PÉREZ CORTÉS, Sergio - Marx y la crítica de la modernidad

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    Prez Corts, SergioMarx y la crtica de la razn en la modernidad

    Andamios. Revista de Investigacin Social, vol. 10, nm. 21, enero-abril, 2013, pp. 233-255

    Universidad Autnoma de la Ciudad de Mxico

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    Andamios. Revista de Investigacin Social,

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    ARTCULOS

    Pablo Picasso, La comida frugal

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    MARXYLACRTICADELARAZNENLAMODERNIDAD

    Sergio Prez Corts*

    RESUMEN: El presente artculo intenta mostrar algunos de losrasgos esenciales de la categora de crtica en el trabajo de K.Marx, tratando simultneamente de colocarlo en una concepcinde la tarea crtica que, inicindose con Hegel, se prolonga hastanuestros das. Dicha concepcin descansa en la idea central de quetodo lo sustancial, tanto en los objetos de la teora como tambin

    en las categoras que tal teora utiliza, tiene su fundamento en laformaque es histricamente alcanzada por las relaciones socialesy por los conceptos. La crtica es simultneamente radical ytambin produccin de nuevos conocimientos. Es en torno aesto que se juega la llamada epistemologa de Marx.

    PALABRASCLAVE: Marx, crtica, epistemologa, econmica polticaclsica.

    INTRODUCCIN

    Apenas resulta necesario evocar el papel que la Modernidad y tras ella laIlustracin, concedi a la razn. Ambas definieron al sujeto moderno porsu voluntad de plantarse ante el mundo y someterlo todo a inspeccinracional. Ningn dominio deba escapar, incluida la religin y, desdeluego, el orden poltico. Tal facultad crtica fue identificada con la raznmisma: cada creencia, cada norma moral o poltica deba mostrar unarazn suficiente tal que, por necesidad lgica, deba derivarse de otrosprincipios considerados verdaderos. La actualidad que se inici en lasegunda mitad del siglo XVIIIes, siguiendo la expresin de Kant, la edaddel criticismo.

    *Doctor en Lingstica por la Universidad de Pars X-Nanterre y Doctor en Filosofa porla Universidad de Pars I-Sorbonne. Profesor e investigador de tiempo completo del De-partamento de Filosofa de la UAM- Iztapalapa. Correo electrnico: [email protected]

    Volumen 10, nmero 21, enero-abril, 2013, pp. 233-255

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    El trmino crtica significa la actividad de diferenciar lo verdaderode lo falso, lo justificado de lo injustificado: someter alguna afirmacin

    o algn conjunto de afirmaciones a la crtica es examinar su validez o sujustificacin. Ahora bien, si alguien se pregunta quin realiza la crtica?,la respuesta ser invariablemente: la razn. Pero, qu sucede cuando esaactividad crtica de la razn se hace auto-reflexiva? Si el deber de la raznes criticar todas nuestras creencias, esta accin puede volverse contrala razn. Nuestro propsito en este trabajo es examinar la manera enque la crtica a la razn condujo a Marx hacia una concepcin alternati-va que, rechazando la existencia de valores universalistas y eternos,

    coloca a la razn decididamente en la contingencia de su historia.Inmediatamente despus de Kant se inici un debate acerca de loslmites y las fronteras de la razn tanto en el plano del conocimientocomo en el papel de la razn en la filosofa prctica; debate que seprolonga hasta nuestros das. Marx est inmerso ah, pero ocupa unlugar singular, lo que explica que, para cierto humanismo universalis-ta, haya sido considerado un pensador de la sospecha, cuando no unenemigo declarado de los valores de la Modernidad y de la razn.Para ello nos concentraremos pues, en la manera en que Marx introdujo

    la historia en la razny, luego, la razn en la historia.

    INTRODUCIRLAHISTORIAENLARAZN: LASCATEGORASDELAECONOMAPOLTICA

    Quiz la mejor manera de destacar la categora de razn en Marx esverla en accin durante la produccin de conocimiento. Ello se explicaporque Marx no se propuso elaborar una doctrina filosfica, sino hacerla crtica de la economa poltica. De manera que si la categora de ra-zn puede ser alcanzada, esta se encuentra en las mismas obras en lasque aquel va elaborando y exponiendo su teora: desde luego, en ElCapital, pero tambin en los Esbozos para la crtica de la economa polticade 1857-1858, en el as llamado Cuarto Tomo de El Capital, lasTeoras de la plusvala redactado entre 1861 y 1863, y finalmente enescritos polmicos anteriores como la Miseria de la Filosofade 1847.Marx est convencido de que el conocimiento no es una creacin exnihilo, sino una tarea que slo puede obtener verdaderos progresos a

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    condicin de examinar, de manera crtica, las categoras con las cua-les la ciencia piensa a su objeto: crtica y conocimiento van, pues,

    juntos. Esta conviccin est tan arraigada en l que la mayora delas obras publicadas despus de 1849 portan en el ttulo o en el subttu-lo la palabra crtica, calificada a veces como esbozo o contribucin,hasta llegar a El Capital, cuyo subttulo indica que abandona su carcterpreliminar, para convertirse en Crtica de la economa poltica.

    Qu es lo que Marx reprocha de manera general a los economistasclsicos? Diversas cosas, por supuesto, pero quiz la ms recurrentees que ellos hacen uso de las categoras como si fuesen ideas eternas, sin

    cuestionar nunca el origen de tales categoras. Tal aceptacin acrtica esya, de manera inconsciente, una posicin filosfica. He aqu un ejemplocontenido en Miseria de la Filosofa, en la seccin llamada precisamenteLa metafsica de la economa poltica:

    Los economistas expresan las relaciones burguesas de pro-duccin, la divisin del trabajo, el crdito, la moneda,etc., como categoras fijas, inmutables, eternas [...] loseconomistas nos explican cmo se produce en estas re-

    laciones dadas, pero lo que no nos explican es cmo hansido producidas esas relaciones, es decir, el movimientohistrico que las ha hecho nacer (Marx, 1965b : 74-75).

    Es importante sealar que para Marx, esta operacin intelectual tienedos aspectos: primero, en tanto que formas pensadas, las categorastienen necesariamente un carcter universal, porque el pensamiento nopuede ofrecer sino lo general, lo universal: La produccin en generales una abstraccin, pero es una abstraccin que tiene sentido en tantoretiene lo comn, lo fija y nos evita la repeticin (Marx, 1971: I, 5,[7]). Este es el buen aspecto de la cuestin. Pero si es un momentoindispensable, mantenerse en tal universalidad impide alcanzar las de-terminaciones que hacen del objeto algo especfico. Son precisamentelas determinaciones ms generales las que deben ser puestas a un ladopara evitar que, slo por atender a la universalidad, se olvide la diferenciaespecfica: Todos los estadios de la produccin tienen caracteres co-munes que el pensamiento fija como determinaciones generales, pero

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    las llamadas condiciones generales de toda produccin no son ms queesos momentos abstractos que no permiten comprender ningn nivel

    histrico de la produccin.1 Mantenerse en la universalidad tiene consecuencias de largo alcancepues conduce a la reificacin de las categoras concernidas y, por ex-tensin, provoca la idea de que las relaciones denotadas por esascategoras corresponden a objetos imperecederos, ofrecidos por unanaturaleza siempre idntica. La abstraccin es un momento analticoindispensable en el itinerario del pensamiento, pero a fuerza de per-manecer en esos caracteres comunes resulta posible confundir y

    liquidar todas las diferencias histricas, formulando leyes universales(Marx, 1971: I, 7, [9]). Encontramos as el primer elemento de loque significa la historia en la razn: conocer este modo de produccines exactamente colocarlo en su diferencia especfica respecto a otrosmodos de producir. A la vez, conocer su diferencia especfica es es-tablecer la trama de determinaciones de pensamiento (categoras) quelo identificancomo el modo de produccin que es y ningn otro. De ma-nera paradjica, en el caso del capitalismo, ello significa explicarla manera en que los elementos productivos ms generales el trabajo

    y sus medios de produccin presumiblemente unidos para siempre,por el contrario, se han escindido:

    Lo que necesita explicacin, o es resultado de un procesohistrico, no es la unidaddel hombre viviente y actuantecon las condiciones inorgnicas de su metabolismo con lanaturaleza, sino la separacinentre esas condiciones inor-gnicas y esta existencia humana activa, una separacinque por primera vez es puesta plenamente en la rela-cin entre trabajo asalariado y capital (Marx, 1971: I, 449[389]).

    Una crtica que aspira a producir conocimiento debe pues suspenderla evidencia inmediata del objeto y lo que cree saber del pensamiento.

    1Esta es la primera cuestin que Marx aborda en los Esbozospreparatorios a la elabora-cin de El Capital, los Grundrisse. Cfr. Marx, 1971: I, 8 [10].

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    Implica no admitir nada como inmediatamente dado, ni provenientede las relaciones de produccin, ni proveniente de las categoras que bus-

    can hacer inteligibles estas relaciones. El conocimiento debe actuar sinninguna presuposicin y su tarea consiste en fundar simultneamente laexperiencia y la reflexin sobre esa misma experiencia. Por el contrario,entre los economistas clsicos hay una subordinacin profunda al da-to emprico y, al no tener ms horizonte que el presente, la operacinintelectual que realizan es siempre similar: los rasgos que eligen comonaturales y universales son aquellos del momento presente, es decir, supropia imagen. Es as que, a partir del siglo XVIII, la economa poltica

    ha erigido como punto de partida al individuo aislado, tomndolono como un resultado histrico, sino como el punto de partida de lahistoria, porque lo consideran el hombre natural, conforme a su re-presentacin de la naturaleza humana que no tendra su fuente en lahistoria sino que sera puesta por la naturaleza. Esta ilusin ha sidocompartida hasta ahora por toda la nueva poca (Marx, 1971: I, 4 [6]). Ni las relaciones de produccin pertenecen a la naturaleza eterna, nilas categoras son producto de la espontaneidad del pensamiento. Noparece incorrecto extraer de lo anterior varios elementos acerca de la

    relacin entre la objetividad de las cosas y la actividad del pensamiento.Por el lado de la objetividad, el materialismo de Marx no tiene duda:los seres humanos actan y producen en un mundo objetivo, que noes una representacin de su pensamiento. Pero ante ese mundo ellosno permanecen inertes sino que lo trabajan, lo transforman: la suyaes actividad objetivadora, en el sentido de que dicha transformacin es-t orientada por los propsitos que los agentes persiguen. Ms an, sicada individuo actualiza sus fines en su accin, en conjunto producenuna entidad distinta, en grado y en naturaleza, a la suma de cada unode ellos. Cada generacin produce, prctica y tericamente, una asi-milacin de su mundo, pero lo hace sobre la base de un trabajopretrito que ha recibido como legado, por eso la humanidad tiene unahistoria. Por el lado del pensamiento, Marx adopta una actitud similar:ante todo, l no parece poner en duda que las categoras son formaspensadas que aprehenden efectivamente a las relaciones reales. Marxno se pregunta si ellas son meras representaciones fenomnicas alas cuales evaden las cosas-en-s; no hay en l ningn escepticismo

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    acerca de si nuestro conocimiento es real, y tampoco supone ningnlmite preestablecido al conocimiento humano. Para l, las categoras

    de la economa poltica clsica son determinaciones pensadas del objetoreal: Formas semejantes constituyen precisamente las categoras de laeconoma poltica. Se trata de formas de pensar socialmente vlidas ypor tanto objetivas, para las relaciones de este modo de produccinsocial histricamente determinado (Marx, 1978: I, 1, 1011). Si estascategoras no son siempre ideas verdaderas, son en cambio siempreverdaderas ideas, es decirformas objetivas de aprehensin de objeto. Ellastienen una razn de ser, por eso es que la crtica consiste en dar cuenta

    de las razonespor las cuales esas categoras fracasan en su intento porexplicar las relaciones sociales; a ello dedica justamente el tomo IVde ElCapital, las Teoras de la plusvala. La crtica que est en acto parece rechazar as el dualismo ca-racterstico de ciertas filosofas: no hay por un lado, las relacionesnaturales de produccin, indiferentes y ciegas a la accin humanay, por el otro, un pensamiento recluido en la conciencia individual.Los seres humanos no actan por un lado y piensan por el otro, sinoson seres que actan y piensan simultneamente.2 En consecuencia,

    existe una relacin indisoluble entre la objetividad de las cosas y laactividad del pensamiento: los seres humanos producen la objetividadde las relaciones de produccin (an si no lo hacen conscientemente) yproducen igualmente las categoras con las que piensan esas relaciones.El conocimiento racional, la razn, es justamente la relacin entre am-bos procesos; el conocimiento debe dar cuenta a la vez del surgimientoen el plano histrico de esas relaciones y de la elaboracin de esascategoras en el plano del pensamiento. Y si no da cuenta de ese doblemovimiento, la razn resulta dependiente de un objeto que no pue-de explicar o de unos principios que no puede justificar y, por ende, nomerece llamarse verdaderamente crtica.

    2 Por supuesto esto no es nada nuevo, sino lo que Marx ha llamado, en el contextode la primera de las Tesis sobre Feuerbach, materialismo de la accin prctica: La fa-lla fundamental del materialismo precedente (incluido el de Feuerbach) reside en queslo capta a la cosa, la realidad, lo sensible, bajo la forma de objeto o de contem-placin, no como actividad humana sensorial, prctica; no de un modo subjetivoMarx, 1976: 24 (MEW3, 5).

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    Marx ofrece diversas pruebas de que la existencia de este vncu-lo entre objetividad y pensamiento es lo que constituye realmente a

    la razn, la posibilidad de conocimiento racional. Recordemos slouna de ellas. En El Capital, en el momento en que Marx examina el valor,presenta a Aristteles. En efecto, el estagirita llega a plantear la ecuacin:5 lechos = una casa, o bien, 5 lechos= tanto o cunto dinero. l advierteque en esta relacin de valor, la casa es cualitativamente equiparada allecho, porque sin tal igualdad de esencias no se podra establecer dicharelacin recproca: El intercambio dice Aristteles no podra darsesin igualdad; la igualdad a su vez sin conmensurabilidad (Marx, 1978:

    1028). Pero aqu el estagirita se detiene perplejo y desiste de seguiravanzando: En verdad es imposible que cosas tan heterogneas seanconmensurables. Qu es lo que detuvo a este gran pensador? EscribeMarx: la carencia del concepto de valor. Pero esta carencia no es unproblema de la creatividad del pensamiento sino que apunta a otroobstculo: Aristteles no poda alcanzar el concepto de valor, porqueeste descansa en la sntesis que hace homogneo toda clase de trabajohumano y l viva en la sociedad basada en el trabajo esclavo y, porconsiguiente, en la desigualdad entre los hombres y entre sus trabajos.

    Lo que detiene a ese gran pensador es que la razn no es productode la espontaneidad del pensamiento, sino un cierto vnculo con laobjetividad y por ello no es posible pensar cualquier cosa en cualquiermomento: El secreto de la expresin de valor, la igualdad y la validezigual de todos los trabajos, por ser trabajo humano en general [] slopoda ser descifrado cuando el concepto de igualdad humana poseyeraya la firmeza de un prejuicio popular (Marx, 1978: 1029). Resulta decisivo para Marx introducir la historia tanto en la for-macin de los objetos como en la formacin de las categoras. De otromodo, las relaciones de produccin y las categoras que las denotanparecen suspendidas en un presente indefinido. En efecto, para llegar alas relaciones capitalistas, los trabajadores debieron ser liberados de lasantiguas formas de dominacin esclavista y feudal: hubo antagonismo ymediante este se lleg a las relaciones de produccin actuales. Pero unavez que se presume que la produccin descansa en sus leyes naturales,tal antagonismo ha cesado y las categoras actuales pertenecen al ordeneterno de las cosas. La burguesa reconoce que hubo antagonismo, pero

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    se debe a que ella misma era una clase revolucionaria y ahora, llegadaal poder, ignora tal conflicto y declara universales sus principios y por

    ello los coloca ms all de toda alteracin: Ainsi, il y eu de lhistoire,mais il ny en a plus (Marx, 1965b: 89). Es, pues, crucial colocar alas categoras en su propio itinerario, asociado al trayecto de las re-laciones de produccin, porque slo as ambos se convierten enentidades transitorias. Un primer balance es pues posible: contra losformalismos y los principios universales inamovibles, la razn no es undispositivo formal, ni un mero orden de ideas destinadas a legislar sobrelas cosas de este mundo; sino una cierta relacin entre la objetividad

    de las cosas y el pensamiento por la cual este se dota de un contenidoen la historia efectiva y en su propia historia. La presunta separa-cin entre el orden de las ideas y el orden de las cosas, entre lame etle corps que el economista introduce, se resuelve nicamente sos-tiene Marx en el momento de comprendre lorigine et lhistoireprofane des catgories, quil divinise (Marx, 1965a: 1449).

    LAFORMAYELCONTENIDODELAEXPERIENCIA

    La crtica es radical si logra mostrar que las condiciones histricas deemergencia del objeto son simultneas a la formacin de las categorasque buscan hacer ese objeto inteligible. Naturalmente, puede decir-se que no estamos sino reanimado la cuestin bien conocida en Marxde la unidad de la forma y el contenido. Pero lo hacemos porquecreemos que es bajo esta idea de conocimiento racional que Marxintenta resolver el doble problema del origen y el desarrollo del capital,es decir, su concepto mismo. Segn l, aqu se concentra la carenciabsica de la economa clsica:

    Es indudable escribe en El Capital que la economapoltica ha analizado, aunque de manera incompleta, elvalor y la magnitud de valor y ha descubierto el contenidooculto bajo esas formas. Slo que no lleg siquiera a plan-tear la pregunta de por qu ese contenido adopta esa forma,de por qu el trabajo se presenta en el valor, de a qu se

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    debe que la medida del trabajo conforme a su duracin serepresente en la magnitud de valor avanzada en el proceso

    de trabajo (Marx, 1975: 1, I, 98).

    Desde luego, si tales objetos son tomados de manera acrtica, como undato emprico, es posible examinar hasta cierto punto sus relaciones,como lo ha hecho la economa clsica. Pero ese conocimiento, afir-ma Marx, es incompleto porque no se ha planteado investigar lascondiciones histricas de posibilidad de su objeto, es decir, la seriede determinaciones que hacen que ese objeto sea lo que es. Si por el

    contrario se plantea esta investigacin, las relaciones de produccin ca-pitalistas siguen siendo algo transitorio, pero no son arbitrarias porqueresultan lgicamente vinculadas a tales condiciones de posibilidad.Conocer racionalmente es unificar, mediante el concepto, la unidad desu esencia, su forma, pensada histricamente, con su contenido, suexistencia material.3

    La incapacidad de introducir el problema de la forma (histrica)en la teora provoca que los economistas clsicos no puedan definirsu objeto sino por su simple existencia material, es decir, definir al

    capital como el conjunto de medios de produccin: Cuando se di-ce que el capital es trabajo acumulado hablando con propiedadtrabajo objetivado que sirve de medio al nuevo trabajo (produccin)se toma en cuenta la simple materia del capital y se prescinde de ladeterminacin formal (Marx, 1971: I, 196 [168]). En Marx este es unpunto de inflexin decisivo porque introducir laformaen ese contenidosignifica cambiar en profundidad la nocin de objeto, porque este yano es lo que se manifiesta, sino lo que resulta de las determinacionesque adquiere en el proceso histrico. En y para s, el trabajo acumulado

    3A nuestro juicio, es aqu donde Marx coincide con Aristteles y con Hegel: Por forma(eidos) entiendo la esencia (to ti en einai) de cada cosa y su esencia primera (prote ousia).Aristteles; Metafsica, VII, 7, 1032b, 1-2. La materia es lo determinado indiferentey es el elemento pasivo, mientras que la forma es el elemento activo [] la materiadebe estar formada como por otra parte la forma debe estar materializada, realizarsu identidad en la materia, hacer de esta su hbitat y su receptculo. Hegel, citadopor Rosdolsky (1976: 118). En la edicin de la Science de la Logique, la referencia seencuentra en la pgina 101.

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    (los medios de produccin y la materia prima) no es capital; slo seconvierte en capital cuando ingresa en las relaciones de produccin

    que lo enfrentan al trabajo asalariado, pero este es un momento quepertenece a la historia. Lo que hace que el capital sea lo que es, noson los elementos generales de la produccin, sino la forma socialque estos reciben en el proceso histrico al que pertenecen. Desdeel punto de vista de la razn, la pregunta no es cmo los diferentesobjetos que constituyen el capital entran en ciertas relaciones? sino ala inversa, qu definicin conviene a dichos objetos por el hecho deque participan en las relaciones capitalistas de produccin? Son estas

    determinaciones las que otorgan al capital su verdadera objetividad,que incluye, adems de los medios concretos de produccin, muchasotras formas e instancias, entre otras, al trabajo asalariado, al dinero, alos procesos de trabajo. Naturalmente, el capital no pierde su contenidomaterial, pero su esencia, su sustancia se encuentra en la forma socialque adquiere en el intercambio con la mercanca fuerza de trabajo. Elcapital queda as definido, sustancialmente, como un puro producto dela historia. Hemos insistido en la unidad (pero tambin en la diferencia) en-

    tre forma y contenido porque es en el conocimiento racional dondese percibe a la razn en su ejercicio, la cual se hace manifiesta en laconcepcin que Marx ofrece de las categoras. Para los economistasclsicos cada categora es una sntesis que intenta aprehender una clasede atributos y predicados que se pueden afirmar de un objeto dadoempricamente.4 Para Marx, por su parte, las preguntas que debenformularse ante cada categora son, ms bien: cmo ese contenidomaterial adquiri en esta sociedad esa forma?; por qu los medios deproduccin en esta sociedad adoptan la forma de capital?, y por qu elincremento de la productividad del trabajo adopta a forma de plusvala?De este modo, la perspectiva se modifica: cada categora es una sn-tesis, pero no de atributos de un objeto dado, sino que apunta a laforma, es decir, a la serie de transformaciones histricas que le otorgan

    4 En la filosofa, el trmino de categora fue introducido por Aristteles para quienella designa las grandes clases de predicados que se pueden afirmar de un sujeto cual-quiera. Aristteles ofrece una lista de las categoras en Categoras IV, 1B y en TpicosIX, 103b.

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    existencia y a la serie de relaciones conceptuales con las que se lo haceinteligible en la experiencia. Son estas series ltimas las que constituyentoda la esencia del objeto: antes del proceso histrico, el objeto no tenaninguna presencia, ni poda movilizar al pensamiento; y antes del proceso delpensar dicho objeto, el pensamiento no posea ni la forma, ni las categorascon las que ahora lo aprehende.El conocimiento de las categoras de laeconoma poltica no hace sino mostrar que es en este proceso nicodonde se constituye el mundo y la razn que orienta la accin en estemundo. Sin embargo, existen obstculos empricos reales que dificultan

    conceptualizar esta unidad entre forma y contenido. Estos obstculosson al menos dos: primero, porque una vez que se han impuesto las re-laciones capitalistas de produccin, las relaciones de produccinanteriores desaparecen por completo. No queda huella de las formasantiguas o feudales de produccin que debieron ser disueltas a finde implantar relaciones nuevas. En la afirmacin de s del capital, pareceque el mundo ha sido creado nuevamente. En tanto que individuo,no es posible descubrir en el proletario moderno, la sombra del siervomedieval. Por ello es necesario remitir tambin al productor a su forma

    social. En segundo lugar, una vez que se han impuesto las relacionesde produccin capitalistas, mediante la continuidad de los ciclos pro-ductivos, ellas recrean las condiciones de su propia existencia: el trabajoasalariado produce las condiciones para que, en el ciclo siguiente,reaparezca en el mercado el mismo trabajo asalariado y reaparezcael capital dispuesto a adquirir la mercanca fuerza de trabajo. El ca-pital ya no parte de presupuestos, sino que l mismo est presupuesto(Marx, 1971: I, 421 [364]). Debido a su continuidad, el capital disuelvetodos los que alguna vez fueron sus presupuestos, borra el recuerdo y,reponiendo sin cesar sus propias condiciones de existencia, adquiere elaspecto de natural. Lo que otorga a estas relaciones ese aspecto naturales que, lo mismo que sucede con todo sistema orgnico,5las relacionescapitalistas son auto-subsistentes, no dependen ms que de s mismasy, antes que develar su origen, ms bien profundizan la escisin entrecapital y trabajo, que es su supuesto esencial: Estos supuestos que

    5En el sistema burgus completo [] todo lo que es puesto es tambin una presuposi-cin; este es el caso con cualquier sistema orgnico (Marx, 1971: I, 421 [364]).

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    originariamente aparecan como condiciones de su devenir y que portanto an no podan surgir de su accin como capital se presentan

    ahora como resultados de su propia realizacin, como realidad puestapor l: no como condiciones de su gnesis, sino como resultados de suexistencia (Marx, 1971: I, 421 [364]). Aquello que originalmente no exista y que, por lo tanto, era unpresupuesto para dar origen a las relaciones capitalistas, ahora es pues-to por el capital mismo, de modo que en la serie de relaciones todoparece presentarse a la vez como presuposicin y como resultado. Sinla introduccin de la historia no hay manera de decidir, en el presente,

    qu es lo que antecede y qu es lo que le sigue: En teora, el concep-to de valor parece preceder a la categora de capital, pero a la vez,el valor no obtiene su forma pura sino en un modo de produccinfundado en el capital, porque slo en este el producto del trabajo,considerado de manera aislada ha cesado de ser valor para el productory muy particularmente para el trabajador individual. Por este juegode lo puesto y lo presupuesto, los economistas clsicos han podi-do sostener, alternativamente, que el capital es el creador de valor ytambin que los valores son anteriores a la formacin del capital. Para

    salir de este impasse, es indispensable desplazarse en la historia: sloentonces se presentan otros sistemas que constituyen la base materialde un desarrollo inacabado del valor. Como el valor de cambio de estossistemas desempea tan slo un papel secundario respecto al valor deuso, la base real de aquel no es el capital, sino las relaciones inherentesa la propiedad de la tierra (ibid., I, 191 [163]). Solo mediante estedesplazamiento se hace patente el predominio del valor, que es la leyque establece la diferencia especfica de este modo de produccin, y conello se abre el ciclo de su conocimiento racional.

    INTRODUCIRLARAZNENLAHISTORIA: LARACIONALIDADESDEESTEMUNDO

    Hasta ahora, para destacar el concepto de razn en Marx, nos hemosconcentrado en la idea de conocimiento racional que sirve de crticaa la economa poltica. Pero al atender a las categoras hemos hecho un

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    nfasis mayor en la introduccin de la historia en la razn. Deseamosahora revertir esta situacin, haciendo nfasis en la introduccin de la

    razn en la historia. Por ello, en este segmento, consideraremos lo queprobablemente sea la exposicin metodolgica ms sistemtica de Marx:la seccin llamada El mtodo de la economa poltica, contenido alinicio de los Grundrisse. Ah Marx escribe:

    Si comenzara por la poblacin (que es lo real, el supuestoefectivo) tendra una representacin catica del conjunto yprecisando cada vez ms llegara analticamente a conceptos

    cada vez ms simples: de lo concreto representado llegaraa abstracciones cada vez ms sutiles hasta alcanzar las de-terminaciones ms simples. Llegado ese punto, habra quereemprender el viaje de retorno, hasta dar de nuevo con lapoblacin, pero esta vez no tendra una representacincatica del conjunto, sino una rica totalidad con mltiplesdeterminaciones y relaciones (Marx, 1971: I, 21 [21]).

    Veamos el primer proceso. El punto de partida es lo objetivo inmediato,

    pues el conocimiento no puede empezar sino en este punto. Pero no esun buen punto de partida conceptual porque en su abigarrada diversi-dad se muestra catico. El pensamiento debe pues analizar, segmentarhasta lograr determinaciones ms generales; as, esa representacinplena es volatilizada en determinaciones abstractas (Marx, 1971: I, 21[21]). Sin embargo, la obtencin de esas determinaciones simples estlejos de ser sencilla. De hecho, supone un trayecto histrico que dursiglos: Los economistas del siglo XVIIpor ejemplo, comienzan siemprepor el todo viviente: la poblacin, la nacin, etc., pero terminan siem-pre por describir mediante el anlisis, un cierto nmero de relacionesgenerales abstractas determinantes, tales como la divisin del trabajo, eldinero, el valor, etctera (Marx, 1971: I, 21 [21]). Tomemos a manerade ejemplo, una de esas categoras abstractas, el trabajo: El trabajo pareceuna categora totalmente simple (Marx, 1975: 24). Esta aparienciase debe a que los seres humanos han debido establecer siempre conla naturaleza una relacin de apropiacin, una simbiosis activa con el

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    fin de extraer sus condiciones materiales de existencia y, por ello, larepresentacin del trabajo es muy antigua. Y, sin embargo, desde el

    punto de vista econmico, la categora de trabajo es tan modernacomo lo son las relaciones sociales que dan origen a esta abstraccinsimple (Marx, 1971: I, 24 [24]). En las sociedades anteriores, en las quela enorme mayora de los productos del trabajo no eran hechos para elintercambio, el trabajo no poda aparecer sino como trabajo especfico:trabajo del panadero, del carpintero, o del agricultor. Un doble procesomuy complejo fue necesario para que al fin pudiera aparecer en el pla-no conceptual la categora de trabajo, sin ms calificativo, trabajo en

    general, trabajo abstracto. Como todas las categoras abstractas, la de trabajo abstractono es un mero instrumento del pensamiento, sino una obra de larazn, es decir, la sntesis pensada de su contenido material y suforma histrica. Primero, alcanzar las condiciones en las que podaser enunciada, supone un modo de produccin que descansa enuna extensa divisin del trabajo y, con ello, una indiferencia del tra-bajador respecto al gnero de trabajo determinado que realiza. En eseitinerario hubo desde luego etapas importantes: durante un largo perodo

    el trabajo productivo dominante fue el trabajo agrcola, el que despusdebi compartir este privilegio con el trabajo del comerciante, hasta queambos fueron desplazados por el trabajo manufacturero y fabril, comograndes generadores de la acumulacin. Sin esta premisa real, a pesarde la aparente sencillez y universalidad, la categora no poda aparecer.Por esto, como muchas otras categoras abstractas que conformannuestro universo conceptual (tales como humanidad, sociedad oindividuo), ella es algo tardo, pues presupone mutaciones histricasproductoras de homogeneizacin social y poltica entre los individuos:As, las abstracciones ms generales surgen ah donde existe un de-sarrollo concreto ms rico, donde un elemento aparece como comna muchos, como lo comn a todos los elementos (Marx, 1971: I, 25). Si un proceso histrico es la premisa de la irrupcin del objeto, anhace falta un proceso conceptual, porque ninguna realidad se revelapor s sola. Tal proceso fue realizado por los economistas clsicos eigualmente requiri de siglos. Los fisicratas del siglo XVIII fueronlos primeros en reconocer correctamente que slo es productivo el

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    trabajo que crea un valor adicional al valor de partida; en consecuenciareconocieron al trabajo agrcola como el nico trabajo productivo

    porque, evidentemente, al final de la produccin surge un valor superioral valor de las materias primas y los medios de produccin utilizados.Fueron los primeros en considerar que las leyes de la produccinagrcola eran independientes de la voluntad de los hombres y, por ende,el nico objeto a teorizar; Su nico error fue declarar que tales leyesregan para todas las formas de sociedad. As, un inmenso progreso sedio cuando A. Smith rechaz todo carcter determinado de la actividadcreadora de riqueza considerndola simplemente como trabajo: ni tra-

    bajo manufacturero, ni trabajo comercial, ni agricultura, sino tanto unocomo otro (Marx, 1971: I, 25). Adam Smith pudo hacerlo porqueperteneca a un mundo en el que la manufactura se haba convertidoen el primer impulsor de la acumulacin y la riqueza; pero an ltropieza con tantas dificultades que su teora econmica se conviertepor momentos en un sencillo empirismo y, por ende, vuelve a caerde vez en cuando en el sistema fisiocrtico (Marx, 1971: I, 25). Se debea D. Ricardo haber acabado con esas vacilaciones:

    [...] como todos los economistas que merecen estenombre [...] Ricardo pone en evidencia que el trabajocomo actividad del hombre, mejor an, como actividadhumana socialmente determinada, es la nica fuentede valor. Es justamente por el modo consecuente conque concibe el valor de las mercancas como simples"representaciones" del trabajo socialmente determinado,que Ricardo se distingue de todos los dems economistas(Marx, 1974: III, 128).

    Como obra de la razn, es decir, sntesis de ciertas relaciones deproduccin y de una elaboracin conceptual, la categora de trabajoabstracto est lejos de ser una forma vaca del pensamiento. Una vezque ella se ha hecho reconocible dentro de un discurso terico sehace patente que ms que una categora simple es una simplificacinde procesos mucho ms complejos. De hecho, cuando se dice que unacategora abstracta resulta de la abstraccin, este trmino es equvoco

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    y nos orienta mal, porque hace suponer que podra ser el resultado de laaccin de un pensador individual, quien reuniendo una serie de casos

    en un concepto sera el punto de partida absoluto de su creacin. Por elcontrario, la aparicin del trabajo en general muestra que resulta deun proceso histrico y lgico, de una elaboracin sinttica de muchoselementos comunes que permiten que una entidad lingstica nica,hasta entonces desconocida, pase a formar parte del discurso teri-co (Elias, 1991: 159). Tal acto de sntesis no puede ser reducido a algomeramente negativo como hacer una abstraccin.6

    La categora de trabajo en general permite adems observar que

    las condiciones de posibilidad de un objeto (tanto histricas comoconceptuales) son inseparables de la existencia de dicho objeto. No esposible separar al objeto de la serie de determinaciones que otorgansu fundamento. En consecuencia, la categora es inseparable del ob-jeto que bajo ella es pensado, porque este es lo que es, nicamentea travs de ella. Y, a la vez, la categora slo es vlida nicamente res-pecto a ese objeto, e intransferible a otro objeto. Por eso, aunqueparezca paradjico, las categoras, a pesar de estar colocadas en laintemporalidad del pensamiento, no pueden atravesar impunemente

    las pocas histricas. La categora de trabajo en general es una formaespecfica e intransferible de las relaciones capitalistas de produccin:

    El ejemplo del trabajo muestra de manera muy claracmo incluso las categoras ms abstractas, a pesar desu validez precisamente debido a su naturaleza abs-tracta para todas las pocas, son no obstante, en lo quehay de determinado en esa abstraccin, el productode condiciones histricas y poseen plena validez slo paraesas condiciones y dentro de sus lmites (Marx, 1971: I,26, [25]).

    Ahora podemos ser ms precisos en la relacin entre conocimientoracional y crtica que subyace en la obra de Marx. Puesto que la crtica

    6As se comprende el proceso que est detrs de la elaboracin terica de Marx, quienconsidera ser el primero en haber enunciado la categora de trabajo abstracto, sobrela cual gira afirma la comprensin completa del capital.

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    consiste en examinar las premisas histricas del surgimiento del objeto,ella es conocimiento de objeto, y puesto que la crtica consiste igualmen-

    te en examinar la actividad del pensamiento en su esfuerzo por alcanzaresa inteligibilidad, entonces es auto-conocimiento del pensamiento.En otros trminos, el conocimiento del objeto es simultneamenteconocimiento del pensamiento que piensa ese objeto. El conocimien-to bajo crtica corresponde as exactamente a la crtica del conocimiento:es por eso que la crticaes a la vez conocimiento del objeto bajo crtica.Es esta idea de actividad de la razn lo que otorga a las obras de Marxun carcter singular: ellas son la produccin de nuevas categoras en el

    mismo movimiento en que critican a las categoras precedentes. Hasta ahora, nos hemos mantenido en las categoras ms abstractas,pero en la nota citada previamente, Marx indica que, una vez alcanza-das las categoras simples, se inicia un camino de retorno hasta alcanzaruna rica totalidad con mltiples determinaciones y relaciones (Marx,1971: I, 21). Mediante esta elaboracin que Marx llama un concre-to de pensamiento, se retorna a la diversidad del mundo objetivo, peroesta vez mediado por la reflexin: es una existencia, pero una existenciareflexionada; no es ya una simple objetividad sino una objetividad

    enriquecida mediante sus condiciones esenciales de existencia. Lateora logra as su mayor extensin: ella debe dar cuenta de la raznde ser de los objetosy de la razn de ser de la conciencia que vive y piensaesos mismos objetos. La razn en su uso prctico, la racionalidadde esas relaciones de produccin se muestra entonces presente en todoslos actos de los individuos. Para llegar a ese punto requerimos de lo que Marx llama elconcepto de capital, concepto pues de gran alcance al que Marx dedicala mayor parte de los volmenes 1 y 2 de los Grundrisse: Es necesariodesarrollar con exactitud el concepto del capital, ya que el mismo es elconcepto bsico de la economa moderna, tal como el capital mismocuya contrafigura abstracta es su concepto es la base de la sociedadburguesa (Marx, 1971: I, 273). Sin entrar en el detalle, podemosexponer en grandes lneas la manera en que Marx llega al concepto decapital. l inicia examinando la circulacin de mercancas porque es enla circulacin donde se hace manifiesto el valor agregado que es el mo-tor de la acumulacin; pero pronto llega a la conclusin de que si ese

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    valor aparece enla circulacin no se crea dentrode la circulacin, sinoen la produccin. Marx pasa entonces a examinar diversas formas del

    intercambio hasta llegar al encuentro crucial entre el capital y el trabajo.Si bien este es un intercambio de mercancas, para su comprensininvolucra otras categoras que haban sido previamente examinadas: laforma dinero, el proceso de trabajo y el proceso de valorizacin has-ta llegar a la categora de plusvalor, expuesta a partir del libro III(Marx,1971: I, 262, [227]). Esta ltima es una categora fundamental porqueexplica el surgimiento del valor agregado del trabajo excedente que es elmotor de la acumulacin y produccin capitalista. Con la plusvala

    se logra la definicin bsica del concepto de capital: este es valor que sevaloriza a s mismo. Cmo se prueba que este concepto de capital es el de mayoralcance? Por dos razones: primero, que para llegar a l ha sido necesariauna mediacin lgica de muchas otras categoras, una trama conceptualcompleja: Para alcanzar el concepto del capital es necesario partirdel valor y no del trabajo y concretamente del valor de cambioya desarrollado en el movimiento de la circulacin. Es tan imposiblepasar del trabajo al capital como pasar de las diversas razas humanas

    al banquero o de la naturaleza a la mquina de vapor (Marx, 1971: I,198-199 [170]). Segundo, porque el concepto de capital encontramosla esencia del proceso de produccin y acumulacin capitalista: estees simplemente la serie de momentos e instancias por en las cuales elvalor se incrementa con el valor agregado, con el plusvalor, y este esel telos, el fin inmanente de todo el movimiento: El capital ya no es unarelacin simple, sino un proceso, en cuyos diversos momentos nun cadeja de ser capital (Marx, 1971: I, 198 [170]). El concepto de capitales ser valor que se valoriza a s mismo, pero que para lograrlo debeadoptar diversas formas a lo largo de todo su itinerario; l es pues elverdadero sujeto del proceso, la sustancia que no pierde su identidadconsigo misma a pesar de que modifique constantemente su forma:

    El capital, en cuanto valor de cambio [] es en cadamomento idealmente cada uno de esos momentoscontenidos en la circulacin simple; pero adems adoptaalternativamente la forma de uno y del otro [] el capital

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    se transforma alternativamente en mercanca y dinero, pero1) es l mismo la mutacin de esas dos determinaciones; 2)

    deviene mercanca, pero no esta o aquella mercanca, sinola totalidad de las mercancas (Marx, 1971: I, 201 [173]).

    Una vez alcanzado el concepto del capital, todos los momentosposteriores resultan comprensibles como instancias de esa sustancia.El concepto del capital se revela como la razn de ser, elfundamentodetodas las categoras y formas que de l derivan: la jornada de trabajo, elsalario, la cooperacin, la manufactura y la gran industria y finalmente

    la ley general de la acumulacin capitalista, todas ellas participan en laproduccin del plusvalor. Para nuestros propsitos, lo esencial es que a travs de las instanciasdel concepto de capital se crea el marco de objetividadde esas relacio-nes de produccin y simultneamente se hace inteligible el dominio deracionalidadpropio de esas mismas relaciones.7Todo lo que se vive yse piensa bajo esas relaciones de produccin tiene sentido por esetelos inmanente que es la valorizacin incrementada del valor. Estasustancia, este fin, es el que orienta la accin de todos los participantes

    del proceso. La teora permite entonces describir la accin humana,racional e inteligible, dentrodel marco de esas relaciones de produccin.La razn de serdel capital es que el valor se valorice a s mismo, pero estarazn de ser es simultneamente la razn de actuarde los agentes queen ella participan. Si se quiere comprender esta razn de actuar, no esposible omitir el concepto de capital porque sin este, tal racionalidadno puede tener ni forma ni contenido. Conocer racionalmente estaracionalidad es asociarla a sus condiciones de posibilidad. Por ello,Marx no se conforma con afirmar que ciertas ideas mueven al mundo,sino que muestra en detalle la accin de la racionalidad capitalista entodas las instancias del proceso social. As, las ideas que mueven a losagentes en el rgimen burgus se muestran no como ideales de la raznintemporal, sino como modos especficos de racionalidad vinculados aciertas condiciones de posibilidad. Lo que coloca a Marx en un lugar

    7En la poca en que escribe los Grundrisse, Marx no posee an el concepto fuerza detrabajo, por eso se encuentra capacidad de trabajo.

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    aparte en la Modernidad es que no hace independiente a la razn comouna suerte de observatorio desde el cual el individuo observa y juzga al

    mundo, y tampoco hace de ella un ideal normativo que espera aplicar-se al mundo. Para l, a la razn se le encuentra activa en las formas deracionalidad inscritas en los procesos efectivos. La cuestin esencial es mostrar que es en la relacin con la historia,y con su propia historia, donde la racionalidad encuentra aquello quela constituye y el impulso para su transformacin, su crtica inmanente,sin necesidad de admitir ninguna presuposicin de lo que es o deberaser la razn. Es sencillo mostrar dnde encuentra la razn el principio

    general de la igualdad:

    En la medida en que la mercanca o el trabajo estndeterminados meramente por el valor de cambio []los individuos o los sujetos entre los cuales transcurre esteproceso se determinan sencillamente como intercambian-tes [] cada sujeto es pues intercambiante, esto es, tienecon el otro la misma relacin social que este tiene con l.Considerado como sujeto de intercambio, su relacin es

    pues de igualdad(Marx, 1971: I, 179 [153]).

    Lo mismo puede decirse del principio general de libertad: En la medidaen que esta disparidad natural de los individuos y de las mercancasde los mismos constituye el motivo de la integracin de esos indivi-duos, la causa de su relacin social como sujetos que intercambian,relacin en cual estn presupuestos como iguales y se confirman comotales, a la condicin de igualdad se agrega la de libertad (Marx, 1971:I, 179 [153]). No hay duda de que la libertad e igualdad forman partede los grandes principios de la razn en la Modernidad, pero no sonideales de la razn, sino sntesis pensadas de aquello que se realiza yse profundiza en los procesos objetivos de trabajo y el intercambio.No se trata pues de que la libertad y la igualdad son respetadas en elintercambio de valores de cambio, sino que el intercambio de valoresde cambio es la base productiva, real, de toda libertad e igualdad(Marx, 1971: I, 183 [156]).

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    Ahora bien, si las relaciones capitalistas han inscrito ciertas formasde libertad e igualdad en las condiciones materiales de existencia, es en

    esas mismas condiciones donde la racionalidad impuesta por el capitallimita o abiertamente contradice tales principios. Conocer racionalmen-te a la razn es mostrar tambin la desigualdad interna que permite sucrtica inmanente, y su propia transformacin, sin necesidad de postularningn impulso externo. La racionalidad es justamente ese conflicto des a s. Es por eso que la razn en Marx no puede ser un postuladoinmaculado del pensamiento, aislado en la conciencia respecto a lavariedad emprica del mundo, porque la razn y sus contradicciones

    son elprincipio inteligible y formativo de esa misma realidad, aquello queanima la vida de esa realidad en el reino de la efectividad. Slo en-contramos a la razn, su desarrollo y su crtica inmanente, cuandodescubrimos la interpretacin de vida racional bajo la que actanlos seres humanos, la que se realiza en la experiencia, como realidadefectiva. Aqu tambin, lo mismo que en las relaciones de produccin,la forma es decisiva porque sin el despliegue del pensamiento en lahistoria, sin esta experiencia contradictoria que es la suya, la razn notendra forma, no se sabra, no tendra conciencia de s.

    A nuestro juicio siguiendo a Marx, hemos llamado la razn en lahistoria al proceso unificado por el cual se crea la relacin entrela objetividad de las cosas y la inteligibilidad de esas mismas cosas. Y esjustamente porque la razn es la unidadde esos elementos pero tambinla diferencia entre ellos, que es un proceso nico el que genera a lavez la razn y genera su desigualdad consigo misma, es decir, su crti-ca inmanente. Son las mismas relaciones de produccin donde la raznencontr sus ideales y encontr las razones por las cuales esos idealesno alcanzan su presencia efectiva. Dicho en otros trminos, la raznes auto-crtica, independientemente de si los filsofos son o no cons-cientes de ello. Para Marx es muy importante probar que la crtica a larazn no proviene de un pensamiento ajeno al proceso mismo; por esono admite que la razn y su crtica sean un ejercicio del pensamientopuro, como un orden de ideas regulativas cuya tarea sera legislarla accin prctica en el mundo. Lo que resulta inaceptable a ciertasfilosofas de la Modernidad es este rechazo a las obras del pensamientoautnomo. La verdadera racionalidad no consiste en la eleccin de tal

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    o cual principio normativo considerado como un canon supremo, sinoen comprender el proceso por el cual el pensamiento hace inteligible

    al objeto, se hace inteligible a s mismo y reconoce como suyas lascategoras que han permitido esa misma inteligibilidad. Por eso la raznno se comprende racionalmente sino hasta el momento en que reconoceel trayecto que es el suyo, las distintas etapas de su itinerario. En otraspalabras, el pensamiento slo se hace razn cuando es genealgico. Marx pertenece as al movimiento que, iniciado con Kant, conside raque la nuestra es la edad del criticismo y que nada puede justificarsesi no pasa por el tamiz de la razn. Pero examinndola crticamente, l

    llega a una concepcin de la razn que se distancia considerablementede ciertos ideales de la Modernidad. Para Marx, la razn no es unacreacin libre del pensamiento, algo acabado compuesto de principiosinamovibles ante el cual confrontar siempre con resultados de-cepcionantes nuestras creencias. La razn existe, pero en el itinerariopor el cual los seres humanos, mediante su trabajo, han dado al mundosu forma actual y han llegado a comprenderse reflexivamente a smismos en ese mismo esfuerzo. Los principios de la razn existen y sonverdaderos, pero no gozan de ninguna eternidad ni reflejan la naturale-

    za humana al fin realizada, sino que son la conjuncin del modo devida material y del concepto de libertad que hasta ahora los seres huma-nos han alcanzado y que pronto transformarn. Esto es lo que ciertoshumanismos universalistas de nuestros das no perdonan a Marx. Paraeste, la razn no es un ideal inalcanzable, sino aquello se realiza y setransforma en la vida efectiva y por ello permite su crtica objetiva. Larazn no es un criterio meta-tico, sino slo un momento del pro-ceso incesante por el cual, sin otro fundamento que el concepto quevan forjndose de s mismos en su historia, los seres humanos estnbuscando nuevas instituciones y nuevas libertades. Con Marx, la raznse erige, entera y sustantivamente, dentrode la historia.

    FUENTESCONSULTADAS

    Las referencias en lengua alemana de las obras de Marx provienen de laedicin Marx, Engels, Werke, Institut fr Marxismus Leninismus, Dietz

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    Verlag, Berlin 1978, 39 volmenes + 2 volmenes complementarios,y se presentan de la siguiente manera: (MEW, nmero de volumen,

    nmero de pgina).

    ELIAS, N. (1991), The society of individuals, Oxford: Basil Blackwell.HEGEL, G.W.F. (1976), Science de la Logique, traduction J. P. Labarriere,

    Pars: Aubier Montaigne.MARX, K. (1965), Lettre a Annenkov, en Lettres sur Proudhon, Oeuvres,

    Econimie I, edicin revisada por M. Rubel, Pars: ditionsGallimard.

    _____ (1965), Misere de la philosophie, edicin revisada por MaximilienRubel, contenido en Oeuvres, conomieI, ditions Gallimard,Pars.

    _____ (1971), Elementos fundamentales para la crtica de la economapoltica (borrador), 1857-1858 (Grundrisse), edicin y traduccinde Jos Arico, Mxico: Siglo XXI.

    _____ (1974), Theories sur la plus-value, edicin revisada por G. Badia,Pars: ditions Sociales.

    _____ (1975), El Capital, crtica de la economa poltica, edicin Pedro

    Scaron, Mxico: Siglo XXI._____ (1976), Tesis sobre Feuerbach, Mosc: Editorial Progreso.ROUBINE,I. (1978), Essais sur la thorie de la valeur de Marx, Traducido

    por Jean-Jacques Bonhomme, Pars: Francois Maspero.ROSDOLSKY, R. (1976), La Genese du chez Karl Marx, Traducido

    por Jean-Marie Brohm, Pars: Francois Maspero.

    Fecha de recepcin: 19 de mayo de 2011Fecha de aprobacin: 22 de mayo de 2012

    Volumen 10, nmero 21, enero-abril, 2013, pp. 233-255

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