Reparación de hernia inguinal

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CLÍNICAS QUIRÚRGICAS DE NORTEAMÉRICA En 1960, Ravitch y Hitzrot [1] escribieron lo siguiente en el prefacio de su libro, The Operations for Inguinal Hernia and a Current Recommendation: Este trabajo surgió en una discusión sobre la reparación de la hernia durante una sesión clínica de los hospitales de la ciudad de Baltimore. En ese momento quedó claro, como ya había ocurrido a menudo en el pasado y en otras sesiones, que no había una opinión uniforme sobre la atribución adecuada de los diferentes pasos de cualquier reparación dada de las hernias inguinales. Con frecuencia había una fuerte divergencia de opinión sobre lo que se entendía por una reparación de «Halsted», «Bassini» o «Ferguson». La posición tomada por los participantes en la discusión estaba más influenciada probablemente por actitudes chauvinistas, derivadas del lugar en que recibieron su formación quirúrgica, que por una información histórica y quirúrgica precisa. Aunque las reparaciones actuales tienen diferentes epónimos (Lichtenstein, Kugel), las técnicas tienen objetivos similares. A medida que se han ido añadiendo más reparaciones al arsenal, ha surgido una «fuerte divergencia de opiniones» sobre el abordaje (laparoscópico o abierto) y el tipo de prótesis de malla (parche, parche y tapón, de Kugel). ¿Quién habría imaginado que el tratamiento de la hernia ingui- nal continuaría siendo un tema tan polémico en el siglo XXI? Para muchos cirujanos de la segunda mitad del último siglo, la reparación de la hernia inguinal era un procedimiento frecuente que se aprendía pronto durante la formación y había una reparación de referencia clara (al menos dentro de la institución). Aproximadamen- te, en la última década del siglo XX los cirujanos empezaron a reparar incluso hernias inguinales primarias con malla, algo que antes se veía como un sacrilegio o, quizá, * Autor para correspondencia. University of Utah School of Medicine y Huntsman Cancer Hospi- tal, 1950 Circle de Hope, Salt Lake City, UT 84112. Dirección electrónica: [email protected] (L. Neumayer). Surg Clin N Am 88 (2008) 139–155 Reparación abierta de la hernia inguinal: una revisión basada en pruebas Benjamin Woods, BS, MS a , Leigh Neumayer, MD, MS a,b,* a Department de Surgery, University de Utah, 50 North Medical Drive, Salt Lake City, UT 84132, USA b Huntsman Cancer Hospital, Salt Lake V A Healthcare System, 1950 Circle de Hope, Salt Lake City, UT 84112, USA

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CLÍNICAS QUIRÚRGICAS DE NORTEAMÉRICA

En 1960, Ravitch y Hitzrot [1] escribieron lo siguiente en el prefacio de su libro, The Operations for Inguinal Hernia and a Current Recommendation:

Este trabajo surgió en una discusión sobre la reparación de la hernia durante una sesión clínica de los hospitales de la ciudad de Baltimore. En ese momento quedó claro, como ya había ocurrido a menudo en el pasado y en otras sesiones, que no había una opinión uniforme sobre la atribución adecuada de los diferentes pasos de cualquier reparación dada de las hernias inguinales. Con frecuencia había una fuerte divergencia de opinión sobre lo que se entendía por una reparación de «Halsted», «Bassini» o «Ferguson». La posición tomada por los participantes en la discusión estaba más influenciada probablemente por actitudes chauvinistas, derivadas del lugar en que recibieron su formación quirúrgica, que por una información histórica y quirúrgica precisa.

Aunque las reparaciones actuales tienen diferentes epónimos (Lichtenstein, Kugel), las técnicas tienen objetivos similares. A medida que se han ido añadiendo más reparaciones al arsenal, ha surgido una «fuerte divergencia de opiniones» sobre el abordaje (laparoscópico o abierto) y el tipo de prótesis de malla (parche, parche y tapón, de Kugel). ¿Quién habría imaginado que el tratamiento de la hernia ingui-nal continuaría siendo un tema tan polémico en el siglo XXI? Para muchos cirujanos de la segunda mitad del último siglo, la reparación de la hernia inguinal era un procedimiento frecuente que se aprendía pronto durante la formación y había una reparación de referencia clara (al menos dentro de la institución). Aproximadamen-te, en la última década del siglo XX los cirujanos empezaron a reparar incluso hernias inguinales primarias con malla, algo que antes se veía como un sacrilegio o, quizá,

* Autor para correspondencia. University of Utah School of Medicine y Huntsman Cancer Hospi-tal, 1950 Circle de Hope, Salt Lake City, UT 84112.

Dirección electrónica: [email protected] (L. Neumayer).

Surg Clin N Am 88 (2008) 139–155

Reparación abierta de la hernia inguinal: una revisión basada en pruebas

Benjamin Woods, BS, MSa,Leigh Neumayer, MD, MSa,b,*

aDepartment de Surgery, University de Utah, 50 North Medical Drive,Salt Lake City, UT 84132, USA

bHuntsman Cancer Hospital, Salt Lake V A Healthcare System, 1950 Circle de Hope,Salt Lake City, UT 84112, USA

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una crónica sobre las habilidades técnicas o sobre el conocimiento anatómico, o sobre su falta, del propio cirujano.

Afortunadamente, la adopción generalizada de la malla para la reparación prima-ria de una hernia inguinal se estableció en parte por datos que indicaban que las fre-cuencias de recidiva eran altas sin ella y que, si la malla se colocaba correctamente, las frecuencias de recidiva parecían disminuir significativamente. Cuando la malla se convirtió en un modelo para la reparación primaria de la hernia, se desarrollaron y refinaron las técnicas laparoscópicas para la reparación de la hernia inguinal.

En este artículo se revisan muchos aspectos de la reparación abierta de la hernia inguinal y los datos disponibles para guiar la técnica que elegirá el cirujano. Las her-nias inguinales son un trastorno frecuente, en especial en los varones; por tanto, la mayor parte de la literatura médica disponible incluye prácticamente sólo varones. Al final de este artículo, se expone brevemente el tema de las hernias inguinales en las mujeres. Esta revisión no comprende el tratamiento de las hernias en los niños. Ade-más, aunque a veces hay cierta confusión, este artículo aborda las hernias inguinales y no las femorales. Estas últimas se tratan con frecuencia de una forma parecida, pero debido a sus elevadas frecuencias de incarceración y estrangulación, y al hecho de que varios estudios importantes las han excluido, no se incluyen en esta revisión. A partir de aquí, cuando se use el término hernia sin calificadores se referirá a una hernia inguinal.

En los últimos años han surgido en la literatura médica muchos casos clínicos (habitualmente de malos resultados), series de casos (generalmente de resultados excelentes) y ensayos aleatorizados (con resultados intermedios, aunque probablemen-te más generalizables) sobre el tema de la reparación de la hernia inguinal usando muchas medidas diferentes del resultado. Hasta donde es posible, esta revisión usa los datos disponibles de ensayos multicéntricos aleatorizados porque tienen más probabi-lidades de representar la práctica del tratamiento de la hernia inguinal tal como la experimentan la mayoría de los pacientes.

Fijar o no fijar

Los libros de texto quirúrgicos han aconsejado desde hace tiempo que la presencia de una hernia inguinal es suficiente indicación para repararla. Hasta hace poco no había datos aleatorizados que apoyaran o rechazaran esta práctica; pero en los últimos 2 años se han publicado dos estudios aleatorizados que han comparado la espera expectante con la reparación abierta con malla de las hernias inguinales. Uno de estos ensayos fue un estudio realzado en cinco centros de EE. UU. y Canadá [2]; el otro fue un estudio aleatorizado realizado en Inglaterra [3]. Como se explica con detalle más adelante, los resultados de estos dos ensayos son similares, pero las conclusiones extraídas por los investigadores son muy diferentes.

La combinación de los dos grupos de los ensayos estadounidense e inglés obtiene casi 400 varones con al menos 1,5 años de observación de hernias causantes de míni-mos síntomas. Está claro que la frecuencia de incarceración es menor del 1% y que parece que no hay ningún aumento asociado de las complicaciones en la espera, a no ser que los síntomas empeoren tanto como para reparar la hernia. Los datos no refutan

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que la presencia de una hernia inguinal sea una indicación para la reparación; en cam-bio, tranquilizan a los pacientes y a sus cirujanos en el sentido de que la espera expec-tante es una alternativa aceptable para las hernias inguinales con mínimos síntomas en los varones.

Preparación perioperatoria y asistencia

Antibióticos profilácticos

Antes del uso sistemático de la malla raramente se usaban antibióticos profilácti-cos, ya que la frecuencia de infección era baja, y las consecuencias de la infección, aparentemente leves. La colocación de una prótesis permanente (p. ej., una prótesis articular o una válvula cardíaca) es con frecuencia una indicación para la profilaxis antibiótica, en especial cuando las consecuencias de la infección de la zona quirúrgica son significativas. Otras consideraciones en la toma de decisiones de los antibióticos profilácticos comprenden si el procedimiento se clasifica como limpio o no, de forma que con los limpios de poca complejidad los antibióticos profilácticos muestras un mínimo beneficio. Aunque la reparación de la hernia inguinal se clasifica como una técnica limpia, la infección de la herida, en particular la que complica una reparación con malla, exige con frecuencia la retirada de esta. Si bien la frecuencia de infección de la herida quirúrgica tras la reparación de la hernia inguinal es baja, la mayoría de los cirujanos creen que es aconsejable usar antibióticos profilácticos. Sólo algunos estudios han abordado esta cuestión. En una Cochrane Database Systematic Review publicada en 2004 [4] se identificaron ocho estudios aleatorizados que abordaron la cuestión de los antibióticos profilácticos. Sólo tres de los ocho usaron una malla pro-tésica para la reparación; los otros cinco estudios, no. No hubo ninguna diferencia estadísticamente significativa en las frecuencias de infección en toda la población de pacientes ni en la subpoblación de pacientes sometidos a una reparación con malla. En un metaanálisis de 2507 pacientes de seis estudios aleatorizados diseñados para eva-luar los beneficios de la profilaxis antibiótica en la reparación con malla de la hernia inguinal publicados en 2007, la frecuencia de infección de la herida quirúrgica fue del 1,38% en los que recibían antibióticos frente al 2,89% en los que no los recibían [5]. Esta diferencia se tradujo en un cociente de probabilidades de 0,48 con un IC al 95% de 0,27 a 0,85. Con los datos disponibles en la actualidad, se recomienda administrar antibióticos profilácticos para la reparación con malla de las hernias inguinales.

Instrucciones perioperatorias para el paciente

Las instrucciones postoperatorias para el paciente deben incluir signos de alarma de una complicación como un hematoma o una infección de la herida, así como una exposición de lo que puede esperarse en cuanto el dolor y actividad postoperatorios normales. Un resultado medido con frecuencia en los ensayos clínicos que comparan técnicas de reparación de la hernia inguinal es el tiempo necesario para que el pacien-te sea capaz de volver al trabajo o las actividades normales; pero, este retorno puede estar limitado por otros factores como las instrucciones del médico para el paciente y

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las situaciones laborales. En el estudio del Veterans Affairs (VA) [6,7], a pacientes sometidos a intervenciones abiertas y laparoscópicas se les dio una educación preope-ratoria o instrucciones postoperatorias idénticas. Antes de la operación, se les comu-nicó que «la mayoría de los pacientes vuelven a las actividades normales en menos de 2 semanas». Las instrucciones postoperatorias no incluyeron restricciones para levan-tar peso ni de la actividad. En un interesante estudio doble ciego de las consecuencias económicas de la reparación de la hernia, Butler et al. [8] distribuyeron de forma alea-toria a los pacientes en reparaciones transabdominales preperitoneales con polipropi-leno (TAPP), extraperitoneales totales (EPT) o reparaciones de Lichtenstein. El equi-po de asistencia postoperatoria y los pacientes desconocían el tipo de reparación por un gran vendaje que cubrió el abdomen hasta el día 3 del postoperatorio. El número medio de días de trabajo perdidos fue de 12 y no difirió entre los tres grupos. En el estudio de los VA [7], la mediana de tiempo para volver a las actividades normales fue de 4 días en el grupo de laparoscopia y de 5 días en el grupo abierto, una diferencia estadísticamente significativa, aunque la resultante entre los grupos del estudio de los VA fue en general pequeña, en especial considerando que la mayoría de los estudios han registrado un período más largo para volver al trabajo (parecido a las observacio-nes de Butler et al.). Estas mayores diferencias pueden atribuirse, en parte, a las expec-tativas del paciente, las condiciones laborales (p. ej., la disponibilidad de compensa-ciones laborales o de bajas por enfermedad) y las instrucciones postoperatorias dadas por el médico.

Las características anatómicas de una hernia

Un conocimiento profundo de las características anatómicas inguinales es clave para realizar una reparación adecuada. Los cirujanos deben entender las característi-cas anatómicas de delante atrás y de atrás adelante, literalmente. Quizá una de las formas más creativas de enseñar y aprender las características anatómicas complejas de la ingle es usar el origami de la hernia inguinal ideado hace un decenio por Mann [9]. Con un plegado adecuado del papel impreso de doble cara, el estudiante puede «disecar» a través de las capas y entender mejor en tres dimensiones las relaciones entre las estructuras de la ingle. A cualquier estudiante que tenga dificultades con la anatomía se le debe dirigir a esta herramienta de aprendizaje creativa.

Con o sin malla

En una Cochrane Database Systematic Review de 2001 sobre la malla abierta comparada con la reparación abierta sin malla [10], los investigadores concluyeron que «Hay pruebas de que el uso de la reparación abierta con malla se asocia a una reduc-ción del riesgo de recidiva del 50 al 75%. Aunque los estudios eran heterogéneos, hay algunas pruebas de un retorno más rápido al trabajo y menores frecuencias de dolor persistente tras la reparación con malla». No hubo pruebas de que hubiera alguna diferencia en la frecuencia de otras complicaciones postoperatorias, incluido el entu-mecimiento, y los datos eran demasiado limitados para detectar efectos diferentes en los pacientes con hernias bilaterales, femorales o recidivantes. En ese momento tam-

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bién encontraron dos estudios que comparaban la malla plana con tapón y la malla, pero no hallaron ninguna diferencia significativa entre las dos técnicas.

Otro argumento para la colocación habitual de la malla en la reparación de la her-nia inguinal procede de la revisión de la Cochrane de 2003 sobre reparación abierta frente a laparoscópica de la hernia inguinal [11]. La revisión incluyó datos de 41 ensa-yos que comprendían 7161 pacientes publicados antes de 2003 y concluyó que «La revisión demostró que la reparación laparoscópica tarda más y tiene una frecuencia mayor de complicaciones importantes relacionadas con lesiones viscerales (especial-mente vesicales) y vasculares, pero la recuperación es más rápida con menor dolor persistente y entumecimiento. La reducción de la recidiva de la hernia de alrededor del 30-50% se relacionó con el uso de la malla en lugar de con el método de colocación de la malla».

Estas dos grandes revisiones sistemáticas proporcionan pruebas amplias a favor del uso de la malla en todas las reparaciones en adultos varones de hernias inguinales. La siguiente cuestión es qué configuración de la malla usar y a través de qué tipo de abor-daje.

Técnicas: reparaciones abierta sin malla y abierta con malla

Cuando se comparan las técnicas de reparación de la hernia (tejido frente a malla, laparoscópica frente a abierta), los cirujanos se apoyan primero en resultados «centra-dos en el cirujano» como la recidiva, las complicaciones y la muerte (v. tabla 1). Para cada uno de los resultados centrados en el cirujano, la frecuencias depende mucho de con qué cercanía y cuánto tiempo se siga a los pacientes, de con qué grado de meticu-losidad se busquen y registren las complicaciones y de cómo se determinen las recidi-vas de las hernias. También hay resultados «centrados en el paciente» que, cuando todo lo demás es igual, pueden acercar o alejar a un cirujano (o un paciente) de una técnica particular. El argumento a favor o en contra de la reparación abierta con malla o sin ella ya se ha tratado antes. El dolor postoperatorio (en particular el dolor que dura más de 3 meses) se ha considerado en los últimos 10 años como un efecto adverso signifi-cativo de la reparación de la hernia. Aunque la incidencia parece menor en la repara-ción con malla que en la reparación sin ella [10], todavía es frecuente que no se infor-me a los pacientes de esta posible complicación cuando se obtiene el consentimiento para este procedimiento en la clínica. En la mayoría de los estudios con seguimiento largo, la incidencia de dolor crónico es de alrededor del 6 al 13%. El reconocimiento de este problema ha llevado a varios estudios que evaluaban técnicas a tratar los nervios ilio-inguinal y genitofemoral en el momento de la reparación. Varios de estos estudios se revisan en las siguientes secciones, a lo que sigue una exposición de las técnicas para las reparaciones abiertas sin mallas y varios tipos de malla que se han obtenido en las últimas décadas.

Tratamiento de los nervios

Cuando los estudios sobre la incidencia del dolor crónico tras la hernia inguinal fijaron la frecuencia en una cifra importante del 6 a 13%, los cirujanos empezaron a

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evaluar el tratamiento de los nervios sensitivos durante la reparación de la hernia. Varios estudios han comparado mediante asignación aleatoria el dolor y el entumeci-miento tras la sección sistemática de los nervios ilioinguinales o tras dejarlos intactos. Aunque un estudio encontró que una neurectomía ilioinguinal profiláctica se asociaba a menos dolor inguinal crónico y a una frecuencia análoga de entumecimiento [28], otro encontró lo opuesto y señaló que la conservación de los nervios reducía el dolor crónico [29]. El metaanálisis más reciente indica que deben identificarse los nervios durante la reparación abierta de la hernia. La sección y la conservación del nervio ilioinguinal muestran resultados parecidos [30]. Aunque parece intuitivo que una sutura que afecte a un nervio cause dolor, esto no se ha estudiado de forma científica (y probablemente nunca se haga). A veces una pista sobre la causa del dolor es evaluar métodos eficaces de controlarlo. Para el dolor inguinal crónico posterior a la her-niorrafia aún no hay ningún tratamiento de elección, aunque las series de casos de neurectomía triple parecen demostrar el éxito de esta técnica [31].

Técnicas abiertas sin malla

Aunque las técnicas abiertas con malla son superiores, la reparación sin malla se describe en esta sección porque podría usarse en casos en que esté contraindicada la colocación de la malla, como ocurre cuando se produce contaminación. La elección de una reparación sin malla depende de la experiencia del cirujano con una técnica dada, así como de la calidad de los tejidos disponibles para la reparación. Cuando no es posible una reparación tisular pura por la tensión en la reparación, también puede considerarse un injerto biológico como una matriz dérmica acelular.

Reparación de Bassini La reparación de Bassini [1] se ideó a finales del siglo XIX y fue revolucionaria

en su tiempo por la baja frecuencia de recidivas que obtenía en comparación con los procedimiento de referencia previos; sin embargo, estudios recientes que contrastan la reparación de Bassini con la de Shouldice, muy parecida, muestran que esta últi-ma es superior en lo que a frecuencia de recidivas se refiere.

La reparación de Bassini conlleva la exposición de la grasa preperitoneal median-te la abertura de la fascia transversal desde el anillo inguinal interno hasta el tubérculo púbico, seguida de la reconstrucción de la pared abdominal. Esta reconstrucción se realiza suturando la triple capa de Bassini (que comprende el oblicuo interno, el músculo transverso del abdomen y la fascia transversal) a la banda iliopúbica/ligamen-to inguinal con suturas permanentes discontinuas.

Reparación de McVayEl tratamiento de la hernia a través de una reparación de McVay [1] es similar a la

reparación de Bassini, con la excepción de que la capa triple a nivel superior se aproxi-ma al ligamento de Cooper y no al ligamento inguinal. Esta reparación se compone de puntos discontinuos que empiezan en el tubérculo púbico y siguen en sentido posterior

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a lo largo del ligamento de Cooper, lo cual estrecha el anillo femoral y oblitera el espacio «vacío» entre el ligamento inguinal y el ligamento de Cooper. A continuación, se coloca un punto de «transición» de vuelta al ligamento inguinal al nivel donde la vena ilíaca cruza el ligamento de Cooper para acabar la reparación y, como parte de esta, suele incluirse una incisión relajante en la fascia anterior del recto. Aunque en los últimos decenios muchos cirujanos tomaron esta reparación como la técnica de refe-rencia, en la actualidad se utiliza principalmente en los casos de hernias femorales en campos contaminados.

Reparación de Shouldice Esta técnica urgió cuando E. E. Shouldice buscaba evitar de forma más eficiente

que el Ejército rechazara enviar a la Segunda Guerra Mundial a los reclutas con her-nias inguinales [1]. A través de este esfuerzo y el de su hospital quirúrgico tras la guerra, entre 1945 y 1953 la frecuencia de recidivas con esta técnica se redujo del 20 a menos del 2%.

La disección implica exponer la porción femoral del anillo externo tras la explora-ción a nivel del oblicuo externo, seguido de la incisión del oblicuo externo en la dirección de sus fibras y con cuidado de no dañar el nervio ilioinguinal que se encuentra justo por debajo del oblicuo externo. Entonces el cordón espermático se moviliza, a lo que sigue la ligadura del músculo cremastérico para la necesaria exposición y visualiza-ción de la zona de incisión en la fascia transversal. El cordón espermático se refleja en sentido lateral y la fascia transversal se corta todo lo necesario desde el anillo inguinal interno en sentido inferior. El transversal puede recortarse en este punto, seguido de la liberación de esta fascia de la grasa preperitoneal para exponer el borde del oblicuo interno posterior y la fascia transversal.

La reparación del defecto siguiendo el método de Shouldice implica el uso de sutura continua no reabsorbible que permita una distribución homogénea de la tensión y evite sitios de interrupción que podrían llevar a la recidiva. La primera línea de sutura comienza en el tubérculo púbico, que sigue en sentido lateral y aproxima la banda iliopúbica y el colgajo medial (fascia transversal, músculo oblicuo interno, músculo transverso del abdomen). Esta línea continúa e incluye el muñón del músculo cremastérico y después se invierte sin interrupción para comenzar la segunda línea de sutura, que sigue en sentido medial y aproxima los músculos oblicuo interno y trans-versal al ligamento inguinal. La tercera línea de sutura comienza con una sutura nue-va y comienza cerca del anillo interno. Esta línea aproxima la aponeurosis del oblicuo externo al colgajo medial y termina en la cresta del pubis. La última línea de sutura comienza revirtiendo la tercera línea de sutura y como una línea de refuerzo más superficial sobre la parte superior de la tercera línea (v. figura 1).

Reparación con mallas

La malla usada para la reparación no complicada (que no está contaminada) de las hernias inguinales debe ser un material permanente, fabricado generalmente de poli-propileno o mersileno. En general, las prótesis de politetrafluoroetileno no se han

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usado de forma habitual en las reparaciones abiertas. Un aspecto importante de la reparación de la hernia con malla es comprender las características de la malla. Cuan-do se estudió en animales y seres humanos, la mayoría de las mallas permanentes usadas para la reparación de la hernia inguinal se encogían entre un 30 y un 50% con el tiempo [32,33]. Esta propiedad obliga a que la malla se solape con la fascia al menos 2 cm. En muchos estudios de reparaciones laparoscópicas de hernias, el uso de un fragmento de malla demasiado pequeño se ha asociado a un mayor riesgo de recidiva. Actualmente, el tamaño recomendado de la malla para la reparación abierta de Lichtenstein es de 7,5 por 15 cm.

Como se señaló antes, en la situación de un campo contaminado (p. ej., con un intestino estrangulado), si no puede lograrse una reparación tisular primaria, puede utilizarse una malla temporal (sintética como Vicryl o alógena como Alloderm o Der-mamatrix) con la suposición de que hay una probabilidad alta de recidiva de la hernia cuando la malla temporal se reabsorba; no obstante, en ese momento la herida habrá cicatrizado y el caso se volverá de nuevo limpio.

LichtensteinEsta técnica de reparación por encima con malla de la hernia la popularizó por

primera vez Lichtenstein en 1984 [34]. El uso habitual de la malla, acuñado «repara-

Figura 1. Disección completada y colocación de la sutura inicial cerca del pubis. (Tomado de Shouldice EB. The Shouldice repair for groin hernias. Surg Clin N Am 2003;83:1173; con autorización).

Colgajo de oblicuo interno, transverso del

abdomen y fascia transversal

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ción sin tensión», tardó algún tiempo (unos 10 años) en adoptarse de forma universal para la reparación primaria de la hernia. La técnica ha sufrido modificaciones con los años y es relativamente fácil de describir y enseñar. Para el estudio de los VA de abor-daje laparoscópico frente al abierto y el estudio American Watchful Waiting, se des-cribió cómo se lleva a cabo la técnica de Lichtenstein en un vídeo realizado en 1997 [35]. Cuando en el estudio se usó anestésico local, los autores recomendaron emplear también la técnica anestésica de Lichtenstein. Esta práctica consigue un campo qui-rúrgico anestesiado de una forma más uniforme independientemente del operador en comparación con otras técnicas, incluido el bloqueo del nervio ilioinguinal. Las dos técnicas se describen brevemente en la siguiente sección.

Técnica anestésica. Tras la preparación y colocación del campo habitual en la ingle, se infiltran de 3 a 5 mL de anestésico local (los autores usaron una mezcla 1:1 de lidocaína al 1% y bupivacaína al 0,5% en el estudio de las hernias) en el tejido subcu-táneo a lo largo de la zona de incisión planeada. Sin retirar la aguja de la piel se usan otros 2 a 3 mL en la dermis para crear un habón a lo largo de la incisión prevista. Se comienza justo lateral al borde lateral de la incisión y, a intervalos de 2 cm a lo largo de la incisión durante un total de cinco inyecciones, se aplican 2 mL de la mezcla por debajo de la fascia del oblicuo externo dirigiendo la aguja perpendicular a la piel e insertándola hasta percibir un sonido seco («pop»), señal de que se ha atravesado la fascia del oblicuo externo. El procedimiento comienza en ese momento. Una vez iden-tificada la fascia del oblicuo externo, se inyectan de nuevo de 8 a 10 mL de la mezcla a nivel lateral, justo por debajo de esta fascia. Pueden infiltrarse unos pocos mililitros en el tubérculo púbico, alrededor del cuello y dentro del saco herniario indirecto.

Método de reparación. Se hace una incisión cutánea de 5 cm desde el tubérculo púbi-co que se extiende en sentido lateral a lo largo de la línea de Langer. Se abre la apo-neurosis del oblicuo externo, incluyendo el anillo externo. Si se encuentra una hernia indirecta, después de disecarla desde otras estructuras cordales hasta al menos el nivel del anillo interno, el saco se invierte sin división cuando sea posible o se divide dejan-do la porción distal y cerrando el saco proximal. Si se identifica una hernia directa, el saco se invierte simplemente usando una sutura reabsorbible en cuerda de monedero.

Se usa una prótesis que mida aproximadamente 8 x 16 cm. El borde inferior de la prótesis se fija usando una sutura continua hasta el ligamento de Poupart comenzando a nivel medial, que se solape 2 cm sobre el tubérculo púbico y procediendo en sentido lateral a lo largo del ligamento más allá del anillo interno usando tres o cuatro puntos de Prolene 2.0, y finalizando justo lateral al anillo interno. Si se sospecha un defecto femoral, el borde inferior de la prótesis se sutura al ligamento de Cooper, comenzando cerca de la zona del tubérculo púbico y continuando en sentido lateral a lo largo del ligamento de Cooper. A continuación, se realiza un punto de transición entre la prótesis, el ligamento de Cooper, la vaina femoral y el ligamento de Poupart y se sigue con la reparación en sentido lateral a lo largo del ligamento de Poupart justo lateral al anillo interno. El borde superior medial de la prótesis se asegura a la vaina del recto con una sutura discontinua de Prolene 2.0, creando una arruga en la malla. Igualmente, con sutura discontinua del mismo material, se une el borde superior de la malla al oblicuo interno.

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Se hace una hendidura transversal en la malla desde la cara lateral a la localización del anillo interno, de tal modo que la porción inferior tenga un tercio de la anchura de la malla. Las porciones superior e inferior de la malla se llevan alrededor del cordón. El borde inferior de la porción superior y el borde inferior de la porción inferior se unen entonces al ligamento inguinal justo lateral al anillo interno con una sutura discontinua de Prolene 2.0, que recrea el mecanismo de contraventana del anillo interno. Las colas de la malla se colocan a nivel lateral debajo del oblicuo externo. El tratamiento de los músculos cremastéricos (hendido o división) depende del criterio del cirujano y obedece con frecuencia a las características de la hernia y el estado del músculo. Puede instilarse más analgesia (10 mL de bupivacaína al 0,5% mezclados con 20 mL de solu-ción salina) en la zona quirúrgica. Se cierra entonces la fascia del oblicuo externo y después la piel se cierra con una sutura subcuticular corrida.

Otras reparaciones con malla

Reparación de Kugel La reparación de Kugel se considera sencilla y mínimamente invasiva, pero su

éxito depende de la experiencia y formación del cirujano. La reparación de Kugel se detalló en un número reciente de Surgical Clinics of North America [36]. Esta técnica combina la facilidad del abordaje anterior con la colocación de la malla en la posición preperitoneal. La malla está diseñada para expandirse en sus dimensiones plenas tras enrollarse o plegarse y colocarse en el espacio preperitoneal a través de una abertura relativamente pequeña. Se localiza una incisión de 2 a 3 cm a mitad de camino entre la espina ilíaca superior y el tubérculo púbico profundizando a través del oblicuo externo, el oblicuo interno y la fascia transversal. Cualquier saco indirecto se liga o invierte. Se identifican los vasos epigástricos inferiores que deben quedar unidos a la fascia transversal mientras se libera el peritoneo de la cara posterior de la fascia trans-versal, lo que crea un hueco preperitoneal en el que colocar el parche de Kugel. Este, habitualmente de un tamaño estándar de 8 x 12 cm, se introduce en el espacio prepe-ritoneal, se asegura con un solo punto y se deja que se expanda hasta que cubra el defecto. Mientras el paciente está de pie y realiza sus actividades normales, la sutura se mantiene en su sitio junto a la presión del peritoneo.

Tapón y parcheEl tapón y parche o reparación PerFix [37] usa un tapón en forma de cono hecho

de dos capas de malla de polipropileno. Este se introduce en el conducto inguinal en una hernia indirecta y, a continuación, se pone un parche de malla, que se cose alre-dedor del cordón espermático y se coloca en la parte superior de la pared posterior. Con este método, la reparación de una hernia directa se logra colocando el tapón den-tro del defecto, seguido de la colocación del parche alrededor del cordón espermático de la misma forma. Esta reparación puede usarse en defectos grandes o pequeños empleando tamaños mayores o menores de tapones prefabricados, o mediante la cons-trucción del tapón con el tamaño requerido en el quirófano. La utilidad de este parche se basa en su versatilidad para reparar varios tamaños de defectos y su menor depen-

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dencia de la experiencia y formación del usuario. Esta técnica se aclaró completamen-te en un número previo de Surgical Clinics of North America [37], al que se remite al lector para obtener más detalles sobre la técnica y sus resultados.

En pocos casos se ha descrito la migración o erosión del tapón. El tapón se ha asociado al vólvulo del intestino delgado y a la diverticulitis en informes de casos clínicos. Una revisión de los artículos disponibles sobre la migración o la erosión mostraron que esta complicación es rara y se asocia a errores técnicos en el momento de la operación.

Prolene Hernia SystemEl Prolene Hernia System (PHS) se ideó como una opción para la reparación de

la hernia inguinal que combinaba los beneficios de los componentes anterior y pos-terior de la malla. Se introdujo en 1998 y desde entonces se ha estudiado en revisio-nes retrospectivas de historiales [21] y estudios aleatorizados [22–26]; sin embargo, ninguno de estos estudios proporciona datos a largo plazo (más allá de los 1,5 años) de las recidivas.

En el procedimiento para el uso de este sistema [21], el conducto inguinal se abor-da por vía anterior, como ya se describió en la reparación de Lichtenstein. Si está presente, el saco indirecto se diseca e invierte y se crea un hueco preperitoneal a través del anillo interno usando una esponja Raytec. La porción posterior del sistema PHS se despliega entonces en el espacio preperitoneal. La porción anterior se coloca y sutura como el parche que se coloca por encima en la reparación de Lichtenstein. Se hace una hendidura lateral en la malla del PHS para que se acomode al cordón y se recoloca el anillo interno, habitualmente un poco lateral. La porción lateral anterior del PHS se despliega entonces debajo de la aponeurosis del oblicuo externo en sentido lateral (v. figura 2).

Las ventajas advertidas del PHS en comparación con una malla por encima o un tapón con malla son la menor frecuencia de dolor y recidivas. Sólo un estudio encontró una reducción del dolor postoperatorio inmediato [26]. El PHS se asoció a un menor tiempo de operación de 4 a 5 minutos en dos de los estudios aleatorizados [25,26],

Figura 2. A. Imagen anterior del Prolene Hernia System. B. Imagen posterior del Prolene Hernia Sys-tem. (Por cortesía de Ethicon, Inc., Somerville, NJ; con autorización).

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aunque no en el tercero [24]. Los estudios no han mostrado diferencias a largo plazo en el dolor. El escaso uso de este sistema puede deberse a la falta de pruebas que apo-yen sus anunciadas pretensiones.

StoppaLa reparación Stoppa consiste en el refuerzo del saco visceral mediante una malla

preperitoneal bilateral [27]. La técnica, recomendada para hernias grandes, complejas o bilaterales, se realiza usando una de dos incisiones estándar —una vertical media subumbilical o una horizontal baja—. Se cortan las capas fasciales en la línea media, lo que da acceso al espacio preperitoneal. Este espacio se abre a su vez mediante disec-ción roma, como la que se usa para un abordaje laparoscópico. Los sacos herniarios se reducen usando una tracción suave. Los sacos indirectos deben abrirse y explorarse con el dedo para simplificar la disección de otras estructuras cordales y asegurar la evacuación de su contenido. Los sacos grandes pueden seccionarse y cerrarse en su parte proximal. Entonces se prepara un gran fragmento de malla (Stoppa recomendó Dacron) en forma de bandas anguladas con unas medidas de 24 x 18 cm. Usando pinzas, la malla se coloca entonces en el espacio preperitoneal que se va a asegurar tirando de la pinza lateral cefálica lo más lateral y posterior posible y de la pinza lateral inferior tan lejos como sea posible por debajo de la pared obturadora correspondiente. No se debe intentar asegurar la malla con clips ni suturas. Otras variantes de esta repa-ración se describen en los libros de texto. Esta reparación es parecida en muchos aspec-tos a la reparación laparoscópica, por lo que familiarizarse con las características anató-micas del «interior» es útil cuando se abordan las hernias por vía laparoscópica.

Educar y aprender la reparación

El estudio de los VA sobre la hernia proporcionó una gran base de datos con la que examinar algunas cuestiones sobre la influencia de la participación de los residentes en la reparación de la hernia y, en menor medida, la influencia de la experiencia del cirujano en los resultados. Para abordar esta última, los autores evaluaron la influencia del nivel de formación del residente en resultados como la recidiva y las complicacio-nes [38]. Los resultados difirieron en función de la técnica. Aunque no pareció que el nivel de formación de los residentes influyera de forma significativa en los resultados de la reparación laparoscópica, sí lo hizo en la recidiva en la reparación abierta (v. figu-ra 3). No hubo diferencias en la frecuencia de complicaciones, pero como era de espe-rar, los tiempos quirúrgicos fueron significativamente más cortos en los residentes mayores (año de posgraduado [APG] 4+) que en los que estaban en sus primeros años de formación (APG 1-2) (76,3 minutos y 71,6 minutos, respectivamente).

Aunque no se ha estudiado nunca acerca de la forma adecuada, parece que los cirujanos reciben la formación adecuada durante la residencia en la reparación de las hernias, lo que se traduce en resultados razonables continuos en lo que se refiere a la frecuencia de recidivas después de la formación. En el estudio de los VA, los autores no pudieron encontrar ninguna relación entre el volumen y el resultado en los cirujanos participantes que realizaban la reparación abierta [39], pero esto se debió probable-

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mente a que los cirujanos que participaban habían superado el umbral de volumen de reparación abierta de la hernia durante sus residencias. En el estudio Watchful Wai-ting, la frecuencia de recidiva en el grupo de reparación abierta fue menor que en el estudio de los VA. Esta observación podría haberse debido a muchos factores, como las características del paciente y de la hernia, aunque la selección del sitio o el ciruja-no también podría ser en parte responsable. En el estudio Watchful Waiting participa-ron lugares y cirujanos con interés y experiencia demostrados en la reparación de la hernia. En el estudio de los VA había un grupo de cirujanos subespecializados debido a la estructura de los VA en aquel momento en que casi todos los cirujanos generales de todos los lugares estaban cualificados (al haber realizado antes >25 reparaciones abiertas con mallas) para realizar reparaciones en el grupo abierto.

Hernias inguinales en mujeres

En 2005, Koch et al. [40] publicaron la mayor serie de reparaciones de hernias inguinales en mujeres. Usaron los datos del Swedish Hernia Register recogidos de forma prospectiva entre 1992 y 2003 para proporcionar una información excelente sobre los resultados de la reparación de la hernia en las mujeres. A continuación se muestran puntos importantes procedentes de este estudio de referencia:

Las mujeres se someten a una mayor proporción de reparaciones urgentes de • hernias que los varones (16,9 frente al 5%).En las mujeres diagnosticadas en un principio de hernia indirecta o directa en la • reparación primaria, es probable encontrar una hernia femoral en la reoperación por una recidiva (41,6 frente al correspondiente 4,6% en los varones).

Figura 3. Frecuencia de recidiva según el año de posgraduado (APG). (Datos tomados de Wilkiemeyer M, Pappas TN, Giobbie-Hurder A, et al. Does resident post graduate year influence the outcomes of inguinal hernia repair? Ann Surg 2005;241(6):879–84.)

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Casi el 40% de las mujeres no se sometió a una reparación estándar (Shouldice, • Lichtenstein, tapón/malla, TAPP/TEP).Las mujeres tenían un mayor riesgo de reoperación por recidiva (riesgo relati-• vo, 2,61 [IC al 95%, 1,89–3,61] en mujeres frente al 1,92 [IC al 95%, 1,74–2,12] en varones).Las técnicas asociadas al menor riesgo de reoperación en los varones se aso-• ciaron al mayor riesgo en las mujeres.

Usando como referencia las frecuencias de reoperación tras la reparación de Lichtenstein, las mujeres tenían el menor riesgo de reoperación tras las reparaciones laparoscópicas, mientras que la técnica de Lichtenstein proporcionó el menor riesgo de reoperación en los varones. Dada la elevada proporción de hernias femorales que se encuentra en las mujeres en la reoperación por recidiva, la reparación primaria laparos-cópica puede beneficiar al paciente al evitar pasar por alto una hernia femoral.

Recomendaciones

La hernia inguinal sigue siendo un diagnóstico frecuente. En los varones que pre-cisan una reparación de la hernia por síntomas, la reparación abierta con malla conti-núa siendo una opción excelente para una intervención de una hernia en adultos. Si se ofrece una reparación sin malla, debe ser la de Shouldice porque, al menos en manos experimentadas, se ha visto que obtiene resultados parecidos a la reparación abierta con malla. Para la mayoría de los cirujanos, una reparación de Lichtenstein por encima es fácil de aprender y de poner en práctica en la mayoría de las situaciones. Se ha estudiado más que otras reparaciones abiertas con malla en estudios aleatorizados a lo largo de múltiples instituciones, de modo que los resultados de estos extensos estudios pueden generalizarse a la población general y al cirujano general típico. La adopción uniforme de otras técnicas abiertas con malla exige más estudios y un seguimiento largo con el fin de demostrar que son como mínimo equivalentes a la reparación de Lichtenstein, bien estudiada en cuanto a recidiva y dolor crónico prolongado, los dos resultados adversos más significativos para los pacientes.

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