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Luis Camacho Saber en condiciones; condiciones para saber Abstract. This is an essay-review 01 Fernando Broncano's book Saber en condi- ciones, epistemología para escépticos y mate- rialistas (Knowing within Conditions, An Epistemology for Skeptics and Materialists). The author's reliabilism is contrasted with Susan Haack's foundherentism in her book Evidence and Inquiry, in order to get a clearer picture 01 both positions. Key words: epistemology, skepticism, mate- rialism, reliabilism. Resumen. Este artículo es una reseña- ensayo del libro de Fernando Broncano titulado Saber en condiciones, epistemología para escép- ticos y materialistas. La posición fiabilista del autor se compara con el fundaherentismo de Susan. Haack en su obra Evidence and Inquiry, de modo que se puedan ver mejor las respectivas posiciones mediante el contraste. Palabras clave: epistemología, escepticis- mo, materialismo, fiabilismo. Fernando Broncano, profesor de filosofía en la Universidad Carlos III en Madrid, publicó hace poco un grueso volumen titulado Saber en condiciones, epistemología para escépticos y materialistas (Madrid: A. Machado Libros S.A., 2003, 528 páginas). Se trata de una amplia reflexión que presupone familiaridad con muchos de los autores en la escena actual: analíticos, neoanalíticos y posanalíticos, partidarios del modelo o metáfora computacional de la mente, constructivistas sociales, posmodernos de dife- rentes persuasiones y relativistas de variadas intensidades. Quizá algunos echen de menos en el libro de Broncano una bibliografía al final; quien esto escribe, en cambio, lamenta la ausen- cia de un índice analítico y añora el día en que todo libro académico tenga uno.' Conocer o saber es en general una actividad placentera. Cualquiera que haya descubierto por qué no funcionaba algún artefacto, y haya podido arreglarlo comprendiendo lo que hacía, puede atestiguar la satisfacción que produce saber algo. Si, además, ha contribuido así a salvar o mejorar su vida o la de otros, estará probablemente de acuerdo con la afirmación inicial de Broncano de que conocer tiene valor de supervivencia y constituye una ventaja comparativa en un estado de naturaleza. No faltan en nuestros días quie- nes afirman que no existe conocimiento uni- versalmente válido, y que cualquier opinión es igualmente aceptable, pero miembros de las más variadas culturas se negarían a lanzarse desde una torre alta a no ser que quieran suicidarse. Tampoco faltan quienes dicen que la falsedad puede ser más útil que la verdad y aducen ejem- plos en los que un error salva una vida (alguien con información falsa pierde un avión que se accidenta y mueren todos los pasajeros que sí tenían la información verdadera), como si estos ejemplos no tuviesen contraejemplos (alguien con información verdadera de que el avión tiene un problema salva la vida de todos los pasaje- ros).2 Desde hace muchos años (por lo menos desde atto Neurath y Karl Popper) se repite sin cesar que no podemos estar seguros de nada, pero incluso los que afirman semejante cosa suelen hacer testamento previendo que con toda seguridad han de morir. Por supuesto el conocimiento a veces nos hunde en el dolor, como cuando nos enteramos de que los exámenes médicos indican la presencia Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLIII (l08), 63-74, Enero-Abril 2005

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Luis Camacho

Saber en condiciones; condiciones para saber

Abstract. This is an essay-review 01Fernando Broncano's book Saber en condi-ciones, epistemología para escépticos y mate-rialistas (Knowing within Conditions, AnEpistemology for Skeptics and Materialists). Theauthor's reliabilism is contrasted with SusanHaack's foundherentism in her book Evidenceand Inquiry, in order to get a clearer picture 01both positions.

Key words: epistemology, skepticism, mate-rialism, reliabilism.

Resumen. Este artículo es una reseña-ensayo del libro de Fernando Broncano tituladoSaber en condiciones, epistemología para escép-ticos y materialistas. La posición fiabilista delautor se compara con el fundaherentismo deSusan. Haack en su obra Evidence and Inquiry,de modo que se puedan ver mejor las respectivasposiciones mediante el contraste.

Palabras clave: epistemología, escepticis-mo, materialismo, fiabilismo.

Fernando Broncano, profesor de filosofíaen la Universidad Carlos III en Madrid, publicóhace poco un grueso volumen titulado Saberen condiciones, epistemología para escépticosy materialistas (Madrid: A. Machado LibrosS.A., 2003, 528 páginas). Se trata de una ampliareflexión que presupone familiaridad con muchosde los autores en la escena actual: analíticos,neoanalíticos y posanalíticos, partidarios delmodelo o metáfora computacional de la mente,constructivistas sociales, posmodernos de dife-rentes persuasiones y relativistas de variadas

intensidades. Quizá algunos echen de menos enel libro de Broncano una bibliografía al final;quien esto escribe, en cambio, lamenta la ausen-cia de un índice analítico y añora el día en quetodo libro académico tenga uno.'

Conocer o saber es en general una actividadplacentera. Cualquiera que haya descubierto porqué no funcionaba algún artefacto, y haya podidoarreglarlo comprendiendo lo que hacía, puedeatestiguar la satisfacción que produce saber algo.Si, además, ha contribuido así a salvar o mejorarsu vida o la de otros, estará probablemente deacuerdo con la afirmación inicial de Broncanode que conocer tiene valor de supervivencia yconstituye una ventaja comparativa en un estadode naturaleza. No faltan en nuestros días quie-nes afirman que no existe conocimiento uni-versalmente válido, y que cualquier opinión esigualmente aceptable, pero miembros de las másvariadas culturas se negarían a lanzarse desdeuna torre alta a no ser que quieran suicidarse.Tampoco faltan quienes dicen que la falsedadpuede ser más útil que la verdad y aducen ejem-plos en los que un error salva una vida (alguiencon información falsa pierde un avión que seaccidenta y mueren todos los pasajeros que sítenían la información verdadera), como si estosejemplos no tuviesen contraejemplos (alguiencon información verdadera de que el avión tieneun problema salva la vida de todos los pasaje-ros).2 Desde hace muchos años (por lo menosdesde atto Neurath y Karl Popper) se repite sincesar que no podemos estar seguros de nada,pero incluso los que afirman semejante cosasuelen hacer testamento previendo que con todaseguridad han de morir.

Por supuesto el conocimiento a veces noshunde en el dolor, como cuando nos enteramosde que los exámenes médicos indican la presencia

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de una enfermedad que puede ser mortal. "¿Estáseguro?" es una pregunta propia del paciente almédico en tales circunstancias. Seguridad es untérmino clave en epistemología: como ya lo seña-ló A. 1. Ayer en El problema del conocimiento,conocer algo es reclamar el derecho a estar segu-ro.' No se trata simplemente de sentirse seguros,pues con frecuencia estamos muy seguros en elerror. Se trata, en cambio, de aducir fundamentospara reclamar derechos. La inmensa mayoría denuestros conocimientos forma una red de certezaslimitadas que nos hace posible funcionar cada día.Para comprender su importancia basta fijamos enlo que ocurre cuando faltan, como en el caso depacientes con la enfermedad de Alzheimer y otrassemejantes, mencionadas por Broncano" al usar laanalogía de la salud para explicar la racionalidad.Todos hemos experimentado la angustia de ignoraralgo importante en el momento en que se necesita,así como la ventaja de conocer lo que otros ignoran.La bien conocida ecuación de Francis Bacon, saberes poder, no solo funciona a nivel de países e ins-tituciones sino también en las innumerables tareascotidianas en las que todos estamos sumergidos.

Dicho lo anterior, sería de suponer que elestudio de la epistemología nos produjese placery seguridad. Pero para muchos de nosotros leerlibros y artículos de epistemología recientes raravez produce placer y menos aún seguridad. Estarama de la filosofía se ha vuelto tan increíble-mente enredada y confusa que incluso resultadifícil poner un poco de orden en las preguntasy respuestas de innumerables autores, muchos delos cuales se empeñan en cumplir aquel consejode John Locke según el cual, si vas a decir algoobviamente falso, dilo de la manera más oscuraposible para que los demás no se den cuenta deque estás equivocado.P Además -y como ocurrecon la filosofía de la ciencia, que da la impresióncon frecuencia de tener poco que ver con la cien-cia tal como ésta se practica- la epistemología ennuestros días parece cada vez más ajena a lo queocurre cuando conocemos.f A ratos leemos ensa-yos de epistemología y a ratos conocemos cosas,pero las dos cosas rara vez se juntan. Esto plan-tea, a su vez, un problema de reflexividad y recur-sividad: si t es una teoría sobre cómo conocemos,y podemos conocer t como se conoce cualquierotro objeto, ¿se aplica t a sí misma? ¿Conocemos

una teoría sobre el conocimiento con los mis-mos procedimientos que la teoría señala para elconocimiento en general? Si la teoría dice que noconocemos cosa alguna, ¿se incluye dicha teoríaentre las cosas que no conocemos? Y si una teoríaen epistemología no tiene relación con lo que ocu-rre todos los días cuando conocemos, ¿se puededecir que es una teoría sobre el conocimiento?

En lo que sigue la única pretensión es acla-rar las diferentes posiciones mediante el métodode reducirlas a su mínima expresión usando elmáximo contraste con las otras. Para hacerloseguiremos de cerca el libro de Broncano, conalgunas referencias a otra obra reciente, Evidenceand Inquiry.' de la filósofa inglesa Susan Haack,actualmente profesora en Miarni. No nos ocu-paremos, sin embargo, de dos posiciones a lasque tanto Broncano como Susan Haack dedicanmucho espacio, el primero para tratar de salvaralgo de ellas y la segunda para atacadas sin tre-gua. Ambas posiciones generan paradojas, que sepueden expresar de la siguiente manera:

Patricia Churchland opina que los sereshumanos no tenemos opiniones;

Steven P. Stich considera una verdad impor-tante la afirmación de que la verdad no esimportante.

Una reseña crítica de ambos autores superalos límites del presente ensayo.

Pasemos ahora a una formulación elemen-tal: S sabe que p, donde S es un sujeto y punaproposición (es decir, un enunciado que puedeser verdadero o falso). El lector puede ponerlos ejemplos que quiera. Pondremos solo dos:Saddam Husein sabe que Iraq está ocupado portropas extranjeras en 2005; George W. Bush sabeque las Torres Gemelas de Nueva York fuerondestruidas el 11 de setiembre de 2001. En el pri-mer ejemplo el sujeto que conoce es Saddam y enel segundo es George W. Bush. En el primero laproposición conocida es "Iraq está ocupado portropas extranjeras en 2005" y en la segunda "lasTorres Gemelas de Nueva York fueron destruidasel 11 de setiembre de 2001".

Una pregunta sencilla para empezar es lasiguiente: ¿tiene que ver la epistemología conlos sujetos que conocen, o solo con aquello queconocen? ¿Interesan de alguna forma Saddam y

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Bush a la epistemología, como sujetos que cono-cen algo? El filosófo Karl R. Popper dice queno. Para él, la epistemología tiene que ver conlas teorías sobre la realidad y no con los sujetosque las defienden o atacan. De allí que Popperbautizara su posición con la expresión "episte-mología sin sujeto"! Según él las condiciones enque los sujetos conocen pueden ser interesantespara ciencias como la psicología, pero no para laepistemología. La lucha entre teorías garantizaque sobrevivan las mejores y esto es de vitalimportancia para los seres humanos, aunquecómo conocen éstos en particular no interese alepistemólogo. En una metáfora muy querida paraPopper, los seres humanos nos ingeniamos parahacer que las teorías luchen y se eliminen entre síen vez de exponemos nosotros a ser eliminados."Hay que señalar que para Popper teoría tiene unsignificado muy amplio, pues equivale a cual-quier expectativa de regularidad y por tanto se dano solo en seres humanos sino en otros muchosseres vivos. De ahí que su idea de la lucha entreteorías se aplique tanto a la ciencia como al cono-cimiento ordinario, aunque haya otros criteriospara distinguirlos.

Quienes no están de acuerdo con Popperseñalan que una misma creencia puede ser sos-tenida con fundamento por alguien y sin funda-mento por otra persona (o por la misma personaen dos momentos diferentes) y que esta diferenciano se reduce a un problema que pueda ser resueltocon los procedimientos habituales de la psicolo-gía. Podemos adaptar un ejemplo de A. 1. Ayer'" ypensar en dos individuos que evitan pasar debajode una escalera puesta sobre una acera, uno deellos porque cree que hacerlo trae mala suerte yel otro porque considera que un artefacto moviblesobre una superficie lisa es una estructura inesta-ble y, por tanto, peligrosa. Aunque ambas perso-nas consideran verdadera la misma proposición,lo hacen por razones diferentes. Muchos diríamosque la segunda persona está justificada en suopinión pero no la primera; aunque la diferenciapueda relacionarse con características individua-les de las que estudia la psicología, lo que interesaa la epistemología es la conexión entre la creencia("evita pasar por debajo de una escalera puestasobre una acera") y alguna posible justificación("trae mala suerte", "es peligroso", etc.). De allí

la importancia de la justificaci6n en epistemología:¿Qué justificación tenemos para nuestro conoci-miento? ¿El testimonio de nuestros sentidos, a vecesengañoso? ¿Las inferencias de la razón, a vecesfalaces? ¿La autoridad políticamente establecida,interesada en mantener su poder? ¿Revelaciones devariadas divinidades, notables por su oscuridad?¿Costumbres y creencias del grupo, con frecuen-cia rechazadas por sus víctimas?

Aunque a veces se confunden en las teoríasde la epistemología, está claro que no es lo mismojustificar lo que conocemos que explicar el ori-gen de dicho conocimiento. Millones de sereshumanos nos enteramos de la destrucción de lasTorres Gemelas viendo la televisión una fatídicamañana. Pero a la pregunta "¿cómo sabemosque las Torres Gemelas fueron destruidas por elchoque de sendos aviones el 11 de setiembre de2001?" sirve de poco contestar que el aparatode televisión estaba encendido y funcionandocorrectamente, que nos encontrábamos delantede la pantalla en un ángulo que permitía ver lasimágenes, y que entendimos lo que decían losreporteros. Si nos enteramos por los titulares deun periódico, de poco sirve referimos al hechoobvio de que otros periódicos tenían titularesparecidos. Al fin y al cabo el reportaje de la tele-visión podría haber sido simulado (como cuandoOrson Welles "anunció" por la radio la llegada delos marcianos en 1938 y generó un caso famosode histeria colectiva, o como en esos programasde cámara escondida en que se pretende hacerreír al televidente a costa de alguien que igno-ra el montaje), y los periódicos podrían haberestado equivocados, como cuando anunciaron eltriunfo de Dewey en las elecciones de 1948 enlos Estados Unidos siendo Truman el ganador.Más aún, mientras hay que estar conscientes dela evidencia en que se apoya una creencia parajustificarla, en cambio la mayoría de las vecesno somos capaces de reconstruir el proceso quenos llevó al conocimiento que tenemos. Estamosseguros de que algún día moriremos, y aunquedifícilmente podemos explicar como llegamos aadquirir esta seguridad, podemos en cambio darrazones de por qué la tenemos.

Así pues, a la distinción entre sujeto y con-tenido en el conocimiento, añadimos ahora otraentre explicaci6n y justificacion.

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Una vez admitido el sujeto en la epistemo-logía la noción de justificación de las convic-ciones individuales adquiere un papel central.Pero incluso si no lo admitimos el problemasigue siendo difícil: ¿en qué se basa la verdad deuna proposición? ¿Cómo conectamos la verdadde una proposición con nuestra aceptación deésta? Aunque al llegar a este punto las cosas secomplican inmensamente, podemos simplificarlas posiciones más conocidas y discutidas enrelación con la justificación del conocimiento endos grandes grupos llamados fundamentismo ycoherentismo. Para el primero la justificación denuestras creencias debe buscarse fuera de éstas.Para el segundo tal justificación se encuentra den-tro del conjunto de nuestras creencias (opiniones,convicciones, etc.).

Dicho provisionalmente con gran impre-cisión, para el fundamentista se justifica unacreencia cuando podemos mostrar la evidenciaen que se basa mientras que para el coherentistase justifica cuando encaja con las demás. Nótese,sin embargo, que ambas posiciones tal comoaparecen expuestas en los libros de epistemologíacoinciden en considerar al conocimiento como unconjunto, red o árbol que crece. La justificaciónde creencias separadas entre sí, sin que tengaque haber una cadena o pirámide de creencias,no es una opción considerada por los autores queanalizan los vicios y virtudes del fundamentismoy coherentismo, aunque no resulta claro a qué sedebe esta omisión. Es obvio que las dos posicio-nes mencionadas no agotan las posibilidades, yenseguida nos encontraremos con otras. Pero,aunque no agoten las posibilidades, curiosamentetienen la tendencia a aparecer cuando se habla deotras opciones.

Ambas posiciones tiene atractivos y proble-mas. Si logramos encontrar una base inconmovi-ble para nuestro conocimiento, y construir sobreella todo el conjunto, la verdad estará garantizaday nuestra seguridad será a toda prueba. Pero aúnsi pudiéramos contar con algún conocimientojustificado más allá de toda duda, todavía quedael problema de cómo edificar el resto sobre talcimiento. La idea misma de una persona en nues-tros días que tenga un conjunto de conocimientosa toda prueba suena extraña. El ideal que sepropuso Descartes ha quedado muy atrás en la

historia; es fácil ver que un mundo en el que cadasujeto reclama para sí la máxima autoridad sobreel conocimiento no sería una sociedad viable,y Broncano señala con toda razón que el sujetoaislado no es la máxima autoridad epistémica.Los individuos en nuestros días no vivimos sobrerocas de certeza inconmovible, aunque tampocoen túneles de incertidumbre. De paso, nótese cuánmetafórica es la epistemología: salud, cimiento,raíz, árbol, pirámide, red, tejido, roca, túnel... ynos faltan algunas metáforas más.

A favor del coherentismo, es difícil admitirque una creencia que choca con otras del sujetoconocedor pueda estar justificada. De hecho enla vida diaria hemos aprendido que las contradic-ciones no se sostienen, que lo que parece ilógicoa primera vista suele esconder alguna falsedad, yque si algo parece demasiado bueno para ser ver-dad suele ser porque no lo es. Pero -en contra delcoherentismo- si la justificación para una creen-cia u opinión está en el conjunto de creencias uopiniones, entonces cualquier cosa es justificablesiempre y cuando no entre en contradicción conotras creencias y encaje en el conjunto, en unsentido aún no precisado de "encajar". Todas lascreencias de un paranoico pueden ser coherentesaunque falsas. Incluso la coherencia en sus creen-cias puede ser mucho mayor que en personas decuya salud mental no se duda.

Un simple experimento mental plantea otroproblema. Supongamos que un sujeto tiene unaúnica creencia. ¿Puede estar justificada? El funda-mentista dirá que sí, pues podría estar basada en laexperiencia. Pero el coherentista tendrá que decirque esa creencia se justifica a sí misma, o que nopuede estar justificada pues no hay otras a las quese pueda referir. Pero si la creencia se justifica a símisma, entonces el criterio de justificación no esla coherencia entre creencias sino una propiedadque puede tener una sola sin relación con otras,como la indubitabilidad. Por otra parte, si no sepuede justificar porque no hay otras creencias alas que pueda referirse, ¿en qué momento empiezala justificación? ¿Cuándo haya dos creencias, demodo que una justifique a la otra y ésta a la prime-ra? Pero ¿no es esto acaso un círculo vicioso? ¿Yno suena ciertamente a circularidad la coherenciacon cualquier número que pongamos de creencias,mientras la justificación se base únicamente en la

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relación de unas creencias con otras? Así, el cohe-rentismo ha sido comparado a la serpiente que semuerde la cola. A su vez, el fundamentismo hasido comparado con otra imagen antigua, la deluniverso sostenido por un elefante que a su vez seapoya sobre otro, y así hasta el infinito.

Susan Haack propone en el libro menciona-do arriba una combinación de lo que funcionaen cada una de estas dos grandes posiciones enepistemología y la llamafoundherentism, algo asícomo fundaherentismo en español. La metáforaque utiliza para el conocimiento a lo largo desu libro es la del crucigrama. Cada palabra queentra dentro del crucigrama tiene que ajustarse ala descripción proporcionada, pero a su vez tieneque encajar en el conjunto. Lo que determina queencaje es el número de letras y la manera comocada letra de la palabra forma parte a su vez delconjunto de letras que forman otras palabras. Laconexión con las demás palabras del crucigramano suele ser total, pues cada letra de cada pala-bra sirve para formar unas cuantas palabras delcrucigrama, pero no todas. Dicho de otro modo,el crucigrama tiene sectores en los que se debedar la coherencia, y estará resuelto cuando nofalte ninguno por llenar, pero no se puede decirque cada palabra tenga que encajar con todas lasdemás. Además, aunque cada palabra tenga quecumplir con el requisito de tener un determinadonúmero de letras, no es cualquier término conese número de letras el que podemos colocar enlas casillas correspondientes. Cada término tieneque corresponder a la descripción o definiciónofrecida, y formar parte de las cadenas de letrasque aparecen en dos direcciones del crucigrama.Así, tanto la correspondencia con la descripciónde cada término como la consistencia con otrostérminos son condiciones necesarias.

Hemos señalado antes que el fundamentis-mo y el coherentismo coinciden en considerarel conocimiento como un conjunto de creencias.Coinciden, además, en tomar como unidad deanálisis el individuo que conoce. Si el foco deatención se desplaza hacia el sistema social quegenera conocimiento, entonces caben otras posi-ciones como el fiabilismo, conocido en ingléscomo reliabilisni y cuya formulación se remontaa Frank Plumpton Ramsey (1903-1930) cuandodice "aproximadamente: un grado razonable de

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creencia = la proporción de casos en los que elhábito conduce a la verdad".'! Si por "hábito"entendemos los resultados cotidianos de todo unconjunto de instituciones dentro de las que seubican los individuos, entonces es fácil conectarlas palabras de Ramsey con la posición declara-damente fiabilista de Broncano: el conocimientono es simplemente creencia justificada verdadera,pues hay que incluir en su noción la relación conel medio; es inútil por tanto reducir el análisisdel conocimiento a un enfoque formalista queignore el contexto; lo importante es descubrir siel sistema de producción de conocimiento es fia-ble al generar creencias verdaderas y corregir lasfalsas, de tal manera que sea razonable el riesgoasumido por los sujetos al tomar decisiones basa-das en la información disponible; lo importanteen el conocimiento visto como un juego socialno es quién gana, sino 10 que se gana. Puesto quehay distintas versiones del fiabilismo (¡no podríaser de otra manera en epistemología!) se prefierela que tenga mayor grado de robustez porque asíse reduce el riesgo en las decisiones. La cienciase toma como modelo en este análisis, dado elgrado ejemplar de organización de sus institucio-nes a nivel mundial, pero obviamente lo mismo sepodría decir de la vida cotidiana: podemos asu-mir riesgos al tomar decisiones porque la tarea deconocer se ha socializado y hay mecanismos quegeneran confianza, de modo que no tenemos quedescubrir todo lo que necesitamos ni podríamosprobar la confiabilidad de cada Itern.

Broncano no está interesado en compaginarcoherentismo y fundamentismo, aunque mencio-na con agrado el intento de proponer una teoríacoherentista en la que la noción de verdad comocorrespondencia con los hechos y la coherenciano tengan que ser virtudes alternatívas.l? Sumisión es defender la conexión entre conoci-miento y racionalidad, enfatizando la precariedaddel primero y el carácter social de la segunda.Su metáfora favorita es el estado de salud deun paciente (ser racional es como gozar debuena salud), aunque la comparación se puedereconstruir en forma recursiva (ser racional esun caso particular de gozar de buena salud). Estametáfora responde a una idea común a las posi-ciones fiabilistas: la salud, como la racionalidady la justificación de nuestras opiniones, admite

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grados. Las amenazas a la salud pueden ser demuy diversa índole y de distinta gravedad. Puedeperderse en cualquier momento y exige cuidadosconstantes. Además, la tarea de cuidar y mejorarla salud solo tiene éxito socialmente. Broncanoamplía la analogía para rechazar la justificacióncoherentista en la medida en que ésta es norma-tivamente débil, y para ello emplea la nociónde portador de una enfermedad: alguien puedesentirse bien y sin embargo ser portador del virusdel sida sin saberlo, de modo que la ignoranciade su condición no solo pone en peligro su futurosino que además es un peligro para los otros.PLa normatividad que se requiere para la justifica-ción, en virtud de la cual se puede distinguir entrela presencia y la ausencia del conocimiento, nopuede ser puramente interna a nuestras creenciasy convicciones. La manera habitual de romper elcírculo estrecho de la autojustificación es exponersocialmente nuestras creencias. Paralelamente,mientras las diferentes culturas se refugien enel tribalismo y se nieguen al contacto con lasdemás no habrá justificación para sus respectivascreencias. Digamos de paso que tampoco habrásolución para la violencia que vemos cada día yque casi siempre se justifica invocando algunacreencia no compartida por los demás.

Esto nos lleva a la noción de condiciones.Para llegar a la racionalidad (que no es instan-tánea) se requiere satisfacer un conjunto de con-diciones relacionadas con la objetividad. Dichosomeramente (y ojalá seamos fieles al pensa-miento de Broncano), sin la satisfacción de ciertascondiciones no hay objetividad, sin objetividadno hay conocimiento, y sin conocimiento no hayracionalidad. A veces la conexión se complica.Así, en la página 84 se nos dice que nada esobjetivo en sí, y que la objetividad únicamente seproduce cuando un objeto es pensado "bajo unasciertas condiciones". Esta afirmación a simplevista suena a contradicción, puesto que hablar de"objeto" presupone ya la distinción entre éste y elsujeto, de modo que si dijéramos que no hay obje-tos que sean objetivos antes de lograr tal o cualcondición estaríamos diciendo que hay objetosque no son objetos. Para intentar responder a estaobjeción tenemos que fijamos en que las condicio-nes de que habla Broncano son de diversa índole(p. 381): cognitivas, técnicas, sociales y culturales.

Aquí también hay gradación, lo que explica quemientras la noción de objeto es estática, la deobjetividad es claramente dinámica. En una frasefeliz (p. 358) "la práctica del conocimiento estáen profunda interacción con el conocimiento dela práctica." De allí se deriva la normatividad: siuno quiere tener éxito al conocer, tiene que fijarseen las prácticas (técnicas) que han sido exitosasen el pasado. Esta relación se encuentra al finalde una larga cadena: la adaptación de que soncapaces los seres vivos genera la memoria, éstahace posible la distinción fundamentada entreprácticas exitosas y fallidas, con esta capacidadse genera la normatividad, y con la normativi-dad la objetividad (p. 139). De modo que paraser objetivos hay que ir más allá del objeto: nobasta percibir la escalera sobre la acera, puespodríamos pensar en esa configuración como unpresagio de mala suerte (si pasamos debajo algomalo nos ocurrirá más tarde) o como un peligroderivado de la inestabilidad física y confirmadopor la experiencia (a veces las escaleras resbalany caen encima de los transeúntes; personas ocosas colocadas sobre ellas pueden también caersobre los que pasan cerca). Si una investigacióncientífica confirmara la conexión entre esca-leras y mala suerte la objetividad en este casotomaría otros caminos. Pero obviamente esainvestigación tendría que ser transparente, sujetaa discusión y expuesta a las críticas habitualescon las que se reciben los resultados del trabajode equipos de investigadores. Los astrólogos quecada día predicen qué ocurrirá a los televidentestal vez acierten alguna vez, pero no nos dicen enqué basan sus predicciones, ni cuál es la tasa deacierto con que lo hacen. El día en que lo haganempezarán a cumplir las condiciones para laobjetividad y racionalidad. En cambio, los redac-tores de los almanaques tradicionales -una espe-cie lamentablemente en peligro de extinción- seatreven a predecir el tiempo que hará cada díadel año en una región determinada, pero suelenvolver sobre sus predicciones anteriores paracalcular la tasa de éxito.l"

Al llegar aquí es útil preguntamos por quéBroncano dirige su obra a escépticos y materia-listas.P En cuanto a los primeros, es obvio quela epistemología tiene algo que ver con el escep-ticismo; más en concreto, la historia de la epis-

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temología y la historia del escepticismo guardanestrecho paralelismo. Es menos obvia la razóndetrás de la escogencia de la preposición para enel título del libro de Broncano (los medievalesescribían con frecuencia contra alguien; el libroreseñado también podría llevar en el título laspalabras "epistemología de escépticos y mate-rialistas", aunque no "epistemología escéptica ymaterialista"). Pues consideramos aquí que esjustamente gracias a los escépticos que se hadesarrollado la epistemología, y es nuestra opi-nión que la notable diferencia entre el desarrolloexuberante tanto de ésta como de la filosofía de laciencia, en comparación con la raquítica situaciónde la filosofía de la tecnología, reside en la ausen-cia de un buen enemigo de esta última. Muchosson los que han cuestionado la racionalidad dela ciencia, entre otras razones porque aquéllaha puesto en peligro otros sistemas de creenciasy la posición social de quienes las representan.La lucha entre conservadores y liberales en lospaíses de América Latina en el siglo XIX tuvomucho que ver con la actitud de unos y otros antela religión y la ciencia, y el papel de ambas en laeducación. En cambio, el rechazo de la tecnologíaen nuestros días suele obedecer a otro patrón:parcial, externo, dependiente y confuso.

Si pensamos en la ciencia =siguiendo alfamoso físico Richard Feynmanlv- como lo quehemos aprendido tras muchos esfuerzos por evi-tar el autoengaño, la epistemología sería lo quequeda después de ejercer constructivamente lacapacidad de ser escépticos. Se coloca a la defen-siva quien hace epistemología como superestruc-tura del dogmatismo, mientras lleva las de ganarquien la propone tentativamente como lo que ocu-rre cuando el escepticismo se aplica al escéptico.Pues suponemos aquí que la desaparición de laepistemología no llevaría consigo la desaparicióndel conocimiento, así como la desaparición de lafilosofía de la ciencia tampoco implicaría la des-aparición de la ciencia. En cambio, suponemosque la desaparición del conocimiento pondría enpeligro la supervivencia de la especie humana.En cuanto a la ciencia, una afirmación semejantesobre las consecuencias de su desaparición ten-dría que ir acompañada de muchas aclaracionesy distinciones, dado el carácter social y políticode esta última y sus conexiones con la tecnología

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de dominacién.l? En todo caso, una sociedad sinciencia tal como se entiende ésta después delRenacimiento sería muy diferente a la que cono-cemos en nuestros días. Se parecería, por ejemplo,a la sociedad medieval a punto de ser atacada ypuesta en peligro de extinción por la Peste Negraa mediados del siglo XlV. Podemos suponer quecostaría encontrar voluntarios para volver a esacondición de vulnerabilidad generalizada, aúncuando haya autores que deploran todo lo ocurri-do en la llamada modernidad y quisieran borrartodo lo hecho después de la Edad Media.18

Puesto que en las líneas anteriores hemosmezclado el conocimiento con la ciencia, y laepistemología con la filosofía de la ciencia, esimportante para la claridad del pensamiento pre-guntarse si epistemología y filosofía de la cienciason lo mismo.

Nuestra respuesta es negativa, y el argumen-to es muy sencillo. No se puede hacer filosofíade la ciencia ignorando la historia de la ciencia,mientras se puede hacer teoría del conocimientosin esperar que exista una historia del conoci-miento (suponiendo que tal cosa sea posible). Elconocimiento es una actividad espontánea, mien-tras la ciencia requiere métodos aprendidos. Lacontraparte de la epistemología es el fenómenocotidiano del conocimiento en toda su generali-dad, mientras la de la filosofía de la ciencia es unfenómeno particular de la historia reciente. Hayquienes identifican la filosofía de la ciencia conla epistemología porque consideran que el cono-cimiento científico es el único verdadero.'? Sievitamos esa fácil salida al problema, nos quedaotro más complicado: puesto que de hecho ambasse han desarrollado separadamente, ¿qué relaciónexiste entre una y otra? Una posible soluciónconsiste en ver la ciencia como un caso especialdel conocimiento y la filosofía de la ciencia comouna parte de la epistemología, pero eso sería unatarea por hacerse.

A pesar de la distinción anterior es difícilencontrar ahora libros de epistemología queeviten comprarse pleitos ajenos. Los dos autoresque comentamos, sin embargo, se mantienenclaramente dentro de lo que aquí consideramospropio de la epistemología, aunque con oca-sionales incursiones en filosofía de la ciencia.De ahí que nos hablen ante todo de creencias

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y conocimientos justificados o no, más que deteorías científicas verificadas, refutadas o corro-boradas. Si en vez de "epistemología sin sujeto"Popper hubiese hablado de "filosofía de la cienciasin sujeto" habría sido más fácil aceptarlo dado elcarácter abstracto e impersonal de la ciencia, yBroncano tiene toda la razón al no titular su libro"Filosofía de la ciencia para escépticos y mate-rialistas". Tanto la ciencia como la filosofía de laciencia tienen enemigos, pero no necesariamentecoinciden con los escépticos de que habla la epis-temología. En Saber en condiciones el escépticoes bienvenido abordo y se le agradece que obliguea revisar la justificación de las creencias, siemprey cuando no destruya el sistema que las producecon la excusa falaz de que no es infalible. Esta-mos en presencia del escéptico clásico, que dudade nuestra capacidad de conocer, aunque a vecesen su obra se asoma también el escéptico al estilode Feyerabend, cuya crítica se dirige más bien alpapel social de la ciencia posterior al éxito políti-co reciente que ésta ha tenido, y lo hace justamen-te en nombre de otras formas de conocimientosupuestamente alternativas a la ciencia, dejadasde lado en el proceso.

Broncano dedica menos tiempo a explicarla mención de los materialistas en el título de sulibro, y cuando justifica la dedicación de éste adicho grupo de filósofos presupone que hay algúngrado de incompatibilidad entre la epistemologíay el materialismo. Puede argüirse que el mate-rialismo es una posición ontológica ajena perono opuesta a las preocupaciones de la teoría delconocimiento, y que de hecho una epistemologíamaterialista no es ninguna contradicción en lostérminos. Después de mencionar la proximidadde la epistemología a las ciencias cognoscitivassurgidas recientemente, Broncano dice paradóji-camente "tal vez quepa situar a la epistemologíaen el terreno de las nuevas disciplinas de las queno se sabe muy bien cuál es su estatuto epistemo-lógico" (p. 345). De modo que habría epistemo-logías con subíndices: la epistemología + l. porejemplo la de Saber en condiciones, analizaríael estatuto de la epistemología, vinculada conlas ciencias del conocimiento. Ánalógicamente,una epistemología materialista sería un caso deepistemología. que podría ser analizada por unaepistemologfa, +1. y más en general, para cada

epistemologfa se podría construir otra epis-temología, + m' con el equipo conceptual paraanalizarla. Por supuesto alguien advertirá sobre elpeligro del retroceso hasta el infinito, pero esto esun riesgo teórico que nunca hemos visto ocurriren la práctica.

Desde que la filosofía analítica entró enescena se hizo habitual plantear el conocer comouna actitud proposicional, diferente a opinar,dudar, darse cuenta de, prometer, sorprendersede y otras muchas actitudes posibles frente a unenunciado. Usemos ahora esa noción para ubicaral escéptico clásico. Dada cualquier proposiciónp el escéptico aduce la posibilidad de no p. Unavez puesta en duda p, hay varias tareas para laepistemología: ¿hay proposiciones que no poda-mos poner en duda, de las que se pueda derivarp? ¿O es p una de ellas? ¿Se pueden caracterizaren forma general las justificaciones para unacreencia? ¿Podemos dar una formulación precisade la diferencia entre conocer e ignorar algo? Sinembargo, ya desde el comienzo podemos ver lasgrandes limitaciones de cualquier empresa deeste tipo, pues hay un nivel de discusión en el quela epistemología es claramente irrelevante. Enefecto, con mucha frecuencia la aceptación de pdebería tambalearse ante los embates de las obje-ciones en contrario. Sin embargo, multitudes decreencias falsas siguen impulsando la acción delos seres humanos a pesar de pruebas y opinionesfundamentadas en contrario. Más aún, a veces elerror parece ser socialmente más aceptable quela verdad. Si Cristóbal Colón hubiera conocidoel cálculo del tamaño de la Tierra hecho porEratóstenes, en vez de seguir la opinión de PierredAilly en su [mago mundi, probablemente no sehubiera atrevido a embarcarse. Como ha señala-do Barbara W. Tuchman en su libro The Marcho/ Folly, From Troy to Vietnam20 la lista degobernantes que han actuado irracionalmente encontra de sus propios intereses es interminable:Montezuma, los papas del Renacimiento, JorgeIII de Inglaterra, Lyndon Johnson, etc. Cada dosmeses la revista The Skeptical Inquirer se esfuer-za por exponer algún nuevo truco, o alguna creen-cia generalizada para la que no hay fundamento.Es curioso, para citar apenas algunos ejemplosaparecidos en sus paginas", que el chupacabrasatormente a los campesinos de habla hispana

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pero no a los de otras lenguas, que los casosmás famosos de combustión espontánea de sereshumanos hayan ocurrido supuestamente dentrode un triángulo con sus vértices en Holanda ylas Islas Británicas, que los fantasmas prefieranlas casas viejas en Inglaterra y sus excoloniasa las de otros países, y que no haya ningúncaso claramente documentado de la presenciade extraterrestres por más que cada día hayaavistamientos de objetos voladores no identifi-cados, muchos de los cuales son identificadosposteriormente. A pesar de todo lo anterior, cadacierto tiempo vuelve a aparecer el chupacabrasen las primeras páginas de periódicos amari-llistas latinoamericanos, vuelve a hablarse dealguna nueva combustión espontánea en paísesde habla inglesa, vuelve a aparecer en televisiónalgún nuevo documental sobre fantasmas famo-sos de algún edificio antiguo en Inglaterra o susexcolonias, y se asegura que algún objeto voladorno identificado recién visto sin duda procede deotros planetas porque no hay nada parecido enel nuestro. Los editores de Skeptical Inquirerson conscientes de estar perdiendo la batalla: entemas tan variados como la medicina alternativay la lucha contra el terrorismo prevalecen creen-cias cuya irracionalidad es fácil de señalar yaparentemente imposible de erradicar.

¿Cómo compaginar lo anterior con el puntode partida de Broncano, a saber, que la capaci-dad de conocer tiene valor de supervivencia'F?Se refiere por supuesto a la ventaja evolutivaque da la capacidad de formamos creencias ver-daderas sobre el mundo que nos rodea y sobrenosotros mismos. Sería difícil que estuviéramosdiscutiendo sobre epistemología en nuestros díassi nuestros antepasados no hubiesen llegado adistinguir las plantas alimenticias y medicinalesde las venenosas y no hubiesen sido capaces detransmitir el conocimiento adquirido en la expe-riencia cotidiana. Pero esto nos plantea por lomenos dos problemas obvios. Primero, por quéinnumerables creencias ampliamente objetablessiguen gozando de enorme favor. Si pudiéramoshacer un inventario de todas las creencias detodos los seres humanos vivientes, es casi seguroque no encontraríamos justificación convincentepara la inmensa mayoría. ¿Tendríamos entoncesque concluir que algunas creencias verdaderas

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son indispensables para la supervivencia humanapero que innumerables creencias falsas puedenhacerla más llevadera? ¿O que su función es la dejustificar una organización social que favorece aunos pocos? Justamente aquí encajaba la teoríade la ideología de los manuales marxistas dehace unos treinta años: la ideología consistía enun ocultamiento de la realidad en beneficio delas clases poseedoras de los medios de produc-ción. Tal ocultamiento eventualmente se conver-tía en un obstáculo para el progreso, que según elManifiesto Comunista solo podría llevar a caboel proletariado industrial. 23

Segundo, aunque el conocimiento tiene valorde supervivencia no parece que la supervivenciaexija siempre el conocimiento. A veces la especiehumana ha sobrevivido grandes calamidades apesar de la incapacidad de explicar lo que estabaocurriendo. La Peste Negra en el siglo XIV y laGran Depresión en el XX son buenos ejemplos.Entre 1348 y 1350 muchos pensaron que habíallegado el fin de los tiempos, dada la magnitud dela incomprensible mortandad-", y sobre lo ocurri-do entre 1929 y 1933 aún discrepan los doctos.P

Por otra parte, a medida que la vida humanadepende cada vez más de la tecnología, es desuponer que el conocimiento tecnológico se con-vierta en condición necesaria para la superviven-cia, aún cuando las teorías abstractas en muchoscampos puedan ser falsas. Esto coincidiría conla observación de que ningún otro tipo de cono-cimiento se acerca tanto al ideal aristotélico dela apodicticidad como el tecnológico.é" Cuandollevamos al taller un vehículo o un electrodomés-tico que no funciona no admitimos ignoranciasobre su funcionamiento. Sin conocimiento decómo opera un aparato cuando funciona, y depor qué no funciona cuando no lo hace, tampocosería posible respaldarlo con una garantía. Bastaimaginarse lo que ocurriría si nos dicen en eltaller que el aparato dañado no se puede repararporque su funcionamiento es un misterio que latecnología no ha podido resolver. Cada vez quehay una catástrofe tecnológica (v.g. explosionesen vehículos espaciales como el Challenger, acci-dentes nucleares como el de Chernobyl) se admitesin discusión que es posible encontrar una expli-cación. El inmenso sistema tecnológico que nosenvuelve, con sus aspectos legales y económicos,

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presupone la clara diferencia entre el conoci-miento y la ignorancia. Igualmente presupone laobjetividad como solución para la diferencia deopiniones: si mi automóvil funciona con gasolinano puedo admitir sin graves consecuencias laopinión infundada de algún empleado de gaso-linera que considera que funciona con diesel (ocon jugo de naranja), y existen procedimientosindependientes para determinar con qué tipo decombustible opera. Hasta el relativista más recal-citrante insistiría en su certeza.

Además, a quienes suponemos que la episte-mología es un análisis del conocimiento requeridoen soluciones (con frecuencia difíciles) a proble-mas cotidianos (a veces de vida o muerte, comola miseria) nos resulta extraña la afirmación deque aquélla es parte de un viejo y grandiosoproyecto teológico, aunque quizá así haya sido enculturas más teocráticas que la nuestra. Quienespensamos que la filosofía tiene algo que ver conla liberación de pueblos oprimidos, o al menoscon la superación del subdesarrollo, encontramosinaceptable la idea de que lo único posible esmantener vivo un diálogo sin objetivos más alládel diálogo mismo, punto de vista que adversacon gran energía Susan Haack y con el que tam-poco está de acuerdo Broncano en términos mássutiles. Los regímenes dictatoriales que no hacemucho persiguieron y asesinaron filósofos enAmérica Latina sabían distinguir entre palabrasvacías y denuncias desestabilizadoras.F Unos yotros sabían que no puede haber diálogo entreiguales cuando los bandos no son iguales, queno se puede hablar de negociación mientras unosestén tratando de eliminar o esclavizar a otros.

Las líneas anteriores no hacen justicia a lacomplejidad del libro de Broncano. Solo buscanaclarar algunas de las posiciones por él anali-zadas y señalar los grandes trazos de su propiopunto de vista. La lectura de su obra es insustitui-ble y muy recomendable.

Notas1. Llaman la atención los frecuentes errores tipográ-

ficos en esta edición, que esperamos se corrijanen la próxima. Con frecuencia faltan palabras(sobre todo preposiciones), otras veces sufre laortografía de nombres extranjeros (v.g. Bonjour

en vez de BonJour, Ducht Book donde deberíadecir Dutch Book) y en ocasiones hay líneasenteras que resultan incomprensibles por razonesgramaticales.

2. He tomado el contraejemplo de Susan Haack,Evidence and Inquiry, Towards Reconstructionin Epistemology (Oxford-Cambridge: Blackwell,1993),p.200.

3. A. 1.Ayer,The Problem ofKnowledge (Middlesex,Inglaterra: Penguin Books, 1956), p. 31-35.En latraducción a! español, El problema del conoci-miento (Buenos Aires: Eudeba, 1962),pp.37-43.

4. Si bien la conexión entre salud menta! y raciona-lidad es clara, no resulta clara la conexión entreirracionalidad y locura. "No hay locos raciona-les" dice Broncano en la página 201. ¿Es estaafirmación la conclusión de estudios empíricos,o consecuencia lógica de la noción de locura? Siningún loco es racional, ¿son racionales todos losque no sean locos?

5. J. Locke, Essay (1690) IlI, xi, 6.6. Desgraciadamente algo parecido está ocurrien-

do en nuestros días con la teoría de la argumen-tación.

7. Susan Haack, Evidence and lnquiry, TowardsReconstruction in Epistemology (Oxford andCambridge, US: Blackwell, 1993). Haack se dióa conocer con su obra Deviant Logic (CambridgeUniversity Press, 1974), con versión en españoltitulada Lógica Divergente (Madrid: Paraninfo,1980). Dos obras suyas posteriores a Evidenceand lnquiry son relevantes para la epistemo-logía: Manifesto of a Passionate Moderate,Unfashionable Essays (The University ofChicagoPress, 1998) y Defending Science within Reason,Between Scientism and Cynicism (Amherst, NewYork: Prometheus Books, 2003).

8. "Epistemología sin sujeto cognoscente" es eltítulo de una conferencia dada por Popper en1967 y publicada luego en Logic, Methodologyand Philosophy of Science, VoI.III, pp. 337-73.La menciona Popper en su Búsqueda sin término,una autobiografía intelectual (Madrid: Tecnos,1974),p. 84.

9. Popper, obra citada, p. 179.10. En la obra citada (p. 38) Ayer basa la seguridad

del conocimiento en el procedimiento seguido,no en el resultado: "(i.) una persona supersticiosaque ha pasado inadvertidamente bajo una escale-ra, puede, de resultas de ello, estar convencida dehallarse a punto de sufrir una desgracia; y podríaestar efectivamente en lo cierto. Pero no seríacorrecto decir que conocía que esto iba a ser así.

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Ella llegó a su creencia mediante un proceso derazonamiento que, en general, no sería digno deconfianza (...)"

11. F. P. Ramsey, The Foundations of Mathematics(Londres: Routledge and Kegan Paul, 1931), p.199. Hay una edición en español con el título Los

fundamentos de la matemática y otros ensayossobre Lógica, con traducción de Emilio del SolarPetit y Wilfred Reyes Scantlebury (Santiago deChile: Ediciones de la Universidad de Chile,1968). En esta edición el texto citado apareceen la página 187 de la siguiente manera: "Dichocon poca precisión, grado razonable de creencia= proporción de los casos en los cuales el hábitoconduce a la verdad."

12. Broncano, página 229.13. Broncano, p. 397.14. Nos referimos a The Hagerstown Town and

Country Almanack, que se publica desde 1797en Hagerstown, Maryland. Las predicciones y elanálisis posterior están actualmente a cargo delastrónomo William O'Toole. En el Almanack

for the Year of Our Lord 2005 el autor de laspredicciones examina sus errores y aciertos delaño anterior en las páginas 15 y 17. Tal vez estoexplique por qué algunos encontramos irresis-tibles estos almanaques y en cambio sintamospoco interés por los horóscopos. Nótese otra grandiferencia: mientras los almanaques limitan suspredicciones a un área restringida, los horóscoposno señalan límites para sus predicciones.

15. ¿Escribiría alguien un libro con el títuloEpistemologia para dogmáticos y espiritualis-tas? ¿O, mejor aún, Epistemologia dogmática yespiritual?

16. La frase aparece en la cubierta del libro de RobertPark Voodoo Science (Oxford University Press,2000) en un texto laudatorio de Paul Gross, pro-fesor en la Universidad de Virginia y coautor deHigher Superstition. Richard P. Feynman es elautor de un libro muy conocido, Surely You'reJoking, Mr. Feynman, Adventures of a CuriousChracter (Nueva York: Bantam Books, 1987).

17. Jane Robinett en su libro sobre la tecnología entres novelas latinoamericanas titulado This RoughMagic, Technology in Latin American Fiction.(New York: Peter Lang, 1994) distingue entre tecno-logías de dominación y de mediación (p. 233). Lasprimeras destruyen la relaci6n entre seres humanosy la naturaleza y sirven para la opresión de unospor otros. Las tecnologías de mediación permiten lasatisfacci6n de las necesidades humanas en unarelaci6n no destructiva con la naturaleza.

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18. Tal es el tono de muchos artículos del libroeditado por Wolfgang Sachs, The DevelopmentDictionary, A Cuide to Knowledge as Power(London: Zed Books, 1992). Puede verse unareseña de este libro en Revista de filosofía dela Universidad de Costa Rica, n. 74 (1993),pp. 89-92. En su obra reciente titulada Ethicsof Development (Edinburgh University Press,2004) Des Gaspers hace frecuentes y bien fun-damentadas críticas a varios de los artículos deese volumen. En particular llama la atención laafirmaci6n hecha por Ivan Illich de que hablar denecesidades básicas es parte del control social.Según Illich tales necesidades son definidas por"expertos" e impuestas a la gente, que son víc-timas así de una forma de adicci6n. O sea, quecuando las víctimas de una catástrofe clamanpor agua potable, alimentos, medicinas y ropalo hacen porque son víctimas de una adicción.Si no tuvieran esa adicci6n no necesitarían nadade eso y aún así podrían sobrevivir. Des Gasperscalifica de absurda esa frase de Illich (p. 154) Yya era hora de que alguien calificara a las cosaspor su nombre. Desgraciadamente no es la únicaafirmaci6n en The Development Dictionary a laque se le puede aplicar semejante calificativo. Nitampoco es el calificativo más fuerte que se lespuede endilgar, ni es éste el único libro que lasmerece.

19. Esta es una de las críticas hechas por HenryVeatch al libro de Carl G. Hempel Aspects ofscientific explanation and other essays in thephilosophy of science (Nueva York: The FreePress, 1965) en la reseña que aparece en la revistaPhilosophy of Science, vol. 37, n. 2, junio 1970,pp.312-314.

20. Nueva York: Ballantine Books, 1984.21. The Skeptical lnquirer es una publicaci6n bimen-

sual del Committee for Scientific Investigationof Clairns of the Paranormal, 1310 Sweet Home,Amherst, N.Y. 14228. El artículo sobre el chu-pacabras aparece en el número correspondientea marzo-abril de 2001, pp. 19 Y el dedic~do a lacombusti6n espontánea en las páginas 29-34 delmismo número.

22. Saber en condiciones, Introducción.23. "De todas las clases que hoy se enfrentan con

la burguesía, solo el proletariado es una claseverdaderamente revolucionaria". C. Marx & F.Engels, Manifiesto del Partido Comunista (1848)(Moscú: Editorial Progreso, 1972, p. 41)

24. En su libro A Distant Mirror, The Calamitous14th Century (Nueva York: Ballantine Books,

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1978) Barbara W. Tuchman tiene un excelentecapítulo sobre la Peste Negra titulado "This Is theEnd of the World".

25. Hace tan solo unos pocos años Robert 1. Samuelsonreconoció que la Gran Depresión (o Crash de1929) aún confunde a los expertos. Véase "WhatWe Learn From the 1920s" en Newsweek, 12 defebrero, 2001, p. 33.

26. En Analítica Posterior, libro 1, capítulo 2,Aristóteles establece las condiciones para el cono-cimiento científico: debemos conocer la causa del

efecto, que esta causa es la causa de este efecto,y que no puede ser de otra manera. Solo en lareparación de objetos tecnológicos encontramosalgo parecido.

27. Citemos entre los asesinados a Ignacio Ellacuríaen El Salvador, y entre los perseguidos en algunaetapa de su vida a Héctor-Neri Castañeda enGuatemala y a 1. R. Núñez Tenorio en Venezuela.Pero también hubo filósofos en el bando opuestoque pagaron con su vida, como Peccorini Letonaen El Salvador, asesinado por la guerrilla.

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