Philosophica Enciclopedia Sócrates

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  • 7/30/2019 Philosophica Enciclopedia Scrates

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    ScratesAutor: Miguel Prez de Laborda

    Que la expresin filsofos presocrticos se haya hechocomn para referirse a una larga serie de pensadores, no sloprecedentes a Scrates, sino tambin contemporneos, nos daidea de la importancia que este filsofo ha tenido en la historia del

    pensamiento. Scrates seala el inicio de una nueva poca, unpunto de inflexin, tanto por el descubrimiento de algunas ideasfilosficas que iban a determinar el posterior desarrollo de lafilosofa, como por su peculiar modo de vivirla filosofa, por el queiba a convertirse en un modelo del filosofar.

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    ndice

    1. Scrates como persona y personaje

    1.1. La cuestin socrtica

    1.2. La persona

    1.3. Condena a muerte

    2. Su nocin de filosofa: examinar las almas

    2.1. Fuentes para conocer su pensamiento

    2.2. La filosofa desciende del cielo

    2.3. Vivir filosofando

    3. La filosofa socrtica

    3.1. El alma

    3.2. El dilogo como modo de filosofar

    3.3. La educacin a travs del dilogo3.4. tica

    3.5. Teologa

    3.6. Poltica

    4. Bibliografa

    5. Recursos online

    6. Voces relacionadas

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    1. Scrates como persona y

    personaje1.1. La cuestin socrtica

    A la hora de determinar cules son las doctrinas de Scratesnos encontramos con una primera dificultad: puesto que l mismono escribi nada, debemos acudir a los testimonios de otrosautores.

    La ms antigua obra que nos habla de l es una comedia deAristfanes, escrita en el 423 a.C. Todos los aos en Atenas secelebraban las fiestas en honor del dios Dionisio, y con esaocasin se organizaban concursos, procesiones y sacrificios. Enel certamen de teatro del 423 a.C. se presentaron dos comediasque tenan a Scrates como personaje principal: Connos de

    Amipsias y Las Nubes de Aristfanes. Ninguna de las dos gan,

    pero nos demuestran igualmente que Scrates era entonces,cuando tena ya casi 50 aos, una figura muy conocida.

    La obra que nosotros conservamos no es la comediapresentada al concurso, sino una segunda versin escrita pocosaos despus. En ella, Scrates aparece reunido con susdiscpulos en el Pensadero, es decir, la casa de los charlatanes,donde les ensea a sostener las ideas contrarias a las justas;

    l mismo, segn la comedia, es capaz de vencer a todos los queen su camino se crucen [Las Nubes 1315-19].

    sta no es la idea que tiene de Scrates quien ha odo yahablar de l. Y no es tampoco la que nos transmiten otras fuentes.Las principales para conocer el pensamiento de Scrates son tres:Platn, Jenofonte y Aristteles. Los dos primeros le conocieronpersonalmente; Aristteles no lo hizo, pero, por su talla intelectual

    y su relativa cercana temporal, suele ser considerado como

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    fuente primaria. Contamos adems con otras innumerablesfuentes secundarias: diversos dilogosplatnicos no autnticos(escritos por personas cercanas a Platn), algunos pocosfragmentos de otras obras tambin antiguas (algunas soncomedias), y otros escritos posteriores.

    Elpersonaje Scrates aparece en casi todos los dilogosplatnicos (el nico importante en el que falta es Las Leyes), y esquien lleva la voz cantante en la mayora de ellos. Jenofonte, porsu parte, escribi cuatro obras con Scrates como personajecentral: Recuerdos de Scrates, Apologa,Banquete y Econmico. Las dos primeras son explcitamente unadefensa del maestro, escritas para mostrar que era una persona

    justa y que todos los que a l se acercaban se beneficiaban desus enseanzas. En Aristteles, al contrario que en otrostestimonios precedentes, no encontramos ni las deformacionespropias de una comedia ni los intentos de exaltacin de sus fielesdiscpulos. Pero, por desgracia, no son muchas las ocasiones enque habla de Scrates.

    A partir de estas fuentes, la tarea de formarse una clara idea dela persona de Scrates y de su pensamiento, es muy compleja,pues los testimonios no siempre concuerdan. Ello ha dado lugar ala llamada cuestin socrtica, es decir al problema de

    determinar, a travs de la multiplicidad y variedad de las fuentes,qu podemos saber acerca de Scrates. Si los testimonios soncontradictorios, la tarea principal ser establecer si alguno de

    ellos puede ser considerado especialmente fiable.

    1.2. La persona

    Dejando para ms tarde la cuestin de qu podemos saberacerca de su pensamiento, vamos ahora a tratar de determinarqu se puede conocer sobre Scrates como persona, es decir,sobre su apariencia exterior, costumbres, carcter, capacidades

    intelectuales y virtudes.

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    Una primera serie de testimonios son las comedias. Losfragmentos que se conservan nos presentan un personaje similaral de Las Nubes: Scrates aparece como un mendigo parlanchncon una mirada espectral, que nunca se lava, y va habitualmentedescalzo y vestido con un lgubre manto.

    Pero para conocer a Scrates como persona, ms que a lascomedias debemos acudir a los que han sido llamados dilogos

    socrticos (de los que los dilogos platnicos son los ms

    apreciados), que aparecen al inicio del cuarto siglo a. C., es decir,pocos aos despus de la muerte de Scrates. Aristteles hablade ellos en la Potica (1447b 2) y la Retrica (1417a 19ss), yseala una propiedad que tienen en comn: a travs de ellos sepueden expresar bien los caracteres de las personas de quienesse habla. En efecto, al ser escritos en forma de dilogo, ademsdel pensamiento, pueden tambin presentar la personalidad deScrates, mostrndola a travs de sus acciones y del modo decomportarse en la situacin que narra el dilogo.

    Es cierto que en las obras de Platn se percibe un deseo dedefender a toda costa la persona del maestro, y que nunca noshabla de sus defectos o sus malas acciones. De todos modos, nohay motivos vlidos para dudar de que la descripcin que Platnhace de Scrates a lo largo de sus dilogos, coincide en buenaparte con una autntica descripcin del Scrates histrico. lciertamente conoci muy bien la vida de su maestro,directamente y a travs de los innumerables testigos con que

    contaba, entre sus familiares y amigos. Y el Scrates del que noshabla es, a grandes rasgos, el que l haba conocido. Como hasealado Taylor, si el Scrates platnico es la libre invencin deun artista ansioso de trazar la pintura imaginaria del sabio ideal,resulta inexplicable por qu hubo de imaginar Platn una huestetal de detalles biogrficos mnimos, y los imagin tan bien, quepor dispersos que puedan estar en una serie de libros cuyacomposicin (no hay quien lo niegue) llev alrededor de medio

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    siglo, con todo esto no hay discrepancias entre los diferentestrozos [Taylor 1990: 108].

    A partir de estos escritos, sabemos que Scrates naci en el

    ao 470/469, puesto que Platn nos informa [Apologa 17d] queal morir en el 399 tena 70 aos. Es hijo de Sofronisco y Fenreta,una excelente y vigorosa partera [Teeteto 149a], miembro de latribu Antiquide [Apologa 32b] y del demos (barrio) de Alpece[Gorgias 495d]. Su mujer se llamaba Jantipa, y sus hijosLamprocles, Sofronisco y Menxeno.

    Sobre su condicin social los datos son contrastantes.

    Digenes Laercio recoge un testimonio antiguo, que afirma quesu padre era un artesano. Pero en realidad no parece que susorgenes sean humildes: as lo prueba la posicin social elevadaque es patente en el Laques, su participacin en la batalla deDelin como hoplita que implicaba proveerse personalmente deun armamento completo y los nombres de su mujer Jantipa ysu hijo Sofronisco, que parecen ser aristocrticos [Taylor 1990:68].

    En cuanto al aspecto exterior, hay que reconocer que en partelas comedias lo describen acertadamente, pues el propio Platnlo presenta poco preocupado de su aspecto exterior, yendohabitualmente descalzo [Fedro 229a], de modo que al iniciodel Banquete Aristodemo manifiesta su sorpresa por ver aScrates bien aseado y con sandalias nuevas (174a). Fueadems un hombre de extraordinarias condiciones fsicas, que lepermite, durante la expedicin de Potidea, marchar descalzosobre el hielo [Banquete 220a-b]. Es tambin de gran sobriedaden las comidas y nada preocupado por las riquezas.

    1.3. Condena a muerte

    Son muchas las ancdotas que se cuentan de su vida, para

    mostrar sus capacidades humanas y sus virtudes morales. Pero,ms que por su vida, Scrates ha pasado a ser una figura mtica

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    a causa de su muerte: en el 399 fue condenado por un legtimotribunal de Atenas, y algunas semanas despus de la condenacumpli la sentencia bebiendo la cicuta.

    El texto de la acusacin lo conocemos, pues ha sido recogidopor Digenes Laercio, Jenofonte y Platn. As lo presenta esteltimo: Scrates delinque corrompiendo a los jvenes y nocreyendo en los dioses en los que la ciudad cree, sino en otrasdivinidades nuevas [Apologa 24b-c].

    Tres son, por tanto, los aspectos incluidos en la acusacin: noreconocer los dioses en los que la ciudad cree, introducir nuevas

    divinidades y corromper a los jvenes. Pero en realidad, como elpropio Platn escribe al inicio del Eutifrn, la acusacin consisteen corromper a los jvenes a travs de sus nuevas ideasreligiosas [Eutifrn 3a-b]. Una acusacin que, exactamente en losmismos trminos, estaba ya presente 24 aos antes en LasNubes de Aristfanes.

    Segn los testimonios que fueron recogidos por Digenes

    Laercio [Vidas de filsofos ilustres II, 5, 38], la acusacin fuepresentada por Meleto, el discurso fue redactado por nito (o porel sofista Polcrates) y pronunciado por Polieucto, y todos lospreparativos procesales corrieron a cargo del demagogo Licn.Pero el principal instigador, por lo que parece, fue nito, uno delos polticos ms influyentes del partido democrtico al final delsiglo V; un hombre poco religioso (el motivo de fondo de laacusacin no era, como veremos, de carcter religioso) y congran capacidad de manipular la opinin pblica.

    Tras el discurso de acusacin, tuvo lugar el de defensa,pronunciado por el propio Scrates, que fue unaApologa de suvida al servicio de la ciudad. Igualmente apologtico fue susegundo discurso, pronunciado despus de haber sido declaradoculpable. En l, en vez de fijar una pena alternativasuficientemente elevada para que pudiese ser aceptada por losmiembros del tribunal (que deban elegir entre las dos penas,

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    propuestas respectivamente por el acusador y el acusado), sigueinsistiendo en su inocencia, de un modo que podra considerarseprovocativo, pero que en realidad era consecuencia de no quererde ningn modo reconocerse culpable [Jenofonte,Apologa, 23].

    Por lo que nos cuentan Jenofonte [Recuerdos IV, 8, 2] y Platn,la espera hasta la ejecucin de la condena se prolong un mes,pues no poda llevarse a cabo hasta que volviese la nave quehaba ido en peregrinacin a Delos, cumpliendo una promesa quese renovaba todos los aos [Fedn 58b].

    Las ltimas horas de vida de Scrates son narradas por Platn

    en el Fedn, en unas pginas verdaderamente conmovedoras, yde gran contenido filosfico; aunque sabemos que muchas de lasideas all contenidas son del mismo Platn, no debemos dudarque, de todos modos, trata de transmitirnos el espritu con el queScrates afronta la muerte. As nos lo confirma Jenofonte,cuando seala que ninguno de los hombres de los que se tengamemoria soport su muerte de una manera ms bella[Recuerdos, IV, 8, 2].

    En esos ltimos momentos, Platn lo presenta sereno y alegre,bromeando incluso acerca de su entierro, confiado ante la suerteque le aguarda despus de la muerte, amable al responder a laspreguntas de los que estaban con l, atento hacia los dems(tratando de evitarles, por ejemplo, que tuviesen que lavarledespus de muerto), sabiendo disculpar al encargado de ejecutarla condena, obediente a las indicaciones de quien le trae elveneno.

    Pero aparece, sobre todo, como una persona que tambin enese momento difcil es plenamente coherente con suspensamientos, al renunciar a huir antes del proceso (o despusde la condena) y a evitar la pena a travs de medios inmorales oilegales. Y no lo hizo por un doble motivo: su deseo de nocometer una injusticia y el estar convencido de que su muerte noera un mal ni para l ni para la ciudad. Pero para comprender

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    estos motivos tendremos que ver primero cules eran suconcepcin de la justicia y el peculiar papel de Scrates en suciudad.

    Scrates era pues una persona de elevada talla moral. Peroello no basta para explicar la extraordinaria influencia que ejercisobre la filosofa griega posterior: Scrates fue un gran hombre, ytambin un gran filsofo.

    Es bien cierto que en una historia de la filosofa se ha de hacerespecial hincapi en el pensamiento de los autores, ms que ensu vida. En nuestro caso, esta labor resulta casi imposible: en

    Scrates no se pueden separar las enseanzas y su personalidad,puesto que la mayor parte de los testimonios fidedignos de culeseran las doctrinas socrticas nos las transmiten de un modoconcreto, mostrndolas a travs de ancdotas, reales oinventadas. Ello no es de extraar, pues, como veremos, sufilosofa consiste precisamente en un modo de vivir: vivirfilosofando, de modo que cuando Platn, Jenofonte u otro filsofonos hablan de la vida de Scrates, nos estn intentando explicarcmo su pensamiento se encarn en su propia vida.

    2. Su nocin de filosofa: examinar

    las almas

    En un pasaje de laApologa escrita por Platn, Scratespresenta la acusacin contra l de un modo un poco diverso a laformulacin oficial: Scrates comete delito y se mete en lo queno debe al investigar las cosas subterrneas y celestes, al hacerms fuerte el argumento ms dbil y al ensear estas mismascosas a otros [Apologa 19b].

    Como se ve, los acusadores de Scrates como el mismoAristfanes interpretan su pensamiento en continuidad con elmodo precedente de hacer filosofa: lo ven, como los fsicos

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    jnicos, dedicado a estudiar los cielos y la tierra; y, al igual quelos sofistas, como experto en confundir al interlocutor. Losdiscpulos de Scrates, cuando salen en su defensa, intentarndestacar, por el contrario, la marcada diferencia entre su maestroy los filsofos precedentes, mostrando que en Scrates se da unanueva concepcin de la actividad del filosofar.

    Cul es entonces el verdadero Scrates?, qu pensaba enrealidad el Scrates histrico? Para responder debemos enprimer lugar ocuparnos de la credibilidad de los diversostestimonios.

    2.1. Fuentes para conocer su pensamiento

    El problema de las fuentes, que nos ha aparecido ya a la horade hablar de la vida de Scrates, se presenta de nuevo cuandose intenta determinar cul es su pensamiento.

    La primera cuestin se refiere a los gneros de los escritos queson nuestras fuentes acerca del pensamiento de Scrates: unosson defensas [Apologas], y por tanto tratan de exaltar la figura deScrates; otros son comedias, en las que la realidad resultavoluntariamente deformada; y en muchas ocasionesson dilogos y, por tanto, aunque los escritos recogiesenfielmente las conversaciones de Scrates (cosa que nadieadmite), seguira existiendo una gran dificultad: a lo largo de esasconversaciones tenemos la impresin de que Scrates intenta no

    tanto exponer y fundar su propia posicin, comosimplemente convencera su interlocutor de que su opinin no escoherente. De este modo, nos queda la sutil idea de que Scratesno fundaba sus propias opiniones, sino que las posea de unmodo ms bien intuitivo.

    A pesar de las dificultades relativas a los gneros literarios,podramos tener una idea clara del pensamiento de Scrates si

    Jenofonte, Platn, Aristteles y otras fuentes secundarias fueranms o menos concordes al respecto. Pero esto no siempre ocurre:

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    a causa de la novedad de la enseanza de Scrates y de nohaber sido puestas por escrito, era inevitable que fuesecomprendida por los oyentes de modos diversos, de acuerdo alos intereses y capacidades intelectuales de quienes recogan lospensamientos de Scrates [Reale 2001: 30].

    Para solucionar nuestro problema, lo ms lgico parece serseleccionar un testimonio que consideramos especialmente fiable,y aceptar los dems en la medida en que aporten datos queconcuerden con l. Pero, por si fuera poco, son varios los motivosque tenemos para dudar de la verdad de cada una de las fuentes.Todas ellas, si son vistas con ojos crticos, parecen igualmentesospechosas de parcialidad, por venir de sus admiradores o desus detractores, o por otras razones; todos nuestros testigosparecen igualmente perseguir, con su presentacin de Scrates,un objetivo concreto.

    El ms fcil de desestimar es el testimonio de Aristfanes, uncomedigrafo que pretende slo divertir al pblico, usando elinstrumento de la stira y la caricatura. Pero siendo el nicotestimonio escrito en vida de Scrates, Giannantoni sugiere noprescidir de l con demasiada precipitacin [Giannantoni 1986: ix].Ciertamente hay que reconocer que es una caricatura, perotambin que est fundada sobre algunos datos objetivos; si no,hubiera sido difcil que divirtiera al pblico. De hecho, es unafuente fundamental para conocer la primera fase del pensamientode Scrates, dedicada al estudio de la filosofa de la naturaleza, y

    tambin para conocer la semejanza que, a los ojos de los noexpertos, haba entre su modo de comportarse y el de los sofistas.

    Pero tenemos tambin motivos para dudar de las demsfuentes.

    Por lo que respecta a Platn, el problema fundamental est enque, despus de haber madurado su propio pensamiento, y haberdesarrollado en muchos puntos las ideas que haba aprendido deScrates, sigui poniendo en boca de ste doctrinas que no eran

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    ya suyas. Despus de muerto, Scrates sigui evolucionando enel pensamiento de Platn, como unpersonaje de sus obras.

    Dejando de lado por qu decidi Platn hacer esto, lo que

    ahora nos interesa saber es cules de las enseanzas puestasen boca del Scrates que es personaje de los dilogos platnicos,fueron verdaderamente del Scrates histrico. Necesitamos uncriterio para discernir qu doctrinas son originales de Scrates ycules son en cambio slo del proprio Platn. Est claro que, nohabiendo ninguna informacin en el propio Platn, tendremos queresponder a la pregunta desde fuera, es decir, teniendo en cuentalo que otros autores dicen de Scrates.

    Jenofonte tuvo oportunidad de escuchar a Scrates slodurante un breve periodo, en su juventud, antes de salir de

    Atenas para participar en la expedicin de Ciro contra el rey dePersia (en el 401), que l mismo narra en su famosaAnbasis.Para escribir sus obras, por ello, hubo de utilizar en buena partealgn intermediario (por ejemplo, para redactar su Apologa deScrates se basa en el testimonio de Hermgenes, que habaacompaado a Scrates durante sus ltimos das). Adems, esun acuerdo casi comn entre los especialistas el considerar quees un hombre de poca talla intelectual, lo cual le dificulta enmuchas ocasiones comprender las enseanzas de Scrates:Uno difcilmente se puede imaginar un hombre que en gustos,temperamento y bagaje crtico (o falta de l) se distinga de losmiembros principales del crculo ntimo socrtico tanto como

    Jenofonte [Vlastos 1991: 99]. De hecho, el Scrates que nosretrata parece moverse por motivos egostas y utilitaristas, sin seren absoluto un hombrepeligroso; por ello, muchas veces se hasealado que difcilmente los atenienses hubieran condenado amuerte a un Scrates tan pacfico, moderado y conciliador comoel que Jenofonte nos presenta [Burnet 1981: 120].

    Aristteles, por ltimo, es sealado muchas veces como un

    hombre poco interesado en el rigorhistrico cuando recoge lasideas de otros, pues intenta ms bien, segn se dice, ajustar las

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    opiniones de los dems dentro de un esquema que l hapreviamente concebido. Adems, no conoci personalmente aScrates, y cuando escriba haban pasado ya ms de 50 aosde su muerte.

    Se comprende muy bien, por ello, que los primeros estudiossobre la cuestin socrtica (el problema de las fuentes) llegaran aun cierto escepticismo respecto a la posibilidad de conocer elScrates histrico. Sin embargo, despus de un cierto tiempo,cada vez ms expertos reconocen que podemos tener algunasconvicciones acerca de su vida y su doctrina, si no exigimos a lacuestin una evidencia y un rigor mayor del que se exigen en elcaso de otros personajes igualmente lejanos en el tiempo [Calvo1997: 115].

    Otra tesis radical fue formulada por la llamada EscuelaEscocesa (Burnet y Taylor) que sostuvo, al inicio del siglo XX,que tenemos que tomar como vlidos todos los testimonios dePlatn respecto a Scrates; de modo que, por ejemplo, seran deScrates incluso las tesis puestas en su boca en los escritos demadurez. Tambin, por tanto, la teora de las ideas del Fedn, apesar de la opinin contraria de Aristteles.

    Teniendo presentes estos datos, cul podr ser el criteriopara determinar el pensamiento de Scrates? Deber sernecesariamente complejo. Por un lado, es importante noprivilegiarexclusivamente ninguna de las fuentes, teniendo encuenta la peculiar aportacin de cada una de ellas. Al mismotiempo, ya desde Burnet y Taylor se suele hacer una observacinmuy til: cuando en la poca filosfica de Scrates se registranuna serie de novedades de orden intelectual (hacen su irrupcinnuevas ideas que previamente no eran presentes), y tales ideasson despus admitidas por todos los discpulos de Scrates,podemos estar convencidos de que esas doctrinas son originalessuyas. Sobre todo si, como en ocasiones ocurre, algunos

    testimonios declaran que tales doctrinas efectivamente eransocrticas.

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    Por otra parte, es lgico que consideremos algunas fuentescomo privilegiadas: los testimonios de quienes sonverdaderamente filsofos, capaces por tanto de comprender lasenseanzas de Scrates. Eso nos hace sospechar de muchas delas aportaciones del comedigrafo Aristfanes y del militarJenofonte, y subraya en cambio la importancia de los testimoniosde Platn y Aristteles.

    Ahora bien, puesto que algunas doctrinas que encontramos enlos dilogos de Platn sabemos con certeza que no son deScrates, es importante fijar un criterio para poder valorar lo queen los escritos platnicos es del proprio Platn, y lo que se tratapor el contrario de enseanzas de su maestro. Para ello esespecialmente relevante la distincin entre los dilogos escritospor Platn en su juventud y los dilogos posteriores. Aqullos, enefecto, recogen de un modo ms literal las doctrinas de Scrates,pues en ellos Platn o intentaba presentar en modo fielelpensamiento no laspalabras exactas del Scrateshistrico, o intentaba presentar su propia filosofa, todava

    cercana a las doctrinas de su maestro.

    Es evidente que Platn saba cules de las afirmaciones quehaba puesto en boca de Scrates eran slo sus propiasrespuestas a los problemas socrticos. Es lgico pensar, portanto, que en los primeros aos de la Academia haba tambinuna conciencia clara de tal distincin. Si no olvidamos que

    Aristteles pas sus primeros veinte aos de dedicacin a la

    filosofa en la Academia, y que fue una persona de grandes dotesintelectuales, podemos estar seguros de que tena informacin deprimera mano sobre las autnticas doctrinas de Scrates. Enprincipio, por tanto, no hay por qu dudar de sus testimonios,sobre todo cuando confirmen las informaciones que proporcionala distincin entre dilogos juveniles y dilogos de madurez.

    Teniendo en cuenta las dificultades sealadas, no podemos

    pretender resolverdefinitivamente la cuestin socrtica. De todosmodos, es evidente que en una historia de la filosofa hay

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    diversas razones para centrarse en la interpretacin tradicional,basada sobre todo en los testimonios de Platn que sonconfirmados por Jenofonte y Aristteles; sobre todo, que es sta,y no otra, la que ha tenido una gran influencia a lo largo de todala historia. Adems, no hay motivos que nos hagan sospecharque no refleja el pensamiento del propio Scrates.

    2.2. La filosofa desciende del cielo

    Volviendo ahora a la acusacinde dedicarse a investigar lascosas subterrneas y celestes, debemos reconocer que tena un

    cierto fundamento en la realidad, pues diversos testimonios nosaseguran que, en una primera fase, Scrates se ocup de esostemas.

    Ya en Las Nubes de Aristfanes, Scrates aparece asimilado alos filsofos de la naturaleza, dedicados a estudiar las cosas queestn en el cielo y bajo tierra. Tambin Jenofonte [Recuerdos IV,7] y Digenes Laercio (II, 16) lo confirman; pero el testimonio ms

    completo es el de Platn. Muchos de los escritos en los quepresenta a Scrates teniendo un cierto conocimiento cientfico,son dilogos de la madurez de Platn, y por tanto no puedentomarse como testimonios fidedignos de las doctrinas deScrates; de todos modos, no hay motivos para dudar de queScrates se dedic un cierto tiempo a esos estudios, como lohicieron, por otra parte, muchas de las personas bien educadasde esa poca.

    El pasaje ms interesante se encuentra en el Fedn (undilogo de madurez), donde el personaje Scrates cuenta algo desu juventud: Cuando era joven estuve asombrosamente ansiosode ese saber que ahora llaman investigacin de la naturaleza.

    Porque me pareca algo sublime conocer las causas de las cosas,por qu nace cada cosa y por qu es [Fedn 96a]. Despus dehaberse ocupado durante un tiempo de cuestiones como el

    desarrollo de los seres vivos o si pensamos con la sangre, el aire

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    o el fuego, lleg a la conclusin de que tales investigaciones no lesatisfacan [Fedn 96c]. Tampoco en la lectura de un libro de

    Anaxgoras encontr las respuestas que buscaba [Fedn98b].

    Por lo que parece, aunque Scrates se ocup durante untiempo de cuestiones naturales, lo hizo slo de modo privado[Guthrie 1971: 103]; y no es ciertamente por ellas por lo que sehizo famoso. Lleg un momento en que vio claro que debadedicarse exclusivamente a otro tipo de problemas: lascuestiones ticas. Cicern, por ello, afirm que Scrates hizo, elprimero, descender del cielo a la filosofa y la coloc en las urbesy la introdujo tambin en las casas y la oblig a investigar sobrela vida y las costumbres y las cosas buenas y malas [Disput.Tusc., V, 4, 10]. El mismo esfuerzo racional que otros habanaplicado a los problemas de la naturaleza, Scrates comienza adirigirlo hacia la vida ordinaria, hacia la reflexin acerca de lasvirtudes y los vicios, y la moralidad de las acciones.

    Desde entonces, se le ve siempre conversando sobre temashumanos [Recuerdos I, 1, 16], de modo que medio siglo despus

    Aristteles poda afirmar que Scrates se ocupa de losproblemas morales y no de la Naturaleza en su conjunto [MetA,6, 987b 1-2]. Haban pasado tantos aos desde la juventud deScrates, que pocos se recordaban ya de sus aficiones juveniles.Se comprende entonces que Scrates pudiese afirmar, enlaApologa de Platn: Os pido que cuantos me habis ododialogar alguna vez os informis unos a otros [...] de si alguno de

    vosotros me oy jams dialogar poco o mucho acerca de estostemas [Apologa19d].

    2.3. Vivir filosofando

    La transformacin del modo de pensar de Scrates tiene comodetonante un acontecimiento (probablemente histrico) que nosha sido narrado tanto por Jenofonte como por Platn. Cuando

    Scrates superaba ya los treinta aos y comenzaba a tener fama

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    de sabio (no sabemos qu tipo de sabidura era la suya entonces),su amigo Querefonte fue al santuario de Apolo en Delfos, parapreguntar a la pitonisa si haba algn hombre ms sabio queScrates. Segn nos cuenta Platn, la respuesta fue que nadiehaba ms sabio que l [Apologa 21a]. Jenofonte [Apologa 14] lomatiza as: Apolo respondi que ningn hombre era ni ms libre,ni ms justo, ni ms sabio que Scrates.

    LaApologa platnica (22d) narra que Scrates tratde interpretar este orculo, esforzndose por encontrar unapersona que fuese ms sabia que l. Busc entre los polticos,los poetas y los artesanos, pero se dio cuenta de que todos ellos,poseyendo algunos conocimientos particulares relativos a lasmaterias en las que eran expertos, caan en el mismo error: esacerteza les induca a considerarse sabios, creyendo poseertambin los conocimientos ms importantes, acerca de lascuestiones fundamentales. Los conocimientos o habilidades deesas personas eran ciertamente autnticos; y al menos en esteaspecto eran ms sabios que Scrates [Apologa 22d]. Por qu

    entonces Scrates, que afirma no saber nada, era considerado elms sabio? La conclusin a la que llega Scrates es que l es elms sabio porque es consciente de no poseer la verdaderasabidura, mientras que las dems personas interrogadas creenposeerla, aunque carecen de ella. Por ello, en un pasaje delaApologa de Platn, Scrates afirma: Es probable, atenienses,que el dios sea en realidad sabio y que, en este orculo, diga quela sabidura humana es digna de poco o nada [Apologa 23a].

    Adems de esta sabidura humana, Scrates reconoce unasabidura mayor [Apologa 20e], un saber algo que tengaautntico valor [Apologa21d], saber las cosas ms importantes[Apologa 22d]. Pero cules eran estas cosas importantes? Larespuesta la encontramos tambin en el templo de Delfos, dondehaba una inscripcin que aconsejaba: Concete a ti mismo. Enlas obras de Platn y de Jenofonte, Scrates hace diversas

    referencias a esta inscripcin, y queda claro que la entenda

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    como un consejo de conocer la propia alma y todo lo que a ellase refiere. Esta es, de hecho, la actividad a la que desdeentonces Scrates se dedic por completo.

    As lo presenta Jenofonte cuando cuenta cmo, recordando talinscripcin, Scrates trat de convencer a Eutidemo de queexaminara su propio modo de ser [Recuerdos IV, 2, 24]. Pero esPlatn en suApologa quien concreta mejor en qu consiste esteconocer el alma. Por una parte, exige unas

    determinadaspreocupaciones, que explica en esta imaginariaexhortacin:

    Mi buen amigo, siendo ateniense, de la ciudad msgrande y ms prestigiada en sabidura y poder, no teavergenzas de preocuparte de cmo tendrs lasmayores riquezas y la mayor fama y los mayoreshonores, y en cambio no te preocupas ni interesas porla inteligencia, la verdad y por cmo tu alma va a serlo mejor posible? [Apologa 29d-e].

    A este interlocutor imaginario, Scrates reprocha que tiene enmenos lo digno de ms y tiene en mucho lo que vale poco[Apologa 30a]. Y lo que vale mucho no es otra cosa que labondad del alma, es decir, la virtud. Por eso el mayor bien delhombre es tener conversaciones cada da acerca de la virtud yotros temas relacionados con el bien del alma [Apologa 38a].

    No tenemos motivos para dudar de la historicidad del orculo,

    es decir, de que Querefonte haya efectivamente hecho talpregunta y que le hayan dado esa respuesta, aunque Scrates,como la mayor parte de sus compatriotas, no creera en talesadivinaciones. Probablemente el orculo simplemente coincidicon un momento de crisis, de reflexin profunda sobre el sentidode su actividad como filsofo; y quiz las conversaciones conQuerefonte sirvieron como detonante de sus nuevas reflexionessobre la verdadera sabidura.

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    De todos modos, Scrates interpretar el orculo de un modotodava ms personal: el dios no haca ver slo que la sabidurahumana nada vale, sino que le estaba pidiendo vivir filosofando,es decir, examinndose a s mismo y a los dems [Apologa 28e].Esta es la vida que vale la pena vivir, y por ello recuerda tambinque una vida sin examen no tiene objeto vivirla para el hombre[Apologa 38a].

    A partir de entonces su examen se concreta en tratar de quelos hombres den cuenta de su modo de vida [Apologa 39c].Consciente de que el mayor tesoro del hombre es su propia alma,Scrates piensa que es una locura que alguien no se empeecon esfuerzo en cuidarla, reflexionando acerca de las virtudes ytodas las dems cuestiones relativas. En sus conversaciones,tratar de mostrarles que todava no saben las cosas msimportantes y que por tanto estn construyendo su conducta, y supropia vida, sobre bases poco slidas.

    Un problema que se plantea es cmo puede Scratespretender ayudar a poseer esa forma ms perfecta de sabidura,que constituye el conocerse a s mismo, si afirma ser l mismoignorante. Como ha sealado Gmez-Lobo, para resolver laparadoja hay que reconocer que el slo s que no s nada

    forma parte de lo que se llama irona socrtica, una especie detcnica de dilogo que utiliza el reconocimiento de la propiaignorancia como un instrumento para desenmascarar lapretensiones de sabidura de algunos polticos, sofistas o

    retricos [Gmez-Lobo 1999: 39].

    A la luz de lo ya dicho, podemos comprender que Scratesreconoce la dificultad de encontrar respuestas a las cuestionesfundamentales, la necesidad de volver una y otra vez sobre lasmismas cuestiones, para aclarar algunos puntos, hacer nuevasdistinciones, matizar afirmaciones. Todo ello implica un ciertoconocimiento de las cuestiones morales, reconocer que algunas

    de sus opiniones o convicciones son verdaderas (de otro modosera un hombre sin gua moral, algo muy difcil de concluir de

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    nuestras fuentes); lo que niega Scrates es que posea unconocimiento firme e inamovible de qu son las virtudes morales[Gmez-Lobo 1999: 67], criticando, por ejemplo, la absurdaseguridad de Eutifrn, que afirma conocer con exactitudtodo loque se refiere a qu es la piedad [Eutifrn 4e]. El verdaderofilsofo es pues quien es consciente de nosabersuficientemente [Apologa 29b], reconoce sus propios suslmites y est abierto a revisiones, porque sabe que la bsquedano tiene fin.

    En definitiva, el momento en que Scrates escucha que segnla pitonisa de Delfos l era la persona ms sabia, coincide con sudescubrimiento de cul era su misin respecto a la ciudad de

    Atenas. Pero en ese momento descubre tambin una nuevanocin de filosofa; una filosofa que exige una renuncia total atodo lo dems, en la medida que sea incompatible con su misin,y que consiste, en primer lugar, en un examen continuo de lapropia alma, y, a continuacin, en un ayudar a otras personas aque examinen tambin su propia alma. Scrates est convencido

    de que su misin era un regalo del dios para la ciudad de Atenas[Apologa 30d], y no est dispuesto a renunciar a ella, ni siquieraante el peligro de muerte.

    3. La filosofa socrtica

    Toda la actividad de Scrates como educador de jvenes, y su

    pensamiento tico y poltico, se comprenden slo desde supeculiar visin sobre qu es el hombre, cules son su naturalezay fin. Que su modo de comportarse y de educar fueseradicalmente distinto del de los sofistas, se deba precisamente aque Scrates tena una nueva concepcin de lo que el hombre es.En l no se da todava una antropologa desarrollada, peroaparece por primera vez uno de los elementos fundamentales deella: la nocin de alma.

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    3.1. El alma

    En su estudio sobre Scrates y el nacimiento de la concepcin

    occidental del alma, Sarri ha sealado que quien hoy da acepta oniega esta nocin, entiende por alma un principio vital que es al

    mismo tiempo nuestra conciencia personal y origen de nuestropensamiento; una sustancia espiritual que se contrapone alcuerpo (dimensin ontolgica), que permanece despus de lamuerte y que merece un premio o castigo, segn se hayacomportado en vida (dimensin escatolgica) [Sarri 1997: 7-8].

    Este concepto de alma, difundido despus por el cristianismo,tiene su origen en el mundo griego. Las diversas dimensionesque lo componen fueron apareciendo poco a poco, desdeHomero hasta Aristteles. La tesis de Sarri, que refleja lasprecedentes investigaciones de Burnet y Taylor, es que el puntode inflexin en el desarrollo de esa nocin es el pensamiento deScrates.

    En su origen, la expresin exista con un significado bastantediverso: era algo que puede abandonar el cuerpo temporalmente(como en el caso del desmayo), no tiene consistencia y no es elsujeto de la inteligencia [Burnet 1990: 29-30].

    Ms tarde, gracias al orfismo y a las investigacionesnaturalistas de los filsofos jnicos, el concepto de alma recibeimportantes modificaciones. El orfismo, en efecto, insiste en la

    necesidad depurificarel alma. Pero para ellos el alma no era,como para nosotros, algo que se identifica con la personalidad yel yo, sino un extrao del otro mundo que habita en nosotros porcierto tiempo [Burnet 1990: 48-49], que nada tiene que ver conel carcter propio del individuo. Por tanto, cuando hablan de

    purificacin, dan a esta expresin un sentido peculiar: cada almaes un dios cado, que a travs de la purificacin puede volver aocupar el lugar que le corresponde [Burnet 1990: 35]. Y al hablar

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    de inmortalidadno se refieren a una inmortalidad personal, sino aalgo que est en el hombre mientras ste vive [Sarri 1997: 258].

    Por su parte, las escuelas jnicas identifican por primera vez el

    alma con la conciencia, y la asocian con la inteligencia. Peroestas doctrinas, que por otra parte no haban penetrado en lacultura ateniense, no se interesan por el carcter individual delalma y no sacan las consecuencias ticas, sino que simplementela consideran, desde una perspectiva cosmolgica, como unaporcin de aire [Burnet 1990: 37].

    Burnet y Taylor haban sealado ya que la doctrina del alma

    era de Scrates, usando el criterio explicado: al estudiar primeroqu se entenda por alma antes de Scrates, muestran que nadiela haba identificado con la conciencia personal ni la haba hechosujeto de la inteligencia y la voluntad. Al analizar despus lasdoctrinas que aparecen en sus principales discpulos (Platn,Jenofonte, Iscrates y los llamados socrticos menores), secomprueba en cambio que sta es ya una doctrina pacficamenteasumida por ellos, y, por tanto, que ha de tener su origen en elpensamiento de Scrates.

    No hay que pensar, de todos modos, que en Scrates se dauna plena identificacin del hombre con el alma, con elconsiguiente menosprecio del cuerpo y el deseo de separarse del (purificarse). Tal identificacin y las consecuencias que de elladerivan, sern ms bien doctrinas platnicas, fundadas sobre unaconcepcin metafsica del alma, que faltaba en Scrates. Por ello,en este caso el mejor testimonio es Jenofonte, que manifiesta conclaridad el modo moderado en que Scrates se ocupaba tambinde su cuerpo, y enseaba a otros a hacerlo: nunca descuid sucuerpo, y reprochaba su descuido a los que se abandonaban[Recuerdos I, 2, 4]; y en otro lugar concreta mejor este cuidado:

    Insista mucho a sus seguidores en el cuidado de lasalud, hacindoles aprender de los entendidos cuantoera posible, prestando cada uno atencin a s mismo

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    durante toda su vida sobre qu alimento, qu bebida,qu clase de trabajo le convena, y qu uso debahacer de ello para conservarse sano [Recuerdos IV, 7,9].

    Este pasaje podra hacernos pensar que Scrates era unhedonista, siempre preocupado en sus placeres. Pero debemosrecordar que l afirma la superioridaddel alma respecto al cuerpo;una tesis probablemente no demostrada por Scrates, sinoasumida como algo evidente [Jaeger 1990: 416], pero que tienecomo consecuencia inmediata que es ms necesario cuidar elalma que cuidar el cuerpo. La gran originalidad de Scrates est,en efecto, en combinar la doctrina rfica de la purificacin delalma cada con la teora cientfica del alma como la concienciavigilante [Burnet 1990: 46]. La nocin de purificacin, por tanto,no era ya entendida como el cuidado que los rficos reclamabanpara el dios cado que los hombres albergan en su interior[Burnet 1990: 46], sino del alma individual propia de cada hombre.

    Las reflexiones socrticas acerca del alma tuvieron unaextraordinaria importancia en la historia de la filosofa, a pesar deque Scrates mismo no haba considerado todas sus exigenciase implicaciones, pues estaba interesado sobre todo en susconsecuencias ticas. La tarea de fundar la nocin de alma sobrebases metafsicas, determinando qu es (si es una substancia, sies separable del cuerpo), ser emprendida por Platn, yencontrar en Aristteles su respuesta ms completa, cuando

    dice que el alma es la forma sustancial del cuerpo. En Scratestampoco aparece claramente expuesta lo que Sarri llamala dimensin escatolgica de la concepcin del alma, que tieneorigen en las doctrinas rficas. En particular, es difcil saber sicrea que la inmortalidad del alma se poda demostrar.

    Sera ciertamente extrao que quien habla del alma como lohace Scrates no creyese en su inmortalidad, pues nuestro

    concepto de alma (que tiene en l su origen) parece serincompatible con el no ser inmortal. Pero los dos pasajes claves

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    de los dilogos platnicos plantean serias dudas al respecto. Porun lado, en laApologa Scrates parece dudar de qu sucededespus de la muerte:

    La muerte es una de estas dos cosas: o bien el queest muerto no es nada ni tiene sensacin de nada, obien, segn se dice, la muerte es precisamente unatransformacin, un cambio de morada para el alma deeste lugar de aqu a otro lugar [Apologa 40c].

    Por otra parte, nos crea cierta perplejidad el dilogo Fedn,escrito por Platn en su madurez, narrando las ltimas horas de

    la vida de Scrates. Cuando afronta el argumento de lainmortalidad del alma (el ms apropiado para quien estesperando la muerte), Platn ofrece una prueba que est fundadaen una doctrina del propio Platn: la Teora de las Ideas. Laconclusin que surge espontnea es que Platn no conocaninguna prueba socrtica de la inmortalidad del alma, o al menosque no conoca una que fuera suficientemente satisfactoria.

    Pero todo parece indicar que Scrates, aunque no pudiese daruna prueba racional que fuese convincente a los ojos de Platn,crea que el alma es inmortal; o, como dice Reale,que esperaba que lo fuese [Reale 2001: 214]. El pasaje delaApologa mencionado no es una prueba contraria, pues alltrata slo de argumentar dialcticamente, mostrando que, enambos casos, la muerte sera una ganancia, y no tiene por tantoque temerla. Tampoco lo es el que en su defensa no trate deprobar la inmortalidad del alma, pues claramente no era se ellugar para hacer una reflexin mostrando sus propias opiniones(los miembros del tribunal eran personas normales, que nohubieran apreciado disquisiciones filosficas).

    De todos modos, si hubiera tenido ocasin de presentar supensamiento, probablemente hubiera recordado las muchascosas bellas (mezcladas con otras no admisibles) que sonrecogidas en las religiones tradicionales; y hubiera reconocido

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    que no sabe suficientemente sobre las cosas del Hades[Apologa 29b], sin por ello querer decir que no tuviera razones, eincluso buenas razones, para pensar que el alma es inmortal.

    3.2. El dilogo como modo de filosofar

    Una de las acusaciones ms antiguas contra Scrates lopresenta como uno ms entre los sofistas: Scrates, segn dice

    Aristfanes, ensea a sostener ideas contrarias a las justas, [yhace] capaz de vencer a todos los que en su camino se crucen,aunque argumente con bellaqueras [Las Nubes 1315-20]. Aos

    despus, Scrates comenzar suApologa sealando que lehaba producido extraeza que el discurso de acusacin hubieseprecavido a los miembros del tribunal del peligro de serengaados por la habilidad retrica de Scrates, e indicando queuna de las acusaciones contra l, que no estaba presente en laformulacin oficial, era que ensea a hacer ms fuerte elargumento ms dbil [Apologa 18b]. Tantos aos despusde Las Nubes, muchos seguan confundiendo a Scrates con los

    sofistas.

    Es verdad que, como ellos, tambin Scrates daba granimportancia al conocimiento de las grandes capacidades dellenguaje; y que tambinpor fuera se parecan: conversabafrecuentemente con algunos de ellos, tocaba temas similares (lavirtud, la ley) y reuna en torno a s muchos jvenes, de cuyaformacin se preocupaba. Pero quien se fijaba bien poda

    entrever la radical diferencia que haba entre ellos. Una seal,que Scrates hace presente en su defensa, es que l no cobrabadinero a cambio de las enseanzas [Apologa 31b-c].

    La sofstica es ciertamente un movimiento muy amplio, queresulta difcil caracterizar en pocos rasgos. Pero cuando se hablade ella en contraposicin a Scrates, se pueden considerar comorasgos propios el relativismo y escepticismo, y una desmesuraba

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    preocupacin por aprender a engaar o a convencer. Lo queintentaba Scrates con sus conversaciones era algo bien diverso.

    Por lo que sabemos, Scrates era una persona de gran

    inteligencia y de extraordinaria capacidad de reflexin (sonparadigmticos al respecto los dos episodios narrados por Platnen el Banquete, 175a-b y 220c-d); y era tambin grande su amoral dilogo, como el mismo Platn nos cuenta: no le gustaba dejara mitad sus conversaciones [Protgoras314c], haca todo loposible por intentar hablar con interlocutores interesantes; no legustaba salir de la ciudad, porque ms que de los campos y delos rboles, era de los hombres de quienes crea poder aprender[Fedro 230d]. El Scrates platnico llega incluso a definirse comoun manitico de escuchar discursos [Fedro 228b].

    El dilogo no es considerado por l simplemente como el mejormodo de convencera otros: como veremos, es a travs de lcomo desarrolla su tarea educativa; y, asimismo, considerar lasrespuestas a todas las posibles objeciones (cosa que en ciertamedida puede hacerse tambin en la soledad, sin necesidad deun interlocutor) es para Scrates el mejor modo depensar.

    La forma de las conversaciones en las que participaba erabastante peculiar, a juzgar por las que recogen (sin pretender sertranscripciones literales) sus discpulos Platn y Jenofonte, quereflejan la forma de conversar del propio Scrates. En ellas nopretende ensear, pues Scrates no se considera alguien a quienlos dems hayan de creer, fuente de un conocimiento definitivosobre cmo se debe actuar. l puede slo ayudar a otros adescubrir por s mismos la racionalidad o irracionalidad de undeterminado modo de actuar. No podemos ciertamente negar queScrates tuviese previamente una cierta opinin acerca de lascuestiones tratadas (a pesar de su declaracin de no saber nada).Pero est claro que Scrates cree que manifestar su opinin noes el mejor modo de ayudar a los dems: es ms eficaz que lo

    descubran por s mismos, con su colaboracin. No quieresimplemente dar soluciones, prefiere ayudar a encontrarlas.

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    El dilogo es para ello el mtodo ideal. A travs de laspreguntas y respuestas se juzgan las propias opiniones, seplantean dudas, aparecen nuevas cuestiones todava no tenidasen cuenta, se resuelven objeciones.

    Pero no hay que olvidar que el contexto en el que aparece eldilogo es el vivir filosofando, es decir, examinar la propia alma ylas almas de los dems, para ver si poseen las virtudes. Para ello,ser necesario saber qu son stas, y, por tanto, el objetivo demuchos dilogos ser la bsqueda de la definicin de una virtud.El testimonio de Aristteles es a este respecto muy claro, cuandoafirma [Met1078b 17-32] que Scrates, interesndose por lasvirtudes ticas, busc sus definiciones para conocer sus esencias,y que el mtodo socrtico para formular tales definicionesconsista en examinar primero los casos particulares, decidiendocundo se puede aplicar la expresin de la que se busca ladefinicin, y posteriormente discernir cules son las propiedadespresentes en cada uno de los casos: se ser el modo de dejarde lado las propiedades accidentales y centrarse slo en las

    esenciales [Guthrie 1971: 112-13].

    Otro testimonio coherente con el de Aristteles es Jenofonte.En algunos de sus escritos encontramos a Scrates tratando dedar definiciones de virtudes. Tambin subraya la importancia quetena para Scrates el examinar el concepto de cada cosa[Recuerdos IV, 6, 1], y pone despus algunos ejemplos de cmocon sus dilogos trataba de formular definiciones.

    El testimonio de Platn, por el contrario, parece ser opuesto. Escierto que el Scrates de los primeros dilogos platnicos discutedefiniciones de algunas virtudes, como el valor (Laques), lapiedad (Eutifrn), la amistad (Lisis), la sensatez (Crmides) o, engeneral, de la propia virtud (Protgoras). Pero leyendo esosdilogos platnicos tenemos la sensacin de que ninguno llegaal resultado de definir realmente el concepto moral que en l se

    investiga [Jaeger 1990: 444], pues intentan slo rebatir las

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    definiciones propuestas por los interlocutores, ensendoles asque estn todava llenos de ignorancia.

    A causa de ello, han sido muchos los estudiosos que han

    negado las opiniones de Jenofonte y Aristteles, que afirman queScrates intentaba encontrar definiciones de las virtudes.

    Es ciertamente verdad que el mtodo socrtico tiene sobretodo una intencin tica y pedaggica, y que no puedesostenerse que Scrates haya sido el descubridor de la doctrinadel concepto (y de la teora del conocimiento que exige) o de lateora lgica de la definicin: no tena los instrumentos

    gnoseolgicos y lgicos necesarios para formularlas conprecisin. Pero es imposible que quien vivi del modo como l lohizo no tuviese un cierto conocimiento de qu es vivir una vidamoralmente buena y de qu son las virtudes. Por tanto, a pesarde que su objetivo era ms prctico que especulativo [Guthrie1971: 111], no podemos dudar que de algn modo intentaba daruna justificacin racional, y fundar en la naturaleza humana, lasvirtudes que estaban en la base de la convivencia cvica (justicia,fortaleza, valor, templanza, etc.), y que haban perdido buenaparte de su credibilidad como consecuencia de la sofstica, quelas consideraba meras convenciones.

    3.3. La educacin a travs del dilogo

    En su monumental obra sobre la educacin en el mundo griego,

    Jaeger sostiene che Scrates es el fenmeno pedaggico msformidable en la historia del Occidente [Jaeger 1990: 403-4]. Dehecho, como hemos visto, la cuestin pedaggica estuvo yapresente desde Las Nubes de Aristfanes, teniendo tambin granimportancia en el proceso a Scrates.

    La acusacin oficial haba sido muy vaga al respecto, sinexplicar en qu modo o a qu jvenes haba corrompido Scrates.

    En realidad, como hace presente Jenofonte, todo parece indicar

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    que tal acusacin pretenda recordar a los miembros del tribunalque

    Al menos dos contertulios que tuvo Scrates, Critias y

    Alcibades, hicieron muchsimo dao a la ciudad. PuesCritias fue el ms ladrn y violento de cuantosocuparon el poder en la oligarqua, y Alcibades, porsu parte, fue el ms disoluto e insolente de lospersonajes de la democracia [Recuerdos, I, 2, 12].

    Platn y Jenofonte, en sus escritos, tienen especialmentepresente la relacin de Scrates con estos dos personajes.

    Platn, al final del Banquete hace reconocer a Alcibades que noha sabido estar a la altura de la educacin que haba recibido deScrates [Banquete 216b], lo cual es seal de que, para Platn,Scrates no tena ninguna responsabilidad en las malas accionescometidas por Alcibades. Tambin el primer ysegundoAlcibades (de cuya autenticidad se duda, pero querecogen de todos modos las opiniones de la Academia), seocupan de estas cuestiones. Critias, por su parte, aparece enel Crmides platnico teniendo en alto valor la consideracin queotros tienen de l, incapaz de contestar bien a las preguntas quele dirige Scrates, y lleno de un orgullo que no le permitereconocer que ha sido confutado.

    Tambin Jenofonte se ocupa por extenso de las relaciones deScrates con Critias y Alcibades, afirmando que se acercaron aScrates llevados por su propia ambicin [Recuerdos I, 2, 12-16]y que mientras estuvieron con Scrates, Critias y Alcibadespudieron dominar sus malas pasiones utilizndole como aliado,pero una vez lejos de l se dejaron arrastrar por ellas[Recuerdos I, 2, 24-25]. Por lo que respecta a su opinin sobre lainfluencia que ejerca Scrates sobre otras personas, basta citarel inicio del cuarto libro de sus Recuerdos:

    Tan til era Scrates en toda circunstancia y en todoslos sentidos, que para cualquier persona de mediana

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    sensibilidad que lo considerase era evidente que nohaba nada ms provechoso que unirse a Scrates ypasar el tiempo con l en cualquier parte y encualesquiera circunstancias. Incluso su recuerdocuando no estaba presente era de gran utilidad a losque solan estar con l y recibir sus enseanzas, puestanto si estaba de broma como si razonaba conseriedad haca bien a los que le trataban.

    Teniendo tan presente la preocupacin de defender a Scratesde la acusacin de corromper a los jvenes, Platn y Jenofontenos han transmitido episodios suficientes para poder hacernosuna idea de cmo era el sistema educativo socrtico.

    Debemos destacar, en primer lugar, que, siendo supreocupacin ensear a examinar la propia alma, Scrates nointenta transmitir a quienes escuchan una serie de conocimientospreestablecidos, sino despertar sus inquietudes para que seocupen de las cosas ms importantes. Lo que pretende estransmitir sobre todo un modo de vivir: vivir filosofando. Nodebemos entender, evidentemente, que intente convertir a todosen filsofos, en el sentido en que hoy damos a esta expresin.Les quiere slo convencer, y no es poco, de que su preocupacinms importante debe ser que su alma sea lo mejor posible, esdecir, que posean las virtudes morales de un modo lo mscompleto posible.

    Con la aparicin de esta idea, que es consecuencia de lanueva concepcin del alma, se ilumina de un modo nuevo lamisin de toda educacin, que consiste en poner al hombre encondiciones de alcanzar la verdadera meta de su vida [Jaeger1990: 450].

    En sus conversaciones, con las que Scrates realiza su misin,se suelen sealar dos fases. La segunda es la constructiva, quePlatn llama mayutica, como el arte de las parteras. En ella, sonlas almas, y no los cuerpos, los que deben dar a luz

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    [Teeteto 150c-d]: Scrates ayuda a alumbrar pensamientos,siendo los discpulos mismos quienes los engendran.

    La primera fase tiene como objetivo preparar el terreno:

    examinando las opiniones del interlocutor, Scrates intenta quereconozca que no sabe nada, lo cual es condicin necesaria paraque pueda aprender. Desenmascarar la falsa sabidura es puesuno de los objetivos fundamentales del dilogo, ya que laignorancia propia de los que no saben, pero creen que sabenes para Scrates la causa de los males y la verdaderamentecensurable [...] Y cuanto ms importantes sean los temas, sertanto ms perjudicial y vergonzosa [Alcibades I118a].

    Si tenemos en cuenta ese objetivo, se comprende queScrates insista tanto en que nada sabe: de este modo es msfcil conseguir que quien cree saber algo d razn de susabidura, para hacer partcipes de sus conocimientos a losdems. Scrates, con gran paciencia, le har darse cuenta deque en realidad es incapaz de resolver las objeciones planteadaspor los dems, de modo que, si se trata de un honestointerlocutor, ser fcil que se percate tambin de que no eraverdad que posea tal sabidura.

    Pero no todos estn dispuestos a admitir la propia ignorancia.Quienes se acercan al coloquio llenos de amor propio, no buscanla verdad sino el mostrar que tienen razn, y son entoncesincapaces de aprender. Scrates era consciente de que en lasconversaciones con estas personas engredas y soberbias hayque poner gran cuidado, para que no piensen que uno mismo semueve por los mismos motivos que ellos, y que pretende sloparecer sabio e inteligente. Esta experiencia de Scrates es bienrecogida por Platn en el Gorgias. Al comenzar una conversacincon este sofista, Scrates le pregunta qu clase de hombre es,para saber cmo se deber comportar con l en el dilogo:

    Si t eres del mismo tipo de hombre que yo soy, teinterrogar con gusto; si no, lo dejar. Qu clase de

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    hombre soy yo? Soy de aquellos que aceptangustosamente que se les refute, si no dicen la verdad,y de los que refutan con gusto a su interlocutor, siyerra; pero que prefieren ser refutados a refutar aotros, pues pienso que lo primero es un bien mayor,por cuanto vale ms librarse del peor de los males quelibrar a otros; porque creo que no existe mal tan gravecomo una opinin errnea sobre el tema que ahoradiscutimos [Gorgias 458a].

    En otros dilogos, Platn intentar recoger las condicionesnecesarias en quien desea aprender, con la contraposicin entredos personajes paradigmticos: Eutifrn, que no est dispuesto areconocer su ignorancia, y Teeteto, paradigma del discpuloamante de la verdad. Las conversaciones que recoge Platn sonciertamente inventadas por l. Pero no cabe duda que la actitudque encontramos en Teeteto (que aparece en el Teeteto,el Sofista y el Poltico) es precisamente la que Scrates tratabade promover en quienes le escuchaban: ser consciente de no

    saberlo todo, estar siempre dispuesto a reconocer sus errores ycambiar las propias opiniones si hay motivos para ello, y estarcontento de que se le corrija.

    Si ambos interlocutores obran de este modo, en laconversacin se puede reflexionar con serenidad, sin enfados porparte de ninguno y sin enzarzarse en discusiones intiles.Scrates, por ello, trata de crear un clima de amistad, necesario

    para que el maestro pueda influir positivamente sobre el discpulo.Slo as se pueden suscitar en l las condiciones moralesnecesarias para preocuparse con decisin de mejorar la propiaalma.

    3.4. tica

    En el Critn, Platn narra un dilogo de Scrates con su viejo

    amigo Critn, ambientado despus del proceso, cuando estaba

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    esperando en la crcel la ejecucin de la condena. All se cuentaque el amigo haba dispuesto ya todo para que Scrates pudieseescapar. Cuando lo comunica a ste, comienza un dilogo sobresi sera o no justo comportarse de esa manera, en el queScrates le recuerda que tambin en esas difciles circunstanciasdeben reflexionar sobre si esto debe hacerse o no. Porque yo,no slo ahora sino siempre, soy de condicin de no prestaratencin a ninguna otra cosa que al razonamiento que, alreflexionar, me parece el mejor [Critn 46b]. Y, por tanto, nodejndose convencer por la opinin de la mayora, debencontinuar convencidos de que no hay que considerar lo ms

    importante el vivir, sino el vivir bien [Critn 48b].

    De acuerdo con estos principios, a la pregunta de si no le davergenza haberse dedicado a una ocupacin que le haprocurado la condena a muerte, el Scrates platnico responde:

    No tienes razn, amigo, si crees que un hombre quesea de algn provecho ha de tener en cuenta el riesgode vivir o morir, sino el examinar solamente, al obrar,si hace cosas justas o injustas y actos propios de unhombre bueno o de un hombre malo [Apologa 28b].

    Scrates estaba convencido de que el mayor mal que le podasuceder era cometer una injusticia, no en cambio el padecerla, yde que, por tanto, no vala la pena cometer una para escapar dela muerte.

    Su comportamiento en esta ocasin, que dej a sus discpulosmaravillados, se puede slo comprender teniendo en cuanto suvisin de lo que es el hombre, qu es lo mejor para el alma y ques la virtud. Estaba fundado, en definitiva, en una tica filosfica.No se puede negar a algunos sofistas el mrito de haberplanteado ya algunas de las cuestiones propias de la ticafilosfica, pero su finalidad era ms bien prctica, es decir, laformacin de hombres de estado y dirigentes de la vida pblica

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    [Jaeger 1990: 425], y el escepticismo era una consecuencia casiinevitable de sus doctrinas.

    La tica de Scrates gira en torno a su concepcin de la virtud.

    Por un lado, Scrates afirma que la felicidad se encuentra en lavirtud. Por otra parte, identifica la virtud con el conocimiento y elvicio con la ignorancia (con la consecuencia de que, entonces, elpecado resulta siempre involuntario). Estas tesis pueden resultaral lector un poco extraas, y por ello tendremos que considerarcon detenimiento cules son los motivos que llevan a Scrates adefenderlas, y cul es el sentido que les da.

    Scrates cree que la felicidad del hombre est en la virtud, yque no la procuran en cambio el placer, la salud, la fama, lasriquezas, ni ninguno de los otros bienes que muchas veces seconsideran la clave de la felicidad. En el Gorgias platnico, porello, Scrates defiende que el que es bueno y honrado, seahombre o mujer, es feliz, y que el malvado e injusto esdesgraciado [Gorgias 470e]. Por lo que parece, no es una tesisque haya sido probada por el mismo Scrates, aunque estabaconvencido de ello, quiz a causa de su experiencia de sentirsems feliz despus de haber obrado bien, y de ver hasta qupunto pueden cerrarse en s mismas otras personas, creandoalrededor de ellos una especie de infierno, de soledad, envidias,rencillas y egosmo.

    Esta tesis, de todos modos, deba ser completada con unaexplicacin de qu es la virtud. Es especialmente importante alrespecto el testimonio de Aristteles, que en varios lugares afirmaque para Scrates la virtud es conocimiento [tica aNicmaco 1144b 18-31; tica Eudemia 1216b 2-8]; pero tenemosconfirmacin tambin en otras fuentes: los dilogos platnicos de

    juventud, en los que se definen como conocimiento diversasvirtudes (el valor, la piedad, la sensatez), y los Recuerdos deJenofonte (III, 9).

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    Otra tesis, paralela a la que define la virtud como conocimiento(y el vicio como ignorancia), es la involuntariedad del pecado,recordada en innumerables lugares por Platn, y tambin porJenofonte [Recuerdos, III, 9, 4] y Aristteles [tica aNicmaco 1145b 23-27].

    Para valorar estas afirmaciones, hay que tener en cuenta, enprimer lugar, que Scrates no hablaba de cualquier tipo deconocimiento: Scrates no estaba pensando en la ciencia terica,sino ms bien en el arte o tcnica; por tanto, se refera a unconocimiento que incluye el dominio prctico, adquirido despusde una rgida disciplina [Guthrie 1971: 136-37]. Evidentemente, elconocimiento en que consiste la virtud ser algoms importante que el conocimiento propio de la tcnica: se trataahora de poseer la ciencia de lo que es el hombre, y de lo quees bueno y til para el hombre [Reale 2001: 242]; pero enambos casos se incluye una dimensin prctica.

    Aunque no pensemos en el sabio despistado que vive en lasnubes, sino en quien se preocupa de comprender todas lasimplicaciones tericas y prcticas de sus elecciones, las tesissocrticas siguen siendo para nosotros difcilmentecomprensibles. Las indicaciones siguientes, de todos modos, nosservirn al menos para entender su sentido.

    En primer lugar, no podemos olvidar la gran importanciahistrica del intento socrtico de fundar la virtud no sobre lascostumbres tradicionales, sino sobre slidas bases racionales[Reale 2001: 241]. Es verdad, como dice Scrates, que la razndebe siempre acompaar la virtud, pues para obrar bien esnecesario saberqu es lo que tenemos que hacer. Y es tambinevidente que quien elige mal se equivoca siempre, al menos enuna cosa: en creer que lo mejor, para l, en este momento ydadas las circunstancias, es elegir lo que elige. Aunque pudiesedecir, en general, que sabe que est obrando mal, es tambin

    verdad que en el momento en que obra as es como si olvidaseque esa accin es mala, y se fijase slo en sus aspectos positivos

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    (el placer, la utilidad, etc.). Quien dice saber qu es la virtud, perono la pone en prctica, en un cierto sentido an no lo sabe: no seha percatado todava de algunas de sus propiedades o de susimplicaciones; por ejemplo, que procura la felicidad al hombre y,por tanto, que vale la pena vivirla.

    En definitiva, en un cierto sentido esta doctrina socrtica es unprecedente de la afirmacin aristotlica de que el bien es lo quetodos desean, pues la tesis de que nadie yerra voluntariamentelleva ya implcita la premisa de que la voluntad se encamina haciael bien como hacia su telos [Jaeger 1990: 450].

    De todos modos, como ha explicado bien Gmez-Lobo, laidentificacin de virtud y conocimiento no deja lugar para laincontinencia:

    Esto es lgicamente equivalente a negar la akrasia, laincontinencia, es decir, hacer lo que uno sabe que esmalo para uno o dejar de hacer aquello que uno sabeque es bueno para uno. Como en ciertas ocasiones

    efectivamente hacemos cosas que son malas paranosotros, la negacin de la incontinencia slo permiteatribuir las opciones equivocadas a la ignorancia delagente. La persona que hace una eleccin equivocadalo hace porque no sabe que lo que hace es malo oque lo que deja de hacer es bueno. Desde este puntode vista, el error en la accin se reduce a un errorintelectual [Gmez-Lobo 1999: 32].

    Por eso Aristteles, tras reconocer que Scrates indagaba bienal relacionar la virtud con la prudencia y la razn prctica, lecritica el no limitarse simplemente a decir que toda virtud vaacompaada de razn, y reducir en cambio la virtud al saber

    qu es lo que debemos hacer [tica a Nicmaco 1144b 18-31].

    A la tesis socrtica, por lo que vemos, le faltan algunos

    elementos importantes, que manifiestan que no haba

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    desarrollado todava una teora completa de la accin moral. Lefaltaba, por ejemplo, una clara distincin entre inteligencia tericae inteligencia prctica, una explicacin detallada de la interaccinde la inteligencia y la voluntad en la eleccin, una diferenciacinsatisfactoria de las distintas facultades del alma, y en especial delpapel que juegan los apetitos irascible y concupiscible en laeleccin. En definitiva, para matizar sus afirmaciones, Scratesnecesitaba profundizar en la articulacin de las diversasfacultades propias del hombre. Pero fue sta una tarea que nopudo acometer, y que quedara para sus inmediatos discpulos.

    Debemos reconocer, sin embargo, que la acusacin deintelectualismo y de no dejar espacio a la nocinde incontinencia pierde parte de su fuerza al examinar lainsistencia socrtica en que el alma ejerza el dominio sobre elcuerpo. En esta tesis, en efecto, est presente el dominio de larazn sobre los apetitos; y, por tanto, est tambin presente laposibilidad de que los apetitos no sean dominados.

    Jaeger ha mostrado que la nocin de autodominio, moderacino templanza es de origen socrtico, pues se presentasimultneamente en dos discpulos de Scrates, Jenofonte yPlatn, quienes la emplean frecuentemente, y adems, de vez encuando, en Iscrates [Jaeger 1990: 432]. La necesidad detal dominio tiene una especial importancia en Scrates, pues ensu tica no rechaza simplemente todo aquello que no sea virtud(entendida como conocimiento), sino que admite un cierto lugar

    tambin para los bienes materiales, la preocupacin por el cuerpo,los placeres o la amistad. Slo con Platn y los platnicosaparece el desprecio del cuerpo, el hablar de la vida corpreacomo de una crcel de la que hay que escapar, y de la filosofacomo un ejercicio de muerte (en cuanto el alma comienza ya a

    separarse del cuerpo, a travs de la purificacin). Esta actitudplatnica es, usando la expresin de Guthrie, no-socrtica.

    El incontinente es, segn el Scrates de Jenofonte, el que esesclavo del estmago y del vino y de los placeres del sexo, de la

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    fatiga o del sueo [Recuerdos I, 5, 1], que es incapaz decontrolarse a s mismo (I, 5, 2), que busca por todos los medioshacer lo ms agradable y por tanto no se diferencia de la msirracional de las alimaas (IV, 5, 11). Al destacar as lanecesidad de dominar las propias pasiones, y de no caerprisionero de ellas, la nocin de libertad sufre una radicaltransformacin, pasando de ser un concepto poltico a aplicarsetambin en el mbito moral, para referirse a la anttesis de aquelque vive esclavo de sus propios apetitos [Jaeger 1990: 434].

    Quien se deja guiar por los propios placeres ser por tantoesclavo de ellos. Pero esto no conlleva que el hombre justo, quevive armnicamente el dominio sobre su proprio cuerpo, debarenunciar absolutamente al placer: son aceptables los placeresverdaderos y puros, y que sean compatibles con el pensamiento

    [Platn, Filebo 63d-e], y no al contrario aquellos que aprisionan alalma en sus pasiones y le quitan la libertad. En palabras deJenofonte: el dominio de uno mismo es el nico [...] que nospermite disfrutar dignamente de los placeres [Recuerdos IV, 5,

    9]; y, segn narra, esto fue algo que el mismo Scrates logr vivir:

    Slo coma lo necesario para comer a gusto y sediriga a las comidas dispuesto de tal modo que elapetito le serva de golosina. En cuanto a la bebida,toda le resultaba agradable, porque no beba si notena sed. Y si alguna vez le invitaban y se mostrabadispuesto a acudir a una cena, lo que para la mayora

    es ms difcil, a saber, evitar llenarse hasta lasaciedad, l lo resista con la mayor facilidad[Recuerdos I, 3, 5-6].

    Scrates era tambin consciente de que la fuerte intensidad delos placeres sexuales los hacen especialmente difciles dedominar, y ayud a sus discpulos a dominarlos dndolesoportunos consejos. Segn cuenta Jenofonte, a Critobulo

    aconseja huir precipitadamente ante las situacionespeligrosas,comparando la persona deseada con una fierecilla ms daina

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    que la tarntula, pues desde lejos inocula algo que haceenloquecer [Recuerdos I, 3, 13]; y le avisa de los peligros dedejarse arrastrar hacia tales impulsos: No seras al puntoesclavo en vez de libre, derrocharas mucho dinero en placeresfunestos, no te quedara tiempo para pensar en nada noble yhermoso? [Recuerdos I, 3, 11].

    Nuestras fuentes no nos dan muchos ms datos acerca delcontenido de la tica socrtica; por ejemplo, acerca de lasdefiniciones de cada una de las virtudes. En los dilogosplatnicos de juventud, la tarea de Scrates es ms bien negativa:criticar las definiciones que otros presentan. Y ni Jenofonte ni

    Aristteles nos informan de modo claro acerca de, por ejemplo,qu es lo que el propio Scrates entenda por justicia, templanzao piedad. Pero las indicaciones que nos transmiten sonsuficientes para dar gran valor a su esfuerzo por fundar la tica:aunque slo conozcamos algunos aspectos de ella, tenemos laimpresin de que Scrates pone cada elemento en su lugar. Almismo tiempo, el equilibrio entre los diversos elementos parece

    inestable (por carecer de buenas bases metafsicas), de modoque se comprende que Scrates haya podido ser acusado deintelectualista, hedonista o utilitarista, y que los llamadossocrticos menores, creyendo todos ellos interpretar bien almaestro, hayan podido fundar escuelas ticas de tan diversastendencias.

    3.5. Teologa

    Al inicio de sus Recuerdos, Jenofonte manifiesta su perplejidadde que hubiese muerto, acusado de impiedad, el ms piadoso delos atenienses:

    Me sorprende que los atenienses se dejaranconvencer de que Scrates no tena una opininsensata sobre los dioses, a pesar de que nunca dijo o

    hizo nada impo, sino que ms bien deca y haca

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    respecto a los dioses lo que dira y hara una personaque fuera considerada piadossima [Recuerdos I, 1,20].

    Esta acusacin, que no era nueva (en Las Nubes ya apareceScrates enseando a Fidpides a negar la existencia de Zeus, eintroduciendo nuevas divinidades), parece ser el ncleo centralde la acusacin oficial. En ella se dice que Scrates delinquecorrompiendo a los jvenes yno creyendo en los dioses en losque la ciudad cree, sino en otras divinidades nuevas[Apologa 24b]. Pero su modo de corromper a los jvenes seraprincipalmente, como ya haba dicho Aristfanes, ensearles susnuevas ideas religiosas [Apologa 26b].

    Scrates evidentemente no era acusado de atesmo, pues nopuede ser ateo quien introduce nuevas divinidades; lo que

    irritaba a algunos era ms bien sus originales ideas acerca deDios y la religin, que consideraban peligrosas en la educacinde los jvenes. En efecto, haba tratado en muchas ocasionesdepurificarla nocin de Dios propia de la religin tradicional,criticando concepciones de Dios demasiado naturalistas. As lorecoge Platn, cuando presenta el dilogo entre Scrates yMeleto delante del tribunal:

    SCRATES: Luego tampoco creo, como los demshombres, que el sol y la luna son dioses?MELETO: No, por Zeus, jueces, puesto que afirmas queel sol es una piedra y la luna, tierra.SCRATES: Crees que ests acusando a Anaxgoras,querido Meleto? Y desprecias a stos y considerasque son desconocedores de las letras hasta el puntode no saber que los libros de Anaxgoras deClazmenas estn llenos de estos temas?[Apologa 26d].

    Critic tambin las concepciones antropomrficas de ladivinidad, negando sobre todo que los dioses pudiesen cometer

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    acciones que seran impropias hasta de los hombres: guerras yenemistades entre ellos, desacuerdos y discusiones sobre qu esel cometer injusticias, y toda clase de acciones inmorales[Eutifrn 5-7]. El dios de Scrates, por el contrario, esinvariablemente bueno, incapaz de causar ningn mal a ninguno,de ningn modo y en ningn momento [Vlastos 1991: 173].

    En este caso, el testimonio ms completo de las doctrinassocrticas nos lo presenta Jenofonte. En sus Recuerdos, recogedos conversaciones acerca de la divinidad, que tienen comointerlocutores Aristodemo (I, 4) y Eutidemo (IV, 3). En ellas,aparece una Inteligencia Ordenadora, que ha creado el mundodel modo ms perfecto. Se ha preocupado de un modo especialdel hombre, pues ha dotado al cuerpo humano de todo lo quenecesitaba: los diversos rganos de nuestro conocimientosensible, oportunamente protegidos para que puedan cumplirbien su funcin, la posicin erguida de su cuerpo, las manos, unaboca que puede articular los sonidos del lenguaje. Asimismo, hapreparado el mundo para que en l pudiese vivir del modo ms

    adecuado, instaurando el da y la noche, que rigen el trabajo y eldescanso, las estrellas y la luna, que le guan en la noche, losproductos agrcolas para que se alimente, las animalesdomsticos para que le ayuden, las estaciones anuales, el agua yel fuego.

    Otorg tambin al hombre un alma perfectsima, capaz dereconocer la existencia de los dioses, que usa de los sentidos,

    como los dems animales, pero que fue tambin dotada de razny lenguaje. Todo ello es para Scrates manifestacin de un granamor a la humanidad y de su Providencia [Recuerdos IV, 3, 5-6].

    A pesar de la cercana que se manifiesta en este modo dedotar al hombre de todo lo necesario, Scrates sostiene tambinla divinidad es mximamente perfecta: es de tal grandeza y talcategora que puede verlo todo al mismo tiempo, orlo todo, estar

    presente en todas partes y preocuparse de todo al mismotiempo [Recuerdos I, 4, 18].

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    Scrates afirma tambin que ha quedado un reflejo de sugrandeza en las cosas visibles, y que por tanto a travs de staspodemos tener un cierto conocimiento de la Inteligencia que lasha ordenado, aunque no podamos conocerla directamente:

    El dios que ordena y abarca todo el universo, en quienreside toda bondad y toda belleza y las mantienecontinuamente para nuestro uso intactas, sanas y sinvejez, sirvindonos sin fallo ms rpidamente que elpensamiento, este dios se deja ver como realizador delas ms grandiosas obras, pero como regente de todoes para nosotros invisible. Reflexiona que hasta el sol,que parece que todos lo ven, no permite a loshombres mirarlo con fijeza, y si alguien intenta mirarlodesvergonzadamente, le quita la visin [Recuerdos IV,3, 13-14].

    Al leer estos pasajes de Jenofonte, y compararlos con lasescasas informaciones que proporciona el Platn de los primerosdilogos, muchos se han preguntado cul es la razn por la quePlatn no presenta en modo desarrollado la teologa de Scrates.

    Algunos han credo ver en ello una prueba de que tales doctrinaseran del propio Jenofonte, o de que las haba tomado de otrosautores (algunas, en efecto, estaban ya presentes en pensadoresanteriores a Scrates). Pero algunos testimonios de Platn y

    Aristteles nos permiten suponer que, al menos en sus rasgosfundamentales, eran de Scrates. Por ello, la respuesta ms

    convincente para explicar las ausencias en las obras platnicasme parece que la da Reale: el tipo de argumentacin queScrates presentaba acerca de los dioses no era metafsico, sinoms bien intuitivo; un razonamiento por tanto que poda parecerconvincente a un hombre como Jenofonte, pero que dejabainsatisfecho a Platn, que crey conveniente fundar de un modonuevo estas doctrinas [Reale 2001: 267-8].

    No hay que olvidar, de todos modos, que el propio Platnpresenta ya algunos de los elementos de esta teologa: el

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    mandato divino del que habla en laApologa presupone un diosinteligente y atento a las necesidades de la ciudad; y afirmaadems que los dioses no se desentienden de las dificultades delhombre bueno [Apologa 41d].

    En cualquier caso, es evidente no slo que la piedad eracompatible con esta concepcin de la divinidad, sino queScrates le daba un contenido al mismo tiempo ms racionalyms religioso. Quedan ciertamente rastros del politesmo, puesse sigue hablado de una pluralidad de fuerzas de carcter divino(que algunos intrpretes han visto comodiferentes manifestaciones del nico espritu supremo, matizandoentonces la admisin socrtica del politesmo). De todos modos,se da ya la tendencia a hablar de un Dios uno, y, sobre todo, seinterpreta de un modo nuevo la relacin entre el hombre y ladivinidad.

    A este respecto, es paradigmtico el dilogo que Platnpresenta entre Scrates y Eutifrn, acerca de qu es la piedad. Alinicio del dilogo que lleva su nombre, Eutifrn se dirige hacia eltribunal, para acusar de impiedad a su propio padre. Si se atrevea hacer tal cosa, tendr que estar muy seguro de lo que es lapiedad; mucho ms seguro que cualquier otro, por ejemplo, quelos que acusaban a Scrates mismo. Pero a lo largo delEutifrn Platn muestra que ese hombre no sabe qu es lapiedad, y con ello nos ofrece un ejemplo concreto de la confusinque acerca de esta cuestin haba en la ciudad.

    El dilogo no concluye (pues Eutifrn tiene prisa por escaparde Scrates, que le hace ver su propia ignorancia), pero en laparecen claras algunas ideas interesantes acerca de la piedad:que no tiene sentido hablar del cuidado de los dioses[Eutifrn 12a], como si pudisemos hacer mejores a los diosescon nuestros cuidados, y que la piedad tampoco es el saberdecir y hacer lo que complace a los dioses, orando y haciendo

    sacrificios [Eutifrn 14b], como si fuera una especie de comercioentre los dioses y los hombres. Como ha visto bien Vlastos, a lo

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    largo del dilogo Scrates estaba defendiendo una precisadefinicin de piedad: hacer una obra divina para beneficiar a loshombres; y la oracin que se corresponde con este tipo depiedad, no sera un egostaque T hagas mi voluntad, sino unque yo haga tu voluntad [Vlastos 1991: 176].

    Desde esta perspectiva, laApologa escrita por Platn es unagran prueba de la piedad de Scrates, pues en ella muestraconstantemente el deseo que ha acompaado gran parte de lavida de Scrates: poner en prctica su vocacin divina en serviciode la ciudad. Toda su actividad pblica no es ms que obedienciaa lo que le ha sido encomendado por el dios por medio deorculos, de sueos y de todos los dems medios con los quealguna vez alguien, de condicin divina, orden a un hombrehacer algo [Apologa 33c].

    El modo en que Scrates trata de cumplir los mandatos divinosse concreta en la obediencia a lo que llama el daimonion: una vozo seal divina que, segn el testimonio de Platn, le indica loque no debe hacer, de modo que el hecho de no escucharlacuando est a punto de emprender una accin es para Scratesun indicio suficiente de que est haciendo lo que debera. EnlaApologa, por ejemplo, cuando Scrates explica la causa deque no se hubiese ocupado de cuestiones polticas, afirma:

    La causa de esto es lo que vosotros me habis ododecir muchas veces, en muchos lugares, a saber, quehay junto a m algo divino y demnico [...] Estconmigo desde nio, toma forma de voz y, cuando semanifiesta, siempre me disuade de lo que voy a hacer,

    jams me incita. Es esto lo que se opone a que yoejerza la poltica [Apologa 31c-d].

    Cuando Jenofonte habla de esa voz [Recuerdos I, 1, 4], afirmaque no tiene slo un carcter negativo (sealar lo que Scratesno debe hacer), sino tambin positivo: es una especie de donproftico, que le ayudaba a aconsejar bien a sus amigos. En

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    cualquier caso, es tambin un ejemplo concreto de su servicio alos dioses, obedeciendo a todo lo que le piden. Pero Jenofonteaade tambin que ste sera precisamente el verdadero motivode la acusacin: Se haba divulgado que Scrates afirmaba quela divinidad le daba seales, que es la razn fundamental por laque yo creo que le acusaron de introducir divinidades nuevas[Recuerdos I, 1, 2].

    En realidad, la acusacin de impiedad, que no haba sidosuficientemente fundada durante el proceso, no debi de pesarde un modo especial en el momento de la decisin de losmiembros del tribunal. Y menos todava el daimonion: cuando losatenienses oan hablar de l, pensaran slo que Scrates erauna persona un poco excntrica; pero estaban demasiadohabituados a los casos de posesin para acusar por ello a

    Scrates de impiedad [Burnet 1981: 149].

    La causa de la condena tampoco poda ser el introducir nuevasdivinidades, puesto que no parece que nadie haya explicado conun mnimo de detalle cules eran tales divinidades introducidaspor Scrates. Adems hay que tener en cuenta que en Atenas nohaba una religin oficial, con una serie de dogmas comnmenteadmitidos por todos. No exista por tanto la figura del hereje, yhaba una gran libertad para introducir divinidades. Tampoco suscrticas a las mitologas que transmitan los poetas eran motivosuficiente para su condena, pues en realidad pocos crean enellas: las personas educadas las tomaran como una creacin de

    los poetas; los incultos en buena parte las desconocan [Burnet1981: 148].

    De todos modos, aunque el motivo de fondo de la condenafuese otro, no se puede dudar que la impiedad era la excusa. Yciertamente no era difcil presentar la actividad educativa deScrates como peligrosa para la ciudad.

    Hay que reconocer que muchas de las especulaciones de losfilsofos precedentes haban demolido las antiguas ideas

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    religiosas tradicionales; pero la gran capacidad crtica de ellos nohaba ido acompaado de nuevas propuestas, ms racionales.Va surgiendo por tanto un generalizado pensamiento pragmtico,que justifica la bsqueda exclusiva del placer y los honorespersonales. Todo ello, como es lgico, minaba en lo msprofundo los fundamentos de lapolis ateniense, totalmenteincompatibles con la nueva actitud individualista que se estabadifundiendo.

    Por ello, los ms conservadores vean tambin con malos ojosla nueva situacin de confusin religiosa, y consideraban que saera una de las causas del declive de la ciudad, acusando a lossofistas de haber hecho caer sobre la ciudad la clera de losdioses, por culpa de la impiedad que enseaban y practicaban, yde ser por tanto la causa de la decadencia del estado.

    Asimismo, las investigaciones de las cosas del cielo y de latierra, propias de los fsicos, eran vistas por muchos comomanifestaciones de atesmo:

    Estudiar las cosas subterrneas y celestes [...] debe

    entenderse como el intento de construir explicacionesnaturalistas de fenmenos geolgicos, comoterremotos y erupciones volcnicas, por un lado, y defenmenos meteorolgicos (concebidos muyampliamente) como la lluvia, el trueno o los eclipses,por otro. Esta forma de especificar el mbito de lafilosofa natural es muy significativa, porque abarcaprecisamente los fenmenos que la tradicin suponaque revelaban la voluntad de los dioses. Adivinos yprofetas, quienes deban interpretar tales sucesos deforma religiosa para los miembros de la comunidad, nomiraban con buenos ojos la nueva fsica, que suponauna amenaza a su oficio y, si se adoptaba en granescala, una amenaza a la religin del estado [Gmez-

    Lobo 1999: 46-47].

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    A este respecto es claro un pasaje de Las Nubes, en el que elScrates deformado por la comedia muestra que Zeus no existe.Estrepsades le pregunta entonces extraado: Y entoncesquin hace que llueva?. A lo cual Scrates responde, sealandolas nubes: Quin sino stas? [Las Nubes 366-69]. Y despusexplica del mismo modo el origen del trueno. Como ya hemosvisto, Scrates haba abandonado las investigaciones naturales alas que se haba dedicado en la juventud. Pero no hay que olvidarque la mayor parte de los atenienses no distinguan entre lafilosofa de Scrates y la de los sofistas o los fsicos jnicos.Podemos comprender, por tanto, que muchos miembros del

    tribunal pudiesen creer que las doctrinas teolgicas de Scrateseran tambin una amenaza para el estado.

    3.6. Poltica

    Platn nos cuenta que, en su defensa delante del tribunal,Scrates afirm que la voz divina de la que hemos hablado seopona a que ejerciese la poltica. En ese momento definitivo,

    Scrates manifiesta comprender perfectamente por qu: no hayhombre que pueda conservar la vida, si se opone noblemente avosotros o a cualquier otro pueblo y si trata de impedir quesucedan en la ciudad muchas cosas injustas e ilegales[Apologa 31e]. El motivo por el cual era preferible que no sededicase a la poltica era el poder cumplir mejor su misin alservicio de la ciudad, a travs de la preparacin de aquellos quese iban a dedicar a las actividades de la vida pblica.

    Segn las noticias que nos han llegado, el propio Scrates secomport de modo impecable en sus obligaciones ciudadanas.Platn lo presenta responsable hasta el herosmo en susparticipaciones en las expediciones militares de Potidea (el ao431), Delin (424) y Anfpolis (422), a pesar de que la edad deScrates era ya entre 38 y 47 aos: en Potidea salv la vida de

    Alcibades [Banquete 220d-221a], y en Delin, cuando el ejrcito

  • 7/30/2019 Philosophica Enciclopedia Scrates

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    hua en retirada, Scrates se retir junto a Laques con plenodominio de s mismo [Banquete 221b-c].

    Pero lo que ms llama la atencin, de las noticias que nos han

    llegado, es que Scrates puso siempre la justicia por delante desus intereses personales. Ello es patente en su renuncia aescapar de la crcel, que narra Platn en el Critn, como unamanifestacin concreta de la importancia de buscar siemprehacer lo ms justo, no cometer nunca injusticias, y no hacer daoa la ciudad y sus leyes. Y es tambin claro en dos episodios enlos que particip, que muestran el modo ejemplar en que ejercilos cargos pblicos, cuando le toc hacerlo. Esosacontecimientos estuvieron a punto de causarle la muerte, tanto amanos del partido democrtico como del oligrquico[Apologa 32b-d]. En una ocasin, cuando en Atenas an habaun rgimen democrtico, le toc en suerte presidir la asamblea; alver que una resolucin tomada por la mayora era injusta ycontraria a las leyes, se opu