Shadow of the moon

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RACHEL HAWTHORNE SAGA DARK GUARDIAN SHADOW OF THE MOON PURPLE ROSE 1

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para los amantes de la lectura.... una saga de licantropos

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AGRADECIMIENTOS

TRADUCCIÓN

- Clo

- Sawi

- Sheilita Belikov

- Elamela

- Pasitea

- Rania Belikov

- Rose Belikov

- Veroniica

- Evelin

CORRECCIÓN

- Virtxu

- Estef

- Obsession - ynexiz - María José

RECOPILACIÓN

- María José

DISEÑO

- Virtxu

- Evelin

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ÍNDICE

Sinopsis 6

Prólogo 7

Capítulo 1 15

Capítulo 2 25

Capítulo 3 38

Capítulo 4 51

Capítulo 5 59

Capítulo 6 68

Capítulo 7 79

Capitulo 8 89

Capítulo 9 97

Capítulo 10 102

Capítulo 11 109

Capítulo 12 112

Capítulo 13 118

Capítulo 14 126

Capítulo 15 130

Capítulo 16 144

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Capítulo 17 157

Capítulo 18 159

Capítulo 19 163

Capítulo 20 169

Capítulo 21 172

Rachel Hawthorne 177

Saga Dark Guardian 178

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SINOPSIS

Traducido por Evelin. Corregido por María José

Puedo sentir las emociones de cada uno de los Cambiadores excepto las de Daniel, el

único cuyo corazón deseo conocer.

Hayden nació como una mujer lobo, un Guardián Oscuro. Pero su habilidad de percibir

los sentimientos de sus compañeros le ha hecho la vida insoportable. Ella se escapa sólo

para ser rastreada por el encantador y misterioso Daniel, un recién llegado a la manada y

el único Cambiador inmune a sus poderes. Cuando a regañadientes lo sigue a su casa,

Hayden se da cuenta de que se est{ enamorando peligrosamente…

Pero aún cuando sus sentimientos por Daniel se hacen más profundos, Hayden se

comienza a preguntar si él es quien dice ser. ¿De dónde proviene? ¿Y por qué nadie lo ha

visto transformarse? Cuando ellos se tropiezan con el cuerpo muerto de un Cambiador

todavía en forma de lobo, sus preocupaciones crecen. Alguien está matando a su especie.

¿Es su hermoso rastreador realmente un cazador? ¿Y Hayden es ahora su presa?

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PRÓLOGO

Traducido por Evelin. Corregido por María José

El miedo me atravesaba, sobresaltándome hasta despertarme. Estaba bañada en

sudor, temblando. Tomar aliento era difícil. Mi pecho estaba estrechamente

contraído, era algo doloroso. La sangre corriendo entre mis oídos casi ahogaba el

aullido del viento.

Estaba pasando de nuevo. Era peor a lo que alguna vez hubiera experimentado.

Yo había nacido con habilidades empáticas. Cuando estaba cerca de los otros

Cambiadores, era bombardeada con las emociones que ellos experimentaban. Si

uno tenia miedo, yo sentía su miedo. Si otro estaba enamorado, experimentaba su

ilusión, sus deseos. La ira ardía en mí, pero incluso así no me enojaba.

La vergüenza causaba que mis mejillas se sonrojaran, a pesar de que no era la que

estaba mortificada. El ataque de tantas emociones de los Cambiadores era como

vivir dentro de un caleidoscopio en constante rotación, los colores eran diferentes

emociones, haciendo más difícil saber cuales eran verdaderamente las mías.

Pero era inmune a los seres humanos, o como nosotros nos referíamos a ellos, Los

Estáticos.

Los ancianos—los sabios de nuestra especie—habían comenzado a ser mis tutores

después de la muerte de mis padres. Reconociendo mi constante lucha con mi don

y la dificultad que había experimentado para estar alrededor de los otros

Cambiadores, me habían enviado a un internado en donde todos los estudiantes

eran Estáticos. Yo había estado a salvo allí, viviendo una vida bastante normal.

Mientras que estaba en el internado, las únicas emociones que había sentido eran la

mías.

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Sin embargo, los ancianos habían insistido en que cada invierno y verano,

regresara a Wolford, nuestro lugar de reunión oculto en el bosque nacional. Los

ancianos pensaban que cortos periodos de exposición a las emociones de otros

Cambiadores me harían aclimatar con la experiencia empática, me darían una

oportunidad para aprender a defenderme a mi misma cuando no quería saber que

estaban sintiendo los otros o abrazar las sensaciones sin dejarlas dominarme

cuando eran a mi favor. ¿Por qué nunca había acogido otras emociones que

estaban más allá de mí? Era una invasión a la privacidad—para ellos y para mí—

Nunca había estado cómoda con eso.

Hace dos semanas había llegado a Wolford. Las familias habían venido para el

solsticio de invierno la semana pasada. Era el tiempo de reunión, para celebrar

nuestra existencia. Demasiadas emociones intensas estaban girando alrededor. Y

aunque la mayoría de ellos estaban felices y llenos de alegría, eso podía llegar a ser

algo abrumador para mí.

Las familias se habían ido hace un par de días, pero muchos de los Guardianes

Oscuros—Los protectores de elite de nuestra especie- se habían quedado. Estaban

de vacaciones. Mi presencia era prácticamente una prueba, un desafío, un intento

para determinar si estaba lista para vivir entre los de mi propia especie.

Basada en lo que estaba experimentando ahora, la respuesta era un rotundo no.

Nunca antes las emociones me habían golpeado con tan severa intensidad nunca

había conocido a nadie que estuviera tan aterrorizado.

¿Qué demonios estaba pasando?

El inquietante pánico se negaba a ceder su agarre, no me dejaría aclarar mi cabeza

lo suficiente como para pensar racionalmente. Respirando profundamente, traté de

establecer un escudo entre las emociones bombardeándome y las que me

pertenecían. Traje imágenes agradables: mariposas, cachorritos y helados. Un

paseo en el parque durante la primavera, la imagen era tan viva que casi podía oler

las rosas.

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Pero nada funcionó. Estaba atrapada en un ciclón de los más oscuros miedos de

una persona. No podía controlar ninguna de esas emociones.

Todo lo que podía hacer era experimentarlas. Nada ni nadie, podía alejarme del

horror al que estaba sometida.

La luz de la luna llena se derrama a través de mi ventana.

Salté de la cama y caí de rodillas, mis piernas se debilitaban por el terror que la

otra persona sentía. ¿A qué le tenía miedo él o ella? ¿Qué era tan terrible? No sabía

a quien pertenecían las emociones. Sólo sabía que estaban allí. Podía tener una

sensación general de donde provenían. La persona estaba afuera.

Me puse en pie, tambaleándome hacia la ventana y presioné mi frente contra el frío

vidrio. La brillante luz blanca de la luna emitió un resplandor plateado sobre el

paisaje cubierto de nieve. Alguien estaba experimentando su primera luna llena.

Justin. Me acordé de sus sentimientos de emoción y anticipación durante la cena.

Tenía sentido que él fuera la persona que yo estaba sintiendo.

Esta noche él se sumaría a las filas de aquellos con la capacidad de cambiar a forma

de lobo. La primera vez se suponía que sería dolorosa y terrible, podía incluso

terminar en la muerte. Aunque no había ocurrido en cientos de años.

En el pasado, un par de veces, yo había sentido las emociones de alguien que

estaba atravesando su primer cambio.

Pero lo que Justin estaba experimentando era diferente. No era natural. Algo

estaba mal.

Sin pensar en los ásperos elementos en el exterior, sin coger un abrigo, me apresuré

por el pasillo y corrí hacia las escaleras, gritando con la fuerza de mis pulmones, —

¡Justin esta en problemas! ¡Necesita ayuda! ¡Ahora!

Las puertas se abrieron de un solo golpe. Escuché el ruido de los pasos. Varios

Guardianes Oscuros me sobrepasaron, corriendo delante de mí. Sólo la mitad de

una docena se encontraba aquí en el recinto. Los otros estaban afuera patrullando,

vigilando nuestra amada guarida. Yo estaba golpeada por el carrusel de emociones

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de todos los que me rodeaban y estás pasaban delante de mí: preocupación,

consternación, miedo, ansias de cazar, voluntad para la batalla.

Pero por encima de todas las emociones, las más intensas de cualquiera de ellos,

eran las de Justin. Debido a que había estado conectada a él antes de que las

emociones de los otros se juntaran con las suyas, yo podía todavía identificar

cuales eran los sentimientos provenientes de él. Yo estaba alojada en él.

Apenas recordaba pasar por el recinto. De repente estaba afuera, la fría nieve

mordía mis descalzos pies. Copos de nieve se batían a mí alrededor. Las ropas

estaban esparcidas por el césped y observé asombrada mientras los Guardianes

Oscuros nunca dejaron de correr, cambiando a forma de lobo, adentrándose en el

bosque, el viento agitaba sus pelajes. Todos excepto por Brittany Reed. La única

humana entre nosotros. Pero ella estaba en una grandiosa forma que me dejó atrás

sin esfuerzo.

Siguiendo el rastro de sus huellas, me tropecé por el peso del miedo de Justin y caí

sobre la nieve.

El terror me atravesó de nuevo, paralizándome y luego nada. Ninguna sensación

provenía de Justin.

¡No, no, no! Podía sentir el creciente temor de los demás, su ansiedad. Sabía que

todavía no habían alcanzado a Justin, porque no estaban sintiendo el profundo

dolor que yo estaba sintiendo. Sabía que cuando nos encontráramos con Justin.

Sería demasiado tarde.

Me esforcé para ponerme en pie y comencé a correr de nuevo.

Las emociones de repente se derramaron a través de mí: horror, incredulidad,

furia, ira, determinación. Luego llegué al espacio abierto. La luna en su cenit

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proveía una perfecta iluminación. No quería pensar en cómo Justin pudo haber

acogido a la luna, cómo pudo haber sentido su luz acariciándole la piel.

Ahora, en forma de lobo, él yacía inmóvil sobre la nieve. Sólo un poco más allá de

él estaba la bestia más horrible que jamás había visto. Yo sabía que era. Sabía lo

que había hecho.

Un Cosechador. Con largas garras y dientes afilados. Parado en dos patas,

luciendo grotescamente humano, eso era mucho más grande que todos. Los

Guardianes Oscuros lo atacaron, sus gruñidos se convirtieron en aullidos mientras

se debilitaban, sus bocas se ampollaban por el malvado ardor que sentían cuando

trataban de desgarrarlo y sus lados sangrando donde habían sido agarrados por la

bestia con sus garras o dientes. Era una criatura de otro mundo. En ese momento,

parecía invencible.

—¡Basta! —El profundo y dominante grito, hizo eco entre los árboles, haciendo

que la nieve cayera de las ramas. Miré fijamente y vi a los tres ancianos, todos

vistiendo largas túnicas, parados allí con Elder Wilde en el frente. Él había sido el

único que había dado la orden.

Los lobos con sus heridas curadas, estaban en la tierra listos para saltar de nuevo,

con sus dientes al descubierto y bajos gruñidos emitiéndose desde sus gargantas.

La criatura los ignoró como si ellos fueran simplemente unos juguetes. Luego su

mirada se concentró en mí y mi corazón palpitó rápidamente.

—Hayden Holland. —El cosechador no era humano, pero aun así tenía la

habilidad de hablar y su voz sonaba como si viajara a través de un muro de flema.

Olía a huevos podridos. — Nos encontraremos de nuevo durante la siguiente luna

llena.

—¿Qué eres? ¿Un escritor de películas malas de terror? —No sabía de donde había

encontrado la valentía para hablar. El sarcasmo era mi necesidad para demostrarle

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que no debilitaría mi espíritu, que no me daría por vencida tan fácilmente, que

como Justin, paliaría con cada respiro que permaneciera en mí.

La bestia se desplomó en una nube de niebla y se deslizó de nuevo a través de los

árboles, retirándose como una serpiente. Por ese breve momento cuando la bestia

había estado concentrada en mí, yo había sentido el miedo y la agonía de cientos

de almas: Cambiadores que había matado.

En forma de lobo, todos excepto por Brittany, los Guardianes Oscuros rodearon a

Justin. Sabía que él se había ido. Su alma ahora era una de las detenidas por el

Cosechador. Las lágrimas rodaron por mis mejillas, cristalizándose en mis

pestañas. ¿Si tan sólo yo hubiera reconocido su miedo antes, podríamos haber

hecho más? ¿Lo hubiéramos salvado?

Brittany dio un paso atrás y cuando estaba al lado mío, ella susurró, — Murió

como un lobo. El debió de haber regresado a la forma humana.

Yo asentí. El debería. Pero no con lo que la criatura que acabábamos de ver le había

hecho.

Cuando visitaba Wolford y lidiaba con las emociones de los demás eso comenzaba

a convertirse en una carga para mí, algunas veces me había escabullido a la sala de

los tesoros, donde los artefactos de nuestra especie eran guardados y observados

por los ancianos. Ellos me consentían. Incluso me habían permitido tocarlos y leer

los textos antiguos, me había enseñando cómo descifrar los símbolos antiguos. Así

que sabía un poco más acerca del Cosechador de lo que Brittany aparentemente

sabía.

El Cosechador se levantaba desde las profundidades del infierno durante la luna

llena para arrebatar el poder y el alma de un Cambiador durante el apogeo de su

transformación, dejando el cuerpo sin los medios para cambiar a la forma humana.

Se alimentaba del miedo y cobraba fuerza de nuestras habilidades. No había

habido un avistamiento en siglos. Algunos habían comenzado a pensar que el

Cosechador era nada más que mitos y leyendas.

Desafortunadamente, habían estado equivocados.

El bosque estaba tan silencioso que yo podía oír la caída de una hoja de pino.

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El Anciano Thomas se adelantó y se arrodilló al lado de Justin. Hundió la mano en

su pelaje. Los ancianos eran lo suficientemente fuertes para proteger sus emociones

de mí, así que yo no podía sentir lo que él estaba sintiendo, pero lo sabía de todos

modos. El abrumador dolor estaba grabado claramente en su rostro. Sin importar

el hecho de que él esta a punto de cumplir cien años, acunó a Justin en sus brazos,

se puso de pie y lo levó hacia el recinto. Los otros le siguieron. Todos excepto Elder

Wilde, quien se acercó a mí con sus ojos hechos un pozo de tristeza.

—Nos aseguraremos que tú no sufras el mismo destino, —Dijo en voz baja.

¿Y exactamente cómo van a hacer eso? Casi pregunto. Pero me han enseñado que no

debo faltarle al respeto a los ancianos. Como si conociera mis pensamientos, él dejó

caer su pesada mano sobre mi hombro. Siempre me había reconfortado la

comodidad de su contacto. Pero esta noche no sentía nada.

—Vamos a investigar los textos antiguos. Encontraremos una manera de

destruirlo. Va a salir todo bien, Hayden, —Elder Wilde me dijo mientras me

guiaba de regreso al recinto.

No era alentador saber que él, el más sabio de los sabios, no sabía cómo destruir al

Cosechador. Un mes no era suficiente para buscar la respuesta en los libros

antiguos.

Wolford era nuestro refugio, nuestro santuario, pero nosotros habíamos sido

incapaces de proteger a Justin, de salvarlo. El Cosechador había venido por él. La

próxima luna llena, vendría por mí.

No sólo por mí, también por mi compañero.

Mientras los chicos pasaban su primera transformación solos, está la leyenda de

que las chicas requieren un compañero que las guíe para pasar la trasformación y

sobrevivir. Sexista, pero así era, una tradición que comenzó mucho antes que las

mujeres exigieran la igualdad. Mi presencia en Wolford también se suponía que

serviría como mi oportunidad para asegurar un compañero antes de mi luna llena.

Hasta ahora la búsqueda había sido un fracaso total.

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¿Qué chico en sano juicio desearía salir con una chica que siente todo lo que él

siente, que experimenta todo de la misma manera que él lo hace?

Pero ya no estaba convencida de que no tener un compañero era algo malo. Él se

transformaría en el preciso momento en que yo lo hiciera. Un especial para el

Cosechador. Dos por el precio de uno.

No podía permitir que eso ocurriera, no podía poner el riesgo la vida de otro. Aun

si eso significa sacrificar la mía. Yo sabía que los ancianos y los Guardianes

Oscuros no aprobarían mi plan.

Pero esa no podía ser su decisión.

No podía estar en Wolford. Tenía que escapar. Esta noche. Correría rápido y

fuerte. Me ocultaría. Hasta la próxima luna llena.

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CAPÍTULO 1

Traducido por: Evelin. Corregido por: María José.

Casi tres semanas después.

—Aquí tienes, —Dije, sonriendo alegremente mientras le entregaba al lindo chico que

estaba en el mostrador la taza caliente de zumo de manzana.

—Gracias… —él se inclinó hacia adelante, leyó el nombre en la etiqueta que prendía de mi

suéter rojo y guiñó el ojo. — Hayden.

No me había molestado en ponerme un nombre falso. No habría ganado nada con eso. Si

los Guardianes Oscuros estuvieran buscándome, ellos usarían mí olor, no mí nombre, para

localizarme. Esa era la razón por la que no me había cambiado el color o el estilo de mí

cabello rubio arenoso. Siempre lo echaba hacia atrás cuando estaba en el trabajo, pero de

otro modo lo dejaba caer más allá de mis hombros. Ningún disfraz engañaría a los de mi

especie. Incluso los perfumes no cubrirían completamente la esencia de mi verdadero olor.

Y los lobos con mentes humanas eran los mejores rastreadores del mundo. Yo estaba

tomando la táctica en la que ocultarme y pasar desapercibida era mi mejor defensa. En

realidad, mi única defensa.

—Tienes un color de ojos bastante inusual, —Él Continuó. —Me recuerdan al caramelo.

Eran bastante diferentes. No son lo suficientemente oscuros para ser marrones, ni tampoco

de color avellana. Caramelo era tan buena descripción como cualquier otra. — Gracias, —

Dije. Él era un chico lindo pero en realidad no era mi tipo, era un completo humano.

—¿A qué escuela vas? —Él preguntó.

Esa era la pregunta más frecuente, seguida rápidamente por ¿Qué estudias?, y luego por

¿Tienes novio? Mi respuesta siempre era la misma cursi línea que una de las empleadas,

Lisa, me había sugerido que usara: Si te lo digo, entonces tendría que matarte. Esperaba

que mi sonrisa coqueta suavizara el golpe de sentirse rechazado.

Tendría que haber funcionado. Él no parecía del todo ofendido, porque se reía mientras yo

le daba el cambio. Pero sus siguientes palabras me alertaron, por desgracia, él no había

entendido el verdadero mensaje.

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—Hey, vamos, —Dijo de una manera dulce. —Tal vez vamos a la misma escuela.

Me había graduado a mitad de año del internado para señoritas, así que lo dudaba.

—Lo siento, —Mentí, — Pero nuestro jefe nos recorta el pago si nos atrapa coqueteando.

—Él no lo hacía. Spike era genial, pero esta era la manera más rápida para evitar quedar

atrapada en una red de coqueteo. Yo había estado en Atenea por casi tres semanas y era

poco probable que me quedara. No estaba interesada en una relación a corto tiempo y

ciertamente no quería tener una con un Estático. Eso podría dar lugar a más problemas.

Además, mi tipo de compañero era para toda la vida. Nosotros buscábamos al único, no al

temporal. Debido a mi constitución genética, no encontraba a los Estáticos del todo sexys.

Ellos podrían parecerse a nosotros, pero debajo de su apariencia eran demasiado simples.

Miré por encima de su hombro. — El siguiente.

Curiosamente entendió el mensaje y se abrió paso entre la multitud, deteniéndose para

coquetear con una chica que estaba esperando en la fila. Yo esperaba que tuviera más

suerte y conectará con ella. Él parecía agradable, pero no era mi tipo.

Un chico delgado tomó su lugar en la parte delantera de la fila y levantó su mirada al

menú colocado en la pared detrás de mí, me contuve de entrecerrar los ojos. Las cosas se

moverían mucho más rápido si las personas usaran su tiempo en la fila para estudiar el

menú y decidir que querían antes de que llegaran a mí. Pero la mayoría se paraba a hablar

de las pistas y la nieve o del pronóstico del tiempo del siguiente día.

Los negocios siempre estaban activos a la penumbra, cuando el sol descendía más allá de

las montañas cubiertas de nieve, forzando a los esquiadores a abandonar las pistas. La

gente se agolpaba delante del mostrador, tratando de conseguir sus bebidas calientes—

café, chocolate, té, sidra—para calentarse.

El ruido ensordecedor de las risas y las voces ahogadas de las canciones de invierno que se

repetían constantemente para recordarles a las personas lo frío que estaba afuera y

tentarlos para ordenar las tazas Bigfoot. Apreciaba el hecho de que toda esta gente no me

molestaba. Ellos prácticamente me llenaban con una sensación de calma, porque no podía

sentir sus más profundos miedos o anhelos. Las únicas emociones que se derramaban a

través de mí eran las mías.

La puerta se abrió, tal como lo hace docenas de veces al día, pero por alguna razón, esta

vez atrajo mí atención. Atrajo la atención de todo el mundo, hubo un corto silencio

colectivo antes de que el ensordecedor ruido comenzara de nuevo. No era debido a la

puerta, era debido al hombre caminando a través de ella. Alto, oscuro y guapo, encajaba a

la perfección. Mi corazón saltó. Lo reconocí inmediatamente.

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Daniel Foster. Un Cambiador. Un Guardián Oscuro.

Maldición. ¿Qué demonios estaba haciendo aquí?

Hasta el momento en que él entró, yo no tenía conocimiento de ningún Cambiador en la

zona. Me molestaba que no hubiera sabido que estaba en el centro vacacional hasta que lo

vi. Nunca había probado los límites de mi habilidad, pero sabia que podía fácilmente

sentir las emociones de un Cambiador si él estuviera cerca de donde yo estaba. Si sus

emociones estaban disparadas al extremo como las de Justin la noche en que murió, podría

sentirlas desde lejos. Así que debería de haber sentido la presencia de Daniel antes de que

él entrara por esa puerta. Debería de haber sabido que él estaba cerca y así podía haber

corrido.

¿Por qué me había tomado por sorpresa? ¿Tenía la habilidad de bloquear sus emociones?

Incluso ahora que lo puedo ver, no podía interceptar lo que él estaba sintiendo. Estaba

demasiado molesta por el hecho de que estaba a su lado, lo que me aseguraba que no

traería nada bueno para mí.

No sabía mucho acerca de Daniel. Él se había unido a la manada tan sólo el verano

pasado. Lo había visto un par de veces cuando visité Wolford en Junio. Pero no le había

prestado mucha atención. Me imaginé que él podría hacer la elección de una pareja y que

yo nunca había estado en la lista de las Chicas Cambiadoras que seguramente Invitaría a

Salir.

Él llevaba una chaqueta negra que no se había molestado por cerrar, así que el suéter gris

oscuro que tenia debajo era visible. Su cabello negro era corto. Sus rasgos faciales eran

resistentes, cincelados como si hubieran sido tallados por el más duro granito. En la mitad

del invierno él estaba profundamente bronceado, como cualquier chico digno de respeto

que viviera al aire libre. La barba incipiente sombreando su fuerte mandíbula le daba un

contorno ligeramente peligroso.

Otros chicos que merodeaban en el Café Hot Brew estaban sin afeitar, también. Atenea era

uno de los centros vacacionales más populares en el estado y pocas personas podían

pagarse esto. Pero ninguno de ellos parecía como si tuvieran la habilidad o el deseo de

defender su territorio. Daniel desprendía el aura de que había marcado su territorio y

estaría dispuesto a quitar a quienquiera que se cruzara en la línea de lo que había

considerado suyo. Él no era alguien con quien entrometerse.

Incluso sus ojos los más sorprendentes, e hipnotizantes de color verde, como esmeraldas

eran los de un cazador. Él simplemente estaba parado allí, con su tonificado cuerpo,

demasiado quieto, igual a la manera en la que un depredador espera el preciso momento

para saltar sobre su presa. Su único movimiento era el de su mirada explorando

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lentamente la tienda. Luego esa mirada se cruzó con la mía y fui golpeada con un

estremecimiento de temor.

En sus ojos, reconocí el triunfo pero no lo sentí en sus emociones. Lo más importante, me

di cuenta de que yo era su presa. Tal cual y como lo había temido, Yo era la razón por la

que él estaba aquí.

Él caminó tranquilamente hacia el otro extremo del mostrador en donde las sillas estaban

todas ocupadas. Se detuvo en una de las esquinas. Un chico bastante entusiasta que estaba

sentado dio un sorpresivo salto como si alguien le hubiera dado un pellizco. Miró por

encima de su hombro a Daniel, luego agarró su taza de café y se escabulló. El poder de

intimidación de Daniel sin haber tenido una confrontación era increíble, pero

profundamente inquietante porque todavía no podía intersectar sus emociones incluso con

su creciente proximidad. Debería haber sentido algo.

Me obligué a romper el hechizo, para alejar mi atención de Daniel y volver al chico que

había estado estudiando el menú. Después de tomar su orden, me dirigí al mostrador de

preparación, en donde manteníamos todo lo necesario para las bebidas que ofrecíamos.

Me concentré en mi tarea.

Dos cucharadas de chocolate en polvo. Un poco de crema de malvavisco. Agua caliente

del grifo. Agitar enérgicamente. Miré los ingredientes, arremolinarse y mezclarse.

Concéntrate, concéntrate. No mires alrededor. No le hagas saber que eres consiente de que él te está

mirando.

Pero yo estaba profundamente consiente de que me estaba mirando, en la forma en la que

un animal en el bosque lo hace cuando conoce a su objetivo. Los pelillos de mi cuello

punzaban y se levantaban, enviando un frío resplandor a lo largo de mi espina dorsal. Le

entregué la taza de chocolate al cliente y tomé su dinero.

A pesar de que hice mis mejores esfuerzos, deslicé mi mirada hacia un lado. Daniel

sentado inmóvil, tenía sus ojos fijos como un láser en mí. El era la tormenta, el trueno y el

relámpago que convertían el cielo azul a gris. No literalmente, por supuesto.

Metafóricamente.

Pero si alguna vez hubiera un chico que emanaba peligro, era él.

—Hey, Hayden

Casi me salgo de la piel cuando Lisa puso su mano ligeramente sobre mi hombro. Con su

cabello corto en diferentes ángulos parecía como si acabara de salir de la cama. El lápiz

negro de marca Kohl delineaba sus ojos azul cobalto. Ella tenía un diamante en uno de los

lados de su nariz. Yo me había pegado a ella a pesar de su apariencia dura y radical. Pero

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en realidad era dulce y divertida. Lo más parecido que tenía a una amiga. La mejor de

todas y como todo el mundo aquí, mantenía sus emociones para sí misma.

—Me di cuenta que él chico ardiente y tú parecían conectar, Ella dijo. —Tomaré los

pedidos para llevar si tú quieres servir su mesa.

Lisa había estado atendiendo a los clientes que estaban en el mostrador y en las mesas.

Tomé un pedido para un chocolate de menta y un chocolate moca de un chico alto que

tenía el brazo sobre los hombros de una chica de baja estatura. Incluso antes de que me

diera la vuelta hacia el área de preparación para comenzar a mezclar las bebidas, él posó

sus labios sobre los de ella.

—Está bien, estoy ocupada aquí, —Le murmuré a Lisa.

Sus ojos se abrieron como si ella pensara que yo era una total perdedora por no saltar a

esta oportunidad. —¿No viste la manera en la que él te estaba mirando? Y esta

aparentemente. ¿Hola? Esta podría ser tu oportunidad para hacer algo más que acostarte

con un libro en la noche.

Me gustaba leer un buen libro. Lisa solía a acostarse con cualquier chico disponible

después del trabajo.

— No quiero romper mi rutina, —Dije, trabajando para mantener mi voz con un tono

decisivo. Encendí el espumador de leche, concentrándome en mi trabajo y tratando de

ahogar las adulaciones de Lisa. Tomé un profundo respiro, confundida por mis propios

sentimientos. Estaba un poco agradecida de saber que los ancianos se preocuparon lo

suficiente para enviar a alguien a encontrarme y me molestaba el hecho de que él

exitosamente me había encontrado. El pánico hizo que mi voz quisiera trinar. Lo odiaba.

Con la leche lo suficientemente espumosa, apagué la máquina. —Si tú lo quieres, ve por él,

—Le dije a Lisa.

—¿En serio?

—Claro que sí.

Ella sonrió, sus ojos azules estaban chispeando. Ella revoloteaba como si tuviera

elasticidad en sus zapatos. Algunas veces me quedaba mirándola. ¿De dónde sacaba tanta

energía? Ella era una estudiante de primer año en la universidad, trabajaba aquí durante

las vacaciones de invierno. Este centro vacacional era un refugio para los estudiantes

universitarios, ya fuera para divertirse o trabajar. Yo había creado unos antecedentes

ficticios que se parecían a cualquier historia real. Era una estudiante universitaria

buscando trabajo durante las vacaciones de invierno. Cuando los estudiantes se fueran,

probablemente tendría que hacerlo yo también.

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Spike me había contratado sin pedirme referencias. Tal vez yo tenía una cara honesta. O

tal vez el había estado desesperado por encontrar ayuda ya que los estudiantes había

llegado en cantidad, para disfrutar de las pistas. Debido a que dependía de los

trabajadores de temporada y la mayoría de los que había contratado no vivían en el

pueblo, él proporcionó habitaciones en un par de condominios de su propiedad.

Lisa y yo vivíamos en el mismo, nuestras habitaciones estaban de frente la una de la otra

en el pasillo. Esa era la razón por la que habíamos comenzado a ser tan cercanas.

Pasábamos mucho tiempo juntas.

—Deséame suerte, —Ella dijo con un guiño. —Yo si quiero tener un romance de invierno y

él parece del tipo que puede darle a una chica un buen rato.

Curiosamente ella lo veía como un buen rato, yo lo veía como un viaje de vuelta al

infierno.

Era posible que estuviera aquí para disfrutar de las pistas, pero juzgando por la manera en

la que me estaba mirando, tenía la sensación de que estaba aquí para convencerme de

regresar a Wolford.

Le pasé las bebidas a Romeo y Julieta. Tres chicas que se reían nerviosamente estaban

mirando a Daniel como si él fuera su sabor preferido de chocolate, se abrieron paso entre

la gente y sin aliento me dieron la orden: uno blanco, uno oscuro y chocolate con leche

caliente.

Cuando me di la vuelta de nuevo hacia le mostrador de preparación, miré

disimuladamente hacia donde Lisa estaba hablando con Daniel.

Ella estaba apoyada en el mostrador como si intentara establecer su residencia allí. No la

podía culpar.

Él tenía unos ojos magnéticos y una sonrisa maliciosa, que me hacia querer reunirme en

una sonrisa con él. Pero me resistí a la tentación. No confiaba en su apariencia o en el

hecho de que no podía sentir sus emociones. ¿Por qué las estaba bloqueando? ¿Cómo las

bloqueaba?

Más allá de los ventanales de piso-a-techo de cristal que proporcionaban una vista sin

obstáculos de la calle principal, con sus pintorescas tiendas y las imponentes montañas

cubiertas de nieve en el fondo, las sombras de color púrpura y azul del crepúsculo estaban

descendiendo. La luna creciente estaba ya elevada, aunque todavía débil, dándole una

apariencia fantasmal, de mal agüero. Un escalofrió me recorrió.

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Moviendo sus cejas, Lisa caminó de regreso a mí.

—El pidió un chocolate con trocitos. ¿Sabes lo que eso significa? Estoy tentada a poner mi

teoría a prueba con este chico. ¿Viste su sonrisa asesina?

Lisa tenía la teoría de que entre más achocolatado le gustara a un chico tomar su chocolate

caliente, mejor besaba. Sin más, ella concluyó que él tendría un gran sabor. Daniel era el

Gran Lobo Malo y ella ni siquiera lo sabía. Su labio inferior era grueso y encajaría de una

manera agradable con el mío. Quería patearme a mi misma por preguntarme como

podrían ser sus besos, porque sospechaba que él era un gran problema.

—Aparentemente, sin embargo, —Lisa continuó, su frente se arrugó, — Lo que en realidad

quiere es a ti. Él dijo que ustedes son amigos, ¿qué tú lo habías estado esperando? —Ella

terminó su declaración con una nota alta, cuestionando lo que él le había dicho, queriendo

que yo lo confirmara o lo negara.

El miedo punzaba mi interior. Él estaba aquí por mí. Los ancianos probablemente lo habían

enviado. Sabía que ellos querían que yo estuviera en Wolford cuando experimentara mi

primera luna llena. Y aunque la leyenda decía que necesitaba pasar por mi primera

transformación con un compañero, yo no podía arriesgar la vida de alguien más si el

Cosechador mantenía su promesa y regresaba por mí.

Pero no podía explicarle nada de eso a Lisa, así que simplemente mentí.

—Nunca lo he visto en mi vida.

Llevé las tazas humeantes a las tres chicas. Mientras pagaban, dije: — ¿Ven al chico al final

del mostrador?

—Es por poco difícil pasarlo por alto,” La chica del chocolate blanco dijo.

—Incluso con esa pesada chaqueta, se puede decir que es todo músculo. Y ese rostro.

Pertenece a una valla publicitaria de Calvin Klein.

—No me importaría que él me mantuviera caliente toda la noche, —La chica de la leche

caliente con chocolate dijo con una risita.

—Entonces este es tu día de suerte, —Mentí sin problemas. — Él esta buscando alguien

para compartir un rato. Y tiene dos amigos que están igual de ardientes.

—¿En serio?

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—¿Dónde están? —La chica del chocolate oscuro preguntó con suspicacia.

—Aparcando su Hummer.

—¿Tienen un Hummer?

—Oh, sí. —Me apoyé demostrándoles complicidad. — Sus padres son mega ricos. Los

chicos llegaron hoy y no conocen a nadie. Estuvieron coqueteando conmigo antes, pero,

bueno, yo tengo novio. —Estaba comenzando una habilidad excepcional para mentir.

Antes de que me escapara de Wolford, nunca había mentido, pero estaba asombrada por

la facilidad con que las palabras falsas salían de mi lengua últimamente.

Las chicas ni siquiera se molestaron en esperar su cambio antes de que caminaran

alrededor del mostrador para coquetear con Daniel, así que dejé el cambio caer en el tarro

del extremo. El dinero recogido sería dividido entre todos los trabajadores al final de

nuestro turno. Nunca era gran cosa, pero mis necesidades eran simples: un buen libro, un

buen fuego en la chimenea, mi propia taza de chocolate caliente y un agradable silencio en

mi interior. Esa era una de las razones por las que amaba el invierno y me había sentido en

casa en el centro vacacional. La nieve absorbía el sonido y creaba un silencio mayor a

cualquier otra cosa.

Pero con la llegada de Daniel, mi pequeño refugio ya no era reconfórtate. Estaba a punto

de tener que irme. Entre más pronto, mejor. Con esas tres chicas distrayéndolo. Ahora era

mi oportunidad.

—¿Quieres tomarle su pedido? —Lisa me preguntó.

—No, voy a ir a la despensa para poder llenar mas tazas. —Antes de que ella pudiera

hacer un comentario, me dirigí por la puerta giratoria que daba a un pasillo en donde el

jefe tenía su oficina. Me sentía un poco culpable escapando, después de que Spike me

había dado una oportunidad, y era muy protector.

—Si necesitas ayuda, pequeña, sólo házmelo saber, —Él me había dicho. Media seis pies y

ocho pulgadas, todo el mundo era pequeño al lado de él. Pero con cinco pies y cuatro

pulgadas yo era especialmente pequeña. Y mientras apreciaba su oferta de ayuda, sabía

que nunca sería capaz de hacerse cargo. Él no tendría ninguna oportunidad contra un

chico que podía transformarse en un lobo por voluntad propia.

Estaba agradecida de que la puerta de su oficina estaba cerrada cuando pasé por ahí. No

quería tener que explicarle a mí misma y posiblemente cometer el error de decidir que él

podría ayudarme. Cuando me coló por el pasillo, me molestaba estar forzada a huir antes

de que estuviera lista para hacerlo. Tenía la esperanza de ahorrar un poco más de dinero

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para poder viajar más lejos y con mayor facilidad. En realidad no tenía ningún destino

final en mente. Pensé que tendría más tiempo para prepararlo. Había permitido que la

felicidad y alegría me indujeran a una falsa sensación de seguridad.

Estúpida, Hayden.

Corrí por el pasillo, pasando la sala de almacenamiento. Agarré mi chaqueta esquimal

blanca del gancho que estaba cerca a la puerta trasera. Cogí las zapatillas de deporte, las

deslicé en la mochila y saqué mis botas de nieve. Me puse a la fuerza un gorro de puntos

rojos y blancos y escondí mi cabello que llevaba en una cola de caballo debajo de él. Tiré

fuertemente de mis guantes.

Miré hacia atrás por encima del hombro. No quería dejar la calidez y la seguridad que este

lugar me ofrecía. Desesperadamente no quería dejar la paz y la tranquilidad. Pero sabía

que no tenía opción. Tenia que correr. Rápido. Ahora. De ninguna manera regresaría a

Wolford.

Abrí la puerta y salí a la nieve y el frío. Antes de que la puerta se cerrara detrás de mí, me

dirigí hacia el bosque en donde las sombras se alargaban y me podía ocultar.

—¿Vas a alguna parte, Hayden? —Una profunda voz hizo eco a mí alrededor.

El corazón casi se me sale, así que me di media vuelta.

Daniel estaba parado allí, apoyado contra la pared con sus brazos cruzados sobre su

amplio pecho. Él no se había molestado en ponerse un gorro. Sus jeans de color negro

delineaban sus largas piernas. Su gruesa chaqueta negra, seguía desabrochada

añadiéndole un peligroso encanto, como si el clima no fuera una amenaza para él.

Su oscuro aspecto y la ropa hacían más brillantes sus ojos verdes. Ardiente en realidad no

era la palabra correcta para describirlo. Hirviente, ¿quizá?

Confiadamente se acerco a mí, dejando una estela de huellas en la nieve. Sus ojos

capturaron y retuvieron los míos. Yo quería correr a toda velocidad hacia los árboles pero

sabía que él se me seguiría fácilmente.

Extendió la mano para tocarme y me puse rígida, preparada para la invasión de fuerza y

orgullo, estaba segura que estaba orgulloso de haberme localizado, de haberse topado

conmigo. Aunque yo no podía interceptar sus emociones con el espacio entre nosotros,

sabía que nada impediría que sus emociones me alcanzaran cuando me él me tocara.

Experimentar las emociones de otros siempre era más intenso, más abrumador cuando el

contacto físico estaba involucrado. Esa era una de las razones por la que lo evitaba siempre

que fuese posible.

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Tendría que haber dado un paso atrás ahora, sólo que sentía curiosidad. No estaba

acostumbrada a estar alrededor de un Cambiador y no saber lo que él o ella estaba

sintiendo. Pero cuando la mano desnuda de Daniel tocó mi mejilla, todo lo que sentí fue…

calidez. Piel contra piel. Sus rugosos dedos deslizándose delicadamente por mi suave

mejilla.

Incluso con su íntimo contacto, no podía sentir lo que el estaba sintiendo. No sabía que

emociones se deslizaban a través de él. Eso no tenia sentido. Él era un Cambiador. Yo

debería de haber experimentado sus pasiones mucho antes de que se acercara a mí. Y

cuando me tocó, debería de haberme conmocionado con tanta fuerza que mis propias

emociones se retirarían.

Pero sólo mis sentimientos estaban meciéndose en mí. Ese estúpido miedo volvió a

dispararse sólo que ahora era pánico. Pero había más. Mucho más. La ira, el asombro, la

desilusión, la irritación, la tristeza, la fascinación y la atracción. Era como si hubiera girado

una rueda de la fortuna que estaba cargada con emociones en lugar de una cantidad de

dólares y esas emociones estaban agitándose dentro de mí. ¿Dónde se detendrán? ¿Qué

sentiría cuando todo haya pasado?

—¿Por qué molestarse en correr, Hayden? —Daniel preguntó en voz baja. Se inclinó hacia

mí, tan cerca, hasta que no pude ver sus ojos, su mejilla casi rozaba la mía. Estaba

demasiado aturdida por la súbita intimidad como para moverme. Lo oí inhalar

profundamente, sabía que él me estaba olfateando, al final, era una silenciosa declaración

de un trabajo bien hecho. Me preguntaba por que el conocimiento de eso hacía que mis

rodillas se debilitaran. Después de nuestra primera transformación, todos nuestros

sentidos se despiertan, pero el olfato siempre sería el más poderoso.

—Te encontraría de nuevo, —Él dijo con una voz que estaba cerca de ser un ronroneo.

Él me hacía sentir cosas muy locas. No sabía lo que algunas de estas emociones agitándose

eran, no sabía lo que ellas señalaban. La rueda de las emociones finalmente dejó de dar

vueltas, seleccionando una con la cual yo estaba familiarizada.

Terror. En toda la extensión de la palabra.

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CAPÍTULO 2

Traducido por Evelin Corregido por Virtxu

—Yo- yo no estaba c-corriendo. —Balbuceé, luego maldije en voz baja, porque nunca

balbuceo.

Él me había desestabilizado y eso me hacía enfadarme. El terror retrocedía, la furia se

apoderaba de mí y dije con un tono bastante determinado. —No es que sea de tu

incumbencia, pero estaba tomándome un descanso.

—Uh-huh. —Con sus ojos verdes brillando, extendió su mano y golpeó ligeramente los

pequeños pompones de mi gorro de lana de colores rojo y blanco. Le di una ineficaz

palmada a su mano que sólo sirvió para hacerlo sonreír ampliamente y eso me hizo sentir

más impotente. Yo estaba demasiado familiarizada con esa emoción. Nunca me había

gustado y el disgusto era mayor ahora, porque a él eso le parecía demasiado divertido—.

¿Estás segura de que te abrigaste tanto sólo para tomar un descanso?

Di un paso atrás para estar fuera de su alcance.

—En caso de que no lo hayas notado: ¡Es invierno! Nieve, nevisca, hielo, temperaturas bajo

cero. No importa. No tengo tiempo para darte una lección de ciencias. Tengo que volver al

trabajo.

Empecé a caminar pesadamente alejándome de él.

—Tienes que regresar a Wolford.

Sus palabras me dejaron prácticamente muerta, me di la vuelta. No quería implorar o

suplicar e incluso luchaba por mantener mi voz, pero con un poco de desesperación fluyó

a través de mis palabras—. No es seguro para mí.

—¿Y crees que estas a salvo aquí? ¿Sola? —Él sacudió la cabeza. —¿Qué estabas pensando

cuando dejaste Wolford?

Que mí seguridad dependía de ello.

—¿No estás al tanto de la visita del Cosechador? —Pregunté.

—Estaba patrullando esa noche. No lo vi, pero vi los resultados.

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No había sido registrado hasta ahora que él no había sido uno de los Guardianes Oscuros

en el espacio abierto la noche en la que Justin murió.

—Escuché que te dijo que serías la siguiente. Podemos protegerte en Wolford.

Sacudí mi cabeza enérgicamente.

—No, no pueden. La seguridad es una ilusión. Ahí es donde el Cosechador me buscará. Él

no me buscará aquí.

Sabía que estaba siendo imprudente. Yendo a mi primera transformación sola trayendo

con ella la posibilidad de morir. Pero había estado estudiando los textos antiguos y

pensaba que podría encontrar una salida. Había experimentado lo que otros Cambiadores

habían sentido mientras se transformaban. Todo lo que tenía que hacer era imitar las

emociones, siguiendo el camino que ellos habían tomado.

Daniel dudó un momento y sentí una chispa de esperanza de que él pudiera ceder, pero

luego la destrozó con sus siguientes palabras.

—Lo siento, Hayden, pero los ancianos me enviaron para llevarte de regreso. Ese es mi

deber.

Sin estar dispuesta a rendirme tan fácilmente, me esforcé por tener algo de tiempo, crucé

los brazos sobre mi pecho y levanté la barbilla.

—Sé todo acerca del deber y la responsabilidad. Cuando tomé este trabajo, di mi palabra

de que trabajaría aquí en las vacaciones de invierno. Este es el último fin de semana.

Puedes ver lo lleno que está el establecimiento. Se pondrá peor mañana. No puedo irme.

No es justo para mi jefe; no es justo para los otros trabajadores.

Sabía que ellos podrían hacerse cargo sin mí, pero era una escusa para tener más tiempo

para pensar en mi próximo movimiento. No estaba lista para regresar a Wolford. Y

ciertamente no tenía ningún deseo de ser escoltada de regreso como si hubiera hecho algo

malo.

Como si él entendiera exactamente lo que estaba pensando, se encogió de hombros

descuidadamente.

—Hasta el sábado en la noche, ¿cierto? La mayoría de las clases empiezan el lunes, así que

la gente partirá el domingo. ¿Por qué no hablamos de eso cuando termine tu turno?

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Sonaba irritantemente razonable. Quería que él se fuera y me dejara. Nunca antes había

coqueteado con un chico, nunca había tratado de tentarlo retorciendo mi dedo meñique.

Pero incluso si lo hubiera hecho, Daniel no me parecía que fuera fácil de manipular.

—De acuerdo, ¿donde quieres que nos encontremos?

—Te esperaré adentro.

—El establecimiento no se cierra hasta las nueve. Es mucho tiempo para esperar.

—Adentro es cálido y acogedor—. Dijo—. Voy a estar bien por un par de horas.

—Bien—. Dije con desprecio.

Di la vuelta y caminé de regreso al edificio, me molestaba que con la nieve no pudiera

caminar furiosamente con el fin de alegar. Mientras airadamente me quitaba la chaqueta y

las botas, comencé mentalmente a considerar el Plan B, y por supuesto, los pensamientos

de encontrar la mejor manera para evadir a Daniel me hacían pensar en él. Mis planes

llegaron a un abrupto fin.

¿Por qué sus emociones no pueden alcanzarme? ¿Era porque no tenía ninguna? ¿Era un

psicópata? ¿Sociópata? ¿Falto de sentimientos?

Nunca había conocido a un Cambiador cuyas emociones no vinieran volando hacia mí. Yo

era un imán para cualquier cosa que ellos estuvieran sintiendo. ¿Por qué no ocurría con

Daniel?

La imposibilidad de acceder a sus emociones debería de haber sido reconfortante, pero en

vez de eso era algo que me daba miedo. No era natural. Entonces: ¿Qué estaba mal con él?

¿O había ocurrido un cambio dentro de mí? Mientras mi luna llena se acercaba ¿estaba

perdiendo mis capacidades empáticas? Habían parecido más fuertes que nunca hace un

par de semanas. Entonces, ¿por qué parecían ausentes ahora?

Todo era demasiado extraño. Pero realmente no tenía tiempo para reflexionar sobre todas

las ramificaciones o posibilidades. Tenía que volver al trabajo. Me detuve en la sala de

almacenamiento y cogí una bolsa de plástico llena de vasos de papel y tapas.

Cuando volví al mostrador, Lisa me dio una mirada confusa.

—Tardaste demasiado. ¿Qué estabas haciendo? ¿Te perdiste?

Casi respondo: No, fui encontrada. Pero sólo dije:

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—Tomaba un pequeño descanso.

Después de ordenar las tazas en la estantería para facilitar el acceso, regresé a mi lugar en

el mostrador. En la mitad del establecimiento había una chimenea grande de piedra

abierta por los cuatro costados. Estableciendo áreas de descanso a su alrededor. Vi a

Daniel descansar en una silla grande de piel, convenientemente sentado para que yo

estuviera nuevamente en su línea de visión.

—El chico ardiente desapareció mientras estabas…—Lisa dijo en voz baja—. ¿Hay algo

que no me has dicho?

—Resulta que yo lo conozco.

—¿Cómo podrías olvidarte de una dulzura así? ¿Cómo se llama?

—Daniel.

—Detalles. Necesito detalles.

Debería haber tenido la mirada de -ternero atrapado- porque ella entrecerró los ojos.

—Detalles. Necesito detalles. Juro que algunas veces pienso que tú saliste de una cueva.

Casi.

—Te explicaré todo más tarde—. Le dije, sabiendo que no lo haría.

Comencé a tomar los pedidos, pero todo el tiempo, sentía la mirada de Daniel en mí.

¿Cómo podía estar sentado tan quieto y con tanta paciencia? Con todo y eso había una

corriente oculta dentro de él, como si estuviera asombrosamente en alerta. Completamente

consciente de todo lo que sucedía a su alrededor, podría incluso escuchar el latido de un

corazón.

Los Cambiadores tenían características animales en ellos. Cuando puedes transformarte en

un lobo, los atributos de un lobo nunca se alejan de ti. Tienes esa mentalidad de manada.

El alfa, el dominante, el sumiso. Es el orden natural para nosotros. Nos apareamos de por

vida. Siempre andamos en grupo. Pero sentado allí, Daniel daba la impresión de ser un

solitario. Eso me hacia querer conectar con él, porque siempre me había sentido sola en

medio de mi propia especie. Los Cambiadores no se sentían cómodos alrededor de alguien

que conoce lo que ellos estaban sintiendo. Era sólo con los humanos que yo me sentía

como si perteneciera a un lugar, pero incluso después me di cuenta que realmente no lo

hacía. Ellos nunca aceptarían un ser que pudiera cambiar. No tenía lugar en donde

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realmente pertenecía. Estaba atascada entre dos mundos: el que me traía paz y el marcado

por el peligro, el cual era mi destino.

Pero Daniel pertenecía al mundo de los Cambiadores. ¿Sólo daba la apariencia de ser un

ser solitario sólo cuando estaba rodeado de Estáticos? No parecía incómodo. Él se veía

totalmente relajado. Sin embargo, estaba solo.

Sabía poco de él y no podía negar que estaba fascinada. Pero reconocí que mí fascinación

era una cosa peligrosa.

—Cuando él se fue después de ti, dejo su chocolate caliente en el mostrador y se echo a

perder—. Dijo Lisa, sosteniendo una taza—. Hice una nueva para él. ¿Quieres llevársela?

De acuerdo, sus intentos de casamentera estaban comenzando a ser un poco molestos.

Sabía que ella tenía buenas intensiones, pero ¿de cuantas maneras podía decir que yo no

estaba interesada en Daniel?

—No. Si la quiere, él puede venir a buscar una.

—En realidad no te gusta. ¿Qué hizo?

—Él vino aquí.

—De acuerdo, eso no tiene sentido. Él es ardiente y agradable. Que haya venido aquí es

algo estupendo.

— Llévale el chocolate. —Dije bruscamente -algo que nunca había hecho aquí en Athena.

Había experimentado la ira de los demás, nunca me había sentido cómoda con eso, así que

había trabajado realmente duro para mantenerme a mi misma controlada alrededor de las

personas.

Lisa abrió los ojos ampliamente, pero luego se encogió de hombros, regresó al mostrador y

de nuevo hacia Daniel. Él le sonrió. Ella se sentó en la mesa de café cerca de él y yo me

pregunté si él había hecho que las rodillas de ella se debilitaran. Me irritó que ella pudiera

dejarse llevar por su encanto. El pensamiento de repente se cortó. ¿Estaba sintiéndome

celosa porque ella estaba demasiado interesada en él

En realidad, su interés en él podría ser algo bueno. Tal vez podría distraerlo. Pero mientras

su mirada regresaba nuevamente a mí, me di cuenta de que no iba a ser tan fácil distraerlo.

—Hey. ¿Me puedes atender?

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Llevé mi atención a un chico que estaba terriblemente quemado por el sol. Las personas

siempre menospreciaban lo que el sol podía hacer en el invierno. Pensaban que podían

quemarse sólo si estaban en un lugar cálido.

—Lo siento. —Le dije—. ¿Qué quieres tomar?

La oscuridad había caído mucho antes de que empezáramos a cerrar el local. Spike salió

de su oficina y encendió las luces para indicar que era el momento para que la gente se

fuera. Él era una contradicción. Con la cabeza rapada y los tatuajes en el cuello y brazos,

no parecía del tipo de persona que viviera de las bebidas calientes. Cuando todo el mundo

se fue, excepto Daniel, Spike se le acercó.

—Lo siento, amigo, estamos cerrando.

—Estoy esperando a Hayden. —Dijo Daniel.

Spike me miró, sabía que si sacudía mi cabeza, Spike escoltaría a la salida a Daniel. O lo

intentaría. Tenía la sensación de que a pesar del gran tamaño de Spike. Daniel podría

patearle el trasero. Así que asentí con la cabeza.

—Bien hecho, novia. —Dijo Lisa, chocando su cadera contra la mía.

Sentí que mis mejillas se calentaron de vergüenza, así que me concentré en limpiar el

mostrador. Era demasiado consciente de Daniel dando grandes pasos hacia mí.

—Entonces dime qué puedo hacer para que salgas más rápido de aquí. —Dijo.

No tenía ganas de irme con él, pero tampoco era una gran fan de la limpieza. Así que elegí

el más pequeño de los dos males. Le tiré un trapo húmedo.

—Limpia todas las mesas y pon las sillas encima de ellas.

Con la ayuda de Daniel, terminamos con los procedimientos de cerrar en tiempo récord.

Más temprano de lo que me hubiera gustado, me abrigué muy bien y salí por la puerta

trasera como todos los demás.

—No te olvides que es Jueves Emocionante. Nos vemos más tarde en Fuera de Limites. —

Lisa dijo con un guiño y una sonrisa antes de que se alejara con los otros.

—¿Jueves Emocionante? —Preguntó Daniel con una oscura ceja levantada.

—Sí, Lisa tiene un nombre para cada noche de la semana. Lunes Maniaco, Martes

Estupendo, Miércoles Inmoral. Hazte a la idea.

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—Lo siento me perdí en Miércoles Inmoral.

Era difícil permanecer molesta con un chico que podía transmitir una sonrisa como Daniel

podía hacerlo, pero me resistía a devolverle una a cambio e incluso me las arreglé para

entrecerrar mis ojos.

—¿Cuánto tiempo has estado aquí?

—Llegué esta mañana. Háblame de Fuera de Límites.

—No hay mucho que contar. Es un club. Fuera de Limites es un término de esquí que se

refiere a las zonas donde es ilegal esquiar… Bueno, se supone que es un lugar para

rebeldes.

—¿Y tú eres una rebelde?

—Tengo mis momentos. —Dije, ligeramente insultada de que él me lo hubiera

preguntado. Después de todo, yo había escapado, ¿verdad?

—Noté que había una hamburguesería- por cierto, convenientemente llamada

hamburguesería, al final de la calle. —Daniel dijo mientras caminábamos alrededor del

edificio, hacia la parte principal del pueblo—. Me vendría bien un poco de carne.

—Soy vegetariana.

El sacudió la cabeza y sus ojos verdes se dirigieron hacía mi como si pensara que yo estaba

bromeando. O sospechaba que mentía.

—Sin embargo, he comido allí antes. —Le dije—. Tienen un sándwich de queso a la

parrilla, así que está bien.

Cuando llegamos al andén que lineaba la calle, él metió las manos en los bolsillos de su

chaqueta y dijo:

—Nunca he oído de un Cambiador vegetariano.

—Bueno, no soy una Cambiadora normal.

—Eso me han dicho.

Entrecerré mis ojos, preguntándome exactamente lo que los otros Guardianes Oscuros le

habían dicho acerca de mí y mis habilidades.

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—Preferiría ser normal.

No podía evitar la nostalgia de mi voz. Tal vez esa era la razón por la que él no hablaba

mientras caminábamos por la calle. O tal vez estaba tratando de entenderme tanto como

yo estaba intentando discernir por qué existía un muro entre sus emociones y las mías.

Los Ancianos eran capaces de bloquearme sus emociones, pero ellos eran los Ancianos.

Podían hacer todo tipo de cosas. Habían tratado de enseñarme a bloquear las emociones

que venían a mí, pero no tuvieron éxito en el intento. Me preguntaba si ellos le habían

dado a Daniel un curso intensivo para retener sus emociones y que él había realmente

logrado dominarlas. Algunas veces en la escuela una profesora podía explicar un concepto

varias veces y yo no podía entender lo que estaba tratando de enseñar, pero la estudiante

sentada a mi lado podía entenderlo y explicarlo- y todo de repente cobraba perfecto

sentido. Me preguntaba si este podría ser el mismo caso. Tal vez él podría explicarme

como bloquear los sentimientos en términos que pudieran ser más fáciles de adoptar. Si

Daniel podía bloquear sus emociones, ¿yo podía hacerlo- pero a la inversa? Él estaba

manteniendo sus emociones en su interior. ¿Podía yo hacer lo que él estaba haciendo para

mantener las emociones fuera de mí?

—Entonces, ¿qué sabes de mí? —Le pregunté.

Estábamos sentados uno al frente del otro en una cabina de la esquina. Yo había decidido

pedir una ensalada en lugar del queso a la parrilla. Él había pedido una hamburguesa con

doble de queso, carne y aros de cebolla. El taponamiento de arterias no era una

preocupación para nosotros. Cuando cambiábamos, nuestros cuerpos, naturalmente

sanaban todas nuestras enfermedades, incluyendo todos los peligros por comer alimentos

poco saludables.

—Sé que tienes un don. —Dijo.

Enterré el cuchillo a un cubito de pan frito.

—No es un don.

Dando un bocado de su hamburguesa, me estudió por un momento. Tragó saliva y dijo:

—Sí, puedo ver como no lo sería.

No quería que me agradara, pero su empatía era otra nueva experiencia para mí. Él

parecía como si en realidad entendiera la carga que yo llevaba. Naturalmente, nadie en el

internado sabía que yo era empática porque no podía interceptar sus emociones así que

habría sido inútil explicárselo. Todos eran Estáticos. Desde luego, no podía explicarles lo

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de los Cambiadores. Eso me hubiera traído otras complicaciones. Así que en la escuela yo

era felizmente normal.

—Es la razón por la que busco un lugar en donde hayan solamente Estáticos. Sus

emociones no me alcanzan. Todo con lo que tengo que lidiar es con cómo me siento. —Él

no dijo nada así que me incliné hacia adelante—. Tus emociones tampoco me alcanzan.

¿Cómo lo haces? ¿Cómo las encierras? ¿Los ancianos te enseñaron como mantenerlas

dentro de ti?

—No, no me enseñaron nada y hasta donde yo sé, no estoy haciendo nada para encerar

mis emociones. —Incrédula, lo miré fijamente.

—Pero no tengo ninguna sensación de lo que pasa dentro de ti. Tus emociones no me

tocan- no del todo. Nunca he estado alrededor de un Cambiador cuyas emociones no me

tocaran.

—¿Así que no sabes que estoy pensando?

Negué con la cabeza. Esto era demasiado difícil de explicar.

—No intercepto los pensamientos de la gente. Sólo puedo sentir las emociones: miedo, ira,

vergüenza, aceptación, lujuria…

—¿Lujuria? —Él me interrumpió—. Eso debe ser difícil. Entonces cuando algún chico tiene

una atracción sexual por una chica o ella la tiene por…

—No puedo sentir sus deseos después. —Intervine. Dando gracias a Dios por eso, pero si

estuvieran en ansias de la pasión…podría ser insoportable y una invasión total de la

intimidad—. Porque de nuevo, no conozco sus pensamientos. Es como una… ¿Cómo

explico esto? Una bola de energía. No, un globo de agua. Se estalla y me moja, así que lo

experimento como si fuera parte de mí. Todas las reacciones físicas que un cuerpo tiene

cuando tenemos miedo, cuando estamos ansiosos o enamorados… mi cuerpo responde

como si las emociones fueran mías. Si hay varios Cambiadores en la zona, puedo ser

golpeada con diferentes emociones todas saltando dentro de mí. A menos que alguien este

teniendo realmente un estallido emocional- tal vez las emociones menos fuertes se

ahoguen. Si a esto le añadimos mis propias emociones, es increíblemente abrumador y

confuso. Pero no siento eso cuando estoy en algún lugar que esté habitado sólo por

humanos.

Él no supo cómo responder a mi largo discurso sobre lo que era ser yo o lo que él estaba

pensando acerca de eso, tratando de darle sentido. Lo estudié por un minuto. Su historia

era que él había llegado a nosotros de otro grupo de Cambiadores, pero yo no sabía si

alguien lo había comprobado. Pensé sobre lo fácil que convencí a Spike y al resto de que

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era una estudiante universitaria en vacaciones de invierno- sólo buscando un trabajo

temporal. Tal vez Daniel no era un Cambiador después de todo. Como Brittany. Su padre

era un humano, su madre una Cambiadora, así que supuse que era parte Cambiadora,

pero su lado humano dominaba. Ella no tenía la habilidad de cambiar y sus emociones

nunca me tocaron. ¿Era Daniel una mezcla entre Cambiador y humano? O ¿Era un

completo humano que se había metido para infiltrarse en nuestro clan? Pero entonces la

pregunta sería ¿por qué? Y se las había arreglado para encontrarme y así poder demostrar

sus habilidades de rastreo. No podía dejar de estar impresionada.

El verano pasado, cuando había estado en Wolford por un par de semanas, había oído a

otras chicas hablar y reírse disimuladamente mientras susurraban sobre los chicos,

comparando sus atributos de lobo, pero yo nunca había entendido su interés. Hasta ahora.

Por primera vez en mi vida, sentía curiosidad por el pelaje de otro Cambiador. Nuestros

pelajes individuales son de lobo, sin embargo normalmente coinciden en cierto punto con

nuestro cabello. Al igual que mi cabello de color rubio arenoso yo sería una loba de color

claro. Daniel con su cabello negro tendría el pelaje negro. Pero aun así hay diferencias.

¿Tendría un tinte azulado? ¿Sería como un agujero negro? ¿Cómo el cielo de noche?

Pero no podía recordar escuchar a alguien hablando de como él lucía en forma de lobo. Y

tampoco lo había visto esa noche en el claro. Que conveniente. Y si lo pensaba demasiado:

sospechoso. Arrugué mi frente.

—Pero no tengo nada viniendo de ti. Y no recuerdo que alguien te describiera en forma de

lobo. ¿Eres un Estático? —El se rió, era un sonido rico y profundo.

—No. ¿No crees que los ancianos y los otros cambiadores, lo sentirían?

Él tenía la razón. Los Cambiadores podían sentir a otros Cambiadores, pero sólo después

de nuestra primera transformación. Todo cambiaba cuando éramos tocados por nuestra

designada luna llena. No quería contemplar todo lo que me esperaba- incluso la

posibilidad de morir.

—Sí, supongo. —Murmuré, deseando una explicación fácil—. ¿Pero si eres un Cambiador,

por qué tus emociones están enterradas?

—No creo que estén enterradas. —Él metió un aro de cebolla en la salsa de tomate y

empezó a comerlo como si no estuviera tratando con una situación incomprensible. ¿Cómo

podía estar tan poco afectado? Me irritó que no estuviera dispuesto a ayudarme a resolver

este rompecabezas.

—¿Por qué no se abalanzan hacia mí? —Insistí.

—No lo sé.

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—¿Estás haciendo algo para detenerlas?

—Si lo hago, es él subconsciente. O tal vez es porque no estamos en Wolford. ¿Alguna vez

has sentido las emociones de los Cambiadores cuando no estabas en Wolford?

—Sí. —Había vivido con mis padres en Tarrant, antes de que ellos murieran. Los

Humanos y los Cambiadores residían allí, aunque los humanos no estaban consientes de

muestras habilidades. El pequeño pueblo estaba cerca del parque nacional el cual

consideramos nuestro verdadero hogar. Cuando era niña, había sentido las emociones de

los Cambiadores- aún cuando estuvimos de vacaciones. Mis padres trataron de llevarme a

lugares en donde hubiera más humanos, pero las familias Cambiadoras disfrutan de

Disney World tanto como lo hacen los humanos. En realidad había tenido suerte en

Athena.

Daniel me distrajo de mis pensamientos cuando puso un codo sobre la mesa e inclinó su

brazo hasta que sus dedos tocaron los mechones de mi cabello. Me había soltado el cabello

antes de salir del trabajo. Ahora estaba suelto y me llegaba más allá de mis hombros.

— ¿Así que no sabes lo que estoy sintiendo en este momento? —Preguntó él.

Tragando saliva con dificultad, pensé que sería extremadamente fácil perderme en sus

ojos, especialmente cuando actuaba como si tocarme fuera para él la cosa más natural en el

mundo. ¿Por qué estaba tan cómodo a mi alrededor cuando yo estaba tan incómoda con

él? Nunca antes había coqueteado con un chico. Había visto a Lisa, y había aprendido

unos cuantos consejos, pero nunca los había puesto en práctica. Por mucho que quisiera

coquetear con Daniel, sabía que él estaba aquí en una misión para llevarme de regreso a

Wolford. No quería caer bajo su encanto. Alejé mi mirada de él.

—Creo que te estás metiendo conmigo.

Él mantuvo su mano donde estaba, sus dedos ahora tocaban nada más que aire, su mirada

vagaba lentamente sobre mi cara.

—Debe ser demasiado difícil ser tú.

—Eres él rey de la discreción.

Lentamente se echó hacia atrás.

—Sé lo que estas sintiendo hacia mí. Ira. Resentimiento. No eres buena ocultándolo. Pero

sólo soy el mensajero, Hayden.

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—No, no lo eres. Eres el cazador de recompensas. —Me incliné hacia adelante de nuevo,

deseando que él viera la desesperación en mis ojos color marrón—. ¿Por qué no sólo

regresas y les dices que no pudiste encontrarme?

—Porque hace tres días cumpliste los diecisiete. A propósito, Feliz Cumpleaños. Y en

nueve días tu luna llena rodará por el cielo y tú pasarás tu primera transformación. Ya

sabes que una Cambiadora corre el riesgo de morir si trata de pasar la transformación sin

un compañero. Y además está el Cosechador. No puedes enfrentarlo sola.

—Tengo que enfrentarlo sola. —Insistí—. El Cosechador arrebata un alma en el momento

de la transformación. Para guiarme a través de ella, el compañero se transformaría en el

momento exacto que yo lo haga- y ¡zas! —Golpeé la palma de mi mano sobre la mesa para

dar énfasis, no porque mi acción lo sobresaltara. Sus ojos no estaban bien abiertos por la

sorpresa—. El Cosechador nos tendría a los dos.

Asumió esa quietud que yo había visto en él anteriormente. Sólo hizo un movimiento: un

suave y lento parpadeo.

—¿Ahora lo ves? —Pregunté—. ¿Entiendes?

—Los Ancianos insisten en que te tengo que llevarte de regreso. Explícales a ellos lo que

crees que sucederá.

—Sería mejor que me quedara aquí donde sólo hay Estáticos. Existe la posibilidad que el

Cosechador ni siquiera me encuentre aquí. He estudiado el proceso de transformación

como lo describen en los textos antiguos. En realidad creo que puedo sobrevivir al dolor

físico.

—Hayden. —Daniel tomó mi mano. Una vez más fui sorprendida por la calidez de su

toque y las chispas que éste enviaba a través de mí. Pero ninguna pizca de emoción lo

acompañaba—. Incluso si no te llevo de regreso a Wolford, tu compañero no te dejará

pasar tu primera transformación sola.

Entrecerrando mis ojos me burlé.

—Mira, esto no es discutible. Ni siquiera tengo un compañero.

—Sí, si lo tienes. Los ancianos eligieron uno para ti.

¡Dios! No tenían ningún derecho… Eran peores que las tías solteronas metiendo sus

narices en todo. ¿Por qué no dejaban las cosas simplemente como estaban?

—No tenían ningún derecho…

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—Tenían todo el derecho. Ellos no van a condenar a una chica a morir. Han elegido

compañeros antes cuando un chico no se atrevía a dar el primer paso. —Por la frustración

sacudí la cabeza—. No lo aceptaré. ¿Por qué lo pondrían en riesgo de enfrentar al

Cosechador y la posibilidad de morir sin su alma? ¿Por qué lo harían? Ellos no pueden

controlar todo. Tienen que olvidarse de esto.

Estaba agitada, alterada. Nos quedamos sentados en silencio por un minuto, mientras su

pulgar acariciaba mis nudillos. De adelante hacia atrás. Era algo casi hipnótico. Sentí cómo

mi tensión se aliviaba, me di cuenta que estaba cayendo bajo su encanto. Alarmada me

percaté de que sin decir una palabra él podía convencerme para regresar a Wolford. Con

su calma, su creencia en su misión, su facilidad para intimar, él era increíblemente

persuasivo. Era algo inquietante cuando me detuve a pensar en eso, porque en realidad

éramos prácticamente extraños. Nunca habíamos hablado en Wolford y él ciertamente

nunca expresó un interés en mí.

Entonces la curiosidad pudo más que mi fuerza de voluntad.

—¿Así que a quien eligieron… para ser mi compañero?

Él me soltó la mano y tocó mi mejilla, sus ojos nunca se apartaron de los míos.

—A mí.

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CAPÍTULO 3

Traducido por Clo. Corregido por Estef.

—¿Estás completamente loco? —Pregunté, obligándome a no chillar y llamar la atención

sobre nosotros. —¿Tú accediste a su loca idea? ¿No fuiste notificado de que estoy en la

lista de los Cosechadores?

Se limitó a mirarme como si me encontrara divertida.

No podía entender como un chico podía permitir que hombres que tenían la edad

suficiente para ser sus abuelos eligieran a su compañera. Ellos habían intentado que fuera

pareja con Brittany el verano pasado, pero ella lo había mandado a pasear por Connor.

Está bien, mandado a pasear fue muy duro. Brittany había estado enamorada de Connor

desde siempre, pero él había declarado a Lindsey como su compañera, pero cuando

Lindsey se enamoró de Rafe… Basta con decir que tuvimos nuestro propio culebrón del

día, sucediendo en el fondo de Wolford.

Desde que Daniel estaba nuevamente al acecho de una compañera, imagino que los

ancianos habían decidido que yo funcionaría bien. No entendía por qué alguien no se

había aferrado a él antes. Si yo fuera una Cambiadora normal, ciertamente no me quejaría

de que ellos lo eligieran para mí.

Pero yo no era normal. Y tenía a un monstruo detrás de mí. No podía hacerle eso, ponerlo

en riesgo así. ¿Por qué alguna vez creyó que lo haría?

Como leyendo mis pensamientos, dijo, —Los ancianos están revisando todos los textos

antiguos. Van a encontrar una manera de derrotar esta cosa. Pero necesitas quedarte en

Wolford por si su conocimiento no te hace ningún bien. Es más seguro allí.

—No sabes eso. Ellos no lo saben. ¿Por qué? ¿Por qué querrías ser mi compañero? Durante

la vinculación todas tus defensas estarían bajas. Serías tan vulnerable como lo soy yo. ¿Por

qué harías eso? —Sabía que me estaba repitiendo, pero no conocía otra manera de

acentuar mi punto.

—Me gusta vivir peligrosamente. —Dijo.

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—Si, bien, entonces, has bungee jumping.1

Me levanté y salí de la cabina en dirección a la puerta, muy consiente de que él me seguía.

Mi ración de fuga me advirtió que me dirigiera a mi condominio y me preparara para el

escape.

Pero ésta podría ser mi última oportunidad de mezclarme con una multitud y no ser

bombardeada con las emociones de todos. Así que aunque supe que no era una jugada

inteligente, cuando nos detuvimos fuera de la Hamburguesería, dije, — Te alcanzaré más

tarde. —Y giré en otra dirección a la del condominio en donde vivía. Además, esperaba

que el ser casual me quitara a Daniel de encima, así él no sospecharía. Lo necesitaba menos

vigilante si iba a tomar un descanso antes que la noche hubiera terminado. La gente estaba

caminando por la pasarela, algunos yendo a casa, algunos yendo en mi dirección.

— Te acompañaré a casa. —Dijo Daniel, desembocando en el paso a mi lado.

— No voy a casa.

—Lo harás eventualmente.

Me di la vuelta. Ni siquiera estaba sorprendido por mi movimiento, como si lo hubiera

esperado. Eso me irritó. — Mira, lo entiendo. Estás aquí para llevarme de regreso a

Wolford. Me diste un aplazamiento hasta el domingo, así que hasta entonces seguiré con

una vida normal. —Ó lo que era casi normal para mí.

—No interferiré.

—Lo harás. Tu mera presencia interfiere.

—No voy a dejarte sola, Hayden. Sólo en caso de que decidas tomar otro… —Sonrió. —

“descanso.”

—¿Qué importa, si puedes encontrarme en cualquier lugar?

Mientras tres chicos nos rozaron al pasar, ambos nos acercamos al edificio. De alguna

manera terminé con mi espalda contra la pared, y Daniel apoyó el antebrazo por encima

de mi cabeza. — No seas un dolor en mi trasero. —Dijo en voz baja—. Me comprometí. Te

1 Bungee Jumping: http://www.bungee.ca/images/img_BUNGEE_09.jpg

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di algunos días más aquí. Ahora te vas a comprometer y aceptar que esos días y noches

me van a incluir.

Mi corazón se aceleró ante la idea de él pasando toda la noche conmigo. Honestamente,

nunca había estado tan cerca de un chico que en realidad pudiera oler su aroma. Una

desventaja del asistir a una escuela totalmente de chicas. Daniel olía al aire libre, al

incendio de maderas, al pino afilado. Tragué saliva—. No toda la noche.

—Esa es tu decisión. Pero hasta que estés arropada y a salvo, estoy a tu lado.

Se deslizaron por mi mente imágenes de él en la cama conmigo. ¿Qué estaba mal en mí?

Me estaba sintiendo muy fuera de mi elemento. Lo empujé fuera del camino, lo que fue

sorprendentemente más fácil de lo que había esperado, pero sospechaba que era

únicamente porque él se quería mover. — Está bien, bueno. Me voy a Fuera de los Límites.

—Me imaginé.

—Eres irritante, ¿Lo sabías? —Pregunté mientras comenzaba a dar zancadas por la

pasarela.

—Sólo piensas eso porque tenemos propósitos distintos.

—Oh, ¿Y sólo para aclararlo? Los ancianos te pueden haber escogido para que seas mi

compañero, pero hasta que te acepte, no lo eres. Basada en lo que vi hasta ahora en tu

actitud prepotente, yo no me haría ese tatuaje justo ahora.

La tradición decía que un compañero Cambiador se declararía o reclamaría a su

compañera y luego tendría un símbolo representando el nombre de ella, tatuado en la

parte posterior de su hombro.

Daniel se echó a reír. Era un sonido intenso y agradable. — Los ancianos no te conocen tan

bien como pensaban. —Dijo—. Me dijeron que eras dócil.

—¿Dócil? —Acostumbrada a los ancianos y sus palabras pintorescas, tuve unas ganas

locas de reír. No podía ofenderme. No me conocían—. ¿Alguien todavía usa esa palabra?

—Si me preguntas, los ancianos siempre hablan como si estuvieran viviendo en otro siglo.

—Porque lo están, enterrados en los textos antiguos, concentrándose en el pasado. El

determinar el futuro se lo dejan a los Guardianes Oscuros.

—Es una extraña combinación. Y hablando de extrañas combinaciones…

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Habíamos llegado a Fuera de los Límites. El rústico edificio era el último lugar de donde

esperarías oír música rock saliendo a todo volumen de los altoparlantes.

—¿El sonido no te molesta? —Preguntó Daniel.

—Puedo manejar el estímulo externo. Es el interno el que me agobia. Pero si no te gusta la

música…

—No te vas a deshacer de mí tan fácilmente. —Realizó esa sonrisa que había hipnotizado a

Lisa y abrió la puerta.

En el interior, las personas se alineaban de a tres en el bar. Casi todas las mesas estaban

ocupadas. Algunas parejas estaban bailando enfrente de la banda. Vi a Lisa parada en una

silla, saludándonos.

— Por allí. —Dije, y retomé mi camino entre las mesas y gente.

Cuando llegamos, nos sacamos las chaquetas y las extendimos sobre los respaldos de las

sillas mientras Lisa hacía las rápidas presentaciones. El chico con ella era Eric. Nunca lo

había visto antes, pero se aferraba a él como si hubieran sido novios por años.

—Eric nos consiguió una jarra de cerveza pero tenemos que compartir el vaso. —Explicó

Lisa.

—Somos menores de edad. —Le recordé.

—De allí la razón por la que tenemos que compartir el vaso. —Ella se inclinó hacia

delante—. Entonces, Daniel, cuéntame de ti.

—No hay mucho que decir. —Se volvió a mí—. Un vaso en una mesa de cuatro va a hacer

que nos pidan identificaciones a todos. Voy a traer un refresco para alejar las sospechas.

¿Qué quieres?

—Lo mismo.

Mientras se ponía de pie, se inclinó y susurró, — No vayas a ninguna parte.

Desapareció, y Lisa agarró mi brazo. — Está bien, definitivamente hay química entre

ustedes dos. Est{s…

—¿Qué clase de química? —Interrumpí para preguntar.

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—Chispas. Sexual. Ya sabes. Entonces ¿Es un viejo novio o qué?

—Qué

Comenzó a gritar más fuerte. — ¿Es un viejo…? —La detuve con una risa—. No, él es un

Qué. No es un viejo novio. Sólo alguien de mi antiguo hogar.

—El que está ¿Dónde exactamente? Spike piensa que estás en el programa de protección a

testigos o algo así porque no nos dices nada de ti misma. Eres Señorita. Misterio.

—Simplemente quería mantenerme en anonimato.

—En otras palabras, que me meta en mis propios asuntos.

—Si no te importa.

Se echó a reír. — Eres demasiado educada.

Entonces, gracias a Dios, ella volvió su atención a Eric. Y dos segundos después deseé que

no lo hubiera hecho, porque estaban perdidos en un húmedo beso cerrado. Me deslicé

fuera de la mesa y fui al salón de juegos, donde estaban las mesas de pool. La mayoría de

las mesas estaban ocupadas así que me quedé apoyada contra una pared pretendiendo

observar a los jugadores. En el otro extremo del salón había un pasillo que dirigía a los

baños. Había estado allí antes, así que sabía que al final había una puerta que llevaba al

exterior. Estaba considerando las probabilidades de un escape exitoso cuando un vaso de

refresco apareció en mi línea de visión.

—Buen intento. —Dijo Daniel.

—Si estaba planeando escaparme, no estaría parada aquí. Ya me hubiera ido.

—¿Cómo lo hiciste de todas formas? —Preguntó—. Escapar de Wolford.

Me encogí de hombros y tomé un trago de mi refresco. — Ayudó que una tormenta de

nieve cayera tarde esa noche para cubrir mis huellas. Y todos estaban preocupados por lo

que le había ocurrido a Justin. —Intenté no pensar en ello, pero no puede evitar decir—,

Fue horrible.

—No puedo ni empezar a imaginarlo. Ellos dicen que tú sentiste…

—Sí. —Interrumpí.

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—Lamento que hayas tenido que pasar por eso. También lamento que Justin lo hiciera.

Bueno, fue muy duro para todos lo que le pasó. La mayoría de nosotros estábamos

convencidos que la historia del Cosechador era simplemente un cuento.

—Pude sentir las almas… —Sacudí la cabeza—. No quiero hablar de esto, no aquí, ni

ahora.

Asintió como si lo entendiera por completo. Luego preguntó, — ¿Entonces juegas pool?

—Lisa me enseñó.

—Juguemos una partida, entonces.

Era una distracción, y justo en ese momento, necesitaba mucho una distracción.

—¿Qué es lo que quieres apostar? —Pregunté mientras lo seguía hasta el estante de palos

de pool.

—¿Qué es lo que quieres apostar?

—Si gano, te marchas sin mí.

Él estaba alcanzando un palo cuando lo golpearon mis palabras. Deteniéndose, me

estudió. — ¿Eres tan buena?

—Tal vez.

Él se encogió de hombros. — Está bien. Si yo gano, tienes que aceptarme como tu

compañero.

—Eso es ridículo. No eliges a tu compañero basándote en el resultado de un juego.

—Pero estás dispuesta a arriesgar tu vida en ello. No pareces entenderlo, Hayden. Aquí

estás en peligro. Soy la mejor oportunidad que tienes de sobrevivir a lo que viene.

Su tono no era arrogante o presumido. En realidad lo creía. Por desgracia yo creía que la

mejor posibilidad que él tenía de sobrevivir hasta la vejez significaba que yo siguiera mi

propio camino. Alcanzando un palo, rocé con mi mano el estante de madera. —¡Ouch!

—¿Qué pasó? —Preguntó Daniel, agarrando mi mano.

Intenté soltarme, pero él me retenía con un fuerte agarre.

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—Sólo una astilla, creo. Déjame ver. —Ordené.

—La veo.

Me sacudí. Él jaló.

—Quédate quieta. —Exigió.

—Puedo encargarme.

Esta vez, levantó su cabeza y me clavó la mirada. — Quédate quieta, ¿Por favor?

En ese momento me di cuenta que él nunca se echaba atrás. También sospechaba que

nunca perdía. Era como una fuerza inamovible. Un par de personas nos estaban mirando.

No quería una escena. Tragué saliva y asentí.

Él volvió su atención a la estúpida astilla. Tenía manos grandes, largas, dedos delgados.

Me sorprendía de que fuera capaz de agarrar la astilla y sacarla. Un poquito de sangre se

agrupó en mi palma. Observé con asombro mientras levantaba mi mano y olfateaba.

Luego extendió su lengua y lamió la sangre.

El calor me atravesó sin impedimentos hasta la planta de los pies, y mis dedos se

encogieron con tanta fuerza que no estaba segura que se volvieran a estirar alguna vez.

—Aroma a sangre. —Dijo, su voz un gruñido profundo, su mirada de nuevo en la mía, lo

que causó que el calor en mi aumentará tanto que pensé que podría tener que sacarme el

suéter o hervir—. El más fuerte. Ahora siempre te encontraré, sin importar a dónde vayas.

Liberé mi mano de un tirón. — ¿Qué eres… un vampiro? —Mi corazón casi se paralizó—.

¿Es eso? ¿Es por eso que no puedo sentir tus emociones? ¿Por qué piensas que eres

inmune al Cosechador?

— No seas ridícula. Los vampiros y los Cambiadores no se mezclan.

— Ésa no es una respuesta. Era una pregunta de sí ó no.

Entrecerró los ojos y suspiró con impaciencia. — No. No soy un vampiro.

— ¿Qué eres?

Miró a un lado. Las personas que habían estado observando habían vuelto su atención a su

juego. Deslizó de nuevo la mirada hacia mí. — Un Cambiador.

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— No como cualquier otro que haya conocido.

— ¿Y cuántos has conocido? Además de aquellos en Wolford, quiero decir. Hay diferentes

clanes, diferentes tribus. Tal vez puedes sentir solamente las emociones de los que se

originaron en Wolford.

Arrugué mi frente mientras consideraba sus palabras. — ¿Por qué la procedencia de

alguien haría la diferencia?

— No lo sé. Quizás sea algo en el agua.

— Está bien, eso no tiene ningún sentido. Y he estado cerca de Cambiadores que no venían

de Wolford. —Estábamos hablando en voz baja para que nadie más en el salón pudiera

oírnos—. Cuando fui de vacaciones con mis padres, estaban aquellos a quienes no conocía.

Y aun así sentía sus emociones. Eres sólo tú. Hay algo diferente en ti.

Por primera vez desde su llegada, parecía incómodo. Su mirada se desvió brevemente de

la mía. — Cambiemos la apuesta. ¿Qué te parece que si pierdes me preparas el desayuno

por la mañana?

¿Por qué cambiaba de tema? ¿Estaba yo sobre algo? El salón estaba cada vez más lleno, y

supe que cualquier conversación profunda estaba fuera de cuestión. Pero su reacción era

algo para pensar y evaluar—. ¿Y si gano yo? —Pregunté.

— Prepararé tu desayuno.

— Tengo que estar en el trabajo a las seis.

— No es un problema.

— En realidad lo es. No hay mesas libres.

Me guiñó un ojo—me molestó que tan simple gesto debilitara mis rodillas—y tomó un

palo. Observé mientras lentamente examinaba el salón, luego fue a zancadas hasta una

mesa en el otro extremo y sólo se quedó parado allí. Me di cuenta que los dos chicos que

estaban jugando se ponían cada vez más incómodos, a pesar de que Daniel no hacía nada.

No los amenazaba, ni les hablaba. Su cercanía, su quietud, y su atenta mirada eran

suficientes. Ellos dejaron su juego sin terminar.

Impresionada, caminé hacia allí y me uní a él mientras empezaba a acumular las bolas. —

Eso fue lo mismo que hiciste más temprano, cuando quisiste ese asiento. ¿Cómo lo haces?

—Pregunté.

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— Hay Estáticos sumisos, al igual que los hay como lobos. Simplemente tienes que

reconocerlos.

— Y tú eres un Alfa.

— Todos los Cazadores Oscuros lo son. —Dijo en voz baja.

— Eso fue realmente decir poco.

Se encogió de hombros con indiferencia. — Todo lo que tenían que hacer era defender su

territorio al no irse. No iba a luchar con ellos por él. —Dio un paso hacia atrás—. Tú

rompes.

Supongo que no podía culparlo realmente por su estrategia para conseguirnos una mesa.

No había sido agresivo, pero emitió vibras tan poderosas, incluso parado quieto. Sería el

líder de la manada.

Aunque los Guardianes Oscuros ya tenían un líder: Lucas Wilde. Pero Daniel tenía razón.

Todos los Cazadores Oscuros tenían tendencias alfas. No retrocedían frente a una pelea.

Pero además reconocían y respetaban al líder conocido. Siempre había pensado que se

necesitaba mucha confianza en las habilidades de uno mismo para no sentirse amenazado

al aceptar órdenes. Tuve que admirar a Daniel por unirse a nuestro grupo y ajustarse

armoniosamente sin crear ningún conflicto. Los ancianos tenían que confiar en sus

habilidades para mandarlo por su cuenta a encontrarme.

Golpeé las bolas, las observé girar por toda la mesa, y ya que ninguna cayó dentro de los

agujeros, me encontraba contenta de que hubiéramos cambiado los términos de la apuesta.

Con una sonrisa casi arrogante, Daniel dio un paso adelante y se inclinó sobre la mesa. Me

aparté de su camino.

— ¿Eres el único que los ancianos mandaron a encontrarme? —Pregunté.

Miró por encima de su hombro. — Sí. ¿Por qué?

Me encogí de hombros. — Tienen mucha fe en ti.

— No fuiste tan difícil de encontrar una vez que capturé tu esencia. —Golpeó una bola, y

aterrizó en el hueco de la esquina.

— ¿Cómo supiste cómo olía yo?

Vaciló, le pegó a una bola, y erró el hueco lateral. — Inspeccioné tu cama.

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Está bien, ahora me estaba sonrojando, supongo que debería haber esperado esa respuesta.

Habría sido el lugar dónde mi fragancia era más fuerte, donde me había dado vuelta y

rodado por todas las sábanas. Me preguntaba si Daniel habría hecho lo mismo-en forma

de lobo-recubriéndose con mi aroma. De repente estaba tan caliente que parecía que

alguien hubiera prendido una fogata justo a mi lado. Sacudiendo la imagen de la cama, me

puse en posición.

— ¿Alguna vez venciste a Lisa? —Preguntó.

— No por el momento. ¿Por qué?

— No estás sosteniendo el taco precisamente bien. —Antes de poder responder, se movió

detrás de mí y me rodeó con sus brazos, acunándome dentro de la curva de su cuerpo.

Nuevamente estaba esa intimidad, de él comportándose como si ya fuéramos compañeros.

No podría explicar lo reconfortante pero inquietante que encontraba eso. ¿Cómo podía

sentir ambos al mismo tiempo?

— Todavía no eres mi compañero, sabes. —Dije, con mi voz no del todo estable.

— ¿Te sientes incómoda con la cercanía?

— Simplemente no estoy acostumbrada a ella. De los chicos, quiero decir. De los

Cambiadores. Las chicas en la escuela abrazan y esas cosas… —Pero no hacían que mis

piernas se sintieran débiles, no me hacían preguntarme cómo se sentirían sus besos.

— Entonces acostúmbrate a ello. No puedo ayudarte a pasar por la transformación si no te

toco.

Y cuando me tocara, el Cosechador lo tocaría. Sería el éxtasis y el infierno al mismo

tiempo. Tan asustada como estaba siempre que pensaba en enfrentar mi primera

transformación, en quizás también enfrentar al Cosechador, me asustaba más el pensar en

algo pasándole a Daniel simplemente porque estaba tratando de ayudarme.

Mientras ponía mis manos en posición, su mejilla estaba tan cerca de la mía que casi podía

sentir las cerdas a lo largo de su barbilla.

— Escuché que cuando Brittany necesitó un compañero, los ancianos pusieron los

nombres de los chicos disponibles en un sombrero.

Sonriendo, asintió. — SÍ. Servicio de citas de muy baja tecnología.

— ¿Es eso lo que hicieron conmigo? ¿Y fuiste desafortunado de nuevo?

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— Yo me ofrecí. —Dijo muy tranquilo.

Mi corazón tartamudeó. — ¿Por qué?

— Fue un desafío. No tenía nada mejor que hacer.

Así que no había estado enamorándose de mí a la distancia. Nuevamente tenía

sentimientos encontrados. Esta vez fueron alivio y decepción.

— Tú sí que sabes como hacer que una chica se sienta especial. —Dije sarcásticamente—.

Estoy empezando a entender porque Brittany no te aceptó como su compañero.

— Ella no me aceptó porque amaba a Connor. Lo descubrí después de diez minutos de

hablar con ella. ¿Hay alguien más, en lugar de mí, que desearías que estuviera aquí?

— Ni siquiera quiero que tú estés aquí.

— Esa no es una respuesta. Es una pregunta de sí o no. —Me estaba devolviendo lo que yo

le había dicho más temprano—. ¿Lo hay? —Pinchó.

La única persona en la que pude pensar fue en mi mamá. — No. —Admití de mala gana.

— Entonces relájate.

Le dirigí una mirada inquisitiva.

— Hará que el golpe sea más fácil de hacer. —Dijo, con su ahora familiar sonrisa.

Soltó su agarre en mí y retrocedió un paso, pero sus ojos nunca se desviaron de los míos, y

me pregunté por su verdadera razón para ofrecerse. Quizás necesitaba alejarse de Wolford

tanto como yo. O tal vez simplemente quería hacer algo diferente. No podía ser posible

que estuviera interesado en mí. ¿Cuántas veces nos habíamos mirado a los ojos antes?

¿Media docena? Nada de esto tenía sentido.

Golpeé la bola. Ésta golpeó a otra, mandándola dentro de un hueco, luego rebotó y le pegó

a pegó a otra, obligándola a bajar por un hueco lateral. Erré el próximo golpe, y Daniel

procedió a despejar la mesa. Le debía el desayuno.

— Serviré un tazón promedio de cereal. —Concedí mientras volvíamos al salón donde

estaba tocando la banda.

Se rió de eso. Deseaba poder relajarme a su alrededor. Pero algo no estaba bien.

Simplemente no podía darme cuenta de lo que era.

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Nos unimos a Lisa y Eric y compartimos su cerveza hasta que estuve serena. La música era

demasiado alta como para tener cualquier tipo de conversación, pero estaba consiente de

que Daniel me observaba, nunca desviaba la mirada, como si sospechara que tenía la

habilidad de desaparecer en una nube de humo.

Finalmente dije, —Estoy lista para irme.

Agarramos nuestras chaquetas, dimos las buenas noches a Lisa y a Eric, y salimos. Había

empezado a caer un poco de nieve. Sabía que los esquiadores le darían la bienvenida en la

mañana. Traté de no notar lo reconfortante que era tener a Daniel caminando a mi lado.

Aún cuando los ancianos lo habían designado para pasar conmigo mi luna llena y de

alguna manera lograra sobrevivir, no tenía garantías de que no se iría corriendo a la

mañana siguiente.

Experimentar el primer cambio era una experiencia íntima entre compañeros. No

cambiábamos con nuestras ropas puestas, así que sería realmente incómodo y raro

experimentarlo con alguien al que no amabas por completo. Los ancianos podían obligar a

los Cazadores Oscuros a hacer muchas cosas, pero nadie podía ordenarle a un corazón a

amar a alguien en particular.

Y luego estaba el Cosechador para complicar las cosas.

— Entonces, ¿Cómo fue tu primer cambio? —Pregunté cuando nos dirigíamos hacia mi

condominio.

Daniel hundió las manos en los bolsillos, y sentí que vacilaba en confiar en mí al respecto.

Sabía que estaba siendo entrometida. Los Cambiadores no hablaban acerca de su primera

vez. Era un momento privado, especialmente para los hombres porque lo atravesaban

solos.

— Con miedo. —Dijo finalmente.

— ¿Es por eso que no objetaste la idea de ser mi compañero?

Hundió los hombros hacia adentro, luego se enderezó. —Sí, me imaginé que si podía

ayudarte a pasarlo… ¿Por qué no? Adem{s, para este momento ya he estado en Wolford

por seis meses. No me he conectado con una chica. Soy un forastero. Confían en mí tan

poco como lo haces tú.

Me avergonzaba que fuera capaz de leer mis sentimientos tan fácilmente. — ¿Estás seguro

que no eres empático? —Pregunté.

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— Estoy seguro. —Se quedó realmente en silencio, y luego dijo en un tono de voz bajo y

cargado de emoción— Es doloroso, Hayden. La primera vez. Tu cuerpo siente como si se

desgarrara a si mismo. Creo que de alguna manera lo hace. Pero después de eso, es

simplemente increíble. No hay palabras para describirlo.

Oí el temor y la maravilla en su voz, lo que de alguna manera empeoraba las cosas. Sabía

que sin un compañero corría riesgo de muerte. Hay un vínculo, una conexión que se

desarrolla e intensifica durante la primera transformación, pero por lo menos tiene que ser

sugerido antes de esa noche mágica.

No quería pasar por esta experiencia maravillosa con un sustituto. Pero eso era todo lo que

Daniel me estaba ofreciendo. Unirse por una única noche para la realidad. No podía ni

siquiera pensar que podría convertirse en algo más. Porque ni siquiera iba a aceptar la

oferta de una única noche de unión.

Cuando llegamos al condominio, se quedó parado al pie de las escaleras mientras yo las

subía hasta el porche. Puse la llave en la cerradura y abrí la puerta.

— Buenas noches, Hayden.

Miré hacia atrás por encima de mi hombro y me obligué a sonreír. — No te olvides de

pasar por la mañana para ese tazón de cereal.

Su risa por lo bajo me siguió dentro del condominio. Esperaba que mis palabras de

despedida le hubieran asegurado que no intentaría escapar. Porque la verdad era, que

tenía toda la intención de haberme ido para cuando llegara a desayunar.

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CAPÍTULO 4

Traducido por: Sawi Corregido por: Obsession

Plan B, comprometerme a viajar ligera.

En mi cuarto del condominio agarré un par de suéteres, un par de jeans y otras

cosas esenciales en mi morral.

Era tarde después de medianoche, y en el condominio se había hecho el silencio

temprano, o tal vez parecía espeluznante por mi huida clandestina. El silencio me

recordó la llegada sigilosa de Daniel. Me pregunté cuánto tiempo habría estado

observándome hoy antes de hacerme saber su presencia. Realmente me irritaba

que pudiera escabullirse alrededor sin que pudiera saberlo. Siempre había odiado

esta carga que llevaba, y aquí estaba, quejándome porque en el momento en que la

necesitaba, me había abandonado.

Ni siquiera le había preguntado a Daniel donde se estaba quedando. Por todo el

pueblo había hoteles y hospedajes con cama y desayuno incluido. Tal vez tenía una

habitación en alguna parte. O tal vez él solo cambiaría a forma de lobo y se

acurrucaría al lado de cualquier árbol. El pueblo estaba en el valle, rodeado de

montañas y árboles. Él encontraría algún lugar para dormir. No me sentiría

culpable por cualquiera dificultad que sufriera. Yo no le había pedido que viniera

por mí.

Después de agrupar mis cosas en la puerta, deslicé mi morral sobre mi hombro. Di

una última mirada anhelante alrededor del cuarto. Había conocido la felicidad

aquí. Realmente iba a extrañarlo.

Abriendo la puerta, le eché un vistazo al pasillo. No había nadie cerca. Basándome

en los instintos de caza de mi especie, me deslicé hacia las escaleras.

Cuidadosamente descendí hacia la sala de estar. Nadie había cerrado las cortinas.

La débil luz de la luna se derramaba en el cuarto, lo suficiente para guiarme.

Crucé la habitación y fui hacia la puerta trasera, cerrándola y asegurándola detrás

de mí mientras salía a la terraza. Me lancé hacia abajo, por las escaleras de madera

acercándome al cobertizo donde había parqueado la moto de nieve que había

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tomado de Wolford la noche de mi escapada. En anticipación de tener que hacer

otra retirada rápida, siempre mantenía el tanque lleno. Pero cuando le di la vuelta

al cobertizo y abrí la puerta, descubrí que la moto de nieve no estaba.

Maldije roncamente en voz baja. Por supuesto. Los ancianos debieron darle a

Daniel una llave extra, y él no había confiado en que no intentara escapar usando

algo que se movía mucho más rápido que mis piernas. Él podría haberla tomado

en cualquier momento después de su llegada.

La rabia bulló dentro de mí. Quería gritarle, desgarrarlo. Pisoteé la nieve con mi

pie, no era más que una acción de satisfacción, ya que fue acompañado por tan

solo un pequeño sonido.

— Idiota —murmuré mientras miraba alrededor. No me sorprendería si estuviera

escondido en este momento, observándome. — Doblemente idiota.

Deseé poder sentir su cercanía. Sólo que no podía. ¿Y si no me vigilaba? ¿Y si él

pensaba que tomar la moto de nieve era suficiente para disuadirme de que con su

encanto podría retenerme?

Era lo suficiente obstinada para decidir que, si comenzaba a caminar ahora, podría

llegar al siguiente pueblo al amanecer. ¿Quién sabe? De pronto hasta tenían un

paradero de buses.

Saqué la linterna del bolsillo delantero de mi morral, luego ajusté las correas y el

peso en mis hombros. Caminé hacia los árboles. Estaba lo suficientemente

familiarizada con el área para saber que los bosques me proporcionarían algo de

abrigo, lo cual el camino principal que llevaba al pueblo no me daría muchas

molestias. Eventualmente llegaría al sinuoso camino.

Estaba caminando entre los árboles, donde no llegaban las luces del pueblo así que

finalmente tuve que encender la linterna. Era increíble lo negra que podía ser la

noche cuando sólo la luna plateada estaba en el cielo. Tenía un estupendo sentido

de orientación, en parte por mis instintos naturales de lobo. No tenía miedo de

perderme.

Pero el aire estaba frío y no podía sentir mi nariz. Unas horas más tarde esto no

sería tan buena idea. Y Daniel probablemente se imaginaba que era lo

suficientemente inteligente para hacer algo tan estúpido, así que era posible que no

estuviera vigilándome. El bosque estaba lleno de un silencio espeso. En alguna

parte una ramita crujió —sin duda debido al peso de la nieve congelada.

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Siempre me había sentido cómoda en el bosque, pero de repente un escalofrío se

deslizó por mi espalda. Mi respiración no había sido visible en el frío y húmedo

aire, pero ahora lo era. Sólo pequeños jirones de niebla. Si es que era posible, todo

estaba más silencioso. No podía explicarlo, pero era como si estuviera sumergida

bajo el agua. Mis oídos tenían un pitido extraño.

Entonces vi la niebla gris azulada moviéndose lentamente alrededor del grupo de

árboles. Me detuve en seco. Había algo extraño en la frescura del paisaje cubierto

de nieve. Se deslizaba silenciosamente, como si fuera algo vivo, que respiraba.

Siniestro. Espeluznante. Estaba sólo a la altura de mis rodillas, pero aun así no

podía caminar a través de ella.

Esto me recordaba a los Cosechadores. Pero no podían estar aquí. No podían

haberme encontrado.

La linterna parpadeó y me envolvió la oscuridad. Ahora todo lo que tenía era la

luz de la luna. De esta forma la niebla era más visible.

Hora de irme.

Di la vuelta y choqué contra algo duro. Fuertes brazos me sujetaron.

Chillando, me liberé, y arremetí contra—

— ¡Hey! ¡Tranquila, tranquila!

Reconociendo la voz de Daniel, dejé de mover mis manos y pies. Me hundí en él,

respirando con fuerza. Tomando el frío aire tan profundamente en mis pulmones

que me dolía el pecho.

— ¿Lo viste? —le pregunté.

— ¿Ver qué?

Incliné mi cabeza para tener una mejor vista de él, pero la oscuridad nos mantenía

a ambos en las sombras. — Allí. —Me di la vuelta para enseñarle y me congelé.

No había ninguna niebla, ninguna bruma. Sólo mi linterna, ahora encendida,

descansando en el suelo donde la había dejado caer, la luz apuntaba hacia lo

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profundo del bosque y no revelaba nada más que nieve y árboles esqueléticos. Un

conejo saltó a través del rayo de luz y por poco me salgo de mi piel.

— ¿Tienes miedo de un conejito? —se burló Daniel.

— No tengo miedo de nada. Es solo que… había algo allí.

Caminando junto a mí, se agachó y recogió la linterna. — ¿Cómo qué?

Está bien, niebla sonaba incluso menos peligrosa que un conejo. Y como él no había

estado la noche en que el Cosechador atacó, no había visto lo que todos vimos.

Pero aún así le confesé: — Parecía niebla. —Viniendo por mí. O por lo menos,

bloqueándome el paso. Y ahora no estaba.

— ¿Parecía? ¿Piensas que era algo más?

No debería haberme sorprendido que dudara de mi redacción. Veníamos de un

mundo donde todo no era exactamente lo que parecía ser.

— No lo sé. Quiero decir, estaba allí y entonces ya no lo estaba. —Me sentía

extrañamente paranoica.

Él miró alrededor. Escuché su profunda aspiración, sabiendo que estaba oliendo el

aire.

— Huelo sólo al conejo... y a una lechuza. Si ese conejo no tiene cuidado, terminará

como aperitivo de medianoche. —Me entregó mi linterna. — Así que, ¿qué estas

haciendo aquí? ¿Estás tomando un descanso de tu sueño?

— ¡Ha! Muy gracioso. —Le dije, dándome la vuelta y caminando de vuelta al

condominio. — Sólo estaba haciendo una pequeña excursión.

Su profunda risa se envolvió a mí alrededor. — Estoy comenzando a pensar que

eres una mentirosa compulsiva.

— Trabajo durante el día. Es el único momento que tengo para disfrutar del aire

libre.

— Sí, claro. ¿Por qué no puedes sólo aceptar que estamos en esto juntos?

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Porque no lo estamos. No le respondí. En cambio me detuve, me giré y estudié los

árboles de nuevo. Todo se veía tranquilo y silencioso. Natural.

— Estás realmente asustada. —Dijo Daniel.

— Fue extraño. Fue como la noche en que vi al Cosechador.

Todo su lenguaje corporal cambió. De repente estaba muy alerta. — ¿Crees que

está aquí?

— No lo sé. No sé cómo pudo encontrarnos. Sólo sé que por un par de minutos,

sentí que no estaba sola.

— No lo estabas. Estaba siguiéndote.

Lo miré, antes de continuar mi camino hacia el condominio. — Podrías haberme

avisado de tu presencia antes.

— Quería saber a donde ibas.

Salí del bosque y me acerqué al cobertizo. — Robaste mi moto de nieve —dije

toscamente. — Debería reportarte a la policía.

— ¿Reportarás que yo robé una moto de nieve que tú robaste? —preguntó Daniel.

— No lo creo.

— ¿Cuándo lo hiciste? —le pregunté.

— Antes de ir por chocolate caliente.

— Así que ya sabías donde vivía antes de que camináramos a casa. —Él no dijo

nada. — ¿Hay algo de mí que no sepas?

— Claro. Tus sueños. Quién te dio tu primer beso. Tu película favorita. La mía es

Avatar, a propósito. Increíbles efectos especiales.

Era tan difícil estar irritada con él cuando estaba tan cómodo a mí alrededor. Pero

estaba determinada a no distraerme de mi propósito por su encanto. Me marché

hacia las escaleras. La culpa pinchaba en mi consciencia. Me detuve y lo estudié. —

Así que, ¿dónde estás quedándote mientras estás aquí?

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Él se encogió de hombros. — Alrededor.

Me imaginé que él probablemente había estado cuidándome en forma de lobo y

había cambiado de nuevo cuando me vio dirigirme hacia el bosque. En forma de

lobo, teníamos la habilidad de comunicarnos telepáticamente con otros en forma

de lobo. También había oído que algunos compañeros destinados podían escuchar

sus pensamientos en forma humana. Pero para comunicarse conmigo ahora,

Daniel tenía que hacerlo en forma humana.

Aún estaba enojada con él por tomar mi moto de nieve, pero él sólo estaba

siguiendo órdenes. Además estaba ese viejo dicho de mantén a tus amigos cerca y

a tus enemigos más cerca. Daniel no era el enemigo, pero estaba comenzando a

pensar que saber exactamente dónde estaba podría trabajar a mi favor. Puedes

dormir en el sofá si quieres.

Sonrió. — Qué invitación tan dulce.

Está bien, había sonado un poco petulante. — Mira, estoy enojada por lo de la

moto de nieve, pero estoy tratando ser amable.

— No tienes que intentarlo.

Rodé mis ojos, y su sonrisa se amplió cuando, creo, se dio cuenta de lo cursis que

habían sonado sus palabras.

— ¿Quieres el sofá o no? —Le pregunté. Sabía que al estar él en el sofá no podría

intentar huir de nuevo esta noche, pero probablemente no podría de todas formas.

Era tarde, y estaba cansada, y Daniel iba a vigilarme.

— Está bien, seguro —dijo.

Le eché un vistazo a los árboles. ¿Por qué había tenido esa sensación de ser

observada? Y no por Daniel.

Me apresuré a subir por las escaleras e inserté la llave en la cerradura. Abrí la

puerta y Daniel me siguió al interior.

— Genial. —Dijo.

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La sala de estar era grande con una chimenea y una TV pantalla plana. El sofá

estaba ubicado entre dos mesas en el área de estar en frente de la chimenea.

— Te traeré algunas mantas —le dije, y fui al armario del pasillo. Me incliné para

tomarlas y tuve plena conciencia de Daniel estirándose detrás de mí, su pecho

rozaba mi espalda.

— Lo tengo. —Dijo.

Me deslicé bajo su brazo y lo miré mientras tomaba algunas mantas y una

almohada.

— En verdad aprecio esto —dijo. — No había considerado que todos los hoteles y

posadas estuvieran llenos. No es que me importe dormir en una carpa, pero un

sofá es mejor.

Los Guardianes Oscuros pasaban sus veranos guiando campistas a través del

bosque nacional. Ellos pasaban más tiempo al aire libre que en otra parte. Sabía

que Daniel probablemente había viajado a cuatro patas, pero una vez que llegó

aquí, había tenido que comprar todas las cosas que necesitaba. Era muy fácil llevar

algo de dinero en un collar.

— Supongo que viajaste en cuatro patas —dije, esperando que confirmara mis

sospechas.

— Tanto como pude, sí. Pero usaremos la moto de nieve para volver a Wolford.

— Entonces, si viajaste en forma de lobo, ¿donde conseguiste la ropa? —le

pregunté.

— Hice un poco de romper y escabullirme cuando llegué esta mañana. No te

preocupes. Dejé dinero en el mostrador.

— No estaba preocupada. Sólo curiosa. Siéntete como en casa.

Él se dirigió al sofá y yo a las escaleras. Entonces escuché abrirse la puerta

principal. Me precipité a bajar, justo cuando Lisa atravesaba la entrada.

— Hey —le susurré. — Dejé que Daniel usara el sofá.

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—¿El sofá?—, repitió mientras se unía a mí en las escaleras—. Él definitivamente se

merece una cama digna. Parece como si necesitara un buen abrazo.

—Ni siquiera somos amigos —murmuré mientras subíamos las escaleras.

Cambiando de tema, le pregunté — ¿Cómo te fue con Eric?

Encogiéndose de hombros, se detuvo en el descansillo. — Estuvo bien, pero no

conectamos. Me temo que verte con Daniel me hizo querer algo más.

— ¿A qué te refieres?

Ambas estábamos en nuestros cuartos. Ella se recostaba en el marco de su puerta.

— Es obvio que hay una verdadera conexión entre ustedes. Como almas gemelas o

algo.

Si eso era verdad ¿No debería sentirlo? ¿Y eso no complicaría aún más las cosas si

lo perdiera gracias al Cosechador? — Es sólo un chico.

— No intentes engañarme, o engañarte a ti misma. Quiero saber qué tienes con el

chico sexy.

— No tengo nada.

— Creo que lo tienes. Sólo que no lo sabes aún. Buenas noches —dijo ella.

Se deslizó dentro de su dormitorio y yo entré al mío. Estaba lista para ir a la cama.

Estuve acostada mucho tiempo sin poderme dormir. Daniel no era sólo un chico.

No estaba totalmente convencida de que fuera sólo un Cambiador.

Entonces, ¿qué era?

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CAPÍTULO 5

Traducido por Sawi y Rania Belikov Corregido por María José

La mañana siguiente me desperté exhausta. Todo estaba inusualmente silencioso, y

cuando miré mi reloj, me di cuenta que me había quedado dormida. Probablemente ya

todos estaban listos en la tienda.

Me duché y me vestí con unos jeans y un suéter verde. Recogiendo mi cabello, estudié mi

reflejo en el espejo. Mis ojos eran llamativos, sombreados de color caramelo, justo como el

chico había mencionado ayer. Me pregunte qué pensaría Daniel de ellos, luego me regañé

a mí misma. ¿Qué importaba lo que pensara?

Al tomar mi chaqueta, me dirigí hacia las escaleras y entré en la sala de estar. Él estaba aún

dormido, tendido en el sofá. Acostado allí, se veía como cualquier adolescente normal.

Parecía completamente humano.

Me pregunté si en sus sueños se veía a sí mismo en forma de lobo o en forma humana.

¿Soñábamos cuando estábamos en forma de lobo? Ya que mi momento se acercaba, las

preguntas más tontas se me venían a la mente.

Lo más silencioso que pude, caminé hacia la cocina, tomé un cuenco de la alacena, y vertí

cereales en él. Lo puse sobre la mesa y coloqué un banano a su lado, junto con una nota: La

leche esta en el refrigerador. Disfruta tu desayuno.

Me congele. ¿Qué estaba haciendo? Actuando como si fuéramos una pareja con pequeños

secretos y bromas privadas. Comencé a destruir la nota, entonces cambie de opinión. No

sabía que iba a hacer con Daniel, el regreso a Wolford, el Cosechador, o con mi vida en

general. Lo que si sabía era que iba a llegar tarde al trabajo.

Me dirigí hacia la puerta principal. Cuando comencé a bajar las escaleras, un escalofrió me

atravesó. Era diferente a lo que sentía cuando Daniel me observaba el día anterior. Se

sentía amenazador, siniestro. Mire a mí alrededor. No vi ningún movimiento. Creí ver

algo moverse entre los árboles. Algo brillante, algo oscuro.

Entonces ya no estaba.

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— No te vuelvas paranoica. —Murmuré.

Cuando llegue a la tienda, fui hacia la puerta trasera y colgué mi chaqueta y mochila en un

gancho. Luego fui hacia el área del mostrador, donde todos estaban ocupados ubicándose

para el asalto de la mañana. La mayoría de los pedidos eran para llevar ya que las

personas tomaban sus bebidas calientes y se dirigían a las pendientes.

—No puedo creer que lo dejaras durmiendo solo en el sofá, —Dijo Lisa mientras se

estiraba delante de mí por un paquete de café.

— Te lo dije. Apenas y lo conozco.

— Eso nunca me detuvo. —Me levantó sus cejas.

Reí ligeramente. — Es complicado.

— Entonces des-complícalo.

Es más fácil decirlo que hacerlo. Esta era una conversación que en realidad no quería tener así

que volví mi atención a llenar la urna de agua caliente.

— Todavía estás dentro para el Viernes Fantástico, ¿verdad? —me preguntó, obviamente

decidida a intentar manejar mi vida amorosa por mí.

Le di una mirada en blanco.

— Arreglé para que subamos la montaña en las sillas para esquí a medianoche.

Todo en las pendientes se cerraba al anochecer. Pero Lisa tenía contactos. — Oh sí. Claro.

Estaré allí.

— ¿Con el chico ardiente?

¿Quién sabe qué oportunidades de escape podrían presentarse en la cima de la montaña?

— Absolutamente.

Pero no tuve mucho tiempo para hacer planes porque Spike abrió la puerta principal y las

personas se precipitaron a entrar por ella, ansiosas por obtener la bebida caliente de su

elección. La mañana fue frenética como siempre, y tuve poco tiempo para preguntarme

donde podría estar Daniel. Aunque estaba un poco decepcionada al no verlo entre la

multitud de personas que ordenaban su pedido. Y eso me molestaba. Me molestaba que la

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parte de mí que en realidad lo extrañara, se la pasara buscando alrededor para verlo. No

quería aceptarlo como una parte de mi vida y todos los peligros que involucraba.

Tal vez se había despertado, había cambiado de opinión y regresado a Wolford sin mí.

Sí, claro, Hayden. Si continuas viviendo en un mundo de fantasía, puede que también creas que la

luna llena nunca llegará.

Para media mañana el asalto había terminado. Spike mantenía a solo uno de nosotros a

cargo durante el día—hasta que el asalto de la tarde comenzara. Hoy, gracias a Dios, no

era mi turno.

Mientras vertía chocolate en mi propio pocillo, consideré tratar de hacer otro descanso, tal

vez podría convencer a Spike para que me llevara hasta el próximo pueblo, donde podría

tomar un bus o algo. Sólo que ni siquiera sabía si el próximo pueblo tenía transporte

público. Había estado dispuesta a arriesgarme anoche, pero con la determinación de

Daniel, necesitaba un plan más concreto. Sacarlo de mi camino no iba a ser fácil.

Necesitaba tomar prestada la computadora de Lisa y reubicar mis opciones, tal vez

encontrar una manera de borrarle mí aroma de su cabeza. Aunque considerando cuan a

menudo había estado cerca de mí, mi aroma probablemente ya estaba arraigado a él.

Pensé en él probando mi sangre. Nunca había conocido a un Cambiador que se

preocupara por el aroma de la sangre. Daniel no era como cualquier Cambiador con el que

hubiera estado antes, pero entonces mi exposición a ellos había sido muy limitada.

Mientras caminaba de vuelta al condominio, una fresca nevisca comenzó a caer. Los

gruesos copos caían en mis pestañas y luego se derretían. Wolford estaría también

cubierto de nieve. El bosque nacional estaba cerca a la frontera Canadiense. Cruzar países

en esquí era un deporte muy popular en el bosque. Nosotros tenemos algunas montañas,

también, donde los Cambiadores podían esquiar, pero estas nunca estaban abiertas al

público. Eso nunca nos detuvo a probar el poder de nuestros propios límites. Era una de

las pocas veces en que me disponía a estar alrededor de otros Cambiadores porque todas

las emociones reflejaban la sensación de aventura.

Durante lo más duro del invierno el bosque estaba cerrado completamente para el público.

Era tan hermoso y placentero estar al aire libre en esa época. Había pasado algún tiempo

explorando los bosques cuando las emociones en Wolford se volvían abrumadoras. Era

bueno que disfrutara de mi propia compañía, porque eso era todo lo que tenía. Yo

saboreaba la soledad. Por mucho que no quisiera volver a Wolford, no podía negar que lo

extrañaba.

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Fui hacia la parte trasera del condominio y subí de dos en dos las escaleras hacia la terraza

de madera. Sacudí la nieve de una silla Adirondack2 y me senté, puse mis rodillas contra

mi pecho y le di un sorbo a mi chocolate mientras disfrutaba lo que parecían ser mis

últimos días de paz. Tenía una gran vista del bosque. Los árboles de hoja perenne3 estaban

desperdigados entre desnudos y esqueléticos árboles. Vi como un ciervo caminaba entre

ellos. Y entonces, como si hubiera captado el aroma de un depredador, se alejo saltando.

Escuché el sonido de botas crujiendo en la nieve, era cada vez más ruidoso mientras se

acercaba a las escaleras. Incluso aunque no podía captar sus emociones, sabía quién era,

sabía que su mirada estaba enfocada en mí, porque los vellos de mi cuello se erizaron,

pero no era una sensación completamente desagradable. Era más parecida a anticipación,

lo cual me irritaba. No quería que estuviera a mí alrededor. Acerqué el humeante

chocolate a mi cara, permitiendo que el vapor le hiciera cosquillas a mi nariz, lo que fuera

para distraerme de esta extraña reacción a su llegada. No giré mi cabeza, sólo continúe

mirando a través de la pantalla de vapor.

Me pregunté cuando había dejado el condominio, porque nuestros caminos no se habían

cruzado, si es que él había estado espiándome.

— ¿No creíste que volvería? —le pregunte toscamente.

— No soy un tonto, Hayden, —Dijo Daniel, su voz estaba impregnada de humor, mientras

se sentaba en una silla a mi lado.

Me irritaba que lo divirtiera. —No te vi.

— Estaba allí… observ{ndote.

— Esto es realmente un poco espeluznante, ya sabes. Ellos detienen a las personas para

acecharlas.

— Yo no tendría que hacerlo si tú me dieras tu palabra de que no escaparás.

Miré por encima de él. Hoy Llevaba un jersey marrón, y comprendí que había

escondido algo de ropa en alguna parte. —¿Tú me creerías si yo te diera mi palabra?

2 http://www.lovethegreenearth.com/Products/GardenFurniture/ProductImages/child-adirondack.jpg

3 http://thummada.com/php_upload2/Evergreen_Tree.jpg

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— No por tu vida. ¿Me has traído un…? —Señaló mi taza.

— No. Ni siquiera estaba segura de que aún estuvieras alrededor.

Él se rió entre dientes. —Bien.

Luego tomó la taza y bebió un sorbo de mi chocolate. Yo quería repartir golpes de

izquierda a derecha contra él, pero por alguna razón mis cuerdas vocales estaban atoradas,

quizás porque mi garganta y mi pecho se sentían

apretados. Al mirar, la intimidad de nosotros compartiendo una bebida, era tan

inquietante. Parecía como si él se sintiera en casa conmigo, totalmente relajado, y sin

embargo aún tenía que estar alerta. Mientras su mirada

se pasea por el paisaje frente a nosotros. Yo podía sentirlo escuchando atentamente, como

si no pudiera creer en la tranquilidad que nos rodeaba.

— ¿Esperando algún problema? —Le pregunté mientras extendí mi mano para recuperar

mi taza. Estuve a punto de girarla para así no tocar donde sus labios se habían posado,

pero yo podía sentir el desafío en su fija mirada, entonces bebí a sorbos del mismo lado

donde él lo hizo.

— Siempre los espero. Es parte de ser a un Guardián Oscuro.

Envolví mis manos alrededor de mi taza y sentí el calor filtrarse a través de mis guantes.

— No sé cómo hacer para que entiendas cuan malo sería regresar, no quiero hacerlo, —le

dije.

— No sé cómo hacerte entender cuan imprescindible es que lo hagas. —Respiró

profundamente, se inclinó hacia delante, plantando sus codos en los muslos mientras

miraba hacia los árboles que estaban ante nosotros como si tuviera la capacidad de ver

algo claramente a través de ellos—. Anoche me preguntaste qué sabía acerca de ti. ¿Qué

sabes tú de mí?

Me di cuenta que no mucho.

— Sé que vienes de Seattle.

— No exactamente, pero si del área alrededor de Seattle. —Él inclinó la cabeza, estudiando

sus manos que mantenía juntas.

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Me relajé en la silla, tratando de tener una mejor lectura sobre Daniel y lo que le estaba

pasando. Estaba tan inmóvil como una estatua, como si él pensaba que si se movía, podría

agrietarse o derrumbarse.

— ¿Pasa algo? —Le pregunte en voz baja.

— Mi familia-mis padres y mi hermano mayor fueron asesinados.

La empatía me inundó y trajo lágrimas a mis ojos. Fue algo tan fuerte, tan poderoso. Yo

había perdido a mis padres en un accidente de coche. Los cambiadores tenían la

sorprendente habilidad para sanar rápidamente, pero

sólo en forma de lobo. Y cuando uno era golpeado por dieciocho ruedas...

Era muerte por el impacto. No hay tiempo para cambiar, no hay tiempo para sanar. Las

autoridades dijeron que mis padres ni siquiera se dieron cuenta lo que les venía encima.

Yo nunca había llegado a tocar a otro cambiador por mi propia voluntad. Aunque yo sabía

que las emociones de Daniel no me golpeaban, los viejos hábitos son difíciles de romper;

desde hace mucho tiempo

las aversiones son difíciles de superar.

Aún así me obligué a quitarme un guante. Tomando un profundo respiro, puse mis

temblorosos dedos en sus manos. Estaban tan estrechamente entrelazadas

que se sentían como una roca sólida.

— Lo siento. Perdí a mis padres cuando yo era una niña. Sé lo difícil que es perder a tu

familia.

Él aflojó sus manos y pasó sus dedos por los míos, el estudio el entrelazamiento como si

fuera la cosa más fascinante que jamás había visto. — ¿Tu sentiste sus

emociones?

Sentí mi garganta apretada, asentí con la cabeza. — No debería haberlo hecho. Ellos

estaban tan lejos. Me habían dejado en Wolford, porque iban a celebrar su aniversario.

Creo que era su décimo, no lo sé. Pero si me acuerdo que me volví loca cuando ellos

decidieron dejarme. Entonces me sentí morir.

Los ancianos dijeron que era debido a la conexión de sangre y que por eso la distancia no

importaba. Me desperté gritando. El miedo fue tan intenso pero breve. Gracias a Dios

breve para mí y para ellos.

El apretó mis dedos. — Lo siento. Yo no tenía intención de desenterrar viejos recuerdos.

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— ¿Qué pasó con tu familia?

Negó con la cabeza. — En ese momento yo estaba seguro. Ellos estaban muertos cuando

llegué ahí. Nosotros... nuestro clan... no es como el tuyo. Son como un pelotón muy unido.

Nosotros somos más dispersos. Pensé que si yo venía a Wolford podría encontrar algunas

respuestas.

— ¿Tú?

— La noche que Justin murió. Al igual que él, mi familia no cambio.

— Oh, Dios mío. ¿Crees que fue un Cosechador?

— No sé a ciencia cierta. Tal vez. Como dije, ya estaban muertos cuando llegué ahí. Y no

habían cambiado a la forma humana.

— Lo siento. Lo siento mucho. ¿Por eso estás tan concentrado en llevarme de nuevo a

Wolford?

— Es una de las razones. Tal vez me siento como una satisfacción al hacerlo. Yo no pude

hacer nada para ayudar a mi familia. Tal vez a ti te pueda ayudar—. Tomó mi mano, y

besó la punta de mis dedos.

El calor se regó a través de mí.

— ¿Qué estás haciendo? —Mi voz sonaba como si el aire se escapara de un globo.

Miró por encima de su hombro y me dio una sonrisa torcida. — Cambio de tema.

Irritada porque él no estaba dispuesto a contarme más, liberé mi mano de él y la acomodé

en mi silla. — Entonces, ¿qué vas a hacer por el resto del día?

— Depende de lo que tú harás.

— Tengo la intención de sentarme aquí y disfrutar de la paz. Hasta cerca del medio día,

antes de dirigirme a la tienda para prepararme para la muchedumbre del atardecer.

— Suena interesante. Probablemente me reuniré contigo para eso.

Como él no confiaba en mí, por querer escapar de él. Yo todavía estaba planeando

encontrar un camino.

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—¿Y qué tipo de descripción le da Lisa a los viernes por la noche? —preguntó—. Porque

se me ocurre de un par de palabras que comienzan con F.

Sus ojos brillaban. Pensé que si no fuera por la situación de todo esto del Cosechador y el

acercamiento de la luna llena, en realidad podría disfrutar de estar con Daniel.

— Fantástico Viernes, —le dije—. Vamos esta noche a la pistas.

— ¿Para hacer qué?

Me encogí de hombros. — Tal vez esquí. Sentarse en la parte superior de una montaña. Lo

que sea. Lisa tiene conexiones.

— Definitivamente me uniré para eso.

— ¿Quién dijo estas invitado?

Él no respondió con palabras. Él simplemente me dio una sonrisa salvaje, y me di cuenta

que nunca me dejaría escapar. Pero si quería sobrevivir, tendría que encontrar una manera

de hacerlo.

Cuando el chocolate se terminó y el aire frío congelaba los huesos, entramos en la casa.

Uno de los canales tenía un maratón de bichos grandes, así que Daniel se acomodo en

frente de la TV y vio como las hormigas y luego los saltamontes aterrorizaban todo el

campo. Me acurruqué en una silla con una novela. Aunque realmente estudiaba en lugar

de leer acerca de la arrogante alta sociedad de Nueva York a finales del siglo XIX.

No podía negar que Daniel era sexy, fuerte, y aparentemente sin miedo a

cualquier cosa, incluyendo los desastres que un Cosechador puede causar. Yo no quiero

ser morbosa, pero mi esperanza de vida probablemente se sitúe muy por debajo de la

media nacional. Si fuera a pasar mi primera luna llena sola, podía morir. Si me las

arreglaba para sobrevivir, el cosechador podría ser

que espera por mí y moriría. Mis posibilidades de sobrevivir aumentarían si tuviera un

compañero, pero luego corríamos el riesgo de morir al tratar de evitar al Cosechador.

Básicamente me sentía perdida, confundida, y deseaba que hubiera una respuesta simple.

Yo tenía una loca idea: ¿Por qué no gastar el poco tiempo que tengo para disfrutar de la

vida plenamente, de preferencia con un chico? Y aquí lo tenía sentado en el sofá, no más

de cinco pies de distancia de mí.

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Todavía me molestaba todavía el hecho de que yo no podía sentir sus emociones. También

me molestaba que él hubiera salido a patrullar la noche en que Justin murió. Yo trataba de

tomarle la palabra a Daniel de que los ancianos le habían enviado. ¿Y si era un emisario

del Cosechador?

Sentí mi estomago caer como si acabara de alcanzar la cima de una montaña rusa y

estuviera cayendo a la velocidad de la luz. No creía estar a salvo en Wolford. Pero

tampoco estaba segura de estar a salvo aquí.

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CAPÍTULO 6

Traducido por Sawi Corregido por Virtxu

Por la tarde nos alcanzó una ligera tormenta, y parpadeé, ya que los copos de nieve

aterrizaban en mis pestañas mientras Daniel caminaba junto a mí hacia el Hot Brew Café.

Le preparé un chocolate caliente con doble de chocolate, con el cual se sentó en el área

cerca de la chimenea. De nuevo se volvió, de modo que podía observarme. Debí de

haberme acostumbrado a su presencia, porque no me molestaba.

Entonces el asalto comenzó, y no tuve tiempo para pensar en Daniel, lunas llenas, o

Cosechadores. Era un poco extraño que el trabajo duro relajara, pero realmente alivió un

poco mi estrés.

Debía demostrarlo en mi cara porque cuando comenzamos a cerrar, Daniel se acercó a mí

y dijo:

— Tú en realidad lo disfrutas.

— Sí, lo hago. —Me gustaba estar rodeada de personas-personas humanas. Desearía poder

experimentar la misma clase de conexión con mi propia especie.

Cuando terminamos de cerrar por esa noche, Spike nos dejó a Lisa, Daniel y a mí fuera de

la puerta principal. Un chico en un Rang Rover plateado esperaba por nosotros. Su

nombre era Chip, y al parecer era el elegido por Lisa esta noche. Era ronco y tenía una

barba que lo hacía ver como un verdadero hombre de las montañas. Después de

presentarnos, Daniel y yo subimos al asiento trasero y Lisa abrochó su cinturón de

seguridad en el asiento de pasajeros.

— Esto será tan divertido. —Dijo Lisa—. Chip empacó una canasta de picnic para

nosotros. La comeremos en la Mueca del Diablo.

— ¿Qué es la Mueca del Diablo? —preguntó Daniel.

— La pendiente más alta. —Explicó Lisa—. Deslizarse por ella es solo para los esquiadores

más experimentados. Cuando lleguemos allí podrás decidir si quieres intentarlo.

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— ¿Podemos esquiar? —pregunté.

— Si queremos. Mi amigo Jake es un patrullero de esquí. Está planeando una especie de

fiesta no autorizada en las pendientes esta noche. Las luces estarán encendidas, pero solo

en las pendientes inferiores. Su novia Trash, tiene acceso al equipo de alquiler. Sin cargo

para nosotros.

— No puedo creer cuanta gente conoces. —admití, aterrorizada de que una persona

pudiera tener tantos amigos. Y por lo mucho que estos estaban dispuestos a hacer por ella.

— Oh, ya sabes. Soy una chica fiestera. No puedo perderme ninguna fiesta.

Pero cuando llegamos, nos dimos cuenta que la fiesta había sido cancelada. Los patrulleros

de esquí estaban ocupados, y estaban lejos de sosegarse. Unos cuantos de ellos tiraban de

trineos.

— Lo siento Lisa. —dijo Jake. Era alto y delgado. Como los otros patrulleros, llevaba una

chaqueta roja para identificarse—. Justo después de que cerráramos las pendientes, nos

enteramos de que un chico de ocho años se perdió de su padre en lo alto de la montaña.

Tenemos a los perros buscando, pero no han encontrado ninguna pista. Estamos

reagrupando a todos.

— Eso es terrible. —Dijo Lisa—. ¿Qué podemos hacer?

Él le sonrió con cansancio.

— Ir a casa para así no preocuparnos de que se pierdan también.

Intercambié una mirada con Daniel, y aunque no podía leer su mente o sentir sus

emociones, sabía lo que estaba pensando, pero si los perros no habían tenido suerte ¿Cómo

podría él?

Capté un rápido movimiento por la esquina de mi ojo y miré hacia atrás. Una pareja se

sentaba en una banca. El hombre tenía su brazo alrededor de la mujer, quien miraba en

blanco la nieve y removía en sus manos lo que parecía ser una arrugada tela color azul.

— ¿Esos son sus padres? —pregunté.

— Sip —respondió Jake—. El Señor y la Señora Smith, ¿puedes creerlo?

— ¿Ella está sosteniendo la gorra de su hijo?

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— Si, el padre la encontró cerca de un árbol. Desafortunadamente la tormenta que cayó

esta tarde borró cualquier pista.

Me volví hacia Jake.

— A lo mejor hay algo que podemos hacer. Podemos hacer chocolate caliente para la

patrulla de búsqueda, si no hay algo más.

— ¡Esa es una gran idea! —Exclamó Lisa—. Déjanos hacerlo.

— Está bien, si, por supuesto. —Dijo Jake—. En realidad estamos llenando los termos en la

estación de primeros auxilios. Solo vayan. Trish está allí. Yo tengo que volver a la patrulla.

—Se deslizó alejándose en sus esquíes.

— Ir vosotros —le dije a Lisa—. Nos encontraremos en un minuto.

Ella frunció sus cejas, apunté con mi pulgar sobre mi hombro y modulé, baño.

Afortunadamente no me preguntó porque necesitaba que Daniel se quedara conmigo si

necesitaba ir al baño. Me imaginé que estaba tan alterada por la desaparición del niño que

no pensaba claramente. Ella y Chip se alejaron caminando.

— ¿Así que quieres ayudar a llenar termos? —me preguntó Daniel.

— No, esa era solo una táctica, si no Lisa no se hubiera ido sin nosotros y no tendríamos

una excusa para estar alrededor. ¿Crees que puedes encontrar al niño?

— No lo sé. Los perros no pudieron, pero estoy dispuesto a intentarlo. Aunque, necesitaré

que permanezcas cerca. Llevarás mi ropa para así no quedarme atrapado sin ella.

Asentí.

— Está bien.

— Entonces, vamos a hablar con los padres.

Caminamos hacia ellos. Escasamente notaron nuestra cercanía, su preocupación era muy

intensa. Daniel se acuclilló en frente de la madre y supe que lo hacía porque quería estar

más cerca de la gorra, para oler el aroma del niño. Los lobos, como los perros, tienen un

increíble sentido del olfato. Pueden obtener aromas individuales. Esta era la razón por la

que son tan buenos rastreadores.

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— Sentimos lo que ocurrió con su hijo. —dijo Daniel en voz baja.

La madre, con lágrimas en sus ojos solo asintió.

— ¿Cuál es su nombre? —pregunté.

—Timmy. —dijo el padre.

— Tim. —corrigió la madre con una sonrisa vacilante—. Él decidió que ya estaba

demasiado grande para llamarlo Timmy.

— Pensó que era suficientemente grande para ir por su cuenta. —añadió el padre.

— ¿En que pendiente estaban? —le pregunté. Podría habérselo preguntado a Jake, pero

estaba tratando de proporcionarle a Daniel el tiempo suficiente para identificar el aroma

que buscaba.

— Misty Trail.

— Estoy seguro de que lo encontraran. —dijo Daniel.

De nuevo, los padres sólo asintieron. Me sentí tan indefensa mientras nos alejábamos, pero

estaba agradecida de no poder sentir lo que sentían. Nos detuvimos por un mapa del área

que tenía todas las pendientes marcadas.

— Aquí esta. —dije, tocando un camino muy al norte.

— Necesitamos conseguir una linterna, para que puedas seguir mis huellas. —Dijo Daniel.

— En realidad, tengo una pequeña linterna en mi bolsillo. —Él me miro, y me encogí de

hombros—. Nunca se sabe cuándo puede ser útil.

Aunque, Daniel con sus agudos sentidos podía ver en la oscuridad. No quería que Lisa se

preocupara por nosotros, así que fuimos primero a la estación de primeros auxilios. Le dije

a ella que como Daniel tenía experiencia en búsqueda y rescate nos uniríamos a la

búsqueda. Uno de los trabajadores nos mostró en el mapa exactamente dónde el padre

había visto por última vez a su hijo. Cogí un termo caliente, y salimos antes de que alguien

se diera cuenta de que, en realidad, no habíamos sido asignados a la búsqueda de Timmy.

Comenzamos arriba, en la montaña. No me preocupaba para nada perderme. Sabía que

Daniel me encontraría, y sabía que él era capaz de mantenernos a salvo. Era extraño como

esta tarde había contemplado por un breve momento la posibilidad de que, tal vez, él no

era de confianza y ahora estaba poniendo mi vida en sus manos.

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Tomamos las sillas para esquí que nos dejarían en la cima de Misty Trail. Estaban aún

encendidas para que los patrulladores pudieran usarlas. Tomamos nuestra posición y nos

dejamos caer sobre la banca cuando golpeó la parte trasera de nuestras piernas. No estaba

segura de como sucedió, pero el brazo de Daniel terminó alrededor de mis hombros. Me

preguntaba si todos los chicos se sentían como él. Había pasado tanto tiempo de mi vida

sin el toque de un Cambiador que de alguna manera estaba muerta de hambre por

intimidad. Y Daniel parecía ser muy bueno en proveerla.

— ¿Tu esquías? —preguntó mientras comenzábamos nuestro camino sobre las pendientes.

Había un poco mas de luna esta noche. Estaba casi en su primer cuarto. La luz de la luna

brillaba un poco más sobre la nieve. Era impresionante. Me gustaría volver aquí alguna

vez, cuando no tuviera tantas preocupaciones.

—Sí. ¿Tu?

— Algo. —Levantó la mano que descansaba sobre mi hombro y rozó mi mejilla—. Creo

que esta noche podría haber sido divertida.

Un brillo me atravesó cuando me di cuenta que estaba mirando mis labios, los cuales de

repente se entreabrieron bajo su hechizo. Había leído sobre miradas ardientes, pero wow,

la suya era lo suficiente como para calentarme de la cabeza a los pies.

— Prepárate. —Dijo.

— ¿Para que? —No estaba segura de querer que me advirtiera si iba a besarme.

Solo quería que lo hiciera.

— Para ponerte de pie.

— Que Diab…

Entonces, mis pies estaban tocando el suelo. Si Daniel no me hubiera prácticamente

levantado fuera de la banca con la mano que tenía a mi alrededor, podría o haber caído de

cara en la nieve o continuado sobre las pendientes mientras la banca hacia su camino de

regreso. Luego él me alejó de la trayectoria de la próxima silla.

— Por aquí. —dijo, tomando mi mano enguantada en la suya y dirigiéndome por la

pendiente.

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Me tomó un momento salir de mi confusión mental, orientarme y recordar que estábamos

buscando un niño perdido. Parte de mí se preguntaba si Daniel me estaba manipulando

para asegurarse de que no me escapara o si él mismo se sentía tan intrigado acerca de mí

como yo me sentía sobre él. ¿Cómo había sucedido esto en solo un día? Ayer éramos unos

completos extraños, y ahora anhelaba saber el sabor de sus besos. Era como si estuviera

haciendo todo lo que pudiera para hacerme desear ser su compañera. Pero ¿Era por

obligación de los Ancianos o el deseo por mí?

Caminamos unos cuantos minutos antes de que alcanzáramos la pendiente que

buscábamos.

— Está bien. —Dijo Daniel, liberando mi mano—. Iré detrás de ese arbusto. Dame cinco

minutos, luego acércate por mi ropa, y sigue mi camino.

— ¿Cinco minutos?

— Hey, hasta que no me aceptes como tu compañero, no te daré ninguna oportunidad

para ver mi trasero desnudo.

A pesar de las circunstancias, sonreí. Nos miramos el uno al otro por varios minutos, y me

pregunté si terminaría lo que había comenzado en la banca de esquí.

Se dio la vuelta para alejarse, entonces dio la vuelta de nuevo y tomó mi barbilla,

sosteniéndome, sus ojos se veían profundos en los míos. Se inclinó hacia delante.

— Cuidado. Si usas esta oportunidad para escaparte, te encontraré.

Antes de que pudiera responder, estaba corriendo hacia los arbustos, sus largas piernas

comiéndose la distancia.

— Nunca se me ocurrió. —grité finalmente.

Aunque si lo había hecho. Con él concentrado en encontrar a Tim, podría ir demasiado

lejos antes de que se diera cuenta que no lo estaba siguiendo. Pero ¿Cómo me vería de

nuevo al espejo si tomaba ventaja de una tragedia como esta?

Escuché el susurro en los arbustos, sabiendo que se estaba quitando la ropa. Cuando se

hizo el silencio, esperé unos minutos. Entonces encendí mi linterna, caminé hacia los

arbustos y levanté su ropa. La metí entre mi chaqueta para mantenerla caliente y para

darme a mi misma un poco más de calor. Luego coloqué su abrigo sobre mis hombros.

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Comencé a seguir sus huellas. La nieve estaba densa y él se movía rápido, así que las

huellas no eran claras, pero podía ver el camino que había tomado bastante bien. Lo

busqué, tratando de obtener alguna vista de él, queriendo saber cómo se vería en forma de

lobo. Antes de ayer tenía un poco de interés en él. Ahora, quería conocer cada detalle.

El camino era duro en algunas partes. El viento aullaba desde las montañas.

Ocasionalmente tomé un pequeño trago de chocolate caliente, sólo para que me circulara

un poco de calor. Pero quería dejar la mayoría para Tim.

Caminé enérgicamente por al menos una hora cuando escuché:

— Hayden.

Di la vuelta alrededor, dirigiendo el rayo de la linterna hasta que se situó en Daniel parado

detrás de algunos arbustos.

— ¿Lo encontraste?

— Sí. Acércame mi ropa.

Lo hice, sin embargo no vi nada, me di la vuelta para darle un poco mas de privacidad. No

quería que pensara que lo aceptaba como mi compañero.

—¿Él está bien?

— Está en una pequeña cueva, no muy lejos de aquí. Estaba fuera de ella al principio,

demasiado frío, pero le construí una pequeña fogata, luego me abrigué a su alrededor

hasta que comenzó a agitarse.

Sabía que después de preparar la fogata había regresado a su forma de lobo para confortar

a Tim. El pelaje de Daniel y el calor de su cuerpo de lobo habían sido suficientes para el

pequeño chico. Él probablemente se había marchado cuando Tim comenzó a despertarse.

Daniel salió de detrás de los arbustos y tomó mi mano.

— No nos tomará mucho llegar hasta él.

Después de unos diez minutos vi al chico sentado en el pequeño refugio natural, sus

brazos estaban alrededor de sus recogidas rodillas, sus ojos muy abiertos.

— Hey, amigo. —Dijo Daniel mientras colocaba su abrigo sobre el niño—. ¿Listo para ir a

casa?

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Tim asintió con su cabeza rápidamente. Yo nunca había servido como guía forestal, pero

muchos de los Guardianes Oscuros sí. Su trabajo era una cubierta, para mantener a los

campistas lejos de Wolford, pero a menudo tenían que salir en busca de campistas

extraviados. Ver a Daniel con Tim me produjo una caliente y extraña sensación, y me

pregunté a cuantos campistas podría él haber ayudado.

Mientras le daba a Tim un poco de chocolate caliente, Daniel se aseguraba de que la fogata

estuviera completamente apagada. Luego acomodó a Tim sobre su espalda. Tim usaba la

chaqueta de Daniel sobre su propia chaqueta para esquiar.

— Te vas a enfriar. —Le dije a Daniel.

— Nah, nos moveremos rápido.

Y lo hicimos. Deseé haber tomado prestada la radio de alguien. Como no lo habíamos

hecho, nadie sabría que habíamos encontrado a Tim hasta que llegáramos a las sillas para

esquís. Algunos de los miembros de la patrulla estaban cerca de las sillas hablando,

tratando de determinar su próximo movimiento, cuando nos vieron. Se hizo el silencio.

Escuché el crujido de una radio mientras alguien llamaba a la estación de primeros

auxilios.

Jake tomó a Tim de los hombros de Daniel, le entregó su chaqueta a Daniel y se acercó a

un área mejor iluminada para revisar a Tim antes de bajar la pendiente en un trineo.

— Ellos se encargaran de él ahora. —dijo Daniel mientras me guiaba hacia las sillas para

esquíes, y me di cuenta que estaba ansioso por irnos antes de atraer mucha atención hacia

nosotros. No dudarían en comenzar a hacer preguntas que en realidad no queríamos

contestar.

Tan pronto como mi trasero tocó la banca, el cansancio me reclamó. Tal vez el golpe de

adrenalina al buscar a Tim había acabado al encontrarlo. O el esfuerzo de nuestra

excursión a través de la nieve, y mi intento de seguir el paso impuesto por Daniel.

De alguna manera, su brazo estaba de nuevo a mí alrededor. Esta vez me entregué y me

recosté contra él, descansando mi cabeza en un recoveco de su hombro.

— Estuviste asombroso. —dije.

— No podría haberlo hecho sin ti. Eres buena manteniendo el ritmo.

— Me gustaría verte en forma de lobo. —dije con cansancio.

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— Si has visto a un lobo, los has visto a todos.

— No es verdad. Cada lobo es diferente. ¿Eres totalmente negro?

— Sí. Bueno, excepto por mis ojos.

— Apostaría a que eres hermoso.

Él no dijo nada con respecto a ello. Tal vez entendió que el cansancio me estaba haciendo

decir cosas que no diría bajo circunstancias normales. Estaba tan adormecida que me

sentía un poco borracha.

Él recorrió mi mentón con su pulgar. Levanté mi cara para mirarlo y descubrí que su boca

estaba increíblemente cerca de la mía.

— Me prometí a mi mismo que si lo encontraba, reclamaría mi recompensa. —dijo

suavemente.

Fruncí mis cejas.

— ¿Sus padres estaban ofreciendo una recompensa?

— No. Pero me he negado a mi mismo algo que quiero.

Sus labios rozaron los míos, tan suaves, tan dulces. Pude sentir como se alejaba. No estaba

segura de querer que lo hiciera, pero también sabía que no debía darle esperanza, que no

debía dejarlo creer que lo aceptaba como mi compañero.

Aún estaba enfrentando la incertidumbre y el peligro de lo que podría suceder cuando

llegara la próxima luna llena. No quería que él la compartiera conmigo, arriesgando su

vida por la mía.

Él se alejó, la posesividad en su expresión me emocionaba y me aterrorizaba. No me

libraría de él fácilmente.

El problema era que no estaba segura de querer hacerlo.

Estaba en mi cama, mirando como la luz de la luna se filtraba a través de mi ventana.

¿Cómo algo que se veía tan adorable e inofensivo podía estar lleno de tanto peligro?

Nos habíamos unido a Lisa y a Chip en la unidad de primeros auxilios. Lisa estaba

asombrada de que Daniel pudiera encontrar a Tim. Daniel, modestamente le dijo que eso

no era nada, que él había realizado un montón de búsquedas en el bosque. Lo cual

probablemente había hecho.

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Habíamos regresado al condominio y comido nuestro picnic en el suelo del la sala de

estar. No era demasiado romántico, pero no era la única que estaba cansada y con frío. Un

poco más tarde, Chip se había ido, Daniel se había acurrucado en el sofá y Lisa y yo

habíamos ido a la cama.

Solo que no podía dormir. Un día más. Una noche más. Y nos iríamos.

No estaba convencida de que regresar a Wolford fuera el mejor movimiento.

Salí de la cama, me puse un suéter y bajé las escaleras hasta entrar en la sala de estar.

Daniel estaba mirando el techo, sus manos estaban detrás de su cabeza. Su mirada se

dirigió a mí. Me acerqué y me senté en la mesa para café.

— Tengo miedo de que al ir a Wolford ponga a los otros en peligro. Tengo miedo de que al

tener un compañero el Cosechador le arrebate su alma cuando cambiemos. No estoy

segura de que Wolford esté a salvo. Yo solo… no lo sé. Si acepto que seas mi compañero,

podríamos quedarnos aquí. Podría enfrentar mi luna llena aquí.

Lenta, muy lentamente, él se sentó, giró y me miró.

— ¿Confías en mi?

¿Lo hacía? Él era el tipo de persona que se preocupaba lo suficiente por rescatar a un

pequeño niño. Asentí.

Tomó mis manos.

— Si el Cosechador viene aquí, no podré salvarnos a ninguno de los dos. En Wolford

tenemos una oportunidad de defendernos, de sobrevivir. Los Guardianes Oscuros están

allí. Los Ancianos. Ahora sabemos lo que nos espera. No lo sabíamos con Justin.

Lo que decía tenía sentido. Si el Cosechador me encontraba y estaba sola, no tendría

ninguna oportunidad. La primera vez no podíamos impedir nuestra transformación.

Sucedía, ya fuera que lo quisiéramos o no, cuando la luna lo dictaba sucedía. Lo único que

podía controlar era donde estar cuando sucediera.

— Está bien. Regresaré a Wolford. Pero no te aceptaré como mi compañero.

Él acarició mis manos.

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—Hayden…

— No. No me siento bien con ello.

— Tienes que elegir a alguien. Si no soy yo, entonces elige a alguien más.

Por raro que fuera, de repente no podía imaginarme a alguien a quien prefiriera por

encima de él. No es que fuera a confesárselo. En cambio dije:

— Veamos que sucede cuando lleguemos a Wolford.

— Me parece justo.

Nos sentamos allí por un momento, en silencio, solo sosteniéndonos las manos.

Finalmente me obligué a mi misma a soltarme de su agarre y a ponerme de pie.

— Tendremos una fiesta aquí, esta noche después del trabajo. Es idea de Lisa. Una especie

de fiesta de fin de invierno, o algo así.

— ¿Estoy invitado?

Mi voz fue ronca cuando dije:

— Sí.

Mientras lo dejaba allí y hacía mi camino de regreso al cuarto, todo lo que podía hacer era

esperar que quedarme con él-y no tratar de huir de nuevo-fuera la decisión correcta.

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CAPÍTULO 7

Traducido por Sheilita Belikov Corregido por Virtxu

Mi último día en el centro vacacional pasó sin incidencias. Daniel se había ido del

condominio cuando me levanté, y aunque no podía verlo, lo sentí observándome mientras

caminaba al trabajo, cuando caminé a casa. Una pequeña parte de mí deseaba que se me

uniera cuando hice mi camino a través de la nieve. Una parte de mí se alegró por la

distancia entre nosotros, hasta que me di cuenta de que esta noche casi parecía como una

cita.

Sin embargo, no podría describir la anticipación precipitándose a través de mí cuando me

preparé para la fiesta. O la inseguridad.

— Estate quieta —ordenó Lisa.

— Pero quiero verlo.

— Cuando haya terminado.

Ella estaba aplicando maquillaje en mi cara. Yo había practicado un poco con las chicas en

la escuela pero nunca había dominado completamente la destreza.

— No me hagas ver como un payaso, ¿quieres? —Le pregunté.

Lisa gruñó, y si no la hubiera conocido mejor, habría pensado que era un Cambiador.

— Relájate. Sólo relájate. Fui la maquilladora de todas las producciones de mi escuela

secundaria. Prácticamente vivo en Sephora4.

Dijo eso como si creyera que significaría algo para mí.

Echándose hacia atrás, me estudió por un segundo.

—Ni siquiera sabes de lo que estoy hablando, ¿verdad? ¿Te escapaste de alguna

comunidad religiosa o algo así?

4 Cadena de cosméticos

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—No.

— Daniel… ¿te est{ llevando de regreso? ¿Necesitas ayuda?

Agarré su mano. Era mucho más fácil cuando sabía que no habría emociones que

estallarán a través de mí.

— Estoy bien. Sólo crecí en una pequeña ciudad, fui a un internado de niñas, realmente

nunca he prosperado en el mundo de las citas, eso es todo.

— Está bien, si tú lo dices. Pero a Daniel realmente le gustas. —Ella avanzó hacía mi, y la

detuve con una mano contra su hombro.

— ¿Cómo sabes eso?

— ¿Me lo preguntas? Por la manera en que te mira.

— Exactamente, ¿cómo?

— Es tan intensa. Como si significarás todo para él. Como si no pudiera soportar la idea de

un minuto sin ti. Y esta noche realmente no va a ser capaz de apartar los ojos de ti. —Ella

me dio la vuelta para estar frente al espejo.

Miré boquiabierta mi reflejo y lentamente me desprendí del banquillo. Ella había pasado

unas tijeras por mi cabello para crear un flequillo ralo. No podría decir que había puesto

maquillaje, pero mis ojos de tono caramelo estaban más grandes, luminosos y exóticos.

Ella de alguna manera había realzado su forma ovalada. Mis labios parecían más llenos.

Definitivamente besables.

El pensamiento me hizo sentir acalorada, y vi como un sonrojo se deslizó sobre mi barbilla

y se elevó hasta mis mejillas. Probablemente empezó en mi estómago, pero como llevaba

un suéter grueso de cuello holgado que caía de un hombro, era difícil de decir. El suéter

era de color morado oscuro que hacía que mi pelo pareciera más rubio, mis ojos de color

más vivo.

— No parezco yo —le dije con asombro.

— Por supuesto que sí —dijo, restándole importancia a mis preocupaciones—. Y espera a

que Daniel te vea. Va a estar asombrado y sin palabras.

Lisa citó eso correctamente.

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A pesar del aire frío de invierno manteníamos la puerta principal y las puertas francesas

que llevaban a la terraza abiertas para que la gente pudiera entrar y salir. Las luces estaban

atenuadas profundamente y velas aromáticas de pino brillaban intermitentemente

alrededor de las habitaciones. La música estaba sonando. Habíamos movido todos los

muebles del centro de la sala así que había mucho espacio para bailar. Algunas personas

reposaban en el sofá, el sofá de dos plazas, o las sillas alineadas a lo largo de las paredes.

Algunos utilizaron almohadas de piso. Teníamos bocadillos, refrescos y cervezas. No

había nadie alrededor pidiéndole identificación a nadie, así que agarré una botella y bebí

un poco de cerveza amarga. Estaba nerviosa, esperando a que Daniel apareciera.

Limpié mis manos en mis pantalones de mezclilla, lamentando haber corrido a una tienda

en mi descanso de la tarde y comprado un par de botas de tacón de aguja. Eran poco

prácticas, y no sabía si alguna vez tendría la oportunidad de usarlas de nuevo. Pero me

hacían sentir elegante, aunque mis pies me estaban matando. Pensé que hacían que mis

piernas se vieran largas y delgadas. Especialmente en el momento en que terminé mi

primera cerveza y me fui por un segundo.

Estaba en el baño, donde habíamos vertido toneladas de hielo en la bañera para usarla

como nuestro refrigerador. Acababa de sacar la botella cuando uno de los chicos con el

que había trabajado durante el último mes, Mark, se acercó a mí, deslizando su mano

alrededor de mi cintura, apretándome contra su costado, y ahuecando mi trasero.

— ¿No te ves muy bien?

Me di cuenta por la ligera torpeza de sus palabras y la manera en que se movía que él ya

había bebido demasiado. También sabía que era inofensivo. Antes de que pudiera

soltarme de su agarre y quitar su mano de mi trasero, un bajo, gruñido de advertencia

retumbó en las paredes.

Mark me soltó y se dio la vuelta tan rápido que casi se cayó. Recuperando el equilibrio,

preguntó:

— Amigo, ¿ese fuiste tú?

No me sorprendió ver a Daniel parado en la puerta. Lo que sí me sorprendió fue cuán

alegre estaba de verlo. Él parecía amenazante, y en ese preciso momento no dejó ninguna

duda de que estaba defendiendo su territorio, el cual era yo.

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Me debatía entre estar ofendida por la demostración pasada de moda y halagada por su

determinación. Él se veía estupendo. Evidentemente se había afeitado. Llevaba un

pulóver5 de cachemira negro, y el esmeralda en sus ojos brillaba.

En el silencio que impregnaba el cuarto de baño Mark dijo:

— ¿Quieres una cerveza?

Sólo entonces Daniel trasladó su mirada hacia mí. Sus ojos se agrandaron un poco como si

estuviera sorprendido por mi aspecto, y me di cuenta que probablemente me había

rastreado a través del condominio solo por el olor. Sólo que ahora él estaba obteniendo un

buen vistazo mío. Sus fosas nasales se ensancharon, sus ojos se encendieron. No pude

evitar el pequeño estremecimiento de placer que se disparó a través de mí.

Mark levantó las manos, como si se defendiera de una multitud enfurecida.

— No me di cuenta que ella estaba ocupada.

— No lo estaba. —Me sentí obligada a decírselo—. No lo estoy —agregué para el beneficio

de Daniel.

— Sí, bueno. No estoy aquí para molestar, solo para pasarla bien. —Mark tomó una

cerveza y se abrió paso más allá de Daniel con el fin de salir del cuarto.

— Eso fue un poco rudo —dije con irritación.

— ¿Qué te hiciste?

— ¿No te gusta?

El enfocó su cabeza para examinarme mejor.

— Me gusta. Pero me gustas de la otra manera, también.

— Suerte que mañana voy a volver a la otra manera. —Di un golpecito con mis dedos a

través de mi flequillo—. Bueno, excepto por el pelo. ¿Cerveza?

Paseó por el pequeño cuarto y cogió una cerveza de la bañera. Sacudió su cabeza hacia la

puerta.

5 Pulóver.- http://www.infovisual.info/06/007_es.html

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— ¿Te gusta ese tipo?

Me encogí de hombros.

— Sí. Es simpático.

Daniel frunció el ceño con fiereza, y me di cuenta que no había nada que él hiciera que no

fuera depredador.

— Quiero decir, más que gustar —dijo.

— Dijiste gustar.

Él suspiró con impaciencia, y me encontré disfrutando del momento, al darme cuenta de

que a pesar de toda su insistencia de que él fuera mi compañero, no estaba muy a gusto

con las emociones que venían junto con la declaración. Pensé que era lindo.

— Esa otra palabra con L6 —murmuró.

— ¿Licantropía? —Susurré.

— Graciosa.

Cedí.

— Yo no lo amo, si es eso lo que estás preguntando. Apenas lo conozco.

Su mirada cayó a mi cadera.

— Verdaderamente parecía como si él pensará que te conocía.

— Él sólo estaba siendo amistoso. Es realmente inofensivo. —A diferencia de ti, casi agregó.

Él entornó sus ojos, parecía que iba a discutir. En su lugar giró la tapa de su cerveza, bebió

un trago, y luego me estudió.

— No debes coquetear con otros hombres.

— ¿Por qué? ¿Porque te pertenezco?

6 Otra palabra con L.- se refiere a Love (Amor) ya que inglés gustar es Like, las dos

palabras empiezan con L.

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— Porque necesitas a alguien que pueda protegerte y ese chico no puede. Pero yo lo haré.

Otras dos personas se abrieron paso en el cuarto de baño, agarraron unas botellas, y

salieron.

—Vamos —le dije—. No tengo intención de pasar mi fiesta en el cuarto de baño.

Caminé por el pasillo con Daniel directamente sobre mis talones. La música estaba a todo

volumen en la sala poco iluminada. La gente estaba girando en el suelo.

— ¿Bailas? —Preguntó Daniel junto a mi oreja, su aliento rozando mi cuello y enviando un

cosquilleo cálido de placer por mi espalda.

¿Cómo podría hacerme sentir cosas con tan poco esfuerzo? Negué con la cabeza.

Tomó mi botella y la puso sobre una pequeña mesa cercana junto a la suya. Entonces me

agarró la mano y comenzó a tirar de mí hacia la improvisada pista de baile. Me clavé en

los talones de mis costosas botas.

— ¡No! —Sacudí mi cabeza, riendo—. Voy a hacer el ridículo.

Él se inclinó.

— No vas a ver a estas personas después de esta noche. ¿Qué importa? Además, pensé que

querías festejar ¿Qué mejor manera que con un poco de desenfreno?

Lo que decía era cierto, pero yo nunca había bailado antes. Nunca había estado en un

baile. Si bien yo había observado a personas en Fuera de Límites, nunca me había unido a

ellos.

— Simplemente tienes que mover tu cuerpo alrededor. No es gran cosa. Esto no es

Bailando con las Estrellas7 —dijo.

— ¿Prometes no reírte? —Le pregunté.

Él hizo una cruz sobre su corazón y me arrastró hacia la pista de baile. La cerveza que

había tenido anteriormente definitivamente liberó algunas de mis inhibiciones, pero

seguía mirando alrededor.

7 Programa de televisión estadounidense donde compiten en baile.

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— No los mires a ellos —dijo Daniel—. Mírame a mí.

Con gracia, con suavidad, él se movía al ritmo de la música. Me encontré siguiendo sus

pasos. Era tan fácil. Y muy divertido. Sonreí. Me reí. Me había perdido esto. Nuestras

mayores celebraciones en Wolford ocurrían durante el verano y los solsticios de invierno,

cuando tantas familias como fuera posible venían a celebrar la existencia de nuestra

especie. Allí había juegos, música, baile. Había tratado de mezclarme, pero principalmente

solo observaba. Mi especie no pretendía ser cruel, pero todos sabían de mis capacidades y

no se sentían cómodos a mí alrededor. No es que yo los culpará. Cuando las emociones me

bombardeaban volviéndose demasiado, me iba al sótano y leía un libro en un pequeño

rincón que había creado para mí. No estaba completamente protegida allí, pero sólo las

emociones más intensas me alcanzaban.

Las peores emociones de todas habían sido las mías cuando estaba allí. La soledad. El

aislamiento. Siempre preferí estar en la escuela, estar cerca de los Estáticos. Pero había

cosas que no podía compartir con ellos, lo que también creó una sensación de que

realmente no pertenecía.

Pero esta noche me sentí feliz. Estaba bailando. Estaba con personas. Tantas personas.

Tenía que haber al menos un centenar de personas aquí. Los trabajadores de invierno, los

estudiantes universitarios que se dirigían de vuelta a sus universidades mañana para

poder comenzar las clases el lunes. Yo quería ir con ellos, a dondequiera que estuvieran

viajando. En su lugar estaría regresando a Wolford con Daniel.

Él me agarró la mano, tirando de mí hacia él.

— ¡No pienses en ello! —Gritó en mi oído por encima de la música. Después me dio

vueltas alrededor, haciéndome retroceder lejos de él para poder reanudar nuestro baile.

— ¿Cómo lo supiste? —Le grité. ¿Cómo sabía lo que estaba pensando?

Estaba bastante segura de que me escuchó, pero no me hizo caso, se movía con la

música—que de pronto se detuvo. La gente gritó, gimió, se quejó. Un par de chicos

gritaron obscenidades. Una canción lenta comenzó. Alegres gritos y aplausos resonaron en

la sala.

Antes de que pudiera hacer una salida apresurada de la zona de baile, Daniel me había

atraído a sus brazos.

— Nunca he… —empecé.

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— Solo relájate, Hayden.

Él puso mis brazos alrededor de su cuello y envolvió los suyos alrededor de mi cintura.

No estábamos realmente bailando. Sólo movíamos nuestros pies. Pero era agradable. Tan

agradable. Estar tan cerca de otro Cambiador, no sentir sus emociones, tan sólo ser

distraída por las mías.

Y ellas se precipitaban por todas partes. Alegría, seguida rápidamente por esa sensación

de miedo otra vez porque lo que yo sentía lo sentía con tanta fuerza. Estaba amando este

momento con Daniel. Ni siquiera tenía que fingir que yo era normal. Por estos pocos

momentos realmente lo era.

Situé mi cara en el rincón de su hombro, agradecida de que hubiera gastado gran parte de

mi dinero duramente ganado en estas botas que me hacían lo bastante alta como para

encajar de manera tan perfecta en su contra.

— ¿Cómo sabías que estaba pensando en volver a Wolford? —Pregunté en voz baja—.

¿Eres un lector de mentes?

— Dejaste de sonreír.

— Nunca sonrío allí. Por favor, no me lleves de vuelta, Daniel.

— Tengo que hacerlo, Hayden. —Bajó su cabeza, su aliento rozando la sensible piel justo

debajo de mi oreja—. No podría soportar que te ocurriera algo. Sinceramente, creo que es

el único lugar donde estarás a salvo.

Hasta ese momento no se me había ocurrido que a lo mejor llevarme de nuevo a Wolford

no era más fácil para él de lo que era para mí. Yo podría seguir siendo difícil, buscando

formas de escapar. O podría aceptar lo inevitable como le dije que haría ayer por la noche.

Sentí los restos persistentes de una lucha fluyendo poco a poco fuera de mí cuando

realmente acepté mi decisión de regresar a nuestro santuario secreto. Mi cuerpo se relajó

contra el de Daniel. Sus brazos se cerraron con más fuerza a mí alrededor, atrayéndome

más cerca.

— Gracias —susurró.

Me pregunté si él sabía lo que me haría, que todo iba a cambiar una vez que regresáramos

a Wolford. Que yo iba a cambiar. Que las emociones de los demás constantemente

chocando contra mí me desgastarían. Que yo no conocería la paz. Entonces, mi luna llena

llegaría....

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Él quería que yo tuviera fe en que todo estaría bien. Pero todo lo que estaba seguro era que

tenía esta noche. Así que me aferré con fuerza. No me inmuté cuando las personas

chocaron conmigo. Dejé que la música fluyera a través de mí. Escuché el ruido de

conversaciones. Una cacofonía de sonidos me rodeaban pero todos estaban fuera de mí.

Dentro de mí sólo conocía mis pensamientos, experimentaba sólo mis emociones. Aunque

estaban un poco asustadizas-porque estaba disfrutando tanto estar dentro del círculo de

los brazos de Daniel-también eran totalmente increíbles. Debido a que eran mías y sólo

mías.

La música lenta apenas estaba yendo a la deriva antes de que un ritmo más fuerte y más

rápido sonara a través de la habitación. Las personas se separaron y volvieron a bailar más

entusiastas.

Daniel tomó mi mano y nos abrimos camino entre la multitud hacia las puertas francesas.

No nos detuvimos en la terraza, sino que me llevó por las escaleras, nuestros pies

crujiendo sobre la nieve. Las botas de tacón eran muy difíciles de maniobrar a medida que

cruzamos los cúmulos. La luz de la luna emitía una neblina azul sobre todas las cosas. Por

un momento me pregunté si era posible derrotar al Cosechador, pero entonces todos los

pensamientos-excepto aquellos centrados en Daniel-dejaron mi mente cuando él me puso

frente a él.

— Todo el enajenamiento mental y la locura de allí, todo el ruido, ¿es eso lo que es para ti

cuando las emociones de los Cambiadores te alcanzan? —me preguntó, su mirada

aferrándose a la mía.

— No exactamente pero probablemente es la manera más cercana de describirlo. No es

ruido, pero es inmenso y caótico. Es en su mayoría mental, pero físico también, porque no

puedo dejar de responder a lo que estoy sintiendo. —Negué con la cabeza—. Es imposible

de describir.

Aunque la música fluía fuera del condominio, estaba demasiado lejos para ser molesta. El

chasquido de una ramita o un tallo-probablemente lastrado por la nieve-rompió el

silencio. Un búho ululó.

Yo no había cogido mi chaqueta antes de venir aquí. Debería estar temblando de frío. Pero

no lo hacía. Lo único que parecía capaz de manejar era mirar los ojos de Daniel y dar la

bienvenida al calor que emanaba de su cuerpo.

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Él ahuecó mi cara con ambas manos. Las palmas de sus manos estaban calientes, ásperas y

callosas. Si bien en el pasado había sospechado de él porque no podía sentir sus

emociones, ahora me encantaba el hecho de que cuando él me tocaba así, las emociones

que se despertaban dentro de mí eran mías y sólo mías.

— No voy a dejar que nada te suceda —dijo en voz baja, con fiereza.

Sus labios rozaron la comisura de mi boca, y el deseo se disparó a través de mí. Volví mi

cabeza hacia el beso, para encontrar sus labios, que ya estaban deslizándose sobre los

míos, antes de que volvieran a asentarse firmemente en su lugar. El invierno se

desvaneció, y fue como si me metiera en mitad del verano. El calor me consumió cuando

la pasión se levantó y arremolinó a través de mí.

Este beso era diferente al que me había dado en la telesilla. Ese había sido tentativo, un

ensayo, una necesidad de cercanía para celebrar lo que habíamos logrado. Este era más,

mucho más. Nunca me había atrevido a tener esperanza de poder experimentar algo tan

íntimo con un Cambiador sin ser destruida por ello. Pero incluso tan inexperta como yo

era, no pensé que otro beso pudiera ser tan apasionante, tan satisfactorio, tan maravilloso.

Cuando Daniel retrocedió, miré fijamente sus ojos, me quedé tan perdida en ellos como lo

estaba en el beso. Por primera vez desde que inicialmente lo reconocí, yo realmente quería

irme con él.

Él acarició su dedo pulgar sobre mis labios. Estaban sensibles, húmedos, e hinchados.

— Diles adiós. Salimos justo antes del amanecer.

Con eso él me soltó y desapareció entre los árboles, en el bosque. Él no dormiría en el sofá

esta noche, y me pregunté si sería porque temía que la tentación de subir la escalera fuera

demasiado grande. Yo no quería sentir esa cercanía con él, y sin embargo no podía negar

la maravilla de la misma. No quería contemplar que tal vez podría ser mi compañero.

Nunca antes había sentido este profundo anhelo. Nunca antes acogí la cercanía de un

Cambiador más que la cercanía de un Estático.

El calor que había sentido con su cercanía se disipó, y el frío entró rápidamente. Emití un

fuerte escalofrío, envolví mis brazos alrededor de mí misma, y corrí de vuelta al

condominio. Para disfrutar de mis últimas horas de paz antes de comenzar el viaje que me

llevaría ya sea de pie victoriosa bajo una luna llena—o muerta.

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CAPÍTULO 8

Traducido por Elamela Corregido por Estef

No dormí. En lugar de eso sólo me tendí en mi cama y miré las sombras que bailaban por

mi techo, mientras la luz de la luna jugaba alrededor de la habitación. Cuando estaba con

Daniel, volver a Wolford había parecido la decisión correcta. Cuando no estaba con él,

parecía temeraria. De la misma forma que él había prometido que no dejaría que nada me

pasara, yo estaba igualmente decidida a asegurarme de que nada le sucediera. No

importaba lo que fuera preciso. No quería que él o cualquier otro Cambiador perecieran a

causa mía.

Di la bienvenida al primer indicio del amanecer acercándose con una sensación de

anticipación... y temor.

Daniel no me había dado una hora precisa para encontrarnos, pero de algún modo sentí su

llegada.

Salí de la cama y me arrastré hacia la ventana. Mirando con atención afuera, lo vi en el

borde de la línea de árboles, sentándose en mi silenciosa moto de nieve. Las carreteras que

conducían al bosque nacional estarían cerradas a los vehículos. Con las rutas indirectas

podríamos llegar allí viajando por la nieve.

En verdad probablemente debería haberme mantenido andando hasta que alcanzara un

océano u otro país. En lugar de eso había llegado a Athena y había decidido detenerme

por un tiempo, para ganar algo de dinero, conseguir una locación, y hacer planes para

dónde ir después. No podía creer que hubiera decidido volver a Wolford. Pero ahí es

donde estaba yendo.

Una ligera nevada había comenzado. Cuanto más pronto nos fuéramos, mejor.

Con la determinación de seguir adelante, de afrontar lo que tenía que hacer frente, me

alejé de la ventana y me puse mi ropa: pantalones vaqueros, camiseta, suéter, chaqueta,

guantes, sombrero y botas. Todo lo demás que necesitaba fue metido en mi mochila.

No había dicho adiós a nadie, ni había dicho a nadie que me iba. Habría sido muy difícil,

podría haber requerido explicaciones y garantías. Sabía que todo el mundo lo entendería.

Athena era un lugar donde las amistades eran temporales como la nieve hacia su hogar. La

mayoría de las personas que estaban aquí ahora se irían dentro de los próximos días.

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La idea me hizo sentir no muy diferente.

Me eché mi mochila sobre mi hombro y me dirigí abajo por las escaleras. En la mesa de la

cocina dejé la nota que había escrito: Volviendo a casa. Gracias por todo.

Gracias por guardar tus emociones para ti, lo había pensado, pero no lo había escrito. Las

palabras pulcramente impresas parecían inadecuadas, pero no tenía nada más que dejar

atrás. Me deslicé por la entrada, cerrando la puerta detrás de mí. La luna había comenzado

su descenso, así que ahora estaba más oscuro que cuando había salido afuera la noche

anterior con Daniel. Sólo podía ver el contorno de su silueta y las distantes luces de la calle

reflejándose en la moto de nieve. Su determinación de protegerme, incluso con el riesgo de

sí mismo, me conmovió profundamente. Pero no era lo que quería. No quería que nadie se

sacrificara por mí.

Tal vez no debería haber escapado de Wolford. Tal vez debería haber expresado mis

preocupaciones a los ancianos. Pero esa noche había sido sacudida y aterrorizada. Escapar

había sido el único pensamiento que había pasado por mi cabeza. Todavía no estaba

segura de si volver era lo correcto. Pero le daría una oportunidad.

Pude ver las patas impresas dando vueltas alrededor, entrando y saliendo entre los

árboles. Daniel, sin duda, manteniendo la vigilancia toda la noche. Me pregunté por qué

había sentido la necesidad anoche y no antes. Tal vez me había esperado para que hiciera

una ruptura definitiva. Me alegré de que la nieve que caía cubriera la evidencia de su

acecho. No quería que nadie cogiera un rifle y fuera buscando lo que había hecho las

huellas.

No dijo nada mientras me acercaba. ¿Qué había que decir?

Arrancó la moto de nieve mientras columpiaba mi pierna sobre el asiento y me

posicionaba detrás de él. Envolviendo mis brazos alrededor de su cintura, apreté mi

mejilla en su espalda. Cuando nos lanzamos hacia adelante, no luche contra la necesidad

de mirar atrás.

La nostalgia se apoderó de mí. Miraba un lugar donde había sido feliz y estado segura de

desaparecer, a través de una cortina de nieve y distancia.

Viajamos hasta mucho después del anochecer. Con el primer cambio venía la habilidad de

ver en la noche. Incluso en forma humana reteníamos algunas de nuestras capacidades

animales. A pesar de que la motos de nieve tenía faros, sabía que Daniel estaba confiando

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más en sus instintos para deslizarse al rededor de los árboles y evitar rocas o montículos

de nieve que podrían estar ocultando algún peligro.

Nos habíamos detenido tres veces a lo largo del día en pequeñas estaciones de servicio

fuera del camino para reabastecer de combustible la moto de nieve. Había hecho uso del

servicio y agarrado bocadillos y bebidas. Estábamos tomando un sendero que atravesaba

el desierto del bosque nacional. No íbamos a cruzar ningún pequeño pueblo u otra

evidencia de civilización. No dudé ni un minuto de que Daniel podría proveernos, pero no

sería mi dieta preferida, así que lo consentiría cuando fuera necesario.

La luna se había elevado alta en el cielo negro cuando Daniel finalmente nos llevó a una

parada en un pequeño claro. Me deslicé fuera de la parte trasera de la moto, estiré mis

engarrotados músculos, y aspiré profundamente. Podía oler el fuerte olor de los árboles de

hoja perenne.

Vi como Daniel arrastró hasta el centro del claro el manojo de suministros que habían

estado amarrados a la moto de nieve.

— Nunca he acampando. —Confesé—. Por lo que vas a tener que decirme qué hacer.

— ¿Nunca has acampado? ¿Qué hay acerca de cuando escapaste?

— Sólo me mantuve conduciendo hasta que llegué a Athena.

— ¿Sabes lo peligroso que fue? ¿Cuántos accidentes ocurren porque la gente se queda

dormida.

— No estoy de humor para un sermón de sobre lo que debería haber hecho. ¿Cómo puedo

ayudar?

Encontró una linterna grande. Después de encenderla, me la entregó. — Mantén el haz

dirigido donde estoy trabajando.

Sabía que probablemente no necesitaba la luz, pero lo encontré reconfortante. Comenzó a

cavar a través de la nieve para llegar al suelo. Sabía que estaba haciendo los preparativos

para una fogata.

–¿No serías capaz de cavar más rápidamente si cambiaras? ¿Sabes? ¿Utilizar las garras

para excavar bajo la tierra?

Levantó la mirada y sonrió. — Pero entonces tendría que cambiar de nuevo para llevar a

cabo todo lo demás. Además, estoy haciendo progresos.

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Lo estudié mientras hacía el breve trabajo de limpiar un espacio de nieve, como si

necesitara demostrar que era tan capaz en forma humana como en forma de lobo. Mientras

yo me sentía bastante inútil.

— Si no necesitas la linterna para terminar de instalar el campamento, iré a buscarnos un

poco de madera.

Poniéndose de pie, se sacudió la nieve de sus guantes y su ropa. — No vayas lejos.

— Si estuviera planeando huir, me habría ido antes de que aparecieras esta mañana. —Sin

esperar a que respondiera, me dirigí hacia los árboles. Una gran cantidad de ramas secas

todavía estaban unidas a los troncos. Las quebré hasta que tuve una buena brazada, luego

las lleve de regreso a nuestro campamento.

El manojo de suministros estaba abierto ahora descansando en la nieve. Daniel dejó de

trabajar en la tienda de campaña y me ayudó a organizar la madera en nuestro pequeño

foso. Sus movimientos eran seguros, confiados. La tranquilidad que nos rodeaba fue

interrumpida con un crujido mientras las primeras chispas comenzaron a afianzarse.

— Ya está. —Dijo, desplegando su cuerpo y sacudiendo sus manos otra vez—. Esto

debería prender y calentarnos.

Coloqué mis manos en dirección a las llamas emergentes. El aire era vivificante y frío, y el

calor del fuego entró en contacto conmigo. — Supongo que trabajar como guía forestal te

hace acampar mucho.

— Casi todas las noches del verano pasado.

Trabajamos juntos para terminar de levantar la pequeña tienda de campaña. Acogería a

una persona cómodamente. Dos, no tanto. Me pregunté si estaba planeando vigilar.

Del bulto que había acarreado antes, cogió una bolsa y la acercó a la fogata, que estaba

rugiendo ahora. Me dio una lona de plástico. Me la eche encima. Se estiró de nuevo hacia

la bolsa.

— Entonces, ¿Qué será? —Preguntó, sosteniendo una lata—. ¿Sopa de verduras? —

Levantó otra lata—. ¿O estofado de verduras?

Me reí. — Estofado.

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En poco tiempo me estaba tomando el estofado en una taza que usaríamos más tarde para

café o té o chocolate caliente. El viento había comenzado a tomar velocidad, silbando entre

los árboles.

— Así que... ¿Tenías una compañera... antes de dejar Seattle? —Le pregunté.

— No. —Me miró fijamente como si estuviera inseguro sobre cuanto revelar—. Salí con

alguien. —Continuó. —Pero no había nadie que alguna vez me golpeara como mi

compañera.

— Así que no hay tatuaje.

De nuevo una ligera vacilación. — Tengo un tatuaje.

— ¿Qué? ¿Sólo por diversión?

— Significa algo para mí.

— ¿Qué significa?

— Mi búsqueda, supongo, mi búsqueda de un lugar al que pertenecer. Empieza en la parte

de atrás de mi hombro, y baja por mi bíceps. —Se tocó su brazo derecho, como si pudiera

sentirlo a través de su ropa.

Me pregunté si alguna vez lo compartiría conmigo. Me extrañó cuanto lo quise, aunque no

fuera a aceptarlo como mi compañero. Sentí la necesidad de llenar el silencio que se

extendía entre nosotros. — ¿Así que estás en la universidad? —Me golpee mi frente—.

Ugh. No puedo creer que haya preguntado eso.

Sonrió. — ¿Qué? ¿Por qué?

Le sonreí. — Es la primera pregunta que hacía en Athena cuando un nuevo grupo de

estudiantes llegaba por las vacaciones de invierno. Siempre parecía tan poco original.

— Es una buena pregunta, sin embargo. Sí, voy a la universidad. Quiero entrar en la

aplicación de la ley en algún momento.

Los Cambiadores a menudo vivían y trabajaban entre los Estáticos, pero aun así teníamos

nuestros pequeños huecos en la sociedad. Sin embargo, Wolford era reconocido como

nuestro centro principal. Era donde, aquellos que habían venido a Estados Unidos

primero, se habían instalado. Era un lugar que todos los Cambiadores podrían llamar

hogar, incluso si nunca habían estado allí.

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— Supongo que así no es como querías pasar tus vacaciones de invierno. —Dije,

sintiéndome un poco culpable de que mi fuga pudiera haber arruinado cualquier plan que

hubiera tenido.

— No tenía ningún plan. —Dijo como si leyera mi mente, y me di cuenta de que era

mucho mejor para entenderme de lo que yo era, especulando que pensaba o sentía—.

Aunque estoy pensando en ocupar el próximo invierno en puenting.

Me reí, recordando mi comentario de esa primera noche sobre puenting. — Sí, bueno, no

esperes que te acompañe. —Me di cuenta de que estábamos hablando, como si ambos

estaríamos por ahí el próximo invierno. Como si todo saldría bien—. De nuevo en Athena

sentí como si estuviera siendo observada. — Antes de que pudiera contestar, dije: — Y no

fuiste tú. Siempre sentía una sensación agradable cuando tú me estabas mirando. Esta otra

sensación que tuve... no fue nada agradable.

— No me di cuenta de nada cuando estaba mirando alrededor.

Asentí con la cabeza otra vez. — Seguramente solo estoy paranoica.

— Si estuviera en tu situación, yo lo estaría también.

— ¿Me pregunto por qué ahora? ¿Cómo nos encontró?

Puso otro leño en el fuego. — Si sigues pensando en eso, no serás capaz de dormir.

— Dudo de que sea capaz de dormir de todos modos. Como te dije esta es mi primera vez

de acampada. Es agradable estar aquí, pero también es un poco espeluznante. Quiero

decir, estamos sólo nosotros. Me siento tan pequeña, insignificante.

— ¿Cómo puede ser que nunca hayas ido de acampada?

–Nunca fui una guía. Cuando estaba en Wolford, me quedaba en la mansión. Y en el

internado las chicas estaban más en fiestas de pijama que aproximándose al bosque. —

Subí mis piernas y envolví mis brazos alrededor de ellas—. No me malinterpretes. Me

gusta el aire libre. Pero… —Miré hacia la tienda de campaña—. Si un oso se presenta, eso

no es de mucha protección.

— Estás a salvo. Los osos hibernan durante el invierno.

— Muy bien, entonces, un puma. Sé que están alrededor. Oí que uno atacó a un Guardián

Oscuro el verano pasado.

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— Sí, a Rafe, creo. Pero no tienes que preocuparte de ello. Para eso estoy aquí. —Se inclinó,

sus ojos calentándome tanto como nuestro fuego, sus labios carnosos ligeramente

separados, su mirada vagando por mi cara, como si intentara memorizar cada curva y

línea—. En cuanto a tu observación de que sólo estamos nosotros dos… me gusta un poco

eso.

Luego, su boca cubrió la mía.

Todo pensamiento fue eclipsado por el hambre de su beso. Era como si nunca estuviera

satisfecho, siempre querría más, o tal vez esos fueran mis sentimientos, mis pensamientos.

Lo que sí sabía, sin ninguna duda, era que me atrajo, me hizo desear ardientemente más

que mi solitaria existencia, me hizo querer estos maravillosos sentimientos y sensaciones.

Echándose para atrás, respirando pesadamente, presionó su frente contra la mía. — Dices

que no me aceptaras como tu compañero, pero nunca me apartas cuando te beso.

Apenas podía pensar cuando me besaba. ¿Cómo se suponía que erigiera defensas y lo

apartara?

— Me confundes. Daniel. —Sacudí mi cabeza, tratando de aclararla—. No quiero, pero me

gustas.

— Eso es un comienzo.

— Esto es una muy mala idea. —Muy mala idea. Cada vez que estaba en Wolford, sentía a

los Cambiadores enamorarse. Quería experimentar la ternura, la emoción, el anhelo. A

través de los otros comprendí el poder del amor, cómo les hacia cambiar sus prioridades,

perder de vista sus objetivos. Cómo nada más importaba que la persona que era amada.

Siempre me había hecho sentir tan increíblemente sola. Me había anhelar fuertemente ser

aceptada por un chico para lo que era: una Cambiadora con habilidades empáticas. No

había creído que ningún ser humano podría alguna vez aceptar todo lo que era. Había

temido que ningún Cambiador me quisiera tampoco. Y aquí estaba empezando a sentir

como si perteneciera… debiera estar con Daniel. No podía darme el lujo de quererlo tan

profundamente. No podía permitirse que lo quisiera tan profundamente. Tenía que resistir

la tentación, el atractivo de aceptarlo como mi compañero. De querer vincularme a él

cuando mi luna llena llegara.

— Estoy muy cansada. — Le dije—. Mañana va a ser otro largo día. Debería irme a la

cama.

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Se inclinó de nuevo para estudiarme más de cerca, para juzgar la verdad de mis palabras,

tal vez. Reconocí el dolor del rechazo en sus ojos por mi brusco cambio de tema.

Rápidamente cambiaron sus emociones, convirtiéndose en ilegibles, mientras volvía al

modo protector, poniendo su deber por encima de su corazón. Su primer deber era

devolverme a Wolford, a petición de los ancianos.

— Sí, deberías. —Dijo. Bruscamente se puso de pie. Sin él allí, me balanceé levemente,

puse mi brazo para impedir que la nieve llegara a mi cara.

— Duerme en la tienda de campaña. —Ordenó—. Voy a vigilar.

Dolía escuchar su voz tan plana, ausente incluso de un débil indicio de burla.

— Daniel…

— Deberías darte prisa. Puedo sentir una tormenta viniendo en el viento.

Sólo entonces me di cuenta de que el viento había tomado velocidad y la nieve había

comenzado a caer de nuevo. Pensé que probablemente había algo que debería decir, pero

nada sería suficiente. Desdoblé mis piernas y me puse de pie. — Quieres cosas que no

puedo darte.

— No sabes lo que quiero porque no puedes sentir mis emociones.

No podía experimentarlas dentro de mí, pero estaba descubriendo que seguía siendo

consciente de cuales eran. — Buenas noches, entonces.

Me deslicé en la tienda de campaña pero no cerré toda la cremallera. Deje una pequeña

mirilla. Lo vi inclinarse en el fuego. Cuando terminó, caminó a grandes pasos hasta el

borde del campamento, a las sombras. Sólo pude ver su silueta, pero sabía que estaba

quitándose su ropa. Después corrió hacia el bosque.

Esperé a que regresara. Seguía esperándolo cuando el sueño me venció.

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CAPÍTULO 9

Traducido por Pasitea

Corregido por Estef

Desperté con un movimiento involuntario. Me quedé inmóvil, escuchando los sonidos del

bosque. Debido a la luz de la luna que bailaba por encima de la tienda de campaña, yo

sabía que todavía era de noche. Yo no sabía lo que había interrumpido mi sueño. Entonces

oí un aullido, uno solitario gimiendo hacia la luna.

Me pregunté si era Daniel.

El aullido vino otra vez. Al oírlo supe que era un verdadero lobo. Pero si era Daniel y

simplemente yo había salido a dar un paseo y nuestros caminos se cruzaban…

Tirando la parte superior del saco de dormir, agarré mis botas de piel rayadas y me las

puse. Metí los brazos en mi chaqueta y bajé la capucha. Después miré hacia la apertura de

la tienda de campaña, miré detenidamente a través del pequeño agujero que yo no había

cerrado del todo antes. No había fuego excepto algunos rescoldos que ardían sin llama. El

lugar parecía abandonado. Saqué la linterna de mi bolso, desabroché la apertura de la

tienda de campaña, y salí lentamente.

Acuclillada, rodeé con los brazos mis rodillas, me quedé muy quieta y escuché. Con mi

primera transformación todos mis sentidos se volverían más agudos. Yo había notado que

mientras más cerca estaba de mi luna llena algunos de mis sentidos se volvían más

agudos, pero todavía estaban lejos de ser lo que finalmente serían.

Había una quietud en la noche que me recordó la forma en que Daniel se había sentado en

la tienda de chocolate. Aguardando algo. La calma antes de la tormenta.

El aire estaba crujiente, con un frío cortante. La nieve caía ligeramente. El viento se

levantaba y moría, y se levantaba otra vez, como si no pudiera decidir lo que realmente

quería hacer. Un poco como yo en lo que se refería a Daniel.

Podía ver su ropa todavía tirada donde la había dejado antes, ahora espolvoreada con

nieve. De modo que él estaba fuera merodeando.

Tal vez había sido su aullido lo que había oído.

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Los árboles inundados por la luz de la luna se veían magníficos. El paisaje poseía un deje

romántico. La clase que exigía exploración, pensé, mientras me ponía de pie.

Y con algo de suerte tal vez vería a Daniel, vislumbrándolo en su forma de lobo.

Lamentablemente la nieve había caído y el viento se había arremolinado para borrar sus

huellas.

Yo aún no tenía la capacidad de rastrear por el olor. Pero avancé en la dirección que lo

había visto tomar antes.

A estas alturas, él probablemente había dado varias vueltas alrededor, volviendo al

campamento algunas veces y había vuelto a la caza. Yo dudaba un poco de que él buscara

carne. Era más difícil localizarla en invierno, pero yo sabía que él la encontraría. Era

gracioso como después de unos pocos días yo tenía fe absoluta en sus habilidades de

supervivencia.

El único sonido real que oía eran mis pasos deslizándose a través de la nieve y mi aliento

que con mis movimientos aumentaba su fuerza.

Cuando pasé entre dos plantas de hoja perenne, tuve un pequeño vislumbre de un enorme

gato negro a varias yardas de distancia. Una pantera. Estaba frotando su hombro contra la

corteza de un árbol mientras emitía un ronroneo bajo y profundo. Me recordó como me

había estirado lánguidamente y había suspirado cuando me había gastado un dineral y

había conseguido un masaje con piedras calientes en el balneario de Athena.

La pantera miraba lejos de mí de modo que aún no había captado mi olor. Yo había leído

en algún lugar que las panteras realmente eran leopardos sin sus manchas. Pero en

Norteamérica los leopardos existían sólo en el zoo. Entonces, ¿De dónde había venido

ésta?

Era tan grande y musculosa que tenía que estar totalmente crecida. ¿Habría sido alguna

vez la mascota exótica de alguien que la había puesto en libertad? ¿Habría otras en esta

área?

Yo sabía que había leones y pumas en los bosques cerca de Wolford, pero nunca había

oído de uno negro, de modo que creí que esta era una verdadera pantera.

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Los Cambiadores no estaban exactamente en términos amistosos con los pumas. Yo no

sabía si eran enemigos naturales de los lobos, pero yo sabía que nuestro olor era

ligeramente diferente del de un lobo verdadero y que los pumas tendían a atacarnos.

Yo no tenía idea de cómo reaccionaría una pantera. Estaba a medias tentada de acercarme

a ella, sacarme el guante, y tratarlo como a una mascota, simplemente recorriendo con mis

dedos su piel que reflejaba la luz de la luna que baila entre las ramas de los árboles. Pero

yo sabía que eran carnívoros y depredadores. Y sabía mejor que cualquiera que no debía

acercarme a un animal salvaje.

De repente la pantera movió su cabeza alrededor. Estaba demasiado lejos de mí como para

verme con sus ojos claramente, pero los sentí centrarse en mí. La pantera se agazapó,

gruñó profundamente, y expuso sus agudos incisivos.

Todo dentro de mí se quedó quieto. Mierda. ¿Dónde estaba Daniel? ¿Sería capaz él de

sentir que yo podría estar en peligro? Era extraño pero no dudé ni un segundo de que él

podría acabar con este gato.

De repente ésta saltó lejos, sus movimientos ágiles y suaves. Era increíblemente magnífico.

Respirando hondo, sintiéndome débil de las rodillas, empujé mi espalda contra un árbol.

Wow. Estuvo cerca. Él podría haber venido fácilmente en mi dirección. Pensé gritar

llamando a Daniel. Estaba bastante segura que él no iría demasiado lejos del campamento.

No si me vigilaba. De modo que ¿Dónde estaba?

Había sido estúpido tratar de encontrarlo cuando no había ninguna pista que seguir y el

tiempo se acortaba. Me alejé del árbol y comencé a volver sobre los pasos que había dado.

Cuando llegué de vuelta al campamento, Daniel estaba allí, acuclillado al lado del fuego

que había obviamente reavivado. Movió su cabeza en mi dirección y frunció el ceño. —

¿Qué haces vagabundeando por ahí?

Me arrodillé al lado de él, disfrutando del calor generado por las llamas. —Pensé que te

había oído aullar. Estaba buscándote.

— ¿Sabes lo peligroso que es?

— No es broma. Vi a una pantera corriendo.

— ¿En estos bosques?

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Él pareció tan sorprendido como yo por la revelación. — Lo sé. ¿Loco, eh? Me pregunto

cómo llegó aquí.

— La gente a veces compra a animales salvajes como mascotas. Entonces cuando

descubren que no estaban destinados a ser domesticados, los ponen en libertad.

— Sí, eso es lo que pensé. Era tan magnífica.

— ¿Te asustaste de ella?

— No realmente asustada. Cautelosa, tal vez. Quiero decir, era la última cosa que esperaba

ver. —Eché un vistazo alrededor. Podía ver que el cielo comenzaba a clarear. No me había

dado cuenta de que me había despertado tan cerca del alba—. Cuando salí de la tienda de

campaña, se veía tan asombroso, con la caída de la nieve y el viento arremolinándose-

ambos habían muerto ahora-pero yo sólo quería explorar un poco. Conocer lo que tengo

que afrontar, cu{n espantoso va a ser… yo aprecio todo un poco m{s.

No quería parecer macabra o sonar como si me hubiera rendido. No lo había hecho. Pero

el pensamiento se demoró en la esquina de mi mente, no importaba cuánto quería

sobrevivir a todo lo que me esperaba en la siguiente luna llena, el resultado podría ser algo

que yo no pudiese controlar.

— No vas a pasar por eso sola, Hayden.

Quise abrazarlo, arrimarme contra él, pero era mejor si yo no le daba ninguna clase de

estímulo. — Nunca te aceptaré como mi compañero.

— Eso no me detendrá de estar allí.

— ¿Por qué? ¿Por qué eres tan insistente…?

Él puso su pulgar sobre mis labios, haciéndome callar. Examinando sus ojos, imaginé que

podía ver las profundidades de su alma.

— Porque me preocupo por ti. —Dijo él tranquilamente. Poniendo su mano alrededor de

mi cuello, sosteniéndome estable, él se inclinó y me besó.

No me retiré. No le dije que no. Sólo le dejé hacer. Con sus labios sobre los míos, los

miedos y las preocupaciones fueron arrastrados lejos. Sabía que volverían, más fuertes y

poderosos, pero por este breve espacio de tiempo, saboreé el hecho que un Cambiador, un

Guardián Oscuro, sentía cariño por mí.

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Yo tenía la única cosa que siempre había querido. Pero sabía que no sería capaz de

aferrarme a él. Al final tendría que traicionarlo y a todo lo que él sentía por mí.

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CAPÍTULO 10

Traducido por Rania Belikov Corregido por Obsession

Me pareció tan extraño, dos días después, cuando atravesamos en nuestros bosques

nacionales que yo realmente pudiera reconocerlos. Bosques, montañas, incluso cubiertos

por la nieve tenían sus propias personalidades, sus propias características que los

distinguían de los demás.

Me agarré fuerte de Daniel. Nosotros habíamos sido afortunados de poder viajar sobre la

nieve y encontrar una pequeña estación de servicio del pueblo en donde pudimos

abastecernos de suministros. Me imaginé que había marcado la ruta cuando salió a

buscarme.

Era cerca del anochecer del día siguiente, cuando Daniel apretó más el acelerador y el

vehículo giró completo sobre la nieve haciéndola estallar a nuestro alrededor. Solté un

pequeño chillido y me aferré más a él con ferocidad. Él se detuvo y apagó el motor.

Nunca supe que el silencio podía ser tan ruidoso. Era algo tan extraño de pensar: ¿cómo

podría ser el silencio todo menos algo tranquilo?, pero ese silencio era casi ensordecedor.

— ¿Estás sintiendo emociones de alguien más de tu grupo que no sean las tuyas? —

Preguntó Daniel.

— Todavía no.

— Vamos a estar ahí esta noche. ¿Estás lista para esto?

— Tan lista como siempre lo he estado.

Eran cerca de las tres de la mañana cuando por fin llegamos a la puerta de hierro forjado.

Una valla rodeaba nuestro oculto complejo. Pequeñas chispas de emoción corrieron dentro

y fuera de mí.

Nada intenso, nada abrumador, sólo eran los Guardianes Oscuros que patrullaban la zona.

Ningún forastero se había tropezado con nosotros aquí, porque los Guardianes Oscuros

eran cuidadosos de mantenerlos a distancia. Aunque a veces yo sospechaba existía una

capa de magia que también nos protegía.

Los ancianos tenían una gran cantidad de secretos.

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Daniel pasó una tarjeta, y la puerta comenzó a abrirse lentamente. Éramos una extraña

combinación de magia y tecnología. Entonces caminamos hacia la imponente mansión

donde residían los ancianos durante todo el año, de donde me había escapado hace sólo

unas pocas semanas.

Daniel trajo la moto de nieve a un estacionamiento cerca del edificio y la apagó. Fui

golpeada por el silencio. Escuché el sonido de una lechuza a lo lejos y más lejos el aullido

de un lobo. Débiles luces se derramaban sobre la nieve a través de algunas de las ventanas

de la planta baja. Creaban una ilusión pacífica, algo que un artista podía plasmar en un

lienzo. Deseaba poder creer que en verdad eso era lo que me estaban ofreciendo.

Me sentiría aliviada de poder sentarme. Tenía las piernas de goma por el largo viaje, o al

menos a eso culpaba la sensación de sentir que iba a empezaron a caer. El brazo de Daniel

salió de repente y me envolvió para levantarme.

— Wow —dijo. — ¿Estás bien?

— Sí.

— ¿Estás sintiendo algo?

— No.

Toqué su mejilla rasposa. Me gustaba cuando él no se afeitaba. Le daba un aspecto

amenazante, duro y sexy. — No te preocupes. Voy a estar bien.

Con el brazo todavía a mí alrededor, me llevó por las escaleras y abrió la puerta. Mientras

caminaba a través del vestíbulo, miré que algunos de los Guardianes Oscuros estaban

esperándonos.

Las emociones se arremolinaban dentro de mí, era intenso, pero suave, cálido y acogedor.

— Les oímos llegar —dijo Lucas, era el líder de los Guardianes Oscuros. Al igual que

Daniel era alto y fornido. Su pelo era una mezcla de negro, marrón y gris, cuando lo vi

patrullando en los jardines eso lo hizo fácil de detectar en forma de lobo.

— Lo siento —dijo Daniel. — Supongo que deberían haberse retirado de la puerta.

— Probablemente no habría importado —dijo Kayla. Ella era la compañera de Lucas, se

había unido a nuestro grupo el verano pasado. Su pelo era del color rojo como de un zorro

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más que un lobo, pero cuando ella cambiaba, era asombrosa. — Nosotros teníamos el

sueño ligero.

Dio un paso hacia mí y tentativamente me rodeó con sus brazos. — Bienvenida a casa.

Sus emociones se lanzaron sobre mí, pero no fue un golpe tan duro. Fueron como fuegos

artificiales estallando en el cielo. Ella había estado preocupada por mí, y ahora esos

temores se iban desapareciendo para ser sustituidos por alivio y alegría.

Hicieron un nudo en mi garganta mezcladas con mis propias emociones. Había vivido la

mayor parte de mi estancia en el internado, y nunca se me había ocurrido que ellos me

echarían de menos aquí. Una parte había pensado que estarían felices de que el monstruo

que invadía sus emociones privadas no estuviera alrededor.

— Mi turno —dijo Lindsey. Su pelo era rubio casi blanco. En el verano pasado había

experimentado una confusión interna mientras luchaba con sus sentimientos, por Connor

y Rafe. El oscuro, Rafe estaba de pie justo detrás de ella. Después de que ella lo había

elegido a él, nunca volvieron a estar distantes.

Cuando ella me abrazó, su real alegría se extendió a través de mí. No me lo esperaba. Esto

debilitó mis rodillas.

— Yo no soy una amante de los cariños —Brittany dijo. — Pero Connor y yo nos

alegramos que hayas vuelto. —Ella y Connor eran un contraste: Brittany, con su pelo

negro y Connor con el pelo rubio.

— Los ancianos quieren hablar contigo en la mañana —dijo Lucas. — Pero por ahora trata

de dormir un poco.

Asentí con la cabeza, estaba demasiado cansado como para oponerme.

— Ya que mis emociones no te molestan —dijo Brittany. — Pensamos que podrías

compartir la habitación conmigo.

— Tengo mi cuarto —le recordé. Lo usaba siempre mientras estaba aquí.

— Sí, pero no querrás dormir sola.

No lo había hecho. Lancé una mirada hacia Daniel. Me sorprendió lo mucho que quería

que durmiera conmigo sosteniéndome. Pero yo sabía que los ancianos nunca lo

permitirían. Ellos eran muy estrictos acerca de quién podía compartir una habitación. Las

chicas y los muchachos estaban separados.

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— Muy bien. Seguro —le dije. Había muchas cosas que quería decirle a Daniel. Pero eran

algo muy personal y privado.

Yo quería un momento a solas para hablar con él, pero las chicas me guiaron hacia una

amplia y magnifica escalera, yo sabía que no iba a tener esa oportunidad. Tal vez mañana.

Miré por encima del hombro. Él ya estaba en una discusión profunda con los chicos, sin

duda planificando la mejor manera de protegerme. Yo sentí un aumento de furia que

venía de los otros y también resolución. Yo me sentía como si diera un paseo en una

montaña rusa de emociones. Todo el mundo estaba en lo cierto. Tenía que dormir, porque

yo iba a seguir siendo golpeada por todo esto.

— ¿Nuestras emociones te molesta ahora? —Preguntó Lindsey.

— No es tan malo. Siento que tú estás tratando de mantenerlos encerrados. Te lo

agradezco.

— Es probable que te sorprenda que a pesar de la distancia estábamos realmente

emocionados de tenerte de vuelta —dijo Kayla. — Sería increíble si pudieras bloquear

nuestras emociones para que pudiéramos pasar más tiempo juntas.

Estábamos en la parte superior de la escalera. Llegué a una parada. — ¿Tú quieres

compartir un tiempo conmigo?

— ¿Por qué suenas tan sorprendida? Este mundo sobre los cambiadores es nuevo para mí.

No tengo muchas amigas. Me encantaría tener otra, me gustaría que fueras tú.

El verano pasado ella ni siquiera sabía que existimos, desde luego no sabía que ella

también tenía la increíble habilidad para cambiar.

— Tal vez —le dije, no dispuesta comprometerme. Todo esto era nuevo para mí. Yo podría

hablar con los ancianos y podía hablar con Daniel. Y podía hacerme amiga de las niñas en

la escuela. Tal vez no sería tan difícil ser amiga de los otros cambiadores. Había disfrutado

de hacer amistades entre Estáticos, incluso si sólo haya sido sólo una temporada.

Seguí Brittany a su habitación. Había dos camas. Algunas de mis ropas estaban dobladas y

situadas en una de ellas.

— Supongo que todos tenían fe en que Daniel me traería de regreso —le dije mientras

cerraba la puerta detrás de nosotras.

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— Seguro.

Me acerqué a la cama y encontré unos pantalones de franela y una camiseta de manga

larga entre mis cosas. — Entonces... ¿pasaste con él el verano pasado, cuando los ancianos

trataron de emparejarlos?

Se sentó en la cama y tiró de sus piernas debajo de ella. — Sí. Nos tocó llevar a un grupo

de niñas a los bosques para su primera acampada.

— ¿Le has visto cambiar?

Ella frunció el ceño, sacudió su cabeza. — No —sonrió ella. —Entonces, ¿qué aspecto

tiene? Con el pelo negro probablemente se verá muy amenazador como un lobo.

— Yo nunca lo he visto en forma de lobo —le dije.

Antes de que ella pudiera hacer más comentarios, me deslicé en el cuarto de baño y abrí la

ducha. Me quité la ropa y me metí en la ducha. Recibí con satisfacción el agua caliente

sobre mi cuerpo. Comencé a relajarme desde la parte superior de mi cabeza hasta la punta

de los dedos de los pies, imaginando que era una cascada a través de mí y que eliminaba

toda la tensión, como había hecho tantas veces en el balneario.

Furia estalló contra mí, casi me sorprendió. Puse mi mano en la pared de azulejos, incliné

mi cabeza. Tenían que ser los chicos, hablando sobre los peligros, planificando cómo

destruir al cosechador.

Un golpe rápido sonó en la puerta.

— Hayden, ¿estás bien? Te oí gritar —gritó Brittany.

— Estoy bien. —Agarrando la toalla, salí tambaleándome de la ducha, mis movimientos

eran desiguales mientras me secaba.

Me puse los pantalones de franela. Mi pelo, mojaba mi camisa, me agarré al borde del

mostrador, sorprendida de que el mármol no se abollara con mi agarre.

Una ráfaga de emociones se azotaban a través de mí como un tornado. Preocupación.

Enojo. Orgullo. Una necesidad de control. El miedo otra vez. Aquel horrible y escalofriante

terror.

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La puerta se abrió de golpe. Daniel estaba ahí de pie, cada uno a los que había saludado

estaban en la entrada empujando contra él, compitiendo para ver qué estaba pasando.

Había tantas emociones que ya no pude separarlas. Me inundaban, me consumían.

El cuarto se parecía dar vuelta. El piso y el techo parecían juntarse. Todo lo veía inclinado.

El piso de repente estaba a centímetros de golpear mi nariz.

Daniel me agarró y me acunó contra su ancho pecho.

— ¡Todo el mundo fuera! —Gritó. — Váyanse lo más lejos posible de ella.

— ¡No! —dije, agarrando su camisa, tratando de recuperar mis fuerzas. — Hay temor, un

miedo inmenso. Una persona está siendo atacada, está en peligro.

— ¿Quién? —Preguntó Lucas.

— No lo sé.

— Uno de los centinelas —señaló Connor.

Escuché el eco de fuerte pisadas, eran las de todos los demás mientras salían corriendo.

Daniel me puso sobre la cama.

Apreté mis manos a ambos lados de mi cabeza. — No puedo ayudarlo. ¡No quiero sentir

esto, yo no quiero experimentar su muerte!

Yo estaba perdida en un torbellino de las emociones por la transformación de los demás

cambiadores. Había desesperación para encontrar cuál era el problema, determinación de

tener éxito.

Yo apenas era consciente de Daniel acunando mis mejillas. — Hayden, no sé cómo

ayudarte.

— Distráeme, aleja de mí sus emociones.

Su boca aterrizó en la mía, tímidamente al principio y luego con más fuerza. Odiaba que

sus emociones no pudieran fluir en mí y empujar hacia fuera a todo lo demás. Todo lo que

podía hacer era concentrarme en la sensación de su cuerpo cubriendo parte del mío, la

fuerza de sus manos mientras se deslizaban abajo hacia mis lados para apretarme más, la

flexibilidad de sus labios mientras se movían sobre los míos, el suave tacto de su lengua

que se arremolinaba dentro de mí.

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Placer, como caliente miel, derramándose sobre mí. Me perdí en las sensaciones tan ricas y

poderosas que todo se desvaneció, excepto mis propias emociones, mis propios deseos.

Cuando Daniel interrumpió el beso, ambos jadeando, tragando aire pesadamente. Pude

ver en su verde mirada que las emociones eran turbulentas y poderosas a través de él.

Aunque exactamente no podía sentirlas, podía leerlas.

Y ellas me asustaron como un infierno. Mucho más que cualquier cosa que yo había

sentido antes. Me había dicho que se preocupaba por mí. Pero era mucho más que eso.

Él me amaba.

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CAPÍTULO 11

Traducido por Rose Belikov Corregido por Obsession

— Eso fue la cosa más espantosa que jamás he visto —dijo Seth. — Nunca he querido

cambiar tan mal en mi vida entera.

— El hecho de que probablemente no salvaste tu vida —dijo Lucas— te dio agallas para

luchar contra tus instintos.

Estábamos todos en la casa del frente. Sólo momentos antes, Brittany había irrumpido en

el cuarto para hacernos saber que Seth-que estaba afuera vigilando-se encontró con el

cosechador. Todo lo que ella había visto fue a mí sentada en la cama, mi espalda contra la

cabecera, y Daniel de pie a la ventana viendo afuera. Después de ese apasionado y

deseado beso, nos separamos sin una palabra y nos fuimos a nuestros espacios separados.

No sabía qué había visto él en mis ojos, pero si no fue nada como el deseo que había visto

en los suyos, pensé que él probablemente estaba tan asustado como yo.

Aunque ninguno de nosotros estaba tan asustado como Seth. Yo de hecho estaba teniendo

algún éxito empujando sus emociones así no podrían consumirme. No quería invadir su

espacio íntimo, compartir sus sentimientos. Él trató de esconder el temblor de sus manos

manteniéndolas en movimiento frotándose una y luego la otra.

— Debe de haber escuchado que los chicos venían —dijo su voz ligeramente trinando.

Kayla y Lindsey entraron, ambas llevando bandejas con humeantes tazas de chocolate

caliente que el cocinero había preparado.

— Aquí, chocolate caliente para todos —dijo Kayla poniendo su bandeja en la mesa del

café enfrente del sofá en el que Seth estaba sentado. Tomé uno, encontrando que

necesitaba hacer algo con mis manos, no porque ellas estuvieran temblando. Sino porque

querían tocar a Daniel.

De pie en el lugar del fuego, él descruzó sus brazos para tomar una taza de la bandeja que

Lindsey le ofreció. La habitación parecía casi demasiado caliente con el fuego grande

quemando en la casa pero supe que Seth estaba aún congelado por el encuentro.

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Seth miró hacia arriba a los chicos. Ellos estaban todavía parados, mientras las chicas se

habían sentado en varias sillas alrededor de la sala. — Tomaste un riesgo cambiando.

— No sentimos su presencia —dijo Lucas. — No olimos eso tampoco. Olía como huevos

podridos.

Seth volvió su nariz. — Sí, pero no lo olí hasta que eso estaba ahí. Era como si simplemente

se materializó de la tierra.

— Del infierno —dijo Connor.

Cuando todos lo miraron él sólo se encogió de hombros. — Eso es de donde dicen las

leyendas que viene.

— Él tiene razón —dije. — Porque por nuestras propiedades curativas, no somos

asesinados fácilmente. Así que eso fue creado por magia negra para destruirnos. O eso es

lo que los viejos textos que he leído dicen.

— No soy un gran creyente de la magia —dijo Rafe.

Connor lo miró como si él hablara un idioma extraño. — Duda de que te transformas en

un lobo.

— Eso es diferente. No son encantamientos y calderos negros y ojo de tritón.

— Lo que sea —dijo Brittany. — Discutiendo de eso no va a cambiar el hecho de que

tenemos una criatura peligrosa afuera. ¿Alguien sabe si los ancianos han pensado cómo

destruirlo?

— Con magia —vino de la entrada, y todos nos volteamos a ver los ancianos parados ahí.

— ¿Qué tipo de magia? —Preguntó Rafe con escepticismo.

— Se los explicaremos en la mañana —dijo Elder Wilde. — Todavía quedan algunas horas

antes del día, todos deberían dormir ahora. —Él sostuvo su delgado dedo. — Sin cambios.

El cosechador puede estar donde sea.

— Pensé que el cosechador tenía poder sólo durante la luna llena —dijo Lucas.

— Es lo suficientemente cerca para ese tiempo que puede desencadenar destrucción total.

Los otros ancianos y yo vamos a vigilar por el resto de la noche.

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Cuando subí las escaleras con los demás, pensé que era un poco inocente que alguien de

nosotros iba a poder dormir. Podía sentir la mirada penetrante de Daniel en mi espalda.

Arriba en las escaleras él dijo: — ¿Hayden?

Yo miré atrás y él volvió la cabeza de lado. Tocando al brazo de Brittany, le dije: — Estaré

en el cuarto en un minuto.

Fui con Daniel y esperamos a que todos desaparecieran por el pasillo.

Él tocó mi mejilla. — No le dejaré que te tenga.

Oí absoluta convicción en su voz.

— No tengo otra opción. Tú sabes también como yo que el primer cambio no es controlado

por la persona al contrario es por la luna llena y no la podemos parar.

Me paré en las puntas de mis pies. Presioné un rápido beso en sus labios.

Luego caminé por el pasillo. Un lío de emociones estaba yendo a través de mí. Esta vez

eran mías.

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CAPÍTULO 12

Traducido por veroniica Corregido por ynexiz

Después del desayuno a la mañana siguiente nos reunimos todos en la sala del consejo. En

una mesa grande y redonda se sentaban los ocho Guardianes Oscuros-incluyendo a

Daniel,-que permanecía en Wolford y los tres Ancianos. Elder Wilde estaba en el medio

con el Anciano Thomas a un lado y el Anciano Mitchell al otro lado de él. Normalmente

antes de que un Guardián experimentara su primera luna llena, ella era considerada como

un principiante y se sentaba en una silla a un lado de la habitación. Pero ya que esta

reunión se produjo por mi culpa, me encontré sentada al lado del Anciano Thomas, quien

me cogió la mano con la suya que era áspera. Después de más de cien años cambiando, a

pesar de las habilidades de curación de los Cambiadores, su cuerpo había comenzado a

mostrar el precio de los cambios de forma y la reconstrucción de los huesos y músculos.

Como líder de los Guardianes Oscuros, Lucas se puso en pie. — Como ustedes saben, el

Cosechador amenazó a Hayden. No sólo obtendrían su alma y su capacidad de cambiar,

sino también su capacidad de detectar emociones de los demás. Hemos identificado otros

dos Cambiadores que experimentarán su primera luna al mismo tiempo que Hayden. Los

dos son varones. Hemos enviado cuatro Guardianes para que sigan velando por ellos

mientras se enfrentan a su luna llena. Tenemos fe en que estarán a salvo.

Si bien muchos Cambiadores sirvieron como Guardianes Oscuros, en un momento dado

sólo doce se sentaron en la mesa del consejo, planeando estrategias, y pusieron sus vidas

en la línea para protegernos. Lucas me miró.

— Creemos que necesitaremos más para proteger a Hayden. —Dijo asintiendo con la

cabeza hacia su abuelo.

— Elder Wilde te explicará.

Este se sentó, dejando el puesto a Elder Wilde el cual se levantó. — Ustedes estaban todos

aquí cuando el Cosechador se llevó a Justin. Saben de lo que es capaz.

La mano del Anciano Thomas se tensó sobre la mía, sólo que los Guardianes Oscuros no

habían oído nada que no se esperasen, yo no experimenté ningún cambio en los

sentimientos de nadie. Como cuestión de hecho, me sorprendió la calma que había en el

ambiente. Determinación, confianza, incluso afán de confrontarse al enemigo aplastándolo

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en la pared débil que había conseguido de alguna manera mantenerse recta. O tal vez la

ferocidad de mis propias emociones hacía que las de todos los demás palidecieran en

comparación.

— Entonces, ¿cómo pateamos su trasero? —Preguntó Brittany.

— Tienen que luchar sin cambiar —explicó Elder Wilde—. Y para eso necesitan un arma

especial. Vengan con nosotros.

Todo el mundo se levantó y siguió a los ancianos cuando estos dejaron la sala, a lo largo

de un pasillo, bajando unas escaleras, cruzando otro pasillo hacia una sala dónde había

textos antiguos almacenados. Nosotros podíamos entrar en esa sala sólo mediante

invitación. Pero no se detuvieron aquí. Ellos retomaron su camino entre las sillas y cajas

que albergaban tesoros. Nos llevaron rodeando montones de libros y papeles.

Acompañándonos hasta una biblioteca. El Anciano Thomas extendió la mano y tocó una

estatua de un lobo que descansaba en uno de los estantes. Abriendo de esa forma la

biblioteca.

Podía sentir el asombro de todos. Un secreto revelado. Un escondido lugar del que

nosotros no sabíamos de su existencia. Seguimos a los ancianos por un pasadizo de

angosta piedra y bajamos otra serie de escaleras hasta una gran puerta de madera con

vistosas esculturas. Elder Wilde sacó una llave de su bolsillo, introduciéndola en la

cerradura. Rodeándonos con el resonar del click. Empujó la puerta conduciéndonos a una

cámara oscura. Alguien encendió un interruptor y una luz iluminó la habitación.

— Nuestro arsenal —dijo el anciano Wilde.

Miré con asombro todas las armas en las paredes. Antiguos instrumentos de destrucción.

Espadas, cuchillos, hachas, palos…

— ¿Es esa Excalibur? —preguntó Connor.

— Estas son las armas que les pertenecen, jóvenes guerreros, —dijo Elder Wilde,

ignorando la pregunta de Connor. Los mangos eran de oro, pero las hojas brillaban de

plata.

— Ellas están hechas de acero, recubiertas de plata. Al igual que la plata nos puede matar

a nosotros, puede también matar a un Cosechadora, —explicaba Elder Wilde. —Pero esta

arma en particular ha sido templada con la magia. Se debe incrustar en el corazón del

Cosechador.

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—Yo puedo hacer eso —dijo Brittany, alcanzando una espada.

—Todos ustedes necesitan empezar a practicar con la espada. Tenemos poco tiempo.

Vamos a trabajar en el exterior. —Él me miró—. Excepto usted, Hayden. Su cambio le

ocupará la mente, el cuerpo, y el espíritu. Los Guardianes Oscuros que permanecen aquí la

acompañarán en su transformación, protegiéndola en lo máximo de lo posible. El

Cosechador la atacará cuando comience su cambio.

— ¿Y será entonces cuando la atacarán?

— Sí.

Daniel me miró. Si él era mi compañero, él no debería luchar tampoco: estaría distraído.

— Aún así, quiero aprender cómo luchar con una espada —le dije—. Cualquier cosa

puede pasar allí.

En el fragor de la batalla tendríamos que tener cuidado de no cortar a algún Guardián

Oscuro. Nuestras propiedades curativas no se aplicaban a una herida hecha con plata.

— Así será, —me aseguró.

Las espadas que nos dieron para practicar no eran las que usaríamos en la batalla. La plata

era demasiado arriesgada. Espadas de madera probablemente habrían sido mejor, sólo

que no teníamos ninguna. Además, era necesario para acostumbrarse al peso. Así que las

espadas eran de acero.

Salimos a la calle, al patio que estaba entre el lado de la casa y a unas yardas de donde

comenzaba el bosque. No creía que fuera una coincidencia que estuviese vinculada con

Daniel. Creía que los ancianos continuaban haciendo algo de casamenteros. Todos los

demás estaban emparejados con sus compañeros, excepto Seth, que no tenía pareja. Lo

sentía por él. Él fue emparejado con el Anciano Thomas.

— Lo más importante, —dijo Elder Wilde— es llegar a ser uno en la batalla, para seguir en

ella, para sumergirse en ella. No pueden estar distraídos. Deben estar concentrados.

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Sentía todas las emociones entrando en mí. La anticipación, el entusiasmo, un poco de

ansiedad sobre la posibilidad de fracasar. Permanecer enfocada durante la práctica iba a

ser un desafío. No podía imaginarme cómo lo iba a manejar en el fragor de la batalla.

—Es una lástima que no me puedas distraer ahora de todas las emociones tal como lo

hiciste anoche —le dije a Daniel.

Él sonrió. — Bueno, podría pero si te agarro tan cerca no tendríamos mucho espacio para

blandir nuestras espadas de entrenamiento. —Me sonrió— No creo que te lo estés

tomando en serio.

— Si yo soy tu compañero, estaré ocupado. —Negué con la cabeza— No, yo no voy a tener

un compañero.

— No puedes pasar por esto sola.

— Y tú has pedido no cambiar.

—Siempre querrán tener el arma y apuntar al corazón de su adversario, —dijo Elder

Wilde, interrumpiendo mi conversación con Daniel— lo cuál consideré una buena cosa.

Yo sabía que iba a tener que pasar por el cambio sola. El problema iba a ser convencer a

Daniel. Pero ahora ambos necesitábamos aprender a luchar. Elder Wilde nos dio unos

cuantos consejos sobre la postura y el equilibrio. A continuación, en el patio resonaban los

choques de espadas.

Estaba sorprendida con la forma en que mi brazo retumbaba con cada golpe que paraba.

Debimos practicar sobre media hora cuando los ancianos nos dijeron que tomáramos un

descanso. Yo no llevaba el abrigo. Pues supondría un obstáculo en mis movimientos. Pero

no tenía frío. Al menos no hasta que me dejé de moverme. Daniel se acercó y puso su

brazo alrededor de mí, acercándome a su lado.

— Eres muy buena. —Me encogí de hombros.

— Pero no seré la única con una espada. Ni siquiera sé por qué estoy practicando. Sólo

necesito sentir como si estuviera haciendo algo.

— Tú estás haciendo algo. Servirás como cebo. —Escuché en su voz que eso no le gustaba

en absoluto—. Podría cambiar primero, llevarlo hacia fuera.

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— ¡No! —Envolví mi brazo a su alrededor— Además, soy yo lo que realmente quiere. Él

quizás solo te ignore. O podría matarte y luego vendría a por mí. Cogería toda tu familia.

Se puede mover con rapidez, Daniel. Tal vez hasta puede matar a dos a la vez. ¿Quién

sabe?

— Simplemente no me gusta este plan. —

— Confío en los ancianos. —Él miró hacia donde ellos estaban hablando— Sé que es difícil

para ti porque no creciste con ellos, —dije— pero saben que la mejor manera de tratar con

los antiguos peligros.

— ¿Con las espadas de plata? ¿Por qué no una bala de plata? Un arma sería mejor. —Me

encogí de hombros— Por alguna razón tiene que ser una espada. Tal vez sea la cantidad

de plata, o la longitud de la misma, o ¿quién sabe? Es un antiguo mal y esto es lo que

necesitamos para derrotarlo. —Daniel parecía contemplar eso, y entonces gritó:

— Elder Wilde, ¿tendrá una espada el Cosechador?

— No

— Entonces, ¿no deberíamos estar aprendiendo como bajarla cuando él tenga mucha más

movilidad?

— De hecho, Guardián del Bosque. Esa es la próxima lección

Las chicas y Seth mantuvieron las espadas mientras que cada hombre pretendía ser un

Cosechador. Estábamos emparejados todavía uno-a-uno, y mi compañero era Daniel, que

entraba y salía como una flecha, luchando a mi alrededor. Yo me balanceaba, lanzando,

tapándome sin llegar a tratar de golpearle a él. Nos esquivábamos, regateábamos,

golpeábamos. Levanté la espada en un arco. E intenté hacer un elaborado ocho para

mantenerlo fuera de guardia. Trabajaba para mantener un espacio a mi alrededor libre de

Daniel. Mis brazos se cansaron. Me cansé.

— Usted lo está intentando demasiado duramente, Hayden —dijo Elder Wilde cuando

pasó por detrás de mí, puso sus brazos a mi alrededor, y sus manos sobre las mías en la

espada.

— Espera, mire. Golpéale sólo una vez. Cuándo sea el momento adecuado. Pero estén

siempre preparados para ese momento perfecto.

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Daniel me esquivó y se retiró. Maniobrando a mí alrededor. Me recordaba a un jugador

defensivo en un equipo de fútbol tratando de hacer un placaje. Nosotros esperábamos,

esper{bamos, nos balance{bamos…

Daniel saltó hacia atrás y cayó de culo en la nieve.

—Deberíamos pedir un descanso, —dijo Elder, liberando su amarre sobre mí.

—Usted ni siquiera estaba cerca, —dijo Daniel. Ellos y su ego, su necesidad de ganar. Se

puso otra vez de pie.

—Inténtalo de nuevo, Hayden, —dijo el anciano Wilde.

Daniel y yo comenzamos el proceso de nuevo. Estaba encontrando más dificultades para

concentrarme mientras los demás mejoraban, comenzando a sentirse orgullosos de sus

logros, comenzando a ganar confianza en las armas. Sus sentimientos me bombardearon,

creciendo en mí el mareo, la confusión.

Daniel se abalanzó sobre mí. No queriendo golpear su corazón, traje el arma baja. No sé si

se movía demasiado lento o yo demasiado rápido, pero le corté en el muslo. Liberando un

grito, reaccionó sin pensar y trató de empujarla a la distancia, lo cual hizo que se cortase la

mano. Se dejó caer al suelo. La nieve en torno a él comenzó a volverse roja.

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CAPÍTULO 13

Traducido por Pasitea Corregido por Ynexiz

— Oh. Dios Mío. Daniel. —Me arrodillé a su lado.

— Está bien, —dijo, apretando nieve en su muslo para reducir la sangre que corría.

Apenas oí sus palabras mientras sentía desde los demás preocupación, interés, incluso

unos atisbos de miedo-que podrían haber sido míos-infiltrándose en mí y superando mis

propios miedos y preocupación por Daniel. No teníamos ningún doctor aquí.

Extendiendo la mano, Daniel tomó la mía. Todavía tan tibia— Hayden, está bien.

Simplemente cambiaré.

— No, —Elder Wilde y yo dijimos al mismo tiempo.

— El riesgo es demasiado grande, —continuó Elder Wilde.

— Esto no va a curarse por sí mismo para mañana por la noche, —dijo Daniel.

— Entonces entrarás en la batalla herido o de ninguna manera. Veremos como estás

mañana, —dijo Elder Wilde.

Daniel sacudía su cabeza.

— Hacemos lo que es mejor para la manada aquí, Daniel, —dijo Elder Wilde—Hablamos

de esto cuando viniste la primera vez. Adoptas nuestras costumbres o te vas. Vi como la

mandíbula de Daniel se apretaba. Yo no sabía lo que él sentía, pero sabía lo que pensaba.

— Por favor no te vayas, —susurré.

Él vaciló, luego asintió con la cabeza.

—Ve a atender tus heridas, —dijo Elder Wilde.

Dolía ver a Daniel cojear hacia la ciudadela, dejando un rastro descubierto de sangre a su

estela.

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— Que mal para Daniel, —dijo Brittany, subiendo hasta llegar a mi lado—, pero al menos

sabes que puedes manejar una espada.

— No es que realmente te vaya a servir mañana por la noche, —dijo Lindsey— No tendrás

fuerza para levantar un arma durante tu transformación.

Cada vez que trataba de ser normal, algo resultaba recordarme que no lo era.

Dentro de la cocina Daniel tomó una silla.

— Podría llamar a un doctor, —dijo Elder Wilde.

Daniel hizo una mueca. — Estaré bien.

Usando unas tijeras, corté un pedazo de sus vaqueros para hacerlo más grande y así tener

acceso más fácil a su herida. Todas esas emociones… yo no podía concentrarme.

— Yo atenderé a Daniel, —dije—, pero necesito que todos se vayan excepto Brittany.

Las emociones que me golpeaban se aliviaron ligeramente, entonces pude concentrarme

en la tarea. Usando agua caliente, Brittany y yo limpiamos las heridas y se las envolvimos

con pedazos de sábanas que uno de los Elder nos trajo.

— Deja de parecer tan culpable, —dijo Daniel—. Era estúpido que practicáramos el uno

contra el otro. Todo el asunto es estúpido. — Toqué su mejilla.

— Estás preocupado por mí.

— Condenadamente cierto que estoy preocupado. Nadie ha combatido deliberadamente a

esta criatura en siglos. ¿Y si ha evolucionado en algo que no puede ser matado con la

plata? Y si… es sólo que tiene que debe haber otra manera.

Toqué su rodilla. — ¿Cuán mal estás?

— Lo bastante mal como para irme a acostar. Tal vez si descanso, las heridas se curarán

mientras duermo.

Lo miré luchar par ponerse de pie y salir cojeando del cuarto, con vendas alrededor de su

muslo y su mano. Quise golpear algo.

— Él tiene razón, —dije, pero Brittany estaba allí para oírlo—. Fue estúpido.

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— Fue un accidente, —dijo ella—. Y discrepó. Necesitamos un poco de práctica. Si

tenemos que bajar esta cosa con una espada, entonces eso es lo que tenemos que hacer.

Suspiré. Tal vez.

— ¿Sabes que cosa lo haría sentirse mejor? —Preguntó Brittany—. Algunas galletas de

chocolate.

La contemplé. — ¿Cómo sabes eso?

— Cuando tomamos ese grupo de muchachas que acamparon el verano pasado, él comió

más de las que creerías. Me confesó que es un adicto al chocolate.

—Me molestó que supiera consolarlo y yo no.

— ¿Qué más confesó? —Pregunté.

Ella sacudió su cabeza e hizo una mueca. —Lo siento. Realmente no puedo recordar más.

No le prestaba tanta atención. Estaba determinada a que él no me gustara. No sé por qué

de repente recordé la cosa del chocolate. Pero el cocinero estará aquí en bastante tiempo

más como para comenzar a preparar la comida. ¿Quieres que traigamos a Kayla y Lindsey

acá para ayudarnos a hacer algunas galletas antes de eso? —Pensé en pasar de la oferta,

pero realmente quería hacer algo para Daniel y tener sólo a las muchachas aquí me daría

más práctica en el bloqueo de sus emociones, o al menos me dejaría acostumbrarme a

tenerlas cerca. Mi don iba a ser mi peor responsabilidad mañana por la noche.

— Sí, seguro.

Tomé una ducha rápida para quitarme la sangre de Daniel de encima y me cambié a

vaqueros limpios y un suéter. En el camino de vuelta a la cocina pasé por la puerta del

cuarto de Daniel. Pensé en abrirla y sólo observarlo dormir, pero tuve miedo de que si lo

hacía, no volvería a la cocina. Sólo querría acurrucarme contra él. Sentía que aquí no

podíamos encontrar ningún momento privado.

Puse mi mano sobre la manija, luego sacudí mi cabeza y me dirigí abajo.

Antes de que llegara a la cocina, me sentí hundida en una oleada con felicidad, alegría,

calma que sin duda venía de las chicas en la cocina. Este pequeño tiempo con las chicas

podía ser justo lo que necesitaba –tanto si pudiera contener sus emociones o no.

Cuando traspasé la puerta, algo suave aterrizó en mi cara y oí la risa alrededor de mí. Era

un delantal. ¿Todavía la gente se ponía delantales? No podía recordar haber visto a mi

mamá alguna vez con uno.

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— No somos exactamente las cocineras más ordenadas, —dijo Kayla como si leyera mi

mente.

Ya tenían puestos sus propios delantales, de modo que puse el mío alrededor de mi

cintura, pareciéndome a la Pequeña Señorita Suzy Homemaker. Avancé hacia el enorme

bloque carnicero. En el centro había un tazón azul grande y una cacerola.

— Bien, — Dijo Kayla— Así es como esto funciona. Vaciamos cada uno de los ingredientes

en la cacerola. La persona que pone el ingrediente puede hacer una pregunta y los demás

tienen que contestar.

— Ella tiene que contestar también, —dijo Brittany.

Kayla puso los ojos en blanco. — Tal vez. Pero voy primero. —Y agarró la cazuela antes de

que alguien más pudiera.

Vertió dos tazas del azúcar. — De acuerdo, ¿Cómo son los besos de sus compañeros?

Lindsey y Brittany gimieron amablemente. Yo empecé a pensar que podría haber algo

peor que sentir las emociones de alguien: describir algo tan íntimo como un beso.

— Bien, —dijo Lindsey, riendo—. Iré primero, pero soy la siguiente con la cacerola.

Su cutis era pálido de modo que su rubor fue visible cuando recorrió sus mejillas. No

entendí por qué ella nos diría algo que la avergonzaba, pero entonces sentí confianza

abrazándome, no sólo la de ella, pensé, sino que también la de las demás. Ellas confiaban

las unas en las otras para contarse las cosas. Trataban de extenderme ese privilegio.

—No debería ser ninguna sorpresa que Rafe es una besador asombroso, —dijo ella, su

rubor volviéndose más profundo—. Él se concentra tanto que cuando me besa, realmente

no puedo pensar en algo más.

Pensé en la última noche cuando los miedos de Seth me alcanzaban. El beso de Daniel

había sido tan poderoso que todas las otras emociones excepto las mías retrocedieron.

Lindsey miró a Brittany.

Brittany sonrió con satisfacción. — Tú podrías pensar que sabes como besa Connor pero

no lo sabes. Te garantizo que él nunca te besó del modo en que me besa a mí o nunca lo

habrías dejado ir.

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Lindsey sonrió. — ¿Estás contenta de que lo haya hecho?

Britany asintió con la cabeza. — Sí.

— No fue porque no creyera que él es fabuloso, Brit, —dijo Lindsey—. Esa es la razón por

la luché tanto. Connor es grandioso. Él sólo no era el correcto para mí.

— Ella realmente luchó con su decisión, —dije, luego sentí que mi propia cara se calentaba

cuando tres pares de ojos se posaron en mí. — Lo siento. No hablo nunca de las emociones

que me visitan —y no sabía que eras tú, Lindsey. Yo sólo sabía que alguien tenía una duda

poderosa y sentía culpa por alguien. Sólo me di cuenta cuando después las cosas

terminaron del modo en que lo hicieron. Y sólo-puedo sentirlo ahora-algo de

incomodidad. Creo que está entre ti y Brittany. Quiero decir, ¿quién más está aquí,

verdad? Lo siento. No debería haber dicho nada. No debería tratar de hacer esta cosa de

galleta de amistad. Mejor me voy a ir.

Comencé a girarme lejos, pero tres noes resonaron por la cocina. Brittany fue la que agarró

mi brazo primero, pero Kayla estaba justo detrás de ella, tomando el otro, y su

remordimiento fluyó a través de mí.

— No te vayas, —dijo Brittany—. No podemos imaginar lo que debe ser para ti. Conocer

los sentimientos de todo el mundo. Guardar nuestros secretos.

— No sus secretos. No sé lo que piensan. Sólo sé lo que la gente siente. Y las emociones me

golpean. No siempre sé a quién pertenecer. Pero a veces puedo imaginarlo.

— De modo que quédate, —dijo Kayla—. No haremos preguntas estúpidas.

— Me gustó la pregunta, —dijo Brittany—. Me pregunto cómo besa Daniel. Nunca nos

besamos. ¿Entonces?

Ellas liberaron mis brazos. Casi corrí. En vez de eso dije, — Bien, la pregunta era como

besan los compañeros. Y él no es mi compañero.

— ¿No vas a aceptarlo? —preguntó Brittany cuando me conducían hacia la isla.

—No lo sé.

Lindsey vertió el cacao en la cacerola. — ¿Por qué no?

Brittany vertió media taza de leche en la olla antes de dármelo junto con un paquete de

margarina. Me concentré en quitarle el papel a la margarina. Era más fácil hablar cuando

no las miraba. — Nunca he…realmente nunca he pasado tiempo con chicos. Él me gusta.

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Me gusta mucho. Es mandón, pero fuerte y sexy y agradable. —Dejé caer la margarina en

la cazuela antes de mirar arriba—. ¿Cómo supieron que su compañero era su compañero?

Kayla tomó la olla de la cocina, puso el fuego en medio, y comenzó a mover los

ingredientes para derretirlos. — Yo ni siquiera sabía sobre los compañeros cuando

encontré a Lucas, —dijo ella—, pero wow, algo sobre él realmente me atraía. No importa

donde estuviera él, yo podía sentirlo mirándome. La profundidad de la atracción que sentí

por él así de rápido me asustó. Traté no de ignorarla sino fingir que no estaba allí, pero

esto siempre hervía a fuego lento bajo la superficie. Tanto como me asustaba, no estar con

él me asustaba más.

— Yo siempre he amado a Connor, —dijo Brittany—. Ya que no tengo el gen de

compañero de por vida, probablemente no soy la mejor para explicar como es que sabes

que él es tu compañero.

— Pero sabías que lo amabas, —dijo Lindsey.

— Oh sí. Vivía para esos momentos cuando lo veía, cuando me hablaba, o cuando

simplemente me miraba. Siempre me sentía caliente y confusa si él me prestaba atención.

También podía enfurecerme más rápido que alguien que yo conociera. Cuando él

desafiaba mi capacidad en los enfrentamientos.

—Ya ves, no conseguí eso con Connor, —dijo Lindsey—. Estar con Connor era…

simp{tico. Agradable. Estar con Rafe… me asustaba hasta los huesos. Todavía lo hace.

Todo es tan intenso.

No quise decirles que todo lo que ellas habían experimentado con sus compañeros, yo lo

había experimentado con Daniel. Era tan personal y privado. ¿Pero era suficiente? ¿Por

qué no podía simplemente decir que él era el único?

La mezcla comenzó a hervir. Kayla lo sacó de la cocina y lo llevó a la mesa, donde Brittany

vertió tres tazas de avena, una taza del coco, y una cucharilla de vainilla en la fuente. —

Ahora el ingrediente mágico, —dijo, y añadió media cucharadita de condimento de

imitación de mantequilla.

Kayla vertió la mezcla de chocolate en el tazón y Lindsey lo movió. Trabajaban como un

equipo, cada uno pareciendo saber lo que la otra iba a hacer. Y aunque trataban de

incluirme, yo todavía me sentía ligeramente como una extraña.

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Brittany puso una hoja de galleta grande cubierta con papel de cera en el molde y me dio

dos cucharas. Lindsey puso el tazón en el centro de la mesa. Comenzamos a echar

cucharadas del brebaje y dejarlo caer en pequeñas pelotas en el molde de galletas.

— Y entonces, ¿qué vas a hacer con Daniel? —preguntó Brittany.

— No lo sé. Es un punto discutible, realmente. Quiero decir, tengo que pasar sola por mi

primera transformación. Él no puede cambiar conmigo.

— Eso realmente apesta, —dijo Brittany—. ¿Y si mueres realmente?

— Mientras ustedes, chicas, maten ese monstruo… —me encogí de hombros, tratando de

fingir que no importaba, que no estaba asustada. Estaba tan contento de que ellas no

pudieran sentir mis emociones.

También comprendí que había logrado pasar algo de tiempo con ellas sin ser abrumada

por las suyas.

—¿Entonces horneamos éstos o qué? —Pregunté, queriendo quitar la atención lejos de lo

que sucedería mañana por la noche.

—No, —dijo Kayla—. Sólo las dejamos reposar. —Ella tocó una con la punta de su dedo—.

Tal vez cinco o diez minutos.

—Esa es la razón de nos gusten, —dijo Lindsey—. Son fáciles y rápidas.

—Deberíamos haberte incluido más a menudo, —dijo Brittany tranquilamente.

Ella había afrontado su luna llena sola. Aunque no había sido capaz de sentir sus

emociones, estaba segura que ella había experimentado el miedo y la aprehensión. Y luego

desilusión cuando la luna llegó y se marchó y ella permaneció sin alterar. Probablemente

ella más de nadie, entendía lo que me pasaba.

— Aquí, —dijo, tomando un pequeño plato y colocando algunas galletas en él—. ¿Por qué

no tomas unas para Daniel?

Y tal vez tengas unos minutos a solas con él en su cuarto fue lo que no dijo. Me sentí ruborizar

otra vez. No creía haberme sonrojado tanto nunca en mi vida.

—Gracias, —dije, tomando el plato—. Y gracias por dejarme ayudar con las galletas.

—Todo va a salir bien mañana por la noche, —dijo Kayla.

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Pero sentí sus dudas. A veces apestaba ser yo.

Les dirigí una sonrisa valiente y dejé la cocina. La mayor parte de mi tiempo con ellas

había sido agradable. No me opondría a juntarme con ellas otra vez.

Avancé a zancadas por el edificio, pasando mesas de chucherías que tenían cientos de

años, artefactos de otra época. Los retratos de generaciones que habían vivido antes

estaban alineados en la pared. El edificio era más un museo que una casa.

Cuando llegué arriba, mi corazón comenzó a palpitar y mis palmas se pusieron sudorosas.

Tanto como esperaba ver a Daniel, odiaba pensar en él herido. Pero era preferible a lo que

podría pasar si él cambiaba para curarse y el cosechador se daba cuenta de eso. No

teníamos ni siquiera una aspirina cerca. Un par de Shifters eran pediatras. Ellos venían

aquí durante el solsticio de verano y de invierno para estar a mano si se hacía daño algún

niño. Pero una vez que habíamos tenido nuestra luna llena, no teníamos ninguna

necesidad de sus servicios.

Bajé por el vestíbulo que conducía al cuarto de Daniel. Golpeé ligeramente la puerta. —

¿Daniel?

Él no contestó. Me pregunté si tenía en un sueño profundo. No creí que me ignoraría. Él

había dicho que no me culpaba por lo que había pasado. Llamé un poco más alto. —

¿Daniel?

Otra vez ninguna respuesta. Presioné mi oído a la puerta. No podía oír ningún

movimiento. ¿Y si hubiera muerto desangrado? ¿Había sido la herida tan seria? No creí

que lo fuera. ¿Pero qué sabía yo sobre heridas?

No, él probablemente estaba profundamente dormido. ¿Debería molestarlo? No tenía que

despertarlo. Podría dejar las galletas en la mesita de noche para que las encontrara cuando

se despertase.

Con mi mano temblando en anticipación a verlo otra vez, abrí la puerta y miré

detenidamente dentro.

Su cama estaba vacía. Se había ido.

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CAPÍTULO 14

Traducido por elamela Corregido por Ynexiz

Me abrí para permitir la entrada de las emociones de los demás. Estaba buscando a los

chicos. Me imaginé que había ido a reunirse con ellos, para discutir la estrategia o luchar o

algo así.

Las emociones empezaron a perturbarme. Muchos tipos de sensaciones de testosterona:

bravuconadas, retos. Y luego cambiaron a alegría, placer, deseo. Las chicas obviamente se

habían unido a ellos.

Los encontré en la sala de juego, que estaba situada cerca de la sala de informática. Pero

cuando entre, no vi a Daniel.

—¿No quería las galletas? —Preguntó Brittany.

Su voz me obligó a pasar a través de la niebla de sus emociones. No me había dado cuenta

de que ellos se habían dado cuenta de que entraba — No estaba allí.

Sentí su aguijón de alarma a través de mí.

—¿Adónde iría? —Preguntó Seth.

—Bueno, duh, ella no estaría aquí si lo supiera, —dijo Brittany.

—Tenemos que buscarlo, —dijo Lucas.

—O no, —me apresuré a decir— Tal vez sólo quería estar solo, para cuidar sus heridas...

—Y en cuanto lo dije, me di cuenta de que eso era exactamente a lo que se había ido a

hacer. Sólo había cambiado para hacerlo.

—Mierda, —dijo Lucas, como si el mismo pensamiento lo hubiera golpeado. — ¿Puedes

sentir si está en problemas?

—Sus emociones no me alcanzan. —¿Nunca les había dicho eso?

—¿Por qué no? , —Preguntó Connor.

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Sacudí mi cabeza. — No lo sé.

—¿Es algo de lo que tengamos que preocuparnos? , —Preguntó Kayla.

—No —dijo Lucas— Ahora no. Sólo tenemos que encontrarlo. Desplegaros; buscad

adentro y afuera.

Después se dispersaron, puse el plato en una mesa y empecé mi propia búsqueda.

Estaba bastante segura de que no iría afuera. Sobre todo porque tenía que saber que era

donde lo buscaríamos. No había cambiado en su habitación, por lo que querría un lugar

donde no fuera descubierto. Tal vez algún lugar con una cerradura. Tal vez incluso algún

lugar donde uno no miraría.

Siempre que había querido total privacidad, me había dirigido a mi rincón de lectura. Pero

Daniel probablemente no estaba tan familiarizado con los rincones y recovecos de la

mansión.

Lo que sí sabía era lo que los ancianos nos habían revelado esta tarde. Mi corazón aumentó

su ritmo. No estaba segura de cómo sabía dónde lo encontraría. ¿Era esto de lo que las

chicas habían estado hablando cuando habíamos estado haciendo las galletas? ¿Era esto

una señal de que era mi verdadero compañero?

Seguí el camino por el que los ancianos nos habían guiado esa mañana. Cuando llegué a la

sala donde los textos antiguos eran guardados, caminé a través de la estantería y toque la

estatua del lobo. Los estantes rechinaron al abrirse. Miré alrededor, divise una linterna, la

agarré, y seguí las escaleras abajo.

La puerta de la armería estaba cerrada. Traté de abrirla. Cerrada. Golpee contra ella. —

¡Daniel!

Presioné mi oído contra la pesada puerta de madera. Pensé que oí movimiento dentro de

la habitación. — ¿Daniel?

—Solo un minuto— Gruñó bastante.

La puerta se abrió, apenas. Cogí una ojeada de él poniéndose su camiseta. Nunca lo había

visto sin ropa, y últimamente habían llevado ropa gruesa de invierno. Era todo delgado y

musculoso. Cogí un vistazo de un estómago tan plano y tenso que podría haber

equilibrado una taza de chocolate caliente en el. Mi boca se quedo seca.

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Su cabeza apareció de pronto por la abertura de su suéter. — ¿Qué?—Sonaba- y se miraba-

seriamente irritado conmigo.

—Tú. Cambiaste.

—¿Y? ¿De verdad pensaste que iba a ir a la batalla con una pierna coja?

En retrospectiva, no.

—¿Sabes el riesgo que tomaste? Podría haberte encontrado aquí muerto.

—Pero no lo hiciste. Además, si el bastardo se presentaba, tenía una espada de plata cerca.

—Si fuera tan fácil de matar, estaría ya muerto.

—Entonces, ¿sobre qué estamos discutiendo?

—Que tomaste un riesgo

—Un riesgo que funcionó, como resulta. —Al salir afuera, cerró la puerta detrás de él— Mi

pierna está tan bien como nueva.

—Deberías haber tenido a alguien protegiéndote.

—Y debería haber estado allí cuando mi familia fue asesinada. Los deberías no significan

nada.

Nunca iba a ganar esta discusión. Además, ¿por qué estaba enfadada? Estaba curado, lo

que aumentaba sus posibilidades de sobrevivir mañana por la noche. Tal vez estaba herida

por que no había confiado en mí, que había sentido la necesidad de ser reservado al

respecto. Tal vez también estaba decepcionada de que me había perdido la oportunidad de

verlo en forma de lobo- aunque había tenido que cambiar de nuevo para abrir la puerta.

—¿Cómo habías abierto la puerta de todos modos?

Sostuvo en alto una llave. — Tomé una clase de criminología. ¿Sabes que los ladrones

pueden limpiar una casa en unos cinco minutos, encontrando todas las cosas importantes

porque la gente esconde las cosas en lugares obvios? Los ancianos escondieron la llave

correcta donde un genio criminal miraría.

—¿Así que eres un genio criminal?

—Tengo que pensar como uno para ganar a uno.

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—¿Así que tenemos que pensar como un Cosechador?

—Creo que ya lo estamos haciendo. Sabemos que viene por ti. — Tocó mi mejilla— No

quería que te preocuparas.

—Te hice algunas galletas, —murmuré.

—Estupendo.

Eché a andar por las escaleras. — Te pediría que me prometieras no cambiar de nuevo,

pero desde que rompiste la última…

Agarró mi brazo y me dio la vuelta. — No rompí la promesa. Te dije que no cambiaria a

menos que tuviera que hacerlo. Tuve que hacerlo. Tenía que estar en mi mejor forma física

para protegerte. Sé que no te he declarado oficialmente como mi compañera delante de los

demás y que no me has aceptado, pero creo que voy a conseguir esa tinta en mi hombro

pronto. —Acunó mi cara— ¿No lo entiendes, Hayden? Haría cualquier cosa, tomar

cualquier riesgo, para protegerte.

Entonces me besó, y me aterró darme cuenta de lo mucho que lo entendía. Porque yo haría

cualquier cosa para protegerlo.

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CAPÍTULO 15

Traducido por Sawi Corregido por María José

Los mayores estaban lejos de estar felices con el hecho de que Daniel hubiera cambiado.

Desde que su mano ya no estaba vendada y no cojeaba, era un poco difícil explicar el

milagro de la sanación con algo menos que la verdad.

Como resultado, estaba encartado lavando los platos de la cena. Cuando terminó, se unió

a mí en la sala de juegos. Estaba sentada en un taburete en el bar. Él se sentó a mi lado.

—Llegará mañana en la noche, —dije suavemente.

La tensión era alta. Para alivianarla un poco, los chicos habían retado a las chicas a un

torneo de tenis en Wii. Yo estaba teniendo éxito en protegerme de sus emociones,

probablemente porque, incluso aunque estaban concentrados en el espíritu deportivo, aun

había una protección en el aire

—Tendremos muchos Guardianes Oscuros rodeándote, —dijo Daniel—. El Cosechador no

será capaz de llegar a ti.

—¿Y si mueren tratando de salvarme? ¿Cómo se supone que viva con eso?

Él tomó mi mano, le dio la vuelta, y recorrió con sus dedos mi palma donde la astilla había

estado la noche que jugamos billar. — Si estas pensando hacer algo estúpido como

escaparte de nuevo, sabes que te encontraría.

Mi corazón dio un vuelco. Tomé su mano, acerqué mis labios, y la besé. — Desearía que

pudiéramos escapar.

Y deseaba haberlo conocido antes. Tener tiempo para conocerlo mejor.

—Sus emociones aparecerán antes de que la noche termine. Te van a trastornar—, dijo

bajo.

—Probablemente.

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Él miro a los chicos concentrados en el torneo, luego me miro de nuevo. — Cuando llegué

a Wolford, exploré un poco. Encontré un lugar. Me gustaría compartirlo contigo. Esta

noche. ¿Vendrás conmigo?

Y yo sabía que me lo pedía por si acaso ninguno de los dos sobrevivía a mañana.

Di un vistazo alrededor. Los ancianos podrían haberse enfurecido, pero había probado la

libertad completa-sin profesores, sin directora, sin ancianos-cuando me había escapado a

Athena. Pero había seguridad en la manada.

Lamentablemente sacudí mi cabeza. — Puedes resultar herido o asesinado.

—De ninguna manera. He pasado casi toma mi vida solo. Peleo mejor solo.

Debí haberlo mirado extrañada, porque instantáneamente pareció arrepentirse de lo que

había dicho. — Pero tu familia…

—No vivía con ellos.

—¿Nunca?

—No los últimos años. —Se inclinó hacia mí y susurró—, ¿Quieres saber la historia? Ven

conmigo.

Estaba tentada, muy tentada.

—Estarás a salvo, —insistió— Hasta que tengas la habilidad para cambiar

—Puede intentar secuestrarme.

—Podría hacerlo aquí. Además, no creo que tenga substancia para hacerlo. Quiero decir,

es un ser etéreo. Es sólo sólido cuando se alimenta, por lo cual es tan difícil de destruir.

Hay solo una pequeña ventana de tiempo.

—¿Cómo sabes tanto?

—Porque después de que Justin fue asesinado y me di cuenta que ese monstruo mató a mi

familia, estuve buscando todo lo que pude sobre él. Pregúntales a los ancianos. Ellos lo

saben.

—¿Y no te arriesgarás a cambiar?

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—Mi promesa no ha cambiado. Es la misma de antes. No cambiaré a menos que tenga que

hacerlo.

—Está bien, entonces, —dije—. Iré contigo.

—¿Estás segura que esto es sabio? —me preguntó Brittany.

Ella estaba sentada en su cama, mirándome mientras empacaba mi morral. — No

Deseaba que fuera verano, así podría usar algo que mostrara un poco mas de piel.

—¿Entonces por qué lo haces? —me preguntó.

—Para estar con Daniel. En caso de que mañana en la noche… —deje que mis palabras se

marchitaran. No tenía sentido darle voz a mis miedos.

Ella envolvió sus brazos alrededor de sus rodillas, acercándolas a su pecho. — ¿Lo amas?

Sentí a mi cara acalorarse. — No lo sé. Me toma un poco de tiempo entender mis propias

emociones.

—A todos nos pasa, —dijo—. Pueden ser muy confusas.

Me deje caer en la cama frente a ella. — ¿Cómo supiste que amabas a Connor?

—Él era en todo lo que pesaba. Quería estar con él, aunque sólo fuera en la misma

habitación.

—Pero tú lo conocías, porque crecieron juntos.

—Sí, ¿Y?

—No conozco a Daniel. Mi cuerpo, mi corazón reaccionan a él, pero hay mucho que no sé.

—¿Así que ir{s al bosque esta noche para jugar “Veinte Preguntas”? —ella arqueó una

oscura ceja de una forma que decía que me estaba engañando a mi misma.

—Tal vez “Cinco Preguntas”, —dije.

Ella se rió. — Dos. Entonces se besaran y… —se calló.

—Parece que debo conocer a mi posible compañero antes de mi transformación. Eso te une

¿verdad? —Hice una mueca—. Lo siento.

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Ella sacudió su mano. — Está bien. A veces lamento no ser un Cambiador, pero eso no

parece hacer ninguna diferencia con Connor. Él dice que se enamoró de mí a la forma

humana, lo cual es lentamente con el tiempo, en vez de la forma de los Cambiadores, que

con demasiada frecuencia es un simple bam!

—Con Daniel es algo de las dos formas. Por primera vez en la vida quiero sentir las

emociones de alguien y no puedo ni siquiera adivinar lo que él siente la mayor parte del

tiempo.

—Y tú crees que esta noche…

Podría ser todo lo que podía tener.

Daniel y yo partimos después de la cena. La luna, un brillante globo plateado en el cielo, se

veía tan cercana que pensé que podría estirarme y tocarla. Las estrellas eran como

diamantes esparcidas en terciopelo. Era una noche tan despejada. El aire era fresco. No

había indicios de niebla, bruma o nubes que echaran a perder el brillo.

No tomamos la moto de nieve; fuimos de excursión. Tal vez Daniel se preocupaba de

alertar a los ancianos de nuestra huida clandestina. Pero pensaba que la razón se debía a la

camaradería que surgía entre nosotros cuando caminábamos juntos. Íbamos cogidos de la

mano, y me di cuenta de lo mucho que me gustaba ese aspecto suyo: lo confortable que era

su toque, que él siempre parecía añorarlo. Nunca perdía una oportunidad para tocarme.

Había pasado gran parte de mi vida sin ser tocada por los Cambiadores. Aunque a veces

abrazaba a las chicas en la escuela, no era lo mismo. Su historia, su mundo, era muy

diferente al mío.

La luna estaba alta en el cielo cuando Daniel finalmente me condujo a la cueva. Era como

un hoyo negro. Sentí la gelidez del aire contra mis mejillas.

—Espera aquí, —dijo él en voz baja.

Un clic sonó, y el rayo de una linterna iluminó su cara mientras se inclinaba y encendía

una vela. Algo mágico se desplegó a mí alrededor mientras lo miraba circular por la

habitación, encendiendo varias velas y las llamas comenzaban a parpadear, lentamente

revelando el paraíso que él había creado para nosotros.

Sabía que él debía haber venido antes durante el día para preparar todo. Un montículo de

mantas formaba un jergón en el suelo, lo suficientemente ancho como para que

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pudiéramos dormir separados si quisiera. Sabía que Daniel no me presionaría a nada esta

noche. Esta noche era para acercarnos más, para aprender el uno sobre el otro.

Elegir un compañero no era algo que se hacía a la ligera. Y ciertamente no era una decisión

que residía en los ancianos. Sabía que su intención era buena, pero al final tenia que existir

una conexión entre los dos Cambiadores que estaban destinados a ser compañeros.

Sabía que me preocupaba por Daniel. Sabía que él se preocupaba por mí. ¿Pero era

suficiente?

Él volvió a mi lado, tomó mi morral y lo llevó hasta una esquina, donde lo puso junto al

suyo. Luego regresó a mí. — No es tan frío una vez que te acostumbras.

—¿Cuándo arreglaste todo esto? —le pregunte.

—Fue lo primero que hice esta mañana antes de que todos se levantaran.

Tomando mi mano, me llevó hasta otra cámara. Escuché el familiar clic de la linterna.

Mientras él encendía las velas, las parpadeantes flamas desenvolvieron su regalo para mí.

Una piscina subterránea, con vapor levantándose de ella. Pulcramente dobladas sobre el

borde de roca habían toallas.

—Esto es lo que mas me sorprende. —Dijo, su voz hacia eco contra las paredes de la

caverna. Él encendió una linterna y alumbró la piscina. El agua era asombrosamente

cristalina. Podía ver claramente el fondo cubierto de roca.

—No hay mugre, —dijo—. No hay algas, ni moho. Es la clase de lugar que los fanáticos de

la salud habrían usado cien años atrás.

—¿No hay bichos ni criaturas? —le pregunté.

—Nunca he visto ninguno, y he venido aquí unas cuantas veces desde que lo descubrí.

—¿Por la soledad? —pregunté.

—Si. Yo… a veces necesito mi espacio. Amo Wolford, aprecio que todos me acepten, pero

los grupos no son realmente lo mío.

Recordé como mi primera impresión suya ese primer día en Athena fue que era un

solitario. Él no había hecho nada para disipar esa opinión, pero parecía mas profundo

cuando puso la idea en palabras. Estar solos no era el camino de nuestra especie. Aunque

yo pasaba mucho tiempo alejada de los Cambiadores, siempre estaba ese anhelo de

unirme a ellos, de pertenecer. Esa era la razón por la que me sometía a mi misma a visitar

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Wolford cada verano e invierno. — Pero ser un Cambiador se trata de formar parte de la

manada.

—Sí, lo se. Pero nunca ha sido así para mí. Por eso lo que siento por ti es tan especial.

Nunca antes había querido tener a alguien a quien pertenecer.

Antes de que tan siguiera pudiera pensar una respuesta, él apagó la linterna, la puso a un

lado, volvió a mi lado, y tomó mis manos. Aunque aun llevaba mis guantes, podía sentir a

sus manos estables y seguras. — Creo que te gustaría nadar. —Dijo tiernamente, su voz

llenaba la pequeña cueva—. Es casi como una tina caliente. En algunas partes puedes

sentir el agua burbujeando de algún lugar bajo tierra incluso mas profundo.

Apreté sus manos, tratando de coquetear con él pero probablemente solo parecía ridícula.

Nunca había esperado tanto por algo en mi vida, y esperaba hacerlo bien. — ¿Vendrás

conmigo?

Vi la apreciación de mi invitación en sus ojos. Tal vez no había sonado totalmente tonta

con mis esfuerzos.

—Una vez que estés en el agua. Sólo llámame. —Dijo.

—Está bien. Puedo hacerlo.

Él rozo sus labios contra los míos. Era suficiente, pero me imaginé que una vez

estuviéramos en el agua juntos, compartiríamos más. Mucho, mucho más.

Me dejó sola. Quitándome los guantes, me agaché y toqué la superficie de la piscina con

mis dedos. El agua estaba increíblemente cálida, casi como una sauna. Era difícil de creer

en medio del invierno, pero era probable que viniera de una fuente termal.

Rápidamente me quité la ropa y me metí en la piscina. Me sentí muy bien mientras la

sedosa humedad se envolvía a mí alrededor. No iba a pensar en la noche de mañana. No

iba a pensar en los peligros que encabezaban nuestro camino o por lo asustada que estaba

cuando mi mente se deslizó fuera de mí y pensé en el Cosechador. Iba a disfrutar de este

regalo de Daniel. Iba a disfrutarlo como si mi vida dependiera de ello.

Caminando en el agua, me relajé, permitiendo que el calor des tensionara todos mis

músculos. Luego llamé, casi mareada por la anticipación, — Daniel.

Vi como una sombra aparecía en la pared cerca a la entrada. Baja. Con cuatro patas. Él

venia hacia mi en forma de animal. Por fin iba a verlo en forma de lobo. Mi respiración

permaneció en mis pulmones y me deslicé hacia el borde de la piscina.

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Pero lo que acechaba dentro de la pequeña caverna no era lo que esperaba. No era un lobo.

Era una pantera. La pantera. La que había visto en el bosque esa primera noche que

habíamos dejado Athena. Estaba segura. Pero no podía haber sido Daniel. Esa noche él

había estado de vuelta en el campamento.

Después de que la pantera se había escabullido. Daniel había parecido sorprendido por mi

revelación de que había visto una pantera. Pero si él era la criatura, entonces su respuesta

había sido simplemente una táctica para despistarme. “¿No te asustó?” me había

preguntado. Estaba comenzando a comprender porque se había interesado en mi reacción

entonces. Y tenía un presentimiento de que estaba midiendo mi reacción ahora.

La pantera era tan elegante y hermosa como la recordaba. Merodeó hacia mí. Sus

nervudos músculos se ondulaban con sus movimientos. Su fuerza y poder eran evidentes

en cada acción. Ronroneaba suavemente, un retumbe en su garganta que hacía eco a mi

alrededor.

Solo cuando se acercó y se detuvo frente a mí e inclinó su cabeza tuve una buena vista de

sus ojos. Verdes. Como esmeraldas. Y vi más. Mucho más.

Porque cuando Cambiamos, todo cambia excepto nuestros ojos. Ellos son la ventana a

nuestra alma. Más que nuestro pelaje, más que los contornos de nuestra cara, nuestros ojos

nos diferenciaban.

Con una mano tentativa, goteando agua de la piscina, me estiré y toqué su cabeza. —

¿Daniel?

Con un suave movimiento, como un perfecto puntaje de diez en los juegos Olímpicos, la

pantera se clavo en la piscina. Daniel emergió de las oscuras profundidades.

Por un silencioso momento, no hicimos nada mas que mirarnos, nuestra respiración hacia

eco a nuestro alrededor. No sabia que decir. Por una parte me sentí traicionada porque

había ocultado este secreto por mucho tiempo. Esto era algo importante. Por otra parte lo

veía como uno de nosotros, tenía todo lo que esperaba cuando finalmente lo vi

transformado, él era todo a lo que estaba acostumbrada: espeso pelaje, colmillos y

gruñidos. Sabia que había clanes diferentes de Cambiadores, que no todos se

transformaban en lobos-pero nunca había visto un miembro de uno. Para mi ellos eran tan

legendarios como los Cosechadores.

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—Pensé que deberías saberlo, —dijo finalmente en voz baja—. Antes de que decidieras si

aceptarme o no como tu compañero.

Entonces, como me mantuve en silencio, supongo que se sintió obligado a añadir, —No

soy un lobo.

Asentí, parpadeé, sabiendo que mis primeras palabras eran cruciales, pero no estaba

segura que decir, y lo que eventualmente dije fue decepcionante incluso para mí cuando

hizo eco a nuestro alrededor. — Sí, acabo de descubrirlo.

—Te molesta.

—No, yo… yo sólo no lo esperaba. Eras tu el que frotaba su hombro contra ese árbol esa

noche en el bosque.

—Sí, tenía comezón.

—¿Por qué no me lo dijiste entonces?

—Porque me habías dicho temprano ese día-de nuevo-que no me aceptarías como tu

compañero. Pensé que el saber que no era de tu misma especie no me daría algo de

puntos. Yo… —Él miró hacia arriba mientras me imaginé luchaba por encontrar las

palabras adecuadas. Entonces lentamente regreso su mirada a mí—. Te dije que me había

ofrecido como voluntario para encontrarte. La primera vez que te vi, estaba intrigado. Si,

los ancianos me eligieron para ser tu compañero pero sólo porque di un paso al frente

antes de que alguien mas pudiera hacerlo.

Las lágrimas picaban en mis ojos. Nunca antes me había sentido tan falta de palabras.

—Se que no sentiste lo mismo la primera vez que me viste, —dijo— Pensé que si me

conocías, veías lo que tenemos en común, esta diferencia entre nosotros no importaría.

Estaba abrumada al pensar en lo mucho que había planeado esto, en que él me quisiera

tanto. Pensé en todas las veces que me había tocado, me había tomado de la mano.

Sacudí mi cabeza enfáticamente. — No importa. Que cambies a una pantera. Pienso que

eres hermoso.

No podría estar segura, pero creo que se sonrojó.

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— ¿Es por eso que no puedo sentir tus emociones? ¿Por qué eses de una especie diferente?

—le pregunté.

—No lo sé, supongo.

Yo sabía que había algo diferente en él, pero nunca me imaginé esto.

—¿Quién lo sabe? —pregunté—. ¿Qué tu no eres un lobo?

—Nadie, por lo que se. Los ancianos deben sospecharlo, pero nunca han dicho nada. He

hecho todo lo posible para que nadie me vea cambiar.

—¿Por qué? ¿Por qué lo mantienes en secreto?

—Nosotros no somos como ustedes. —Sacudiendo su cabeza, se inclinó hacia atrás, estiró

sus brazos y se agarró al borde de la piscina—. Nosotros no vivimos en manadas. No nos

apareamos de por vida. Los lobos permanecen juntos y pelean por ellos mismos. Nosotros

asumimos las características de nuestras especies. Pantera negra, leopardo-cualquier

nombre que nos den-somos solitarios. No nos buscamos entre nosotros. Venir aquí va en

contra de mi naturaleza.

—¿Entonces por qué te quedaste?

Inclinó su cabeza hacia atrás, de nuevo estudió la roca del techo como si sostuviera la

respuesta. Cuando regresó su mirada a la mía, no podría haber apartado mi mirada si

hubiera querido.

—Por lo que somos tan solitarios, sólo quedan aproximadamente una docena de nosotros.

Pero no nos encontraras en ninguna lista de especies en extinción. Pensé que si venia aquí,

si observaba la forma en que los lobos trabajan juntos, que si aprendía una forma de reunir

a mi especie, encontraría una forma de asegurar nuestra supervivencia como raza de

Cambiadores.

Le di una sonrisa torcida. — Y en cambio tú casi obtienes a un lobo como compañera.

—No quiero que sea un casi, Hayden. Quiero que suceda.

Las lágrimas picaban en mis ojos. — No puedo. ¿No puedes entenderlo? Si no existiera el

Cosechador… —¿Qué era peor? ¿Saber que si no existiera el Cosechador, lo aceptaría en

un latido de corazón o pensar que no lo aceptaría bajo ninguna circunstancia? Lo quería

tanto. Pero el cronometro apestaba.

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—No me asusta lo que podría pasar mañana en la noche, —Dijo él.

—Bueno, yo lo estoy. Eres un tonto si no lo estas.

—Por eso necesitas un compañero. Para que este allí contigo. Completamente. Creo que

eres la persona mas asombrosa que he conocido. Si me aceptas como tu compañero, te

prometo seguir las tradiciones de tu clase y serte fiel.

—Daniel, no puedo decidir esto ahora, —murmuré. Él me importaba lo suficiente para

arriesgar su vida y yo le importaba lo suficiente para no dejarlo hacerlo.

—¿Est{s… horrorizada por lo que soy? —me preguntó.

Casi me salgo de la piscina del salto. — Dios, no. ¿Por qué piensas eso?

—No soy exactamente a lo que estas acostumbrada.

—¿Y tú conoces a muchas chicas que experimentan las emociones de los demás?

Él sonrió. —No. No puedo decir honestamente que haya conocido a alguien como tú.

Y pensaba que estaba hablando sobre más que la habilidad que poseo, de una forma

improvisada me estaba haciendo un cumplido. Estaba desnudando mucho de si mismo

para mí. Esto era lo que siempre había querido de un chico. No esperaba que esto fuera tan

duro. Porque si le daba razones para creer que podríamos estar juntos, si lo alentaba,

entonces mañana podría perderlo. ¿Era mejor perderlo esta noche? ¿Rechazar sus sinceras

declaraciones?

Tal vez. Pero no en este momento. No aun. Quería más tiempo con él. Pero no aquí.

— Creo que estoy comenzando a arrugarme, —dije— ¿Podemos salir ya?

— Claro. Saldré primero y te esperaré en la otra parte de la caverna. —Él comenzó a

sumergirse.

— ¿Daniel?

Deteniéndose, me miró.

Tragué con fuerza. — Esto no hace ninguna diferencia para mí. En lo que te conviertes.

Bueno… —rodé mis ojos— probablemente seria raro si te convirtieras en una rata o algo,

pero me gustas… mucho. Demasiado.

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—¿Incluso aunque te arrastré a un lugar en el que no querías estar?

Antes de que pudiera responder, él estaba debajo del agua y emergió de la piscina en

forma de pantera. Gracias al hecho de tener que arrancar nuestra ropa a fin de cambiar,

llevábamos poca. Miré como su largo y elegante cuerpo prácticamente acechaba la cueva.

Él era realmente hermoso. Ya fuera como pantera o en forma humana.

Pero no sabía como funcionaba el vínculo entre especies diferentes. No podía interceptar

sus emociones. ¿Seriamos capaces de leer nuestros pensamientos? ¿Seriamos capaces de

comunicarnos telepáticamente en forma animal? Cuando no lo fuéramos, ¿Leeríamos

nuestros pensamientos como otras parejas vinculadas?

Todo lo que me había dicho debería hacer más fácil lo que iba a enfrentar mañana. En

cambio solo lo hizo más difícil. Ahora tenía mucho por perder.

—Así que ¿Qué significa exactamente?

Estaba acostada en el montón de mantas, trazando con mis dedos el tatuaje de Daniel.

Parecía como si un fuego negro delineado con azul brillante estallara sobre su hombro, las

llamas finalizaban por debajo de su bíceps. Pero sobre la parte trasera de su hombro, había

una serie de nudos célticos. No creía que representaran mi nombre. Pensaba que él

respetaba mis deseos lo suficiente como para tatuarse el símbolo de mi nombre sobre el

hombro. Además, este era su hombro derecho y el tatuaje asociado con las compañeras

normalmente iba en el izquierdo, cerca al corazón.

Apoyado en sus hombros, él estaba estirado a mi lado. Después de dejar la piscina y

vestirme, me había unido a él. Él estaba usando su camiseta hasta que le pedí que se la

quitara. Quería ver su tatuaje, para aprender todo acerca de él.

—Los diferentes tentáculos representan la separación de los de mi clase. —Me dijo

ahora—. Cada uno estando solo. Los nudos representan tu especie—el modo en que se

entretejen juntos. Por eso son fuertes.

—Wow. Lo pensaste mucho.

—¿No crees que deberíamos hacerlo con todo lo que es permanente?

Sabía que estaba hablando sobre los compañeros. Sobre como el ritual de vinculación no

debía ser tomado a la ligera. Podía honestamente decir que ambos lo pensábamos mucho.

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—Desearía que tuviéramos más tiempo para estar juntos, para explorar nuestros

sentimientos. —Dijo suavemente.

Siempre había escuchado que los gatos eran criaturas hurañas, pero pensaba que Daniel

buscaba una conexión, la quería tanto como yo.

—¿Antes de mi luna llena? —le pregunté.

—Sí.

Pero no estaba convencida de que eso hiciera alguna diferencia. Sabía como me sentía por

él. Estaba muerta por él. Eso no iba a cambiar.

—Si te hieren, ¿Puedes cambiar más rápidamente cuando Cambias? —le pregunte,

pensando en lo peligroso que podría ser mañana en la noche. No importaba cuanto tratara

de no pensar en ello, se deslizaba a través de mí de todas formas. Cuando lo hizo, la

desesperación me golpeó y me estremecí. No quería que nada arruinara este momento.

—Sí. Soy como ustedes en casi todo excepto que me convierto en una pantera. Oh, y no

siento las emociones de los demás.

—¿Entonces puedes leer los pensamientos de otros Cambiadores en forma de pantera?

—Sí. Esa es una conexión común entre nosotros, supongo.

—¿Puedes leer mis pensamientos ahora?

La decepción apareció en sus ojos. Él sabía a lo que iba con esto. — No.

—Dicen que las parejas destinadas saben lo que el otro esta pensando, incluso en forma

humana.

—Tal vez sucede después de que el vínculo es creado con el primer cambio.

—Tal vez. Entonces como hiciste… quiero decir, si los de tu especie no est{n juntos,

¿Cómo supiste lo de tu familia?

—Fui a casa después de mi primer año en la universidad, y los encontré. Mi familia era

unida, pero no podría decirte donde vivía cualquier otro Cambiador en el área. No nos

buscamos entre nosotros. Mi madre había mencionado Wolford, hablaba sobre otros

clanes de Cambiadores. Ella sabía algo de la historia. Suficiente para traerme acá.

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Rocé su cabello con mis dedos. — No puedo imaginarme lo que sentiste. Encontrándoles.

Tomando mi mano. Él mordisqueo mis dedos, señalando que iba a cambiar de tema, que

él no quería dar un paseo por la triste Calle de las Memorias oscuras. —No quiero que

nada te pase cuando enfrentes tu luna llena.

Me forcé a mi misma una sonrisa. —Bueno, algo pasará. Me transformaré.

—¿Tienes miedo?

Lo tenía, por mi misma y por él, pero no iba a admitírselo, así que sacudí mi cabeza. —No

aun de todas formas. Quien sabe que sentiré cuando el momento llegue.

Enredando sus dedos en mi cabello, lo enroscó y luego lo dejo caer. — Pienso que eres

valiente. No creo que eso te derrote.

—¿Valiente? Uh, ¿Te olvidas que huí?

Él sostuvo mi mirada. — Eso tomó valentía. No sabías lo que te esperaba allí fuera.

Tampoco que cuando él llegara comenzaría mi migración hacia Wolford.

—¿Somos lo que pensaste que éramos? —pregunté.

—Mejor. Todos me acogieron. No lo esperaba.

—¿Por qué no dejaste que nadie supiera que eres una pantera?

—Es una parte de mí que no acostumbro compartir. Siempre lo escondo de los Estáticos.

Fuera de mi familia, no había ningún cambiador alrededor para compartirlo. No estaba

avergonzado. Sólo cauteloso. No sabía como… cambiaría todo. Y ciertamente no te

esperaba a ti. Eres fuerte, Hayden. Y eso te hace sexy como el infierno.

Entonces me besó. Amaba la forma en que me besaba. Valientemente y con confianza. Giré

hacia él y me sostuvo contra si. Su piel era caliente contra mis dedos. Amaba la fuerza que

sentía en sus músculos. Incluso en forma humana podía sentir los persistentes restos del

gran gato: elegante, poderoso.

Me sentía a salvo con él. Pero también estaba asustada. Asustada de perder esto.

Traté de no pensar en ello. Traté de concentrarme en nosotros, en lo que quería para el

futuro. Luché por seguir siendo positiva.

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Nos besamos, hablamos y nos reímos durante la noche. Compartimos nuestro pasado, lo

que recordábamos de nuestras familias, nuestros sueños futuros. Pensé que debería

sentirme cansada cuando las velas se consumieron y la luz del sol apareció por la entrada

de la caverna. Pero me sentía rejuvenecida, fresca, lista para enfrentar lo que fuera que la

noche pudiera traer.

Estaba lista para conocer mi destino.

Y sabía cual sería mi respuesta cuando Daniel me declarara como su compañera. Sería no.

Porque no quería arriesgarme a perderlo.

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CAPÍTULO 16

Traducido por Rania Belikov y Alec Lentner Corregido por Virtxu

Tomamos nuestro tiempo caminando de vuelta a la mansión. Era un día tan claro que era

difícil aceptar que una tormenta virtual se estaba preparando para esta noche.

A medida que nos acercábamos a nuestro destino, las emociones comenzaron a filtrarse

dentro y fuera de mí. Ansiedad, miedo, temor, anticipación. Ninguna era mía, pero

reflejaban las mías.

Quería ser valiente, quería ser fuerte, pero la verdad era que tenía miedo. Y

estaba resentida como el infierno porque el Cosechador estaba corrompiendo lo que

debería haber sido una noche increíble, despertar y profundizar el vínculo con mi

compañero.

Cuando regresé a Wolford a inicios de las vacaciones de invierno, había sido cautelosa con

la esperanza de que tal vez encontraría a alguien dispuesto a pasar mi primer cambio

conmigo. Pero nunca había esperado encontrar a alguien como Daniel, alguien con quien

realmente quería compartir este momento. A veces lo que sentía por él parecía demasiado

grande como para contenerlo. Y saber que había sentimientos más fuertes que los míos era

un regalo que realmente nunca había recibido.

No quería tirárselo de regreso a la cara. Pero no estaba dispuesta a arriesgarlo con las

consecuencias que venían con la aceptación de la misma. Esto me hacía sentir tristeza y

furia. No me di cuenta de lo difícil que era mientras apretaba la mano de Daniel, hasta que

él hizo una broma sobre ello:

—Si no aflojas tu apretón, voy a tener que cambiar para repararme el hueso roto.

Inmediatamente lo solté.

—Oh Dios, lo siento.

Me sonrió tiernamente.

—Está bien. Tus emociones están empezando a invadirte, ¿verdad?

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Así era, pero no eran la fuente del aumento de mi tensión o miedo. Asentí con la cabeza.

Quería disminuir sus preocupaciones acerca de mí.

Con calma echó un vistazo alrededor, como si estuviera midiendo posibles amenazas. Me

preguntaba si se sentía incómodo ahora que yo sabía que él era una pantera, entendía el

silencio que había presenciado en él muchas veces. Podía imaginármelo tendido en la

rama de un árbol, moviendo la cola con pereza.

—Tal vez no deberías volver —dijo—. Tal vez deberíamos regresar a la cueva y esperar

por la luna llena. No necesitas ser bombardeada todo el día con los temores y ansiedades

de los demás. Probablemente ya tienes suficiente con los tuyos.

Más que suficiente. No sólo por que se centraban en mí, también eran sobre él. Yo nunca

había entendido cuánta responsabilidad venia incluida con el amor. Por increíble que

fuera la experiencia y la emoción, era igualmente aterrador.

Su idea era tan atractiva, simplemente pasar el resto del día con él, pero me encontré

sacudiendo la cabeza.

—Tal vez a través de los textos antiguos, los ancianos han descubierto algo más para

ayudarnos. —Sabía que ellos querían encontrar algo más infalible—. Me hubiera quedado

con ellos, les hubiera ayudo con la búsqueda.

Él tocó mi mejilla en un gesto familiar que yo ya esperaba. Parecía tan duro

en el exterior, pero era un joven muy tierno.

—¿Te arrepientes de pasar la noche conmigo?

Yo sonreí suavemente, por los recuerdos atesorados que se filtraron.

—No cambiaría nada de la noche pasada. Pero ahora tengo que enfrentar la realidad.

—Esto es un asco.

Me eché a reír.

—Sí, pero me estoy acostumbrando a ello.

—Supongo que podría distraerte con un beso.

Y antes de que pudiera responder, él me besó. Fue increíble ver cómo todo se desvanecía.

Era tan bueno besando. Había un propósito con el movimiento de su boca, casi como si el

pintara la pasión. No quería que se detuviera. Pero teníamos que tomar aire y cuando lo

hicimos, él presionó su frente contra la mía y dijo:

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—Vamos, regresemos a la cueva.

¡Oh, eso era tan tentador!

—Mañana —Dije.

Echándose hacia atrás, me estudió, tal vez tratando de determinar si realmente pensaba

que habría un mañana para nosotros. Finalmente, aceptó por lo que sea que él vio en el

gesto de mi cara, me tomó de la mano, y comenzamos a caminar de regreso a la mansión.

—¿Así que has tratado de bloquear las emociones? Preguntó.

—Cada vez que puedo. A veces es como si ahí hubiera una pared brillante, pero no puedo

materializarla en algo sólido.

—¿Cuándo fue la última vez que lo intentaste?

Al voltear hacia él, tenía esa mirada que siempre hacia que mi corazón golpeara

fuertemente.

—¿Qué diferencia hay?

Se encogió de hombros.

—Tal vez ninguna. Pero estás ya sobre la cúspide de tu luna llena. Tus otros sentidos

aumentan. Tal vez adquieras la capacidad de apartar lo que no quieres experimentar.

—Eso sería genial. —Si pudiera encontrar una manera de controlarlo, tal vez podría

incluso aprender a utilizar mi capacidad para algo bueno—. ¿Por qué piensas que los de tu

especie son mas dispersos?— Le pregunté, queriendo cambiar de tema.

—Es la naturaleza de una pantera.

—Mencionaste que habías venido aquí para aprender de nosotros, de modo que pudieras

hacer que los de tu especie se reunieran. ¿Acaso habías pensado en quedarte?

—Cambié de planes.

Sí, sí, pensé. A veces ocurría lo inesperado. Daniel había sido inesperado de muchas

maneras.

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Todavía era temprano cuando llegamos a la mansión. No había nadie alrededor. Daniel y

yo subimos las escaleras. Al dar la vuelta hacia un pasillo, hubo un estallido de emociones.

Era amor y deseo, eran tan poderosos, tan fuerte que casi no me sostenía en pie. No sabía a

quién pertenecían, pero me sentí tan humillada con su intensidad.

Cerré fuertemente los ojos y me apoyé contra la pared.

—¿Hayden?

Sacudí mi cabeza. Tenía que controlarme. Aunque sabía que él podría distraerme, que

probablemente lo que yo sentía podría irse, quería entender lo que pasaba a través de mí.

Esta fue la peor clase de invasión: Saber sobre las profundidades de los sentimientos de

otra persona. Pero, al mismo tiempo amé la única emoción que todos anhelaban.

Este era un amor tan dulce, tan puro. Era el tipo de amor que inspiraba a los poetas, un

pensamiento que me hizo experimentar y comprender la verdadera rareza del mismo.

Escuché unos pasos. Abrí mis ojos, luchando por empujar las emociones, para parecer más

natural cuando la pareja doblara la esquina.

Eran Britanny y Connor.

Me quedé congelada al darme cuenta de todas las emociones que había sentido, porque

no las podía sentir de ella. ¿Tenía acaso alguna idea de lo mucho que él la amaba?

—Hey —dijo Brittany, sonriendo cálidamente—. Justo ahora nos dirigíamos a desayunar.

¿Quieren unirse?

—No, gracias. Voy a ducharme.

Ella se encogió de hombros.

—Está bien.

—Tendremos otra sesión de prácticas en una hora —dijo Connor—. Deben

estar ahí.

—Vamos a estar ahí —respondió Daniel.

Connor le dio una palmada en la espalda mientras caminaba hacia Brittany.

—¿Qué era lo que ellos estaban sintiendo? —Preguntó Daniel, cuando ya se habían ido.

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Le guiñé un ojo.

—Nunca podría contarte esa experiencia.

Los Guardianes ya estaban bien instruidos en varias técnicas de combate, así que no había

nada nuevo que aprender en el patio. La mayoría sólo calentaba

para el evento principal de esta noche, ya que no podían cambiar. Su principal objetivo era

darme apoyo para mis lecciones.

Mientras que ellos al azar luchaban entre sí alrededor, me senté contra un árbol y me

concentré en la construcción de un muro entre sus emociones y las mías.

Me gustaría estar lo suficientemente distraída para esta noche. Cerré los ojos y respiré

profundamente. La preocupación se estrelló contra mí.

Aflicción, enojo, emoción, ansiedad, afecto, devoción. Un caleidoscopio de sentimientos.

Algunos más fuertes que otros. Algunos se desvanecían, mientras que otros estallaban.

Perdí de vista cuales eran míos, y en eso era en lo que tenía que trabajar muy duro para

evitarlos esta noche. Con todo el mundo rodeándome, tratando de protegerme, no podía

permitir que sus sentimientos me abrumaran.

Escuché gruñidos, gemidos, gritos y risas. Estos cambiadores estaban muy conectados, por

algo eran la élite de nuestra especie. Los Guardianes Oscuros. Ellos tenían una misión, un

propósito.

Me impresionaban por su sentido de camaradería. No quería eliminar esos sentimientos.

Quería ser absorbida por los mismos.

Hubiera dejado que me alcanzaran por completo si pudiera controlarlos. En lugar de eso

me concentré en mis propios sentimientos.

Miedo a esta noche y lo que podría suceder.

Emoción. Frente a un reto desconocido.

Anticipación. De mi primer cambio.

Preocupación. Que otros pudieran resultar heridos o morir por mi causa.

Afecto. Por Daniel. Tan profundo, pero tan profundo, que sabía que era el principio del

amor.

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La sensación era una mezcla de miedo y también maravillosa. Pero no sabía qué hacer con

él. Estaba tan concentrada en tratar de entenderlo, que me tomó un minuto darme cuenta

de que ahora sólo sentía mis propias emociones. Todavía podía escuchar la actividad

cercana. Golpes, giros, saltos de pies. Pero sus emociones parecían distantes, situándose

un poco más allá de mi alcance. La emoción de golpear a alguien a través de mí. Era tan

difícil y tedioso mantener las emociones bajo control. Pero me di cuenta que podía hacerlo.

Lo haría.

Volví toda mi atención en Daniel. Era tan ágil y elegante. Pude ver el felino en él.

¿Cómo podría alguien mirarlo y no darse cuenta que él podía cambiar en uno de los

felinos más grandes?

Él debió de sentir mi mirada fija sobre él, porque miró hacia mí. Nuestros ojos se

encontraron. Su verde mirada y la mía color caramelo. Algo afloraba entre nosotros. Algo

poderoso. Pensé que esta noche, después de mi cambio, él sería la primera cosa que yo

querría.

Pero Rafe lo distrajo y lo llevó hacia abajo, se estrelló contra él, enterrándolo en la nieve.

Mi preocupación por él hizo que mi muro emocional se desmoronara. Todas las emociones

vinieron palpitando, golpeando hacia mí. Me tomó mucho reubicarlos.

Esa pequeña distracción derrotó el punto de apoyo que yo había ganado. Daniel era una

distracción para mí, pero lo peor de todo, es que yo también lo era para él.

¿En un momento crucial él iba a estar más preocupado por mi seguridad que por la suya?

Sabía cuál era la respuesta, porque la mía sería la misma. Para mi él era primero y él haría

lo mismo por mí.

Y eso podría costarle la vida. Tenía que encontrar una manera de asegurarme de que esta

noche él no estuviera conmigo.

Eso estaría mal y por mucho que yo quiera que él esté ahí para darme fuerzas, no podía

correr el riesgo, si algo le pasara. Esto me mataría tan eficazmente como un ataque del

Cosechador.

—De acuerdo —gritó Lucas—. Vamos a entrar para hacer alguna planificación.

—Él deslizó su brazo alrededor de Kayla, y experimenté un sentimiento de amor que casi

me dejó sin aliento.

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Cuando los demás comenzaron a dirigirse hacia adentro, Daniel se acercó, sus largas

piernas cortaron rápido la distancia entre nosotros. Se agachó delante de mí y me tocó la

mejilla.

—Durante un momento parecía que estabas durmiendo.

Negué con la cabeza.

—No. Durante un rato pude bloquear sus emociones.

Abrió los ojos y sonrió, compartiendo mi triunfo.

—¿En serio?

Le devolvió la sonrisa.

—Sí. Era... Bueno, me hizo pensar con más trabajo, pero podría mejorar el

bloqueo y desbloqueo a voluntad.

—¿Crees que alguna vez te gustará sentir esas emociones?

—No lo sé. En circunstancias adecuadas puede resultar útil.

Se levantó y me tendió la mano. La tomé y él me puso de pie. Cuando entramos a la casa,

miré por encima del hombro. Podía sentir el peligro al acecho, del Cosechador

observando. Mi corazón se aceleró y un escalofrío de terror me recorrió. Alejé mis miedos,

así como estaba aprendiendo hacerlo con las emociones de los demás.

Pero al final mis temores eran demasiado fuertes. Ellos no se reprimieron.

—Sabes, realmente no es justo que tu primer cambio se vea ensombrecido por esta criatura

—dijo Kayla mientras me cepillaba el cabello.

Nos preparábamos para reunirnos para lo que esperaba no fuera la última cena de nadie.

Kayla, Lindsey y Brittany me habían invitado para arreglarme junto con ellas.

—Esta debe ser una noche que nunca olvidarás —dijo Lindsey.

—Creo que así será —dije mientras tomaba el cepillo de Kayla. Tiré mi pelo rubio arena

hacia atrás, trenzándolo.

—Mi primer cambio ocurrió en la cascada —nos dijo Kayla.

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—El mío también —dijo Lindsey.

La cascada estaba en una hermosa área del bosque que no habíamos compartido con

nadie. Incluso en el invierno era hermoso, porque gran parte de ella se solidificaba en

forma de hielo. Parecía una elaborada escultura. Pero los Ancianos no querían que

nosotros viajáramos lejos.

—Connor me llevó allí después de mi no luna llena —dijo Brittany mientras se apoyaba

sobre la cómoda para mirarse al espejo mientras se aplicaba el rimel—. Hicimos algo

especial. —Ella deslizó su mirada hacia mí—. La noche especial con tu pareja puede

ocurrir en cualquier momento. No tiene que ser durante tu primera luna llena.

—Ella tiene razón —dijo Lindsey—. Puedes tener muchas lunas especiales. De todos

modos, creo que lo de esta noche es una mierda.

—Tal vez no aparezca —Kayla reflexionó—. Cuando vea que somos muchos y que

tenemos espadas de plata

—Es una bestia mala. No tiene sentido común —dijo Brittany.

—Ya está bien, de hablar de cosas malas —dijo Lindsey—. Vamos a hablar de chicos. Así

que tú y Daniel... —Ella movió las cejas—. ¿Qué pasó cuando se escaparon anoche?

Me sentía ruborizada, sentí que su interés era verdadero.

—Solamente hablamos.

—¿Te mostró él su pelaje?

Tragando saliva, asentí con la cabeza.

—Sí.

—¡Así que finalmente lo viste cambiar! —Dijo Brittany—. ¿Es hermoso?

Mi rostro se puso caliente. Estaba acostumbrada a la intimidad de los sentimientos y

emociones de los demás, pero no discutía sobre cosas íntimas.

—Uh, sí.

—Todo negro con esos hermosos ojos verdes. Apuesto a que fue impresionante.

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—A Brittany siempre le ha preocupado la apariencia —se mofó Lindsey, lanzando una

risita.

—Pienso que la forma en cómo él te hace sentir es mucho más importante.

Su mirada se dirigió hacia mí, como si quisiera llevar todo eso hacia mis pensamientos

más íntimos.

— Chicas —dijo Kayla—, Hayden sólo nos ha conocido un par de días.

No podemos esperar a que ella comparta sus sentimientos más íntimos con nosotras.

Pasamos a hablar de otras cosas. Ropa y la escuela. Me di cuenta de que estaban

tratando de evitar que pensara sobre lo de esta noche. Pero no lo pude alejar de mi mente.

Por mucho que me gustaba estar con las chicas, tenía que admitir que sentía una pequeña

sensación de alivio cuando entramos a la sala y miré a Daniel.

Era extraña la forma en que mi atención se concentraba en él, como si por instinto sabía en

dónde estaba.

Los chicos habían cambiado sus sudaderas y camisetas por pantalones vaqueros y

suéteres. Daniel vestía de negro. Me preguntaba si sus ojos resaltarían así, si él hubiera

usado cualquier otro color que no fuera negro.

En ese momento eran brillantes, y no sabía si era por la alegría de verme o por el

entusiasmo por la inminente batalla. Kayla, Lindsey, y Brittany cada una caminó hacia su

compañero, sentí compasión por Seth, que parecía tan solo. Por lo que yo sabía, él nunca

se había declarado a una compañera. Pero entonces, técnicamente, Daniel tampoco la

tenía.

Daniel se acercó a mí.

—En un par de horas nos vamos.

Asentí con la cabeza.

—Estoy intentando no pensar en ello.

—Es difícil dejarlo fuera. —Miró por encima del hombro—. ¿Están teniendo un poco de

suerte al hacerlo?

Negué con la cabeza.

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—No. Pero todo el mundo está tratando de mantener sus emociones equilibradas, para

que no me afecten.

—Ellos se preocupan por ti —dijo—. No sé si puedes sentir eso.

—Nunca sé a quién están dirigidas las emociones aunque a veces puedo adivinar.... —Me

encogí de hombros.

—Ni lo pienses —dijo.

Regresé mi mirada a la suya, sus ojos ardían con pasión, pero pensé también debían estar

encendidos por el enojo.

—¿Qué? —Le pregunté.

—Ni pienses en marcharte por tu cuenta. Sabes que te encontraré. Y Ellos pueden

encontrarte también.

—Sí, eso de la esencia es irritante. —Lo miré entrecerrando los ojos—. Así que ¿por qué te

tomó tanto tiempo encontrarme antes? Estuve allí un par de semanas antes de que

aparecieras.

Él tenía una diabólica sonrisa.

—Estuviste ahí un par de semanas antes de que te dejara saber que yo estaba ahí.

—Así que cuando dijiste que acababas de llegar ese día, ¿me mentiste?

Se encogió de hombros.

—Pensé que te molestaría menos saber que te había estado observando por un tiempo.

—¿Por qué esperar?

—Te veías feliz. No estabas triste, estabas mirando a través de una ventana.

—No sé si me voy a quedar aquí, Daniel. Después de esta noche. Es agotador, contener sus

emociones.

—Para lo que importa, yo no sé si me quedaré también. —Me tocó la mejilla—. Podemos

hablar de eso más tarde.

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Entramos en el comedor y tomamos nuestros lugares en la gran mesa. El Anciano Wilde se

sentó a la cabeza, con un Anciano a cada lado de él y con Lucas en la cabecera contraria.

Supuse que llegaría un momento en el que él ocuparía su lugar en la cabecera principal de

la mesa, pero todavía no.

Me senté entre Daniel y Seth. Podía sentir el nerviosismo de Seth incluso antes darme

cuenta de que su pierna derecha estaba constantemente moviéndose arriba y abajo con

sacudidas rápidas. Él se había encontrado antes con el Cosechador.

Me incliné y le susurré:

—No tienes que venir.

Él volteó a verme con una pregunta en sus ojos.

—Esta noche —Le respondí a su pregunta no formulada—. Esta noche te podrías quedar.

Vi un destello de ira, y lo sentí.

—No soy un cobarde.

—No quería decir...

—Estoy ansioso, eso es todo. Listo para empezar.

—Ella no quiso decir nada, hombre —dijo Daniel, y aunque no podía sentir sus emociones,

sentí la tensión en su cuerpo.

No quería una pelea aquí.

—Lo siento —le susurré.

El cocinero trajo la comida. Bistec. Raro. Inmerso en su propio jugo rojo. Pensé en

apegarme a mi dieta vegetariana, pero por alguna razón esta noche ansiaba la carne roja.

La cercanía de mi luna llena, pensé. No puedes negar tus instintos de lobo.

Y los lobos son carnívoros. Consciente de que Daniel me miraba, corté un poco de carne y

me la comí.

El delicioso sabor explotó en mi boca. Nunca algo había sabido tan bien.

—Sentido del gusto intensificado —Se acercó y susurró, y pude oler el aroma a pino en él,

más fuerte que antes.

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Puede que nunca pueda ser vegetariana de nuevo.

—Mis sentidos se estaban volviendo más fuertes. Pronto, la luna me llamará.

Cuando terminamos de comer, nos reunimos de nuevo en la sala. Los Ancianos estaban de

pie cerca del fuego. El resto de nosotros estábamos esparcidos por toda la habitación, pero

lo bastante cerca para oír fácilmente. Decidí que los nervios de todos estaban de punta

porque ninguno de nosotros podía quedarse quieto.

El miedo y la ansiedad se precipitaban dentro y fuera de mí, pero eran míos.

—No vamos a ir con ustedes —dijo el Anciano Wilde, acercándose a mí, dándome un

abrazo reconfortante—. Debemos permanecer aquí. Los Guardianes Oscuros los

protegerán.

—Podría ir sola, con una espada.

—No serias capaz de sostenerla una vez que tu cambio se inicie —señaló.

—Podría intentarlo.

—Y si fallas, morirás.

—Pero ¿por qué arriesgan su vida por mí?

—Porque eres parte de la manada.

Y fue así que me di cuenta que había un precio que pagar por pertenecer a un lugar.

—Las chicas te ayudarán a prepararte —dijo.

Sabía que había rituales, con una túnica blanca. Por lo general, la chica estaba a solas con

su pareja, y ella misma se preparaba. Nada para mí era de la forma en que se supone que

debía ser.

—¿Estás lista para enfrentar tu destino? —Me preguntó el Anciano Wilde.

Asentí con la cabeza, con la boca seca, y mi estomago convirtiéndose en un nudo.

Me dio una cálida sonrisa.

— Todo va a estar bien.

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Y me pregunté si podía ver el futuro o tenía una bola de cristal. Estuve a punto de abrir la

boca y preguntarle sobre eso, pero por respeto y porque estaba más nerviosa de lo que

nunca había estado en mi vida no dije nada.

—¿Hay algún otro asunto antes de levantar la sesión para que Hayden pueda comenzar

los rituales? —Preguntó el Anciano Wilde.

—Sí, señor —dijo Daniel. Mi corazón se sacudió. Caminó hacia mí, dando largas y gráciles

zancadas, cada movimiento me recordaba lo que era. Se movía con la tediosa gracia de un

gato depredador.

Cuando llegó hasta mí, se detuvo y me sostuvo la mirada.

—Ya te dije que los Ancianos habían pedido a alguien que se ofreciera a ser tu compañero

y me ofrecí, pero la decisión final sigue siendo tuya. —Sosteniendo mis dos manos entre

las suyas, se hincó en una rodilla—. Te declaro mi compañera. Hayden, ¿me aceptas?

La alegría y el dolor me recorrieron. Le podía dar una sola respuesta, y me rompía el

corazón hacerlo. Pero no arriesgaría a la persona a quien amaba sobre todas las demás.

Mi voz era tranquila, segura y estable.

—No.

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CAPÍTULO 17

Traducido por Sheilita Belikov

Corregido por Virtxu

Fue la cosa más difícil que hice nunca. Decir esa sola palabra.

No podía sentir sus emociones, pero vi la conmoción y la confusión en sus ojos mientras

lentamente se enderezó. Lo mío era casi peor, estaba experimentando lo que los demás

sentían: incredulidad, compasión—sin duda por Daniel. Dolor.

Observé como enderezó sus hombros, era muy consciente de que estaba luchando por

aferrarse a su orgullo. Sabía que nunca me perdonaría por este momento de deshonra y

vergüenza.

Y yo solo había empezado.

—Daniel no es de los nuestros —le dije al Anciano Wilde.

Realmente sentí la traición ondeando a través de Daniel—o tal vez simplemente estaba

procesando la rigidez de su cuerpo.

—Él Cambia a una pantera.

Más incredulidad vino de los demás. Escuché murmullos en voz baja. Todos sabíamos que

no todos los Cambiadores eran lobos, pero yo sospechaba que, como yo, ninguno de ellos

había conocido ningún otro tipo.

—¿Lo has visto Cambiar? —Preguntó el Anciano Wilde.

—Sí. También sé que algunas veces cuando el Cosechador atacó, Daniel no estuvo cerca.

Yo creo... creo que de alguna manera él y el Cosechador están conectados.

—¿Por qué demonios creerías eso? —Preguntó Daniel.

Me di vuelta para hacerle frente.

—Me dijiste que mató a tus padres. Tú lo trajiste aquí.

Él sacudió su cabeza en negación.

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—No.

—¡Sabes que lo hiciste! La luna llena, la noche que escapé. Ese fue el primer ataque del

Cosechador aquí. Nunca nos había encontrado antes. Comenzó contigo, Daniel. Comenzó

contigo. —Volví la vista hacia el Anciano, suplicando—. No lo quiero conmigo esta noche.

—¡No puedes detenerme! No puedes…

El Anciano Thomas golpeó tan rápido que apenas lo vi. Su mano golpeó contra el cuello

de Daniel. Daniel cayó de rodillas, claramente sorprendido.

—Lucas, Rafe —dijo el Anciano Wilde—. Enciérrenlo en el calabozo. Nos ocuparemos de

este asunto más tarde. El tiempo está aproximándose para la luna llena de Hayden.

—Est{ seguro… —Comenzó a decir Lucas.

—Estoy seguro.

Cada uno lo agarró de los brazos. Daniel me miró con aversión. Eso me golpeó, y aunque

no estaba absorbiendo la emoción, aún así causó un dolor agudo en mi corazón, un dolor

que me sorprendía ser capaz de sobrevivir.

Mientras los observaba llevándoselo, me di cuenta de que nada de que lo que enfrentará

esta noche sería tan horrible como lo que vi en sus ojos.

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CAPÍTULO 18

Traducido por Clo

Corregido por Estef

Con mi corazón oprimido, caminé penosamente por el bosque, vistiendo botas de nieve y

una gruesa bata blanca aterciopelada de la que podía desprenderme fácilmente cuando

comenzara mi cambio.

Sabía que había perdido a Daniel para siempre, que nunca me perdonaría por rechazarlo,

por hacer que los demás desconfiaran de él. Pero si lo hubiera aceptado como mi

compañero, la tradición habría dictado que estuviera al lado mío ahora, en una bata negra.

Y durante mi transformación, el cambiaría y se uniría a mi yo en mi forma de lobo, él en

pantera.

Y el Cosechador nos hubiera destruido a ambos.

No estaba segura de porqué nuestro primer cambio no podía tener lugar dentro de las

puertas que rodeaban la mansión. Quizás tenía algo que ver con lo que fuera que

protegiera a Wolford del mundo exterior.

Dentro del bosque había áreas especiales, lugares románticos, donde los chicos llevaban a

las chicas para su primer cambio. Pero nos detuvimos en el primer claro que alcanzamos.

No habría nada romántico esta noche.

Kayla puso una manta sobre la nieve.

—Nunca he pensado en lo que tienen que atravesar los Cambiadores que tienen su primer

cambio en invierno, —dijo Lindsey—. Me alegro de que mi cumpleaños sea en el verano.

—No es broma, —dijo Rafe. —Lo habrías pasado sola.

Ella golpeó juguetonamente su brazo, pero había un nerviosismo en su energía.

Con excepción de Brittany, los Guardianes Oscuros siempre habían luchado en forma de

lobo. Ahora las vainas estaban a sus lados. Se hubieran visto fuera de lugar en el mundo

moderno, pero en ellos, las espadas reforzaban su destino como Cazadores Oscuros,

guerreros que harían lo que fuera necesario para proteger a nuestra especie.

Esta noche ellos siete estaban allí para protegerme.

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Levanté la vista al cielo negro y pensé que nunca había estado más hermoso, o más

apocalíptico. La luna era una esfera brillante, con su luz filtrándose por las nubes frente a

ella, dándoles un misterioso resplandor. Las estrellas eran enormes. Conocía las

constelaciones, pero por alguna razón no podía distinguir ninguna de ellas. Tal vez estaba

tan distraída y nerviosa como los demás.

Estaba satisfecha con el éxito que estaba teniendo en bloquear sus emociones, pero sabía

que perdería esta agarradera de cordón fino una vez que comenzara la batalla. El coraje, la

valentía, el temor surgirían a niveles cardíacos. No sería capaz de detenerlos.

Todo lo que podía hacer era concentrarme en mis propios sentimientos y esperar de

alguna manera permanecer lúcida y capaz de reaccionar a cualquier cosa que sucediera.

Como si leyera la dirección de mis pensamientos, Kayla puso sus brazos a mí alrededor. —

Todo va a estar bien.

—Quizás deberíamos haber hecho esto en el sótano, en vez de aquí, —dijo Brittany.

Mi estómago se anudó ante el pensamiento de Daniel encerrado ahora allí, y lo que debía

estar sintiendo.

—Buena jugada, Brit, —dijo Lindsey.

—Oh, mierda. Lo lamento.

—Muros de ladrillos y cerraduras no mantendrán a esta criatura fuera, —dijo Connor

mientras ponía sus brazos alrededor de ella—. No ha pasado nada, no es necesario

mencionar a Daniel. Está rondando en los pensamientos de todos nosotros ¿Cómo no lo

descubrimos?

—Especialmente yo, —dijo Brittany—. Pasé la mayor parte del tiempo con él.

—Si, pero lo ignorabas la mayor parte del tiempo, —dijo Rafe—. No lo querías por

compañero.

Brittany me miró. — No porque pensara que no era lindo, o algo así. Y era agradable.

—Él simplemente no era Connor, —dije, forzando una sonrisa torcida.

Ella se acurrucó hacia arriba contra su compañero. — Sí.

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—Está bien, —dijo Lucas—. Necesitamos comenzar a prepararnos.

Miré el cielo. La luna estaba más alta. Tan pronto como alcanzara su cenit…

Sacándome las botas forradas de piel, las lancé a un lado, y me paré sobre la manta. Aún

podía sentir el frío pasando fácilmente por las plantas de mis pies. Ajusté más la bata a mí

alrededor. Kayla había abrillantado mi cabello y había puesto una flor violeta cerca de mi

sien, como si me importara como me veía.

No me estaba preparando para compartir mi primer cambio con mi compañero. Me estaba

preparando para enfrentar al heraldo de la muerte.

Los Guardianes Oscuros hicieron un círculo a mí alrededor.

—Recuerden, — les dijo Lucas a los demás—, no importa lo que sus instintos les digan, no

cambien.

Los chirridos metálicos de las espadas dejando sus vainas hicieron eco en la noche.

—Y recuerden no apuñalarse con estas cosas los unos a los otros, —dijo Connor.

Me arrodillé en la manta, esperando no convertirme en un cordero de sacrificio.

Volviendo la cara hacia arriba, sentí la luz de luna acariciando mi piel y pensé en Daniel.

Las agallas con las que había entrado por la puerta de la cafetería de chocolate. La ternura

con la que me sostenía. El calor de sus besos. La belleza de su forma animal. Aun si

sobreviviera esta noche, nunca volvería a experimentar todas las innumerables maravillas

que él me ofrecía.

Sentí el primer cosquilleo en mi piel, músculos y huesos. Como si a través de ellos

estuviera fluyendo una suave corriente de electricidad.

—Creo que, —escuché el pánico en mi voz, respiré profundo, me tranquilicé—está

comenzando.

A mí alrededor, los demás tomaron sus posiciones, levantaron ligeramente sus espadas.

Seth se arrodilló delante de mí en la manta y apoyó su espada entre nosotros.

El pánico se sacudió a través de mí. — ¿Qué estás haciendo?

—Voy a guiarte en tu transformación.

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Negué enfáticamente con la cabeza, y mi voz fue feroz. — No. No puedes hacer eso. No

puedes arriesgar…

—Morir{s…

—Correré el riesgo. No quiero arriesgar a alguien más. ¿Por qué crees que dije todas esas

mentiras de Daniel?

Sus ojos se agrandaron. — ¿Él no es una pantera?

—Lo es. —Las lágrimas me picaban los ojos—. Pero no está asociado con el Cosechador. Es

el m{s noble… —Mi garganta se bloqueó—. Por favor. Por favor, no hagas esto.

Él levantó la mirada hacia Lucas. Me retorcí y enfrenté a Lucas también. — Por favor, —

carraspeé—. Puedo hacerlo por mi misma. Pero si estoy preocupada por Seth… tengo que

ser capaz de concentrarme.

Él dudó, maldijo con dureza por lo bajo. — Sólo fluye con ello. Cuando el dolor sea

demasiado grande. Simplemente fluye con él.

Asentí, toda la gratitud que sentía por su decisión se reflejaba en mis ojos.

—Seth, ponte en posición, —ordenó Lucas.

Sabía que Seth no apreciaría el saber que sentí un alivio inmenso fluyendo por él. Él

podría enfrentar al cosechador valientemente con espada en mano, pero ayudarme a

atravesar mi transformación no había sido su opción de cómo quería pasar esta noche.

Pero aun así también le estaba agradecida a él. Siempre había sabido que los Guardianes

Oscuros eran los protectores de nuestra especie. Pero nunca había comprendido

completamente el alcance del sacrificio que harían para protegernos del peligro. No sabía

si era digna de ser una de ellos, pero ciertamente iba a dar lo mejor de mí.

Sentí mi cuerpo hormiguear, pequeños pinchazos de dolor saltando a través de él como si

los circuitos estuvieran siendo testeados.

Era consiente de los Guardianes tomando sus posiciones. Podía sentir su presteza, su

estado de alerta.

Pero nada pudo prepararnos para lo que apareció a través del suelo en frente de nosotros.

El Cosechador había llegado, y había traído con él seis sabuesos del infierno.

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CAPÍTULO 19

Traducido por Evelin Corregido por Obsession

Los Guardianes Oscuros cerraron un círculo a mí alrededor. Los perros enseñaban sus

dientes, la saliva roja goteaba de sus filosas puntas. Se agacharon levemente, dando

vueltas alrededor de nosotros. Yo estaba en el suelo, respirando pesadamente. Podía sentir

el cambio aproximándose. La sangre se agolpaba entre mis oídos.

El cosechador esperó pacientemente. Era una horrible criatura, por lo menos tenía siete

pies de altura. Y era acuerpado, aunque todavía no estaba totalmente formado. Era como

una niebla. Forma pero no sustancia. Yo sabía que se haría sólido cuando llegara el

momento. Esas largas garras me alcanzarían, me tocarían, me succionarían el alma.

Sus secuaces gruñían, sin embargo, ellos eran completamente diferentes. Eran sólidas

masas con ojos de color rojo que brillaban.

El dolor se disparó a través de mí. Solté un pequeño grito. Kayla fue la primera en perder

la concentración. No me sorprendía. Ella no había crecido entre nosotros. Dirigió su

atención hacia mí, su miedo explotó, debilitándome aún más.

—¡Destrúyanlos! —La voz ronca y profunda del Cosechador hizo eco a nuestro alrededor

y sacudió la nieve de los árboles.

Los perros saltaron. Los Guardianes lucharon para detenerlos, corrieron y rápidamente

blandieron sus espadas.

Connor fue el primero en hacer contacto. El perro aulló agudamente cuando una herida

abierta atravesaba su pecho, pero antes de que la sangre comenzara a derramarse, la

herida se cerraba.

—¡Mierda! —Connor murmuró, apartando sus pies y balanceándose—. Se curan.

—No son Cambiadores —dije, jadeando, luchando por evitar la trasformación—. Ellos son

inmunes a los efectos de la plata.

Un espacio se abrió entre los Guardianes cuando los perros los tentaron, los mordieron y

se abalanzaron hacia ellos.

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Un espantoso grito se escuchó a través de aire de la noche. — ¡Seth!

Di un giro brusco cuando sus temores y el horror me bombardearon. Dos perros estaban

desgarrándolo. Su resignación me rodeaba. Si él no cambiaba, no podría curarse. Si

cambiaba, el Cosechador tomaría su alma.

Lucas y Rafe se abrieron camino para llegar a su lado. Rafe logró meter la espada en el

corazón de uno de los perros. Éste se convirtió en ceniza.

Los Guardianes se habían dividido. La mitad trataba de protegerme y los otros hacían un

círculo alrededor de Seth ahora que habían alejado a los perros lejos de él. Seth estaba

tendido allí, luchando por levantarse, desesperado para unirse a la pelea, pero estaba

demasiado débil, la sangre manaba de sus heridas.

Él se dejó caer de nuevo en la fría nieve, con su mirada vidriosa. Sus emociones se

arremolinaban a través de mí: arrepentimiento, aflicción. Finalmente amor. Había alguien

que él amaba, él la dejaría.

—¡No!

Yo sabía que era renunciar a lo que se ama más que a nada. Bastaba con que uno de

nosotros ya lo hubiera hecho. Además, con mi habilidad de sentir las emociones, tal vez

mi alma pudiera abrumar al Cosechador con sentimientos y destruirlo. Parecía poco

probable, pero tenía la intención de seguir luchando toda la eternidad.

—¡Tómame! —Grité—. ¡Tómame sólo a mí!

Me obligué a ponerme de pie, tambaleé hacia delante unos cuantos pasos. Levantando mis

brazos al cielo, llamé a la luna, dejé de luchar contra la trasformación, dejé al dolor

ondularse a través de mí.

El Cosechador se solidificó. Era aún más aterrador, su rostro era una máscara de dolor y

tormento. Mi cuerpo brillaba tenuemente con el comienzo de la trasformación.

Extendió esas largas y cortantes garras.

Un rayo negro brotó violentamente de bosque y golpeó al Cosechador con la fuerza

suficiente para derribarlo.

—¡Daniel!

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El peso de su cuerpo inmovilizó en el suelo a la criatura. Vi con horror cuando raspaba con

sus garras los costados de Daniel, creando riachuelos de sangre. Daniel enterró sus dientes

en la garganta del Cosechador, pero aún así la criatura seguía luchando. Se sacudió, gritó y

cortó a Daniel. Sabía que su boca tendría ampollas por el calor de la criatura, sabía que el

dolor que él estaba sufriendo tenía que ser insoportable, pero se negaba a renunciar a su

presa.

Mirando alrededor frenéticamente, vi la espada de Seth, medio enterrada en la nieve. Me

tambaleé hacia ella y la recogí.

Luchando contra mi propio dolor, mi propia necesidad de cambiar, mientras que los otros

mantenían a los perros ocupados, me acerqué tambaleando hacia donde Daniel luchaba

con el Cosechador. No podía llegar a su corazón desde arriba porque Daniel estaba

tumbado sobre la criatura, esforzándose por mantener el dominio sobre su cuello. Me

arrodillé. Cuando el Cosechador levantó un brazo para cortar de nuevo a Daniel, perforé

uno de sus lados con la espada, dirigiéndola toda hasta su corazón.

Un grito desgarrador hizo eco a nuestro alrededor.

De repente yo estaba inundada con emociones bailando a mí alrededor, a través de mí,

rápidamente entrando y saliendo como si yo les proveyera un pasadizo. Amor, gratitud,

alivio. Y me di cuenta que estaba sintiendo lo que quedaba de todas las almas que la bestia

había recolectado. Son su muerte, fueron liberados de la esclavitud.

Un millar de almas, atrapadas en el olvido, suministrando de energía a una criatura que

no mereció existir.

Sentí el amor demasiado fuerte, demasiado decidido y por primera vez en mi vida supe

hacia quien las emociones estaban dirigidas. A Daniel. Esas eran las almas de su familia,

extendiéndose una última vez. Absorbí el sentimiento, esperando que él lo sintiera. Si no,

yo las compartiría con él después.

Y entonces ahí estaba Justin. No me culpó por haberme dado cuenta demasiado tarde del

problema en el que se encontraba. Ahora era libre. Su alma estaba en paz. Por fin.

De pronto... nada. Todas las almas se habían ido. Y las emociones con ellas.

El Cosechador gritó de nuevo, luego se disolvió en ceniza. La ceniza fue capturada por el

viento y soplada hacia el olvido. Con su destrucción los perros desaparecieron.

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Completamente agotada, me desplomé y me arrastré hacia Daniel, con ternura toqué sus

heridas, las cuales estaban empezando a sanar.

—Lo siento. Lo siento demasiado. Aún si no puedo sentir tus emociones, te conozco. Sabía

que cambiarías. Entonces el Cosechador también te tomaría. No podía soportar la idea.

Ronroneando en lo profundo de su garganta, él lamió mi mejilla.

Yo era consciente de un tenue resplandor en el aire y miré hacia atrás para ver que Seth

había cambiado. Sus heridas sanarían y a quienquiera que fuera la persona de la cual

estaba enamorado regresaría a ella.

Tal vez era porque Connor amaba a una mitad humana-mitad Cambiadora, amaba a

alguien que no cambia a forma de lobo que sabía que hacer. Así que trajo el edredón y lo

tendió sobre Daniel.

En un abrir y cerrar de ojos estaba mirando la hermosa cara de Daniel. Toqué su mejilla. —

Deberías haber esperado para cambiar hasta que estuvieras completamente sanado.

—Cambiaré pronto.

—Daniel. —Mi garganta se obstruyó; las lágrimas llenaron mis ojos—. ¿Cómo escapaste?

—¿Creíste que una puerta cerrada iba a detenerme? Cambié y usé toda la fuerza que tengo

en forma de pantera para derribar la puerta.

—Corriste el riesgo de morir cuando cambiaste. —No pude evitar que un rudo regaño se

filtrara en mi voz.

—Me imaginé que el Cosechador estaba ocupado contigo.

—¿Pero qué pasaría si hubiera habido más de uno? ¿Qué hubiera pasado si-?

Él tocó mis labios. — Todo terminó, Hayden.

Pero no podía dejar pasar el hecho de que él se había arriesgado. — Te amo. —Él sonrió,

con la sonrisa que hacía que mis rodillas se debilitaran. —Lo sé. También es algo bueno. —

Acarició mi cuello—. Porque puedo encontrarte en cualquier lugar.

Era vagamente consciente de que ahora estábamos solos. Los Guardianes Oscuros se

habían ido, silenciosamente se habían retirado. Y me di cuenta que mis sentimientos por

Daniel eran tan fuertes que no había quedado espacio para que las emociones de ellos se

deslizaran dentro de mí. O tal vez estaba mejorando en bloquear lo que no quería

experimentar.

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Entonces el dolor me recorrió. Mis extremidades, mi cuerpo entero, se entumecieron antes

de que los nervios estallaran con un hormigueo agudo. Me quedé sin aliento.

Daniel acunó mi cara entre sus grandes manos. — ¿Hayden, me aceptas como tu

compañero?

—Con todo mi corazón.

Me acercó a él. — Concéntrate en mí.

Sus labios tocaron los míos, con hambre, como si fuera la primera vez. Luego se hicieron

más familiares. Mi cuerpo empezó a sentirse extraño; sentía pequeñas ondulaciones, como

si me estuviera preparando. Me concentré en Daniel, en la sensación de sus brazos a mí

alrededor, en el sabor de su beso y el calor de su piel.

Sus emociones no se deslizaron dentro de mí, pero sabía lo que él estaba sintiendo. Me

amaba. No quería que yo sufriera. Él haría cualquier cosa-y daría todo-para protegerme.

Oí su ronroneo de satisfacción, en lo profundo de su garganta. En forma animal hacíamos

sonidos diferentes; teníamos un aspecto diferente. Pero en el interior seríamos los mismos.

El dolor se intensificó, luego se desvaneció mientras él deslizaba sus manos sobre mí y

profundizaba el beso. La pasión se encendió en mi interior, ahogando todo lo demás. Entre

un latido de corazón y millones de estrellas que estallaron en mi interior, la luz de luna

fluyó a través de mí.

Cuando abrí los ojos, estaba mirando fijamente a una pantera, siendo consciente de que él

estaba mirando a un lobo.

¿Hayden?

Había tenido demasiado miedo, porque no podía sentir sus emociones no había sido capaz

de leer sus pensamientos. Pero ahí estaban, susurrándome.

Eres hermosa en forma de lobo.

Acaricié su hocico.

¿Estas decepcionada de que yo no sea un lobo? Preguntó.

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Tonto. ¿Desearías que yo fuera una pantera?

Te amo tal y como eres.

La calidez se arremolinó a través de mí debido a sus palabras, mi corazón latía más fuerte.

A pesar de que sabía lo que él sentía, había satisfacción y alegría al oír las palabras.

Podía ver las heridas que quedaban en sus costados, largas raspaduras, que estaban

sanando rápidamente. El lobo en mí captó su olor, luego las lamí con cuidado. Aroma a

Sangre.

Ahora te encontraré en cualquier parte, también. Pensé.

Las heridas sanaron, sin dejar cicatrices, no había evidencia de que habían estado en su

piel. Ese era nuestro don. Nuestra habilidad de sanar.

¿Y ahora qué? Él preguntó.

Le di un vistazo al vasto paisaje que se extendía ante nosotros. Creo que no puedo correr tan

rápido como tú. Confesé.

Puedo ajustar mi paso.

Corrí, mis patas levantaban la nieve. Daniel llegó fácilmente a mi lado. No, nunca había

corrido más rápido que él, nunca escaparía.

Pero la verdad era que ya no quería hacerlo.

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CAPÍTULO 20

Traducido por Veroniica Corregido por ynexiz

Corrimos a través del bosque hasta llegar a la caverna donde él me había traído la noche

anterior. Cuando entré, mis ojos se acostumbraron a la oscuridad. Podía ver con la misma

visión de un lobo, podía ver a través de la oscuridad. Lo que vi me sorprendió. Mi

mochila. Me pregunté cuando la había traído. En algún momento de la tarde, quizás

cuando estaba con Kayla, Lindsey, y Brittany. Yo le eché un vistazo a él.

Lo has adivinado.

¿Tú puedes leer mis pensamientos incluso cuando no están dirigidos a ti? ¿Por qué yo no puedo leer

los tuyos?

Porque he aprendido como esconderlos. Te enseñaré. Así sólo sabré lo que tú quieras que sepa.

Tal vez esa habilidad me ayudará también a mantener las emociones.

Eso esperaba. Yo daba vueltas cruzando la caverna en la parte de atrás donde estaba la

piscina. Mis ropas estaban en una roca, esperando por mi forma humana.

Te puedes cambiar aquí, pensó Daniel. Yo cambiaré allí.

Está bien. Para cambiar, ¿sólo pienso humano?

Sí sólo piensa humano.

Cuando él ya no era visible, cerré mis ojos, me concentré, sentía como me traspasaban las

ondas. Abrí los ojos. Estaba de nuevo en forma humana. Rápidamente me puse mis jeans,

mi suéter, y mis botas. Cuando fui a la parte delantera de la caverna, Daniel estaba de pie

en la entrada de la cueva, mirando hacia fuera. Grandes linternas a pilas iluminaban la

oscuridad.

Me tomé mí tiempo para estudiarlo tranquilamente: el ancho caer de sus hombros, la

duración de su espalda. Sus manos metidas en los bolsillos traseros de sus vaqueros. Casi

pierdo esto, casi lo pierdo a él por culpa de mis miedos. Pero también fue mi temor de

perderlo lo que me dio las fuerzas para luchar contra mi propia transformación y llegar a

destruir al Cosechador. Antes de Daniel yo no podría haber luchado tan fuerte. No me

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habría dado por vencida rápidamente, pero tampoco tenía tanto que perder. Crucé hasta

él, deslizándome bajo su brazo. Aquí se estaba a gusto, la familiaridad.

— Tienes razón, —dijo en voz baja—. Yo traje aquí al Cosechador.

—No, no lo hiciste.

Él me miró, sus ojos interrogantes, queriendo creer en mis palabras.

— Tú has estado aquí desde el verano. Si te hubiera seguido a ti, habría aparecido antes, —

le dije.

— Quiero creer eso.

— Yo lo creo. No lo sabemos todo acerca del Cosechador. No es como si hubiera estado en

Oprah. No sabemos por qué estuvo aletargado durante siglos. No sabemos por qué le dio

por aparecer ahora. Yo sé que fue él quien mató a tus padres. Yo sentí sus almas. Ellos te

quieren mucho.

Las lágrimas aparecieron en sus ojos y parpadeó. — ¿Están en paz?

— Ahora lo están.

— No sé cómo encontré a mi familia. No sé a cuántos más de mi especie podría haber

causado la muerte. Como te dije, no somos como los lobos. No nos quedamos en manada.

—Miró hacia mí—. Me gustaría ir en busca de los otros. Hacerles saber de este lugar.

Somos solitarios, tú y yo, pero debemos estar juntos. — Tocó mi mejilla—. Pero no iré si tú

quieres estar aquí. Y si los ancianos me permiten quedar. Tú significas más para mí que

cualquier cosa.

Antes de que pudiera responder o darle una respuesta, él me tomó en sus brazos y me

besó. Pensé que nunca tendría esto otra vez. Ahora, aquí estaba. Él estaba dispuesto a

renunciar a lo que quería hacer porque me quería más a mí. Pero me preocupaba lo

suficiente como para no permitirle que renunciara a ello. Yo a menudo había sentido el

amor-viniendo de otros, dirigido hacia los demás. El amor de un padre por su hijo, de un

amigo a otro, y con Connor, el amor de un amante a otro. En todos los casos el amor era

una emoción fuerte, no fácil de contener una vez que se desataba. Ahora me di cuenta de

que el amor era como una flor en la que continuamente se añadían más y más pétalos. No

había ningún punto final. No estaba en plena floración. Se iba para siempre. Creciendo,

fortaleciendo.

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Yo no conocía a Daniel hacía mucho, pero sabía en mi corazón que él era mi verdadero

compañero. Cuando se retiró, él me tocó la mejilla, como lo había hecho aquella tarde

detrás de la tienda de chocolate. Su tacto era cálido, sus ojos sinceros. No tenía que sentir

sus emociones para conocerlas.

— Te quiero, Hayden, —dijo.

Volví a sus brazos, presionando mi cara contra su pecho, escuchando el estruendo de su

corazón. —Yo también te quiero.

Me tomó la mano y me llevó afuera. Nos sentamos en una roca cubierta de nieve y

observamos como la luna comenzaba su descenso. Pensaba que debería estar sintiendo

frío, pero con el brazo de Daniel a mí alrededor, yo estaba caliente. Feliz. Locamente

enamorada.

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CAPÍTULO 21

Traducido por Clo Corregido por María José

Volver a Wolford a la mañana siguiente no fue la ocasión feliz que había esperado. Los

ancianos y los Guardianes Oscuros no estaban precisamente contentos con Daniel.

SÍ, él muy probablemente había salvado nuestros culos con su ataque al Cosechador. Pero

estaba el pequeño asunto de que no fue completamente honesto acerca de sí mismo.

Así que dos minutos después de que entráramos por la puerta delantera, él estaba de pie

enfrente de ellos en el salón del consejo. Los ancianos estaban sentados en una mesa

estudiándolo como si fuera una criatura exótica, lo que yo supuse que era.

En cada extremo de la mesa de ellos había otra mesa en un ángulo, y los Guardianes

Oscuros llenaban cada una. Me senté al final de una de ellas. Ahora, que había

experimentado mi cambio, era un miembro de éste grupo de elite.

Mientras existía la posibilidad que Daniel fuera echado a patadas de él.

Él se paró seguro de si mismo, erguido y orgulloso, con sus hombros echados hacia atrás y

su cabeza en alto. Yo sentía tanto orgullo. Ese hombre magnífico era mío.

Finalmente el Anciano Wilde aclaró su garganta y dijo, — Usted vino aquí bajo falsas

pretensiones, Sr. Foster.

Vi flaquear a Daniel, y comprendí porqué. Antes de anoche lo hubieran llamado Guardián

Foster. Ellos esencialmente lo habían despojado de su lugar, estaban anunciando que él no

era uno de ellos. Sabía que había una época en la cual no hubiera sido afectado por el

cambio. Cuando era un solitario total, cuando no sabía lo que era realmente pertenecer.

— Les dije que vine aquí para servir como un Guardián Oscuro, —afirmó rotundamente.

— Omitió decirnos que Cambiaba en forma de pantera en lugar de en forma de lobo, —le

recordó el Anciano Wilde.

— No vi que en lo que Cambiara afectara mi capacidad para hacer mi trabajo. —Miró

hacia abajo, luego levantó hacia ellos su brillante mirada verde—. Y está bien, sí, no pensé

que me aceptarían si sabían que era de un clan de panteras.

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— ¿Cuántas panteras hay? —preguntó Lucas. Él ignoró la mirada severa de su abuelo.

— No lo sé, —dijo Daniel—. No les seguimos la pista a nuestros miembros de la forma que

lo hacen ustedes. Es una de nuestras debilidades.

— ¿Y no pensó que necesitábamos saber que el Cosechador asesinó a sus padres? —

preguntó el Anciano Thomas, poniendo la inquisición nuevamente en marcha.

— No supe lo que los había asesinado hasta la noche en la que murió Justin. Y entonces,

todo en lo que pude pensar fue en proteger a Hayden.

Mi corazón salió hacia él. Él me miró, y yo hice todo en mi poder para trasmitirle que, no

importaba lo que ocurriera, me quedaría detrás de él. Entonces finalmente continúo, —

Pensé que si les decía todo dudarían en aceptarme. Necesitaba conocer lo que ustedes

saben para salvar a mi clan de la extinción. Quizás parte de la lección para mí era que

necesitaba aprender a confiar en aquellos que no son como yo. Lo que hice, lo hice por la

preocupación por mi propia especie. Estaba poniendo lo que pensé que eran sus

necesidades primero. Ahora sé que debo poner a todos los Cambiadores primero, no sólo

a mi especie. En lo que Cambiamos no nos define. No puedo cambiar lo que hice en el

pasado, pero les puedo jurar que nunca encontrarán un Guardián Oscuro más dedicado

por su clase.

— Tal vez, —dijo pensativo el Anciano Wide—, el primer paso es no vernos como una

clase separada de la tuya. Como dijiste, todos somos Cambiadores. Ése es nuestro vínculo

en común. Así como hay algunos Cambiadores con habilidades empáticas y algunos sin

ellas. Nosotros no los separamos; no los vemos como si no pertenecieran a nosotros. —Él

me miró—. ¿Estarías de acuerdo, Hayden?

Asentí. — Sí.

El Anciano Wilde miró alrededor de la mesa, luego miró a Daniel. — Eres bienvenido a

quedarte entre nosotros, Guardián Foster.

El alivio me inundó, y no puede evitar que una pequeña sonrisa se formara en mis labios.

— Gracias, Ancianos y Guardianes Oscuros. Debido a que han ofrecido el permitir

quedarme, ahora puedo partir con un corazón en paz.

— ¿Tienes la intención de irte? —preguntó el Anciano Wilde.

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— Sí, señor. Hay muchos como yo que están perdidos, quienes no saben lo que podemos

ser como Cambiadores. Quienes esconden lo que son y no tienen un lugar donde

celebrarlo. Quiero que sepan que no están solos.

— Entonces hazlo con nuestra bendición, y esperamos darles a ellos la bienvenida aquí

también.

— Gracias.

Empujé la silla para atrás, me puse de pie, caminé hacia Daniel, y deslicé mis manos en las

de él. — Él es mi compañero. Me voy con él. También me gustaría que me den su

bendición. Pero me iré sin ella si lo tengo que hacer.

— Tienes nuestra bendición, —dijo el Anciano Wilde—. Y si tus padres estuvieran aquí

con nosotros ahora, pienso que también tendrías la de ellos. Ellos no querían nada más

para ti que el que seas feliz.

— Puedo prometerles que lo será, —dijo Daniel. Apretó mi mano, luego puso sus brazos a

mi alrededor, arrastrándome cerca junto a él, justo dónde yo pertenecía. Al lado de su

corazón.

En la parte superior del tatuaje de Daniel, donde alguna vez los nudos habían terminado,

tenía otro tatuaje incrustado debajo de la piel: un símbolo Celta representando mi nombre.

Dijo que el tatuaje que comenzaba en su bíceps e iba hacia arriba por su espalda,

representaba su viaje desde estar separado a estar incluido. Era la historia de mi viaje

también.

Con Daniel a mi lado, a menudo distrayéndome, era capaz de estar afuera entre los otros

Cambiadores. Sólo las emociones más intensas me invadían ahora. Estaba aprendiendo a

utilizarlas para señalizar cuando alguien necesitaba ayuda. Todavía no consideraba esta

capacidad un don. Pero estaba aceptando que tal vez no era exactamente una maldición.

— Vas a volver a tiempo para el solsticio de verano ¿no? —preguntó Kayla mientras

envolvía sus brazos a mi alrededor.

Daniel y yo nos estábamos dirigiendo fuera para buscar a otros Cambiadores como él. No

estaba segura de cuanta ayuda sería yo, dado que no podía sentir sus emociones, pero con

respecto a mí, habría paz en ello.

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— Lo intentaremos, —dije. Estábamos de pie en el patio delantero de Wolford diciéndoles

adiós a todos.

Íbamos a viajar en la moto de nieve, un regalo de los ancianos. No sabía si iba a ser tan

emocionante montarla ahora que estaba autorizado. Estábamos a un mes ó algo así de los

deshielos de primavera, pero Daniel estaba ansioso por empezar.

Abracé a todos, dejando al Anciano Wilde para el final. Me sorprendí cuando las lágrimas

me picaron los ojos mientras sus brazos llegaron a mí alrededor. Él siempre había parecido

tan fuerte, pero de pronto se sentía tan frágil.

— Viajen de manera segura, Hayden, —dijo—. Y recuerden que éste es su hogar.

— Lo es, —reconocí a él, y probablemente por primera vez en mi vida, a mi misma.

Me subí a la moto de nieve detrás de Daniel.

— ¿Lista? —preguntó.

— Lista.

Arrancó, y la emoción aguijoneó a través de mí. No sabía lo que encontraríamos allí fuera.

En la parte superior de una pendiente Daniel frenó la moto de nieve, y volvimos la mirada

a Wolford.

— No tenemos que ir, —dijo.

Sacudí la cabeza. — No, pienso que lo tenemos que hacer. Tenemos otros enemigos. Si el

Cosechador nos encontró, quizás ellos también lo harán. Debemos contarles a los otros

Cambiadores acerca de Wolford, a aquellos de tu clan y a cualquier otro, para que tengan

un refugio seguro.

— Regresaremos, —prometió.

Apreté mi agarre en él. — Lo sé.

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Aceleró el motor y nos deslizamos por la nieve con el viento ajetreándose junto a nosotros.

Estaba perdida en un mundo donde sólo sentía mis propias emociones.

Felicidad. Alegría. Anticipación. Amor.

Daniel.

Fin

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RACHEL HAWTHORNE

Rachel nació en Watford, Herts, Inglaterra, pero poco despues se mudó a Texas. Su “Doble” nacionalidad le ha dado amor por todas las cosas

Britanicas como las Texanas. Ella disfruta tegiendo la trama de sus historias . cuando recibió su Licenciatura en Psicologia de la

Universidad de Texas, no tenia ni idea que habia ganado un fundamento que la ayudaría a crear personajes creibles- personajes que a menudo

describe como “Gente Real”. Ella escribe para lectores jovenes y adultos.

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SAGA DARK GUARDIAN

-Moonlight

-Fullmoon

-Dark Of The Moon

-Shadow Of The Moon

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