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Criminología y Sociedad, Vol. 3, Núm.4, Año 2014-2015. Pp.143-176
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Reflexiones de criminología general sobre algunos aspectos del
problema de la inseguridad contemporánea.
Criminology general reflections on some aspects of contemporary problem of insecurity
Mauro Bardi *1
Texto recibido: 3 de junio de 2015
Texto aprobado: 25 de junio de 2015
Resumen
El instituto FdE de Mantua (Escuela de alta formación en Ciencias
Criminológicas) junto con el Politécnico de Milán y el municipio de
Mantua y de Pegognaga, ha puesto en marcha el Proyecto Europeo
INNES (por sus siglas en inglés: Intimate Neighborhood
Strengthening, es decir, el firme refuerzo y vigilancia del vecindario).
Es una actividad de investigación trienal, pedida por la Unión *Abogado penalista en el Tribunal de Milán y criminalista. Profesor de
Criminología Cultural y Filosofía del Derecho, en la Escuela Superior de Ciencias Criminológicas de Mantua. Investigador Titular en el Instituto de Criminología de la FDE Mantua. Asesor jurídico en el Centro de Apoyo a Víctimas del Delito de la provincia de Mantua, Asociación LIBRA - Red para la Dinámica de estudio y desarrollo de la mediación.

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Europea, que sirve para estudiar los problemas emergentes y
relativos a la seguridad de los centros urbanos.
El Proyecto de investigación se focaliza en el estudio y en la
aplicación práctica de la vigilancia del vecindario; es un programa
muy amplio (y también lleno de ambigüedad y, a veces, de peligros)
que reúne una serie de iniciativas y experiencias muy diferentes: hay
múltiples intervenciones, diferentes sujetos implicados, determinadas
áreas de intervención y diferentes espacios de tiempo.
Se desea una prevención que sea capaz no sólo de prevenir
concretamente el crimen (y por eso garantizar una seguridad
objetiva), sino que sea idónea para conferir a todos los ciudadanos
un sentido de seguridad (es decir, también aportar el aspecto
subjetivo).
Este sentido de seguridad, según las reflexiones y los resultados de
los creadores del proyecto INNES, se ha conseguido hasta ahora
porque se puede lograr a través de intervenciones informales.
Esto significa que el sentido de seguridad no se identifica
necesariamente con el refuerzo de la ley o su orientación a la
represión; de hecho se puede lograr a través del involucramiento de
los ciudadanos en la creación de una Sociedad más presente y

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atenta en los problemas, los puntos débiles y los elementos de
carácter relacional.
Palabras clave: INNES, seguridad, percepción de seguridad,
prevención de los crímenes, vigilancia del vecindario, capital social.
Abstract
The Institute of FDE Mantua - High Training School in Criminology is,
in partnership with the Polytechnic of Milan, the city of Mantova and
the city of Pegognaga (Mn), employed on the European Project
INNES; Intimate Neighbourhood Strengthening . It is a three-year
research, commissioned by the European Union to study some
emerging problems of criminal security and criminal prevention in
towns. The project is especially focused on the study and application
of the practice of the Intimate Neighbourhood Strengthening. A
construct rather large (and also characterized by ambiguity) that
collects inside a series of different works, both for the kind of action
taken, both for people involved, both for the specificity of the areas
involved and the time taken into account. Prevention that is not only
the ability of preventing the criminal episodes, but it is ability of giving
citizens a sense of security (on a subjective side). Concern about
security, based on the meditations and the results that the Working
Group of the Project INNES has so far achieved, can be reached, or
at least approached, through actions of an informal nature . This

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means that the sense of security is not necessarily identified with the
strengthening of the legal framework, or its orientation in a repressive
way, but that can be achieved through the involvement of citizens in
the construction of a more attentive and sensitive to the issues,
weaknesses and aspects of relational character.
Keywords: INNES, security, perception of security, crime prevention,
neighborhood watch, share capital.
Introducción:
La expansión de los fenómenos desviadores de la correcta
conducta social, en los años setenta y sobre todo su difusión
mediática en la población (Marotta (b): 218, 219; Marotta (C): 194,
195), junto con el aumento de inquietudes y preocupación es, han
orientado los estudios criminológicos hacia la prevención de los
mismos.
La prevención puede ser enmarcada en algunas de las partes
que corresponden a los ámbitos disciplinares y de investigación que,
en realidad, no son separados, y muchas veces podrán encontrarse
y establecer una relación entre sí.
Examinémoslos:
a) la prevención penal (o jurídica)

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b) la prevención criminológica
c) la prevención social;
d) las nuevas fronteras de la prevención.
La prevención penal (o jurídica)
A través de la sumisión a una autoridad soberana los hombres
dejan de ser individuos aislados, y a merced de la incertidumbre y
del riesgo, disfrutan de la protección personal y de sus bienes,
garantizada por la fuerza de la ley que fue impuesta por disposición
la disposición de un Soberano (Petrucciani: 79 y siguientes). Este es
un fondo conceptual al que se refiere a una visión sin duda
anticuada, pero que sigue presente y generalizada en la forma
común de pensar; y ve en el derecho penal una función de
protección y una defensa para la protección de las posiciones
individuales.
El instrumento del Derecho penal sigue siendo nodal en la
construcción de un pensamiento para la seguridad y la prevención,
sobre todo en un período, como el actual, en el que la ley punitiva
está llamada a desempeñar un papel de mayor seguridad para la
reducción de las preocupaciones. Pero de esta manera, la ley penal
desempeña un rol parcialmente deformado de su vocación: el papel

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de instrumento de intervención para aliviar ansiedades (Mosconi:
78).
Y esto se hace mediante la introducción de textos punitivos y
prescriptivos que se crean para atender a los problemas actuales y
urgentes, a menudo caracterizados por ser distantes al principio de
neutralidad ideológica y excesivamente desequilibrados en favor de
la protección de la seguridad colectiva e individual (Bernardi - Pastor
- Pugiotto: 4, 6).
Desde un punto de vista jurídico, los mensajes y los procesos
relacionados con la prevención han cambiado su orientación hacia la
seguridad, en particular, han creado una organización de
dispositivos que incorporan una intervención temprana en la ley.
Es importante decir que el examen normativo nos permite
construir sobre el binomio:
- miedo/inseguridad; el mismo se refleja en los dispositivos legales a
través de la introducción de dispositivos generales.
- prevención, que conduce a individuar y aislar un elemento que da a
la escena penal y criminológica el riesgo, (Beck: 25 ss y 67 ss.;
Rieger: 106).

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Se puede, en general, hablar de derecho del riesgo (Donini:
107, 110; Curti: 56), como un sistema de sanciones que intervienen
independientemente de la creación de un peligro y que identifican el
acto ilícito en el desempeño de un acción de riesgo, entendida como
afrontamiento de una situación complicada, no ordinaria.
La prevención jurídica, o más precisamente la prevención
general penal, en el sentido clásico, muestra indudables aspectos y
razones disfuncionales tanto desde el punto de vista de la
prevención negativa (intimidante o disuasiva, contenida en el
precepto penal, según Fiandaca - Musco: 686; Mantovani(B): 703
ss), como en términos de prevención positiva, entendida como
función pedagógica (Canestrari - Crow - de Simone: 58 y ss; Palace:
20 , 21).
Sin embargo, nos encontramos con una actitud que se refleja
tanto como una conducta común y general, así como una norma;
esto requiere que la legislatura predisponga una prescripción de
conductas para la creación de órdenes y principios que pueden
contrarrestar los peligros posibles.
Si el principio de precaución puede encontrar un área de
aplicación adecuada en la que aún no se han establecido el know-
how y donde existe la necesidad de mantener los estándares de
seguridad necesariamente elevados (de disciplina dietética, trabajo,

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actividades peligrosas) (Jonas: 40), menos sólido y consistente es su
tránsito a regular materias en las que es posible lograr plantillas
definidas.
La impresión básica que podemos sacar es, en primer lugar,
que la dirección de precaución o preventivista tomada por el
Derecho penal contemporáneo representa un verdadero punto de
inflexión, no sólo hacia los contenidos normativos, sino también
hacia la concepción general de la normatividad y la cultura legal en
general.
La evolución cada vez más marcada hacia la prevención de
los riesgos, si por un lado es capaz de dar una respuesta legal más
segura para lograr algunas de las actividades a través de una
regulación uniforme; por otro lado, una vez aplicada a áreas no
técnicas, no es capaz de crear aquella sensación de seguridad tan
necesaria.
De hecho puede pasar lo contrario: frente a una proliferación
penal se corre el riesgo de que las preocupaciones sociales y
personales pudieran multiplicarse. El incremento de las penas, en
dirección de un pronóstico cada vez más detallado y descriptivo,
relacionado con la vida diaria, no apoya una mayor seguridad de la
vida para todos, pero puede conducir a multiplicar la incertidumbre y

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a la creación de un estado que se caracteriza por el aumento de los
temores.
La prevención en términos criminológicos.
La prevención y la seguridad, consideradas en términos
criminológicos, pueden ser consideradas desde el ámbito legal.
Los principios generales de la prevención penal y la
precaución pueden formar el punto de partida para una elaboración
conceptual y crítica con respecto de la seguridad, pero no deben
representar un perímetro dentro el cual se limita la investigación y no
se van a encontrar herramientas y soluciones (Travaini Ponti ,
Merzagora: 536 ss).
Una investigación criminológica debe ampliar la exploración
de territorios diferentes a la ley para enfrentarse con el problema de
la seguridad más allá de las limitaciones formales, y con la intención
de unirse a la identificación de herramientas con contenido
heterogéneo y no siempre apoyado por el elemento normativo.
La seguridad y la prevención, vistas desde la perspectiva del
conocimiento criminológico, se pueden analizar de la siguiente
manera:

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A) Si se toma el dato normativo, orientando su desarrollo hacia
ámbitos administrativos y prácticos, se puede hablar de una
criminología dirigida hacia el Law Enforcing y al Police Enforcing
(Zipf: 299 ss.); además se habla de una criminología que está
dirigida hacia el estudio de las tendencias delictivas y que sugiere
técnicas de protección (generales y personales) y de fortalecimiento
de la protección del medio ambiente (Marotta (b): 220; Marotta (c),
200, 201; Bandini Gatos, Gualco, Malfatti, Marugo, Verde: 334 y
siguientes).
Se trata de una visión estrecha que amenaza con relegar a un papel
secundario la criminología, no sólo por lo que interesa a la ley penal
(Melossi (B): 21), sino también a una posición subordinada hacia
políticas exclusivamente conservadoras. Estos tipos de prevención,
aunque tengan rasgos indudables de sentido común y son sencillos
de aplicar, al mismo tiempo, pueden conducir a la formación de una
dicotomía conceptual peligrosa. En particular: la separación entre
sujetos y objetos que deben protegerse (posibles víctimas
asustadas) y los delincuentes que deben ser alejados o
neutralizados.
De esta manera se realiza una criminología del sí mismo, que
consiste en el conocimiento defensivo, en oposición a una
criminología del otro que vuelve la mirada hacia la incapacidad de

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aquellos que conscientemente eligen el camino de la agresión
(Melossi (A): 227, 228). Esta es una perspectiva que lleva a la
restricción del principio de la prevención y de seguridad hacia
perspectivas individualistas y privadas (Curti: Federici 89), basadas
en la protección de áreas locales (Pitch: 122) y de propiedad privada
limitadas.
B) Sobre la base de una perspectiva de la criminología crítica que
llama la atención no sólo al estudio de la ley penal en sus
circunstancias específicas, sino a un nuevo estudio sobre el
verdadero significado asumido por el crimen a los ojos de la
sociedad y, especialmente, de los observadores (Avanzini Barbero:
177, 180). Es una visión que todavía merece un estudio en
comparación con las teorías posmodernas de la criminología que
examinan el acto desviado sobre la base de la interpretación y
atribución de los diferentes significados de los autores y las víctimas
(Marotta (b): 221, 222; Henry, Milovanovic: 152 ss.);
C) Con una mirada que, de un lado enfrenta (sin subrayarlo) el
sentido de inseguridad general y comprende que la misma
inseguridad no se limita a la integridad material y ambiental, sino que
tiene por objeto la integridad física y la integridad existencial; y por
otro lado es capaz de trascender la mera defensa contra el crimen.

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Las intervenciones y su aplicación práctica serán ejecutadas para
facilitar la comunicación entre los diferentes componentes de una
sociedad desgarrada e individualista (Pepinsky, Quinney: en
Marotta (B): 223), para llevar a cabo un proceso de inclusión de
todos (los pobres, los ancianos, los discapacitados, los extranjeros,
los enfermos mentales), para identificar nuevas formas de
conciliación entre agresor y víctima de un crimen, que pasen a
través de la rendición de cuentas del delincuente y la superación del
trauma sufrido por la parte perjudicada (Ceretti (B): 465 Bridges -
Merzagora; Rufino: 76; Minda: 141 ss.). Es importante entender que
la desviación, la anarquía, la inseguridad y la degradación, aunque
resultan ser factores humanos, tienen sus raíces en los lados
complementarios de los sufrimientos y de las privaciones; el prejuicio
y la exclusión. Tomar el asunto penal en serio no significa hiper-
criminalizar (Kaiser 108), con efectos desintegrantes para la
sociedad (Marotta (c): 195), de hecho lo que se desea es involucrar
a todos los que componen la sociedad para hacer frente al problema
de la inseguridad en una perspectiva comunitaria y de compromiso
(Ceretti (a): 90).
La prevención en términos sociales generales.
En cuanto a la prevención social, podemos hacer referencia a
una amplia gama de intervenciones (normativas o no) que son

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capaces de reducir el número y la incidencia de la delincuencia. La
prevención social general es una acción que tiene en cuenta una
amplia gama de iniciativas y no posee un contenido inmediatamente
criminológico. Esto quiere decir que no tiene un impacto directo
sobre la delincuencia y la desviación, pero deben considerarse sus
antecedentes. Este modo de acción social quiere ser parte de la
criminología etiológica actual y trata de identificar y sistematizar las
situaciones que se presentan como criminogénicas. Se trata
especialmente de programas de reforma social dirigidos a fortalecer
los factores de control que no sean penales y adoptar políticas que
pueden reducir el estado general de malestar e insatisfacción. A este
respecto han de tenerse en cuenta las acciones sobre la salud, la
educación, el trabajo y la planificación urbana que pueden mejorar el
nivel de vida de los involucrados (Ciappi: 47 ss.) y reducir las
desigualdades (Mantovani (a): 409; Zipf 272 ss.). Así, sin poner
énfasis en el aspecto penal y tomando lo que hemos mencionado
anteriormente, podemos decir, una vez más, que la prevención del
delito se puede mover por medio de un ambiente general y no
específicamente penal. Nos referimos en este caso a las
intervenciones que se remontan al bienestar general.

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Los nuevos escenarios de la prevención.
El tema de la prevención criminal y de la seguridad deben ser
consideradas con perspectivas más amplias y modernas. Este es un
distanciamiento de aquella orientación que identifica en los
instrumentos ordinarios y coactivos una solución para garantizar la
seguridad, en particular la de los ciudadanos de las zonas urbanas.
El ejemplo de las prácticas de la Tolerancia Cero (Caneppele:.
9 ss. - Centonze, Porrini:. 1 ss), procedente de Estados Unidos de
Norteamérica, adquiridas también a través de la experiencia de la
administración europea, lejos de representar un factor del aumento
de seguridad (que se define como una disminución de los crímenes)
y la sensación de seguridad (entendida como la opinión común entre
la población), se consideran como prácticas agresivas junto con las
intervenciones discrecionales de la policía en contra de ciertas
categorías de delincuentes, que a menudo han causado un impacto
negativo en relación con el tono moral de las personas, su serenidad
y la cohesión (Caneppele: 61).
Un enfoque diferente de la Tolerancia Cero, hay que
destacarlo, se ha practicado al mismo tiempo por otras policías
locales, siempre en territorio americano. Un modelo de actividad de
control territorial que no se basa en una reacción de carácter
represivo, sino en la pro- actividad establecida en la relación con los

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ciudadanos, escuchando las necesidades y estableciendo un diálogo
mediador (Caneppele: 68, Curbet: 113). De esta manera se
obtuvieron resultados para la prevención y la paz social más
relevantes y a bajo costo (Caneppele: 68).
La importancia penal y la impostación represiva dan paso a la
prevención del crimen realizada por medio de un contexto general y
no necesariamente relacionado con los modelos de control formal e
institucional.
La prevención del crimen puede ser, si no reemplazada, al
menos subsanada por el papel desempeñado por los ciudadanos
que, de acuerdo con las directrices o las ideas de los últimos años,
se puede articular de la siguiente manera:
a) la participación de los ciudadanos en la organización de su propia
seguridad, según los modelos que siguen las acciones de la policía;
b) el compromiso de los ciudadanos para la organización de la
vigilancia;
c) el compromiso de los ciudadanos a tomar medidas para la
reconstrucción de un clima social renovado.
El primer caso se refiere a un ejemplo que viene de la
legislación italiana: los ciudadanos son organizados voluntariamente

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en equipos diseñados para proporcionar cobertura móvil en las
calles y en los espacios públicos. Es un modelo formalizado por Ley
del 15 de julio de 2009, n. 94 y de manera significativa, como se
indica en las disposiciones relativas a la seguridad pública. El
artículo 3, c. 40 de la misma Ley dispone que "Los alcaldes, previo
acuerdo con el prefecto, pueden contar con la colaboración de las
asociaciones entre los ciudadanos desarmados a fin de informar a
las fuerzas policiales del Estado o locales de eventos que pueden
causar daño a la seguridad o de situaciones que generen molestias
urbanas". La siguiente sección, c. 41, establece que "Las
asociaciones se inscriben en el Comité Provincial para el orden y la
seguridad pública, en un registro llevado por el prefecto, previa
verificación por él mismo de que cubren los requisitos establecidos
por el decreto mencionado en el párrafo 43. El prefecto debe
también hacer un monitoreo periódico, informando al Comité de los
resultados".
Por una serie de razones políticas y de organización, la
disposición reglamentaria en general nunca se ha aplicado
realmente; pero frente a ella es inevitable un juicio basado en el
escenario criminológico que vuelve a subrayar el clima que generó.

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Un juicio que es fuertemente negativo:
a) por la orientación básica de estos grupos de ciudadanos que
emergen como algo estrictamente defensivo y controlador de la
seguridad urbana;
b) por el espíritu que subyace en el mismo marco normativo, y que
surge del mismo Pacchetto Sicurezza de 2009: las (erróneamente
llamadas) patrullas de ciudadanos organizados parecen pasar por
una llamada a las armas, contra personas de determinadas
categorías, junto con la policía, para garantizar la seguridad. Hasta
llegar - en el curso de operaciones reales de patrullaje de la ciudad-
a señalar las circunstancias de peligro y de molestias. El enfoque,
por lo tanto, es un marcado contraste entre ciudadanos voluntarios
honestos (supuestamente) y situaciones de inseguridad, signos de
inseguridad, que ven como protagonistas a personajes predefinidos,
así como a malas personas emergentes en sus características
particulares y sociales desde el texto general de la Ley no. 94
(Mosconi: 79).
Básicamente se trata de un escenario que subyace en un
concepto de seguridad:
a) de exclusión y no de inclusión: es decir, una confianza que sólo
afecta a determinados segmentos de la población. Pensar que la

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seguridad es una prerrogativa sólo de ciertas fincas, caracterizadas
por su patrimonio o su nacionalidad, es un descuido grave que
conduce a una visión miope de la sociedad. Esta perspectiva
conduce a una situación en la que los hombres dejan de ser sujetos
sociales para encarnar grupos de temores opuestos que luchan y se
alimentan entre sí y crean más desconfianza e inseguridad (Augé:
10);
b) de carácter militante, que organiza equipos entre los voluntarios;
c) dirigida (al menos inicialmente) también a señalar las situaciones
difíciles, situaciones en que las circunstancias podrían fácilmente
llegar a la decadencia urbana y a la teoría del crimen conocido come
Broken Windows (Ventanas rotas). De hecho, más allá de una
relación positiva no probada entre las ventanas rotas y un aumento
de la delincuencia (Caneppele: 93 y siguientes), el problema
demasiado fácil de identificar es entre:
Crimen → inseguridad → deterioro → apatía → falta de civismo.
(lo cual parece también destacado por el mencionado Decreto del 5
agosto de 2008 Incolumidad pública y seguridad urbana:
definiciones y ámbitos de aplicación).

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Seguridad como un compromiso ciudadano.
Se necesita de un nuevo compromiso de los ciudadanos, que
pueden ser utilizados en las actividades de Neighborhood Watch
(vigilancia del vecindario).
La vigilancia del vecindario es parte de esa línea de
pensamiento y práctica que se refiere en general a la Criminología
ambiental y al estudio geográfico de la delincuencia (Barbagli,
Colombo, Savona 156 ss.); es importante aclarar que esta tipo de
temas y estudios, en algunos aspectos, produce una ruptura con el
pensamiento criminológico clásico. Un pensamiento que ayuda a
mover la atención del espectador desde las hipótesis causales y el
contexto que genera o nutre al acto criminal como un acto humano,
hacia la profundización de la propia conducta criminal, como un
funcionamiento, tan dispuesto, que se traduce en acto un ilegal. Se
trata de una criminología, o tal vez una mejor “ciencia criminal”
(Criminal Science, Clarke, Eck: § 2) que estudia los períodos de
tiempo y los lugares del crimen: sistematiza y crea una disciplina que
asume una perspectiva criminológica marcadamente defensiva.
El Análisis de Diseño Ambiental, la conceptualización del
Espacio Defendible (Defensibile Space, Jefferey en Marotta (A): 179
ss), los estudios sobre la estructura, la configuración y la colocación
de unidades habitacionales y condominios (Newman en Marotta (A):

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179 ss.), sin duda, ofrecen un mejor instrumento a los residentes en
el trabajo del conocimiento y vigilancia de los hogares y vecindarios.
Por tanto, en los puntos estructurales de la vigilancia del vecindario
se centran:
a) un control informal de los espacios privados y públicos;
b) un control limitado en las zonas que están geográficamente
circunscritas;
c) un trenzado entre el control y el estudio de técnicas de protección
de los espacios públicos y privados; éstas se reflejan en la
profundización y en el desarrollo de las defensas de carácter
práctico pasivos (alarmas, protecciones en de puertas y ventanas,
barreras para las persianas);
d) un control que se concentra fundamentalmente en los crímenes
de robo con violencia e intrusión y contra ilícitos de tipo clásico
(daños, vandalismo), dejando otros ilícitos patrimoniales, que se
pueden prevenir a través de un compromiso informativo y dialógico
(fraude, extorsión...).
Aunque los promotores de la vigilancia del vecindario en Italia
se esfuercen en demostrar que esta práctica no tiene un punto de
contacto con las asociaciones de ciudadanos ya previstas que
participan en los patrullajes, al menos en la percepción común, esta

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experiencia representa acciones de control y vigilancia contra ciertos
crímenes que, en algunas partes, si se identifica con las prácticas de
patrullaje (definición que no figura en el texto de la ley, pero surgió
sobre todo en términos de propaganda). Esas prácticas de patrullaje
están centradas en la señalización sólo de situaciones
problemáticas, sin ninguna intervención sobre ellas, y por tanto,
presentan frotneras innegables y contactos porosos con la vigilancia
del vecindario (Nobili: 175 ss).
Para proporcionar una primera, y necesariamente parcial,
evaluación de la vigilancia del vecindario tenemos que volver a los
resultados que se han observado en otros países, sobre todo en el
área anglosajona (nos referimos a la opinión de los autores
indicados en Roccato y Russo: 91 ss.). Considerando la perspectiva
interna, la vigilancia del vecindario puede contribuir en la reducción
del micro-crimen y aumentar el sentido de seguridad (Goodstein,
Shotland, 1980, en Roccato y Russo: 91 ss.). Por la parte externa,
se ha notado que estos programas de vigilancia son una manera
para alejar a algunos criminales, sobre todo lo profesionales
(Bennet, Holloway, Farrington, 2006, en Roccato y Russo: 91 ss.).
Existen también lados negativos, como:
a) los resultados del la vigilancia del vecindario, a veces, llegan con
gran retraso y a menudo no son visibles ni siquiera a los

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protagonistas;
b) se reduce la confianza en la Policía (Mannarini, 2008, en Roccato
y Russo: 91 ss) y estos resultados pueden ser sumarse a la
desconfianza y el recelo, ya detectados, que la policía tiende a
alimentar en relación a esta práctica;
c) se han verificados efectos paradójicos: el miedo por el crimen ha
aumentado en lugar de reducirse (Schultz, Tabanico, 2009, en
Roccato y Russo: 91 ss). La vigilancia del vecindario surge a
menudo en lugares como los barrios en los que la delincuencia
predatoria no es un problema objetivamente relevante: con el
resultado que la práctica de la vigilancia podría contribuir al aumento
de la ansiedad y las sospechas infundadas (Hourian de 1987, en
Roccato y Russo: 91 ss; Noble:. 181, 182).
La vigilancia del vecindario, por otra parte, se lleva a cabo a
menudo en barrios donde hay una cierta homogeneidad de clase
social y condiciones sociales generales: o sea, en barrios donde ya
existe un cierto capital social, que ofrece, en sí mismo, un ámbito
bastante tranquilo debido a su cohesión social (Houg , Mayhew ,
1985 , en Roccato y Russo: 91 ss.). Se puede decir que, si la policía
colabora con los grupos de vigilancia vecinal, se detectará un
escenario representado por una sociedad idealmente étnica y
cohesionada (Nobili: 182).

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Es necesario ser consciente de los problemas que pueden
resultar de un proceso de comunitarismo excesivo de los entornos
sociales y de los grupos. El peligro es el hermetismo, en base a las
conclusiones y a las críticas de una visión comunitaria radical
(Plessner: 27 ss). El hermetismo moral, especialmente cuando se
habla de inseguridad, deriva -no siempre, pero a menudo – en el
hermetismo físico y a la creación de fenómenos urbanos conocidos
como Gated Communities (áreas habitacionales que limitan el
número de accesos o puertas y, a su vez, en estos acceso se ejerce
un riguroso control de las personas que entran y salen del área).
Estos son los barrios habitados por personas que pertenecen a una
misma clase dentro del censo (ingresos, nivel cultural, condición
étnica) que defienden su espacio y sus bienes también a través de
barreras físicas que separan los lugares seguros, ordenados y
homogéneos, de los alrededores, desordenados, confusos y
heterogéneos (Ceretti, Cornelli (c): 115 ss; Quetel: 222 ss).
Desde un punto de vista teórico, la crítica más relevante
relacionada a la práctica de la vigilancia del vecindario se puede
detectar en el cambio de perspectiva y mirada criminológica que
contribuye a inducir. Ya hemos señalado que la vigilancia del
vecindario participa para cambiar el enfoque de los estudioso de la
ciencia del crimen, una disciplina que tiene por objeto:

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a) la reducción de la delincuencia;
b) el uso de modelos y métodos más precisos y fiables: modelos de
atención y verificación que pueden tener representaciones gráficas,
algoritmos y fórmulas obligatorias;
c) la aceptación de los conocimientos procedentes de otras
disciplinas, también técnicas (Clarke, Eck: 8).
Y es en esta orientación que la vigilancia del vecindario pone
como suyo y focaliza el tema de la etiología nodal en criminología.
Si el problema criminal debe ser tomado en serio (Elbert: 135,
ss), si estamos dispuestos a admitir que la delincuencia es un factor
de sufrimiento y desgaste para toda la sociedad, no podemos limitar
nuestros estudios y nuestra visión sólo para profundizar las
circunstancias materiales que la caracterizan.
El nodo que queremos subrayar sobre la vigilancia del
vecindario, se enfoca en su configuración no problemática (o
exclusivamente basada en la resolución de problemas prácticos) que
- en cierto modo – se centra en reducir el número de actos
criminales sin abordar los problemas que subyacen a medida que
ocurren.

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Reducir el crimen predatorio, por ejemplo, a través de una
supervisión suave o dura (soft o hard) y a través de un
endurecimiento del objetivo (target hardening), convierte al propósito
de esta práctica en algo más difícil o costoso, significa: por un lado,
obtener el resultado de desplazamiento del crimen (crime
desplacement) en sus diversas manifestaciones: temporales,
espaciales y de objetivos. Por otro lado, adherirse a un concepto
motivacional de crimen que no es capaz de ir más allá de una
perspectiva racional, o sea, considerar que la elección criminal sólo
es la etapa final de un cálculo y de una comparación de los costos
sobre los beneficios, asociada al tiempo (Williams, Mc Shane: 191
ss; Volpe: 23 y ss; Minda: 141 y ss.) y colocada en la base los
profundos significados culturales, intencionales y sociales que se
pueden conferir al crimen.
Esto significa que la figura del criminal ya no es un problema
real que tiene que ser resuelto en la comunidad, sino que se
desvanece y pierde importancia a favor del cultivo de técnicas que
puedan impedir el éxito de su quehacer delictivo.
El compromiso de los ciudadanos en la creación desde cero de
un renovado clima social.
Precisamente por las razones que se han descrito
anteriormente, es necesario que un proyecto, en este caso INNES
(por sus siglas en inglés: Intimate Neighbourhood Strengthening),

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sea capaz de abordar la cuestión fundamental del alcance de la
práctica del fortalecimiento de los lazos comunitarios. Es un proyecto
bastante amplio (y también caracterizado por la ambigüedad, y a
veces por los riesgos) que acumula una serie de iniciativas y
experiencias muy diferentes, tanto por el tipo de medidas adoptadas,
para las personas afectadas, como por la especificidad de las zonas
en cuestión y los tiempos tomados en consideración.
Se desea una prevención que no sólo es capaz de evitar en la
práctica los episodios criminales - y por lo tanto, ser capaz de
asegurar una seguridad objetiva-; sino que también pueda dar una
sensación de seguridad a los ciudadanos (sobre la base de un
aspecto subjetivo). La sensación de seguridad, según los juicios y
resultados que el grupo de trabajo del proyecto INNES ha logrado
hasta ahora, se puede alcanzar, o al menos procurar, a través de
acciones de carácter informal.
Esto significa que la sensación de seguridad no se identifica
necesariamente con el fortalecimiento del aparato legal, o con una
orientación en el sentido de la represión; y que se puede lograr a
través de la participación de los ciudadanos en la construcción de
una sociedad más atenta y sensible a los problemas, debilidades y
aspectos de carácter relacional.
Ocuparse de prevención y seguridad debe conducir a la
recuperación de una visión más amplia que las descritas

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anteriormente. Si se quiere mantener una perspectiva criminológica
adecuada es necesario que nuestro estudio tenga una orientación
holística.
Sin dejar de lado el estudio de las estructuras urbanas y los
núcleos habitacionales, es necesario sondear la actitud y el
comportamiento de los ciudadanos y trabajar para alcanzar la
conciencia crítica con el tema de la seguridad y de la prevención.
Esta es la implementación de un trabajo que requiere un
enfoque multidimensional.
En primer lugar, el carácter descriptivo, basado en la
observación y el estudio de los espacios urbanos problemáticos (por
ejemplo, los edificios deteriorados). Ya que, en definitiva: el espacio
no sólo es creado por las cosas, sino por el traslado de personas y
redes de relaciones que se crean como resultado de las actividades
e interacciones. Hay que destacar como se puede lograr un sólido
sentido de seguridad a través de una forma de entender y vivir la
ciudad en su potencial de un lugar no sujetado o determinado por la
vigilancia, pero si asistido y atravesado por las actividades humanas
heterogéneas.
La vigilancia es un hecho ineludible, pero es realmente eficaz
si se aplica de manera informal, no organizada y espontánea por los
ciudadanos. Las miradas que se cruzan, la red de atención que casi

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naturalmente se teje por quienes asisten a los espacios públicos
(Jacobs: 28 ss), representan el verdadero tratamiento preventivo
contra cualquier inseguridad o ansiedad difusa en el flujo normal de
vida social. Una vigilancia que no sólo es informal y espontánea,
sino que es (incorrectamente) inconsciente: en el sentido de que no
ha sido diseñada y programada, pero que deriva del deseo de
ayudar a la ciudad y al barrio en los que se viven.
La sensación de inseguridad se puede reducir sólo si los
ciudadanos entienden que el aislamiento, la indiferencia, el
desinterés y la desconfianza mutua son las bases de la pérdida y del
resentimiento, que preparan el terreno para el crecimiento del miedo.
El miedo es un hecho que no puede ser eliminado del curso de la
experiencia humana; en la filogenia y la ontogenia es un hecho que
ha acompañado a la historia del hombre, y que a veces ha
estimulado sus progresos. Los miedos, a veces necesarios, se
pueden superar; así como se puede superar esa sensación de
inseguridad que nos acompaña desde el principio de los tiempos.
Investigando más detalladamente, sin embargo, podemos
entender cómo el mayor temor, el pavor que nos aterra, es el que
proviene de la descomposición del contrato social, de los lazos entre
los hombres, por la ausencia de la condición, simbólica e ideal, de
sentir que los seres humanos están involucrados en el mismo
destino (Augé: 70).

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En este sentido, es necesario dirigir nuestra atención hacia el
restablecimiento de los vínculos entre los vecinos, de donde se
pueden obtener tendencias prácticas y virtuosas destinadas a crear
relaciones entre sujetos aparentemente distantes, separados sólo
por aspectos accidentales y marginales, como el origen, la clase
social o las creencias personales. Se tendrá que ir más allá de las
agitadas identidades de grupo que no son más que cercas y
barreras colocadas para impedir el diálogo y la mediación entre los
opuestos.
En la base de un enfoque de carácter social se necesita
emprender un camino para analizar las razones de la inseguridad en
sus relaciones de causa y efecto con el temor, ambas entendidas
como experiencias subjetivas, pero compartidas por todos los
ciudadanos. Especialmente teniendo en cuenta los recursos y
herramientas con el fin de reducir la inseguridad en comparación con
los delitos de menor intensidad, pero comúnmente considerados
generadores de la amenaza, aunque no sean penalmente
relevantes.
Es importante recordar que el ámbito territorial de
competencia del proyecto INNES se caracteriza por una tasa de
criminalidad reducida y funcional; y que la intervención organizada y
técnica que tiene el propósito de impartir conocimiento verdadero de
prevención de los delitos podría tener un efecto paradójico y dar

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lugar a un mayor malestar. Tal vez se podrían señalar antecedentes
criminales y tratar de dirigir la atención a los esfuerzos para animar
el compromiso práctico de los ciudadanos para mejorar sus espacios
de vida. Este compromiso, además de impactar a las mejores
condiciones ambientales, tendría la ventaja de fomentarla mejorías
en las relaciones inevitables, el diálogo y la comprensión mutua.
En vista de estas consideraciones, y sobre la base de lo
expuesto anteriormente, es de suponer que un entorno urbano más
seguro y cómodo se puede lograr sobre todo a través de la
aplicación del capital social, entendido como el fortalecimiento y la
ampliación de las redes de relación y la confianza mutua. Pero no
sólo eso, sino que también a través de la llamada a la participación
de todos los vecinos en el cumplimiento de los deberes obligatorios
de la solidaridad social (Gatos - Schadee - Tremblay:. 57 ss).
Se espera que esta investigación ayude a revitalizar las
disciplinas criminológicas y a distanciarlas de una excesiva y acrítica
adhesión a una Criminología de la situación, o de la oportunidad.
Por otra parte, con discernimiento y actualización de los
métodos y modelos, este trabajo es capaz de recuperar una
búsqueda de carácter causal, basado en enfoques complejos y
multidisciplinares que tienen las tendencias actuales a partir del
estudio de los hombres, de sus mutuas interacciones y de su

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interacciones con el ambiente, con el fin de identificar los factores
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