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Revista Canadiense de Estudios Hispánicos Entrevista con SABATO Author(s): Sabato and John C. Murchison Reviewed work(s): Source: Reflexión, 2.ª época, Vol. 2, No. 2/4 (Enero-Diciembre 1973), pp. 143-155 Published by: Revista Canadiense de Estudios Hispánicos Stable URL: http://www.jstor.org/stable/20801686 . Accessed: 24/11/2012 00:55 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Revista Canadiense de Estudios Hispánicos is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Reflexión. http://www.jstor.org This content downloaded by the authorized user from 192.168.82.205 on Sat, 24 Nov 2012 00:55:16 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Entrevista con SABATO

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Revista Canadiense de Estudios Hispánicos

Entrevista con SABATOAuthor(s): Sabato and John C. MurchisonReviewed work(s):Source: Reflexión, 2.ª época, Vol. 2, No. 2/4 (Enero-Diciembre 1973), pp. 143-155Published by: Revista Canadiense de Estudios HispánicosStable URL: http://www.jstor.org/stable/20801686 .

Accessed: 24/11/2012 00:55

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Entrevista con SABATO

MURCHISON/SABATO

JCM.?Me gustar?a empezar pregunt?n dole desde hace cu?nto tiempo que no visita los Estados Unidos.

ES.?Tengo muy mala memoria... Esta ba pregunt?ndole a la profesora Delle

piane cu?l era la ?ltima vez que estuve ac?. Yo estuve aqu? cuando la muerte de

Kennedy, el d?a exactamente que lo ma taron a Kennedy.

JCM.?El 23 de noviembre...

ES.?Hace diez a?os ya de eso, ?no? Despu?s estuve de paso de nuevo en el

pa?s para un congreso del P. E. N. Club que se hizo en Nueva York. Pero yo llegu? el s?bado, y el lunes empezaba el congre so, y me... estaba un poco deprimido y de mal humor, y me fui el mismo limes a Buenos Aires. Creo que ?sa fue la ?lti

ma vez.

AD.?En el 1966, me parece que fue.

ES.?En el 1966. Desde ese momento no he vuelto m?s a Estados Unidos. Aho ra me doy cuenta que han pasado muchos

a?os..., seis a?os.

JCM.?Y ahora, en esta visita, ?qu? di ferencias y semejanzas encuentra, por ejemplo, entre 1939, cuando estuvo aqu? por un per?odo largo, y ahora?

ES.?Al llegar a Boston por v?a..., por

avi?n, me llam? la atenci?n la..., el as

pecto americano que ha tomado Boston, ?no? Es decir, los rascacielos y eso. Yo creo que en esa ?poca no hab?a. Yo creo

que h?ce treinta a?os..., por lo menos yo no recuerdo nada de eso. Yo, el recuerdo que ten?a de Cambridge era de una ciudad as?, muy..., muy inglesa, ?no? As?, muy t?picamente de la Nueva Inglaterra, que a m? me gust? mucho. Me pareci? vina ciudad muy llena de... de encanto, de algo que no era estrictamente norteamericano, tal como uno lo concibe, en fin, sobre la base de New York, por ejemplo, ?no? Ahora he visto que est? muy (esto parece una broma, pero), que est? muy ameri canizado, digamos, esto, ?no?

JCM.?S?

ES.?Es decir, Boston me parece desde

lejos, desde el avi?n, todo el centro, un

poco... una peque?a New York. No s? si ser? hasta ese punto, no s?.

JCM.?S?, con todo, s?. La verdad es que es el proceso, ?no? Es lo que est? pasando en todos lados.

ES.?Ah, s?..., tiene el tipo de edifica ci?n moderna...; claro que... no s?..., no

s?... Esto nos llevar?a, Murchison, a todo un problema, que es... mi concepci?n del

mundo, es decir, no es nada contra los Estados Unidos, sino contra el mundo mo derno. Yo comprendo que muchas de es tas cosas son calamidades inevitables,

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pero Io grave es que eso, que para m? es una calamidad, para mucha gente le pa rece una maravilla.

Es decir, yo creo que el tipo ?ste de civilizaci?n (que, desde luego, lo tenemos

ya en Buenos Aires, desgraciadamente), este tipo de civilizaci?n, a base de vidrio

y aire acondicionado y cemento armado, es el fin de algo, no es el comienzo, como creen algunos. Algunos creen que esto es el futuro; no, esto es el pasado, a mi jui cio. El hecho de que se est?n haciendo cosas en este momento, cuando termina la civilizaci?n y la cultura occidentales..., el hecho de que se sigan haciendo cosas, no

quiere decir que sea..., que pertenezca al

futuro; tambi?n les crece la barba a los que acaban de morirse, ?no? Es decir, yo creo que esto es el pasado...; si algo va a edificarse en el futuro (si sobrevivimos a la bomba at?mica, que en cualquier mo mento puede arrasar con el planeta, ya sea por obra de los generales rusos o nor

teamericanos, o por la obra de ambos), si esto no ha de ser s?lo el pasado, si hay alguna esperanza de sobrevivir, yo espero que la humanidad del futuro viva de otra

manera.

No es que yo sea un reaccionario ni un

pasatista: por temperamento, yo soy una

persona que me gusta el pasado, ?no? Pe ro comprendo que hay que vivir de acuer do con necesidades diferentes. Pero yo espero que se viva de otra manera.

JCM.??De qu? manera? ?C?mo..., c? mo ve usted un posible futuro?

ES.?Mire: cualquier futuro que se ha ga sobre la base de un hombre robotiza do, que lo haga vivir en grandes megal? polis de acero, cemento armado y aire acondicionado, es muy triste, y yo..., en fin, aunque no lo vea (no lo voy a ver), pero yo espero que mis hijos y mis nietos no tengan que vivir en semejante horror. Es decir, el hombre ?cosificado?, del que yo he escrito hace mucho tiempo, cuando esto era en realidad una cosa que parec?a un disparate (en 1951 yo he publicado

Hombres y engranajes, que es un estudio contra la cosificaci?n, sobre la cosificaci?n y contra la cosificaci?n).

Desde esa ?poca, y como consecuencia de mi paso por la ciencia, que me permi ti? conocer los fundamentos mismos de esta sociedad tecnol?gica, desde ese mo mento hasta hoy, he ido afirm?ndome en mi convicci?n de que el hombre no va a

poder seguir viviendo as?. Es decir, pode mos asistir al fin de la civilizaci?n huma na si proseguimos en esta direcci?n.

Usted me pregunta c?mo habr?a que vivir: s?, tendr?a que formular una utop?a. Porque yo comprendo (no soy tonto), com

prendo que para resolver problemas como el aumento de la poblaci?n y el de la ali

mentaci?n de centenares o de miles de millones de personas, casi es inevitable la masificaci?n de la producci?n, y cosas por el estilo. Yo eso lo s?. Pero habr?a que encontrar una f?rmula para resolver esos

problemas de la alimentaci?n sin incurrir en los males de esta civilizaci?n actual. No s? c?mo.

Por de pronto, hay que hacer una filo sof?a de esa nueva vida. Es importante tener una auto-conciencia de que esto es

malo. Le digo esto porque hasta hace muy pocos a?os mucha gente cre?a que esto era una maravilla. Ahora, ya los mucha chos instintivamente se est?n rebelando contra esto. Los artistas y los j?venes. Por de pronto, crear una auto-conciencia de que esto no es el camino del futuro, que esto es m?s bien el camino del pasado. Despu?s, ver de qu? manera esa filosof?a de la existencia puede ser llevada a cabo, con una producci?n que en cierto modo va a tener que ser masiva, porque los ali mentos hay que producirlos en forma ma siva para el mundo tal como va.

Pero sin comprometer al hombre con creto de carne y hueso, que es el que a m? me interesa. Sin ?cosificarlo?, sin con vertirlo en un robot. Ahora, para lograr eso, no s?. Habr?a que formular una serie de ideas que por el momento parecen ut? picas. Pero no est? mal que de vez en cuando se formulen utop?as.

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JCM.?Son necesarias...

ES.?Las utop?as del presente pueden ser las realidades del futuro. Y formular

utop?as, por lo pronto, es formular un

conjunto de ideales, una tabla de valores a la que podemos, y quiz?s debemos, acer

carnos, con la imperfecci?n que siempre tienen las realidades con respecto a los

ideales, las ideas concretas y encarnadas con respecto a las ideas plat?nicas. Pero, en fin: hay que formularlas. Yo creo que hay que transformar el mundo en que vi vimos en esta direcci?n.

Y asegurar una reintegraci?n del ser

humano, que ha sido escindido por esta civilizaci?n mec?nica y tecnol?gica. Hay que... lograr de nuevo la reintegraci?n del hombre consigo mismo, el hombre con creto. Hay que ?des-robotizar? al hombre, digamos as?. Para lo cual hay que empezar por terminar con el fetichismo cient?fico.

Porque no solamente esta civilizaci?n es

tecnol?gica, sino tecnol?trica: hay una adoraci?n por la ciencia. Que, en buena medida, como le digo, en los mejores es

p?ritus se est? terminando, pero que sub siste en los esp?ritus medios. Hay que ter

minar con este tipo de adoraci?n, a mi

juicio, para poner la ciencia en su justo lugar. No es que yo sea un destructor de

m?quinas, como aquel famoso movimien to que hubo en el...

JCM.?Luddites.

ES.?S?. No, no soy un destructor de

m?quinas; lo que quiero es poner a las

m?quinas en el lugar que les corresponde. No quiero prescindir de la ?frigidaire?, si es posible. Tambi?n llegar?a a prescin dir si, para lograr la revalorizaci?n del

hombre, hay que dejar de beber bebidas heladas; yo suprimir?a eso: es un mal me nor. Pero espero que se pueda seguir to mando bebidas fr?as sin necesidad de com

prometer la esencia del hombre, la esen cia del hombre concreto. Para lo cual creo

que hay que reeducar, reformular nuestra tabla de valores.

Esta civilizaci?n que hoy termina, que

naci? con el racionalismo griego y sobre todo se fortific? con la concepci?n tecno

l?gica y mercantil de las comunas italia nas, y culmina en esta civilizaci?n anglo sajona, esto termina. Para m?, no solamen te termina: ha terminado. Y hoy, en mo

mentos como ?ste, convendr?a recordar tal vez una frase de Nietzsche, que en reali dad..., en realidad es una frase de Scho

penhauer, pero que Nietzsche cita, y que dice m?s o menos as?: que hay momentos en que el progreso es reacci?n, y la reac ci?n es progreso. Quiero decir: decir cier tas cosas como ?stas pueden parecer de un tipo reaccionario hoy. Yo creo que al rev?s: ?sta es la aut?ntica posici?n revo lucionaria. No lo digo ahora: lo dije en 1951, cuando escrib? Hombres y engrana jes, por lo cual fui crucificado por los comunistas, que me titularon ?peque?o burgu?s contrarrevolucionario y putrefac to?. Muchas de esas ideas son las del hombre uni-dimensional. Hoy no est?..., no tiene tan mal aspecto pensar as?. Pero hace veinte a?os yo ven?a de la ciencia. Y yo asist?, por decirlo as?, al comienzo, en el Laboratorio Curie, cuando el co mienzo de la f?sica nuclear, cuando se par ti? el ?tomo de uranio, que ha sido uno de los grandes acontecimientos de nues tro tiempo, pero tambi?n pre?ado de co sas grav?simas y peligros?simas, como he

mos visto despu?s. Yo ven?a de eso, y ten?a motivos para

estar asustado de lo que suced?a. No es casualidad que en ese momento yo decid? abandonar la ciencia; no por un miedo personal, no porque a m? me asustara

personalmente la partici?n del ?tomo de uranio, sino por un miedo de tipo filo s?fico, digamos, espiritual. Cuando yo llegu? a Massachusetts, en aquel instante, cuando empezaba la guerra (o un poco antes de empezar la guerra en Europa), que yo dej? el Laboratorio de Curie y vine ac?, donde hice pr?cticamente uno de mis ?ltimos trabajos en f?sica...

JCM.?Radiaci?n c?smica, ?verdad?

ES.?S?, la teor?a relativista de los rayos

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c?smicos. En ese momento yo estaba to talmente decidido ya a dejar la ciencia.

Todo esto que digo no es una cosa para m? meramente libresca; yo lo he vivido a esto, y m?s: lo he vivido desgarradora mente. Para m? no fue f?cil todo eso. La ciencia tiene cosas muy hermosas, sobre todo la ciencia pura: son grandes cons trucciones del esp?ritu, que tienen una be lleza fascinadora. La relatividad, unas

cuantas, son grandes estructuras cons truidas por el hombre, que tienen una ex traordinaria belleza y que significan valo res espirituales muy serios, que no se

pueden tirar por la borda. Yo no hablo de eso. Hablo, m?s bien, de la aplicaci?n trivial, candorosa y fetichista de la ciencia a la vida concreta del hombre. A eso me

estoy refiriendo desde el comienzo, y eso es lo que me aterra.

Por eso me emociona mucho ver Cam

bridge despu?s de treinta a?os, porque aqu? se puede decir que yo vi definitiva mente que yo me alejaba para siempre de ese territorio. Y ahora vuelvo en condicio nes tan distintas, y por eso me..., en fin, en cierto modo tiene un valor para m? un

poco simb?lico todo esto. Vengo a hablar de algo que para los hombres de ciencia es casi un territorio deleznable, en cierto

modo, que es la literatura. Siempre pare c?a, para la mentalidad del hombre de ciencia, que la literatura era algo as? como la falta de rigor, como la falta de solidez, como la falta de responsabilidad, entre comillas: ellos, no; las pongo yo las co

millas. Cuando es al rev?s: creo que si va a sal

var un poco al hombre algo, va a ser lo

que podemos llamar las..., lo que antes se llamaban las humanidades, es decir, to das aquellas cosas que parec?an in?tiles, pero que se refieren a valores muy pro fundos del esp?ritu humano que ahora es tamos tratando de rescatar, valores con cretos. El valor de la emoci?n, de la con

templaci?n, de la imaginaci?n: el sentido

integral que ha mantenido la literatura, que nunca lo perdi?.

La literatura fue siempre antropol?gi

ca, es decir, siempre tuvo como centro al hombre. La ciencia, no: la ciencia se hizo sobre la abstracci?n del hombre, sobre la ?cosificaci?n? del hombre. Hasta el punto que, como dije el otro d?a, ni la filosof?a

puede reivindicar esos derechos como los reivindica la literatura. La filosof?a tam bi?n se hizo abstracta, culmin? con He

gel; y toda la reacci?n existencial contra el hiper-racionalismo fue tambi?n una filo sof?a racionalista y abstracta. L?gicamen te, porque no se puede construir una filo sof?a con tornillos y tenazas. Hay que ha cerlo con conceptos y silogismos y con

rigor conceptual. La ?nica reivindicaci?n verdadera en nuestro tiempo del hombre concreto es la literatura, el arte. As? que creo que si algo va a suceder en el futu ro, tendr? que ser edificado sobre la base de las visiones..., de la visi?n del mundo

y de la existencia que tienen los artistas, que, de una manera parad?jica, resultan ser ahora los ?nicos que verdaderamente fueron realistas. Por eso puse comillas antes de la palabra ?realismo?, refiriendo a los hombres de ciencia.

JCM.?Esa..., si bien esa ?cosificaci?n? del ser humano tiene su origen en nues tra cultura, en nuestra cultura occidental, ?no cree usted que lo tienen tambi?n esos valores human?sticos cuya p?rdida es la medida de la crisis? Es decir, a la cultura occidental se le puede achacar la ?cosi ficaci?n? del hombre, por un lado; pero tambi?n se le tiene que dar como virtud la reacci?n en contra de la ?cosificaci?n? del hombre, ?verdad? Por ejemplo, en las culturas orientales, la medida del bien no est? dada por el ser humano, mientras

que en nuestra cultura s? lo est?; y esta reacci?n suya ?nuestra?, en contra de la ?cosificaci?n? del hombre, ?no es esen cialmente producto de la cultura occiden tal tambi?n?

ES.?S?, claro, l?gico. Es decir, es evi dente que es as?. Pero si hay una reacci?n contra la ?cosificaci?n?, es porque esta cultura lleg? a la ?cosificaci?n?. Otras cul turas no necesitaron reaccionar porque

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nunca dejaron de tener el sentido concre to del ser humano. Muchas de las filoso f?as..., de las grandes filosof?as orientales, nunca dejaron de considerar al hombre como centro de su preocupaci?n. En tanto

que esta civilizaci?n, que es ?nica ?en la historia es ?nica, y adem?s de ser ?nica en el pasado va a ser ?nica en el futuro; no va a haber otra m?s, a mi juicio, por que esto termina ahora en forma catas

tr?fica?, esta ?nica..., este ?nico..., este

?nico producto de la mente humana que ha sido la civilizaci?n occidental, hecho sobre la base de la raz?n pura y de t?c nica, que condujo a esta cat?strofe espi ritual, es cierto que tambi?n produjo los

esp?ritus, dentro de su propio seno, que, como dir?a un hegeliano, dial?cticamente reaccionaron contra ese propio sistema de cosas. Y es en el propio seno de la civili zaci?n occidental que se ha producido la reacci?n, como usted dice muy bien. Eso es cierto, y creo que tambi?n eso hay que decirlo en honor del hombre occidental, que no se ha dejado avasallar en forma

ciega. Y no solamente ahora; ya en el siglo

pasado (ahora est? a la vista de todos nosotros, seres normales); pero en el si

glo pasado, grandes esp?ritus entrevieron la cat?strofe que se avecinaba. No s? d?n de le? que un escritor sudamericano se re?a de Dosto?evski; dicen que tiene mu cho sentido de humor; yo no s? si ser? sentido de humor o tonter?a, pero de Dos to?evski no se puede re?r uno, porque es el primer hombre (junto con Kierkegaard) que comprendi? que algo aterrador se estaba preparando. Re?rse de un hombre como Dosto?evski demuestra mucha infe rioridad espiritual y mucha miop?a. Yo considero que ?l es uno de los genios que advirti?, con ese sexto sentido que tienen ciertos esp?ritus, que esta civilizaci?n que candorosamente imaginaba que iba a re solver todos los males f?sicos y metaf?si cos del hombre, estaba condenada de an temano.

En esa misma direcci?n, otro represen tante de otro pa?s b?rbaro (hablo de bar

barie en el sentido tradicional y noble de la palabra), Kierkegaard, dijo m?s o me nos lo mismo por el mismo tiempo. De modo que esta crisis que ahora adverti mos todos los simples mortales, ya a me diados del siglo pasado fue advertida. Basta leer las Memorias de subterr?neo, de Dosto?evski, para ver hasta qu? punto fue prof?tica la visi?n de este habitante de un pa?s perif?rico a la cultura occiden tal. Porque adviertan ustedes que todas estas reacciones han salido de la periferia de Occidente. Han salido de los rusos, de los daneses...

JCM.?De los latinoamericanos...

ES.?De los espa?oles y de los latino americanos. Sobre eso habr?a mucho que hablar, y se podr?a hacer una reivindica ci?n general de Latinoam?rica; un poco lo que intent? hacer los otros d?as en Ot tawa a ra?z de una frase que dijo alguien. Una reivindicaci?n de la cultura de los pa?ses llamados subdesarrollados.

Porque hay la tendencia, hoy?torpe: filos?ficamente torpe y un poco demag? gica?, a creer que a un subdesarrollo econ?mico debe corresponder necesaria mente un subdesarrollo cultural. Eso es un disparate. Y yo no estoy hablando de teor?as, sino de hechos. No de v?rit?s de raison, sino de v?rit?s de fait, como dir?a Leibniz. Piensen ustedes que en el siglo pasado Rusia era un pa?s subdesarrollado, y produjo una de las m?s grandes nove

l?sticas?y poes?a?que ha conocido la humanidad.

Los pa?ses latinoamericanos son pa?ses (en tanto hablando en t?rminos genera les, porque hay grandes diferencias), son

pa?ses tambi?n subdesarrollados econ?mi camente. No tenemos ninguno de nos otros el poder?o econ?mico que tiene el Canad?, por ejemplo. En cambio, tenemos una literatura, una pintura y un desarro llo art?stico que no tiene el Canad?, para poner un ejemplo concreto. Y hoy, como

cuerpo total?diferencias aparte?, la li teratura latinoamericana debe de ser, tal

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vez, si no la m?s importante, una de las dos o tres m?s importantes del mundo.

Debemos entonces terminar con esta idea arrogante, de la civilizaci?n tecnol? trica, de que necesariamente la cultura subsume su valor a la t?cnica. Y que no

puede haber una gran cultura en un pa?s t?cnicamente secundario. Eso no es cierto. Yo dir?a que es casi al contrario. Porque el arte es un poco (me gustar?a desarro llar luego, quiz?s, esto, si usted me lo

pregunta, esta tesis), el arte es un poco como el sue?o: es un acto antag?nico a la realidad. No es un simple reflejo de la

realidad, como dicen ciertos..., ciertos

seudomarxistas, sino que es un acto an

tag?nico a la realidad. Y observe usted c?mo a menudo, en pa?ses de los llama dos ?atrasados? o en pa?ses donde el arte se ha subestimado?los Estados Unidos fue un ejemplo, hasta hace pocas d?ca das?, en estos pa?ses el arte tuvo una enorme importancia y una gran profundi dad. No hay necesidad de hablar de los pa?ses sudamericanos; yo creo que inclu so se puede hablar de los Estados Unidos. Los Estados Unidos, por una filosof?a

pragm?tica, que fue caracter?stica de toda esta civilizaci?n americana, anglosajona, el arte ha sido considerado como algo sospechoso y secundario. Y no s? si no es por eso mismo que Estados Unidos

produjo una gran literatura desde el siglo pasado, empezando por hombres como Melville o Hawthorne, para llegar a escri tores como Faulkner. Ha producido una

maravillosa literatura, ha producido gran des novelistas, grandes cuentistas, gran des hombres de teatro: creo que es pre cisamente por eso. Como dice Proust, que los ?a pesar? son generalmente ?porqu?s? desconocidos: no es ?a pesar? de eso, sino precisamente por eso. Todo est? en relaci?n con lo que le dec?a antes: en esta crisis colosal y total de la humanidad, creo que los pa?ses de la periferia tene mos mucho papel que desempe?ar. Pode mos salvar muchos valores que, por el mismo atraso en que vivimos, se mantu vieron.

Es decir, ser?a nefasto, adem?s de ser

candoroso, que los pa?ses como los nues tros, los latinoamericanos, quisieran llegar al desarrollo norteamericano. Ya no es po sible, no hay tiempo; pero aunque fuera

posible, ser?a tonto y ser?a mortal. Es decir, yo no quiero que en Latinoam?rica

haya los problemas que tiene hoy la ju ventud norteamericana, que est? angustia da, drogada... y adem?s, ?por qu?? Con

justicia, con una especie de justicia inte rior, a veces muy confusa, se rebela contra un sistema de valores que la ha llevado a la cat?strofe espiritual que hoy se est? viviendo aqu?. Es que no ser?a malo que en este momento sean escuchados los hombres de los pa?ses perif?ricos por los pa?ses hiper-desarrollados.

JCM.?Esa idea del arte como antag? nico a la realidad, ?tiene algo que ver con ese inter?s que usted encontr? en el su

perrealismo en Par?s, con Breton, durante esa ?poca de crisis, en el 1937-38?

ES.?S?, ni m?s ni menos, claro. Es de cir, antes de venir yo ac?, estuve vinculado con los surrealistas; como dije los otros

d?as, era m?s o menos como la relaci?n entre el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, ?no? Yo de ma?ana trabajaba en el Laboratorio Curie en cosas ??c?mo dir??? muy ?hon rosas? para nuestra civilizaci?n, como eran las radiaciones at?micas, y de noche yo sal?a o me encontraba con los surrealis tas..., un movimiento que yo viv?. Es de cir, a m? nunca me han interesado las

experiencias librescas: las he vivido siem pre, las experiencias. Mal o bien, pero las he vivido. Me pas? con el marxismo, me

pas? con el surrealismo, me pas? con la ciencia. Las he vivido y las he sufrido. Yo viv? y sufr? ese per?odo para m? intenso, porque yo estaba buscando a tientas mi

propia..., en fin, suena un poco, as?, pre tencioso, pero es cierto..., estaba buscan do mi propia salvaci?n. Y me precipit? en lo que era, evidentemente, el polo opuesto a la ciencia, que era el surrealis mo, que era la reivindicaci?n de las fuer zas de la noche, as? como la ciencia es,

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por excelencia, la fuerza luminosa, la fuer za de la luz. Lo que las enciclopedias por ah? llaman ?iluminismo?, lo que las enci

clopedias consideran la fuerza de la ra z?n pura. El surrealismo era, en cierto mo

do, la fuerza, en ese momento, de la sin raz?n pura. Y me lanc? hacia eso porque era lo que yo no ten?a porque uno busca lo que uno no tiene, por supuesto, ?no?

Yo busqu? l? que no ten?a, lo que la cien cia no me daba. Y eso, que parece enton ces disparatado, es ?casi? inevitable. Esa convivencia que yo tuve durante un a?o entre la ciencia a la ma?ana y el su rrealismo a la noche, es casi de una ma nera ejemplar, el drama del hombre de nuestro tiempo.

Y cuando yo vine despu?s de eso a

Cambridge ?y precisamente yo recib?

aqu? una carta (si hubiera sabido que ve n?a ac? se la hubiera tra?do como cosa

curiosa): yo estaba muy vinculado en Pa r?s con Oscar Dom?nguez...

JCM.?El pintor...

ES.?...un personaje muy extra?o del ambiente del movimiento surrealista fran c?s. Es el de la famosa historia del ojo que le arranc? a Brauner, por lo cual Bre t?n lo excomulg?, digamos as?. Cuando yo

me vine para ac? recib? una carta aqu?, en

Cambridge, de Dom?nguez, que es una carta muy curiosa, porque el hombre...

para m? era un hombre... de los hombres

que m?s yo aut?nticamente creo represen t? el surrealismo. No era un payaso como

Dal?: era un surrealista de verdad. El vi vi? el surrealismo y muri? por ?l, porque se suicid?, finalmente: un tipo tr?gico. La carta aquella, en que me hac?a unos chistes sobre la guerra que se ven?a, la recib? aqu?, en Cambridge.

Esto que usted me pregunta sobre el surrealismo es precisamente lo justo, es

decir, lo central de mi problema. El su rrealismo fue para m? el vuelco, en ese

momento, un poco, as?, brusco y especta cular, hacia el polo opuesto de lo que yo estaba haciendo. Y fue el comienzo de mi

trayectoria posterior cuando yo abandon?

la ciencia y... me entregu? a lo que laten temente yo hab?a tenido siempre, que era

mi vocaci?n literaria. Para ellos, para los hombres de ciencia, fue como si una mu

jer honrada, una buena ama de casa, se dedicara luego a la prostituci?n.

JCM.?La explicaci?n que ha dado usted reci?n sobre su inclinaci?n hacia el su rrealismo es, de nuevo, esa idea de la an t?tesis, que es tan fuerte en usted. Esa inclinaci?n a las ant?tesis ?le parece a usted que proviene de la dial?ctica mar xista o cree que es previa y que por eso lo atrajo la dial?ctica como filosof?a?

ES.?Es una idea curiosa; nunca me hab?an hecho esa pregunta. Mire: yo soy una persona de extremos, eso es cierto, por temperamento. Me he pasado siem pre oscilando de un extremo al otro, por muchos motivos: a veces, aparentemente, por razones; pero en realidad por moti vos, o motivaciones, profundas y a veces oscuras. Yo soy una persona ?extremis ta? por naturaleza: he pasado de un ex tremo al otro siempre. As? pas?, en la adolescencia, en mi tumulto interior, a la ciencia pura, porque encontr? una espe cie de orden plat?nico que yo no ten?a.

Luego?qu? s? yo?me lanc? as?, con el mismo ?mpetu, hacia el movimiento revo lucionario, en el cual viv? muchos a?os.

Abandon? mi familia, abandon? todo. Tu ve momentos muy dif?ciles en mi vida, pero, en fin, mi experiencia fue vital, no fue una experiencia libresca, como le dije antes.

JCM.?La huida a Rosario, todo eso...

ES.?Todo eso. Y siempre en alternan cias de esa naturaleza. Ahora hay lo que se puede llamar una dial?ctica racionalis ta, como es la de Marx, y hay una dial?c tica existencial, como la que practicaba

Kierkegaard. Yo m?s bien me inclino a

pensar que toda mi vida fue un conjunto de oposiciones, o de saltos y oposiciones, a la manera de lo que Kierkegaard llama la ?dial?ctica existencial?, que es algo

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m?s vital, menos l?gico, menos razonable que la dial?ctica estrictamente racional de

Hegel. Hay algo..., usted ha puesto all? una observaci?n excelente, que me ha hecho pensar. Porque efectivamente yo he estado respondiendo en forma a menudo inconsciente, ahora lo veo, retrospectiva

mente, a esa alternancia entre los extre mos. De la noche al d?a, de la ciencia al surrealismo, del concepto puro al delirio, y eso explica muchas cosas, tal vez, de mi obra, que es muy desigual; yo s? que mi obra es desigual; yo no me hago ninguna ilusi?n, y adem?s no me preocupa dema siado. Mi obra es imperfecta y desigual, es violenta, est? llena de aristas...

JCM.?Eso es parte del plan, ?verdad?

ES.?Puede ser, puede ser. Yo no... lo

comprendo; yo no soy...; adem?s, yo no me considero como un literato profesio nal; yo no soy un literato. Yo soy una

persona que lleg? a la literatura para no

morirse, para no reventar. Es decir, yo no..., yo le tengo un poco de desconfian za a la ?literatura?, digamos as?. No s? si a usted le va a chocar esta expresi?n, pero la ?literatura? a m? no me gusta nada. Yo prefiero las experiencias vitales. Y aunque he frecuentado muchas teor?as

y libros, y aunque en una ?poca medit? mucho la filosof?a ?la epistemolog?a, que parece el colmo de la filosof?a pura?, en el fondo siempre me he dejado guiar por ciertas intuiciones, y a veces ciertos ins

tintos, incluso en la literatura. Yo no soy una persona que pueda exhibir, as?, gran des..., no s?..., grandes conocimientos li terarios. Me considero m?s bien un b?r

baro, ?no? He obedecido a intuiciones oscuras, a cierta serie de ritmos interio res, a ciertas visiones que he tenido. Y yo s? que todo eso da, como resultado, una obra muy imperfecta. Yo... lo menos que

puedo decir de mi obra es que es muy imperfecta. Creo que es una obra llena de

aristas, es abrupta, no se puede proponer como modelo para ning?n ejemplo, as?, escolar; no, de ninguna manera.

JCM.?Dado que su obra literaria?y estoy pensando en las novelas, no en los

ensayos?es esencialmente dram?tica, ya que est? basada en ant?tesis constantes, ?nunca le ha atra?do la idea de escribir una obra de teatro?

ES.?(R?e.) Usted debe tener una gran intuici?n. Lo primero que a m? me atrajo fue el teatro. Me sigue atrayendo siempre, y m?s: pienso que voy a terminar hacien do teatro.

Teatro, en fin, hoy lo que se puede lla mar teatro, que no es el teatro del si

glo XIX. El teatro hoy tiene posibilidades inmensas y diferentes. A m? el teatro me interesa tanto, que algunos hombres de teatro me han observado que en mis no velas todas las escenas son teatrales. S?: a m? el teatro me interesa casi por enci ma de todo. Yo tengo cosas escritas que, como la mayor parte de mi obra, est? en los cajones. Lo que yo he publicado es

muy poco?he publicado nada m?s que dos novelas?, y adem?s todo me parece precario, malo...

JCM.?No se nos convierta en un Ma cedonio Fern?ndez...

ES.?S?, pero algo de eso hay. S?, efec tivamente, yo no estoy nunca nada..., no

estoy nada contento de las cosas que hago. Me parecen tan..., tan precarias, es decir, est?n tan lejos de lo que yo quer?a ex

presar, que alg?n d?a tal vez lo logre; no lo s?.

Pero el teatro me subyuga, y creo que terminar? haciendo teatro, algo que se

puede llamar teatro. En realidad, usted sabe que la expresi?n ?teatro? es una cosa tan libre, es una palabra tan amplia, que representa casi cualquier cosa que se ha

ga sobre un escenario...; la definici?n, para m?, es eso que se hace sobre un es cenario. Sobre un escenario se pueden ha cer muchas cosas, desde un discurso po l?tico hasta un acto puramente..., una pan tomima pura..., y todo eso es lo que yo llamo ?teatro?. Y eso es quiz?s lo que yo querr?a hacer.

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Por muchos motivos..., no s?..., hasta

este momento no me he sentido capaz de hacer lo que pienso que podr?a hacer. No lo s?: vamos a ver. Pero es cierto. El tea tro, adem?s, tiene algo..., tiene posibili dades m?s abiertas, quiz?s, que la novela, porque incluye muchas cosas: incluye la

danza, la m?sica. A m? me parece que la

palabra es tan precaria para expresar cier tas cosas; la pura palabra es tan preca ria; por eso la tentaci?n del teatro, en el sentido lato de la palabra, ?no?

JCM.?S?..quisiera preguntarle algo que podr?a ser un poco peligroso de con

testar, y es lo siguiente: El t?nel?que es esa cl?sica novela de la desesperanza, de la desesperaci?n, sale en 1948, en pleno auge de la dictadura de Per?n; Sobre h? roes y tumbas, que es una obra barroca, pero que ofrece una ?metaf?sica de la

esperanza?, sale en 1961. Ambas son, en

alg?n modo, autobiogr?ficas. Ambas son

tambi?n, en alg?n modo, reflexiones sobre el destino de la Argentina, al cual, por supuesto, est? ligado usted (y por eso la

ligaz?n con la autobiograf?a). ?Hasta qu? punto obedece ese cambio fundamental, de la desesperanza de El t?nel a la es

peranza de Sobre h?roes y tumbas a su

propia condici?n y a la condici?n de su pa?s?

ES.?Mire: el hombre forma parte..., no hay hombre, no hay conciencia indivi dual: vivir es convivir. Toda vida es una vida social. Toda conciencia es una con ciencia del mundo, como dicen los feno

men?logos. Y de ah? la imposibilidad de separar la creaci?n individual del contex to social e hist?rico del momento. Por eso

me parece una tentativa un poco bizanti na la de los estructuralistas extremos de

juzgar una obra en s? misma, en forma inmanente. No tiene sentido juzgar cier tas obras ?creo que ninguna obra? sino en relaci?n con el mundo en que la obra se produjo. No a la manera de los positi vistas, todos lo sabemos; me voy a aho rrar el an?lisis de eso porque todo el

mundo lo sabe, sino a la manera que

puede plantearse en el mundo de hoy, porque ha pasado mucha agua bajo el puente de la filosof?a.

No tiene sentido, por ejemplo (para po ner un ejemplo ilustre)..., no tiene senti do: tiene muy poco sentido, y est? desti nado al fracaso, me parece, un an?lisis de Los hermanos Karamazov sin el con texto en que esa obra se desenvolvi?: la obra y el autor, que es el ?mbito de la

religi?n cristiana rusa. Alguien dijo que Los hermanos Karamazov era un tratado de teolog?a puesto en forma de di?logo, lo que es un disparate, desde luego, pero que indica de todos modos hasta qu? pun to es poderoso el ?mbito en que se des arroll? Los hermanos Karamazov. Ambito que s?lo la man?a purista y bizantina de los estructuralistas puede imaginar que puede ser desbrozado.

En lo que a m? se refiere, creo que usted tiene raz?n, empezando porque toda la obra es autobiogr?fica en el sentido lato de la palabra. Chestov dice con res

pecto a Tolstoi y a Dosto?evski y a Nietzs che, en sus dos libros famosos sobre la filosof?a de la tragedia y las revelaciones de la muerte, que si se quiere saber de verdad lo que un escritor ha sido, no hay que leer ssu autobiograf?as ni su corres

pondencia: hay que leer sus novelas. Ah? se revela de verdad el escritor a trav?s de esas m?scaras que son sus personajes, que son todas hip?tesis o emanaciones de su propio coraz?n. Y que realizan, en for

ma externa, las luchas que acontecen, por decirlo as?, en el coraz?n del creador. En ese sentido, toda obra literaria es una au

tobiograf?a, incluso la obra po?tica m?s... menos ?naturalista?, digamos as?. Todo es una autobiograf?a: un ?rbol pintado por Van Gogh es la autobiograf?a de Van Gogh; por eso distinguimos un ?rbol de Van Gogh de un ?rbol de Millet. El po brecito quer?a copiar a Millet; le sal?an ?rboles a la manera de Van Gogh, l?gica mente. Desde lejos vemos que ese ?rbol es de Van Gogh; es decir, estamos viendo a Van Gogh en ese ?rbol, y el alma de Van Gogh, que se expresaba con el pre

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texto de un ?rbol, digamos as?. Es decir: toda obra de un gran artista es su auto

biograf?a, la de un artista, sin necesidad de que sea grande ni chico. Es la obra..., es la expresi?n de sus regiones m?s pro fundas.

De manera que, para bajar al problema personal m?o, es evidente que tambi?n las

pocas cosas que yo he escrito son auto

biogr?ficas. Es decir, a m? me interesa so lamente un problema, para decirlo con toda franqueza: ?qu? diablos estoy ha ciendo en el mundo, y para qu? existo? Y he tratado de investigar eso, y de ex

presarlo a trav?s de algunos libros m?s bien imperfectos. Pero, quiz?s por esa dia l?ctica existencial a la que nos referimos hace un rato, enunciada por Kierkegaard, m?s ahonda uno el propio coraz?n, m?s ahonda el coraz?n de los otros. Porque, al final de cuentas, todos los corazones est?n hechos m?s o menos de la misma manera. Y as? resulta que, cuanto m?s ?autobio gr?fica? es una obra, tiene m?s posibili dades de ser universal, que ?sa es, en de finitiva, la conclusi?n, y ?sa es la caracte r?stica del arte: la universalidad del arte. Que es una universalidad concreta, al re v?s de la ciencia, que es una universalidad abstracta, que no sirve para nadie. Sirve para otras cosas, pero no sirve para re solver ning?n problema humano a nadie. El teorema de Pit?goras, que yo sepa, no le ha resuelto ning?n problema existencial a ninguna mujer sola. Esto parece una broma, pero es un poco la esencia de todo el problema occidental.

Entonces es cierto que esas dos obras son expresiones tortuosas?evidentemen te, como toda obra de arte, como toda obra, son tortuosas, a veces aparentemen te contradictorias?, pero de lo que era

mi situaci?n espiritual y an?mica en esos momentos. Sin duda que tiene que haber influido la situaci?n pol?tica de mi pa?s: estamos inmersos en un mundo que es en primer lugar pol?tico, social; y aun los problemas metaf?sicos (es decir: no ?aun?: suprimo el adverbio ?se), los pro blemas metaf?sicos no pueden expresarse

en el hombre sino a trav?s de seres con

cretos, de carne y hueso. Es decir, el problema del bien y del

mal no se plantea en abstracto. Se plan tea, por ejemplo, a trav?s del muchacho que es torturado en una c?rcel bajo el r?gimen peronista: ?se es un problema del bien y del mal. No se puede hablar del bien y del mal en abstracto; para eso est?n los tratados de filosof?a, que, dicho sea de paso, no sirven para nada, no sir ven para resolver el problema existencial y la angustia de un joven. En cambio, en una novela donde se plantea el problema del bien y del mal a trav?s de un chico, de un estudiante que es torturado, all? s? estamos ante un planteo concreto de la condici?n humana. Entonces es l?gico (l?gico: la palabra ?l?gico? la empleo en un sentido metaf?rico, no estricto), es de cir, ?natural?, para emplear una palabra menos comprometedora, que, a trav?s de ese drama personal, de un muchacho, un estudiante, un hombre solitario, se est?n dando, a la vez, los problemas concretos del pa?s y los problemas ?ltimos de la condici?n humana. Por ejemplo: Malraux escribe sobre la Revoluci?n rusa o de la Revoluci?n china, y hay un doble plano de la obra de ?l: por un lado est? la des cripci?n de los hechos de la Revoluci?n china; y por el otro, a trav?s de esos he chos, Malraux investiga, digamos as?, los problemas del coraz?n humano frente a la soledad, la muerte, la tortura; es que son problemas que Malraux se plante? ?l.

As? que creo que en cualquier obra que no sea un juego (la literatura de juego creo que es leg?tima, pero ocupa otro pla no; yo estoy hablando de la literatura en serio), la literatura que no sea un juego tiene inevitablemente que dar una revela ci?n a la vez de las condiciones que po dr?amos llamar ?externas?, en que se des envuelven los protagonistas de la novela y la problem?tica interior de esos perso najes. Es decir: a la vez, una ?mostra ci?n? o una revelaci?n de la problem?tica pol?tica, social y espiritual de su tiempo, y tambi?n el drama individual del hombre

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que est? sometido a esas tensiones, a la vez internas y externas. En otras palabras: toda obra es una descripci?n de la rela ci?n entre el yo y el mundo; por eso es absurdo y torpe hablar de literatura so cial frente a literatura psicol?gica. No

hay tal separaci?n: toda literatura es, ipso facto, social, e ipso facto, psicol?gi ca. Hay literatura buena y mala; esto es otra cosa. Los que preconizan la litera tura social est?n preconizando una lite ratura superficial. No se puede hablar me ramente de los acontecimientos externos; para eso hay otros productos u otras po sibilidades, como el periodismo, por ejem plo, que se ocupan de esos menesteres.

Entonces, como usted me dec?a, y en

respuesta a lo que usted me preguntaba, s?, creo que tal vez alguna incidencia de ben haber tenido las fechas en que se pu blicaron esos libros. Hacia 1948 era una

?poca para m? al menos muy negra, ?no? Hab?a terminado la Segunda Guerra, ha b?a habido muchas desilusiones (piense usted que, por ejemplo, la bomba sobre

Hiroshima?para poner un ejemplo con creto? es de alguna manera la demostra ci?n de que la guerra hab?a sido in?til, porque era un acto nazi en cierto modo, es decir, un genocidio, contra el cual nos hubi?ramos levantado nosotros al comien zo). Yo me ofrec?, por ejemplo, para lu char contra Hitler, como un candoroso, dicho sea de paso, en 1941 o 1942, no s?, a Estados Unidos. Pero despu?s, como le

dije, era un disparate eso, porque, claro, no se puede combatir durante a?os contra un enemigo poderoso sin parecerse a ?l. Eso es un hecho psicol?gico que me pa rece evidente, ?no? Tal cual se parecen

marido y mujer en un matrimonio de muchos a?os: terminan por parecerse. Si uno inventa la ametralladora, el enemigo tiene que inventar la ametralladora o mue re; y eso, que vale para un hecho mec? nico, de armas, vale tambi?n para las co sas psicol?gicas. Estados Unidos, luchan do durante tantos a?os contra el nazismo, se termin? por parecer al nazismo; es decir, el hecho de Hiroshima era un hecho

nazi. Entonces, para los esp?ritus con cier ta sensibilidad, el fin de la guerra fue tambi?n una cosa muy desesperante. Por que uno comprendi? que hab?a sido todo ese inmenso sacrificio (cuando yo pienso en un amigo m?o a quien le cortaron las dos piernas, para que, total, al final de la guerra los Gobiernos americano y ale

m?n fueran amigu?simos e hicieran ne

gocios) es un hecho de enorme tristeza. Porque parecer?a que todos los mucha chos que se quemaron en la Fuerza A?rea

inglesa, que murieron quemados ?usted recuerda a Hillary, por ejemplo?, todas esas cosas son horrendas. Entonces a uno de pronto le agarra una enorme tristeza, una gran desolaci?n y una gran desespe ranza. En esa ?poca yo estaba en ese mo mento. Estaba en un momento de gran desesperanza; no s?, tal vez ese libro lo expresa. Yo sent?a que ante el hombre ha b?a una especie de muro que no ten?a nin guna posibilidad de ser perforado, de te ner salida. Despu?s pasaron muchos a?os, hasta que yo publiqu? Sobre h?roes y tum bas. Y es cierto lo que usted acaba de decir: hay en la ?ltima parte de Sobre h?roes 'y tumbas lo que se puede llamar una metaf?sica de la esperanza. El chico no se suicida, sino que sobrevive y sigue adelante. Yo creo que espiritualmente esa

posici?n es superior a la otra. Yo creo que el hombre es maravilloso;

creo que el hombre es una basura, y al mismo tiempo es algo formidable: es pre cisamente por la capacidad para rehacer constantemente la cat?strofe de su vida. Es decir, creo que la esperanza es espi ritualmente superior a la desesperaci?n. Es una de las virtudes teologales, ?no? Los que sepan de teolog?a deben recor darlo; yo no recuerdo bien. Creo que la esperanza es, verdaderamente?y las re

ligiones superiores as? lo reconocen?, es

piritualmente superior a la desesperanza. Yo, por ejemplo, tengo esperanza: el mun do contempor?neo me parece en muchos sentidos horrible, pero tengo mucha m?s

alegr?a de vivir que hace veinte a?os. Tal vez porque se acerca la muerte, porque

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veo ahora a los chicos, a los chiquitos, que antes no los ve?a, estaba como distra?do, hacia el a?o 1948. Ahora me conmueven mucho los chiquitos, las criaturas.

Ya le dije algo del teatro: quiero hacer teatro de t?teres para ni?os. Me da mucha

alegr?a, y tal vez porque el chico en nues tra civilizaci?n es el ?nico ser (junto con el artista) que se ha salvado de la ?cosi ficaci?n? hasta hoy y hasta cierta edad. Es lo que m?s se parece al hombre lla mado primitivo, y lo he llamado primitivo porque yo nunca he cre?do en esa est?

pida clasificaci?n de los occidentales. Los que m?s se parecen al hombre de las

grandes civilizaciones antiguas, con sus

viejas mitolog?as. Y encuentro en el chico ese mundo m?gico, todav?a puro, todav?a incontaminado, que a?oramos hoy, y al

que vamos a tener que volver de alguna manera. Para m? los chicos son, verdade ramente, muy significativos, desde el pun to de vista de una filosof?a de la existen cia. En parte por eso, en parte porque uno se pone viejo, no s?, los chicos me gustan cada vez m?s. Y me siento muy bien con los chicos, me siento muy bien en el mun do de ellos, as? como me siento mal a me nudo entre los grandes. Me siento inc? modo, me siento triste y me siento muy a menudo rid?culo. Con los chicos, nunca.

JCM.?Con esa expresi?n de una ?meta f?sica de la esperanza?, ?cree usted haber

superado sus obsesiones previas, esas ob sesiones que lo llevaron a escribir El t?nel y que lo llevaron a escribir Sobre h?roes y tumbas?

ES.?En parte..., en parte s?, y en parte no. Es decir..., s?; yo estoy, como le dije antes, un poco m?s..., es decir, tengo m?s

esperanza y tengo m?s alegr?a que la que ten?a hace veinte a?os. En parte, por esa catarsis, seguramente. Hasta hay cosas

c?micas, que son bastante c?micas, mu

chas, as?; pero, por ejemplo, mejoraron mis sue?os; esto hay que ponerlo con risa, porque si no suena muy pretencioso.

Mejoraron mis sue?os; es decir, mis sue ?os y mis pesadillas no son tan graves,

como se ve?an antes. Creo que ?se es uno de los valores cat?rticos del arte, ?no? Contribuye a la salvaci?n de la raza hu mana: de imo mismo y de la raza humana.

Se preguntan luego cu?l es la misi?n del arte: es ?sa. Y no es poco. Y, sobre

todo, en un mundo obsesionado y perdido como ?ste. F?jese que hay un experimento (me lo dijeron hace poco), que hay un experimento de los norteamericanos: ha cen dormir a un hombre, y una vez que empieza a so?ar ? y se sabe que empieza a so?ar por unos oscilogramas?se lo

despierta. Y parece ser que si se hace cons tantemente se puede llevar a la locura ed hombre. Pues bien: una civilizaci?n que impida la ficci?n puede llevar a la locura. Por eso yo creo que las sociedades ?esta sociedad occidental, que suprimi? la mi

tolog?a, pero dej? aparecer la ficci?n?va

por una crisis interior muy fuerte; y por eso a los escritores, aunque son seres en

muchos sentidos malditos (todo escritor en serio), la sociedad oscuramente los re verencia. Es decir, por decirlo as?, de una manera lateral, los reverencia y los hon ra, porque sabe que est?n so?ando por la comunidad, y sabe que la supresi?n de esa actividad nocturna y misteriosa y mi

tol?gica puede ser fatal para el mundo en que se vive.

As? que creo que s?, que todos nosotros

mejoramos. Yo no s?, porque yo leo muy poco actualmente. Yo no puedo leer no

velas; adem?s, no s?, me parece cada vez m?s raro que se pueda leer una novela. Que se escriba una novela puede ser in

dispensable; a veces, casi es necesario. Pero leer una novela me parece dif?cil. Pero, en suma, pienso que s?, que ?sa es la misi?n del arte; que es la misi?n grave y misteriosa que ya en los tr?gicos griegos se puede observar.

JCM.?Ese ahondar, ese profundizar en el sue?o com?n, ?tiene algo que ver en tonces con el t?tulo de su pr?xima novela,

Oh Dios de las tinieblas, que viene del...

ES.??Le gusta ese t?tulo?

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JCM.?Much?simo; proviene, ya s?, del...

ep?grafe...

ES.?Lo digo porque yo estoy vacilando con el t?tulo, ?no? Viene de..., es un t?tu lo tomado de una parte de H?roes y tum

bas; desarrolla, y en cierto modo involu

cra, las dos novelas anteriores. Las en

vuelve; y es de alguna manera la culmi naci?n de las dos. S?, tiene que ver con

lo que usted acaba de decir. Es un libro bastante tenebroso, ?no? Es un libro un

poco apocal?ptico; pero si logro termi

narlo o hacerlo?porque siempre dudo

que pueda terminarlo?, ahora empiezo a

darme cuenta de lo que quer?a decir. Si logro terminarlo, ser? una culminaci?n de las dos cosas que hice, y tal vez ser?

la expresi?n de mi filosof?a de la existen cia, en el sentido en que una novela pueda darla, ?no?, que no es por ideas puras, sino por intuiciones, por s?mbolos.

JCM.?Tesis, ant?tesis y s?ntesis de nuevo...

ES.?S?, s?. Probablemente... s?, tiene

raz?n; s?, s?, tiene raz?n, tiene raz?n: algo de eso hay. Pero no en un sentido racio nal. Aunque yo haya estudiado ciencia ?o

porque estudi? ciencia?, yo no me muevo

por lo que Descartes llamar?a las razones

claras y definidas. Yo me muevo por im

pulsos, a veces bastante catastr?ficos y para m? bastante desgarradores; no me

he movido nunca por razones. Todo lo que

hago, lo hago un poco a tientas; despu?s, muchos a?os despu?s, me doy..., empiezo a darme cuenta de lo que quer?a decir. Todav?a hoy me pregunta gente que qu? quise decir con el Informe sobre ciegos.

Yo, de verdad, no lo s? del todo. No lo s? todo: todav?a hoy.

Pero ?se es el ?nico tipo de literatura

que yo puedo hacer. Yo no puedo hacer otro tipo de literatura. Hay otras perso nas que pueden hacer mejor que yo la literatura; yo hago esto. En otras pala bras, es una especie de intento por inda

gar en m? mismo y de salvar mi vida, en el sentido espiritual de la palabra. Y trato de ver qu? sentido tiene nuestra existen cia: para qu? vivimos, por qu? tenemos

hijos, qu? espera la criatura humana, qu? sentido tiene todo. Qu? es el amor, qu? es la esperanza, qu? es la muerte. No se pue de responder a eso, a mi juicio con ra

zones, como lo han hecho los fil?sofos.

Hay que responderlo con poes?a, con in tuiciones po?ticas, que eso es la literatu ra. Para m?, la literatura o es poes?a o no es nada. Es decir, o es magia o no es nada. Es decir, no es ?nada?: eso es una

exageraci?n. Hay literatura de... entre eso

que yo digo y la nada, hay una serie de literaturas intermedias. Por ejemplo, hay un tipo de literatura period?stica, y hay personas que la hacen muy bien; incluso la hacen de una manera espl?ndida. Pero a m? no me interesa eso. Hay un tipo de literatura period?stica que describe hechos externos..., no s?: a m? me interesan cier tas cosas enigm?ticas que desde mi infan cia me han preocupado, sobre lo que po dr?a llamarse, con esa vieja met?fora, el coraz?n del hombre. Y aqu? yo querr?a terminar con la entrevista.

John C. Murchison

University of British Columbia

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