Sebastian Pereyra (2001) Las protestas de derechos humanos en la Argentina de la consolidación...

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1 Las protestas de derechos humanos en la Argentina de la consolidación democrática 1989-1998 SEBASTIÁN PEREYRA Universidad de Buenos Aires (Argentina) "Prepared for delivery at the 2001 meeting of the Latin American Studies Association, Washington DC, September 6-8, 2001."

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Prepared for delivery at the 2001 meeting of the Latin American StudiesAssociation, Washington DC, September 6-8, 2001."

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    Las protestas de derechos humanos en la Argentina

    de la consolidacin democrtica 1989-1998

    SEBASTIN PEREYRA

    Universidad de Buenos Aires

    (Argentina)

    "Prepared for delivery at the 2001 meeting of the Latin American Studies

    Association, Washington DC, September 6-8, 2001."

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    Las protestas de derechos humanos en la Argentina de la consolidacin democrtica 1989-1998

    SEBASTIN PEREYRA*

    I. Introduccin El estudio de la movilizacin social y poltica ha adquirido en los ltimos aos una

    riqueza y diversidad crecientes. Por tal motivo, si bien este trabajo presenta los resultados

    parciales de un estudio de caso especfico1 ha requerido tambin presentar algunas de las

    discusiones ms importantes que se han sostenido sobre el tema.

    Por razones expositivas este texto se divide en dos partes. En la primera de ellas se

    presentan los debates tericos que desde los aos 60 acompaan el estudio de los

    fenmenos de movilizacin. En trminos generales, ese debate ha estado signado por la

    presencia de dos grandes perspectivas (una centrada en la nocin de racionalidad y la otra

    en la nocin de identidad) que se han ocupado de dar cuenta de la aparicin de los nuevos

    movimientos sociales. Cualquier intento de encarar estudios especficos supone adentrarse

    en las diferencias conceptuales y tericas que las distintas teoras han propuesto

    sucesivamente.

    * Lic. en Ciencia Poltica de la Universidad de Buenos Aires. Becario de formacin de posgrado del CONICET en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, FCS, UBA. E-mail: [email protected] 1 La investigacin se denomina: Transformaciones en el movimiento de derechos humanos en Argentina 1989-1998 y est financiada con una beca del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas de la Repblica Argentina. Agradezco especialmente a Federico L. Schuster y a Francisco Naishtat quienes co-dirigen este trabajo. A su vez, esta indagacin est inscripta dentro de un proyecto ms ambicioso que pretende elaborar un mapa de la protesta social en Argentina en la dcada del 90. Para ello se est realizando un relevamiento de protestas en medios grficos y una serie de entrevistas a actores y militantes de las protestas en distintos casos seleccionados. Por tal motivo, agradezco especialmente al equipo de investigadores del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires y al Prof. Federico L. Schuster quien dirige tambin este esfuerzo colectivo.

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    Una de las salidas ms frecuentes ha sido la del eclecticismo conceptual. Muchos

    estudios han tomado los conceptos ms relevantes que ofrecen los distintos enfoques y los

    han llevado al campo. Sin embargo, la posicin que he intentado sostener en este trabajo y

    a ello se debe la dedicacin de un apartado terico especfico- es que es necesario

    contraponer con toda claridad los presupuestos que sostienen cada una de las teoras como

    prerequisito para encarar el anlisis conceptual. Si bien las teoras brindan herramientas

    sumamente interesantes para dar cuenta de aspectos particulares del fenmeno estudiado,

    sus diferencias sobrepasan ese nivel de distincin. Ms bien, representan formas

    alternativas de entender la movilizacin e incluso versiones muy diferentes sobre la

    definicin del fenmeno en cuestin.

    Dada la complejidad que presenta ese debate conceptual partimos de la

    consideracin del concepto de protesta social en tanto ste permite un acceso emprico a la

    movilizacin y contribuye a analizar en toda su diversidad el escenario de fragmentacin

    actual; desde all pueden ponderarse las distintas formas en que se vinculan las protestas

    entre s y cules son las dimensiones ms significativas de su impacto poltico.

    En la segunda parte se presentan las caractersticas del caso en cuestin. Sin

    embargo, elaborar un recorte particular sobre las protestas de derechos humanos en

    Argentina en la dcada del 90 ha llevado a revisar, por un lado, la historia reciente de la

    movilizacin en el pas y en Amrica Latina en general y, por otro lado, ha considerar cul

    ha sido el desarrollo de la problematizacin del tema de los derechos humanos en

    Argentina.

    El anlisis de las protestas actuales surge, entonces, a partir del desarrollo del

    movimiento de derechos humanos en Argentina, el cual se present en la escena pblica

    durante la ltima dictadura militar. Comprendiendo la forma histrica de articulacin de las

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    protestas de derechos humanos, hemos intentado plantear algunas zonas para el anlisis de

    los distintos procesos de particularizacin de las demandas y de surgimiento de nuevos

    actores y demandas involucrados. De los cuatro ejes de protesta que presentamos como los

    ms significativos, nos hemos concentrado especficamente en dos de ellos. Por un lado,

    una serie de protestas cuyo rasgo central es su carcter expresivo y que marcan una lnea de

    ruptura con los reclamos de las organizaciones histricas de derechos humanos.

    Analizamos all el problema de la memoria y de la condena social como los trminos

    centrales de una disputa simblica por la reconstruccin de una historia del terrorismo de

    Estado. Por otro lado, otro de los fragmentos significativos de las protestas de derechos

    humanos, est representado por aquellas que se han organizado en torno al cuestionamiento

    de la calidad de la consolidada democracia argentina. El tema de la violencia policial e

    institucional ha marcado otro eje comn para una serie de protestas que impugnan el

    accionar de los organismos de seguridad y que reclaman por una distribucin ms

    igualitaria de las garantas civiles mnimas.

    En todos los casos, hemos tratado de hacer especial hincapi en el anlisis de los

    vnculos que nuclean a las organizaciones que soportan las acciones de protesta y tambin

    en la manera en que las protestas se articulan con otro tipo de acciones motorizadas por las

    propias organizaciones y con otras redes de protesta.

    II. Debates tericos contemporneos en torno al estudio de la accin colectiva, los

    movimientos y las protestas sociales

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    A fines de la dcada el '60 comienza a tomar forma la discusin sobre la

    movilizacin social y poltica tal como la conocemos hoy en da. Esta discusin

    contempornea se ha organizado en torno de la nocin de movimiento social y tiene dos

    enfoques bien definidos. El eje central de una de estas perspectivas est puesto en la nocin

    de inters y en reconstruir una teora de la accin (racional) que contemple la especificidad

    de la movilizacin poltica. Sobre la base de las crticas a las nociones de comportamientos

    colectivos y de privacin relativa, que han dominado los trabajos de la sociologa

    norteamericana durante las dcadas del sesenta y setenta, este enfoque ha intentado

    consolidar una teora para explicar los fenmenos de accin colectiva. Una multiplicidad de

    trabajos tericos y empricos definen los lineamientos generales de la teora de

    movilizacin de recursos.2 La diversidad y el eclecticismo de esta teora son importantes y

    esto se debe, en parte, a la gran cantidad de autores y de anlisis particulares que se han

    realizado. Su ncleo mnimo comn se orienta a analizar la estructura de costos y

    beneficios que permiten entender la aparicin de fenmenos de accin colectiva.

    El segundo enfoque se vincula con algunas de las discusiones que se dieron en la

    teora social europea alrededor de los problemas que suscit la conceptualizacin de los

    nuevos movimientos sociales. Tambin este fenmeno particular que se abri paso en las

    democracias occidentales desde fines de la dcada del sesenta marc los trabajos de la

    sociologa norteamericana pero, sin embargo, existi hasta estos ltimos aos una fuerte

    desconexin entre ambas perspectivas. La tradicin europea se orient fuertemente hacia la

    nocin de identidad. La influencia marxista en estas perspectivas es ms importante y por

    ende, el tipo de reflexiones que orientaron los trabajos de autores como Alain Touraine,

    2 Para una caracterizacin general de la teora ver: Craig Jenkins, J., "La teora de la movilizacin de recursos y el estudio de los movimientos sociales", en Revista Zona Abierta 69, Madrid, 1994,

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    Jrgen Habermas, Clauss Offe o Alberto Melucci, fue el problema de qu tipo de sujetos

    constituan los movimientos y qu sentido tenan sus acciones polticas. Las luchas de

    estudiantes, ecologistas y feministas de la dcada del sesenta pusieron en cuestin el

    privilegio que otorgaba la tradicin marxista a la constitucin de un sujeto de clase que

    encarara una lucha revolucionaria para derrumbar la sociedad capitalista. A comienzos de

    la dcada del '70, la clase obrera en los principales pases europeos ya se encontraba

    relativamente integrada a la vida poltica-institucional de los estados de bienestar. El

    horizonte de la lucha revolucionaria del siglo XIX y los ecos de la revolucin rusa ya se

    encontraban aquietados. Sin embargo, la nueva oleada de movilizacin de esos aos

    produca profundas transformaciones sociales aunque no lograba cuestionar seriamente la

    estabilidad de los regmenes polticos nacionales. Muchos de estos autores comenzaron a

    preguntarse por las transformaciones sociales que podan explicar algunos de estos cambios

    en los sujetos de la movilizacin. De hecho, casi todos ellos han desarrollado distintas

    versiones de las crisis y transformaciones de la vieja sociedad industrial en sociedades

    posindustriales o de capitalismo avanzado.

    Las diferencias entre ambas perspectivas han comenzado a borrarse, en parte porque

    en los ltimos veinte aos se han producido una cantidad importante de estudios empricos

    que han permitido acercar posiciones. Pero tambin porque el conflicto poltico y la

    movilizacin se han vuelto fenmenos ms normales -y en alguna medida ms acotados-

    dentro del funcionamiento democrtico.

    A diferencia de las dcadas del '30 y del '40, cuando los fenmenos de movilizacin

    de masas amenazaban las democracias liberales, en los 80 y '90 han sido procesos de

    intensa movilizacin y protesta los que han producido transformaciones democratizantes.

    pp. 5-49.

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    En la actualidad, la movilizacin no parece orientarse a producir transformaciones a gran

    escala, ni siquiera a cuestionar seriamente las formas de organizacin social y poltica de

    los estados nacionales. Sin embargo, la protesta social constituye un hecho casi cotidiano

    en las democracias occidentales. Con distinta intensidad, referida a problemas o demandas

    diversas y con la presencia de actores y formatos mltiples, la protesta parece mantener su

    vigor como forma de accin poltica.

    Cmo pueden comprenderse estos episodios de protesta? La nocin de protesta

    social se refiere a los acontecimientos visibles de accin que suponen la intencionalidad de

    un colectivo en el sostenimiento de una demanda basada y justificada en el reclamo de

    derechos. Analticamente, la protesta puede ser analizada desde un punto de vista interno y

    otro externo. Toda protesta surge de la definicin de una situacin problemtica, es decir, la

    percepcin de una injusticia por parte de los sujetos. A su vez, las protestas especifican, por

    un lado, un campo conflictivo (una cierta delimitacin entre el espacio del nosotros y el

    ellos) que asigna un contenido a la gnesis y a los responsables de la injusticia y por otro,

    un campo de resolucin del conflicto que establece la forma tpica mediante la cual la

    injusticia puede ser resuelta (respuestas posibles y responsables de las acciones

    compensadoras). Desde un punto de vista externo, la protesta requiere un contexto de

    oportunidad de la accin, es decir algunos cambios en la estructura poltica de la sociedad

    que habilitan la accin y una enunciacin de la accin que incluye la identificacin de un

    sujeto de accin (un nombre que sostiene la protesta y ciertas redes organizativas que la

    soportan) y un cierto abanico de posibilidades de justificacin de la accin de protesta (que

    incluyen restricciones sobre lo que puede demandarse y sobre cmo puede demandarse).

    La nocin de protesta social se limita, entonces, a partir de su carcter intencional,

    por un lado, y de su visibilidad pblica, por el otro. Las manifestaciones, las

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    concentraciones o reuniones pblicas, las declaraciones pblicas son ejemplos de tipos de

    protesta aprehendidos desde este punto de vista. El concepto de protesta encuentra su

    pertinencia en un marco general histricamente situado. Efectivamente, es necesario y hasta

    deseable pensar que la nocin de protesta social es la mejor manera de dar cuenta de la

    accin colectiva tal cual esta se desarrolla en el contexto de la dinmica de nuestras

    sociedades liberales y democrticas. Es necesario considerar que su relevancia es prxima

    al contexto general que presentan las sociedades de herencia ms o menos homognea de la

    cultura occidental y a la dinmica propia de regmenes democrticos y de Estado de

    derecho.3

    Otro de los rasgos generales que deben mencionarse es que las protestas se muestran

    como el sostenimiento de demandas frente al Estado. Este supuesto puede ser mantenido

    como regla general aun cuando se puedan presentar algunas reservas respecto de las

    transformaciones que acarrean la regionalizacin y mundializacin crecientes. As como la

    definicin de protesta incluye la delimitacin de demandas, el interlocutor caracterstico de

    dichas demandas es el Estado.4 La apelacin a cuestiones de justicia y la referencia

    obligada para la intermediacin en controversias de este tipo hasta el momento siguen

    siendo las entidades estatales. Esto no supone que el Estado efectivamente sea un actor

    neutral en la resolucin de conflictos sociales; por el contrario aparece como la figura

    central de una confrontacin. Sin embargo, es cierto y significativo que no slo el Estado

    sino todo el sistema poltico est obligado a una sensibilidad particular frente a las

    3 Se considera sta la pertinencia terica de conceptos como el de espacio pblico democrtico que constituye un elemento central de este anlisis- y que pueden ser aceptablemente cuestionados tanto desde el punto de vista de su pertinencia para el anlisis de diversos perodos histricos como en el interior de regmenes autoritarios, totalitarios, etc. 4 En el sentido de organizaciones o entidades estatales por contraposicin a organizaciones de la sociedad civil o internacionales.

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    alteraciones del orden pblico o los cuestionamientos visibles en virtud de su vinculacin

    con los problemas de legitimidad.5

    Los acontecimientos de movilizacin social se vinculan entre s de manera muy

    diversa. De hecho, no puede establecerse un recorte a priori acerca de estas formas de

    vinculacin. Cada protesta puede ser estudiada e individualizada segn sus caractersticas

    particulares de constitucin de un sujeto de protesta, formato, estructura de oportunidades

    polticas, definiciones compartidas y logros estratgicos y performativos. Sin embargo,

    las protestas adquieren su sentido en la medida en que se encuentran emparentadas con

    otras acciones de protesta. Dicha familiaridad es de por s discontinua, pero permite

    comprender, en cada caso, la dimensin de su inscripcin pblica y de su impacto poltico

    en general. As, una protesta reenva en mltiples direcciones hacia otros acontecimientos

    constituyendo redes de protesta. Estas redes son recortes significativos posibles entre

    muchos otros. La identificacin de una red supone un ejercicio interpretativo que de cuenta

    de las continuidades y rupturas que puedan observarse entre distintos acontecimientos en

    sus distintas dimensiones de anlisis.

    Las redes de protesta son, entonces, hiptesis plausibles que pueden construirse

    vinculando acontecimientos en virtud de sus parecidos de familia.6 Dicho vnculo se sita

    tanto en una dimensin sincrnica, en la medida en que pueda detectarse una confluencia

    5 Habermas, J., Facticidad y Validez, Trotta, Barcelona, 1997. Captulo 8. 6 La nocin de parecidos de familia permite una ejemplificacin del concepto de redes de protesta por analoga a la forma en que L. Wittgenstein piensa al lenguaje: En vez de indicar algo que sea comn a todo lo que llamamos lenguaje, digo que no hay nada en absoluto comn a estos fenmenos -por lo cual empleamos la misma palabra para todos- sino que estn emparentados entre s de muchas maneras diferentes. Y a causa de este parentesco, o de estos parentescos, los llamamos a todos lenguaje. Wittgenstein, L., Investigaciones Filosficas, Crtica, Barcelona, 1986, prrafo 65, pgina 87.

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    significativa de acontecimientos, como en una diacrnica en virtud de la correspondencia

    entre distintas protestas situadas en un eje histrico.

    Las protestas sociales emergen como un doble proceso complejo de definicin y

    consecuencia del establecimiento de una situacin pblica problemtica.7 Ese proceso de

    emergencia es el resultado de un intento exitoso de arribar a una definicin de una situacin

    de injusticia colectivamente compartida y a su vez del establecimiento de un campo de

    interaccin conflictivo que es el espacio habilitante para dicha aparicin y que depende del

    reconocimiento dentro de una mapa restringido de motivos apelables de la legitimidad

    de la posicin demandante. Dicha emergencia permite comprender una situacin de

    protesta y especialmente pensar las dimensiones de su impacto poltico.

    Generalmente, el impacto de la movilizacin social es analizado como una funcin

    del resultado alcanzado por el colectivo de protesta. Sin embargo, intentamos sostener aqu

    que esa es slo una de las dimensiones significativas del contenido poltico que tienen las

    acciones de protesta. Un punto central aqu resulta de los perodos de anlisis a considerar.

    Segn se analicen distintos perodos histricos y distintas redes de protesta la evaluacin de

    su significacin poltica cambia. Al igual que para la interpretacin de redes de protesta, no

    toda hiptesis de impacto poltico resulta plausible aunque, del mismo modo, no pueda

    sostenerse que existe una interpretacin verdadera o privilegiada.

    Har referencia aqu a algunas dimensiones analticas del impacto poltico que

    conviene tener en cuenta para pensar la movilizacin tal como se presenta en la actualidad.

    Una primera dimensin se relaciona con los resultados instrumentales de la protesta. En la

    medida en que aceptemos que las protestas se vinculan con determinadas demandas, la

    7 Cefa, D., La construction des Problmes Publics. Dfinitions de situations dans des arnes politiques , Reseaux N 75, Paris, enero-febrero de 1996.

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    satisfaccin o no de esas demandas constituye el objeto central de esta primera dimensin.

    En segundo lugar, dado el vnculo entre protestas y sistema poltico, las instancias de

    resolucin de la protesta pueden incluir transformaciones poltico-institucionales que

    incluyen desde la modificacin de las alianzas polticas, cambios en la estructura de

    gobierno o transformaciones en las formas de gobierno hasta la implementacin de polticas

    pblicas en vinculacin ms o menos directa con el tipo de problema pblico presentado o

    tematizado por la protesta. Por ltimo, puede pensarse una dimensin significativa del

    impacto poltico de las protestas. Esta dimensin de inscripcin pblica8 puede

    comprenderse en funcin de la emergencia de un nosotros, as como de temas o argumentos

    que acompaan el sostenimiento de determinadas demandas. Asimismo, esta dimensin da

    cuenta de la constitucin de una historia pblica de la protesta en la medida en que

    cristalizan repertorios de protesta que definen su significacin poltica.

    El anlisis de repertorios permite vincular, en ltima instancia, el impacto de las

    protestas con las condiciones que habilitan el surgimiento de nuevas acciones en el

    desarrollo de una historia moderna de la movilizacin social como forma de accin poltica.

    III. Movimientos sociales y protestas en Amrica Latina y en Argentina

    En la dcada del 80, algunos autores comenzaron a preguntarse por las

    caractersticas de los movimientos sociales en Amrica Latina. Al igual que en Europa,

    8 Naishtat, F., Accin colectiva y regeneracin democrtica del espacio pblico, en Quiroga, H., Villavicencio, S. y Vermeren, P. (comps.), Filosofas de la ciudadana: sujeto poltico y democracia, Homo Sapiens, Rosario, 1999. Habermas, J.,: Sobre el papel de la sociedad civil y de

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    buena parte de estos interrogantes surgieron a partir de las dificultades que suscitaba la

    caracterizacin de la movilizacin social en trminos estrictamente de clases. El panorama

    latinoamericano mostraba una diversidad importante de formas de participacin poltica por

    va de la movilizacin. "As, los movimientos sociales se ven nutridos por mltiples

    energas que incluyen en su constitucin desde formas orgnicas de accin social por el

    control del sistema poltico y cultural, hasta modos de transformacin y participacin

    cotidiana de autoproduccin societal."9 Histricamente, los movimientos en Latinoamrica

    fueron interpretados como movimientos pre-polticos o embrionarios a ser encauzados por

    un partido-vanguardia revolucionario. El reconocimiento de que estas manifestaciones

    colectivas no podan ser fcilmente encauzadas hacia la revolucin llev a dos tipos de

    replanteamiento: a) quienes denunciaban su carcter reformista o reaccionario y b) quienes

    comenzaron a interesarse por estudiar sus particularidades.

    Aqu se plantea la pregunta central: "La pregunta que surge de inmediato, imposible

    de responder a ciencia cierta, es si se trata de una 'nueva realidad' o si la vida social siempre

    fue as, y slo nosotros, ciegos por el peso de los paradigmas dominantes, no la estbamos

    viendo."10 De esta forma comenzaba a orientarse la investigacin social hacia el sentido de

    tales conductas colectivas, intentando indagar en la profundidad de las situaciones de

    accin particulares y rescatando el propio punto de vista de los actores. Como puede

    apreciarse, el clima intelectual de crtica al marxismo y al funcionalismo como lentes

    objetivos para explicar la movilizacin social impregn los trabajos de investigadores

    la opinin pblica poltica, en Facticidad y validez, Madrid, Trotta, 1998, y Bohman, J., Public Deliberation, Cambridge, MIT Press, 1996 9 Caldern, F. y Jelin, E., Clases y movimientos sociales en Amrica Latina: perspectivas y realidades, CEDES, Buenos Aires, 1987. Pg. 24. 10 Caldern, F. y Jelin, E., op. cit., pg. 27.

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    latinoamericanos, guiados, al menos en parte, por los resultados fructferos que haban

    alcanzado los trabajos de Alain Touraine, de Manuel Castells o de Alberto Melucci.11

    Una de las perspectivas ms interesantes es la de F. Caldern y E. Jelin quienes

    intentaron plantear algunos elementos tericos de anlisis de los movimientos sociales, al

    tiempo que ensayaban una recorrida histrica sobre la movilizacin en la regin.12

    Resumiendo bastante el argumento, podramos sostener que estos autores proponan

    ocuparse de cuatro grandes campos analticos para entender los procesos de movilizacin:

    a) estructura participativa; b) temporalidad propia; c) espacio y d) efectos sociales.

    Estos cuatro campos de la dinmica de los movimientos definan el tipo de

    problemas sobre los que tena que centrarse la investigacin social. Un fuerte interrogante

    que orient la indagacin emprica que venan y continuaron realizando estos autores se

    vinculaba por los campos de conflicto que definan los espacios sociales en que se situaban

    los movimientos sociales. De esta forma, los autores haban definido los principales centros

    de atencin que caracterizaban la dcada del 80 en Latinoamrica desde el punto de vista

    del conflicto social. En primer lugar, la clase obrera segua manteniendo importancia

    considerando los conflictos tpicos que arrastraban sociedades de herencia industrial. La

    prctica de la movilizacin obrera era, sin embargo, centralmente defensiva. "Los efectos

    del estancamiento industrial o los procesos de desindustrializacin parecen condicionar

    estos comportamientos y posiblemente, a excepcin relativa de la CUT brasilera, el

    11 Tanto Touraine como Castells dirigieron ellos mismos investigaciones en Amrica Latina. Melucci aparece ampliamente citado en muchos de los trabajos a los que hacemos referencia aqu. Ver: Melucci, A., Linvenzione del presente: Movimenti, identit, bisogni individuali, Il mulino, Bologna, 1982; Touraine, A., Production de la socit, ditions du Seuil, Paris, 1973; Touraine, A., Mouvements sociaux d'aujourd'hui : acteurs et analystes, ditions ouvrires, Paris, 1982; Touraine, A., [Le] Retour de l'acteur: essai de sociologie, Fayard, Paris, 1984; Castells., M., Ciudad, democracia y socialismo, siglo XXI, Madrid, 1979.

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    movimiento obrero sudamericano pierde aparentemente centralidad en la poltica y en la

    economa latinoamericanas, impugnando ms a los gobiernos y a los ministerios de trabajo

    que al capital, sea ste nacional o internacional; la direccin industrial de la sociedad no

    est en cuestin para los obreros."13 Sin embargo, este proceso se acompaaba con el

    desarrollo de una mayor autonoma y democratizacin interna de las organizaciones

    sindicales. En segundo lugar, existan toda una serie de conflictos, redes y movilizaciones

    cuyo ncleo comn era la pertenencia a un mismo espacio de desarrollo urbano, y cuyos

    conflictos centrales se ubicaban en torno a problemas de calidad de vida o de consumos

    colectivos.14 En tercer lugar, el campo, o el campesinado mantena una serie de conflictos

    centrados en demandas referidas a la tierra, el mercado y la organizacin campesina, al

    tiempo que se detectaban articulaciones muy significativas con otros tipos de demandas

    tnicas y culturales. Hasta aqu los conflictos que ms tradicin tenan en Amrica Latina

    hasta los aos ochenta. Sin embargo, los autores haban encontrado una cantidad de

    demandas y articulaciones identitarias que excedan estos campos conflictuales. En

    principio, las cuestiones de gnero haban dado lugar a una organizacin progresiva de un

    movimiento de mujeres en la regin e incluso categoras sociales como la juventud tambin

    daban lugar, en el contexto de las transiciones a la democracia, a subculturas urbanas que

    presentaban nuevas fuentes de conflicto.

    Uno de los casos analizados por Caldern y Jelin, es el movimiento de derechos

    humanos. A partir de un sistema de valores fundamentales basados en la defensa de la vida,

    la verdad y la justicia, distintos actores sociales haban logrado crear una identidad comn e

    12 Caldern, F., La poltica en las calles, CERES, Cochabamba, 1983; Caldern, F. y Jelin, E., op. cit.; Jelin, E. (comp.), Los nuevos movimientos sociales, 2 volmenes, CEAL, Buenos Aires, 1985. 13 Caldern, F. y Jelin, E., op. cit., pg. 29.

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    incluso haban logrado articular prcticas de protesta social siguiendo una lgica defensiva,

    al interior de las dictaduras latinoamericanas de los 70. Su potencialidad resida

    simplemente, en su capacidad para desnudar la dominacin a partir de una tica

    fundamentalista. Las distintas organizaciones de derechos humanos haban logrado sostener

    prcticas expresivas, no instrumentales y mantenan distancia respecto de las prcticas

    partidarias para poder seguir generando un amplio consenso. "Los derechos humanos

    surgen junto con una revalorizacin de la democracia como construccin, no ya como algo

    dado y preexistente."15

    En ese marco, el objeto de varias investigaciones fue indagar -en cada contexto

    nacional- de qu manera estos nuevos movimientos sociales constituan una fuente de

    respuesta o resistencia a las crisis desatadas en las sociedades latinoamericanas.16

    Especialmente a partir de las distintas transiciones a la democracia de las cuales muchos

    movimientos fueron actores centrales- los autores se preguntaban por los conflictos que

    suscitaba la dinmica de los movimientos en relacin con la regulacin democrtica. A su

    vez, un interrogante comn se refera al potencial de estos movimientos que representaban

    distintas respuestas particularistas a los efectos de una crisis multidimensional- para

    constituirse en actores histricos capaces de confrontar con los nuevos sistemas de

    dominacin.

    14 Este fue uno de los temas especficos de los trabajos de Manuel Castells: Movimientos sociales urbanos, Siglo XXI, Madrid, 1974. 15 Caldern, F. y Jelin, E., op. cit., pg. 32. 16 Un volumen publicado en 1986 compila los resultados de las distintas investigaciones sobre los movimientos sociales ms relevantes en 10 pases latinoamericanos. El captulo sobre Argentina

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    En el caso argentino, el acento estuvo puesto en la importancia de los movimientos

    en tanto nuevas formas de presentacin de identidades, al tiempo que permitan identificar

    las zonas ms significativas de conflicto que ponan en juego el sistema de relaciones

    sociales. En este sentido, los casos analizados17 mostraban la particularidad de ser formas

    de participacin poltica que caan por fuera de los canales formales e institucionales pero

    que adems y fundamentalmente- constituan una alternativa al modelo clsico de

    participacin corporativa. En todos los casos, adems estas nuevas formas de accin

    colectiva haban venido a llenar el silencio que haba impuesto la dictadura militar y

    proponan, entonces, algunos puntos de conflicto susceptibles de constituir ejes de

    transformacin social.18

    Los aos siguientes han mostrado que los distintos campos de conflicto, o las

    identidades que mostraban centros de articulacin ms o menos definidos terminaron por

    fragmentarse en una multiplicidad de protestas de distinto carcter. La nocin de

    movimientos sociales result sumamente pertinente para el anlisis social en la medida en

    que la fragmentacin y dispersin de las protestas permitan rastrear lneas de continuidad

    identitaria a lo largo del tiempo. Sin embargo, tambin supuso dejar de lado algunos

    elementos importantes que permiten, sobre todo, recuperar la problemtica dimensin

    presenta los resultados de un trabajo coordinado por E. Jelin en el CEDES: Caldern, F. y AAVV, Los movimientos sociales ante la crisis, UNU, Buenos Aires, 1986. 17 El informe presenta los resultados en los cinco casos analizados; estos fueron: los derechos humanos (Mara Sondereguer), los actores barriales (Ins Gonzlez Bombal, Daniel Garca Delgado, Juan Silva y Luis Fara), los jvenes y el rock nacional (Pablo Vila), las mujeres (Mara del Carmen Feijoo y Mnica Gogna) y el movimiento sindical (Hctor Palomino). En el texto se aclaran las limitaciones propias de la investigacin en el sentido de que slo cubri espacios urbanos y en especial el mbito de la ciudad de Buenos Aires. Jelin, E., Otros silencios, otras voces: el tiempo de la democratizacin en la Argentina, en AAVV, Los movimientos..., op. cit., pp. 17-44. 18 Como se mencion anteriormente, la toma de posicin terica de estas investigaciones se orient a descartar las formas clsicas de pensar la movilizacin social y sus potencialidades polticas. De

  • 17

    poltica de la movilizacin social.19 Es posible, intentar reconstruir algunos ncleos

    comunes de la protesta, en tanto, como se dijo ms arriba, stas se nutren de repertorios

    socialmente disponibles que posibilitan la accin. Sin embargo, es mucho ms complejo

    sostener que las protestas hoy puedan ser agrupadas en torno a un ncleo central de

    conflicto. Incluso las propias categoras que intentaron caracterizar el surgimiento de

    nuevos movimientos sociales resultan insuficientes para comprender la multiplicacin y

    diversificacin de protestas que muestra la actualidad.

    Como se mencion anteriormente, uno de los ncleos conflictivos ms

    significativos que caracteriz la movilizacin en Argentina fue el tema de los derechos

    humanos. Sin embargo, resulta hoy sumamente complejo reconstruir la unidad de las

    protestas de derechos humanos. Ms all de algunos elementos comunes, como un

    repertorio de protesta cvica inaugurado por las movilizaciones de la dcada del 80, las

    protestas se han diversificado mostrando una fragmentacin del sentido del reclamo de

    derechos humanos en el pas. La aparicin de nuevos actores, organizaciones, formatos y

    demandas ha acompaado este proceso de particularizacin de las protestas. Para entender

    este proceso resulta necesario realizar un breve por el desarrollo histrico que ha mostrado

    el tema de los derechos humanos en Argentina desde mediados de la dcada del 70 hasta la

    actualidad.

    este punto de vista, reclamaban para s una posicin ms culturalista que aquellos enfoques que conceban el rol poltico de los movimientos en su disputa con el poder. 19 Para un anlisis ms detallado de las caractersticas de las protestas en Argentina en la dcada del 90 ver: Schuster, F. L. y Pereyra, S., La protesta social en la Argentina democrtica: balance y perspectivas de una forma de accin poltica, Buenos Aires, 2001 (mimeo), pg. 3. Ver tambin:

  • 18

    IV. Movilizacin social y derechos humanos en Argentina: del sentido histrico a las

    nuevas formas de la protesta en la actualidad

    El problema de los derechos humanos surge como problema pblico en Argentina a

    partir de la cruenta represin desatada durante la ltima dictadura militar (1976-1983).20

    Especialmente, a raz de la multiplicacin de casos de desaparicin forzada de personas

    algunos familiares comenzaron a nuclearse e iniciaron reclamos por la aparicin de los

    detenidos.

    El contenido central del reclamo del incipiente movimiento de derechos humanos en

    Argentina se resume en el slogan verdad y justicia. Las organizaciones que se formaron

    en torno al vnculo familiar con las vctimas convirtieron sus reclamos particulares en una

    fuente de veto contra el rgimen militar.21 Las marchas o declaraciones pblicas, as como

    las denuncias de las violaciones a los derechos humanos frente a organismos nacionales e

    internacionales definieron un sentido particular del reclamo de derechos que se asoci a una

    demanda de democratizacin del pas. Los reclamos por una vuelta a la democracia, por la

    reinstauracin de las garantas civiles y el Estado de derecho suscitaron un inters y un

    Schuster, F. L., Social protest in Argentina today: is there anything new? en Muoz, J. y Riba, J. (eds.), Treball i vida en una economia global, Ed. Librera Universitaria, Barcelona, 1999. 20 La mayor parte de las organizaciones de derechos humanos del pas se conformaron antes de 1976 (la Liga Argentina por los Derechos del Hombre comenz a funcionar en 1937, el Servicio de Paz y Justicia en 1974, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos en 1975 y el Movimiento Ecumnico por los Derechos Humanos en 1976), sin embargo, es a partir de la dictadura que se opera una articulacin significativa particular y un reconocimiento especial del problema de los derechos humanos en Argentina. Veiga, R., Las organizaciones de derechos humanos, CEAL, Buenos Aires, 1985. 21 Me refiero especficamente a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y a Familiares de desaparecidos y detenidos por razones polticas. Otras organizaciones como la Asociacin de ex detenidos desaparecidos surgieron en los primeros aos de la transicin democrtica. Las primeras acciones parten de las relaciones directas de parentesco, de personas que averiguan y buscan a sus familiares. Jelin, E., Otros silencios, otras voces: el tiempo de la democratizacin en la Argentina, en AAVV, op. cit., pg. 25.

  • 19

    consenso cada vez mayores en la poblacin hasta convertirse en ideales ampliamente

    compartidos que finalmente terminaron por minar la legitimidad del gobierno de facto.22

    Una caracterstica central de este origen de la movilizacin de derechos humanos en

    el pas fue su marcada heterogeneidad. Efectivamente, a partir del ncleo primario de los

    familiares directamente afectados por el terrorismo de Estado, una diversidad de actores y

    sectores sociales comenzaron a acompaar un reclamo que se convirti en smbolo de la

    oposicin a la dictadura. La Aparicin con vida [de los desaparecidos] fue la consigna

    aglutinadora durante el perodo de auge del movimiento. Esta consigna condensa el sentido

    de la lucha del movimiento por los derechos humanos, operando sobre dos dimensiones:

    como memoria de la sociedad, construyendo y recuperando su identidad; como proyecto

    hacia el futuro, planteando las alternativas de sociedad posible23.

    Los reclamos de derechos humanos constituyeron centralmente un modo de protesta

    defensiva apoyada en un reclamo tico-humanitario, pero sin embargo, lograron articular

    un proyecto poltico de democratizacin en el pas definiendo en parte los contenidos

    mnimos que guiaran el proceso de transicin a la democracia.24

    22 Hay muchos hechos puntuales que motorizaron este proceso. Hacia fines de 1982, la derrota en la guerra de Malvinas y el agravamiento de la crisis econmica ejemplificado por la creciente movilizacin sindical- son elementos importantes a considerar. Sin embargo, la democratizacin slo puede comprenderse en virtud de la creciente aceptacin que los valores democrticos tuvieron en aquellos aos a raz de la percepcin de su vnculo con el problema especfico de los derechos humanos. 23 Jelin, E., op. cit., pg. 26. 24 Para un anlisis del surgimiento del movimiento de derechos humanos en Argentina, ver: Sondereguer, M., Aparicin con vida (El movimiento de derechos humanos en Argentina), en Jelin, E. (comp.), Los nuevos movimientos sociales 2, CEAL, Buenos Aires, 1985.

  • 20

    A partir de la vuelta a la democracia, el problema de los derechos humanos adquiere

    ciertas caractersticas particulares.25 Uno de los rasgos ms interesantes de este perodo est

    marcado por el hecho de que el problema de los derechos humanos, tal como haba surgido

    durante la dictadura, fue sostenido como discurso de campaa del partido que ganara las

    primeras elecciones presidenciales.26 El problema de los derechos humanos pas de su

    lugar originario en el seno de la sociedad civil a ocupar un lugar central de la poltica del

    primer gobierno democrtico. La institucionalizacin del problema se orient a retomar los

    reclamos de justicia como fuente de legitimacin gubernamental pero adems como fuente

    de adhesin al sistema democrtico.

    Una serie de leyes y medidas concretas expresan la vigencia de una poltica de

    derechos humanos en el estado argentino.27 Ese conjunto de polticas marc el pasaje por

    as decirlo- del problema de los derechos humanos de la sociedad civil al estado. El efecto

    paradjico de este pasaje se refleja, por un lado, en un tratamiento efectivo del problema

    como acabamos de mencionar, pero, por otro lado, en una cristalizacin del sentido del

    problema de los derechos humanos en torno del castigo judicial a los responsables de los

    crmenes del perodo dictatorial y, en buena medida, a la consolidacin del sistema

    democrtico.

    25 Sigo en este punto el anlisis de Mario Pecheny. Ver: Les droits de lhomme en Argentine: de la justice au pardon. Quelques notes sur le processus dexclusion des droits de lhomme de lespace public dans la priode post-dictatoriale, Mmoire du D.E.A., Universit Paris III, 1993. (mimeo) 26 La Unin Cvica Radical, cuyo candidato fue Ral Alfonsn, se impuso en las primeras elecciones presidenciales de 1983. 27 Pecheny se centra en las siguientes: a) decreto 157/83 y 158/83 (ordenando el procesamiento de miembros de la guerrilla de la dcada del 70 y de los miembros de las tres primeras juntas militares); b) ley 23.040 (derogacin de la ley de auto-amnista promulgada por la dictadura militar); c) ley 23.049 (reforma del Cdigo de Justicia Militar); d) ley 23.070 (reduccin de las penas de prisioneros ordinarios en razn de las malas condiciones de detencin); e) ley 23.077 (agravamiento de las penas por atentado al orden constitucional y a la vida democrtica); f) ley 23.097 (agravando las penas contra la tortura); g) creacin de la CONADEP; h) firma y ratificacin

  • 21

    No queremos indicar con esto que la discusin sobre el problema de los derechos

    humanos se cerr definitivamente; de hecho, las polticas especficas fueron objeto de

    arduos debates,28 pero s se defini un recorte y una definicin ms o menos precisos del

    vnculo entre derechos humanos y las consecuencias de la dictadura. La respuesta de

    poltica que ensay el primer gobierno democrtico para tratar el problema de los derechos

    humanos se orient centralmente al juzgamiento de los responsables de la represin. Este

    punto reviste particular importancia porque llev el problema de la justicia como punto

    central de la dinmica del rgimen democrtico.

    La eficacia en el tratamiento del problema de los derechos humanos se vincul con

    el enjuiciamiento y la condena a los responsables de la represin, pero adems y

    fundamentalmente- con la narracin de una nueva historia del Proceso de Reorganizacin

    Nacional en la cual se descartaba el argumento de la guerra y se pona de manifiesto la

    violacin orgnica y sistemtica de derechos que haba supuesto el proyecto dictatorial.

    Pecheny destaca la importancia que tuvo el informe de la CONADEP y su amplia

    repercusin pblica en este tipo de transformacin cultural.

    Este proceso de institucionalizacin efectiva del problema de los derechos humanos

    encontr sus lmites unos aos ms tarde. El progresivo repliegue de las polticas activas

    del gobierno radical en la materia, terminaron por devolver el problema de la agenda

    gubernamental a la agenda pblica. Es preciso reconstruir este proceso de paulatino

    abandono del problema de los derechos humanos para entender cmo ste se fue

    de convenios internacionales sobre derechos humanos como por ejemplo el Pacto de San Jos de Costa Rica. 28 Un ejemplo de estos debates es el que se refiere a las competencias de los fueros civil y militar para enjuiciar a los miembros de las Juntas. Ver: Bruno, A., Cavarozzi, M. y Palermo, V. (eds.), Los derechos humanos en la democracia, CEAL, Buenos Aires, 1985.

  • 22

    diferenciando progresivamente del tema de la consolidacin democrtica y cmo fue

    suplantado por la persistencia y agravamiento de los problemas econmicos.

    En abril de 1986 comienzan, desde el propio Estado, los cuestionamientos al

    procesamiento masivo de los militares involucrados en la represin. Hacia fines de ese ao

    el Congreso sanciona la ley de Punto Final que estableci un plazo lmite para la apertura

    de causas judiciales. Como han sealado varios autores, los meses posteriores a la sancin

    de la ley supusieron un incremento importante de las tensiones cvico-militares que

    finalmente desembocaron en la primera de las crisis o levantamientos militares29 contra el

    rgimen democrtico de transicin.30 Esta serie de alzamientos militares junto con la

    debilidad creciente del gobierno democrtico resolvieron la disputa a favor de las presiones

    militares. Sucesivamente, la ley de Obediencia Debida y los decretos de indulto clausuraron

    el problema de los derechos humanos sobre el trasfondo del discurso de la pacificacin

    que inaugur el nuevo gobierno de Carlos Menem a partir de 1989.

    El problema de los derechos humanos se transform progresivamente en el

    problema militar31 y el lugar central que haba ocupado la condena a los crmenes de la

    dictadura como prioridad de gobierno fue dejado de lado por los problemas de la

    continuidad democrtica y por los de la estabilizacin de la economa. Las protestas de

    derechos humanos no cesaron durante el primer gobierno democrtico y, como se

    mencion anteriormente, la demanda de aparicin con vida fue el ncleo central de los

    reclamos que sostenan las distintas organizaciones de derechos humanos. Pero a partir de

    la firma de los indultos, los reclamos comenzaron a intensificarse y el problema de los

    29 Los levantamientos tuvieron lugar en 1987, 1988 y 1990. 30 Acua, C. y Smulovitz, C., Ni olvido ni perdn? Derechos humanos y tensiones cvico-militares en la transicin argentina, CEDES, Buenos Aires, 1991. 31 Esta es la hiptesis central del trabajo de Mario Pecheny.

  • 23

    derechos humanos volvi a la sociedad civil con una transformacin progresiva de su

    sentido.

    Luego de los enfrentamientos que siguieron al ltimo alzamiento militar en

    diciembre de 1990 y fundamentalmente luego de que se extendieran los indultos a todos los

    responsables de los crmenes durante la dictadura, el vnculo entre continuidad democrtica

    y el problema militar dej de ser acuciante. Las protestas de derechos humanos, an por

    aquellos aos motorizadas por las organizaciones histricas continuaron su reclamo de

    juicio y castigo, utilizando ahora la categora de impunidad como smbolo del problema de

    derechos que haba dejado irresuelto el sistema democrtico. Sin embargo, el sentido de las

    protestas de derechos humanos comenz a fragmentarse. Por un lado, porque algunas de las

    viejas organizaciones comenzaron a tratar el problema desde el punto de vista de una

    condena social a los responsables de la represin. Por otro lado, porque surgieron nuevos

    reclamos que comenzaron a pensar el tema de los derechos humanos en vinculacin con

    elementos que definen la calidad de la democracia argentina.

    Esta vuelta del problema de derechos humanos al seno de la sociedad civil,

    encuentra una pluralidad o fragmentacin mayor que, a diferencia de aos anteriores, no

    articula demandas o intereses diversos, sino que fundamenta distintas protestas, marcando y

    tematizando problemas comunes como la justicia, la impunidad, etc. pero cada vez ms

    circunscriptos a formulaciones especficas y acotadas.

    V. Protestas y derechos humanos en Argentina en la dcada del 90

  • 24

    La firma de los indultos en 1989 y 1990 produjo una nueva intensificacin de la

    protesta de derechos humanos en Argentina. Sin embargo, luego de las multitudinarias

    movilizaciones de aquellos aos el sentido de los reclamos vinculados a los derechos

    humanos comenz a fragmentarse, lo cual puede entenderse en relacin con los fenmenos

    que clausuraron progresivamente el problema militar y su vnculo con la continuidad

    democrtica como as tambin por una serie de conflictos, de promesas incumplidas que

    comenz a mostrar el funcionamiento institucional de la democracia argentina.

    Existen al menos cuatro reformulaciones importantes del problema de los derechos

    humanos en Argentina en la dcada del 90. En primer lugar, el fin de las crisis militares y

    la confirmacin de los indultos produjo un desplazamiento de los reclamos de justicia

    vinculados a los crmenes de la dictadura hacia la bsqueda de una condena social y hacia

    la profundizacin de una reconstruccin de la memoria colectiva del significado y las

    consecuencias del terrorismo de Estado. Esta labor fue encarada por las Abuelas de Plaza

    de Mayo y tiempo despus tambin por una nueva organizacin constituida por hijos de

    desaparecidos.

    En segundo lugar, dentro de las organizaciones histricas de derechos humanos se

    abri una discusin sobre los incumplimientos del sistema democrtico y, sobre los

    elementos que permitan marcar una continuidad entre la lucha que haban sostenido los

    militantes de izquierda en la dcada del setenta y las luchas actuales contra un modelo

    econmico neoliberal que comenzaba a imponerse en la Argentina. Debemos diferenciar

    aqu estos dos elementos; la mayor parte de las organizaciones (nuevas y viejas) procesaron

    este tipo de interrogantes y muchas, incluso, radicalizaron su posicin respecto de los

    partidos polticos y el sistema democrtico. De hecho, parte importante del intento de

    reconstruccin de la memoria estuvo marcado por este tipo de procesamiento. Sin embargo,

  • 25

    no todas las organizaciones ni las protestas se orientaron a sostener demandas especficas ni

    reclamos que se vinculan con las reformas econmicas. El caso ms notorio lo representan

    las Madres de Plaza de Mayo, en la lnea encabezadas por Hebe de Bonafini, quienes

    efectivamente comenzaron a sostener una posicin ms dura de articulacin de las

    demandas especficas de derechos humanos con una confrontacin con los proyectos de

    reformas econmicas y especialmente contra los procesos de achicamiento del Estado y

    ajuste del gasto pblico que esas reformas impulsaron.32

    Un tercer eje de la protestas de derechos humanos, se centr sobre un aspecto

    particular del funcionamiento democrtico: ya en los aos de la dictadura, la participacin

    de efectivos de las distintas policas provinciales y de la polica federal en los secuestros,

    las torturas y los asesinatos haba sido corroborada. Incluso, una de las organizaciones de

    derechos humanos (el Centro de Estudios Legales y Sociales CELS) se haba encargado

    de interesarse por los problemas relativos al aparato represivo montado durante los aos de

    plomo que an integraba las actividades de las distintas fuerzas de seguridad. A partir de

    los primeros aos de la dcada del 90, este problema se reorient hacia un cuestionamiento

    de las formas de funcionamiento de la institucin policial en democracia. En el ao 1991,

    uno de los casos ms resonantes de gatillo fcil33 dio inicio a una serie de protesta,

    movilizadas especialmente por la Coordinadora contra la Represin Policial e Institucional

    32 El eje de este discurso ya estaba presente en la dcada del 80; se refiere centralmente a la definicin de una ofensiva del poder econmico en la Argentina que comienza a mediados de la dcada del 70 y que contina en la actualidad. En esta perspectiva, la dictadura militar es concebida como instrumento de las clases dominantes que utilizaron la represin para lograr neutralizar las respuestas populares que se enfrentaban a las estrategias de concentracin de la riqueza. 33 La expresin gatillo fcil se refiere a las situaciones en que las vctimas son muertas a manos de oficiales de la polica en situaciones en las cuales no hubo enfrentamiento armado (es decir, en las cuales hubo una presunta ejecucin) o en las que las vctimas son transentes ocasionales. El caso al que hacemos referencia es la muerte de Walter Bulacio quien fue detenido el 19 de abril de 1991 y posteriormente hallado muerto en una comisara.

  • 26

    (CORREPI) que intentaban denunciar y presionar a los jueces para que se lograran

    condenas a los policas involucrados.

    Por ltimo, existe un cuarto eje de protestas que resulta ms bien originado en las

    protestas de derechos humanos pero que se ha expandido como repertorio generalizado de

    la protesta en Argentina y que se vincula con los reclamos de justicia y contra la

    impunidad. Desde comienzos de la dcada del noventa, los cuestionamientos al

    funcionamiento del poder judicial se fueron incrementando a medida que se hacan pblicas

    y evidentes las injerencias del poder ejecutivo en las sentencias de los jueces, y

    especialmente en la Corte Suprema de Justicia en una multitud de casos resonantes.34 Estas

    protestas presentan la particularidad de organizarse en relacin con los casos y demandas

    particulares35 a la vez que son un buen ejemplo de la forma en que la protesta actual

    produce nuevas organizaciones y redes sociales.

    Todos estos ejes de la protesta contempornea marcan la diversidad de sentidos en

    que se orient el reclamo de derechos humanos en la etapa de la consolidacin democrtica.

    En los cuatro encontramos un vnculo sumamente estrecho con los reclamos caractersticos

    de la movilizacin de derechos humanos en la dcada del 80. Los cuatro tambin,

    muestran una atencin creciente por un espectro de problemas desatendidos por el

    funcionamiento de la democracia argentina. Por el momento, nos concentraremos slo en

    34 Ver: "Sigue en baja la confianza de la sociedad en la Justicia", en diario La Nacin, 17 de noviembre de 1996. El artculo presenta resultados de distintas encuestas de opinin que muestran que en 1991 slo el 22% de la poblacin tena una imagen positiva del Poder Judicial y que en 1996 esa proporcin haba descendido al 13%. 35 En torno a este eje, las protestas ms significativas fueron las surgidas luego de los atentados a la Embajada de Israel y al edificio de la AMIA (mutual juda), en cuanto pas un tiempo sin que se lograran esclarecer los hechos. Tambin hay que mencionar algunos asesinatos en los cuales se presuma la implicacin o el encubrimiento por parte del poder poltico como fueron los casos de Mara Soledad Morales y de Jos Luis Cabezas. En todos ellos, existi un ncleo comn de reclamo al funcionamiento de la justicia denunciando la impunidad reinante en el pas.

  • 27

    dos de los ejes, los cuales marcan resignificaciones del problema de los derechos humanos

    a la vez que resultan tiles para analizar en detalle cmo tuvieron lugar procesos de

    particularizacin de las demandas.

    H.I.J.O.S. y la disputa por la memoria

    Una de las cuestiones ms interesantes vinculadas a los reclamos de derechos

    humanos en el pas desde la ltima dictadura fue la de la disputa cultural. La oposicin al

    rgimen militar mostr una multitud de expresiones artsticas que denunciaban la represin

    ilegal. El vnculo entre la expresin y la denuncia tiene, entonces, un fuerte anclaje en los

    reclamos histricos de derechos humanos. A partir de la dcada del 90, la protesta se

    orient en uno de sus ejes a resaltar este componente fuertemente expresivo. Ese eje fue

    apuntalado por las distintas actividades que intentaban por un lado, reconstruir la memoria

    de los aos de la dictadura y por otro, lograr una condena social para los genocidas.

    Algunas de las organizaciones de derechos humanos retomaron una lucha cultural frente a

    la falta de condena judicial.

    Durante los primeros aos de vida democrtica, existi una fuerte disputa sobre la

    caracterizacin del terrorismo de estado. Uno de los puntos ms intensos estuvo

    representado por la discusin de la teora de los dos demonios36 que acompa la

    judicializacin de los crmenes. En buena medida, el discurso de la pacificacin que

    36 Segn esta versin de la historia reciente, la democracia poda consolidarse en virtud de un rechazo de toda forma de violencia poltica. En este sentido, la represin militar como la actividad de la guerrilla eran condenables por igual. Una de las cristalizaciones de este discurso estuvo

  • 28

    acompa la promulgacin de los indultos se sostena en argumentos similares. La lucha y

    el reclamo de las protestas de derechos humanos se alzaron contra esa narracin de la

    historia. A comienzos de la dcada del 90 se constituy la organizacin H.I.J.O.S. (Hijos

    por la identidad y la justicia, contra el olvido y el silencio) con el objetivo de no dejar caer

    la problematizacin de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la

    dictadura. Al igual que la mayor parte de las organizaciones histricas de derechos

    humanos, H.I.J.O.S. se organiz alrededor del vnculo primario familiar- que une a sus

    miembros con los desaparecidos.

    Esta organizacin desarroll un intenso trabajo de movilizacin durante la dcada

    del 90. La forma ms importante de esa movilizacin est representada por "el

    escrache"37. El escrache surgi como instrumento para la visibilizacin pblica de los

    responsables de la represin. Especialmente de aquellos cuyos nombres no haban

    trascendido durante la poca de los juicios y que continuaban su vida con normalidad. Ms

    all de la condena judicial, la protesta se orient a continuar la reconstruccin de una

    memoria colectiva de la dictadura. A diferencia de las primeras movilizaciones de derechos

    humanos, el reclamo de juicio y castigo, aunque sigue presente, ya no es central en este tipo

    de protestas. Su caracterstica es la de la presentacin de un argumento, que por supuesto

    implica una demanda, pero que es centralmente una presentacin o una representacin. En

    primer lugar, es una demostracin de los lmites que tuvieron los intentos de saldar la

    deliberacin sobre el problema de los derechos humanos en relacin con la dictadura. En

    marcado por la decisin del gobierno radical de iniciar al mismo tiempo el procesamiento de los militares de las juntas y de algunos militantes de izquierda que haban sobrevivido a la dictadura. 37 Escrachar es poner en evidencia, revelar en pblico, hacer aparecer la cara de una persona que pretende pasar desapercibida. Extracto de un documento de la organizacin publicado en internet: http://www.hijos.org.ar/espaol/denuncias/escrache.html. Debo sealar que en algunas entrevistas realizadas a militantes de HIJOS el escrache no fue considerado como una forma de protesta social.

  • 29

    segundo lugar, es una apelacin al rechazo pblico pero fundamentalmente, estas protestas

    han representado una toma de la palabra, una resignificacin del sentido de los reclamos de

    derechos humanos que volvi visible una vez ms el problema, lo cual a su vez permiti

    reencauzarlo por nuevas vas.

    Habamos dicho ms arriba que las protestas no pueden ser entendidas como

    fenmenos aislados y que siempre tienen por detrs mltiples formas de articulacin social

    y diversos procesos que le dan sustento. En este caso, este eje de protestas de derechos

    humanos estuvo fuertemente vinculado a todo un entramado organizacional que se orient a

    reconstruir las historias particulares de las familias de los desaparecidos. Tanto H.I.J.O.S.

    como las Abuelas de Plaza de Mayo comenzaron una indagacin sistemtica sobre el

    paradero de los hijos de desaparecidos nacidos en cautiverio y apropiados ilegalmente. Ms

    all de los casos particulares, la reactivacin pblica de este tema lograda por la intensidad

    y repercusin de las protestas permiti que muchos casos comenzaran a tener un nuevo

    tratamiento judicial en el pas. En 1997 se hicieron nuevos procesos por sustraccin de

    menores (delito excluido de los beneficios otorgados por las leyes de Obediencia Debida y

    de Punto Final y por los indultos) a partir de los cuales fueron detenidos algunos militares.

    Asimismo, en 1998 comenzaron una serie de presentaciones novedosas por parte de

    organismos de derechos humanos que se denominaron juicios de la verdad para que el

    Estado Nacional informe sobre el paradero de los detenidos desaparecidos.

    La CORREPI y la represin policial

  • 30

    Unas lneas ms arriba hacamos mencin a unos de los casos ms emblemticos de

    violencia policial que ha sido un hito fundante de la identidad de los reclamos que viene

    motorizando hace ya varios aos la CORREPI junto con otras organizaciones de familiares

    de vctimas de la violencia policial. En realidad, el primero de esos casos renombrados

    fue la denominada masacre de Ingeniero Budge, en la cual murieron a manos de la polica

    tres jvenes que residan en esa localidad.38 La actividad de la CORREPI se ha orientado

    desde fines de los 80 a: a) patrocinar jurdicamente a las familias que han sido vctimas del

    gatillo fcil; b) a facilitar la organizacin de dichos familiares y c) a acompaar los casos

    judiciales con el recurso de la protesta.

    De manera muy sintomtica, esta organizacin se ha preocupado por sostener - de la

    misma forma en que el discurso de los derechos humanos combati la justificacin militar

    de la represin como excesos de la guerra contra el terrorismo- que la violencia policial no

    es un fenmeno aislado sino que constituye una forma de accionar de la institucin que

    favorece una violacin sistemtica de los derechos humanos, es decir, de las mnimas

    garantas cvicas, especialmente en relacin con los estratos ms bajos de la sociedad.

    La Coordinadora no se dedica nicamente a llevar adelante acciones de protesta.

    Como se mencion anteriormente, uno de los objetivos de la organizacin es dar apoyo

    jurdico a las familias que han sido vctimas de casos de violencia policial. Su trabajo

    contribuye, en parte, a nivelar la falta de recursos con los que cuentan los familiares para

    enfrentar las situaciones que supone la confrontacin con la corporativa institucin policial,

    38 8 de mayo de 1987. Un anlisis detallado del caso en cuestin puede encontrarse en: Jelin, E. y otros, Vida cotidiana y control institucional en la Argentina de los 90, Nuevo hacer, Buenos Aires, 1996. Captulo V: Control ciudadano del des-control policial. El captulo presenta los resultados de una investigacin llevada adelante por Laura Gingold sobre dos casos de violencia policial y sobre las caractersticas de la conformacin en el ao 1992 de la Comisin de familiares de vctimas de la violencia institucional (COFAVI).

  • 31

    dado que algunos registros muestran que los casos de gatillo fcil afectan centralmente a

    jvenes pertenecientes a familias de bajos ingresos o que viven en barrios pobres o de

    sectores medios 39.

    Lo que ha motivado la realizacin de innumerables protestas, que se han organizado

    en torno a los casos y centralmente a partir de la movilizacin de los vecinos del barrio al

    que pertenecan las vctimas, es la falencia que presenta el recurso judicial ordinario para

    esclarecer procesos que suelen venir acompaados de estrategias de encubrimiento. En

    numerosos documentos y publicaciones,40 la organizacin se ha preocupado por resaltar

    esta dimensin activa y militante de los derechos humanos vinculados a problemas de la

    calidad de la democracia argentina en relacin con problemas de vida cotidiana.

    Un punto central que merece ser analizado en este tipo de protestas es que han

    permitido cuestionar las versiones oficiales respecto de los casos de violencia policial y han

    acercado importantes argumentos para discutir globalmente las caractersticas de la

    represin del delito. Los distintos casos de violencia policial fueron puestos en perspectiva

    mostrando que no representan excesos aislados o prcticas disfuncionales sino que, por el

    contrario, representan un subproducto constante del accionar de las fuerzas de seguridad.41

    39 La CORREPI lleva un registro estadstico de los casos de violencia policial desde 1983 hasta la actualidad en todo el pas. Este registro documenta hasta el momento unos 800 casos. Un anlisis de las caractersticas de los afectados por la violencia policial puede encontrarse en el citado captulo V del libro de Jelin, Vida cotidiana..., op. cit. Tambin en un estudio del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) y del HWRA (Human Rights Watch/Americas) realizado entre julio de 1995 y abril de 1998. Ver: CELS y Human Rights Watch, La inseguridad policial: violencia de las fuerzas de seguridad en Argentina, Eudeba, Buenos Aires, 1998. 40 La CORREPI edita la revista AntiRepresivo al tiempo que publican informes y documentos electrnicos en una pgina web y a travs de una lista de distribucin de correo electrnico. 41 El estudio del CELS, antes citado, muestra en profundidad los elementos centrales que permiten caracterizar el problema policial. En el informe final se sostiene que la brutalidad policial es sistemticamente acompaada de prcticas corporativas y fuertes falencias en los controles internos y externos de los organismos de seguridad. Ver: CELS y Human Rights Watch, La inseguridad..., op. cit.

  • 32

    Desde comienzos de la dcada del 90 el impacto de este tipo de protestas ha sido

    importante si se considera que, en buena medida, las discusiones sobre las formas de la

    represin del delito en Argentina han estado marcadas por la consideracin de los casos de

    gatillo fcil. Han habido desde entonces varios intentos de reforma y de depuracin42 de

    la polica de la Provincia de Buenos Aires, una de las ms cuestionadas en las protestas

    debido a la gran cantidad de casos registrados en ese distrito.

    A partir de febrero de 1996, los cuestionamientos al accionar de las fuerzas de

    seguridad en la Provincia de Buenos Aires se vieron potenciados debido a una violenta

    represin ocurrida en la ciudad de La Plata. Ms all de este hecho particular, la reiteracin

    de casos de gatillo fcil y su tematizacin pblica oblig a sucesivas respuestas del jefe de

    la polica bonaerense (en ese momento el comisario general Pedro Klodczyk), del secretario

    de seguridad de la provincia (Alberto Piotti) e incluso del Ministro del Interior de la Nacin

    (Carlos Corach)43. Finalmente, hacia fines de ese ao y en un clima de fuertes crticas fue

    relevada la plana mayor de la polica, se acept la renuncia del secretario de seguridad y se

    abri un proceso de reestructuracin de la fuerza con el pase a disponibilidad de 27

    comisarios generales y mayores.

    La reforma de la polica bonaerense no estuvo slo impulsada por la consideracin

    de los efectos de la violencia policial. De hecho, buena parte de la reestructuracin

    administrativa se orient a volver ms operativa la tarea de represin del delito. Sin

    embargo, la destitucin de la conduccin de la fuerza y algunas otras medidas especficas,

    como la creacin de un tribunal de tica policial, la sancin de una ley de disponibilidad de

    los agentes o los intentos de profesionalizacin, estuvieron marcadas por la discusin que

    42 "Duhalde ya tiene lista la nueva polica, tras cortar varias cabezas", en diario La Nacin, 15 de septiembre de 1996.

  • 33

    se dio en torno a la violacin de derechos humanos como un producto constante del

    accionar policial.

    Las reformas se ampliaron en el mbito nacional a comienzos de 1997 a raz del

    asesinato del reportero grfico Jos Luis Cabezas en circunstancias en las que se presuma

    estaban tambin involucrados policas de la Provincia de Buenos Aires. As, hacia fines de

    1997, y con una marcada intervencin civil, se profundizaron los procesos de reforma que

    venan en curso notndose algunos cambios significativos.44 Ms all de los resultados

    especficos de las reestructuraciones que, como ya dijimos estuvieron tambin impulsadas

    por el problema de la inseguridad, cabe destacar que los argumentos que circularon en

    torno a los proyectos de reforma consideraron el tema particular de los derechos humanos

    en relacin con los medios de represin de los delitos.

    La disputa sobre las formas de organizacin de las fuerzas de seguridad ha estado

    marcada desde fines de 1997 por una doble tensin. El eje de protestas que estamos

    analizando se han concentrado centralmente en una disputa discursiva con algunas

    perspectivas que vinculan la creciente debilidad policial con el aumento del delito y la

    inseguridad.

    En los ltimos aos, la justificacin de las demandas que sostienen este tipo de

    protestas ha comenzado a integrarse con otras voces que impugnan los resultados de las

    reformas econmicas implementadas en Argentina. En este sentido, han comenzado a

    articularse este tipo de reclamos con aquellos que cuestionan el modelo econmico y

    especialmente con el aumento de la represin violenta que ha acompaado el aumento

    43 Ver: "El uso de las armas ante los delitos", en diario La Nacin, 8 de mayo de 1996. 44 Se disolvieron las brigadas especiales, se comenzaron a implementar procesos de departamentalizacin y se presentaron diversos proyectos de ley que revisaban sobre todo las formas de reclutamiento y de instruccin de los agentes. Ver: CELS y HWRA, op. cit.

  • 34

    creciente de la protesta social en el pas. An as, el trabajo especfico de la CORREPI y de

    las protestas que continan motorizando no ha dejado de sostener un costado particularista.

    De manera sumamente interesante, la organizacin no ha renunciado a su disputa

    especfica, ni a mantener los logros que han alcanzado participando y apoyando los

    reclamos vinculados a los casos especficos.

    V. Comentarios finales

    Este trabajo ha intentado mostrar cul ha sido el curso de las protestas de derechos

    humanos en Argentina durante la dcada del 90. Para tal fin, hemos realizado un doble

    camino: por un lado, indagamos las formas en que la teora social contempornea da cuenta

    de los fenmenos de movilizacin social y sus transformaciones actuales; por otro, hemos

    tratado de mostrar cules eran las caractersticas de la movilizacin social en Argentina y

    Amrica Latina en la dcada del 80, cul fue el vnculo especfico que nucle a la

    movilizacin con el tema de los derechos humanos y por fin, cmo se ha desarrollado ese

    vnculo en el contexto de la consolidacin democrtica.

    El punto central que hemos querido resaltar es precisamente el del fin de los

    planteamiento militares y la sancin de los indultos como aquel que permite comprender la

    progresiva fragmentacin de la protesta de derechos humanos en, al menos, cuatro ejes que

    se han presentado sucesivamente. Esta caracterstica de la particularizacin pareciera ser un

    rasgo comn de las protestas en Argentina durante la dcada del 90. Ello dificulta situar el

    recorte especfico de un mbito de la movilizacin vinculada a los derechos humanos.

    Como lo hemos sostenido ms arriba esa identificacin puede ser pensada siguiendo el

  • 35

    rastro de los temas o conflictos que marcan confrontaciones inscriptas pblicamente como

    problemas de derechos humanos. En algunos casos, aquellos en que las mismas

    organizaciones o incluso demandas similares muestran una continuidad con el pasado el

    vnculo es ms preciso. En otros, la difusin y la ampliacin de un repertorio de protesta

    puede guiar la indagacin.

    Por otro lado, este trabajo discute la politicidad de los derechos humanos. En este

    sentido, quisimos mostrar que su despliegue no supone centralmente una formalizacin

    jurdica, ni una forma de respuesta tica, ni siquiera se agotan en un programa poltico -

    aunque este tipo de elementos no estn desligados de su operatividad- sino que representan

    un ideal que puede sustentar la accin poltica. Los derechos humanos pueden ser

    entendidos como un ideal inalcanzable,45 como una forma de demanda de ampliacin de

    derechos que puede ser modificada y actualizada de manera indefinida.

    A modo de ejemplo: en 1995, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos

    publicaba un informe sobre sus primeros veinte aos de actividad en la Argentina. En dicho

    informe se relatan las circunstancias de creacin de la APDH-Argentina y los elementos de

    discusin de las primeras reuniones. Esos primeros temas de discusin se vinculaban con

    las violaciones a los derechos humanos cometidas por la triple A, en esos aos, que luego

    del golpe militar se agudizaran. De modo interesante, la evaluacin que sigue del estado y

    la vigencia de los derechos humanos en Argentina veinte aos despus nos presenta una

    multitud de temas y problemas cuestionados. El informe se refiere, por supuesto, a la

    cuestin de las libertades pblicas (derechos y garantas individuales), pero tambin incluye

    apartados sobre: la situacin carcelaria, seguridad jurdica y funcionamiento del poder

  • 36

    judicial, libertad de prensa y derecho a la informacin y sobre los derechos econmico

    sociales.

    Por ltimo, nuestra intencin ha sido tambin mostrar de qu manera el lenguaje de

    los derechos humanos se muestra como un mbito propicio para la legitimacin de la

    protesta, entendida como una forma de accin poltica y como, adems, ese lenguaje

    muestra una permeabilidad creciente para acoger nuevos sujetos, temas y argumentos a ser

    presentados. Ese potencial se vincula con su gnesis histrica, al menos en el caso

    argentino, como articulador de distintas demandas en torno a los valores democrticos. Ese

    sentido originario, si bien subyace en el horizonte de las protestas se ha transformado

    sustancialmente. La calidad de la democracia es ahora cuestionada a partir del lenguaje de

    los derechos humanos que pueden sostener demandas de las ms variadas. Si, originalmente

    este tipo de reclamos se orientaban hacia la defensa de los derechos civiles y polticos, hoy

    en da una progresiva apertura muestra su potencial tambin como legitimacin de

    demandas sociales y econmicas.

    45 Para un anlisis detallado ver: Lefort, C., "Droits de l'homme et politique", en L'invention dmocratique, Fayard, Paris, 1994 y Lechner, N., "Los derechos humanos como categora poltica",

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