Requiem - A. Guarnizo
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1
Rquiem Andrs Guarnizo
Poesa
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Rquiem Andrs Guarnizo
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5
Especial agradecimiento a la Editorial Romance Nocturno donde fueron escritos y publicados en primera instancia muchos versos de los que aqu yacen.
A los muertos prisioneros de la eternidad inspirada.
A las personas que supieron apoyarme en cada paso hacia el
lugar en que se encuentra hoy mi sombra. Y por supuesto; a
aquel lector, que tenga entre sus falanges este epitafio de
letras.
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6
Los poemas astrales son recitados por almas celestes y en los renglones interminables del tiempo,
se ha puesto un punto aparte para vivir en este corto prrafo de letras distorsionadas.
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Prologo
Es el tiempo del eclipse existencial. Lloran los ltimos ngeles en pie de guerra, la
soledad se derrama por sus ojos, y aquella hemorragia de abatimiento no cesa.
Tormentosas noches he visto a mis pies desvanecerse. Una tras otra detrs de las cortinas
del tiempo; mientras caen los deseos que un da fueron arrojados a las estrellas.
Los caminos hoy se mueven, desapareciendo en todas direccione; pero al final, el
punto sin retorno es doblegado. Los relojes daran marcha atrs confundiendo la maana,
ms el tiempo inalterable sigue envejeciendo. Los corazones podran extraviarse en mares
y desiertos, mas alguien tras su rastro de cristales ha de cruzar su forma, ya enterrada
para siempre.
Apenas un nio he sido en el universo vaco, con todos sus temores, con sus sueos
de papel que navegaban tempestades una tarde de invierno. Y frente al espejo, a veces he
visto un rostro extrao, irreal, despierto. Pero cuando abra la puerta al silencio mutuo
donde se guardan las marchitas primaveras, entonces otra vez me encontraba muerto... Y
todo volva a empezar.
Las noches en larga procesin de horas se convirtieron, cual placenteras huidas de
la realidad confinada donde a veces los monstruos suelen soar. Breve vaivn entre
blancas pginas, numerosos renglones serpentiformes que enumeraron en reversa mis
propios das.
Hoy son mis ojos diferentes quimeras, o cambi quizs la tenue luz hacia ellos?
Nuestros caminos opuestos estaban cerca.
La estacin agonizaba al final de la tarde, como toda gota sangrante de esta vida,
pero aquella meloda convirtiose en paliativa droga de su ocaso. Su mutilacin era dulce y
serena. Viejos versos se apilaban en los rincones para volver al polvo antes de las
promesas, muriendo sin remedio cubiertos de fatuos pensamientos, pero su epitafio qued
intacto al volverse alimento de los das perdidos.
Mientras afuera las arboledas se deshojaban, vea la belleza de los ojos cerrados,
de las constelaciones nuevas, de las fuentes de conocimiento bebido. Ruinas aun en pie de
un corazn palpitante, que sin embargo nadie recuerda.
Oscuridad que reina, cielos que lloran, recuerdas? hubo das mejores, tan
diferentes. Donde la sangre y la carroa era un solo alimento deformado. Donde los
amores bajo la luna se convertan en piedra.
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8
Llam mi nombre a la timidez del sol, y entonces ya mis alas eran grandes, ya los
ptalos y las espinas fueron inmolados en religiosa ofrenda. No queda nada ms que este
techo en escombros bajo el cual descanso mis ligeras melodas. Tambin los sellos de la
ciudad fueron abiertos y su vanidad enjaulada.
Entona el Rquiem para lo que queda de mi cuerpo, eleva un canto para lo que
sobra de mi alma si es que hubo alguna.
Ahora pido que cierren las puertas tras el concluso destino, y con luz apagada
devolvedme el reposo mientras dure aquella sinfona. Hoy que tras estas palabras retrato
lo que mis nervios tocan, que sea nuestro pacto el matiz pupilar de las tardes grises.
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9
ESTACIN DE AGONA
Que llueva sobre tumbas
otra lgrima de cielo,
para que entonces de mis labios
a la luz plateada de la luna,
florezca otro acorde de silencio
An cuando haya muerto mi orgullo seguir de pie
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10
SANGUINIS BAPTISMA
Ahora y para siempre tu sabor incomparable
palpando la armoniosa eternidad en descenso,
de mi palidez, como fatdica insolencia
para manos y uas mortales,
prodigiosa visin del monstruo arcano.
Entonces viste que al trenzar los lienzos de la noche
sobre las tumbas antes profanadas en vano,
cada niebla tiene ojos,
y todo aullido es mi mano que te llama
en el aciago recorrido de tu cuello,
sumiso jamelgo, con crines en bano.
Esperaba difuminarse como olor de luna nueva
la ltima tarde que vieran tus ojos,
detrs de la oscuridad sublime, que adoctrina las fusiones
de adormilados y secretos sueos,
en evocacin seorial de barro.
Ardan entonces los bordes de mi fauce,
rompiendo el grito vacilante en el abismo
porque alas retorcan los destellos clandestinos,
en un nombre jams pronunciado.
La bestia ma se ha posado en tu destino,
ha varado su corazn en tu sangre
para descansar su vida desgracia,
nunca moribunda y ondulada, como mi alma de demonio
si es que an poseo alguna en mi ego.
Pero cuando evitando al rastro maligno
ha mancillado los destellos ms brillantes
condeno,
existo!
cabalgo hace tanto tiempo sin un rastro.
Se eleva otro espritu que no ha llegado a su gloria
juegan ambrosas de hierro en mi puerta
con el perfil osado de algn misionero de la cruz,
que en causa funeraria sobre esta sombra,
quisiera transfigurar mi silente aposento.
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Ahora miro esas turbias aguas en tus ojos,
extrao al mundo de tu relato
distinto a otros amaneceres,
diferente el ave que se ha posado en tu lecho.
Escucho el crujir de mi piel abrindose
develando aquello que nadie ha visto,
fluye por mi, y de mi hacia tu lengua,
hacia tu voluntad de santa en expo
donde se levanta, el repique del misterio.
Y te envuelvo con fro sacrlego
otro beso centenario de lgubre fervor,
entonces yaces muerta por mi mano
y los hombres durmiendo en su locura,
mientras nada rezan los lupinos ecos.
Ellos cantarn tu muerte
adornando aquel ttrico carruaje
y dirn plegarias en tu nombre,
pero no sabrn de mi inocente cortejo.
Adormecida entre mil muertos
al final del mausoleo, pasaran menguaciones,
libres, sin cadenas en las alturas
para mirar la inocencia
convertirse en espada lacerante de fuego.
.
Y cuando recorra el nuevo aliento,
de vuestras manos la llave
para escapar de los edenes sin tiempo,
develars entonces tu nuevo talante!
Hambre incoherente,
ojos destellantes,
condenada a ser Mesas de sangre
levantndose al tercer da,
inhumano no muerto!,
sers vstago nuevo de las legiones de la noche,
y llamaran con temor a tu silueta
innominablemente aberrante,
la aparecida dama de negro.
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EL LOBO Y LA ESPADA
Aun escucho la sombra de la noche
cuando despierta entre las montaas del silencio,
y a la figura insigne del viejo roble,
que la ha acunado en mil inviernos.
De cual lejano horizonte,
vuestros labios han venido a extasiarme?
ser acaso que por vuestro nombre,
el noble legado podra ocultarse?
Y mirad en mi astral designio
cuando llegue el da de su muerte
mil enemigos cados por mi espada,
y una flamante alborada que no adormece.
Errante vagabundo de los bosques,
vigilando la poesa escrita en luna
y la obertura de las aves nocturnas,
que posaron sus aleros en mi carne.
Ms los amaneceres llorarn mi ausencia
en un teatro de horrores y gala,
cuando profticos susurros despiertan
para bendecir los sonetos del alma.
Y mientras las campanas doblen a lo lejos
sobre el fondo negro de un cielo estrellado
que descanse en profano destierro,
el sonido de un gemido consagrado.
Ser nuestro pacto en sangre firmado
con el yelmo del guerrero por testigo,
que cuando allen los lobos en aquelarre,
se levante mi voz del inferno principado.
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ANNIMO RECUERDO
Hay tantas lunas que comparto
con vuestra ausencia y mi semblante,
que he prometido derrochar silencio,
hablando con la marchita primavera.
Cuando lentamente ha pernoctado en mi ventana
la tristeza de un tono nuevo,
dime adis arrebatando el ltimo suspiro
que me ha regalado el color de la tarde.
Y no vestir el alba que descubre un nuevo da,
pues ella ha fugado eternamente de mis versos
ah, y su belleza
prisionera es de otros horizontes.
No inspiro los rezos a tu nombre,
ni de los belfos mos saldra algn vocablo
pues est mi duda de la vida en espera,
por un abrazo de soledad en mi propio atrio.
Cual mstica y fatal coincidencia
nuestro rostro en la constelacin lejana
es cadena anclada a las cosas que temo,
y que arrastrando un muerto paraso,
ha vendido su corazn al secreto miserable.
Sobre madrigales que sembraron nuestro exilio
ahora hay desolacin en cada lamento,
mirad despacio, al infinito y sus segundos,
a los vacos senderos inseguros,
de las frgiles bellezas.
Cada instante inoportuno y sagrado
sobrevive succionando otra alegora,
que nace de mi pulso mortecino.
Entonces maldigo aquellos das
y me envuelvo en cruel entierro
para jugar al ltimo de los vivos.
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14
Es ah cuando vuelvo mi rostro
y veo ms dunas solitarias,
un pasado en cadencia por los cfiros,
espejismos de ciudades abandonadas,
inanimados pseudpodos,
y el rastro de tu nombre en cualquier lpida.
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ALQUIMIA
Ciencia olvidada por el ignorante destierro,
filosofa en venas de sangre carcomida
ahora escuchad, el verso del brujo negro,
la cantata de los sortilegios,
de mi cuerpo una anatema,
vida eterna, y ctedra extinta.
Por el elixir que sobamos en las noches de enero
venid a m en reverencia,
que sobre las huellas del fauno horrendo
escribiendo en el cielo sus maldiciones,
de las horas que murieron en mi regazo
seris profana y silente indulgencia.
Ahora estoy consagrando mi fuerza
en el grimorio de volumen distante
con piel de hombre, y sabor a calavera
es el amo de annimas tinieblas
levantando su mano en ordala,
por el resplandor de mi plido semblante.
En esta voz est la esencia
proteccin de mi aurora insepulta,
cual doloroso holograma sin respiro
que flamea, como el cfiro viajante
y repta, por la tierra sin destino
por el nombre de la disciplina oculta.
Este es mi deseo y mi palabra
el designio de la escarlata primavera
llamronse pecados las virtudes de los hombres
transfiguracin en la hora de las horas,
porque vimos el oro de los dioses,
elemento fugaz de la materia.
Marchito de imprecada inocencia,
ahora y como siempre sin aliento
me daris el sueo de Melmoth o de Fausto
para complacer terrenales parasos,
sin la extincin de los arcanos ensalmos
en la cumbre de nuestros demonios veraniegos.
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Mientras sobrevive el recuerdo impertinente
es ahora el ltimo momento,
y mirareis mi sombra entre las sombras
deslizarse amena eternamente,
como curvas de la gigantesca serpiente,
y nada ms que su perfecto reflejo.
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ECOS DE AFLICCIN
Aunque mire otro vaco
de repente, como el primer da,
soy tu culpa expiada
que ha irradiado aliento ambulante,
en el murmullo de tus ngulos.
Ahora siento en mi dermis fatigada,
las pginas ltimas de mi historia
recogiendo estrepitosamente su calma,
entre cinagas negras, llenas de olvido.
Cmo escapar de tus destellos?,
si eres el enigma que pernocta en cada cfiro,
y cual vida que se arrastra
sobre mis dbiles artejos,
es abandono imposible la nostalgia.
Aunque vele otro camino
en mi solitaria decadencia,,
he roto el nefasto juramento
de armona sometida,
mintiendo al tiempo y sus pisadas.
Innecesario es el soar despierto,
arrogantes mis palabras,
amargo el grito de mi fugaz instante,
mi creacin el mutuo silencio.
Receloso descubrimiento de utopas
adictiva y egosta memoria de mis lxicos,
la nada escapando de la nada,
las voces que desgarran su garganta,
y toman mi palabra en su boca.
Aunque abrace otra pulcritud,
la escarcha que desciende mortalmente
ondeando su fantasmal contorno,
es sedienta prole de euritmias nuevas,
para ocultar el mrmol deprimido.
Cada da un imbatible desafo
parecido a respirar este quejumbroso aire,
por los atardeceres tallado.
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18
Ah espero la impvida respuesta
cuando aparezca en su clamor, mi pensamiento
rondando, vigilando mis rencorosas promesas,
aunque sea tarde para alcanzarte el vuelo.
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ETERNIDAD
Sombras,
melanclica belleza,
silencio en mis labios,
eternidad macilenta.
Espritus que navegan los rincones
en su oscuro derecho,
de impas vestiduras de niebla.
Ahora se agita el viento
y en mi copa el ltimo latido,
mas en tus labios ruego
como al dios que en rencor imploro,
arrodillndome en la adormidera.
Te iluminaran cien luceros refulgentes
en vuestro viaje de pasiones,
quizs lejos de la suerte,
pero diris que mi mano estuvo hereje
cuando las campanas daban las doce,
y pude soar con joven sangre.
Si hoy existe el aire que respiro
y maana extrave su sendero,
mi consuelo de rosa condenada
adormecida, entre nubes y estrellas
deseara una lapida en blanco
sin fragancia y sin aliento,
silencio en un poema.
Quin respondera?
augurio de muertos ojos,
un juguete en abandono,
que suspira
Eternidad,
sonrisa en el abismo,
ciudad en el consuelo.
Cada bestia que temblando
arrastra su pecho en reptilesca morfologa,
un esclavo ante el ltigo de cosecha.
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Aqu los cielos son testigos
de la muda reverencia,
que se levanta sobre las cabezas
para coronar su hambre soberana
de las lunas que los hombres adoremos.
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SUCUBO II
Ahora veo tu rostro dcil
devorando la lujuria incontenible,
litrgica sombra, de nocturna profeca
de rincones subyugados a la luna,
en laboriosos votos de medianoche.
La madrugada que te ha llamado
no pudiera saciar mi profano deseo,
pero t y yo, bailaremos el gnesis
hasta la muerte, de cada plateado sendero,
que vesta mi espritu en tu ausencia.
Solo pido a vuestras alas que me guen
en el reino de esa lividez moribunda,
que tomaron mis ojos por destino
como cada azabache circunferencia
de aquella maldicin deleitable.
Prefiero ninfa de los infiernos, tu cintura
y aquellos besos de simtrico deleite
cual cadenas que atravesaran mi cuerpo,
que mil noches yermas de mortal elipsis,
junto a la tumba que espera mi tregua.
Ofrceme al misterio de tus ojos
como mi vida y alma, en aliento por regalo
pues prefiero la sombra de tu mano,
a la maana que ciega mis visiones
y frgiles memorias sin credo.
Mirad que hay una forma de sagrado sacrilegio
detrs de la dicromtica mscara nocturna,
imploro entonces criatura desnuda,
que cada funesta campanada
sea tu amparo en el latido de mi pecho.
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DESVELO
Ahora que respiro tu nombre en el aire
dir que mi puo no alberga tu olvido,
ni en el ms recndito sendero extrao
naufragado para siempre en el desierto.
Todo invierno conmigo, una rosa en agona
mientras en llanto, me cuestionan los cielos
pero cada minuto se convierte en espeso aroma,
de la triste obra, mecindose sin rumbo.
Temblaran los amaneceres en mi puerta
con cada nota de fantasma en cruel desvelo,
aquellas velas que apagronse diciendo:
aqu yace mi linfa en deshonra.
Mientras penantes fluyan perdidas las horas
lejos de su fin en el ltimo de los das
cada prrroga, por la providencia concedida,
a la deriva de mis inflexibles tormentos.
Desolacin herrarte fagocita cien caminos
mientras espera el astillero de mi tumba,
la escogida mano de los ngeles austeros,
vaciando el recuerdo de lluvia en mis letras.
Y si la esperanza escribe su testamento en mi mirada
ciego engendro de ambiciones nigromantes,
que otra noche alcance de los sueos sus placeres,
sin tregua por los sabores a decadencia humana.
Pero en el santo imperio de grafas
otro estigma carcome mis costados,
tortura en mis labios que blasfeman a tu sombra,
besando el polen de mi mente alucinada.
Es otra luz la que ha robado mis plegarias
en cada ciclo de un Apolo distante,
y ahora mi msculo en catalepsia sin remedio,
bajo mi piel, junto a ti yace menguando.
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SONETO INCONCLUSO
Busqu en la noche tus lujosos cantos
al celarme de los ojos del fro,
mientras de m, se desliza el roco,
como una sombra ofrenda a los santos.
Fueron las horas bajo negros mantos
desvaneciendo en vano el fuerte bro,
que de mi nico espritu sombro,
se alimentaron los tristes encantos.
Pude ver entonces un ente alado
y la luz gris de un eco desterrado,
dando para m un coro de alegra.
Pero al tiempo se volvi una agona
y el ngel de la luz del nuevo da,
ya no enton nunca ms a mi lado.
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24
IN NOMINIS EXANIMATIO
Los muertos son recin nacidos
que despiertan,
miembros destrozados
y almas hmedas
suavemente suspiran
en extasiado asombro fnebre
Jim Morrison
Est la luna misericorde
viendo nuestra exnima,
y las plegarias de los mortales,
elevndose como sirenas.
Habr deidades de cristal
en el silencio de las horas,
fantasas de primavera
profetizando su entierro.
Pero huyen a paso lento
esqueletos y juglares
en su cadena perpetua,
como hirientes sonrisas
obsequiadas en el mortuorio cofre,
de suspiro olvidado.
Pero esta es la cuna
en la que vimos sin reflejo
cien ojos muertos.
El nunca es otro reino,
amo de las legiones del polvo,
del puo y la palabra divina
condena en el viento,
cuando toca su piel mi alma.
Orgsmico desenfreno
crescendo sin prisa,
sinfona ma,
y de todos los maestros alados,
con fauces de lobo, colmillos de aurora.
Para sus cuencas vacas
como maniqus de barro descompuesto.
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25
Escuchad este lamento
colores de muchos ptalos ,
nacidos sin nombre
y moribundos sin destino.
Ayer - otro nunca
donde crecieron las rosas,
que ahora suplican por su alopecia.
Universo insignificante
si pudiera tocar vuestros escalones
cada beso, cada flama
carmes pasin ensangrentada,
otro ptalo sin nombre.
Andaremos ciegos
en el camino serpenteante
siempre rumbo al siniestro abismo
si!, condenados y ciegos,
ciegos de tanta luz
sobre nuestros huesos,
batutas para el rquiem.
Que ya veremos carroas
de atavos galantes!
en el saln de baile predilecto.
He aqu la sabidura
que desnudaba nuestras mentes
artificial sendero de victoria
deambulante en el aire.
Cada hombre un insecto gigante
sin alas majestuosas,
pero en la fnebre crislida,
colmena de sueos la reina nos llama!
Puedes or su envergadura?
claustro libertino
es aquella dama de los arcoiris negros
y sabor de alcaloide,
la de los ojos cristalinos sin pupilas
ha escrito mi nombre en sus labios
al comps siniestro,
de esta noche excomulgada.
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26
CLAUSTRO Y CATACUMBA
I
Mi prpado nico se levanta,
develando la cadavrica metamorfosis
como canto nocturno de criatura degollada.
Entonces tomo mi alma del altar derruido
y tiernamente devoro sus entraas
para sentirme vivo
en esta incomprensible incgnita.
Alguna vez sostuve en mis alas
las flores de sangre rebosantes,
pero en este crepsculo sin nombre
donde arrastro la mitad de mi organismo
ya no hay fro ni dolor,
pues mi piel ha muerto.
II
Danzaron el gran gusano
y sus cien vstagos ciegos,
sobre una pista de tristes osamentas.
Apoyo en mis rtulas la reverencia,
con temor por la honda oscuridad
que mis visiones han creado en su encierro,
siendo devoradas por insaciables respiros.
Y su zumbido resuena cerca de mi encfalo
ascendiendo por aquella silueta informe
para coronar la ltima primavera,
sobre otros atardeceres invisibles.
III
Vestigio de mi efmera mortalidad
sin descanso entre el polvo,
arrastrando podredumbre.
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27
Ya no necesito mis falanges
para acariciar otra cadera muerta
de montono sufrimiento
sin gritos, en la corrupta morada del horror
donde doncellas consumidas
visten sus arcnidos velos.
Porque escarabajos abrieron mi crneo
como albergue a condenadas melodas
para el dios que todos olvidaron,
a la rivera frecuente de mis lgrimas.
IV
Descarnando manos fras
sin la horrorosa deformidad
de la sombra que ha crecido hasta rodearme.
Oigo murmurar arriba del sombrero que conozco
del sol verdugo, sbditas marionetas
en sus retratos ovalados de muerte petrificada
de sonrisas y demonios voladores,
cuando ellos cierran sus ojos.
Es que nacieron sellados
con lacerantes heridas perpetuas,
que sangran en el msero y opaco da
trado desde lejanas auroras,
a su abdomen desfigurado
solo por la existencia.
V
Ya no hay el siniestro recorrido,
ni existen fantasmas soadores,
solo este maligno cuento de hadas.
Me encuentro,
me remolco a oscuras sobre mi carne
la llevo sobre mis huesos carcomidos
y dentro de la nada que acompaa
cada segundo sin latido,
por debajo de mi quinta costilla.
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28
Doblo el tiempo sobre mi atlas
intentando ser elega de cenizas
pero eternidades nos son suficientes para el hambre,
as que devoro mis incontables quimeras
solo para nacer otra vez, del tero siniestro
de esta fosa comn.
VI
(EPLOGO)
Entonces vi la nube eterna
permaneciendo en mi delgada espalda,
y a mi ojo, en busca del color nuevo
donde los hroes se retuercen en Potico desenlace
ahora despierto con mi nica pupila
junto al negro infinito del espacio,
entre arcanos muros de hmedo destierro,
para el mundo que apenas tiene remembranza.
Un fmur el mo? no recuerdo su sabor en mi fauce dentada
as que me arrastro boca abajo
sobre el karma de otros muertos.
pero ellos no ren!,
no cantan!,
no escuchan la lgubre alabanza
de m, como perfecto cadver
en mi ptrido reino.
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29
VIDA
Veo apilarse promesas
bajo el sol ms brillante,
placer lacerante en mi fuerza
cada vez menos humana.
Entonces otra vez se apagan
palabras de veneno,
que matndose a s mismas
en espera de segundos,
crean aquel fantasmal universo.
Cuando todos se han ido
en busca de su oro ignorado
veo tu rostro a mi lado,
radiante, como el primer da.
Te conozco
te idolatro te ha matado.
Otro retrato llorando
solo una silueta sin rostro
lagarto u hombre!,
muerto o vivo suplicante!,
carroa o animal del bosque!,
escaso recuerdo.
Y el viento en su dorado cetro
con el conjunto de cuerdas celestiales
Perd la cuenta de tus cabellos,
incontables como estrellas,
fugaces a mi mano.
Apenas reconozco vuestra rima
si tan solo quedara una plegaria
que toque tu auxilio,
cuando los valles gimen dulzura,
y con mi voz confundironse alegres aves.
Apenas reconozco vuestra ausencia,
honesta y exhumada.
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30
Y aunque las flores se marchiten
en las tenazas del destino
huye su memoria decapitada,
tras la fragilidad nuestra.
Ya no podemos ganar esta guerra
pero toma las armas para nosotros mismos
rabia,
impotencia,
cuentos extraviados en su rumbo
la ltima pgina incompleta,
musa para la nada.
Que se levante mi orgullo
enterrando su mscara
curando las heridas mortales.
Quisiera encender el fuego sublime
para el silencio,
para mi alma,
y el honor de su sangre.
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31
GTICO
Bajo lnguidos rostros que rodean
a la entonacin de marcha fnebre,
un campanario en montona llamada
haciendo volar a los hijos de la noche.
Alas negras de fatdico presagio
una luna se esconde tras de ellas,
simulando capas de bruno terciopelo.
Buenas noches sbditos alados
escapados del martillo de las brujas,
lucen hoy al atisbo de la bveda celeste,
atavos de no muertos y aquelarres.
Las grgolas malditas
unicornes deidades de mrmol
giraban como buitres sobre la muerte
Otra doncella desangrada
Silentes catedrales
insigne arquitectura,
inmortales escaleras terrenales
subiendo a los edenes de gloria,
Doce oscuras rosas de tinieblas
esperan con el arribo de nimas perdidas
augurios de una innombrable tragedia,
donde la noche es la mejor aliada.
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32
LA LLAMADA DEL ATAUD
Mortal que ests cansado y abatido,
Llegando a rastras sobre mi presencia,
Escrito al fin la impasible sentencia,
Hombre viejo o lozano acometido.
Tocando al final t ltimo latido
De las campanas sonada advertencia,
He de tomar tu carnal existencia,
Para siempre en mi regazo dormido.
Recorriendo tus recuerdos en vano
Venid a m, que termin la espera
Cuando el destino volviose asolano.
Que con la anuencia del ngel arcano
La Atroz gabarra, fnebre galera
En suave madera, aprieta tu mano.
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33
BESO
Me doblego ante ese beso,
entregando mi florida voluntad,
a un par de labios de rub.
Y me regocijo en la fragancia desnuda,
en la sombra que cae sobre mi lecho
fingiendo existencia.
En la soledad de una satrica sonrisa
tocando tu asidua lontananza,
aquella lnea eterna dibujada
por la cual, valiente he partido.
He aqu un sentimiento, esculpido en mi rostro
por la arena gravitacional del tiempo,
que acrrima mocedad despide
bajo el belfo de la viuda negra.
Levemente anso buscar y escalar tu alma,
ser la ltima estrella palpitante de tu hora
a disimularse escarmentada,
detrs de las doradas cortinas.
Y al regalarte una caricia,
deseo curioso y suplicante
aquel veneno que me ha visto demacrar la carne,
en la habitacin de oscura fantasa.
-
34
LETANIA
Ahora que mi adis, sucumbe en la prfida distancia
a la mitad de la noche, en diferente espacio,
jams visto por ojos, intermitentes de pecado y linfa
que se han puesto de pie para adelantar las horas,
exhumando de mis manos, el clido recuerdo.
Olvida mi nombre olvida el grabado de sufrimiento olvida el florecimiento vano de la ltima primavera
que el resplandor lento es ms corts y galante,
que el navegante Adonai y su cruento abrazo.
Puro cielo cobijando la usurpacin de triste mirada,
ensalmo justiciero de la blanca calavera,
a tu nombre de mujer , a tus cantos de piadosa hada
donde los griales rojos se voltean en la tierra.
Si! all donde miramos la orilla tan lejana de una isla silente, all donde se coagularon las ciudades de sal
y los sueos desafiantes hubieron de transfigurarse
vuestro amanecer es tentador demonio celeste para cualquier alma.
-
35
NAUFRAGIO
Alguna noche he de besar la lejana
y tus pupilas sern la tinta esmaltada,
con la que arranco gritos de dolencia
a la santa imagen de un recuerdo.
Aquellas gotas de dulce ambrosa
que hubieron de darme una inmortalidad profana,
un solo instante de poder y liturgia,
se despide con su pauelo de mi rastro.
Y ahora me arrincono bajo cien constelaciones
que destellan en las extraas alturas,
de esta inmensidad incomprensible.
Por sobre los mundos y los dioses,
por sobre cada humana esperanza,
y su esfrico ropaje,
por sobre el azul agobiante de los cuerpos,
que vimos morir y nacer.
Y en mi viaje de pluma oscurecida
la vaca gracia, derramaba mis caricias,
entonces complacido con la fra nulidad del condenado,
al balcn de la luna postrara mis rodillas.
Demacrados latidos de sereno movimiento
van y vienen jugando con mi hlito,
para caminar sobre estelas de dolor,
alejando del miedo sus legiones,
y construyendo ms atardeceres esclavos.
Mientras me perda en imposible laberinto
de insondable y claustrofbica belleza,
lapidaba delirios de juventud evanescente
Otro pilago indiferente a mi venia,
al cielo durmiente que he trado,
y a las cicatrices de la luna.
A mi irreconocible tez que ha sellado el convenio
mientras cante al lgubre perfume,
mientras aire exista para mi pecho.
-
36
Ahora veo en el horizonte que sangriento se levanta
sacrificio para mis fuerzas
rozando la voluntad de mis designios.
Eras t la voz ausente!
la herida, la cicatriz abierta,
la eternidad en la que me he perdido.
Y cada segundo de un beso extinto
otro sortilegio que se escapa,
mientras como cansado viajero me miro,
sin ttulo y sin lucero,
naufragando en el mar de vuestros ojos
naufragando,
en al azul de tu mirada.
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37
CABARET FANTASMA
(Poema en prosa)
Era la hora de las brujas, cuando las campanas ms distantes resonaban en el eco.
Aquellas providencias suponan augurios de muerte; y bestias aladas, sobre los cadveres
de las ciudades, reposaban su vuelo. Cada niebla, cada sombra danzante era un grito en el
silencio cuando me cubra un manto de duda blasfema, atrapando para siempre otro ocaso
humano. Serian entonces sueos y esperanzas, segundos fnebres rumbo a su filosa y
seorial guillotina.
Entonces miro la demencial alucinacin de los juglares, su rostro es el plido coro
del teatro bizarro; y sus ojos dos negras lunas...Cada mesa tiene una o dos personas que
miran atentos la luz de velas agonizantes, cirios mortecinos que se derriten
cadenciosamente sobre alguna calavera.
Entonces busco mi propio reflejo, aquel que delante de mi solo cantaba otra
entonacin sin sentido. Oh amor perdido! , dame un nico obsequio de tu mano marchita,
toma mi voz en tu encierro, para cuando se abran tus rencores en mi tumba, lacerante y
altivo al mismo tiempo; mi corazn destierre su mar escarlata.
Al abrir las puertas del recndito lugar fantasma, oh magnificencia indigna de mis
ojos aun mortales!, indigna de cada hombre y mujer sin rostro entre los presentes, indigno
escenario de las alas destellantes de los hermosos serafines dorados; trados del invierno
desatado en las flamantes alturas de mi mente.
Extraa msica soada por la amapola, reverente al corazn supremo. Pianos
crueles que flagelaban sentimiento en sus cuerdas; cual infantiles voces rumbo al
fallecimiento.
Cada uno de los msicos era un alma condenada en mil colores penitentes. Su
rostro; el enigma indescifrable. Quizs engendros de las cenizas, y su meloda un fastuoso
rquiem, para el que ha visto su propio cadver desmenuzndose mientras baila. Y luego
lnguido, al comps remitente de sus innombrables instrumentos; se levantaba un teln rojo
de terciopelo, cubierto en piel de la vspera de todos los santos.
Detrs; esqueletos, figuras desvigorizadas que danzan macabramente al trino de una
musical mortaja. Sus consagrados huesos que hubieron de deleitarme, sienten la claridad de
cien ojos que los miran, buscando la consumacin de su acto.
-Aquel baile- dijeAquellos delgados entes de mortal lujuria, que no miran pero sienten tal como nosotros el licor de los placeres, son el sendero de la nica pluma que
sostiene mi mano. La que algn da dar vida al ms negro epitafio. Su sendero es de brumas, sus cuerpos necrolgico lenguaje.
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38
Y aquella espectral efigie de femeninas pupilas, si,ella!.... La que no tiene ojos ni sombra, la que canta a la pauta de la orquesta, ella es una estridencia ajena a la amargura, al
suplicio de las flores que arrinconadas fueron juventudes de seda.
Es otra noche la que en descuidada travesa, vimos perdidos como ciegos insectos
en un tono menor de angustia. Este espectculo siniestro, tomara un astro para su anhelo, y
cada poeta!... un extrao personaje, una extraa envoltura de vida donde nace la muerte, un
aroma que se desvela, y que surge majestuosamente entre la sangre de sus arterias, cuando
de su mueca se engendra. otro maldito verso.
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39
JINETES DE MEDIANOCHE
Alabanza,
es cristalina decadencia,
deseos recnditos a vuestro cuerpo como dagas
mientras la pera de insectos nigromantes
alcanza el punto mximo de sus voces,
zumbando misteriosamente entre lgrimas de estrellas.
Cuntame brisa el sentimiento inmolado
con su mortaja de niebla,
curiosa y elegante.
Un animal duerme en el umbral de la locura,
tratando de ser misterio apocalptico,
un pecado en el lugar ms santo
que ronda las miradas de arcngeles en penitencia
desnudando su temblorosa piel,
obediente a las pasiones de otra danza.
Sin embargo, devoradas son las horas
pintando su muerte en proftico gesto,
el nico territorio mohoso de suspiro
donde los placeres de la tumba y el dolor rastrero
son millones de rezos por cados serafines en letargo,
en la cuna de los devenires sin decreto,
y en el nctar puritano de los hombres.
Este es el adversario, la fuerza, el emisario de puro instinto
afligido plumaje carroero,
sobre trepanadas cabezas.
Oh, a travs de las ciudades solitarias
despertando el lamento de esqueletos bajo el suelo,
escuchad los cascos en las piedras
y a los muertos en atadura,
suplicando por su veredicto.
Cazadores de almas o desafiantes caballeros,
luna extinta que no flamea en el camino celeste
vuestro augurio es desarraigo de la tierra
mientras un perro desgarra tu carne,
y mi sable cosecha la perfecta gloria
pues mi numero y cabala es simplemente
.Infinito.
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Mutiladas pupilas, heridas de gangrena,
el cfiro nos dir bajo que regazo se habra posado
para nacer como semilla fecunda,
en una tierra sembrada de atades.
Y este deseo libertino
en justo secreto, condenaba las luces atroces
de las que huye mi carne cual victima a verdugo
para ocultar su rostro en el manto negro de mi emperatriz,
siempre en silencio.
Y empao con su sangre mi ventosa
aferrndome al alimento de las almas,
y espero, me arrincono, me vuelvo un infante macilento
que ha orado cada noche
antes de verse morir en un espejo,
que es el confuso dilema, existencial proverbio
tocando el gris ms triste en los mil ojos
de una deidad femenina.
Pero el circo ya no est
sus colores en cenizas coaguladas,
y su msica de moscas incoherentes
es solo caos religioso
para esta noche de gala.
Las monturas detienen su cortesa
cual procesiones al despertar de las iglesias
pero ahora, otro imperio ha cado!
y su sangre aliento es de los recuerdos.
-! Profeta -dijeron
t que has visto el nacimiento de otro canto
-! profeta dime
si las lneas que aun se retuercen en mi mano
en quiromntica miseria,
han de estrechar las del mismo Caronte
o he de ahogarme en el Estigio de mis insolentes yerros?
Mi silencio no sera revelado con aquella tormenta,
mientras octpodas figuras,
trenzaban una forma simtrica y hermosa
bendecida como ninguna otra,
que osara atrapar ngeles en pleno vuelo.
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41
Viendo en los corceles ventanales lacrimosos
y prpados cual tejados decados,
asombrados del misterio de la muerte que termina
y de la vida que ha nacido de su vientre, como verdes ramas
longevas pesadillas sin carne!
pero aquellos pedazos de botnica alma
ahora pestaean sobre sepulcros en tinieblas,
cuando la mano del Olimpo las ilumina.
Y las he frecuentado cada noche
vindolas crecer en babilnica arrogancia,
licantropa en mi cabeza
amor, odio, dolor de incertidumbre
postrndose por siglos a los pies de su karma,
mas el obsequio que han dejado los eones incontables
estarn all para pavimentar los destinos
con ptalos de innumerables condenas
y recordarnos mientras besamos adormilados
la famlica mano de un dama petrificada,..
que nuestro destino saborea pasible ensueo.
Pero veloz es la maana mientras repta
en busca de una catafltica alcoba,
que: ad occasum tendimus omnes
decan bestias en arrebato de esplendores,
cuando la tez sangrante reconoca otra mirada.
Hemos de sufrir en nuestro olvido
decan voces incesantes a mi lado,
porque el caballo pisa nuestras uas cuando levantan
a la voz del profeta y su palabra dorada,
sus diez crculos de olvido.
Tanto tiempo hemos dormido sin arrullo
y ahora relegaremos ms das de agobiante lluvia,
pues cual temores asechando, en aquella puerta de roble
tomarais la esencia de algn divino reproche,
para saciar la sed de entre los nombres
que peregrinan por vuestras venas.
Entonces rugimos como el imperante trueno
desde la distancia inalcanzable que ahoga su aliento,
as nuestra voz hizo esconder al fugaz sollozo,
e hizo palpitar mas de cien valientes corazones,
de los sangrientos guerreros del alba.
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_Soy el que cabalga_ dije sin dolor placentero,
mi nombre purga su castigo en la inocencia
su lugar pertenece al manto, al cliz, a la rivera de la noche
y estas apndices membranosas, albergan ms de una presencia
la luz es mi crcel, mi indolente utopa
el secreto que arrastra mi cadena,
y los dioses a los que sirvo no tienen nombre.
He bajado de aquellos rincones del olvido
y mis huestes aquellas sin iris y sin alma
para dar el reino que suspiran aquellos pasos,
como si fuera el da del tribunal sagrado
donde cada uno, tocara sus mundos y su credo.
Mirad esos mortales vuestro espejo del pasado
eram quod es, eris quod sum
flamante letana,
reteniendo recuerdos imborrables como el viento.
Corriente que ahora vuela por Aries
pues errabundo cambia de casa en el zodiaco,
para ocultarse de mi rostro.
Mas lo he borrado de mi memoria
y ahora no distingo la pronunciacin de una quimera,
flor , fantasma, primavera, invierno,
cada recuerdo experimenta un desafi
en el curso del vastsimo vaco que nos balancea
acariciando una fecunda meloda
donde humano alguno tocara de dueto con la muerte por la verdadera existencia.
Entonces venimos a fundir la fatalidad
sobre visiones que la adornan decorosa,
y por mudos testigos tenemos las almas que prisioneras
no allan nunca ms este coro,
sobre el cielo de la noche en que duerme
de principio a fin esta blasfemia que llamamos hombre.
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43
Oh, que no ha desfallecido aun la danza negra
y la mano bajo tierra ha escarbado en silencio,
inseguro furor del corazn lacerado
tomando de la espada juramento,
porque desfallece an el que ya se ha extinguido!
y tomemos la envergadura de la distancia,
para alcanzar la innumerable esperanza
que tean los senderos en gama difusa,
para entonces estimada osamenta temerosa
sube al mismo tiempo que ha llamado sin respuesta
y si la suerte carcome tus plegarias,
miraremos el mermar de las estrellas.
Andrs Joaqun Guarnizo Chvez
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44
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Estacin de Agona fue un proyecto no concluido del Consejo Provincial de
Pichincha y la revista Letheo, que buscaban realizar un libro compilado de varios autores del
gnero. Para lo cual se pidi al autor la cantidad de treinta pginas que cerraran el libro.
Dicho pedido fue completado y entregado en el tiempo establecido. Sin embargo, otros
autores no cumplieron la convocatoria, por lo que el proyecto fue dejado en el olvido.
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LAS LTIMAS LETRAS DE OTOO
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46
BELLA ES LA MUERTE
Bella es la muerte de blanco vestida
llamando a la puerta en noche estrellada,
y al rendir mi alma a la mortaja amada
en fnebre abrazo har mi partida.
Bella es la muerte del alma rendida
cual fiel esperanza ayer arrancada,
ser extinta letana inmolada,
agnico aullido de aura extinguida.
Bella es la muerte, calavera hermosa
tomando sangrante el ttrico artejo,
en piel arrancada y tez orgullosa.
Bella es la muerte y su fro cortejo,
pues de su jardn me obsequia su rosa,
que adorna cruel esta noche mi espejo.
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EL DEVORADOR DE CADVERES
Quisiera volar hoy bajo la luna,
y bajar del oscuro firmamento,
para entonces al llegar el momento,
ferviente venga a la fnebre cuna.
En noche gris cual hermosa ninguna
fauces arrullan con triste lamento,
pues la carroa, servido alimento
deleita la boca de bestia alguna.
All cauto cual lupino que asecha
hurgando entre carne y ptrido hueso,
dejando en el aire sepulcral huella.
Para as mi alma dejar satisfecha
muerte profanada dame otro beso,
mientras haya en el cielo alguna estrella.
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EDN DE SUICIDIOS
Recuerdo tu sombra en mi puo,
cada letra en soledad envainada
y armaduras de hueso en mis labios
que al caminar hacia inslitos rumores,
conceban exhumadas carroas.
Palidece mi carne entre las sbanas,
me pudro entre claveles lastimeros
hoy no respiro ms que hondas oraciones
que trazaron el dulce martirio,
bautizando vampiros en m sangre.
Puedo entretejer telaraas de olvido
donde monstruos abandonen sus lgrimas
donde sueos alados mueran de hambre,
para cortarnos las venas lentamente,
y as fulgores nocturnos sobre mi alcoba
alcancen el edn de los suicidios.
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49
RETORNO
Recuerdo insepultado de mi mente
que entre mis delirios su voz esconde,
quisiera all ir donde tu sombra ronde
y dormir en tus brazos dulcemente.
Mas imploro tu nombre vanamente
pues mil ocasos me preguntan Dnde?
y solo el silencio fro responde,
diciendo que me alejo eternamente.
Pero si vuestro pecho a mi alma invoca,
y el claustro negro no impide un regreso
diris que una mano a tu puerta toca.
Pues pido al cielo aunque fuese su preso
volver enviado al eco de tu boca,
de la tumba, para darte mi beso.
Andrs Joaqun Guarnizo Chvez
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50
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Las ltimas letras de otoo (2011) de Editorial Romance Nocturno, se
describe a s misma como una antologa de poesa gtica entre Ecuador / Mxico,
para dar a conocer al pblico interesado aquellos versos contemporneos herederos
del malditismo.
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51
REGINA LACRIMAE
Caducas exanimas vitas aetas anima
Horror, horror
el baile de esqueletos,
siameses criaturas
dos cabezas y un cuerpo.
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52
ATAD
Me gustara gritar tu nombre
embrujado en contar mil pasos,
como segundos sin segundos
como el primer dolor del alma.
Crislida de luz y sangre,
que aprendi a pulsar de nuevo
donde vaya el andar de mi astro.
Cambian los caminos maana
pero ahora sus melodas nos acogen,
en cualquier norte sin norte,
donde haya cado un recuerdo.
Desapareciendo entre cenizas,
una cancin de desesperanza
para un muerto que palpita
en este atad clausurado.
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53
EL FINAL
He tocado tu mano con mis belfos,
en cada mirada de otro ptalo marchito
y he aqu mi voz, sobre la flor ms inocente,
es el compas mortuorio de los ltimos latidos.
Entonces camino entre lapidas sin rostro
admirando a cada nocturna belleza,
mientras ya no hay ms que mi propia muerte
fundindose con la arena.
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54
HORROR
Aquella noche por sobre mis sueos,
pesadillas habitadas, e infecundos desiertos de agona,
arrastrbanse montanas desvaneciendo su peso y sus ojos azules,
que crecieron hasta romperse en oraciones.
Profeca! profeca que cay de los cielos
susurraban con esfuerzo ocho estrellas,
ngulos falaces donde se fermentaban los ngeles
que surgan carcomidos de los mares,
para ser cubiertos en luto de espinos.
Horror! horror bajo la sangre de los difuntos,
en la faz del tiempo guardin de cenizas,
cual fatdica visin el camino de los crneos
cae bajo amputados pies de envergaduras carroeras,
que se alzan para devorar esa malata,
cuando la luna en lagrimas se gangrena.
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55
REQUIEM EN EL ESPEJO
Amada providencia,
intangible sombra de mi halito
sobre tu cuerpo de vino reposo,
cansado de mi vuelo y mi canto
Entonces un segundo ms
te entregara mi triste lamento,
pero lo he perdido hace mil otoos
de tanto mirar sin parpados.
A veces los das bailan macabramente
mi lnguido tono de silencio,
aquella misma meloda errante
que absuelve la voz de mi retrato.
Todo comps de espritu nuevo
por ti, inclinado en reverencia
he aqu cortejada providencia,
has de ser fatal compaera en mi teatro.
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56
LA NOCHE DE LAS LUCIRNAGAS
Obsrvame sin prisa
sobre tus expiados dedos,
que mutuamente juzgan su retoo
en azul destello frio,
menguante e implacable.
Borrando smbolos de impura sangre,
lagrimas de msera estrella
y mi muerte, mi calma
verso rojo de mi sangre.
Tu soledad mi recluso apetito
de verdeopaceo lucero
necrosando mi meridiano.
Tomo vuestra mano iluminada,
la contemplo desgarrarse rendida,
a la carroa en el altar de los mortales,
donde umbrales irreales sobre tumba profanada
que bendice en canto nuestro credo,
!oh ensangrentada romera!
Ahora el negro terciopelo
y su oscura fauce dentada,
esconde el tranquilo mar de los muertos
!Despierta ahora sin alma!
!agoniza nuevamente!
entre mis brazos seccionados
baile de caricia escarlata.
Otra bestia ruge sin calma,
camino a los pies de esta tumba
smbolo de decadencia.
Fatua apariencia de etreo palpable,
vestido cristalino que juega entre osamentas
ahora puedo mirar mil noches juntas
y camuflarme por espectros y duendes,
en phantomima de danza macabra
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57
OJOS MUERTOS
En esta distancia apartado
de mis sombras, de mis albos besos,
de veloces lamentos fantasmales
cabalgando en el aire ms denso.
Siento de la noche sus jvenes pechos
como flores deslizantes al roco,
y sobre el libro en sangre demacrado
de todos mis famlicos versos.
La luz de aquel portal evanescente
mi frgil cristal de hambre y miedo,
el desafo de otro ocaso deambulante
en carmes coro de silencio.
Mis venas palpitantes de delirio
codiciando de la luna su fuerza,
engendro de inerte tono absurdo
bajo el canto de mil iris ciegos.
Y aqu vivo en oscuras cenizas
con amor de maldecidos resplandores,
mientras roban la etrea luz
de mis horrendos ojos muertos.
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58
SAMHAIN
Vspera del da de todos los santos
cuando aquelarres se conjuran en los bosques,
la voz de de los hijos de la noche
no es ms que aullidos licntropos.
Que esta es la puerta abierta
entre el mundo de los vivos y los muertos,
nacidos con la marca de la tierra
cobijo de la bestia excomulgada.
!Metamorfosis blasfema!
Engendrado en la noche de la luna,
hijos de brujas que ren en las sombras
cuando implorando intil misericordia,
los inocentes lloran su nombre.
!Samhain!
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59
VENENO
En tu cadavrica miseria
que no termina con la muerte,
princesa de la nieve perpetua
cubre las calles crueles,
de un silencio equivocado,
que rompe toda luz.
Fraccionando mmica nocturna
incrdula tristeza.
Esperando tempestades voladoras
aullando recogen tmpanos indiferentes
por el suplicio eterno en mis demonios,
que adolecen de tu signo.
Dejando all pasos,
bebiendo vino de la copa lacerada,
de la sangre sin derrota en sus pupilas.
as sea por las dunas del tiempo
veneno de mujer,
cual veneno de afilada rosa.
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60
(Poema en prosa)
Cenizas en mis dedos de lo que antes fue un amor, es solo carroa corroda en su
expresin de vanidosa languidez; pues escondindose de mi recuerdo su ternura, cual
temblorosa voz que se acuna dentro de cada puerta, ha llevado en hombros su rquiem. Y
entonces miro como nunca lo hice, como un espritu que vaga por los teatros de las
sombras, donde sufro de torpeza ante su tregua, mientras uno a uno los cirios van
descansando pasivamente sobre mares de recuerdo.
Sin fervor contemplo el balanceo de su fuego, pero ya tarde es para la
tristezatodas las lagrimas huyeron, deambularon a refugios detrs de una efigie envuelta en claustro. ! Oh serafines ciegos!, intermitente es el dolor sobre las nuevas arboledas en
retoo, condenadas a muerte cuando las campanas intenten arrodillarse a los parasos.
Y entonces promet no hacer mas promesas. Jur dejar atrs imgenes disueltas;
como si el viento que me trajo el nombre hacia mi sacrificio de doce lunas se esparciera
sobre los crneos del pblico fantasma. Pero an veo los cfiros arrastrndose sin piernas, y
un canto de ave dulce que golpea aun ms aquel umbral donde todo su color transforma en
negro crepsculo, y donde los ltimos suspiros se aferran a no vivir
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61
PLUMA AL VIENTO
Y mi ira se dirigi sobre vuestra carne
a perderse en el fuego de la verdad,
entonces caen lentamente sobre tu bandera
rompiendo los ltimos cristales de amor,
que laceraban la otra mejilla.
Arrogante tu sombra oprima mis venas
pero ya hace tiempo han extinto sus manos,
ahora tu suplicio se abate en mi guerra
para ser mancillado tu estpido reino.
Tu nombre en mi tumba de baile
un muro que nunca ha de romperse,
un demonio ciego que eterno se arrastra
Ahora no hay rosas,
solo espinas para tu cuerpo
que han de tragar entero tu hades.
Patbulo en sangre bautizado
con la fra bendicin de la tarde,
maldicin! gritaran las campanas
suplicando al viento ultrajado,
un descanso en las calles rotas.
Entonces mira y cuntame tus miedos
temblando al arribo de mi vuelo oscuro,
vedme en el ltimo suspiro de tu karma infame
para que de tu llanto dulce y doloroso,
se alimente el deleite de mi espada.
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62
BESO
En esta noche en que el cielo ha llorado
y entre las pginas del alma solo hay silencio,
un eterno ocaso, oscuro y tembloroso
ha sepultado su corazn en el olvido.
Mas quise reptar bajo la luna de plata
hacia la tumba abierta en cruel abrigo,
para al engendrarse amanecer en mis pupilas,
rebele una rosa muerta en mi lecho frio.
Y si tus labios fueran letal veneno
gustoso probara el sabor del sueo eterno,
e implorara con tu elixir, fallecer agonizante
al beber la dulce muerte de tus besos.
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63
CONFESIONES
Cuan joven fui una vez
coleccionando otoos en mis puos,
cuando las canciones daban vueltas, en romance perpetuo,
este era su vestido nupcial!
Las eternidades eran lejanas
juntos camino y sombra,
al ritmo del crimen perfecto.
El amor profano mirando dentro
es circulo de primavera,
a travs de alguna escarcha,
y susurros que llaman mi puerta.
Candiles que nunca encendieron
dicen nombres que jams anidan en mi mente,
cuando de la mano con mi nica compaera
ella desvanece!
Esta soledad cautivadora
pintada en propia timidez,
a veces bien, y otras decadente
por la inerte condicin que me acuna.
En la estacin ultima,
de aquella ultima vigilia,
delante de la ms profunda nada,
los misterios se desgarran la piel
para darme la ultima respuesta.
All estoy junto al alto rbol
junto al suave viento de mi infancia.
frente a mi simple silueta,
rota en esperanza.
Una cancin al cielo es entonada
nadie la escucha, todo es un vaivn de no presencia,
que amortigua otro volar.
Quien pudiera ver aquella escena
all estara cantando bailando, escribiendo sonando, bebiendo soledad!
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64
La dama de la nieve no llego esta maana,
silencio la carroa se apila para conservarse muerta
entonces el purgatorio nos mira,
mientras llegan mis amados cuervos.
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65
ROMANCE NOCTURNO
Por cada signo que nos mira
en el camino tortuoso de mi canto,
al confn inexplorado de tu pecho
mi alma errante, busca inagotable su descanso.
Es un secreto guardado en mis labios
que escapa planeando en alto vuelo,
donde dioses y hombres miran en blasfemia
mas all de su razn y entendimiento.
Es mi amor el que te busca toda noche,
el que flagelado yace tras tu onrica cuna,
el que reza al cantar de tu forma,
en el balcn de crislida nocturna.
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66
Esta mano que arrebata el aliento
huesuda muerte, amor de mis promesas
son las lunas, los lobos; danzando en aquelarre de melanclico bosque muerto.
Calaveras que sonren
mis visiones mortecinas,
el elixir de la carroa en la palabra,
la pluma que escribe su tonada en la triste habitacin de noche perpetua.
Fuerza atravesando mis fauces
cual efmeras palabras profticas,
el nico sigilo que arrulla el nio muerto
que en funeral potico siembro en alguna catacumba de cera.
Senda que estrecha al mar de lamentaciones
sus ciudades sepultas cuidaron su letargo
all estn las deformidades,
all la jaula, los veloces faunos
las melodas apocalpticas,
los seores de mi mano en evangelio
y cada ngel de piedra con su estigma.
Aqu he de levantarme aun al tiempo
como la arrogancia en el dragn de Babilonia,
para contar las edades del monstruo tricorne,
el gigante muere, y los hombres caen mientras sonre vengativo el infinito.
Y as me dirn el cirujano de lo deforme
para entonces descarnado en el caos supremo,
sobre las tumbas de las rosas, y nobles cementerios
vociferar de imperante en contar de los truenos que:
mi orgullo seguir de pie,
an cuando haya muerto.
Andrs Joaqun Guarnizo Chvez
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67
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Regina lacrimae (2011) de Editorial Romance Nocturno, surge como una
iniciativa para fomentar la poesa nacional no comercial, as como para desafiar los
monopolios literarios de entidades gubernamentales y culturales dedicados a lavar
el cerebro de los lectores sociales. Regina lacrimae es poesa oscura y gtica para
quienes estn cansados de lo mismo.
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68
LA VOZ DEL OCASO
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69
ESTRELLA DE OJOS VERDES
Quiz nunca pueda verte tras este velo
como quiero que mires a mi otoo,
entonces estrella de ojos verdes; en tu aureola de oro
descansar de mis noches, todos los pulsares.
Esmeralda estrella, secreto de mis vientos
meloda dulce de amargos despertares,
voz profunda de aquella mirada ausente,
que se asfixia con su confesin culpable.
Quizs entienda necio, el camino trazado
por la caprichosa oscuridad del sendero ciego,
o quiz muera al borde de un atajo traicionero,
que al caminar hacia tu puerta me de la muerte.
Olvdame como se olvida lo etreo
si quieres t mas no en mi pensamiento, pues caprichosa arquitectura de mi mente
sin pedirlo hoy y eternamente,
ha grabado para siempre tu recuerdo.
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70
EN BLANCO Y NEGRO
No hay necesidad de frvolos colores
cuando el cielo gris es techo de mi sombra,
mientras apago la mirada en el caer de los ptalos
al tanto que un sol amanecido en penitencia
no canta al horario del gallo famlico,
y baila arrastrando la ruleta de la brisa.
Mrame girar y aferrar la escena
en este extrao carrusel en blanco y negro,
aprieto el verso libre como emancipado privilegio
al ser del cardiaco ritmo; el noble guerrero,
y de la estepa virgen un lobo solitario.
Soy el fotograma de expresionismo esttico
que finge extrao, estar muerto,
cuando en el haz de luz cual marioneta
apostado al destino del enigmtico cinema,
se desespera su frecuencia en aullar .
No busques el inconsciente de mi alma,
no alimento las llamas del presente;
ahora en el aire para que reflejen los miedos,
como una sombra cautiva y perene
pues solo estoy sin existencia ;
en este mundo de pattico cromatismo.
Mscara helnica
Joya dorada del amor imposible,
canto exange a tus pies ensangrentados.
como el rio a las faldas del tiempo,
mirando a las quimeras estelares.
Y si acoge tu pupila mi voluntad austera
estatua serena que tu mano suave,
olvide el sueo que en suspiro despertaba
por el precio de nuestra soledad distante.
Bien sabe el cielo que perdimos en invierno
como del amor el ngel maldito e insensato,
sin rostro engendra el sufrimiento
del cual nos defendemos con simples ficciones.
Pero mientras escuche tu respiro envenenado,
detrs de la mscara helnica de teatro
una tragedia es escrita en triste verso;
y una comedia re en el cielo estrellado.
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71
MSCARA HELNICA
Joya dorada del amor imposible,
canto exange a tus pies ensangrentados.
como el rio a las faldas del tiempo,
mirando a las quimeras estelares.
Y si acoge tu pupila mi voluntad austera
estatua serena que tu mano suave,
olvide el sueo que en suspiro despertaba
por el precio de nuestra soledad distante.
Bien sabe el cielo que perdimos en invierno
como del amor el ngel maldito e insensato,
sin rostro engendra el sufrimiento
del cual nos defendemos con simples ficciones.
Pero mientras escuche tu respiro envenenado,
detrs de la mscara helnica de teatro
una tragedia es escrita en triste verso;
y una comedia re en el cielo estrellado.
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72
DERIVA
(Poema en prosa)
Con aquella estpida sonrisa me desvelo. Y canto, solo canto para verme naufragar
en el destino. Aunque todos los barcos han de hundirse al surcar el mar ms negro de la
inconsciencia, s que mi providencia es mirar de lejos algn puerto
Busco tras tormentas la isla muerta del muerto marinero; que cartografiada no se
muestra en los surcos quiromantes de las manos. Entonces las lneas de mi frente, al formar
constelaciones hablan con ocanos incoherentes.
Qu o cul es mi norte? Existe acaso uno ahora? Cualquier lugar es tumba para el
ser sin nombre. Y ahora o nunca, como siempre en mi encierro, asesino la ilusin que del
cielo desemboca. Pero los fantasmas de mi atmsfera estn mudos, no hay esperanza nunca la hubo.
No hay pecados en los sueos de los hombres, ni castigo que incite al desconsuelo;
pero ms all de los lmites del mar ms obtuso; an no existe llave para la cadena que
gangrena el cuerpo. Por eso extiendo el tiempo hasta que caigan las estrellas, hasta que mi
nombre nuevo exhale otros horizontes. All hay un dilema sin respuesta, la presencia de la
liberacin negada y de la alegra falsa.
Mas mis ojos y alma divergentes no concluyen una pgina de sangre. Y bajo vaco
espacio guardado en miles de das, me recuesto para soar con lo que no tiene memoria,
con lo que en mi pecho no fabrica los minutos y en sus pasos no impregna huella.
Entonces la cuenta regresiva. Ah! el momento que el cfiro ha cesado con
Iluminante y cegadora luz.
He all el puerto!, las voces, el canto de una bella dama...Pero no resisto las voces
de las aves, cuales hieren el tmpano del espritu, la arena no es sitio para morir en gloria; ni
bveda para el maldito hombre de los destierros. Entonces heme aqu!, izando a
contraviento los veleros, ondeando hacia mi perdicin la rota bandera de lo que soy y he
sido; y que ser siempre por propia voluntad a la deriva del tiempo.
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73
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En La voz del ocaso (un proyecto compilatorio que nunca vio la luz en 2013)
los poemas se han vuelto ms complejos y profesionales. An siguiendo la misma lnea
del viajero solitario enamorado del pasado y de lo imposible, dichos versos coquetean
con otras figuras literarias no recurrentes en mis escritos. Una poca de transicin
hacia la madurez literaria.
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RQUIEM
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ALMA Y CUERPO
En el silencio que esta noche arroja
sobre mi frgil carne lacerada
lista para deponer la alborada,
sin roco que mi alma entera moja.
Esperando as, que ella mi alma escoja
del mausoleo amparando la entrada,
con su mano gris blandiendo la espada
al fondo oscuro est la muerte roja.
Quien d mi alma a los infinitos cielos
ser el otoo de negro destino,
cubierto por dama luna y sus velos.
All, sueos terminan su camino
mientras la carroa bajo los suelos:
tinta y papel, del gusano ladino.
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MS ALL DE TODA REALIDAD
Por tus ojos he vivido
esta historia sin piel,
que entre vestidos fnebres se desfiguraba
huyendo de los balcones.
Otros caminos eran verdades detrs de un cometa, o en el borde fugaz de tu ser,
que se desmembraba apaciblemente pidiendo vanidad.
Hoy, lejos de ese laberinto
estigma soy con cuerpo de hombre,
cual dorado monolito
que se pierde en un desierto de papel.
Los sinsentido que crean palacios al capricho del viento senil,
con la plida mascara de arenosa tez
que me observa, que siempre me observa!
en esquizofrnica persecucin.
Y para no despertar; el opio
para los sueos; un beso lupino
para las mentes de esperanzas y miedos solo la fosa comn.
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DELIRIOS DE CORDURA
Es sta de los hombres la cordura?
simple sombra de psiquis decadente,
que cual peste se irradia entre la gente
para hipcritas llenar su amargura.
Prefiero pues mi nube de locura
que cubre azul aquel cielo silente,
que vosotros no cabis en mi mente
cual mi mundo no cabe en su figura.
Ni tedio muerto de causas vanales
ni crcel nunca que ate resplandores
podrn tener mis alas inmortales.
De vuestro horrible hogar de mil temores
no vagar entonces tras los portales
pues reniego del mundo y sus colores.
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MADRIGAL
Sentimientos empolvados de una flor,
y al viento su estructura difusa
de la pura coincidencia fatal.
Sin embargo la estacin aquella,
mientras mora con sus gamas perfectas,
de su cada dispersaba el ms fino olor.
De mis ojos profundos el abismo
de sus pupilas el perdido tesoro,
tal cual, confuso disparo en la oscuridad
Volaban desconocidos placeres
como incesante lucero que destella
antes de idear su ltimo albor.
Negro y blanco sus caminos
y En incurable gris su horizonte,
espectro de rosa otoal.
Ms crecen altos, los bellos espinos
drenando de los das su sangre
uniendo destino con dolor.
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79
EL LTIMO HOMBRE
Quisiera yo despertar algn da
y encontrarme en un mundo desolado
que no haya ser humano en ningn lado,
y halle tan solo la tierra vaca.
Dueo entero de la soledad ma
dejando atrs ese camino odiado,
de lo que antes era emporio poblado
y sola mi figura vagara.
Aquel reino de silencio furtivo
donde otro hombre se volvera insano,
quisiera conquistar mientras pervivo.
Sin voces, ni algn objetivo vano
me sentira siempre ms altivo,
despertando del mundo soberano.
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VISIONES DESCARNADAS
Solo queda contar los segundos
como gotas de lluvia agnica
uno a uno,
das tras da,.
en confortable desesperacin.
Segundos que se vuelven fantasmas derrotados;
vencidos por la niebla,
rendidos por la ms tenue luz.
Es mi voz la que deambula en este cuerpo,
la que nos recuerda una triste maana
la que escribe sin manos y sin alma,
sobre la piel del destino.
Pronto una delgada lluvia
trajo con su nube otra existencia,
entonces, la metamorfosis me dio diez brazos
para abrazarme fuertemente del olvido,
y he aqu un raro crucifijo humano smbolo del ms puro rencor.
Quemadas cicatrices de este cuento enfermo,
sin puertas y sin sueos,
tan solo una cuna de horror!!
Peregrino ciego he vuelto a mi espantajo,
bajo este sol eterno y letrgico
que anciano vuelve mi camino.
Veneno de dulces esplendores
por la garganta cercenada,
de desliza poco a poco ya descompuesto.
Decidme entonces atrapado pensamiento
de mi muerte la fecha y el signo,
de mi signo el lenguaje incgnito,
y de mi fecha, el ltimo momento.
Pues el pasado se ha ido como el agua
y no hay maana ni futuro que florezca.
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Tan solo las formas que duermen bajo tierra
parecen alumbrarse con los sacramentos,
de sufrimiento, su cadena
en los rezos larvarios.
Los aullidos terminan eclipsndose
pues la sed no puede saciarse,
de aquella fuente del universo.
En espiral incoherente de todo anhelo
se desgasta la imaginacin.
tras una sobredosis de angustia,
y colores de un circo en agona.
Lo que he visto en tus ojos
ttere de carne y hueso,
es lo que mis labios no revelan;
la corona sangrante
y un rosario de gusanos.
Cambiarn los vientos y las sombras
sentenciando mis dolores celestes,
detrs de las mscaras del mundo
a los reinos de la carne muerta.
Pues cual del vud un simple fantoma
ms heridas se abren en mi carne,
entonces los segundos son ausentes eternidades
mirando mi cripta vaca.
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TRAS DE LA VENTANA
(Poema en prosa)
Da y noche deambulamos entre las sombras crepitantes de estas ruinas; hmedas,
solitarias y fras, de estas ruinas que en pie mantienen su osamenta. Oh por cunto tiempo
no dir!, pero aquellas murallas que de juventudes fueron madrigueras, y de la palpable
imagen la nica realidad, han soportado en la memoria ms de mil tormentas, pues semeja
poderoso conjuro en el grimorio de la noche original.
Estos oscuros pasillos, eterno aislamiento. Refugio intacto que despierta de su
sueo, para llevarse los nuestros a otra realidad; a ajena dimensin donde en contraluz,
descubrimos la verdad de la existencia consumada, donde nunca tocarn en nuestra puerta
mientras cantemos.
Da y noche merodeamos entre las cortinas crujientes de estas decadencias,
taciturnas y quejumbrosas. Sombras que terminan devorando nuestra imagen, nos
envuelven cada instante, cada hora, digiriendo nuestras pisadas en su enorme y oscuro
abdomen. Luego el tiempo se vuelve etreo, y recorremos las mismas huellas lentamente,
en los murmullos de un goteo nos perdemos, intentando buscar un momento de serenidad.
All estn esas escaleras malditas otra vez, Aquella torturante realidad. Subimos
escalones que parecen romperse bajos los pies. La madera grita, los clavos susurran una
advertencia, pero los pensamientos ya no responden a extraas splicas. Al final de los
escalones, aquella figura circular y luminosa, nada ms que un cristal hacia el terror,
donde las sombras de los rboles se pasean fantasmales, simulando largos dedos
puntiagudos que golpean aquel pequeo umbral Se filtra la niebla, duerme la luna y cuando la conciencia vuelve, resucita el torturado amanecer.
All, tras la dbil barrera, viven de los terrores nocturnos sus engendros. All estn!
sus figuras corrompiendo la inocencia, detrs de esta ventana hay como verlos. !Qu
horrible espectculo de aberraciones infernales! Estamos a salvo de ellos, pero; por
cunto tiempo?
Aunque insoportable es su visin, imposible dejar de verlos. Su espantosa
monstruosidad es hipnotizante, su voz; de morir con dolor es el deseo, pues criaturas tan
horrendas solo podran ser del demonio sus vstagos frustrados.
Vivientes pesadillas de horrible velo,
Fenmenos grotescos!
Deformidades!
Desfigurados y siniestros!
Monstruos incompletos!
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Ellos no son como nosotros, solo tienen una cabeza, dos manos, dos piernas y dos
ojos!
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84
TESTAMENTO A LA LUNA
Cuando tarde, momentos enlentecen
la luna mira en su balcn del mundo,
para que manos del poeta inmundo,
a pintar su talante en tinta empiecen.
Y las horas perdidas adormecen,
grillos rompen el silencio profundo
donde el papel como lienzo rotundo,
se despierta entre lumbres que se mecen.
Pero aquel vino fue ltimo veneno
aquella noche postrimera puna,
antes de dbil alba el toque ameno.
Y no hay ms versos, ni cancin ninguna
poeta amanece muerto en su seno,
y su testamento lo ha hecho a la luna.
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BESO DE OLVIDO
Aquella noche inmisericorde en extendido lazo,
Me hecha al espiral infinito de desolada incomprensin,
me enva al limbo de desconsuelos y desesperanzas,
al fondo mismo de la muerta realidad.
All desfallezco en el si y el no de mis penumbras,
donde aquel brillo de los ojos se funde deforme
con marchitas primaveras de lentas agonas.
Y el atardecer secuestra mis pensamientos
para hundirse en el vacio eterno de la condenada providencia,
lejos de los puertos del silencio.
Oh rincn indescifrable
donde el eco de mis golpes no ha de escuchar odo mortal
donde los ngeles mueren desolados
y sus cadveres alimentan los corrosivos gusanos de la duda y el desamor.
Has vuelto lejana infame,
para abandonarme a la suerte de las brisas
cual barco de papel en gigantesca tempestad,
donde mis das solo son reflejo opaco y sublime
de una indiferente existencia.
Pero luego he de buscar el horizonte de los dioses,
en mis sueos rotos, en los destinos indescifrables,
en tu risa de gris otoo .
Tras de aquellas nubes de cristal que se niegan a mirarme,
ms all de cielos donde mis manos temblorosas se elevan,
tratando de recortar la eternidad en perspectiva de inocencia
que se disuelve en un beso de olvido hacia mi nombre
nombre que negarn las estrellas,
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PLYADE AGONIZANTE.
Mientras las formas rugen
bajo crislidas de eterna niebla,
muy lejos en el infinito,
de los gigantes horrores
ahora frgiles marionetas,
de moho latente.
Una sombra sin tiempo se escurre
por la piedra negra de olvidadas ciudades,
y lejanas constelaciones.
Es el horizonte despertando a su muerte
la longevidad sucumbiendo a la tarde,
con la mortaja en su rostro sin nombre
letargo del silencio en dantesco sepulcro,
para reyes del sueo ahora penitentes.
Y el punto ms distante grita
enfureciendo los colores
de un ocano de ter,
muerto hace tiempo
en los recuerdos del bano csmico.
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87
PLIDOS CADVERES
Aqu yace un alma,
muerta,
sin recuerdos.
huesos calcinados bajo estas piedras,
en inclemente noche de ascuas voladoras,
fnebre cortejo, que vi en la niebla.
Para siempre maldito!
el ltimo aliento!
alimento y sed de descarnadas calaveras
mira aquellos ojos que no mienten!
en la oscuridad que yace bajo tierra.
Luces mortecinas que alumbran mi credo
en oscura primavera que a mis pies descansa
al otro lado de los gritos horrendos!
a la rivera eterna de la noche vana.
Y escritas las plegarias al perpetuo cielo
mis huesos reclaman un rincn de calma
al escasear la sangre en moribundo pecho
de ngeles negros
que agitan en sus alas plidos cadveres.
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88
BOLO
Entre lengua marchita
tola de palabras frustradas,
su suave trazo y amargura
pinta mi noche de su calma.
Alimento de ngel durmiente
fantasma de mi canto
dbil , cansado
su mundo sooliento se recuesta.
Oh s que tiene precio
humilde lugar aprisionado
por coaguladas mandbulas,
de oro es su solsticio
grabado en el horizonte oscuro.
Negro valle de los encantos,
de las grises mariposas,
de los augurios arrinconados.
La infinidad resuena
descifrando la llave de mis tmpanos
girando al camino nuevo
y en las facciones de msero retrato.
Inexistencia
la plebe de un destino arrogante,
superficie astral que se retuerce
sobre el esqueltico pavimento
con prohibido nombre.
Temible lamento
de olvido llameante,
poseso de fuego
hasta el fin de los espacios.
Anciano es el paso de su marcha
tardo el nebuloso jinete,
y muerto el saludo que acerca.
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89
Rodo torrente que el silencio ha llevado
bajo tus cruces , bajo tu rezo
que empuja el soplo descompuesto,
de tantos crepsculos ahogados
donde despejo el atad de mis dientes
y revelo un bolo exhumado.
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SENDERO Y DESTINO
Cuanto extrao tu color de noche
apareciendo entre los sueos con humilde reverencia
para resucitar latido en este vaco muerto ,
solitario espejo,
que llam un da existencia.
Oh tu!, alma confidente de mi pecho
y de mis pupilas que han de convertirse en nada,
te invoco en mi sarcfago centinela
donde esta cancin engendra carne y hueso
a cada instante contando su desdicha,
como piedra en el sendero.
Y mirar all donde jams has de llamarte distancia,
donde juventud y muerte se ensamblan,
donde mis tiempos retardan lentamente
su propia e incierta cadena.
Luego se agrieta este rido suelo
para sembrar demonios extraviados,
que finalmente a doce interminables lunas
rompern mis ojos dando silencio,
y un destino que no tiene nombre.
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XODO SIDERAL
Espera la profunda distancia,
un alma gris sin sombra
descendiendo al tenue infinito,
de las alas etreas.
Csmico sarcfago
que escuda sueos vistos nunca,
ahora apremio extraviarme
en tu perpetua sinfona.
All en el negro espacio
por la muerte de los das,
en un tiempo inexistente
me despido de esta estrella.
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92
MSCARA DE SILENCIO
Tu sangre no se inmuta ante mi sombra
cual estatua de sal ante el pasar de los das,
en el dolor de la primavera marchita
camino de la frgil memoria.
Pues las sembradas estrellas de mi reino,
no iluminarn el rodar del destino
que sin tu amor ha de cobijarse.
Soy la voz inexistente en la puerta
la mscara de un silencio evanescente
que tu olvido respira.
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93
EL CNTICO MS ALL DE LA VIDA Y LA MUERTE
Canto 1
La primera vez que la muerte hundi en mi piel
argollas cautivas de negra prisin,
escuchaba nada ms que el roer constante
de lo que nunca mi msica pudo develar
en la oscura partitura de la mirada.
Un pacto de no alcanzar el horizonte
galopando en las orugas despreciables,
cuando los rboles formaron confusiones de sueos
en un da de miserable travesa
que tom mi alma para su sonata.
Pude sentir la criatura que habita mis restos
esconderse de la lastimera luz,
en el ltimo rincn de las virtudes y pecados
antes concebidas por la carne agonizada.
La luna fue benevolente y en mis pginas habl
sobre el curso del rio de los muertos,
la niebla que cubra mi alma destellante de curiosidad,
encontr sus osamentas para poder caminar al exilio
donde esperan inmolando crujientes atardeceres
detrs de los demolidos tejados.
All la sombra no puede acompaarte
pues el destino a su reino entrar teme,
miraras la puerta de los muertos sin sentencia
llegar detrs de los murmullos habitados,
a la estrofa final del mximo olvido.
Y as mi camino ignoraba sus estrellas,
y as mi suerte se arrancaba lengua y voz
con la coleccin de truenos y ruinas
que en cadena perpetua perforaban msculo y hueso
articulando clavos y carne.
Fue un alma caducada que sufra otra angustia
a un lado del camino arrastrndose sin ver,
que escriba con su coagulada sangre un soneto
a quien la eternidad nunca llamara
pues ha pasado el tiempo de las imperfecciones.
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Campanas inexistentes retumban en mis sienes,
la bveda craneana imagina distinto ocaso
para poder ocultar su soledad esteparia
en el frio abrazo de otro atad.
An tocaban los recuerdos un aroma distinto
como aquella inocencia que no muere con la cruz,
y la flor que brota en el cementerio de las rosas
oh! que guarde en su memoria una historia de amor.
Las cuencas vacas latieron despertando a los gusanos,
los engendros del otoo eterno buscaron paz
danzando bajo aquella tmida lluvia de cido gris
en un beso de despojados labios
secando la lgrima que nace del suelo incinerado.
Y la infeccin por las venas ante aquel dolor
calm el eco de su fermentado nombre
bajo los cielos exanges se escriba una blasfemia
en la existencia plida de callada razn.
Es el lugar perfecto; soledad y ciego vaco,
la puerta carcomida de un atrio profundo
en las vueltas sin fin de los bailes afligidos
de las ruinas escondidas de lo que antes en gloria
pudo elevarse sin pecado al limbo indescifrable.
Al borde del infierno frio
donde decapitamos esperanzas rotas
y carroa se desgarra por la culpa de sus amores,
se arrastran los extintos buscando las horas.
Visten las sombras los restos de su piel
quedarn varadas hasta morir las noches,
las canciones se extinguirn varias veces
haciendo trizas el papel donde fueron escritas
antes que mis palabras se escuchen en tu estatua.
En aquellos rincones de frgiles manos
los espritus abandonan todo recuerdo
y entregan el coro ms triste a la tierra yerma,
proscrita armona que cava en el espacio
donde plantaron un da sus cenizas.
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95
Canto 2
Celoso fragmento de cuerpo negado
tu paz la victoria de mi guerra,
oh laceracin de infecta sensatez insana!
creciste en mis heridas como el inmundo vaco
al que vamos cuando cerris los ojos.
Ptalo marchito en mi espina
de tu pasin enferma es lo que somos,
de mi lujuria cadavrica lo que amamos,
de un encierro esclavos y de la tragedia actores
para complacer los ciclos de miseria.
Cual gotas que obligan a beber su cuerpo
he aqu el vaivn de los eplogos,
la flor dolorosa de manos extendidas,
que solo los poetas de la muerte entienden
pues de ellos es la pluma derrumbada.
Ahora musa de vanidades
soy el nico rumor que conoces te recuerdo
pues licencia ha dado la marca de afecto
a expiar la duda de esta pasin insana
en el cuerpo destruido de la razn.
Nada puede entonces tornarse difuso
extraa la perspectiva del alma
pues distante es el ayer perdido.,
y sacrlego el atormentado presente
para quienes su nombre fue ya un pacto cumplido.
Y por un momento aunque sea oportuno
acertado mirar entre dos sombras
un espacio de ter condensado,
dolor que unimos en un canto
para apartar el velo que nuestra suerte comparte.
En comunin a veces el sosiego
camina por las luces que he olvidado
junto al despojo de mi esencia
que perciba el caer de cada roco sobre las hojas
trayendo el nombre de tranquilidad.
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96
Y adverta pasar el tiempo lentamente
adornando de pureza toda lgrima,
hoy espero incomprensible al camino
al borde de su obsesiva ronda
de inminente conclusin.
Pero dejemos a su momento el perfil melanclico,
ahora dame vida como corta alucinacin,
y toma mi espina que no ha perecido
para escribir el resuello de los aos
en un segundo de inspirada exaltacin.
Mirmonos ser polvo entre el polvo
en este laberinto de irreal arquitectura,
escuchmonos ser el latido que malgastamos viviendo
y que ahora intentamos comprender
cuando ojeamos interiormente.
Me ha correspondido otro ciclo sosegado
pero dirn que todo cielo tiene lmite,
y detrs de los renglones castigados
perpendicular inexpugnable
se esconda una puerta para las almas tristes.
Cuantas luces han de extinguirse,
cuantas huellas arden al ocaso de los das
es tu espacio y el mo encadenados
a ahogarse entre las llamas azuladas
de la qumica obsoleta.
Peregrinos existimos en la ceguera
hasta el fin de los designios lunares
amando, pudrindonos en el sendero
hacia el umbral que invariable espera
perpetuar los sueos de la naturaleza.
All se esconde a la primera vuelta
cumpliendo aquella profeca develada
que temen los ligeros fantasmas
y caminantes espectros de los cuentos
cuando recelosos toman la noche.
Es el azar lo que llama tu nombre
de mi mano ansiando separarte,
son fatalidades enredadas que nos llevan
sumergindonos en el destello de la vida,
hacia donde el sufrimiento renace.
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Canto 3
Se abrieron los cielos al final del mundo,
y los caminos agrietados de las voces
nuestras manos sin saberlo se pudrieron,
y los fantasmas huyeron a tierras lejanas
del entendimiento cerrado y confidente.
Que fue de los fretros clausurados,
de los corazones en el rincn del pecho abierto
en el circulo de los soles que caen
y de las nuevas estrellas latentes
cuando en permanente rigor se alejan dormitando.
Cayendo, siempre cayendo hacia la nada,
hacia los sueos narcticos del caos
y el alucingeno ter
de las profanas distancias,
buscadas para expiar los deseos.
Se extinguen los ngeles y sus trompetas
pero mi mente oxidada sigue fluyendo
hacia la horrenda libertad devastadora,
esa parca camuflada de roco
que lastima mi sincera reverencia.
Es la montaa ms alta que se rinde,
el amor ms profundo el que debe marchitarse,
la deshonrosa vida en carne repetirse
para ver la luz de un inminente castigo
en mi voz perdida entre nueva sombra.