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8/19/2019 Touchard Ideas Politicas Cap 11 12 y 13 http://slidepdf.com/reader/full/touchard-ideas-politicas-cap-11-12-y-13 1/148 d96 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTIC dad contemporánea, trad. José Gaos, Madrid, Revista de Occidente, 1934, XVin-243 pági nas; Discurso a la nación alemana. Regeneración y educación de la Alemania moderna, traducción de R. Altamira, Madrid, s. f.] Principales estudios en francés sobre Fichte. Una voluminosa obra de Xavier L éon , Fichte et son temps, A. Colin, 1922-1927, 3 vols., 649, 533, 329 págs. (extremadamen minuciosa; sobre la política véase sobre todo el tomo III). Georges V lachos , Fédéralisme et raison d'Etat dans la pensce internationale de Fichte, Pedone, 1948, viii-208 págs. (só lido, un poco compacto). Maurice B oucher , Le sentiment national en Allemagne, La Co- lombe, 1947, 260 págs. (dcdica a Fichte un amplio espacio; un capítulo sobre "La op nión pública y la Revolución francesa”). III. Hegel. Obras de Hegel recientemente traducidas al francés: La phénoménologie de l’espril (trad. Jean Hy ppolite ), Aubier, 1939-1946, 2 vols. [Fragmentos en castellano; Fenomeno logía del Espíritu, trad. de X . Zubiri, Madrid, Rev. de Occidente, 1934]; Príncipes de la philosophie du droit (trad. André ¡Kaan, prefacio de J. Hyppolite), N. R. F„ 1949 [Una selección de textos en castellano: Filosofía del Derecho. —Introducción. La Etici- dad, trad. de F. E. G. Vicent, Madrid, Revista de Occidente, 1935, xm-86 págs. Una e ción íntegra: Filosofía del Derecho, trad. de A. Mendoza de Montero sobre la versión ita liana de Croce y Gentile, Buenos Aires, Editorial Claridad, Biblioteca Filosófica, 19 280 págs.]; Legons sur l’histoire de la philosophie. Introduction (trad. Gibelin), N. R. F., 1954. [En castellano:Introducción a la Historia de la Filosofía, prólogo y traducción de Eloy Terrón, Buenos Aires, Aguilar, 1956, 302 págs.; Historia de la Filosofía, trad. de Wenceslao Roces¡ Méjico, Fondo de Cultura Económica, 1955, 3 vols., xx-327, 462 y páginas.] Una excelente selección de textos, por Henri L efebvre y N. G utermann , Hegel, Morceaux choisis, con una buena introducción de los autores (N. R. F., 1." ed. 1936; 2." edición 1939, 352 págs.).Legons sur la philosophie de l'histoire (trad. Gibelin), nueva edición revisada, Vrin, 1945. Legons sur l’histoire de la philosophie, Introduction (trad. Gibelin), N. R. F., 1954, Legons sur la philosophie de la religión (trad. Gibelin), Vrin, 1959. Ver también la antología de textos escogidos por Kostas Papaioannou, Segher 1966, 207 Dágs. Una edición de textos escogidos en inglés, Hegel's political writings, Ox ford, Clarendon Press, 1964, vm-366 págs. [Vid. también en castellano: Lecciones so bre la Filosofía de la Historia Universal, traducción de José Gaos, reimpresión con un estudio preliminar de Adolfo P. Carpió, Madrid, Revista de Occidente, Ediciones de Universidad de Puerto Rico, 1953, 2 vols. de xn-395 y 415 págs.] Principales obras en francés sobre Hegel: Angele M arietti, La pensée de Hegel. Bordas, 1957, 203 págs. (introducción útil). Jean H yppolite , Introduction á la philoso phie de l’histoire de Hegel, Riviére, 1948, 98 págs.; del mismo autor,Etudes sur Marx et Hegel, Riviére, 1955, 207 págs. AlexandreKoJ éve , Introduction á la lecture de Hegel, Gallimard, 1947, 599 págs. (obra profunda, pero la mayoría de sus partes son de lec tura difícil). Henri N iel , De la mcdiation dans la philosophie de Hegel, Aubier, 1945, 381 págs. (interpretación cristiana de la filosofía hegeliana). Edmon V ermeil , La pensée politique de Hegel (en Etudes sur Hegel, París, 1931). Eric W eil , Hegel et l’Etat, Vrin, 1950, 118 págs. (elocuente defensa en favor de Hegel, pero también la obra más penetrante sobre el conjunto de las cuestiones abordadas en este capítulo). Jacques d’HoNDT, Hegel philosophe de l'histoire vivante, P. U. F., 1966, 487 págs. Sobre las obras en lenguas inglesa y alemana dedicadas a Hegel, véase la bibli grafía de C. J. F r if . drich , en The Philosophy of law in historical perspective (op. cit.). Recomendamos especialmente Herbert M arcóse , Reason and Revolution. Hegel and the rise of social theory, Routledge and Paul Kegan, 1941, xii- 440págs.

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d9 6 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTIC

dad contemporánea, trad. José Gaos, Madrid, Revista de Occidente,1934, XVin-243páginas; Discurso a la nación alemana. Regeneración y educación de la Alemania moderna,traducción de R. Altamira, Madrid, s. f.]

Principales estudios en francés sobre Fichte.— Una voluminosa obra de XavierL é o n , Fichte et son temps, A. Colin, 1922-1927, 3 vols., 649, 533, 329 págs. (extremadamenminuciosa; sobre la política véase sobre todo el tomo III). Georges V l a c h o s , Fédéralisme et raison d'Etat dans la pensce internationale de Fichte, Pedone, 1948, viii-208 págs. (só

lido, un poco compacto). MauriceB o u c h e r , Le sentiment national en Allemagne, La Co-lombe, 1947, 260 págs. (dcdica a Fichte un amplio espacio; un capítulo sobre "La opnión pública y la Revolución francesa”).

III. H e g e l .

Obras de Hegel recientemente traducidas al francés:La phénoménologie de l’espril (trad. Jean H y pp ol ite ), A ubier, 1939- 1946, 2 vols. [ Fragmentos en castellano;Fenomenología del Espíritu, trad. de X . Z ubiri, M adrid, Re v. de Occidente, 1934];Príncipes de la philosophie du droit (trad. A ndré ¡Kaan, prefacio de J. H y ppo lite ), N. R. F „ 1949[Una selección de textos en castellano:Filosofía del Derecho.—Introducción. La Etici-

dad, trad. de F. E. G. Vicent, Madrid, Revista de Occidente, 1935, xm-86 págs. Una eción íntegra: Filosofía del Derecho, trad. de A . M endoza de Monter o sobre la v ers ión italiana de Croce y Gentile, Buenos Aires, Editorial Claridad, Biblioteca Filosófica, 19280 págs.]; Legons sur l’histoire de la philosophie. Introduction (trad. G ibe lin ), N . R. F.,1954. [En castellano:Introducción a la Historia de la Filosofía, prólogo y tra ducción deE loy T errón, Buenos A ires, Ag uilar, 1956, 302 págs.;Historia de la Filosofía, trad. de

W ences la o Roces¡ Méjic o, Fondo de Cul tur a Económ ic a, 1955, 3 vols., xx - 327, 462 y páginas.] Una excelente selección de textos, por HenriL e f e b v r e y N . G u t e r m a n n , Hegel,Morceaux choisis, con una buena introducción de los autores (N. R. F., 1." ed. 1936; 2."edición 1939, 352 págs.).Legons sur la philosophie de l'histoire (trad. G ibe lin), nuevaedición rev isada, V r in, 1945.Legons sur l’histoire de la philosophie, Introduction (trad.Gibelin), N. R. F., 1954,Legons sur la philosophie de la religión (trad. Gibelin), Vrin,1959. Ve r también la antolog ía de textos escogidos por Kostas P apaioanno u, Seg her1966, 207 Dágs. Una edición de textos escogidos en inglés,Hegel's political writings, Ox for d, Clare ndon Press, 1964, vm- 366 págs . [ V id. también en castellano:Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal, traducción de José Gaos, reimpresión con unestudio preliminar de A dolfo P. Ca rpió, Ma drid, Rev ista de Occidente, Ediciones de Univer sidad de Puerto Rico, 1953, 2 vols. de x n- 395 y 415 págs.]

Principales obras en francés sobreH e g e l : A ngele M a r i e t t i, La pensée de Hegel. Bordas, 1957, 203 págs. (introducción ú t i l ) . J e a n H y p p o l i t e , Introduction á la philosophie de l’histoire de Hegel, Riviére, 1948, 98 págs.; del mismo autor,Etudes sur Marx et Hegel, Riviére, 1955, 207 págs. AlexandreK o Jé v e , Introduction á la lecture de Hegel, Gallimard, 1947, 599 págs. (obra profunda, pero la mayoríade sus partes son d e lectura difícil). HenriN i e l , De la mcdiation dans la philosophie de Hegel, Aubier, 1945,381 págs. (interpretación cristiana de la filosofía hegeliana). Edmon V e r m e i l , La pensée politique de Hegel (en Etudes sur Hegel, París, 1931). Eric W e i l , Hegel et l’Etat, Vrin,1950, 118págs. (elocuente defensae n favor de Hegel, pero también la obra más penetrantesobre el conjunto de las cuestiones abordadas en este capítulo). Jacquesd’HoNDT, Hegel philosophe de l'histoire vivante, P. U. F., 1966, 487 págs.

Sobre las obras en lenguas inglesa y alemana dedicadas a Hegel, véase la bibligrafía de C. J.F r i f .d r i c h , en The Philosophy of law in historical perspective (op. cit.). Recomendamos especialmente HerbertM a r c ó s e , Reason and Revolution. Hegel and the rise of social theory, Routledge and Paul Kegan,1941, xii- 440págs.

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C A P I T U L O X I I

E l m o vi m i en t o d e l a s i d ea s p o l ít i c a s h a st a 1 8 4 8

Liberalismo, nacionalismo, socialismo: tales son las palabras- clave delsiglo xix.

El liberalismo es la ideología de la clase burguesa, que se beneficia dela Revolución francesa. Pero en Alemania, en Italia, en la Europa central

y oriental, gobierna la ar istocracia y la unidad nacional no se há realizado;los liberales están en la oposición y el movimiento liberal se confunde, durante la primera mitad del siglo, con el movimiento nacional. De esta forma, durante mucho tiempo, coexisten dos estilos muy diferentes de liberalismo: el liberalismo confortable, cuya expresión más perfecta es la doctrinatic Manchester, y el liberalismo militante, que inspira, en Alemania o enlialia, a los eternos derrotados de todos los movimientos revolucionarios.

Ni la unidad alemana ni la unidad italiana son realizadas por los liberales; e incluso, en cierta medida, se realizan contra ellos. El nacionalismoi ambia de naturaleza; de liberal pasa a ser conservador y a veces hastaabiertamente reaccionario. Aparecen nuevos Estados en el mapa de Europa

y en el de A mérica latina. Los más poderosos se enfrentan por el dominioili l mundo. E l nacionalismo se convierte en imperialismo. Europa — es decir,principalmente Ingla terra y Francia— ex tiende su influencia sobre el con-| iinto del mundo. Los imperios coloniales se forman o se reforman. E l Ex -(reino Oriente se abre al comercio europeo y a las ideas occidentales.La revolución industrial transforma la faz del mundo. Abre un foso en-t re las naciones que se lanzan febrilmente por la vía del progreso, y las que,cuino España, se refugian en el recuerdo. Concentra, en un mismo lugar yl iara una misma tarea, a los proletarios antes dispersos, y les hace desculan' su sol idaridad y su fuerza. E l socialismo deja de ser un sueño huma-nIIario o un divertimiento literario para convertirse en una doctrina cien-l i la a y en la esperanza de una clase.

I lacia mitad de siglo las revoluciones de 1848 marcan en E uropa unprofundo corte. El corte es menos neto en Inglaterra, pero la adopción delíilaeeainbio y el fracaso del carlismo testimonian el comienzo de una nuevai ra De 1861 a 1865 la guerra de Secesión desgarra los Estados Unidos.

Ni el tradicionalismo (que pasa de la contrarrevolución al positivismo),ni el nacionalismo (que de liberal se convierte en conservador), ni el socia

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3 9 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

lismo (que, como dirán los marxistas, pasa del estado utópico al estadocientífico), ofrecen las mismas características en la primera mitad del siglo

y en la segunda. E l liberalismo es el único, entre todos los grandes movimientos de ideas, que evoluciona poco; pero mientras permanece anacrónicamente fiel a formas orleanistas o manchesterianas, el mundo evolucionaen tomo a él.

A unque cabe estudiar de una sola tirada el liberalismo, después el tr adicionalismo y después el socialismo de 1815 a 1914, nos ha parecido mejorhacer una pausa en 1848 y distinguir dos épocas: la del romanticismo y ladel positivismo.

Esta distinción exige, evidentemente, muchos matices. Podemos pensarque las revoluciones de 1848 constituyen el término e indican el fracaso delromanticismo político; pero es evidente que el romanticismo no desaparecióbruscamente a finales de 1848: pueden encontrarse vestigios del romanticismo en la Comuna de París (1871), en el sindicalismo revolucionario, enel nacionalismo de Barres, en el imperialismo de K ipling, en el irracionalis-

mo de Nietzsche... Es también evidente que el positivismo se manifiestamucho antes de 1848, aunque no sea más que en el saint- simonismo, sin elque el comtismo es incomprensible. Y , sin embargo, el positivismo saint-simoniano está marcado, a nuestro juicio, por el romanticismo, y difiere profundamente de las doctrinas cientificistas que se desarrollarán hacia 1880.

Es evidente también que existen doctrinas (como la de Tocqueville, unode los más vigorosos pensadores del siglo), a las que se adecúan mal tantola palabra "romanticismo" como la palabra “positivismo”. Una época no puede ser resumida en una palabra.

Pero cada época tiene su atmósfera dominante, su china particular. Enel siglo xix nos parecen más estrechas y significativas las correspondenciasentre obras de una misma época pero de inspiración diferente, que entre obrasque invocan una misma doctrina, pero que no pertenecen a la misma generación. Con el objeto de tener en cuenta estas diferencias de generaciónhemos optado, no sin vacilación, por un plan que tenga en cuenta los cortes cronológicos, aun con el riesgo de hacer discontinuo el análisis de lasdoctrinas.

El r oma n t i c i smo po l ít i co.

La expresión “romanticismo político” es ambigua.

Los escritores generalmente calificados de románticos adoptaron, segúnlos países, las posiciones políticas más diversas. En Italia la mayor parte delos románticos son liberales, mientras que en Alemania el romanticismo esgeneralmente, hasta mitad de siglo, sinónimo de conservadurismo político.En cuanto a los románticos ingleses, emprenden vías aparentemente opuestas: Byron muere en Missolonghi en 1824, y Coleridge se consagra a ladefensa de las tradiciones.

En Francia es necesario distinguir los siguientes períodos: 1.° El pr imer romanticismo está sentimental y políticamente vuelto hacia la antiguaFrancia; Chateaubriand, Lamartine, V ig ny son monárquicos, y el joven V ictor Hugo canta la consagración de Carlos X; por eso los revolucionarios

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EL MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 3 9 0

de 1830 tuvieron la sensación de vencer a los románticos, al mismo tiempoque a los Borbones; durante los “Tres gloriosos” * puede escucharse el gritode “ ¡ A bajo los románticos !...” . 2.° Pero la situación cambia con la M ona rquía de Julio; Chateaubriand, Lamennais, Lamartine y Michelet pasan, unotras otro, a la oposición; Hugo no lo hará hasta 1849, siendo uno de losúltimos fieles al orleanismo. Lamartine, tras haber sido uno de los más elocuentes adversarios del “justo medio”, sube al Poder en 1848; una revolución romántica sucede a una revolución antirromántica. 3.° Tras la bruscarecaída de la oleada revolucionaria comienza la tercera época del romanticismo, dominada por V íctor Hug o. Chateaubriand, Lamennais y Lamartinedesaparecen, pero V icor Hug o, mag o del progreso, de la democracia, delpueblo y de la fraternidad, vive hasta 1885: romanticismo “tras la batalla”

y "tras el ex ilio”, romanticismo retrospectivo que aporta a la ideolog ía republicana el prestigio del genio, así como algunos pretextos para el inmo-vilismo.

Sin embargo, no hay que confundir el romanticismo con los escritoresrománticos. En la sociedad francesa de la época existe una especie de aptitud para el romanticismo, que explica el éxito popular de una obra como lasl\ iroles d ’un croyant, de Lamennais (1834). Este romanticismo popular es>I que se expresa en las novelas de A le jandro Dumas y , sobre todo, en losln| letones de Eugéne Sue:Les mystéres de Parts, Le Juif errant, Histoire ilUne famille á travers les ages... Romanticismo elemental que opone loInsto a lo injusto, y que descansa sobre alg unos tipos y temas plasmados• una vez para siempre; el héroe, el traidor, el miserable, el golf illo, la

Inicua pros tituta, el buen sacerdote, el mal sacerdote, el pueblo, la instruc-t Ion, la revolución, la superior idad de Francia... La elección de Eugéne. .... a la Asamblea legislativa en 1850 resultará, así, un acontecimiento sim-I i Ileo (aunque Eugéne Sue no tuviera sino un mínimo de convicciones po-lll leus).

líl romanticismo francés es sociológicamente incoherente. Los escritorestoin.inticos son de origen muy diverso: gran o pequeña nobleza, burguesía,•li <l.isados, arte sanado próx imo al proletar iado (Michelet). E n cuanto a lailllu'.ión del romanticismo, también es muy diversa: romanticismo de salo-IIim, romanticismo de cafés, romanticismo popular. La única clase que du-Mhir mucho tiempo continúa siendo impermeable al romanticismo, es laBiii'tiucsia. Los románticos de 1830 toman a la burguesía como blanco, y elItliHliiós tiembla ante las audacias románticas: elDiario del académico V iento i muestra bien el horror que los románticos inspiran a los bugueses libe-mIi '., Sin embargo, el romanticismo se aburg uesa poco a poco, y el liberalismo »r cubre de un idealismo que la burguesía confunde con el romanticismo,l'i'in esta transformación es lenta. De manera general, el romanticismo fue*1 imito. Existe un tradicionalismo, un socialismo y un nacionalismo ro-«lAnino s . Pero el liberalismo francés se muestra durante mucho tiempo — y

IhI VP7. todavía hoy— impermeable al romanticismo. Al A lg unos r a s g o s d e l r o m a n t ic is m o p o l ít i c o .— 1 * E l sentido del espectáculo (el

i Ii h m i.i e l heroísmo, el sacrificio, la grandeza, la sangre derramada...).—El romanticismo

* I ha iHiim U7', 2N y do Jul io (1© 1880 .(N, del T .)

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4 0 0 HIST ORIA DE LAS IDEAS POLÍT ICAS

político está alimentado por los recuerdos de la Rev olución y del Imperio. L os másseveros censores de la Revolución (Maistre) o del Imperio (Chateaubriand) son más sensibles que nadie a su grandeza.

2 ° Una concepción sentimental y elocuente de la política.—La política, en otrotiempo arte de lo posible, se convierte en llamamiento al ideal. Hasta entonces la política estaba fundada en el secreto y tendía a la máxima, a la litote; desde ahora no setrata sólo de gobernar (o de obedecer), sino de convencer, de entusiasmar; la políticarecurre al poder del verbo y se transforma en un género literario.

3.° La piedad.— Piedad hac ia los humildes, atención por los problemas sociales (delos que la mayoría de los liberales se desinteresan), idea de que la "cuestión social" esmás importante y más urgente que las cuestiones puramente políticas. El romanticismosocial (muy evidente en Chateaubriand, Lamennais, Michelet) no excluye opciones políticas aparentemente opuestas; y es este romanticismo social el que da su profunda unidada la obra de Lamennais, deL'essai sur l'indifférence al Livce du peuple.

Piedad por los pueblos oprimidos: primero, Grecia; luego, Polonia. El movimientofiloheleno suscita el entusiasmo del romanticismo internacional; en cuanto a la defensade Polonia, da origen a una literatura tan elocuente como poco eficaz.

4.° E n definitiva, el romanticismo es unavisión global del universo. La políticaclásica consistía en seriar los problemas para intentar resolverlos. Los románticos no tratan quizá tanto de resolverlos como de plantearlos en toda su amplitud, de extenderlosa las dimensiones del universo y de la Historia .

B) La H i s t o r ia .—El siglo x i x , sobre todo su primera mitad, conoció una proliferac ión sin precedentes de obras históricas de todo tipo: las de W al te r Scott, Chatea ubriand, Lamartine. Augustin Thierry, Guizot, Thiers, Mignet, Michelet, Quinet, historidores alemanes, Carlyle, etc.

El hecho no deja de tener relación con el romaticismo. Así, Augustin Thierry declara, en su prefacio a losRécits des temps mérovingiens (1840), que su vocación histórica se la inspiró la lectura de losMartyrs, de Chateaubriand. Por otra parte, es conocidala afición de los románticos por las obras de teatro y las novelas históricas. Pero, evidentemente, el romanticismo no es la única causa de ese retorno a la Historia, que nosólo se manifiesta en los autores próximos al romanticismo, sino también en historiadoresque, como Guizot o Thiers, están muy alejados de él.

Sería más exacto decir que el romanticismo y el desenvolvimiento de los estudios históricos tiene una causa común: la opinión — compartida por todos los hombres nacidosa finales del siglo xvm y a principios del xix— de vivir una época de transición entrun pasado acabado y un futuro incierto. T oda una generación tuvo la sensación, trasla Revolución y el Imperio, de que una época acababa de cerrarse y que otra nueva,fundamentalmente diferente de la precedente, comenzaba. En unos, sentimiento de exaltación; en otros, nostalgia. En ambos casos la Historia proporcionaba un recurso.

La historia reciente ofrecía grandiosos cuadros, emociones poderosas. De ella proceden la Histoire de la Révolution frangaise (1823-1827), de Thiers, las de Mig net y deMichelet, y, sobre todo, laHistoire des Girondins (1847), cuya repercusión en la vísperade la revolución de 1848 fue inmensa. De ella procede también laHistoire du Consulat et de l'Empire í 1845- 1862) de Thiers.

Pero la Historia ofrece también armas para las luchas políticas, es proveedora deargumentos. "En 1817 —escribe Augustin Thierry en el prefacio a losDix ans d’études historlques—, preocupado por el vivo deseo de contribuir por mi parte al triunfo delas ideas constitucionales, me puse a buscar en los libros de His tor ia pruebas y argumentos en apoyo de mis creencias políticas" (cf. su teoría que explica la historia de lospueblos mediante la lucha entre la raza conquistadora y la r aza conquistada). Guizot,por su parte, trata de probar, en suHistoire de la civilisation, que la evolución históricase realiza en el sentido del orden y de la libertad: “(Francia) no renunció nunca, durante mucho tiempo, ni al orden ni a la libertad, esas dos condiciones, tanto del honorcomo del bienestar duradero de las naciones" (prefacio de 1855). Los prejuicios deMichelet, aunque no se orientan en la misma dirección que los de Guizot, no por ello sonmenos evidentes. En cuanto a los historiadores alemanes, su obra asocia de la maneramás estrecha ciencia y política. De esta forma laHistorische Zeitschrift, fundada en Munich en 1857, proclama su finalidad de "propagar en la nación los buenos métodos lilstóricos e inculcar a los alemanes principios políticos sanos".

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I I. MOVIMIENT O DE LAS IDEAS 401

S E C C I O N P R I M E R A

E l l i b er a l i sm o .

La historia de las ideas políticas en el siglo xix está dominada por elprogreso del liberalismo en el conjunto del universo. El liberalismo triunfa<ii Europa ocidental; se propag a en A lemania y en Italia, donde el movimiento liberal está ligado estrechamente al movimiento nacional; gana lahuropa oriental (lucha de “eslavófilos” y "occidentales” ); penetra, bajo sulorma europea, en los( países de Extremo Oriente, que se abren al comerciooccidental; las repúblicas latinoamericanas se otorgan Constituciones liberales, inspiradas en la Constitución de Estados Unidos.

En cuanto a Estados Unidos, aparece como la tierra de elección delliberalismo y de la democracia, e ficazmente conciliados. De considerar solamente las doctrinas, cabría la tentación de dejar a un lado la aportaciónde Estados Unidos; pero lo que importa es la imagen de Estados Unidos,lio las obras doctrinales — relativamente poco numerosas y poco originales- —i| iie all í salen a la luz. S in duda, la imag en que los liberales europeos adop-•«ni, con f recuencia está muy lejos de corresponder a la re alidad. E l mismoI ocqueville, más que describir la realidad americana, interpreta los EstadosI luidos a la luz de sus propias convicciones. La referencia a Estados Unidosmlopta, pues, la forma de un mito o de una serie de mitos, cuya historiatlr.sde comienzos del siglo xix es muy instructivo seguir.

El siglo xix es, ante todo, el siglo del liberalismo, Pero ¿ de qué libera-li .uio? Son necesarias aquí algunas distinciones.

1.° Liberalismo y progreso técnico.— El liberalismo es inicialmente unalllosofía del progreso indivisible e irreversible; progreso técnico, progreso>I<I bienestar, progreso intelectual y progreso moral y endo a la par. Perot i tema del progreso se vacía poco a poco de su substancia. Ha cia finales■I r I .siglo x ix son numerosos los liberales — especialmente en Fr ancia— que«di'ñan con una era estacionaria, con un universo detenido; este estado de

Ánimo es particularmente evidente entre los progresistas de los años 1890.I •<•esta forma es necesario dis tinguir entre un liberalismo dinámico, que

iitrpln la máquina y que favorece la industria, y un liberalismo econiómica-Hinile conservador y proteccionista. Esa primera forma del liberalismo pre-<ili'ce, en conjunto, en Inglaterra; y la segunda domina en Francia, donde>1 liberalismo — generalmente más audaz que en Inglate rr a en mater ia polí-| | ('n se muestra, económicamente muy timorato, y donde el progreso de laIndustr ia y de los transportes se debe a hombres, especialmente los saint-«Imonianos, cuyas concepciones políticas son totalmente ajenas al liberalismoi <Hiiidonal.

2," Liberalismo y burguesía.— E l liberalismo es uno de los elementosmi l\ | tiiiirios de la filosofía de la burguesía. Pero, durante el sig lo x ix , las

Imnleras del liberalismo no coinciden ya en manera alg una — si es que al-lliihii vez coincidieron ex actamente— con las fronteras de la burguesía. La<*Hunción, a este respecto, dif iere según las épocas y según los países. E nl*i iiiicln el liberalismo permanece, en conjunto, estrechamente v inculado a

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4 0 2 HIST ORIA DE LAS IDEAS POLÍT ICAS

la defensa de los intereses (“Bajo la guardia de nuestras ideas, venid a colocar vuestros intereses”, dice irónicamente el liberal Charles de Rémusat).Pero mientras que el liberalismo francés apenas evoluciona y lleva la impronta de un orleanismo congénito, Inglaterra conoce varias tentativas paraensanchar y revisar el liberalismo, especialmente en la época de Stuart Mili

y, más tarde, en los últimos años del sig lo x ix . El socialismo francés desiglo xix constituye una reacción contra el liberalismo burgués, en tanto queel socialismo inglés está impregnado en gran medida de liberalismo: el hecho es particularmente claro entre los fabianos. El liberalismo inglés es másinglés que burgués, siendo el imperialismo su término normal; el liberalismofrancés es más burgués que francés, y, dedicado a conservar, vacilará enconquistar, por lo que el Imperio colonial francés será obra de algunos individuos.

3.° Liberalismo y libertad. — En el siglox v i h se hablaba indistintamente de libertad y de libertades; y el liberalismo aparecía como la garantía

de las libertades, como la doctrina de la libertad. La confusión de los trestérminos (liberalismo, libertades y libertad) es manifiesta en la monarquíade julio. Pero en la misma medida en que el liberalismo aparece como lafilosofía de la clase burguesa, no asegura más que la libertad de la burguesía; y los no- burgueses, por ejemplo, Proudhon, tra tan de establecer la libertad frente al liberalismo.

Por consiguiente, existen, por lo menos, dos clases de liberales: los quepiensan -—como dirá más tarde Emile Mireaux en suPkilosophie du libéra- lisme (1950)— que el “liberalismo es uno porque la libertad humana es una ”

y los que no creen en la unidad de la libertad humana y piensan que lalibertad de unos puede alienar la libertad de otros.

4.° Liberalismo y liberalismos.— Durante mucho tiempo el liberalismoaparece como un bloque: para Benjamín Constant, liberalismo político, liberalismo económico, liberalismo intelectual y liberalismo religioso no constituyen más que los aspectos de una sola e idéntica doctrina. “He defendidodurante cuarenta años — escribe— el mismo principio: libertad en todo, en religión, en literatura, en filosofía, en industria, en política; y por libertad entiendo el triunfo de la individualidad, tanto sobre la autoridad que pretenda gobernar mediante el despotismo, como sobre las masas que reclamanel derecho de sojuzgar a la minoría”.

Esta concepción es la del siglo X V III'para el que la unidad del liberalismoera un dogma indiscutible. Pero en el siglo xix se produce un hecho capital:la fragmentación del liberalismo en varias ideologías distintas, aunque nosiempre distinguidas:

— el liberalismo económico descansa sobre dos principios: riqueza ypropiedad; se opone al dirigismo, aun aviniéndose con los favores del Estado; es el fundamento doctrinal del capitalismo;

— el liberalismo político se opone al despotismo; es el fundamento doctrinal del Gobierno representativo y de la democracia parlamentaria;

— el liberalismo intelectual se caracteriza por el espíritu de tolerancia yde conciliación; este espíritu liberal no es exclusivo de los liberales,algunos de los cuales se muestran incluso notablemente intolerantes.

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I'.L MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 4 0 3

De esta forma, la unidad del liberalismo, al igual que la unidad del pro-lireso, se nos presenta como un mito. El liberalismo ofrece aspectos muy diversos, según las épocas, según los países y según las tendencias de unamisma época y de un mismo país.

1. E l liberalismo francés.— La histor ia del liberalismo francés en elsiglo xix, está jalonada de crisis y revoluciones. Los liberales, bajo los reinados de Luis X V II I y de Car los X , están en la oposición; suben al Podercon la monarquía de julio; son expulsados de él en 1848; tras el SegundoImperio, período de oposición matizada, el advenimiento de la III República señala el aparente triunfo y la falta de aliento, pronto evidente, de unliberalismo que durante mucho tiempo — y quizá todav ía hoy— estará a labusca de una ideología que no sacrifique la libertad al ejercicio del gobierno.

A lo largo de su his toria, desde comienzos del sig lo x ix , el liberalismoIrancés se muestra estrechamente tributario del acontecimiento.

1.® E l l ib e r a l is m o DE o p o s i c i ón .—a) La impronta imperial.—Bajo el Imperio —opodría incluso añadirse con un mínimo de exageración: bajo el Consulado— el liberalismo francés adquiere sus principales caracteres, de los que no se deshará nunca totalmente; el liberalismo francés estará siempre marcado por la impronta napoleónica.

1) Las "dinastías burguesas".—Bajo el Imperio se sitúan cerca del Poder esas di-linstías liberales que manifiestan un sentido delralliement del que darán ulteriores prue-nns, asi como una notable aptitud para beneficiarse del Poder sin asumir sus cargas.No podemos aquí sino remitir al libro de Emmanuel Beau de Loménie,Les responsabilités ilr.i di/nasties bourgeoisis, que se desliza a veces hacia el panfleto, pero que muestra claramente lo que deben al Imperio las grandes familias liberales, que ocuparán el Poder conIn monarquía de julio y que conservarán durante mucho tiempo un lugar preponderante

i n la banca, en la industria, en las Academias, etc.2) El espíritu de Coppet.—La frontera entre el Poder y la oposición no resulta,pues, fácil de establecer. Los principales opositores del Imperio, Mme. de Staél y Ben-lnmlii Constant, comienzan adhiriéndose al Consulado. Benjamín Constant se adherirá,

jior seg unda vez, durante los Cien Días, y contribuirá a la redacción del A cta adicional. I’fiis escribir, en marzo de1815, un artículo de extremada violencia contra Napoleón,l| lir regresaba de la isla de Elba ("No iré, miserable tránsfuga, a arrastrarme de unpoder a otro, a ocultar la infamia mediante el sofisma", etc.), escribe el13 de mayoile 1815 en su diar io íntimo: "V elada con el emperador, char lé lar go rato con él, entiende muy bien la libertad”.

Pero el círculo de Coppet no tiene la misma concepción del liberalismo que las•Im.istias burguesas”; es un liberalismo de emigrados, un liberalismo cosmopolita, me

llón preocupado de hacer fortuna que de estudiar la literatura y las civilizaciones. Si eli Irmlo de Coppet se opone a Napoleón, no es tanto porque lo considere un déspotaionio porque vea en él un déspota mal ilustrado, el representante de un imperialismoli.nicés. La filosofía de Coppet es la del siglo xvin,- persigue el sueño de una sociedadeuropea y de una república de las letras, que la Revolución francesa y el Imperio hanarrojado al pasado.

I>) Las luchas de la Restauración.—El liberalismo de la Restauración nace del en-i neutro de alg unos ideólogos cosmopolitas con una sociedad de burgueses advenedizos" ile‘.cosos de subir. Los primeros proporcionan la doctr ina y la indispensable justifica-i Irtn moral; los segundos, el público dispuesto a hacer tr iunfar la doctrina. Ef ímera con

junción, y soledad de Benjamín Consta t escribiendo para un público con el que nadallene en común.

I I liberalismo de la Restauración ofrece diferentes caracteres:®) Su ex tremada violencia y su afición por las sociedades secretas (carbonarios). Aiii!I| !ic el régimen de la Restauración no perjudicará gravemente las situaciones adqui-ili lm r.H el blanco de ataque* partieulamente vehementes, en los que lleg aron a ser cé

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404 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

lebres Béranger (1780- 18,57) y Paul- Louis Courier (1772-1825), cuya popularidad superde muy lejos a la de Benjamín Constant. Estos ataques se dirigen:— al rey (por ejemplo, la canción de Béranger, sobre la Sacrede Charles le Simple);— a la Corte y a la nobleza (“La corte es un lugar muy bajo —dice Courier—, muy p

debajo del nivel de la nación");— al Papa (cf.Le Pape musulmán, de Béranger: el Papa ha sido hecho prisionero por

los corsarios, se convierte en musulmán, tiene un harén, etc.),— y, sobre todo, a los sacerdotes y jesuítas, los “hombres negros" de Béranger. El anticlericalismo es uno de los rasgos característicos de la oposición liberal, que entodas partes ve la mano de los jesuítas y la influencia de la Congregación.

El liberalismo de la Restauración es esencialmente critico, negativo; en Courier tomala forma de una empresa de denigración casi universal.

P) L a leyenda napoleónica.—El liberalismo, en busca de un ideal y de una poesía,se coloca bajo el signo del Imperio. De esta forma aparece la leyenda napoleónica, quese manifiesta no sólo en Francia, sino también en Italia, en Alemania, en el Imperioaustro- húngaro, en Polonia, etc. Mediante la imagen, la canción y el relato popular (cf. erelato en el granero, enLe médecin de campagne, de Balzac), esta leyenda napoleónicapenetra profundamente en las masas papulares, a las que apenas llega la literatura impresa(a excepción de los almanaques).

Béranger juega, a este respecto, un papel especialmente interesante. Después de sustraerse .prudentemente a la conscripción bajo el Imperio, manifiesta un entusiasmo tan vivocomo retrospectivo por Napoleón, y contribuye en gran manera a propagar la imagende un Napoleón soldado de la libertad y de la igualdad, de un Napoleón al uso popular (cf. Les sotrvenirs du peuple, en donde la abuela muestra como una reliquia el vasoen que bebió el emperador).

Ni Courier ni Constant rinden culto a la leyenda. Pero ésta aparece, bajo diversasformas, en Las Cases (cuyoMemorial tiende a presentar un Napoleón liberal), en Chateaubriand (Napoleón es un “poeta en acción”, su vida “es la última gran existenciaindividual”), en Stendhal (que se interesa menos por Napoleón que por Bonaparte), enBalzac (que considera a Napoleón como un poderoso organizador y un hombre de voluntad), en Hugo (sensible sobre todo a las glorias imperiales), etc.

7 ) Un ideal de confusión.— El ideal de los principales escritores liberales es eminentemente burgués; pero se tiende a dar a ese ideal burgués una caución popular. Courier,propietario susceptible y helenista disting uido, se presenta a sus lectores como un simplev iñador” o un "cañonero de a caballo’/. Béranger no vac ila en decir: E l pueblo es mimusa". Su amigo Joseph Bernard, futuro prefecto con Luis Felipe, escribe en 1829:Le bons sens d’un homme de ríen, ou traité de politique a l’usage des simples, en el queformula un ideal que viene a ser el de Joseph Prudhomme *.

La ideología liberal es esencialmente confusa: confusión entre la burguesía y el pueblo, entre la Revolución y el Imperio, entre las libertades y la libertad, entre la política

y los buenos sentimientos. Se realiza, de esta forma, entre la burg ues ía y el proletar iado,un acuerdo precario que no tarda en romperse tras la revolución de 1830.

8) Liberalismo de los doctrinarios y liberalismo de los independientes.—El liberalismo dista mucho de aparecer como un bloque, incluso antes de que sus contradiccionessean puestas en evidencia.

Los "doctr inarios ” , cuyo más célebre representante es Royer- Collard (1763- 1845),

ofrecen una teoría del “justo medio” entre los defensores del Antiguo Régimen y lospartidarios de la democracia. Para ellos la Carta es la última palabra de la sabiduría,el "punto final” de la época revolucionaria. Como el Parlamento no representa a la naciónsino a los “intereses” de los ciudadanos, el voto debe reservarse a los propietarios y a la»"capacidades", que son lo bastante ilustrados como para expresar una opinión de peso.

Courier, Constant y Stendhal, hombres del siglo xvin, se sitúan al margen deescliberalismo dogmático, ya luis- felipista. Stendhal escribe en susSouvenirs d égotisme* "Aunque liberal, yo encontraba a los liberales excesivamente necios..." De esta formacoexisten, y muchas veces se enfrentan, el liberalismo ortodoxo y el liberalismo de lo»independientes. Esta oposición se dará en todas las épocas.

• Joseph Prmlliomnie, creación literaria (leí escritor Hsnri Moraiicr, personifica al pequ no Ihii'kikSh banal y enfático.(N. del T.)

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P.t. MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 4 0 5

Benjamín Constant. — Benjamín Cons tant (1767- 1830) es el principalteórico del liberalismo bajo la Restauración. Sus textos políticos más importantes fueron reunidos en elCours de politique constitutionnelle (1.a edición en 1816; edición aumentada en 1872, con una importante introducción

de Laboulaye) y lasMélanges de littérature et de politique (1829). Pero esimposible comprender la política de Benamin Constant si no se conoceLe Cahier rouge, A dolphe, Cécile y, sobre todo, Les journaux intimes (a leeren la edición de Roulin et Roth, Gallimard, 1952).

Constant define la libertad como "el pacífico goce de la independenciaprivada”, y expone una teoría muy clásica del Gobierno representativo a laInglesa: responsabilidad ministerial, poder legislativo ejercido por dos Cámaras, defensa de las libertades locales y de la libertad religiosa. El Estado,reducido a la función de cajero, subvenciona los cultos, pero rio los controla. E n cuanto al rey, su autor idad debe ser “neutra"; “planea irrespo1*-

•i.ible por encima de las agitaciones humanas ” ; reina, pero no gobierna.La política de Constant es censitaria y burguesa: “La propiedad es laúnica que proporciona el ocio indispensable para la adquisición de las luces

y la rectitud del juicio; por consig uiente, sólo ella hace a los hombres calmees del ejercicio de los derechos políticos". Constant piensa que corresponde al comercio y a la industria el “fundamentar la libertad, mediante su«eción lenta, gradual, que nada puede detener”(Des élections prochai- nrs. 1817).

El liberalismo de Constant es de una abstracción que el título de susobras atestigua: Principes de politique applicables á tous les gouvernements représentatifs, De la doctrine politique qui peut reunir les parties en Fran- II'.,, Constant busca incesantemente un denominador común, una fórmula10 .suficientemente abstracta como para que sea aceptada por todos: "Espreciso que lo apasionado, personal y transitorio se vincule y se someta a lo.»li .tracto, impas ible e inmutable ”(Réactions politiques).

Sin embargo, nada hay más apasionado y personal que las obras íntimas•li Cons tant . T anto como son prolijas sus obras políticas, son ag udas yi mu entradas sus obras íntimas; tanto como son optimistas y burg uesas susninas políticas, son escépticas e inconformistas sus obras íntimas. Constant,temperamento de diálogo, no tolera la uniformidad: “La diversidad es lavltln; la uniformidad es la muerte”, se lee en elCours de politique consti- lulicinnelle. Es de esas naturalezas dobles que nunca se entregan completamente. Su liberalismo es la transcripción abstracta de su drama íntimo, unnlilema de impotencia intelectual, una teoría de la irresolución. Es, a la vez,mm doctrina burguesa y la expresión de un temperamento dividido.

7," E l l i b e r a l i s m o e n e l P o d e r.— Benjamín Constant muere algunasn(Mininas después de los “T res gloriosos” . E l re inado del “ rey- burgués” es11triunfo del liberalismo; Dupont de l’Eure, Laffitte, Guizot y Thiers seránministros; la "clase media” es, no sólo la dirigente única de la sociedad,«Ino también, recogiendo la ex presión de T ocquev ille en susSouvenirs, “laftmnlíre": "Se coloció en todos los puestos, aumentó prodigiosamente elimniero de éstos, y se habituó a vivir casi tanto del Tesoro público como de"ti propia industria... La clase media, dueña de todo como nunca lo fue

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4 0 6 HIST ORIA DE LAS IDEAS POLÍT ICAS

y como tal vez nunca lo será ning una ar istocracia, convertida en gobierno,tomó un aire de industria privada”.

Este severo juicio del liberal Tocqueville sobre los liberales en el Poderprueba que el liberalismo estaba lejos de presentar un frente unido. Efecti

vamente, nunca serán tan evidentes las contradicciones internas del liberalismo como en la época de su aparente apogeo.

a) C o n t r a d i c c io n e s l ib e r a l e s.— Estas contradicciones se manifiestanen casi todos los terrenos:

1) Política interior.— Los liberales que, bajo la Res tauración, reiv indicaban “la libertad en todo”, cuando llegan al Poder se contentan con rebajar ligeramente el censo electoral: 80.000 electores aproximadamente bajola Restauración, 200.000 en la monarquía de julio; después de 1840 Guizotse opone resueltamente a cualquier proyecto de reforma.

Igualmente, los liberales en el Poder yugulan, en abril de 1834, la liber

tad de prensa, que reivindicaban bajo la Restauración como una libertadesencial.2) Política ex terior.— Los liberales son generalmente hostiles a las aven

turas guerreras. Pero estas tendencias pacifistas no excluyen en absoluto elculto a Napoleón (bajo cuyo signo se coloca oficialmente la monarquía de

julio, con el retorno de las cenizas ) ni un chauvinismo que se manif iestaviolentamente durante la crisis de 1840.

3) Política religiosa.— Los burgueses liberales continúan mostrándoseinclinados al anticlericalismo. No obstante, consideran a la Iglesia católicacomo un poder de orden, y su anticlericalismo no excluye un deísmo más omenos marcado. Béranger, autor delPape musulmán, es también el autordel Dieu des bonnes gens, en el que Dios aparece como un pequeño burgués complaciente e indulgente con los libertinajes:

Es un Dios; ante Él me inclino, pobre y contento, sin pedirle nada...*

4) Política comercial.— Los liberales se declaran partidarios dellaissez faire, laissez passer. Invocan de buen grado las leyes naturales y las “armonías económicas", tan del gusto de Bastiat (1801- 1850). Pero preconizanuna política rigurosamente proteccionista cuando se trata de defender a laeconomía francesa frente a la concurrencia extranjera y de mantener precios elevados. E l libro de Henri- T hierr y Deschamps,La Belgique devant la Franee de Juillet, l’opinion et l’attitude frangaises de 1839 á 1848 (París,Les Belles- Lettres, 19 56), muestra adecuadamente el juego de lo que hoydenominaríamos los “grupos de presión” proteccionista, especialmente deldiputado Mimerel, defensor de los intereses siderúrgicos.

5) Política económica.— A un af irmando el principio de libre concurrencia, los liberales tratan de obtener del Estado el máximo de ventajas. Laley de 1842 sobre los ferrocarriles (contra la que Lamartine es uno de lospocos en alzarse) es muy característica. Beau de Loménie concluye su

* II «Nt un Dicu; devant luí Je m'lncllno / Pauvr e et contenthuiin luí demnuder ríen.

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EL MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 4 0 7

análisis sobre este tema afirmando que “la economía liberal fue, en realidad, una economía “acaparada”.

6) Política social.— Los liberales consideran, como regla g eneral, queni al Estado ni a los patronos corresponde mejorar la suerte del obrero. Elobrero es el principal responsable de su miseria, correspondiendo a la beneficencia privada su remedio. Por consiguiente, la moral es el supremo remedio político y social. La Academia de Ciencias Morales y Políticas ofrecesobre este tema una amplia cosecha de textos instructivos.

Corresponde el honor de haber denunciado — antes de la crítica marxis-ta— las tareas del sistema industr ial a a lgunos grupos de católicos, especialmente al grupo de la “Universidad católica”, políticamente reaccionarioen su mayoría. Entretanto la ideología liberal permanecía, por lo general,fiel a una lógica de autodestrucción.

b) E l ORLEANISMO.— Sin embargo, ¿cabe hablar de una “ideolog ía liberal” cuando la burguesía es tan variada como lo era bajo la monarquía de jul io ? ¿Se puede incluso hablar de una burguesía cuando existe una burguesía parisiense, una burguesía provinciana y una burguesía rural, unagran, mediana y pequeña burguesía, una burguesía de la banca, una burguesía de la industria, una burguesía del comercio, una burguesía universi-taria, una burguesía de la administración, una vieja burguesía parlamentaria, una burguesía de rentistas, etc.?

A unque la condición burguesa, tal y como aparece, por ejemplo, en laobra de Balzac, es muy varia, lá ideología burguesa posee, en su conjunto,

una gran unidad. Así, Gaudissart no dista mucho de Nucingen, y Laffitte sereconoce en Béranger con el mismo título que Michelet.- A ñadamos que las fronteras de la ideología burguesa son mucho más

extensas que las de la burguesía. El periódicoL ’A telier, escrito para obreros y por obreros, no es tan diferente delConstitutionnel. Los “poetas- obreros"i| ue abundan en esta época — los S av inien Lapointe, los Reboul, los Ma g u,etcétera— piensan y escriben como Béranger y como Georg e S and. A gricolIVrdiguier y Martin Nadaud, dos autores de origen de lo más popular —y dele) más diverso, ya que el primero era un artesano meridional y el segundomi albañil de la Creuse— , adoptan fielmente los grandes artículos del credoliberal. LosSouvenirs d ’un compagnon du T our de France, de Perdiguier,

V las Mémoires de Léonard. anden gargon magon, escritas por Nodaud, nonon, en el fondo, muy diferentes de losSouvenirs de Laffitte, “rey de losImnqueros y banquero de los reyes”.

Por consiguiente, existe, en efecto, una ideología orleanista, que no diolugar a g randes obras de doctrina, pero que durante mucho tiempo — y tal

Vez todav ía ahora— ha impreso su huella a la v ida política f rancesa. Estenrleanismo, cuya fidelidad hacia la familia de Orleáns no es sino un aspecto(■«talmente secundario, puede ser estudiado, con matizaciones diversas , en<¡ulzot (1787- 1874) y en su mujer Elis a, en madame Dosne, suegra de’l'hiers; en el doctor V éron, animador delConstitutionnel y autor de las

Alemoires d'un bourgeois de París; en el académico Viennet, cuyas memoria!! son un hermoso monumento de pretensión satisfecha: en Laffitte, queu'lntn en sus apasionantes Mémoires las etapas de una ascensión a su jui-

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4 0 8 HIST ORIA DE LAS IDEAS POLÍT ICAS

cío altamente moral; en Duvergier de Hauranne, que desarrolla en 1838— en sus Principes du gouvernement représentatif — la teoría según la cual“el rey reina, pero no gobierna”.

La época pertenece a Béranger , cuya g loria casi univer sal — Chateaubriand, Stendhal, Lamennais, Lamartine y Michelet le consideran, ademásde un gran poeta, un gran hombre, siendo indudablemente el escritor francés que ha tenido la mayor influencia en los medios populares y en el extranjero— plantea al histor iador algunos problemas interesantes...

c) E l l ib e r a l is m o d e T o c q ue v i ll e .-—La obra de Tocqueville (1805-1859), el máximo escritor liberal de la época, se sitúa al margen de este or-leanismo hipertrofiado. No es representativa de una amplia corriente de pensamiento; es el resultado de la reflexión, lo más a menudo solitaria, de unespíritu no exento de prejuicios, pero dedicado a juzgar y a juzgarse conuna rigurosa independencia.

E l "Montesquieu del siglo x ix ” (J.- J. Chevallier) es señor de T ocqueville, en el Cotentin, como Montesquieu lo era deLa Bréde. Es herederode una tradición aristocrática y terrateniente, a la que permanecerá siemprefiel. Véase, a este respecto, en susSouvenirs la sabrosa y muy poco democrática descr ipción de las elecciones de 1848 en el burg o de Saint- Pierre,cerca de Tocqueville: “Todos los votos fueron otorgados al mismo tiempo,

y teng o razones para pensar que casi todos fueron para un mismo candidato” (que no es otro que Tocqueville).

Esta tradición aristocrática se concilia en Tocqueville con la tradiciónparlamentaria. Por su madre, es nieto de Malesherbes. Su actitud, respetuosa pero libre, respecto a la religión, es la de "un hombre del siglo xvmprofundamente interesado por el racionalismo experimental” (Georges Le-febvre, prefacio aL ’A nde n Régime et la Rév olution).

Tocqueville es un provinciano, un girondino a quien París extraña y aveces asusta. Léanse a este respecto las páginas en las que Tocqueville expresa su profundo alivio cuando regresa a su pacífica Normandia, tras las"saturnales” parisienses de febrero de 1848: "La propiedad se había convertido en una especie de fraternidad para quienes gozaban de ella”.

T ocqueville no es ni un revolucionario ni un reaccionario. A unque su familia sea legitimista (su padre fue prefecto con la Restauración), acepta servir a la monarquía de julio, y, aunque juzga muy severamente a los revolu

cionarios de 1848, será ministro de la Segunda República. Pero estas adhesiones son siempre totalmente desinteresadas. Si Tocqueville acepta el acontecimiento, sin dejar por ello de criticar a los hombres, es porque cree en lacontinuidad del Estado; es para ser útil, no para utilizar.

Es preciso distinguir en Tocqueville el instinto y la reflexión, el corazón y la razón. Es aristócrata de instinto, pero la reflexión le lleva a aceptarcomo irreversible la evolución hacia la democracia, a adaptarse a un régimenque no le gusta: "T eng o una inclinación racional — escribe en una nota íntimaencontrada por J.- P. Mayer— por las instituciones democráticas, pero soyaristócrata por instinto, es decir, que desprecio y temo a la multitud. Amocon pasión la libertad, la legalidad, el respeto de los derechos, pero no lademocracia. Este es el fondo del hombre”.

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I I. MOVIMIENT O DE LAS IDEAS 4 0 9

A ) Obras de Tocqueville.—Las principales obras de Tocqueville son:1) La Démocratie en Amévique, obra de un hombre de treinta años tras una estan

cia de menos de un año, con Beaumont, en Estados Unidos. La primera parte (1835), lamejor acogida por sus contemporáneos, estudia la influencia de ¡a democracia sobre lasInstituciones; la segunda parte (1840), más abstracta, está dedicada a la influencia de

las instituciones sobre las costumbres.2) L A nd e n Régime et la Révolution (1S56) es una obra inacabada. El primer volumen, el único que apareció viviendo Tocqueville, se detiene al comienzo de la Revolución; el autor muestra cómo la centralización administrat iva es obra del A ntiguo Redimen y no de la Revolución o del Imperio; la Revolución es el fruto de una largaevolución; “ha salido de lo que precede". Tocqueville había reunido para los volúmenessiguientes, que deberían estar dedicados a la Rev olución y al Imperio, numerosas notas,dr las que André Jardín ha publicado lo más importante.

La importancia deL ’A nde n Rég ime et la Révolution es. por lo menos, igual a la deI .i Démocratie en Amérique (de la que se ocupan más fácilmente los historiadores de lasIdeas políticas). Taine, en susOrigines de la France contemporaine, sigue de cerca aTocqueville.

3) Los Souvenirs, admirablemente lúcidos y en ocasiones irónicos, están dedicados••ii su mayor parte al período de 1848-1849, especialmente al breve paso de Tocquevillepor el Ministerio de Asuntos Extranjeros. Las primeras páginas ofrecen un cuadroi ruel de la monarquía de julio.

4) La Correspondance de Tocqueville está en curso de publicación en una nueva■'lie ion, que aporta numerosos tex tos inéditos .

5) Por último, hay que señalar los V oy ag es que contienen numerosos textos inéditos.B) El pensamiento de Tocqueville y el espectáculo de América.—La América que

vlilta Tocqueville es la América jacksoniana —Jackson (1767-1845) fue presidente deI -itacjos Unidos en 1829 y en 1837—, que vuelve a las fuentes de la democracia jeffer-«<miaña: desconfianza respecto a los priv ilegios y a los monopolios, retorr.o a los prin-i Iplos de la Declaración de Independencia, insis tencia en la igualdad de derechos. Mien-Ims que Hamilton cree en el conflicto fundamental de los intereses, Jackson piensa que

í«tos pueden ser armoniosamente conjugados y estima que hay que confinar a los go-I i i liantes en su función propia, que consiste en proteger las personas y los bienes. Así nos vemos obligados a plantearnos la pregunta: ¿En qué medida las ideas de

I Ivcaueville sobre la democracia estuvieron influidas por su estancia en América? Ahora nos es posible responder con una cier ta precis ión a esta pregunta. E n efecto,

| I’. May er ha publicado en la colección de las “Oeuv re s completes", la edición íntegra■Ir! ]ournal de Voyage de Tocqueville. Este Diario, que completa admirablemente ellibro de Pierson, Tocqueville and Beaumont in America, permite seguir de cerca la gé-nrnli de La Démocratie en Amérique.

Sobre este problema, señalamos la comunicación de RenéRÉMOND, reproducida en elI tire du Centenaire d‘A lex is de T ocqueville, Editions du C. N. R. S., 1961.

C ) La libertad según Tocqueville.— E l método seguido por Tocque-vlllc es el mismo enLa Démocratie en Amérique, que estudia una sociedadviviente, que en L ’A nde n Régime, que evoca la historia de la sociedad fran-■r*n. T oda su obra es una meditación sobre la libertad. Más que la obra•Ir un sociólogo o de un historiador, es la obra de un moralis ta, situado dentro de la gran tradición de moralistas franceses.

'Tocqueville no se preocupa ni de describir, ni de relatar, ni de agotarrI terna. T anto al estudiar la sociedad americana como la Francia del ant icuo régimen, busca una respuesta a esta única pregunta: ¿Ciómo conciliarlii libertad con la nivelación igualitaria, cómo salvar la libertad?

Ln obra de Tocqueville se encuentra en los antípodas del positivismo.No es, en modo alguno, objetiva. Está animada por una vibración íntima,rrrorridn por algunas intuiciones fulgurantes. Se cita con frecuencia la pá-i| !nn, calificada de profética, sobre el futuro de A mérica y Rusia, llamadas

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4 1 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

a repartirse el mundo; pero hay que recordar también el capítulo deLa Démocratie en Amérique sobre la nueva aristocracia industrial(De qué manera podría la aristocracia originarse de la industria), o simples frasescomo ésta: “Se es ante todo de su clase, antes de ser de su opinión”(Anden Régime, tomo II, libro II, cap. 1.°), o también: “Pueden oponérseme, sin

duda, individuos; hablo de clases; sólo ellas deben ocupar la Historia”(Anden Régime, tomo I, pág. 179).La Démocratie en Amérique procede de una reflexión sobre la igualdad.

Los hombres tienen una “pasión ardiente, insaciable, eterna, invencible” porla igualdad. La sociedad evoluciona necesariamente hacia la igualdad, esdecir, hacia la democracia, es decir, hacia el nivelamiento. Esta evoluciónllena a Tocqueville de un “terror religioso”, pero le parece ilusorio oponersea ella. Es preciso aprender a conocer la democracia para impedir que caiga,bien en la anarquía, bien en el despotismo.

L 'A nde n Rég ime et la Révolution es una meditación sobre la centralización y la decadencia de la aristocracia. La centralización monárquica conduce al mismo resultado que el nivelamiento democrático: el aislamiento deindividuos uniformes, incapaces de oponerse a un despotismo que precisamente triunfa después del 2 de diciembre.L 'A nde n Régime et la Révolution es el libro de un derrotado, pero de un derrotado que no renuncia a laesperanza.

En definitiva, el tema de la libertad domina toda la obra de Tocqueville y le da su unidad. “ Una libertad moderada, regular, contenida por lascreencias, las costumbres y las leyes”(Souvenirs, pág. 74). Esa libertad— dice— es la pas ión de su v ida. ¿ Cómo protegerla?

Tocqueville, contrariamente a Montesquieu, no cree en los cuerpos intermedios, en su forma tradicional. En cuanto a la organización de los poderes, habla relativamente poco del tema; es partidario de un sistema bica-meral y se muestra hostil al sistema presidencial, pero no tiene sino una limitada confianza en las instituciones políticas para garantizar la libertad.

Tocqueville preconiza tres remedios contra el individualismo, “destrucción de las sociedades” :

1.° La descentralización administrativa, las libertades locales y prov inciales. “El espíritu comunal es un gran elemento de orden y de tranquilidadpública.”

2.° La creación de asociaciones de todo tipo — políticas, industr iales,

comerciales, científicas o literarias— que ay uden a formar un substituto dela aristocracia: ":No se puede fundar en el mundo de nuevo una ar istocracia, pero nada impide constituirla mediante asociaciones de simples ciudadanos, de seres muy opulentos, muy influyentes, muy fuertes; en una palabra, de personas aristocráticas”.

3.° Por último, y sobre todo, las cualidades morales, el sentido de lasresponsabilidades, la pasión por el bien público; Tocqueville cree, comoMontesquieu, en el primado de la moral sobre la política.

Estos remedios para los males de la democracia son muy tradicionales eincluso tradicionalistas ; T aine no dirá otra cosa, pero T aine no habr ía escrito seguramente la página del A nden Rég ime sobre el idealismo revolucionario: "E l 89 fue tiempo de inexperiencia, sin duda, pero también de

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EL MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 41 1

generosidad, de entusiasmo, de virilidad y de grandeza, etc.” (tomo I, página 247).

Tocqueville sabe rendir homenaje al adversario; lleva al más alto gradoel arte de comprender lo que le repugna. En este sentido es realmente unliberal.

2. E l liberalismo inglés,— La situación política de Inglate rr a no evlucionó sensiblemente desde la revolución de 1688. Del rey, la preponderancia pasa a una aristocracia que posee el suelo, el dinero, todos los privilegios, todos los poderes del Estado. En cuanto alself government, ensalzado en Francia como la garantía de las libertades inglesas, no es másque la administración del país por parte de la aristocracia local.

Pero Inglaterra prosigue y acelera la transformación de su economía.No sin crisis y luchas, opta por la industrialización. La reforma electoral

de 1832 — que hace pasar el número de electores de 425.000 a 650.000— noes una medida democrática, sino una reforma destinada a asegurar una másamplia representación a los industriales y a los exportadores. La evolucióndel liberalismo inglés sigue de cerca la evolución económica de un país queelige la ex pansión y que se siente lo bastante fuerte como para adoptar ellibrecambio.

Mientras que el liberalismo de Courier, de Constant, de Tocqueville,está vuelto hacia los problemas políticos, el liberalismo inglés de la mismaépoca dedica un lugar mucho más amplio a las preocupaciones económicas.Otra diferencia fundamental es que Francia acaba de hacer una revolución,

en tanto que la última revolución inglesa se remonta a 1688. El liberalismofrancés vive del recuerdo de 1789, e incluso para algunos ese recuerdo ocupa el lugar de la doctrina; el liberalismo inglés de la primera mitad del.siglo xix no debe casi nada a la Revolución francesa, se sustrae sólo lenta

y parcialmente al utilitarismo benthamiano, y sigue ba jo la inf luencia de A dam Smith 1.

1." E l u t i l i t a r i s m o b e n t h a m i a n o : J am es M i l i . .—Bentham (que muere en 1832) continúa siendo el principal representante del radicalismo utilitario. Ricardo publica en1817•ni'; Principios de economía política tj tributación.

James Mili(1773- 1836) prosigue la obra de su amigo Bentham y publica en1820 unliinnyo sobre el Gobierno, donde pone en relación la doctrina del Gobierno representativo con el principio de la mayor felicidad para el mayor número. Considera que laImidón del Gobierno- es esencialmente negativa: se trata de asegurar la policía necesa-i l.i para que cada indiv iduo pueda perseguir, sin trabas, su interés personal. James Mili ,que pasó la mayor parte de su vida en una oficina de la Compañía de Indias, es el per-li ito tipo de doctr inario. De esta forma, tanto en Inglate rr a como en Francia surgen, aprincipios del siglo xix, movimientos de tendencia ideocrática: cf. los ideólogos, cuya nocividad Napole ón denuncia, los doctrinarios" de la Restauración, así como los saint-si-i Motílanos.

D e l u t i l i t a r i s m o a l l i b e r a l i s m o h u m a n i t a r i o : St u a r t M i l l .— Stuart M i li (1806-IN7 I), educado en los principios del más rígido utilitarismo, recibió de su padre una edu-i m Imi Inhumanamente enciclopédica, de la que poco a poco se fue desprendiendo pararmprender una revisión idealista del liberalismo.

Se trota. en primer lugar, de un conflicto de generación, de una revuelta contra el' V i 'i i■•o in r i x n t r r t u , p r t c » . f lí r t- H l T i .

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4 1 2 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

dogmatismo. Mi padre — escribe Stuart M ili— ha sido "el último pensador del siglo x vm"El mismo Stuart Mili es una naturaleza inquieta, sensible, marcada por un romanticismodel que estaba totalmente exenta la generación anterior; lee a Wordsworth, a Coleridge,

y sufre la inf luencia de Carly le .Sufr e también influencias continentales —la de Kant, la de Comte— , se interesa por

el saint- simonismo y mantiene correspondencia con T ocqueville . T ambién en este caso laoposición con la generación anterior es total. Mientras que el utilitarismo de Bentham y de James M il i es esencialmente insular y br itánico, el liberalismo de Stuart M ili aspiraa la universalidad.

La obra de Stuart Mili es contemporánea de una crisis del liberalismo y constituyela mejor expresión de esta crisis. En1841 la Comisión Real de Encuesta sobre la Industria Minera elaboró un abrumador informe (comparable con el informe Villermé, en Francia). El principio, tan del gusto de James Mili, de la indefinida perfectibilidad, no sesostiene ante los hechos. El industrialismo es sometido a proceso. No parece ya posiblereducir la vida social a algunos principios de mecánica. Dos hechos se imponen: la evolución de las sociedades y su diversidad.

Stuart Mili se dedica, pues, a formular un liberalismo instalado de nuevo en laHistoria y en la sociedad. Mientras que James Mili se interesaba sobre todo por el problema del Gobier no y le daba una s olución mecánica (reforma de la representación y extensión del derecho de sufragio), Stuart Mili estima que el Gobierno no puede ser liberalsi no existe una sociedad liberal.

Para Bentham el Gobierno liberal era bueno, no porque fuera liberal, sino porque eraeficaz. Por el contrario, la libertad es para Stuart Mili un bien en si mismo, independientemente del principio de la mayor felicidad, y un bien no sólo individual, sino también social. Stuart Mili critica el capitalismo. Cree que la función del Estado liberalno es paramente negativa, que debe tratar de realizar las condiciones de la liber'ad. Suliberalismo está, por consiguiente, en oposición con la filosofía dellaissez- faire.

Las ideas políticas de Stuart Mili —cuya A utobiografía es un documento muchasveces sabroso— están expresadas sobre todo enLa libertad (1859) y en las Considera- dones sobre el Gobierno representativo (1860- 1861).

La libertad comienza con un himno al individuo, con una denuncia más vigorosa queoriginal de los sistemas que instauran el despotismo de la sociedad o la tiranía de lamayoría. Stuart Mili pasa, poco a poco, del culto del individuo al culto de las individualidades y al cultivo de lasélites. En el capítulo III expresa claramente su nostalgiapor una Inglaterra donde pudieran salir a la luz hombres de un temple diferente delde los mediocres que en todas partes re inan: “A la larg a, el valor de un Estado es elvalor de los individuos que lo componen”. Stuart Mili se acerca aquí a Carlyle y a suculto al héroe, que se expandirá en la Inglaterra victoriana.

Stuart Mili preconiza enLa Libertad “la mayor dispersión del Poder compatiblecon la acción útil del Poder". Precisa sus ideas en lasConsideraciones sobre el Gobierno representativo, donde distingue dos funciones: una función de control, que corresponde alParlamento, y la función legislativa. Stuart Mili considera que esta útlima función no lecorresponde al Parlamento yque debe ser atribuida a una Comisión legislativa. En su

A utobiog rafía se muestra obsesionado por la preocupación de proponer economías y dereducir el coste de las elecciones.

La filosofía política de Stuart Mili es, pues, una mezcla de idealismo y de avaricia,de kantismo y de utilitarismo, de generosidad y de estrechez de miras. Expresa adecuadamente las vacilaciones de una sociedad en pleno período de transición.

3.° L a d o c t r i n a d e M a n c h e s t e r : C o b d e n .—Stuart M i li es, como Tocqueville, unhombre aislado. Su obra apenas nos informa sobre las opiniones del “liberal medio".

Richard Cobden (1804- 1865), en contrapar tida, es un perfecto representante de esaburguesía industrial que consigue obtener la abolición de los derechos sobre el trigo(1846) y del Acta de navegación (1849). Antiguo cuidador de rebaños, más tarde ricofabricante de tejidos de algodón en Manchester, Cobden es un hombre de acción. Su AntiCorn Law League es un poderoso grupo de presión, al que conduce con arte hasta lavictoria. Su idea maestra es el libre comercio: comprar lo menos caro posible, vender lomás caro posible. Presenta, como remedio para todos los ingleses, una medida evidentemente conforme con los intereses de clase que representa. Habla sin cesar de lasmiddle and

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EL MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 41 3

indoustrious classes y afirma que el Gobierno, en un pais industrial, tiene poca importancia. Admira a Estados Unidos y preconiza la propiedad, la eficacia, una estricta economía. Quiere cultivar en el trabajador inglés el gusto por la independencia, el respetode sí mismo, la ambición de llegar, el deseo de acumular. Como señala Crane Brinton, elpensamiento de este destructor de utopías cae en la utopía cuando se trata de cuestiones sociales.En materia de relaciones internacionales Cobden es partidario de la paz v de la; no-intervencion. Es hostil a la guerra de Crimea, a las aventuras de ultramar. En unlittle Bnglander.

Con el triunfo del libre cambio y con el fracaso del cartismo termina una época delliberalismo inglés. La era victoriana comienza.

3. De l nacionalismo rev olucionario al nacionalismo liberal.— E l si-g¡ lo x ix , para hablar con propiedad, no presencia “el despertar de las nacionalidades”, sino la extensión de los nacionalismos. La mayoría de los movimientos revolucionarios que se producen entre 1815 y 1848 —en Italia, en

A lemania, en Polonia, en el Imperio austro- húngaro— . tienen una dobleinspiración, liberal y nacional.Le National es, en Francia, el periódico delos liberales.

A ) Na c io n a l is m o e c o n ó m i c o y n a c io n a l is m o r o m á n t ic o : Ma z z i n i.— l'íl nacionalismo económico del alemán List, que publica en 1841 suSistema nacional de economía política, es muy poco liberal. Anuncia la unidad alemana y laMachtpolitik. Pero obras de este género son raras antes de 1848.I ,n Mickiew icz (1798- 1855), en Giober ti (1801- 1852), en Mazz ini (1805-

1872), en el húngaro Petoefi (1823- 1849) — muy influido por Béranger— ,i'l nacionalismo es literario y romántico: nacionalismo de escritores y poetas en países que, por falta de industria y de clase media comparables con lailc Francia, Inglaterra o Estados .Unidos, no conocen el nacionalismo mer-' .mtil.

Mazzini es uno de los mejores representantes de este nacionalismo libe-• 11 y romántico. Es un patr iota italiano, un eterno proscrito, un obstinado'(inspirador; permanece f iel a sus convicciones republicanas y no cesa de'Irnunciar el maquiavelismo de Cavour, incluso después de la realizacióntlr la unidad italiana.

Este patriota italiano es un europeo convencido (cf., por ejemplo, su'•mita A lianz a de los pueblos , publicada en 1849). Cuenta con los pueblos,mu con los reyes, para instaurar el reinado de la justicia y de la paz.

K1 pensamiento de Mazzini es profundamente idealista y religioso. Seii| tnne en todos los puntos a Bentham, cuyo utilitar ismo le repugna. Ma zz inil'rrr en el progreso, en la humanidad, en la fusión de clases, en la fraternidad humana, en la eminente dignidad del pueblo. No cree ni en la luchatlr i lases, ni en los antagonismos entre naciones, ni en la influencia de lan i momia sobre la política. S u obra está en absoluta contradicción con la deMarx. "Relig ión y política son inseparables — escribe Mazz ini— . Sin reli

gión, la ciencia política no puede crear más que despotismo o anarquía.”Mazzini pertenece a la era del romanticismo. La revolución de 1848.... wlltuye su suprema esperanza y su suprema der rota. T ras el fracaso dela revolución Mazzini se sobrevive a sí mismo. Los tiempos de generosos

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4 1 4 HIST ORIA DE LAS IDEAS POLÍT ICAS

sueños de fraternidad universal han acabado. Las naciones se constituyen y se enfrentan. Una nueva era comienza en la his toria del nacionalismo:la era de la fuerza.

B ) E l n a c i o n a l i s m o f r a n c é s : M i c h e l e t .—En la primera mitad de

siglo xix el nacionalismo francés está estrechamente ligado a los recuerdosde la Revolución francesa y de la epopeya imperial. Francia, a diferenciade Alemania o de Italia, ha realizado ya su unidad nacional. El nacionalismo tiene, por consiguiente, un doble carácter, retrospectivo y profético, claramente visible en la obra de Michelet (1798- 1874).

Cuando Michelet habla de nación piensa en Francia, en su patria. Suobra es un himno a Francia. Cree en su misión, la considera como unapersona: ".. . La nación no es una colección de seres diversos, es un serorganizado; más aún: una persona moral; un admirable misterio se haceevidente: la gran alma de Francia”. La nación es, por consiguiente, inviolable: “M atar a un hombre es un crimen. Pero ¿qué es mata;- a una nación?

¿Cómo calificar este enorme crimen?”.Michelet, como muchos de sus contemporáneos, cuenta con el sentimiento nacional para fundar la paz y la concordia universales. Contrariamentea V oltair e — que oponía la patria al universo— , opina que “ la patria es liniciación necesaria para la patria universal”. Considera que la patria estábasada en la amistad: “La patria, la gran amistad...”. En 1846 escribe enLe peuple (tercera parte, cap. 1.°): "La patria, la gran amistad en la quese dan todos nuestros cariños y afectos, se nos muestra en primer lugara través de éstos; después, a su vez, los generaliza, los extiende, los ennoblece. El amigo llega a ser un pueblo. Nuestras amistades individuales soncomo primeros grados' de esa gran iniciación, estaciones por las que el almapasa y poco a poco asciende, para conocerse y amarse en esa alma mejor,más desinteresada y más elevada que se llama la patria”. Esta definiciónde la patria hay que oponerla a la célebre definición de Renán enQ u ’est-ce qu'une nation? 2.

Michelet asocia estrechamente nación y libertad, nación y revolución;según él, Fr ancia es la nación revolucionaria por excelencia: “A nte EuropaFrancia, sabedlo, no tendrá nunca más que un nombre inexpiable, que essu verdadero nombre eterno, la Revolución”.

Como ha subrayado ya Roland Barthes, las ideas políticas de Michelet están de acuerdo con el credo clásico del pequeño burgués liberal de1840: "Convicción púdica de que las clases sociales van a federarse, perono a desaparecer. Piadoso deseo de una asociación cordial entre capital ytrabajo. Lamentaciones contra el maqumismo. A nticler icalismo (el de V oltaire). Deísmo (el de Rousseau). El pueblo es infalible, Béranger es emás grande poeta del siglo. Alemania (excepto Prusia) es un gran país, generoso y apacible. Inglaterra es pérfida. Francia tiene dos enemigos: elsacerdote y el oro inglés...”.

Pero Michelet es un poeta, y un hombre que durante su infancia tuvouna experiencia directa del frío y del hambre. Por ello su obra, cuyo fondo

a vómhc* j ii A n ndolanlc, i>A k . fíiMi.

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EL MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 41.r>

es burg ués, posee — al ig ual que la de Lamennais , mucho más moderadatanto en el fondo como en la forma— un tono revolucionario. El nacionalismo romántico, estilo Michelet, es uno de los elementos del "espíritu delcuarenta y ocho”.

S E C C I O N I I

Tr a d i ci o n a l i sm o y t r a d i c i on es.

1. Introducción general: E l tradicionalismo desde la Rev olución francesa hasta nuestros días. — A ) Lost e m a s d e l t r a d i c io n a l i s m o. — Trasesta rápida exposición de la "tradición liberal” nos proponemos evocar sumariamente una tradición de pensamiento diferente, que presenta en Fran-iTi una homogeneidad bastante notable y que está caracterizada por una

complaciente evocación de temas que, o son muy diferentes de los temaslilierales, o poseen un contenido diferente a pesar de emplear las mismaspalabras:

1.° T emas psicológicos (afición de Balzac y de sus contemporáneos porrl término psicología: "psicología del matrimonio”, “psicología del gus-ii>' . etc.), recurso a lanaturaleza (“política natural” de Maurras) y a la>>pe rienda. El término "naturaleza” tiene en los tradicionalistas una signi-llwnión completamente distinta que en los liberales. La naturaleza de losItl.«•rales está ligada a la noción de un orden natural; el orden natural esmi orden económico, una consecuencia del juego armonioso de algunos me-i (mismos de adaptación, prescinde de la Historia; se refiere a un mundo en•I 11 ue domina la industr ia y el comercio (con algunas notables excepciones,...... . la de los f isiócratas ); recurre de buen grado a las metáforas orgáni-ttin (Imagen del cuerpo). Por el contrario, para los partidarios de la tradi-ilún, la naturaleza está ligada a laHistoria; la política natural no se basa*>11 l,i naturaleza del hombre, sino en el desarrollo de la Historia, en las lec-•i o n e s de la experiencia: poder de los hechos, desconfianza respecto a las«lintr,liciones, positivismo y relativismo.

2." De ahí deriv an los temas de latierra (en todos los sentidos de la

palabra: tierra natal y agricultura), delmedio, de la continuidad, de lahvnmcia, el recurso a los antepasados (“la tierra y los muertos" de Barres),Ifi iiluindancia de metáforas vegetales.

l a metáfora delárbol es esencialmente tradicionalista. Aparece en Chateaubriand (los árboles de Combourg ), en T aine ("el plátano de M . T aine”,mi I i1s dcracinés, de Barres; M. Taine todos los días va a meditar ante un(«lAlitiio del bulev ar de los Inválidos y ex clama: "Es te árbol es la imagenM| irr»lvn de una bella ex istencia... No me canso de admirarlo, de compren-f f l'lo"), en Barres (cf. la misma expresión de “desarraigado” ), en Maurras( iliijnitn del álamo” narrada por Gide, enPrétextes: Maurras denunciaU ilaflos del desarraigamiento, y Gide a laba los beneficios del trasplante),m i Mnlmux (Les noijers de l'Altenburg, pág . 151), en Saint- Ex upéry , et-i f li iii l' l árbol es la imagen de la espontaneidad, de la continuidad, de la•Hliulladón, de la disciplina; metáforas anex as de las raíces, del tronco, de la**■(*.( de la savia, de los brotes, del follaje, de la planta...

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4 1 6 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

3.° T emas de- laasociación, que se oponen al individualismo liberal yque adoptan diversas formas:— asociación natural: la familia (ligada frecuentemente al tema de la p

ternidad, fundamental en Balzag , en Joseph de Maistre , en Mon-therlant):

— asociación local: descentralización,regionalismo, gusto por el folklore;— asociación profes ional: importancia delcorporativismo en la escuela de

L'Acction Frangaise, orígenes de esta tradición.4.° T emas morales. A l igual que los liberales, los defensores de la tr

dición invocan de buen grado lamoral (Renán, La réforme intellectuelle et morale), pero no resulta imposible distinguir dos tipos diferentes de idealmoral (que aparecen a veces — como en Renán— en un mismo escr itor). Loliberales prefieren hablar de virtud y creen en la educación moral, mientraque los tradicionalistas prefieren hablar decualidades y desconfían algo dela pedagogía. Cf. el siguiente texto de Montherlant: "La cualidad es un

noción bastante indefinible. Sin embargo, está en el primer plano de mipreocupaciones y de mis "exigencias”. La cualidad es independiente de linteligencia, de la moralidad y del carácter. Si bien puede suplirles, la inversa no es ve rdad. T ransf iguran a un ser y ... le sitúan en el rango de loseñores”.

A lg unos componentes de este ideal moral: elhonor (particularmenteimportante en Chateaubriand), laenergía (tema fundamental en Balzac yen Barres: Román de l'énergie nationale), la responsabilidad (Saint-Exu-péry), el trabajo bien hecho (adopción abusiva de Péguy por la ‘‘revoluciónnacional” petainista), elpatriotismo, etc.

Esta moral puede estar ligada a una fe religiosa (y en este caso los temas fundamentales son, como en Péguy, la encarnación y la comunión delos santos ), pero no siempre ocurre así (ejemplo de T aine, tibieza deBarres). En cambio, las cualidades exaltadas son siempre deesencia viril (cf. “el orden viril” de Montherlant, frente al papel desempeñado por la.mujeres en la tradición liberal — Mme . Roland. Mme. S taél...— ). Ig umente, los mantenedores del tradicionalismo se complacen en evocar, segúnlos períodos, a Alemania (Taine y Renán) y a España (Barres y Monthelant), mientras que los liberales y neoliberales, de Tocqueville a Tardieutoman la mayoría de sus ejemplos del mundo anglosajón.

La exaltación del heroísmo camina a la par con el culto del héroe, do"hombre providencial” , y con el llamamiento a lasélites, visible por igualen los teócratas de comienzos del x ix , en los saint- simonianos, en los postivistas, en los nacionalistas de finales del xix: el santo y el héroe segúPéguy, la referencia a Juana de Arco (prolongada después de la guern1914-1918 con la referencia a Clemenceau).

5.° Y , por último, el tema delorden, tema tan ambiguo como el propiotradicionalismo y que es utilizado, sucesiva o simultáneamente, en distintosentidos: sentido medieval ("Or den de caballer ía” ), sentido del A ntiguRég imen (“los tres órdenes del reino” ), sentido familiar (“una persona dorden” ), sentido político (“el orden reina en V ar sov ia” ), sentido positívi*(“orden y progreso"), sin hablar del orden público, del orden moral, dr

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I'.l. MOVIMIENT O DE LAS IDEAS 41 7

orden nuevo, del partido del orden, del “orden eterno de los campos”, del"orden viril”, etc.

B) D i s t in c ió n e n e l e s p a c i o y e n e l t i e m p o .— T ras haber enumeradolos grandes temas del tradicionalismo, es preciso añadir, a renglón seguido,>|ue la realidad es singularmente más compleja que nuestros análisis.

1.° Hemos limitado nuestros análisis, desde el principio de este capítulo, casi enteramente a Francia; y es bien evidente que el tradicionalismo,<n la medida en que está basado en la referencia a la Historia, no reviste lamisma forma en países cuya historia está lejos de ser idéntica.

Serían aquí necesarios amplios estudios comparativos. En ausencia desemejantes estudios parece posible retener, como hipótesis, que el liberalismo reviste, según los países, aspectos más claramente contrastados que eltradicionalismo: Burke está menos lejos de Joseph de Maistre que Benthamlie

Benjamín Constant, o incluso Stuart Mili de Tocqueville. Confirma estaimpresión la lectura de un libro como el de Russell Kirk,The Consetvative M i n d . Pero antes de admitir la existencia de un “espíritu conservador” seimponen precisiones y matizaciones.

2.“ Éstas precisiones deben refer irse más a la His tor ia que a la Geo-t| i'»fla. El tradicionalismo no es una doctr ina inmovilizada, inmutable. EsImportante distinguir las épocas:

n) La época de la "res tauración”, con Maistre, Bonald y también La-fllrnnais (ya que su obra constituye una rama de la escuela teocrática).•I *<V que subrayar la ambiv alencia de esta escuela teocrática, fundamental-

im tilo reaccionaria en Joseph de Mais tre, y que conduce a L amennais a la VI» del catolicismo social./>) La época positiv ista, con A uguste Comte, cuya importancia política

m u i Irecuencia no se estima lo suficiente. El comtismo es una filosofía am-lii»| iiii. Ex iste un positivismo conservador que, a través de T aine y tambiénII Renán (que constituye un complejo caso), conduce a Maurras. PeroM l i l r también un positivismo democrático, el de Littré, que rechaza la evo-ilt» lóit de A ugusto Comte hacia el misticismo y que nutre el pensamiento

l*«'> grandes Univer sidades laicas de comienzos de la III República.| r ) La gran época del nacionalismo francés, del boulanger ismo a 1914

IPniiOs, Maurras).í i/) Por último, la época contemporánea, en la que el tradicionalismo| M*< it con dificultad un camino entre el conserv adurismo y el fascismo.

(!) S o c i o l o g í a d e i . t r a d i c i o n a l i s m o.—Serían precisos profundos trabajos para ofre-(tf Milu «oclologia del tradicionalismo. Contentémonos aquí con indicar que parece muy| MHIi ii líl tradicionalis mo no se confunde con una clase social; r ecluta adeptos, no sólo

ID Ih mlutoiTlicla, el clero y los medios rurales, sino también en la burguesía, en el arte-M^lilii i’Inc luso en ciertos medios próximos al proletariado. Por otro lado, las posicionesp c«lrtil c r l i t u l i z a d a s , y las convicciones políticas ev olucionan como las mismas catego-| i tm luli-fi; ii.it,un caso muy característico es el del Ejército, que, bajo la Restauración,

S“ÍÉH | «h »eru n a guarida de liberales y que, más tarde, pasará por ser una fortalezafMIII»'ivml..rl»mo (sobre esta evolución, véase Raoul Girardet, Lasocieté militaire dans

■ ^Htiit* uitlteinporalnc). La economía del tradicionalismo debería ser estudiada al tiempo| ll mulolog ln en general, el tradicionalismo francés es pobre y, en consecuencia, an-

| tN| ill*ll<ln

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4 1 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

La historia del tradicionalismo francés no se confunde con la historiade la derecha. No todos los hombres de derecha invocan el tradicionalismo;la derecha es invadida, cada vez más, por el organismo. Ni todos los defensores de la tradición se sitúan a la derecha; la referencia a la tradición

jus tif ica actitudes políticamente opuestas: caso de Lamennais en 1830 de

Péguy en el momento del asunto Dreyfus, de Bernanos durante la guerrade España, de Mauriac en nuestros días.

2. Los doctrinarios de la contrarr evolución: Maistr e y Bonald.— Los dos principalesdoctrinarios de la contrarrevolución en todo el continente son Joseph de Maistre (1753-1821), noble saboyano, y el vizconde de Bonald (1754-18-40), gentilhombre del RouergueMaistre tiene inclinación por el misterio y el sentido de la fórmula; Bonald es un razonador pesado en ocasiones. En cambio, Bonald tiene un sentido más agudo de los problemas sociales que Maistre; suLégislation primittve denuncia el maqumismo y la escuela 'material y materialis ta” de Adam, Smith: "...Cuan tas más máquinas existen en unEstado para aliviar la industria del hombre, más hombres hay que sólo son máquinas".

A unque el pensamiento de Bonald sea dis tinto del de Maistre, ambos ofrecen notables semejanzas.

A ) L a e x p e r i e n c i a c o n t r a l a r a z ó n .— A l igual que B urk ea, Maistre y Bonald burlan de las pretensiones racionalistas del siglo x vill: "Juzgar todo según las reglasabstractas, sin consideración a la experiencia, fue un singular ridiculo del pasado siglo”(Maistre, Du Pape). El hombre abstracto no existe; es irrisorio y peligroso el quererlegislar par a el hombre, el querer establecer Constituciones escritas y declaraciones dederechos: “La Constitución de 1795, como sus mayores, está hecha para el hombre.

A hora bien, no ex isten hombres en el mundo. He visto en mi v ida franceses, italianos,rusos, etc.; pero, en cuanto al hombre, declaro no haberlo encontrado en mi vida; siexiste, es sin yo saberlo" (Maistre,Considérations sur la France).

Es preciso oponer a los sueños universalistas y a las pretensiones racionalistas las

lecciones de la experiencia y de la sabiduría providencial.Maistre y Bonald dan a la palabra "naturaleza" el mismo sentido que Burke. La política natural está basada en la Historia: "Reconozco en política una autoridad indiscutible,que es la de la Historia, y en materia religiosa una autoridad infalible, que es la de laIglesia” (Bonald, Théorie du pouvoir politique et religieux, tome I I) . L os tradiciona-listas, al igual que los liberales de la misma época, recurren a la Historia como principiode ex plicación y de justificación política; de esta for ma Del V ecchio habla del histo-riscismo político" de la escuela tradicionalista.

Sin embargo, la Historia está subordinada a los designios de la Providencia. ParaMaistre. como para Bossuet la Historia es el producto de un orden providencial. Este“providencialismo” de Joseph de Maistre le conduce a presentar a la Revoluciór francesacomo una expiación querida por Dios; a Napoleón, como el instrumento de la Providencia divina; a Francia, como investida de una misión religiosa; y a la guerra, como un.iobra divina. Esta concepción grandiosa de la Historia desvía a Maistre de los juicio»sumarios que llenan la obra de Burke; lejos de empequeñecer a sus adversarios, Maistivlos convierte en agentes de la voluntad divina.

B) La s o c i e d a d c o n t r a e l in d i v i d u o .— T anto para Bonald como para Maistre - y todav ía más par a Maist re— no son los individuos los que constituyen la sociedad, s ino quees la sociedad la que constituye a los individuos; los individuos no existen más que cu

y por la sociedad, y no poseen derechos sino deberes respecto a ésta.Esta religión de la sociedad termina en religión del Estado, “la sociología se con

vierte en sociolatría" (Jean Lacroix, V ocation personnelle et tradition nationale). De cH.i

• YOutiC más a t rás , j iAus. 372- 370.

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III. MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 41 9

tonna el Estado se encuentra divinizado, el Gobierno se establece sobre bases teocráticas y la obediencia está siempre justificada : “L a naturaleza del catolicismo le hace el amigo,el conservador, el más ardiente defensor de todos los Gobiernos" (Maistre,Ré[lexions mr le protestantisme).

De estas premisas teocráticas derivan el antiprotestantismo de Maistre, el antisemitismo de Bonald, la justificación de la Inquisición por parte de Maistre, la legitimaciónile la esclavitud por parte de Bonald.

C ) E l o r d e n C O N T R A E L p r o g r e s o .—La sociología de Joseph de Maistre es una so-i lología del orden, y su obra ex presa la nostalg ia de la unidad. Unidad de la fe(U t •hit imum), unidad del ¡poder, cohesión del cuerpo social.

Maistre y Bonald insisten en el papel de la f amilia y de las corporaciones, en losI rneficios de la agricultura, que "debe ser el fundamento de la prosperidad pública enmili sociedad constituida” (Bonald,Théorie du pouvoic politique et religieux, tomo II).

Kl orden tradicionalista es esencialmente jerárquico. El Gobierno más natural parafl hombre es la monarquía; la soberanía es una, inviolable y absoluta. "Cuando se dice y ir el hombre ha nacido para la libertad se dice una frase que carece de sentido...I' I monarca pueblo es el más duro, el más despótico y el más intolerable de todos loskiini.ii-cas” (Maistre,Etude sur la souveraineté).Maistre subordina estrechamente el poder temporal al poder espiritual, y atr ibuye all'n| iii una especie de magis tratura universal. Condena las tesis galicanas, y su libroP ii l ’ape (1819) constituye la más perfecta expresión del ultramontanismo político.

I'.xperiencia, sociedad, orden, unidad, Providencia: estos temas constituyen el fondoiiiimm del tradicionalismo universal. La obra de Joseph de Maistre y de Bonald comportalltitun referencias precisas a las tradiciones francesas; es menos tradicionalista que con-Ii .ii revolucionaria.

t, La poesía de la tr adición: Chateaubriand.—E l tr adicionalismo, al igual que el li-liUnlUmo, tiene sus doctr inarios : B onald y Royer - Collar d son contemporáneos. S in em-| i«H| i<, Chateaubriand (1768-1848) contr ibuyó más que nadie a dar al tradicionalismo

mtiu <Vs un estilo.< Imteaubriand no es, ciertamente, un teórico. Este monárquico contribuyó a derribarlit monarquía de los Borbones, al adherirse en 1830 a la oposición liberal. Maurras

»| iie sentía hacir. él poco aprecio— ha subra/ado sus inconsecuencias, rus caprichos,•ti niiior por las ruinas: "Chateaubriand, lejos de conservar , llegado el caso destruyóKtii i'l fin de tener más firmes motivos para lamentarse".

Iitn interpretación está muy extendida: Chateaubriand, esclavo de sus rencores y de| tm itltiblciones, diletante siempre dispuesto a escoger el más bello gesto, poeta extra-n.iil.i en la política. No obstante, Chateaubriand aportó al tradicionalismo precisamenteh imiII .i de lo que carecían tanto el liberalismo como la obra de Maistre y de Bonald:mu i írnosla.H | " Poesía del rechazo. •*— Mientras que la carrera de la may or parte de los libe-

(«li« i’Mii jalonada de raillemertts, la de Chateaubriand es una serie de rupturas: se oponeI ln Uevolución, al Imperio, a la Restauración, a la monarquía de julio. Su discursoíti Im •'Amara de los Pares, el 30 de julio de 1830, en el que rechaza el régimen que había* mili il mltlo a establecer, será durante mucho tiempo el modelo de aquellos a quienesHm i ni i mui repugnancia las dimisiones espectaculares y que colocan en el primer plano

Im virtudes políticas la fidelidad y lo que Montherlant denomina la virtud del des-I IMlll,

1 Potsía del honor.— "Ese honor que ha llegado a ser el ídolo de mi vida, y alfl||t Mitin» veces he sacrificado descanso, placer y fortuna", ese honor que invoca elimhIi ile <Ih.mibord cuando se declara fiel a la bandera blanca en 1873 (cf.La fin des

do Daniel Halévy, que ve en la carta del conde de Chambord a Chesnelong un| | H 'Ih (Imtea ubr iand), ese honor del que tanto hablan Pég uy y Barres: "En esa almait iit- mln linntn el nihilismo — escribe Barras a propósito de Cha teaubr iand— , se alza elNM**t Militarlo como un castillo en medio de la ¡ anda bre tona".I l'omlii de In soledad i/ de In mida.—"¿Puede creerse en los reyes del futuro?éllwy 'in* i rerr en el pueblo del presente? E l hombre s abio y desconsolado de estesiglop nttivl i i lune» no encuentra un miserable descanso más que en el ate ísmo político.

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42 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

Pero aunque Chate aubriand sea indiferente a la forma de gobierno, no lo es respectoa su espíritu y a su alma. ¿Cree en Dios? “No hay en la Tierra cristiano más creyente

y hombre más incrédulo que y o”. Su religión no es ni fe, ni esperanza, ni — sobre todo—caridad; es una armadura social, una construcción de la voluntad, una fidelidad a la infancia. Aprecia la libertad, pero la cree incompatible con la nivelación igualitaria y con elreinado del dinero; la considera inseparable de las instituciones del A ntig uo Régimen,pero sabe que la Historia no vuelve atrás. ¿Es excesivo hablar, a propósito de Chateaubriand, de “caballería de la nada"?Propone un modelo a todos aquellos que —aun considerándolo como un “mal maestro”—•rechazaron la monarquía de julio, el Seg undo Imperio, elRaltiement, los inventarios, la decisión de Roma condenando Acción Francesa; a todos los que rechazaron, a lavez, la derrota de junio de 1940 y V ichy . F amilias de hidalgos, de religiosos, de oficialeque se niegan a adherirse al orleanismo triunfante, incluso aunque la fe legitimista hayadesaparecido mucho tiempo ha, incluso —y sobre todo— aunque sean cada vez másescasos.

Pero la sociología del tradicionalismo no se confunde con la de un legitimismo quese extingue. Dos nuevas formas de tradicionalismo, procedentes de concepciones aparentemente antagónicas, aparecen con algunos años de distancia: el catolicismo social y elpositiv ismo4.

4. De la teocracia a la democracia.—A ) Losc o m i e n z o s d e l c a t o l i c i s m o s o c i a l .— La ex presión de “catolicismo social” data de los años 1890;pero, como ha demostrado en su tesis J.-B. Duroselle, el catolicismo social se remonta, en sus orígenes, al comienzo del sig lo xix . A lo larg o desiglo la Iglesia católica está atravesada por corrientes que es importantedistinguir:

1.° Lamennais puede ser consider ado como el antepasado delcatolicismo social. Ahora bien, durante un largo período se manifestó como unteócrata intransigente, expresando en sus primeras obras las mismas ideasque Joseph de Maistre y Bonald. E incluso cuando, después de 1830, ponesu obra bajo el signo deDios y libertad, Lamennais es lo opuesto a unliberal.

A sí aparece una primera corriente de pensamiento, el “ legitimismo social", en cuyo campo entran, a lo largo del siglo xix, hombres como Albande Villeneuve- Barg emont, A rmand de Melun, La T our du Pin, A lbert deMun (1841- 1914) que, conmovidos profundamente por la miseria de lasclases trabajadoras, denuncian los vicios del triunfante liberalismo.

2.° Este catolicismo social es muy diferente delsocialismo cristiano deun Buchez (1796- 1865), fundador, junto con Bazard, de los Carbonariosde Francia, antig uo saint- simoniano convertido al catolicismo, teórico de laasociación obrera 5. Ni la inspiración ni la sociología de este socialismo cristiano se confunden con las del catolicismo social.

3.° Pero es importante, sobre todo, disting uir entre catolicismo soci.il y catolicismo liberal. El catolicismo liberal es un eclecticismo, una síntesisde liberalismo y catolicismo, una adaptación del catolicismo al orden liberal.

A nte todo, adaptación económica: los católicos liberales rompen con la reticencia inicial de la Iglesia respecto al maquinismo, con su preferencia porel trabajo agrícola; no les produce repugnancia el enriquecerse en la indu itria, en el comercio o en la banca. Pero se trata también de una adaptación

* Sobro ol positiv ism o v ase más adel ante , ptlgn. 509- B12, u Sobre liiuchez vójlk? nuiu adelante, pAtf. -131).

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EL MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 421

política: los católicos liberales se consideran desligados de cualquier fidelidad supersticiosa respecto a la monarquía; aceptarán la democracia, elparlamentarismo y la república. Se adhieren al régimen, pero muestran siempre una conciencia menos aguda de los problemas sociales que los liberales

no católicos. A si como ex isten católicos sociales antiliberales como Ville-neuve- Bargemont (y quizá también Lamennais ), ex isten también católicosliberales ajenos al catolicismo social como Dupanloup (y quizá también Mon-i.ilembert); así, Lamennais, fundador del catolicismo social, vota en 1850contra la ley Falloux que instaura la libertad de enseñanza.

A unque parece necesario dis ting uir claramente, en lo que concierne a Francia, entrecntolicismo liberal y catolicismo social, la distinción es mucho menos inequívoca en Bél-l| li 'i y, sobre todo, en Alemania, donde K etteler y Doelling er representan, a la vez, uni turto liberalismo católico, en el plano político- relig ioso, y un cierto catolicismo social.Por otra parte, el protestantismo liberal ha dado origen a un importante movimiento dei rlfitianismo social" *.Kn Bélgica la denominada política de "unionismo" (acercamiento entre católicos y li-

liemles) conduce a la Constitución de 1831, que establece una cierta separación entrei y Es tado y afirma los principios de las grandes libertades modernas. Los recien-| Mu trabajos de los historiadores belgas han demostrado que Lamennais no es el origen

ni tlr las ideas ni de los métodos de los unionistas belgas, preocupados ante todo de lasutilizaciones prácticas y muy poco audaces en sus concepciones sociales. Esto parece111*11m’iitibie, pero también parece alg o forzado concluir, al contrario, como hace J.-B. Du-fonelle, que "el unionismo belga impresionó a Lamennais". Duroselle no da ninguna(Hiidiii satisfactoria de esta influencia; nos parece que su juicio sobre el papel de La-Mittmiiils es alg o estrecho.

II) C r o n o l o g í a l a r g a y c r o n o l o g í a c o r t a .— Podemos recordar aquí el diálogo en-tif [oneph Hours y Etíenne Borne a propósito de la "cronolog ía lar ga" y de la "cro-H'il"i| lu cor ta".

lili el Cahier número 31 de la Fundación Nacional de Ciencias políticas, que lleva»l Ululo de Libéralisme, traditionalisme, dccentralisation (París, A. Colín, 1952), figuraUn i'ilgdio de Joseph Hours: "Los orígenes de una tradición política: la formación enff fl lli l.i de la doctr ina de la democracia cris tiana y de los poderes intermedios" (pági-u>i» /'> a 123). Este estudio desarrolla y sistematiza un artículo publicado en la V ie iHlvIliutiiclle, en may o de 1948: “Los cristianos en la política, la ex periencia del M. R. P .”| | ii*il!ii>r. 62 a 77).

Un estos dos estudios Hours se dedica a determinar los orígenes lejanos de la demo-

Í » . lo i rls tlana y a demostrar que sus fundadores no fueron ni liberales ni demócratas ,(l democracia cristiana es en Francia, según él, la corriente política y religiosa mástfNilli limili, localizándose sus orígenes en el ocaso de la Edad Media, y siendo suIIhMiIii.i apasionada y sistemáticamente antiestatal y antig alicana. Hours establece asítilia lllliiclón: borgoñones, Liga, partido devoto, ultrainontanistas de la Restauración, legi-B i l . i u nocíales de la III República, partido demócrata popular, M . R. P. Se muestra■¡Hit iilurmente severo con Lamennais: 'Resulta difícil comprender cómo un espíritu tanflRHtiiiiil y excesivo pudiera ser verdaderamente liberal...".f: A <■nt,i tesis vigorosamente g alicana y ''antie uropea" Etienne B orne contes ta en Ie r re

Íuhiim , tlr | ullo- agosto de 1952 (págs . 76 a 101 ): "¿L a democracia cris tiana contra el| i-i . I.,' 1(1 diálog o pros igue en el númer o de octubre (págs . 76 a 85) con una carta■ | m«i | .h I lours y una nueva respuesta de Et ienne Borne. V éase sobre esta polémica

|| HHImlo de Jiicques Fauvet enLe Monde del 16 de septiembre de 1952: "M. Robertni ii t-ll brülé J eanne d'A rc ? ”, y el de Pierre de Sarcus enLa Revue Politique J p»f| i'iiM’ní<i/re de noviembre de 1953 (págs . 248- 257): "Le M. R. P. a-t- il des an-

' t'in i riiv lnlil llI'OtimU liiti', ImprcMHo ii 1’i u Ih , Uo v i i toi lnvli i t ioy tul doikomlnaclón.

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4 2 2 HIST ORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

Etienne Borne no admite, evidentemente, que Joseph Hors reencuentre en la políticadel M. R. P. y en los proyectos europeistas de M. Schuman el espíritu de la Liga.Rechaza la "cronolog ía larga" de Joseph Hours' y propone una "cronolog ía corta", segúnla cual Lamennais es el predecesor de la democracia cristiana, de la que Marc Sangnieres el “segundo fundador": Lamennais es quien realmente inventó la democracia cris-tiana...”.

C ) La m e n n a i s .— No ha de buscarse un cuerpo de doctrina en la obrade Lamennais (1782- 1854). A primera v ista se nos muestra como el autorde dos obras profundamente opuestas: en elEssai sur l'indifférence en ma- tiére de religión (1817- 1824) se ex presa como un teócrata intransigente; conla publicación de L'Avenir (1830- 1831; lema “ Dios y libertad” ), con lasParoles d’un croyant (1834) o elLivre du peuple (1837), pasa de la teocracia a la democracia.

En la primera parte de su vida denuncia, con el más violento de los fanatismos, los vicios del siglo, especialmente las infamias de la UniversidadImperial. Después se declara firme partidario del socialismo, aun permaneciendo fielmente apegado al derecho de propiedad. Su socialismo es vaporoso y sentimental; no propone prácticamente ninguna reforma que seaaplicable, y muestra hacia el Estado la mayor desconfianza; condena elcomunismo sin tratar de comprenderlo, y manifiesta con respecto a sus contemporáneos los mismos sentimientos que más tarde exteriorizarán Péguy o Bernanos.

Sin embargo, este irreducible solitario ejerció sobre su época una influencia mucho más profunda de lo que el análisis crítico de su obra permitir ia suponer. T odav ía en nuestros días el destino de Lamennais suscitaardientes polémicas.

Un marco romántico (La Chénaie). Un temperamento romántico, violento, inestable, apasionado, sensible a la poesía ("No me gustan las ciudades. He nacido para trazar mi surco al aire libre, bajo un cielo libre y limitado s olamente por algunos árboles en el horizonte” ). U n gr an destinoromántico: Lamennais, “sacerdote a pesar suyo”, ultramontano condenadopor Roma, apasionadamente religioso, muriendo fuera de la Iglesia: “Quieroser enterrado en medio de los pobres y como los pobres . No se pondi ínada sobre mi tumba, ni siquiera una simple piedra...”.

Durante la primera parte de su vida Lamennais predica la unidad de kmIglesias, así como la unidad de la fe. Para él la verdadera religión es “lnque descansa sobre la mayor autoridad visible”; la adhesión unánime es elúnico criterio de la fe(Essai sur l’indi[[érence). Después, Lamennais pa.'utde la unidad a la unión, y sueña con una vasta reconciliación en la que lodas las clases queden confundidas. De esta forma, para Lamennais, el purblo no es proletariado, sino el género humano (menos una minoría de pilvilegiados o de culpables): “La causa del pueblo vencerá... Lo que el puefiluquiere Dios mismo lo quiere... La causa del pueblo es la causa santa, liicausa de Dios”. La democracia aparece como la realización de la teoríacia. Nada existe más ajene al marxismo o al liberalismo.

No hay que exagerar la influencia de Lamennais en el seno de la IgloMide Francia. La totalidad del alto clero y la inmensa mayoría del clero ba| use mostraron impermeables a las ideas deL ‘A venir. La obra de Lamennni*

i

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Ct. MOV IMIENT O DE I.AS IDEAS

luvo ,s«i influencia mayor, de una forma difusa, fuera de la Iglesia. Un libroenmo las Paroles d'un croyant parece haber tenido una amplia difusión,ln< limo en los medios populares. Lamennais — que era lo más opuesto a un"iitilnr o a un tr ibuno— fue elegido en 1848 para la A samblea nacional,tlondr desempeñó, por lo demás, un papel poco importante.

( Cualquiera que fuera lá influencia de Lamennais, el catolicismo socialMu ,n* confunde con él. Resulta indispensable mencionar hombres comoM. «nl.ili- mbert (cuya correspondencia con L amennais, cuando la ruptura conMi mi ii, es un documento conmov edor), Lacordaire (que decidió bruscamentealiniulonar La Chénaie), Gerbert, Charles de Coux , V illeneuve- Bargemont(iiuiut de un granTraité d'economie politique chretienne), Ozanam, etc.; instituí Iones como la Sociedad de San Vicente de Paúl y la Sociedad de SanFkiiicIhco Javier; publicaciones comoL 'Unive rs ité catholique; los vínculos en-•i*' rl íourierismo y el catolicismo social; las tentativas de asociación ag rícolaiIp inspiración cristiana (“Croisade du x ix siécle”, de Louis Rousseau: “Com-NHiiit’ i hrétienne” , de H ippoly te de La Marvonnais , etc.).

. Aun con proyectos utópicos o realizaciones modestas, los católicos fran-m V ’i manifiestan en esta época una preocupación por los problemas socialesHlir- i ontrasta con la indiferencia , al menos aparente, de los liberales insta-Imlii'i en el Poder. Sin duda, estos católicos sociales son relativamente pocofitlllirrosos, pero contribuyen a acreditar, en torno a ellos, la idea de que laIglrniii no es un poder conservador. E incluso alg unos llegan a considerar

i itlollcismo como una fuerza revolucionaria, y a asociar a la Iglesia conIHI f n uerdos de 1789. E l catolicismo social es uno de los componentes delMjiiiilii de 1848.

S E C C I O N I I I

El soc ia l i smo a n t es de M a r x .

IM término "socialismo” aparece, casi simultáneamente, en Francia y en§P| | | t*li*i r.i entre 1830 y 1840, pero la pa labra posee en esta época un sen-H*| n ImMtnnte vag o. A sí, para Pierre Leroux, el socialismo se opone al in-

|4l v t il11111i sitio (artículo de laRevue Encyclopédique, en noviembre de 1833);i i. . li’nlnMt Ow en el socialismo es principalmente un sistema de asociacio-

! WI (imperativas . E n 1836- 1838 Louis Reybaud, futuro autor de /eróme Wtoor publica en laRevue des Deux Mondes una serie de artículos, titu-ml i Sot ¡ alistas modernos (los saint- simonianos, Fourier , Ow en) . En 1841U tn publica su panfleto W ha t is Socialism?

I i» primera mitad del s iglo XiX ve nacer, en los países más industr ial izadla ili Iviropa, numerosas doctrinas de reforma social que dif ieren pro-flii' I .... .. de las utopías humanitarias o de las efusiones sentimentales del■hit* •*vm asi como de la conspiración de los Ig ua les 8. Los autores del si-

jjfii nm i- encuentran ante un inmenso problema que no se les había plan-

í Mi A n iiIrrtM,|>A kh. Ít.'l5 .'I.'IC.I vpHftf inrta ntrA.i<, prtjrn, ;wo

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I I. MOV IMIENT O DE LAS IDEAS 4 2 5

ni prole tariado inglés duras condiciones de existencia 9. La reforma electoral en 1832 constituye una victoria para la burguesía radical, no para elproletariado, que considera la ley de 1834 sobre los indigentes como unamedida de clase, inspirada en el deseo de proporcionar a los fabricantes manode obra barata.

Las primeras doctrinas corrientemente calificadas de socialistas ven laI t iz en una Inglaterra periódicamente sacudida por profundas crisis (especialmente en 1815 y en 1845). Hacia 1830-1840' los términos "owenismo” y"socialismo” son considerados como sinónimos. Sin embargo, es importanteII.miar la atención sobre dos puntos:

1.° Estas primeras formas de socialismo nunca fueron verdaderamentepapulares.

2.a U n movimiento auténticamente popular como el cartismo, nunca fue' i i <laderamente socialista.

A ) O w e n .— Robert Ow en (1771- 1858) es un gran empresario. A losiliiM^Inueve años dirige una hilatura de algodón de 500 obreros. Es construir de no deber más que a sí mismo su fortuna. Su autobiografía es unavltln edificante, al estilo de las de Franklin o Laffite. Sobrio, ahorrativo, me-•ñilti o, incansablemente optimista, este autodidacta es un hombre de acción.| iir cree en la omnipotencia de la razón. Su ideal: “L a formación integral,011 lo fisico y en lo moral, de hombres y mujeres, que pensarán y actuarán•irinpie racionalmente” .

Ilute empresario filantrópico, que no retrocede ante los gestos prudhom-Ht»mox (cf. su declaración de independencia religiosa en agosto de 1817),füftuldera al hombre como un producto manufacturado: piensa que el carác-»m i(n el producto del medio social y de circunstancias exteriores: cree enU mímente virtud de la educación. Owen es, cronológicamente, uno de los| *tliMimu pedagogos de un siglo extremadamente pedagógico.

I )eNen una profunda reforma de la sociedad, pero las fórmulas que pre-NMiUn pura realizar esta reforma son numerosas, pudiéndose distinguir cin-iii Iiiiiihim sucesivas de "owenismo”. Indudablemente, esta sucesión no esHtflllKnn, pero el pensamiento de O w en evoluciona de la filantropía patronal•i mu Minnismo social.

I " / <\ filantropía patronal, tal y como la practicó Owen en New

IÜItHtl' («I principio de su carrera: mejoramiento de la vivienda y de laillviie i (instrucción de escuelas, aumento de salar ios, reducción de la du-

Hhinn ilel trabajo, etc. Ow en obtuvo, al parecer, resultados que maravilla-f«M h «un contemporáneos, mediante métodos algunas veces singulares (ins-PiHcm cerca de cada obrero de un indicador que permitía ver inmediata-■Mt*, yi acias a colores diferentes , si el obrero era muy bueno, bueno,HtíiHiir ii malo). Sin embargo, la actuación de Owen en New LanarkHñMpumle n la de un "empresario ilustrado”, en absoluto a la de un so-

11 ImtiiI I recurso ni Estado fue, durante mucho tiempo, una constante del

¡ jf r - t»| fi *!»il(llioulo SI Mino11<11 en IH11 >, y 111 A h I l in io el do 10n<jioi,h,La situación de la clase *#*« *•• htylnhtra, i m i i .

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4 2 6 HISTORIA DK I.AS IDEAS POLÍTICAS

pensamiento de Ow en. T rata inútilmente de hacer adoptar una ley quemodifique radicalmente las condiciones de trabajo de los niños; la ley quefinalmente aparece en 1819 es muy diferente de lo que Owen había deseado. Más tarde contará con el Estado para alentar sus experiencias de comunismo agrario o de banco de intercambio.

3.° El comunismo agrario.—A l ig ual que Fourier, Ow en muestra una

clara preferencia por la agricultura; sueña con disolver la industria en laag ricultura y se propone crear poblados modelos de los que la propiedadprivada estaría totalmente excluida. Las comunidades de Owen presentanasí dos diferencias con los falansterios de Fourier:a) Son principalmenteagrícolas, mientras que los falansterios son polivalentes;b) Mientras que enellas debe de desaparecer la propiedad privada, Fourier prevé una distribución proporcional a la aportación de cada cual (5/12 para el trabajo,4/12 para el capital, 3/12 para el talento).

Las tentativas de realización acabaron en completos fracasos (especialmente New Harmony, fundada por Owen en Estados Unidos).

4.° E l socialismo muíualista y cooperativo.— Ow en opina que el trabajo es la .medida del valor, y pretende f undar un B anco donde se intercambien bonos de trabajo. Es la “Bolsa nacional equitativa para obreros”que se inaugura en 1832 y desaparece en 1834. En este punto las ideas deOwen se aproximan a las que expresará Proudhon en 1848-49 (proyectode constitución de un Banco de intercambio y acto de fundación del Bancodel Pueblo) y en 1855 (proyecto de sociedad de la Exposición perpetua).T anto en Pr oudhon como en Ow en, se tra ta de un socialismo limitado acambio, sin organización socialista de la producción.

Quienes contribuyeron a desarrollar el movimiento cooperativo fuerondiscípulos de Owen. Owen alentó con condescendencia este movimiento,que le parecía animado de buenas intenciones, pero que dejaba, a su juicio,demasiado espacio al espíritu mercantil.

5.° E n sus últimas obras O w en se convierte en el apóstol de unmesia- nismo social, adecuadamente expresado en El nuevo mundo moral (véaseespecialmente el Catecismo del nuevo mundo moral, al final del libro deDolleans sobre O'wen, págs. 337- 351). A nuncia el reino de Dios sobre ltierra, el advenimiento de una era de virtud y de felicidad; repite sin cesaique “los tiempos están próximos”. El owenismo, pues, parte del patemalismo y termina en una especie de milenarismo laico.

La notoriedad de Owen en su época fue grande,i n c o m p a r a b l e m e n t r

mayor que la de Saint- Simon. E l motivo radica en que su doctrina era fácilmente asimilable por la burguesía, en que seguía siendo en el fondo un¡doctrina burguesa. Era relativamente fácil dejar a un lado su comunismoagrario y retener siólo una mezcla de utilitarismo y de idealismo, de patcrnalismo y de cooperación que permitiera a hombres muy diversos proel.imarse igualmente sus discípulos. En 1841 Owen responde a la pregunln“¿ Qué es el socialismo?" de la siguiente forma: "E l sistema racional sociedad fundado sobre la naturaleza”. ¿Quién no suscribiría una definicióntan vaga?

Ow en criticó a Bentham, pero se encuentra más cerca de él — y de l<

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I I. MOVIMIIINT O 1)R I A l IDI'.AS 4 27

filósofos" del siglo x vm— que de los obreros de New Lanark . Su doctrinanunca fue popidar, pero contribuyó a acreditar dos nociones:

I L a idea — propiamente utópica y que se encuentra en muchos teóri-t od franceses, especialmente en Fourier— de que la sociedad puede ser re-I.....wida a partir de una comunidad ejemplar.

2." La idea de que la reforma social es independiente de la acción po-

llil<.i y de la toma del Poder. W) El c a r t is mo.— O wen y sus discípulos desprecian la acción política: creen que

*1 Milrnglo universal y los derechos políticos no son condiciones previas para la funda-i Iiím <lc poblados comunistas. Owen afirma en 1837: “La igualdad es más fácil quetfMülqtiler otra reforma".

I'i'i’ el contrar io, la Carta del pueblo (8 de mayo de 1838), que dio su nombre almovimiento cartista, sólo formula reivindicaciones políticas: anualidad del Parlamento,llifinglo universal, igualdad de j o s distritos electorales, abolición del censo de elegibi-lldnil, voto con escrutinio secreto, indemnización parlamentaria.

l i l i <irtisino es, en su origen, un movimiento popular. La W or k ing Me n’s Association(lIMilml.i en 1836, sólo comprende obreros. Los primeros jefes del cartismo son Lovett,

►I tthir io autodidacta, antig uo discípulo de Ow en; Bromterre O ’Brien, el burgués jacobino,Í | «li mlmlrador de Robespierre y de Babeuf, y B enbow, el tarbernero demagogo que lanza•.Ékmuln de huelga general.

I l ‘ primer car tismo comprende un cierto número de owenistas disidentes, a quienesf| | MiUii" el dogmatismo de Ow en y que no cuentan ya con él para r ealizar una reforma

í'reen que la conquista de los derechos políticos es el único medio para asegurarMHR llueva dist ribución de las riquezas, y que la democracia es el camino más corto(«ni H llegar al socialismo.

I I cultismo se transforma en un movimiento revolucionario cuando se extiende por

Í . i mullidos industriales del Noroeste, Feargus 0 ’G>nnor elimina a los primeros jefesi imtlwno; su elocuencia inflama a las masas populares. A jimtlr de 1843 el cartismo entr a en decadencia. Se descompondrá definitivamente

h*i« ti manifestación de abril de 1848 y la seudopetición rubricada por cerca de seisMtllHiii'i ile firmantes.

I I cartismo es el único ejemplo, antes de 1848, de un movimiento obreroMMiitmlo por una ideología de clase. Los cartistas se niegan, en su conjunto,* iiiluliornr con los radicales, y se oponen durante mucho tiempo a la cam-| mn,i por el librecambio, que denuncian como una maniobra de la burg uesíahmimiIiii turera. Pero esta ideología obrera no es, en modo alguno, una ideo-| Mln (Mtcinlista. Se tra ta de una rebelión elemental contra el maquinismo yt mil i i la miseria. O ’Connor — menos socialista que nadie— propone a los■forlón que le aclaman la imagen ideal de un campesino propietario (cf. lal.... tu ii<>n de O'Connor v ille en 1847). Nos talg ia del pasado, temas tomadosti* I» filosofía del siglox v i i i, credo de los revolucionarios f ranceses, afirma-MfMi ili- tina especie de socialismo eterno: tal es la mater ia de la que estáM i i l t mío el cartismo. E! proletariado inglés, en el mismo momento en que«liuiiii tu ex istencia como clase, se muestra poco apto para elaborar unat i lnilujjln de clase.

i, Los socialismos franceses.— Los histor iadores de las doctrinas so-tIkIi*I ii i Interesan hoy especiamente por la obra de Saint- Simon, Fourier

V l*«i>n<Ilion. Indudablemente, estas tres obras son las más or ig inales deInri** i umitas propusieron, en la primera mitad del siglo xix, una nuev"

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4 2 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

organización de la sociedad. No obstante, obras menos originales tuvieronmayor irradiación en la misma época. T al es el caso de Louis B lanc y desu famosa fórmula sobre “la organización del trabajo”, que llegó a ser undogma para todo un público, ignorante, sin duda, del detalle de sus obras.T al es también el caso de Pierre Ler oux , en cuya obra se encuentran la

mayoría de los temas diseminados entre sus contemporáneos. Pierre Leroux,llevando hasta la confusión más total la vocación de síntesis, presenta unaespecie de [oto- robot de un socialismo enternecido que se confunde con lareligión de la humanidad; es el Béranger del socialismo.

Motivos de orden pedagógico nos obligan a distinguir dos grupos dedoctrinas:

1.° Las doctrinas que sitúan en el primer plano la reforma de la economía, y que prescinden de la democracia política para realizar la reformaeconómica y social: saint- simonismo, fourierismo, proudhonismo.

2 ° Las doctrinas que no separan la reforma social de la democraciapolítica y de los recuerdos de la Revolución francesa: Cabet, Buchez, PierreLeroux, Louis Blanc, Blanqui.

Pero semejante análisis nos obliga a establécer, entre las diferentes doctrinas, distinciones que no siempre fueron advertidas por los contemporáneos. A unque las obras de los doctrinarios apenas penetran en las masas,algunos temas, elementales pero poderosamente sentidos, se imponen a loque es legítimo denominar conciencia popular. Por esta razón nos preguntaremos, como conclusión, la forma en que sería posible extraer los grandesrasgos de la ideología popular en el período que precede a la revoluciónde 1848.

1 ) L a r ef o r m a d e l a soc i ed a d .

A ) E l s a i n t -s i m o n i s m o.— Los saint- simonianos de estricta obedienciafueron poco numerosos, pero el saint- simonismo ha ejercido una cierta influencia en los medios dirigentes franceses. L a doctr ina saint- simonianá,puesta en circulación en una Francia todavía esencialmente agrícola, anuncia y reclama una revolución industria l, que los saint- simonianos contribu

yeron, por su parte, a realizar ba jo el Segundo Imperio.Saint- Simon cree en la ciencia, en su progreso continuo, en la ex istencia

de una ciencia social cuyos principios fundamentales le corresponde a él inducir: “Que las abstracciones — ex clama— cedan paso, por f in, a las ideaspositivas ...”. Y concluye: "L a ciencia de las sociedades tiene desde ahora unprincipio. Por fin lleg a a ser una ciencia positiva” . Saint- Simon tuvo comsecretario a Auguste Comte, procediendo el comtismo directamente del positivismo saint- simoniano.

Positivismo apasionado, impregnado de romanticismo. Saint- Simon siente por la ciencia una pasión exaltada, religiosa: "La empresa que yo acómeto — confía— está por encima de mis fuerzas. Lo sé y lo quiero ignorarNo tengo más que exaltación, pero tengo mucha”.

n) Saint- Simon y los saint- simonianos.— 1." El saint- simonismo es, en primer lugar,la doctrina de un hombre, Claude- Hcnrl de Rouvroy , conde de Salnt- Siinon (1760- 1825)

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EL MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 4 2 0

Aris tócrata ilustrado, participa en la guerra de la Independencia americana, a la quemás tarde presentará como el punto de par tida de sus reflexiones políticas: "Desde ese■tomento entrevi — escribe en 1817 en la recopilación tituladaL ’industrie— que la revolución de América señalaba el comienzo de una nueva era política, que esta revolucióncleb.ía necesar iamente determinar un progreso importante en la civ ilización general y que•il poco tiempo causaría gr andes cambios en el orden social que ex istía entonces en

liuropa”. Gana una fortuna especulando con los bienes nacionales y se arruina tan deprisa como se había enriquecido. Profeta incomprendido, trata de convertirse en el concejero político de la joven burguesía capitalista. Poco tiempo antes de su muerte publicaim Nouveau christianisme (1825).

2.° La escuela saint- simoniana se constituye tras la muerte de Saint- Simon. E n 1828i omienza la exposición de la doctr ina. E l saint- simonismo atrae a algunos antiguos conspiradores (como Bazard y Buchez) y a muchos politécnicos e ingenieros (Enfantin, Michel< hevalier, T alabot, Jean Rey naud, E douard Char ton, etc.), de los cuales un buen número son israelitas (Olinde Rodrigues, los Péreire, etc.). La seducción ejercida por eltmlnt- simonismo sobre la Escuela Politécnica debe ser particularmente subrayada.

La historia del saint- simonismo comporta generosos sacrificios, intuiciones proféticas,episodios burlescos (como la retirada a Ménilmontant), resonantes procesos e innumera

bles cismas hasta la dispersión final.

\ En una ex posición más detallada seria indispensable disting uir neta-nirnte entre lo que corresponde a Saint- Simon y lo que corresponde a susmu esores; también ser ia necesario señalar las diverg encias entre los mismosmu esores (cf. la oposición de B azard al hipermisticismo de E nf ant in). En••>njunto, y aun subrayando hasta la caricatura los rasgos relig iosos de ladoctrina (uniforme, ritual, cantos, jerarquía eclesiástica, etc.), los saint-si-nimiianos parecen .haber insistido en los aspectos prácticos, en todo aquello■1111* podí a seducir a una generación, apasionada sin duda por el ideal, peroImuliién por la eficacia. En cambio, apenas si desar rollaron las ideas — quepodían parecerles difícilmente realizables—- que Saint- Simon había ex puestonnlin; La réorganisation de la société européenne (1814) y sobre la utilidadtpic representaría la institución de un Parlamento europeo.

Kl saint- simonismo de los saint- simonianos es, pues, más pedag ógico yituVi práctico que el saint- simonismo de Saint- Simon. Pero, en general, esHiiH lio más f iel al pensamiento de Saint- Simon que lo fue la escuela fourie-•im.i ul de Fourier.

I») Una doctrina de la producción.— E l saint- simonismo es, ante todo,iiiiíi doctrina de la producción: “L a política es la ciencia que tiene por objeto•I tilden de cosas más favorables a todos los tipos de producción” . Mie ntr ast| iit' A dam Smith y los teóricos de la economía liberal se interesaban sobreliitln por los consumidores, Saint- Simon subraya la eminente utilidad de losfmului lores. T al es el sentido de la famosa “par ábola” (181 9): “Suponga-ihiin que Francia pierde súbitamente sus primeros cincuenta físicos, sus| »iluifio.N cincuenta químicos, etc.” . Seg ún Saint- Simon, Francia podría perf i l , nIii menoscabo, la familia real, los ministros, los altos funcionarios.Indi t‘t los empleados de los Minis te rios ” , el alto clero, los jueces y los

lll HDD propietarios más ricos que no cultiv an directamente sus tierras —o W«. ru total, los 30.000 indiv iduos considerados como los más impor tantes

I I 'iludo ; en cambio, sería una catástrofe nacional si Fr ancia perdierali li ' 1,000 primeros sabios, artistas y artes anos” . Entre estos 3.000 hombresa imIv a i figuran 600 cultivadores directos, 200 negociantes, 200 sabios, 250

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4 3 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

escritores o artistas, 250 a 300 representantes de las profesiones liberales,integrando el resto las industrias y los cuerpos de oficio; hay que conservar50 banqueros, pero también 50 herreros, 50 cuchilleros, etc.

Saint- Simon establece así una dis tinción fundamenta l entre los productores y los ociosos (que denomina “záng anos” ). Reserv a para los producto

res el término de "industriales”, del que hace, a partir de 1817, un ampliouso: Systéme industriel (1821- 1822),Catéchisme des industriéis (1823- 1824).Rouget de Lisie compone en 1821 unChant des industriéis: “Honor a nosotros, hijos de la indust ria”. Saint- Simon afirma: “L a clase industr ial es laclase fundamental de la sociedad, la clase nutricia de la sociedad”.

No hay que engañarse sobre la expresión “clase indust rial” . Par a Saint-Simon, un cultivador directo, un carretero o un carpintero son industriales.Los industriales son los productores, cualquiera que sea la producción de quese trate. Quedan, así, enrolados en una misma “clase” el banquero, el propietario terrateniente y el cerrajero.

c) Tecnocracia.— L a tarea más urge nte consiste en organizar la economía: “La filosofía del último siglo ha sido revolucionaria, la del siglo xidebe ser org anizadora” . Los saint- simonianos creen en la v irtud de la org anización (cf-. la publicac ión ti tuladaL ’oryanisateur, 1819-1820).

La organización de la economía importa más que las instituciones políticas: "Atribuimos demasiada importancia a la forma de los Gobiernos”.E l saint- simonismo afirma, de esta manera, el primado de lo económicosobre lo político: “La Declaración de Derechos del Hombre, a la que se hacontemplado como la solución del problema de la libertad social, no erarealmente más que su enunciado” . Saint- Simon no sólo sugiere la distinción— que se convertirá en clásica— entre libertades formales y libertades reales,sino que pone en duda los principios mismos del liberalismo político y dela democracia.

Saint- Simon no es un dem]ócrata. Considera la desigualdad como natural y beneficiosa. Cree en la virtud de lasélites. En la jerarquía saint-simo-niana se clasif ica a cada cual según su capacidad y se le retribuye segúnsus obras. Desconfía tanto de los políticos como de los militares. Lo únicoque pide al Gobierno es que organice la economía, especialmente el crédito;en la cumbre de la je rarquía saint- simoniana se sitúan los banqueros. E lGobier no, seg ún Saint- Simon, es, propiamente hablando, una tecnocracia.

A sí, Saint- Simon se convierte en el precursor de quienes alaban los méritos de los “Gobiernos de técnicos” y reprochan periódicamente a Francia

su "fobia por lo económico”.d) Crítica del orden establecido.— T al economismo parece situar alsaint- simonismo muy lejos de lo que denominamos hoy una doctrina socialista.

Sin embargo, aunque las soluciones suger idas por los saint- simonianosdifícilmente pueden ser calificadas de socialistas, la crítica de la economíaliberal de Saint- Simon anuncia la crítica marx ista. Eng els, en su Anti- Dühring, habla de la “profundidad genial de mirada" de Saint- Simon.

“Mejorar lo más rápidamente posible la existencia moral y material dela clase más pobre.” L a inspirac ión de Saint- Simon no difiere de la deMar x ; su objetivo es la refprma social.

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EL MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 431

Su método subraya la importancia de la infraestructura económica y basaen el trabajo la diferenciación de las clases. “No hay cambios en el ordensocial sin un cambio en la propiedad", escribía Saint- Simon en 1814. M uchos textos de Saint- Simon anuncian, de esta forma, los temas fundamen

tales de Marx.Por último, aunque Saint- Simon respeta la propiedad (aun pidiendo altiempo su reorganización bajo control del Estado) y conserva, a este respecto, la mentalidad de antiguo comprador de bienes nacionales, algunosde sus discípulos van más allá que él y consideran a la propiedad como unafunción social, pronunciándose contra la herencia: “El único derecho conferido por el título de propietar io — puede leerse en la ex posición de laDoctrina— es la dirección, el empleo, la ex plotación de la propiedad” .

e) Sueños y realizaciones.— Para poder apreciar correctamente el saint-Mimonismo es necesario confrontar los sueños con las realizaciones.

Los sueños son gr andiosos. Los saint- simonianos quieren realizar unareforma global de la sociedad. No se satisfacen con realizaciones parciales,con empresas nacionales. Creen en la unidad del género humano y quiereninstaurar la concordia y la armonía universales. Cuentan con el desarrollo«le la industr ia y de los tr ansportes para poder cimentar una paz definitiva. Están convencidos de que la edad de oro de la humanidad no estái ii el pasado, sino en el porvenir. L a "relig ión saint- simoniana” — y a que así»r denomina la escuela después de 1830— es, ante todo, re lig ión del pro-Ureso. No es una meditación indiv idual (el saint- simonismo es f undamentalmente antiprotestante), sino una efusión social y la regla de una comunidad.

Los saint- simonianos realizaron muy concretamente su ideal. Ingenieros, financieros y administradores, contribuyeron a crear los primeros ferro-i niTiles franceses, asociándose muy de cerca a tal empresa "el padre”i nfantin. Foumel y Enfantin trazan los primeros planos del canal de Suez,i| iir será re alizado por un antiguo saint- simoniano, Ferdinand de Lesseps;Inri hermanos Péreire organizan el crédito mobiliario: Edouard Charton lan-

w una revista popular de gran tirada,Le Magasin Pittoresque; CharlesI )iiveyrier funda la primera agencia de publicidad para periódicos; Michel< licvalier es uno de los consejeros económicos de Napoleón III. E l Seg undoImperio — rég imen autoritar io que fomenta la economía y la banca— se nosmuestra, en ciertos aspectos, como la ta rdía realización de los sueños saint-•imonianos.

¿Realización o traición? ¿Fueron los saint- simonianos infieles a los sue-n. .h de su juventud, o no tenían otros medios para realizarlos? En cualquieri uno, no hay nada menos utópico ni menos socialista que esta participaciónilr los saint- simonianos en la ex pansión del capitalismo f rancés.

IJ) Fo u r i e r .— L a obra de Charles Fourier (1772- 1837), plena de extraños desarrollos (¿cómo hacer que le gusten las matemáticas a una joven

i» ln que gusta el ajo? ) y de profecías ex travag antes (el ag ua de mar lleg arámm-f potable y las ballenas serán sustituidas por antiballenas que ay udaráni» tiimi de los barcos), ha ejercido una influencia no desdeñable, pero sin'Imlii menor que la de Saint- Simon.

No obstante, tiene el triple interés:

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4 3 2 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

1.° De tratar de ex poner una interpretación global del universo, y demanifestar esa pasión por la unidad que caracteriza el comienzo del siglo XIX.

2 ° De exponer una crítica muy ag uda del sistema capitalista.3.° De suger ir un plan de asociación voluntaria, en el que aparecen

amplificadas y sistematizadas aspiraciones confusas pero ampliamente extendidas entre la pequeña burguesía y el artesanado, amenazados por la revolución comercial, así como también entre un proletariado que no poseetodavía la conciencia de formar una clase. La obra de Fourier contribuye,de esta forma, a iluminar la mentalidad de una sociedad.

a) E l [ alansterio según Fourier.— “T ipo de viejo solterón g ruñón testarudo” (M. Leroy), “amigo de comer en fondas baratas” (R. Maublanc)Fourier es un personaje balzaquiano. Hijo de un comerciante en paños,llevó la vida mediocre de un viajante de comercio y de un empleado subalterno, esperando hasta su muerte el mecenas que debería ayudarle a reformar el universo.

Fourier creía, en efecto, haber realizado un descubrimiento capital alafirmar que el principio de atracción no sólo regía el mundo físico, sinotambién el mundo social. La ciencia de las sociedades se reduce, segúnél, a una matemática de las pasiones. Clasifica, pues, minuciosamente, nosin alg una propensión al erotismo, las pasiones humanas. A sí como los saint-simonianos preconizaban la “rehabilitación de la carne", él quiere exaltarrománticamente las pasiones, a fin de instaurar lá armonía universal. Fourierhace, de manera inagotable, la crítica de la sociedad que le rodea; comodijo Engels en su A nt i- Dühring , “es uno de los más grandes satíricos detodos los tiempos”.

"T odo es vicioso en el sistema industr ial — afirma— ; tal s istema no emás que un mundo al revés.” Contrar iamente a los saint- simonianos, Fourierno tiene la menor inclinación por la industria: “Las manufacturas progresana causa del empobrecimiento del obrero".

El hombre no debe dedicar a la industria más que la cuarta parte de sutiempo como máximo. En consecuencia, hay que diseminar las fábricas porel campo, al objeto de que los obreros puedan consagrar una parte de sutiempo a la labranza.

Fourier, que había vivido en Lyon y que había visto de cerca la miseriaobrera, muestra una clara preferencia por la agricultura, especialmente porla horticultura. Flores, frutos y comidas ocupan un amplio lugar en el universo fourierista.

En todo caso, Fourier persigue con un odio tenaz al comercio y a loscomerciantes. Estos son parásitos, y todo su arte consiste en vender a sel»francos lo que cuesta tres, y en comprar en tres lo que cuesta seis. El comercio crea una “feudalidad mercantil” y favorece el reinado de los banqueros (a los que Fourier juzga con mucha menos simpatía que Saint-Sl-mon). El liberalismo económico engendra una anarquía y una miseria tlrlas que Inglaterra ofrece un triste espectáculo. Fourier habla sin ningunnafabilidad de los "comerciantes de Londres” y de la codicia inglesa.

De esta forma, en tanto que los saint- simonianos reclaman una profunda

transformación de la economía, Fourier parece desconfiar de ella, y, rn

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4 3 4 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

El movimiento cooperativo no carece, evidentemente, de relación con elpensamiento de Fourier, pero sería totalmenteabusivo presentar a Fouriercomo el profeta y el fundador de la cooperación. Es lícito pensar que el

juicio de Fourier sobre las cooperativas de consumo habría carecido de entusiasmo; tal vez incluso, al tiempo que hubiera deplorado su ausencia deambición ampliamente reformadora, hubiera visto en ellas la manifestaciónde ese espíritu mercantil que le horrorizaba. Nos parece que Henri Desroche

y Emile Poulat, llev ados por su simpatía hacia Fourier, abultan un poco suinfluencia.

C ) P r o u d h o n .— No es posible separar el proudhonismo de la vida deProudhon; el proudhonismo es, ante todo, la presencia de un hombre.

Pierre- Joseph Proudhon (1809- 1865) fue hijo de un tonelero y una cocinera. Cuidó animales en el campo, cerca de Besangon (cf. el famoso pasajde La justice dans la Révolution et dans l'Eglise, quinto estudio, cap. I V :“ ¡ Qué placer antaño en revolearme en las altas hierbas que yo habría deseado ramonear como mis vacas!"). Se juró a sí mismo permanecer fiel a lclase obrera y trabajar sin descanso... para la mejora intelectual y morade quienes se complace en denominar sus hermanos y compañeros (cartaa la Academia de Besangon en 1838).

Una existencia "a lo Péguy", cuyos principales acontecimientos son:— la ruptura con Karl Mar x en 1846. A lSystéme des contradictions économiques ou

philosophie de la misére publicado por Proudhon Marx responde con laMisé rede la philosophie;

— la elección de Proudhon en 1848 a la A samblea Nacional, en la que no consiguhacerse escuchar (cf. el testimonio de V íctor Hug o enChoses vues, y el de Tocqueville en susSouvenirs);

— su condena a tres años de prisión en marzo de 1849, tras v iolentos art ículos contrel príncipe- Pres idente;

— su Révolution sociale démontrée par le coup d'Etat du 2 décembre 1851 (1852), quea juicio de muchos de sus antiguos amigos resulta una escandalosa adhesión a Napoleón III; las obras ulteriores de Proudhon muestran que muy pronto guardó lasdistancias con el Segundo Imperio, pero a pesar de todo se le sigue acusandode haber pactado con el "régimen fuerte".

Proudhon escribió mucho. Sus principales obras que conciernen a la política son lastres memorias sobre la propiedad (1840- 1842),De la création de l’ordre dans ihumanité (1843), Sy stéme des contradictions économiques ou philosophie de la misé re (1846), So

lution du probléme social (1848), Les confessions d'un révolutionnaire (1849), Idée générale de la Révolution au X IX ' siécle (1851), La Révolution sociale demontrée par le coup d'Etat (1852), De la justice dans la Révolution et dans l’Eglise (1858- 60), La guerre et la paix (1861), Du príncipe fédératif (1863), De la capacité politique des classes ouvrié- res (1865).

Las principales obras de Proudhon son posteriores a la revolución de1848. Sin embargo, creemos adecuado hablar de Proudhon en este capítulo que estudia el período anterior a 1848. El pensamiento de Proudhon sformó en una Francia todavía ampliamente artesanal y campesina, antede la gran expansión industrial del Segundo Imperio. Este pensamiento pre

capitalista pertenece a una edad diferente de la del pensamiento capitali.s-

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EL MOVIMIENTO DE LAS IDEAS

ta de Marx. No obstante, volveremos a encontrarnos con Proudhon cuandohablemos, en un capítulo próx imo, de M a r x 10.

a) Contradicciones y actualidad de Proudhon.— Pr oudhon fue autorde algunas fórmulas que produjeron escándalo (‘‘La propiedad es un robo",

“Dios es el m a l”). En su obra ex isten muchos tex tos aparentemente contradictorios; nada resulta más fácil que oponer a un texto de Proudhon otrosuyo. Se da a conocer mediante una diatriba contra la propiedad, peroex alta luego la propiedad campesina; lo que ocurre — aseguran los proudho-nianos— es que no critica la propiedad en tanto que tal, sino el mal uso quese hace de ella, la propiedad sin utilidad social... Declara la guerra a lareligión en nombre de la ciencia y en nombre de la moral, pero luego hacede ella un magnífico elogio enLa création de l’ordre (“ ¡ Cómo supo ennoblecer el trabajo, hacer llevadero el dolor, humillar el orgullo del rico yrealzar la dignidad; del pobre!” , ed. Cuvillier , págs . 73- 74); los proudhonia-

nos explicarán, es cierto, que es un elogio fúnebre... Dirige a la guerra unsaludo que Joseph de Maistre no habría desaprobado (“¡ Salud a la guerra!(iradas a ella el hombre, apenas salido del barro que le sirve de matriz,se constituye en su majestad y valor”,La guerre et la paix, pág. 29), perolin poco más adelante afirma que contiene un elemento bestial y que inspira, en consecuencia, un legítimo horror; los proudhonianos explican aquíi| ue la guerra ex altada por Proudhon es "la guerra ideal, la guerr a sometidaa leyes, la guerra leal entre combatientes seguros de su derecho” “ .

En tanto que Saint- Simon, Fourier, L ouis B lanc y Pierre Leroux sonhoy temas de Historia, Proudhon tiene todavía sus fieles, sus entusiastaspartidarios. La escuela de A ction Frangaise ha exaltado durante muchotiempo a Proudhon como un "maestro de la contrarrevolución”, como unadversario de la democracia. Y a los proudhonianos de derecha se han opuesto ardientemente los proudhonianos de izquierda. En la época actual se haconvertido en costumbre el considerar a Proudhon como el maestro de lo•liic habría podido y debido ser el socialismo f rancés, si no hubiera sido«lesviado de su camino por el marxismo; la renovación del federalismo hacontribuido a nutrir esta leyenda proudhoniana, a la que los marxistas continúan oponiendo la imagen de un Proudhon resueltamente reaccionario12.No es fácil, pues, distinguir el proudhonismo de las leyendas que se leoponen.

b) Proudhon y la democracia.— Saint- Simon y Fourier considerabanijii'' la solución del problema social no era un asunto político. Proudhon eslie la misma opinión. Estima que existe una ciencia de la sociedad y que eluinocimiento básico es la economía política: “L a política hoy día es economía política”, afirma enLa guerre et la paix en 1861. En 1848 declara que«I "Manco del Pueblo” es la "solución del problema social”.

Pr oudhon no tiene mayor confianza que Saint- Simon y Fourier en lademocracia parlamentaria. "Democracia — escribe en diciembre de 1851—i » una palabra ficticia que significa amor al pueblo, amor a los niños, perolio gobierno del pueblo.” Y enLa révolution sociale, démontrée par le coup

VA iihh ii i A h ndolunto, jM-k h. 475- 504." (Jut- Orand, Póur comuaitre Ut petwée do Proudhon, Bordas, 1047, 172.** li<>N"('I j ihn I<|iucih <íu í ’miple” han acogido « Saint- Simon y a Fourior, poro no a Proudhon.

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4 3 6 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

d'Etat afirma que “democracia es demopedia”, es decir, educación delpueblo.

En 1848 Proudhon considera que el pueblo francés no está preparadopara la revolución. Cuando cuatro años más tarde acepta el golpe de Estadoes, sin duda, porque considera que la única revolución importante es deorden económico y social; el golpe de Estado es un acontecimiento puramente político que no afecta a lo esencial; por ello no resulta imposibleotorgar la confianza al nuevo régimen y contar con él para realizar esarevolución de la economía, que es la única verdadera revolución.

Proudhon critica ásperamente el sufragio universal: “Religión por religión, la urna popular está todavía por debajo de lasainte ampoule mero-vingia. T odo lo que ha producido ha sido el cambiar la ciencia en tedio yel escepticismo en odio". Las fórmulas de este tipo, que abundan enLa

justice dans la Rév olution et dans l'Eg lise, serán recogidas con entusiasmopor los doctrinarios de A ction Frang aise.

La desconfianza proudhoniana respecto a la democracia se encuentra,además, en la tradición de los sindicalistas franceses, que durante muchotiempo se aplicarán a distinguir entre la acción sindical, la única verdaderamente revolucionaria, y la acción política, que corre el peligro de caer enel oportunismo.

c) Proudhon contra el Estado.— Proudhon desconfía del Es tado todavía más que de la democracia; siente la mayor aversión hacia la centralización y la burocracia. Critica elContrat social de Rousseau, que amenazacon conducir al despotismo de la voluntad general: "su programa hablaexclusivamente de derechos políticos; no reconoce derechos económicos”

(De la justice...). Proudhon sueña con una sociedad anárquica — en el sentido etimológico del término— en la que el poder político sería sustituidopor libres acuerdos entre los trabajadores. Prefiere Voltaire a Rousseau.

Proudhon se opone a cualquier autoridad, tanto a la de la Iglesia comoa la del Es tado. Contrariamente al saint- simonismo, la doctrina de Pr oudhones fundamentalmente antirrelig iosa, y si rompe con Mar x , en 1846, es porque considera al marxismo como una religión intolerante. "... No nos. convirtamos en los jefes de una nueva religión, no adoptemos la postura de jefesde una nueva religión, aunque esta religión fuese la religión de la lógica, lreligión de la razón” (carta del 17 de mayo de 1846).

En su libro sobreProudhon et le christianisme el R. P. de Lubac hasubrayado con vigor lo que él denomina su “antiteísmo social”, así como su“inmanentismo moral". Concluye de esta forma su análisis: “Su crítica, dirigida en primer lugar y de forma más explícita contra el cielo de las relgiones, afecta por añadidura a cualquier mesianismo terrestre”.

d) Igualdad y solidaridad.— La doctr ina de Proudhon es, a la vez, unadoctrina de libertad y de igualdad. T ambién aquí el proudhonismo se diferencia del saint- simonismo y del fourierismo, ya que ni el uno ni el otrson doctrinas igualitarias. Proudhon, en cambio, se muestra apasionadamente apegado a la igualdad: "La igualdad de las condiciones, he aquí eprincipio de las sociedades; la solidaridad universal, .he aquí la sanción diesta ley”, declara en su primera memoria sobre la propiedad.No quiere sacrificar la libertad a la igualdad, ni la igualdad a la liber

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I I. MOV IMIENTO DE LAS IDEAS 4 3 7

lad. Devolviendo todo su sentido al lema revolucionario, piensa que el equilibrio entre la libertad e igualdad sólo puede ser realizado mediante una■tolidaridad fra ternal. De es ta forma, en susConfesions d’un révolution-u.iire, opone a la libertad simple —que es la del bárbaro, o la del civilizadot| iie no reconoce más ley que la de cada uno para sí— la liber tad compuesta,t| tic se confunde con la solidar idad: “Desde el punto de vista social, libertad y .solidaridad son términos idénticos : la libertad de cada cual encuentra enl.i libertad de los demás no un límite, s ino un aux iliar-, el hombre más libreen el que tiene más relaciones con sus semejantes”.

e) Federalismo y mutualismo.— Por consiguiente, la doctrina de Proud-lion es una doctrina de la solidaridad:

a) E n el campo político:federalismo. Para Proudhon, el Estado esuna federación de grupos. El Estado es la consecuencia de la reunión de\.u ios grupos diferentes, tanto por la naturaleza como por el objeto, “ formados cada uno para el ejercicio de una función especial y la creación deun objeto particular, y unidos después bajo una ley común y con un interésidéntico” (De la justice, cuarto estudio).

Proudhon es partidario, igualmente, de la federación en el campo internacional. Dedicó a la acción antinacionalista y antiunitaria varios folletos,uní como un tratado: Du principe fédératif (1863). Dese(ó para Italia unn'illmen federal, y no v aciló en profetizar : “L a era de los Gobiernos dei oiu’cntración y de las grandes aglomeraciones de pueblos ha terminado.I I niglo XX abr irá la era de las federaciones, en la que la huma nidad v olve rám i onienzar un purg ator io de mil a ños ” .

/i) E n el campo social:mutualismo. La asociación mutualista ofrece,

M'\ | t1n Proudhon, la posibilidad de resolver el problema social sin violencia V mIm lucha de clases. E l mutualismo consiste en un intercambio en vir tudili'l cual los miembros asociados se garantizan recíprocamente “servicio por••■i vicio”, crédito por crédito, retribución por retribución, seguridad por se-uurldnd, valor por valor, información por información, buena fe por buenaI», verdad por verdad, libertad por libertad, propiedad por propiedad”. LaIMtnrlpal institución mutualista imaginada por Proudhon, el "Banco del Fuello', no pasó apenas del estadio del proyecto, pero Proudhon no por ello

tl*| | ó de afirmar que “la mutual idad es una fórmula, hasta el presente des-•Irnudn, de la jus ticia” .

í) El humanismo proudhoniano.— Para Proudhon la justicia es la su-piema virtud. A sus ojos, el problema esencial es un problema moral. Cual-t| uU'r sistema de intercambio, por bien concebido que esté, sólo puede fun-iIiiimi .si los participantes respetan no sólo la honradez, sino también la justo Id, que es un sentimiento propiamente rev olucionar io: “Las revoluciones•« m i las sucesivas manifestaciones de la justicia en la humanidad" (brindisiUI 1/ de octubre de 1848).

I’mudhon, en consecuencia, asocia estrechamente justicia y revolución.Ntro /qué es la justicia? "Es el respeto, espontáneamente sentido y recí-(th'i ámente garantizado, de la dignidad humana, en cualquier persona y en»Miili| iiii*r circunstancia en que se encuentre comprometida, y a cualquierH»n| o que su defensa nos ex ponga(De la justice, seg undo estudio, capí-IiiIh V I I ).

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4 3 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTIC

En definitiva, la política de Proudhon descansa sobre una determinadconcepción del hombre. S u humanismo •— como ha señalado Jean L acroix —es un “humanismo! de la tensión”. Mientras los marxistas se preocupan pla síntesis, P roudhon opina que “ la síntesis es gubernamental” , y que emenos conveniente el resolver las contradicciones que el asumirlas. Sobesta cuestión la oposición entre Proudhon y Ma rx es irreductible.

El pensamiento de Proudhon es la expresión de un temperamento apasionadamente hostil a cualquier forma de alistamiento. Pero este individulismo no es algo exclusivo de Proudhon. Es la expresión de una sociedque todavía no ha descubierto las necesarias disciplinas de la acción colectiva en un medio industrial. No cabe duda de que el proudhonismo es máun socialismo para los artesanos que — como se ha dicho— “un socialismpara los campesinos”. En armonía con un determinado estado de la sociedad francesa, corría el peligro de que el día en que la revolución industrimodificara las bases de esta sociedad, apareciera anacrónicamente como unmoralismo. Por consiguiente, la decadencia de la influencia proudhonianal final del Segundo Imperio fue precipitada, más que por la propagandmarxista, por las nuevas condiciones creadas por la revolución industria

g) Ens ay o de síntesis Saint- Simon- Fourier- Proudhon.—■Proudhon se opuso con extremada violencia a los saint- simonianos, especialmente a Enf antin, y juz g ó sin indugencia a los fourieristas. Sin embargo, como acertadamente ha indicado G. GurvitcProudhon no sería posible sin Saint- Simon. Pueden indicarse algunos puntos de coincdencia entre su obra v la de Proudhon:

1.° E l Es tado está destinado a disolverse en la sociedad;2.” L a propiedad constituye la base de toda la estructura social, pero se encuentr

en perpetua evolución;3.° La sociedad existe "en acto ”, es decir, acción, esfuerzo, creación;4.” La clase obrera o proletar ia (la palabra es de Saint- Simon) se opone a la clade los propietarios ociosos;5.” La nuev a moral descansa sobre el trabajo;6 .“ E l humanismo prometeico es el único que puede conducir a comprender la so

ciedad y su destino (pero en Saint- Simon este humanismo es ".panteista”, mientras quen Proudhon es "antiteísta ”.

2 ) S oci a l i sm o y d em o cr a c i a .

"Louis Blanc — escribe Proudhon en susConfessions d’un révolutionnai-re— representa el socialismo gubernamental, la revolución desde el Poder

yo represento el socialismo democrático, la revolución por el pueblo. Ex ite un abismo entre nosotros.” En otro lugar Proudhon califica a Louis Blade "sombra desmedrada” de Robespierre.

Cabet, Buchez o Pierre Leroux son indudablemente, en ciertos aspectos, muy diferentes a Louis Blanc. Pero todos tienen de común una confianza en la democracia y en la revolución política que está muy lejos daflor ar en Saint- Simon, Fourier o Pr oudhon.

Blanqui parece, a primera vista, un personaje fuera de serie, un activista de una raza diferente a la de sus contemporáneos, fabricantes deutopías. Pero, en realidad, sus ideas no son tan diferentes de las de sus

contemporáneos, ya que proceden del mismo idealismo, del mismo reformismo.

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l'.l. MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 4 3 9

a) Cabet y el comunismo utópico.—Etienne Cabet (1788-1856) era hijo de un tonelero, pero no fue ni un proletario ni un agitador. Realizó estudios de Derecho, ejerciól.i profesión de abogado y ocupó incluso durante cierto tiempo, tras la revolución de1830, el ¡puesto de procurador general en Córcega. En 1832 fue elegido disputado de laCfite-d’Or . E n 1842 publicó una utopía comunista, el V oy ag e en Icarie.

Cabet es un "demócrata convertido en comunista". Antiguo dirigente de los carbonar ios , antiguo secretario del burguesísimo Dupont de l'Eure, Cabet es un fiel admirad o r d e la Revolución francesa. En 1839 publica unaHistoire populaice de la Révolution Icnrifaise de 1789 á 1830, en la que define de la siguiente forma a la democracia: "Pordemocracia... entiendo, en una palabra, el sistema social y político más favorable a lad i g n i d a d y al per feccionamiento del hombre, al orden público, al respeto de las leyes

y a la felicidad de todos los ciudadanos, dándole por fundamento la educación y el tratólo”. Cabet, partidario del sufragio universal y de la educación popular, cree que laIgualdad y la fr aternidad conducen de forma natural a la comunidad de bienes: “(El com u n i s m o ) es la realización más completa y la única perfecta de la Democracia... LaI >cmocracia conduce a la Comunidad y ... , sin la Comunidad, la Democracia perfectaes imposible”.

El comunismo de Cabet no deriva en modo alguno de un análisis a fondo de, las¡ validades contemporáneas. Es una mezcla en la que se combinan Platón, T omás Moro ,las utopías comunistas del siglo Xvin. el owenismo y un cristianismo fraternal que sermparenta con el de Saint- Simon: el comunismo icar iano es el verdadero crist ianismo”,

los comunistas actuales son los discípulos, los imitadores y los continuadores de Je-«ucristo". Cabet piensa que la comunidad resulta más fácilmente practicable en una grannación industrial y comerciante que en un pueblo pequeño poco desarrollado; su comunismo, difiere, en consecuencia, del comunismo espartano de Babeuf.

Cabet, al igual que Owen y que Fourier, cuenta, para realizar esa fraternal recon-■tllación con la que sueña, con el ejemplo comunicativ o de una ex periencia con éx ito.I V ro las tentativas ¡cariarías en Texas y en Illinois fracasaron completamente. No pareceHile las ideas de Cabet tuvieran una verdadera audiencia en los medios populares. Sul ' r r l ó d i c o Le Populaire tira 3.600 ejemplares en 1846, y Cabet no consigue salir elegido| mra la Asamblea Na cional de 1848, obteniendo menos de 70.000 votos .

b) Buchez y et socialismo cristiano.— E l médico Buchez (1796- 1865) es, junto conHiUard, uno de los fundadores de los carbonarios franceses (1821). Seducido por losnaliit simonianos, se separa, s in embargo, de ellos en 1829; no obstante, los buchezianospretenderán ser, durante mucho tiempo, los herederos del saint- simonismo auténtico. SeConvierte al catolicismo, y en 1833 publica unaIntroduction a la Science de l'histoire, y,i le - pués, una Histoire parlementaire de la Révolution fratTgaise (1834-38).

Buchez se dedica a demostrar, no ya que los principios de la Revolución francesalio se encuentran en oposición con los principios cristianos, sino que derivan directamente de ellos. La Rev olución francesa es la consecuencia más adelantada de la civili-Ituión; y la civilización moderna ha s alido enteramente del Evangelio. T ales son las dosgrnndes tesis que Buchez desarrolla. Critica vivamente a la Constituyente y no ocultaMI* preferencias por la Convención.

Iluchez, teórico de la asociación obrera y de la cooperativa de producción, quiereeliminar el salariado y organizar el trabajo. Louis Blanc se inspiró bastante, al parecer,m mis ideas; tal es, al menos, lo que Arniand Cuvillier sugiere en su libro sobreBuchez rl /«•-•* origines du socialisme chrétien.

Las ideas de Buchez tuvieron una cierta difusión en los medios obreros. Testimoniaiilí» difusión el periódicoL ’Atelier, "órg ano de los intereses morales y materiales de lail>i»r obrera”, que apareció de 1840 a 1850 y que fue siempre exclusivamente redac-Imío por obreros, especialmente por Anthime Corbon.L’Atelier, que tenia como lemaIn* palabras de San Pablo: "El que no trabaja no come", tenía vinculaciones buche-•lanas. E l propio Buchez fue, en 1848, el primer pres idente de la Asamblea Na cional.I V alua ción simbólica que muestra adecuadamente el eco suscitado en la opinión por elIntento bucheziano de síntesis entre el cristianismo, el socialismo y el ideal revolu-

i Ilutarlo.c) Pierre Leroux y la religión de la humanidad— Pierre Leroux (1797-1871) es, más■iitii <| iie Buchez, el hombre de las vastas síntesis. A l ig ual que B uchez, pasa por el

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4 4 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

saint- simonismo (que abandona en 3831), y también, como él, invoca con emoción losrecuerdos de la Convención y da incluso a entender que ha nacido en 1793: “Na cí porel tiempo en que la Convención luchaba contra el negociantismo", escribe en 1846 enMaltlius et les économistes. T ambién habla Ler oux del "verdadero cristiano" y de "esasdos grandes cosas: el Evangelio y la Revolución".

Pierre Leroux fue muy admirado durante su vida. Lamartine afirmaba que algún díase leerían las obras de Pierre Leroux como se leyó elContrat social. George Sand sedeclaraba pálido reflejo de Pierre Leroux, Renán, en susSouvenirs d'enfance et de jetines- se, subraya la seducción que Pierre Leroux ejercía sobre los alumnos del seminario deSaint- Sulpice. Sus principales obras,De ihumanité. De Végalité, Du christianisme et de son origine démocratique, Malthus et les économistes. La gréve de Samare?, etc.,constituyen, por consiguiente, importantes documentos para el conocimiento de la época.

Según Pierre Leroux, que lanzó la expresión, el socialismo tiene como misión “conciliar, mediante una verdadera síntesis la libertad, la fraternidad y la igualdad". Haceenlazar, pues, al socialismo con la Revolución francesa. En 1832 preconiza "la doctrinade la Revolución francesa, la doctrina de la igualdad organizada”. En 1833, en el número de octubre- diciembre de la Revue Encyclopédique, escribe: “La lucha actual delos proletarios contra la burguesía es la lucha de quienes no poseen los instrumentos detrabajo contra quienes los poseen".

El pensamiento de Pierre Leroux es, sobre todo, religioso: “Soy un creyente", secomplace en repetir, y enLe carrosse de M. Aguado (1848) no vacila en escribir: Jesúses el más grande de todos los economistas, y no existe ciencia verdadera fuera de sudoctrina".

Tres palabras se repiten sin cesar en la obra de Pierre Leroux: unidad (“Buscamosla unidad y demostramos la posibilidad de establecerla"), igualdad (“Esta palabra resumetodos los anteriores progresos realizados, hasta ahora, por la humanidad") y, sobre todo,humanidad ("No somos los hijos ni de Jesús ni de Moisés, somos los hijos de la humanidad”).

La democracia es, para Pierre Leroux, una religión. Cree que el sistema representativono debe ser una representación de lo que es, sino una "representación del Ideal". Esto leconduce a elaborar, en 1848, un proyecto de Constitución totalmente extraño, en elque las instituciones par lamentarias re flejan el misterio de la T rinidad. Por lo demás,no faltan los pasajes extraños en la obra de Pierre Leroux, aunque sólo fuera su teoríasobre el principio de continuidad y la utilización del abono humano...d) Louis Blanc y la organización del trabajo.—-Louis Blanc (1811- 1882), r edactor jefedel Bon Sens, fundador de la Revue du Progrés, redactor de La Reforme, presidenteen 1848 de la Comisión de gobierno para los trabajadores o Comisión de Luxemburgo,exilado en Londres tras las jornadas de junio, autor en el exilio de unaHistoire de la Révolution frangaise, es el tipo mismo de demócrata reformista. Sus ideas sociales, queprodujeron un gran temor a la burguesía, no son, sin embargo, ni muy originales nimuy revolucionarias.

La popularidad de Louis Blanc en los medios obreros se vincula con una fórmula: laorganización del trabajo. Louis Blanc, recogiendo un tema ampliamente vulgarizado pollos saint- simonianos, ex puso en un artículo deRevue du Progrés — recog ido luego enun folleto con el títuloL'organisation du travail (1840)— un plan de reforma encaminadoa abolir la concurrencia y a asegurar “el mejoramiento moral e intelectual del destinode todos, mediante el libre concurso de todos y su fraternal asociación".

Louis Blanc preconiza la creación de "talleres sociales" que permitan “a todosIo n

obreros que ofrecieran garantías de moralidad la compra de los instrumentos de trabajoLa restricción es significativa: Louis Blanc considera conveniente que los instrumentosde trabajo pertenezcan a los trabajadores, pero inmediatamente precisa que esta pos!bilidad debe reservarse, al menos durante una fase transitoria, a los trabajadores sulicientemente educados.

Louis Blanc cuenta con el Estado para crear los talleres sociales. A este respecto, sinconcepciones autoritarias y centralizadoras se encuentran en completa oposición con i'lanarquismo de Proudhon. Los talleres sociales se crearían gracias a los fondos del Estado, pero Louis Blanc también cuenta con la generosidad de los capitalistas, llamados «Iresta manera a favorecer la des trucción del régimen del que son dueños. L ejos <1*preconizar la lucha de clases, LouisBlanc Intenta mostrar a las clases dirigentes suvfi

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I T. MOV IMIENT O DE LAS IDEAS 441

'I.ulero interés. Considera que los talleres sociales ofrecerían tal posibilidad de progresotécnico y tales ventajas en todos los aspectos (remuneración de los trabajadores, calidadde la producción, beneficios para los socios capitalistas), que concurrirían victoriosamente con las empresas existentes. De esta forma, tras un período de transición en eli| iic subsistiría de alg una manera un doble sector, libre y nacionalizado, el sistema de

talleres sociales se propagaría poco a poco y terminaría por extenderse al conjunto

iltí la economía.Las reformas preconizadas por Louis Blanc, que considera la omnipotencia del Estadolurgués como un hecho indiscutible, son, indudablemente, menos innovadoras que la ma

yoría de los planes elaborados en la misma época. Es interesante observar que fueronImn mejor acogidas en los medios populares. El 28 de febrero de 1848 las delegaciones"Itrcras que se presentan ante el Ayuntamiento llevan banderas sobre las que van ins-f ritas estas palabras : "Org anizac ión del tr abajo. A bolic ión de la ex plotación del hombre| ior el hombre".

Son conocidas las dificultades que Louis B lanc encontró en la Comis ión de Luxem-btirgo. Es sabido también cómo los "talleres nacionales”, simples talleres de caridad sinverdadera relación con los talleres sociales de Louis Blanc, fueron una de las causas de| n* jornadas de junio de 1848.

c) La revolución según Blanqui.— Louis- Auguste Blanqui (1805- 1881),•I encarcelado” , es — según su biógrafo Geffroy — “la manifestación polí-

tii .i de la Revolución francesa en el sig lo x ix ” .Blanqui se nos muestra como un revolucionario integral: “El deber de un

revolucionario — decía B lanqui— es siempre la lucha, la lucha a pesar delodo, la lucha hasta la extinción”. La vida de Blanqui, llena de tentativasrevolucionarias y de largas estancias en prisión, bajo todos los regímenes,*<•’ nos aparece así como la de un hombre de acción, poco preocupado por la

llm trina.1,1 excelente libro de A lan B. Spitzer,The revolutionary theories of loills- A uguste Blanqui, ha demostrado que este juicio sumario debe sertr< lificado. Lejos de ser un rev olucionario profes ional, B lanqui es un inte-lt*i Itiül quel se interesa por numerosos problemas y cuyos manuscritos inédi-lti<i atestiguan vastas lecturas. Este teórico de la insurrección permanenteM un "insurrecto vacilante” (A . B. S pitzer ). Casi todos los líderes blan-•I 111 Has pertenecen a la burguesía, juzgan severamente al anarquismo y cuen-Mn para hacer la revolución con unaélite ilustrada.

Mlnnqui es, ante todo, un hombre del siglo xvm. Considera al hombre««•no un animal social y perfectible. Cree en el progreso, del que tiene unallitii epción idealista y pedagógica. Estima que el siglo xix sólo se justifi-t ni ii por la ciencia, y af irma que "la moralidad es el fundamento de laMii leu,id .

Illanqui atribuye mucha importancia al problema de la educación. Vigo-. ........ .. anticlerical, denuncia la nefas ta influencia de la Ig lesia católica V. romo muchos de sus contemporáneos (cf. los cursos de Michelet y de(¿iiliirt), ve en todas partes la mano de los jesuítas. “Libertad, laicismo,llinlt lu clón” : tal es su fórmula .

Sin embargo, Blanqui es muy patriota, inclinado al chauvinismo y a lallnofobl.i. Como Toussenel — autor del célebre panfleto sobreLes Juifs rois ih I t'injque (18 44)— , considera que los judíos encarnan la usura y la rapa-Hilin! Durante mucho tiempo subsistió en Francia un antisemitismo de| it| iili idn, al igual como surge durante la Comuna (1871) un nacionalismo

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4 4 2 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

jacobin o. S ólo en los últimos años de l s ig lo x ix se tr ans fo r m an el na c ionalismo y el antisemitismo en atr ibutos tradicionales de la derecha frances a(pero no sólo de ella).

Blanqui es partidario, al tiempo que de una revolución política, de unarevolución social. La república debe realizar “la emancipación de los trabajadores, el fin del régimen de explotación..., el advenimiento de un nuevorden destinado a liberar a los trabajadores de la tiranía del capital”. Peroel “socialismo” de Blanqui resulta extremadamente vago: afirmaciones igualitarias y referencias a la justicia del tipo: “Quie n hace la sopa debe comerla” (artículo escrito en 1834 paraLe Libérateur), confianza en un “pueblo” muy impreciso, referencias a la lucha entre explotadores y explotados sin e1 menor análisis económico de las diferentes clases sociales. Lapeticiones blanquistas al Gobierno provisional en 1848 son democráticasno socialistas.

A B lanqui no le gusta Robespierre. Le reprocha tres traiciones: la ejecución de Hébert, la de Danton y el culto al Ser Supremo. Manifiesta lmayor aversión hacia el socialismo utópico, especialmente hacia Cabet, ascomo hacia el reformísmo y economismo de Proudhon. Su idea de revolución parece vincularse, de la manera más directa, con Babeuf y los hebertistas. En 1864 T ridon, discípulo muy antisemita de Blanqui, publica ulibro sobre los hebertistas.

Por consiguiente, el pensamiento de Blanqui se refiere al pasado. Comoescribe Engels en 1874, es “un revolucionario de la pasada generación”Según V.- P. V olg uine, se detuvo en su dzsarrollo ideológico en el nivque había alcanzado en 1848.

Sin embargo, la tradición blanquista siguió viva durante largo tiempono sólo entre los socialistas franceses (cf. el artículo de Benóit Malón en 1Revue Socialiste en julio de 1885: “Blanqui socialiste” ), sino en todos loque se complacen en exaltar la energía y la voluntad: Clemenceau escriben 1896 un elogio de Blanqui

3 ) L os sen t i m i en t os p o p u l a r es.

T ras este inventa rio de doctrinas resulta indispensable preguntarse en qué medliUpenetraron éstas en los medios populares.

Para responder a semejante pregunta habría que realizar una investigacióntan minuciosa como la de Georges Duveau sobre el período del Segundo Imperio.Resulliiposible, al menos, indicar algunas fuentes para una investigación deeste tipo:

1.° La literatura obrera, que prolife ró durante la monarquía de julio con la dnlilbendición de Georges Sand y de Béranger, cf. Michel Ragon.Histoirc de la littéruliiif ouvriére, Editions ouvriiéres, 1953, 223 págs.

2.° Periódicos obreros comoL'Atelier, ó,gano especial de la clase trabajadora, ndactado exclusivamente por obreros, que apareció de 1840a 1850” . V éase sobre..... I"punto el excelente libro de Armund Cuvillier.Un journnl d'oiwriers: L'Atelier, Edltlimiouvriéres, nueva edición, 1954, 221 págs. A completar con dosi estudios del mismo .mi Les joumeaux ouvriers en France av ant 1840 y Les doctrines économiques et ik Im

en 1840", en Hommes et idéo’ogies de 1840, Riviére, 1956, 254 págs. Este seg undo < Imdio es especialmente interesante; muestra que los redactores deL’Atelier juzg aban m<>•

13 VC-iiHC linfa» ntrr ts, prtc. 43! *.

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III. MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 4 4 3

i. imente a los saint- simonianos, a los fourieristas, a L ouis B lanc, etc.; excepto en materiare l ig iosa , era de Proudhon de quien estaban más cerca sus concepciones. Sin embargo.Ii.iy que abstenerse de sacar conclusiones demasiado generales de este estudio sobreI Átelier. Por un lado, L’Atcliec llegó sólo a un público muy reducido (1.000 abonadost o m o máximo); por otro, y sobre todo, no todos los obreros de la época tenían las conv i c c i o n e s religiosas de los obreros buchezianos que redactabanL'Atelier.

3.° Las memorias de los hombres salidos del proletariado, como el carpintero mer id iona l Agricol Perdiguier (1805- 1875), llamado "Ávig nonnais la V ertu”, y el albañil,o r i u n d o de la Creuse, Mar tin Nada ud (1815-1898), ambos diputados de la Seg unda Re-imMlca y exilados tras el golpe de Estado. Agricol Perdiguier,Mémoires d'un com- imiinon, nueva' edición, con un prefacio de Jean Follain, Denoél, 1943, 355 págs.; abateI llriquet, A gricol Perdig uier , compagnon du T our de France et représentant du peuple, M Riviére, 1955, xiv- 469 págs.; Ma rt in Nadaud,Mémoires de Léonard, anden gargon mu\ on, Egloff, 1948, 285 págs.

4 ." Los almanaques, cuy a boga en esta época es muy s ignificativa y que no ex-p r m . i n tanto la realidad de los sentimientos populares (la mayoría de los almanaques sonrmivesas burguesas, a la imagen delMagasin Pittorcsque, e incluso excelentes negocios)ionio la forma en la que la burguesía se representa al pueblo.

5." Las canciones populares, que son especialmente importantes a causa del elevadollllmrro de iletrados, y cuyo estudio ha sido descuidado hasta una época reciente. Losrim llbritos de Pierre Brochon en la colección "Les Classiques du Peuple",Béranger et h"i ti-mps y, sobre todo, Le pamphlet du pauvre, du socialisme utopique á la, Révolution dp IfUS, Editions sociales, 1957, 208 págs., constituyen una excelente introducción.

Se obtienen de estos documentos algunos rasgos dominantes: la costumbre de plantear los problemas políticos en términos de moral; idealismo;lili piitriotismo a veces chauvinista; una general ausencia de conciencia de(Miir, que no excluye ciertas tendencias de lo que más tarde se denominaráülnTiismo. V ing ar d compone en 1835 una canalón tituladaEl proletario; »li t*Un se llama al proletario “ese valiente hijo de la miseria”. Louis Fes-

le.lll compone también una canción tituladaEl proletario; el refrán es sin-Ijiiliiimente “pequeño- burgués” ; “Quiero felicidad a poco precio ...” . “Quie-m Mural a poco precio”. “Quiero Progreso a poco precio...”. Es verdadi'i. I v.itcau no es un verdadero obrero, aunque Qlinde Rodrig ues le reserve(di iiinplio espacio en susPoésies sociales des ouvriers. Pero Charles Gille

jilU'l) 1856), que sí es un verdadero proletar io, no emplea palabras muy f u t e s . Cantando a Los viejos obreros escribe;

E l humilde obrero que se consume en su trabajo es como el soldado que cae en el campo del honor *.

’»n ranción tituladaEl Salario comienza así:Marchemos, muchachos..., Dios protege a los valientes.

| Ifiiulnn:Obtendremos un derecho, el derecho de vivir,«i moriremos con tas armas en la mano *\

Mil toda* cstns canciones populares continuamente se habla de Dios, deIpttMlta hermosa patria”, de "fraternidad universal”. Poco antes de que

i, I Imn ili li» <>uvi'l<T <1111 n'uhc hoi» ouvrnK P / Y nu t lo HOldivt <|in Icwnhe au c ham p d'lioim eu r.MlMtltOlin, oilflIlltM l IMru •'** luilVOW.N mhh <»l»tItMMlroiiM un «Irn lt, lo (Trolt «lo vi v ió / <)ui io i ih i i i o u i t o i ih urniGH A In m al ».

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4 4 4 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

Marx redacte elManifiesto del partido comunista Pierre Dupont conquistauna efímera gloria con suCanto de los obreros (1846), cuyo refrán dice así:

A mémonos, y cuando podamos reunimos para beber en rueda, bien sea que el cañón calle o retumbe, bebamospor la independencia del mundo * * *.

Es te canto de los obreros es un buen documento sobre ese ' espíritude 1848”, más frecuentemente evocado que definido, y del que vamos acontinuación a tratar

* * ★

El espír i tu d e 1848 .

Corrientemente se habla del "espíritu de 1848”, mientras que se buscaría en vano la huella de un “espíritu de 1830” o de un "espíritu de 1870”.Es píritu común — seguramente no sin variantes— a todos los movimientosrevolucionarios que se manifiestan casi simultáneamente en Europa; espíritu común a las diversas categorías sociales comprometidas en estos movimientos.

No hablamos de unanimidad. Sin duda, subsisten las divergencias, yson fundamentales, entre la burguesía liberal y el proletariado. Pero duranteun breve período las diverg encias son relegadas a un segundo plano y lafraternidad figura en el orden del día. Ilusión lírica que sería seguida desangrientos despertares.

El espíritu de 1848 está formado por diversos elementos:1.° El romanticismo.— Las revoluciones de 1848 marcan el punto cul

minante del romanticismo político, que representa una conjunción sin precedentes entre la literatura romántica y el romanticismo popular 14. La mayorparte de los grandes escritores participan en las luchas políticas (cf. el número de escritores elegidos para la Asamblea en las primeras eleccionescon sufragio universal: Lamartine, Lamennais, Béranger, Hugo, etc.). Lamartine, triunfalmente elegido para la Constituyente (elegido el primero enParís, asi como en nueve departamentos), fracasa en su tentativa del Gobierno romántico. Pero la política de 1848 en su conjunto, tal y como seexpresa en las hojas populares o en el lenguaje de los clubs, es eminentemente literaria.

2 ° Los recuerdos de la Rev olución francesa, el culto a los “grandesantepasados”, la adopción del ceremonial y del vocabulario revolucionario:Montaña, Clubs, árboles de la libertad, periódicos titulados elPére Du chéne o L ’A mi du Peuple. En sus Souvenirs Tocqueville indica que losrevolucionarios de 1848 parecían más preocupados por evocar la revolución

* * * A i in o n s - m o u s , e t q u a n r t n o u s p o u v o i w / N o u s u n i r i > our b o i r et\ lo ro rn lo >/ Q ue lo <*jin«*use l i i i se ou ¿¿ronde/ K u v o i i h / A r i i n H é i ^ ii d a n c e < lu m o n d e ,

M V énne i i i A k ntrán, iwtgfl. .31)8-400.

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I I. MOVIMIENT O DE L AS IDEAS 4 47

than Cape, 1954, 512 págs . (a pesar del título, se interesa r elativamente poco por la"l'lnión). Se relacionan con el siglo xix dos tomos de la colección dirigida por F. J. C.11 KARNSHAw:The Social and Political Ideas of some representative thinkers o[ íhe Age nf Reaction and Reconstruction, Londres, 1930; Nueva York, Barnes and Noble, 1949,<’29 págs . (autores citados: Chateaubriand, Hegel, Coleridge, Qwer., S tuart Mil i, A uguste

<imite, John Austin, Thomas Hodgskin).The Social and Political Ideas of some represen- Intive thinkers of the Victorian Age, Londres, 1930; Nueva York, Barnes and Noble, 1950,2/1 págs . (especialmente sobre Carly le, Spencer, Maine, T ocqueville, Ma rx , Bag ehot,I .une).

V éase también: J. T .M e r z , A history of European thought in the nineteenth century, n u e v a edición, Chicago U. P., 1924, 4 vols. Bertrand Russell.Histoire des idees au X IX eItécle, liberté et organisation, trad. francesa Gallimard, 1938, 397 págs. (este libro, muyHtu'cdótico y construido conforme a un plan singular, no puede ser considerado como unratitdio completo y científico). FélixP o n t e i l , La pensée politique depuis Montesquieu, '.iicy, 1960, xvi-335 págs. Por último, señalaremos la importante obra de Raymond A r o n ,/<•« étapes de la pensée sociologique, Montesquieu, Comte, Ma rx , T ocqueville, Durkheim, l'mcto, Weber, Gallimard, 1967, 364 págs.

F r a n c i a .Recopilaciones de textos escogidos: AlbertB a y e t y Fr angois A l b e r t , Les écrivains

luilltiques du X IX * siécle, A . Co lín, 1935, 500 págs . (textos escogidos de autores france-tfl, la mayoría de la primera mitad del siglo; recopilación concebida con el mismo espi-Htu (| ue la anteriormente citada sobre el sig lox v m ) . Rudolf v o n A l b e r t i n i, Freiheit und I Irmokratie in F rankreich, Friburgo y Munich, Karl Alber, 1957, 370 págs. (textos esco-ijltlnH de autores franceses de la Restauración a la Resistencia; substancial introducción«Im NO páginas, buena bibliog raf ía).

lín lengua francesa existen pocas obras generales: EmileF a g u e t , Politiques et mora- llttri nu X IX • siécle, Lecéne i Oudin, 1891- 1900, 3 vols. 1.* serie: Joseph de Maistre,Hiuuild, Mme. de Staél, B. Constant, Royer- Collard, Guizot; 2.* serie: Saint- Simon, Fou-f| »r, Lamennais, Ballanche, E dg ar Quinet, V íctor Cóusin, A uguste Comte; 3.* serie:ftlrnclhal, T ocqueville, Proudhon, Saint- Beuve, T aine, Renán. Henr yM i c h e l , L'idée de I /(hit. Essai critique sur l'histoire des théories sociales et politiques en France depuis la Iftvollitíon, Hachette, 1896, x- 660 págs. (vig orosamente compuesta: pertenece a un génerouiir luí quedado anticuado). Dominique Bagge,Les idées politiques sous la Restauration, í' U F., 1952, xvi- 463 págs. (muy parcial y mucho más ambicioso que sólido; insiste

Wliu Ipalmente en los escritores contrar rev olucionarios , a los que se dir igen las preferen-tlti» del autor).M á x i m e Leroy, Histoire des idées sociales en France, tomo II: De Bebeuf t TiKilueville, Gallimard, 1950, 447 págs.; tomo III:D'Auguste Comte á Proudhon, 1954, Wl pAgs. (están llenos de indicaciones útiles, pero son mucho más confusos, sobre todoil ti litio II I, que el volumen sobre el sig lo X viu). Georg es W e i l l , Histoire de l’idée fahliic en France au X IX siécle, F . A le an, 1925, 374 págs . RenéR e m o n d , La droite en Tilín, e de la Premiére Restauration á la Cinquiéme Républ;que, nueva ed., Aubier, 1963,( II prtgs. "extremadamente sugest ivo; el autor señala tres corrientes -—leg itimismo, or-Mniumo, bonapartismo—- y sigue su evolución hasta la época contemporánea). RaoulI mha in ii i La société militaire dans la France contemporaine, Plon, 1953, 333 págs. (ín-| »f»*itntc estudio de historia social y de histor ia de las ideas; ilumina la génesis delnHMnilIlt.irlsmo).

IMi Inglés: J.P. M a y e r , Political thought in France from Sieyés to Sorel, Londres,tMif i nnd Faber, 1942, 148 págs. (panorama iápido) . Y sobre todo: Roger H.S o l t a u ,rf#llt 7i political thought in the nineteenth century, Londres, 1931, X X X I- 500 págs. (im-,«tiliintr).

lili nlemán, además de una excelente introducción de Rudolf von A lb e r tini(op. cit); t Mil l i'TiNt;,Das frnnz<¡sischc Sendungsbeivusstsein im 19 und 20 Jahrhundert. Heidclberg,I Vi»wliH'kcl, 1952, 239 págs . O . H. von der G able ntx ,Die politischen Theorien seit

m» (i un.■<Hinchen Rév olution. Kóln und Opladen, Westdeutscher Verlag, 1957.Mullir Iti.s relaciones entre la historia económica y la historia de las ideas: CharlesMihi*/*. I n Frunce bourgeolse, 3.‘ ed., A . Colin, 1952, xvi-220págs. (un capítulo sobre

W itlfiilotiiii or le iinlatii ). FinmanuelB h a u di; LoméNIE,Responsabilités des dynasties bour- lV iiol ‘1, 1941- 1954, 3 vols. (subraya las vinculaciones entre el pensamiento liberal

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4 4 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

y el capitalismo; aun siendo siempre interesante, a veces resulta demasiado sistemático;•>ara nuestro tema, el primer volumen, de Bonaparce a Mac- Mahon, es el más interesante).Jean L'Homme, La grande bourgeoisie au Pouvoir, P. U . F., 1960, vm- 379 p.

Sobre las relaciones entre la historia religiosa y la historia de las ideas políticas: Adrien D a n s e t t e , Histoire teligieuse de la trance contemporaine, Flammarion, 2 vols.,1948-1952, 529, 693 págs . V éanse también los tomos X X y X X I de laHistoire de l'Eglise, depuis les origines jusqu'á nos jours, fundada por A.F l i c h e y V . M a r t i n . Louis F o u c h e r ,L a philosophie catholique en France au X I X * siécle, avant la renaissance thomiste et dans son rapport avec elle, V rin, 1955, 288 págs. (excelente síntesis que muestra adecuadamente el paso de una concepción antirracionalista a la filosofía tomista).

Sobre las relaciones entre literatura y política: AlbertT h ib a u d e t , Histoire de la lit- térature frangaise de 1789 á nos jours, Stock, 2.a ed., 1936, 587 págs. LHay versión castellana: Historia de la literatura francesa desde 1789 hasta nuestros dias, trad. de LuisEchávarri, Buenos Aires, Losada, 1947, 492 págs.J

Es interesante estudiar la imagen, en Francia, de Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, etc. Sobre Inglaterra véase la tesis de PierreR e b o u l , Le mythe anglais en France sous la Restauration, Lille 1962, 479 págs.; y sobre Estados Unidos la tesis de Rene RÉ-m o n d . Sobre Alemania, el trabajo más reciente es el de AndréM o n c h o u x , L'Allemagne devant les lettres frangaises de 1814 á 1835, A . Colín, 1953, 527 págs. V éase tambiénJ . - M . C a r r é , Les écrrv ains frangais et le mirage altemand (1800- 1940), Boivin, 1947, 225páginas, asi como los trabajos muy parciales de LouisR e y n a u d , especialmente Franjáis et Allemands, histoire de Icurs relations intellectuelles ct sentimentales, Fayard, 1930, 386páginas.

G r a n Br e t a ñ a .Sobre la historia de las ideas políticas en Inglaterra durante el siglo xix no existe nin

guna obra que se pueda comparar con la de Leslie Stephen sobre el siglo xvin. CraneB r i n to n , English Political Thought in the Nineteenth Century, Cambridge, Mass., Harvard U. P., 1949, 312 págs. (serie de estudios inteligentes y personales, pero el conjuntode estos 19 retratos —de Bentham a Kidd, pasando por Newman, Bagehot, Acton— noconstituye una historia continuada de las ideas políticas en Inglaterra). Idéntica observación para las dos obras publicadas por F. J. C. Hearnshaw, con la circunstancia agravante de que se trata de obras colectivas; no obstante, se encontrarán en ellas indicaciones útiles para completar el libro de CraneB r i n t o n . En la pequeña colección 1 heHome University Library” han aparecido dos libros sobre el pensamiento político inglésdel siglo X IX : W illia m L.D a v i d s o n , Political Thought in England, The utilitarians [rom bentham lo ]. S. Mili, Londres, 1915, vi-256 págs. (cuatro capítulos sobre Bentham, dossobre James Mili, tres sobre Stuart Mili, observaciones rápidas sobre Grote, Austin yBain). Ernest BarkeR,Political Thought in England from Spencer fo the present day. Londres, 1915, 256 págs. (obra mucho más densa que la precedente; se interesa principalmente por las obras y no explora casi nada la historia de la opinión; casi nada sobreel imperialismo; estudio muy substancial, pero que procede de una concepción estrechade la filosofía política). Véase también R. H.M u r r a y , Studies in the English social and political thinkers of the nineteenth century, Cambridge, 1929, 2 vols. D. C. Somer-v e l l , English thought in the nineteenth century, Londres, Methuen, 1957, xil-241 páginas.

W il lia m Graha m,English political philosopliy from Hobbes to Maine, Londres, E. Arnold, 1899, xxx-415 págs. (estudia a Hobbes, Locke, Burke, Bentham, Stuart Mili y Maine

A l e m a n i a y A u s t r i a .Reinhold A r i s , History of European thought in Germany from 1789 to 1815. Londres,

Macmillan, 1 9 3 6 , 4 1 4 págs. Otto B u t z , Modern Germán political theory, Nueva York,Doubleday, 1955 , 72 págs. (rápido pero útil). Jacques D r o z , Le libéralisme rhénim (1815- 1848), Sorlot, 1 9 4 0 , x v i ii - 4 6 8 págs. Del mismo autor.Les révolutions alternando de 1848, P. U. F. , 1 9 5 7 , 6 5 6 págs. Georg F r a n z , Liberalismus. Die deutschliberale Be wegung in der habsburg ischen Monarchie , Munich, Calllwey,1955 , 531 págs.

E s p a ñ a .

Pierre Job i t , Les éducateurs de l'Espaqie contemporaine, tomo I Les Krausistes, «lo Boccard, 1936, xxm-301 págs.

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I I. MOV IMIENTO DE LA S IDEAS I I!)

It a l ia .

Existe un gran número de obras, especialmente sobre el Risorgimento. Consultar a ester*K,pecto la bibliografía de RodolfoDE M a t t e i (op. cit., pág . 4 ). V éase también el librotlf Luigi S a l v a t o r e l l i (op. cit., pág. 441), que contiene, en especial, un capítulo sobrel<m Ideas políticas de Cav our .

E s t a d o s U n i d o s .

V éanse los títulos indicados en la bibliografía general, pág . 21.

E l r o m a n t i c i s m o p o l í t i c o .

/ Estudios generales .

Véas e ante todo Pierre M o r e a u , Le Romantisme, del Duca, 1957, 470 págs. (se inte-H'iri relativamente poco por los problemas políticos, pero determina con precisión y auto-ililud la situación de las recientes investigaciones). David OwenE v a n s , Social roman-

in France (1830- 1848 ), with a selective critical bibliog raphy, Oxford, ClarendonhV M, 1952, 149 págs. (buena bibliogr af ía, con 215 títulos sobre el socialismo francés, de‘nliil Simón a P roudhon). H. J . HlINT,Le socialisme et le romantisme en France, étude

ilv l,i presse socialiste de 1830 á 1848, Oxford, Clarendon Press, 1935, x-400 págs. (exa-tlini muy concienzudo; concepción imprecisa y demas iado extensa del soc ialismo). André| iMiv.MN,Romantisme et politique, Bossard, 1924, 292 págs. CariS c h m i t t , Romantisme ¡ tiilltlífiic, trad. francesa, V alois, 1928, 167 págs. (bastante decepcionante). Jacques Pois-WIN, Le romantisme et la souveraineté, enquéte bibliographique sur la philosophie du JtolU'u/r pendant la Restauration et la monarchie de Juiltet (181 5- 1848), V rin, 1932,|AN ,1'Ags. RogerPicaRD, Le romantisme social, Nuev a Y or k , Brentano's, 1944, 439 págs .i Muy ver sión castellana:El romanticismo social, traducción de Blanca Chacel, Méjico,rumio de Cultura Económica, 1947, 363 págs.] Sobre el romanticismo inglés: CraneMINTON,The political ideas of the English romanticists, Ox ford, U. P., 1926, 242 págs .’ímIm. el romanticismo alemán, JeanL ' h o m m e , La grande bourgeoisie au Pouvoir, I' II F., 1960, vm- 379 págs., H. S.R e i s s (ed.), The political thought of the Germán

■Mtffif/r.v. 1793-1815, Oxford, Blackwell, 1955, vm-211 págs. JacquesD r o z , Le romantisme IU'/iíiifuc en A llemagne, A . Colin, 1963, 211 págs . (coll. "U ") . Núme ro especial de los

HjlAfrr.i tlii Sud, mayo- junio, 1937, 444 págs.Solire la historia: G. P. Goocn,History and historians in the nineteenth century,

Mtull'v* . Longmans Green and Co„ 1913, 608 págs . [ V er sión castellana:Historia e his- mtlmloies en el siglo X IX , trad. de Ernestina Champourcin y Ramón Iglesia, Méjico,1'iMulit ile Cul tur a Económica, 1942, 607 págs.] (obra monumental que trata de los his-

jfctl 'iilnirs alemanes, franceses, británicos, etc.). PierreM o r e a u , L’histoire en France Hit X IX ' sítele. E tat présent des tr avaux et esqttisse d'un plan d'études. Les Belles-Let-l| v« l 'M5, 173 págs. StanleyM e l l o n , The political uses of history . A study of historians

the French Restoration, Stanford U. P„ 1958, 226 págs . (interesante estudio de un¡Hnlmin ¡imericano que prepara un libro sobre Guizot). FriedrichE n g e l - J a n o s i , Four ■•«/(i-* In French romantic historical writing, Baltimore, T he Johns Hopk ins Press, 1955,| M t"Hi ' (sobre Chateaubriand, Barante, A . T hierry y T ocquev ille).

' I i lu d i os iMi r t i cu la r es,

ll. iiil GdlI.I.EMIN,Lamartine et la question sociale. Plon, 1946, 220 págs. (interesante1 IMM pnrt Inl, y no dispensa de la consulta del libro de Ethel Harris); del mismo autor:

848, I'. U. F., 1948, en In colección del "Centenario". PierreF l o t t e s , l<ohi¡,/nr ct sociale d'A lfr cd de V lgny . 1927. Henri Guili .emin, M. de Vlgny

jSwMti1tl'onlre, Gnlllmard, 1955, 205 págs. (el nutor acusa a V lg ny con un tenaz odio,........ cidria un denunciador). Pierre DKLachKTBIXE,Lii vle politique de Víctor Hugo,

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4 5 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

Hachette, 1928, 254 págs. BemardG u y o n , La pensée politique et sociale de Balzac, A . Colin. 1947, 829 págs. (muy elaborado; se detiene, desgraciadamente , en 18 34). JeanP o m m i e r , Les écrivains devant la Révolution de 1848. P. U . F. , 1948, 80 págs. (coleccióndel "Centenario").

I

I. E l l i b e r a l i s m o.

Una importante obra de conjunto: GuidoDE Ru g g i e r o , Storia del liberalismo europeo Bar i, Later za, 5.* ed., 1949, 499 págs. (amplia introducción sobre el sig lo X V ll i; primeraparte dedicada a la descripción del liberalismo inglés, francés, alemán e italiano en elsiglo X IX ; la seg unda parte es un intento de definición sintética). [ Ha y ve rs ión castellanade una edición anterior: Historia del liberalismo europeo, trad. de C. G. Posada, Madrid,Ediciones Pegaso, 1944, Cxvi-475 págs.]

1 ) El l i ber a l i sm o f r an cés.

Sobre el espíritu de Coppet véanse las obras de Mine, deS t a é l , especialmente De l’A llemagne (1813) y Dix années d'ex il (consúltense en la edición crítica de Paul Gau-tier, 19 04). [ V ers ión castellana de ambas obras: A lemania, prólogo y traducción deM . Granell; Diez años de destierro, trad. de Mianuel A zaña; ambas publicadas en Espasa-Calpe, Colección Universa l, y reimpresas en la Colección Austral.] Sismondi, Bons tet-t e n , etc. Sobre la política de Mme. de Staél: BasilM u n t e a n o , Les idées politiquea de Mme. de Staél et la Constitution de l'an 111, Les Belles-Lettres, 1932, 79 págs., y PaulG a u t i e r , Mme. de Staél et Napoléon, Plon- Nourrit, 1903, 422 págs.

Sobre el partido liberal y el partido republicano:T h u r e a u - Da n g i n , Le partí libéral sous la Restauratíon (1888), P lon. 2." ed., xvi- 520 págs< Georges W e i l l , Histoire du partí républicain en France de 1814 á 1870, Alean, 1900, 552 págs. Véase tambiénG t i yHoward D o d g e , French liberalism (1795- 1830) wíth special reference to the polit icé theory o/ Benjamín Constant, ¿Brown University, 1953.Benjamín Constant.—Principal texto de doctrina política: elCours de politique con.i titutionnelle ou collection des ouvrages publiés sur le gouvernement représentatif, con uniiintroducción y notas de E.d f L a b o u l a y e , 2.a ed., Guillaumin, 1872, 2 vols.,x l i v - 5 6 4 pAginas, 572 págs. Se ha renovado, en gran medida, el conocimiento de B. Constant graci.i»a la publicación de susJournaux intimes, al cuidado de AlfredR o u l i n y Charles R o t iI. Gallimard, 1952, 575 págs. (esta edición deja totalmente sin vigencia las ediciones Mclrgari y Mistler), así como de suCécile, Gallimard, 1951, 159 pégs . [ Obras de Const.mlen castellano: A dot¡ o, trad. de A ntonio Es pina, Madrid, Espasa- Calpe, Colecc ión Utilversal, 122 págs. (hay varias traducciones, además de la citada);Curso de política con»titucional, trad. de Marcial Antonio López, Madrid, 1820, 2 vols.;Principios de política aplicable a todos los gobiernos, trad. y prólogo de don Antonio Zozaya, Madrid, 1801,166 págs. Sobre el pensamiento político deB . Constant, la obra fundamental es l.i il*Paul B a s t id , Benjamín Constant et sa doctrine, A . Colin, 1966, 2 vols. V er tambli'iiGustave R u d l e r , La jeunesse de Benjamín Constant, A . Colin , 1909, ix- 542 pág s. (••»•tudio muy importante, pero que se detiene en 1794). Charlesd u Bo s , Grandeur et misa* de Benjamín Constant, Cor rea, 1946, 305 págs. (f ino e ingenioso, pero no se interés,i I*manera especial por los problemas .políticos). Lo que mejor ayuda a comprender a Uní

jamin Constant son, indudablemente, los recientes ar tículos de PaulB Én i c h Ou , apamitemente ajenos al análisis político: “La genése d'Adolphe",Revue d'histoire littérair<•<í#la France, julio- septiembre de 1951, págs. 332-356. Del mismo autor un art ículo en ( iltíque, diciembre de 1952, págs. 1026-1046. El libro de HenriG u i l l e m in , Benjamín f . ' umjtant muscadin, Gallimard, 1958, 301 págs., es fuertemente hostil a Constant.

Sobre Maíne de Biran (1766- 1824), filósofo espiritualista y práctico en elrsllíemi irfjJean L a s s a i g n e , Maíne de Biran, homme politique. L a Colombe, 1958. 215 págs. GerhurfF u n k e , Maine de Biran, Philosophie und politisches Dertken zwischen. A nde n Ríyhi\ t itnd Burger- Kénigtum in Frankrcícli, Bonn, Bouvicr, 1947, vu-432 págs.

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I I, MOV IMIENT O DE LA S IDEAS 451

P.-L. Courier.—Consultar sus obras (sin olvidar su admirable ¿cifresde France et tl'ltnlie) en la edición de la Pléiade, Gallimard 1951, xix-1052 págs.. R.G a s c h e t , Paul-l,OUis Courier et la Restauration, Garnier, 1913, 279 págs. [Ediciones castellanas deI tml- LouisC o u r i e r : Obras, precedidas de una noticia sobre su vida y escritos, trad. deU h urdo Fuente, Par is, 1896;Panfletos políticos, traducción y prólogo de Femando Vela,Mudrid, Revista de Occidente, 1936, 210 págs.]Ln política de Stendhal ha sido interpretada en sentidos muy diversos: MauriceB a r -nllCHE, Stendhal romancier, Table! Ronde, 1950, 475 págs. (un Stendhal visto según el(«cuerdo de Brasillach). Louis A r a g ó n , La himiére de Stendhal, Denoel, 1954, 272 págs.Itm Stendhal precomunista), Claude Roy,Stendhal par lui- méme, Editions du Seuil,l'JO págs. (un Stendhal amablemente progresista).

Sobre Royer- Collard, el libro más recientes es el de RogerL a n g e r o n , Un conseiller •t>n et de Louis X V III: Royer- Collard, Hachette, 1956, 255 págs. Véase también: GabrielIIumond, Royer - Collard: son essai d ’un sys téme politique, Sirey, 1933, 167 págs.

Sobre Guizot: Charles P o u t h a s , Guizot pendant la Restauration, Plon, 1923, iv-497

1‘<H| Iims (muy impor tante para la comprensión de la época). DouglasJ o h n s o n , Guizot,• •lidies , Routledge and Kegan Paul, 1963, x-469 págs. [Obras en castellano deG u iz o t :

ti l fti'iin general de la civ ilización de Eur opa. Curso de Historia moderna, Madrid, Me-lliiilti, 1874, 398 págs.;Historia de la Revolución de Inglaterra, trad. de R. Campuzano,Mitdrld, 1841, 2 vols., 120 y 280 págs.;De ta pena de muerte en los delitos políticos, MniltUl, 1845, 378 págs.;De la democracia de Francia, Madrid, 1849; una moderna tra-tjlii i irin de laH. G. de la Civilización por Fernando V ela, Madrid, Revista de Occi-flluli', 1935, xv-321 págs.]

Sobre los doctrinarios: LuisD i e z d e l C o r r a l , El liberalismo doctrinario, Madrid,Inallluto de Estudios Políticos, 1945, vn-616 págs. Las Mémoires deR é m u s a t ( P l o n , 5

VhIiiiiii’ih's aparecidos ) son muy interesantes.Buitre J.-B. Say (1767- 1832), doctrinar io del liberalismo económico y t ipo de ideólogo

•H i l i -tilo del s ig lo x viii: ErnestT e i lh a c , L ’oeuvre économique de J.-B. Say , A lean, 1928,I1* ' Jiágs. [ Una traducción española deS a y : Tratado de economía política, con un epítome.Ir U ^principios fundamentales de economía política y Cartas de J.-B. Say a Malthus,

MMijiciió'i de Juan Sánchez Rivera, Madrid, 1821, 2 vols., 329 y 480 págs.]M i i t la leyenda napoleónica, PhilippeG o n n a r d , Les origines de la légende napoléo-

Calmann- Lévy, 1906, 388 págs. (interesante pero muy parcial; sólo estudia loslimiu» de Santa Elena); A.T u de s q , La légende napoléonienne en France en 1848",

liistorique, julio- septiembre de 1957, págs. 64- 85 (muchas referencias úti les). Indi-

Í T lB I l i» sobre los fundamentos sociológicos de la leyenda napolónica en Jean V idale nc,»• ilrinl soldé. E tude d une catég orie sociale, M. Riviiére, 1955, 231 págs. J.L u ca s - D u -

pwi m u i . I.,- cuite de Napoléon, A lbin Michel, 1960, 471 págs. j\ iriiiieii¡ lle.—Consúltense sus obras en la edición de Gallimard, bajo la dirección de

Ii | ' MaYI.k. V éas e especialmenteL ’A ncien Régime et le Révolution, introducción deI KEERVRE,Gallimard, 1952-53, 2 vols.;De la Démocratie en Amérique, intro-

HiIimi dr HaroldL a s k i , 1951, 2 vols.; V oy ages en Angleterre, Ir lande , Suisse et Algé-

| l'HH, 746 págs.; V oy ag es en Sicite et ¡ lux Etats- Unis, 1957, 390 págs.;Correspon- Mi" i nnulnhe (con Henri R e e v e y John Stuart M i l l ) , 1954, 356 págs. N o debe olvi-| (ii"i. luí admirables Soicvenirs, Gallimard, 1942, 277 págs., ni laCorrespondance avec ■Ji(m m Gallimar d, 1959, 397 págs. N o olv idar los admirablesSouvenirs, Gallimard,

p H ) t l págs . | Vers iones castellanas:El Antiguo Régimen y la: revolución, trad. de laHmiuIii edición francesa porR . V . de R-, Madrid, Daniel Jorro, 1911, 372 págs.;L a

■mhimWii <vi A mérica, traducción y prólogo de Carlos Cer rillo Escobar, Ma drid, Da-M l fw m 1911, 2 vols., xx iv-388 y 598 págs . Hay una traducción posterior, agotada, j L* I h'mncriH-i/i en A mérica en el Fondo de Cultura Económica.]

PhIim Tocqueville, AntoineR e d i e r , Comme disait M. de Tocqueville, Perrin, 1925,

I I i'Mp («niiroso y útil ); J . P.M a y e r , A lex is de T ocqueville, trad. francesa, Galli-ii.1 1‘H') | ‘)| págs . (rápida exposición sintética). E n inglés, además de la monumentalM i)i‘ l i W , PlERSON, Tocqueville and Beaumont in Amercia, Nueva York, Ox-| j I I T . 1 W S ,xvi-852 págs ., véase la tesis de Edw ar d T .G a r g a n , A lex is de Toc- lí'tlir i/le i rltknl )/<vir.i 1848-1851, 'Was hington, T he Catholic liniver slty of A merica.| h l 'íll , xil págs. y Richard llr im,Tocqueville and the Oíd Régime, Prlnce-| I I I' | Ó(ÍJ, 142 .pil\ |h, I). IV M a y en , Alex ia de T ocquevill e: P.xtudlo biográfico de

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4 5 2 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

ciencia .política, trad. A ntonio y Paulina T ruy ol Serra, Madrid, E dit. T ecnos, 194 páginas]. En la obra colectiva, Alex is de T ocquev ille, Le livre du Centenaire, Edit.O N. R. S.; 1961, 193 págs., se recogen las conferencias pronunciadas en 1959, en ocasión del centenario de la muerte de Tocqueville.

2 ) El l i ber a l i sm o i ngl és.Una excelente recopilación de textos:The Liberal Tradition, from Fox to Keynes,

edición Alan B u l l o c k y Maurice S h o c k , Londres, A. and C. Black,1 9 5 6 , l v - 2 8 8 páginas. (The British Political T ra dition). E n la misma colección:The English Radical Tradition 1763-1914, ed. S. Mac Coby, Londres, Nicholas Kaye,1 9 5 2 , 2 3 6 págs. (recopilación de textos sobre el radicalismo y el cartismo; el estudio de la tradición radical seprolonga hasta Joseph Chamberlain y Lloyd George).

Sobre el utilitarismo véase la bibliog ra fía del capitulo IX , en especial las obras deElie Halévy y Leslie Stephen, asi como de John Plamenatz,Mills Utilitarism, Oxford,Black'well, 1949, 288 págs. El Ensayo sobre el Gobierno de James Mili ha sido editadoen 1955, en Nuev a Y or k , por T he L iberal A rts Press, con una introducción deCurrin

V . S hields . [ En castellano: James M il l ,Elementos de economía política, Madrid 1831.]El libro clásico de S tu a r t M il l ha sido editado en francés:La liberté, traducción deDupo nt - W hi te , Guil iaumin,1864, xx-304págs., pero la edición no tiene ningún carácter c ient íf ico. S tu a r t M il l ,Textes choisis, prefacio de Fran^ois T ré v oux . París, Dal-loz, 1953, 372 págs. (colección ' Grands économistes"). El autor del prefacio habla másde las relaciones de S tuart M ill con Har riet T ay lor que de sus ideas políticas.Iris

W esse l M u e l le r , John Stuart Mili and French thought, Urbana, University of IllinoisPress, 1956, xif-275págs. J. H. Burns, “J. S. Mill and Democracy,1829-61", Political Studies, junio de 1957, págs. 158-174; octubre de 1957; págs. 281-294 (estudia cronológicamente las concepciones de Stuart Mill sobre la democracia, subraya la constancia desu pensamiento, muestra lo que le separa de una estricta democracia). [Ediciones castellanas de S tua r t M i l l : La, libertad, trad. de Pablo de Azcárate, precedida de la reimpresión de un comentario critico de Dupont- W hite, M adr id, Ediciones L a N av e,1931,264 págs.: El Utilitarismo, traducción y prólogo de Ramón Castilla, Buenos Aires, Agtiilar, 1955, 124 págs.: A uto biog rafía , trad. de Juan Uña, Madrid,Espasa- Calpe, ColecciónUniversal: Principios de economía política con algunas de sus aplicaciones a la filosofía social, Méjico, Fondo de Cultura Económica;El Gobierno representativo, Sevilla, 1878. |

3 ) E l n a c i on a l i sm o .1 . Es tud i os gen er a l es.

Existen numerosos trabajos en inglés: una introducción cómoda en HansKoiin , Nationalism, its meaning and history, Nueva Y ork, V an Nostrand,1955 , 191 págs. 2 4 textos precedidos de una introducción de9 0 págs.). Del mismo autor,The idea of nationalism a study of its origins and background, Nueva York, Macmillan,1946 , Xl ll - 735págs. [Hayversión castellana: Historia del nacionalismo, trad. de Samuel Cosío Villegas, Méjico,Fondo de Cultura Económica,1949 , 631 págs.]; The American nationalism, Nueva York,Macmillan, 1 9 5 7 , x n - 2 7 2 págs. Carlton J. H. Hayes,The historical evotution of modern nationalism, Nueva York, Macmillan,1 9 4 8 , v m - 3 2 7 págs. Del mismo autor,Essays <>Mnationalism, Nueva York, Macmillan,1 9 2 6 , 2 7 9 págs. Karl W . Deuts ch,Nationalism and social communication■an inquiry into the foundation of nationality, Nueva York,

W iley , 1 9 5 3 , x - 2 9 2 págs. Louis L. SÑyder,The meaning of nationalism, Ne'w Brunsiwlt k,Rutgers II. P., 1954 , XVI-208págs. Nationalism and internationalism, Essays inscribed <"Carlton J. H. H a y e s , Nueva York, Columbia, U. P.,1 9 5 0 , x v m - 5 1 0 págs. Boyd IS c h a f f e r Le nationalisme mythe et réalité, trad. francesa, Payot, 1 9 6 4 , 2 5 7 págs.

V éase también la publicac ión colectiva del Roy al Ins titute of International Aff iili»Nationalism, Lona es, Ox fo rd U. P., 1939, xx - 360 págs . La bibliogr afía de_ K.n

W . Deu t sch , Interdisciplinary bibliography on nationalism 1935-1953, Cambridge 1ci linology Press, 1956, 165 págs., tiene como propósito prolongar la bibliografía de Ko|',|><S. P i n s o n , Nuev a Y or k , Columbia U. P., 1935. Desgr aciadamente, resulta de muy dlllillutilización y es particularmente mediocre en lo que concierne a Francia.

Sobre la historia de la palabra "nacionalismo" véanse las reflexiones deChai l»tMaurras en el tomo III delDlctionnnirc politiqiic ct critique, de Pierre Chardon . V i ' , i i *

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*1. MOVIMIENT O DE LAS IDEAS 4 5 3

ta mb ién la Enquéte sur le nationalisme de Marcel C l Ém e n t , Nouvelles Editions lati-»»*. 1957, 264 págs.

Sobre Francia. Raoul G i r a r d e t , "Introduction á l'étude du nationalisme fran^ais”,f r a n g a i s e de S c i e n c e politique, septiembre de 19 58 , págs. 5 0 5 - 5 2 8 . H . F. S t e w a r t

y I’. D e s j a r d i n s , French patriotism in the nineteenth century ( 1314- 1833), Cambridge

II I’., 1923, x l i v - 333 págs. (útil recopilación de textos escogidos).

’ J , Estu di os par t i cul ar es.

I i edición más reciente de trozos escogidos de Michelet es la de Roland Barthes,Mh'hclet par lui-méme, Editions du Seuil 1954, 192 págs. (estudio muy original en la■ncdón ‘Ecrivains de toujours”) . [Hay muchas traducciones de Michelet :Historia til1 I'rancia, ed. bilingüe, trad. María Luisa Navarro, Madrid, R. D. P.,1936 ; Historia de

■Jk Revolución Francesa, V ale nc ia , Sempere, 1 8 9 8 - 1 9 0 0 .] Sobre Michelet, el libro básico(i i'l de G. Monod, La vie et la pensée de Michelet(1798- 1852), Champion, 1923,} Vtiln., V1II- 388 págs., 2 6 2 págs . O. A . Haac ,Les principes inspirateurs de Michelet,

whtlbllité et pliilosophie de lhis toir e, P. U. F., 1 9 5 1 , 2 4 4 págs . Pau l V i ll ane ix ,La voie

ÉMUii/i*.Ess ai sur l'idée du peuple dans l’oeuvre de Michelet , Delagrave, 1 95 9 , 543 págs.■jpn Quinet, el libro más reciente es el de Richard Howard Powers,Edgar Quinet. 4 Mtitly in French patriotism, Dallas, Southern Methodist Llníversity Press,1957, XVI-10/ l>Ags. [Algunas obras de E. Q u i n e t vertidas al castellano:E l espíritu nuevo, trad. deI I Alonso Paniagua, A v r ia l, 2 5 6 págs.; La creación, trad.. de Eugenio Ochoa, Madrid,Hitlllv Balliere,1891, 2 vols.]

HiiImt Mazzini. e l libro francés m á s reciente es e l de Maria del l ’ I sOLA y Georges■HmniN. Mazzini, promoteur de la République italiennc et pionnier de la Fédération Jpiw'iVmi', Riviére,1956, 184 págs.

huíno el nacionalismo italiano: Maurice V a u s s a r d , De Pétrarque a Mussolini, evo- fa/Hirn ilu sentiment nationaliste italien, A . Colin, 1 96 1 , 304 págs.

Prmii l.i: RenéR Ém o n d , La droite en France (op. cit, ,pág. 447).B h ii Mretafia: The Conservative tradition, ed. por R. J. W h i t e , Londres, Nicholasf, l'i’ÍO, xix-256 págs. (The British political tradition). En la primera parte los textos

Iti ■l i i I f lcados por temas; en la segunda, por fechas. Numerosas citas de Burke, Cole-- I >lti .teli, Joseph Chamberlian; bibliogr afía sucinta pero muy útil. V er también

pi tlt ( iltAlIBARD,Burke, Disraeli and Churchill, Harvard, U. P., 1961, 262 págs. Un■ i l i conjunto : Rusell K i r k , The conservative mind [rom Burke to Santaganá, Chi-), II Hegnery, 1953, 458 págs . [ Hay vers ión catellana:La mentalidad conserva-

K a n liii/hitcrra y Estados Unidos, trad. de Pedro Nácher, Madrid, Rial,p, 1956, 521

n' iicralcs sobre Francia.— Alphonse- V. R o c h e , Les idees traditionalistes en Pf ile Htvnrol ¿i Charles Maurras, Urbana, Univ . of Illinois, 1937, 235 págs. Char-

t I MUlRF.T,French royalist doctrines since the Révolution, Nueva York, Colum-| II 1933, 326 págs . MarcelloC a p u r s o , Potere e classi nelta Francia delta Restau- MHtir In polémica antiborgese degli scrittori legitimisti, Roma, ed. Modelgraf, 1956,■ f o , v l”,r último, B a g g e (op. cit.).

I m i d oc t r i n a r i o s d e l a C on t r a r r ev ol u c i ón .

i*f| ‘/i ih Mnisfrr.—La» Contldiratiom sur la France han sido publicadas porHll»m i i y 1'. V r .i iM A iit, V rln, 1936, xx xvi-185 págs. Ex isten ediciones de trozosP ^it | uii II, im V aui x, ton el titulollnc politique experiméntale, A. Fayard, 1940.

II. T r a d i c i o n a l is m o y t r a d i c i o n e s.

I I t inos bás icos .

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4Ó4 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

347 págs.; más recientemente, por E. M.C i o r a n , Monaco, éd. du Rocher, 1957, 312 páginas, GeorgeC o g o r d a n , Joseph de Maistre, Hachette, 2.* ed., 1922, 207 págs. (bibliografíaútil, breve sobre la doctrina). ReneJo h a n n e t , Joseph de Maistre, Flammarion, 1932,249 págs. Francis B a Y L E, Les idées politiques de Joseph de Maistre, Lyon, Impr. desBeaux- Arts, 158 págs . (tesis de Derecho). Robert Tr iOm p h e , A la découverte de Joseph de Maistre, Recherches biographiques: étude d’influence et d’affinités idéologiques, tesis

de Letras, Estrasburgo, 1955 (dactilografiado). P. R.R h o d e n , Joseph de Maistre ah politischer Theoretiker. Ein Beitrag zur Geschichte des konservativen Staatsgedankens in Frankreich, Munich, Verlag D. Münchener Drucke, vni-208 págs. Joseph C.M u r r a y , "T he political thought of Joseph de Maistre ",Review of Politics, enero de 1949, págiñas 63-86. M . Hu b e r , Die Staatsphilosophíe von Joseph de Maistre im Lichte des Thiy mismus, Basilea, Helberg, und Lichtenhahn, 1958, 288 págs. [En castellano:J o s é drM a i s t r e , Las veladas de San Petersburgo, Buenos Aires, Espasa- Calpe, A rg entina, 1946,280 págs.; Joseph de M a i s t r e , Consideraciones sobre Francia, trad. de Carmela G. deGambra, estudio preliminar de Rafael Gambra, Madrid, Rialp, 1955, 234 págs.;Cartu» de un caballero ruso sobre la Inquisición española, trad. de Raúl Rivero Olazábal, Bueno»

Aires , C. E. P. A ., 1941, 127 págs.;Del Papa y de la Iglesia galicana, Madrid, BibliotecaReligiosa, 1842; Dela Iglesia galicana en sus relaciones con el Sumo> Pontífice para servir de continuación a la obra intitulada Del Papa, ídem, 288 págs.]

Sobre Bonald.—R. M a u d u i t , Les conceptions politiques et sociales de Bonald, G. On«d i n , 1913, 192 p á g s . H e n r i M o u l i n i é , De Bonald, A le a n , 1915, 465 págs . ( tes is de Ton.l o u s e ) , u n a ú t i l a n t o l o g í a d e t e x t o s e s c o g i d o s ; P a u lB o u r g e t y M i c h e l S a l o m o n , Bonuhl, B l o u d a n d C í a , 1905, x l- 332p á g s . [Obras en c a s t e l l a n o d e Bo n a l d , Investigaciones //<losóficas acerca de los primeros objetos de los conocimientos morales, M a d r i d , 1824, I v o l ú m e n e s ; Observaciones religiosas, morales y literarias, B a r c e l o n a , 1842.]

3 . C h a t e a u b r i a n d .

Chateaubriand. Politique de Chateaubriand, textos escogidos y presentados por: ID u p u i s , J. G e o r g e l y J. M o r e a u , A . Co lin, 1966, 295 págs. pág . 454. Una abundan*bibliografía en la tesis de Mme. D u r r y , La vieillesse de Chateaubriand, L e Divan, 1*M2 vols., 600-547, págs. AlbertC a SSAGNE,La vie politique de Chateaubriand, Plon- Noimi1911 (concerniente a l Consulado y al Imperio). EmmanuelB e a u d e Lo m é n i e , La carrh'i politique de Chateaubriand, de 1814 á 1830. Plon, 1929, 2 vols ., vi- 339 , 363 págs . Chrtles M a u r r a s , Trois idées politiques (Chate aubriand, Michelet, Sainte- Beuve), Campl i1912, ví-83 págs. [ D e las traducciones españolas de C h a t e a u b r i a n d : Ensayo sobn I revoluciones antiguas, trad. de Francisco Madinaveytia, Madrid, 1856, 155 págs.:El nio del cristianismo, Madrid, 1878, 543 págs.;Napoleón, trad. y notas de Javier Nundel Prado, prólogo de Emiliano M. Aguilera, Barcelona, Iberia, 1957: V iajes en Ai rica, Italia y Suiza, Mellado, 1844, l x x i i-399 páginas.]

4 . C a t o l i c i sm o l i b er a l y c a t o l i c i sm o soci a l .

Una puntualización muy útil (en parte discutible) sobreLe libéralisme religicit.t X IX * siécle, de Roger A ube r t , J .- B. Dur os e l le y A rturo Jemolo, en las A ctn A’* Congrés des Sciences historiques de Rome, septiembre de 1955, vol. V , págs . 301Sobre Francia, el libro de mayor autoridad es la tesis de J.-B. Duroselle,Les ih'l du catholicisme social en France (1822- 1870), P. U. F., 1951, xii-787 págs. Véase tamlil

W a lde m a r G ür ia N, Die politischen und sozialen Ideen des ¡ ranzósischen Kathnl mus (1789- 1914), Munich- Gla dbach, 1929, 418 pág s. Sobr e el catolicismo liberal nigica los trabajos más recientes son los de Henri Haag,Les origines du catholicisme I0‘en Belgiq ie (1789- 1839), Lovaina, Nauwelaerts, 1950, 303 págs., y los del cam

A . S imón; de tallada s ref erencias en R . A ub e r t ,J.-B. D u r o s e l l e y A . J e m o l o ,op. i II gina 311. Sobre la influencia del grupo de Munich sobre los católicos liberales de I ' ivéase el excelente estudio de StefanL o e s c h , Doellingec und Frankreich. Eirw j/Wf

A ll ianz (1823-1871), Munich, 1955, 568 págs.E l l ibro de Havard de l a M o n i a>Histoire de la démocratie chrétienne de Lamennais á Georges Bidnult. A mio t- Dumont I253 págs., es un panfleto de inspiración "Acción Francesa",mientras que el IIIiim

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M MOV IMIENT O DE LAS IDEAS 4 5 5

M#tirl Guillemin,Histoire des catholiques [rangais au X IX a siécle (I815~I90 $) , Mil ieuMonde, 1947, 393 págs., es un panfleto de inspiración opuesta. L a tesis de Derecho

Í l ouls B i t o n , La démocratie chrétienne, sa grandeur, ses servitudes, A ngers, Sirau-mi, 1953, 171 págs., es un trabajo concienzudo pero sin gran originalidad. Véanse los

f M de GeorgesHo o g

, Histoire du catholicisme social en France, de fencyclique Rerum Mt'Mriim á l’encyclique Quadragesimo Anno, Domat- Montchestien, 1942, XHI-376 pági-

C, y de Henri R o l l e t , L'action sociale des catholiques en France, tomo 1: 1871-1901,>in. 1947; tomo II:1901-191-4, Desclée de Broulwer, 1958, 405 págs. Recordemos, por

Rimo, la UtilísimaHistoire religieuse de la France contemporaine de Adrien D a n s e t t e f> rlt .) .Htilire Lamennais, el libro a la vez más completo y más reciente data de hace cerca

■ íimrenta años y no es plenamente satisfactorio: F.D u i n e , Lamennais, sa vie, ses P f i . »r i ouvrages, Garnier, 1922, 389 págs. Véase también: RenéR Ém o n d , Lamennais | | In démocratie, P. U. F„ 1948, 78 págs. (colección del “Centenario de 1848” ). Louis

V il i i to sse,Lamennais ou t'occasion manquée, J. Vigneau, 1945, 297 págs. Este último jftii i uy.i orientación está indicada por el título, puede contrastarse con el de Mdchel

MWMit, Lamennais ou t'hérésie des temps modernes, A miot- Dumont, 1955, 376 pági-i« (| )imto de vis ta netamente conservador). V éase también el número especial de lami t in lütrope, febrero- marzo de 1954 (presenta una imag en discutible de Lamennais,

Í lM lili II.i al lector a plantearse útiles cuestiones). Es interesante consultar el art ículo| IV D i i r o s e l l e, "Quelques vues nouvelles sur Lamennais á l’occasion du centenaire

ii> miirl (ex tracta de laRassegna storica del Risorgimento, año X L III, fase. II, abril-.10 . .1. 1956) (tiende a restr ingir la orig inalidad y la influencia de Lamennais. V er tam-¿M In Irnls de Jean- RenéD e r r e , Le renouvellement de la pensée religieuse en France

¡ t)4 1834, Es sai sur les origines et la sig nification du mennaisisme, Klincksieck,U, r t7 págs. [De Lamennais, en castellano:E l libro del pueblo. E l eco de las cár- 4; l<.i.l de A . Zoza y a, Madr id, 1883, 167 págs.;Obras políticas, Madrid, 1854; Pa-

fMt ilr un creyente, trad. de M. J. de Larra, París, Baudry, 1836.Ensayo sobre la in-

*»M, en materia de religión, Barcelona, 1865-68, 3 vols.;La religión considerada en ) con et orden político y civil, V alladolid, 1829.]Mltil» l.i reacción contra Lamennais, R. P.D r o u l e r s , A ction pas torale et problémes

| A h* •"un tu monarchie de juillet chez M g r d'Ast ros, V rin, 1954, 445 págs .P4hi> Muntalembert ("Bestia negra” de Henri Guillemin), AndréT r a n n o y , Le roman-

de Montalembert avant 18-43, B loud & G ay , 1942, 624 págs .R . P. Edouard| Mhh Montalembert, Poussielgue, 1895-1902, 3 vols. [En castellano:M o n t a l e m b e r t ,

f o t I i i í i i o e s catóticos en el siglo X IX , Madrid, 1852.] Véase también: Frédéric■MM l'/i/irs choisies, présentées par l’abbé Chatelain, Lyon, E. Vitle, 1909, 399 pá-t t y l< I ’ G u i h a i r e , Lacordaire et Ozanam, Alsatia, 1939, 171 págs. P.S p e n c e r ,Htt i i / beUcf in nineteenth century France.- Lacordaire, Micha Venillot, Londres,

• mi l nl.e, 1954, 284 págs. [ Obras deL a c o r d a i r e en castellano: Obras, Madrid,■BHhrrnctas en Nuestra Señora de París, Madrid, 1845-52, 4 vols.;Ultimas confe- fétai Mmlrld, 1855.]

III. So c ia l is m o.OBRAS GENERALES.

| Mti IImAvy ,Histoire du sociatisme européen, Gallimard,, 1948, 367 págs. (redactadaP H u i r iIr de Elie Halévy, según apuntes de sus cursos; indicaciones útiles, pero

Hp In 11 ii11mito bastante decepcionante; sin bibliografía).[ nitliHlM drl socialismo más completa y más reciente es la de G . D . H.C o l é ,

Ihniiuht, Londres, Macmillan, 1953-56. Sus cinco volúmenes (siete tomos) apa-m In4l.ui respectivamente, de los precursores (1789- 1850), del marx ismo y del anar-b IIM ll IMW), del periodo 1890-1914, del comunismo y de la socialdemocracia, y,

JMliii.. i| r| socialismo y el fascismo. Para el periodo tratado en este capítulo véase■Hin n I 77ni lorerunners. 346 págs. (bibliografía copiosa; algunos errores sobre los■ HUlti nn>»). [ Hay vers ión española, en el Fondo de Cultura Económica, Méjico:■| m i i'vimmnltnto socialista. 1, Los precursores 1789- 1850), trad. de Rubén Lan-

f Hit | tAus II. Marx ismo y Anarquismo ( I8W- 189C\ ), trad. R. Landa, 1958, 437 pá-J 1)1 I>t fiegunda Internacional (1889- 1914); vol. 1, trad. de R. Landa, 1959,

O H ! ! V nl 7, trad. de Enrique GonzAlcz Pedrero, 1960, 449 págs.IV . Comunismo

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4 5 6 HISTORIA DE LAS IDEAS POI.ÍTK A S

y Socialdemocracia (1914- 1931); vol. 1, trad. Enrique González Pedrero. 1961, 405 pginas; vol.2, trad. Julieta Campos,1962, 424págs. V . Socialis mo y Fascismo (1931- 1939 trad. Julieta Campos, 1963, 313 págs.]

Los Nouv ea ux principes d’économie politique de S i s m o n d i (1.* cd., 1819),han sidoreeditados en Suiza, al cuidado de G.S o t i r o f f en 1951.

Sobre Sismondi véase la tesis de Jean- Rodolphed f

. Sa l í s

, fean- Baptiste Sismor.di (1773- 1842) , la vie et l'oeitvre d'un cosmopolite philosophe, Champion, 1932, xV-481 pr.ginas.

Sobre las formas utópicas del pensamiento político: Joyce OramelH e r t e l e r , The history of utopian thought, Nueva York, Macmillan, 1923, vn-321 págs. J. L.T a l m o m, Political messianism. The romantic phase, Londres, Secker and Warburg, 1960, 607 páginas (es la continuación de The origins of lotalitarian democracy", estudia sobre todoel mesianismo socialista y el nacionalismo mesiánico anterior a 1848).

1. Gr a n Br et a ña .Sobre el socialismo inglés hay un libro fundamental: Ma xB e e r , A His to ry of British

Socialism, Londres, Alien and Unlwin,1948, xxxli-452 págs. Consultar la excelente recopilación de tex tos en la colecc ión "The British political t radition”,The Challenge «I

Socialism, ed. Henry Pelling, Londres, A. & C. Black,1954, xvm-370págs. (primera partecronológica, segunda parte por temas). Véase también G. D. H . C o lé y A . W .F i l s o nBritish W or k ing Clnss Mcrvements: select documents (1789-1875), Londres, Macmillan1951, xxu-629 págs. Adam B.U l a m , Philosophical foundations of English socialism Cambridue, Harvard U. P„1951, 173.págs.

Owen.—La autobiografía de O w e n , Life of Otveti, ( 1 8 5 7 ) está repleta de detailrlsabrosos. Una buena antología de textos escogidos y presentados por A. L.M o r t o N, Editions sociales, 1 9 6 3 , 2 0 5 págs. Sobre Owen véase en francés EdouardD o l l é a n* Robert Owen, Alean, 190 7 , ih- 374 págs. En inglés, F. P o d m o r e , Robert Owen, LondroiHutchinson, 1906 , 2 vols. G. D. H. Colé,The Ufe of Robert Owen, Londres, Macmillan1 9 3 0 , 3 4 9 págs.

Sobre el cartismo, Edouard D o l l é a n s, Le chartisme, Floury , 1912- 13. 2 vols., 426- ‘><l|páginas (compacto y algo evasivo, pero extremadamente útil). Para la bibliografía

lengua inglesa, que es abundante, véase G. D. H.C o l é , A His tory of Socia lis t Thoutihl (op. cit.), vol. I, págs. 325-26.L a Histoire du peuple ungíais au X IX ‘ siccle, de Elie H a l é v y , traza la histor ia <l<

cartismo, pero contiene pocas informaciones sobre su ideología.No hemos mencionado en nuestro texto ni las ideas ig ualitarias de ThomasH o d i. i i*

ni el socialismo cristiano deK in c s l e y . Sobre el primero, que a juicio de los Webb infln»en Marx, pero que durante su vida sólo tvjvo una audiencia restringida, ElieH e i .IW* Thomas Hodgskin (1789-1869), Rieder, 1903, 223 págs. Sobre el socialismo cristianoti Inglaterra, C. E. R a v e n , Christian Socialism (1848- 1854), Londres, Macmillan, l'VOxn-396 págs., y la bibliografía que figura enC o l é , op. cit., pág. 332.

2 . F r a n c i a .L a más reciente obra de conjunto esla de Máxime Le r o y , Histoire des idées s<><lulm

en France (op. cit.). Del mismo autor, Les précurseurs frangais du socialisme, Edltinfldu Temps présent, 1948, 448 págs. (útil recopilación de trozos escogidos).Célest in BotiullSocialismes frangais. Du "socialisme utopique" á la "démocratie industrielle", A. ( "llfl2.* ed., 1933, vm- 200 págs . (denso y preciso, aun siendo un pequeño volumen:t rata dr >* Itraer lo que queda v ivo del saint- simonismo, del fourierismo.del proudhonismo, etc ), I m obras frecuentemente citadas de Paul Louis no pueden recomendarse sinreservas ff l parti socialiste en France, A. Quillet, 1912, 408 págs.(este volumen de la Enct/<.l¡ <l<éM socialiste syndicale et coopérative de la classeo u v riere, publicada bajo la direc»Inlt IC o m p e r e - Mo r e l expone la historia del partido socialista; insiste mucho enla or( | Mzación y en la vida interior del partido; pasa rápidamente por las cuestiones de doOrinMDel mismo autor.Histoire du socialisme en France (1789- 1945), M. Riv iére, 1946, I ,-lm ginas (exposición lírica, tratamiento rápido de los precursores; sin referencias). Del mUM

15 Toda la colección es ¡ii,t(-remnte, eupeetalmenti? Charleo l íArroi’OHT, /,« >ri ulntIntí | fl<•/«(<•, 1H12, r.08

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*>l MOVIMIENTO DE LAS IDEAS 4 5 7

(tiilm ,Cent cinquante ans de pensée socialiste (De Gracchus Babeuf á Lénirte). M. Rivié-(», I'H7, 264 págs. (extractos de una brevedad tal que son difícilmente utilizables paraIIH fitudio a fondo). MarcelP r é l o t , L'évolution politique du socialisme franjáis (1789- h M ) , Spes, 1939, 302 págs. (estudia rápidamente las doctrinas premarxistas). Georgest Ilubert B o u r g i n , Le socialisme fran^ais de 1789 á 1848, Hachette, 1918, vi-112 pági-

M'i* V. V o lg u in e , Idécs socialistes et communistes dans les sociétés secretes (1835- 40). UiinMons d’kisto iré, tomo I I : "La nouvelle critique", 1954, págs. 9-37 (punto de vistaNtHi ultta).

I'tr identemente se af irma — con may or convicción que precisión— que ex istía una tra-itli Mu auténticamente francesa del socialismo, independiente del marx ismo e incluso fun-«HHinil.límente antimarx ista. T al idea aparece especialmente en tres publicaciones colec-Ijvrt» i| \ ic acentúan la herencia proudhoniana:Traditions socialistes [ranfaises, Neuchátel,

IHltlci > du Rhóne, 1944, 92 págs . (con AlbertB Ég u i n , Alex andre M a r c , Jacques B Én e t ), V A/,irx au marxisme (1848- 1948), Ed. de Flore, 1948 (con Robert A r o n , A rnaudUmiirii, GeorgesIIz a r d , Thierry M a u l n i e r , etc.) y el número especial deLa Nef: “Le

Inhumo fran^ais victime du marx isme? ”, junio- julio de 1950.

A ) L a r e f o r m a d e l a s o c i e d a d .h I Si ii nt - S i m o n .I na Ocur re s de Saint- Simon et d'Enfa ntin. editadas por los ejecutores testamentarios

át Pulmit in entre 1865 y 1878 (47 vols.) son de difícil consulta.Morceaux choisis de mtlM •Si ilion, por Célestin Bo u g l é , A lean, 1925, XXXM-264págs. (una sección entera estáÉWl«tl<i>| li< a la org anización de la paz; útil nota bibliográf ica de Alfr ed Pére ire). O tr a| t«t<llm lón, de J eanD a u t r y , Editions sociales, 1951, 182págs. (punto de vista marxista).

M il i» lilla recopilación más antig ua y mucho más completa:S a i n t - Si m o n , Oeuvres Jwl«lc« bruselas, Lemonnier,1859, 3 vols. La exposición de laDoctrine de Saint- Simon Ikiittfi aflo, 1829) ha sido objeto de una excelente edición crítica, bajo los cuidadosK l ! hntna.fi y Elie H a i.é v y , Riviére, 1924, 504 págs. (largo prefacio).S . Ch a r l é t y hahtttllt mil i Morceaux choisis d'Enfantin, Alean, 1930, 108 págs. (colección "Rcformateursp»*i«ii« ) Ln obra fundamental sobre Saint- Simon y los saint- simonianos es la de Sé-■jpjffl t i i a r i-Ét y , Histoire du saint- simonisme, nueva ed., 1931, 387 págs. El libro de

llnu' d ’A i .l h m a GNE, Les saint- simoniens, Gnünd, 1930, 455 págs ., reproduce nume-Mhi ilm umrntos de los archivos saint- simonianos depositados en la biblioteca del Arse-il llm i aparecido recientemente en Estados Unidos dos obras sobre Saint- Simon: Ma-

jfc iitH I >iINIX), T he French Faust: He nri de Saint- Simon, Nueva York, PhilosophicalMun IW6 , 253 págs., y Frank E.M a n u e l , T he new wor ld of He nri de Saint- Simon,

*| itlil(| i , Harvard, U. P.,1956, 433 págs., del mismo autor, The prophets of Paris, HMillili| <’i I lar vard, U . P.,1962, xiv-349págs. (sobre T urg ot, Condorcet, Saint- Simon,Emi y Auguste Comte), G. G. Ig g e r s, The cult of authority, the political philosophy

H tMlut- nlmonians: a chapter in the intellectual history of totalitar ianism, La Haya,M .. ....... 1958, 210 págs.

fc l I inirler,| lili MtoloiileI n s t rumen to de t r a b a j o , las obras de Four ier en seis volúmenes, publi-

í» IWrfi por la editorial A nthropos. Ex isten varias recopilaciones de textos esco-••tic l'niii ir r . La mejor no es la de E. P o i s s o n , Félix Alean, 19 32 , 156 págs. (colec-I HtXiii aialrurs sociaux "). Consúltese preferentemente lasPages choisies de Fourier

(¡IDIt (con un interesante prefacio), Sirey, 1 9 3 2, l x v - 2 3 2 págs., o la recopila-| r M„aila por Félix A r m a n d y Rene M a u b l a n c . Fourier, Editions sociales interna-Htli. l'J l/ 2 vols.,264 -263 págs. (Hay versión castellana:Fourier, trad. de EnriqueSt»> I Kiinlngiiez, Méjico, Fondo de Cultura Económica,4 6 0 págs., 19 40 . ] Félix Á r - | i liii imhlUndo en los "Classiques du Peuple ', Editions sociales ,19 53 , 166 págs., unaM n tic 11■.*•(*» choisis que puede resultar útil, a pesar de su reiterativa preocupación

tinmolltlfimo a favor del "genial Stalin". HubertB o u r g i n , Fourier: Contribu- I | Milule ilu toclnlisme ¡ ra nftis , Société Nouvelle de Librairie et d'Edition,1905,B Bt)H< l ililí»I ’im i i a i lia prestado un útilísimo servicio a los especialistas al publicar

MltiD inriiitiiniits do Foiirlor. Editions do Mlnult,1957 , 2 23 págs. Félix A r m a nd,

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4 5 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

Les ¡ourieristes et les luttes révolutionnaires de 1848 á 1851, P. U. F., 1948, 84 págs.(colección del ' Centenaire"; el libro tr ata, sobre todo, de Cons ider ant). V éase tambiénla importante publicación del Instituto Giangiacomo Feltrinelli,II Socialismo utopisti- co, 1. Charles Fourier e la Scuola societaria (1801-1922). Saggio bibliográfico a cura diGiuseppe del Bo, Milán, Feltrinelli, 1957, 120 pá-gs. MauriceD o m m a n g e t , V íctor Con- sidérant. Sa víe, son oeuvre, Ed. sociales internationales, 1929, 232 págs.

[Una exposición anónima del fourierismo en castellano:Fourier, o sea explanación del sistema societario, Barcelona, J. Roger, 1841, 410 págs.;Doctrina social: el falanste- rio, trad. de José Menéndez Novella, Biblioteca de Filosofía y Sociología, Madrid, 1900

c ) P r o u d h o n .

Las obras de Proudhon deben consultarse en la colección que comenzóa aparecer en 1920, en la ed. Riviére, bajo la dirección de Bo u g l é y M o y SSET. Existen numerosos trozos escogidos de Proudhon:de Bo u g l é (Alean, 1930, 156 págs.), de A lex andr e MARC ( L e cri de la France ’, 1945, 321 págs.), de LucienM a u r y ('Stock, 1942, 2 vols., 200-191.páginas), de Robert A r o n (con el título de Portrait de Jésus, Pierre H o r a y, 1951, X-246páginas), de Joseph La j u g i e, Dalloz, 1953, 492 págs. (Colección de los 'Grands écono- mistes").

La V ie de Proudhon, de Sainte- B euv e, co ntinúa siendo un libro clásico; véas e la edición de Da niel H a lé v y , Stoc k, 1948, 449 págs . (tres partes : 1) J uve ntud de Proudhopor Daniel Ha lév y (1809-1837); 2) Proudhon, por Sainte- Be uve (1837-1848); 3) A pdices y comentarios de Danie l H a lé v y ). L a mejor introducción al estudio de Proudhoes, indudablemente: Ge orge s Guy - Gr and,Pour connaitre la pensée de Proudhon, Bordas, 1947, vii- 237 págs . (con una bibliogr af ía que detalla la situación de las principalobras relativas a Proudhon en 1947). Véase también: Edouard Dolléans,Proudhon, Gallimard, 1948, 529 págs. (biografía calurosa y detallada; el último capítulo está dedicada Sorel). Henri DE Lubac,Proudhon et te christianisme, Editions du Seuíl, 1945, 319 p¡Vginas (Pr oudhon anticlerical y teólogo, su inmanentismo moral. E l R . P. de L . estudia Proudhon con simpatía y estima que elhombre valía más que sus libros). Pierr e Hauiií-m a n n , Mar x et Proudhon, leurs rapports personnels, 1844- 1847, "Economie et humanlMme", 103 págs. (analiza de una forma .precisa las relaciones y la ruptura entre Marx vProudhon; varios textos inéditos). Célestin Bouglé,La sociologie de Proudhon, A . G il in , 1911, xx - 333 págs. Georges G ur v i tch ,Les fondateurs frangais de la sociologie contemporaine: Saint- Simon et P roudhon, Cour s de Sorbonne, 1955, 2 fase. [ Ha y versióncastellana: Los fundadores franceses de la sociología contemporánea: Saint- Simon yProudhon, trad. de A na Go utman e Hilda Sito, Buenos A ires, Ediciones Galatea- Nm- v

V is ión, 19 58 , 202 págs.] E doua rd D o llé a n s y J.- L. P ue ch,Proudhon et la Révolutl<m\ de 1848, P. U- F., 1948, 77 págs . (colección del "Ce ntenar ie”) . Madele íne A m o u d h i i/ i

Proudhon et l'Europe, les idées de Proudhon en politique étrangére, Domat- Montclur»Itien, 1945, 160 págs . Daniel H alé v y ,Le mariage de Proudhon, Stock, 1955, 314 pAulijñas. George W ood coc k ,P.-J. Proudhon: a biography, Nue v a Y or k , M acmillan 1956 («IMduda la mejor biografía de Proudhon en inglés).

[Ediciones castellanas de obras de Proudhon.¿Qué es la propiedad? Investígacbum acerca de su principio, de su derecho y de su autoridad, trad. de A. Gómez Pinilla, V inllencia, F. Sempere, 250 págs.;De la creación del orden en la humanidad o principios M organización política, Valencia, Sempere; A mor y matr imonio. Valencia, Sempere: /■Estado.- - La dig nidad personal, Valencia, Sempere; Sistema de las contradicciones i'rflnómicas o filosofía de la miseria, traducción y prólogo de F. Pi y Marg all, Madrid 11 jbrería de Alfonso Duran, 1870, 2 vols., 491 págs. (pág. cont.);Filosofía popular, trad, MF. Pi y Margall, Madrid, Librería de Alfonso Durán, 1868;Filosofía del progreso. liMducción de F. Pi y Margall, Madrid, Librería de Alfonso Durán, 1869;De la capin lilM política de las clases jornaleras, trad. de F. Pi y Ma rg all, Madr id, Librería de A ll o iiDurán, 1869; Solución del problema social.—Sociedad de la Exposición perpetua, l idducción de F. Pi y Margall, Madrid, Librería de Alfonso Durán, 1869;Pobres y rlm ( Es tudios de economía práctica), trad. de Francisco Lombardia, Valencia, Scmnffl211 págs.; Contradicciones políticas. Teoría del movimiento constitucional en el siglo A IM traducción de Gabino Lizárraga, Madrid, Biblioteca Universal, 1873, 211 págs,;/iW

general de la Rev olución en el siglo X IX , trad. de J. Comas, Barcelona, 1868;La l'i-im

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4 6 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTIC

e ) M a n q u i .

"Los "Class iques du peuple” han publ icado unos út i l í s imos t rozos escogidos deB l a n q u i: Textes choisis de Blanqui, in t roducc ión de V . - P. V o l g u i n e, Edi t ions socia les , 1956,223 págs . La b ib l iogra f ía de l a pág ina68 ha de ser completada con e l importante l ibro de A l a n B , S p iTz e r , T he revolutionary theories of L ouis- Auguste Blanqui, N u e v a Yo r k ,

Columbia U. P. , 1957, 208 p ág s . A c o n f r o n ta r c on : M a u r i c eDo m m a n g e t , Les idées poli- tiques et sociales de Blanqui, Riv ié re , 1957, 429 p á g s . E l l i b r o d e S y l v a i nM o l i n i e r , Blanqui, P . U. F., 1948, 70 págs. , en la colección del Centenar io , no es más que una ráp ida in t roducc ión . E l l ib ro de Gus taveG e f f r o y , L'enfermé, Fasquel le , 1897, 446 p ág inas , ha quedado como c lás ico . A lber tM a t h ie Iz , “Notes de Blanqu i su r Robesp ie r re" ,

A nnales historiques de la Rév olution fr angais e, ju lio - ag os to de 1928, págs. 305-321. R o g e r G a r a u d y y A n d r é M a r t y man tuv ie ron una in te resan te po lémica sobre Blanqu i : A .M a r t y , Quelques aspects de l’activité de Blanqui, Soc ié té des A mis de B lanqu i ,1951 ( subraya l a impor tanc ia de B lanqu i como precursor de l marx i smo- len in ismo) ; Ro g erG a r a u d y , 'Le néo- blanquisme de contrebande e t les posi t ions ant i léninis tes d 'A ndr é M a rt y " ,Cahiers du communisme, enero de 1953, págs . 35-50. V éa s e tam bién C har le s d e Co s t a , Les blan- quistes. Histoire des partís socialistes en France, v o l . V I , R iv i é r e ,1912, 69págs.

C ) LOS SENTIMIENTOS POPULARES.

Además de los tex tos de A gricol Perdig uier y de Ma r tin Nadaud y de los librosJean Briquet, Michel Ragon, Pierre Brochón y Armand Cuvillier ya citados: GeoD u v e a u , La pensée euvriére sur l’education pendant la Seconde République et le Secom Empire, Domat- Montchres tien, 1947, 348 págs. V éase también la principal tesis del mmo autor, La vie ouvriére en France sous le Second Empire, Gallimard, 1946, xix-607 páginas. Habría que estudiar otros autores, especialmente ConstantinP e c q t i e u r , autor drla Théorie nouvelle d'économie sociale et politique (1842), que reúne numerosos temasdiseminados entre los pensadores socialistas. V éase también Flora T ris tán y el libro J.-L. P u e c h , La vie et l'oeuvre de Flora Tristán, Riviére, 1925, 515 págs. [Una traducción de F l o r a T r i s t á n : Peregrinaciones de una paria, trad. y notas de Emilia Romero,Lima, Cultura Antártica, 1946,x x i i i- 4 4 4 págs.]

E l espír i tu d e 184 8.

A lg unos estudios generales sobre la idea de rev olución: MichelR a l e a , L ’idée de rét’o jlution dans les doctrines socialistes, Jouve, 1923, 400 págs. (tesis de letras). G.E l t o n ,The revolutionary idea in France (1789-1871), Nueva York, Longmans, 1923. RobciP e l lo u x , "Remarques sur le mot et l’idée de révolution",Revue frangaise de Science /><>- Ilitique, enero- marzo de 1952, págs. 42-55.

Sobre e l e sp í r i t u de 1848, J.-B. D u r o s e l l e , “ L ’e s p r i t d e 1848”, e n : 1848, révolution créatrice, obra c o l e c t i v a publicada e n 1948, Bloud & Gay , 231págs . ( i n s i s t e en l o s si nt i m i e n t o s religiosos y en e l t ema de l a fraternidad); A r m a n d C u v i l l i e r , L ’idéoloui*Ide 1848", Hommes et idéologies de 1840, Riviére, 1956 (subrayal o s a s p e c t o s cultos y l"«a s p e c t o s p o p u l a r e s ) . Lesprit de 1848, p o r E. B e a u d e Lo m é n i e , A . B e c h e y Ra s , A . D a n ;p h i n - Me u n i e r , e t c ., B a d e r - D u f o u r , 1948, 351 p á g s . 1848. Le livre du centenaire, Ed. A tli t ll1948, 333p á g s . ( e s p e c i a l m e n t e l o s t e x t o sde G. D u v e a u ; i c o n o g r a f í a muy s u g e s t i v a ) .

V éase también, de géneros muy diversos: PaulB a s t i d , Doctrines, et institutions polltlm ques de la Seconde République, Hachette, 1945, 2 vols., 302 y 336 págs. JeanC a : <it| flLeí quarante- huitard, P . U. F „ 1948 (colección del Centenario). Debe consultarse toda Ucoleccióíi, especialmente, además de las obras anteriormente citadas: GeorgesD u v u m i Raspail, P. Ü. F „ 1948, 62 págs . (muestra una calurosa simpatía hacia Ras pail). l ’lrnC h a u n u , Eugéne Sue et la Seconde République, P . U . F„ 1948, 71 págs. Para or ienlm ■>en las publicaciones de la Sociedad de Historia de la Revolución de 1848: Llse DllltTablea anulytiques des publications de la Société d’Histoire de la Révolution de IX4La Roche- sur- Yon, Imprimerie centrale de l'Oucs t, 44 págs.

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C A P I T U L O X I I I

L a p ost er i d a d d e H eg el y l a f o r m a c i ón d el

m a r x i sm o ( A l em a n i a , 1 8 3 0 - 1 8 7 0 )

S E C C I O N P R I M E R A

D e l a “ J ov en A l em a n i a ” a l a “ I z q u i e r d a h e g e l i a n a , \

Hegel muere en Berlín en 1831. Desde hacía algunos años su filosofíana la filosofía casi “oficial” de las Universidades prusianas y también, encierta medida, de los dirigentes políticos de Prusia.

Sin embargo, no iba a transcurrir mucho tiempo antes de que fuese combatida, sobre todo a causa de la utilización religiosa y política de que eraobjeto por parte de la Iglesia luterana y los medios conservadores alemanes.

En el plano político el rey Federico- Guillermo II I se había adher ido a laSanta Alianza, con gran descontento de los liberales prusianos y, sobrelodo, de los de Renania, provincia en la que las “ideas francesas” habíanprnetrado profundamente. El asesinato del escritor Kotzebue (que era el(| ran adversario de los intelectuales liberales) en 1819 tr ajo como conse-i u n i d a una severa represión contra la prensa y contra las agrupaciones de

lidiantes. La revolución francesa de 1830, que supuso un notable fracasoili l edificio “leg itimista” de la Santa A lianza, tuvo un g ran eco, especialmente en Alemania del Sur, desencadenando una viva agitación en lasUniversidades. La monarquía prusiana replicó con una censura mucho másI#vera y con un régimen policiaco fastidioso y sofocante. El rey se negió amantener sus promesas de conceder una Constitución liberal. Desde estálidia hasta 1848 se producen algunos movimientos insurreccionales que enHliHirtn momento pondrán seriamente en peligro al régimen. La oposiciónutilera, sin ser inexistente, durante bas tante tiempo carecerá de importan-Urt i A lemania apenas si comienza su industrialización; y si a par tir de 1839Maulantes obreros y artesanos desterrados por ag itación subvers iva se diri-

a Par ís, es precisamente porque su acción ha s ido aplastada en Ale-tnanlalín consecuencia, la oposición contra el conservadurismo prusiano se

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4 6 2 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

manifestará esencialmente en el plano intelectual, y será obra principalmentede escritores, historiadores y periodistas. Por ello, se trata de una luchaideológica en la que los debates teóricos alcanzan una considerable importancia, y en la que la efímera historia de algunos periódicos y gacetas, e

su lucha contra la censura, ocupan muchas veces el lugar de la "acción revolucionaria”. Hasta 1848 dos movimientos jalonan en Alemania una tetativa .de liberación intelectual. En un plano más específicamente literario(aunque no sin alcance político), el movimiento “Joven Alemania”; en plano de la crítica filosófica, religiosa y política, el “radicalismo” de quiense acostumbra a agrupar bajo el nombre de “Izquierda hegeliana”. Aproxmadamente a partir de 1835, la actividad de este segundo grupo comenzará a primar sobre el primero.

1. E l movimiento “Jov en A lemania” .-—A ) Del o s e s c r i t o r e s "c o m p r o m e t i d o s". —Setrata de una nueva escuela literaria que intenta sobre todo escapar de un "romanticismo"

que encierra cada vez más al pensamiento alemán en un nacionalismo receloso (manifestadoen primer lugar, a través de una sólida galofobia), en tendencias religiosas e incluso pietistas, y en una desconfianza, por último, hacia las ideas liberales. Por oposición, la "Joven Alemania" se apasiona por las "ideas francesas", y no sólo por las de los filósofodel siglo x v i i i, sino también por las de 1830. Sus maestros son dos autores que, precisamente, residen en París desde 1830 y 1831: Ludwig Borne (1786-1837) y HeinriHeine (1797-1856). Ludwig Borne publica en Alemania susCartas de París (de 1831a 1834), que contienen un entusiasta elogio de la libertad que reina en Francia, yque hacen conocer al público alemán el movimiento de las ideas liberales y de las escuelas socialistas. He ine, iniciado en las doctrinas saint- simonianas, las da a conocer en

A le mania con su obr aLa escuela romántica alemana (1834).La obra de estos dos maestros, apasionadamente admirados por numerosos poetas jó

venes, dramaturgos y críticos de Alemania, sirve de fermento. Entre estos autores jóvenes

Kar l G utzk ow (1811- 1878), Heinrich L aube (1806-1884), T heodor Mundt (1808- 1861)Ludolf Wienbarg (1802-1872) son los más representativos. Agresivos, irónicos, satíricoatacan el dogmatismo filosófico de los discípulos "ortodoxos” de Hegel, critican las intituciones políticas y sociales de Prusia, la escuela histórica alemana, etc. Políticamenteson liberales, y algunos de ellos abiertamente republicanos. Su critica ataca sobre todoal r idículo y a la pesadez ger mánicas. Destruye, pero apenas construye. S u preocupación literaria por crear una literatura viva, en contacto con los grandes movimientos sociales y políticos de la época, se traduce, en algunos de ellos, en actos de oposición politica caracterizados. De esta forma, Gutzkow funda en 1838, en Hamburgo, uno de loprincipales periódicos liberales de Alemania,El Telégrafo.

El papel político real de la "Joven Alemania", sin ser despreciable, fue limitado. Pouna parte, el movimiento afectaba tan sólo a un público literario o interesado por lnliteratura. Por otra, el movimiento llevaba encima un cierto descrédito, por el hecho deconvertirse en el campeón de las ideas francesas e incluso (decían sus adversarios) de In.ideas "judias” (Borne y Heine er an judios). A partir de 1835 la censura prohibió, dforma casi absoluta, la difusión y la publicación en Prusia de las obras de Heine. Poúltimo, la protesta política de la "Joven Alemania", bastante superficial, no se apoy;il>en una burguesía liberal muy ardiente (salvo, en cierta medida, en Renania; y, en todocaso, los burgueses de esta provincia querían hacer oir sobre todo sus r eiv indicado) >oeconómicas, a las que los escritores de la “Joven Alemania” eran casi por completo ajenos

De todas formas, había que mencionar este clima literario y filosófico, ya que fumás o menos el del medio intelectual y familiar en el que se desar rolló la juventud <K ar l Mar x (nacido en T réves , en 1818) y la de la may or parte de sus primeros compfieros.

B) De l o s i n t e l e c t u a l e s l i b e r a l e s.— Por lo demás, durante la misma época se cjncieron sobre la juv entud intelectual alemana otras influencias liberales , procedentes <1medios más "cultos".

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4 6 4 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

contra el orden establecido en el terreno relig ioso Este ataque está jalonado por las obras de David Strauss, Bruno Bauer y Ludwig Feuerbach, alo largo de los años 1835-1841.

A ) S t r a u s s : u n R e n á n a l e m á n .— Dav id S trauss publica, en 1835- 36,La vida de Jesús, obra que comporta una doble critica. En primer lugar, una crítica histórica de lostextos evangélicos que indicaba en ellos innumerables contradicciones y que deducía, enconsecuencia, una interpretación mítica” de los textos sagrados. Luego, una crítica teológica, dirigida principalmente contra la interpretación racionalista de la religión intentadapor Hegel. Demostraba la imposibilidad de reducir a Cristo (por lo demás, según Strauss,personaje mítico) a la revelación total del Espíritu divino; por consiguiente, no era legitimo intentar "conciliar", como había hecho Hegel, filosofía y religión. Para Strauss, lalegítima lección que podía sacarse del hegelianismo era la siguiente: hay que considerara las diferentes religiones (incluido el cristianismo), en su esencia histórica, como un largoesfuerzo continuo de la humanidad hacia el desarrollo del Espíritu Universal. La obratuvo una enorme repercusión entre la juventud intelectual, ya que Strauss separaba lafilosofía de la religión.

B ) F e u e r b a c h : c r í t ic a d e l a a l ie n a c i ó n r e l ig i o s a.— U na crítica infinitamente más radical de la religión iba a ser desarrollada por BrunoBauer y, sobre todo, por Feuerbach. T al actitud antirrelig iosa será compartida, hacia 1837-1843, por los jóvenes neohegelianos que se reúnen enBerlín en el “Doktor club” , del que Karl Ma rx será uno de los más destacados miembros.

Feuerbach publica en 1841 (año en el que Marx lee su tesis en Jena)La esencia del cristianismo (seguida en 1843 dePrincipios de la filosofía del futuro y en 1845 deLa esencia de la religión). La tesis fundamental deFeuerbach es que la religión constituye para el hombre una pérdida de susubstancia, a la que proyecta en un "ser div ino” , ex terior a sí mismo y puroproducto de su conciencia. El hombre reviste ese ídolo, que él mismo hafabricado, con las virtudes y posibilidades que son la substancia de la propia humanidad. Esto ocurre, según Feuerbach, porque, por el momento, elhombre no puede todavía comprender su ser genérico (i. e., la imagen dela humanidad “final") más que a través de un "objeto" separado de su individualidad concreta; el hombre tiene necesidad de un ídolo, al que creacon su propia substancia y con lo mejor de sí mismo ("El ser divino no esotra cosa que el ser del hombre liberado de las ataduras y limitaciones delindividuo..., que el hombre real objetivo... al que contempla y adora comoun ser aparte...’’). Feuerbach propone a la filosofía como tarea criticar esa"alienación” (tomando la palabra del vocabulario hegeliano) del hombre enel ser divino, y hacer que el hombre recupere su “ser genérico”, es decir,su plena humanidad.

De creer a Friedrich Engels, el éxito de esta critica entre los jóveneshegelianos fue fulminante, ya que “todos nos convertimos en feuerbachianos”. Como más adelante veremos, fue realmente decisiva en la evoluciónintelectual de Ma rx y Engels . No obstante, Feuerbach, intelectual puro, se

1 I la y que s eña la r, s in embargo , l a obra i l e iun hege l i ano de izqu ie rda , poco un ido a l r<‘niode l movimien to , Von Cie-s’zkgw ski,que en sus ProlegÓNimo# a la filosofía de la If Infarta(1838) c r i t i có a l a hcge l i ana como puramente e specu la t iva y qu iso des a r ro l l a r l a comouiutf i los of ía do la a oció11 i n sp i rada en e l v o lun ta r tamo f i c l i t l ano .

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LA POSTERIDAD DE HEGE L Y LA FORMA CIÓN DEL MA RXISMO Ki .'l

acantonó siempre en la crítica de la alienación religiosa, participandosólode manera episódica e indirecta en las luchas políticas de los liberales alemanes (en 1843 concedió su protección a los A na les /rancoalemanes dirigidos por Ma rx y Ruge, pero no escribió en sus pág inas).

Marx y Eng els recogieron de Feuerbach, además del análisis de la alienación religiosa, el postulado materialista. En efecto, Feuerbach, como contrapartida del idealismo absoluto de Hegel, intentaba hacer partir toda lareflexión filosófica de la realidad natural del hombre concreto, entendidono sólo como ser individual, sino también como especie social y como “masaImmana”. De ahí deducía, en consecuencia, la necesidad de una liberación«Ir la especie humana, tanto de la ilusión religiosa como del egoísmo individual, propugnando la alianza de la filosofía y del movimiento social. Sumaterialismo, en último término bastante tímido, consistía sobre todo enhacer de “la humanidad” (sustraída al desarrollo histórico) el objetivo y

rl punto de partida de toda reflexión y de toda acción. Era esencialmente — pero únicamente— una crítica radical de toda “metafísica” : en estepunto apenas si superaba el materialismo de los filósofos del siglo xvm.

l'l hombre" de Feuerbach es abstracto. Y , como certeramente indicaráMnrx , su preocupación por unir la accilón y la filosofía no irá, en el terrenoniucreto, más allá de una predicación altruista y de una "religión de la humanidad”.

(') B r u n o B a u e r : l a f i l o s o f í a c r í t ic a . —Menos interesado por la acción política queMi uno Bauer, Feuerbach fue, sin embargo, más lejos que él en el terreno de la critica

lllttnriflia. Bauer, que fue desde 1837 a 1841 el guía y el amig o de K ar l Ma rx , fue elMliulpnl representante de lo que él mismo denominaba la “filosofía critica ’. Jovenprivat- mui'/it de Teología en Bonn, comenzó emprendiendo una detallada crítica de los evan-MIIim sinópticos (1841), sobre la que fundamentó una nueva orientación de la filosofía[jt>«| «l|nna, a la que Bauer tendía a subordinar cada v ez más al idealismo de Fichte.Ify ilil él, ex istía una especie de progres o dialéctico desde la r elig ión (que había permitido»n rl inundo antiguo la formación de la conciencia individual) a la f ilosof ía moderna,■Ut *r nlzaba ahora, en nombre de los derechos de la conciencia y del espíritu, contr a la

Wlh| l n. La filosof ía cr ítica, producto de la conciencia del Y o, una vez que se destacaH*l W (considerado por Bauer, a diferencia de Hegel, como no racional), tiene el poderHt transformar el mundo y de actuar en la Histor ia de forma creadora y libre. Bauert)illi rt mis teor ías en su libro sobreLa cuestión judia (1843), del que Marx hará una( m u m i i i i critica. Así Bauer afirma que la verdadera emancipación del judío en un EstadouUll.ino como Prusia supone la realización de dos condiciones: en primer lugar, que laItlltlIiMi m* convierta en asunto pr ivado y no en un modo de ex istencia del Estado; luego,■M *1 ludio renuncie a su relig ión, la cual, a difer encia de la r el ig ión cristiana, le impide

■ m in o hasta una conciencia universal. E n la práctica, Bruno Bauer cuenta en gr an(M#t| l.| .i para luchar contra la conciencia religiosa y para emancipar las conciencias, conM DViiilii d*l Es tado, un Estado liberal y "filóso fo”. T al act itud de conf ianza en un re-■fHMamo político ba jo los auspicios de un Estado libera] caracter iza perfectamente lasMliulih .in aspiraciones (que fueron también las de Marx ) de los jóvenes hegelianos deIi^hIuiI.i hasta 1843-1844. Cuando Federico- Guillermo IV decepcionó definitivamente■ H « inr anz as y cuando se comprobó, tras las inútiles luchas sostenidas por Bauer,fTuup Mnrx y algunos otros en el terreno de la prensa, que el Es tado prus iano era re-

CMlmiirntr .uitlllbcr.il. Bauer se refur ió cada vez más en un cuasi- anarquismo muy inte-

MiinIMu Rompiendo totalmente cualquier vinculo entre pensamiento y acción, conde- jjpiA m bloque al Es tado, a las Iglesias, a los par tidos .políticos y, sobre todo, a la#««.« (i <inver tida en responsable, por carencia de espíritu cr itico y de cultura, del la-

M»uiiiMr fracaso del movimiento liberal en Alemania). La "filosofía critica” conduce a

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4 6 6 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

un nihilismo que Marx caricaturizará enLa Sagrada Familia (escrita en colaboración conEngels, 1845) con el nombre de “crítica crítica".

D) S t i r n e r .— T odo un grupo de jóvenes escritores y filósofos part icipó en esta "crítica crítica": fue el grupo denominado de los "libres"(rreien), que contó como miembrodestacado, además de los hermanos Bauer, a Max Stirner (1806-1856), seudónimo d

Kaspar Schmidt. Este publicó en 1845 una extraña obra tituladaE l único y su propiedad, frecuentemente considerada como el manifiesto literario del anarquismo filosófico. "Eúnico" es el Y o, que rehúsa cualquier otro v alor y cuaquier otro f in que no sea él mimo, que rechaza cualquier otra ley que no sea la de su puro capricho, que se consideraliberado de toda solidaridad con "la humanidad’’, tan cara a Feuerbach (el libro de Stirnees, en gr an medida, un anti- Feuerbach). E l "egoísta integ ral" se proclama, s in embargoheredero de esa humanidad, pero heredero libre para derrochar la herencia, sin contribuira aumentarla; no se valora más que a sí mismo, tal es su regla de vida. Stirner preconiuna "asociación de los egoístas” que. no exigiendo nada de sus miembros, se pusiera aservicio de sus necesidades (por otra parte limitadas al mínimo, ya que Stirner es un hombre sosegado que predica más el despojo de las pasiones que la voluntad de poder delsuperhombre).

Ciertamente, Stirner es un hombre aislado. No obstante, lleva hasta el paroxismo u

estado de ánimo, desesperado y nihilista a la vez, que señaló, entre la juventud intelectua"radical” dé los años 1830-1850, el callejón sin salida al que conducía un radicalismfilosófico que creyó primero, según el idealismo hegeliano, poder ser el "demiurgo demundo" y que se desgastó luego contra la ruda burocracia del Estado prusiano y contrla inercia de las estructuras sociales alemanas.

E ) E l f r a c a s o d e l r a d i c a l i s m o p o l í t i c o .—La mejor ilustración de ese callejón sinsalida del radicalismo político y filosófico (que constituyó el medio originario del pensmiento marxista) es la historia de los periódicos en que colaboraron, durante losaños 1839- 1845, Marx y los jóvenes hegelianos de izquierda. Estos periódicos (que podíasólo publicarse en las escasas ciudades en las que el régimen de censura era menosestricto: Hamburgo, Halle, Colonia) intentan inútilmente, exceptuando algunos escasísimos éxitos relativamente duraderos, dirigir la lucha política; emplean trucos para engañaa la censura sin conseguir desarmarla, y desaparecen uno tras otro. Algunos de ellospara escapar a la censura, se publican en Z- urich, y después en Par ís, desde donde lo»redactores intentan hacerlos pasar a Alemania: esfuerzo inútil, ya que el Gobierno alemáserá lo bastante poderoso como para alcanzarlos en esos refugios y hacerlos prohibirS in embargo, lo que caracter iza la actitud política de estos periódicos 2 es, en definitivauna indefectible confianza en el Estado y en las ilimitadas posibilidades del reformismpolítico, ilustrado por la ciencia y la filosofía. Sólo de manera excepcional se encuentren sus columnas una exposición simpática de las doctrinas socialistas, comunistas o anarquistas.

A partir aprox imadamente de 1844 la relativa unidad de este mov imiento filosófico y político “radical" va a romperse. Los supervivientes y sucsores se orientarán por diversos caminos:

2 E l pr im er órg ano impo rta nte en el que se expresaron)) los noohegel ianos fue los Anuir» de Halle (Hallesche Jahrbüch&r), f u nd a d o s e » 1 8 3 8 p o r A r n o l dRuge para luchar, an te todoe l p lano f i losóf ico , eon t ra e l hege l ian i smo or todoxo . Cuando , a f ines de 1840 , los Anales <!•Halle pasa ron a l a lucha po l í t i ca d i rec ta , se l e s ob l igó a de ja r Ha l le por Dresde , donde fuen tnpubl icados con el nombre de Amales alemanes (1841) , reducidos, por lo demás, muiyi rápMiim e n t e a l a i m p o t e n c ia . E n 1 8 4 2 s e f u n d ó e n C o l o n i a laGaceta Rervana (Rlieimsche Zcitmuf, e n e ro d e 1 8 4 2 m a r z o d e 1 8 4 3 ) , c u y o le f ím e ro r e d a c t o r je f e f u e K a r l M a r x y a l a q u e l a cosura h izo desaparecer. A pa r t i r de es ta fecha los jóve nes hege l ianos in ten ta ron pub l ica r ru»vis tas en Stuiza (por e jemplo, las Anécdota philosophica, d e A r n o l d Ruge, y las* Veintiún hofn» de Suiaa, d i r i g i d a s p o r e l p o e t a Herwegh). M a r x , R u g e y H e s s ( p a t r o c i n a d o s p o r »bach) h ic ie ron g randes es fuerzos , de ju l io a d ic iembre de 1843 , pa ra fundar los Anales frnn> >r alemanes-, publ ica dos en P ar ís y pro hibidos en 1844, t ra s un ' único n úmer o <loble. De®pu¿* -i-es ta fecha no s ubsis t ió m ás que un órg ano , en el que pudie ra ex presars e es ta tendenel i i, •*!per iódico Vorwürts, órgano publicado en París para las necesidades de nuinoroHow refugln»!»"*pol í t icos a le imiaues que residían por entonces al l í .

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I A P O S T E R I D A D D E H E G E L Y L A F O R M A C I Ó N D E L M A R X I S M O 4 6 7

unos proseguirán una obra puramente científica o literaria, no interesando ya directamente a la historia de las ideas políticas;

muchos (Feuerbach, Bauer) se refugiarán en una crítica filosófica de lareligión que apenas se renovará;

■ un número considerable de ellos se adherirá más o menos directamenteal régimen político establecido, y formará los diversos elementos deun "justo medio” liberal;

otros se adherirán a las múltiples escuelas socialistas o comunistas(cuyo desar rollo será, sin embargo, lento en A lemania hasta la fundación en 1863, por Ferdinand Lassalle, de la Asociación general delos T rabajadores alemanes, ‘‘Die A llgemeine Deutsche Arbeiter-verein” );

parece, por último, que algunos de ellos encontraron un camino, trasel fracaso de 1848, en el movimiento liberal —pero resueltamenteapolítico—- que, bajo el impulso del economista Schulze- Delitzsche(1808- 1883), se dedicó a la creación de cooperativas de consumo ycrédito, y de sociedades de educación obrera.

S E C C I O N I I

L as id eas soc ia l i s tas y com un i sta s en Al ema n i a .

A) D i f u s i ó n d e l a s d o c t r i n a s s o c ia l i s t a s y c o m u n is t a s .—La mayoría de las gran-iinrus del socialismo inglés y francés estaban ya escritas cuando las ideas socialistas

MMMtiimron a gozar de una cierta curiosidad en Alemania por parte de círculos intelec-

muy restringidos (pero, en general, de una cultura filosófica mucho más amplia•fu* lii de los Ow en, L ouis Blanc, Saint- Simon y Pr oudhon). Durante bastante tiempoi l « m i InlUmo y el comunismo fueron en A lemania tan sólo objeto de conocimiento teórico.Iltt m il ’.irgo, resulta conveniente señalar que las ideas socialistas y comunistas encontra-H»tt ni»' favorable acogida entre los "desterrados” alemanes que, a partir de1832, se■llllMei It-ron en Londres y Par ís. E n A lemania , sus progresos en los medios popularesMtMti, «1parecer, lentos, por lo menos hasta18603.

i '«« lo» medios intelectuales hemos v isto y a cómo hombres del tipo de Gans y HeinepttDM ay udado a dar a conocer en A lemania las teorías saint- simonianas y, en menorMbmIiIii, las de Louis Blanc, Fourier, Proudhon, Blanqui, Pierre Leroux y Robert Owen.1)M uñilarg o, la obra que más hizo para la difusión y el conocimiento ex acto de estasM*•»» !"<•tii de un univer sitar io conservador, L orenz v on Stein,(11815-1890),que, tras una

| h| N ril.mcla en Francia, publicó en1842 una obra muy documentada sobreE l socia- ||WH U W comunismo en la Francia contemporánea: la parte crítica de esta obra era rela-.......... endeble, pero la exposición científica de las doctrinas era sólida y valió a laim mi verdadero éxito.

rt) W k i t l i n g y l a "L i g a d e l o s Ju s t o s ” .— Por la misma época un obrero autodidacta \ Vitln ni W eitl ing(1808-1871), afiliado en París a la “Liga de los Justos” (agru-

EMAm «!••desterrados alemanes), re fug iado más tarde en S uiza, publica diversas obraslili Kilo comunista y anuncia que la clase obrera liberará a la sociedad. S u principal

Fii / 'i* jinrnntlus de la ar monía y de la liber tad, publicada en 1842 y claramente ins-

t »Hi* ni F'ourler, ofrecía menos nov edad por su crítica (bastante moralizante) del capita-^ J i l(no por su convicción en el futuro es tablecimiento de la comunidad de bienes,

flHjtt i ", l" M Inevitable de la miseria de las masas y de su rebelión. S in embargo W ei-• M ii liu, d« ni- tí uro, voca ciones aisla das , como la del poeto Georp:B ü c h n e r (1 8 1 3 - 1 8 3 7 ),

B U lili /,» mut*rir tt<i Jtunlnttí y il« Woysvok. BUohner, rebe lde apas ionado, conspi rador cas iÍMM hil ilu . muy Ul i jiwlo do la I ronía de los maes t ros de la Joven A lem ania , es un ang us t iado

phIuIiIhci vluoroMiiUH'iiN» el de re cho deI o n pohri 'H a la rcviielln y a l a violencia .

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4 6 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

tling, que nunca tuvo confianza en la acción .política, evolucionó cada vez más hacuna religiosidad comparable en cierta medida a la de los discípulos de Lamennais, cofiando en un nuevo Mesías para fundar sobre el amor la comunidad de bienes(El evangelio de un pobre pecador, 1843). Weitling se apartó progresivamente de los demás socialistas alemanes y, poco a poco, de toda acción revolucionaria. Hasta 1847 su influencentre los refugiados políticos alemanes de Londres y París contrabalanceó, sin embargo

el influjo blanquista. E n esa fecha, Mar x y Engels toman la dirección de la antigua "Lde los Justos", transformada, en el mismo año, en “Liga de los comunistas” (mientrque Weitling, que había roto con sus antiguos compañeros, se expatriaba a EstadoUnidos).

Una corriente en cierta medida comparable con la de Weitling, pero animada por intelectuales procedentes más o menos directamente del neohegelianismo. fue la escueladenominada del "verdadero socialismo”. Puede encontrarse su origen en las obras, utópicas y un poco confusas, de uno de los primeros compañeros de Mar x y Engels , MosHess (1812- 1875), uno de los primeros jóvenes hegelianos de izquierda que ex trajo dhumanismo de Feuerbach conclusiones en fav or de la doctrina comunista. E l “verdaderosocialismo, cuyo pr incipal representante fue K ar l Gra n (1813- 1887), intentaba buscar punto de contacto entre la filosofía hegeliana y las doctrinas socialistas francesas (espcialmente las de Proudhon). El “verdadero socialismo", aislado casi totalmente de todmovimiento popular real, negando la lucha de clases y absorbido en especulaciones filsóficas, tendía a "pensar” la revolución social, haciendo abstracción de las realidadeeconómicas, sociales y políticas de la Alemania de la época.

C ) L a e c o n o m í a p o l í t i c a Y e l E s t a d o .— Lo que caracteriza estas primeras tentativalemanas de contracción doctrinal socialista o comunista es que no se apoyan ni en unconocimiento real de la existencia concreta de la condición obrera, ni — sobre todo— en análisis científico de la vida económica.

A hora bien, el es tudio de la economía polít ica, promov ido tanto por el des arrollo idustrial como por los problemas de comercio exterior suscitados por las uniones aduanoras alemanas, era acometido en Alemania por autores como Friedrich List (1789-184proteccionista y, sin embargo, políticamente liberal, y Johann Karl Rodbertus (1805-187Este último, bastante cerca del comunismo en sus primeros escritos (entre 1837 y 1842

lleg ó a ser uno de los dirigentes políticos del Centro izquierda y el campeón de la orgnizac ión de la economía nacional bajo la estrecha dirección del Estado. A partir de 18la "escuela histórica" alemana inicia sus trabajos de economía política; partiendode una crítica (mediante el método histórico de S av ig ny y de Gerv inius) de los liberaingleses (Ricar do y Mal thus sobre todo) , se propone hacer de la economía política unciencia de lo real, apoy ada sobre la estadística y la observ ación histórica, y no una cienideductiva. Esta tarea quedará limitada a A lemania y, después, a Austr ia. Friedrich Engrse dedicará, desde 1843, por el contrario, al estudio de los economistas ingleses, yMíirllse guirá su ejemplo. En contrapar tida, Ferdinand Lasa lle (1825- 1864), aun adhiriéndoseit| lmarxismo en 1848, está muy influido por List, Rodbertus y los partidarios del “histocismo”.

La cuestión del “pauperismo" suscita, tras la revolución de 1848, diversas tentativde "solución". A lgunos autores, como el economista Schulze- Delitzsche (cf.supra), intuí Itan orientar al mundo obrero hacia el cooperativismo, rechazando toda intervención ilEs tado y toda acción política (incluso no rev olucionaria) del proletariado. Ot ros bu.imuna vía hacia el “socialismo de Estado" mediante la organización autoritaria de economía nacional. Por último, a partir de 1860, la escuela denominada (burlonamonldel “socialismo de cátedra”, constituida sobre todo por teóricos universitarios, recImiuna política social, bajo los auspicios del Estado, para luchar contra el paupcri.iin

A pesar de sus tímidas actitudes doctrinales, esta escuela creó, en los años 1863- 1871, tmedio fav orable par a la acción de Lassalle y sus discípulos, aunque también contrll>iia mantener durante bastante tiempo a los dirigentes lassallistas en una actitud dem i i i iI Isión y de confianza respecto al Estado prusiano.

D ) Fe r d i n a n d La s s a l l e y e l m o v i m ie n t o o b r e r o a l e m á n .— FerdínaLassalle, joven judío alemán, colmado de dotes, ambicioso e impetuoso,

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I A POSTERIDAD DE H EG EL Y LA FORMA CIÓN DEL MA RXISMO 4 6 9

nfilió en 1845 (tenía veinte años) a la “Liga de los Justos”, tras unacstancia en París. Participó en la revolución alemana de 1848 y fue hecholuego prisionero. En 1849 conoció a Karl Marx, convirtiéndose en discípulo'iiiyo. Después se mantuvo apartado de la lucha política activa hasta 1859.I >esde este momento Lassalle, proclamándose siempre "marxista”, comenzó*i desplegar una intensa actividad, apoyando la emancipación nacional de1«alia y tomando partido por la unidad nacional alemana, emprendiendo unacompaña contra los "progresis tas burgueses" alemanes (tendencia Schulze-I Mitzs che) y contra diversos economistas burgueses . L assalle esperabaaprovechar la negativa de los progresistas a apoyar la reivindicación delMifragio universal, para separar de ellos a los obreros alemanes. En 1863consiguió fundar un “part ido de clase” , la Asociac ión Gener al de los T rabajadores Alemanes. Lassalle, entretanto, había firmado un verdadero pactoron Bismarck. A cambio de la benévola neutralidad de este último, respectoii la propaganda de Lassalle, éste apoyaba la política exterior de Bismarck(tiMinto de los ducados ) * y ay udaba al canciller en su lucha contra los libe-mies y progresistas. En 1863, tras la brutal disolución del Landtag de ma-vi n ía liberal, Lassalle participó en la siguiente campaña electoral, explicandon los obreros alemanes que Bismarck había hecho bien en desenmascarar aIon liberales, malos nacionalistas alemanes y enemigos de las reformas so-■tales realizadas por el Estado.

Desde 1862 Ma rx y Engels habían roto con Lassalle. Le reprochaban,mleuiAs de las abusivas deformaciones y simplificaciones a que sometía almarxismo (especialmente en el enunciado de su famosa “ley de bronce delo» salarios” ), su act ividad alborotadora, su nacionalismo imprudente y ,Htilirc todo, su probable colusión con Bismarck4. La aportación teórica detaptsnlle es prácticamente nimia, enlazando tal vez más con el socialismotlr I xntis Blanc y de ciertos economistas alemanes (especialmente Rodbertus)♦|ni* con el marx ismo: ley de bronce de los salar ios; proletar ización de lastupas medias; subvenciones del Es tado para la multiplicación de cooperati-

Vrtt de producción, que llegarían, gracias a esa ayuda , a sustituir todo el•Interna económico capitalista.

I.a verdadera aportación de Lassalle fue la creación del primer partido

#in (alista obrero de Europa, par tido al que organizó de forma muy auto-IfAllta. Bajo la dirección del sucesor de Lassalle, J. B. von Schweitzer(| MH 1875), este part ido fue utilizado f recuentemente por Bismarck en de-ftlniento de los intereses de los trabajadores alemanes. No obstante, sobrevivió hasta 1875, a pesar de la creación en 1869 de un partido rival, el par-lltlti social- demócrata alemán (fundado por A ugust Bebel y W ill ia mI l e l i l ínccht, cf. infra), destinado a disfrutar de un mejor futuro. El que la^tnt litt ión General de los Trabajadores Alemanes no se adhiriera a la I In-

lonal, es una muestra bastante característica de sus tendencias nacio-f t f t l lMi iM y estatistas; fue Marx , refug iado en Londres, quien representó,

ta 1864, a los trabajadores alemanes en el Comité de la Internacional.

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4 7 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

S E C C I O N I I I

L a f or m a c i ón d el p en sa m i en t o d e K a r l M a r x .

A ) 1842- 1848: Losa ñ o s d e f o r m a c i ó n. — E n octubre de 1842 lRheinische Zeitung, periódico cuya dirección asume el joven K ar l Marx ,es objeto de critica por uno de sus colegas, con ocasión de una serie deartículos de Moses Hess (que profesaba un comunismo basado en la moralaltruista derivada de Feuerbach), a causa de sus tendencias comunistas.Marx, respondiendo a esta reconvención, declara que el comunismo permanece en Alemania en el campo de la especulación, y no oculta su faltade interés por esa especulación. A ñade incluso: para A lemania, el peligroreside, no tanto en la tentativa de algunos de poner en práctica el comunismo (este peligro podría ser destruido con el cañón), como en la seduc

ción que las “ideas” comunistas ejerzan sobre las almas y las conciencias. A sí, pues, Marx , en octubre de 1842, no sólo no es comunis ta, sino que parece compartir ciertas ilusiones de sus amigos neahegelianos respecto alpoder de las ideas. A hor a bien, el mismo K ar l Mar x redacta, en enerode 1848, elManifiesto comunista para la Liga de los Comunistas, que contribuyó a fundar el año anterior.

Hay que precisar que, entre 1842 y elManifiesto, Karl Marx habíaescrito y a — y publicado en alg ún caso— la mayoría de las obras, acabadaso no, que continúen —mucho más que en germen— lo esencial del marxismo.No cabe decir que este primer período corresponde al Ma rx “ filósofo” , comenzando sólo a par tir de 1848 el periodo del Ma rx “revolucionario” y"economista”. De un lado, puede hacerse remontar la actividad revolucionaria "práctica” de K ar l Mar x a febrero de 1846, cuando funda en Bruselas

junto con Engels , un Comité de pr opaganda comunista. Por otro lado, Marxse sumergió en el estudio de los economistas ingleses desde su primera estancia en París (1844), y de 1844 data también una de sus obras más importantes (a pesar de ser un simple borrador, publicado después de su muerte):los Manuscr itos económico- filosóficos; siendo asimismo de 1847 una obraque muestra ya la amplitud y el dominio de la reflexión y del análisis económico de Marx: Miseria de la filosofía, respuesta a la filosofía de la miseria de M . Proudhon.

No es menor el camino recorrido por Mar x , durante los años 1842-1848,en el plano de la teoría política,stricto sensu. En los artículos que Karl Marxredactó en 1842 para laRheinische Zeitung, si bien es cierto que se dedicaa una crítica realista de la política y del derecho de la sociedad alemana,cree todavía que la solución de las desigualdades sociales debe proporcionarla el Estado, y que una reforma del Es tado traerá consigo una reformade la sociedad. Ma rx , de marzo de 1843 a comienzos de 1844, abandonaen dos obras sucesivas (La crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel,

y en su artículo de los A nales francoalemams sobre la "Cuestión judía” ),la idea de que el Estado es la esfera constitutiva de la sociedad: el Estado

se encuentra determinado por la sociedad y por la relación de producciónque la domina (la propiedad privada), remitiendo en consecuencia la pro

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I A POSTERIDAD DE HE GEL Y LA FORMA CIÓN DEL MA RXISMO 471

trusión de emancipación política a un previo cambio revolucionario de lasrelaciones económicas entre los hombres. T ambién desde 1844 (artículo sobre la revuelta de los tejedores de Silesia), y sobre todo a partir de 1845(cf. La Sagrada Familia y las Tesis sobre Feuerbach), Marx está conven

cido de que sólo el proletariado puede realizar una revolución a la vez socialv política; en la misma ocasión rechaza, no sólo el reformismo, de Estado,ülno también el comunismo utópico apolítico — como el blanquismo— , que•Alo intenta g olpes de mano contra el aparato del Estado.

Por consiguiente, los años 1842-1848 resultan, en todos los aspectos,decisivos: no sólo para ex poner el itinerar io intelectual de Marx , s ino, sobretiulo, para mostr ar a par tir de qué y cómo se formó el pensamiento mar-Nifita.

B ) M a r x f r e n t e a l E s t a d o a l e m á n y a l r a d i c a l is m o n e o h e g e l i a n o .

M.trx pasó ál principio por la experiencia de todos los jóvenes liberales yhegelianos de su época en Alemania: confiando en las posibilidades de unapolítica liberal — de la que el Estado prusiano había dado e jemplo entre 1811 y 1820— , luchó en el terreno político (más ex actamente, periodís-Ik'O) contra una política que se había transfor mado en absolutista. A l igual

sus demás compañeros de lucha, fue reducido a la impotencia. De nue-vii en Alemania en el momento de la revolución de 1848 (dirige ahora laNnic Rheinische Zeitung) asistirá a la descomposición, casi sin lucha, deU burguesía liberal, en la que había confiado para hacer franquear a la•tic Irdad alemana una etapa decisiva. E n 1849 tendr á que emprender delluevo el camino del exilio.Se vio obligado a comprobar, al igual que casi todos los jóvenes neohe-(jrllnnos, que la burguesía alemana, poco numerosa, trabada por estructuras(Itill tico- sociales aún muy impregnadas de vestigios feudales y dominadasJim In burocracia prus iana, carecía de vo luntad revolucionaria y no se en-.... Ir.iba objetivamente en situación revolucionaria. En cuanto al proleta-timlo industrial alemán, apenas estaba surgiendo.

Hacia 1843, en la época en la que Ma rx rompe con Bruno B auer y elguipo de los “libres”, llega a la conclusión de que esos jóvenes filósofosalumines ex presan — y creen compensar— esa impotencia rev olucionaria

(ti Ai i lea de la sociedad alemana mediante una filos ofía que transfiere exclu-ih límente toda t ransf ormación del mundo al plano de la liberación de lattlIH lencia. La filosofía alemana conduce a un modo de existencia alienada:li«v que suprimir la filosofía realizándola, es decir, transformando realmente el mundo.

( ¡ ) Ma r x y l a s d o c t r in a s s o c ia l is t a s.— M arx se encuentra, primero

In Taris y luego en Bruselas, con los obreros alemanes de la Liga de losiihIh’i. Aunque está ganado ya para su causa, no se adhiere a la Liga.

II t iimtinismo de base moral de W e itlin g no puede satisfacerle, y tampocoIm* diversas teorías comunistas y socialistas que circulan en Francia e In-

Í (Intel ni l' l l omimisiiio "v ulg ar ” de W eitl ing , puramente negativo, tan sólotula de generalizar la propiedad (como, en el fondo, pretende la doctrina

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4 7 2 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

de Proudhon), y, por tanto, generalizar la alienación; y esto no puede satisfacer al humanismo marxistá, que exige el fin de todas las alienaciones.Esas sectas son impotentes para transformar la condición del proletariado,e incluso para hacerle tomar conciencia de su situación real, a menos quehagan derivar sus fuerzas hacia una actividad clandestina y hacia golpes

de mano irreflexivos.D ) M a r x y e l m a t e r i a l i s m o d e F e u e r b a c h .— Entre 1841 y 1844,

cuando Mar x emprendía la tarea de invertir el universo de conceptos de lafilosofía hegeliana, acogió con muchas esperanzas la síntesis entre la idea

y la realidad concreta del hombre, intentada por Feuer bach. Este, realizando una crítica radical de la filosofía especulativa en la que denunciaba unaactitud teológica, reintegraba el espíritu a la naturaleza humana concreta

y mostr aba cómo el progreso no estaba dete rminado por el desenvolvimientode la idea objetiva o por un hecho de conciencia, sino por el desarrollo delas condiciones generales de toda la especie humana en su vida natural.Sin embargo, Ma rx hubo de comprobar que Feuerbach se quedaba en ladenuncia de la alineación religiosa, a la que substituía con una especie dereligión de la humanidad; ahora bien, esta humanidad, aun liberada de lailusión religiosa, continuaba siendo en Feuerbach una esencia, un sujetocolectivo exterior al mundo objetivo; no pareciendo imaginar Feuerbachni que el hombre concreto pueda estar determinado por ese mundo, ni quepueda actuar prácticamente para transformarlo.

E ) La s e t a p a s . — Resumamos las sucesivas etapas: en 1844 Mar xabandona cualquier ilusión sobre el reformismo de Estado (artículo sobrelos tejedores de Silesia) y procede a una decisiva crítica de la filosofía delDerecho, de Hegel.

En 1845, en susTesis sobre Feuerbach, formula los principios del mater ialismo histórico y en la undécima tesis señala como misión de la f ilosofía el convertirse en el alma de lapraxis revolucionaria (“Los filósofos nohan hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo quese trata es de transformarlo"). En el mismo añoLa Sagrada Familia (obraen la que Engels colabora en algunos capítulos) señala la completa rupturacon la “filosofía crítica” de los Bruno Bauer y consortes.

En 1846 Marx y Engels, enLa ideología alemana, fijan definitivamente

sus posiciones, tanto con respecto al movimiento de los jóvenes hegelianos(especialmente con respecto a Ma x Stirner ) como en re lación con Feuerbach.

En 1847 Miseria de la filosofía constituye, además de la refutación deProudhon, el rechazo de todo socialismo no científico. Por lo demás, latercera parte del Manifiesto comunista está dedicada por entero a una critica de las doctrinas socialistas y comunistas.

Con posterioridad a 1850 la vida y la obra de Karl Marx (y de FedericEngels) serán totalmente absorbidas por las exigencias teóricas y prácticasdel movimiento revolucionario proletario. Además de la elaboración de .su

obra maestra,El capital

(de la que sólo aparecerá viviendo Mar x el libroprimero, en 1867), las principales etapas son las siguientes:

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I A POSTERIDAD DE HEG EL Y LA FORMA CIÓN DEL MARXISMO 4 7 3

1) A partir de la disolución de la L iga de los Comunistas (1852) Mar xpermanece fuera de toda organización secreta revolucionaria.

2) A partir de 1862, año de la ruptura con Lasalle, comienza la incansable lucha contra el socialismo nacionalista y estatista de los "lassallia-nos” y contra la influencia de aquéllos en el seno del partido social- demó-i'rata alemán.

3) A partir de 1864 — año en el que Marx contribuye a fundar la Primera Inter nacional— comienza la lucha en el seno de esta org anización contra las influencias proudhonianas (1866-1869, aproximadamente) y, sobrelodo, contra la influencia de Bakunin (1869-1873, aproximadamente).

4) A partir de 1874, poco más o menos, Marx y — todavía más— En-Hfls han de responder a las primeras tentativas de los marxistas “revisionistas” (como K ar l Eug en Dühring , 1833- 1921), que, con motivo de los nuevosdescubrimientos en las ciencias de la naturaleza y en nombre de un "positivismo radical”, pretendían, a la vez, "superar” el marxismo y, todavía más,rliminar el imperativo de lapraxis revolucionaria, negando el movimientodialéctico. Engels escribió en 1877 su obra A nt i- Dühr ing (o M. Dühring revoluciona la ciencia, colaborando Mar x en un capítulo) para detener la«educción que este "neomarxismo” ejercía sobre ciertos medios de la social-ilimocracia alemana.

B I B L I O G R A F I A

A causa del gran número de autores y movimientos estudiados en este capitulo noslimitaremos a obras en lengua francesa.

I. De l a j o v e n A l e m a n i a .

foaeph D r e s c h , Gutzkow et la Jeitne Allemagne, H. G. Bellais, P. U. F., 1904, x-483UrttlI'MS. Del mismo autor: Heine a Par ís (1813- 185 6), d’aprés sa correspondance et le ■Mttti tfgnage de ses eontemporaines, Didier, 1956, 179 págs . Edmond V eirm eil,Henri Hrlni', ses vues sur V A llemagne et les révolutions européennes, Editions sociales intema-lltmnlr.s, 1939, 283 pág s. ("S ocia lisme et cultur e "). V íct o rB a s c h , L'individualisme anar-*lil'h': Ma x Stirner, A lean, 2.a ed., 19 28 , viii- 29 4 pág s . Henr i A r v o n , A u x sources de inhfcrr tialisme. Ma x Stirner¡ P. U . F., 1954, 188 págs . A ugus te CORNU,La jeunesse de Hnrl Marx (1817-1845), A lean, 19 34, 42 3 pág s . De l mismo autor ,Moses Hess et la UfllKhe hógélienne. A lean, 1934, 124 pág s . Esta s dos obras son Utilís imas. B ernard

tÍNnin lUYSEN, "L es jeunes hégéliens et les origines du s ocialisme co ntemporain en Alle-m.uiur", Rcime philosophique, may o- junio de 1923, pág s. 379- 402. A . Lévy, La philosophie tjf Vewirbnch, A le an, 19 04, x x vm- 545 pág s . Henr i A r v o nLudwig Feuerbach ou la trans- ptfMKif/oN du sacre, P. U. F., 1957, 188 págs. LosManifestes philosophiques de Feuer- ÍMiIi li.m sido publicados por Louis A l t h u s s e r , P. U. F., 1960, 240 págs.

II. La s i d e a s s o c ia l is t a s y c o m u n i s t a s e n A l e m a n ia .

t'luirles A n d l e r , Les origines du socialisme d’Etat en Allemagne, Alean, 2.a ed . , 1911, Wl *M>*4 prtgs. F.C a ii.LE, \ V. W eit ling , théoricien du socialisme, Giard & Briére,1905,IIHI |>l)||D.

iHiibre Litssitllc y sus discípulos véase: G. D. H.C o l é , A His tor y of Socialis t T houg ht, t id i <ti ii- ti II, Clips. V y X . [ Hay versión es pañola:Historia del pensamiento socialista.—II Mnrxl»mo y anarquismo ( 185(\ 18()0) , trnd. de Rubén Landa, Méjico, F. C. E., 1958,11 (lAgn.l,

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4 7 4 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

III. La f o r m a c i ó n d e l p e n s a m ie n t o d e K a r l M a r x .

La bibliografía de esta sección ha sido reagrupada con la bibliografía general relativaal marxismo. Véase el capitulo siguiente.

B IB L IO G R A F IA E N C A S T E L L A N O

D e l a j o v e n A le m a n ia .

H e i n e , Cuadros de viaje, trad. de Manuel Pedroso, Manuel García Morente y PérezBances, 7 vols., Madr id, Espasa- Calpe, Colección Universa l;Memorias, trad. de ManuelPedroso, Madrid, Espasa- Calpe, Colección Universal;Páginas escogidas, versión deE. Diez Cañedo, Madrid, Calleja, 1918;Lo que pasa en Francia (1831- 1837), Madrid,Revista de Occidente, 1935;Los dioses en el destierro. Valencia, Sempere;De la Alemania,

V alencia , Sempere; Pensamientos, selección y traducción de A . Hernández Ca tá, Madr id, Ateneo, 1926.

D e l a iz q u ie r d a h e g e l ia n a .

F e u e r b a c h , La esencia del cristianismo, Buenos Aires, Claridad, 320 págs .S t r a u s , Nueva vida de Jesús, Valencia, 1905;Estudios literarios y religiosos. Valencia,

Senvpere, 272 págs.La antigua y la nueva [e, Valencia, Sempere.M a x S t i r n e r , E l único y su propiedad, Madrid, La España Moderna; Valencia,

Sempere.

La s i d e a s s o c ia l is t a s y c o m u n i s t a s e n A l e m a n ia .

Una traducción parcial de la obra de Lorenzv o n S t e i n : Movimientos sociales y monarquía, prólogo de Luis Die z del Corra l, traducción de Enrique T ierno G alv án, Madrid,Instituto de Estudios Políticos,1 9 5 7 , l x x i ii- 5 0 2págs.

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C A P I T U L O X I V

E l M a r x i s m o

S E C C I O N P R I M E R A

El l u ga r d e l a pol ít i ca en el pen sam i en to de K a r l M ar x .

A ) D i f i c u l t a d e s.— No es fácil exponer el pensamiento político de K ar l Marx . Y mlililí ll nún es intentar aislar (como estamos obligados a hacer aquí) ese aspecto de su

| pvnumiiicnto del conjunto de la doctr ina marx ista. Aunque Marx comprendió perfectamente desde sus primeros escritos la importancia

«W Iiccho político, existen en su extensa obra (y en la de Engels) muy pocos textoseolíticos”. La mayoría de ellos, frecuentemente aforísticos, son muy breves y consisten

(tllni Ipnlmente en críticas fr agmentarias de doctrinas políticas a las que Marx se opone

M tli' (titilaciones políticas que Ma rx anal iza Se han encontrado, todo lo más, esbozos1.1 |.1111 que ates tiguan que Mar x tuv o en algún tiempo el proy ecto de escribir una obraE p VBfUis obras) que habr ían tr atado de manera completa y sistemática de los problemas

Jttillllio.H \ Es ta es la primera dificultad.Mili embargo, alg unos textos de Ma rx y de Engels dan pruebas de su seguridad en el

linlento y análisis de los hechos políticos, tanto de los pasados como de los con-| #Hi| ii >i Ancos (véanse especialmenteE l 18 Brumario de Luis Bonaparte, de Karl Marx,

V In <T íficadel programa de Er[urf, de Engels ). A pesar de todo, el lector tiene muchas VHt'l I» Impresión de que la comprensión de la polít ica y del Estado por ambos autoresMIA "detenida" y "desviada” por dos pantallas: por un lado, el recuerdo (siempre pre-l*nli‘«mi su espíritu) de la realidad del Estado prusiano burocrático y opresor de los

3Rii« IN.’O 1847, y, por otro, una representación del Estado (que se deduce de la filosofía

* llt'url) que pretende hacerse pasar por la realidad del Estado. De aquí deriva elMMA i Iit casi ex clusivamente crítico del pensamiento de Mar x y Enge ls respecto a laB M lll i ii y sus manifestaciones.

Un l.i obra de Mar x y Engels la r eflex ión acerca de la política parece oscilar siempre■Hit* ilort términos: por un lado, a g uisa de prolegómenos, una crit ica prev ia de la inauten-Mililiitl (lo que permitiría esperar una “autenticidad” posible); por otro, tras un largo

I Hfcl'i. durante el cual es suspendida aparentemente toda r ef lex ión política, un “más all á”Un!v it s o político (tras una repentina y breve aparición del instrumento "Estado” para

I frnt*» il*' la victoria insurreccional del proletariado a la sociedad comunista..., de la queUmiit'iilf ito sabe que no necesitará ya del Estado de la antigua sociedad). Entre estosp** Ii' miiIiioii parece faltar una cosa: un análisis metódico de las funciones concretas dehu lUlndtm, de su desarrollo histórico, de las diferencias que separan a unos regímenes

jtol ll liiii •Ir otros . N o es sorprendente que los textos de juv entud compor ten sólo breves

I * Iflwlit* tox toMt i e n e n iiiucIiiih vecen un tono «« rc nlv o : c f . espec ia lmente , <leM a r x , Nota* ¡ a j í » . / , r« ludo y la Anar ip tUi do l luk t in ln ; y <1<* E nc ib lh <*l últi m o c a pít ul o de su A nt i- ffé bluff * V en ItmiNii,Karl Ataros, l'!nnai dv hioprap/ilr intellcotuollt), piU'. 10*1.

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4 7 6 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

alusiones, por lo demás contradictorias, sobre la democracia liberal, dado que ni la Francia de Luis Felipe ni la Inglaterra de lord Melbourne y Palmerston (cuya inmensa superioridad sobre A lemania reconocían Ma rx y Engels) invalidaban el carácter de instrumento de la dominación burguesa atribuido por ambos al Estado de la sociedad capitalista. Pero resulta alg o más sorprendente que ni Ma rx (muerto en 1883) ni Eng els (muert

en 1895) se interesaran por analizar las transformaciones políticas (e incluso sociales)acaecidas bajo el régimen de la III República en Francia, o en Gran Bretaña durante laseg unda mitad del reinado de la reina V ictoria , o en Es tados Unidos después de Lincoln Es todavía más notable esta carencia si se tiene en cuenta, tanto el apasionado interésque dedicaron a la Comuna de Par ís (1871) —como acontecimiento insurreccional y com"modelo” de trans formación del Estado— , como el hecho de que uno y otro, lejos de abandonar la observación de la realidad política en provecho de las teorías económicas o dela organización del movimiento revolucionario, siguieron siempre muy de cerca todos losacontecimientos políticos de su tiempo.

B ) Mé t o d o d e e x p o s i c i ó n .— Par a concebir una doctrina política es necesario recnocer una realidad a los hechos políticos, hay que reconocer —explícita o implícitamente—que la Historia tiene tales hechos (entre otros) como trama.

A hora bien, Marx proclama: "L a his toria de todas las sociedades que han ex istidohasta nuestros días es la historia de la lucha de clases": la Historia no está constituidapor hechos políticos. Cualquier "vida política" es una ilusión. Es cierto que hubo y hayEstados. Pero ninguno de ellos es lo que parece ser y lo que pretende ser; es otra cosa,una cristalización puramente fenoménica de la dominación de una clase. En consecuencia,la teoría política sólo puede consistir en la crítica de esa apariencia y en la iluminaciónde lo que realmente es. Por esta razón la "teoría política” no trata del Est ado visiblesino de esa “otra cosa" que realmente es.

Reconstruyamos el camino de la ref lex ión de Mar x y sigamos su itinerar io intelectua— Marx, impregnado de filosofía hegeliana, piensa y actúa en política criticando la so

ciedad política actual. No consigue obtener un resultado práctico;— retorno a la filosofía hegeliana del Estado, que pretendía consagrar la racionalidad

y la realidad del Es tado. Ma rx , tras haberla puesto a prueba prácticamente, demuestr a que esta filosofía del Es tado es tan s ólo una filosofía. Realiza aqui 1critica de la filosofía, no la critica del Estado (a no ser de manera incidental, parrmostrar las discordancias);

— la filosofía de Hegel presentaba al Estado como la conciliación de la sociedad de Iointereses particulares con el interés general. A hor a bien, Marx confronta esta pretensión de "reconciliación" con la realidad que tiene ante su mirada. ¿Con qué imnencontramos? Con la cr itica de una teoría política y con una sociolog ía cr ítica <lla realidad subyacente a la vida política.

Has ta aquí la reflex ión y la ex periencia de Marx sobre el 'fenómeno" político y solula "ideología" política son puramente negativos y críticos. La "ilusión" de la polltlmremite a algo diferente.

Desde aquí Marx procederá mediante reducciones regresivas. La alienación religloD

y la alienación filosófica — ante las que Ma rx se había detenido primero— remitirán a alienación política. Y ésta, ¿a qué remite? Para encontrar la alienación fundamental Vi sobre todo, la causa de todas las alienaciones— Marx emprenderá una inmensa ascenMdia través de la historia del hombre hasta su génesis. Emprende el "relato" de esta génnUfhaciendo abstracción por entero de cualquiera priori anterior a la experiencia hmiiniiKmás simple. Rechaza en especial que el modo de existencia político sea constitutivo illa existencia humanal T oda la historia del hombre será trazada a partir de los m limediante los que el hombre conserva su vida, crea objetos, entra en relaciones conn i t f j

hombre, forma su experiencia y su conciencia. Esto constituye una antropología: la lilMtoria política de la especie humana es absorbida y reabsorbida totalmente en ella.

A l final de esta antr opolog ía está el hombre total, en el que el indiv iduo y la rr,| n <humana se encuentran totalmente identificados. E n consecuencia, no hay ya política M|sujeto de una "doctr ina po lítica" (un hombre que se opone al g rupo) ha desapari'i l>l>M

Sin embargo, ni la filosofía ni la antropología son para Marx una contemplación >-* V é as e, si n e m b arg o , laCritica tlrl progi’a'ma de firjurt, (h* K no k lh (este tox to serrt r*HHM

n a d o m á s a d e l a n t e ) .

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ftl MARXISMO 4 7 7

f lUlldn, Es necesario realizar el estadio terminal de la antropología. Por eso Ma rx analiza,Irimni y rápidamente, los medios de la última revolución, es decir, la última política, que

Í HfA ncceder al reino en el que la ilusión política habrá desaparecido. Este análisis de A illi tadura del proletario — durante cuyo breve oeríodo el prole tariado es “clase do-(Hlllf'lili* para suprimir cualquier dominación— , es el único momento en el que Marx

■flliilim una forma política por sí misma y no sólo desde un punto de vista crítico.I l.i marcha de la ref lex ión marx ista dicta la única forma correcta de exponer, sin£l | l ll ii r lo y sin hacerlo incomprensible , el pensamiento de Marx sobre la polít ica.

S E C C I O N I I

Cr ít i ca d e l a pol ít i ca .

Ni i i "í necesario volver sobre la ex periencia política del joven Marx como periodistaMHmi y como jov en liberal neoheg eliano (cf. capitulo precedente) .Especialmente en sus

ile la Rheinische Zeitung Marx saca a la luz la inutilidad de los debates políticosId I Mct.i renana, dominada por los grandes propietarios agrarios; en el caso concretoley votada por la (Dieta que ag rav aba la represión contra los ladrones de lefiaumnlin que esa ley no era la ex presión del interés general, sino de los intereses par-

«Hlnt<.. que dominaban la Dieta.

I Cr ítica de la “ filosofía” del Es tado.— Ex iste una contradicción en■)i*h'ina político de Hegel. Por una parte, describe muy lúcidamente para

livinpo el mundo económico real (sociedad civil), las luchas de intereses| 'io)| resos de la burguesía. Por otro lado, af irma que el Es tado, aun

M i l ex terior a estas esferas de lo privado, es inmanente a ellas; que las y que ellas reconocen en él su sentido íntimo. Por último, su sistema

Ittltl ii« (onal positivo, muy conserv ador, concentra finalmente toda la vo-fail política en manos del “soberano” monárquico y de una burocraciafililí lunarios: voluntad que, lejos de ser inmanente a la sociedad civil,

inmunte exterior a ella.■fiflMi * observa que Hegel no escapa a es ta contradicción más que a tra-i ilt* "ii postulado idealis ta: las re laciones de la sociedad civil (reales para| | l | non para Heg el puramente fenoménicas, objetivaciones momentá-

ili I Ivipiritu. Dado que el Estado es lo que permite al Espíritu “recu-btf" tras su objetivación en el fenómeno de la sociedad civil, aquél es,

la realidad y la racionalidad de ésta. De esta forma el mundo real

gltfnilo a ser el mundo ideal, único real. El Estado es la esfera de la con- jfÜti V de la universalidad.[4! lumia de Ma rx se desencadena contra esta fantasmagor ía. Heg el haMtln >1 i'oncepto de “familia”, el concepto de "grupos sociales”, etc., enH it lie la familia, de los g rupos sociales y de la sociedad civil. Perohit impide que tales realidades sig an ex istiendo. Y , en consecuencia,■I 1 mili adicciones de la sociedad civ il continúen dándose.

1a, al menos, la vida política del ciudadano dentro del Estado■ Hmli mlleciones? A ntes de demostrar que esto no ocurre realmente,

« nli««'i va que, aunque asi ocurriera, las contradicciones no s erían re-p i in *| nivel en que existen, sino en el seno de una esfera exterior, en

1# Un ii\ | riitrs no son ya padres de familia, trabajadores o propietarios,HmlmlituoH, En consecuencia, las contradicciones son transferidas a

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4 7 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

una contradicción global: la del hombre privado y la del ciudadano. ParMa rx esta separación es el vicio radical de toda ex istencia política.

El Estado no puede ser lo que pretende ser (lo que Hegel pretende quees); su existencia como realidad exterior a las relaciones sociales reales slo prohíbe.

Hegel asegura que la esencia del Estado consiste en su soberanía yhace descansar empíricamente esa soberanía en la persona de un hombre:resulta fácil demostrar que este hombre real es exterior al pueblo real. Per— añade Ma rx al final de su estudio— , aunque el Es tado fuera democrtico, la situación no se modificaría fundamentalmente.

En efecto, la soberanía supone que existe un poder y un arbitraje queejercer, y, en consecuencia, contradicciones y conflictos. A hor a bien, espoder no puede confiarse a cada cual individualmente. Se confia a una persona o a un órgano que es exterior a las partes o que se tiene por tal. Parque existiera una verdadera democracia habrían de darse dos condiciones:1) Que el soberano no fuera abstracto, que coincidiera realmente con todala sociedad real (lo que sería el fin del Estado); 2) Que ese soberano nfuera un ser empírico particular (monarca o asamblea). Pero en tanto quela particularidad caracterice las relaciones sociales reales y la lucha existala soberanía del Estado es siempre particular, no siendo el Estado la esferuniversal que pretende ser. Está afectado por una doble particularidad qurle hace extraño:— la par ticularidad del g rupo social que lo domina frente a los demt

grupos:— la part icularidad que le hace ex terior a la v ida social real en su pr

tensión de conciliación.

Por esta razón ‘‘la república política es la democracia en el interior de Irforma abstracta del Estado” (Críticas fil. der. de Hegel). La repúblimdemocrática burguesa es, ciertamente, un progreso en tanto que, al confiarla soberanía a las asambleas representativas en que se enfrentan partidorreconoce, en cierta medida, los antagonismos de la sociedad civil. Pcmpretende que esos antagonismos sean resueltos y conciliados por los ciudadanos (ideológicamente diferentes a los hombres concretos) en otro mu»do, el del Estado.

Se vuelve así al postulado idealista de Hegel: el Estado integra y coitituye la sociedad civil. A hor a bien, dice Marx , "solamente lasuperstición política puede imag inar todav ía en nuestros días que la v ida burg uesa doI >ser mantenida en cohesión por el Estado, cuando en la realidad ocurre nirevés, que es el Estado quien se halla mantenido en cohesión por la viilnburguesa” (La Sagrada Familia, trad. cast. Roces, pág. 187).

2. Cr ítica de las reformas del Es tado.— A ) E l E s t a d o l ib e r a d o d e l a r e l ig ió n 41Ma rx se detiene poco en las tesis seg ún las cuales la emanc ipación política de los liirntbres será obtenida por la supresión, dentro del Estado, de todos los privilegios polllltiten provecho de cualquier r elig ión. M ar x se enfrenta especialmente con B runo Bauer, i| Hhabía expuesto esta tesis en su obra sobre laCuestión judín. Ma rx indica, en primer m Igar , que el Es tado irreligioso no hace sino separar un Es tado pro fano y una religión"priv ada” (rechazada fuer a del Estado). Por consiguiente, el laicis mo del Es tado <»•suprime la religión, sino que. por el contrario, le confiere su plena autonomía, al lymt j

que se la confiere al Estado. L a v ida relig iosa "priv ada " es el signo de la separai l<

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H M A R X I S M O 4 7 9

»H <k>i partes de la ex istencia humana. Por otra parte, añade Mar x , el ciudadano, súbditotlí im Estado que se considera como universal por el hecho de haberse desembarazadotlrl particularismo de una religión, no se entrega por entero a ese Estado, ya que deducel)r í.itc su ser religioso. La democracia política ' laic a" continúa siendo, pues, esencial-«irntr religiosa, en cuanto que el hombre, dentro de ella, concibe su verdadera vida comotiirt» nllá de su propia individualidad.

La esencia de la religión y el índice de toda alienación es, precisamente,proyección por el hombre de su totalidad final (de su ser genérico) en

tilra cosa” o en un “más allá”.

En consecuencia, es necesario suprimir la r elig ión. No obstante, Mar x procediendoMtttVPre por regresiones sucesivas, remite para más adelante la supresión de la alienacióní*lll)lnsa. Es necesario transformar primero la contradicción existente entre el Estado y•na «ubditos, entre el ciudadano y el hombre pr ivado.

I n resumen, cuando el Estado se libera de la religión, la conciencia religiosa de loslltillvliluos es libre para creer o para no creer. El Estado es libre, pero el hombre noilmnz.i su emancipación.

I f i ) C r í t i c a d e l a i n t e l i g e n c i a p o l í t i c a .—A propósito de una r evuelta de tejedores»h Nili"tia y de una ordenanza dictada por Feder ico- Guillermo IV , en la que el soberanoMtrti la "prescribir" la solución de las miserias sociales mediante la buena voluntad deI* Ailmlnistración y de la caridad cristiana de los poseedores, Arnold Ruge intentó delimitar, en un artículo del V or wárts , que en Alemania no era posible una revolución1h<liil, ya que la nación alemana carecía del "espíritu político" que caracter izaba a In-■mima. Según Ruge, el mal radica en una determinada forma de Estado, en una deter-ímImiiiIa concepción política, en la ausencia de unos determinados partidos políticos, etc.

Marx publicó, en el mismo periódico, una réplica. Los liberales ingleses, a pesar de

ti r*| >lrltu político” , no pueden encontrar para luchar contra el pauperismo otr o remedio«iit la i rr ación de las terribles workhouses. La Convención francesa, en 1793, creyó po-f tr luí liar contra la miseria y el hambre mediante alg unos decretos, lo que no impidiótyttf vi liambriento pueblo muriera de hambre.

/Por qué? Porque el principio mismo del Estado supone contradicciones,l l f i i i ln su objetivo (sedicente) conciliarias. ‘‘El Estado es la institución deII ftmledad civ il” y es inseparable de ella. P or consiguiente, los aparentes

lint a -ios” del Estado liberal democrático no se deben a causas accidentalesN » * i r llores a él o al sistema económico del que es producto (mala voluntad•I» li i*i funcionarios, fechorías de los traidores o de los sospechosos, falta

P l rntidad, leyes naturales , etc .). Los males del Es tado ant iguo son los delMtlrimt social de la esclavitud; los males y los fracasos de la democraciaf#iliii> a son los de la sociedad burguesa. L a ex istencia del Es tado y la exis-Ihh ia de la esclav itud son inseparables.

I .ii »unnto a la inteligencia política, consiste, seg ún Marx , en esa radi-i .1 Impotencia para comprender las causas primeras generales de los ‘‘males”btlliinri. Cuanto más se desarrolla el espíritu político, más piensa dentro de|m* limites de la política y más estrecho resulta. Así, Robespierre ve en las■tai nocíales la fuente de los males políticos y un obstáculo para una de-MHitrio pura; no viendo, por consiguiente, otra solución que basar la de-Nh* i >i' tii política sobre una frugalidad espartana. ‘‘El principio de la política*•U voluntad. Cuanto más limitado es el espíritu político más perfecto es,I « i n » i k m * en la omnipotencia de la voluntad, y más ciego se muestra res-

j in l t» i i Ion limites naturales y morales de la voluntad, y. por consiguiente,

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IH MARXISMO 48 1

proletarios y que no prepare la abolición del propio Es tado—■, no es, sinembargo, dudosa.

lista condena aparecía y a en la réplica de Marx a Ruge en 1845.I'J desprecio que Marx mostraba respecto al socialismo estatista de Louis Blanc se

Munlflrsta en su estudio de la revolución francesa de 1848(Las luchas de clases en Fran- M i 1850). Denuncia la ingenuidad consistente en creer posible la abolic ión del sistema deittlmlos o, incluso, más simplemente, la transformación de la condición obrera medianteU i'institución de un ‘'Ministe rio de T rabajo" en el Gobierno provisional. “ ¡ Org anizac ióniM hiibajo! Pero el trabajo asalariado es ya la organización existente, la organización■tPyiif.sa del trabajo."

I,n oposición de Marx y Engels a Ferdinand Lassalle y á la AsociaciónUnir ral de T rabajadores A lemanes no descansa tan sólo en su oposición*1 n.u ionalismo de los lassallianos, sino también en los artículos del pro-(Imiii.i de Lassalle que pedían la ay uda política y financiera del Es tadol'rti ii favorecer las cooperativas de producción obreras. Cuando esta reivin-Hlimión reaparece, en 1875, en el programa del par tido social- demócrata«Ihm.'im, Marx se subleva: “ ¡ Es ta f antas ía de que con empréstitos del Es-(ftlo puede construir una sociedad como se construye un nuevo ferro-Mi'il <*s digna de Lass alle !". E l hecho de que ese Estado, cuya ay uda seM uir re, estuviera bajo el control del “pueblo trabajador ” no cambiaría nadaifi til nación, y a que ese pueblo, “por el mero hecho de plantear esas reivin-tjit h. Iones al Es tado, ex terioriza su plena conciencia de que ¡ no está en elfMilrr ni se halla maduro para el Poder!”(Crítica del programa de Gotha). Ilttit tona sería si el proletariado hubiera llegado á convertirse en el dueñotW«l del aparato estatal, y no en la forma de una democracia “vulgar”,

i>ii la forma de una dictadura absoluta. E, incluso en este caso, el “so-IjfllUmo de Estado” no sería un “fin”, sino el instrumento transitorio parati al comunismo.

| !n el A nt i- Dühr ing (tercera parte, capítulo II) Engels precisa el alcance!» |m« medidas de esta talización de las fuerzas productivas. Cuando estasHma* dice Engels— hay an alcanzado un desarrollo tal que la propiedadMm>I i no baste ya para explotarlas ni sean suficientes las sociedades por

entonces “el representante oficial de la sociedad capitalista, el■pdo, con trusts o sin trusts, tiene que hacerse cargo de su dirección”,[ (t i* palatalización está motiv ada por necesidades económicas reales, cons-

| NV* mi progreso económico que desempeña un papel objetivamente re-Ipll'inailo. Ciertamente, no ha de creerse “que las fuerzas productivas

ni condición de capital al convertirse en sociedades anónimas o enitftftimiail dcl Estado... Por su parte, el Estado moderno no es tampoco más

ll mía org anización de que se rodea la sociedad burg uesa para defenderBf| mill< Iones materiales del rég imen capitalis ta de producción contra los■míin» ai! ile los obreros como de los capitalistas. El Estado moderno,ÉMiilent i| Ue su forma sea, es una máquina esencialmente capitalista, es

■fliMiln dr los capitalistas , el capitalismo colectivo ideal. Y cuantas mási'ioiluctlvns asuma... más se convertirá en capitalista colectivo real,

Mh el número de súbditos suyos a quienes ex plote". Pero “el capi-al llegar u la cúspide, hace crisis y se trueca en lo contrario de lo

Ü m Por ch to, "la propiedad del Estado sobre las fuerzas productivas,

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t I, MA RX ISMO 4 8 3

lenga la mayoría, deponer las autoridades, abolir el Estado y reemplazarlopor la Organización de la Internacional. Este gran acto con el que comienzael milenio se llama liquidación social” (Engels,ibíd.).

Esto equivale a olvidar que el Estado actual puede y debe ser utilizado

pura llevar a cabo las transformaciones económicas que realizarán plenamente el capitalismo hasta sus últimas contradicciones (véase más adelante,pfUlina 501).

A los ojos de Marx y Eng els el anarquismo es un puro voluntarismo noi ientífico, que no comprende ni el proceso dialéctico de lá Historia niipní la revolución no es un simple pensamiento de la revolución, sino unapi axis6.

Kl choque entre Bakunin y Marx en el seno de la Primera Internacional r efleja ex actamente esta oposición teórica y práct ica (cf. más adelante, s ecciónI V ) .

1. Cr ítica del nacionalismo.— L a crítica del nacional ismo no ocupa mucho espacio en|>t ul>ra teórica de Mar x y Engels . E l nacionalis mo es clasif icado s implemente entre lasIdeologías", es decir, entre las representaciones que se elevan sobre la base de las con-

| lfIones materiales del mundo, pero que el hombre toma como un dato real de su ser yHltK en valores.

Ahor a bien, aunque la div is ión en naciones se ex presa en difer encias reales entre losMWthres, es sólo la consecuencia de la provisional limitación (que, en conjunto, se atenúa)Mil rapado geográfico de las comunicaciones de los hombres y de sus productos. La clase>(»•> posee, dentro de los límites g eog ráficos de una "nación", las fuerzas productiv as deM* espacio, posee también esa nación; objetiva ese “bien" y “tiene” una patria. “Los■Pároli no tienen patria" (Manifiesto del partido comunista).

Por lo demás, “el aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desapare->*n ile día en día con el desarrollo de la burguesía, la libertad de comercio y el mercadoMmiiiIihI, con la uniformidad de la producción industr ial y las condiciones de ex istenciaH | le» corresponde”(ibíd.).

I uito los conflictos entre Estados nacionales como las luchas políticas internas sonHmilfriUiciones de las revoluciones que sacuden al capitalismo. Pueden ser la ocasión para| i»li'i,ii el proceso que conducirá a la burguesía al parox ismo de su dominación. E n cual-

X ilH i .iso, el marco político nacional es el marco natural en el que se desar rolla la luchaI (Unes inmediata, de la que la "nación" no es el contenido, sino la forma (cf.Manifiesto

pinimi/'.f.i, y jK. Marx ,Critica del programa de Gotha).Mm x, critico del “nacionalis mo” y del “derecho de los pueblos a disponer de ellos

lo es igualmente del “internacionalismo".I *<'ml«- la par ticipación de Mar x y Eng els en los trabajos preparator ios que debían

wiijiiMi l.i "L ig a de los Comunis tas”, el antig uo lema pacifis ta e intemac ionalista de laHllii ‘le los Justos" •—'“T odos los hombres son hermanos"— es abandonado por unaMtmiiln de acción — "Proletar ios de todos los países, unios”— . En efecto, no todos los

SHtltie» pueden actualmente practicar el internac ionalismo (aunque todos puedan "pen-■♦tu ), l.i fraternidad universal no es un hecho, mientras que la nación sí lo es (Ipor otra■Mi», ■lee lvado); no se pasa al “ser” proclamando el "debe ser”. La posición marx istapi punte entenderse aquí, como en otras ocasiones, más que como la repulsa de la "buenaMtiHl.ii! kantiana y del voluntarismo subjetivista de Fichte. Pa ra Mar x el puro intema-HMihIUiiiii contemplativo o jurídico es, al igual que el propio nacionalismo, un producto*1 mmuli) burgués.

1 ru lo i ak Io n o Impido , s i n emba rgo , a M. R ube l hab l a r en v a r i a s oc a s iones de l “pos tu lado

I-, ) ti in" «i^ Mar x (v. es pec ialme nteKarl Alamo. E#»ai de ’biogrcphie intellechielle, pág. 10 G) .

IH I i Io i i , Marx no c r i t i ca «Alo la var iedad de anarquismo profesado por Bakunin , s ino todos| _ ImísIuImiIo*" dol an ar quis m o: ¿Hte, cualquie ra que tüan mis va rian tes , "po s tula ” una natu-ÍÍMH í i t i i i i i i iKt duda ñor entero en una conutante inmediatez a t rav<Ss do toda la his toria dos . | 4» l«* I mina lili. ¿No dir á que el puntilla do d.il crlul IuiiImiiio oh oí dol budis mo por el hechoP í hia to ci cHmi la Himno como el budis mo mo liar on (TU0»1lóo do .lia e no ur na ció n?

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I I . MARXISMO 4 8 5

*Iiic verifica. De esta forma tal "saber” no es teórico. Es unapraxis. A ll>rópio tiempo, no es “contemplativ o” , sino rev olucionario 7.

Según Mar x , la “ideolog ía” es precisamente la ilusión que consiste enrsiablecer un saber que se hace pasar por independiente del proceso vital

ilH hombre y de su ex istencia empírica, por producto de la conciencia. Ahora bien, “la conciencia no puede ser nunca otr a cosa que el ser cons-i lente... No es la conciencia la que determina la vida, s ino la v ida la queilrtermina la conciencia”(La ideología alemana, trad. Roces). En realidad,I» ideología no es “independiente” de lo real; es el fruto de una alienaciónIntroducida en la existencia concreta de los hombres.

2 . E l ma te r i a l i smo y e l human i smo .— A ) La n a t u r a l e z a y e l hom- nint.— En Economía política y filosofía (1844) escribe Ma rx : "L a naturale-ln, tomada abstractamente, por sí misma, rígidamente separada del hombre,

no es nada para el hombre” . Inversamente — y Ma rx insistió mucho más en•lio no existe hombre (ni conciencia del hombre, ni pensamiento) sin lannluraleza y fuera de los intercambios entre el hombre y la naturaleza.Iviins dos - proposiciones s itúan ex actamente el materialismo de Marx : esun materialismo que no lo confiere todo al mundo exterior.

La naturaleza produce al hombre, pero esto no es más que el acto inicial•Ir un proceso que va a desarrollarse, en adelante, entre dos polos: la na-tlii'iileza y el hombre (íntimamente ligados y separados a la vez). L a natu-frtlrza produce al hombre para humanizarse. A su vez, el hombre es unilnlrma de necesidades que se satisfacen, en primer lugar , por la natu-ntlczn.No existe solución de continuidad desde esa primera relación natural(entre la necesidad biológica del hombre y su satisfacción en la naturaleza)nn«fu las relaciones más complejas entre los hombres y hasta las relacionesMi A» elaboradas entre los hombres y las instituciones: “La neces idad estám l.i base de la sociedad y de la H istor ia” (J.- Y. Calvez ,E l pensamiento 11> <'nrlos Mar x , pág. 339 de la trad. cast.). Pero entre la primera relacióninmediata y las relaciones ulteriores se intercalan las producciones del hom-l«f que le ofrecen mediaciones para la satisfacción de sus necesidades.

Sin embargo, como veremos, la alienación puede introducirse en este|M,iiteMo de satisfacción de las necesidades.

II) La p r o c r e a c i ó n d e l h o m b r e y d e l a s o c i e d a d m e d ia n t e EL TRAÍA mi El primer gesto mediador entre el hombre y la naturaleza es el

más simple (recolección de frutos).1(1 hombre, rebasando este primer es tadio, trabaja, labra, fabrica obje-

|w» tintúrales. Ha de concebir un plan, de elegir materiales, de adaptarlosNi oh| eto que quiere alcanzar . Forma su inteligencia. Saca de la naturaleza•tilín (el instrumento) que se incorpora a su ser, pero que no consume: el

iHfcliuniento es una mediación entre la naturaleza y el hombre. Desde eselinimento las cosas que el hombre trabaja gracias a los medios de trabajo■' I MAIo tyrA irnMitvnniotito, y nobro lo do11 par t i r < lo 1858 (V. especia lmente , en 1859,Contribu-

ií | ii t'ttiUui dfí la c o ü h o m Ui política y, niAa tarde, Ion prefaciosa Júl capital), Marx será.pMHiHoiilo colinden te do hii dolida con la IókIcii dia léc tic a du llo^ol y <1)3 la fo rm a cu la que

III in oiiiluirtfo, lio dojó do pr a c llni r la ya dowdohuh primeros o h c iHo h .

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4 8 6 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

por él mismo fabricados no son ya simples objetos, sino productos creados por él.

No hemos ex aminado hasta ahora más que la relación hombre- naturaleza, inmediata primero, mediatizada por el trabajo después. Pero simultáneamente a esta primera relación hay una segunda: la relación del hombrecon el otro hombre.

Si estuviese rigurosamente sólo frente a una naturaleza inhumana elhombre no se conocería a sí mismo, y la natura leza le seguiría siendo eternamente extraña al ser otra. Es preciso que el hombre se reconozca a símismo como objeto de su necesidad en la naturaleza para que ésta se leaparezca como humana. ¿ Por qué ocurre así? Porque Marx afirma, desdeel principio, que "el hombre" no es más que un ser surgido de la naturaleza,con vocación (o intencionalidad) de universálizarse, de romper su particularidad, de romper tanto la separación que le enfrenta a la naturaleza comoel tabicamiento que le separa del otro hombre; lo que Marx expresa diciendoque en el hombre existe, desde su aparición, el ‘‘ser genérico” del hombre.

La primera relación, la más natural, mediante la que el hombre reconoce al otro hombre como objeto de su necesidad y mediante la que la naturaleza comienza a humanizarsepara él, es la re lación hombre- mujer. E l hombre y la mujer se sienten, ante todo, unorespecto a otro, como necesidad natural: son, uno para el otro, naturaleza. Pero medianteesta primera relación el hombre seve ya como especie humana: y es la primera1relaciónsocial, todavía inmediata —es decir, sin mediación— a la naturaleza. Es también la fuentede una cultura del hombre para sí mismo; esta primera relación al hacer nacer en elhombre sentimientos (afectos, celos), transforma y enriquece su naturaleza. Ulteriormentecon relaciones sociales más complejas que la relación familiar natural, se interponen entrelos hombres mediaciones (intercambio de productos, utilizaciones comunes, bienes comunes)

que dan nacimiento a sociedades menos naturales . La natura lidad de estas relacione isubsiste simpre, pero cada vez resulta más cultivada e incorpora cada vez más huimtnidad. El proceso de universalización del hombre está en curso.

El trabajo productivo del hombre se integra en ese proceso. No es solamente, como hasta ahora , un acto de mediación entre el hombre y la naturaleza: desempeña también una función de mediación social.

“M i" neces idad se satisface por el producto de "tu" trabajo, y recíprocamente. I'mconsiguiente, el hombre se separa de su producto, no simplemente porque lo ceda, sinporque el producto, incluso antes de ser cambiado, ha sido substituido ,por su valor .miel productor. Para que este valor no sea un puro fantasma, sin relación con el acto piductivo del hombre, debería representar realmente el acto de trabajo. Ahora bien,e n l

valor , en un mercado de intercambio, llega a ser independiente. Cua ndo el hombre es <lipojado de sus medios de producción por un apropiador, éste no sólo se reserva el|h ducto del trabajador , sino también su valor . E l tr abajador frustrado no tiene más <|<ofrecer que su fuerza de trabajo. En tal caso, tanto lo que produce como los instrumrntcon los que produce, y la misma naturaleza sobre la que opera, son separados de

Y la sociedad, que consume sus productos, se le vuelve también ex traña, y a que el iibajo deja de ser una mediación entre los hombres para convertirse en una fuentedivisión.

3. E l materialismo histórico.— Par a Marx la historia del hombresociedad no es otra cosa que la r elación fundame ntal hombre- natural'hombre. La His tor ia nace y se desarrolla a partir de la primera medim Ique pone en re lación al hombre con la na turaleza y al hombre con los ol i ■hombres: el trabajo. La Historia es, por consiguiente, la historia de la pi

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I I MARXISMO 4 8 7

i tención del ser genérico del hombre por el trabajo y por las mediaciones<I *1«- de éste deriv an. Esto no s ignifica que la His toria sólo “narr e” el des-.ti it>llo de las fuerzas productivas: significa solamente que esas fuerzas(•inductivas son los hechos históricos básicos que constituy en el fundamento•Ir la Historia , quedando sobrentendido que la His tor ia también incorpora( i m I o lo que deriva de ellas (y especialmente todo el proceso cultural delhombre, todas sus alienaciones y todo el producto de las alienaciones).

I i His tor ia no tiene, pues, un fundamento diferente del res to de la realidad.^ A hor a| M*i i> l.i realidad, como hemos visto, es dialéctica, posee un devenir. Por esta razón tiene

rni historia y es Historia . Y también por esto el materialismo histórico no es diferenteI imiterialismo dialéctico: es la aplicación a la Historia de una doctrina para la que

t>«ln In realidad tiene una estructura dialéctica8. Al Igual que el mater ialismo dialéctico consiste — en su aspecto negativo— , en primer

RUiti. en rechazar todo dato eterno o trascendente a la ex periencia sensible, el materia-

mu histórico consiste también — en su aspecto negativ o— en rechazar toda lectura de laMinln que no parta del hecho histórico fundamental. Niega toda lectura de la historia11 in sistiera en hacer sujeto de la Historia , bien a un sujeto trascendente (Dios, Pro-

■flfllil.i, Espíritu), bien a un sujeto que sólo fuera un derivado del acto procreador delf it nl ir r (Ideas del hombre, nociones, Estados, Imperios , Iglesias, etc.). Rechazo, especial-Ünit' <!<•la filosofía heg eliana de la Historia , que la convierte en la histor ia del Es píritu

H| tn pretende reducir todo lo real a objetivaciones sucesivas del Espíritu. Rechazo, tamil, ilr l.i "historia filosófica" al estilo de Bruno Bauer, para el que la Historia se reduce«ttliillns de ideas.

' Ahora bien, para que la Historia sea real y fiel hay que remontarse alÉMim'r neto que el hombre realiza y que le hace diferente del resto de la

HltintU- za y de los animales: la producción de objetos para la satisf acciónM »tifi necesidades. A hi comienza la His tor ia y así continúa. Es verdad queM niiliifiK- ción de las primeras necesidades eng endró otras, que engendra-ten ,i nú vez nuevos instrumentos y relaciones de intercambio, etc.; y esv *■i *I, i <I también que las relaciones sociales se enriquecen y se tr ans forman

Ei i'l modo social de producción. Pero en la base siempre se encuentra el(tlur, La historia humana no puede hablar más que del hombre. Ahoran, rl hombre es, fundamentalmente, un complejo de necesidades que se

ClUlm rn mediante el trabajo productivo. Si la His tor ia pretende narra rI ho.s del hombre haciendo abstracción de ese hecho histórico funda-■•titul. no puede atr ibuir las causas de los actos humanos más que a ficcio-

hm i< ihechos derivados.I ulule siempre interacción entre las relaciones sociales y las fuerzas

EMlirlIvn.s. Estas determinan a aquéllas, que, a su vez, engendran necesi-tl** v nuevos medios para satisfacerlas. Así, un cierto nivel de las fuer-

I productivas dio lugar a la relación social de la propiedad privada, queMtii'io 'i 'ni vez las condiciones para un nuevo progreso de los medios deptmliii i lAn,

,1(1*1* iftlidlfl, en tanto que hecho histórico fundamental, la conciencia del hombre.MV h I* filo » decir que se encuentre fuera de la Historia y que no desempeñe ningún

M*»l> ti i nlxoliito. L o que Mtirx rechaza es el admitir que existiera, fuera de la progre-« k i i I h i irm lóu del hombre, una conciencia totalmente pura, perfecta, que poseyera

111111'* * In 'i relación)'* entro "niAtwInllNlilo hlNtArlro’' y “inntwUilimno (llulél’l U’n” vivido1 f nnitw, l.r mutSritiHitm* tlhiltrNi/uv, III 117, y .1, Y. l'Al.VK/.,Rl jintHinnlnito it«

R n ' tiix 'i eimi,), i'Ana ana 371.

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I I M A R X I S M O 4 8 9

del hombre (sobre el que la conciencia no puede adelantarse, ya que no es. sino la contienda del ser condicionado)

Existe, pues, una ética marxista, pero íntimamente ligada a la dialéctica de lo real.Kri cada momento del desarrollo histórico es prescrita de forma muy precisa por las condiciones actuales que producen la alienación fundamental. La dialéctica de lo real ni suprime ni hace inútil la toma de conciencia de un imperativo moral, pero le impone límites ob-letlvos, dentro de los cuales puede ser real y práctica. En tanto que el hombre no hayaMeiibado su identif icación con la naturaleza y el otro hombre •—en tanto que continúe siendo prisionero de determinaciones y separaciones— , la única tarea, a la vez ética y prác-II.h, que realmente se ofrece a su libertad es la de coincidir activamente con su devenir.I'.f» resumen, el imperativo categórico es coincidir con la revolución.

4. L a alienación económica y la lucha de clases.— A ) L aa l ie n a - i IÓN.— Hemos visto cómo la alienación es posible a par tir de la relaciónentre el hombre y su producto. A decir verdad, la alienación, para Marx ,

mi sólo es "pos ible”, sino que es inevitable; y toda la historia humana es11 historia de las alienaciones del hombre en sus producciones (pero es tam-l’lén la his toria de su supres ión). E n efecto, la alienación en Ma rx no esresultado de una “caída” o de una “falta”. No posee carácter moral. Es eli exultado doloroso (y, por ello, a suprimir) de la separación que se produce,ni un determinado estadio del desarrollo del hombre, entre su ser real y«iim productos.

En cierta medida, exagerando, cabe decir que la alienación es el “revés”lie la objetivación10.

El hombre se objetiva constantemente, es decir, se exterioriza en obje-

Iiih Normalmente, esa objetivación es la condición que permite al hombre><ili| uirir un contenido nuevo y positivo. La negación que la ex ter iorizaciónir presenta se resuelve normalmente gracias a que el hombre toma inme-tli.llámente conciencia de que ha adquirido un excedente de vida humana yile ipie goza de él. La alienación constituye también un fenómeno de obje-tlvm l| ón, pero inver tido y negativo.

I.n alienación tiene su raíz en la vida económica. Cuando el trabajador Vriitlc en el mercado su fuerza de trabajo el producto deja de pertenecer le V (oinn una ex istencia independiente de él.

i E l capital, el valor de cambio, el dinero, son abstraídos de su realidadlt-1 I raba jo social cr istalizado en ellos) y se transforman en cosas. Estosl*(li lies irreales son, sin embargo, activos, actúan en el mundo económico,Htiilrlbuyen a su desarrollo y modifican correlativamente al hombre y a suIiiih leticia. A l no ser y a la conciencia del proletar io conciencia de su vidapHll, viv irá en adelante una vida fantasmagórica y creará ilusiones: religio-ÜM, Ideas morales, etc. Correlativamente, la conciencia del capitalista, de-

_ • I ta lo promueve, evidentemente , una obje ción: ¿ .cómo, en esas condic iones , pudo ex is t i r e l| Hi»«l«mo; cómo pudo Mar x “concebir lo” ? Dado que el ma rx ismo descansa por entero sobre la*f| »ÍAn" «I<*1 deve nir de l hombre y del hombre to ta l que se da rá a l f ina l de su procero de auto-IfiwHihi, *no habrá que admi t i r que l a “v i s ión do l a to t a l idad” p reex i s t e a l momento en que

I mm m|t| lrfVitt ln« condiciones m ate ria les ? Y caso de que así sea, ¿de dónde vie ne esa v is ión?tfimuiM «h IA mu "g a r an t í a” ? Pa rece que el marx i smo puede of recer dos r e spues ta s :i I Lii "iv lHlón” es rev elada prog res ivame nte por e l se nt ido mism o de la h is tor ia huma na

Jftf t i§»t*«lvit humanización de Ja naturaleza y progresiva socialización del hombre) y a la l^uz| M jolmiM a r t o mediador ded hombre.

101 miitrx lNinohóLo aparece con la existencia del proletariado, quo da, “en germen”, la$| t!i| Mi tli»l hombro unlv er sa liza do.

* l iÁopprotA clón muy dln r ull da : <•!’. J . H y i* i* oli t k ,E t u d w s u r M a r x e t H e g e l, especial-flRHh. 82-10'l ; .1. Y. c a lv ez ,op, olí., BflO- 552.

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4 9 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

formada por los fetiches en los que se aliena, forja ilusiones e ideologías,que primero expresan y luego ocultan la situación real en la que esa conciencia se formó. T odo este universo es falso, y , sin embarg o, desempeñasu papel en la totalidad del proceso histórico.

B ) La l u c h a d e c l a s e s .— L a apropiación priv ada de los medios dproducción implica la división del trabajo. Esta posee su aspecto positiyo,en tanto que realiza un progreso en la socialización del trabajo (por intermedio del mercado). Pero esta fuerza productiva escapa al control de loshombres y produce, a su vez, sus propias consecuencias. Los titulares delas funciones superiores acaparan los medios de producción, y su propiedadpermite a los propietarios transmitirse las funciones de mando, de la quelos no propietarios están excluidos. Entonces aparecen las clases sociales.“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros díases la historia de la lucha de clases.” Este aforismo, con el que se abre la

primera parte delManifiesto comunista, es, ante todo, el enunciado de unametodología critica en la lectura de la Historia. No hay más forma real ycientífica de comprender el sentido de la Historia que partir del hecho histórico fundamental y de la alienación económica. Es to significa también— y simultáneamente— que se da a esa historia un objetivo: la supresiónde la lucha de clases.

Deben descartarse dos interpretaciones erróneas de esta famosa fórmula:a) Ma rx no dice, en forma alguna, que la lucha de clases sea una "fat alida d" que

pese sobre la humanidad. No ha existido en todo tiempo (cf. las comunidades primitivas);no es una "esencia” de la humanidad; tendrá un fin, sin que nada se pierda, sin embargo,

de las adquisiciones materiales y culturales de la humanidad.b) Ma rx tampoco dice que esta lucha hay a sido, desde sus orígenes, un "dato” inmutable, una "propiedad" invariable del hombre histórico. Su intensidad ha var iado, y sumisma exis tencia no siepipre ha sido consciente. A decir verdad, el actual parox ismo alcanzado por la lucha de dos clases privilegiadas, plenamente antagonistas y que absorbenen sí a los grupos sociales intermedios, hace comprender, por recurrencia, la universalidadde esa lucha a través de toda la Historia y su desarrollo, y hace entrever las posibilidadesprácticas de su finalu.

C ) B u r g u e s í a y p r o l e t a r i a d o .— En lal época de la economía capitalista no subsistenmás que dos verdaderas clases: la burguesía y el proletariado. Subsisten, ciertamente,otros g rupos sociales: nobleza feudal, campesinado, clases medias y ar tesanos, subprole-tariado (Lumpenproletariat). Pero estos grupos no tienen, o no tienen ya, significaciónreal en el estado de las fuerzas productivas.- deja economía capitalista y en las relacionesde producción que las expresan. Su conciencia no se halla, pues, adaptada a la situaciónconcreta del mundo moderno ni a la revolución que éste contiene. No saben quién es suenemigo y su antagonista. N o tienen conciencia de clase.

T oda la significación de la realidad económica, social y "superestruc-tural” de la sociedad capitalista se cristaliza, por consiguiente, en dos clasesque ex presan exactamente esa realidad. S u aparición — o, más exactamente,su respectiva toma de conciencia como clase— no es rig urosamente sincró-

11 Apenas es necesario insis tir sobre otr a interpretación vulgar y f a ls a : la lucha clases no es, evidentemente, la predicación del odio entre las clases, ni siquiera la simple com probación de un odio ciegamente determinado por el lugar ocupado en el sistemm de producción Todo lo que se puede decir es que la clara toma de conciencia de la lucha de clases por Ion proletarios y el rechazo de las ilusiones que podrían re tras ar o desviar esa toma de conciencia son, eiw efecto, una enseñanza del marxismo.

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I ! . MA RX ISMO 49 1

nica. La burguesía és la primera que se forma como clase, desempeñandoun papel objetivamente revolucionario frente al mundo antiguo y a las anticuas relaciones sociales, creando las condiciones que permitirán al proletariado revolucionario tomar conciencia de sí mismo como clase. Desde esemomento es el proletariado quien desempeña un papel revolucionario.

D) La burgues ía . - —La burguesía es, según Karl Marx, el producto, el actor y el bene f i c i a r i o de algunas grandes transformaciones que tienen como resultado hacer retrocederImsta el infinito los límites que detenían la fuerza productiva del hombre: supres ión dell im i t ado horizonte geográfico gracias a las grandes navegaciones; ilimitado desarrollo delcomerc io ; liberación de los límites tecnológicos e institucionales sobre los modos de producción , mediante la división del trabajo industrial y la abolición de los reglamentos corp o r a t i v o s ; mundialización del mercado, que ensancha el espacio económico.

La burguesía ha hecho dar un formidable salto a la universalización delhombre, y ha llenado al universo de su poder.

Correlativamente, la clase burguesa, dueña de los medios de producción,nc ha convertido en la clase dominante y ha conquistado “ finalmente lahegemonía exclusiva del Poder político en el Estado representativo moderno” (Manifiesto).

La dominación política ejercida por la burguesía no se asemeja, por lodemás, a las demás dominaciones; se distingue de la ejercida por las anticuas clases dominantes en que posee la misma marca de universalidad (de¡ limitación) que su dominación sobre la v ida económica. H a centralizado

y unificado la adminis tr ación, ha abolido las antig uas reglamentaciones estrechas y particular istas de los oficios, de las provincias y de los cuerpos.

A l des truir los antig uos priv ilegios feudales, múltiples y complejos, ha edificado un sistema político que, a costa de la separación entre ciudadano yhombre privado, descansa sobre individuos, idénticos en cuanto a sus derechos políticos. Ha separado al Estado de la religión, haciendo así másabstracto al aparato político.

¿De dónde proviene ese carácter abstracto de la dominación políticaburguesa? No sólo de las transformaciones económicas mencionadas másutrás; también del hecho (que no es sino un corolario) de que las relaciones«ocíales se establecen desde ahora sobre la base de un patrón único, universal y r igurosamente intercambiable: el dinero 12. A este respecto, Marx re-innoce un triple mérito a la burgues.ía:

— H a creado inmensas fuerzas productivas y las ha hecho nacer de untr.ibajo cada vez más socializado.

— Hace estallar el mundo de ilusiones y de fetiches (en el que la Ale-tn.tnia semifeudal de 1848 todavía se hallaba empantanada), y basa abiertamente la sociedad sobre la realidad de las relaciones de comercio y deproducción. T iende, pues — lo que constituye siempre la mira de M arx — ,.1 llenar el hiato existente entre la realidad natural del hombre y el mundode sus representaciones.

K . , ; >'* "l¿as abigarradas ligaduras feudales... las ha desgarrado «in piedad, para110dejar sub

sistir otro vinculo entm Ioh hombre» que el t’río Interes, el cruel "ipago al contado”. Tía allegado »*l rumiado éxtas is do l’orvor r elig ios o... y <*l hoii.(Imcntallsmo del pequeño burgués, en las ag uas li"l udu w del edículo eg oísta"( Mnnii/irnto),

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I I, MA RX ISMO 4 9 3

vurlve cada vez más representativa. Arrastra, en esta alianza defensiva, a las clases medias y til campes inado. Par a ref orzar su dominación económica cons tituye un ejército de re-*ri v íi en el seno mismo del proletariado.

El proletariado no es ya más que despojo total. No tiene ya ni propie-tlnd, ni individualidad, ni familia, ni leyes, ni moral, ni religión, ni patria:imlo está acaparado por la burguesía.La inmensidad misma de esa miseria constituye la universalidad del proletariado y le confiere su misión revolucionaria excepcional. Dialécticamente, de ese no-ser absoluto que es el proletariado sólo puede surgir una revolución que derribará, no s| ólo un determinado modo de ex istencia "particu-In", sino todo modo de existencia “particular”, para establecer al hombret u su plenitud.

La revolución proletaria sólo puede tender a la supresión de todas lasi lases, puesto que la actual situación del proletar iado pref igura y a la nega-i inii de la “clase”. En efecto, la originalidad del proletariado estriba en quelirnde a ser negado incluso como clase. En primer lugar, en el sentido dei| iu: tiende a ser siempre cada vez más numeroso; en el límite, t iende a ab-iuiber la casi- totalidad de los hombres, y a perder, por consiguiente, la| Mit¡ cularidad característica de una “clase social” . Luego, en cuanto que lailimitada extensión de la dominación de la burguesía tiende a quitar a losproletarios hasta los medios mismos de existencia que podrían permitirlesmiliNÍstir en tanto que clase independiente que conservara, en sí, una partetlrl ser social dividido. La burguesía se corta la hierba bajo los pies: “Lahuruuesía produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento yl« victoria del proletariado son igualmente inevitables”(Manifiesto, fin deIi* | ii imera parte ). A causa de su univ ersalidad negativ a el proletariado puede conducir| élo a una rev olución total.

5. Las revoluciones y la Rev olución. — A )N a t u r a l e z a ú n i c a d eI h u a s l a s r e v o l u c i o n e s .— Reducidas a su significación materialista y dia-

jíi'llca , todas las revoluciones se cobijan bajo una definición general:"Al llegar a una determinada fase de desarrolle las fuerzas productivas materiales de

M lodcdad chocan con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más queM m presión jur ídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han

•envuelto hasta all í. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas , estas relacionesH louvlerten en trabas suyas y se abre así una época de revolución social(Contribucióni In critica de la economía política).

De esta forma, toda revolución se inscribe en la dialéctica de la Historia V i n la dia léctica de la realidad.

Ni que decir tiene que no todas las revoluciones históricas tienen el«llamo alcance.

t lis evidente también que toda r evolución, def inida así en el nivel de laInfraestructura, lleva consigo transformaciones correlativas en el nivel de las•M| m estructuras . Estas, sin embargo, sólo son der ivadas; no preceden a lá(evolución de la infraestructura, e incluso parece que llevan siempre un re-l in io (bastante considerable, a veces) con respecto a la primera.

De este punto de partida deriva una conclusión: todas las revoluciones

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4 9 6 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

siempre a “dar recetas para los figones del porvenir”. Nunca fue el Sieyéde la sociedad comunista 13.

Sin embargo, por dos veces en laCrítica del programa de Gotha, Marx,al hablar de la organización de la futura sociedad comunista (de la queprecisa, “el prog rama no se ocupa” ), confirma que el Es tado s ufr irá en ell"transfor maciones". Y precisa: “O, en otros términos: ¿qué funciones sciales, análogas a las actuales funciones del Estado, subsistirán entonces?Es ta preg unta s ólo puede contestarse científicamente...”. H ay que señalarque la ex periencia de la Co muna de Par ís, a la que Mar x tanto vaciló eenjuiciar, no le animó a imaginar con mayor precisión las modalidades dEstado no político del futuro 14.

Es cierto que Engels, en un texto, es mucho más categórico. En un.carta a A ug us t Bebel, a proplósito del mismo programa de Gotha , escribe

“Habría que abandonar toda esa charlatanería acerca del Estado, sobre todo de»pués de la Comuna, que no era ya un Estado en el verdadero sentido de la palabra..

Con la implantación del régimen social socialista el Estado se disolverá por sí mismo y des aparecer á.”

T ras describir el período de la dictadura del proletariado en el que esteúltimo utiliza el Estado, del que tiene necesidad todavía, “no... en interf»de la libertad, sino para someter a sus adversarios”, Engels escribe:

“Y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el Es tado como tal dejará de existliPoi eso, nosotros propondríamos decir siempre [ en el prog rama del part ido] , en vel de la palabra “Estado”, la palabraGemeinwesen, una buena y antigua palabra alemiimique equivale a la palabra francesaCommune. '

Sin embarg o, no hay nada en este texto que contr adig a los tex tos ante riormente citados de Mar x , ni que añada nada a ellos. Se promete siempr*la “desapar ición” del Estado "como tal ” , como instrumento de opres ión yviolencia. P or lo demás, así lo prueban los sarcasmos que E ngels dirl(| *contra la quimera anarquista de una “sociedad” sin autoridad (cf.Curi>< Ia T. F. Cuno, 1872) 15.

C ) F i n de l a " p o l í t i c a ” y f i n de l a H i s t o r i a .—Se ha censurado mucho a Mar»y I a Engels su mutismo sobre el "derecho público” en la sociedad comunista. S in embtrun ese mutismo no es tan sorprendente. En efecto, por una parte, nada impide pensari| HIMar x y Engels habr ían podido admitir como "posibles”, formas de org anización comtlas "comunas" yug oslav as actuales, por ejemplo, aunque estas comunas estuviesen Ih cluso integ radas en una vasta org anización federativa: todo estriba en saber "qué lim ciones sociales del Estado análogas subsistirán”, y cuáles desapareceran. Por otra pnrfl esta última cuestión plante a el inmenso problema de la v iolencia leg ítima y, paniWli* mente, el de la posible (¿o imposible?) "maldad" del hombre comunista. E n la míilltll

33 M a r x r e a l iz ó l a r g a s i nv e s t ig a c io ne s sobr ia l a c o m un id a d a l de a n a p r i m i t iv a en la s h u len E s pa ña, en Es cocia , eni R us ia ; no pa r a enc ontr ar “(modelos”, prop iam en te ha bland o, ♦*•«*pa ra saber c6mo es 1a or g aniza ción de una com unidad s inj apr opiación pr iva da y s in - •*"N;sociales. A s imis mo se sabe que, pa r a Ma rx , l a a use ncia <i3il E s ta do ly: el f i n de ,1a div isiónt ra ba jo no ex c luyen , en modo a lguno , l a d i s t inc ión en t re d i r ige n tes e leg idos y no - d l r lMM H(véaifte en M . R ub bl , Pages choisies potir une éthiqwe socialiste, pág s . 301 - 303, su r<Vplloa •B a k u n i n ) .

14 V . en Ja obra c i t ada an te r io rme n te , i*ág . 304 , l a ca r t a de Marx a DómelaN m u w w i I m i I í M “N o se nos dice nada, natur alm ente , acer ca de cómo »e vajiv a ar re g lari w o h

pa ra hace r func iona r l a s f áb r i cas y los f e r ro ca r r i l e s y g oberna r los ba rcos , s in unav o Iu mIí I que decida en úl t ima ins tancia , s in una di rección única .”

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I I MAHXISMO 49 7

en ijlic el marxismo es una antropología se contenta con decir: "El hombre nuevo nacerá”;lililí> el problema estriba entonces en saber si ese hombre desalienado, en comunicaciónmu toda la especie humana, tendrá aún capacidad para el mal, para la pereza, etc.; si latapilf.sta es no”, la Gemeinwesen podrá ser diáfana; pero si la respuesta es “sí"... ,0. Porti ro l.ido, ¿ cuál será el “plazo" de esta convers ión del hombre? ¿ Y dónde, en qué espacio

•••Instaurará la sociedad comunista? S i no es sobre toda la tierr a y simultáneamente, jir tmo trazar desde el presente la organización de la sociedad socialista?Interrogantes que convergen hacia una interrogación única, objeto de controversias

)<Hiii todos los marx ólogos: la sociedad comunista, ¿es, para Marx , el fin de la Historia?Mnrx nunca lo dijo ” . Incluso consideró la posibilidad, sin precisiones (que no con-

innhnin al sistema económico), de diferentes “fases” en el comunismo, lo que implica,drilnmente, progreso y seguramente evolución. Sin embargo, el día en que la sociedadtliiinnilKta abarque toda la tierra, en que el duelo del hombre y la naturaleza haya cesa->Ih i ii que el hombre nuevo hay a llegado a ser completamente bueno, no se ve bien qué

Ii IuIi m i,i" subsistirá (ni siquiera la de los buenos sentimientos...”). ¿Debe decirse que seráUltit Ilistona “más humana"? ¿Pero, qué quiere decir esto? 18.

Marx elude estas cuestiones. Mejor dicho: hay que admitir que el capitulo final de su antropología es una “apuesta”, comparable en gran parte« In de Pascal. P or lo demás, el método de Marx le lleva a superar estaHinli'itiplación del hombre futuro: es necesario transformar, primero, el mun->!•< Si el hombre tota l puede nacer del proletar iado, es preciso fija r el mé-Ih i Io y los medios de la lucha del proletariado. L a "polític a” recobra su sen-H.li. y .su interés, en este mundo, para pasar al comunismo. Es la “política(hllvii del proletariado”; no "la política” en sí.

S E C C I O N I V Vías y m ed i os d e pa so a la soci eda d com u n i sta .

I La dictadura transitor ia del proletar iado.— No es una "inv ención”(Hi l r i lor a Marx la af irmación de que la humanidad no podrá desembocar

In noche a la mañana del capitalismo al comunismo, y de que habrá,i*» l.i 'toma de poder ” por el prole tar iado, una transición durante la cual(Mnli tar lado ejercerá una dictadura despótica para borr ar todos los es-

JHHAM ile la antig ua sociedad y reprimir a sus adversar ios. No es cierto

Ijtif huya sido mencionada por Marx sóloi “una vez y de pasada” 19. Por elionii,irlo, es una enseñanza fundamental de Ma rx y Engels. E l mismo Marx ,

1 I•*»« lo domAs, atunque Marx no fue nunca iirniy pro l i jo sobre es te punto , no vac i ló, a lÉNi*’, m i» anunc i a r e sa conve r s ión de l hombre com un is t a . E x am ina “una f a se supe r io r de l a

^ h| m<! «MMiitunlHift” en la que “el tr ab ajo no sea s olam ente un m e dio de v ida , s ino la prim er aM i a d vi ta l” , eni la que “ con el des arr ol lo de los indiv iduos en todos sus as pectos (¿ — ?),

in hniiMi 'n J iiiS fuer zas prod uctiv as y (oi i) corr an a chorros ios m an ant iale s de la r ique za co-" f C r í f ím del programa de Gotha). S in embarg o , ve in t is ie te años an tes (c f . e lMam-

I' Mui h l ii ih ía a tacado s in p iedad e l “ r oc ío s en t ime nta l” de los s oc ia l i s tas a lem anes . ..- - - P hu'hiMO di jo lo c ont r ar io : “E l comunismo es la for ma necesar ia y e l p r inc ip io energé t ico

W nt Mtu) f utur o , P e ro el comun is mo no es , e n ta n to que ta l , e l f in de la e v o luc ión hum a na ,M i furnia do wocledad hum ana ” (Notai^ prepar a tor ias aLa Sangrada Familia). S in embargo ,rST iwireco que Marx apun ta a l t t ampo inme dia tame nte pos te r ior a la l l ega da a li ! ' | .i i.| . i ¡i iI n d o como clase dominante.

trabajó, a partir do 1873, en unaDialéctica de la nuturaleza

(quo quedó inaca-

r| l. mi l<i ir\ u»n o proponía domoNtrar que la naturaU^i (Independientemente de su relación¡ i i..... t i n o ) N i m i o lan mliman Io.vom que Ja Historia. Cano do que así sea, incluso unf i n de

MInhitiit no po ní fl'iv a una prolo ng ac ión do Iiini “im ita r lo non" del hombre» que, Biinuple-i. tiii in i i omiuiMido mi "uinnr a l".

I iShim» af ir mó H<arl K a ut nk y en 1027(L i» in imotrriaUntu dr lu Ilintoria).

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4 9 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

al precisar en una carta a uno de sus amigos lo que él consideraba comosus aportaciones originales al pensamiento socialista, cita expresamente latesis de la "dictadura trans itoria del prole tariado” (carta a Wey deme-

yer, 1852).

La tesis (aunque no la expresión "dictadura del proletariado”) está perfectamente fijadaen el Manifiesto comunista 20.

Fue reafirmada, de forma categ órica, por Ma rx y Enge ls en la crítica a que sometieronen 1875, el proyecto de progr ama del partido social- demócrata alemán(Programa de Gotha) 2‘.

En contrapartida, ni Marx ni Engels se aventuraron a precisar, ni siquiera después del test de la Commune de París, una multitud de cuestionesplanteadas por esa "dictadura”. ¿Cuánto tiempo puede durar? ¿Quién laejercerá: un “partido” organizado del proletariado (es decir, una minoría),dirigentes elegidos y revocables o Comités populares? ¿En qué será una

“dictadura”? ¿Acaso en que, como toda forma política precomunista, e"Poder público” es todavía instrumento de una clase que gobierna comoclase? ¿O será una “dictadura” según los criterios habituales de la cienciapolítica, en la que no se garantizará ninguna libertad y en la que el ejercicio del Poder será arbitrario?, etc.

Esta falta de precisión parece responder a un método. Poco antes de su muerte se lepidió a Marx que respondiera; a la preg unta sig uiente: "¿Cuáles son las leyes a adopta

y cuáles a abrog ar sin demora, tanto en el plano político como en el orden económico,para realizar el socialismo si, por cualquier medio, llegaran los socialistas al Poder?"Mar x contesta que “la preg unta se sitúa en las nubes ..., no pudiendo ser, por consiguiente,la respuesta más que la crítica de la propia pregunta". Y añade: "La anticipación doc

trinal y necesariamente fantástica del programa de acción para una revolución futura nohace s ino desviarnos del prog rama presente" 22 T odav ía, en1891, Engels se irrita contrala manía de los social- demócratas alemanes de colocar “en primer plano cuestiones po líticas generales , abstractas, (ócultando) con ello las cuestiones concretas más apremiante,tque, a los primeros acontecimientos importantes, a la primera crisis política, vienen potsí mismas a inscribirse en la orden del día"(Crítica del programa de Erfurt) 23.

20 “ . . .E l p r imer paso de l a rev o luc ión obre ra es l a e levac ión de l p ro le ta r iado a c lase domll ian te , l a conquis ta de l a democrac ia . . . Es to , na tu ra lmente , no podrá cumpl i r se a l p r inc ip iomás que por una v io lac ión despó t ica de l de recho de p rop iedad y de l as re lac iones burgués»»d.2 p roducc ión . . . ”

21 T ex to de Ma r x : “E nt r e l a soc iedad ca p i ta l i s t a y l a soc iedad com unis ta media e l pe r iodode l a I n i n - fo rmac ión rev o luc ionar ia de l a p r imer a a l a s egunda . A es te pe r íodo cor respondetambién un per íodo po l í t i co de t rans ic ión cuyo Es tado no puede se r o t ro que l adictadura m ulucionaria. del proletariado". Te x t o d e E n g e l s : “Siendo e l Es tado una ¡ ins t i tuc ión meranunlctra ns i tor ia , que se ut i l iza en la luc ha, en la rev olución, par a someter por la v iolencia n I '1"adversa r ios , e s un absurdo hab la r (como hace e lPrograma de Gotha) de un Estado popuiml i b r e : m i e n t r a s e l p r o l e t a r i a d onecesite todavía del Estado no lo necesi tará en interés de Inl iber tad, s ino para someter a sus adversar ios , y tan pronto como pujada hablarse de l iber t iule l E s t a d o , c o m o t a l , d e j a r á d e e x i s t i r ” ( C a r t a a B e b e l ) .

22 C ar ta a D ómela Nie iuwe nj iu i s ; 22 de febre ro de 1881 . Ot ro s pár ra fos de es ta c a r ln lMar x a f i r m a que los p rob lemas an te los que se enc ont r a r á» los soc ia l i s t as e l d ía de su ace tanal Poder “no t ienen en absoluto un carácter específ icamente social is ta" , q ,ue esos probl inni i»son los que se enc uentr a todo “G obierno nac ido r epent inam ente de un a v icto r ia po pula r” . I ■<t ín ico seguro es “que un Gobie rno soc ia l i s t a no l l egará a l t imón de un pa í s s in que l asív h i iIIciom-.s es tén lo bas tante de sa rr ol ladas coano para ado ptar , a nte todo, las inedidaí3 necesurlu*p a r a a t e m o r i z a r a l a b urg u e s í a , a f i n d e a s e g u r a r s e l a p r i m e r a v e n t a j a , e l t ie m p o p a r a mwiacc ión e f icaz” . En cuan to a l a Comuna de Par í s , “apar te de que se t ra taba de l a sub levac iónde iuna sola ciuda d, mi condicione s ex cepcionales, pudo obtener UI1 c ompr omis o con Y('i,miI1, »1ventajoso para la , - ; masas populares , lo que era entonces la única cosa real izable . El embuiiu*de l Ba nco de Fr anc ia hub ie ra s ido suf ic ien te pa ra poner f in , con e l t e r ro r, a l a misga lonmnl»d e Ve r s a l l e s ” .

28 A dec i r ve rdad , todos los tex tos marx l s tas sobre esa “ t r ans ic ión” abundan en cn i ilmdicc iones . En i? l t ex to de Enge ls c i t ado más a r r iba és te a f i rma como “una eoaa ' abso lu tami 'n l»seg ura" que l a “ fo rm a de Repúbl ica demo crá t i ca . . . e s l a fo rm a espec íf i ca de l a d ic tadura iM

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I I MA RX ISMO 4 9 9

Pero si no puede haber una “teoría política" del contenido y de la forma de la “transición” (como tampoco la hay de la sociedad comunista), y sif ii esta fase transitoria el “Poder” continúa siendo todavía, en una medidaindeterminada, un Poder "político” que no escapa completamente (al menos,«ni lo parece...) a la condena dirigida por Marx contra la "categoría” depolítica, ¿cuál será la "especificidad" de la política que el proletariado deberealizar hasta la toma del Poder?

2. L a lucha del proletariado en la política de los Estados.— A )N e -■i'MDADd e l a l u c h a .— A unque todas las revoluciones sean el resultado deldesarrollo de las fuerzas productivas que, “en un momento dado”, entran*ii violenta contradicción con las relaciones de producción preexistentes, elproletariado no ha de esperar tranquilamente su hora. Repitamos que, siI'it-n el marxismo no es un “voluntarismo”, tampoco es un “mecanicismo”.

I..i lucha del proletariado es necesaria porque, desde su primera relación con la na-Itllnlrza, la acción consciente del hombre ha estado siempre íntimamente ligada a lasIfnimlormaciones de la naturaleza.

Por lo demás, la lucha del proletariado es inevitable. Resultaría inútili «perar que su misma condición no le arr astrara a la lucha. Pero puede<M| iiivocarse respecto a los objetivos, aspirar a una “revolución política” (que•ti* Miria su revolución). Puede retrasar la hora de su liberación, dejándose

Wducir por el reformismo polít ico o por el socialismo de Estado, dejándosetii\ | .iñar por quimeras religiosas o morales o por utopías vulgares. Na turalmente, a pesar de estos errores, no todo está perdido; tarde o temprano el

| Moletariado será conducido a reemprender la lucha para sus propios obje-IIvom, Sin embargo, ¿para qué retrasar, con la abstención y la política de>*>prra, la verdadera revolución social, ahora que el proletariado comienzah tener en las manos las armas prácticas y teóricas que hacen posible esaInvolución?

I'* II* lo demás, el proletar iado, mediante su lucha polít ica a través de todos los mediosB ului* parlamentarias, sindicales, culturales, etc.) y mediante su organización como “mo-Hmlnito combatiente", obliga a la burguesía a defenderse. Esta puede pasar a la repre-Mrtii, Id que reforzará la conciencia de clase de los proletarios y les proporcionará aliados.M Imrguesia también puede realizar concesiones políticas, lo que favorecerá la luchaNmhI ilo los proletar ios y debilitar á al Es tado. L a burguesía puede reforzar su explota-

■l ll rionómica, lo que proleta rizará a las clases medias y tenderá a acentuar las contra-■Ulom » del capitalismo. Puede, también, tr ata r de mantener sus beneficios mediante unaHMiirt ln del prog reso técnico y la conquista de nuevos mercados y colonias. Es to des-■Mlnr.t las fuerzas productivas, hará caducar a la propiedad privada, acrecentará laIWti iMllmclóncapitalista, ex tenderá espacialmente al proleta riado y unificará los movimien-

W» pi"li'i.irlos del mundo.¡ MMoiliulo, nimio y ji lo d e m o s t r ó ] a G r a n R e v o l u c i ó n f r a n c e s a ” .Pero l a f rase s igu ien te pareceBfjptii u i i o lúngols a p u n t a a l a “ R e p ú bl ic a d e m o c r á t i c a ” , m á s corno “ f o r m a ” c o n t r a r i a a lDfMIMMin"monárquico a l e m á n que por e l con ten ido “democrá t ioo” de una Repúbl ica . En 1875H m (i observaba que l a C o m u n a de P a r í s “ n o e r a y a iun E s t a d oen e l verdadero sen t ido de■ [ mIhIhii '. I ’br o Ma rx l iacla not ar a este respecto que “la clase obrer a no puede l imita rs e s im-prti 'Hiii» ti l^Mnnr | M>Neslón de la m áqu ina del E st ad o ta l y como es tá\y. s e r v i r s e d e e l l a p a r aU (unulon finen" ((htemi oivU cw Francia, 1 8 7 1 ) . Mili rx y E n g e l s « u n c u e x c lu y e r o n la e v e n t ua l

■j l l i ih iA i , d« la | HMir v io lenc ia en el e je rc ic io de la d ic tad ura de l p ro le ta r iado . Pero tampoco

^^Hli i iMitd u nunca con prec i s ión es ta “ cues t ión en las nu lM»”, “g e i ieml y abs t ra c ta ” . En cuan -

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5 0 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

Por consiguiente, el proletariado nada tiene que perder en su lucha. A condición, sin embargo, de que esta lucha sea conducida siempre como

lucha de clases, con la mirada puesta en una revolución universal.

B) La d i r e c c i ó n d e l p r o l e t a r i a d o e n l u c h a .— El proletariado e

arrastrado y guiado en su lucha por un partido político,Jl. La necesidad delpartido fue proclamada ya en el Manifiesto de la Liga de los ComunistasMarx se interesó siempre por la constitución de los partidos y la organización del proletariado; militó a veces en ellos, los dirigió, fue siempre suconsejero y, más aún, su crítico y su educador25.

Sin embargo, ni Marx ni Engels consideraron que la forma de org anización en 'partido político” fuese imperativa. Si el partido se desvía, más vale abandonarlo y combatirlo. Si las circunstancias o la inmadurez del proletariado hacen imposible o prematurala forma del partido político, puede ser necesario dedicarse a la acción educativa, sindical, a la ref lex ión teórica, a una org anización como la A soc iación Internacional de T rabajadores.

¿Qué caracteres debe ofrecer una organización de lucha del proletariado?Por lo pronto, en cuanto a su sociolog ía, Marx nunca cedió al "obrer ismo’’. CuandoT olain y los proudhonianos pidieron, en el seno de la Primera Internacional, que la A sociación se cerrara a los intelectuales o que, por lo menos, los delegados de las seccionesfuesen obreros (lo que apuntaba muy directamente contra Marx ), Mar x se opuso v igorosamente, y con éxito, a tales pretensiones.

E l par tido o la org anización deben tener una doctrina científica irreprochable. Ningún error doctrinal carece de consecuencia; y el admitirlo,aunque sea en nombre de la unidad o por razones tácticas, no puede sinoextraviar al proletariado. Esta severidad respecto al contenido científicode la doctrina es tanto más imperiosa cuanto que la lucha del proletariadoimpone compromisos en la acción, retrocesos, alianzas tácticas, etc.

En cuanto a la organización y a la disciplina interior del partido, elpensamiento de Marx y Engels es matizado.

E n efecto, Marx se opuso, en el seno de la Internacional, de manerasucesiva, a los partidarios de Mazzini, que deseaban dar a la Asociaciónuna organización muy centralizada y rígida, y a los de Bakunin, que, poel contrario, hubieran querido que cada sección de la Internacional dispusiera de una total autonomía, sin estar sujeta a las decisiones del ComitéCentral26. En 1891 Engels, que había desencadenado la cólera de los dingentes del par tido socialista alemán al publicar la crítica de Marx al Pro-grama de Gotha, les pidió que fueran “un poco menos prusianos”, señalándoles como ejemplo la libre discusión que reinaba en el partido británicotory, y haciéndoles la observación de que "la disciplina no puede ser tanestricta en un gran partido como lo es en una pequeña secta" 27.

34 Cf. el Manifiesto: “Esta organización del proletariado en clase y, por tanto, en partid polít ico ...” . Véase también la impor tantís ima car ta dte Marx a B ol te, del29 de noviembre <l«1871 (en la recopilaciónCritique des progratnimes de Gotha et d'Erfurt).

* A ctividad incansable. Además de la actividad deM a r x y Engels con respecto a los «ocia listas alemanes, ambos ayudaron a los movimienjtoiw socialistas inglés, btelga, holandés, suizo americano, etc. Marx redactó, junto con su yerno Lafargue y Jules Guesde, el programa «M “Partido obrero francés”, fundado por este último.

» Pa ra los bakuninistas la sección autónoma de la Intiarnacional debería ser la prctflguru ción de la sociedad futura (v. imíVs abajo, p&g. 504). , _ , . .

Engels reivindica el derecho a la oposición: “Nimigun partido do ningún pal* condenarme aJ silencio si estoy decidido a hablar” (carta a Behol, 1 de mayo de 1801).

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| i | MARXISMO 5 0 1

Por último, en su acción, el partido debe practicar el internacionalismo(vfn.se más adelante, págs. 503- 504).

C ) L a u t i l i z a c i ó n d e l a d e m o c r a c i a b u r g u e s a .— Marx y Engels es-i.iMecieron siempre, desde sus primeras experiencias políticas en AlemanialniMta sus últimos textos, una diferencia fundamental entre las posibilidadesiilici idas al prole tariado en el marco de un E stado burocrático y no demo-i mtico como el Imperio alemán, y las que ofrece la democracia política, aunHiido burguesa.

A unque Marx no descartó nunca apriori la hipótesis de que, en su♦pocn, el proletariado podría tal vez, en determinados países priv ileg iados,iiimjuistar definitivamente el Poder, nunca contó con esta eventualidad. Eni íiniliio, tanto a propósito de las revoluciones de 1848 en Francia y Alema-iii.i como de la insurrección parisiense de 1848, crey ó siempre que el prole-Ini Indo debería provisionalmente contentarse, “tras intimidar a la burgue-»ln", con pactar con ella un compromiso para una extensión de la demo-•iiicin (v., sin embargo, más adelante , las hipótes is de Eng els , pág. 502 ).

El partido no elude ni la acción electoral ni la acción parlamentaria.Hiiwlícne, en este plano, "todas las reivindicaciones adecuadas para mejorarIn «ituación del proletariado” (Engels,Crítica del programa de Erfurt).

11 Vinde detenerse en la práctica? E l límite de la utilización, ¿ puede ser determinadollitii ¡i de cada situación concreta o puede inferirse de un principio doctrinal? Marx yl:mii'U sintieron siempre el mayor desprecio hacia losRealpolitiker, y pusieron siempreIII guardia al proletariado contra el oportunismo. Pero desde el momento en que el par-Mil" ilol proletariado llega a ser numeroso y utiliza la democracia, participando de su fun-

•lliliiunlento, ¿no tropieza, al mismo tiempo, con toda la inautenticidad fundamenta l queMlirK denunció en la polít ica7 “ . De ahí nacerán todos los problemas ulteriores del mar-* ( n i lQ ,

D) ¿ P a s a j e p a c í f i c o o i n s u r r e c c i ó n ?— Marx llegó a aproximarse,(Aillcnmente, a los blanquistas, por considerarles los revolucionarios másifhiicltos. S in embarg o, desde 1845- 46, M arx desconfió mucho de toda or-Mlilznciión revolucionaria de carácter insurreccional.

I (¡i es una de las razones por las que no retrocederá ante la disolución de la "LigaI ) lo* Comunis tas ” en 1852. Una de las razones de su confl icto con Bakunin, en: el seno

ilf In Primera Internacional, fue el deseo de éste de dar a cada sección de la Internacionaltilín m tlv ldad insurreccional o terrorista ais lada y autónoma. S iempre le pareció pueril elItfrorlxmo anarquista. Y siempre condenó las insurrecciones prematuras y aisladas. C uandoM liildó la Comuna de París, esta loca insurrección le pareció incluso menos importanteHh iiI lii lucha de clases que la victoria prusiana, de la que esperaba la unidad política denli'iihinlM, condición favorable para el desarrollo de un fuerte proletariado alemán.

Sin embargo, una insurrección, llegada a su hora, ¿es para Ma rx lai mullí ión inevitable para el derrumbamiento de la ant ig ua sociedad y laIftlin del Poder por el proletariado?

T mnpoco en esta ocasión Mar x res pondió: se limitó a responder “con

| | critica de la pregunta", "abstracta", según él. Ello implica que no excluyóI0| tex to mrtM Impor ta uto Robro las posibi l idades re v oluciona rias abier tas a la acc ión

BfetHli'ii ‘‘le g iil" de Ion coui| iiHÍHtaH oh ol lurjco pr e fa cio e s cr ito iN>r K n g k lh e.n 181)5 (af ío <le suIhh'iIi>) pura la obra <lo M ahx ,Im h I u c Ik ih do c Io n c n v n F r a n c i a .

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5 0 2 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTIC

la posibilidad de una insurrección violenta, pero que tampoco la consideimprescindible2®. En cualquier caso, el proletar iado no ha de organizarni en la espera ni en la preparación de una insurrección. Pero, en tal cas¿no estará condenado a “hacer política”?

En un texto fundamental — y poco citado— Engels admitió muy clmente que la democracia política burguesa podía permitir, en ciertos paíseel paso pacífico, y por la vía parlamentar ia, al s ocialismo30. Cabe pregtarse si semejante paso sería posible sin que los dirigentes del proletariad

y el mismo proletariado, se impregnaran de ese “espíritu polít ico” , del qMar x había dicho poco ha que era “incapaz de comprender la causa de taras sociales” (v. más atrás, págs. 479- 480).

E ) E l p a p e l d e l a s d e m á s c l a s e s e n l a l u c h a d e l p r o l e t a r i a d o

En el Manifiesto comunista de 1848 se afirmaron dos ideas que no ser/m ya puestas en duda:— El proletariado no se niega apriori ni a aceptar la colaboración <ltotras clases ni a aportarles momentáneamente su ayuda para objetivos imuñes.

— Es tas clases — decidido ya el destino de la burguesía y dejando alado el caso de los campesinos— periclitan en el rég imen capitalis ta y esllamadas a desaparecer por obra de la gran industria.

El primer punto está determinado por la “situación revolucionaria”, en determinii'momentos históricos, de tal o cual clase. En 1848 elManifiesto comunista señala que luljcapas medias no son, pues, rev olucionarias, s ino conservadoras": en 1875 Marx subrnpor el contrario, su papel revolucionario, en función de su paso inminente al proletíirl«(Critica del programa de Gotha). Ma rx acentúa aquí una idea ya presente en elMulM fiesto. Cf. también Engels,Carta a Bcbel, sobre el mismo programa.

El caso de los campesinos es muy especial. Como es sabido, preooicada vez más a Ma rx , que tuvo en var ias ocasiones la intuición de que clase se resistiría a la absorción en el proletariado y podría desempeñ.u iimportante papel revolucionario o contrarrevolucionario. Sin embargo, niguna de las g randes obras ter minadas de Mar x y Engels trata expi'imente este problema (como no sea, incidentalmente,El 18 Brumariu i/f

Luis Bonapacte; por lo demás, no parece que Marx mantuvier a, en su;, ulmos años, el juicio ex presado en esta obra sobre los “campesinos parí i ríos” ). A l final de su vida Mar x intercambió una prolongada correspon

20 E n g e l s , e n su pr e f a c io a Las luchas de clases en Francia, a f i r m a q u e l a i n s u n i M « I Ée n l a A l e m a n i a d e l a é po c a n o s ó lo es i n ú t i l , s i n o ta m b i é n d i f í c i l .

80 “ Se quer r ía hacer creer que la sociedad ac tual , a l des arr ol larse , pasa pocou iihhs o c i a l i s m o ; p e r o e s t o e q u i v a l e a o l v i d a r q u e t i e n e q u e s a l i r p r i m e r o d e s u v i s j a e n v o l l u jque, en A lem ania, t iene ademáis que romper las t rab as <M orden pol í t ico semi- absoluíIhI ii , •«pensar que la v ieja sociedad podr á ev olucionar pacíf icamente hacia la nuev a, en aquel lo» i •tien los que la repres entación, po pular conc entr a en sí m is ma to do el poder, o >3n donde •#!la Constitución, puede hacerse lo que se quiera desde el momento en que se ten*,rn trun «Imay or ía de la nac ión , en Repúbl icas democr á ticas como Fr anc ia y A mér ica , en mnin tH Mc or no I n g l a t e r r a . . . ” (Crítica del profn'ama de JSrfut, 18 91 ). notar se que Ki>k‘‘I* ""en abso lu to la vue l ta a l Poder de los adversa r ios . . . En su pre fac ioa Jms bichas d, ■Francia ( 1 8 9 5 ) , t e x t o n o m e n os i m p o r t a n t e s o br e e l t e m a , E r i g í s c o m p a r a el c r e c i m ie n t o I" "'|e irresistible d<‘l socialismo en el Estado contemporáneo con el del cristinnimno en el.

.....**1

r o m a n o .

t

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DI, MARXISMO 5 0 3

lllt con jóvenes populistas rusos31 sobre la estructura de la economía y lainmunidad rural rusas, enfrentándose con el problema de la posibilidad(•nhre la que no se pronunció clar amente) de una revolución social “total”#11 un país en el que el campesinado fuera, con mucho, la clase más nume-(o'i.i y la más semejante a la de los proletar ios en los países industr iali-los32.

liste problema del "agente revolucionario" es fundamental, ya que toda la lucha polill o *<•resume, para Mar x , en la lucha de clases. A hora bien, ¿conservará el prole tar iado| M inracteres que, seg ún Mar x , le convierten en el único agente posible de una ver dadera■Vitlución? A su lado, ¿ qué clases pueden desempeñar un papel supletorio? Marx nuncaH'illiló el capítulo sobre las clases sociales, previsto para el libro III deEl capital...,

y HH última obra (1880) es unCuestionado para una encuesta sobre la condición de los franceses. El problema, dejado en suspenso, dividirá a los marxistas después

■ l'MO. A l igual, por lo demás, que el problema de saber si "la" revolución serám»’i lie los proletar iados unidos de las naciones o del prole tar iado de una nación, ayu-

por otras clases del pais.

I’) La r e v o l u c i ó n p e r m a n e n t e .— En una situación histórica concretaH | dr ex istir una coincidencia provis ional entre el interés del proletariado,Ifymilzado en "partido independiente”, y el de los “pequeños burgueses■llliuráticos y republicanos” , para derribar la supremacía de una clase

W Impide su desarrollo respectivo. Pero el proletariado organizado no■PF ilcjarse aprisionar en la trampa de esta revolución deseada, en su in-■It* rxclusivo, por aliados provisionales; ni dejarse seducir por ellos para

f T| | llt Ipur en una org anización común, porque, realizada la revolución, di-IH* *ilindos, en nombre de todos los asociados, se apresurarán a decretar

HMyolución acabada. Para el proletariado la revolución debe ser per-■tHirifr.l * K i Interés y deber nuestro hacer la revolución permanente has ta que hay an sido arro-

M*a ili'l poder todas las clases en cualquier grado poseedoras... no sólo en un país,P ni todos los principales países del mundo... W l uno palabra: en cuanto la victoria se alcance, la des confianza del prole tariado

| | Mu dirigirse contra el par tido reaccionario vencido, sino contra sus antiguos alia-h ( m it r a e l partido que quiere monopolizar la victoria común...M il (| ilto de guerra debe ser: permanencia de la revolución” (Mensaje del Comité Ce/i-

■ * l‘< I luí) de Comunistas , marzo 1850).

J J ) B l In t e r n a c i o n a l i s m o p r o l e t a r i o .—Marx siguió siempre, con una extrema aten-■H l<« lucha de todos los prelatar iados europeos. Y no tanto, como frecuentemente seP il i luí, poi que "apostar a” sucesivamente ‘sobre algunos de ellos — con la esperanza de■Mil mu,siguiera realizar la “revolución social", arras trando, tal vez, a los demás— ,■H HiHquí pensara que la experiencia de la respectiva lucha de cada proletariado esKtHh'it pura todos y que el conocimiento práctico de la experiencia de los demás puede■BíHi In toma de conciencia, para cada proletariado, del carácter universal e inevi table■ l il i l uí d e c la s e s .

• M Manifiesto comunista no preconiza, propiamente hablando, una es-NHp| | I •concer tada de todos los proletarios, con v istas a una subversión■W nI Si- limita a afir mar que "los obreros no tienen patr ia" a causa de

I 4 tnilliiiM iln <»IIoh lliw nr rv ii n MM' liiitmi- tti'iiti'H tpi’ulcuN iiiw irx lHtf tK : V t'r/1 ZiiNiilich, Daniel-I ♦I tmnn « uní nm | illni iu>i it« i'<>i>o(| liln por H o nin to ln , tICi iu <mIc y , L ontn (v . i i i A n nitelniilp,

| h< ,n" tiirj nni).

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5 0 4 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

su situación, pero que el proletariado de cada país “debe... constituirse ennación" y que por ello "todavía es nacional, aunque de ninguna manera eel sentido burgués”. Más adelante añade que “los comunistas trabajan entodas partes por la unión y el acuerdo entre los partidos democráticos dtodos los países”.

"¡ Proletarios de todos los países, unios! ”.El proletariado, clase con vocación universal, no puede sino entrar e

lucha contra todas las separaciones. Debe oponerse especialmente a la poltica imper ialista de guerra de los Estados burgueses, que conduce a qulos obreros de los diferentes países se maten entre sí, y que trata de hacerles concebir la esperanza de que una parte de su miseria será transferidal proletariado de las naciones sometidas. El proletariado no ha de favorcer la victoria de su burguesía.

Sin embargo, aunque el principio es cierto, ha de tenerse en cuenta, esu aplicación, el marco nacional actual en el que se desarrolla la lucha dcada proletariado, así como la marcha dialéctica de la lucha de clases 3“.

Por esta razón la actitud concreta recomendada por Marx no está exeta de un cierto oportunismo táctico.Ma rx siempre se opuso firmemente a s ubordinar la estr ategia revoluc

naria a la ideología patriótica y nacionalista de los dirigentes burguese A sí se ex plica su absoluta repulsa del nacionalismo de los lassallianos . Sembargo, en el seno de la Primera Internacional se opondrá tambiéna Bakunin, quien pretendía que todos los proletarios se alzaran simultánemente contra cualquier clase de guerra nacional, aprovechando la situacióde guerra par a liquidar a sus propias burguesías en el acto. Para Mar x problema es diferente. El objetivo a alcanzar es que el proletariado se apdere, en primer lugar, del Poder político actual; ahora bien, actualmenese Poder sólo existe en el marco geográfico nacional; así, pues, es preciluchar dentro de ese marco. A hora bien, si una guerra es provisionalmenuno de los medios técnicos que permiten acelerar las condiciones que pemitirían al proletariado aproximarse al momento de tomar el Poder, el pletariado no ha de oponerse a esa guerra (y en forma alguna mediante unacción terrorista o insurreccional prematura, que no haría más que uncontra él a los demás grupos sociales).

No s enfrentamos de nuevo aquí con la permanente pre ocupación de Ma rx por evitcualquier revolución prematura, cualquier acción que no descanse en un análisis complede los hechos y en una íntima alianra de la voluntad revolucionaria con el desarro

objetivo de las condiciones revolucionariasS in embargo, ¿ no es acaso esta dosifica ción de lo “ posible" y lo “deseable la defi

33 “Naturalmente, la clase obrera, para poder luchar, tiene que organizarsecomo rlavr <su propio píils, y a que éste ©a la pales tra inm ediat a de sus luchas. E n este sentido, su lucde clases es nacional, no por su contenido, sino... por su forma...JDe los deberes interina'*" nales de la clase obrera alemana no se dice... ni una palabr a! [en ese prog rajna de inspiraclassallianal” ( M a r x , Crítica del programa de Gotha). Engels, a propósito (leí mismo program»sugiere “decir, po r ejemplo” : “A unque el par tido obrero alemán actúa, en pr imer tcrnndentro de las fronteras del Estado del que forma parte..., tiene conciencia de su solídarldcon los obreros de todos los países y estará siempre dispuesto a seguir cumpliendo, comoI i i i m I mahora, con los deberes que esta solidaridad impone”(Carta a fíebel, 1875). Engels cita, emn*e-íto» deberéis, la ayuda material a los proletarios extranjeros, la Información mutua, la «gció» contra la guerra o las amenazas de guerra, la actitud a observar durante estas guorrn

“ l ’or esta razón Marx tr at ar á de hacer de la T rímera Internacional, sobre todo, un órgde formación y cooperación.

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I I MA RX ISMO 5 0 5

i IiSii más clásica de política? El proletariado se vinculó en su lucha —a pesar de los contólos e informes dados por la Internacional— al contexto de la política de los Estados y*!«•su Es tado. No se ev adió de la política. ¿ Y no será condición inexcusable para ello eli| uo un prole tar iado nacional, cons iguiendo tomar el Poder, le enseñe el camino, identifi-' 'indo.se entonces totalmente la política ex terior de este Estado con lai lucha de clasesH escala planetaria? T ampoco este problema podrá ser evitado en el desarrollo ulteriorili’l marxismo.

B I B L I O G R A F I A «

I. T e x t o s d e M a r x y En g e l s .

I ) O b r a s c om p l et a s.

A pesar del apasionado interés suscitado, tanto entre los adversarios como entre lospartidarios, por la obra de Marx , no existe ninguna edición completa. La granMarx-

l 'nutls Gesamtausgabe (M E G A ), cuya publicación fue comenzada antes de la segundaguerra mundial bajo los auspicios del Instituto Marx - Engels - Lenin, de Moscú, cumple entonjunto las condiciones de una edición científica, pero se detiene, aproximadamente,i n 1849. Existe una edición rusa más completa; pero, aparte de que es de difícil acceso,llene algunas lagunas, habiendo sido considerados subversivos, al parecer, ciertos artículosinhre la diplomacia rusa del siglo xix. La segunda edición de las obras, actualmente entlirso, en ruso, en Moscú, y en alemán, en Berlin- Este, comprende actualmente 17 tomos,

V mí constituye por los escritos de Marx y Engels has ta 1872. Esta edic ión lleva también las señales de una censura ideológica; así, los manuscritos económico- filosóficos,publicados antes en laM E G A , han sido excluidos. Se promete, sin embargo, que contendráMateriales inéditos, especialmente el conjunto de manuscritos destinados a los tomos II y IV de E l capital, de los que sólo una parte fue publicada por Engels y Kautsky hacemedio siglo.

En francés, la Librairie Costes y las Editions Sociales publican sendas colecciones deMiii'X tituladas "Obr as completas". La’ de Costes contiene ya 55 volúmenes, pero distali>ilitvia mucho de resultar completa. Además, las traducciones no son fieles; los escritos| hSntumos publicados se han tomado de vers iones anter iores a laM E G A , frecuentementeInmlecuadas. En conjunto, la edición de Editions Sociales es netamente superior, tantopor la presentación como por la calidad de las traducciones; pero no contiene, todavía,in.'i'i que alg unos t itules . A fa lta de una edición conveniente de obras completas , puedeprestar grandes servicios la bibliografía de Rubel:

Maximilien R u b e l , Bibliogr aphie des oeuvres de K arl Marx , Avec en appendice unn pertoire des oeuvres de Fr iedrich Eng els , M. Riv iére , 1956, 272 págs. Del mismo autor

Supplément a la bibliographie des oeui’res de K ar l Marx , Riviére, 1960, 79 págs.

I I ) Obr a s escogi da s.L o s mejores trozos escogidos son los de HenriL b f e b v r e y N. G u t e r m a n , Gallimard,

1%), 379 págs . También puede utilizarse el volumen de Max imilienR u b e l , Karl Marx. I’niics choisies puor une éthique socialiste. M. , Riv iére, 1948, lv<-381 págs. (la materia esInteresante, aunque ha sido elegida y ordenada para ilustrar una tesis bastante discutible). L o mismo sucede con las páginas escogidas porBo t t o m o r e y R u b e l , Karl Marx. RrU'cted writings in Sociology and Social Philosophy, L ondres, W att s , 1956, xiv- 268 pá-

yliw.i. V er tambiénLes marxistes presentado por Kostas P a p a iOn n o u , "Jai lu”, 1965, 512(tAylnas (Antología que comprende hasta la época contemporánea).

( ' ) Pr i n cip al es obr a s pol ít i cas.Sin duda, la edición francesa más útil delManifiesto es la de Costes: Manifeste du

partí commnniste, A. Costes, 1953, xx- 227 págs. (con una introducción histórica de Riaza-llov y curiosos inéditos). Existe igualmente una buena traducción francesa en las Editions

•* 'JUiHunoH quo agradecer n M. S tua r t It. Schram el que nos linya proporcionado útil ísimasIlldlcacloneH piirn confeccionar IhiiIo esta jilbllojx riif la como In morcil lo a Ijcnln (v id. miiiilclililc, ii A km. (I80- BR2).

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5 0 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

Es hoy día, en lengua francesa, la obra más completa sobre el conjunto del pensamientomarxista. Constituye una crítica comprensiva pero rotunda del marx ismo). [ Hay vers ióncastellana: J ean- Yv esC a l v e z, E l pensamiento de Carlos Mar x , trad. de F lorentino T rapero, Ma dri d, Edito ria l T aurus , 1958, 599 págs.] Por consiguiente, resulta interesanteleer la réplica de los intelectuales marxistas: HenriD e n i s , Roger Ga r a u d y , GeorgesCOGNIOT, GeorgesBe s s e , Les marxistes répondent á leurs critiques catholiques, EditionsSociales, 1957, 96 págs. Otros puntos de vista: HenriD e s r o c h e s , Signification du mar- xisme, Ed. ouvriéres, 1949, 395 págs. (busca una posible conciliación entre marxismo ycristianismo). Jean La c r o i x , Marxisme, existentialisme, personnalisme, P. U. F., 2.” ed.,1951, 123 págs. [Hay traducción española en ed. Fontanella, Barcelona, 1962, 155 págs.jSólo el primer capjtulo, que contiene un penetrante análisis de la praxis, concierne almarxismo. Henri Le f e b v r e, Le matérialisme dialectique, 2.’ ed., P. U. F., 1949 (obrade acceso un poco difícil: constituye el análisis filosófico más detallado de la dialécticamarxista, opuesta a la dialéctica hegeliana, así como de las relaciones entre determi-nismo y libertad en el sistema de M ar x ). M ax imilienRu b e l , K ar l Mar x , essai de bio- graphie intellectuelle, Riviére, 1957, 464 páginas (Rubel, socialista admirador de Marx,lo considera un "ético" que habría intentado unir la “utopía" con la "sociología científica". La obra resulta interesante, pero la tesis es en extremo discutible y, por lo demás, está mal fundamentada: véase ¡a severa critica de LucienG o l d m a n n , "Propos din-lectiques. Y a-t- il une sociologie mar x iste? ",Les Temps Modernes, octubre de 1957, páginas 729-751. Este artículo constituye una contribución muy interesante a la historiadel marxismo).

2 ° Obras concernientes más especialmente a la doctrina económica y social de Karl Marx .—Henri B a r t o l i, La doctrine économique et sociale de K ar l Mar x , Ed. du Seuil,1950, 413págs. Jean B Én a r d , La conception marxiste du capital, Société de d. d'enseigne-ment supérieur, 1952, 367, págs. Pierre B ig o , Marxisme et humanisme, introduction i\ l’oeuvre économique de Ka rl Mar x , P. U. F., X XX II- 27 1 págs. Arturo L a b r i o l a , Karl Mar x . L 'économiste, le socialiste (prefacio de G. S o r e l ) , M . Riviére. 1923, xxxvm-263páginas. Jean M a r c h a l , Deux essai sur le marxisme, Médicis, 1954. V éase también la obr.i,discutible, pero interesante, de PierreN a v l l l e, Le nouveau Léviathan. I : De l’aliénation á la jouissance ( la g enése de la sociologie chez Mar x et chez Eng els ), Riviére, 1957,514 págs., y Kostas A x e l o s , Mar x penseur de la technique. De l’aliénation de l’homm<'á la conquéte du monde, Editions du Minuit,1961, 327 ,págs.

3.® Sobre la "política" de Marx .—Consultar las obras anteriormente citadas lieH. B ar to l i , J .- Y. Ca lve z , A . Co rnu , J . Lacro ix , H . Lefebv re , (especialmente Lemarxisme, colección "Que sais-je?”), M. Rubel. Mencionemos también: M. Rubel,K arl Ma rx det’.mt le bonopartisme, París, La Haya, Mouton,1960, 168págs., consagrado, en gran parloal análisis de los artículos en los que Ma rx estudió, día a día, la e v olución del SegundoImperio. S in embargo, nada puede r emplazar la lectura de las obras de M ar x y Engi'l»citadas más atrás. La obra del R. P. Henri Chambre, Lemarxisme en Union Sovíétiiim', idéologie et institutions (Ed. du Seuil, 1955, 510págs.), aunque se refiere a los desarrolla

y aplicaciones del ma rx is mo en la U. R . S. S ., contiene, sin embar go, pasajes muy útll ípar a la comprensión de las teorías políticas de Ma rx y Eng els (cf. especialmente: Intuíducción, segunda parte, caps. V I y V II) . [ Hay ve rsión castellana: Henr iC h a m b r e . 1(1marxismo en la Unión Soviética, trad. de J. A . Go nzález Casa nov a, Ma drid, EditorialTecnos, Colección Semilla y Surco,1960, 460págs.]

Por último, dos obras, no dedicadas a Mar x , sino a Hege l, aclar an acertadamente Idcrítica realizada por Karl Marx de la filosofía política de Hegel: Eric W e i l , Hegel *I l’Etat, V rin, 1950, 116 págs. V éase especialmente el apéndice "Ma rx et la philosophie ddroit”. Jean H y p p o l i t e , Etudes sur Marx et Hegel, Riviére, 1955, 204 págs. Especíalmrnlltercera parte. Sobre "el jov en Ma rx " remitirse útilmente a la obra en italiano,II f//i" mne Marx e il nostro tempo, M ilán, Feltr inelli, 1965, 530 págs. En cuando a la poli mi, Garaudy- Althuss er, se refiere más a la historia del comunismo francés desde la diva J linizacíón que al propio pensamiento de Marx . De Rog er Gar audy se puede e.snn| fcasi al azar en una producción especialmente abundante: citemosMarxisme di/ \ V siécle, La Palatine, 1966, 237 págs. De Louis A l t h u s s e r , cuy a obra, mucho más >K| ii|rosa, es en principia esencialmente ardua; es necesario citar,Pour Marx, Masperó, l%\263 págs., asi comoLire le Capital Masperó, 1966, 2 vols. (obra escrita con la coImIración de cuatro jóvenes universitarios).

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C A P I T U L O X V

L i b e r a l i s m o , t r a d i c i o n a l i s m o , i m p e r i a l i s m o ( 1 8 4 8 - 1 9 1 4 )

El fracaso de las revoluciones liberales dejó una huella, tanto más pro-Imida cuanto más esperanzas habían suscitado. La unidad italiana y, después, la unidad alemana son producto de la guerra, no de la revolución,t iuerra de Crimea, guerra de Italia, guerra de Méjico, guerra austropru-ilnnu, guerra francoprusiana, guerra de Secesión: el optimismo liberal esmimetido a una dura prueba en los veinte años posteriores al medio siglo.I * guerra, hasta 1914, sólo desaparecrá de un punto del globo para reapa-H cer en otros (guerra en los Balcanes, guerra de los boers, guerra ruso-liipnncsa, guerra hispanonorteamericana...).

La revolución industrial transforma la faz de Europa. El proletariadomi organiza y toma conciencia de su fuerza. L a lucha de clases se intensifica.

El positivismo político triunfa con la revolución industrial. Liberales,i miMervadores y socialistas invocan el poder del hecho, y se refieren, paraiMwlificar las más opuestas posiciones, a las lecciones de la ciencia. E n nomine de la ciencia afirma Spencer la eterna validez del liberalismo; en nom-l ' ie de la ciencia T aine y Re nán sientan las bases de un neotradicionalismo;Mnrx quiere substituir el socialismo utópico por el “socialismo cientifico”;

V el mismo nacionalismo pasa del es tadio utópico al de laMachtpolitik, deliilralismo de Mazzini o de Michelet al choque de los imperialismos.

El positivismo político.—Auguste Comte publica, de 1851 a 1854, suHf/xtéme de politique positive. En 1859 Darwin consigna el resultado de susIrnlmjos en su tratadoDel origen de las especies por la vía de la selección Hntnnil. En 1853-55 Gobineau había publicado suEssai sur l’inégalité des Mii". humaines.

Un historiador inglés1 ha podido decir que la segunda mitad del sillín X I X fue “la edad de Da rw in” . Sería más exacto decir que fue la edadilel dnrwinismo, entendiendo por esto un conjunto de creencias difusas queI lnrwln, más que creó, recogió y sis tematizó. Lo cierto es que conceptosIrtle» como el principio de evolución o el de selección natural fueron abun-

John ItnWLio, I ' o IÍH v n and | /i<» Ninotvvnth V cntur y , LoucIiom, 1051.

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5 1 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

dantemente utilizados, para justificar una "política positiva”, por hombreque sólo tenían un conocimiento muy superficial de la obra de Darwin.

A sí, pues, la biología se liga es trechamente con la política. Desempeñaen la segunda mitad del siglo X IX , un papel comparable al que desempeñóla Historia en la época romántica; la propia Historia, tal como la escribTreitschke, por ejemplo, se vuelve biológica y nacionalista.

Ese recurso a la biología se manifiesta tanto en el arte (naturalismo dZo la , g enealogía de los “Roug on- Macquart” ) como en la política. T anla evolución de los individuos como la de las sociedades aparecen determnadas por leyes, tan ineluctables para los lectores de Maurras como parlos de Marx . E n todos los sectores de la opinión se ex pande una cierttendencia al fatalismo o, al menos, al dogmatismo.

E l comtismo.— Para un francés la obra de A uguste Comte (1798- 185

es la mejor ilustración de ese positivismo que domina la segunda mitad dsiglo. Su obra es de aquellas que consiguen romper los marcos preestablecidos.

1 ) La obra de Comte pertenece, a la vez, al período que precede a lrevolución de 1848 y al que la sigue; es tan inseparable del romanticismde 1830 como del industrialismo autoritario del Segundo Imperio.

2 ) Esta obra, situada en el centro del sig lo, no puede referirse, siartificio, a una determinada corriente de pensamiento (tradicionalismo, liberalismo o socialismo). Constituye un intento de síntesis, sin duda frustrad— ya que, en def initiva, se inclina del lado del orden— , pero de una indicutible amplitud.

A ug us te Comte , antig uo politécnico, fue primero secre tario de SaintSimón; se separó de él, pero el saint- simonismo parece haber ejercido umprofunda influencia sobre su sistema, tal y como está expuesto en elC o u m de philosophie positive y en el Systéme de politique posiiive: idéntica confianza en una ciencia global, idéntico deseo de superar las querellas polílcas y de instituir una religión de la humanidad, idéntica evolución hacia<1misticismo y, también, hacia el Poder. Saint- simonismo y comtismo presentan, sin embargo, notables diferencias.

A uguste Comte , contrar iamente a los tradicionalis tas de la escuela teocr ática — que dr>confían de la ciencia— , cree en su eminente valor y en su unidad. S eg ún él, la ciencin a la vez, ciencia de la sociedad y ciencia de la evolución.Una ciencia de la sociedad.—El individuo es una abstracción, siendo la socied.icl\»t'nica realidad: es preciso luchar contra el individualismo liberal y constituir a los holHbres en sociedad.

Una ciencia de la evolución.—En 1822 Auguste Comte expone su famosa ley de Intres estados: “Cada rama del conocimiento, por la naturaleza misma del espíritu hummiiestá necesariamente sujeta en su marcha a pasar sucesivamente por tres estados...........diferentes: el estado teológico, o ficticio: el estado metafísico, o abstracto; por último, estado científico, o positivo”.

Se trata, por tanto, de organizar las sociedades modernas sobre bases cientific.i.. n*como de conciliar el orden y el progres o: “Ning ún orden legítimo puede establecerá — sobre todo— puede durar, si no es plenamente compatible con el progreso; no pnitiHrealizarse de manera eficaz ningún gran progreso si no tiende finalmente a la cvldmconsolidación del orden” (46.* lección delCours de philosophie positive).

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HMM.ISM0, TRADICIONALISMO, IMPERIALISMO 5 1 3

•Mitll.inza en el sistema par lamentar io, en las v irtudes de la descentralización y en el poderH» Inmoral, admiración hacia la Gran Bretaña y Estados Unidos. El sistema político que

j'tív .mt- Paradol prefiere es, pues, un sistema de contrapesos; se preocupa menos por laiMitmi de gobierno (aunque su preferencia se encamine hacia una monarquía parlamentaria)i| lif por la reforma de las instituciones y, sobre todo — como Renán algunos años más

■NH , por la reforma intelectual y¡ moral.Nlil embargo, el liberalismo de Prévos t- Paradol presenta alg unos rasgos característicos:11 Su indiferencia respecto a los problemas económicos, su fal ta de entusiasmo por

■ UlMurz- faice, laissez- passer. E l liberalismo de Prévost- Paradol será de buen gr ado pro-■Hlnnl.sta, como lo serán los industriales franceses después del tratado de comercioib IHM).

¡ ) Prévos t- Paradol tiene preocupaciones demográficas; cree que Francia no podráBnllmutr siendo poderosa más que a condición de aumentar su población; y anuncia queHit! ypronto será superada por varias naciones europeas. La idea de la decadencia fran-ItM Ir atormenta.

1) Es profundamente patriota, y toda su obra expresa su angustia ante el ascenso■ I m> peligros exteriores que amenazan con sumergir al Segundo Imperio. Su pensamiento,

JMi m , »<’ sitúa muv lejos del cosmopolitismo de Monte squieu o del pacíf ico optimismo queHHmi Irr itaba en conjunto al liberalismo de la monarquía de julio. Le preocupan la unidadmIIHiiii,el crecimiento de Prusia, el ascenso de Estados Unidos. Quiere un ejército po-

HjjttUi un imperio colonial: preconiza en Argelia una política más preocupada por asen-tai In fuerza de Francia que por respetar los derechos de los indígenas: considera más

H (# M i<l‘>en A fr ica un ejército que una Carta .F <) Por último, en el campo social, Prévost- Paradol es resueltamente conservador. SeMmiip n cualquier forma de socialismo; y merece ser calificado de "liberal de vía estrecha”| Mt >1 Milnt- simoniano Michel Cheval ier.

tu liberalismo de Prévos t- Paradol no se confunde, ni con el liberalismo —o los libera-

r ftk del período anterior, ni con el del período siguiente. Se trata de un liberalismoIfrtiMldón cuyos rasgos comienzan a inmovilizarse, de un liberalismo que se vuelve

ftlHOl' uliirismo.

II) E l l i b e r a l i s m o r e p u b l i c a n o .— La "república de los duques ” per-

trtni'i i- fiel al espíritu de Prév ost- Par adol. La Cons titución de 1875 recogek yi nades temas de La France nouvelle; el orleanismo preside el naci-0M*nlo de la III República; las principales reivindicaciones liberales son

MILI e<lias, y el liberalismo, no teniendo ya nada que reiv indicar , corre el|M>ll| |H> de confundirse con la “defensa r epublicana” .

felizmente para el liberalismo, la República tuvo necesidad de ser de-•inllilu: crisis del 16 de mayo, batallas del boulangerismo, asunto Dr ey fus ,i>. Iifin por el laicismo, contra los anarquis tas , contra los pacifis tas . T al vez* Hí pública no es tuvo siempre tan gravemente amenazada como lo afirma-itl liri republicanos. Sin embargo, lo está frecuentemente, y los republi-

EIiih Invocan con tanta elocuencia los principios de libertad y de igual-I que el liberalismo consigue disimular noblemente una cierta indigencialiiiinl.ftln embargo, aunque el liberalismo apenas si se renueva, aunque tiene

Í | | | iiillndes para adaptarse a un mundo en plena ev olución — como si hut a nido formulado, de una, vez para s iempre, durante la monar quía de|Hm , ae produce un hecho capital: el liberalismo deja de ser la doctrina

plf iR «rtlones orleanistas o de los lectores delJournal des Débats para con-gracias a la escuela pública, en la filosofía de la República. El

. til ....... 11 n-11. i •(.Iiubi.i (l<- contenido , pero cambia de dimensión; adquiere

•‘ii I * «O NQC in l que le f a lta ba .

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5 1 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLITI

narios radicales; importancia de la prensa regional (por ejemplo,La Dépécli••de Toulouse, de los hermanos Sarraut); el Ministerio de Agricultura, b;tilla radical. "No se gobierna sino contra París”, afirmaba Thibaudet, trucando las palabras de Jules Lemáitre, que exclamó con alegría tras lelecciones nacionalistas de París: “ ¡ No se gobierna contra Par ís! ..."

2.° Racionalismo.— E l radicalismo pretende ser racionalista. “Los rdicales — escribe Edouar d He rr iot— repudiamos todo dogma. Nos preopamos del método tanto como del ideal. No aceptamos más límite panuestros esfuerzos que los límites mismos de la razón. Nuestra ambicisería ver adoptar a la política los procedimientos de trabajo de la ciend(prefacio al libro de Jammy- Schmidt,Les grandes théses radicales, 1932),

A lbert Bayet emplea un leng uaje análogo en su libro sobreLe radicalismo “¿Qué es el radicalismo? Ante todo, un método. ¿Qué es ese método? ciencia inspirando la política” . E n nombre de ese método A lber t Baafirma que la guerra es anticientífica; “Está condenada por la lógica mis

de la evolución humana” . Y , en nombre del progreso, ex clama Herriot: yo conociese un partido más avanzado que el partido radical me adherira él de todo corazón”.

Por eso los radicales quieren permanecer fieles a sus "grandes antepnsados”. Herriot enumera los siguientes: Voltaire, Diderot, Condorcet, Bi

jamin Cons tant , “el gran y querido Lamartine, religioso pero anticleric.Ledru- Roilin, Camille Pelletan, Léon Bourg eois ...; pero la referencia camente radical es “la referencia Condorcet” 4: “E l gran hombre de radicales es Condorcet”, afirma Claude Nicolet al final de su libro soLe radicalisme.

3.° La defensa de los intereses.— El radicalismo, científico, empírlcipreocupado por la educación naciona l y la moral laica, quiere también concreto, estar informado de los intereses de cada cual y ser apto para d#fenderlos. T al actitud no es, ciertamente, exclusiva del part ido radical; phay que reconocer que el partido consiguió tejer, en la Francia de la III Upública, una red muy eficaz para la defensa de los intereses particulaic

A lg unos observadores, indignados por este motivo, han denunciado colusión del radicalismo con la francmasonería. Pero los mismos radie.ino vacilaron en hacer de la defensa de los intereses la pieza maestra de

doctrina. T al es el radicalismo seg ún A lain.El ciudadano según Alain.— A la in (1868- 1951) es un filósofo cuya

fluencia política ha sido en extremo limitada. Sin embargo, el estudio de obras (Eléments d’une doctrine radicale, Lé citoyen contre les pounolm Propos de politique, Propos d’un Normand, Mars ou la guerte jugée. el» Ies muy instructivo, ya que expresan, en un estilo uniformemente paradAl

y voluntariamente elíptico, una filosof ía política que es tanto la di* Dépéche de Toulouse como la de los electores de Combes o del pres¡d< nHerriot.

4 Sobre Conderce t v id . más a t r ás , págs . 339-340 .

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HII ' iMD, HIADICIONALISMO, IMPERIALISMO >1

I fiul linl limo de A la in se formó en/ la época del asunto Dr ry lu* y .1.I,< .Ir t.Il* mía, E» un radicalismo esencialmente inquieto, defensivo. A la in rMi\ , tolii?

•• m«Ii ,i líi| contra del príncipe, en contra de los castillos, de las Academia* y ili loai - e n contra de la Administr ación, en contra del militarismo y de la guerrn, ru

« 11* lit Iglesia, en contra de los poderes. Sobre los males del Poder, A la in es lnago-1.1 Poder corrompe a todos los que part icipan de él”. "T odo Poder sin control

■flvr lino."^Uiln Alnln, elcontróleur desempeña, pues (como en el teatro de Gir audoux ), unI limdanirntal en la democracia: "¿Dónde está la democracia s ino en ese tercer poder)n i Inicia política no ha def inido y que y o denomino elcontróleur? No es sino elK guntlnuumente eficaz, de poner en el acto a los reyes y a los especialistas s i no

«vil luí asuntos según el interés del mayor número". Y A la in define también el ra~Uto como "el permanente control del elector sobre el elegido, del elegido sobre el

¡JÑ••l luir», la democracia es un sistema de v ig ilancia : el elector v ig ila al eleg ido, que

n mi vez, al ministro. A la in define al buen diputado como aquel que amenaza, peroM uliMIcnc, si es posible, de ejecutar sus amenazas: "E l buen diputado — escribe en

M^menfa t i une doctrine radícate— es el que amenaza, no el que golpea; el que haceni ministro, no el que le destituye. Este arte de hacer restallar el látigo define,

[ jlili lo, el part ido del futuro, el ver dadero part ido radical, al que yo denominaría el

i >l> la oposición gubernamental".Imito Alain justifica las intervenciones, las recomendaciones, la influencia de losili> presión. Es conveniente que los electores hablen a los diputados de sus proble-

(turtlnil mes; es conveniente que los diputados participen al Gobier no esos problemas;TtVf iiluito que los gobernantes desconfíen de los funcionarios. "E l combismo — escribe

no es sino la acción permanente del elector sobre el elgido." En 1921 se procla-il *1 mismo como el último combista.

Itiin desea un equilibrio, constantemente amenazado y siempre restablecido, entreP y tilin tad ("L a libertad no prospera sin el orden, el orden nada v ale sin la liber-, mire resistencia y obediencia: "L a r esistencia y la obediencia son las dos virtudesIh iI i i iIí i i i o , Mediante la obediencia asegura el orden; mediante la resistencia asegura

il.i.l T odo el secreto consiste en obedecer resistindo. L o que destruye la obedien-I» iiiinii| tila, y lo que destruye la r esistencia es tiranía” . Propóisitos sabiamente ba-

“ lina, <| ue expresan en A la in úna f ilosof ía de la inquietud, pero que pueden justificar,Mil, nii.i f ilosofía del doble juego o del “blanco- negro” .i mnlerla económica el radicalismo de A la in es fundamentalmente conservador:Hli por los mismos métodos y distribuir mejor: tal es el remedio de la miseria”,

i i i mi Economique. E l radicalismo de A la in nada tiene de socialista. Ex alta la,i.l Individual y desconfía de la gr an industria : "Cada cual siente, cosa extr aña,

)bflii que volver a la propiedad individual, a la medida de la dimensión del hombre,Nllmirnr la producción, el cambio y hasta la moneda”. A lain, por consiguiente,

* apegado a la pequeña propiedad, al artesanado, a un individualismo poco com-11 in la evolución de la economía moderna. Es interesante observar, a este res-

i| iie un joven radical como Cla ude Nicolet, que aprueba la política de A la in, juzga«in muy severa su economía: "Aplic ado a las cuestiones económicas, (su) estadoJjBu et totalmente anárquico y pequeño burgués”.

JÉ)mihflrgo, no parece legítimo oponer, como hace Nicolet, la economía (anacrónica)pltl mu »u política (profética denuncia de la era de las tiranías). La política y lapin ile Alain forman un todo coherente. Expresan fielmente el ideal de la burguesía, jPalmrnte de la pequeña burgues ía prov inc iana, en una época de combates por la'♦* y de "pelig ro clerical".

J ll rmlicnlismo de A lain data de labelle époque, y ahí se queda. Sincomo hemos visto— , el radicalismo de A la in no es todo el radicalis-

in embargo, la mayoría de los radicales, salvo breves períodos, hansiempre, ante la alternativa entre el estilo Clemenceau y el estilo

i i hi el "ciudadano contra los poderes".

ii el fondo, el radicalismo francés apenas si cambió desdele petit pére

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5 1 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTIC

Combes. Según la frase tan frecuentemente citada, “los radicales, cuandllegó la separación *, se encontraron muy desprovistos”. La guerra de 19191$ no supone un corte en la historia del radicalismo. No prepara su novación. El radicalismo tiende a convertirse en una forma de tradicnalismo ligado a una determinada época de Francia, a un determinado tide economía rural, a una determinada estructura de la sociedad, a un dterminado estilo de vida. La historia reciente permite dudar de que el dicalismo pueda fácilmente adoptar un nuevo estilo 5.

Radicalismo y liberalismo: el asunto Dreyfus.— No hay duda, sin embarg o, de que hay que guardars e de confundir liberalismo y radicalismE l radicalismo tiene como objetivo org anizar — sus adversar ios dirán: nopolizar—- el liberalismo. Pero, en algunas circunstancias, los sentimienliberales se manifiestan con amplitud fuera de los marcos del liberalismorganizado. De esta forma el asunto Dreyfus dividió bruscamente a Fracia en dos campos. L a L ig a de los Dere chos del Hombr e data de eépoca, así como la renovación del prestigio de los escritores comprometiden la lucha política (Anatole France, Emile Zola). Las ideas políticas deFrancia contemporánea continúan estando marcadas, en muchos aspecto»por el asunto Dreyfus.

2. E l liberalismo inglés.— L a época v ictor iana es, en su conjuntépoca próspera. Inglaterra goza de una supremacía industrial demostrmde brillante manera en la Exposición de 1851. La guerra de Secesión atricana provoca una crisis en la industria del algodón, y la miseria subsiíipero, tras el fracaso del cartismo, la clase obrera parece dispuesta a acepl

el mundo capitalista.Las luchas políticas se despojan de pasión; la reforma de 1867 se prduce en un clima mucho más pacífico que la de 1832; Gladstone y Iraeli se suceden en el Poder. Inglaterra no conoce ya grandes conflliihK sociales o morales, ni pone en duda los principios del liberalismo poliuSe trata menos de innovar que de consolidar. Es la era de las vastas sinlr

y de los compromisos .Pero el mundo se transforma más rápidamente que el liberalismo inj| lt

Cuando Spencer muere, en 1903, es el representante de una época talcluida.

Es necesario distinguir, pues, varios momentos y tendencias en l.i liltoria del liberalismo inglés, de 1848 a 1914;

a ) E l cientificismo de Spencer;b) L a rev isión idealista del liberalismo por la Escuela de Ox fo nl c) E l descubrimiento del imperialismo.a) Spencer o el darwinismo político.— Ning ún autor llevó m.'-

que Her bert Spencer (1820- 1903) la fe en la ciencia. A este r e s pe doobra es extremadamente significativa.

♦ Separación del Es tado y la iRlesia en Fr ancia (1905) (V. <fc¡T.) .• Resulta de interés observ ar que, en la Francia eontemimrAnea, el poujndlsmo

principales tainas de Alain. Véase sobre este punto StanleyH o ic i t m a n n (y otros). Lo miitioqH

l'oiilade, A . Col in, 1080.

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I Hlt l tALlSMO, T RADICIONALISMO, IMPERIA LISMO 5 1 9

Los padres de Spencer eran metodistas y , políticamente, liberales. Spen-| *r, también liberal, se aplicó durante toda su v ida a f undamentar el libe-frtllsino sobre la biología.

Sus principales obras que conciernen a la política son:Estática so- tlitl (1851), Primeros principios (1862), Principios de sociología y de mon i ( 1876-96) y, sobre todo,E l indiv iduo contra el Es tado (T he M a n versus thr State) (1884). Véase también su A utobiog rafía , publicada después deIII muerte, y De la educación intelectual, moral y física.

Spencer identifica vida social y vida física. La sociedad es un orga-

Sllamo sometido a las mismas leyes que los organismos vivos. El principioHlldainental es el de la evolución, del que deriva el principio de adapta-

E^ l l i los organismos útiles se desar rollan, en tanto que los organismos inúti-»«•atrofian; así, gracias a la adaptac ión al medio, se realizará la may or

It lilad del mayor número.I lay dos concepciones de la evolución en Spencer:1 ) El desarrollo es-

Cmi lineo de una activ idad interna (como en los filósofos alemanes ); 2) Lan| ii.ición al medio, la resultante de las condiciones ex ternas. L a primeraB f li rpción aparece claramente en laEstática social, pero se va borrando,

MU ii ti poco, ante la seg unda.I'ma Spencer la evolución se confunde con el progreso. La adaptación

tlM condiciones externas ha facilitado, primero, el crecimiento de los Go- jflloM militares; pero el desarrollo de la indus tria no puede sino favorecer

lil>i itad y la paz.'■| h ncer no cesa de denunciar, con una infatigable indignación, los ma-

t ll»1! Estado y del Gobierno, que se ocupan de lo que no les concierne.P 1853, en un artículo titulado “Demas iadas leyes” , publicado en lafnlmlnster Review, se lanza a la carga contra las intervenciones del Es-

Í i iitonando un himno a la iniciativ a privada. La misma tesis se encuen-Mi un artículo de laFortnightly Review en diciembre de 1871: "De laIiiImIración reducida a su función propia” : que el Estado se limite a ha-

liiMkia, sólo es bueno para eso... La misma tesis, también, enE l indivi- mntra el Estado (cuyo t ítulo hace pensar en el libro de A lain,Le ci-

II co n fre les pouvoirs); el Gobierno no debe ser más que un "Comitéimlnis tr ación” : "L a función del liberalismo en el pasado ha consistidoniint un límite a los poderes de los reyes. E n el futuro, la v erdadera(rtn del liberalismo será limitar el poder de los Parlamentos”. Spencer

irA Incluso a proponer la supresión de los Ministerios de Agricultura,H'iiri Públicas y de Educación Nacional para dejar a la iniciativa pri-| «I cuidado de realizar tales tareas.

Aat, pues, el liberalismo de Spencer cont inúa siendo ultra- manchesteria-^■Nrl Mímente cuando Inglater ra se aleja cada vez más de la doctrina de

M i i U M i t N o se encuentra en su obra ningún eco de los problemas quePlttliollo del socialismo y el progreso del imperialismo plantean. Sigue

H t i l i i l " las vir tudes del ahorro y de la previs ión: "En general, el hombre■nvlmii en materia de dinero lo es también en política; se encontrarán

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I Mil MAt.ISMO, T RA DICIONA LIS MO, IMPERIAL ISMO 52 1

| na llhcrales; c incluso, en ciertos aspectos, la p o l ít ic a del conser vador Disr ael i es másittdiM que la del liberal Gladstone. L a fracción m á s dinámica del par tido liberal, con

Chamberlain, se aprox ima a los conservadores y sostiene ardientemente una poli-iltfl ilegrandeza imperial. Lord Rosebery. a la cabeza de los imperialistas liberales, rom-IHmiiIii con el v iejo Es tado Ma y or gladstoniano de l a Nat ional L iber al Federation (queátainiifla de las aventuras coloniales), apoya, du r a n t e la guerr a de los boers, la po-¡thi n <ld Gobierno. E l liberalismo conduce al im pe r ia li s m o 7.

SECCION I I

Tr a d i ci o n a l i sm o . N a c i o n a l i sm o . I m p er i a l i sm o .

I . Neotradicionalismo y nacionalismo e n F ranc ia.— Dos hechos dominan l.i historia del tradicionalismo francés durante la seg unda mitad del

xix:I ) Las doctrinas de Maistre y Bonald s ó lo influy en y a en círculos cadam/is estrechos, en los que el monarquismo significa sobre todo lealtad

« !<| Institución. La esperanza de una R es ta ur ac ión se vuelv e tan improba-(i| f i| ue la tradición debe emprender la bús que da de fórmulas nuevas.

i ) E l Seg undo Imperio no consiguió c r e a r un estilo político duraderoM Itimlur una tradición. Aunque el “llamamiento al soldado” seguirá sien-tln liuludablemente, una de las tentaciones permanentes de la derecha fran-(ftii, «cría excesivo presentar esta tendencia como una herencia bonapar-mim

I antiguos adversar ios del Segundo Im pe r io , dos hombres a los queÉhlA liga con el A ntig uo Régimen, T aine y Renán, sentarán las bases deHit nrotradicionalismo que se ex pandirá m ás tarde en el nacionalismo

A l Kl. c a t o l i c i s m o s o c i a l .— A unque continúa ex is tie ndo una corriente de catolicis-IH *nil i l i", parece posible mencionarla brevemente, po r estas dos razones:

8l I ii EncíclicaQuanta Cura y el Syllabus (1 8 6 4) ases taron un duro g olpe a quienes[ttiiliim conciliar los principios de la Iglesia y l a s libertades modernas. L as ideas más

y T pdym liH en el mundo católico continuaron siendo, dura nte mucho tiempo, las de LouisIhiIImI (IKI3- 18 83), que escribía el 27 de dicie mbre de 1855, enL’Univers: “La palabra

WftlHil ' nos viene del país de los esclavos) no s e util iz a en un país cr is tiano", o tam-I n ciencia es una de esas palabras que, ío m o mechas incendiarias, se encuentran

H n I m Iti.i sociedades que hacen explosión’’. E l d ía 16 de may o de 1877 la IglesiaBpiHi n i su conjunto, libra la bata lla por el ré g im e n del "orden moral ”, como luchará,

M I» rl nminto Dreyf us, del lado de quienes de fie nde n el honor del E jército y de laHita linmesa”. Ambas batallas terminarán en sendas derrotas para la Iglesia. De ellasB tiH r ii l.ii medidas anticlericales de Jules Ferry y la ley de Separación,

p) MAa netamente aún que con anterior idad a 1848 debe distinguirs e entre catoli-I ftni líily catolicismo liberal. Le Play y sus discípulos son católicos sociales, pero

.... ilrnto político es fundamentalmente contrarrevolucionario. Asimismo, sería to-| Mj» hIiiihIvo presentar como un "Pa pa liberal” a L eón X III , que expuso en ’a Enci-t m- iinn novnrum (15 de mayo de 1891) la doctrina social de la Iglesia, y que aconsejó

t - iltilli os franceses la política delrnllicmcnt. L eón X II I siempre tuvo empeño enB « t ilumínente los problemas políticos de los pr obl em as sociales. En 1885, en la En-

i<l ItiiiHM'liillMiTwi vid. mrtN mlulnnte.p A k h.«liiiMi «I imiuiIIi'Imiii» «im’IiiI nntorlor n 1848 víinm»i h A n ntrA», 1.A H 420- 423.

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MMNM.ISMO,t r a d i c io n a l is m o, im p e r i a l i s m o 523

HMhf su gran obra de Historia Lesorigines de la France contemporaine (IH7V1893), en la que opone los beneficios de la tradición a las catástrofes

míe son responsables los jacobinos.ftln embargo, sería deformar gravemente la realidad el presentar a Taine

(Mino un liberal que se vuelve conservador por temor a la Comuna: "U nfwiM-rvador atemorizado y furioso”, dice, no sin exceso, Aulard. El pensamiento de T aine cier tamente evolucionó, al igual que el de Renán y el de(Htn líos de sus contemporáneos, tr as la guerra de 1870- 1871; pero perma-RMrt fiel, del principio al fin de.su obra, a un reducido número de principios

constituyen las bases de un tradicionalismo positivista y cientifistaMtIñudo a una amplia difusi| ón.

I hterminismo.-—E l pensamiento de T aine es rigurosamente determinista,■tntede una gran importancia a la raza, al medio, al momento. Aplica susfloilii.s a la crítica literaria enLa Fontaine et ses fables: amplias considéra-■Mtffl sobre los antepasados de La Fontaine, sobre el hecho de haber na-►lilo en Cháteau- T hierry , etc. T aine concede mucha impor tancia a la botá-iili n, T homas Graindorge, su héroe, ex clama: “L o que más amo en el mundo

■H los árboles” 8.lín una carta a Cornelis de W it t , de 1864, T aine af irma que ha perse-

| Uliln hasta entonces una idea única: "(Esa idea) es que todos los senti-Hilmios, todas las ideas, todos los estados del alma humana son productosqttr llenen sus causas y sus leyes, y que el porvenir de la his tor ia radica»« In Investigación de esas causas y esas leyes. M i objetivo y mi idea maes-

B f» la asimilación de las inves tigaciones históricas y psicológicas a las(Hvcillgnciones fisiológicas y químicas”.Tnlne es un gran admirador de la ciencia alemana; con anterioridad

# IM/Ü afirma que Alemania es su segunda patria, que Hegel es el primer(•♦niüdor del siglo. Por otra parte, escribe una Histoire de la littérature

(1864), así como un estudio sobre Stuart Mili, del que dice: "NoI* Im visto nada semejante desde Hegel”.

I n su prefacio a susNotes sur l'Angleterre (fechado en noviembre§| IH7 I) T aine indica su preferencia por una concepción británica de unaItllllia modesta y práctica: “Un francés traerá siempre de Inglaterra esta

t»t»!Miión provechosa: que la política no es una teoría de gabinete aplicarte rn su integridad en un momento dado, sino una cuestión de tacto en W debe procederse por acomodamientos , transacciones y compromisos 'Jllrttl Sánchez Cuesta].

l«lne siente horror por la abstracción, por el estatismo y por lo queJlftniulnn la "grosera democracia”; su hostilidad hacia el Segundo Imperio» U Comuna procede de su horror por la democracia plebiscitaria. “ Guar-Itmonos del crecimiento del Estado y no permitamos que sea algo más quei m * hfrro guardián."

Titliie persigue a los jacobinos con una aversión sin límite, que trans-( m i m i /.es origines de la France contemporaine en un vehemente panfleto11 Minr pn, según Georges Pompidou, “ un T ácito que hubiera leído a Dar-

f 1 Wolm» ol Arbol <*n la l li o n it u n í t ritr ilflouulliitiL v id. iiiAn atrA n, pA#. 4 1 CS.

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5 2 4 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTI

w in). Les censura, sobre todo, su carácter de teóricos, de hombres qignoran las realidades — lo que muy pronto se denominará '‘intelectuales”El Gobierno revolucionario le parece “el triunfo de la razón pura y desinrazón práctica”.... “Es una escolástica de pedantes recitada con un énsis de energúmenos..."

E l buen Gobierno según T aine.— Los remedios que T aine propone solos siguientes:

a) La educación.— Para T aine la política es esencialmente una pedacgía. Si se abstiene de votar en las elecciones de 1849 es porque no peruna razón manifiesta para elegir entre teorías opuestas. Sin embargo, es a los individuos a quienes corresponde eleg ir: “La naturaleza y la toria han elegido, por adelantado, por nosotros” (prefacio deLes orif/li nes.. .) . Por consiguiente, el principio de toda política consiste en estudla naturaleza y la historia de las sociedades.

b) El recurso a las élites, que son, sobre todo, para Taine, lasélilct de la inteligencia. Cf . el papel as ignado por T aine a la Escuela librCiencias políticas, fundada por Emile Boutmy en 1871; cf. también sulit*lleto Du suffrage universel et de la maniére de voter (diciembre de 1871 Ien el que preconiza un sistema de dos grados para limitar, en la medidalo posible, los nefastos apasionamientos de un electorado no ilustrado.

c) La asociación, bajo todas sus formas, es para T aine el medio mseguro de favorecer la educación cívica y moral, y de luchar contra lafluencia del Es tado. T aine insiste en la importancia de las funciones mcipales, de las sociedades cultas y de las agrupaciones de beneficencia, yun resuelto partidario de la descentralización.

Nada hay de muy original en estas tesis descentralizadoras, abumlrtemente sostenidas por T ocqueville, y antes de él por muchos otros ares de inspiración liberal. S in embargo, el espíritu de T aine es proftimente diferente del de Tocqueville y los teóricos de los cuerpos Ínteridios: una cierta gravedad de alumno perfecto (véase el divertido retratoT aine en losSouvenirs de jeunesse, de Sarcey), una actitud sin complacícia e incluso a veces sin comprensión respecto a las instituciones y a hombres del A ntig uo Rég imen, un obstinado positivismo.

A unque la obra de T aine sea esencialmente conservadora, el espIrque la anima está muy cerca del que inspira a los fundadores de la U nl

sidad republicana. Por esta razón T aine — como observa Máx ime L cmes desbordado, al final de su vida, por su derecha (que le pide que se lcatólico) y por su izquierda (que le pide que sea algo más que un repicano resignado).

2) Re nán.— Re nán (1823- 1892) no aporta al tradicionalismo utrina, sino un estilo. Este estilo marca una ruptura con el pedantismo |tivista, no sin caer en otra forma de pedantismo, sutil combinación de tantismo y de inquietud religiosa.

Renán, a los sesenta y siete años, evoca, en el prefacio aL ‘av enir <li< science, al “pequeño bretón concienzudo que, un día, huyó atemoriziidn

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l IMt l t MIS MO , T RADICIONAL ISMO, IMPERIALISMO 5 2 5

ftrtlnl - Sulpice porque crey ó apercibirse de que una parte de lo que sus maes-Mim. If habían enseñado no era tal vez v er dad” . Como Lamennais , RenánPljinló profundamente marcado por la fe de su infancia (cf. susSouvenirs

011/anee et de jeunesse, que contienen la famosaPriére sus l'Acropole), ^ esencial de su obra está constituido por suHistoire des origines du

tlxtíunisme, su Histoire du peuple d'Israel, sus Etudes d’histoire relióte, etc. La política sólo aparece de manera incidental, como una acti-ml impura.

■«) En L'avenir de la science Renán desarrolla la idea de que la filos a nobernará alg ún día el mundo, desapareciendo la política: la revolu-‘ l (pie renovará a la humanidad será religiosa y moral, no política. Este

1, escrito por un hombre de veinticinco años, constituye un himno a lat in — que debe substituir a la re lig ión en la tarea de ex plicar al hombre

(lllklcrio— , y un llamamiento a los sabios, de quienes dependerá el go-im de los pueblos. Resulta interesante observar que este libro, escrito

II ruiusiasmo de 1848, no fue publicado hasta 1890; y que Renán, en suHilo, muestra la mayor reserva hacia el optimismo cientifista que ins-ttu obra; "A unque continúo crey endo que sólo la ciencia puede me-

I' lit desgraciada condición del hombre sobre la tierra, no creo ya que lat Ir tn del problema se encuentre tan cerca de nosotros como entonces

l.n desigualdad está escrita en la naturaleza”.

) La Reforme intellectuelle et mora/e de la France (1871) es unaMelón sobre la derrota y la decadencia francesas. Francia mereció suIn, y expía con ella la Revolución; pero esa derrota puede ser el origen

IHI renovaciónen el caso de que sepa comprender sus profundas razones,ht ít'tn principal es la decadencia intelectual y moral causada por la de-

jW iln: " U n país democrático no puede estar bien gobernado, bien admitidlo, bien dirigido”. La masa tan sólo se preocupa de su bienestar, y‘Hila luí perdido todas sus cualidades guerreras.

VCNpUfs de los males, los remedios. Hay que imitar a la Prusia de des-I» tli' Tllsitt. Francia debe rectificar su democracia. Renán indica algunas

políticas; canalización del sufragio universal mediante un sistema ¥itln plural de dos grados, creación de una Cámara de los intereses y de

Mpmlldades, descentralización, colonización. Pero la verdadera reformaNeii.m es "intelectual y moral” ; reforma de la enseñanza y especial-

1 1 tlt* l,i enseñanza superior, a fin de “ formar a través de las Univers i-» tiit.i cabeza de sociedad racionalista, que reine mediante la ciencia, or-

“)|<« di' esta ciencia y poco dispuesta a dejar perecer- su priv ilegio en pro-11 tlr tina multitud ignorante”.J**puí'M de esta obra — tornadiza, altanera y malhumorada— Renán¡lltit por aceptar la república; pero su misma adhesión es tornadiza, al-

ÍH y imilluimorada. A sí se manif ies ta enCaliban (1878). Caliban, "esto hriKtil y deforme", llega a ser jefe del pueblo de Milán. Es muyííitiliilili- , pero respeta la propiedad, y tiene el mérito de ser anti-m\ ' | A (e tnla, viva Cnlibanl..."

^ .......

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5 2 6 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

y ) E l 11 de marzo de 1882 Re nán pronuncia en la Sorbona la célebconferencia titulada Qu'est- ce qu’une nation? . que constituye la Car ta de un determinado nacionalismo francés.

Carta ambigua:1) U na concepción espiritualista y voluntaris ta de nación: “Una n

ción es un alma, un principio espiritual” (para Renán, como para Micheleuna nación exige “la voluntad de vivir juntos”: así, "la existencia de unac ión... es un plebiscito cotidiano” ):

2 ) U n vocabular io muy burg ués, un estilo de notario ("L a posesión ecomún de un rico legado de recuerdos.” "Hacer valer la herencia que se hrecibido indivis a.” "T al es el capital social sobre el que se asienta una idnacional.” )

La misma ambigüedad existe en Barres.

C ) E l n a c i o n a l i s m o f r a n c é s .— E l término “nacionalismo", califictodavía de neologismo en elLarousse en 1874, se hace de uso corriente culos veinte últimos años del siglo xix, especialmente por influencia de Barr(Scénes et doctrines du nationalisme).

Pero este nacionalismo francés de finales del xix y principios del xx muy diferente del nacionalismo liberal y romántico de un Mazzini o uMichelet10.

Desde la época del “National” hasta Gambetta, es la oposición líber, y republicana quien hace da la ex altación patr iótica uno de sus temas favoritos, y quien acusa regularmente al Poder (tanto al de Napoleón III com

al de Luis Felipe) de traición; la Comuna de 1871 había mostrado la fuer;del patriotismo popular. Pero tras la derrota de 1871 y la anex ión de Asacia- Lorena se desarrolla un nuevo nacionalismo patriotero, antiparlamentario, antisemita, proteccionista y conservador, nacido de una ref lex ión sobla decadencia y sobre las condiciones para la revancha. E l nacionalismcambia de estilo y de campo. LaLigue des Patriotes tiene orígenes gambt ltistas, y nace en la izquier da, con la aprobación de los Poderes públicc>»L ’A ction Frangaise no aceptará nunca a Dérouléde *, en quien ve una rnpecie de “bonapartista de la Restauración”.

Dos edades del nacionalismo.— 1) E l nacionalismo de 1900 es realista, militarhlnvuelto hacia la A lsacia- Lorena. E l patriotismo de Michele t era místico; cuando hahhtde Francia no le gustaba evocar su fuerza, sino su debilidad, su desinterés.

2) E n tanto que Michelet había sido seducido por el “milag ro alemán", el nacloitlismo francés de 1900 es fundamentalmente hostil a Alemania. Tras un nacionalismo Imanitario, un nacionalismo xenófobo. Drumont releva a T oussene l** : el antisemitismoylel nacionalismo pasan de la izquierda a la derecha.

3) Michelet creía en la unidad profunda de Francia, y su pensamiento era ccntinlizador. E l nacionalismo de 1900, por el contrario, es descentralizador, r eg ional>-<Maurras, Barres y el mismo Péguy recuerdan de buen grado sus orígenes provinclimi

10 V id. más atrás, págs. 413-415.* P aul Dérouléde , p res idente de laLipue des Patriotes, p a r t i da r i o de una g ue r r a d i .

van c ha con t r a A lem an ia ; apoyó a l gene ra l Bou l au ge r en 188 6 ; más t a rd e , i n t en tó un ii“d e E s t a d o (1 8 9 9 ) (N. del 'T.).*<* E d o n a r d D r u m o n t , f u n d a d o r d eLa Libre Parole (1891) y au tor de l l ib roLa l innré

Juive (18 66 ) , panf le to a n t i s e mi ta (AT.del T.).

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5 2 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

mismos!". Pone en ridículoLe manifeste des intellectuels, cuando el asuntoDreyfus. El substantivo “intelectual” data de este período, así como la costumbre de la derecha de acusar a los intelectuales de ser teóricos y malosfranceses.

2) El arraigo.•— Barres cree que la energía que Francia necesita sólopuede venir del pasado nacional, de la tierra y de los muertos. Se atribuyea sí mismo la misión de devolver a los franceses el sentimiento de las tradiciones francesas, de arraigarlos en el suelo de Francia. De aquí derivala importancia del tema del árbol y de las metáforas vegetales en la obrde Barres. El nacionalismo de Barres es xenófobo, antisemita, proteccionist

y reg ionalista . Estas son las últimas palabras delRomán de l’énergie natio- nale: ‘‘Ser cada vez más lorenés, ser la Lorena”.

3 ) L a filosof ía de Barres es unafilosofía del heredero (Thibaudet),una filosofía del gran burgués que cree en las conveniencias y en los bencficios de la etapa (recogiendo el título de una de las novelas más “reaccionarias”, de Paul Bourget). De los siete jóvenes loreneses "desarraigados"

cuatro toman el buen camino: los ricos: tres el malo: los pobres. De estforma Barres define la nación en los mismos términos que Renán: “Unnación es la posesión en común de un antiguo cementerio y la voluntad dehacer valer esa herencia indivisa”.

El nacionalismo de Barres parte, pues, de la energía, para terminar enla herencia. Inicialmente es un llamamiento a la exaltación individual (“Es.un contrato, que proponemos a las vidas individuales, con la poesía, o, spreferís, con la moralidad. Es un medio de ennoblecimiento. Es el más urgente medio de ay udar al desenvolvimiento del alma” ). Pero todo terminen el respeto por el orden establecido y en "un nacionalismo de defensaterr itorial” (J.- M. Domenach).

No debe confundirse a Barres con su doctrina. Existe en él un con»tante diálogo entre un alma masculina y un alma femenina, entre Taine yRenán, entre Roemerspacher y Sturel, entre “la capilla y la pradera". Emdiálogo es el canto profundo de Barres, que hay que descubrir tras la»fanfarrias patrióticas. SusCuadernos constituyen a este respecto un teMimonio irremplazable.

E l tono, el estilo barresianos sig uen vivos. Incluso hoy se compruebun sintomático “retorno a Barres” (cf. el libro de J.- M. Domenach). Ptfsu doctrina es la de una Francia que se retracta, que se repliega sobro »lmisma. Es contemporánea del proteccionismo de Méline.

2) Péguy.Es también una poesía, no una doctrina, lo que apor ta Pég uy (1873- 1914) al n.n lu

nalismo f rancés. A unque Péguy y Bar rés se encuentran en campos opuestos duran! r ►asunto Dre yf us, ambos creen, sin embargo, de manera profunda, en algunos vali«*comunes.

Para Péguy, Francia es una suma, un resultado, el lugar de encuentro de las nuilguas tradiciones, de las tradiciones cristianas y de las tradiciones revolucionarias. IVyiivque ha leído a Michelet, integra la Rev olución en la tradic ión francesa. E stá conven, lilde que Francia tiene dos v ocaciones en el mundo: vocación de crist iandad y vo<in i"nde libertad. Juana de Arco, su heroína preferida, es una santa francesa.

Péguy vuelve incansablemente a los mismos temas: el pueblo de la antigua Prniiil*el trabajo perfecto de los artesanos, los obreros que marchan al trabajo cantando, lí

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5 3 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

los comerciantes que sean comerciantes, etc. A su juicio, la mov ilidad socproduce un desperdicio del “ rendimiento humano” (expresión muy cientificista, de la que se sirve enL ’enquéte sur la monarchie).

2. A nt iparlamentaria.— La doctrina de Maur ras es menos monárquicaque antidemocrática y antiparlamentaria. Sobre este tema se expresa infatigablemente, tanto en 1950 como en 1900. Ataca el respeto por el núme y el mito de la ig ualdad (para él la desig ualdad es natural y beneficiosael principio de elección (contrariamente a lo que creen los demócratas, "esufrag io univers al es conserv ador” ), el culto al individualismo. Denuncel “panjurismo”, que no toma en cuenta la realidad. Ataca con especiaviolencia a los maestros de escuela, a los judíos, a los demócrata- cristiano

A fir ma que no hay Progreso, sino prog resos; que no hay una Liber tad, silibertades. "¿Qué es, por consiguiente, una libertad? — U n poder .”

Por otra parte, Maurras detesta el "reinado del dinero”, a los financieros y capitalistas . Subray a los v ínculos existentes entre democracia y cap

talismo. Su tradicionalis mo es antiburgués; en este punto se encuentra ilacuerdo con Péguy — cf.L ’argent y L ’arg ent ( continuación) — , y su doctrl-1na se armoniza con los sentimientos de los hidalgos, más o menos arrtinados, que constituían muchas veces los cuadros locales deL ’A ction Fran•¡faise (periódico diario desde 1908).

3. Descentralizada.-—Maurras es un obstinado adversario de la ce»tra lizac ión napoleónica. Es ta centralización, causante del estatismo y <la burocracia, es inherente al régimen democrático. Las repúblicas sólose mantienen por la centralización; sólo las monarquías son lo suficíenti'mente fuertes como para descentralizar. Descentralización territorial, mduda; pero también, y sobre todo, descentralización profesional, es decircorporativ ismo. Hay que dar una nueva vida a los cuerpos de oficio, a todesas comunidades naturales cuyo conjunto forma una nación. Maurinien 1937, saluda con entusiasmo al f ascismo: “¿ Qué es el fascismo? — socialismo liberado de la democracia. Un sindicalismo liberado de las tralma las que la lucha de clases .había sometido al trabajo italiano”.

La conclusión de Maurras es el “nacionalismo integral”, es decir, |monarquía: sin la monarquía, Francia perecería. El famoso lemapolitU\ iMd'abord (la política, lo primero) no significa que la economía tenga mtiiimportancia que la política, sino que hay que empezar por reformar Iinstituciones: “No hay que engañarse sobre el sentido de“politique d'abon(%

La economía es más importante que la política. Por consiguiente, debe vridetrás de la política, como el fin viene después de los medios”.

Odios e influencias.— Maurras tiene una noción precisa del bien y del mal; su i'**samiento político es naturalmente maniqueo.

1) No le gusta la Biblia, a la que considera un foco de anarquía; no ser ía Mmirquien dedujera una política de la Sagrada Escritura. Aborrece la mística, especiiilinpMla mística judía. S u cristianismo es, sobre todo, respeto por el orden y l a jerarqulrt Mun "catolicismo s in cris tianismo ”.

2) Detesta las tres R : Reforma, Rev olución, Romanticismo. L a Rev olución misino la obra de la Ref orma r ealizada con demasiada cr ueldad” ; el romanticismo IW sino una continuación literaria, filosófica y moral de la Revolución”.

3) A sí, pues, Maurras substituye el tradicionalismo romántico de ChateaubrlrtiuÉJde Barres por un pensamiento clásico, apasionado por la razón y la medida,ih hM|

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I IMI 'HALISMO, T RADICIONAL ISMO, IMPERIA LISMO 531

ffftliro: "Ese pensamiento de Maurras, que siente el pino y el olivar* el sol y la ciga-m > " "Nacionalismo ateniense”, dice T hibaudet, que subray a igualmente la influencia•M orden romano sobre la doctrina de Maurras .

4) Maurras cita a Maistr e, Bonald, T aine, Renán, Barres (“¿ Qué hubiera llegado

Ll*r yo sin Barrés?"), "el gran Le Play". Sin embargo, el comtismo es quien pareceBff ejercido sobre él la mayor influencia. Llama a Comte “el maestro de la filosofía

B flilr ntal . /' Mmtjrras habló muy mal del sig lo xix . Y , sin embargo, lo esencial de su pensamientoH^tnrce a ese siglo.

Dos n a c i o n a l i s m o s.— Fr ancia tenía que elegir entre dos formas de na-litm.ilismo: el de Barrés o el de Maurras. Optió por Maurras, y esta elec-lilMI luvo serias consecuencias.

I ' A ction frangaíse separó de la República a una amplia fracción de la

f lirt1ha. Le impuso una doctrina que estaba totalmente formada desdenii/uéte sur la monarchie y que se prohibía a sí misma ev olucionar. Cons-

Stuyó una escuela de pensamiento que se especializó en el anatema contraI h . I m In que le era ajeno. Planteó a los católicos un grave caso de conciencia

Í lnmlo la condena de Roma (1926). T uvo una indiscutible influencia en la V fltlud estudiantil, y de jó sin utilizar el entusiasmo que había suscitado,flillió a la juventud el culto a la fuerza, pero le disuadió de emplearla........ había que tomar el Poder (cf. la indignación de Rebatet, enLes

V ilmines, ante la prudencia de Maurras en la noche del6 de febreroI | UM; cf. también el tes timonio de Brasillach, enNotre avanl- guetre). Hitm i- i-vó en las provincias francesas un núcleo de irreducibles, que disi-

| h llnlun mejor su empobrecimiento que su resentimiento contra la república

1»l inundo moderno. Y sus leales, ajenos en su mayoría a las realidadesIn política, creyeron en junio de 1940 que la Historia les daba la razón.I’*>I es el drama del maurr as ianismo. Maurras y sus par tidar ios (especial-

(leiiii Mninville) no cesaron de denunciar el peligro alemán. Pero la vic-tfiiii! ilo A le mania se les ofreció, ante todo, como una derrota de la■ÉúMU u y como una brillante confirmación de sus tesis. S in duda, losMiiiiiifunnos no se volvieron bruscamente germanófilos. Muchos de ellos

^PMnii'ion a la Resistencia. Pero el maurrasianismo fue duramente golpeado■ f In "div ina sorpresa” de 1940.

i . Il u c ia e l im pe r ia lis m o .— A ) A l e m a n ia . D e l n a c io n a l is m o a l pan- ■IMANismo.—E l nacionalismo que f loreció en A lemania antes y despuésI In unidad alemana es muy diferente del nacionalismo que surge en

H| llti in tras la derrota de 1870-1871. Es también muy distinto del na-M H m I i u i i i o que había tomado formas muy diversas en la Ita lia del Risorgi-MHIo el nacionalismo de Cavour se opone al de Mazzini, que no se con-hujtlf •i mu vez, con el de Gioberti o Garibaldi.

Niulu de esto se da en Alemania. LosDiscursos a la nación alemana, » l 'l ih t r 11, anuncian elSistema nacional de economía política, de List;

escribe la historia que Bismark hace; las obras doctrinales apo-fttt In política de los Gobiernos; el pangermanismo es la conclusión de unH| Ih tlr nacionalismo.

I Vi.i ii i A n hIi A h, iMttfN. :w:i ;m-i.

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5 3 2 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

La Historia según Treitschke.—El nacionalismo prusiano se expresa con una franqueza particularmente brutal en la obra de T reits chke (1834- 1896). Esa rudeza es tantmás notable cuanto que Treitschke es un historiador, que en sus primeras obras mostraba tendencias liberales, así como cierta preocupación por las libertades locales. Enacionalismo de Treitschke no es totalitario; es romántico, teñido de misticismo relgioso. Treitschke odia el materialismo burgués de la escuela manchesteriana y tiene sólsarcasmos para los teóricos de la ley natural Rinde culto al pueblo alemán/ al amoñor la grandeza, al gusto por la fuerza. El Estado es, ante todo, poder y potenciasus principales f undamentos son el campesinado y la aris tocracia. Tre itschke detesta los judíos y a los ingleses. Cree en la preeminencia de la raza alemana, en la necsidad de una política de expansión, en los beneficios de la guerra: “La grandeza dla Historia reside en el conflicto perpetuo entre naciones.”

El nacionalismo alemán y el pangermanismo.— El nacionalismo alemánpresenta la doble particularidad de ser, al tiempo, dogmático y popularDescansa sobre un conjunto de creencias que aparecen en las obras doctrinales, que inspiran la acción de los hombres de Estado y que se encuentran en los sectores más diversos de la opinión1121:

1.® L a predestinación metafísica, la idea de que A lemania tiene unmisión espiritual que sólo ella puede realizar. Este tema se halla en Fichl(“Q ué es una nación y que los alemanes son una nac ión” ), en Heg el (“Cómel pueblo alemán es tá predestinado a realizar el cris tianismo” ) y en el cntlólico Goerres (1776- 1848).

2.10 La herencia histórica, que asocia dos tradiciones estrechamente pru»sianas y dos tradiciones alemanas:— Prusia, como continuadora del Orden teutónico:— la g randeza militar prusiana y el culto a Federico II;— el prestigio del Santo Imperio;

— los recuerdos de la Hansa, belicosa y comerciante.3.10 L a predestinación biológica, la idea de que la raza a lemana es <una calidad superior . Es conocido el luga r que ocupa este tema en la obr|de Richard W ag ne r (1813- 1883) y en los escritos de su ye rno HoustciStewart Chamberlain, cuyosFundamentosf del siglo X IX aparecen en 18'W,Sin embargo, el tema está ya en List (“No cabe duda de que la razamánica ha sido designada por la Providencia, por razón de su naturalrw

y de su mismo carácter, para resolver este gran problema: dirig ir los aiiiltos del mundo entero, civilizar a los países salvajes y bárbaros, y poMaquellos que están todavía deshabitados” ) y en numerosos autores; asi, •| |propio Bismarck, en un discurso a una diputación de Estiría (15 de .il'rde 1895), dijo: “Cua ndo tengáis que habéroslas con vuestros rivales ( flavos... conservad siempre la convicción profunda... de que en el hmgsois sus superiores, y de que lo sois para siempre” .

4.° E l determinismo histórico- geográfico de los geopolíticos. Fr ú- iliMRatze l (1844- 1904) publica, en 1897, suGeografía política, de la que cx imla conclusión práctica de que Alemania tiene necesidad vital de una llilpoderosa. E l sueco Kjellen inventa el término de "ge opolítica" y r x puen 1916 los principios de esta nueva ciencia. De esta manera se ImtM

12 S e g uim os en e s ta e x po sic ión m u y d e ce rc a l os a n ál is i s de C ha r le s A n d i . b r e n mu» Mrtnes du pwngerm<inÁ8me.

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I IBERALISMO, T RA DICIONALISMO, IMPERIA LISMO 5 3 3

rn A lemania una escuela de “ geopolíticos” , cuyo jefe es el general Haus-Itofer.

5.° Este nacionalismo pangermanis ta concluye, naturalmente, en la ex altación de la guerra, no sólo inevitable, sino beneficiosa: “No es posible

ningún idealismo político real — af irmaba T reitschke— sin el idealismo delit guerra” . E n 1906 K laus W a g ne r dedica, a la teoría de la g uerra un librotuyo título es bien característico de una época positivista:La guerra, en- mii/o de política evolucionista.

El pangermanismo que florece en la Alemania de Guillermo II respondeii las exigencias económicas de un país en pleno crecimiento industrial. Peroliimde sus raíces en una ideología nacionalista cuyos rasgos más notablesungieron antes de la industrialización de Alemania.

El pangermanismo se manifiesta tanto en el continente como en lasidlonias. Liberales y conservadores conviven en la Liga pangermanista

(Alldeutscher V erband) y comulgan en un mismo fervor nacionalista. E l1| de agosto de 1907 Guillermo II declara en Bremen: "E l pueblo ale-imíiii, unido en un espíritu de concordia patriótica, será el bloque de granito•nitro el que Dios Nues tro Señor podrá edificar y rematar la obra civ ilizadora que Él se propone en el mundo”.

Menos de siete años más tarde la guerra mundial había comenzado.

B ) In g l a t e r r a . D e l c o n s e r v a d u r i s m o a l im p e r ia l i s m o.— El términoImperialismo*’ no aparece, en su sentido moderno, antes de los años 1880-

l| U0, Según elLittré (edición de 1865), el imperialismo es la opinión de los■penalistas, es decir, de los partidarios de Napoleón III.

I )e Inglater ra procede, primero, la def inición del imperialismo como¡defensa del Imperio” (“Ese máximo orgullo del Imperio que es denominado

B pr iia lis m o ”, dice lord Rosebery el 6 de may o de 1899) y , más tarde, elm lil ldo más amplio — y que se volver á pey orativo— de “política de expandí o de “política de ag res ión” . E l paso del primer al segundo sentido

w muy claro en el libro de J. A . Hpbson,Imperialism, a study, cuya pri-p t n edición data de 1902.

1,0 » liberales ingleses permanecieron durante mucho tiempo fieles a prin-Bpld'i de prudencia, economía y no intervención en materia colonial. Talesri| Hn los principios de James M il i y de Cobden; tales son las tesis que sos-. ....... Cleorges Cornewall Lewis en A n essay on the government of the

Í miuli ncíes (1841) y Goldwin Smith, uno de los últimos manchesterianos[ mirli l.i obediencia, enThe Empire (1863). A esta actitud de no intervención se opone la de Dis raeli. E n su discurso

^kta y .'itu l Palace, 24 de junio de 1872, acusa a los liberales de desintegrar>1 Imperio y termina con estas palabras: “E n este país ning ún ministr o

■tyitpliia con su deber si descuida la ocasión de reconstruir lo mejor posiblefntMlio Imperio colonial y de responder a esas simpatías lejanas que pueden■hpn a ser para este país la fuente de una fuer za y de una fe licidad in-

■pulahlc".| H«la conversión de Disraeli a la política colonial es de una enorme im-

ÉHI'tiH la para el partido conservador, ya que le asigna un ideal y le pro

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5 3 4 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTIC

pone un campo de acción. Asimismo, le arranca de ese conservadurismmelancólico, de ese malhumorado rumiar sobre los peligros de la democrcia y los méritos de la Cámara de los Lores, de esa aversión por el cambque se transparenta en las obras de Maine, A ncient L aw (1861) yPopular Government (1884).

Influencia de Disraeli.—Disraeli modificó de forma profunda el estilo del conservdurismo inglés:

1) Fue sensible a la miseria popular (cf. su novelaSybil en 1845). Poco simpático a la close| media, trató de realizar esa alianza directa entre la aris tocracia y pueblo que ha sido siempre el sueño de los conservadores franceses.

2) T ra tó también de adherir intelectuales y artistas a la política conser vadora. Er realidad, después de 1848, la literatura inglesa en su conjunto (Matthew Arnold, Calyle, Dickens, Ruskin, etc.) condena ellaissez- faire.

3) Por último, y sobre todo, Disraeli comprendió la oportunidad que una politúde grandeza imperial representaba para el partidotory; al regenerarse en el imperialismo el partido tory acentúa su evolución democrática.

Idealismo, heroísmo, autoridad.— Cuidémonos, sin embargo, de atribuir sólo a un.tdecisión de Disraeli la transformación del tradicionalismo británico. Esta transformació jprocede de diversas causas, cuyo examen nos obliga a dar un paso atrás:

1) L a influencia del romanticismo inglés, y especialmente del poeta Coleridge (171834). Coleridge. admirador desengañado de la Revolución francesa, condena radicamente la nueva sociedad industrial. Es partidario de un estrecho acuerdo entre la Iglesi

y la ar istocracia ter rateniente . A fir ma que el ver dadero soberano de Ing laterra no ni el rey ni el Parlamento, sino el conjunto del cuerpo del pueblo inglés . Consider ii1Estado como "una unidad moral, un todo orgánico". Esta concepción idealista y mistlde la política dejó una profunda huella en el conservadurismo inglés.

2) La influencia de Car ly le y su culto al héroe (1795- 1881): "La historia unlvsal ... el relato de lo que hizo el hombre en, el mundo, es en el fondo la historia de

grandes hombres ." Car ly le. cuya obra está llena de metáforas militares, se alza •■>nvehemencia contra la tendencia de sus contemporáneos a abandonar el ideal y aplacerse en el mercantilismo. L a obr a de Car ly le, mezcla de platonismo y feudal!- .mtermina con un llamamiento al hombre providencial: “Es preciso que Inglaterra descuel medio de llamar a l Poder a los más vir tuosos y capaces, que les confíe su dired I'en Jugar de imponerles sus caprichos; que reconozca, por f in, a su Lutero y n M

Cronrwell, a su sacerdote y a su rey."3) L a evolución relig iosa de Inglaterr a, caracter izada por tres hechos:

-— el acrecentado prestigio de la Igles ia ang licana con respecto a las sectas, y In <cadencia de los no conformistas.

— el acrecentado pres tigio en la Igles ia ang licana de la A lta Iglesia con respeilctla B aja Iglesia: H

— el renacimiento católico; New man (1801- 1900) se convier te al catolicismo, coml

el liberalismo, afirma que la Iglesia es una sociedad perfecta que no dependí’ >Es tado, preconiza la v irtud de la obediencia y el respeto por la jerarquía, ( "cluye que la autoridad es la única s alv aguardia del hombre sobre la tierra 1embargo, Newman continuó siendo "un espíritu libre y arriesgado, un allitfromántico del espíritu liberal al que critica" (Crane Brinton).

Imperialismo económico e idealismo patriótico.— A sí, pues, la tnullt lijflconservadora es una mezcla de idealismo, heroísmo y sentido de laa u l m ddad. No obstante, la conversión de Inglaterra al imperialismo es, sobre Iiuun reflejo de nación inquieta.

1.® E l imperialismo económico.— En 1891 Inglater ra tiene, como I >hmcía, 38 millones de habitantes. A lemania tiene 50; Es tados Unidos di, Rusia, un centenar; la "nac ión" ing lesa se siente amenazada por ¡m| >riltf

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IMPNAl. ISMO, TRADICIONALISMO, IMPERIALISMO

liiyliitcrra posee una flota de comercio cuyo tonelaje es igual al de todasl*« ileinás flotas; pero tras 1872, que fue un año record, las exportaciones(flUlcNas entran en decadencia; A lemania y Es tados Unidos adoptan tar ifas

Cpltccionistas. La opinión inglesa descubre la necesidad de conquistar

Vrt «idos.Jf." Pero el imperialismo inglés asocia estrechamente elideal humani- Mr/o ion el sentido de los intereses británicos: Inglaterra tiene una misión,

t ío* intereses de la nación británica coinciden con los de la humanidad.•doctrinarios del imperialismo hablan menos de mercancías que de moralh ll(| lón; la bandera inglesa es la de la civilización. Benjamín K idd, en uno que tuvo diecinueve ediciones en cuatro años 13, af irma que la supe-

iiil.ul de una raza sobre otra no se debe a la razón, facultad esteriliza-2$, niño a la voluntad de subordinar el interés inmediato al interés lejano,4el individuo al de la colectividad. Kidd, idealizando el racismo, concluye

: l.i superioridad de la raza inglesa y de la raza alemana sobre las razastuin i n. pues, esencialmente moral y religiosa.Hm nbrií de 1897 un colaborador de la revistaNineteenth Century defineU niguiente manera la misión de Gran Bretaña: "Nos ha sido asignadonosotros, y no a los demás— un determinado y preciso deber . Llevar

III y la civil ización a loslugares más sombríos del mundo; despertar elh dr A s ia y de A fr ica a las ideas morales de Europa; dar a millones deprn». que de otra forma no conocerían ni la paz ni la seguridad, esas

..iM.r condiciones del progreso humano”.É’ &ii 1883 el historiador Seeley publicaba su libroExpansión of England,

¡ || 1111 «* glorificaba el destino imperial de Inglater ra. K ipling publicaLa Irm inglesa (1892), La canción de los ingleses (1893), La carga del tur l<hinco (1899), El libro de las selvas vírgenes...; y, aunque sus opi-»« personales sean moderadas14, es considerado en el mundo enteroi« 11 heraldo del imperialismo británico.

f ! ) I ag é n e s i s d e l i m p e r i a l i s m o a m e r i c a n o .— La ev olución de las ideasJ f M en Estados Unidos desde el fin de la guerra de Secesión hasta elpillo de la primera guerra mundial sigue poco más o menos la misma

que en Inglaterra, para terminar, como en Inglaterra, en el impe-...

N',„fanatismo. — El conflicto ideológico que enfrentó al Norte y al S ur"“ I* l.i guerra de Secesión (1861- 1865) era la manifestación de unosf* i’»i opuestos. E l Nor te era proteccionista porque quería sostener su•lit.i el Sur quería ex portar su algodón e importar utilla je de Gr an

•fin «leudo, en consecuencia, librecambista.;! muflido recae esencialmente sobre dos puntos; la esclavitud y el

Jpti ile .secesión.■ Mi Irivitud, denunciada por Lloyd Garr ison y Harrie t Beecher- Stowe

y N iN H Í h1culntlmi, l . s i M l l m y v o i'n Iói i- c i i h I H I u i i í i :La ccolncl6,n social, M a d r i d , l u K . n p j iñ am I MHh ohi'a d<* Ilí'nj’iiiiiii Kiiu» vorlltlii til <*nnt<hl 1mno : /,a civilización occidental, trn<l. S i-| i |m dt*l Mu r o . M m lild, UM»4| .

I pI l i l i l í» di* MiHmm'I IPiid/iard l\ »/>//</<;, Ncrr l tiu Icm ct ut ándem•« im¡hríales,| | i M lüf t , U

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5 3 6 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTIC

(La cabaña del tío Tom data de 1850), es defendida de manera vigorospor John Calhoun (1782- 1851), el portav oz de mayor talento de las tesudistas. Complaciéndose en recordar la democracia ateniense, Calhoumantiene que la civilización supone esclavos. A firma que la prosperiddel Sur está directamente ligada al cultivo del algodón, y que la extenside este cultivo sólo es posible mediante la esclavitud. Calhoun se sitúa este respecto en la línea de Hobbes, en tanto que los abolicionistas, qucondenan la esclavitud en nombre de los derechos naturales, están en la línede Locke. Calhoun, por su parte, defiende la esclavitud invocando la deigualdad fundamental de los hombres y el argumento de la utilidad pblica: la esclavitud, lejos de ser una supervivencia de los tiempos bárbaroes un elemento de progreso del que dependen la prosperidad y felicidad duna región.

La guerra de Secesión termina con la victoria de la unidad nacional. Ldemócratas son eliminados del Poder hasta 1884 (Cleveland) y, de hechhasta 1912 (W ils on) . Los republicanos, s ólidamente instalados, se identcan con la industrialización, con sus progresos y sus abusos.

Desarrollo del capitalismo.— E l final del siglo x ix en Es tados Unidestá caracter izado por el desar rollo del capitalismo y la preponderante ifluencia de la economía sobre la política. La guerra de Secesión acaba cola victoria del Norte industrial. La transformación de la economía se opca un ritmo acelerado: siete millones de toneladas de carbón en 1850, 200 mllones en 1895. Ascensiones rápidas, aflujo de inmigrantes, fortunas cosales, “era del cinismo” (R. Hofstadter), crisis e inseguridad.

Los principios del liberalismo clásico son puestos en duda hasta el punde que el órgano liberal The Nation, fundado en 1865, puede escrililren 1900: "En la política mundial el liberalismo es una fuerza declinancasi muerta”.

Este replanteamiento del sistema liberal adopta diversas formas:1.° E l reformismo agrario de Henr y Georg e (1839- 1897) y el re

mismo utópico de Edw ar d Bellamy (1850- 1898). Las principales obrasGeorge (Progress and Poverty) y de Bellamy(Looking backward) aluutzan una amplia difusión en Europa.

2.° E l popularismo de los años 1890 es una revuelta de los endeudad

granjeros del Oeste contra los poderes financieros, contra el Este industriLos populistas acusan al Gobierno de hacer una política de clase y de |> judicar sistemáticamente a la agricultura. Revuelta elemental, sin progr.mconstructivo — alg unos de sus aspectos han s ido comparados con el poujNdismo— . E l par tido demócrata intenta canalizar esta revuelta bajoI n t i l

rección de W il lia m Jennings Br yan, apasionado orador que se contenta maf irmar — mientras ex ige el bimetalismo— que los problemas políticosniH|problemas morales , que la moral deriva de la relig ión, que los deret hdeben ser iguales para todos y que hay que volver a los principios dr declaración de Independencia. Pero Bryan es derrotado por Mac Klnlen 1896, y el populismo se disgrega poco a poco, no sin dejar en el ( )el recuerdo de una revuelta agraria que acabará transformándoseen tmiltradición.

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I IMI'HALISMO, TRA DICIONAL ISMO, IMP ERIA LIS MO 5 3 7

3.® T eodoro Roosevelt (1859- 1919), que ocupó la Presidencia de 1901h 1908, representa bastante bien el estado de ánimo de la clase media ame-i Im i t a . Su "progresismo” es una tentativa, muy prudente, de reformar elelnicma liberal sin atacar a sus principios; pretende reglamentar lostrusts

Un destruirlos, detener el saqueo de los recursos naturales, luchar contra latnmipción y limitar la influencia de los grandes capitalistas sobre el Poder;mi principal preocupación es aumentar el poder y la influencia mundiales•I. Motados Unidos . A l ig ual que en Ing later ra, el desarrollo industr ial confuir al imperialismo.

Imperialismo. — E l crecimiento económico y demográfico de Es tadosHuidos suscita, a f inales del sig lo xix , un impulso nacionalista e imperia-ll»iii que se manifiesta con una particular amplitud en el momento del con-(llilo hispanoamericano de 1898. Teodoro Roosevelt hace con entusiasmoin guerra de Cuba, y se jacta de haber matado con sus manos a un español.

111 ex pansionismo americano tenía lejanas raíces (anex ión de la Florida|Hi IKI9; de T ex as en 1845; g uerra con Méjic o en 1846- 1848, que termina#Hii la anexión de California; idea delManifest Destiny: corresponde af*l idos Unidos ocupar todo el continente americano), pero toma, a partir(9 IN85-1890, un carácter a la vez sistemático y popular, con rasgos espe-Hlli uniente americanos y con rasgos comunes a todas las formas de im~■flnliomo.

Imperialismo marítimo.— Cf . las obras de A lfre d Mahan,The Influence $1 iSi .iPower upon History (1890) y The Interest of America in Sea Po- W i i (1897) .

Imperialismo demográfico.— Los Es tados Unidos pueden alimentar unaHlnriiMii población. En 1980, 700 millones de anglosajones cubrirán Europa, Al»i* *i, el mundo... Es una nueva ex tensión de la teoría delManifest

Imperialismo biológico, basado en la superioridad de los anglosajones.M IN9<) T eodoro Roosevelt afirma enThe Strenuous Life: "Hay un pá-ifínii mu de raza, tanto como de país”.

IU 9 de enero de 1900 el senador Beveridge se expresa en los siguientest i " i i l in i N '

Nu renunciaremos a la misión de nuestra raza, mandataria, en nombre■Plim, de la civilización en el mundo... Avanzaremos en nuestra obra...

Í Mi un M- ntimiento de gratitud por una tarea dig na de nuestras fuerzas, yH t n * di* reconocimiento hacia el Dios omnipotente que nos ha señalado■ H i t r l pueblo elegido para conducir al mundo hacia su regeneración”.I A l l\ | iinl que en Inglate rra, el darw inismo social — cuya inf luencia en

■MmiIh'1 Unidos hemos señalado— constituye uno de los soportes prin-HMhIm drl Imperialismo 15. De esta forma se conjugan estrechamente el cultoII Individuo y la preocupación por la fuerza, tanto personal como nacional,■t uniiit rl sentido de las responsabilidades que incumben a las "naciones■Mlltndna".

vii» titrih ii ( rAh , prtjj, tv.'o.

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5 3 8 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

D ) E l p r o c e s o d e l i m p e r i a l i s m o .— Después de Sarajevo, los autofranceses e ingleses, de un lado, y los alemanes, de otro, hacen recaer responsabilidad de la guerra, bien sobre el militarismo alemán, bien sobrel imperialismo anglosajón y el nacionalismo francés. Lenin, por su par

adopta una posición radicalmente diferente; en abril de 1917 publica sImperialismo, fase superior del capitalismo, en la que no denuncia ni al imperialismo alemán ni al imperialismo inglés, sino al imperialismo capitalien su conjunto: las contradicciones del capitalismo conducen al imperialimo y el imperialismo conduce a la guerra.

Estas afirmaciones no eran nuevas. El propio Lenin reconoció que suideas se inspiraban en las de Hobson y Hilferding. Para Hobson el imprialismo es "el esfuerzo de los grandes amos de la industria para facilitla salida de su excedente de riquezas, tratando de vender o de colocar eel extranjero las mercancías o los capitales que el mercado interior no pued

absorber ’; por consiguiente, los principales responsables de las guerras solos financieros, siendo el mejor medio de luchar contra la guerra el modficar la distribución del poder adquisitivo y el ofrecer posibilidades de iversión en el interior de las fronteras; para conseguirlo hay que substitua los actuales oligarcas financieros por un Gobierno nacional y democráticT al es la tesis mantenida en 1902 por Hobs on en su libroImperialism. n study; en 1911, en A n Economic Interpr etaron of Investment, sostendrAuna tesis diferente,- pronunciándose en favor de una política de inversionepacíficas en los países subdesarrollados.

Lenin recoge y sistematiza las primeras concepciones de Hobson. Pr

senta a la guerra de 1914 como el estallido del mundo capitalista, como fin de un sistema. Ha llegado el momento de estudiar, en su conjunto, sistema con el que pretende substituirlo.

B I B L I O G R A F I A Par a las obras generales véase la bibliogr af ía del capitulo X II sobre el tema.Para el periodo estudiado en este capitulo, un libro sugestivo e interesante: Georg

D u v e a u , Histoire du peuple frangais, tomo IV :De 1848 a nos jours, Nouvelle Libralrnde France, 1953, 413 págs. (explora admirablemente las ideas políticas de Francia pfno tal y como son elaboradas por los teóricos, sino tal y como se difunden en una« i h |

ciedad). V éase también con gran .provecho el tomo V de esta misma colección,Cent «iijd'esprit rcpublicain, por J. M. M a y e u r , F. B e d a r i d a , A . P r o s t , y J. L. M o n n e r o n . j

C o m t e .Los dos textos principales de AugusteC o m t e son el Cours de philosophie poaltli'ú

(profesado a partir de 1826, publicado de 1830 a 1842, 60 lecciones en 6 vols.) y Systéme de politique positive, que instituye la religión de la humanidad (publicad,i ilN1851 a 1854: 4 vols.): 1)Esquisse de la psychologie et de la morale: 2) Statiqtu- ,Snlciale; 3) Dynamique sociale, 4 ) L'avenir humain: société et religión positivesf u t w r t H Obras escogidas con una excelente introducción de HenriG o u h i e r , publicadas en A hI'IkIen 1943, 317 págs. V er tambiénPolitique d’Auguste Comte, textos escogidos y proa*tados por Pierre A r n a u d , A . Colin, 1965 (Col. U ). T raducciones al castellano iC o m t e : Discurso sobre el espíritu positivo. Orden y Progreso, trad. de Julián M m iuMadrid, Revista de Occidente, 212 págs.;República Occidental. Orden y Progreso. \ in* para el prójimo. Catecismo positivista, Madrid, 1886r 1887;Comte. Selección de /i'i/itMprecedida de un estudio de René Hubert, traducción y notas de Demetrio Naflez, I'"*nos Aires, Sudamérica, 1943, 233 págs.]

Sobre Comte, la obra fundamental es la de HenriGOUHIF.R, Ln jeunesse d Auilll Comte et lit formntion du positivisme, V rin, 1933-1941, 3 vols . (estudia especialmente li

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I l l ll 'RA LISMO , TRA DICIONA LISMO, IMPERIA LISMO 5 3 9

i iliciones entre el pensamiento de Saint- Simon y el de Comte). V éanse también los estudio* más breves, pero muy densos, de JeanL a c r o i x , V ocation personnelle et tr adit ion pilónale, Bloud & Gay, 1942, 192 págs. (con un capítulo sobre Comte y otro sobreMnUtre y Bonald) yLa sociotogie d'Auguste Comte, P. U. F., 1956, 116 págs. (colé-■ti) "Initiat ion philosophique’ ). Paul A r b o u s s e - Ba s t i d e ha estudiado de forma exhaus-llv.i íj i doctrine de l’éducation universelle dans la philosophie d’A uguste Comte, •i U F„ 1957, 2 vols. T ouss aint C h i a p p iNI, Les idées politiques d’Auguste Comte,

Mtivr, 1913, 203 págs. Un buen estudio en inglés: D. G.C h a r l t o n , Positivist thought m /'l ince during the Second Empire, Oxford, U. P., 1959, lx-251 págs. Ver también

W M . Si m ó n , European positivism in the nineteenth century, Cornell, U. P., 1963,lll 114 págs.

G o b i n e a u .( ’orrespondance entre A lex is de T ocqueville et Arthur de Gobineau (1843- 1859), Plon,

Jl l W págs. MauriceL a n GE, Le comte Arthur de Gabinenu, étude biographique et critique, ■Ifdiiburgo, Istra, 1924, Xii-293págs.

I. El l i b e r a l i s m o d e 1848 a 1914.4 ) 1,1 l i ber a l i sm o f r a n cés.

I Pier re G uir a l , Prévost- Paradol (1829- 1870), pensée et action d'un libéral sous B Snund Empire, P. U. F., 1955, 844 págs. (tesis prácticamente exhaustiva). Otra bue-m monografía: Laurence W y lie (autor de esa obra maestra que es V illage in the

; Finí lusc): Saint- Marc Girar din bourgeois, Sy racusa, U. P., 1947, xv i- 234 pág s. (intere-■jM* «■«ludio de un “pers onaje re pre se ntativ o"). T heodore .Z e ldin ,Emile Ollivier and the .jjbniil Empire of Napoleón111, Ox fo rd , Clare ndon Press, 1963, vm- 248 págs .

p I Sobre la ideología republicana: John A . S c o tt ,Republican ideas and the liberal in France (1870^-1914), Nue v a Y or k , Columbia U . P., 1951, 209 págs . (estudio

■Ny «iMldo, sin equiva lente en francés: los c apítulos más interes antes tra tan de Renou-'In Littré y del solidarismo de Léon Bourgeois). Sobre el radicalismo constituye

fcllH lumia introducción: Claude Nicolet , Leradicalisme, P. U. F., 1957, 128 páginas^M li ii lóu “Que sais- je?"). Del mismo autor, “Bibliographie du radicalisme",Cahiers

ttt I¡ i Rtpublique, 1956, número 3, págs. 106-112. MauriceS o R R E , “L es peres du radi-■Hliliii ' , rxpression de la doctrine radical á la fin du Second Empire”,Revue fran^aise

■ *i ic'ii c politique, octubre- diciembre de 1951, págs. 481- 497. Algunos tex tos que re-■Mnilimi diversas formas de radicalismo: JulesS i m ó n , La politique radicale, A. Lacroix,l lM l'Xi páqs. Léon BoiíRGEOi?.,La solidarité, A. Colin, 1896, 7." ed. revisada y au-

■ptllhilii, 1912, 294 págs.Essai d’une philosophie de la solidarité, Alean, 1902. xV-288tBÉBli'"" IV rdinandB u i s s o n , La politique radicale, Giard & B r i é r e , 1908, vil- 454 pági-K ( ¡ imirncsC l e m e n c e a u , A u soir de la pensée, Plon, 1929, 2 vols. EmileC o m b e sK i h inlnlatére. Mémoires (1902- 1905), Plon, 1956, xvi-295 págs. EdouardH e r r i o t■ Ir s"is radical- socialiste. Les Editions de France, 1928. 185 págs. AlbertB a y e t ,

* iptlh ii/lsme, Valois, 1932, 224 págs. JammyS c h m i d t , Les grandes théses radicales,■ > m u hireet a Edouard Herriot, Editions des Portiques, 1931, vm-346 págs. Albert

■Hiuun. Histoire du radicalisme, Société d’Editions fran^aises et internationales, 1951,M | nl(i JncquesK a i s e r , El radicalismo de los radicales, en el libro colectivoTendan-■ pttllthfiies dans la vie franfaise depuis 1789, Hachette, 1960, 1944 págs. Del mismo

HéM, Ir» gnindes batailles du radicalisme, des origines aux portes du pouvoir, 1820-HlvU'rr, 1962, 408 págs. El libro de MichelS o u l i é , La vie politique d'Edouaid

•♦((.■i A Colín, 1962, 626 págs. (arroja mucha luz sobre la historia y la significación| ¡ mi l ' d iu rno .

■ AMin, liléments d'une doctrine radicale, Gallimard, 1925, 316 págs.; Lecitoyen contre■ ffcmi valí 5.* ed.. Sagittaire, 1926, 239 págs .:Propos de politique, Rieder, 1934, 347 pá-■ m i A f u r i o h In gtterre jugée, Gallimard, 1950, 259 págs.;Politique, P. U . F., 1952,M H*ll"'lHistoire tic mes penates, Gallimard, 1946, 311 págs.:Propos d'un Normand, UtlHtmil, I 1 960, 5 vols .:C.orrcspondancc avee Elie et Florence Halévy, Gallimard,

k 171 pAga, V éa je también la útil edición de “La Pleiade":Propos, texto preparado

■ ■NifiHwdo por Maurlcc S a v i n , Gallimard, 1956. xt.vi-1366 págs.•iilm AI ii In: Georg e*P a s c a l , Ponr cnnnnltre la pensée d'ÁInln, Bordas, 3." od., 1957,MÍ (ntii*. Aiulr t1Maiiuois, A lain, Domnt, 1950, 153 págs.Hommnge tí A lain (I86S- I9S1J ,

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5 4 0 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS

número especial de la N. R. F„ septiembre de 1952, 373 págs. HenriM o n d o r , A la in, Gallimard, 1953, 264 págs. MarcJo u f f r o y , La pensée politique d'Alain, Montpellier, 1953,208 págs., multigrafiado (tesis de Derecho).

Un texto clásico sobre el radicalismo en AlbertT h i b a u d e t , Les idées politiques de la France (op. cit.). T hibaudet distingue entre jacobinos y girondinos, entre radicalismo deproconsulado y radicalismo de comités. De l mismo autor,La République des professeurs, Grasset, 1927, 266págs. Un brillante panfleto: DanielH e l é v y , La République des comités. Grasset, 1934, 197págs. Del mismo autor,La fin des notables, Grasset, 1930, 302 págs., yLa République des ducs, Grasset, 1937, 411 págs. (arroja mucha luz sobre el período1870-1880, especialmente sobre la ideolog ía orleanista y sobre Gambet ta). E mileF a GUET, Le libéralisme, Société fran^aise d’Imprimerie et de Librairie,1903, XVW-340págs. (muy característico de una época).

La ideología dreyfusista.—Anatole F r a n c e , Principales textos concernientes a la política: Histoir e contemporaine (L ’orme du mail. L e mannequin d'osier, L ’anneau d ’amc- thyste, M. Bergeret a P ar ís); L ’ile des pingouins; Les dieux ont soif; T rente ans de v sociale, comentados por Claude A v e l i n e , Emile Paul, 2 vols.: tomo I: 1897-1904, 1949,lxxi ii - 249págs.; tomo II: 1905-190S, 1953, 316 págs. Una buena introducción en JacquesS u f f e l , A na to le Fr ance par lui- méme, Editions du Seuil,1954, 192 págs. [En castellano:Novelas completas, trad. de Luis Ruiz Cóntreras, Madrid, Aguilar,1946, 2 vols.]

Sobre IZo l a , el libro más útil es, sin duda, el de G.R o b e r t , Emile Zola, principes ct caracteres généraux de son oeuvre, Les Belles- Lettres, 1952, 208 págs .B ) E l l i ber a l i sm o i ngl és.

Sobre el darwinismo político y social en Bran Bretaña y en Estados Unidos veasmás arriba, pág. 520, especialmente el importante libro de RichardH o f s t a d t e r (op. cit.) así como la obra colectiva,Darwinism and the study of society, Londres, Tavistock,x x191 págs . V éase también .la recopilación de tex tos titulada:The liberal tradition (op. cit.) y el libro de ErnestB a r r e r , Political thought in England Irom Spencer to the prc sent day (op. cit.). Indicaciones bibliográficas daS a b i n e , págs. 749-750. G. E.F a s n a c u t ,

A ct ion's polit ical philosophy, Nueva York, Hollins and Cárter, 1952, xiv-265 págs. Sobre el pensamiento de T. H. Green, Melv inR i c h t e r , The politics of conscience, T. II. Green and his age, Londres, Weidenfeld and Nicolson, 1964, 415 págs.

[Existen numerosas traducciones al castellano de obras deS p e n c e r : Exceso de legislación, trad. de Miguel de Unamuno, Madrid, La España Moderna,325 págs.; El orgn nismo social, trad. de Miguel de Unamuno, Madrid, La España Moderna,257 págs.; Ln Beneficencia, trad. de Miguel de Unamuno, Madrid, La España Moderna,261 páginas,Etica de las prisiones, trad. de Miguel de Unamuno, Madrid, La España Moderna,508 n:íginas; Instituciones políticas, Madrid, La España Moderna,2 vols.; Instituciones indita tríales, Madrid, La España Moderna,390 págs.; Instituciones profesionales, trad. de Leopoldo Palacio, Madrid, La España Moderna,1901, 195 págs.; Instituciones sociales, M idrid, La España Moderna;Instituciones eclesiásticas, precedida de un resumen del sistemafilosófico del autor escrito por él mismo, Madrid, La España Moderna,305 pág s.; /.<>'primeros principios, trad. de José Andrés Irieste, Madrid, Perojo, Vil- 493 págs.; Las indm dones de la sociología y de las instituciones domésticas, Madrid, La España Moderna,4?2páginas; La justicia, trad. de Adolfo Posada, Madrid, La España Moderna,380 págs.; De

las leyes en guerra, trad. de Miguel de Unamuno, Madrid, La España Moderna,385 páginas; Principios de sociología, trad. de Eduardo Cazorla, Madrid, Calleja,1883, 2 volt A brev ia tura de Pr incipios de Soc iología de H. Spencer , prólogo de Fernando Vela, Bueno* Aires , Revis ta de Occidente A rgentina ,1948, 2 vols. de 302 y 288 págs.; E l progreso. Sti ley y su causa, trad. de Miguel de Unamuno, Madrid, La España Moderna,370 págin.nPrincipios de Psicología, trad. de J. González Alonso, Madrid,4 tomos; La moral de /<"diversos pueblos y la moral personal, trad. y notas de José del Caso, Madrid, La Esp.irhiModerna, 329 págs.; Et individuo contra el Estado, Valencia, Sempere;Creación y cuo*lución, V alencia, Sempere.]C ) E l p o p u l i s m o r u so.

A falta de tratamiento en el cuerpo del capítulo, resulta conveniente señalar aquí Ininfluencia ejercida por Herzen y Mikhailovsky, así como la importancia de la tradició

populista, que puede ser definida como un eslavismo de izquierda. El populismo se opoii

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I IBERALISMO,t r a d i c i o n a l i s m o, i m p e r i a l i s m o 541

Vigorosamente al darwinismo social, y apela a valores morales y relig iosos, asi como a111 tradiciones rusas. Véase a este respecto: James H.B i i. li n g t o n , Mikhailovsky and Russian populism, Oxford, The Clarendon Press,1958, xvi-218págs.; Richard H a r é ,¡Píoneers of Russian social thought. Studies of non- Marx ian formation in nineteenth cen- fllr;/ Russia and of iís pardal revival in the. Soviet Union, Oxford U. P.,1951, Vin-307páginas. George F i s c h e r , Russian liberalism, from gentry to intelligentsia, Havard U. P.,lOSK: 240 págs. M a r t in M a l i a , A lex andec Herzen and the bir th of Russian socialism (¡fil2-1855), Harvard, U. P., 1961, xiv-486págs.

II . T r a d i c i o n a l i s m o, n a c i o n a l i s m o, i m p e r i a l i s m o .

4) N eo t r a d i ci on a l i s m o y n a c i o n a l i sm o en F r a n ci a .Sobre el catolicismo social véase la bibliografía del capítulo X II sobre el tema, pág. 454.

II >i L a T o u r d u P in , vid. en castellano: Hacia un orden social cristiano, prólogo deMunrdo Aunós, Madrid, 1936.] Sobre elnacionalismo véase la bibliografía general, pá-| lnn 452.

El artículo ya citado de RaoulGlRARDET,Introduction á l’histoire du nationalisme ffnnfnis contiene numerosas referencias bibliográficas sobre el período estudiado en estelipl tulo , especialmente sobre las obras en lengua a lemana (que dedican una gr an impor-lnili la al tema de la Revancha. Prosig uiendo sus trabajos, RaoulG i r a r d e t ha publicadollfl pequeño libro que es mucho más que una simple recopilación de textos escogidos,Le Ullonalisme fran^ais, 1871-1914, A . Colín, 1966, 279 págs.

Sobre el antisemitismo: Robert F. B ! y r n e s , Antisemitism in modern Fr ance, NuevaHnniNWick, Rutgers U. P„ 1950, x- 348 págs.

Autores diversos: Fuste l de Coulanges .—«M. A . A l p a t o v , Les idees politiques de Fustel t/* ( oulanges, Questions d'histoire, tomo I. “La nouvelle critique”, 1952, págs. 127-157.

Un buen artículo reciente sobre Le Play: GuyT h u i l l i e r , Le Play et la “RéformeMinie", Revue administrative, mayo de 1958, págs . 249- 260 (con útiles indicaciones bi-Hll"\ | r.\ ficas).

Sobre el corporativismo: MathewE i . B O w,

French corporativo ,theory (1789- 1948), f l l i r v. i Y ork, Columbia U. P., 1953.Taine.—Texto básico. Les origines de la France contemporaine, de la que existe una

lili* Irtn escolar de trozos escogidos, por GeorgesP o m p i d o u , Hachette, 1947, 96 páginas.It Hinis deT a i n e en castellano: Los oríg/enes de la Francia contemporánea, trad. Luis deTtrAiii Madrid, La España Moderna,4 tomos; Notas sobre Inglaterra, trad. León Sán-tlti-í Cuesta, Madr id, Espasa- Calpe, Colección Universal;Notas sobre París, trad. de AH,ido Opis so, Madr id, Espasa- Calpe, Colección Universal;Ensayos de crítica y de Blftw/.i. trad. y notas de Julio Gómez de la Serna, Madrid, Aguilar,1953.]í Sobre la política de Taine, LouisF a y o l l e, Les idées politiques de Taine, Lyon, 1948,■tU de derecho dactilografiada (escolar, pero concienzuda y útil). Un resumen de esta

■lili, con el título de L'aristocratie, le suffrage universel et la décentralisation dans

¡ n tl im- de Taine, en la obra colectivaLibéralisme, traditionalisrue, décentralisation, bajo■ ¿ Im dón de Robert P e l l o u x , A . Colin, 1952, xiv-196págs. (Cahiers de la Fondation'ffelliuialc des Sciences politiques, núm.31).

I líotudlos de conjunto: A ndréC h e v r i l l o n , Taine, formation de sa pertsée, Plon, 1932,IfHI <15. V íctorG i r a u d , Essai sur Taine. Son oeuvre et son influence, Hachette, 1932,£j| }| i 161 págs . Máx imeL e r o y , Taine, Rieder, 1938, 222 págs. AndréCRESSON, Taine,

ion oeuvre, avec un exposé de sa philosophie, P . U. F., 1951, 155 págs. F. C.R o e ,<•( lAngleterre, C h a m p i o n , 1923, vm- 213 págs.

1 Hrtuw. —Los dos tex tos que más directamente interesan a la política sonLa réforme ■tel/t'i fuelle et morale, 1871 (en el tomo I de lasOeuvres completes, Calmann- Lévy , 1947)

cc qu’une nationl (igualmente en el tomo I, págs. 887-906 págs.) [ Hay vers ión■IIdIIiiii.i ; ¿Qué es una nación?, trad. y estudio preliminar de Rodrig o Fernández Car-

fttlnl Mntlrld, Instituto de Es tudios Políticos, 1957, 111 págs .] Para situar a Re nán véanseludo los Souvenirs d'enfance et jeunesse (O. C„tomo II), así comoL ‘avenir de la IO . C „ tomo III). [Hay versión castellana:El porvenir de la ciencia, trad. de

PIHteHi' Robert, V alencia , Sempere, 2 vols.| Sobre la política de Renán, el es tudio másárt'lfiili *vi: GluseppeL a P e r l a , Rennn político, Florencia, F. de Silva, 1953. 321 págs. En

HElfliii )ule»C h a ix - R u y , Ertiest Renán, Parls- Lyon, E. V itte, 1956, 515 págs.

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5 4 2 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICA

Barres.—Los textos que mejor muestran el nacionalismo de Barrés son, sin duda,Le román de íénergie nationale (3 vols.: Les déracinés, L'appel au soldat y Leurs figures) yScénes et doctrines du nationalisme. Sobre Barrés, una buena introducción es: J .- M.D o m e n a c h , Barrés par lui- méme, Editions du Seuil, 1954 , 192 págs. (“Ecrivains de toujours").Dos obras clásicas: AlbertT h i b a u d e t , La vie de Maurice Barrés, N. R. F„5.* ed., 1931,315 págs., y E. R. CuRTius,Maurice Barres und die geistigen Grundlagen des franzósischcn Nationalismus, Bonn, F. Cohén, 1921 , v i h- 256 págs. Se consultará también, con provecho,la obra colectiva recogida del coloquio organizado en Nancy con ocasién del centenario del nacimiento de Barrés, Nancy,1963 , 331 págs. (Annales de l'Est, núm. 24 ) .Una buena recopilación de textos escogidos enMes Cahiers, Plon, 1963, vm-1.135 págs.

Péguy .— A nuestr o juicio, las obras más caracter ísticas son:L ’argent, seguida deL'argent (continuación); Notre jeunesse [hay versión castellana:Nuestra juventud, traducción de María Zoraida Villarroel, Buenos Aires, Emecé,2 3 9 págs.]; V ictor- Maric comte Hugo. De la abundante literatura concerniente a Péguy elegiremos: Jéróme eJean T h a r a u d , Notre cher Péguy, Plon, 1 9 2 6 , 2 vols., 2 7 5 , 2 5 5 págs. (testimonio muyvivo). RomainR o l l a n d , Péguy, A. Michel,1 9 4 4 , 2 vols., 3 5 9 , 3 3 5 págs. (estudio a fondo,tan interesante para el conocimiento de Péguy como para el de Rolland). FelicienC h a i - L a y e , Péguy socialiste, A miot- Dumont, 1 9 5 4 , 3 3 5 págs. y el número especial deEspilt, agosto 1 9 6 4 .

Maurras.—Los textos más característicos estánen Mes idées politiques, A. Fayard, 1937, Ixil-295 págs. (selección de textos realizada por el mismo Maurras).Enquéte sur la montu chie, seguida de Une campagne royaliste au Fígaro y Si le coup de forcé est possible, j

A . Fay ar d, 1925, clvi- 699 págs. [hay versión castellana:Encuesta sobre la monarquía, seguida de Una campaña monárquica en Le Fígaro, trad. y notas de Femando Beltr.mMadrid, Sociedad Española de Librería,1935, xx xii- 722págs.] , así como el muy cómodoDictionnaire politique et critique, ordenado por Pierre C h a r d o n , A . Fay ar d, 1932-31,5 vols. (recoge por orden alfabético los principales juicios de Maurras sobre los más vriados temas). Sobre Maurras existe una abundante literatura, pero nada plenamenl»satisfactorio; contentémonos con citar: AlbertT h i b a u d e t , Les idées de Charles Maurm> Gallimard, 2.* ed., 1920, 323 págs. (menos denso que el Barrés del mismo autor). HeM a s s i s , Maurras et notre temps. Entrevistas y recuerdos, edición definitiva aumentada ioiidocumentos inéditos, Plon, 1961, lv-453 págs., y la útil nota bibliográfica de SaminM. O s g o o d , “Charles Maurras et l'A ction Fran<;aise, état des travaux américains",Reunt franc$aise de Science politique, marzo de 1958, páginas 143-147. Del mismo autor, Frem'Mroyalism under the bird and fourth Republic, La Haya, M . Nijhoff , 1960, x- 228 pát| *

V éase también un buen ar tículo de JacquesJu l l i a RD, "La politique religieuse de Charli'liMaurras", en Esprit, marzo de 1958, ,págs. 359- 384. Sobre las ideas políticas de la jiventud nacionalista en vísperas de la guerra de 1914 véase la encuesta de AgatiiiH(Henri M a s s i s y A lbert d e T a r d e ) , Les jeunes gens d’aujourd'hui, Plon- Nour rit, 191 1,1291 págs.

B ) H a ci a el i m p er i a l i sm o .

Bi b l i ogr a f ía gener a l sobr e el i mp er i a l i sm o .

Textos.— John A . H o b s o n , Imperialism, A Study. nueva edición, Londres, Alien I nUnwin, 1938, xxx-386 págs. R.H i l f e r d i n g , Das Finanzkapital; eine Studie über die jimii>lt Entwicklung des Kapitalvímus, nueva edición, Berlín, J. Dietz,1 9 4 7 , x l v i ii - 5 1 8páglnn*[ V ers ión castellana de V . Romano, Madrid, ed. T ecnos, 1963,4 2 0 págs.] L e n i n , L'Iiiii<4 rialisme, stade supréme du capitalisme, Editions sociales, 1945, 127 págs.[ H a y v.iil.utraducciones castellanas].

Estudios.—'Jacques F r e y m o n d , Lénine et limpérialisme, Lausana, Pay ot, 1951, 134 |<rtginas (estudio crítico de la tesis de L enin). W ill ia m L.L a n g e r , The Diplomacy of rialism (1890- 1902), Nuev a Y or k, K nopf, 1935, 2 vols. Joseph A .S c h u m p e t e r , lism and social classes, Ox fo rd, Blanckwell, 1951, xxvi- 221 págs. [ V ersión español.! J. Blasco, en preparación: Editorial Tecnos, Colección “Semilla y Surco’] (insiste xollos factores sociológicos del imperia lismo; lo define como "la tendencia de un Estado >iexpansión violenta, ilimitada y sin objeto”; discute la importancia de los factores econóit

eos). E. M. W i n s l o w , The Pattern of Imperialism. A study in the theories of power, Nu*> M Y ork, Columbia U. P., 1948, xn- 278 págs . GeorgesBo u r g i n , Jean B r u h a t , MhuHiÍ

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I IHI'l iA LISMO, T RADICIONAL ISMO, IMPE RIAL ISMO 5 4 3

CHoUIZF.t, Charles- André J u d i e n , Pierre R e n o u v i n , Les politiques d'expansión impéria- ll»tr /. Férry, Léopold 11, Crispí, J. Chamberlain, Th. Roosevelt, P. U. F „ 1949, 256 pá-

ylii.is. Sobre las ideas políticas de Francia respecto al problema colonial: RobertD e la -BUINETTe y Charles- André J u l i e n , Les constructeurs de la France d'Outre- Mer, Correa,

5 2 5 págs. Hubert DESCHAMPS,Les méthodes et les doctrines coloniales de la France,

¡Mi Colin, 1953, 222 págs. HenriB r u n s c h w ig , Mythes et réalités de /' impérialisme colonial mimáis, Colin, 1960, 205 págs. (es de gran interés; según el autor, el imperialismo colonialifHiués se debió, ante todo, a un deseo de revancha y de compensación por la derrotatic 1870-71). RichardK o e b n e r y H. D . S c h m i d t , Imperialista. The story and significance i i / ,i political word, 1840-1960, Cambridge, U. P., 1964. xxvi-432 oágs.

Sobre la relación entre el imperialismo y el colonialismo, RobertS t r a u s z - Hu p e , llnr ry W . H a z a r d ed., The idea of colonialism, Nueva York, F. A. Praeger, 1958,<'if> págs. [Versión castellana de J. Gerona, ed. Tecnos, Madrid, 1964.]

| i A l e m a n i a .I iis principales obras deT r e it s c h k e son su Política, obra postuma (edición inglesa,

HWWuns and Gay, 1914, 128 págs.), y sobre todo suHistoria de A lemania en el siglo X IX Iw lit ir r volumen aparec ido en 18 79). Sobre su pensamiento político véase el libro de W . C. D a v i s , The political thought of Heinrich von Treitschke, Nueva York, Scribner,

1 1 viii-295 págs. (exagera, indudablemente, las tendencias liberales de T re itschke ),I | l de R o h a n Buti.er, Roots to National Socíalism, Nueva York, Dutton, 1942, 304 pá-llHii* (inspiración opuesta) [ Ha y versión española:Raíces ideológicas del nacional- sociu-

( A m o , t r ad . de Rodolfo Selke, México, Fondo de Cultura Económica, 1943, 373 págs.j( I Imnbién A ndreas D o r p a l e n , Heinrich von Treitschke, Y ale U . P ., 1957 (ensayo deR Ih u i iillu intelectual).

l.Oli libros de Charles A n d l e r sobre el pangermanismo aparecieron durante la guerra14, y sin duda acentúan alg o la rig idez del nacionalismo alemán. Sin embargo, ponen

II iliaposición del lector que no puede recurrir a los originales numerosos textos intere-H}nl*ii;cada volumen está precedido de un largo prefacio:Le pangermanisme philosophi- Pfcj» (1880 á 1914), Conard, 1917, c l i i- 3 9 9 págs. (Fitche, Hegel, Goerres, H. S. Cham-Militln, los geopolíticos, etc.) . Les origines du pangermanisme (1800 á 1888), Conard,l i l h , i.Vlii-336 págs. (inseparable de la obra precedente: Btüiow, Jahn, Bismarck, T reitschke,| M Imperialistas antibismarckianos Paul de Lagarde y Constantin Frantz). Lepanger- I continental sous Guillaume II (de 1888 á 1914), Conard, 1915 , l x x x i i i- 4 8 0 págs.

MltU 1', Bley, Hasse, Rev entlow, Rohrbach, Harden, e tc.).Le pangermanisme colonial Íí0Mti (JllOldume 11, Conar d, 1916, C- 336 págs. (completa el libro sobre1 el pangermanismoi | £Rllii<mtal). [ En castellano: Char les A n d l e r , El Pangermanismo. Los planes de expan-» Mil ntnnana en el mundo, Paris, Armand Colin, 1915.] HenriB r u n s c h w i g , L'expansión pllllwm'ii/c outre-mer du X V ° siécle á nos jours, P. U. F., 1957, 208 págs.

Ntilire Nietzsche (1844-1900) y el nietzscheísmo político: DanielH a l é v y , Nietsche, lli.n.if, 1944, 548 págs.[ H a y traducción española: Nietzsche, Barcelona, L a Nave, 1942,

i<>iui,.j Y , sobre todo, la monumental obra de Charles A n d l e r , Nietzsche, sa vie et sa Mimi'< . P. Mersch, L . Seitz & C.*, 1920-1931, 6 vols. El último volumen se publicó en

RfMMitril GeneviéveB i a n q u i s , Nietzsche en France, Alean, 1929. 128 págs. Una buenaKM| uiliii ción: W il lyB a r a n g e r , Pour comprendre la pensée de Nietzsche, Bordas, 1945,

I !'*«»•

I i . i'On H r etoña .

<«iimúlicic en primer lugar las obras generales sobre la historia de las ideas poéticaslliglnlrmi durante el siglo xix (cf. más arriba, pág. 448).I,'hlntolr* du peuple anglais de Elic H a l é v y presenta, desgraciadamente, una laguna

fa fl | ir rlodo 1852- 1895. F.l primer tomo del epilogoLes impérialistes au pourvoir (1895- | M), llm hette, 1926, 420 págs., comienza con alg unas luminosas páginas sobre el na- jUlfilln dr l Iniper iulismo Inglés; consúltese también el seg undo tomo, Versla démocratie t ln l r e l ver» I» guerre .

hnlnr l.m Idruit políticas de lo» conscrvndore», un libro fundamental : 77ieC o n s e r v a t i v o

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5 4 4 HIST ORIA DE LA S IDEA S POLÍTIC

Tradition, ed. R. J. W h i t e , Londres, Nicholas Kaye, 1950, xix-256 págs. (The BritiPolitical T ra dition). E n la primera parte los tex tos están clasificados por temas, y ensegunda por fechas: numerosas citas de Burke, Coleridge, Disraeli, Joseph Chamberlaibibliografía sucinta pero muy útil.

Obras de conjunto sobre el conservadurismo inglés: Lord HughC e c i l , Conservatisni, Londres, Williams and Norgate, 1927, 256 págs. (Home Univ. Lib.). Sir GeoffreyBu t l e ii, The tory tradition, Londres, Murray, 1914, 158 págs.Comervatism and the ruture, liyLord Eustace P e r c y , W . S. Morris on, etc., Londres, 1935. Quint ínH o g g , The case IConservatism, Londres, Penguin Books, 1947, 320 págs.

Trozos escogidos de Coleridge y Disraeli:The political Thought of S. T. Coleridge, Ied. R. J. White, Toronto, Nelson, 1938, 272 págs.The Radical Tory, Disraeli's politknl development, illustrated from his orig inal wr itings and speeches, ed. H. W .E d w a h u ü J Toronto, Nelson, 1937, 318 págs.

Sobre las ideas británicas en materia colonial véase sobre todo la colección "ThBritish Political T ra dition": GeorgesB e n n e t t (ed.), The concept of Empire, from Bnrkt to A ttlee (1774- 1947), Londres, 1953, xx-434 págs. (con indicaciones bibliográficas sohla historia y los principios del imperialismo inglés).

3. Rus ia .

Sobre el paneslavismo, HansK o h N, Panslavism; its history and ideology, Notre- D.mi*,1953, ix- 356 págs.

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C A P IT U L O X V I

S o c i a l i s m o s y m o v i m i e n t o s r e v o l u c i o n a r i o s

( 1 8 7 0 - 1 9 1 4 )

Artos 1870- 1914: durante este largo período el socialismo deja de serideología de "clubs” y de falansterios. Se difunde, se extiende, crea

jin.1. lusos mov imientos y par tidos, suscita amenazadoras revoluciones.r T r io , en cambio, durante este período no aparece, en el plano de la

HHiUrticción doctrinal, ninguna novedad importante. Es el período de losf(Mii| >l<-mentos, de las correcciones, de los primeros enfrentamientos con la

Inicia concreta. Se registran intentos de síntesis, de “revisión”, de

ilición; pero, paralelamente, ante ciertas decepciones, surgen abandonos■tr lili jos que dividen o debilitan el socialismo. Otras ideologías, muchasemparentadas, ejercen (a veces pasajeramente) su seducción sobre ma-