Moose Report Canada

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52 / HUNTERS CAZA EN CANADÁ DE STONE SHEEP, MOUNTAIN GOAT Y ALCE POR JUAN I GLESI AS (GADORCAZA) N uestro objetivo es el Cana- da moose, en la Columbia Británica. Su veda se abre el 15 de agosto, aun están limpiando la cuerna y prepa- rándose para las luchas por la hembras que se inicia sobre la segunda quincena de septiembre. Siguiendo con nuestro diario de campo, les relatamos esta última aventura. Día 16 Después del desayuno aprovechamos para salar la piel de la cabra, mientras esperamos la avioneta en la que llegará un nuevo cazador para iniciar su Stone sheep. Esta llega al mediodía y trae a un médico de Oklahoma, Rob, un apuesto señor de 40 años que finalmente comple- taría su Slam de carneros americanos. Mi guía Blair será su director de aventura. También nos trae víveres y alguna cerveza para nuestra semana tras el alce. AMÉRICA DEL NORTE El moose o alce, es el cérvido más grande del mundo. Los machos adultos pueden llegar a pesar 750 kilos con una altura a l a cruz de hast a dos metros. Se conocen seis subespecies. Su hábit at se localiza en los bosques nórdicos de Europa, Asia, Arica del Norte, Canadá y en l a penínsul a de Kamchatka, donde han sido avist ados los más corpulentos y de mejor trofeo. En l a época de celo se dejan ver en los bordes de los l agos y ríos, donde buscan hembras para aparearse. En los meses previos al celo se pueden ver a gran altura en l a media mont aña canadiense. Es increíble verlos correr por terrenos pedregosos con gran agilidad. Su pelo es grueso, brill ante y sedoso. En cuanto a los trofeos se consideran de mayor a menor Kamchatka, Al aska- Yukón, Canadá y europeo. DI ARI O DE CAMP O (y 3) EL GI GAN TE DE L A TU N DR A

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Reportaje sobre la caza del Alce (Moose) publicado en la revista Hunters.

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CAZA EN CANADÁ DE STONE SHEEP, MOUNTAIN GOAT Y ALCE

POR JUAN IGLESIAS (GADORCAZA)

Nuestro objetivo es el Cana-da moose, en la Columbia Británica. Su veda se abre el 15 de agosto, aun están limpiando la cuerna y prepa-

rándose para las luchas por la hembras que se inicia sobre la segunda quincena de septiembre.

Siguiendo con nuestro diario de campo, les relatamos esta última aventura.

Día 16Después del desayuno aprovechamos

para salar la piel de la cabra, mientras esperamos la avioneta en la que llegará un nuevo cazador para iniciar su Stone sheep. Esta llega al mediodía y trae a un médico de Oklahoma, Rob, un apuesto señor de 40 años que finalmente comple-taría su Slam de carneros americanos. Mi guía Blair será su director de aventura. También nos trae víveres y alguna cerveza para nuestra semana tras el alce.

AMÉRICA DEL NORTE

El moose o alce, es el cérvido más grande del mundo. Los machos adultos pueden llegar a pesar 750 kilos con una altura a la cruz de hasta dos metros. Se conocen seis subespecies. Su hábitat se localiza en los bosques nórdicos de Europa, Asia, América del Norte, Canadá y en la península de Kamchatka, donde han sido avistados los más corpulentos y de mejor trofeo. En la época de celo se dejan ver en los bordes de los lagos y ríos, donde buscan hembras para aparearse. En los meses previos al celo se pueden ver a gran altura en la media montaña canadiense. Es increíble verlos correr por terrenos pedregosos con gran agilidad. Su pelo es grueso, brillante y sedoso. En cuanto a los trofeos se consideran de mayor a menor Kamchatka, Alaska-Yukón, Canadá y europeo.

DIARIO DE CAMPO (y 3)

EL GIGANTE DE LA TUNDRA

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Esta vez lo tomaré con más calma y solo tiraré si veo un buen ejemplar, cuya cuer-na esté en proceso de limpiado.

Mi guía en esta ocasión se llama Pirls, hombre serio de 50 años y conocedor del bosque pues su trabajo cotidiano es de capataz forestal, diestro con los caballos y parco en palabras, un tipo duro.

Día 17Salimos al amanecer junto a la expedi-

ción de Rob. Durante tres horas la caravana va unida abriéndose paso por ese bosque de cepillo. Al llegar a un río separamos los destinos. Enfilando nuestra ruta a un valle de singular belleza, avanzamos bordeando pequeños lagos y bosquetes encharcados hasta llegar a un recodo que sería nuestro camp durante cinco días. A nuestro paso un alce hembra con su cría nos alegra la vista con su bella silueta. Enciendo la foga-ta mientras Pirls monta la tienda y al saco tras comer algunas viandas.

Un excelente trofeo. A la izquierda, de regreso al campamento base.

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Día 18Siento llover durante toda la noche

y amanece un día gris plomizo que desaconseja levantarse, pero hemos veni-do a cazar.

Las nieblas matutinas impiden la visi-bilidad y regresamos pronto sin ver nada que se mueva. Por la tarde abre y atalaya-mos un monte para aguardar un posible movimiento, pero solo un caribú se atreve a darnos la bienvenida. Solo vemos hechío de hembras pero de ningún macho, hace unos días les hemos visto hermanados a más altura y el celo aún está lejos.

Día 19Planeamos cazar esta mañana la zona

opuesta del valle. Dos horas a caballo nos llevan al inicio de una cordillera que pintaba muy bien, pequeños cerros con grandes clareos que nos permitirían una entrada perfecta.

El frío viento nos obliga a refugiarnos al abrigo de una mancha tupida. Tras tres horas gemeleando decidimos encender un fuego y almorzar a base de salchichas asadas. Un par de horas más sin ver nada y regreso al campamento. Al llegar sugiero que cambiemos de zona pero el guía me insiste que es la mejor para el alce. Asiento con mi ok. Pero solo le daré un día mas, van pasando los días y el alce no aparece.

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Día 20Más de lo mismo. A media mañana me

niego a seguir allí, yo recordaba los alces que vi durante las anteriores cacerías y a regañadientes Pirls me promete que si esa tarde no vemos nada mañana regresare-mos al campamento base, para cambiar de zona.

Día 21Así ocurrió y partimos de vuelta atrás,

mientras observamos alguna cabra que se encumbrada al vernos pasar. Entre fotos

y paradas llegamos al atardecer al lago Tucho.

Los caballos retozan al ser liberados en sus pastizales preferidos. El diálogo entre cazador y guía cada vez se reducía más, son momentos en los cuales piensas de todo y sopesas abandonar, pero una vez más te autoconvences y dices “la caza es la caza” y hemos venido a cazar.

Día 22Esta noche nevó en las cumbres y

amanece frío. Mientras preparo mi equi-

po me sorprende la llegada del guía sin los caballos. Fue el remate, me cuenta que los ha buscado por todos los valles y no los encontró. Sin caballos no nos podemos plantear la caza, así que le obli-go a salir a pescar con la lancha, quizás podamos ver algún alce en la costera del lago. No vemos alces pero engan-cho una docena de truchas al curricán, que harían las delicias de mi amigo Juan Delibes.

Parrillada de lujo y después de comer le sugiero que busque los caballos donde

‘ESTA NOCHE NEVÓ EN LAS CUMBRES Y AMANECE FRÍO. MIENTRAS PREPARO MI EQUIPO ME SORPRENDE LA LLEGADA DEL GUÍA SIN LOS CABALLOS. FUE EL REMATE, ME CUENTA QUE LOS HA BUSCADO POR TODOS LOS VALLES Y NO LOS ENCONTRÓ. SIN CABALLOS NO NOS PODEMOS PLANTEAR LA CAZA, ASÍ QUE LE INSTO A SALIR A PESCAR CON LA LANCHA…’

La pesca supuso un alivio ante la ausencia de alces.

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sea, pero solo nos queda un día y me gustaría aprovecharlo. Al atardecer veo la silueta de los caballos y el guía por la playa del lago.

Día 23Para adelantar nos levantamos una hora

antes de lo habitual. Salimos con cuatro caballos, dos de monta y dos de carga. A la hora de camino, mientras bordeamos una punta de pinos, veo un alce plantado en el cauce del río, está a más de 300 metros. La maleza le tapa las patas, a mi me pare-ce bonito, el guía lo valora y dice que es pequeño aunque legal, en unos segundos desmonto y decido preparar el tiro, pero el guía me insiste que buscaremos otro mejor. Le digo que ni hablar, hemos esta-

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do siete días sin ver nada y este me parece bien, además ya está pagada la licencia y no confío que en un día podamos ver otro. El guía sujeta los bocados de los cuatro caballos para evitar la estampida al sonar el disparo, yo busco apoyo en la cruceta de uno de los pinos y antes de tirar miro de nuevo con los prismáticos. No me lo podía creer, otro alce mucho más grande se había incorporado de su cama y era precioso. Sin pensar le busco el costado y Pummmm… Se tambalea pero no cae, le repito bajando una cuarta y esta vez sí, se desploma con el impacto de la Barnes TSX de 220 grains.

El otro animal corre y el guía me insis-te, shot, shot que se va. Le tranquilizo y le digo good shot. El no llegó a ver el segundo alce al estar pendiente de los caballos.

A nuestra llegada un enorme animal de bella cuerna y pelaje sedoso estaba en el suelo. A las ocho de la mañana la cace-ría estaba cumplida. Las fotos de rigor y a sacar cuidadosamente la carne. Había que llevarla al campamento para ser apro-vechada.

Recordemos que el gobierno obliga a sacar la preciada carne bajo responsabili-dad del guía de caza. A las seis de la tarde

terminamos la faena y cargamos los caba-llos con el gran trofeo. A nuestra llegada felicitaciones por el lance in extremis.

A la mañana siguiente nuestra avioneta llega a las doce en punto, nos despedimos del equipo, cargamos los bártulos y parti-mos rumbo a Smiters. Una fuerte tormen-ta tambalea el bimotor y lo obliga a volar bajo bordeando el cauce de los ríos y rozando las copas de los pinos, donde el viento es más suave. Tras tres horas nues-tro destino era la oficina oficial de certifi-cación y homologación de los trofeos. De ahí al hotel y partida para España al día siguiente. H

El contacto con la naturaleza es una constante en la caza

por tierras canadienses.