Sylvia Dummer Scheel - Los Desafíos de Escenificar El Alma Nacional. Chile en La Exposición de...

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84 HISTORIA CRÍTICA NO. 42, BOGOTÁ, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111 Los desafíos de escenificar el “alma nacional” The challenges of staging the “National Soul”: Chile in the Ibero-American Exposition of 1929 in Seville ABSTRACT This article examines Chilean national imaginaries during the 1920s and their graphic and material representation. It does so through a concrete case: the preparations and staging of Chile’s pavilion in the Ibero-American Exposition of 1929 in Seville. The study begins by explaining the influence of culturalist nationalism on Chilean imaginaries and the need to represent the “national soul” in the exposition. It then analyzes how these ideas were physically and graphically represented in the country’s exhibit. Special attention is paid to the representational challenges and the negotiations between different participants concerning the content of the exhibit. KEY WORDS Chile, national imaginaries, representation, “natio- nal soul,” Ibero-American Exposition of Seville (1929). Los desafíos de escenificar el “alma nacional”. Chile en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929) RESUMEN El artículo examina los imaginarios nacionales de Chile en la década del veinte y su representación grafica y material. Para ello se recurre a un caso concreto: los preparativos y el montaje del pabe- llón de Chile en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929. El estudio explica la influencia del nacionalismo culturalista en los imaginarios chile- nos y la necesidad de representar en la exposición el “alma nacional”. Luego, analiza cómo estas ideas fueron puestas en escena en la representa- ción del país en la exposición. Se presta especial atención a los desafíos de tal representación y a las negociaciones en torno a su contenido entre los diferentes actores participantes. PALABRAS CLAVE Chile, imaginarios nacionales, representación, “alma nacional”, Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929). ARTÍCULO RECIBIDO: 30 DE ABRIL DE 2010; APROBADO: 21 DE JULIO DE 2010; MODIFICADO: 28 DE JULIO DE 2010. Licenciada y Magíster en Historia de Pontificia Universidad Católica de Chile (Santiago, Chile). Diseñadora de la misma universidad. Estudiante de Doctorado en Historia de América Latina en la Universidad Libre de Berlín (Berlín, Alemania). Sus intereses investigativos son las iden- tidades e imaginarios nacionales, la representación visual, la propaganda, la historia de las ideas y la historia cultural. Sus últimas pubicaciones son: con Dr. Prof. Stefan Rinde, “Der Sold Chile. Gedenken an die Opfer politischer Gewalt in Chile im 19. und 20. Jahrhundert, a publicarse den- tro de un volumen editado en Alemania por Dr. Manfred Hettling, en proceso de edición. [email protected] Sylvia Dümmer Scheel

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Exposición Universal Sevilla

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84HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalThe challenges of staging the National Soul: Chile in the Ibero-American Exposition of 1929 in Seville ABSTRACTThis article examines Chilean national imaginaries during the 1920s and their graphic and material representation. It does so through a concrete case: the preparations and staging of Chiles pavilion in the Ibero-American Exposition of 1929 in Seville. The study begins by explaining the influence of culturalist nationalism on Chilean imaginaries and the need to represent the national soul in the exposition. It then analyzes how these ideas were physically and graphically represented in the countrys exhibit. Special attention is paid to the representational challenges and the negotiations between different participants concerning the content of the exhibit.KEY WORDSChile, national imaginaries, representation, natio-nal soul, Ibero-American Exposition of Seville (1929).Los desafos de escenificar el alma nacional. Chile en la Exposicin Iberoamericana de Sevilla (1929)RESUMENEl artculo examina los imaginarios nacionales de Chile en la dcada del veinte y su representacin grafica y material. Para ello se recurre a un caso concreto: los preparativos y el montaje del pabe-lln de Chile en la Exposicin Iberoamericana de Sevilla en 1929. El estudio explica la influencia del nacionalismo culturalista en los imaginarios chile-nos y la necesidad de representar en la exposicin el alma nacional. Luego, analiza cmo estas ideas fueron puestas en escena en la representa-cin del pas en la exposicin. Se presta especial atencin a los desafos de tal representacin y a las negociaciones en torno a su contenido entre los diferentes actores participantes.PALABRAS CLAVEChile, imaginarios nacionales, representacin, alma nacional, Exposicin Iberoamericana de Sevilla (1929). ARTCULO RECIBIDO: 30 DE ABRIL DE 2010; APROBADO: 21 DE JULIO DE 2010; MODIFICADO: 28 DE JULIO DE 2010.Licenciada y Magster en Historia de Pontifcia Universidad Catlica de Chile (Santiago, Chile). Diseadora de la misma universidad. Estudiante de Doctorado en Historia de Amrica Latina en la Universidad Libre de Berln (Berln, Alemania). Sus intereses investigativos son las iden-tidadeseimaginariosnacionales,larepresentacinvisual,lapropaganda,lahistoriadelas ideas y la historia cultural. Sus ltimas pubicaciones son: con Dr. Prof. Stefan Rinde, Der Sold Chile. Gedenken an die Opfer politischer Gewalt in Chile im 19. und 20. Jahrhundert, a publicarse den-trodeunvolumeneditadoenAlemaniaporDr.ManfredHettling,enprocesodeedicin. [email protected] Sylvia Dmmer Scheel85HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer ScheelLos desafos de escenifcar el alma nacional. Chile en la Exposicin Iberoamericana de Sevilla (1929) En 1889 el pabelln que represent a Chile en la gran Exposicin Universal de Pars gozabadeunaimprontasumamentefrancesa.Unedifciodeestiloneoclsicocon estructuras en hierro y curvos techos de vidrio evidenciaba la autora gala de su arqui-tectura y le permita quedar a tono con la recin inaugurada Torre Eifel. Su objetivo eraparecerselomsposibleaEuropa,paraasdarlaideadeserunpascivilizado. Cuarenta aos despus, el pabelln chileno en la Exposicin Iberoamericana de Sevilla de 1929 tena una esttica bastante diferente. La construccin, que evocaba la silueta de la Cordillera de los Andes, contaba con detalles indigenistas y coloniales. La idea de civilizacin segua siendo central en la representacin de Chile hacia el exterior, pero ellenguajeparahacerlohabacambiado.Chileyanoqueramimetizarseconotros pases, sino que buscaba un estilo propio y original. No se trataba de un simple cambio de esttica. Profundas transformaciones socia-les y culturales ocurridas en el pas hacia el cambio de siglo, sumadas a la llegada de ideologas europeas que conformaron un nuevo marco mental, llevaron a una verda-deraredefnicindelaideadelonacional,loqueobligasuvezareplantearlas formas en que el pas era representado.Elpresenteartculoproponeaproximarsealosimaginariosnacionalesque circulabanenChileenladcadadelveinteyanalizarlaformaenquestosfue-ronescenifcadospararepresentaralpasenlaExposicin IberoamericanadeSevillaen1929.Seprestarespecialaten-cinalainquietudporlevantarenelcertamenunaimagende pas que fuera fel al espritu nacional, y a los desafos que ello presentabaparalosencargados:porunaparte,aunarcriterios acercadequeraverdaderamentelonacional,yporlaotra, El presente artculo presenta los resultados de la investigacin de magster titulada Sin tropicalismos ni exageraciones. Chile y la represen-tacin de lo chileno en la Exposicin Iberoamericana de Sevilla en 1929. 86HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalcombinardichorelatoconlosobjetivoseconmicosypolticosqueperseguael Gobierno en el exterior. Al mismo tiempo, se aprovechar el anlisis de la puesta en escena misma para conocer detalles, matices y confictos de los imaginarios nacio-nales que buscaba representar.1. LA URGENCIA DE EXHIBIR LOS RASGOS PROPIOS EN LA REPRESENTACIN NACIONALLa Exposicin Iberoamericana de Sevilla fue un encuentro internacional organi-zadoporlaEspaadeAlfonsoXIIIyPrimodeRiveraque,inspiradoenlosideales delhispanoamericanismo1,convocalospasesdelaAmricaibrica,ademsde PortugalyEstadosUnidos,arepresentarsusnacionesmediantepabellonesindivi-duales2.Entremayode1929yjuniode1930,elpblicoqueacudialaexposicin pudo visitar los edifcios de cada pas y conocer las expresiones culturales, los pro-ductos de exportacin y las ofertas tursticas que se exhibieron en su interior.Chilehabaaceptadotempranamentelainvitacinapartici-par en aquel certamen. Le toc al gobierno autoritario del general CarlosIbezdelCampo(1927-1931)organizarlaconcurrencia nacional y, con ello, hacerse cargo de la pregunta de cmo repre-sentaralpas.AunqueChilehabaparticipadoyaanteriormente en numerosas Exposiciones Universales e Internacionales, en esta ocasin surgi con especial fuerza un inters que era nuevo: poner enescenaunaidentidadclaraydiferenciadoraquefueraverda-dera representacin de lo nacional. Si en certmenes anteriores comolaExposicinUniversaldeParsen1889oladeBufaloen 1901 el pas se haba esforzado por hacer una buena muestra de su produccin extractora y manufacturera y de presentarse en forma superior a sus pares latinoamericanos, en 1929 se sumaba a dichos objetivoseldehacersentirenelpabellnelalmanacional3. Aslopedanorganizadores,representantesdediversosgremios y la prensa escrita. Llevar a Sevilla algo genuinamente nuestro, completamententimoyautctono4fueelpuntodepartida compartido por diversos sectores a la hora de representar al pas. Y aunque pueden parecer peticiones obvias en una representacin de nacin, no haban estado presentes en ocasiones anteriores. Aqusedebaesedeseo?CuandosedecidiacudiraSevilla, imperabaenChile,ascomoenlagranmayoradelospasesdel 1. Desde un comienzo la exposicin fue concebida como un encuentro estrictamente hispanoamericano, pero por las presiones de otros pases interesados se decidi fnalmente incluir a Portugal cambiando el nombre del evento a iberoamericano e incluso a Estados Unidos.2. A la Exposicin Iberoamericana acudieron con pabelln permanente Chile, Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Estados Unidos, Guatemala, Mxico, Per, Portugal, Santo Domingo y Uruguay. Venezuela levant un edifcio provisional, mientras El Salvador, Panam, Costa Rica, Bolivia y Ecuador asistieron a las Galeras Americanas. Aparte de ellos, se montaron pabellones que representaron a las regiones de Espaa y una serie de edifcios de frmas comerciales. En Eduardo Rodrguez Bernal, La Exposicin Ibero-americana de Sevilla (Sevilla: Instituto de la Cultura y las Artesde Sevilla, 2006), 52.3. El Mercurio, Santiago, 19 de agosto, 1927.4. Nuestra msica en Sevilla, El Mer-curio, Santiago, 7 de agosto, 1927. 87HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer Scheelmundo occidental, un fuerte nacionalismo, extremado an ms por la promocin que hizo el gobierno de Ibez del Campo. Sin embargo, la inquietud por mostrar rasgos nicosyoriginalesseexplicaba,msbien,porelnuevomarcoideolgicoenque haba tomado forma dicho nacionalismo. Las ideologas provenientes de Europa trans-formaron la naturaleza de la concepcin de nacin en Chile. Los conceptos planteados por el romanticismo alemn, que promovan un genio nacional con existencia pro-pia(Volksgeist),sumadoalasideasdelsocialdarwinismofrancs,queponanfasis en la base racial de las comunidades, fueron dando forma a una nueva idea de nacin que desplazaba la defnicin republicana por una de corte tnico y lingstico. En sta, loquedabacohesinalasnacionesnoeranloslmitesdesuterritorionilasinsti-tuciones que los regan, sino su base tnica y cultural. El idioma, las tradiciones, los recuerdos compartidos, el folklore y la raza se convertan en elementos relevantes a la hora de defnir los lazos nacionales5.Dentrodeesemarcoideolgico,enChilecomenzhaciaelcambiodesiglouna bsqueda identitaria basada en lo cultural, que escarbaba en el pasado en bsqueda de tradiciones y representantes raciales originarios. Aquello contrastaba con el sim-bolismo nacional decimonnico, en el que la idea de nacin se haba formado a partir de los principios ilustrados que sostuvieron el proceso de independencia6. Hasta ese momento, Chile se representaba en trminos republicanos, como es posible ver por ejemplo en la grfca publicitaria de diversas marcas que a fnes del siglo xix apelaban a conceptos como patria o nacional asocindolos a smbolos importados de la ico-nografa de la Revolucin Francesa, Marianne incluida, junto a la bandera y el escudo del pas (imagen 1). Ahora, cuando la nacin comenzaba a ser con-cebidacomounaentidaddeexistenciaanteriorasuformacin como repblica momento al que preexistira en trminos tnicos y culturales, la simbologa republicana comenz a ser reempla-zadaporcontenidosfolclricoseindigenistas.Larepresentacin de la nacin en la Exposicin Iberoamericana tendra que hacerse cargo,porende,delascaractersticastnicasyculturalesquese volvan protagnicas en los imaginarios. 5. Para ms informacin sobre el tema, ver George L. Mosse, La cultura euro-pea del siglo XIX (Barcelona: Ariel, 1997).6. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Nacio-nalismo y cultura (Santiago: Editorial Universitaria, 2007), 17 y 117.88HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalSin embargo, no se trataba solamente de reemplazar un smbolo (republicano) por otro (culturalista), sino de una nueva manera de entender la forma misma de expresar al pas. Para comprender dicho aspecto, hay que tener en cuenta que la concepcin romn-ticadenacinhabaposicionadoconfuerza,ademsdeladefnicinetnolingistade nacin, la idea de que sta contaba con un alma nacional. Desde una visin organicista, la nacin era entendida como una entidad corprea, un rgano vivo que trascenda a sus miembrosindividuales7yquecontabaconalmapropia,consistenteenelcarcter colectivo de un pueblo. La concepcin organicista tuvo gran infuencia sobre la mayora de los intelectuales chilenos de principios de siglo, desde el autor de Raza chilena, Nicols Palacios, en adelante. Infuidas en parte por Gustave Le Bon, pensador francs infuen-ciadoporelsocial-darwinismoymuyledoenAmricaLatina8,surgieronenelpas corrienteshistoriogrfcasrestauracionistasque,basndoseenargumentosdecorte racialytnico,abogabanporlarecuperacindelalmanacional. Entre sus representantes se encontraban los historiadores Francisco AntonioEncina,GonzaloBulnesyAlbertoEdwards.Esteltimo, quien sera nada menos que el Comisario General de la concurrencia de Chile a la Exposicin de Sevilla, explicaba en La Fronda Aristocrtica (1928) la existencia en la sociedad de sentimientos hereditarios, de fuerzas espirituales superiores que constituyen al Estado en un ser viviente,orgnico,provistodealmacolectiva9.Estasideaseran 7. Antony Smith, Nacionalismo: teora, ideologa, historia (Madrid: Alianza, 2004) , 57.8. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 80-82.9. Alberto Edwards, La Fronda Aristocr-tica en Chile (Santiago: Editorial del Pacfco, 1945), 68.IMAGEN 1: MARCAS CHILENAS QUE HACAN ALUSIONES A LA PATRIA MEDIANTE SMBOLOS DE LA ICONOGRAFA REPUBLICANA FRANCESA A FINES DEL SIGLO XIX. Fuente: Pedro lvarez, Marca Registrada (Santiago: Ocho Libros Editores-Universidad del Pacfco, 2008). 89HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer Scheelcompartidas por el intelectual Alberto Cabero, autor de Chile y los chilenos (1926), quien escriba que tal espritu colectivo rega el destino de los pueblos con mucha ms fuerza que sus gobernantes10.Lacreenciaenunalmanacionalcambiabalaformadeentenderlarepresen-tacinnacional.Yanobastabaconqueseidentifcaraalpasconsignoscomola banderaoelescudo.Ahora,larepresentacindebasermsbienunaexpresindel espritu nacional. En el discurso de los encargados, el pabelln de Chile no era un mero smbolo representativo, sino un pedazo de nuestro territorio inculcado en el corazn de Sevilla, y en el cual vibra, con toda su grandeza, [] el alma de esta raza11. Para que realmente el alma de Chile se expresara en el edifcio, la representacin debasercompletamenteautntica.Perotalautenticidadnosereferasloala representacinderasgosconsideradospartesdelaculturapropia,sinotambina que todo lo realizado en ella fuera elaborado por manos chilenas. De este modo, ahora era impensable presentarse en el certamen con un edifcio que imitara estticas for-neas,comolohabanhecholosedifcioschilenosdelasferiasdecimonnicas.Ms an,habraresultadodeltodocontraproducenterecurriraunarquitectofrancs comosucedien1889.Poreso,enestaocasinfueexigenciaexpresadelGobierno queelproyectistaquedisearaelpabellnylosartistasquedecoraranelinterior fuerandeorigenchileno,astambinlosmsicosqueparticiparanenlasveladas culturales y cada objeto presentado en el edifcio. Incluso algunos parlamentarios se quejaron por el hecho de que los obreros que construan el edifcio en Espaa no fue-rancompatriotas12.Slomediantelatotalautorachilenapodra asegurarsealvisitantequerecorranuestraExposicinqueella esexclusivamenteelmuestrariodenuestroesfuerzoydenues-tracultura13,sesealabaenlaMemoriaAnualdelMinisteriode RelacionesExteriores.Alparecer,seesperabaqueChilenoslo estuviera representado en su concurrencia al certamen internacio-nal, sino que estuviera tambin encarnado en ella.Contodo,nohayquepasarporaltoquelarepresentacinde lo propio ayudaba a posicionar mejor la imagen de Chile ante los visitantesdelaexposicin.Habaquetenerencuentalasexpec-tativasqueelpblicoextranjero,principalmenteeuropeo,tena antelasmuestrasamericanas.Siendoeldiagnsticodealgunos medios que lo nico que interesa de lo nuestro al extranjero [] es lo genuinamente propio14 y las cosas originales de elementos 10. Alberto Cabero, Chile y los chilenos (Santiago de Chile: Imprenta Cervan-tes, 1948), 199.11. Fernando Garcia Oldini (delegado de Chile en la Exposicin Iberoame-ricana de Sevilla), Editorial: Chile en Sevilla, Revista Chile n.o 56, octubre 1929, 3.12. Cmara de Diputados, Sesin 24 de enero, 1929, en Boletn de Sesiones de la Cmara de Diputados, Santiago, 1929.13. Ministerio de Relaciones Exteriores, Memoria Anual (1928). 14. El xito de la Exposicin de Arte Chileno en Pars, El Mercurio (1 de abril, 1930).90HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalrepresentativosdeunpas15,enfatizarestosaspectoseratambinunaformade satisfacerlademandadeexotismodeEuropahaciaAmricaLatina.Deestemodo, ChileiraamostraralaExposicinIberoamericanadeSevilla,comolohabahecho enExposicionesanteriores,susproductosmanufacturadosyextractivos,lasmues-tras de su progreso material, los paisajes que ofreca al turista, las oportunidades que representaba para el inversionista y las promesas que albergaba para el inmigrante. Sin embargo, lo hara ahora con un ropaje nuevo, uno que fuera entendido como pro-pio y que expresara sus caractersticas originales.2. DEFINIENDO EL ALMA NACIONALParaescenifcarelalmanacionalenlaExposicinIberoamericanadeSevilla deunamaneraqueresultaraverosmilycumplieraconlasexpectativasdequienes abogabanporrepresentarlo,losencargadosdelaconcurrenciadebanarmaruna representacin del pas a partir de las ideas que circulaban entre la poblacin acerca de lo que era Chile. stas eran parte de los imaginarios nacionales, sistemas de ideas-imgenesderepresentacincolectivaquecomparteunacomunidadparadefnirse yreconocerseasmisma16,yqueseexpresanmediantesmbolos,ritos,creencias, discursos o alegoras fgurativas17. Siguiendo a Benedict Anderson y su defnicin de nacin como una comunidad imaginada, los imaginarios no son slo una forma de concebir la nacin, sino que pasan a ser parte constitutiva de stas en tanto crean su existencia18. Cabe mencionar que los imaginarios nosonconstruidosexclusivamentedesdearribaporlosgobier-nos o ciertos intelectuales ms infuyentes, sino que van tomando forma en el tiempo a partir de los aportes de muchos actores dife-rentes que es imposible identifcar individualmente19. Cmoeranlosimaginariosdelonacionalenladcadadel veinte?Transformacionessocialesyeconmicasocurridasen ChiledesdefnesdelsigloXIX,sumadosalainfuenciadelnacio-nalismoculturalqueclamabaporllenarlossignifcantesvacos delopropioyautctonoenlonacional,habanimpulsado una renovacin de los imaginarios decimonnicos en las primeras dcadas del siglo XX. As, diversos intelectuales y artistas se dedica-ron a desentraar el carcter nacional. Aproximarse a l implicaba volcarlamiradahaciaelpasado,alosorgenes,alldondese encontraba lo autntico en forma pura y sin mezcla, por lo que 15. El teatro chileno a la Exposicin de Sevilla, El Mercurio, Santiago, 27 de julio, 1927.16. Jorge Larrain, Identidad Chilena (Santiago: lom, 2001), 21, 47; Sandra Jathay Pesavento, Em busca de uma outra histria: imaginando e imagi-nrio, Cuadernos del Sur-Historia 28 (1999), 242.17. Sandra Jathay Pesavento, Em busca de, 250.18. Benedict Anderson, Comunidades Imaginadas. Refexiones sobre el origen y la difusin del nacionalismo (Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1993).19. Emile Durkheim, Sociology and Philosophy (Nueva York: 1953), 296, citado en Images of Nations and international public relations, Michael Kunczik (Bonn: Friedrich Ebert Stiftung, 1990), 10.91HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer Scheeldisciplinascomolaarqueologa,laantropologayelfolclorsevolvancentrales20. Desde comienzos del siglo XX se publicaron en el pas numerosos estudios arqueolgi-cos y antropolgicos que analizaban las races culturales y materiales de los pueblos originarioschilenos,realizadasporTomsGuevara,AurelianoOyarzn,Oliver Schneider, Ricardo E. Latcham, Max Uhle, Carlos Porter y Martn Gusinde21. Adems, surgieron estudios folclricos y flolgicos acerca de temas hasta el momento igno-rados, como la recopilacin de romances populares realizada por JulioVicuaCifuentesylaimpresindeliraspopularesen1919 a cargo de Roberto Lenz22. La raza fue tambin un concepto central de los nuevos imagi-narios.Bajolainfuenciadecorrientesdepensamientoracistas ysocial-darwinistasprovenientesdeEuropa,seuseltrmino comounconceptoqueenglobabarasgosbiolgicos,sociales, culturalesysquicos23.FueNicolsPalaciosquienproporcion en1904unabasedoctrinariaparacreerenlaexistenciadeuna particular raza chilena en su ya mencionada obra homnima24. Y aunque como bien advierte Bernardo Subercaseaux, el concepto es una invencin intelectual que se basa en las representaciones y la sicologa social antes que en fundamentos cientfcos o etno-histricos25,laideadesuexistenciacalmuyhondoenChile durante las primeras dcadas del siglo XX.Paraleloaestetrabajointelectual,losartistasyliteratos deprincipiosdesigloayudaronacrearlasimgenesdelChile autctono que se difundiran en la poblacin. A travs de nove-las, cuadros y obras musicales, pusieron en circulacin su propia interpretacin de lo chileno. Su visin se alimentaba de paisajes campestresydepersonajespopularesurbanos,decampesinos ydeindgenas,contrastandoconelsimbolismoeuropeizante delaslitesdelacenturiaanterior.SienelsigloXIXlospinto-res, en su mayora aristcratas, representaban paisajes europeos o retratos burgueses, y las novelas hablaban de la vida de las li-tes en la ciudad26, los creadores mesocrticos que los desplazaron hacia el cambio de siglo (la literatura criollista27, la pintura cos-tumbrista28 y la msica vernacular29) llenaron el ideario nacional con nuevas imgenes30. 20. Antony Smith, Nacionalismo, 44 y 46.21. Hernn Godoy, El pensamiento nacionalista en Chile en El pen-samiento chileno en el siglo XX, eds. Eduardo Devs, Javier Pinedo, Rafael Sagredo (Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1999), 475.22. Hernn Godoy, El pensamiento nacio-nalista, 451-452.23. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 57.24. Nicols Palacios, Raza chilena: libro escrito por un chileno y para los chilenos (Ediciones Colchagua, 1987).25. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 78.26. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 117-126.27. Hernn Godoy, El pensamiento nacio-nalista, 263-265.28. El grupo ms signifcativo fue la llamada Generacin del 13, donde destac Arturo Gordon. Este artista sera uno de los encargados de realizar en 1929 los murales para el pabelln chileno en la Exposicin Iberoamericana de Sevilla. 29. Destacan P. H. Allende, Carlos Lavn y Alfonso Leng.30. Ttulos como Pginas Chilenas (Joaqun Daz Garcs, 1907), Escenas de la vida campesina (Rafael Maluenda, 1909), Das de campo (Federico Gana, 1916), El roto (Joaqun Edwards Bello, 1920) y La viuda del conventillo (Alberto Romero, 1930), dan cuenta de las nuevas imgenes que comen-zaron a poblar el ideario nacional.92HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalDentro de estas imgenes, el paisaje y la geografa tuvieron un granprotagonismo.Elcampo,lacordillerayelmardestacaban encuadrosynovelas,representandolachilenidad.Contodo, lageografanoerareconocidasimplementeporserelescenario sobre el que los habitantes del pas desarrollaban sus actividades, sinoque,bajolafuerteinfuenciadecorrientesdepensamiento deterministas,seleadjudicabalalabordehabermoldeadoel carcter nacional al forzar a la raza a adaptarse un medio fsico particular31.EneldiscursodelapocaenChile,elpaisajeescar-pado, el clima fro y el aislamiento impuesto por la cordillera y el mar habran dado forma a una poblacin esforzada y trabajadora32. De este modo, la geografa se converta en un componente impor-tantsimo en la defnicin de lo nacional. Entanto,lospersonajespopularesdelcampoylaciudadylos miembrosdeetniasindgenasrescatadosporlosartistasmeso-crticosseconvirtieronenverdaderostiposchilenos,que simbolizaban desde su representacin tipifcada los nuevos valores delonacional33.Ademsdesimbolizarlarazayencarnarlasms antiguas tradiciones, cumplan con las expectativas de pureza y ori-ginalidad que buscaba el nacionalismo culturalista, por permanecer incontaminadosdeinfuenciasforneas.Losprincipalestiposfue-ron el roto, el huaso y el indgena araucano34. El trmino roto se refera al chileno de extraccin popular, ya fuera obrero, minero, labriegoopescador35,quien,paraNicolsPalacios,habasurgido de la mezcla entre araucano y espaol y era, por ende, la mxima representacin de la raza chilena. El huaso, en tanto, fue el per-sonaje que encarn la chilenidad en el campo, entrando a competir con la fgura del roto en la representacin nacional36. Surgi como ttulo para el inquilino de a caballo, pero pas luego a aplicarse a cualquier persona rural37. Por ltimo, cobraba tambin relevancia la fgura del araucano. Su presencia en la representacin nacional, a diferencia de los personajes anteriores, era muy antigua: databa desde las luchas mismas por la Independencia, cuando sirvi como conoacontraponeralelementoespaoldadoelrecuerdodesu resistenciaanteladominacinhispana.Sinembargo,loquese 31. Stefan Rinke, Cultura de masas: reforma y nacionalismo en Chile, 1920-1931 (Santiago: DIBAM, 2002). 32. Sylvia Dmmer Scheel, Sin tropi-calismos ni exageraciones. Chile y la representacin de lo chileno en la Exposicin Iberoamericana de Sevilla en 1929 (Tesis Magster, Pontifcia Universidad Catlica de Chile, 2009). 33. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 137.34. Los indgenas del centro y sur del pas se llaman a s mismos mapuche (hombre de la tierra). El trmino araucano les fue dado por los conquistadores espaoles. En este artculo se utilizar este trmino por tratarse del vocablo que aparece utilizado en las fuentes consultadas. 35. La fgura del roto haba comen-zado a ser ensalzada tras la guerra contra la Confederacin peruano-boliviana y vuelta a resucitar luego de la Guerra del Pacfco de 1879, como forma de agradecer la valenta y patriotismo con que los soldados pobres haban luchado en ambas contiendas (J. Rafael Carranza, La Batalla de Yungay. Monumento al Roto Chileno [Santiago: Imprenta Cultura, 1939]). En las primeras dcadas del siglo XX, el roto se fue convirtiendo, a travs de la literatura criollista y de diversos artculos de prensa, en un smbolo de la chilenidad. Alberto Cabero lo trataba en Chile y los chile-nos y Roberto Hernndez, colabora-dor del libro ofcial Chile en Sevilla, le dedic un libro al personaje. Ver tambin Juan Arias, El Roto chi-leno, Zig-Zag, 10 de marzo, 1928. 36. Segn Subercaseaux, hubo escrito-res que defendan a uno u otro, y se discuti sobre cul surgi primero.37. Patrick Barr-Melej, Reforming Chile. Cultural Politics, Nacionalism, and the Rise of the Middle Class (Carolina del Norte: The University of North Caro-lina Press, 2001), 78.93HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer Scheelrescataba en ese entonces del araucano se limitaba a una caracterstica abstracta: la idea de su valenta, mitifcada en los poemas picos de Ercilla en adelante. En los aos veinte del siglo XX, en cambio, comenz a rescatarse su fgura como representacin de laraza,ysusexpresionesculturales(vestimenta,joyera,cermicaeinstrumentos), como smbolos de lo chileno. Laincorporacindeestostiposchilenosalaiconografanacionaltambin expresaba transformaciones que se daban en el pas a nivel social. Nuevos grupos, comoelproletariadourbanoylaclasemedia38,comenzabanasurgirconfuerza enelescenariochilenoyreclamabansuespaciopolticoeidentitario.Elcarcter excluyente del imaginario nacional del siglo XIX circunscrito a las lites y su vecin-dario decente entraba en crisis39, dejando espacio a nuevas interpretaciones que incorporaban simblicamente a sectores sociales antes ignorados. Cabe sealar, no obstante, que dicha incorporacin se realiz netamente en el plano simblico, sin que las condiciones de vida de los indgenas, obreros y campesinos de carne y hueso mejoraran signifcativamente40. A fnes de la dcada del veinte, los tipos chilenos ya se haban consolidadocomosmbolodelonacional,llegandoinclusoaser incorporadosypromovidosporesferasofciales.Ejemplodeello sonlasportadasqueen1928publiclarevistaChile,boletndel MinisteriodeRelacionesExterioresparapromoveralpasenel exterior. Los mapas geogrfcos de las portadas del ao anterior die-ronpasoacoloridasilustracionesquemostrabanalospersonajes tpicos del pas (el huaso, el araucano, el artesano) haciendo aqu de embajadores de lo chileno ante un pblico extranjero (imagen 2). Por cierto, dicho imaginario conviva con otros. Los imaginarios nunca son nicos, sino que compiten con otros que circulan en una mismanacin.Dehecho,muchosdequienesestabaninspirados porelfuertenacionalismodelapocapreferaninclinarsehacia unaidentifcacinculturalhispanistaantesqueporunaindige-nista(elhispanismo,enefecto,cobrabafuerzasdesdefnesdel siglo XIX en Amrica Latina, donde las ideas de raza, idioma espa-olycatolicismocomovnculosentrelamadrepatriaysusex colonias eran impulsadas fuertemente por Espaa mediante con-gresos y exposiciones41). En tanto, haba tambin chilenos que no se identifcaban con las corrientes nacionalistas imperantes, sino 38. La clase media surgi gracias a la expansin del aparato adminis-trativo y la educacin en liceos y universidades. La clase obrera, en tanto, comenz a conformarse en la transicin de un sistema eminente-mente agrario, basado en la hacienda y el peonaje, a uno minero e indus-trial, donde la pobreza urbana y las psimas condiciones laborales de los trabajadores del salitre fueron caldo de cultivo propicio para el foreci-miento de una conciencia proletaria, de huelgas y luchas obreras.39. Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas, 26, 117 y 142.40. Subercaseaux sostiene que su incorporacin al mbito discursivo, empero, creaba una idea de nacin ms integradora que la preexistente y permita mantener la cohesin social en un momento de cambios y que la ampliacin del imaginario nacional habra sido incluso propi-ciado por las lites para disimular su control oligrquico. Bernardo Suber-caseaux, Historia de las ideas, 121-122.41. Ana Souto, La ExposicinIbero-americana, 98-113.94HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalque abogaban por una concepcin del mundo ms cosmopolita42, o bien por un inter-nacionalismo de izquierda que rechazaba la prevalencia de lo nacional. No obstante, el imaginario nacionalista de rasgos indgenas y populares s logr tomar mucha fuerza y opacar a los dems por varias dcadas, siendo adems aprovechado y fortalecido por distintosgobiernos.Sinirmslejos,CarlosIbaezdelCampoloconvirtienparte central de su poltica de gobierno43.3. LO CHILENO EN SEVILLALos encargados de escenifcar el alma nacional en Sevilla fueron los miembros de la Comisin Organizadora de la concurrencia de Chile a la Exposicin Iberoamericana, nombrados y supervisados de cerca por el Ministro de Relaciones Exteriores,ConradoRosGallardo.Lacomisincontabaconsub-comisionesdivididasportema(industria,agricultura,minera, publicaciones, etc.), encabezadas por profesionales destacados en lasrespectivasreas.Susmiembrosnoslotuvieronqueorgani-zar la presentacin de los muestrarios de la produccin nacional, sinotambinrepresentarunaideaparticulardepasatravsde losdiversossoportesdelamuestra:eledifcio,losmuestrarios deproductos,ladecoracinyeldiseodelmontaje,losafches 42. Subercaseaux destaca la existencia en Chile, en las primeras dcadas del siglo XX, de corrientes culturales contrahegemnicas que llama Van-guardia potica y Espiritualismo de Vanguardia. Bernardo Subercaseaux. Historia de las ideas.43. Anbal Jara y Manuel Muirhead, Chile en Sevilla. El progreso material, cultural e institucional de Chile en 1929 (Santiago: Cronos, 1929).IMAGEN 2: PORTADAS DE LA REVISTA CHILE EN 1928 CON MOTIVOS INDGENAS Y POPULARESFuente: Revista Chile n.o 40 (junio 1928); n.o 41 (julio 1928) y n.o 46 (diciembre 1928).95HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer Scheelypublicacionesyloseventosartsticosorganizados.Laresponsabilidaddelarepre-sentacin simblica recay principalmente sobre los encargados de las reas visuales y culturales, es decir, en las Subcomisiones de Bellas Artes, de Msica, de Teatro y de Publicaciones, as como en los profesionales que conformaron el jurado en los concur-sos de arquitectura, arte y diseo organizados para la ocasin.Hacindosecargodelimaginarionacionalimperante,estosprofesionalesmon-taron por primera vez un pabelln chileno en el extranjero con aspectos folclricos eindigenistas.Ladecoracindelinteriordeledifciocontconvariosdetallesins-piradosenelartearaucano,yenelpatiodestacabaunafuentemonumentalcon moais de Isla de Pascua. El recorrido del visitante era acompaado por canciones pro-pias del folclor nacional que sonaban desde un gramfono, mientras en el anfteatro del edifcio se exhiban, entre otras cosas, obras de teatro costumbristas44 y eventos de danza o msica folclrica. El Gobierno pidi adems a los artistas Arturo Gordon y Laureano Guevara que confeccionaran los murales del interior del edifcio utilizando motivos nacionales. La pintura de Guevara, en particular, result un verdadero glo-sariodesmboloscriollos:elmuralistarepresentatodoslostiposchilenosde NorteaSur,desdeelaraucanoyelindiofueguinoalminerodelapampa,elhuaso acaballoyelpescador,rodeadosdelpaisajetpicodecadazona,conlacordillera siempre de fondo. La Comisin Organizadora fnanci, por su parte, la publicacin del lbum de Tejidos Araucanos y de Alfarera Indgena de los antroplogos Ricardo Latcham yAurelianoOyarzn,ylasobrassobreculturapopularChilenismos,deJosToribio Medina,yParemiologa(unestudiodelosproverbiosyrefraneslocales),deRamn Laval45, todas las cuales fueron expuestas en la Biblioteca del Pabelln. Noobstante,latareaderepresentaralpasentrminosculturalesnoestuvo exenta de desafos y difcultades. Ello, en primer lugar, porque aunque las ideas y sm-bolos sobre lo chileno estuvieran circulando en los imaginarios del pas, no siempre haba ideas visuales claras y preestablecidas sobre su representacin, por lo que mate-rializarlosenformasconcretasexigaalosencargadosuntrabajodetraduccinal lenguaje de la puesta en escena. Sin embargo, la mayor difcultad consista en desa-rrollar en el pabelln y en su interior una imagen total de pas que, siendo fel a los imaginarios, fuera adems nica y coherente y pudiera convertirse as en la imagen ofcial del pas. La complejidad radicaba no slo en que los imaginarios, al operar desde lo simblico, suelen estar lle-nos de contradicciones, sino tambin en la coexistencia de varias narraciones sobre lo nacional. A ello hay que agregar, por ltimo, 44. El teatro chileno a la Exposicin de Sevilla, El Mercurio, Santiago, 21 de julio, 1927.45. Ministerio de Relaciones Exteriores, Memoria Anual (1928).96HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalqueelfndelaparticipacindeChileenlaExposicinIberoamericananoeraslo llevar a Espaa el alma nacional, sino tambin y principalmente lograr alcanzar unaseriedeobjetivoseconmicosypolticosimportantesparaelpas,talescomo ampliar los mercados para la produccin extractiva e industrial, atraer a inversionis-tas e inmigrantes y promover el turismo. De este modo, la representacin del carcter nacional deba coordinarse con los discursos requeridos para lograr dichos objetivos, con la difcultad de que no siempre iban en la misma direccin. Paraprofundizarenlosdesafosplanteadosyencmofueronresueltosenla representacin, se analizarn algunas de las estrategias ms interesantes de la puesta en escena de lo nacional en Sevilla. El estudio de sus matices, confictos y contra-diccionespermiteenriquecerlacomprensinsobrelosimaginariosnacionalesen Chile y su representacin.3.1. EL PROBLEMA DEL ARTE NACIONAL Unadelasgrandesdifcultadesdelosencargadosfueencontrarunestilodecora-tivo a travs del cual hacer el montaje inconfundiblemente chileno para el pblico visitante.Comosehadicho,yanobastabaconindicarlaprocedenciadelpabelln mediantelapurabanderanacional.Elpabellndeunpasexplicaba ElMercurio, debe ser una expresin tal, que sin gua, sin saber leer y sin emblemas que delaten la nacionalidad descubra el visitante su casa por la impresin de valores o recuerdos de su tierra natal46. Sin embargo, los organizadores se encontraron con que no se tena nin-gn estilo tpico al cual echar mano. De hecho, el diagnstico que hacan varias revistas en los aos veinte era que Chile careca de un arte nacional, e incluso El Mercurio adver-taqueseradifcillapresentacindelpasenunaexposicininternacionalconun edifcio que refeje a toda la patria, debido a la inexistencia de una tradicin arquitec-tnica propia47. Otro medio se quejaba de lo bochornoso que haba sido que el pas no hubiera podido concurrir a la Exposicin de Artes Decorativas de 1925 en Pars por no contar con un estilo original, requisito que era necesario para participar48. Lainquietudporencontrarunartenacional(conlocualsehacareferencia msbienaunestilodecorativopropio)yahabasurgidoentre artistas y medios de prensa en los aos previos a la Exposicin de Sevilla, con motivaciones que trascendan lo meramente esttico. ComoseexplicabaenZig-Zag,habaquedejardecopiarestilos forneos para hacer honor a la calidad de pueblo independiente deChile.Optarporunarteydecoracinpropialedaraalpas 46. El Mercurio, Santiago, 21 de agosto, 1927.47. El Mercurio, Santiago, 21 de agosto, 1927.48. La decoracin aborigen, Zig-Zag, n.o 1210, 28 de abril, 1928.97HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer Scheeluna existencia como individualidad, capaz de producir su propia belleza49, y le per-mitira,enpalabrasdeotrarevista,fjarlascondicionesespiritualesdelacultura propia50. En sntesis, un arte propio permitira expresar y fortalecer el alma nacional. Siendoenelentenderdelapocaelartenacionalaquelqueencontrarainspiracin ennuestratierrayennuestraraza51,lasmiradasdelosartistasnacionalistas sehabanvolcadonaturalmenteabuscarinspiracinenelarteprimitivo,comose estaba haciendo en tantos pases. Noobstante,alahoradeutilizardichosestilospararepresentaralpasenel exteriorsurgaungraninconveniente:segnsereconocageneralizadamenteenla poca,ellegadoartsticodelosindgenasdelpaseradeescasovalor.AunqueChile sevanagloriabadesersuperiorasuspareslatinoamericanosenlosmbitosecon-mico,poltico,socialeinclusoracial,existaconcienciadelainferioridaddelarte indgenapropioencomparacinconeldepasescomoMxico,PeroGuatemala52. Elartediaguitaoaraucanonopodacompararseconelazteca,el incaoelmaya,culturasquehabanalcanzadoungradodecivi-lizacinbastantemayorquelasdelterritoriochileno.Porello, conpreocupacindesdeElMercurioseinquira:Yqupodre-mosenviarnosotrosloschilenos[aSevilla]sitodavaestamos escuchandoelplaideroymontonoronroneodelatrutruca?53. Erasteunproblemaparaunpasquequerasobresalirentrelos dems. Mal que mal, su pretendida superioridad sera medida, en el contextodeunaExposicinInternacional,comparndoloconsus pares, los dems pases latinoamericanos invitados. Noobstanteloanterior,lafdelidadalespritunacionalera tangrandequenadieplantebuscarreferenciasenotraspartes para los aspectos artsticos de la presentacin. Los motivos abor-genes nacionales habran de ser los preferidos por el solo hecho de ser propios, se indicaba en Zig-Zag54, y aunque no hubieran alcan-zado la madurez de otros, completaba otro medio, seran llevados a Sevilla sin rubor55. Simplemente haba que intentar hacer algo noble a partir de ellos56. El citado columnista de El Mercurio conclua: Si la trutruca se sabe tocar bien, la trutruca puede ser un motivo primordial de una msica que all jams han escuchado57. De este modo,elartistaencargadodedisearelmobiliariodelpabelln, Alfredo Cruz Pedregal, se inspir en las formas decorativas del arte 49. La decoracin aborigen, Zig-Zag, n.o 1210, 28 de abril, 1928.50. La tendencia Nacional en el Arte Decorativo, Revista Arquitectura y Artes Decorativas, n.o 2, marzo-abril, 1929. 51. La nacionalizacin del arte, Zig-Zag, n.o 1162, 28 de mayo, 1927.52. La decoracin aborigen, Zig-Zag, n.o 1210, 28 de abril, 1928; El Mercurio, Santiago, 7 de agosto, 1927 y 4 de septiembre, 1927.53. El Mercurio, Santiago, 29 de mayo, 1927. La trutruca es un instru-mento musical mapuche.54. La decoracin aborigen, Zig-Zag, n.o 1210, 28 de abril, 1928.55. El Mercurio, Santiago, 7 de agosto, 1927.56. Florencio Hernndez, El naciona-lismo en el arte, Zig-Zag, n.o 1164,19 de junio, 1927.57. El Mercurio, Santiago, 29 de mayo, 1927; Carlos Feuereisen, Hacia una Arquitectura y una Decoracin Autctonas, Arquitectura y Artes Decorativas, n.o 6, noviembre-diciem-bre 1929.98HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalaraucano para desarrollar las diferentes piezas. Dise estanteras, sillas y banquetas de madera basndose en las composiciones escalonadas del arte mapuche, que aplic tanto en el contorno exterior de los objetos como en las fguras decorativas que iban talladas y pintadas sobre ellos58. Este mobiliario fue distribuido en diversas salas del pabelln, y sirvi para sostener con un toque nacional objetos tan diversos como muestrarios minerales y fotografas de paisajes para el turista59 (imagen 3). Contodo,losintentosdedotaralpabellnconunestiloautctononologra-ron trascender el hecho innegable de que el arte aborigen no haba pasado de su fase inicial. Si sirvi como base para decorar el inte-rior del pabelln, no fue sufciente para generar una arquitectura nacional que pudiera inspirar el edifcio de Chile en Sevilla, como s hicieron Mxico, Guatemala y Per.3.2. LAS EXPRESIONES DE LA RAZA CHILENA Losgrupossocialesyculturalesquehabanhechosuentrada reciente a los imaginarios nacionales no slo estuvieron presentes en Sevilla como referente para un arte tpico creado por otros, sino 58. La tendencia nacional en el Arte Decorativo, Arquitectura y Artes Deco-rativas, n.o 2, marzo-abril 1929.59. Las referencias indgenas estuvie-ron presentes tambin en la fuente monumental que realiz el escultor Julio Ortiz de Zrate para el frontis del pabelln. En ella opt por combi-nar motivos decorativos araucanos con jeroglfcos de Isla de Pascua, coronndola con tres grandes Moais. El Mercurio, Santiago, 10 de junio, 1927; 24 de febrero, 1929.IMAGEN 3: MOBILIARIO DISEADO POR EL ARTISTA ALFREDO CRUZ PEDREGAL PARA EL PABELLN DE CHILE EN SEVILLAFuente: Arquitectura y Artes Decorativas, n.o 4, julio-agosto 1929.99HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer Scheelque sus expresiones, cultura y cosmovisin tambin fueron incorporadas en la muestra como objeto en s. Por primera vez se destacaba el araucano y el indio porteo de Chile aparecern refejados en algo ms que en los fciles adjetivos del poeta60. En un hecho totalmente indito, se habilitaron dos salas en el segundo piso del pabelln para la Seccin de Arte Araucano y Popular. Hasta entonces en los pabellones de Chile en el exterior haba bastado con Salones de Bellas Artes para dar la nota cultural. Ahora, la Subcomisin de Bellas Artes del Comit Organizador prepar, adems de las tradiciona-les muestras de cuadros y esculturas, la exhibicin de muestrarios de objetos tpicos del arte campesino y de la industria mapuche, objetos que fueron recolectados a lo largo del pas por la artista y miembro de la Subcomisin, Elena Montero de Leiva. As, en la Sala deArteAraucanoseexhibierontelares,alfombras,ponchos,alfarera,instrumentos musicales, platera y armas de origen mapuche, mientras en la Sala de Arte Popular se dispusieron canastitos de Panimvida, tejidos de lanadefabricacindomstica,gredasdeQuinchamal,tejidosen crin y races, y juguetes de trapo fabricados por campesinos, aperos de montar, monturas y espuelas. Adems se montaron, en dioramas iluminados, escenifcaciones de las costumbres y tradiciones tanto de araucanos como de campesinos, y se exhibi la reproduccin de una ruca araucana con todos sus atributos (imagen 4)61. De la palabras de los organizadores se desprende que la artesana campesina y araucana no se exhiba en el Pabelln de Chile porque se le considerara de gran valor artstico ese rol ya lo cumplan las obras de la Sala de Bellas Artes, sino por tratarse de las expresio-nesdelabasetnicayracialdelanacin.Comosifueraenellas dondesemanifestabarealmentelaraza:elGobiernoserefera alartetpicoaborigencomoaquelquesehaformadoconlaraza misma62, mientras la revista Zig-Zag explicaba que el arte del pue-blo estaba en su sangre, en la ms completa afrmacin de su valor como raza63. Signifcaba que los artistas de la academia no pertene-can a la raza chilena? As era, al parecer. Segn Alberto Cabero en Chile y los chilenos (1927), el espritu del alma colectiva estaba pre-sente,msqueenlasalmasexcepcionales,eneltipogeneralizado que defna la raza, perteneciente a las clases populares64. Se trataba de un tipo intermedio e indiferenciado, y sobre todo, annimo. Por lodems,habaenelartepopularunaciertainocenciayunafalta 60. El Mercurio, Santiago, 4 de diciem-bre, 1928.61. Cabe notar que la representacin indgena en el pabelln se limit casi exclusivamente a la etnia araucana, otorgando tambin cierto espacio a los indios fueguinos, como ocurri en el mural de Laureano Guevara. De hecho, aunque curiosamente ninguna otra fuente lo menciona, segn el Catlogo-Gua del Pabelln de Chile se habra montado una seccin sobre los indgenas de Tierra del Fuego en el tercer piso del pabelln. Con todo, salvo stos y la cultura Rapanui de Isla de Pascua aludida en la fuente monumental del escultor Ortiz de Zrate (ver nota 59), las dems culturas precolombinas del pas no estuvieron presentes en el montaje. Ello probablemente porque pese a estar siendo estudiadas por los arquelogos y antroplogos de la poca, no formaban todava parte del repertorio visual de los imagina-rios nacionales. 62. El Mercurio, Santiago, 7 de abril, 1929.63. A. Acevedo Hernndez, Artes mnimas, el arte de las loceras de chilenas, Zig-zag, octubre, 1927.64. Alberto Cabero, Chile y los chilenos, 144.100HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionaldepretensionesquelohacanparecermspuro,comoexpresabaelcolaboradorde El Mercurio Guillermo Muoz Medina: Ese arte nacido sin obsesiones tcnicas ni preocupa-ciones estilsticas es el que mejor recoge y reproduce la vida emocional de una nacin65. El rol de las Salas de Arte Araucano y Popular no era entonces destacar en trminos artsticos sino dar expresin al alma nacional. Ello explica que no slo hubiera en ellas creaciones de carcter artstico o artesanal, como indicaba el nombre de la sala, sino tambin vestimentas, herramientas de trabajo y representaciones costumbristas: todo ello era parte de la manifestacin de la raza. Tambin por eso, a diferencia de la Sala de Bellas Artes en que cada obra iba frmada, las muestras de arte indgena y popular conformaran un todo annimo, como si fueran el producto total del pueblo chileno.Yslolamismaraznpuedeexplicar,adems,quelosorganizadoresjun-taran bajo un mismo ttulo a dos grupos tan distintos como la etnia araucana con los campesinos yartesanosde diversaszonas del pas. Lo que tenan en comn era que amboscumplanparalesliteselroldeserunconjuntoenestadoprimitivo,puro, original,quepodallenarelsignifcantevacodelaidentidad nacional.SuscreacionesleotorgabanaChileelpasadoremoto yelselloancestralquesenecesitaba,bajoelprismadelnaciona-lismo etnolingstico, para defnirse como pas. 65. Guillermo Muoz Medina, Nuestra msica en Sevilla, El Mercurio, San-tiago, 7 de agosto, 1927.IMAGEN 4: SALA DE ARTE ARAUCANOFuente: Catlogo-Gua del Pabelln de Chile (Sevilla: Tip. A. Padura, 1929-1930).101HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer ScheelPese a ello, las posiciones frente a la conveniencia de exhibir contenidos indge-nas estaban divididas. De hecho, la iniciativa de montar la Seccin de Arte Araucano y Popular desat una gran polmica. La prensa habl de una ver-daderacampaallevadaacaboporalgunaspersonasparaque Elena Montero desistiera de la idea de organizar la exhibicin, til-dndola de cursi. La artista tuvo que entrevistarse con el mismo presidentedelarepblicaparalograrquelamuestraestuviera fnalmentepresenteenSevilla66.Sinembargo,ellonosignifc que el discurso se unifcara. Los organizadores estaban divididos entrequienesqueranpublicitarlaculturaindgenaypopular comodefnicindelonacional,yquienespreferanomitirlaen pro de un discurso ms blanco. Para varios de los organizadores, la exhibicin de una muestra indgena chocaba con el discurso de progreso que tanto al gobierno de Ibaez como a las lites le interesaba posicionar para lograr los objetivoseconmicosdelpas.Compartiendoeldiagnsticode El Mercurio de que era necesario que las naciones ms adelantadas []sepanqueChileenlaactualidadseencuentraenmuchosde losaspectosdeprogresomundialalaalturadelasnacionesms civilizadas67, los organizadores de la concurrencia a Sevilla haban optado por diferenciarse lo ms posible de sus pares latinoamerica-nos (y los estereotipos asociados a ellos) y enfatizar el argumento de que Chile era un pueblo sobrio, racional y trabajador. La estrategia discursiva que se puso en marcha en la Exposicin Iberoamericana fue la argumentacin de que Chile era muy similar a Europa, tanto ensuclimafro,ajenoalostropicalismosconqueseasociaba alcontinentecomoensuraza,ensumayorablanca68.Tales ideas de excepcionalidad en el continente y de ser los ingleses de Latinoamrica tenan larga data en el pas69, pero ahora, en el dis-curso,eradifcilcombinarlaconlasexpresionesdelarazaque sehabanvueltocentrales.Porlodems,laidealizacinquedel indgena tenan artistas y literatos no era compartida por muchos intelectuales y polticos que vean en el araucano slo atraso e infe-rioridad70yque,adscribindoseaunacorrientemshispanista, preferan enfatizar la rama espaola de la raza chilena.66. El alma de Chile en Sevilla, Revista Chile, n.o 56, octubre 1929, 33; xito de la Exposicin de Arte Chileno en Pars, El Mercurio, Santiago, 1 de abril, 1930.67. Exhibamos ampliamente el pro-greso nacional, en El Mercurio, 10 de agosto, 1927.68. Estas ideas se estudian con mayor profundidad en Sylvia Dmmer Scheel, Sin tropicalismos. 69. Fue el ministro Diego Portales quien acu por primera vez el trmino en la primera mitad del siglo XIX.70. Aunque hubo estudiosos que intentaban estudiar al indgena chi-leno con objetividad y artistas que rescataban su esttica, la mayora de los intelectuales nacionalistas de la poca eran sumamente crticos hacia su cultura. Alberto Cabero, autor de Chile y los chilenos (1926), describa al indgena araucano como un pueblo inferior, con limitadas posibilidades mentales y una incapacidad para evolucionar, adems de ser supersti-cioso y ladrn. El antroplogo Toms Guevara tambin diagnosticaba una inferioridad de sus capacidades intelectuales, mientras el escritor Joaqun Edwards Bello se quejaba de que los supuestamente superiores araucanos ni siquiera haban dejado la edad de piedra en el ao 1500, adjudicndoles todos los vicios imaginables: fatalismo, fojera, alcoholismo. Tambin la poeta Gabriela Mistral culpaba al araucano por la pereza biolgica de la raza, y hubo quienes desautorizaron las mitifcadas imgenes indgenas propuestas por Ercilla en La Araucana y por Pedro de Oa en Arauco Domado por considerarlas exaltaciones imaginarias e imposibles, totalmente alejadas de la realidad.102HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalAmbas posturas no lograron aunarse, y en vez de optarse por una u otra, se les dej coexistir, lo que gener una narracin fnal llena de contradicciones. As, mientras la Sala de Arte Araucano y Popular se converta en uno de los puntos ms interesantes del pabelln, obtena una Medalla Gran Premio por parte de las autoridades espaolas71 y era reconocida por el gobierno de Ibaez con la decisin de exhibir la muestra en Pars el ao entrante72, en el Catlogo-Gua del Pabelln de Chile se afrmaba que la masa de la poblacin actual es casi toda descendiente de los colonos espaoles y otras naciones europeas, siendo muy pequea la mezcla con los indios Araucanos73 y el embajador chilenoenEspaarecomendabainsistirenSevillaqueChileconsistaenunpue-blontegramenteblanco.Mientrasladecoracindeinspiracinindgenabuscaba otorgarle un pasado ancestral al pas, en la Sala de Historia del pabelln la narracin comenzaba con la conquista espaola, omitiendo cualquier acontecimiento anterior, yenellibroofcialChileenSevillasemencionabainclusoquelosconquistadores espaoleshabanhechosullegadaatierrasvrgenes74.Yaunqueelartearaucano y popular se exhibiera como una expresin de la raza, en el Catlogo-Gua se explicaba que el ncleo de la raza chilena estaba conformado por los conquistadores espaoles ysusfamilias75.Estacoexistenciadenarracionesdivergentesse explica en tanto cada Subcomisin velaba por lo que se exhibiera en la sala temtica que le corresponda o en las publicaciones que se imprimiran para la ocasin, sin que al parecer hubiera una ins-tanciafnaldefltraryunifcarloscontenidos.Deestemodo,las distintas interpretaciones convivan en la representacin del pas.Por cierto, pese a estas diferencias de opinin haba un punto de partida compartido en cuanto al mundo indgena, y es que ninguno delosorganizadoresqueraqueelpasenterofueraidentifcado comotal.Desdeelpuntodevistadelosdefensoresdemontarla SaladeArteAraucano,elxitodelmontajeconsistiraenexhibir unamuestraderasgospropiossinqueelloseprestaraagenera-lizacioneshaciaelrestodelpas.Porqueunacosaeramostrarlas expresionesdelospueblosoriginarios,yotramuydistintaque noscreyeranindgenasatodos76.Dehecho,quienespromovan lasartespcaras,ingenuasyatrayentesdelmundoindgena ypopularlohacanconunaactitudsumamentepaternalista,que permite concluir que el indgena de carne y hueso tambin era visto porelloscomounserinferiory,sobretodo,comounotrocon 71. Catlogo-Gua del Pabelln de Chile. Exposicin Iberoamericana de Sevilla (Sevilla: Tip. A. Padura, 1929-1930).72. xito de la Exposicin de Arte Chi-leno en Pars, El Mercurio, Santiago, 1 de abril, 1930.73. Catlogo-Gua.74. Editorial: Dos Palabras, en lvaro Jara y Manuel Muirhead, Chile en Sevilla.75. Catlogo-Gua. Ciertamente, el dis-curso de nacin era emblanquecido con mayor fuerza en aquellos sopor-tes que iban dirigidos a un pblico ms seleccionado: las publicaciones Chile en Sevilla y el Catlogo-Gua seran distribuidos por los cnsules de Chile a posibles inversionistas en sus respectivos pases.76. xito de la Exposicin de Arte Chileno en Pars, en El Mercurio, San-tiago, 1 de abril, 1930. La muestra fue llevada luego a Pars y el columnista se refere al xito que tuvo en Sevilla. 103HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer Scheelelquenodeseabanserconfundidos.NopornadaelmismopresidenteIbaez,quien promovaqueseexhibieralasartesdelpueblo,manifestabanoobstantequefueran presentadas en proporcionada latitud77, vale decir, sin exagerar. Y no slo no se exa-ger en cuanto a cobertura lo que se hace evidente al comparar el pabelln chileno conlosdeotrosdepaseslatinoamericanos,lamayoradeloscualesrebosabadeco-racin indigenista tanto en el interior como en el exterior, sino que adems se aisl simblicamente a estos grupos del resto del pas. El hecho de reunir todos los objetos de su creacin, independiente de su naturaleza, en una sala aparte, remarcaba la con-dicin de alteridad que representaban sus autores para las lites a cargo de representar al pas. Si en el resto del edifcio se exhiban la industria de Chile, las artes aplicadas de Chile o el arte de Chile, en esta sala se mostraba la industria, artesana y arte de un subgrupo de Chile que se prefera mantener aislado.La portadilla del libro ofcial de la concurrencia, Chile en Sevilla, es ilustrativa acerca del lugar que se otorgaba al indgena en la representacin del pas (imagen 5). En el dibujoaparecencuatropersonajesordenadosdearribaabajoenformajerrquica, y el color de sus pieles blanco arriba y oscuro abajo refuerza dicha jerarqua en trminos raciales. El personaje superior, un hombre blanco representando a las lites del pas, es quien gua al resto hacia el progreso luminoso simbolizado en un rascacie-los. El personaje araucano no slo se encuentra en el ltimo lugar, sino que es el nico que en vez de mirar hacia adelante vuelca su mirada hacia atrs y hacia abajo, como si no slo le diera la espalda al progreso, sino que adems mostrara su sumisin ante la cultura dominante. Resalta tambin el hecho de que mientras los dems personajes sonrepresentacionesidealesderaza,gneroyocupacin,identifcadoscomotales mediante smbolos evocativos simples, el personaje araucano est tan sobrecaracteri-zado con objetos y detalles decorativos que refuercen su identidad como miembro de dicha etnia, que su persona misma llega a desaparecer bajo ellos. Esto, que se repeta en la representacin de la mujer mapuche en el mural de Guevara o en la portada 40 de la Revista Chile, evidencia que el gran aporte de su mundo era proporcionar una est-tica nacional y llenar el signifcante vaco de los rasgos propios. Aquello resulta una verdadera metfora de su situacin en la realidad del pas en aquellos aos. El indgena de carne y hueso no gozaba de la misma simpata que su representacin simblica, y tras su incorporacin al territorio nacional hacia 1880, no haba acuerdosobresurolenelpas.Losmismosqueaprovechaban suestticaenlarepresentacinnacional(comoelpresidente Ibaez) abogaban por que en el mundo real los araucanos fueran 77. xito de la Exposicin de Arte Chileno en Pars, en El Mercurio, Santiago, 1 de abril, 1930.104HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalintegradosrpidamenteatravsdelaasimilacinculturalyelfndelastierras comunales78,sinpreocuparsedequeesaculturaquehabaprestadoimgenesal nacionalismo cultural terminara por desaparecer como expresin viva. 78. Los sectores conservadores aboga-ban por marginar a los indgenas de La Araucana para que no entor-pecieran el desarrollo nacional, mientras los progresistas promovan una rpida integracin a travs de la asimilacin cultural y el fn de las tierras comunales. Esta ltima fue la opcin del gobierno de Ibaez, el cual promova una ley de divisin de las comunidades mapuches que traera como consecuencia su pronta asimilacin y la prdida de su cul-tura Jos Bengoa, Historia del Pueblo Mapuche (siglo XIX y XX) (Santiago: Ediciones Sur, 1985), 383-385. Evi-dentemente infuan en esta postura consideraciones de ndole social y econmica, pero no est de ms resaltar la inexistencia de un inters por cuidar la prevalencia de dicha cultura en el escenario real.IMAGEN 5: ILUSTRACIN DE RAFAEL ALBERTO LPEZ PARA LA PORTADILLA DE LIBRO OFICIAL CHILE EN SEVILLAFuente: Anbal Jara y Manuel Muirhead, Chile en Sevilla (Santiago: Cronos, 1929).3.3. UNA IMAGEN DE CONSENSO: EL TRIUNFO DE LA NATURALEZA Quedabatodavapendientelaarquitecturadelpabelln,elsm-bolomsvisibledelarepresentacindelpas.Yaque,comoseha dicho, ste deba identifcar a la nacin a travs sus formas, el desa-foeranotableenunpassintradicionesarquitectnicaspropias. Lapocaunanimidadentornoalarepresentacindelasculturas 105HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer Scheelindgenas y la inexistencia de un legado artstico indgena considerado valioso explican quizsqueenChileseoptaraporunpabellndeinspiracintandistintaalrestode los edifcios latinoamericanos presentes en la Exposicin de Sevilla. El proyecto que se impuso en el concurso de arquitectura no represent la identidad nacional mediante un estilo arquitectnico defnido o de decoraciones tpicas, sino a travs de formas simb-licas que evocaba la Cordillera de los Andes. Se trataba de la propuesta de Juan Martnez Gutirrez, quien proyect un edifcio de hormign armado de tres pisos de alto, con gran-des murallones desnudos coronados por una torre. Los colores de la fachada reforzaban la alusin a las montaas, mediante tonos grises en la base que se iban haciendo blancos a medida que ascendan, y detalles rojizos que completaban la composicin (imagen 6)79. Segn las palabras del arquitecto, el pabelln interpretara el espritu chilenosin recurrir para ello a motivos coloniales, sino a agrupacio-nes de volmenes y trozos de escultura y pintura capaces de sugerir el ambiente de un pueblo y de hacernos adivinar sucultura.Expresarlosplcidosremansosdelascostas chilenas y la orografa titnica de Los Andes, componiendo de forma casi escultrica las masas grises y blancas, que van ascendiendo hasta culminar en la fuerte torre []80. 79. Juan Jos Cabrero, Pabelln de Chile, en sevillasigloxx.googlepages.com/PABELLONDECHILE.pdf (visto 5 octubre 2008).80. El Liberal, 1 de noviembre, 1928, citado por Juan Jos Cabrero, Pabe-lln de Chile.IMAGEN 6: PABELLN DE CHILE EN SEVILLAFuente: Catlogo-Gua del Pabelln de Chile (Sevilla: Tip. A. Padura, 1929-1930).106HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalAs,afaltadeunestiloarquitectnicopropiocomoeldeMxicooPer,laidea deChileserarepresentadademanerasimblica,rebasandoelfolklore81.Eranlas masas, disposiciones y colores de la estructura los que mediante una evocacin po-tica82 crearan una imagen sinttica del pas83. Para autores espaoles como Rodrguez Bernal y Villar Movelln, el pabelln de Chile destac en la Exposicin Iberoamericana por su originalidad, al ser el nico entre los edifcios montados por Espaa y por las repblicaslatinoamericanasennorecurriralhistoricismoensurepresentacinde laidentidadnacional84.Lamadrepatriaacudaalregionalismooalmudjarensus edifcacionesysusexcoloniassedebatanentreunmarcadoindigenismo(Mxico), un panhispanismo (Argentina, Uruguay y la mayora de las naciones invitadas) o un estilo mestizo que aunara ambas tradiciones como ocurri en el pabelln peruano85. Si se considera que las alusiones al pasado en la bsqueda de la repre-sentacinnacionalysuconsiguienteexpresinarquitectnica mediante eclecticismos historicistas eran una de las caractersticas que ms se repetan en las Exposiciones Universales86, la propuesta de Chile en 1929 parece an ms vanguardista. LapropuestadeMartnezhabaoptadoporlosaspectosgeo-grfcos del imaginario nacional en desmedro de otros de carcter ms bien cultural, aunque no estuvo absolutamente desprovisto de alusiones histricas. De hecho, los detalles y terminaciones hacan referencia al pasado hispano y prehispano. As, trozos de cantera con motivos indgenas, un Caupolicn de cobre en la entrada y una portadamonumentaldetipoprecolombino,enpiedrarojayfor-mas trapezoidales87, recordaban a los pueblos originarios, mientras lasrejasdeferrodeventanasybalconesylostechosdeteja,los corredores, logias y bvedas daban la nota colonial88. Sin embargo, estosdetallesestabansuperpuestosalaestructuraydesapare-canporsuescalaantelamonumentalidaddelosvolmenesdel edifcio,ofreciendoquizsunainteresantemetforadelaforma enquelageografaerapercibidaenChile:unanaturalezaaplas-tante donde la cultura se esforzaba por manifestarse tmidamente. Es importante sealar que, en el contexto ideolgico del determi-nismo geogrfco, mostrar la cordillera no era slo representar el paisaje,sinoexpresaratravsdeellaelcarcterdelapoblacin que habitaba en l. En este sentido, el delegado de Chile en Sevilla, 81. Fernando Garca Oldini, El Pabe-lln de Chile en la Exposicin de Sevilla, Revista Chile, n.o 56, octubre 1929), 9-12.82. Conozcamos la casa de Chile en Sevilla, El Mercurio, Santiago, 23 de octubre, 1927.83. El Mercurio, Santiago, 21 de agosto, 927.84. Rodrguez Bernal, La Exposicin Ibero-americana de Sevilla, 131; Villar Movelln, 1979, 61, citado por Ana Souto, La Exposicin Iberoameri-cana, 190. Rodrguez Bernal asegura que en toda la Exposicin, adems del pabelln de Chile, los nicos edifcios que no recurrieron a la representa-cin historicista fueron cinco pabe-llones comerciales que pertenecan a empresas privadas, desconectadas del ambiente sevillano.85. Ana Souto, La Exposicin Ibero-americana, 190.86. Ana Souto, La Exposicin Ibero-americana, 190.87. Juan Jos Cabrero, Pabelln de Chile.88. Fernando Garca Oldini, El Pabe-lln de Chile en la Exposicin de Sevilla, Revista Chile, n.o 56, octubre 1929, 9-12; Ana Souto, La Exposi-cin Iberoamericana, 190; Juan Jos Cabrero, Pabelln de Chile.107HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer ScheelFernando Garca Oldini, sealaba que la disposicin de los planos del edifcio no slo recordabalasmontaas,sinoquealmismotiempoobligabaapensarenelcarcter silencioso e indoblegable de la raza. Para Oldini, incluso la idea misma del pabelln habra sido infuenciada por el medio. La fuerza modeladora del paisaje circundante es tan potente, la negada infuencia del medio es tan innegable, que a pesar de todas lasteoraslograimprimirsuselloyunaimpulsinsimilaralapropiaenalgotan distinto a la naturaleza como es la obra de un artista. La casa de Chile era para l, a un mismo tiempo, producto y resumen del ambiente89. Portodasestasevocaciones,auncuandoelpabellndeChilenotuvierarasgos explcitos que anunciaran a un no iniciado la procedencia nacional del edifcio, logr ser considerado como la primera obra concebida inspirndose en lo nuestro, en lo tpico,ennuestrosambientes90,yqueexpresabalosrasgoscaractersticosdela idiosincrasia nacional91. Cumpli as con el cometido de diferenciarse del resto de los pases y dar un sello propio. Sin embargo, el simbolismo de la cordillera result ser muy funcional para otros aspectos del discurso. Al tiempo que evitaba la polmica quehabrasignifcadounedifciodecorteindigenista,permi-ti reforzar el discurso de progreso y civilizacin que los dems smbolosautctonossloentorpecan.Yaquelosargumentos defendidos en Sevilla eran que el clima fro del pas haba produ-cido una raza sobria y trabajadora opuesta al caos y pereza conqueseasociabaaltrpico,yqueelmedioabrupto,difcil, haba convertido a sus gentes en esforzadas y laboriosas92, la ima-gendeunacordilleraimponenteynevadareforzabaesaidea. Nodebehabersidocasualidadqueestuvierapresente,tambin, enlaportadadellibroofcialChileenSevilla,libroque,comoel pabelln, pretenda ser un resumen global del pas (imagen 7). 89. Fernando Garca Oldini, El Pabe-lln de Chile en la Exposicin de Sevilla, Revista Chile, n.o 56, octubre 1929, 9-12; Ana Souto, La Exposi-cin Iberoamericana, 190; Juan Jos Cabrero, Pabelln de Chile.90. Conozcamos la casa de Chile en Sevilla, El Mercurio, Santiago, 23 de octubre, 1927.91. Revista Chile, n.o 51, mayo 1929.92. Sylvia Dummer Scheel, Sin tropi-calismos. 108HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalCONCLUSIONESEstudiarlarepresentacindeChileenSevillaesunaformadeaproximarsealas ideasdepasquecirculabanenlosaosveinte,graciasaquelainstanciaobliga ciertossectoresdelasociedadadeclarar,explicar,negociareinclusoescenifcarsu forma de entender lo nacional. La concurrencia a la Exposicin Iberoamericana dej en evidencia hasta qu punto se haba posicionado el nacionalismo culturalista y las referencias a la raza, al medio geogrfco, al pasado autctono y a lo folclrico como defnicindeChile,alpuntodeincorporarseenlaimagendepasquesedeseaba publicitar en el exterior y superar as las estticas europeizantes del siglo anterior. El hecho de que en esta ocasin la puesta en escena haya estado a cargo de un grupo relativamente amplio y variado de profesionales, y que los discursos de pas expresados en diversos soportes (salas temticas, decoracin y publicaciones) no hayan pasado por Fuente: Anbal Jara y Manuel Muirhead, Chile en Sevilla (Santiago: Cronos, 1929).IMAGEN 7: PORTADA LIBRO OFICIAL CHILE EN SEVILLA109HIST. CRIT. NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Sylvia Dmmer Scheelun fltro fnal que los unifcara buscando corregir posibles contradicciones, entorpeci quizselposicionamientodeunaimagendenacinnicaycoherenteenelextran-jero, pero ofrece por otro lado un material muy rico para el anlisis de los imaginarios nacionales de la poca. As, la representacin de Chile en Sevilla no slo nos da una idea sobre cmo el Gobierno y diversos grupos sociales deseaban que Chile fuera visto desde elextranjero,sinoquehaceexplcitoscontradicciones,confictosyluchaspresentes en los imaginarios nacionales circulantes en la dcada del veinte. En este sentido, ha sido posible identifcar que incluso dentro del imaginario que determin la represen-tacin y que era el imperante en el pas, convivan diferentes interpretaciones. Aunque se impona una concepcin nacionalista de pas que entenda lo nacional en trminos culturales,endondeelmediofsico,laraza,ellenguajeylastradicionesdefnanel carcter colectivo de su poblacin, no todos rescataban los mismos elementos etno-lingsticosparadefnirlo.Mientrasciertossectoresencontrabansusbasesenlos pueblos originarios, otros preferan enfatizar el origen hispano de la cultura nacional. Dehecho,larepresentacindeelementosindgenascomosmbolodelochilenodes-pert, como se ha visto, grandes resistencias entre grupos de corte hispanista. Dicha resistencia, sin embargo, tena a su vez diferentes niveles. Se ha hecho evidente que la incorporacindeunaestticadeinspiracinindgenaodeexpresionesmusicalesde corte folklrico, interpretados y adecentados por artistas profesionales, provocaban mucho menos rechazo que las expresiones originales, sin intermediarios, de estos mis-mos grupos, que resultaban una evocacin demasiado viva y actual de su existencia. Al margen de las luchas de conceptos que salieron a la luz, la puesta en escena revel tambin matices del imaginario que en el momento, por obvios, pasaban desapercibi-dos.Laformaenqueelmundoosurepresentacinesordenado,lasjerarquasy relaciones que se establecen, comunican un modelo mental a travs del cual se entiende la realidad. Por eso, aunque la separacin de lo araucano y folclrico en una sala aparte pudo parecer completamente natural a sus organizadores, esta decisin estaba cargada deunaseriedeconnotacionesqueremarcabanlacondicindealteridadquedichos grupos representaban en la sociedad chilena de aquel entonces, remarcada por la sobre-caracterizacin decorativa que de ellos se haca en la representacin. Se trataba de una sociedad elitista y poco inclusiva, que si bien se abra a aceptar la incorporacin de gru-pos populares e indgenas a nivel simblico, lo haca remarcando la distancia con ellos.CabeaclararqueaunquelarepresentacindelanacinenlaExposicin Iberoamericanarevelmuchoacercadelosimaginarioscirculantes,noconsisti enunaespeciedefotografadestos.Lapuestaenescenaofrecimsbienuna 110HISTORIA CRTICA NO. 42, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2010, 256 PP. ISSN 0121-1617 PP 84-111Los desafos de escenificar el alma nacionalreinterpretacin de los imaginarios. stos eran traducidos a un lenguaje material y visi-blepero,sobretodo,sussmboloseideashabansidoseleccionados,jerarquizadosy reordenados. Y aunque en este caso la intencin de fdelidad al alma nacional puede haber generado un resultado un poco menos instrumental que lo que se hara hoy con una imagen-pas, no es posible olvidar que de todos modos se trataba de una imagen escrita desde arriba que persegua objetivos concretos. Por eso, aunque se eligieron ele-mentos que efectivamente circulaban en la autoidentifcacin de los chilenos, s se opt por los que concordaran con los objetivos concretos que se perseguan en el exterior. De este modo, la cordillera super como smbolo a todo lo relacionado con indigenismo y folclor, siendo protagonista de la arquitectura del pabelln y de la portada del libro ofcial, porque resultaba mucho ms funcional a los objetivos econmicos del pas y la imagen de efciencia y laboriosidad que se intentaba mostrar en el exterior, y generaba, por lo dems, menos desencuentro entre los organizadores que otros smbolos de corte indigenista. Fue esta particular versin de la imagen nacional la que regres al pas, a travsdefotografasyregistrosdeprensa,paraserobservadaporalpblicochileno como si se mirara en un espejo. De este modo, es muy probable que la puesta en escena del imaginario haya tenido efectos sobre los imaginarios nacionales mismos al propor-cionar nuevos smbolos y reforzar ciertas ideas por sobre otras. 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