner,Serge Hurtig, Michel Launa y, Jacques Le Gol? y Stuart Schram.

    J. T.

    2

  • BIBLIOGRAC IA GENERAL 19

    Bibliografa generalTenemos que dar algunas precisiones sobre las convenciones que hemos adoptado. Cuan-

    do el lugar de la edicin no se menciona la obra ha sido publicada en Pars. En el casode obras publicadas en el extranjero hemos "castellanizado" algunos nombres de ciuda-des: Londres, y no London; Munich, y no Mnchen; Florencia, y no Firenze, etc. Laabreviacin P. U. F. designa las Presses Universitaires de France, la abreviacin L. G. D. J..la Librairie gnrale de Droit et de Jurisprudence. Sobre la concepcin general de estabibliografa vanse las indicaciones dadas en el prefacio.

    1. OBRAS GENERALES.

    Las OBRAS CENTRALES referidas a la historia de las ideas polticas desde sus orgenesson escasas en lengua francesa'. La ms completa, pero ya anticuada y detenida prc-ticamente en el comienzo del siglo xix, es la de Paul JANET, Histoire de la scienceque, dans scs rapports avec la morale, 1858, 5." ed., Alean, 1924, 2 vols. (Hay traduc-_cin espaola, agotada, de Daniel jorro, editor.)

    Entre las obras recientes hay que citar en primer lugar la de Jean-jacques CHEVALLIER,Les grandes oeuvres Mitigues de Machiavel nos jours, A. Colin, 1949, xix-406 pgs(Maquiavelo, Bodin, Hobbes, Bossuet, Locke, Montesquieu, Rousseau, Sieys, Burkc, Fich-te, Tocqueville, Marx, Maurras, Sorel, Lenin, Hitler). (Hay traduccin espaola: Losgrandes textos polticos desde Maquiavelo hasta nuestros das, trad. de Antonio Rodr-guez Huesear, Madrid, Aguilar, 1955, 386 pgs.) Se han de consultar igualmente loscursos profesados por J. J. CHEVALLIER en el Instituto de Estudios Polticos de Pars:Histoire des ides politiques, travers les grandes oeuvres de, la littrature politique, deMachiavel nos jours, Les Cours de droit, 1952-53, 4 fascculos, 350 pgs., y en la Fa-cultad de Derecho de Pars: 1952-53, L'idee de l'Etat de Platon Machiavel, Les Coursde droit, 231 pgs.; 1953-54, L'ide de l'Etat de Platon Locke, 291 pgs.; 1954-55, L'in-dividualisnie politique de Hobbes Marx, 315 .pags.; 1955-56, La bataille des ides poli-tiques de 1789 1870 (anexo del curso: Evolution de la Libert constitutionnelle en An-gleterre travers les deux rvolutions, de Carl J. FRIEDRICH) , 261-107 pgs.; 1956-57, L'idede l'Etat de l'Etat-Cit l'Etat-Nation, 331 pgs.; 1957-58, La bataille des ides politi-ques de 1789 nos jours, 330 pgs. El curso de licenciatura profesado por Marcel P RE-LOT en la Facultad de Derecho de Pars en 1957-58 ha sido multicopiado al cuidado delos Cours de droit. Se refiere al perodo 1515-1789 y trata principaltnente de Francia.El curso de Bernard C HENOT en el Instituto de Estudios Polticos de Burdeos ha sidoigualmente multicopiado: Histoire des doctrines politiques, Burdeos, ediciones "Tex", 141pginas (estudia sucesivamente los problemas de la soberana, del gobierno y de la es-tructura econmica y social).

    En cuanto a los textos polticos, la nica coleccin moduna de vulgarizacin enFrancia es la coleccin de los "Clsicos del Pueblo", publicada por las Editions sociales(orientacin marxista). Los Cuadernos de la Fundacin Nacional de Ciencias Polticasslo han publicado una obra sobre historia de las ideas polticas: Libral:isme, traditio-nalisme, dcentralisatiorz, bajo la direccin de Robert P ELLOUX, A. Colin, 1952, 196 pa-

    Cuando la presente obra estaba componindose hemos recibido el libro de MarcelPRLOT, Histoire des ides politiques, Dalloz, 1959, 640 pgs. Concebida con un espritu muydiferente del nuestro, tiene un gran inters.

    ginas (Cuaderno nm. 52). El ritmo de las publicaciones de la "Biblioteca de CienciaPoltica" de las Presses Universitaires de France no es hasta ahora muy rpido en loque concierne. a los textos polticos: tres textos publicados desde 1950 (Aristteles, Lockey Maritain). No existe en Francia nada comparable con los trozos escogidos de Eben-stein, con las utilsimas obritas sobre el nacionalismo o el liberalismo, publicados en lacoleccin Anvil ldooks de Van Nostrand, o con la excelente coleccin "The Britishpolitical tradition", que puede ser considerada como un modelo. Esta carencia es tantoms notable cuanto que aparecen en Francia un gran nmero de trabajos valiosos dedi-cados a problemas particulares. La Fundacin Nacional de Ciencias Polticas confec-cion una bibliografa en 1949; no era crtica y adems no est al dia. En cuanto al librode Gaetano MOSCA, Histoire des doctrines politiques depuis l'Antiquit jusqu' nos jours,traduccin francesa, Payot, 1936, 335 pgs., 2." ed, completada por Gaston B OUTHOUL,1955, 427 pgs., es muy superficial y contiene errores. (Hay versin castellana: Historiade las doctrinas polticas, trad. de la 3. 3- edicin italiana de Luis Legaz Lacambra, Madrid,Revista de Derecho Privado, 1941, xvi-346 pgs.)

    Las obras generales en ingls son muy numerosas. La ms conocida, y sin duda lamejor, es la de George H. SABINE, A history of political theory, Nueva York, HenryHolt, 2." ed., 1950, xxi-934 pgs. (Hay traduccin espaola de la anterior edicin: Histo-ria de la teora poltica, trad. de Vicente Herrero, Mjico, Fondo de Cultura Econmica,1945, 760 pgs.) Otras obras generales: William Archibald D UNIANG, A history oj politVcaltheories, Nueva York, Macmillan, tomo I: Ancient and 114ediaeval, 1902, xxv-360 pgs.;tomo II: From Luther to Montesquieu, 1905, x11-459 pgs.; tomo III: From Rousseau toSpencer, 1920, x-446 pgs. La colecin de obras ,publicadas bajo la direccin de F. J. C.HEARNSHAW, The social and political ideas of..., Londres, 1921-1930 2 ; reedicin americanams reciente, Nueva York, Barnes and Noble, 1949-1950 (coleccin de estudios disconti-nuos de diferentes autores; til, pero no substituye a una historia coherente y encade-nada de las ideas polticas). Arthur O. LovE30Y, Essays in th( t istory of ideas, Baltimore,Johns Hopkins, 1948, xvui-359 pgs. John B OWLE, Western political thought. An histo-rical introduction from the origins to Rousseau, Londres, Jonathan Cape, 1948, 4.72 pgs.Grane BRINTON, ideas ano men. The story of Western thouglzt, Nueva York, Prentice-Hall, 6." cd., 1950, 587 pags. (Hay traduccin espaola: Las ideas y los hombres, trad. deAgustn Caballero Robredo, Madrid, Aguilar, 1952, 724 pgs.) (Ensayo de sntesis queno se limita a la historia de las ideas polticas y que abarca la historia de las ideas ensu conjunto, desde la antigedad griega a nuestros das.) George C ATLIN, A history of thepolitical philosophers, Nueva York, 1939, Londres, Allen and Unwin, 1950, xvui-802 p-ginas (Hay traduccin espaola: Historia de los filsofos polticos, Buenos Aires, 1956, 843pginas) (pasa revista a diferentes autores, siguiendo un plan discutible y sin relacionar, loms a menudo, estos anlisis entre s; bibliografa completamente elemental). R. H. S.CROSSMANN, Government and the governed, A history of political ideas and political practico,Londres, Christophers, nueva ed., 1952, vin-326 pgs. (no trata de ofrecer una historiacompleta de las ideas polticas; despus de una rpida introduccin estudia sucesivamentela revolucin inglesa, la revolucin americana, la revolucin francesa, etc.). Eugene O.GOLOB, The "isms". A history and eva:uation, Nueva York, Harper and Brothers, 1954,xn-681 pgs. (cuatro partes, respectivamente dedicadas al capitalismo, a la tradicin mer-cantilista, al socialismo y al corporativismo). William E BENSTEIN, Man and the State.Modem political ideas, Nueva York, Rinehart, 1947, xv1-782 pgs. (coleccin de textos,ordenados segn un plan discutible; bibliografa nicamente en ingls); del mismo, Greatpolitica! thinkers. Plato to the present, Nueva York, Rinehart, 1953, xxn-903 pgs. (co-leccin de textos escogidos, con un plan cronolgico; bibliografa crtica de las ms tilespara las obras no francesas)- Modern political thought. The great issues, Nueva York,Rinehart, 1954, xvm-806 pgs. (coleccin .de textos escogidos, de Locke a nuestros das;plan segn problemas; Francia 1.510 est representada por un texto de Rousseau y otro deRenan; abundante bibliografa, que no comprende ms que libros en ingls); Politicalthought in perspective, Nueva York, Mc Graw-Hill, 1957, xvi-588 pgs. (cada pensadorpoltico es presentado per otros pensadores polticos; interesante pero desigual; un pensadororiginal no es necesariamente un buen crtico, y recprocamente). Eric V OEGELIN, 'Ordcrand history, Louisiana State U. P.: vol. I, Israel and Revelation, 1956, 533 pgs.; vol. II.

    " Citare!~ las principales obras de esta coleccin en. las bibliografas particulares.

  • 20 HISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS

    The world uf the polis, 1957, 389 pgs.; vol. III, Plato and Aristotle, 1957, 383 pgs.(Esta nueva historia de las ideas polticas, actualmente en curso de publicacin, pareceque debe ser de primera importancia.) Carl Joachim FRIEDRICH, The philosophy of lawin historical perspective, Chicago, U. P., 1958, x-253 pgs. (estudio histrico y filosficomuy importante sobre el concepto de derecho; la primera parte comprende una veintenade captulos, breves pero muy densos, que van desde el Antiguo Testamento hasta lapoca contempornea; la segunda parte, macho ms breve, es un ensayo de anlisis sis-temtico),

    En lengua alemana, la ltima obra aparecida es la de Walter TIIEIMER, Geschichte derpolitischen Ideen, Berna, Francke, 1955, 507 pgs. (sigue de muy cerca al SABINE). (Hayversin castellana: Historia de las ideas polticas, trad. de J. L. Lacruz Berdejo, Barcelona,Ariel, 1960, 549 pgs.) Las obras de Ernst CASSIRER y de Friedrich MEINECKE son importan-tes, pero no constituyen una historia general; sern citadas en las bibliografas particularesque siguen a los diferentes captulos de este libro.

    Para las obras en italiano, ver los trabajos de Felice BATTAGLIA, y especialmente Li-neamenti di storia &HL doctrine politicl,e, Roma, 1939, 220 pgs.

    II. OBRAS GENERALES.

    Referidas a diferentes pases o sectores geogrficos.Nos contentaremos con mencionar aqu algunas obras generales referentes a un pas

    o sector geogrfico determinado. Remitimos las obras que tratan de un perodo o de unacorriente a las bibliografas publicadas en el cuerpo del volumen. Por consiguiente, nocitaremos aqu ms que un nmero pequeo de ttulos concernientes a los pases de losque trataremos muy a menudo .en nuestro estudio: Francia y Gran Bretaa. Damos biblio-grafas ms detalladas sobre las ideas polticas en Estados Unidos y, sobre todo, de Chinay del Islam, de las que hablamos muy poco.

    Francia. --Una obra general: Albert TIIIBAUDET, Les idees politiques de la France,Stock, 1932, 265 pgs. Se trata de un brillante y personal ensayo, de ningn modo de unestudio sistemtico. (A. T. pasa revista a seis corrientes del pensamiento; expone a muygrandes rasgos su historia desde el comienzo del siglo xix, pero sobre todo se dedica a si-tuarlas en la Francia de 1932; el mejor capitulo se refiere al radicalismo). Dos -Que sais-je?" se refieren a nuestro tema: Jacques DROZ, Histoire des doctrines politiques en France,P. U. F., 1948, 128 pgs. (notablemente denso y substancioso). Roger DAVAL, Histoire desidees en France, P. U. F., 1953, 128 ,pgs. (mucho menos satisfactorio).

    Gran Bretaa. -- La coleccin "The British Political Tradition", dirigida por AlanBULLOCK y F. W. DEAKIN, es fundamental. Se trata de textos escogidos de una maneramuy variada y precedidos de substanciosas introducciones. Hasta ahora han aparecidosiete volmenes. Se encontrar en el cuerpo de este libro detalladas referencias sobre losprincipales volmenes de esta coleccin.

    Alentania.-J. E. SPENI , La pense allemande,, de Luther Nietzsche, A. Coln, 4.edicin, 1949. Este libro de la pequea coleccin Colin es ms completo sobre el siglo xviuque sobre el xtx; se interesa por la filosofa ms que por las ideas polticas; slo habla delnacionalismo alemn muy rpidamente. Vctor BASCH, Les doctrines politiques des philo-sophes classiqucs de rAllemagne, Alean, 1927, x-336 pgs. (la mayor parte del libro estdedicada a Hegel; captulos rpidos sobre Leibniz, Kant y Fichte, al que el autor tratade lavar del reproche de haberse inclinado hacia el pangermanismo). L. LVY-BRULII,L'Allemagne depuis Leibniz, Hachette, 1890, 490 pgs. (estudio amplio y elegante, superfi-cial en ocasiones). Edmond VERMEIL, L'Allemagne, essai de explication, Gallimard, 1945,459 pgs. Robert MINDER, Allemagncs et Allernands, tomo I, ditions ,dit Senil. 1948, 481pginas.

    Italia.-Dirigirse a la gua bibliogrf.ca de Rudolfo de MATTEI, Gli studi italiani distoria del pensiero poliffiko, Bolonia, D. C. Zuffi, 1951, 235 pgs.

    BIBLIOGRAFA GENERAL 21- - -

    -

    Espaa.-Ver los ttulos citados en la nota bibliogrfica de Jean MEYRIAT, "L'Espagnecontempora ine, tat des travaux, mire jour (1954-1956) ", Revue, franaise de Sciencepolitique, abril-junio de 1957, pgs. 405-432. Alain GUY, Les philosophes espagnols d'hicret d'aujourd hui, Privat, 1956, 2 vols.

    Argentina.-Jos Luis ROMERO, Las ideas polticas en Argentina, Mjico, Fondo deCultura Econmica, 2. ed., 1956, 269 pgs.

    Brasil.-T050 CRUZ COSTA, Crontribuicao a historia das !dejas no Brasil, Ro de Janeiro.1956, a'id.8055 p

    gliscios.--Obras generales: Alan Pendleton GRIMES, American political thought,Nueva York, H. Holt, 1955, 500 pgs. (la ms reciente historia de conjunto, muy clara yprecisa, bibliografa abundante). Vernon L. PARRINGTON, Main currents of American thought,Nueva York, Harcourt, Brace and Co., 1930, 3 vols. (uno de los clsicos de la historiaamericana; es ms una historia general del pensamiento que una historia del pensamientopoltico propiamente dicho; pone de manifiesto las preferencias del autor por las tradicionesjeffersonianas). (Hay versin castellana: El desarrollo de las ideas en los Estados Uni-dos, trad. d'e Antonio Llano, Buenos Aires, Editorial Bibliogrfica Argentina, 1959, 3 vols.de 348, 419 y 387 pgs.) Richard HOFSTADTER, The Arnez.ican tradition and themen who made it, Nueva York, Knopf, 1954, x1-381 pgs. (brillante serie de estudiosdedicados a diferentes pensadores y polticos americanos). Merle CURTI, The growth ofAmerican thought, Nueva York, Harper, 1943, :xx-848 pgs. Charles Edward MERRIAM,American political ideas, studies in the development of American political thought (186.5-1917), Nueva York, Macmillan, 1926, 10 pgs.

    Sobre las principales corrientes del pensamiento poltico americano: Louis HARTZ, Tlzeliberal tradition in American. An intcrpretation of American political thought since therevulution, Nueva York, Harcourt, Braco and Co., 1955, 329 pgs. (estudio de conjuntode la tradicin liberal en Estados Unidos desde el siglo xvm). Arthur A. EKIRCH, Thedecline of American liberalism, Nueva York, Longmans, Green and Co., 1955, xiv-401 p-ginas (historia del liberalismo americano desde la Independencia). Clinton ROSSITER, Con-servatism in America, Nueva York, A. A. Knopf, 1955, 328 pgs. Russell KIRK. Theconservativa inind from Burke to Santayana, Chicago, H. Regnery Co., 1953, 458 pgs.;nueva edicin, Londres, Faber and Faber, 1954, 480 pgs. (Hay traduccin espaola: Lamentalidad conservadora en Inglaterra y Estados Unidos, Madrid, Ediciones Rialp, 1956,traduccin de Pedro Nacher, 524 pgs.) Entre las obras citadas en el captulo sobre laRevolucin americana, una de las ms substanciosas es la de Glande G. BowERs, Jeffersorzand Hamilton, the struggle for democracy in America, Boston, Houghton, Mifflin and Co.,1933 (estudio importante de orientacin claramente jeffersoriana). Arthur M. SCHLESINGER,Jr., The age of Jakson, Boston, Little, Brown and Co., 1947, xiv-577 pgs. (estudio bsicosobre la poca en que Tocqueale escribi su libro, que sigue siendo, respecto a EstadosUnidos, una obra clsica). W. J. CASH, The mirad of the South, Doubleday, Anchor Books,1951, 444 pgs. (1.' ed. 1941) (exposicin brillante del Sur en el momento de la guerrade Secesin). Charles A. MADISON, Critics and crusadcrs: a century of American protest,Nueva York, H. Holt, 1947, 572 pgs. (la tradicin anticapitalista en Estados Unidos).Richard HOFSTADTER, Social Darwinisrn in the American thought (1860-1915), Filadelfia,University of Pennsylvania Press, 1941. 191 pgs. Donald D. EGBERT y Stow PERSONS,Socialisnz and American lile, Princeton, U. P., 1952, 2 vols.

    Pensamiento poltico en China.-Las ideas polticas y morales constituyen un aspectoesencial de la filosofa china. El arte de bien gobernar inspira ya todas las ideas confu-cionistas, y el mismo taosmo encuentra en su desprendimiento mstico un mtodo de go-bierno. Esta observacin, que se refiere a la antigedad, sigue siendo en mayor o menormedida vlida para todas las escuelas que han seguido. Para encontrar la evolucin de lasideas polticas tradicionales conviene, por consiguiente, consultar en primer lugar las histo-rias de la filosofa china: las ms accesibles son las siguientes: FONG YEOU-LAN, Precisd histoirc de la philosophie

    Payot, 1952, 373 pgs. H. G. CREE!., La pense chi-noise de Coniticius Mao Tsetz-long, Payot, 1955, 281 pgs. Marcel GRANET, La pensechinoise, Albin Michel, 1950, xxin-615 pgs. (Hay versin castellana: El pensamiento chino,

  • 22

    HISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS BML OGRAFA GENERAL 23

    traduccin de Vicente Clavel, Mjico, U. T. E. FI. A., 1959, xx-429 pgs.) Las obras si-guientes podrn tambin ser tiles: Arthur F. WRIGHT, ed., Studies in Chinese thought,Chicago, U. P., 1953, mv-317 pgs. (The American Anthropological Association, Memo-ria nm. 75, "American anthropologist", vol. 55, nm. 5, dic. 1953). CHOWLa phi'osophie chinoise, P. U. F., 1956, 128 pgs. Pierre Do-DINH, Confucius et l'huma-nisme chinois, d. du Seuil, 1958, 192 pgs. Sobre el pensamiento propiamente polticoexisten, en chino, dos obras relativamente recientes, una de Tao FIsi Sheng, la otra deChang Chi Yn. En ingls, ver: LIN-MOUSHENG, Men and ideas; An informal histor y ofChinese political ideas, Nueva York, John Day, 1942. John K. FAIRBANE (ed.), CHinesethought and institutions, Chicago, U. P., 1957, xiv-438 pgs. (estudia sobre todo la men-talidad confucionista en sus relaciones con la vida poltica del pas).

    Ideas polticas del Islam.-1) Para abordar el estudio de las ideas polticas en elIslam no resulta intil reconstruir el clima en el que el Islam naci y se desarroll. Seleern con fruto las obras siguientes de carcter introductorio: Henri MASS, L'Islam,A. Coln, 1930, numerosas reediciones, 223 pags. (obra breve, pero substanciosa; bibliogra-fa til). Emile DERMENGHEM, Mahomet et la tradition islarnique, cl. du Seuil. 1955, 192pginas (presentacin agradable de textos, precedidos de una introduccin). I. GonpziHER.,Le, dogme et la loi de l'Islam, trad. francesa, Geuthner, 1920, 317 pgs. (obra clsica).

    Sobre el derecho, las instituciones y las ideas polticas de! Islam se consultarn sobretodo: Louis MILLIOT, Introduction au droit musulman, Recueil Sirey, 1953, XII-822 pgs.Louis GARDET, La cit musulmane. Vie sociale et politique, Vfm, 1954, 405 pgs. (obraimportante; contiene una buena bibliografa). Tambin: M. GAUDEFROY-DEMOMBYNES, Lesinstitutions musulmanes, Flammarion, 1921, numerosas reediciones, 190 pc,s. Del mismoautor, Malzomet, Albin Michel, 1957. Una obra muy importante: Erwin 1. J. ROSENTHAL,Political thought in medieval Islam. An introductory outline, Cambriclge, U. P., 1958,324 pgs. Gustave E. VON GRUNEBAUM, Medieval Islam, Chicago, 1946. Del mismo autor,Islam. Essays in the.

    nature and grou'th of a cultural tvarlition. The American Anthropolo-gical Association, nm. 81, abril de 1955. Sobre todo "Government in Islam", pgs. 127-1 . 10. Claude CAHEN, The body politic, Unitq and variet y in Muslim civilisation. Univer-sity of Chicago, 1955, pgs. 132-163. H. A. R. GIBB, "The evolution of government in theearly Islam", Studia Islarnica, fase. IV, 1955 (de manera general, esta revista merece con-sultarse). Sobre el "universo poltico de los rabes" ver la contribucin de Jacques BERQUEen el tomo XI de la Encyclopdie francaisc; La vie internatlionalc, 1957 (30 pginas nota-blemente densas). Para completar: "L'univers politique des Arabes", discusin entre JacquesBERQUE y N. D. BAMMATE, La Table Ronde, julio-agosto de 1958, pgs. 82-89. Para unavisin rpida de las relaciones del Islam con la poltica, dos conjuntos: "L'Islam", LaTable Ronde, junio y julio-agosto de 1958. "L'Islam et l'Etat", Fdration, marzo de 1956(sobre todo, el artculo de N. D. BAMMATE, Doctrine traditionnelle de l'Etat musulman,pginas 102-108).

    Por ltimo, se encontrarn diferentes indicaciones en los trabajos siguientes: LouisMASSIGNON, "La Fututva ou pacte d'honneur artisanal entre las travailleurs musulmans auMoyen Age", La Nouvelle Cliq, Bruselas, 1952, pgs, 171-198; "L'influence des initiationscorporativas sur la Futuiva ou chevalerie Annales du Cobge de France, ao 49,pginas 151-154. "L'influence de l'Islam au Moyen .A.ge sur la formation des banquesjuives", Bulletin des tudes orientales de 'Institut franais de Damas, nm. 2, 1931. (Seencontrar un punto de vista diferente en: Henri PIRENNE, Mahomet et Char'emagne, Pa-rs-Bruselas, 5." ed., 1937, 264 pgs.) Louis MASSIGNON, "L'Umma et ses synonymes: no-tion de communaut sociale en Islam", Reune des tudes islamiques, aos 1941-1946, cua-derno nico, pgs. 151-157 (breve artculo, de primera importancia. Consltese esta revista,que publica de manera regular los Abstracta islanzica, que permiten mantenerse al corrientede los trabajos en materia de islamologa). Consultar tambin diversos artculos de laEncyclopdie de, l'Islam, Pars-Leyden, en curso de reedicin.

    4') Textos: Le Coran: Introduccin (1 vol., 1947); presentacin y nueva traduccin(2 vols., 1949-1951), G. P. Maisonneuve. (Hay varias traducciones espaolas del Corn.)MAWARDI, Les statuts gouvernementaux, trad. francesa, Argel, 1915. Ibn TAYMIYYA, Le traitde droit public de Ibn Taymiy ya, trad. francesa, Institut franeais de Damas, Insprim.Beyrouth, 1948. Ibn KiuktnuN, Prolgomenes, trad. francesa, Irnprim. nationale, 1868, 3 vols.(sobre Ibn Khaldun: Ibn Khaldun: a North African Muslim thinker of the XIVth century

    de Erwin I. J. ROSENTIIAL, Bulletin of the John Rylands Library, tomo XXIV, 1940). Paraun perodo ms reciente: Ali ABDURRAZIQ, L'Islam et les bases du pouvoir, trad. en Revuedes tudes islamiques, nm. III, 1933; nm. II, 1934.

    III. OBRAS DE REFERENCIA.

    Es importante, por ltimo, citar diferentes tipos de obras que no se refieren directa-mente a la historia de las ideas polticas, pero que contribuyen -en gran medida a facilitarsu comprensin.

    Historia de las ideas polticas e histeria general.-Adems de las grandes co-lecciones francesas ("Clio", Halphen-Sagnac, "Histoire genrale des civilisations") puedeconsultarse Jacques PIRENNE, Les grands courants de l'histoire universelle, Neuchtel, LaBaconnire, 1945-1956, 7 vols. (Hay versin castellana: Histor.lia Universal, Barcelona, Edi-ciones Leo, 1953-58, 8 vols. Editorial Destino de Barcelona tiene en curso de publicacinla versin .espaola de la Historia general de las civitizaciones.)

    Ideas polticas e instituciones.-La bibliografa sobre este tema es infinita y noscontentaremos con citar las obras a las que nos hemos dirigido con frecuencia. GeOrg eSBURDEAU, Trait de science politique, L. G. D. J., 1949-1957, 7 volmenes aparecidos. Mau-rice DUVERGER, Droit constitutionnel et institutions politiques, P. U. F., 1956, 667 pgs.(colecciii"Thmis"). Jacques ELLUL, Histoire des institutIons politiques, P. U. 17., 1955-57,2 tomos (ibicl.).

    Ideas polticas y doctrinas econmicas.-Idntica observacin que para el pargra-fo precedente. Charles GIDE y Charles RIST, Histoire des doctrines conomiques, Sirey,7." d., 1947, xx-903 pgs. (tomo I: Des physiocrates J. Stuart Mill; tomo II: De recalehistorique John Maynard Keynes). Joseph SCHUMPETER, History of economic analysis,Nueva York, Oxford, 1954, xxv1-1260 pgs. Emile JAMES, Histoire de la pense cono-migue au XX e sicle, P. U. F., 1955, 2 tomos. (Hay versin castellana: Historia del pen-samiento econmico en el siglo XX, trad. de E. y J. Gonzlez Pedroso, Mjico, F. C. E.,1957, 586 pgs.); Histoire des thories conomiques, Flammarion, 1950, 329 pgs.; Histoiresornmaire de la pense conomique, Montchrestien, 1955, 336 pgs. Daniel VILLEY, Petitehistoire des grandes docti:ines conomiques, Librairie de Mdicis, 1954, 303 pgs. GunnarMYRDAL, The political element in the development of economic theory, Londres, Routledgeand Kegan Paul, 1953, xvu-248 pgs.

    Ideas polticas y filosofa.---La obra clsica de Emile BRHIER, Histoire de laphilosophie (P. U. F., 1941-1947, 2 tomos) contiene numerosas informaciones eme inte-resan a la historia de las ideas polticas. (Hay traduccin espaola: Historia de la Filoso-.fa, trad. de Demetrio Nez, Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 191'4, 2 vols. de 867 y979 pgs.) L'histoire de la philosophie occide.ntale, de Bertrand RUSSEL (traducida porGallimard en 1952, 912 pgs.) pretende ser brillante y gil; no siempre es substanciosay no justifica en absoluto su subttulo: Histoire de la philosophie, en relation avec lesvrzements politiques et sociaux. Andr LALANDE, Vocabulaire technique, et critique de laphilosophie, P. U. F., 1947, xxu-1820 pgs. (obra clsica). (Hay versin castellana: Voca-bulario tcnico y crtico de la fifosofa, traduccin dirigida por Luis Alfonso, Buenos Aires.El Ateneo, 1953, 2 vols., 1502 pgs.) Gilbet VARET, Manuel de bibliographie philoso-phique, 2 tomos (I. Les philosophies classiques; II. Les sciences phiiosophiques), P. U. F.,1956 (muy bien confeccionado, pero de consulta difcil en lo que respecta a la historiade las ideas polticas, pues las informaciones-numerosas y precisas-estn repartidas ennumerosas rbricas).

    5) Sobre las relaciones entre historia religiosa e histeria de las ideas polticas,el texto bsico es la voluminosa Histoire de l'Eglise depuis les origines jusqu' nos jours,por A. FUME y V. MARTIN (Bloud El Gay, 1941-1952, 21 tomos publicados). (En cursode traduccin, Bilbao, Descle de Browers, dos Volmenes aparecidos.) Una introduccintil, en Andr LATREILLE y Andr SIEGFRIED, Les [orces relig-euses et la vie politique,Colin, 1951, 219 pgs. (Cahiers de la Fondation Nationale de Sciences Politiques, nm. 23).

  • 24 HISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS

    Sobre la evolucin de las ideas demogrficas.J. J. SPENGLER, Economie et po-pulation. Les doctrines francaises avant 1800. De Bud Condorcet, P. U. F., 1954, 390pginas (con un anexo de Alfred SAIIVY, Quelques dmograplzes ignors do XVIII sicle).Este libro se completa con otra publicacin del Instituto Nacional de Estudios Demogr-ficos: Economie et population. Les doctrines franaises avant 1800. Bibliographie genralecommcnte, 1956.

    Historia de las ciencias e historia de las ideas.Hay que sealar en primerlugar la Histoire gnrale des sciences, publicada bajo la direccin de Ren TATCN, enP. U. F., tomo I: La science antique et mdivale (des origines 1450), 1957, 628 pgs.Indiquemos en la Encyclo,odie de la Pliade la Histoire de la science, bajo la direccinde. Maurice DAUIVIAS, Gallimard, 1957, 190"1 pgs. (muy completa, abundantes indicacionesbibliogrfkas). Ver tambin la monumental History of Technology publicada por Ciaren-don Press en Oxford, bajo la direccin de Charles SINGER, E. J. HOLMYARD, A. R. HALLy Trevor I. WILI.IAMS; esta coleccin debe comprender cinco volmenes; el tercero, publi-cado en 1957, llega hasta 1750.

    CAPITULO PRIMERO

    Grecia y el inundo helenstico

    Antes del siglo vi, no existe un pensamiento poltico griego expresadoen forma diferenciada.

    El mundo homrico y la moral de Hesiodo postulan, ciertamente, ideaspolticas, aunque sumarias; pero, por falta de conocimientos sobre las civi-lizaciones a las que se refieren, l resumirlas expondra a interpretacionesabusivas. Los antiguos no dejaron de recurrir a frmulas, imgenes o ejem-plos sacados de estos autores, que formaban la base de su cultura, paraexponer sus propias ideas polticas; pero se trata de un procedimiento lite-rario ms que de una influencia real; no se puede hablar razonablementede una poltica sacada de los poemas homricos o hesidicos, fuera de algu-nas mximas contra la demagogia en Hornero y de algunas reflexionescontra los reyes, de frases torcidas, en Hesiodo.

    S ECCI N PRIMERA

    Los marcos generales de la reflexin poltica.

    1. La Ciudad.---La vida poltica de los griegos ypodra decirsede la antigedad clsica est enteramente condicionada por la existencia dela Ciudad, la polis, que desempea en el universo poltico de los griegos lamisma funcin que nuestros Estados modernos, pero difiriendo profunda-mente de ellos. Todas sus especulaciones la implican; no hay para los grie-gos otra civilizacin que la de la Ciudad, y la Ciudad es un don de losdioses, como lo es el trigo: ella basta para distinguir a los helenos civili-zados de los brbaros incultos que viven en tribus. La Ciudad es una uni-dad poltica, no reducible a una aglomeracin urbana; es la organizacinpoltica y social unitaria de un territorio limitado que puede comprenderuna o varias ciudades, as como la extensin de campo que de ellas de-pende. Poco nos importan aqu las razones histricas que hicieron pre-valecer esta frmula poltica y el que las Ciudades fueran el resultado de un

  • HISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS

    sinecismo. Las Ciudades han alcanzado, en la poca que nos ocupa, supunto de equilibrio, y su misma nocin se muestra a los ojos de los griegoscomo la nica vlida: resistir todas las concurrencias y ambiciones. Losgriegos la exportarn a todos los lugares que puedan, y los mismos roma-nos contarn con ella, aun destruyendo lo que tena de exclusivismo. Talcomo es, impone la naturaleza de las relaciones internacionales en Grecia;explica que las anexiones fuesen o poco prapticadas o disfrazadas; y definela estructura de los imperialismos o los lmites de las emigraciones y ex-pansiones. stas se realizan esencialmente creando una nueva Ciudad,que, al menos al principio, conserva con la primera vnculos de filiacin yno de dependencia.

    Llama la atencin, en primer lugar, el dominio que la Ciudad, cualquiera que sea suforma o rgimen, ejerce sobre los ciudadanos. Un griego se considera ante todo ciudadano;la labor de Platn, que intenta construir una Ciudad justa para obtener hombres justos, re-sulta perfectamente significativa de este estado de nimo; y, asimismo es comprensible quela palabra icliotcs (= simple particular) haya tenido el destino ms bien molesto que seconoce. Los mismos griegos pusieron en evidencia el aspecto, por as decirlo, religiosode este vnculo: los dioses de la Ciudad son, a la vez, los protectores de la Ciudad y losmodelos de los ciudadanos; y las fiestas religiosas, fiestas municipales, o sea, nacionales.Toda la vida del griego est marcada por su integracin a esa serie de c,munidade.s su-perpuestasfratras u otras, que son como otros tantos rganos de la Ciudad. Toda suactividad se inscribe en ese marco: obras de arte destinadas a embellecer o celebrar laCiudad, especulaciones filosficas que aspiran a mejorarla, obras literarias destinadas a laplaza pblica o a las festividades teatrales; siempre y en cualquier lugar, la Ciudad es loprimero, y el hombre en, ante todo, lo que su papel cvico le impone. Es cierto que ladefinicin de la Ciudad variar: Esquilo la define en relaci ,sn con sus dioses, Iscretes enrelacin con su constitucin, Aristteles en relacin con su extensin de territorio. Perola fuerza del vnculo que la Ciudad impone apenas si disminuir. En igual sentidoyesto es la contrapruebauna serie de problemas derivaron de que la Liudad continu exi-giendo la misma devocin cuando su realidad concreta se haba modificado profundamente.Por ejemplo, Atenas, dejando de ser nicamente la cabeza de una regin agrcola para con-vertirse en un centro ancestral y, ms an, en un almacn comercial, trat de mantener, atravs de todos estos desequilibrios, la misma e intangible frmula. De este esfuerzo provie-nen la mayora de sus especulaciones polticas.

    2. La esclavitud.Resulta seguramente excesivo afirmar que esta ins-titucin define por s sola toda la civilizacin antigua; pero es necesario reco-nocer que su papel es, a la vez, considerable y oculto. Considerable, yaque la esclavitud es una de las condiciones de la vida material y, por tanto,de la vida poltica; oculto, porque nunca es, por as decirlo, objeto de exa-men, no constituyendo un problema poltico en s mismo. La opinin pblicay loes pensadores la consideraron constantemente, en mayor o menor grado,como un dato natural que se utiliza sin discutir. Puede proporcionar lamateria para reflexiones morales sin aplicaciones concretas, como en el casode los trgicos. Pero para los artfices 'de sistemas entra en el campo de labuena 'administracin y no en el de la poltica; as, el Platn de las Leyesrecomienda escoger esclavos de diferentes lenguas para impedir las revueltasserviles. En esta perspectiva, pudo variar considerablemente la condicinefectiva de los esclavos y humanizarse su estatuto y la proteccin que lesera concedida; pero siempre permaneci ms ac de la reflexin poltica,

    GRECIA Y EL MUNDO HELNICO 27

    Cuando Aristteles trata este tema (Pol., I, 2, 1-16) es para eludirlo, diso-cindolo en dos problemas distintos.

    Para l, el esclavo es una "propiedad animada". "Desde el nacimiento unos seres estndestinados a ser regidos y otros a regir." Considerado desde el punto d :e vista de la na-turaleza, el esclavo es el amo lo que el cuerpo es el alma. "... Todos aquellos cuyorendimiento es el uso del cuerpo, y esto es lo mejor que pueden aportar, son esclavos pornaturaleza, y para ellos es mejor estar sometidos a esta clase de imperio... Pues es natural-mente esclavo el que es capaz de ser cle. otro (y por eso es realmente de otro)" (citado dela edicin espaola de Julin Maras y Mara Arajo).

    Pero al lado de la servidumbre natural existe una servidumbre establecida por la ley,que deriva especialmente del derecho de guerra. Contra ella, reconoce Aristteles, se hanalzado muchos jurisconsultos, ya que la superioridad militar no es una razn suficientepara esclavizar a otros, tanto ms cuanto que la guerra misma puede ser injusta. Arist-teles, aun sin admitir totalmente este punto de vista, parece concluir, al final de un desarro-llo bastante forzado, que no hay ms esclavos que los que han sido destinados a laservidumbre por naturaleza. El trabajo de Aristteles es significativo. Reduce el problemade la esclavitud, por una parte, a un dato natural que se excluye por eso mismo de lapoltica, y, por otra, a accidentes individuales que se imputan a las vicisitudes de la His-toria y que se pueden intentar paliar.

    Sea lo que fuere, el principio de la esclavitud nunca fue seriamente puesto en duda;e incluso las dems escuelas filosficas, epicureismo y estoicismo, aun proclamando la igual-dad moral de los hombres, no intentaron en absoluto tratar este tema en un plano poltico.La esclavitud no intervendr en la elaboracin de las doctrinas ms que como un datonatural o econmico, al igual que el maquinismo hoy da. Pero este dato es determinante;explica por qu, en la Ciudad antigua, el ciudadano, por pobre que sea, es un personajeprivilegiado y por qu la ciudadana, por insignificante que sea su poseedor, es ya unafuncin. Hay que evitar una asimilacin, aun inconsciente, con nuestros regmenes censita-dos, en los que, sin embargo, el ciudadano pasivo es ciudadano, tiene una parte de losderechos cvicos y, pudiendo aspirar a todos cuando se ele va en la jerarqua econmicay social, pesa indirectamente sobre la vida poltica. Aqu, el corte es total. El esclavo,en principio, no existe polticamente. Los esclavos son los que' permiten a la Ciudadantigua mostrarse tan exigente con los ciudadanos; la vida poltica intensa, esa continuamovilizacin cvica del agora o del Campo de Marte, slo es posible para hombres amplia-mente liberados de cualquier otra preocupacin. Si el griego es, a sus propios ojos, esen-cialmente un ciudadano, la razn es que "su otro cuerpo", el esclavo, no lo es en ab-soluto.

    3. La nocin de ley.En la poca en que la vida poltica de las ciu-dades griegas comienza a mostrrsenos con la mayor claridad, esto es, haciafinales del siglo vil, la mayora de los regmenes parecen variantes de siste-mas oligrquicos mezclados con supervivencias monrquicas. Todos estnen situacin de crisis. Las antiguas aristocracias terratenientes pierden terre-no frente a una burguesa urbana, artesanal o comerciante, apoyada por suclientela obrera; campesinos acomodados, arruinados por el reparto detierras, se deslizan hacia las capas bajas de la escala social. Frente a losnacientes desrdenes, Esparta s el ejemplo de un Estado que inmovilizasus estructuras, mantenindose firme en un estado de sitio permanente yorganizado, para detener, mediante la esclerosis de sus instituciones polti-cas, toda evolucin econmica y social. No tendr durante siglos ningunaparticipacin en la elaboracin de las ideas polticas, pero servir de mo-delo a quien quiera detener el 'curso del tiempo; y de modelo pasar a serespejismo. Ms a menudo, por el contrario, las facciones en luchase tratede los euptridas alzados contra la burguesa urbana o de los nuevos o

  • 28 HISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS

    antiguos pobres contra los ricosrecurrirn, bien al compromiso de unalegislacin escrita, bien al arbitraje autoritario de un tirano y, en ocasiones,sucesivamente a ambos procedimientos. El desarrollo del pensamiento po-ltico griego data esencialmente de este perodo de fermentacin.

    Es natural que en estas condiciones las preocupaciones dominantes se refieran a laEunomia y a la Eukosmia, es decir, al orden jurdico y social. Hay un paralelismo entrela obra de los polticos y la de los filsofos. Los primeros, sobre todo los de la MagnaGrecia `, intentan principalmente (Zaleucos de Locris en 663, Carondas de Catania en 630),por una parte, imponer una legislacin comn a todos los ciudadanos, dominando, portanto, las jurisdicciones y los derechos particulares, por ejemplo, los de las familias; ensegundo lugar, determinar las atribuciones tradicionales de las jurisdicciones existentes,armonizando su competencia; establecer, por ltimo, una especie de equilibrio entre esasclases sociales en movimiento, mediante una distribucin mejor proporcionada de les ciu-dadanos en el interior de estas clases y mediante una distribucin ms equitativa de lascargas cvicas y de las responsabilidades polticas. Tal ser especialmente el sentido de lasobras de Dracn (621) y Soln (593) en Atenas. Las tiranas tendrn a menudo por objetohacer prevalecer este compromiso contra las oposiciones partidistas, mediante la autoridadde uno solo. Pero no empaaron el crdito creciente de este rbitro supremo: la ley.

    Filsofos y poetas mantienen las mismas ideas. Sin duda, un Teognis (mediados delsiglo vi), en medio de las luchas encarnizadas que desgarran Megara, sigue siendo hastael fin hombre de partido; opone los "buenos" (es decir, los aristcratas) a los "malos"(es decir, los plebeyos) y transcribe un predominio violentamente discutido en los hechosa valores morales. Pero otros intentan sobre todo cantar el orden. Ciertamente, Tirteo deEsparta y Soln de Atenas no celebran el mismo orden, ni tampoco Pitgoras o Her-clito; pero todos, cualquiera que sea el rgimen que prediquen, quieren mostrar que elorden mediante la ley y mediante el respeto a la ley es la nica garanta de una vida pol-tica sana.

    Nunca se insistira demasiado sobre la importancia de estas nuevas perspectivas. La feen una legislacin fija, muy pronto escrita, de todos conocida y respetada, va a substituira la Dik, que esencialmente era sentencia o simple decisin, cualquiera que fuera su autor,y que haca reinar una legalidad ocasional, inconexa y fragmentaria, apenas controladapor la Temis. El reino de la ley (Nomos) comienza.

    Pitgoras y Herclito lo ilustran a su manera; pues, si bien 'es cierto que sus ideaspolticas no reflejan el racionalismo organizador que sus filosofas parecen postularsin embargo ambos colocan en el centro de su reflexin la lucha contra la anarqua e in-tentan legitimar la ley. Y es revelador que, aunque con intenciones conservadoras, amboshagan corresponder la ley, como principio organizador de la sociedad, con los principiosque, en sus metafsicas, son organizadores del mundo (armona e inteligencia).

    Esto reforzaba el poder de la Ciudad, que tenda tambin a unificarse en torno a estalegislacin comn, despus de haberlo hecho alrededor de la tierra y de los dioses. Envsperas de la prueba decisiva que las guerras mdicas constituyen para Grecia, la Ciudadhaba encontrado el fermento de una unidad ms profunda, y elaborado una de las con-signas alrededor de la cual el patriotismo poda organizar su defensa moral. Este valornuevo, en efecto, no quedar limitado solamente a las democracias; y Herodoto colocaincluso la clebre respuesta que define el ideal poltico griego, en lab'os de los embaja-dores epartanos: "No tenemos ms amo que la ley". En efecto, la ley representa de ma-nera muy general el orden griego frente a la sujecin persa. El griego se enorgullece desometerse a un Orden, no a un Hombre. Las guerras mdicas, los sacrificios exigidos, laalegra del triunfo, refuerzan la toma de conciencia de un "modo de vida griego" espe-ciEco, cuya originalidad se gusta definir por la existencia y la soberana de la ley. No

    1 Las primeras legislaciones escritas de los griegos provienen de su Nuevo M'inda, aligual como la primera ConIstitucin, escrita nos vino de Amrica; ',esto es natural, queel orden puede descansar ms f,cilmente sobre una convencin en tierras de civilizadnreciente.

    - efecto, Pitgoras, el hombre de las armonas de los nmeros, en poltien e:: in genua-mente el defensorcomo ms tarde lo . ser DesearteE1--Kle las "leyes

  • 30 HISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS GRACIA Y EL MUNDO HELNICO 31

    tica. Este ltimo movimiento 4 , que comprende hombres como Protgoras,Prdicos, Hipias y Gorgias, carece totalmente de unidad interna. Sin em-bargo, la sofstica, posterior a los pensadores de la Magna Grecia y deJonia, preocupados ms por la fsica y, en realidad, por lo que llamaramoshoy da metafsica, se nos presenta como un esfuerzo enciclopdico ms po-sitivo y de tendencia humanista cuyas miras son con frecuencia morales, po-lticas y sociales. Sirvi, en especial, para formar un personal adaptado alas nuevas condiciones de la vida de las ciudades. Asimismo intent fundaruna ciencia de la poltica, una Tro7orrne'l -rxv1-i. Su influencia, directa o in-directa, sobre todo el pensamiento del siglo v es considerable.

    Este, en su aspecto poltico, se organiza en torno de algunos centrosprincipales de reflexin: la democracia y la igualdad, la libertad, la ley.

    1. La dernocracia.--Este es el trmino oficial que designa el estadopoltico que prevalede en Atenas durante el siglo y. Pericles lo emplea enla admirable Oracin fnebre que Tucdides le atribuye (II, 36-41) y quepodra constituir el manifiesto del rgimen. Otros textos lo aclaran: losversos de Eurpides en las Suplicantes (406, 429) y la famosa escena en laque, como hemos visto antes, Herodoto (III, 80), bajo el artificio de un re-lato oriental, ofrece una discusin sobre las tres formas elementales deConstitucin: monarqua, oligarqua, democracia. Les discursos de Iscratesy Demstenes en el siglo iv permiten, entre otros, seguir la evolucin delas ideas. No hay que dejar a un lado los puntos de vista, a menudo lcidos,de los detractores de la democracia: Aristfanes, el seudo jenofonte, Pla-tn, etc. La palabra "democracia" designa, en principio, el gobierno delpueblo. Pero, al oponerla continuamente los polticos a los trminos "tira-na" (o monarqua) y "oligarqua", fue definida en relacin a stos, msque en s misma. Adems, recibi acepciones bastante diferentes segn laspocas y los partidos; y los polemistas se dedicaron muy pronto a distin-guir una democracia de Soln, de Clistenes, de Pericles o de Clen. Y stasson, en efecto, muy diferentes entre s.

    A) LA IGUALDAD POLI l'ICA.Las demcratas se refieren, en primer tr-mino, a la igualdad poltica. En el pasaje de Herodoto citado antes lapalabra "democracia", conocida por el autor, no figura, siendo sus subs-titutos isegoria e isonomia. Tambin Pericles invoca en primer lugar ala igualdad en la Oracin fnebre. Los dems trminos que constantementese emplean para caracterizar a la democracia tienen el mismo prefijo: iso-cratia, etc. As, un Estado democrtico es aquel donde la ley es la mismapara todos (isonornia) y donde es igual tambin la participacin en losnegocios pblicos (i5egoria) y en el poder (isocratia). En la poca, estaadhesin a la igualdad descansa sobre temores muy apremiantes. Protegea las clases populares de una reaccin oligrquica, que las expulsara fuera

    4 No se ha, de atribuir a esta palabra un valor peyorativo: sofos signt.ifica sabio. Es difcilreconstruir el conjunto del pensamiento poltico do los sofista-, ya que ao nos han llegadosus oreas. Slo cabe mencionarlos a propsito de problemas particulares,

    de las asambleas, y a las grandes familias de una tirana apoyada en elpueblo, que las anulara polticamente. Adems de esa vinculacin estrechacon la -coyuntura, la consigna tiene, como en nuestra poca, todo gnerode armonas morales y filosficas que la avalan. El desarrollo, muy abs-tracto, de Eurpides relativo a la igualdad csmica, sobre el que basa suscrticas contra la tirana, muestra suficientemente que el problema habaencontrado una amplia difusin (Suplicantes, 407; Fenicias, 541 y sigs.),Barrera contra el abuso de la fuerza (Hybris) y contra los apetitos exce-sivos (Pleonexia), la igualdad desempea en el universo poltico la mismafuncin que la "medida" (Solrosine) en el universo moral. A la inversa,los detractores y reformadores del rgimen ven en la igualdad la principaltara de la democracia, y tratan de suprimirla o atenuarla. Su gran argu-mento ser que se trata de una igualdad aritmtica puramente abstracta ynefasta (teora de la lite), o bien de una creacin puramente convencionaly opuesta al orden natural (individualismo) 5.

    B) LA IGUALDAD SOCIAL.El partido democrtico adopt algunas medidas de carcter

    social: mistoforia, o indemnizaciones destinadas a favorecer la participacin en la vidapblica, medidas de asistencia pblica a los indigentes. Se ha hablado de "socialismo deEstado", pero es una expresin engaosa. Es cierto que algunas doctrinas comunistas o co-munitarias pudieron florecer en el siglo y : algunos nombres, como el de Falcas de Calce-donia, han sobrevivido; las teoras llamadas "comunistas" de Platn son, quiz, una mani-festacin de una corriente ms general; la Asamblea de las mujetts, en que Aristfanescaricaturiza la comunidad de bienes y de mujeres, es otro ndice, pero se sita decidida-mente en el terreno de la utopa. En realidad, ningn poltico formul una doctrina o siguiintencionalmente una poltica de igualdad social. Las medidas que generalmente se . citanen este campo proceden de las necesidades de una coyuntura o de un estado de nimototalmente diferente. En efecto, los desequilibrios sociales son el azote de las ciudades desdehace ms de un siglo y la democracia, logro de una burguesa ilustrada de armadores y co-merciantes, debe' organizar un mnimo de distribucin como paliativo para impedir que elconflicto tome un carcter agudo, para hacer participar a cada clase en los incrementadosrecursos de un Estado en expansin y para asegurarse, por otra parte, una clientela quepueda ejercer sus derechos polticos. En segundo lugar, tampoco los sistemas fiscales co-rresponden a un espritu igualitario, sino a la idea, totalmente diferente, de que el ciuda-dano ms favorecido debe ms a la Ciudad. Los discursos de Demstenes muestran sufi-cientemente (especialmente IV Fil., 36-45) que la democracia toma en consideracin, antetodo, el inters global de la Ciudad y que, en nombre ce la salud del Estado, se pide a losricos que no regateen en los pagos que deben hacer para sostener la vida de la Repblicay a los pobres que no crean que el tesoro del Estado debe servir para su propio sustento.La fortuna de los rices es el tesoro del Estado.

    C) GOBIERNO DEL PUEBLO.La soberana reside por partes iguales enel conjunte, del cuerpo cvico, y cada cual est obligado a ejercitar esa so-berana. Ser ciudadano es ya una funcin. El ideal de la poca de Periclesconsiste en un hombre comprometido ante todo en los negocios de la Ciu-dad, bien para mandar, bien para obedecer. "Pues somos los nicos queconsideramos no hombre pacfico, sino intil, al que nada participa en ella

    Sera bastanta tentador ver en la frmula de Menexene, 239 A, "la igualdad de origenestablecida per la naturaleza nos obliga a buscar la igualdad poltica establecida por la ley"icovogia xo-r Joiv y le volla KaT vpov) la repericia pomposa de un slogan democrtico,

    o menos oficial.

  • 32 1-IISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS CREcIA Y L MUNDO HELENIC 35

    (la cosa pblica)" (cita segn la versin espaola de Francisco R. Adra-dos), dice Pericles en la anteriormente citada Oracin fnebre. Esta sobe-rana no tiene lmites. La imagen del demos burlesco pero todopoderosoque nos ofrece Aristfanes es caricaturesca, pero el trazo sigue siendoexacto: la asamblea del pueblo, y slo ella, es omnipotente; el poder judicialest en sus manos; ningn cuerpo intermedio equilibra su poder, aunquelos demcratas ms conservadores, inquietos por esta libertad sin freno,tratan de resucitar los que la evolucin democrtica ha desmontado, elArepago, por ejemplo.

    El poder ejecutivo no sirve en modo alguno de contrapeso. La rotacinacelerada de los magistrados y la colegialidad de las funciones lo debilitan;el ostracismo permite desterrar a cualquier personalidad que parezca cobrardemasiada importancia. La preocupacin esencial parece ser defender elrgimen contra la influencia particular de un individuo o de una camarilla.Cuando Alcibades, adornado de todas las seducciones que podan conmo-ver a un ateniense, intente arrastrar tras s a la juventud y a los ambicio-sos y drselas de hombre providencial, Atenas ceder siempre lo bastantecomo para perdonarle, pero nunca para abdicar. Y Pericles, antes que l,hubo de luchar a la vez para afirmar su prestigio y para desarmar las des-confianzas que precisamente ste suscitaba.

    Hay que aadir que, en esta poca, las magistraturas eran, en su mayora, sacadasa suerte. Y esto no slo porque la suerte era considerada como la manifestacin de lavoluntad divina, sino, sobre todo, porque el procedimiento pareca a los demcratas el mejormedio de mantener la estricta igualdad inicial de posibilidades. En efecto, tiene en jaqueel prestigio del origen, de la riqueza o de la gloria militar y permite refrenar las mirasautoritarias de un individuo, de una fraccin o incluso de una mayora e impedir, en prin-cipio, las intrigas dentro de la Asamblea. Por ltimo, los demcratas afirman ms fuerte-mente an mediante ella que la soberana no reside sino en el pueblo y que no se . delegajams. Las magistraturas sometidas a eleccin, tales como la funcin de estratega, duranteun tiempo adquirieron importancia por el hecho de que eran las nicas en las que un pro-grama poltico o cualidades personales podan determinar la eleccin. Tuvo su hora dexito, pero es significativo que este mismo xito no suscitara en los pensadores democr-ticos una verdadera teora de la eleccin. La eleccin sigui siendo tachada de esprituaristocrtico (en el sentido ms general de la palabra) y solamente fue elogiada porlos tericos que afirmaban la necesidad de' competencia en los gobernantes y que deseabanque el Poder estuviese en manos de una elite (Hipodamos de Mileta, Iscrates, etc.). Comoquiera que sea, la estrategia pierde, en el siglo Iv, su importancia en Atenas; la descon-fianza la derrota. Y puede decirse que incluso antes de Queronea (338), la democraciaateniense agonizaba a consecuencia ded predominio de los rganos de control sobre losrganos de autoridad.

    Tampoco cabe esperar que la Constitucin desempee un papel regulador, ya que elgriego no da a las leyes constitucionales un lugar especial entre las leyes. Nada obstruyeen la democracia el poder legislativo de la Asamblea, a no ser la ley ya existente. Lagraf paramonno acusacin de ilegalidadfrena tan slo al orador imprudente, pro-hibindole proponer, sin precauciones, disposiciones contrarias a las vigentes. Nos encon-tramos con un problema ms general: la palabra politcia, en griego, es a la vez ms ampliay ms restringida que nuestra palabra "Constitucin". Designa simplemente el rgimen,y tambin el conjunto de la legislacin que rige la po'is. Esto no debe de ningn modoengaarnos: conserva un valor pomico quiz ms prximo al que la palabra "Consti-tucin" poda tener en el siglo xvin francs que al valor jurdico y estabilizado que . estapalabra tiene en nuestros das. Los autores moderados y conservadores en los que prin-cipalmente florecieron "paliteiai ideales", quiz concibieron estas "constituciones" princi-

    'mil-riente como limitaciones a la licencia popular Inversamente, Demstenes entiende porpoliteia, cuando la opone a tirana, un rgimen basado en leyes, por oposicin a cualquierrgimen basado en el simple ejercicio de una autoridad personal. Tanto en uno comoen otro caso, se establece la nocin contra un determinado despotismo. Pero esta utiliza-cin no contribuye ni a enriquecer ni a precisar un concepto que permanecer borrosodurante toda la antigedad, excepcin hecha de las investigaciones de Aristteles y de susdiscpulos.

    2. La libertad.Es lo que distingue a un griego de un brbaro. Losgriegos no cesaron de examinar esta nocin y de elogiarla. Nuestra con-cepcin moderna, por diferente que sea, les debe mucho. Quiz no existacampo en el que la influencia de los griegos haya sido hasta tal puntodecisiva. Evidentemente, para ellos ser libre es no ser esclavo, de quienquiera que sea o de la forma que sea. Los atenienses conquistaron sucesi-vamente su libertad civil cuando Soln prohibi la prisin por deudas; sulibertad jurdica, con una legislacin que protege la persona fsica del ciu-dadano y anuncia por su espritu el habeas corpus (Deinstenes, ContraTimcrato, 726, 754); su libertad poltica, por ltimo, definida por un grie-go como el derecho de obedecer slo a la ley; aadamos para ser exactos,pues as se define la democracia: obedecer a la ley dentro de la igualdad

    Yo-ov) La libertad es un estatuto de doble aspecto: por una parte, inde-pendencia respecto a toda sujecin personal; por otra, obediencia a lasdisposiciones generales. Este estatuto, que haba de mostrarse duradero,refleja los datos mismos de la evolucin poltica de Grecia. La Ciudad, alconstituirse, ejerci una accin liberadora, libertando al ciudadano de lasujecin a personas, grupos o derechos particulares en que se encontraba.Paralelamente, sin embargo, le exigi que le transfiriera el conjunto de susanteriores renuncias. La nocin griega de libertad tiene esta ambivalencia:libertad mediante la ley, pero sujecin a la ley. Aristteles defina la liber-tad como el hecho de ser alternativamente sbdito y gobernante; y hallaba,por otro medio indirecto, la formulacin del problema esencial de la libertadgriega, que nunca ser radical: es la adhesin voluntaria a un orden. Todoslos polticos intentarn determinar un equilibrio entre el orden y la libertad.Para algunos, la democracia ateniense habra rebasado este punto de equi-librio, ya que en ella las gentes no se atreven a mandar ni quieren obede-cer; en el esquema platnico el rgimen muere por este exceso de libertad.

    En este clima, que rebasa el plano puramente poltico, la Atenas dePericles, a pesar de su apasionado celo por movilizar todas las energas ysentimientos en provecho de la Ciudad, ha dejado una definicin de lalibertad individual que parece todava actual: "No tomando mal al prjimo--dice Pericles (Tucdides, II, 37, trad. de F. R. Adrados)que obre se-gn su gusto". Aristteles responder para completar la definicin que re-cordbamos ms arriba: "La libertad consiste, por lo dems, en el hechode que cada cual es libre de vivir a su gusto". En el texto de Tucdides lacrtica contra Esparta es bastante evidente. En efecto, las dos ciudades en-carnan dos posiciones opuestas sobre la cuestin. En Esparta, las costum-

    La democracia (ateniense) no es para Platn una Constitucin, sino una "feria de consti-tueiom", ya que, en suma, cada cual posee la silva propia.

    3

  • 34

    HISTORIA DE LAS IDEAS POLTICAS

    bres regulan incluso la vida privada; Atenas, a pesar de las vivas resis-tencias interiores que la corriente platnica testimonia, nunca dejar dedefender y ordenar esta forma de libertad individual que limita, en el mo-mento mismo de su triunfo, el dominio de la ciudad. Fuera de las leyes alas que conviene obedecer, el hombre queda libre para dirigir su vidacomo quiera. Se coloca as uno de los pilares del individualismo.

    3. La ley: primaca y problemas.Como hemos visto. la soberana de la ley es undescubrimiento comn de todas las ciudades griegas. Sin embargo, pertenece a las demo-cracias el profundizar convicciones que eran el fundamento mismo de su vida cvica. Enaquellas ciudades en las que el ejecutivo es inexistente o est reducido a magistraturasdispersas y a presidencias efmeras, en las asambleas del pueblo-rey, un nico soberanovigila noche y da sobre las democracias: la ley. No es sorprendente que las dos nocionesse hayan confundido hasta el punto de adoptar ci mismo semblante. En el mismo momentoen el que el respeto a la ley est solidsimamente establecido se intenta penetrar en sunaturaleza y fundamentos. Las contradicciones que desgarran a la democracia ateniense noson, ciertamente, ajenas a estas exgesis, y se podra encontrar bajo cada interpretacinla marca del beneficiario, el empirismo idealista de Pericles, el oportunismo conquistadorde Alcibades o la rig idez doctrinaria de' los oligarcas.

    Por lo dems, los mismos ensalzadores justificaron, por sus excesos, esa circunspec-cin. Trataron de encerrar en esta nocin demasiados elementos y poderes. Un mnimo an-lisis muestra su incoherente contenido. El siguiente pasaje, que G. Glotz cita por sugrandeza de pensamiento (Ciudad griega, pg. 118), parece ms bien el involuntarioresumen de los problemas que atormentaban a los polticos griegos. "Ya habite en unagran ciudad o en una pequea, toda la vida del hombre est regida por la naturaleza y porlas leyes. Mientras que la naturaleza carece de regla y es variable segn los individuos,las leyes son algo comn, regulado e idntico para todos... Quieren lo justo, lo bello,lo til, y lo buscan; una vez hallado, lo erigen en disposicin general, igual para todosy uniforme; entonces constituye lo que se llama ley. Todos le deben obediencia porque,entre otras razones, toda ley es una invencin y un don de los dioses, al mismo tiempoque una prescripcin de hombres sabios, el contrato de una ciudad al que todos sus habi-tantes deben adaptar su manera de vivir" (seudo-Demstenes, C. Arstogiton, 1, 15-16)(cit. de la trad. de J. Almoinal. Este pasaje expresa maravillosamente la actitud de lospensadores griegos respecto a la ley: llenos de respeto hacia ella, pero algo 'desconcertadosen el plano terico en lo referente a sus pretensiones de divinidad, primaca y univer-salidad.

    A) LA DIVINIDAD Y LA LEY. Ciertamente, de Herclito a Iscrates, no se oye ms queun clamor: "Todas las leyes humanas estn alimentadas por una sola ley divina". Peroesta conviccin recibe muchos ataques. "No es hombre, como t y como yo, quien pri-mero estableci esta ley; y no fue por la palabra como persuadi a nuestros antepasados?",exclama Fidipido (Las nubes, 11'21). Pero, sobre todo, otros imperativos de diferente natu-raleza, moral o religiosa, pueden entrar en conflicto con la ley y denunciar tambin sucarcter de convencin humana. En Antgona, por ejemplo, las leyes no escritas, impera-tivos de la religin y de la naturaleza, a las que la herona sacrifica su vida, se enfrentana una disposicin sostenida tan slo por Cren. La apologa de la ley civil que ste intentano carece de grandeza, pero la gloria est, evidentemente, del lado de Antgona. Habrque esperar a la muerte de Scrates para que la legislacin de la Ciudad tenga su hroey su mrtir.

    Este conflicto no hace, por lo dems, sino reflejar en un escenario dramtico unadivisin real bien conocida: las Tesmoi, antiguas reglas de derecho pblico, de naturalezaesencialmente religiosa, tan antiguas que fcilmente se las creera divinas y eternas, naci-das de la justicia del genos y supervivientes cuando stos se fundieron en la ciudad, nuncahaban sido, en realidad, confundidas con los Nomoi, fruto de la legislacin humana y quellevaban fecha y a menudo firma. Esta divisin era realmente desgarradora para la con-ciencia, ya que slo por artificio poda extenderse de la primera categora a la segunda el

    GRECIA Y EL MUNDO HELNICO 35

    aval de los dioses. Como era natural, no se imput en absoluto a los dioses el otorgamientode l