Mito Rito Lévi—Strauss: Mary Douglas -...

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Mito Rito Lévi—Strauss: Mary Douglas Fernando GIOBELLINA-BRUMANA Elda E. GONZÁLEZ Estas páginas están dedicadas a enfatizar un aspecto ya recogido y analizado repetidas veces (Kuper, Goddard): las divergencias entre el estructuralismo de Lévi-Strauss y tina de las actuales tendencias de la antropología social británica, especifican-tente, los recientes aportes de Mary Douglas. Esta relación ha sido vista como una actualización de la que hubo entre «L>anné soeiologique» y la vieja guardia fundo- nalista (Malinowski, Radcliffe-Brown); se tratarla, de hecho -—como señala el pi-opio Leach (1967, 1969), de la misma oposición «empí- risíno/racionalismo>~. Pero no es cuestión de este articulo plantear el dilema en términos de los marcos teóricos más generales, sino más bien de explorar brevemente el recorte y abordaje de objetos de estudio desde cada una de las posiciones en juego, analizando como ejemplo la relación «mito/rito». Para ello presentaremos un corto esquema de las posiciones de ambas escuelas al respecto y conclui- remos con algunas observaciones sobre la eficacia de una y otra en términos de conocimiento antropológico. 1. LÉVI-STRAUSS Aun cuando Lévi-Strauss no haya delimitado en textos anteriores (1962: 44-47; 1973: 83-85; 1958: 205, etc.) lo ritual de lo mitico con claridad y que alguno de sus comentaristas considere que ambos son tomados como redundantes de distinto nivel (Mendelson, 1967: 164), en las páginas finales de su cuarteto (Lévi-Strauss, 1971: 597) se de- tiene a señalar el camino divergente que uno y otro recorren,

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Mito Rito Lévi—Strauss:Mary Douglas

FernandoGIOBELLINA-BRUMANAElda E. GONZÁLEZ

Estas páginasestándedicadasa enfatizar un aspectoya recogidoy analizadorepetidasveces(Kuper, Goddard): las divergenciasentreel estructuralismode Lévi-Straussy tina de las actualestendenciasdela antropologíasocial británica, especifican-tente,los recientesaportesde Mary Douglas.Esta relación ha sido vista como una actualización

de la que hubo entre«L>anné soeiologique»y la vieja guardiafundo-nalista (Malinowski, Radcliffe-Brown); se tratarla, de hecho-—comoseñala el pi-opio Leach (1967, 1969), de la misma oposición «empí-risíno/racionalismo>~.Pero no es cuestión de este articulo plantearel dilema en términos de los marcosteóricosmás generales,sino másbien de explorar brevementeel recorte y abordaje de objetos deestudio desdecada una de las posiciones en juego, analizandocomoejemplo la relación «mito/rito». Para ello presentaremosun cortoesquemade las posiciones de ambas escuelasal respectoy conclui-remos con algunasobservacionessobrela eficacia de una y otra entérminos de conocimiento antropológico.

1. LÉVI-STRAUSS

Aun cuandoLévi-Straussno haya delimitado en textos anteriores(1962: 44-47; 1973: 83-85; 1958: 205, etc.) lo ritual de lo mitico conclaridad y que alguno de sus comentaristasconsidereque ambos sontomadoscomo redundantesde distinto nivel (Mendelson, 1967: 164),en las páginasfinales de su cuarteto (Lévi-Strauss,1971: 597) se de-tiene a señalarel camino divergente que uno y otro recorren,

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Como primera medida, Lévi-Straussintenta trazar fronteras bienprecisas entre mito y rito. Pero estas fronteras atraviesanlo quecJásicamenteera tomado como meramente ritual; existe, según elautor, un camposimbólico integradoalo ritual, sumitología implícita,que deberecortarsede sucontextoparaconstituir un objeto único conlos discursosmitológicos explícitos, dejando como residuo otro ob-jeto quesólo tras estaoperaciónpuedeconsiderarsepuramenteritual.El mito, así construido como objeto de análisis, es definido por sucarácterde organizadorintelectual de la experiencia,como la ope-ración originaria por la cual el flujo de estaexperienciaes articuladopor un esquemaideacional. El rito, por el contrario, apunta a des-hacerestaarmazónintelectual: es la ilusión incumplible de retornara la continuidad de lo vivido, continuidad recortada, abstraída yesquematizadapor el mito. En otras palabras,allí donde el mitoprocedepor cortesen búsquedade elementosdistintivos y contrasta-dos —y, por lo tanto, con sentido—,el rito intenta borrar estasdife-rencias para reconstituir un continuo sin fisuras: el rito es al mitocomo el vivir al pensar.

De esta postura, reducida aquí a un esquemamínimo, puedenextraersevarias conclusionesde distinto nivel:

A un nivel que sin demasiadainexactitud se podría calificar demetafísico, estarnosuna vez más frente al leit rnotiv lévistraussianode la reducción de la cultura a la naturaleza(1962: 326). Este temaestá doblementepresente: en cuanto a la sensibilidady en cuanto ala estructuramisma de la realidad sensible,sin tomar aquí en cuentaun plano más general, el del sentido último de todo mito, que es,como quiere Lévi-Strauss, el de la relación Naturaleza-Cultura.Encuandoa la sensibilidad, vemos que la estructurade éstase erige enmodelo de la pareja «rito/mito»:

«(.) las operacionesde la sensibilidad tienenya un aspectointelectual,y los datos externosde ordengeológico,botánico,zoológico,etc., jamássonaprehendidosintuitivamenteen sí mismos,sino bajo la forma de untexto (subrayadode L, 5.) elaborado por la acción conjunta de losórganosde los sentidosy del entendimiento.Ahora bien,estaelaboraciónse produce simultáneamenteen dos direccionesdivergentes:por des-composiciónprogresivadel sintagmay por generalizacióncrecientedelparadigma.La primeracorrespondea un eje quepodríamosllamar meto-nímico, sustituyea cada totalidad relativapor las partesque en él dis-cierne y trata cadauna de esaspartescomo totalidadesrelativas derangosubordinadosobrelas cualesejerceel mismo trabajode descom-posición. Así, detrásde cadaparejade oposiciónprimaria aparecenpa-rejassecundarias(.. -) y asíhastaqueel análisis llega aesasoperacionesinfinitesimalesen las quesecomplaceel discursoritual. El otro eje, quees propiamenteel del mito, es másbien de tipo metafórico; subsumelasindividualidadesen el paradigma,amplíay al mismo tiempoempobrecelos datos concretos (..)» (1971: 607).

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En cuantoa la realidadsensible,suestructurarevela serdel mismoorden que el del intelectoy, por lo tanto, del mito. El esquematismode éste,el ordenque implanta a la experiencia,opera con una lógicade transformacionesen base a oposicionesbinarias; es el juego deestasoposiciones,las separacionesdiferenciales,el que permite des-cubrir susentido.Ahorabien, estaestructuradiscontinuaestáinscriptaen la realidad sensible misma: «Con el descubrimiento del códigogenéticopodemosen la actualidadcolocar una realidad objetiva trasesaexigencia de discontinuidad, en obra en los trabajosde la natura-leza como en las construccionesdel espíritu» (1971: 605).

A un nivel epistemológico,el dejar lo ritual del lado de lo meto-nímico podría permitir la deducciónde una afirmación «fuerte»: loritual no es estructuralmentesignificativo y, por lo tanto, no puedeser objeto de un acercamientocientífico, por lo menos no de unacercamientoestructuralista.Por defecto u omisión, esto estáimplí-citamente reconocido al no constar el rito en la lista de los cuatroobjetospropiamenteanalizablesdesdeuna perspectivaestructuralista(entidades matemáticas,música, lenguajesnaturales y mitos> 1971:578). Más aún> si un análisis estructuralsólo es posibleallí dondehayintercambio de mensajes>no es pertinentepara el rito, ya que ésteactúa para evitar hablar (1971: 600). Pero más definitivamente sirito : mito:: metonimia: metáfora,y, metonimia: metáfora:: aconte-cimiento : estructura (1965: 46), es obvio que rito : mito :: aconteci-miento: estructura. Y como es doctrina para el autor, el aconteci-miento remitea lo conscientey contingente,mientrasque la estructuraa lo inconscientey necesario;estosdos diferentesniveles son los quedelimitan respectivamentelas actividadesdel historiador y del etnó-logo (1958: Introduction). Así, es en la perplejidad estructuralistafrente al acontecimientoque en última instanciase resuelveel destie-rro del mito de su campo de aplicabilidad. Como señalaEmilio deIpola, lo que se convierte en impensableen las teoríasde Lévi-Strausses el pasode la estructuraal acontecimiento>y de estacarenciadel dis-curso estructuralistase deriva «la clara imposibilidad de dar cuentadel acontecimiento”(Ipola, 1975: 342). Este rechazode lo diacrónicopor parte de Lévi-Straussestá emparentadocon su pesimismohistó-rico (Lévi-Strauss,1967 a: 189), la concepciónde que el procesohistó-rico sólo engendraentropía (1955: 379), sobre lo que ya se volvera.

A nivel metodológico,Lévi-Strausspropone,como hemosvisto, unaespeciede reducción que se contrapongaa la confusión de la «mito-logia implícita’> y el rito (1971: 600), pero no da el instrumental téc-nico pararealizarun corteentreunay otra instancia; no indica cuálesson los criterios operacionalesque las hacen distinguibles. ¿Hastadónde esta ruptura de un hecho único, como es el rito para los

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agentesque efectivamentelo actúan,no es un artificio necesariosóloen términos de una ideologíade lo sincrónico?La hipótesisque ade-lantamos es que la pretensión de Lévi-Straussno es la de recortardos objetos de estudio allí dondesólo se detectabauno, sino la dereforzar la pretensiónde la autonomíay primacíade lo mítico frentea una reacciónposteriore ilusoria de lo ritual queno tendríamás queun único sentido: el sin sentido de mimar múdamentela imposiblerenunciaal pensamiento.Pero estaprioridad de lo mitico tiene comocorrelato dos efectos convergentes:el que ya hemos mencionadodela renuncia a dar cuenta de lo diacrónico y la renunciaa relacionarlo simbólico a la realidad social empírica.

Ahora bien> este sentido disgregadordel rito es reveladoa partirdel sentidodel mito, lo quenosremite a preguntarpor sunaturaleza.Hay dos rasgosque particularmentenos interesa destacarpara quela comparacióncon el pensamientode Mm-y lJopglasseamásnítida:

a) El sentido del mito es siempre sintáctico. No es casualquelas otras tres áreasdondese da como válida la aplicación del métodoestructuralistano tengansentido semántico. Lo que en la discusiónde Lévi-Strauss con Ricocur quedaclaro es que para el primero unsentido semánticode tipo empático-hermenéuticono es más que un«sabor» que puede operar. como un constatadorpost ¡‘¡oc de una«demarche’>que en modo alguno lo tiene en cuenta (Lévi-Strauss,1967 a: 170). Esto es, además,totalmentecoherentecon algo que enel estructuralismoes prácticamenteaxiomático: el sentido del hetorjamás es el verdadero(1955: 44; 1962: 336). Si seguimosel análisisde CatherineBackésClément,sentido semánticoy acontecimientoseidentifican tanto en su referenciaa un Yo cuya caducidadproclamaLévi-Strauss(1971: 559; 1955: 374-375)como en su desapariciónfrentea la «inerciafinal de la estructura>’(EackésClément, 1974: 65-66): elsentido es fenomenalen cuantocontinuamentereducible a elementosconstitutivos no significativos (Lévi-Strauss,1967a: 166). En otraspa-Jabras,segúnLévi-Strauss,que se le pida valor semánticoa un mitoes lo mismo quepretendertenerdeél unacaptaciónsubjetivay empá-tica, tratar de comprendercomo si estuviésemosdentro de una rea-lidad que no es nuestra,lo que es imposible.Esta pretensión,por unlado, remitea un humanismosubjetivistaqueel autor repudia,y, porel otro:

«(. ) busca(.,) un sentidodel sentido,un sentido queestápor detrásdel sentido; mientrasque en mi perspectivael sentidonuncaes un fenómenoprimero: el sentidoes siemprereductible.Dicho de otra manera:detrásde todosentidohayun no-sentidoy lo contrariono es verdadero.»(1967: 166.)

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b) Lo socialempírico no es significadodel mito. Es decir,cuandoel mito hablade la sociedaden que se ha generadoes porque,y en lamedida en que,se apartade su propiadinámicadiscursiva.Lo socialempírico del mito es un residuo, una refracción cuya magnitud ydirección remite a la infraestructura.Pero la línea significativa querealmenteda cuentadel discursomitológico no pasapor su determi-nación desde causasextrínsecas.Así, un mito no se explica aislada-menteni en referenciaa un nivel social que lo sustente,sino a losotros mitos que forma sistema con él. Lo realmentesignificado porlos mitos, en última instancia,es la estructuradel espíritu,su mapade constricciones(Lévi-Strauss,1967 a: 187), su sintaxis matricial deoposicionesbinarias.El mundoquecomo «bricoleur»el pensamientomitológico articulaen su acto de significaciónopera a estenivel sólocomo soporte,comocanteraproveedorade materiaprimasignificante.Es evidentequeen el desarrollodesus investigaciones,Lévi-Strausshaabandonadosu proyecto programáticodel «ordende órdenes»(1958:347), que de algunamanerasuponíaunatraducciónde Jo mitológicoa lo social y de lo social a lo mitológico, para abocarsea un análisisexclusivamentesincrónicode un nivel superestructural.

2. MÁRY DOUGLAS

Parala escuelabritánica, la situaciónes bien distinta. Por un lado,aquí si rito y mito operan,en una primera aproximación,como sifueran redundantes.Es decir, significan de la misma manerasin queen los análisis concretosde algunosautoreshayaintento de realizaro impugnar la distinción propuestapor el estructuralismo(Leach,1978: Cap. 9). Pero ya en el caso de Mary Douglasel-mito es dejadoexplícitamentede lado: «El mito sesitúa por encimay en contra delas exigenciasde la vida social» (Mary Douglas,1975: 57). El desarrai-go, la ambigiiedady la fluctuación del mito dejan entoncescomoobjeto privilegiado de análisis al rito por su capacidadde referenciasocial, su univocidady su estabilidad(1978: 30).

Tanto en Leachcomo en Douglasel interéscentralestáfocalizadoen las funcionessimbólicas; en el casodel primero hay unahipótesis—no demostrada,pero operanteen su análisis—sobrela posibilidadde transformarcombinatoriamentelos distintos códigosoperantesenunasociedad(1978: 130) y del pasode un código a otro (planteadoentérminossensiblesy subjetivos)queexigiría la existenciadeun «meca-nismológico» de un profundonivel de abstracción.Estenúcleo lógico,fuentede la actividadmetafórica—ya queéstaimplica el pasode uncontextode código a otro—, pareceríaremitir al inconcientelévistraus-siano, salvo por el hecho de queLeaeh, apesar de todo, sigueotor-

~1.

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gando prioridad al análisis particular de sociedadesconcretas(1969:175). Esta diferencia es la que también se encuentrapresenteentreM. Douglas y Lévi-Strauss,que en el tema que aquí nos interesaseexpresapor el reprochede la segundaal primero de que:

«A su análisis del simbolismole falta un ingredienteesencial.Carecede hipótesis.Sus prediccionesson inexpugnables,absolutay totalmenteirrefutables.Dados los materialespara el análisis (un campo culturallimitado) y dadaslas técnicasde análisis (selecciónde parejasde ele-mentosopuestos)no hay posibilidad de que un investigador (...) salgade su empeñocon las manosvacías.Por fuerzatieneque conseguirsupropósitoporqueutiliza herramientaapropiadapara descubrirestruc-turas y porquela hipótesisgeneralno exigede él másquedescubrirlas.No se le pidequerelacioneestructurassimbólicascon variantessociales.Inevitablementededucirá cíe su investigación tina serie de oposicionesestructuradasque se fundirán finalmente con la dicotomía general decultura y naturaleza.»(1978: 91.)

Esta crítica es convergentecon otra que acusaa Lévi-Straussdeque en su análisis de los mitos (específicamenteel de «La gasta deAsdiwal»-Lévi-Strauss,1973: Chap. IX) empobreceel sentido de losmismos (M. Douglas, 1967: 95). Pero tras estascríticas subyaceelhecho de que uno y otro autor utilizan dos direccionesdiferentesde«sentido».Ya hemosvisto lo queLévi-Straussentiendepor esto; porsu parte, y en total oposición,en Mary Douglas el sentido es:

a) Semántico,es decir, que, trasuna proposiciónsimbólicaexplí-cita, deberíarevelarseotra proposición que fuera del mismo niveldiscursivo y que tuviera al menostanta riqueza conceptualcomo laprimera. Aquí habría un cierto acercamientode la autora al variasvecescitado por ella Paul Ricocur. En un análisis de tipo hermenéu-tico como el que realiza Ricocur es tambiénel sentidosemánticoelque se debe procurar y éste une —a través de una comprensiónde tipo empático—el emisor del mensajea su decodificadoractual.En el casode las interpretacionesde M. Douglas,estemantenimientoo aumentode la riqueza semántica,claro está> es más fácilmenteobtenibleque en el caso de su contendiente.Hacer «hablar» a algoquedirectamenteno tiene —o tiene escasocontenidosemánticoexpli-cito—, en el mejor de los casos,una lista de prohibicionesalimen-tarias, evidentementeacrecientacuantitativa y cualitativamentelosmensajes,dejandode lado el problemade la validez de susinterpreta-ciones. Pero si lo ritual es significativo —y ya hemos visto que elmito no lo es o no lo esdemasiado—esporque:

1,) Este sentido semánticose revela por la remisión a la estruc-tura social empírica de la cual el nivel simbólico es emergente.Este«durkheimismopuro>’ (1975: 44) se presentacomo explicatorio de

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toda forma de ritual. Así, por ejemplo, las distintas situacionesde lassociedadeshebrea, karam y lele en relación con otras sociedadesvecinas configura prácticas distintas respecto a la mediación ritualentre cultura y naturaleza.Como segmentosintermediosentre estosdos polos, las estructurasde parentescoy las taxonomíasnaturalesmarcan el lugar dado a lo extraño, desde el rechazo hebreo a laaceptación lele, pasando por la ambigiledad karam. El cerdo, elcasuarioy el pangolín representanlo anómalo respectivamenteparacada sistema clasificatorio, y la actitud ritual frente a ellos estraducidapor Mary Douglas al substratode experienciasocial quelas funda (1975: 57-99).

Lo que entoncesse ve en esteejemplo es que M. Douglas utilizaen realidad una metodologíaheterodoxamentefuncionalistadándoleuna forma expositiva estructuralista.Heterodoxa,en cuantoa que elconflicto es focalizadoen el centro de su interés y en la basede suexplicación, si bien no abandonala tradición del funcionalismobritá-nico en suempírico proyectode dar cuentade sociedadesconcretasyel recurrir heurísticamentea las necesidadesdel sistema.Su proyectoesentoncesel de «trascenderlas cosmologíasmanifiestasparallegar alesquemade poderesquerevelany al quecorresponden»(1978: 11). Elanálisis en que se ha embarcadoapunta,pues,a revelar el papel delo simbólico tanto en cuanto control social como en su carácterdeexpresiónde diversosgrupos dentro de la estructurasocial. En loquehaceal control:

«Comprendemosmejor el comportamientoreligioso si tratamoslasformasrituales al igual que las formas lingilísticas como transmisoresde cultura que se engendranen las relacionessocialesy que, a travésde un proceso de selección,ejercenun efecto restrictivo sobre la con-ductasocial.’> (1978: 41.)

«(,..) a cada tipo de ambientesocial correspondeuna determinadamanerade justificar la coerción. Por medio de las clasificacionesqueutiliza, transformael universoentenroen un armazónde control, Y encadasistemasocial el sufrimientohumanose explicade modoquevengaa reforzarese control,» (131.)

En lo quehacea la expresiónsimbólicade gruposalejadosde loscentros de poder (el caso, por ejemplo, de los movimientos milena-ristas),el análisis de la autoralos muestraen su rebelión testimonialcontra el orden implantado por esoscentros y su incapacidaddegenerarun orden alternativo. En una posición que curiosamentere-cuerda a la del Lenin del «¿Quéhacer?’> sobre el «tradeunionismo»inmanente a la clase obrera, concluye: «(. - -) la solución a los pro-blemas graves de organización social difícilmente provendrán deaquellosque los sufren, porque inevitablementesólo puedenpensarde acuerdoa la cosmologíacorrespondienteasuexperienciasocial’> 179

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Respectoa su utilización del armazónconceptualdel estructura-lismo vemos que debepactarcon su interés empírico,lo que lleva aqueel caminooptado seael inverso del de Lévi-Strauss.Siguiendoconel ejemplo ya dado, si bien las respuestashebrea,karam y lele apa-recen como el conjunto de posibilidadeslógicas de la cuestió»anali-zada,el sistemade permutacionesno está construidoapartir de unode sus elementos,buscandosu completamiento,independientementedel ~crelIenado»empíricode suscasilleros,sino que los casosempíricosson prioritarios al sistema>que así se convierte en una forma expo-sitiva de una eventualley expresableen términos tales como: un ma-yor aislamientogeopolítico de unacomunidadserefleja en unamenorposibilidad de agentesmediadoresen el plano ritual.

3. CULTURA Y NATURALEZA

Intrínsecamenterelacionado con estasdos diferentesmanerasdeentendery operar con lo simbólico surgela cuestiónde la relaciónNaturaleza/Cultura.Como ya habían-tosindicadobrevemente,en Lévi-Strauss esta relación tiene un doble matiz. A nivel del observador,lacultura sc resuelveen naturaleza,por lo menos programáticamente.A nivel cíe agentes,cultura y naturaleza se oponen y la mcditaciónsobre esta distinción crucial es el tema de fondo de todo discursomitológico. Es, para emplear una metáfora geométrica> como unacinta de Moebius: en cadapunto de la misma unacaraésta opuestatransversalmentea la otra, pero estos puntos opuestosno dejan depertenecera la misma superficie y puedenser unidos por un seg-mento.

Estacuestión,en el casode Mary Douglas,es elaboradaen relaciónal cuerpo:

«Mi propósitoseráidentificarunatendencianaturala expresardeter-minado tipo de situacionespor medio de un estilo corporal adecuadoaellas.Esa tendenciapuedecalificarse de naturalen tanto que es incons-cientey seobedecea ella en todaslas culturas.Surgecomorespuestaaunasituaciónsocial queaparecesiemprerevestidade unahistoria y unacultura locales. La expresiónnatural es,pues, determinadapor la cul-tura.» (M, Douglas,1978: 93.)

Estaespeciede reglauniversalhacerecordarla búsquedapor partede Lévi-Straussde un universalcultural,aparentecontradicciónen lostérminosquedesembocaen la postulaciónde la reglade prohibicióndel incesto como punto de salto de la naturalezaa la cultura (Lévi-Strauss, 1967b: Cap. 1). Pero aquí el procedimiento es inverso; launiversalidadse mantienecomo naturaleza,reforzadapor el hecho de

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queconcierneprecisamenteal cuerpo.La separaciónrespectoaMausses al mismo tiempo evidentey necesaria:las técnicascorporalesnoson sólo un hechode cultura, sino unadialécticacontinua:

«El cuerpo social condicionael modo en quepercibimosel cuerpofísico. La experiencia física del cuerpo, modificada siempre por lascategoríassocialesa travésde Jascualeslo conocemos,mantienea suvezuna determinadavisión de la sociedad.Existe,pues,un continuo inter-cambioentre los dostipos deexperienciade modoquecadauno deellosvieneareforzarlas categoríasdel otro.» (89.)

De estamanera,el cuerpose convierteen el centro neurálgicodela acción simbólica: objeto del poder en su acción constrictoraymetáforaperennede los efectos de esepoder tanto desdeel punto devista de su centro como desdeel de sussujetos:

(..,) el control corporal constituyeuna expresióndel control social y elabandonodcl control corporalen el ritual correspondea las exigenciasdela experienciasocialquese expresa.»(95.)

«El cuerpo físico es un microcosmosde la sociedadque se enfrentacon el centrode dondeemanael poder, que reduceo aumentasusexi-genciasen relación directa con la intensificacióno relajamientode laspresionessociales.»(97.)

Mencionaremos,aunquedado los límites de este artículo no lodesarrollaremos,la convergenciade este análisis sobreel cuerpo ysociedady los análisisde Foucault(1975) sobrelas disciplinascorpo-rales, las estructurasde poder y el surgimiento de las ciencias so-ciales.

4. LAS PERSPECTIVAS GENERALES

Es interesanteseñalarquemientrasqueLévi-Strausstiene a Kantcomo mentor filosófico (1967a: 195), Mary Douglas remite a Hume(1973: 36). Mientrasqueparala segundael sentido>en cuantoforma deconstituir una legalidad del mundo, va a dependerde los sujetosempíricos e históricos y debe ser recuperadoempírica e inductiva-mente,para el primero —segúnsu ‘<kantismo sin sujeto trascenden-tal» (Ricoeur, 1967: 137)— todo mundo es derivadode unamatriz noempíricay a-histórica: la estructuradel espíritu humano.

Esta polémica confluye en una concepciónantagónicade lo dia-crónica. Ya hemos indicado la concepciónde Lévi-Strausssobre elnivel «acontecimiento»,Correlato de esto es que considere falazhablar de «progreso»,ya que la única novedadhistórica aparente-mentepositiva seríael paso de una tematización inconcientede la

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realidadaunaconciente(Lévi-Strauss,1971: 569).Peroestasdosmoda-lidades intelectualesno serian más que dos permutacionesde unamisma matriz (1962: 24), y, por otro lado> ese eventual progresoestaríalimitado a explorar las posibilidadesde la significación delmundo,abiertasde unavez parasiemprepor larepentinaconstitucióndel lenguaje(1950: XLVII-XVLIII). Más aún, ¿acasoestavisión cientí-fica de la realidad—su tematizaciónconciente—no sería,en la actua-lidad y cadavez más, la principal productorade mensajestendentesa generarun chato estadoentrópico entre emisor y receptor?(1955:374). Queda por cierto el problema del teleologismo estructuralista(1971: 615; 1966: 14-15). Pero este teleologismono es histórico, esnatural: el ordenamientode las alianzasmatrimonialesentreprimoscruzadoscomo articulaciónde la Regla del incesto no remite sino aordenamientosfinalistas del mismo rango que los de la naturaleza,tales como el que regula la diseminacióndel polen de tal o cual flor.Lo que quizá sorprendemás en estaelaboraciónes la aperturaa unaespeciede panteísmodifuso en el que la verdadde la teleologíaasomacomo teología (1971: 615-616).

Por el contrario, en Mary Douglas: a) el acontecimientoes, comohistoria concreta de sociedadesconcretas,objeto válido y pi-opio;h) lo diacrónico se manifiestacomo progreso.Existe, parala autora,una evolución de las sociedadescuyo parámetroes la diferenciacion.Estedesarrolloantientrópicose manifiestaen diversosplanos: tecno-lógico, económico, institucional, etc. (M. Douglas, 1973: 108). Pero lafalta de una diferenciaciónreflexiva en las cosmologíasantropocén-tricas primitivas no se deriva de un primitivismo psicológico868, sinode prácticas institucionalesno diferenciadas,en total coherenciaconsu basedurkheimiana.Lo diacrónicoes,en cuantoconflicto y cambio,y, como ya hemosvisto, operacionalmentecrucial dentro del pensa-miento de la autora. Como afirma el prologuistade la edición fran-cesa de Purity aM clanger:

<Despuésde Max Glukman,los antropólogosadmitendebuenasganasque la sociedades una totalidad conflictiva. Tanto M. Douglas comoTurner iban a utilizar estahipótesisen sus escritos: mostrarcómo losroles contradictoriosdan forma al pensamientosimbólico, crean encierto modo la concienciacolectiva.» (Heusch,1975: 10.)

O sea, lo simbólico no surgecomo expresióny reforzamientodeuna estructurasocial estática,sino de las tensionesdel sistema,ten-sionesrepresentables,a nivel comparativopor el diagrama~<cuadrícu-la/grupó» (1978) y, a nivel particular, por las delimitacionesinternasy externasde una sociedad.Es así cómo, por ejemplo, la diferenciaentrepoderesritualesseexplica por el lugarqueen la sociedadocupansus portadores(1973: Cap. VI). Con procedimientosinterpretativosde

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tal tipo se apuntaa superarel universalismobiologicistaquepresidiólos orígenesde la escuelabritánica. A una idea de «necesidadesnatu-rales»(Malinowski) se contraponela existenciade oposicionesuniver-sales, como la pareja «contaminación-pureza”,y se deja de lado laposibilidad de ver en lo contaminanteun universal. El concepto deimpureza, de suciedad,dependede cada sociedadconcreta, que lorecortaráen función de la definición de sus propiasfronterasy de laforma de protecciónde las mismasquehayaasumido.Pero estauni-versalidad,aun cuandoestructuralrespectoa Malinowski, sigue man-teniendouna distancia insalvablecon la planteadapor Lévi-Strauss.No es paradójicoentoncesquevariosañosantesde Purity ami dangeréste haya condenadopremonitoriamenteun desarrollo del tipo •queacabamosde sintetizar: «Y al pretenderDurkheim deducirdel ordensocial las categoríasy las ideasabstractases cuando, para explicaresteorden, lo único queencuentrason sentimientos,valoresafectivoso ideas vagas, como la de contagio y contaminación»(Lévi-Strauss,1965: 141). Mientras que para Lévi-Strauss la universalidades unhecho de hierro, implícito en la naturaleza de un espíritu humanoinmutable y dado de una vez parasiempre,frente al cual la etnología(entre otrasdisciplinas) tienecomo tareadeducir su estructura,paraM. Douglasestauniversalidades mucho másproblemáticay matizabley no existela posibilidadde remitir a ningúnagentetrascendentea lassociedadesempíricas analizadas:la universalidades más bien unaidea reguladoraen lo interpretativo y un punto de mira en el desa-rrollo de las investigacionescomparadas.

5. LA CUESTIóN DE LA EFIcAcIA

Sólo desdeuna perspectivamuy limitada —y un ejemplo puedeser Harris (1978: Cap. 18)— puedenegarsela trascendenciade lafigura de Lévi-Straussparala antropología.La lucidez,la audaciay losugestivode cadaunade sus aportacioneshandadoun vuelcoirrever-siblea la historia de la disciplina. Pero estono obstaparaquecuandose lea sus trabajosuno no pueda escapara la impresiónde quecadaanálisis particular en cualquierárea quesea,parentesco,totemismo,sistemasclasificatorios, mitología, etc., no es más que la ejemplifi-caciónargumentaldc unatesismetafísicaomniabarcadorae incontro-lable tanto desdelas parcelascomo desdela totalidaddel corpusdesu producción. Seria como si Lévi-Strausshablasedesdeuna tota-lidad fantasmáticaen la que un eje vertical permitiera la traducciónde cualquier nivel de integracióna cualquierotro y uno horizontalrecogierael sistematotal de las manifestacionesculturales.A pesarde sus declaracionesde modestiade algunosde sus prólogosy post-

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facios, es como si ya todo estuviera hecho. En Lévi-Straussno haylugar para nuevosconocimientos,porque cualquiercosaque se agre-gaseno iría másque aconfirmar lo ya sabido>no haríamásquecon-firmar supostuladometafísico.Estaes la razónporla cual ha podidotomarsetantas libertadescon el material etnográfico (Leach, 1971:Cap. III; Needham, 1971). Y éste es el motivo> pensamos,por elcual toda fidelidad asu pensamientoes obligatoriamenteherética.Noes casual que todas las figuras de importanciasobrequienessu in-fluencia se ha hecho sentir hayan debidoromp~r más o menosradi-calmentecon el maestro: Clastres,Godelier, Needam,Dumont, parano hablar de Leachy de la propia Mary Douglas.

Por el contrario, en lo que hace a Mary Douglas> la concepciónde basecon la que seguía, su sociologismo>está desdibujadaen tér-minos de una fundamentaciónde tipo especulativoy enfatizadapreci-samente en lo que la hace operaelonalizable.Lo que en ella másimporta no es entoncessus enunciacionesgeneralesy últimas, sinolos desarrollosconcretosa los que las primeras sirven de principioregulador; entre ambos niveles se sucedeun circuito de mutua ga-rantía y enriquecimiento.En otraspalabras,lo quenos presentaMaryDouglasesun sistemaabierto, no auto-suficiente,queexige ser puestoa prueba y desarrolladocontinuamentefrente a nuevos datos, asícomo utilizado en contextosquizá no previstospor ella. No nos en-cierraen un sistema>y de estamaneradesdeun inicio da comoválidopara su propia obra lo que escribe respectoa Lévi-Strauss: «Lévi-Straussnos ha proporcionadouna técnica.Nuestratarea consisteenrefinaríapara adaptarlaa nuestrosfines» (1978: 91).

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