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UNIVERSIDAD DE MÉXICO Por Carlos MONSIV ÁIS Hacia una historia del espectador mexicano Mm'cella Mas/roia""; principio siniestró, pero aun sin ese fac- tor, el chiste reiterativo, la pobreza ar- gumental y el ritmo torpe, e hubieran impuesto desconsideradamente. Crónica familiar, el film de alerio Zurlini, ve substituido su título por el no tan ejemplar de Dos He1'manos, dos destinos en esta nueva hazaña bautizado- ra de la distribución. Zurlini, un cinea - ta del arrojo sentimental, recrea la le- yenda familiar de Vasco Pratolini con el concurso de las presencias de [ar ello Mastroianni y Jacques Perrin legitima el uso del melodrama, lo convierte en in - trumento del conocer humano, le COI1- fiere una ardiente razón de er. Ha un fatalismo emotivo que cií'íe la' vida d estos personajes admirable, y i el aul r no puede redimirlo,'í aP.3z.el ha los más puros por el pad Iml nl , d consumar su nostalgia. Zurlini n l m' el exceso ni el mal gu to y n u mund todas las emociones po ibl n r l'lt:1I1 verdaderas. La Isla de los Amores Prohibido (L'Isola di Arturo) no habla de un n- ble origen -la novela de El a oranl-:-, de un director eficaz -Damiano Damla· ni- y de actores laborio o -Reginald Kerman, Vanni de Maigret Key ¡ fe r- man-; no así de un tema aceptado on decisión ni de un entendimienlo l:1 sus últimas consecuencia de la po Ibl- lidades corporales y espiritua}e de lo personajes. Al final, en medIO de melancolía infinita, Arturo la huida hacia amores menos prohibido pero más genuinos.' . . Venus 'a la Venta (The tnpper) , de Franklin Schaffner, permi te una leja:' La crudeza burda de .h.oy e la 111- genuidad de mañana y faCIlIta un re men: el espectador que de penó c.ulu. a sus peores instinto para acudir al cine, 'concluye por encadenarlo de nue· va en espera de una nueva, meno le- diosa ocasión. La veteranía de Mervin .I;-t: Roy (El Pequeño César, Soy un ría tener el justo premio de la. jubtlaclOl1. (Notas de 1964) Vejaciones inauditas, leves y dos o tres compensaciones necesanas, fue!on, en lo que al cinéfilo mexicano se rehere, el saldo del primer trimestre de 1964:- Aunque tal vez y en términos generales, su destino no haya sido sino el de una butaca hum'illada y sin derechos, asalta- da por las pretensiones y sometida. a , tipo de terrores, uqa butaca a qUien dIS- tribuidores y exhioidores sólo le conce- den el benefido ele las palomitas de maíz. El tiempo de estreno dedicado a las _ lículas de calidad fue una semana (Cro- nica familiar, La Mafia, Doctor No); en cambio continuaron prevaleClendo ge- mas de la pornografía mendicante. como La Basum o esas premoniciones del fin del mundo que son las cintas nacionales. En La Mafia (Salvatore Giuliano) , el tercer film de Francesco Róssi, se mani- fiesta la vitalidad del cine como animal político. Rossi, empleando una sintaxis absolutamente moderna, indaga sobre la conducta política, sobre el pueblo como hacedor y como paisaje de la historia. es el retrato de un héroe o la denunCIa de un bandido. Es un viaje al centro de la miseria y la exhibición de las organi- zaciones y sistemas que la permiten. En última instancia, un documental crítico y vehemente, una biografía insólita del Sur de Italia. ' Giuliano proyecta un romanticismo desfigurado: el de la Sicilia indepen- diente; refleja con anarquía una época: la delación clandestina y la venganza pú- blica, el terror, el agobio moral. Encar- na todas las cualidades del bandolero: el coraje, la desesperación, la ignorancia; es la confusión ideológica, la sinrazón de la violencia. No demuestra la generación espontánea: surge de las necesidades de grupos bien definidos, de situaci?nes eco- nómicas concretas, de la mecámca de la ambición' política. En momentos, el film se resiente de una cierta falta de' claridad. Eso puede deberse a una limitación: la ausencia de contextos, el desconocimiento exacto de las oposiciones entre un Sur empobrecido y sus faunas guerrilleras y un Norte ex- poliador. Pero aun si carecemos de esa cultura histórica, Rossi nos enriquece sensiblemente, afina nuestra visión de los fenómenos políticos, aguza nuestra atención social: Dino Risi en La Vida Fácil (Il Sor- paso), contando con Vittorio Gassman, que encarna espléndidamente el de vivre e impulsado por un humor bnllan- te y grueso, practica un ferviente home- naje a la al acelerador fuente del entUSiasmo. En esta OposIClon del sedentario que perece y el nómada que triunfa, la ca de velocida.des se muestra como el mejor de los honzomes humanos. El Ladrón Apasionado no agrega na- da a la vociferante gloria de Anna Magnani, al decoroso pasado de Tato y Fred Clark y al prestigio de Mario Mo.- nicelli (La Gmn Guerm, Los desconocl- dos. de. siempre). Todo doblaje es en EL e 1N S

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UNIVERSIDAD DE MÉXICO

Por Carlos MONSIVÁIS

Hacia una historia del espectador mexicano

Mm'cella Mas/roia"";

principio siniestró, pero aun sin ese fac­tor, el chiste reiterativo, la pobreza ar­gumental y el ritmo torpe, e hubieranimpuesto desconsideradamente.

Crónica familiar, el film de alerioZurlini, ve substituido su título por elno tan ejemplar de Dos He1'manos, dosdestinos en esta nueva hazaña bautizado­ra de la distribución. Zurlini, un cinea ­ta del arrojo sentimental, recrea la le­yenda familiar de Vasco Pratolini conel concurso de las presencias de [ar elloMastroianni y Jacques Perrin legitima eluso del melodrama, lo convierte en in ­trumento del conocer humano, le COI1­fiere una ardiente razón de er. Ha unfatalismo emotivo que cií'íe la' vida destos personajes admirable, y i el aul r

no puede redimirlo,'í aP.3z.el ha r·los más puros por el pad Iml nl , dconsumar su nostalgia. Zurlini n l m'el exceso ni el mal gu to y n u mundtodas las emociones po ibl n r l'lt:1I1verdaderas.

La Isla de los Amores Prohibido(L'Isola di Arturo) no habla de un n ­

ble origen -la novela de El a oranl-:-,de un director eficaz -Damiano Damla·ni- y de actores laborio o -ReginaldKerman, Vanni de Maigret Key ¡ fe r­man-; no así de un tema aceptado ondecisión ni de un entendimienlo h~ l:1sus últimas consecuencia de la po Ibl­lidades corporales y espiritua}e de lopersonajes. Al final, en medIO de u~a

melancolía infinita, Arturo empre~d~ lahuida hacia amores menos prohibidopero más genuinos.' .. Venus 'a la Venta (The tnpper) , deFranklin Schaffner, permi te una mo~a­

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men: el espectador que de penó c.ulu.vó a sus peores instinto para acudir alcine, 'concluye por encadenarlo de nue·va en espera de una nueva, meno le­diosa ocasión.

La veteranía de Mervin .I;-t: Roy (ElPequeño César, Soy un Fugltwo~ d~?e­ría tener el justo premio de la. jubtlaclOl1.

(Notas de 1964)

Vejaciones inauditas, leves al~grías y doso tres compensaciones necesanas, fue!on,en lo que al cinéfilo mexicano se rehere,el saldo del primer trimestre de 1964:­Aunque tal vez y en términos generales,su destino no haya sido sino el de unabutaca hum'illada y sin derechos, asalta­da por las pretensiones y sometida. a to~o

, tipo de terrores, uqa butaca a qUien dIS­tribuidores y exhioidores sólo le conce­den el benefido ele las palomitas de maíz.El tiempo de estreno dedicado a las p~- _lículas de calidad fue una semana (Cro­nica familiar, La Mafia, Doctor No); encambio continuaron prevaleClendo ge­mas de la pornografía mendicante. comoLa Basum o esas premoniciones del findel mundo que son las cintas nacionales.

En La Mafia (Salvatore Giuliano) , eltercer film de Francesco Róssi, se mani­fiesta la vitalidad del cine como animalpolítico. Rossi, empleando una sintaxisabsolutamente moderna, indaga sobre laconducta política, sobre el pueblo comohacedor y como paisaje de la historia. ~oes el retrato de un héroe o la denunCIade un bandido. Es un viaje al centro dela miseria y la exhibición de las organi­zaciones y sistemas que la permiten. Enúltima instancia, un documental críticoy vehemente, una biografía insólita delSur de Italia. '

Giuliano proyecta un romanticismodesfigurado: el de la Sicilia indepen­diente; refleja con anarquía una época:la delación clandestina y la venganza pú­blica, el terror, el agobio moral. Encar­na todas las cualidades del bandolero:el coraje, la desesperación, la ignorancia;es la confusión ideológica, la sinrazón dela violencia. No demuestra la generaciónespontánea: surge de las necesidades degrupos bien definidos, de situaci?nes eco­nómicas concretas, de la mecámca de laambición' política.

En momentos, el film se resiente deuna cierta falta de' claridad. Eso puededeberse a una limitación: la ausencia decontextos, el desconocimiento exacto delas oposiciones entre un Sur empobrecidoy sus faunas guerrilleras y un Norte ex­poliador. Pero aun si carecemos de esacultura histórica, Rossi nos enriquecesensiblemente, afina nuestra visión delos fenómenos políticos, aguza nuestraatención social:

Dino Risi en La Vida Fácil (Il Sor­paso), contando con Vittorio Gassman,que encarna espléndidamente el jo~e devivre e impulsado por un humor bnllan­te y grueso, practica un ferviente home­naje a la leper~da, al acelerador ~o?:o

fuente del entUSiasmo. En esta OposIClondel sedentario que perece y el nómadaque triunfa, la caj~ de velocida.des semuestra como el mejor de los honzomeshumanos. •

El Ladrón Apasionado no agrega na­da a la vociferante gloria de AnnaMagnani, al decoroso pasado de Tato yFred Clark y al prestigio de Mario Mo.­nicelli (La Gmn Guerm, Los desconocl­dos. de. siempre). Todo doblaje es en

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El LandJú degeneradón de Alfonso Reyes

T E A T R OPero si uno siempre soñó con la genero­sidad de la sangre, con las aventuras apasto y con el ocio sexual, el Doctor Nole resultará un viaje hacia una infanciaperdida, una infancia áiminaloidc v de­lirante.

Si no fuera por el temor de caer enuna reflexión banal, yo diría que Motína Bordo (Mutiny on Bounty) de LewisMilestone, confirma que "nunca segun­das partes fueron buenas". Este inexis­tente l'emake nos conduce a una omisiónpiadosa: los nombres de los fallidos su­cesores de Clark Gable, Charles Laugh­ton y Franchot Tone. Ahora que si defracasos se trata, es preciso advertir lamuerte vulgar del naturalismo mexicanoen Los Signos del Zodíaco de Sergio Vé­jar, las consecuencias de la poesía cine­matográfica en Alpiste para los paja1-i~os

de Mareel Carné, las desdichas de la co­media norteamericana en La Salsa de laVida (The Thrill of it all) de NormanJewinson yen Cuando el corazón manda(Critic's Choice) de Don Weis y, "lastbut not least", la comprobación de queel honor film se ha vuelto un sucedáneodel melodrama de la mujer quedacla yla madre soltera, como lo prueban Elen tierro prematuro (The Premature Bu­rial) de Roger Corman y Un tTío deterror (Twice Told Tales) de Sidney~:;alkow.

Mewsette de Pal-ís (Cay Pun--ee) deAbe Lewinsohn es un intento de hacerdibujos animados para adultos con pre­ten iones. La UPA, sepulturera de lacursileria de Disney, practica un amablemanierismo, como resultado de años desofisticación en el c(/j·toon. La sabiduríapictórica y Jos homenajes a lo artistasfrance es e multiplican en el empeíio dereconstruir, con pretextos felinos, el Pa­rís de principio de siglo. Judy Carland-quien por desdicha participó en esaprovocación al chiste f<\cil, Un nill0 es­pera, de .J oh n Cassa vettes- ahora en sumadurel absoluta y Red Button, Her­mione Gingold, Robert Coulet y PaulFrees, prestan sus voces para esta singu­lar reiteración del ascenso de la culturamedi;].

La Tarjeta Mágica (The Man at theDiners' Club) de Frank Tashlin, dentrode la obra del único heredero visible delos hermanos Marx, equivale a un reen­cuentro: con el mal gusto heroico, conla aventura del humor visual, con el des­enfreno del gag. Tashlin, al margen desus connotaciones sociológicas, juegaaquí a hacer reír, a incluir dentro de lapantalla el mayor movimiento y el LJa­yor absurdo posibles. Danny Kaye es ungran cómico, la tradición del cil~c córn i­co norteamericano es la más SÓli(~,l delmundo y Tashlin, junto con Jerry Lewis,afirma el gozo despiadado y destructivode la carcajada.

Los Caballeros de la Cruz es una ex­celente muestra ele la artesanía polaca.Aleksander Forel le procura una elimen­sió':1 divert!da y épica a su sectarismo yfoqa una Clllta de alegría anticlerical, dereminiscencia del gran cine soviético.Pese al maniqueísmo en que se funda­menta su visión histórica, Ford no estádesprovisto de cualidades narrativas nial reh.ace~- el pasado carece de gusto y deperspicaCia formal. Por lo demás, el cinesocialista no puede nunca ser represen­~ado por los prohombres yugoslavosmeptos y retóricos si los hay, como bienlo sugieren antiobras maestras como Cin­co minutos en el Para/so y Cuando pasael amor.

Por Jorge IBARGüENGOITIA

Chabrol y la Sagan demostraron hacepoco, ,y no sé si con intención, no sóloque asesinar a ocho o diez mujeres puedeser aburrido, sino que es aburrido hastaver cómo las asesinan. Mientras el pú­blico bosteza, un buen actor, con barba,calva y voz formidables va matando todauna serie de jamonas (incluyendo a Mi­chele Margan y Danielle Darrieux) paramantener precariamente a una familiaque no vale la pena y que hubiera sidomucho más sencillo abandonar o meteren el horno de una buena vez y dejarsede cosas. Este Landrú es, en realidad,una especie de versión masculina de[nna la Douce: ella es tan burocráticaen la cama como lo es él en el asesinato.La calidad rutinaria de los actos de estosdos personajes los despoja de toda con­notación moral. Landrú no es en reali­dad un asesino, sino más bien un maridoabnegado, que sale de su casa, como sedice vulgarmente, a darse bofetadas conla vida; su oficio consiste en conseguir,seducir, asesinar, robar y destruir los ca­dáveres de todas estas pobres señoras: estan virtuoso como el señor aquél de Co­razón diario de un nil10, que se acababalos ojos copiando legajos a_ horas inopor­tunas. ¿Que la señora rezonga porqueno tiene con qué pagar al carnicero? Allíva Landrú a matar otra gorda.

Monsieur Verdoux tenía su mujer pa­ralítica y sus hijos, etcétera, como cual­quier sCl'íor (que tenga mujer paralíti­ca) , y adem{ls, veladas aburridísimas conel boticario aquél cuya esposa no puedorecordar si se reía mucho, o era asmá-·tica, o demasiado gorda, o las tres cosas;pere tenía una vida aparte, muy emo­cionante y admirable, que consistía enasesinar señoras, recoger grandes canti­dades de dinero (en hermosos billetesde diez mil francos que contaba con lamaestría que le daban sus no sé cuántos

11110.\ IJO/icias 1IIariCOlles )' horrijJi/al1/es"

años de empleado bancario) y colocarloen las más prometedoras empresas delmercado bursátil; tenía, además, la granvirtud de que sus planes no siempre tu·vieron éxito, como por ejemplo, sus in­tentos de asesinar a Martha Raye, en ellaguito y con el venenazo aquel que ha­bía puesto en el aperitivo y que acabóquemando el cabello de la cnada, gra­cias a una confusión veneno-agua-oxige­nada, aperitivo-zarzaparrilla. Estos inten­tos frustrados son los que acabaron portraer su desg-racia, puesto que si el ase­sinato de Manha Rave hubiera tenidoefecto, Verdoux no la hubiera encon­trado en su boda (de Verdoux) conaquella otra señora (a quien él, porcierto, tenía la extraña tendencia de con­fundir con el alma de llaves) que indu­dablemente tenía una fortuna muchomás sólida que la de él y que, por consi­guiente le hubiera evitado el desastre del29 y la miseria. Sin la miseria, él nohubiera enQontrado por casualidad aLa Que No Mató Por Ternura y a suvez los parientes de la Primera Asesina­da no lo hubieran encontrado, tambiénpor casualidad, a él en el Salón de Té.

Pero M onsieuT Vel'doux, con ser lomás irteresante que se ha hecho sobreel caso ele Landrú, deja en el misteriouno ele los aspectos más interesantes enun criminal de esta naturaleza: su sexua­lidad; porque el criminal que asesina porrutina o por deporte es una cosa, y elque asesina por vicio y hace negocio deribete es otra muy diferente. Esto yarequiere verdadero genio.

¿Le gustaba a Landrú asesinar seño­ras?, ¿qué hacía con ellas una vez muer­tas?, ¿éómo seleccionaba a sus víctimas?,¿por su dinero?, ¿por cierta cualidad quele resultaba apetitosa?, ¿porque las cir­cunstancias de ellas le promet.ían impu­nielad? Según Chabrol, Landrú matabael conejo más cercano; según Chaplin,el más gordo. ¿Qué opinaba de todo estodon Alfonso?

Los veinticuatro años que transcurrie­ron entre que Reyes comenzó la operetaque nos ocupa y dejó de ocuparse de ella,no fueron bastantes, porque la obra noestá terminada, sino apenas comenzada.

El Preludio en la Soledad, que es laprimera parte de la pieza, es una especiede monólogo de un Segismundo cincuen­tón e intelectual, que lo mismo puedellegar a ser asesino notable que directordel Colegio de México. A juzgar por ladimensión del Preludio, el autor pen­saba escribir una obra de no menos desetenta páginas, en vez de las siete uocho que ha de tener el manuscrito. "Delpliegue de cortinas grises, poco a pocose destaca Landnl, como diferenciado enla célula", etcétera, y empieza diciendo:

"¿Qué suceder es éste, qué armoníavibrada entre la rueda y el cuadro?¿Quién al espacio-tiempo me confía?¿Quién se burla ele mí, pues me ha

(creado?"

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