Retoricas de La Intransigencia 1 HIRSCHMAN

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Traducción de ToMÁS SEGOV lA ALBERT O. HIRSCHMAN l---\IR , ( t .j ., J , RETÓRICAS DE LA INTRi-\NSIGENCIA FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉX ICO

Transcript of Retoricas de La Intransigencia 1 HIRSCHMAN

  • Traduccin deToMS SEGOV lA

    ALBERT O. HIRSCHMANl---\IR,( t

    .j.,J,

    RETRICAS DE LAINTRi-\NSIGENCIA

    FONDO DE CULTURA ECONMICAMXICO

  • Primera edicin en ingls, 1991Primera edi cin en espaol, 1991

    Ttulo origi nal:'h , Rhetoric ofReactio ri; ,'! \'e l'.\IIY, Fu tili ty;Jeop ardyCopyright 1991 by the President and Fellow of Harvard CollegeD_R. 1991, F ONDO DE CULTURA ECONMICA, S.A. DE C.V.Av . de 13Universida d 975; 03100 Mxico, D .F.ISBN: 968 -16.35 6 1 'JImpreso en Mxico

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    A Sarah,mi primera lectora y crtica

    durante cincuenta aos

  • PREFACIO"CMO puede alguien llegar a ser as?" En un cuento deJamaica Kincaid, publicado en el New Yorker (26 de juniode 1989, pp. 32-38), una joven mujer del Caribe se hacerepetidamente esa pregunta referida a su patrona, Ma-riah, estadunidense efusiva, en exceso amistosa y algoinsoportable, madre de cuatro hijos. En el contexto, lasdiferencias de trasfondo social y racial proporcionan granparte de la respuesta. Sin embargo, al leer el cuento mepareci claro que la pregunta de Kincad -una pr eocu-pacin por la masiva, obstinada y exasperante otredad delos otros - est en el meollo del presente libro.La inquietante experiencia de verse exclu do , no slo

    de las opiniones sino de toda la experiencia vital de ll i )gran nmero de nuestros contemporneos, es en efectocaracterstica de las sociedades democrticas modernas.En estos das de celebracin universal del modelo demo-crtico puede parecer mezquino explayarse en las defi-ciencias del funcionamiento de las democraciasoccidentales. Pero es precisamente el derrumbe especta-cular y regocijante de ciertos muros lo que llama la aten-cin respecto a los que siguen intactos o a las brechas quese profundizan. Hay uno entre ellos que puede encontrar-se a menudo en las democracias ms avanzadas: la s is te-mtica falta de comunicacin entre grupos de ciudadanos,como liberales y conservadores, progresistas y reaccio-narios. La consecuente separacin mutua entre esosgrandes grupos me parece ms preocupante que elaislamiento de individuos an rnicos en la "sociedad demasas" al que tanto bombo han dado los socilogos.Curiosamente, la estabilidad misma y el funcionamieri-

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  • 1 (1 R ETRTCAS DE LA INTRANSIGENCIA

    to adecuado de una sociedad democrtica depende de queciudadnos se organicen en unos pOCOS grupos impor-

    tantes (ide almente do s) , definidos de manera clara, quesos tcngrmopiniones diferentes en cuestiones centrales depoltica . Pu ede suceder que esos grupos se amurallen unosfrente a otros; en este sentido, la democracia genera demodo continuo sus propios muros. Como el proceso sealimenta de s mismo, cada grupo , en algn momento,se preguntar a propsito del otro, con asombro ya vecescon mutua aversin: " cmo han llegado a ser as?"A mediados de la dcada de los ochenta, cuando empe-

    z este estudio, es a era sin duda la manera en que muchosliberales en los E stados Unidos, incluyndome a m, mi-raban al ascendente y triunfante movimiento conservadory neocon servador. Una reaccin ante esa situacin fueexaminar la mentali dad O la personalidad conservadora.Pero esta clase de at aque frontal y supuestamente a pro-fundidad me pareca poco prometedor: ensanchara lasbrechas y llevara adems a una indebida fascinacin fren-te a un adversario demonizado. De ah mi decisin deintentar un examen "imparcial" de algunos fenmenossuperficiales: discurso, argumentos, retrica, consideradosde manera his tricayanaltica. Durante el proceso, resultaraque el discurso est configurado no tanto por rasgos funda-mentales de personalidad, sino sencillamente por los impe-rativos de la argumentacin , casi sin tener en cuenta losdeseos, el carcter o las convicciones de los participantes. -Exponer estos nexos puede ayudar efectivamente a suavizar-las, a modificar as el discurso y a restaurar la comunicacin.Que el procedimiento que he seguido posee tales virtu-

    des, es cosa que queda acaso demostrada por la maneraen que mi anlisis de la "retrica reaccionaria" gira sobres mismo, hacia el final del libro, para abarcar la variedadliberal o progresista. En cierto modo para sorpresa ma.

    1. DOSCIENTOS Aos DE RETRICAREACCIONARIA

    EN 1985, poco despus de la reeleccin de Ronald Rea-gan, la Fundacin Ford lanz una ambiciosa empresa.Motivada sin duda por la preocupacin acerca de lascrecientes crticas neoconservadoras de la seguridad so-cial y otros programas de bienestar social, la Fundacindecidi reunir a un grupo de ciudadanos que, despus dela debida deliberacin e inspeccin de la mejor investiga-cin disponible, adoptaran una declaracin autorizada delas cuestiones que se discutan en aquel momento con elmarbete de "La crisis del Estado benefactor".'En una magistral declaracin inaugural Ralf Dahren-

    dorf (miembro, como yo, del grupo que haba sido reuni-do) situ el asunto que habra de ser terna de nuestrasdiscusiones en su contexto histrico al re cordar una famo-sa conferencia dada en 1949 por el socilogo ingls T. H.Marshall acerca del "desarrollo de la ciudadana" en Oc-cdente.' Marshall distingua entre las dimensi ones civil,- de la ciudadana, y proce-da despus aexplicar, muy en el espritu de la interpretacin whig de lahistoria, cmo las sociedades humanas ms ilu stradas ha-ban confrontado un a tras otra estas dimensiones. Segnel esquema de Marshall, que convenientemente asignabacasi un siglo a cada una de esas tareas, el siglo XVIII fuetestigo de las ms importantes batallas por la institucin1El informe del grupo fue publicado ms larde con e l lftulo de Th e cornm on.good:

    Social welfare and theAmerican future;Policy re commendati ons of ihe Execulive Panel ,N ueva York, Fo rd Fou ndauon, 1989 .

    2 T . H. Marshall, "Cil izensh jp a nd social class", conferen cia de l ciclo A1fre d Ma r-sha Il dad a en la Universidad de Cambridge en 1949, reimpresa en Ma rs ha ll, Clas s,citizenship, and social deve lopment, Nueva York, D ouutcd ay, 1965 , cap. 4.

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  • de la civil: de la libert ad de expresin, desdey religin, hasta el derecho a la justicia equi-

    tanva y otros aspectos de la libertad individual o en. 'termmos generales, los "Derechos del hombre" de ladoctrina natural del derecho y de las r evoluciones estadu-nidense y frances a. En el transcurso del siglo XIX fue elaspecto poltico de la ciudad ana, es decir el derecho del?s participar en el ejercicio del poder pol-tICO, el que dIO Importantes pasos, a medida que el dere-

    al voto e?,tenda a grupos cada vez mayores. Porlt imo, el nacimento del Estado benefactor en el siglo xxextendi el concepto de ciudadana ha sta la esfera de losocial .Y_ec,onm ico, reconociendo que condiciones mni-mas de educacin, salud, bienestar econmico y seguridadso n fundamentales para la vida de un ser civilizado ascomo para el ejercicio significativo de los atr ibu tos civilesy polticos de la ciudadana.Cuando Marshall pint este magnfico y confiado cua-

    dro ?,e progreso por la tercera batalla por la afir-macion de los derechos ciudadanos, la que se libraba enel terreno social y econmico, pareca bien encaminada

    victoria, particularmente en la Inglaterra de laposguerra, por el partido laborista y

    consciente de la segun dad social. Treintaicinco aos des-pus Dahrendorf poda sealar que M arshall haba sido

    sobre el particular y que la ideade la dimensi n socioeconrnica de la ciudadana comocomplemento natural y deseable de las dimensiones civily poltica haba tropezado con considerables dificulta-des y oposicin, y ahora necesitaba ser sustancialmentereconsiderada.El triple esquema trisecular de Marshall confera una

    persRectiva histrica augusta a la tarea del grupo y pro-porcionaba un excelente punto de arranque para su s deli-

    12 RETRICAS Di : Li\ INTRANSIGENCIA DOSCIENTOS Aos DE RETORI CA 13beraciones, Tras alguna reflexin, me pareci s in embargoque Dahrendorf no haba ido suficientemente lejos en sucrtica.No es cierto que no slo el ltimo, sino cada uno de

    los tres movimientos progresivos de Marshall, han sidoseguidos por movimientos ideolgicos contrarios de fuer-za extraordinaria? Y esos movimientos Zno han estado enel origen de luchas sociales y polticas convul sivas que confrecuencia han producido retrocesos en los programas-pretendidamente progresistas - , as como mucho sufri-miento y miseria humanos? La resaca que ha expe rimen-tado hasta ahora el Estado benefactor tal ve z es enrealidad bastante benigna en comparacin con las matan-zas y los conflictos que siguieron a la afirmacin de laslibertades individuales en el siglo XVIII o

  • I ". '-' RETRICAS DE LA INTRANSJGENCIA DOSCIENTOS Aos DE RETRICA 15TRES REACCIONES Y IRES TESIS REACCIONARIAS

    H ay pu es buenas razones para centrarse en las reaccionesante los su cesiv os movimientos hacia adelante. Para em-pezar, declarar de manera sucinta lo que entiendo por"tres reacciones", u olas reaccionarias, particularmenteten iendo en cuenta que bien podran ser ms diversas ydifusas que la trada bastante contundente de Marshall.. La primera reaccin es el movimiento de ideas quesigue (y se opone) a la afirmacin de la igualdad ante laley y de los derechos civiles en general: el componentecivil de la ciudadana de Marshall. Hay una importantedificultad para aislar este movimiento: la ms ostentosaafirmacin de esos derechos tuvo lugar en las etapas ini-ciales de la Revolucin francesa y como resultado de ella,de modo que la reaccin contempornea contra ellosvena entrelazada con la oposicin a la Revolucin y atodas sus ob ras . Sin duda la oposicin a la Declaracin delos Derechos del Hombre y del Ciudadano estaba motiva-da ms por los acontecimientos que llevaron a que sepublicara la Declaracin que por el texto mismo. Pero eldiscurso contrarrevolucionario radical que pronto surgise neg a distinguir entre los aspectos positivos y negativosde la Revolucin francesa o a aceptar que los hubierapositivos. Anticipando lo que habra de convertirse mstarde en una consigna de la izquierda (la Rvolution est unbloc) , los primeros adversarios de la Revolucin la consi-deraron como un todo coherente. De manera significativa,la primera conden a general, las Reflections on the Revolu-tion in France (1790) de Edmund Burke, comenz con unasosten ida polmica contra la Declaracin de los Derechosdel H ombre. T ornando en serio la ideologa de la Revo-lucin, el discurso contrarrevolucionario abarcaba el re-chazo del texto del qu e los revolucionarios estaban ms

    orgullosos . De este modo se convirti en una corrienteintelectual fundamental, echando los cimientos de granparte d' la posicin conservadora moderna.La segunda ola reaccionaria - que se opona al sufragio

    universal- era de manera consciente mucho menos con-trarrevolucionaria o, en esta coyuntura, contrarreformistaque la primera. Pocos autores proclamaron de maneraespecfica el objetivo de desandar los avances de la parti-cipacin popular en la poltica que se haban logradomediante extensiones de los derechos polticos (y aumen-tando el poder de las cmaras "bajas" del parlamento) enel transcurso del siglo XIX. En muchos pases el avancehacia el sufragio universal (slo para los varones hasta elsiglo xx) fue algo gradual, de modo que los crticos encon-traron difcil tomar una posicin unificada. Adems, sen-cillamente no haba ningn punto de interrupcin para elavance de la democracia poltica una vez que las distincio-nes tradicionales entre nobleza, clero y gente comn ha-ban sido suprimidas. Podemos sin embargo interpretarun movimiento ideolgico contrario a partir de variascorrientes influyentes que nacieron alrededor de la pocaen que tuvieron lugar los hi tos ms importantes en la luchapor la extensin de los derechos civiles. Desde el ltimotercio del siglo XIX hasta la primera Guerra Mundial ymsall, una vasta y difusa bibliografa que abarcaba la filo so-fa, la psicologa, la poltica y las letras acumul todos losargumentos imaginables para despreciar a las "masas", ala mayora, al rgimen parlamentario y al gob ierno demo-crtico. Aunque hizo poc as propuestas de institucionesoptativas, gran parte de esta bibliografa adverta explcitao implcitamente contra los tenebrosos pe ligros qu e ame-nazaban a la socieda d como resultado de la tendencia a lademocratizacin. Con las ve ntajas de la perspectiva esfcil hacer responsahl es en parte a tales escritos de la

  • 1(, R ETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA DOSCIENTOS Aos DE RETRICA 17destruccin de la democracia en Italia yAlemania duran teel periodo entre guerras, y tal vez tambin del giro antide-mocrtico que tom la Revolucin rusa, como argumentaral final del captulo 5. Tal vez hay pues que dar crdito, sies que ese es el trmino adecuado, a la segunda reaccin,por haber producido el ejemplo ms impresionante ydes astroso en la historia de la profeca autocumplida.Curiosamente, la reaccin que menos se propuso de ma-nera conscente invertir las tendencias o las reformas enmarcha se convirti en la que tuvo - o en la que ms tardehabra de ser acusada de tener - el efecto ms destructivo.Llegamos ahora a la tercera ola reacionaria: la crtica

    contempornea al Estado benefactor y las tentativas dedeshacer o "reformar" algunas de sus medidas. Pero estostemas tal vez no deban revisarse ampliamente aqu. Comoobservadores directos y cotidianos de este movimiento,tenemos cie rta comprensin de sentido comn de lo queimplican. Al mismo tiempo, aunque muchsimos escritoshayan criticado a estas alturas cada uno de los aspectos delEstado benefactor desde los puntos de vista econmico ypoltico, y a pesar de los decididos ataques a los programase instituciones de seguridad social por parte de diversas ypoderosas fuerzas polticas, an es demasiado pronto paravalorar el resultado de la nueva ola reaccionaria.Como se ver por esta breve descripcin, la extensin

    demi tema es enorme; al tratar de abarcarlo tengo que sersumamente selectivo. Es til por consiguiente sealardesde el principio lo que no intento hacer aqu. En primerlugar, no escribir un volumen ni analizar ms acerca dela naturaleza y las races histricas del pensamiento con-servador.' Mi meta es m s bien delinear los tipos formales

    4 Una breve list a d e ttulos peru ncntes: Fra ncos Bourricaud, Le rctour de la droite ,Pars , Calmann-Lvy, 1986; J acques Godechot, L a contre-rvolutlon, Pars, PrcssesUn iversitai res de Franco, 1961 ;Russc ll Kirk . TITe conservative mind, fro rn Burke /O Eliot ,

    de argumento o de retrica, y pondr as el accnto en lasprincipales posturas y maniobras polmicas que proba-blemente adoptarn los que se proponen desbancar yderrocar las polticas y los movimientos de ideas "progre-sistas". En segundo lugar, no me vaya embarcar en unavasta y ociosa rexposicin de las sucesivas reformas ycontrarreformas, tesis y contratesis, desde la Revolucinfrancesa. En lugar de eso, me centrar en unos pocosargumentos comunes o tpicos que utiliza infaliblementecada uno de los tres movimientos de reaccin que acabode sealar. Esos argumentos constituirn las subdivisionesbsicas de mi texto. Ser en conjuncin con cada uno delos argumentos como se abordarn las " tres reacciones",para examinar la forma especfica que ha tomado el argu-mento en diversos contextos histricos.ZCules son los argumentos y cuntos hay? Debo tener

    una tendencia innata a la simetra. Al esbazar las manerasprincipales de criticar, atacar y ridiculizar los tres impulsos"progresistas" sucesivos del relato de Marshall he cadoen otra trada: es decir, en tres tesis reactivo-reaccionariasprincipales, a las que llamo la tesis de la perversidad O delefecto perverso, la tesis de la futilidad y la tesis del riesgo.Segn la tesis de la perversidad toda accin deliberad apara mejorar algn rasgodel orden poltico, social o eco-nmico slo sirve para exacerbar la condicin que se desearemediar. La tesis de lafutilidad sostiene que las tentativasde transformacin social serri invl idas, qu e simplemen-te no logran "hacer mella". Finalmente la tesis del riesgoarguye que el costo del cambio o reforma propuesto C :JCh ica go, R egnery, 1960; Kar Mannheim ,Conservatism , Londres , Rouiledge & Kcg anPaul, 1986; M ich ael Oakeshott, Rationalism in poli tics, and other essays, Londres ,Methucn, 19 62; en particular el ensayo que da ttulo al libro , "O n being conservative";Anthony Q uinto n, Tite politics of imperfection , Londres , Fabcr SeF aber, 1978; R ogerScruton, Thc meaning 01 conservatism , Londres, MaeMillan , 1980, y Pet e r St einfels ,The neoconservatlves, Nueva York, Simon & Schuster, 1979 ,

  • NOTA ACERCA DEL TRMINO "REACCIN"

    S Vase Jean Starobinsk i, "La vie e l les ave ntu res du mot ' r act ion' " , ModernLanguage Review, 70, 1975 , xxii-xxxi; tambin Bronislaw Baczko , Comment sonir de laterreur: Thcrm idor ella Re vo tuuon, Pa rs, Galli rnard , 1989, pp. 328-336.

    La pareja "accin" y "reaccin" se hizo de uso corrientecomo resultado de la tercera ley del movimiento de New-ton, que declaraba que "a toda accin se opone siempreuna reaccin igual".' Distinguidos as en la ciencia enton-

    demasiado alto, dado que pone en peli gro algn logrop revio y ap re ciado.E stos argumentos no son, por supuesto, propiedad ex-

    clus iva de los "reaccionarios" . Pueden ser invocados porcualquier grupo que se opone o hace crticas a nuevasp roposiciones de polt ica o a polfticas recin adoptadas.Siemp re que los conservadores o reaccionarios se encuen-tran en el poder y estn en situacin de proponer y llevara cabo sus propios prograrnas y polticas, pueden ser ata-cados a su vez por los llamados liberales o progresistassegn la lnea de las tesis de la perversidad, la futilidad yel riesgo.Sin embargo, los argumentos son en especial tpicos de

    los ataques conservadores contra las polticas progresistasexisten tes o propuestas, y sus principales protagonistas hansido pensadores conservadores, como se ver en los cap-tu los 2 a 5. El captulo 6 trata de los argumentos corres-pondientes en el lado progresista oponente; se relacionanmucho con las tesis reaccionarias, p ero toman formas muydifere ntes .Los tres cap tulos siguiente s de este libro tratan de cada

    una de estas tesis de modo sucesivo. Sin embargo, antesde sumirme en la p erversidad, ser til revisar brevemen-te la h istoria de los termines "reaccin" y "reaccionario" .

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    DOSCiENTOS Aos DE RETRICA 19ces prestigiosa de la mecnica, los dos conceptos se des-bordaron hasta otros terrenos y se usaron ampliamente enel anlisis de la sociedad y de la historia durante el sigloXVIII. Montesquieu escriba por ejemplo: "Sucede con laspartes de un Estado lo mismo que con las partes de esteuniverso, eternamente relacionadas por la accin de unasy la reaccin de las otras.:" De manera semejante, JohnAdams invocaba la tercera ley de Newton para justificarun congreso de dos cmaras en el debate en torno de laConstitucin de los Estados Unidos."No se atribua sin embargo al principio ningn sentido

    despectivo al trmino "reaccin". La inclusin de esesentido notablemente duradero tuvo lugar du rante la Re-volucin fr ance sa, especficamente despus de su granaluvin, los acontecimientos de Terrnidor." Puede obser-varse ya en elpanfleto juvenil de Benjamin Constant:Desractionspolitiques, escrito en 1797 ex profeso para denun-ciar lo que a sus ojos era un nuevo captulo de la Revolu-cin en el que las reacciones contra los excesos de lo sjacobinos podran engendrar a su vez excesos peores. Estepensamiento puede haber contribuido al sentido despec-tivo que surgi ,pero el texto de Constant ofrece una clavems. De manera algo sorp ren dente, la penltima frase deese panfleto es tin panegrico no reconstruido al p rogr eso:"D esde qu e elesp ritu del hombre emprendi su mar-cha... no haynvasn de brbaros ni coalicin de opre-sores ni evocacin de prejuicios que pueda h acerleretroceder."? '.

    6 Citado en Srarobinski, vie et les ave ntures du mo t ' ra ctio ri' '' , p . xxiii.7 J. Bernard Cohen, "The Newt oni an scie ntific revol u tion an d its in tel lectu a sig-

    niflcance", Bu lletln 'oj ihe American A cademy 01Arts and Sciences, 41, d iciem bre de1987 ,16. .8 Ferd inand B runot, Histoire de la langue francaise des origines a 1900 , Pars, A.

    Co ln, 1922-1953 , vo l. 9, parte 2, p. 844.9Benjamn Cons tant, Ecrits etdiscourspolitiques,O . Pozzo di Borgo (co rnp.) , Pars,

    J ean -Jacques Pau vert, 1964, vol. 1, pp . 84 -85,

    R ETRICAS D E LA INTRANSIGENCIA18

    ,1

  • 20 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIAEl espritu de la Ilustracin, con su fe en la marcha de

    la historia, haba sobrevivido en apariencia a la Revolu-cin, incluso entre sus crticos, a pesar del te rror y otrasdesventuras. Poda uno deplorar los "excesos" de la Re-volucin, como los deploraba Constant, y sin embargoseguir creyendo tanto en el designio fundamentalmenteprogresista de la historia como en que la Revolucin eraparte de l. Tal debe haber sido la actitud contemporneadominante. De otro modo sera difcil explicar por qu losque "reaccionaban" frente a la Revolucin de una manerapredominantemente negativa llegaron a ser mirados ydenunciados corno "reaccionarios" que queran "hacermarchar hacia atrs el reloj". De paso , aqu tenemos otrotrmino que muestra hasta qu punto nuestro lenguajeest influido por la creencia en el progreso: implica que elmero despliegue del tiempo trae la mejora del hombre,de modo que todo retorno a un periodo anterior sera unacalamidad.Desde el punto de vista de mi investigacin, la implica-

    cin negativa de los trminos "reaccin" y "reaccionario"es desafortunada, puesto que me gustar a poder usarlossin aplicar constantemente un juicio de valor. Por esorecurro en ocasiones a otros trminos ms neutrales talescomo "contraimpulso", "reactivo", etctera. La mayorade las veces adopto sin embargo el uso ms comn, aunquellego a usar las comillas para sealar que no pretendoescribir de manera vituperante.

    2. LA TESIS DE LA PERVERSIDADLAEXPLORACIN de la semntica del trmino "reaccin"apunta de inmediato a una importante caracterstica delpensamiento "reaccionario". Debido al temperamentotercamente progresista de la era moderna los "reacciona-rios" viven en un mundo hostil. Es tn en contra de unambiente intelectual que atribuye un valor positivo a cual-quier objetivo elevado puesto en el programa social porlos autodeclarados "progresistas". Dada esta situacin dela opinin pblica probablemente los reaccionarios nolanzarn un ataque total contra ese objetivo. Ms bien loapoyarn, sinceramente o no, pero intentarn despusdemostrar que la accin propuesta o emprendida est malconcebida; en realidad, en el caso ms tpico, exclamarnque esa accin producir, por intermedio de una cadenade consecuencias imprevistas, exactamente lo contrario delobjetivo que se procl ama y persigue,Es sta, a primera vista, una maniobra intelectual

    audaz. La estructura del argumento es admirablementesencilla, mientras que la pretensin expresada es bastanteextrema. No slo se afirma que un movimiento o unapoltica errar su meta o provocar costos inesperados oefectos secundarios negativos: ms bien, segn este argu-mento.zc tentativa de empujar a la sociedad en determina-da direccin resultar, en efecto, en un movimiento, pero enla direccin opuesta. Sencillo, sugestivo y devastador, elargumento ha resultado popular entre gen e raciones de"reaccionarios" a la vez que bastante efectivo entre elpblico en general. En los debates actuales se le evoca amenudo como el efecto contraintuitivo, contra producen-

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  • "22 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA

    te , o, ms pertinentemente, perverso de alguna polticapbl ica "progresista" o "b ie n i.uencionada".' Las ten-tativas de alcanzar la libertad harn que la sociedad sehu nda en la esclavitud, la bsqueda de la democraciaproducir oligarqua y tirana, y los programas de segu-ridad social crearn ms y no menos pobreza. Todo escontrap roducente.

    L A R EVOLUCIN FRANCESA Y LA PROCLAMACINDEL EFECTO PERVERSO

    Como muchos otros elementos clave de la retrica reac-cionaria, este argumento fue proclamado como un princi-pio cardinal en la estela de la Revolucin francesa y puedeencontrarse ya en las Reflections on the Revolution inFrance de Edmund Burke. En realidad no se necesitabamucho genio inventivo: puesto que libert, galit, frater-nit se convertan en la dictadura del Comit du SalutPublic (y ms tarde en la de Bonaparte), la idea de queciertas tentativas de alcanzar la libertad estn condenadasa llevar en cambio a la tirana se impona casi por s mismaen el esp ritu de uno. Son adems una observacin y unargumento antiguos que la democracia degenera fcil-mente en tirana. Lo ..en los escritos de Burke eS1en primer lugar,que.pre.deca semejante desenlace yade sde 1790, y en segundo lugar, que sus observacionesdispersas acerca, del tema se convirtieron pronto en unavisin pretendidamente fund amental de la dinmica so-cial. Burke pronostic que "una oligarqua innoble, fun-dada en la destruccin de la corona, la iglesia, la noblezay el pueblo [acabar a] con todos los sueos y visionesengaosos de igu ald ad y de derechos del hombre". Con-

    1 Se' encon trar una vasta revisin de los e fectos perversos por un socilogo en R .Bo udo n. Effets pava s et ordre social, Pars , Presses Universitaires de France, 1977.

    LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 23

    juraba tambin el espect culo de las intervenciones mili-tares durante los diversos desrdenes civiles, y exclamaba:"iMatanza, tortura, ahorcamiento! Esos son vuestros de-rechos del hornbref '"El historiador ingls Alfred Cobban comentaba aquella

    ocasin que esa "precisa prediccin del curso que tomarala Revolucin... es una reivindicacin de la virtud de lateora justa".' Fuese cual fuese la teora "justa" o correctaque haba detrs del anlisis de Burke, muchos de suscontemporneos quedaron impresionados no slo por lafuerza de su elocuencia, sino por la seguridad de su visin.El argumento arraig y habra de repetirse y generalizar-se, particularmente entre observadores extranjeros quetrataban de sacar "lecciones" prcticas para sus pases de10que estaba sucediendo Ohaba sucedido en Francia. As,Schiller escriba en 1793:La tentativa del pueblo francs de instalar los sagrados derechosdel hombre y de conquistar la libertad poltica no ha hecho sinosacar a luz su impotencia e invalidez a este respecto; el resultado hasido que no slo ese desdichado pueblo, sino a su lado una parteconsiderable de Europa y el siglo entero han cafdo de vuelta en labarbarie y la servidumbre."Podra realizarse una formulacin particularmente

    arrolladora, aunque burda, como la que proclam el sin-gular economista poltico romntico alemn Adam M-Iler, ntimo amigo y protegido de Friedrich van Gentz,ayudante de Metternich que haba traducido en su juven-tud las Reflections de Burke al alemn. Cu ando la Revo-

    2 Edmund Burke, Reflections on the Revolution in France, Conor Cruise O'Brien(comp . e intr.j , Mid d lesex, Pengu n Classics, 1986, pp. 313, 345.

    3 Alfred Cobban, Edmund Burke and the revolt againsi (he E ighu:enth Centu ry;Londres , AJlen & Unwin, 1929, p. 123 .j F rie dri ch Sch iJfer a H erzog Fl'i ed rch Christian van Au gustenbu rg, ] 3 de j ulio de

    1793, Schitter Briefe , Fri tz J on as (comp .), Stu((gar1, Dcutsche Veriagsan st ;lr, I SY2.1896 , vol. 3, p . 333.

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  • 24 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 25

    lucin y su resaca napolenica haban recorrido su cami-no, Mller proclamaba:La historia de la Revolucin francesa constituye una prueba, ad-ministrada continuamente durante tr einta aos, de que el hombre,actuando por s mismo y sin religin, es incapaz de rompercua lesquiera cadenas que lo opriman sin precipitarse durante elproceso en una esclavitud ms profunda an.'Aqu las conjeturas de Burke se han convertido en una

    rgida ley histrica que podra servir de apoyo ideolgicoa la Europa de la Santa Alianza.La astuta habilidad de Burke para prever el curso de la

    Revolucin francesa se ha atribuido a la fuerza misma desu apasionado compromiso con ella." Pero podra sugerir-se que su formulacin del efecto perverso tiene tambinun origen intelectual: estaba empapado del pensamientode la Ilustracin escocesa, que haba subrayado la impor-tancia de los efectos involuntarios de la accin humana.La aplica ci n ms conocida de esta idea era la doctrinade la Mano Invisible de Adam Smith, con cuyos puntos devista econmicos Burke haba expresado un acuerdototal.Smith, Mandeville y otros (como Pascal y Vico) antes

    de l, haba mostrado cmo las acciones individuales mo-tivadas por la codicia y el deseo de lujo (los "vicios priva-dos " de Mandeville) o, en trminos menos insultantes, porel inters propio, pueden tener un resultado social positi-vo en forma de una comunidad ms prspera. Expresandoestas ideas con enjundia potica hacia fines del siglo,s Adam Mller, Schriften zur Staatsphilosophie, Rudolf Kohler (cornp.), Munich,

    Theatiner-Vcrlag, 1923, p. 232. El pasaje es del ensayo de Ml1cr de 1819 "Van dcrNotwendigkeit einer theologischen Grundlage der gesamten Staatswissenschaften undder Staatswirtschaft insbesondere" (Sobre la necesidad de una base teleolgica para lasciencias sociales y para la economa poltica en particular); se le cita prominente-mente en Carl Schmitt, Politische Romamik; 2a. ed ., Munich, Duncker & Humblot,1925, p. 170.

    6 Por Conor Crulse O'B rien en SU introduccin a Bu rke , R eflections, pp. 70-73.

    Goethe defina a su Mefisto como "parte de esa fuerza quesiempre quiere el mal, pero sempre acarrea el bien".De este modo, el terreno ntelectual estaba bien prepa-

    rado para argir que en ocasiones puede suceder lo opues-to. Esto es exactamente lo que hizo Burke cuando seenfrent a la tentativa sin precedentes de la Revolucinfrancesa de reconstruir la sociedad: hizo que el bien y elmal intercambiaran sus lugares en la declaraci n de Me-fisto y afirm que el resultado social del esfuerzo de losrevolucionarios en pro del bien pblico sera malo, cala-mitoso y enteramente contrario a las metas y esperanzasque profesaban.Desde un punto de vista, la proposicin de Burke pare-

    ce pues (y pudo parecerle a l) una variacin menor de untema bien conocido del siglo XVIII. Desde ot ro punto devista, era una desviacin ideolgica radical de la Ilustra-cin al romanticismo y del optimismo sobre el progreso alpesimismo. Algunos cambios ideolgicos en gran escala yen apariencia ab ruptos pueden ocurrir precisamente deesta manera. De manera'formal requieren slo una ligeramodificacin de esquemas de pensamiento familiares,pero la nueva variante tiene una afinidad con creencias yproposiciones muy diferentes y queda incrustada en ellaspara formar una configuracin del todo nueva, de modoque al final la ntima conexin entre lo viejo y lo nuevo escasi irreconocible.En nuestro caso el punto de partida de esta clase de

    transformacin fue la lenta aparicin de una nueva espe-ranza en el orden mundial. A partir del siglo XVI se acep-taba en general que no poda confiarse en el preceptoreligioso y el mandamiento moral para refrenar y darforma a la naturaleza humana a fin de garantizar el ordensocial y el bienestar econmico. Con el desarrollo delcomercio y la industria en los siglos XVII y xvur, ciertas

  • :26 RET RICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TES IS DELA PERVERSIDAD 27voces influyentes propusieron que algunos de los "vicios"no erradicables del hombre, como el egosmo propio,, podan producir , bien canal izados, una sociedad mnima-mente viable y quiz incluso progresista. Para Pascal, Vicoy Goethe, este proceso paradjico sugera la intervencinde una Providencia que es notablemente benigna, amigadel perd ny servicial puesto que transmuta el mal enbien.El mensaje optimista de esta interpretacin se intensificcuando la busca del inters propio pormedio del comercioy la indust ria perdi su est igma y recibi en cambio pres-

    soci a l Es posible que este desarrollo se produjeracomo res ul i.ido de a lguna inevit able contaminacin de losfine s a los med ios. Si el r esultado de algn proceso esodi .h U , a la larga resulta difcil mantener que los motivosy actividades que llevan a l son del todo recomendables.Lo contrario es tambin verdad: cuando es benigno, elresult ado est destinado a reflejarse finalmente en lasact ividades que subyacen. Pero una vez que dej de haberun contraste ntido entre los medios y los fines, o entre elproceso y el resultado, la necesidad de la intervencinmgica de la Divina Providencia se torna menos obligato-ria - de hecho Adam Smith le permiti apenas sobrevivir,secularizada y un tanto anmica, segn la forma de laMano Invisible ." En otras palabras, para la mentalidad del"ig l() ,'o'. 'm la soci edad segua en pie y funcionando bastan-te bien a pesar de que le iba faltando poco a poco el apoyode Dios - una visin del universo social sin Di os muchomen os tr gica, podramos sealar de paso , qu e la que

    -En sus co nferencias de 1966 sobre Th e role of Prov idence in lite social arde r,Flladelfia, Am erican Phlosophica l Socety, ] 972,yen particular en la tercera co n fere n-:' i ;;: "La Mano Invisible y el hombr e econmico", J acob Viner dem ostr el co ns ta nte,h ll11i nio que el pe nsanucnto Ideolgico tuvo en Adam Smilh. Es significa t ivo sinemba rgo qu e Smith introdujera e l con cepto ' secular de " la Mano Invisibl e" comosustitu to de la Divina Provide ncia, que ha ba sido invocada habitualm ente en la rnayortade los escri tos iniciales que expresaba n una visi n tc leolgica del o rden de la na tura lezay de la sociedad.

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    habran de alimentar un siglo ms tarde yNietzsche.El pensamiento acerca de los resultados no deliberados

    de la accin humana recibi un nu evo impulso con losacontecimientos de la Revolucin francesa. Como lasluchas por la libertad terminar on en el terror y la tirana,los crticos de la Revolucin percibieron una nueva eimpresionante disparidad entre las intenciones individua-les y los resultados sociales. Se apremi a la Divina Provi-dencia a qu e regresara al servicio activo, pero con unaforma que est aba lejos de ser benigna: su tarea era ahorafrustrar los designios de los hombres, cuyas pretension esde construir una sociedad ideal habran de exp onersecomo ingenuas y absurdas, si es que no como criminales yblasfemas. Der Men.sch in seinem Wahn (el hombre en suengao), el "ms terrible de los terrores", segn expresSchil1er en uno de su s poemas ms conocid os a la vez queuno de lo s ms sorprendentemente conservadores (DasLied van der Glocke) , tena qu e aprender una leccinsaludable aunque severa.Joseph de Maistre en particular dota a la Divina Provi-

    dencia - que l ve en accin a lo largo de la Revolucin -de una refinada crueldad. En sus Consid rations sur laFrance (1797) considera providencial para la Revolucinque haya generado sus propios conflictos in testinos; por-que, arguye, si hubiese habido una contrarrevolucin exi-tosa, los revolucionarios hubieran tenido que ser juzgadosen tribunales oficial es y entonces sucedera una de doscosas: o bien la opinin pblica hubiera considerado ex-cesivos los veredictos, o bien, no habran hecho plenajusticia al1im itars e a algunos grandes crimina les (quelquesgrands coupables) . De Maistre proclama: "Esto es preci-samente lo que la Providencia no quera", y por eso arre-gl astutament e las cosas de tal manera qu e un nmero

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    28 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 29mucho mayor de culpables tuvo que "caer bajo los golpesde sus cmplices". *Por ltimo, casi al final de su libro, De Maistre sale con

    una formulacin extravagante de la tesis de la perversidadcomo la esencia misma de la Divina Providencia. Al ima-ginar cmo se producirn en la realidad la contrarrevolu-cin y la restauracin de la monarqua tan confiadamenteesperadas, declara primero que la "multitud... no obtienenunca lo que quiere", y despus lleva este pensamientohasta el lmite:Puede observarse incluso una afectacin de la Providencia(permtaseme usar esta expresin) : los esfuerzos del pueblo poralcanzar un cierto objetivo son pr ecisamente el medio que ellaemplea para alejarlo de l... Si quiere uno saber el resultado pro-bable de la Revolucin francesa, basta examinar los puntos en qu ehan coincidido todas las facciones: todas han querido ... ladestruccin del cri stianismo universal y de la monarqua; de dondese sigue que todos sus esfuerzos no resultarn sino en la exaltacindel cristianismo y de la monarqua. Todos los hombres que hanescrito o meditado acerca de la historia han admirado esa fuerzasecreta que se burla de los propsitos hum anos." *NO puede pedirse una declaracin ms extrema. La

    conviccin total de De Maistre de que la Providenciadispone infaliblemente un resultado de las acciones hu-

    "Considerat ions sur la France, Jean-Louis Darcel, Ginebra, Slatkine, 1980, pp .74-75. El grado a que De Maistre llev sus extraas especulaciones debe haberleparecido, al reflexionar, excesivo incluso a l mismo, pues e limin el sigui ente pasajerelacionado con ellas en su texto definitivo: " [La Divina Providencia] pronuncia sussen ten cias y los culpa bles que sucumben matndose unos a otros no hacen sino cumplir-las. Tal vez deje de lado a uno ti otro para la justicia humana, pero cuando sta recupereotra vez sus derechos, al menos no se ver obstaculizada por el gran nmero deculpables." (p . 75). (En la edici6n original de este libro las traducciones de citas son enprincipio del autor; para esta edicin en espaol se han traducido directamente de lalengua original, excepto las del alemn, para las que nos hemos guiado por la versininglesa dada por el autor.) (N. del T.)

    "'* Ibid, pp, 156-157 . Subrayado en el original. Por medio de los diversos subrayadosy de la clusula entre parntesis, De Maistre revela su emocin al alcanzar aqu unavisin profunda y audaz. Acerca de la estrecha conexin del pensamiento de De Maistrecon uno de los aspec tos del mito de Ed ipo, vas e cap. 4.

    manas, que es el opuesto exacto de las intenciones huma-nas, nos recuerda a ciertos padres que, tan pro nto hanobservado la conducta adversa de su hijo o hija, tienen laocurrencia de decirle que haga exactamente lo contrariode lo que desean que haga. La mayora de los padres, porsupuesto, pronto se dan cuenta de que la idea es menosbrillante de lo que pareca.La interpretacin que hace De Maistre de la Divina

    Providencia es sin duda excepcional en su elaborado esp-ritu vengativo y en su inconstil invocacin del efectoperverso. Pero el rasgo fundamental de la tesis de lasidad ha permanecido igual: el hombre queda en ridculoante la Divina Providencia y ante aquellos analistas so cia-les privilegiados que han comprendido sus designios, puesal lanzarse a mejorar radicalmente el mundo. el hombrese extrava radicalmente. Qu mejor manera de mostrarlocomo medio tonto y medio criminal que probar que estlogrando exactamente lo contrario de lo que est proclaman-do como su objetivo? ZOu mejor argumento, adems, con-tra unapoltica que uno aborrece pero cuya meta declaradano se atreve uno a atacar de frente?

    EL SUFRAGIO UNIVERSAL Y SUS EfECTOSSUPUESTAMENTE PERVERSOS

    Desde all u na lnea de razonamiento idntica surge denuevo a la superficie durante nuestro prximo episodi o.el ensanchamiento del derecho poltico en el transen rsodel siglo XIX. Las emergentes ciencias sociales ad el anta-ban ahora nuevas razones para afirmar la nevitabilidad delresultado perverso de ese proceso. Para apreciar el ambientede opinin en que surgieron esos argumentos, es til teneren cuenta las actitudes contemporneas hacia las m asas yhacia la participacin de las masas en la poltica.

  • 30 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA 'nssrs D E LA PERVERSIDAD 3JDebido a los frecuentes estallidos de lucha civil de una

    y otr a clase en la historia reciente, suele darse por supues-ro que exist e lJ 11;] estrecha relacin entre ta les estallidosyla fuerza con la que los grupos opuestos de la ciudadanasostienen creencias e n conflicto. Puesto que en los Esta-dos Unidos se libr una larga y sangrienta guerra civil entorno de la cuestin de la esclavitud, todo el mundo estconvencido de que la divisin de la opinin ante eseasunto era marcada y profunda. Inversamente, en la _dida en que la extensi n de los derechos polticosen laEuropa Occidental en el transcurso del siglo XIX 'Se logrode manera bastante gradual y pacfica, es tentador pensarqu e la op osicin a tal proceso no era en particular intensa.Nada ms alej ado de la ve ruud. Despus de todo, Europahaba sido durante mucho tiempo una sociedad muy es-tratificada donde las clases inferiores eran vistas con elmayor desp recio tanto por la clase alta como po r Ia clasemedia. Debe recordarse por ejemplo que una personailustrada y no particularmente aristocrtica como Burkeescriba en las Reflections: "La ocupacin de un peluque-ro, o del obrero de una velera, no puede ser asunto dehonor para ninguna persona... para no hablar de muchos.otros emnleos ms serviles... El Estado sufre opresin si apersonas como sas ... se les permite gobernar." Ms ade-lante comenta de paso las "innumerables ocupacionesserviles, degradantes, indecorosas, infrahumanas y casisiempre extremadamente insanas y pestilentes a las quees tn condenados tantos miserables por la economasoc ial ."?Semeja nte s observaciones, hechas con desenfado, su-

    gie ren que la emocin primaria de Burke ante los "rde-nes inferiores", ms que antagonismo de clase y temor a

    7 Burk e, Rcflections , op . cit., pp. 138, 271.

    la rebelda, era desprecio profundo y un sentimiento detotal separacin, incluso de franca repulsin fsica , demanera muy parecida a la de las sociedade s de castas. Esetalante se prolong en el siglo XIX y no pudo sino refor-zarse por la migracin hacia las ciudades de personasrurales empobrecidas que llegaban con la industrializa-cin. Pronto se mezclara con el miedo, a medida que los"miserables" de Burke se entregaban a brotes de violenciapoltica, en particular en la dcada de 1840. Despus deuno de estos episodios, en 1845, en la cercana Lucerna, eljoven Jacob Burckhardt escriba desde Basilea:Las condicion es en Suiza - tan repugnantes y brbaras - lo hanechado a perder todo para m , yme expatriar tan p ronto como mesea posible... L a palabra libertad suena rica y hermosa , per o nodebera hablar de ella nadie qu e no haya visto y experimentado laesclavitud bajo las masas voci ferantes llamadas el "pueblo", que nohaya visto eso con sus propios ojos y soportado el des asosiego civil .S demasiada historia para esperar nada del despotismo de lasmasas, salvo una fun'a tirana, que significar el final de la hist ori a ."Sera fcil reunir m s pruebas de hasta qu punto debe

    haber parecido aberrante y potencialmente desastrosa aun buena parte de las lites europeas la idea de la partici-pacin de las masas en la poltica, incluso segn la formadiluida del sufragio universal. Era sta una de las b tesnaires favoritas de frecuente blanco de su apa-sionado odio a la estupidez humana. Con pesada irona, elsufragio universal figura en su Dictionnaire des id es recuescomo la "ltima palabra de la ciencia poltica". E n :o. UScartas declar qu e era 0,:;1 humano "y que era igual (o peor) que otras nociones ab surdas taJescomo el derecho divino de los reyes o la in falibilidad delpapa. La base de estos juicios era la conviccin de que el

    8 The letters 01 Jacob Burckhardt, A. Dru (cornp. ), Londres, Routledge & KeganPaul, 1955, p. 93.

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    32 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 33"pueblo", la "masa", es siempre estpido (idiot), inepto,"menor de edad"," En general Flaubert reservaba susmayores sarcasmos para la b tise de la burguesa, pero,generoso como era en sus antipatas, no tena empacho enmanifestar hacia las masas sentimientos igualmente nega-tivos; en un punto logra incluso congruencia entre esasactitudes cuando escribe burlonamente acerca de "el sue-o [de algunos] de elevar al proletariado al nivel de estu-pidez de la burguesa".10En otros lugares de Europa prevalecan sentimientos

    similares. Cuanto ms se extenda a lo largo de Europa elauge del sufragio universal, ms estridentes se hacan lasvoces de la lite que estaban o pasaban a estar en oposicinirreconciliable con l. Para Nietzsche las elecciones popu-lares eran la expresin ltima del "instinto gregario",trmino expresivo que acu para denigrar todas las ten-dencias hacia la poltica democrtica. Hasta el mismoIbsen, reconocido y aclamado en sus tiempos como crticoprogresista de la sociedad, atac muy duro a la mayora yal gobierno de la mayora. En Un enemigo del pueblo(1882), el hroe de la pieza (el doctor Stockmann) procla-ma de manera atronadora:

    Ouin forma la mayora en cualquier pas? Creo que tendremosque estar todos de acuerdo en que los tontos estn en abrumadoray terrible mayora en todo el mundo! Pero en nombre de Dios lnopuede ser justo que los tontos gobiernen a los sabiosl ... La mayoratiene el poder, desgraciadamente... pero ila mayora no tiene razn!iLos que tienen razn son unos pocos individuos aislados como yo!iLa minora siempre tiene razn!"Tenemos aqu un interesante punto de inter seccin-co-

    lisin de dos lneas de pensamiento, originadas en el siglo9 Gustave Flaubert, Correspondance. l' ars, Coriard, 1930, vol. 6, pginas 33, 228,

    282,287.10 tua, p.287.11 Hen rik Ibsen, Un enemigo del pueblo , act o 4.

    XVIII: la exigencia de democracia poltica por un lado, conderechos iguales para todos los ciudadanos, y por otro ladola existencia y el estatuto especial, privilegiado, de unos"pocos individuos aislados" (Ibsen apunta aqu evidente-mente .a1genio, otro concepto elaborado plenamente porprimera vez durante la Ilustracin, por manos de Dderot,Helvtius y otros.)"Esto en cuanto al ambiente de opinin que rodea a la

    segunda ola progresista de T. H. Marshall, el advenimien-to de la igualdad poltica por la va de los derechos pclti-coso A diferencia de la idea del libre comercio, esa parti-cular encarnacin del "progreso" no alcanz nunca nadaparecido a una hegemona ideolgica, ni siquiera duranteuna o dos dcadas por lo menos en el siglo XIX. Por elcontrario, el avance indudable de las formas polticasdemocrticas en la segunda mitad del siglo se produjo enmedio de un estado de nimo difuso de escepticismo yhostilidad. Despus, hacia el final del siglo, ese estado denimo encontr una expresin ms refinada en las teorassociales cientficas, pues los descubrimientos mdicos ypsicolgicos mostraban que el comportamiento humanoest motivado por fuerzas irracionales en mucho mayormedida de lo que se haba aceptado hasta entonces. Laidea de basar el mando poltico en el sufragio universalpoda exhibirse desde ese momento corno un productotardo, en realidad como un vestigio obsoleto de la Ilus-tracin con su pertinaz creencia en la racionalidad. Esacreencia se exhibira ahora no slo como "superficial",que era la crtica romntica habitual, sino como simple-mente equivocada.Entre las varias ideas polticas que pueden considerarse

    de esta manera como reacciones a los avances de Jos12 Hcrbert D ieckmann, "Diderot's concepton o gcnius" , Joumal o/ Historv of

    Ide as , 2, abri l de 1941 , pp . 151 -182.

  • 34 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 35derechos polticos y de la democracia en general, una delas ms prominentes e influyentes fue articulada por Gus--tave LeBon en su leidsima Psychologi des Joules, publi-cada por primera vez en 1895. Ejemplifica una vez ms la.uracci de los pensadores reaccionarios por el efectoperve rso.El principal argumento de LeBon desafa a la compren-

    si n de sentido comn a la manera de lo que los econo-mistas conocen como la falacia de la composicin; __una- proposicin que se aplcal individuo. no .es necesaria-mente verdadera para el grupo, .mucho menos para .lamultitud. Impresionado por algunos descubrimientos re-cientes de la investigacin mdica sobre la infeccin, lacontaminacin y la hipnosis, y desconociendo el trabajosimultneamente enmarcha de Freud que pronto mostra-ra a los propios individuos como sujetos a toda clase deimpulsos inconscientes, LeBon bas su teora en una mar-cada dicotoma entre el individuo y la muchedumbre: elindi vidu o es racional, tal vez refinado y calculador; lamuchedumbre es irracional, fcil de dominar, incapaz desopesar los pros y los contras, dada a entusiasmos irrefle-xivos, y as sucesivamente.* Aunque a veces se concede ala muchedumbre algunos puntos buenos por su capacidadpara emprender actos de abnegacin desinteresada (sol-dados en batalla), sin duda LeBon considera a la muche-dumbre como una forma de vida inferior, aunquepeligrosamente vigorosa: "Poco apta para el razonamien-to, la muchedumbre es por el contrario muy apta para laacci n"." Esa accin adopta tpicamente la forma ya sea

    Ex r, ., nlCJI( l:, cuando F reud se remili al problema de la psicologfa de masasdespus de la primera Guerra Mundial, no se percat de que, desde el punto de vista desu pr opi a teora, haba sin dud a una distinci n muy exagerada entre el ind ividuo y lamuchedumbre por parte de LeBon. Vase sus comentarios en general apreciativosacerca de LeBon y la Psychoiogie des j oules en Group psychology and the analysis oftheego (1921), en Freud, Works, Londres, Hogart h, 1955, vol. 18, pp . 72-81.

    - Gust ave LeBon,Psychologie desJoules, Pars, Flix Alean, 1895 , p.4.

    (1

    de estallidos anrnicos por "muchedumbres criminales",o bien de movimientos de masa hipnticos organizadospor lderes demagogos (meneurs, no chefs) que sabencmo esclavizar a la muchedumbre siguiendo unas pocasreglas amablemente ofrecidas por LeBon.En la Europa de fin de siglo la teora de LeBon tena

    obvias implicaciones polticas. Vea bastante sombras lasexpectativas del orden nacional e internacional : con ladifusin de los derechos polticos, las muchedumbres irra-cionales de LeBon se instalaban como actores importan-tes en un nmero cada vez mayor de pases. Adems, losdos ltimos captulos del libro, "Las muchedumbres elec-torales" y "Las asambleas parlamentarias", ofrecen argu-mentos especficos contra la moderna democracia basadaen las masas. Aqu LeBon no argumenta directamentecontra el sufragio universal; ms bien, como Flaubert,habla de l como de un dogma absurdo que est destinadodesgraciadamente a causar mucho dao, como lo causa-ron antes las creencias supersticiosas. "Slo el tiempoacta contra ellos", escribe, tomando la postura de unresignado cronista de la locura humana. Tampoco propo-ne LeBon mejorar el sistema regresando a las restriccio-nes del derecho de voto. Siendo su principio bsico que lamuchedumbre est siempre embrutecida, lo aplica connotable congruencia cualesquiera que sean los constitu-yentes de la muchedumbre o sus caractersticas comoindividuos: "el sufragio de cuarenta acadmicos no esmejor que el de cuarenta aguadores", escribe, arreglndo-selas con eso para insultar de paso a laAcademia Francesacon sus cuarenta miembros, cuerpo de lite del que sesenta rencorosamente excluido."Esta posicin no reformista permite a LeBon esbozar14 lbu, p. 169 .

    _ 5 J:::z _3 _ .4. ,. "f."' ) . _ _ "'_"_ ' -__ . .,,- , _

  • 36 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCfA LA TESIS DE LA PERVERSlDAD 37framente las consecuencias desastrosas del sufragio uni-versal: adelantndose a nuestros tericos contempor-neos de la "eleccin pblica", demuestra primero cmo lademocracia parlamentaria alimenta una tendencia haciaun gasto pblico cada vez mayor como respuesta a presio-:r:es de intereses sectoriales. Al efecto perverso se apela alfinal, argumento que corona el libro: lajactanciosa demo-cracia se convertir cada vez ms en el gobierno de lademocracia pormedio de las numerosas leyes y reglamen-tos que se estn aprobando con "la ilusin de que almultiplicar las leyes la igualdad y la libertad estn mejorsalvaguardadas"." En apoyo de estas tesis cita The manversus the State (1844), recopilacin de los ltimos ensayosde Herbert Spencer. Haba all una figura cientfica con-tempornea llena de autoridad que haba tomado unaactitud fuer temente conservadora. Tambin Spencer ha-ba escogido el efecto perverso como su leitmotiv enparticular en el ensayo titulado "Los pecados de losladores", donde hace una formulacin extravagantementegeneral: "los legisladores ignorantes han acrecentadocontinuamente en el pasado el sufrimiento humano en susesfuerzos por mitigarlo".16As pues, una vez ms un grupo de analistas sociales se

    vea irresistiblemente inclinado a ridiculizar a los queaspiran a mejorar al mundo. Y no basta mostrar que esosingenuosWeltverbesserer "se caen de bruces: debe probar-se que son en realidad, si se me permite acuar el trminoalemn correspondiente, Weltverschlechterer (empeora-

    15 Ib id ., p. 187.16 H erbert Spencer, The man versus the State, Caldwell , Idaho, Caxton Printers,

    1940, pgin a 86.' El trmino Weltverbesserer tiene un significado sarcsti co en alemn, probable.

    ment e como resultado de la reaccin en particular violerua de los alemanes contra todacausa qu e puedo denunciarse de manera habitual como la "s uperficia l" Ilustracin(seichieA ujk,nl1 l/1g) .

    dores del mundo), que dejan al mundo en un estado peorde lo que estaba antes de que se hubiera instituido cual-quier "reforma". Adems, debe mostrarse que el empeo-ramiento tiene lugar en la dimensin misma donde sesupona que se iba a mejorar. -

    LAS LEYES DE POBRES Y EL ESTADO BENEFACTOREsta clase de argumento habra de alcanzar una importan-cia especial durante la tercera fase reaccionaria, que lbor-dar ahora: el ataque de nuestros das contra las polticaseconmicas y sociales que constituyen el moderno Estad obenefactor.En economa, ms que en las otras ciencias sociales y

    polticas, la doctrina del efecto perverso est ligada estre-chamente con un dogma central de la disciplina: la ideade un mercado autorregulado. En la medida en que estaidea es dominante, toda poltica pblica que apunte acambiar los resultados del mercado, tales como los precioso los salarios, se convierte automticamente en una nocivainterferencia en los benficos procesos equlibradores.Incluso los economistas que son favorables a algunas me-didas de redistribucin del ingreso y de la riqueza su elenconsiderar las medidas ms obviamente "populistas" deesa ndole como contraproducentes.Con frecuencia se ha alegado el efecto perverso de las

    interferencias especficas rastreando las reacciones de lademanda y la oferta a tales medidas. Como resultado,digamos, de un precio tope para el pan, se muestra cmola harina se desviar hacia otros usos finales y cmo ciertacantidad de pan se vender a precios de mercado negro,de modo que el precio promedio del pan puede subir enlugar de bajar como se intentaba que sucediera. De ma-nera similar, cuando se establece o se sube un salario

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    17 Milton Friedman, Capitalism andfreedom, Chicago, Universiiy of Chicago Press,1962 , p. 180.

    mnimo, es fcil mostrar cmo probablemente se reducirel empleo, de modo que el ingreso agregado de los traba-jadores puede caer en lugar de subir. Tal como 10 expresaMilton Friedrnan con el supremo aplomo que le es habi-tual: "Las leyes del salario mnimo son tal vez el caso msclaro que pueda darse de una medida cuyos efectos sonprecisamente lo contrario de los que se proponen loshombres de buena.voluntad que lo apoyan.''"En realidad no hay nada seguro en cuanto a esos efectos

    perversos, particularmente en el caso de un parmetroeconmico tan bsico como el salario. Una vez que seintroduce un salario mnimo las curvas subyacentes dedemanda y oferta de mano de obra pueden desplazarse;adems, el alza de las remuneraciones impuesta oficial-mente puede tener un efecto positivo en la productividaddel trabajo y por consiguiente en el empleo. Una expecta-tiva de tales efectos es en realidad la principal justificacinlgica para establecer un salario mnimo realista. Mscomo resultado de la implcita persuasin moral y delestablecimiento de una norma pblica de justicia quegracias a la amenaza de penalizaciones, la proclamacinde un salario mnimo puede tener un efecto real en lascondiciones en que los trabajadores ofrecen su mano deobra y los empleadores ofrecen precios por ella. Pero lacerte ra posibilidad Je un resultado perverso proporcionaun excelente punto de debate que est destinado a blan-dirse en toda polmica.La prolongada discusin acerca de los problemas de la

    asistencia social a los pobres ofrece un amplio ejemplo deestos diversos argumentos. Esa asistencia es reconocida,y muchas veces conscientemente, como una franca inter-ferencia en los "resultados del mercado" que asignan a

    Las Leyes de Pobres se proponen acabar con los mendigos; hanhecho de la mendicidad una profesin legal; se establecieron con elespritu de una provisin noble y sublime, que contena toda lateora de la virtud; han producido todas las consecuencias del vicio...Las Leyes de Pobres, hechas para aliviar a los miserables, han sidoarchicreadoras de miseria."

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  • 40 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 41

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    Salvo por el tono un poco ms apagado, la meloda esexactamente Ia misma del siglo XIX. El efecto perversoparecera funcionar sin descanso lo mismo con el capita-lismo tardo que con el temprano.No es que el escenario ideolgico haya permanecido

    igual durante estos ltimos 150 aos. El xito del libro deMurray debe mucho en realidad a la visin bastante frescade su asunto principal, resumido eh su ttulo: casi cual-quier idea que no ha estado a la vista por algn tiempotienen buenas probabilidades de tomarse errneamentepor una visin original. Lo que ha sucedido realmente esque la idea qued oculta, por razones que son de algninters para nuestro relato.

    Como lo mostr memorablemente Karl Polanyi en Thegreat (1944), las Leyes de Pobres inglesas,en especial en su forma complementada y reforzada porla Ley de Speenhamland de.1795, representaron una ten-tati:a final de refrenar, por medio de la asistencia pblica,el libre mercado del trabajo y sus efectos en los estratosms pobres de la sociedad. Al complementar los bajossalarios, particularmente en la agricultura, el nuevo planfue una ayuda pa ra asegurar la paz social y mantener laproduccin nacional de alimentos durante la poca de lasguerras napolenicas.Pero una vez pasado el peligro, las desventajas acumu-

    ladas del sistema de combinar la ayuda y los salariosfueron objeto de duros ataques. Apoyada por la creenciaen las nuevas "leyes" de economa poltica de Bentharn,Malthus y Ricardo, la reaccin contra la Ley Speenham-land se hizo tan fuerte que en 1834 la Ley de Enmiendade la Ley de Pobres (o "Nueva Ley de Pobres") transfor-m el hospicio en el instrumento exclusivo de la asistenciasocial. En respuesta a las crticas al sistema anterior, ms

    generoso, la asistencia de los hospicios se organiz ahorapara que se suprimiera de una vez por todas cualquier efectoperverso concebible. Para lograr este fin, las nuevas disposi-ciones pretendan impedir que los pobres recurrieran a laasistencia pblica y estigmatizar a los que lo hicieran "encar-celndo[los] enhospicios, obligndolos a llevar ropa especial,separndolos de sus familias, aislndolos de la comunicacincon los pobres del exterior y, cuando moran, permitiendoque se dispusiera de sus cadveres para la diseccin"."No pas mucho tiempo sin que este nuevo rgimen

    suscitara a su vez violentas crticas. Ya desde 1837 Disraeliprorrumpa en invectivas contra l en su campaa electo-ral: "Considero que esa ley ha deshonrado al pas ms qu eninguna otra de que se tenga noticia. Crimen moral a lavez que dislate poltico, anuncia al mundo que en Inglate-rra la pobreza es un delto.'?'Los crticos de la ley procedan de un amplio espectro

    de opinin y de grupos sociales. Una condena particular-mente poderosa e influyente fue la novela de Dickens,Oliver Twist, publicada en 1837-1838. Se suscit un pode-rso movirnientoanti Ley de Pobres, con todo Ymanifes-taciones y motines, durante la dcada que sigui a suaprobacin; el resultado fue que las medidas de la ley nose aplicaron todo en el norte, centro ala vez de la oposicin Y' efe la industria textil." Se hizoincmodamente claro que haba muchos males - prdidade comunidad, abandono de la decencia comn y luchasinternas - que podan ser peores que la supuesta "promo-cin de la pereza" cuya eliminacin se h a1; h perseguido

    20ste es el resumen que da Himmelfarb de la repe tida co ndena {leWilliam Cob betta la Nueva Ley de Pobres en su pantletoA legacy lo labourers, Londres, 1834, vase Theidea of poverty,op. cit., p. 21l.

    21 Citado en H immelfarb, Thc idea of poverty, op. cit., pgina 182.22 Vase Nicholas C. EdsalI, The anti-poor law movcm ent, 183444, Manchestcr,

    Manches tcr University Press, 1971.

  • "sistemas complejos y sumamente interactuantes", condisposiciones sociales que "pertenecen a la clase de losllamados sistemasmultiloop no lineales de realimentaciny con otros arcanos "sistemas dinmicos" parecidos que"la mente humana no est adaptada para interpretar".Slo el especialista en computacin profundamente en-trenado puede desentraar esos misterios. Y Zcon qurevelaciones nos sale Forrester? "iA veces los programascausan exactamente lo opuesto de los resultados desea-dos!" Por ejemplo, la mayora de las polticas urbanas,desde la creacin de empleos hasta el alojamiento barato,"van de 10 ineficiente a lo daino, juzgadas ya sea por elefecto en la salud econmica de la ciudad, o por su efectode largo plazo en la poblacin de bajos ingresos". En otraspalabras, la vengativa Divina Providencia de Josepb deMaistre ha vuelto al escenario disfrazada de la dinmicadefeedback-loop de Forrester, y el resultado es idntico:toda tentativa de mejorar la sociedad no hace sino dejarpeor las cosas.Despojado de su lenguaje de alta tecnologa, el artculo

    refleja el desencanto generalizado que sigui a la GranSociedad de Lyndon Johnson. Comosucede a menudo, laspromesas exageradas de ese programa llevaron a afirmacio-nes igualmente exageradas de fracaso total, actitud intelec-tual que describ con amplitud por primera vez en un librosobre la elaboracin de polticas en Amrica Latina. *En un persuasivo artculo, escrito tambin en 1971 y

    titulado "The limits o social policy", Nathan Glazer sesum a Forrester en la invocacin del efecto perverso. Elartculo arranca de manera ominosa: "Existe el sentimien-

    42 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA

    con una mentalidad tan estrecha en el estatuto de 1834.Segn el juicio retrospectivo de E. P. Thompson, "la Leyde 1834... era tal vez la tentativams sostenida de imponerun dogma ideolgico, en desafo a la evidencia de lasnecesidades humanas, en la historia inglesa"."La experiencia de la Nueva Ley de Pobres fue tan

    agotadora, que el argumento que haba presidido su adop-cin - esencialmente el efecto perverso de la asistenciaal bienestar social - cay en descrdito durante muchotiempo. De hecho, esta es tal vez una de las razones delsurgimiento fcil, aunque lento, de la legislacin del bie-nestar en Inglaterra durante el final del siglo XIX y loscomienzos del xx.Por ltimo reapareci el argumento, notablemente en

    los Estados Unidos. Pero incluso en este pas no se mani-fest al principio en forma cruda, como en la declaracincitada de Losing ground de Murray. Ms bien parece quepara reintroducirse en la buena sociedad el anticuadoefecto perverso necesitara algn atavo especial y refina-do. As, uno de los primeros ataques generales contra lapoltica del bienestar social en ese pas llevaba el descon-certante ttulo de "Counterintuitive behavor of soci alsysterns"." Escrito por Jay W. Forrester, precursor de lasimulacin de los procesos sociales por medio de modelosen computadora y asesor de un grupo por entonces muyinfluyente de notables conocido coma el Club de Roma,el artculo es un buen ejemplo de ]0 que los francesesllaman terrorismo intelectual. De entrada se advierte a loslectores que tienen muy pocas posibilidades de entendercmo funciona la sociedad, pues estamos tratando con

    LA TESIS DE LA PERVERSIDAD -+ ,

    '1

    23 E. P. Thompson, The making of the Engiisn working class, Nueva York, Vintage,1963, p, 267,

    24 Jay W, Forrester, "CounLerintuitive bchavior of social syslems". TechnologyRevicw, 73, enero de 1971.

    EnJoumeys towardprogress (Nueva York, Twentieth CenturyFund, 1963), estudila proyeccin de los tres problemas de lnea polftica en tres paises latinoamericanos.Uno de ellos era el proceso de reforma de la tenencia de la tierra en Colombia; unepisodio importante de ese proceso fue una ley de reforma agraria ("Ley 200")de 1936 que se proponia convertir a los arrendatarios en propietarios y mejorar

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  • 44 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 45to general de que nos enfrentamos a una cnsis en lapoltica social", y no malgasta mucho tiempo antes deproclamar, en trminos bastante generales: "Nuestros es-fuerzos por enfrentarnos a la miseria acrecientan ellosmismos la miseria.'?"Al argumentar en favor de esta desalentadora conclu-

    sin, Glazer no apel a los modelos de computadora, sinoalgunas simples razones sociolgicas. Las

    polticas del Estado benefactor, argument, se proponenenfrentarse a una miseria de la que se ocupaban antesestructuras tradicionales corno la familia, la iglesia o lacomunidad local. Cuando esas estructuras se desplomanel Estado interviene para hacerse cargo de sus funciones.En ese proceso el Estado provoca un mayor debilitamientode lo que queda de las estructuras tradicionales. De ah surgeuna :?ayor de asistencia pblica que la que seprevio y la situacin se hace peor en lugar de mejorar.Se asignan lmites bastante estrechos al dao que puede

    causar el efecto perverso tal como lo formula Glazer.Todo depende de lo que quede de las estructuras tradico-las condiciones de [os habitantes rurales de varias otras maneras. Segn las descripcionesms locales, los efectos de la por completo perversos: la adopcin de laley provoco que los ten:atementes des alojaran a sus arrendatarios de las tierras quehablan arrendado, convirtindolos as en campesinos sin tierra . Entr en sospechasacerca la manera automtica como movimiento reflejo con que tales afirmaciones deperversidad las descripciones histricas , los artculos de peridico y losdiscursos pollr icos tanto de los escritores conservadores como de los "radicales". Tras

    en I?s registros histricos qued convencido que la Ley 200 haba 'SidoInjustamente difamada y que tena en su crdito una diversidad de l0!ros tiles (vaseJourneys, pp. 107 -113). Resulta que he comba tido las pretensiones de la tesis de la

    desde hace muchos aos. Este trat o y otros similares con la manera que seasimila las expenencias de poltica pblica y se escribe la historia en Amrica Latina meIleva;on a suge.rir (pp. 240-246) que el anlisis y la historiograffa de los programaspOlflICOS es.ln Impregnados en esa regin de algn "complejo de fracaso" profunda-mente arraigado, y ms tarde acu y us el trmino "fracasomana" para den ota r eserasgo. Me doy cuenta ahora de que esa interpretacin cultural era demasiado estrecha.Argir segn la tesis de la perversidad, como lo hicieron tan insistentemente loscomentaristas colombianos de la Ley 200, es cosa que tiene al parecer mucho atractivopara gente que no est necesariamente afectada de fracasomana ,

    Z5Nathan Glazer, "The limits ofsocial po licy", Commentary, 52 , septiembre de 1971 .

    nales en el momento en que el Estado benefactor entraen escena, as como de la exactitud de la suposicin de queesos residuos pronto se desintegrarn dejando caer sobreel Estado un peso mayor del que se esperaba. Uno sepregunta si no hay de veras alguna manera de que las dosfuentes de asistencia puedan coexistir y acaso cornple-mentarse."En todo caso, el razonamiento de Glazer era muy tibia-

    mente "sociolgico" para el talante conservador ms duroque se puso de moda durante la dcada de los ochenta. Laformulacin de Charles Murray del efecto perverso de lapoltica del bienestar social volvi al razonamiento burdode los defensores de la reforma de la Ley de Pobres en laInglaterra de principios del siglo XIX. Inspirado como ellosen las ms sencillas obviedades econmicas, argumentabaque la asistencia pblica a los pobres, tal como se da enlos Estados Unidos, acta corno incentivo irresistible paralos que trabajan efectiva o potencialmente con bajos sala-rios (sus famosos "Harold" y "Phyllis"), hacindolos aba-lanzarse a las listas de asistencia y no moverse de all-para quedar por siempre "atrapados" en la pereza y lapobreza. Si esto fuera verdad, el efecto perverso "creadorde pobreza" de la asistencia a los pobres en los EstadosUnidos tornara por supuesto proporciones enormes ydesastrosas.

    REFLEXIONES SOBRE LA TESTS DE LA PERVERSlDAD

    Del mismo modo que no disput antes con Burke o conLeBon, tampoco aqu tengo la intencin de refutar lasustancia de los diversos argumentos contra las polticasde bienestar social en los Estados Unidos o en cualquier

    26 Se encontrar una apreciacin no catastrofista en Mary Jo Ban , "Is the WclfareSiate replacing the farnily?", Public Interest, 70, invierno de 1983 , pp. 91-10 t .

  • otro lugar. Lo que he tratado de mostrar es cmo losprotagonistas de este episodio "reaccionario", lo mismoque los de los anteriores, se han visto profundamente;atrados una y otra vez por la misma forma de razonamien-to, es decir la afirmacin del efecto perverso. Debo ofre-cer disculpas por la monotona de mi relato; pero eradeliberada, pues en ella reside la demostracin de mi idea

    . de que la invocacin de la tesis de la perversidad es unae caracterstica bsica de la retrica reaccionaria. Esta rei-teracin del argumento puede haber tenido el desdichadoefecto de dar la ' impresin de que las situaciones quedelatan esa perversidad son de hecho ubicuas. En realidadmi intencin es desbrozar dos proposiciones de igual peso:

    , . i) el efecto perverso es algo a lo que apela ampliamenteel pensamiento reacci on ario, y ii) es improbable que exista"all afuera" con la extensin que se pretende. Hablarahora, mucho ms brevemente, de la segunda proposicin.Una de las grandes aportaciones de la ciencia de la

    socedad - que se encuentra ya en Vico y en Mandeville,magistralmente elaborada durante la Ilustracin esco-cesa - es la observacin de que, debido a la imperfec-cin de las previsiones, las acciones humanas estn sujetasa tener consecuencias involuntarias de considerable al-cance. El reconocimiento y la descripcin sistemtica detales consecuencias involuntarias han sido desde entoncesuna tarea importante, si no es que la razn de ser, de laciencia social.El efecto perverso es un caso especial y extremo de la

    consecuencia involuntaria. Aqu el fracaso en la previsinde los actores humanos ordinarios es casi total, ya que semuestra que sus acciones producen exactamente lo con-trario de lo que se intentaba; los cientficos sociales queanalizan el efecto perverso experimentan por otra parteun fuerte sentimiento de superioridad y se regocijan con

    46 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 47l. De Maistre dijo ingenuamente eso cuando exclam ensu estrafalario captulo sobre la prevalencia de la guerraen la historia humana: "Es dulce sondear el designio de laDivinidad en medio del cataclismo general. "27Pero la dulzura misma y el autohalago de esta situacin

    debera poner en guardia a los analistas del efecto perver-so; comotarnbn al resto de nosotros: Zno estarn abra-zando el efecto perverso con el propsito-.expreso .desentirse bien? No son indebidamente arrogantes cuandoretratan a los humanos ordinarios como seres que van atientas en la oscuridad, mientras que ellos mismos, porcontraste, se presentan como tan notablemente perspica-ces? Y, por ltimo, Zno estn facilitando demasiado sutarea al centrarse en un solo resultado privilegiado ysimplista de un programa o una poltica: el opuesto delque se intenta lograr? Pues se puede argir que el efectoperverso, que parece ser una mera variante del conceptode las consecuencias no deseadas, es en un aspecto impor-tante su negacin e incluso una traicin a l. As pues, elconcepto de las consecuencias no deseadas fntrodujo enprincipio la incertidumbre y la idea de desenlace abiertoen el pensamiento social, pero, escapando de su nuevalibertad, los abastecedores del efecto perverso retor-nan otra vez a la visin de un universo social del todopredecible.Es t.entador llevar ms lejos la especulacin acerca de

    la genealoga del efecto perverso. Como ya hemos obser-vado, su formulacin especifica por De Maistre, Mller yotros recibi considerable impulso gracias a la secuenciade acontecimientos que se produjeron durante la Revolu-cin francesa, pero su influencia en nuestra manera depensar bien podra tener races ms antiguas.

    27 Joseph de Maistre, Considrations sur la Frunce , Jean-Louis Darcel (comp.),Ginebra, SIalkine, 1980, p. 95 .

    . I

  • 48 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSIDAD 49: U na historia subyacente nos es familiar por la mitologa! gri ega. El hombre emprende una accin y tiene xito enJI un principio, pero el xito conduce a la arrogancia y, a sudebido tiempo, al fracaso, a la derrota, al desastre. Es lafamosa Los dioses repartenlos castigos a la arrogancia, as como a la ambicin pre-suntuosa de los hombres porque tienen envidia o porqueson los guardianes del orden existente con sus sagradosmisterios .En este antiguo mito, el resultado desastroso de las

    aspiraciones humanas al cambio se asienta en la premisade la intervencin divina. Hobbes sigui esta concepcincuando escribi que aquellos que pretenden "no hacerotra cosa sino reformar la nacin encontrarn que con ellola destruyen... Ese deseo de cambio es como la transgre-sin del primero de los Mandamientos de Dios.'?" Alcontrario de Hobbes, la poca de la Ilustracin tena unaelevada idea de la capacidad del hombre para cambiar ymejorar la sociedad; adems, no vea sino supersticin enlos viejos mitos e historias de la intervencin divina. As,si la idea de Hubris seguida de Nmesis haba de sobrevi-vir, tena que ser secularizada y racionalizada. Esa tareafue cumplida con perfeccin por la idea de fines del sigloXVIII de que las acciones humanas dan pie a efectos nodeseados en particular si la perversidad era el resultadofinal. Con esta nueva visin "sociolgica", el recurso alargumento metafsico ya no era necesario, aun cuando ellenguaje de la Divina Providencia siguiera siendo usadopor figuras tales corno De Maistre.El efecto perverso tiene por consiguiente muchos atrac-

    tivos intelectuales y est respaldado por mitos profunda-mente arraigados. Nada de esto apunta a negar que la

    2FThornas Hobbes, Leviathan , JI, cap . 30 . [Existe versi n en espaol del FCE. ]

    accin social deliberada tenga a veces efectos perversos.Al prevenir que el efecto se invocar tal vez por razonesque tienen poco que ver con su intrnseco valor de verdad,meproponameramente plantear algunas dudas acerca desu ocurrencia con la frecuencia que se afirma. Ahorareforzar estas dudas de una manera ms declarada sugi-riendo que el efecto perverso no es en absoluto la nicavariedad concebible de consecuencias invo luntarias yefectos colaterales.Estos dos trminos no son de hecho muy afortunados,

    pues han contribuido a estrechar el campo de nuestr avisin. En el pasaje de La riqueza de las naciones dondeAdam Smith introduce la Mano Invisible, habla de unindividuo que, al actuar en su propio inters, "promueveun fin que no formaba parte de su intencin" (subrayadomo). En el contexto ese fin era por supuesto bueno: unacrecentamiento 'del '"producto anual" de Ta sociedad,Pero una vez que el concepto de Smith se hizo famoso yevolucion hasta el de consecuencias "imprevistas" o "in-voluntarias", pronto adquiri una connotacin predomi-nantemente negativa, ya que "involun tar io" se de sliza confacilidad hacia "no deseado" y de ah a " inde seable". " Lahistoria del trmino "efecto colateral" es menos compli-cada. Ha conservado la connotacin despectiva qu e. tenaen su terreno original la ciencia mdica, y en p art icular lafarmacutica. El efecto colateral de ' un medicamento esprcticamente siempre algo daino que debe considerar-se contra la efectividad directa del medicamento paracurar una afeccin especfica. Ambos trminos han adqu -rido pues connotaciones negativas que los convierten en"" . Este deslizamiento tuvo lugar a pesar de la advertencia de Robert Merton de que" las consecuencias imprevistas no deben identificarse con consecuencias qu e sonnecesariamente ind eseables ". Vase su artculo clsico "The un an tic ipated con seq ucn -ces of purposive social action", American Sociological Revicw, 1, d iciembre de )936 , p.895. Subrayad o en el original.

    "

  • so RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DIO LA PERVERSIDAD 51parientes cercanos, aunque no en sinnimos del efectoperverso.

    : En realidad, es obvio que hay muchas consecuenciasinvoluntarias o efectos colaterales de las acciones huma-

    " nas que son bienvenidos ms que 10 contrario, aparte dela sealada por Adam Smith. Un ejemplo que es familiara los estudiosos de la historia econmica y social de Euro-pa es el efecto positivo en la alfabetizacin del serviciomilitar unveral. De manera similar, la institucin de laeducacin pblica obligatoria hizo posible para muchasmujeres tomar empleos -un desarrollo ciertamente im-previsto y presuntamente en gran medida positivo. En talcircunstancia no hemos puesto mucha atencin en esosimprevistos efectos favorables, puesto que no planteanproblemas que tengan que abordarse y "resolverse" conurgencia.Al considerar todo el espectro de posibilidades, debe-

    mos tener en cuenta tambin aquellas acciones, lneaspolticas o invenciones que estn comparativamente des-provistas de consecuencias involuntarias, bienvenidas o-no. Tendemos a desatender por completo esas situacio-nes. Por ejemplo, quienes subrayan los incentivos perver-sos incluidos en los beneficios por desempleo o en lospagos de bienestar no mencionan nunca el hecho de queamplias reas de la asistencia social son bastante imper-meables a la "respuesta de la oferta" que est en el fondode cualquier efecto perverso que opere all: es poco pro-bable que la gente se saque los ojos por calificarse para losbeneficios de seguridad social o de impuestos correspon-dientes. Cuando se introdujo por primeravez el seguro deaccidente industrial en los principales pases industrialesde Europa hacia fines del siglo XIX, hubo muchas protestaspor parte de los patronos y de diversos expertos" en elsentido de que los obreros se estaban mutilando adrede,

    pero con el tiempo se vio que esos informes eran muyexagerados."y luego hay casos en que la "accin social deliberada"-para usar la frase de Robert Merton- tiene a la vezefectos involuntarios favorables y no favorables, cuyo ba-lance es bastante dudoso. Pero en estas situaciones, elsesgo que favorece la percepcin de los efectos colateral esnegativos alienta la precipitacin de los juicios) con lo cualla perversidad es la sentencia a la que suele llegars porcostumbre.La discusin en torno de pretendidos efectos perversos

    de las polticas del Estado benefactor en los EstadosUnidos pueden servir de ejemplo de este sesgo: El segurode desempleo da a un trabajador que ha sido despedido laposibilidad de esperar antes de tomar otro trabajo. Enalgunos casos esa posibilidad de esperar puede inducir ala "pereza", en el sentido de que no se lleva a cabo unabsqueda intensa de unnuevo trabajo durante algn tiem-po, pero el seguro de desempleo permite tambin a untrabajador no aceptar "trabajo en cualquier empleo, porduros que sean sus trminos", " y hasta cierto punto es stauna consecuencia favorable. Este efecto colateral puedeincluso haber entrado en la intencin de los legisladoresy elaboradores de lneas polticas, en cuyo caso eran me-nos miopes de como suele describrseles. De manera pa-recida, la posibilidad de beneficios para madres notrabajadoras con hijos pequeos con el programa de bie-nestar conocido como AFDC (Aid to Families with De-pendent Children) ha sido ampliamente atacada porque

    29Anson Rabinach, "Knowledge, fatigue and the polltics of industrial accidents",Socialkn owledgearul the origins of modem socialpolicy,Dietrich RueschemeyeryThedaSkocpol (comp.) (de prxima publicacin).

    30 Fred Block y Frances Fox Pven, "The contemporary relef debate", Fred Blocky otros, TIte mean season: TIte attack on the Welfare State, Nueva York, Pantheon , 1987,pgina 96 .

    . . ...... ,-., 54. -... _ _"". _ a _e.L _t' -.nce:::J.e::u::::::o.""3'".>::t&JtL..-\ e::::::e._.. *2!!S!!IZ322Ji t Sll .;;;;z:s;;:.o.;.;- , "'-= -= : & ::S::Z:SX:C'S:::8!t ..........=u.

  • 52 RETRICAS DE LA INTRANSIGENCIA LA TESIS DE LA PERVERSlDAD 53no slo asiste a familias ya deshechas, sino que en ciertassituaciones tiende a alentar la ruptura familiar. Aqu, unavez ms, bien podra hacerse la pregunta de si ese parti-cular efecto colateral, suponiendo que exista, es siempreperverso. Como se sealaba en un estudio de 1987, ladisponibilidad del AFDC da a las mujeres pobres la posibi-lidad de escapar de matrimonios en que son brutalizadaso maltratadas de otras maneras." De este modo, la asis-tencia de bienestar y la muy vilipendiada "dependencia"que acarrea puede contraponerse a otra clase de depen-dencia y vulnerabilidad: la que resulta de arreglos familia-res opresivos.Por ltimo, regresamos hacia las situaciones donde los

    efectos secundarios o colaterales es seguro que traban elefecto deseado de alguna accin deliberada. Estas situa-ciones son sin duda frecuentes e importantes, y con ellasnos acercamos al caso perverso. Pero el resultado tpicoes aqu un resultado donde algn margen positivo sobre-vive a la matanza del efecto colateral negativo. Unospocos ejemplos sern de utilidad. Los lmites de velocidady la introduccin y el uso obligatorio de los cinturones deseguridad provocan que algunos automovilistas aminorensu vigil ancia o conduzcan con mayor imprudencia, Ese"comportamiento compensador" puede explicar ciertosaccidentes, sobre todo entre los peatones y los ciclistas,que de otra man era no hubieran ocurrido. Pero p areceimprobable que el nmero total de accidentes suba enlugar de disminuir cuando se introduce ese reglamento. =1