Sistema binominal o la exclusion de las mayorias

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Sistema Binominal Chileno o la exclución de las mayorías. ESCRIBEN: Álvaro Arriagada Gonzalez LLaguno Miguel Garay Martinez United Press International Chile

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Cuando las minorias tan disgregadas aunan esfuerzos en pos de una causa comun, estan se transforman en una nueva mayoria.

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Sistema Binominal Chileno

o la exclución de las mayorías.

ESCRIBEN:

Álvaro Arriagada

Gonzalez LLaguno

Miguel Garay Martinez

United Press International Chile

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INDICE

¿Pero, que es el Sistema Binominal?1

3

Las Minorías políticas. Del Binominal al Proporcional2

5Sistema binominal: las trampas de la clase política

8Democracia “protegida”

8La complicidad de la concertación

9Crisis de la institucionalidad

11Las trampas del sistema binominal

13Ingresan proyecto que reemplaza binominal por sistema de

representación proporcional3

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¿Pero, que es el Sistema Binominal?1

Por Álvaro Arriagada.

Para entender en qué consiste el sistema binominal chileno o el método de elección de nuestros representantes políticos, debemos primero que todo, entender que el concepto que se intentó emular en la década de los ochenta fue el concepto de ‘ equilibrio político’ predominante en Reino Unido llamado Sistema Westminster, el cual consiste en empoderar a la oposición política de turno con los mismos roles determinados para el oficialismo, en otras palabras si en el oficialismo existe una cartera especializada en Educación (Ministerio) la oposición debiera de poseer también representantes especializados, de esta manera la funcionalidad parlamanetaria y política se mantenía

equilibrada. Este concepto de ‘equilibrio’ fue adaptado y evolucionó principalmente a medida que la influencia de distintas filosofías, asiáticas y africanas, llegaron a la isla británica.

Este intento de emulación del sistema Westminster calzaba a la perfección en la contigencia nacional de la década de los ochenta pues uno de los factores primordiales para su correcto funcionamiento es que la figura presidencial no sea tan fuerte. Actualmente este sistema es utilizado en cuarenta paises incluido Reino Unido.

¿Funcionaría actualmente este sistema en Chile?Es posible, pero para eso se deberían eliminar gran parte del total grotesco de potestades que posee nuestra figura presidencial, lo cual nos lleva a otro punto súper relevante, en países como Reino Unido y Alemania no existe una Constitución propiamente tal, en el caso inglés se consideran las leyes, jurisprudencias y el derecho internacional como base legal del sistema, en cambio en Alemania existe el Grundgesetz (Ley Fundamental 1849) pues consideraban que era la manera más efectiva de administrar un gobierno federado. Ambos modelos poseen parlamentos bicamerales como el nuestro, pero con la excepción de que los actores políticos están más acotados, es decir existen dos fuerzas antagónicas, limitando el partidismo para así dar un equilibrio no sólo político sino también social.

Así fue como Jaime Guzmán a pedido de Augusto Pinochet en la Constitución Política de 1980 decidieron establecer más menos el mismo sistema, no obstante no estaban dadas las condiciones ni sociales ni institucionales para su funcionamiento. Esto demarca la eterna obsesión compulsiva de nuestra clase política de mirar siempre hacia el hemisferio norte en busca de respuestas. El sistema binominal chileno “funcionó” para dar orden institucional (no estructural) a nuestro sistema de gobierno que comenzó a madurar ya en la década de los noventa, acotando los períodos presidenciales, estableciendo la reelección como no válida y otras figuras legales que en el fondo no cambiaban la estructura, sino más bien moldeaban el actuar o comportamiento de los representantes políticos dentro

1 http://www.gamba.cl/?p=8209

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del sistema. ¿Qué sucedió a raíz de esto? Comenzaron las primeras escaramuzas por temas de representatividad, las cuales se han arrastrado hasta el día de hoy.

Entonces, debemos decidir cómo vamos a salvarnos de esta ausencia de representatividad, pero antes debemos saber que ‘representar’ a un ciudadano no significa expresarse por él sino más bien cumplir y realizar las funciones que éste determine, en la Constitución chilena las funciones inherentes del parlamentario o representante político están bastante confundidas, entonces no podemos hablar de representates políticos en Chile, pues el ciudadano no ha influido en la definición de las funciones parlamentarias ni gubernamentales. Sin ir más allá, el hecho de que en Chile exista un bicameralidad no tendría sentido, pues no existen sólo dos fuerzas políticas , y la falta de real representación en el sentido de que la voluntad popular no se respeta, es decir de dos listas (A y B) pasan a la ‘segunda fase’ quienes sean primeras mayorías de las respectivas listas, no importando si ambos candidatos de la lista A poseen más votos de manera individual que los de la lista B.

Voy ahora a dar algunos ejemplos de modalidades o herramientas políticas fácilmente aplicables en Chile como por ejemplo las ‘Asambleas Constituyentes’ que han tenido un efecto en extremo positivo en paises como Argentina y Colombia, otro factor es la Unicameralidad y acá debo hacer un determinado alcance, pues en el tema de ‘representación’ la bicameralidad se defiende argumentando el número de habitantes de una población determinada, bueno Chile posee cerca de diecisiete millones de habitantes y dos cámaras, Perú posee treinta millones de habitantes (menos densidad) y un parlamento unicameral, pues el concepto no es el número de personas que se representa sino la diversidad de las mismas.

Tal vez ninguna de éstas herramientas sean de gusto de ustedes, bueno menciono estos ejemplos pues estos países poseen divisiones jurisdiccionales similares a las nuestras, es decir existen tres divisiones territoriales, pero la diferencia es que en Chile sólo votamos por representantes municipales, parlamentarios y por el primer mandatario, es decir sólo por el 68% del total de actores que actuan en las distintas jurisdicciones, pero en esos paises hay absoluta intervención de la ciudadanía en la elección y designación de éstos.

Entonces, para terminar voy a mencionales a Suiza, sí Suiza, qué tiene este país de interesante además de los relojes, pues simple, la ciudadanía en su total interviene incluso en los aspectos legislativos ¿Se imagina Ud. con la capacidad de crear un proyecto de ley? Pues ahora imagínese también votando para decidir si ése proyecto puede o no entrar en vigencia. Suiza es uno de los países con la Constitución más antigua del mundo (1848) y netamente representativa. Si bien poseen una democracia parlamentaria (directa o semi-directa) la principal herramienta de integración ciudadana son los referendos públicos que sólo necesitan de la participación del 0,6% de la población para considerarse válidos.

¿Y ud. todavía considera que acá tenemos una democracia real? Pues le diré una cosa, en Chile los senadores y diputados trabajan en funciones ‘parlamentarias’ sólo seis días al mes, sí seis. La última semana de cada mes se destina para que nuestros representantes se dirijan a sus oficinas ‘regionales’, ahora vaya ud. a ver o hacer la prueba si es posible encontrar a su representante durante aquellos días ¿No está convencido con que hay que cambiar el actual sistema? Entonces le diré de que por región debieran existir sólo cuatro representantes políticos parlamentarios, anexamos dos representantes de cada etnia (aymara, pascuense y mapuches en principio) y un

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representante por cada isla con más de dos mil habitantes y tendríamos un total de setenta parlamentarios ¿Cuatro es muy poco para la Región Metropolitana? Bueno démosle seis, entonces serían setenta y dos a diferencia de los casi ciento sesenta que actualmente tenemos trabajando solo seis días al mes en funciones parlamentarias.

Las Minorías políticas. Del Binominal al Proporcional2

Gonzaléz Llaguno

Las minorías políticas quedan fuera del parlamento en el marco de la “lógica binominal”. Es un dato de la causa y una de las principales motivaciones del actual debate. En todo caso ninguna novedad. El sistema fue diseñado para eso. En ese sentido ha sido exitoso. En efecto, la única manera de llegar al parlamento es formando parte de uno de los dos grandes bloques. De hecho, en los diputados sólo en 14 ocasiones se ha logrado romper el binominal; en el Senado ha ocurrido sólo una vez. Las cifras representan en relación al número de elecciones el 3,88% y el 1,5% respectivamente. Si consideramos el número de representantes electos representan también respectivamente el 1,95 y el 0,8%.

Esta lógica, a su vez, ha permitido que a nivel de los diputados ambos pactos tengan a lo largo de seis elecciones un regalo político- electoral de 64 representantes; 33 la derecha y 31 la concertación. En el Senado, esas cifras muestran que ese “superávit electoral” llegue a 11; 10 para la derecha y 1 para la Concertación. Aquí, se encuentra la brutalidad del mayoritario binominal. La derecha gana por goleada.

En definitiva, los grandes perdedores son todos aquéllos que no se identifican política ni ideológicamente con los grandes bloques. Y esas fuerzas, son los independientes fuera de pacto, los comunistas, los humanistas, los ecologistas y en el 2009 los seguidores del progresismo de MEO. Al contrario, los radicales y en su momento el Partido del Sur y la Unión de Centro Centro que siendo fuerzas políticas menores si logran representación al formar parte de uno de ambos bandos. Lo mismo, ha ocurrido con algunos independientes fuera de pacto y con el PRI en las últimas parlamentarias. Para que esto ocurra, es decir, que exista quiebre binominal, deben darse ciertas condiciones políticas a nivel local. Entre ellas, el liderazgo de tipo cacical del candidato y el tipo de lista que conforma cada bloque dominante.

2 http://gonzalezllaguno.blogspot.com/2012/02/las-minorias-politicas-del-binominal-al.html

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Los datos muestran que cuando hay quiebre duopolio la concentración de votos de ambos bloques sumados baja de manera considerable llegando oscilando (dependiendo el caso) entre el 66% y el 49%.

Es más, al revisar la votación final de las fuerzas no duopolicas a nivel nacional observamos que sus votos superan la mayoría de las veces el 8%; en el ’89, llegaron al 14,33%, en el ’93 al 7,92%, en el ’97 al 13,23%, en el 2001 al 7,83%, en el 2005 al 9,52 y en la última parlamentaria al 12,2%. Sin duda, cifras que en otra mecánica electoral le aseguran una cantidad importante de escaños. Si esas cifras las analizamos a nivel local, vemos que el aumento de cada fuerza sube de manera considerable. De hecho, de las 360 mini elecciones que se han desarrollado a nivel de los Diputados entre 1989 y el 2009 sólo en el 20% de ellas (en 72 distritos) las fuerzas minoritarias han obtenido menos del 5% de los votos. Esa cifra en el Senado llega al 35% (en 23 circunscripciones). En el 37,5% de los casos (135) las fuerzas minoritarias o no duopolicas superan el 10% de los votos; en el senado, se supera el umbral del diez por ciento en 21 ocasiones (32%).

Y con estas cifras ¿qué pasa? Lo que ya sabemos, quedan fuera del parlamento. El gran pecado de estas fuerzas es que se han presentado a competir de manera fragmentada en la mayoría de las elecciones veces en dos listas. Si le sumamos, a los independientes fuera de pacto llegamos al hecho de que esos votos se ha

repartido en tres listas. Si hubiesen logrado unidad política y electoral no sólo su suerte habría sido otra, sino también el desarrollo político de Chile hubiese tomado otro rumbo.

El sistema de partidos chileno han competido entre el ’89 y las últimas parlamentarias un total de 28 partidos “legales”. La mayor fragmentación alcanza a los 15 y 14 en las

elecciones de 1989 y de 1993 respectivamente; luego llegamos a 11, 9, 10 y 12 en el ’97, 2001, 2005 y 2009 respectivamente. Desde el primer momento de la re-democratización fueron cinco los partidos que se constituyeron como los dominantes (Dc, PPd, Ps, Rn y Udi) y los dueños del “duopolio binominal”. Durante 20 años vienen hegemonizando la política y sus decisiones.

La existencia de esta cantidad partidos muestra con toda su contundencia el fracaso del diseño electoral en crear un sistema político de baja fragmentación. La ingeniería electoral no ha logrado terminar con el multipartidismo característico y correlativo a la diversidad social, cultural, económica, política y geográfica de Chile. El binominal ha sido la camisa de fuerza que está ahogando la expresión y la participación de la diversidad del país.

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Lo interesante es que la mayoría de la élite política le tiene miedo a la diversidad; sobre todo, a nivel político y su expresión en fuerzas minoritarias. Sin duda, pueden poner en jaque su hegemonía.

¿Qué va pasar con estos partidos en el futuro?; ¿qué cambios va generar en el sistema de partidos un sistema electoral de tipo proporcional corregido?

Los defensores de ese modelo tienen como horizonte la idea de que ese sistema reduce la fragmentación y de ese modo se garantiza la estabilidad y gobernabilidad. El ideal es, por tanto, dejar cinco o seis partidos dominantes y competitivos. Si eso es así, ¿cuáles serán esos partidos? La respuesta ya la sabemos. Los mismos que hoy dominan el binominal. Entonces, ¿en qué consiste el cambio de mecánica electoral? ¿Qué va aportar para la oxigenación política un proporcional corregido con cifra repartidora?

Acaso, en este modelo ¿no se genera también exclusión y distorsión entre votos y escaños? O acaso, ¿no sigue existiendo la supremacía de la lista?

A mi entender un “proporcional puro” es el que mejor asegura la relación entre votos y asientos parlamentarios. En ese caso, la exclusión de las fuerzas menores es natural y no el resultado de la ingeniería electoral ni el cálculo político. Al mismo tiempo, es un modelo que no le tiene miedo a la incertidumbre.

Para la estabilidad y la gobernabilidad lo relevante no es el número de partidos en sí mismo, sino la “distancia ideológica” existente entre ellos. Las crisis y los quiebres tienen que ver con las diferencias existentes entre los partidos sobre cuestiones relevantes para el país. No olvidemos, que las guerras civiles del siglo XIX fueron entre dos bandos (liberales y conservadores). Y del mismo modo, el quiebre del ’73 tuvo como protagonistas a las mismas fuerzas que dominan el “duopolio binominal” y que potencialmente van a dominar en el sistema electoral del futuro. Por tanto, la fragmentación del sistema de partidos no tiene nada que ver con los niveles de conflicto que puede alcanzar el país. Las tensiones y quiebres tienen otro origen.

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Las fuerzas menores son parte del Chile de ayer, de hoy y lo serán en el futuro. Ahogarlas y anular su expresión a nivel político es matar una parte del alma del país. Necesitan llegar al parlamento hoy y mañana. La ingeniería electoral no puede torcer la naturaleza de lo real.

Sistema binominal: las trampas de la clase política

MIGUEL GARAY MARTÍNEZDirigente PRO Región de Atacama

La misma encuesta —la más respetada en el país— indica también que el 60 % de los chilenos es partidario de terminar con el Sistema Binominal que rige las elecciones de cargos populares y cambiarlo por uno que permita que todas las fuerzas estén debidamente representadas, como corresponde en una democracia verdadera. Sólo el 17 % es partidario de que el sistema debe mantenerse.

Esta mayoría categórica de ciudadanos que demandan el fin del Sistema Binominal, ha instalado el debate respecto del sistema de elecciones que rige en Chile desde el fin de la dictadura y el reinicio de la democracia.

Lo que se debate realmente es continuar con una democracia a medias, donde una minoría conservadora controla el poder político, o abrir paso de verdad a una democracia representativa y participativa donde sea la ciudadanía la que decida el país que queremos.

D E M O C R A C I A “ P R O T E G I D A ”

Quiérase reconocer o no, la actual democracia sigue siendo una democracia protegida, tutelada, tal como la concibió Jaime Guzmán, llena de trampas destinadas a impedir los cambios estructurales en la sociedad: unas Fuerzas Armadas que no han sido debidamente democratizadas y que siguen siendo las mismas que dieron el golpe de Estado en 1973, con serios conflictos de “intereses” políticos y familiares con la clase política. Una Constitución impuesta en plena dictadura y que no emana de una asamblea constituyente elegida democráticamente por la ciudadanía, única propietaria de la soberanía. Y un modelo electoral (Sistema

Lo que se debate

realmente es

continuar con una

democracia a medias,

donde una minoría

conservadora

controla el poder

político, o abrir paso

de verdad a una

democracia

representativa y

participativa donde

sea la ciudadanía la

que decida el país que

queremos.

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Binominal) que permite a la derecha que siendo no más de un tercio de la sociedad imponga su modelo de país contra la voluntad de la inmensa mayoría, porque es muy claro que 66 es más que 34.

El 60 % de los chilenos que hoy exige el cambio del Sistema Binominal, no sólo demanda el cambio de un sistema de elecciones, sino que exige, en el fondo, una profunda transformación del modelo de sociedad, del Chile que queremos la mayoría, un Chile que respete la participación ciudadana en las grandes y pequeñas decisiones políticas, en las cuestiones nacionales y comunales. Un nuevo orden político, un nuevo modelo de sociedad que nos respete como ciudadanos libres e inteligentes y que deje de imponernos, contra nuestra voluntad, una democracia protegida, tutelada. Todos los mecanismos de protección que impone la actual constitución —entre los cuales está el sistema binominal como uno de los principales mecanismos e instrumento de tutelaje— protegen en realidad los intereses económicos, políticos y sociales de una minoría que impone sus intereses por sobre los de la mayoría de los chilenos.

Este es el contexto dentro del cual se debe abordar el debate que se ha abierto y que en pocos días ha mostrado quién es quién cuando de democracia se trata.

La UDI, y los sectores más conservadores de RN, incluyendo al propio Presidente Piñera, han dicho con claridad que no quieren que se cambie el SB, con el argumento de que es el único que brinda estabilidad y que las urgencias de los chilenos son sociales y no políticas. Es decir, una vez más, la derecha intenta imponer un falso dilema: binominal o caos, binominal o inestabilidad.

L A C O M P L I C I D A D D E L A C O N C E R TA C I Ó N

Y una vez más la Concertación tiene complicidad en la sobrevivencia hasta hoy de esta cuasi democracia y de este sistema electoral concebido y nacido en plena dictadura, porque la verdad es que en 20 años poco o nada hizo en serio por cambiar un sistema con el cual también se sentía cómoda, porque, al fin y al cabo, el modelo político y el sistema electoral es garantía de la reproducción de privilegios de poder.

Diputados y senadores eternizados en sus cargos, reelegidos una y otra vez gracias a un sistema que garantiza la elección prácticamente desde el minuto mismo en que las elites que dirigen los partidos designan a los candidatos. Para qué cambiar un sistema que fue diseñado para darle un diputado y un senador a cada actor del duopolio e impedir que candidatos de fuerzas externas puedan ser elegidos.

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A decir verdad, ningún pretexto, ninguna argumentación puede eximir a la Concertación de su responsabilidad y complicidad en la mantención por más de dos décadas de un sistema electoral y político tan antidemocrático y despreciativo de la voluntad ciudadana como lo es el actual sistema binominal de elección de cargos populares.

Para la derecha en cambio, puede ser comprensible su férrea defensa de este sistema electoral antidemocrático, porque está en su naturaleza, en su ADN, no permitir la expresión de las mayorías que amenazan sus posiciones de poder en la sociedad.

Prueba del pecado concertacionista es el intento de Ricardo Lagos, en 2005, de convencer a los chilenos de que las últimas reformas a la constitución pinochetista la convertían en una Constitución Política auténticamente democrática.

El 17 de septiembre de 2005, en una puesta en escena monumental, el entonces Presidente Lagos promulgó el texto reformado de la Constitución. En medio de la entusiasta y prolongada ovación de todas las directivas de los partidos de la concertación y la casi totalidad de los parlamentarios de la entonces coalición gobernante, el líder de la Concertación afirmó: “Este es un día muy grande, tenemos razones para celebrar, pues tenemos una Constitución democrática, lo que significa el mayor homenaje a las glorias patrias… Hoy despunta la primavera”.

En su discurso en el palacio de La Moneda, Lagos fue interrumpido en diez oportunidades por fervorosos aplausos de la distinguida concurrencia, incluidas las directivas de la UDI y RN.

Ese mismo día, respecto del sistema electoral, Ricardo Lagos Escobar dijo que ese era un aspecto que escapaba del ordenamiento constitucional “y en mi opinión debe ser modificado…”.

“Esta nueva Constitución ya no nos divide” —dijo Lagos al terminar su emotivo discurso—. Acto seguido, firmó los tres ejemplares del nuevo texto constitucional, mientras el coro Sinfónico de la Universidad de Chile, el Coro de Cámara de Codelco y el coro de la Escuela de Carabineros entonaban, al unísono, el “Himno a la Alegría”.

No cabe duda, ya que la derecha nos impuso desde la dictadura una camisa de fuerza, con un sistema político diseñado desde 1977 a 1989. Este sistema fue aceptado por la Concertación sabiendo que su objetivo era proteger un modelo que privilegiaba los intereses de una minoría.

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La derecha y la Concertación negociaron y acordaron una salida pactada cuando se dieron cuenta de que la movilización social y las multitudinarias protestas hacían tambalear a la dictadura. Este acuerdo de la clase

política lo llamaron “transición”, “acuerdo nacional” que no fue más que un pacto político por el cual la Concertación renunciaba a la movilización social que había llevado a la derrota de la dictadura; aceptaba que las violaciones a los Derechos Humanos se investigaran y castigaran a medias, “en la medida de lo posible”; que se conservaran y ampliaran los privilegios del gran empresariado y que se siguiera adelante con las políticas privatizadoras de la

educación, de la salud y la previsión. La Concertación aceptó que se continuara con el proceso de desnacionalización del cobre. La dictadura sólo alcanzó a desnacionalizar el 30% del cobre chileno. La Concertación con una eficacia privatizadora mayor que la de la propia derecha, desnacionalizó el otro 70%, dejando a Codelco, al país, con sólo el 27% de las inmensas riquezas que deja el cobre.

Más que “transición”, lo que la Concertación impulsó fue la “consolidación” del modelo impuesto por la derecha y el poder financiero. No por nada ministros de Hacienda de la Concertación como Aninat y Eyzaguirre pasaron directo a ocupar altos cargos en el FMI.

Esta es la mayor crítica que se le puede hacer a la Concertación: el haber renunciado a impulsar los cambios que el país exigía y necesitaba para pasar de la dictadura a una democracia de verdad, sin tutelas ni protecciones. A una democracia verdadera no hay porqué protegerla de la ciudadanía, en la ciudadanía radica la soberanía, por eso los ciudadanos no necesitamos ni de tutores ni de protectores.

Por eso, la Concertación tiene hoy un respaldo que no supera el 20%. Es el castigo de la ciudadanía a una fuerza política que entregó a la derecha mucho más de lo que la misma derecha exigía.

C R I S I S D E L A I N S T I T U C I O N A L I D A D

Este es el trasfondo de la crítica al sistema político y a las instituciones que lo sustentan. La falta de confianza y credibilidad en las instituciones que sostienen el actual orden político, económico y social, ha alcanzado niveles que ponen al país al borde de la ingobernabilidad.

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Hay una severa crisis de representatividad, la ciudadanía no se siente representada por las actuales autoridades, por los actuales partidos políticos, por los gobernantes, por los Diputados y Senadores, que son fruto de un sistema electoral injusto y antidemocrático. Se suma a ello un sistema de reemplazo parlamentario que desprecia absolutamente la voluntad popular, permitiendo que sean senadores o diputados personas que no fueron electas sino que designadas por las directivas de los partidos, o autodesignadas como es el caso del presidente de RN, hoy senador Carlos Larraín.

Revisemos algunas cifras que nos entregó la encuesta CEP de diciembre de 2011 respecto de la falta casi total de credibilidad de los chilenos en las actuales instituciones político-institucionales:

Item: Nivel de confianza en las instituciones

INSTITUCIÓN %

Televisión 32

Municipalidades 25

Gobierno 22

Sindicatos 22

Empresa privada 18

Ministerio Público 17

Congreso Nacional 13

Tribunales de Justicia 13

Partidos Políticos 7

Otro dato que resulta relevante es el de la identificación política. La pregunta que hizo la CEP fue :“De las siguientes tendencias políticas ¿con cuál usted se identifica o simpatiza más?”

Concertación 20

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Coalición por el cambio 13

Juntos Podemos 4

Este dato es más que decisivo en cuanto a reflejar el grado de la crisis institucional: las tres coaliciones que manejan la política chilena, juntas, suman a penas el 37 por ciento.

No debe extrañar, entonces, la crítica al sistema político-institucional, a la clase política mayoritariamente rechazada, lo que la lleva a la deslegitimación, y al país a una situación de crisis por falta de representatividad. El nivel de confianza en el Congreso no supera el 13 por ciento, la nada misma.

L A S T R A M PA S D E L S I S T E M A B I N O M I N A L

Esta desconfianza en el Congreso tiene que ver directamente con el sistema electoral que permite que una minoría controle la política, porque siempre tendrá una representación parlamentaria que le permitirá bloquear cualquier cambio que afecte sus intereses.

El actual sistema electoral impide una auténtica representatividad, dejando fuera de las grandes decisiones políticas a sectores significativos de la sociedad. Es un sistema que entrega un poder excesivo a las actuales cúpulas partidistas las que, en la práctica, deciden

quien será parlamentario, permitiendo la reelección indefinida de los mismos diputados y senadores.

Para que una lista elija a sus dos candidatos se requiere doblar en porcentaje a la otra lista. Si no hay doblaje, resultan electos las dos primeras mayorías de las listas más votadas.

Así, se ha dado que una lista que obtiene el 34 % de los votos tendrá la misma representación parlamentaria que una que alcanza el 66 % de los sufragios, obteniendo cada conglomerado el 50 % de los escaños. Por eso se dice que con el sistema binominal “el que pierde no pierde, sino que empata”.

Sólo si la lista que obtiene más votos dobla el porcentaje de votos de la segunda lista con mayores preferencias, obtiene los dos escaños. Si no es así, y aunque falte un solo punto porcentual (64% y 34%) la lista que obtiene el

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34% alcanza la misma representación parlamentaria que la lista que logró el 34%, es decir ambas coaliciones tendrán el 50% de diputados o senadores.

Y aquí está la trampa, porque este 50% de representación parlamentaria que obtiene el que sólo sacó el 34 % de los sufragios, le permite bloquear cualquier intento de reforma constitucional, porque los quorums exigidos superan la simple mayoría.

Así:

Las Leyes Interpretativas de la Constitución —las que precisan o explican el sentido y alcance de un precepto o una expresión de la Constitución Política—, para ser aprobada, modificada o derogada, requiere de los tres quintos de los Diputados y Senadores en ejercicio, esto es el 60% de los diputados (72 de 120 diputados).

Las Leyes Orgánicas Constitucionales –normas complementarias de la Constitución relativas a ciertas materias expresamente previstas en el texto constitucional– para ser aprobadas modificadas o derogadas, requieren de las cuatro séptimas partes de los diputados y senadores en ejercicio, esto es el 57 % de los diputados (68 de 120 diputados).

Las Leyes de Quórum Calificado —las que tratan sobre materias señaladas en la Constitución— para ser aprobadas, modificadas o derogadas requieren de la mayoría absoluta de los diputados y senadores en ejercicio.

Como se ve es prácticamente imposible que las actuales autoridades políticas cambien el actual sistema electoral por uno auténticamente representativo.

Los cambios que el país necesita son mucho más profundos y tienen que ver con nuevas fuerzas políticas, con el fortalecimiento del movimiento social y con la elección de nuevas autoridades que permitan comenzar por devolver la soberanía a los ciudadanos para darnos una nueva Constitución Política y construir un nuevo orden social y político.

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Ingresan proyecto que reemplaza binominal por sistema de representación proporcional 3

Por UPI

La iniciativa contempla un total de 150 diputados y 50 senadores, modificando el actual mapa electoral, con 28

diputaciones y 16 circunscripciones

Un proyecto de ley que busca implementar un sistema de representación proporcional, cambiando el actual sistema binominal, ingresó el diputado DC Jorge Burgos.

La iniciativa contempla un total de 150 diputados y 50 senadores, modificando el actual mapa electoral, con 28 diputaciones y 16 circunscripciones.

La propuesta contempla elevar de 120 a 150 el número de diputados en base a un cambio de la división electoral. Así, se propone pasar de 60 a 28 la cantidad de distritos, que elegirían entre tres y ocho diputados. En el caso del Senado, los escaños aumentarían de 38 a 50. Para eso se plantea que las actuales 19 circunscripciones sean reorganizadas en 16, que elegirían entre tres y cinco senadores.

Según explicó Burgos, “este no es un saludo a la bandera; nos parece esencial aprobar esta reforma. Por lo mismo, el proyecto se construye desde el realismo; los nuevos 28 distritos que se proponen, se constituyen a partir de los actuales 60 distritos. En otras palabras, ninguno de los actuales distritos es fraccionado o destruido”.

Agregó que “al presentar esta moción, estamos insistiendo en una demanda reiterada; el proyecto que hoy presentamos constituye el intento número 20 por modificar el sistema electoral”.

3Fuente: http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2012/05/10/ingresan-proyecto-que-reemplaza-binominal-por-sistema-de-

representacion-proporcional/

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El proyecto fue presentado también por los diputados DC Aldo Cornejo, René Saffirio, Fuad Chahín y Gabriel Ascencio; los del PS Carlos Montes, Marcelo Díaz y Marcelo Schilling; el PPD Felipe Harboe y los RN Cristián Monckeberg y Pedro Browne.

Circunscripción Senatorial ITarapacá

Circunscripción Senatorial XIMaule Sur

Circunscripción Senatorial IIAntofagasta

Circunscripción Senatorial XIIBío-Bio Costa

Circunscripción Senatorial IIIAtacama

Circunscripción Senatorial XIIIBío-Bio Interior

Circunscripción Senatorial IVCoquimbo

Circunscripción Senatorial XIVAraucanía Norte

Circunscripción Senatorial VValparaíso Costa

Circunscripción Senatorial XVAraucanía Sur

Circunscripción Senatorial VIValparaíso Cordillera

Circunscripción Senatorial XVILos Lagos Norte

Circunscripción Senatorial VIISantiago Poniente

Circunscripción Senatorial XVIILos Lagos Sur

Circunscripción Senatorial VIIISantiago Oriente

Circunscripción Senatorial XVIIIAysén

Circunscripción Senatorial IXO’Higgins

Circunscripción Senatorial XIXMagallanes

Circunscripción Senatorial XMaule Norte

Tabla 1: Circunscripciones senatoriales actuales