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Signos Literiosy LingsticosIII.1(enero-junio, 2001), 123-144
R E F L E X I O N E S DEARIEL A CIEN A O S DE SU
PUBLICACIN
Martha L. Canfield
Universit Ca Foscari di Venezia
La capacidad de admirar es, sin duda.
la gran fuerza del critico.
Jos Enrique Rod (1899)
S
egn una opinin m uy difundida la fama de Ro d no ha superado la de su
obra m aestra:
Ariel,
libro que hizo conoce r su nom bre en toda Am rica y
en E spaa y que es an el primero qu e se recuerda cuan do se habla del
autor.
Ariel
fue aclam ado por los m ayore s estudiosos
y
escritores espaoles d e la
poca, com o Leopoldo AlasClarn,M iguel de Un amu no, Juan V alerayRafael
Altam ira; mientras q ue en Am rica Ro d fue reconocido como m aestro de las
ene s generaciones por Pedro He nnq uez Urea, Alfonso Reyes, Francisco
Garca Caldern , Jess Castellanos y Go nzalo Za ldum bide. Las ediciones de
Ariel
se multiplicaron hasta el pun to de que el mism o R od perdi la cuenta.
De spus d e las dos primeras, publicadas en M ontevideo en 1900 por Do ma lcche
y Reye s, la segunda d e las cuales llevaba un p rlogo de
Clarn,
sali una tercera
edicin en Santo Do m ingo en 1901,com o suplem ento de laRevista Literaria,
y una cuarta en
Cuba literaria
(La H aban a, 1905 ); la quin ta fue im presa por
orden del gobernad or del estado de N uev o Len, en M xico , en 1908; la sexta,
siempre en M xico y en el mism o ao, fue ordenad a por la Escuela Nac ional
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Signos Literarios y Lingstic
Preparatoria; la
sptima,
corregida porel mismoRod,sali enValencia, Esp
publicada por Sampere,en
1908;
la octavay lanovena, en Montevideo, public
por Jos Mara Serrano,
enl910yenl911 .Muchas otras
ediciones salieron cas
mismotiempo endistintospaseslatinoamericanossinautorizacin
y,
naturalme
sin pagarderechos de
autor.
Rod estaba simplemente complacidoyconvenc
de empezar, de este modo, su misin educadora en Am rica, que considera
absolutamente
impostergable.l mismo
ayudaba
a
la difusin de su pequeo l
entregndolo personalmente
a
todos
los
escritores
que
conoca,
a
todos los
estaban en el directorio de
\a Revista Nacional de
L iteratura y
Ciencias
So
les
e
incluso
a
aquellos
que le
escriban diciendo
que
estaban interesados en
Ariel
peroque no tenanlosmedios para comprarlo. Finalmente,apartirde
aosveinte,se pudocontarcontraduccionesde
riel
en las otras dosimporta
lenguas del continente (ingls
y
portugus) casi como una respuesta natural
a
postura americanistadelautor,por encima delapolmica con EstadosUnidos
puntualizada
en
su texto.
Ariel
salaen un momento histricoparticular:en el umbral del nuevosiglo
confluencia entre
el punto cenital del
capitalismo y
delcolonialismo,y el
mom
inicial de
los
movimientos
de
masas. Por una
parte el
capitalismo trataba
de
d
rrollar la concentracin monopolista ylasmetrpolis coloniales tratabandedef
la
posesin
de los puntos
estratgicos para
el
comercio; porotra,
el
advenimie
delasdemocracias de masas,o de susvariantes bonapartistas, estimulabael
sarrollo
de grandes
organizaciones burocrticas estatales o de partido. Mient
el dinero pareca cosificar todos
los
valores
sociales y
morales,
el
proletariado
organizaba para defendersede la
explotacin,
contribuyendode este modo ad
near
un nuevo
protagonista
de la
vidademocrtica,
el
obrero,
al cual se
empeza
iasociar nuevos valoresmoralescomo, por ejemplo,lanoblezadeltrabajo.
Rod era sumam ente sensibleatodos estos cambios y es un error creer q
su concepcin poltica excluya la problemtica social.
El ha
declarado explc
mente su malestar
ante las
injusticias sociales, la hipocresa y la vulgaridad q
han sido transmitidas "al sigloquecomienza por elsiglo deladvenimiento b
gus y de la
democracia utilitaria'XOC636).
1
Y en su defensa de la corporaci
1
Jos Enrique Rod.
El mirador de Prspero,
en
Obras completas,
edicin de Emir Rodrigue/ Mone
(I
(
>57):
de ahora en adelante esta edicin aparecer indicada con la sigla OC. Para las citas deAriel,
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Reflexiones
sobre.
-iriel...MarthaL. Canficld
125
de los periodistas, de la que hace
parte,
Rod exalta la
figura
del obrero qu e
es,
por definicin, "el hom bre que trabaja" y, por lo tanto, "la nica especie de
hom bre que merece vivir".
Y
subraya: "Cuando todos
los
ttulos aristocrticos
fundados en superioridades
ficticias
y
caducas hayan volado en polvovano,
s< >li i
quedarentrelos hombresun ttulo desuperioridad, odeigualdad aristocrtk
ese ttulo sereldeob rero"(O C 631).- Personalmente se consideraba un tra
bajador intelectual, un "obrerodelpensamiento", como todo periodista, como
todo maestro.
leratambin particularmente sensiblea lasituacin de las repblicas hispa
noam ericanas, atrasadas respecto al desarrollo capitalista y por
lo
m ismo i
les vctimas
de
las nuevas hegemonas, en primer lugar
de
Estados Unidos, as
com o estaban atrasadas respecto a la definicin de una verdadera identidad y
autonom a intelectual. Esta ltima constitua un problem a central en el debate
cultural hispanoamericano desde hacavariosdecenios sinque sehubieran per
cibido soluciones
generales;
ahoraelmovimiento literario llamado Modernis
mo,
guiado por Rubn D aro, la transformaba en su propio eje central.
El hecho
de
que Daro hubiera preferido modelos franceses
y no
espaoles
no sigu
fcaba
que se eligierade
todos modos
un modelo para imitar, sino que
se procuraba ampliar las posibilidades de eleccin y variar los puntos de vista
para dar mayor libertad al espritu El mismo R od estaba fascinado con la
cultura francesa, y esto se dem uestra fcilmente con la lista de pensadores y
escritores citados porlen.nci.casilamitad son franceses.' Por otra parte es
i.ni
ihio.prefiero mi propia edicin, basada
en la
cditioprinceps yen
un
cotejo directo con
la
segunda,
que
nalmcntc corregida por el autor (/if/ff(2000), edicin bilinge con traduccin al
italiano
realizada poi
Dieg o Sn dl,de ahora en adelante indicada con la sigla M C. Es asimismo recomendable la edicin
de Beln
Castro
|
Iriet,
2000
)
que aqui se
indkari
con
la
sigla
BC.
Aunque
la
estudiosa se
basa en la
edicin
de
Rodi
Moncgal, que contiene algunas pocas erratas, proporciona importantes instrumentos de anlisis tanto en el
aparato de notas com o en la sustanciosa Introduccin. En cambio es sum amente defectuosa la edicin que
\n g c lRama prcpai ara para A ,.un e lio.
mientras resulta generalmente correcta la de Raimun do
.1
tirso pro nunciad o
en el Acto de inauguracin del Circulo de la Prens de M ontev ideo el 14 de
abril
de 1
909,
recogido en
El mirador
de Prspero
(
9
3)
y la arriba
citada
Son
;
clasicos griegos y
J tatil
latinoamericanos y 4 d e otras naciones.
Una seccin especial con \ oces luo-hibliogr ticas
de cada uno
de los
personajes citado s po r Ro d y un ndice
de nombres se encuentra en mi edicin d e
\riel,
Mi 195*228
http://ngcl/http://ngcl/http://riel/http://riel/http://riel/http://ngcl/ -
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Signos Literarios \ Lingstic
comprensible:
en el
siglo
xix
Francia representaba
el punto de
equilibrio
entre
opciones igualmente angustiantesypeligrosas para los Estados hispanoame
canos:permanecer leales a Espaa o seguir el camino tra/ad o por Estad
l 'nidosatravs de nuevos m odelos econmicosyculturales. Adems. Fran
DO
proporcionaba un modelo nico sino m uchos, aunque procedentes
de
dis
tosmomentos histricosque losmodernistas, sin embargo, adoptaron simul
neamente, sin endosede ellospara combatir la vieja
retrica,
la ampulosid
verbal, los lugares comunes, y para abrirse a nuevos y variados m odos de e
presin. En efecto, en Hispanoam rica coexisten tendencias literarias que e
Europa correspondenafases sucesivaseincompatibles: realismo, naturalism
simbolismo,
pamasianismo
e incluso
romanticismo estn presentes contempo
neamente enelmovimiento modernista. "Romnticos somos; quin,que
es,
es rom ntico?", haba dicho Rubn Daro.Yes probable que sea en esa cap
cidad de apropiacinyde re formulacin delasescuelas literarias donde res
la
mayor originalidad
del
Modernismo hispanoamericano.
El mismo Rod quiso sentar por escrito sus crticas
al
Modernismo pero
autodefini modernista. De la
Correspondencia con LeopoldoAlas
surge t
to una visin positivadelmovimiento al cualnodeja de censurar, sin embar
sus aspectosmssuperficiales, la retrica
vaca,
los juegos de palabras- como
deseo de
"encauzar
al
modernismo americano dentro
de
tendencias ajenas
a
perversas del decadentismo azul..." (OC 1262). Rod quera una literatura d
ideas,que llevara "quclque chosedansle ventre", como deca Zola, citado p
el propio Rod. Cuando escribe su ensayo sobre Daro segun do opscu l
de la serie
La Vida\
ueva,intitulado
RubnD aro. Su personalidad lucrar
SU
ltima obra Cfr.
OC 165-187)-, publicado en 1899, es decir un a
antes de
Ariel
se percibe que la lectura de
Prosas P rofanas
y de
Los Rar
ambos de 189o asi como el encuentro que tuvieron en Buenos Aires e
1897 hicieron mejorar
su
opinin sobre Daro.
Y
es justamente en ese opscu
quesedeclara "modernista" y "camarada deideas"deDaro:
De mis conversaciones con el poeta he obtenido la confirmacin de que su pensam ien
est m ucho m s fielmente en mi que en casi todos los que le invocan por credo a cad
paso.Yo tengo la seguridad de que, ahondando un poco ms bajo nuestros pensare
nosreconoceramos buenoscamaradas de ideas. Yo soy un modernista tambin;
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Reflexiones sobreAriel...Martha L. Canfield
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pertenezco con toda m i alma a la gran reaccin que da carcter y sentido a la evolucin
del pensamiento en las postrimeras de este siglo; a la reaccin que, partiendo del
naturalismo literario y del positivismo filosfico, los conduce, sin desvirtuarlos en lo
que tienen de fecundos, a disolverse en concepciones ms altas, y no hay duda de que
la obra de Rubn Daro responde, como una de tantas manifestaciones, a ese sentido
superior (187).
Rod en la literatura uruguaya
En
la historiografa literaria uruguaya
Rod
forma parte de la Generacin del N ove
cien tos, que corresponde
a la del
98 en Espaa y a la modernista, en general, en
Amrica.Los otrosprotagonistas del grupo son: Javier de Viana (1868-1926),
Carlos Rey les (1868-1938), Carlos Vaz Ferreira (1872-1958), Roberto de las
Carreras (1873-1963), Julio Herrera y Reissig (1875-1910), Mara Eugenia Vaz
Ferreira (1875-1924), Florencio Snchez (1875-1910),
Horacio
Quiroga(1878-
1937),Alvaro AmiandoV asseur(l 878-1969), y DelmiraAgustini (1886-1914).
Excepto Carlos Vaz Ferreira, abogado, profesor
y
dos veces rector
de
la Univer
sidad de Montevideo, los dems son fundamentalmente autodidactas,
frecuentadores
de
los distintos
cenculos de
la
poca,
los
ms clebres de los cuales
eran elConsistoriodelGay SaberdeHoracio Quirogayla Torrede losPanoramas de
Julio
Herrera
yReissig.
Todos ellos
son
lectores de
Nietzsche
y de
Baudelaire,
aunque
con interpretaciones distintas;
a veces
opuestas.
Reyles yRod,
por ejemplo, aun
siendo amigos, se encontraron a menudo en posiciones contrarias;el primeronoacep
t jamseloptimismo arilico.Todostenanencomnel inters y elejercicio dela
actividadperiodstica.
El elemento de
discordia era lapoltica,dividida
entre los
dos
partidos tradicionales,
el Blanco
y
el
Colorado, discordia que
termin
por hacer esta
llar la guerra civil.
Lo que da carcter de grupo o de generacin literaria a la obra de estos
escritores, adems del estilo, es sin duda
la
bsqueda
de
lamodernidad.Todos
inclusolos queestaban ms vinculadosala realidad inmediata y local, com o
JavierdeViana, Horacio Quiroga y Florencio Snchez tratan de trascender
los lmites de
la
literatura regionalista o criollista, que
se
basa sustancialmente
en
la
creacin de estereotipos sociales del mbito criollo, casi siempre rural pero
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Signos Literarios y Lingsticos
tambin urbano, llevandoa lalengua literarialosrasgos del habladialectal.(E
generallo
consiguen).
Florencio Snchez ser consideradoelfundadordeltea
tro rioplatense; Horacio Q uiroga ha sido sealad o, junto a otros dos
o
tres
como el iniciador
de
la nueva narrativa hispanoam ericana; Herrera y R eissig
deja una herencia potica formidable para la constitucin de la poesa pos
modernista e incluso vanguardista, y de hecho est muy presente en la obra
de Ram n Lpez V elarde, de Cesar Vallejo, de Pablo Neruda y de m ucho s
ms.Se
puede afirmar que
al
m enos
en
la breve parte
de la
obra que
e
poeta logr prepa rar para la imprenta antes de morir (y no sera ju sto tener
en cuenta el resto, no revisado porl);se presenta com o alguien que se
h
adelantado a su tiempo, que ha intuidolasrevolucionarias innovaciones qu
iban a prod ucirse po co despu s.
En medio
de
estaricageneracin, tal vez nica en
el
panorama
uruguayo,
s
destaca la figura de Rod porque slo
l se
empe totalmente en
la
construc
cin de una dimensin americana y slo
l
supo construir su am ericanismo a
escala
universal.
4
El lugarqueocup en ese contexto fue efectivamente excep
cional. Su prestigio como autor de prosa se poda equiparar nicam ente al de
Daro como poeta. Sin embargo,
en
Rod se verifica una trgica regla que
parece amenazar
a los
mejores escritores uruguayos: como Quiroga, F lorenci
Snchez
u
Onetti. Rod tuvo que dejar la patria
con
la amargura en el corazn
decidido a no volver por un tiempo que deseaba fuera lo ms largo posib le.
Com o sabem os, se enferm gravemente y muri antes de regresar; los otros
partieron en un exilio voluntario y definitivo.
Es
verdad que
el
da en que parti
Rod, suscolegasperiodistas organizaron una manifestacin para saludarlo qu
sevolvi increblemente numerosa y popular, pero tambin es verdad que est
manifestacin quera, de alguna m anera, reparar la vergenza de que el
m
famoso escritor nacional tuviera que
ir a
Europa como corresponsal de un dia
rio
argentino porqueelgobiernolohaba eliminado delacomisin destinada
representar
al
Uruguay en las celebraciones espaolas por
el
Centenario de la
Cortes deCdiz.
Por otra
parte,
mientras Rod se afirmaba cada vez
ms
com
maestro filsofo y como referente de toda la Am rica Espaola,
los
escritore
4
Es la opinin de Emir Rodrguez Monegal. que comparto: vase su imprescindible estudio introductivo
en OC 76.
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Reflexiones sobreAriel...Martha L. Canfield
uruguayosno loconsideraban en su justo valor, o lo ignoraban (Quiroga, Carlos
Vaz Ferreira), o le eran decididamente hostiles (Herrera y Reissig), o bien sus
amigos
(como Carlos Reyles) no lo
comprendan y
no
compartan
sus
ideas.
La generacin que sucede a la del Novecientos y que surge entre 1915 y
1920,
conocida como Generacin del Centenario, no fue iconoclasta, en parte
quiz porque
casi
todos
los
escritores precedentes haban desaparecido: M ara
Eugenia, Florencio Snchez,
Rod,
Julio Herrera y Reissig haban m uerto gra
vemente enfermos; Quirogasehaba suicidado, Delmira haba sido asesinada;
Roberto de
las
Carreras envejeci y muri en un m anicomio donde fue encerra
do a la edad de 35 aos sin recuperar jams la memoria de su pasado. La
generacin del Centenario se propuso entonces la creacin de una continuidad
con la generacin anteriorysu expansin tuvo inicioapartirdela aceptacin de
los
aportes
de
los escritores precedentes sin
que esto
les impidiera, justam ente.
tratar de superar
el
repertorio ya exhausto del M odernismo; o sea, aceptando
implcitamentelascrticasqueRod haba hechoasus contemporneos, espe
cialmente a los imitadores de
Daro.
Sin embargo, en este armnico pasaje de
una
generacin
aotra.
Rod fue excluido, "exiliado en su patria",
lo
llama Beln
Castro. Fue olvidado cuando no speramente tergiversado y criticado, y el
arielismose volvi unarma contra 1 .
s
Su idealismo pareci retrico y supera
do,
seleacus denoconsiderarelproblema del indio americano, de incitar al
ocio noble una sociedad que necesitaba sobre todo del trabajo para construirse
un bienestar del que
careca.
Como un eco amplificado de las crticas que ya le
haban dirigido sus compatriotas, sali en los aos 50 el feroz ataque de Luis
Alberto Snchez,
Cfr. Tuvimos
m aestros...?,[ 1956]).
Hoy en da, en cambio, al volver
a
su obra con menos prejuicios, se puede
apreciar cmo sus verdaderos fundamentos ticos y estticos no han perdido
actualidad. Incluso su estilo, el culto del fragmento tan evidente en sus obras
mayores,M otivos de Proteo y El mirador de Prspero,que tanto haba irri
tado
entre otros a
su amigo Reyles,
se
puede considerar
como
un anuncio de un
gusto literario y filosfico
que el
siglo xx ha
hechosuyo.
Con un punto de vista
acaso ms lcido y proftico, Alfonso Reyes haba saludado esa tendencia
reafortuna de
Ariel
vase Jos Miguel Ov iedo, El arielismo y sus equv ocos , en
fln-uhistoria
del ensayo hispanoamericano. (1991)
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Signos Literarios y Lingsticos
rodonianacomola inauguracin deunnuevo tipo de literatura, precisam ente l
fragmentaria,que hoyadmiramosen laobradeescritoresdeprimer orden com
Roland Barthes, JorgeLuis BorgesyOctavioPaz.
Por otra parte, como sostiene Emir Rodrguez Monegal:
[...] una jefatura no se ejerce slo por la dcil aceptacin de los discpulos; se ejerce
tambin (y ste fue el caso de Rod) por la resistencia que levanta una personalidad.
por la reaccin que despierta el peso y la proyeccin de su obra, por la oposicin desde
la que los mejores construyen su respuesta. En este sentido, Rod no slo ejerci la
jefatura espiritual de la sumisa masa generacional. Tam bin la ejerci sobre los rebe ldes
como estmulo y como provocacin, determinando por su sola existencia la necesidad
de otras direcciones espirituales" (OC 7 9).
Si es as y seguramente lo es habra que agregar
que el
primero en esta
muy
satisfecho,
si lo havisto,
sera
el mismoRod.Toda
su
enseanza,
paradigm
ticamente condensada en la
frase
con
la que
empieza
M otivosdeProteo,
"Re
formarseesvivir... ,procura incitara laformacindeuna personalidad adulta, e
condicionesdetomar decisiones responsables y que no retroceda en la investi
gacin de la verdad, ni siquiera cuando las soluciones dislum bradas pudieran
contradecir las proposiciones del maestro ms amado; sus mism as ensean
zas conservadascondevocin enlamemoria delosdiscpulos.Laparbola "L
despedida de Gorg ias" (fragmento cxxvu de "M otivos de Proteo", OC 449 -
451) ilustra esta idea con gracia
y
precisin. En
la
cena
de
despedida, antes d
emprenderel camino de lam uerte en una ceremoniay encircunstancias com
pletamente inventadas porRod,pero que alevocarlaUltima Cena atestiguan s
constante anhelodeencontrarun punto de sntesis entre lacultura clsica griega
la
cultura cristiana- - Gorgias
se
rehusa
a
aceptar
la
promesa de sus discpulo
quequisieran ser siempre
fieles
a todo loque han aprendido de
l.
Con el gest
de G orgias, Rod ha manifestado su propio repudio
del
fanatismo, as como de
todos
aquellos que se entregan pasivamente a un dogma. "La verdad que
os
hay
dado",
diceGorgiasa susdiscpulos, "nooscuesta esfuerzo, com paracin, elec
cin; sometimiento libre y responsabledel
juicio,
como os costar la que po
vosotros mismos adquiris, desdeelpunto enquecomencis realmenteavivir"
Y ms adelante: "Quedad fieles a m, amad mi recuerdo, en cuanto sea una
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Reflexiones sobreAriel...Martha L. C anfield
13]
evocacin de mi persona, perfume de mi alm a en el afecto q ue os tuve; pero mi
doctrina no la am is sino mientras no se haya inve ntado para la verdad fanal m s
difano". D e m od o que el brindis que propone el mejor alum no
( por
quie n te
venza
con honor en nosotros!") es aceptado y repetido por el ma estro: " Po r
quien m e venza con h onor en voso tros!". Si la frase es tan citada es po rque resulta
sum am ente emblem tica del pensamiento rodoniano.
Es imp ortante agreg ar qu e la crtica m s reciente ha subra yad o la actualidad
del pens am iento de R od y en particular de algunos postulados deAriel.Feman
do Ainsa recu erda qu e el tono crep uscu lar de fin de siglo que rodeab a al autor
es el m ism o que hem os apurado nosotros en los ltimos aos del siglo \ \ . La
sensacin de malestar , el sen timie nto de crisis y la impresin d e decaden cia
establecen un pu ente directo entre aque llas p gin as y los lectores de n ues tros
das.P ero no se trata slo de la atmsfera espiritual; la actualidad deAriel tiene
que ver con precisas afirmaciones y adm onicione s deRod:la urgencia de reno
var el dilogo con Espaa; la atenta vigilancia en las relaciones con el "ge nda rm e
mu ndial": Estados
U nidos;
elpeligro de la homogeneizacin cultural y los perjudi
ciales efectos del cons um ism o contem porne o (Ainsa, "L 'attualit..." 93-95).
El idea l americanista de Rod
A de m s de su esti lo, de su persp icacia en la crit ica l i teraria, de su intuicin
histrica y de su am or por la verdad, hay un aspecto fundamental en la heren
cia dejada por Ro d, que const i tuye asimism o un aspecto im perec edero : se
trata de su ideal a m erican ista.
Desd e el m om ento en que se em pieza a desarrol lar en Am rica el ensa yo
como gnero li terario y el pensamiento f i losfico empieza a encontrar
formulaciones particulares por parte de escritores latinoam ericano s, un con
cepto em erge po r encima de los otros y los rene: la concie ncia de pertene cer a
una comunidad histrica, geogrfica y lingstica, o "conciencia de Amrica*',
como prefer a decir Leopoldo Zea, comunidad que Rod l lamaba precoz y
profticamente "Hispanoamrica".
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132 Signos Literarios y Lingsticos
Los primeros en dar un impulso a esa conciencia fueron Bolvar desde el
punto de vista poltico y Andrs Bello desdeelpunto de vista cultural. Si bien
Bolvarnologr fundar efectivamente esa "patria
Amrica"
que
soaba,
elidea
qued en el aire, latente y sugestivo. Andrs Bello por su parte lanz en 1823
con su
Alocucin a la poesa,
una especie de manifiesto en favor de la inde
pendencia literariadeAm rica, inseparable segn l de la independencia polti
ca.Yeste ideal no desapareci del todo enelhorizonte cultural de las nueva
repblicas, aunque la tendencia general hubiera sido la de aislarse dentro de
las fronteras nacionales respecto a las naciones hermanas , privilegiando los
canales con Estados Unidos y E uropa.
Los distintos regionalismos
que
pueblan la literatura
del
siglo xix
y
parte d
la del siglo xx lo confirman. Pero a finales del xix dos voces de gran fuerza
carismtica se levantan enlos dosextremos del continente hispanoamericano
para volveraproponer con enrgica conviccin la urgencia de esa concienci
americana soada por Bolvar: desde
el
centro del Caribe, desdeCuba,y lueg
desde su
exilio estadounidense, habla Jos Mart; desde
un
remoto puerto del su
sobrelacosta atlntica llamado Montevideo, habla
Rod.
MartsebasaenBol
var; Rod, que empieza a publicar dos aos despus de la muerte de Mart.
tambiny en elmismo M art.
Para
Rod,
Bolvar
es el
modelo
del hroe
americano,
lo
considera
el ms
al
delosmuchos caudillos regionales,lo ve como elbarro de Amrica atravesad
por
el
soplo del genio, que transmuta su aroma y su sabor en propiedades de
espritu"
( Bolvar ,
en "El mirador
de
Prspero",
OC
534) y
la
razn fundame
tal de esta preferencia que coloca a Bolvar por encima de otros hroes ms
cercanos a Rod, como San M artn o Artigas, es que Bolvar se revela como
"representativo de
la
eterna unidad hispanoam ericana"(Costabile,
Rod pensa
dor
yestilista
73).
En cuantoaM art, msque ungran escritordeuna determi
nada regin o nacin, Rod lo consideraba "ciudadano de la intelectualidad
americana", condicin que poda justamente compartir con Bello
6
Cfr.
"La
vuelta de Juan Carlos Gm ez", en
El
mirador de Prspero", OC
497).
Rod
M art, adems, estaban estrechamente vinculados por la posicin crtica que
Aios nom bres de Bello y M arli. Rod agregaba los de Sarmiento y M ontalvo.
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Reflexionessobre
Ariel...
MarthaL. Canfield
133
ambosasumieronrespecto con Estados Unidos y suincipiente imperialismo. Esta
afinidad entre ambos pensadores es reconocida por crticos considerados
"antirodonianos", como Roberto Fernndez Retamar.Elcubano contestaeluso
que haceRod delos smbolos shakespearianos
Cfr.
Calibanyotrosensayos
[1979]),puespiensaque el smbolo de laAmrica Latina noes
Ariel,
sinoCalibn,
encamacindelnativo colonizado. Pero reconocelaclarividenciadeRod y los
valores efectivos desuAriel
Cfr.
Beln
Castro,
BC 74-87 y 110-119).
Se puede entender ahora por qu Rod no poda considerar a Daro
*
4
el
poeta de Am rica", al menos en la primera fase de su produccin potica. Es
muy probable que las observaciones de Rod le dejaran una profunda impre
sin
a
Rubn, al
punto de
querer incluir
su
estudio del
1899
com o prlogo en la
segund a edicin de
Prosas profanas,
publicada en Pars en
1901.
Pero ms
all de
las
polmicas
(si
voluntariamente o
no
Daro suprimi la firma
de
Rod
en
esteprlogo),lo
que hoy,
a
un siglo de distancia resulta indiscutible
es
que
Daro estaba realizando en
el
mbito potico la misin de unificar
el
continen
te,de reunir en una sola alma hispanoam ericana los retazos de identidad na
cional que haban dejado contra la vocacin bolivariana las luchas por
la
independencia. Daro heredaba, asumindola y transmitindola, la vocacin
americanistadelos mejores hom bres americanos, en las armas y en las letras.
Elideal americanistadeRodno naceinmediatamente definido unavezpara
siempre, sino que se desarrollaatravs de losaos.Al principio podramos
llamarlo "americanismo pre-arilico" se trata sustancialmentede unideal lite
rario.Sonlosaos dela
RevistaNacionaldeLiteratura yCienciasSociales,
de
los primeros opsculos intitulados
L avidanueva,
el segundo de los cuales ,
dedicado a Rubn Daro y que contiene un anlisis detallado de
Prosas
Profa-
nas,
demuestrasunotable capacidadcomo crticoliterario. El estudio despierta
admiracin y entusiasmo en sus lectores, entreloscualessecuentan varias per
sonalidadesdecarcter internacional; Remy de Gourmont, por ejemplo, lo juz
ga "una exgesis maravillosa", mientras queelttulo del poemario dariano le
haba parecido simplemente "une trouvaille", segnlo querefiere el mismo Daro
en su autobiografa. En esos aos los intereses de Rod estn concentrados en
la literaturaque,segnl,debe estimularlaunidaddeAmrica. La creacin de
una conciencia cultural comnatodaslasrepblicas hispanoamericanas debe
-
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134
Signos Literarios y Lingsticos
servir para echar las bases de la unidad poltica. sa es la razn por la cual el
poeta tiene el deber de abandonar la torre de marfil. Es necesario por tanto
transformarelM odernismo, que de jueg o literario gozoso y elegantemente in
clinado
al
exotismo,
al arte
por
el arte
ya
las
divagaciones culturales, debe tran
formarse en la expresin del alma am ericana. No una literatura de placer, sino
una literatura de ideas; no poetas ldicos, sino seriamente com prom etidos
Com unidad de ideales y de tradiciones y una creciente co nciencia de esta
pertenencia comn servirn porun lado acombatirelabsurdo aislamiento en e
que vivenlasnaciones americanas, por otraacrear naturalmente la marca orig
nal de suarteydesu literatura: enotraspalabras,ahacer madurarlaautonom
cultural que Bello anhelaba jun to conlaautonoma poltica.
Sin
embargo desea aclarar Rod autonoma cultural
y
originalidad ame
ricana nosignificandivorcio dela civilizacin europea heredada a travs del lega
espaol.Elaislamientocultural es unpeligroque hay quecombatir.Perolaalter
tiva a la imitacin servil no est
en el
aislamiento
sino en
la capacidad de "franque
la
atmsfera que
la
circunda a los cuatro vientos del esp ritu" ("El m irador d
Prspero", OC 672-721).
7
Ms que estimular la concentracin en los rasgo
regionales
o
peor an
pintorescos,el
americanismo debe tratar de "abrirse
la
expresin
de todas
las ideas
y
sentimientos
que
fluctan en el ambiente de un
pocaydeterminan la direccin delamarcha de una sociedad hum ana" ("E
americanismo literario", OC 768). Rod ve en la obra de Juan Mara Gutirrez
(Argentina, 1809-1878) una importante prueba de americanismo literario.
Considera implcito en el espritu romntico el sentimiento de la tradicin
indispensable para llegar
al
alma popular.
Y
en las figuras del indio y
del
gau
cho que
estudia
en las obras del
Inca Garcilaso
de la Vega y
de Jos Hernnd
entreotros ,
as como en
el
sentimiento de
la
naturaleza, indica
los
elemento
fundamentales paraladefinicin delaidentidad hispanoamericana.
Con Arielel temadelamericanismo se extiendeenbusca deuna sntesisent
el
desarrollo econmico
y social
de los
pueblos y la
libertad
del
espritu individu
Rod insiste en la necesidad de preservar una
parte
del alma para
las
preocupa
ciones puramente ideales, porque dice
el
hombre no debe desarrollar un
Primeramente en "El americanismo literario", enRevista NacionaldeLiteraturayCienciasSocia
(1895)
y
finalm ente refundido en "Juan Mara G ulirrez y su poca" de O C en pginas citadas
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Reflexiones
sobre
Ariel...Martha L. Canfield
135
solo aspectodelespritu sinosunaturaleza com pletaDe estemodo,unadoctrina
que
se presentaba inicialmente
como
reflexin sobre
la
literatura
nacional,se
di la
ta
hasta abrazar
primero el Ro
de
la Plata y luego todo el
continente hispanoame
ricano, para volverseconAriel
una problemtica poltico-cultural general.
enunaperspectiva americana. Segn Rodrguez M onegal,
Ariel,
queva msal l
del mbito literario, ponelas basespara una sociologa cultural americana (OC
99).
En estecontexto la fidelidadalpasadoserealiza porunlado enlaconciencia
de
las
tradiciones
locales
criollismo, indigenismo, gauchesca, por otro en el
vnculo con Espaa. Con
la
precisin del vocabulario rodoniano, aprendem os
que Espaa para
el
hombre americano
no debe
ser "fin y morada"
sino
"cimiento
y punto de partida"
Cfr.
"Rumbos nuevos" en
E l mirador de Prspero,
OC
497-507)/
Rod define
la
realidad am ericana
a
travs de
lahistoria,
que para
l
es una
lnea
nica que
viene deGrecia,
pasa por la Roma Imperial,
el
Cristianismo, Castilla
y llega porfinal presente americano. La fuerza esencial del
anlisis,
que
hace
de
latradicin, reside en el hecho de que ste se apoyaenun concreto sentimiento
del futuro, que desemboca en su visin optimista de la grandeza de Amrica.
Aqu Rodse rene con otrospensadores hispanoamericanos, de su misma po
ca
o
sucesivos: Carlos Arturo
Torres,
Alfonso
Reyes,
Leopoldo Zea, etctera.
Esa visin optimista, sin embargo, no ignoralosmales que afligen a las na
ciones hispanoamericanas. Basta recorrer
los
m uchos artculos periodsticos de
temtica polticade Rodpara encontrarprecisasreferencias a problemasdelm o
mento: uno en particular,
firmado
"Calibn"ypublicado en1912,denuncia el
caciquismo, la poltica
sectaria,
con alusiones especiales
a
la poltica
brasilea,
la
prdida de control de la Revolucin mexicana que
ha
suscitado la "deprimente
intervencin yanqui",
la masacre de los
revolucionarios ecuatorianos
en
Quito, la
ejecucindeobreros inermes enelPerqueprotestaban por "la mezquina
retri
bucindeun jornal irrisorio",y laluchafratricidaenlaArgentinay en elUruguay.
(Calibn, "El caciquismo
endmico";
cfr.OC
1033-1034).
Tal vez
Rod no
tena
respuestas definitivas para
estas
interrogantes, y seguram ente
no
sabra propo
ner
planes
especficos para reintroducir
al
indio en las sociedades
que
lo haban
8
Vase sobre lolafori,
del
colombiano Carlos Arturo Torres, ferviente admirador
de
Rod,
en OC
pginas citadas.
-
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136
Signos Literarios y UttgOisi
marginado.Pero l se planteeste problemaymuchosotros quehaba identifica
do lcidamente, indicando para todos la accin continental comonicocamino y
mejor mtodo para afrontarlos. Para
el
optimismo rodoniano como ha puesto
en evidencia Mario Benedetti
y ms
all
de su
profundo y escondido escepti
cismo que lohacehermanoespiritual de Unamuno, la solucionesexisten,los probl
mas am ericanos
se
pueden resolver, pero siempre
sobre la
base
de
una "misin
continental"
{Genio y figura
96).
El concepto de d em ocracia
No siendo Rodni
socialista
(equivalente entonces deloque m s tarde serian
los
comunistas)
nianarquista,el
nico sistema
poltico en el que cree es
la dem
cracia
y
considera
que slo en
ella
se
puede dar
espacio al
desarrollo y
al
progre
so de la condicin humana.
En rielel
tema de
la
dem ocracia aparece asociado
a
un
binomio que seala dos concepciones opuestas de la vida: el idealismo y e
uli litarismo,siendo el primerola meta ms elevaday elsegundoun peligropara
integridadde lademocracia misma.
Siguiendo la escuela deTaine,de Renn y de Tocqueville, en una sntesis
muy personal. Rod considera inevitable
e
insustituible
el
sistema dem ocr
tico,y
defiende
la
nobleza
moral
implcita
en la
igualdad impuesta por
el
sistema
La democracia
hay que
mejorarla, hay
queeducarla dice
Rod a - para liberarla
de
los
peligros
que
nutre en su propio
seno.
Com o Taine, considera
que el
esp
ritu democrticoesincompatiblecon esasformasdeintoleranciade que senutr
el jacobinismo. As,laautonom a cultural hispanoamericananopuede compor
tar la ruptura total con Espaa, lo cual significara con travenirauna natural
continuidadhistrica.Del mismo
modo,
la libertad de cultonopuede comporta
la
agresin
a
smbolos espirituales
que,
ms all
de
una religiosa fe personal, re
presentan valores morales indiscutibles, como
la
misericordia, la hermandad, el
amor.
En
la famosa polmica contra
Eugenio
Largamilla, autor de la
ley con
base
en lacual en 1906 seretiraronloscrucifijos deloshospitales pblicos uruguayos
Rod no reacciona como catlico, siendo, comosesabe,agnstico: se indigna
ante elextremismodeuna medida semejante,querevelaunespritu intolerante,
-
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Reflexiones sobreAriel...Martha L. Canfield
137
msprecisamenie, jacobinista.
(O C249-291).
9
Lo mortifica la agresin que
el retiro de los crucifijosnfligea loscreyentes,y an ms que un nocreyentepue
da sentirse ofendido por la presencia de un smbolo que evoca simplemente el
"ms grande
y
puro modelo de amor y abnegacin humana, glorificado donde
es ms oportuna esa glorificacin: en el mom ento vivo de su doctrinayde su
ejemplo"
Tbid.
252). Se pregunta Rod qu dao puede recibir
el
espritu del
enfermo cuya mirada tropiece con la imagen del M aestro sublime , gracias a
quien
el
beneficio
que
recibe
no le
ha
de
parecer humillante ddiva
de la
sober
bia, sino obligacin que sele debe ennombredeunaley deamor.La cruz no es
para
l
un smbolo religioso sino
el
reconocimiento debido
a
la grandeza huma
na de Cristo, en las casas de caridad, que son
la
proyeccin de su espritu y de
su prdica. Rod sostiene queelmensaje cristiano, considerado en su aspecto
moral, forma parte de una civilizacin que es la nuestra y que nosotros nos
alimentam os de los significados y de los valores que derivan de ella. Por lo
tanto,
no puede no horrorizarse ante la idea de los extrem os a los que podra
llegar la democracia siguiendo lava dela intolerancia.
Noobstante, estepeligro no loinduce a perder la confianza en los beneficiosdel
sistema democrtico. Enesto sesepara de Renn, tomando distanciade las"para
dojas injustasdelmaestro"(OC
223;
MC 122;BC187) dequien,por otra parte.
ha heredado
el
acento espiritualista y la disolucin
del
positivismo. En
la
lnea de
Renn,sepone Rod cuando declarasudesprecio por todoloque condicionael
espritu
a
los intereses
materiales.
Rod
cree,
tal como Taine, en
la
necesidad de
formar minoras seleccionadas
capaces de
guiar
a las
mayoras.
Cree en la
necesi
dad
demejorarel
sistema democrtico.
Pero
mediante la influencia de Tocqueville
prevaleceen llafiliaciniberal.Enefecto, mientrasTaineproponeel votocua
lificado.
dividido en dos
categoras
con
la
finalidad
de depurar
elelectorado,
Rod
acepta la democracia plena como mecanismo
de
gobierno y reserva
a
las lites
una tareaespiritual:
lv
una democracia en la cual la supremacade lainteligenciay la
virtud nicoslmitesparalaequivalencia meritoria de los hombres reciba su
autoridad y su prestigio de
la
libertad
(OC
226;MC132;BC 192-193).
' Las rplicas y contrarrplicas fueron recogidas en un pequeo volumen publicado por Rod en 1900
con el mulo
liberalismo y jacobinismo.
-
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138
Signos Literarios y Lingistica
Com o partidario de Tocqueville, Rod considera inevitable la democra
cia pero, al mismo tiempo, perfectible, siempre y cuando pu eda contar con
una determinada direccin espiritual. Abandon ada a s m ism a la dem ocra
cia com porta el riesgo de la decadenc ia. Es posible y nec esario , por tanto
com pleme ntarla para conducirla hacia sus realizaciones m s nobles. La
espiritualizacin de la dem ocracia se puede cum plir, tanto para Tocquevi lie
como para R od , mediante la definicin de supe rioridades in telectuales y
morales, por cierto no impuestas sino reconoc idas espontneam ente por e
pueblo. En
Ariel
Rod subraya la importancia de hacer prevalecer la
cali
dadsobre elnmero.La masa annim a no es nada por s misma y se trans
formar en un instrum ento de barbarie o de civilizacin segn que tenga o
no una alta direccin moral (OC 220 ; M C 114; BC 180). A dem s el pro
greso eco nm ico y el bienestar m aterial pueden disolver la superioridad
Hay que temer los tiempos en que la vulgaridad, com patible con el progreso
material, est en condiciones de reprimir "todo lo que m anifieste la aptitud y
el atrevimiento del vuelo" (OC 221;MC 116; BC 182).
Son "las falanges de Prudhom mes feroces", indicadas por Charles Morice
citado a su vez por Rod{Ibid).
Es el
peligro del nihilismo y de la tecnolog
despojada dela
tica.
El estallido de la Primera Guerra Mundial le debi pare
ceraRod un negro aviso sobre la direccin que tomaban el capitalismo y la
sociedades ms desarrolladas.
Y
peor,
no
poda constatar
que la
milenaria cu
tura europea precisamentela queconstituaelcentro de su esperanza n
serva para frenar
las
brutalidades y la violencia. Tal vez la depresin y
el
aban
dono enlos quevivi Rod durante los ltimos m eses de su vida nosedebiera
solamente a la enfermedad que lo aquejaba.
En todo caso yapesar de los peligros en acecho, ya reconocidos mientra
escriba>4/7e/,Rod rechaz elespritu reaccionario" de la
filosofa
de Nietzsch
y reafirm su fe no slo en la democracia sino tambin en el ser ann imo que
forma la masa, cuya presencia es indispensable para la marcha general de la
cosas.
Eseconcepto, tomado delaevolucin biolgica, le llegabaa travsde
lectura de Brangcr (Costabile44).
-
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Reflexiones sobreAriel...Martha L. Canfield
139
La polmica con Estados Unidos
El ejemp lo m s evidente de dem ocrac ia degrad ada p or el uti l i tarismo lo en
cuentra Rod en el poderoso v ecino del Norte: E stados Unido s. Y este ejem plo
le sirv e tanto pa ra afirmar la especi ficidad de la
raza iberoamericana
con
el acento puesto en la continuidad del patrimonio cultural com o para o poner
se al pos itivism o en voga y al uti l i tarismo qu e an sobre vive en el siglo \ i \
entrelazado con el positivism o, por ejem plo, en el evoluc ionism o biolg ico d e
Darw in o en la sociologa de Spencer. En el m bito del ca pita lism o indu strial
y com o expresin de la burgue sa , el pos i t iv ism o haba pro po rcio nad o las
bases f i losficas para la polt ica econmica y el desarrollo cientf ico-tec
nolgico , cond icionand o ad em s, todas las manifestaciones cul turales de la
segunda mitad del s iglo xix . Pero haba desper tado tambin algunas reac
ciones en la direccin del espiritualismo y del neoid ealism o. El pen sam iento
de Rod se coloca exactamente entre posi t iv ismo y neoideal ismo, entre el
racion al ism o con el que ad hiere a los nue vos p ostu lado s de la c ien cia y su
vocacin espiritualista, su amor al ideal, su atraccin por la utopa.
Si se miran bien los postulad os de
Ariel,
se observa esta dialctica cutre d os
polos:
enrgica incidencia en la realidad, asimism o, abandon o con tem plativo ;
empuje dina m izador en la accin,
desinters
e
idealidad;
socialidad de la exi s
tencia, defensa de la intimidad in trospec tiva; eficacia en la vocacin individual,
versatilidad y multiplicidad de la atencin; moral cristiana,
esttica del compor-
tamiento; igualdad democrtica,lites de valor; afirmacin fsico-natural de la
realidad, ideal que naciendo d e ella la supera. Tal vez, com o dijo C arlos Real de
A za , este vaiv n en el cual sin em ba rgo n o es difcil adve rtirsu preferencia
porelsegundo trm ino de cada binom io tena profundas raices en su tempei .1
ment receptivo y prudente, tmido e
irnico,
muy imaginativo y siempre dispues
to a tomar en consideracin todas las posiciones, an las ms distantes de la
propia. Tal vez reflejaba incluso sus vnculos con una tradicin ide olgica m uy
apreciad a por l , la que se haba formado alrede dor de Esteb an Ec hev erra.
del Dogma socialista y de la Asociacin de M ayo en la Argentina Cfr.Real de
Aza, "P rlo go " xix-xx).
-
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140
Signos iterarios y ingisticas
Rod no es un filsofo en tanto que no crea un sistema filosfico personal,
pero
s
un pensador
de
extraordinaria capacidad intuitiva,
que
siguiendo la lnea
del neoidealismo y sin dejar de ser un personaje del siglo xix, anticipa varias
tendencias de la filosofa del siglo xx. Enestesentido Pedro Henrquez U rea
ha sealado sus afinidades con Bergson y con su teora del
lan vital Cfr.
"Ariel",Obra crtica[ 1960]ySeleccin[1965]). No hay c itas precisas de
filsofo francs en
Ariel,
pero Rod lo recuerda tanto en
Motivos de Proteo
como en
El mirador de Prspero.
La reaccin contra
el
positivismo y
la
crtica
del
utilitarismo, asociadas
a
l
identificacin de Hispanoamrica
a
partir de sus races hispnicas, determina
la crtica rodoniana de Estados Unidos y la denuncia de lanordomana(que
Mart haba llamado
yanquimana),
o sea
de
la peligrosa fascinacin que este
pas despierta en el m undo hispnico. Para criticaraEstados Unidos, sin em
bargo, Rod em pieza por enumerar sus virtudes: y se ha dicho que raram ente
podramos encontrar un cuadro tan brillante y clido, especialmente viniendo de
un latinoamericano
10
(Fuentes, "Prologue"
22).
Adelantndose de este modo a
eventuales polmicas sobre su competencia en
lamateria,
Rod nos predispo
ne favorablemente a escuchar sus crticas de una nacin que ha dem ostrado
conocer bien y que no juzga por ciegos impulsos o por renc or aun que los
motivos no faltaran sino con objetividad y mesura. De hecho acierta con
notable puntera cuando seala aspectos de esa sociedad vigentes hastaelda
de hoy. Por ejemplo, pone en duda que la vastedad d e la informacin pued a
producir sabidura; al contrario, dice,secorreelriesgo de volverse m s igno
rantes. Rechaza la idea
de
que el bienestar pueda definir
el
sentido de la vida
Trata
de
encontrar
el
punto de equilibrio en el que las barreras contra la vulga
ridad
no
perjudiquen la igualdad
de
posibilidades para
todos,
como debe ser e
una democracia,
y se
pregunta
si
serjusto que
el
dinamismo ese prodigioso
dinamismoquecaracteriza alpuebloyanquisepueda consumir en movimien
toy fuerza exentos de una definicin intelectual y m oral.
Motivos para temer a Estados Unidosloshaba, ysereferan sobretodoa l
poltica de expansin que esa nacin vena llevandoacabo. En 1847 le haba
La observacin
s
de Carlos Fuentes.
-
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Reflexiones sobreAriel...Martha L. Cantleld
141
quitadoaM xico enormes territorios que comprendan Texas, Nuevo Mxico,
Arizona, Colorado, NevadayCalifornia. En 1898 Cuba haba obtenido final
mentelaindependenciadeEspaa,pero lo quehubiera debido desarrollarse como
"unlitigio enfamilia", segn los deseosde
Mart,
setransformenuna guerra en la
queintervinoEstadosUnidosparasu propioprovecho:Cuba fue declarada protec
torado, Puerto Rico y las Filipinas colonias estadounidenses. Y ya se poda
prever
lo
que iba a suceder
poco
despus:
la
mutilacin de Colombia, que iba
a perder Panam y la gestin del Canal, las intervenciones en Mxico durante
la revolucin en
los
aos
1914
y
1917,las
invasiones de marinos en Hait, Hon
duras, Nicaragua y Santo Dom ingo. Estados Unidosseestaban volviendo y
Rod se daba cuenta perfectamente un monstruo de dos caras: una interna,
que
propiciaba
la
democracia, la
riqueza
y
el
bienestar
de susciudadanos;
y otra
extema, conla quemirabaalmundo con las nfulas de un prepotente im perio.
La
tentacin
de
emular
a los
estadounidenses por parte de los latinoamericanos
pareca nacer
de
una ingenua
omisin:
que la conexin
entre esas dos
realidades
era directa, pues la riqueza de Estados U nidos p rovena en gran parte de la
depredacin de los territorios hispanoam ericanos.
La
prdica deArielse pre
sentaba como firme respuesta emocionalyespiritualantela creciente petulancia
de
la
Am rica
del Norte y es
importante recordar
que
efectivamente logr cam
biar aquel estado adm irativo en uno de preocupacin y alerta (Benedetti 95).
Rod afirma que admiraaEstados Unidos pero que no lo ama.Yesta admira
cin suya vuelve an ms eficazsurechazoysu admonicin.
Elcaptulo dedicadoa EstadosUnidoses sindudaelms largo, peroessola
mente uno delos seis en queest divididoeldiscursode
Prspero.
Sin embargo,
desdeunprincipio, ha sido considerado central porlacrtica,empezando por su
primer com entador, Leopoldo Alas.Elhecho de queRodhaya querido introdu
cir
el texto de
Clarn
com o prlogo
a la
segunda edicin de
Ariel,
demuestra que,
si bien consideraba
el
problema
de Estados
Unidos muy importante pero
no
cen
tral.no
dej
de
aprobar el
realce que
adquira
en el
comentario
de
su prologuista.
A un siglo de distancia muchas cosas han cam biado; o tras siguen siendo
com o las vio Rod y hasta han sobrepasado sus previsiones. En los aos de
mayor fortuna del materialismo dialctico, el neoidealismo rodoniano pareca
casi ofensivo. Hoy existe una gran nostalgia de los valores espirituales y una
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20/23
142
Signos Literarios y Lingsti
gran necesidad de defender la intimidad y la esfera de lo privad o, visto q
vivimos literalmente asediados por las nuevas tecnologas. Actualmente la d
mocracia
se
presenta como
el nico
sistema posible; pero m ediante la di fus
mundial delos medios deinformacin yeldesarrollodelderecho internacio
se
ha
conseguido controlar mayormente la prepotencia de los ms fuertes,
como
la
tentacin de subyugar naciones
ms
dbiles.
Hoy
puede suceder que
juez espaol logre llevar ante unjurado internacionalaldictador chileno Augu
Pinochet y queelgobierno de Estados Unidos autoricelapublicacin de do
mentos de archivo de laCA,hasta ahora sec retos, con los cuales se prueba
grave responsabilidad que tuvieron en el golpe militar que abati el gobier
socialista de Salvador A llende. La poltica de Estados Unidos con respecto
Amrica Latina ha cambiadoen
parte,
ascomo ha cambiadoelestatuto socia
las
minoras hispnicas en Estados Unidos. Sin embargo, en
lneas
generales
posicin de Rod puede ser hoy da compartida, no slo porloslatinoameri
nos,sino tambin, como piensa Carlos Fuentes, porlosmismos estadounid
ses(23),o porlomenos portodosaquellosque,al norte o al surdelRo Bra
estn seriamente preocupados por la extraordinaria difusin de un poder care
te de adecuadas formulaciones culturales o polticas. Una superpotencia q
ejerce su poder solamente mediantelaposesin de las armas m s letales es
peligro para
todos,
incluso para
la
misma nacin que detenta
ese
poder.
Rod crea en la necesidad y la urgencia de definir una identidad hispan
americana y su proposicin de la
raza iberoam ericana
iba en esa d irecci
Hoylasnaciones hispanoamericanas no estn tan aisladas unadeotra como
el siglo xix yencada unade ellas se sientecrecerlavocacin de continentali
ynoson pocoslos quepiensan que Amrica Latina ya encontrladefinicin
su propia identidad. Pero tal vez porellomismo el ideal americanista de Ro
es ms vlido que nunca y jun to con el pensamiento de Bolvar, de B ello,
Mart, viene a servir com o cimiento
de
esa identidad.
Ms all de la retrica m odernista
que en
parte
se
ha reprochado a Rod
perdura
el
placer
que
deriva
de tantas de
sus pginas,
de sus
parbolas ve
deros m ilagros de sntesis potica y simblica y de sus tratados de criti
" Carlos Fuentes, por ejemplo, que elogia los contenidosdeAriel,no ahorra adjetivos negativos sob
estilo: "suprcmely irritating book [...] its rethone has becomc insufferable" op cit. 13).
-
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Reflexiones sobreAriel...Martha L. Canlicld
143
literaria,
de
historia, de especulacin
filosfica.
Con la formafragmentaria,con
la
cual, segn Alfonso Reyes, haba inaugurado un nuevo gnero, Rod se nos
acerca dulcemente en medio de la velocidad y la volubilidad caractersticas de
nuestro tiempo ; y no se puede m enos que agradecerle estos breves e intensos
oasis de reflexin proporcionados por
su
obra.
Visto en la totalidad de sus escritos y no s lo enArielpero tal vezAriel
sera suficiente el balance general sigue siendo favorable a Rod. Con
Rodrguez M onegal, con Real de Aza, con Mario Benedetti, que han dedica
do a su compatriota insignes estudios, en los cuales la precisin y la agudeza
crtica son tal vez inseparables de la devocin que inevitablemente despierta el
desventurado y magnfico idealista, creo que
Ariel,
Motivos de Proteo. E l
camino deParos,
seguirn siendo siempre vlidos exactamente por
lo
que son:
librosclsicos. En ellos Rod desarrolla una visin com pleta y madura, acaso
nica para su tiempo .
El
por
qu de
esta excepcionalidad y esta superioridad lo
ha explicado Rodrguez
M onegal.
Permtaseme cerrarestasreflexiones con sus
palabras, no por lcidas menos em ocionadas:
Porque lo que da estatura a Rod y lo levanta sobre sus eoetneos de habla hispnica
y confiere inigualada perdurabilidad a su obra es esa perspectiva que se alcanza desde
su obra. Escribiendo en un reducido puerto del mundo occidental, en una ciudad que
tenia poco ms de un siglo, en la nacin ms pequea de la Amrica del Sur. ensan
grentada an por guerras civiles, Rod alz su vista por encima de los accidentes y
proyect su palabra sobre todo el mundo hispnico. Lo que pens y dijo estaba
pensado y dicho a esa escala. Esa fue (es) su hazaa (OC 136).
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