Origen y función de los intelectuales indígenas

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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=55200406 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Claudia Zapata Silva Origen y función de los intelectuales indígenas Cuadernos Interculturales, vol. 3, núm. 4, enero-junio, 2005, pp. 65-87, Universidad de Valparaíso Chile ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Cuadernos Interculturales, ISSN (Versión impresa): 0718-0586 [email protected] Universidad de Valparaíso Chile www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
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Claudia Zapata SilvaOrigen y función de los intelectuales indígenasCuadernos Interculturales, vol. 3, núm. 4, enero-junio, 2005, pp. 65-87,Universidad de ValparaísoChileEn este artículo se analiza un sujeto indígena surgido recientemente en lospaíses latinoamericanos, nos referimos a los intelectuales que se desenvuelvenen la sociedad mayor y que constituyen un segmento cada vez más amplioy diverso. Este tipo de intelectuales son el resultado de la integración conflictivade los grupos indígenas a las sociedades nacionales, a través de proyectosmodernizadores que se pusieron en marcha en las primeras décadas del sigloXX. Se propone una definición de intelectual indígena que tiene como eje elcompromiso político con la causa indígena, aquella que surgió como plataformade lucha en América Latina a mediados de los años setenta. Con el fin deabordar la heterogeneidad de este segmento, se elabora una categorizaciónen la que se distinguen intelectuales dirigentes, intelectuales profesionales eintelectuales críticos, centrando el análisis en esta última modalidad.

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    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalSistema de Informacin Cientfica

    Claudia Zapata SilvaOrigen y funcin de los intelectuales indgenas

    Cuadernos Interculturales, vol. 3, nm. 4, enero-junio, 2005, pp. 65-87,Universidad de Valparaso

    Chile

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    ORIGEN Y FUNCIN DE LOS INTELECTUALES INDGENAS*

    Claudia Zapata Silva* *

    RESUMEN

    En este artculo se analiza un sujeto indgena surgido recientemente en lospases latinoamericanos, nos referimos a los intelectuales que se desenvuel-ven en la sociedad mayor y que constituyen un segmento cada vez ms amplioy diverso. Este tipo de intelectuales son el resultado de la integracin conflictivade los grupos indgenas a las sociedades nacionales, a travs de proyectosmodernizadores que se pusieron en marcha en las primeras dcadas del sigloXX. Se propone una definicin de intelectual indgena que tiene como eje elcompromiso poltico con la causa indgena, aquella que surgi como plataformade lucha en Amrica Latina a mediados de los aos setenta. Con el fin deabordar la heterogeneidad de este segmento, se elabora una categorizacinen la que se distinguen intelectuales dirigentes, intelectuales profesionales eintelectuales crticos, centrando el anlisis en esta ltima modalidad.

    1) PRECISANDO CONCEPTOS

    En la propuesta de Antonio Gramsci el concepto de intelectual es extraordinariamenteamplio, reconocindosele esta capacidad a todos los seres humanos. La diferencia estara enla funcin de intelectual que cumplen algunos miembros de una sociedad determinada, puestoque no es posible distinguir entre homo faber y homo sapiens, como el mismo Gramsci loreconoce:

    Cuando se distingue entre intelectuales y no intelectuales en realidad slo se hacereferencia a la inmediata funcin social de la categora profesional de los intelectuales(). Esto significa que si se puede hablar de intelectuales, no tiene sentido hablar deno-intelectuales porque los no-intelectuales no existen.1

    Siguiendo estas precisiones, bastante iluminadoras, cuando aqu hablemos de inte-lectuales indgenas nos estaremos refiriendo a una funcin especfica desarrollada por algunosmiembros de estos grupos, funcin que consiste en la actualidad en fundamentar un proyectopoltico que no es nacional ni de clase -exclusivamente- sino articulado en torno a una identidadtnica.

    * Recibido: enero 2005. Aceptado: marzo 2005.* * Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos, Universidad de Chile. Doctora (c) en Historia,

    Universidad de Chile.1 Gramsci, A. (2003:13).

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    El intelectual indgena americano se asume a s mismo como un sujeto subordinado,que forma parte de una sociedad igualmente subordinada al interior de los Estados nacionales(que puede adoptar la forma de pueblo, nacin o civilizacin, dependiendo de las opcio-nes del caso), pero cuya situacin de subalternidad tiene races ms profundas en el tiempo,pues se remonta al momento de la conquista espaola y portuguesa. El proyecto intelectual ypoltico que este intelectual se plantea es el de poner fin a esa subordinacin que inferioriza a losindgenas y desconoce los logros de su trayectoria cultural e histrica, en otras palabras, lo quese propone es una liberacin de los lazos coloniales que se han mantenido a lo largo del tiempo.

    Al contrario de lo que podra sugerir el sentido comn, este proyecto no constituye unresultado directo de la experiencia de dominacin. Existe un momento en el que el sujeto polticose configura, cuando ste adscribe a una categora social y cultural que no ha gozado hastaentonces de prestigio, opcin que de todos modos est estrechamente unida a antecedenteshistricos y familiares que le permiten afirmar su condicin de indio. La construccin de laidentidad tnica aparece aqu como un nudo central en la problemtica del intelectual indgena(orgnico, en la conceptualizacin de Gramsci), pues no existe una relacin deconsecuencialidad directa entre la vivencia y el compromiso. El paso entre una etapa y la otraest dado por condiciones histricas y por la accin de reflexionar y teorizar la subordinacin,un viejo problema planteado por Hegel y el marxismo, y que Georg Lukcs desarrolla conprecisin en su libro ms importante, Historia y conciencia de clase:

    Para Hegel, en s y para nosotros no son en lo absoluto contrarios, sino, a lainversa, correlatos necesarios. Si algo es dado simplemente en s, ello significa paraHegel que es dado simplemente para nosotros. Lo contrario del para nosotros o ens es ms bien el para s, esa especie de posicin en que el ser-pensado del objetosignifica al mismo tiempo la conciencia de s del objeto.2

    En estos trminos, ese en s corresponde a la realidad objetiva (la naturaleza, lasrelaciones capitalistas) y la ubicacin tambin objetiva de un determinado grupo en ella, lo queal nivel de los sujetos significa la vivencia cotidiana de esa posicin (explotacin y dominacinen el caso del proletariado que interesa a Lukcs). En tanto, el para s sera la aprehensin deesa realidad y la comprensin por parte del sujeto de su posicin, de las relaciones sociales yproductivas que la determinan, lo que permite una praxis poltica coherente, capaz de superarla inmediatez de la experiencia3 . Lo que entonces asumi el marxismo fue la disociacin entreinters y objeto, de ah la preocupacin de algunos de sus representantes -entre ellos Lukcsy el propio Marx- por el tema de la conciencia, en este caso, la conciencia de clase, que es elresultado de ese trnsito al para s y cuyo trayecto debe estar mediado por el partido4 .

    2 Lukcs, G. (1970:157).3 Ibd., p.16.4 Sobre este punto el marxismo debate con lneas de pensamiento que no consideran posible esta

    superacin del en s, entre ellas la que representa Kant, filsofo para el cual ese estado es inaprehensible(Lukcs, G. 1970:16).

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    Gayatri Spivak reactualiz esta discusin a fines de los ochenta en un ensayo quetitul Puede hablar el sujeto subalterno?5 , insistiendo en la pertinencia de estas premisasmarxistas e introduciendo elementos fundamentales para el tema que aqu nos convoca, parti-cularmente el nfasis en el rol del intelectual. En este ensayo, esta autora formula una dura (yoportunista) crtica a la corriente post-estructuralista que representan Foucault, Deleuze yGuattari, cuya influencia en la reflexin intelectual de las tres ltimas dcadas no puede dejar dereconocerse, a quienes cuestiona el tipo de sujeto que articulan, aquel que se constituye en eldeseo y que estos autores suponen como la visualizacin del otro subalterno, a quien buscarhacerle un lugar para que sea odo. Los reparos de Spivak tienen que ver con esasobrevaloracin del deseo, de la subjetividad y de la experiencia, cuestionando que aquellocontenga la voz del otro, en lo que ve ms bien un ejercicio autoritario por parte de intelectualesque proyectan en el otro la imagen de s mismos, es decir, del sujeto europeo-moderno, sinatender a las condiciones materiales y sociales de ese sujeto subalterno. Para Spivak, el errorconsiste en restar valor al objeto de ese deseo, lo que permite establecer si este ltimo eslegtimo o no, si se condice o no con el entramado de relaciones ms amplio en que ese sujetose encuentra inmerso. Es en este punto donde la autora retoma el problema que sealamosms arriba, al rescatar del marxismo la cuestin de la ideologa y de la conciencia, que comovimos con Lukcs permite establecer el vnculo con el objeto y las apreciaciones falsas ocorrectas de l, una deficiencia que Spivak reprocha a estos intelectuales en duros trminos:

    El fracaso de Deleuze y Guattari al considerar las relaciones entre deseo, poder ysubjetividad, hace a estos autores incapaces de articular una teora del inters. Eneste contexto, su indiferencia frente a la ideologa (instancia que est en la base de lacomprensin del inters) es llamativa6

    Lo que rescata del marxismo, es que ese trnsito del en s al para si (es decir, deldominio del objeto que asegure un inters correcto) es necesario, pero no espontneo, que serequiere de una mediacin que lo haga posible, una representacin que autores como los queella critica pasan por alto al fetichizar la experiencia. En el ensayo de Spivak, esta mediacindebe ser realizada por el intelectual, cuya funcin histrica es obviada por estos crticos aloponer, errneamente, la praxis con la teora:

    La contradiccin sin conciencia de s en el seno de una posicin que valoriza laexperiencia concreta de los oprimidos, y que, al mismo tiempo, es acrtica acerca delpapel histrico del intelectual se ve reafirmada en el lapsus verbal. En este sentido,Deleuze hace la siguiente llamativa declaracin: Una teora es como una caja deherramientas. No tiene nada que ver con el significante (Foucault, 1977:208).7

    En el caso de los intelectuales indgenas, lo especfico es que forman parte de grupossubalternos, y que experimentan formas particulares de subalternidad en su paso por lasociedad mayor. Por lo tanto, no es ya el antroplogo o el etnohistoriador el que va a dar cuenta

    5 Traducido al espaol por Jos Amcola y publicado en Orbis Tertius, Ao III, N 6, 1998 (la primerapublicacin, en ingls, es de 1988).

    6 Spivak, G. (1998:178).7 Ibd., p.180.

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    de su situacin (nicamente) sino un integrante mismo de la sociedad indgena, y ya no a travsdel testimonio (que remite a la experiencia), sino de una conciencia tnica, que implica lapercepcin de la diferencia y la valoracin positiva de ella8 .

    Damos cuenta de este debate porque nos permite complejizar la produccin de losintelectuales que aqu nos interesan a fin de no establecer una relacin ingenua entre obra ybiografa, suponiendo a la primera como el resultado espontneo de la segunda. Tales ideasslo tienden a reducir la racionalidad y competencia intelectual de quienes la producen.

    De lo anterior se desprende otra problemtica: la relacin entre cultura e identidad,que no es prudente obviar en el caso de los intelectuales indgenas. Esta consiste, a nuestrojuicio, en que tampoco es posible establecer una correspondencia fiel y sin conflictos entre eldiscurso del intelectual y la cultura de la cual procede o forma parte. Por lo tanto, el textoproducido por este sujeto, independientemente de su soporte, no es un espejo en el cual serefleja de manera transparente una cultura, sino que hay en su elaboracin una representacinque permite establecer su calidad de autor. Si bien esta cuestin es abordada por los estudiosde las sociedades indgenas, nos referimos a la antropologa y la etnohistoria9 , por los prop-sitos de nuestro estudio nos interesa rescatar las ideas de Edward W. Said, para quien laidentidad fundada en referentes culturales implica un movimiento de retorno, un retorno en elcual los sujetos -en este caso los intelectuales- eligen aquellos elementos que dan forma a susrepresentaciones de la cultura y, por ende, de s mismos:

    la cultura es una fuente de identidad; una fuente bien beligerante, como vemos enrecientes retornos a tal cultura o a tal tradicin. Acompaan a estos retornos cdigosrigurosos de conducta intelectual y moral.1 0

    Sobre las sociedades indgenas y sus intelectuales es pertinente no avanzar muchoms sin hacer una precisin histrica, y es que no se puede sostener que los intelectualesindgenas aparecen recin con la modernidad, pues estos grupos poseen y han posedoconstructores de discursos, de representaciones y especialistas en la transmisin del conoci-miento, sea este de tipo poltico, religioso o histrico, desde antes. Lo actual, entonces, es elsurgimiento de intelectuales indgenas que a diferencia de sus antecesores se desenvuelven enel marco de la sociedad moderna y forman parte diferenciada de ella, resultado de la integra-cin forzosa de estos grupos a los Estados nacionales.

    Son estos nuevos actores los primeros en reconocer la importancia del intelectualindgena tradicional (no hablamos aqu de intelectual tradicional en el sentido gramsciano deltrmino, sino en alusin a la cultura indgena), aquel cuya accin se desarrolla hacia el interiorde su comunidad, en una estrecha conexin con sus miembros. De hecho, parte importante deltrabajo que desarrollan los nuevos intelectuales indgenas est destinado a dignificar talesfunciones y a otorgar legitimidad a un tipo de conocimiento que transcurre en la oralidad, en las

    8 Bengoa, J. (2000:22).9 Koonings, K. y Silva, P. (1999); Martnez, J.S. (2002).10 Said, E. (1996a:14).

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    redes parentales y comunitarias. Este objetivo explica la inversin de tiempo y de recursos entodo tipo de recopilaciones, ya sea de historias, cuentos, leyendas, mitos, poesa y ceremonias,que ahora son fijadas en la escritura para poder difundirse hacia otros sectores de la sociedadnacional, tarea que han venido realizando desde fines de los aos setenta principalmentehistoriadores y lingistas, entre ellos, los intelectuales aymaras ms connotados de la actuali-dad. El discurso de estos especialistas suele estar sembrado de elogios y referencias emotivas,como se puede observar en la descripcin que hace Vicente Mariqueo sobre algunos miem-bros de las comunidades mapuches:

    Aun en nuestros das hay muchsimos relatos sobre nuestra historia, en nuestrasreducciones nos encontramos siempre con mapuches que poseen una capacidadintelectual extremadamente desarrollada, algunos de ellos aunque nunca hayan idoal colegio y se las han arreglado para aprender a leer y escribir, ellos nos conversande cosas que no estn escritas, relatan hechos y tragedias protagonizadas pornuestra raza.1 1

    Nos valemos de este alcance para sealar que el tipo de intelectual indgena que aqunos ocupa es distinto, una configuracin particular que surge de una de las fases de la moder-nidad latinoamericana, como se ver en las prximas pginas donde analizaremos el contextode su irrupcin. Pero el proceso histrico es ms amplio todava y tiene que ver con la crisis delos imperios coloniales del siglo XIX y el movimiento de descolonizacin que se inici apenasconcluida la segunda guerra mundial, condiciones que permitieron el surgimiento de otrasvoces -intelectuales entre ellas- que pusieron en crisis no slo el universalismo que habanimpuesto estos imperios, sino tambin el modelo universal de intelectual, que para Said no eraotra cosa que la universalizacin del intelectual europeo:

    En otras palabras, hablar hoy de los intelectuales significa hablar especficamente delas variaciones nacionales, religiosas e incluso continentales del tema, porque cadauna de dichas variaciones parece requerir una consideracin independiente.1 2

    A esta premisa debemos sumar la necesidad que tienen los colectivos indgenas decontar con intelectuales propios, que representen sus intereses en la relacin con la sociedadnacional. Por lo tanto, la categora de intelectual indgena no es ni puede ser neutra, ya quesurge de la conciencia crtica respecto de la alteridad y la diferencia en la que han sidocolocados. La cuestin del poder se instala as como el eje ms importante de nuestro anlisis.

    El nuevo intelectual da cuenta de la realidad social de su grupo, analiza la subordina-cin y la discute, en una bsqueda permanente por revertir aquella relacin histrica de poderque ha mantenido a los suyos en esa posicin subordinada. En este objetivo la sola existenciade este tipo de intelectuales modifica en parte esta relacin al erigirse ellos como voz, voz detraductor o de intrprete, cancelando de este modo la antigua mediacin que los relegaba a laposicin de sujeto hablado por el otro o en el mejor de los casos, informante del otro. Con esto

    11 Mariqueo, V. (1979:140).12 Said, E. (1996b:41).

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    hacemos referencia a la mediacin externa, posicin necesaria que ahora es ocupada por elintelectual indgena en una funcin de representacin que, como lo distingue Spivak, se desa-rrolla en un doble sentido: la representacin poltica (de sus intereses especficos como gruposindgenas), y la representacin que busca dar cuenta del otro, un retrato de la diferencia queenfatiza en la cultura pero que hace de sta un terreno de pugna poltica1 3.

    Esto es posible por la formacin y uso de competencias intelectuales que la sociedadmoderna legitima, principalmente el idioma y la escritura, algo de lo cual los grupos indgenas sedieron cuenta hace ya bastante tiempo, dejando atrs aquel perodo en que el desconocimientode estos recursos facilitaba la manipulacin y el despojo por parte de los grandes propietarios,de la clase poltica y de los intelectuales aristocrticos, como denomina Vicente Mariqueo a lospersonajes que visitaban su comunidad durante los perodos electorales1 4.

    El problema que se le planteaba entonces a estos colectivos era el de cmo enfrentarcontemporneamente esa relacin desigual. En este sentido, la Segunda Reunin de Barba-dos, que tuvo lugar en 1978 y en la que desempearon un papel fundamental los intelectualesindgenas, en un hecho que marc su irrupcin pblica, adopt un carcter programtico, alsealarse aquella funcin de representacin en el doble sentido que se indic anteriormente.Ah se hizo una dura crtica al Indigenismo y se estableci la necesidad de contar con cuadrosintelectuales capaces de construir un discurso desde los indios, que diera cuenta de su condi-cin cultural especfica, con una ideologa propia capaz de poner fin a todos los tipos demediaciones, incluyendo la de los partidos de izquierda, con quienes haban vivido recientesderrotas. As, para el intelectual de procedencia indgena, el llamado fue entonces a constituir-se en un intelectual indgena:

    l no debe mezclar el conocimiento que tenga de la historia de otras culturas -porejemplo, la occidental- con la representacin de las mismas. Esto quiere decir que lpuede conocer, pero no ser representante de otras culturas que no sea la propia.1 5

    2) EL SURGIMIENTO DE LOS INTELECTUALES INDGENAS

    Este suceso tiene lugar en la segunda mitad del siglo XX, o por lo menos es duranteeste perodo cuando se hace ms evidente, y ocurre en medio de los cambios estructurales queexperimentaban entonces los pases latinoamericanos. Procesos de modernizacin que seiniciaron en los albores del siglo y a los que los indgenas no han sido ajenos. Ms an: enocasiones, ellos fueron sus destinatarios directos, como en el caso de las polticas de integracinformuladas desde la matriz indigenista, cuya vertiente institucional se puso en marcha en lalocalidad mexicana de Ptzcuaro en 1941.

    13 Spivak, G. (1998:183).14 Mariqueo, V. (1979:169).15 Simen Jimnez Turn, dirigente Yecuana de Venezuela (1979:208).

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    Durante este perodo, Amrica Latina vivi cambios de envergadura a partir de lacrisis que experiment el modelo oligrquico de desarrollo, cuya seal ms temprana y dram-tica fue la Revolucin Mexicana de 1910. Esta irrupcin de lo popular y el acceso de lossectores medios al gobierno, traera consigo la modificacin de los lmites imaginarios de lanacin, incorporando lo popular como un eje de legitimacin de los discursos polticos. Seinaugura as el largo y azaroso perodo del Estado de Bienestar, que hizo posible el acceso delos sectores ms desposedos a la educacin, a la salud y a la vivienda, a travs de polticaspblicas diseadas desde las esferas estatales y que tuvieron como teln de fondo proyectoseconmicos de desarrollo industrial.

    Estos procesos significaron la diversificacin de la poblacin indgena1 6, que seexpres mediante la creciente diferenciacin social y la expansin geogrfica (migracin a lasciudades). Fueron cambios que borraron los supuestos sobre los cuales se haban sostenidolas polticas indigenistas, a saber, la imagen del indio rural, aislado, campesino, analfabeto o deeducacin formal rudimentaria. Los intelectuales indgenas emergen a partir de estas transfor-maciones, rupturas y adaptaciones a espacios geogrficos y sociales distintos a los de lacomunidad y del grupo social homogneo. Por lo tanto, su vnculo con los procesos nacionalesy continentales constituye el punto de partida para cualquier anlisis.

    La modernizacin latinoamericana no ha sido un proceso homogneo ni alejado delas contradicciones, pero para efectos de nuestro estudio enfatizaremos aquellas tendenciasdemocratizadoras que marcaron el inicio de una sociedad de masas en la primera mitad delsiglo XX. As, el acceso a la educacin nos parece que es el hilo conductor que permite rastrearel surgimiento de una elite indgena integrada por profesionales de distinto tipo, de la cual sedesprendern los intelectuales indgenas.

    La apertura del sistema educativo hacia los sectores populares e indgenas fuepaulatina, especialmente para estos ltimos, por entonces enclavados en los espacios rurales:primero fueron las escuelas primarias, luego las secundarias (a las cuales deban trasladarsepor encontrarse ubicadas en las ciudades) y muy posteriormente la educacin superior univer-sitaria1 7. Estas dificultades estructurales determinaron una aparicin tarda de profesionales eintelectuales provenientes de los sectores desposedos y confirma la importancia de la educa-cin pblica en manos de Estados que canalizaron a travs de este mbito parte importante desus polticas redistributivas, lo que para ngel Rama caracteriz por varias dcadas la demo-cracia latinoamericana1 8.

    Siguiendo con Rama, el acceso de los sectores populares a la educacin caracterizauno de los momentos en que se modifica ms profundamente la ciudad letrada, ponindose fina los privilegios de aquella minora que monopoliz el poder poltico e intelectual durante el sigloXIX a travs del uso de la escritura, lo que le permiti oponerse a lo popular, a lo indgena, a lo

    16 Bengoa, J. (2000).17 En Chile, lvaro Bello (1997) ha insistido en esta relacin tarda entre poblacin indgena y universidad

    (los primeros profesionales no se formaron en estas instituciones). Lo mismo sostienen, para el casoboliviano, los historiadores Carlos Mamani y Roberto Choque.

    18 Rama, A. (1984:142).

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    rural y a la oralidad. La expansin de la educacin modific esta exclusividad al ampliar el usode la letra hacia sectores que escasamente la haban manejado. Sin embargo, en el caso de losgrupos indgenas el acceso a la ciudad letrada no signific compartir posiciones de poder conlas elites polticas, ni tampoco poner fin a su vulnerabilidad social. Como afirma lvaro Bello parael caso chileno, en la actualidad el problema del acceso est siendo reemplazado por los de lapermanencia en el sistema y las posibilidades laborales de los graduados. Contra estas nece-sidades conspira una desventaja que todava existe1 9.

    Con todo, el mayor acceso a la educacin da como resultado una mayor cantidad deprofesionales y su creciente diversificacin. As, a los profesores, tcnicos y tinterillos de laprimera mitad del siglo, se han ido sumando en aos recientes ingenieros, escritores, mdicos,historiadores, socilogos y antroplogos que van haciendo ms compleja esa pequea elite deprofesionales e intelectuales que surgieron durante las primeras dcadas del siglo, siguiendo latendencia general del campo intelectual latinoamericano, el que devino ms complejo sobretodo a partir de la dcada del sesenta2 0.

    En el caso especfico de los intelectuales indgenas, su surgimiento se encuentravinculado tambin a otras variables, ms polticas e ideolgicas, que concluyeron en unaopcin nada fcil. Estamos hablando de intelectuales que durante un largo perodo fueronfuncionales al tipo de integracin destinado a los indgenas, hasta el momento en que ocurre enellos un giro decisivo al producirse -fuera de todo clculo poltico- una nueva dirigencia. Estacomenz a sentar, desde fines de los aos setenta, las bases de un discurso indgena que enla actualidad reivindica la diferencia cultural y la demanda por autonoma. Es simblicamentenotable que entre los protagonistas de este giro se encuentren los profesores indgenas,particularmente de Mxico, que fue la cuna del Indigenismo integracionista. En un desgarradorrelato, los maestros recuerdan la circunstancia en que se dieron cuenta de los efectos de sutrabajo:

    No es hasta 1979 -luego de varios intentos-; en el Primer Encuentro de MaestrosBilinges en Oaxtepec, cuando con ms claridad caemos en la cuenta de que ramoslos responsables de la extincin gradual de la cultura y la lengua indgenas.2 1

    Recapitulando, fue la modernizacin, la sociedad de masas y la apertura de losEstados nacionales lo que permiti la formacin de una elite indgena, de la que surgieron a suvez los intelectuales indgenas. Es importante mantener esta distincin porque no todos losprofesionales e intelectuales tomaron el camino de la reivindicacin tnica, ya que hubo (y hay)distintos caminos para quienes forman parte de esta elite. Vuelvo entonces a la definicin inicialde intelectual indgena, como alguien que cumple una funcin especfica, para distinguirlo deaquellos profesionales de procedencia indgena, cuya opcin no necesariamente ha sido lanegacin de este origen o de su diferencia, pero que definitivamente no actan en el espaciopblico a partir de ella.

    19 Bello, A. (1997:23-24).20 Serrano, S. (1994).21 Alianza Nacional de Profesionales Indgenas Bilinges-ANPIBAC, hemeroteca de semanario Proceso,

    s/f.

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    3) UN ACTOR HETEROGNEO: MODALIDADES E INSTALACIONES

    La revisin de los contextos es un ejercicio indispensable que al intelectual le permitehistorizar las relaciones que su comunidad establece o ha establecido con el Estado, las eliteso los sectores populares. Por lo tanto, es posible afirmar que el intelectual es una configuracinhistrica, cuya trayectoria latinoamericana ha sido seguida por ngel Rama con la metfora dela ciudad letrada. Este inters tambin est presente en los trabajos de quienes han continuadoesta temtica en Chile, como Carlos Ossandn, Sol Serrano y Eduardo Devs, entre otros.Estos contextos generan las condiciones de produccin y la modalidad de intelectual predomi-nante en cada uno. Siguiendo a Hctor Concha, podemos ejemplificar con el caso del intelectualmilitante de los aos sesenta y setenta, en cuyas interpretaciones de la sociedad predominaronlos conceptos de dependencia e imperialismo, o la del intelectual consultor, que aparece enlos ochenta y se encuentra en plena vigencia todava, posibilitado por el mecenazgo delmercado en la era del neoliberalismo22. Son figuras que caracterizan pocas, pero que a suvez coexisten con otras. El intelectual militante coexisti por ejemplo con el intelectual crtico,poco favorecido en las condiciones de hoy pero que sin embargo no ha desaparecido (an) dela escena latinoamericana.

    Los intelectuales indgenas no estn ni tienen por qu estar al margen de estosprocesos. Su aparicin no hizo ms que confirmar la historicidad de la ciudad letrada, democra-tizada a pesar de las elites decimonnicas con la entrada en escena de sujetos hasta entoncessubordinados, que haban permanecido en los bordes de los proyectos nacionales (los indios,los pobres, las mujeres). Desde los aos ochenta los cuadros de intelectuales indgenas sehacen ms visibles, en medio de sistemas educativos de mayor pluralidad y descentralizadospor las actividades del mercado (de lo que Chile es un ejemplo temprano y radical), que acosany reducen el peso de la educacin pblica. Los intelectuales indgenas tratan de sacar partidode las nuevas condiciones, las que privilegian la diferencia, accediendo principalmente ainstituciones perifricas y alternativas, aunque no dejen de tener presencia en las institucionesms tradicionales, ya sea como estudiantes de pre y postgrado, o en calidad de acadmicos,aunque esto ltimo con menor frecuencia. Pero, como se dijo, es en las primeras dondedesarrollan los proyectos ms interesantes, con financiamiento pblico o privado, este ltimoproveniente de diversos lugares, entre ellos, agencias de cooperacin internacional, organis-mos del mismo tipo, incluso el Banco Mundial y la empresa privada.

    Todo este proceso, unido a la paulatina complejizacin del grupo, en el que seencuentra representado un nmero cada vez mayor de reas del conocimiento, est redun-dando en la presencia creciente de indgenas en la educacin superior de pre y postgrado.Esto nos permite distinguir al menos tres modalidades de intelectuales indgenas, todas ellas detipo orgnico o semi-orgnico, como lo definimos en la primera parte, pero con lugares deenunciacin distintos.

    La primera es aquella que ha predominado desde el perodo de los precursores(primera mitad del siglo XX), nos referimos con esto al intelectual dirigente, aquel que ocupa un

    22 Concha, H. (2000).

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    lugar de peso en la conduccin de las organizaciones y cuyo discurso no puede disociarse delque pertenece al colectivo mayor constituido por los miembros de su organizacin. La gravita-cin de este tipo de intelectual ha crecido en importancia con el ciclo de movilizaciones indgenasque se inici en Amrica Latina durante los aos ochenta, y por lo general son ellos quienes senos vienen a la memoria cuando se menciona al grupo genricamente, por su presencia en losmedios de comunicacin y por la evidencia de su competencia poltica. Nos referimos a lderescomo Luis Macas o Luis Maldonado del Ecuador, Vctor Hugo Crdenas, que alcanz lavicepresidencia de Bolivia, y ms recientemente Evo Morales o Aucn Huilcamn en Chile, pormencionar algunos.

    La segunda corresponde al intelectual indgena profesional. Su surgimiento guardauna estrecha relacin con la tendencia social que identific Gramsci a principios del siglo XX,referida a la incrementacin de los grupos de intelectuales y su paulatina especializacin, alritmo del desarrollo capitalista y de la sociedad de masas. En el caso del intelectual indgenaprofesional2 3, hablamos de personas altamente competentes en algn rea de la economa, lagestin, el derecho y las comunicaciones, profesionales y tcnicos de formacin universitariaque desempean funciones relevantes en las organizaciones tnicas a las cuales asesoran ointegran de manera permanente. Sera largo enumerar sus aportes, pero su funcin en losmovimientos indgenas no se remite a ellos pues se trata de un sector de intelectuales dinmico,que no slo presta apoyo y servicios sino que ha emprendido la creacin de sus propiosespacios, entre ellos, colectivos, centros de documentacin, oficinas de asesoras a la poblacinindgena y proyectos editoriales de corte etnopoltico. Nos conformamos con mencionar elmbito donde ms se ha hecho sentir su presencia, nos referimos al de las comunicaciones,cuyo desarrollo vertiginoso en los aos noventa permiti una instalacin ms permanente en elespacio pblico, disputando las versiones oficiales de la informacin. Mario Bustos, intelectualquechua y Director del Departamento de Comunicaciones de la Confederacin de Nacionali-dades Indgenas del Ecuador (CONAIE), sostiene que uno de los mayores aportes de indge-nas con formacin profesional como la que l posee2 4, ha sido otorgar una dimensin poltica ala comunicacin. En trminos similares se plantea Pedro Cayuqueo, periodista y editor del sitioweb Kolectivo Lientur, relatando que el origen de este proyecto fue la carencia de una polticacomunicacional en el movimiento mapuche de Chile2 5.

    23 Usamos el trmino profesional sin la carga negativa que le imprime Edward Said y que nosotroscompartimos atenindonos a la clasificacin que l realiza entre los intelectuales de fines del siglo XX,donde distingue entre amateur -o francotirador que dispara al poder- y el profesional que vende susservicios al mejor postor desentendindose de los usos posteriores de su conocimiento (el extremobrutal de la consultora). La militancia y el compromiso del intelectual indgena profesional que distinguimosen este ensayo, marca una diferencia fundamental con la actitud del profesionalismo que preocupa aSaid, la cual define en los siguientes trminos: profesional: no causando problemas, no transgrediendolos paradigmas y lmites aceptados, hacindote a t mismo vendible en el mercado y sobre todopresentable, es decir, no polmico, apoltico, objetivo (1996b:82).

    24 Mario Bustos cuenta a la fecha con dos postgrados: uno de ellos en Comunicacin y Desarrollo(Universidad Andina Simn Bolvar) y el otro en Diversidad Cultural (Instituto de Antropologa e Historia,Mxico). Entrevista concedida a Daniel Mato, Quito, Ecuador, 13 de junio de 2001.

    25 El Kolectivo Lientur (www.kolectivolientur.cl) fue creado el ao 2001 por un grupo de estudiantes deperiodismo en la ciudad de Temuco. Pedro Cayuqueo, entrevista concedida a la periodista ValeriaGallardo, 12 de julio de 2004.

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    La presencia indgena en Internet ha sido uno de los mayores logros de este desa-rrollo comunicacional, el cual no habra sido posible sin el trabajo de este tipo de intelectualesque permitieron, a mediados de los noventa, que fueran los propios movimientos los queadministraran pginas web hasta entonces creadas y administradas desde Estados Unidos yEuropa por Ongs y simpatizantes, lo cual les permite en la actualidad no solamente difundir susluchas y la causa de los derechos indgenas, sino adems establecer redes con otros movi-mientos del continente americano y captar recursos para su funcionamiento2 6. Jorge PedrazaArpasi, aymara del Per y profesor de matemtica y telecomunicaciones, comenta las razonesque lo llevaron a crear la pgina web Aymara UTA en 1994:

    Construir y mantener este sitio es un trabajo voluntario que realizo con varias moti-vaciones. Una de ellas es tributar una pleitesa justiciera a la memoria de mis achachilasLupaqas, a mis familiares y parientes aymaras del altiplano del Titicaca que tanempobrecidos y marginados se encuentran dentro de las sociedades boliviana, pe-ruana y chilena.2 7

    Como sostiene acertadamente Daniel Mato, no cabe duda que estamos frente aprcticas intelectuales, no de tipo acadmico ni remitidas exclusivamente a la escritura, pero enlas que existe un desarrollo de aproximaciones analticas a la cuestin indgena, nacional ymundial2 8. Esto ha derivado en la creacin de espacios donde se complementan estas posicio-nes con la capacidad profesional, en los cuales tienen cabida tanto el intelectual dirigente comoel intelectual crtico. Se trata de lugares complejos, que permiten la transicin de una modalidadde intelectual a otra, por ejemplo, en la prensa indgena y en los sitios web sus miembrosfundadores se perfilan como un intelectual crtico que analiza la contingencia e interpela al poderdesde el rol de columnista2 9.

    La tercera modalidad tambin es reciente y menos visible frente a la espectacularidadde los movimientos. Me refiero a un tipo de intelectual crtico que busca espacios de autonoma,que investiga y produce discurso desde una disciplina del conocimiento (los intelectuales de altorango o creadores que distingue Gramsci). Desde esta posicin se introducen en la poltica y suapoyo o incluso militancia en los movimientos no implica una fusin ideolgica con ellos. Esto lespermite situarse en el espacio pblico en tanto autor, con un nombre y un apellido3 0, lo queindica su pertenencia al campo intelectual configurado con la modernidad3 1 y, de manera msespecfica, a una cierta comunidad disciplinaria. Esta pertenencia no puede ser obviada almomento de analizar su produccin, por mucho que su escritura coloque en un primer plano el

    26 Bustos, M. (2001).27 Jorge Pedraza Arpasi, pgina de presentacin de Aymara UTA en internet.28 Mato, D. (2002).29 En Chile, es el caso de Pedro Cayuqueo, del Kolectivo Lientur y de Wladimir Painemal, del peridico

    Azkintuwe.30 Por lo general, cuando se habla de intelectuales indgenas no se repara en matices de este tipo, que a

    nuestro juicio son de la mayor importancia para entender la escritura de este segmento. En Chile quienlo ha detectado es lvaro Bello (2003), con quien no compartimos algunas premisas de anlisis peroa quien cabe el mrito de ubicar el surgimiento de posiciones ms autnomas entre los intelectualesmapuches a partir de la segunda mitad de los aos noventa.

    31 Bourdieu, P. (2000).

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    compromiso poltico, pues se atiene a las reglas y mecanismos de legitimacin de su disciplina,excepto cuando el ensayo es un texto elaborado como proclama, pero incluso en estos casosse advierte un lugar de enunciacin distinto, al sostener argumentos en los cuales se ponen demanifiesto competencias intelectuales de otro tipo3 2.

    La valoracin positiva que hacen estos intelectuales de su distancia crtica los asimilaa la figura del intelectual amateur que identifica Said, denominacin que utiliza para oponerlo (yoponerse) al consultor profesional que hace causa comn con el neoliberalismo. Al contrario,ste no rehuye el compromiso ni la poltica, por lo cual su anlisis no se restringe a su disciplinani a lenguajes formalizados (engaosamente objetivos), sino que hace de su formacin unpunto de partida para un trabajo intelectual que aborda tanto el presente como el pasado, tantola poltica como la cultura. Siguiendo con Said, un amateur o francotirador cuyo apoyo a unacausa (que en este caso es su causa) no le impide dirigir crticas hacia quienes la representan,provocando debate y controversia en el seno de los movimientos indgenas.

    Al igual que los anteriores, este tipo de intelectual desarrolla su accin en el espaciopblico, pero las formas de intervencin en l son distintas. Lo pblico es el lugar donde elintelectual indgena crtico elabora sus representaciones, las cuales enfatizan en la dimensincultural y en una temporalidad profunda, a travs de un soporte que se erige como el vehculoprivilegiado para su difusin: la escritura. Esta preferencia, unida estrechamente a la pertenen-cia de estos intelectuales al campo intelectual (conflictiva como veremos), determina esa inter-vencin peculiar que mencionamos al principio de este prrafo. Nos referimos a la elaboracinde ensayos, artculos, monografas y libros, y a su publicacin a travs de algunas editoriales,de autoediciones (a travs de fundaciones y Ongs), en peridicos, revistas y pginas web, locual implica su circulacin y recepcin por parte de un pblico ms amplio que el de los gruposindgenas (en muchos casos la posibilidad de su lectura es muy restringida entre ellos). Sonformas de intervencin pblica concretas, que poseen una fuerte connotacin poltica, pues noaspira nicamente a provocar debate al interior de sus reas del conocimiento, ni a refugiarseen la objetividad de las disciplinas (por lo menos en las definiciones cientificistas de stas). Alcontrario, son obras que tienen como punto de partida el compromiso y la identificacin del autorcomo parte de un segmento dominado de la poblacin.

    A estas formas de intervencin se subordinan otras como conferencias, entrevistas yacciones de activismo poltico, todas ellas posibles por una produccin de conocimiento quetiene su primera expresin en la escritura. Un tipo de conocimiento moderno al que hanaccedido algunos miembros de los grupos indgenas, el cual les estaba vedado hace algunasdcadas. Se trata de una versin diferenciada al interior de la modernidad, que establece unarelacin particular entre sta y la cultura tradicional, buscando incansablemente establecer lacontinuidad con ella, por lo menos al nivel de su propia existencia. Un tipo de conocimiento que

    32 En el caso mapuche, esto se aprecia en la seguidilla de respuestas a las declaraciones provocadorasdel historiador Sergio Villalobos a la prensa en mayo del ao 2000. Entre ellas, Jorge Calbucura(Araucana dilema ancestral), Marcos Valds Wekull (A propsito de errores ancestrales y desacier-tos contemporneos: una respuesta posible a Villalobos), Arauco Chihuailaf (Condena y animosidadde clase hacia la lucha mapuche por la tierra) y Jos A. Marimn (El nacionalismo asimilacionistachileno y su percepcin de la nacin mapuche y sus luchas).

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    es individual en primera instancia, pero que aspira a la representacin de un colectivo histricoque ha sido despojado y dominado, que busca incidir en la sociedad mayor y promovercambios en ella3 3.

    4) LOS LUGARES DEL INTELECTUAL CRTICO

    Hasta aqu, el recorrido de nuestro anlisis ha tenido como uno de sus objetivossealar la heterogeneidad de este segmento de profesionales e intelectuales indgenas. En loque sigue nos concentraremos en la modalidad del intelectual crtico, nombre que no nossatisface plenamente pero que mantendremos para distinguirlo de las otras modalidades sea-ladas.

    Con frecuencia encontramos menciones de los intelectuales indgenas como portado-res de un conocimiento distinto e incluso opuesto al conocimiento occidental, cuyas prcticasintelectuales seran alternativas y desarrolladas lejos de instituciones tradicionales como lasuniversidades. Aunque se trata de una representacin casi de sentido comn, vale la penamencionar a un intelectual de peso como el venezolano Daniel Mato, quien en el estudiointroductorio del libro que l mismo compila y que lleva por ttulo Estudios y otras prcticasintelectuales latinoamericanas en Cultura y Poder (2002), no niega la relacin de los intelec-tuales indgenas con la escritura e incluso con la academia, pero enfatiza el afuera y latransgresin de este lmite con el objetivo de sustentar la crtica a la visin ms comn delintelectual como investigador y acadmico (que l denomina representacin hegemnica).Sin embargo, y como resultado de nuestra aproximacin al tema, podemos concluir que afirma-ciones de este tipo responden a un deseo ms que a una realidad en los tiempos que corren (eldeseo de lo alternativo a y contrario a que a menudo se deposita en lo indgena) y aunqueel tipo de prctica a la que apunta Mato contina desarrollndose con plena vigencia, laheterogeneidad de la cual intentamos dar cuenta en el apartado anterior impide homogeneizarcon la etiqueta de lo externo y alternativo la totalidad de las prcticas que actualmente desarro-llan los intelectuales indgenas. Justamente, la figura del intelectual indgena crtico impide talgeneralizacin, tensionando esa representacin al introducir una serie de elementos nuevosque hacen ms complejo este fenmeno, corroborando el carcter historizable de este sujeto,y del cual nosotros buscamos dar cuenta. Se trata, en definitiva, de entender una prcticapoltica desde lugares e instrumentos que en lneas de anlisis como la sealada, son indicadoscomo contrario a lo indgena: la escritura, la investigacin, las publicaciones, las disciplinas y laacademia.

    33 Objetivos en los cuales radica el carcter poltico de un intelectual crtico inevitablemente cercano a unacausa social, como lo es para Said el intelectual francotirador, figura que utiliza para retratar su propiatrayectoria de intelectual comprometido con el pueblo palestino (1996b). Sobre este tipo de accinpoltica, sus beneficios y costo, sostiene: Todos y cada uno de los intelectuales que trabajan de oficioen la articulacin y representacin de determinados puntos de vista, ideas o ideologas aspiranlgicamente a que el resultado de su trabajo sea eficaz en una sociedad () desde el momento mismoen que publicas ensayos en una sociedad has entrado a formar parte de la vida poltica; por eso, si noquieres ser poltico, no escribas ensayos o pronuncies conferencias (1996b:114-115).

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    El intelectual crtico indgena, cultor de una disciplina del conocimiento y a vecesacadmico, lejos de despertar sospecha, es, segn hemos podido comprobar, altamente valo-rado por los movimientos. No slo por tratarse de personalidades que han ascendido social-mente sosteniendo una identidad tnica, sino porque han trazado un camino que hasta ahorano haba sido explorado. As se aprecia en el caso boliviano, donde no parece mediar purismocultural alguno cuando se reconoce a uno de los intelectuales aymaras ms importantes:Roberto Choque Canqui, precursor de los historiadores aymaras comprometidos con la res-tauracin del Tawantisuyu y, a la vez, miembro de la Academia de Historia de su pas.

    Esperamos que el Jilata Historiador Roberto Choque siga produciendo como lo hahecho hasta el presente y las vicisitudes de su vida sirva para que muchos Aymarasno desmayen en su formacin y contribuyan con una piedra ms para la restauracinde nuestro Qollasuyo-Tawantinsuyu: Jallalla Dilata Hstoriador Roberto ChoqueCanqui.3 4

    Estos niveles de consagracin no son frecuentes, pero muestran que la instalacinacadmica no es obstculo para ser considerado parte de un proyecto poltico indgena. Astambin, entre los mapuches de Chile se reconoce el aporte de la dispora3 5 en la articulacinde un proyecto propio tras la derrota de la Unidad Popular3 6.

    Entre estos intelectuales y aquellos que mencionamos anteriormente, se dan referen-cias cruzadas, principalmente con los dirigentes. Los lderes valoran la produccin de unconocimiento disciplinario desde los indgenas y los intelectuales crticos reconocen la legitimi-dad de su liderazgo. Hay, con todo y derivado de la posicin que unos y otros ocupan,disidencias. Por ejemplo, Carlos Mamani Condori, historiador aymara de Bolivia, escribi enenero de 2003 dos ensayos en los que se expresan estas tensiones: Indios en la diplomaciaboliviana? y Los asesores, este ltimo un texto breve y agudo, en el que trata el tema de losequipos profesionales e intelectuales que asesoran a lderes como Evo Morales, la mayora deellos no indgenas. Esta situacin lleva a Mamani a reparar en dos cosas: la primera es que noexistiran motivos para suponer que no se va a repetir la utilizacin histrica de que han sidoobjeto los movimientos indgenas; la segunda es ms bien una pregunta, que lo incluye a lmismo como destinatario:

    Qu pasa con el rol de intelectual indgena? O es que simplemente no existe estesujeto colectivo? Considero muy seria la cuestin, por cuanto todos nuestros esfuer-zos pueden convertirse en insumos necesarios para propuestas que finalmentesiempre sean lideradas y gestionadas por los qaras, que como en tiempos deJenaro tienen a un cautivo y cautivado Evo Morales. El mismo Vctor Hugo Crde-nas, siendo intelectual l actu de la misma forma.3 7

    34 Biografa en revista La voz del Cndor, s/f.35 Se denomina con este nombre a los mapuches que viven fuera del territorio histrico, un concepto que

    inaugur Pedro Marimn en 1993. En este caso, los autores se refieren a esa parte de la dispora quese encuentra fuera de Chile, principalmente Europa y Estados Unidos, cuyo origen se encuentra en elexilio que practic la dictadura militar.

    36 Lincolao, G. y Ruz, C. (2000:421).37 Mamani, C. (2003a).

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    Tambin se puede sealar el caso de Jos A. Marimn, quien desde Denver, Esta-dos Unidos, manifiesta discrepancias de fondo con las organizaciones mapuches msconfrontacionales con el Estado chileno, principalmente con el Consejo de Todas las Tierras ysu dirigente Aucn Huilcamn, a quien cuestiona su legitimidad por la pugna partidaria que loerigi como lder (un origen que para este autor sera ajeno al mundo mapuche)3 8. PeroMarimn no es el nico, ya que otros intelectuales tambin polemizan con las organizaciones apartir de argumentos que cuestionan la estrechez de las demandas histricas del movimientomapuche, esto a la luz de una lectura nacional mapuche que toma cada vez mayor cuerpo ensus discursos:

    ...es bastante notable hacer ver un dato frecuentemente soslayado por gran partede los activistas Mapuche contemporneos, integrantes del movimiento formal quemencionbamos: las actuales comunidades Mapuche (o ms bien lo que queda deellas) en sus lmites geogrficos, tal cual afirmamos ms atrs, no son otra cosa quelos residuos del antiguo Pas Mapuche. Entonces, las actuales demandas, en suplena legitimidad, son slo inaugurales a la hora de empezar siquiera a interrogar-nos acerca de la idea de un Territorio Mapuche posible.3 9

    Esta distincin -pertinente para nuestro anlisis- puede conducir a distanciar demanera excesiva ambas modalidades, ocultando uno de los rasgos ms interesantes delintelectual al que hemos llamado crtico. Nos referimos a sus mltiples instalaciones, en lascuales la universidad es apenas una de ellas. Partamos por aqu.

    La llegada de los indgenas a la universidad corona una historia de demandas deestos sectores por el acceso a la educacin y, aunque se enmarca en los procesosdemocratizadores que experimentaron las sociedades latinoamericanas durante el siglo XX,segn vimos ms arriba, no se puede entender solamente como una concesin hecha porquienes son o fueron los detentores del poder. Es tambin el resultado de la presin social, queen algunos pases tom la forma de movilizaciones masivas, en las cuales los indgenas partici-paron ampliamente, como fue el caso de Bolivia con la revolucin del ao 1952, permanente-mente trada a la memoria por los intelectuales aymaras y quechuas. Esta llegada representatambin el afn por estar dentro, por transgredir ese borde al cual fueron confinados desde elinicio de las repblicas.

    Aunque los intelectuales indgenas no dejen de tener sospechas de la universidad,por la posicin estratgica que sta ocup en los proyectos nacionales que los excluyeron, lamisma no es demonizada ni rechazada como un lugar de accin posible. Apreciacin permitidapor un factor histrico clave: el peso cada vez menor de la universidad en el ejercicio del poder,ya sea por parte del Estado o de las elites (desde luego, en comparacin con el siglo XIX ybuena parte del XX).

    38 Marimn, J. (1995).39 Ancn, J. y Calfio, M. (1999).

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    En el caso de Bolivia, donde en los planteles universitarios aumenta el nmero deacadmicos indgenas, esta instalacin est produciendo ciertas modificaciones al interior de lasinstituciones respectivas a partir de la incorporacin de temticas indgenas: cursos, proyectosde investigacin, hasta programas lingsticos y educacionales que tienen como destinatarios alos propios estudiantes de estos planteles, un gran porcentaje de ellos indgenas. Se trata deiniciativas en las que han participado acadmicos no indgenas, los que desde posiciones msconsolidadas suelen facilitar las condiciones para que esto ocurra. Se puede citar el caso dellingista aymara Juan de Dios Yapita en la Universidad Mayor de San Andrs en Bolivia, quese incorpor a ese plantel en los aos setenta participando en la creacin de la carrera delingstica e idiomas, a cargo de la especialidad de lingstica aymara y quechua, a fines de esadcada4 0. Otro ejemplo es la creacin, en 1994, del Instituto de Estudios Indgenas (IEI) en laUniversidad de la Frontera en Chile, donde varios intelectuales mapuches cumplen funcionescomo investigadores y docentes4 1.

    Algunas universidades ecuatorianas tambin han experimentado transformacionesque marcan la pauta de lo que puede significar la presencia de los intelectuales indgenas en suseno4 2. De ah que no corresponda establecer una asociacin necesaria entre universidad,poder (estatal) y conocimiento occidental (este ltimo frecuentemente usado como sinnimo deeurocentrismo), como la que por momentos establece lvaro Bello en un ensayo por lo demsexcelente, pero que en este punto parece perder lucidez, pues pasa por alto el hecho de quela universidad actual no es la slida institucin del siglo XIX sino el locus de una crisis que nadiesabe a ciencia cierta dnde ir a parar. Tampoco parece pertinente hablar de sociedadesindgenas que se apropian de un espacio que les sera ajeno culturalmente, pues si bien losintelectuales y la poblacin indgena en general constituyen un componente diferenciado ysubordinado al interior de los Estados nacionales, a estas alturas sera impropio suponer que sutrayectoria durante los ltimos dos siglos ha sido opuesta o paralela al desarrollo de la moder-nidad en Amrica Latina4 3.

    Pero la pertenencia de estos individuos al campo intelectual y el cumplimiento de susnormas de validacin (docencia, investigacin y presentaciones a congresos de las disciplinas)no consumen la totalidad de sus energas. Por el contrario, el proyecto intelectual y poltico quelos inspira multiplica sus mbitos y posibilidades. Es tambin el que los lleva a no conformarsecon la auto-reproduccin de un campo en el que tampoco detentan hegemona, pues se trata delos recin llegados, como los denomina Bourdieu, esto es, de nuevos actores cuya presenciagenera tensiones con quienes ya se encuentran instalados4 4. El historiador Carlos Mamani nos

    40 Currculum de Juan de Dios Yapita en Aymara Net, sitio web dirigido por el historiador aymara WaskarAri, seccin Acadmicos.

    41 Bello, A. (2003:91).42 Alta, V. (1998:19-21).43 Hay que decir que Bello hace un anlisis ms matizado de lo que supone esta crtica (reconoce la

    prdida de centralidad de la universidad y la relacin conflictiva de la poblacin mapuche con lamodernidad) pero responde a un esquema de anlisis binario sustentado por la teora del control culturalelaborada por el antroplogo mexicano Guillermo Bonfil, la cual supone dos polos culturales, opuestosy poseedores de lgicas culturales diametralmente distintas.

    44 Con esto el socilogo francs se refiere a las jerarquas y relaciones de poder que dominan los campos,en este caso el campo intelectual, las cuales se ven amenazadas con la llegada de sectores que nohaban tenido una presencia importante en l, como las etnias, las mujeres y las minoras sexuales(2000:92, 93 y 118).

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    sirve una vez ms de ejemplo, pues aunque no se pronuncia contra la universidad ni contra lacomunidad de los historiadores, s desliza crticas hacia los estudiosos de lo indgena, como llos denomina:

    ciertamente que se ha formado una comunidad de intelectuales indgenas, particu-larmente Aymaras que llevan en alto su identidad. Sin embargo este fenmeno apesar de su innegable presencia es desconocido por los reportes de antroplogos yotros estudiosos de lo indgena, y este encubrimiento es problema de celos profesio-nales, se resisten a aceptar como colegas a los indgenas, aunque s trabajan perma-nentemente con los llamados tcnicos para sus encuestas y sus entradas a las comu-nidades indgenas.4 5

    Un dardo certero y del que habr que hacerse cargo

    A nuestro juicio, su multiplicidad constituye uno de los rasgos ms interesantes deestos intelectuales, la que no excluye a quienes han alcanzado puestos elevados en lasuniversidades. El caso de Virginia Alta es notable, pues se trata de una persona que lleg a serSecretaria General de la Universidad Andina Simn Bolvar Sede Ecuador, lugar desde el quecre redes y lazos para difundir la temtica indgena en la regin. En un artculo titulado Lasuerte de los pueblos indgenas: un asunto de todos, relata casi ingenuamente el desplieguede sus actividades en uno de los espacios ms canonizados del mundo acadmico:

    Para ello, se plante la creacin de una Ctedra sobre Pueblos Indgenas enAmrica Latina, cuya primera actividad es este Coloquio, para el que hemos contadocon el comprensivo auspicio del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indgenasde Amrica Latina y el Caribe, la UNESCO, la ILDIS, la ALAI y el Centro Abya-Yala,con quienes hemos compartido la compleja tarea de organizacin, justamente en elmarco del Congreso de Americanistas, con cuyos responsables hemos podido coor-dinar fructferamente la realizacin del evento.4 6

    Los antecedentes de los intelectuales aymaras y quechuas constituyen una pruebade esta afirmacin, pues sus currculos indican claramente esta diversidad de lugares4 7. Enesos documentos se distinguen secciones en que la accin social y el activismo poltico ocupanel mismo nivel de importancia que las actividades de tipo acadmico; en otros casos, la equipa-racin lleva a sus autores a unirlos bajo la misma categora. El citado Carlos Mamani rene enel tem Participacin en eventos congresos internacionales de Arqueologa, Antropologa,Etnohistoria, LASA, etc, con foros indgenas, cumbres sociales y reuniones de trabajo en lasNaciones Unidas. Otro tanto ocurre con el lingista Flix Layme Pairumani, en cuyo currculumcomparten espacio ponencias en congresos acadmicos (como el 46 Congreso de Americanistas)con charlas en organizaciones indgenas y campesinas. Al parecer, ese paso por organizacio-

    45 Entrevista a Marina Ari, de Aymara Net, Cochabamba agosto de 1993.46 Alta, V. (1997).47 Publicados en las pginas web de las universidades, organizaciones e instituciones educativas en que

    trabajan.

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    nes y fundaciones constituye un antecedente relevante para la evaluacin de su desempeoacadmico (los comentarios de acadmicos norteamericanos y europeos se detienen no sloen la obra sino tambin en este compromiso)4 8.

    La continuidad entre estos espacios es otra de sus caractersticas, pues la investiga-cin disciplinaria desarrollada en la academia aparece enmarcada en un proyecto mayor dedescolonizacin que incorpora el activismo social y poltico. As presenta el historiador PabloMarimn su trabajo sobre la demanda por educacin de los mapuches en Chile durante el sigloXX, una investigacin que cumple con el rigor metodolgico de la disciplina en que fue formado-a historia- pero que a la vez se encuentra situada desde un yo mapuche que es tanto individualcomo colectivo:

    El tema abordado se inspira en el convencimiento de que todo proceso de liberacin-y por tanto de descolonizacin cultural- debe partir por la reafirmacin y actualiza-cin de la cultura propia (). Este estudio pretende, en forma muy modesta, constituirun aporte a quienes diseen los futuros programas de educacin bilinge intercultural,y tambin una fuente para los cercanos historiadores mapuche.4 9

    Sera muy limitado entonces sostener que el fenmeno de la intelectualidad indgenatranscurre nicamente al interior del campo intelectual, de sus instituciones y normas de valida-cin, an cuando su presencia en l sea cada vez mayor. Existen otros circuitos tanto o msimportantes, que no se oponen al anterior pero que amplan sus posibilidades de accin, ya seaen poltica o para satisfacer necesidades de investigacin que todava no se encuentran cubier-tas por las universidades tradicionales, motivo por el cual muchos han emprendido la creacinde fundaciones, institutos y centros en los que desarrollan nuevos aspectos de su labor. As hansurgido varios centros de documentacin mapuche en Chile y en el extranjero, o el Centro deEstudios Aymaras y el Taller de Historia Oral Andina en Bolivia, espacios donde al contrario delo que ocurre en la academia, el conocimiento disciplinario queda expresamente subordinadoal proyecto etno-poltico:

    El Taller de Historia Oral Andina (THOA) es un grupo de trabajo conformado porinvestigadores indgenas aymara-qhichas, constituido entre 1983-1984 bajo el obje-tivo de investigar, difundir y revitalizar la cultura, la historia y la identidad de lospueblos indgenas ()La historia oral constituy para el THOA, el mejor camino para reconstruir la historiadel pueblo indgena distinta de aquellas que la conceban como la otra cara. Elconocimiento de la propia historia conllev a un activo proceso de refortalecimientode la identidad.5 0

    48 Estos comentarios tambin tienen lugar en estos currculos.49 Marimn Quemenado, P. (1997:133).50 Sitio internet del THOA, pgina de presentacin.

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    La continuidad entre los lugares que habita el intelectual crtico crea circuitos en losque el activismo poltico, la investigacin y la produccin intelectual se encuentran estrechamen-te unidos. Esto les permite formar parte de un espacio todava ms amplio, generado enconjunto por todos los actores de la emergencia indgena. En dicho espacio se reconocen ydifunden lo que saben a travs de publicaciones independientes (revistas, libros, compilaciones)y de la comunicacin electrnica que acerca sitios geogrficamente lejanos. Se trata de circuitosnacionales, continentales e intercontinentales, que tienen en internet su lugar privilegiado debi-do a la transterritorialidad y simultaneidad temporal que este medio permite5 1 y de la cual losmovimientos indgenas han sabido obtener beneficios.

    Ya finalizando, podemos decir que la instalacin en la universidad no es contradictoriacon el formar parte de este circuito complejo, que parece imponerse como la instancia msimportante de validacin, pues en l los intelectuales indgenas crticos comparten espacio conlas organizaciones y movimientos que reconocen su calidad disciplinaria tanto como el aportepoltico de su obra.

    5) REFLEXIONES FINALES

    Considerar a los intelectuales indgenas como un actor diferenciado al interior delciclo de movilizaciones que inici este sector de la poblacin a fines de los aos setenta, implicauna opcin por entender este proceso histrico desde las transformaciones que han experi-mentado los grupos indgenas en el ltimo siglo.

    En la primera seccin de este artculo se defini lo que entendemos por intelectualindgena, lo que supuso un recorte conceptual respecto de la elite que se conform con losprocesos de modernizacin, integrada por profesionales de distintas reas del conocimiento.Siguiendo a Gramsci, sostuvimos que la diferencia se encuentra dada por la funcin de intelec-tual indgena que algunos de ellos asumen, distinguindolos del profesional e intelectual deprocedencia indgena. Esta funcin consiste en la construccin de un discurso propio y en elensayo de una reflexin que tiene como destino la articulacin de un proyecto histrico para losgrupos indgenas y los Estados nacionales en los que ellos se encuentran insertos.

    Con el objetivo de reflejar la complejidad y diferenciacin que se est produciendo alinterior de estos grupos de intelectuales, distinguimos tres modalidades: el intelectual dirigente,el intelectual profesional y el intelectual crtico, las que sin ser opuestas, constituyen en laactualidad lugares de enunciacin distintos. La tercera modalidad representa hasta el momentoel punto ms alto de la especializacin.

    La presencia de un intelectual indgena relativamente autnomo y crtico en la escenaintelectual latinoamericana significa la llegada de los indgenas a lugares impensados por y paraellos durante el siglo XIX y buena parte del XX. Sin embargo, su aparicin en lugares como launiversidad no se ha hecho sin tensiones, entre ellas la resistencia por parte de quienes han

    51 Cuadra, A. (2003).

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    monopolizado hasta hoy dichos espacios. Al mismo tiempo, son ellos quienes han retomado conmayor profesionalismo el proyecto establecido en la Segunda Reunin de Barbados, subordi-nando el conocimiento disciplinario al objetivo de la descolonizacin cultural, entendida desdeentonces como una condicin necesaria para la liberacin poltica.

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