Murtuus in Anima Revista nº6

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Primera publicación seriada en castellano sobre vampiros. Segundo Año, séptimo número. Mayo 2014.

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Murtuus in Anima Curam Gero Cutis Revista.Año 2. Número 6. Mayo 2014.

Director: Gabriela Córdoba.Edición/ Redacción: Mme. Eglantine, Gabriela Córdoba.Paginación: Hayden Coffin.

Strigoi Publicaciones.Arcadia, Parterre bucó[email protected]://strigoi.com.ar/

Murtuus in Anima Curam Gero Cutis Revista es una publicación de Strigoi. Registro Nº 1209112322232 SafeCreative. Todos los derechos reservados.Prohibido reproducir total o parcialmente el material publicado en este número. Los artículos y colaboraciones son responsabilidad del autor y no reflejan el punto de vista de Murtuus in Anima Curam Gero Cutis Revista.

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A Nuestros Lectores ..................................................................................................... 6

Lenore de G. A. Bürger, ilustrada por E. Neureuther (Traducción) ................ 7-13

El Vampiro, Leyenda Gitana (Interpretación y Notas) ..................................... 14-21

Defensa contra Vampiros, por D. Fortune ......................................................... 22-28

Coverture: Collage & Couleur pour S. Angoisser.

STRIGOI PUBLICACIONES9. Bd. Corelli, Arcadia

SOCIÉTÉ DES ARTISTES MORTES3. BOULEVARD DES DECHÚS

MAYO 2014

AÑO 2 Nº 6

Fundadora-Directora:GABRIELA CÓRDOBA

Secretaria de Redacción:MME. EGLANTINE

Paginación:HAYDEN COFFIN

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Nos complace presentar a nuestros preciados lectores el Segundo Año de

entregas de Murtuus in Anima Revista. Florecemos en este número con las secciones Arte, Literatura, Folclore y Ocultismo y, acopladas a cada una de ellas, imágenes que describen el texto componente. A vuestro deguste exponemos nuevamente este caro proyecto para el espíritu que nos desplaza, fatigando porque resulte una revisión acorde a sus intereses acerca de vampiros. Agradecidos por su tiempo preciosísimo que dediquen a

la lectura, ya mismo embarcamos.

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NCABEZAMOS las secciones Literatura y Arte de la actual revista (esta vez de modo conjunto), con un intento de traducción de una de las baladas más representativas del ciclo romántico alemán del

siglo XVIII: Lenore, de Gottfried August Bürger. Si bien, egregios escritores, de la talla de Walter Scott, Dante Gabriel Rosseti o Gérard de Nerval, entre numerosos, han trasladado ya este clásico a sus lenguas maternas, la fascinación en la cual sume a cualquiera de sus lectores, continúa siendo inextinguible. No resultamos ajenos a dicha ligadura. Para detallar, agregamos que tomamos para elaborar la siguiente traslación una interpretación francesa señalada como de autor anónimo, que data del año 1834, y que puede hojearse virtualmente en Gallica. Ésta cuenta con el riquísimo trabajo ilustrativo de Eugène Neureuther, en su Illustrations des classiques allemands. Tanto transcrita en prosa poética o bajo la cadencia que otorga la obediencia a las reglas de versificación en poesía, Lenore poseyó, desde temprano, el misterio propio inherente a las “obras maestras […], en la más estrecha acepción de la palabra”, según la sensibilidad embelesada de Gautier. Ya sea en latín, francés, inglés o italiano

(y de forma más tardía al castellano), el clásico fue extendiéndose por una Europa ávida de la rebelión de la palabra. Citamos exclusivamente el caso de España, desde donde nos ha llegado siempre hasta Latinoamérica la novedad literaria extranjera, a través de ediciones traducidas y comentadas en castellano. Interesante es aumentar este punto con el estudio de José Escobar, mediante el cual asegura que las versiones que circulaban en los folletines publicados por periódicos españoles en 1800 se realizaban empleando como referencia las traducciones francesas y no directamente del alemán. En desmedro para el texto primigenio, esto cercenaba los bríos épicos que contenía, transformándolo en una balada netamente lírica, característica de los ánimos melancólicos románticos. Madame de Staël proponía a sus colegas en De Alemania, manifiesto pilar del pináculo erudito por esos años, que fuese leída en su lengua primera, única condición que permitiría distinguir los detalles de dramatismo que lo enaltecían. En lo que concierne a los dibujos que engalanan (aunque lamentablemente no mejoran nuestra traslación) la balada, diremos que pertenecen a Eugen Napoleon Neureuther, pintor, grabador e ilustrador alemán. Encargado de confeccionar ornatos para la marginalia de la obra de Goethe, y habiendo recibido su instrucción pictórica de una de las academias más influyentes

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en Munich, comenzó a ser requerido en Francia como uno de los artistas con destreza pura en el esbozo de líneas, comparables, la mayoría de las veces, con aquellas delineadas por Durero. Finalmente, sin más demora introductoria, impelemos al amable lector a aventurarse en el primor rítmico de Bürger, quizá erróneamente considerado con una temática puntual que refiere a vampiros, no obstante fundamental para la inspiración de postreras producciones que sí tratan a nuestra figura mítica preferida como el portador de un secreto sombrío: la fustigada exteriorización

de la sexualidad en épocas anteriores.

Bibliografía

. ANONYME, Lénore. En Illustrations des classiques allemands par Eugène Neureuther. Paris. 1834.

. ESCOBAR, José. La literatura alemana en el Romanticismo español: la balada “Lenore” de G. A. Bürger. Glendon College, York University, Toronto.

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Lenore surge estremeciéndose, despertando por la mañana debido a penosos sueños. –Guillaume, ¿eres infiel?, ¿o es que moriste? ¿Cuánto más tardarás? Él había partido con las tropas del rey Frédéric, estuvo presente en la batalla de Praga y no había escrito nuevamente acerca de su destino. El rey y la emperatriz, hastiados de sus largas disputas, suavizaron su humor guerrero e hicieron por fin la paz. Cada ejército, con cánticos y gritos de alegría, al ruido de tambores y timbales, y adornado con ramas verdes el sombrero, retomó el camino a sus hogares. Desde todas partes, sobre los grandes caminos como sobre los senderos, corrían jóvenes y ancianos atraídos por los cantos de triunfo de los recién llegados. –¡Alabado sea Dios!, exclamaban hijos y esposas. –Sé bienvenido, decían muchas novias contentas. –Mas, para Lenore, plácemes y besos se perdieron.

LenoreBalada por Bürger

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Interrogó al cortejo en toda su longitud e inquirió luego todos los nombres, pero ninguno de los que allí estaban pudo responderle. Cuando el ejército hubo marchado, la mujer desgarró su cabellera de cuervo y se revolcó en el suelo, retorciendo sus miembros con furia.

Su madre corrió hasta ella. –¡Oh, que el Cielo tenga piedad de ti, mi niña querida! ¿qué te sucede?, y la ciñó en sus brazos. –¡Oh madre, madre, quien no es más, no es más! Ahora, ¡adiós al mundo! ¡Dios no tiene misericordia! ¡Dolor!, ¡dolor para mí, desgraciada!

–Gran Dios, ¡asístenos! Pequeña, di un pater; eso que Dios hace, está bien hecho. Dios sí tiene piedad de nosotros. –¡Oh madre, madre, vana esperanza!, Dios no actuó bien conmigo. ¿Para qué sirve mi oración? En este momento es inútil.

–Gran Dios, ¡asístenos! Quien conoce al padre sabe que él acude en socorro de sus hijos. El santo sacramento suavizará tu dolor. –¡Oh madre, madre!, aquello que me quema el corazón no será curado por ningún sacramento: ¡ningún sacramento puede reanimar a los muertos!

–Escucha, hija. ¿Y si, presa de su falsedad, ese hombre hubiese renunciado a la fe y hubiese contraído una nueva unión en el país de los húngaros? Pequeña, abandona su corazón, será bien castigado por eso. Cuando [su] cuerpo y alma se separen, [aquel] perjurio lo consumirá como el fuego.

–¡Oh madre, madre, quien no es más, no es más! ¡Aquel que está perdido, está perdido! La muerte… ¡la muerte fue mi premio! ¡Oh, si jamás hubiese nacido! Apágate, mi luz, apágate por siempre. Muere, muere en la noche y los horrores. ¡Dios no me tiene piedad; dolor, dolor para mí, desgraciada!

–Gran Dios, ¡asístenos!, no llames a vuestra pobre hija delante de tu justicia, no sabe lo que dice su lengua. No le tengas en cuenta por su pecado. ¡Oh, niña, olvida tu dolor terrestre y piensa en Dios y en tu salvación! Por lo menos tu alma no perderá a su novio.

–¡Oh madre!, ¿qué es la salvación? ¡Oh madre!, ¿qué cosa es el Infierno? Apágate, mi luz. Apágate por siempre; muere, muere en la noche y los horrores. Sin él no quiero salvación, ni en el Cielo ni sobre la Tierra.

Así, la desesperación se desencadenaba en su cerebro y en sus venas. Ella continuó increpando con audacia a la providencia divina. Magulló su pecho y se retorció las manos hasta el momento en que el sol se tendió, justo cuando, en la bóveda celeste, aparecieron las doradas estrellas.

Entonces, afuera, ¡un ruido! –¡tro, tro, tro!.. como los hierros de un caballo y los chischás de sus espuelas–. Un jinete descendió en la rampa de la escalera; luego, se escuchó la argolla de la pequeña puerta, despacio, ligeramente… ¡kling, kling, kling!.. y, a través de ésta, se entendieron las siguientes palabras:

LenoreBalada por Bürger

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–¡Hola!, abre mi chiquilla. ¿Duermes, mi bella? ¿Estás despierta? ¿Qué sientes aún por mí? ¿Lloras o ríes? –¡Qué! ¡Guillaume! Tú, tan tarde por la noche. Lloré y velé. ¡Ah!, padecí mucho mal… ¿Desde dónde vienes con un caballo como ese?

–Ensillamos nuestros caballos a medianoche. Llego desde muy lejos, de Bohemia. Me levanté tarde, y vengo a llevarte conmigo. –¡Ah, Guillaume, entra primero, rápido! El viento silba en los matorrales. Entra, mi bien amado, que yo te entibio en mis brazos.

–Permite silbar el viento a través de los matorrales. Mi negro relincha, la espuela resuena; no debo quedarme aquí. Ven, sube tu vestido, elévate y salta detrás de mí sobre mi oscuro caballo. Debo hoy todavía correr cien leguas hasta nuestro tálamo de novios.

LenoreBalada por Bürger

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–¿Eh?, ¡qué! ¿Querías hoy cabalgar cien leguas para portarme al lecho nupcial? Escucha, la campana aún resuena a pesar de tañer hace once horas. –Mira aquí, mira allá. La luna luce clara. Nosotros y los muertos correremos velozmente a caballo. Te llevo, lo garantizo, hoy a la cama de bodas.

–¡Oh! dime dónde está el receptáculo que nos recibirá… ¿Dónde? ¡Cómo!, ¿tu lecho de bodas? –Lejos, lejos de aquí, tranquila, fresca y pequeña; seis tablas y dos tablillas. –¿Hay sitio para mí? –Para ti y para mí. Acércate, levanta tu vestido, salta y súbete. Los convidados a la boda nos esperan; la puerta ya nos es abierta.

La hermosa alzó su vestido, se elevó y saltó con presteza sobre el corcel. Apretó al jinete amado con sus manos de azucena y… ¡tro, tro, tro!, y ¡hop, hop, hop!, fue un galope tan iracundo, que caballo y montador soplaban sin aliento, que centellas y guijarros volaban en el aire…

¡Cómo a derecha, izquierda y delante de sus miradas galopaban las praderas, los campos y la campiña! ¡Cómo los puentes tronaban bajo sus pasos! –Mi dulce, ¿tendrá miedo? La luna luce clara. ¡Hurra! Los muertos corren rápidamente a caballo. Mi bella, ¿tendrá miedo de los muertos? –¡Oh! no, pero déjalos.

–¿Por qué esos cantos, por qué esos sonidos? ¿Por qué vuelan los cuervos? Escuche… el sonido de las campanas; oiga… las coplas de los muertos… “Enterremos al difunto.” Y, en la cercanía, se adelantaba un cortejo fúnebre que

llevaba ataúd y camilla. El canto se asemejaba al grito de las ranas en los estanques.

–Después de medianoche, sepultad el cadáver con cánticos, campanas y quejas. Ahora traigo una joven mujer conmigo, conmigo hasta mi cama de bodas. Ven, sacristán, ven aquí, ven con el coro y aúllame la canción de los novios. Ven, sacerdote, y di la bendición antes de que estemos recostados en el tálamo.

Cesad, campanas y cantos… las camillas desaparecieron… obedeciendo a su grito imperativo… ¡tro, tro, tro!, aquellos a quienes llamó acudieron y siguieron de cerca los hierros del corcel oscuro. Y ¡hop, hop, hop!, siempre más lejos los llevaba el zumbador galope, y caballo y jinete soplaban sin aliento. Centellas y guijarros volaban en el aire.

¡Cómo a la derecha y a la izquierda galopaban montañas, árboles y setos! ¡Cómo galopaban a la izquierda, a la derecha, pueblos, villas y burgos! –Mi bella, ¿tendrá miedo? La luna luce clara. ¡Hurra! Los muertos corren velozmente a caballo. Mi hermosa, ¿tendrá miedo de los muertos? –¡Oh, deja en paz a los muertos! –¡Vea!, observe el patíbulo, alrededor del pivote de la rueda danza una banda aérea. Allí… allí… banda… aquí… ven… banda, ven y sé mía; báilanos el vaivén de las bodas cuando montemos sobre la cama.–Y la banda vino, ¡fru, fru, fru! corriendo detrás de ellos y haciendo un extraño ruido como el remolino que ruge entre los matorrales de avellanos a causa de las hojas secas.

LenoreBalada por Bürger

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¡Cómo volaba todo lo que la luna alumbraba alrededor, cómo todo volaba en la lontananza! ¡Cómo volaban, encima de ellos, la luna y las estrellas! –Mi bella, ¿tendrá miedo? La luna luce clara. ¡Hurra! Los muertos corren rápidamente a caballo. Mi hermosa, ¿tendrá miedo de los muertos? –¡Gran Dios, deja en paz a los muertos!

–Mi azabache, mi azabache… el gallo, creo que ya llama. Pronto la arena se va a juntar. Mi azabache, mi negro, siento el aire de la mañana. Mi negro, vayámonos lejos de aquí. –Finalizada, finalizada nuestra carrera, el lecho nupcial se abre ya. Los muertos corren rápidamente a caballo. He aquí nosotros, he aquí que arribamos. A rienda suelta ellos cabalgan hacia una puerta enrejada. La vara más flexible vuela, de un solo golpe cerraduras y cerrojos se rompen. Los badajos resquebrajan, dejando oír un sonido terrorífico… La carreta prosigue su

camino sobre las tumbas. Las piedras mortuorias emblanquecían alrededor debido a los rayos de la luna.

–¡Vea, mire súbitamente! ¡Oh, oh, un milagro espantoso! El dolmen del jinete cae pieza a pieza, igual que la pútrida yesca. Un cráneo sin cabello ni coleta; un cráneo todo desnudo, la cabeza del jinete; su cuerpo, un esqueleto con guadaña y clepsidra.

Alto se elevó, fogosamente relinchó el oscuro corcel y bufó centellas. De repente, había desaparecido bajo Lenore, hundiéndose en la tierra. Mugidos salieron del cielo, gemidos de las profundas tumbas. El corazón estremecido de Lenore se retorcía entre la vida y la muerte. Entonces danzaron, brillando a la luna y arremolinándose en círculo, los espíritus afilados en largas cadenas, clamando estas palabras: –¡Paciencia, paciencia!, aunque el corazón se rompa, no ofendes a tu Dios del Cielo. Eres libre de tu cuerpo, que Dios tenga piedad de tu alma.

LenoreBalada por Bürger

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AMOS por sentado, en la actualidad, que el pueblo romaní procede de un oleaje migratorio hindú que comenzó durante el siglo XI, el que obedecía al intento de cabecillas musulmanes por esparcir su religiosidad. No obstante, en pleno curso del siglo XIX, interrogantes de difícil comprobación (se sospechaba que el grupo era demasiado sectario como para esparcir sus costumbres frente a la inquisitoria de algún interesado foráneo) eran los que manejaban los eruditos de una ciencia que estaba estableciendo recientemente su metodología de estudio:

el folclore. En el relato tradicional que hemos elegido, el tratamiento vital con el cual va sucediéndose cada acontecimiento se realiza, indudablemente, a través de la ubicación espacio-temporal. Estamos en Rumania, durante el cumplirse de algún siglo anterior al XIX. Años hace que los getas fueron incorporados a la provincia romana de la Dacia por el emperador Trajano. Sin embargo, luego de ser invadida la zona por los godos, el número de romanos que ahí decidió residir, cooperó para que los dacios perseveraran hablando el latín heredado. Más tarde, las invasiones asiáticas encabezadas por legiones otomanas y gitanas esparcieron innumerables mixturas de razas, que se sumaron a la autóctona. Demostraremos, de forma breve, cuáles ensalmos que aparecen en El Vampiro parten de esa combinación. Notable contribuidor, considerado uno de los ingleses más influyentes dentro del campo de tesis acerca de la identidad, tradiciones y registros etnográficos de los gitanos fue Francis Hindes Groome. Luego, todo aquel cuerpo de historias que recopiló sería descrito por sus colegas folcloristas como no sólo perteneciente a la región de Eurasia, del modo en que aquel había afirmado con el candor propio del principiante, sino que se hallaba presente con características similares en diversas zonas del planeta. Condujo la entrada enciclopédica sobre gitanos que apareció en una de las ediciones decimonónicas de la Encyclopædia Britannica, además de ser editor de Journal of the Gypsy Lore Society, desde 1888 hasta 1892. A nuestros fines investigativos importa uno de sus libros, compuesto en 1899 e impreso en Edimburgo, Gypsy Folk Tales, primordialmente el relato que aparece dentro del capítulo segundo denominado Historias Rumano-Gitanas, referido a vampiros. El autor precisa en la Introducción que si bien existen dos variantes más de esa narración (una versión húngaro-gitana de Friedrich Miller y otra rusa de Ralston), prefirió adoptar la compilada por Barbu Constantinescu en su obra Probe de Limba si Literatura Taganilor din România, publicada en 1878. De un acervo de 75 canciones rumano-gitanas y cuentos populares, escritos en romaní y traducidos al rumano, Groome únicamente tomó 11 con las correspondientes notas aclaratorias, entre los que aparecía The Vampire. A medida que equipara la línea incidental de sucesos que demarcan al relato gitano con los cuentos orales hindúes, descubre que subsisten controvertibles mudanzas descriptivas reveladoras sensibles sólo al análisis filológico. En una traducción húngara encontrada luego de redactar su libro, Groome averigua que la flor en la cual metamorfosea la bella Nita es un loto, pormenor que resulta insignificante para siquiera ser mencionado por Constantinescu. Sin embargo, en lo que se relaciona con nuestra exploración, advertimos que muchos basamentos del hinduismo, a la vez que menciones disimuladas de dogmas antiguos como el iranio, egipcio, budista, e incluso el que profesaban los primeros cristianos de tribus griegas y latinas, asoman durante toda la exposición del relato. Así, nociones acerca de: metempsicosis; el estricto ritual fúnebre prestado a los difuntos en pos de preservar incorruptible su alma; la presencia, en los inicios aplazada por el predominio de una liturgia netamente misógina, del Culto a la Diosa; y la posibilidad de que, una vez que resucita un cuerpo que no recibió oblaciones pertinentes, pueda convertirse en un cruel vampiro que aterroriza y diezma a las poblaciones, ejercen como pruebas inequívocas del amplio bagaje místico que posee el sincrético sistema de creencias gitano. Desarrollemos un poco más, con el fin de ejemplificar al lector demandante nuestras apreciaciones,

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la aparición de la flor que Constantinescu no esclarece y que se reconoce como loto en el texto húngaro. Cuando Nita paga al vampiro con su misma vida la negación de no querer decirle qué vio la noche en que distinguió que salía del camposanto, una protección (que si bien no se esclarece, podríamos nombrar universal) circula sobre su fatal sino mortuorio y la transfigura en flor, tal vez la más hermosa que pudiese existir en la Tierra. Al cotejar el simbolismo remoto que abunda en los extractos sacros de muchas religiones, descubrimos que el loto comúnmente fue considerado una flor venerable. Representaba para los antiguos el poder productivo de la Naturaleza, generalmente donado por la divinidad (o grupo de ellas) a la forma femenina. No es de extrañar que la renovación que acontece a la proba mujer después de las aflicciones a las que la somete aquella presencia sanguinaria, manifieste el dominio inagotable que sólo puede merecer un ser puro. La muchacha gitana recibe el obsequio de la juventud eterna y, como bien han determinado los misterios eleusinos, la alegoría rosacruz en la que interviene Salomón, como también la tradición hermética, ese amuleto será el que preserve su continuidad y concreción de felicidad una vez devuelta al lapso de vida que fue truncado por la vampírica manifestación maligna. Ya los Puranas, cúmulo de cuentos populares védicos redactados en sánscrito, daban cuenta de la preeminencia femenina al ser el aspecto vivo, la energía declarada de Shiva, mediante la que, los actos de creación, mantenimiento y destrucción del universo son llevados a cabo. Paralelamente a la versión gitana de la historia sobre vampiros, esa potestad se representaba con un loto, y para acercarla aún más al conjunto de credos occidentales, pedimos rememorar la degradación de la interpretación alegórica impuesta a los creyentes: cualquier nenúfar que circunde a la Anunciación imita, a partir del Renacimiento, a la flor que reverencian las culturas orientales, aunque nuestra flor se vea por completo carente del verídico sentido con el cual identifica, siendo que, a través de esa substitución alegórica, tiende a alterar conscientemente el significado del símbolo sagrado original. Hubiésemos preferido que todos los niveles de significancia que giraban en torno al mito nos hubieran sido heredados por completo anexos al símbolo, porque es evidente que esa ruptura premeditada devino en pérdida, a este punto de los siglos, irrecuperable de la realidad… Para proseguir, otra de las orientaciones que comprobamos influida por la múltiple ordenación religiosa primitiva en la historia del vampiro romaní es el giro que expresa que Nita acaba aniquilando al monstruo, haciéndolo explotar. George W. Dasent brincó en nuestro auxilio en este caso. En Popular Tales from the Norse, recopilación de cuentos folclóricos, leyendas populares y trabajo comparativo entre vocablos pertenecientes a dialectos escandinavos, publicado en 1903, y para ser más precisos, durante el desarrollo de la Introducción, la vez que exhibe referencias sobre la aculturación sufrida por Los arios del Este, nos asegura que a pesar de haber subyugado a los nativos hindúes y establecerse sobre la península, en aquellas tribus finalmente podía notarse el enorme influjo recibido de la “activa y moral personalidad india”. Prueba de esto resultan los ya citados Puranas que sintetizan la tradición sánscrita de los sacerdotes arios y las costumbres populares indias. El vampiro que amenaza a la muchachita y concluye liquidándola junto a toda su familia no extingue su potestad espectral como sucede con otros de su especie en las leyendas pertenecientes a la cultura de Occidente: con una estaca atravesándole el corazón y por último, habiendo sido decapitado. Disímilmente, Nita clama que será Dios mediante su autoridad inevitable el que lo haga estallar. Dasent afirma, en el capítulo ya nombrado, que la idea de mantención de equilibrio cósmico a través del ajusticiamiento por explosión de la parte adversaria se hallaba establecida entre los vedas mucho antes de que se inventasen los bestiales avatares del panteón indio y de que existiera su sistema filosófico propiamente dicho. El himno nº 129 del décimo libro del Rig-Veda da cuenta de ello:

El germen que aún yace cubierto por la cáscara Explota luego, única su naturaleza, desde el calor abrasador.

Variadas marcas de nacionalidad y lenguaje arrastraron consigo las expansiones de los grupos indoeuropeos, como atestigua la bibliografía acerca de los arios de Europa del Este. También la rama romaní al constituirse como agrupación esencialmente nómada, además de poseer en la gran mayoría de

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los casos influencias religiosas del hinduismo. Concerniente a los residuos de mitología romana, trasladada posteriormente de lleno a la esfera gitana, que en los primeros párrafos señalamos, apuntamos: la joven siempre se retira a dormir después de encontrarse con el vampiro (se pensaba que el único método que poseía un fallecido para regresar a esta realidad era a través de la interrupción del estado de ensoñación); el pago anticipado a sus sirvientes para que cumplan cabalmente con sus rituales de sepultura (depositar en boca u ojos de los muertos monedas para garantizar el paso del alma a los confines imperecederos, era otro de los supuestos latinos acerca de los ritos finales) y la estipulación de colocar su cadáver debajo de un árbol de manzanas (el consumo de cientos de árboles frutales, semillas y frutos en la antigüedad, restablecían la salud de los enfermos); y cuando la conclusión de la historia, la acción de pintar con la sangre del corazón del muerto-vivo los huesos de sus familiares para retornarlos a la vida (que un deudo untara los huesos de un familiar difunto con alguna sustancia de color rojo confería vitalidad eterna). Expuestas las anteriores palabras como preámbulo para situar al lector cercano al marco que da pie para que se desarrolle el cuento popular, finalmente añadimos que no realizamos una traslación formal del texto manejado por Francis H. Groome, sino una sencilla interpretación castellanizada que brota acompañada, eso sí, de cada apostilla efectuada por el folclorista. De similar manera a como hemos trabajado antes, todos los textos que coadyuvaron en el desentrañamiento de esta pesquisa, son indicados y vinculados para descarga directa en una entrada en MIACGC Investigación sobre vampiros blog, bajo el título Dossier. Nos fiamos en que conlleve para ustedes igual interés que el que despertó en este equipo y perseveramos en la tentativa de haber agregado un granito de arena más en cuanto al conocimiento de la visión de la figura vampírica en antiguos agrupamientos humanos y sus dogmas.

Gabriela Córdoba

Bibliografía:

. BLAVATSKY, H. P. Archaic Symbolism of the World-Religions. Theosophical University Press Online Edition.. DASENT, George W. Popular Tales from the Norse. David Douglas. Edimburgo, 1903.. GRIFFITH, Ralph T. H. The Hymns of the RigVeda, Translated by Ralph T. H. Griffith. 1896.. GROOME, Francis H. Gypsy Folk Tales. T. and A. Constablr, Printers to Her Majesty. London, 1899.

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Capítulo II

Historias Rumano-GitanasNº 5 – El Vampiro

En un pueblo rumano, alrededor de una anciana, maduras mujeres iban congregándose para revolotear festivamente en una kláka 1. La belleza de las doñas era tal, que atrajeron provocadores hombres que las retenían entre sus brazos y l a s b e s a b a n . Pero, una de las asistentes, m á s j o v e n en edad que las demás, no había llamado la atención de ningún enamorado que la sostuviese contra su pecho y le arrebatara cálidos besos. Los vecinos rumoreaban que tal vez la razón de ese desprecio se debía a que la chica tenía un carácter difícil y a que sus padres eran prósperos h a c e n d a d o s , quienes acabarían ahuyentando a cualquier galán bribón que osase engañar a su hija. Tres días pasaron sin que ningún hombre mostrara interés en ella. Su aflicción iba en aumento al observar a sus congéneres dicharacheras divertirse, sin siquiera advertir aquellas las causas de la desazón de

1 Kláka, según Grenville Murray, es una especie de asamblea popular en Valaquia. Si alguna familia tiene un trabajo particular que realizar, invitan a sus vecinos a que los ayuden. Cuando la tarea concluye, todos festejan con gran regocijo, cantando y bailando.

la menor, a pesar de ser una bonita mujer. El desconsuelo de la muchacha parecía ir calando profundo en su ánimo cuando, de la nada, apareció un seductor joven, la tomó en sus brazos y la besó, quedándose hasta el amanecer en su compañía. Una vez que el día comenzó a clarear, el hombre se marchó. Una anciana, que contemplaba la escena desde la apertura de la reunión, advirtió que los p i e s de él se asemejaban a las patas de un

gallo y le preguntó a la joven: –Nita, mi muchacha, ¿viste

algo? –No lo noté. –Entonces, ¿yo no vi que

tuviera los pies de gallo? –Déjalo, madre, yo no lo vi.

Al finalizar la charla, la chica partió a su casa y se acostó a dormir. Luego,

se levantó y se dirigió hasta el hilado, donde otras mujeres

como ella se dedicaban a revolotear. Nuevamente

llegaron los hombres con actitud fascinadora y cada uno tomó a

su amor. Se besaron, compartieron un rato, para después retirarse

a sus hogares. El enamorado de la doncella más fresca

también regresó y la embelesó en

su regazo durante var ias horas ,

besándola. Otra vez,

e s t u v i e r o n juntos hasta la

medianoche, momento en que se oyó el cacareo de un gallo. Al oírlo, el hombre se despidió de su dama. Desde su cabaña, la anciana que espiaba a la pareja, preguntó a la chica cuando llegó:

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–Nita, ¿te diste cuenta de que él tenía los cascos de un caballo? –Y si los tenía, no vi. Entonces la mujer se marchó a su casa y descansó. En la mañana, inició los trabajos diarios que realizaba siempre. Cuando anocheció, tomó su huso y decidió ir a visitar a la vieja en la choza. Las otras mujeres también se reunieron con sus amantes hasta que cada uno partió a su recinto. Sólo Nita quedaba, con una idea que rondaba su inquieta mente. Fue cuando apareció el enamorado. ¿Qué haría la muchacha? Después de los arrumacos, con mucho cuidado y sin que él lo notara, hilvanó con una aguja un largo hilo en la espalda del querido. De ese modo, sabría hacia dónde se dirigía cuando no estaba con ella. Cuando el gallo cantó, el joven hombre se marchó. A la mañana siguiente, Nita siguió el camino definido por el hilo, el cual la llevó hasta una tumba donde reposaba aquel seductor hombre que había arrebatado su corazón. El temor de la muchacha fue tan grande que, incluso de regreso a su casa, no había dejado de estremecerse. Al anochecer del siguiente día, el seductor fue hasta la casa de la anciana y descubrió que su amada no estaba allí. Interrogó a la vieja:

–¿Dónde está Nita? –Ella no ha venido. A continuación, fue hasta el hogar de la joven y llamó: –Nita, ¿estás en casa? Nita contestó: –Estoy. –Dime qué viste cuando fuiste a la iglesia ya que, si no te sinceras conmigo, mataré a tu padre. –No vi nada. Entonces él asesinó a su progenitor y regresó al camposanto. A la siguiente noche, el seductor volvió: –Nita, dime lo que viste. –Yo no vi nada. –Me lo dices o mataré a tu madre, como lo hice con tu papá. Responde qué viste. –No vi nada. Entonces mató a la madre y se marchó a su tumba. A la mañana siguiente, la muchacha reunió a sus doce criados y les habló: –Miren, tengo mucho dinero y bueyes y muchas ovejas. Cedo todos estos bienes a vosotros, porque sé que moriré esta noche. Lo único que les pido

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me prometan es que me sepultarán al pie de un manzano y no en el bosque. Si mis designios no cumplieran, un gran mal recaerá sobre ustedes. Por la noche, volvió el provocador y esta vez amenazó a la muchacha así: –Dime, mi Nita, lo que me viste hacer hace tres días, o te mataré, como lo hice con tus padres. –No tengo nada para decirte. Fue cuando él la asesinó y regresó a su tumba. Por la mañana, los criados encontraron el cadáver de la mujer y lo prepararon decentemente para la ceremonia de enterramiento. Se sentaron alrededor del cuerpo e hicieron un agujero en la pared. Sosteniéndola, la pasaron por el hueco y la llevaron, como ella misma había mandado, a sepultarla debajo del manzano. Al cabo de medio año, un príncipe con su cortejo de caza, galgos y otros canes, paseaba por el terreno en busca de liebres. Al acecho iba la comitiva hasta que, repentinamente, tuvo que detener su marcha porque los perros se habían distraído en la tumba de la doncella. Una flor silvestre los había extasiado, sin parangón con ninguna otra en su belleza. Los sabuesos comenzaron a ladrar y a rasguñar el sepulcro de la muchacha, hasta que el príncipe los llamó con su cuerno y mandó a sus cazadores a investigar el lugar. Volvieron al rato, contándole que habían visto una flor que parecía destellar del mismo modo que una vela. Ninguno reconocía haber visto flora semejante alguna vez.

Decidido, el príncipe desmontó y, acercándose a la sepultura, arrancó la flor. Una vez en el hogar, primeramente, el noble enseñó a sus padres la preciosa flor que lo había extasiado y, seguidamente, la colocó en un florero que iba a adornar la cabecera de su lecho mientras durmiera. Fue durante el bienestar del reposo que la flor cayó del vaso, concretando un prodigioso salto mortal 2 y se convirtió

en una hermosa doncella, quien se recostó sobre el cuerpo del príncipe y lo besó, mordiéndolo. Así, pernoctó con él hasta el alba,

cuando tornó nuevamente al reino vegetal. Por la mañana, el muchacho

amaneció enfermo y les comunicó a sus padres que

sentía terribles dolores en cabeza y hombros, señal

que alertó a la madre y mandó llamar a una anciana sabia de la comunidad que

se encargaba de sanar extrañas dolencias. Cuando

estuvo repuesto el muchacho, retomó las

tareas protocolares que le requerían y, al finalizar el día, después de comer y beber en la mesa familiar, se marchó a d e s c a n s a r . La misma

experiencia de la noche anterior se repitió: la flor, transfigurada en

doncella, durmió con el príncipe hasta el

amanecer. De nuevo, en el estado de vigilia, el joven se quejó a sus padres de fuertes dolores en los huesos. Entonces, fue el padre quien percibió que

2 En los cuentos gitanos, este proceder poco digno de lanzarse siempre precede a un proceso de transformación.

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sus malestares habían comenzado el mismo día en que había arrancado la flor, y dijo al hijo que serían ellos quienes vigilarían su sueño por la noche para determinar cuál era el origen de aquel mal. De este modo, el fin del día aconteció y el príncipe se recostó sobre la cama. Nuevamente, desde la flor emergió la agraciada muchacha. Entonces, los padres del chico se aproximaron hasta ella y la retuvieron, para que el príncipe pudiera escapar del sueño. Despierto y embelesado, aseguró que había descubierto que era una mujer justa por lo que decidía casarse con ella. Así lo hicieron y un tiempo de bonanza reinó sobre la aldea porque la población creía que una mujer tan virtuosa como aquella doncella jamás había nacido antes. Medio año más tarde, la pareja concibió un saludable hijo, al que la madre acicaló con manzanas en ambas manos. No obstante, un día, reiteradamente, la desdicha amenazó a Nita. El vampiro que había intimado con ella conocía su felicidad y retornó a hostigarla. –¿Qué me viste hacer, mujer? –No vi n a d a ,

manifestó Nita. –Me dices, o mataré a tu niño, como terminé con tu padre y madre. Dime. –No tengo nada que decir. A la sazón, el vampiro mató al hijo del príncipe. Nita, apesadumbrada, lo llevó a la iglesia y lo sepultó. Por la noche, el monstruo fue a buscar a la mujer y nuevamente inquirió: –Dígame Nita lo que usted vio. –Yo no vi nada. –Me dices o mataré ahora al señor con quien estás casada. Fue cuando Nita, tomando el valor de una mujer honorable, contestó al vampiro. –No resultará que mates a mi esposo, porque Dios, esta vez, te condena a explotar. Oyéndola, el vampiro se reventó. Al otro día, Nita pidió a su suegro que extirpara el corazón del engendro, después de ver que aquel nadaba en un hondo charco de sangre. El rey cumplió con el pedido y se lo entregó en la mano a la

princesa. Con el corazón del vampiro fue hasta el cementerio donde estaban enterrados su hijo, padre y madre, y a cada uno ungió con la sangre que de él todavía brotaba.

Cumpliendo aquel conjuro, logró que todos regresaran a la vida y al fin pudo contarles

los sufrimientos a los que ese malvado ser la había sometido.

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BTUVO con méritos su título de psicóloga en la Universidad de Londres, especializándose en las prácticas psicoanalíticas de Freud y Jung. Nos baste esa comprobable formación académica para comenzar a hablar sobre ella.Violet Mary Firth (1890-1946), nació en Gales y fue criada como una devota cristiana. El interés que tempranamente despertó esa fe contribuyó en que se inclinara desde los veinte años a la inspección y comparación de principios de tradiciones tan apartadas, en cuanto a tiempo y localización geográfica, como la tibetana, persa, greco-latina, escandinava, hebrea, cabalística y el gnosticismo

primitivo. Evidentemente, su curiosidad la llevó a establecer contacto con otros neófitos comprometidos con concepciones herméticas y fue de este modo que ingresó en diversas agrupaciones de estudio interno, en las que ya se habían establecido conformidades en cuanto al tratamiento más ajustado para la adquisición de Conocimiento. Así, integró asociaciones como Alpha et Omega, Stella Matutina, The Society of the Inner Light (de la que fue fundadora, junto a su esposo) y reuniones masónicas. Abundante es su registro de producción escrita, entre el que se miden novelas, cuentos y, según sus propias palabras, “textos serios”, firmados mayormente con el seudónimo Dione Fortune, tomado del lema familiar Deo, non fortuna. De aquel corpus, extraemos una reedición actual del libro originalmente publicado en 1930 (resulta difícil corroborar cierta datación histórica en la vida de Fortune; al parecer existen dudas si el libro fue escrito en ese año o solamente publicado), Psychic Self-Defense, en el cual expone las técnicas a utilizar en la defensa psíquica contra ataques vampíricos. Cabe destacar, con la intención de arrojar un poco de luz acerca de la dudosa vinculación de su nombre a los movimientos neo-paganos y la pseudo religión gardneriana wicca que comenzaron en 1950, mucho tiempo después de su muerte que, tanto procedimientos terapéuticos como casos “mágicos” en los que participó Dione Fortune son minuciosamente explanados en su obra. En un artículo aparecido en la Revista Gnosis, con autoría de Chas. S. Clifton, sagazmente se puntualiza la participación en este embuste de dos por sí mismas denominadas brujas británicas que fueron ampliamente conocidas en la década de 1980: Janet y Stewart Farrar. Las mujeres recomendaban a sus lectores el repaso de las novelas de Fortune y ansiaban concretar rituales cuyas especificaciones de práctica aparecían en el libro de la psicóloga, The Sea Priestess. El alboroto que esas declaraciones provocaron en torno a The Society of the Inner Light fue tal, que el líder de ese momento tuvo que corregir las invenciones de las charlatanas para purgar el prestigio de la agrupación secreta y el de su miembro honorífico, Violet Firth: “En su carta de autorización, la Sociedad nos ha pedido decir que Dion Fortune no era bruja y no tenía conexión con aquelarres, y que esta Sociedad de ningún modo está asociada a las destrezas de las brujas. Accedemos a su petición, y cuando este libro sea publicado, enviaremos una copia con nuestros elogios, con la esperanza de que pueda darles segundos pensamientos acerca de la filosofía Wicca y cómo es de ajena a la impartida por Dion Fortune (a quien las brujas tienen en gran respeto) como ustedes parecen imaginar”1. Asimismo, es probado que Gerald Gardner (iniciador de la brujería gardneriana wicca) y Fortune fueron contemporáneos, detalle que no demuestra que se hayan conocido personalmente; no obstante, el primero basó gran parte de sus creencias y prácticas de hechicería en la palabra de Dion corrompida por él mismo y sus seguidores, del mismo modo que ha sucedido con los sondeos teosóficos de Alesteir Crowley y H. P. Blavatsky y la intensa búsqueda de alivio para las incomprendidas fluctuaciones de la existencia, que comenzó con el siglo XX. Pensemos por un breve lapso temporal (no es posible retenerlos durante más tiempo en algún proceso mental serio) en aquellos auto rotulados maestros de las pseudociencias, discípulos de lo paranormal que trafican con los conocimientos esotéricos (por lo general piden una cierta cantidad de dinero para demostrar sus capacidades). Resulta claro que, a diferencia de

1 CLIFTON Chas S. A Goddess arrives. The novels of Dion Fortune and the development of Gardnerian Witchcraft.

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la realidad científica, que somete cualquier fenómeno o teoría a los filtros inexcusables de la Razón y el Escepticismo, e incluso es de amplia divulgación actualmente, el fraude sobrenatural escondido se convirtió en gran negocio para el lucro de todos los que especulan con las debilidades humanas. Seguidamente, incluimos el capítulo Vampirismo, del libro Autodefensa Psíquica, de Dione Fortune. Avisamos que la traducción no fue realizada por el equipo de Murtuus in Anima Revista, sino que al confrontar una hallada en Internet, sin mención del autor, con el texto original escrito en inglés, nos pareció bastante acertada en lo referente al manejo de terminología y construcción sintáctica. También creemos útil indicar al lector que el texto fatigosamente pueda ser tomado en su sentido literal, ya que demasiados conceptos herméticos que pueden rastrearse desde la iniciación de la escritura de tratados de antiguas doctrinas, presentan una dificultad tal que tal vez no alcanzaría una sola vida como para ser dilucidados.

Capítulo V

Vampirismo

Se supone que el vampirismo ha muerto.— Curioso efecto de ciertas personas sobre sus asociados.— Efecto de las mismas personas sobre las baterías eléctricas.— Relaciones mórbidas.—Complejo de Edipo.— Parasitismo psíquico.— Los Berberlangs.— Descripción de un caso de vampirismo.— Necrofilia en el Frente Occidental.— Vampirismo en la Europa del Sudeste.— Contagio del vampirismo.— “Mordeduras de mosquito’’ anormales.— Dónde buscar huellas de vampiro.— Los dientes característicos de los vampiros.

El supuesto vampiro ha sido siempre un personaje popular en cuentos de misterio e imaginación. Hay literatura considerable concerniente a sus actuaciones, desde la famosa novela Drácula hasta los estudios serios de los juicios de brujas medievales, para lo que se refiere al lector a la bibliografía al final del libro. En estas páginas, sin embargo, no deseo procurarme evidencia de segunda mano, ni incidentes que tuvieron lugar en otros siglos y bajo condiciones primitivas, pues podría argüirse que con el paso de tales condiciones fuera de nuestro medio, el problema del vampirismo, como el problema del tifus, se ha ido también, y no necesita preocuparnos. Por mi propia experiencia soy de la opinión, sin embargo, de que esto no es así, y que la condición peculiar que los antiguos llamaban vampirismo puede dar cuenta de ciertas formas de trastorno mental y de la mala salud física asociada con ellas. Cuando el psicoanálisis fue introducido por vez primera en Inglaterra, yo acometí el tema, y me convertí en estudiante, y finalmente en instructora en una clínica que se fundó en Londres. Nosotros los estudiantes fuimos pronto sorprendidos por el hecho de que algunos casos eran extremadamente difíciles de tratar. No es que fueran problemáticos, sino que simplemente “nos vaciaban”, y nos dejaban sintiéndonos como guiñapos fofos al final de un tratamiento. Algo sucedió para mencionar este hecho a una de las enfermeras ocupada del departamento eléctrico, y ella nos contó que los mismos pacientes “vaciaban” las máquinas eléctricas y que podían absorber los más sorprendentes voltajes sin que se les moviera un pelo. En el mismo sitio, en el curso de mi trabajo psicoanalítico, me crucé con un número de casos en los que existía un apego mórbido entre dos personas, comúnmente madre e hija, o dos mujeres amigas; a veces también entre madre e hija y en un caso que encontré entre un hombre y una mujer. Era siempre el negativo de la pareja el que venía por tratamiento y éramos capaces de ayudarlos por medios psicoterapéuticos. Ellos siempre me mostraban el mismo conjunto de síntomas: un temperamento sensitivo, complexión pálida, el organismo desmejorado y debilidad general, sensación de agotamiento y se fatigaban fácilmente. Eran también invariablemente muy sugestionables y, por lo tanto, fáciles de manejar. Consiguientemente, éramos usualmente capaces de conseguir buenos resultados bastante

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rápidamente en tales casos. El punto curioso, sin embargo, era que la ruptura de la relación mórbida causaba una marcada perturbación e incluso un semi-colapso del asociado dominante en la alianza. Pensamos que era necesario insistir en una separación si es que había de efectuarse una cura, y la separación invariablemente era resistida muy activamente por el asociado dominante. Por aquel tiempo yo lo explicaba todo con los términos de la psicología freudiana, pero incluso así, no podía evitar el estar impresionada por el curioso efecto que tenía una separación sobre la persona que no se suponía que estaba enferma y que, conforme una mejoraba, la otra decaía. Soy de la opinión de que lo que Freud llama Complejo de Edipo no es del todo un asunto unilateral, y que también el “alma” del padre atrae la vitalidad psíquica del niño. Es curioso el aspecto de envejecimiento que presentan los casos de Edipo, y hasta qué punto se ven como hombres y mujeres viejos cuando en realidad son niños. Nunca tienen una infancia normal, sino que siempre parecen mentalmente más maduros. Persuadí a varios pacientes para que me mostraran fotografías de ellos mismos cuando eran niños, y me impresionó la expresión preocupada y envejecida que mostraban en sus rostros infantiles, como si hubieran conocido todos los problemas y cargas de la vida. Conociendo que ellos realizan telepatía y manejan el aura magnética, no resulta descabellado suponer que, de algún modo, no comprendemos del todo cómo el socio negativo de tal relación está “cortándose” sobre el socio positivo. Hay un derramamiento de vitalidad en marcha, y el socio dominante está sorbiéndola más o menos conscientemente, si es que realmente no está consumiéndosela.Tales casos no son en modo alguno inusuales, y se explican rápidamente cuando la víctima es separada del vampiro. Dondequiera que haya un registro de un lazo estrecho y dominante entre dos personas con la desvitalización de una de ellas, es un buen plan recomendar una separación temporal y observar los resultados. Estos casos, sin embargo, pueden ser descritos también, más justamente, como parasitismo que como vampirismo. Tal parasitismo psíquico es extremadamente común, y explica muchos problemas psicológicos. No trataremos el tema en estas páginas pues está fuera del alcance de nuestra investigación presente, y se menciona meramente con fines ilustrativos. El vampirismo, tal como se entiende generalmente, es una cuestión muy diferente, y haremos bien en reservar el término para aquellos casos en los que el ataque es deliberado, aplicando el término parasitismo a los casos en los que es inconsciente e involuntario. En mi opinión, el verdadero vampirismo no puede tener lugar a no ser que haya poder para proyectar el doble etérico. Todos los registros de vampirismo que tenemos dan cuenta de algo mucho más tangible que un fantasma. En Europa Occidental, la aparición parece ser relativamente rara en los tiempos modernos, pero en la Europa del Este y en muchos países primitivos, parece no ser en modo alguno inusual, y en libros de viajes aparecen innumerables casos bien autentificados. El Comandante Gould, en su extremadamente interesante libro, Oddities, ofrece un relato de vampirismo entre los Berberlangs de las Islas Filipinas. Su narración está basada en un ensayo impreso en Journal of the Asiatic Society, Vol. LXV, (1896). Estas desagradables personas, de acuerdo con Mr. Skertchley, el autor del artículo en el que se basa el Comandante Gould, “son caníbales, y deben comer carne humana ocasionalmente o morirán...”. Cuando sienten apetencia por comer carne humana se van a la maleza y, habiendo escondido cuidadosamente sus cuerpos, sostienen su aliento y caen en trance. Sus cuerpos astrales son liberados entonces. Ellos vuelan lejos y, entrando en una casa, ingresan en el cuerpo de uno de sus ocupantes y se alimentan de sus entrañas. “Puede oírse a los Berberlangs cuando se acercan, pues hacen un ruido quejumbroso, que se eleva en la distancia y muere en un débil gemido, conforme se aproximan. Cuando están cerca de ti, puede oírse el sonido de sus alas y pueden verse las centelleantes luces de sus ojos danzando como moscas de fuego en la oscuridad”. Mr. Skertchley declara que él mismo vio y escuchó pasar un vuelo de Berberlangs, y al visitar al día siguiente la casa en la que les vio entrar halló al ocupante muerto sin ningún signo externo de violencia.

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Comparad el relato de Mr. Skertchley de los Berberlangs tumbados en la larga maleza, arrojándose en trance, con el relato de Mr. Muldoon en The Projection of the Astral Body, con el que todo estudiante de ocultismo debería estar familiarizado, pues es indudablemente un clásico de la literatura oculta, siendo un relato práctico de experiencias ocultas e instrucciones detalladas de cómo ir y comprobarlo. Pero retornemos a casa. En el curso de mi experiencia en los desviaderos de la mente humana, que, por la naturaleza de mi trabajo, ha sido como el conocimiento de Sam Weller de Londres, extenso y peculiar, sólo he conocido un caso de vampirismo genuino, de acuerdo con el sentido en el que utilizo el término, y éste no fue uno de mis propios casos, aunque conocía a las personas implicadas. Me fue transmitido por mi instructor original, al que ya me he referido en conexión con el caso de la buena señora que me perseguía con un cuchillo. He usado los sucesos de este caso como terreno de trabajo para una de las historias de The Secrets of Dr. Taverner, pero los hechos actuales son tales que serían inadecuados para una obra que se supone destinada a entretener. Por aquel tiempo estaba haciendo yo las prácticas en psicología anormal en la clínica de la que he hablado, y supervisando el trabajo de otros estudiantes; una de ellos me pidió consejo concerniente a un caso que le había venido en la práctica privada, el caso de “un joven de veinte años, uno de esos tipos degenerados, aunque intelectual y socialmente presentables, que frecuentemente nacen en viejas familias cuya sangre es demasiado azul para ser saludable”. Este muchacho fue llevado como huésped a un piso que la estudiante compartía con otra mujer, y pronto empezaron a inquietarse por curiosos fenómenos. Aproximadamente a la misma hora, cada noche, los perros de la vecindad empezaban un furioso alboroto ladrando y aullando, y unos pocos momentos después, la ventana francesa que conducía al mirador se abría. No importaba cuán a menudo llamaban al cerrajero, ni cómo la trababan, se abría en el momento señalado, y una corriente fría barría el piso. Este fenómeno tuvo lugar una noche en que el adepto, Z., estaba presente, y él declaró que había entrado una entidad invisible desagradable. Apagaron las luces y fueron capaces de ver un mortecino refulgir en el rincón que él había indicado y, cuando pusieron sus manos sobre este brillo, sintieron una sensación de hormigueo tal como la que se experimenta cuando se ponen las manos en agua cargada eléctricamente. Entonces comenzó una poderosa persecución del fantasma arriba y abajo del piso, y la presencia fue finalmente arrinconada y despachada en el cuarto de baño. He representado el incidente algo más pintorescamente en mi cuento, pero los hechos esenciales son los mismos. El resultado de despachar esta entidad fue una señalada mejora en la condición del paciente y la elucidación de la siguiente historia. El muchacho, al que llamaremos D., tenía el hábito de ir a sentarse junto a un primo que había sido devuelto inválido a casa desde Francia sufriendo de un supuesto golpe de granada. Este joven era otro vástago de una cepa familiar gastada, y se divulgó que había sido cogido con las manos en la masa en esa desagradable perversión conocida como necrofilia. De acuerdo con la historia sonsacada a los padres de D., este vicio no era infrecuente en ciertos sectores del Frente, como tampoco lo eran los ataques sobre hombres heridos. Las autoridades estaban tomando drásticos pasos para acabar con ello. Debido a la influencia familiar, el primo de D. fue capaz de escapar del encarcelamiento en una prisión militar y fue puesto al cuidado de su familia, como un caso mental, también lo pusieron a cargo de un enfermero. Sucedía mientras el enfermero pasaba su tiempo libre que el desgraciado joven D. se las ingeniaba para sentarse junto a él. También resultó que las relaciones entre D. y su primo eran de una naturaleza viciosa y en una ocasión él mordió al muchacho en la nuca, justo por debajo de la oreja, extrayendo realmente sangre. D. había tenido siempre la impresión de que algún “fantasma” le atacaba durante sus crisis, pero no se había atrevido a decirlo por temor a ser considerado loco. Cuál podía haber sido el porcentaje exacto de suciedad neurótica, vicio, y ataque psíquico, es difícil de decir, ni es sencillo decidir cuál era la causa predisponente que abrió la puerta a todo el problema, pero una cosa se hallaba clara para todos los observadores: que despachando al visitante psíquico, no sólo se aclaró inmediatamente la condición de D., sino que después de una breve y aguda crisis, el primo

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también se recobró. El método de despachado usado por el adepto Z. era cercar a la entidad dentro de un círculo mágico, de modo que no pudiera salir, y entonces absorberla dentro de sí mediante compasión. Conforme completaba la operación, caía hacia atrás inconsciente. Era, de hecho, el mismo método sobre el que se me había instruido para usar al tratar con un hombre lobo, pero es una tarea mucho más formidable el absorber y transmutar la proyección de otra persona, que absorber la propia de uno, y sólo podría haber sido realizada por un iniciado de un grado muy alto; el que Z. poseía, indudablemente. Su opinión concerniente al caso, aunque no había manera de obtener confirmación independiente de esto, era que algunas tropas de Europa del Este habían sido llevadas al Frente Occidental, y entre éstas habían individuos con el conocimiento tradicional de la Magia Negra por el que la Europa del Sudeste ha gozado siempre de una siniestra reputación entre los ocultistas. Esta gente, al ser muerta, sabía cómo evitar ir a la Segunda Muerte, es decir, la desintegración del Cuerpo Astral, y se mantenía a sí misma en el doble etérico, vampirizando a los heridos. Ahora bien, el vampirismo es contagioso; la persona que es vampirizada, siendo vaciada de vitalidad, es un vacío psíquico, absorbiendo ella misma de cualquiera con quien se cruce, a fin de rellenar sus recursos faltos de vitalidad. Pronto aprende los trucos de un vampiro sin comprender su significado, y antes de que sepa dónde está, es todo un vampiro por sí mismo, vampirizando a otros. El alma ligada a la tierra de un vampiro se adhiere a veces permanentemente a un individuo si tiene éxito en hacer de él un vampiro que funcione, extrayendo sistemáticamente su nutrición etérica de él, pues, ya que él está a su vez re-supliéndose a sí mismo a partir de otros, no morirá exhausto como lo hacen comúnmente las víctimas de los vampiros. Z. era de la opinión de que el primo de D. no era el vampiro primario en el caso, sino que él mismo era una víctima. Siendo un joven de moral inestable, pronto adquirió los trucos del vampiro, y el alma apegada a la tierra de algún mago magiar explotaba en él. A través de su acto de morder y extraer sangre del cuello de su primo, esta entidad se transfirió al joven D., prefiriendo nuevos caminos para los recursos vacíos de su víctima anterior. Probablemente alternaba entre los dos, pues no estaba constantemente con D. Qué hizo exactamente Z., no lo sabemos, pues él era extremadamente reservado en cuanto a sus métodos, pero a la luz del conocimiento posterior, imagino que absorbió la energía etérica del alma ligada a la tierra, y la privó por tanto de sus medios de resistirse a la Segunda Muerte. El conducir meramente al alma que se resiste hasta el Salón del Juicio de Osiris habría implicado dejar detrás un cuerpo astral, el cual por algún tiempo habría continuado dando problemas. Puede ser interesante notar, en conexión con este caso, que durante el tiempo en que Miss L., estuvo en el colegio ocultista, en Hampshire, tuvimos algunos sucesos bien curiosos. Hubo un estallido entre nosotros de unas “picaduras de mosquito” extremadamente malas. Las mordeduras en si no eran venenosas, pero las punzadas eran de tal naturaleza que sangraban libremente. Recuerdo al levantarme una mañana encontrar una mancha de sangre del tamaño de la palma de mi mano sobre la almohada; había salido aparentemente de una pequeña puntada justo por debajo del ángulo de la quijada. Otros tuvieron experiencias similares. Nunca he visto nada igual, ni antes ni después de eso, ni ocurrió de nuevo después de que Miss L. se marchó. No se lo conté al adepto Z. en aquel momento, y posteriormente, cuando me acordé del incidente y lo mencioné, la oportunidad de investigar se había escapado. El expresó la opinión de que era el trabajo de un vampiro, y citó casos similares con los que se había encontrado en el curso de su experiencia. Dijo que había visto casos en África en los que la víctima se había quedado, de un modo tan radical, sin sangre, que sólo con dificultad podía obtenerse una muestra de sangre para hacer un examen, pues apenas podía inducírsela a fluir del debilitado tejido. Nada puede hacer por tales casos la ciencia médica. Van muriéndose poco a poco, y sin embargo, no puede ser demostrada ninguna enfermedad orgánica. No obstante, su apariencia es la de una persona que sucumbe por hemorragias repetidas. Cuando se sospecha de vampirismo, la cosa a hacer es ir sobre el cuerpo de esa persona centímetro a centímetro con una lupa, y la búsqueda será probablemente recompensada por el descubrimiento de numerosas punzadas diminutas, tan diminutas que no son descubiertas por un examen con el ojo

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desnudo, a no ser que se revelen infectándose y supurando, cuando no son usualmente confundidas con mordeduras de mosquitos. Son mordeduras con todas las de la ley, pero no las de un insecto. Los lugares en donde buscarlas son: alrededor del cuello, especialmente bajo las orejas; en la superficie interna de los antebrazos; en los lóbulos de las orejas; en los dedos de los pies y, en una mujer, sobre los pechos. Se dice que una persona con tendencias vampíricas desarrolla unos dientes caninos anormalmente largos y agudos, y yo misma he visto un caso así, y era una imagen curiosa. Los dos dientes caninos, la pareja que viene entre los incisivos y los premolares, eran por los menos más largos que la mitad de los otros, y terminaban en puntas, con la agudeza de una aguja. El verdadero vampirismo en Europa Occidental parece ser raro, pero Z. era de la opinión de que muchos casos obscuros de debilidad tropical en los que la anemia jugaba una parte prominente, podrían ser atribuidos a esta causa.

PÓSTER DEL FILM VAMPIRE DANCE CON VIOLET HOPE (1975).

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