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  • Museum Internacional

    No 201 (Vol LI, n 1, 1999)

    Conservacin preventiva

  • No 1,1999 N D I C E

    Editorial 3 -

    Documetzto especial- 4 La conservacin preventiva: simple moda pasajera o cambio Conservacin preven tiva trascendental? Ga1 de Guichen

    7 Una estrategia de formacin para la conservacin preventiva Magdalena fi-ehs

    1 1 El Plan Delta: una operacin de salvamento a escala nacional M. Kirby Elley JE

    ~a conservacin preventiva cotidana: el Museo Antoine Vivenel de Compigne Eric Blaizchego rge

    Quin vela por el patrimonio cultural? La conservacin en el contexto contemporineo Carole Milner

    1 6

    22

    2 8 La documentacin al servicio de la conservacin: una experiencia de formacin en frica AlaiZi3.z Godo!o?Zou

    3 3 La hncin del restaurador en la conservacin preventiva Elonore Kissel

    40 El gua profesional: establecer puentes entre la conservacin y el turismo Felicitas VZ-essiztg

    Implicar al pblico: un nuevo enfoque de la educacin para la conservacin Robem Nadi

    44

    Evento 5 1 Un conquistador en el mundo del arte: Thomas k e n s del Guggenheim Michael Kimmelmaa

    Perfil 5 6 El museo del verdugo Jacpes Lzicchesi

    Secciones 62 Foro

  • OBTETOS ROBADOS I J I

    Pintura de tcpiica niixta sobre un panel de madera, de Lucas Cranach elkfayor, que representrr la cmcijxin de Cristo entre los dos ladrones. Fechado en 1515 yjnnado con k z irnagen de una serpiente en h parte i7Zferior izquierda, el cuadro mide 55 x 33 crn. Fue robado en 1345 de un museo en Gotha, Alemania. Niinzero 301 1 en el inventario del ?nuseo. (Refermcia OA 32-218-U31136/37 Interpol Wiesbadeu)

    Foto cortesa de ln ICPO-Secretmiado General de la Interpol, Lyon, Francia. Si bien el Secretariado GeneraLprejiere no publicar avisos acerca de obras de izrte cuyo derecho de posesin es disnitidopor uno o rnhpaes (por ejemplo: obras de arte desaparecida durante la Segunda Guerra klundial), ha decidido publicar esta nota porque el organismo solicitante (NCB) ha dedarad0 que ignora la simacin de la propiehd

    ,

    2

  • Editorial

    De modo lento pero seguro, la expresin conservacin preventiva)) se ha ido incorpo- rando desde el decenio de 1970 al vocabulario cotidiano de los profesionales del museo. Nadie discute hoy este concepto, acufiado para responder a la conviccin cada vez ms clara de que la restauracin de los objetos deteriorados no sirve para nada si no se modi- fican las condiciones causantes de ese deterioro, pero todava debe integrarse como planteamiento general y fundamental en la prctica musestica diaria. Esta expresin, que implica las ideas bsicas de anticipacin y trabajo en equipo y la capacidad de consi- derar el museo como una entidad holstica, ha invalidado muchos mtodos tradicio- nales de administracin de los museos y de la formacin profesional correspondiente.

    Como se pone claramente de manifiesto en este nmero, esta tendencia ha cobrado un impulso considerable y no hay posibilidad de vuelta atrs, ya que si en medicina es mejor prevenir que curar, lo mismo cabe decir de nuestro patrimonio cultural, cada da mk amenazado. La conservacin preventiva, que requiere una participacin cada vez mayor - comprendida la del pblico - no es simplemente un mtodo, una tcnica o una orientacin, sino que muchos la consideran hoy como un principio tico hnda- mental que sustenta la institucin misma del museo. Para numerosos profesionales es el reflejo de un criterio de cwuelta a lo esencial., ya que dirige una atencin renovada hacia la autntica razn de ser del museo: sus colecciones.

    El progreso, sin embargo, ha sido muy desigual. La falta de medios, una formacin insuficiente y la necesidad de resolver problemas urgentes a medida que se van plan- teando son factores que han entorpecido la aplicacin universal de un principio que muchas veces implica un cambio radical de mentalidad y de actitud por parte de todo el personal que trabaja en un museo. Como seala Stephen L. Williams en su ensayo .Preventive conservation - the evolution of a museum ethics' [La conservacin pre- ventiva- evolucin de una &ica musestica], (da conservacin preventiva no es una acti- tud o actividad espontneas. Como tica de los profesionales del museo, requiere la aplicacin constante de principios y prcticas de conservacin preventiva y una for- macin permanente.. Por esta razn, Museimi Intenmcioiznl ha credo necesario pre- sentar un balance de la situacin actual y de todo lo que queda por hacer.

    Para que nos ayudara a preparar este tema especial, hemos recurrido una vez m k a la inestimable experiencia de Ga1 de Guichen, Subdirector General del Centro Inter- nacional de Estudios de Conservacin y Restauracin de los Bienes Culturales (ICCROM) de Roma y esforzado paladn de la campafia para instaurar la conserva- cin preventiva)) en todos los museos del mundo. El objetivo buscado no era estudiar toda la serie de tCcnicas y materiales que hoy existen, sino ms bien indicar cmo todos los fctores que integran la ecuacin museo-patrimonio pueden ponerse al servicio de esta idea de indiscutible actualidad y proyeccin, ya que, en palabras del director de un museo, d a mayora de los visitantes de un museo no han nacido an,).2 La conserva- cin preventiva, que nutre un proceso sistemtico y constantemente reactivo de man- tenimiento y mejora, es el nico medio de garantizar que las colecciones se preserven intactas para las generaciones futuras.

    M.L.

    Notas

    1. En: hzbseirm Ethics, Gary Edson (comp.), Routledge, Londres y Nueva York, 1997. 2. Wilson, D. M. (Director del British Museum), The Brirish Museum, pmposr andpolitics,

    British Muscum Publications, Londres, 1989. Citado en (J'reventive conservation: a holistic approachn por M.E.A. McCord, en: Ln cotiservatinn prhmztive, actas del simposio sobre la conservacin preventiva, A.R.A.A.F.U. (Asociacin de Restauradores de Arte y Arqueologa de Formacin Universitaria), Pars, 1992.

    Mzfirzrnr btrmitzciuizd (Paris, UNESCO), no 301 (vol. 51, n" 1, 1999) Q UNESCO 1999 3

  • La conservacin preventiva: pimple moda P asajera o cambio trascendental? T 0 ) o O 1 1

    La conservacin preventiva: pimple moda P asajera o cambio trascendental? Gul dc Guichen

    En Los tres iiltinios decenios, Los profesionales ban incorporado a su Lenguaje el trmino de monservacin preventiva),, que ha venido a sumarse a Los de ccconservacin>) y ccrestnuracin>). Gad de Guicben, deL ICROM (Centro Internacional de Estudios de Conservacin y Restauracin de Los Bienes CirhraLes), uno de Los inds conocidos y respetados especialistas de esta materia, nos explica cmo se ha producido este fenmeno y qu reperczsionesproJ1nah va a tener en el jrtzrro delpatrimonio mLturaL.

    Pocas veces las colecciones musesticas nos han sido legadas por un milagro de la naturaleza y si hoy podemos admirarlas, estudiarlas y comprender sus mensajes, se lo debemos en la mayora de los casos a sus sucesivos propietarios, que por estar convencidos de su valor no escatimaron esfuerzos para transmitirlas en el estado mds intacto posible a las generaciones posteriores, realizando a veces una labor de conservacin y restauracin.

    Conservacin y restatiracin son dos palabras que designan dos tipos distintos de actividad con finalidades bastante di- ferentes, y que nunca han sido definidas claramente por el conjunto de la profe- sin. El resultado de ello es que cada aso- ciacin nacional e internacional da su propia interpretacin individual de ellas, y por consiguiente sus definiciones varan de un pas a otro, e incluso dentro de un mismo pas.

    Para mayor claridad, deseara propo- ner las definiciones siguientes: La conservacin es toda actividad humana

    directa o indirecta encaminada a au- mentar la esperanza de vida de las co- lecciones intactas y de las deterioradas. Ejemplos: quitar la sal a una coleccin de cermica; quitar los cidos a unos documentos grfcos; desinfectar una coleccin etnogrka; quitar la hume- dad a colecciones almacenadas de ob- jetos metlicos; reducir la luminosi- dad en una exposicin de tapices.

    La restnzrracin es toda actividad humana directa encaminada a lograr que un objeto deteriorado de una coleccin recobre su estttica o su estado histri- co (o incluso el primitivo, en algunos casos). Ejemplos: esculpir el dedo que le falta a una estatua; quitar la capa que se ha superpuesto a una pintura; avivar la intensidad de una escritura demada; pegar los fragmentos de una cermica rota.

    La conservacin y la restauracin pueden ser comparadas con la medicina y la ci- rugia esttica respectivamente.

    No obstante, para complicar una si- tuacin bastante confusa de por s (he re- cibido personalmente ms de mil defini- ciones por escrito de numerosos profesio- nales de ms de setenta pases), en los ltimos veintitantos aios ha aumentado insidiosamente el grado de complicacin terminolgica con la introduccin de una sutil distincin entre conservacin pre- ventiva y curativa. As como la medicina curativa se ocupa de las personas que pa- decen enfermedades, la conservacin cu- rativa se ocupa de los objetos del patri- monio cultural que pueden perderse por la presencia de un elemento destructor activo, por ejemplo: los insectos en la madera, el moho en el papel y las sales en la cermica, o simplemente un objeto que no puede soportar su propio peso. En cambio, la conservacin preventiva, al igual que la medicina del mismo nombre, se ocupa de todos los objetos del patri- monio, independientemente de que es- tn en buen estado o de que sean vctimas de un deterioro progresivo. Su finalidad es protegerlos de toda clase de agresiones naturales o humanas.

    La conservacin preventiva ha nacido como una reaccin de nuestra profesin ante los cambios espectaculares que se han producido en el medio ambiente y en el patrimonio cultural desde el siglo pasa- do. Lo que anteriormente era un patri- monio privado protegido por su propie- tario contra formas de agresin no muy violentas, se ha convertido en un patri- monio pblico que los ciudadanos tienen que proteger contra nuevas formas de agresin mucho ms violentas.

    Si tenemos en cuenta este cambio ra- dical, hoy en da la salvaguardia del patri- monio requiere sobre todo que el pblico y los profesionales sean conscientes de las

    4 &fuseum Imertiacional(Paris, UNESCO), no 201 (vol. 51, no 1, 1999) O UNESCO 1999

  • La conservacin preventiva: pimple moda pasajera o cambio trascendental?

    cuestiones que estn en juego, y exige tambin una estrategia apropiada. Des- afortunadamente, la conciencia de la nueva situacin se va forjando muy len- tamente, como lo demuestran los tres ca- sos siguientes: cuando ningn profano ni especialista discute el innegable efecto destructivo que los agentes contami- nantes tienen sobre el mlirmol y la piedra caliza, todava hay demasiados profesio- nales que no protegen contra la luz artifi- cial los tejidos y tapices a su cargo. Aunque algunos museos se jacten - como si eso hera un gran mirito - de contar con locales de almacenamiento que ga- rantizan una proteccin completa de las colecciones, hay muchos miles mA que amontonan en condiciones deplorables las colecciones que no exponen; hay al- gunos paises que tratan por todos los me- dios de hacer un inventario de sus colec- ciones a fin de localizarlas y conservar algn indicio de ellas o documentadas realmente, pero muchos otros ni siquiera saben cuntos objetos tienen en sus mu- seos nacionales, y en todo caso ninguno ha seguido hasta ahora el ejemplo de los Pases Bajos, que iniciaron en 1990 su Plan Delta para lograr una plena protec- cin de su patrimonio cultural.

    La conservacin preventiva implica cambiar la antigua mentalidad para que el , y el cmo, en el apor qu,,

    La estrategia consiste en adoptar la conscrvacih preventiva y hacer que sea un elemento esencial del hncionamiento de los museos. Primero se ha de poner or- den en las colecciones de reserva, a conti-

    nuacin se deben identificar, luego hay que tomar medidas con los objetos que corran peligro de perderse (conservacin curativa), y por ltimo se debe adoptar un plan exhaustivo de conservacin pre- ventiva. Posteriormente se deberan efec- tuar las labores de interpretacin (la esti- tica por parte del laboratorio de restaura- cin y la histrica y tcnica por el laboratorio de investigacibn) y difusin (exposiciones permanentes y temporales, catlogos, productos derivados y confe- rencias). La etapa final es la del placer de haber culminado la tarea. Pero a esta eta- pa tan largo tiempo esperada se llega rar- sinlas veces, porque siempre habr una serie de problemas ticnicos, administrati- vos o jurdicos (o incluso algo ms trivial, por ejemplo uiia huelga del personal), que impedirn a los directores de museos dormirse en los laureles que pensaban ha- ber merecido con creces.

    Al contrario de lo que algunos miem- bros de nuestra profesin puedan pensar, la conservacin preventiva va mucho ni& lejos del mero mantenimiento y la super- visin de las condiciones climticas. Es algo ms que una simple moda pasajera y se est convirtiendo paulatinamente en parte integrante de la profesin. en la que no cabe duda de que va a introducir cam- bios importantes. Entre lo que va a cam- biar, tendremos: Ln fonimcirz: todos los miembros del

    personal del museo, desde el adminis- trador al arquitecto, desde el tcnico al conservador jefe, y desde el vigilante al guia, debern seguir una formacin en materia de conservacin preventiva o intruirse en sus principios bsicos.

    Orgclriiurcipz: en los museos ms impor- tantes debern crearse puestos espec- ficos, y en otros habr que aadir res- ponsabilidades complementarias a las calificaciones exigidas para los em- pleos.

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  • Ga1 de Guiehzn

    Plm$cmin: se debern efectuar previ- siones presupuestarias y realizar una nueva asignacin de los fondos, a fin de emprender las acciones necesarias antes de que se produzca daio alguno.

    Elpblico: se deben adoptar medidas sis- temticas para asegurarse de que el p- blico est informado del valor y de la fragilidad de los objetos expuestos. La informacin debe mostrarse en todos los sistemas de anuncios, as como en las publicaciones y catlogos, y debe ser difundida por guas y medios sonoros.

    En cada museo se establecer paulatina- mente un plan exhaustivo de conserva- cin preventiva que podria definirse as:

    Un proyecto que engloba a todos los que estn implicados en el patrimo- nio de un establecimiento pblico o privado, y que prev la aplicaci6n concertada de medidas directas e in- directas que han sido definidas con

    precisin y estn encaminadas a pre- venir las causas naturales y humanas del deterioro de las colecciones, a fin de aumentar su esperanza de vida y garantizar la difusin del mensaje que contienen.

    Los profanos pueden preguntarse, con razn, por qu ha habido que esperar has- ta finales del siglo a que los profesionales de los museos hayan empezado a estable- cer una poltica de conservacin preven- tiva de las colecciones. No cabe duda de que es un misterio, pero ((ms vale tarde que nunca)), como dice el refrn.

    Debemos decir, finalmente, que en de- terminados contextos en los que existe un patrimonio cultural formado por bienes muebles e inmuebles (ciudades histricas, monumentos, sitios arqueolgicos, bi- bliotecas y archivos), podramos razonar de la misma manera y llegar, indudable- mente, a conclusiones similares.

    G

  • Una estrategia de formacin -

    para la conservacin preventiva Mugdulena Krebs

    AbordAr elproble?za de la coiuerz~acir2 a nivel nacional contLziido con un escaso niinzero de profesionales capaitados, tal

    f i e el desaflo que eiq$entaron los niuseos de Chile. Magdalena ki.ebs explica cino la plarz$cacirz estmtgica y el nfdcis dado a lir formacin h m mod@cado la som bra sitimciri ariterioi: La autora es nrquitecta Ir desde 1988, directora del Centro Nacional de Comiii y Restauracin de Chile (CNCR).

    Al inicio de la dtcada de 1980 se realiz en Chile, con ayuda del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la primera evaluacin de todos los museos del pais, que recogi sistem- ticamente informacin sobre las institu- ciones, su infraestructura, sus colecciones, el nmero de personas que en ellas traba- jaban, el pblico y el financiamiento. Dicho estudio seal que, de todas las si- tuaciones detectadas, la de mayor preocu- pacin radicaba en el estado de conserva- cin de las colecciones, atribuyendo dicha situacin a la carencia de personal espe- cializado, al desconocimiento generaliza- do de mttodos p ttcnicas de conserva- cin, y a la escasa infraestructura.

    En ese momento existan en Chile 132 museos, 26 de ellos dependientes de la Direccin de Bibliotecas, Archivos y Museos, una institucin con representa- cin a lo largo de todo el pas que tiene a su cargo los museos nacionales y regio- nales, la Biblioteca y el Archivo Nacional, y las bibliotecas pblicas. El resto son de dependencia municipal, universitaria, privada o bien forman parte de parro- quias o congregaciones. La mayoria de los museos son pequeos, poseen colec- ciones que no superan las cinco mil pie- zas y tienen escaso personal: el director,

    o u t

    Cokzboradores del Museo de

    Concepciiz empaquetando las

    colecciones.

    uno o dos profesionales p algunos ami - liares y guardias.

    Como respuesta a la situacin detec- tada en el diagnstico y ante la imposibi- lidad de dotar de equipos, recursos y per- sonal a todos los museos de su dependen- cia en un plazo corto, la Direccin de Bibliotecas, Archivos y Museos cre en octubre de 1982 el Centro Nacional de Conservacin y Restauracin (CNCR). Se le encomend la tarea de dar un im- pulso al trabajo profesional en las mate- rias relacionadas con la conservacin y restauracin. Debia orientar su trabajo a las entidades que formaban parte de la Direccin de Bibliotecas, hchivos y Mu- seos, pero tambin asesorar a cualquier entidad orientada al pblico que estuvie- ra a cargo del patrimonio cultural. El pri- mer director de este Centro &e Guiller- in0 Joiko, quien haba recibido su forma- cin en el Istituto Centrale del Restauro en Roma y haba trabajado posterior- mente en el Centro Nacional de Restau- racin de Colombia en Bogot.

    La mayor dificultad consisti en en- contrar profesionales calificados para ini- ciar el trabajo, por lo que se contrataron algunos restauradores con formacin en Europa principalmente y por lo dems se buscaron personas con profesiones afines, dispuestas a ser formadas a travis de cur- sos, pasantias y el estudio. La gran difi- cultad para formar un equipo llev a Joi- ko a otorgar a la labor de capacitacin una prioridad muy alta en la labor de esta naciente organizacin.

    El desconocimiento de la materia era prcticamente generalizado en Chile, pues si bien simultheamente a la crea- cin del CNCR se formaron laboratorios de restauracin en tres museos y en el Ar- chivo Nacional, el resto del pais careca por completo de personal calificado y de infraestructura. Estos restauradores esta- ban trabajando evidentemente con algu-

    il.llnetrn1 Iitreniacioizd (Paris, UNESCO). n 201 (vol. 51. no 1, 1993) O UNESCO 1999 7

  • Magdalena Krebs

    Czirso re@onnl sobre la conseruacin delpapel

    en los nrchivos, oJFecido en colnboracin con

    Intemacionnl de Estimdios de Consewncin y Restnuracin

    de los Bienes Culturales). Lospartic+arztes nprendieroii

    n fibricar cq 'a y carpeta.

    nos objetos individuales que requeran un tratamiento urgente para ser exhibidos al

    Se opt por iniciar el trabajo con una sensibilizacin en torno al tema de la conservacin. Para ello, se invit en 1984 a Gal de Guichen, del ICCROM, a dar un curso bsico de cuatro das a un gru- PO de 40 directores de museos de todo el pas. EI tema fue la conservacin preven- tiva, cuestin que cautiv a los jvenes profesionales del CNCR, pues vieron en esto una alternativa para iniciar un traba- jo que pudiese abarcar los museos del pais globalmente, en base a una estrategia que privilegiara las colecciones sobre los obje- tos individualmente.

    En 1988 se decidi dar un salto cuali- tativo y formar en esta materia a un im- portante grupo del personal que trabaja en los museos. Para ello, se ide como sis- tema capacitar en conservacin preventi- va, primero en profundidad, a un grupo de restauradores que se comprometieron a continuar posteriormente transmitien- do sus conocimientos a personal de mu- seos. En un proyecto conjunto con el ICCROM y con el apoyo de la Funda- cin Andes, una entidad chilena que concede recursos para proyectos de apoyo a la conservacin del patrimonio, el CNCR organiz un programa de capaci- tacin para tres afios. Durante el primero de ellos Gal de Guichen, junto con Be- not de Tapol, dictaron un curso de un

    el1CCROM (Centro pblico.

    mes de duracin a un grupo de 1 O moni- tores. stos provenan en su mayor parte del CNCR, pero se incorporaron tam- bin profesionales y tcnicos de otros mu- seos. El curso h e intenso y los partici- pantes aprendieron causas y motivos del deterioro de objetos, conceptos de hume- dad y temperatura y las caractersticas de la luz y sus efectos sobre los objetos. Como tema adicional, se impartieron y discutieron mtodos y tcnicas de en- sefianza con el objetivo de que estos mo- nitores pudiesen transmitir posterior- mente sus conocimientos a terceros. Un beneficio importante adicional de este curso fueron los vnculos que se estable- cieron entre profesionales de diferentes instituciones y ciudades, lo que permiti el inicio de una red de relaciones entre profesionales de una misma generacin.

    El segundo a0 del programa se des- tin aponer en prctica los conocimientos adquiridos y a preparar material con ejem- plos y situaciones propias de la realidad chilena. Los participantes hicieron estu- dios de clima y de luz en las instituciones en que cada uno de ellos trabajaba. Di- chos estudios fueron presentados a los d- rectores de cada institucin y se comenza- ron a buscar soluciones a los problemas. Por otro lado, el CNCR realiz un traba- jo de documentacin fotogrfica del esta- do de las colecciones y de las situaciones tanto positivas como negativas, en que s- tas se encontraban almacenadas en dep- sitos y en exhibicin, con el fin de tener material grfico y didctico disponible para exponer frente a autoridades y a f- turos participantes de cursos el estado de las colecciones y las causas de su deterioro. Se dio gran importancia a la necesidad de disponer de informacin sobre situaciones de instituciones chilenas para ensear, pues se pens que el impacto sera mayor.

    El tercer afio del programa se destin a una serie de cinco cursos dictados por

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  • Una estrategia de formacin para la conservacin preventiva

    los monitores en grupos de a dos a lo lar- go de Chile. Los cursos, de dos semanas de duracin, fueron impartidos en mu- seos de diferentes reas geogrfkas y por tanto de condiciones climcicas muy di- versas. Se opt por esta alternativa (en vez de invitar a todos los participantes del pas a acudir al CNCR), pues se estim que si bien ello requera un mayor esher- zo de organizacin y de recursos, era im- portante tanto para fortalecer las rela- ciones del CNCR con las entidades re- gionales, como para producir vinculos entre los museos de una misma regin. Ademlis, se pens que era m b fructfero que los participantes realizaran inspec- ciones en las colecciones que les eran ms cercanas. Ente 1988 y 1992 se capacita- ron as 10 inonitores potras 50 personas.

    A partir de 1994, se inici una segun- da h e en la capacitacin para personal de museos. La evaluacin del primer proyec- to nos llev a la conclusin de que deba continuarse el programa, pues para tener el impacto deseado no era suficiente que hubiese una persona en cada institucin que tuviese conocimientos en la materia: no lograba constituir un equipo ni inenos influir en las decisiones. Para facilitar la organizacin y disminuir los costos se organizaron paquetes de cursos, diferen- ciando cursos para profesionales y tcni- cos, como ((Introduccin a la conserva- cin preventiva. y ((Manejo de colec- ciones museolgicas en depsitos) de otros destinados al personal auxiliar, como ((Manipulacin y aseo de objetos museolgicos), y (cT6ciiicas de embalaje de colecciones,). Estos cursos se organi- zan desde entonces en forma relativa- mente peridica y se mantiene el sistema de dictarlos en diferentes zonas del pas.

    La evaluacin que el CNCR ha reali- zado de estos cursos, que generalmente son muy bien calificados por los partici- pantes, nos ha llevado a pensar que han

    sido extremadamente importantes para introducir la conservacin preventiva, concepto que es hoy plenamente conoci- do en el mbito inuseolgico chileno, a diferencia de lo que suceda hace 15 aos, cuando se dict el primer curso introduc- torio a los directores de museos. A ello se akade que ha contribuido a dar a conocer en todo el pas el trabajo que realiza el CNCR, creando lazos entre profesores, participantes e instituciones.

    Sin embargo, desde que iniciamos este programa pensamos que no era suficien- te para garantizar la preservacin de las colecciones en el tiempo, pues si bien las personas que han participado en ellos tie- nen experiencia en el trabajo museolgi- CO, provienen de otras disciplinas y no tie- nen por nica responsabilidad la conser- vacin de las colecciones. De ah que los cursos se han orientado a llamar la aten- cin sobre las situaciones de riesgo para las colecciones, a explicar las medidas de primeros auxilios que se pueden llevar adelante y a ensear a manipular objetos. Tambitn explican que para problemas mayores deben recurrir a especialistas. Debimos constatar que mientras los mu- seos no puedan contar con profesionales de la conservacin en sus propios equipos o al menos cerca de ellos, ser difcil ga- rantizar el control de las colecciones en forma integral y permanente. Por ello, se han desarrollado paralelamente a este programa de capacitacin otras lneas de accin simultneas.

    En 1984, en colaboracin con la Pon- tificia Universidad Catlica de Chile, se inici un programa para la formacin universitaria de conservadora y restaura- dores, programa que hasta 1992 se realiz en cooperacin entre la Escuela de Arte de esa Universidad y el CNCR, y a partir de entonces es de responsabilidad exclu- siva de ese plantel de educacin superior. Es un programa que da formacin gene-

    Un estudiarite voluntnro de In Sociedad de Awii2igo.r del Miseo de Arnuco npsendezdo II etiquetar writeria arqaeo lgico.

    ral en conservacin y restauracin a alumnos que provienen de un ciclo in- icial de arte. Desde un principio se inte- gr el concepto de conservacin preven- tiva y se incluyeron dos ctedras especfi- cas de ese tema. Con ello se pretenda que los futuros restauradores tuviesen una vi- sin amplia sobre las colecciones y cono- cimiento de los procesos de deterioro y de las condiciones ambientales que los obje- tos requieren para su conservacin. Estos profesionales se han integrado lentamen- te en las instituciones y han sido capaces de impulsar proyectos globales de mejora para las colecciones.

    Por otro lado, el CNCR organiza cur- sos de especializacin para profesionales jvenes, muchos de ellos provenientes del programa universitario antes descrito en diferentes materias. Dichos cursos son

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  • Magdalena Krebs

    Un curso sobre Irzproteccin de sitios para los vigilnntes del Parque Nmionnl de ConguiIlio.

    necesarios, pues el programa ofrece una formacin muy general que no logra que los alumnos tengan una especializacin que garantice las intervenciones sobre los objetos. Estos cursos son de mayor dura- cin que los descritos al inicio de este art- culo y estn dirigidos a profesionales con alguna experiencia en el trabajo con las colecciones. Muchos de estos cursos se dictan con la participacin de profesores extranjeros y en algunos casos han tenido un alcance regional. Sistemticamente se da importancia a la conservacin preven- tiva en cada uno de ellos.

    A peticin de algunas instituciones, y en muchos casos como parte de un proyecto global de esas instituciones, se han desarrollado tambin instancias de capacitacin en el mbito del patrimonio bibliogrfico y arqueolgico. sas han respondido a las necesidades de las insti- tuciones solicitantes y se han diseiiado es- pecficamente para dar solucin a los pro- blemas que la entidad est intentando resolver. Se han desarrollado cursos, siempre de conservacin preventiva, o bien se han planificado pasantas para que un especialista trabaje durante un tiempo en el CNCR. En el mbito arqueolgico se ha dado especial importancia a la pro- teccin de sitios y de material recin ex- cavado, introduciendo una metodologa para organizar y proteger las colecciones que se obtienen de las excavaciones, tan- to en el momento de la excavacin misma

    como en su traslado y posterior depsito en el museo.

    Para brindar apoyo a quienes han asis- tido a cursos y que en muchos casos de- ben trabajar en forma bastante solitaria, el CNCR ha organizado una biblioteca y realiza una labor de difusin selectiva de informacin por correo a todos quienes solicitan material. Este programa, que tie- ne slo dos aiios desde su puesta en mar- cha, recibe an pocos requerimientos, pero su demanda ha ido en aumento y es- peramos que sea una forma efectiva de mantener el contacto con personas e ins- tituciones.

    Por otro lado, estamos trabajando en la produccin de material de consulta a travs de traducciones de material exis- tente en otras lenguas y en la formulacin de recomendaciones adaptadas a nuestra realidad especfica.

    Salindose del mbito de la capacita- cin, el CNCR ha fijado como poltica general que cada vez que alguna institu- cin solicita un trabajo de restauracin de un objeto especfico o bien ayuda para el montaje de una exposicin temporal, se ofrece a realizar una evaluacin de las condiciones en que los objetos se en- cuentran exhibidos o almacenados. Mu- chos de estos trabajos que se inician a par- tir de la restauracin han terminado sien- do proyectos orientados a resolver en primera instancia la conservacin de la coleccin en trminos generales, dando

    prioridad a la organizacin de los depsi- tos, lo que incluye en algunos casos ase- sora para instalar un laboratorio, coordi- nacin con los equipos de documenta- cin y habilitacin de los recintos y mejora de las salas de exhibicin.

    En otras ocasiones, el CNCRpropone directamente a algunas entidades, sobre todo de la Direccin de Bibliotecas, Ar- chivos y Museos, abordar en colaboracin un programa de mejora de las condiciones de las colecciones. En estos casos se traba- ja con los equipos de investigacin, de do- cumentacin y de montaje. A pesar de que an es necesario afinar la coordinacin de estos proyectos, hemos logrado realizar algunos programas bastante exitosos, sobre todo en museos de menor envergadura que no tienen personal suficiente.

    Si bien pensamos que an queda un largo camino por recorrer, sobre todo en lo que ataie a mejorar las condiciones de ex- hibicin de nuestros museos, creemos que la estrategia de integrar la conservacin preventiva en cada actividad del CNCR comienza a dar frutos lentamente. An son muchas las colecciones del pas que se encuentran en condiciones inferiores a la norma, pero existe hasta la fecha una serie de ejemplos exitosos que esperamos sean adoptados por nuevas instituciones. Para nosotros lo ms importante es que se haya formado un grupo de profesionales con la experiencia necesaria para abordar traba- jos de mayor envergadura.

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  • El Plan Delta: una operacin de salvamento a escala nacional

    El Phi2 Delta pmz h Psoteccin del Patrinionio Cultural, nr~pliamente conocido e22 la coinuizdad nzzrsefitica interiuzcionnl, ha colocado a los Pases Bajos en cabeza de fa psoteccin preuentim del patsimonio culniral. Adems, ha deniostzado hata qu punto una visin likida zm conproniiso chso en elplano poltico pueden s&oszas los esjdeszos desplegados por fox psofesionales delpapinzonio cultusal enpso del corzjutzto de la comuzidad Ad Kishy Tdlley es especialista eu historia del aste, escritol; educzdor y aesospri?2cipal de politica in tesnacioizid delpatsimonio cu ftusal en el Ministesio de Educacin, Cultusa y Ciencia de los Pases Bajos. Ha sido@n&dor y directos de lu Esczmb fitatul de Formacidti pasa Restausadoses de los Pases Bajos, disector del h h e o de Aste cdllen Memorial de Obesliz (Ohio, fitados Uzidos de Amsicd.), y conservador de las colecciorzes estatales holandesa de pi~itusm de viejo rizaes~os. En 1383, pepasbpara el Mimiterio de Asuntos Cultusides el Plun Delta para la Proteccin del Puwmonio Cultusal Hohndh. El doctor Tdlley colaboru en la sedaccin de Art New, es imtor de nimerosos librosy ha pronunciado mltiplej co~2ferencia. En 1396, particip como coautorji coirpihzdor ei h obra tituhh Historical and Philosophical Issues in the Conservation of Cultural Heritage, qziejde edtadz por ef Instituto de Conservizci~i G e q En L actualidad es directos iiitesino del Centro I~iteriincioimlpus~~ L Preservlrciii, instfilado en Savi Petesshurgo d iiiciiztiva del Instituto de Comervacin Geq, de la Acdeinia RusLz de Ciencia y del ilfzmicipio de San Petershiisgo. EH 1936, el Ministerio de Edtlcacib?i, Culturiz y Ciencia de los Pa fies Bajos se xzmd n los F~ i i e~?~~sos~ i~ ida~ores de este psojecto para apoyarlo.

    Tan slo en los ltimos treinta aos, los miembros de la profesin museistica en- cargados de la adopcin de decisiones - miembros de consejos de administra- cin, directores y conservadores - fueron tomando en serio de forma lenta pero se- gura la cuestin de la consemacin. An- teriormente se solia considerar que era una necesidad molesta y una carga finan- ciera. Los recursos financieros dedicados a contratar conservadores, equipar labo- ratorios de conservacin, instalar sistemas de aire acondicionado adecuados y reno- var o construir depsitos que cumplieran normas estrictas de almacenamiento, se consideraban dinero sustraido a exposi- ciones, adquisiciones, investigacin cientfica, viajes de estudios y departa- mentos de educacin. No cabe duda de que todas estas dtimas actividades son vi- tales para todo museo que desee mante- ner su condicin de institucin cultural viable. Sin embargo, no se puede negar que en el pasado se les dio una clara pre- ferencia en detrimento de la conservacin propiamente dicha, aunque estos ltimos aos da la impresin de que las priori- dades estn cambiando paulatinamente y de que los museos estn dedicando bas- tante ms reflexin, energa y dinero a lo que es su razn de ser fundamental: el inantenimiento de sus colecciones en condiciones ptimas.

    Aunque los conservadores profesio- nales hayan desempefiado un papel ines- timable en a t e cambio de actitud tan ne- cesario, no podemos negar que este fen- meno es casual en gran parte. La rpida difusin de la informacin ha hecho que las cuestiones relacionadas con el medio ambiente y su proteccin se hayan convertido en temas debatidos pblica- mente en el mundo entero. La conserva- cin, en su sentido niis lato, es de una ac- tualidad candente, e incluso se puede de- cir que en cierta medida se ha puesto de

    moda. La conciencia cada vez mayor de que nuestros recursos natuides y la pure- za del medio ambiente estn dismi- nuyendo en proporciones alarmantes, y de que es necesario adoptar medidas sin esperar a maana, ha tenido un efecto in- directo positivo en el reconocimiento de nuestra labor profesional, porque a nues- tro patrimonio cultural e histrico le ocurre lo mismo que a la naturaleza en materia de proteccin.

    En 1989, el Ministerio de Bienestar Social, Salud Pblica y Asuntos Cultu- rales, que se encargaba por aquel entonces del patrimonio cultural, decidi que era necesario establecer un plan para tratar el problema del atraso en la conservacin en los museos. Durante las elecciones de 1990 que llevaron al poder a un nuevo gobierno, uno de los temas mtis debatidos fue precisamente el de la conservacin en su sentido mA lato. En los programas electorales se lleg a mencionar incluso la expresin

  • M. Kirby TnlltyJr.

    Voluntarios limpiaiido el polvo de zaptos diirunte un

    progranza detefomiaciiz del Phn Delta.

    asume la responsabilidad directa de 17 de ellos y subvenciona completamente otros cuatro ms. Tambin se encarga de la poltica cultural en general, y su poltica musestica concierne a todos los museos y servicios musesticos nacionales, regio- nales y locales, que renen, conservan, es- tudian y exponen obras relacionadas con el patrimonio cultural e histrico holan- ds. La tarea de determinar el retraso efec- tivo de la conservacin fue ardua. Veamos cmo se llev a cabo.

    En un informe de 1997 sobre los mu- seos estatales, el Tribunal de Cuentas ya haba visto la punta del iceberg del pro- blema. Por su parte, los museos efectua- ron y presentaron estimaciones, pre- parndose para su prxima autonoma con respecto al Ministerio de Asuntos Culturales. De acuerdo con la declaracin poltica que formul en su toma de pose- sin, el nuevo Gobierno anunci que se concederan fondos suplementarios para los asuntos culturales. Considerando el retraso acumulado, se acord dar la prio- ridad al sector del patrimonio cultural.

    Se pusieron fondos a disposicin del Departamento de Poltica del Patrimonio Cultural del entonces existente Ministe- rio de Bienestar Social, Salud Pblica y Asuntos Culturales, a fin de efectuar un estudio ms concienzudo de la situacin. De ese estudio sali un proyecto que se bautiz con el nombre de Plan Delta para la Proteccin del Patrimonio Cultural, por su semejanza con el plan de obras del Delta de Zelanda que protege a los Pases

    Bajos contra su tradicional enemigo y amigo: el mar. El Parlamento lo aprob a condicin de que solamente se concedie- ra la autonoma a los museos estatales que ofreciesen - o pudiesen ofrecer en el h- turo - garantas de que la administracin y conservacin de sus colecciones descan- saban sobre bases slidas. Por consiguien- te, la aplicacin del Plan Delta se convir- ti en una condicin previa indispensable del xito del proceso de autonoma de los museos.

    Un plan en tres etapas

    Tras haber conseguido los fondos para iniciar la aplicacin del plan, la Sra. Hedy dhcona, que desempeiiaba entonces las funciones de Ministra de Asuntos Cultu- rales, declar al Parlamento que su admi- nistracin deseaba determinar dnde se haban producido retrasos y establecer criterios de seleccin y orientaciones pol- ticas en relacin con la gestin de las co- lecciones. El Plan se dividi en tres eta- pas: localizacin y especificacin de los retrasos; establecimiento de planes es- pecficos para tratar de resolverlos; resca- te de los bienes culturales en peligro.

    El Plan Delta parta del supuesto de que la responsabilidad esencial de la ges- tin adecuada de las colecciones in- cumba a los que las administraban. Si el Gobierno tena una especial responsabili- dad con respecto a las colecciones conser- vadas en los museos estatales, era eviden- te que otros museos tambin prestaban una contribucin importante a la salva- guardia del patrimonio nacional y, por consiguiente, tambin podan ser benefi- ciarios del Plan Delta.

    Cuando se autoriz el comienzo la aplicacin del Plan, los museos estatales y las dems instituciones musesticas dis- ponan tan slo de seis meses para hacer el balance del retraso acumulado. Era de

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  • El Plan Delta: una operacin de salvamento a escaka nacional

    suma importancia que actusemos con prontitud. A pesar de la indudable noble- za de nuestros objetivos y de que dis- frutbamos de una gran prioridad, no ramos los nicos en el pais que reclm- banios fondos al Parlamento. Las priori- dades suelen cambiar rpidamente con los polticos; por eso era menester obtener resultados buenos y rpidos. Se tardaron tres meses en hacer los primeros prepwa- tivos y en redactar un informe definitivo, por lo que apenas quedaban otros tres para realizar el inventario propiamente dicho. A primera vista pareca una tarea imposible. Sin embargo, todos ramos perfectamente conscientes de la impor- tancia de llevarla a cabo y sabfamos que la oportunidad ofrecida por el Parlamento era nica. Aunque fuese a regaadientes a veces, se trabaj con ahnco pata acabar dentro del plazo.

    En primer lugar, se examinaron los re- trasos en el inventario y documentacin de las colecciones de los museos estatales. A continuacibn, se efectuaron balances de las carencias de los edificios (alma- cenes, espacio para exposiciones, aire acondicionado, calefaccin, iluminacin, etc.). Por ltimo, se hicieron inventarios del retraso acumulado en materia de conservacin y restauracin en los mu- seos estatales y dem& instituciones mu- sesticas. Cuando fue posible, se contra- taron los servicios de sociedades exte- riores, pero la evaluacin de la cantidad de trabajo necesario para recuperar los re- trasos acumulados en materia de conser- vacin y restauracin tuvo que efectuarla el personal de los museos, ademris de rea- lizar sus tareas cotidianas.

    El 12 de diciembre de 1990, la Minis- tra present al Parlamento los resultados de los balances. El problema result ser mayor de lo previsto. Tan slo en el caso de los 21 museos estatales, los fondos ne- cesarios eran los siguientes: inventarios:

    9 millones de libras esterlinas; edificios y climatizacin: 30 millones de libras ester- linas; conservacin y restauracin: 125 millones de libras esterlinas. La can- tidad total ascendia por lo tanto a 164 millones de libras esterlinas, y las dems instituciones museisticas necesita- ban una cantidad semejante.

    Para determinar la amplitud de los re- trasos, era necesario un formulario de in- ventario normalizado. Ese tipo de formu- lario no exista y el Ministerio tuvo que dar orientaciones para efectuar inventa- rios elementales. Las orientaciones heron mnimas, pues slo se peda precisar el tipo de objeto, su procedencia y el lugar en que se hallaba. Se recurri a una socie- dad exterior para que determinase los promedios de tiempo y dinero necesarios para catalogar distintas clases de objetos. De esta forma, el inventario del trabajo atrasado pudo cuantificarse r5pida e in- equivocamente.

    Deltu.

    La cuantificacin de los retrasos en materia conservacin y restauracin fue hatina de otro costal. No slo era impor- tante saber dnde habia retrasos, sino tambin qub bienes culturales corrian pe- ligro. 2Habia riesgo para nuestras colec- ciones ms preciadas? ;Los objetos alma- cenados peligraban en extremo? ;Los re- trasos eran mayores en las colecciones de pinturas? ;En las de textiles? ;En otras? Para elaborar un plan prctico realmente eficaz se necesitaban respuestas claras a todas esas preguntas.

    Las colecciones se dividieron primero en partes homognea, es decir, en sub- colecciones de textiles, impresos, crista- leria, etc. Este tipo de clasificacin result Gcil, pero los problemas surgieron cuan- do se empez a considerar la importancia relativa de cada coleccin y objeto. Los profesionales de los museos elaboraron un sistema de normas culturales e hist- ricas para determinar claramente la cali-

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  • dad de una coleccin. Eke sistema result ser suficientemente abstracto, e inequvo- co a la vez, como para que pudiera apli- carse con algunos retoques a todas las co- lecciones musesticas.

    Se establecieron las cuatro categoras siguientes: Categodu A: Comprenda los objetos ms

    prestigiosos por su carcter nico. Se dividieron en holotipos y prototipos. Tambin podan servir como ejemplos singulares de la evolucin de un artis- ta, una escuela, un movimiento o un estilo.

    Categora B: La integraban los objetos im- portantes por el valor de su presenta- cin, es decir, por su atractivo. Su pro- cedencia poda ser tambin un criterio para incluirlos en esta categora. Los conjuntos de objetos tambin entra- ban en esta categora, asi como los que presentaban un importante valor do- cumental. Estos objetos solan estar expuestos, aunque no permanente- mente.

    Catego& C* Comprenda los objetos que no posean las cualidades necesarias para ser clasificados en las dos cate- goras anteriores, pero que eran lo su- ficientemente importantes en una co- leccin, en la medida en que la com- pletaban o en que aiiadan relevancia a su contexto general. Estos objetos no se solfan colocar en los museos ni ex- ponerse, sino que en general eran ob-

    Ahmip i pura un tmjt iniciurse el Plun Delta

    t hecho nl

    jeto de un almacenamiento a largo

    C'tegoru D: Comprenda los objetos res- tantes que nunca llegaran a constituir una coleccin importante. Se atribuy esta categora a los objetos que no completaban una coleccin ni se adaptaban a ella, y tambin a los que estaban tan deteriorados que resultaba intil restaurarlos.

    Sin la definicin de estas categoras cuali- tativas, no se habra podido establecer prioridades en las colecciones para tratar de recuperar los retrasos.

    Una vez definida la naturaleza e im- portancia de una coleccin, se poda eva- luar el retraso en materia de conservacin y restauracin. Tres meses bastaron para obtener una visin muy detallada de la magnitud de esos retrasos. Tambin se prepararon informes breves por museo, tipo de coleccin e importancia cultural e histrica de sta.

    plazo.

    Decisiones difciles y prioridades claras

    Habida cuenta de que no se poda espe- rar que el Parlamento otorgase una finan- ciacin ilimitada entre 1992 y el ao 2001 para resolver los problemas que los inventarios efectuados pusieron de mani- fiesto, la ministra present tambin a los diputados una serie de criterios que ponan de relieve las decisiones que se

    deban adoptar y las prioridades que era menester establecer.

    Ante.todo, se di prioridad a la supre- sin de los retrasos en la catalogacin de las colecciones, por el simple motivo de que no se poda preparar razonablemen- te la gestin y conservacin de todos los objetos sin realizar un inventario exacto de ellos. En segundo lugar, se dio priori- dad a la conservacin preventiva, es decir, a la realizacin de mejoras tanto en los edificios donde estaban expuestos o al- macenados los objetos como en el entor- no inmediato de stos.

    La conservacin activa se limit a las categoras de objetos ms importantes, te- niendo en cuenta que los recursos finan- cieros eran pura y simplemente insufi- cientes para ocuparse de todos. No obs- tante, se decidi que los objetos almacenados o de menor valor histrico y cultural fuesen objeto de proteccin con medidas de conservacin preventiva. Su restauracin efectiva no se incluy en los objetivos del Plan Delta, porque ste era ante todo -y sigue siendolo - una opera- cin de salvamento del patrimonio cultu- ral. Ni que decir tiene que los museos go- zan de plena libertad para asignar sus pro- pios recursos presupuestarios a tareas de restauracin.

    Una vez acabada la primera etapa del Plan Delta, se pidi a los museos que pre- sentasen proyectos indicando cmo pen- saban recuperar su retraso y cunto tiem-

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  • EI Plan Delta: una operacin de saliramento a Scala nacional

    PO les iba a toinar suprimirlo. Todos los museos estatales han franqueado ya esta segunda etapa, y a los deniis se les ha dado la oportunidad de beneficiarse del Plan Delta y de presentar solicitudes de subvenciones para proyectos de conserva- cin.

    Se ha empleado - y se va a seguir em- pleando - a personal suplementario para suprimir los retrasos en materia de h e n - tarios y conservacin. Asimismo, ha au- mentado el nmero de estudiantes matri- culados en la Escuela Estatal de Forma- cin de Restauradores de Amsterdam, y los planes de estudio se han ampliado para poder hacer frente a la evolucin de las necesidades. Gracias al Plan Delta, el personal de los museos ha adquirido una visin ms profesional en materia de ges- tin y conservacin de las colecciones. Se han elaborado reglas, orientaciones y nor- mas de calidad para las colecciones que se revisarn y ajustarn peridicamente.

    En un lapso de tiempo muy breve se ha creado una atmsfera de reconoci- miento de la importancia de la protec- cin de nuestro patrimonio cultural e histrico. Uno de los resultados del Plan Delta es el manifiesto entusiasmo del per- sonal de los museos por las tareas de conservacin, y hasta ahora esto ha contribuido considerablemente al xito de su aplicacin. Esa atmsfera que reina entre el personal debe inantenerse cuida- dosamente - igual que si se tratara del ni- vel de humedad en los museos -, pero la ventaja que presenta es que as se puede lograr que resulte impensable que toda persona implicada en las actividades mu- sesticas en 10s Pases Bajos desdee la im- portancia de la conservacibn.

    Aunque los Pases Bajos tienen el pri- vilegio de ser uno de los pases m& prs- peros del mundo, no se debe subestimar la importancia del trabajo discretamente realizado para convencer a los polticos de

    la importancia que revesta invertir el di- nero del Estado en la proteccin del pa- trimonio cultural de la nacin. La Sra. D'Ancona - que ya no ocupa funciones ministeriales hoy en da - merece grandes elogios por haber logrado que el Parla- mento prestase su apoyo al Plan Delta, 17 puede decirse que los polticos son los verdaderos artfices de este plan y de su xito. Los profesionales del patrimonio cultural del mundo entero deben apren- der a hacer presiones eficaces sobre los polticos, que por regla general no se sien- ten muy afectados por los problemas de la conservacin del patrimonio cultural. Cada cntimo cuenta en la proteccin del patrimonio cultural, pero incluso en los C ~ S Q S en que no haya dinero disponible, o escasee, los conservadores innovadores pueden aplicar medidas eficaces de Conservacin preventiva. Nada se puede conseguir diciendo que nada se puede ha- cer sin dinero. Algunas de las mejores me-

    didas de conservacin preventiva que yo he podido ver se aplican en los pases ccpobreo). He podido comprobar que esas medidas se deban a la inventiva de pro- fesionales totalmente dedicados a asegu- rar el buen estado de las colecciones que tienen a su cargo: y que ademlis se niegan a amilanarse ante la falta de financiacin y la indiferencia de los responsables de la adopcin de decisiones, ya sean los de las propias instituciones musesticas o los que ocupan posiciones de poder mlis im- portantes.

    Arottz del tziituc Este artculo se basa en gran parte en mi informe sobre el Plan Delta que fue publicado con el titulo ~~Viewpoints: A Nation hhbilizes for Conservation>, en ICCKOrll Nezusltcrtrr (Boletfn del Centro Internacional de Estudios de Consenraci6n y Restauracin de los Biencs Culturala) el 19 de junio de 1993, pgs. 6-8.

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  • La conservacin preventiva cotidiana: el Museo Antohe Vivenel de Compigne Eric Bhnchegorge

    Un museo modesto con una coleccin ecLctica, personalpoco numeroso y preszlpuesto~uctzinnte, que estd instahdo en un ed$cio histrico czyo destiri0 no era nirtplir esa jmcin. Todo esto podra haber ocasionado que la conservacin se convirtiese en una pesadiLa. Sin embargo, ha onirrido Lo contrario: la ccconservacin preventiva), hapasado a fonnar parte de La vida cotidiana del museo gracias a un trabajo en equ$o y una inventiva ejenpLares. Eric Blanchegorge es conservador del Patrinionio Nacional de Francia y desde 1333 tiene a su cargo el Museo Antoine KveneLy eLMzweo de Estatuillas Histricas de la ciudad de Cowpipe. Ha Llevado a cabo una reorgal-2i.zacin completa de Los museos de esta ciziahd y se interesa en particuhr por Los pro blemas que plantean la conservaciri y La restauracin. ZmbiTz preside La seccin de Picardia de h Asociacin Francesa de Conservadores de lm Colecciones Pli blcas.

    El Museo Antoine Vivenel de la ciudad de Compigne, situada al norte de Pars, es un museo municipal tradicional de bellas artes y arqueologa con abundantes colecciones de todas las pocas, de todos los estilos, y de muy variada naturaleza f- sica. Su existencia se debe a la generosidad de un mecenas local, Antoine Vivenel. Este contratista de obras y arquitecto hizo fortuna en Pars en el reinado de Luis Fe- lipe de Orleans, y la dedic a crear este museo entre 1839 y 1848. Pretenda ha- cer de l una institucin modelo, un Mu- seo de Estudios que agrupase obras de arte antiguas y modernas, colecciones de historia natural, vaciados en escayola de estatuas de la antigedad clsica, y aulas destinadas a la ensefianza del dibujo y la msica. Una institucin pedaggica, en suma. Hoy en da, el museo es testigo de la pasin de Vivenel por la cermica grie- ga, las artes del Renacimiento y el dibujo arquitectnico. Con el transcurso del tiempo, a estas obras de arte se han veni- do a aadir otras, as como objetos hist- ricos locales e importantes restos extra- dos de las excavaciones arqueolgicas efectuadas en Compigne desde el Se- gundo Imperio. En 1952, el museo se instal en el Htel de Songeons, una noble mansin de finales del siglo XVIII caracterstica de los gustos arquitectni- cos de la aristocracia de la poca, que fue legada a la ciudad de Compigne por su ltimo propietario, el conde de Son- geons. Esta historia, que no es excepcio- nal en este tipo de instituciones, implica que el legado sea de lo ms diverso.

    La parte edificada del museo tiene una superficie de unos 1.800 m' y est ocu- pada por tres edificios: un edificio resi- dencial principal de cuatro plantas con 1.200 m2, y dos alas laterales de dos pisos con 300 m2 cada una. Un cuarto de la su- perficie del edificio es insalubre y no se utiliza en parte. La exposicin permanen-

    te o temporal de obras de arte ocupa unos 600 m2. A los almacenes se han destina- do 760 m2, que comprenden 250 m2 de desvanes que no se han acondicionado nunca. La administracin y el espacio de recepcin del pblico ocupan 11 5 m2 y 130 m2 respectivamente. Fue en 1952 cuando se arregl este edificio para que sirviera de museo, y de esa poca data una parte de las instalaciones que se siguen utilizando todava. Las ltimas obras de reforma se llevaron a cabo entre 1977 y 1978, y en lo esencial el museo presenta hoy el aspecto que cobr entonces. Slo una parte de los sistemas de alarma data de una poca posterior. Estos espacios adolecen de tres defectos: envejecimiento, dispersin y falta de especializacin. Los almacenes se han extendido por distintos lugares del edificio y obligan al personal a continuas idas y venidas; algunos arma- rios utilizados para el almacenamiento estn situados debajo de las vitrinas de las salas de exposicin; en el almacn de tex- riles se depositan tambin libros de los preciosos fondos de la biblioteca o tarje- tas postales antiguas; no se dispone de lo- cales tcnicos y muchas manipulaciones se efectan en las oficinas y salas de expo- sicin, a veces en presencia del pblico; y el lugar de exposicin de las obras est condicionado por su tamao y peso. Esta situacin es muy comn en muchos mu- seos del mundo.

    Las colecciones comprenden entre 30.000 y 35.000 piezas, de las cuales so- lamente unas 2.100 se hallan expuestas, es decir, entre un 6% y un 7% del total. Estn formadas por numerosos subcon- juntos: arqueologa regional, arqueologa mediterrnea, pinturas, artes grficas, fo- tografas, esculturas y vaciados en escayo- la, objetos de arte, textiles, monedas, et- nografa regional, artes de fuera de Euro- pa, archivos, etc. Adems, esos objetos van acompaiiados de una abundante do-

    16 hfzuunz Internucionul(Paris, vr\rESCO), no 201 (vol. 51, no 1, 1999) O UNESCO 1999

  • La conservacin preventiva cotidiana: el Museo Antoine Vivenel de Compigne

    cumentacin. Hoy en dia, esa docunien- tacin est distribuida entre la biblioteca de historia del arte y arqueologa- con un fondo de 3.000 obras, comprendidas 1.500 publicaciones peridicas, que est instalado en 46 metros lineales y se enri- quece cada ao con 1 O0 ttulos m& -, los voluminosos archivos del museo y los de los antiguos propietarios del Htel de Songeons, una serie de in& de 1 .O00 ex- pedientes elaborados desde 1993, una fo- toteca y un fondo administrativo en ple- na expmsidn.

    La plantilla est; constituida por fun- cionarios regionales y municipales y per- sonal interino. Comprende un conserva- dor, una secretaria, dos funcionarios del Patrimonio Nacional de Francia encarga- dos de la recepcin y vigilancia, una per- sona encargada de la limpieza, cuatro mu- jeres Conferenciantes empleadas tempo-

    Irism gent.r.aL delMa.wo Amoirre I4z~ellt.l ralmente como interinas, y un docente del

    Ministerio de Educacin Nacional en mi- sidn durante dos horas semanales. ,4 a t e respecto hay que decir que, desde octubre de 1997, los museos municipales dispo- nen de un importante departamento pe- daggico, la Oficina de Animacin, que ofrece sus servicios a unos 22.000 nios cada aiio. Al personal mencionado vienen a aadirse algunos voluntarios y personas que realizan prcticas de formacin.

    En 1937, la ciudad de Compikgne gast en sus museos ms de dos millones de francos, de los cuales el 75% estaba destinado a sufiagar los gastos de perso- nal. Los museos cuentan con un presu- puesto propio administrado por el conservador. En 1995, ese presupuesto ascendi a 880.000 francos; en 1996 baj a 580.000 francos, lo cual implic una reduccin de 300.000 francos en la parti-

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  • Eric Bldnchegorge

    Esta del dqstoprinc$aL da de inversiones tcnicas y restaura- ciones. En 1997, subi y alcanz la suma de 723.000 francos, y en 1998 se conce- di una cantidad casi igual. Ms de la mi- tad de este presupuesto est destinado a gastos incompresibles: pago de contratos temporales y fimcionamiento en sentido estricto. Adems, la Asociacin de Ami- gos del Museo, que cuenta con 150 miembros, proporciona un modesto complemento al presupuesto y adminis- tra las tiendas del museo.

    Dentro de los servicios municipales, el museo representa por consiguiente una pequea entidad un tanto aislada con medios relativamente limitados, en com- paracin con otras estructuras similares. En la actualidad recibe 15.000 visitantes por ao, las dos terceras partes de los cuales son grupos de escolares. No ha quedado a salvo de la reduccin general de medios financieros que afecta a mu- chos municipios franceses, y su presu-

    puesto de inversiones ha bajado conti- nuamente desde 1994. No obstante, el museo sigue viviendo al ritmo de una me- tamorfosis lenta pero tenaz, y el conser- vador dispone de un amplio margen de libertad para la aplicacin del proyecto cultural del establecimiento.

    Qu soluciones? Qu acciones?

    En mayo de 1993, cuando se nombr un nuevo conservador, el museo estaba en un estado crtico. Reinaba un gran desor- den general, incluso con los objetos, y esto impeda explotar debidamente las colecciones y asegurar su mera supervi- vencia fsica. A pesar de que las ilusiones cifradas en el museo eran grandes, no se lograba hacer nada porque se parta de una visin excesivamente quimrica. El desaliento que esto causaba slo poda desembocar en una abdicacin, a Mta de un compromiso. Se impona una solu- cin: reorganizar completamente el mu- seo en el marco de una labor cotidiana del conjunto del personal, realizada con el presupuesto anual, y renunciar a una re- novacin general acompaada de obras muy costosas. Por lo tanto, convena ha- cer un inventario de las colecciones y del edificio para aplicar una poltica de conservacin preventiva que partiese de la situacin existente y que respetase la his- toria del lugar y de las obras.

    La primera etapa consisti en contar las obras, colocarlas y clasificarlas, es de- cir, comenzar a efectuar y actualizar el in- ventario. Aunque el museo, al igual que muchos otros establecimientos de los paises de habla francesa, se halla equipa- do actualmente con el programa in- formtco ((Micromuse)), no estar en condiciones de realizar un inventario completo de sus colecciones hasta dentro de ocho aos. Para una tarea tan colosal

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  • Mtan tiempo y personal calificado. Hoy en da se hallan registradas unas 11.500 obras. Esta reorganizacin general permite utilizar una metodologa ms ra- cional con las colecciones y, por consi- guiente, establecer un calendario de in- tervenciones. Adems, la numerizacin de las imgenes de una parte de las obras registradas informticamente permite evitar las manipulaciones demasiado fre- cuentes. En determinados aspectos, el in- ventario es al fin y al cabo un medio de preservar la memoria y la integridad ffsi- ca de las colecciones, y por consiguiente forma parte de la politica de conservacin preventiva.

    El equipo del museo y el Conservador no pueden atender todas las tareas. Por eso se ha recurrido a especialistas exte- riores en conservacin y restauracin, y ms concretamente a los del Instituto de

    . Investigacin y Restauracin Arqueolgi- ca y Paleometalrgica (IRRAP) de Com- pikgne. Mediante un contrato que se re- nueva anualmente, este Instituto se en- carga del estudio climatolgico del edificio y, en hncin de los resultados de sus anlisis, propone soluciones realistas aplicables rpida y &ilniente. En el ala principal del edificio se han podido esta- blecer tres zonas climticas correspon- dientes a los stanos (almacenes para ob- jetos en piedra), a la primera y segunda plantas (exposicin permanente y ofici- nas), y a los desvanes (depsitos para pin- tura y objetos de arte). Los anlisis han conducido a mejorar la situacin de las obras en cada una de esas tres zonas. Esta mejora se ha logrado con acondiciona- mientos tcnicos como juntas de venta- nas, cortinas, aparatos de deshumidifica- cin, o bien con el simple desp lmien- to de obras de arte cuyo entorno no poda niodificarse. Al menor problema que sur- ja y afecte de cerca o de lejos a un objeto de las colecciones, el conservador recurre

    La conservacin preventiva cotidiana: el Museo Antoine Vivenel de Compigne

    a los consejos del I W , que es un orga- nismo asociado ~7 no un mero proveedor de servicios, a fin de encontrar la mejor solucin tcnica para ese objeto - despla- zamiento, embalaje, fijacin sobre sopor- te, limpieza, etc. - y protegerlo. Al mismo tiempo que los anlisis climatolgicos, los estudiantes de posgrado del Departa- mento de Conservacin Preventiva de la Universidad de Pars I efectuaron en fe- brero de 1995 un estudio sobre el estado global de las obras depositadas en el al- macenamiento principal de los desvanes, a fin de poder establecer las posibilidades de mejora a medio y corto plazo.

    Algunas colecciones exigan concreta- mente una atencin especial, y se im- ponia un diagnstico de su estado de conservacin. Se sigui el mismo proce- dimiento de recurrir a la Universidad de Pars I. Los alumnos matriculados en el curso de restauracin de artes grficas (MST - Diploma de segundo ciclo en Ciencia y Tecnologia) visitaron el museo con su profesor para un ejercicio prctico de conservacin general de una coleccin, y a continuacin formularon propuestas que permitieron a los servicios tcnicos municipales de Compigne acondicionar un gabinete de dibujos digno de ese nombre en una de las oficinas del depar- tamento de conservacin. Las propuestas se refirieron a la eleccin de un local, la elaboracin de los planes necesarios para acondicionarlo, la seleccin de un mobi- liario adecuado al tipo de clasificacin previsto para los dibujos y estampas, la determinacin del tamao de ese mobi- liario con arreglo a la magnitud de la co- leccin, y el desempolvado de una parte de esta. De esta manera, la coleccin se ha podido ir restaurando paulatinamente en funcin de la belleza de las obras, de su importancia histrica, de su estado o de las necesidades cotidianas. Las piezas res- tauradas se archivan en cajas {(definitivas),

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  • Eric Blrznchegorge

    BI; 3

    La sala de exposicion de artes gr&ca tal como fi le eqiiipddn

    en I994 y las dems se meten en sobres de papel sin cido y se colocan en cajas ((tempo- rales)), en cajones de muebles para planos o en armarios.

    Se estim preferible efectuar el trara- miento de las colecciones por grupos ho- mogneos. As se hizo con las artes grfi- cas, dando prioridad a los dibujos; y tam- bin con los textiles, limpiando y colocando todos los tejidos coptos y mo- dernos en un mueble fabricado a medida con las indicaciones de los restauradores. Las pinturas se trataron tambin, confec- cionando fundas plsticas individuales de propileno alveolado para las de formato pequeo y mediano, que son unas dos- cientas. El IRRAP proporcion indi- caciones para que el equipo del museo efectuara la preparacin y el recorte de 240 m2 de plstico en lminas de 240 cm x 160 cm. Como el presupuesto y la Mta de espacio no permiten la insta- lacin de paneles deslizantes provistos de

    tela metlica, este embalaje evita que los marcos de los cuadros se rocen con las pa- redes de los cajones de madera utilizados para almacenar las pinturas e impide que los lienzos estn en contacto entre si. Con esta solucin intermedia, poco costosa y fcil de realizar, se compens como bue- namente se pudo la Mta de un material mejor. Al fin y al cabo, la conservacin preventiva consiste en adaptarse ante todo a las realidades del presente.

    Desde 1997, la coleccin de vaciados de escayola est siendo objeto de un estu- dio general llevado a cabo por los alum- nos del curso de restauracin de escultu- ras (MST) bajo la direccin de sus profe- sores. Se estn examinando 370 estatuas, bustos y bajorrelieves, que despus de un informe sobre su estado se limpian y pro- tegen con una pelicula de plstico. Tam- bin forma parte del trabajo el traslado desde los stanos no acondicionados y hmedos del vecino Palacio de Com- pigne hasta los depsitos del Htel de Songeons. En el transcurso de 1998 se van a disear los muebles necesarios para almacenar esta coleccin, que la salvarn definitivamente de su lenta destruccin. La conservacin preventiva no puede ser desde luego una prctica aislada, y en ca- sos como ste va unida a una forma limi- tada de restauracin de las obras.

    Qu medios?

    Estas soluciones pragmticas, por no de- cir empricas, tienen repercusiones presu- puestarias. En 1995, se dedicaron a la conservacin y a la restauracin unos 370.000 francos, de los cuales casi una tercera parte se destin exclusivamente a la primera. En 1996, este presupuesto se redujo a 88.000 francos. Y en 1997, au- ment hasta alcanzar 227.000 francos. Con respecto a los medios de que dispo- ne el museo, se ve claramente hasta qu

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  • La conservacin preventiva cotidiana: el Museo Antoine Vivenel de Compihgne

    punto la prioridad dada a los problemas de conservacin exige renunciar por aho- ra a muchas otras actividades. No se or- ganizan exposiciones de prestigio ni se editan publicaciones, y las actividades de comunicacin no se han desarrollado mucho. A pesar de la fluctuacin de los presupuestos de un ao a otro, se ha po- dido mantener la misma poltica y perpe- tuar las opciones que supone.

    Para aplicar esta polftica de conserva- cin preventiva, no slo hay que disponer de medios financieros, sino principal- mente de la competencia de hombres y mujeres con formacin adecuada y buena voluntad. EI personal del museo se ha adaptado sin dificultades. Gracias a una prctica cotidiana establecida en la insti- tucin, se ha contribuido a poner orden en el establecimiento y a perfeccionar las mejoras previstas. Dos hncionarios del patrimonio de los museos municipales han podido beneficiarse de un curso de formacin profesional. EI saber no es transmitido por una sola persona. EI per- sonal no ha permanecido como un es- pectador pasivo, sino que ha dado mues- tras de inters entusiasta ~7 ha participado directamente en la mayora de las ac- ciones mencionadas. La conservacin preventiva es una forma ideal de valorizar la labor cotidiana del personal, al que con demasiada frecuencia se suele limitar al cumplimiento de tareas sin verdaderas responsabilidades. La cooperacin con el IRRAP supone para el conservador contar con la presencia de un organismo independiente al que pide consejos Constantemente, lo cual evita errores de apreciacin de la situacin porque cuatro pares de ojos ven siempre mejor que dos. De esta forma se evita el tomar decisiones aisladamente, lo cual es um prctica muy frecuente en nuestras instituciones pro- vinciales. Adems, la atencih prestada a las cuestiones de la conservacin preven-

    tiva provoca la reaccin fivorable de los restauradores, lo que facilita el estableci- miento de la cooperacin que hemos mencionado anteriormente.

    Todo esto no impide la existencia de algunos fallos, ni tampoco la necesidad de adaptar la poltica iniciada a las contingencias imprevistas. Por ejemplo, el acondicionamiento de uno de los sta- nos para almacenar objetos de madera h e un fracaso. El conocimiento de la varia- cin de las condiciones cliniticas no im- pide que stas sean perniciosas para de- terminadas obras que necesitan una vigi- lancia y cuidados permanentes. El museo carece de un plan de seguridad digno de ese nombre, y adems queda mucho por hacer porque la conservacin preventiva exige esherzos constantes.

    En el Museo Antoine Vivenel se ha hecho mucho hincapit en la conserva- cin, y una gran parte de la actividad des- plegada est en funcin de ella. Esto se explica por la situaci6n de las obras y los peligros que corran hasta hace poco, aunque es verdad que esa prioridad de la conservacih depende tambin de las op- ciones del conservador encargado de las colecciones, as como de las posibilidades de cooperacin interdisciplinaria que se le presenten. La ciudad de Compigne tie- ne la suerte de estar cerca de Pars, de contar con la presencia del IRRAP y de tener unos mtodos de gestin flexibles. Por eso, en vez de yuxtaponer simple- mente una serie de realizaciones - aunque sean pertinentes -, se tiene la posibilidad de preparar un autintico plan que contri- buya al establecimiento de una poltica general del museo, teniendo en cuenta la complejidad de sus obras y su conserva- cin material.

    A la luz de la experiencia de los lti- mos cinco aos, se puede considerar que la estrecha colaboracin entre restaura- dores y conservadors representa un me-

    dio eficaz para hacer frente a situaciones difciles excepcionales y a tareas cotidia- nas que no se pueden resolver en condi- ciones de aislamiento. La conservacin preventiva pone de relieve el carlicter complementario de la formacin terica y las competencias prcticas de estos pro- fesionales con miras a la realizacihn de su objetivo comn: la salvaguardia de las co- lecciones. m

    A,rtdcciiizimt: pernmitasemc mencionar aqu - aunque muy brevemente - a todos aquellos que tuvieron a bien contribuir a la rehabilita- cin del Museo Antoine Vivenel: cl equipo completo del IRRAP, particularmente Floren- ce Bertin J FrCdric L/lasse, Claude Laroque, Florence Hcrrrnschmidt e Isabelle Lambert, Patricia del Pra y Marie-Flore Levoir; la pro- mocin 1394-95 de los estudiantes del Diplo- nia de Estudios Superiores Especializados (DESS) en Conservacin Preventiva, dirigidos por Margaret h.lac-Cord p Denis Guillemard, en Compigne; y los estudiantes de la universi- dad Paris-I matriculados en el curso de MST, en Compigne, supervisados primero por Claude Laroque y, posteriormente, por Anne Courcelle p Vbronique Lcgoux.

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  • < *Quin vela por el patrimonio cultural? La conservacin en el contexto contemporneo

    I Cdrole Miher Carole Milner hace hincapi en que Iu conserzm-in cino es en si nzisnin u n j n , sino un medio para un jnu. Si se entiende adecuadamente, esta puse sigrz$ca que la conservacin de lus colecciones y el acceso a ellus no pueden contenphrse coni0 dos objetivos distintos y contrudictorios, sino que deben considerarse inh bien los dos pilaresgemelos en los que descansan toda h jmciones de los mzweos. Desde 1994, la autora ocipa en Londres el cargo de/+ de lrl Conservacin y Proteccin de Colecciones de ln Comisin de Mzrseos y Galeria (Museions & Galleries Commission-MGC). En el desenpego de nu finciones se encarga de usuntos relacionados con la politica de conservacin, la bsqueh de apoyo y h gestin para los 2.500 inuseos del Reino Unido. Anteriormente trabaj en numerosos pases extranjeros como conservadora, profisorn e instructora en h formacin de adultos. Es delegada del Reino Unido en el ICCROM (Centro Internacional de Estudios de Conservacin y Restauracin de los Bienes Cultirrales) desde 1995.

    El Reino Unido de Inglaterra, Irlanda del Norte, Escociay Gales cuenta con unapo- blacin de casi 60 millones de habitantes. A lo largo y a lo ancho de todo el territo- rio se hallan diseminados sus 2.500 mu- seos. Entre ellos se cuentan 19 grandes museos nacionales como la National Gal- lery de Londres o el Victoria and Albert Museum (con un presupuesto de 29 mil- lones de libras y 800 empleados), museos municipales como los de Glasgow o Bris- tol, y pequefios museos locales que a veces no tienen personal permanente y cuyos presupuestos apenas alcanzan unos centenares de libras. Las colecciones tie- nen de todo, desde obras de arte magn- ficas hasta escarabajos y barcos de guerra. Los objetos van desde los ms pequefios - fauna de la era troglodtica que slo pue- de verse con microscopio, por ejemplo - hasta los ms grandes, que son los edifi- cios que albergan las colecciones.

    El primer museo nacional del mundo, el Museo Bridnico, fue fundado en 1753, pero hasta el siglo XIX no hubo en Inglaterra museos de bellas artes abiertos al pblico. La Ley de Museos de 1845 au- toriz a los municipios a crear museos pblicos de artes y ciencias, y en 1850 otra ley estableci que esos museos tenan que ser gratuitos. Todos esos museos de ciencias y bellas artes nutrieron el sentido de la identidad y se convirtieron en sim- bolos del gran orgullo que inspiraban a los ciudadanos. Estaban destinados a de- leitar y enriquecer el espritu del visitante curioso y de los que acudan a ellos mo- vidos por el deseo de autoperfeccionarse, tras haber recorrido a veces distancias muy largas.

    Actualmente desempeiian mltiples funciones. Algunos son templos del arte y la cultura. Otros conservan todo lo que queda de nuestro legado industrial - ma- nufacturas textiles, y minas de carbn y estai0 -y lo que en su da fue caracters-

    tico de la vida cotidiana y la identidad cultural de toda una regin, ciudad o ca- lle. Y otros son ms bien centros cultu- rales con participacin activa del pblico y aparatos interactivos. Todos ellos tienen en comn dos objetivos esenciales: velar por sus colecciones y hacerlas accesibles al pblico para su placer y educacin, y para que le sirvan de inspiracin. La conserva- cin en el Reino Unido funciona hoy en da en este contexto.

    Conservacin y acceso - Prioridades equilibradas

    Ese contexto implica por definicin un equilibrio. Por un lado, todos los objetos sufren de un proceso de envejecimiento y deterioro propios de su naturaleza, del entorno en que se hallan, del trato que re- ciben y del uso que se hace de ellos. En el plano material, necesitan cuidados y un tratamiento adecuado. Pertenecen a la nacin y todos tenemos la obligacin co- lectiva de velar por ellos a fin de preser- varlos para la posteridad.

    Por otro lado, nuestros museos de ciencias y bellas artes forman parte de una pujante industria del ocio. En el Reino Unido, sobre todo despus de que en 1995 se decidi su apertura durante todo el fin de semana, tienen que competir con centros recreativos, parques temticos, centros comerciales y complejos deporti- vos. Tienen que competir por sus merca- dos y la competencia es encarnizada. Las palabras que en estos tiempos se oyen ms a todos los niveles en el Reino Unido son: acceso, tecnologa de la informacin, dis- traccin, educacin y placer. En el contexto actual de restricciones financie- ras, es fcil olvidar que se ha de mantener . un cierto equilibrio entre los recursos in- vertidos en las actividades de promocin cara al pblico para atraerle a los museos, y los fondos que se necesitan para la

    22 &Iztrmm Intemacional (Pars, UNESCO), no 201 (vol. 51, no 1, 1999) Q UNESCO 1999

  • conservacin, que es una actividad poco notoria pero que permite presenrar las co- lecciones para su utilizacin a largo plazo.

    No se debe considerar que la conser- vacin es un elemento prioritario que ri- valiza con las dems actividades musesti- cas, sino una funcin que sustenta mu- chas de esas actividades. No es un fin en si misma, sino un medio para un fin. Ese fin consiste en asegurar la perdurabilidad de la utilizacin y el disfrute de nuestro patrimonio cultural, en la actualidad y para las generaciones venideras. Los mu- seos del Reino LJnido atraen a unos 75 millones de visitantes por aio; y el GO% de los turistas extranjeros vienen precisamente al Reino Unido atrados por el aliciente que representan sus museos de ciencias y bellas artes. La importancia econmica del turismo cultural va en au- mento, pero nuestro patrimonio es un re- curso no renovable y peligra cada vez ms. Un refrh popular resume todo esto: ((Si quieres que dure, icudalo!u. El acceso a las colecciones y su conservacin son prioridades que corren parejas: en los mu- seos, en los monumentos histricos y si- tios culturales, tanto en el plano nacional como en el internacional. ste es el cami- no para asegurar su perdurabilidad.

    Derechos y responsabilidades

    ;Quin tiene la responsabilidad de asegu- rar eso? ;Quiin asume la labor de velar por las colecciones y hacerse cargo de ellas? En un extremo de la cadena tenemos al conservador que est trabajando sobre el objeto en su laboratorio, estatal o priva- do. Y al otro extremo tenemos a la perso- na que pulsa el b o t h es decir, la que pone en marcha el proceso y lo hace posible.

    Todo empieza con el proceso de pla- nificacin. En funcin de la misin asig- nada al museo, as como de sus objetivos y plan de previsiones, se e.valan sus ne-

    ;Quien vela por el patrimonio cultural? La conservacin en el contexto contemporneo

    cesidades generales, entre las cuales figu- ra la previsin. Se establecen las priori- dades, se toman las decisiones y se asig- nan los fondos correspondientes. Slo en- tonces puede iniciarse el resto del trabajo. La obligacin de velar por las colecciones es colectiva, pero la responsabilidad re- glamentaria incumbe en ltima instancia a los que son legalmente responsables de las colecciones, o sea, directores, presi- dentes, consejeros o dirigentes de hnda- ciones, que pueden tomar parte activa en las decisiones o no. El nivel de responsa- bilidad siguiente lo integran los planifica- dores y los que toman las decisiones: di- rectores, administradora, conservadores jefes, conservadores y administradores de las colecciones.

    Una vez que se toman las decisiones y se asignan los fondos, la responsabilidad del cuidado y tratamiento efectivo de las colecciones pasa a los expertos: profesio- nales de la conservacin, especialistas de la salvaguardia de colecciones, profesores y cientficos especializados en la conser- vacin. $tos efectan una parte del tra-

    La prctica de comenwciu y restimraciii en el Reino U?iido es reconocida en todo el inioido por su excelencirl. Una trrtclicin de proteccin y cuidado de los objetos delpzn-imonio cidtiiral, twpiddadn por h foniiacin de alta calidad, la iiivestigacirz JI el eqnipaniieiito, ha producido algunos de los inris reputados expertos eii este campo.

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  • Cmok Milner

    Imertir et2 elpersonid empleados de hz Comisin de Milseos y Galerirzs (MGC) pe fecrionan sils r0nZpetencid.c y amplian SM experie?icia.

    bajo y luego suelen controlar el de otras personas a las que se encomiendan tareas bajo supervisin: tcnicos de conserva- cin, estudiantes y voluntarios. Cuando los objetos estn expuestos o se utilizan, la vigilancia cotidiana para localizar posibles peligros y asegurarse de que los timbres de alarma estn listos para sonar la asu- men los vigilantes, celadores, voluntarios, personal de limpieza y guardias de segu- ridad; tambin los propios visitantes de los museos pueden contribuir a esa vigi- lancia. Al mismo nivel que los dems pro- tagonistas de la conservacin, tenemos todas las personas implicadas en la construccin, renovacin y manteni- miento de los edificios que albergan las colecciones: ingenieros, arquitectos, equi- pos de mantenimiento, etc.

    Por ltimo, era de los edificios de los museos y aparte de todo su personal administrativo, profesional y tcnico, estn los responsables nacionales, regio- nales y locales de la adopcin de polticas.

    Por supuesto, esas polticas son las que van establecer las etapas de adopcin de todas las dems decisiones, reforzndolas o atenundolas a travs de medidas de re- duccin de subvenciones y presupuestos, de promocin del patrimonio cultural, de cierre o apertura de ms museos, y de es- tablecimiento de planes de conservacin regionales o nacionales, como el Plan Delta de los Pases Bajos.

    Cuando esas responsabilidades fun- cionan en sinergia, se unen y forman una cadena eficaz. Sin embargo, la cadena puede romperse en cualquier punto: un techo con goteras, una plaga de insectos desconocidos, conservadores con forma- cin inadecuada, aprendices mal supervi- sados, una falta de visin a largo plazo de la direccin, o un plan de previsiones in- correcto. Entonces es cuando, ms tarde o ms temprano, los objetos y colecciones sern vctimas del fallo que alguno tuvo un da en el cumplimiento del deber.

    ;Por qu se producen esas rupturas en

    la cadena? Generalmente porque no se han establecido conexiones correctas. EI hecho de que la conservacin integrada sea una responsabilidad colectiva pone de relieve la necesidad de que haya una co- municacin eficaz a todos los niveles. Eso significa un buen trabajo de equipo en el interior de las instituciones, una mejor conexin con el exterior, y un trabajo concertado para promover un mejor co- nocimiento y estima de la labor de conservacin por parte del pblico en ge- neral y de todas las partes interesadas.

    En el Reino Unido tenemos la suerte de contar con redes y estructuras instala- das que facilitan unas comunicaciones convenientes en dos sentidos: de abajo arriba, y de arriba abajo. Los departamen- tos gubernamentales financian el trabajo de los organismos nacionales de asesora- miento y establecimiento de normas, como la Comisin de Museos y Galeras (MGC). A su vez, esta comisin apoya las actividades de una red de 10 organiza-

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  • ciones regionales (Consejos Zonales de Museos) y sus 2.500 museos miembros y organizaciones asociadas. Se mantienen vnculos estrechos con centros de forma- cin e importantes organismos represen- tativos, como la Asociacin de Museos y el Foro de Conservacin (un organismo fe- derador que representa a las l 1 entidades profesionales de conservacin mA impor- tantes). La implicacin activa en el traba- jo que llevan a cabo determinadas organi- zaciones internacionales ha permitido es- tablecer relaciones constructivas con ellas, por ejemplo el Centro Internacional de Estudios de Conservacin y Restauracin de los Bienes Culturales (ICCROM) y el Instituto de Conservacin Getty.

    Cuestiones e implicaciones

    Teniendo todo esto presente, ahora tene- mos que preguntarnos cules son las ne- cesidades de conservacin actualmente, y qui implicaciones tienen en la forma de asumir nuestras responsabilidades y de tratar de organizar los cuidados que dis- pensamos a nuestras colecciones muses- ticas a nivel institucional, nacional, euro- peo e internacional.

    Para velar por las colecciones y llevar a cabo esta tarea con eficacia, los museos necesitan en primer lugar saber lo que tie- nen y dnde lo tienen. Necesitan saber en qu condiciones se hallan sus colecciones y qui prioridades se van a establecer para su utilizacin, porque eso determinad el nivel de los cuidados p el tratamiento que se les dispensen. En la prctica, los mu- seos necesitan lo siguiente:

    apoyo proporcionado por la planifica- cin y gestin de la conservacin (es- quemas e instrumentos para evaluar las necesidades y medir los progresos en la elevacin de las normas; infor- macin sobre las necesidades, precisa y situada ei1 su contexto; preparacin de

    Quin veia por el patrimonio cultural? La conservaci6n en el contexto contemporneo

    argumentos convincentes para defen- der las peticiones de financiacin); informacin y asesoramiento perti- nents sobre la manera de velar por sus colecciones; acceso a profesionales de la consrrva- cin competentes y calificados, que cumplan las norma exigidas tanto en el plano ttcnico p profesional como en el deontolgico; orientaciones sobre el establecimiento de relaciones contractuales constructi- vas, y consenso sobre el criterio de ren-

    Edi~aciiz y ocio: comei-vadoi.es de los MilseosJi Gde?*ias Nacioriules de Gules (NMGlV, c o i z u e i w ~ ~ coil im g w p de colegiales. Este poyecto obtuuo erz 1997 elprem (d%ittnicur k idea de conseFelvacim, OtotKadopoi. la Fundacin /erwoody k MGC.

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  • Carole hflner

    tabilidad y las normas que se han de cumplir; acceso a la formacin para todos los que estn relacionados, de una u otra forma, con la salvaguardia de las co- lecciones;

    * apoyo para incrementar la sensibiliza- cin del pblico y llevar a cabo la pro- mocin del trabajo efectuado por los que velan por las colecciones.

    Para apoyar todo esto, los museos necesi- tan que en todos los niveles se apoye el principio de que, dentro de ellos, la conservacin de las colecciones y el acce- so a ellas son dos prioridades equilibradas corren parejas; y tambin necesitan que se reconozca que ese principio es el camino pata lograr la permanencia de nuestro pa- trimonio cultural.

    La red estructurada de servicios de apoyo e informacin del Reino Unido ha progresado satisctoriamente en muchos de esos mbitos. No obstante, debido a la gran cantidad de museos y a la disminu- cin de los fondos pblicos, existe el pe- ligro de que se produzcan graves retrasos en las tareas de conservacin. Por ejem- plo, las estadsticas nos dicen: que sola- mente un 3% de los museos consideran que disponen del espacio de almacena- miento suficiente para incrementar sus colecciones; que slo el 12% dispone de aire acondicionado; y que ms del 50% de ellos ni siquiera evalan una vez al ai0 las condiciones de su medio ambiente, si es que llegan a hacerlo.

    En el Reino Unido, las repercusiones de la prctica cada vez ms sistemtica de la contratacin de servicios exteriores se han notado en todos los sectores. Se han alterado los esquemas de las necesidades y del suministro de servicios en materia de conservacin, y se han difuminado los l- mites entre el sector pblico y el privado. Quedan ya muy pocas torres de marfil, la financiacin sigue siendo muy restringi-

    da, y tanto el sector pblico como el pri- vado funcionan dentro de un mercado competitivo. Se ha vuelto evidente que se necesitan normas, as como sistemas para establecerlas y supervisar su funciona- miento. El Sistema de Registro de Mu- seos a cargo de la MGC establece normas institucionales para todos los sectores de la actividad musestica, comprendida la conservacin, y la base de datos Com- pendio de Estadsticas Musesticas (DO- MUS) proporciona informacin general sobre los adelantos registrados en el cum- plimiento de esas normas. El Registro de Conservacin de la MGC, que es una base de datos sobre conservacin, pro- porciona informacin sobre las 700 prc- ticas que se ajustan a las normas acorda- das y la difunde entre los museos del Rei- no Unido, las asociaciones relacionadas con el patrimonio cultural y el pblico en general. Por ltimo, los profesionales de la conservacin estn controlando cada vez ms sus normas y, a travs del Foro de la Conservacin, estn adoptando un mtodo ms unificado para reglamentar- las mediante sistemas de homologacin.

    Si echamos una ojeada a la bola de cristal, veremos que en el Reino Unido se plantearn cuestiones que tendrn inevi- tables repercusiones en la evolucin de la conservacin en el siglo XXI. Debemos preguntarnos si podemos seguir inaugu- rando ms instituciones musesticas y reunir ms colecciones cuando ya no po- demos ocuparnos de las que poseemos; si debemos subordinar la adquisicin de un nuevo objeto a la disponibilidad de re- cursos para asegurar su conservacin a largo plazo; si es menester dar prioridad a la conservacin a largo plazo de las colec- ciones y de los objetos que las componen; si debemos revisar nuestra poltica de ex- plotacin de los objetos y aceptar que al- gunos se utilicen a pesar de que se vayan a perder en definitiva; y si en el mundo de

    los parques temticos, de Disneylandia y de las experiencias de ((retorno)) al pasado, el ((objeto real)) va a seguir teniendo im- portancia dentro de 50 d o s , o bien va a predominar un ((museo virtual)) que reemplazar al contacto directo con las colecciones, y qu implicaciones tendr esto pata la conservacin.

    Actualmente, en los paises de Europa est aumentando perceptiblemente la preocupacin recproca por los peligros que se ciernen sobre la proteccin de nuestro patr