Rorty, Richard - Contingencia, IronÃ-A y Solidaridad - Introduccion

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Título original: Contingency, irony and solidarítyPublicado en inglés por Cambridge University Press, Nueva York

Traducción de Alfredo Eduardo SinnotRevisión técnica de Jorge Yigil

Cubierta de Mario Eskenazi v Pahlo Martín

1." ed,íción, 1991

Quedan rigurosamente prohibidas sin la autorización escrita de Ios titularesdel "Copyright", bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccióntotal o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidosl¡ rel¡rografía y el tratamiento informático, y Ia distribución de ejempliresde ella mediante alquiler o préstamo públicos.

O l9B9 by Cambridge University Press, Nueva Yorkde todas las ediciones en castellanoEdiciones Paidós Ibérica, S.A.,Mariano üÁí,92 - 08021 Barcelonay Editorial Paidós, SAICF,Defensa, 599 - Buenos Aires.

ISBN: 84-7509-669-7Depósito legal: B-13. 16 4/ l99l

Impreso en Hurope, S.A.,Recaredo, 2 - 08005 Barcelona

Impreso en España - Printed in Spain

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SUMARIO

PrefacioIntroducción

PRIMERA PARTE: CONTINGENCIA

1. La contingencia del lenguaje2. La contingencia del yo^_-_- --^ J -

3. La contingencia de una comunidad liberal

SEGUNDA PARTE: IRONISMO Y TEORIA

4. IronÍa privada y esperanza liberal5. Creación de sí mismo y afiliación: Proust, Nietzsche y Heidegger6. De la teoría ironista a las alusiones privadas: Derrida .

TERCERA PARTE: CRUELDAD Y SOLIDARIDAD

7. El barbero de Kasbeam: la crueldad en Nabokov .

8. El último intelectual de Europa: la crueldad en Orwell .

9. Solidaridad

Indice de nombres

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TNTRODUCCION

La intención de unir 1o público y Io privado subyace tanto al intentoplatónico de responder a la pregunta « ¿for qué va én interés de uno serjusto?", como a la tesis cristiana según la cual se logra la perfecta realiza-ción de sí mismo a través del servicio de los demás-. Estos intentos meta-fisicos o teológicos de ligar con un sentido de comunidad un esfuerzo diri-gido a la perfección exigen el reconocimiento de una naturaleza humanacomún' Nos piden que creamos que lo más importante para cada uno denos-otros es lo que tenemos en común con los demás; qré l*r fuentes de larealización privada y las de la solidaridad humana son las mismas. Es-cépticos como Nietzsche han sostenido con vehemencia que la metafísicay la teología son claros intentos de hacer que el altrui.rrro-pu."r.u más ra-zonable de lo que es. No obstante, Io caraiterístico es queiales escépticostengan sus propias teorías de la naturaleza humana. También ellos afir-man que hay algo común a todos los seres humanos; por ejemplo, la vo_luntad de poder o los irnpulsos libidinales. para éstoi, en el nivel *másprofundo, del yo no hay sentimiento alguno de solidaridad humana, esesentimiento es un «mero" artificio de la socializaciónhumana. De tal ma-nera, esos qscépticos se vuelven asociales. vuelven la espalda a la ideamisma de una comunidad más amplia que la de un reduiido círculo deiniciados.

No obstante, desde Hegel los pensadores historicistas han intentado irmás allá de esa conocida restricción. Han negado que exista una cosa talcomo nla naturaleza humana, o .el nivel mái profundo del yo,. Su estra_tegia ha sido la de insistir en que la socializació, y, po. tanio, la circuns-tancia histórica, abarcan la totalidad: que nada fráy .aeba¡o, de la socia_lización o antes de la historia que sea définitorio dé lo humano. Tales au-tores nos dicen que las preguntas como "¿En qué consiste ser hombre?,debieran ser sustituidas por preguntas como ,,¿En qué consiste vivir enuna rica sociedad democrática del siglo xx?, o bien "¿De qué manerapuede el que vive en una sociedad así ser algo más q.r" ,r, aótor que de-sempeña qn plpel según un guión establecido?, Este giro historiciita nosha ayudado a librarnos, gradual pero firmemente, dJ la teología y de lametafÍsica; de la tentación de buscar una huida del tiempo i dil urur.Nos ha ayudado a reemplazar la Verdad por la Libertad cbmt meta del

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16 CONTINGENCIA, IRoNfA Y SOLIDARIDAD

pensamiento y del progreso sociar. pero la vieja tensión entre ro público yIo privado perdura aún después a" p.oárr.laa esa sustitución. Los histori_cistas en .los -que

predomina .r d.seo á. creación de sÍ mismo, de auto-nolí,1 privada (por ejempro, Heidegger y Foucault), tienden aún a ver lasocialización tal como lohacÍa Ni"i7s.lí., como contraria a argo que sehalla en lo profundo de nosotros. Lárli.i".i.isras en ros que predominael deseo de una comunidad t "*u"u *á, ¡.,ro y más Iibrá (pór ejemplo,Dewey y Habermas) tienden u¿., u "orr.Áir er.deseo de perfácción priva-da como algo infectado de "ir.acionali;;;" " de «es¡s¡;g¡.mo». Este librointenta hacer iusticia a.ambos g-"por á.'urtores histori.rrtár. propugno

que no intentemos elegir entreillos, sino, más bien, darles la misma im_portancia y utilizarlospara diferentes propósitos. Autores como Kierke_gaard, Nietzsche, Baudelaire, proust, ri"ia"gg"., ñ;b;ü;o., rutioro.como ejemplares, como ilustraciones, de co=rio puede ,". tu p".r...r¿r,privada: una vida autónoma, que se...u u sí misma. arto.". .J-o Marx,Mill, Dewey, Habermas y Rawls.o.,.o.r.irdrau"o, _¿. [r" "]"."pfr..r.Están comprometidos en un esfuerzo compartido, sociar:Ii-"1'i-,"rro po.hacer que nuestras institucioner , "";;;;r prácticas ,.u, *á. justas ymenos crueles. sóro conside.u-o. opuestas á ambas ".p;;;;. ¿ auroressi pensamos que urra perspectiva filásófica más amplia poá.ia pe.miti.-nos reunir en Lrna única.concepción Ia creación d. si _irilo;1"ili;r;;la p-e-rfecc-ión privada y la solláa.iáua fr"-""u.

Ni la filosofía, ni cuarquier otra disciprina teórica, nos permitirán ha-cer eso alguna vez.Lo más. Iejos u qu. pr.d. Ilegarse en Ia tarea de uniresas dos indagaciones consisté "., "á.r.Ébi.

.o*Jfi., de ,rrru ,J"aua ¡rr_ta y iibre el dejar que sus ciudadanos ,*r, tu., privatistas, uirracionalis_tas» v esteticistas como ro deseen, en la medid"; ;;;i;iugái a,-,.urr"el tiempo que les pertenece, ,i, cu*a.f".¡rl.io a los demás y sin utilizarrecursos que necesiten los menos favorecidos. pueden toma'rse-medidasprácticas para alcanzar esa meta práctica. pero.ro hay io.Áuá-"'..rrr. ula creación de sí mismo con la;usiicia en el prano teórico. El léxico de racreación de sÍ mismo es nggesqilmente privado, ,o .oÁpu.iüá, irrua"_ty?+9 para la argumenración. Et léxico áe la justicia es necesariamentepúb1ico y compartido, un medio para el irrt...^*Uio a",.gr;";aciones.si nos convencen der hecho de-que ninguna teoría acerca de la natura-leza del Hombre o de la Sociedad I á. l-u-nu.¡onalidad o de alguna otracosa puede sintetizar a Nietzsche con Marx ; ; ñ"dü;J. Jo.r-i?uu"..r,u.podremos empezar a pensar que ra reración existente entre ros autoresque escriben acerca de ra justicia y ros que escriben acerca de la autono_mía se asemeja a la relaiión exisiente entre dos trp", J. ir-riir-".r,o,-instrumentos tan noco necesitados de síntesis como los pinceles y raspalancas-. Los autores d" ;aip"

""r;;;; ver que ras virtudes socialesno son las únicas virtudes,. que argunos hombres rr." t*iáá?*iio en elempeño de recrearse a sÍ mismos. clon erlo cobramos.o.rr.i..r.iu-d. .rrr.r_tra propia necesidad, arricurada_ a medias, a" ."""".ti."ál'L-.r!l.rorru.nuevas, en personas para cuya descripción aún carecemo, d" fulub.ur.Los del otro tipo nos adviertén de ras á.fi.ierr.ia. de nuestras institucio_

nes y prácticas pare iestamos compromc:::mos en la vida coriu:::camenle el lenguaic ;:labras, qr.r. poá".nu= ,de hallarlas. Los o:r¡sque tenemos. Los cic¡s .

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TNTRODUCCIÓN

nes y prácticas para vivir de acuerdo con las convicciones con las que yaestamos, comprometidos por el léxico público, compartido, que emplea-mos en la vida cotidiana. Los unos nos dicen que no debemos hablairlni-camente el lenguaje de la tribu, que podemos hallar nuestras propias pa-labras, que podemos tener para con nosotros mismos la respónsábilidadde hallarlas. Los otros nos dicen que esa responsabilidad no es la únicaque tenemos. Los dos tienen razón, pero no hay forma de hacer que am-bos hablen un mismo lenguaje.. Este libro intenta mostrar el aspecto que cobran las cosas si excluimosla exigencia de una teoría que unifique lo público y lo privado y nos con-tentamos con tratar las exigencias de creación de sí mismo y de solidari-dad humana como igualmente válidas, aunque definitivamente incon-mensurables. Traza la figura de lo que llamo el «ironista liberal". Tomomi definición de liberal de Judith Shklar, quien dice que los liberales sonpersonas que piensan que los actos de crueldad son lo peor que se puedehacer. Empleo el término «ironista» para designar a esas personas quereconocen la contingencia de sus creencias y de sus deseos más funda-mentales: personas lo bastante historicistas y nominalistas para haberabandonado la idea de que esas creencias y esos deseos fundamentales re-miten a algo que está más allá del tiempo y del azar. Los ironistas libera-les son personas que entre esos deseos imposibles de fundamentar inclu-yen sus propias esperanzas de que el sufrimiento ha de disminuir, que lahumillación de seres humanos por obra de otros seres humanos ña dece§ar.

Para el ironista liberal no hay respuesta alguna a la pregunta: o¿porqué no ser cruel?", ni hay ningún apoyo teórico que no sea circular de lacreencia de que la crueldad es horrible. Tampoco hay respuesta a la pre-gunta: «¿Cómo decidir cuándo luchar contra la injusticia y cuándo dedi-carse a los proyectos privados de creación de sí mismo?" Esa pregunta lesuena al ironista liberal tan desesperada como las preguntas: «¿Es co-rrecto entregar a r¡ inocentes a la tortura para salvar la vida de otrosrn x n inocentes? En ese caso, ¿cuáles son los valores correctos de n ym?"; o la pregunta: «¿Cuándo se puede favorecer a miembros de la pro-pia familia, o de la propia comunidad, frente a otros seres humanos to-mados al azar?" El que cree que hay, para las preguntas de este tipo, res-puestas teóricas bien fundadas -algoritmos para la resolución de dile-mas morales de esa especie- es todavía, en el fondo de su corazón, unteólogo o un metafísicó. Cree que existe, más allá del tiempo y del azar,un orden que determina el núcleo de la existencia humana y estableceuna jerarquía de responsabilidades.

Los intelectuales ironistas que no creen que exista un orden así son su-perados en número (aún en las democracias afortunadas, ricas, cultas)por las personas que creen que debe haber uno. La mayoría de los no inte-lectuales están aún comprometidos con alguna forma de fe religiosa o conalguna forma de racionalismo ilustrado. Por eso el ironismo se ha consi-derado a menudo intrínsecamente hostil no sólo a la democracia sinotambién a la solidaridad humana; a la solidaridad con la masa de la hu-

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manidad, con todas aquellas personas que están convencidas de que tieneque existir un orden como ése. Pero no es así. La hostilidad hacia una for-ma particular de solidaridad, históricamente condicionada y posible-mente transitoria, no es hostilidad a la solidaridad como tal. Uno de mispropósitos en este libro es sugerir la posibilidad de una utopía liberal:una utopía en la cual el ironismo, en el sentido pertinente del término,sea universal. Una cultura posmetafísica no me parece más imposibleque una cultura posreligiosa, e igualmente deseable.

En'mi utcipía, la solidaridad humana no aparecería como un hechopor reconocer mediante la eliminación del «prejuicio», o yéndose a es-

conder a profundidades antes ocultas, sino, más bien, como una meta poralcanzar. No se la ha de alcanzar por medio de la investigación, sino pormedio de la imaginación, por medio de la capacidad imaginativa de vera los extraños como compañeros en el sufrimiento. La solidaridad no se

descubre, sino se crea, por medio de la reflexión. Se crea incrementandonuestra sensibilidad a los detalles particulares del dolor y de la humilla-ción de seres humanos distintos, desconocidos para nosotros. Una sensi-bilidad incrementada hace más difícil marginar a personas distintas anosotros, pensando: "No lo sienten como lo sentiríamos nosotros», o*Siempre tendrá que haber sufrimiento, de modo que ¿por qué no dejarqte ellos sufran? "

Este proceso de llegar a concebir a los demás seres humanos comouuno de nosotros», y no como «ellos», depende de una descripción deta-llada de cómo son las personas que desconocemos y de una redescripciónde cómo somos nosotros. Ello no es tarea de una feoría, sino de génerostales como la etnografía, el informe periodístico, los libros de historietas,el drama documental y, especialmente, Ia novela. Ficciones como las deDickens, Olive Schreiner, o Richard Wright nos proporcionan detallesacerca de formas de sufrimiento padecidas por personas en las que ante-riormente no habíamos reparado. Ficciones como las de Choderlos de La-clos, Henry James o Nabokov nos dan detalles acerca de las formas decrueldad de las que somos capaces y, con ello, nos permiten redescribir-nos a nosotros mismos. Esa es la razón por la cual la novela, el cine y latelevisión poco a poco, pero ininterrumpidamente, han ido reemplazandoal sermón y al tratado como principales vehículos del cambio y del pro-greso moral.

En mi utopía liberal esa sustitución sería objeto de un reconocimientodel que aún carece. Ese reconocimiento sería parte de un giro global encontra de la teoría y hacia la narrativa. Ese giro sería un símbolo de nues-tra renuncia al intento de reunir todos los aspectos de nuestra vida enuna visión única, de redescribirlos mediante un único léxico. Equivaldríaa un reconocimiento de lo que en el capítulo primero llamo nla contin-gencia del lenguaie,: el hecho de que no hay forma de salirse de los diver-sos léxicos que hemos empleado, y hallar un metaléxico que de algúnmodo dé cuenta de todos los léxicos p osibles , de todas las formas posiblesde juzgar y de sentir. Una cultura historicista y nominalista como la queconcibo se conformaría, en cambio, con narraciones que conecten el pre-

sente con el pasado, porY, lo que es aún más irnpla elaboración de utopiarealización incesante deVerdad ya existente-

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sente con el pasado, por una parte, y, por otra parte, con utopías futuras.Y, lo que es aún más importart", corrsideraría ü reaiizacion áe utopias, yla elaboración de utopíás ulteriores, como un proceso sin término, comorealización incesante de la Libertad, y no como convergencia hacia unaVerdad ya existente.