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    Signos Literiosy LingsticosIII.1(enero-junio, 2001), 123-144

    R E F L E X I O N E S DEARIEL A CIEN A O S DE SU

    PUBLICACIN

    Martha L. Canfield

    Universit Ca Foscari di Venezia

    La capacidad de admirar es, sin duda.

    la gran fuerza del critico.

    Jos Enrique Rod (1899)

    S

    egn una opinin m uy difundida la fama de Ro d no ha superado la de su

    obra m aestra:

    Ariel,

    libro que hizo conoce r su nom bre en toda Am rica y

    en E spaa y que es an el primero qu e se recuerda cuan do se habla del

    autor.

    Ariel

    fue aclam ado por los m ayore s estudiosos

    y

    escritores espaoles d e la

    poca, com o Leopoldo AlasClarn,M iguel de Un amu no, Juan V alerayRafael

    Altam ira; mientras q ue en Am rica Ro d fue reconocido como m aestro de las

    ene s generaciones por Pedro He nnq uez Urea, Alfonso Reyes, Francisco

    Garca Caldern , Jess Castellanos y Go nzalo Za ldum bide. Las ediciones de

    Ariel

    se multiplicaron hasta el pun to de que el mism o R od perdi la cuenta.

    De spus d e las dos primeras, publicadas en M ontevideo en 1900 por Do ma lcche

    y Reye s, la segunda d e las cuales llevaba un p rlogo de

    Clarn,

    sali una tercera

    edicin en Santo Do m ingo en 1901,com o suplem ento de laRevista Literaria,

    y una cuarta en

    Cuba literaria

    (La H aban a, 1905 ); la quin ta fue im presa por

    orden del gobernad or del estado de N uev o Len, en M xico , en 1908; la sexta,

    siempre en M xico y en el mism o ao, fue ordenad a por la Escuela Nac ional

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    Signos Literarios y Lingstic

    Preparatoria; la

    sptima,

    corregida porel mismoRod,sali enValencia, Esp

    publicada por Sampere,en

    1908;

    la octavay lanovena, en Montevideo, public

    por Jos Mara Serrano,

    enl910yenl911 .Muchas otras

    ediciones salieron cas

    mismotiempo endistintospaseslatinoamericanossinautorizacin

    y,

    naturalme

    sin pagarderechos de

    autor.

    Rod estaba simplemente complacidoyconvenc

    de empezar, de este modo, su misin educadora en Am rica, que considera

    absolutamente

    impostergable.l mismo

    ayudaba

    a

    la difusin de su pequeo l

    entregndolo personalmente

    a

    todos

    los

    escritores

    que

    conoca,

    a

    todos los

    estaban en el directorio de

    \a Revista Nacional de

    L iteratura y

    Ciencias

    So

    les

    e

    incluso

    a

    aquellos

    que le

    escriban diciendo

    que

    estaban interesados en

    Ariel

    peroque no tenanlosmedios para comprarlo. Finalmente,apartirde

    aosveinte,se pudocontarcontraduccionesde

    riel

    en las otras dosimporta

    lenguas del continente (ingls

    y

    portugus) casi como una respuesta natural

    a

    postura americanistadelautor,por encima delapolmica con EstadosUnidos

    puntualizada

    en

    su texto.

    Ariel

    salaen un momento histricoparticular:en el umbral del nuevosiglo

    confluencia entre

    el punto cenital del

    capitalismo y

    delcolonialismo,y el

    mom

    inicial de

    los

    movimientos

    de

    masas. Por una

    parte el

    capitalismo trataba

    de

    d

    rrollar la concentracin monopolista ylasmetrpolis coloniales tratabandedef

    la

    posesin

    de los puntos

    estratgicos para

    el

    comercio; porotra,

    el

    advenimie

    delasdemocracias de masas,o de susvariantes bonapartistas, estimulabael

    sarrollo

    de grandes

    organizaciones burocrticas estatales o de partido. Mient

    el dinero pareca cosificar todos

    los

    valores

    sociales y

    morales,

    el

    proletariado

    organizaba para defendersede la

    explotacin,

    contribuyendode este modo ad

    near

    un nuevo

    protagonista

    de la

    vidademocrtica,

    el

    obrero,

    al cual se

    empeza

    iasociar nuevos valoresmoralescomo, por ejemplo,lanoblezadeltrabajo.

    Rod era sumam ente sensibleatodos estos cambios y es un error creer q

    su concepcin poltica excluya la problemtica social.

    El ha

    declarado explc

    mente su malestar

    ante las

    injusticias sociales, la hipocresa y la vulgaridad q

    han sido transmitidas "al sigloquecomienza por elsiglo deladvenimiento b

    gus y de la

    democracia utilitaria'XOC636).

    1

    Y en su defensa de la corporaci

    1

    Jos Enrique Rod.

    El mirador de Prspero,

    en

    Obras completas,

    edicin de Emir Rodrigue/ Mone

    (I

    (

    >57):

    de ahora en adelante esta edicin aparecer indicada con la sigla OC. Para las citas deAriel,

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    Reflexiones

    sobre.

    -iriel...MarthaL. Canficld

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    de los periodistas, de la que hace

    parte,

    Rod exalta la

    figura

    del obrero qu e

    es,

    por definicin, "el hom bre que trabaja" y, por lo tanto, "la nica especie de

    hom bre que merece vivir".

    Y

    subraya: "Cuando todos

    los

    ttulos aristocrticos

    fundados en superioridades

    ficticias

    y

    caducas hayan volado en polvovano,

    s< >li i

    quedarentrelos hombresun ttulo desuperioridad, odeigualdad aristocrtk

    ese ttulo sereldeob rero"(O C 631).- Personalmente se consideraba un tra

    bajador intelectual, un "obrerodelpensamiento", como todo periodista, como

    todo maestro.

    leratambin particularmente sensiblea lasituacin de las repblicas hispa

    noam ericanas, atrasadas respecto al desarrollo capitalista y por

    lo

    m ismo i

    les vctimas

    de

    las nuevas hegemonas, en primer lugar

    de

    Estados Unidos, as

    com o estaban atrasadas respecto a la definicin de una verdadera identidad y

    autonom a intelectual. Esta ltima constitua un problem a central en el debate

    cultural hispanoamericano desde hacavariosdecenios sinque sehubieran per

    cibido soluciones

    generales;

    ahoraelmovimiento literario llamado Modernis

    mo,

    guiado por Rubn D aro, la transformaba en su propio eje central.

    El hecho

    de

    que Daro hubiera preferido modelos franceses

    y no

    espaoles

    no sigu

    fcaba

    que se eligierade

    todos modos

    un modelo para imitar, sino que

    se procuraba ampliar las posibilidades de eleccin y variar los puntos de vista

    para dar mayor libertad al espritu El mismo R od estaba fascinado con la

    cultura francesa, y esto se dem uestra fcilmente con la lista de pensadores y

    escritores citados porlen.nci.casilamitad son franceses.' Por otra parte es

    i.ni

    ihio.prefiero mi propia edicin, basada

    en la

    cditioprinceps yen

    un

    cotejo directo con

    la

    segunda,

    que

    nalmcntc corregida por el autor (/if/ff(2000), edicin bilinge con traduccin al

    italiano

    realizada poi

    Dieg o Sn dl,de ahora en adelante indicada con la sigla M C. Es asimismo recomendable la edicin

    de Beln

    Castro

    |

    Iriet,

    2000

    )

    que aqui se

    indkari

    con

    la

    sigla

    BC.

    Aunque

    la

    estudiosa se

    basa en la

    edicin

    de

    Rodi

    Moncgal, que contiene algunas pocas erratas, proporciona importantes instrumentos de anlisis tanto en el

    aparato de notas com o en la sustanciosa Introduccin. En cambio es sum amente defectuosa la edicin que

    \n g c lRama prcpai ara para A ,.un e lio.

    mientras resulta generalmente correcta la de Raimun do

    .1

    tirso pro nunciad o

    en el Acto de inauguracin del Circulo de la Prens de M ontev ideo el 14 de

    abril

    de 1

    909,

    recogido en

    El mirador

    de Prspero

    (

    9

    3)

    y la arriba

    citada

    Son

    ;

    clasicos griegos y

    J tatil

    latinoamericanos y 4 d e otras naciones.

    Una seccin especial con \ oces luo-hibliogr ticas

    de cada uno

    de los

    personajes citado s po r Ro d y un ndice

    de nombres se encuentra en mi edicin d e

    \riel,

    Mi 195*228

    http://ngcl/http://ngcl/http://riel/http://riel/http://riel/http://ngcl/
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    Signos Literarios \ Lingstic

    comprensible:

    en el

    siglo

    xix

    Francia representaba

    el punto de

    equilibrio

    entre

    opciones igualmente angustiantesypeligrosas para los Estados hispanoame

    canos:permanecer leales a Espaa o seguir el camino tra/ad o por Estad

    l 'nidosatravs de nuevos m odelos econmicosyculturales. Adems. Fran

    DO

    proporcionaba un modelo nico sino m uchos, aunque procedentes

    de

    dis

    tosmomentos histricosque losmodernistas, sin embargo, adoptaron simul

    neamente, sin endosede ellospara combatir la vieja

    retrica,

    la ampulosid

    verbal, los lugares comunes, y para abrirse a nuevos y variados m odos de e

    presin. En efecto, en Hispanoam rica coexisten tendencias literarias que e

    Europa correspondenafases sucesivaseincompatibles: realismo, naturalism

    simbolismo,

    pamasianismo

    e incluso

    romanticismo estn presentes contempo

    neamente enelmovimiento modernista. "Romnticos somos; quin,que

    es,

    es rom ntico?", haba dicho Rubn Daro.Yes probable que sea en esa cap

    cidad de apropiacinyde re formulacin delasescuelas literarias donde res

    la

    mayor originalidad

    del

    Modernismo hispanoamericano.

    El mismo Rod quiso sentar por escrito sus crticas

    al

    Modernismo pero

    autodefini modernista. De la

    Correspondencia con LeopoldoAlas

    surge t

    to una visin positivadelmovimiento al cualnodeja de censurar, sin embar

    sus aspectosmssuperficiales, la retrica

    vaca,

    los juegos de palabras- como

    deseo de

    "encauzar

    al

    modernismo americano dentro

    de

    tendencias ajenas

    a

    perversas del decadentismo azul..." (OC 1262). Rod quera una literatura d

    ideas,que llevara "quclque chosedansle ventre", como deca Zola, citado p

    el propio Rod. Cuando escribe su ensayo sobre Daro segun do opscu l

    de la serie

    La Vida\

    ueva,intitulado

    RubnD aro. Su personalidad lucrar

    SU

    ltima obra Cfr.

    OC 165-187)-, publicado en 1899, es decir un a

    antes de

    Ariel

    se percibe que la lectura de

    Prosas P rofanas

    y de

    Los Rar

    ambos de 189o asi como el encuentro que tuvieron en Buenos Aires e

    1897 hicieron mejorar

    su

    opinin sobre Daro.

    Y

    es justamente en ese opscu

    quesedeclara "modernista" y "camarada deideas"deDaro:

    De mis conversaciones con el poeta he obtenido la confirmacin de que su pensam ien

    est m ucho m s fielmente en mi que en casi todos los que le invocan por credo a cad

    paso.Yo tengo la seguridad de que, ahondando un poco ms bajo nuestros pensare

    nosreconoceramos buenoscamaradas de ideas. Yo soy un modernista tambin;

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    Reflexiones sobreAriel...Martha L. Canfield

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    pertenezco con toda m i alma a la gran reaccin que da carcter y sentido a la evolucin

    del pensamiento en las postrimeras de este siglo; a la reaccin que, partiendo del

    naturalismo literario y del positivismo filosfico, los conduce, sin desvirtuarlos en lo

    que tienen de fecundos, a disolverse en concepciones ms altas, y no hay duda de que

    la obra de Rubn Daro responde, como una de tantas manifestaciones, a ese sentido

    superior (187).

    Rod en la literatura uruguaya

    En

    la historiografa literaria uruguaya

    Rod

    forma parte de la Generacin del N ove

    cien tos, que corresponde

    a la del

    98 en Espaa y a la modernista, en general, en

    Amrica.Los otrosprotagonistas del grupo son: Javier de Viana (1868-1926),

    Carlos Rey les (1868-1938), Carlos Vaz Ferreira (1872-1958), Roberto de las

    Carreras (1873-1963), Julio Herrera y Reissig (1875-1910), Mara Eugenia Vaz

    Ferreira (1875-1924), Florencio Snchez (1875-1910),

    Horacio

    Quiroga(1878-

    1937),Alvaro AmiandoV asseur(l 878-1969), y DelmiraAgustini (1886-1914).

    Excepto Carlos Vaz Ferreira, abogado, profesor

    y

    dos veces rector

    de

    la Univer

    sidad de Montevideo, los dems son fundamentalmente autodidactas,

    frecuentadores

    de

    los distintos

    cenculos de

    la

    poca,

    los

    ms clebres de los cuales

    eran elConsistoriodelGay SaberdeHoracio Quirogayla Torrede losPanoramas de

    Julio

    Herrera

    yReissig.

    Todos ellos

    son

    lectores de

    Nietzsche

    y de

    Baudelaire,

    aunque

    con interpretaciones distintas;

    a veces

    opuestas.

    Reyles yRod,

    por ejemplo, aun

    siendo amigos, se encontraron a menudo en posiciones contrarias;el primeronoacep

    t jamseloptimismo arilico.Todostenanencomnel inters y elejercicio dela

    actividadperiodstica.

    El elemento de

    discordia era lapoltica,dividida

    entre los

    dos

    partidos tradicionales,

    el Blanco

    y

    el

    Colorado, discordia que

    termin

    por hacer esta

    llar la guerra civil.

    Lo que da carcter de grupo o de generacin literaria a la obra de estos

    escritores, adems del estilo, es sin duda

    la

    bsqueda

    de

    lamodernidad.Todos

    inclusolos queestaban ms vinculadosala realidad inmediata y local, com o

    JavierdeViana, Horacio Quiroga y Florencio Snchez tratan de trascender

    los lmites de

    la

    literatura regionalista o criollista, que

    se

    basa sustancialmente

    en

    la

    creacin de estereotipos sociales del mbito criollo, casi siempre rural pero

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    Signos Literarios y Lingsticos

    tambin urbano, llevandoa lalengua literarialosrasgos del habladialectal.(E

    generallo

    consiguen).

    Florencio Snchez ser consideradoelfundadordeltea

    tro rioplatense; Horacio Q uiroga ha sido sealad o, junto a otros dos

    o

    tres

    como el iniciador

    de

    la nueva narrativa hispanoam ericana; Herrera y R eissig

    deja una herencia potica formidable para la constitucin de la poesa pos

    modernista e incluso vanguardista, y de hecho est muy presente en la obra

    de Ram n Lpez V elarde, de Cesar Vallejo, de Pablo Neruda y de m ucho s

    ms.Se

    puede afirmar que

    al

    m enos

    en

    la breve parte

    de la

    obra que

    e

    poeta logr prepa rar para la imprenta antes de morir (y no sera ju sto tener

    en cuenta el resto, no revisado porl);se presenta com o alguien que se

    h

    adelantado a su tiempo, que ha intuidolasrevolucionarias innovaciones qu

    iban a prod ucirse po co despu s.

    En medio

    de

    estaricageneracin, tal vez nica en

    el

    panorama

    uruguayo,

    s

    destaca la figura de Rod porque slo

    l se

    empe totalmente en

    la

    construc

    cin de una dimensin americana y slo

    l

    supo construir su am ericanismo a

    escala

    universal.

    4

    El lugarqueocup en ese contexto fue efectivamente excep

    cional. Su prestigio como autor de prosa se poda equiparar nicam ente al de

    Daro como poeta. Sin embargo,

    en

    Rod se verifica una trgica regla que

    parece amenazar

    a los

    mejores escritores uruguayos: como Quiroga, F lorenci

    Snchez

    u

    Onetti. Rod tuvo que dejar la patria

    con

    la amargura en el corazn

    decidido a no volver por un tiempo que deseaba fuera lo ms largo posib le.

    Com o sabem os, se enferm gravemente y muri antes de regresar; los otros

    partieron en un exilio voluntario y definitivo.

    Es

    verdad que

    el

    da en que parti

    Rod, suscolegasperiodistas organizaron una manifestacin para saludarlo qu

    sevolvi increblemente numerosa y popular, pero tambin es verdad que est

    manifestacin quera, de alguna m anera, reparar la vergenza de que el

    m

    famoso escritor nacional tuviera que

    ir a

    Europa como corresponsal de un dia

    rio

    argentino porqueelgobiernolohaba eliminado delacomisin destinada

    representar

    al

    Uruguay en las celebraciones espaolas por

    el

    Centenario de la

    Cortes deCdiz.

    Por otra

    parte,

    mientras Rod se afirmaba cada vez

    ms

    com

    maestro filsofo y como referente de toda la Am rica Espaola,

    los

    escritore

    4

    Es la opinin de Emir Rodrguez Monegal. que comparto: vase su imprescindible estudio introductivo

    en OC 76.

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    Reflexiones sobreAriel...Martha L. Canfield

    uruguayosno loconsideraban en su justo valor, o lo ignoraban (Quiroga, Carlos

    Vaz Ferreira), o le eran decididamente hostiles (Herrera y Reissig), o bien sus

    amigos

    (como Carlos Reyles) no lo

    comprendan y

    no

    compartan

    sus

    ideas.

    La generacin que sucede a la del Novecientos y que surge entre 1915 y

    1920,

    conocida como Generacin del Centenario, no fue iconoclasta, en parte

    quiz porque

    casi

    todos

    los

    escritores precedentes haban desaparecido: M ara

    Eugenia, Florencio Snchez,

    Rod,

    Julio Herrera y Reissig haban m uerto gra

    vemente enfermos; Quirogasehaba suicidado, Delmira haba sido asesinada;

    Roberto de

    las

    Carreras envejeci y muri en un m anicomio donde fue encerra

    do a la edad de 35 aos sin recuperar jams la memoria de su pasado. La

    generacin del Centenario se propuso entonces la creacin de una continuidad

    con la generacin anteriorysu expansin tuvo inicioapartirdela aceptacin de

    los

    aportes

    de

    los escritores precedentes sin

    que esto

    les impidiera, justam ente.

    tratar de superar

    el

    repertorio ya exhausto del M odernismo; o sea, aceptando

    implcitamentelascrticasqueRod haba hechoasus contemporneos, espe

    cialmente a los imitadores de

    Daro.

    Sin embargo, en este armnico pasaje de

    una

    generacin

    aotra.

    Rod fue excluido, "exiliado en su patria",

    lo

    llama Beln

    Castro. Fue olvidado cuando no speramente tergiversado y criticado, y el

    arielismose volvi unarma contra 1 .

    s

    Su idealismo pareci retrico y supera

    do,

    seleacus denoconsiderarelproblema del indio americano, de incitar al

    ocio noble una sociedad que necesitaba sobre todo del trabajo para construirse

    un bienestar del que

    careca.

    Como un eco amplificado de las crticas que ya le

    haban dirigido sus compatriotas, sali en los aos 50 el feroz ataque de Luis

    Alberto Snchez,

    Cfr. Tuvimos

    m aestros...?,[ 1956]).

    Hoy en da, en cambio, al volver

    a

    su obra con menos prejuicios, se puede

    apreciar cmo sus verdaderos fundamentos ticos y estticos no han perdido

    actualidad. Incluso su estilo, el culto del fragmento tan evidente en sus obras

    mayores,M otivos de Proteo y El mirador de Prspero,que tanto haba irri

    tado

    entre otros a

    su amigo Reyles,

    se

    puede considerar

    como

    un anuncio de un

    gusto literario y filosfico

    que el

    siglo xx ha

    hechosuyo.

    Con un punto de vista

    acaso ms lcido y proftico, Alfonso Reyes haba saludado esa tendencia

    reafortuna de

    Ariel

    vase Jos Miguel Ov iedo, El arielismo y sus equv ocos , en

    fln-uhistoria

    del ensayo hispanoamericano. (1991)

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    Signos Literarios y Lingsticos

    rodonianacomola inauguracin deunnuevo tipo de literatura, precisam ente l

    fragmentaria,que hoyadmiramosen laobradeescritoresdeprimer orden com

    Roland Barthes, JorgeLuis BorgesyOctavioPaz.

    Por otra parte, como sostiene Emir Rodrguez Monegal:

    [...] una jefatura no se ejerce slo por la dcil aceptacin de los discpulos; se ejerce

    tambin (y ste fue el caso de Rod) por la resistencia que levanta una personalidad.

    por la reaccin que despierta el peso y la proyeccin de su obra, por la oposicin desde

    la que los mejores construyen su respuesta. En este sentido, Rod no slo ejerci la

    jefatura espiritual de la sumisa masa generacional. Tam bin la ejerci sobre los rebe ldes

    como estmulo y como provocacin, determinando por su sola existencia la necesidad

    de otras direcciones espirituales" (OC 7 9).

    Si es as y seguramente lo es habra que agregar

    que el

    primero en esta

    muy

    satisfecho,

    si lo havisto,

    sera

    el mismoRod.Toda

    su

    enseanza,

    paradigm

    ticamente condensada en la

    frase

    con

    la que

    empieza

    M otivosdeProteo,

    "Re

    formarseesvivir... ,procura incitara laformacindeuna personalidad adulta, e

    condicionesdetomar decisiones responsables y que no retroceda en la investi

    gacin de la verdad, ni siquiera cuando las soluciones dislum bradas pudieran

    contradecir las proposiciones del maestro ms amado; sus mism as ensean

    zas conservadascondevocin enlamemoria delosdiscpulos.Laparbola "L

    despedida de Gorg ias" (fragmento cxxvu de "M otivos de Proteo", OC 449 -

    451) ilustra esta idea con gracia

    y

    precisin. En

    la

    cena

    de

    despedida, antes d

    emprenderel camino de lam uerte en una ceremoniay encircunstancias com

    pletamente inventadas porRod,pero que alevocarlaUltima Cena atestiguan s

    constante anhelodeencontrarun punto de sntesis entre lacultura clsica griega

    la

    cultura cristiana- - Gorgias

    se

    rehusa

    a

    aceptar

    la

    promesa de sus discpulo

    quequisieran ser siempre

    fieles

    a todo loque han aprendido de

    l.

    Con el gest

    de G orgias, Rod ha manifestado su propio repudio

    del

    fanatismo, as como de

    todos

    aquellos que se entregan pasivamente a un dogma. "La verdad que

    os

    hay

    dado",

    diceGorgiasa susdiscpulos, "nooscuesta esfuerzo, com paracin, elec

    cin; sometimiento libre y responsabledel

    juicio,

    como os costar la que po

    vosotros mismos adquiris, desdeelpunto enquecomencis realmenteavivir"

    Y ms adelante: "Quedad fieles a m, amad mi recuerdo, en cuanto sea una

  • 7/25/2019 SLYL-2007-78

    9/23

    Reflexiones sobreAriel...Martha L. C anfield

    13]

    evocacin de mi persona, perfume de mi alm a en el afecto q ue os tuve; pero mi

    doctrina no la am is sino mientras no se haya inve ntado para la verdad fanal m s

    difano". D e m od o que el brindis que propone el mejor alum no

    ( por

    quie n te

    venza

    con honor en nosotros!") es aceptado y repetido por el ma estro: " Po r

    quien m e venza con h onor en voso tros!". Si la frase es tan citada es po rque resulta

    sum am ente emblem tica del pensamiento rodoniano.

    Es imp ortante agreg ar qu e la crtica m s reciente ha subra yad o la actualidad

    del pens am iento de R od y en particular de algunos postulados deAriel.Feman

    do Ainsa recu erda qu e el tono crep uscu lar de fin de siglo que rodeab a al autor

    es el m ism o que hem os apurado nosotros en los ltimos aos del siglo \ \ . La

    sensacin de malestar , el sen timie nto de crisis y la impresin d e decaden cia

    establecen un pu ente directo entre aque llas p gin as y los lectores de n ues tros

    das.P ero no se trata slo de la atmsfera espiritual; la actualidad deAriel tiene

    que ver con precisas afirmaciones y adm onicione s deRod:la urgencia de reno

    var el dilogo con Espaa; la atenta vigilancia en las relaciones con el "ge nda rm e

    mu ndial": Estados

    U nidos;

    elpeligro de la homogeneizacin cultural y los perjudi

    ciales efectos del cons um ism o contem porne o (Ainsa, "L 'attualit..." 93-95).

    El idea l americanista de Rod

    A de m s de su esti lo, de su persp icacia en la crit ica l i teraria, de su intuicin

    histrica y de su am or por la verdad, hay un aspecto fundamental en la heren

    cia dejada por Ro d, que const i tuye asimism o un aspecto im perec edero : se

    trata de su ideal a m erican ista.

    Desd e el m om ento en que se em pieza a desarrol lar en Am rica el ensa yo

    como gnero li terario y el pensamiento f i losfico empieza a encontrar

    formulaciones particulares por parte de escritores latinoam ericano s, un con

    cepto em erge po r encima de los otros y los rene: la concie ncia de pertene cer a

    una comunidad histrica, geogrfica y lingstica, o "conciencia de Amrica*',

    como prefer a decir Leopoldo Zea, comunidad que Rod l lamaba precoz y

    profticamente "Hispanoamrica".

  • 7/25/2019 SLYL-2007-78

    10/23

    132 Signos Literarios y Lingsticos

    Los primeros en dar un impulso a esa conciencia fueron Bolvar desde el

    punto de vista poltico y Andrs Bello desdeelpunto de vista cultural. Si bien

    Bolvarnologr fundar efectivamente esa "patria

    Amrica"

    que

    soaba,

    elidea

    qued en el aire, latente y sugestivo. Andrs Bello por su parte lanz en 1823

    con su

    Alocucin a la poesa,

    una especie de manifiesto en favor de la inde

    pendencia literariadeAm rica, inseparable segn l de la independencia polti

    ca.Yeste ideal no desapareci del todo enelhorizonte cultural de las nueva

    repblicas, aunque la tendencia general hubiera sido la de aislarse dentro de

    las fronteras nacionales respecto a las naciones hermanas , privilegiando los

    canales con Estados Unidos y E uropa.

    Los distintos regionalismos

    que

    pueblan la literatura

    del

    siglo xix

    y

    parte d

    la del siglo xx lo confirman. Pero a finales del xix dos voces de gran fuerza

    carismtica se levantan enlos dosextremos del continente hispanoamericano

    para volveraproponer con enrgica conviccin la urgencia de esa concienci

    americana soada por Bolvar: desde

    el

    centro del Caribe, desdeCuba,y lueg

    desde su

    exilio estadounidense, habla Jos Mart; desde

    un

    remoto puerto del su

    sobrelacosta atlntica llamado Montevideo, habla

    Rod.

    MartsebasaenBol

    var; Rod, que empieza a publicar dos aos despus de la muerte de Mart.

    tambiny en elmismo M art.

    Para

    Rod,

    Bolvar

    es el

    modelo

    del hroe

    americano,

    lo

    considera

    el ms

    al

    delosmuchos caudillos regionales,lo ve como elbarro de Amrica atravesad

    por

    el

    soplo del genio, que transmuta su aroma y su sabor en propiedades de

    espritu"

    ( Bolvar ,

    en "El mirador

    de

    Prspero",

    OC

    534) y

    la

    razn fundame

    tal de esta preferencia que coloca a Bolvar por encima de otros hroes ms

    cercanos a Rod, como San M artn o Artigas, es que Bolvar se revela como

    "representativo de

    la

    eterna unidad hispanoam ericana"(Costabile,

    Rod pensa

    dor

    yestilista

    73).

    En cuantoaM art, msque ungran escritordeuna determi

    nada regin o nacin, Rod lo consideraba "ciudadano de la intelectualidad

    americana", condicin que poda justamente compartir con Bello

    6

    Cfr.

    "La

    vuelta de Juan Carlos Gm ez", en

    El

    mirador de Prspero", OC

    497).

    Rod

    M art, adems, estaban estrechamente vinculados por la posicin crtica que

    Aios nom bres de Bello y M arli. Rod agregaba los de Sarmiento y M ontalvo.

  • 7/25/2019 SLYL-2007-78

    11/23

    Reflexionessobre

    Ariel...

    MarthaL. Canfield

    133

    ambosasumieronrespecto con Estados Unidos y suincipiente imperialismo. Esta

    afinidad entre ambos pensadores es reconocida por crticos considerados

    "antirodonianos", como Roberto Fernndez Retamar.Elcubano contestaeluso

    que haceRod delos smbolos shakespearianos

    Cfr.

    Calibanyotrosensayos

    [1979]),puespiensaque el smbolo de laAmrica Latina noes

    Ariel,

    sinoCalibn,

    encamacindelnativo colonizado. Pero reconocelaclarividenciadeRod y los

    valores efectivos desuAriel

    Cfr.

    Beln

    Castro,

    BC 74-87 y 110-119).

    Se puede entender ahora por qu Rod no poda considerar a Daro

    *

    4

    el

    poeta de Am rica", al menos en la primera fase de su produccin potica. Es

    muy probable que las observaciones de Rod le dejaran una profunda impre

    sin

    a

    Rubn, al

    punto de

    querer incluir

    su

    estudio del

    1899

    com o prlogo en la

    segund a edicin de

    Prosas profanas,

    publicada en Pars en

    1901.

    Pero ms

    all de

    las

    polmicas

    (si

    voluntariamente o

    no

    Daro suprimi la firma

    de

    Rod

    en

    esteprlogo),lo

    que hoy,

    a

    un siglo de distancia resulta indiscutible

    es

    que

    Daro estaba realizando en

    el

    mbito potico la misin de unificar

    el

    continen

    te,de reunir en una sola alma hispanoam ericana los retazos de identidad na

    cional que haban dejado contra la vocacin bolivariana las luchas por

    la

    independencia. Daro heredaba, asumindola y transmitindola, la vocacin

    americanistadelos mejores hom bres americanos, en las armas y en las letras.

    Elideal americanistadeRodno naceinmediatamente definido unavezpara

    siempre, sino que se desarrollaatravs de losaos.Al principio podramos

    llamarlo "americanismo pre-arilico" se trata sustancialmentede unideal lite

    rario.Sonlosaos dela

    RevistaNacionaldeLiteratura yCienciasSociales,

    de

    los primeros opsculos intitulados

    L avidanueva,

    el segundo de los cuales ,

    dedicado a Rubn Daro y que contiene un anlisis detallado de

    Prosas

    Profa-

    nas,

    demuestrasunotable capacidadcomo crticoliterario. El estudio despierta

    admiracin y entusiasmo en sus lectores, entreloscualessecuentan varias per

    sonalidadesdecarcter internacional; Remy de Gourmont, por ejemplo, lo juz

    ga "una exgesis maravillosa", mientras queelttulo del poemario dariano le

    haba parecido simplemente "une trouvaille", segnlo querefiere el mismo Daro

    en su autobiografa. En esos aos los intereses de Rod estn concentrados en

    la literaturaque,segnl,debe estimularlaunidaddeAmrica. La creacin de

    una conciencia cultural comnatodaslasrepblicas hispanoamericanas debe

  • 7/25/2019 SLYL-2007-78

    12/23

    134

    Signos Literarios y Lingsticos

    servir para echar las bases de la unidad poltica. sa es la razn por la cual el

    poeta tiene el deber de abandonar la torre de marfil. Es necesario por tanto

    transformarelM odernismo, que de jueg o literario gozoso y elegantemente in

    clinado

    al

    exotismo,

    al arte

    por

    el arte

    ya

    las

    divagaciones culturales, debe tran

    formarse en la expresin del alma am ericana. No una literatura de placer, sino

    una literatura de ideas; no poetas ldicos, sino seriamente com prom etidos

    Com unidad de ideales y de tradiciones y una creciente co nciencia de esta

    pertenencia comn servirn porun lado acombatirelabsurdo aislamiento en e

    que vivenlasnaciones americanas, por otraacrear naturalmente la marca orig

    nal de suarteydesu literatura: enotraspalabras,ahacer madurarlaautonom

    cultural que Bello anhelaba jun to conlaautonoma poltica.

    Sin

    embargo desea aclarar Rod autonoma cultural

    y

    originalidad ame

    ricana nosignificandivorcio dela civilizacin europea heredada a travs del lega

    espaol.Elaislamientocultural es unpeligroque hay quecombatir.Perolaalter

    tiva a la imitacin servil no est

    en el

    aislamiento

    sino en

    la capacidad de "franque

    la

    atmsfera que

    la

    circunda a los cuatro vientos del esp ritu" ("El m irador d

    Prspero", OC 672-721).

    7

    Ms que estimular la concentracin en los rasgo

    regionales

    o

    peor an

    pintorescos,el

    americanismo debe tratar de "abrirse

    la

    expresin

    de todas

    las ideas

    y

    sentimientos

    que

    fluctan en el ambiente de un

    pocaydeterminan la direccin delamarcha de una sociedad hum ana" ("E

    americanismo literario", OC 768). Rod ve en la obra de Juan Mara Gutirrez

    (Argentina, 1809-1878) una importante prueba de americanismo literario.

    Considera implcito en el espritu romntico el sentimiento de la tradicin

    indispensable para llegar

    al

    alma popular.

    Y

    en las figuras del indio y

    del

    gau

    cho que

    estudia

    en las obras del

    Inca Garcilaso

    de la Vega y

    de Jos Hernnd

    entreotros ,

    as como en

    el

    sentimiento de

    la

    naturaleza, indica

    los

    elemento

    fundamentales paraladefinicin delaidentidad hispanoamericana.

    Con Arielel temadelamericanismo se extiendeenbusca deuna sntesisent

    el

    desarrollo econmico

    y social

    de los

    pueblos y la

    libertad

    del

    espritu individu

    Rod insiste en la necesidad de preservar una

    parte

    del alma para

    las

    preocupa

    ciones puramente ideales, porque dice

    el

    hombre no debe desarrollar un

    Primeramente en "El americanismo literario", enRevista NacionaldeLiteraturayCienciasSocia

    (1895)

    y

    finalm ente refundido en "Juan Mara G ulirrez y su poca" de O C en pginas citadas

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    13/23

    Reflexiones

    sobre

    Ariel...Martha L. Canfield

    135

    solo aspectodelespritu sinosunaturaleza com pletaDe estemodo,unadoctrina

    que

    se presentaba inicialmente

    como

    reflexin sobre

    la

    literatura

    nacional,se

    di la

    ta

    hasta abrazar

    primero el Ro

    de

    la Plata y luego todo el

    continente hispanoame

    ricano, para volverseconAriel

    una problemtica poltico-cultural general.

    enunaperspectiva americana. Segn Rodrguez M onegal,

    Ariel,

    queva msal l

    del mbito literario, ponelas basespara una sociologa cultural americana (OC

    99).

    En estecontexto la fidelidadalpasadoserealiza porunlado enlaconciencia

    de

    las

    tradiciones

    locales

    criollismo, indigenismo, gauchesca, por otro en el

    vnculo con Espaa. Con

    la

    precisin del vocabulario rodoniano, aprendem os

    que Espaa para

    el

    hombre americano

    no debe

    ser "fin y morada"

    sino

    "cimiento

    y punto de partida"

    Cfr.

    "Rumbos nuevos" en

    E l mirador de Prspero,

    OC

    497-507)/

    Rod define

    la

    realidad am ericana

    a

    travs de

    lahistoria,

    que para

    l

    es una

    lnea

    nica que

    viene deGrecia,

    pasa por la Roma Imperial,

    el

    Cristianismo, Castilla

    y llega porfinal presente americano. La fuerza esencial del

    anlisis,

    que

    hace

    de

    latradicin, reside en el hecho de que ste se apoyaenun concreto sentimiento

    del futuro, que desemboca en su visin optimista de la grandeza de Amrica.

    Aqu Rodse rene con otrospensadores hispanoamericanos, de su misma po

    ca

    o

    sucesivos: Carlos Arturo

    Torres,

    Alfonso

    Reyes,

    Leopoldo Zea, etctera.

    Esa visin optimista, sin embargo, no ignoralosmales que afligen a las na

    ciones hispanoamericanas. Basta recorrer

    los

    m uchos artculos periodsticos de

    temtica polticade Rodpara encontrarprecisasreferencias a problemasdelm o

    mento: uno en particular,

    firmado

    "Calibn"ypublicado en1912,denuncia el

    caciquismo, la poltica

    sectaria,

    con alusiones especiales

    a

    la poltica

    brasilea,

    la

    prdida de control de la Revolucin mexicana que

    ha

    suscitado la "deprimente

    intervencin yanqui",

    la masacre de los

    revolucionarios ecuatorianos

    en

    Quito, la

    ejecucindeobreros inermes enelPerqueprotestaban por "la mezquina

    retri

    bucindeun jornal irrisorio",y laluchafratricidaenlaArgentinay en elUruguay.

    (Calibn, "El caciquismo

    endmico";

    cfr.OC

    1033-1034).

    Tal vez

    Rod no

    tena

    respuestas definitivas para

    estas

    interrogantes, y seguram ente

    no

    sabra propo

    ner

    planes

    especficos para reintroducir

    al

    indio en las sociedades

    que

    lo haban

    8

    Vase sobre lolafori,

    del

    colombiano Carlos Arturo Torres, ferviente admirador

    de

    Rod,

    en OC

    pginas citadas.

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    14/23

    136

    Signos Literarios y UttgOisi

    marginado.Pero l se planteeste problemaymuchosotros quehaba identifica

    do lcidamente, indicando para todos la accin continental comonicocamino y

    mejor mtodo para afrontarlos. Para

    el

    optimismo rodoniano como ha puesto

    en evidencia Mario Benedetti

    y ms

    all

    de su

    profundo y escondido escepti

    cismo que lohacehermanoespiritual de Unamuno, la solucionesexisten,los probl

    mas am ericanos

    se

    pueden resolver, pero siempre

    sobre la

    base

    de

    una "misin

    continental"

    {Genio y figura

    96).

    El concepto de d em ocracia

    No siendo Rodni

    socialista

    (equivalente entonces deloque m s tarde serian

    los

    comunistas)

    nianarquista,el

    nico sistema

    poltico en el que cree es

    la dem

    cracia

    y

    considera

    que slo en

    ella

    se

    puede dar

    espacio al

    desarrollo y

    al

    progre

    so de la condicin humana.

    En rielel

    tema de

    la

    dem ocracia aparece asociado

    a

    un

    binomio que seala dos concepciones opuestas de la vida: el idealismo y e

    uli litarismo,siendo el primerola meta ms elevaday elsegundoun peligropara

    integridadde lademocracia misma.

    Siguiendo la escuela deTaine,de Renn y de Tocqueville, en una sntesis

    muy personal. Rod considera inevitable

    e

    insustituible

    el

    sistema dem ocr

    tico,y

    defiende

    la

    nobleza

    moral

    implcita

    en la

    igualdad impuesta por

    el

    sistema

    La democracia

    hay que

    mejorarla, hay

    queeducarla dice

    Rod a - para liberarla

    de

    los

    peligros

    que

    nutre en su propio

    seno.

    Com o Taine, considera

    que el

    esp

    ritu democrticoesincompatiblecon esasformasdeintoleranciade que senutr

    el jacobinismo. As,laautonom a cultural hispanoamericananopuede compor

    tar la ruptura total con Espaa, lo cual significara con travenirauna natural

    continuidadhistrica.Del mismo

    modo,

    la libertad de cultonopuede comporta

    la

    agresin

    a

    smbolos espirituales

    que,

    ms all

    de

    una religiosa fe personal, re

    presentan valores morales indiscutibles, como

    la

    misericordia, la hermandad, el

    amor.

    En

    la famosa polmica contra

    Eugenio

    Largamilla, autor de la

    ley con

    base

    en lacual en 1906 seretiraronloscrucifijos deloshospitales pblicos uruguayos

    Rod no reacciona como catlico, siendo, comosesabe,agnstico: se indigna

    ante elextremismodeuna medida semejante,querevelaunespritu intolerante,

  • 7/25/2019 SLYL-2007-78

    15/23

    Reflexiones sobreAriel...Martha L. Canfield

    137

    msprecisamenie, jacobinista.

    (O C249-291).

    9

    Lo mortifica la agresin que

    el retiro de los crucifijosnfligea loscreyentes,y an ms que un nocreyentepue

    da sentirse ofendido por la presencia de un smbolo que evoca simplemente el

    "ms grande

    y

    puro modelo de amor y abnegacin humana, glorificado donde

    es ms oportuna esa glorificacin: en el mom ento vivo de su doctrinayde su

    ejemplo"

    Tbid.

    252). Se pregunta Rod qu dao puede recibir

    el

    espritu del

    enfermo cuya mirada tropiece con la imagen del M aestro sublime , gracias a

    quien

    el

    beneficio

    que

    recibe

    no le

    ha

    de

    parecer humillante ddiva

    de la

    sober

    bia, sino obligacin que sele debe ennombredeunaley deamor.La cruz no es

    para

    l

    un smbolo religioso sino

    el

    reconocimiento debido

    a

    la grandeza huma

    na de Cristo, en las casas de caridad, que son

    la

    proyeccin de su espritu y de

    su prdica. Rod sostiene queelmensaje cristiano, considerado en su aspecto

    moral, forma parte de una civilizacin que es la nuestra y que nosotros nos

    alimentam os de los significados y de los valores que derivan de ella. Por lo

    tanto,

    no puede no horrorizarse ante la idea de los extrem os a los que podra

    llegar la democracia siguiendo lava dela intolerancia.

    Noobstante, estepeligro no loinduce a perder la confianza en los beneficiosdel

    sistema democrtico. Enesto sesepara de Renn, tomando distanciade las"para

    dojas injustasdelmaestro"(OC

    223;

    MC 122;BC187) dequien,por otra parte.

    ha heredado

    el

    acento espiritualista y la disolucin

    del

    positivismo. En

    la

    lnea de

    Renn,sepone Rod cuando declarasudesprecio por todoloque condicionael

    espritu

    a

    los intereses

    materiales.

    Rod

    cree,

    tal como Taine, en

    la

    necesidad de

    formar minoras seleccionadas

    capaces de

    guiar

    a las

    mayoras.

    Cree en la

    necesi

    dad

    demejorarel

    sistema democrtico.

    Pero

    mediante la influencia de Tocqueville

    prevaleceen llafiliaciniberal.Enefecto, mientrasTaineproponeel votocua

    lificado.

    dividido en dos

    categoras

    con

    la

    finalidad

    de depurar

    elelectorado,

    Rod

    acepta la democracia plena como mecanismo

    de

    gobierno y reserva

    a

    las lites

    una tareaespiritual:

    lv

    una democracia en la cual la supremacade lainteligenciay la

    virtud nicoslmitesparalaequivalencia meritoria de los hombres reciba su

    autoridad y su prestigio de

    la

    libertad

    (OC

    226;MC132;BC 192-193).

    ' Las rplicas y contrarrplicas fueron recogidas en un pequeo volumen publicado por Rod en 1900

    con el mulo

    liberalismo y jacobinismo.

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    138

    Signos Literarios y Lingistica

    Com o partidario de Tocqueville, Rod considera inevitable la democra

    cia pero, al mismo tiempo, perfectible, siempre y cuando pu eda contar con

    una determinada direccin espiritual. Abandon ada a s m ism a la dem ocra

    cia com porta el riesgo de la decadenc ia. Es posible y nec esario , por tanto

    com pleme ntarla para conducirla hacia sus realizaciones m s nobles. La

    espiritualizacin de la dem ocracia se puede cum plir, tanto para Tocquevi lie

    como para R od , mediante la definicin de supe rioridades in telectuales y

    morales, por cierto no impuestas sino reconoc idas espontneam ente por e

    pueblo. En

    Ariel

    Rod subraya la importancia de hacer prevalecer la

    cali

    dadsobre elnmero.La masa annim a no es nada por s misma y se trans

    formar en un instrum ento de barbarie o de civilizacin segn que tenga o

    no una alta direccin moral (OC 220 ; M C 114; BC 180). A dem s el pro

    greso eco nm ico y el bienestar m aterial pueden disolver la superioridad

    Hay que temer los tiempos en que la vulgaridad, com patible con el progreso

    material, est en condiciones de reprimir "todo lo que m anifieste la aptitud y

    el atrevimiento del vuelo" (OC 221;MC 116; BC 182).

    Son "las falanges de Prudhom mes feroces", indicadas por Charles Morice

    citado a su vez por Rod{Ibid).

    Es el

    peligro del nihilismo y de la tecnolog

    despojada dela

    tica.

    El estallido de la Primera Guerra Mundial le debi pare

    ceraRod un negro aviso sobre la direccin que tomaban el capitalismo y la

    sociedades ms desarrolladas.

    Y

    peor,

    no

    poda constatar

    que la

    milenaria cu

    tura europea precisamentela queconstituaelcentro de su esperanza n

    serva para frenar

    las

    brutalidades y la violencia. Tal vez la depresin y

    el

    aban

    dono enlos quevivi Rod durante los ltimos m eses de su vida nosedebiera

    solamente a la enfermedad que lo aquejaba.

    En todo caso yapesar de los peligros en acecho, ya reconocidos mientra

    escriba>4/7e/,Rod rechaz elespritu reaccionario" de la

    filosofa

    de Nietzsch

    y reafirm su fe no slo en la democracia sino tambin en el ser ann imo que

    forma la masa, cuya presencia es indispensable para la marcha general de la

    cosas.

    Eseconcepto, tomado delaevolucin biolgica, le llegabaa travsde

    lectura de Brangcr (Costabile44).

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    Reflexiones sobreAriel...Martha L. Canfield

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    La polmica con Estados Unidos

    El ejemp lo m s evidente de dem ocrac ia degrad ada p or el uti l i tarismo lo en

    cuentra Rod en el poderoso v ecino del Norte: E stados Unido s. Y este ejem plo

    le sirv e tanto pa ra afirmar la especi ficidad de la

    raza iberoamericana

    con

    el acento puesto en la continuidad del patrimonio cultural com o para o poner

    se al pos itivism o en voga y al uti l i tarismo qu e an sobre vive en el siglo \ i \

    entrelazado con el positivism o, por ejem plo, en el evoluc ionism o biolg ico d e

    Darw in o en la sociologa de Spencer. En el m bito del ca pita lism o indu strial

    y com o expresin de la burgue sa , el pos i t iv ism o haba pro po rcio nad o las

    bases f i losficas para la polt ica econmica y el desarrollo cientf ico-tec

    nolgico , cond icionand o ad em s, todas las manifestaciones cul turales de la

    segunda mitad del s iglo xix . Pero haba desper tado tambin algunas reac

    ciones en la direccin del espiritualismo y del neoid ealism o. El pen sam iento

    de Rod se coloca exactamente entre posi t iv ismo y neoideal ismo, entre el

    racion al ism o con el que ad hiere a los nue vos p ostu lado s de la c ien cia y su

    vocacin espiritualista, su amor al ideal, su atraccin por la utopa.

    Si se miran bien los postulad os de

    Ariel,

    se observa esta dialctica cutre d os

    polos:

    enrgica incidencia en la realidad, asimism o, abandon o con tem plativo ;

    empuje dina m izador en la accin,

    desinters

    e

    idealidad;

    socialidad de la exi s

    tencia, defensa de la intimidad in trospec tiva; eficacia en la vocacin individual,

    versatilidad y multiplicidad de la atencin; moral cristiana,

    esttica del compor-

    tamiento; igualdad democrtica,lites de valor; afirmacin fsico-natural de la

    realidad, ideal que naciendo d e ella la supera. Tal vez, com o dijo C arlos Real de

    A za , este vaiv n en el cual sin em ba rgo n o es difcil adve rtirsu preferencia

    porelsegundo trm ino de cada binom io tena profundas raices en su tempei .1

    ment receptivo y prudente, tmido e

    irnico,

    muy imaginativo y siempre dispues

    to a tomar en consideracin todas las posiciones, an las ms distantes de la

    propia. Tal vez reflejaba incluso sus vnculos con una tradicin ide olgica m uy

    apreciad a por l , la que se haba formado alrede dor de Esteb an Ec hev erra.

    del Dogma socialista y de la Asociacin de M ayo en la Argentina Cfr.Real de

    Aza, "P rlo go " xix-xx).

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    Signos iterarios y ingisticas

    Rod no es un filsofo en tanto que no crea un sistema filosfico personal,

    pero

    s

    un pensador

    de

    extraordinaria capacidad intuitiva,

    que

    siguiendo la lnea

    del neoidealismo y sin dejar de ser un personaje del siglo xix, anticipa varias

    tendencias de la filosofa del siglo xx. Enestesentido Pedro Henrquez U rea

    ha sealado sus afinidades con Bergson y con su teora del

    lan vital Cfr.

    "Ariel",Obra crtica[ 1960]ySeleccin[1965]). No hay c itas precisas de

    filsofo francs en

    Ariel,

    pero Rod lo recuerda tanto en

    Motivos de Proteo

    como en

    El mirador de Prspero.

    La reaccin contra

    el

    positivismo y

    la

    crtica

    del

    utilitarismo, asociadas

    a

    l

    identificacin de Hispanoamrica

    a

    partir de sus races hispnicas, determina

    la crtica rodoniana de Estados Unidos y la denuncia de lanordomana(que

    Mart haba llamado

    yanquimana),

    o sea

    de

    la peligrosa fascinacin que este

    pas despierta en el m undo hispnico. Para criticaraEstados Unidos, sin em

    bargo, Rod em pieza por enumerar sus virtudes: y se ha dicho que raram ente

    podramos encontrar un cuadro tan brillante y clido, especialmente viniendo de

    un latinoamericano

    10

    (Fuentes, "Prologue"

    22).

    Adelantndose de este modo a

    eventuales polmicas sobre su competencia en

    lamateria,

    Rod nos predispo

    ne favorablemente a escuchar sus crticas de una nacin que ha dem ostrado

    conocer bien y que no juzga por ciegos impulsos o por renc or aun que los

    motivos no faltaran sino con objetividad y mesura. De hecho acierta con

    notable puntera cuando seala aspectos de esa sociedad vigentes hastaelda

    de hoy. Por ejemplo, pone en duda que la vastedad d e la informacin pued a

    producir sabidura; al contrario, dice,secorreelriesgo de volverse m s igno

    rantes. Rechaza la idea

    de

    que el bienestar pueda definir

    el

    sentido de la vida

    Trata

    de

    encontrar

    el

    punto de equilibrio en el que las barreras contra la vulga

    ridad

    no

    perjudiquen la igualdad

    de

    posibilidades para

    todos,

    como debe ser e

    una democracia,

    y se

    pregunta

    si

    serjusto que

    el

    dinamismo ese prodigioso

    dinamismoquecaracteriza alpuebloyanquisepueda consumir en movimien

    toy fuerza exentos de una definicin intelectual y m oral.

    Motivos para temer a Estados Unidosloshaba, ysereferan sobretodoa l

    poltica de expansin que esa nacin vena llevandoacabo. En 1847 le haba

    La observacin

    s

    de Carlos Fuentes.

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    Reflexiones sobreAriel...Martha L. Cantleld

    141

    quitadoaM xico enormes territorios que comprendan Texas, Nuevo Mxico,

    Arizona, Colorado, NevadayCalifornia. En 1898 Cuba haba obtenido final

    mentelaindependenciadeEspaa,pero lo quehubiera debido desarrollarse como

    "unlitigio enfamilia", segn los deseosde

    Mart,

    setransformenuna guerra en la

    queintervinoEstadosUnidosparasu propioprovecho:Cuba fue declarada protec

    torado, Puerto Rico y las Filipinas colonias estadounidenses. Y ya se poda

    prever

    lo

    que iba a suceder

    poco

    despus:

    la

    mutilacin de Colombia, que iba

    a perder Panam y la gestin del Canal, las intervenciones en Mxico durante

    la revolucin en

    los

    aos

    1914

    y

    1917,las

    invasiones de marinos en Hait, Hon

    duras, Nicaragua y Santo Dom ingo. Estados Unidosseestaban volviendo y

    Rod se daba cuenta perfectamente un monstruo de dos caras: una interna,

    que

    propiciaba

    la

    democracia, la

    riqueza

    y

    el

    bienestar

    de susciudadanos;

    y otra

    extema, conla quemirabaalmundo con las nfulas de un prepotente im perio.

    La

    tentacin

    de

    emular

    a los

    estadounidenses por parte de los latinoamericanos

    pareca nacer

    de

    una ingenua

    omisin:

    que la conexin

    entre esas dos

    realidades

    era directa, pues la riqueza de Estados U nidos p rovena en gran parte de la

    depredacin de los territorios hispanoam ericanos.

    La

    prdica deArielse pre

    sentaba como firme respuesta emocionalyespiritualantela creciente petulancia

    de

    la

    Am rica

    del Norte y es

    importante recordar

    que

    efectivamente logr cam

    biar aquel estado adm irativo en uno de preocupacin y alerta (Benedetti 95).

    Rod afirma que admiraaEstados Unidos pero que no lo ama.Yesta admira

    cin suya vuelve an ms eficazsurechazoysu admonicin.

    Elcaptulo dedicadoa EstadosUnidoses sindudaelms largo, peroessola

    mente uno delos seis en queest divididoeldiscursode

    Prspero.

    Sin embargo,

    desdeunprincipio, ha sido considerado central porlacrtica,empezando por su

    primer com entador, Leopoldo Alas.Elhecho de queRodhaya querido introdu

    cir

    el texto de

    Clarn

    com o prlogo

    a la

    segunda edicin de

    Ariel,

    demuestra que,

    si bien consideraba

    el

    problema

    de Estados

    Unidos muy importante pero

    no

    cen

    tral.no

    dej

    de

    aprobar el

    realce que

    adquira

    en el

    comentario

    de

    su prologuista.

    A un siglo de distancia muchas cosas han cam biado; o tras siguen siendo

    com o las vio Rod y hasta han sobrepasado sus previsiones. En los aos de

    mayor fortuna del materialismo dialctico, el neoidealismo rodoniano pareca

    casi ofensivo. Hoy existe una gran nostalgia de los valores espirituales y una

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    142

    Signos Literarios y Lingsti

    gran necesidad de defender la intimidad y la esfera de lo privad o, visto q

    vivimos literalmente asediados por las nuevas tecnologas. Actualmente la d

    mocracia

    se

    presenta como

    el nico

    sistema posible; pero m ediante la di fus

    mundial delos medios deinformacin yeldesarrollodelderecho internacio

    se

    ha

    conseguido controlar mayormente la prepotencia de los ms fuertes,

    como

    la

    tentacin de subyugar naciones

    ms

    dbiles.

    Hoy

    puede suceder que

    juez espaol logre llevar ante unjurado internacionalaldictador chileno Augu

    Pinochet y queelgobierno de Estados Unidos autoricelapublicacin de do

    mentos de archivo de laCA,hasta ahora sec retos, con los cuales se prueba

    grave responsabilidad que tuvieron en el golpe militar que abati el gobier

    socialista de Salvador A llende. La poltica de Estados Unidos con respecto

    Amrica Latina ha cambiadoen

    parte,

    ascomo ha cambiadoelestatuto socia

    las

    minoras hispnicas en Estados Unidos. Sin embargo, en

    lneas

    generales

    posicin de Rod puede ser hoy da compartida, no slo porloslatinoameri

    nos,sino tambin, como piensa Carlos Fuentes, porlosmismos estadounid

    ses(23),o porlomenos portodosaquellosque,al norte o al surdelRo Bra

    estn seriamente preocupados por la extraordinaria difusin de un poder care

    te de adecuadas formulaciones culturales o polticas. Una superpotencia q

    ejerce su poder solamente mediantelaposesin de las armas m s letales es

    peligro para

    todos,

    incluso para

    la

    misma nacin que detenta

    ese

    poder.

    Rod crea en la necesidad y la urgencia de definir una identidad hispan

    americana y su proposicin de la

    raza iberoam ericana

    iba en esa d irecci

    Hoylasnaciones hispanoamericanas no estn tan aisladas unadeotra como

    el siglo xix yencada unade ellas se sientecrecerlavocacin de continentali

    ynoson pocoslos quepiensan que Amrica Latina ya encontrladefinicin

    su propia identidad. Pero tal vez porellomismo el ideal americanista de Ro

    es ms vlido que nunca y jun to con el pensamiento de Bolvar, de B ello,

    Mart, viene a servir com o cimiento

    de

    esa identidad.

    Ms all de la retrica m odernista

    que en

    parte

    se

    ha reprochado a Rod

    perdura

    el

    placer

    que

    deriva

    de tantas de

    sus pginas,

    de sus

    parbolas ve

    deros m ilagros de sntesis potica y simblica y de sus tratados de criti

    " Carlos Fuentes, por ejemplo, que elogia los contenidosdeAriel,no ahorra adjetivos negativos sob

    estilo: "suprcmely irritating book [...] its rethone has becomc insufferable" op cit. 13).

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    Reflexiones sobreAriel...Martha L. Canlicld

    143

    literaria,

    de

    historia, de especulacin

    filosfica.

    Con la formafragmentaria,con

    la

    cual, segn Alfonso Reyes, haba inaugurado un nuevo gnero, Rod se nos

    acerca dulcemente en medio de la velocidad y la volubilidad caractersticas de

    nuestro tiempo ; y no se puede m enos que agradecerle estos breves e intensos

    oasis de reflexin proporcionados por

    su

    obra.

    Visto en la totalidad de sus escritos y no s lo enArielpero tal vezAriel

    sera suficiente el balance general sigue siendo favorable a Rod. Con

    Rodrguez M onegal, con Real de Aza, con Mario Benedetti, que han dedica

    do a su compatriota insignes estudios, en los cuales la precisin y la agudeza

    crtica son tal vez inseparables de la devocin que inevitablemente despierta el

    desventurado y magnfico idealista, creo que

    Ariel,

    Motivos de Proteo. E l

    camino deParos,

    seguirn siendo siempre vlidos exactamente por

    lo

    que son:

    librosclsicos. En ellos Rod desarrolla una visin com pleta y madura, acaso

    nica para su tiempo .

    El

    por

    qu de

    esta excepcionalidad y esta superioridad lo

    ha explicado Rodrguez

    M onegal.

    Permtaseme cerrarestasreflexiones con sus

    palabras, no por lcidas menos em ocionadas:

    Porque lo que da estatura a Rod y lo levanta sobre sus eoetneos de habla hispnica

    y confiere inigualada perdurabilidad a su obra es esa perspectiva que se alcanza desde

    su obra. Escribiendo en un reducido puerto del mundo occidental, en una ciudad que

    tenia poco ms de un siglo, en la nacin ms pequea de la Amrica del Sur. ensan

    grentada an por guerras civiles, Rod alz su vista por encima de los accidentes y

    proyect su palabra sobre todo el mundo hispnico. Lo que pens y dijo estaba

    pensado y dicho a esa escala. Esa fue (es) su hazaa (OC 136).

    Obras citadas

    Ainsa, Femando. "L'attualit

    di

    ArieV,Antonella Cancellier,

    ed.

    Ariel,

    Citt de

    Castello: n Pomerio, 1999.93-95.

    Benedetti, Mario.Gen io y figura de JosEnriqueRod.Buenos Aires: Eudeba,

    1966.

    Calibn. "El caciquismo endmico".

    D iario del Plata.29

    de abril de 1912.

    Canfield, M artha

    L.

    Ariele.Traduccin de Diego Simini. Firenze: Alinea, 2000.

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    144

    Signos Literarios i Lingsti

    Costab i le de Am orn, Helena y M ara del Rosa r io Fernndez Alo nso. R

    pensador y estilista.

    M ontevideo: Acad emia Nacional de Letras, 1973

    Cas tro, Beln, ed. Jos E nrique Rod .

    Ariel.

    Madrid: Ctedra, 2000.

    Fernndez Retamar , Rober to .

    Calibn

    y

    otros ensayos.

    La Ha bana : Art

    Literatura, 1979.

    Fuentes, Carlos. "Prologu e". Jos E nrique Rod.Ariel. Trans. Margaret Say

    Peden. Aus tin: University of Tex as Press, 1988.

    Hen rquez U rea, Pedro. "A riel". Jos Enrique R od .

    Obra crtica.

    Mxi

    Fondo de Cultura Econmica, 1960.

    . Seleccin de ensayos. La Hab ana: Casa de las A m ricas, 19

    Lazo,

    R aimun do, ed. Jos Enrique Rod.

    Ariel.

    Mxico: Porra, 1977.

    Rodrguez M onega l, Emir, ed. "Introduccin". Jos Enrique Ro d.

    Obras co

    pletas.

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    Ram a, ng el, ed. Jos E nrique Ro d.Ariel. Caracas: Ayacu cho.

    Real de A /a , Carlos. "Pr logo" . Jos Enrique Rod .

    Ariel.

    Caracas: Biblio

    ca Ayacucho. 1976.

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    Obras completas.

    Ed. de Emir Rodrguez Mon egal . M

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    Revista .Nacionalde Literatu

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    Tuvimos maestros en nuestra Am rica? Balanc

    liquidacin del Novec ientos. Buenos

    A ires:

    Raigal, 1956.

    Oviedo, Jos Miguel . "El 'ar ie l ism o' y sus equvocos".

    Breve historia del

    sayo hispanoamericano.

    M adrid, A lianza Editorial, 199 1.

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    23/23

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