Periodistas en su The New tinta Hugo Vargas Time · 2020-05-12 · Periodistas en su tinta Hugo...

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Periodistas en su tinta Hugo Vargas Ryszard Kapuscinski, Los cinco sentidos del periodista, 2003, 96 pp. Daniel Santoro, Técnicas de investigación. Métodos desarrollados en diarios y revistas de América Latina, 2004, 288 pp. Javier Darío Restrepo, El zumbido y el moscardón. Taller y consultorio de ética periodística, 2004, 334 pp. Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano/Fondo de Cultura Económica, colección Nuevo Periodismo. E star, ver, oír, compartir, pensar. Esos son Los cinco sentidos del periodista, según Ryszard Kapus- cinski. En el texto que inaugura la re- ciente colección publicada por el Fondo de Cultura Económica, Nuevo Periodis- mo, el cronista polaco establece con sa- biduría: “El periodismo se encuentra entre las profesiones más gregarias que existen, porque sin los otros no pode- mos hacer nada. Sin la ayuda, la partici- pación, la opinión y el pensamiento de otros, no existimos. Ninguna sociedad moderna puede existir sin periodistas, pero los periodistas no podemos existir sin la sociedad.” Pero la sensibilidad no basta. Es im- portante la humildad, porque “en esta profesión la experiencia no se acumula. En cada artículo, en cada reportaje, cada crónica, siempre estaremos empezando de nuevo, desde cero.” Como en muchas profesiones, en el periodismo los estu- dios nunca se acaban. El mundo cambia y se mueve constantemente, las ciencias y los descubrimientos avanzan, a veces, por derroteros sorpresivos, los conflic- tos sociales y militares no cesan, surgen nuevos problemas y desarrollos. “Antro- pología, sociología, ciencias políticas, psicología, literatura… Debemos estu- diar cualquier disciplina que necesite- mos, porque nuestra profesión es transparente: todos ven cómo escribi- mos, es decir, cómo estudiamos, cómo investigamos, cómo reflexionamos.” Kapuscinski decía todo esto en un ta- ller de periodismo, organizado por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano ( FNPI ), el Banco Intera- mericano de Desarrollo y la Fundación Proa, en Buenos Aires, entre el 7 y el 11 de octubre de 2002. Como sabemos, el polaco es uno de los mejores reporteros del mundo. Gra- duado muy joven, a los 19 años, como historiador en la Universidad de Varso- via, fue reclamado por el periodismo po- co después de egresar de la universidad. Fue corresponsal de la Agencia Polaca de Prensa y cubrió 17 revoluciones en doce países de África, Asia y América Latina. Actualmente colabora con The New York Times , el Frankfurter Allgemeine Zietung, y en Time. Es autor de 21 libros donde se mezclan con acierto y agilidad el reportaje y el ensayo. Kapuscinski insiste en la necesidad de la investigación para todo buen texto. Y para ello será imprescindible sortear la presión del editor y del tiempo. “Si se quiere hacer las cosas bien, con la pro- fundidad que requiere el ejercicio de esta profesión, hace falta contar con tiempo. No se puede mandar a un perio- dista a un lugar por un día y esperar que logre una visión real de las cosas. He ahí la lucha permanente entre los editores y los reporteros: unos consideran que es suficiente un día de investigación los otros sabemos que eso no es posible.” Y da su receta: por cada página escri- ta, cien leídas. “Todo lo que escribo está precedido de enormes lecturas. Creo que existe inclusive una proporción en- tre la lectura previa y la buena escritura: para producir una página debimos ha- ber leído cien. Ni una menos. Antes de escribir cualquiera de mis libros, leí unos doscientos sobre cada uno de sus temas. En algún sentido, escribir es la menor parte de nuestro trabajo.” La investigación Y es en el terreno de la investigación donde se mueve otra de las obras que integran la colección, Técnicas de inves- tigación, de Daniel Santoro, editor de la sección política y miembro del equipo de investigación del diario Clarín de Buenos Aires. Santoro es autor de libros como Venta de armas: hombres de Me- nem y Los intocables, los verdaderos. En 1955 recibió el premio internacional de periodismo Rey de España, y en 2004 el premio María Moors Cabot. En Técnicas de investigación, Daniel Santoro quiere brindar los elementos pa- ra hacer realidad la idea de García Már- quez, cuando les pide a los periodistas que “salgan de las redacciones y vayan a las calles a atrapar las historias de los Fu- jimori, los Menem, los Collor de Mello”. Libros AGOSTO 2005 ESTE PAÍS 173 8

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Periodistas en sutinta Hugo Vargas

Ryszard Kapuscinski,Los cinco sentidos del periodista,2003, 96 pp.

Daniel Santoro,Técnicas de investigación.Métodos desarrollados en diariosy revistas de América Latina,2004, 288 pp.

Javier Darío Restrepo,El zumbido y el moscardón.Taller y consultorio de ética periodística,2004, 334 pp.

Fundación para un NuevoPeriodismo Iberoamericano/Fondode Cultura Económica, colecciónNuevo Periodismo.

Estar, ver, oír, compartir, pensar.Esos son Los cinco sentidos delperiodista, según Ryszard Kapus-

cinski. En el texto que inaugura la re-ciente colección publicada por el Fondode Cultura Económica, Nuevo Periodis-mo, el cronista polaco establece con sa-biduría: “El periodismo se encuentraentre las profesiones más gregarias queexisten, porque sin los otros no pode-mos hacer nada. Sin la ayuda, la partici-pación, la opinión y el pensamiento deotros, no existimos. Ninguna sociedadmoderna puede existir sin periodistas,pero los periodistas no podemos existirsin la sociedad.”

Pero la sensibilidad no basta. Es im-portante la humildad, porque “en estaprofesión la experiencia no se acumula.En cada artículo, en cada reportaje, cadacrónica, siempre estaremos empezandode nuevo, desde cero.” Como en muchasprofesiones, en el periodismo los estu-dios nunca se acaban. El mundo cambiay se mueve constantemente, las cienciasy los descubrimientos avanzan, a veces,por derroteros sorpresivos, los conflic-tos sociales y militares no cesan, surgennuevos problemas y desarrollos. “Antro-pología, sociología, ciencias políticas,psicología, literatura… Debemos estu-diar cualquier disciplina que necesite-mos, porque nuestra profesión estransparente: todos ven cómo escribi-mos, es decir, cómo estudiamos, cómoinvestigamos, cómo reflexionamos.”

Kapuscinski decía todo esto en un ta-ller de periodismo, organizado por laFundación para un Nuevo PeriodismoIberoamericano (FNPI), el Banco Intera-mericano de Desarrollo y la FundaciónProa, en Buenos Aires, entre el 7 y el 11de octubre de 2002.

Como sabemos, el polaco es uno delos mejores reporteros del mundo. Gra-duado muy joven, a los 19 años, comohistoriador en la Universidad de Varso-via, fue reclamado por el periodismo po-co después de egresar de la universidad.Fue corresponsal de la Agencia Polaca dePrensa y cubrió 17 revoluciones en docepaíses de África, Asia y América Latina.

Actualmente colabora con The NewYork Times, el Frankfurter AllgemeineZietung, y en Time. Es autor de 21 librosdonde se mezclan con acierto y agilidadel reportaje y el ensayo.

Kapuscinski insiste en la necesidad dela investigación para todo buen texto. Ypara ello será imprescindible sortear lapresión del editor y del tiempo. “Si sequiere hacer las cosas bien, con la pro-fundidad que requiere el ejercicio deesta profesión, hace falta contar contiempo. No se puede mandar a un perio-dista a un lugar por un día y esperar quelogre una visión real de las cosas. He ahíla lucha permanente entre los editores ylos reporteros: unos consideran que essuficiente un día de investigación losotros sabemos que eso no es posible.”

Y da su receta: por cada página escri-ta, cien leídas. “Todo lo que escribo estáprecedido de enormes lecturas. Creoque existe inclusive una proporción en-tre la lectura previa y la buena escritura:para producir una página debimos ha-ber leído cien. Ni una menos. Antes deescribir cualquiera de mis libros, leíunos doscientos sobre cada uno de sustemas. En algún sentido, escribir es lamenor parte de nuestro trabajo.”

La investigación

Y es en el terreno de la investigacióndonde se mueve otra de las obras queintegran la colección, Técnicas de inves-tigación, de Daniel Santoro, editor de lasección política y miembro del equipode investigación del diario Clarín deBuenos Aires. Santoro es autor de libroscomo Venta de armas: hombres de Me-nem y Los intocables, los verdaderos. En1955 recibió el premio internacional deperiodismo Rey de España, y en 2004 elpremio María Moors Cabot.

En Técnicas de investigación, DanielSantoro quiere brindar los elementos pa-ra hacer realidad la idea de García Már-quez, cuando les pide a los periodistasque “salgan de las redacciones y vayan alas calles a atrapar las historias de los Fu-jimori, los Menem, los Collor de Mello”.

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El periodismo de investigación tuvo supunto más alto con el trabajo de BobWoodward y Carl Bernstein sobre el es-pionaje en el edificio Watergate. Esteperiodismo, dice Santoro, tiene las si-guientes características: lo realizan losperiodistas, no la justicia, la policía oparticulares interesados; generalmentese realiza “superando obstáculos quepresente algún poder interesado” enocultar la información, y sus temas “in-teresan a la opinión pública y dejan delado la vida privada de las personas(salvo situaciones límite)”.

Esto último es un tema delicado y enMéxico se debate recurrentemente sobreel asunto. Pero Santoro da un buen ejem-plo: “En 1988 un escándalo centrado enel juez Norberto Oryabide sacudió a Ar-gentina: algunos medios difundieroncintas videograbadas por un extorsiona-dor en las que se veía al magistradomanteniendo relaciones sexuales en unprostíbulo de varones. Esos medios ga-naron mucha audiencia pero violaron elderecho a la intimidad. En el Clarín, encambio, investigamos al juez Oyarbideporque ayudó al menemismo en el podero a la policía federal en causas judicialesy porque violó el reglamento judicial alconvalidar un prostíbulo con su presen-cia, pero no difundimos sus preferenciassexuales.”

El texto de Santoro será de ayuda paralos estudiantes pues ilustra los diversospasos para desarrollar una investigación,cómo organizarla, por dónde empezar ycómo utilizar las diversas opciones judi-ciales de búsqueda de información, y deotro tipo, como las “viudas” del poder;cómo manejar las confidencias off the re-cord y estrategias para la recolección yorganización de datos. Ofrece algunasdirecciones en internet que son valiososauxiliares en la búsqueda de informa-ción de acceso complicado (bases de da-tos, registros de propiedad, etcétera).También sugiere algunas técnicas de re-dacción y presentación de las notas, yuna que otra medida de seguridad.

Costosa y a veces de lentos resultados–una investigación periodística puede

llevar meses o años, aunque se lea deuna sentada–, la investigación es laesencia del periodismo. Muchos diarioslatinoamericanos ya cuentan con equi-pos especializados y los resultados sonalentadores, pues han sido una contri-bución invaluable para el fortalecimien-to democrático en Latinoamérica. Desdelas grandes corruptelas hasta las rateríasen las pequeñas ciudades, estas histo-rias empiezan a ser contadas y algunosculpables han sido castigados.

Santoro advierte de inmediato el peli-gro de creer que los medios sustituyen ala justicia. El periodismo –dice– tienecomo objetivo contar la historia, docu-mentarla inobjetablemente, y es tareade los jueces decidir quién es culpableo inocente. Si el sistema judicial de unpaís no funciona es otro asunto.

También alerta contra el vedetismo,creer que el periodista es más importanteque la historia, y contra el extremo opues-to: jugar al héroe. Porque el periodismopuede ser peligroso, y cuando se realizauna investigación de donde saldrán pre-suntas responsabilidades ninguna pre-caución es poca.

Santoro enumera las medidas de se-guridad mínimas, e insiste en no denun-ciar inmediatamente las amenazas. “Sidifundimos la primera amenaza nos ex-ponemos a que nos llamen todos losconspiradores o locos que quieran crearconmoción en la opinión pública.” Perocuando la amenaza sea un “peligro real,claro y presente, renunciemos al caso ypidamos protección policial. No busque-mos ser héroes. La vida vale más queuna investigación periodística.”

Al final del volumen se incluyen algu-nos ejemplos de reportajes, dondedestacan la investigación sobre laventa ilegal de armas que Argentinahizo a Ecuador y Croacia, y loscasos de evasión fiscal de la elite ar-gentina, ambas realizadas por DanielSantoro.

El primer asunto desembocó en la fu-gaz prisión del presidente Carlos Me-nem por seis meses. Santoro desarrollóla historia de cómo fue descubriendo el

contrabando cuando se encontró que eloperador era un militar argentino retira-do que tenía empresas fantasma en Uru-guay. Refiere la respuesta que recibiódel ministro de Defensa cuando le pre-guntó si el militar retirado se dedicaba alcontrabando de armas: “¿Qué quiere?¿Que un militar retirado se dedique avender dibujitos animados?”

La segunda investigación, de la que seoriginó el libro Los intocables, los verda-deros fue más ardua, pues “es más difí-cil investigar a particulares que afuncionarios”. La hipótesis de la investi-gación era simple: “el tráfico de influen-cias evita que los poderosos paguen losimpuestos que les corresponde, quesean procesados y que vayan presos.” Yasí fue. “Me amenazaron con demandasel ex ministro del Interior, Julio Mera Fi-gueroa; las actrices Mirtha Legrand y Su-sana Jiménez; el futbolista DiegoMaradona y su representante GuillermoCóppola. Pero no hicieron nada.”

En suma, “sin investigación, se depen-de de la información off the record quelos funcionarios del gobierno dan porgoteo”, lo que lleva al periodismo detranscripción, a la publicación acríticade declaraciones on y off the record.

Pero los obstáculos son serios. En pri-mer lugar estarían los asesores de pren-sa de funcionarios y empresarios queentregan historias elaboradas de ante-mano, con encuestas favorecedoras, oque compran información que adelan-tan en boletines de circulación reserva-

da. El otro obstáculo es que en lamayoría de los países latinoame-

ricanos no hay leyes queobliguen a la entrega deinformación, además dela cultura periodística

predominante que da pre-ferencia a las intrigas entre

funcionarios. No hay que engañarse: la función del

periodista es investigar, hacer visibles he-chos irregulares. “El periodismo –concluyeSantoro– no es la panacea para el cambiode nuestras sociedades: ese cambio de-pende fundamentalmente de la sociedad.”

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El zumbido y el moscardón

La FNPI fue creada en 1994 por iniciativadel periodista y escritor colombiano Ga-briel García Márquez. El premio Nobelde literatura quería promover el inter-cambio de experiencias, fortalecer algremio y preparar a los reporteros jóve-nes. La Fundación realiza diversas acti-vidades con el programa itineranteTaller de Periodismo Iberoamericano. Lacolección Nuevo Periodismo, coeditadapor la FNPI y el FCE, se inicia con los trestextos que comentamos y está dirigidapor Tomás Eloy Martínez.

El periodista trabaja con la gente, diceKapuscinski en el volumen inicial de laserie. “Y si el otro es la única fuente esimprescindible saber ponerse en con-tacto con ese otro, conseguir su confian-za, lograr cierta empatía con él.”

Por supuesto que ello nos conduce a unpeligro –uno de los “misterios de nuestrooficio”–: qué pasa cuando el otro tieneuna visión sesgada de los hechos, o inten-ta manipularnos”. No hay muchas opcio-nes, acepta el periodista polaco, sino –y sise tiene el tiempo suficiente– reunir lamayor cantidad de opiniones.

El periodista trabaja, pues, con dos in-gredientes muy delicados: la gente y laspalabras. “Con nuestras palabras pode-mos destruirles la vida”, dice Kapuscins-ki. El periodista va a un lugar por un día,o por algunas horas, y generalmente novuelve; pero la gente se queda, y sus ve-cinos leen lo que hemos escrito sobreellos, y “si lo que escribimos pone en pe-ligro a esas personas, tal vez ya no pue-dan vivir más en su lugar, y quién sabe sihabrá otro sitio adonde puedan ir. Nues-tro criterio ético debe basarse en el res-peto a la integridad y la imagen del otro.”

Esto es, el periodismo es una elecciónética continua. Y a ello se dedica el ter-cer volumen de la colección, El zumbidoy el moscardón. Taller y consultorio deética periodística, de Javier Darío Restre-po, el prestigiado periodista colombianoy uno de los máximos referentes enAmérica Latina en cuanto a ética perio-dística se refiere. Restrepo es autor de

Periodismo diario de televisión, Del misilal arado, y Más allá del deber, entre otrasobras. Ha recibido el premio Germán Ar-ciniegas, el Simón Bolívar y el premio la-tinoamericano de ética periodística.También es conocido como defensor dellector en el diario El Tiempo, de Bogotá,y por sus reportajes televisivos sobre losenfrentamientos entre la guerrilla y elejército y en donde casi no aparecía enpantalla pues aseguraba que su imagen“podía robarle tiempo a la información”.Restrepo es ahora el responsable deatender el Consultorio Ético que la FNPI

mantiene en la web.El zumbido y el moscardón es el re-

sultado del taller sobre ética sustenta-do por Restrepo en la sede de la FNPI enCartagena y al que asistieron reporte-ros del todo el continente. El volumenestá dividido en dos partes, y en la pri-mera hay dos voces: “una de ellas es ín-tima y reflexiona sobre las respuestasde los periodistas. La otra voz es la en-cargada de explicar, de dar respuesta,de presentar los ejercicios a lo largo decada sesión.”

“Para muchos la palabra ‘ética’ puedesonarles a discusión religiosa, a conde-na moralista o a la densa parrafada deun profesor de filosofía”. Nada más lejosde la realidad. La ética es una condiciónsine qua non para el ejercicio periodísti-co, ya sea si se mantiene como un princi-pio rector, ya si se carece de ella.

El título del volumen y el taller mismoparten de la idea de García Márquez se-gún la cual la ética “no es una condiciónocasional, sino que debe acompañarsiempre al periodismo, como el zumbidoal moscardón”.

¿La ética periodística es diferente a laética en general? Es más precisa, respon-de Restrepo. La deontología periodísticaestablece los deberes de quien se dedicaal oficio. Y así, hay deontología para mé-dicos, abogados y arquitectos.

“Cada profesión tiene sus deberespropios, pero todos tienen una base co-mún: los valores éticos de una buenapersona. No se puede pretender formara un periodista ético si previamente no

se ha formado a un buen ser humano,eso sería como intentar construir una ca-sa en el aire.”

Expone el caso de un periodista mexica-no, hoy un ejemplo típico de los dilemasperiodísticos. Sucedió en San Juanico, enel área metropolitana de la ciudad de Mé-xico, cuando de regreso a la ciudad paravolver a su trabajo en una estación de ra-dio, el reportero pasó por la zona dondealgunos minutos antes habían estalladolos depósitos de gas de una empresa dis-tribuidora. El reportero veía la destruccióny la tragedia, los destrozos y los heridos.Conectó su celular y llamó a la estación deradio hasta que se agotaron las batería delteléfono. La estación ya había enviado aun equipo de reporteros para cubrir ínte-gramente el accidente.

Hubo una segunda explosión poco an-tes de la llegada de la unidad móvil. Alver la dimensión del accidente uno delos reporteros que llegaba propuso de-jar un momento la transmisión y ayudara la gente. “Nuestro deber es convertiresta unidad móvil en ambulancia paratrasladar a los heridos”, dijo. El reporte-ro que había llegado primero, más expe-rimentado, no estuvo de acuerdo: “Lonuestro es transmitir y eso es lo que ha-remos.” Al final, la unidad móvil terminóconvertida en ambulancia y el reporterocontinuó con la información.

¿Qué hacer en estos casos?, preguntaRestrepo al taller. Las opiniones se divi-den entre quienes seguirían transmitien-do, los que ayudarían a los heridos y losque tienen una posición ecléctica. Luegodel debate las conclusiones dicen que elperiodista sirve a los demás desde suejercicio profesional y su herramienta esla información. La conclusión tambiénincluye un interrogante. Si otros profe-sionistas no vacilan al momento de ac-tuar (un ingeniero ayudaría a revisar lastuberías para prevenir más explosiones,un médico ayudaría a los heridos, losmás auxiliarían a combatir los incendiosy remover escombros), por qué duda elperiodista? Porque en casos como el deSan Juanico es muy difícil privilegiar loprofesional de lo personal.

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La discusión pone en claro –dice Res-trepo– una característica de los dilemaséticos: había que elegir “entre dos extre-mos buenos: era bueno informar paraconvocar toda la ayuda posible y tam-bién era bueno atender a los heridos.Los dilemas éticos no se mueven entre elextremo de lo bueno y de lo malo comousualmente se piensa. Se mueven entrelo bueno y lo mejor.”

El taller de Restrepo es rico en refle-xiones sobre la verdad y la credibilidad,el dinero y la independencia, el deber yel poder, la libertad y el miedo. Y si bienestas relaciones problemáticas son ensu mayoría externas, el periodismo llevaimplícitos dilemas internos.

El periodista suele codearse con las eli-

tes y estar en el escenario; suele tener ac-ceso a información privilegiada y esreconocido por la sociedad. Ello puedellevar a la arrogancia, “el talón de Aquilesdel periodista”. Así, además de hacersemás vulnerable a los otros riesgos del ofi-cio, se desarrolla una hipersensibilidad acualquier observación o crítica a su traba-jo. “Aparece entonces un talante dogmáti-co –opuesto a la naturaleza delperiodista– y una actitud contraria a la delcompromiso con la verdad.”

Restrepo recapitula sobre el asunto.Al momento de examinar los valoresesenciales de la profesión –dice, comolo hace Kapuscinski– los periodistas han

incluido la humildad, entendida como laverdad de uno mismo. “Vista así, sevuelve una arma que protege al perio-dista contra esa distorsión de la verdadque hace posible la aparición de la arro-gancia profesional.”

Pero estamos en América Latina don-de mueren más periodistas que en cual-quier otro lado. Los riesgos sonexternos. Y muy reales. Sólo en Colom-bia han sido asesinados 100 reporterosen los últimos diez años. Y ello da lugara un obstáculo interno más. Restrepo loilustra con un ejercicio. Un reportero es-tá publicando una serie sobre corrup-ción con un soporte documental sólido.Todavía falta publicar los datos más re-veladores cuando recibe un anónimo

que le detalla las rutinas de sus dos hi-jas y su esposa. Y al final una amenazaclara. ¿Qué hacer? Las opiniones en eltaller van desde abandonar la investiga-ción –como hizo el diario sonorense ElImparcial luego de la desaparición deuno de sus reporteros–, pedir protec-ción policiaca, informar a jefes y colegasy seguir adelante. Nadie menciona nin-gún código pues queda claro que ésta esuna decisión personalísima. “Esto per-mite –dice Restrepo– una conclusión:nadie –tampoco un código– puede im-ponerle al periodista una determinadaforma de actuar en estos casos.” Y refie-re el reglamento de El tiempo que esta-

blece: “la cobertura del conflicto armadoes absolutamente voluntaria. Será unafalta grave de parte de un editor o un je-fe, obligar o presionar a un periodistapara que cubra un hecho de guerra o va-ya a una zona de conflicto.”

El zumbido y el moscardón concluyecon una segunda parte donde se ofreceuna selección de 100 preguntas recibi-das en el Consultorio Ético. Las consultasvienen de los países de habla hispana yestán divididas en los siguientes temas:ética e identidad periodísticas, compro-misos con la verdad, representación so-cial e independencia. Además de lasrespuestas se incluyen bibliografías don-de el interesado puede consultar otrasopiniones.

En México aún se resienten los estragosde 70 años de autoritarismo político, cuyasformas de control dio lugar a una institu-ción de la prensa mexicana: su corrupción(léase chayo, chayote, embute, sobre, etc.).Ahora parece instalarse un cambio en larelación del poder estatal y los medios, yéstos ejercen mayor independencia. Queasí sea. Y aunque parezca una exagera-ción esta serie del FCE puede ayudar a ello.Textos como los de Kapuscinski, Santoro yRestrepo serán de gran ayuda no sólo paralos estudiantes de periodismo y para losreporteros jóvenes.

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