The Limits of globalization, London

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Introducción a los Estudios Globales Olaf Pineda Núñez Matrícula: 1242959 [email protected] Recensión Boyer, R.-Drache, D. (eds) (1996); States against Markets. The Limits of globalization, London: Routldge. Introducción y Capítulo 1 Los autores comienzan mencionado que la globalización ha generado que los problemas salieran del alcance de las instituciones y que gracias a las fuerzas del mercado el Estado debe reestructurarse, como Estado-Nación, para enfrentar los cambios modernos. Asimismo, esto plantea un problema nuevo para la democracia y a lo autores les les interesa conocer cómo el Estado debe adaptarse a las nuevas presiones del mercado. Nos mencionan que las trasformaciones económicas del cambio global no se basan, paradójicamente, en los cambios tecnológicos, sino detrás de un cambio estructural de las instituciones, por lo cual se vuelve un problema el nivel de intervención que el Estado debe tener en la economía. La productividad y el crecimiento son percibidos como obstáculos en la demanda de la producción de innovación. Más adelante nos dicen que las políticas de regularización se basan en el fordismo, que generó un amplio crecimiento demostrando una extrema eficiencia en el mejoramiento de la innovación la producción y los estándares de vida. Pero esto no se da de manera natural, se necesita un sofisticado sistema de regulaciones de calidad puesto que sin ellos se pretende el beneficio propio y distorsiona severamente los ajustes a los procesos de demanda de este modelo donde no se tienen capacidades de cambio de sus instituciones. La historia demuestra que los grandes cambios institucionales se han llevado a cabo como efecto de guerra, crisis, revoluciones y es claro que la configuración de las instituciones no se puede organizar en una simple lógica del mercado. Señalan que las instituciones se basan en dos ideas en cuanto al mercado: Primero, las empresas supranacionales traspasan la soberanía de las naciones y son lo suficientemente poderosas para ejercer presión y hacerse de acuerdos y concesiones. Segundo, las nuevas formas de las economías transaccionales no marcan el fin del Estado-Nación y de hecho lleva a la evolución de un mercado más complejo. Nos dicen también que el Estado-Nación sigue vigente y existen seis evidencias que definen su futuro. 1. El capitalismo sigue en función de cada Estado en específico, por tanto sigue vivo el Estado-Nación. 2. El gran crecimiento de Japón después de 1980 al adoptar nuevas formas de producción, aunque este modelo va ligado a diferentes instituciones y no es fácil de replicar en otros países.

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Introducción a los Estudios Globales Olaf Pineda Núñez Matrícula: 1242959

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Recensión Boyer, R.-Drache, D. (eds) (1996); States against Markets. The Limits of globalization, London: Routldge. Introducción y Capítulo 1 Los autores comienzan mencionado que la globalización ha generado que los problemas salieran del alcance de las instituciones y que gracias a las fuerzas del mercado el Estado debe reestructurarse, como Estado-Nación, para enfrentar los cambios modernos. Asimismo, esto plantea un problema nuevo para la democracia y a lo autores les les interesa conocer cómo el Estado debe adaptarse a las nuevas presiones del mercado. Nos mencionan que las trasformaciones económicas del cambio global no se basan, paradójicamente, en los cambios tecnológicos, sino detrás de un cambio estructural de las instituciones, por lo cual se vuelve un problema el nivel de intervención que el Estado debe tener en la economía. La productividad y el crecimiento son percibidos como obstáculos en la demanda de la producción de innovación. Más adelante nos dicen que las políticas de regularización se basan en el fordismo, que generó un amplio crecimiento demostrando una extrema eficiencia en el mejoramiento de la innovación la producción y los estándares de vida. Pero esto no se da de manera natural, se necesita un sofisticado sistema de regulaciones de calidad puesto que sin ellos se pretende el beneficio propio y distorsiona severamente los ajustes a los procesos de demanda de este modelo donde no se tienen capacidades de cambio de sus instituciones. La historia demuestra que los grandes cambios institucionales se han llevado a cabo como efecto de guerra, crisis, revoluciones y es claro que la configuración de las instituciones no se puede organizar en una simple lógica del mercado. Señalan que las instituciones se basan en dos ideas en cuanto al mercado: Primero, las empresas supranacionales traspasan la soberanía de las naciones y son lo suficientemente poderosas para ejercer presión y hacerse de acuerdos y concesiones. Segundo, las nuevas formas de las economías transaccionales no marcan el fin del Estado-Nación y de hecho lleva a la evolución de un mercado más complejo. Nos dicen también que el Estado-Nación sigue vigente y existen seis evidencias que definen su futuro. 1. El capitalismo sigue en función de cada Estado en específico, por tanto sigue vivo el Estado-Nación. 2. El gran crecimiento de Japón después de 1980 al adoptar nuevas formas de producción, aunque este modelo va ligado a diferentes instituciones y no es fácil de replicar en otros países.

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3. Los mercados financieros son tan volátiles que los gobiernos deben estar pendientes de que no afecten los intereses locales. 4. Las empresas buscan siempre maximizar sus utilidades reduciendo los costos en los procesos de producción, afectando así al sector laborar. 5) Es necesario reformar el Estado Keynesiano para poder abordar mejor el nuevo patrón de crecimiento. 6) Es necesaria una nueva política democrática para mejorar el funcionamiento del Estado y los mercados. La globalización y la aceleración de la movilidad del capital ha hecho que las teorías económicas que fueron hegemónicas después de la segunda guerra mundial ya no sean tan eficientes para enfrentar las nuevas dinámicas de mercado, por lo tanto los Estados ya no pueden recurrir a esas teorías y esperar los mismos resultados que antes. Con las economías nacionales más abiertas, los países tienen menos capacidad para aplicar políticas económicas de manera independiente, ya que las empresas operan cada vez más sin tener en cuenta las fronteras nacionales. No quiere decir que las fronteras estén desapareciendo o que los mercado funcionan independientemente del país del que se trate, sino que una nueva configuración del Estado está emergiendo con sus propias formas institucionales. Algunos lo llaman un Estado Regional Posnacional o Estado Post-Soberana, y otros lo señalan como una nueva forma del liberalismo económico. Pero el punto central está en que las formas del quehacer político y económico para el Estado exigen nuevos procesos y respuestas distintas a problemas diferentes. La idea de las ventajas de la globalización es que a través de la especialización, las industrias desarrollan experiencia en la producción masiva de los bienes que producen, lo cual les permite lograr ventajas en el mercado gracias al uso intensivo de sus factores productivos. Lo mismo sucede con los gobiernos, que ahora necesitan nuevos instrumentos de política económica para hacer frente a los cambios en la economía internacional. La política social en la mesa Ahora bien, la apertura comercial, la especialización y la mayor circulación de bienes de capital también genera distorsiones o fallas del mercado, que ha incrementado la desigualdad económica entre los países y al interior de los mismos. Frente a este problema, los gobiernos necesitan encontrar estrategias que les permitan seguir adaptándose a las nuevas tendencias sin dejar de sostener ciertos programas sociales para paliar los efectos. Las políticas sociales de la posguerra se han revelado como un problema para el gasto público y la estabilidad macroeconómica, o al menos eso argumentan sus detractores. Los supuestos básicos de aquellas viejas políticas públicas están siendo desafiados por arreglos inspirados en el mercado, tales como bloques comerciales. Estas nuevas fuerzas del mercado requieren otros cambios de gran alcance en los instrumentos de gobierno. En cuanto al empleo, se dice que ya no es el objetivo principal de los gobiernos que con la política keynesiana promovieron el pleno empleo, sino que ese objetivo ha sido desplazado por el del control de la inflación. Esta política se basa sobre todo en la teoría monetarista. En este sentido, los gobiernos ya no están comprometidos con las políticas dirigidas a garantizar la equidad social, sino lograr un entorno favorable al

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comercio y aceptar sus obligaciones para abrir los mercados nacionales, independientemente de los costos del ajuste. Por último se nos señala que la soberanía de las naciones está en peligro, no tanto por la dinámica de la economía internacional, sino por el poder de las corporaciones para invertir con menos restricciones, para reformar las políticas públicas en su favor y, sobre todo, apropiarse de la cultura política de las naciones con fines lucrativos sin importar los aspectos sociales.