Tomo 2 - Exodo(Full Permission)

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    COMENTARIO BIBLICO MUNDO HISPANO

    TOMO 2

    EXODO

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    Editores Generales

    Daniel Carro

    Jos Toms Poe

    Rubn O. Zorzoli

    Editores Especiales

    Antiguo Testamento: Dionisio Ortiz

    Nuevo Testamento: Antonio Estrada

    Ayudas Prcticas: James Giles

    Artculos Generales: Jorge E. Daz

    Diagramacin: Exequiel San Martn A.

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    EDITORIAL MUNDO HISPANO

    Apartado Postal 4256, El Paso, TX 79914 EE. UU. de A.

    Agencias de Distribucin

    ARGENTINA: C. S. Lamas 2757, 1856 Glew

    BOLIVIA: Casilla 2516, Santa Cruz

    COLOMBIA: Apartado Areo 55294, Bogot 2 D. E.

    COSTA RICA: Apartado 285, San Pedro Montes de Oca, San Jos

    CHILE: Casilla 1253, Santiago

    ECUADOR: Casilla 3236, Guayaquil

    EL SALVADOR: Apartado 2506, San Salvador

    ESPAA: Padre Mndez #142-B, 46900 - Torrente, Valencia

    ESTADOS UNIDOS: 7000 Alabama; El Paso, TX 79904

    Telfono (915) 5669656

    PEDIDOS; 1 (800) 7555958

    Fax: (915) 5626502

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    1360 N.W. 88th Ave., Miami, FL 33172

    GUATEMALA: Apartado 1135, 01901 Guatemala

    HONDURAS: Apartado 279, Tegucigalpa

    MEXICO: Apartado 113182, 03300 Mxico, D. F.

    Madero 62, Col. Centro, 06000 Mxico, D. F.

    Independencia 36-B, Col. Centro, Deleg. Cuauhtemoc, 06050 Mxico, D. F.

    Matamoros 344 Pte. Torren, Coahuila, Mxico

    Hidalgo 713, 44290 Guadalajara, Jalisco

    16 de Septiembre 703 Ote., Cd. Jurez, Chihuahua

    NICARAGUA: Apartado 2340, Managua

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    PANAMA: Apartado 871024, Panam 5

    PARAGUAY: Casilla 1415, Asuncin

    PERU: Apartado 3177, Lima

    PUERTO RICO: Calle 13 S.O. #824, Capparra Terrace

    Calle San Alejandro 1825, Urb. San Ignacio, Ro Piedras

    REPUBLICA DOMINICANA: Apartado 880, Santo Domingo

    URUGUAY: Casilla 14052, Montevideo

    VENEZUELA: Apartado 3653, El Trigal 2002 A, Valencia, Edo. Carabobo

    Copyright 1993, Editorial Mundo Hispano. Texto bblico de la Santa Biblia: Versin Reina-Valera Actualizada, copyright 1982, 1986, 1987, 1989, usado con permiso. Todos los derechos reservados. No se podr reproducir o transmitir todo o parte de

    este libro en ninguna forma o medio sin el permiso escrito de los publicadores, con la excepcin de porciones breves en revistas y/o peridicos.

    Primera edicin: 1993

    Segunda edicin: 1997

    Clasificacin Decimal Dewey: 220.7

    Tema: 1. BibliaComentarios

    ISBN: 0311-031021

    E.M.H. No. 03102

    1 M 10 97

    AdministradorTexto escrito a mquinaex libris eltropical

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    PREFACIO GENERAL Desde hace muchos aos, la Editorial Mundo Hispano ha tenido el deseo de publi-

    car un comentario original en castellano sobre toda la Biblia. Varios intentos y planes se han hecho y, por fin, en la providencia divina, se ve ese deseo ahora hecho reali-dad.

    El propsito del Comentario es guiar al lector en su estudio del texto bblico de tal manera que pueda usarlo para el mejoramiento de su propia vida como tambin para el ministerio de proclamar y ensear la palabra de Dios en el contexto de una congre-gacin cristiana local, y con miras a su aplicacin prctica.

    El Comentario Bblico Mundo Hispano consta de veinticuatro tomos y abarca los se-senta y seis libros de la Santa Biblia.

    Aproximadamente ciento cincuenta autores han participado en la redaccin del comentario. Entre ellos se encuentran profesores, pastores y otros lderes y estudiosos de la Palabra, todos profundamente comprometidos con la Biblia misma y con la obra evanglica en el mundo hispano. Provienen de diversos pases y agrupaciones evang-licas; y han sido seleccionados por su dedicacin a la verdad bblica y su voluntad de participar en un esfuerzo mancomunado para el bien de todo el pueblo de Dios. La cartula de cada tomo lleva una lista de los editores, y la contratapa de cada volumen identifica a los autores de los materiales incluidos en ese tomo particular.

    El trasfondo general del Comentario incluye toda la experiencia de nuestra editorial en la publicacin de materiales para estudio bblico desde el ao 1890, ao cuando se fund la revista El Expositor Bblico. Incluye tambin los intereses expresados en el seno de la Junta Directiva, los anhelos del equipo editorial de la Editorial Mundo His-pano y las ideas recopiladas a travs de un cuestionario con respuestas de unas dos-cientas personas de variados trasfondos y pases latinoamericanos. Especficamente el proyecto naci de un Taller Consultivo convocado por Editorial Mundo Hispano en septiembre de 1986.

    Proyectamos el Comentario Bblico Mundo Hispano convencidos de la inspiracin divina de la Biblia y de su autoridad normativa para todo asunto de fe y prctica. Re-conocemos la necesidad de un comentario bblico que surja del ambiente hispanoa-mericano y que hable al hombre de hoy.

    El Comentario pretende ser:

    * crtico, exegtico y claro;

    * una herramienta sencilla para profundizar en el estudio de la Biblia;

    * apto para uso privado y en el ministerio pblico;

    * una exposicin del autntico significado de la Biblia;

    * til para aplicacin en la iglesia;

    * contextualizado al mundo hispanoamericano;

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    * un instrumento que lleve a una nueva lectura del texto bblico y a una ms din-mica comprensin de ella;

    * un comentario que glorifique a Dios y edifique a su pueblo;

    * un comentario prctico sobre toda la Biblia.

    El Comentario Bblico Mundo Hispano se dirige principalmente a personas que tie-nen la responsabilidad de ministrar la Palabra de Dios en una congregacin cristiana local. Esto incluye a los pastores, predicadores y maestros de clases bblicas.

    Ciertas caractersticas del comentario y algunas explicaciones de su metodologa son pertinentes en este punto.

    El texto bblico que se publica (con sus propias notas sealadas en el texto con un asterisco, *, y ttulos de seccin) es el de La Santa Biblia: Versin Reina-Valera Actualizada. Las razones para esta seleccin son mltiples: Desde su publicacin par-cial (El Evangelio de Juan, 1982; el Nuevo Testamento, 1986), y luego la publicacin completa de la Biblia en 1989, ha ganado elogios crticos para estudios bblicos serios. El Dr. Cecilio Arrasta la ha llamado un buen instrumento de trabajo. El Lic. Alberto F. Roldn la cataloga como una valiossima herramienta para la labor pastoral en el mundo de habla hispana. Dice: Conservando la belleza proverbial de la Reina-Valera clsica, esta nueva revisin actualiza magnficamente el texto, aclara por medio de notas los principales problemas de transmisin. . . Constituye una valiossima herramienta para la labor pastoral en el mundo de habla hispana. Aun algunos que han sido reticentes para animar su uso en los cultos pblicos (por no ser la traduc-cin de uso ms generalizado) han reconocido su gran valor como una Biblia de es-tudio. Su uso en el Comentario sirve como otro ngulo para arrojar nueva luz sobre el Texto Sagrado. Si usted ya posee y utiliza esta Biblia, su uso en el Comentario se-guramente le complacer; ser como encontrar un ya conocido amigo en la tarea her-menutica. Y si usted hasta ahora la llega a conocer y usar, es su oportunidad de tra-bajar con un nuevo amigo en la labor que nos une: comprender y comunicar las ver-dades divinas. En todo caso, creemos que esta caracterstica del Comentario ser una novedad que guste, ayude y abra nuevos caminos de entendimiento bblico. La RVA aguanta el anlisis como una fiel y honesta presentacin de la Palabra de Dios. Reco-mendamos una nueva lectura de la Introduccin a la Biblia RVA que es donde se acla-ran su historia, su meta, su metodologa y algunos de sus usos particulares (por ejemplo, el de letra cursiva para sealar citas directas tomadas de Escrituras ms an-tiguas).

    Los dems elementos del Comentario estn organizados en un formato que cree-mos dinmico y moderno para atraer la lectura y facilitar la comprensin. En cada tomo hay un artculo general. Tiene cierta afinidad con el volumen en que aparece, sin dejar de tener un valor general para toda la obra. Una lista de ellos aparece luego de este Prefacio.

    Para cada libro hay una introduccin y un bosquejo, preparados por el redactor de la exposicin, que sirven como puentes de primera referencia para llegar al texto bblico mismo y a la exposicin de l. La exposicin y exgesis forma el elemento ms extenso en cada tomo. Se desarrollan conforme al bosquejo y fluyen de pgina a pgi-na, en relacin con los trozos del texto bblico que se van publicando fraccionadamen-te.

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    Las ayudas prcticas, que incluyen ilustraciones, ancdotas, semilleros homilti-cos, verdades prcticas, versculos sobresalientes, fotos, mapas y materiales semejan-tes acompaan a la exposicin pero siempre encerrados en recuadros que se han de leer como unidades.

    Las abreviaturas son las que se encuentran y se usan en La Biblia Reina-Valera Actualizada. Recomendamos que se consulte la pgina de Contenido y la Tabla de Abreviaturas y Siglas que aparece en casi todas las Biblias RVA.

    Por varias razones hemos optado por no usar letras griegas y hebreas en las pala-bras citadas de los idiomas originales (griego para el Nuevo Testamento, y hebreo y arameo para el Antiguo Testamento). El lector las encontrar transliteradas, es de-cir, puestas en sus equivalencias aproximadas usando letras latinas. El resultado es algo que todos los lectores, hayan cursado estudios en los idiomas originales o no, pueden pronunciar en castellano. Las equivalencias usadas para las palabras grie-gas (Nuevo Testamento) siguen las establecidas por el doctor Jorge Parker, en su obra Lxico-Concordancia del Nuevo Testamento en Griego y Espaol, publicado por Edito-rial Mundo Hispano. Las usadas para las palabras hebreas (Antiguo Testamento) si-guen bsicamente las equivalencias de letras establecidas por el profesor Moiss Ch-vez en su obra Hebreo Bblico, tambin publicada por Editorial Mundo Hispano. Al la-do de cada palabra transliterada, el lector encontrar un nmero, a veces en tipo ro-mano normal, a veces en tipo bastardilla (letra cursiva). Son nmeros del sistema Strong, desarrollado por el doctor James Strong (182294), erudito estadounidense que compil una de las concordancias bblicas ms completas de su tiempo y conside-rada la obra definitiva sobre el tema. Los nmeros en tipo romano normal sealan que son palabras del Antiguo Testamento. Generalmente uno puede usar el mismo nme-ro y encontrar la palabra (en su orden numrico) en el Diccionario de Hebreo Bblico por Moiss Chvez, o en otras obras de consulta que usan este sistema numrico para identificar el vocabulario hebreo del Antiguo Testamento. Si el nmero est en bastar-dilla (letra cursiva), significa que pertenece al vocabulario griego del Nuevo Testamen-to. En estos casos uno puede encontrar ms informacin acerca de la palabra en el referido Lxico-Concordancia... del doctor Parker, como tambin en la Nueva Concor-dancia Greco-Espaola del Nuevo Testamento, compilada por Hugo M. Petter, el Nuevo Lxico Griego-Espaol del Nuevo Testamento por McKibben, Stockwell y Rivas, u otras obras que usan este sistema numrico para identificar el vocabulario griego del Nuevo Testamento. Creemos sinceramente que el lector que se tome el tiempo para utilizar estos nmeros enriquecer su estudio de palabras bblicas y quedar sorprendido de los resultados.

    Estamos seguros que todos estos elementos y su feliz combinacin en pginas hbilmente diseadas con diferentes tipos de letra y tambin con ilustraciones, fotos y mapas harn que el Comentario Bblico Mundo Hispano rpida y fcilmente llegue a ser una de sus herramientas predilectas para ayudarle a cumplir bien con la tarea de predicar o ensear la Palabra eterna de nuestro Dios vez tras vez.

    Este es el deseo y la oracin de todos los que hemos tenido alguna parte en la ela-boracin y publicacin del Comentario. Ha sido una labor de equipo, fruto de esfuer-zos mancomunados, respuesta a sentidas necesidades de parte del pueblo de Dios en nuestro mundo hispano. Que sea un vehculo que el Seor en su infinita misericordia, sabidura y gracia pueda bendecir en las manos y ante los ojos de usted, y muchos otros tambin.

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    Los Editores

    Editorial Mundo Hispano

    Lista de Artculos Generales

    Tomo 1: Principios de interpretacin de la Biblia Tomo 2: Autoridad e inspiracin de la Biblia Tomo 3: La ley (Torah) Tomo 4: La arqueologa y la Biblia Tomo 5: La geografa de la Biblia Tomo 6: El texto de la Biblia Tomo 7: Los idiomas de la Biblia Tomo 8: La adoracin y la msica en la Biblia Tomo 9: Gneros literarios del Antiguo Testamento Tomo 10: Teologa del Antiguo Testamento Tomo 11: Instituciones del Antiguo Testamento Tomo 12: La historia general de Israel Tomo 13: El mensaje del Antiguo Testamento para la iglesia de hoy Tomo 14: El perodo intertestamentario Tomo 15: El mundo grecorromano del primer siglo Tomo 16: La vida y las enseanzas de Jess Tomo 17: Teologa del Nuevo Testamento Tomo 18: La iglesia en el Nuevo Testamento Tomo 19: La vida y las enseanzas de Pablo Tomo 20: El desarrollo de la tica en la Biblia Tomo 21: La literatura del Nuevo Testamento Tomo 22: El ministerio en el Nuevo Testamento Tomo 23: El cumplimiento del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento Tomo 24: La literatura apocalptica

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    [Pag. 9]

    AUTORIDAD E INSPIRACION DE LA BIBLIA

    JOS BORRS

    INTRODUCCION

    Todos los grupos evanglicos que mantienen los principios bsicos de la Reforma del siglo XVI, es decir, slo la fe, slo la gracia y slo la Escritura, creen y sostienen que la Biblia es la nica norma de fe y conducta cristiana, constituyendo la suprema y ltima autoridad, tanto para la iglesia como para el creyente. En este aspecto, las iglesias evanglicas, llamadas vulgarmente protestantes, se diferencian de la Iglesia Catlica Romana en que sta, junto con las Sagradas Escrituras, mantiene otras fuen-tes de inspiracin con la misma autoridad que aqulla. Estas otras fuentes de inspira-cin son tres:

    (1) La tradicin, es el conjunto de verdades reveladas no contenidas en las Sagra-das Escrituras que se han transmitido oralmente de padres a hijos en el transcurso de los siglos.

    (2) Las conclusiones de los concilios ecumnicos. Un concilio ecumnico es una jun-ta o congreso de obispos, telogos y otros eclesisticos y personas destacadas e influ-yentes de la Iglesia Catlica Romana de todas las partes de la cristiandad, o de una gran parte de ella (ecumnico significa universal) convocados legtimamente para deli-berar y decidir sobre las materias de fe y conducta. Hasta el presente se han celebra-do veintin concilios ecumnicos. El primero tuvo lugar en Nicea, el ao 325 d. de J.C., y en l se conden la doctrina arriana, aceptndose que el Hijo era consubstan-cial al Padre. El ltimo tuvo lugar en el Vaticano, Roma, recibiendo el nombre de Vati-cano II, que comenz con el papa Juan XXIII en el ao 1962 y termin con el papa Pablo VI en 1963, habindose tratado de La Constitucin de la Iglesia.

    (3) Las proclamaciones de los romanos pontfices, cuando stos hablan excthedra, esto es, como maestros supremos de su iglesia, sobre materias de doctrina y de prc-tica. Como ejemplos de estas proclamaciones podemos citar las declaraciones dogm-ticas de la inmaculada concepcin de Mara, en 1854; de la infalibilidad del romano pontfice en 1870; y la ltima de todas, la de la asuncin de Mara a los cielos en 1950.

    AUTORIDAD DE LAS ESCRITURAS

    La palabra autoridad se deriva de la palabra autor, por lo que la autoridad que poseen las Escrituras le viene de Dios, su autor, quien valindose de personas huma-nas escogidas, que han tenido una experiencia personal con l, se ha revelado a s mismo a los hombres. Esta revelacin se halla contenida en las Escrituras.

    Dios no slo ocupa el centro del mensaje bblico, siendo el objeto principal [Pag. 10] (la Biblia habla de Dios en la creacin, en la redencin y concluye hablando de l

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    en la restauracin final), sino que es tambin el sujeto principal que crea, redime y restaura, revelndose a los hombres de muy diversas maneras, como por medio de sueos, visiones, audiciones de voces sobrenaturales, intervenciones divinas y, de forma muy especial, en la persona de su amado hijo Jesucristo. As lo dice el autor de la epstola a los Hebreos: Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos ltimos das nos ha hablado por el Hijo (1:1, 2).

    Dios habla a los hombres, inspirndoles a travs de su Espritu para que dejen constancia escrita de esa revelacin que l ha hecho de s mismo, mostrndoles por un lado, su propia naturaleza, es decir, su santidad y amor; y por otro lado, lo que l espera de los hombres a quienes cre para que tuviesen comunin con l, pero que habindose alejado de l por el pecado, desea reconciliarlos nuevamente consigo me-diante el hecho histrico y salvfico de la muerte de Cristo (2 Cor. 5:19).

    Quienes rechazan la autoridad de la Biblia lo hacen porque no aceptan que Dios se haya revelado a s mismo, inspirando a los escritores sagrados que stos dejaran constancia de dicha revelacin. Es necesario, pues, que comencemos aclarando los trminos de revelacin e inspiracin, para que podamos comprender qu queremos decir al afirmar que la Biblia es la palabra de Dios, la cual ha sido inspirada y que, por eso mismo, posee autoridad sobre la iglesia y sobre cada uno de los creyentes en todo lo que tiene que ver con su fe y su conducta.

    Revelacin e inspiracin. A veces se confunden estos trminos a causa de la in-terrelacin de los mismos. A pesar de su estrecha conexin entre s, no son ni signifi-can lo mismo. La revelacin es el hecho bsico y fundamental, por el que Dios se da a conocer a s mismo y que acontece en primer lugar. La inspiracin sucede en segundo lugar, teniendo como objetivo poner de manifiesto la revelacin que Dios ha hecho al hombre. Puede existir la revelacin sin la inspiracin, pero nunca existir la inspira-cin sin haber tenido lugar antes la revelacin. En otras palabras, la revelacin es la verdad que emerge en la mente de una persona a la que Dios se ha manifestado; mientras que la inspiracin es el deseo de que esa verdad sea conocida por otras per-sonas y, por lo mismo, se escribe para que quede constancia y pueda ser transmitida a otros. La confesin de Pedro en Cesarea de Filipo, diciendo a Jess: T eres el Cris-to, el Hijo del Dios viviente! (Mat. 16:16), es una revelacin; pero el hecho de que el evangelista Mateo la dejase por escrito para beneficio de sus lectores fue una inspira-cin que el Espritu Santo le hizo.

    Ya hemos mencionado que Dios utiliza diversas maneras para revelarse, valindose de visiones, sueos, ngeles y muchas otras maneras. Sin embargo, la revelacin ms completa y maravillosa tuvo lugar en la persona de su Hijo, hecho carne y habitando entre nosotros. A travs de l podemos conocer a Dios: Felipe, y no me has conocido? El que me ha visto, ha visto al Padre (Juan 14:9).

    Creyendo en la bondad de Dios es lgico pensar que l quisiera comunicarse a los hombres para que stos tuvieran un conocimiento adecuado de l, de su [Pag. 11] na-turaleza, de sus atributos, de sus obras y de sus propsitos para con el hombre. Este conocimiento no se puede alcanzar plenamente por medio de la observacin de la na-turaleza, o revelacin natural. Es cierto que algunos atributos de Dios, como su sabi-dura, su grandeza y su poder pueden conseguirse observando la creacin, tal como dice el salmista: Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos (Sal. 19:1); pero, es igualmente cierto, que mediante la observacin y el

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    estudio de la naturaleza nunca llegaramos a descubrir otros atributos divinos, como son la justicia, la misericordia, la santidad y el amor de Dios. Como afirma el erudito Bernard Ramm el conocimiento acerca de Dios debe ser un conocimiento que proce-da de Dios.

    El estudiante de la Biblia debe tener siempre presente que la revelacin no fue total y completa desde el principio, sino que ha sido gradual y progresiva. Dios ha venido revelando a los hombres la verdad paso a paso, conforme stos podan asimilarla. Hay pasajes en el AT que escandalizan a los lectores modernos por su falta de tica moral. As el autor del Salmo 137 se deleita pensando que las cabezas de los hijos de sus enemigos sern estrelladas contra la roca. El autor del Salmo 69 ruega a Dios que nunca perdone a sus enemigos. El profeta Samuel condena a Sal por no matar a los nios pequeos de sus adversarios y por no haber cometido un genocidio total. Lo mismo podemos decir con respecto a ciertas prcticas como la esclavitud, la poliga-mia, la prostitucin sagrada, el divorcio, etc., que eran habituales en las leyes, cos-tumbres e ideales de los pueblos vecinos a los israelitas en aquellos tiempos antiguos. En estos y en otros casos similares podemos decir lo que Jess dijo a los fariseos cuando stos le preguntaron acerca del divorcio, afirmando que sta no era la volun-tad de Dios, sino que l consenta tales prcticas, a causa de la dureza del corazn de los hombres (Mat. 19:8).

    Al afirmar que la Biblia ha sido inspirada por Dios, estamos diciendo que los escri-tores sagrados no actuaron por iniciativa propia, sino por iniciativa divina, impulsa-dos por el Espritu Santo para que sus escritos comunicasen el mensaje de Dios a los hombres (2 Ped. 2:21). Al decir que los hombres de Dios escribieron los libros de la Biblia guiados por el Espritu Santo, debemos entender el trmino escribir en un sen-tido amplio y especial, incluyendo no slo el hecho de relatar el suceso por escrito, sino tambin el hecho de investigar los acontecimientos, seleccionar los documentos, arreglar los materiales, y todos aquellos pasos que conducen a la presentacin de los hechos. Esto es lo que hizo el evangelista Lucas cuando se sinti inspirado para escri-bir el Evangelio, tal como l mismo lo dice en Lucas 1:13.

    El texto de 2 Timoteo 3:16 que dice: Toda la Escritura es inspirada por Dios y es til para la enseanza, para la reprensin, para la correccin, para la instruccin en justi-cia, es fundamental para comprender el significado del trmino inspiracin. La pala-bra griega utilizada por Pablo, theopnustos, literalmente indica que los escritos fue-ron producidos por el soplo de Dios, indicando con ello que los escritores no slo fueron dirigidos por Dios, sino que Dios infunda a sus escritos esa cualidad especial que los converta en tiles para ensear, reprender, corregir e instruir en justi-cia.[Pag. 12]

    El hecho de que algunos eruditos eliminen el primer verbo y traduzcan el texto di-ciendo: toda Escritura divinamente inspirada es til para la enseanza,... no cambia el sentido esencial de lo que Pablo quiso poner de manifiesto, es decir, que el AT, la Es-critura, el conjunto de libros aceptados por los judos de Palestina, haba sido escrito bajo la inspiracin de Dios y por lo mismo, tena que ser considerado como la ltima y suprema norma de fe.

    Doble elemento en la Biblia. Al hablar de la inspiracin de las Escrituras debe-mos tener en cuenta un doble elemento: el elemento divino (toda Escritura es inspi-rada por Dios, 2 Tim. 3:16) y el elemento humano (los hombres hablaron de parte de Dios, 2 Ped. 1:21). Esto nos lleva a considerar cmo estn relacionados entre s estos

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    dos elementos, el divino y el humano, en la composicin de los escritos bblicos. Es de suma importancia mantener presente el doble elemento, sin sobreenfatizar uno sobre el otro, lo que inevitablemente nos conducira al error, como aconteci a algunos te-logos importantes de los primeros siglos del cristianismo, en relacin con la doble na-turaleza de Cristo.

    Elemento divino. La Biblia es el libro de Dios, porque a travs de l revela su vo-luntad a los hombres. A menos que se parta de la base de que las Escrituras han sido inspiradas por Dios (2 Ped. 1:21), utilizando a hombres que tuvieron una experiencia espiritual ntima y personal con l, no se podr entender el valor religioso y espiritual que las convierte en un libro nico, distinto de todos los dems libros, con un mensa-je vlido para todos los hombres en todos los tiempos y en todas las partes del mun-do.

    De hecho, solamente las personas que hayan tenido una verdadera experiencia es-piritual con Dios, de comunin y de perdn, como la que tuvieron los escritores de la Biblia, podrn entender el verdadero significado de las verdades morales y espirituales contenidas en sus pginas y el mensaje que Dios dirige a travs de ellas a los hom-bres. Cualquier otro acercamiento a las Escrituras, ya sea desde un punto de vista literario, histrico, filosfico o cientfico aparte del inters religioso y espiritual, con-duce necesariamente a un fracaso completo.

    Este elemento divino de las Escrituras se manifiesta claramente entre otras cosas, por la unidad de propsito que se ve en medio de la diversidad de sus sesenta y seis libros, escritos por ms de treinta autores distintos y en un perodo superior a los mil aos. Es necesario aceptar que ha habido una mente superior dirigiendo la mente de todos esos escritores.

    Elemento humano. El segundo elemento a tener en consideracin en los escritos bblicos es el elemento humano. La Biblia ha sido escrita en un lenguaje humano, por hombres con habilidades y debilidades humanas. Al transmitir los pensamientos que Dios les inspiraba, no se suprima la personalidad del autor, ni coartaba su libertad de expresin, sino que cada uno de ellos escriba utilizando sus propias palabras, as como sus propias peculiaridades gramticales y estilo. Algunos escribieron utilizando un lenguaje muy bueno, mientras que otros usaron un vocabulario ms deficiente; algunos conocan muy bien las reglas gramaticales y otros no tanto; algunos utiliza-ban la poesa y otros la prosa comn; algunos empleaban un lenguaje figurado repleto de metforas, smiles y alegoras, [Pag. 13] mientras que otros utilizaron un estilo lla-no y sin adornos literarios. Cualquier lector de la Biblia puede darse cuenta fcilmen-te que los escritos de Juan son muy diferentes de los de Pedro; as como que el hebreo puro de Isaas es distinto del hebreo arameizado de Daniel. Estas diferencias de estilo pueden atribuirse, no slo al hecho de que eran personas pertenecientes a distintas pocas y a diferentes niveles sociales y culturales, sino tambin a las circunstancias peculiares en las que escribieron. Moiss, siendo el caudillo de su pueblo que andaba de ac para all, escribira en medio de las dificultades del desierto; mientras que Da-vid, siendo rey y viviendo en un palacio, escribira en circunstancias mucho ms c-modas y tranquilas. Isaas, siendo pariente de reyes y teniendo entrada en el palacio, usa ejemplos relacionados con la familia real; mientras que Ams, siendo un pastor que camina tras el rebao al aire libre, usa ejemplos de los animales del campo que forman el medio ambiente en el que se halla. Sin embargo, todos esos escritores, con las caractersticas particulares de cada uno, su idiosincrasia personal, sus talentos y preferencias de estilo, y sus propios modos y maneras de presentar el mensaje, escri-

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    ban bajo la direccin e inspiracin del Espritu Santo, realizndose una valiosa y ar-monizada colaboracin del elemento humano con el divino.

    TEORIAS SOBRE LA INSPIRACION

    Aunque generalmente todos los eruditos bblicos aceptan que la Biblia ha sido ins-pirada por Dios, no todos entienden lo mismo cuando se hace semejante afirmacin. Por eso es bueno que conozcamos bien lo que se entiende por inspiracin, as como las diversas teoras existentes sobre la manera en que Dios inspira a los escritores.

    El Dr. Augusto H. Strong, en su obra Teologa Sistemtica, define la inspiracin di-ciendo que es aquella influencia del Espritu de Dios sobre la mente de los escritores de la Biblia que hace de esos escritos el relato de una revelacin divina progresiva y suficiente, siempre y cuando se tomen juntos y se interpreten por el mismo Espritu que los inspir para guiar a todo buscador sincero hacia Cristo y hacia la salvacin.

    Con el fin de armonizar la relacin entre los elementos divino y humano en la ins-piracin de las Escrituras, se han presentado diversas teoras que bsicamente pue-den reducirse a dos grupos, las que dan nfasis al escritor y las que hacen hincapi sobre el escrito, las cuales se subdividen, a su vez, en otras teoras que mencionare-mos brevemente.

    Teoras que dan nfasis sobre el escritor

    1. Teora de la intuicin. Segn esta teora, la inspiracin es slo el conocimiento natural del hombre, elevado a un plano ms alto de desarrollo. Puesto que Dios mora en todos los hombres, todos ellos son inspirados. El grado de inspiracin depende de su capacidad natural, mental y espiritual. Segn esta teora, la inspiracin de los es-critores del Antiguo y Nuevo Testamentos es similar a la inspiracin que mueve a los poetas, escultores y pintores a realizar sus obras maestras. En tal caso, la Biblia es un conjunto de [Pag. 14] libros escritos por hombres religiosos de Israel que posean una facultad intelectual extraordinaria, como pudiera ser el caso de Juan Milton, Mi-guel de Cervantes, o cualquier otro escritor famoso. Si la Biblia es un libro superior a los dems libros conocidos, es porque sus autores posean ms sabiduras interna que los dems escritores.

    Esta teora es generalmente rechazada por los creyentes evanglicos, ya que todo el nfasis est puesto sobre el hombre y no en Dios. Los propios escritores bblicos afir-man repetidamente que Dios hablaba por medio de ellos. Baste como ejemplo lo que nos dice David: El Espritu de Jehovah ha hablado por medio de m, y su palabra ha estado en mi lengua (2 Sam. 23:2).

    2. Teora de la iluminacin. Esta teora se diferencia de la anterior en que da n-fasis al grado de las percepciones religiosas en lugar de las facultades naturales de las personas. Segn esta teora, la inspiracin de los escritores de la Biblia se distingue solamente en grado no en calidad, de la que tienen todos los creyentes. En un sentido, los escritores bblicos tuvieron la misma clase de inspiracin que tuvieron los Padres de la Iglesia, pero en un grado superior a la de stos.

    Tampoco esta teora puede ser mantenida, puesto que confunde la iluminacin que el Espritu Santo da a todos los creyentes con la inspiracin que l concede a algunos hombres escogidos para dejar constancia de la revelacin del mensaje de Dios para

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    todos los hombres. La iluminacin tiene que ver con la comprensin de las verdades que ya han sido reveladas e inspiradas, y que, por lo mismo, se hallan escritas en la Biblia.

    Teoras que dan nfasis a lo escrito

    1. Teora de la inspiracin mecnica. Esta teora, llamada tambin de dictado, enfatiza el elemento divino o sobrenatural hasta tal punto que anula la personalidad del escritor humano, al que convierte en un simple amanuense o secretario. Siguiendo esta interpretacin, los rabinos judos decan: Los escritores son como flautas que repiten los sonidos de la msica soplada por el flautista divino, que es Dios.

    Esta interpretacin, semejante a la que los mahometanos atribuyen a la composi-cin del Corn, fue generalmente aceptada hasta el siglo pasado por la mayora de los eruditos bblicos, tanto catlicos como evanglicos, y contina siendo aceptada en nuestros das por algunos grupos ultraconservadores, quienes sostienen que Dios dic-t palabra por palabra cada uno de los libros de la Biblia. Sin embargo, pocos telogos destacados de nuestro tiempo aceptan este modo de interpretar la inspiracin bblica. Las mismas diferencias en los escritos, a las que hemos hecho alusin al tratar del elemento humano, indican que Dios no es el autor real de cada palabra.

    Mantener la inspiracin mecnica de las Escrituras es hacer responsable a Dios de los errores gramaticales, histricos y cientficos que puedan aparecer en la Biblia. Sa-bemos que los escritores sagrados estaban interesados en asuntos de carcter religio-so, moral y espiritual, para darnos a conocer la historia de la salvacin; pero no en darnos informacin en el campo de la investigacin y del [Pag. 15] conocimiento cien-tfico, ensendonos en sus escritos geografa o astronoma. Esto es lo que ya en el siglo IV de nuestra era escriba acertadamente San Agustn de Hipona en su Comenta-rio sobre el Gnesis, al decir: Los escritores sagrados, o mejor el Espritu Santo que hablaba por ellos, no pretendi ensear a los hombres cosas puramente cientficas, puesto que en nada les haban de servir para su salvacin. Y en otro lugar, nos dice el mismo autor: No se lee en el Evangelio que dijera el Seor: Os enviar el Paracleto para que os ensee el curso del sol y de la luna. Porque quera hacer cristianos y no matemticos. La interpretacin mecnica apoya lo que, irnicamente, seala Abra-ham Kuyper cuando dice: Cualquier alumno de enseanza primaria que supiera es-cribir al dictado podra haber escrito la epstola a los Romanos tan bien como la escri-bi el apstol Pablo.

    2. Teora de la inspiracin dinmica. Esta teora ensea que lo que Dios ha ins-pirado no ha sido el lenguaje, sino el mensaje, dejando que los escritores sagrados transmitiesen la verdad divina que l les revelaba en sus propias palabras humanas y en el estilo literario y lingstico propio de cada escritor. Esto ha dado como resultado la gran variedad y la belleza literaria que encontramos en los distintos libros de la Bi-blia.

    Segn esta teora, aceptada por la mayora de los eruditos de nuestro tiempo, en la inspiracin Dios no anula ni limita la personalidad de los escritores, sino que los usa como instrumentos humanos que poseen sus peculiaridades particulares e individua-les. De idntica manera, Dios permite que cada escritor utilice los trminos y expre-siones que, siendo caractersticas de su tiempo y cultura, expresan adecuadamente la revelacin divina.

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    Para concluir esta seccin sobre la inspiracin, es conveniente sealar que la ex-presin inspiracin verbal no significa lo mismo para todos los eruditos bblicos. Mientras unos entienden por esa frase que la inspiracin es mecnica, otros entien-den que es dinmica.

    Tambin debemos indicar que hay personas que aceptan que las Escrituras fueron inspiradas por Dios, pero slo en lo que se refiere a los autgrafos originales y no a los manuscritos y versiones que poseemos actualmente, que proceden de copias de otras copias, y que presentan gran cantidad de variantes, y hasta contradicciones, entre los distintos textos. Por ello, niegan que la inspiracin divina alcance a las traducciones y ediciones de la Biblia que poseemos actualmente.

    Sin embargo, y en ello concuerdan los mejores eruditos, se puede afirmar que la inmensa mayora de las discrepancias son de menor importancia, tratndose en mu-chos casos de errores de caligrafa y omisiones de letras o palabras, pero que no cam-bian su significado esencial ni alteran ningn precepto o doctrina religiosa. Esto se ve confirmado con el descubrimiento, en el ao 1947, de las cuevas del Qumrm, junto al mar Muerto, donde se ha encontrado, entre otros muchos otros manuscritos, un pergamino que contiene el libro de Isaas, perteneciente al siglo primero a. de J.C. y que, prcticamente, es igual libro de Isaas que tenemos en el texto masortico perte-neciente al siglo XI de la era cristiana. El profesor Stuart nos dice: De las ochocientas mil variantes de la [Pag. 16] Biblia que he clasificado, cerca de setecientas noventa y cinco mil son de una importancia similar a si en la ortografa inglesa tenemos que es-cribirhonour o bien honor olvidando la u. Es decir, no tiene ninguna importancia en cuanto a significado, sino simplemente en cuanto a ortografa. Las restantes ofre-cen algn cambio de sentido en ciertos pasajes o expresiones, u omiten una palabra y hasta, alguna vez, una frase entera; pero ninguna doctrina religiosa es alterada por tal motivo; ningn precepto es quitado; ningn hecho importante queda alterado por la totalidad de las diversas variantes del texto bblico tomadas en conjunto.

    La autoridad de la Biblia procede, pues, del hecho de que esa importante obra, ha sido inspirada por Dios. La inspiracin divina es la que le otorga una autoridad nica que no posee ningn otro libro. Y puesto que Dios nos habla a travs de sus pginas, podemos afirmar que la Biblia es la palabra de Dios, y que slo ella deber ser la ltima autoridad, tanto para la iglesia como para el creyente, en cuanto a los asuntos de fe y prctica. Cualquier otra declaracin doctrinal, como puedan ser los credos o las con-fesiones de fe, tendr autoridad espiritual solamente en la medida en que exprese lo que ensean las Escrituras. Asimismo, el sermn predicado por cualquier ministro del evangelio, se convertir en palabra de Dios y reflejar la voluntad divina, en la medida que el predicador se cia al mensaje contenido en la palabra escrita en la Biblia.

    Existe una gran discusin entre los telogos liberales y los conservadores con res-pecto a si la Biblia es la palabra de Dios, o si slo la contiene. Mientras la posicin li-beral defiende que la Biblia contiene la Palabra de Dios mezclada con las palabras de los hombres, la posicin ms conservadora sostiene que la Biblia es la palabra de Dios, llegando algunos a afirmar que hay que aceptarla literalmente, con puntos y comas, desde el en hasta el amn, esto es, desde la primera palabra del Gnesis hasta la ltima del Apocalipsis.

    Sin embargo, conviene sealar que cuando decimos que la Biblia es la palabra de Dios no estamos afirmando que Dios ha hablado cada una de las palabras que contie-ne. De hecho hay palabras que han sido dichas por Dios; otras fueron dichas por n-

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    geles; otras por los escritores humanos, inspirados por Dios; otras por enemigos de Dios, otras por los propios demonios, e incluso otras por animales irracionales como en el caso del asna de Balaam (Nm. 22:2830) y de la serpiente en el Edn (Gn. 3:15). Lo que queremos decir es que, detrs de todas ellas, se encuentra Dios dndonos el mensaje que l quiere hacernos llegar.

    Karl Barth, uno de los principales telogos neoortodoxos del siglo XX, (corriente teolgica que, rechazando la doctrina racionalista del siglo XIX, mantiene las doctri-nas tradicionales, pero reinterpretndolas teniendo en cuenta los adelantos cientfi-cos, los descubrimientos arqueolgicos y los estudios bblicos y hermenuticos de los ltimos tiempos) defiende que la Biblia es la palabra de Dios para el lector que, al leer-la, reconoce y acepta que Dios le est hablando directa y personalmente a l. En este caso, y slo en este caso, las palabras de los escritores bblicos se convierten en la pa-labra de Dios, puesto que l est hablando al hombre a travs de la palabra escrita. En este caso, el hombre [Pag. 17] reacciona positiva o negativamente al mensaje de Dios.

    Algunos eruditos modernos, siguiendo al telogo alemn Rudolf Bultmann, hablan de la necesidad de desmitificar, o desmitologizar la Biblia, diciendo que sta contiene gran cantidad de mitos por haber sido escrita en tiempos antiguos, poco rigurosos en el aspecto cientfico y en los que se utilizaron expresiones y figuras literarias que resultan inaceptables en nuestro tiempo. Sobre este tema debemos hacer tres obser-vaciones que pueden sernos tiles:

    La primera es sealar que cuando estos eruditos hablan de mitos en la Biblia, hay que entender ese trmino en el sentido teolgico en el que ellos lo usan, y no en el sentido tradicional y popular de algo ficticio inventado por los hombres. Para Bult-mann y sus seguidores, un mito es una verdad doctrinal presentada en un lenguaje literario que la hermosea y la hace comprensible a los lectores. Estos telogos no sue-len negar la verdad existente, pero rechazan el ropaje literario en el que la verdad se halla envuelta. Por ejemplo, al leer en la Biblia el relato de la cada de nuestros prime-ros padres en el paraso, dicen que la verdad consiste en que Adn y Eva pecaron des-obedeciendo a Dios; pero el relato bblico que describe al diablo tentndolos a comer una fruta, afirman ser un mito. La enseanza expuesta en el captulo tercero del Gnesis es que el hombre pec. La forma de presentar esa enseanza es un mito que no hay que interpretar literalmente.

    La segunda observacin consiste en sealar que la Biblia contiene la revelacin de Dios para todos los hombres en todas las pocas. La Biblia fue escrita hace muchos siglos en un lenguaje que poda ser entendido y aceptado por los contemporneos de los escritores sagrados. Si stos hubiesen escrito sus libros con la rigidez cientfica requerida por los hombres del siglo XX, su lectura hubiese resultado incomprensible para sus contemporneos y para los hombres de las pocas anteriores a la nuestra. Por ello, tanto los eruditos bblicos, como los telogos y los predicadores de todos los tiempos, tienen la responsabilidad de reformular e interpretar las verdades bblicas que son eternas e inmutables, en el lenguaje comprensible al pueblo con el que viven. Este es uno de los grandes valores de las nuevas versiones de la Biblia y lo que ha pretendido obtener el equipo editorial de la Reina-Valera Actualizada, presentado el mensaje de siempre en el lenguaje de hoy.

    La tercera, y la ms importante de las observaciones, es sealar que, aunque en la Biblia puedan haber relatos no expuestos cientficamente, as como figuras y expre-

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    siones retricas extraas a la cultura del siglo XX, las verdades esenciales que contie-ne estn expuestas de tal manera que lo mismo los sabios que los incultos entienden su verdadero significado. Todo lector sincero y libre de prejuicios comprende lo que quiere decir que Dios es el creador de todo cuanto existe; que Dios es un padre de amor, que nos perdona y recibe cuando vamos a l arrepentidos; que todos los hom-bres han pecado y necesitan arrepentirse; que Cristo Jess vino al mundo y muri en una cruz para salvar a los pecadores; que l resucit al tercer da y est intercediendo por su pueblo, que es la iglesia; y que un da regresar de nuevo a la tierra para juz-gar a los hombres, dndoles una recompensa o un castigo eternos de acuerdo a cmo hayan vivido. Estas [Pag. 18] verdades, que resumen la esencia de la Biblia, son com-prensibles para todos los hombres, en todos los tiempos y en todos los lugares.

    Hay que sealar que, aunque debemos amar la Biblia, considerndola como un verdadero tesoro, leyndola con gran devocin y estudindola con espritu de oracin, no debemos convertirnos en biblilatras, considerando la Biblia como un fin en s misma, sino como un medio adecuado que nos conduce a Dios. El telogo Emil Brun-ner, neoortodoxo y suizo como Barth, a la vez que contemporneo suyo, ridiculiza a quienes, rechazando al Papa de Roma, convierten la Biblia en un Papa de papel.

    La Biblia no llama la atencin hacia s misma, ni se nos presenta en ninguna parte como el objeto de nuestra fe, sino que, a la vez que nos indica que su mensaje provie-ne de Dios, ella se convierte en un sealizador que nos ayuda a dirigir nuestra fe hacia ese Dios vivo que se revela a travs de sus pginas y que se encarna en la per-sona de Jesucristo para reconciliar al mundo consigo mismo (2 Cor. 5:19). La Biblia es como ese letrero que encontramos en medio de una carretera indicndonos la di-reccin que debemos seguir para llegar a nuestro destino. El letrero no es el punto final de nuestro viaje, sino la ayuda que necesitamos para llegar sin equivocarnos a nuestro destino.

    La Biblia demuestra su inspiracin divina en la presentacin de su mensaje. Tanto en el AT como en el NT, la Biblia ensea claramente que el mensaje proclamado es la palabra de Dios.

    Antiguo Testamento. Los escritores sagrados, y muy concretamente los profetas, afirman que ellos transmiten lo que Dios les revela. Moiss afirm que l hablaba lo que Dios le deca (Exo. 24:4). Cerca de 100 veces aparece en el Pentateuco la frase Dios habl a Moiss, diciendo; y a continuacin Moiss escribi lo que Dios le haba dicho. Lo mismo sucedi con Josu (Jos. 4:15), Samuel (1 Sam. 15:10) y otros, quie-nes escribieron lo que Dios les deca.

    Los profetas hablaron con la plena conviccin de hacerlo bajo la inspiracin directa de Dios. Ms de 200 veces encontramos en boca de los profetas frases como estas: La palabra de Jehovah vino a m, diciendo; od la palabra del Seor; Dios habl diciendo; as dice el Seor. Otras veces las Escrituras ensean que el Espritu de Dios vino o cay sobre los profetas, o que ellos recibieron la Palabra de Dios y se sintieron impeli-dos a comunicarla. As sucede en Isaas 8:11, Jeremas 1:29 y Ezequiel 1:3. Hay 16 profetas que afirman haber hablado bajo la direccin divina. En Exodo 7:1 se ensea que el profeta es una persona que habla en nombre de Dios al pueblo de su tiempo; o, dicho de otra manera, que trae las palabras de Dios a los hombres a los que se dirige (Exo. 4:22; Jer. 1:9).

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    Algunas personas tienen un concepto equivocado, creyendo que un profeta es al-guien que adivina el futuro. Quien adivina el futuro es un adivino. El profeta, sin em-bargo, tiene la misin de declarar la voluntad de Dios a las personas a las que se diri-ge. Slo debido al hecho de que existan profetas falsos, que afirmaban lo que Dios no les haba revelado, es que, algunas veces, los profetas verdaderos anuncian el cum-plimiento de tal o cual suceso para que, cuando ste se [Pag. 19] cumpla, las perso-nas recuerden el vaticinio y reconozcan que el profeta que lo predijo era verdadero y proclamaba lo que Dios le haba revelado. De aqu que las predicciones tuvieran que tener su cumplimiento poco tiempo despus de haber sido anunciadas.

    Algunas veces, y as acontece en algunas profecas mesinicas, las palabras del profeta pueden tener una doble proyeccin: la primera tiene una aplicacin inmediata para sus contemporneos; y la segunda se cumplir a la llegada del Mesas, siendo posible que el alcance de esta segunda proyeccin nunca haya pasado por la mente del profeta. Un ejemplo de esta clase de profeca la encontramos en el libro de Isaas, cuando el rey Acab no quiere pedir al profeta una prueba que le asegure de que ste habla en nombre de Dios, y ante la negativa del rey, Isaas le da la prueba, diciendo: El mismo Seor os dar la seal: He aqu que la virgen concebir y dar a luz un hijo, y llamar su nombre Emanuel (Isa. 7:14). Esta profeca se cumpli unos aos despus de pronunciada, ya que tena que ver con la desaparicin de los reinos de Siria e Israel que, con sus reyes Rezn y Pcaj, quisieron convencer al rey de Jud, Acab, para que se les uniera contra Asiria. El profeta dice al rey Acab que no tenga miedo, pues antes de que el nio que va a nacer de la mujer que an es virgen sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, es decir, alcance el uso de la razn, la tierra de esos dos reyes ser abandonada (Isa. 7:16). La segunda aplicacin de la profeca tuvo lugar cerca de 800 aos despus de pronunciada, cuando en Beln de Jud naci Jess. El evangelista Mateo afirma: Todo esto aconteci para que se cumpliese lo que habl el Seor por me-dio del profeta, diciendo: "He aqu, la virgen concebir y dar a luz un hijo, y llamarn su nombre Emanuel" (Mat. 1:22, 23).

    Nuevo Testamento. En los das de Jess los judos posean un conjunto de 39 li-bros considerados como inspirados, que estaban catalogados en tres grupos: Ley, Pro-fetas y Escritos Sagrados. Estos libros eran considerados como graf, es decir, Escri-tura, o las Escrituras (Rom. 9:17; Luc. 24:27), a las que a veces se les aada el califi-cativo de santas o sagradas (Rom. 1:2, 2 Tim. 3:15). Estos libros son los que com-ponen lo que conocemos como el Antiguo Testamento. El NT, compuesto por otros 27 libros, fue escrito despus de la muerte de Cristo, entre los aos 65 y 100 de nuestra era. Veamos en qu concepto tenan Jess y los apstoles los libros que constituan la Biblia en su tiempo.

    Jess demostr siempre una gran reverencia y un profundo respeto hacia las Es-crituras, a las que apelaba para apoyar sus argumentos. En Juan 10:35 dijo que la Escritura no puede ser anulada. Hablando de s mismo, afirm que no haba venido para abrogar la Ley o los Profetas, sino para darles cumplimiento, y aadi que ni si-quiera una jota, ni una tilde pasar de la ley hasta que todo haya sido cumplido (Mat. 5:17, 18). En presencia de sus adversarios afirm que la causa de su incredulidad era que no conocan las Escrituras (Mat. 22:29). Y al querer demostrar que l era el en-viado de Dios, les dijo: Escudriad las Escrituras, porque... ellas son las que dan testi-monio de m (Juan 5:39). Para Jess una cita de las Escrituras era el fin de cualquier controversia. Decir as [Pag. 20] est escrito era como decir as dice el Seor. De esta manera refut las tentaciones del diablo en el desierto (Mat. 4:410; Luc. 4:4, 8). En Juan 14:26 leemos que Jess prometi a sus discpulos que cuando l se marcha-

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    se les enviara al Consolador, el cual les enseara todas las cosas y les recordara to-do lo que l les haba dicho. Esta promesa se cumpli el da de Pentecosts y, desde entonces, los discpulos hablaron convencidos de que sus palabras eran las palabras de Dios (1 Tes. 2:13) y se sentan seguros de que su testimonio era el testimonio de Dios (1 Jn. 5:912).

    Pedro nos dice en Los Hechos 1:16 que era necesario que se cumpliesen las Escritu-ras, en las cuales el Espritu Santo habl de antemano por boca de David acerca de Ju-das... En Los Hechos 3:18 afirma que lo que le haba acontecido a Cristo es el cum-plimiento de lo que Dios haba anunciado de antemano por boca de todos los profetas. Expone la misma idea al escribir que ninguna profeca de la Escritura es de interpreta-cin privada; porque jams fue trada la profeca por voluntad humana; al contrario, los hombres hablaron de parte de Dios siendo inspirados por el Espritu Santo (2 Ped. 1:20, 21). En este mismo captulo, en los versculos precedentes, afirma que la voz de la profeca es ms cierta que lo que l, Pedro, experiment en el monte de la transfigura-cin, cuando Jess recibi la visita de Moiss y Elas, escuchndose una voz del cielo que deca: Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia. A l od (Mat. 17:5). In-dudablemente, el Apstol jams podra dudar de lo que en aquella extraordinaria oca-sin haba visto y odo; pero afirma que ms cierto an que lo que vio y oy era la re-velacin de Dios provista en las Escrituras (2 Ped. 1:1719).

    Pablo tena la plena conviccin de que al proclamar su mensaje estaba presentan-do la Palabra de Dios. En 1 Tesalonicenses afirma: Damos gracias a Dios sin cesar; porque cuando recibisteis la palabra de Dios que osteis de parte nuestra, la aceptas-teis, no como palabra de hombres, sino como lo que es de veras, la palabra de Dios (2:13). En Glatas 1:11, 12 escribe: Os hago saber, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por m no es segn hombre... sino por revelacin de Jesucristo. Y en el im-portante pasaje de 2 Timoteo 3:16 enfatiza que la Escritura es una revelacin directa de Dios. Tanto si el trmino griego pasa se traduce por toda, como si se traduce por cada, el significado viene a ser el mismo; pues toda da la idea de la totalidad de las Escrituras; mientras que, cada indica que cada una de sus partes ha sido inspirada.

    La Biblia muestra su inspiracin divina en el cumplimiento de las profecas. Dios que es, a la vez, fiel y poderoso hace que todo cuanto ha sido vaticinado por reve-lacin suya se cumpla a su debido tiempo. Se dice que dos tercios de la Biblia se componen de profecas. Slo una pequea parte de ellas se ha cumplido hasta el pre-sente; pero las que han tenido cumplimiento demuestran que el resto tambin se cumplir. Estas profecas fueron hechas en relacin a sucesos, lugares y personas; pero donde ms claramente se ve su cumplimiento es en su relacin con la persona de Jesucristo, el Mesas, de quien hablaron los grandes profetas del siglo VIII a. de J.C., Isaas, Oseas y Miqueas, as como los salmistas. Son muchas las profecas hechas so-bre el nacimiento e [Pag. 21] infancia de Jess, igual que sobre las ltimas horas de su vida. Como ejemplo de su exacto cumplimiento, mencionaremos slo unas pocas, tal como las presenta Carlos Neal en su obra La Inspiracin de la Biblia.

    1. Profecas sobre el Nacimiento e Infancia de Jess:

    Concebido por una virgen, Isaas. 7:14; cumplida en Mateo 1:18, 2325.

    Nacera en Beln, Miqueas 5:2; cumplida en Mateo 2:1.

    Sera visitado por magos, Salmo 72:10; cumplida en Mateo 2:112.

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    Sera llamado de Egipto, Oseas 11:1; cumplida en Mateo 2:15.

    2. Profecas sobre la Muerte y Pasin de Jess:

    Le herirn en la mejilla, Miqueas 5:1; cumplida en Lucas 22:64.

    Le escupirn en la cara, Isaas 50:6; cumplida en Mateo 26:67.

    Le horadarn manos y pies, Salmo 22:16; cumplida en Juan 20:2427.

    Le pondrn entre malhechores, Isaas 53:12; cumplida en Marcos 15:27, 28.

    Le sepultarn con los ricos, Isaas 53:9; cumplida en Mateo 27:5760.

    Hay unas 30 profecas sobre su arresto, juicio y muerte que se cumplieron literal-mente en las ltimas 24 horas de su vida. Estas y muchas otras profecas hechas con tantsima antelacin, y que tuvieron un exacto cumplimiento en la persona de Jess, ponen de manifiesto la inspiracin divina en las personas que las proclamaron. Es curioso notar cmo el evangelista Mateo cita frecuentemente pasajes del AT para de-mostrar que Jess era el Mesas que llevaba a cabo en s mismo el cumplimiento de las antiguas profecas. Segn el erudito Carlos H. Dodd, uno de los puntos esenciales sobre los que giraba la predicacin apostlica, tal como se ve en los Los Hechos de los Apstoles, era demostrar que las profecas se haban cumplido. De aqu su nfasis en declarar que Jess naci, muri y resucit, segn estaba anunciado en las Escrituras.

    Considerando lo que hemos dicho, podemos finalizar este estudio con la misma conclusin a la que lleg Juan Wesley, y que es citada por Carlos Neal en su libro an-tes mencionado, al decir: La Biblia debe ser la invencin de hombres buenos o de n-geles; de hombres malos o de demonios; o de Dios. No pudo ser la invencin de hom-bres buenos o ngeles, porque ellos no querran ni podran escribir un libro de tal cla-se mintiendo todo el tiempo, al decir as dice el Seor, cuando todo era de su propia invencin. No pudo ser la invencin de hombres malos o de demonios, porque ellos no querran ni podran escribir un libro que manda todo deber, prohibe todo pecado y condena sus almas al infierno para siempre. Por lo mismo, saco la consecuencia de que, forzosamente, este libro nos vino de Dios por inspiracin.

    La Biblia es, pues, el libro inspirado por Dios, en el que encontramos el mensaje que l dirige a los hombres. Para nosotros es la autoridad final en materiales de fe y conducta. Tal vez haya cosas que no entendamos; pero hay suficientes cosas que s entendemos para conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas. Lemosla! Conoz-cmosla! Practiqumosla! y distribuymosla a otras personas!

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    [Pag. 22]

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    EXODO Exposicin

    Andrs Glaze

    Ayudas Prcticas

    Francisco Almanza

    Andrs Glaze

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    [Pag. 25]

    INTRODUCCION EL TITULO

    Para Israel las primeras palabras del texto formaban el ttulo de sus libros canni-cos. Al segundo libro del Pentateuco lo designaron como Y estos son los nombres (weeleth shemoth). A veces, lo llamaba simplemente nombres (shemoth). El nombre Exodo lleg por medio de la versin griega de la LXX (cerca de 250 a. de J.C.) que us el trmino (exodos) en la traduccin de 19:1. Consecuentemente, se lo pusieron como ttulo o tema principal, porque corresponda adecuadamente al contenido de la primera parte narrativa del libro. En la traduccin al latn, la Vulgata, hecha por Je-rnimo, la palabra exodus fue usada para salida, y as el ttulo fue transmitido a las versiones modernas.

    EL CONTENIDO

    Si se aplicara estrictamente el significado del ttulo, el libro terminara con la llega-da del pueblo al monte Sina (Exo. 19). Sin embargo, en l se incluye el establecimien-to del pacto con sus responsabilidades, y se agregan los detalles referentes a la cons-truccin y mantenimiento del tabernculo, o el culto.

    El libro es una continuacin de la narracin patriarcal de Gnesis. Aunque se ve la declinacin del fervor espiritual del pueblo, todava rigen las promesas hechas a Abram y el propsito divino de redimir al mundo por medio de l (Gn. 12:13). En Exodo se desarrolla el significado del pacto hecho con Abraham y renovado con Isaac y Jacob (ver Gn. 12:13, 7; 15:18; 22:17, 18; 26:3, 4; 35:12); adems, se demuestra el crecimiento de la familia patriarcal hasta su constitucin nacional en Sina.

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    Al comienzo del libro, unos 400 aos despus de la poca de Jos, el pueblo se en-cuentra en Egipto duramente oprimido (Exo. 12:40). Entonces llega el momento deci-sivo cuando se han de cumplir los designios del Seor. Se ve la providencia divina desde el nacimiento de Moiss hasta la llegada del pueblo a Horeb, el monte de Dios. El libertador de Israel no es Moiss sino Jehovah; sin embargo, la sombra del instru-mento humano llena las pginas de todo el libro.

    Despus del llamamiento de Moiss, se presenta el conflicto entre Jehovah y el fa-ran: Se trata de la cuestin, quin de los dos es Dios? Las plagas son demostracio-nes irrefutables del seoro de Jehovah sobre el universo. En el relato dramtico de la muerte de los primognitos de los egipcios, se siente la angustia y el terror de ellos y la proteccin para el pueblo de Israel cuando se establece la Pascua. Sin duda, Jeho-vah es Dios!

    En el viaje a Sina se ve la mano providencial de Dios, y en el momento culminante aparece el Seor en una teofana. Se le ofrece al pueblo el pacto, y se promulga el de-clogo, la ley divina. Adems, se agregan aspectos bsicos de la legislacin civil y fi-nalmente se dan las instrucciones iniciales referentes al culto de adoracin.

    [Pag. 26] EL EXODO Y EL PENTATEUCO

    El Pentateuco no es una coleccin de cinco libros diferentes, sino que es una uni-dad literaria dividida en cinco tomos. Realmente es la introduccin a una historia hebraica ms larga que cubre nueve tomos, desde Gnesis a 2 Reyes. Comienza con la creacin del mundo y termina con la destruccin de Jerusaln. La historia es interpre-tada teolgicamente desde la creacin y la entrada del pecado (Gn. 13) hasta la ca-da de Jerusaln y cautividad de Jud (2 Rey 25). En cuanto al pueblo, es juzgado a la luz del cdigo deuteronmico y as se explica el fracaso nacional de 587 a. de J.C.

    El Pentateuco, entonces, pone a Israel dentro del propsito salvfico de Dios, y cla-rifica su papel como instrumento en el plan universal de la redencin divina (ver Gn. 12:13 y Exo. 19:38). En l se presenta la historia desde la creacin (Gn. 12) hasta las vsperas de la entrada a Canan (Deut. 34). En los primeros captulos de Gnesis, adems de la creacin, se presenta la naturaleza del pecado (Gn. 3), tanto como el juicio y la misericordia redentora del Seor (Gn. 49). Despus se incluyen los orge-nes de la gente semita, la eleccin de Abram y la historia patriarcal (Gn. 1050). El libro de Gnesis expone la necesidad de la redencin; explica la eleccin de Abram y sus descendientes como instrumentos en el plan redentor universal, y demuestra la funcin del Pacto que el Seor ofrece a los elegidos.

    Los libros de Exodo y Levtico tratan de la formacin histrica del pueblo del Pacto (Exo. 118), y la estructura teocrtica de la nacin con instrucciones religiosas y so-ciales (Exo. 19Lev. 27). A stos se agregan los dos ltimos libros del Pentateuco: Nmeros y Deuteronomio. En el primero se interpreta la historia primitiva de unos treinta y ocho aos del pueblo del pacto durante sus peregrinaciones desde Sina has-ta Moab. El ltimo es una exhortacin a la fidelidad al Pacto. En l se incluyen un re-paso histrico (Deut. 14), el significado del Pacto (Deut. 511), el cdigo deuteron-mico (Deut. 1226), las sanciones (maldiciones y bendiciones) del Pacto (Deut. 2730) y la conclusin: La instalacin de Josu, la cancin y las bendiciones de Moiss y la muerte y el entierro de Moiss (Deut. 3134).

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    El Pentateuco se divide en tres perodos: desde la creacin hasta Sina, la estada en Sina y desde Sina hasta el ro Jordn en tierra de Moab. Es clara la preocupacin bblica con la realidad histrica.

    A la luz de la naturaleza histrica de la revelacin bblica, el entendimiento de la ley en Israel tambin fue determinado por su concepto de la historia. Tal como la Bi-blia presenta el pecado y la salvacin como realidades, y no ilusiones, la constitucin del pueblo fue un hecho histrico realizado por la actividad de Jehovah, el Seor de la historia. Era Dios personal e histrico, y el pueblo fue un producto de su misericordia. Unicamente el Dios verdadero pudo haber elegido a un pueblo esclavo y haberlo libra-do de la mano de la nacin ms poderosa del mundo de la poca. Adems, nicamen-te una revelacin histrica de las leyes divinas poda explicar la naturaleza de una le-gislacin tan elevada que form la base de un pueblo recientemente librado de la es-clavitud. La legislacin sobrepas cualquier proceso evolutivo de un pueblo en forma-cin. Es evidente que el Pentateuco forma una parte integral en la teologa bblica, y el libro de Exodo ocupa una parte vital en el seno de ste. El estudio de Exodo no debe ignorar la unidad histrica, literaria, estructural, y teolgica del Pentateuco. A la vez, su lugar en el contexto bblico est asegurado.

    [Pag. 27] LA PATERNIDAD LITERARIA DEL EXODO Y DEL PENTATEUCO

    La unidad literaria del Pentateuco, tanto como su propsito teolgico, involucran un anlisis ms amplio que simplemente un estudio de la paternidad literaria del libro de Exodo; sin embargo, los dos elementos tienen una relacin recproca. Un anlisis detallado de la composicin literaria del Pentateuco sera un estudio largo y con opi-niones variadas entre los eruditos. No obstante, debido a la relacin integral de Exodo con el Pentateuco, se debe analizar el problema brevemente sin juzgar a los que pre-sentan teoras diferentes a la ofrecida en este estudio.

    Es imperativo usar la evidencia bblica ofrecida, aunque a veces el propsito teol-gico de un escrito no incluye datos documentales de fuentes literarias ni de fechas cronolgicas. A pesar de su base histrica, los relatos bblicos enfatizan los hechos y su significado teolgico ms que sealar el instrumento humano que ha preservado la verdad. La realidad histrica preserva la integridad del relato; los autores bblicos no emplean mitos ni falsifican sus informes. Sin embargo, no se encuentra en el AT una documentacin como la exigida por la historiografa moderna. Con todo, esta falta no se refleja negativamente en la calidad de su historia. La base para la autoridad bblica se encuentra en Dios, y no en un autor humano. La inspiracin divina es la que hace la diferencia, y si el Seor quiso indicar la mano humano por la cual vino el escrito, bien! Si quiso preservar su revelacin por medio de manos desconocidas, la verdad es de l! No obstante, para ayudar en la interpretacin, conviene acercarse lo ms po-sible al contexto histrico.

    Adems de considerar la historia bblica digna de confianza, otro supuesto impor-tante en la consideracin de la paternidad literaria del Pentateuco es el valor de la re-velacin especial en la formacin del pueblo de Dios. Lo singular, o lo distinto, de la religin de Israel no puede ser explicado simplemente mediante un estudio comparati-vo de las religiones antiguas del Cercano Oriente. La observacin no rechaza el valor del estudio comparativo. Hay elementos similares que resultan de culturas comunes; sin embargo, no son stos sino las diferencias que son llamativas y requieren aten-cin. Se las explica mejor si se cree en una revelacin divina. Si se acepta la verdad de la accin divina en el mundo, no es sabio rechazar automticamente la presencia de lo

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    sobrenatural. El estudio moderno puede desenredar muchos detalles oscuros, pero, a la vez, se debe considerar seriamente en el estudio la intervencin directa de Dios. Lo milagroso es todava una parte de la intervencin divina. La salvacin personal y la presencia del Seor con los suyos son casos que ilustran esto.

    El testimonio bblico indica una fuerte influencia de Moiss en la estructura litera-ria del Pentateuco. A l se le atribuyen escritos histricos (ver Exo. 17:14; Nm. 33:2), escritos legislativos (ver Exo. 24:4; 34:3, 4, 27; Deut. 27:13, 8; 31:9, 24) y escritos poticos (ver Deut. 31:22). Adems de sus escritos, se encuentran abundantes refe-rencias a su trabajo proftico en forma oral: De acuerdo con el mandato divino entre-gaba orculos tanto al faran como a Israel; le recordaba al pueblo su historia (ver Deut. 1:6 y adelante, etc.); lo exhortaba a la obediencia (ver Deut. 4:18, etc.); recapi-tulaba la ley (ver Deut. 4:44, 45, etc.), cantaba la gloria de Dios al pueblo (ver Deut. 32) y bendeca al pueblo pblicamente (ver Deut. 33). Adems de la evidencia interna del Pentateuco, los escritores bblicos hacen referencia a Moiss como el autor de los libros que llevan su nombre (ver 2 Crn. 25:4; Esd. 6:18; Mar. 10:5; 12:26; Luc. 20:37; 24:44; Juan 5:4547, 7:19, etc.).[Pag. 28]

    Antes de la poca de la crtica moderna de la Biblia, en general se le daba a Moiss el honor de ser el autor humano del Pentateuco. Hoy, a la luz de los estudios contem-porneos, algunos tienen reticencia para aseverar esto tan firmemente, pero sin em-bargo podemos hacer estas observaciones: (1) El idioma y las costumbres encontrados en el Pentateuco no excluyen un perodo de composicin en Egipto (ni lo comprue-ban). (2) Durante la poca de Moiss el escribir era posible para los hebreos. (3) El monotesmo, de cierto tipo y por un corto perodo, fue practicado en Egipto antes de Moiss. (4) Existan detallados cdigos legales semticos antes del perodo del gran le-gislador hebraico.

    Adems de la influencia de Moiss, existen otros textos que implican que hubo otros que participaron en la formacin del texto original del Pentateuco, o por lo me-nos reflejan algo del proceso editorial de su transmisin. Para que haya un mejor en-tendimiento de la observacin, conviene analizar los textos sobresalientes.

    En primer lugar, en el Pentateuco se encuentran elementos posteriores a la poca de Moiss: (1) Se incluye el relato de la muerte y sepultura de Moiss (Deut. 34). (2) Se repite la frase hasta el da de hoy (Gn. 35:20; Deut. 3:14; 10:8). (3) Se indica que la poca patriarcal era antes que hubiese rey de los hijos de Israel (Gn. 36:31; recurde-se que pasaron doscientos aos entre Moiss y Sal, el primer rey de Israel). (4) Se indica en Gnesis 14:14 que Abram sigui a los apresadores de Lot, su pariente, hasta Dan. Sin embargo, Jueces 18:29 indica que el nombre Dan fue puesto en la poca de los jueces y que antes la ciudad se llamaba Lais. Es evidente que el nombre Dan fue puesto aos despus de la muerte de Abram y de Moiss. (5) Otro problema similar se encuentra en el nombre Hebrn al comparar los textos de Gnesis 13:18; 23:2 y 37:14 con Josu 14:15; 15:13 y Nmeros 13:22. (6) El nombre filisteos se emplea en Gnesis 26:1, durante la poca patriarcal. Pero la historia nos habla de una ocupacin filistea de la tierra de Canan que ocurri despus del ao 1200 a. de J.C., lo cual hace una diferencia de unos 700 aos entre el hecho y la llegada de los filisteos a Palestina. Adems, llegaron despus de la muerte de Moiss.

    En segundo lugar, se presenta el problema del estilo literario. El Pentateuco mismo no dice que Moiss escribi todo lo encontrado en los cinco libros. Adems, se encuen-

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    tra el uso comn de la tercera persona intercalada con la primera persona (ver Exo. 6:26, 27; Nm. 33:2; el libro de Deuteronomio).

    En tercer lugar, se observa que las descripciones de Moiss encontradas en el Pen-tateuco no parecen ser lo que l hubiera dicho acerca de s mismo, sino que son eva-luaciones vlidas hechas por otro. En Exodo 11:3 se encuentra que Moiss era consi-derado como un gran hombre en la tierra de Egipto, tanto a los ojos de los servidores del faran, como a los ojos del pueblo. Adems, de Nmeros 12:3 se agrega que Moiss era un hombre muy manso, ms manso que todos los hombres que haba sobre la faz de la tierra. En Deuteronomio 34:10, 11 se escribe: Nunca en Israel se levant otro profeta como Moiss, a quien Jehovah conociera cara a cara. Nadie fue como l... No se duda de los informes de las virtudes indicadas acerca de la persona y obra de Moiss; sin em-bargo, es vlido levantar una pregunta: Fueron hechas estas evaluaciones por Moiss acerca de s mismo, o por otra persona acerca de l?

    Otro problema encontrado por el estudio moderno trata del uso de los nombres hebraicos de Dios, Elohim y Jehovah (Yahweh). Se ha notado el uso casi exclusivo de uno u otro de los nombres en bloques de material con estilos literarios [Pag. 29] dife-rentes. Por lo tanto, algunos han deducido que esto es indicio de documentos anti-guos que existan independientemente. Se los denomina E por el uso de Elohim, y J por el uso del nombre Jehovah (ver Gn. 1:12:4a donde se emplea Elohim 35 veces; Gn. 12:116:16 usa Jehovah; Gn. 33:150:26, emplea El o Elohim, etc.). Adems, se han notado otros dos documentos de estilo particular que se han desig-nado con los signos P (material sacerdotal), y D (Deuteronomio). Algunos, como Graf y Wellhausen, sugirieron que la unin de los documentos se hizo durante el perodo del cautiverio babilnico y que en aquel entonces se form lo que ahora es el Pentateuco.

    Adems del uso de los nombres para Dios, se ha notado que el hecho de encontrar relatos dobles, o paralelos, es otra evidencia a favor de la teora documental. (Ver dos relatos de la creacin en Gn. 1 y 2; hay explicaciones dobles para el nombre Isaac, Gn. 17:1521; 21:17; existen dos relatos de los Diez Mandamientos, Exo. 20 y Deut. 5; se encuentran dos nombres para el suegro de Moiss, Exo. 2:18 y 3:1; hay dos rela-tos sobre el nombre Israel, Gn. 32:28 y 35:10, etc.)

    Otro problema notado trata del material legal. Como ilustraciones, se sealan: una diferencia en las indicaciones del lugar para el sacrificio (Exo. 20:24, 25, en cualquier lugar, y Deut. 12:27, el lugar central); aparentemente hay tres cdigos legales bsicos que a veces difieren en detalles (el Libro del Pacto, Exo. 2123; el Cdigo Deuteron-mico, Deut. 1226, y el Cdigo Sacerdotal, Lev. 116); existen diferencias en las leyes sobre la esclavitud (Exo. 21:26; Deut. 15:1217; Lev. 25:3942); las instrucciones para el sacerdocio no estn de acuerdo, pues los sacerdotes deben ser de toda la tribu de Lev (Deut. 18:1) pero se especifica solamente a Aarn y a sus hijos (Nm. 18:17); hay dos indicaciones de la edad de servicio para los sacerdotes (Nm. 4:3 indica 3050 aos, y Nm. 8:24, 25 dice 2550 aos).

    Al estudiar cuidadosamente los problemas presentados contra la paternidad de Moiss del Pentateuco, parece que algunos son creados artificialmente, mientras que otros podran ser entendidos por el uso hebraico del paralelismo o repeticin. Tam-bin, es posible que algunos pueden referirse a dos eventos diferentes. Todava restan algunos que requieren una consideracin seria.

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    Antes de sugerir una solucin posible al problema de la paternidad literaria del Pentateuco, se deben descartar algunos supuestos negativos de la escuela crtica do-cumentaria del siglo pasado. Esta escuela consideraba que la historia era indigna de confianza en muchos lugares. Adems, postulaba que la mayora de las leyes del Pen-tateuco eran de pocas despus de Moiss. En cuanto al monotesmo, se lo considera-ba un producto del movimiento proftico del siglo VIII antes de Cristo. As que la reli-gin hebraica era presentada como un producto del desarrollo evolucionario y, conse-cuentemente, Moiss no pudo ejercer todas las funciones que se le atribuyen.

    Desafortunadamente los eruditos de aquella poca no tuvieron la ventaja de la luz que la arqueologa moderna ha arrojado sobre el pasado. Aunque se desarroll una teora consistente y lgica dentro de los supuestos aceptados, se los ha refutado bsi-camente. Ahora la hiptesis de documentos unidos en el tiempo del cautiverio, teora que Graf y Wellhausen llevaron a su expresin clsica, no goza de apoyo general. Los estudios arqueolgicos demuestran un alto grado de confiabilidad histrica en las cos-tumbres y expresiones encontradas en los libros de Moiss.[Pag. 30]

    Adems, por medio de otros estudios, hoy es evidente que mucho del material en-contrado en Deuteronomio es ms antiguo que el siglo sptimo a. de J.C., y no se lo relega a un fraude piadoso como fue postulado en el siglo pasado. No es posible ex-plicar la religin de Israel como una marcha evolucionaria ascendente hacia los con-ceptos ms elevados de la vida. La revelacin directa debe ser considerada seriamente. Con todo, no se deben desvirtuar las contribuciones hechas por Moiss a la fe de Is-rael.

    Son dos las posiciones presentadas. Son incompatibles? Son antagnicas? Pare-ce que las dos tienen elementos fuertes de verdad que deben ser evaluados con mente abierta. Al aprovechar lo de valor de las dos posiciones, se aprecia la seriedad y la in-tegridad de los que son sus adherentes; sin embargo, debe cuidarse de no ser atrapa-do por ciertos supuestos incluidos en su presentacin. En realidad, al optar por una preferencia, se vuelve uno mismo ms vulnerable a la crtica del lado dejado. No obs-tante, sin entrar en una dialctica filosfica, se presentar lo que es una sntesis de las posiciones presentadas. Lo que gobierna el esfuerzo es presentar un anlisis que concuerda con el testimonio bblico y lo acertado de los estudios seculares.

    Al considerar el testimonio bblico se encuentra una fuerte influencia de Moiss en el Pentateuco que, por lo menos, forma el cuerpo inicial del libro de la ley: El escribi historia, recibi leyes divinas, era poeta y organiz al pueblo. Con su muerte, el libro de la ley pas a Josu (Jos. 24:26; comp 1:7). La siguiente vez que es mencionado en la Biblia es en la poca de Samuel (1 Sam. 10:25). Sin duda, con la estructura socio-lgica cambiante del pueblo hebreo, haba necesidad de tener una continua reinter-pretacin del material bsico. Evidentemente los redactores hicieron aclaraciones sin cambiar fundamentalmente el texto. Posiblemente, despus de la divisin del reino (922 a. de J.C.), los centros de culto religioso del Norte (Israel) y del Sur (Jud) sirvie-ron como lugares de preservacin del libro. Parece que quedaron fragmentos, o fuen-tes, en Jud (reino del Sur), donde se tena preferencia por el pacto con David, sin rechazar las dems revelaciones, y se inclinaban por el uso del nombre de Jehovah como su expresin favorita para Dios. En Israel (reino del Norte) la justificacin teol-gica miraba ms hacia el pacto hecho en Sina. Elohim era el nombre preferido para Dios. Ambos reinos consideraban a Abram como padre, y as preservaron todas las tradiciones. Los levitas se ocupaban con el material ms bien legislativo. El libro de Deuteronomio fue descuidado y perdido. Despus de la cada de Israel en 722 a. de

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    J.C., las tradiciones (fuentes) preservadas en el norte fueron tradas al sur, y comen-z el proceso de ponerlas en forma final. Isaas, en los caps. 612, tuvo una influencia grande en unir las dos tradiciones, el pacto condicional de Sina (Exo. 19) y el pacto sin condicin con David (2 Sam. 7). Finalmente, durante el cautiverio babilnico, des-pus de recobrar el libro perdido de Deuteronomio (626 a. de J.C.), el Pentateuco reci-bi su forma final y se termin la interpretacin de la historia del pueblo que se en-cuentra en los libros de Josu, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes. Con razn el pueblo llamaba al Pentateuco los libros de Moiss; los domina su fuerte influencia literaria, tanto como su influencia moral y poltica. La sombra dominante de su personalidad y obra est reflejada e interpretada en las pginas de Exodo a Deuteronomio. Adems de la contribucin literaria autntica de Moiss, algunos redactores desconocidos, inspirados por Dios, agregaron sus interpretaciones de su vida, hicieron aclaraciones geogrficas y explicaron unos textos antiguos para el mejor entendimiento del [Pag. 31] pueblo de Dios. Con ellos tenemos una deuda grande de gratitud por su obra.

    LA FECHA DE LA SALIDA DE EGIPTO

    Desafortunadamente el texto no aclara con certeza la fecha de la salida del pueblo de Egipto. No se indica el nombre del faran egipcio de la opresin, ni se ofrecen datos histricos concretos que ayuden a establecer la fecha con precisin. Consecuentemen-te, es difcil armonizar toda la evidencia indirecta, interna y externa, que trata con el tema.

    El libro de Exodo comienza unos cuatrocientos aos despus de la entrada de Ja-cob en la tierra egipcia (Gn. 15:3; Exo. 12:40). Ms tarde, la Biblia indica que se le-vant un faran que no haba conocido a Jos (Exo. 1:8). Quin fue? No se sabe con seguridad. Entonces, a falta de una respuesta bblica, es necesario buscar algn indi-cio por medio de un estudio breve de la historia egipcia y de la arqueologa.

    Cerca de 1570 a. de J.C. hubo un levantamiento nacional que expuls a una di-nasta extranjera, los hiksos, cuyos lderes haban gobernado Egipto por casi 200 aos. Los faraones de la nueva dinasta, la decimoctava, gobernaron hasta 1310 a. de J.C. Posiblemente con este levantamiento comenz la situacin desfavorable para Is-rael en Egipto, pues los hiksos eran asiticos de la raza semita como los israelitas. Sin embargo, durante esta nueva dinasta no se encuentra evidencia de que los gobernan-tes se preocuparan acerca de la poblacin israelita en el pas. El crecimiento de Israel no haba llegado a presentar un problema para la seguridad nacional. Por cierto, du-rante este perodo los egipcios utilizaban en obras de construccin a unos extranjeros llamados los habiru; sin embargo, como se lo analizar ms tarde, no parece que se tratara de los hebreos.

    El general Ramss tom el poder en Egipto en el ao 1310 a. de J.C. y estableci la dinasta decimonovena. Su hijo, Seti I (13081290 a. de J.C.) le sigui en el trono, y a su muerte rein el famoso Ramss II (12901224 a. de J.C.). De acuerdo con los datos histricos, bblicos y arqueolgicos, probablemente fue l el faran del xodo. Con el transcurso del tiempo comenz un perodo de opresin cruel que inclua el trabajo for-zado de la construccin de las ciudades almacenes de Pitn y Ramess (Exo. 1:11).

    Dnde estaban ubicadas las ciudades? Cundo fueron construidas? Los estudios arqueolgicos arrojan luz sobre las preguntas. En cuanto a la primera pregunta, pare-ce ahora, despus de muchos aos de debate, que se identifica a Pitn con un sitio antiguo situado cerca del lago Timsah en un valle que corre hasta el ro Nilo. Para la

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    otra ciudad, Ramess, la evidencia es aun ms clara: Se trata del sitio conocido hoy por el nombre Tanis. Es un lugar en el norte del pas, el Bajo Egipto, donde los hiksos tuvieron su capital, Avaris, que fue destruida y desocupada despus de la expulsin de stos cerca de 1550 a. de J.C., quedndose as hasta su reedificacin por Ramss II (12901224 a. de J.C.). El nuevo gobierno egipcio ubic su capital en Tebas, al sur de la nacin, en Alto Egipto.

    Hay otro interesante informe arqueolgico, aunque indirecto, por medio de la estela del faran Merneptah (12241216 a. de J.C.), el sucesor de Ramss II. Un escrito del quinto ao de su reinado indica que Israel ya haba entrado en la tierra de Canan. Dice: El pueblo de Israel est desolado; no tiene prole. Palestina est viuda por Egip-to (es decir, no tena poder para protegerse contra Egipto). Por lo menos hay eviden-cia externa de la presencia de Israel en Palestina cerca del ao 1220 a. de J.C.[Pag. 32]

    De acuerdo con lo presentado, una reconstruccin del perodo histrico podra ser la siguiente: El faran de la opresin era Seti I (13081290 a. de J.C.), de la Dinasta XIX; el faran del xodo sera Ramss II (12901224 a. de J.C.), y el primer faran que hace referencia a Israel en Palestina fue Merneptah (12241216 a. de J.C.). La teora indica una fecha para la salida del pueblo de Egipto entre 1290 y 1280 a. de J.C.

    La fecha est de acuerdo con Exodo 1:11 y concuerda arqueolgicamente con los datos bblicos acerca de la ruta tomada por Israel hasta el ro Jordn. Adems, no presenta conflicto con la evidencia arqueolgica de la conquista de la tierra prometida. No se encuentra evidencia arqueolgica de una ocupacin sedentaria de la zona de Edom (ver Nm. 20:1421, etc.) entre 19001300 a. de J.C. La evidencia indica que despus de 1300 a. de J.C. exista ah un reino organizado y fortificado. En cuanto a la conquista de Palestina (ver Josu), la evidencia del perodo indica una destruccin violenta de muchas ciudades cananeas tales como Debir, Laquis, Hebrn, Betel, Hazor y Egln. Unicamente los informes arqueolgicos de Jeric quedan dudosos, aunque esto no debilita la posibilidad de la teora. De acuerdo con esta posicin, la conquista de la tierra prometida ocurri durante el perodo de 12501200 a. de J.C.

    El texto bblico de 1 Reyes 6:1 presenta la dificultad mayor con la fecha de 12901280 a. de J.C. para la salida de Egipto: Aconteci que Salomn comenz a edificar la casa de Jehovah en el ao 480 despus que los hijos de Israel salieron de la tierra de Egipto,... que es el mes segundo, del cuarto ao del reinado de Salomn sobre Israel. De acuerdo con esto, el xodo debi haber ocurrido cerca del ao 1440 a. de J.C. Salo-mn inici la obra de construccin del templo alrededor del ao 962 a. de J.C. Esto pondra al xodo durante el reinado del faran Tutmosis III (14901435 a. de J.C.) y l mismo hubiera sido el faran de la opresin y del xodo. Por cierto, l fue un gran constructor de la Dinasta XVIII y uno de los ms grandes lderes militares en la histo-ria egipcia. Sin embargo, se encuentra un problema debido a que sus construcciones fueron en el Alto Egipto (al sur del pas), mientras que el texto bblico pone a Israel en el norte del pas en el delta del ro Nilo.

    Para sus construcciones, Tutmosis usaba esclavos y una gente llamada los habi-ru. Eran los habiru los hebreos? Probablemente no lo eran. El trmino habiru era usado para designar a mucha gente vagabunda de diferentes razas que no ocupa-ba ningn sitio permanentemente. El trmino es usado en este perodo en Mari, entre los hititas, en Ras Shamra y en Egipto. En tal sentido, los hebreos podran haber sido considerados habiru; sin embargo, es muy dudoso que el trmino se refiera nica-

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    mente a ellos. Bblicamente, el trmino hebreo se emplea como una identificacin de un israelita en contraste con una persona que no era de su raza, es decir, un extran-jero. Para sus compatriotas era un hijo de Israel.

    A la luz de la Biblia y de los estudios arqueolgicos, la evidencia ms fuerte en este momento para la fecha del xodo se inclina hacia 12901280 a. de J.C. Si fuese as, cmo se explican los 480 aos de 1 Reyes 6:1? Posiblemente son presentados en forma general de acuerdo con una tendencia semtica; el xodo ocurri doce genera-ciones antes del comienzo del templo. Si fue as, y con la consideracin de una gene-racin de cuarenta aos, se calculan los 480 aos.

    Para coordinar las indicaciones de los dos textos bblicos, Exodo 1:11 y 1 Reyes 6:1, se ofrece la siguiente observacin como una sugerencia: Posiblemente el texto ori-ginal de 1 Reyes 6:1 se refera a doce generaciones desde la [Pag. 33] salida de Israel de Egipto hasta el comienzo del templo de Salomn sin especificar los aos. Con el transcurso del tiempo, algn escriba, al copiar el texto, especific el nmero de aos, 480, de acuerdo con su clculo del promedio de aos de una generacin suya. Sin embargo, en la poca de Moiss y la de los jueces una generacin no duraba tanto; sera mejor considerarla ms bien como de 25 a 30 aos. Si fuese as, el clculo total de las doce generaciones pondra la fecha en la poca de Ramss II. Realmente, lo su-gerido es una especulacin, y hasta que haya mayor luz sobre el tema, la fecha queda-r oscura. Sin embargo, cualquiera de las dos fechas concuerda con el propsito bbli-co y con su historia verdica.

    EL TEXTO

    El texto de Exodo est generalmente bien conservado. Ofrece pocas dificultades in-terpretativas, aunque tiene algunos trminos muy especializados (ver caps. 2531 y 3540). Se han hallado ms de treinta fragmentos del libro de Exodo en las cuevas de Qumrn (ver los rollos del Mar Muerto) que datan de una poca inmediatamente ante-rior a la vida del Seor Jesucristo. Un estudio de stos indica que el texto empleado por los esenios no segua siempre el Texto Masortico, sino que refleja la influencia de la Septuaginta.

    Para ayudar a un estudio tcnico del texto, se cuenta con varias traducciones o versiones del libro: (1) La Septuaginta, (2) el Targum, una parfrasis aramea editada en su forma actual en el siglo V d. de J.C., (3) el texto Samaritano, que refleja la in-fluencia de la Septuaginta, y (4) la Peshita, una versin siraca que tambin refleja la tradicin de la Septuaginta con la excepcin de los caps. 3540. Todas las versiones a veces presentan lecturas divergentes; sin embargo, son tiles para la interpretacin, especialmente en casos oscuros, y en algunos casos contribuyen a una reconstruccin hipottica de frases oscuras del texto hebraico.

    LA RUTA DEL EXODO

    El pueblo de Israel sali de Ramess con una gran multitud de toda clase de gente (12:38) rumbo a Sucot (moderno Tell el-Maskhutah, unos 40 km. al sur), el centro de la zona de Gosn. No salieron por el camino ms directo, el de la tierra de los filisteos (13:17) usado por las caravanas y controlado por el ejrcito egipcio, sino por una ruta indirecta. De Sucot viajaron a Etam (lugar desconocido), al borde del desierto (Nm. 33:6, 8), y all acamparon (13:20). El Seor mand al pueblo marchar hacia el nordes-te, y rodeando el desierto llegaron al mar cerca de Pihajirot (14:2) donde ms tarde

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    Dios milagrosamente abri paso para que el pueblo escapara del ejrcito egipcio que les persegua.

    El texto hebraico no emplea el nombre mar Rojo, sino que lo llama el mar de Los Juncales, o mar de Los Caaverales (yam suf; 10:19; 13:18; 15:22, etc.). Se hace refe-rencia a yam sufunas veinticinco veces en el AT. A veces se hace referencia con clari-dad al golfo de Aqaba (ver Nm. 14:25; 21:4; Deut. 1:1, 40; 2:1; 1 Rey. 9:26, Ezin-geber... en la tierra de Edom). Otras referencias indican el golfo de Suez (ver 13:18, 15:4; 15:22; Nm. 33:10, 11; Jos. 2:10; 24:6). Los dos golfos son brazos del mar Rojo y es correcto usar su nombre para esas partes del mismo; sin embargo, debe tenerse cuidado con las referencias bblicas, para no confundirse en cuanto a la geografa.

    Hoy en da la ubicacin del lugar por donde los hebreos cruzaron el mar es desco-nocida; sin embargo, en aquel entonces era una parte superior de un [Pag. 34] brazo del mar Rojo. Desde la construccin del canal de Suez la topografa de la zona ha cambiado, y varios lagos o lagunas han desaparecido. Probablemente el lugar queda al sur del lago Menzaleh. Lo ms importante es que, al encontrarse frente al mar con la imposibilidad de cruzar por medio del agua y los juncales, el Seor abri el paso nece-sario.

    Al cruzar el mar, Moiss gui al pueblo al desierto de Shur, rumbo al monte Sina (Exo. 15:22). Hay un problema para reconstruir la ruta con exactitud, por la dificultad de ubicar satisfactoriamente todos los lugares indicados en el texto.

    Actualmente se debate la ubicacin del monte Sina, pues se proponen tres locali-dades diferentes: (1) La zona en la parte nordeste de Arabia al sudeste del Golfo de Aqaba (una zona de montaas volcnicas), (2) la zona inmediata al sur de Palestina, cerca de la zona de Cades-barnea (a unos 80 km. de Beerseba), (3) el sitio tradicional en la zona al sur de la pennsula de Sina (entre el Golfo de Suez y l de Aqaba). De las tres posibilidades, parece que la ltima es la ms recomendable.

    Se puede identificar la primera parada, Mara, con la fuenteAin Hawarah; a la que llegaron despus de un viaje de tres das sin agua (15:22). Despus, llegaron a Elim donde haba doce manantiales de agua (15:27). Probablemente hoy coincide con el Wadi Garandel. El prximo paso los condujo al desierto de Sin, entre Elim y Sina, por una ruta junto al mar (mar sup; 16:1 y Nm. 33:1012). Desde el desierto de Sin lle-garon a Dofca (Nm. 33:12), un lugar posiblemente relacionado con las minas egipcias ubicadas en la zona de Serabit el Khadim. Desde este lugar tomaron uno de los valles que llegan al monte Jebel Musa (El monte de Moiss), el monte de Sina u Horeb, el principal de varios picos en la zona. El Atlas Histrico Westminster contiene mapas y provee una discusin ms detallada de la ruta.

    Despus de una estada de un ao all, Israel sali rumbo al desierto de Parn, la zona de Cades en el desierto de Sina (Nm. 10:11, 12), donde pas la mayor parte de los cuarenta