Mandelstam N- Contra Toda Esperanza. Memorias (Alianza)

504
•: . k :':; ' A t- hat 'a, .i - t? 4) Ic, I I . . t 'I •..:t;: 4, t ".A!'qt''. .'JItt,\ ' ' P '-". I , ••- - - --• •-.. -r&C' ?: 1. •' It - -'' 'f;.. :___ *4? tY' tc$;' .c. ' •Ce , %- -' . •... _____ n -' "I. •' I4I% r - - - •' . •'-- - t A fr t, ..ba.• ' -\ - -: -'.- ?C 'I

Transcript of Mandelstam N- Contra Toda Esperanza. Memorias (Alianza)

•: . k :':;

' • A • t- hat'a, .i

-t? 4)

Ic, I I . . t 'I

•..:t;:

• 4, t ".A!'qt''.

• .'JItt,\ ' 'P '-". I, ••- - - --• •-..

-r&C' •

?: 1. •'

It

- -''

'f;.. :___ *4? tY' tc$;' .c. ' •Ce , %- -' . •... _____

n -' "I.•'

I4I%

r -

- - •' . •'-- - • — t A fr t, ..ba.•

' • -\ - • -: -'.-

?C 'I

tenido por VCZ primera en 1 1)34, Cl

gran p wta perillaflech) cxii ado en Voronezh duranle ires anus, hasia su

,.sterior tieportacion: La muertc Ic

ilegaria en 193 8 , miefliras perm:inec!a en tin campo tie tránsito a Ia espera tie 5cr trasiadado a Siberia, l.a viuda dcl escritor lograria sobrevi v ir como profesora de inglés en peqllcñas citi-dades tie provincias hasta 1936, Iceha en que se Ic pernhiiiO rcgres:ir a Mos-

cu, di )ndc in do las niciflorlas qIle format) este imprcsioflante relal a, ga-

lardonado en 191 1 con ci (;ran Pre-

nno

Pre-nn

Europco de Ia prensa. Con un cx-tra( ird mario scm ido del pornient 'F.

Nadiczhda Mandelstam relata [as tr'ãgi-cas cxperiencias vividas por SI' marl-

cia V por 5115 compancrt)s de genera

dOn. efllrc eIios Anna AjniiIoVa. lsaak Babel o Victor Shklovsk I La extraor-dinaria Iucidez de Ia autora. So serena

ad ii ud en la lucha contra ci Irradu ma lismo tie Li situaCitin V 511 CtlnOCirflietF

to de prinicra man') dcl niundo inte-lcctual de Rusia durante esle periodo, haccn de estas mernorias, cscritas en on estilo direclo de sorprendenle call-dad, un doeumenlo de valor Itintla-mental para ci c( tilt )di In i enti ) de Ia

hit)graFIa tic una de las grandcs figuras dc la iiie ratura Ct nil enipora rica - -qu z;i.s ci rn:is iniportanle poela dc Ia Ru-

sia de csle siglo— Y tie una etapa de la

hisloria de ese pais que nun ho y per-

manece si ni Ida, t•n gran pane. en la

osetiridad.

Contra toda esperanza

Tiaducción: Lydia K. de Velasco

Nadiezhda I'!llandclstam

Contra toda esperanza. Me m orias

Alianza Editorial

Titulo de la edicidn inglesa: Hope Against Hope - A Memoir

Copyright 1970 by Atheneum Publishers - All rights reserved

© Ed cast.: 4Jianza Editorial, S. A, Madrid, 1934 Ca/le Milan, 38; t 200 00 0

I. S.B,N.: 84-206-3135-0 Depósito legal: At- 17.078-1934

Imprime Level. Los Ifanos, nave 6. Humanes (Madrid) Printed in Spain

Sql.q3 14fl)e Indice

n 0 0.

4')

i

C,

1

S

t2

tI

-Ic

11 Poema de Mandeistam sobre Stalin 13 Carta de Mandeistam enviada a su hermano Ak-

jandro (Shura) y a su mujer, desde ci campo de tránsito cerca de Vladivostok

15 Una noche de mayo 19 La requisa 24 Reflexiones matutinas

29 Segunda vuelta

33 Las cestas de la compra 35 Jugadas integrales 39 La opinion püblica

44 La entrevista

48 Teoria y práctica

54 Preparativos y partida

58 Al otto lado

61 Lo irracional

69 El tocayo

73 La chocolatina

75 El salto 80 Cherdin

86 Alucinacjones

92 La profesion y la enfermedad

96 4Dentrop 102 Jristoforovich

110 Quien tiene la culpa

7

114 El ayudante 119 Sobre la naturaleza del milagro 124 Hacia Voronezh 129 No inatarás 138 La mujer de la rcvolución rusa 142 Correas de rransmisión 149 La patria del jilguero 154 Medicos y enfermedades 160 El propietario ofendido 171 El dinero 181 Las fuentes del milagro 186 Los antipodas 192 Dos voces 195 El camino funesto 201 La capitulación 209 Revision de valores 221 El trabajo 226 Murmullos y susurros 233 El libro y el cuaderno 236 El ciclo 241 Brotes gernelos 247 El Ultimo invierno en Voronezh 251 La Oda 257 Las reglas de ow 264 Mi ononiástica 269 Un dia de más 272 La carretela de Besarabia 276 La ilusiOn 281 El lector de un solo libro 289 Kolia Tijonov 293 El estante de libros 302 Nuestra literatura 305 Italia 312 La estructura social 318 •Ne treba' 321 La tierra y lo terrenal 330 El archivo y la 341 Lo viejo y lo 346 Antecedentes penales 350 La casualidad 355 El electricista 359 Veraneantes

364 La prueba dci miedo 368 La velada literaria y la vaca 372 Un viejo camarada 376 Tania, la bokhcvique sin partido 383 Los amantes de la poesia 389 El eclipse 392 Una escena de la vida 396 El suicida 399 El anunciador de la nueva vida 406 El ültimo idilio 414 Los trabajadores de la inclustria textil 419 Los Shklovski 423 Marina Roscha 426 El complice 431 La señorita quc mama envió a descansar a Samatija 434 Primero de mayo 438 Ahsa Gugovna 442 La trampa 445 La ventanilla de la calle Pushechnáia 452 La fecha de Ia muerte 469 Un relato mâs

A PE N D ICES

479 A. Nadieihda IakovlievnaMandelstam (1899-1980: Osip Emilievich Mandelstam (1891-1938)

481 B. Nota sobre movimientos literarios y organiza-cioncs

484 C. Poema escrito por Ana Ajmátova tras su visita a Mandelstam en Voronezh (1936)

485 D. Notas sobre personas mencionada.s en ci texto

89/72 Th77he. 72

Pdema de Mandelstam sobre Stalin

Vivimos insensible: al suelo bajo nuestros pies, Nuestras voces a din paso: no se oyen.

Pero cuando a media: a hablar no: atrevemos Al montañis del Kremlin siempre mencionamos.

Sits dedos gordo: parecen grasientos gusanos, Como pesas certeras las palabras .de sit boca caen.

Aletea ía nsa bajo sits bigotes de cucaracha Y relucen brillantes las cañas de sus botas.

Una chusma de jefes de cud/os ,flacos Ia rodea, infrahombres con los que S se divier,te y juega.

Uno silba, otto maul/a, otro gime, 5610 El parlotea y dictamina.

For/a ukase tras ukase como ben-aduras A uno en la ingle go/pea, a otro en lafrente, en elojo, el!'.

[Ia ceJ9

Y cada ejecuc:ón es un bendito don Q tie regocija el ancho pecbo del Osseta. *

El poenn, compuesto en noviembre de 1933, fue la causa de la primera detencion del poeta.

Osseras: pobbdores dcl forte de Georgia. Existla la creencia de que Stalin pertenecia a esa ran. mu y diferente de Ia georgiana. (N. de la Traductora.)

O4428 11

Carla de Mande/stam enviada a su hermano Alejandro (Shura) y a su mu/er, desde el campo de tränsito cerca de Vladivostok

Querido Shura: Estoy en Vladivostok, en ci U.S.V.I.T.L. , barraca nil-

mew 11. El tribunal especial me ha condenado a cinco años pot

actividad contrarrevolucionaria. El convoy sali6 de Butyrki el 9 de septiembre y liegamos aqul ci 12 de octubre. Mi salud es muy mala. Estoy deigado y cornpletamente agota-do, casi irreconocible, pero no sé si merece la pena que enviéis ropa, comida y dinero. De todos modos podeis in-tentarlo. Tengo muchisimo frio sin ropa adecuada.

Nadia amada, vives, querida mia? Shura, escrIbeme inmediatamente sobre Nadia. Esto es un centro de trans¼, to. No me ban seleccionado para el Kolyma y puede quV tenga que pasar aqul ci invietno.

Os beso, queridos mios.

Ossia

Shura, otra cosa mâs: Estos ultimos dias hemos salido a trabajar. Eso me ha animado. Este campo Cs Ufi campo de transito y desde aqul se nos envia a los campos normales. Patece que me ban eliminado, asi pie tengo que prepa-rarme a pasar ci invierno aqut Asi que, pot favor, envia-me un telegrama y algo de dinero pot giro telegrifico.

* U.S,V,1.T.L.: IDirección de los Campos de Trabajo colecrivo del No,dcsrc.

13

Una noche de mayo

• •Después de haber abofetcado a Alexei Tolstol, Man-deistam regresO inmediatamente a Moscü y desde all1 tele-foneaba cada dia a Ajniátova suplicãndole que viniese. Ella dudaba y él se enfadaba. Una yea ya dispdesta y con ci billete en La mano, Sc quedo pensativa junto a la yenta-na. .Estás rezando Para que pase de ti este cáliz? ' , Ic preguntó Punin, su marido, hombre irritable y brillante. Fue 61 quien, paseando un dia con Ajmátova pot las salas del Museo de Tretiakov, Ic dijo de pronto: cVeamos ahora cômo it Ilcvarán al patibulo. Y as! nació la poesia: eY luego, al anochecer, la carreta se hundirã en la nieve.. ,Qué loco Srikov describirá mi Ultimo suspiro?' Pero$ no tuvo quc rccorrcr csc camino, cTe reservan Para ci fi-nab, deck Punin, y un tic contrala su rostro Mas al final se olvidaron de ella y no La detuvieron, Pero se path toda la vida despidiendo a sus amigos en su Ultimo viaje, incluido el propio Punin.

A recibirla fue Liova, su hijo, clue en aquel entonces

• La autora hace referenda a] famoso cuadro del pincer Vasilis Süriri-kov (1848-1916) titulado cfloiarina Morozova., que representa ci mo-mento en que Ia Ilevan a] paributo. (N. de la T.)

15

pasaba unos dias con nosotros. Hicimos mal en confiarle una misión tan simple; distraido como era, no vio a su madre y ella se disgust6. No estaba acostumbrada a cosas asi. Aquel aho, Ajmátova nos habla visitado con frecuen-cia y estaba habiwada a oh, ya en la estaciOn, las primeras bromas de Mandeistam. Recordaba su airado reproche: •Viaja usted a la velocidad de Ana Karenina, un ella en que ci tren iIcgO con retraso y .Por qué se ha disfrazado usted de buzo?ia: en Leningrado Ilovia y se prescntó con imper-meable de capucha, botas y paraguas cuando en Moscü ci so] quemaba a más y mejor.

Cuando se reunlan, se tornaban tan alegres y despreo-cupados como dos chiquilios que se hubieran encontrado en el .Taller de los Poctas * •Tss! —gritaba yo—. iNo puedo vivir con tales charlatanes!, Pero en mayo de 1934, no tuvieron tiempo de alegrarse. El dia se prolongaba an-gustiosarnente. Al anochecer se presentO el traductor Brodksi y se instaiO tan sOlidamcnte que fue imposibie moverlo del sitio. En la casa no habla nada que corner pot mucho que se buscase. Mandeistam fue a casa de unos ye-cmos con el propOsito de conscguir algo para la cena de Ajmátova. Brodski se precipitO en pos de El. Quedarnos chasqueadas; iconfiibamos tanto en que se fuera al faitar ci ducilo de la casa! Mandeistam regresO poco después con el botmn: un huevo, pero sin desprenderse de Brodski, quien volvió a arrellanarse en ci silión y se puso a decia-mar [as poeslas prediiectas de sus poetas predilectos: Siuchevski y Poionski. Conocia la poet rusa y francesa a la perfección. PermaneciO asi sentado sin dejar de char y deciamar, y tan solo pasada la medianoche comprendimos la causa de sernej ante insistencia.

Cuando nos visitaba Ajmâtova, la instalâbamos en la cocinita, donde no habia todavia conducciOn de gas; yo cocinaba lo que pasaba pot nuestra cena en ci pasiillo sobre un infiernillo. Pot respeto a la invitada, La inactiva cocina de gas se cubria con un hule y hacia las veces de mesa. La cocina fue bautizada con el nombre de *san-tuaro.. .Qué hace usted aqul tumbada como un idolo en su sanruario?, habla preguntado un yea Narbut, entrando en la cocina para ver a Ajmatova. .Más nos vale

Asociacián de poetas acmeistas, fundada en 1912. (N. de Ia T.)

16

it a cualquier reunion.... Dc este modo, la cocina Sc COfl-

virtiO en santuario y en éi estabamos las dos, dejando a Mandeistam a merced del amante de la poesla. Dc pron-to, a eso dc la una de la madrugada, resonO un golpe se-co, insoportablemente cxprcsivo. Wienen en busca de Osip., dije y fui a la puerta.

Al Otto lado de la puerta habia unos hombres —me pa-reció que eran muchos— vestidos todos de paisano. Du-rante una infima particula de segundo tuve la esperanza de clue no era eso todavia. No distingul ci uniforme ocu!-to pot ci abrigo de paflo. Dc hecho esos abrigos de paflo también servian tie uniforme, Pero camuflado, como en tiempos antiguos los abrigos verdes de la policia zarista; Pero yo entonces no lo sabla. La esperanza se desvanecio tan pronto covc los no deseados visitantes cruzaron el umbral.

Esperaba, pot costumbre, ok: .tBuenas noches!. o bien çEs La can de Mandeistam?. o cEstá en casa?. o, final-mente, cUn telegrama.. -. Habitualmcnte, ci visitante in-tercambia unas palabras con La persona que Ic abre la pucrta y espera que ésta se aparre y Ic deje pasar a 'a can: Pero los visitanres nocturnos de nuestra época no se ate-nian a semejante ceremonial come, probablemenre, tam-poco In hacen los agentes de la policia secreta de todos Ins paiscs y todas las épocas. Sin preguntar nada, sin esperar nada, sin derenerse en ci umbral ni ci mãs mInimo instan-te, penetraron con increlbic agilidad y rapidez en ci pa- sillo, apaitandome, Pero sin empujarme. La casa se lienO -. inrnediatamenre de genre. Ya estaban comprobando los documenros y con movimienros exactos, habituales y bien estudiados palpaban nuestras caderas, tantcando los bol-sillos para comprobar si ocuitábamos aigün arma.

Mandeistam sahó de la habiraciOn grande: cVienen pot ml?., preguntO. Un agente de corta estatura lo miré casi sonriente: -Sus documentos,' . Mandeistam sacO del bol-sillo el pasaporte. Dcspués de comprobarlo, el chequista Ic tendio la orden. Mandelstam la icyO y asinriO con la ca-beza.

En el lenguajc de ellos, eso se calificaba de .operaciOn nocrurna' . Segün supe más tarde, todos cilos estaban fir-

Chequista: miembro de Ia Cheka, I. po]icia serrera, hey KGB.

17

memente convencidos de que cuaiquier noche y en cual-quiera de nuestras casas haliarian resistencia. En su medio, y con ci fin de mantener su moral, circulaban románticas leyendas sobre los peligros nocturnos. Yo misma ci ci rela-to de cémo Babel, defendiendose a tiros, habla herido gravemente a unode los .nuestros., segün expresión de la narradora, hija de un importante chequista que Se destacó en 1937. Estas Ieyendas alimentaban la inquietud pot su padre enviado a realizar un ctrabajo nocturne., ese padre tan bondadoso y consentidor, que amaba tanto a los nifios y animales —en casa siempre tenia el gate en sus rodi-Has—; y enseflaba a su hijita a no reconocer jamás la falta cometida y a responder obstinadamente tno. a todas Las preguntas. Esc hombre tan bonachón y amante del gato no podia perdonar a los incuipados que reconociesen, in-comprensiblemente, todas las acusaciones que se formula-ban contra dies. cePor qué Jo hacian? —repetia la hija imitando al padre—. i Haci6ndolo se perjudicaban a si mismos y también a nosotros!.... Con *nosotros* se referla a los que ilegaban per La noche con la orden, a los que in-terrogaban y condenaban, a los que contaban a sus ami-gos, en Ins rates de ocio, seductores relates sobre los pe-hgros nocturnos. Las Ieyendas chequistas sobre los terrores nocturnes me recuerdan ci diminuto orificio en el cráneo del inteligente y prudence Babel, de frente tan espaciosa, quien nunca habia tenido, probabiemente, un revOlver en las manos.

Penetraban en nuestras miseras y atemorizadas casas co-mo en guaridas de bandidos, o secretos laboratories donde enmascarados carbonarios preparasen dinamita y se dispu-sieran a una resistencia armada. A nuestra casa llegaron en la noche del 13 al 14 de mayo de 1934.

Una vez comprobados los documentos y entregada La orden, convencidos ya de no encontrar resistencia, empe-zaron el registro. Brodski se dejo caer pesadamente en ci sillOn y se quedo inmovil. Enorme, parecido a una escut-ton de madera de algün pueblo extremadamente saivaje, respiraba con fatiga, resoplaba e, incluso, roncaba; asi es-tuvo resoplando y roncando. Parecia irritado y ofendido. En una ocasiOn me dirigi a El, pidiendole, segün creo, clue buscase en los estantes aigün libro para Mandeistam; me respondiO groseramente: cQue se Ic busque El mismo., y

18

volviô a sus resoplidos. Al amanecer, cuando ya recorria-mos libremente La casa y los cansados chequistas flI si-quiera nos seguian con La vista, Brodski desperto de pron-to, levanto la mano corno un escolar y pidiô permiso para ir a! rctretc. El agente que dirigia el registro, In mirô butlon. .Puede irse a casa, dijo. cCômoh, preguntó a su vez Brodski sorprendido... cA casa., repitió ci chequis-ta y Ic volvio Ia espalda. Los agentes despreciaban a sus ayudantes civiles y Brodski fue enviado, segurarnente, a nuestra casa para que nosotros, al oh la ilamada, no tu-viéramos tiempo de destruir ningün manuscrito.

La reqinsa

Mandelstam repetla con frecuencia las palabras de Jlébni-kov 4a comisaria, iquE gran lugar! jEs donde yo y ci Esta- >' do nos citamos!. Pero esa forma de encuentro es dema-siado inocente; Jlébnikov se referla a la comprobaciôn ru-tinaria de documentos del vagabundo sospechoso, es de-cir, a unas relaciones can clâsicas ernie ci Estado y ci poe-ta. Nuestras citas con ci Estado sucedieron de otro modo y a on nivel rnás elevado.

Los no descados visitantes, aten jéndose a un ritual muy estricto, y sin ponerse de acuerdo, se distribuyeron Ins pa-peics. En total eran cinco. Tres agentes y dos testigos. Los testigos tomaron asiento en unas sillas en ci pasillo y quedaron adormilados. Tres ahos más tattle, en 1937, roncaban probablemente de cansancio. Que constitución nos habla asegurado ci derecho a la presencia de los testi-gos durante los registros y las detenciones? Quién de no-sotros recuerda todavia que precisarnente esa pareja sorn-nolienta de testigos garantizaba a los ciudadanos ci control social de la legitimidad de la detencion? Nadie, ninguna persona desaparecla en nuestro pals en las sombras y la oscuridad sin una orden y sin testigos. En ello radica nuestro tributo a los conceptos jurIdicos de Ins sigios pasados.

Asistir a la detencion en candad de control social se ha convertido casi en una profesion en nuestro pals. En cada

19

casa densamente poblada despettaban pan ello a personas designadas de antemano, siempre las mismas, y en pro-vincias dos testigos atendian toda una calle o barrio. Lie-vaban una doble vida: de dia se consideraban empleados de la administraciôn de La casa: carpinteros, portetos o fontaneros. No seth pot eso pot In que en todas nuestras casas siempre gotean los grifos? Y pot las noches, en caso de necesidad, estaban de plantOn en ca.sas ajenas. Una parte de la renta de nuestro alquiler se destinaba a inante-nerlos: figuraban entre Ins gastos de La casa. Pew ignoro en cuânto se evaluaba su trabajo nocturno.

El agente de mayor graduaciOn se dedico a revisar el pe-queflo baul donde tenlamos el archivo y Los otros dos se ocuparon del registro en general. La torpeza de sus proce-dimientos saltaba a la vista. Actuaban siguiendo las ins-trucciones recibidas, es decir, buscaban all1 donde suele pensarse que la gente astuta guarda Ins manuscritos y Ins documentos secretos. Sacudlan uno tras otros los libros, inspeccionaban sus lomos, estropeaban con sus cones las encuadernaciones, buscaban cajones sectetos en la mesa —quién no ha oldo hablar de esos cajones secretos?—, rebuscaban en [as camas y los bolsillos. Si se hubiera es-condido un manuscrito en cualquier cazuela, o, mejor to-davia, sobte la mesa de la cocina, habria quedado alli has-ta ci fin de Ins siglos.

De los dos agentes de menor graduacion, recuerdo a un joven sonriente, de rostro grueso. Examinaba Los Libros, admiraba Las viejas encuadernaciones y procuraba conven-cernos de que fumaramos menos. En vez del perjudicial tabaco nos ofrecia caramelos de una cajita de hojalata que sacaba del bolsillo de su pantalôn de uniforme. Hoy dia, un escritor, buen amigo mb, dirigente de La UniOn de Escritores Soviéticos, gran coleccionista de libros, que pre-sume de sus viejas encuadernaciones y de sus haLLazgos en las librerias de ocasión —las primeras ediciones de Sasha Chiorni y Severianin!— me ofrece también caramelos en thu cajita de hojaLata, que extrae de un bolsillo de sus impecables pantalones hechos a medida en la mejor sas-treria reservada exelusivamente pan los escritores, Ese escritor ocupaba en Ia decada de los años treinta un mo-desto cargo en Los organismos de seguridad y paso luego a la literatura con gran éxito. Pues bien, esas dos imágenes,

20

la del macluro escritot de los años cincuenta y la del joven agente de la decada del treinta, Sc funden en mi mente en una sola. Tengo la impresión de que ci joven aficiona-do a los caramelos cambió de profesion, tuvo éxito, viste de civil, resuelve problemas morales, como corresponde a un escritor, y continua ofreciendome caramelos de la mis-ma cajita.

Ese gesto, ci de ofrecer caramelos, se ha repetido en muchas casas y durante muchos registros. No formaria tambien parte del ritual, igual clue ci modo de penetrar en las casas, comprobar los documentos, palpar a la genre para vet si lievan armas y buscar, por mcdio de la percu-Sian, cajones secretos? Es on procedimiento claborado has-ta Ins rnás minimos detailes que en nada se parece a los caóticos registros de los primeros dias de la revolucion y de la guerra civil. Pero no puedo decidir cull era mIs terrible.

El agente de mayor tango, rubio, de talla media, delga-do y silencioso, en cuclilias ante ci baul, examinaba papel tras papel. Lo hacia lentamente, con gran atención y meti-culosidad. Nos.habian enviado, mejor dicho, nos visitaban funcionarios muy competentes adscritos al sector iitcrario. Dicen que ese sector forma parte de la tercera sección, pe-to mi amigo, ci escritor de Ins pantalones ccnidos, ci que me invitaba a caramelos, se esfuerza per demostrar, con espuma en la boca, que Ia sección clue vela pot nosotros es la segunda o la cuarta. La cosa no tiene ninguna impor-rancia, pero ci mantenimiento de ciertas tradiciones poli-ciaco-administrativas corresponde pienamente al espiritu de la época staliniana.

Cada hoja de papel que sacaba del haul la ponia, des-pUéS de set revisada, en una silia, donde se iba formando poco a poco un montón que luego seth confiscado, o la tiraba al suelo. Pot ci modo de seleccionar los papeles se podia conjeturar siempre sobre qué base se formularia la acusación; per ello me ofrecI como ayudantc del agente de mayor graduación; Ic dcscifraba la dificil letra de Man-deistam, fechaba los manuscritos y trataba de saivar todo In posible, per cjempio, un poema de Piast quc guardaba en nuestra casa y los borradorcs de Ins sonctos de Petrarca, traducidos per Mandelsiam. Todos nos dimes cuenta de quc ci agcntc se intercsaba pot las poesias de los Uitimos

21

aflos. EnseflO a Mandeistam el borrador de El iobois y con ci cello fruncido ieyô a media voz csa poesla desde ci prin-cipio al fin; luego le roth ci turno a Ins poemas satIricos dedicados al administrador de una casa comunal quc ha-Ma roto un ôrgano . quc un inquihno rocaba en ci aparra-inento faltando a! reglamento. .De qué se trara?, prc-gunró ci agente, perplejo, dejando cacr ci manuscrito sobrc la silia, cEn efecto —respondió Mandeistam—, de qué se trata?'.

Toda la diferencia entre los dos periodos, ci de antes y ci posterior a 1937, radicaba en ci modo de hacer ci re-gistro. En 1938, nadie buscaba nada ni perdla tiempo exa-minando papeles. Los agcntcs no sabian siquicra a lo que se dedicaba la persona que venhan a detener. En 1938, dieron la vuelta con negiigencia al coichon, tiraron al suclo las cosas que teniamos en La maleta, metieron en un saco todos los papeles y dcspues de dar unas cuantas vuei-us per la casa desaparecieron lievandosc a Mandeistam. En 1938, toda esa operación duró unos veinte minutes y en 1934 se prolongo durante la noche entera, hasra la ma-ñana.

Pew ambas veces, al vet cémo preparaba las cosas para que Mandeistam se las lievara consigo, dechan con aire bromista: —isiguiendo instrucciones!—: .Para qué Ic da tantas cosas! ,Cree, acaso, que In vamos a tenet de hues-ped mucho tiempo? Le harin unas cuentas preguntas y lo soirarán.... Eran los testes de la Cpoca del .gran hurnanis-mo de la decada de los abs veinre y principios de Ins treinta ,Pues yo no sabia quc estabamos en las garras de Ins humanistas., me dijo Mandeistam en ci invierno de 1937-38, al leer en La prensa las criticas contra Yagoda quien, segün decian, habia organizado verdaderas casas de repose en vez de campos de trabajos forzados...

El huevo quc habiamos traido Para Ajmátova segula in-tacto sobre la mesa. Todos —tambien cstaba con nosocros ci hermano de Mandeistam, Evgueni, liegado rcciente-mchte dc Leningrado— paseabamos per la habitacion y charilbamos, procurando no fijar nuestra atcnción en las personas que rebuscaban en nuestras cosas. Dc pronto, Ajmátova dijo que Mandeistam debia comet antes de marcharse y It rendiO ci huevo. El accedió, romó asiento ante la mesa, salo ci huevo y se lo comió... Mientras unto

22

ci montón de papeles en la silla y el suelo iba creciendo. Procurabamos no pisar los manuscritos, pero a los visitan-tes les daba lo mismo. Y lamento profundamente que entre Ins papeles robados pot la viuda de Rudakov se ha-yan Perdido los borradores de las poeslas escritas en la de-cada de los años diez y veinte, no destinados a la confisca-cion, puesto que estaban en ci suelo, con la huella bien visible de las botas militates. Pan ml eran muy vaiiosas esas hojitas y pot elk las habla entregado a la persona que consideraba más segura: a nuestro joven y abnegado ami-go Rudakov. En Voronezh, donde estuvo desterrado aflo y medio, compartIamos con éI cada trozo de pan, ya que no podia trabajar en nada. Dc regreso en Leningrado, se en-cargo gustoso de guardar ci archivo de Gumiliev, que Aj• mátova Ic confio candidamente, llevindoselo en trineo. Ni ella ni yo voivimos a vet los manuscritos. Dc vez en cuando Ic liegan rumores de clue aiguien compró las car-tas, que ella tan bien conoce, de ese archivo.

.Osip —decia Gumiliev—, te envidio, moriras en una buhardilla. En aquei entonces ya habian escrito versos profeticos, pero ninguno de Ins dos queria erect en sus propias predicciones y se consoiaban con la version france-sa sobre ci malhadado sino de Los poetas. Pero ci poeta no es más que un hombre, on hombre'simplemcnte, y Ic de-be ocurrir lo más habitual, lo más caracteristico y corriente Para ci pals y la época, In que nos espera a todos y a cada uno. No ci esplendor y ci espanto del sino individual, si-no el sencillo camino ien trope] y en manada* . La muerte en una buhardilla no es Para nuestra época.

Durante la campafla en defensa de Sacco y Vanzetti —vivIamos en aquel entonces en Tzárskoie Sielo—, Man-deistam propuso a las alias jerarquIas religiosas, pot me-diacion de un dignatario eclesiIstico, que la Igiesia tam-bien inanifestase su repulsa ante esa cjecuciOn. La respues-ta no se hizo esperar: la Igiesia está dispuesta a manifes-tarse a favor de los condenados siempre que Mandeistam se obhgase a organizar una campafla de protesta y defensa si algo semejante Ic ocurria a un sacerdote ruso. Mandels-tam quedO estupefacto y se confeso vencido. Esa fue una de las primeras lecciones clue recibie cuando trataba de adaptarse a La realidad.

LlegO la mafiana del 14 de mayo. Todos Ins huespedes,

23

tanto los invitados como los que no Jo eran, se retiraron. Los no invitados se lievaron consign al dueho de la casa. Ajmãtova y yo quedamos solas en la casa vacia que conser-vaba las huellas del alboroto nocturno. Creo recordar que nos quedamos sentadas la una frente a la otra y en silen-cio. En todo caso no nos acostamos y no se nos ocurriO si-quiera tomar una taza de té. Esperibamos a clue ilegara La hora de salir de casa sin Ilamar la atenciôn. Pero, ,para qué? ,A donde? A casa de quién? La vida continuaba... Deblamos de tener el aspecto de unas ahogadas... i Qué Dios me perdone esa reminiscencia literaria! Pero en aquel entonces no pensábamos en ninguna literatura.

Rejiexiones matutinas

Al conocer alguna nueva detencion, jamás preguntaba-mos: •Por qué k ban detenido?,. Pero como nosotros ha-bia pocos. La gente, loca de miedo, se hacla esa pregunta con el ünico fin de auroconsolarse: si eran detenidos pot algo, a ml no me lkvaran, no hay ningUn motivo. Sc in-geniaban Para inventar causas y justificaciones de cada de-tenciôn: cEs cierto, se dedicaba al contrabando., tSe per-mitia cada cosal. cYo mismo le he oldo decir. .. Y tam-bien: cEra de esperar, tiene un caráctcr terrible., •Sicmpre tuve la impresión de que no era trigo limpio., Es una persona totalmente ajena a nosotros.... '1 todo eso parecla suficiente morivo para la detcncion y el exterminio: ajeno, parlanchln, desagradable. -. Eran variaciones sobre un mis-

'- mo tema clue ya habia sonado en 1917: ,No es de los t f 't3 \nuestros... Tanto la opinion pCablica como los organismos

represivos inventaban nuevas e imaginativas variantes y 94' gechaban lena al fuego sin el cual no hay humo. Debido a

eso nosotras proscribimos la pregunta: cPor qué lo ban detenido?., Por qué?, gritaba furiosa Ajmátova cuando alguien de nuestro entorno, contagiado por el estilo gene-ral, hacia esa pregunra, Cómo por qué? Ya es hora de saber que a Ia genre se la detiene por nada....

Pero cuando se llevaron a Mandelstam, tanto ella como yo nos hicimos la pregunta prohibida: ,por qué? Para la detencion de Mandelstam habia, segUn nuestras normas

24

juridicas, todos los motives posibles. Podian haberselo lIe-vado per sus poeslas, sus manifestaciones sobre La literacu-ra o pore1 poema escrito contra Stalin. Podian haberto de-tenido pot la bofetada que dio a Tolstoi. Después de la bofetada, Tolstoi se puso a vociferar ante testigos que no dejaria que Ic publicaran nada en ninguna editorial, que 10 echarla de Moscü... Aquel mismo ilia, coma nos dije-ron, Tolstoi saliO para Moscü para quejarse de la ofensa al jefe de la literatura rasa: Gorki. Porn después tlegó a nuestros oldos la frase: .Le enseñaremos In que Cs pegar a los escritores rusos'... Esta frase se adjudicaba, sin un aso-mo de duda, a Gorki. Ahora tratan de convencerme de que Gorki no podia haber dicho semejante cosa, que no era tal como nos In imaginabamos. Hay una gran tendencta a presentar a Gorki como on mârtir del regimen staliniano, como un tuchador per la libertad de pensamiento y los in-telectuales. No me atrevo a juzgar y creo clue entre Gorki y el cpatrón' habla gran disparidad de criterios y que In tenian bien sujeto. Pero de ningün modo debe deducirse de ello clue Gorki haya negado su apoyo a ToLstoi contra un escritor del tipo de Mandelstani, que Ic resultaba pro-fundamente hostil y ajeno. Y para conocer Ia actitud de Gorki frente a la libertad de pensamiento basta con leer sus artIculos, discursos y libros.

Sea come fuere, todas nuestras esperanzas se cifraban en que la detención se debiera a una venganza per la bo-fetada que dio al cscritor ruso, A!exéi Tolstoi. Cualquiera que fuese La forma que tornase la causa, In ünico que po-dia amenazarnos era ci exilio y a eso no Ic temiamos En aquel entonces los destierros y las deportaciones eran un fenômeno habitual. En los afios de tregua, cuando amainaba ci terror, en la Primavera —habitualmente en mayo— y tambiEn en otoflo solia haber muchas deten-ciones, sobre todo entre los intelecmates Con estas deten-ciones distralan La atención de Ins fracases econômicos de turno. En aqucl entonces casi no habia desapariciones sin rasrro. Los desterrados escribian, regresaban una vez cumplido et plazo y voivian a set deportados. Andréi Bely, con quien coincidimos en KoktebeL en 1933, nos di-jo que no acababa nunca de mandar telegramas y escribir a los amigos que regresaban del exilic. Probablemente en los ahos de 1927 y 1928, la escoba barrio los circulos teo-

soficos y en 1933 se produjo su retorno en masa... Ames de la detencion de Mandeistam habia regresado Piast.. Los clue volvian tras haber pasado en ci destierro tres o cinco años, se instalaban en pequeflos pueblos quc dista-ban cien kilórnetros de Ia capital. Ya que todos se.4ban., por qué tenlamos que set mis afortunados? Poco antes

de la detencion, al oft que Mandelstam hablaba con de-masiada libertad ante personas desconocidas, le recordé: Estamos casi en mayo. Deberlas tener mIs cuidado,. Sc

encogiO de hombros: oiQu6 mis da! Bueno, que nos de-porten--- Que ones tengan miedo ja nosotros no nos im-portals... Y, en efecto, nosotros no temiamos a la depot-tación.

Otra cosa serIa si hubieran descubierto la poesia dedica-da a Stalin. En eso pensô Mandelstam cuando beth a Aj-mitova antes de irse. Nadie ponia en duda que esa poesia Ic costaria la vida. Pot ello, precisamente, observibamos con tanta atención a Ins chequistas, tratando de compren-der In que buscaban. El ciclo del Zobo. no auguraba ma-les especiales, en caso extremo podlan enviarle a un cam-p0...

QuC forma legal tomarian esas potenciales acusaciones? Pero, iquE mis daba! Es ridiculo abordar nuestra época desde ci punto de vista del derecho romano, del codigo de Napoleon y demis disposiciones sirnilares del pensamiento jurldico. Los organismos represivos actuaban con precision y cautela. Tenian muchos objetivos: liquidar a los testigos capaces de recordar algo, establecer unanimidad de crite-rios, preparar el advenimiento de un reino milenario, etc... Segaban a la genie por capas, segün las categorlas (la edad también se tomaba en cuenta): eclesiIsticos, mis-ticos, cientificos, idealistas, genie dotada de gran ingenio, rebeldes, pensadores, charlatanes, introvertidos, discutido. res, personas con ideas propias en la esfera de La jurispru-dencia, del Estado o la economia y, ademas, ingenieros, tEcnicos y agrOnomos, porque habla nacido ci tCrmino de .sahoteador* que servia Para explicar todos Jos fallos y fra-casos. (No se ponga ese sombrero —decia Mandelstam a Boris Kuzin— no debe uno destacarse, puede acabar mab. Y Kuzin, en efecto, acabO mal. Pero, fetizmente, La actitud ante el sombrero cambiO cuando se tomO la deci-siOn de que los cientificos soviéticos deblan vestir aOn me-

26

jot que los petimetres occidentales y Kuzin, una vez cumplido ci plazo reglamentario, recibiO on cargo cientifi-co muy decente. Lo del sombrero es una broma, pero la cabeza bajo él predeterminaba, en efecto, el destino.

Los hombres que ejercian la profesión de exterrninado-res inventaron un proverbio: <cDadnos al hombre, que la acusaciôn ya la encontraremos'. Lo olmos pot primera vez en Yalta (en 1928) en boca de Fürmanov, ci hermano del escritor. Era un chequista que acababa de pasarse a la cinematografia, pero, ligado a la policia secreta pot so es-posa, algo sabia de todo ello. En la pequeha pensiOn don-de casi todos venlan pan tratar su tuberculosis y FOrma-nov fortalecia con ci aire marino sus alterados nervios, habia on nepman * aiegre y bondadoso. Furmanov y éi se hicieron rapidamente amigos y ambos inventaron el juego de la einstrucci6n del sumario., que pot so realismo les excitaba agradablemente. Fürmanov, ilustrando el pro-verbio del hombre y la acusaciOn, interrogaba at temblo-roso 4nepmam y Ste se embrollaba indefectibiemente en' la malla de las astutas y elisticas interpretaciones de cada palabra. En aquei entonces, un circulo relativarnente pe-queho habia conocido hasta el fin, es decir, en su propia experiencia, las peculiaridades de nuestra justicia. Pot esa prueba pasaron tan solo las categorlas enumeradas pot ml; dicho de otto modo, los que tenian una cabeza bajo el sombrero y los que tenlan valores susceptibles de confisca-ciOn y también los cnepmen., es decir, los empresarios que habian creldo en la nueva politica econOmica. Pot es-te motivo nadie, a excepciOn de Mandeistam, prestaba atenciOn at juego del garo y ci ratOn clue para divertirse lievaba ci ex chequista. Tampoco yo me habria dado cuenta de ello si éI no me hubiera dicho: cEscucha un p0-

co>'.. Tengo la impresiOn de que Mandeistam hacia que me fijase en todo aquello que, en su opinion, debla recor-dar. El juego de FOrmanov nos dio una nociOn primaria sobte los procedimien.tos judiciales de nuestro Estado en su etapa de formaciOn. El procedimiento judicial se basa-ha en la dialectica y en La gran idea inmutable: .iEI que no esta Con nosotros, esrá Cfl Contra nuesrra..

- Hombres de empresa surgidos en Ia URSS en ci pertodo de Ia NEP (Nueva Politica Economic>') iinpiantada por Lenin en 1921. (N. de Ia T,)

27

Ajmátova, quien desde Los primeros dias observaba con inquictud ci rumbo de los acontecimientos, sabla más que yo. Solas las dos en la casa devastada por ci registro noc-turno, examinabamos todas las posibilidades y haciamos conjeturas sobrc ci futuro, Pero, al mismo tiempo,. casi no hablábamos.., cTiene quc hater acopio de fuerzas., me dijo Ajmátova... Eso significaba quc debia prepararme pa-ra una larga espera. Era fenomeno habitual c lue Ins dete-nidos permaneciesen encerrados muchas semanas o meses y, a veces, más de un aflo, mientras se decidla su deporta-don 0 exterminio. Asi lo exigla la instrucciOn de la causa. . - Y como no pensaban renunciar a ese procedi-miento, registraban obstinadarnente en ci papci todas sus delirantes invenciones... Pcnsaban, acaso, que los des-cendientes, al examinar los archivos, lo creerian todo tan ciegamente como nuestros enloquecidos coctáneos? Pero tal vcz fueran sOlo manifestaciones del instinto burocráti-€0, ci espiritu del chupatintas quc no se alimenta de la icy, siho de Ins reglamentos y enguile toncladas de papei 51 Cs que pueden Ilamarse creglamentos....

Para la familia del detenido el perlodo de La espera está ileno de gestiones. En La cCuarta prosa. Mandeistam las califico de .jugadas integrales, imponderables... Eran ges-tiones encaminadas a conseguir dincro y hacer largas colas Para entregar un paquete ál reduso. Pot la longitud de ]as colas sabiamos en qué mundo vivIamos. En 1934 no cran grandes. Debia reservar mis fuerzas Para recorrer todos Ins carninos ya hoilados pot otras esposas. Pero en aqucila noche de mayo me trace otra misiOn y pot ella he vivido y vivo. No tenfa fuerzas Para modificar ci destino de Man-delstam, pero se habia salvado una pane de sus manuscri-tos, muchas cosas conservaba en mi memoria y yo era La Unica que podia saivar todo eso, y por In tanto debia cuidar de mis fucrzas.

La liegada de Liova nos sacO de nuestro entumecimien-to. Aqucila noche, y debido a la ilegada de su madre, durrnio en casa de Ins Ardov, ya quc en la nuestra no habia sitio. Liova, sabiendo que Mandelstam se icvantaba muy temprano, se prcsentO casi al alba Para tomar té en su compañia y oyO la noticia en cuanto cruzO ci umbral.

Esc muchacho, ese adolescente pletOrico de vida, ileno de ideas, dondequiera que aparecia en aquclios ahos lo

28

ponia todo en movimiento. La genre percibia so fuerza di-námica y comprendTa que estaba condenado. Nuestra casa se habia contaminado y era funesta para todos los propen-SOS a la infeccion. Pot ello, al vet a Liova, experimentE on verdadero acceso de miedo. 4MIrchate —le dije—, márchate a toda prisa, esta noche se ban llevado a Osip. Y Liova se foe docilmente. Eso era lo habitual entre no-sotros -

Segunda vuelta

Despertamos a mi hermano Evgueni con una liamada pot telefono y medio dormido aün escuchó la noticia. Como es natural no dijimos ninguna de Las palabras prohibidas, tales como .detuvieroni, cc llevaron, •encerraron... I-Ia-biamos elaborado on codigo especial y nos comprendia-mos perfectamente unos a otros sin mencionar ningün nombre. Poco después Evgucni y Emma Guershtein esta-ban en nuestra casa. Los cuatro, uno tras otto, Pero con bastante intervalo de tiempo, salimos de casa llevando bien una cesta de 'a compra en las manos, bien simple-mente un fajo de manuscritos en el bolsillo. De este modo salvamos parte del archivo. Pero on cierto instinto nos so-giro no Llevarlo todo. Más an, todo ci montOn de pape-les quedO en el suelo. €No to toque!,, me dijo Ajmãtova cuando abni ci baulito para guardar aill ese elocuente montOn de papeles. Y la obedeci sin saber exactamente el motivo... Confiaba tan sOlo en su instinto...

Aquel mismo dia, cuando Ajmátova y yo regnesamos a la casa después de nuestras correrias por la ciudad, llama-ron de nuevo a Ia puerta; csta yea fue una Ilamada hecha con bastante delicadeza y volvi a franquear el paso al huésped no invitado. Era ci agente de mayor graduaciOn. Mini satisfecho los manuscritos tirados en el suelo. .1Y no ha recogido aünh dijo y se puso a revisanlos de nuevo. Es-ta yea se habla presentado solo, k interesaba inicamente ci pequeño baüI y en éI, tan solo los manuscntos de Los poemas. La prosa ni siquiera la miraba. Cuando mi her-mano Evgueni —el hombre mks neservado y silencioso del

29

mundo— se cfltcró del segundo registro, dijo con aire in-quleto: iSi vuciven a presentarse, os llcvarán a las dos con cllos.

Qué cxp!icaciôn cabia dat a ese segundo registro y a esa segunda confiscacion? Ajmátova y yo intercambiamos una mitada: a los sovieticos les basta para enteñderse. El jucz de instrucciôn ya tuvo tiernpo, probablcmentc, de examinar Ins papeles confiscados dutante la noche —para ello no se necesitaba mucho ucmpo, ya que las poeslas ocupan poco volumen— y no habia encontrado lo que buscaba. Habia ordenado un segundo registro pot temor a que en ci apresuramiento nocturno no hubiesen visto ci manuscrito clue precisaba. Dc esto se deducla fáciimcnte que La büsqueda persegula un objetivo determinado y que no les bastaban poeslas como El lobo,, pot ejemplo. Pero ci manuscrito quc Ics inreresaba no esraba en el baül. Ni yo ni Mandeistam hablamos copiado ese poema. Esta vez no me ofred de ayudante y Las dos nos dedicamos a tomar tranquilamente nuestro té, mirando de reojo a! visitante.

El agente se habia presentado a los veinte minutos jus-tos de nuestto regreso Per consiguiente, ic hablan avisa-do. Pero, quién? Podia set un agcntc que viviese en la casa, cualquicr vecino que hubiera recibido la orden de vi-gilarnos o bien el .Vasia, de turno en la caile. En aquel entonces no sabiamos aiTh reconocer a los as! llamados. La experiencia nos vino más tattle, cuando nos cansamos de ver cOmo clios, sin ocultarse lo más minimo, permanecian de plantón ante la casa de Ajmátova. Por qué no disimu-laban y etan tan dcsvergonzadamcntc sinceros? Se debia a so mal trabajo, a su chapucerla, o bien era una mancra, tambien chapucera, de amedrentarnos? Tanto lo uno co-mo lo otto probabtemente. Con todo so proceder nos decian: no os podeis ocultar de ningUn modo, os vigila-mos, siempte estamos con vosotros. Mks de una vcz, algün buen amigo nuestro, de quien nada sospechabamos, Ian-zaba alguna frase haciendonos comprender quién era y pot qué nos honraba con su amistad. Esta sinceridad for-thaba parre, probablemente, del sistema educativo gene-ral, ya que después de oh la frase, que nos abria tan amplios horizontes, nuestras lenguas se quedaban pegadas al paladar y permaneciamos mudos como peces. A ml, pot ejemplo, solIan aconsejarme con frecuencia que no Ilevase

30

encima Los manuscritos de Mandeistam, que olvidase ci pasado, clue no tratase de regresar a Moscü. cEstin satis-fechos dc quc viva usted en Tashkent... decian. No vatia la pena preguntar quién estaba satisfecho. A esta pregun-ta respondian con una sonrisa. Las insinuaciones, las frases dichas con una sonrisa y Ins propôsitos velados me sacaban dc quicio, provocaban en ml una resistencia furiosa. No serla todo la vana palabrerla de un hombrecillo despre-ciable que nada sabia y que trataba de adaptarsc al estilo de las principales fucrzas dc la época? Habia gran nmero de estilistas de este tipo. Pero también ocurrian otras cc-sas. En aquel mismo Tashkent donde vivi con Ajmátova, soliamos encontrar, al regresar a la casa, ci cenicero Ileno de colillas ajenas, on libro, una revista o un periodico de procedencia ignorada, y un dia descubrI en la mesa del co-medor una barra de labios de un color tan chillén que causaba repugnancia y, al lado, un espejito de rnano que hablan Ilevado alli desde la otra habitacion. En Ins cajones y las maictas reinaba a veces tal desorden que era impo-sible ignorarlo. ,Dejarian estas huellas siguiendo instruc-clones o bien se divertlan asl Ins encargados de rebuscar en nuestras pertencncias? Sc reirIan alegremente, diciéndosc: cQue to vean ' ... Ambas variantes son plenamenre admi-sibles. - Por qué no iban a asustarnos? Asi no presumiria-mos demasiado... A ml, dicho sea de paso, me asustaban mucho menos clue a Ajmátova.

Pot lo quc se refiere a Los que ilamâbamos Vasia' , re-cuerdo muy bien a uno, ya dcspues de la guerra. Eran dias de mucho frio y el Sc calentaba dando patadas y agi-tando Ins brazos al modo dc Ins cocheros. Duranre varios dias seguidos, Ajmâtova y yo pasábamos avergonzadas de-lante del danzante Vasia. Más rarde su puesto fuc ocupa-do por otto, dotado de menos remperamento. Y otra vez, cuando ibamos pot ci patio interior de la casa, hubo un fogonazo dc magnesio detrâs de nosotras: nos hablan fo-

tografiado. Querian saber, pot to visto, quién visitaba a la mujer calda en desgracia. Para entrar en ese patio interior, habia que cruzar el vestlbulo del edificio principal. En la pucrta quc daba al patio interior habla un puesto de control. El dia de la foto nos entretuvieron largo ram en la puerta. El prerexto para (a retención resultaba estUpido: hablan perdido la have o algo por el estilo... Lo más pro-

31

bable es que ci poiicla encargado de hater la foto hubiera comeozado a cargar su aparato en cuanto Ic comunicaron que hablamos regresado. Todo esto ocurrla poco antes de quc se promuigara la tesoluciOn acerca de Zoschenko y Ajmátova , y a ml se me ponla came de gallina cuando vela esas seflales de atenciOn por mi amiga.

A ml, personalmente, no me prestaban esa atención; no se dignaban vigilarme individualmente. Alrededom de ml pululaban vulgares soplones, pew no agentes. Solo una vez en Tashkent, Larisa Glazunova, la hija de un des-tacado dirigente de los organismos de seguridad, me pre-vino contra una de mis alumnas particulates, que me reco-mendO una estudiante de la facultad de Fisica y Matemá-ticas; .SOlo a usted la quiere pot profesora... Larisa trope-z6 con ella casuatrnente en la puerta de ml casa y me explicO que esa joven trabajaba ,con su papá. Tranquihcé a Larisa diciéndoie que lo sabla muy bien y desde hacia tiempo. Mi querida discipula jamás ilegaba a la hora seha-lada y procuraba sorprenderme de improviso pan excusar-se, decirme que estaba muy ocupada y pedir que aplazase la LecciOn... Además, tenla las maflas caracteristicas de los detectives mediocres y jamás pudo evitar ci seguirme con Los ojos cuando me desplazaba por La habitaciOn. No era difIcil adivinat pan qué necesitaba las ciases, a Las cuaLes apenas si asistia... Desenmascarada pot Larisa, la agente no tardo en desaparecer y la estudiante que me Ia reco-mendó como alumna, una buena chica clue habla caido en la red, sufria evidentemente un drama y siempre pro-curaba justificarse ante ml, Pude rehuir sus expLicaciones, pew recorde pan sicmpre cOmo la agente tepetia sin cesar entre grandes exclamaciones: c i Adoro a su esposo y a Aj-mátovak... En aquel medio a Los maridos los Ilamaban cesposos.. iEsposos sonaba tan bien! Y en los medios del partido, ccompafieros.. - -

Mas todo eso tuvo lugar más rude; en 1934 ni siquiera habiamos inventado la palabra tVasia, y no adivinamos quién informo al chequista de quc habiamos regresado a casa.

• En 1946, Zhdanov, mm de los máximos dirigenres del Partido Co-munista de la URSS, criticó a varios escritores, entre elba a Ajmátova, pot su .nefasta labor literaria.. (N. de la T.)

32

Las cestas de la compra

El agente que rebuscaba en ci baul pot segunda vez revi-sando los manuscritos no se percató siquiera de que habian desaparecido los poemas de Piast, hecho clue podia hacerle comprcnder que tarnbien nosotras tuvimos tiempo de retirar lo clue nos interesaba. La astucia de Ajmâtova, quien me aconsejó que no recogiera nada iii arreglara La habitacion, se vio coronada pot ci éxito. Dc haberlo hecho, S chequista podia haber desconfiado.

Los poemas de Piast eran muy largos; esos fueron, pre-cisamente, los que tuvimos que sacar en las cestas de la compra. Estaban constituidos pot capitulos que se llama-. ban dragmentos.. A Mandelstam le gustaron, tal vez por-que en ellos se maldecla a las esposas kgitimas. Piast ha-maba a so esposa la 1egitima * y no queria vivir con ella. Mandelstam, que se encontraba pot primera vez en una casa normal, aunque diminuta, intentO también rebelarse contra ha pesadumbre de la vida familiar y elogiaba calu-rosamente a Pia&. Al observar su entusiasmo, Ic pregunté: çY quién es tu 'legitima'? dNo seré yo por casualidad?

Y pensar que también nosotros podiamos haber tenido una vida corriente de corazones destrozados, escandalos y divorcios! Hay dementes en el mundo que no saben que esa es justamente, la vida a la cual se debe tender con to-das las fuerzas iQu6 no dana yo pot un drama semejante!

Piast me entregé para su custodia dos poemas copiados a rnano: las máquinas de escnibir eran caras y no estaban a so alcance ni al nuestro. Era el ünico ejemplar en limpio, come, se decia antes. Piast no quiso creerme, pese a los es-fuerzos que hice Para convencerle, de que no podia haber encontrado peor lugar para guardarlos. Después de su des-tierro Ic pareciô c lue gozabamos de una morada tranquila, sôlida, segura, casi una fortaleza Al vet los .rfragmentos en manos del agente, Mandelstam suspiro de pena: .jQue Va a set de Piastl ' . Pero entonces, y segn expresiôn de Ajmátova, Amc entró tat fuerza., que consegui rescatar de las manos del chequista, y estuve a punto de rescatar Para la posteridad, las maldiciones a las .iegitimas * y ias loas a las bellas ilegitimas, ]as gigantonas de Piast, pues a él Ic gusraban tan solo las mujeres con talla de granaderos.

33

Habia lievado a nuestra casa a la ültima de sus gigantonas Para clue oyese los cfragmentosp. Habrâ conservado ella sus manuscritos? Creo que no era Piast quien Ic interesa-ba, sino los honorarios quc El recibia entonces de las Edi-ciones del Estado por traducir a Rabelais. Recuerdo que en aquel tiempo Piast se quejaba de los caprichos de su hi-jastra, pero ella, segán me dijeron, vive ahora muy lejos y guarda un buen recuerdo de su extravagante padrastro. No estarán en su poder los poemas de Piast salvados pot

MI? Ames de clue Mandelstam fuera detenido, reciblamos

frecuentes visitas de los milicianos Piast habia dado nuestra dirección, al registrarse en el distrito, cuando oh-tuvo varios dias de permiso

Para estar en Moscü con e1 fin de solucionar sus asuntos de trabajo literario. Se le habia acabado el plazo y Ic instaban a que abandonase la zona prohibida. Y menos mal que no In encontraron en casa el dia del registro, cosa que habrIa ocurrido de no haberle asustado Los milicianos. Si el cjefe de los chequistas lo hubiera visto, se lo habrIa lldvado juntamente con los ma-nuscritos Tuvo suerte, sendllamente. Y tambiEn tuvo suerte de no haber Liegado con vida a La segunda oleada de las detenciones: muriô en Chujlomá, zona que le esta-ba permitida, de cancer, en so propia cama, o en la de un hospital. Al igual que los dramas familiares, esto era pro-pio de una vida normal y, por consiguiente, la felicidad. Para comprenderlo habia que haber soportado un duro aprendizaje.

De Jos manuscritos de Mandelstam saLvamos un pe-queflo nUmero de borradores correspondientes a diversos perlodos de su vida. A partir de entonces, jamás los guar-damos en casa. Los IlevE a Voronezh en pequehos pa-quetes a fin de reconstruir los textos y confeccionar una lista completa de poesias no publicadas. Fue una labor que ambos hicimos poco a poco. Mandelstam cambiô ra-dicaLmente de actitud ante Ins manuscritos y papeles; an-tes no querla saber nada de ellos y siempre se enfadaba conmigo cuando, en vez de romperlos, los depositaba en el baól amarillo de mi madre, traldo del extranjero. Des-

Guardia de orden publico. (N. de [a 1.)

34

pués del registro comprcndiO que era ms facil conservar un manuscrito que a una persona y dcjO de confiar en so memoria que, como es sabido, desaparece al mismo tiem-p0 que ci set humano. Algunos de estos manuscritos se ban conservado hasta boy, Pero en su mayor parte se per-dicron durante las dos detenciones. Qué haclan en las profundidades de nuestros juzgados con los papeles quc at principio itevaban en carteras y luego en sacos? Pero, ja qué hacer conjeturas respecto a tos papeks si no sabiamos Ic quc haclan con la genteL. El hecho de que se hayan conservado testigos de aquella época y un pufiado de ma-nuscritos debe set considerado como un milagro.

Jugadas integrales

No vinieron pot tercera vez ni nos Ilevaron. Nos dedica-mos a la ocupaciOn habitual de aquetlos que tenian a sus familiares detenidos: haclamos gestiones. Dcspués de re-cotter de dia la ciudad, regresábamos rendidas a casa, abriamos un tarro de granos de maiz, que costaba un rublo, y esa era nuestra comida. Asi estuvimos tres dias. Al cuarto llego mi madre. Habia liquidado su habitaciOn en Kiev, tras vender los pesados muebies familiares, y ye-nia a terminar sus dias con la hija y el yerno, quienes, pot fin, hablan conseguido un apartamento. Como nadie fue a la estaciôn para recibirla, vine irritada y ofendida Mas esos sentimientos desaparecieron en cuando conociO lo ocurrido. Despertó en ella su espiritu de estudiante libe-ral, bien enterada de cOmo hay que reaccionar ante el go-bierno y las detenciones. Lanzó una exclamacion, expresô sus ideas sobre la práctica y la teoria del bolchevismo, ins-peccionO nuestra economla y manifesto que ya en su épo-ca los profesores explicaban que la pelagra, habitual en Besarabia, se debia al abuso del pan de maiz. Dcspués sa-cO dinero de un saquito que Ilevaba en ci pecho y corriO at mercado. Nuestra orfandad habia terminado y nos dedica-mos aUn con mayor impetu a nuestras gestiones.

Visité a Nikolli Ivânovich Bujarin en los primeros dIas. Al oft mis noticias, su rostro cambiO de color y me hizo

35

un sinfin de preguntas. No me imaginaba clue fuera capaz de emocionarse tanto. Recorria a gran velocidad su enor-me despacho y de vez en cuando se detenia ante ml pan hacerme una nueva pregunta: .Le ban concedido una en-trevistah. Tuve quc explicarle que ya no se •concedian entrevistas. Bujarin ignoraba este detatle. Como todo teó-rico, no sabia hacer deducciones prácticas de su teoria.

cNo habra escrito algo en un momento de ofuscaci6n? Le respondi que no, unas cuantas poeslas di-sidentes, no peores de Las que él ya conocia... Le menU. Y me siento avergonzada incluso boy. Pero si en aquel en. tonces Ic hubiera dicho la verdad, no habrlamos tenido La ctregua de Voronezh.. Se debt mentir? Se puede men-Ur? ,?Está justificada la mentira en .nombre de la salva-ción? iQu6 bien se vive en condiciones en las clue no hay necesidad de mentir! Pero, hay, acaso, un lugar asi en La tierra? Desde pequeños nos han inculcado la idea de que la mentira y la hipocresia imperan pot doquier. Sin men-Ur no habrIa sobrevivido en nuestra terrible época. Y me pasé minriendo la vida entera: a los estudiantes, en el tra-bajo, a mis buenos amigos, en quienes no confiaba mucho y que constiwian la mayorIa. Pero al mismo tiem-po, nadie confiaba en ml: era La mentira habitual de aquel entonces, algo asl como una cortesia estereotipada. Esas mentiras no me avergonzaban, Pero a Bujarin lo en-gahé conscientemente, pot Mo cãlcuLo: no podia asustar al ónico defensor... Y eso era distinto... Pero, ,podrla no haber mentido?

Bujarin me aseguraba que pot la bofetada clue dio a Tolstoi no podian haberLo detenido. Yo insistia diciendo que podian haberle detenido por Lo que les diera la gana. En cuanto al articulo del cOdigo, siempre se aplica el cm-cuenta y ocho, nada podia set más facil.

Las amenazas de Tolstoi y su frase: .Lc enseñaremos to clue es pegar a Los escritores rusos., produjeron en Bujarin la debida impresión, casi gemla. Ese hombre, que conocia las cárceles zaristas y era partidario, pot convicciOn, del terror revotucionario, debio presentir aquel dIa con pecu-liar agudeza su propio futuro.

Durante aqueLLos dias de gestiones, visité con frecuencia a Bujarin. Su secretaria, Kororkova, a quien MandeLstam Ilamaba pequcña ardilla que roe una nuez con cada visi-

36

tame (cCuarta prosa), me recibia con una mirada entre asustada y cariñosa y corria pan anunciarle mi visita. Sc abria la puerta del dcspacho y Bujarin se precipitaba a ml encuentro: cl-lay aigo nuevo?... Tampoco yo sé nada... Nadie sabe nada...

Esas fucron nuestras Ultimas entrevistas. Dc paso hacia Voronezh dcsdc Cherdin, me acerqué de nuevo a la redac-cion de dzvestia.. .Qué terribles telegramas nos enviaba usted desde Cherdinh'., me dijo Korotkova y desaparecio por la puerta del despacho. Saliô de alli casi Ilorando: ,Nikoiái Ivánovich no quiere recibirla... Dice que hay un poema'... No volvi a verle. Ws tarde me contO Erenburg que Yagoda Ic habia recitado dc mernoria ci poema escri-to por Mandelstam sobre Stalin y que Bujarin, asuscado, abandonó sus gestiones. Ames de que esto ocurriera, tuvo tiempo de hater todo cuanto pudo y a el le debemos la re-vision de la causa.

En ci perlodo de las gestiones, visitar a Bujarin en la re-dacciOn de zlzvestia. no me ocupaba mks de una hora, pe-to ci procedimiento a seguir para gestionar aigo exigia co- rrcrias constantes per la ciudad. Las esposas de los deteni-dos —la superioridad numérica, inciuso dcspues del aflo 1937, ha correspondido siempre a los hombrcs— apisona-ron ci camino quc lievaba a la .Cruz Roja para Presos Politicos con ci fin de hablar con Peshkova. En realidad iban alli pan habiar y desahogarse; gracias a cHo tenian la ilusiOn de que hacian algo, ilusiOn tan necesaria en los periodos dc penosa espera. La .Cruz Roja no tenia ningu-na influencia, pero a través de ella se podia, de vez en cuando, remitir un paquete al campo, conocer la condena dictada o la cjccuciOn lievada a cabo. En 1937 disolvieron csa extraña organizaciOn y de ese modo liquidaron ci ülü-mo vinculo entre la cáxcel y el mundo exterior. Debemos tenet en cuenta quc la propia idea de ayuda a los presos politicos estaba en flagrante contradicciOn con todo nuestro regimen. Cuânta gente habrá sido dcportada o recluida en sohtarias ceidas pot el mero hecho de conocer a personas castigadas per los gobcrnantcs! La liquidaciOn de la cCruz Roja para Presos Politicosb foe una medida 16-gica, pero a partir de entonces las familias de los deteni-dos sOlo Vivian a base dc rumores, paste de los cualcs eran especiaimente difundidos con el fin de atemorizarnos.

37

Peshkova dirigia La cCruz Roja ' desde el momento de su fundacion, pero yo no fui a verla a ella, sino a su ayu-dante Vinaver, que era an hombre muy inteligente. La prirnera pregunta que me hizo fue: ,qué grado tenia ci agente que rebuscaba en ci baül? Aprendi entonces que cuanto mãs alto fuera ci grado del visitante nocturno, tan-to más grave era la causa y más terrible el destino c lue es-peraba a la victima. Como era la primera vez clue ola esa posibilidad de adivinar el futtiro, no se me ocurrió mirar los galones de los agentcs en la noche del registro. Vinaver me dijo tambifo que las condiciones de vida idcntro, eran bastante deccntes: habia limpieza y la comida era buena. •Seguramcnte mejor que en su casa y en la mia".,. No tuve que explicar a Vinaver que más valia pasar hambre pero estar libre y clue en esa vii ,civilizaciôn car-celaria habla aigo insoportablemcnte siniestro. El In sabia y to comprendia todo sin neccsidad de que yo se In dijera. Algo rnâs tarde me explicé to que nos deparaba el futuro y su predicciôn se cumptio: tenia una inmensa experiencia y sabia sacar conclusiones de ella. Visitaba a Vinaver como si fuese a una oficina para trabajar y siemprc le inforinaba sobre nuestros cambios de fortuna. Y lo bach no con ci simple fin de recibir un consejo, sino por la necesidad de estar en contacto con una de Las pocas personas que no habia perdido, en nuestra confusa época, la facultad de pensar racionairnente y que luchaba con tenacidad, aun-que inUtilmente, contra la violencia.

Y Vinaver podia dar un buen consejo. Fue él quien me persuadió de quc inculcara a Mandelstam la idea dc mostrarse lo menos activo posible, de no pedir nada, co-mo, pot ejemplo, el trastado a otto lugar, no hacerse re-cordar pot nada, mantenerse oculto, caliado en una pa-labra, hacerse ci muerto... Que no circule ningün papel con vuestro nombre... Todo con tal de que ellos se olvi-den de vosotros... En opinion de Vinaver ese era el ünico medio de salvarse o de continuar viviendo pot algün tiem-p0. Vinaver no pudo utitizar esa receta para si mismo: es-tuvo a la vista todo ci tiempo y desapareciO en La época de Ezhov. Sobre él corriô ci rumor de que tievaba una dobie vida y que no era tat como creIamos Yo no In creo y ja-más lo creeré. Me gustaria que la posteridad rchabihtara su nombre. Se que tales rumores difamatorios eran propa-

38

gados con frecuencia pot la propia Lubianka * respecto a personas no gratas. Incluso 5! en SUS archivos apareciesen documentos quc manciltaran su memoria, no podrian set-vir de prueba de que traicionaba a sus visitantes; incluso si hubieran convencido a Peshkova de que Vinaver estaba all1 para espiarla, nosocros no debemos creerlo. No es tan dificil fabricar documentos: la genre detenida firmaba cuaiquier cosa pot absurda que fuese, y asustar a una vieja hablándole de provocadores y chivatos no costaba gran co-sa... Pero, cómo podran los historiadores establecer la verdad si sobre cada gramo de ella yacen capas de rnons-truosas mentiras? No de prejuicios, ni errores debidos a la época, sino de mentiras conscientes y deliberadas.

La opinlén publica

Tambien Ajmátova se dedico de ileno a las Itarnadas ges-tioncs Consiguio set recibida pot Enukidze, quien la Cs. cuchó atentamente y no dijo ni una sola palabra. Luego corrió a casa de Seifulina, quien iIarnO inmediatamentc a un chequista conocido. Con tal de clue no lo vuelvan loco all! —dijo ci chequista—, nuestra gente es maestra en esas cosasa... Al dia siguiente comunicó a Sçifulina que habia hecho indagaciones y quc no convenla intervenir en ci asunto... Por qué?. - No hubo contestación. Seifulina se desanimo. Nos desanitnabamos siempre cuando nos acon-sejaban no intervenir en algün asunto y renunciábamos en ci acto. He aqul otto rasgo sorprendenre de nucstra vida: mis coctáneos presentaban escritos, peticiones, expresaban su opinion y actuaban tan sOlo despues de averiguar In que pensaban en [as ialturasb. Todos sentian con dema-siada agudeza su impotencia para actuar en contra de todo y todos. Estas cosas a ml no me resultan, decia Ercnburg al explicar la razOn de su negativa a gestionar aigunos asuntos tales como pensiones, viviendas, permiso de resi-dencia. lEl sOlo podia pedir, Pero no insistir! iNada más

• Lubianka, calle en ]a que at cncornraba ci cuartel general dc Jos or-ganisnios de seguridad y Ia car ccl de Mosth. (N. de Ia T.)

39

comodo Para las autoridades! Sc podia frenar toda mani-festaciOn püblica, insinuando que arriba. eso no gustaria. Utilizaban este procedimiento tanto en las instancias in-termedias como superiores en su propio beneficio y cre-aban de esta suerte asuntos intocables. Ya a mediados de la decada de los afios veinte, ci (rumor de la opinion pdblica. se hate cada vez menos perceptible y deja de transformarse en acciones. Todas Las causas relacionadas con detenciones cran, claro está, cintocables; tan solo Ins familiares podlan interesarse pot ellos, es dccii, visitar a Peshkova e it a La fiscalla. Era una cxcepciOn, y no una regla, que alguien de fuera interviniera en ese tipo de ges-tiones y es de justicia reconocer el mérito de estas perso-nas En la causa de Mandelstam no valla la Pena interve-nit: habia atentado en sus poeslas contra una persona de-masiado temibLe. Pot ello aprecio en sumo grado que en las gestiones del aflo 1934 hubiera qucrido tomar pane Pasternak. Vino a vernos, a ml y a Ajmatova, y preguntO a quién debia dirigirse. Le aconsejé que hablara con Buja-tin, porque ya sabla su opiniOn respecto a ello, y con Dc-miin Bedny.

El nombre de Demian Bedny no In citE pot casualidad Por mediaciOn de Pasternak le recordE la promesa que me hizo en 1928. En aquel entonces, Mandelsiam se enterO casualmente —se lo dijo en la calle on conocido que lleva-ba su mismo apellido—, que cinco empleados de banco, viejos cespecialistas ' como se les calificaba entonces, esta-ban condenados a muerte por fusilamiento, bien POE mal-versaciOn de fondos, bien pot negligencia. Inesperada-mente Para 51 mismo y para su interlocutor, y pese a la regla de no inmiscuirse en asuntos ajenos, Mandelstam re-moviO MoscO y salvo a los viejos. Habla de estas gestiones en la Cuarta prosaL Entre otras 4jugadas integrales * se dirigiO a Demián Bedny. La entrevista tuvo lugar en la trastienda de Mezhdunarodnaia Kniga •. Demián era un bibliofilo apasionado, asiduo visitante de esa tienda y alli, probablemente, se vela con sus amigos; ya en aquel en-tonces los que vivian en el Kremlin no se atrevian a invitar a nadie. Demián se negO categOricamente a intervenir en

- Agenda encargada de vender libros soviéticos en ci exrranjero. (N, de la T.)

40

favor de los vicjos cQué Ic importan a usted?., le pre-guntó al saber que no se trataba de parientes y ni siquiera de gente conocida. Acto seguido afladiO, sin embargo, que si algo Ic pasara a Mandeistam, él intervendrIa sin fal-ta.

Esta promesa, no sé por qué, alegro mucho a Mandels-tam, aunque en aquellos tiempos estâbamos firmemente convencidos de que no €se meterian con nosotros, no nos matarianx. Cuando se reuniO conmigo en Yalta me con-t6 esa conversaciOn: tPese a todo es may agradabic. - Me habrâ mentido?... No to cieo... Pot este motivo aconsejé en 1934 a Pasternak clue hablase con Demián. Pasternak lo llamo inmediatamente, casi ci mismo dia en quc fueron a hacernos ci segundo registro, pero Demiãn, at parecer, ya sabla algo. ,Ni usted, ni yo, debemos interve-fir en este asunto., Ic dijo a Pasternak... Sabrla Demián quc se trataba de an poema dedicado a un hombre de grasientos dedos con quien ya tuvo clue enfrentarse, o contestó con La habitual formula soviética segün la cual más vale mantenerse alejado de Jos apestados? Es posible tanto lo uno como lo otro... En cualquier caso, ci propio Demiân habia caldo ya en desgracia a causa dc su amor a los libros. Tuvo La imprudencia de anotar en so diario que no le gustaba prestar libros a Stalin porque éste dci aba en las blancas hojas la impronta de sus grasientos dedos. Su secretario decidio hacer méritos y copio para Stalin ese extracto del diario. La traición, segün parece, no le fue provechosa, Pero Dcmián lo pasO mal y hasta tuvo que vender so biblioteca. Cuando volvieron a publicar sus obras, habia caducado ci plazo de los quince años que macca la ley para reclamar la herencia y creo que so ulti-mo matrimonio quedO sin legalizar; fui testigo de cOmo su heredero, un adolescenre consumido, solicitaba de Sur- kov, en nombre de so padre, alguna que otra prebenda. Delante de ml, Surkov se negO categOricamente. Esa fue la ültima humillaciOn que sufriO Demián ya en so descen-dencia. Pero, por qué? Demián Bedny habla trabajado para el poder soviético no pot miedo sino pot conciencia. C6mo va a sorprenderme clue a ml me traten a patadas

de vez en cuando? Yo, con toda seguridad, no merezco nada.

A mediados de mayo de 1934, Demiân y Pasternak se

41

encontraron en una reunion organizada, probablemente, con motivo de la creaciOn de la UniOn dc Escritores So-vieticos. Demiin se ofreciO a Pasternak para Hevarle a su casa y, prescindicndo del chofer, estuvo, scgün creo recor-dar, dando muchas vueltas per Moscü. En aquel entonces, muchas de nucstras personalidades no temlan An hablar dentro de Ins coches; mâs tardc corriO ci rumor de que tambien dentro habia micrOfonos. Demián Ic dijo a Pas-ternak que contra la poesia rusa disparaban sin fallar * y, entre otros nombres, mcncionO a Maiakovski. En su opi-niOn, Maiakovski pereciO por habcrsc adcntrado en una esfera donde El, Demián, se sentia come en su casa, pero que a Maiakovski le era ajena.

Cuando se cansó de hablar, Dcmián en yea de ilevar a Pasternak a su casa, In deja en la calle Fürmanov donde vivIamos Ajmitova y yo, aterrorizadas pot los dos re-gistros.

En aqucilos dias, en ci Congrcso de periodistas, Baltrushaitis suplicaba a unos y otros que salvasen a Man-delstam, conjurandoles con el nombre de Gumihev, que ya habla muerto. Me imagino cOmo sonarian en los oldos dc los ya curtidos periodistas de Ins aöos treinta esos dos nombres, pero Baltrushaitis era ciudadano de onto pals y no podian imponerie la idea de .no intervenir,, decirie quc no cc le recomendaba hacerlo...

Baltmshaitis habla presentido hacia ya mucho qué final le esperaba a Mandelsiam. - A principios de Ia decada de los aflos veinte (en 1921, antes de la muerte de Gumiliev) tratO de convcnccr a Mandclstam de quc se hiciese subdito lituano, cosa posible, porque su padre habia vivido on tiempo en Lituania y ci propio Mandeistam naciO en Vat-sovia. LIege, incluso, a recoger unos cuantos documentos y se los IlevO a Baltmshaitis, pero lucgo cambiO dc opi-niOn: de todas formas era imposible evitar el destine y ni siquiera debia uno intentarlo...

Las gestiones y el rumor levantado a rala de la primera detenciOn de Mandelstam, tuvieron, al parecer, cierta im-portancia porque las cosas no siguieron ci cauce normal. Asi, por In menos, pensaba Ajmâtova. En nuestras condi-ciones, hasta esa minima reacciOn —el ligero rumor, los cuchicheos— constituyen también un fenemeno inhabi-tual, sorprendente. Pero si analizarnos csc rumor, no se

42

sabe 10 quc se habria encontrado tras él. Debido a mi in-genuidad, crela que la opinion püblica defendia siempic al debit contra ci fuerte, al ofendido contra el ofensor, a la Uictima y no a la fiera. Me abriO Ins ojos Lydia Bagrits-kaia, mejor conocedora de la época que yo. En 1933, cuando su amigo Postupaiski fue detenido, Sc me quejO amargamente: .Antes todo era distinto... Cuando se ileva-ron a Mandeistam unos estaban en contra, Pero otros con-sidcraban que hablan hecho bien. En cambio ahora,.. 1 Deticnen a los suyosbi

Es preciso apreciar la formulaciOn hecha por Lydia Bagritskaia. Con espartana sinceridad expresO la icy moral básica de aquelios quc debian constituir nuestra inteiec-tuandad, no es, acaso, en esta capa social donde se estructura la opiniOn publica? La divisiOn en los Anucstros. y cbs otros. —en aquel entonces cran calificados de .cie-mentos extrafios— provenia aün de la guerra civil con su inevitable regla: Quien ganará a quien? DespuCs de La victoria y la capirulaciOn del enemigo, Ins triunfadores siempre exigen recompensas, prebendas y ventajas, mientras que Ins vencidos cstán condenados al extcrminio. Pero resulta que ci derecho de pertenecer a la categoria de Ins tnucstros no es ni hercditario, ni siquiera vitalicio Por cse dcrecho se Ileva y se ha Ilevado una lucha mm-terrumpida y ci .nuestro ' de aycr puede, en un momento, caer en la categoria de los cotros. Más aün, en su de-sarrollo lOgico el principio de la divisiOn en inuestrosv y 4otros. trae par consecuencia quc todo aquel que sufre un resbalOn pasa a 5cr .otro ' POE ci mero hecho dc haber res-balado. El aflo 1937 —y todas sus secuelas— sOlo Cs sible en una sociedad donde esa division ha Ilegado a su fase final.

La nueva de la detenciOn de alguien trala como conse-cuencia habitual que unos se hacian más silenciosos y se encerraban todavia más en su agujero, lo cual, dicho sea de Paso, no salvaba a nadie, y otros jaleaban unánime-mente el hecho. En la decada de los alias 40, mi amiga Sonia Vishflcvskaia, at enterarse cada dia de las deten-ciones efccruadas entre sus amigos, cxclamaba horroriza-da: cPor todas panes hay traidores y contrarrevoluciona-rios! ' AsI correspondia decir a los que vivian rnejor y tenian qué perdcr. Es posible que esa exclamaciOn en-

43

cerrara una especie de conjuro, como, pot ejemplo, Va-dc, rctrok,.. jQu6 otra cosa podiamos hater sino entregar-nos a la hechiceria!

La entrevista

Al cabo de dos semanas ocurriO un rnilagro, ci primero de la lista: me IlamO ci jucz de instrucciOn y me concediO una entrevista con Mandelstam. Recibi ci past con inusita-da rapidez, subi la ancha escalera de la mistetiosa man-siôn, entré en un pasillo y me detuve, segün In ordenado, ante la puerta del jun. Y, de pronto, ocurriO algo insóli-to: pot ci pasillo lievaban a un detenido. Al parecer no pensaban que en aquel santuario pudiera haber alguien de fuera Tuve tiempo de ver quc ci detenido era on chi-no alto con los ojos muy desorbitados. Solo me din tiem-p0 de vcr esos ojos dementes y observar que se it calan Ins pantalones que él sujetaba con la rnano. Al verme, los acompaflantes se agitaron y todo ci grupo desaparecio de inrnediato en una habitacion o un pasillo lateral. Pude, asimismo, si no examinar, por In menos intuit la fisonomia dc los guardianes del interior que pot su tipo diferian mucho de los que estaban en ci exterior. Put una impresiOn fugaz, pero me hizo sentir terror y un cxtraflo escalofrlo recorriO mi espalda. A partir de entonces una sensaciOn de frio y un [eve temblor me informan siempre de que se aproximan hombres de esa profesion .interiom, aun antes de reconocer so forma de mirar: la cabeza per. manece inmOvil y se mueven tan sOlo Ins ojos para seguir-te. Los niflos copian esa mirada de los padres: la observe en Ins escolares y los estudiantes. Aunque, dicho sea de paso, se trata de una peculiaridad profesional c lue en nuestro pals estã acentuada, como todo. Diriase que todas las personas con esa mirada detectivesca fueran alumnos aventajados que se csforzaban por demostrar al maestro In bien que asimilaban sus lecciones.

El chino desaparecio, pero ante ml surgen constante-mente sus ojos cuando oigo la palabra •fusilamientoi. ,COmo habran permitido ese encuentro? Segán he oldo

44

contar, •dentro, se toman Las mIs perfectas medidas técni-cas para que semejantes tropiezos no se produzcan: los pa-subs esrin divididos en secretes y una senalización espe-cial informa a los guardianes de que ci paso estã ocupado. Pero, sabiamos, acaso, In que 2111 ocurda? Viviamos a ba-se de rumores y temblibamos de miedo. El tembbor es un fenomeno fisiológico, y nada tienc que ver con ci miedo normal. Ajmitova, sin embargo, al olrmelo decir se enfa-do: Que no es miedo? ,Qué otra cosa puede ser?' Afir-maba que no era nada fisiologico, sino miedo sencilla-mente: un miedo vulgar, torturante, salvaje que la habla martirizado todos los ahos hasta la muerte de Stalin.

Sc dejO de hablar del perfecto pertrcchamiento técnico (se referfan a otras muchas cosas, además de la señaliza-ciOn) sOlo a finales de la dEcada de Los afios treinta, cuan-do se pasO a! .interrogatorio simphficado.. Los nucvos metodos eran tan incomprensibles y tradicionaies que aca-baron con todas las leyendas. &Ahora —comentO Ajmitova—, todo esti ciaro, te dan ci gorro con orejeras y, ihala, a la taigai Y de aqul naciO su poema: ,AlIi, detras de las alambradas, en ci corazOn de la taiga profun-da, Ilevan mi sombra al intcrrogatorio. .

Sigo sin saber a qué secciOn fui ilevada pan la entrevis-ta, Si a La tercera o a la cuarta, Pero ci juez de instrucciOn lievaba un patronimico tradicional en la literatura rusa: Jristoforovich. Por qué no se lo habra cambiado, traba-jando en ci sector Iiterario? Probabiemente be gustaba esa coincidencia. A Mandeistam Ic irritaban sobremanera se-mejantcs comparaciones. Ic parecia imposible mcncionar en vano cualquier cosa quc estuviese rciacionada con ci nombre de Pushkin. En tiempos pasados, y debido a una cnfermcdad mia, tuvimos clue vivir dos afios en Tzirskoie Siebo y, ademas, en el edificio del Licco, pues all1 aiquila-ban habitaciones relativamente baratas y buenas. Eso mo-lestaba a Mandebstarn en grado sumo, lo consideraba casi una profanacion y aprovechando ci primer pretexto sc fuc dc alli y nos condenO al nomadismo habitual. AsI, pues, no me atrevi a comentar con él ese patronimico.

La entrevista tuvo lugar en presencia dc JristoforOvich;

• La auwra se refiere al parroniniico del jcfc tie la poticia zansta en la ëpoca de Nicoläs I. (N. tie Ia 1.)

45

to ilamo con ese nombre prohibido porque no recuerdo so apellido. Era un hombre corpulento, dotado de una voz de inflexiones teatrales, de entonaciones secas y bruscas, como un actor del Mali Tent; intervenia constantemente en nuestra conversación, Pero no dialogaba, sino que su-geria y subrayaba: Sus palabras sonaban amenazadoras y lugubres. Sin embargo, Ia estructura psicológica del ser humano es tal que yo, que habia venido de theta, en vez de tenet miedo, sentia asco. Pero dos semanas sin dormir en on calabozo de la cárcel interna y los interrogatories habrian modificado, sin duda, mi estado de inimo.

Cuando trajeron a Mandelstam, me di cuenta de que tenia los ojos de un dernente, igual que el chino, y que sus pantalones resbalaban per sus caderas Dentro. les quinn los cinturones, los tirantes y les cortan todas las he-billas como medida preventiva contra el suicidio.

A pesar de su demencial aspecto, Mandelstam reparô enseguida en que yo Ilevaba Otto abrigo. De quién? De mi madre... Cuindo liege? Le dije el dia. cEntonces, des-tuviste en casa todo este tiempo?. Tarde en comprender el motivo de su interés pot aquel estupido abrigo, Pero luego todo se me hizo claro: le habian dicho que también yo estaba detenida. El procedimiento era habitual: servIa para. deprimir La psique del recluse. All! donde la circe1 y la instruccjón de la causa estin rodeadas de now misterio como en nuestro pals, donde no existe ningün control so-cial, semejantes procedimientos son infaliblcs

Exigi explicaciones al juez de instrucciôn, aunque la inoportunidad de toda clase de exigencias en aquel tribu-nal era de pot si evidente. AlIT se podia exigir solo pot in-genuidad o rabia. A ml me sobraba tanto de lo uno como de lo otto. Pero, como es natural, no se me dio ninguna respuesta directa.

Pensando que nuestra separación iba a set larga o, tal yea, eterna, Mandelstam se apresurO a darme un mensaje Para los de fuera. Los habitos carcelarios estin muy de-sarrollados entre nosotros —tanto en la gente que ha esta-do ya en la cArcel como en los que aUn no estuvieron— y sabemos utilizar la ultima oportunidad de set oldos. Man-deistam, en su .ConvcrsaciOn sobre Dantn, atribuye esa necesidad a Ugolino.. Pero esa cualidad es nuestra ünica-mente; para desarrollarla era preciso haber vivido como

46

nosotros. Tuve ocasiOn de .ser oldab varias veces y procure utilizarla, pero mis interlocutores no entendian el subtex-to, no registraban mi informaciOn. Les parecla clue nuestras relaciones rcciCn iniciadas continuarlan eterna-mente y que ellos, sin apresurarse ni esforzarse, podrian saberlo todo. Era un error fatal pot parte de ellos y mis es-fuerzos resultaban baldios. Durante nuestra entrevista, Mandeistam se hallaba en mejor situaciOn: yo estaba per-fectamente preparada para recibir informaciOn, no habia necesidad de masticarme nada y ni una sola palabra se pronunciO en balde.

Mandeistam me hizo saber que ci juez de instrucciOn posela el poerna sobre Stalin, en su primera versiOn, con las palabras cexterminador de mujiks., en ci cuarto verso: cSe oye tan sOlo al rnontafiés del Kremlin, asesino y exter-minador de mujiksr.. Este dato era suficiente para saber quién habla informado a los .organismos. A conti-nuaciOn, se apresurO a contarme cOmo se Ilevaba ci suma-rio, pero el juez Ic interrumpia constantemente y trataba de aprovechar La situaciOn creada para atemorizarrne tarn-bién a ml. Yo trataba de cxtraer de la discusiOn toda claw de noticias para poderlas comunicar fuera.

El juez habla calificado el poema de aclocumento contrarrevoiucionario sin precedentes p y a ml de cOmplice del crimen.

cComo cree usted clue deberla haberse portado un ciudadano soviético en su lugar? ' , me preguntO. Supe en-tonces que el deber de todo ciudadano soviético que estu-viese en mi lugar era el de informar inmediatamente a la policla acerca de ese poema, ya que en caso contrario serla reo de delito comün. -. A cada tres palabras que decia, sa-ran de su boca [as palabras ccrimen. y .castigo ' . Manifes-tO que no me procesaban porque se habIa tornado la deci-siOn de no cincoar la causa. Fue entonces cuando ol por primera vez la formula: .aislar, pero conscrvar —tal era Ia disposiciOn de .arriba—, y el jucz insinuO que proce-dia de lo más alto... Era la primera merced... La condena prevista en principio, ci envio a un campo de trabajo para la construcciOn del canal del Mar Blanco, fue anulada por decision superior. El criminal era deporrado a la ciudad de Cherdifl... Y fue entonces cuando JristoforOvich me pro-puso que to acompaiTase al lugar de la deportaciOn. Sc tra-

47

taba de la segunda rnerced, nunca olda, y yo, naturaimen-te, accedi de inmediato, pero hasta la fecha siento curiosi-dad pot saber qué hubiera ocurrido de haberme yo nega• do.

Qué cola se habria formado si en 1937, por'cjemplo, hubieran propuesto a todos cuantos lo deseasen acompa-hat a su deportado! iLas esposas habrian montado guardia en esa cola juntamente con las amantes, las madrastras al lado de los hijastros!...

Aunque, tal yea, no... La gente se inantiene firme pot ci mero hecho de no conocer su futuro, porque confla en que podra evitar ci destino comün... Mientras sucumben los vecinos, los supervivientes se consuelan haciendose la famosa pregunta: .Por que Ic han detenido? * y revisan cuidadosamente todos Los descuidos y failos observados en ci desaparecido. Las mujeres, y ellas son las auténticas guardianas del hogar, mantienen con fucrza demoniaca Ia !uz de la esperanza. Lilia Yájontova, al pasar pot delante de Lubianka, decla en 1937: 4Mc siento segura mientras se inantenga esta casa.... Con su santa fe ha prolongado, probablemente, en varies años la vida de su rnarido: más tarde ci temor a set detenido Ic hizo tirarse pot La yenta-na. Y en 1953, una candidata a doctora en ciencias bioio-gicas, judia y comunista fanatica, trataba de mostrar a otra judia, venida de Occidente y pot ello compietamente tras-tornada, que a ella no podia pasarie nada sieinpre que cno hubiese cometido ningün deLito y wviese la conciencia tranquiia. . - '1 una compaflera de viaje, en 1957, me de-cia que a los rehabihtados habla que tratarios con cauteia, pues los ponian en libertad pot motivos humanitarios y no pot set inocentes ni mucho menos, ya que, digan lo que digan, no hay humo sin fuego... La causalidad y la utili-dad son las categorias fundamcntaies de nuestra fiiosofia de consumo.

TeorIa y prictica

RegresC a casa con la noticia de que ci juez de instrucción habia presentado a Mandeistam ci poema sobre Stalin y

48

quc el habia reconocido set su autor y que unas diez per-sonas de su entorno inmediato Ic hablan oldo rccitario. Yo estaba furiosa con él pot no haberlo negado todo, co-mo corresponde a un conspirador. Pero es totaimente im-posibic imaginarse a Mandeistam en ci papel de conspira-dot: era un set sincero, incapaz de todo disimulo. Ade-más, carecla en absoluto de habilidad para mentir. Pot otra parte, personas expertas me han dicho que en las con-diciones en clue Sc llcva ci sumario es preciso reconocer un mmnimo, ya que en caso contrario empieza la •prcsiónv y ci agotado preso acaba confesando redo cuanto quieren.

Además, jqué teniamos nosotros de conspiradores! El politico, ci que trabaja en la clandestinidad, ci revolu-cionario, ci conspirador, son siempre hombrcs de una estructura especial. Pero semejante actividad es contraria a nuestra natuialcza. La vida, sin embargo, nos ponia en condicioncs casi scmejantes a la de los carbonarios. Al en-contrarnos, hablábamos en un susurro y mirabamos de reo-jo hacia [as Paredes: ,no estarán escuchando los vecinos? dNa habran puesto algün micr6fono? Cuando licgue a Moscü despues de la guerra, vi que todos tenian almoha-dones puestos encima de los tclefonos: corrió ci rumor de que habian colocado rcgistradorcs en todos ios telefanos y la gente temblaba de micdo ante ci negro testigo metálico que escuchaba sus más rccónditos pensamientos. Nadic confiaba en nadic y en cada conocido velamos a un sopiôn. Parecia, a veces, quc todo ci pals estaba enfermo de mania persccutoria. Y hasta la fecha no nos hemos cu-rado dc csa cnfermcdad.

Pot otra parte, teniamos todas [as razoncs pan sufrir de cse mai: nos parecia estar constantcmcnte expuestos a los rayos X. La vigilancia rcclproca era ci principio basico quc nos rcgia. ,No hay que tenet miedo —habla dicho Stalin—. Es preciso trabajar.... Los cmpicados ilevaban su miel al director, al sccrctaxio dc la organización del patti-do y a la sccción del personal. Los maestros, con ayuda del rcsponsabic de la clase, del reprcscntantc sindical y del komsomol, podian sonsacar lo que les dicta la gana dc cualquier escolar. A Ins cstudiantes se les encargaba vigilar al confcrenciante. La cárcel y ci mundo exterior estaban intcrcomunicados en vasta escala. En cuaiquier institu-ción, sobre todo en Ins ccntros dc cnseñanza superior, tra-

49

bajaban numerosas personas que habian iniciado so carre-ra .dentro,. Su entrenamiento era tan perfecto, que los je-fes estaban dispuestos a promorcionarles en cualquieresfe-ra. Cuando se dedicaban al estudio * , eran estimulados ampliamentc en so labor y los dejaban con frecuencia en los centros de invcstigación profesional. Además de ellos, ci contacto se mantenia por mediacion de soplones y és-tos, mczclados con el tropel de empleados, en nada dife-rentes de ellos, representaban on peligro todavia mayor, cosa quc casi no ocurria con los antiguos flincionarios de la policia secreta. Tal era la vida cotidiana, la exisrencia que llevabamos, embellecida pot la confesion nocturna del ye-cino que nos contaba cémo fue Ilamado callI, cómo lo amenazaron y qué Ic ofrecieron, o bien sus consejos a los amigos respecto a personas de quienes debian desconfiar. Todo esto ocurria en vasta escala, afectaba a personas que no eran objero de vigilancia individual. Cada familia pa-saba revista a sus conocidos, buscando entre ellos a los provocadores, sopiones y traidores. Después de 1937, la gente dejô de visirarse. '1 con ello, los organismos de se-guridad alcanzaron sus fines a largo plazo. Además de reunir constanre inforrnaciôn, habian conseguido debilitar Ins vinculos entre la gente, fraccionar La sociedad e incluir en so circulo a numerosas personas que convocaban de yea en cuando, que alarmaban, inquietaban, obligándoles, bajo su firma, a no revelar el secreto de sus relaciones con ellos. Y toda esa muchedumbre de convocados vivia ba-jo ci eterno temor de set descubierta y, at igual que los funcionarios de los organismos de seguridad, estaban inre-resadas en la estabilidad del orden establecido y La salva-guardia de los archivos donde figuraban sus nombres.

Esra forma de vida se establecio desde el comienzo, pe-ro Mandelstam fue uno de los primeros que se hizo mere-cedor de vigilancia individual; sri posiciôn literaria quedo definida ya en 1923, cuando so nombre fue borrado de la lista de colaboradores hterarios de todas las revistas. Por esre motivo, ya en la decada de los afios veinte, los chiva-tos pululaban en torno suyo... Distingulamos varias es-pecies en esa tribu. Los que mejor se idenriuicaban eran los jávenes de aire diligenre y apostura milirar que ni si-quiera fingian inrerés por el autor, pero que Ic pedian en el acto .sus ólrimas obras.. Mandelsram, habirualmente,

50

trataba de ciudirlos, diciendo que no tenia ningUn ejemplar disponibie... Los jôvenes se ofrecian inmediata-mente a copiarlo todo a máquina: eY también a usted Ic daremos una copia.... Con uno de esos visitantes Mandeistam regateO largo tiempo, negandose a entregaric .El lobo,... Esto ocurria en 1932... El dihgente joven insistia, afirniando que tEl lobo* era ampliamente conoci-do. Sin haber corseguido ci manuscrito, se presence al dia siguiente y Ic recitO esa poesla de memoria. Demostrada asi la .amplia popularida& del poema, desaparecian sin dejar castro. Poselan, adems, otra cuaiidad: siempre tenian prisa y jamás fingian sec visitantes simplemente. Creo que en sus funciones no estaba incluida la vigiiancia del entorno., es decir, de aqucilos quc nos visitaban.

Otra especie de soplones eran los expertos.; se reciura-ban con frecuencia entre personas de la misma profesien, entre compalicros de trabajo o vecinos. En las casas de ad-ministración local, ci vecino suele set compahero de traba-jo. Esros se presentaban sin previa liamada relefonica, sin avisar, como granizo de verano, por asi decirlo, como si fuesen de paso... Permanecian de visita largo rato, habia-ban de temas profesionales y se dedicaban a pequeflas provocaciones. Mandeistam siempre exigia que les sirviera té. cEl hombre estã trabajando, hay que dare r&... Para reiacionarse con nosotros, recurrIan a pequeflas argucias. S. —que era también B.—, se presentó pot vex pniinera hablindonos de Oriente, decia que era oriundo de Asia Central, que habia esrudiado en una medersa* . Para de-mostrar su corientalismok nos trajo una pequefla estatuilla de Buda, de esas quc suelen venderse en las ferias. Buda Ic servIa como tesrimonio de quc B. —éi es tanibién S.—, era un experto en Oriente y verdadero admirador del arte. Nunca pudimos aciarar la relacion que habia enrre Buda, ci nnahomerismo y La medena. S. no aguantó mucho tiempo, armô un escindalo y ci puesto, al parecer, quedo vacante, porque de buenas a pnimeras se presentô otro vecino y para esrabiecer contacto trajo otro Buda exacta-menre igual al prirnero. Esa vez, Mandeistam se cnfurc-ció: .jOtro Buda! iBasta ya! Que invcnten alguna otra co-

Escuela musulmana de ensefianza superior, (N. de ii T.)

51

sa. y echo fucra al desafortunado sustituto. Aquella vez no Ic ofrecimos te.

La variante tercera, que era ademis la mis peligrosa, ilevaba ci nombre de .ayudantes. Sc trataba de jOvcnes literatos, aspirantes a grados academicos, cuya actitud ante la poesla era de sinccro entusiasmo y que sabian de me-mona infinidad de poesias. Su primera visita era, casi siempre, inocente; venlan a vernos con las mIs sanas in-tenciones, pero mis tarde eran reclutados. Aigunos de ellos confesaron sinceramente a Mandeistam (igual it ha-bia ocurrido a Ajmitova), 4que Ins Hamaban e interroga-ban. Después de esas confesiones solian desaparecer; otros dejaban de visitarnos de pronto, sin explicacion nm-guna. A veces, pasados Ins alias, me enteraba de In ocurni-do con ellos, es decin, que los .habian ilamado., Eso foe lo ocurrido con L. Me canto su historia Ajmitova. No se atreviO a buscaria en Leningrado y la encontrO casualmen-te en Moscü. cUsted ni se imagina hasta qué punto la tienen controlada., le dijo. Era una pena que desapare-ciese repentinamente una persona con quien habiamos en-tablado amistad, peru, por desgracia, In ünico que podia hacer la gente honrada era desaparecer, dicho de Otto mo-do, renunciar al titulo de ayudante.. Los oayudantesb son aqueiios que sirven a dos dioses a la yea. No perdian su amor por la poesla, pero recordaban que también elks eran escritores o poetas, que ya era hora de clue publicasen algo, que ocuparan un puesto en la vida. Con eso los se-ducian habitualmente y, en efecto, ci trato, la amistad a cualquier reiaciOn que fuese con Ajmitova a Mandeistam no ies abria ningün camino hacia la literatura; en cambio el relato sincero de cualquier conversaciOn, pot inocente que fuera, mantenida con nosotros, servia al cayudante para que se publicase alga suyo en [as anheladas piginas de una revista. En on momento cninico el joven literato se rendia y comenzaba para éi una doble existencia,

Habia, ademis, los auténticos aficionados al mal, que &e haHaban a gusto en la duphcidad de su existencia. Fi-guraban entre ellos personaiidades relevantes como E., por ejemplo. Era, sin duda alguna, un personaje importante en su terreno. Trabajaba en otro campo de acciOn y yo s6- lo habia oldo hablar de éi, pero una yea, al leer ci encabe-zamiento de un artIculo suyo, 'Experiencias morales de la

época soviética, comprendi toda la refinada habilidad de ese hombre. Esc articulo aparcciO justo en ci momento en que se esperaba una acusaciOn pübhca contra su autor; con ci titulo y ci tcma de Sn articulo querla dcmostrar a sus lectores que nada le amenazaba por set él quien cono-cia verdaderamente las normas Eticas de nuestra Epoca. Sin embargo, no pudo evitar la acusaciOn, aunquc se tar-do bastante tiempo en hacerlo. Pero no se Ic pudo aphcar ni una sanciOn tan minima como la expulsion de la UniOn de Escritores SoviEticos. No perdio nada, ni siquiera la fi-delidad de sus discipulos. He aqui otro rasgo caracterIstico de F.: fue ci causante del destierro de su amigo Sh., pero siguiO visitando y aconsejando a su mujer... La mujer, que ya conocia ci papel desempeflado por E., temia no poder contener su furia: en nuestro pals no se podia desenmasca-rat a un sopiOn; eso podia acarrear un cruel castigo. Cuan-do después del XX Congreso. Sh. regresO, F. lo recibie con una cesta de flores, abrazos y parabienes.

Viviamos entre personas que desaparecian en ci mIs aili, en ci destierro, en ci campo de trabajos forzados, en ci infierno y entre aquellos que los enviaban at destierro, al campo, al mks aila y al infierno. Era peligroso rela-cionarse con personas que continuaban pensando y traba-jando; pot cHo Ahsa Usova tenia toda Ia razOn cuando no dejaba que su marido visitase a Mandeistam. No se puede it a Sn can —decia—, hay alil demasiados canallas. Pcnsaba que mis vaila no arriesgarse, qnién sa-be lo que uno podia decir en ci ardor de una discnsiOn ii-teraria. Su cautela, sin embargo, no ayudO a su marido. A su debido tiempo tambien Usov siguiO ci carnino del cam-po, en compahla de ios linguistas en la .causa de los dic-cionarios. Todos los caminos conduclan aiii. El viejo refrin, segün ci cuai nadie estaba a salvo de la carcel o de la pobreza actuaba sin faliar, y la paiabra ,escribir, ad-quiriO una significacion supiementaria. Un viejo cientifico (Zh.) me dijo refiriendose a un grupo de posgraduados, que obtenian grandes éxitos en su carrera: .Todos cilos escriben., y Shklovski afrmaba quc Sc debia tener cuida-do con la pertita Arnica, porque habia aprendido a escribir de los jOvcnes ayudantes, tan atentos y corteses... Cuando trabajaba con Usova en la universidad de Tashkent no buscibamos a los soplones, porquc .cscribIan. todos. No-

53

sotras nos ejercitábamos en ci lenguaje de Esopo. En pre-sencia de los posgraduados haciarnos ci primer brindis por aquellos que nos hablan proporcionado una vida tan feliz, y tanto los iniciados como los ayudantes Ic daban ci senti-do adecuado...

Es comptecamente natural que Los ayudantes y todos Jos demas escribieran>, pero lo extraho es clue no hubiera-mos perdido la costumbre de bromear y reir. En 1938, Mandelstam inventó, incluso, una mâquina para evitar las bromas, ya que eran peligrosas... Movia silenciosamente los labios, como Jiebnikovx' , y mostraba con gestos que la máquina ya la tenia en la garganta; el invento, sin embar-go, no din resultados y siguió broineando.

Preparativos y partida

Tan pronto regresé, la casa se llenó de gente. Los man-dos no acudieron a la casa apestada, pero enviaron a sus esposas. Las mujeres cstaban menos amenazadas que los hombres, pese a todo. Incluso en 1937, la mayorIa de las mujeres fueron perseguidas a causa de sus maridos y no por ellas mismas. Por eso no habia nada de exrraño que los hombres manifestaran mayor cautela quc las mujeres. Ademas, las eguardianas del hogarb superaban en su çatriotismo' a los hombres mâs precavidos,.. Yo comprendia perfectamente la razón de la ausencia de Jos hombres, pero quede asornbrada al ver ese gran nñnlcro de mujeres. A los deportados los rehuian habitualmente todos... Ajmátova no pudo contener una exclamación: .Cuántas beliezas!x.

Me dediqué a lienar las cestas, las mismas que tanto irritaban a los funcionarios de Tzékubu, segün cuenta Mandeistam en la iCuarta prosa. Más que guardar las co-sas, iba arrojando desordenadamente todo cuanto caia en mis manos: pucheros, libros, ropa... Mandelstam se habia llevad'o a Dante, pero no lo exigió al set recluido en la ccl-

* Tzékubu: organizariãn fundada en 1921 para mejorar las condi-ciones de vida de los incelectuales. (N. de Ia 1.)

54

da porquc le dijeron quc los libros que aill entraban no volvian a salir, que eran entregados a la biblioteca *inte-nor' . Como no sabla con exactitud en qué circunstancias quedarla ci libro come eterno recluso, me ilevé otra cdi-dOn de Dante. Habla que acordarse de todo, no olvidar nada, ya que ci traslado, y adcmás al exilio, en nada se parece a una partida normal con dos maletas. Lo sé muy bien, per que me pasé la vida entera yendo de un sitio a otto con todo ml misero ajuar.

Mi madre me entregO todo ci dinero que consiguiO en Kiev pot la yenta de los muebles. Era, sin embargo, una miseria, un punado de billetes. Las mujeres se precipita-ron en diversas direcciones para recoger dincro. Esto ocurria a los diecisiete aflos de existencia de nuestro régi-men. Diccisiete años de concienzuda educaciOn no hablan servido para nada. La genre que reunla dinero para no-sotros y aquellos que lo daban infringlan redo ci codigo establecido en ci pals de relaciones con los represaliados pot ci poder. En los periodos de violencia y terror la gente se esconde en so cascarOn y oculta sus sentimientos, pero esos sentimientos son indestructibles y no hay educaciOn que acabe con ellos. Incluso si consiguen desarraigarlos en una gencraciOn —y en nuestro pals esto se ha conseguido en gran medida—, vuelven a resurgir en la siguiente. Nos hemos convencido de tile más de una vez. La nociOn del bien es, probablemente, inherente al set humane y los infractores de las Ieyes humanirarias deberan, tarde o temprano, darse cuenta de eiio pot si mismos o pot sus hi-jos...

Ajmitova fue a casa de los Bulgakov y regresO muy emocionada par la conducta de Elena Sergueievna: se echo a Ilorar al conocer Ia nueva del destierro y vaciO lire-ralmente sus bolsillos. Sima Narbut corriO a casa de Babel, Pete no regresO... Las otras, en cambio, volvian a cada momento con su botin y at final logramos reunir una su-ma considerable que nos sirviO para it a Chcrdifl, de alli a Voronezh y vivir mis de dos meses. La verdad es que casi en ningOn sitio tuvimos que pagar los billetes, tan solo un suplemento en ci viaje de vuelta; esta es la comodidad de la deportacion. Ya en el vagOn, Mandeistam se die cuenta de que yo disponla de dinero y preguntO que de dOnde lo habia sacado. Se lo expliqué. Se echo a rein era un 515w-

55

ma demasiado compkjo de conseguir dinero para viajar. Durante toda su vida sintlO vehementes deseos de via* fuera a donde fuera, pero no pudo hacerlo pot falta de di-nero. La suma recolectada eta muy grande para aquel en-tonces. Jamãs nos distinguimos pot set rices, pero antes de la guerra nadie de nuestro medic podia presumir ni si-quiera de una relativa holgura. Todos viviamos al dia. Al-gunos escritores, ccompañeros de viaje', empezaron a go-zar de cierto bienestar ya en 1937, pero era un bienestar más bien ilusorio y se notaba sOlo en comparaciOn con ci resto de la poblaciOn que apenas lograba subsistir...

Al tErmino del dia se presentO Dligach con Dinochka. Le pedi dinero y saliO a buscarlo, dejando a Dinochka en nuestra casa. Jams volvI a verb; desaparecio para siempre. No esperaba que me these dinero, quefia saber tan solo si iba a velvet o no. Siempre tuvimos la sospecha de que era un cayudante.. Al conocer mi entrevista con Mandelstam, el .ayudante* tenia que desaparecer, cemero-so de que su papel fuera conocido. Y eso fue lo que ocurriô. Su desapariciOn, sin embargo, no puede servir de prueba total de so culpabilidad: podia haberse asustado simplemente... Es una posibilidad que no esta excluida.

A despedirme a la estaciOn fücron Ajmátova, el herma-no de Mandeistam, Aleksandr, y mi hermano Evgueni Ja-am. Camino de La estaciOn, segün lo convenido con el juez instructor, me detuve en un portal de la Lubianka, ci mismo que crucé aquella mañana para vet a Mandelstam. El encargado de la guardia me deja pasar y un minute más tarde desccndiO pot la escalera el propio juez con 'a pequefla mateta de M. en La mano. •zSe va usted?x' .Si, me vop... Al despedirme Ic tendi maquinalmente la ma-no, olvidândome pot complete con quién tenia que ha-bermelas. Vuelvo a repetir que nosotros no éramos ni po-pulism, ni conspiradores, ni politicos. Nos encontramos de pronto desempeflando un papel inadecuado para no-sotros y estuve a punto de quebrantar las nobles tradi-ciones, estrechando la mano a un miembro de la policia secreta. Pero ci juez de instrucciOn me librO de cometer tal infraccion de la ley: el apretOn de manes no se produjo. JristoforOvich no tendia la mano a personas come yo, es decir, a sus tees potenciales. Recibi una buena lecciOn; la primera beccion de conciencia pobitica dentro de las tradi-

56

clones revolucionarias: a Ins gendarmes no se les da la ma-no. Siento muchisima vergUenza de que ci juez instructor tuviera clue recordarme quién era yo y quién EL A partir de entonces jamâs to olvide.

Entramos en la sala de la estación. Me dirigi a la ta-quilia, pero me intercepté ci paso un hombre robin, no muy alto, vestido de paisano —ci traje no lc sentaba nada bien— y en éi reconoci at agente que rebuscaba en ci baul, tirando al suelo los manuscritos. Me tendió ci billete y no me cobro nada. Los mozos, pero no los que contrata-mos al principio, sino otros nuevos, cargaron con nuestro equipaje. Me dijeron que no me preocupara de nada, que to ilevarian todo directamente at vagôn. Pude dante cuenta de clue Jos primeros mozos contratados no se acer-caron siquiera para solicitar una propina...

Tuvimos quc esperar mucho tiempo y Ajmãtova se fue, pues so tren salia pan Leningrado. Finalmente volviô a presentarse ci rubio y Iibrcs de las carps y preocupaciones propias de on viaje, salimos at andén. Sc acercó el tren; distingui en una ventanilia ci rostro dc Mandeisram. Pre- sentE ci bililete y la revisora me ordeno que pasara at final del vagén. A mis acompafianres, es decir, a Ins hermanos, no los dejaron entrar.

Mandelstam estaba en ci vagón en compañia de ores sot-dados. Nosotros dos, juntamente con los tres guardianes, ocupábarnos todo ci compartimento destinado a scis per-sonas, más Ins dos asientos laterales. El rubio que dirigia nuestra parrida, ci quc vimos dc uniforme y ahora de ci-vil, to habia organizado todo tan irreprochablementc co-mo si intenrase demostrar las maraviHas de las mil y una noches califo-soviéticas.

Mandeisram apretaba so cara contra ci cristal: oiEs on milagro * dijo y se pegó de nuevo a Ia venranitla, pero uno dc los soldados se to impidió: Esrá prohibidoh Apa-redo de nuevo ci robin y comprobO si todo csraba en or-den. Dio las ultimas instrucciones a la revisora: mantener cerrada duranre rodo ci riempo del viaje la puerta quc conducia a La piataforma de ese vagOn, no abrirta en nm-gun caso y bajo ningün pretexto, no utilizar ci retrere dc ese lado. Se permitla la salida, en las estaciones de parada, a on solo guardian; Jos orros dos debian permanecer siempre en ci vagOn. En una palabra, deblan 4atenerse en

57

todo a las instruccjones, Despues de desearnos feliz viaje, el rubio se alejo, Pero yo vi clue se quedo en ci andEn has. ta la partida del tren. Seguramente tarnbien El se atenla a las instrucciones

El vagOn Sc iba Ilenando gradualmente. A Ia entrada del üItimo compartimento se coloco on soidado quc rechazaba a los pasajeros ansiosos de hallar un sitlo vaclo. El vagón que no tenia plazas reservadas estaba lieno hasta los topes. Mandelstam no se apartaba de la ventanilla. A Los dos lados de la misma habla personas que anhelaban establecer contacco entre si, Pero ci cristal no dejaba pasar ningün sonido. El oldo era impotente y el sentido de los gestos poco claro. Entre nosotros y aquel otto mundo se habla formado una barrera, que todavIa era de cristal, todavia transparente, Pero ya impenetrable. Y el tren par-66 en direccion a Svierdloysjc.

Al otro lado

En el mismo instante en que pisE el vagOn y vi a través del cristal a Ins hermanos, el mundo se partio Para ml en dos mitades. Todo cuanto habia existido antes dcsaparecio, se convirtiO en un recuerdo confuso, en algo clue estaba al otto ]ado del espejo y ante ml se abrIa un futuro que no queria soldarse con ci pasado. No se trata de hacer litera-tura, sino de on dEbil intento para describir ci cambio de mis Sentimientos; ese cambio In habran experimentado, probablemente, infinidad de personas que ban cruzado esa raya fatal. Este cambio se manifesto, sobre todo, en una indiferencia absoluta hacia todo cuanto quedO atrás, ya clue sentO la total seguridad de que todos hablamos entrado en la via de un irremediable exterminio. A uno le quedaba, tal yea, una hora; a otro, una semana o quizás, on afto, Pero ci final era identico. El final de todo: de Ins familiares, de los amigos, de Europa, de mi madre... Mc refiero, precisamcnte a Europa, porque en In .nuevoo donde me encontraba no existia ni asomo de esc conjunto de sentimientos, ideas y conceptos clue habian constituido hasta aquel cntonccs mi vida. Fran otros conceptos, otra la escala de valores...

58

Hacla poco aün estaba Rena de inquietud por mis fami-lines, pot todo cuanto amaba, pot todo cuanto constitula mi vida. Ahora habia desaparecido La inquietud y ya no sentia miedo. Ese sentimiento fue sustituido pot la pun-zante conciencia de que estábamos condenados y eso on-ginaba La indiferencia, fisicamente tangible, perceptible, terriblemente pesada. Me di cuenta de pronto de que ya no disponla de tiempo, sino tan solo de plazos hasta La tea-lizaciOn de to irremediable que nos acechaba a todos no-sotros con nuestra Europa, con nuestro punado de ültimas ideas y sentimientos.

Cuando Liegaria lo irremediable? DOnde? ZC6mo ocurriria? Pero, jqué mãs dabal... La resisteneia era inütil. Perdi ci miedo a la muerte porque habia entrado en la es-fera de la no existencia. Ante La faa de lo irremediable de-saparece hasta ci temor. El miedo Cs una luz, es La volun-tad de vivir, la afirmaciOn del set. Es un profundo sent1-miento europeo, produeto del respeto por uno mismo, pot La coneiencia del propio valet, de los derechos, necesi-dades y deseos humanos. El set humano se aferra a lo suyo y teme perderlo. El miedo y la esperanza están Intirna-mente vinculados. Al perder La esperanza, perdemos tam-biEn el miedo: no hay motivos para temer.

EL torn, cuando lo Ilevan al matadero, confIa aün en es-capar y pisotcar a los sucios matarifes. Los otros toros no ban podido ensenarlc que una suerte semejante es iinpo-sible y que ci ganado que va al matadero jarnis regresa. Pero en la socicdad.humana se efectüa un ininterrumpido cambio de experiencias y pot ello jamS he odo decir que un hombre a quien itevan al patibulo se resista, se defien-da, rompa Las barreras y escape. Los hombres ban Lkgado a considerar, incluso como un acto de valor del condenado ci que se niegue a clue le venden los ojos. Yo preflero al torn, su ciega furia. Prefiero al animal obstinado que no calcula sus probabiLidades de éxito con la sensatez y torpe-za humanas y desconoce ci sucio sentimientos de la deses-peranza.

MS tarde medite targamence en si debia uno aullat cuando Ic pegan y patean. ,Vale más refugiatse en un sa-tánico orgullo y responder a los verdugos con un despecti-vo sileneio? Y decidi clue se debla aullar. En ese lastimero aullido que penetra tie vez en cuando, y que se ignota de

59

dOnde provienc, en los sordos calabozos, casi impe. netrabics para ci sonido, estin concentrados los ültimos restos de la dignidad humana y de Ia fe en la vida. En ese aullido, ci hombre deja su hucila en la cierra y comunica a los demás cOmo ha vivido y muerto Con so aulhdo de-fiende so derecho a vivir, envIa un mensaje a los que es-tan fuera, exige defensa y ayuda. Si no queda ningün otto recurso, hay quc auliar El silencio es un verdadero crimen contra ci géncro humano.

Pero aquella tardc, bajo la escoita de ties soidados, en un oscuro vagOn a donde fui tan cOmodamente Ilevada, lo perdi todo, inciuso la desesperacion. Hay un momento en quc las personas cruzan on umbral y quedan corno petrifi-cadas por ci asombro; entonces, jasi es cOmo vivIarnos! jCon esa genre! iDe eso es capaz la gente con la que vivo! i-ic aqui donde me hallo! El asombro nos paraliza de tal

modo que hasta perdemos Ia capacidad de aullar. No se-rá ese asombro ci que precede al estupor total y, pot con-siguiente, a la pérdida de todas las medidas y normas, de todos nuestros valores, ci que se apodera de la gente cuan-do una yea .dentro, comprenden de pronto dOnde y con quién Vivian y cuál es la verdadera faa de so época? Solo pot las torturas fisicas y por el miedo es imposibk exphcar lo quc pasaba con la gente alit, lo que firmaban, lo que haclan. lo que confesaban y a quién condcnaban junta-mente consigo. Todo eso era posible tan solo cal otro la-do,, en un estado demencial, cuando parece que ci tiem-po está detenido, que el mundo se ha derrumbado y que todo ya esta hundido para siempre. El desmoronamiento de todas las naciones también es ci fin del mundo.

Pero, en realidad, equE me habia ocurrido a ml? Si se enjuicia la situaciOn serenamente, ,qué habia de terrible en el traslado a una pequeha ciudad a orillas del Kama, donde, al parcccr, debiamos permanecer ties años? En qué era peor Cherdin que Mali Yarosiavietz, Strunin, Ka-linin, Muinak, Dahambul, Tashkent, Uhanovsk, Chita, Chcboksar, Verei, Tarus 6 Pskov quc record, cual nOma-da, despues de la muerte de Mandeistam? Habia, acaso, motivos para volverse ioca y esperar ci fin del mundo?

Pues Si; habia motivos. Ahora, cuando he recobrado Ia dcsesperaciOn y la capacidad de aullar, lo digo con plena seguridad y firmeza. Habia y hay. Y me parece quc la

rcl

magnIfica organización de nuestra marcha, sin tropiezos de ninguna clase, con la panda para recoger la maleta en Lubianka, Ins mazos gratuitos y ci cortés rubio que nos acompaiSó vestido de paisano y nos saludo, llcvandosc la mano a la visera al tiempo quc nos deseaba feliz viaje (na-die a excepción de nosotros rnarcho at destierro de esc ma-do), es mãs terrible y repulsivo, y habla con mayor insis-tencia del fin del mundo que Ins catres carcelarios, los ca-labozos, las esposas y los groseros insultos de Ins gendar-mes, verdugos y asesinos. Todo habia ocurrido con suma perfección, sin ci más minimo tropiezo, sin una sola pa-labra maisonante. Y ihora los dos, baja la custodia de tres mozos campesinos —guardianes con instrucciones— era-mos Ilevados par una fuerza ignota e invencible a un lugar del este, al destierro, al aislamiento, donde, segün tu-vieron a bien decirme, habla orden de conservar a al-guien. Y me lo habian dicho en on despacho amplio, urn-pio, donde ahora, ral vez, estuvieran intertogando al chi-no quien, probablemente, tambiEn tenia csposa.

Lo irracional

El choque con la fucrza irrational, con La inevitabilidad irracional, con el terror irracional, modifico sensiblemente nuestra psique. Muchos de nosotros creycron en In inevi-table y otros en la congruencia detodo cuanto ocurria. A tod9s nos invadiO el sentimicnro de que no habia retorno. Ese sentimiento cstaba condicionado por la experiencia del pasado, ci presentimiento del future, y la hipnosis del pre-sente. Afirmo que todos nosotros, la ciudad en mayor gra-do que el campo, nos hallabamos próximos at letargo. Nos habian inculcado realmente que estábamos en una nueva. era y que nuestro ünico dcber era subordinarnos a la necesidad historica que, dicho sea de paso, coincide con los anhelos de los mejorcs combatientcs par la dicha hu-mana. La propaganda del determinismo histórico nos pri-vO de voluntad y de La posibilidad de tener criterio pro-pio Nos rei2snos abiertamente de Ins clue dudaban y completábamos la labor de la prensa, repitiendo las f6r-

6i

mulas sacramentales y los rumores de la represiOn de tur-no — 1 he aqul cômo acaba la resistencia pasiva!— y bus-cando justificaciones a lo existente. El principal argumen-to era la desmitificacion de la historia en el tiempo y en el espacio: en todas panes ocurre siempre to mismo, la hu-manidad no ha conocido ni conoce otra cosa que la violen-cia y la arbitrariedad: .En todos los paises se fusiia —me dijo ci joven fisico L— Que nosotros fusilamos aün más? Y qué, es ci progreso... cComprcnda, Nadiczhda —tra-raba de convencerme L. E.—, también alil Sc e5tá Mal.... Muchos siguen sin comprender la diferencia cuahtativa entre .cstar mab y nuestro •séptimo horizonte,

A mediados de la decada de los aflos veinte, cuando ci alEc se iba haciendo más pesado sobre nuestros hombros —en los periodos fatales pesaba mãs que ci plomo—, la gente empezO de pronto a evitarse mutuamente Cabia explicarlo todavia pot cI temor a Ins soplones y a las de-nuncias; en aquel entonces no habiamos tenido tiempo aün de asustarnos de verdad. Simplernente, habiamos en-mudecido y aparecieron los primeros sintomas del letargo. De qué ibamos a hablar si todo ya estaba explicado,

dicho e impreso? Tan solo los niños continuaron dkiendo tonterias totalmente humanas y los mayores —los con-tables y los escritores— preferian so compaflia a la de los adultos. Pero las madres, al preparar a sus hijos para la vi-da, les cnsenaban el sagrado lenguaje de los mayores: "Mis nifios —decia Zinaida Nikolaievna, la esposa de Pasternak— quieren a Stalin más quc a nadie y luego a mh. Otras no iban tan lejos, Pero nadie compartla sus du-das con los niflos: para qué condenarles a la perdicion? (1 si el niho dice algo en la escuela y hunde a toda la fa-milia? Para qué va a comprender lo que no hace falta? Más vale clue viva como todos. -. Y los hijos creclan, completando el nñmero de Ins sumergidos en la hipnosis. cEl pueblo ruso esta enfermo —me dijo una amiga—. Dc-be set curadox.. La enfermedad se ha hecho muy nororia sobre todo ahora, cuando pasO la crisis y se manifiestan Ins pfimeros smntomas de su curaciOn. Antes los enfermos era-mos nosorros, los que no habiamos perdido la capacidad de dudar...

Mijail Alexandrovich Zenkévich quedO muy pronto su-mido en ese sueflo hipnOtico o letargo. Esto no Ic impedla

62

trabajar, ganar dinero, criar a sus hijos. Tal vez ese sucño Ic haya ayudado incluso a conservar la vida y a tenet el as-pecto de un hombre normal y sano. Pero si se ahondaba un poco en el, saitaba a la vista que habia cruzado Ia Ilnea divisoria hacia ya tiempo y que no habla sabido romper ci cristal de la ventanilla. Zenkevich vivla consciente de que todo aquello que antaño daba sentido a su vida estaba irremediablemente perdido, se habia quedado al otro lado del cristal. Ese sentirniento podria transformarse en poesIa, Pero ci tacmelstao nürnero seis habia Ilegado a la firme convicción de que tampoco habria poesla, pues no existlan ci Taller de los PoeiasD ni las conversaciones que tanto it seducian en los ahos de su primera juventud. Va-gaba pot las ruinas de su Roma, convenciéndose a si mis-mo y tratando de convencer a Ins dernas de quc era preci-so rendirse to antes posible, entregarse at cautiverio no s6- to fisico, sino tambien intelectual. tiSerá posible que no comprendas —le decia a Mandelstarn—, que aquello ya no existe, que ahora todo es distinto?. Sc referia a los probiernas de la poesla, del honor y La ética con motivo de la sorpresa politica de turno o los actos cit violcncia (los procesos, las detenciones y La coieccivizaciOn). - - Todo se justificaba tçorque rodo es distinto ahora... Sin embar-go, a veces se disculpaba: he tornado ranto bromuro, decia, que ya no recuerdo nada.,. Pew de hecho no habia olvidado nada y sentia un cariño rnuy conmovedor por Mandeistam, aunque le sorprendia su obstinación y de-mente insistencia en su posrura. Lo ünico que ZenkEvich qucria conservar en su nueva existencia pôstuma era un puñado de autografos: cFijate, Gurniliev ya no exisre y no me queda ni una hojita suyas... se quejaba a Mandelstam, at tiempo que Ic suplicaba un borrador. Mandeistarn se negaba enfadado: iYa se prepara para mi muerre ' , decia.

A principios de la década de los cincuenra —fue un tiempo abominable—, encontré a ZenkEvich en ci patio de Ia Casa de Guerrzen' y entablo conmigo su sempirerna cantinela sobre los autografos (y hacia rnás de quince aflos que no nos habiamos visro): <c,136nde están los papeles de

• Sede de reunion de escrirores y periodistas, fundada en Mosth en 1920. (N. de la T.)

63

Mandelstam? Yo no me quede con nada, no tengo nm-gun autCgrafo suyo... iSi me diese usted uno al menos!.... Recordé quc Mandelstam no soportaba que fuese tan pedigueno y no le di nada, Pero €1 consiguió al-go. Del panda no Ic quedaron ni libros ni poeslas, sino tan sOlo borradores escritos por las manos de sus ViejoS ca-maradas muertos, coma una prueba documental de la an-tigua vida literaria. .Hasra las poesias son ahora distintas, se quejaba Zenkévich.

ZenkEvich fue uno de los primeros en visitar el canal del Mar Blanco y, cumpliendo el encargo, escribiO un poe-ma laudatorio en honor de los hombres que transforma. ban Ia naturaleza. Con este motive, Mandeistam le conce-die ci derecho de llamarse Zenkévich-Canalskj, al igual que en otros tiempos se anadio al apellido del explorador SemiOnov el honroso de TiaflshanskL En 1937, Lajuti or-ganizO para Mandelstam un viaje al canal coma enviado de la UniOn de Escritores Soviéticos. El bienintencionado persa confiaba en que escribiria algo y de este modo salvaria la vida. De regreso, Mandelstam anotO cuidadosa-mente un pequeño poema muy pulido y me lo ensefiO: çQuieres que se Ic regalemos a Zenktvich?, me pregun-tO. Mandelstam pereciO, Pero ci poemita quedO con vida, sin haber cumplido su funcion. Un dia, en Tashkent, cayO en mis manos y pedi consejo a Ajmâtova sabre Ia que debia hater con éi, .Puedo tirarlo a la estufa?i pregun-it .Nadenka —me respondio Ajmâtova—, Osip le conce-diO plenos derechos a disponer de todos sus papeles sin excepciOnx.. Era una pura mentira. Todos nosotros nos oponemos a la falsificacion, destruccion de manuscritos y toda manipulaciOn de la herencia literaria. Para Ajmãtova no era facil dar su aprobacion a In que yo querla hacer y por ella, en nombre de Mandeistam me regalO un derecho imprevisto que él jamás me habia otorgado: destruir y guardar lo que a ml me pareciera bien. La hizo Para librarnos del poema sobre ci canal y de éI quedo en el ac-to un pufladito de ceniza tan solo.

Si alguien conserva per casualidad una copia errabunda con ese poema, Ic ruego, incluso Ic conjuro con ci derecho que Ajmatova y yo nos adjudicamos en el poblado de Tashkent, a venter su pasiOn per Ins autOgrafos y curiosi-dades, y arrojarlo a 'a estufa. Una poesfa semejante podria

64

servir tan sélo a la comisión extranjera de la Union de Escritores Saviéticos para mostrar a turistas curiosas la he-rencia literaria de Mandelstam: mirad, acaso vale la pena publicarlo? Nosotros no tenemos reparos en modificar las biografias ni las fechas de La muerte. eQuiEn hizo cotter ci rumor de que Mandelstam foe asesinado par Ins alemanes en Voronezh? Quién fechaba todas las muerres ocurridas en los canipos de trabajos forzados a comienzos de la dé-cada de los abs cuarenta? Quién edita Ins libros de los poetas muertos y vivos, guardando celosamente todo Ia mejor de su obra? Quién mantiene durante alias en las carteras de la redaccion manuscritos ya preparados para su pubLicación de escritores y poetas ya desaparecidos o vi-vos? Imposible enumerarlo todo: es demasiado Jo que csta escondido y enrerrado en escondrijos de toda clase y aün es mis lo que se ha destruido.

El poemita que describia las bellezas del canal me puso tanto mis furiosa porque el propio Mandeistam estaba dcstinado a construirlo, cosa que no habia ocurrido gracias a la orden de taislar, pero conservar.. El canal foe susd-tuido en aquel entonces por el destierro a Cherdib, ya que en la construcción de aquellos canales no se podia conser-var a nadie. Los linguistas Iisov y Yarjo, que eran jOvenes y fumes, al salk en libertad no tardaron casi nada en mo-nt, tan minada tenian La salud después de los arias pasa-dos en ci canal, y eso que apenas si trabajaron fIsicameri-te. Si Mandelstam hubiera ida al canal, habria mueito en 1934 y no en 1938. El omilagrop Ic conccdiO varios aftos de vida. Sin embargo, yo sigo teniendo miedo a los cmi-lagros* y no par ingratitud. Los 4milagrosb son alga propio del Oriente, no apto para una conciencia occidental.

Pew ml actitud hacia Zenkevich, ese romano voluntario que en las minas de su Coliseo guarda cuidadosamente al-gunos autografos de poetas asesinados, ha cambiado. Su vida me parece ahora conmovedora y pese a La ausencia de catastrofes —no estuvo en la cârceL ni pasO hambre—, incluso rrágica. Dc naturaleza fragil, Zenkévich sufrio an-tes que otros ci contagio de la peste psicolOgica, perosu caso no tuvo la forma aguda que padeci yo en el vagOn, sino que fue crOnica, incurable. La facilidad con que en-fermaban los inrelecwales, Zpuede explicarse por las con-diciones posrevolucionarias ünicamente? No se ocultaban

65

los primeros microbios en la confusion prerrevolucionaria, en sus busquedas y faisas profeclas?

Esa enfermedad —letargo, pcste, sueflo hipnotico— ad-quirla caracterlsticas especiales en Ins que cometIan terribles acciones en nombre de la .nueva era,. Toda ciase de asesinos, provocadores, chivatos, tenlan un rasgo Co. mün: jamás imaginaron que sus vIctimas pudieran resuci-tar y recobrar ci uso de la palabra. Tambien ellos crelan que el tiempo se habla petrificado, detenido y éste es ci sintoma principal de la enfermcdad pie se describe. Nos habian convencido de que en nuestro pals jamás se modi-uicarla nada y que ci resto del mundo tendrla que Hegar a la etapa en pie cstábamos, es decir, entrar asimismo en la cnueva era, y entonces se acabarian para siempre todos los carnbios. La gente clue aceptó esa doctrina, trabajo honra-damente en nombre de una nueva moral que se dcrivaba, en fin de cuentas, del determinismo histOrico Ilevado a su ültimo extremo. A todo aquel a quien enviaban al otro mundo o al campo lo consideraban arrancado para siempre de la vida. No se Its ocurria pensar quc esas sombras pudieran aizarse y demandar a sus sepultureros. Pot eso en el periodo de La rehabihtaciOn se apodero de ellos verdadero pánico: tuvicron la impresiôn dc que CI (iempo habia vuelto bacia atris y que aquelios a quienes tildaron de ccarne de campo * recobraron de pronto su nombre y su cuerpo El miedo hizo presa en eilos. Aquelios dias tuve ocasiOn de observar a una modesta chi-vata, vecina de Vasilisa Shkiovskaia. No haclan mis que citarla a la fiscaila y ella retiraba sus antiguas acusaciones, rehabilitando asi a vivos y muertos. Dc regreso corria al apartamento de Vasihsa, casa que antaflo tenla por misiOn vigilar y le contaba entrecortadamente que ella, Dios Ic era testigo, jamis habia dicho nada malo de nadie, ni de Malkin, ni de otros, y ahora, en la fiscalla, no hacia mis que dar buenos informes de todos a fin de clue rehabilita-sen Jo antes posible a ios difuntos... Esa mujer quc jamâs habia tenido nada parccido a la conciencia, no pudo so-jSortar aquello, sufrio un atacjue y quedé paralizada. Es posibk que en algün momento se hubicra asustado y crc-yera en la seriedad de las revisiones y en la posibilidad de que Ins calumniadores y sus adeptos fucscn demandados como reos de dciitos criminales. Eso, naturalmente, no

66

ocurrió, mas Para ella, paralizada y semi-demente, es me-jot asi: ci tiempo volviO a detenerse.

En Tashkent, uno de Los mis destacados funcionarios cit la Cheka, jubilado después del cambio y convocado de vez en cuando Para una confrontacion con Los antiguos pena-dos que pot milagro habian sobrevivido y regresado a sus casas, no pudo soportar semejante prueba y se ahorcO. Pu-de leer el borrador de la ültima carta que enviO a! ComitE Central. Su argumentaciOn era simple: pot so inquebran-table lealtad al partido, fue enviado a los organismos de seguridad siendo miembro de las juventudes comunistas; recibiO pot su trabajo ascensos y condecoraciones. Duranre todos aquellos afios no habia visto a nadie a excepciOn de sus colaboradores y los detenidos; habia trabajado de dia y de noche, sin descanso, y tan solo ahora, después cit su jubilaciOn, tuvo tiempo de meditar y comprender lo ocurrido. Fue entonces cuando se Ic ocurriO pensar que a lo mejor no estuvo al servicio del pueblo, sino de un cier-to cbonapartismo... El suicida trataba de hacer recaer so culpa, en primer lugar, sobre los acusados que firmaban toda suerte de mentiras acerca de sus propias personas y con ello inducian a error a los jueces de instrucciOn y a Ins

procuradores; luego sobre los instructores del centro que les explicaban la orden del cinterrogatorio simplificado' y exigian ci cumplimiento del plan y, finalmente, sobre los delatores de fuera que pot iniciativa propia informaban a los organismos de seguridad, obligindoles a instruir causas contra numerosas personas... La conciencia de clase no Its permitia a ellos, Los chequistas, ignorar semejante infor-maciOn... Pero In que más decididamente le impulsO al suicidio the la kctura del libro eEl filtimo dia de on con-denadox'... *

EL suicida fue enterrado y al asunto se Ic dio carpetazo, cosa que era preciso hacer porque citaba los nombres de los instructores del centro y de los informadores. Durante mucho tiempo La hija del suicida estuvo lanzando rayos y centeilas, anhelando vengarse de aquellos que habian causado la muerte de su padre. Su ira estaba dirigida contra Ins que habian removido todo aquel infierno:

Dc Victor Hugo. (N. tie la 1.)

67

'Tenian que haber pensado en Ia genre que trabajaba en. tonces. No fueron ellos los que idearon todo eso, se limi-taban a cumplir ordenes., decIa Larisa. Le hablan dado ese nombre en honor de Larisa Reisner. Afirmaba que celIa no dejaria asl las cosas, y se disponla, incluso, a in-formar al extranjero de todo a fin de que supiesen all có-mo hablan procedido con su padre. Le pregunté de qué pensaba quejarse: para ella era completamente evidente: no se podia modificar todo tan de repente, porque eso traumatizaba a la gente. No Se podia traurnatizar aM a la genre, a su padre ya todos sus camaradas... .Quién ace que la compadecerá?., Ic pregunté yo, pero ella no me comprendia. Ya que hablan prometido a la gente clue na-da cambiaria, no debia permitirse ninon cambio. eQue no hubjesen detenido a nadie, pero las cosas debian haber seguido igual que antes.. El tiempo detenido debIa conti-nuar como estaba. En Ia paralizacion del tiempo hay esta-bilidad y paz; eso lo necesitan los dirigentes de nuestra época...

Larisa exigia que el tiempo se detuviera de nuevo y su ruego fue atendido en cierta medida. Los hijos de los de-puestos colaboradores de su padre marcharon para Moscü con el fin de aprender los nuevos métodos, pero antes de partir Ilevaron fibres a la rumba del suicida. Ocuparan los puestos y Jos despachos viejos y siempre estarán dispuestos a la acciOn, siguiendo instrucciones superiores. Toda la cuestiOn radica en saber cómo serán ahora esas instruc-clones...

Larisa y yo no podiamos comprendernos, pero cuando la vela pensaba siempre en por qué todos los caminos en nuestro pals conducen a la perdicion. jCOmo se debla set para salvarse? DOnde está esa madriguera en Ia cual podia uno guarecerse para sobrevivir? Larisa y sus amigos excavaban tanibien su madrigucra y metian en ella todo cuanto significaba para ellos bienestar: aparadores, lampa-ras, copas de cristal de roca checo, porcelanas de Kuz-netsk, telas bordadas y abanicos japoneses. Than a Moscu no solo para comprar muebles, sino tarnbien lapidas fune-rarias, porque su madriguera tampoco era lo suficiente-mente profunda. Unos desaparecIan pot mandato de Sta-lin y otros se suicidaban.

68

El tocayo

Una vcz en el vagón, tardé en comprender lo que Ic pasa-ba a Mandeistam. Mc rccibio con entusiasmo y ml presen-cia se Ic antojaba casi un milagro. Y In era en efecro. Mandeisram me dijo que durante todo ese tiempo pensô que seria fusilado: *En nuestro pals se fusila pot morivos más insignificantes.... Sus palabras cran, aparenremenre, muy sensaras... JamIs habiamos dudado de c lue pagarla con su vida ese poema. Vinaver, hombre sumamente en-terado y de gran experiencia, conocedor de numerosos hechos y secretos, me dijo mescs mks tarde, cuando past a verle en un viaje que hicc de Voronezh a Moscü y Ic ici, a ruegos suyos, ci poema dedicado a Stalin: Qué quiere? Han sido muy magnânimos con €1: se ha fusilado a gente pot cosas mcnos importantes.... Y fue entonces cuando me advirtió que no confluramos dcmasiado en La gracia del jefe supremo: 4Pueden cambiar de opinion tan pronto como se acalie ci rumor.... aeY eso puede ocurrir?., pre-gunté yo. Mi ingenuidad IC asombro: . 1 Ya lo crco!. —y anadiO—: cTrate de quc se olviden de ustedes, a lo mejor lo consigue.... El consejo de permanecer caliados, silen-ciosos, de estar .mis quietos que ci agua, mâs bajos que la hierba, no fuc cumplido pot nosotros. Mandeistam era hombre ruidoso y siguiO siendoio hasta su muerte.

En ci vagOn, me dijo que ci magnánimo desticrro por tres afios demostraba tan sOlo que ci castigo se habia pos-puesto hasta momentos más propicios, es decir, me dijo casi lo mismo clue meses más tarde rcpitiO Vinaver. Esa afirmaciOn no me sorprcndiO en absolute: en 1934, todos ya sablamos aigo. Mandeisram afirmaba que, de todas for-mas, no podria evitar ci deseniace fatal y tenla toda la ra-zOn: un análisis sensato de la situaciOn nos conducia irre-mediabiemenre a esta conclusiOn. Y yo me Limitaba a asentir con la cabeza cuando €1 me susurtaba: .No 'CS

creas!. Naturalmentc, j quién podia creerles! Esa fue, precisamente, la causa de la psicosis traumârica

de la cual enfermo Mandeistam en la carcel. Pero al prin-cipio, el que me parcciO loco no era Mandeistam, sino ci jefe de la guardia, Osip', tocayo de Mandeisram y del

Osip es una forma del nombre de tiosif.. (N. de la T.)

69

destinatario del poerna, cuando, llevándome aparte y de-sorbitando sus bondadosos ojos de carnero, me dijo: .jTranqutlizalo! Due clue nosotros no fusiiamos pot can-COflCSL,.

Osip adivino que se crataba de poeslas —en el pueblo se Ilaman cantiones—, pot nuestra conversaciôn. A su juicio se fusilaba en nuestro pals a los espias, a los sabo-teadores En los palses burgueses, pot ci contrario, decia Osip, no habia quifn se salvase; alli te matan por cual- quiet bagatela, incluso si compones algun poemita que no sea de sit agrado...

Todos nosottos, en distinto grado, crelamos come, es na-tural en todo aquello que nos hacian tragar. Los más con-fiados eran los jOvenes: estudiantes, escritores, soldados... eSon las elecciones más justas —me dijo en 1937 un solda-do desniovilizado—, nos proponen y nosotros elegimos. - Mandelstam como escritor tambien picó ci anzuelo y se mostrO muy confiado: cAl principio eligen asi, luego se iran acostumbrando poco a poco y celebraran elecciones normales.. -. me dijo al abandonar el distrito electoral, to-do asombrado de la innovaciOn: eran las primeras y las (II-timas elecciones en que participaba. Incluso nosotros, y teniamos ya bastante experiencia, éramos incapaces de apreciar debidamente todas esas transformaciones. Qué se podia exigir de los jOvenes, soldados y estudiantes?... '1 la vecina que en Kalinin, poco antes de la guerra, me trala la leche, me dijo on dia suspirando: cAqul, par lo menos, nos traen algo de vez en cuando, arenques, azücar o keroseno. iPcro en esos pobres paises capitalistas! 4111, seguro que está uno Perdido del todo!. - Los estudiantes siguen crcyendo hasta la fecha que ía enseflanza general obligatoria solo es posible bajo ci socialismo y que callIp el pueblo está sumido en la ignorancia y el atraso... En can de Larisa, la hija del suicida de Tashkent, surgiO un dia durante la comida una acalorada discusiOn sabre si se niega en las ciudades importantes, como Paris o Londres,

-el permiso dc residencia a Jos piiotos invâlidos una yea desmovjiizados. Un caso asi acababa de suceder en Tash-kent (1959) y Larisa afirmaba que un photo, sobre todo si era de pruebas, tenia derecho a esa residencia. Trate de explicarles que caiih no habia, en general, ninguna nece-sidad de permiso de residencia, pero nadie me creyó.

70

Alih todo era mucho peor clue en nuestro pals, pot to tanto con relacion a Jos perrnisos de residencia las dificul-tades deblan set afln mayores... Yademas, iqui6n podia vivir sin estar registrado! iNo tardarla en set descubierto! Si todos nosotros crelamos en nuestros educadores y hasta los propios educadores, hechos ya tin Ho, empezaban a acer en sI misinos, qué tiene de particular quc Osip, el jefe de nuestra escolta, los creyese?

Me habla Ilevado pan ci viaje un pequeflo tomo de poe-mas de Pushkin y Osip quedo tan encantado con ci rela-to del viejo gitano que Ia estuvo leyendo durante todo ci viaje en voz alta a sus abülicos camaradas Mandelstam, refiriendose a eiios, habta de La .tribu de pushkin6Logos, •jOvenes arnantes de poemas de blancos dienres. que .se aLfabetizan vistiendo capotes y portando pistolas... cFi-jaos —decla Osip a sus compafleros— IFijaos en to que hacian Ins zares de Roma a los viejos! iLo desterraron par sus canciones!.....La descripciOn del cxilio norteflo de Ovidio Ic impresionO grandemente. El destierro a comas-cas como aquellas era, sin duda, alga inuy cruel y Osip decidiO tranquihzarnos: no nos amenazaba un exilio tan riguroso como al desterrado de Roma. Un dia, al acompa-ñarme al excusado —siguiendo las instrucciones—, Osip se ]as ingeniO para susurrarme que la meta final de nuestro viaje era Cherdin, donde el clima era bueno, y que ci primer transbordo tenlamos clue hacerlo en Sverdlovsk. Cuando supo que ci juez de instrucciOn ya nos habia reveiado ci nombre de Ia ciudad de nuestro destino, quedo atOnito: Ic hablan prohibido decir a dOnde ibamos, ordenandole mantener en secreto ci icinerario. Adcmás, esas cosas solo debra saberlas ci jefe de la escolta. Pew Osip, que se habia encarihado con nosotros, infringio la disposiciOn y nos informo de nuestro lugar de destino... Y fiie en vano: ya Ia sabiamos. Sin embargo, lo console: si no hubiese sido por sus ingenuas palabras, que confirma-ban lo dicho pot ci juez, podria haber imaginado Dios sa-be qué.. - De todo hacIan un secreto!

Este no fue ci ünico favor que nos hizo Osip. En los nu-merosos transbordos que tuvimos obligaba a Ins otros dos guardianes a lievar riuestros birtulos, y cuando en Solo-karnsk nos trasLadamos a un barco me susurrO al oldo clue tomase pot mi cuenta un camarote: Asi descansará it

71

hombre!...., me dijo. No dejó que pasaran al camarote los otros dos: se quedaron pascando pot la cubierta. Le pregunté el pot qué no cumplia Las instrucciones, pero Osip se cncogió de hombros. Hasta aquel entonces habia escoltado a delincuentes comunes y csaboteadores, con quienes habia que set inuy precavido: cPero ci tuyo, qué? iNo vale la pena vigilarlo!.. Pese a todas mis süpli-

cas no pude conseguir que aceptaran nada de corner: esta-ha prohibido. Tan solo en Cherdifl, después de habernos entregado al comandante, los soldados dijeron: 4Ahora es-tamos libres, jinvItanos!...

A lo largo de ml vida, además de Osip, conoci a otros dos hombres de su profesion. Uno se limitaba a rechinar los dientes y a repetir constancernente que no sabiamos nada, que nada comprendiamos ni sospechabamos. . - So-naba con desmovilizarse, eso era pan él una verdadera oh-sesiOn y me alegré pot €1 cuando supe que habia recobra- do so libertad. cHasta ci sovjos es una especie de paraIso, me dijo a! verme... El otro era un set de frente estrecha y aspecto feroz que habia perdido su cargo pot habersele escapado un criminal, icargo que auguraba posi-bilidades y era tan de su agrado! Durante ahos, unto cuando estaba sobrio como bebido, maldecla a Ins contrarrevolucionarios, al calernan., al .saboteadom, al tfascista,, al cnemigo que habia arruinado su carrera. Vivia con la esperanza de encontrar y matar al canalla que se le habla escapado En su fuero interno, guardaba tam-bién rencor al poder soviético, para qué tantos miramien-tos con esos canallas criminales? Nada de mandarlos a los campos, sino liquidarlos, y hacia chascar expresivarnente sus dedos.

- Mal lo habriamos pasado si las instrucciones relativas al traslado del detenidc, Mandelstam hubieran sido con-fiadas a ese hombre y no a Osip.

Exploraciones agrTcoias estataks. (N. de 'a T.)

72

La chocolatina

El primer tiansbordo to hicimos en Sverdlovsk. Estuvimos muchas horas en la cstación y los guardianes no se aparta-ron de nosotros ni un solo momento: ni de Mandelstam ni de ml. Quise mandax un tekgrama, pero estaba prohibi-do... Comprar pan... 1prohibido! Acercarme a un kiosko de periódicos... 1 prohibidoL.. Tampoco me dejaban salir en las estaciones intermedias, iestaba prohibido! Mandels-tam se dio cuenta de ello enseguida: 'Eso significa que tambien tü estás detenidat.. Intenté explicar a los soida-dos que yo no estaba deportada, sino que iba por mi pro-pia voluntad como acompañante... 41Estã prohibido! Son las instrucciones que tenemosz...

En Sverdlovsk estuvimos esperando muchas horas, des-de la mañana hasta muy avanzada la tarde, sentados en un banco de madera de la estación, at lado de dos centi-nelas armados. Al menor movimiento nuestro —ni Si-quiera podiamos incorporarnos para desentumecer las piernas, no se nos permitla movernos o cambiar de postura—, Los soLdados se ponian en guardia instantánea-mente y echaban mano a la pistola... No sé por qué nos hicieron sentar frente a la sala; veiamos, incluso sin querer, el torrente humano que entraba y saLia. Su prime-ra mirada se dirigia a nosotros, pero en el acto todos apar-taban la vista. Ni siquiera Ins chiquillos se dignaban pres-tarnos atenciôn... No podiamos comer, ya que la comida estaba en La maLeta y no se nos permitIa tocarla. Tampoco podiamos beber... Osip no se atrevia a infringir las ins-trucciones: Sverdlovsk era una estación muy impdrtance...

A La tarde subimos at tren de via esrrecha de Sverdlovsk a Solikamsk. Subimos at vagón de asientos reservados en ci apartadero. Nos separaban de los demas pasajeros algu-nos bancos vacios. Duranre toda la noche dos guardianes no se apartaron de nosotros y el tercero permaneció de pie junto at ültimo banco vaclo de donde echaba a los obsti-nados viajeros que pretendian ocuparlo. En Sverdlovsk es-tuvimos juntos el uno al lado del otro, pew en aquel os-curo vagón nos sentaron de frente, a ambos tados de la ventanilla. Las noches ya eran blancas y ante nuestra vista desfiLaban to bosques de los Urales, las estaciones y las co-linas. La via ferrea atravesaba espesos bosques y Mandels-

73

tarn no se apartO de Ia ventanilla en toda la noche. Era la tercera o la cuarta noche que no dormia.

El viaje 10 hicimos en vagonesy barcos repletos, pasába-inos largas horas en espera en estaciones builiciosas, ad-borradas de genre, pero en ningün sitio se prestO aten-ciOn a un espectculo tan insOlito como ci de un hombre y una mujer bajo la custodia de tres soldados. Nadie se volvia siquiera para mirarnos. Estarian, acaso, habituados en los Urales a semejantes espectáculos o temian, simple-mente, el contagio? jQuién sabeL. Lo más probable es que fuera la exteriorización de una especial etiqueta so-viética, a la cual se arlene firmernente nuestro pueblo a In largo de muchos decenios: silas autoridades los depottan, pot algo seth y yo nada tengo quc vet con ello... La mdi-ferencia de la gente dolla y atormentaba a Mandeistam: Antes daban Iirnosna a Ins presos y ahora ni siquiera los

rniran.... Me susurraba al oldo, con espanto, que ante los ojos de semejante muchedumbre podian hater cualquier cosa con el preso: matarlo, despedazarlo, sin clue nadie se inmutase, Sin clue nadie interviniese... Los espectadores se limitarian a volverse de espaldas, Para evitar un espcctácu-lo desagradable... Durante todo el viaje me esforce por captar alguna mirada, pero no lo conseguL - -

Tal yea sOlo en los Urales fueran tan insensibles? En 1938, vivi en Strunino, a cien kilometros y pico de Moscü; era un pueblecito textil en La linea férrea de Yaroslavl por la cual pasaban en aquci tiempo convoyes repletos de pre-sos. Los vecinos de la duefla de La casa donde yo vivia sOlo hablaban de esos convoyes. Les ofendia que les prohi-bieran compadecerse de los presos y que no pudiesen darles pan. Un dia, mi patrona se las ingeniO para tirar pot la ventanuca rota y enrejada del vagOn una chocolati-na que lievaba para so hija... iRara golosina en una misera farnilia obrera! El centincla la apartO de all! con La culata, al tiempo clue la Ilenaba de insultos, pero ella se sintiO feliz rodo el dia: ipese a todo habia conseguido ha-ter algo! Bien Cs cierto quc una de las vecinas comentO con un suspiro: .Más vale no meterse en esoL. Te harán la vida imposible.. iTc mandarin de comité en comité! ... . Pero mi patrona cestaba en casa, es decir, no trabajaba en ninguna pane y por eso no Ic tenia miedo al cornité de fábrica.

74

,Comprendera alguien de las generaciones futuras lo que significaba en 1938 esa chocolatina con un cromo in-fantil en ci asfixiante vagOn-jaula ileno de condenados? Esos hombres para quienes ci tiempo se habia detcnido y ci espacio quedo convertido en un calabozo, una celda, una garita, clue solo podian estar de pie en un vagón repleto hasta los topes dc mcrcancia humana medio muer-ta, rechazados, olvidados, borrados de la hsta de los vivos, sin nombre, ni mote, numeradas, sellados, enviados bajo recibo a Ia negra inexistencia de los campos, habian recibi-do, de pronto, ci primer rnensaje, ci primero a lo largo de muchos meses, de Otto mundo, ahora prohibido para elios: una barata chocalatina infantil que les decla que no estaban olvidados aün y que al otro iado de la cared aft vivIa gente.

Camino de Cherdin me consoiaba con la idea de que los austeros habitantes de los Urales temlan, simplemente, mirarnos y que cada uno de elks, de regreso en casa, contarla en on susurro a la madre, a La esposa, al padre, que habia visto a dos personas, un hombre y una mujer, custodiados par tres soldados que los conduclan a alguna pane del none.

El .calto

Comprendi que Mandeistam estaba enfermo desde La pri-mera noche, cuando vi que no dormia y estaba sentado en ci banco, con las picrnas eruzadas, escuchando algo muy atentamente. tOyes?, me preguntaba cuando nuestras miradas se cruzaban. Yo prestaba oldo, pero solo ola ci ritmico golpear de las ruedas y los ronquidos de los pasaje-ros. cTicnes mat oldo. -. nunca ayes nada,. El posela un oldo reaimente exccpcionai y captaIn Los más minimos ru-mates que a ml no me ilegaban; esta yea, sin embargo, no se trataba de oldo.

Durante todo ci viaje, Mandeistam estuvo escuehando aigo y, de yea en cuando, me comunicaba, cstremeciéndo-se, que La catastrofe se aproximaba, que habia que estar en guardia para no set sorprendidos y tener tiempo...

75

ComprendI que no solo esperaba la cjecuciOn final —yo tampoco In dudaba— sino que pensaba que se iba a pro-duck de un momento a otto 1 alli mismo, durantc ci viaje... qDurante el viaje? —le pregunté yo— Piensas, seguramente, en los veintiséis comisarios?. , çY por qué no? —me respondiO—. ,!Crees que Jos nuestros no son ca-paces de hacerlo?. Ambos sablamos que los nuestros eran capaces de cualquier cosa... Pero Mandelstam, en su locu-ra, confiaba en ganticiparsc a la muerte., huir, escabullir-se, y perccer, Pero no a manos de los que ftisiiaban. Es cu-noso que todos nosotros, tanto los dementes como los normales, jamis perdemos esa esperanza: el suicidio es aquei recurso quc tenemos en rescrva y creemos, inexpli-cablemente, que nunca es tarde Para recurrir a El. Y, sin embargo, iculma. gente clue se disponia a no entregarse con Vida a Ia policla secreta flue sorprendida en el ültimo instance!...

El pensar en esa ültima soiuciOn me consolO y tranquili-zO toda la Vida y muchas veces, en diversos periodos inso-portables de nuestra existencia, it proponia a Mandelstam ci suicidarnos juntos. Mis palabras suscitaban siempre un brusco rechazo per su pant Su argumento principal era el siguiente: cjQue sabes tü de In que aün puede ocurrir! La Vida es un don al que nadie tienc derecho a renunciart. Y, finalmenre, su (1itimo argumento y el más convincente Para ml: Por qué se it ha metido en la cabeza que de-bes set feliz?, Mandeisram era un set Ileno de amor por la Vida que jamá.s buscO el infortunio, Pero rampoco orientO so Vida en busca de la asi Ilamada felicidad. Para él esas caregorlas no existian.

Pero casi siempre me respondia con una broma: cSuici-darse? Imposible! eQu6 diria Averbaj? lSeria un hecho li-rerario positivo!. Y me decia también: .No puedo vivir con una suicida profesional!.. -. PensO por primera vez en el suicidio durante su enfermedad, camino de Cherdifl, como un recurso Para evitar ci fusilamiento que, a so

• La autora se refiere a los 26 com,sazios bolchcviques fusilados pot los ingleses en Bath ci, 1921. (N. de Ia T.)

• * El 'elate de Gueorgui Ivánov de que Mandeistam habia intentado suicidarse en Varsovia sicodo muy joven carece, a mi juicio, de wide fun-damento, al iguat quc ocros escritos de ese menioriaiista.

76

juicio, era inevitable. Fue entonces cuando Ic dije: •Muy bien site fusilan, asl te evitarân el suicidio... Y él, ya en-fermo, en pleno delirio, obsesionado por una sola idea, se echO a reir de pronto. .Y tU siempre lo mismo... A partir de entonces, y debido a las circunstancias de nuestra vida, volvimos a trarar de ese tema en reiteradas ocasiones, pero Mandclstam decia: cEspera... Ahora no... Veremos'. Y en 1937, le pidiO incluso consejo a Ajmátova, pero ella ic fallO: Sabe lo que barth entonces? Cuidaran aün mâs a Ins escritores e incluso darân un chalet a un Leónov cual-quiera. Qué necesidad ticne de ello.... Si en aquel en-tonces Se hubiera decidido a hacerlo, se habria librado de la segunda detenciOn y del interminable viaje en un vagOn-jaula hacia Vladivostok, al campo, al horror y a la muerte, y yo de seguir viviendo una vez desaparecido él. Siempre me sorprende comprobar lo dificil que le resulta al set humano cruzar ese fatal umbral. En la prohibiciOn cristiana del suicidio hay algo que guarda profunda rela-ciOn con la naturaleza humana: el hombre no toma esa decision aunque su vida suele sër mucho más terrible clue la muerte, como nos lo ha demostrado nuestra época. Y a ml, cuando me quede sola, me sostuvo siempre la frase de Mandelstam: çPor qué se te ha metido en la cabeza que debes ser feliz?, y también Ia respuesta del arcipreste Av-vakum a so desfalleciente esposa: çHasta cuando tenemos que andar aün asP. cHasta la misma rumba, esposa., y ella se levantO y siguiO caminando.

Si mis anotaciones se conservan, la gente, al kerlas, podrá pensar que las escribiO una persona enferma, hipocondriaca... La gente se habrá olvidado de todo y no creerá en ninglin testimonio. iCuintos en ci extranjero si-guen sin creernos incluso ahoral Y ellos son coetáneos nuestros, nos separa tan solo e1 espacio y no el tiempo. Mace poco lei un razonamiento muy sensato no sé tie quién: .Dicen que

air todos tenIan miedo. No puede set

que fueran todos, algunos In tendrIan, pero otros not... Es rational y lOgico pensar asi, pero nuestra vida no era, ni mucho menos, tan lOgica. Yo nada tenla tie esuicida pro-fesionab como decia en broma Mandeistam. Muchos eran los que pensaban en ello. No en vano la cumbre de la dramaturgia soviEtica flue una obra titulada eEl suicida....

Mi, pues, en el vagOn, bajo La escolta de tres soldados,

77

Mandelstam pensô en ci suicidjo por vez primera y eso signifIcaba en él una enfermedad. Era un hombre que captaba siempre los detalies más insignificantes de todo cuanto ocurria en torno suyo y su capacidad de observa-don era enorme. cLa atención —anotO en uno de sus borradores— es una virtud del poeta lirico. La distracciOn y la desidia son los subterfugios de la pereza lIrica,. Pues bien, camino hacia Cherdin, esa aguda capacidad de oh-servaciOn y su refinado oldo se volvieron en contra suya, echando lefla al fuego de su mal. En ci loco buliicio de la cstaciOn y de los vagones registraba constantemente cada menudencia y lo referla todo a su persona, No es acaso ci egocentrismo ci primer indicio de ]as enfermedades men-tales? Dc todo hacia una sofa deducciOn; ci instante fatal estaba prOximo.

En Sohkamsk nos hicieron subir a un camión para lie-varnos desde la estación al embarcadero. Seguimos un ca-mino forestal. El camiOn estaba repleto de obreros. Uno de elios, barbudo, con una camisa de color rojo muy oscu-ro y un hacha en La mano, Ic impresionO por su aspecto. cLa ejecuciOn —me Susurró— scM como en la época de Pedrox. Pero en ci barco, en ci carnarote individual que conseguimos gracias a 0sip, Mandeistam se rela ya de sus temores y se daba clara cuenta de que se asustaba de per-sonas que nada tenian de temibies, como, por cjcmpio, Jos mujiks de Solikamsk. Sc lamentaba de quc Ic dejarian serenarse, oividar y lo cagarrarlanb cuando menos lo espe-rase. Y asi fue como sucediO, Pero cuatro años más tarde.

En sus ataqucs de iocura, Mandelstam comprendia lo quc Ic esperaba, Pero cuando recobraba la iucidez perdia ci sentido de la realidad y se crela seguro. La genre dc psi-quc sana que vivia nuestra existencia cerraba sin quercr Jos ojos ante la realidad, para no consideraria una pcsadiila. Es dificil cerrar Los ojos, sc rcquierc un gran esfucrzo Para haccrio. Pero no vet lo que ocurre en torno tuyo no es, ni mucho menos, un acto simpiemente pasivo. Los soviéticos habian alcanzado un grado muy elevado de ceguera psfquica y eso ejercia un efecto devastador sobre toda sri cstructura espiritual. Hoy dia, ía generación dc los ciegos voluntarios va desapareciendo y la causa de ello es de lo ms primitiva: Ia edad. Pero, jquë han transmitido eHos por herencia a sw descendientes?

78

Cherdin nos alegré pot su paisaje y su aspecto general de antigua ciudad rusa. Nos Ilevaron a La Cheka y nos entregaron, juntamente con los documentos, at coman-dante. Osip le explicó que trala un pájaro raro pie se debla conservar sano y salvo. Creo clue se esforzó grande-mente pot hacerselo comprender al comandante, hombre que pot so aspecto recordaba a los policias del interior, y no exterior, que fusilaban y torturaban y que pot su cruel-dad, es decir como testigos de cosas que 110 SC podian con-tar, solian set enviados lejos. Me di cuenta de los esfiierzos de Osip pot las miradas curiosas y malevolas del dante y pot la facilidad con c lue obtuve su ayuda para la hospitalizacion. Habitualmente, segün me dijeron más rarde los deportados en Cherdin, él jamás ayudaba a los que llegaban con escolta... En el hospital nos destinaron una sala vacia, muy amplia, en La cual pusieron perpendi-cularmente a La pared dos chirriantes camastros.

Me habla pasado cinco noches sin dormir, vigilando al demente proscrito. En el hospital, agotada pot la intermi-nable noche blanca, quede sumida al amanecer en un sueflo inquieto, como transparente, a través del coal vela como Mandelstam, con las piernas cruzadas, desabrochada la chaqueta y sentado en el vacilante camastro, escuchaba atentamente el silencio.

Dc pronto —lo semi a naves del sueflo—, todo se desplazé: Mandelstam apareció sübiramente junto a la ventana y yo a 'su lado... Colgo las piernas fuera de la yen-tana y me dio tiempo de vet cómo todo El desaparecia. El alfeizar de La ventana eta alto. Extendi desesperada los brazos y lo agarrE por los homkros de la chaqueta. EL se desprendio de ]as mangas y cayô. 01 ci golpe de su cuerpo y un grito... La chaqueta quedó en mis manos. Gritando corn pot e1 pasiilo del hospital, pot la escalera y salt a la calle. Las enfermeras se precipitaron tras de ml. Encontra-mos a Mandelstam sobre un montén de tierra preparada para un macizo de flores. Yacla hecho un oviLlo. En me-dio de insultos se lo Ilevaton escaleras arriba. Me insulta-con a ml, principalmente, pot no haberle vigilado mejor.

LIege cottiendo la doctora, toda despeinada y furiosa; lo examine rapidamente y dijo que se habla dislocado el brazo derecho, que todo lo demis estaba bien. Tuvo suer-te. Se habla tirado desde el segundo piso de un viejo has-

79

pital que pot su akura equivalla a tres modernos, per Ic inenos.

Aparecieron de pronto numerosas enfermeras y mEdi-cos. jSabe Dios quiEnes eran! Mandeistam yacht en ci suelo de una habitacion compietamente vacia que se Ha-main sala de operaciones, luchando con los hombres que Ic suetaban mientras la doctora Ic encajaba ci hombro sin dejar de proferir insultos, lo pie hacia las veces de aneste-sia. El aparato de rayos X no firncionaba, ya que en la Epoca de las noches blancas se paraba ci generador en aras de la economla y ci electricista se iba a descansar. Por esta razón, la doctora no se percató de que tenla rotura de hü-mero (sin desplazamien to) Esa fractura se descubrjo mucho más tarde, en Voronezh, donde tuvirnos clue re-currir al cit-ujano porque el brazo no funcionaba, Man-deisrarn estuvo macho tiempo trarândose y sOlo en parre recobro ci movimiento del braze; no podia levantarlo para colgar ci abrigo, per ejemplo. Eso lo hacla con la mano iz-quierda.

Despues del saito nocturno, Mandeistam se apaciguO. Y asi Ia dijo en su poesla: 'tUn salto y ci juicio recobré,.

Cherd/n

Sin afeitar, casi cubierto el rostro per una barba biblica, paso Mandeisram dos semanas en ci hospital de Cherdin, fijando en todo una mirada concentrada atenta y extraija. menre lucida. Creo que jamás tuvo una mirada tan atenta y serena como en aquei periodo de su enfermedad. No se asustO at vet a unos mujiks tan barbados como €1 que Va-gaban por los pasilios del hospital. Segün me dijo más tar-de, Ic ayudo a no temeries la experiencia de Soiikamsk: elan mujiks y nada malo debla esperar de ellos... Los otros. son de Un aspecto compietamente distinto... Los

mujiks tenian unas ülceras puruientas, mal curadas y los trataban con los mismos mEtodos primitivos que a Man-delstam. Manrenfan entre sI ientas charias y sonrelan sin cesar. En Ia conducta humana hay muchas cosas inexpli-cables: jamis pude comprender esa media sonrisa. Mis

80

sencillo era explicar las ülceras: ci traslado en condiciones monstruosas, trabajos de increlbie dureza, golpes... Una mujer delgadita, con todo ci aspecto de una revoluciona-na del siglo pasado, también deporrada, que cumplia en ci hospital las funciones de encargada de la ropa —ella consideraba que habia tenido una suerte extraordinaria con ci trabajo— decia quc estaba dispuesta a sacnificar su vida pot esos mujiics y Mandeistam por esa frase compren-dió qué tipo de persona era.

No recuerdo el nombre que daban alli a esos barbudos. Emigrantes? Desplazados? Recuerdo bien, sin embargo,

que estaba prohibido liamarles antiguos kulaks, No nos gusta Ramat a las cosas por su noinbre. Los barbudos de las ülceras puruientas ha tiempo ya que reposan en sus rumbas. Jamás se its menciona en ninguna pane. ,Tene-inos miedo, acaso, de rozar esas Ilagas?

En aquel entonces, en Ins lejanos lugares de exilio y en los cainpos de trabajos forzados se conservaba todavia el espiriw de camaradeda y de ayuda mutua. Fuera de aili habian acabado con ello hack ya mucho tiempo. Cherdin vivia con sus tradiciones y la encargada de la ropa se inte-resô vivamente por nosotros. Insistió en que comprase bo-tas de piel para ci invierno —luego senia imposible conseguinlas— y en que cuitivase un huerto para poder subsistir. A Ins deportados se les asignaba una pequefla parcela de tierra para ci huerto, pero la habitacion tenian que alquilarla. En Cherdin, como en todas panes, habia crisis de vivienda y los exiliados tenian que cobijarse en rincones. Acompanada de esa mujer visité a un hombre de piernas corns que habia sabido instalarse bastante bien: por medio de cortinas de pana separó un rincén de una habitacion y construyó éI rnismo unos estantes que Ilenó de libros de Marx y Engels. Tras esas cortinas vivIa con su mujer y ambos se presentaban cada tres dias en La comandancia para registrarse. Mandelstam tambiEn tenia que hacerlo, aunque estuviera en ci hospital. Le entrega-ron un papel que no podia servir de certificado de resi-dencia y cada tres dias el comandante estampaba en €1 su sello. Los deportados de Cherdin temian que ci comandan. te se Ic ocurriera mandarnos a otra pane de la region. Pro-curaban clue no quedase nadie en Chendifl, que era centro regional. ,Consideran que y,2-'iomos demasiados aqul....

81

Pero, ticnen detecho a hacerloh, pregunté yo, tras ha-berles explicado que ci lugar de residencia fijado Para Mandeistani era Cherdin y no el distrito.. cEstin ustedes en sus manos y los puede enviar a donde Ic de la gana. No hare mis clue echar a la gente fucra de la ciuclad.... A principios de la Primavera habia aill muchos mis Politicos, Pero todos fueron enviados a la campifia donde, a cxcepción del trabajo flsico, no habia posibilidad de conseguir ningfln otro. tY habia entre ellos camaradas muy enfermos., me dijo la encargada de la ropa. En las condiciones del destierro y del campo, la palabra ccamara-da, adquiria un sentido especial, quc en el mundo hbre se habia Perdido hacla mucho tiempo ya.

El marido de esa mujer discutia constantemente con el marxista de las piernas cortas que vivia tras las cortinas de pana. Fran los restos de los partidos vencidos, su periferia, y las discusiones habian comenzado ya en la clandestini-dad zarista. Las esposas se ocupaban mIs bien de la economia domestica y del trabajo clue de las discusiones; era evidente que echaban mucho de menos a los hijos. Las dos parejas hablan dejado a sus hijos en casa de unos pa-rientes. .jQUé tal les Iri!x, suspiraban las madres, Pero no se decidian a llevarlos consigo. iNosotros estamos condc-nados, que vivan elks al menos... Imaginaban con men-diana claridad su propio futuno en caso preciso los liquidarlan en el acto o bien les harlan pudrirse en on campo. cTaI vez la situaciOn mejore., dijimos en una oca-sión al marxista. .jQuii! —nos respondio—. Ahora es cuando empieza a intensificatse,. No lo crel. Pense: es cornpletamente lógico que sean tan pesimistas con rela-ción al futuro: su situación no es Para estar optimistas. - - Pero no es posible que se continue como ahora eterna-rnente... Durante mi larga vida tuve muchas veces la sen-sación de quc hablamos llegado al limite y que pronto ocurniria eso que yo liamaba mejoria.,. Nadie quiere re-nunciar a las ilusiones.

Los deportados de Cherdin me tranquilizaban respecto a Ia salud de Mandelstam. Todos salen asI de alli, Pero luego se recuperan... Por qué asP., preguntaba yo, pe-ro nadie sabia explicirmelo. •dTambién antes ocurniâ eso? Ellos, que habian padecido en las circeles zaristas, podrlan decirmelo, explicarme de qué se trataba... Se li-

82

mitaban a decirme que antes ci hecho de set detenido no influla as1 en la psique, pero que no debia preocuparme; eso pasaba sin dejar huella... La enfermedad solia durar

de dos a tres meses. Lo fundamental era mantener La dis-ciplina interna: no pensar en ci futuro que nada bueno auguraba Teniamos que aprovechar Cherdifl coma si fuese la üitima tregua; no esperar nada y estar dipuestos a todo. En eso radicaba el secreto del equilibria.

Me suplicaban que me resignase a nuestro destino y que no gastase mi tiltimo dincro en mandar telegramas. Todos los deportados, atOnitos pot la fantástica peripecia sufrida pot ellos cdentro,, empiezan pot bombardear al gobierno con telegramas y protestas. Ninguno recibiO jamás una respuesta. La experiencia de mis nuevos amigos era in-mensa: habian recorrido diversos lugares de exilio y cam-pos de trabajo forzado a In largo de cliez aflos, al principio pot separado; más tarde los matrimonios lograron reunir-se. Recuerdo aI viejo G. medico provinciano. Lo encontrE a principios de La década de los alias veinte en Moscü; vi-no para .gestionarx, pero no consiguiO nada. cNo queda nadie —me dijo—, han desterrado a todos, incluso a Mi-ha, hasta a Kolia * .,. Me citaba los nombres de sus hijos y nictos adokscentes: cjamás habia ocurrido estoE -. El viejo sabia que en los tiempos de antes, cuando el hijo mayor era desterrado, cosa que ocurria con bastante frecuencia, le mandaban inmediatamente a los nictos. La detenciOn del hijo no afectaba a ningün miembro de La familia: to-dos quedaban en tibertad y vivian donde mejor Its parecia. EL vicjo fue a MoscU con ci propósito de recuperar a alguno de los menores de edad, pero no consiguiO nada.

Hable a mis amigos de Chcrdifl de la formula: .Aislar, pero conservar ' , les preguntC qué podia augurarnos, se atreveria ci comandante a expuisarnos de la ciudad y man-darnos a vivir en condiciones más duras todavia? No con-seguiriamos, gracias a ella, unas condiciones de vida más faciles, un tratamiento medico adecuado? Ellos In ponian en duda... Muchos conocian personalmente a Ins que de-tentaban el poder, incluido Stalin. Tuvieron ocasiOn de tratarlos unto en la clandestinidad zarista coma en ci des-cierro. Cuando les mandaron al destie4ro se les dijo que se limitarian a caislarlos, pero que procurarlan •crearles Las condiciones' nccesarias pan clue pudiesen vivir y

83

trabajar... Esta promesa, sin embargo nunca se vio cumplida y las numerosas cartas y peticiones que enviaban al gobierno desaparecian sin dejar huella. El aislamiento no significaba .consex-vación, sino ci más vulgar cxterrni-nb a La chita callando, sin testigos y en ci cmomento mâs adecuado,... En, lo ünico que podian confiar era en su propia resistencia y disciplina. Renuncia a la esperanza, cspera la muerte y no pierdas la dignidad humana. Con-servarla resultaba dificil; era preciso concentrar pan ello codas las fuerzas, y eso se aprende con la experiencia y un anilisis objetivo de la situación. -. Asi nos aconsejaban ha-cer las personas que hablan adquirido esa experiencia an-tes que nosotros. Pero a nosotros nos parecia que no eran del todo objetivos en su pesimisrno. Su destino les obliga-ba a vet todo inciuso involuntarianlente con tintas dema-siado oscuras. ?Podian significar, acaso, el fin los tres afios de destierro en Cherdin? Todo se arreglaria, mejoraria la situación y la vida acabarla pot veneer...

El set humano SC aferra siempre al mks mmnimo desrello de esperanza; nadie quiere despedirse de las ilusiones; mi-rar de frente la vida, la realidad, es muy dificil. Un análi-sis sereno y unas deducciones serenas exigen un esfuerzo realmente sobrehumano. Hay ciegos voluntarios, Pero entre aquei!os quc se consideran videntes, ,quedan, acaso, muchos clue no sólo miran sino que Yen? Mejor dicho, que no deforman un poco lo que yen pan conservar las ilusiones y Ia esperanza... No será eso, quizãs, lo pie explica nuestra vitalidad?

A mis amigos de Cherdin les quedaba tan solo un obje-tivo: conservar su dignidad humana. Para ello renunciaron a toda actividad: se condenaron voluntar jarnente a un aislamienro total, teniendo como perspectiva su prOximo fin. Sc traraba, sin duda, de una especie de resistencia pa-siva, Pero en comparaciOn con ella la lucha que se conoce bajo este nombre y se utilizaba en la India, es una lucha politica acrivisima... En cierto sentido habian tornado el camino del auto-perfeccionamiento propuesto antaflo pot Ids .vejovtzi. * y que ellos rechazaron entonces con indig-naciOn Pot otra pane, no podian hater otra cosa. Lo 6i-

• Seguidores de Ia linea ideolôgica de Ia revisra .Veji. (Jalones), contraria a Ia preconizada per Lenin. (N. de la T.)

84

co que les quedaba era la posibiiidad de auflar, aullidos que, pot lo demas, nadie habria oldo.

Pot verdadera casuandad liegue a conocer ci destino de La encargada de ropa del hospital de Chcrdiñ. Fue des-terrada a Kolyina y contó a otra leningradense, alit des-terrada, la enfermedad de Mandeistam. Dcspués del saito, siguió esperando ci fusiiamiento, pero ya no pretendia sal-varse pot la huida. Pensaba quc sus asesinos vendrian a una hora determinada y los esperaba temeroso e inquieto. En la sala que ocupabamos en ci hospital habta un gran reioj de pared. Mandeistam confeso que esperaba set eje-cutado a Las seis de la tarde y la encargada de Ia ropa me aconsejó quc, sin set vista, adelantase la agujas del reioj. Ast lo hicimos y éi no sufrio la crisis de excitación y miedo al acercarse La hora fatal. cMira —le dije yo—, di declas que a [as seis y ya son las siete y cuarto * ... Por extrafto que pueda parecer, el engaño fuc un exito y los paroxismos re-iacionados con La hora no voivieron a repetirse.

La deportada de Cherdift recordaba muy bien este hecho y se lo contó a su vecina de barraca. E. M. Taguer, escritora de Leningrado. Después de rodar veinte aflos pot diversos campos de trabajo, E. Taguer fue rehabilitada y despues del XX Congreso regresO a su ciudad natal. Le dieron on apartamento en la misma casa donde vivia Aj-mátova y alit nos vimos. Y yo, que también habta sobrevi-vido por casualidad y que habia conservado la memoria, reconocI en la persona que conto el episodio del reloj a mi amiga, la encargada de la ropa del hospital de Cherdifl. La casualidad se prendia de La casualidad para que yo pu- dicta anotar en esta hojita —,liegará a set leida aigün dIa?— que las más pesimistas previsiones de los deporta-dos de Cherdin resuitaron set citrus. Mi anénima herma-na de Cherdin murió de pura extenuación en Kolyma... No pude averiguar de ningün mock la suerte de sus hijos a los wales renunció para que cellos, al menos, vivieran... eflabrân conseguido evitar la suerte que habi-tualmente sufrian los hijos de los deportados y condena. dos? O bien habrin pagado tambien ellos en carceles y campos pot sus padres, que trataron de conservar la digni- y dad humana? Y, finalmente, jconservarian elios, los hi-jos, esa dignidad humana clue tan cara costó a sus padres? Eso no Lo se y no lo sabre jamás.

85

Alucjnacjones

Paseábamos pot Cherdifl, hablabamos con la genre, dorrniamos en el hospital y yo habia dejado ya de tenerle miedo a la ventana abierta. SOlo su brazo en cabestrillo me recordaba la prirnera mañana (no seria más bien una noche blanca?) y de cOmo quedo en mis manos la cha-queta vacia. Cuando en 1938, los chequistas se lo Ilevaron de nuevo, en mis manos volviO a quedar una chaqueta vacla; en la prisa se olvido de llevársela.

Varios dIas de perrnanencia en Cherdiñ serenalon a Mandelsram; la crisis pasO, pero Ia enfermedad, pese a ello, continuaba. Segula esperando la ejecuciOn, pero su psique sufriO un viraje que le hizo volver a La realidad. Después de lo ocurrido con el reloj me dijo que no se podria evitar la ejecuciOn, eso era evidente, que de todas formas no habia tiempo para nada, incluso suicidarse no resultarla fâcil. cYa que en caso contrario nadie caeria en sus garras....

El estado de excitaciOn habla pasado, pero las alucina-ciones auditivas segulan atormentandole. No las percibla como una voz interior, sino como algo impuesto desde fuera y totalmente ajeno a el. Ia en Cherdin, hablaba de ellas con toda objeuvidad, trataba de explicârselo y comprenderlo. Me decia que las voces que escuchaba no podian provenir de dentro, sino de fuera: no era su lexico. .Eso no lo podrIa haber dicho ni siquiera mentalmento, tai era su argumento en favor de la realidad de esas voces. Su capacidad de anâlisis le estorbaba en cierto sentido pa-ra luchar contra esas alucinaciones. No podia creer en su origen interno pues consideraba quc las alucinaciones reflejaban de algün modo el mundo intimo del enfermo.

cNo seth algo de iii subconscientc?., le preguntaba yo. Pero €1 insistia tercamente que su csubconsciente, era muy distinto, que ese procedia cde fuera. clncluso el temor es distinto,... Mandeistam se descubria tanto en sus poeslas que para ml, al menos, habla en El muy pocos lugares os-curos, digo clugares oscuros con toda intenciOn porque a su manera era un hombre reservado y habia temas que ca-si nunca tocaba. Pot ejemplo, jamás descubrIa ci curso de sus asociaciones poéticas, no comentaba sus versos, habla-

86

ba con parquedad de las cosas y personas clue más queria, de su madre, por ejemplo, de Pushkin... Dicho de otro modo, habia una esfera a la cual Ic parecla casi on sacrile-gio referirse. Y en este sentido justamente hablo de la re-serva de su carácter. Pero no era una persona de pensa-mientos, sentimientos y sensaciones reprimidos, más bien a! contrario... Ademis, vale, acaso, la pena hablar de .represiones' cuando la enfermedad es producida pot una reacción muy fuerte ante la realidad?

.De quién es, pues, ese léxico? zQuién te dice esas pa-labras?., Ic preguntaba yo, Pero él no podia definirlo con exactitud. Tat vez fuera de aquellos que lo Lievaban por los pasillos de la circel interna Para los interrogatotios nocturnos. A veces se hacian guiflos, chascaban Ins dedos (gesto sixnbólico que significaba 4iquidar1o), al tiempo que intercambiaban algunas replicas amenazadoras. No debemos olvidar que procuraban con toda su conducta amedrentar a los reclusos. Ellos, por decirlo as!, colabora-ban con los jueces de instrucción y eso lo sabian todos cuantos estuvieron en la circel interior. Mandelstam recor-daba con frecuencia la voz del hombre que Ic dejó salir de las 4puertas de hierro de la GPLJx. Mandeistam lo llama-ba comandante, Pero tal vez no fuera más que uno de Los guardianes; no pudo ver at que lo soltó, porque se hallaba dentro de La cabina del ccuervo,, como Se Ilamaba enton-ces al coche celular por su color negro, Pero oyó que al-güien comprobo la documentaciôn en el interior antes de franquear ci Paso al coche; Ia voz, lo mismo que todo el ritual, le habia producido una gran impresión. Pero In principal fueron Ins discursos del juez de instrucción con su ccritflen y castigo...

cLas VOCCS —me dijo en cierta ocasiôn— son como una 'cita seleccionada" de todo cuanto La frase ccita seleccionada* pertenece a Andréi Bely, quien decia quc se representaba a cada auwr no en forma de citas sueltas y exactas sino en La de Una cita eseleccionada. general, que venia a set la quintacsencia de sus ideas y expresiones.

Para comprender cómo se orientaba Mandeistam en la

Los organismos de seguxidad ban renido diversos nombres a to largo de los anos. Cheka, OSPIJ,GPLJ, NKVD, MVD, MGB Su nombre acrual Cs KGB. (N. de Is T.)

87

realidad circundante, Ic pregunté si oh las votes de los soldados de la escolta, de Osip, por ejcmplo, o de los mu-jiks que estaban con nosotros en ci hospital. Mandelstam se indigno: Ins de la escolta eran simples mozos campesi-nos a quienes SC 'Cs habia encomendado un terrible servi-cio, gsjn comerlo ni beberlo., y a los campesinos acusados de set .kuaks los habla tornado pot In que eran en la tea-lidad, 'La genre corriente no puede ni dccii eso ni pen-sarlo.... La •gcnte corriente, y aquellos que conoció dcntro Ic parccian los polos opuestos. Mas de una yea,

tanto en Chcrdin corno despues, me decia: oNo it pucdes ni imaginar córno Son Ins que están alli dentro,... Pew, al mismo tiempo, establecia una clara diferencia entre ía guardia exterior y algunos jefes, que tuvo ocasión de cono-cer en Voronezh, del aparato especifico que trabajaba por las noches. Los primeros fueron elegidos de acuerdo con ci tipo del militar corriente, en cambio los de cdentro, eran completaniente distintos: .Pan trabajar allI hay que tenet vocación: una persona corriente no podria soportarlo..., En Cherdin clasifico a una sola persona como pertenecien-te a la categorla del cinterior,: al comandante. Y en ello coincidio con la aprcciación de los deportados, que nos hablan prevenido de que tuviéramos cuidado en nuestro trato con ci cornandante y procuráramos ser poco vistos por ei. *Solo Dios sabe in que se le puede ocurrir.. Habla combatido en la guerra civil. cSiemprc se gula pot su ins-tinto de clase., me dijo con terror el marxista de las pier-nas cortas, ty eso no conduce a nada bueno; jam&s se puede adivinar a qué puede irnpulsarlo.. El pobre marxis-ta dependia por entero de ese hombre, trasiadado a La pe-riferia por sus arbitrariedades. El horror instintivo quc Mandclstam Scotia por él estaba plenamente justificado.

Mandeistam oh groseras voces masculinas que Jo ame-nazaban, que analizaban su crimen, enumerando toda suerte de castigos, que empleaban el léxico que usaba nuestra prensa durance las campañas denunciadoras de Stalin, oh cerribles insultos, se le reprochaba haber sido la causa de la perdicion de tanta gente por haberles ieido su poema... La voz enumeraba Ins nornbres de esas personas como reos de un préximo proceso y clamaba ajaconcien-cia del clue fue culpable de su perdicion. Pot extraflo que parezca la palabra cconcicnciab habia dejado de usarse pot

88

completo, no se empleaba ni en periódicos ni revistas, ni en La escuela, porque su función era cumplida pot ci tins-tinto de das& al principio y Luego tpor ci bien del Esta-do. Esa palabra, sin embargo se habla conservado y fun-cionaba tdentro' . A los reciusos se les amenazaba constan-temente con los tremordimientos de conciencia. Kuzin contaba que cuando lo Ilamaron air, exigiendoie que fuese cchivatob, pan convencerlo lo amenazaron con la detenciOn, con diuicuitades en el trabajo, con hacer circu-lar rumores entre sus amigos y compaheros de que era agente secreto, pero también con los tormentos de su con-ciencia por las calamidades que acarrearia a su famiiia en ci caso de renunciar a la propuesta de los organismos de seguridad... Esta paiabra, que ola en sus alucinaciones en so contexto especifico, demostraba a las clans que el on-gen de ellas habia que buscario en Ins interrogatorios noc-turnos. Mandeistam no invento ni extrajo de las esferas os-curas de su conciencia ci .proceso ' y la lista dc Ins incuipa-dos en La conjura contra Stalin. El juez de instrucción se refiriO a este tema delante de ml, explicando clue no tini-ciaba la causa por ordenes superiores Unicamente. A con-tinuación hizo una pregunta retérica: qué otra cosa puede explicar semejante conducta Si no una conjura?... Nuestra realidad superaba la imaginación mâs audaz y de-mcntc.

Cuai es, en épocas como Ia nuestra, la linea divisoria entre la normalidad psiquica y La enfermedad? Tanto ei como yo pensabamos en lo mismo, pero estos pensamien-tos excitaban so imaginación: no sOlo pensaba, sino que se imaginaba ci catiz que podia tomar todo... A veces, en medio de la noche, me despertaba y me decia que Ajmá-tova estaba detenida y clue en aquel momento La lievaban al intcrrogatorio. çPor qué lo crees?., tMe lo parece... Paseando por Cherdifl, buscaba pot los barrancos ci cadi-ver de Ajmãtova... Era la demencia, naturalmente... Yo, en cambio, recobrada del Lctatgo que se apodero de ml en ci vagOn, me pasaba las noches sin dormir, tratando de adivinar quién de nuestros familiares y amigos habla sido ya detenido y de qué se les acusaba. . - Menos mal si era de no habernos denunciado, pero podian incuiparies de lo que ies dicta la gana... Serla una locura, e incluso una ca-nallada, creer al juez cuando nos dijo que tno iniciaba la

89

causa' . Me acordaba del caso de Adalis, per ejeinplo, que renuncjó a su marido, hombre del todo inocente Pot ha- ber creldo en las palabras del juez.

Estaba tambiEn yo enferma cuando en mis noches in-somnes me imaginaba interrogatories y torturas .—por en-tonces psicologicas, de esas que no dejan sehales de tortu-ra en ci cuerpo— de todos nuestros amigos? No, yo nat tenfa de enfcrrna: toda persona normal en mi lugar sufriria lo mismo y tendria esos mismos pensamientos. ?Quién de nosotros no se ha imaginado alguna vez en ci despacho del juez? Quién de nosotros, por los motivos ms fátiles, no ha inventado respuestas a las preguntas que imaginaba IC scrian hechas? No en vano cscribio Aj-mátova Ins siguientes versos:

AIM, detris de las alambradas, en el corazón de Ia taiga profunda, lie van mi sombra al intetrogatono...

Mandeistani era, sin duda, hombre de extremada sensi-bilidad y muy excitable, más sujeto que otro a traumatis-mos. Sus reacciones ante los estimulos exteriores siempre eran muy intensas. Pero, hacia falta acaso tener esa sensi-bilidad tan extrema pant set quebrantado por una vida se. mej ante?

Sc supone que los enfermos deben set curados y, per consiguiente, exigi un examen mEdico. Pero la doctora, que era al mismo tiempo la directora del hospital, se negô en redondo. Sus respuestas me hicieron recordar Ia frase de Osip: cEstá prohibido.... Yo insistia, ella evitaba hablar conmigo, me respondia de mala manera, hasta quc un dIa, ya cansada, me dijo: QuE quicre que yo Ic ha-ga? Todos Began de 4 'alli" en ci mismo estado....

I-labia conservado la vieja idea de que un hombre de-mente no podia set deportado y calificaba a la doctora de verdugo por su indiferencia. Pero no tardE en darme cuenta de que los barbudos mujiks la trataban bien. (No temetas con ella —me dijo uno de ellos—. Qué puede hater ella? i Nada en realidadl... çQuE tal persona es?., preguntE. •No es peor quc otros, me respondieron los barbudos. En efecto, no en todas las circunstancias se pueden poner de maniflesto altas cualidades morales. Acabé pot darme cuenta de que era una doctora provin-

ciana corriente. No habla tenido suerte. Fue enviada a un shio donde Ilegaban los de callib y pot esta razón debla estar en continuo contacto con los organismos de seguri-dad y cactuar de acuerdo con las instrucciones ' . Fuc en-tonccs cuando aprendio a morderse la lengua y a no in-rniscuirse en las disposiciones de los jefes. Sc pasaba dias enteros curando las purulentas liagas de Los barbudos, Los renla, insultaba, Pero los atendia en La medida de sus fucrzas y a ml me dio on buen consejo: no insistir en que Mandeistam fuera enviado a consulta médica a Perm ni dejarle en ninguna clinica. cEso se Its pasa, Pero si to in-terna, acabarãn con él. Ya sabe cOmo son esos sitios... AceptE so consejo e hice bien: ieso. SC 'Cs pasa en cfccto... Pero me gustaria saber cômo se llama cso' en medicina, pot qué afecta a tad cantidad de encausados, qué condicioncs hay Adentrop para que haya esa cantidad tan rnasiva de afectados. Vuelvo a repair quc Mandeistam era una persona sumamente excitable, propensa, tal yea, a enfermedades psiquicas, Pero a ml no me sorprendia so enfermedad, sino el hecho de que todos cuanros tratC en Cherdin me hablaban del catheter masivo de esa dolencia. Y las personas que conoclan las carceles zaristas, que nada tenlan de humanas, confirmaron mi conjetura de que los detenidos dc aquel entonces se mantenian con mayor en-tereza y quc su psique se conservaba incomparablemente mejor -

Muchos aflos mis tarde, en un tren que iba at este, fui compaflera tie vagón de una joven doctora destinada al hospital de un campo de trabajo. Los tiempos ya no eran terribles, corria et año 1954 y la joven se franquco conmi-go: ,QuC podia hacer para salvarse dc it?... iA donde de-Ma acudir?... Era imposible seguir soportando... cLo peor de todo es que no se puede hater nada... ,?Qué pinta aLL1 el medico? Escribimos to que nos ordenan... Hacemos to que nos ordenanx.. Ya en aqueL entonces sabia con cute-za que ningün medico era libre y que muchas veces se velan obLigados a obrar en contra de so Crica profesional cuando, pot ejemplo, negaban el certificado de enferme-dad, de invalidez, etc. Aunque, zpara qué mencionar a Los medicos? Todos nosotros hacemos solo aquello que nos ordenan. Todos vivimos de acuerdo con las cinstruccionesp y ante eso no hay que cerrar los ojos.

91

La profesien y la enfermedad

Creo quc Las alucinaciones auditivas son para ci poeta una especie de enfermedad profesional. -

Cuentan rnuchos poetas que La poesia nace del siguien-te modo —eso Jo dice tanto Ajmatova en ci Poema sin héroc * , como Mandelstam—: Suena en sus oldos una frasc musical insistente, al principio inconcreta y luego precisa, pero todavia sin palabras. En mks de una ocasión fui tcsti-go de cémo trataha Mandeistam de librarse de esa melodIa, de escapar de ella... Movia la cabeza como Si pu-diera sacudIrsela de encima igual que si fuera una gota de agua que hubiera penetrado en su oldo durante el baflo. Pero nada podia acallaria: ni ci ruido, ni la radio, ni las conversaciones mantenidas en la misma habitacion.

Ajmátova contaba quc cuando Ic cllcgó ci poema antes mencionado estaba dispuesta a todo con tal de librarse de él: se puso incluso a iavar La ropa, Pero no consiguiO nada.

En alg-fin instante, a través de la frase musical, brotan de pronto ]as palabras y comienzan entonces a moverse los labios. Supongo que entre ci trabajo del compositor y ci poeta hay algo de comUn, y la aparición dc las palabras constituye ci momento critico que separa esas dos formas de creación.

A veces, Mandeistam ola la frase musical durante ci sueño, Pero al despertar no recordaba los versos sonados.

Yo tenla la impresión de que Los versos existlan antes de set compuestos (él jamás decia cescritosi.. Primero los componia y luego los anotaba). Todo ci proceso de la composition consiste en captar con suma atención y dat a conocer lo ya existente —La unidad armónica y rational que ellos captan no se sabe de donde— y que van plas-mando poco a poco en palabras.

La Ultima etapa del trabajo es Ia expurgación de las pa-Labras casuales en la poesia, que no figuran en el armónico todo quc existe antes de ser plasrnado. Estas palabras ca-suales se introducen por la prisa de tapar un hueco cuando surge el todo. Quedan atascadas y su eliminacion supone tambien una difIcil labor. En la ultima etapa se produce ci proceso doloroso de escucharse a si mismo en busca de aquella objetiva y absoiutarnentc exacta unidad que se ha-

92

ma poema. En ci poema cConserva mi palabra. ci ültimo epiteto puesto fuc cscrupuioso' (el aIquitrán del trabajo). Mandeistam decia, lamentandose, que necesitaba una de-finición mãs exacta y parca, al estilo de las de Ajmátova. EIIa es la Unica quc sabe hacerlo ' ... Diriase que esperaba

so ayuda. Observe en su labor poética dos .suspiros de hberación*

y no uno. El primero cuando aparecen en la estrofa a la linea las primeras palabras y otro cuando la palabra exacta expulsa los vocablos casuales, intrusos. Entonces ci proccso de escucharse a uno mismo, ci proceso que abona ci terre-no para ci dcsarrcglo del oldo interno, para la enfermc-dad, se detienc. El poema se desprende de so creador, de-ja de zumbar en su oldo y atormcntarlc. El poscso se sicn-tc libcrado. Jo, Ia pobre vaca, consigue huir de la abeja.

Si ci poema no se desprende, decia Mandelstam, signi-fica quc algo en éi falla o que .tiene aUn algo oculto, Cs

decir, quc hay un brote fertil del clue pretende salir un nuevo germen; dicho de otro modo: ci trabajo no cstá ter-minado.

Cuando la voz interna se acaliaba, ardia en deseos de leer a alguien sus nuevas poesias. Yo no Ic bastaba: habia asistido tan de cerca a sus busquedas, que tcnia la sensa-ción de quc tambiCn yo habia oldo la melodla. A veces, inciuso, inc reprochaba ci no haber oido aigo. Durante ci Ultimo periodo dc Voronezh (poesias del Segundo y Ter-cer Cuaderno) ibamos a la casa de Natasha Shtempei o bien invitabamos a Fedia Marana, tin agrônomo de aspec-to simiesco, pero hombre de In más encantador y puro, cuyas csperanzas de set violinista Sc vieron truncadas cuan-do de joven sufrio un accidente en una mano. Habia en Fedia aquella armonia interna que distingue a las personas que saben escuchar müsica. Era la primera vez que trataba a un pocta, pero su sentido musical lo convertia en un oyentc más preparado que muchos especialistas.

Diriase quc la primera lecrura culmina ci proceso de creación poética y ci primer oycnte viene a set patticipante del mismo. Los primeros oyentes de Mandeistam, a partir de la decada de los afios treinta, fueron Boris Sergueievich Kuzin, bióiogo, a quien dedicó ci poema cA La Iengua aiemana., y Akxandr Marguliss; en realidad fuc Este quien difundió las poesias dc Ins dos primeros cuadernos. Mar-

93

gulls se aprendia las poesfas de memoria o bien se hacla una copia y Se las recitaba a sus amigos y conocidos, cuyo nümero era incontable. Mandelstam compuso infinidad de •marguletos, poemas dedicados ai propio Margulis, que deblan comenzar con las palabras 4131 viejo Margulis y 5cr obligatoriamente aprobados por el propio destinata-rio. Mandelstam afirmaba que ci mIsero viejo Margolis (que en aquel entonces no pasaba de los treinta ahos) alo-jaba en su casa a un viejo todavia mIs misero, a quien mantenia oculto. El propio Margulis era un aut€ntico hombre-orquesra; sabia silbar las sinfonias mis complica-das. Es una pena que se hayan perdido los marguletos mejores que trataban de cómo el cviejob ejecutaba en Ins bulevares de Moscü a Beethoven. Margulis se casó con la pianista Izajantzin, excelente intérprete de Scriabin. Mar-gulls aniaba la poesia, la rnüsica y las novelas de aventu-ras. Me contaron que cuando agonizaba en un campo del Extremo Oriente, contaba a Ins presos por delitos comunes toda clase de fantasias y aventuras y elks, agradecidos, Ic tralan mks comida.

Entre sus primeros oyentes figuraba tambien Liova Gu-miliev, que habla vivido con nosotros durante ci invierno de 1933-34. El comienzo del Primer Cuaderno de Voro-nezh se lo leyo a Rudakov, desterrado allf juntamente con Ins aristócratas de Leningrado; Rudakov, sin embargo, no tardo en regresar.

Lo cierto es que todos los primeros oyentes de Mandels-tam, a excepción de Natasha, tuvieron un sino trigico: sufrieron ci destierro y la circel; Fedia, por ejemplo, estu-vo preso mks de un aflo en tiempos de Ezhov, lo Soportô todo y no firmó nada, gracias a lo cual estuvo entre los aforrunados que recobraron la libertad despues de su caida. Salió de esa prueba destrozado y enfermo; durante la guerra volvió a set deportado por haber nacido casual-mente en Viena, desde donde lo Ilevaron a Kiev a las tres semanas de edad.

Pensando logicamente cabria Suponer que si los prime-ros oyenres de Mandeistam fueron represaliados, alguna relacion tenia clue haber entre sus causas. Pero la verdad CS que no habia nada de comün enure elks. Kuzin tuvo sus •malentendidos., aun antes de que nosotros lo cono-ciéramos, en relacion con la causa de los biologos. Fue de-

94

tenido la primera vez pot unas poeslas satiricas que nos ocultaba concienzudamente. Le hacian it a unas casas par-ticulares donde en una habitaciOn especial, dedicada a esos menesteres tan solo, habla un agente que rcclutaba chivatos. Lo detuvieron por primera yea en 1932 y luego, pot segunda yea, ci mismo dia que al biOlogo Vermel: ambos eran considerados neo-Iamarquistas y ya hablan si-do expulsados del Instituto Timiriazev.

El biologo Kuzin, ci agrOnomo Fedia Marantz, el hijo del fusilado general Rudakov y Liova, ci hijo del poeta fu-silado, no se conoclan entre si. Lo tinico cornón a todos ellos era su amor per la poesia. Es de suponer que ese sen-timiento exige aquel grado de intelectualidad quc en nucstro pals condenó a la muerte o, en ci mejor de Ins ca-SOS, al destierro, a tanta gente. Se permitla vivir tan sOlo a los traductores.

El proceso de la traducciOn es diametralmente opuesto a Ia creaciOn poética, al proceso de su composiciOn. No me refiero, naturaimente, al milagro de Ia fusion de los poe-us, como en ci caso de Zhukovsky o A. K. Tolstoi, cuan-do La traducción insufla un nuevo hálito en La poesla pro-pia o cuando la poesia traducida se convertla en un factor vahoso de (a hteratura rusa como, pot cjcmplo, ,La novia de Corinto' de Goethe, tan admirada pot todos nosotros. Estes éxitos los obtienen tan sOlo Los poetas auténticos e, incluso cHos, en raras ocasiones. La simple traducciOn es un acto racionai, ffio, de versificaciOn, en ci cual se imitan ciertos elementos del verso. Pot extraho quc parezca, en la traducciOn no existe un todo acabado antes de su plasma-ción. El traductor se pone en marcha como si fuera un motor y mediante largos esfiierzos mecánicos provoca la melodia que necesita utilizar. Carece de aquello quejoda-sévich calificO muy justarnentc dc coldo sccrcto. La tra-duccion es Un trabajo contraindicado pan Un poeta autén-tico, trabajo que impide, incluso, el nacimiento de la poesia.

En su .cConversaciOn sobrc Dantc, Mandeistam habla de traductores del csentido ya dado.; de ese modo expresa su opiniOn sobre el trabajo de la traducciOn y sobre aqucllos que utihzan la forma poética para expresar sus ideas. Mandelstam Ins diferenciaba siempre de los auténti-cos poetas. Durante un cierto perlodo, en nucstro pals la

95

genre dejo de leer poesias. Ajmátova, refiriéndose a esre fenomeno, dijo: t1a poesia auténtica es de tal naturaleza que quien traga una vez un sucedáneo queda envenena-do para siempre.. Ahora se vuelve a leer poesla y más que nunca, pot la ünica razén de que ban aprendido a dife-renciarla de todos Ins produccos del oficio de traductor.

Y lo mismo ocurre con la palabra. Una palabra cons-cientemente inventada carece de capacidad vital. Asi In demuestran todos los fracasos de La creación de palabras, ingenuo juego individualista con ci don divino del hombre: la palabra. Al conjunto fonético que se llama pa-labra se le adjudica un sentido arbitrario y el resultado es una jerga barriobajera o la escoria verbal que utilizan con fines egoistas Ins sacerdotes, Ins exorcistas, Ins gobernantes y demas charlatanes. Cometen este sacriIego con la pa-labra y la poesia Para utilizarlas corno la bola de cristal del hipnotizador. El engaño seth descubierto tarde o tempra-no, pero el hombre estã sicrnpre amenazado de caer bajo el encanto y el poder de nuevos truhanes clue hacen girar su bola de cristal en otra direccion.

Dentrcm

QuE sucede en La circel interior durante la instrucción de 'a causa? Mandelstam hablo mucho de ello conmigo en Voronezh, tratando de diferenciar las alucinaciones e ideas delirantes de los hechos. No habia Perdido ni durante un instante su aguda capacidad de observacion. Me convenci de ello cuando durante Ia entrevista me preguntó de in-mediato pot el abrigo quc Ilevaba; de mi respuesta: cEl abrigo es de mi madrex. hizo una deduccion correcta: .En-tonces, tñ no fiuiste detenidax.... Pero enfermo Si que In estaba, y no codas sus observaciones y deducciones resulta- con set correctas. Los dos sckccionábamos escrupulosa. mente Ins gránulos de la realidad y hacerlo no resultaba facil.

Teniamos un criterro de veracidad bastante acertado res-pccto a sus recuerdos. Durante la entrevista, el juez de instrucciOn tuvo tiempo dc referirse a rnuchas cuestiones.

96

Era evidente quc persegula tin fin determinado: inculcar en mi ánimo su punto de vista sobre todo ci asunto en ge-neral y sobre Ins diversos aspectos de La causa. Yo recibla, por decirlo asi, explicaciones competentes acerca del modo de cnjuiciar to sucedido. Hubo muchas mujeres que, co-too Adalis, reciblan con gratitud semejantes explicacioncs. - La mayorla lo haclan impulsadas por ci instinto de la autoconscrvaciOn, Pero algunas con toda sin-ceridad. AsI, pues, durante la entrevista yo era como una especic de disco en ci cual grababan a toda velocidad su propia versiOn de Ins hechos tanto el juez como Mandeis-tam, Para que to pudiese comunicar a Ins de fuera. El juez de instmcciOn trataba conscientemente de amedrentarnie

a navEs de ml, a todos cuantos hablasen despuEs con-migo. Pero se equivocaba, al igual que otros dirigentes de nuestra Epoca a quienes jamás se ies habla ocurrido pensar que sus vlctimas pudicran recordar algo y enfocar Ins acon-tecirnicntos no desde ci punto de vista oficial, sino con su propia medida. El terror y La autocracia son siempre miopes.

Debido a su extrema excitabilkiad, Mandelstam dcbiO ser presa fâcil, probablemente, y no tuvo que empicar con El mEtodos demasiado refinados. Lo mantuvieron en un calabozo .para. dos.. El juez comentO este hecho del si-guiente modo: .La incomunicaciOn esti prohibida en nuestro pals per consideraciones humanitarias.. Yo sabia que eso era mentira. De haber existido esa prohibiciOn, seda tan sOlo en ci papel. A to largo de todos los perlodos canocimos a personas que eswvieron incomunicadas. Pero cuando habla necesidad de plazas carcelarias, csos diminu-tos calabozos se ilenaban hasta los topes. Olmos habiar de cilo per primera vez durance la confiscacion de valores. La gente clue salIa de La cárceL contaba c lue debia permanecer de pie dIas enteros en calabozos destinados a una sola per-sona y ahora atestados de gente. Pero, habitualmente, el segundo camastro se utilizaba con fines especiales clue antes de la detenciOn de Mandelstam en 1934 ignorá-bamos. . -

Su vecino de calabozo to asustaba con la inminencia del proceso, trataba de persuadirlo de que todos sus parientes y amigos ya estaban detcnidos y sedan acusados, analizaba los articulos del cOdigo y It *daba consejos., pot decirlo

97

as!- De hecho lo asustaba dici€ndole pie In acusarian de terrorisrno, compiot, etc. Al regresar de Ins interrogatorios nocturnos, cala en las garras de su cvecino, quien no Ic dejaba descansar. Pero ese individuo era muy wipe en su trabajo y cuando Ic molestaba mucho, solla preguntarle: qCOmo tiene las uflas tan limpias? El ctvecino, tuvo la imprudencia de decirle que era un cvetcranob, que llevaba muchos meses en la cárccl, pero tenla las uflas cuidadosa-mente recortadas. Una mahana, ese tipo regresO algo des-pués que éI, cdei interrogatorio segün dijo, Pero Man-delstam notô que olia a cebolla y no tardO en decirselo.

Cuando Mandelstam me dijo quc In habian tenido in-comunicado, ci juez manifesto que, por consideraciones humanitarias, ese tipo de reclusion estaba prohibido y me explica que en su calabozo habia otro recluso, Pero quc Mandelstam lo iofendlax unto que no tuvieron mâs reme-dio que trasladarlo. t j Que sohcitudk, apostillo Mandeis-tarn, y as! tcrminO la conversaciOn sobre ese tema.

En ci primer interrogatorio, Mandelstam reconociO la paternidad de Ins poemas imputados, pot lo cual ci papel del falso preso no podia reducirse al descubrimiento de los hechos que se trata de ocultar al juez. Entre las misiones de esas personas estã, sin duda, la de asustarles y fati. garies, a fin de hacerles poco grata la vida. Antes de 1937, privaba la tortura moral, psicolOgica, que fuc sustituida más tarde pot la fisica, por lo mãs primitivo como, pot ejemplo, las palizas. Despues de 1937, no voIvio a hablar-se de incomunicaciOn, sea con chivatos o sin ellos. Tal yea las personas que en 1937 mereclan la incomunicacion ja-mâs salieron vivas de Lubianka.

Mandeistam sufrio la tortura fisica quc se empleo siempre en nuestro pals. Aphcaban, en primer Iugar, ci sistema de no dejarle dormir. Cada noche In Ilevaban al interrogatorio, que se prolongaba varias horas. La mayor pane de la noche no se dedicaba a! interrogatorio pro-piamente dicho, sino a Ia espera ante la puerta del des-pacho del juca instructor, bajo la vigilancia de Ins guar-dianes. Una noche, y pese a no haber interrogatorio, lo despertaron y lo condujeron al despacho de una mujer procuradora, quicn lo mantuvo a la espera muchas horas y acabO preguntándo!e si tenia algün motivo de queja. Lo absurdo de quejarse era tan evidente quc Mandeistam no

98

uulizO ese derecho. Lo ilevaron ante la procuradora pot puro forinalismo y con ci fin de mantenerlo despierto la noche que ci juez habia elegido para descansar Esas ayes nocturnas Itevaban un tren de vida salvaje, pero conseguian dormir, aunque a horas distintas que las per-sonas corrientes. La tortura del sueño y ci desiumbrador foco de luz dirigido a Ins ojos son conocidos pot todos cuantos han recorrido ese camino...

Durance la entrevista, observe que Mandelsam tenia los párpados inflamados y le pregunté qué Ic pasaha en los ojos. El jun se apresurô a responderme, diciendo quc habla leido demasiado, pero no tardo en ponerse de ma-nifiesto clue no se perinitian ni libros ni papel en la celda. Durante todos los aflos posteriores tuvitnos que estar cu-rando sus pIrpados, pero no conseguimos la curaciôn to-tal... Mandeistarn me aseguré que la inflamacion no era debida solamente al foco, sino a un liquido muy cáustico que Ic echaban en los ojos cada vez que se acercaba a la mirilla del calabozo. En Mandeistam toda inquietud se transformaba siempre en movimiento y al quedarse solo, se agitaria en ella come un poseso.. Me contaron que la mirilla estâ protegida pot dos gruesos cristales y por ello es imposible que Ic echasen ningün liquido. Tal vez eso per-tenezca a sus recuerdos falsos, pew, es suficiente, acaso, la simple luz de un foco para causar una enfermedad tan duradera?

Le daban comida salada, pero no Ic servian agua; este era un procedimiento habitual en Lubianka. Cuando pedia agua al centinela que estaba junto a la mirilla, to lievaban a la celda de castigo y Ic ponian camisa de fuer-a. Jamás habia visto antes una camisa de fuerza y pot An

me propuso clue comprobâramos este hecho del siguiente modo: anotó el aspecto que tenia y fuimos at hospital pa-ra vet si la descripcion coincidla. Resultó exacta.

Durante la entrevista, observe que tenia las muhecas vendadas: .cQué te pasa en las manos?" , Ic pregunté. Mandelstam dio La callada pot respuesta, pero el juez me largo un discurso amenazador, diciendo que él habia lIe-vado a la celda objetos prohibidos y què eso estaba pena-do por ci articulo tal y cual... Resulté que Mandelstam se habia cortado las venas y quc ci arma empleada fue una hoja de afeitar. Kuzin, puesto en libertad después de dos

99

meses de encierro gracias a la intervención de un chequista entusiasta de la entomologia, canto a Mandelstam que en esas circunstancias lo que mIs se echa de menos Cs un cuchillo a una hoja de afeitar. Habia leldo, inciuso, ci modo de disponer de una hoja de afeitar pant un caso se-mejante: la esconderla en la suela del thpato. Mandeistam convenció a un zapatero conocido pan que Ic metiese en la suela varias hojas de afeirar. Semejanre previsiOn forna-ba pant de nuestras costumbres. A mediados de la decada de los afios veinte, Lozinski ya nos habia enscñado un saco que tenia preparado por Si acaso lo detenian. Los inge-nieros y los miembros de otras profesiones *amcnazadas, hacian lo mismo. Lo asombroso no era ci que tuvieran preparados Jos sacos destinados a la cárcel, sino ci hecho de quc eso no nos causara ninguna impresiOn, que nos pa- reclera compictamente natural que pensasen en ci futuro y que reconocieranios su mérito por hacerlo... AsI era nuestra existencia diana y la hoja dc afeitar permitiO a Mandeistam abrirse las venas: desangrarse no es una mala manera de abandonar esta vida nuestra...

La desrruccjon de Ia mente se lievaba a cabo en Lubian-ka en todos los sentidos, sistemiticamente y como nuestros organismos cran tambien una instituciOn bu-rocrática y nada se hacia sin .instrucciones., es de suponer que también para ello existlan instrucciones pertinentes. Nada se puede explicar pot los instintos de un personal maiévoio, aunque, como es natural, eleglan personas ade-cuadas; pero ese mismo personal podia set bondadoso al dia siguiente en ci caso de recibir las instrucciones corres-pondientes... Entre la genre libre circulaba ci rumor de clue Yagoda habia montado laboratonios secretos con di-versos especialistas que hacian variados expcnimentos a ba-se de discos, nancOticos, hipnotismo. Comprobar esos ru-motes resulta imposibie. Era tal vcz, ci producto de nuestra enfermiza hnaginaciOn o de fibulas consciente-mente divuigadas a fin de mantenernos bien sujetos. -

Mandelstam oh en su caiabozo una lejana voz femeni. na que Ic habia parecido 5cr la mia. Eran quejas, lamentos y apresurados relatos. Entonces es cuando creyO que tam-bien yo estaba detenida, como se lo insinuO ci juez ins-tructor durante los interrogatonios. Cuando hablibamos de elk, no sabiamos a ciencia cierta si esa voz era produc-

100

to de una alucinación auditiva. ePor qué no pudo captar las palabras? Cuando sufria alucinaciones auditivas distingula las palabras con gran claridad; muchIsimas per-sonas que en aquellos años pasaron por La circel interior, habian oldo las voces y los gritos de sus esposas, que luego resultó que no fueron detenidas. Cabe suponer quc to-dos padecieran de alucinaciones? Y si era asi, a qué se debian? Se comentaba que en Los arsenales de la policia secreta habia discos con votes femeninas tipicas para espo-sas, madres, hijas, que se utilizaban para quebrantar la moral del detenido... Después de que los refinados siste-mas de tortura y Los metodos psicológicos fueron susd-tuidos por otros mucho mis primitivos, nadie volviO a quejarse de que habia oldo la voz de su mujer. Conozco asimismo procedimientos mis brutales; ensenaban pot una rendija a un hombre apaleado, Ileno de sangre, con un aspecto horrible y le decian a La detenida que era su marido o su hijo. Pero en aquella época nadie se refirio a las voces que ola a lo lejos... Existirian de verdad esos discos? No lo se y no hay a quién preguntirselo. Como Mandelstam, üna vez fuera de la prisión, continuó tenien-do alucinaciones, me inclino a pensar que esa voz tambien pertenecia a las voces internas que Ic atormentaron en Cherdin. En canibio, hasta ci dia de boy se sigue hablan-do de laboratorios de narcoticos.

Todos esos rnetodos son posibks solo alli donde la reLa-ciOn entre el preso y el mundo exterior queda totaLmente cortada desde el momento de la detencion. El preso no sa-be nada de las personas clue dejó en libertad, a excepciOn de su firma en el libro de Las entregas, Pero no todos, ni mucho menos, tienen derecho a recibir paquetes. EL pri-mer medio que se emplea Para influir en el preso es prohibirLe todo paquete, ese ültimo vinculo que Ic rela-ciona con el munclo. Por eso, en una vida como la nuestra, era rnejor no tenet afectos: i Cuinto mis fuerte se siente la persona que no tiene motivos para acechar lo que dice el juez de instrucciOn durante el interrogatorio, o rra-tar de adivinar en sus alusiones o silencios el destino de las personas queridas! Es mucho mis difIci! quebrantar Ia moral de un soiitario; Ic resulta mis facil concentrarse en sus propios intereses y mantener una linea sistemirica de defensa. Pest a que la sentencia esti decidida de antema-

101

no, una defensa inteligente juega aigün papel. Un amigo m10 logro set más astuto que ci juez instructor que, a de-cir verdad, era de provincias. Despues de una larga resis-tencia, accedio a firmar en su ceida todas las fibulas que le adjudicaban. Le entregaron papel y escribiô todo cuan-to Ic exigió ci juez, Pero no puso su firma al pie del escri-to; el juez ileno de aiegrla, no reparô en ese detalie. Mi amigo nació con suerte, sin duda alguna, porque fue en-tonces cuando destituyeron a Ezhov. Su causa no tuvo tiempo de Ilegar a las instancias superiores y iogró su revi-sión, pues la fain de la firma invalidaba sus declaraciones. Fue uno de Ins pocos afortunados que recobraron la tibet-tad una yea caldc, Eahoy. Pero no basta con nacer con suerte; se recornienda, ademas, no perder la cabeza y Ins que mejor logran hacerlo son los solitarios...

Jristofor6vjch

El juez de instruccion en ci sumario de Mandeistam, ci fa-moso Jristoforovjch, era una persona no faita de esnobis. me; parecla sentir cierto placer per su misión de amedren-tar y quebrantar la mente. Procuraba demostrar con todo su aspecto, forma de mirar y entonaciOn que ci reo era una nulidad, una bestia despreciable un detritus del gé-nero humane. tjPor qué se engaila tanto?, De qué pre-sume?x-, nos habriamos preguntado de tropezar con €1 en una situación normal, Pero durante Ins interrogatorios nocturnos ci indivjduo debe sentirse anonadado pot esa mirada o, pot In menos, darse plena cuenta de su propia impotencia. Tenia toda la actitud de un hombre de raza superior, que desprecia la debilidad fIsica y los miserabies prejuicios intelectuaies. Demostraba ese aserto so bien entrenada apostura y hasta yo, que no estaba asustada, send durante la entrevista cómo iba disminuyendo gra-dualmente bajo su mirada. Pero ya entonces intula que todos esosjristoforoviches Sifgridos, descendientes de los superhombres no soportan ninguna prueba y pierden to-taimente la cabeza al encontrarse en nuestra situación. Son magnificos tan sélo ante ci indefenso y saben despe-

102

da.zar perfectamente a La victima de turno caida en su cc-0. El esnobismo del juez instructor no se Limitaba a su mo-

do de portarse; se permitia, a veces, salidas de clase supe-rior, con regusto a salones literarios. La primera genera-don de chequistas jOvenes, reempiazada y aniquilada en 1937, se distingula por sus gustos modernos, muy refmna-dos, y su debilidad pot la literatura, también de moda na-turalmente. En mi presencia le dijo a Mandelstam que a un pocta le convenia conocer la sensaciOn del miedo: 'Us-ted mismo me dijo que favorece la inspiración '.; as!, pues, *recibirá usted en su mks completa medida esta estimu-lante scnsación.... Ambos nos dimos cuenta quc Jristofo-rOvich usaba ci futuro —recibirâ— y no ci pasado: reci-biO. En qué salones literarios se habria inspirado ci juez instructor pan usar ese léxico?

Tanto Mandelstam como yo tuvimos la misma impre-siOn con respecto a JristoforOvich; el lo expresO del si-guiente modo: 4Ese Jristoforovich lo tiene todo cabeza abajo y vuelto al revS'. Los chequistas eran, en efecto, un destacamento de vanguardia de chombres nuevos' clue so-meticron todos los valores humanos habituales a una radi-cal y sobrehumana revisiOn. Fueron sustituidos pot hombres de un tipo fIsico totalmente distinto quc carecian, en general, de todo valor, revisado o no.

El procedimiento bâsico empleado pot el juez para asustar a Mandelstam resuitO set de lo mâs primitivo: Ic citaba un nombre cualquiera, ci mb, el de Ajmátova o ci de su hermano Evgueni y Ic decia que hablamos hecho deciaraciones.,. Mandelstam trataba de averiguar si las personas mencionadas estaban detenidas; el juez no se lo negaba, pero tarnpoco lo afirmaba. Sin embargo, y como sin querer, Ic hacia entender que qa los tcnemos, para momentos después negar sus propias palabras. cYo no Ic dije csorc La ignorancia en estos casos es siempre destructi-va para el Leo y sOlo Cs posibic en nuestras condiciones de reclusiOn. JristoforOvich, al jugar al ratOn y al gato con Mandeistam, insinuandole tan sOlo quc sus famiiiares y amigos estaban detenidos pot su culpa, ilevaba la instruc-ciOn dcsde un nivei muy alto ya clue, habitualmente, se solia manifestar al detenido, sin necesidad de jugar a na-da, que todos estaban ya dctcnidos, aniquilados, interro-

103

gados y fusilados.. Y luego, ya metido en la celda, averi-gua si eso es verclad o mentira...

El juez de instrucción, cespecialista en literaturai., aJar-deaba constantemente de su excelenre informacion; nos daba a entender que nos conocia a todos y que sabia al dedillo .nuestros asunros,. Procuraba hacernos creer que todos nuestros amigos Jo visitaban y que Para él eran bien sabidos nuestros mis secretes entresijos. A muchos no Jos nombraba per sus nombres, sino que se valia de algun in-dicio caracreristico: cel bigamo., .el expulsado, a una de las mujeres que nos visitaba, 'Ia teatralera... Estos tres apodos los utilizô delante de ml durante la entrevista, pe-to Mandelstam me conto que tenia sobrenombre para otros muchos. Con ello, ademas de mostrarnos lo bien en-rerado que estaba, consegula orra cosa: los agentes de la poitcia secreta nunca son designados por SUS nombres vet-daderos, sino pot apodos. Al nombrar a esas personas per sus apodos, echaba sobre ellos como una sombra. Es muy caracterIstico el hecho de que ci suicida de Tashkent, se-gOn su hija, tambien 'conocia a todos e inventaba apodos para cat uno... A Mandeistam los motes no le impre-sionaban en absolute: comprendla lo que el juez instruc-tor trataba de conseguir con ello.

Mandelsram afirmaba que ci juez en su trabajo era un burócrata rutinario y esquemitico. Nuestra jurisprudencia presuponia que cada clase e incluso cada determinada ca-pa social se caracterizaba por su cforma de hablarxL Sc dice que las fiierzas cientificas de Lubianka habian confec-cionado lisras interminables de esas conversaciones de clase y a base de ellas trataba el juez instructor de .xpescar. a Mandelstam: 'Dijo usted a Fulano de Tal que Ic gustarla mis vivir en Paris que en Moscth... Consideraban que Mandelstam, comb escriror burgues e ideOiogo de las cIa-ses a extinguir, renla que anhelar el retorno al seno de esas clases. El hipoterico interlocutor se bautizaba con el primer nombre que se les ocurria, pero debla set obligato-riamente un nombre muy e.xtendido, como Petrov o ha-nov o, en caso de necesidad, Guinzburg o Rabinóvich. El procesado, que hacia las veces de cobaya, solia estremecer-se y revisar convulsjvamente a rodos los Petrov o Rabini5-vich a quienes podia haber confiado su recondiro anhelo de it al extranjero. Segün nuestra jurisprudencia, semejan-

104

te deseo, si no on delito total, supone una circunstancia agravante que, a veces, puede costar cara y ser castigada pot cualquier articulo del codigo. El desco de it a Paris re-vela, en todo caso, la clase a la cual pertenece el reo y este hecho, en nuestia sociedad sin clases, tiene su importan-cia... A este tipo de preguntas esquemiticas pertenece la siguiente: 4eSc quejó usted a Fulanito de quc antes de la Revoiución ganaba escribiendo mis que ahora?. Como Cs natural, Mandelstam no picaba en ese cebo. El procedi. miento era, indudablernente, tosco, pero ellos no precisa-ban de grandes refinamientos. Para qué?... •Dadnos al hombre, que La acusaciôn ya la encontrarernos.

Jristoforovich Ilevaba ci sumario como si preparase un .proceso' , cosa que mencionó durante la entrevista: cHe-mos decidido no incoar la causa., etc... De acuerdo con lo habitual en nuestro pals, habla material mis que suficien-te para ci .sumario. y esto habria sido mucho mis pro-bable que lo sucedido. Jristoforóvich exigia que se Ic explicase cada palabra del poema que se juzgaba. Lo que mis Ic intcrcsaba era conocer ci motivo que Ic impulsó a escribirlo. La respuesta de Mandeistam Ic dcjo estupefac-to: Ic dijo que odiaba ci fascismo mIs quc nada.

Esta respuesta Sc It escapó involuntariamente sin duda, ya quc no pensaba confcsarsc con el juez, pero cuando se lo dijo todo Ic daba lo mismo, habla renunciado ya a to-do... El juez instructor ianzaba rayos y centellas, como le correspondla hater, gritaba y exigia que Mandelstam Ic explicase donde vcia el fascismo en nuestro pals, esta frase la rcpitió delante de ml durante la entrevista, pero, icosa sorprendente!, se contentó con una respuesta evasiva y no trató de precisar nada. Mandeistam intentó persuadirme dc quc en toda la conducta del juez habla cierta ambi. guedad y que a pesar de su wno fcroz y de sus amenazas se notaba su odio pot Stalin. No In crel, pero cuando en 1938 supimos que rambién él habla sido fusilado, nos quedamos muy pcnsativos. Tal vex Mandelstam percibiO algo que un hombre sensato y sereno no hubiera descu. bierto; una persona sensata y serena estã siempre esciavi-zada pot ideas preconccbidas. Es difIcil imaginar que el wdopodcroso Yagoda con su temibie aparato hubiera claudicado sin lucha alguna ante Stalin. En 1934, cuando se instrula ci sumario contra Mandeistam pot sus poemas,

105

era ya gencralmente sabido que Vyshinski hacia labor de zapa contra Yagoda. Debido a nuestra increible ceguera —jhe aqul ci poder de ]as ideas preconcebidas! captá-bamos con interés los rumores acerca de la pugna entre ci fiscal y ci jefe de la policia secreta, pensando quc Vyshins-ki, como jurista profesional, acabaria con la autocracia y el terror de los tribunales secretos Y eso lo pensabamos no-sotros, que ya sabiamos pot los procesos de los aiThs veinte lo que se podia esperar de Vyshinski... En todo caso, Para los partidarios de Yagoda, en particular Para Jristoforo-vich, era evidente que la Victoria de Vyshinski no les seria beneficiosa y cilos, naturalmente, comprendian qué tortu-125 y escarnios tcndrIan quc soportar antes de sucumbir. Cuando dos grupos se disputan ci clerccho a disponer sin ningün control de la vida y la muerte de sus conciudada-nos, todos los vencidos están condenados a la extinciôn, y tal vez Mandelstam hubiera descubierto de verdad los ocultos sentimientos de su ferreo juez. Pero Ia sorprenden-te particularidad de aquella época era que todos esos nuevos personajes, los que mataban y acabaron per set matados, no reconocian mks que su propio dcrecho a pen-sat y a juzgar.

Cuaiquiera de ellos habrIa reido a carcajadas si supiera que ci hombre a quien se Ic calan Jos pantalones y que carecia de toda entonacijin teatral, aquel mismo hombre que era lievado bajo custodia a la presencia de elios a cualquier hora del dia y de la noche, no dudaba, pese a todo, de su derecho a escribir libreniente. Parece que a Yagoda Ic gusto tanto ci poema, que se lo aprendiO de mernoria (fue él quien se In recitó a Bujarin cuando ya es-tábamos en Cherdin), Pero habria acabado con toda Ia Ii-teratura, la pasada, la presente y La futura, de haberlo considerado conveniente Para so persona. Para estos asornbrosos tipos humanos la sangre era lo mismo quc el agua. Todos podian set reemplazados a excepciOn del so-berano vencedor. El sentido de la vida humana radica en Ia utilidad que presta al soberano y a so camarilla. Los ha- bilesagitadores que ayudaban a inculcar en ci pueblo ci entusiasmo pot el soberano merecen set mejor pagados que la restante chusma. Tambien se puede favorecer en ocasiones a algun amigo personal. El papel de Harun Al Raschid y sus trucos gustaban a todos, Pero nuestros sobe-

106

ranos no permitian que nadie se inmiscuyera en sus asun-tos y tuviese su propia opinion. Desde ese punto de vista, la poesia de Mandelstam se consideraba como un auténti-co crimen: era la usurpaciOn del derecho de las autorida-des a. la paiabra y ad pensamiento. Para los enemigos de Stalin, at igual que para su camarilla, esa sorprendente se-guridad pasO a integrar sus cuerpos y almas: el derecho a opinar se determina y seguirá determinandose por la posi-ción juridica, la categoria y ci tango. Hate muy poco Sur-kov me explicaba cuil era ci faHo de la novela de Paster-nak: Zhivago no tenla derecho a enjuiciar nuestra reali-dad. No le hablamos concedido ese derecho. jristoforOvich no podia reconocer que Mandelstam tuviera ese derecho

El propio hecho de escrihir poesias era calificado por JristoforOvich de .acciOn y las poeslas de •documento'. Durante la entrevista me hizo saber que jamis habla visto un *documento tan monstruoso e increibie. Mandeistam reconocio quc habia leido ese poema a ciertas personas, en total a once, inciuyéndome a ml, a dos hermanos, el min y ci suyo, y a Ajmitova. El juez trataba de sonsacarle esos nombres uno por uno, citando a las personas que frecuen-taban nuestra casa y pudimos darnos cuenta de quc estaba rcalmente bien informado de nuestro entorno inmediato. Mandelstam me dio los nombres que figuraban en el su-mario a fin de que pudiese prevenir a todos. Ninguno de ellos sufria persecuciOn aiguna, Pero ci susto fue mayüscu-lo. No cito esa lista Para que nadie tenga la tentaciOn de buscar entre ellos ad traidor. El juez se interesO por cono-cer la reacciOn de cada uno de elios ante ci poma. Man-delstam afirmO que todos Ic rogaron que olvidase esos ver-sos y quc no se expusiera él a La perdiciOn ni expusiera a nadie pot esa causa. Además de esos once, habian oldo el poema otras siete u ocho personas, pero el juez no citO sus nombres y por ello no figuraron en el sumario. No se mencionO, pot ejemplo, ni a Pasternak nia Shklovski.

Mandelstam firmO Las actas sin leerlas, cosa que Ic esw-ye reprochando todos aquelios aflos. El juez tambien se In recriminO delante de ml. cProbablemente confla en usced., Ic dije iracunda... Y sigo pensando que en ese sentido podia confiar en el juez: la acusaciOn, teniendo en cuenta nuestras condiciones, estaba mIs que justificada, habia suficientes dams Para diez personas y por eiio no

107

hacla ninguna falta inventar algo comp!ementarjo. Mandeistam observo quc al principio de la instrucciOn

ci juez se mostraba mucho más agresivo que al final de la misma. DejO incluso de calificar como acto terrorista ci hecho de haber escrito un poema contra Stalin y de ame-nazaric con ci fusilamicnto. Al principio, hablaba dc eje-cutar no solo al autor sino tambiEn a .todos sus cómplices., es decir, a las personas que lo hablan oldo. Comentando esa suavizaciOn, decidimos que se dcbla a la orden de econservar.. No vi al juez instructor en la prime-ra fase —la amenazadora—., y me parcciO terriblemente agresivo durante Ia entrevista. Pero asI Cs la profesion y, seguramente, no sOlo en nuestro pals.

El juez se interesO tambiEn pot Ia actitud de Mandeis-tam ante ci poder soviëtico y éi Ic contestO quc estaba dis-puesto a colaborar con cuaiquicr instituciOn soviética a cx-cepciOn de Ia Cheka. No lo dijo per valentla o bravucone-cia, sino por su total incapacidad de maniobrar. Tengo !a impresiOn de que esa excesiva incapacidad constituyO un enigma Para el juex, enigma que no fue capaz de des-cifrar. Una tal manifestacion y hecha, ademas, en su des-pacho, se la podia explicar tan solo per estupidez, Pero no habla tenido ocasiOn de trarar a estupidos semejantes; tenia un aire evidentemente perp!ejo cuando citO esa res-puesta durante la entrevista. Mandelstam y yo recordamos ese cpisodio cuando Ezhov estaba en pleno apogco y se publicO en cPravda, un articulo de Marieta Shaguinian en el cual contaba cOmo los reos se confiaban gustosos a sus jueces y •colaboraban con e!los durante los interrogato-rios... Eso, en opiniOn de Shaguinian, se debla al gran sentimiento de responsabilidad propio del hombre soviéti-co.. No sé si Shaguinian escribiO ese articulo per su pro-pia voluntad o ateniêndose a ]as •instrucciones, Pero sea como fuere, no conviene olvidarlo.

En su calda y barbaric !os escritores superaron a todos. Todavia en 1934, Ajmatova y yo nos enteramos de In que contaba ci escritor Pavlepko: pot curiosidad aceptó la invi-taciOn de un amigo suyo, juez de instrucción encargado del sumario de Mandeistam, y asistiO a un intcrrogatorio nocturne. Sc habia escondido, bien en un armario, bien entre unas hojas de puerta doble. En ci despacho del juex vi varias puertas iguales, demasiadas Para una sola habita-

108

cion. Luego nos explicaron que algunas dan Paso a unos armarios fingidos y otras sirven de salida de emergencla. La arquitectura moderna, cientificamente pensada, de se-mejantes ediflcios tiene por misión la de proteger y garan-tizar la vida del jun instructor que La arriesga en La lucha pot el orden juridico contra ci rco, en ci caso de clue in-tcnte escapar o atacar a un Jtisroforóvich.

Pavienko contaba que Mandeistam, durante ci interro-gatorio, tenia un aspecto lastimero y confuso, que se Ic calan Los pantaioncs —no hack más que sujetarselos—, que contestaba intempestivamente, que iii una sola de sus respuestas era clara y precisa, quc decia cosas absurdas, se movia nerviosamentc, daba saitos como un pez en la sat-ten, etc., etc... La opinión pübLica en nuestro pals se tra-bajaba para que defendiese al fucrtc contra ci debil, pero lo hecho pot Pavienko supera todo lo imaginable. Ningün BuLgarin * se habria atrevido a tanto. Además, en ci circulo de La litcratura oficial, de Ia cual formaba parte PavLenko, hablan oividado poe completo que al reo solo se le podia acusar de dar testimonios faisos para compLacer a los superiores y salvar La propia pie1, Pero no de tenet micdo y estar confuso. Por qué debcmos set tan valientes pan soportar todos los horrores de Las carccles y Ins cam-POs del siglo xx? ,Cacr cantando en Los barrancos y Las fo-

sas comunes?... Asfixiarnos valientemente en las cámaras de gas?... ,Viajar con una sonrisa en los labios en vagones-jaulas?... IMantener conversaciones de salOn con los jueces acerca del papel del miedo en la creaciOn poéti-ca?... ,O bien manifestar deseos de escribir poeslas en es-tados de furia e indignaciOn?...

Pero ci miedo que es compafiero de la creaciOn poética nada tiene de comün con el miedo ante La polida secreta. Cuando aparece el temor primitivo ante la violencia, la destrucción y ci terror, desaparece el otto miedo, ci temor misterioso ante la propia existencia. Dc ello hablO con ftc-cuencia Mandelstam: con la revoLuciOn, que ante nuestros ojos vertiO torrentes de sangre, desapareció ese miedo.

Fadéi Bulgarin (1789-1859), cscrhor y agente de Ia policia zarisra. (N. de Ia T.)

109

Quilt, tiene la cu/pa

La prirnera pregunta que le hizo ci juez de instrucción fuc la siguiente: cPot qué crcc que Ic ban dctcnido?,, Des-pués dc una respuesta cvasiva, ci jucz Ic propuso que re-cordase ]as poesIas quc podlan haber servido de motivo para ci arresto. Mandclstam recitó sucesivamente sE! ioboj., .La vicja Crimea y .La vivicnda, confiando quc se contentarfa con eso: cuaiquicra de esas poeslas seria sufi-ciente para enviar a la cArcel a su autor. El juea instructor no conocla ni tLa vieja Crimea ni cLa vivienclab y los ano-to inmediatamente Mandeistain Ic recitó .La vivienda,> suprimiencjo ocho versos y de csa forma aparcciO en la us-ta de Tarasenkov. A continuaciOn el jUCZ sacó de una car-peta una hoja, dcscrtbio ci poema dedicado a Stalin y ieyO varias estrofas. Mandeistam reconociO set ci autor El juez exigiO quc Ic recitara ci poerna. Despues de escucharlo, obsci-vo que la pritnera estrofa de su copia era difcrente y lcyO su variantc: cVivimos sin sentir ci pals bajo nuestros pies, nuestras palabras no se oyen a diez pasos. Se oye tan sOlo al monta16s del Kremlin, asesino y devorador dc mu-jiks.. Mandeistam it expilcO quc se trataba de la primera variantc. El juez it hizo copiar de nuevo el poema y se guardo ci autógrafo en su carpeta.

Mandeistam yb Ia copia que Ic presentO ci juez, pero no podia rccordar si Ia tuvo en sus manos y si habia icido con sus propios ojos lo escrito aiD. Estaba tan aturdido en aqueiios instantes que no recordaba nada. Pot ello queda sin resolver el problema de cOmo fuc remitido ci pocma a la policIa secreta, si por entero o por panes y tambien si estaba correctamente copiado.

Entre las personas quc hablan olio ci poema muchos podian haber retcnido esos diecisEis versos desde la prime-ra lectura, incluso habiéndoselo ohio sOlo una vez. Re-cucrdan facilmcnte los versos sobre rock ias personas que los escriben, pero en estc caso son casi siempre inevitabies hgeras deformaciones, sustitutiones de paiabras, omi-siones... Si Mandeistam hubiera dcscubicrto esas dcforma-clones habria podido asegurar que el poema fue dado a los organismos de seguridad pot un hombrc que lo habia ohio y no copiado, y saivar de esa responsabilidad a la

110

ünica persona a quien se permitiO copiarlo en su primera variante. Pero no tuvo La suficiente sangre fda Para hacer esta verificación. Era facil decidir en fechas posteriores, es-tando ya en Voronezh, qué se debla haber hecho y cOmo tenla uno que haberse portado. Ahora suelo oft con has-tante frecuencia diversos relatos de cómo personas valero-sas daban cien vueltas a los jueces instructores y se [as hacian pasar moradas. - - No seria ci fruto de posteriores reflexiones respecto a lo que se debia haber hecho y cOmo tenia uno que haberse portado?

La indiferencia de Mandeistam tenia otra cxplicación: no deseaba en modo alguno desenmascarar al traidor y no estaba nada seguth de tenet tiempo para ello. VivIarnos en un mundo donde .todos eran liamados aLlh, para dat in-formacion sobre nuestras ideas y sentimientos. Convoca-ban a mujeres, guapas y feas, designando distintas fun-ciones a unas y otras, tentándolas con recompensas tam-bién distintas. Uevaban a personas con biografias compro-metidas, aquejadas de taras morales; a unos Los asustaban diciéndoles que eran hijos de altos dignatarios del régi-men anterior, de banqueros u oficiales; a otros Les prometlan protección y mercedes... Se aprovechaban de personas que temian perder su puesw o de Los que sofia-ban con hater carrera y también de aquellos quc nada querian ni nada temlan, y de los clue estaban dispuestos a todo... Al convocarlos no solo persegulan la informaciOn: nada liga tanto a la genre como el crimen compartido. Cuanto mayor sea el nüniero de personas comprometidas, manchadas, implicadas, cuantos más chivatos, traidores y delatores, unto más partidarios habri de que ci regimen dure milenios. Y cuando todos saben que cso existe, que to cilaman a uno alli' , la gente pierde la capacidad de co-municarse, los vinculos cntre las personas se debilitan, ca-da uno se mete en su rincón y se calla. En eso radica, pre-cisamente, la inapreciable ventaja de las autoridades.

Habian apelado a los sentimiencos filiales de Kuzin: cSu madre no sobrevivirá si to detenemos.... EL respondio que deseaba la muerte de su .madre y su interlocutor quedó estupefacto ante semejante insensibilidad. Fue ese mismo quien lo amenazO con hacer cotter el rumor de que •estaba reclutado y asi no podria mirar de frente a nadie...

111

El pintor B., hombre sin tacha, querido pot todos no-sotros, acudia siempre con retraso a sus ilamadas. Nadie se atrevia a faltar, aunque no se trataba de convocatorias ofi-ciales; las mis de las veces Jo haclan por teléfono, como in las obras de Kafka. Ellos le reprochaban su tardanza y él respondia: .Siempre me quedo dormido, cuando me espe-ra algo desagradable... A una amiga mfa, todavia en la décacia de los aflos veinte, cuando era joven y bella, la persegulan pot la calle, fingiendo que Se trataba de mi rapto... jQué cosas no hacianL.

En general no citaban a Ia genie en Lubianka, sino en apartamentos dedicados especialmente a ello. A Jos que se negaban a colaborar, los mantenian alit largo raw, horas enteras, proponiéndolcs que lo .pensaran.. No haclan ningtn secreto dc la Ilamada; servIa de importantisimo eslabon en el sistema de amedrentamiento y contribula, asimismo, a La comprobacion de los sentimientos clvicos del ciudadano... Tomaban nota de los obstinados y veni-da la ocasión sc lo hacian pagar. Los que accedian vetan facilitada su carrera profesional y en casos de reduccion de plantilla o depuracion podian contar con la benevolencia de la sección del personal. Siempre habla genie a quien Ilamar: iban creciendo las nuevas generaciones.

Cada generación reaccionaba a su modo ante la pro-puesta de colaborar con la policia secreta. Los pertenecien-tes a la generación mayor sufrIan pot haber accedido a fir-mar, pot miedo, su compromiso de mantener en secreto La conversacion. Dc mis conocidos tan solo Zoschcnko se ne-gO a firmar ese documento. Las generaciones siguientes ni siquiera comprendian qué renla de reprobabie ese compromiso. Sc defendian de otra manera completamente distinta: .Si Ilegara a saber algo, yo mismo vendria a de-cirselo, Pero yo nada podre saber porque a excepción de mi trabajo no voy a ninguna pane.... Esos relatos proce-den de personas que se negaron a ccolaborar.,. A todas las cosas se les daba cse nombre... Pero, qué porcentaje se negaba? Es imposible calcularlo. Debemos pensar quc su nümcro aumentaba cuando disminufa el terror. Me-mis de aquellos a quiencs cobligaban a colaborar., habta tropeles de voluntarios. Todas las instituciones estaban plagadas de denuncias; se convirtieron en una verdadera catamidad. En visperas del XX Congreso yo misma of có-

112

mo ci Instituto Pedagogico de Chuvashia, mi lugar de tra-bajo, suplicaba a Ins profesores que dejasen de escribir de-nuncias y les prevenia de quc, en general, Las cartas anóni-mas no se Lectian. Scria cso verdad? No acabo de crecilo..

Debido a esas convocatorias. se produjeron dos tipos de enfermedad: unos velan sopiones en cualquicr persona y otros temian que les tomasen por tales. I-lace muy poco todavIa, un poeta se lamentaba de no tener poeslas de Mandelstam; me ofreci a dare una copia de elias, pero él se hornorizó, jflO ida yo a pensar que trataba de conseguir esa copia para mandania a Lubianka! Cuando ofrecI a Sh. dare aigunas copias de poesias, considcro un deber suyo contarmc que lo •convocaban aili y lo niartinizaban ha-ciendole diversas preguntas. En 1934, cuando Mandeistam ya estaba en Voronezh, se prcsentó en casa N, todo som-brio y preocupado: .DIgame, ,verdad que no cree que fui yo?. I-labIa venido para saber si In considerábamos cul-pable de la detención. EL ni siquicra habia oldo ci poema incriminado y era, además, un buen amigo. Sc lo dije y el hombre respiró rranquiio.

Cuando oiamos que una persona se expresaba con de-masiada libertad, sollarnos interrumpirle: qPor Dios! Qué está diciendo? Por quién van a tomaric si Ic oyen

hablar de esta rnanera? ' . A nosotros nos trataban de con-veneer clue no viéramos a nadie. Misha Zenkévich, por ejempio, me aconsejaba que dejase entrar sóLo a ]as perso-nas que conocia de toda la vida, Pero Ic repose con toda razén que hasta esas personas podian convertirse en algo diferente de to que hablan sido a lo largo de su existencia. Asi viviamos y por eso sonios distintos a todos.

Una vida asi se paga muy caro. Todos estamos afectados pslquicamente, somos iigeramente anormaics. No estamos enfermos, pero tampoco del todo sanos: somos descon-fiados, suspicaces, nos cuesta trabajo hablar y padecernos un sospechoso optimismo infantil. Personas as1, come nos-otros, ,pueden servir acaso de tesrigos? No debemos olvi-dat que en el programa de exterminio se presuponla la supresión de testigos.

113

El ayudante

Las .Estancjas, de los Cuadernos de Vornezh, cuvieron su origen en el siguiente hecho: un tal Diigach habla publi-cado, en una de las revistas más importantes, un poema en el cual ascguraba que Ic bastaban para conocer at ene-rnigo de clase los simples sones de su bra. En ese poema mencionaba tEl cantar de las huestcs de Igor.

A Dligach In conocimos en Kiev, a mediados de la de-cada de Ins aflos veinte, cuando un grupo de jôvenes pe-riodistas atontaron a tal punto al cstüpido redactor del PC. riódico local, que consintió en publicar varios artIculos de Mandelstam. En la capital ya era iniposible hacerlo. La es-posa de Dligach, una rubita transparente de esas que siempre emocionaban a Mandeistam, habia estudiadc, en ci mismo hceo clue yo. Viviamos cerca de mis padres y en mis visitas a Kiev Ins vela con frecuencia. Anos despues, Dligach apareciO en Moscü, en la redacción del *Moskov-ski Komsomol* donde también trabajaba Mandeistam. No prosperaba en ci trabajo ya que los rnoscovitas relega-ban al provinciano Un dia, Dligach se prcsentó radiante en nuestra casa, iPor fin Ic habia sonreido la suerte! En-contr6 una carta, perdida per uno de los dirigentes del pe-riodico, cnemigo suyo. Era la tIpica carta de un muchacho del campo que habia ido a la capital pita abrirse camino. Mandaba saludos a Ins farniliares, amigos, conocidos y ye-cmos. Hacia saber a su madre que los jefes Ic tenian apre-cio y Ic estimulaban, gracias a Dios, en su trabajo, que no qucdara sin emplco ni se veria privado de su protecciôn y que, con ci tiempo, se colocaria aUn mejor, seria recom-pensado, Ic darian una habitacion y entonces lievaria con €1 a aigün hermano para que tambien El se abriese camino en la vida.

La carta era completa.mente humana y hablaba en ella de sus intercses personales, pero como periodista respon-sable y komsomol , no tenia derecho a escribir as!. Ade-rnás, el joven mcncionaba a Dios y eso estaba prohibido a Ins jefes del komsomol. Incluso locuciones verbales como •gracias a Dios se consideraban manifesracion de rcligiosi-

Miembro de Iasjuventudes Comuniscas. (N. de la T.)

114

dad. Era evidente clue ci joven lievaba una doble existen-cia y hablaba en dos idloinas diferentes. En qué momen-to se pasa del idioma oficial, burocritico y altamente idco-logico a! familiar? El mis prestigioso de nuestros drama. turgos sonaba con escribir una obra de teatro sobte ese bi-Iinguismo y ese momento crItico. Pero H pertenecia a la generación de Ins mayores y no iogró realizar su propésito. Ardla en deseos de hacerlo y siernpre preguntaba: cCuindo ocurre? En la calic o ya en la casa?. -. Bastan-tes a5os despues, abordo ese tema otto escritor, mucho inks jovcn, al describir la sesión de un soviet rural. En ese relato, los mujiks pasaban al idioma oficial en cuanto so-naba la campanilla del presidente clue daba comienzo a la sesiôn.

Dligach Sc disponia a utilizar su haliazgo, la carta del bilingüe ideólogo del periodico del komsomol, pan dc-senmascarar a su enemigo ante sus superiores. Habia veni-do a casa para presumir de su buena suerte y enseñó la carta a Mandelstam. Este sc la arrancó de las matins y la ti-to a la estufa.

La conducta de Dligach era tipica para aquella época, finales de la decada de Los ahos veinte y comienzos de los afios treinta. En su lucha por La pureza ideologica, los je-fes fomentaban pot todos los medics a los valerosos de-nunciadores que .sin miramiento de las categorIaa ponlan al descubierto los cvestigios. y restos de la vieja psicologia entre sus compalicros de trabajo. Las reputa-ciones estallaban como pompas de jabon y los denuncian-tes subian puestos en el cscalafon burocritico. Cada din-genie ascendido en aquella época habia recurrido a ese procedimiento, antique sOlo Iiiera una yea, es decir, para desenmascarar a su jefe. Ya que, de otto modo, cómo iba a ocupar su puesto? La carta podia set de gran utilidad Para Dllgach, Pero, con gran sorpresa nuestra, los argu-mentos de Mandeistam hicieron mella en él y nos abando-nO tristc, pero no enfadado, aunque sus esperanzas de un futuro mejor se quemaron en nuestra estufa. Aunque, tal yea, eswviera enfadado, porque tardamos varios aflos en volverlo a ver depues de eso.

Dligach reaparcciO cuando ya vivIamos en el pasajc Für-manov, en ci invierno de 1933-34. Lo trajo Dinochka, a quien Yajontov nos habia dejado en herencia: era una

115

actriz menuda, extravagante, Pero muy agradable. Habla-mos de la carta: Dligach din las gracias a Mandelstam pot haberle impedido cometer una villanla. Sc ganó fácilmen-te nuestra confianza: la vieja historia quedo olvidada... Haclan tantas cosas los jóvenes de aquel entonces! iNo se

Its podia estar reprochando toda la vida un solo error!... En 1933, Dligach frecuentaba tambien a Bezymenski:

procuraba solucionar pot mediación suya cuestiones de su trabajo como periodista. No Sc cansaba de recomendarnos que Ic pidiescmos consejo sobre diversos asuntos. Man-delstam segula indignado aün pot lo ocurrido con Sat-guidzhan y Tolstoi... Casi en vIsperas de la detencion, Dligach procuró convencerle de que habiase con una pro- curadora amiga de Bezymenski y le contase la historia de la bofetada a Tolstoi. No sé el significado de esa insisten-cia, Pero sé que Mandeistarn leyo a Dligach el poema de-dicado a Stalin.

Al dia siguiente de Ia detención, muy ternprano, nos Ilamó pot telefono Bezymenski. Le expliqué, znetaforica-mente corno es natural —ese idioma nos era comprensi-bie—, Ia ocurrido aquella noche. Bczymenski lanzo un silbido y colgó. Nunca 005 habia Ilamado ni antes ni des-pues de la detencion. Que le contó Dligach sobre Man-delstam? dSabIa, tal yea, que iban a detenerlo y Ilamó Pa-ra comprobar? Pete, jpor quién podia haberse enterado? Quien lo sabia? Fuc Yagoda quien firmo la orden y

habia pasado muy poco tiempo desde quc se In Ilevaron, apenas un par de horas, Para que se hubiera esparcido ci rumor. iPor qué nos Ilaino?

La ültima yea quc vi a Diigach fuc en nuestra casa del pasaje de Fürmanov ci dIa de la entrevista en ci despacho del jucz de instrucci6n. Acababa de regresar y DIigach marchó en busca del dincro que yo Ic pedi; no regresó. Cuando Dinochka fue a Voronezh Para vernos, Diigach Ic armô un escandalo mayUscuio, exigiendole clue renunciase a sus propósitos. Dinochka se indigno y rompieron sus re-laciones. Ya en Voronezh, Dinochka nos contó Ilena de asombro ci histerismo de su amado y la ruptura de sus re-laciones, que habian durado varies años. Despues de la guerra, ol decir que Uligach se habIa ahorcado. Supongo que flit pot ci miedo a la campana contra los .cosmopoli-us., Dligach no se distingula pot su valor.

116

Mandelstam no buscaba al traidor. Decia clue éi mismo tenia La cuipa de todo; en nuestros dias no se podia teruar a la gente. No en vano Brodski —ese mismo que en la noche del arresto permaneció sentado en ci siilon— Ic habia pedido una vet que no Ic ieyera poesias peligrosas, ya que tendria que informar de elias... cSi no fue Dligach serb otto., deS con sorprendente indiferencia. Fui yo quien le dio la iata con Dilgach; tenla grandes deseos de echar La cuipa de lo ocurrido a ese insignificante persona-je, poique todas Las demis variantes resultaban insopor-tables. Era mucho mis ficil caiumniar a Diigach quc sos-pechar de una persona Integra a quien consideribamos amiga. Y, sin embargo, no estoy segura de que €1 fuera ci delator.

Durante ci somatic, no se rnencionó Para nada ci nombre de Dhgach. Tal vet preservaron at agente, Pero cabe suponer otra cosa: los chivatos que nos visitaban no habian visto a Dligach en nuestra casa, porque habitual-mente nos visitaba de dia con Dinochka, ya que por las tardes ella trabajaba en ci teatro y, ademis, no se scotia a gusto ernie nuestros amigos y preferia vernos a solas. Los chivatos informaban siempre a la pohcia de todos los visi-tantes: ci proyector no se dirigia contra una soia persona, sino contra todo ci entorno. Y en nuestro caso, Jristoforô-vich conocia a casi rodos cuanros nos visitaban.

Por otra parre, seria capaz Dligach de recordar de oido los dieciséis versos? Jamis Ic ol reperir ninguna poesia oida. Mandeistam recitó ci *Poema a Stalin, una soLa vet en so presencia y, en contra de so costumbre, deiante de orra persona, el pintor T. El nombre de ese pinror no satio a reLucir durante ci sumario. Pero no pudimos precisar In mis fundamental: quE variante oyo Dligach: con Las pa-Labras ,devorador de mujiks. o sin elias? Lo mIs probable es quc fuera sin eHas. El pintor T. nos visitaba raras veces: se presenró poco antes de la detcnción, cuando La primera variante hit desechada por compieto. La ünica persona a quien Mandeistam permitiô copiar ci poema poscia la pri-mera variante, Pero cse hombre, a juzgar por la trayectoria dc so vida enrera, esti fuera de roda sospecha. ,Le hahn tobado aiguien ese poema? Esta suposición no carece de verosimilitud, mas yo creo que los caminos de circulación ernie cada casa y la pohcia eran mucho mis primitivos.

117

La conducta de Diigach despues de la detencion podia explicarse per cobardia o pot ci miedo de set considerado un soplon, miedo que se habia convertido en una enfer-medad. Teniendo en cuenta su biografia, ese era ci papel quc Ic iba mejor, pete 10 horrible del case es que se dedi-caban a die personas de las cuales no cabia esperarlo en mode alguno. iCuInta gente honorable, señoras y jOvenes de familias muy respetables, habla en esa profesión! Na-die podia dudar de dilos, eran personas inteligentes, ami-gas de las ciencias y del ace, clue se ganaban la estima ge-neral, y tambjén Ia confianza de todos, pot sus conversa-ciones elevadas y sensibles. Y esas personas eran mucho mis apropiadas Para ese papel que ci obwso Dligach. Pe-ro al fin y al cabo, jalli dIes! No eran más clue miseros insectos a los clue correspondio vivir en una época terrible. ,Acaso ci set humane es realmente responsable de sus ac-tos? Su conducta, su carâcter, todo él, depende de la épo-ca en que vive; ella es Ia que atenaza al individuo con dos dedos y exprime de éi aquelia gota de bondad o maldad que precisa.

Habia, además, otro problema: ,cuándo se enteró la policia de la existencia del poema? Mandelstan, lo escribio en el otoño de 1933 y Ia detencion se produjo en mayo de 1934. Quizás despues de la bofetada de Tolstói, las auto-ridades hubieran intensificado la vigilancia, interrogando de nuevo a sus agentes, y conocieran entonces la existencia del poema. Me parece improbable que lo hubicran relega-do al olvido durante mis de mcdio aho. A mi juicio es in-concebible. . - Dligach empezó a frecuentarnos relativa-mente tarde, a mediados del invierno, y se ganó nuestra confianza en Primavera.

Y Ia Ultima cuestión: Soy culpable de no haber echado de casa a todos los amigos y conocidos? eDe no haberme quedado a solas con Mandeistam come hue Ia mayorIa de mis ceetãneas, buenas esposas y madres? Mi culpa queda atenuada pot ci hecho de que el pese a todo, se habria escabullido de mi vigilancia y. habria leldo ci peema mad-misible —y desde nuestro punte de vista todos son mad-misibles— a] primero quc hubiese encontrado. El regimen de autocontrol y autofreno no eran pan Cl.

118

So/re ía naturaleza del milagro

Vinaver, que solia it con bastante frecuencia a Lubianka, fue ci primero en saber que algo extraflo ocurria en la causa de Mandeistam: tHay un ambiente especial, cuchichean, van de un lado a otro.... Lo ocurrido fue que se recibio inesperadamente la orden de revisar la causa y dictar nueva condena: Menos doce,*. Todo ello ocurrió con velocidad nunca vista: creo que en la revision no se tardo más de un Wa o unas horas. Esa misma velocidad testimoniaba un milagro. Cuando en lo alto se apretaba un borOn, la máquina burocrática se mostraba asornbrosa-mente flexible.

Cuanto niás fuerte es la centraiizaci6n, más impre-sionante resulta ci milagro. Nos alegrabamos de los mi-lagros y los acogiamos con credulidad oriental, digna, ral vez, de la mostrada en su tiempo per la plebe asiria. HabIan pasado a format parte de nuestra existencia coil-diana. ,Quien de nosotros no ha escrito cartas a las instan-cias superiores, al nombre más metaiico**? Y una carta asi es siempre una petici6n de milagro. Ingentes montahas de cartas, en el caso de que se conserven, constituyen un verdadero tesoro Para ci historiador. En ellas se ha plasma-do la vida de nuestra época en grado mucho mayor clue en todas las demãs formas escritas, porque hablan de ofensas, daubs, golpes, trampas y fosas. Sin embargo, pa-[a analizarias y extract de toda esa morralla verbal pe-queñas particulas de verdad seria preciso realizar un traba-jo titmnico No debernos olvidar que al escribir nos atenia-mos a on cierto estilo y haclamos gala de una refinada cor-tesia soviética: hablâbamos de nuestras desgracias con ci lenguaje de los editoriales periodisticos. Pero basta con Ianzar una ojeada a esas montaflas de cartas dirigidas a las ialturasp para constatar sin error que habia una necesidad vital de milagros o, dicho de otto modo, que resultaba imposible vivir sin ellos. No debe olvidarse, empero, que incluso si el milagro se reaiizaba, a los que escribian les es-

. Fsta condena significaba que ci rco podia vivir donde queria a cx-cepciOn de 12 unidadcs. (N. de la T,)

El nombre de Stalin deriva de •stal, acerb en ruso. (N. de 'a T.)

119

peraba una amarga desilusion. Los dernandantes no esta-ban preparados para ello, aunque la sabiduria popular siempre haya afirmado quc el milagro no es más que un chispazo momentanco que no produce ningUn resultado. Qué Ic queda a uno una yea realizados los tres deseos,

como en los cuentos de hadas? En qué se convierte al amanecer ci oro que por la noche entrega ci cojo? Una oblea de barro, un pufladito de polvo... Una vida feliz es la que no precisa de milagros.

Lo ocurrido con Mandelsram din principio a una serie de historias marav jllosas transmjtjdas de boca en boca, sobre Ins milagros que se producian en las alwras como ci trueno y Ia bienaventurada torinenta, suponiendo que la torrnenta pueda ser bienaventurada... Pero ci milagro nos salvo y nos concedjO el don de tres aflos de vida en Voro-nezh. jCOmo se puede vivir sin milagros? jimposibie!. -.

Mi hermano Evgueni nos comunicO telegraficamen te la conmucacion de la condena. Ensenainos ci telegrama al coinandante, quien se hmito a encogerse de hombros; •Lenta Va la tortuga... Pero algun dia Ilegara ... . Y nos re-cordo que ya era hora de que abandonaramos el hospital y consiguiéramos vivienda Para el invierno: tComprueben bien las rendijas. Aqul ci invierno es muy duroi.

El tclegrarna oficial llegó al dia siguiente El cornandan-te, quizás, hubiera tardado algo en comunicárnosio pew aün antes de que él se presentara en la oficina, nos lo di-jeron dos jOvenes: la telegrafista y la secretaria, con quienes Mandelstam solla brornear y charlar. Fuirnos a la oficina y estuvimos esperando al .patrOn largo raw. LeyO ci telegrama delante de nosotros, Pero no acababa de creerlo: cNo serán sus parienres Ins quc lo ban escrito?. - ,jCOxno voy a saberlo!,. Durante dos o tres dias no nos de-

j6 rnarchar —cosa quc nos caus6 bastante inquietud_ hasta que por fin recibiO la confirmadon de Moscu de quc Cl telcgrama era, en efecto, oficial y no enviado por los in-

geniosos pariences del deportado que habia recibido bajo su guarda. Entonces nos IIarnó y nos propuso que eligiera-

inos la ciudad del exilio. Teniamos que resolvcrlo de in-

mediato, en eso insistla ci comandante, ya que en el te-

legraina no se decia que podiamos pensarlo. c iSin demo-

nos dijo y en presencia soya elegimos Ia ciudad. No conoclarnos la provincia, no teniamos parientes en ningu-

120

na pane a excepclón de las doce ciudades prohibidas y su periferia, también prohibida. Mandeistam recordo, dc pronto, quc ci biologo Leonov, de la universidad de Tash-kent, Ic habia hablado bien de Voronezh, de donde era oriundo. El padre de Leonov era medico de la circel. •QuiEn sabe, a lo mejor necesitamos un medico en la car-ccl), dijo, y clegimos Voronezh. El comandante nos firrno Ins papeles. Estaba a tal punto conmocionado pot el curso de los acontecirnientos, es decir, pot Ia rapidez con que se revisó la causa, que se mostré de una amabilidad insólita: nos proporcionO un carromato oficial para trasladar nuestras cosas al embarcadero. No habrlamos podido con-seguir caballos pot nuestra propia cuenta, ya que la re-ciente colectivizacion acabo con todos Ins particulates. En el ültimo instante, ci comandante nos deseo toda suerte de bicnes; nos debla haber considerado, probablemente, como de Ins .suyos, ya quc fuc uno de los primeros testi-gos del milagro venido desde .arriba...

Con la encargada de la ropa, en cambio, las cosas ocurrieron al tevCs: perdio toda confianza en nosotros. Qué clase de gente seriamos para que nos tratasen asi!

Tal era el mudo reproche que lei en sus ojos. Como es na-tural, ella ni dudo siquiera de cjue Mandeistam tenla enormcs mCritos ante ellos, ya que si no fuera asi, jamis In habrIan soltado de entre sus garras, pucs nunca sueltan al que apresan una vcz. La expericncia de esa mujer era mis profunda que la nucstra y en la gente de nuestro pals Sc habia desarrollado un egocentrismo cxtraño, pero muy comprcnsiblc: confiaban tan solo en su propia experien-cia. Mandelstam deportado era dc Ins ,suyos, pero tres ahos mIs tarde sabia pot experiencia propia que no todo proscrito podia incluirse en la categoria de los isuyos. y que también detante dc ellos habia que tenet muy sujcta la lengua. Mandeistam amnistiado repentinamente —para un dcportado en Cherdin, Voronezh es un paralso— se transformo para ella en un set extraño y sospechoso. Su-pongo que los exiliados en Cherdin habrin repasado mis de una vcz su memoria, despuEs de nuestra marcha, tra-tando de recordar si dijeron algo peligroso dclante de no. sotros y discutiendo si no fuimos enviados all1 adrede pan averiguar sus ocultos pensamientos y secretos. No podia sentirme ofendida pot ello, porque de estar yo en su lu-

121

gar, habria sentido lo mismo. La pérdida de la confianza reciproca es ci primer indicio de la quiebra de la sociedad bajo una dictadura de nuestro tipo y esto es, precisamen-te, lo que trataban de conseguir nuestros dirigentes.

Tambien Para ml la encargada de la ropa era qajena y no comprendla muchas de las cosas que ella me decia. Te-nemos unas ideas juridicas tan deformadas, nos hallamos en un estado tan salvaje y contemplamos ci mundo con ojos tan dementes que entre los que .saben y los que nodavla no saben, no puede haber, de hecho, ningün contacto. En aquel año memorable ya empezaba a comprender aigo, pero no lo suficiente. La encargada de la ropa aseguraba que todos los alil desterrados lo habian sido ilegalinerue. Ella, pot ejemplo, cuando la detuvieron, estaba totalmente apartada de su partido y se dedicaba a su trabajo particular. .Y ellos lo sablan!. Pero yo, clueera una salvaje o que me habla convertido en tal por todo cuanto me hablan inculcado, no comprendla sus argu. mentos. Si ella misma reconoce su pertenencia a un parti-do vencido, ,por qué se queja de estar desterrada? Dc acuerdo con nuestras normas, asI debe set-.. En aquel en-tonces yo pensaba as!. cNuestras normas,, suponia yo en-tonces, son crueles, terribies, Pero la realidad era asi y un poder fuerte no podia tolerar adversarios evidentes, aun-que no activos, y potencialmente peligrosos. No era muy sensible a la propaganda oficial, pew tambiEn a ml acaba-ron por inculcarme ideas juridicas saivajes. Narbut, pot ejemplo, resultO set un discipulo más capaz de asimilar las normas del nuevo derecho. Desde su punto de vista, la deportacion de Mandeistam era inevitable: •EI Estado tiene que defenderse, ,no comprendes que no puede set de otra manera?... No Ic objetaba nada. No yalTa la pena discutir y demostrar que un poema no leldo en püblico ni publicado equivalia a un pensamiento y que a nadie se le podia deportar pot ello. Solo la propia desgracia nos abria los ojos y nos hacia set algo semejante a personas. Pero An asi se tardaba tiempo en asimilar la lccciOn,

Un buen dia tuvimos miedo del caos y todos anhelanios de pronto un poder fuerte, una mano poderosa que en-cauzara Jos revueltos torrentes humanos. Tal vet ese temor sea ci mâs estabie de nuestros sentimientos: no lo berries superado todavia y se transmite pot herencia. Cada uno

122

de nosotros —tanto los viejos quc ban visto la revoluciOn, como los jOvenes que An no saben nada— se imagina que serâ la primera vIctima de la enfurecida muchT dumbre. Al olr ci ctcrno estribillo de <Nosotros scremô los primeros en set coigados de los posEes, recuerdo las palabras de Guertzen sobre los intelectuales; decia que tenian tanto miedo al pueblo que preferian seguir encade-i nados con tal de que al pueblo no Ic quitaran las atadu- \ ras.

Nosotros queriamos rectificar ci curso de la histori acabar con los bathes en ci camino pan que no hubic nada imprevisto y todo se desarrollase de forma suave uniforme. Y ese anhelo prepare psicologicamente 'a apari-ciOn de sabios capaces de seflalarnos ci camino a seguir. Y como habia sabios, no nos atrevirnos a obrar por nosotros niismos sin directivas y esperamos indicaciones precisas y recetas exactas. Y puesto que Ni yo, ni tü, ni él, somos ca-paces de confeccionar una mejor lista de recetas, tenemos quc dat las gracias por la clue nos suministran desde arr.i-ba. Solo podemos atrevernos a pedir consejo en aigün que otro caso particular, por ejemplo, dpueden recurrir los at-tisras a diferentes estilos para ci cumplimiento de un en-cargo social? Nos gustaria .mucho. - - Ciegos como éramos, fuimos nosorros mismos Ins que defendimos la unanimi-dad de criterios, ya que en cada divergencia, en cada opi-niOn particular, velamos aparecer de nuevo la anarquia y el indescriptible caos. Y nosotros mismos contribuinios, con nuestro silencio o nuestra aprobaciOn, a que ci poder fuerte cobrase brios y se hiciese más poderoso para defen-derse de sus detractores: una mujer encargada de Ia ropa en un hospital, un poeta, un charlatan.

Y asi vivianios, asi cultivábamos nuestra inferioridad hasta clue nos convencimos en nuestra propia piel de lo frágil que era el bienestar Tan sOlo en nuestra propia piel, porque no confiábaxnos en la experiencia ajena. Era-mos, en efecto, seres inferiores y no se nos pueden exigir responsabilidades. Y sOlo nos salvan los milagros.

123

Hacia Voronez/,

Nos hicieron entrega de los documentos con ci sello de Ia instituciôn más influyentc de la URSS y tuvimos ci de-recho de adquirir los billetes en la caquilla del ejército. Era una ventaja increible en aquel tiempo, ya clue todas ]as estacjoncs y embarcaderos estaban atestados de una muchedumbre oscura y sombria que se pasaba semanas enteras esperando ante las taquillas de yenta de bilictes. Era una multitud hosca que Ic recordaba a uno las épocas de migración de Jos pueblos o la evacuacion,., En ci em-barcadero de Perm se disponian familias enteras sobre sa-cos, crapos, junto a los baülcs de madera, ornados de tos-cos dibujos laqueados; a veces formaban tribus o clanes de personas andrajosas, de rostros cnnegrccidos. Junto a la ri. hera, en hoyos cavados en la arena, habia carbones encen-didos: alli cocinaban las gachas para los nih05. Los aduitos masticaban cortezas de pan que Ilevaban de rescrva en los sacos: ci pan segula racionado. El proceso de expropacion de los kulaks * habia movido a ingentcs masas humanas quc recorrIan el pals en busca de un lugar mejor, sin dejar dc suspirar pot sus abandonadas isbas.

Pero, en rcalidad, no se podia habiar de cxpropiacion de los kulaks; hacia tiempo ya quc fueron dcportados y asentados en sus iugarcs de destino. Los de ahora cran genres de la periferia que aguijoneados pot el temor habian abandonado sus larcs y vagaban por todo ci pals; se diriglan a cualquicr pant con tai de alejarse de su aidea natal... Hcmos conocido muchas migraciones forzosas y algunas voluntarias de pueblos: la gucrra civil, cl hambre en las regiones del Volga y dc (Jcrania, la expropiacion dc Jos kulaks, la cvacuación. Hasta ci comienzo mismo de la guerra, las estaciones cstaban aün abarrotadas dc carnpesi-nos que habian abandonado sus lugares nataics. Después de la guerra, Ia gente voivió a moversc, pero no en ese no-mcro, en busca de pan y trabajo. Toda familia quc conta-ba con algOn hombre ansiaba Hcgar alli donde, segOri ru-mores, hablan pan y demanda dc mano de obra. A veces

Cainpesino acomodado, (N. de la T.)

124

ci traslado se hacla organizadamente, es decir, por contra-to previo. Pero en cuanto la gente se convencla de que lo nuevo no eta mejor quc lo dejado, marchaba a otra pane o regresaba a sus lares. Todo traslado forzoso —de cIties o nacionalidades— provocaba oleadas de emigrantes volun-tarios. Los niños y los viejos morian como moscas.

Las migraciones forzosas son algo absolutamente nuevo que nos trajo ci siglo xx. O quizás se remonten a los conquistadores egipcios y asirios? Vi trenes rcpktos de hombres barbudos de Ucrania y Kubafl, luego vagones de ganado precintados que se dirigian al tejano Oriente lie-nos de exiliados, luego trenes con alemanes del Volga, con tártaros, polacos, estonianos... Y de nuevo vagones-jaula con deportados. Circulaban siempre, aigunas veces con mayor frecuencia, otras con menor.,. Dc un modo algo distinto salieron los aristécratas de Leningrado. Fuc la se-gunda migraciôn masiva, que siguio al proceso de expro-piación de los kulaks En 1935, Ajmátova y yo fuimos ala estacién de Pavektsk para acompafiar a una frâgii mujer que iba destinada a Sarátov —como residencia permanen-te— en compañia de tics hijos pequehos. El permiso de residencia no se lo dieron en la ciudad, naturalmente, si-no en la regiOn. i Eran tan indefensos que bien podlan vi-vir alit!... En La estaciOn encontramos ci cuadro habitual en estos casos: no habia posibilidad de dat un Paso, todo estaba lleno hasta más no poder,

Pero la gente no se sen-taba sobre sacos, sino sobre maletas y pequefios baUles de aspecto bastante bueno todavia, en los cuales aUn perdu-raban algunas etiquctas extranjeras. Mientras nos abriamos paso hacia el anden, fuimos constantcmente derenidas pot viejas conocidas de Ajmâtova: nietas de decembristas, an-tiguas damas y mujeres corrientes. cNo sabia yo que tenia tantas aristOcratas conocidask, comentô Ajmâtova. Tania Grigorieva, Ia esposa del hermano menor de Mandeistam, una bolchevique sin particle, comentO con un mohin des-deiSoso: i,A qué viene tanta indignaciOn? ,Por qué habria de cargar Leningrado con cilos?i.

Let en cierta ocasiOn que en la historia de cada pueblo hay un pertodo en el cual la gente .vaga en cuerpo y espIritu ' . Es la fpoca de la juventud di pueblo, ci perlo-do creador de su historia, que se exuende a lo largo de muchos sigios y hare avanzar su cultura. Tambien no-

125

sotros somos vagabundos. Darã nuestro vagabundco ci fruto del que hablaba ci pensador? Lo hemos pasado muy mal, para conservar la fe en esos frutos. Sin embargo, no podria negarlo. Todo ci pueblo, desde arriba hasta abajo, aprendio algo, aunque, a] mismo tiempo, destniyo su cul-tura y volvio al estado saivaje. Creo, sin embargo, que In aprcndido es algo muy esencial.

Desde Cherdin a Kazan fuimos en dos barcos, y ci transbordo en Perm resuitO bastante laborioso. Tuvimos que esperar ci barco casi veinticuatro horas. No nos deja-ron it al hotel porque Mandelstam no tenla pasaporte: se In habian retirado en ci momento de la detencion. Ese pa-saporte Cs un privzlegio del habitante urbano; en ci campo no to tiene nadic, asI quc los .paletos no pueden ni soflar con un hotel, In mismo que los ciudadanos caidos en desgracia, aunque en los hordes nunca hay sitio ni si-quiera Para los ciudadanos corrientes.

No pudimos sentarnos en ci embarcadero a causa de la masa de ernigrantes voluntarios. Dearnbuiamos ci dia en-tero pot la ciudad hasta caer rendidos en los bancos de un anéznico jardin püblico; la palidez de los afortunados ni-flos de Ia ciudad nos tenia muy sorprendidos, Recordamos la sorprcsa que nos producia a veces ci color pajizo de la piel de Ins niños moscovitas: era ci inicio dc un periodo de penuria. La ültima yea que In observamos fue en 1930, cuando regresamos de Armenia. Acababan de subir Ins precios y poco después Sc introdujo la cartilla de raciona-miento. Moscü pagaba las consecuencias del proceso de expropiaciôn de los kulaks. Cuando salimos, la capital se habia recobrado ya, pero Perm scguia impresionando pot su aspecto. Comimos en urj restaurante, pero de prisa y de mala manera, ya que al lado dc cada mesita se formaban co-las; la ciudad carecia dc producros y en los restaurantes se conscguia algün quc otro sucedaneo dc comida.

Paralejamente con ci cansancio, la excitacj5n de Man-deistam iba en aumcnto y yo temia una recaida. Los viajes —uno con escolta y ci otro sin ella— agudizaban su enfcr-medad. Pot la noche —seguiamos vagando per las ca-lies— se cmpefiô en acudir a la ventanilla dc guardia del Ministcrio de Seguridad Para cratar dc su asuntoi... El encargado de la guardia lo echo de alli: cLárgate!... To-dos los dias tcncmos a tipos como UI dando la latah..,

126

Mandeistam se recobro sUbitamente: g i Esta maldita yenta-nilla atrac como un irnan!., me dijo y volvimos al embar-cadero. Al referirse a ese periodo de tiempo, Ajmátova In defmnio como celativamente vegetariano., pero el .1mm' ya atrala todos Ins pensamientos. Dudo que existiera una persona clue no pensara en interrogatorios, juicios, suma-rios y fusilamientos,.. Tal yea entre los muy jóvenes hu-biera seres tan felices.

El barco liege de noche. Después de recibir los billetes en la taquilla destinada al ejErcito, no nos sentimos des-terrados, sino hijos predilectos de la temible institución; nos abrimos paso entre La tumultuosa rnuchedumbre y su-bimos casi Ins primeros por la escala La genre nos miraba con envidia y hostilidad. Al pueblo no le gustan Los privi-legios y, como es natural, la muchedumbre del embarca-dero de Perm ignoraba cuánto nos habia costado la grata posibilidad de adquirir Ins billetes en una taquilla espe-cial. En nuestra época el odio por Ins privilegiados ad-quirió especial agudeza, porque hasta un pedazo de pan solia set, a veces, un privilegio. De Ins primeros cuarenta años, tuvimos cartillas de racionamiento por lo menos diez y ni siquiera ci suministro de pan era por igual; habla genre clue no recibla nada; otros, poco y Los terceros lo tenian con exceso. cEsramos pasando hambre —.me dijo ml hermano cuando regresamos de Armenia—. Pero aho-ra todo es distinto. Han clasificado a la gente por catego-rias y cada persona pasa hainbre o come de acuerdo con su tango. Se Ic suministra exactamente aquello que merece.. -. tin joven fisico —lo clue voy a contar sucediô después de la guerra— dejo sorprendida a su suegra con la siguiente frase cuando estaba comiendo un filete sumi-nistrado pot la distribuidora de su suegro: cEstá muy rico y, ademas, es tanto más agradable comerlo porque otros no lo tienen.. La genre presumia de las raciones de su suministro, de sus derechos y privilegios, Pero ocultaba su cuantia a aquellos que las tenfan inferiores. Pot una ironla del destino obtuvimos aquella yea el privilegio de adquirir Ins billetes en la más cpura' de todas las taquillas privik-giadas, y esto suscitó la envidia gener4. Pero nuestro as-pecto distaba mucho de set privilegiadc y por ello la irrita-don aün era mayor. Un cjefecillo, es decir, aquel que en caso preciso puede dat una torn, impone siempre a

127

nuestra rnuchcdumbre y contra elk nada puede hacerse... En cambio, ci personal del barco nos atendiO perfecta. mente durante toda la travesla: sabian de memoria que los primeros en subir la escala eran siempre personas dig-nas de ese privilegio: tan cmportantes* que ni siquiera daban propina...

Ocupamos un camarotc de dos camas, paseamos per la cubierta, nos baflamos. . - En fin, que ci viaje lo hicimos como auténticos turistas. Fuc precisamente en aquellos dias de navegaciOn cuando la cnfermedad de Mandeistam hizo crisis. Quedé incluso sorprendida del poco tiempo que necesitO para recuperarse: tres dias de tranquilidad y repo-so. Sc apaciguó inmediatamente, dormIa bien, Ida a Pushkin, hablaba, con absoluta normalidad Incluso me dejo admirada per todo un raudal de brillantes metáforas comparativas respecto a Ins .constructores de milagros, demostrandome que los juicios de analogia al uso entre nosotros no resistlan ninguna critica. Era la primera yea que hablaba de ese tema en aquelias áltimas semanas, ol-vidado de si mismo y de Pa posibilidad de ser aniquilado. Comprendi entonces quc habia superado su enfermedad. No en vano Emma Guershtein Ic Ilamaba Ave Fénix, ci ave clue despues de quemada renace de SUS propias ceni-zas. Las alucinaciones auditivas, los ataques de miedo, la excitaciOn y la percepción egocéntrica de la reandad no voivieron a producirse; en todo caso aprcndiO a dominar por si solo las ligeras recaidas. Pero la enfermedad no esta-ba curada, sin embargo; en ci barco solo hizo crisis. Hasta muy avanzado ci otoho siguiO muy excitado, se cansaba muy pronto; ci cansancio era habitual en él porque, en proporciOn, tenia un corazOn pequcño y aquel verano se habia debilitado mucho. Adcmás, observe en CI una sensi-bilidad enfermiza que no Ic era propia y una extrafla apatia intelectuaL EmpezO a leer inmediatamente, Pero evitaba todo ejercicio activo, y ni siquicra hojeaba a Dan-te. Tai vez su retorno a ía normalidad fuera más lento porque en Voronezh tuvo quo enfrentarse a nuevas cala-midades. Primero enfermE yo de tifus, que atrapE segura-mente en cualquier cstaciôn o embarcadero. Las calamida-des populates siempre van acompahadas de tifus, y en nuestro pars ci tifus ha sido endCmico hasta muy recicnte-mente. En los hospitaics se falsea la csradistica y se susti-

128

tuye ci nombre de la enfermedad pot una cifra; la gente no padece de tifus, sino de la enfermedad nümero 5 6 6. No recuerdo la cifra exacta... Tambien de eso haclan secreto de Estado, pan que los enemigos del socialismo no supiesen que estábamos enfermos. DespuS del tifus, fui a Moscü y pcsqué La disenterla. También esta enfermedad se ocultaba y se catalogaba con un nUrnero. Me Ilevaron pot segunda yea a las barracas de infecciosos y me trataron at modo antiguo. Los bactericidas no habian liegado aün a Las barracas. Vishñevski cayó enfermo pot fa misnia fecha y pot eso conoci la existencia de nuevos rnedicamentos ca-paces de acelerar considerablemente la curación. Pero las medicinas tambien se distribulan de acuerdo con las jerar-qulas. Un dia me quejé de ello delante de on dignatario ya jubilado, diciendo que todos necesitaban estas cosas... çComo todos? —me contestô el dignatario—. cUsted pretende que a ml me curen lo mismo que a cualquier mujer de la Iimpieza?x.. La persona quc asi me respondió era bondadosa y muy decente, pew quién puede set cuerdo en on pals donde se luchaba as1 contra el igualita-rismo?

Aunque a Mandelstam y a ml nos correspondia set tra-tados de acuerdo con La categorla inferior, ambos nos cu-ramos y se inició para nosotros la .tregua. de Voronezh que habia de durar uses aflos.

No matarus

Dc entre todas Las formas de cxtcrminio de que dispone ci Estado, Mandeistam odiaba sobre todo La Pena de muerte o la tmedida suprema. como la clasificabamos pudorosa-mente. No es casual, pot tanto, que en so deLirio habiase con temor del fusilamiento. Reaccionaba con ttanquilidad ante ci destierto, la deportación y otras formas de conver-nt at set humano en polvo del campo: .T,u y yo a eso no Ic tenemos miedo ', me dijo, pero La soiaAdea de La ejecu-ción Ic hacia temblar. En varias oca.siones nos enteramos pot La prensa del fusiLamiento de diversas personas; en las ciudades se fijaban a veces comunicados especiales con es-

129

te motivo. Estando en Armenia, lelmos el comunicado del fusilamiento de Bliunkin (a no set que se tratase de Konrad), fijado en todos los postes y Paredes, Mandelstam y Kuzin regresaron al hotel impresionados y enfermos. -. A Jos dos les resultaba insoportable La sola idea de la Pena de muerte; Para ellos no solo simbolizaba toda violencia, sino que se la imaginaban en forma muy concreta y pal-pable. Para una mente femenina rational resultaba menos perceptible y pot ello los traslados en masa, Jos campos de trabajos forzados, las cârceles y demas métodos de escarnjo humano eran aOn más odiados pot ml que la muerte in-mediata. Para Mandelstam, no era asi y so primer conflic-to con el Estado, demasiado joven * en aquel entonces, se produjo pot su actitud ante la pena de muerte. La historia del conflicto entre Mandelstam y Bliumkin se conoce pot el relato que de él hizo Gueorgui Ivanov, relato inexacto clue el conociO indirectamente y hermoseo. Erenburg, que fue testigo de uno de los ataques de Bliumkin a Mandels-tam —al verlo Bliumkin le amenazaba siempre con La pis-tola— habla de eLlo... Tambien yo fui testigo de una de esas escenas.

Ocurri6 en 1919. Mandelstam y yo estábamos en el bal-cOn de un segundo piso del hotel Continental de Kiev cuando de pronto vimos una cabalgata que avanzaba rápi-damente pot la amplia avenida de Nikolaiev, compuesra pot un jinete con una •burka. * negra al clue segula una escolta a caballo. Al acercarse, el jinete de la aburka negra levantO Ia cabeza y, al vernos, virO bruscamence su montura y extendiO en nuestra direcci6n la mano con el revOlver. Mandelstam se echo hacia atris, pew, en el acto, se inclinO sobre la barandilla y saludo al jinete con la ma-no. La cabalgata IlegO a nuestro nivel, pero la mano que nos amenazaba con el revolver se habia escondido debajo de la cburka,. Todo eso no dura más de un segundo... Una vez, estando en el Câucaso, presencié un crimen: el conductor de un tranvia, sin detenerse, math de un tiro a un limpiabotas parado en la calle principal. Sc trataba de una venganza de sangre. Toda la escena con Bliumkin se desarrollO del mismo modo, pero no culminO con un dis-paro; la venganza no lIegO a realizarse. Los jinetes dobla-

Capote dc ficitro rIpico del Cáuc2so. (N. de la T.)

130

ron la caile y se dirigicron a Lipki, donde se haliaba la se-de de la Cheka.

El jincte de la .burka ' era Bliumkin, ci hombre quc habla matado de un tiro a Mirbaj, .eI embajador del cm-perador. Se dirigia, probablemente, a la Cheka, su lugar de trabajo. Le habian encargado, segftn habiamos oldo decir, una misiOn sumamente importantc y secreta ida-cionada con la lucha contra ci espionaje. La cburka. y la cabalgata cran, seguramente, ci tributo a los gustos de ese misterioso personaje. Pero no acabo de comprendcr cOmo se aunaba semejante cxhibición con el secrero dc su actividad.

Tuve ocasiOn dc conocer a Bliumkin antes que a Man-delstam. Yo habia vivido en cierta época con su mujer en una diminuta aldea ucraniana en la cual se ocuitaban, entrc un grupo de jOvcnes pintores y periodistas, aigunas personas perseguidas pot Petliura. Después de la liegada de los rojos, la esposa de Bhumkin se prescntó inopinada-mente en ml can y me dio un saivoconducto a mi nombrc, en ci cual se protegia ml casa y mis bienes. cPa-ra qué es?, Ic pregunté asombrada. 41-lay que proteger a los inteiectuaies., me respondio. Dc la misma manera las mujeres de las miiicias obreras, disfrazadas de monjas, re-partian iconos por las casas judias ci 18 de octubrc de 1905, con la esperanza dc clue eso les salvaria dc los .po-groms.. Mi padre no presentó en ninguna ocasiOn de re-gistro o confiscaciOn ese documento dc salvaguardia, cx-tendido, además, a ml nombre, quc en aquel entonces s6- lo, tcnia 18 aflos. Pucs bien, de boca de esa mujer, que trataba de saivar a los intelectuales de esa forma tan inge-nua, y de sus amigos, oi habiar profusamcntc del asesino de Mirbaj y to vi varias vcccs de paso: aparccia y desaparccia siempre repentinamente, con aire de conspira-dor.

La scmcjanza entre la venganza de sangre y la escena del balcon no era casual. Bliumkin habia jurado vengarse de Mandclstam y mks de una VCZ se habia Ianzado contra El, blandiendo el revolver, Pero janfás itego a disparar. Mandelstam consideraba que sus amenazas eran gratuitas, debidas al gusto que sentia por los efectos mciodramáti-cos. .De quererio en serio, me habria matado hate tiem-p0. ,Qué Ic cucsta disparar?., decla, Pero cada vez se

131

encogia involuntariamente cuando Buiumkin sacaba su re-volver... Ese juego terminé en 1926 cuando Mandeistam, at dejarme en ci Cáucaso y regresar a Moscü, se encontrô pot casualidad en ci mismo vagón clue Biiumkin. Este, al vet a su *enemigo., desabrocho demostrativamente la fon-da, guardo La pistola en la maicta y le tendió la mano. Sc pasaron todo ci camino charlando pacIficamerite. Poco tiempo despues, supimos que to habian fusilado, El problema con Biiumkin comenzó, precisamente, pot una cuestiOn de fusilamiento. Gucorgui Ivánov, ateniéndosc al gusto de lectores poco exigentes, adorno esa historia de tal manera que acabo perdiendo todo sentido. La genre res-perable, sin embargo, sigue citando su versiOn sin hacer ninon caso de su falta de lOgica. La causa de quc esto ocurra se debe a lo aislados que estamos unos de otros.

Poco antes de que hubiera surgido entre etlos ci conflic-to, Bliumkin propuso a Mandeistam que colaborasc en una nueva instituciOn que estaba a punto de organizarse y a Ia cuat predecia un gran futuro. En opiniOn de Blium-kin, esa instiwción marcaria la época y acabarla por con-centrar todo ci poder. Mandelstam, asustado, se negO a colaborar, aunquc en aquel entonces nadie sabla cull iba a set ci catheter especifico de la nueva institución. A éI Ic bastaba con saber que serla una instituciOn poderosa Para apartarse de ella lo antes posible. Hula como un chiquillo de todo contacto con las autoridades. En 1918 liege a Moscü en ci tren gubernamental y vivio algunos dias en ci Kremlin, en ci apartamento de Gorbunov. Una mañana, en ci comedor comün a donde fue Para desayunar, ci anti-guo iacayo del palacio, que se quedó Para atendcr al go-bierno revolucionario y no habia Perdido sus mancras set-viles y obscquiosas, Ic comunicO quc Trotski, en persona, csaIdria a tomar café. Mandeistam agarrO su abrigo y saiiO corriendo, sacrificando la ünica posibihdad dc comet en la hainbricnta ciudad. No podia explicar de ninon modo ci impulso que Ic hizo huir. .jYo qué séL. Para no dcsayu-nat con 61... Un caso an5iogo Ic sucediO con Chichcrin, cuando lo liamaron Para habiar con éi respecto a un traba-jo en ci Comisariado de Asuntos Exteriores. Lo rccibiO Chicherin y Ic propuso quc como prueba, pusiese en fran-cés un teicgrama del gobierno y salió, dejandoio solo. Mandclstam aprovcche la ocasiOn Para marcharse, sin in-

132

tentar siquicra cumplir ci encargo. .Por qué te fuiste?., Ic preguntaba yo; pot toda respuesta, se encogla de hornbros. Si en lugar de Chicherin hubiera habiado con el aigán ftzncionario de poca categorla, se habria quedado y trabajaria en ci Comisariado, pero preferia mantenerse alejado de la genre investida de autoridad... Tal vez ese instintivo, casi inconsciente, rechazo de las autoridades le salvara de muchos caminos falsos y funestos quc se le ofre-clan en aquella época cuando ni hasta genre ya formada comprendia nada. Cómo habria sido su destino de haber ingresado en ci Comisariado de Asuntos Exteriores o en la .nucva institución' a la cual Ic invitaba Bliumkin con tan• ta insistencia?

Mandeistam comprendió pot primera vez las funciones de esa cnueva institución durante su conflicto con Blium-kin. Este se produjo en ci Café de los Poetas de Moscü y es La ünica verdad en ci relato de Gueorgui lvinov. Pero Bhiumkin no acudia a ese café en forma de un temible chequista en busca de la vIctima de turno, como escriben en Occidente; sino como an visitante deseado Estaba pro-ximo a los circuios gubernamentales y Este es un factor quc se aprecia grandemente en los medios literarios. El in-cidente con Mandeistam se produjo unos dias antes del asesinato de Mirbaj. La propia fecha en clue esto ocurriô demuestra que ci término de cchequista' no significaba nada. La Cheka acababa de set organizada y antes de ella ci terror y los fusilarnientos estaban a cargo sic otras orga-nizaciones, creo que dc los tribunales militates. En su con-versación con Bliurnkin, Mandelstam dcbiO de compren-der en qué consistian las funcioncs de la 4nueva institu-ci6np a la, cual Ic invitaban a participar.

Scgün nos contó Mandeistam, Ehiumkin cmpezO a jac-tarse delantc de éi de que tenha en sus manos la vida o la macnc sic numerosas personas y quc se disponia a fusilar a un ,intelectualillob detenido pot la .nueva instituciónx.. Era moda en aquelios aflos ci buriarse de los.encIenques intelectualcs y permane*r indiferentes ante los fusila-mientos; Bliumkin no solo seguia los dictados de esa mo-da, sino que era uno de sus iniciadorcs y propagandistas. El detenido era un historiador de artc, an conde hüngaro o polaco, a quien Mandclstam no conocia. Al contarme esa historia en Kiev, no recordaba ni el apeilido ni la na-

133

cionalidad del hombre a quien defendiO. Tampoco se dig. n6 recordar ci apelhdo de los cinco viejos a quienes salvo de set fusilados en 1928. Hoy dia resulta facil establecer la personalidad del conde pot los materiales que publicO la Cheka: en su informe con motivo del asesinato de Mirbaj, Dzerzhinski mencionO que habia oldo hablar de Blium-kin...

Las jactancias de Bliumkin, afirmando clue cdana ci pa-saporte al intelectuaiiilo que se dedicaba a la Historia del Arte, enfurecio a Otto encienque intelectual, Mandelstam, quien declare que no se lo permitirIa. Bhumkin replice diciendo que no toleraria que Mandeistam se inmiscuyera en csus asuntos. y que Ic pegaria un tiro si intentaba me-ter las naricess en eso... Durante la primera disputa, creo clue Bliumkin IlegO a ameriazarte con el revOlver. Me ban dicho que soila haccrio con sorprendente ligereza, inciuso en su vida privada. Segun los relatos hechos en ci cxtran-jero, Mandelstam, en un alarde de habilidad, se las inge-niO para arrancarle de las manos la orden de arresto y la rompiO... Pero, jdc qué orden podia tratarse? El histo-riador ya estaba encerrado en Lubianka, por consiguiente Pa orden de arresto hacia ya tiempo que figuraba en el su-mario y no podia estar en manos de Bliumkin.,. Ademis, un acto asi carecia de todo sentido: cualquier documento puede renovarse... Conociendo ci temperamento de Man-deistam, admito de buen grado que fuera capaz de arran-car la orden de rnanos de Bliumkin y romperla, Pero ja-más se habria limitado a elio. Eso no era lo habitual en €1. SignificarIa que, asustado por las arnenazas de Bliumkin, daba marcha atrás y para su propia satisfaccion organizaba un pequeflo escandalo. En este caso, toda esa historia vaidrIa Pa pena de set recordada como una ilustraciOn de la decadencja de nuestras cosrumbres. Mas este asunto tuvo su continuaciOn.

Al salir del café, Mandclstam the direcramente a la can de Larisa Reisner y armO tal protesta que RaskOinikov, ci inarido de Larisa, ilamo a Dzerzhinski y consiguió que re-cibicse a su mujer y a Mandelstam. En ci informe que se publicO sc dice que a la cita acudiO el propio RaskOlnikov, Pero no es cierto. Con Mandelstam fue su mujer. Creo que no habia fuerza en el mundo que obligara a RaskOlni-kov a it a la Cheka pot un motivo semejante y menos con

134

Mandeistam, par quien no sentla ninguna simpatia. Las a.ficiones literarias de Larisa Ic irritaron siempre.

El resto del informe es bastante exacto: Dzerzhinski es-cucho a Mandeistam, pidio ci sumarlo de la causa, Ia acepté como fiador y ordcno que pusieran en libertad at historiador. No sé si esta oMen fue cumplida o no. Man-deistam ucla que si, pew aflos más tarde y en una si-tuación similar, supo que despuEs de la orden dada par Dzcrzhinski, en presencia suya, ci detenido no fue puesto en liberrad... En 1918, ni Se Ic ocurrió siquiera coinprobar si La promesa del alto dignatario se cumplió o no. Pero habia oldo decir, no recuerdo a quién, que ci conde fue puesto en liberrad y habia regresado a su patria. Adcmás, La conducta posterior dc Bliumkin tambiën In demostraba...

Dzerzhinski se intcrcsó por ci propio Bhiumkin y pie-gunró a Larisa pot él; ella no sabia en rcalidad nada sobre él, Pero habló inucho y con gran falta de tacto, de 10 cual se me quejô despues Mandelstam. Larisa se distingula pot ella... En todo casO su locuacidad no perjudicó a Blium-kin, ni atrajo la atención hacia su persona; las quejas de Mandeistam sabre sus maneras terroristas frente a los dcix-nidos fucron, como era de csperar, la voz quc clama en ci desierto. Si en aquci entonces hubicran prestado atención a Bliumkin, ci famoso asesinaro del cmbajador alcmán podia haberse evirado, Pero eso no sucediô. Bliumkin Ile-v6 a cabo su plan sin ci ins minimo irnpcdimcnto. IDzerzhinski rccordo la visita de Mandelstam solo después del asesinato de Mirbaj y to utilize en su informe con ci exciusivo prop6sito dc demostrar que estaba informado. lncluso olvidO quién estaba con él duranre aqucila visita. Dcspués del ascsinato de Mirbaj, Bliumkin fue apartado del trabajo duranre un cierto ricqipo, Pero no tardo en regresar, permaneciendo en et misIho hasta su ejecuciOn.

,Por quf, entonces, no sc vengO Bliumkin dc Mandels- tam, como amenazaba, par haberse inmiscuido en sus asunros y haber triunfado incluso? Biiumkin, en opiniOn de Mandeistam, era un ser terrible, pew nada tenia de primitivo; afirmaba que Bhiurnkin jamis pensó en ma-tarlo: lo auth varias vcccs, Pero siempre permitia que lo dcsarmaran Los que esraban presentes en esas escenas y en Kiev U mismo guardO ci revOlver... Al esgrimir el alma,

135

Bliumkin, furioso y vociferante coma un poseso, tendia tributo a su temperamento y su amor pot causar impre-sión: era pot naturaleza un terrorista impetuoso y freneti-co, al estilo de los de antes de la revoluciOn.

Cabia plantearse otra cuestiOn: cOmo armonizar la re-pulsiva jactancia de BIiumkin con respecto a los asesinatos y su desprecio par los cinteiectualilloss., destinados al sacri-ficio, con la actividad de su csposa, clue procuraba salvar, de un modo ingenuo Pero sincero, a Los intelectuales? Es posible también que mi conocida de la aldea ucraniana fuera tan solo una .esposa casual. de Bliumkin, como era frecuente en aquel medio, y no compartiera, ni mucho menos, sus opiniones... Pero con hombres de la formacion de Bliumkin jamás se podia tenet la seguridad de que la apariencia correspondia a la realidad, a 'a esencia de la persona; hay genre dispuesta a suponer que su actividad encerraba un plan oculto y que con sus repulsivas charlas respecto de los fusilamientos de los .intelectualillos en-clenques* trataba de suscitar la desconfianza hacia la •nueva instituciOn., donde trabajaba coma representante de los socialistas de izquierda. En este caso, la feaccion de Mandeistam era la que Cl trataba justamente de conseguir y par ello no se produjo la venganza... Todo eso podria aclararlo sOlo un historiador que estudiara esa extraña epo-Ca y a ese sorprendente personaje.

A mi juicio, no existla ningUn segundo plan oculto y los chiquillos que en aquel entonces hacian La historia se distingutan par una crueldad e inconsciencia infantiles. Por qué es más fácil convertir en asesinos a los más jove-

nes? Por qué precisamente Ins jOvenes tienen ese criminal desprecio pot la vida humana? Esto se hace particularmen-te visible en Cpocas fatales cuando corre la sangre y ci ase-sinato se convierte en fenómeno cotidiano. Nos azuzaban conio Si fueramos perros Contra la gente, y la jauria, la in-sensata jauria aullante, lamia [as manos del cazador. La actitud antropOfaga se extendla coma una plaga conta-giosa. Yo misma experimentC un ligero acceso de ese mal, Pero tuve la suerte de topar con un medico hIbil. En Kiev, en ci estudio de Ekster, un amigo de paso, no re- - cuerdo si era Roshal o Cherniak, leyO unas copias de Maiakovski relativas a cOmo ahogaban a los oficiales en el canal dc Moika, en Petrogrado. La copia me hizo gracia y

136

me echE a reIr, Pero Erenburg me atacO con furia; me riflO tanto, que hasta Ia fecha siento respeto por éì a causa de ella y también per ml misma, ya que la caprichosa chi-quilla que era yo entonces supo escucharle dOcilmente y aprender la lecciOn pan toda la vida. Esco ocurrió antes de que conociera a Mandelsram y éI ya no tuvo que curarme de accesos tie antropofagia y explicarme ci motivo que le irnpulsO a interceder pot ci conde.

Esto es, precisamente, lo clue casi nadie comprende en nuestro pals y muchos hasta la fecha me siguen pregun-tando la razOn de la conducta de Mandeistarn, es decir, pot qué intercedió par una persona desconocida en una época en la cual se fusilaba a diestro y siniestro. Se comprende la intercesiOn pot uno de los .suyos: pariente, amigo, chOfcr, secretaria. -. Inciuso en vida de Stalin se hacian estas gestiones. Pero cuando no hay interés perso-nal, uno no debe inmiscuirse. La gente que vive en régi-men dictatorial no tarda en sentirse completamente impo-tente. La idea de la propia y total impotencia se aduefla muy pronto de los hombres que viven bajo una dictadura y en ella encuentran el consuelo y la justification a su pa-sividad. Acaso lo que yo diga impedira Jos fusilamien-tos?.. iEso no depende de mI!.. jQuién me va a hater caso!. . - MI hablaban los mejores de entre nosotros y la costumbre de medir nuestras propias ftierzas trajo por consecuencia que todo David que trataba de atacar a Go-hat con las manes vacias provocaba ónicamenre la perple-jidad y el encogimiento de hombros. En esa situaciOn se hallO Pasternak cuando en un periodo de.iiempo peligro-sisimo se negO a firmar una carta colectiva de escritores clue aprobaban ci fusilamienro de turno de los cenemigos del pueblos... He aqul ci por qué los Goliat exterminaban con tanra facilidad a Jos ültimos David.

Escogimos todos ci camino más facil: callábamos en La confianza de que no nos mararian a nosorros sino . al veci-no. No sablamos siquiera quién entre nosorros mataba y quién se salvaba simplemente, gracias a su silencio.

137

La mujer 4e la revolución rusa

cDcbemos crear ci tipo de la mujer revolucionatia rusa., dijo Larisa Reisner aquella ünica vel que la visitamos des-puS de nuestro regreso del Afganistán. cLa RevotuciOn Francesa crco un tipo de mujer y nosotros debemos tenet ci nuestro. Eso no significa que Larisa se dispusiera a escribir una novcia sobre las mujeres de La revoluciôn [usa; pretendia ünicamente crear ci prototipo y set ella quien to representase. Pan eso cruzaba los frentes, iba a Alemania y Afganistán. A partir de 1917, hallo su camino en La vi-da, ayudada pot [as tradiciones famiiiares. El profesor Reisner, cuando estaba en Tomski ya se habla acercado a los boicheviques y Larisa se encontró en ci campo de los vencedores.

Durante nuestra visita, Larisa nos conto infinidad de historias y se traslucia en ellas la misma ligereza con clue Bliumkin blandia su revolver y su misma aficion pot los efectos espectacuiares. Pan construir ci etipo femenincm, Larisa utilizO tin material parecido al de Biiumkin. No se parecla en nada a quienes suspiraban a hurtadillas en su almohada, quejindose de su impotencia: en su medio florecia ci cuRe a la fuerza. Desde In ms remoto de Los sigios, ci derecho a utilizar La fuerza se justificaba pot ci bien del pueblo: hay que tranquiiizar at pueblo, hay clue dat de comet al pueblo, preservarlo de todos los males... Larisa desdeflaba semejante argumentación e, inciuso, habia desterrado de su lexico la palabra cpuéblo. En ella vela los viejos prejuicios de los inteiectuales. El filo de su ira y énfasis denunciador iba dirigido contra la intelec-tualidad. Berdiaiev se equivocaba al creer que fuc ci pueblo quien acabO con la intelectualidad, ci mismo pueblo en hen del cual se sacrifico en otros tiempos. Los inteiectuales se dcstruyeron a sI mismos, aniquiiando en si mismos, como hacia Larisa, tpdo aqueibo que contradecia ci culto de La fuerza.

Durante aquella visita, Larisa dijo de paso que se habia traicionado a si misma, al acompa5ar a Mandeistam en su visita a Dzerzhinski: 'xQué necesidad tenla de salvar a ese conde? 1Todos son esplas! ' ... Y con cierta coquetetIa se me quejO de Mandebstam: gMe atacO de tab modo quc ni

138

tiempo me dio de reflexionar y am me vi metida en ese No.,.. En efecto, por qué habia accedido, en contra de sus convicciones, a interceder por un .intelectualillo. des-conocido? Mandeistam consideraba que Larisa quiso de-mostrarle In influyente que era y alardear de su proximi-dad a los medios gubernamentaies. A mi juicio, curnp!ió simpiemente un capricho de Mandelstam, a quien estaba dispuesta a mimar de todas formas por sus poesias. Larisa no pudo superar su amor pot la poesla, aunque hacerlo formaba pane de su programa. El amor pot la poesia no coincidIa en absoluto con la imagen de la mujer de la re-volución rusa creada en su imaginación. Durante los pri-macs ahos de La revolución habia muchos amantes de ía poesla en ci campo de los vencedores. Como cornpagina-ban ese amor con su moral de salvajes; cSi yo mato está bien; si me mann a ml, está mab?

Larisa, ademas de amar la poesia, conuiaba en secreto en su eficacia, y Para ella la ünica mancha oscura en los ana-Its de la revolución era el fusilamiento de Gumiliev. Cuando esto sucedió, ella vivia en Afganistan y pensaba que de estar en Moscü habrIa inrervenido a riempo Para evitar la ejecución. Duranre la visita, traré nuevamente de esre tema y fuimos restigos del nacimiento de una Ieyen-da: la del telegrama de Lenin ordenando que no se cumpliese La ejecución. Aquella tattle, Larisa nos presentó una version nueva de esa leyenda. La madre de Larisa, a! saber Ic quc se disponian a hater en Leningrado, se dirigio al Kremlin y convenciO a Lenin de que mandase el te-legrama. Hoy dia ese papel de inrermediariThe Ic adjudi-ca a Gorki; dicen que fue El quien Sc puso en contacto con Lenin... Pero ninguna de las dos versiones correspon-de a la realidad. En ausencia de Larisa, visiramos varias ye-ces a sus padres y su madre se lamenuba ante nosotros de no haber concedido importancia a la derencion de Gumi-hey y no haberse entrevistado con Lenin, tal vez hubiera conseguido algo... A Gorki se le pidio, en efecto, que in-tercediera... Fue a verlo Otzup. Gorki no sentla ningun aprecio pot Gumiliev, Pero prometió que haria gesriones. Sin embargo, no cumpliO su promesa. El veredicto fue dicrado con increible pronrirud y su ejecuciOn se hizo püblica inmediatamente. A Gorki nile din tiempo a mi-ciar sus gestiones... Cuando empezamos a oft emotivas

139

versiones respecto at telegrama. Mandeistam solia recordar ci nacimiento de esa leycnda en la habitación de Larisa. Antes de su regreso tile Afganistân, no circulaban estos ru-motes y todos sabian clue a Lenin no Le importaba nada un poeta de quien jams habia oldo hablar. Pero, por qu6 en nuestro pals, donde se vcrtio tanta sangre, es tan duradera esa leyenda? A cada paso me encuentro con per-sonas que IIcgan a jurar que ci tal telegrama aparece publicado en un tomo de las obras compktas de Lenin o bien clue permanece intacto en un archivo. Esta leycnda "ego hasta los oldos del escritor de los pantalones estrechos, ci quc ileva una cajita con caramelos en un bol-sililo. Me prometiO, inciuso, cnscñar ci tomo donde €1, con sus propios ojos, IeyO csc telegrama, Pero no cumpltO esa promesa. El mito inventado pot Larisa Para encubrir su propia debitidad continuarâ viviendo largo tiempo aim en nuestro pals.

Larisa tuvo menos suerte con la imagen de la mujer dc la revoluciOn rusa clue con ci mito del telegrama. Esto se debe, quizás, a clue pertenecia más at campo de los vence-dores clue at campo de Los luchadores. Mandeistam me contO quc RaskOInikov y Larisa vivian en ci hambriento Moscü con auténtico lujo: en on palacete, con criados, una mesa esplendidamente servida, etc... En eso Sc distin-gulan de los boicheviqucs de la vieja gcncración, quienes conservaron durante mucho tiempo hábitos muy modes-ins. Larisa y su marido hallaron una justificaciOn adecuada a su manera de vivir: construimos un Estado nucvo, somos necesarios, nuestra actividad es creadora y, por eHo, seth una hipocresia renunciar a lo quc siempre corresponde a las personas que ostentan ci poder. Larisa fue una adetan-tada a su tiempo y, desde ci principio aprendio a combatir ci igualitarismo, quc aim no se conocia bajo csc nombre.

Recuerdo clue Mandeistam me contO la siguicnte histo-na sobre Larisa: at comienzo mismo de la revoluciOn fuc preciso detener a unos militates, creo que se trataba de ai-mirantes (entonces se its ilamaba especialistas militates). Los RaskOinikov se prestaron a ayudar: invitaron a los al-mirantcs a utia cena en su casa; éstos se prcsentaron proce-dcntcs del frente o de otras ciudades. Larisa, excelente an-fitriona, agasajô cspiendidamente a sus invitados y Los chequistas Ics sorprcndicron a todos, sentados tranquila-

140

mente ante la mesa y sin disparar un solo tiro. Sc trataba de una operación realmente peligrosa, que se desarro11 perfectamente gracias a La habilidad con que supo Larisk't tenderies una trampa... ;.

Larisa era capaz de muchas cosas, pew tengo la pl4ia seguridad —y no sé pot qué— que de haber estado dila en Moscü cuando detuvieron a Gumiliev, habrIa con' guido sacarle de la cárcel y si en ci perlodo de la detencion de Mandeistam An se hubiera hallado con vida, y en po-scsión de influencias, habria hecho todo to posible pot sal-varlo. Aunque de nada se puede esrar seguro: La vida cam-bia a la genre.

Las relaciones entre Larisa y Mandeistam eran muy amistosas. Ella quiso Ilevitselo a Afganistn, pero se opu-so Raskólnikov. La visitamos cuando ya habia dejado a Raskólnikov, pero nuestras relaciones terminaron con esa visita: Mandelstam se sentia muy lejos de la mujer de la revoluciôn rusa. Lamentó su muerte y una vez, ya en 1937, me dijo que Larisa tuvo mucha suerte: habia muer-to a tiempo. En aquel aflo infinidad de personas de su medio fueron exterminadas.

Raskólnikov era un elemento extraflo en todos los senti-dos. En cierta ocasión bombardee literalmente a Mandels-tam eon sus telegramas: fue cuando ocupo ci puesto que deja Voronski como redactor de .Krâsnaia Nov. (Noveda-des Rojas). Resulta extraho, pero Ins escritores que publi-caba Voronski, los asi ilamados ccompañeros de viaje, boicoteaban la revista y a su nuevo redactdrrque sin nm-gun miramiento ocupO ci sillon del creador de Ia revista, destituido repentinamente. Raskólnikov estaba tan necesi-tado de material que acudió incluso a Mandeistam. Con motivo de esos telegramas, Mandeisram comenté: eMe da to mismo quién sea ci director, Voronski o RaskOinikov: ninguno de ellos pubhcara nada mb,. - - Los ccompaneros de viaje' olvidaron pronto a su primer protectory no vol-vieron a reaccionar ante ci cambio del redactor-jefe. Man-deisram se habria quedado con su .Rumor del Tiempo ' en las manos si en una editorial particular no clausurada todavia, •Vremia' (El Tiempo), no estuviese trabajando Gueorgui Blok.

Todos aquellos que conoció Larisa cuando era todavia la hija del profesor Reisner, cuando editaba una pequefla re-

141

vista absurda, visitaba a los poetas y les lela sus primeros poemas ridiculos y tambien luego cuando intentó set la mujer de la revolución rusa., hablan perecido prcniatura-

mcmx. Era bella con la pesada y maciza belleza alernana. En la clinica del Kremlim, donde murió, La cuidaba su madre, que se suicido inmediatamente después de La muerte de su hija. Estabamos tan poco acostumbrados a una muerte pot enfermedad, que no acabo de creer que un tifus corriente haya podido lievarse a una mujer tan llena de Vida y belleza. Contradictoria y desenfrenada, pa-g6 con su temprana muerte todos sus pecados. A veces me inclino a pensar que fuc ella misma 'a que inventé toda La historia de Los almirantes para adornar con un asesinato su imagen de 'mujer de la revoluciOn rusa'. La gente que construla lo tIUCVO se esforzaba freneticamente pot de-mostrar clue todas las leycs, como la de ,no matarãss., pot ejemplo, eran pura hipocresia y mentira. Esa misma Larisa fue Ia que visitO un dia a Ajmâtova en la época del hambre y quedO horrorizada al vet en qué miscria vivia. A los pocos dias volviO a presentarse con un fardo lieno de ropa y un saco con productos conseguido pot medic, de cupones. No debemos olvidar que conseguir un cupOn en aquellos tiempos era tan diuicil como sacar a un preso de la carcel.

Correas de transmisión

El milagro Cs un fenOmeno que consta de dos etapas: la primera consiste en hacer Ilegar la carta o la peticiOn al destinatario, que se halla fuera de los Limites accesibles. DC no hacerlo asi, la carta seguiria el camino burocratico habitual que no ofrece ninguna posibilidad de milagro. Hay millones dc cartas, pero Ins milagros se pueden contar en los dedos de una mano. En este sentido no cabe ni hablar siquiera de igualitarismo. La primera etapa es in-dispensable.

Los teLegramas enviados a los que detentaban ci poder se habrian perdido irremisiblemente, como me predijo La encargada de la ropa en Cherdin, de no haber enviado Co.

142

pias a Bujarin. . - Mi consejera de Cherdin no tonió en con-sideracion ese detalle, pero de hecho tenia toda La razón. Bujarin era igual de impulsivo quc Mandelstam. No se prcguntó a si mismo: tY qué tengo yo que ver con ese conde?x., ni se puso tampoco a medir sus £.ierzas: .A vet si consigo resolver esas cosas... En yea de ello, se sentó ante su mesa y escribio a Stalin, Lo hecho pot Bujarin se sale pot completo de las normas de conducta admitidas entre nosotros. En aquel entonces ya no quedaban en nuestro pals hombres capaces de estas acciones impulsivas: habian tenido tiempo de reeducarlos o exterminarlos.

En 1930, en una pequefla casa de reposo de Sujurni, destinada a muy altos dignatarios, y a la cual fuimos en-viados pot un descuido de Lakoba, la esposa de Ezhov en-tabló conversaciôn conmigo: cA nosoros nos visita Pil-niak., me dijo, A casa de quién van ustedcs?. ComentE indignada esa conversaciOn con Mandclstam, pew €1 me tranquilizO: ,Todos van a casa de alguien. Al parecer no se puede vivir de otto modo. Tambien nosottos 'visita-mos" a Bujarin.

.Visitábamos. a Bujatin desde el aho 1922 cuando Mandelstam hacla gestiones en favor de su hermano Ev-gueni, a quien hablan detenido. Mandelstam debe a Bu-jarin todos los claros en su borrascosa existencia. Su libro de poemas del afto 1928 jaxnás habria visto La iuz sin la ac-tiva intervenciôn de Bujarin, que consiguió galujse para elk el apoyo de Kirov. El viaje a Armenia. la casa, los su-ministros, los contratos pan ediciones posteriores, que pe-st a no set realizados eran abonados, cosa muy esencial ya que a Mandelstarn no le admitlan en ningün trabajo, todo eso era obra de Bujarin. Su ültimo regalo ftie el traslado de Cherdiñ a Voronezh.

En la decada de Ins aflos treinta, Bujarin se quejaba ya de no tenet ccorteas de ttansn1isi6nx Perdia influencia y, de hecho, Sc hallaba muy aislado. JamIs negaba su ayuda a Mandelstam y se atormentaba pensando a quién acudir, pot mediacion de quién actuar. Y en el cenit de su gloria, a finales de la década de los aflos veinte, ese hombre que apenas si habla alcanzado los cuarenta aflos y se hallaba en el mismisimo centro del movimiento comunista niundial, que lLegaba al edificlo gris, visitado pot representantes de todas las razas y nacionalidades, en un automovil negro

143

escoltado por tres o cuatro coches iguales donde viajaban sus guardacspaldas, decla cosas en las cuales ya se vislumbraba ci future.

Un dia, Mandelstam se enterO casualmente de la inmi-nente ejecuciOn de chico ancianos y Ileno de ciega furia corria por todo Moscü exigiendo La derogaciOn de la sen-tencia. Todos se iimitaban a encogerse de hombros y se dirigiO entonces a Bujarin, la ñnica persona que sahia es-cuchar los argumentos sin preguntar: çY a usted qué Ic imporra?.. Como alegaro final contra esa ejecuciOn, Man-deistam enviO a Bujarin su tiltimo libro editado, •Poemass, con una dedicatoria: En este libro cada verso habla en contra de lo que usredes se disponen a hater... No pongo esta frase ernie comillas, porque no la recuerdo textualmente, sino tan sOlo su sentido. La sentencia fue derogada y Bujarin se lo comunicó con un relegrama a Yalta, a donde Mandelstam, agotados todos sus argurnen-tos, flue pan reunirse conmigo. Al principio, Bujarin tratO de proegerse contra sus presiones; en cierta ocasiOn habia dicho: .Nosotros, los boicheviques, niiramos esras cosas con senciilez: cada uno de nosotros sabe que también a El puede sucederle. No se puede asegurar nada.... Y para ilustrar sus palabras, nos contO que un grupo de komso-moles de Sochi acababa de set pasado por las armas acusa-do de corrupción... Mandelstam recordO esas palabras du-tame ci proceso de Bujarin.

Desde qué lado esperaba el golpe ese bolchevique que no podia asegurar nada? Tendria miedo de que resucita-ran los vencidos enemigos o bien intula que la tormenta vendrIa per parte de los suyos? Solo podiarnos hacer con-jeturas: a una pregunta directa, ci hombre de la barba ro-jiza nos habria respondido con una broma.

En 1928, en un despacho donde convergian los bibs de los grandiosos logros del sigbo xx, dos hombres condena-dos hablaban de la peru de rnuertc. Ambos caminaban hacia su perdiciOn, pero pot caminos distintos; Mandels-tam segula creyendo que el •juramenro excebso al cuarto estamento' le obligaba a reconocer Ia reabidad soviética, todo cja excepciOn de la pena de muerte!. La doctrina de Guertzen sobre .prioritas digniratis. Ic habia preparado para admitir las innovaciones; esta doctrina supuso en su tiempo una fuerte zapa para las ideas de la soberania po-

144

pular. .Qué significa la mayorIa mecânica?, decia, tra-undo de justificar Ia renuncia a las forrnas democráticas de gobierno... No debemos olvidar, además, que la idea de educar at pueblo también pertenece a Guertzen, aun-que *1 lo suavizO con la formula siguiente: .por ci camino de las leyes y las instituciones.. No radicará en ello ci error inicial de nuestra época y de cada uno de nosotros? zQué necesidad tiene el pueblo de que to eduquen? iQuE satánico orgullo se necesita para imponerse por educador! Tan solo en Rusia la aspiraciOn de instruir at pueblo the sustituida per la consigna de educarlo. Y el propio Man-deistam, convertido en objeto de educaciOn, the uno de los primeros en rebelarse contra su esencia y sus metodos.

El camino de Bujarin fue totalmente distinto. Sc dio clara cuenta de que el nuevo mundo en cuya edificaciOn tomO tan activa parte era terriblemente distinw a! imagi-nado. La vida no se atenta a los esquemas, pero estos fueron deciarados intangibles y estaba prohibido comparar los designios con las realidades. El determinismo teórico habla originado, como era de esperar, dirigentes prácticos, nunca vistos, que prohibieron audazmente todo estudio de la rcalidad: para qué socavar los cimientos y suscitar dudas superfluas si La historia, de todas formas, nos con-duciri at objetivo previsto? Cuando los sacerdotes están li-gados per La cauciOn solidaria, los réprobos no piitden es-perar misericordia alguna. Bujarin no çcnegaba de nada, pero presentia ya que no podria evitar el foso a donde Ic conduciria la duda o la amarga necesidad de Llamar algu-na vez las cosas por su propio nombre.

En cicrta ocasiOn Mandeistam se le quejO de que en las Ediciones del Estado no se percibla un csano ainbiente so-viético.. qY qué ambiente hay en otras instituciones?., Ic preguntO Bujarin. €Lo mismo que en un buen basurero! Hieden!.... tUsted no sabe hasta qué punto Ic hacen a

uno La vida linposibln, Ic dijo Mandelstam en otra oca-siOn. •Que no lo sé!., exciamO Bujarin y se echO a relr a La par que su secretario y amigo.

La regla fundamental de la época era no vet la realidad. Los gobernantes debtan operar solamente con las catego-rias de to deseab!e, y subidos en sus tortes de mar61 —eran ellos los que alit estaban y no nosotros— con-templar con benevolencia ci pulular de [as rnasas. EL

145

hombre que sabla que de Ins ladrillos del futuro no se podia construir ci presente, se reconciliaba de antemano con ci inevitable final y ci exterminjo. Y, en realidad, qué otra cosa podia hacer? Todos estabamos preparados

para este final. Mandelstam, al despedirse de Ajmatova en ci invierno de 1937-38, Ic dijo: cEstoy preparadopara mo-rim. Esta frase, en sus mks diversas variantes, Ia of decir a decenas de personas. cEstoy preparado pan todo,, me di-jo Ercnburg al despedirse de ml en ci pasillo. Viviamos la etapa del proceso a los medicos y de la lucha contra ci cos-mopolitisrno, y su turno se aproximaba. Una época segula a otra y siempre estábamos dispuestos a todo.

Gracias a Bujarin, Mandeistam vio con sus propios Ojos las primeras manifestaciones de lo onucvob que surglan ante nuestra vista, y supo con bastante antelacion de don-de habrla que esperar la tormcnta. En 1922, cuando dew-vieron a Evgueni, rccurriO pot primera yea a Bujarin. Fuimos a vcrio al hotel Metropol. Bujarin liamo inme-diatamente a Dzerzkinski y Ac pidiO clue rccibiera a Man-delstam. La entrevista tuvo lugar a la mañana siguiente. Era La segunda yea que entraba en la instituciOn a la cual habia pronosticado Bliumkin un ftuuro tan grandioso, y pudo comparar ci periodo del terror rcvoiucionario con el de la formacion de un Estado de nuevo tipo. Dzerzhinski no habia renunciado aün al viejo estiio. Recibio sencilla-mente a Mandelstam y Ic propuso clue saliera fiador de su hermano. Esta propuesta, a dccii verdad, fuc sugerida pot Bujarin. Dzerzhinski descolgo ci auricular del teLefono y dio las disposiciones pertinentes al juez. A la mañana si-guiente, Mandelstam visito al juex y saiio de aili muy impresionado. El juez ilevaba uniforme y Ic acompafiaban dos guardaespaldas. cHe recibido la disposicion —le co-municó—, pero no podemos accptarlo como fiador de su hermano.. La causa de la negativa era la siguiente: cSerâ rnuy violento para nosotros tenet que detenerlo si su her-mario comete un nuevo delito,.. Dc esto se deducia que ya habia un dehto. *Un nuevo deiito., dijo Maldeistam de

En 1952 on grope de medicos del Kremlin, judlos en so mayeria, fue acusado de tratar de envenenar a los dirigentes soviCticos. Iras Ia muerte de Stalin fueron liberados. Cosmopolita era on eufemismo pot .;udio..

146

regreso a can. ,A base de qué Ic habran fabricado?.. No sentiamos ninguna confianza y temiamos que pudieran implicar a Evgueni en aiguna causa. Se nos ocurriO pensar que la dispcsición dada pot Dzerzhinski habla sido hecha en un tono clue no obligaba al juez a nada.

La forma de la negativa era todavia bastante amabie, a usced no In detendriamos, venian a decir, pero ci ambien-te general, toda esa poinposidad de La guardia armada, ci aire misterioso y la intimidacion .51 comete un nuevo deli-to., tenian resonancias nuevas. Las fuerzas a las quc din vida la generación anterior se saran de Los Ilmites sefiala-dos- Dc esta manera iba madurando maestro futuro que en nada se parecla al terror rojo de Los primeros dias de la revoluciôn. Sc elaboraba, inciuso, una fraseologla nueva: estatal. Pot muy terrible quc fuera ci terror de Ins prime-ros dias, no puede compararse con ci pianificado y masivo exterminio al que ci poderoso Estado de .nuevo tipo. con-dena a sus sübditos de acuerdo con las leyes, instruc-clones, disposiciones y aclaraciones emanadas de jurados, secretariados, asambleas y, simplemente, desde carriba.

Bujarin al enterarse del recibimiento hecho pot ci juez, se enfureció. Su reacción fue tan violcnta que nosjcjó sorprendidos. Dos dIas más tarde vine a vernos para decir-nos que no habia ninon delito, •ni viejo ni nuevo,, y que Evgueni seria puesto en libertad dentro de dos dias. Estos dias suplementarios se necesitan para conduit ci su-mario sobre un delito no cometido.

Qué explicación cabe dat a la reacción de Bujarin? Tambien El era partidario del terror, ,por qué, entonces, se indignaba? Habian detenido a un jovcnzuelo para ha-cet un escarmiento entre Los estudiantes, no Ic amenazaba ni ci flisilamiento, era un asunto de lo más corriente. - - ,Que Ic habia pasado entonces a Bujarin? No habria in-tuido rambién €1 eso cnucvo. que se cernia amenazador sobre todos nosotros? No habria recordado la escoba ma-gica descrita per Goethe que ilevaba ci agua pot orden del discipulo del mago? Habrla comprendido que ni ei, ni sus compaheros, conseguirian frenar las fuerzas que des-pertaron, al iguai que no pudo detener la escoba ci pobre discipulo del mago? No, In más probable, quizás, fue clue Bujarin se hubiera indignado simplemente de quc un sac-noso juez de instnucción meticra sus narices en algo que

147

no Ic incumbia y no cumpliera ]as disposiciones de Ins su-periores en jerarquIa. La máquina, habria pensado, no es-0 a punto todavIa y funciona con aitibajos. Bujarin fuc siempre hombre de gran temperamento, de reacciones H-pidas y violentas, pero su indignacion la expresaba de di-versos modes en las diversas épocas. Hasta ci ãñø 1928, exciarnaba: .Idiotash., y agarraba ci auricular del telefo-no, Pero a partir del aflo treinra, fruncia ci ceño y decia: Hay que pensar a quién podemos acudir... El viaje a Ar-

menia lo organize €i pot mediacion de MOlotov, asi coma la pensiOn quc recibiO pot sus (servicios a la hteratura ru-sa. y teniendo en cuenta La imposibilidad de utilizar .a dicho escritor en la literatura soviética.. Esta formula respondia en cierto modo a la reandad y sospechábamos que su autor era Bujarin. En ci caso de Ajmatova, sin em-bargo, no se 'Cs ocurriO nada mcjor que concederie una pensiOn par vcjez, aunque no renia entonces ni treinta y cinco años. La danciana, recibia setenta rubios de pension: ci Estado it aseguraba ci tabaco y las ceriIIas.

A principios dc la década de Jos años treinta, Bujarin, en busca de las 4correas de transmisiOn,, pensaba siempre en Gorki, en cMaximich,, como él It liamaba; hablo con €1 acerca de Ia situaciOn de Mandeistam: de que no publi-caban nada suyo en ninguna pane ni Ic daban trabajo. Mandeistam tratO de convencerle de que per mediacion de Gorki no conseguiria nada. Incluso it contamos La vieja historia de Ins pantalones: a través de Georgia, Mandels-tam regresO de Crimea, ocupada entonces por Wranguel, fuc detenido dos veces y liege a Leningrado media muerto y sin ropa ninguna de abrigo... En aquellos años la ropa no se vendia: se recibia pot cupones exciusivamente. La ropa con destine, a Los escritores se distribula con ci visto buena de Gorki. Cuando Ic pidieron un jersey y unos pantalones para Mandelstam, Gorki Ic negO Ins pantalones y dijo: cYa Sc las arreglará. Hasra aquel entonces no habia dejado a nadie sin pantalones y muchos escritores, quc más tarde fucron 4compaiieros de viaje, recuerdan la sohcitud paternal de Gorki. Los pantalones son una pe-queflez, pew demuestran la hostilidad de Gorki hacia ci representante de una tendencia literaria que Ic era ajena; se traraba de cintelectuahilos encienques., que convenia conservar sOlo en ci caso de que poseyeran una suma con-

148

siderable de conocimientos cientIficos. Igual que muchos hombres de biografias similares, Gorki apreciaba los cono-cimientos y los estimaba cuantitativamente: cuantos mis, mejor... Bujarin no ic hizo caso y decidió tantear ci terre-no. Poco después, nos dijo: .No hay que dirigirse a Maxi-mich. Pese a mi insistcncia, no consegul averiguar ci pot qué...

Durante ci registro del afio 1934, se incautaron todas las notas que nos cscribiO Bujarin, con su !etra tigeramen-te ondulada y ornadas con citas latinas: ruego que me dis-cu!pen, no ics puedo rccibir ahora; volens-nolens tengo que verles a la hora fijada pot la secretaria... No lo consi-deren coma una manifestación de burocracia, es que de otra forma no tendria tiempo pan hacerlo todo... Le vendria bien mañana a las nueve de la mafiana?... Tendri preparado el pase... Si no Ic vienc bien, tat vcz me pueda proponer usted aiguna otra hora...

Mucho dana ahora pox poder habiar una vez mis con Korotkova, La secretaria-ardilla de La 4Cuarta prosab y con-certar con ella una entrevista con Bujarin, poder verlo y decide todo cuanto no tuvimos tiempo de contanie... Ta! vez Ilamara de nucvo pot teléfono interunbano a Kirov pa-ra preguntarie qué pasa en Leningrado, por qué no publicais a Mandeistam?... Hace ya tiempo que la edicion esti prevista en ci plan y Ia vais apiazando de aflo en año... X han pasado ya veinticinco afios desde que Man-deistam muriö...

El destino no es una misteriosa fuerza enema, sino un denivado, matemáticamente calculable, de La energia in-terna del hombre y de la tendencia fundamental de !a época, aunque en nuestro tiempo inuchas biografias de mirtires fueron cortadas par un mismo monstruoso patron estandar. Pero ellos dos, Bujarin y Mandeistam, portado-rcs de la energia interna, determinaron por Si mismos sus reiacioncs con su época.

La patria del jilguero

A Mandeistam Ic retiraron ci pasaporte cuando lo dew-vicron. El ünico documento que tenia al ilegar a Voro-

149

nezh era un papelico expedido pot Ia GPU de Cherdin, gracias al cual podlamos adquirir los billetes en las ta-quillas destinadas a! ejército. Mandelstam hizo entrega de ese pape!ito en una vcntaniila especial de Ia pisotcada an-tesala de la GPU y recibio un nuevo salvoconducto gra-cias a] cual se le permitia residir provjsjonalmen te en Vo-ronezh, es deck, unas cuantas semanas. Sc pascó con ese salvoconducto niientras se aclaraba si podia permanecer en Ia ciudad o habla quc mandarle a la provincia. Ademas, nuestros tutores no sablan qué variedad de cxi!io se Ic debla aplicar. Habias muchas variedades, Pero yo conozco dos variantes fundarnenta!es: con adscripcion y sin ella. En ci primer case , ci deportado debe Presentarse regular-menre ante una ventanjija de esta misma antesaja. En Cherdin, debia prcsenrarse cada tres dIas. En una deporta-dOn sin presentaciOn obligada, también hay sus variantes: en algunos da.Sos se Ic permite viajar a Ia regiOn, en otros se Ic prohIbe. En otoflo, !a policia !lamo a Mandeistam y se Ic concediO un pasaporte Para residir en Voronezh. La variedad del exilio rcsulto ser la menos severa. jTenIa pa-saporr& Fue enronces cuando supimos que la posesiOn del pasaporte consriruye un gran privilegio: no rodos lo mere-cen.

Obtener on pasaporte supone un gran acontecimiento en la vida de! deportado, Ic hate sentir la i!usiOn de que dent derechos civiles. Nuestro primer aflo de vida en Vo-ronezh sc distinguio por constantes visiras a las Militias Para conseguir un papelito que se Ilamaba cpasaporre pro-visional.. Duranre siere u ocho meses nos hicicron entrega de ese documento provisional, que sOlo tenia un mes de validez. Una semana antes de quc finaiizase ci plazo, Mandelstam empezaba a recoger los certificados precisos Para el canje: de Ia administracion de la casa, testificando que no eraun vagabundo, sino que constaba en el registro de la susodicha casa, de Ia GPU y, finalmente, de so lugar de trabajo. Las relaciones con la GPU eran evidenres a to-do punro, Pero el ültimo cerrificado consriruIa la piedra de toque. ,De donde obtener!o? Al principio tuvimos clue mendigarlo en la secciOn local de Ia Union de Escrirores; resultaba muy complicado conseguirlo. Los dirigenres de la UniOn nos lo hubieran dado de muy buena gana, Pero no se arrevian y aigunos de ellos analiza ban con auréntico

150

iniedo su derecho a poner ci sello en su hojita de papel: Y si era un mal escritor! Recurrian no sé a quiEn para ob-

tenet una sanción aprobatoria y poder atestiguar quc Mandeistam se dedicaba, en efecto, a la literatura. Siempre se iniciaba ese proceso con cuchicheos, miradas hoscas, correrias... Una vez obtenida La sanción, Ins escri-totes dc Voronezh sonrelan: estaban contentos de que las cosas se hubieran arregiado satisfacroriamente... Viviamos en una época todavia inocente, vegetariana...

Como minimo habia que it dos veces pan recibir cual-quier certificado: primero se solicitaba y, despues, se reco-gia. Era frecuente ci retraso en la entrega del mismo: .To- davIa no est&.. -. Estos certificados se entregaban at jefe del negociado de Ins pasaportes de las milicias. 1-labia siempre una larga cola de genre para verb. Dos o tres dias más tarde, Mandeistani volvia a presentarse, hacia de nuevo cola y recibia ci pasaporte provisional de turno; at dia siguienre iba a registrar ese nuevo documento y hacia otra larga cola ante la ventanilia de la señorita clue to cc-gistraba. Esa señorita resubtó tenet buenos sentimientos y, sin causa aparente, to tomó bajo su protección: sin hacer caso de las quejas de Los administradores de vivienchs-co-munabes que hacian cola provistos de gruesos libros bajo ci brazo con la rebación de los inquilinos —anotaban en esos libros todos cuantos Vivian en la casa y los que partian—, llamaba a Mandeistarn a la ventanibba y Ic aceptaba ci pa- saporre, que le devolvia at dia siguiente con ci preciado sello del registro, liberandobo asi de la cola.

En el verano del año 1935 nos hicieron la muy senalada merced de concederk un pasaporre vilido para tres meses. Esto facilitó sobremancra nuesrra vida, tanto mâs cuanto que las colas, después de la operaciOn dc limpieza de Leningrado, habian aumenrado considerablemente. Los afortunados que habian tenido la suerre de set desrina-dos a Voronezh se enfrentaban con la ardua tarea de la obtcnción del pasaporre. Durante ci cambio general de pa-saporres, Mandelstani se hizo de pronto acreedor a un pasaporte autEntico para tres años.

Los pueblos que carecen de pasapone jamS podran comprender qué cümulo de distracciones puede propot-cionar ese mágico libreto. En los dias en que su nuevo pa-saporte constituia una maravilbosa novedad, ilegô a Voro-

151

nezh, como tin don del misericordioso destino, ci actorja-jontov pan dar unas representaciones Con éì, precisa. mente, se ejercitaba Mandeistam en Moscu en la lectura de la cartilia de racionamjcnto del excelente almacen des-tinado a los escritores. Ahora 'elan ci texto de los pasapor-tes y, a deck verdad, sonaba menos divertido En la car-tilia de racionamknto lelan a coro y en solitarjo los nonibres de los cupones: ieche, leche, Iechc.., queso, car-ne.. Pero cuando Jãjontov Ida ci texto del pasaporte, so-naban en su voz entonaciones arnenazadoras y significati. vas: motivo de la entrega. -. por quiEn... scñas particula. rcs... visado, visado, visado. La cartilla de racionamjento cstaba relacionada con la liecratura que se nos oftecia en revistas y ediciones del Estado, y al abrir las páginas de cNovi Mir. (Nuevo Mundo) o cKrásnaja Nov., Mandels-tam decia: .Hoy tenemos en existencia a Gladkov, Zenlce-vich o Fadéjey.,. Y con cse dobie scntido se vio reflejada en un poema: .Leo cartilias de racionamien to, escucho discursos de esparto*... La lectura del pasaporte se piasmó iguaimente en otro pocma: cAprieto en ci puflo Ia ya borrosa fecha de nacimiento, y en tropel y en manada, su- surro con labios exangues naci en la noche del dos al ties de enero en ci inseguro aflo de mil novecientos y uno y los siglos me rodean con sus llamas,...

La segunda diversion —tambien del tipo de una higa en ci boisillo,— tenia lugar en ci escenario. Jájontov pre-sentaba un montaje bajo ci titulo: cLos poetas viajan y lela fragmentos del eViaje a Erzrum,, de Pushkin, y a Maiakovskj, de los cuales se dcducia que Jos poetas pueden viajar al extranjero solo bajo ci poder soviético El p6blic0 permanecia totaimente indiferente: nadie sos-pechaba siquiera que existiera la posibilidad de viajar al extranjero: cYa no saben ni qué pedir!., comentaban los oyentes con indolencia, al término de la incomprensibje representacion jájontov, Para animarse, tenla que recurrir a diversos trucos y bromas. Habla incluido en su recital un extracto del cPasaporte soviétiço, de Maiakoyski y extra-ycndo ci suyo del boisillo, lo agitaba en ci aire, mirando fijamentc a Mandclstam quien, a su vez, sacaba ci suyo —amado y nuevo— miencras intercambiaban mifadas de comprension Las autoridades no habrian toicrado seme-james bron,as, pro como nada se decla en las instruc-

152

clones respecto a eso, no In hablan previsto. Además, con el pasaporte en la mano se podlan hacer

augurios. Pot cuanto todo cambio general de pasaportes viene a set una especie de depuracion, realizada en secte-to, no me atrevIa a cambiarlo en Moscü y lo hice en Voro-nezh. Pot este motivo, perdi ci derecho a residir en La ca-pital, derecho que recobré al cabo de veintiocho ahos. Aunque, en realidad, no tenia ninguna posibilidad de conseguir un pasaporte moscovita. De donde habria saca-do ci certificado de trabajo? De qué modo podrla exph-car donde se encontraba ci dueno de la casa en la cual yo habitaba? Como explicarIa las relaciones existentes entre ambos y quifn respondia pot quién? Una vez recibidos los dos pasaportes nuevecitos de Voronezh, observamos que teniamos La misma serie, es deck, que Las letras que ante-ceden al nümero cran las mismas. Se consideraba que esas ictras pertenecian a un cifrado secreto de la pohcia y de-terminaban la categorla a que pertenecia ci individuo: si eta libre, deportado, con antecedentes, etc... .jAhora 51

que it han pescado definitivamente!. dijo Mandeistam examinando las series y los n1meros. Amigos optimistas nos tranquilizaban diciendo que no era a ml a quien habian pescado, sino que se olvidaron de que Mandeisram era un deportado y no hicieron en su pasaporte la marca correspondiente. Nuestro convencimiento de que todos los ciudadanos estaban numerados y fichados de acuerdo con su categorla eta tan firme, que ni dudamos siquicra del significado de esos nómeros y letras. Aftos dcspués de su muerte supe definitivamente clue las series no significaban nada a excepción del orden numérico y que mis atemori-zados conciudadanos superan en su imaginaciôn incluso a la GPU y a las milicias.

El haber perdido mi pasaporte moscovita no nos afecto gran cosa. .Si regreso yo —decia Mandeistam—, a ti tendrán que registrarte. Y mientras yo no vuelva, a ti, de codas formas, no te dejarán regresar.. En efecto, en 1938

me echaron de la capital y más tarde consegui un permiso de residencia pot un mes o dos para un trabajo de investi-gación cientifica. Finaimente, Surkov me propuso que regresase: iYa está bien de vivir desrerrada.. Dejé ci isa-bajo y marché a Moscü para hacerme cargo de La habita-ción que me habla destinado la Unión de Escritores. Du-

153

rante sets meses me tuvieron esperando y, finaimente, Surkov me dijo que no recibiria ni la habitacion ni el per-miso de residencia: tDicen clue se marcho de Moscü pot su propia voluntad, y que, ademas, él no tenia tiempo de hablar de ml con sus compancros,.. Pot fin ahora, en 1964, se me concedió ci permiso de residencia. Tambien Cs cierto que mucha gente hizo gestiones en mi favor, escribio y suplico... eO se debeta tal yea a que una revista insensata decidi6 publicar algunos poemas de Mandels-tam?

Sea como fucre, eso significa que el ha vuelto a Moscu. Duranre treinta y dos afios ninguna estrofa de sus poeslas fue publicada, y han pasado veinticinco aflos de su muerte y treinta desde su primera detencion.

El tener un vcrdadcro pasaporte supuso un gran alivio. Las pesadas gestiones ya descritas no sólo nos quitaban tiempo, sino clue iban acompanadas de constante in-quietud y vanas conjeturas: lo daran, no lo daMn (me re-fiero al tiempo en que sólo tenia pasaporte provisional). Tanto en la sala de espera de la GPU, como en las miii-cias, Se clan siempre las mismas conversaciones: unos Se quejaban al hombre de la vcntaniila quc les habla negado ci permiso de residencia, otros suplicaban que se les per-mitiese registrarse... El hombre de la venranilia se limira-ba a extender la mano para recoger la solicitud y comuni-caba la negativa. Las personas que no reciblan ci permiso de residencia en ía ciudad marchaban a la provincia, don- de era imposible encontrar trabajo y las condiciones de Vi-da resultaban insoportabics. Y nosotros, juntamente con roda esa muchedumbre, recorriamos diversas oficinas en busca de los certificados, ibamos a las milicias, temiendo siempre que pot aquella yea las cosas no nos saliesen bien y nos viéramos obligados a it no se sabe donde ni para qué. .Apriero en el puño la ya borrosa fecha de nacimien-to, y en tropel y en manada.... Al leer esa poesla a Mi-joels, Mandeistan, sacó el pasaporre y lo apretO en su puho...

Medicos y enfermedades

Al Ilegar a Voronezh, nos permitieron vivir en el hotel. Nuestros vigilantes hablan decidido, seguramente, permi-

'54

tir a la gente quc no tenia pasaporte alojarse en ci hotel al ilegar a sus lugarcs de residencia. No nos dieron habita-cion, sino una cama en la habitacion de los hombres y otra en la destinada a las mujeres. Viviamos en distintos

-pisos y yo me pasaba ci dia corriendo pot las escaicras, porquc me preocupaba el cstado de salud de Mandelstam. Pero cada dia inc costaba más trabajo subir la escalera: dias después tuve fiebre y comprendi que me habia conta-giado de tifus en algun lugar del viaje. Crco clue ci co-mienzo del tifus no pucdc confundirse con ninguna otra enfermedad, pot lo menos con ninguna gripe- Declararse cnferma significaba permanecer en un hospital durante varias semanas, en una barraca de infecciosos, y de mi imaginación no se borraba la vision de cOmo se tirO Man-delstam pot La ventana. Le oculte mi fiebre —quc era bas-tantc aita— y segul subiendo pot las escakras, suplicándo-Ic constantemente que fuCramos a vet a un psiquiatra. .Ya que estás tan empefiada' , me dijo un dia, y fuimos. El mismo describio con dctalle ci curso de so enfermedad y nada pude afladir. En aquellos dias su mente era lücida y objetiva al máximo. Sc quejó al medico de que padecia dc aiucinaciones cuando estaba cansado; casi siempre en ci momento de dorinirse. Pero ahora, ic dijo, comprendla la naturaleza de Las .voces ' y habla aprendido a detenerlas con un esfuerzo de voluntad. En el hotel, sin embargo, muchos factores molestos le impedian combatir La enfer-medad: habia mucho ruido y de dia resuitaba imposibie descansar. -. Lo mâs desagradable era que se cerrasen Las pucrtas, aunquc el sabia perfcctamcntc que se cerraban pot dentro y no pot fuera. . -

La carcel segula anclada en nuestra conciencia. Vasilisa Shklovskaia tampoco puede soportar las puertas cerradas. dNo seth porque en su juventud estuvo presa mucho ticm-p0 y sabe pot cxperiencia propia lo que significa estar en-cerrada? Incluso personas clue no sufrieron pena de prisiOn se han sentido afectadas pot estas asociaciones. Cuando alSo y mcdio más tattle, Jâjontov se hospedo en aquei ho-tel, observO inmediatamente ci chirrido de las haves en las cerraduras: .t10h!, exclamO cuando salimos de su habita-cion y cerramos La puerta. 4131 sonido es distinto, Ic tran-quilizO Mandelstain. Se habian comprendido perfecta-mente. Pot cilo precisamente dcfiendc en sus poeslas con

155

tanta vehemencia ci derecho ca respirar y a abrir las puer-tas, ese derecho que él temia perder.

El psiquiatra lo trató con cautela: no debemos olvidar quc en cada persona todos velamos a on chivato y entre los represaliados habla inuchos, porquc las personas quc sufren un trauma psIquico pierden con frecuencia la capa-cidad de resistir. Despues de oft su relato nos dijo, sin embargo, que cntrc los csujetos PsicoasrCnicosi que hablan estado en la cárcel se daban con frecuencia seme-jantes .complcjos. -

Lc liable de ml enferrnedad y Mandeistam comprendio dc lo que se trataba: se asustó terriblemente. Pregunte al doctor si no convendria ingresarle en una cilnica durante ml enferinedad. El medico me aseguró con toda firmeza que se Ic podia dejar en libertad, que ya no se observaban secuelas dc la psicosis traumãtica. Nos dijo tambiCn quc entre los deportados a Voronezh habla observado con fre-cuencia estados similares a los descritos por Mandelsiam. Esto soDa producirse al cabo de varias semanas o, incluso, dIas de la detencion. La enfermedad cura siempre y no de-ja huellas.

Esta yea frie Cl y no yo quien le preguntó ci motivo de que Ia genie enfermara al cabo de estar unos dIas en ía cárcei interna y antes pasaban largos aflos en fortalezas y sallan satins. El medico se limito a encogcrse de hombros.

Pero, dde verdad sallan sanos? Tat yea toda cárccl pro-duce enfermedades psiquicas, sin habiar ya de traumas. No será algo especifico de nuestras cárceies? d° sucede

quizá quc nuestra psiquc ya está alterada, antes de la de-tención, a causa de presentimientos, temores y rcflexiones sobre .temas carcelarios,? En nuestro pals nadie se interesa por ese tema y en el extranjero 10 desconocen pot cornple-to porque sabemos guardar nucstros pequefios secreros del mundo exterior.

He oldo contar clue alguien publico recientemente sus memorias sobre la vida en un campo de trabajo. El autor de estas memorias —un extranjero— estaba sorprendido de la cantidad de enfermos mentales entre los reclusos. Durante su estancia en el pals habla vivido en condiciones espcciales y no conocla la realidad soviEtica, mejor dicho, tenla de ella una idea muy superficial. Hare la deduccion de que en nuestro pals no se tratan ciertas enfermedades,

156

es decir, las psiquicas, y que los enfermos que pot culpa de su enfermedad cornetcñ faltas en ci trabajo, infringen la discipiina, etc., son enviados a los campos. En efecto, nuestro porcentaje de personas emocionalmente inestables es enorme. Creo que encre los delincuentes, condenados ahora pot actos de gamberrismo y pequeflos burros, muchos son psicôpatas o psicoasténicos graves. Son recluidos durante varios afios pot haber violentado la puerta de algün almacen Para robar varios litros de vodka, Pero al recobrar La libertad, no tardan en volver a La carcel y al campo, esta vez pot bastantes aflos, acusados de deli-tos semejantes al primero. En vida de Stalin se its hacia menos caso y pocas veces se Its enviaba al campo, en cam-bio a los otros los enviaban en masa... Pero sigue descono-ciendose ci motivo de que los intelectuales y, to general, las personas sensibles y nerviosas, reaccionen tan vivamen-it ante su detención y padezcan con frecuencia de miste-riosos traumas psiquicos, que se curan rapidamente y no dejan secueias. Dónde hablan enfermado las pers6nas que ese autor extranjero yb, en la circel o cuando estaban libres? ,Quienes cran, chiquilios que robaron Para em-borracharse o ciudadanos pactficos? Eran enfermos psicó-patas o padecian del famoso traumatismo psiquico? Todas estas cuestiones siguen sin resolver no sélo para los extran-jeros, sino también para nosotros. Y no podremos resol-verlas hasta que no analicemos to voz alta nuestro pasado, presente y futuro.

Mandelstam volvió a la consulta psiquiãtrica cuando yo sail del hospital, Pero esta vcz habio con un gran espe-cialisra que halt Ilegado a Moscü en visita de inspección. Fue a verle pot iniciativa propia, pan contark la historia de su enfcrmedad y averiguar si no se trataba de alguna lesion orgãnica. Le dije que ya antes habla tenido ideas fl-jas, to ci perlodo, pot ejemplo, de sus conflictos con las organizaciones literarias, cuando no podia pensar en otra cosa. Además —y esto es la pura verdad— era en exceso sensible ante cualquier trauma... Estas caracterIsticas, dicho sea de paso, las habia observado yo en los dos her-manos de Mandelstam, que eran completamente distintos a €1, Pero tambiën extremadamente sensibies, pues convertian en ideas fijas cada hecho biográfico que les re-sultaba penoso...

157

El psiquiatra de Moscu hizo aigo sorprendente: le invitô a recorrer con €1 las salas. Al terminar ci recorrido Ic pre-guntó si habia notado aigin parecido entre Jo que Ic ocurria a éI y los pacientes de La clinica. eEn qué categorIa se incluiria él a si mismo: debilidad seth!, esquizofrenia, histerismo?... El doctor y ci paciente se separaron como amigos.

Al dia siguiente, y sin decide nada, fiji a vet al psi-quiatra. Tenla miedo de clue ci terrible cspectaculo que nos habia mostrado ci dia anterior se convirtiera en un trauma nuevo. El doctor me tranquiiizo. Me dijo que Jo habia hecho conscientemente porque la vista de los enfer-mos Ic haria reconocer las cosas y asi se librarIa con mayor facihdad de los dolorosos recuerdos de la enfermedad pa-sada. Per In que se refiere a la excitabihdad nerviosa y su vulnerabijidad a Los traumatismos ci doctor no vio en elio ningün sintoma patoiógico especial: Los traumas habian si-do bastante graves y Jo ünico que se podia desear es que no hubiera tantos en nuestra vida... Se trata de un sujeto faciimente excitable y de extrema sensibihdad,... Y asi era en efecto.

Mc sorprendia la faciLidad con que se burlaba de su en-fermedad y la rapidcz con que desgajo de su vida ese tro-20 lieno de alucinaciones y debrios: cNadeflka, me dijo unos meses despuEs de nuestra Hegada a Voronezh, irrita-do pot una comida deficiente, (no puedo corner esta pot-queria, ahora no estoy loco*...

La Unica secueia, a mi juicio, de la enfermedad, era el deseo clue manifestaba de vcz en cuando de admitir la realidad y hallarie aiguna justificacion. Le ocurria sübita-mente e iba siernpre acompailado de un estado nervioso, como si en aquellos momentos estuviera bajo Jos efectos de una hipnosis. Decia entonces clue qucria estar con to-dos y temia quedarse al margen de la revoiucion, dejar de vet, Per miopla, todo cuanto de grandioso se realizaba an-te nuestros Ojos... Debo confesar que ese sentirniento era compartido pot muchos coctneos nuestros y que habia entre ellos personas muy dignas, como Pasternak, pot ejempio. Mi hermano Evgucni decia que no fue ni ci miedo ni ci soborno —aunque hubo bastante tanto de In uno como de Jo otto— lo que jugô un papei decisivo en la domesticacjón de la intelectualidad, sino la palabra qrevo.

158

luciOni, a la cual nadie qucria renunciar. Con esa palabra no solo sometla ciudades, sino tambiEn a muchos millones de seres. Esa palabra posela una fuerza tan grandiosa que no se comprende siquiera la necesidad de las autoridades de tener circeles e imponer la pena de muerte.

Afortunadamente, Mandeistam no padecla con frecuen-cia esos arrebatos de patriotismo. Una vez recobrado, él mismo los calificaba de locuras. Pero Cs interesante senalar quc entre la gentc dedicada al arte, la coinpicta negación de lo existente conducla al silencio. El acatamiento total tenla consecuencias flinestas para ci trabajo, lo hacla insig-nificante; sOlo cran fructiferas las dudas que, por desgra-cia, estaban perseguidas pot las autoridades

Li simple amor a la vida impulsaba tambien ci acata-miento de la realidad. Mandelstam no tenla ningün apego al martirio, Pero habla que pagar un precio clemasiado ca-to pot ci derecho a vivir. Cuando se decidiO a efectuar ci primer pago, ya era demasiado tarde.

Pot lo que se refiere a ml, fui Ilevada a una barraca 1E servada a los enfermos de tifus. El médico-jefe se detuvo un dia junto a ml carna y Ic dijo a un inspector que mi es-tadd era grave y quc cfiguraba en ]as listas de los organis-mos de seguridad.. Pensé que esa conversaciOn era pro-ducto de ml delirio, Pero ese mismo médico-jefe, quc fC-sultO set un buen amigo (era hermano de Fedia ci agrOno-ma) me confirmO, una yea ya curada, que él lo habla dicho. Mis tarde, durante mis peregrinaciones por la Union Soviética, se me hizo saber en varias ocasiones, tan-to pot agentes manifiestos, corno secretos, de la policla, es decir, por las secciones de personal y los .chivatos., que cfiguraba en las hstas de Moscü '. No sé lo que esto pueda significar. Para comprenderlo es preciso estudiar la estruc-tura de los organismos en cuyas listas .figuro. pot razones quc desconozco. Me parece mucho mIs agradable no flgu-tar en las listas de nadie, Pero no sé cOma conseguirlo. Me gustaria saber si todos .figuranx. o sOlo los elegidos.

La doctora de la sala, una mujer muy agradable, me contO que su marido, agrOnomo, estaba a punto de cumphr su condena; se .fue* con otros intelectuales rura-les acusado de envenenar los pozos. No se trata de algo que yo invento ahora, ni de un fruto de ml imaginaciOn, sino de un hecho real. Una yea curada, empecé a hacer

159

viajes a Moscü y ella me daba paquetes para que los en-viara desde La capital. En aquellos ahos, los paquetes de viveres solo se admitlan en Moscü, ahora, en cambio, hay que mandarins desde los centros regionales. Emma Guershtein se paso muchos aflos viajando a no sé qué fan-tásticos pueblos Para Ilevar Ins pesados paquetes que Aj-mitova enviaba a su hijo Liova.

Cuando ci cenvenenador de los pozosp regresO a su casa, una yea cumplida su condena, fuimos invitados a festejar ci acontecimiento. Bebimos vino dulce en su honor y El, radiante de alegria, cantO con su voz de baritono atenora- do diversas romanzas. En 1937, volvió a set detenido...

Me atendiO mucho la enfermera Niura. Su marido, em-pleado en un molino, sacO un dia un puhado de harina Para su hambrienta familia y fue condenado a cinco alias por decreto. Las enfermeras comian con voracidad Jos res-tos de comida quc dejaban Ins enfermos de tifus y disen- teria. Nos contaban sus penas y su miseria.

Sail del hospital con la cabeza pelada y Mandelstam me Llamaba epresidiariab.

El propietario ofendido

Al salir del hospital, Mandelstarn me llevO a su scasa * y no al hotel. IDurante ese tiempo habia conseguido alquilar Para nosotros una terraaa encristalada en un ruinoso hote-lito que pertenecia al mejor cocinero de la ciudad. La casa segula siendo de su propiedad particular en razOn a los méritos de su dueflo, que trabajaba de jefe de cocina en Un restaurante tresenrados Para los mIs altos cargos. Con este motivo, Mandelstam me dijo que, por fin, sabriamos qué era eso de creservados.. Cuando en 1933 estuvimos en Crimea, no nos dejaron entrar, ni en Sebastopol ni en Feodosia, en ningün restaurante, alegando que eran 4reserva-dos. En La Antigua Crimea habla, incluso, una peluque-na reseryada. Pero ci cocinero no nos contO nada. Era un viejo enfermo, inapetente, poco amigo de bromas, siempre cansado, que vivia en una de las habitaciones de su antiguo hotel; en las restantes se aLojaban los inquilinos

160

que hada tiempo ya no pagaban más que In regiamenta-do. Como propietario, el cocinero debia hater las repara- - clones a su costa y durante ci verano alquilaba la terraza a fin de reunir Ins fondos necesarios para ello. Su maxima \ ilusión era que la casa fuera declarada en ruinas o se apro-piascn de ella, pero era poco probable quc algün soviet sensato quisiera encargarse de semejante ruina. El ültimcn propietatio se desesperaba, se arruinaba, pero no perdia Ia esperanza de set un inquilino mis de so propia casa, des-unada, pot fin, a la demoliciOn pot las autoridades corn-petentes.

En 1934, Voronezh era una ciudad sombria y hambrienta. Los campesinos huidos del koljós y los kulaks expropiados, pero no deportados aün, pedian limosna pot las calles. Se siwaban junto a las panaderias y tendlan la mano. Sc habian comido ya, pot In visto, todas las reset-vas de cortezas traidas en los sacos desde so aldea natal. En La casa del cocinero vivia un viejo ilamado Mitrofan; el hambre crónica lo habla convertido en un set medio-5aIva-je. El viejo soflaba con trabajar, aunquc fuera de guarda nocturno, pero nadie lo contrataba. Atribula todos sus fricasos al nombre que Ilevaba: *Como me Llamo Mitro-fan, creen que soy del clero y no me admiten.. En el centro de la ciudad se alzaba el semiderruido templo de San Mitrofan y ci viejo, probablemente, tenia razón Cuando nos trasladamos a la casa aiquilada para ci invier-no, Mitrofan se ahorcó. Con nuestra marcha perdio sus timos haberes: nos habia ayudado a encontrar habitacion. TraIa a unas viejas que se dedicaban a poner en contacto a los duenos de camas, rincones y habitaciones disponibles con los potenciales inquilinos. Tenlamos clue buscar aloja-miento en casuchas agrietadas que segulan siendo de pro-piedad particular y entre aquelios que alquilaban una par-te de su vivienda oficial. Hater esto ultimo se consideraba ilegal: especulación de vivienda. Los duenos de la vivienda y los presuntos inquilinos se odiaban de aritemano. Los inquilinos anhelaban reflir Lo antes posible con su •patrón* y dejar de pagarle un alquiler que superaba en veinte veces al oficial. '1 los duehos de las casas, despues de reparar el tejado o las puel-tas con el dinero obtenido por ci aiquiler, se percataban de pronto que habian vendi-do su primogenitura pot un plato de lentejas y se asusta-

161

ban al pensar que los inquiiinos se quedarian pan siempre con ellos. El alquiler dc la habitacion solia tenet este dcseniacc: ci inquilino, urn vez registrado en la vi-vienda y pagado cI alquiler durante varios mews, se ponia de acuerdo con ci administrador de la casa —habitual-mente esto ocurria previo .unto— y iccibia el derecho le-gal a la habitacion. Asi ocurria en las casas comunales, pe-to en las de propiedad privada, ci inquilino se negaba simpiemente a marcharse y no habia posibilidad de echarlo apelando a los tribunales; ci inquilino dejaba de pagar. La mayoria de 'a genre conseguia de esta manera la vivienda y el permiso de residencia. Era, pot decirlo asi, una nueva y natural redistribucton de la supetficic habita-da. Este procedimiento resulcaba mâs euicaz clue la expro-piación <Ic la superficie sobrante y su nueva distribuciôn, pero iba acompanado de dramas, cscandalos y montañas de denuncias con ayuda de ias cuales tanro los duenos de las casas como los inquiiinos aspiraban a liberarse los unos de los otros. Hoy dia esas relaciones se ban regularizado y no se producen conflictos porque las habitaciones se al-quilan sin exigir ci permiso de residencia; ci inquilino en esta situación no puede aspirar a nada. El ünico motivo <Ic rifla Cs la denuncia de aigun vecino de que hay alguien que vive sin permiso de residencia; las autoridades, sin embargo, hacen la vista gorda en estos casos: los tiempos ban cambiado.

En Voronezh, los ducoos de las casas admitian gustosa-mente a los deportados Sobre ellos pesaba siempre la amenaza de set teexpedidos a iugares más lejanos y en ca-so de conflictos ci propietario podia contribuir a su reex-pedicion. Pot esta razôn recibimos muchas propuestas, y Mandeistam se pasaba los dias de habitacion en habita-ción pot toda suerte de perdidas callcjas. Sin embargo, tardamos bastante tiempo en mudarnos, porquc en todas panes soiicitaban ci pago pot anticipado de on año. En Ia tcrraza ya se heiaba ci agua cuando fui a Moscü en busca dc trabajo y consegui una traduccion con asombrosa facili-dad: Luppol habia oido habkr del .milagrop y estaba con-vencido de clue podia porporcionarnos trabajo sin cotter grandes riesgos. Ademas, lo hzo de muy buena gana. El anticipo recibido por la traduccion lo entregamos al dueno de la casita situada en las afueras de la ciudad, quien se

162

contentó con recibfr ci pago de seis meses de aIquikr pot adelantado. Cada viaje a la ciudad, que reniamos que ha-cer con mucha frecuencia a causa de Ins certificados, ci cambio de pasaporte, la bósqucda de trabajo, era una ver-dadera tortura para Mandeistan,: las interminables esperas en las paradas de los tranvias, los racimos humanos colga-dos de sus pucrtas, los apretujoncs... Antes de la gucrra, ci transporte urbano estaba en pésimo estado en todas partes, incluso en Moscü. En aquel invierno conocimos ci furor de los vientos esteparios: la genre que ha sufrido un naufragio Cs particularmente sensible al frio. Nos conven-cimos de ello en los sucesivos periodos de hambre y misc-na, quc se repetian regularmente at cabo de varios años de guerras y deportaciones.

Poco dcspués supirnos que ci dueno de la casa donde nos instalamos, de profesion agrónomo, calzado con gran-des botas de cuero, nos admitie con la esperanza de cono-cer a personas intcresantes: cPcnsé que vendrian a visi-tanics escnitores, como Kóchetova o Zadonski, qilrjuntos bailariamos La rumba, Se nos quejaba ci dueflo de la casa. Desilusionado, .tomó sus mcdidas: irrumpia en nuestra habitacion cuando estaban de visita nuestros amigos Ka-letzki y Rudakov, también deportados y carentes de pasa-porte, y cxigia que Ic enseflasen sus documentos: Wstedes están celebrando aqul una reunion y yo, como dueflo de Ia casa, soy ci responsabki' ... Lo echabamos de la habita-ciOn y el, aI encontrarse a solas conmigo, suspiraba tniste-mente y se lamentaba: cSi al menos Ic visitara alguien que valiese la pena' ... No podia devoivernos el dinero del an-ticipo y no tuvimos más remcdio quc vivir aili Ins meses pagados. Mandclstam to tomaba en broma: Ins deportados siempre ban sufrido a causa de los propietarios, esa era la tradiciOn. Antes iban a La policia pan quejarse, ahora van a la GPU; nuestro agrOnomo se limitaba a amenazarnos, pero, al parecer, (no escribia, 4ni iba* a ninguna parte. Y esto era dc apreciar. -

La siguienic habitación, que ocupamos desde abril de 1935 hasta febrero de 1936, se hallaba en ci centro, en una antigua pensiOn, donde se congregaba toda suerte de chusma. Hubo varias redadas nocturnas: la policla buscaba destiladorcs clandestinos de vodka. Nuestra vecina, una prostituta jovencisima, adoraba a Mandelstain porque la

163

saludaba en la calle; venia siempre a nuestra habitacion con un cubo para lavar ci suelo y no qucrIa cabin nada pot mucho que insistiéramos: 'La hago per arnistad,... Venla a qucjarsc de la vida una vieja judia que criaba a ties nietos. El patron se obstinaba en echarla y escribia, a donde correspondia, acusándola de prostitucion. La vieja sc justificaba con la edad (c,Quién querria una as!?,) y con Las dimensiones de Ia habitaciOn, en la cual los nietos dorinian amontonados.

Era una suerte para nosotros que los delatores escri-biesen lo quc SC 'Cs ocurria, sin cuidarse en absoluto de la verosimilitud de La acusaciOn que, hasta 1937, se exigia, pese a todo. Esta situaciOn se prolongO hasta que apare-cicron en Ia prensa unos articulos recomendando clue se informara a las autoridades de las conversaciones que mantenian los vecinos. La delacion pone de manifiesto, sabre todo, ci nivel del delator, revela los vuclos de su imaginaciOn. Nuestro segundo patron de Voronezh paba ci escalOn inferior de esa escala. Una vez nos llama-ron del MGB (Ministerio de Seguridad Estatal), nos mostraron una denuncia hecha contra nosotros y nos pro-pusieron que la refutaramos por escrito. La denuncia decia clue recibimos per la noche la visita de un tipo sospechoso y quc se oycron disparos provenientes de nuestra habita-ciOn. La primera pane de Ia denuncia podia pasar, pero La segunda Lo echO todo a perder. El visitante nocturno era Jájontov, cuyas representaciones estaban anunciadas en carteLes por toda la ciudad, y €1 confirmo que habia esado con nosotros hasta ci amanecer. Asi acabO todo el asunto.

El propio hecho de que nos Llamaran con motivo de La denuncia, demostraba clue no hablan pensado en miii-zarla. La inismo ocurriO conmigo, posteriormente a 1937 (Ezhov ya no estaba y ci terror habia disminuido). Un dia me ilamaron a La secciOn de la GPU, adjunta a las inilicias de Moscü, donde yo, despues de la muerte de Mandels-tam, habia conseguido un permiso provisional de residen-cia en mi propia casa y me exigicron cxplicaciones. Aquella vez la denuncia resultO ser bastante calificada: se decia en ella que en mis habitaciones se mantenian con-vcrsaciones contrarrevotucionarias y Sc hacian reuniones. La ünica persona clue me visitO fuc Pasternak. Vino a ver-me al enterarse de la muerte de Mandeistam. A cxccpciOn

164

de €1, nadie se atrevIa a visitarme, cosa que expliqué al que me interrogaba. El asunto acabo en nada, es decir, me propusieron simplemente que abandonara Ia capital antes de quc finalizara ci plazo del permiso provisional. Esta vcz 'a duefla de la casa era yo y me echaba de ella un inquilino temporal, instalado alli por la Union de Escrito-res con La anuencia de Stavski. El inquilino se tildaba de cscritor y decla, a veces, que su rango equivalia al de ge-neral. Sc llama Kostyriev. Cuando después del XX Congreso se disponian a darme vivienda en Moscü, me ilamaron a la Union de Escritorcs y me prcguntaron cOmo perdi la vivienda. Les hablé de Kostyriev. Jim, empleado de la Union, busc6 mucho tiempo ese nombre en las listas de escritores, mas no logro encontrarlo. El que Kostyriev fueta general o escritor no tiene importancia: en su propó-sito de conseguir vivienda actuaba segün la norma estable-cida. En nuestro pals, .escriblan las capas mâs diversas de la sociedad. Creo que Kostyriev intentO dejar su trabajo en la policIa secreta y pasar a set literato, pero no In consi-guió. La época en que se instalO en mi casa fiicun periodo de transiciOn en la doble actividad y en la duali-dad de misiones.

El ducho de la casa de Voronezh, que oh disparos por la noche, no consideraba vergonzosa su actividad episto-lar. Sentiase, probablemente, miembro ütil de la so-ciedad, un guardian del orden. No era facil comprender en qué consistia so trabajo. No hablaba de ello y nosotros preferiamos no preguntarle nada. Se calificaba de tagente' y hacia frecuentes viajes al campo por casuntos de La colec-tivizaciOn. En todo caso era un peOn insignificante, pero incluso ellos eran producto de cuidadosa selecciOn. -

La esposa del agente, una mujer muy joven, casi una nina, que €1 ctomO por esposa. para librarla del pesado si-no de una familia de kulaks expropiada, alquilo la habita-dOn sin saberlo el durance una de sus largas ausencias •por asuntos de la colectivizaciOn.. Ella se trasladO a la co-dna, que era una habitaciOn de paso, y el dinero recibido por el alquiler se lo enviO a su familia. El marido se en-contrO de pronto con unos inquilinos y sin ningün benefi-do. La esposa, aunque ,salvadn pot ese caballero, lo tenia bien sujeto. A juzgar por sus conversaciones, ella sabia de €1 alguna cosa que ni siquiera en aquella época cruel Ic

165

serla perdonada. Delante de él y a sus espaldas Ic liamaba con ci nombre tradicional de Herodes y cuando lo insuita-ba a más y mejor, el Sc limitaba a encogerse cobardemen-te. Sin embargo, no podia soportar la presencia de los in-quilinos y trataba de fastidiarnos en la medida de sus fuerzas. Entraba en nuestra habitaciôn sujetando pot ci rabo algun ratOn vivo, que pululaban pot doquier en la casa. Correcto, atildado al estilo militar, nos saludaba des-de ci umbral y decia: cMc permite clue lo fda?. y se en-caminaba directamente al hornillo eléctrico de espiral. Despreciaba ci hornillo, clue consideraba como un capricho de inteiectuaies, una costumbre burguesa c lue to-do honrado ciudadano sovietico debh combatir igual que a los kulaks. Rudakov o Kaletzki, quc no saran de nuestra casa, defendian al ratón y ci dueflo de la can, al encontrar resistencia, se batia vergonzosamentc en retirada, pues era muy cobarde. Desde la habitación vecina Ic olamos bro-meat sobre los nervios dc los inteicctuaies: 4IYa verân ci susto que ies voy a dat! iFrcirE un gato!.... Lo más curioso del caso es que no bebia y reahzaba todos sus trucos en es-tado de absoluta sobriedad. Su nümero predilecto era ci del ratón.

Cuando Mandeistarn fuc al sanarorio de Tambov, ci ngente* echo fuera todas nuestras cosas, quc recogiO y conserve la prostituta... Al regresar, Mandelstam no sabia dondc meterse y pasaba el tiempo en la redaccion del pc-riOdico, situada en la casa vecina. Desde alti ilamaron a la desconocida instituciOn donde trabajaba nuestro patrén, devorador de ratones y agente. For la tarde se presentO inopinadamente en La redacciOn y dijo: cRegresen, me ban ordenado quc no cscandalice.; comprendimos enton-ces la ventaja de vivir en la casa de un coiaborador de Ia instituciOn donde reina la disciplina rnilitar. A partir de entonces, ci agente fue una malva. - - Cuando aiquilamos una nucva habitacion y abandonamos su casa, éI rnismo nos ayudo a colocar nucstras cosas en el coche y estuvo a punto de persignarse de aicgria. jQuién iba a creer que ci victorioso inquiiino no iba a quedarse ya para sicmpre!

Me contaron que del siguientc inquihno se libero en 1937, pero no gozO mucho tiempo de su vivienda: fue trasiadado al trabajo interno de un campo.

Durante los tres afios de permanencia en Voronezh

166

cambiamos cinco veces de casa, contando la terraza. Des-pues de la casa del cgente., nos trasladamos a una esplendida casa nueva, donde vivia una joven viuda. Al-quilo de golpe dos habitaciones: una a nosotros y otra a un joven periodista ilamado Dunaievski, quien fue ci or-ganizador de nuestro traslado. Ella nos habia aceptado con el ünico fin de crehacer su vida, pero él no tenia la menor intención de casarse con ella. Cuando quiso inten-ratIo de nuevo, tuvimos que marchar para dejar el sitio a un novio potential. Nuestra ultima habitacion, en una ca-sita diminuta incrustada en la rierra, resulto set un paraiso. Pertenecla a una modista que trabajaba en ci tea-tro y fue ci sucño de un pasado ya perdido para siempre, ci premio pot todas las penalidades sufridas. Aunque Mandeistam reaccionaba serenamente ante todas las contrariedades relacionadas con las vivicndas, en casa de la modista rcvivió.

La modista era una mujer corrienre, sencilla y bondado-sa. VivIa con su madre, a quien llarnaba abucla, y su hijo Vadik, un chiquillo como todos los chiquillos. Su marido, zapatero, habia muerto hacia unos años y los actor6a quienes remendaba ci calzado, colocaron a la viuda en el teatro para que pudiese sostener a su famiha. Le habian conseguido una pension para el hijo; ci marido habia side, comunista. Vivian, como es de suponer, a base de paratas y de algunas gallinas que la abuela guardaba en el coberti-zo. Los doscientos rublos de la habitacion suponian un considerable ingreso en so presupuesto. En su casa sollan alojarse algunos acrores y era muy conocida entre ellos pot so bondad. A causa de ello nos instalaron en su casa y alIt respiramos a gusto.

Antaflo habia mucha genre bondadosa. Dire incluso mks, hasra los rnaios se fingian buenos porque eso era In debido... Dc aqul la hipocresla y falsedad, los grandes de-fectos del pasado, denunciados pot el realismo enrico de finales del siglo XIX. El resultado de esas denuncias fiie sorprendente: las personas bondadosas desaparecieron. Hemos de tenet en cuenra que la bondad no es sOlo una cualidad innata, sino que debe cultivarse y esro se hace cuando hay demanda de ella. La bondad era pan nosorros una cualidad pasada de moda, en vias de extinciOn y la persona de buen corazOn una especie de mamut. Todo

167

cuanto nos enseflaba Ia época, la expropiación de Ins hi-laks, la lucha de clases, las denuncias y la busqueda de motives ocultos en cada acto, educaba cualquier clase de sentimientos, Pero no la bondad.

La bondad, igual que la benevolencia, habia quc bus-carias en lugates perdidos, sordos a la ilamada de la época. Unicamente las genres pasivas conservaban estas cualida-des legadas pot Los antepasados. Un Thumanismon, al revés se manifestaba en todo y en cada uno.

En esa casa-vivlamos tranquilamente, como personas, y hasta olvidamos quc no teniamos vivienda propia. En mis viajes posteriores pot La URSS, en coche de cabailos, en tranvIas a automéviles pot las enormes ciudades del pals, solia mirar con asombro las ventanas de las casas quc des-fliaban delante de mi vista: Por qué no podia considerar como mia ninguna de cilas? Tenia suehos absurdos: vela pasillos enormes como calles techadas con puercas a ambos lados, esperaba que Las puertas se abrieran de un momen-to a otto y yo escogeria una habitacion. A veces descubrIa que tras las puertas vivian mis parientes muertos hacia tiempo. Entonces me enfadaba: Ah, estáis aqul todos juntos?, por qué yo estoy sola? ,Qué Freud se atreverla a interpretar estos sueflos como un complejo de inhibición de la libido, pot el compiejo de Edipo u otras monstruosi-dades semejantes?

Alguien dijo clue Ins ciudadanos soviéticos no precisan construirse casas propias: tienen derecho a exigir clue el Estado les proporcione viviendas gratuitas... Pero, a quién exiglrsela? Incluso en sueftos no sabia qué hater y me despertaba antes del feliz momento de recibir, pot fin, ci documento que me otorgaba la vivienda y ci per-miso de residencia. En Voronezh aün tenia La ilusión dc set duefla de una casa, conseguida con esfuerzo, ünica en su género. Ahora ya no tengo ilusiones y conozco las Le-yes, segán las cuales a nada tengo derecho. ,Y cuántos hay como yo? No crean, pot favor, que soy una cxcepción. Nucstro nombre es legion.

Las generaciones futuras no comprcnderan el significado que la palabra fsuperficie habitablez. ha representado en nuestra vida. Pot ella y a causa de ella sc ban cometido no pocos crimenes. La gente esta ligada a su superfIcie * y ni siquiera se les ocurrc pensar, ni sonando, en abandonarla.

168

Quién Cs capaz de abandonar la cntraflabk, amada y va-liosa habitation dc una casa comunal de doce metros y medic, de extensiOn? En nuestro pals no existen locos de esta especic y la tsuperflcin se deja en herencia como los castillos patrirnoniales, los palacetes y las fincas. Esposos que se odian, suegras y yernos, hijos e hijas adultos, anti-guas sirvientas quc se aferran at cartucho prOximo a la co-cina, están encadenados de por vida a su csuperficic y no pueden separarse de ella. En casos de boda y divorcio, el primer problema que se plantea es ci de la vivienda. He oldo habiar de nobles caballeros clue se van de la casa y dejan la habiraciOn a su mujer, he oldo hablar de novias con buena vivicnda y de novios que buscaban novias asi. . - Mujeres intelectuales se compraban una pelliza guateada y Sc colocaban de asistentas en las residencias de estudiantes donde se les destinaba tin cuchitril. Y alit se qucdaban aguantando años enteros las maldiciones de los admi-nistradores del inmuebie y la amenaza de ser puestas en La calic. En esas residencias comunales también vivian los profesores y tambien aguantaban el mal trato de los admi-nistradores. Yo misma pude haberme aferrado a alguna de esas residencias y cscuchar hasta ci alba, encerrada en mi habitacion, las canciones y los bailes de Ins alegres es-wdiantes que frecuentemente no disponen de cama pro-pia y pot ello duermen de dos en dos.

Dc la csuperficie. depende también ci permiso de resi-dencia: silo pierdcs en tu ciudad, no conseguiris volver a ella en toda tu vida. Y, sin embargo, para la inmensa ma-yoria de la gente la propiedad de la casa resulto ser una verdadera trampa. Las nubes se cernian sobre sus cabezas, habian desaparecido ya en torno suyo amigos y compafie-ros de trabajo (deciamos: los proyectiles caen cerca), pero los propictarios de la tsuperficicp segulan en sus sitios en espera de que vinieran a buscarlos. En su espera, se conso-laban con la esperanza de que podrian evitar ese caliz; de esa forma defendian su cuchitril, el asi Ilamado aparta-memo; si Este, además, era individual y en casa nueva, entonces, su semejanza con una tampa era todavia ma-yor: [as casas nuevas tienen solo una salida: carecen de Cs. calera de servicio. No conoci más que a una sola mujer sensata que durante la expulsion de los aristOcratas de Le-ningrado hizo su equipaje y huyO precipitadamente a pro-

169

vincias 1 conservando asl limpio su pasaporte y liberindose de numerosas calainidades.

Mi falta de vivienda me salvo de set detenida. Consegul Ia vivienda una sola vex; fue en 1933, cuando gracias ala presión de Bujarin nos dieron un Palomar en el 5.0 piso de una casa destinada a los escritores. Seis meses despues, Mandelstam fue detenido, Pero conservamos la casa. Mate Zalka, presionado pot los escritores, fue a MGB en su cali-dad de administrador de la casa pan pedir que Ic permi-tiesen desalojar de la vivienda de un escritor deportado a una vieja, mi macire, y utilizaria para un escritor auténti-camente soviético. Pero el inilagro continuaba vigente y no se lo permirieron, rogindole que comunicase a los escritores que anhelaban csuperficie habitable * que no habia que set mIs papistas que ci papa. La conservaciOn de la casa nos hizo concebir la csperanza de que a Man-delstam le seria permitido regresar a Moscü; sin embargo, cuando les hizo falta nos la quitaron, echindome a ml, dicho sea de paso, aunque no figuraba como exiliada. Pc-to si me hubiera quedado en la casa de Moscó, junto al escritor-general Kostyriev, mis huesos se habrian podrido hace tiempo en la fosa comUn de algün campo., Despues de su segunda detenciOn, cuando yo vagabundeaba sin vi-vienda ni derecho de residencia, vinieron a buscarme a mi ültima vivienda conocida, la de Kalinin, Pero ya no esta-ba alli. No podia conservar esa habitaciOn en una casa particular, costaba demasiado cara.. No hubo celada para ml y acabaron pot olvidarme. Gracias a mi exis-tencia nomada conserve la vida y las poesias de Man-delstam.

Pero, ,qué habria pasado si la bondadosa modista de Voronezh tuviese despues de nosotros, es decir, en el vera-no de 1937, un inquilino que dejase de pagarle y una vex obtenido ci derecho legal a la habitacion aiquilada se hu-biera quedado a vivir all!? eHabria procedido como todos? Es dccii, elo denunciarla a Io5 organismos de seguridad, diciendo que celebraba reuniones clandestinas y mantenla conversaciones contrarrevolucionarias?.. '1 que ella, como duefla dc la casa, se consideraba en el deber... O bien renunciarla humildemente a ese pequeflo suplemento que Ic permitia vivir algo mejor con su madre y su hijo? Lo Unico quc sé de ella es que su casita Sin porche quedO

170

destruida durante la guerra y en su lugar se alzô aigo complctainente distinto.

El dinero

Desde ci punto de vista material, vivimos en Voronezh, al principio, mejor que nunca. Las Ediciones Literarias del Estado, atónitas por el milagro, nos dieron traducciones. Evgueni, mi hermano, llegó a decir incluso que Moscâ se habla herrnoseado tras ci incendio. Traduje rapidamente una novela pésima e inmediatamente fume otto contrato. Pero en el invierno de 1934-35, los que nos proporciona-ban trabajo sufricron Las consecuencias de su bondad. Me Ilamaron a Moscü para clue tconociese los nuevos metodos de la traduccion.. En aquel entonces el redactor-jefe era Startzev. Alabô los nuevos gmétodos, y el encargado de La sección consiguió con habilidad clue yo les hiciese entrega del libro que debia traducir; alegó como pretexto clue debia rcvisarlo por si convenia acortario un tanto... No volvi a vet el libro y poco despues se publico traducido por otra persona. Nos abonaron unos pliegos mas de una traducci6n de Maupassant, previstos en el antiguo contra-to, y con ello finalizó la afluencia de dinero desde Moscü.

En busca de trabajo, Mandelstam escribio infinitas soli-citudes y acudió muchas veces a la Union de Escritores lo-cal. El problema del trabajo era una .cuestiOn de princi-pio, segUn la expresiOn en boga en aquellos tiempos. Es-to queria decir clue esperaban indicaciones de crriba., y era la Union de Escritores quien las pedla, es decir, el ne-gociado del que dependia Mandelstam. Ni €1 ni yo obtu-vimos nunca un trabajo sin una espera y un cuchicheo previo. Incluso en 1955, conseguI trabajo en Cheboksari tan sOlo despuEs de que Surkov fue no sé a dOnde para. obtener la autotización, y en mi ptesencia llamO al mi-nistro de InstrucciOn Pübiica comunicandok ci resultado de sus conversaciones. Pero en 1934, ninguna instituciOn habria dado trabajo a un deportado sin una disposicion de carriba,. Dc esta forma los dirigentes de las diversas insti-tuciones evitaban la responsabihdad de tenet en la plan-tilla a un ciudadano de categorla cinferiorx En los perk-

171

dos de •vigilancia revolucionaria., ninguna rcferencia a permisos o autorizaciones anreriores de .arriba, servian de ayuda, tanto mis cuanto que estas autorizaciones jamás se daban por escrito: alguien asentia con La cabeza, alguien mascullaba .bueno por telefono, alguien, en ci mejor de los casos, decia: .Decidan ustedes mismos; nosotros no nos oponemos.... Pero en ci expediente no quedaba nm-guna huella de ese movimiento de cabeza, ni de ese far-fuliar pot teLéfono y, a veces, los responsabies pagaban muy caro la prcscncia de clementos ajenos en sus insti-ruciones. Fuimos tanros afios celementos ajenos* que conociamos a la perfeccion ese rnecanismo. A lo largo de los aos experimenté ciertas modificaciones, Pero ci poder del Esrado sobre eL individuo adquiria formas cada vcz mâs precisas. Durantc los ocho años transcurridos desde ci XX Congreso, la situación cambiO sensiblemenre: advmno una nueva época. Pero yo me refiero a La época de Stalin, y las erapas que recorrió Mandeistam iLustran ci proceso de sojuzgamiento de la literatura. Lo mismo ocurrió en otras esferas, claw que de manera aigo distinta, Pero en ci fon-do era igual.

En 1922, cuando regresamos de Georgia, todas las revis-us incluyeron el nombre de Mandelstam en las listas de sus colaboradores, Pero resuitaba cada vez mIs dificil que pubhcasen sus poesias. Como ejemplo tenemos a Voronski que rechazaba todo cuanto se Ic ofrecIa: .Qué puedo ha-cci yo?., se quejaba Serguéi Klychkov, entonces secretario de la redaccion. 'Dice que no son actuaLes., -. En 1923, el nombre de Mandeistam fue borrado de goipe de todas las listas de colaboradores. No podia set casual, pues seme-jante unanimidad de toda La prensa era irnposiblc. Es mis probable suponer que en el verano se hubiera celebrado alguna reunion ideologica, iniciándose en la iiteratura ci proceso de diferenciacion entre los .nuestros * y los .otros.. En ci invierno de 1923-24, cuando Bujarin era e1 redactor-jefe de la revista 4Prozhcktor, (El Proyector), Ic dijo a Mandelstam: 'No puedo publicar sus poeslas. Haga na-ducciones... Al principio, esa Iimitacion inicial se referia al parecer a la prensa periodica, ya que ci libro de poemas .Segundo cuaderno., contrarado en 1922, se pubLico en 1923. Dos aflos mis narde, sin embargo, Narbut, que era ci director de ZIF, It repitiO lo mismo que dijo Bujarin:

172

cNo puedo publicar nada tuyo, Pero te dare todas las tra-ducciones que quietas.. En aquel entonces, todos cuantos querian comentaban que Mandeistam habia dej ado la poesia Para pasarse a las traducciones. Esto fuc repetido pot la revista ,Nakanuflcs (Visperas), quc se publicaba en el extranjero, y Mandeistam se disgusto mucho. En gene-rat, la situaciOn ya era bastante dificil en aquci entonces. .Se me.permite traducir tan sOlo, se quejaba. Pero tam-poco resultaba facil conseguir traducciones. Existia, como es natural, la competencia y, además, jamts figuro en la categoria de aquellos a quienes estaba ordenado casegurar ci trabajo.. A partir de La segunda mitad de la decada de Los ahos veinte, costaba cada vez mayor esfuerzo que it dieran una traducciOn. Sc Ic discutia ci inero derecho de ganar pan vivir. No consiguiO nada con sus libros Para ni-fios, .Los globos, y cEl tranvia, que Marshak estropeó considerablemente. El nico reducto eran las pocas y ml-seras editoriales particulates quc existlan todavia. Consi-guiO pubhcar algunos articulos en provincias (Kiev) y en pequeftas revistas de teatro. En aquel entonces La prohibi-ciOn no era total, habia tan solo limitaciones y la creco-meridaciOn de tenet en cuenta La cactualidad.... La nueva etapa, La lucha por la .pureza de la linea ideolagica. se iniciO con la pubiicaciOn de un articulo de Stalin en La re-vista Bollshevik. (El Bokhevique), en ci cual ordenaba que no se publicase nada que no fucse adecuado (1930). En aquel tiempo yo trabajaba en La revista ZKP (Pot una Educacion Comunista) y por las conversaciones manteni-das en la redaccion comprendi que se habia acabado ci pe-riodo de las escaramuza.s y se pasaba a una ofensiva plani-ficada. No obstante, en la prensa se pubhcaron aün varias poesias suyas, Pero a causa del tViaje a Armenia., que se pubhco en cZviezda. (La Estrella), fue destituido su redactor-jefe Cesar Volpe, quien, pot otra pane, sabia a In quc se exponia. El lazo se iba cerrando paulatinamente. Tanto Mandelstam como Ajmátova fueron los primeros que sinticron en su propia pie[ In que significaba La Cpoca staliniana, Pero poco a poco lo fueron sintiendo todos. Pa-ra muchos ese avasallamiento de la literatura rusa fue muy beneficioso. Incluso ahora les encantaria retornar a los tietnpos de antes y luchan por sus posiciones y por la con-servaciOn de las viejas prohibiciones.

173

En ci exiiio no cabia ni sonar con pubiicar alga, nos quedamos sin traducciones y ci nombre mismo de Man-delstam dejo de mencionarse. Apareciô de pasada durante todos aquellos alias en articulos denigratorios. Hoy di g no esti prohibido nombrarlo, pero por inercia no se pronun-cia su nombre y en los circulos de Kochctov sigue suscitan-do furias. A Ercnburg le atacaban mis clue nada por unas palabras clue dijo sobre Tzvetiieva y Mandeistam. En ci invicrno de 1936-37 se acabo toda posibilidad de ganar dincro. No consegul trabajo hasta 1939, cuando se hizo saber clue las esposas de Los dctcnidos segulan teniendo derecho a él; Sin embargo, en los perlodos de .vigilancia revoiucionariab me echaban siempre. Coma todas Las posi-bilidades de trabajar se haiiaban concentradas en manos del Estado, Lo ánico que nos quedaba pot hater era caullar bajo las murallas del Kremlin. En aquei entonces los mc-dios privados de existencia en nuestro pals —que boy dIa ya no existen— sc reducian a los siguientes: cultivar un huerto en la parceia donde estaba la can propia, tener una vaca allf mismo, aunquc ci heno era propiedad del Estado, trabajar clandestinamente como modista, mientras no apareciera ci inspector de finanzas, o como mecanógra-fa t que se hallaba en ci mismo caso que la anterior, con la particuiaridad de que Las miquinas de escribir costaban muy caras antes de La guerra y, finalmente, La mendici-dad, quc no resultaba rentable porque ci dinero In poselan tan solo los fieles sersridores del Estado y cOos no iban a comprometerse rciacionindose con los repudiados. Entrc todos estos medios recurrimos, mientras nos fue po-sible, ai tauiiidoi., es decir, tratibamos de hailar una so-lucion de principio * para ci probLema. MandcLstarn se de-dicO a eLLo en Voronezh y yo me thi a Moscu y hable, mieritras me fuc permitido, con los dirigentcs de la UniOn de Escritores: Marchcnko, Scherbakov y otros. . - Todos ellos se mostraban impenctrabies y no respondian a nm-guna de mis preguntas, pero consultaban con alguien de carribas.

En ci primer invierno de su destierro, Mandeistam fue privado de su pensiOn personal. Traté de conseguir clue se la dcvoivicsen, persuadiendo a Schcrbakov de que coma los .scrvicios prestados a la hteratura rusa, no se pueden anular, tampoco la pensiOn podia ser anuiada. Mi inge-

174

niosidad no cause ningUn efecto en ci alto dignatario clue era Scherbakov. c,De qué servicios a la literawra rusa cabe hablar Si precisamente pot sus obras fue dcportado?x, me respondiô. Yo, como todos nosotros, habia perdido pot compicto la nociOn dc Las normas juridicas y me gustaria saber si se puede privar de una pension, igual 51 CS pot ye-jez, años dc trabajo, academica o personal, a una persona que fuc condenada a un cierto periodo dc ticmpo pero sin perdcr sus derechos civicos.

No es casual quc haya motejado a Scherbakov dc alto dignatario. Incluso ci tipo fisico de nuestros dirigentes cambiaba con los ahos. Hasta mediados dc la decada de Ins aftos veinte, habla pot todas panes antiguos militantcs de La época clandestina, rodeados de la corrcspondicnte juventud. Eran bruscos, seguros de su indiscutible razOn y muy amigos de discutir y drhacer propaganda; sollan set groscros. Tenian algo de seminaristas y de Pisaricv. Ellos fueron Los prototipos de Ins primcros afios de la revolu-ciOn. Fueron sustituidos gradualmente pot hombres ru-bios, dc cabezas redondas que Lucian bordadas camisas ukranianas, de mancras familiares, desenfadadas, risuchas y totalmente artificiosas; les gustaba bromear y alardeaban de su tosquedad. Luego vinicron los diplomiticos silen-ciosos, clue valoraban a prccio de oro cada palabra suya, que no declan nada dc mis, quc no prometian nada, pero quertan dar Ia iinpresiOn de quc tenlan peso c influcncia. Uno de los primeros dignatarios de este tipo fiie Scherba-kov. Cuando fui a verle pot primera vez, ambos permane-dm05 callados varios minutos. Yo queria quc fucra éI quien rompiera el siLencio, pew no consegul nada, porque ci dignatario ofrecia a La demandante la posibilidad de cx-poner su ruego... Lc planteé ci problema de la publica-dOn de las obras de MandcLstam aunque sabia de antema-no quc todos mis intentos estaban condenados al mis compLeto de Ins fracasos. Me explicO que ci Unico critcrio a que se atenla para pubLicar obras literarias era su cali-dad; las poeslas de Mandclstam, al parecer, no pasaban esa prueba y pot ello no Sc publicaban. Lo mismo me rc-pine Marchenko, aunque con entonaciOn menos lograda. Schcrbakov se animO una sola vcz en el transcurso de nuestra conversaciOn. Fue cuando me preguntO: .Que escribe ahora?z.. Le due clue cscribia sobre ci Kama... No

175

me oyó bien, Ic pareció quc decia csobrc ci partisano.. c.Sobre ci partisano?., preguntó casi sonriente, pero la sonrisa dcsaparcció en ci acto cuando se percat6 que se trataba del rio Kama. Por qué sobre ci do?* , preguntó; Ic parecia absurdo. La momentinea animación dc Scher-bakes' nos hizo suponcr que esperaban quc escribiese odas ciogiosas, pancglricos y se asombraban de quc no lo hi-ciese. Sc dccidió a hacerlo en 1937, pero en aquci enton-ces nada se tomaba en consideración.

Pese a redo, conseguimos abrir una brecha en ci mute y nuestros esfuerzos mancomunados se vieron coronados pot cierto éxito: Ic dicron trabajo en ci tcatro local. Ocupaba ci puesto dc encargado de la pane literaria, pero no tenia ni la mIs minima noción de 10 que debia hater. De hecho se limitaba a charlar con los actores y ellos In querian. Ademas, ganaba aigo gracias a la emisora local quc acaba-ba de inaugurarse. Esta clase de trabajo anónimo se consi-deraba admisibie inciuso para los deportados, aunque solo en periodos dc caima, cuando no aparccian en la prensa las palabras cvigiiancia revolucionariat ' . Ambos prepara-mos varias emisiones para la radio: La juventud de Goe-the., .Gulhvcr, en versiOn para niños. - Mandeistam escribia frecuentemente los programas para los conciertos, en particular para cOrfco y Euridice. de Gluck. Sc aIegrO cuando oyO per los altavoces de la radio, un dia que iba pot ia calle, su relate sobre Euridice. -. Hizo igualmente una versiOn hbre de romanzas italianas pan una contralto, tambien desterrada.

A pesar dc ese periodo afortunado para nosotros, resul-nba dificii vivir en Voronezh. En ci teatro cobraba 300 rublos, quc Sc destinaban a pagar La habitaciOn (nuestros cuchitriles nos costaban de 200 a 300 rublos) y en ci-garriliios. En la radio cobribamos de 200 a 300 rublos y yo, a veces, tenia que hater unos artIculos criticos pan ci periOdico y responder a las 4preguntas espontineas, de los icctores. Todo ello nos aseguraba una modica pitanza: una tortilla para comer, te j mantequilla. Una lata de conservas de pescado era rode un .banquete.. Haciamos sopa de roles y, a veces, no podiamos resistir la rentaciOn

•Partisano. signcfica guertillero en ruso. (N. de Ia T.)

176

y cornprabamos una botella de vino de Georgia. Consegularnos, adernás, dat de corner a Rudakov, a quien su mujer enviaba cincuenta rublos al mes, cantidad que Ic Ilegaba pan pagar tan solo La cania. En aquci aflo -flit cuando vivimos en la casa del cagenre.— raras veces consegulamos estar solos: recibiamos La visita de los acto-res, de los rnüsicos que Ilegaban de gira a Voronezh, una de las pocas ciudades provinciaks que contaba con orques-ta sinfonica propia. Todos los artistas en gin pot ci pals la visitaban.

Mandeistam no se Lirnitaba a ir a los conciertos; asistla tarnbién a los ensayos, Ic interesaba vet cOrno trabajaban con la orquesta los directores, cada uno a su rnanera. Fue entonces cuando pensó escribiLaigo en prosa sobre los di-rectores, pero no realizo su propOsito: le faith tiempo. Cuando Lev Guinzburg y su homOnimo Grigori venian a dar conciertos, pasaban mucho tiempo con nosotros y los banquetes se diversificaban con cornpotas en conserva que a elios tanto les gustaban. Maria Veniamlnovna Yudina consiguiO especialmente unos conciertos en Voronezh para vet a Mandeistam y tocO rnucho pan ft Una vez que no estabarnos en casa —habiamos ido al carnpo— vino a vex-nos ci cantante Migai y lamentamos mucho no haberle visto. Todas estas visitas eran grandes acontecirnientos en nuestra vida. Mandeistarn era un set sociable y no sabia vi-vu sin genre...

Nuestra ventura acabO en ci otoño de 1936, cuando regresarnos de Zadonsic. El comité de radio local flit supri-mido porque todas las transrnisiones quedaron centraliza-das, ci teatro cesO en su actividad y no habla rnás trabajo Para el periodico. Todo se hundiO de golpe. Mandeistam despues de haber pasado revista a todas las formas priva-das de vivir, dijo: .La vaca., y nos pusirnos a sonar con La vaca; pew luego supimos que tarnbiEn necesitábamos he-no.

Pot dura que fuera La vida en la ternporada què califico de venturosa, la tregua de Voronezh flit una dicha inaudita. A Mandelstam Ic gustO rnucho la ciudad en si misma. Lc encantaba todo cuanto recordara ci lirnite, la frontera, y Ic agradaba saber que Voronezh fue la periferia de Pedro ci Grande, donde el zar construyO Ia flotilla de Azov. Percibla en La ciudad el libre espiritu de las avanza-

177

das regiones perifericas y Ic gustaba oft ci habla rusa del sur, que no era la ucraniana todavia. Y per eso, en sus poesias, los pitidos de las locomotoras empezaron a hablar en ucraniano. La frontera idiomatica pasaba algo al sur de Voronezh y las campesinas regateaban coq acento ucra-niano... En la aldea Nikólskoie, Mandeistam anotó ci an-tiguo nombre de varias calles conservadas en la memoria de sus habitantes, aunque ahora se liamaban de otra ma-nera. La gente de ese pueblo se enorguilecIa de descender de los delincuentes y ftigados de la época de Pedro ci Grande; las calks ilevaban ci nombre de sus delitos: Pasa-je de los Asesinos, calle de los Cuatreros, de los Falsiflca-dores... Las libretas de Mandeistam con esas anotaciones se perdieron durante la segunda detencion y yo olvide las palabras del ruso antiguo que con tanta facilidad pronun-ciaban los habitantes de Nikolskoie. Perteneclan a la secta religiosa de los csalta.rines, y componian poemas religiosos en los cuales hablaban de sus fracasados vuelos al cieio. Poco antes de nuestra ilegada sucedio en Ia aidea un dra-ma: se habia designado ci dia del vuelo y firmemente con-vencidos de que al dia siguiente ya no estarian en la tierra, repartieron todos sus bienes entre los vecinos que no tenian alas. Una yea repuestos de la caida, corrieron a retirar sus dones de la vispera y se entablo un terrible combate. Los poemas mks recientes que Ilegamos a cono-cer relataban coma ci saltarin se despedia de su coimena predilecta antes de regalaria. Mandeistarn recordaba esos poemas de memoria y los recitaba en ocasiones: ci saltarin no queria volar al cielo, Ic gustaba la tierra donde terila la colmena, la casa, la mujer, los hijos. . -

Durante ci invierno, Voronezh era un vasto y compacto campo de hielo siempre resbaladizo, como dice Ajmátova en su poema: •Dc cristales de roca que piso timidamcntn... Ni siquiera en las grandes ciudades, que nos estaban prohibidas, segulan existiendo los porteros provistos de palas y arena. Mandeistam no temia ni al viento ni a! hielo. A veces 1k ciudad Ic encantaba, pero la mayor pane del ticmpo la mildecia y anhelaba escaparse. Lc atormentaba estar encadenado a un lugar fijo como Si estuviese tras unas puertas cerradas. .Por naturaleza soy Un hombre que espera., decla, ty encima me mandan a Voronezh Para que paw esperando todo el ticmpo... En

178

efecto, nuestra vida se reducia a una espera constante: es-perabamos dinero, Ia respuesta a una carta o a una solici-tud, un gcsto magnInirno a la satvacion. . - Pero nunca conoci a una persona que viviese con tanta avidez ci pre-sente como El. Percibia casi fisicamenrc la dimensiOn del tiempo, de cada minuto de esta vida. En ese sentido era la más compicta antitesis de Berdiacv, quien decia quc ja mát-pudo resignarse al tiempo y que toda angustia expre-saba la nostalgia de la eternidad. Crco que para todo artis-ta la eternidad Sc hate perceptible en cada instante quc existe y trariscurre, instante quc El detendria encantado para hacerlo An más perceptible. La nostalgia del artista no es producida pot ci anhelo de la eternidad, sino pot La pérdida temporal del sentimiento de que cada segundo ticne volumen, es ubErrimo, estI Ileno de sentido y equivale, por 51 mismo, a cualquier eternidad. En la an-gustia, como es natural, se originaba ci sentimiento del futuro y Mandeistam se convertla en ci hombre *que espe-ra.. En Voronezh estos dos rasgos se despiegaron at máxi-mo y en sus momentos de angustia anhelaba huir a donde fucra, Pero no podia, pucs estaba fucrtcmcnte amarrado a! iugar. Tal vcz fucra como un pájaro que no soporta la jaula y por CilO sc pasaba todo ci dia recogiendo no sé qué certificados para que le permitieran it unos dias a Moscü a fin de operarse de amigdaias (jamás padcciO de anginas), Para seguir un tratamiento o para csoiucionar sus asuntos hterarios,, olvidando pot compicto que no tenia ningün asunto literario —no podia tenerlos. Como era de esperar, no Ic dieron permiso para haccr ci viaje. Ajmãtova y Pas-ternak, impresionados pot sus iamentos, visitaron incluso a Katanian para pcdirlc so traslado a cualquier otra ciudad. Pero tambiEn esto le foe negado. El despacho de Katanian, abierto a todo visitante, sOlo existia para reco-get las solicitudes que siempre recibian una negativa. De esta forma, Mandeistam permaneciO los tres aftos en Voro-nezh y solo en una ocasiOn cruzO las fronteras de [a region permitida: flit a un sanatorio de Tambov, del cual Sc fugo casi en seguida. Pot la provincia de Voronezh viajO varias veces enviado pot el periOdico, y estuvimos en una casa de campo de Zadonsk. Conseguimos it a Zadonsk gracias a los quinientos rublos que Pasternak Ic dio pan nosotros a Ajmitova, a los cuales cilas anadiO otros quinientos suyos.

179

Nos sentimos milionarios y pasamos en Zadonsk seis Se-manas enteras.

Nuestros vagabundeos cesaron en el verano del aflo 1935 cuando en Zadonsk olmos anunciar por radio la in-minencia de nuevos procesos y ci advenimiento de una nueva etapa en nuestra vida. Se acercaba ci ño 1937. En aquel entonces Mandeistam ya estaba gravemente enfer-mo. Los medicos no podian o no querian diagnosticar su enfermedad. Los ataques quc sufria guardaban semejanza con la angina de pecho. Respiraba con dificuitad, Pero continuaba trabajando. A decir verdad, quemaba su vida y hacia bien. Si hubiera sido un hombre fisicamente flier-te icuinto inótil dolor hubicra tenido quc soportar!

Sc extendia ante nosotros un camino espantoso y ya sablamos Clue la Unica salvacion era la muerte. A la gente de la gencración de Mandelstam, e incluso de la mia, na-da bueno 'Cs auguraba ci future. Pero €1 no hubiera Ilega-do con vida ni siquiera a la relativa bonanza del periodo posstaliniano, que Ajrnátova y yo consideramos autCntica-mentc fcliz. La comprend! con toda ciaridad a finales de la década de los años cuarenta y comienzos de los cincuen-ta, cuando la mayor pane de los Clue regresaron de los campos, una vez cumplida la condena —y entre cilos habla muchos Clue estuvieron en los frentes de la gue-rra—, volvieron a ser deportados.

cMandelstam hizo bien en morirse enseguidax., me dijo ci periodista Kazarnovski, que Sc encontró con éI en un campo de tránsito y pasO iuego diez afios en Koiyma. Po-driamos haber imaginado alga semejante cuando estába-mos en Voronezh? TambiCn nosotros, probablemente, crelamos que lo peor habia pasado ya... Mejor dicho, isa-tábamos de no ahondar en ci futuro, al igual Clue hacian otros condenados. Nos pteparabamos gradualmente a ma-rir, alargando y ensanchando cada minuto, para quc su gusto nos quedase en los labios, porque Voronezh fue un milagro y un milagro nos IlevO all!,

180

Las fuentes del milagro

En su carta a Stalin, flujarin afladió una posdata en La cual decla que Pasternak fue a verle muy inquieto por La de-tendon de Mandeistam. Bujarin, evidentemcnte, necesita-ha afiadir esa posdata para indicar asi La reacciOn de La opiniOn publica. Dc acuerdo con nuestras normas habia qu&personificarla. Sc puede deck que Fulano está preocu-pado, pero no se puede mencionar siquicra ci descontento de todo un grupo, de los intelectuales, pot ejemplo, o de los circulos literarios... NingUn grupo de nuestro pals dent derecho a tener opiniOn propia ante un aconteci-miento cualquiera. En estos asuntos existcn finIsimas gra-daciones que sOlo comprenden los clue ban estado en nuestro peLlejo. Bujarin supo observar todas las normas del juego Para asegurar ci ëxito a su gestiOn. Y esa posda-ta explica el motivo de clue Stalin eligicra a Pasternak y no a otto Para su Ilamada telefonica,

La conversaciOn tuvo lugar a finales de junio, cuando la causa ya habla sido rcvisada. Pasternak divulgo ampha-mente esa conversaciOn. Aquel mismo dia visit6 a Eren-burg, clue estaba en Moscü... Pero, pot causas que ignoro, no dijo ni una sola palabra a las personas intcrcsadas, es decir a ml, o a Evgucni o a Ajmátova. Bien es cierto que lLamO aquel mismo dia a Evgueni, que ya conocia la revi-sión dc La causa, y Ic asegurO clue todo irla bien, pero se limitO a esa aseveraciOn. Evgueni considero sus palabras como un propOsito optimista y no les conccdio mayor im-portancia. Conoci la Ilamada de Stalin varios meses mâs tarde, cuando después de pasar ci tifus y la disenterla, hi-cc pot segunda vez el viaje de Voronezh a MoscU. En una conversaciOn casual, Shengueli preguntO si hablamos oldo hablar de la liamada de Stalin a Pasternak y si esOs rumo-res cran ciertos.. Shengucli no dudaba que todas esas conversaciones fueran fruto de La ociosa imaginaciOn de Pasternak, ya que éste nada nos habia comunicado. Pese a todo decidi it a la casa de Pasternak: no hay humo sin fuego, como se dice, y mucho menos de esa categorla... El relato de Shengueli fiie confirmado hasta el más minimo detalLe. Pasternak, al transmitirme su convetsaciOn con Stalin, empleaba el lenguaje directo, es decir, se remeda-ba a si mismo y a su interlocutor. Shengueli me habla da-

181

do la misma version: es includable que Pasternak se la contO a todos del mismo modo y esa variante exacta fue la quc se expandiO por todo Moscu. Rcproduzco textualmen-te su relato.

Pasternak fuc rcquerido al telefono y se Ic advirtio quién era ci que ilamaba. Desde las primeras palabras, Pasternak empezO a quejarse de clue ola mal, porque hablaba desde una vivienda comunal y en ci pasillo habla niflos que hacian ruido. En aquellos tiempos esta queja no equivalia aün al ruego de que se mcjorasen en forma de milagro las condiciones de vivienda. Es que en aquel en-tonces, Pasternak iniciaba cada conversaclOn con semejan-tes quejas. Ajmátova y yo nos preguntábamos qucdamen-te La una a la otra cada vez quc Pasternak nos ilamaba: ç1-iab16 de la casa?x.. Pasternak hablO con Stalin como lo hacia con todos nosotros.

Stalin comunicO a Pasternak que La causa contra Man-delstam se estaba revisando y clue todo irla bien. Luego le hizo un repioche inesperado: Por qué no se dirigio Pas-ternak a las organizaciones de cscritorcs o Ca ml mismo. y no hizo gestiones en favor de Mandelstam? cSi yo fuera pocta y un amigo mio poeta se encontrara en dificultades, malaria muros con tal de ayudarle...

Pasternak Ic respondio: cLas organizaciones de escritores no se ocupan de esos asuntos desde ci año 1927 y si yo no hubicra hecho gesriones, lo más probable es que usted no supiera nada.. . - Luego Pasternak anadiO algo a propésito de la palabra camigo, en su desco de precisar sus rela-ciones con Mandelstani, que no correspondlan, natural-mente, al concepto de arnistad. Esta precisiOn concordaba perfectamente con ci estilo de Pasternak y nada tenia que vet con el asunto. Stalin Ic intcrrumpiO con la siguiente pregunta: cPero éI Cs un gran pocta, un gran poeta, no?.. Pasternak Ic rcpuso: ePero si no se trata de eso.....

.De qué, cntonces?, repuso Stalin. Pasternak Ic dijo que Ic gustarla verie Para hablar con éi. cDe qué?.. eDe la vi-da y dc la muertc,, respondio Pasternak. Stalin colgO el auricular. Pasternak intentO comunicar con él otra vez, pe-ro Ic contestO cI secretario. Stalin no sc accrcO mis al tcle-fono. Pasternak prcguntO al secretario si podia hablar de esa conversaciOn 0 SI debia mantenerla en secreto. Incspe-radamente Ic animaron a divulgarla: no debla hacerse nm-

182

gUn secreto de ella... El propio interlocutor deseaba, cvi-dentemente, una amplia difusion. El milagro deja de set milagro si no produce admiraciOn.

Al igual que no he nombrado a la Unica persona que' anotO ci poema a Stalin porque In considero inocente de la delaciOn y el arresto, no cito tampoco la Unica rep!a de Pasternak clue, de set conocida, podrIa esgrimirse contra suya Se trata de una replica de hecho inocente, pe-ro que denota el egocentrismo y la suficiencia de su autor. Para nosotros que lo conocemos bien, esa replica nos pare-cc algo cOmica tnicamente.

Ahora es evidente Para todos lo que yalTa ci mitagro sta-liniano, Pero a Pasternak Ic cupo ci honor no solo de di-vulgarlo, sino ci de escuchar tambiCn ci sermOn. El objeti-vo del milagro se habla aicanzado: la atenciOn paso de La victima al bienhechor, del proscrito al milagrero. El signo asombroso de aquel tiempo era que nadie de los que co-mentaban ci milagro se preguntaban por qué hacla Stalin esa excepción con Ins pocus y juagaba necesario que esca-lasen muros Para salvar a un amigo caido en desgracia, rnientras que €1, con toda tranquihdad enviaba a la muer-te a sus propios amigos y camaradas. En ello no habla pensado ni siquiera Pasternak y cuando yo se lo dije, se sintiO algo incomodo. Mis coetáneos aceptaron con toda seriedad las didácticas palabras de Stalin respecto a la amistad de los poetas y se extasiaban ante el soberano que habia demostrado tal ardor y temperamento. Pero Man-delstam y yo no podiamos olvidar a Lominadze a quien, Para ejecutarle, habian hecho salir de Tiflis cuando Man-deistam trataba con €1 la forma de quedarse aliT pan tra-bajar en Ins archivos. Y, ademas de Lominadze, a todos aquellos que perdieron la vida en aquel entonces. No fueron pocos, Pero en nuestro pals se empeflan obstinada-mente en llevar la cuenta a partir del aflo 1937, fecha en la cual Stalin, segUn dicen, sufrio un gran cambio y empe-zO a exterminar a todos.

El propio Pasternak quedo descontento de su conversa-ciOn con Stalin y se quejO a muchos de no haber sabido aprovechar la ocasiOn para conseguir una entrevista. Tam-bien a ml se me quejO... Dc Mandelstam no se preocupa-ba, porque creyO ciegamente en las palabras de su interlo-cutor de que todo irla bien. Esto Ic hacia percibir con ma-

183

yor agudeza su propio fracaso. Pasternak, al igual clue muchas personas de nuestro pals, sentia un interés patolo-gico per ci recluso del Kremlin. Opino quc Pasternak tuvo suerte de quc esa cntrcvista tan anhelada no hubiera teni-do lugar, Pero en aquel morncnto habla aün muchas cosas quc no comprcndianios y otras muchas que ignorábamos. Y en cilo radica ci Segundo rasgo sorprendente dc nucstra época. eComo se explica que los ilimitados soberanos del Pais, clue prometlan organizar ci paraiso tcrrenal en la tierra, costasc lo clue costase, cegasen a tal punto a sus contemporincos? Hoy dia nadic puede dudar que en ci choque dc dos pocus con ci soberano, tanto ci prcstigio moral como ci sentido histórico y la razón perteneclan a los pocus. Pasternak, sin embargo, sufrIa pcnosamen(c pot su fracaso y me confesó, inciuso, quc despues de ello tardó mucho ticmpo en poder cscribir pocslas. Esto serla comprensibic si Pasternak hubiesc querido palpar pot sI mismo las Ilagas de la época. Como se sabe, lo hizo rnás tardc, Pero no necesitO Para ello ningón cncuentro con los dctentadores del poder. Opino, sin embargo, quc Paster-nak en aquci entonccs crcla que en su interlocutor se en-carnaba la Epoca, la historia y ci futuro y queria, simple-mente, vet dc cerca aquel milagro vivo y paipitante.

En la actuaiidad Se propala ci rumor dc que Pasternak cstaba tan asustado durante su conversacjón con Stalin clue renegó dc Mandcistam. Porn antes de quc Pasternak cayera cnferrno, In encontré en la calic y me hablo de csos rumores. Le propuse quc juntos anotárarnos la conversa-ción, Pero H no quiso haccrio. Tal vez Ins acontecimientos hablan tornado tal giro que ci pasado Ic importaba poco.

Qué se Ic pucde reprochar a Pasternak, sobrc todo si tornamos en considcracion quc Stalin Ic cornunicó de in-mediato quc la causa iba a set rcvisada? En las versiones actuales se dice que Stalin exigio quc Pasternak salicsc fiador dc Mandeistam y quc €1 se ncgô. Nada dc cso es verdad y ni siquiera se hablo de tin fiador.

Cuando Mandeistam conoci6 al dctallc esa conversa- don, quedo muy conteito de Pasternak, en especial de su frasc rclativa a las organizaciones de cscritores que cno se dcdican a cilo desdc ci aUo 1927,... .Lc dio una informa-ciOn exacta,, comentO risueño. Le disgusto cI propio hecho de la convcrsaciOn: Por qué habran mczclado a

184

Pasternak en eso? Yo solo debo resolverlo, El nada tiene que va... Decla tambiEn Tiene toda la razón, no se trata de si soy un gran poeta... Por qué teme tanto Stalin a los grandes pocus? Debe de set supersticioso y temer el mal de ojo.. Y tambiEn: .El poemita debiô de impresionar-Ic Si unto intetEs tiene en que se conozca so clemencia..

Y, dicho sea de paso, dcómo habria terminado todo Si Pasternak hubiese elogiado a Mandelstam y lo hubiese ca-lificado de gran poeta? A In mejor Ic hubieran acoquina-do como a Mijoels o, en todo caso, habrian adoptado me-didas mIs dristicas para destruir sus rnanuscritos. Estoy convencida de que se han conservado gracias, sobre todo, a los consumes denuestos de sus coetineos, unto de los simbolistas como del LEF que lo calificaban de cx poeta, ex esteta y a su poesia de caduca... Considerando que Mandelstam estaba acabado y hundido, que pertenecla, como suele decirse, al .dIa de ayerz, no se molestaron gran cosa en buscar sus manuscritos y destruir sus huellas. Sc Li-mitaron a quemar lo que cayô en sus manos. Si hubieran tenido mejor opinion de la herencia poEtica de Mandels-tam, ni yo ni Las poeslas habrian sobrevivido. Hubo un tiémpo en que esto se liamaba 4dispersaf las cenizas al viento..

La versiOn que se expandiO por el extranjero respecto a La conversaciOn con Stalin carece de todo fundamento. Se dice que Mandelstam, estando en casa de Pasternak, leyO ante El y ante gente extraña su poema y que al pobre .Pasternak no hacian mis que Ilevarlo al Kremlin y tortu-ratio.... Cada palabra de esta versiOn demuestra un desco-nocimiento total de nuestra vida... Aunque, ,quiEn tiene la suficiente imaginaciOn para hacerse una idea real de hasta qué punto estibamos sojuzgados? Nadie se atrevia a decir una sola palabra sobre Stalin y mucho menos a leer un poema semejante en ccasa ajenai'... It a una casa ajena y leer delante de los invitados un poema contra Stalin, lo podia hater un provocador (inicamente, y ni siquiera al-guien asi se habria atrevido. Ademis, jamis llevaban a na-die al Kremlin Para interrogarle; era el lugar destinado a las recepciones de gala y a la entrega de las condecora-

• LEF Frerne de izquierda, agrupación de poem futuristas, opuestos a los simbotistas. (N. de Ia 1.)

185

clones. Para Ins intertogatorios existla Lubianka, a donde Pasternak no fue lievado pot causa de Mandeistam. No se It puede compadecet pot su conversación con Stalin: eso no Ic perjudico en absoluto. Pot otra pane, nosotros no ibamos a la casa de Pasternak y éi nos visitaba en raras ocasiones. Estas relaciones nos bastaban.

Los antIpodai-

En cierto sentido Mandeistam y Pasternak cran antipodas, Pero los antIpodas están situados en puntos opuestos de wi mismo cspacio: se pueden unit con una Utica. Poseen rasgos y dcfinicioncs comunes. Coexisten. Ninguno de elios, pongamos pot caso, habria podido set antIpoda de Fcdin, Oshanin o Biagoi.

Dos poemas de Mandelstam vienen a set como una res-puesta a Pasternak: uno a cierta poesia y otro a la conver-sación inacabada con Stalin. Hablaré primero de cste 6lti-mo, es dccii, del quc se refiere a la casa. Deben su apari-ción a unas palabras casi casuales de Pasternak. Un dia se prcsentó en nuestra casa del pasaje Fürmanov Para vet qué tall nos hablan instaiado. Al despedirse sc entretuvo hablando largo rato en ci pasillo. 4Bueno, pues ahora que ya tienc casa, puede escribir poeslas., dijo at fin, despi-diéndose.

qHas oido In que dijo?. Mandelstam estaba furioso... No soportaba las quejas sobre las circunstancias exteriores —malas condiciones de vivienda, falta de comodidades, de dinero— que impiden ci trabajo. Segün su intimo con-vencimiento nada puede impedirle al artisca hacer lo que dcbe y viceversa, ci bienestar no puede servir dc estimulo Para ci trabajo. No es que éi rehuyera ci bienestar ni quc se opusicra a tenerio... Pero en torno nuestro Jos escritores mantenian una lucha frenetica por una vida confortabic y la vivienda se consideraba ci mayor de los premios. Aigo mks tarde, empezaron a conceder tambien casas de campo pot méritos. Las palabras de Pasternak dieron en la diana. Mandelstam maldijo la casa y propuso que La devolviera-mos a quienes estaba destinada: Jos honrados traidores, pintores figurativos y demás arribistas.

186

Al maldecir la casa, Mandelstam no preconizaba la vida errabunda, expresaba simplemente su horror pot e1 pago que se nos exigia. Nada se recibia de balde: ni viviendas, ni casas de campo, ni dinero...

Pasternak, en su novela, menciona también fa vivicn-dap 0, mejor dicho, la mesa de despacho, para que ci set pensante pueda trabajar en ella. Pasternak no podia pres-cindir'lte la mesa: era un hombre clue escribia. Mandels-tam componha sus poesias sobre la marcha y luego se Sen. taba un momento y las anotaba. Incluso en sus metodos de trabajo eran antIpodas. Es poco probable que Manclels-tam hubicra defendido ci especial derecho del escritor a una mesa de trabajo cuando ci pueblo entero estaba priva-do de todos los derechos.

La segunda poesia relacionada con Pasternak comenza-ba: Fuera es de noche, miente ci señor ... .. Es una res-puesta a las estrofas de Pasternak donde dice: eLa rima no Cs una sucesión de estrofas, es ci nümero de guardarropa, ci billete pan tin lugar junto a las colurnnasx.. En estas estrofas se ye claramente la arquitectura de la Gran Sala del Conservatorio a donde nos dejaban pasar aunque no tuviéramos billetes. Es un simbolo de la privilegiada posi-ciOn social del poeta. Mandeistam en sus poesias renunció al puesto junto a las columnas. En su actitud ante el bienestar, ante la admisiOn de La realidad de so tiempo, Mandelstam estâ mucho mis cerca de Tzvetáieva que de Pasternak, Pero este rechazo en la obra de Tzvetáieva tiene un carácter mis abstracto. El conflicto de Mandels-tam se produce con una época determinada y ei precisó con bastante exactitud sus rasgos y sus cuentas con ella.

En cierta ocasiôn, todavia en 1927, le dije a Pasternak: Tenga cuidado, ellos Ic prohijarán ... .. Me recordo esas

palabras en mks de una ocasiOn, y La ültima vez treinta aiks mis tarde, cuando el ,Doctor Zhivagob habia sido publicado ya en ci extranjero. La primera vez que habla-mos de ello fue durante una conversaciOn sobre Mandels-tam, y él comentó quc El era un fenómcno tipicamente moscovira, una persona sedenraria, familiar... Pot su na-turaleza moscovita se hacia cornprensibie a los prohombres de nuestra lireratura y ellos estaban dispuestos a admi-rirlo, aunque la ruprura seria inevitable de rodas formas; ellos hablan emprendido un camino que El, Pasternak, no

187

podria seguir. Mandelstarn, en cambio, eta un nómada, un set errante, del que se apartan hasta los inuros de las casas moscovitas. Luego me di cuenta de que con relacion a Mandeistam las cosas eran distintas y que lo convertlan deliberadamente en nómada. Por lo que se refiere a Pas-ternak, yo no pretendia set Casandra, ni mucho menos, sino que habia tropezado con la realidad an poco antes que el.. La mismo que la deportada de Cherdin que se me adelanto con su experiencia. Me di cuenta, sin embar-go, de que tarde a temprano, todos acaban por ver, Pero muchos ocultan que ban recobrado Ia vista. En uno de nuestros ültimos encueritros, Pasternak me recordo mis palabras respecto a la inevitabihdad de la ruptura.

El destino de estos dos hombres, igual que la mariposa en la crisálida, se ocultaba en su estructura espiritual. Am-bos estaban condenados por la literatura oficial, Pero Pas-ternak buscO hasta un cierto tiempo La forma de aproxi-niarse a ella; Mandelstan-i, en cambio, trataba de huir de ella. Pasternak, en su afan de conseguir una estabilidad, principalmente material, sabla perfectamente que el cami-no lucia ci bienestar era a través de la literatura Jamas sa-ho de ese circulo y nunca lo rehuyo. El doctor Zhivago más que medico es poeta y no fue Pasternak quien se apartO de la literatura, sino Zhivago y tan sOlo lo hizo cuando Se dio cuenta de que la ruptura era inevitable.

En su juventud, Pasternak reflexionó largamente sobre Ia forma de literatura que Ic proporcionaria la estabilidad anhelada. En una carla a Mandelsiam he comunicaba, incluso, clue se disponia a set redactor profesional. Es cvi-dente que se trataba de una fantasia del jovencisimo Pas-ternak, aün inmaduro. Pero los planes fantásticos de Man-deistam y Pasternak son asombrosamente diferentes. Man-delstam renegO de la literatura y del trabajo durante toda su vida, bien fliera una traducción, una redaccion o una asamblea en la Casa de Guertzen Para hacer una deciara-ciOn exigida por la época. Pasternak Sc hallaba en poder de una fuerza centrffiiga y Mandelstam de una centripeta. Y Ia literatura les trataba de forma correspondiente: al principio fue benevolente con Pasternak y tratO de ani-quilar a Mandeistam desde e1 primer momenro: Tampo-co Pasternak es de los nuestros —me dijo en cierta ocasiOn Fadéiev, hojeando las poesias de Mandelstam—, sin em-

188

bargo esti mis cerca y en algo nos podemos entender ... .. Fadéiev era entonces redactor-jefe de 4Krisnaia Nov y Mandelstam era ya poeta prohibido. Fui yo a lievarle los poemas, porque El estaba enfcrmo. Son los mismos que ahora forman pane del APrimer cuaderno de Voronezh. FadEiev no se fijo en tEL lobo* ni en ci ciclo de ese nombre. Le interesé tan sOlo tin pequeflo poema de ocho estrofa-cSobre papel oficial verjuiado. la noche tragO es-pinosos gobios —cantan Las estrellas— Los pajaritos bu-rOcratas escriben y escriben sus informes Si deseos sien-ten de parpadear, pueden una soLicitud presentar, y siempre se renueva la autorizaciOn Para centellear, escribir y pudrirse... Mandelstam me dio ese poema satIrico pot hacer una travesura: Por qué escribe (rapport) con dos pes?x, me preguntO Fadéiev, pero en seguida comprendio que provenla de la palabra RAPP "... Me devolvio las poeslas con tin movimiento de cabeza: (Con Pastcrnak es mis ficil, habla de la naturaleza.. Pero no sOlo se trataba de La temitica de los poemas y ni siquiera de la poesia propiamente dicha, sino de que Pasternak tenia ciertos puntos de contacto con la literatura tradicional y a travEs de ella con la RAPP, y Mandeistam no los tenia. Pasternak anhelaba La amistad y Mandeistam renunciaba a ella. No vale la pena de preguntarse quiEn de los dos tenia razOn. Es un planteamiento falso de la cuestiOn. Pero lo asombroso es que ambos, al final de su existencia, hi-cieron algo en contradicciOn con toda so vida anterior: Pasternak escribiendo y editando una novela en e1 cxtran-jero orientO hacia Ia ruptura total y Mandelstam ya esta-ba dispuesto a un compromiso, pero resultO demasiado tarde. En su caso se trat6 en realidad de una tentativa de saLvación justo en el momento en que ya tenia La soga en el cuello, Pero es un intento que existió. En diferente si-tuaciOn se haHaba Ajmitova. Hathan presión sobre ella manteniendo como rehen a su hijo Liova. Si no fuera pot eso, los asI liamados poemas (O5IUVOS) jamis hubieran aparecido a la luz del dia...

• Juego de palabras intraducibic; en ruso sinforme* es raporl, Con UO3

sola p.. • * RAPT: Asociaciôr, Rum de Escritores Proletariat, organizada en

1925.

189

En urn sola cosa fue consecuente Pasternak a Jo largo de toda su vida: en su actitud frente a los intelectuales o, mejor dicho hacia aquellos intelectuales cuya forma de existencia Pacifica y confortable fue destruida después de la revolucion. En realidad, Pasternak permanece indife- retire ante Jos procesos internos que se producen entre los intelectuales tomados en su conjunto; los profesores de universidad, por ejemplo, son genre aburrida, de ideas chatas, indignas de la amistad de Zhivago. La vida fami-liar de Zhivago queda destrozada y ci autor culpa de elm al pueblo amotinado. A Pasternak Ic gustarla erigir un muro defensivo en forma de Estado entre los intelectuales y ci pueblo. Pero, equi8n era ci misterioso hermano me-nor de Zhivago, ese hombre de aspecto aristocratic 0 y ojos oblicuos que aparecia siempre como un genio del bien tra- yendo productos, dinero, buenos conse j os, .proteccion, y ayuda? .El misterio de su poder no quedo resuelto,, dice Pasternak. No obstanre, su vInculo con los vencedores y con ci Estado resuita Parente a lo largo de toda la novela y Ia ayuda que Ic presta a su hermano pertenece a la catego-na de los cmilagros estatales, para los cuales se precisan te-léfonos, correas de transmisjón y las comisiones creadas por iniciativa de Gorki Para mejorar las condiciones de vi-da de los cientIficos. Ocupa una posición tan alta que pro-mete a su hermano mandarle al extranjero y hacer que regrese a Moscu su familia exiliada en Paris. Pasternak sabia perfectamente quién de los dirigenres estaba en con-diciones de hacer todo eso a principios de la década de los años treinta. Si Zhivago no hubiera muerto, su hermano Ic habria proporcionado ci •billete, Para un puesto junto a las columnas. Esta esperanza en ci Estado y en sus mi-lagros nada ten!a que vet con Mandelstam. El comprendio muy pronto Jo que significaba Para la gente el nuevo Esra-do y no confiaba en su proteccion. Crela que cci pueblo, como juez, juzgariax Tambien dijo: ciAsciendes hacia afios sérdidos, oh sol, oh pueblo oh juezl.. Tambien yo comparro esta fe y sE que el pueblo emite su juicio incluso cuanclo calla.

Bajo el apellido de Guinz, represento Pasternak al co- misario Linde, asesinado por los soidados en el frente. Pa-ra el escritor su muerte es una vcnganza contra los hombres que no sabiendo dirigir ni frenar a la masa solda-

190

desca como Los oficiales cosacos, hablan sublevado al pueblo... Mandelstam conocia bien a Linde; para caracte-rizar su actitud ante esa muerte basta con char Las siguien-es estrofas: tPara bendecirle, at lejano infierno Rusia des-

cenderá con suave paso.. - - En su artIculo sobre tHamlet., Pasternak dice que la

tragedia cit Hamlet no radicaba en su falta de voluntad, sino en cUiecho de que at cometer un acto impulsado por su deber filial, pierde La herencia que Ic pertenece por de-recho, es dccii, ese mismo dbillete junto a las columnas.. Moscü pertenecla a Pasternak desde su nacimiento. En cierto momento Ic pudo parecer que renunciaba a su patrimonio, pero esto no sucediO y no to perdiO. Marina Tzvétaieva también Ilego a Moscü como heredera legitima y fue aceptada como Ic correspondia. Mas toda herencia era ajena a su naturaleza y Tzvetáieva rcnunciO efectiva-mente a ella tan pronto como adquiriO su propia voz en la poesla. Dc un modo totalmente distinto admitieron a Ins acmeistas: Ajmátova, Gumiliev y Mandelstam. Ellos eran portadores de algo que suscitaba ciego furor en ambos grupos literarios. Los recibieron con hostilidad tanto Viacheslav Ivanov con todo so entorno como Ins medics prOximos a Gorki. Con Gumiliev eso no ocurriO de pron-to, sino tan solo dcspués de su primer libro acmeista, 4EI cielo ajeno.. Pot eso la lucha contra ellos se ha Ilevado siempte a muerte y con mayor violencia que contra otros pocus. Mandelstam decia siempre que los bolcheviques cuidaban tan sOlo de aquellos que les fueron entregados en mano par los simbolistas. Con los acmeistas esto no su-cedió. En la época soviética tanto los de LEF como el resto de Los simbolistas atacaban pot igual a Los tiltimos acmeis-tas: Ajmátova y Mandelstam. Esta lucha tomaba a veces formas cOinicas como, por ejemplo, los articulos de Briusov en los cuales ensaizaba a los 4neo-acmestasb y a su jefe Mandelstam, incluyendo entre sus discipulos a to-dos cuantos Ic daba la gana a fin de desacreditar esta es-cuela. Más divertidas resultaban An Las escaramuzas per-sonales entre Briusov y Mandelstam. Un dia Briusov to ha-

a su despacho y estuvo elogiando largo rato sus versos, citando a MakavEiski, un poeta de Kievque abusaba en sus poesias del latin. En otra ocasiOn, at distribuir Las ra-ciones para los intelectuales, Briusov in9isti6 en clue a

191

Mandeistam se Ic diera una radOn de segunda catcgorIa, uingiendo habetle conflindido con un abogado del mismo apellido. Estas eran diversioncs a! estilo de La primera de-cada del siglo xx: pew Briusov jamás recurriO a la discri-minaciOn politica. De eso se ocupaba la organizaciOn de LEF, que era mks joven. -

Pot Ic que se reficre a Mandeistam, ansiaba set reconc,-cido por los sirnbolistas y los dc LEF, sobre todo pot Vet-jovski y Kirsánov, pero no Jo consiguiO... Ambos se mantenlan firmes en sus posiciones y todos los amigos de Mandeistam se burlaban de el pot su total fracaso.

Dos voces

Segun Andrei Bely, ci cnsayo es una forma muy ampha que abarca absolutamente todo lo que no está marcado con ci ignominioso sello dc Ia novela costumbrista y, en general, de la Ilamada hteratura. .Desdc ese punto de vis-ta., Ic dijo Mandcisram, t'La conversaciOn sobre Dante' es también un ensayo.. Andrei BEly Jo confirmo.

Conocimos a Bciy en Koktebel en ci aflo 1933. Los dos hombres se tenian simpatia, pete la mujer de Bcly, recor-dando probabiemente [as viejas discordias y los artIculos de Mandelstam se oponla abiertamente a toda aproxima-ciOn. Es probable que conociera la actitud desfavorabie de Mandelstam hacia la antroposofia y la teosofia, cosa que no solo Ic convertia en persona ajena, sine inciuso hostil. Pesc a todo se velan, aunque a escondidas, y hablaban gustosamente. En aquellos dias habia escrito Mandeistam su cConversacion sobre Dante., y se Jo ida a Bely. Discutian con ardor y Bely se referia constantemcnte a su trabajo sobre Gogol quc en aquel entonces no estaba ret-minado afln.

Vasilisa ShkiOvskaia me dijo un dia que de todas las personas que habia conodido, Bely foe el que mayor impresiOn Ic habia causado. Y la comprendo, Parecia tras-pasado de luz. Jamás vi a otra persona dotada de scmejan-cc luminosidad. No sé si era debido a sus ojos o a su pen-sarniento en constante ebulhciOn, pero ci hecho es que

192

transmitIa a todo el que se it aproximaba una vibración intelectual... Su presencia, su mirada, su voz enriquecian ci pensamiento, aceleraban la mente. La irnpresión que tengo de El es de aigo milagroso, de un vendaval mate-rializado, de aigo incorpóreo, de una carga eléctrica... Era un hombre que ya caminaba hacia su final, que recogia guijarros en la plaza de Koktebel y las hojas otofiales pan format-eon ellas complicados dibujos, un hombre que pa-seaba protegido pot un paraguas negro en compaflia de su mujer, menuda, inteligente, antaño bonita, que despre-ciaba a todos los no iniciados en su complejo mundo antroposofico -

Los sirnbolistas eran los grandes seductores y captadores de almas humanas. Y Bely, al igual que otros, habla ten- dido sus redes. Un dia me apresó a ml y durante mucho tiempo me estuvo hablando de la teoria del verso, expucs-ta en su libro cSobrc ci simbolismo.. Mandelstam Ic dijo, riendo, que todos nosotros y, en particular yo, habiarnos leido su obra y en ella nos educamos. Se trataba, natural-mente, de una exageración, pero yo no objete nada, pot-que Bely, a quien consideramos excesivamente mimado y rodeado dc una adoracion casi religiosa, se aiegrô de pron-to al saber que contaba con una lectora más. Probable-mente tambien se sentia solo en aquellos afios, se notaba rechazado y carente de lectores. El destino de sus admira-dotes y amigos era rutty amargo: los despedla constante-mente al destierro y recibia a Ins que regresaban de él, una vez cumplido el plazo. A ei no Ic molestaban, pero en torno suyo lo barrian todo. Cuando se Ilevaban a su mujer —y eso sucedie más de una vez— se debatia y gri-taba de furia. cPor qué se La Ilevan a ella y no a mi? ' , se nos quejaba aquel verano. Poco antes de nuestro en-cucntro la tuvieron detenida varias semanas en Lubianka. Esto Ic enfurecia y acortó sensiblemente su vida. La ôltima gota que colmó la medida de su desesperacion y envenené su conciencia fue ci pr6logo que escribiO Kaménev en su libro sobre Gogol. Este pralogo demostraba que por muchos cambios que se produzcan en las relaciones inter-nas del partido, no se permitirá de todas fofmas ci libre desarrollo del pensamiento. Cualquiera c lue sea el giro de Ins acontccimientos, la idea de clue es preciso educar y tu-telar La mente seguirâ siendo el fundamento de los funda-

193

mentos. Aqul tenéis, nos decla, ci camino real y si lo he-mos abierto para vosotros, para quE vais a buscar los Ca-minos vecinales?,,. i A qué fantasear si os hcmos piantca-do las mâs correctas tarcas y de antemano hernos fijado su resolucjon! ..,

Nuestros tutores jamás se equrvocaban ni. tenlan dudas en ninguna esfera de so actividad. Pot ci embrion sablan determinar con audacia cuál serla ci fruto y de aqul sóIo hay un paso Para decrctar el cxterminio de inutiks embriones, ideas, vásragos. - - Y dos lo hacen y, ademas, muy fructuosamentc,

El propio Beiy tenla Ia intima certeza de Clue su pensa-miento no era accesibie, que resuitaba dificii, áspero. Dc aqul quc su manera de hablar fucra coinpictamente dis-tinta que la de Pasternak. Bely envolvia a su interlocutor, lo conquistaba lentamente, convenciéndole y cncantándo. le. Tenia unas entonaciones suphcantes, timidas; Sc nota-ha en clias inseguridad en el oyente, ci temor de no sec comprendido, de no set oldo, la necesidad de conquistar su confianza y atcnción.

Pasternak, en cambio, se hmitaba a regar su sonrisa y sus palabras. Ensordecia con su VOz de bajo con tanta se-guridad como si de antemano supiese quc ci tcrreno ya es-taba abonado Para la comprensión. No trataba de conven. cer como Beiy, no discutla como Mandeistam, sino Clue zun-ibaba cuforico y confiado, permitiendo que todos lo escuchasen y admirasen. Dirlase Clue ejecutaba un solo de opera, considerando quc Moscü, que it pertenecla desde su infancia, habla preparado ya un auditorio maduro, do-tado, ademas, dc oldo c inteligencia, enamorado pot obh-gaciOn de su voz. Tomaba en consideracion, hasta un cier-to punto, a un auditorio y procuraba no disgustarlo en na-da. Pero El necesitaba de on auditorio y no de interiocuco-res: a Esros los evitaba. Beiy, pot ci contrario, necesitaba remas Clue despertasen la inente, a genre que en so pre-sencia cornenzasc a pensar y a buscar. Prcgunte a Man-delstam: .Cuái de esos dos estiios es el tuyo?.. Mc its-pondio: 4CIaro que el de Bel '.. Pero no era cierto. Le irri-taban pot igual ci auditorio, Jos discipulos y los admirado-res. Sentia descos insaciabics de relacionarse con personas como El, cosa quc de aflo en año resuitaba cada yea mâs dificil. En nuestra sociedad se producia un proceso de ml-

194

metismo intelectual: todas las voces c ideas se inspiraban en el modelo oficial.

El camino funesto

La muerte de un artista no es una casualidad, sino ci üld-mo acto creador que como un haz de raycs ilumina toda su vida. Mandelstam lo cornprendió muy pronto, en la época en que escribió su articulo sobre la muerte de Skriabin. Por qué se asombran de que los poetas prevean con tanta clarividencia so destino y sepan qué muerte les espera? El final y la rnuerte son elementos dc la estructura de la vida, potentisimos, a los que se subordina todo lo de-mâs. No hay en clio ningün determinismo, sino que debe considerarse, inâs bien, como una libre manifestaciôn de la voiuntad. Mandelstam condujo su vida de modo autori-tario hacia el final que le acechaba, a la forma de muerte más extendida en nuestro pals, een tropel y en manadas'. En el invierno de 1932-33, durante una velada literaria en la redaccion de 4Litieratürnaia Gazieta (La Gaceta Litera-na), en la cual se klan poesias de Mandeistam, Markish lo comprendió todo tic pronto y Ic dijo: .Usted mismo se lie-va de Ia mano hacia el patibulo.... Se trataba de una pa-ráfrasis de unas estrofas suyas en una variante del poema: •Yo mismo me Ilevaba de la mano por La calle ... .

Mandeistam, en su poesla, hablaba constantemente de esa forma de muerte, pero nadie se daba cuenta de ello, igual que no se dieron cuenta de Las palabras de Maiakovs-ki sobre el suicidio. Sin embargo, la gente que se disponia a mont intentaba, en ci ultimo momento, apiazar ci fin inevitable. Cerraban los ojos, fingian haberse escondido, haciendo vet que podian seguir viviendo: buscaban aloja-miento, compraban zapatos resistentes y se volvian de es-paldas al foso ya abierto. Lo mismo hiao Mandelstam al escribir el poema sobre Stalin.

Ese poema lo escribio a finales del proceso de expro-piaciOn de los kulaks, entre La vieja Crimea) y cLa vivien-da. dHubo algUn estimulo psicologico para la creación de ese poema? Probablemente bubo varios o muchos y no

195

uno sOlo. Cada uno de elks habra parcicipado en cierto modo en aquello que ci juez califico de cacciOn, y que al principio del sumario figuraba como dacto terrorista..

El primer estimulo seria, probàbkmenrc, ci de ,no puedo cailar.. La gcneración de nuestros padres sofia pro-nunciar con frecuencia esa frase. Nosotros no la repetiamos siguiendo a nuestros padres, Pero, como se ye, hay una gota que rebosa la copa. En 1933 habiamos avan-zado mucho en nuestro conodmienro de la realidad. El stalinismo se habla manifestado ya en una empresa math-Va: el de la expropiaciOn de los kulaks y, en particular, en la organizaciOn de la literatura.

Durante ci verano cstuwmos en la Vieja Crimea y en las poesias de Mandelstam aparecen per vez primera palabras indicarivas de que habia visto las recientes huellas de ese proceso de expropiaciOn: Us terribles sombras de Ukrania y Kuban, los campesinos hambrientos... En la primera Va-riante del poema de Stalin, se It califica de asesino y de-vorador de rnujiks. En aquel entonces todos pensaban asi y Ic decian, en voz baja, naturalmenre; ese poema no se anticipO a su tiempo, se adelanto tan solo a la conciencia de los circulos dirigentes y de aquellos que estaban a su scrvicio.

La segunda premisa para la creaciOn del poema fue la conciencia de Ia propia condenacion. Ya era tarde para cs-conderse como ccl gorro en la manga. Sus poesias de la dEcada de Ins aflos treinta ya circulaban de mano en ma-no. En cPravda, se publico un editorial denigratorio, sin firma, en ci cual se calificaba el eViaje a Armenia, de .prosa Iacayuna * . Ya no se trataba de una advertencia, si-no de un ajuste de cuentas Antes de ello, me hablO el redactor-jefe de Goslit (Ediciones Literarias del Estado), quien me .aconsejO. clue Manclelstam renunciase de inmc-diato y püblicamcnte al .Viaje a Armenia para no tener que arrepentirse, segón me dijo... Todas las advertencias en forma de amenazas y consejos ya habian sido hechas (Gronski y GOsiev), Pero Mandclstam lo desdeho todo. El fin Sc aproximaba.

No recuerdo nada más terrible que ci invierno dc 1933-34 en la nueva y ónica vivienda en mi vida. Pared por me-dio sonaba 'a guitarra hawaiana de Kirsánov, por los tubos de ventilatiOn nos Ilegaba el aroma de las comidas de los

196

escritores y de los insecticidas, no teniamos dinero ni nada clue corner, y por las tardes reciblamos numerosos visitan-its, la mind de los cuales cnn enviados ex profeso. El fin podia ilegar en forma de exterminio rapido o lento. Man-delstam, como persona, prefiriö el rãpido. Preferla moth a manos de los organismos represivos y no de las organiza-clones de escritores que Ilevaban La iniciativa de su exter-minao.

Mandeistam, In mismo que Ajmâtova, no admitla la forma habitual de suicidio. Y, sin embargo, todo Ic im-pulsaba a ello: la soledad, ci aisiamiento, el tiempo, que en aquel entonces trabajaba en contra nuestra. La sotedad no es la faIn de amigos y conocidos, hay siempre suficien-tes, sino ci hecho de vivir en una sociedad que no oye las advertencias y continua caminando con los ojos cerrados pot ci terrible camino del parricidio, arrastrando en pos de si a todos y a cada uno No era casual quc Mandelstam hubiera Ilamado Casandra a Ajmâtova. En situación serne-jante no solo se hallaban Ins poetas. Los hombres de la ge-neraciOn anterior a la nuestra presentian ci futuro, Pero sus voces se hablan Perdido, se hablan acallado. Ames del triunfo de In .nuevo * habian tenido tiempo ya de hablar de su etica, ideologia, intolerancia y de sus deformados conceptos juridicos. Era Ia voz clue clamaba en el desierto - 'V cada ella comprendiamos con mayor claridad que hablar con la Iengua cortada era cada vez más difIcil.

Al elegir so forma de mont, Mandeistam utilizO una sorprendente peculiaridad de nuestros dirigentes: su exce-sivo, casi supersticioso, respeto por la poesla: .De qué it quejas, me decia, céste es el ünico pals que respeta la poesia: niatan por ella. En ningün otro lugar ocurre esox....

Un dia, viendo los retratos de nuestros dirigentes cx-puestos en los escaparates de las tiendas, Mandelstam me dijo que de lo ünico que tenia miedo era de Las manos humanas. Los dedos grasicntos que figuran en ci pocrna a Stalin son, sin duda, una rcminiscencia de la historia de Dcmián Bedni. No en vano Este, ileno de temor, habia aconsejado a Pasternak que se abswviese de intervenir en ci asunto Mandeistam. En ci retrato de MOlotov se fijo en que su cuello, que asomaba por encima de la camisa, era

197

muy delgado y la cabeza que lo coronaba, muy pequefla. Parece un gato., dijo mostrandome el retrato.

Los primeros oyentes del poema dedicado a Stalin quedaron horrorizados y Ic suplicaban que Jo olvidase. Además, la evidencia de su verdad reducia ante los oyen-tes coetáneos ci naérito de la poesla. En estos ültimos afios observo una reacciôn más sensible. Alguno suele pregun-tarme córno es posible que ya en 1934 hubiera Mandels-tam comprendido todo. No escaria equivocada la fecha? Se trata de personas que ban admitido la version oficial de clue todo iba bien antes de Ezhov y que, en realidad, el periodo de Ezhov tampoco fue tan malo. Lo clue pasO es que Stalin, ya despues de Ia guerra, de viejo, perdio la ra-zOn y causO grandes danos... Aunque esta versiOn ya re-sulta caduca y la verdad empieza pot abrirse paulatina-mente paso. Sin embargo, seguimos idealizando la decada de los ahos veinte, a la tual ahadimos algunos de la deca-da del treinta Es una idea muy arraigada entre nosotros. Las viejas generaciones desaparecieron sin haber tenido tiempo de decir nada. Los viejos de boy dia, incluso los que ban estado en Ins campos, siguen hablando de su florida juventud, interrumpida pot la detencion ünicamente. Qué pensarãn nuestros nietos si todos nos vamos en silencio?

Entre los que oyeron el poema he podido establecer tres opiniones distintas. Kuzin crela que Mandeistam no tenla derecho a escribirlo porque su actitud general ante la revo-!uciOn era positiva. Le acusaba de no ser consecuente: Si has aceptado la revolucion, admite a su dirigente y no te quejes... Este razonamlento no carecia de una cierta lOgica rigorista. Pero no acabo de entender cómo Kuzin, que amaba la poesia y la prosa de Mandelstam, que conocia de memoria, In haya olvidado a la vejez, ilegando incluso a escribirle a Morozov que jamás habia leido •El viaje a Ar-menia, que no se habia percatado del desdoblamiento de Mandelstam y de su inestabilidad. La gente, pot In que se ye, comprende con dificultad ]as manifestaciones ocultas o ligeramente veladas. Necesita que todo sea a las daras. A veces creo clue Mandelstam se decidio a manifestarse con tanta claridad porque estaba cansado de la sordera de sus oyentes, que no dejaban de repetir: iQuE bella poesia!, pero, ,qué tiene que vet con la politica? ,Por qué no la publican?

198

A Erenburg no le gusta ci poema sobre Stalin. Lo califi-ca de •versitos, con gran espanto de la encantadora y de-licada Liuba, que no sabia que en nuestro medio no existia en general otto epiteto pan la poesia. .&Escucha este versitot., decia Mandeistam, cqué te parece? No está mal, verdad?i.... Erenburg tienc toda la razón al calificar ese poema de obra menor y poco representativa en la obra poética de-Mandelstam.

Pero sea cual fuere la calidad de ese poema, pucde considerarse accidental en La obra del poeta si flue La causa de su terrible fin? Esc poema representa un gesto, una ac-Sn y desde mi punto de vista es una consecuencia lógica de toda la vida y cteaciôn de Mandelstam. Es indiscutible, asimismo, que hay en este poema cicrtos elementos de adaptación a la mentalidad del lector; el poeta que jamás se esforzaba pot set comprendido, que consideraba a todo lector e interlocutor suyo igual a €1 y que pot eso jamás simplificaba sus ideas ni las presentaba en forma mastica-da, hizo precisamente ese poema accesible, directo y facil de .comprender. Pot otra pane, se preocupO de que no pu-dicta servit de medio primitivo para la propaganda politica; de ello me hablo incluso: cEso no me incumbe.... Dicho de Otto modo, escribiO ci poema para un circulo de lectores ms ampho que el habitual, aunque sabia que en el momento en que to escribia no podia te-net lectores. Creo que no quiso abandonar Ia vida sin de-jar un claro testimonio de todo cuanto sucedia ante nuestta vista.

La actitud de Pasternak ante el poema fue igualmente hostil. Me Lienó de teptoches —Mandclstam ya estaba en Voronezh—, de Los cuales recordé el siguiente: AiC6mo pudo escribir ese poema €1, que es judio!z Sign sin comprender hasta la fecha ci cutso de semejante tazona-miento y en aquella ocasión propuse a Pasternak que Ieye-se una yea más el poema, Para que me indicase concreta-mente qué habia en él de inadecuado para un judlo, Pero él se negé hotrorizado.

La actitud de estos primeros oyentes del poema me hacia tecordar ci telato de Guettzen acerca de su conversa-ción con Schepkin, quien fue a Londres para pedirle que dejase de publicar cKoLokol. (La Campana) potque los jó-venes eran detenidos pot leerlo... Pot suerte nadie fix de-

199

tenido por haber escuchado ci poema. Ademas, ci propio Mandeistain no era, ni mucho menos, un escriror politico y sus funciones sociales nada tenhn tic comUn con las tic Gucrtzen... Pero, en realidad, d6nde está e! limite? En qué medida debe uno proteger y cuidar a sus conciudada-nos? Cuando se trata de los coctineos de Guertzcn, no deja de sorprenderme Ia acticud de Schepkin: Cómo se puede proteger asi a la gente? No se les puede mantener entre algodones... En cuanto a mis contemporáncos, la verdad es quc no quisiera exponcrics at peligro; más vale que vivan en paz y se adapren a estos tiempos tan difici. les: si Dios quiere, todo pasará y más adelante ya veremos... La vida acabari pot triunfar y todo voivera a su cauce... ;Para qué desperrar a Ins quc duermen, Si CtCO clue algun dia ellos mismos se despertaran! No sé si tengo o no razén, Pero yo, como todos, estoy contaminada por ci instinto y la sumisión. -

Una sola cosa me resulta evidente: Ia poesia de Man-delstam se adelanto a su tiempo y ci terreno no esraba preparado en ci momenro de su aparición. Aün se reciuta-ban partidarios del regimen y se olan las sinceras voces de los adeptos seguros de que ci fururo 'CS pertenecia y que ci reino milenario no acabarla nunca Los restantes —su ncimero tat yea fuera mayor clue ci de los adcptos—, se li-mitaban a cuchichear suspirando. Nadie ola sus voces, porque nadic las necesiraba. La estrofa •Nuestras palabras a diez pasos no sc oyen, expresa con gran exactitud la si-tuaciOn en aquellos afios. Esas .paiabras se consideraban viejas, caducas, pertenecientes a un pasado que no podia voiver... Los adeptos no sOlo crelan en su triunfante futu-ro, sino tambien en que eran los portadores de una vida feliz Para La humanidad y SUS concepcioncs del mundo no carecian de una peculiar congruencia y armonla, quc re-sultaban sumamente tentadoras. La época anterior habia aspirado ya a esta integridad, a La posibihdad de obtcner de una sola idea todas las cxphcacioncs Para ci mundo material y el humano y armonizarlo todo con un solo y ünico esfucrzo. Por esta razOn, la genre cerraba los ojos de tan buen grado y seguIa at jefe, prohibiendolc comparar la teoria con la prácrica y sopesar las consecucncias de sus actos. Por esta razOn, se perdia sistcmâticamcnte ci send-do de Ia realidad; y, sin embargo, para hallar el error te6-

200

rico inicial era imprescindibie recuperar ese sentido. Pasarâ niucho ticmpo todavia hasta ci dia en que calcuiernos lo clue nos ha costado ese error teórico y cornprobeinos 5 j es verdad que cia tierra nos ha costado una docena de cielos.... Pero pot ci precio de diez cielos, nos hemos hecho dueflos de la rierra?

La cap itulación

Mandcistam ruvo un largo periodo de silencio; estuvo sin escribir versos más de cinco años, desde 1926 hasta 1930, Pero siguió escribiendo prosa. Lo mismo le ocurrió a Aj mãtova. Tarnbién ella permaneciô silenciosa aigün tiem- pa. En Pasternak, estc periodo se proiongo sus buenos diez afos. cAlgo debia de haber en ci aires., dijo Ajmáto-Va; y, en efecto, algo habla en ci aire, tal yea ci comicnzo del letargo general, del cual no hemos acabado de salir hasta ci dia de hoy...

dPuede considerarse casual que tres pocus en active, hu-bieran enmudecido durante un cicrto tiempo? Las difcren-cias en las posiciones iniciales de los tres no cambian en esencia la cuestión y, para recuperar la voz, cada uno de eiios tuvo que determinar su lugar en ci mundo que se iba creando ante nuestros ojos y mostrar, mediante su pro-pio destino, ci lugar que en €1 correspondia al hombre.

Mandeisrain ftie ci primero que enmudecio.. Sc debi6 sin duda a que ci proceso de su autodeterminacion se pro-ducia con mayor agudeza: sus rclaciones con la época se convirticron en la principal fucrza motria de su vida y poesia. Pot so carácter —csu mndole no era angelicals.-Mandeistarn, en yea de atenuar, acenwaba más bien rodas las contradicciones. A mediados dc la dEcada de los aflos veinte, deja de cscribir versos. Qué habia, pues, en ci aire de aquel tiempo quc lo asfixiaba y lo hacia enmude-ccr?

• En esta Epoca comenzó la enfermedad cardiaca de Mandeisram y SOS

graves trasrornos respiratoños. Mi hermano Evgueni decia que mIs que enfermedad profesiorial, se craraba de una enfermedad de chat.. Con-

201

A juzgar por los Signos exteriores, hemos vivido mIs de una época en esos cuarenta aflos. Un historiadot puede es-tablecer fáciimente varios perlodos dentro de Ins cuafes hay diversas etapas, que no sélo parecen diferentes, sino inciuso contradictorias, aunque yo estoy convencida pie se deducian lógicamente una de otra, Desaparecia a cada ins-tante la capa superior y cambiaba inciuso ci aspecto flsico de los dirigentes. Dc pronto nos dimos cuenta de la des. aparición de los .morenos, que fueron sustituidos pot Ins crubios,, clue, a so vex, no tardaron en desaparecer. Y a la par de esos cam bios, se modificaba todo ci estilo de Ia vi-da y de gobierno. Sin embargo, hay aigo pie unifica esos periodos. Los hombres que afirmaban que ci motor de la historia era la chase., o sea, ci factor económico, dc-mostraron con toda su prictica que la historia es el de-sarrollo y Ia encarnación de una idea. Esta idea ha forma-do la conciencia de generaciones enteras, ha reclutado par-tidarios, se ha extendido, conquistado las mentes, creando formas de vida estatal y social, triunfando, pero poco a poco acabo por caducar y dcsapareccr. Cuando en 1921, camino de Tiflis, visitamos en Bath a Viacheslav Ivanov nos dijo que habla abandonado Moscü para ocultarse en la soledad de Bath porque clas ideas hablan dejado de go-bernar al mundo, y clue él estaba convencido de ello. Que cuitos de Dionisio sobreentendla por ideas

Viachcslav Ivanov, maestro y profeta en la década de los años diez, si no se dio cuenta que en ci perlodo de nuestra conversation Ia idea ya habla tenido tiempo de conquistar enormes espacios y y cantidades inrnensas de gentc no sólo en nuestro pals, sino también en ci extranje-ro? Era la idea de quc existe una includable verdad cientlfica y que Ins hombrcs pueden dominarla; al domi-

firman cats suposición las circunstancias en quc se produjo ci primer an-quc, ocurrido a mediados de Is decada de los alios Ycinte. Vino a visitar-nos Marshak y esnivo cxplicando largamcnte y con emociôn 10 quc era Ia poesia; defendia Ia linca alicia], ilena de sentimentalism0 Como siempre. Marshak hablaba con cmociön, con voz conmovida y tcrnblo-rosa. Era on gran captador de almas, de Jos débiles y de los dirigentes. Mandelstam no discuria: no podia compararse con Marshaic. Pero dc pronto no pudo soportar más: Ic pareciô oTt de rcpente el toque dc on comerin quc intcrrumpió las dukes disquisiciones de Macshalt y sufria ci primer acceso de angina de pecho. (N. de Ia A.)

202

narla, son capaces de prever el futuro y modificar a su an-tojo el curso de la historia, introduciendo en él un princi-pio racional. Dc aqul la autoridad de los quc poseen esta verdad: pnoritas dignitatis. A esta religion, los adeptos la calificaban modestamente de ciencia; convierte al hombre revestido de autoridad en Dios, Han elaborado so credo y so moral: la hemos conocido en acciOn. En los ahos veinte mocha genté recordaba de qué modo venciO ci cristianis-mo y auguraba, pot analogia, un reino rnilenario a la nueva religiOn. Los mis concienzudos Ilevaban (a analogia aün mis lejos; al enumerar los crImenes histOricos de la Igiesia, la lnquisiciOn, por ejemplo, decian clue no habia podido modificar la esencia del cristianismo. - Y para to-dos era evidente la superioridad de Ia nueva idea, que. prometia el paraiso en la tierra en yea de la recompensa celestial. Pero lo mIs curioso era la ausencia total de dudas y una ft absoluta en la verdad conquistada por la ciencia.

qY qué pasari si no es asi y en el futuro lo consideran de forma diferente?., pregunté a Averbaj. Hablibarnos de uno de sus juicios literarios. Me dijo: €He oldo decir que Mandelstam regresO de Crimea y que ha publicado un mal poema ... . Me interesó so opiniOn; me explicO enton-ces que Mandelstam no enfocaba las cuestiones desde el punto de vista de clase y, al poco, ahadiO: no existe nm-guna cultura ni arte en general: hay arte burgués y ant proletario y lo mismo cabe decir con relaciOn a la cultura... No existe nada eterno y los valores estin condi-cionados Unicamente por la clase. No sentia ningün repa-ro en considerar que sus valores de clase eran, pese a todo, eternos. Pot cuanto la victoria del proletariado inicia una época nueva de eterna duraciOn, los valores quc Averbaj establece para La clase a la coal sirve, también lo son. QuedO sinceramente sorprendido de mis dudas ante sus apreciaciones, pues el dominaba el ünico metodo cientifico quc haclan infalibles sus juicios: lo que éI con-denaba estaba condenado pot los siglos de los siglos. To-das estas verdades las aprendi de pie en la plataforma de un tranvia. A Mandelstam, a quien conté esa conversa-ciOn, Ic entusiasmO la grandeza lapidaria de Averbaj, quien crela honradamentc en su verdad y se embriagaba con la original elocuencia de sus lucubraciones lOgicas. To-do eso ocurria en 1930 y Mandelstam ya podia admirar los

203

resultados de ]as concepciones de Averbaj. En aquel en. tonces habia recobrado ya Ia voz y su libertad interior. La decada de los aflos veinte terminO con sus dudas e inhibi-ciones y podia escuchar, como si estuviera fuera, Ins cdis-cursos de esparto y no tomarlos muy a pecho.

Averbaj flue uno de los personajes más tipicos en la pri-mera década de la revolucion. Mi pensaban, razonaban y decian todos los adeptos de la nueva religion en todas las esferas de la vida. En sus discursos habia un impetu juve-nil: ics encantaba aleccionar y aturdir. Asumieron la mi-siOn de derribar los idolos, es decir, Ins viejos conceptos de valores y ci tiempo trabajaba Para ellos, pot Jo cual nadie se percataba de la tosquedad de las herrramientas que uti-lizaban.

El grito cPor qué hemos luchado ?* resonO a comienzos de la década de los aiios veinte, pero se acallo inmediata. mente. El pueblo no habia enmudecido aiTh, sin0 que callaba, en espera de vivir y prosperar. Los intelectuales, aprovechando el ocio, se dedicaron a la revisiOn de valo-res: fue el periodo de la capitulaciOn masiva. Dc hecho segulan ci camino trazado pot Ins derrocadores del perIo-do prerrevolucionaijo y sus continuadores del tipo de Averbaj, pero, como es natural, procuraban evitar los extremismos y la groscra inflexibilidad dc la vanguardia. Encabezaban a Ins capituladores hombres de treinta afios que hablan conocido La guerra. Ellos conducian a Ins jove-nes. En aquellos aflos, pot In general, los personajes acti-vos tenian entre los treinta y los cuarenta aflos de edad. Los de más edad, caso de estar con vida, se apartaban en silencio. Cada capitulaciOn tenia per premisa que Jo Aviejop debla ceder plaza a Jo tnucvo, y el que se aferraba a Jo •viejo, se quedaria con un palmo de narices. Esta concepciOn era fruto de la teoria del Progreso y tambiEn del determinismo histOrico de la nueva religion. Los capi-tuladores socavaban todos los viejos conceptos, pot el me-to hecho de que eran viejos y, pot consiguiente, habIan caducado. Para Ia inmensa mayoria de los neofitos no existia ya ningün valor ni verdad ni Icy, a excepciOn de Los que se necesitaban en aquel entonces y quc para mayor comodidad se calificaban tde clase.. La moral cristiana se identificaba fácilmente con la moral burguesa y juntamen-te con ella el antiguo precepto: •No matarás. Todo pare-

204

cia una ficciOn. £La libertad? Y donde Ia habeis vistoL. Jamás hubo ni habrá libertad... El arte y tanto más la lite-ratura no hacian sino cumplir ci encargo de su clase y de aqul se deducla claramente clue el escritor debia ponerse, con pleno conocimiento de causa, al servicio de an nuevo cliente.. Desaparecicron del lenguaje numerosas palabras tales coino honor, conciencia, etc. No resultaba tan dificil desacreditar esos conceptos cuando se conocc Ia forma de hacerlo.

Un hecho rnuy caracteristico de aquellos afios es que to-do concepto se rnanipulaba en so forma más Pura, es de-cit, absolutamente abstracta, sin tenet ninguna cuenta de su naturaleza social, humana y terrenal. Dc ese modo re-sultaba ms facil acabar con ellos: no hay nada rná.s fácil, pot ejemplo, que demostrar clue en ninguna pane del mundo existe la libertad de prensa y declarar a conti-nuaciOn que en yea de consolarse con los sucedáneos con clue se consuelan los miseros liberales, inâs vale renunciar con valerosa sinceridad a todo intento de libertad. Estos esquemas resultaban convincentes porque las mentes in. maduras no conocian en aquel entonces los matices de los conceptos ni de las definiciones.

El miedo de quedarse aislados y al rnargen del inovi-iniento general era la prernisa psicolégica clue impulsaba a la capitulaciOn, asi como la necesidad de una concepciOn integra del mundo, orgánica, adaptable a todos los aspec-tos de la vida y taxnbién la fe en la eternidad de la victoria y de los vencedores. Pero lo principal es que los propios capituladores nada tenian que ofrecer. Esa asombrosa va-ciedad la expresó, tal yea mejor que nadie, Shklovski en su malhadado libro .Zoo., donde ruega con lâgrimas en los ojos a los vencedores que It tomen bajo su tutela. No sabrIa decir si eran rnIseros por si mismos o bien si fueron la guerra y las trincheras las clue provocaron una reacciOn tan amarga, Pero el caso es que la sensaciOn de debilidad y la necesidad de protecciOn eran sentidas muy vivamente. Solo aquel que compartia esos sentimientos con otros, podia considerarse hombre de su tiempo.

cEn cuestiones relacionadas con la literatura, son ellos Jos clue nos deben preguntar a nosotros y no nosotros a ellos., dijo Mandelstam, en la redacciOn de cPribOb (Ma-rejada), negandose a firmar una peticiOn colectiva de

205

escritores porquc se basaba en las disposiciones del Comité Central sobre la literarura. Se trataba de defender a un critico de los ataqucs dc RAPP: se Ic acusaba de haber cscriro una critica sobre una novela de Liashko, sin haberla tcrminado de leer. Los escritores recurrIan a las aituras pa-ra pedir al ComitE Central su intcrvención a fin de que cesara la persecución contra el critico. Citaban la disposi-cion en clue se proponia acabar con la guerra literaria —cntonces sc calificaban dc pendencias— y emprender mano a mano el trabajo a fin dc cumplir todos juntos y a la perfeccion la urea marcada por ci partido.

En la rcdaccion, como siempre, habia muchas personas, que rodearon a Mandeistarn. El motivo de su negativa, co-mo pudimos observar, habIa suscitado la más sincera perplcjidad. Para los presentes, lo dicho pot Mandeistam sonaba como una antigualla sacada de viejos baülcs, un signo dc atraso. No cabc dudar de la sinceridad de su in-comprensión: recuerdo la cara de sorpresa de Kaverin, que recogla las firmas. Tambien Para El Mandeistarn era un 5cr extravagante pasado de moda, que no comprcndla su Epo-ca ni sus tendencias flindamentales. Cuando Ajmátova y Mandelstam tenian algo más de treinta afios, Los considc-raban sinceramente coma viejos. Pero ocurrió que ambos empezaron a rejuvenecer gradualmcnte en Ia conciencia de la gente, mientras quc las posiciones de los partidarios de lo *nuevo, caducaban de forma visible c irremediable.

El niflo del cuento de Andersen dijo quc el rcy estaba desnudo, Jo dijo en ci momento oportuno, ni temprano ni tarde. Antes clue El, lo habian dicho otros, probable-mente, Pero nadie los escuchaba. Mandelstam, en cam-bio, dijo muchas cosas antes de tiempo y en mementos en clue toda opinion normal parecia irrcmediablementc anti-cuada y rcprobable. No habia sitio Para ci que no partici-paba en ci coro general. El coro general Jo acallaba todo y sonaba, efectivamente, con gran potcncia. Hoy dia mucha gente quisiera unit Ia dEcada de los ai5os veinte con el dia de boy y resucitar la unidid voluntaria que existia en aquellos dIas. Los hombres de aquella dEcada boy en vida tratan de inculcar con todas sus fuerzas a las nuevas gene-racioncs que en aqucl entonces existiO un inusitado flore-cimiento —ila ciencia, la literatura, el arte!— y que Si to-do hubiesc seguido pot ci camino marcado, nos

206

habriamos encumbrado ya a las más altas cirnas de la vida. Los supervivientes de LEF, los colaboradores de Tairov, Mcyerhold y Vajtangov, los estudiantes y profesores del Instituto de Filosofia y Literatura y del Instituto Zubov, los profesores salidos del Instituto de Profesores Rojos, los mancistas y los formalistas expulsados de todas panes, to-dos aquclLo' que tenian treinta años en la decada de Ins veinte, siguèn invocando el tetorno a esa época, invitan a cmprender de nuevo, cin tolerar ya ninguna desviaciónx,, el camino quc Sc iniciaba entonccs Dicho de Otto modo, no admiten su responsabilidad par Ia ocurrido después. Pero, es cierto eso? Fucron precisamente los hombres de la decada del veinte los que dcstruyeron los vaLores y hallaron formulas que an hay son imprescindibles: un Estado joven, una experiencia nunca vista, no se puede hater una tortilla sin cascar los huevos... Cada ejecuciOn se justificaba diciendo que se estaba construyendo un mundo donde no habrIa vioLencia y todos los sacrificios cran pocos Para esa nueva sociedadv sin precedentes. Nadie se perca-tO de que el fin comcnzaba a justificar Jos medios y luego, como siempre ocurre en estos casos, habia desaparecido gradualmente. Y fueron precisamente esos hombres de La decada de los aflos veinte los que empezaron a separar cuidadosamente a las ovejas de Los machos cabrios, a Los .nuestros' de los .otros', a los partidarios de lo cnuevo, de aquclios que no habian olvidado aün Las reglas más cLe-mentales de la convivencia.

Los venccdores tendrlan que haberse sorprendido de la facilidad con que obtuvieron la victoria, pero La aceptaron coma alga que les era debido, porque crelan en su razón. Ellos tralan la dicha del genera humano... Pero sus cxi-gencias frente a los capituladores aumentaban gradual-mente. Lo demuestra la rapida desapariciOn de la palabra ccompaneros de viaje' , sustituida pot el epiteto cbolchevi-que sin partido., y más tarde diel hijo de la patria que ama apasionadamcnte a so pueblo y sirve con abnegaciOn al gobierno y al partido. Y asi se cstabilizO.

La memoria humana está organizada de tal modo que conserva de Los hechos una vaga reminiscencia y su leyen-da, pero no el acontecimiento propiamente dicho. Para extract tos hechos, es preciso destruir con mano dura la Ic-yenda y para elLo debe precisarse ante todo en qué circulos

207

naciO. Los suspiros idilicos respecto a la década de los años veinte son el resultado de la leyenda creada por los capitu-ladores de treinta aflos, que pot casuaiidad siguen vivos, y sus hermanos menores. Pero en realidad la decada de los afios veinte fue un periodo que sentO las premisas de nuestro futuro: dialéctica casuistica, desmitificaciOn de Va-lores, voluntad de subordinacion y unanimidad de cute-rios. Los más fuertes de entrc Ins demoledores perdieron la vida, Pero antes tuvieron tiempo de abonar ci terreno Para ci fururo. En Los años veinte, nuestros organismos de represiOn iban acumulando fuerzas, pew ya actuaban. Los hombres de treinta aiThs predicaban insistentemente su credo. Convenciendo y, más tarde, amedrentando, Ileva-ron tras 51 a ingentes muchedumbres de la Epoca si-guiente, en La cual dcjaron de oIrse ya Las voces indivi-duales.

En nuestro pals no existe, ni puede existir, un instituto que estudie la opinion püblica, Pero es precisamente Ia opiniOn püblica la que seflala todo ci fermento que acaba por transformarse en proceso psicolOgico. Los organisrnos de represiOn cumplian en pane las funciones de ese insti-tuto. En los aflos veinte liegaron incluso a sondear ligera-mente los medios sociales para ver qué pensaban; existian Para ello cuadros especiales de informadores. Mis nude se decidio que la opiniOn püblica coincidia con la estatal y ci papel de los informadores se redujo a los casos de diver-gencia, dc los cuales hacian deducciones administrativas planificadas. Despues de 1937, los sondcos perdieron defi-nitivamente todo significado debido al caricter masivo de las medidas 4profi1icticas y la opiniOn püblica fue plena-mente nacionalizada.

Pero en la época de los veinte, jugibamos An con fuego y no comprendlamos nada. Apenas si tuvo tiempo Mandelstam de decirme: •Qué mis puedes querer? No se meterin con nosotros, no nos matarin., cuando liege la primera golondrina del futuro. A Tzirskoie Sielo vino a visitarnos Vsevolod RozhdiestMenski, tan sonrosado como siempre. Vino para decirnos que ci juez de instrucciOn (El acababa de salir de una breve reclusion) se habia interesa-do mucho pot Mandelstam. Rozhdiestvenski se negó cate-gOricamente a contarnos 10 que Ic habian preguntado con relaciOn a Mandelstam. cDi mi palabra y desde pequeflo

208

me han enseflado que se debe cumplir ... .. Mandeistam despacho a ese niño modelo y mis tarde recapacitamos que lo hablan enviado para intimidarnos y rccordar a Mandeiscam que no Ic perdian de vista. Mis tarde esto volvio a repetirse en reiteradas ocasiones. En su .Conversa-ciOn sobre Dante,, Mandeistam no se olvido de mencionar la recIproca penetración —el 10 calificaba de difusión— entre La circel y e'Fmundo exterior, y clue a los gobernado- res les convenia que los gobernados se asustaran unos a otros con terribles relatos carcelarios. Rozhdiestvenski cumpliô bien su misión, pero inexplicablemente se olvidó de mencionarlo en sus memorias. En cambio obligô a Mandelstam a razonar sobre la poesia en ci estilo conven-cional de los parnasianos y acineistas, adjudicandoie ideas y sentencias propias de un esteta inventado por los criticos soviéticos. A Mandelstam Ic seguirin atribuycndo machas conversaciones estupidas. El mejor criterio de veracidad de esas conversaciones son los articulos quc el escribio. Muchos de cilos son su voz viva en la polemica y en la cx-posiciôn. Sus coetineos no estaban a su altura y ellos en sus memorias deformaban sus pensamientos voluntaria o involuntariamente. Sobre todo Ic comprendian mal los que vivieron la decada de los veinte lienos de fe, cuando sc ataban todos los cabos; los hombres se infiulan unos a otros, predicando la nueva religion, al tiempo que destrulan los antiguos vaiorcs y desbrozaban el camino ha-cia el futuro

Revision de va/ores

Mandeisram no crela en el reino milenario dc lo nuevo y no habia Ilegãdo a la revoluciOn con las manos vacias. Su carga era pesada. Por una pane se trataba de la cultura judeo-cristiana, segün dijeron sus desconocidos amigos y, por otra, la revoluciOn con letra mayüscula, la fe en su fuerza saivadora y de renovaciOn, la justicia social, ci cuar-to estamento y Gucrtzen. Cuando yo lo conoci, habia de-jado ya de Leer a Guertzen, pero éi fue, sin duda, uno de los que mis influyeron en su vida. En toda su obra se

209

hallan hucllas de so influencia en tEi rumor del Tiempo*, en so horror ante ci ienguaje ambiguo, en ci cuento del cachorro de Icon que lcvanta so Para inflamada y se queja de la espina ante la indiferente muchedumbrc (esa espina seth más tarde ci hucso atascado en la máquina de escribir), en las traducciones de Barbier y en Ia in-terpretaciOn de la funcion del arte. tLa poesia es como ci poderb Ic dijo en Voronezh a Ajmatova y ella asintiO, inchnando so largo cuclio Deportados enfcrmos, miseros no querlan renunciar a so poder... Mandeistam se comportaba como si tuvicsc poder y eso excitaba aiTh rnás a los que ansiaban destruirle. Para ellos ci podcr eran los cañones, los organismos represivos, la posibilidad de distribuir pot cupones todo incluida la gloria, y encargar sus retratos a los pintores. Pero Mandeistam insistla terca-mcnte en Jo suyo: si pot la poesia mann, eso significa que se Ic rindc ci debido respeto eso significa quc se la teme Y, pot lo tanto es poder. -.

Es imposible imaginarse una carga peor quc la de Man-delstam. Cabia prcdccir de antcmano que estaba condcna-do y que en este mundo no haliaria so lugar. Tratar de justificar los acontccimientos invocando ci nombre de Guertzcn, es una tarca irreahzable. En yea dc justificacion se imponla pot fucrza la acusaciOn. Pero Gucrtzen se re-sent ci derccho dc partir y permanccer aitivamente solita-rio Mandclstam no accptó csc derecho. El camino Para ei no era ci de alejarse de los hombres, sino it hacia eilos no se scntia como una persona quc estuviese pot cncima de ía muchcdumbrc sino uno más entre ella. Todo aislamiento Ic estaba prohibido y en cIlo, probablcmcntc, se manifes-nba so cultura judeo-cristiana Muchos de mis contempo-rineos que aceptaron la revolucior, ban sufriclo un duro conflicto psicoiOgico. Su vida oscilaba entre una realidad quc dcbIa set condenada y ci principio quc exigia la justi-ficacion de Jo existente. Tan pronto ccrraban Ins ojos ante la rcalidad Para elegir sin dificultades las justificaciones precisas, como los abrian dc nuevo y entonces se percata-ban otra vcz de ía rcandad. Muchos de clios pasaron toda so cxistcncia csperando la rcvoluciOn, Pero cuando la vicron en la vida cotidiana se asusraron y la negaron. Habia tambien otros, los que tcnian miedo dc su propio miedo y temian no vet ci bosque pot culpa de los

210

ãrboies... Entre ellos estaba Mandeistam... Al no distin-guir en el un claro espIritu revoiucionario, sus ,bicn inten-cionados amigos simpilficaron su vida y privaron de con-tenido una de las tendencias fundamentales de su pensa-micnto. Si hubiese carecido dc espiritu revolucionarlo, no tendria que ahondar en ci curso de Ins acontecimientos ni aphc4ies el criterio de valores. La negaciôn completa daba fucrzas pan vivir y maniobrar. Pero eso no fue ci caso dc Mandeistam: viviO la existencia de los hombres de su ticmpo y la ilevO a su logico desenlace.

Sus poesias dc los aflos veinte demuestran que Man-deistam no puso en duda quc con ci triunfo dc la revolu-dOn liegarla una nucva era: •La frigil eronologia de nuestra eta está ilegando a su finala... Dc los viejos tiem-pos sOlo quedO un son, aunque cha desaparecido ci moti-vo de ese sons y, finaimente, habla del siglo como de una fiera de roto espinazo, quc mira las hueilas de sus patas... En todas esas poeslas se enjuicia en forma abicria o vciada su propia situaciOn en la nueva vida: yeso en la sangre, ci hijo enfermo del siglo... Se incluye también aqul ci hombrc de doble cara en su cOda a la pizarra: ci-lombre dc dos caras y alma doble * - . - Estas confesiones se en-cuentran en toda su obra, diriase que brotan en contra de su deseo, están lienas de reticendias y aparecen en ci con-texto más inesperado, como por ejemplo: eel reseco afladi-do de panes ya horneados *.. Mandeistam jamâs faciiitaba al lector la comprensión de sus versos, no coqueteaba con su auditorio; para comprender, habia quc conocerlo...

• En Ins poemas de Ia decada de los años treinta hay manifesraciones tan pronto directas, como conscientemente veladas. Un dia SC 005 pre-sentó to Voronezh on carnante de la poesia. de tipo semi-militar, uno dc esos que ahora catificamos de ccritico de alEc de paisano., pero algo mks tosco, y se interesô largamerne por saber ci signiticado que tenia Ia estrofa: cUna ola sucede a otra, rompiendo la cresta de Ia que It sigue.. .No se referiri a los planes quinquenales?.. Mandeissam se paseaba pot Ia habitaciôn y preguntaba sorprendido: cPiensa ussed?.... .Qué Va-mos a hacer., Ic pregunté yo después, csi en todo van a buscar on semi- do oculto?.. cAsombrarnos., me respondio. No siempre me daha cuenta del oculto sentido de sus poemas y Mandeistam, sabiendo que podia 5cr desenida, no tomentaba sus poesias: una sorpresa sincera podia. 5] no sal- vat, at mertos aligerar ci destine- La idiotez y Ia incomprenslón mis abso-lutas servian en nuestro pals de magnIfico biombo. (N. de Ia A.)

211

En las poesias de ese perlodo, prcdice la inminente mu-dez: .Los labios humanos guardan la forma de la ültima palabra dicha.. Esa estrofa fue la que dio motivo pan que dijeran que tse repetia a Si mismo.... Pero los inventores de esa formula —Brik, Tarasenkov— no proflindizaban en su poema, sino que se limitaban a golpearlo de piano. Toclos Jos medios Ics parecian buenos en su lucha. En la casa de Brik, donde se reunian los literatos y los colabora-dotes de Brik, incluido Agranov, se dedicaban a sondear la opiniOn publica y a lienar los primeros expedientcs: ya en 1922, unto Ajmatova corno Mandeistam fucron califi-cados de cemigrados del interior.. Esto detcrmino en gran manera su destino y tal vcz fue Brik quien empleo pot vez primera procedimientos no literarios en la lucha literaria. Sin embargo, quiero señalar la diferencia entre Brik y otros detractores del tipo de Tarasenkov, pot ejemplo, a quien Mandeistam Ilamaba cel angel caido,. Era un bello adolescente, ávido lector de poemas, dispuesto a cumplir el *cncargo socia6 de acabar con la poesia y, sin embargo, coleccionaba concienaudamente en manuscritos todas las poesias a cuya publicacion se oponia con tanta energia. Eso lo diferenciaba de Lelevich, pot ejemplo, que ardia en odio hacia la poesia pot ser .burguesa., en su opinion. La posiciOn de Brik era completamente distinta. Inteligente como era, comprendiO dcsde el primer momento qué corrientes literarias gozarfan de la Parente estatal y precisa-mente pot esa Parente lucho con un nümero infinito de competidores. La lucha era ardua y hubo un tiempo en que pareció que él iba a veneer. Se agrupaban en torno suyo muchos partidarios, se ganaba a la juventud de in-mediato; en los cIrculos del partido contaba con poderosos protectores, sobre todo entre los chequistas clue se las da-ban de estetas. Maniobraba con energia y per su cuenta y riesgo, Pero acabaron venciendo Averbaj, que apareciO en escena bastante más rarde, y su RAPP. Averbaj venciô gra-cias a sus ideas ton,adas de Pisariev, tan amadas pot la in-telectualidad media desde la-infancia. Con la caida de la RAPP, acabO todo asomo de lucha literaria. Los numero-sos grupos, que se disputaban mutuamente Ia patente Ii-teraria, actuaban per medios exclusivamente politicos. Brik, en sus ataques a Ajmatova y Mandelstam, no recurria a Ia denuncia politica, propiamente dicha; le inte-

212

resaba tan sOlo privarlos de los lectores jóvenes, vehemcn-tes partidarios de Ia 4nuevo,, y In consiguiO durante mucho tiempo: tanto Ajmátova como Mandeistam queda-ton aislados. Los ifitimos mohicanos de LEE, que boy dIa tienen sesenta aflos pasados, continUan glorificando la de-cada de los ahos veinte y se asombran de que los jOvenes lectores hayan/escapado a su influencia.

Tall vez la decada cit los anos veinte fuera la Epoca más difIcil en la vida de Mandclstam. JamIs habló antes ni despues —aunque la vida mis rude fue mucho mis terri-ble— con tanta amargura de su situaciOn en ci mundo. En sus primeras poesias, Ilenas de angustia juvenil y melancolia, jamis Ic habla abandonado La esperanza de una victoria flitura y la conciencia de su propia fucrza: •Siento la amplitud de mis alas'. En La decada de los aflos veinte, pot ci contrario, habiaba constantemente de so en-fermedad, de su imperfeccion y, en fin de cuentas, de su inferioridad. Como resultado, cast liegO a confundirse con Parnok', convirtiéndolo en una especie de doble suyo. Dc sus poemas se deduce cuil era la causa de su enfermedad y so imperfeccion. MI expresaba sus primeras dudas res-pecto a la revoluciOn: .A quién vas a matar aCm, a quién exaltarás, qué nueva mentira inventaris?'. - - EL hombre de doble faz es aquel que intenra unit das vertebras de dos sigios* y no se atreve a revisar sus valores.

Mandeistam abordo la revisiOn de valores con sumo cuidado, pero Ic pagO so tributo, pese a todo. Quiso de-terminar, en primer lugar, su postura ante el .viejo mun-do.. HablO de eso en cEl rumor del Tiempo', en (El sello egipcio* y en el poema cCon el mundo soberano mi rela-ciOn flit la de un niflo.. Aunque este poema fue escrito en los aflos treinta, pot sus ideas y sentimientos pertenece a la década de los veinte. Mandelstam califica de infantil su relaciOn con el mundo soberano, pero carga en so cuen-ta numerosas ofensas, incluso las inferidas al adolescente por las belias de entonces, das delicadas europeas'... La revisiOn adoptó las formas mis duras en tres o cuatfo articulos literarios publicados por las revistas iRusskoie Is-kusstvo. (El arte ruso), Jossia' (Rusia) y un periOdico yes-pertino de Kiev: en 1926, Ia prensa de La capital, asi como

Personaje de *EI sello egipcio' de Mandeisram. (N. de la T.)

213

las rcviscas, quedaron totalmente cerradas para él, pero en provincias todavia podia filtrarse. -. En estos articulos se percibe el deseo de hablar a todo precio y se hace un timi-do intento de tomar parte en la vida, reconociendo y aprobando algo y renunciando también a algo. Mandels-tam intenta, incluso, hallar justificaciones a ciertos prosis-us coetâneos suyos, los Ilamados compañeros de viaje, aunque se daba clara cuenta de que €1 no podia seguir su camino. En dos articulos clue publico Jusskoie Jskusstvoi ataca a Ajmitova, lo clue también representa una conce-sión a la época. Un aflo antes de que apareciesen esos articulos en la revista, Mandelstam habia publicado otto en un periódico de Jarkov en el cual afirmaba que Ajmá-tova bebia en las flientes de la prosa rusa y aun antes, en una critica no publicada del .tAlmanaque de las Musas escribia clue cesa mujer pobremente vestida, pero de ma-jestuoso aspecto * serla un timbre de gloria para Rusia. En 1937, en respuesta a las preguntas de los escritores de Vo-ronezh (le habian obligado a dat una conferencia sobre los acmeIstas y esperaban .denuncias.), dijo refiriendose a Aj-mátova y a Gumiliev: cNo reniego ni de los muertos ni de los vivosi. Algo semejante respondió a los escritores de Le-ningrado durante su velada en la *Casa de la Prensa. Dicho de otto modo: jamás negaba sus vinculos con esos poetas, sobre todo con Ajmátova; su intento de renunciar al acmeIsmo del aho 1922 se debio a los feroces ataques contra el acmeismo, acusado por su falta de actualidad, espiritu burgues, etc., etc.,. Mandelstam quedo csolo en todos los caminos& y no resistió. Estaba realmente deso-rientado: no es tan sencillo luchar solo contra todos y contra su época. En cierta medida cada uno de nosotros, al encontrarse en una encrucijada de caminos, siente La tentaciôn de unirse a la muchedumbre clue sabe a donde Va. El poder de la copiniôn publica, es inmenso; oponerse a ella resulta mucho más dificil de In clue se cree y cada periodo de tiempo deja su impronta en el individuo. El tiempo se esforzaba pot sepa'rar a Mandelstam de Ajmáto-Va, que era su ünica aliada posible. Sin embargo, oponer-se dos contra todos no es mas facil, ni mucho menos, que cuando se estã solo y él trató de separarse de ella, pero no tardó en recobrarse. Ya en 1927, cuando preparaba un vo-lumen de articulos, desechO uno de ellos publicado en

214

cRusskoie Iskusstvo ' , y de Otto retiró sus ataques contra ella. Renunciô asimismo a los articulos que publico en ci periodico de Kiev y en cRossia, calificandoios de ca-suales, en ci prólogo quc cscribio para ese libro. Conside-nba quc ci periodo en que escribiô estos articulos flue ci peor de su vida. At condçnar asi ci periodo decadente comprendido entre 1922 y 1'926, Mandelstam no se perca-to de que también en éi habIa muchos factores positivo de su pertenencia exciusiva, sobre todo su intento de corn-batir ci estancarniento general que aparece en varios de sus articulos.

Tal vez lo mis caracteristico para ci periodo de la revi-sión de valores sea la actitud del propio Mandeistam ante ci articulo que cscribiO a ta muerte de Skriahin. Expuso en ei sus ideas sobre ci arte cristiano, es decir, su auténtico credo. Es en estc articulo, precisamente, donde dice que la muerte de un artista no es ci fin, sino ci uitimo acto creador. Pot cuanto El nuismo eligiO su muerte, ten tropel y en manadax, no se trataba de palabras vacuas.

Este texto no fue pubiicado en ninguna pane. Mandeis-tam lo ieyO en forma dc conferencia en una asociaciOn de Petcrsburgo, no recuerdo si fiiosofica o teosofica. Las reuniones se ceiebraban en un hotel particular y un dia se presentO aIR ci corneta Savin, conocido aventuicro; coiocO una mcsita en ci descansitlo de La escalera y se puso a cobrar la entrada al salOn. Más tarde intervino en los de-bates y hablO del diablo ruso que se diferencia de todos los demas pot su astucia, espiritu prictico e ingenioso... Mandeistam asistia de vez en cuando a las reuniones de esa sociedad e hizo amistad con Kablukov, que era uno de sus organizadores. Ese hombre, ya mayor, se mostraba muy atento con Mandeistarn, pocta incipiente en aquel entonces. Compré hace poco ci hbro de Mandeistam, .La piedra, que perteneciO a Kabiukov y en ci cual habia co-piado con su propia mano autOgrafos y diversas poesias de Mandeistam, asi como sus variantes. Fue también Kablu-kov quien le pidiO ci manuscrito dc la conferencia sobre Skfiabin. En 1921, estando nosotros en ci Ciucaso, muriO Kabiukov y su archivo se entregO a la Bibtioteca Püblica de Leningrado. Mandeistam lamentaba mucho la perdida del manuscrito de la conferencia sobre Skriabin: cEra lo mIs importante de todo cuanto escribi... y se ha

215

Perdido... no tengo suerte ... .. En Ins aflos veinte, en-contré aigunas hojas sueltas del borrador en ci baül del padre de Mandelstam. Sc alegro mucho Pero su actitud ante ese texto era ambigua: por un lado queria conser-varlo, Pero en ci periodo de la crevisiOn de valores, cstuvo tentado de revisar tambjén sus manifestaciones en ese tex-to. En los borradores de .El scllo egipciob aparece un pasa-je en ci cual se buria de Parnok, que se disponc a pronun-ciar una conferencia en ccl salon de madame Pcricphet. nib... Es una clara alusiOn a su conferencia sobre Skriabin. En ci texto definitivo, promere tan solo expulsar a Parnolc de dos aristocrátjcos salones de la müsica y la historia., Ins piebeyos nada tienen que hater alil, no de-ben it cataviados con sefloriales abrigos de piel que a su condición no corresponde .... El tema del plebeyo y del arisrocrático Petersburgo se repite incesantemente. Es muy probable que, habiendo tropezado con los elegantes de Petcrsburgo en su juventud, recordara que él no era de aquel medio. En particular, acababa de leer el relato de Makovski sobre la visha de su madre a la revista cApolon, y esro le habia disgustado sobremanera. Makovski habia representado a Ia macire de Mandeistam como una estüpi-da comerciante judia. Lo hizo, probablemente, para con-seguir mayor efecto desde ci punto de vista periodistico y reforzar ci conrraste: un niño genial en una familia vul-gar. Pero la madre dc Mandelstam, profesora de müsica, que habia inculcado en su hijo el amor por la müsica cia-sica, fue una mujer muy cuitivada; din buena educacion a sus hijos y era totalmente incapaz de hablar de ese modo ran primitivo quc describe Makovski. Es un ejemplo de la actitud despectiva y seflorial que Ic impuiso a afirmar su calidad de .plebeyo,. Mandeiscam habia definido su ac-thud ante ci cmundo soberanoD y en cEI sello egipciop ha-cc remontar su genealogia y La de Parnok a la clase de los .plebeyos. Algo semejante exisce en la eConversaciOn sobre Dante,, cuando relata cOmo ci duicisimo padre Vir-gilio impide a cada instante quc Dante, confuso y dcsma-fiado, cometa alguna torpeza... Pero aqul no se trata de ajustar las cuentas con ci viejo mundo: ante nucsrros ojos habia surgido Un nuevo mundo de soberanos comparado con ci cual ci viejo resultaba un pobre aficionado. Esta primera revisiOn de valores be ayudo a encontrar su puesco

216

en ci mundo nuevo. Voivió a prociamarse, esta vez en sus poernas, como piebeyo. .Las betas deterioradas de Ins pie-beyos no ban pateado para que yo ahora los traicione Pero, qué Ic quedaba a un picbeyo sovi4ico mis que un puhadito de cultura judeo-cristiana? Mandeistam conservó ese punadito juntamente con las hojas de La conferencia sobre Skriabin. En cambio, a otto plebèyo, al hermano de Parnok, Alexandr Gucrtzovich, Ic niega ci derecho a la müsica: cTodo acabo, Aiexandr Guertzovich, acabó ya ha-cc mucho, dejalo, Alexandr Gucrtzovich, ia qué seguir! Da lo mismo!...

Sus intentos de reconciliarse con la época resuitaron baidios. Se exigla muchisimo mis de los capituladores. Ademis, Mandeistam conversaba con la revoiución y no con lo 4nuevov clue surgia, no con ci mundo soberano de tipo especial en el quc nos encontramos de pronto. Sus explicaciones careclan de destinatario en nuestra realidad. El coro de adeptos de La nueva religion y del nuevo Esta-do, clue utilizaba ci ienguaje revoiucionario entre las ma-sas, no queria saber nada del nuevo intelectual plebeyo con sus dudas y vaciiaaciones. Para los adeptos y los compa-hems de viaje era ya evidente: cToda La cuestiOn estriba en saber para quién seth el pastel. Mandeistam ola decir por doquier: tiDebe comprender donde vive!,, .Que mis quiere?., Pero él continuaba reiacionandolo todo con ci .cuarto estarnento.: COmo podre abandonar a La maic-dicencia infame... ci juramento maravilioso al cuarto esta-mento? ... .. Tal vex, asustado por ci desenfreno de los adeptos, haya declarado en esa poesia su fidelidad a In quc ellos ya habian traicionado. Pensando precisamente en ellos, habia clegido y traducido ci poema de Augusto Barbier, tiwlado La Curie (La jauria).

Et tous, comme ouvriers clue i'on met a La riche Fouillent ses flancs a piein museau, Et de longle et des dents travaillenc sans relâche,

Car chacun en vent un morceau; Car ii faut an chenil que chacun d'eux revienne

Avec un os a demi rongé, Et que, trouvant an seuil son orgucilleuse chienne,

JaLouse et le poii allongé Ii lui montre sa gueuic encore rouge et quc grogne

217

Son os dans 'Cs dents arrété, Et Iui crie, en jetant son quartier de charogne;

Voici ma part de toyauté!

El poema de Barbier the traducido en 1923 y en 1933 vuelve a surgir ci tema del padre de familia en la poesia dedicada a la vivienda: iAlgOn honrado traidor, filtrado como la sal en las depuraciones, tin buen padre de fami-ha ... . El poema de Barbier the traducido en verano, y en invierno del mismo año apareciO Cl juramento al ccuarto estamentox.. Me parece clue no the casual el que lo aco-gieran tan frIamente aquellos de quienes dependia la distribución de los bienes.

No habri dejado Mandeistam de escribir pot haber Perdido el sentimiento de que tenia razón a causa de to-das sus dudas y vacilaciones? Cuando escribia en prosa, determinaba su puesto en la vida, confirmaba so posiciOn, hailaba el suelo bajo sus pies. Aqui estoy, y no puedo hater otra cosa ... .. Los versos acudlan a €1, cuando se hallaba seguro de tener razOn y de que la posiciOn elegida era justa. En uno de sus primeros articulos, .Sobre el in-terlocutor., Mandelstam hablaba ya de la •preciosa cons-ciencia de la justa razOn poética.. Es de suponer clue esa consciencia era para €1 ha premisa y la condicion de su quehacer poético; de no set asi, no habrIa podido preci-sarlo con tanta lucidez a! comjenzo inismo de so actjvi-dad, ya que solo tenia veintidos años cuando escribiO ese articulo. Al aceptar la realidad, Mandeistam no podia de-jar de condenar sus dudas; al prestar oldo al coro general de adeptos de lo •nuevo,, no podia dejar de asombrarse ante so solitaria postura; al set denostado pot los simbohis-us, los de LEE, RAPP y demas grupos, que apoyaban in-condicionalmente lo existente, no podia dejar de sentirse creseco anadido de panes ya horneados,. La consciencia de la razOn es incompatible con todos estos sentimientos de inferioridad. También es cierto que bubo siempre lectores que lo defendlan a capa y espada y In admiraban incondi. cionalmente, Pero él se apartaba involuntariamente de ellos. Aunque parezca extraño estaba cada yea mIs des-contento de sus lectores. Creo que también a ellos Jos incluia en los .resecos afladidos, y confiaba en que en al-guna parte habla hombres aurénticamente nuevos. En los

218

años veinte no se percataba An de que esos ,hombres nuevos' , tan vocingleros y audaces a primera vista, experi-mentaban una metarnorfosis clásica: se petrificaban, feno-meno natural cuando se picnic aquello-que convierte al hombre en hombre, es decir, la noción de los valores.

La liberación le llegó pot La prosa; esta vez fue iLa cuar-ta prosa. Sc trata de on nombre familiar, porque es la cuarta pot so niimero, incluidos los articulos, pero existia tambien una asociación de ideas con la clase en que pen-saba y con Roma, porque nuestra Roma tambiEn flit la cuarta. Esta prosa it abrió el camino a la poesla, determi-no su lugar en la realidad y it devolviO ci sentimiento de clue tenia razOn. En .La cuarta pros", Mandeistam califica a nuestra delta de sangrienta, maidice la literatura oficial, se arranca ci disfraz literario y tiende de nuevo su mano al intelectual plcbeyo, 4a1 komsomol más viejo de entre los komsomoles, Akaki Akakievich' '. . - En un momento de peligro, destruimos ci primer capftulo, que trataba de nuestro socialismo.

Las rakes de .La cuarta prosa. son biogrâficas. El asunto de Eulenspicgel* * * con sus ramificaciones (que habria acabado mucho antes si Mandeistam no In hubiera atiza-do) It obligó a vet la realidad de frenre. El ambience de las instituciones soviEticas, como obscrvO justamente Buja-tin, recordaba en efecto un buen basurero... Durante caquel asuntoa, tuvimos la impresiOn de asistir a La pro-yccciOn de un film sobre la literatura al servicio de Jo nuevo, sobre La burocracia con su inaudito aparato (tuvi-mos que hablar incluso con Shkiriatov), sobre ci burocra-tismo de la prensa con sus Zaslavski, sobre el komsomol, en cuyo periódico trabajo Mandeistam casi un año después de haber roto con las organizaciones de los escritores, etc., etc... Casi dos ahos invertidos en querelias produjeron el ciento pot uno: 'tEl hijo enfermo del siglo' coniprendio, de pronto, que ci satin era él. Cuando volviO a La poesia,

En ci siglo xvii, MoscU fue Ramada la Tercera Roma. (N. de La T.) Personaje del relato de Gogol tEl capore, protoripo del humilde

plcbeyo. (N. de Ia T.) En 1928, Mandclstam fue acusado de piagio por haber omitido ci

nombre del craductor de Till Eulerispiegcl, obra pie €1 revise. (N. de Ia T.)

219

no habia nada en ella clue recordara el tema del treseco añadido de panes ya horneados,. Era Ia voz del intelectual plebeyo que sabe pot qué esta solo y aprecia su soledad. Mandelstam madura y se convierte en crestigo.. El senti-miento de inferioridad desaparece como un sueflo. Dunn-te el primer periodo de las persecuciones contra €1, hasta mayo de 1934, se emplearon métodos que nada tenlan que vet con la politica o Ia literatura. Era, por decirlo asI, una reacción espontánea de los propios escritores, apoya-dos desde .arriba.. cNo pueden hacerme nada como Poe. ta., decla, •y muerden mis pantorrillas de traductor.,.. Tal vez ese intento de .rebajarle. fuc lo que le ayudo a enderezarse. Resulta curioso, pero también Mandelstam comprendie la realidad gracias a su expert encia personal. Dicho más burdamente, los soviéticos apreciaban su cc-guera y consentian en reconocer la realidad ünicamente en su propia piel. La campaftas masivas, tales como la expro-piación, el terror en la época de Ezhov, todo lo hecho des-pués de Ia guerra, contribuyeron a clue muchos recobrasen la vista. Mandelstam the de los que la recuperaron temprano, pero no era, ni mucho menos, uno de Jos pri-meros.

Mandelstam sabla de siempre que sus ideas estaban en contradiccion con so tiempo, que .iba a contrapelo del mundo., pero después de cLa cuarta prosav eso ya no le asustaba. En la eConversacion sobre Dante * y en su poema .Canzona, no hablo pot casualidad de la vista especial de las ayes de rapiña y de los muertos de .La Divina Come-dia. de Dante: no distinguen los objetos de cerca, pero son capaces de vet a enorme distancia; ciegos Para el pre-sente, pueden prever el futuro. Su prosa, como siempre, completa e ilumina su poesla.

Volvió a los versos cuando regresarnos de Armenia y nos detuvimos en Tiflis. El film segula proyectandose: Lomi-nadze perecio ante nuestros ojos. En sus ültimos dias se habia mostrado muy bien dipuesto hacia Mandelstam. Habla recibido un telegrama de GUsiev, del Comite Central, con la orden de ayudar a Mandelstam a instalarse en Titus y sentia grandes deseos de hacerlo, pero en eso lo rcclamaron de Moscfl y ya no regresó. Todos los periódicos Ilenaron de maldiciones a la faccion cnemiga de Lorninad-ze y Syrtzov. Tal era nuestro destino: cada persona con

220

qukn Mandelstam podia hablar, perecia irrernisiblemen-te. Eso significaba que un intelectual picbcyo de nuevo curio no tenTh sitio en ci nuevo mundo soberano. Y dicho sea de paso, tan pronto como estallO el drama de Lomi-nadze, a quien Mandeistam visitO tics o cuatro veces en el comité regional del partido, observamos que nos segulan fiieramos a donde fuEramos. Probablemente la policia lo-cal dccidiO vigilar pot si acaso, al extraflo visitante del dig-natario caido en desgracia. Comprendimos entonces que nada tenIamos que hacer en Tiflis y regresamos rapida-mente a MoscU. Cuando contamosL9usiev (fuc el quien nos recomendo a Lominadze) que estuvimos vigilados, nos escuchO con rostro pétreo. Solamente Ins funcionarios so-viEticos sabian tomar una expresiOn semejante. Con ella querian decir: COmo puedo yo saber las razones de vuestra visita a on enemigo del pueblo y qué motivos tenian los camaradas georgianos para vigilaros?... Ya en-tonces no costaba nada involucrar a una persona casual en una causa ajena y pot ello Güsiev se puso la careta pétrea. Lo misrno habria hecho MOlotov que, a ruegos de Bujarin, encargO a G6siev que organizase nuestro viaje a Sujumi y a Armenia. Güsiev se dirigio a los secretarios locales del Comité Central del partido con el ruego de que nos awn-diesen y ayudasen. Y Se dirigiO a on hombre destinado a perecer poco despues. Esto podia haber sido tambien causa de perdiciOn para Mandelstam, pero no tuvo conse-cuencias No le acusaron de nada y podian haberlo hecho. Pot consiguiente, tuvimos suerte. Pero en aquel entonces no lo comprendiamos aün y nos reiamos de la mascara pétrea de Güsiev. Con el episodio de Lominadzc, Güsiev dejO de tutelarnos, pero no puedo decir que en manos de Mandelstam quedo sOlo, como en La leyenda, una oblea de barro: en Armenia volvi6 la inspiraciOn poética y co-menzO on nuevo periodo de vida.

El trabajo

En 1930 comprendi pot primera yea cOmo nacen los ver-sos. Antes sOlo sabia que se habia producido un milagro:

221

habia surgido algo que anteriormente no existia. Al prin-cipio, desde 1919 hasta 1926, no sospechaba siquiera que Mandeistan, trabajaba; me sorprendIa verlo tan tenso, concentrado, renunciando a toda conversación y escapãn-dose a la calle, al patio, at jardin.. - Más tarde comprendi de In que se trataba, Pero no profundice en ello. Cuando acabo ci periodo del siicncio, o sea, a partir de 1930, me converti en testigo involuntario de sus trabajo.

Y rodo se me hizo particuiarmente evidente en Voro-nezh. La vida en una habitacion aiquilada, mejor dicho, en un cuchitril, madriguera o saco de dormir, o como se blame, solos los dos, sin testigos de fuera, una vida deses-peradamente elemental, sin base alguna, me permitiô ob-servar con todo detalle su forma de trabajar. Al componer sus poesias, Mandebstani jamás se ocultaba de la gente. Decia que si el trabajo estaba en marcha, nada podia im-peditlo. Vasilisa Shklóvskaia, de quien era muy amigo, me contô que en 1921, cuando cran vecinos —vivian en la Casa de las Antes de Leningrado— Mandeistam la visitaba con frecuencia para calentarse junto a su pequefla estufa de hicrro. A veces se tumbaba en ci divan y se tapaba el oldo con una aimohada Para no oft las conversaciones en la superpoblada habitacion. Estaba componiendo un poe-ma y no encontrãndose a gusto solo, Sc iba a la casa de Vasilisa... El poema sobre ci Angel Mary surgiO en el Mu-sea Zoologico donde ftuimos pata vet a Kuzin, conservador del mismo, y a beber en su compaflia una botella de vino georgiano traida en secreto juntamente con algunos entre-meses en la cartera de un cientIfico. Estábamos sentados en torno a la mesa Pero Mandelstam, infringiendo el ri-tual de la bebida, daba grandes zancadas pot el enorme despacho. Componia sus poemas mentalmente, coma siempre. '1 en el mismo musco Ia anoté bajo su dictado. Una vez casado, se hizo, en general, terriblemente perezo-so y slempre procuraba dictarme, en vez de anotarlos El mismo.

En Voronezh su trabajo Sc me hizo del todo evidente. En ninguna de las habitaciones que aiquilamos babia ni siquiera un pasillo, ni cocina donde pudiera refugiarse to el caso de querer estar solo. Tampoco en Moscó viviamos demasiado bien, Pero alIT, at menos, yo tenia el recurso de visitar a alguien Para deiarle solo Un par de horas. En Vo-

222

ronezh no tenla a donde it; ci unico remedio era helarme en la caRe, pew durante los tres años que pasamos air, los inviernos fucron muy rigurosos. Pues bien, cuando ci poe-ma liegaba a su madurez, yo, compadecida de La pobre fiera enjaulada, hacla cuanto podia: me dejaba caer en la cama y fingia dormir. Al percatarse de elk, €1 mismo me rogaba a veces que me fuera a dormir' un porn o, pot to menos, que me volviese de espaldas a el,

El ültimo año de nuestra estancia en Voronezh, en Ia casita que no tenla cporche, ci aislamiento liegO al maxi-mo. Nuestra vida trascurria entre aquella madriguera y la central telefonica que estaba a dos pasos de nuestra casa. De afT telefoncabamos a ml hermano. Aquel invierno, dos personas, Vishnevski y Shklovski, le entregaban den rubios cada uno at mes clue mi hermano nos enviaba; ellos tenian miedo de mandarlo. En nuestra vida todo era terrible. Con ese dinero pagábamos la habitaci6n, que nos costaba justamente doscientos rublos at mes. Nuestras ga-nancias se habian acabado. Ni en MoscU ni en Voronezh querlan darnos trabajo a ninguno de los dos: la vigilancia estaba a la orden del dia. Los conocidos miraban para Otto lado al vernos en la callc o fingian no reconocernos. Esa era tambien una manifestacion de vigilancia habitual en nuestro pals. Tan sOlo los actores se permitian infringir esas reglas generales: sonrelan y se accrcaban a saludarnos incluso en las cailcs más cEntricas. Esto se explica, tat yea, pot el hccho de que los teatros fueran menos diezmados que otras instituciones. A nucstra casa iban tan solo Na-tasha Shtempei y Fedia, pero ambos trabajaban y apcnas Si tenian tiempo libre. Natasha nos contó que su madre Ic advirtio de las consecuencias que podia acarrearle nuestra amistad... Ella dccidio ocultarle sus visitas, pero su madrc Ic dijo en una ocasiOn: Por qué tc ocultas? Se a donde vas. Mi deber es prevcnirte y ci tuyo, dccidir. Invitalos a casa... A partir de cntonces visitamos a Natasha con ftc-cuencia y su madre se esforzaba pot agasajarnos con todo cuanto tenla. Hacla tiempo que se habia separado de su marido, antiguo mariscal de la nobleza, y daba ciases, al principio en una escuela secundaria y luego en la escuela primaria, para sacar adelante a sus dos hijos. Maria Iva-novna, mujer modcsta, inteligente, optimista y compren-siva, fue la Unica persona dc Voronezh clue nos abriO las

223

puertas dc su casa. Todas las restantcs estaban cerradas a cal y canto pan nosotros. Eramos Ins parias, los intocables de la sociedad socialista.

Todo auguraba un râpido final y Mandeisram procuraba aprovechar sus Ultimos dias. Un solo sentimiento Ic cm-bargaba: habia quc apresurarse, 51 no lo detendrian y no podria tcrminar de dccii Jo clue querla. A veces Ic suplica-ba que descansase, clue saliese a pasear, clue durmiese, De-to El se inipacientaba: no puedo, tengo ci tiempo justo, debo apresurarme...

Los poemas brotaban seguidos, en gran nümero. Traba-jaba en varias cosas a la ve. Mc pedia con frecuencia que anotara dos o tres pocmas que acababa de componer No podia derenerse: C'.ompréndeme, de otto modo no tendré tiempo. .

Sc trataba, naturalmente, de un presentimiento scrcno de 'a inminencia de la catástrofe, pew yo no In vela con tanra claridad como él. A ml no me to decla ciaramente, pero en sus cartas a Moscü, a donde fui aquel invicrno en dos ocasioncs para conscguir dincro, a veces parecla insi-nuar algo; sin embargo, daba marcha atrás inmediatamen-te y hacia vet quc se trataba de las dificultades corrientes Quizás éì mismo tratase de alejar esas ideas de su mente, pero yo creo que me tenia lástima y procuraba no amar-garme los ültimos dias de nuestra vida comfln.

Todo aquel alSo se dio mucha prisa. Sc apresuraba cons-tantementc y a causa dc ello su disnea era cada vez más rorturante: la respiraciôn se Ic hacla irregular, se Ic altera-ba el pulso y los labios Sc Ic ponlan azules. Las crisis sc produclan sobre todo en la calie. En el Ultimo alSo de nucstra estancia en Voronezh, no podia salir solo. '1 en casa se sentia tranquilo y yo permanecia a su lado. Y asi estabarnos el uno cnfrentc del Otto: yo miraba sin hablar sus labios susurrantes y €1, recuperando cI tiempo perdi-do, se apresuraba a decir sus ültimas palabras.

Una vez anotados Ins versos de turno, Mandelstam con-taba las esrofas y me comuni aba Ins honorarios quc per-cibiria de acuerdo con la tarifa superior: no aceptarla que Sc Ic pagasc pot otra inferior. Muy raras veces, cuando el poema no acababa de gustarle, proponia quc In admi-tiesen como de esegunda categorias o sea, ms barato, co-mo hacia Sologub que clasificaba las poeslas por categorlas

224

con sus precios correspondientes. Una vez calculados nuestros ingresos del dia, marchábamos en busca de dine-to Para comprat té, pan y huevos para corner. El dinero nos to daban los actores, los tipografos y, alguna quc otra vez, ciertos profesores; uno de eltos era amigo de Natasha. Generairnente, concertâbamos la cita con nuestros bene-factores en alguna calle lateral, poco frecuentada de dia, y conservando todas Las reglas dc la conspiraciOn pasábamos sin apresurarnos Ins unos junta a Los otros, recogiendo al pasar ci sabre con la dadiva. Soliamos it a la imprenta pa-ra visitar a los tipografos cuandSiro teniamos ninguna cita concertada de antemano. Mandeistam hizo amistad con etlos en ci verano del año 1935, cuando viviamos en la ca-sa del exterminador de ratanes quc estaba junta a la imprenta y La redaccián del periodico. Wa a buscarlos para leerles alguna poesia recién cornpuesta, sabre todo si la habia acabado de noche cuando tan solo él y elios no dormian. Los tipOgrafos to reciblan ainistosamente, Pero los juicios de los más jOvcncs se parecian a los juicios de la Litieraturnaia Gazietax.; en cambio los mayores Les hacian

cailar. En nuestros periodos calarnitosos, los viejos solian rerener a Mandeisram unos instanres hablândole de diver. sas cosas, inientras clue uno de clios corria a la tienda. Luego le haclan entrega de un paquete. Reciblan un sala-rio misero y probablemenre apenas si renian In suficiente, pero consideraban que no se .podia abandonar a un corn-paflero caido en desgracia en esros tiempos...

Dc camino pasabamos per Correos y mandabamos las poesias a ]as redacciones de las revistas moscovitas. SOlo una vez recibimos respuesra: La redaccion de AZnamenib (Banderas) a donde habIamos enviado ci poema cEl solda-do desconocidov nos cornunicaba quc las guerras solian set justas e injustas y que ci pacifismo por si mismo no merecia aprobaciOn. Pero nuestra vida era tal, que inclusa esa respuesra burocrática nos pareciO una buena seflal: pcse a todo alguien nos habia respondido y hablaba con

nosorros El poema respecto a la sornbra que vaga entre la

genre .calenrándosc con su vino y su cielo. se mandO, co-mo cxcepci6n, a Leningrado y no a Moscü, probablemente a tZviezda, (La Estrella). Entre las copias que corren de mano en rnano boy dia suelo encontrar a veces poemas y

225

variantes perdidos que proceden de los envios hechos a las redacciones. Los colaboradores sollan hurtar las hojas con las poeslas prohibidas y asi se difundian entre Los lectores

El periodista Kazarnovski, que coincidia con Mandeis-tam en ci campo de trinsito, me contO clue acusaban a Mandeistam de propagar sus poemas por l?s redacciones de las revistas; las autoridades calificaban ci hecho con una palabra condenatoria. Pew ipoco importa ci motivo de la acusaciôn! El sumario de Mandelstam constaba de dos hojitas tan solo; vi ese expediente en la fiscalia cuando me informaron de su rehabiLitaciOn pot La segunda causa incoada. Me hubiera gustado leer In que alIt estaba escrito y aün más, publicarlo sin ninguna modifIcacion y sin nm-gun comentano

Murmuios y susurros

In que voy a contar ocurriO en 1932. Regresaba a casa des-de la redacciOn de la revista ZKP, dando un rodeo par estrechos calLejoncs En aquel entonces viviamos en Tvers-koi Bulivar. Dc ptonto divisE a Mandeistam sentado en el porche de un semi derruido hotelito; tenia la cabeza vuel-ta de tal modo que su barbilia casi Ic rozaba ci hombro. Con La mano derecha hacia girar un bastOn y con la iz-quierda, Para guardar ci equilibrio, se apoyaba en un dana de piedra. Me vio de inmediato, se levantô de un saito y juntos nos dirigimos a la casa.

Mandelstam sentia siempre La necesidad de moverse cuando componia sus versos. Se paseaba pot la habitaciOn de aruba abajo —desgraciadamente siempre vivimos en cuchitriles que no permitian gran amplitud de movimien-tos—, corrIa constantemente al patio, al jardIn, al bule-var, vagaba pot las cailes. El dia en que In vi en ci porche, se habia sentado simplemente Para descansar, cansado de vagar pot las calies. En aquel entonces trabajaba en la se-gunda pane de su libro cSobre la poesia rusa..

Para Mandeistam, la poesia y el movimiento guardaban estrecha relacion. En su .ConversaciOn sobre Dantn pre-gunta cuántas sueias desgasrO Ahghicri mientras escribiO

226

su ,Divina Cornedia.. Esa idea de La poesla y ci movi-miento La repite en sus poemas sobre Tiflis, que guarda en su memoria .la gastada majestadz de las suelas del poeta forastero. No es simplemente ci tema de la iniseria —las suclas, COfflO es natural, [as tenlamos siempre gastadas—, sino tambien de La poesla.

Solo en dos ocasiones lo vi componer sin moverse. La primera yea flue en KIev, en la casa de mis padres, donde pasamos Las navidades de 1913; permaneciO varios dias sin moverse junto a una estufa de hierro, lLamândonos de yea en cuando a ml o a mi hermana Ania, Para anotar [as estrofas del poema tiwlado •Primero de enero de 1924. Y también en Voronezh, cuando se acostO de dia para descansar: en aquci perlodo estaba terribiemente cansado pot ci trabajo. Pero los versos zumbaban en su cabeza y no podia librarse de ellos. Dc este modo naciO el poema dedicado a la contralto al final del tSegundo cuaderno de Voronezh. Hacia porn que habla escuchado cantar pot radio a Marian Anderson y en la vIspera visitó a otra can-tame exiliada de Leningrado; Para ella hizo una versiOn libre de algunas canciones napolitanas Para que pudiese acwar por la radio, donde ambos en aquel entonces gana- ban aigo de dinero. Corrimos a casa de ella at saber que su marido, que acababa de pasar cinco afios en un campo y habla sido autorizado a vivir en Voronezh, fue detenido de nuevo. En aquel entonces no habamos oldo habiar de Las segundas detenciones y no sabiamos lo que significa-ban. La cantante estaba acostada. La gente que sufre una conmociOn se acuesta siempre. Mi madre, que como doe-tora fue movijizada en ayuda de los campesinos de la re-giOn del Volga durante un perlodo de hambre anterior a la revoluci6n, contaba quc la genre en todas las casas esta-ba acostada, sin moverse, inciuso en Ins lugares donde habia pan y no se observaban slntomas de extenuaciOn por hambre. Emma, profesora del Instituto Pedagógico de Chita, fue enviada a trabajar a un koljos juntamente con los estudiantes. Al regresar, comenrO con asombro que to-dos los koijosianos estaban acostados. Los estudiantes hacian y hacen In mismo en sus residencias colectivas; los empleados Se acuestan at regresar del trabajo. Todos to ha-cemos. También yo me pasé acostada toda la vida..

La cantante trazaba febrilmente sus planes para ci futu-

227

to. lUmo nos invade esa fiebre en los mornentos fatales dc las muertes, las decenciones, las convocatorias policiales y demis catástrofcs:! No seth cse dclirio febril el que nos ayuda a soportar cosas inconcebibles para ci set humano, tales como la muerte de alguien querido o su detención en las cárcelcs del siglo xx? He aqul to que nos decia La cantante: es linposible que lo hayan enviado de nuevo al campo, In acaban de poner en libertad. Sin duda In deportarlan a algün otto lugar pew eso no importaba... le era igual. - - Ella In scguiria y cantajia... Daba lo mismo donde cantar, en Leningrado, Ishim, Voronezh o lrguiz... Se podia cantar en cualquier pane, en cualquier aldea si-beriana. . - Ella cantaria y como pago Ic darian harina y coceria pan... Y lo comerian juntos...

Su marido no regresó, pues se publicó no sé qué dccrc-to, ordenarido detener pot segunda vex a todos cuantos ya hablan merecido ese honor. Fue enronces o en 1950, no recuerdo bien, cuando se ordeno que todos aquclios que estuvieron en los campos quedaran desterrados pan sicmprc... La cantante tambien desaparcciO, no sabemos si fue enviada a cantar o a talar irbotes...

Mandelstam decia que en el poema dedicado a la can-tante de la voz grave se habian fundido dos imigencs: la de la mujcr dc Leningrado y la de Marian Anderson. El dia en que compuso ese poema, no adiviné quc estaba trabajando porquc yacia tan silencioso como un ratón. La agitaciôn cra ci primer indicio de que trabajaba; el segun-do, ci movimiento de sus labios. En una de sus poesias di-ce que ese movimiento no se lo pueden quitar y que seguiria moviendolos incluso bajo tierra. Y eso ftie In que ocurrió.

Los labios son el anna de produccion de un pocta, ya que trabaja con su vox. El murmullo de los labios quc na-bajan asemeja al flautista y al poeta. Si Mandelstam no hubicra tcnido la cxpeiiencia del movimiento de Ins Ia-bios, no habria podido escribir su poema del flautista —,con su sonoro murmullo... clue rccuerda el susurro de los labios. . . .-, ni podria haber dicho de la flauta quc es imposible convertirla en palabra. Se refiere al momento cuando se percibc ci sonido en Ins oldos, los labios em-piezan a moverse y buscan dolorosamcntc Las primeras pa-labras...

228

El flautista era tambien amigo nuestro. Sc Ilamaba Sch-wab. Era alemãn y temblaba pot so ünica flauta que un viejo cornpafiero de conservatorio le habia enviado desde Alemania. La visitabamos de vez en cuando y el sacaba a su prisionera del etuche y alegraba a Mandelstam tocando a Bach, Schubert y otros clasicos. ToØos los artistas que venian de gin a Voronezh lo apreciaban grandementes Schwab es un artista auténtico, declan Ins dos Guinz-

burg. Un dia, despues del trabajo —to quc cuento ocurriO antes de los eterribles acontecimientos. y cuando Mandels-tarn trabajaba todavia—, subimos al anfiteatro Para olr un concierto sinfOnico. Desde arriba se vela perfectamente to-da La orquesta como si estuviera en la palma de la maw de pronto descubrimos quc en lugar de Schwab habia Otto flautista. Me incline hacia Mandeistam: cMirak' . Los qu estaban a nuestro [ado sisearon, exigiendo silencio, pete-seguimos cuchicheando. cSerá posible que lo hayan dete. nido?., susurrO Mandclstam y aprovechando ci entreacto corrió a los bastidores. Nuestra suposiciOn se confirnió. No sé la razOn, Pero este tipo de suposiciones se confirmaban siempre en nuestra vida. Nos volvimos supersticiosos y tenlamos miedo de exponerlas, ipodiamos ilamar a la ma-la suerteL. SegUn supimos después, Schwab fue acusado de espionaje y condenado a cinco afios de reclusion en un campo de delincuentes comunes, prOximo a Voronezh. Alli acabO sus dias; ya era viejo y tenla, además, una flauta... Mandeistam se preguntaba constantemente si la habria lievado consigo o tuvo miedo de los ladrones con quienes convivia en la barraca... Si se la lievo, tocarla per las noches Para otros condenados... AsI naciO el poema *La Flauta Griega, en el cual habiaba de los sones de la flauta, del amargo sino del viejo flautista y del primer es-panto ante ci .comienzo de Los terribles acontecimientos.

Habla en ese poema del murmullo de Los labios eque recuerdan. Acaso los labios de los flautistas son los üni-cos quc saben de antemano In que han de decir? En ci proceso de La creaciOn poética hay como una evocaciOn de algo que jamás habla sido dicho aün. Qué significado tienc la busqueda de cia palabra perdida? ePerdi la pa-labra quc quise decir, La ciega golondrina regresará al pa-lacio de las sombras.. Para ml es un inrento de recordar La no existente todavia. Hay aqul La concentraciOn precisa

229

que nos ayuda a buscar lo olvidado, que se ilumina de pronto en nuestra conciencia. Durante la primera etapa, los labios se mueven silenciosamente, luego aparece ci murmullo. La mtisica interna se revela en palabras. El re-cuerdo aparece como en una placa fotografica.

No es una casualidad clue Mandeistam odiara ci dualis-mo, es deck, Las conversaciones sobre la forma y el conte-nido, tan de moda entre nosotros y tan comodas para ci clience: pan un contenido oficial se exigia siempre una bella forma. Precisamente pot esa division en forma y contenido, Mandeistam se ganO de inmediato la antipatia de los escritores armenios. En una de sus primeras entre-vistas con eiios, atacO la fOrmula: tNacionalista por su for-ma y socialista pot ci contenido, aplicada a la cultura, a la hteratura, etc., sin saber Siquiera a quién * pertenecian esas palabras... Asi, pues, hasta en Armenia nos queda-mos solos. Su intimo convencimiento de que la forma y ci contenido son indisolubks procedia, al parecer, del j5ropio proceso del trabajo poético. La poesia se originaba gracias a un impulso ünico y Ia melodla que sonaba en ci oldo encerraba aquello quc Ilamamos contenido. En la Con-versaciOn sobre Dante,, Mandeistam compara la forma con una tesponja. de la que se exprime ci .contenido. Si la esponja cstá seca y no contiene nada, no se podrâ expri-mit nada de ella. El camino contrario consiste en elegir la forma que corresponde a un contenido dado de antema-no, y ese camino In maldijo Mandelstam en la obra ya ci-tada; a la gente que segula semejante metodo la calificaba de straductores de un sentido prefabricado,.

Erenburg explica deiante de ml a Slutzki que Mandels-tam estropeaba sus poesias pot las muchas .correcciones foneticas, que introducia en eilas. Jamás observe nada de eso. Las variantes y las •correcciones, son cosas cualitativa-mente distintas. Cuando Mandelstam decia: somos los portadores del sentido, sabia clue la palabra encierra siempre una informacion, Cs decir, tiene sentido. Creo clue las correcciones son caracteristicas de los traductores cuando intentan expresar de la mejor manera una idea ya dada; [as correcciones fonéticas, en cambio, sirven pan embellecer. Una variante es cuando se suprime In que

Stalin.

230

sobra o, bien, Sc ccpara* algo clue pasa a format pane de una diferente unidad. El pocta se abre paso hacia un trozo de armonia total que se oculta en lo mIs secreto de su conciencia, arrojando 10 superfluo y falso que le impide ver aquello que yo califico ci todo ya existence.

La creaciôn poética es una dura y agotadora labor, que exige enorme tension y concentraciOn(interiot. Cuando ci pocta trabaja, nada puede impedir ci 'sonido de la voz in-terior que debt tenet, probablemente, imperiosa fuerza. Por eso no creo a Maiakovski cuando dice clue ha pisado la garganta de su canciOn. jC6mo to hizo? Mi extrafia expe-riencia —la experiencia de un testigo de la creaciOn poéti-ca— me dice que es imposibie domar, ahogar ni amorda-zar ceso. Sc trata de una de las mis elevadas manifesra-ciones del hombre, ci portador de las armonias univcrsa-les, y no puede ser ninguna otra cosa.

El trabajo del poeta ticnc caricter social y plasma la vi-da humana porque ci portador de la armonla es hombre y vive entre los hombres cuyo dcstino comparte. No habla •por ellos., sino con ellos, no se separa de ellos y en ellos reside so verdad.

El impuiso inicial de esa plasmaciOri armOnica —con los hombres y entre clios— me ha sorprendido siempre pot su caricter categOrico. No se pucde ni fingir, ni estimular. Por dcsgracia pan aquel a quien califican de poeta. Y comprendo las quejas de Shevchenko (Mandeistam hizo que me fijara en ellas) acerca de la obsesión que sentia pot La poesia, clue sOlo le causaba males y le impedia dedicarse a La pintura, para el una fuente de placer. Este impuiso deja dc funcionar cuando se agota ci material, o sea, cuando se debilita la relaciOn del poeta con ci mundo y los hombres, cuando deja de oirlos y vivir con cilos. ZNo seri en esa relación con la gente donde ci poeta adquierc el sentimiento de so razOn, sin el cual no hay poesia? El impulso deja de actuar cuando ci poeta muere, aunque sus labios continüan moviendose, porque ban quedado en sus pocmas. Y, dicho sea de paso, qué tonto ha dicho que los pocus dedaman mal sus poeslas, que Las estro-pean? Qué comprende de poesia? Los versos viven so auténtica vida tan sOlo en la voz del poeta y la voz del poeta continua viviendo en elios para siempre.

He vivido también en compafiva de AjmItova. Pero su

231

creación poética no se manifestaba tan abiertamente como en Mandelstam y no siempre comprendia que trabajaba. En todas sus manifestaciones era mucho mas reservada y comedida que Mandeistam. Su valor completamente asombroso, casi ascético, tan raro en una mujer, me sor-prcndia siempre. Ni siquiera a sus labios 'Cs permitia mo-verse con la sinceridad con clue lo hacia Mandelstam. Me parece que cuando ella componla un poema sus labios se comprimlan y la boca tomaba un rictus aün mks amargo. Mandelstam me decia, cuando yo no la conocia aün, y Jo ha repetido despues muchas veces, que mirando sus labios se podia oir su voz, que su poesia estaba hecha de su voz y era inseparable de ella. Decla que los contemporárieos que la habian oldo eran más afortunados que las genera-ciones futuras que no la oirán. Esa voz con las mismas en-tonaciones clue tenia en la juventud y en los aiks madu-ros, y con idéntica profundidad, que tanto admiraba Mandeistam, ha sido magnificamente reproducida pot Ni-ka hate muy poco. Si el disco se conserva, mis palabras se-ran confirmadas objetivamente.

Mandelstam habIa observado aigunos gestos caracteristi-cos de Ajmátova y siempre me pregunraba, después de haber estado juntos, si me fijé en cómo habia estirado ci cuello, movido La cabeza y tensado los labios para decir, al parecer, •no.. El repetla ese gesto y quedaba muy extraha-do de clue yo no lo recordara tan bien como €1. En las va-riantes de .El lobo, descubri la existencia de una boca que dice .no, pero no se trataba de una boca de mujer, sino de alguien que remedaba el gesto de Ajmâtova. La arnis-tad de esos dos seres tan terriblemente desgraciados, que duro toda so vida, flat, quizâs, la ünica recompensa pot Ia amarga existencia que les roth vivir. En la vejez, la vida de Ajmatova ha mejorado y ella it saca todo su provecho. Pe-to sus poesia.s no se ban publicado, el pasado no se puede borrar y si no fuera pot su capacidad de vivir el presence, que parece inherente a Ins poetas, pot lo menos a ellos dos, es poco probable que pudiera sentirse tan bien como se siente ahora.

232

El libro y el cuaderno

tUeva usted un libro dentro ' , dijo Charentz al oh los poe-nias sobre Armenia. Esto ocurria en Tiflis: en Eriván no se habria atrevido a visitarnos. A Mandeistam Ic alegraron Las palabras de Charentz. cQuien sabe, a In mcjor seth de verdad an libro' ... Aflos después, Ilevé a Pasternak unos poemas suyos escritos en Voronezh y me hablO de pronto del cmulagro de la formaciOn del libro. . .zMe duo que en su vida Ic habia ocurrido una sola yea, cuando escribio •Mi hermana, La vidax.. -. Conté esa conversaciOn a Man-deistam. cEntonccs un libro no puede componerse solo de poemas?., k pregunté y El se LimitO a relt

La dinimica de las diversas obras que nacen obedece a leycs tan estrictas como ci orden de Las estrofas en una poesia, pero los signos exteriores de esas ieyes son menos evidentes. Si se tratase de una forma excerna ünica, como la de un poema, por ejemplo, seth visible Para todos, pe-to el hilo interno de las poesias liricas no es tan percep-tible. Y, sin embargo, lo que dice Mandelstarn sobre la cpercepciOn estereométrica, del poeta (.ConversaciOn sobre Dante) se refiere también a las poesias liricas en su conjunto reunidas en ci asi ilamado clibroi..

El nacimiento de un libro se produce, probablemente, de distinta forma en cada forma de poeta. Algunos sitüan las poeslas relacionadas entre si en orden cronologico; otros, como Annenski, por ejemplo, agrupan poemas escritos en distintas épocas y Pasternak hace divisiones in-ternas en sus libros en los cuales inclula poemas escritos en diversos momentos, pero en un mismo periodo. Mandels-tam pertenece aI primer tipo: sus poemas brotaban en torrente mientras duraba la inspiraciOn. Una vez testable-cida la cronologia, componia La obra en general. 4Tristia, se cditO sin estar éI presente y por ello este principio gene-ral se vio infringido.

Restabiecer Ia cronologia de las obras de Mandelstam es dificil, y no sOlo porque muchos poemas no estân fecha-dos- Incluso cuando to están, Las propias fechas suelen ser inexactas pues fijan el momento en que la poesia se escri-be, pero no ci comienzo 0 Cl final del trabajo Creo que ci comienzo puede determinarse solo si se trata de an fib

233

proceso de versificacion. Podia saber, acaso, Mandeistam lo que iba a escribir y, en general, to que saldria de sus murmullos cuando empezaba a prestar oldo at zumbido de la abeja? La segunda dificuitad radica en saber deter-minar qué momento Cs ci decisivo para cada poesia, su comienzo o su final? Y esto es tanto más importante por-que en ci proceso de creaciOn no se halla un solo poenia, sino vanos a la yea.

Muchas veces el propio Mandelstam no sabia establecer con precisiOn ci orden general a que debia atenerse su obra; dudaba, pot ejemplo, cOmo distribuir el cciclo lobu-no " y las poesias de la mitad del *Segundo cuaderno de Voronezh * . Eso no tuvo tiempo de acabarlo. En cambio preparO en Vida so division en cuadcrnosD a fin de prepa-car su edician, Me ban preguntado muchas veces la razôn de este nombre de tcuadernos,. Su origen es puramente familiar. Los poemas comprendidos entre los aflos 1930-1937 se anotaron en Voronezh, ya que los manuscritos de los afios 1930-34 fueton requisados y no se nos devol-vieron. Para anotar las poesias conseguimos, y no sin tra-bajo, unos cuadernos escolares corrientes; era imposible obtener papel detente. El primer grupo esta constituido per to que ahora titula .Primer cuaderno de Voronezh.. Luego tuvimos que recordar y anotar las poeslas de los aflos 1930-34, Cs decir, los ANuevos poemas. Fue el pro-pin Mandelstam quien determino ci comienzo y ci final de los dos cuadernos quc formaron los .Nuevos poemas. Un •Cuaderno constituye evidentemente una parte del libro.

En otoflo de 1936, cuando se acumularon bastantes poemas, Mandelstam, pot propia iniciativa, me pidiO que Ic consiguiese otto cuaderno, aunque en los anreriores habla todavia sitio. Fue el iSegundo cuaderno de Voro-nezh. Entre cI cSegundo. y ci tTercer cuaderno. no hay casi ningün intervalo de riempo, pero en el eTerceroD se nota ci comienzo de algo nuevo. Los poemas del cTercer cuadernob no son una continuaciOn del impulso anterior, ya agotado. Si existieran métodos exactos de análisis poeti-co, podria demostrarse que cada cuaderno agota un de-terminado tema de inspiraciOn. Pero esto se nota a simple vista.

La palabra clibro, va unida en nuestra mente a la idea

234

de so imprcsián: un libro presupone cierto formato y una determinada cantidad de Ilneas previstas pot las necesida-des tipograficas. Para on cuaderno no existe ninguna regla y no se Ic pueden aplicar raseros matemáticos. El co-rnienzo y ci final del ccuadernob se determina pot la uni-dad de la inspitaclón que dio vida a poemas mntirnamente relacionados entre si. El qcuadcrnob es también un 4librob, en el sentido en quc In comprenden Charentz, Pasternak y Mandelstam, con la ünica diferencia de que no ha de preocuparse por las conveniencias de la impresión tipogrâ-fica que exige cierto volumen y coinposictón, a veces incluso artificai. Mas La propia palabra cuaderncm Cs completamente casual y se debe a nuestra constante penu-na de papel. Tiene ci inconveniente dcr demasiado concteta, cosa que es desagradabic y, además, recuerda por asociación ci .Cuadcrno de notas' de Schumann. Tiene a su favor la tradicion familiar y manuscrita quc ad-quiere enorine importancia por la forma en que nos hi-cieron retroceder a la era anterior a Gutenberg.

En sus años de juventud, Mandeistam empleaba ci vo-cablo ilibro, en el sentido de .etapa ' . En 1919 pensaba que setia ci autor de un solo libro; luego se dio cuenta de que habia diferencias entre iPiedrab y lo que más tarde se dm16 .Tristia. Ese titulo, dicho sea de Paso, se debe a Kuzmin en ausencia de Mandelstam, cTristia, contiene poemas reunidos al azar: on puflado de manuscritos de-sordenados que ci editor publicó en ci extranjero sin cono-cimiento del autor. El iSegundo libro, fue mutilado por la censura, pero recibiô ese nombre porque Mandeistam comprendió su error respecro al ünico libro que estaba destinado a escribir, Tardo en darse cuenta de quc 4Pie-dra' , escrita antes de La revolución, habia acabado y co-mcnzaba un nuevo libro: el de la guerra, el presentimien-to y la ilegada de la revoiución. ,Nuevos poemas* es on libro en el cual reconoce su posición corno desciasado, y los cCuadcrnos de Voronezh' son el hbro del cxilio y de la inminencia del fin. Al pie de cada poesia quc yo recopié en Voronezh, Mandeistam ponia la fecha y la letra cV.. cPara qué?', Ic preguntaba yo. ,Pues... porque si ... ., me contestaba. Diriase que marcaba todas esas hojitas, pero se han conscrvado muy pocas: nos esperaba el aho 1937.

235

El ciclo

En ci concepto de .ctapa. se incluye una determinada vi-sión del inundo. Refleja ci desarroilo del propio individuo y éstc, a medida que se dcsarroiia, modifica su actitud an-te ci rnundo y la poesla. .Tristiai es la obra quc corres-ponde a la espera de la revoiuciOn y al primer conocimien-to de la misma, mientras clue •Nucvos poemas' sucede a Ia .Cuarca prosa. que marca ci fin de su periodo de silen-cio. Dcntro de cada etapa puede haber libros diferentes. Creo que Ins •Nucvos poemas y los cCuadernos de Voro-nezh., dos libros entre los cuales se produce la detencion y el exilio, constituyen una sola etapa. En uno de ellos hay dos panes y en ci otro tics, quc se Haman cuadcrnos. Dicho de otto modo, ci clibro, para Mandeistam es un perlodo biografico y ci cuaderno, una division poética determinada pot la unidad de lo tratado y del impuiso cread or.

El ccicio, es una subdivision menor. En ci cPrimer cuadernop de los •Nucvos poemasz destaca, pot cjcmplo, ci ciclo clobuno, o ci dc Ins presidiarios, y tamblén ci at-menlo. Sin embargo, Ia propia cArmenia no es, en rcah-dad, un ciclo sino una seiccciOn dc poemas. Mandelstam tiene dos sciecciones as!; Armenia y .Octavas,. Tan solo en esos libros infringiO la cronologia y, por consiguiente, su catheter de diario ilrico tan propio, por ejempto, de Ins Cuadcrnos de Voronezh', pero oculto en los primeros

perlodos, cuando Mandelstam hacia una sciccciOn rigurosa y destruia gran nflmero de poesias inmaduras.

En ci dSegundo cuaderno de Voronezin' ci primer cicio comienza pot .El siibato y ci orro con ci poema tLa leva-dura del mundo>. En cada uno de ellos hay una poesia quc da origen a las demas. No es la primera y su clabora-dOn sueie set mis iarga. En algunos cicios, las poesias sc suceden como los eslabones dc una cadcna, pero en otros forman una madeja y todos derivan de una sola, que es la matriz. -

No resuita dificil dcmosrrar quc .El lobo. din origcn a todo ese cklo de los presidiarios, porque se ban conserva-do sus borradores. Las poesIas clue tienen un origen co-mün resuitan, a veces, tan diferentes que, a primera vista,

236

parece que no guardan ninguna relación entre si; en ci proceso del trabajo han desaparecido las paiabras y las estrofas que las reiacionaban. En general, ci crabajo que se hace con an ciclo recuerda al de una jardinera cuando Sc.

para Jos vástagos de las yemas para que Estas se desarrollen ihdependientemente.

En ci dde dobuno. la Stima esuofa, ca ml me matará uno iguai a rub, fue la ültima, aunque en ella se endierra la cave de todo ci ciclo.' El origen de este cidlo hay que buscario en las canciones de los presidiarios rusos. A Man-delstam esas cran [as ünicas canciones populates que Ic gustaban. En ci poema eEl marineroa habka de Ia canciOn: 4canta ci marinero su ãspera canciôn., y enlas variances de eEl lobo, dice: cy aiguien canta imperioso y cci tieinpo canta entre las ruinas' y tarnhién, cat oir aquelia voz, cm-puñaxé ci hacha y la canciôn terminate pot éi.... Man-deistam menciona raras veces la canción. En ci üitimo periodo, ademäs tie los borradores de .El lobo" y .El marl-nero., aparece tan solo en la cPcqueña canciOn abjaziana": canto cuando remojada escá la garganra, seca ci alma, humedos Los ojos en su debida medida y no tiene mi con-ciendia malicia ... '. En Jos primeros dos casos los versos y Ia canciOn no se identifican y eso era aigo que Mandeiscam no toleraba. Al abrir ci üitirno nUmero de cZviezda 'i, se admiraba siempre de que Jos pocus soviéticos, sobre todo los dc Leningrado, hablasen constantemente dc so juven-tad y de que cantaban. LLegO a contar, incluso, en una ocasiOn cuántas veces se mencionaban en la revista estos atributos del pocta soviético. El nimcro result6 set bas-tante considerable.

Por Los borradores dc .El lobo' se pucde determinaf cO-mo naciO esce ciclo. Sus diversas variantcs constituyeron un poema indepcndiente titulado cLa mentira.... Los poe-mas .Aleksandr Guertzovich' y eLas charreteras' constitu-yen en cieno modo la perifcria del ciclo. La palabra .chuba* [abrigo de pici] es su vinculo exterior de uniOn. En cLas charreteras' se trata tie on senorial abrigo de pie1 y en cAleksandr Gucrtzovich' es cabrigo de cuervo colga-

• Shuba, en ruse, puede significar tame tin elegance abrigo de pie1. come una pelliza o una zamarra. (N. de la T.)

237

do de una percha. Ambos poemas están re]acionados con la .xcálida shuba de las estepas siberianas. - La shieba es una de las imágenes que más se repiten en su obra. Apa-rece ya en cPiedra,: los porteros con sus pesadas pelli-zas, Ia mujer con su elegante abrigo de pie] y ci Angel con su dorada zamarra de piel de corderillo. - - La primera obra que Mandeistam escribiO en prosa, que se perdio en la editorial de la hermana de Rakovski en Jarkov, se llama Shubaiø. Finalmente, en •EI rumor del Tiempo>' hay una

estrofa que dice: q con shuba señorial que a so rango no corresponde; en la Cuarra prosa. también habla de la eshuba litcrariab que arranca de sus hombros y pisotea. La chuba* representa Ia estabilidad, son los frios rusos, la posiciôn social a la cual no puede aspirar on intelectual plebeyo.

La qshuba que figura en •Las charreteras está reia-cionada con un divertido episodio. A finales de los ahos veinte, una dama muy bien relacionada, que más tarde pereció, se quejó a Emma Guershtein de que Mandelsram siempre le habia parecido extranjero, que no podia olvidar ci esplendido abrigo de piel que lucia pot Moscc a princi-pbs de la NEP.,. Quedamos atónitos. Compramos ese abrigo de pie] en el mercado de Jarkov a un misero sacris-in y se trataba de una vieja .rhuba de pie] de castor, Ilena de calvas, de color rojizo, que se cruzaba como una sota-na. - El viejo sacristán la vendia para comprar pan. Man-deisram adquirio esa lujosa prenda al regresar del Cáucaso para no helarse cncioscü. Ese primer abrigo direrarioi de piei, cla .rhuba sefiorial que a su rango no corresponde, foe cedida a Prishvin, que dormia en una residencia co-munal, para que Ia usara como colchon. Un dia, so infier-nillo de perrOleo exploto y use la .chuba para apagar ]as llamas, con los cual los tltimos pelos del rojizo castor quedaron carbonizados y a Mandelstam no le quedô ni el consuelo de pisotearla.., Un abrigo de piel no correspondia a so tango. -.

Con los abrigos de piel siempre tenhamos complica-ciones. Un dia consegulmos dineto y quisimos comprar una vulgar pelliza soviética en unos grandes almacenes, pero las ünicas que tenian eran de pie1 de perro. Mandels-tam no quiso ser un traidor a la noble raza canina y prefi-no pasas frio. Hasta el ültimo año de su vida uso un abni-

238

go iigero, pese a nuestros constantes viajes en trenes sin cakfaccion. Shklovski no 10 pudo soportar y nos dijo un dIa: cTiene todo ci aspecto de alguien que ha viajado en trenes de mercancias. Hay que conseguir una .c/iuba. Vásilisa recordé que Andronikov tenia una vieja shuba de Shklovski. La usaba cuando se abria camino en Ia vida, pero ahora ya Ic correspondia algo más seflorial. Hicieron venir a Andrônikov juntamente con la shttha y con muchas ceremonias enfundaron en ella a Mandeistam. Nos presto un gran servicio durante el inviernp pasado Kalinin. Mandelstarn fue detenido en la prirnñvcra y no la lievO consign- pesaba demasiado. La .rhuba se quedO en Moscü y €1 se helaba con su abrigo amarillo de cuero, re-galado tambien por alguien en ci ultimo año de su', desgraciada vida errante a ciento cinco kilómetros de Mos-cü.

En ci ciclo de El lobo, se presiente ci exilio: los bos-ques siberianos, las tarimas, los lehos... El tema de e*, ciclo es Ia madera: tajos, pinos, ataudes, teas, los bosques siberianos. -. Los epitetos de este ciclo, en particular la pa-labra crugoso, cáspero., pertenecen a ese mismo género.

Ames de iEl iobo, ci cicio se habla iniciado con [as ca-denas de [as puertas, los incendios y las heladas de Peters-burgo, el afilado cuchillo en la hogaza de pan, en la sen-saciOn de clue aivir en Petersburgo es como dormir en un ataüd, en la necesidad de correr 10 antes posible a la esta-ciOn cdonde nadie pueda encontrarnos... Este ciclo expre-sa su desclasamiento, su sentimiento de hermano repu-diado... Mucho más tarde Id en un libro de Baudoin que el (érmino 4hermanoD no indicaba inicialmente el grado de parentesco, sino simpkmente ci de sadinitido en la tn-bu. - En la tribu de la literatura soviética, Mandelstam no fue admitido, y hasta Ia shuba del sacristán en sus hoinbros testimoniaba su ideologia burguesa... Y ese ciclo, además, es ci de quien dice cno y de aquellos clue siguen a! .negro pueblo que a 51 mismo se gobicrna. Son reminiscencias de Ia revoluciOn de 1917, de los goipes en las puertas, del negro pueblo clue asalta cpalacios ... ..

Del armazOn de madera de 4EI lobob estos temas se ge-neralizan en todo el cuaderno. El intento de hailar una se-gunda patria en Armenia fracasO. Obligado a regresar a la capital —cregresé, no, lee mejor, fui obligado a voiver a la

239

MoscO budista—, Mandeistarn determine ci iugar quc debia ocupar. Y so detcrrninacion resulto set bastane ccr-tera.

En ci poema cDespués de Ia asfixiaD se peruilan dos as-pectos. El primero Cs Ia sorpresa ai ver una tierra nueva, .chernoziom,, la tierra negra, y una vcz recobrado de la sorpresa, comienza a recordar cOma liege alit, y csto din nacimienco a Ns poeslas que corresponden a nuestra estan-cia en Chcrdiii.

En ambos cicios de ese cuaderno, cada nuevo poema surgia a partir de algun fertil vástago del anterior. Escas asociaciones tomaron carta de naturaleza en las poesias de aquclia Epoca. Mandeistam mcnciona con frecuencia, canto en sus pocmas como en la prosa, la cared, Las expresiones: •lo mcticron, cesO dencto, do soitaron,, do cogierorn, adquirieron un significado nuevo en ci idioma ruso y esto demuestra hasta qué punto ilenaba nuestra vida ci tema de Ia cárcel. Mandclstam calificaba de difusiOn esa intcrrciaciOn de la cárcel y cI mundo exte-rior, tan necesaria a los gobcrnantcs para amedrentar a Ins gobernados.

Quiero terminar mis disquisiciones sobre cstc tema con una pcqucha escena que tuvo lugar en 1937. En el cencro de MoscO Sc aiza un edificio en el cual convivian escritores y chequistas. No sé cOmo liegaron alIt los che-quistas, quizás recibieran las vivicndas de los decenidos de algün otro negociado que compartla la casa con los escrito-res. El caso es quc alit vivian, y los escritores cstaban en concacto con ellos. Cicrto dia un chequista borracho a quien su mujer echO de la casa, sc dedicO a escandalizar en ci descansillo de la escalera: en su borrachera recordaba cOmo habIa intcrrogado y pegado a un compahero y vertia tardIas lagrimas de arrepentimienco. Llamé a su casa, consegul hablar con su mujcr y la obligue a quc Ic dejara cncrar, cxplicandoie que podia pasarlo muy inal a causa dc sus paiabras de borracho... Rues bien, al patio de esa casa Ilegaron unos cancantes cailejeros. Sensibles a las de-mandas de aquclla Epoca, enconaron las mcjorcs canciones clâsicas de Ins presidiarios: dc Siberia, Baikal, del hampa.. Todos los balcones se lienaron de gente, a excepciOn dc los escritores, naturalmence. Coreaban ]as canciones, les ci-raban dinero. Eso duro una media hora, hasra que uno de

240

los vecinos, mejor preparado ideolôgicamente, descendiô para echarlos fuera. Pero tuvieron tiempo de avisarles y desaparecieron rápidamente. Mandetstam y yo estabamos en uno de esos balcones y tambien les tiramos dinero, rin-diendo homenaje at folklore ruso. Ossia ci joven, como tlaman ahora a Yosif Brodski, desterrado per parasitismo, mejor dicho, por sus poesias, porque la vida se repite aun-que bajo otras formas, dijo recientemente a Ajmátova que Pasternak no tenia ninguna reiación con ci folklore. Puede ser eso? Creo que una de las cuestiones que se de-

ben tener en cuenta at estudiar una obra póética es, preci-samente, so retaciôn con et folklore. En Id obra poEtica de Mandelstam resatta de inrnediato el folklore del presidio: se to sugerla La vida y está en la superficie. Pero esa no es su ünica retación con el rico folklore ruso y europeo. Na-die puede evitar su influjo. El probtema reside en la for-ma en que se asimita individualmente en [a poesla moder-na.

Brotes geme/os

Mandetstam compuso lentamente y con diuicultad et poe-ma cLa region de tas aguas negras; tardO muchos dIas y se quejaba de que clgo casi perceptible y muy importan-ce no querla ltegar. Era la iltima estrofa clue estaba madu-rando y ItegO la óitima, cosa clue no siempre ocurre.

Mandeistam de pie junto a la mesa, de espaldas a ml, anotaba atgo. Wen, mira to que tengo ... D. Me alegré de que hubiese acabado con [as aguas negras; asl saidriamos de Pasco. Estaba tan harta ya de ese poema como del ma-pa de la regiOn de Voronezh cotgado de una pared de la estaciOn telefônica, en ci cual se encendian unas bombillas indicando con qué lugares habia comunicado. Pero me es-peraba una desilusiOn: en et papetito clue me tendiO id: Etapas de un convoy lejano. cEspera, que no es todo*,

dijo y anorO: cComo rardlo regalo, percibo el invierno...'. cjEstas loco! —exclamé indignada—. Mi no saldremos nunca. Varnos at mercado o me voy sota..

Fuirnos at mercado juntos, estaba a dos pasos de la casa:

241

vendimos no recuerdo qué y compramos alga. Creo recor-dat quc aquel dIa vendimos una chaqueta gris de una burda tela muy fuerte. Con chaquetas asi va uno a la car-cc6, nos dijo ci comprador, un mujik de ciudad listo y picaro. eTienc razón —le rcspondio Mandelstam—, pero coma ya estuve, ahora no hay peiigro ... . El mujik sonrió y nos diO In que pedimos. Nos dimos on banquete, es dc-cit, compramos un rrozo más de came, a salchichon, si es quc existla entonces. Es dificil rccordar Ia que nos daban de comet en las diferentes épocas, pero siempre existia un Cplaro del diaz y todos In comiamos. En Ia actualidad, pa-ra Mosc es ci salchichOn cocido. Creo recordar quc en aquci entonces nos surtian de gailinas esqueléticas y las conservas se consideraban coma un lujo. Huhn un periodo de faisancs y palomas congelados, pero duré porn tiemnpo. El bacalao se mantuvo más. También Cs cierro que a pro-vincias no liegaba casi nunca ningün eplato del diaz pero, en cainbio, sablan apreciar ci pan diana.

Casi aquel mismo dia surgió la estrofa de la tetera noctumna y dos poemitas, denivados de las aguas ne-gras, fucron ligeramente retocados. En las 4Etapas del convoy lejano quedé piasmado ci paisaje que se divisaba desde las ventanas del sanatorio de Tambov y de ahi la palabra cpalacetn. No viviamos en palacetes, sino donde cuadraba, preferentemente en miseras casuchas. Compren-do de qué forma el poema ccomo tardlo regalo percibo ci invicrno It ayudO a encontrar Ia üitima estrofa de las aguas negras ' . Lc proporcionaron Ia estrofa: la estcpa sin

invierno csta desnudax. Esa poesIa puso de manifiesto Ia peculiaridad de Ia época del año: todo permanecia inmO-vii en espera del retrasado invierno. La naturaleza espera-ba al invierno y la genie en diciembre de 1936 ya sabia In que Its traia el venidero año 1937. Para ella no se precisa-ba poster ningn olfato hisrorico: tuvieron tiempo de ad-vertirnos pot radio, todavIa en ci verano, de Ins procesos que se avecinaban. Rcfirifndose a Ia tierra de Voronezh, Mandelstam escribio: .Dônde estoy? Qué mal me ha ocurrido? La estepa sin invierno está desnuda. - - Es la madrastra de Kollzov. - No bromees, que es la patria del jiiguero ... . Es la sintesis de su estado de ãnimo de aquellos dim: el sentimlento de Ia desgracia era incapaz dc vencer a la saivaje y eterna aiegria de vivir, la aiegria

242

cornpletamente inexplicable del poem enjautado. Luego segulan Jos detalles precisos de su vida: per las caches, cansado de trabajar, salla a pasear pot Ia ciudad desierta, donde las calles estaban heladas. Nuestras ciudades de provincias, una vez desaparecidos los porteros, se convir-tieron en zonas de congelaciOn perpetua. - Ajmátova Ia ha mencionado también en sus poesias después de so visi-ta a Voronezh: ede cristales de roca que piso tirnidamente ... >>. Tenlamos una tetera cléctrica, que en aquel entonces en on lujo inusitado; nos lo habiamos perinitido porque Maridelstam duranre su trabajo noctur-ne consumia gran cantidad dc té. I-labia solo dos cosas a las que no podia renunciar: al té y a los cigarrilllos. Lo de-mâs lo considerabamos secundario.

En Voronezh, Mandelstam escribiô dos veces un <<trio>>, es decir, tres poenlas de un mismo onigen. El primer <<trio>> comprendia <<Agua oscura>>, <<El regale tardioz —ilamaba-mos a estc poema ccl cuervo>>— y <<Las etapas del convoy lejano>>. El otro <<trio, estaba constituido pot <<Los bosqucs de diez cifras., <<Qué podemos hacer con Ia tnisteza dc ]as Ilanurasv y, recordando el rIo Kama, <<0h, esta extensiOn tan lenta y anhelante". En el primer <<trio todo se entre-mezcla coma en una madeja enmaranada. En ci segundo, los tres poemas se desarrollan independientemente, pero parten de la misma raiz. Las estrofas <<qué podemos hater con la nristeza de las Ilanuras, con e1 large milagro de so hambre. y cel milagro de las lianuras que respiran>> her-manan los dos poemas. El nercer poema está relacionado con ci tema de la respiraciOn, del ahogo. que cambién existe en los otros dos. La <<anhelante extension' del tercer poema tiene reminiscencias del <<milagro de las Ilanuras que respiran>>. En las poesias donde nombra a Judas, el rhino del verse recuerda una respiraciOn entrecortada: <<Y Ia pregunta surge, a dOnde van, de donde ... '. La disnea que lo arorrnentaba se reflejO aquel otoño en el ritmo dc numerosaS poesias.

En cuaiquier poema de Mandelstam destaca siempre una estrofa quc es Ia primcra que compone; pero al bus-carla, no debe olvidarse que muy raras veces inicia con ella el poema. Una vez descubierta (en el case de que no haya desaparecido del texto definitive, cosa que tarnbién solia ocurrir) se puede reconstruir todo ci proceso del trabajo.

243

La clirninacion en ci tcxto ya acabado de la primera estro-fa que acude a la mente del pocta es basrante normal, A Mandelstam Ic gustaba recordar, con este motivo, las si-guientes palabras de Gumiiicv: iEs una buena poesia, Osip, pero cuando la acabes, no quedara ni uno solo de estos versos.. .t, En estos casos, no es natural. Ia historia del texto no puede set reconstruida ya que la mayor pane del crabajo se realiza en Ia mente y oralmente; no se re-gistra en ci papel.

La primera estrofa que sirve de punro de partida y la ül-dma palabra quc se encuentra, son claves de Ia composi-ción poética.

Los orlosb son raros en la obra de Mandelstam; mucho más frecuenres son los poemas dobles, los cbrotes geme-lost de una misma rala. Entre Ins pocmas publicados, los mis caracteristicos son los siguientes: .No sé desde cuando comcnzó esta canciOn., cSubi pot la escalera de mano al henil de heno segadov y, rambién, c1 de enero de 1924t y tNo, jamis de nadie 1w contemporáncot. En ci perlodo de Voronezh fucron asimismo numerosos. Dos pocmas sobre ci no Kama: Que oscuro ci no Kama, cuando las ciudades esrán sobre sus rodillas dc robin y cAlejindome, miraba hacia el oriente boscosot constituyen on ejemplo corriente de poemas dobles. Dos poemas titulados cMe perdi en ci cielo, forman también una pareja con idéntico comienzo y desarrollo. Esa estructura per •parcst es muy significativa en ía obra de Mandeistam.

Mandeistarn qucrIa conservar las dos versiones de Mc perdi en el debt y publicarias una al lado de otra: los compositores y tamhién Jos pintores asi to hacen siemprc.. Si ilego con vida a la edicion libre de so obra, lo hare asI, cumpliendo con ello su voluntad. Pero ahora, indiuso Si el libro quc sc esti pudriendo co Ia cBiblioteca de los Pocusb liega a set pubhcado, ni aJardzhicv ni a ml nos dejaran hacerlo, pues careccmos de todo derecho. Al-g6n redactor inteligcntc me explicará con toda claridad quc se debe elcgir la variante que sea mejor, que en este caso ni los propios pocus, ni sus amigos ni parientes pueden set jucces; que la herencia de un poeta no perte-nece a las personas quc durantc quince años tienen de-rccho a percibir la mitad de sus honorarios, sino a cicntlficos expertos que se lo saben todo en esos asuntos y

244

conocen a la perfecciOn to que es hueno y to que es mato... Ademas de la correcta ideologla, un redactor so-viético de nuestros dias aprecia, sobre todo, la claridad, una factura limpia, la precisiOn y una composiciOn fron-dosa donde se dispongan, como en una bandeja, las corn-paraciones, metiforas y demás figuras recOricas. Mandels-ram no IlegO con vida a ese florecer de la cultura, pero más de una vez se mostrO sorprendido de que nuestros ex-pertos no arnasen ta poesia Cuando Ajmãtova supo que a un pobre chico Ic habian proclarnado como <fuwro Push-kin,), dijo: ,Eso Cs porque odian la poesIa - El chico en cuestiOn escribia poernas bien sonantes en los cuales halla-ban todo to quc les era familiar desde siempre. Prefieren, sobre todo, las traducciones con su prpItigio de articulos acabados. En todas panes existen ese tipo de jueces y cx-paws, Pero en época de Stalin flcirecicron esplendorosa-mente y hoy dia son los que mandan tarno en pintura co-mo en arquitcctura, en c1 cine y La titeratura. iAl diablo con ellosh. Sc les ordenó que hiciesen renacimiento y les saliO una especie de iCaf6 del Renacirnientox, pew tra-rarlos no es facit.

En sus años jOvenes. Mandeistarn eliminaba las huellas del origen comün entre poemas o bien destrula uno de los poernas gemelos. En sus aflos maduros cambiO totalmente de actitud: decidiO legalizar su principio de los brotes ge-melos y dejO de considerarlos como variantes: cQue em-pieza igual? Bueno, ly qué! iLa poesla es distintal. 0 bien: cTanto mejor si se ye... No hay nada que ocultar!., decia. Si en su juventud Mandelstam era reservado y mostraba at lector tan sOlo algunos poemas sueltos, en sus aflos de madurez y en su periodo final descubria todo el torrente y consideraba valioso el propio impulso poético y no algunas de sus manifestaciones. En C5O SC manifestaba la libertad interna que habia adquirido. Y ella consrituyó un escollo para muchos de sus antiguos adrniradores. Con-sideran clue en esos poemas resalta su imperfecciOn, se ye que no estin acabados. •El no preparO esos poemas Para set publicados; habria que retocar un poco., insistlan Ins dos herinanos Bernshtein. , 1 Cuántas repeticiones! iSon Va-riantes simplemente!', decla Orlov. Tanto Slutski como Orlov se quejan de que to publicado de Mandelstam es comprensible y dificil en extremo to no publicado. Es una

245

suertc que hayan aparecido nuevos lectores que abordan de modo diferentc la poesia.

Un poeta cuya obra sc compone de etapas muy difcren-tes está condenado a clue Ins lectores que han asimilado una de ellas, rechacen las otras. Muchos oycntes habi-ruales de Mandelstam acoglan negarivamente todo poema nuevo y roda nueva forma poEtica, porque no reconocian en elios In anterior. Emma Guershtcin, pot ejemplo, du-rante mucho tiempo repitiô obstinadamente que Mandels-tam despu€s del cic]o <lobuno no debia haber escrito na-da. Y Kuzin acogia del mismo modo cada nueva poesia; diriase que se sentia personalmente ofendido. Pero poco a poco se acostumbraban a esos poemas y les tomaban carl-ho. Shengueli, en cambio, no se reconcilió con las poesias tardIas y conserva su fidehdad a las viejas. En los poemas de los ahos maduros Ic repelia sobre todo ci léxico: ]as pa-labras del lexico no poético. En cambio ahora hay nume-rosos lectores que conocen sus poesias pot ]as copias volan-res y que jamãs han leido un iibro suyo. No sé si les gus-tarâ ci primer perIodo de su crcaciOn poética. Mas ci de-recho del lector a la clección es tan indiscutible como ci derecho del poeta a set pubiicado y a defender su posiciOn poética. Y pot eso, mi actitud ante Jos iccrorcs, con sus gusros e inciuso caprichos, es complctamentc distinra que ante los redactores quc poseen ci derecho del veto y ci de retener a su antojo los manuscritos. Pot In que se rcficre a que lo escrito pot Mandelstam en ci üitimo periodo está inacabado,, o sea, a su dcseo de abrir su Iaboracorio,,

esa debe set la Icy de ]as ediciones pOstumas, ya quc en vi- da del autor, y pese a sus deseos, no pudo set editado. No debe olvidarse que cuando el lo consideraba preciso, sabia separar e individualizar sus poemas.

No crco que los brows gemelos fueran una particulari-dad exciusiva de Mandelstam... En Ajmarova rambién se encuentran esas parejas, cDante,, (.Ni siquiera dcspués de muerto pudo velvet a su Fiorencia amada.) y cPor qué habeis envenenado ci agua y mezclado mi pan con barro?', son indudablcmente dos poemas gemelos. En muchos Ca-sos, esos pares sirven dc comenario reciproco.

Al seleccionar su libro, Mandelstam conscrvó los po-emas gemelos, pero en el ültimo periodo tuvo muchas va-cilaciones. -. El juicio del propio poeta sobre su obra cuan-

246

do trabaja en ella es siempre parcial y condicionado por numerosas y complejas causas. La renuncia a un poema se debe, a veces, a que oculca uno nuevo, en gestaciôn t,odavla y que no puede abrirse paso. En ocasiones ci po-ema viejo contiene on brote nuevo y cuando ésre surge, al poeta puede parecerle que ci primer poema no foe más quc el preludio, la preparación del proceso creador. Esta sensación es particularmente intensa cuando aparecen los brows gemelos y roman de pronto direcciones distintas. Este fue ci caso de qLa sonrisa ' y EL jiiguero?. En ci texto acabado nada hay de comün entre ellos y, sin embargo, El jilguero p procede de Za sonrisa. Sc ha conservado por

casualidad ci borrador que pone de ninifiesto La inrerde-pendencia de esos poemas. Al principid, Mandeisram con-sideraba 4EI ji1guero como su hijo ilegitimo.

Los dos poemas sobre Ariosto surgieron de forma completamente disrinta. Compuso ci primero en ci verano de 1933, cuando veraneabamos en la Vieja Crimea con Kuzin, quien acababa de salir de la cared, viviamos en la casa de La viuda de Grin. En mayo de 1934, durance el cc-gistro y la detención se lievaron los borradores y los ma-nuscritos. En Voronezh, Mandelscam incenté recordar ci texto, Pero le falló Ia memoria y escribió un segundo Ariosto.. Poco después, durante uno de mis viajes a Mos-

cü, hailé ci 4Ariosta de 1933 en uno de mis escondrijos Dc ese modo nos encontramos con dos poemas sobre un mismo tema y con ci mismo material. Esta historia res-ponde al espiritu de la época y se la brindo a los fururos comentaristas.

El ultimo jnvierno en Voronezh

En el verano de 1936, pudimos descansar cn una casa de campo: Ajmátova nos consiguió dinero, algo Ic dio Faster-ink, luego mi hermano rarnbién anadiô cierta cantidad y pasamos varias semanas fucra. Eso era muy importance porque Ins ataques se producian cada vez con mayor fre-cuencia. Elegimos la ciudad de Zadonsk, a oriiias del Don. antaño famosa por su monasterio y pot ci monje Ti-

247

jon Zadonski. Pasamos aiD unas seis sernanas alegres y sin pensar en nada, Pero un buen dia Ia radio nos informo de que se iniciaba Un flUCVO petiodo de terror. Los asesinos de Kirov han sido descubiertos, dijo ci locutor, y los pro-cesos están en marcha... Al oh ci comunicado, satimos en silencio al camino del monasterio. No habia nada de qué hablar: Todo era evidente. Mandeistam me senaló con ei baston unas huellas de cascos de caballo: habia liovido la vIspera y estaban Ilenas de agua. cComo la mernoria., di-jo. Estas huelias pasaron a set mis tarde Adedales dejados por Ins cascos. cuando la voz Sonora del famoso locutor, fijada en la memoria de Mandeistam, Ic incitO a tomar medidas para su propia salvacion.

Regresamos a Voronezh y nos encontramos con todas ]as puertas cerradas. Nadic nos hablaba, nadie nos recibia, nadic nos reconocla, por In menos en Ins sitios pübiicos. Pero a la chita callando trataban de ayudarnos. El admi-nistrador del teatro consiguió una habitacion para nosotros en casa de la modista. La casucha, situada en una colina que dominaba el rb, estaba hundida en La tierra. Desde ella se vcia la ribera opuesta y una franja boscosa. Los chi-quillos se deslizaban con sus trineos directamente a! rio. Ese paisaje In teniamos constantemente ante la vista y Mandelstam tan pronto lo mencionaba en su poesia, como lo maldecia, sin dejar de admirarlo.

Los chiquillos preguntaban: cOye, tu qué eres un monje o un general?. Y Mandelstam Its contestaba inva-riabiemente: .Un poco de las dos cosas.... Sospechaban que era general, porque marchaba muy erguido y con la cabeza echada hacia atris. Pot mediacion de Vadik, ci hijo de nuestra patrona, tome pane en una subasta de pijaros. Vadik se quedo con cilos. cLos niños —decia Mandeis-tam— tratañ a los pijaros de un modo especial. Has visto aiguna vcz una nifla con palomas o en una ventah. Tam-bién Ins pijaros hallaron sitio en sus poemas.

Sabiamos clue ese calamitoso invierno era nuestra iti-ma tregua y la aprovechamos af máximo. Repetlarnos los versos de Klychkov, que gustaban mucho a Mandeistam: ,El porvenir nos trac inquietud, la inquietud esti detras. Quedate conmigo un porn, quedate, por Dios..,,. Y por eso ci cuaderno mis iuminoso y mis Ileno de amor a la vi-da corresponde a ese perlodo.

248

Para realizar un trabao intelectual, ci set humano nece-sita estar afinado to mismo que un instmmento. Existen, probablemente, diversos instrumentos humanos: algunos funcionan sin interrupciOn, se afinan sobre la marcha; otros, at dejar de sonar, necesitan afinar su teclado. Los poetas, cuyo trabajo estâ marcado pot etapas muy diferen- ciadas, pertenecen at segundo tipo y los versos cave que les sirven, en cierta medida, de diapasôn aparecen at co-mienzo de cada nueva etapa. A principios del cSegundo cuaderno., Mandeistam escribió La sirenat.. Por qué 'La sirena''?., Ic pregunté. *Tal vez sea yo., me respon-dió.

COmo podia ese hombre perseguido, vikiendo en total aislamiento, en ci vaclo y la oscuridad sentirse da sirena de las ciudades soviéticas.? Desde su total inexistencia, Mandelstain hacIa saber que €1 era la voz que se expande pot las ciudades soviéticas. Sentia, probabiemente, que la razón estaba de su parte; sin ese sentimiento no se puede ser poeta. La lucha pot la dignidad social del poeta, pot su derecho a la voz y a su postura en la vida es, quizâs, la tendencia fundamental que determine su vida y su obra. I-labia de cilo en su cConversaciCn sobre Dante.. Cuando yo le reproché que ajustaba sus cuentas personales, €1 se ii-mitó a responder: cEs preciso...

En el iSegundo cuaderno', inmediatamente después de ,La sirena*, surgió ci tema de Ia autoafirmacién del poeta en la poesia. En aquel aAo de mixima opresiCn seria im- posibie Ilegar a ese tema pot simple razonamiento. El te-ma llegó pot 51 mismo, ya clue es siempre un fenomeno y no un propôsito racional. Al principlo surgió veladarnen-tC, se ocultaba tras realidades como cLa sirena ' , o bien quedaba sobreentendido como en cr6 no las tienes, ni las tengo yo, son ellos Ins que poseen toda la fuerza... cQuiénes son ellos?, le pregunté. cEI puebIo?i. eNo —me respondio—, seria demasiado sencillo ... ". .Elios', entonces, era aigo que existia at margen del poeta, eran esas voces, esa armonia que €1 trataba de captar con Su

oldo interno Para los hombres, cpara sus corazones ViVO5 --- ).

En sus poemas sobre ci jilguero Sc esboza también ci te-ma del poeta, pero sus ecos se observan solo en la variante deride Mandclstam propone at jilgucro que viva a su ima-

249

gen y semejanza. En uno de sus articulo's, habla de un jo-yen y presumido poeta que recorre las redacciones y a to-dos ofrece su mercancia literaria, que a nadie hate fain. Llama a ese joven con an nombre que se parece mucho a] de jilguero MandeLstam jarnás olvidaba sus asociaciones e ideas pasadas o, como suele decirse, imágenes. Al hablar del jilguero y del joven no podia dejar de pensar que tam-poco su mercancla literaria Ic hacia falta a nadie, y tal vez pot C5O se ordenaba tan insistentemente vivir

Metieron al jilguero en la jaula; no Ic dejaron volar a! bosque. •A nil, en cambio, no se me puede retener en an sitio —duo—. Estuve de contrabando en Crimea.* Sc cc-feria a •Las desgarradas bahlas Redondass, an poema con ritmo in(encionadamcnte lento: <da vela knta, en La nube prolongada.. Nos deprimla siempre ci ritmo infernal del tiempo, y Mandelstam tenia 'a scnsación de que el presen-te es realmente perceptible solo en el stir.

Tambien estuviste en Tiflis,, Ic dije recordando las poesias de Tiflis. cFue un viaje obligado —me respon-dio—. Me llevó allI una fucrza impura.. La oda a Stalin fuc Ia que Ic impulsô a escribir esas poesias.

Despuës de haber admitido de nuevo el poema ANo compares, ci que vive es incomparable., que habia recha-zado, Mandelstam dijo: .Ahora sE, pot lo rnenos, pot qué no puedo it a Italia,. Resulta que no Ic dejaban marchar alli tla serena nostalgia.: da serena nostalgia no me deja abandonar las jOvenes colinas de Voronezh pot las inmor-tales que resplandecen en Toscana.... Italia segula vivien-do en nuestra casa con sus poetas y monumentos. Man-delstam me invitaba a pasear bajo ci baptisterio de Floren-cia y ese paseo Ic alegraba canto como el salk a la plazole-ta que Se extendia delante de nuestra casa. -. Cambiaban las épocas del aflo y éI decla: .Tambien esto equivale a tin viaje y no me lo puedo quint. -... Esc hombre que sentia an arnor tan inrncnso pot La vida cxtraia fuerzas de aquello quc para otros, para ml en particular, podia con-ducir tan sOlo a la desesperaciOn, como pot ejemplo, los barros otonaIes o el frio. El tenla Ia sensaciOn de que antes le pertenecia todo —el sur, los viajes, los trenes, los bar-

La palabra a que se refiere es .rchegoll, que significa .presumido., .petimetre. y es may parecida a ithegol, 'jilguero.. (N. de Ia T.)

250

cos— y pot eso para describir su estado de fijación a La tierra de Voronezh en su calidad de proscrito, sélo em-pleaba una palabra: <idesposeldo'...

Cuando empezé a hablar en sus poemas de Las estrellas, se disgustó. A su juicio, se habla de estrellas en poesia cuando se agota la inspiraciôn o sse le acaba la tela at sas-tre. Recordaba que Gumiliev dijo clue cada poeta tenia su propio modo de tratar de las estrellas; ét crela que hablar de elks equivalla al abandono de la tierra, y a Ia perdida de la orientación.

cLa mujer de Kiev, ci segundo poema qqe escribió aquel invierno, trataba de una rnujer que buscia su man-do. .Eso no es casuals, me decia con profundo disgusto. El temor de la separaciôn Ic persegula constanteniente. Y con frecuencia tenIa miedo de Lo clue aparecia en sus poe-mas y, sobre todo, Ins dedicados a las mujeres, cuyos pies cdescalzos tenlan clue recorrer cnistales y ensangrentadas arenas... Me leyô varias estrofas (recuerdo la que trata de las planchas y cuerdas) y ;amás volvió a mencionat esos versos. 4No me pregunces —me decia—, para que no su-ceda de verdadb.

Teniamos La supersniciosa idea de que las cosas clue se inencionaban en las poeslas desapareclan pot fuerza. Man-delstam perdiO de la manera más absurda su bast6n de puño blanco que mencioné en eEl Patriarca ' . Una mama en la cual debia envolverlo cuando muniese: me envolve-rás con ella come si fuera una bandera el dIa clue muera", se deshilacho casi pot complete poco despues y quedó tan sólo un jirOn, pero yo sigo Ilevandolo conmigo... Y la vi-vienda pot la cual tanto luché, se perdiô cuando to detu-vieron y al jilguero se to comió un gato y tambiEn éI des-apareció despues. Y menos mal que yo no perdi la vista... Siempre nave miedo de eso, peno un pintor sabio me con- solo todavia en tiempos de Stalin diciendo: moriremos an-tes de quedar ciegos y, ademas, nos ayudaran a eDo...

La Oda

El poeta, at tiempo que escnibe sus versos, Va compren-diendo la realidad, porgue en ellos existe un elemento de

251

anticipación del futuro. Los ojos del ave dc rapiña distin-guen mal los objcws cercanos, pero son capaccs dc abarcar un enornie espacio de caza y los habitantes del inferno, como se sabe, no yen ci presentc, pero si ci futuro. .To-dos son ash, dijo Ajmitova con indiferencia cuando Ic en-seflE un pocma dc Mandeistam en ci cual predecla con to-da claridad so futuro. A cellos. los conocia bien y no la sorprendia nada.

En ci eSegundo cuadcrno dc Voronezh * hay un ciclo que proccdc de Ia cOda, que Mandcistam se forth a escri-bit. La *Oda, no cumplió su cometido y no le salvO pero dio origcn a numerosas pocsias, completarncntc distintas a ella, inciuso opuestas, como si hubiese funcionado en este caso la Icy de la retropropulsiOn.

El ciclo de Ins jilgueros se debe a su exacerbada ansia dc vivir, a la afirmacion dc ía vida, mas ci prcscntimiento del infortunio se abrc paso en los versos desde Ia primera cstrofa, Es ci prcscntimiento de la mucrte: tine sentaré muy pronto en ci trinco violcta., dc nucscra separaciOn y de los horrorcs que nos esperaban. Hablaba dc que está- bamos viviendo sOlo ci principio de terribics aconteci-mientos, ci futuro Sc aproximaba ccautcioso, camenaza-dot, e inevitable, come ía nube en ci pocma del cAgua oscura.. Al final, Mandelstam cscribio un pocma sobre la Ilanura y cOmo repta pot ella nqucl cuyo nombrc grin-mos en sueflos, ci Judas de los pueblos vcnidetos; lo vio todo con tanta claridad clue se Ic plantcO ci dilema dc si esperar pasivamcnce so perdiciOn a hater una tcntativa pa-ra salvarse. El 12 dc cnero de 1937 sehalO ci punto dcvi-raje, ci final de los poemas del jilguero y ci comienzo dc un nucvo cicio que surge en torno a la cOda.,

El hombrc a quien iba dedicada la cOda * ocupaba a tal punto nuestra imaginaciOn que sc pucden descubrir alu-sioncs vcladas a so persona en los lugarcs más insospecha-dos. Las asociaciones de ideas dc Mandclstam In traicionan siempre, porquc son sóiidas y constantes. Dc donde, por cjcmplo, provicne el eldolo, quc vivc en ci interior de una montafla y trataba dc rccordar la época en que aün tcnla rostra humano? En estc caso puede tratarse de on pareci-do fonetico: Kremlin-krcmcii-kamen i... Lilia, la mujcr

•Krernefl. signilica pederoal; •kamen., pkdra. (N de la 1.)

252

de Jájontov, una stalinista de tipo sentimental, que solla visitarnos, contaba a Mandeistam qué maravilloso joven era Stalin, un revolucionario ileno de valor e ingcnio... Y en ese poerna surgiô la petigrosa palabra grasai' , que re-coidaba los dedos grasientos... Cuando se vive en Asiria, es imposible no acordarse del asirio y Mandelstarn empezó a prepararse Para la COda'.

En la habitación que alquilamos en casa de la modista, habia junto a la ventana una ancha mesa que nos 5ervla pan toda ciase de menesteres. Mandeistam se aduehô de ella, dispuso papel y lapices. Jarnás habla hecho pada pa-recido: ci papel y los iápiccs Ic hacTan falta sólo%l final de su trabajo. Pero en honor de Ia cOda, decidió cambiar sus habitos y, a partir de entonces, tuvimos que corner en una esquina de la mesa o en el alfeitar de la ventana. Cada mañana, Mandelstam tomaba asiento ante la mesa y em-puñaba un Iápiz: tenia todo ci aspecto de un escritor. -. Como Fedin, por ejemplo... Casi esperaba que dijese: ,Cada dIa, aunque solo sea una estrofa., Pero eso, gracias a Dios, no ocurriô... Dcspués de permanecer, corno una media hora en esa postura de escritor, Mandeistam se Ic-vantaba de un salto y ernpezaba a maldecirse pot su falta de macstrIa: oAskicv si que es un maestro. No habria du-dado y ya lo tendria cscritoi.. Luego se tranquilizaba sü-bitarnente, se dejaba caer en la cama, pedla t, se levan-taba y daba de corner azücar al perro del vecino; pan lie-gar al montance de la ventana, tenia que encaramarse a la mesa con el papel cuidadosamente extendido encima, voivia a pascar por la habitaciôn y una vez serenado, vol-via a murrnurar. Eso significa que no habia podido ahogar sus propios versos y que ellos se habian abierto Paso, yen-ciendo a Las fuerzas del mal. El intento de forzarse a escri-bit fracasaba siempre. El poema concebido artificialmente, en el cual Mandeisram dccidiO aprovechar todo ci material que en €1 builla, se convirtiO en la matriz de todo un ciclo de poemas opuestos, contrarios a su prirnera intenciOn. Este ciclo se inicia con el poema cLa levadura del Mundo y se prolonga hasta el final del .Segundo cuadernoi',

El indicio formal del parentesco de La cOda, y Ins poe-mas de ese ciclo lo tenernos en las palabras reperidas en ambos y La cornposiciôn fonética de algunas rimas. En la cOda' La palabra cave es osy (eje), que se encuentra en

253

numerosos poemas y, en particular, en <<Las avispas (en ruse, ossy): <<Armado con la vista estrecha de las avispas, quc succionan ci eje de la tierra, ci eje de la tierra ... . To-dos los poemas del ciclo y de la .Oda> contienen numero-sas asonancias y rimas con la letra <<s. Peso mucho más significativo e importante que esos indicios formales es la opuesta significacion de sus versos.

En la <<Oda, ci artista, con Iagrimas en los oos, traza el retrato del jefe y en <<Las avispasz Mandeistam declara mo-pinadamente que no sabe pintar: <<no se pintar, ni sé can-tar, - A el mismo Ic sorprendra esa inesperada confcsiôn: <<Fijate, resulta quc mis defectos consisten en que no sé di-bujam...

La mcnción de Esquilo y Prometeo en la <<Odaz ha dado origen en los versos libres at tcma de la tragedia y del martirio, y Ins labios, esa arma de produccion del pocta, nos introducen en ci *corazôn mismo. del drama. Vuelve al tema del martirio en Jembrandtb, donde habla con to-da claridad de sI misino y dc su ca!vario, carente de toda majestad. Durante nuestra estancia en Voronezh, Ibamos con gran frecuencia al musco para admirar un pequeflo cuadro de Rembrandt, titulado •Gôlgota, asi come, anti-gua cerimica griega, restos de la universidad de Dorpat.

El Cáucaso quc se menciona en la cOda,, come lugar de nacimlento del ensaizado personaje, no recuerda al so-berano, sino al poeta de ]as gastadas suelas. El monte Elbrus SC convier(e en el simbolo de las necesidades del pueblo, que necesita de sus nieves, y de pan y también de poesia <<entraflable y misteriosa.. Pero su primera reacciOn a la cOda. fue una queja: cmi primer deber es parlotear oblicuamente., porque <<sobre el paso otto, se burlo de ml, desvio mi eje....

La poesia, que es la cievadura del mundo., ccl trabajo del duice parlar, es inocente. Mandelstam declare en ese ciclo clue €1 canta cuando cia conciencia no 1e hare tram-pas.; glorifica cia canciOn desinteresada,: <<La canciOn des-interesada por si misma se alaba, es consuelo de amigos y vencno para enemigos.. El enemigo instalado en nuestra casa, ci asi ilamado gencral-escritor, copiaba en su propia máquina dc escribir —casi nadiç tenia entonces scmejantc lujo— todos los poemas de Mandelscam. Esto se cahficaba de aniabihdad; no podiamos negarnos a entregarle los

254

rnanuscritos, los habrIa sacado de debajo de ml almohada. Para asustarnos, subrayá con iapiz rojo las estrofas de la; canción desinteresada. El dia en que se puedan consultat los archivos, será interesante ver qué se denuncia en cst\ poema.

En los poemas de este ciclo, Mandelstam glorifica al hombre: iNo compares, ci que vive no pued, compararse., y expresa pot ultima yea su amor a la vidaa-Y Ilora pot sus ojos apagados que eran cmás agudos que una hoz bien afilada* y que no tuvieron tiempo de con-tcrnplar hasta la saciedad Ia *inf;nita soledad de Las estre-has.. En ese mismo ciclo hace ci balance de suda: cYo acompañé el gozo del universo como ci órgano con sordi-na acompafia La voz de una mujcrx'. Al hablar de Si mismo emplea el .implacable pasado. como dice en su cConver-sación sobre Dante. Algunos meses más tarde, hablando con Ajmátova, dijo: oEstoy preparado Para mont.... Ella utilizo estas palabras en un poema suyo y en la dedicatoria puso la fecha de su .muerte: 27 de diciembre de 1938.

Pero la cumbre de este ciclo eran las altivas palabras del hombre condenado a morir, quc segula luchando aün pot la vida: idesgraciado aquel a quien como su sombra asusta ci ladrido de los perros y ci viento siega, y pobre aquél quien, medio vivo, limosna pide a la sombra..

Aquél a quien todos pedlan limosna es calificado de sombra y resultó set una sombra. El hombre barbudo, de respiración jadeante, asustado pot todo y sin temor a na-da, humillado y condenado, lanzó en sus ultimos Was un nuevo reto al dictador investido de una plenitud de poder nunca vista en ci mundo.

Los hombres dotados de voz fueron sometidos a la mãs vii de las torturas: se les arrancó la lengua y se les oblige a ensalzar con ci muflôn al soberano. El instinto de ha vida es tElvurIcible e impulsaba a los hombres a aceptar esta for-ma de autodestruccien, con tal de prolongar su existencia fisica. Los supervivientes resultaron tan muertos corno los difuntos. No vale la pena de enumerar sus nombres, Pero de las generaciones en activo de aquellos aflos no se ban conservado ni siquiera testigos. Una vez enredados eran incapaces de desenredarse y nada diran con Ins muhones de sus lenguas. Y entre ellos habia muchos clue en otras circunstancias hubieran hallado su camino y su voz,

255

Pese a todo la qOda fue escrita, pero no cumplio su misión y no salvo a Mandeistam. En ci ültimo momento, él hizo In que se le exigla: compuso una Ina a Stalin. Tal vez gracias a cllo yo no fui aniquilada, aunque al princi-plo lo intentaron. Habitualmente eso se tomaba en cuenta con relaciOn a Las viudas, es dccii, si ci marido cumplia ci •encargo, aunque a Este ya no Ic servia Para nada. Man-deistam lo sabia. Y yo salve los poemas que, en caso contrario, se habrian conservado tan solo en Las copias vo-lames del año 1937.

Pan comprender hasta ci fin In que significa la iniplo-raciOn de cLibrame, Senor, de este cábiz de amargura. hay que saber hasta qué punto es insoportabie la benta y gra-dual aproximaciOn de la muerte. Esperar la 4descarga del peIotOn es mucho más dificib que caer segado per una ba-Ia sobre la tierra. Esperamos ci fin todo ci ultimo aflo de estancia en Voronezh y luego un año rnãs durante nuestros vagabundeos por la regiOn de Moscü.

Para escribir una cOda, asi habia que afinarse como un instrumento, someterse conscientemente a la hipnosis ge-neral y dejarse embrujar por bas pababras de la liturgia que, en nuestros dias, ahogaba todas las voces humanas. Dc otro modo nada podria componer ci poeta, porque no tenTh recetas preparadas. Los primeros meses del año 1937, los dedico Mandeistarn a un salvaje experimento consigo mismo. Al tratar de entusiasmarse y exaltarse Para poder escribir Ia *Oda. acabo por destruir so psique. cAhora me doy cuenta., dijo a Ajmátova, 4de quc se tra-taba de una enfermedad..

cPor qué cuando pienso en él veo cabezas, rnontahas de cabezas? ,Qué hare éI con elias?., me decia.

Al dejar Voronezh, Mandeistarn pidiO a Natasha que destruyese la cOda.. Muchos me aconsejan ahora que la ocubte, como si nada dc eso hubiera existido jamás. Pero no lo hago porque La verdad, entonces, no seria completa: la dobic existencia es un hecho real de nuestra vida y nadie pudo evitaria. Con la diferencia de que otros componian esas odas en sus casas y chalets y reciblan recompensas per elias. Tan sOlo Mandeistam lo hizo con la soga al cucHo... y Ajmátova, cuando apretaban Ia soga alrededor del cuello de su hijo. QuiEn puede condenarbos pot esos versos?...

256

Las reglas de oro

A principios de encro de 1937, cuando Mandelstam aca-baba de escribir so poema: cSonrie, airado cordero Sc

prescntó en nuestra casa un jovencito, on verdadero mo-coso y, scntandosc, nos manifesto clue 4os escritores debian colaborar con los lectorcs. Conociamos esa can-ción: qucria que Mandeistam Ic these sus nuevas poesias Para sacar una copia. Para eso le enviaron, pero se olvida-ton de dare las debidas instrucciones: ci muchacho se embrollaba, mentla, decia tontenlas y ni siquiera supo explicar claramente lo que quenla

Todos nosotros somos personas inuy pacientcs y nos ate-nemos a una rcgla de oro: cuando se nos fucrza, no debe uno obstinarse en modo alguno: vota, firma la procIama quc te presentan, compra las obligaciones que te ofrecen y responde a todas las preguntas de los soploncs Para que - puedan rendir cuentas ante sus jefes, si no tacabarán con-tigo, como dicen en el pueblo, y conseguirân de todas formas to que les incrcsa. Lo principal en esas circunstan-cias es liberarse In antes posible del quc atosiga TambiEn Mandelstam Sc atenia a esas reglas, pew aquella yea se en-fado o 4sc saliO de madrc>, scgün expresiOn de Ajmátova En nuestra soledad, los visitantes del estilo de aquel niuchacho cran francament'e insoportables. Mandelstam se puso furioso y echO fuera al indescado visitante y luego se burlo dc si mismo: jqué locura se me ocunriOl Exigir clue me envien chivatos bicn preparados. Pero cuando en susti-tucion del expulsado se presentO otto chivato, algo mayor, pero igual dc inadecuado para. la urea, Mandeistam no pudo más y *sufnio on paroxismoa, también scgün expre-sion de Ajmátova.

No se debra dcscnmascarar a los agentes; las institu-ciones clue estaban detrás dc ellos no toleraban quc se compromcticse so labor y tarde o temprano se vengaban dcl quc to hacia. Incluso ahora, muchos de Ins quc estu-vieron en cârccics y campos prefieren callar y no hablar de SUS •padninos: no vale la Pena armar jalcos, luego sate uno trasquilado... Y en aquellos afios callaban todos. Las raras excepciones sOlo confirman la regla. Una excepciOn de este géncro fuc Maricta Shaguinian. Todos sabian que

257

no permitla que Sc Ic acercara ningün soplón; si aiguno se atrevia a acercirsele, armaba un gran escandalo Para des-enmascararlo delante de todos. En 1934, delante de ml hizo una de esas escenas, y creo haber comprendido su as-tucia. Salimos juntas de Goslitizdat y se interesó por cono-cer detalics de nuestra vida en Voronezh: en aquelios dias nadie nos evitaba ni nos temla porque se habia expandido ampliamente ci rumor de la conversación de Stalin con Pasternak. Salio corriendo detras de nosotras ci poeta B., quien tambien queria preguntarme pot Mandelstam. Fue entonces cuando Marieta se encaró con El: oiA ml me reci-ben en ci ComitE Central!', gritaba. .Y no permititE que los espias me sigan ... . Tine de tranquilizarla, explicin-dole que B. era un buen amigo mb. Pero ella no querba oir nada y tuve la sospecha de quc habba elegido conscien-temente ci sujeto para ci escindalo. Marieta atacaba a per-sonas perfectamente decentes con la esperanza de asustar a los autEnticos soplones con quienes, naturalmente, no se habrIa atrevido a portarse asi. Pero incluso ella, y lo repi-to, constitula una excepción y los agentes, al no encontrar ninguna resistencia, se volvian cada vez mis insolentes y atrevidos.

El nuevo soplón de Voronezh, ci que sustituyó al muchachito expulsado, se presentaba cuando queria, a las horas mis intempestivas: per la mahana, pot la tattle, per Ia noche. No liamaba, porquc la puerta de la casita sin porche habitualmente no se cerraba, porque Vadik, ci gran conocedor de pardillos y jilgucros, salia constante-mente a la calle. El nucvo soplOn aparecla tan inesperada-mente en el umbral de nuestra habitación, que no salla-mos de nuestro asombro y apenas si tenbamos tiempo de recoger los manuscritos de encima de la mesa. Sin quitarse el abrigo, tomaba asiento ante la mesa y comenzaba a re-visar los papeles, acompaflando esta labor con diversos Co. mentarios: .xiCuintas estrofas hay aqul! 1Vaya una letra, no se entiende nada! Ella, en cambio —y me sehalaba—, la tiene buena ... , Mandelstam, furioso, Ic arrancaba los manuscrifos de las manos y los rompia en pedazos. Luego tenia que reconstruir de memoria las poesias, y eso Ic en-furecla todavIa mis.

cCómo es que viene usted en horas de trabajo?, Ic preguntaba: ci soplon se hacia pasar por obrero, no sé si

258

fresador o mecánico... Le respondia diciendo que tenla permiso o bien que trabajaba en ci turno de noche. cEs que Ic dejan salk de la fabrica cuando usted quiere?, le preguntabamos, pero a el todo Ic daba igual y nos respon-dia con In primero que SC IC yenta a la mente, sin preocu-parse lo mâs minimo de La verosimdirud de sus respuestas. Después de echarle, Mandeisram me decIa cada vcz: Se-guro que ya no vuelve.... Le parecia que rendria reparo en volver a una casa donde ya sablan quiEn era... iVanas es-peranzas Pasados dos o tres dias mdc empezaba de nuevo. NingUn tonto confesaria a su jefe quc habia fraca-sado en su misión... Un agente desenmascarado no valia nada...

En aquel entonces, Mandeisram trabajaba en eLa men-diga': dcsgraciado aquél a quien como su sombra asusta ci lacirido de los perros y Ic siega ci viento cuando dcci-dio ilamar a la GPU y pedir una entrevista con ci coman-dante. La consiguiô, en contra de la costumbre; Ic normal habria sido escribir una solicirud, pidiendo esa entrevisra, y depositar la carta en un buzôn especial en ci mismo cdi-flcio de la GPU. En nuestro pals, la relaciôn con cuaiquier tipo de autoridades se reahza por ese procedimienro. Me enteré de lo sucedido cuando ya estaba fijada la hora de la cita y juntamente con él me dirigi a la ccasa grande. Des-pues de su crisis cardlaca, ocurrida en ci verano de 1936, Mandeistam evitaba salir solo. Ni siquiera a la cabina rele-fonica habria ido sin ml, de no hallarse la central a dos pasos de la casa. Natasha me conté clue un dia salieron juntos a pasear y Mandeistam la lIcvo a la estación, ilamô a la GPU y preguntó 51 Se habia fijado ya el dia de La audiencia. Le pidio que no me dijera nada a ml, porque sabia que yo me opondria: nada se conseguirla con esa gestiôn y no convenia hacerse rccordar...

En la GPU, después de unas breves palabra.s, nos dieron un pase pan dos: en Voronezh sablan que Mandelstam estaba enfermo y no saila solo. Nos recibio el suplente del jcfc, hombre de tipo militar corriente, ripo muy extendi-do entre los dirigentes de los aparatos represivos. Mandels-tam afirmaba quc los manwnlan cspecialmente para las relaciones con el mundo exterior, para que en sus rostros anchos y abiertos no pudiera leerse lo que ocurria dcntro>. El hombre que nos rccibió se paso pronto a la

259

industria cinematografica y Shklovski afirmaba que se po-dia tratar con El, clue era un tipo comprensivo... Es pro-bable que Fürmanov, el hermano menor del escritor, quc siguió la misma senda, gozase tambien de simpatIas entre Jos medios cinematograficos.. Aunque hay infinidad de personas con esa biografia en ci mundo del cihe. Tambien son muchos en otros lugares, sobre todo en los institutos cientificos y en ios centros de enseflanza superior; se dedi-can al trabajo cientifico en las cátedras de literatura, fib-sofia y economia. Los admiten en todas panes de muy buen grade: esto se califica de .reforzamiento de los cua-dross. Yo tengo la impresión de que hacian pasar cons-cientemente por Ins corganismos de seguridad a masas de jóvenes para que se instruyeran y educaran. Luego los sol-taban a la vida libre, Pero ebbs jarnás olvidaban su alma mater. Habia entre ebbs buenos chicos que, estando ebrios, contaban muchas y divertidas historias: cómo Vi-

vian y servian alIT y cómo consiguieron su libertad. En el Instituto Pedagogico de Chuvashia conoci a un buen chico de esos. Preparaba una tesis sobre Ia base material de los koljoses de Chuvashia y se quejaba de que era un proble-ma endiabiado. Me comb clue, terminados sus estudios se-cundarios y en busca de aventuras románticas, habia ingresado en la policia secreta y tuVo clue pasarse horas en-teras, con frio y calor, ante la casa donde vivIa un VICjO y vigilar a todos cuantos lo visitaran. Pero todo ci mundo parecia evitar su trato y él, tun viejo podridoi, tampoco asornaba las narices a la calle; se limitaba a cotter de yea en cuando los visillos y mirar hacia fuera. Mi amigo pensa-ba a veces que el viejo era ci encargado de vigilar si el jo-yen chequista aguantaba alli las horas prescritas o se marchaba a beber una cerveza,.. .Si no, qué necesidad tenla de mirarme? ,Qué Ic interesaba?, decia perplejo ml interlocutor, uno de esos a quienes Ajmátova y yo habia-mos bautizado de .Vasias. Los que montaban guardia an-te la casa de Ajmitova lo pasaban mejor: de yea en cuan-do recibia visitas, no la dejaban sola. A •Vasia Ic habian dicho que el .viejo podrido* era un antiguo mencheique.

La genre no trataba mal a los individuos que pasaban de la policia secreta a trabajar en sus instituciones. Se decia que entre ellos jamás reclutaban a los soplones y eso es completamente légico: es mucho más facil que una da-

260

ma o on joven de familia intelectual o aristocrâtica ganasen la confianza y provocasen las confidencias que on ex che-quista. Además, la gente que •reforzaba los cuadros ' no temia a La reduccion de plantillas y por eso participaba menos en las querellas interiores, orientadas a la elimina-ción del rival.

El jefe de la policla secreta de Voronezh nos recibió en on inmenso despacho clue tenia las mismas puertas y at-marios que el del juez de Moscü. Preguntó a Mandelstam qué asunto Ic trala y nos miraba con evidente curiosidad. No nos habria recibido, en contra de la costumbre, movi-

do pot la curiosidad de vet qué pãjaro tenla en la jaula? También Ins jefes estin sujetos a las debilidades hurnanas. Pero creo que a on general soviftico no podia impre-sionarle Mandelstam. No era asI como debian imaginarse los hombres de esa institución a un escritor. Demacrado, con [as mejillas hundidas, exangUes los labios, Mandels-tam parecla estar .semi muerto., como se califico él mis-mo en cLa mendiga., al lado del general bien afeitado, de rostro fresco y sonrosado, de anchos hombros, que ya em-pezaba a engordar, pero que mantenia aün so apostura.

Manddstam Ic dijo que habia venido pot dos motivos. El primero era: dcómo ganar dinero pan vivir? A un de-portado no In admitian en ninguna instituciôn, ya que de hacerlo la persona que Ic these rrabajo seria despedida lo mismo que fl acusada de falta de *vigilancia. Las bolsas de trabajo no exisrian. Corno podia ejercer so derecho al trabajo? En la actualidad, renia rodas las puertas cerradas, Pero mientras fue admitido habia planteado esa cuestión en reiteradas ocasiones a las organizaciones soviéricas y de partido. La tltima vez, en el verano de 1936, consiguió llegar al Comité Regional del partido, donde planteo so problema de trábajo. Le dijeron: •Debe comenzar por el principio: emplfese como vigilante nocturno o encargado de on guardarropa y demuestre de In clue es capaz. -. Pc-to eso era pura hipocresia. No In adrnitirIan como vigilan-te nocturno a causa de la misma evigilanciav y, además, si on intelectual aceptara ese trabajo, podria interpretarse como una manifestacion polltica. Todas las organiza-ciones, empezando por la UniOn de Escritores, afirmaban que Mandeistam no tenia ninguna relación con ellos y pot eso no tenian que ocuparse de buscarle trabajo, y no In

261

harlan. Por Ic visto, dijo Mandeistam, .la ünica organiza-den que tiene relaciôn conmigo es Ia de ustedes. Y como a los condenados al campo les aseguran ci trabajo, Ic gus-tarla saber si esa regla no se aplicaba tambiEn a los depot-tados. -

El jefe Ic respondió que los organismos de stguridad no se dedicaban a proporcionar trabajo a los deportados, ya que seria cuna carga demasiado pesada., que no es preci-sa, ya quc los deportados pueden dedicarse a lo que quieran y, como CS sabido, en nuestro pals no hay paro.

•dA qué se dedica usted ahora?, pregunté a conti-nuación.

Mandeistam Ic respondio que como carecia de todo tra-bajo remunerado, se dedicaba al estudio del idioma y de la !itcratura espanolas, en particular de un poeta, de na-cionalidad judia, quc permaneció encerrado largos aflos en las mazmorras de La inquisiciôn y componla cada dla on soneto. Una yea en libertad, anoté sus sonetos, pero al poco lo volvicron a detener y lo encadenaron. No se sabe si coritinuó entonces su actividad poética... No podria or-ganizarse en ci club de la MGB on circulo de estudio del espanol y conuiarle a €1 su dirección?

No puedo asegurarlo, pero creo clue en la época quc fuimos recibidos pot ci general, ya conocIamos la deten-ción de los hispanistas de Leningrado y pot esta razón MandcLstam e!igio entre todas SUS ocupaciones precisa-mente esa.

El ide quedo muy sorprendido al conocer los proycctos hispanistas de Mandelstam y respondio quc Cs pOco pro-bable que a ''nuestros muchachos" 'CS interese ci espa-fbI,. Crco quc ni siquiera apreció ci reLato sobre la in-quisición; debia sentirse perplejo ante ci extraho set clue tenla enfrente de si. -.

cY pot qué no Ic ayudan sus paricntes o amigos?x preguntó de pronto. Mandeistam le respondio que no tenia parientes y quc los amigos, al verb, se vuelven de espaldas y no tcsponden a • sus cartas. cUsted misino comprende pot qué...

cA nadie Ic prohibimos quc trate con los deportados, contestó ci general con bonachona nsa y propuso clue Ic expusiéramos ci segundo motivo de nuestra visita.

Se trataba de sus poemas. Mandclstam dijo que podia

262

enviarle por corrco todos sus nuevos poemas. Para que no tenga usted necesidad de hacer perder ci tiempo a sus Co.

laboradores*, explicO. Tenia muchas ganas de repetir, Se-gun me confesO más tarde, las palabras del jefe: .nuestros muchachost.: .xQué necesida4 tienen "sus muchachos" de it a mi casa en busca de los poemas?*, pew, pot sucrte, se abstuvo de esa terminologla profundamente patriarcal...

El general era cada vez mâs benevolente. AsegurO a Mandeistam que a su instituciOn no it interesaban los ver-sos, que solo combatlan la contrarrevoluciOn! cPara qué necesitamos sus poemas! iEscriba to quc quiera!s., Pero en ci acto, afladiO: çY pot qué escribiO ese poema que fue la causa de todo? Se asustO de la colectivizaciOn?'. En los medios del partido estaba admitido hablar del proceso de la cxpropiaciOn corno de algo pasado; se reconocia con ele-gancia que fue una medida necesaria y util, thubo, claro cstâ, excesos, no lo podemos ncgar, y se llevO a cabo con tanta decision que afectO el sistema nervioso de aigunos ciudadanos poco estables. La respuesta de Mandeistam fue muy imprecisa: at parecer, Pero no del todo. -. tat yea, pe-to no solo...

Durante nuestra conversaciOn, In llamaron pot telefono y recordamos sus replicas: $1, si... es una calumnia.. Mándelo, lo formalizaremos.... Comprendimos que esta-ba decidiéndosc ci destino de alguien y se preparaba una orden de detenciOn por una denuncia: alguien habia dicho atgo. - Eso era suficiente Para desaparecer de la vi. da. Las conversaciones más corrientes, esas que se man-tienen en cualquier pals a excepciOn del nuestro, podlan servir de prueba de icusaciOn. Al separarnos de amigos con quienes habiamos estado charlando en confianza, so-ilamos hacer ci siguiente balance: .Hoy hemos dicho to suficiente Para diez afios..

Nos despedimos muy amistosamente del jefe. PreguntC a Mandelsiarn: cQuC necesidad tenlas de barer esa Come. dia?.. Mc respondiO: Para que sepn, y yo con la habitual lOgica femenina vocifere que clios de todas formas lo sa-ben todo..,. Pero no consegul estropear ci buen humor de Mandeistam y estuvo alegre varios dias, recordando los de-talles de la conversaciOn. Algo, sin embargo, consiguiO: los soplones desaparecieron como por ensalmo y no vimos

263

a ninguno de ellos hasta ci final de nuestra estancia en Voronezh. Y, en realidad, qué falta hacian? Los poemas, de todas formas, Ilegaban a donde era preciso, bien es cierto que en Mosth y no en Voronezh, por mediacion del vigilante Kostyriev y las redacciones de las revistas.

Cabe preguntarse por qué retiró el general a sus agentes en vez de acusar a Mandelstam de calumniador y dat una orden de arresto. Tal vcz segula vigente el mandato de caislar, Pero conservar. o bien que Mandelstam depen-diera de Moscü, y Voronezh mandaba a sus soplones pot un exceso de celo, para demostrar que tampoco ellos se dormian. Es posible, asimismo, que el general se hubiera permitido cierto hberalismo. Sofia ocurrir: tambien ellos eran seres humanos y tal yea aigunos estuvieran ya cansa-dos de matar. Lo extraflo es que todo esto lo haclan perso-nas de lo mis corriente, .gente como vosotros, con los ojos hundidos en las órbitas, tan capaces de juzgar como vos-otrost.. Cómo puede explicarse eso? eC6mo entenderlo?, y una pregunta mks, para qué?

Mi onomästica

El plazo de los ties afios de exilio finalizaba a mediados de mayo de 1937. Pero, ,quién se preocupaba de los retrasos? No somos formalistas: el plazo es cuestiOn de suerte y no de derecho: pueden reducirlo y también aumentarlo, depende de la suerte que tenga cada uno. Los deporrados con experiencia, como pot ejemplo, los de Cherdin, se alegraban si sobre la marcha les afladian varios afios mIs, ya que el procedimiento juridico del .suple-mento de aflos, significaba una nueva detencion, nuevos interrogatorios y acusaciones. AdemIs, la deportacion serIa a un lugar nuevo, desconocido y tanto los exiliados como los condenados a campos detrabajo saben lo importante que es mantenerse lo mis posible en un mismo lugar. En ello radica, fundarnentalmente, la posibilidad de salva-ción: se hacen amigos, que se ayudan muwamente a so-portar las terribles condiciones de vida, se proveen de un miscro ajuar, echan, por decirlo as!, rakes y gastan menos

264

fuerzas en la iucha por la existencia. Pero, ia qué habiar de deportados! Para cualquier persona ci traslado en nuestras condiciones es un esfuerzo superior a las posibili-dades humanas: no en vano se aferra la genre de ese mo-do a su vivienda. Tan solo Mandeistam, incorregible vaga-bundo, Para quien resultaba insoportabie ci solo pensa-miento de permanecer per fuerza en un sitio, podia sen-tirse a disgusto en Voronezh y soflar con un cambio de re-sidencia. Ningón cambio trae nada bueno, sOlo calamida-des.

En abril hice un viaje a Moscü, Pero me persuadi de que tenia delante de ml tin muro iiso, imposible de hora-dat. Para tranquihzar a Mandeistam le escribi a Voronezh dicifndole pie se aproximaba ci final del plazo prescrito y que pronto nos trasladarian a alguna otra parte. Mandeis-tam no reaccionO de ningün modo a mis palabras de con-suelo. Pero mi madre pith ci anzuelo y se presentO en Vo-ronezh Para acompañarie y permitirme un nuevo viaje a Mosth en busca de nuevas esperanzas.

Por qué me habrin dado ci nornbrc de Nadiezhda * en los umbrales del nuevo siglo, al comienzo mismo del frati-cida siglo xx? No hacia mIs clue oft de boca de amigos y conocidos: •No esperes que te ayude alguien, todos Sc han hecho ya a la idea de que esráis perdidos... No esperes re-cibir ayuda particular... No esperes encontrar trabajo... Nadie Iceri tu carta, no lo esperes... Nadie cstrcchari tu mano, no lo esperes... Nadic tc saludarã al verte, no lo es-Peres... lQttE cosas se te ocurren!.. Pero, ,qué podia espe-rat? No se puedc vivir sin csperanzas, Pero pasibamos de una esperanza falhda a otra. En Voronezh solo podiamos vivir a base de ayudas particulates, segün nos dijo ci mag-nánimo jefe dc la MGB, Pero nos convencimos dc pie tampoco podiamos confiar en ellas y pot eso, a excepciOn de la esperanza del traslado, no nos quedaba ninguna otra.

El 16 dc mayo de 1937 nos presentamos en la direcciOn de la MGB, ante la misma ventanilia donde tres aflos antes habia cntrcgado Mandeisram ci papeliro cxpcdido en Cherdin y a través de la cuai dcbia conversar con el Estado acerca de su destine. Than a presentarsc alli Ins adscritos;

Nadiezhda en ruso signiflea .esperanza.. (N. de la T.)

265

algunos, una vez al mes; otros, cada tres dias. Era mucha la morralla humana que ci Estado tenia en su mira y pot e!lo se formaba junto a La ventani!la una nutrida cola. No sospechabamos siquiera que esa muchedumbre era un in-dicio de estabilidad y bonanza, pues continuaba !a época que Ajmátova habia calificado de .relativd vegetarianis-mo.. Todo se aprende por comparación. Poco después id-mos en La prensa que Ins condenados a trabajos forzados en la época de Yagoda Vivian en los campos como si fueran sanatorios. Todos los periódicos, al unisono, acusa-ban a Yagoda de proteger a La chusma proscrita y conde-nada. .Resu!ta —nos dijimos el uno a! Otto— que estába-mos en garras de humanisras. i QuiEn lo dirla!'.

A mediados de mayo de 1937, la cola ante la ventani!la era minuscula: unos diez a quince intekctua!es cit aire sombrlo y deteriorado. .Se ban ido de Voronezh*, me su-surró Mande!stam. Comprendimos inmediatamente de qué se trataba: la mayorla de los adscritos cumplian con-dena sup!ementaria y no hablan mandado ninguna patti-da nueva. El periodo vegetariano estaba terminado. Ya no se concedia ningün *menos ni adscripcion. alguna. Des-de la circel se abrian ünicamente dos caminos: al campo o al otto mundo. A!gunos consegulan La merced de La reclu-sión carcelaria. incluso a las esposas y a los niflos casi deja-ron de exiliarlos; preferian internarlos en carupos espe-ciales. Para los nifios, incluso Ins más pequeños, organiza-ron casas especia!es. Velan en elks a los futuros vengado-res de sus padres. .Seguro que Liova Gumiliev tiene a!go en su expediente, me dijo Surkov en 1956. cHan fusi!a-do a so padre! i Segurc, que e! ha querido vengarlo! ... i. Es curioso que Surkov me !o hubiera dicho a ml: contagiado de la psicologia caucasiana, consideraba que la venganza cit sangre era cosa de hombres y no de mujeres... Pero an-tes de 1937, los vengadores potenciales todavia eran de-portados y lienaban las colas ante !as ventanillas de Las co-mandancias provinciales. Cuando l!egamos a Voronezh encontramos alil a! javen Sto!ietov; vagaba soLitario y me-dio demente por Las cal!cs maidiciendo a so padre, clue re-sultó 5cr un csaboteadori.. En 1937, ci hijo de un fusilado no habria sido enviado a Voronezh, sino directamente al campo, tras Las espinosas alambradas. No ie habrian servi-do de ayuda sus recriminaciones al padre, recriminaciones,

266

que dicho sea de paso, nadie crela, incluidos Mandeistam y yo. Pero habia hijos que maldcclan sinceramente a sus ejecutados progenitores. Después de muerto Mandelstam, vivi an cierto tiempo en un suburbio de Kalinin (Tver) donde residian varias esposas que, pot casualidad, no fueron enviadas al campo, sino al destierro. Allf instalaron a un joven de catorce aflos, pariente o allegado de Stalin. Lo cuidaba una tia quc vivIa cerca, también desterrada, y su antigua preceptora. Los padres del joven desaparecieron como tragados pot ci abismo. El joven se pasaba ci dia maldiciendo a sus padres, traidores a la clase obrera y enc-migos del pueblo... Habia hallado una formula en conso-nancia con la concienzuda educaciOn recibida. ,Stalin es mi padre; no necesito a ningün otrop y recordaba at héroc de los libros de lectura soviéticos: Pavlik Morozov, quien a su debido tiempo supo denunciar a sus padres. A ese jo. yen ic atormenraba la idea de no haber descubierto opor-tunamenre la criminal actividad de sus padres y no figu-tar, a causa de ello, en las antologlas soviéticas. La na y la preceptora solo podian callar. Sabian to que haria su pupi-lo en el caso de que dijeran una sola palabra. Pucs bien, ese chiquillo, después del año 1937, se quedO a vivir allffil libremente, pero la cxcepciOn solo confirma la regla. A Voronezh no volvieron a enviar mIs deportados.

Sin ninguna ft ni esperanza estuvimos esperando una media hora en la exigua cola: c,Qué sorpresa nos depara el destino?x., me susurrO Mandelstarn, acercandose a la ventanilla. Una vez alli, se idcntifico y preguntO si habia algo para él, ya que el plazo de su extradiciOn estaba aca-bandose. Le tendieron un papehto. En el primer instante no ilegO a entender lo que alit ponia, luego IanzO una exclamaciOn de sorpresa y regresO a la ventanilla: cEnton-ces, puedo it a donde quiera?, preguntO. El funcionario de guardia vociferO afirmativamente —siempre hablaban asi a Ins visitantes— y comprendimos c lue Ic devolvian la Iibertad. Pot toda la cola que esperaba lânguidamenre detrás de nosotros corriO como una chispa electrica. La gente se agitO y comenzO a susurrar. Nuestro caso habia despertado evidentemente sus extinguidas esperanzas: si han soltado a uno, cal vez In hagan con ottO.. -

Tardamos varios dIas en Iiquidar nuestros enseres. Pese a nuestra miseria hablamos acumulado alguna que otra

267

cosa: un cubo, un caldero pan agua, una sartén, una plancha —Mandelstam habla escrito a Benedicto Livshitz que yo planchaba a la perfección las camisas—, tin hornillo, una lámpara, un colchón y un somier, ta-zones, platos, dos o tres cazuelas, etc. Todo eso se corn-praba en ci mercado y costaba muy caro: cada ad' quisición habia sido un acontecimiento, Pero nos resuita-na rnás caro todavia SI SC flOS ocurriera ilevarlo con nos-otros: los cocheros y los rnozos nos habrian arruinado, aunque la palabra arruinar no era la adecuada en nuestra situación. Vendimos parte de las cosas, Pero la mayoria las regalamos. Qut falta nos hacian en Moscü los cubos, pot ejemplo? AID habia agua corniente... No se nos ocurda dudar siquiera que regresabamos a MoscU: si en una época tan cargada de amenazas no le habian aumentado la con-dena, era evidente que su regreso a La capital estaba deci-dido. Y recordarnos, ademas, que la reserva de la casa du-raba tres aiThs enteros... Los escritores, reducidos a una so-la habitacion, habian solicitado numerosas veces la requisa de nuestro palacio y acudian a mi madre para vet de qué supet-ficie disponia. Pero ella no los dejaba pasar y en el mismo umbral Ics Ianzaba una filIpica explicandoles, de acuerdo con la ética tradicional de los intelectuales, cémo debia portarse un escnitor con respecto a so desterrado co-lega. - No pensamos en Kostyriev, porque segulamos con-fiando en la elemental decencia de los representantes de los organismos sociales: In habla garantizado el mismo Stavski. Eso significaba que dejaria libre la vivienda tan pronto como la necesitase so dueflo... Recordamos asimis-mo la frase de Stalin durante su conversación con Paster-oak: .Con Mandelstam todo Id bien,... Pero nos olvida-mos inexplicablemente de las prevenciones de Vinaver y tambien de donde viviamos.

Unos dIas más tarde, nos hallabamos en la estación de Voronezh, sentados sobre una montaha de cosas. El dine-to traldo de Moscü nos habla liegado solo para tres bille-tes: —mi madre estaba con nootros—. Nadie nos acorn-pañó. Fedia trabajaba y Natasha renia una clase. Natasha era macstra y Mandeistam le dedicaba siempre poemas festivos: .Si Dios supiera que Natasha es pedagoga, diria, poe Dios, retirad a esa profesorat...

En la vispera 00$ despedimos de ellos, bebiendo una

268

botella de vino y Mandeistain no dejaba marchar a Na-tasha, aunque ella se lainentaba de que su madre estarla inquieta... También para esta ocasiOn hay un poemita: cLlegO Natasha. De donde vienes? No habris comido, no habras bebido... Pero la madre, sombria como la noche, nota que la hija huele a vino y a cebollat...

Ibamos contentos y lienos de las más risueñas esperan-zas. Hablamos olvidado pot completo In engafiosa c iluso-na que es aquella en cuyo honor me habIan dado ci nombre.

Un dia de mäs

Abrimos La puerta de la vivienda con nuestra propia have y vimos sorprendidos que la casa estaba vacia. Sobre la mesa habia una lacOnica nota de Kostyriev comunicândo-nos que se habia trasladado con su mujer e hijo a la casa de campo. En las habitaciones no quedaba ni un solo tra-po de su pertenencia, como si nadie hubiera vivido All, como si nadie se hubiera ilevado poeslas para copianlas, iii escuchado mis conversaciones con mi madre, mi hermano y los pocos amigos que se atnevian, pese a todo, a visitar-nos... Por qué decidiO Kostyriev desaparecer? En todo Ca-so no fue por delicadeza. - Consideramos de buen augurio su .ausencia: habia prometido dejar libre la casa tan pronto Ic theta necesania a Mandelstam y el hecho de clue no es-tuviese, significaba que se Ic permitla regresar de verdad...

La ausencia de Kostyriev y la realidad de has conocidas paredes y objetos —ha cama, las cortinas, las cazuelas y los estantes con un punado de libros— ocultaron de pronto todo U, vivido en Cherdin y Voronezh. Nos hicimos La ilu-sión de que esa era la verdadera casa donde hablamos ivi-do y volverlamos a vivir después de unto vagabundeo in-comprensible e innecesario. En un instante se produjo la fusion del pasado y del presente, cuando de pronto un trozo dc nuestra vida, metido como una cufla entre elks, impuesta desde fucra y no elegida libremente, se empañO y desprendlO. Gracias a su capacidad de vivir con el pie-

269

sente, Mandelstam sabla pant de un periodo a otto, sin mirar hacia atris. Esto se refleja también en sus poesias con su clara division de ctapas. Pot cilo, cuando entrO en Ia casa, sus tres años de exilio perdicron dc pronto toda verosimilitud y el proceso de fusion se hizo sobre la marcha, sin previa preparaciOn, de pronto, de inmediato..

A veces los trozos de vida se fusionan unos con otros, Pero otras, eso no se consigue. Ya conté cómo no quisieron unirse cuando nos fuimos a Cherdin. Pero de regreso a Moscá, tuvimos la impresión de que no nos ha-biamos marchado. Muchos conocen ese proceso de fusion. Lo experimentan los presos de los campos una vez libera-dos si tienen a dOndc volver. Pero ingentes muche-durnbres han permanecido tanto tiempo en *las redes que a su regreso sólo encontraron escombros: las mujeres flieron también deportadas, los padres habian muerto, Ins hijos habian desaparecido o se habian convertido en extra-flos. Para eHos no habia mis remcdio que empezar de cero y su vida, en este caso, se componha de varios trozos impo-sibles de unit. A veces, los trozos de vida se fusionaban no pot ci retorno al hogar y a La familia, sino por la vuelta a la profesion propia, despues de largos aflos de traba-jos forzados, impuestos. Yo logre evitar el campo de tra-bajos forzados, Pero también vivi la experiencia de los tro-zos de vida fusionados. En esos instantes el set humano vuelve a set el mismo y se arroja la mascara que por volun-tad de las circunstancias tuvo que Ilevar, al igual que ci Ilamado en la historia ,Miscara de hicrro. A muchos de nosotros se nos permitia vivir bajo la condicion de ocultar nuestro verdadero yo y fingir set uno mis de aquellos quc formaban la sociedad en que viviamos. En esas condi-clones no se debia revelar ningün vinculo con el propio pasado. El campesino acusado de .kulak podia salvarse si se convertia en peOn en el mornento debido y se olvidaba Para siempre de La tierra. Entre la notificacion de la mud-te de Mandelstam y el instanteen que extraje del escondi-te y puse sobre la mesa, mejor dicho sobre la maleta, pot-que no tenia mesa, el puflado de poemas salvados, habian transcurrido casi veinte aflos y durantc todos esos aflos flu otra persona y - ilevé, pot decirlo asi, una rniscara de hierro. En realidad a nadie podia confesar que no vivia si-

270

no que esperaba en secreto ci momento de volver a set yo y decir sin tapujos lo que pensaba y ocultaba

Los trozos sueltos de mi vida se unicron en 1956, Pero en mayo de 1937 no podia producirse ninguna fusion: la tendencia histOrica no conducia a la union de las partes segregadas, sino a la profundizaciOn de la ruptura entre ellas; ci dia en que ilegamos a Moscü fuimos vicrimas tan sOlo de una ilusiOn 6ptica, de un clarisirno engaflo de los sentidos. Pero gracias a esa ilusiOn, Mandeistam iogrO con-seguir *un dia de más.

En una vida como La nuestra, todos se dejan ilusionar de buena gana. La gente se esfucrza per creel en algo, aferrarse a algo Para recobrar ci sentido de la rcalidad. El set humano, rodcado de ficciones, se refugia volunta-riamente en una actividad ficticia, entabla relaciones ficti-cias con los dcmás o un amor ilusorio, con tal de tenet un asidero. .Nos parece quc todo marcha como es debido y quc La vida continUa, Pero es Unicamente porque fun-cionan los tranvias, dijo Mandeisram mucho antes de su primera detenciOn, un dia quc esperábamos el tranvia en la parada. La casa vacia, donde nada nos recordaba a Kosty-ricv, y ci estante de los libros cran un pretexto mucho mâs váiido Para hacerse ilusiones que ci abarrotado tranvia de antes de la guerra. Además nos animabarnos uno a otto con gratas recordaciones: cStalin dijo o bien .Stavski dijoz.. En aquel entonces ya sabiamos perfectamente ci valor que tenia en nuestro pals La palabra —la mäs terrible de rodas Las ficciones—, Pero procurabamos no pensar en ello pan conservar la bendita iiusiOn. En vez de caer en el abatimiento, enjuiciar serenamente la situaciOn y liegar a terribles conclusiones, dejamos nuestras cosas en rncdio de la habitaciOn y fuimos en ci acto a vet .a los franceses', en ci pequeflo musco de la calie Kioporkin.

•Si algun dia vuelvo', soila decir Mandeistam en Voro-nczh, ciré de inmediato a "Los franceses''.. Maria Ve-niaininovna YUdina sc din cuenta de la nostalgia que sentla pot la pintura francesa; no se olvidaba de ella ni cuando YUdina, de gira per Voronezh, tocaba Para ei. Para consolarle, le enviO un album que acababa de editar ci musco. Pero las reproducciones, que eran, adcm&s, bas-tante defectuosas, no hicieron mâs que incrementar su de-seo de vet los originales. Sin cambiarse de ropa y apenas

271

terminada la sempiterna taza de té, corrió al museo a la hora exacta de su apertura. Sc disponla igualmente a vlsi-tar a Tyshler: 'Hay que verlo antes de que ocurra algoi... Habla apreciado a Tyshier muy pronto, casi desde Ia pri-mera exposición de SUS dibujos... cTü no sabes bien lo clue vale tu Tyshier., me dijo al liegar a Yalta, La ültima vez que vio a Tyshier y sus trabajos flue en matzo de 1938, poco antes de su fin.

La can-etc/a de Besarabia

Nuestro primer visitantc flue Ajmátova. Vino a vernos ci primer dia clue liegamos, pues hizo coincidir so viaje con ci nuestro. Yo estaba tumbada en la cocina con un terrible dolor de cabeza y Mandeistam recorria esa dimi-nuta habitacion —que llamábamos santuario— y recitaba sus poemas a Ajmitova. Rcndia cuentas ante ella del Se-gundo y tercer cuaderno de Voronezh. Desde su más temprana juventud se habla estabiecido entre etlos la cos-tumbre de leerse mutuamente cada estrofa cscrita. Aquel dia, Ajmátova recitó ci poema dedicado a Mandeistam, cuando nos visitó en Voronezh, clue terminaba con las si-guicntes palabras: .Pero en la habiracion del poeta proscri-to, montan la guardia tan pronto la musa como el temor.... En efecto, cuando Ajmatova fue a visitarnos a Voronezh, todos sufrimos un acceso de miedo, de un miedo absurdo y torturante. Ocurrió una tattle, en la casa del agente clue frela Ins ratones. Estábamos scntados a la iuz de una lam-para de perróleo. Habian desconectado la elcctrieidad, Co-mo sollan hacerlo con frecuencia en las provincias. Dc pronto, se abrio la puerta y cntró en la habitacion, sin prcvio aviso, Leónov, el bióiogo de Tashkent con un acompahante. No teniamos ningün motivo para temer: sabiamos quc ci padre de Leónov vivia en Tashkent y clue éI to visitaba con frecuencia. El. propio Leónov, una espe-cit de anacoreta o derviche ruse, un uilosofo de andar pot casa, siempre algo bebido, era persona de toda nuestra confianza. Nos In habia presentado Kuzin y a partir de entonces venia a vernos de vcz en cuando para desaparecer luego otra vez en su universidad de Tashkent, en Ia cual

272

habia trabajado en tkmpos con Polivanov y se habia afi-cionado a La filosofia y a Ia poesla. Por qué nos asusta-mos? Cuando estabamos con Ajmitova siempre tcniamos la impresión de set unos conspitadores, por lo menos, y nos podia asustar cualquicr cosa. Ademis, todos Ins ciuda-danos soviéticos Sc asustaban de los visitantes imprevistos, de los coches quc se detenian junto a la casa, del ascensor que subla pot las noches... Cuando Ajmitova Ilego a Vo-ronezh, ci miedo no montaba guardia todavia, se Limitaba a atenazarnos La garganta de vez en cuando. En Moscü, pot ci contrario, los dias en quc estuvimos embargados por la ilusión, no tcmiamos nada. Se habia aduenado de nosotros una tranquilidad inexplicable, confiabamos, no sc pot qué, en la cstabilidad dc nuestra vida. Parece in-cicible, pero Cs un hecho.

Dc aquellos dias de Moscü conservo recuerdos extrafios, fragmentarios, aigunas imigcnes muy claras y Cntte elias vacios imposibles de reconstruir. Una imagen muy clara en La cual participa Ajmitova es la insoportabie espera dc Jardzhiev, que habia prometido venir con una botella de vino, pero SC retrasaba imperdonabiemente, como solo sa-ben hacerlo los moscovitas cuando ninguno tenia reloj y los tranvias y autobuses circulaban como its daba la gana. Ajinitova se cansô de esperar y se fue; en aquella ocasiOn vivia en casa tie Tolstaia. Pese a todo, Jardzhiev se presen-té. cHay que hater clue vuelva., dijo Mandelstarn, y liamó pot telefono. Era la hora puma: Ajmitova habia perdido el tranvia e hizo todo ci camino a pie; no habia hecho mis quc Ilegar, cuando Ic dijeron: •Regrese. Emprendió de inmediato ci viaje dc regreso, como Febo en ci libro tic la .AntologIa de la tonteria antigua., colecciOn de pocsias festivas que escribieron en los dias tic su despreocupada juventud Giumuiliev, Gucorgui Ivinov, Lozinski y Man- delstam: cRueda pot los cielos en su cairo ci dorado Febo y mahana repetiri ci misino recorrido de nuevo'.

Estibarnos sentados en Ia habitaciOn grande (que ahora llamibamos de Kosryriev) y cuando Lleg6 Ajmitova regre-samos a la nuestra, muy estrecha y pequeña, tie paso, arravesada pot un armario. Ttas ci armario solo habia una mesita y un colchOn encima tie un somier con patas. La genre que no dispone mis que tie una habitaciOn, se acos-tumbra pronto a prescindir de las camas. El somicr se ado-

273

sa habitualmente a la pared, pero ahora lo colocamos en medlo cit la habitaci6n 1 temkndo a las chinches. Ocupa-ha casi todo el ancho de la habitacion, dejando tin estrecho paso hacia la ventana, muy ancha y abierta. Yo trajinaba en Ia cocina y etlos tres estaban sentados en ci somier. cEs la carretela de Besarabja., dijo. Mandeistam cuando yo cntré. tUna terratenjence arruinada, su admi-nistrador y yo, ci judIo.

En las relacioncs de Ajmitova y Mandelstam Sc notaba siempre que su amistaci databa de los años de su alegre c inconsciente juventud. Al verse, rejuveneclan y se haclan cdt constantemente. Tenian sus propias palabras, su len-guaje familiar. Los accesos dc locansa que Sc apodcraban de ellos cuando estaban juntos se liamaban .grandcs risos. Al verbs rcsuitaba imposible creer que se trataba de dos seres atormentados, condenados; dirlasc una aloca-da chiquilla que, sin saberbo sus padres, habIa hecho amistad con Un mucrto dc hambre... La expresién gran-des nisos* provenia de cuando Ajmátova posaba para Alt-man y Mandclstam asistia a ]as sesiones. El vecino de Alt-man, un italiano también pintor, al oinles reir a carcajadas entró y dijo: .Veo que teneis aqul grandes nisosi... Tenlan otras palabras tradicionales. Cuando Mandebstam ola con-tar algo muy absurdo, decia siempre: .Y nadie Se sintlé confuso.... Tambien esa frase ticnc su historia. Una vez Ic pidieron a Ajmatova quc visitara al viejo actor G., parali-zado hack tiempo para dare un encargo... La Ilevaron a su casa y la presentaron. El actor la miré con ojos turbios y dijo: 'Una rclaciOn nada intenesante.... Mandeistam, a quien contaron esa visita en tiemposya muy ncmotos, re- sumiô: tY nadie se sintió confusot.. Y, asi, ambas frases continuaron viviendo. -. La vida bach todo lo posibk para clue se olvidaran de reir, pero los dos eran diuicilmente educables.

El cia en que la carreteia de Besarabia tronaba de nsa, surgió una frase mis. Habia hecho una tortilla con los huevos clue trajo Jardzhiev y entré con la bandeja en la habitacion. Los tres tendieron hacia ml los brazos y grita-ron: tEs nuestra mami., y Mandeistam modifico en el ac-to la expresión: cEs mami nunüx. Me enfade: cViejos an-tipaticos, por qué soy vucstra mama?., pero no consegul nada y asi me quedo ci nombre de mamanunü.. -.

274

La imagen de la carretela es la ültima que recuerdo con Ajmitova... Supongo que habria tenido que regresar a Le-ningrado pan una explicación con Punin. Macía tiempo que sus relaciones se habian deteriorado, ni siquiera re-cuerdo cuindo me dijo por primera vez: *No estoy a gus-to.... En Moscü habió con Garshin y eso infIuyo dcfiniti-vamente sobre su ruptura con Punin. Después de su maicha, su lugar en la carretela fuc ocupado por Yajontov y Lilia. Fisicamente Lilia podia pasar muy bien por una damita de Besarabia, pero ella no rela y se esforzaba por aleccionar a Mandelstam en ci espiritu del stalinismo sen-timental, quc también existla... Opinaba clue un escritor que no se consagrase enteramente at servicio de Stalin, era hombre perdido: se Ic cerraban todos los caminos en la ii-teratura, porque, quién iba a leerlo?; estaba condenado al olvido eterno. Lila no dudaba ni un solo momento de que Stalin era ci salvador de la humanidad. Sc disponia tambien a escribir a Stalin para decide que era preciso ayudar a Mandelstain a tomar un camino correcto y pan eso convenia publicar lo antes posible todos su poemas. Mis tarde, esa tendencia recibio ci nombre de .gaponovs-china.. Lilia estaba truly enterada de la literatura poiltica porque era ella quien hacla Ins montajes pan Yijontov. Cada dia nos contaba aiguna nueva historia sobre Ins mi-lagros hechos pot ci jefe. Yajontov no compartia sus ideas y se contentaba con bromear y representar divertidas esce-nas. Uno de SUS nUmeros mIs notables era la imitaciôn que hacia de su propio padre: un funcionario de gran talla, obeso, sudoroso, que temblaba ante sus superiores. Lilia comentaba: •En La Epoca del zar, todos los funciona-rios temblaban.... A veces, Yijontov recitaba cEI profeta' de Lermontov y manipulaba su bastón como si fiuera una marioneta. El bastón se absia paso por entre la muche-dumbre imaginaria, se apartaba medrosamente y se mdi-

naba con toda humildad ante Lilia: cEsti desnudo y es po-brei., declamaba Yijontov seflalando a Mandelstam y Ste lo seflalaba a ei, que en aquella êpoca también era pobre.

* Tornado dci nombre del cura Gapon. que, organize en 1903 urn asociación obrera y dirigió urn marcha pacTflca hacia ci Palaclo de Invier-no, cnielmcntc rechazada por la policla zarista. (N. de la T.)

275

Pew si en aquel periodo no teniamos problemas de dine-to, se lo debiamos a éI.

Cuando nos liege la horade partir, Lilia ofrecio unos libros marxistas a Mandeistam pan que se ilustrase, pero Yijontov dijo: .No hace fain, es completamente inátib y Ic regale su propia Biblia. Tanibién él pertenecia a los di-ficilmente educables Y la Biblia sigue en mi poder.

Ajrnátova conoce bien ci Antiguc Testamento y discute gustosamente sobre sus diversos matices con Amusin, gran conocedor del mismo, a quien yo Ic presenré. Mandels-tam, en cambio, sentia cierto temor del Dios del Antiguo Testamento y de su poder amenazador y totalitario. Decia que la doctrina de la Trinidad del cristianismo habia supc-rado ci poder absoluto del Dios de los judios; y esta mis-ma idea La encontré más tarde en las obras de Berdiaev. Se comprende que tuviéramos miedo del poder absoluto...

La ilusión

Supimos lo que era la iiusion en otoflo de 1933 cuando nos acomodábamos en nuestra ünica e irremplazable vi-vicnda del pasaje de Fürmanov, antes liamada calic de Naschokin; cambiO de nombre en honor a nuestros veci-nos.

Un dia llamo a la puerta un hombre con una mochila en la espalda y preguntó por Alcksandr, el hermano de Mandeistam. En aquellos dias pasaba una remporada con nosorros ci padre de Mandelstam, quien recordo de inme-diato a ese hombre: renla un nombre rarIsimo, Pero utili-nba uno de sus apodos, tat vez ci primero, que era Bubhck. Quise enviarle a la casa de Aieksandr, Para que el mismo se las entendiera con Bubhk; ya estaba harra de genre que iba a dormir a casa de sus conocidos pot falta de hoteles cuando cstaban de paso en Moscü. Pero el abuelo intervino en favor de Bublik: habia estudiado en ci mismo colegio que Alcksandr y se acordaba de €1 cuando era un colegial sonrosado y bien nurrido. c;A lo que ha Ilegado!i., decia ci abuelo a punto de Horar. Era su tema predilecto: cHijos, estais hechos unos inendigos, no tenéis

276

ni camisa.... Mandelstam, quc sabla to que esto significa-ba, me apartO a un lado y Ic invitO a pasar. El rccién lie-gado decidiO tranquilizarnos en el acto y nos explicó de inrnediato que habia sido condenado pot un delito cc-ntn, de forma que no debiamos terner nada: ninguna re-laciOn con el temible articulo cincuenta y ocho. En aquel entonces, Mandeistam sabia que los policias de Occidente usaban porras de goma, Pero Bublik sonriO irOnicamente cuando se Ic hablO de elio: iqSi usted supiera to que hacen con los presos comunes! ' , dijo. Pero ya, a principios de los aflos veinte, nos habian ilegado ciertos rumores de lo quc hacian cbs nuestros., y no solo con los delincuentes.

Bublik era un hombre de indestructible alegria. Se reu-nia constantemente con unos camaradas en compañia de los cuales se disponia a emprender un viaje at norte, quc cesti Ileno de gente como nosotros* y siempre se podia contar con alguna ayuda. No admitla la baflera —en aquel entonces no teniamos aün calentador de gas y calen-tibamos ci agua en la cocina, en un recipiente— y se iba los sibados a tomar un bano de vapor para luego tomarse en casa on vaso de if con un pastelito. Le gustaba mi mo-do de hacer ci te, Pero preferla hacerlo €1 mismo. Le gus-taba trajinar por La casa, clavar clavos, afianzar las tablas, dar cera at piso y sacarle briblo. Habia .Perdido la cos tumbre de la vida familiar y Le alegraba compartir con Mandeistam los trabajos mIs masculinos de nuestra ele-mental existencia. Mandelstam Ic enviaba con frecuencia a Goslit con un poder a su nombre para cobrar sumas bas-tante considerables: nos pagaban el 60 por ciento de La edicion de sus obras completas, clue no se publicO jamis, porque Mandeistam no quiso renunciar at eViaje a Arme- nia., a algunos otros poemas y numerosos articulos. Esa ediciOn, de todas formas, no habria visto la luz porque Bujarin no renia ecorreas de transmisiOnt y en cualquier etapa la habrian guillotinado,

Pero desde el punto de vis-ta tictico nos convenia acceder a un compromiso y procu-rar editar cualquier cosa. La ausencia de obras publicadas permitiO a nuestros dirigentes hacer cotter el rumor de que Mandelsram habla dejado ya de escribir en la decada de los aflos veinre y que pasaba el tiempo en las tabernas. Pith en ese anzueio mucha gente del interior del pals y aün mis en Occidenre, ya que alli la faita de obras publicadas sig-

277

nificaba que ci escritor habia dejado de escribir. -. Cérno se Its puede exphcar que en nuestro pals solia ocurrir lo contrari& Pero la poesla cs una cosa extrafla: no se La pucdc enterrar en vida y resucita pese a los esfuerzos de un aparato propagandlsdco tan pocente coma ci nuestro. En la década de Los años scsenta Ajmâtova me dijo. .Ahora estoy tranquila. Ya sabemos qué vitalidad tienc la poesia...

Bublik traia ci dinero en la cartera y exigla que yo Jo contara: se permitla gastar tan solo 10 necesario para coinprarse un bocadillo a fin de distraer la espera en la co-la de la caja. .Bublik se ha hecho insustituible., decla Mandeistam. Le apreciaba sobre todo per sus grandes co-nocimientos de latin.

Mandeistam mantenla conversaciones diferentes con Ca-da uno de nuestros visitantes. Con Kuzin y los biOlogos habiaba de genética, del élan vital de Bergson y de la en-teiequia aristotéhca. Todos ellos perteneclan a la categoria de narradores y no a la de aquellos que gustan de inter-cambiar sus ideas; Mandeistam, en cambio, preferla es-cuchar a hablar. Kuzin y él iban con frecuencia a los con-cicrtos —ambos eran muy musicales y sabian ci uno silbar y ci otto cantar las obras sinfonicas mâs complicadas. Mar-guhs era igualmente un hombre-orquesta. Iza Jantzin, so mujer, daba ciases en ci Conservatorio. Recuerda con fre-cuencja cOmo ola la msica Mandelstam y cómo ella toca-ba pan fl. Pero Iza vivia en Leningrado y Marguhs deam-bulaba pot MoscU en busca de trabajo. Mandeistam soha deck que Margulis It hacla las veces de una prensa ti-pografica; gran aficionado a la poesla, pedia a Mandels-tam que Ic enseñase cada nuevo poema, se lo aprcndia de memoria o lo copiaba y de ese modo lo hacla circular. Habia comenzado la era de la literatura manuscrita, complicada per el hecho de que durante los registros se confiscaban tanto los manuscritos como los ibros ya publicados.

Solia venir a vernos Chechanovski, con quien trabaje a principios de Its aflos treinta en la revista cPara una edu-caciOn comunista.. Le invitábamos especialmente para dis-cutir con un marxista. AEI desarrollo —decla Chechanovs-ki— es ci progreso. No permiriremos quc Mandeistam nos quite ci progreso.... Put a Chechanovski precisamente a quien encomendaron la tarea de proponer a Mandelstam

278

que renunciase al cViajc a Armenia.. No se sabe Sl SC de-dicaba a tareas de información. Parccc que no, mas no tienc importancia. Mandeistam no ic leyó ci poema fatal y Ic proporcionaba cada velada otros muchos morivos pan ia detención: en nuestro pals eso no resulta dificil. En una palabra, chabiaba to suficicntc para dicz aflos. . -

Entre nuestros visitantes figuraba también Nilender, helenista y experto en hebreo antiguo. Oficial de marina en otra época, trabajaba ahora en la Biblioteca Pübika y solia venir ya avanzada la noche, trayendo, por si acaso, un paquetito de té. TraducIa a Sofocles y hablaba cons-tancemente de la .proporción justa. Un dia Shervinski in-vitó a Ajmãtova y a Mandeistam a ott su traduccióri. No debi dejaries it solos: no sé to clue armaron allt, pero regresaron riendo a más y mejor. Mandeistam me explicó: ,En ci ocaso de nuestra ainistad, Shervinski a su casa nos invitó para escuchar como Edipo en Colonna con Nilcnder dcsfiiaba' .. - En aquel aflo soilamos vet a Vygotsky, hombre de preciara inteligencia, psicólogo, autor del libro ,El lenguaje y ci pcnsamiento. Vygotski estaba frenado en cierro modo por ci racionalismo, general para todos los cientificos de aquel periodo. . - Soiiamos chariar en la calic con Stolpncr, traductor de Hegel, quien queria convencer a Mandelstam de que no pensaba con palabras...

Entre esospocos interlocutores, también Bublik halló su lugar. Mantenia con H conversaciones particulates y con-sultaba diversos libros. Mandeistam aprovechaba la mag-nifica erudiciOn clásica y juntos gozaban de Ins mensajes de Ovidio en ci destierro, ci uno presintiendo su futuro y ci otto recordando los encantos del exilio soviético.

Bubiik vivió con nosotros varias semanas y estaba muy contento de ese inesperado descanso. Su tez perdió ci co-lor adquirido en ci campo, tenia buen aspecto y se parecla a un profesor de latin de algün instituto de provincias de los buenos viejos tiempos. Pero sus carnaradas le metian prisa y el temor de La policia le obligaba a dejar Moscü. Pedimos quc lievara hasta Leningrado al padre de Man-delstam, a quien liainibamos abuelo. Bubiilt guardó cuidadosamente en una vieja maleta pasada de moda los pobres trapos del abuelo y pidió que le diésemos una vieja tetera, pan cir en busca de agua calienre., y una vieja manta, para tno gastar dincro en ci tren. At6 cuidadosa-

279

mente la tetera al asa de la maleta, cpara no perderla.,.. Los acompahamos a la estación y al dia siguiente reci-

bimos un telegrama furibundo del abuelo: Bublik ic abandono en ci anden y desaparecio con la maleta. El viejo estaba mortalmente ofendido y exigla que la policla emprendiese inmediatas büsquedas para detenet a Bublik, recuperar la maleta y entregar al malhechor a los tribuna-les. Para eDo. Mandeistam debla formulac- una denuncia bien redactada, pedir una entrevisra al cornisario y pie-sionarle con su pertenencia a las organizaciones de escrito-res. . - Dc otro modo, decla ci abuclo reccioso, no en-contrarán la maleta.., Mandeistan, como es logico, no for-mulo ninguna denuncia, Pero quedo muy sorprendido de que a Bublik Ic hubiera tentado la rnaleta del abuelo con la tetera cuidadosamente atada al asa y no las sumas bas-tante decentes de dinero pie solla traernos. Apreciamos grandemente la nobleza de Bublik y con ci resto del dine-to cornpramos al abuelo nueva ropa interior, Pero ci viejo tardo mucho en caimarse. No dejaba de lamentar haber sido €1 quien insisttó en que acogiéramos a ese cvagabun-doD que Ic traicionó de semejante manera. -. No Ic sirvió de consuelo un paquete postal que Ic remitió Bublick en ci cual venlan sus documentos, sus cartas y sus memorias... El abuelo, en sus ratos de ocio, escribla en aleman, con una letra imposible, sus recuerdos de viajes y exigia que su hijo Ins leycra y editara,..

Pues bien, foe Bubhk, precisamente, quien nos explico lo que era la ilusión. La primera noche que Mandelstam y ci abuelo It dejaron entrar, yo yacia enferma en la cama y boicoteaba al indeseable huéspcd. Las mujeres, como se sabe, odian las perturbaciones y adoptan con gran rapidez ci papel de duenas absolutas de sus magnificas viviendas, de guardianas de un hogar que no existe desde hace tiem-p0, Bubhk In comprendio y decidie prepararse eI mismo su cama Para dormir. Extendió en ci suelo de la cocina Va-rios periodicos y Ilamó a Mandelstam: cOsip Emihévich, dsabe usted In que es una ilusiOn? Esto!, y Bublik, con amplio gesto, senaió los periodicos. Mandeistarn no pudo resistirlo y sacó de debajo de ml ci ünico colchOn que cc-niamos en la casa; yo también me send generosa y Ic dl sâbanas, almohada y aquella manta rota que luego des-apareció juncamente con la maleta del abuelo.

280

Nuestra vivienda con ci estante de libros y toda nuestra existencia también eran una ilusiOn de vida normal- Hun-didos en nuestras aimohadas, nos esforzabamos pot creer clue dormiamos apaciblemente.

El lector de un solo libro

Cuando joven, Mandelstam siempre meditaba sus pa-iabras. Más tarde se hizo más irreflexivo. En 1919, cuando era An muy joven, me dijo que no se necesitaba tenet muchos libros: ci mejor lector es aquel que durante toda su vida lee on 5010 libro: qCuIl, puesh, it preguntE yo

La Biblia?z' . •Por ejemplo., me rcspondiO. Me acordé de los magnificos viejos barbudos de Oriente que se pasan la vida ieyendo su Corin y clue son, tal vez, los ünicos repre-sentantes en nuestros dias de La especie desaparecida de lectores de on solo libro, Pero no me podia imaginar a mi alegre acompafiante en ese papel. 4Bueno, yo, clam está que no., me confcsO, caunque...'.

Mandeistam no se convirtió en lector ideal; en ci si-glo xx no existen amores ónicos, pero aquella frase dicha de paso no es casual. Hay un tipo de personas cuyos juicios reflejan so concepciOn general del mundo y los poetas pertenecen, probabiemente, a esta categoria, dife-renciandose solamente pot la amplitud y profundidad de sus ideas. No será eso lo que les irnpulsa a la autoexpre-siOn y sirve de criterio de su autenticidad como poeta? Hay personas que escriben versos no peor que los poetas, pero algo faila en SUS poesias y esto es visible Para todos, aunque imposibie de explicar. Resuka ingenuo, sin em-bargo, decir que los coetáneos del poeta no lo admiten. Al poeta Ic reconocen desde sus primeros pasos aquelbos que lo admiran y aquelios a quienes irrita. Un poeta irrita y enfurece a muchos. Al parecer, eso es inevitable. Incluso Pasternak, que durante tanto tiempo y con tanta habili-dad supo evitar la furia espontánea de sus no lectores, que sabia cncantar y seducir tan conscientemente a cualquier interlocutor, no pudo evitar, al final de so vida, el destino comün. Tal vcz los poctas susciran esa furia pot ci sentido de su razOn y la .rectitudv de sus juicios. tLa rectitud de nuestros juicios no solo es un espantajo pan niflos., sino

281

que es la consecuencia de toda su concepciOn del mundo.. No debe olvidarse quc cada poeta es Un .per-wrbador del scntido, es deck, no utiliza frases hechas que estãn en boga entre Ia gente de su época, sino que extrae ideas de sus propias concepciones. La gente que se sirve de formulas generates accptadas univcrsaimente, se sicnre ofendida pot fuerza cuando sc cnfrcntan a una idea nueva, angulosa, en estado todavia bruto... Tal vez en ese sentido hablo Mandeistam de la naturaleza en bruto dc la poesia, de clue Cs mucho más materia prima que ci vivo lenguaje hablado. La gente clue se asusta de esa materia prima dice: .En qué es mejor que nosotros?,, o bien: cBs muy sensible, orgulloso, desconfiado, siempre estã discu-tiendo, aleccionandor.. . - Desde ese punto de vista Ajmato-va y Mandeistam fueron perseguidos, igual que Pasternak y Maiakovski, mientras no lo convirticron en poeta na-cional. Lo misrno decian de Gumiliev, incluso dcspues de muerto. Esto es inevitable pot mucho que se intente re. mediarlo, pew cuando se produce una revisiOn de valores, la genre de las frases hechas olvida instantáneamente lo dicho una semana atrás porque ha cambiado sus viejas for-mulas pot outs nucvas. No debe olvidarse que los poetas siempre tienen amigos. Y siempre son ellos los que yen-cen.

Cuando Mandeistam hablaba del elector de un hbro ünico se referia a la capacidad, odiada pot éi, de absorber con indiferencia elementos incompatibles, la atrofia del sentido scicctivo, y aquello que El calificaba de tomnitole-rancta. . -

La primera fihipica que escuché contra esa ecapacidad omnivora, —también he daba ese nombre— fuc en 1919, en Kiev, cuando Mandelstam aacO a Briusov JOt 5U5 poe-mas sobre las difcrentes épocas histOricas que él comparO con farolillos de colores. Si esta comparaciOn es posible, decia Mandelstam, significa que a Briusov todo Ic da igual y la historia Para éi no es mâs que un objeto de adnlira-ciOn. Tal es el sentido de lo que dijo, porque no recucrdo sus palabras exactas, pero Ajmátova y él utilizaban pan ese fin la formula: cbs siglos y Ins pueblos)... El propio Mandeistam sabia o, pot lo menos, prerendla saber lo que era para él csh y 'no.. Todos sus juicios, de cualquier mo-do, se referian a uno u otto polo y habia en cIlo un pecu-

282

liar dualismo, como en la antigua doctrina del bien y del mal como dos bases de la existencia. Pew Ins poctas no pueden set indiferentes ante ci bien o ci mat, y jams di-ten que todo lo existente es rational.

Su agudo sentido de la seieccion y la singular capacidad seiectiva de su mente se han reflejado en so forma de leer. En SUS 1ibretas de notas' relativas al •Viaje a Armenia* hay unas cuantas palabras con relación al ,demonio de la lectura, que se ha escapado de las profundidades de La .devastadora culwra.. La gente, cuando lee, se sumerge en un mundo iiusorio y procura recordar lo leido, dicho de otra manera, se entrega pot compieto al poder de la lena impresa. Mandelstam proponia que se ieyesc sin re-cordar, sino acordandose, es decir, comprobando cada pa-labra con su propia experiencia o bien confrontândoia con su propia idea principal, la misma que Ic da personalidad al individuo. A su juicio, en la tectura pasiva, recordada., se ha estrucwrado a In largo de Los siglos la

propaganda de ideales comunes a todos y se ofrecian para ci consumo masivo verdades ya fabricadas y bien pulidas. Una lectura semejante no despierta el intelecto, sino quc se convierte en una especie de hipnosis, aunque la época moderna tiene recursos más poderosos para privar al hombre de voluntad.

Mandeistam calificaba de .actividad. la lectura, y Para él se trataba principalmente de la actividad de selección, Hojeaba y examinaba pot encima algunos libros, otros los Ida con interés y curiosidad, como Los de Hemingway y Joyce. Pero a la par de eso, habia iecturas auténticarnente formativas, libros con Ins cuales Ic parecla entrar en con-tacto, que determinaban algün periodo de su vida o toda su vida. La entrada en su vida de un libro nuevo, que dc-terminaba un periodo de su existencia se parecia al en-cuentro con aiguien destinado a set un amigo. La estrofa: La amistad me desperté como un disparo ' no solo se re-

fiere a su encuentro con Kuzin, sino en grado mucho ma-yor a so encuentro con Ins poetas alernanes: cDecidme, amigos, en qué Walhalla juntos hemos cascado nueces, de qué libertad éramos dueflos y qué jalones marcasteis a mi poesia'... Mandcistam conocia esos poctas de antes, a Goe-the, Holderhn, Morike, los románticos, Pero la simple lectura no es aün ci cencuentros.

283

Ese encuentro se pro dujo en Armenia y no pot casual1-dad. La larga espera de ese viaje (en la 'Cuarta prosa' re-fiere so primer intcnto failido de Ilegar a ese pals), habla agudizado so interés, antes latente, pot aquello c lue yo ahora califico erróneamente de filosofla de la naturaleza y que podria denominar, con mayor error todavii, de filoso-fia de la cuitura. Sentia on vivisimo interés por ese pe-queflo pals, avanzada del cristianismo en ci Este, que habia resistido durance sigios la prcsiOn musulmana. Tal yea fuera debido al periodo de crisis del cristianismo en nuestro pals ci que Armenia, por so estabihdad, hubiera atraido a tal punto su atenciOn... No era como Georgia, cuya vida habia transcurrido mucho más felizmente... En nuestra pequefla habitaciOn del hotel de Erevan apare-cieron de inmediato hbros sobre la cultura armenia: Strizhigovski, los anales armenios, Meiséi de Joren y otros muchos que trataban de la economla y Ia naruraleza de ese pals. Dc todos los libros de economia, Mandelsram eli-giO el de Shopen, on funcionario de la época de Ale-jandro I, ritulado .Descripcion exhausriva de Armenia. Comparaba ci vivo inrerés de Shopen hacia ci pals con Ia indiferencia de multitud de .comisionados refunfufiantes e irritados que encontrábamos en ci hotel.

Su interés pot Armenia Ic Ilevo a los poetas alemanes, hacia Goethe, Herder y otros. Su encuentro con el joven biologo Kuzin, lleno en aquel entonces de interés vivisi-mo por la filosofia y la Literatura —siempre con leve ten-dencia a una tradiciOn algo anticuada— podria haber pa-sado desapercibida en Moscó, pero en Alemania la bola cayó en La tronera. Iniciaron la conversaciOn en ci patio de la meaquita, donde servian té persa en pequeflos vasiros con un pedacito de azücar quc daban en mano, fueron ill hotel donde yo esraba y siguieron charlando. A Mandels-tam Ic interesO, al parecer, el nuevo enfoque, esta vez biologico, de las cosas en las que meditaba y de ]as etcrnas cuesriones sobre La aparición de nuevas formas Mucho an-tes de conocer a Kuzin, escribio una vez que ci estudio de La poesla se convertirá en ciencia solo cuando se Ic apli-quen los merodos de la biologia. Es muy posible que en esa manifestaciOn se hubiera reflejado La tcorla de la lin-güistica, popular en la decada de los años diez, sobre el dobLe vinculo de csa ciencia con las sociales y con la biolo-

284

gia. Sin embargo, la fe en ci enfoque biologico de la poe-sk desapareció, apenas nacida, conservándose tan solo Ia curiosidad ante la literatura bioiOgica descripdva y Ins problemas de la vida como tal. Kuzin admiraba a Goethe y tambien en eso coincidian. Cuando ya en Moscü, Man-deistam cencontr6b a Dante, la amistad con Kuzin y otros biologos se convirtiO en una relación familiar ante un vaso de vino. Respecto a Dante, Mandelstam declare de mine-diato que eso era lo mâs importante para El. A partir de entonces, jamS se separaba de la 4Divina Comedia* y se la lievé, inclose, dos veces a Ia prisiOn. Previendo una p0-

sible detenciOn —y en eso pensaban todos cuantos yo Co.

nocla—, Mandeistam consiguiO una ,Comedia, de pe-queflo formato y la ilevaba consign en ci bolsillo a todas partes: a La genre no sOlo 'a detenian en sus casas, sino también en la calle y en sus lugares de trabajo y en oca-siones convocaban a algün sirio para lievársela per los sigios de los siglos. Uno de mis amigos se quejaba de no poder Ilevar al trabajo ci saco con todo lo preciso para la vida en el campo; sin embargo, cuando Jo detuvieron, co-sa que ocurriO de noche y estando éI en casa, se aturdie tanto que se olvidO de lievar consigo ci saco preparado de antemano... Mandelstarn dejO ci Dante de bolsililo en Mosct y se llevO a Samatija (all1 fue de donde se In ileva-ron) una edicion bastante voluminosa. Ignoro si liegO ese libro al campo de tránsito en Vtoráia Riechka, cerca de Vladivostok, donde muriO. Lo dudo mucho: en Ins cam-pos de Ezhov y Stalin nadie pensaba ya en libros.

Per verdadera comncidencia, y sin haberse puesro de acuerdo, Ajmátova rambien comenzo a leer a Dante. Cuando se enteraron, Ajmátova Ic recitO de memoria un fragmento de la •Divina Comedia" y Mandeistam se emo-cionO casi hasta llorar al oir esas estrofas en la voz de Aj-mátova que tanto it gustaba.

Tanto Ajmâtova come Mandeistam tenian la sorpren-dente peculiaridad, al recitar poesias, de suprimir el tiem-

0 y ci espacio clue los separaban de elias. For su naturaie-za, semejante lectura es anacrOnica, pew les permiria en-tablar relaciones personales COO SU autor. Equivalia a con-versar no solo con los coetâneos sino con Ins desaparecidos hacia tiempo. Mandeistam sospechaba que tambien Dante tenia esa posibilidad, pues encontraba en el infierno a sus

285

poctas predilectos de la antiguedad. En su articulo .Sobre La naturaleza de la palabra., menciona a Bergson, que busca ci vinculo entre fenomenos similares separados üni-camente pot ci tiempo, y CSO se rcfierc taxnbién a la bus-qucda dc amigos y aliados a través del tiempo y del espa-cio. Eso lo habia comprendido probablemente Keats: tam-bién €1 querla encontrar en una taberna a codes sus ami-gos vivos y muertos.. Al resucitar a los que ya no existian, Ajmátova se intcrcsaba pot su vida, por sus relaciones con los dcmas. Fue ella quien me hizo conocer per vez prime-ra a Shelley; él Ic sirviô de entrenamiento... Luego fuc un periodo de relación con Pushkin. Con la sagacidad de un juez de instrucción o de una mujer celosa, Sc iba cntcran-do paso a paso de cémo actuaban, pensaban y hablaban todos cuantos estaban en torno suyo; indagaba en los mo-tivos psicologicos y analizaba exhaustivamente cada mujer que hubieta mcrccido la mãs leve dc sus sonrisas. Ajmáto-va jamás habla manifestado un interés tan personal y apa-sionado por ninguno de sus coetáneos. Y otto detalle más: no soportaba a las esposas de Ins escritores, en particular, de los poetas. Jamas entendere per qué hizo una excep-ción con relaciôn a ml, pew lo cicrto es clue lo hizo, aun-quc no sé cxplicar la razôn. -. Mandelstam, al contrario de Ajmãtova, jamãs ahondaba en La vida personal de sus amigos —me reficro a los pocus de antaflo—, Pero en rc-lación con sus amigos vivos era cxtraordinariamcntc obser-vador, pcsc a su aparicncia dc hombre distraldo; sabia mucho más que yo de todos cuantos nos rodeaban. Con frecuencia me negaba a creeie, pero siempre tenla razôn. En cambio las hermanas dc Natalia Goncharova * o la cs-posa de Dostoievski no Ic interesaban en absolute; Ajma-rova, conocicndo su indiferencia con respccto a esas cues-tioncs, no compartia con él sus descubrimientos. Respecto a los vivos, Mandeistam no decla nada: jqué hagan lo quc quicranL.. La conversación entre ambos versaba sobre las obras de sus poetas predilectos. - (Sc ha dado usted cucnta dc esa maravilla? Recucrda ese pasaje?), Con gran frecuencia lelan en voz alta, se mostraban los pasajes pre-dilcctos, compartlan sus descubrimientos... Los ültimos

Esposa dc Pushkin. (N. de La T.)

286

años fueron dedicados a Dante y a los itatianos y, como sieinpre, a la poesia rusa.

Me resulta mâs dificil determinar qué libros acompaha-ban a Mandelstam en periodos anteriores. En 1919, llegó a Kiev con Florenski: .El pilar y la afirmacion de la vet-dad.. Creo que en esa obra Ic sorprcndio sobre todo la duda, porque muchas veces al referirse a la duda repctia !o dicho allI, aunque no mencionaba !a fuente. Es indu-dab!e que en sus afios escolares habia leido a Guertzen y de adolescente su interlocutor fue Vladimir Soloviev, quien como filosofo y no poeta, está mucho más cerca de Mandelstam de !o que se acostumbra pensar. La auscncia del nombre de Soloviev en sus articulos sc explica fâcil-mente: la inmensa mayoria de c!los fueron escritos en época soviética con destino a la prensa, y ningün redactor habrIa dejado pasar ci nombre de So!oviev, a no ser que fuera denostado y vituperado. Sin embargo, las huellas de su influencia formadora se trasluccn en toda la obra de Mandelstam. Se hallan en su concepción cristiana del mundo, al estilo de So!oviev, en sus métodos y procedi-mienios polémicos, en su forma de conversar, en muchos conceptos e, incluso, en algunas palabras sueltas. He aqul un ejemp!o: en el poema a Bety !a estrofa: Multitud de genre, de acontecimientos, impresionest es una reminis-cencia directa de la cmultitud de ideas. de Soloviev a las clue alude en aiguno de sus trabajos filosoficos. Mandels-tam veneraba a Soloviev. Cuando viviamos en tUzki,, un sanatorio a cargo de Tzekubu, situado en La antigua finca de los principes Trubetzkoi, donde murió So!oviev, Man-delstam quedo sorprendido pot la indiferencia de Ins cientificos soviéticos que se ocupaban de sus asuntos, es-cribian articulos, lelan !a prensa y escuchaban la radio en ci mismo despacho donde habia trabajado y muerto Solo-viev. Yo en aquel entonces no sabia nada sobre ei y me dijo con indi gn2c,6n cEres igual de salvaje que eiios... Esa multitud de profesores que nos rodeaba le hacian el efecto de una invasion de barbaros en los lugares sagrados de la cultura rusa. Hablaba poco con Ia genre que all1 es-taba y se mantenia aislado. Un dia en Bolishevo, comen-zaron a atosigarle unas damiselas amantes de la filosofia y literatura; le pedIan que recitase algn poema, asegurán-dote que él era *su poeta preferido.... El les respondiO

287

que su poesia era absolutamente incompatible con su ciencia y que si esa existia, no podia existir su poesla y vi-ceversa, que entre ambos era imposibk la coexistencia... Mandeistam tenia numerosas salidas de ese genera: en las redacciones, en sus discursos (en lugares siempre privados, claro está), en conversaciones particulares y elias daban origen a numerosos relatos sabre su inaguantable carácter, aunque su carácter, en realidad, era simplemente intole-rance. Su intolerancia habria sido suficiente para una buena docena de escritores, mas esa cualidad no podia distribuirse, desgraciadamente, par cartilla... La actitud de Mandeistam ante nuestra intelectualidad academica era particularmente intransigente: d'odos se vendenE - - A fi-nales de la dCcada de los años treinra y cuarenta, las auto-ridades habian aprendido ya a elevar ci nivel de vida de ]as personas que resultaban utiles y a no tolerar en ese sentido ninguna 'nivelaciOn. La diferenciacion se hizo muy notoria y cada uno anhelaba conservar el bienestar adquirido con mucho trabajo. Sc aferraban a él con manos y pies, porque atrás habia quedado la más espantosa mise-na de comienzos de la revoluciOn. Era una experiencia que ninguno queria volver a repetir y porn a poco se fueron formando unas capas privilegiadas, capas muy poco numerosas, que recibian .paquetes., casas de campo y autos. Más tarde se convencieron de lo efimeros que resul-taron esos bienes; en los perlodos de terror masivo, cuan-do se puso de manifiesto que se les podia privar de todo y sin ningUn motivo... Pero mientras tanto, Ia genre admi-rida al pastel trataba de cumplir rodo cuanro se le exigia. Un dIa en Voronezh, Mandeistam me enseñô ci periOdico donde ci académico Baj hacia unas declaraciones con ma-rivo de Ia publicaciOn del iBreve curso de la Historia del Partido Comunista boichevique de la URSS. cFijate lo que se ha ingeniado en escribir: <Esre "Breve Curso de Historia'' ha marcado una Cpoca en mi vida... Y eso que es 'breve''.. .No Ia habrá escrito, sino firmado., comen-té yo. Documentos de ese género eran lievados a las casas ya escriros y solo debian poner su firma... cTanto peor., dijo Mandelstam. Pero, en realidad, qué podia hacer ci acadCmico Baj? Enmendar el texto, redactarlo mejor para no perder su firma al pie de un escrito visiblemenre ofi-cial? No estoy segura... O bien echar fuera al periodista

288

que habia venido a recoget su firma? Puede exigirse eso a la genre sabiendo las consecuencias que semejante actitud les acarrearla? Creo que no. Qué hacer entonces? No ten-go respuesta. El tCttOt se distingue precisamente porque fodos están atados de pies y manos y nadie puede mover un solo dedo.

Pero cabe plantearse ahora otra cuestiôn: ,hubo en nuestra vida un memento en ci cual Los intelectuales pu-dieron defender su independencia? Probablemente ese momento existió, Pero la intelectualidad, desunida y divi-dida todavia antes de la revolucion, no pensaba siquiera en su independencia porque se haitaba en el momento de la capituiación y revision de valores. Tal yea ahora se está procediendo a una nueva recopilaciOn de valores. Sc van juntando a ciegas, lentamente, con esfuerzo. Jamás sabre Si podran defendertos y conservarlos en las prOximas pruebas que nos esperan.

Kolia flonov

El poeta Nikolai Tljonov hablaba siempre con voz fuerte, expresiva, convincente. Sabla conquistar a la gente y era uno de los cautivadores y seductores de almas. Su incorpo-radOn a la literatura fue recibida alegremente: era joven, viral, sincero... Un hombre nuevo, venido de la guetra, un narrador admirable. Muchos siguen hallândose aun ahora bajo ci encanto del Nikolai Djonov de anraho, aun-que no comprenden lo que le ha sucedido despues. Nos presentO a Tljonov Kolia Chukovski y ambos jOvenes fueron del agrado de Mandelstam: .FIjate qué buen chico es ci hijo de Chukoski'i... Y refiriéndose a Tijonov dijo: no está mat, no está mal... Parece que va a entrar de un

momento a otro en el vagOn para decir: "ciudadanos, Los documentos, per favor".--- Mandeistam pronunciO la pa-labia cdocumcntosp con la misma entonaciOn de los en-cargados del abastecirniento at revisar los trenes en ci periodo de la guerra civil en busca de los especulado-res que llevaban harina a las ciudades... Sin embargo, tambiCn Mandelstam fue conquistado per Tijonov, Pero

289

durO poco. Vimos a Tijonov cal como era en verdad antes que otros. Recuerdo con particular claridad ci tono sincero y convencido de su voz cuando dijo: •Mandcistam no vivi-rá en Leningrado. No le daremos vivienda... Eso ocurriO a nuestro regreso de Armenia: no tenlamos donde vivir y Mandeistam pidiO a la organizaciOn de cscritores que Ic concedieran una habitacion clue habia quedado libre en la Casa de los Literatos. Al conocer la negativa, quedé asombrada pot la formula que empleO Tijonov; Ic pregun-tE Si debia Mandeistam pedir permiso a Ia organizaciôn de escritores para alojarse en Leningrado en una casa particu-lar, per ejemplo: Tljonov rcpitiO tercamente: .Mandel-stam no vivirá en Leningrado ' . - Traté de averiguar si hablaba en nombre propio o repetia instruccioncs rccibi-das de otros, pero no consegul saber nada. Si se trataba de instrucciones, ea qué tanta sinceridad en ci tono? Eso no presagiaba nada buena y nos fuimas a Moscü. La entona-don de Tijonov significaba: todos nos portamos bien, ha-cemos lo que nos corresponde, iy quién es CSC Mandeis-tam que a nadic toma en considcraci6n, dice ci diablo sa-be qué y encima exige que Ic demos trabajos y viviendaL. Sc permite demasiado y luego los responsables scremos nosotros... A su modo Tijonov tenia razOn: para un hombre tan abncgadamcnte fiel al partido, Mandeis-tam era una anomaila, un funesto vcstigio del pasado, un hombre de mis en la literatura, donde las plazas eran re-partidas per instancias superiores y per los encargados dc hacerlo...

En aquei entances ya comprendiamos a Tijonov. Poco antes de la conversaciOn sabre la vivienda y ci derecho a vivir en Leningrado, lo encontramos cuando salia de la re-daccion de la revista .Zviezda* con los bolsillos lienos dc manuscritos que debia revisar. Tijonov se golpeO los bol-sillos y dijo: .Como en ci frente.. -, Sabiamos que estaba ileno de recucrdos de la guerra civil, pero no comprendi-mos qué relaciOn tenian can ci frcnte sus abultados bol-sillos. No tardo en aclararse. La guerra literaria... Tija-nov habia transferido su impetu béhco al modesto trabajo literario: Ic bastaba con ejecutar una docena de novcias deieznables, de esas quc sicmpre inundan las redacciones, para tener la sensaciOn dc habcr cumplido su deber revo-iucionario. Y, de paso, descubrir alguna que atra des-

290

viación ideologica. No era acaso una guerra? Y, ademas, ci guerrero no arriesgaba nada, en una guerra asi no seria hcrido. - Y podrIa equipar su vivienda, tegalmente, pot supuesto, con el modesto confort soviético. No estaba mal, verdad?

•Como en ci frente., era ci dicho prediiecto de Tijonov. Pero a veces Ic olmos otras variantes de gritos de guerra victoriosos. En cierta ocasiOn tuve que it a vcrlo en Moscü, no recuerdo pan qué. Sc habla alojado en casa de Pavien-ko, Pero en La cpartc eiegante. de la Can de Guertzen, en la cual también viviamos nosotros. Fue ci ella de la caida de la RAPP, ci 23 de abril de 1932; nos enteramos de ello pot la mañana al abrir ci periOdico. Fue una sorpresa Para todos. Encontré a Tljonov y Pavienko sentados ante la me-sa con una botelia de vino. Brindaban pot su victoria.

Muera ci RAPPstvo . —gritaba ci ingenioso Tljonov; Pavienko, hombre mucho más intchgentc y peligroso, caliaba...

cPero vosotros erais amigos de Averbaj!. —dije sorprendida. No me rcspondiO Tljonov, sino Pavienko: ,La guerra literaria ha cntrado en una nueva fase,...

Desde Voronezh, Mandeistam envió en cierta ocasión un poema sobre ci gato Koschei' * a Tljonov. Confiaba, no sé pot qué, en que Tijonov Ic enviarla dinero, ai recibir de un compaflero deportado y mlscro, un poema que habla de 010 y tic Piedras preciosas. Tijonov Ic respondiO de in-rnediato con un telegrama diciendo que harla pot éI todo cuanto pudiera. Con ello acabaron nuestras relaciones: at parecer no pudo hacer nada. Recorde a TIjonov, pot me-diacion de Surkov, esc telcgrama a principios de la decada de Jos afios scscnta: .La Biblioteca del Poeta ' buscaba de-sesperadamente a aiguien a quien encargar ci prOIogo al hbro de Mandeistam, que figuraba en ci plan de publica-don. Todos a una se negaban a escribir ese estupido pro-logo, nadie qucria compartir con la redaccion fa responsa-bilidad de resucitar a Mandeistam. Si Tijonov hubiera ac-cedido a escribirlo, ci libro se habria publicado hate tiem-p0. Justamente antes de que se publicase ci relato de

• Juego de palabras intraducible. basado en Ia fonEtica de la palabra .zabstvo. quc significa ciclavi(ud. (N. de Ia T.)

Personaje mlrológiro tie cuentos populates rusos. (N. de Ia 1.)

291

Soizhenitztn el momento era muy favorable... La candida-tura de Tijonov como autor del prólogo era afortunada en extremo: no Ic obligaba a nada y protegla a la editorial contra los ataques, que son temibles hasta que el libro sale a la iuz. Surkov tratô de convencer a Tijonov y le recordó la promesa de thacer todo* del telegrama, Pero él se negó categOricamente. .Se ha convertido en un auténtico idolo chino' dije a Surkov y el no me repuso nada y nada habia que responder.

Renunciar a Nikolai Tijonov, at joven de los movimien-tos ampiios, resulta dificil. Ni Tijonov ni Lugovski jamis ban hecho nada per nadie —me dijo Ajmicova—, sin em-bargo, son mejores que ocros.... En 1937, Ajmátova en-contró a Tijonov y estuvieron paseando una media hora juntos por el muetle. TTjonov se Ic quejaba constantemen-te de los malditos tiempos. .DecIa exactamente to mismo quc nosotros. —me comentO Ajmâtova. Y pot eso no siente ahora hostilidad hacia él. Pero ic6mo to decia! De regreso en su casa no podia recordar ni una sob frase que revelara su actitud ante ci terror. Todo estaba tan velado que ni siquiera ante Ajmitova se habia comprometido to mis rninimo... Se limitaba a quejarse de algo, Pero no di-to ni una sola palabra de mIs. No es esta, acaso, la mani-festación de una disciplina superior? También yo conside-ro que no se le puede equiparar a Lugosvski. Este era on tipo humano completamente distinto: mucho ma'singe- nuo y puro. Tenia un miedo atroz at frente, no tomaba pane en la guerra literaria y en estado de ebriedad podia decir infinitas tonterIas. Tijonov, en carnbio, fue siempre Liel a si mismo y a La causa que servia. A su entierro acu-diran los ultimos mohicanos y rendiran honores militates at luchador literario sin partido que comprendia bien que la revista cZviezda. formaba parte del mismo frente.

Creo que la mujer de Tijonov confeccionaba juguetes de papel prensado. Y ci propio Tijonov, antaflo lieno de vida, acabo pot convertirse en una figurita de papel pren-sado. Un estuche de esc material jamis contiene nada de auténtico valor. Y, probablemente, Tijonov jamis to pose-yó y no tuvo que hater revision de valores. El es uno de los mejores representantes de los que defendian lo nue- vo, at comienzo de los años veinte.

292

El estante de lthros

Hate más de un cuarto de siglo que durante las fiestas de mayo de 1938, regresé a Moscü desde Samatija, una casa de descanso cerca de Murom, con la nueva de Ia detenciôn de Mandeistam. .Hay que resistir mientras se decida su suerte* me dije. Tome unos cuantos libros de la estanteria y fui a venderlos a una libreria de viejo. El dinero obteni-do pot la yenta La empleé en ci ünico y primer paquete que envié a Mandeistam, que me fue devuelto par la .muerte del destinatario.. Siempre tuve deseos de que al-go quedase de ese estante de libros que nos dio la ilusión de una existencia apacible. En la elección de esos libros Se reflejaban a pesar de todo, Los intereses de Mandelstam en Ins años treinta. Entregué a Jazdzhiev una lista aproxirna-da de los libros que vend!. Se trataba, naturalmente, de una lisa ncompieta: en la situaciôn en que me hailaba entonces no podia concentrarme en nada. El resto de los libros, aquellos que no quisieron en las librerias de viejo, está en manos de mi hermano Evgueni, porque hasta la fecha no tengo donde guardarlos.

Empezamos a comprar libros cuando trabajaba en la re-daccion de ZKP. Recibia alli todos los meses un talon para la •adquisiciOn gratuita de libros.. Querian clue los pe-riodistas se cultivasen... •Cornpre alga fundamental., me aconsejO Chechanovski haciendoine entrega del primer ta-lOn. Me recomendaba, sabre todo, las obras de Lenin en seis tomos o las obras completas de Stalin clue empezaban a publicarse entonces. En las estanterlas de todos nuestros conocidos se exhibian ya las obras de los clâsicos del mar-xismo-ieninisnio; constituian un accesorio obligado en las casas de los intelectuales. Nuestros educadores insistian mucho en ella. Stalin estaba realmente convencido de que bastaria que todos los intelectuales leyeran con atenciOn esos libros para quedar convencidos pot su logica irresis-tible y renunciar a sus prejuicios ideaiistas. La demanda de literatura mancista habia liegado entonces a su maxima co-ta. El chequista de las mejillas sonrosadas, ci que nos ofre-cia caramelos durante ci registro de 1934, quedo realmen-te estupefacto al comprobar la ausencia de libros marxistas en nuestro estante. DOnde guardan ustedes a Ins clásicos

293

del marxismo?x me preguntO. Mandelstam que oyó so pregunta, me susurré: 'Es la primera vez que detienen a in hombre que no tiene a Marx en casai...

En general no tenlamos ningün libro clisico funda-mental, ni tampoco obras en numerosos tomos, aunque siempre nos incitaban a adquiririas. Benedict Livshitz Ic consiguiô convencer y comprO una vez la iEnciciopedia Larousse* en varios tomos. Livshitz Ic dijo: *Para un tra-ductor es imprescindible.... Esto ocurrIa a mediados dc los afios veinte, cuando no Ic quedaba mis remedio que ganarse la vida como traductor... Los gruesos tomos de La-rousse quedaron como fueron adquiridos, atados con un cordel, y regresaron a la libreria de libros usados... Man-delstam no se convirtiô en traductor. . - Lo fundamental y las obras compietas jamis Ic sedujeron. Ademis, carecia pot completo de espiritu coleccionista. No buscaba ni las ediciones raras ni la ,informacion completa. de un proble-ma. Le gustaba vivir entre libros con los que mantenia una reiacion personal, pot decirlo as!, con los cuales con-versaba. Podia apreciar, inciuso, a los restantes, Pero no Ic costaba separarse de elios. Pot eso permitiô que Katiiev se Ilevara la obra tMi hermana la vida. de Erenburg recién publicada. cRecuerdo lo que preciso, y a éi Ic hace mis faltax, me dijo. Siempre repetia: crDebe tener ci libro aquél que lo necesita.. -.

Casi nunca consegula entusiasmarse con mis hailazgos bibliofilos. Un dia extraje de on montón de libros viejos ci .Cor Ardens de Ivanov y se lo enseflé triunfante. Lo que yo mis deseaba era reconstruir los libros perdidos de mi primera biblioteca, Mandelstam quedó indiferente: cPor qué siempre lo inismo?.. -. Pertenecia al pasado y él no qucria volver. En cambio se alegro al ver un pequeflo volumen de BUrger: cTü siempre sabes lo que me hace falta.. - - Pero no era verdad: a excepción de Burger habia rechazado siempre todos mis ofrecimientos.

Entre Ins libros que teniamos en casa en los aflos treinta casi no habia poetas del siglo .xx, a excepción de Annens-ki, Gumiliev, Ajmitova y dos a tres volumencs casuales. La poesia del siglo xx la habla revisado Mandeistam en 1922, cuando dos jôvenes decidieron probar suerte en call-dad de editores particulates y encargaron a Mandelstam una antologia de la poesIa rusa a partir de los simbolistas

294

hasta ci 4dia de hoy. La antologla exnpezaba pot Konevs-ki y Dobroliubov y acababa en Boris Lapin. Mandeistam, como era habitual, buscaba In mejor de cada poeta: Los Aguilas parlantes ' de Dobroliubov, cLa CanciOn del Ara-be cuyo nombre es nada. de Ballmont, En las plazas no hay mâs que un solo nombre: dakiv de Komarovski, cLos Vencejosb de Botodaievski, cLos Ajedrecistam de Lozin-Lozinski. CopiO con verdadeto placer dos o tres poesias de Boris Lapin, una a propOsito de una frente inteligente y de cestrellas en las ventanas de la Cheka, y alguna más. Pero lo diflcit Ilego con Briusov. No habia nada que le gustase y omitirlo era imposible. En aqueltos abos parecla mucho mãs importante que ahora; careciarnos de la vision de LomonOsov para apreciar en su justa medida aquel fe-nOmeno. Dc cerca las dunensiones se deforman siempre. Mandeistam se enfurecia al leer a Briusov, que debia set ampliamente representado: cQué quiere decir con: De-bes set ardiente come la llama, debes set afilado como una espada?' , preguntaba airado y cuando lIegO at Poe. ma sobre Dante en el cual to describe con las rnejillas abrasadas pot el fuego del infierno, Mandeistam corriO a casa de los editores para renunciar al trabajo. Y elks, co-me adrede, tralan los bolsillos ilenos de poemas de Briusov. Pero eran buenos chicos y después de una breve discusiOn se tranquilizaban, votvian a guardar sus tesoros en los bolsillos, en su secreta antologia para su propio pla-cer. Mandeistam, pasado el tiempo, solia recordarles con frecuencia: en comparaciOn con cualquier redactor soviéti-co eran verdaderos Ingeles. La antologia fue prohibida pot no haber incluido en ella a los pocus que ya entonces go-zaban de Ia protecciOn del Estado, es decir, los proletarios. Sus nombres estãn boy totalmente olvidados y no teener-do de quiénes se trataba. Además, el censor insistia en que se suprimiesen muchas poeslas cburguesas, ajenas des-de el punto de vista de c1ase. Dc todo ese trabajo, s6t0 quedo un punado de galeradas. Fue ci trabajo más agra-dable de tortes los hechos sobre pedido, ci ünico que tuvo auténtico sentido A mi juiclo, cada poeta debeila compo-ner en su juventud su propia antologla de la poesia de su pals,

cQué quiere decir eso?, era la pregunta que hacla fre-cuentemente Mandeistam cuando estaba irritado pot al-

295

gun poema. Eso fue lo que dijo al leer ci poema de Maiakovski cNuestro dios es la carrera, nuestro corazón, el tambor.,.. A ml me gustaba ci ritmo crepitante de sus versos, hasta clue me pregunté su significado. En general, Manddstam apreciaba a Maiakovski y me conto que bubo un tiempo en que se hicieron amigos en Petesburgo, Pero luego flieron Ilevados en direcciones distintas: los poetas de tendencias diferentes no acostumbraban a tenet amis-tad. A ese periodo corresponde una fotografla en la que apareccn Mandeistam, Maiakovski, Livshitz y Chukovskj. Fuc publicada en un periOdico para mostrar qué cretinos prctendIan set literatos. Pero lo cierto Cs clue debemos a los simbolistas y a su enorme labor educativa la aparici6n de lectores y el canibio de la actitud ante la poesia, clue se manifesto con tanta claridad en la primera guerra europca y a comjenzos de la revoluciOn. Yo misma, que naci con ci siglo, pertenczco a la gcneración que ellos ban forma-do. Prccisamente en los circulos donde tenlan influencia —clrculos que se ampliaban constantemente— Toistai y Dostoievski fucron comprendidos de un modo nuevo, Co. menzó el estudio de Pushkin, renacieron Tiutchev, Ba-ratynski, Fet y otros muchos. La literatura realista rusa perdia lectores, aunquc segula conservando posiciones en la propia literamra y en los cIrculos de escritores... Fue ella, precisamente, la que emprendio la guerra contra to-do lo hecho pot los simbolistas, contra el auge cultural que condicionO su actividad, aunque ni siquiera esa litera-tura fue capaz de atacarles como tales. Durante mucho tiempo se tuvo la impresiOn de que la cultura del .siglo de Plata*, como se Ic llama, estaba totalmente destruida, Pero ahora se producen ciertos destellos. Qué serã de ellos? A dOnde vamos?

En los afios treinta, Mandelstam dcjo de interesarse pot la poesla de los ahos veinte y en nuestro estantc empeza-ton a juntarse libros de poetas del siglo XIX. A Mandels-tam Ic gustaban las primeras ediciones de las antologIas poéticas y eso no contradice lo más minimo lo antes dicho pot ml respecto a su total auscncia de espiritu coleccionis-ta. En las primeras ediciones se ye siempre la mano tie su autor, su apreciación pot los poemas, Ia seleccion que hare de los mismos y cOmo los distribuye. Teniamos en prime-ras ediciones a Derzhavin, Yazykov, Zhukovski, Baratins-

296

ki, Fet, Polonski y otros. Tambien entre elks buscaba Mandelstam lo mejor, lo más logrado. En Mey habla seña-lado 'La mujer de Pompeya., en Sluchcvski, .Yaroslavna. y la .Ejecucion de Ginebra. (cuyos versos sobre la vieja suenan como si fueran de Annenski), 'La Gitana. de Po-le2halev. No recuerdo qué Ic entusiasmO en Grigoriev, de quien también tena Ia primera cdiciOn; habia conseguido casualmcnte un ejemplar, cuyo nombre no recuerdo, de un' edicion de solo cincuenta ejemplares. Lc gustaban muchas poeslas de Fet y entre ellas 'La Serpiente.. Es pro-bable que inconscientemente hubicran influido en sus gustos las opiniones de su primer maestro Vladimir Vasi-lievich Guippius, de quien habla en so *Rumor del Ticm-p0.. Ajmátova preferia de Fet la poesia tAquel clue vermc perder la razOn qucria, cortO para ml esa rosa.... Pero con Maikov Ic ocurriO lo mismo que con Briusov: no consiguiO elegir nada... El rincOn del estante destinado a los poetas rusos se iba completando sin cesar, Pero nadie Ic volviO a encafgar una antologia, ni nadie podia hacerlo.

Luego, por su nümcro, venian los poetas italianos; jun. tamentc con Dante, estaban Ariosto, Tasso, Petrarca. No solo los tenlamos en sus textos originales sino tambien en traducciones alemanas en prosa. Al principio, antes de do-minar el idioma italiano, Mandeistam acudia a las traduc-ciones. Entre ellas sOlo apreciaba una (creo que era de Gorbov) al ruso y en prosa, del .Purgatorio., editado en 1910 aproximadamente. No soportaba las traducciones en verso. Era muy raro que una traducciOn en verso entrase a formar parte de Ia literatura propia, como ocurriO con la de Gnedich,.. Eran ediciones modestas, con breves co-mentarios, semejantes a las de Oxford del aflo 1904. Ha-briamos comprado, naturalmente, ediciones más moder-nas, Pero eran imposibles de conseguir. De los prosistas italianos recuerdo a Vasari, Boccaccio, Vice, pero, pro-bablemente, habia muchos más.

Teniamos numerosos pocus latinos: Ovidio, Horacio, Tibulo, Catulo. -. Casi codes Jos comprabarnos con traduc-ciones al alemán, porque los alemanes, como traductorcs, eran más fidedignos que los franceses.

En Armenia, Mandelstam retornO a los poetas alemanes y en los afios treinta se dedicO a comprarlos en gran nt-mcro: Goethe, a los románticos, Burger, Lenau, Eichen-

297

dorif, los dos Kleist, Herder y otros. Habia adquirido, asi-inismo, a Klopstock porque, segUn decia, sonaba como un órgano; teniamos, ademis, a Morikc y Hoiderlin y algu-nos poetas que escribian en ci alemin dc la Edad Media. Teniamos muchos menos libros de poetas franceses. Dc los antiguos a Chenier, Barbier y ci etetno Villon. Compró en aquelios aflos a Verlaine, Baudelaire y Rim-baud. En su juventud intentO traducir a Mallarmé: se to habia aconsejado Annenski, diciendok: aprenda en las traducciones. Pero no consiguió nada y Mandeistam trata-ha de convencerme de que Mallarme era simplemente un bromista. Gumiliev y Gueorgui lvanov se burlaban, ade-mis, de Ci porque en una de las estrofas de su traduccion dio lugar a un juego de palabras... Es bueno cuando la gente puede bromear con esas cosas,..

Mandeistam habia traido de Leningrado sus libros en frances antiguo de sus Epocas de estudiante; los necesitó en 1922 cuando recibió ci encargo de traducir un viejo poema Cpico frances. Hare poco, Sasha Morozov halló en un archivo una versiOn libre del cLamento pot San Alexiss y los tAliscans.. No se trata de una simple traduccion: en ambas obras surge la voz del destine y Mandeistam se dio cuenta de ello. En .San Alexis * es ci voto de pobreza y en los cAliscansb diriase que jura no esconderse cuando Ilegue la hora de defender su vida. Mandeistam era terriblemen-te despreocupado con rciaciOn a los manuscritos, no guar-daba nada (do guardari aquél a quien le haga falta), y confiaba en los archivos y en las redacciones. Habia entre-gado su version, un ejemplar ünico, a la redacciOn de la revista 4Rossia) y no me permitiO hacer una copia. Ade-mis de su habitual negligencia, habia tambifn otra cosa: tenia miedo de esos versos, igual que de los disticos donde se predice ci duro destine de la mujer. Trataba de eludir poemas de ese género: mis los mencionaba y no los tenia en casa, igual que un niño que cierra los ojos y cree que no lo yen o un ave esconde la cabeza bajo ci ala. Y, dicho sea de paso, qué importancia-tenia esa profecia? ,De qué otto modo podia set nuestro destino en este mundo? Y menos mat clue yo logrC sobrevivir y conserve los poemas. Ahora ya no desaparecerin y esto puede considerarse co-mo una gran suerte. También Ajmitova superO las pruebas... dNo es, acaso, un milagro?

298

Entre los escritores rusos, Mandelstam compraba sobre todo a los filósofos: a Chaadaiev y a Jos esiavofilos. La fib-sofia alemana no era de so agrado: un dia comprO Un to. mito de Kant, Jo examinO por encima y dijo: cNadcnka, esto no es pan nosotros * y lo puso detras de Jos demas libros para no caer en la tentación. Con los filésofos rusos era distinto: vivia con ellos. A nuestros oidos llegö muy pronto ci rumor de que Berdiaev Sc habia convertido en una gran personalidad en ci exilio. Mandelstam pregunta-ha pot él y trataba de conseguir sus obras, pew esto se hacia cada vez mâs dificil y peligroso. Viviamos separados de la actualidad y reducidos a alimentarnos de simples mendrugos. Nos quedaba ci pasado ónicamente y Jo apro-vechabarnos en la medida de nuestras posibilidades.

Durantc un breve periodo, comprendido cntrc el aflo 1930 hasta su desticrro, Mandeistam se dcdico plcnamcn-te a Ia antigua hteratura rusa. Reunia diferentcs ediciones de las ,Cronicas, 4HI Cantar de las 1-luestes de lgor, que le gustaba muchIsimo y que conocia de mcmoria, asi co-mo divcrsas compilaciones de cancioncs rusas y eslavas, de Kiréiev, Rybnikov, etc... Mandelsam sentia pasión por la antigua literatura rusa y conocia igual de bien a Avvakun'i quc a la desgraciada princesa que case con el hcrmano de la novia del zar. Apareciô en nuestro estante Kiiuchevski, incluidas sus primeras obras, como, '&Leycndas de extranje-ros>, asi como rnateriales de archivo que se editaban en ci pals en gran cantidad: documentos de la rcbelión de Pu-gachov, actas de los procesos de los decembrisras y de los miembros de olslar6dnaia VoIia Tamblén Ajmátova se intercsaba por elbo y en el periodo de Ezhov no se cansaba de Jeer 'aExilio y trabajos forzados. * El Instituto Tenishev habia proporcionado a Mandelstam buenos conocimicntos del ruso antiguo en la Jiteratura y la Jlevaba, por decirlo as!, en la sangre. Mi experiencia dc trabajo en los centros pedagogicos me ha hecho pensar muchas veces en Io per-judicial que fue la supresiôn de la enseflanza media. Ctco clue ni Mandeistam ni yo hubiéramos podido acabar Ia es-

- •Na,ódnaia Volia,: .Volunrad del Pueblo., organización revolu-cionaria de Ia segunda mirad del siglo xix. (N. de Ia 1.)

Publicación quc trataba de los prisioneros politicos del zarismo. Sc edith basis 1935. (N. de Ia 1.).

299

cuela soviética, no podriamos, y en todo caso jamás dis-pondriamos de ese cümulo de conocimientos simples y clams quc nos proporcionó l Iiceo ruso.

Para Mandelstam las crénicas armenias constituyeron una novedad. En las librerias de viejo consiguió a Moisés de Chorena y algunos más, pero muy pocos. En carnbio tuvo suerte con la biologia; compré las obras de Linneo, Buffon, Pallas y Lamarck. Tambien adquirio un Darwin (cViaje en ci Beagle.), y algün que otro filosofo, quc se basaba en la biologla, como, por ejemplo, Driesch.

Mandclstam se intcresaba por la filosofia de la cultura y la biologia, pero ni Hegel ni Kant lograron atraer su aten-ción. Marx lo sedujo en sus ahos juveniles y all! acabo la cosa. En la vIspera misma de su detencion, en 1934, rechazó un regalo que Ic hizo Lczhnev, .La Dialectica de Ia Naturaleza., dejindole estupefacto por semejante atre-vimiento. Ese Lezhflev editaba en tiempos la revista cRos-sia. y Mandeistam era uno de sus colaboradores. Fue €1 quien le encargó ci •El Rumor del Tiempo * quc despues rccha26: esperaba otros recuerdos y otra infancia, que más tarde cscribio el mismo. Era la historia de un adolcscente judlo, de un pequeho pueblo, que descubrc el mancismo. Lczhflev tuvo suerte: su iibro que nadie queria editar —aunquc no era peor que otros— fue leido y aprobado por Stalin. Incluso to llamó por telEfono, pero no lo en-contró en casa. Despues de esa Ilamada, Lezhflev, confian. do en su repetition, se pasO toda una semana en casa sin apartarse del telefono. Confiaba en que ci milagro Sc repi-tiese, pero los milagros, como se sabe, no se repiten. Una semana mks tarde, le comunicaron que no habria una se-gunda Ramada, pero quc se habian dado ya las oportunas ordcnes para que se publicase cI libro y que a él se 1e ad. mitia en el partido por recomendacion exprcsa de Stalin: ademas, sc Ic nombraba responsabie de la secciOn iiteraria de .Pravda.. Asi, puts, Lezhfiev, de sec una verdadera in. significancia que cualquicra podia dcspreciar por haber si do editor privado, se vio cncumbrado a lo más alto y Ic faith poco Para enloquccer de alcgria y emociOn. Por cier-to, de todos los milagros Este fuc el más estable: hasta su muerce, Lczhnev siguio ocupando csc cargo u otro similar...

Una vez sabido su destino, Lczhflev dccidiO alejarsc,

300

pot fin, del celefono. Corrió primerarnente a una pelu-queria; durante una semana que permaneció en casa, Ic habia crecido considerablemcntc la barba y tuego a nuestra casa con ci regaio y ci relato del cambio ocurrido en su vida y ci modo como habia Ilegado a! manismo. Cuando editaba cRossia, ni siquiera pensaba en éI. Pero más tarde, estudio los libros recién descubiertos de Engels, en particular Ia cflialEctica de la Naturaleza, y se It abrieron los ojos. Habia ido a una libreria para comprar un ejemplar de ese libro porque confiaba en que Mandcls-cam también comenzaria a ver claro. Lezhflcv era un hombre extremadamente sincero y bondadoso. Incluso send envidia de él: una profcsion de fe sincera, que ade-más Ic !ibera a uno de todo lo desagradable y aporca en ci acto unos ingresos regulates, debe set, sin duda, algo sorprendentemcnte grato...

Mandeistam se paseaba por la habitacion haciendo so-nar sus chinelas y silbaba, mirando de vez en cuando a Lezhilev. Rechazaba con aire indoknte ci regato y ante las insistencias de Lezhncv, recurrió al ükimo recurso: .No me hace falta —dijo senalindome—: ella lo ha icido y di-ce que no me hace falta.... Lczhñev quedo atónico: iC6mo se podia confiar a la mujer la eleccion de libros sobre cues-tiones idcologicas tan fundamcntales! cSe puede —le it-puso Mandelstam—, ella sabe mejot que yo lo que debo leer, lo sabe siempre.... Lezhnev se marché indignado y un dia en quc me lo encontré frente a frente en Tashkent, durante la evacuación, no me saludo. Mc consicieraba, se-guramcnte, ci genio malefico de Mandelstam. Debo ten-dine justicia: no mencionô mi nombre para que tambien a ml me retinasen de la circulación. No conozco su corn-portamiento en .Pravda., seguramente como todos, pero siempre me ha parecido hombre detente y honrado. Inciuso creo que se Ic abrieron los ojos cuando icyó la cDialEctica de Ia Naturaleza.: ese iibro estaba justamcntc a su nivel.

Mandeistam se valio de ml para rcchazar cI regalo y en nuestro estante no hubo ninguna obra manista. Y, dicho sea de paso, los biólogos, mucho antes que Lezhfiev, hablaron a Mandelstam de ese libro y se quejaban de to mucho que les hablan complicado la vida. El que Lezhnev esruviena toda una semana sin afeicarse no es dc extraflar,

301

lo mismo habria hecho cualquier ciudadano soviético, arriesgando, incluso, clue Ic echaran del trabajo por absen-tismo.

En cambio, teniamos en nucstro estante albumes de at-quitectura y entre clios el libro dc Rodin sobre ci arre go-tico frances. Alguien nos enviO en 1937 desde Italia, at-gunos catalogos de museos. Mandeistam se alegro muchI-simo, pero Koscyriev Ic amargO su buen humor aconseján-dole que evitase los contactos con los palses imperialistas, porque todos allI cran espias: .Cuando Ic enviaron esos libros, tendrian algo en mente....

En ci estante inferior estaban los libros que Ida de ni-ho: Pushkin, Lérmontov, Gogol, La Iliada... Están descri-tos en .El Rumor del Ticmpo, y, por casualidad, fucron conservados per so padre. La mayor parte de ellos se per-diO en Kalinin, cuando hui de Jos alemanes. jCOmo co-rrIamos en c1 siglo xx presionados per Hitler y Stalin!

Tenlamos inuchos más libros, Pero de todas formas no me puedo acordar de todos. Winckclman, por ejemplo, etc., etc... Los libreros de los libros de ocasiOn sablan lo clue nos gustaba. Un dia Ic propusieron una divertida cDanza de la Muertc, Pero costaba cara y no la compra-mos. .No importa —dijo el viejo librero—. Seth Para Leo-noy , compra todos los libros quc cuestan más de cincuenta rublos ... .. Jamás vi a Leonov y pot In tanco dejo la res-ponsabilidad de ese chisme a Ia conciencia del quc In ha dicho.

Nuestra literatura

En Ia decada de los años cuarenta, la encargada del gabi-nete mancista-leninisra de Ia Universidad tic Tashkent era una viejecita de pelo corto que andaba con muletas. Decian que la habla atropellado un ciclisra despistado, y clue los medicos tuvieron que amputarle una pierna por haber comcnzado la gangrena, pero Usova juraba y per] raba clue In hicieron adrede, porque todos estaban hartos de ella. La vicjecira me hizo un gran favor y no creo en las ma] iciosas insinuaciones de Usova.

La anciana, miembro del partido desde ci año 1905, habia ocupado antes un cargo muy importante, Pero a]

302

quedar coja no tuvo mI.s remedio que refugiarse entrc los muros de la universidad. Nadie La tomaba en scrio y, co-mo es natural, no contaban para nada con ella; sin embar-go. Ic tenian algo de miedo. Sc orientaba como on cachorro ciego en la nueva realidad estatal, pew se atenia cclosamente a los legados del pasado y estaba dispuesta a armar jalcos pot cualquier cosa. Resulta dificil comprender cOmo pudo salir indemne de la época de Ezhov; lo mis probable es quc se hubieran olvidado de ella porquc CstU-vo mIs de un año en el hospital, perc, si, por casualidacl, se hubieran acordado de ella, no tendrian ningün reparo en presentarse all1 con la orden de arresto. Sc ban dado casos semejantes. tin dia que hacia cola en la circel de Butirki en La Lila de la letra .M., una homOnima me contO que a su marido, un viejo de setenta años —no seria ci abogado?— se lo habian Ilevado desde la clinica donde In trataban de una grave dolencia cardiaca. Lo mIs vcrosimil es que La anciana coja, con tantos afios de militancia en ci partido, fuera un anacronismo de tal especie que nadie se acordO de ella durante los ahos fatales.

Sentada en ci gabinete marxista-leninista ante una mesa atestada de libros preparaba ml tesis para el tItulo de Ii-cenciada en filosofia. Eran ]as obras que se exigian en el programa y yo las revisaba rapidamente. La viejecita entrO en ci despacho y no crela In que velan sus ojos: alguien Ida en original las obras que tan gran papel habian de-sempenado en su vida. Recordarla, seguramente, su ju-ventud, la clandescinidad y la exnoclOn clue sintiO al abrir .EI Capital, pot vez primera.

•1Ah —me dijo—, si todos los escudiantes leyesen como usted! No me piden mis que el Diccionario Filosofico.. Me send turbada pot su innierecido ctogio. TambiEn yo conocla el modo de preparar ci examen de filosofia a base de ese diccionario. .No, no! —repitiO la anciana—. Us-ted no los conoce: utilizan solo los resflmenes, el dicciona-rio y pare usted de contar.. Mc permitió Ilevarme todos los Iibros a casa y hablO con mis examinadores para dispo-nerlos en mi favor. cNo conoce usted a Ins jóvenes; ellos quieren aprenderlo todo de memoria, palabra por pa-labra, pero nosotros somos gente de edad y no estamos acostumbrados a ello. Si tropiezan, se acabO, on suspenso... Pero yo les conté todo, les dije cOmo se prepa-

303

raba, In clue lela y tarnbien les hablé de cómo Ic hacen sus estudjantes,.. La segundo, es decir, In que clijo de los otros estudiantes, fue lo más esencial. Pot temor a la ma-ligna vieja, mis examinadores no se atrevieron a suspen-derme, aunque hacerlo era de 10 más fâcil: yo no estaba ducha en el arte del intercambio de replicas, como si fuesen pelotas de tenis, y era muy capaz de confundir to-dos los congresos... Pot los pasillos, ademas, ya se hablaba de que no se debla confiar en ml y que era preciso comprobar muy concienzudamente mis conocimientos. No era, ciertamente, una orden dada desde arriba que no se podia quebrantar, sino una iniciativa a los profesores jóvenes. No querlan, simplemente permitir clue yo, una extraña, entrase en la privilegiada categoria de los profeso-res, que recibian excelenws emolumentos; dicho de otro modo, que pasase a set un ccuadro.... Fibs tenlan buen olfato: a un kilometro de distancia reconocian al elemento ajeno, por mucho que Cste escondiera los ojos. En una pa-labra, la viejecita me salvo y ella sabia Jo que hacla: no era fácil Para una persona desvalida hacer frente a una genera-ción joven, intrigante, ambiciosa y Ilena de pasiones. Ademas, Ia viejecita se habia dado cuenta, tal vez, de que entre ella y yo existia algo en comün. En aquellos alios nadie Ida ni su literatura ni la mia. Tanto la una corno la otra habian caldo en desuso y ambas confiábamos en que resucitarla algün dIa, pese a todo. Tanto ella como yo crelamos en la inaniovilidad de nuestros valores, aunque Jos mios estaban y estin en Ia clandestinidad y su literatu-La, clandestina de la Cpoca de su juventud, se hizo, por el contrario, patrimonio del Estado. No obstante, tanto la una como la otra han Perdido sus lectores.

Desde entonces, han transcurrido cerca de veinte aflos. La anciana habra muerto seguramente hate ya mucho tiempo, Pero existen aün personas de la dCcada de los aflos veinte que piensan igual que ella, que confian obsti-nadamente en que la juventud vuelva en si y busque res-puestas a todas las preguntas en ci alfabeto dialectico de sus aios juveniles. Conflan en qhe ese alfabeto fue aban-donado porque Jo sustituyO ci cCuarto Capitulo.'. Pero

* Is autora se refiere al cuarto capItulo de Ia Hisroria del Partido Co-niunisra (boichevique) tie la URSS, clue trata del niaterialismo dialecrico. (N. de Ia T.)

304

hay también ocros clue son más jOvenes, no han cumplido aün los sesenta ahos, que sueflan con ci retorno de cse ,Cuarto Capitulo* y de todo cuanto In acompanaba Están bastante solos, pew se consuclan con la teoria de la tesis, la antitesis y la sintesis. Conflan en Itegar con vida a Ia sintesis y extenderse de nuevo con toda potencia. Y, final-rnente, estã la juventud que recuerda los gloriosos hechos de sus padres, hoy dia destituidos. .El fin no justifica los medios. dijo uqo de los estudiantes del grupo que yo en-sehaba. cPucs yo creo que los justifica —le respondie se-veramente una bella muchacha que vivia en una espléndi-da casa y gozaba de todas ]as ventajas que podia ofrecer una ciudad provinciana a un habitanre respetable: clini-cas, sanatorios, atmacenes exclusivos y secretos. El padre de esa joven, jubilado despues del XX Congreso, habIa elegido para. vivir la ciudad donde yo estaba de profesora. Era la ünica del grupo que sabia lo que queria, la ünica que habla leldo a Solzhenistzin; se manifesto absoluta-mente contraria a la publicaciOn de semejantes libros. Si la anciana bibliotecaria se afligla de que Jos estudiantes no leyesen .El Capital., esa joven se interesaba ünicamente pot el Cuarro Capitulo, y ci mantenimiento del orden. Ambas esperaban el retorno del pasado.

En cuanto a ml, observo con emociOn y esperanza cOmo aumenta el nümero de personas que teen los poemas y la .Cuarra prosa de Mandeistam. Habitualmente ci conjun-to de las ideas bisicas se forma en la juvenrud y raras veces se revisa. Mis antagonistas y yo nos mantenemos en nuestras posiciones. Somos la tesis y la anthcsis. No espero Ia sintesis, pero quisiera saber a quiEn pertenece ci futuro.

Italia

A la pregunta çQué es el acmeismo?., Mandelstam respondio: dEs la nostalgia per la cultura universal.. Esto sucedia en los afios treinca, bien en la Casa de la Prensa de Leningrado, bien en la conferencia ya niencionada en la Union de Escrirores de Voronezh, donde Mandelsram declaró que no renunciaba ni a los inuertos ni a los vivos.

305

Poco despues de ello escribiô: ty una serena nostalgia no me permice dejar las aán jóvenes colinas de Voronezh pot las luminosas y univcrsalcs de Toscanab... Las tierras de Toscana perteneclan a toda la humanidad.

En estas estrofas se manifiesta quizás con mayor clan-dad que en otras su accitud ante Italia y ci mar Meditenra-neo. Cayo en mis manos pot casualidad on escrito de Struve en ci cual se pregunta si ha estado Mandeistam a!-guna vcz en Italia y enumera todos Ins otemas italianos, segün expresión soya, quc figuran en sus poemas. Man-delstam estuvo en Italia dos veces, cuando estudiaba en Heidelberg y en la Sorbona. Pero esos solitanios viajes ju-veniles que eran breves —duraban varias semanas— y su-perficiales, Ic dejaron on sentimiento de insacisfacción; tEs como si no hubiera estado... Pero no se trata de eso, sino del papel que jugó Italia, Ia ctierra de coda la huma-nidad,, mejor dicho todo el mar Mediterranco. cEs impo-sible senrar ci comienzo de la historia —escribia en on at-tIculo sobre Chadaiev en los aflos de su juventud—. En general es inconcebible si no hay continuidad ni unidad. La unidad no puede inventarse, ni crearse; tampoco se puede aprender. Donde no existe hay, en ci mejor de los casos, ''progreso'', Pero no historia: ci movimiento mecá-nico de Ia manecilla de un rcloj y no el sagrado vinculo, y Ia sucesión de los hechos,. Estas palabras Sc refieren a Chaduiev, pero era también lo quc sentia ci propio Man-deistam. Para él toda la zona del mar Mediterranco era tierra sagrada, la tierra donde comenzó la historia que en so desarrollo sucesivo din a Europa Ia cultura cristiana. No acabo de comprender ci porqué cI siguiente pasaje del .Viaje a Armenin puso en guardia a todos los marxistas. tUna planta en ci mundo es on acontecimiento, on id-dente, una flecha, pero no una evolucion tediosa y ramifi-cada.. . - Supongo que la palabra tevolucion, éstaba inti-mamente relacionada con Ins positivistas, Comte, Stuart Mill y todos cuantos Ida y vencraba la gente de la genera-ción de su madre que fue, además, la que desbrozo en nuestros dIas el camino al maixismo. En todo caso, Man-delstam distingue dos series de fenómcnos: la positiva y la negativa. En la posiuva inclula la cormenta, Ins aconteci-mientos, la formacion de cnistales... Aplicaba estos con-ceptos tanco a la historia como al arte e incluso a la forma-

306

ción del caricter humano. En la negativa estaban todas las clases del movimiento mecinico: la marcha de las agujas del reloj, ci desarrollo, ci progreso. Podemos incluir en es-to la sucesión de Las imágcnes de una pelicula que compa--ra en su ,Conversación sobre Dante. con la ,metarnorfosis de una tenia.. Esta comparación es un ataque contra la brillantez de La lOgica de Eisenstein, muy de moda enton-ces, contra sus bellezas mecánicas. Ese movimiento, segUn Mandeistam, equivalia al inmovilismo, al budismo, comprendido al modo dc Vladimir Soloviov como una marcha de ccarros de Bárbaros.. Por ello precisamenre, LIa-me ,budisra. a Moscü: cyo regresE, mis bkn, me obhga-ron a regresar a la Moscü budista'. En nuestras continuas conversaciones sobre la vida nueva y el fururo reino mile' nario del ininterrumpido progreso, Mandelstam soDa en-furecerse y discutir con ardor. Percibia en esas teorlas el antiguo .anhelo paneslavista de parar Ia historia.. No sé en qué medida crela en la congruencia del proceso histori-cc —hasra mediados del siglo xx era muy dificit creer en ello .—, pero, en rodo case, no crela que ci objetivo de la historia fuese la felicidad del género humano. Su acritud ante la felicidad universal era la misma que ante la indivi-dual. <Por qué se te ha metido en la cabeza que debes set feliz?. La teoria de la felicidad universal Ic parecia la mIs burguesa de toda la herencia del siglo xx.

El segundo punro que nos movia a discutir era la cues-tiôn de la continuidad que él buscaba en todas panes: en la historia, en la cultura, en el arte. También en esto recu-ida a la analogia con el reloj: al reloj se Ic da cuerda y el movimiento empieza de la nada, pero un acontecimienro es inconcebible sin algo que In anteceda.

Mandelstam se disringula por un espiritu concreto muy riguroso que tenia algo cómlcamenrc infanril; una yea hallada la comparación que la recordaba cI est6pido infi-nirob gracias a la manecilla del reloj, so antipatia se exten-diC a ese objeto tan ütil. No Ic gustaba y jamis tuvo uno. jQué faIn me hare un reloj! —decia—, sin necesidad de

mirarlo sé la hora que es. En cicero, media el tiempo con sorprendente exactitud y jamis se equivocaba en mks de varios minutos. Creo que esta es una propiedad de los ciudadanos de [as ciudades y él lo era... La ñnica clase de reloj que el admiria en casa, cuando yo insistia mucho, era

307

ci de pEndulo. Este tipo de rcloj con el pénduio, Ia pcsa con so cadena y ci dibujo en la esfcra mitigaban su odio at contador inecánico. Le hacia recordar la cocina, que siempre fue su habitacion predilecta en la casa, aunquc H jamás la tuvo. Tambien Ic gustaban los relojes de arena de ]as farmacias y tenia grandes dcseos de comprar uno Para ci cuarco de baho, Pero no tardamos en set expulsados de la ünica casa que tuvimos con baflo, asi que no nos dio tiempo dc comprarlo. En sus poemas para niños figuran las manecillas del reloj y se comparan con un par de bigo-tes que corren pot un Plato. Hay personas tan pianas co• mo un Plato...

Pero Mandeistam no sentia ninguna repulsion pot las máquinas, sc interesaba per ellas, adniiraba su inteligente funcionamiento, hablaba gustosamcntc con los ingcnieros y Ic gustaba no tenet Iectorcs cntrc cilos. En efecto, si en aquellos años los jOvenes técnicos se interesaban pot Ia Ii-teratura, scguIan a LEF. Algunos klan a Pasternak, que ci propio LEF les prcscntaba. Hoy dia la situaciOn cs distinta y, adcmás, Ins técnicos ban dejado ya de set los reprcscn-tames del siglo, como la vanguardia del Progreso... Los más inte!igentcs dc crate elios se sicntcn inciuso confusos dc set considerados tecnOcratas. El mitt dc la grandeza de la industria, de su papel decisivo en la historia, de Ia .nc-cesidad hisrOrica. y la superestructura que depende picna-mente de Ia base, está casi superado. Parecc que la época del determinismo social está finalizando, Pero ann perdu. ra ci mitt al que din vida: ci de Ia incompatibilidad y oposiciOn cntrc la cuttura y la civilizaciOn. No radicara ci mal de nuestra cultura en ci hecho de que tengamos ins-trurnentos más perfectos que hare cien afios?

lilok hablo ya del fin de Ia civilizacion quc habia susd-tuido a la cultura y comparaba nucstra época con la caida de Roma Segun Blok, Ia civilizacion individualista, falta de integridad, se habia destruido, arrastrando en su calda ci humanismo y sus valores éticos: a sustituirlos vendrian mans de barbaros, no civihzados, que ban conservado ci cespIritu de la müsica, portadores de una cultura nueva. Es curioso señalar clue esas masas para Wok debian ser get-mánicas o eslavas, como si ya en 1918 hubicra prcscntido ci fascismo... La concepciôn de Biok se aproxima a la de Spengler. Pesc a su cristianismo primitivo y at tespiritu de

308

la müsica' , Blok siguc siendo, en esencia, un positivista. El individuo para él no es un exponente de la cultura ens-tiana, sino tan solo del humanismo, al igual que Ins valo-res érieos y los sentimientos humanitarios. La teoria de Spengler jarnás sedujo a Mandelstam ni por un breve ins-tante. Después de leer .El Ocaso de Europa) me dijo, sin dare importancia, que las analogias de Spengler no pa-drian aplicarse probablemente a la cultura cristiana. Man-dclstam jamás pensO en ci fin del mundo, lo que constitu-ye una de las causas del pesimismo de Blok. La cultuna pa-ra él es la base del proceso histOrico; la historia era el ca-n-tino de su comprobaciOn, Ia prueba del bien y del mal.

La convicción de que la cultura, como la bienaventu-ranza, es lo primario y que sin ella no hay, en general, histonia, to llevO a considerar como tienra sagrada ci Mcdi-terránco. Dcaqul ci constante retonno a Italia y a Roma en sus versos. Roma es Cl lugar del hombre to el Univcrso y los pasos son all1 acciones... Inclula en la esfera del Me-diternineo a Crimea y Transcaucasia. En el poema dc Ariosro expone su ilusiOn: .Fundiremos en un solo y fra-ternal azul ntis rosicleres y nuestras costas del mar Negro- -

.La tierra que sirviO de aprendizaje a los primeros horn-bres, era ci lugar de la constante devociOn de Mandcls-tam. Pese a su enorme aficiOn a los viajcs, se negaba catc-gOricamente a visirar Asia Central y ci Extremo Oriente. Le atralan tan solo Crimea y ci Caucaso. Los antiguos vinculos entre Crimea y el Cáucaso, sobre todo de Arme-nia, con Grccia y Roma, Ic parecian una garantia de la co-munidad con la cultura mundial, mejor dicho, con Ia europea. La mayoria de los escritones soviéticos clue hacian viajes —los viajes a las regiones cxrrcmas del pals gozaban de gran popularidad— eleglan habitualmente ci mundo musulman. A juicio de Mandelsram esa atracciOn de nuestros escrirores por el mundo musulmán no era casual. El determinismo, la disoluciOn del individuo en Ia sagrada militancia, las inscripcioncs ornamentales en una arquitcc-tura clue aplasta al individuo, todo eso correspondia más a los hombres dc nuestra época que la doctrina cristiana sobre el libre aibedrio y ci valor de la personalidad huma-na.

Mandelsram sentiasc ajeno al mundo rnusulmán: cy se

309

apartó con dolor y verguenza de las barbudas ciudades del Oriente. Solo buscaba las tradiciones de la cultura heléni-ca y cristiana. Sentia cariflo por Feodosia no sOlo por la originalidad de sus paisajes, sino también pot su nombre, pot Ins restos de la fortaleza genovesa y el puerto con bar-cos Ilegados del Mediterraneo. En cierta ocasiôi Ic dijo a jardzhiev que se consideraba como el iItimo poeta cris-tiano y helénico de Rusia. Esa palabra tItimo> Cs la ünica manifestacion de su temor a la destrucciOn de Ia cuitura... Creo quc le habria gustado set enterrado en Crimea y no en la tierra de su exilio, en los alrededores de Vladivostok.

Se comprende faciimente pot qué ci don poético retor-nO a el en ci Ciucaso. En un poema suyo dice que dtraba. jo cuando siento en el pecho ci palpitar de la Colquida, es decir, cuando se siente relacionado con el mundo de la cultura y de la historia. Solo entonces puede nacer el .can-to limpio, desinteresado,... Habia anhelado it a Armenia desde hacia mucho tiempo, prefiriendola, inciuso, a Geor-gia, pot considerarla como una avanzadilia del cristianis-mo en Oriente, aunque en más de una ocasiOn resaltO la importancia que tuvo Georgia para la poesia rusa.

A Bujarin Ic debemos el viaje a Armenia como todo lo bueno que hubo en nuestra vida. Intento mandarnos a Armenia por primera vez a finales de los años veinte, cuando el Comisario de InstrucciOn Püblica era Mravian, quien invite a Mandeistam a Erevan pan dar un cicio de conferencias y dirigir un seminario. El primer viaje fracasO pot Ia inesperada muerte de Mravian y, ademas, Mandels-tam tenla pánico a la enseñanza; no se crela capaz de en-seflar a nadie y SC daba clara cuenta de que carecIa de co-nocimientos sistemáticos. Cuando en la década de los aijos treinta, Korotkova, Ia secretaria .ardiila descrita en Ia .cCuarta prosav IC preguntO a donde queriamos it, ei res-pondiO: .A Armenia. Ella ianzó un suspiro y le mirO se-riamente: .Otra yea? Entonces la cosa es grave.. ., Man-deistam no la menciona pot casualidad. Era una persona buena, cordial y atenta, lo que no se daba con frecuencia en nuestras instituciones. Y como contraste recuerdo a Ia •secreraria de belieza inhumana, en algunos fragmentos dramticos de Ajmátova, destruidos en un acceso de miedo, toralmente fundado. La secrecaria de Ajmitova no hacia más que repetir una sola frase que olamos en todas

310

panes y siempre: cSon ustedes muchos y yo estoy sola... En esta frase se refleja ci estilo de toda una época, expre-sada pot boca de una insignificante funcionaria.

El editor americano de las obras de Mandeistam, Fili-pov, Con la perspicacia propia de todos los editores decidiO que Mandetstam se fuera a Armenia, huyendo de la cons-trucciOn de Ins planes quinquenales. . - Es una barata espe-culaciOn politica. En la periferia, la industrializaciOn se notaba mucho más clue en ci centro y contra ella nada po-dia tener Mandeistani. Por qué iba a disgustarle una or-ganizaciOn planificada de la economia? Su problema no era ese.

Crimea, Georgia y Armenia, Para él, eran ci mar Negro que las unia con el Mediterrãneo y la cultural universal. El rasero de todos los fenOmenos segula siendo Italia, No habia elegido a Dante por azar Para exponer so credo poE tico. Para el, Dante era la fuente de la cual emanaba toda la poesia europea y la medida de la certeza poética. En sus libros de notas relacionadas con la ,ConversaciOn sobre Dante' habla varias veces del cinjerto italiano* en algunos poetas rusos Estas notas no pasaron al texto definitivo porque no quiso set demasiado sincero ni descubrir sus pensamientos en exceso: diriase que dejaba solo Para si ci curso de los mismos. En las catedrales del Kremlin des-cubriO so naturaleza italiana: cy las catedrales moscovitas de cinco cupulas con alma i-usa e italianas. *La tierra AsunciOn: Florencia en Moscü.

Al contemplar la Trinidad. de Rubliev comentO que ci pintor debia conocer, sin duda, a los maestros italianos y que esto lo distingula de los pintores de iconos de su Epo-ca. En Ia breve biografla de Goethe, hecha Para la radio de Voronezh, figuraban numerosos episodios que no solo caracterizaban La biografla del gran poeta, sino en general de cualquier poeta, y terminaba con el viaje del jovcn Goe-the a Italia. Esta 2eregrinaci6n a los sagrados lugares de la civilizaciOn europea era, en so opiniOn, una etapa nece-saria y decisiva en la vida de cada artista.

COmo se explica, entonces, que Mandelstam descon-tento de sus viajes juveniles a Italia, hubiera renunciado en la decada de los años veinte a on viaje al extranjero? El entonces todopoderoso flujarin lo avalO y también lo hizo Voronski; el pasaporte Para el extranjero estaba asegurado.

311

Estos avales permanecieron todo ci riempo en ci balil has-U que en ci primer registro los metieron en una cartera y se los Hevaton a Lubianka juntamente con los manuscritos de los poemas, anadiendolos al sumario...

En mis años jévenes no acababa de comprender la relacion entre lo quc Mandeistarn hacia y In que escribla. Hoy dia lo veo con mucha mayor ciaridad c lue cuando El vivia y las discusiones cotidianas, las mutuas pullas y disputas ocupa-ban todo nuestro ti empo y nuestros pensamientos. En un ardculo sobre Chadaicv hallE la cxplicacion de su renuncia al viaje a Europa. Chadaiev, segiin cuenta Mandelstam, visito Occidente, estuvo en ci .mundo historico,. y regresé, pese a todo; ci hecho de clue hubiera encontrado ci cami-no de regreso era un mérito a Ins Ojos de Mandelstam. Con la misma ingenua rectitud quc Ic bach renunciar al reloj recordo el regreso de Chadáiev y renunció a la tenta-ciôn de visitar Europa una vez más. Sus pensamientos Sc convertian siempre en acciones, Pero temiendo mis burlas no siempre me descubria su trasfondo, Pero ya en vida su-ya, sabia clue sus versos y prosa determinaban en cierto modo su conducta, mejor dicho, que muchas de las cosas que decia venian a set para El como tin voto. Tal era el vo-to de la pobreza en ci poema de San Alexis y la promesa de continuar la lucha pese a lo peligrosa y desagradable que pudiera set en los •Aiiscans, y la rcnuncia a Europa en ci articulo sobre Chadaicv. Este artIculci fue escrito en los ahos de su primera juventud, Pero su ideologia ya esta-ba formada y los votos hechos por un chiquilio conserva-ron su fuerza hasta la hora de su muerte.

La estructura social

Ya a principios de la decada de los treinta, Mandeistam me dijo un dia: .Sabes, si bubo alguna yea un siglo de ow, fue ci xix, Pero no lo sabIamos.

En cfccto, habia muchas cosas que no sabiamos ni corn-prendiamos y el conocimiento lo adquirimos a muy alto precio. 1 Por qué tendrá que sufrir (ante la gente por la büsqueda de formas más perfectas de vida social! Hare

312

pOcO of decir: .Es sabido quc toclos aquellos que ansiaban proporcionar felicidad a Jos hombres, sOlo les causaron in-mensos males.... Esto to duo un joven que ahora no quicre ningün carnbio, con tal de no acarrear ninon mal ni pan si ni para los demas. Como éì hay muchisimos ahora, entre los circulos, naturalmente, más acornodados. Son los jóvenes especialistas, Ins representantes de las ciencias exactas cuyo trabajo necesita ci Estado. Viven en casas he-redadas con dos, tres y cuatro habitaciones o bien esperan recibir vivienda de los centros donde prestan sus servicios. Están asustados pot la actividad de sus padres, pero temen aün más Jos cambios. Su ideal es pasar tranquilamente La vida en ci rnanejo de sus máquinas caiculadoras, sin pen-sat para qué se necesitan sus cálcuios ni qué consecuencias tendrán; dedican sus horas de ocio bien a la literatura, a las mujeres, a (a müsica a a los viajes pot ci sur. No en Va-no ci viejo guasOn Shkiovski, at recibir una nueva vivien-da, dijo, dirigiEndosc a otros afortunados que tambiEn las habian recibido: tAhora tenemos que pedir a Dios que no haya revoiuciOn.... Victor Shklovski habia dark en el bianco: se habia aicanzado ci limite de la dicha personal... Con tat dc poder gozar de ella... Con tal de tenet tranquilidad.. Un poco dc tranquilidad. - Nunca la hemos cenido.

La formula de Jos jOvcncs especialisras quc no dcsean cambios es dc una rara perfccciOn; en cfccto, la basqueda de la perfeccien nos lieva sabe ci diablo a dOnde. Hace poco un hombre de edad madura y de un destino diferen-tc, con un pasado Ileno de pcnalidadcs, activo luchador pot In .nucvo, pero no en nuestro pals, gracias a lo coal conservO ci sentido de (a responsabilidad pot to ocurrido, confcsaba: &Una sola vcz en (a vida quisimos hater feliz al pueblo y jamás nos lo perdonaremos.. Crco, sin embargo, que se to perdonara y procurarã tomar de la vida todo cuanto Ic corresponde pot sus méritos... Y all1 abajo, aquelias mismas masas de las cuales se ban dicho tancas tonterlas (como Blok, pot ejempto, habiando de quc no estaban contaminadas pot la civilizaciOn, que poscia ci es piritu de la müsica, etc., etc.), cavilan intensamente sobre ci modo de conseguir alga más de dinero quc ci salario pa-ra poder tarnbiEn vivir en paz. Aiguno quc otto roba to que puede, bien para reparar la casa, bien para comprarse

313

ropa; otros se preocupan sobre todo de la bebida. Dc donde saran dinero pan cmbrutecerse con ci vodka? En Pskov tenla pot vccino a un albaflil, antiguo guerriliero, hombre ya entrado en aflos quc scguia siendo tin frenEtico partida-io de Stalin. El dia de la paga, insultaba a su ca-pataz por habcrie enganado con las peores palabras y pot la tar& armaba camorra en ci pasilio dc la casa comunal: cFijaos cómo vive Grigori Scmionich! iTiene dc todo! Stalin Ic din todo!.... La mujer le arrastra hacia su habi-

radon donde viven cuatro, Pero no ccsa de alabarse: .Me dio vivicnda, una condecoraciOn, la vida, ci respeto y ci honor... Y vosotros sabéis a quién se Ia debo... Gracias a €1, bajaban Ins prccios... ' . En esta famiiia, ]as fiestas se cc-lebran en forma muy soicmnc: se rthncn ]as hermanas de la mujer con SUS maridos, rccuerdan la expropiaciOn (ellas consiguieron hut del caserlo paterno), primero se coioca-con de criadas y iucga al servicio del Estado. La esposa del albanil fuc la más lista: durante la guerra con flnlandia se colocO en un comedor de la MGB, en una zona próxima at frente y recordaba que Ins finiandeses .eran maIos. Be-ben a la memoria dc Stalin y rccucrdan quc antes, en su tiempo, tenian dc todo y ahora, en cambio, faIn de todo... Los hombres son invalidos de gucrra y las mujeres, ya de cierta cdad, tienen hijos nacidos despues de Ia guerra... La esposa del albahil trabajo para ml de asisten-ta durante todo ci invierno y en la Primavera, de acucrdo con la costumbre, dcnuncio a la vccina que me habia al-quilado la habitacion por no haberme registrado. Después Iloro amargamente, me pidio perdon y fue a la igiesia a rezar Para redimirse de su pecado... Este tipo de gcntc pertenccc a un pasado muy podcroso aün que va desapa-reciendo poco a porn. Y sus deseos de cambios se deben a su añoranza de la juventud que ahora les parcce radiante y del retorno de aquci clue les enscflO las fOrmulas más simples: .Gracias pot nuestra vida fciiz,... Tambien tienen mOsica, ci aparata de televisiOn quc es objeto de primerisima necesidad. Desde luego, nos hicicron dicho-sos, Pero nadie se arrepientc de ello.

A principios del siglo xx se ilegO at convencimicnto —esto lo cnticndo ahora—, de clue sc dcbia crcar una so-ciedad perfecta, mejor dicho, ideal, que debIa, que estaba obligada y no podia no asegurar el bienestar general y Ia

314

felicidad de todos. Esta idea era producto del humanismo y de las tendencias liberales del siglo xix, pero fue eso, precisamente, ci obstaculo para la realizaciôn del reino de la justicia social. No debemos olvidar que ci siglo XIX fue denunciado como ci siglo de las nobles palabras y acciones de compromiso, de maniobras e inestabilidad general. En contraste, el siglo xx buscaba la salvacion y la cuiminación de sus ideas en un orden fCrreo, rigido, y en la disciplina, basada en el sometimiento ala autoridad. Todo se edifica-ba en contra del pasado. El ansia de un regimen orgãnico y de una sola idea en que se basaria la ideologia y toda la àctividad, torturaba a los hombres a fines del siglo xix y principios de este. La libertad de pensamiento, criatura amada del humanismo, minaba la autoridad y fue sacrifi-cada en aras de nuevos ideales. El programa racionalista de las transformaciones sociales exigia una fe ciega y la su-bordinacion a la autoridad. Asi, pues, se restauró Ia auto-ridad y apareció la idea de la dictadura. El entusiasmo no es una palabra vacla. Ha existido realmente. Un dictador es poderoso de verdad solo si dispone de cuadros de ejecu-tores que confian ciegamente en El. No se les puede comprar, ya que serla demasiado simple, pero cuando ya existen, cabe completarlos y adquirirlos, sobre todo si hay donde elegir. Pew toda idea tiene su comienzo, desarrollo y decadencia. Cuando Csta liega, queda la inercia: jOvenes que temen cambios, hombres devastados que sOlo ansian paz, un puhado de viejos acemorizados por lo que han hecho y ejecutores subalternos que repiren mecãnicamente las palabras que les fueron inculcadas en su juventud.

Mandelstam jamás renunciO al humanismo y a sus valo-res, Pero tambien El tuvo que recorrer un largo camino Para poder calificar el siglo XIX como el siglo de oro. Al igual que todos sus coetãneos, revisó la herencia del si-glo xix y Ic presentO su cuenta. Creo que en su formacion ideologica jugó un gran papel so propia experiencia perso-nal, La experiencia del artista que determina su concepciOn del mundo igual que la determina la experiencia mistica. Pot ello, tambiEn en la vida social buscaba la armonia y la correspondencia de las panes en su subordinacion al todo. No en balde Ia cultura era para El la idea clue regia el pro-ceso histOrico y su estructura... Hablaba de la estructura de Ia personalidad y de la estructura de las formas sociales.

315

juridicas y econOmica& El siglo XIX Ic repelia por so pobreza, incluso per la fealdad de so estruccura social; en alguno de sus artIculos habla de ello. Mandeistam no hallaba en las democracias occidentales, satirizadas ya por Guertzen, ni la armonia ni la grandeza a las que aspiraba. Anhelaba una estructura definida de la sociedad, una cs-cala de Jacob., como dijo en on articulo sobre Chadaicv y en •Ei Rumor del Tiempo.. Habia percibido esa cescala de Jacob. en la organización de Ia lglesia CatOlica y en el marxismo, que Ic habian atraido en sus años de estudian-it. Habla de eso en .El Rumor del Tiempo. y en una carta que escribie desde Paris a so maestro V. V. Guippius, a donde foe a estudiar, una vez terminado ci curso de la Es-cuela Tenishev. lanto en el catolicismo como en ci mar-xismo habia descubierto Ia idea organizadora clue ligaba en un todo los diversos elementos de Ia estrucrura. En 1919, estando en Kiev, me dijo una vez que pata ét la mejor organizaciOn social era una especie de teocracia. Por ello no Ic asustaba Ia idea de la autoridad convcrtida en poder dictatorial. En aquellos aflos lo finico que quizás Ic disgustaba era la organizaciOn del parrido. cEl partido Cs

como la iglesia vuelta del revés.... Queria decir con ello que ci partido se organiza como la iglesia, con Ia supedita-ción a una autoridad, pero sin dies... En aquel entonces aün no se imponia la comparaciOn con la Compaflia deje-sth.

Despues de la guerra civil, empezaron a estructurarse ]as primeras formas del poder estatal. Engels tenia razOn cuando indicaba que la .industria de !as armas mortiferas* es siempre la mis avanzada. Lo demuestra toda Ia histo-na, desde la invenciOn de la pólvora hasta la fusion del átomo. Del mismo modo las instituciones mis ,avanza-das., es decir, [as mis caracteristicas y las que mejor expre-san Ia idea estatal, son ]as quc se dedican al cxterminio del hombre para provecho y gloria de la estructura social...

El primer encuentro de Madelstam con el nuevo Esta-do ocurrió durance so visita a Dzerzhinski y al juez de ins-trucción para interceder por su hermano que habia sido detenido. Ese encuentro le obligo a meditar profunda-mente sobre ci relative valor de Ia cestructura social. y la personandad humana. La nueva cestructuras no hacla más

316

quc esbozarse en aquel entonces, pero ya prometla set majesruosa en extremo, aün rnás grandiosa que las pirámi-des dc Egipto. Y Sc ic podia ncgar la unidad de su con-cepción. Dirlase que la iiusión juvenil de Mandeistam cm-pezaba a realizarse, pero Ci, como todo arcista, jamis per-dia ci sentido de La realidad y pot eso la majcstad de las formas estataics del socialismo no Ic cegó, sino quc mis bien Ic dio miedo. Dc csc periodo data su pocma cEl Si-gb., en ci cual retorna al pasado y pregunta cómo *unit ]as vertebras de dos sigios, y tambiCn su articuio dEl hu-manismo y ci mundo actual.. Dice en csc arriculo que el rascro dc la estructura social cs Cl individuo, pero quc suele haber Cpocas que se oividan de Ci. cDicen que nada ics importa ci individuo, que debe utilizarse como ci Iadriilo o ci cemento, clue SC dcbc construir partiendo de ii y no para V. v Como ejemplo de estructura social hostii al hombre cita Asiria y ci antiguo Egipto: cLos cautivos dc Ins asirios buiien como poilucios a ios pies del inmenso rey. Los guerrcros quc personifican para ci hombre ci hos-di poderlo del Estado matan con sus iargas picas a los pig-meos arados y los constructores egipcios tratan a la masa humana como un material del quc deben disponer sicmprc y en cuaiquier cantidad. ... La época en la cuai Ic tocó vivir, le hizo recordar a Asiria y Egipto, pero segula confiando en que Las futuras formas monumentaics del Estado inmincntc serian suavizadas pot ci humanismo.

Sc han conscrvado dos fotografias dc Mandeistam. Una de elias representa a un hombre joven, vestido con jersey, con aire serio y preocupado; es del aflo 1922, cuando des-cubrio por vez primera la naturaicza asiria de nuestro Es-tado. En Ia otra foto aparccc un vicjo con barba. Ernie ambas fotos sóio han transcurrido diex afios, pero en 1932, Mandcistam ya sabia en qué se habian convertido sus sueños juveniles sobre la belia cestructura social ' , Ia autoridad y la superación de las lacras del sigio XIX. En aquel entonces ya tuvo ticmpo de decir, refiriCndosc al fey de Asiria: cMi aire tomó para A. El asirio mi corazón suje-ca. y escribir el poema: .Vivimos sin sentir el suelo bajo nuestros pies.. Fuc uno de los primeros en voiver al si-glo xix y en calificario de .cdad de oroa, aunquc sabIa que nuestras ideas habian brotado dc una de las semilias cultivadas en aquci siglo.

317

A finales de su vida, Mandeistam volvió a recordar una yea más Ia famosa eestructura social, y se no de si mismo: €Fortalecido por selecta carne canina, ci Estado cgipcio a sus muertos ofrece todo y hasta la bagacela de las Pirámi-des. El incomparable François Villon amaba el gOtico, hacia travesuras, se rela del derecho de las ara.flas, sabio y escolar, angel ladron...

A lo mejor somos en realidad asirios y por tIles reaccio-namos con tanta indiferencia ante Ia matanza masiva de esclavos, cautivos, rehenes y rebeldes... Al conocer la ma-tanza de turno, nos deciamos unos a ocros: cBs un feno-meno masivo... iQu6 podemos hacer!.... Apoyamos las medidas, los proyectos y ]as disposiciones masivas. Tam-biEn entre los reyes asirios los habia buenos y malos, pero quién puede detener la mano de un icy cuando hace la

senal para clue se exterminc a los pnisioneros o permite al anquitecto cl ue Ic construya un palacio?

No senian esos exterminados cautivos la misma masa con la cual nos asustamos ahora muwamente? En codas panes donde reina un orden fErreo aparece la .masa*, pe-to en las fábricas los hombres viven su propia vida y si-guen siendo hombres. Siempre observe que en un hospi-tal, en una fábnica, un teacro, en esas instituciones cern-das, Ia gente vivia su propia vida, plenamence humana, que no los mecaniza en absoluco, que no los convierte en 'masa....

Ne trebim

(Ahora resulta que vivimos en una superestructura., me comunicó Mandelstam en 1922, poco despues de nuestro regreso de Georgia. Habia escnito hack poco un articulo sobre ci alejamienco de la cultura y del Estado, pero la guerra civil habia terminado .y los jóvenes constnuctores del nuevo Estado hablan comenzado, por entonces sOlo teOnicamente, a situar en su lugar correspondiente todos los fenOmenos de la vida. Fue entonces cuando la cultura paso a set una superestructura de Ia base y esce hecho no dejO de manifestarse. Klychkov, rebelde pot naturaleza,

318

pero de un gran corazOn, un gicano de ojos intensamente azuks, decia todo confuso a Mandelstam, refiriEndosc a Voronski: .Se ha obstinado Y no hay quien lo mueva. Di-ce que eso no nos hace falta.. Voronski, como todos los demas redactores, se negaba a publicar Ic que escribia Mandeistam: la superestructura tenia por misiOn fortalcccr Ia base y sus poemas no servian a ese Fin. La formula: cEso no nos hate falta* sono aün más divertida en lengua ukra-niana. En 1923, estando en Kiev, Mandelstam pidio per-rniso a la secciOn artistica pan celebrar una velada. Un funcionario con bordada camisa ukraniana Sc lo negO:

Por quE?., se le pregunt6: 4Ne treba, respondiO con in-diferencia. Esra frase se convirtiO para nosotros en un pro-verbio, pero a mediados de la decada de los años veintc, ]as bordadas camisas ukranianas se pusieron de moda, sus-tituyendo a las rusas abrochadas de lado y con cuello de tirilla, acabando pot set una especie de uniforme pan los responsables del Comite Central y de los Comisariados.

En la decada de los aflos treinta se estableció on orden perfecto en la superestructura cuando en la revista .Boll-shevik. (El Bokhevique) se publico una carta de Stalin in-vitando a no cditar nada quc difiriese del punto de vista ouicial. Con ello la censura perdiO su razOn de set y toda so importancia. La censura, de la que canto maidicen, es de hecho un indicio de relativa libertad de prensa: prohibe publicar escritos antiestatales. Incluso siendo estupida, co-mo Ic corresponde, no puede, a pesar de todo, destruir completamente la litiratura, El aparato de redactores stali-nistas actuaba de modo mucho más eficaz. En la redaccion de la revista ZKP (Pot la Educacion Comunista) en la cual yo trabajaba, cuando se publicO el articulo de Stalin, co-menzó una revision febril de manuscritos: hicimos cones y supresiones, desechando todo cuanto no respondia al di-recto encargo estatal. A esto se it Ilamaba 4reorganizarse a la luz de Las indicaciones del camarada Stalin.. Mc IlevE a casa ci nümero de la revista con la carta de Stalin para en-seflársela a Mandelstam. La ieyO y dijo: a0tra vez 4 nc tre-ba', pero ahora definitivamcnte.. Tenla razOn. Esta carta significO un viraje en la edificaciOn de la superestructura. Ni siquiera ahora se olvidan de ella los guardianes de las tradiciones stalinistas, que defienden la prensa soviética contra todos los Mandeistam, Zabolotski, Ajmátova, Pas-

319

ternak y Tzvietaieva. El argumento .ne treba* sigue zum-bando en nuestros oldos hasta ahora.

Serguéi Kiychkov fue vecino nuestro durance couches afios, tanto en la casa de la calle Guertzen, como en ci pa-saje de Fürmanov y siempre fuimos amigos. A él Ic dedico la tercera pane de sus ,Versos sobre la Poesla Rusa: .Me prendE del bosque hermoso ... .. Esto ocurriO porque Kly-chkov recitó unas estrofas que decian: .Y sin apuesta algu-na los rnuy estüpidos juegan a las cartas con frenesh y co-mentó: .Esto va pot nosorros, Osip Emihevichb, aunque ninguno de Ins dos jugaba a las cartas; llevaban otro juego y las apuestas eran mayores quc cualquiera que SC pudicra hacer jugando a las cartas.

A Kiychkov Ic retiraron muy pronto de su puesto de re-dactor, porquc éI, por su naturaleza campesina, no podia converrirse en funcionario y cuidar de la pureza de la su-perestructura. Vivia a costa de la traduccion de una inter-minable epopeya y pot las noches se ponia las gafas con una patilla rota, pie sustitula con on cordelito, y Ida la enciclopedia, al igual clue un devoto zapatero lee so Biblia. A ml me dijo Jo mâs halagueno que se Ic podia decir a una mujer: .Usted, Nadenka, es una mujer muy inteligente y una chiquilla muy tonta ... .. Me In dijo per haber leido a Luppol ci epigrama que sobre él compuso Mandelstam.

A Mandelstam Ic gustaba mucho la poesia de Klychkov y sofia recitar algunos tie sus fragmentos imitando al acen-to de su autor. Los poemas fucron requisados durance ci registro y desaparecieron, porquc a Klychkov no se Ic ocurrió esconderlos a so debido tiempo. Desaparecieron como todo lo que era Ilevado a Lubianka, También Klych-kov dcsaparecio. A su mujer Ic dijeron que se Ic habia condenado a diez años sin derecho a correspondencia. Tardamos en saber que eso significaba el fusilamiento. Dicen que so actitud ante ci juez de instrucción fuc va-hente y decidida. Yo creo que unos ojos como los suyos tenian que enfurecer al juez. En aquel entonces ya se sabia sin lugar a dudas que si una persona se habia consi-derado culpable, no cabia dudar de su culpabilidad y no hacla gran falta el juicio. En ocasiones se fusilaba a Ia gen-te durance el interrogatorio y de Klychkov cuentan que murió as! justamente.

320

Después de la muerte de K!ychkov, los moscovitas se hicieron menos expresivos, mâs mediocres. Klychkov tenia amistad con Pave! Vasiliev a quien calificaba de so genio malo, porque Vasiliev lo lievaba con mujeres y lo hacla beber. Una yea en la revista dCrásnaia Nov (Novedades Rojas) !as jOvenes empleadas de !a redaccion confundieron un poema de K!ychkov y to firmaron con el hombre de Mandelstam. Tuvieron que ir ambos a !a redaccion para\ poner las cosas en claro y transferir los honorarios a nombre de K!ychkov. Los dos eran hombres inteligentes, pero chiquillos muy estupidos. No se les ocurriO pensar que !legarla on dia en el cual se p!antearia la paternidad de ese poema. Las empleadas no querian confesar su error,.. Tenian miedo a recibir una regañina de sus jefes por negligencta o, a to mejor, set puestas en la calk. Por esca razôn ni Mandelstarn ni Klychkov insistieron y ahora ese poema apareciO en la ediciOn americana de !as obras de Mandelstam. Me gustaria advertir a los responsables de la siguiente ediciOn, Pero, ic6mo liegar a elks?...

Los dIas en que se decidia !a suerte de Klychkov y Vasi-hey , Mandeistam y yo, esperando el tren en ha estaciOn de Savie!ovo, !eimos en el periOdico quc conseguimos casual-mente que se derogaba la Pena de muerte, Pero que los plazos de reclusion aumentaban hasta veinte aftos. Al principio, Mandelstam se alegrO —[as ejecuciones he han horrorizado siempre—, pero luego comprendiO de lo quc Sc trataba: Cuánta genre deben estar matando si conside-ran preciso abohir ha Pena de muerte!x., me dijo. En 1937, comprendimos con toda charidad que elegian a ha gente para exterrninar!a de acuerdo con e1 principlo de otreba o cno treba,. -.

La tien-a y /0 terrenal

Una mujer quc regresO tras largos años de exihio pot diver. sos campos, inc contO que ella y sus compañeras de infor-tunio buscaban consuelo en has poesias que ella, por suer-te, recordaba de memoria; que les gustaban, sobre todo, los poemas juveniles de Mandeistam: cPero amo esta pobrc rierra, porque otra no he visto...i..

321

Nuestra experiencia no nos predisponia a separarnos de la tierra y a buscar las verdades trascendentales. .Siempre tendras tiempo —me decla Mandeistarn cuando Ic hablaba del suicidio-.-; el fin es ci mismo en todas partes y a nos-otros, ademas, nos ayudaran..i.. La muerte era canto rnás real y simple que Ia vida quc cada uno procuraba involun-tariamente prolongar su existencia aunque solo fuese por on instance en espera de que ci dia siguienc aportasc a!- gun alivio. En Ia guerra, en Jos campos de trabajos forza-dos y en los periodos de terror, Ia genie piensa mucho menos en Ia muerte y aun menos en ci suicidio clue en los periodos de vida tranquila. Cuando en Ia tierra ci terror mortal se espesa y aparecen montones de problernas abso-Iutamente insolubles, los problemas generates de la exis-tencia pasan a un piano secundario. ,Valia, acaso, la pena de tenet miedo a las fuerzas de la naruraleza y a las leyes eternas de la existencia si ci miedo tomaba entre nosotros una forma social plenamente tangible? Por extra -no que pueda parecer en ello radicaba no sOlo el horror, sino tam-biEn Ia riqueza de nuestra vida. eQuiEn sabe to que es Ia felicidad? 1a plenitud y Ia intensidad de la vida quizás sean una nociOn más concreta clue la tan decantada felici-dad. En la forma en que nos aferrabamos a la vida habia, tal vez, aigo más profundo quc aquello a to que tienden habitualmente Jos seres humanos... No sé qué nombre dare... Quizas fuerza vital?... Siempre recuerdo ml con-versaciOn con Sonia Vishnevskaia, la viuda dc Vishneyslci. Un dia hicimos como un balance de todo cuanto nos habia sucedido: cNuestra vida ya toca a su fin —me dijo Sonia—, Ia mia fue dichosa, la ruya desgraciada, i. Pobre y simple Sonia! Simple no, ms vale deem, cstüpi-

da.. Su marido tenia una apariencia de potter en sus ma-nos: los escritores It hacian reverencias porque disponia de no sé qué fondos y comunicaba a sus .adeptos * las nuevas Ordenes del gobierno. Tenia acceso at Comite Central y Stalin lo recibiO varias veces. Bebia casi to mismo que Pa-deity, olfateaba ávidamente ci aire oficial y se permitia manifestar una minima oposiciOn: exigia que se publicase a Joyce y enviaba dinero pnimero a un oficial de marina desterrado a Tashkent y Iuego, a trayS de ml hermano, a nosotros a Voronezh. Tenia coche, vivienda y un chalet, del cual despojaron vilmente a Sonia despues de so muer-

322

te, Sonia permaneciô fiel al hombre que Ic habia propor-cionado todo ese lujo y estaba furiosa con Jruschev porque los herederos solo cobraban la mitad de los derechos de autor que, a su juicio, Ic correspondian integramente. Dc Sonia contaban multitud de anécdotas, pero en realidad era una buena persona y nadie se enfadaba cuando procla-rnaba a voz en grito que a su marido to habian asesinado los criminales saboteadores de la clinica del Kremlin. En realidad tuvo mucha suerte de que su marido hubiese muerto oporrunamente, sin haber tenido tiempo de ernie-gar su herencia a una rival cualquicra de Sonia, pues la envidiaban muchas y procuraban arrancarle ci bocado de las manos. Eso si que era suerte y dicha y en ese sentido tenia razOn

También a ml me habria gustado, si no la cfelicidad., pot lo menos on cierto bienestar, es decir, una vida paclfi-ca con so desesperaciOn sencilla, con sus pensamientos sobre la inevitabilidad de la muerte y la futilidad de todo lc terrenal... Ese don no nos fue concedido y tal vez a eso se referia Mandeistam cuando Ic duo all jucz de instruc-dOn que con la revoluciOn habia Perdido ci sentimiento del miedo...

El acmeismo para El no solo era la nostalgia de la cultu-ra universal, sino tambien la afirmaciOn de la vida en la tierra y en la sociedad. Como todo individuo con una cla-ra concepciOn del inundo, cada uno de sus juicios se rela-cionaba con su manera general de entender ]as cosas. No se trata, naturalmente, de un sisterna de ideas meditado, elaborado, sino más bien, como dijo en uno de sus articu-los, de la .percepciOn del mundo de un artistai.. T., un excelente pintor, me duo un dIa: cUn hombre estâ senta-do y con su cuchillo talla un trozo de madera y el resulta-do es Dios...,. Respecto a Pasternak me preguntO: cQué necesidad tenia de cambiar de religiOn? Para qué necesita intermediarios? 1El tiene su arte!,. Igual que la experien-cia mIstica determina la concepciOn religiosa del mundo, la experiencia del trabajo abre ante el artista el mundo de los objetos y del espiritu. No será esa experiencia la que explica ci que las concepciones de Mandelstam sobre la poesia, sobre el papel del poeta en la sociedad y la cfusiOn del principio intelectual y ético.en una sola cultura y en cada individuo aislado se hubieran modif'icado tan poco a

323

lo largo de toda su vida y que no tuviera necesidad de re-pudiar sus primeros articulos, publicados todavia en Apo-ion? En Jo fundamental se atuvo durante toda su existen-cia a ]as mismas ideas y concepciones. En su poesla, pese a la division en periodos claramente delimitados, se conser-va idCntica unidad y concuerdan frecuentemente con sus escritos en prosa de etapas más tempranas. Por ello su pro. sa puede servir de comentario a sus poemas.

Mandeistam conservó fidelidad a la tierra y a lo terrenal hasta los ültimos dIas y esperaba la recompensa csólo aqul, en Ia tierra y no en el cieio, aunque temia no Ilegar con vida a ese dia: Que bien si vivimos hasta entoncesb, me dijo una vez. En uno de sus ültimos poemas, preparando-se ya Para moth, recordo quc obajo ci cielo provisional del purgarorio olvidamos a menudo que ci bienaventurado paraiso es la casa inmensa en Ia que habitamos,.

Al leer ci <Autoconocjmientox. de Berdiaev, uno de nucstros mejores pensadores coetáneos, observe las dife-rencias en la actitud de ambos hombres ante el fenómeno de la vida y lo terrenal. Tai VCZ fuera debido al hecho de que uno era artista y ci otro vivia en un rnundo de abs-tracciones. Berdiaev, ademas, estaba interiormente hgado a los simbolistas y aunque ya se perfilaban sus difcrencias con ribs y un cierto desencanto, no habTa roto con ellos del todo. Para Mandeistam, en cambio, Ia rebcbi6n contra los simbolistas definla toda su vida y obra.

Para Bcrdiacv da vida es la rutina conscituida por preo-cupaciones. y él taspiraba a la poesla de la existencia y a la belieza, pero en la vida predominaban la prosa y la feal-dad,. Su concepto de bellera era diametralmente opuesto al que tenlan, segün mis observaciones, todos los artistas y poetas que se habian apartado del simbolismo. Ni Para ci pintor ni pan ci poeta existe la despreciabie prosa de la vida; en ella ye precisamente la belleza, aunque esa pa-labra casi no se empleaba en mi generaciOn. Los simbohs-tas —Viacheslav lvãnov, Briusov se atribulan ci papel de sacerdotes, que están pot encirna de la vida cotidiana, la cuab carece de toda belleza para eRos. El retorno a la tierra de las generaciones posteriores amplio considerablemente sus horizontes y ci mundo deja ya de dividirse en horrible prosa y sublime poesla. Esto me recuerda a Ajmátova cuando dice saber ode qué basura nacen los versos, sin

324

sentir vergUcnza alguna, y a Pasternak con so ardiente defensa de lo cotidiano en Ia novela. Todo ese dilema era totalmente ajeno a Mandelsiam. El no buscaba la evasión de lo terrenal, de lo corriente, del espacio y del tiempo a las regiones del espiritu puro como Berdiaev y los simbo-listas. En so primer intento de argumentar en forma poe-tica su apego a la tierra con sus tres dimensiones, dice que la tierra no es .una carga para él, ni mucho menos una triste casualidad, sino un palacio divino dado por Dios,. A continuaci6n ataca a las personas que como Berdiaev dcsean abandonar la tierra por un mundo mejor, conside-rando la vida terrenal como on castigo divino. En su ma-nifiesto El alba del acmeIsmo. escribió: ctQué dirian de un huesped miserable que viviera a costa del anfitrion, gozara de su tiospitalidad y, at mismo tiempo, lo despre-ciara en su fuero interno, pensando finicamente en el mo-do de enganarlox... Por engaflarlo entiende aqul salir del tiempo y ci espacio tridimensional. A Mandeistam o al acmeista, que es como CI se califica, ci espacio tridimen-sional Ic resulta vitalmente nccesario, porque se siente en deuda con el anfitrion; está aqul para edificar y solo puede hacerlo en tics dimensiones. Dc aqul su actitud an-te el mundo de los objetos. Es un mundo que no es hostil al artista o, corno CI dice, al constructor, porque las cosas Ic ban sido dadas para construir con ellas. La piedra es un material de construcciOn, diriasc que canhela otra existen-cia'> y pide ser utilizada cen la bOveda de alguna nave>>, quiere participar en la jubilosa y conjunta actividad con otros mareriales semejantes. Mandelstam no utilizaba la palabra ,creaciOn,, carecla de ese concepto. Desde su ju-ventud se sentia (constructorE dc alguna malCvola carga, tambiCn yo algün dia crearC algo bello '>. Dc aqul so no rechazo de Ia materia, sino la sensaciOn de so peso, de su carga, de su destino dc participar en Ia conscrucciOn. Bet-diaev habla con frecuencia del supremo dcstino del hombre en esta tierra, de su creaciôn, pero no descubre en qué consiste esa creaciOn. Eso se debe, probablemente, a su falta de experiencia artistica, a que no siente ci peso de las cosas y de las palabras. Su experiencia es mistica y Ic Ileva al término del mundo material. La experiencia del artista, afmn a la mistica, Ic revela al Creador a travCs de su obra y a Dios a travCs del hombre. Este camino, a mi

325

juicio, esti justificado por la doctrina de V. Soloviov y Berdiaev sobre Ia humanidad divina. No seth por eso que cada artista verdadero posee ci sentido de su razón, tie la cual hablaba Mandeistan,?

Berdiaev siente desprecio por ci hombre de la calle., aunque lucha intensamente contra ese sentimiento. Tam-bi€n eso Ic aproxima a los simbolistas. iNo vendri ese sentimiento de Nietszche, que tanta influencia ejerció sobre los simbolistas? Berdiaev se queja de quc •vivimos en un siglo mediocre quc no es propicio al nacimiento dc grandes personalidades.. A Berdiacv Ic gusta cpasar des-apercibido, le repugna mostrar csu vaha y su superioridad intelectuab. Al leer otras frases recorde las palabras de Pushkin: q entre los insignificances hijos del mundo, el mis insignificante cal yea sea El., que fueron tan errónea-mente comprendidos por la chusma que scguia a Veresi-cv. Pushkin expresa en estas palabras el sentimiento ele-mental de la union entre los hombres, quiere decir que es igual a todos, en nada mejor, que Cs came de su came, de igual contextura, pero tal yea algo menos hermoso que otros... Creo que ese sentimiento de comunidad con los hombres, de su identidad con ellos y, quizis, de una cier-ta envidia per los que son mis bellos, es un rasgo ina-lienable del poeta. Mandclstam, en un articulo que escri-biO en sus aflos juveniles ticulado .Sobre ci interlocutor., habla de la diferencia clue existe entre la literatura y la poesia: 4EI escritor se dirige siempre a un lector concreto, A vivo representante de la época... El contenido de Ia obra literaria es asimilado por sus coetineos en virtud de la Icy fisica de los vasos comnunicantes. Per consiguiente ci cscritor debe estar 'pot encima'', set superior" a la so-ciedarL El nervio de la literatura es Ia didictica. Otra cosa es la poesla. El poeta esti relacionado con un interlocutor providencial. No esti obligado a set mejor que su época, mejor que su sociedad ... .. Y Mandelstam se sentla igual a los demas, semejante a codes o, tal yea, peor que otros: con los mujiks barbudos yo camino, come, hombre quc va de Paso,... La actitud de los simbolistas era la de men-tores y de aqul su misiOn cultural. Per ello se colocaban per encima de la masa y se sentian atraidos por las gran-des personalidades. Ni siquiera Blok pudo evitar el sentir-se algo exceptional, aunque esa sensaciOn altemnaba en El

326

con ci sentimiento, natural en un pocta, de su vinculo con [as masas, con la calle, con ios hombres. Pero Berdiaev co-mo filosofo y no artista se sentia evidentemente superior a la masa y su inclinaciOn pot la aristocracia y las personali-dades descollantes no pasa de ser un tributo dc la época.

A Mandeistam no le agradaban Los ataques contra Ia .pequefla burguesia* y H jamás se Ins permitia. Mu bien sentla respeto pot los cpequeños burgueses urbanos* y no es casual que hubiera caiiflcado de caristOcrata. a Guert-Zen que los condenaba. Pero In que más Ic asombraba cran los ataqucs a La pequefla burguesla en nuestro pals... cQué quieren de los pequefios burgueses? —me dijo en cierta ocasiOn—. Es la capa más estable de Ia sociedad y todo reposa sobre ellos.. Dc hecho rechazaba tan solo a una categoria de personas: a las damas quc se las daban de literatas y mantenlan salones literarios y a sus sucesoras soviéticas. No las soportaba por set pretenciosas y ellas lo pagaban con la misma moneda... En el .Viaje a Armenia' hay un lugar que puede parecer un ataque a La pcqueña burguesla cuando habla de nuestros vecinos de Moscu.. Pero no se traraba dc Ia pequefla burguesia con so existen-cia estable y sus hIbitos, sino de una muchedumbre som-bria, rutinaria, de hombres pesimistas, tristones, que hablan aceptado con alegrla y de buen grado Ia nueva esclavitud. Compute Mandelstam la opiniOn de Berdiacv de que despues de cia primera guerra mundial surgiO una generaciOn que sentia odio por la libertad y on gran apego por La autoridad y la viokncia. Para Berdiaev esto era una .consecuencia del siglo dcmocrático, y en cso no ticne ra-Zen. Los ültimos decenios de nuestra historia fueron anti-democraticos al máximo y los procesos arriba mencionados se manifestaron con toda evidencia en nuestro pals.

Toda 'a tendencia al ccaudillaje del quc adoleciO la primera mitad del siglo xx significaba una fcnuncia a la democracia. Berdiaev, como estaba lejos, no se dio cuenta de cOmo se pisotcaba al hombre de La calle ni vio el des-arrollo de lo que nosotros calificabamos como .desprecio de la gente por la GPU.. No habla on solo dictador, sino que todo aqucl que posela algun poder, pot pequeflo quc fuera, un juez de instrucciOn, por cjemplo, un admi-nistrador de alguna casa, ejercia ese derecho... No corn-prendlanios la seduccion del poder. Quién, por ejemplo,

327

hubiera querido set Napoleón? Pero no se trata de que un director de instituto aspire a un cargo más elevado, sino que se aferraba con todas sus fuerzas a un puesro de direc-tor y extrala de €1 todo ci placer de mandar Flabia per doquier pequeños dictadores. Pululaban y siguen pululan-do per nuestra tierra; sin embargo, van desapareciendo porque es Un juego que ya cansa, cuyo tiempo ya estã ca-duco.

A semejanza dc Ins simbolistas, Berdiaev no admite ni cia moral de grupo * ni eel principio del clan porque son opuestos a la hbertad. La libertad que el preconiza Sc 25C-meja mucho a la arbitrariedad que minó a los intelec-tuales prerrevolucionarios. No debemos olvidar que la cul-tura no representa ünicamente a Ia capa superior dc la pobiacion, sino a aquello que se transmire pot herencia de generación en generación, esa continuidad sin la cual la vida se desmorona, eLo que se heredab es a veces insopor-table y adquiere formas estancadas, Pero en su conjunto no debe de set tan terrible ya que ci género humano ha resistido y existe. Lo que amenaza al género humano no es la moral heredada, sinG la extremada inventiva de sus ca-pas más inquietas. Mandeistam cahfica al poeta de •per-turbador del sentido., Pero no se trata de una rebchon contra los piiares, los principios y la continuidad, sino más bien del rechazo de la imagen estancada, de la frase cadu-ca, muerta, que dcforma el sentido. Viene a set un llama-miento a la vida, a la observacion viva, al registro de los hechos, es decir, una lucha contra todo estancarniento. ,No se referira a ello cuando habla de la .cultura conve-nida.? En arte, evidentemenre, debe set Ia repctición de lo que hubo y acabó, Pero que se acepta con alegria per la genre porque prefieren esrar lo más lejos posible de los cperturbadores del sentido,.

La liberrad fue el probiema basico de Berdiaev y per ella iucho durante toda su vida, Pero ese problema no existia Para Mandeistam. Como rodo artista no se imagi-naba, probablemente, que hubiera personas carentes de hbertad interior; consideraba que la libertad era ina-lienable del set humano como tal. En la esfera social, Bet-diaev aspiraba a la primacia del individuo sobre la so-ciedad. Para Mandeistam, probablemente, la cuesrión se planteaba en forma del individuc en la sociedad al igual

328

que luchaba per la posición de la poesla y del poeta en la sociedad. For Ic tanto reconocla que la sociedad era una forma de organización superior.

Per curioso que pucda parecer, tambifn en la cuestiôn relativa a la actitud ante la mujer, o mejor cliche, de las relaciones con las mujeres, Berdiaiev y Mandetstam reac-cionab-an como un simbolista y tin acmeista. En la poesia de los simboliscas figuraban ebcllas darnas>, sacerdotisas y tportadoras de mirra ' , como deciamos Ajmátova y yo. Durante mi juventud aün eran numerosas y tenian unas pretensiones tremendas porquc reconocian la grandeza* de su papel. Decian increibles estupideces como, per ejemplo, ]as nc.tas de E R. a la iAutobiografifaD de Bet-diaev, en las cuales se habla de serpientes sin garras, de mujeres con rostros de serpientes y de hombres con capas y espadas. Todas esas mujeres eran extraordinarias y las rela-ciones con elias eran asimismo extraordinarias. Entre no-sotros las cosas sucedian de manera mucho más sencilla.

Bcrdiaev no conocia las alegrias de La existencia. Aun-que Mandelstam no buscaba la felicidad, todo lo valioso que tuvo en su vida lo calificaba de gore, de juego. Gra-cias a la maravillosa bondad del cristianismo, toda nuestra bimilenaria cultura es la absolución dada al mundo para jugar en libertad, para ci placer espiritual, para la libre imitaciôn de Cristo'. Y dice también: 4a palabra es puro gore y curación de [as penas".

Me gustaria contar In que significaba la palabra para êl, pete hacerlo es superior a mis fucrzas. Pienso, tan solo, que el sabia cOmo era la .forma interna de la palabra. y la diferencia entre la palabra como signo y como simbolo. RecibiO con gran frialdad la farnosa poesia de Gumiliev sobre la palabra, pero no explicO ci per qué. Es probable que su idea de las cifras fuese distinta que la de Gumiliev. Y, dicho sea dc paso, Mandeistam cornaba siempre el nü-mero de lineas y estrofas en sus poesias y ci nflmcro de ca-pitulos en los textos en prosa. .Ticne eso importancia, acaso?, le preguntaba sorprendida. El se enfadaba: ml in-comprcnsión para H era pura ignorancia: no era casual, pot ejemplo, que la gente considerase como mágicas algu-nas cifras, el rres o el siete... También las cifras eran cul-tura y nos vienen por herencia tie otras genres.

En Voronezh, Mandeistam empezó a escribir poemas de

329

nueve, siete, diez y once cscrofas. Los poemas de siete y nueve estrofas pasaban frecuentemente a integrar poemas más largos. Tenia la impresión de que iba a crear una for-ma nueva, tTe das cuena de lo que significan catorce estrofas?... Seguramente las de siete y nueve tamblen sig-nifican algo... Me aparecen a cada instante>.:. No era una manifestacion de la miscica de las cifras, sino más bien un método experimental Para comprobar la armonla.

Todo cuanto he dicho de las diferencias ernie Berdiaev y Mandelsiarn se reficre 6nicamente a las concepciones clue el filosofo compartia con los siinbolistas. Pero Berdiaev no se fusiona, ni mucho menos, con ellos. Juntamente con sus concepciones filosoficas aparecen a veces manifes-taciones estfticas en las cuales se refleja Ia impronta de Ia época. Todos, segün parece, estamos supeditados a nuestro tiempo y aunque Bcrdiaev, al igual que Mandels-tam, decia que jamás habia side coetáneo de nadie, vivio en aquel tiempo y con aquella gence. Fue eI, sin embargo, quien al hablar de los simbolistas dijo In principal: para ellos no existen ni los problemas sociales, ni Jos éticos. Ha-blan renunciado a ellos y pot eso se rebcló Mandelstam contra la .omnivoracjdad. de Briusov, contra la fragilidad y el carácter fortuito de sus valores. Berdiaev consiguió su-perar plenamente Ia influencia de los simbolistas, a excep-ción de ciertos gustos estéticos. No consiguiO librarse del encanto de esos captadores de almas.

Es una Pena que Mandeistam no hubiera conseguido leer las obras de Berdiaicv, a pesar de In mucho clue las bus-c6. No leyó a su coetáneo y no sé cómo habria reaccionado ante su doctrina. En nuestro aislamiento estábamos aleja-dos, por desgracia, de todo pensamiento. Esta Cs una de las mayores desgracias que Ic puede corresponder al hombre.

Elarchivoy la voz

cLa percepción del mundo para el artista es el medic y el instrumento de su trabajo. al igual clue lo es ci zapapico en manos del picapedrero y la ünica realidad es SU obra, (EEl alba del acmeismo.),

330

Algunos poemas y textos en prosa de Mandelstam des-aparecieron, Pero se ha conservado la mayor pane y esta es la historia de mi lucha contra las ciegas fuerzas de la riatu-raleza que intennron arrasarme a ml y a los pobres trozos de papel que conservaba.

En La juventud, la gente no cuida sus papeles. iPucdc imaginarse un chiquillo clue aquellas garabateadas cuar-cilias podrán servirle un dia? Tal vez sea una sucrre que sc picrdan los poemas escritos en la juventud, cs una espccie de setección y cada artista debt hacerla. Mandeistam llcgó a Kiev con una canastilla bastante voluminosa en la cual su madre guardaba los bibs y la costura; él la Ilevaba consigo porque era la ünica pertenencia de su madre que Se habla salvado. La canastilla se cerraba con un candado muy grandc; me dijo clue guardaba en ella las cartas de su madrc y algunos papeles. Ni él mismo sabia to que habia metido dentro. Desde Kiev, Mandelstam y su hermano Alexandr se fueron a Crimea. Alcxandr jugó a las cartas con unos soldados y perdio, una rras otra, Las camisas de su hermano. En ausencia suya, los soldados rompieron ci candado y aprovecharon Los papeles que habla dentro Para liar pitiltos. Mandeistam tenla en gran estima las earns de su madre y se enfadó con su hermano. Dc sus manuscritos no sc prcocupó: to tenia todo en la memoria.

En Ins primeros ahos de nuestra vida conjunta, Man-delstan no tenla ni un solo papel escrito. Redactó su .Se-gundo Libro* de memoria: al acordarse de un poema o to

anotaba o me lo dictaba y luego to revisaba rodo, dejando algunos y desechando otros. Con anterioridad a to que cuento, habia entregado bastantes borradores a la editorial .Petropolis quc funcionaba en Berlin y que edith ci libro cTristia,. En aquel entonces no se nos ocurria pensar si-quicra que una persona pudiese mont y desaparecer con él su memoria. Adcinás, Mandelscam crcia que at entregar sus poesias en una editorial quedaba asegurada su conser-vación. No se imaginaba con qué negligencia y chapuceria se rrabajaba en las editoriales.

Mi madre me habia regalado unas maletas bastantc buenas y un pequeño baUi cubierto de etiquetas de how-les europcos. Las maletas pasaron a manos de unos zapate-ros clue nos hicieron zapatos con su cuero duro. Pan aquellos tiempos era un lujo inusitado y hubo una época

331

en que presumimos de botas amarillas de piel. Pero el baól, que era pequefto y elegante, no tenia gran utilidad para nosorros, de dondc Ibamos a sacar cosas pan lie-narlo? Y entonces empecé a guardar en éi coda suerte de papeles, sin saber siquiera que a eso suele liamarse ci archvo del escritor.

Cuando enfcrmo ci padre de Mandeistam tuvimos clue it a Leningrado. El viejo, al salir del hospital, no podia rcgrcsar a su habiración cerriblemente abandonada y lo trasladamos a la casa del hermano menor, Evgueni. Cuan-do reunia sus cosas, me encontré con otro baul igual quc ci mb, pero algo mayor y también con eciquctas y rótu-los. Mandelstam Jo habia comprado en Munich cuando quiso pasar por rurista alemãn. Esos baulcs estaban de moda antes de la primera guerra mundiai. El abuelo habia meudo dentro sus libros de cuentas cntrcmezclados con billetes de banco carentes de codo valor de la época del zar y de Kerenski, Pero en ci fondo descubri una piia de manuscritos: borradores de poemas juveniles y algunas de las conferencias sobre Skriabin... Nos lievamos los ma-nuscritos juntamence con ci baüi a Moscá. Y asi comcnzó ci archivo. Metba dcnrro coda ciase de papeles innecesa-rios: borradores de poeslas, articulos, etc. Mandelstam no protesraba y ci montén crecia. Sálo los trabajos cotidianos no se guardaban: traducciones de poemas y de textos en prosa, articulos de periodicos, reseflas criticas para las cdi-toriaies y manuscritos que se recibian, casi siempre del extranjero. Todas las resehas se perdieron en Lenguiz (Edi. clones del Estado de Leningrado). Mandeistam confiaba que all se conservarian. -. Pot casuandad quedaron dos o trcs en ci baUi, por descuido, claro csa. Esos artIculos escriros para revistas y periodicos Ic hicieton faita cuando trató de reunirlos en un voiumen. Entonces mi hermano y yo los copiamos en la biblioteca, scguramcntc con cones de censura. No sE poe qué .El Rumor del Tienipo. no se considero digno de set guardado en ci archivo. Tal vcz porquc ci baói apareciô más tarde.

Dcspués de la .Cuarta Prosa, Mandelscam cambiO de actitud ante los borradores; fue el primer aviso de que era preciso hater algo con los papcics. El segundo aviso flit la detcnción en 1934.

Cuando emprendimos ci viajc a Armenia yo no quise

332

Ilevar conmigo el ünico ejempiar de Ia cCuarta prosa". Aunque aquel periodo era muy apacible, no Ic habrian fe-licitado por esa obra. Tuvirnos que buscar una persona de conflanza para dejar ese ejemplar. Era la primera yea que dabamos a guardar algo fuera de casa. Aunque, a dccii verdad, no era la primera. En Crimea, en 1919, Mandels-tam escribiO dos poemas que no quiso guardar consign y - se perdieron en casa de so amigo Lenia. Vi a ese hombre una vez en Moscü, en 1922, y me dijo que los poemas se\ habian conservado. Pero mãs tarde tanto Lenia como los poemas desaparecieron. Solo recuerdo una o dos escrofas de ellos. Probablemente no aparecerán jamás. Eso me e-scM a cuidar de todos Ins sitios donde se guardaban i. manuscritos y hacer muchas copias de los mismos. La cCuarta prosa. jamâs la tuvimos en casa, sino escondida en sitios diferentes y Ia copié a mano tantas veces que la conocla de memoria.

Cuando regresamos de Armenia, Mandelstarn comenzó a escribir intensamente y se dio clara cuenta de su condi-ciOn de proscrito. Recuerdo una conversaciOn en Leningra-do, en la Avenida de Nevski, en la redaccion de clzvestie, (Noticias). Uno de los redactores, persona al parecer amis-tosa, después de leer ci poema cRegresé a ml ciudad, le dijo: €,Sabe usted In que ocurrc despues de un poema asP Vienen tres con uniforme ... .. Nosotros lo sablamos, Pero el paciente poder soviético no tenla prisa todavIa... El poema se difundio con increible rapidea en on circulo, ciertamente, bastante restringido, Pero Mandelstam corn-sideraba quc ése era ci medio de conservar su obra. La conservará la genre.. Eso a ml no me satisfacla y el tiempo demostrO que tenla razOn - A partir de entonces empecé a hater copias y guardarias. Generalmente las metia en toda suerte de escondrijos en mi propia casa, Pero siempre da-ba a guardar algunos ejempiares a otra persona. Durante el registro de 1934, vimos dOnde buscaban, Pero ya te-niamos poemas escondidos dentro de los almohadones, metidos en cacerolas y en las botas. AID no buscaron. Desgraciadainente no eran más que copias incompletas y no era cosa de deshacer cada vez la almohada para cada nuevo poema... En cuanto liegamos a Voronezh, saqué de la almohada ci poema de Ariosto.

Voronezh marcO una nueva etapa en nuestra vida y un

333

nuevo modo de conservar los manuscritos. La era idilica de las almohadas se habia terminado; yo no habia olvidado aün cOmo volaba ci plumOn de las almohadas de los judios durante los •pogrorn de Kiev en la era dc L)enikin... Con los años, la memoria de Mandeistam se habia debilitado y ya sabiamos que desapare4xria at mis-mo dempo que ci hombre y la cotizaciOn de la vida en nuestra znisteriosa bolsa se depreciaba de dia en dia, Habia que buscar personas dispuestas a guardar los ma-nuscritos, pero su nmero era cada vez menor. Adquiri un nueva profesion: durante los tres años de exilio de Vo-ronezh me dedque a hacer copias de ]as poesias y a distri-buirlas, pero no tenia on lugar seguro, a excepciOn de mi hermano Evgueni, que tampoco las guardaba en casa. Fue entonces cuando conocimos a Rudikov.

Serguéi Borisovich Rudikov, hijo de un general zarista, fue expulsado de Leningrado con Ins arisrôcratas. A co-mienzos de la revoluciOn, su padre y sus hermanos fueron fusilados. Lo educaron sus hermanas y paso La infancia ha-bitual de los pioneros soviéricos; destaco por su inteligen-cia en la escuela y llegO a terminar, incluso, la ensefianza superior. Sc preparaba pan una actividad del todo deco-rosa, cuando fue desterrado. A scmejanza de otros muchos hufrfanos, sentla grandes deseos de adaptarse a so tiempo. Defendia una curiosa teoria literaria: habla que escribir tan solo aquello que se podia publicar. Escribla poesias de moda en aquellos tiempos, bastante influido por Maiakovski y eligio como lugar de residencia Voro- nezh para estar at lado de Mandelstam. ApareciO en nuestra casa, cuando yo estaba en Moscü en busca de una traduccion y permaneciO a solas con Mandelstam casi un mes, Cuando volviamos de la estaciOn, Mandeistam me dijo que tenia un amigo nuevo que se disponia a escribir un hbro sobre la poesia y que, en general, era un buen chico. Es probable que Mandelstam, después de su enfer-medad, no confiara en sus propias ftjerzas y necesitara Un oyente amistoso para leerle sus nuevos poemas. Ademis, nunca pudo trabajar completamente a solas y no creo que haya nadie capaz de eso.

Rudákov ni intentO siquiera instalarse convenientemente en Voronezh: confiaba que su mujer conseguirla sacarle de alIt por mediacion de un general importante que mks

334

tarde, en 1937, fue fusilado. AlquilO una cama en una habitacion donde ya vivia otto inquilino, un obrero llama-do Trosha, muy buen muchacho, y comia en nuestra casa. Atravesábamos entonces un perlodo de relativa bonanza gracias a la traducción, a la radio y al teatro y no nos cos-nba gran cosa dar de comet at pobre chico. En mi ausen-cia, Rudâkov estuvo recopilando muy concienzudamentc todas las variantes de tTierras Negras compuestas en aquel periodo. Cuando yo llegué, Jtudákov me ayudó a reconstruir los versos perdidos durante ci registro y los co-piaba todos en un cuadernito. Al dia siguiente nos trala las poesias escritas con una caligrafla divertida, ilena de florituras en una hoja de seudo papel Whatman. Despre-ciaba mi tetra de patas de mosca y mi total ausencia de es-tética caligrafica. Rudakov consideraba humillante cscribir con rinta corriente, solo admitia tinta china... Dibujaba asimismo con tinta china siluetas que no eran peores que las hechas pot Los borrachos que se dedicaban a ello en los bulevares y 005 rnostraba orgullosamente sus obras de at- it. Al ensefiarme un cuaderniro en ct cual habia copiado con su bella tetra las poesias de Mandelstam, me dijo: 4Eso si que to guardarán en los archivos y no los garabatos que hacen usted y Mandelstam.... Nos liinitibamos a sonreir, pero no Ic deciamos nada que pudiera ofenderle.

Más de una yea Ic advertimos que la amistad con nos-otros podia serle perjudicial, pero nos respondia con tat cümulo de nobles frases, que sOlo abriamos la boca de sorpresa y tal yea por ello reaccionabamos con mâs suavi-dad de la debida ante aigunos rasgos desagradables de su carácter. Pot ejemplo, era demasiado orgulloso y siernpre grosero con nuestro segundo y constante visirante Kaletz-ki, tambien leningradense y discipulo de todos nuestros amigos: Eijenbaum, Tynianov y otros... Kaletzki, joven modesto y timido, decia a veces cosas que otros no se habrian atrevido a proferir. Un dia, horrorizado, Ic dijo a Mandelstam: cTodas las instituciones que conocemos no sirven para nada, no están en condiciones de soportar ni la mãs minima prueba, son pura y caduca burocracia soviéti-ca en estado de descomposiciOn... cQué pasarã Si el ejétci to es igual a todo to demás? Y si estalla la guerra?' ... .. Rudákov, recordando to que Ic habian ensenado en la es-cuela, manifestO: *Yo conflo en ci partido.. Kaletzki, no-

335

rado, se puso rojo: wYo creo en ci pueblo, dijo en voz ba-ja. Tenia on aspecto insignificance al lado del guapo y apuesto Rudakov, pero tenla fuerza interior. Rudakov se buriaba de €1, Ic llaniaba 4quanturnz y explicaba: cEs la unidad rnás pequefla de encrgla....

El segundo rasgo negativo del carácter de Rudákov era que no cesaba de lamcntarse. A so juicio, cen Rusia ci medio acaba siempre con los hombres tie taiento y éì, Rudikov, no podria cumphr su misión, no podria escribir su libro sobre la poesia, no abriria los ojos a la gente. - - Esas conversaciones sacaban de quicio a Mandeistam: ceY pot qué no lo escribe ahora? Cuando se tiene algo que de-cif, se dice siempre ... . Pot este motivo discutlan. Ruda-kov se quejaba tie las condiciones: la habitacian, el dine-to, el estate de ánimo. Acababa enfadandose y se marchaba dando un portazo... Pasaba una hora o dos, volvia de nuevo como si tai cosa...

Rudákov posela una clara cendencia didáctica: enseflaba a todos y por cualquier motivo. A ml, a copiar los ma-nuscritos, a Mandeiscam a escribir, a Kaieczki a pensar. -. Acogia todo nuevo poema con alguna revolucionaria teoria tie su no escrito libro; con elio queria decir: Por qué no me Jo consultó antes?*. Me daba cuenta tie que a veces molestaba a Mandelstam y sentla deseos tie echarie, pero él no me lo permitia. çDonde comerã entonces?', preguncaba y todo continuaba como antes. Pest a todo, tanto Rudakov como Kalcczki fueron on gran consuelo para nosotros. Dc no set pot cilos, nos habriamos sentido más aisiados todavia. Ambos regresaron a Leningrado a principios de 1936 y nos quedamos solos. Fue entonces cuando hicimos amistad con Natasha. Cuando viviamos en Voronezh en casa de la genre que freia racones, Ruda-kov enfermo de escarlacina y en ci hospital conoció a unas cehoritas., que no queria presentarnos por nada del mundo. Una de cilas era Natasha, a quien hizo prometer que no iria a visitatnos, pero ella no cumplió so pro-mesa e hizo bien... en una palabra, eta un joven extrava-gante y en nuestra época la amistad con tipos asi suele ter-minar mal. A éI Ic confie la guarda tie los autografos mS vahosos y Ajmátova Ic Hevo en un trinco ci archive de Gumiiiev.

Durance la guerra, y despues de su primera herida, Ru-

336

dakoy ocupO en Moscü ci cargo de jefe de un centro de reclutamiento Un dia se le presentó un pariente suyo y Ic dijo que pot sus convicciones tolstoianas no podia comba-tir. Rudákov, valiendose de su cargo, ic iiberó del servicio militar, Pero fuc descubierto y enviado a an batallón dis-ciphnario donde no tardó en perecer. Los manuscritos quedaron en poder de su viuda y no los devolvio. En 1953, Ajmatova la encontró en un concierto y ella Ic dijo que todo estaba a salvo, pew unos meses más tarde confe-so a Emma Gucrshtein que la habian detenido y Jo conuis-caron todo. La versiOn se modificOdespues: ella fue dew-nida y su madre lo quemO todo.,. Es imposibte establecer Ia que ocurriO en realidad. Sabemos tan sOlo que ella yen-diO algunos manuscritos de Gumiliev, Pero no directa-mente sino por medio de otras personas.

Ajmátova está furiosa, Pero no puede hacer nada. Un dia conseguimos quc la viuda de Rudâkov fuese a su casa con ci pretexto de Vet si habia alguna posibilidad de publicar un articulo de su marido, Pero fue irnposible nat cabos. Jardzhiev tuvo más suerte: se ganO su confianza y ella Ic mostrO las cartas de Rudakov y Ic permitiO copiar de cilas todo cuanto le hiciera falta. Jardzhicv era un gran seductor, un hombre apuesto y encantador cuando Ic da. ba la gana. Pew en las cartas de Rudakov que El escribia en forma de diario y enumeraba concienzudainente para la posteridad no habia nada interesante para nosotros. El infeiiz era sin duda alguna un psicOpata. Sus cartas esta-ban Ilenas de delirantes frases como, pot ejemplo, cuando dice que en la habitacion de Mandelstam se dio cita toda la poesia (no recuerdo si decia rusa o universal): El, Man-delstam y el libro de Vaguinov, tambien gran poeta - - Que El Ic enseflaba a Mandeistam cOmo escribir poemas, se lo expiicaba todo y le horrorizaba la idea de que todos los elogios flieran Para Mandeistam y no para El... El pro-pin Mandelstam se comportaba como si fuera Dcrzhavin: tan pronto gritaba que era ci zar, como se quejaba dc set un gusano... En una de sus cartas, Rudákov decia que ci propio Mandelstam ic habia nombrado heredero suyo: Fs usted mi heredero y puede hacer con mis poesias mdc cuanto considere necesario ... '. Cito esas cartas de memo-na, pues las copias estân en poder dcjardzhiev. Al icenlas, comprendimos que los manuscnitos no fueron robados par

337

casualidad, sino de acuerdo con un plan de Rudakov. Su viuda se limitaba a cumplir sus deseas. Lo que nosotros habiamos considerado coma una vefuajosa transaccion mercantil (la yenta de los manuscritos), resultó set ci fruto de las dementes ideas del propia Rudâkov. Es difIcil saber lo que habria pasado si 3RD hubiese muerto. Rudakov, po. siblemente, en nombre de Ia justicia haria pasar per suyos los poemas de Mandelstam. Pero no Ic serla fad!, porque la mayoria de ellos circulaba en copias. Un intento seme-jante pot pane de Seva Bagritski fracaso estrepitosamente y acabo en escãndalo cuando so madre publico .El jil-gueroz baja su firma. Las cosas habrian sido más graves de haber yo hecho caso a Rudákov cuando a través de Emma Guershtein (de quien se habia hecho amigo) me propuso que Ic entregara todos Ins papeles, sin exccpción alguna, de Mandeistam. Decia que todos debian estar concentra. dos en ci mismo lugar, pero Jardzhiev y yo decidimos quc más valia no hacerlo: silos descubrIan en on ]ado, podrIan salvarse en otto.. - En casa de Rudákov se perdieron varios poemas, casi todos los borradores de Voronezh y numero-sos autôgrafos del libro €Tristia,, Mandelstam, segün pare-cc, presentia la desaparicion de un archivo cuando en su Conversacion sobre Dante. decia: tQue los primeros borradores sean conservados o no depende de la pugna entre las fuerzas contrarias. Para Ilegar al fin piopuesto, hay que aceptar y wmar en cuenta ci viento que sopla en otra direccion.

En toda esta historia de Rudakov, no cuipo at pobre chico, sea cuales fuetan sus fines; culpo a los que nos pro-porcionaron una cvida tan feliz,. Si hubieramos vivido co-mo personas y no coma fieras acorraladas, Rudikov serla uno de los muchos quc visitaban nuestra casa y es poco probable que se Ic hubiera ocurrido robar ci archivo tIe Mandeistain y declararse su heredero y a su viuda comer-ciar con las cartas que Gumiliev escribio a Ajmátova.

En la historia de la conservaciôri del archivo, Rudakov desempena un papel importante, pero además de €1 tuvi-mos muchos tracasos y tambien logros. Hobo cpisodios dignos de figurar en ci escenario de un film: Natasha lie. vando las cartas quc me escribio Mandeistam en una caja de te cuando avan2aban los alemanes y Voronezh estaba en llamas; Nina destruyendo his copias de sus poesias en

338

Ins dias que esperaba ci segundo arresto de so suegra y su amigo Edik, que presumla de haber conservado las copias que yo Ic di, aunque no habia motivo pan presumir pot-que vivia en casa de su suegro, ci suicida de Tashkent... V yo, repartiendo copias y tratando de adivinar cuál de ellas Sc conservarla. -. Mi unico ayudantc en esta urea fue mi hermano y no haclamos más clue cambiar de un skio a oro los principales manuscritos... Metidos en mi maleta, Ilevaba conmgo a todas panes on punado de borradores de prosa, intercalados con mis apuntes sobre lingulstica, con destino a mi tesis Para quc Ins ignorantes soplones que metieran alli las narices no supicran a qué atenerse y se ilevaran to que no era. Dc vez en cuando me desapare-dan algunos papeles y esto ocurrc incluso ahora, pero Ia causa debe de set otra indudablemente. No puedo acor-darme de todos los documenws, Pero hate poco note Ia desapariciOn de una carpeta enrera con ci rOtulo: .Mate-riales Para Ia biografla.. Sc ban conservado sus copias, pc-to no acabo de comprender dOnde se ban metido los origi-nates. En la edicion de Picdra. que compré por doscien-tos rublos habla cuatro autografos, pero quedaron solo dos; era el libro que perteneciO a Kablukov, con las Va-riantes anotadas pot El y varios autOgrafos metidos dentro. Desaparecio, asimismo, una carta de Pasternak dirigida a ml (inmediatamente despuEs de Ia guerra), en Ia cual me decla que de Ia literarura contemporánea Ic interesaban ünicamcntc Simonov y Tvardovski porque querla comprender ci mecanismo de Ia celebridad. Quicro ricer que esta carta y los autografos fueron robados por colec-cionistas y no se perderan. En todo caso, despues de esas pérdidas dejE de guardar en casa —y rampoco tengo casa en realidad— cualquier papel y me vuelve a torturar la idea de saber en qué lugar estarin más seguros... -

Dc una u otra forma he liegado at final con pocas pEr-didas, pero ci final no se divisa todavia. A un solo modo de conservaciOn tuve clue renunciar pot la edad: hasta los 56 afios to recordaba todo de memoria, unto Ia prosa como los poemas. -. Para no olvidar es preciso repetir cada dia algün que ocro fragmento: to hice mientras conflE en mis fucrzas vitaks. Ahora ya es tarde... Y Para terminar, contarE una historia que no trata de ml.

La mujer de mi historia vive y por eso omitirE su

339

nombre. En 1937, Jos periodicos atacaban codos los dIas a so marido, destacado dignatario en aquellos tiempos, y en espera de set detenido no salla de so vivienda, porque la casa estaba rodeada de esplas. Par las noches redactaba un largo mensaje al Comire Central y so mu*er se apren-dia de memoria fragmentos del mismo. El foe fusilado y ella paso unos veinte aflos de campo en campo y en dice-les. Dc regreso, escribio ci rncnsaje de su marido y In llevO al sitio al que estaba dirigido; quiero creer que no habra dcsaparecido alit Para siempre. -. Cuântas mujeres como nosotras aprenderian de memorii y par las noches Ins mensajes de sus maridos exterminados?

Alga más sabre la voz de Mandelstam. -. La fonoteca de SerguEi Ignatievich Bernshtein fue destruida y éi mismo expuisado del Instituto Zubov por Aformalismo, Conserva-ban alit el registro de la voz de Gumiliev y Mandelstam. Era ci perlodo en el cual aventaban las cenizas de los muertos. Yo guardaba las fotograflas, que eran muy pa-cas, del mismo modo que los manuscriros, Pero el registro de la voz no estaba a mi disposicion. Recuerdo muy bien cOmo recitaba Mandeistam y también su voz, Pero es irre-peuble y sOlo suena en mis oldos. Si se le pudiera ott, se comprcnderia perfectamente In que El calificaba de deem. ra interpretada., .dirigida, igual quc dirige la orquesra su director. La transcripciOn fonetica y la entonaciOn pro-porcionan on esquema muy tosco de las pausas, de las su-bidas y descensos de la voz, Quedan fuera de so alcance la duraciOn de las sulabas, ci modo mayor y el timbre de la voz. Qué memoria es capaz de conservar todas las mile-xjones de una voz enmudecida hate más de un lustro!

La voz, sin embargo, se conserva en la propia estrucrura de los versos y ahora cuando la mudez y el silencio estãn llegando a su fin, millares de jOvenes han captado el soni-do de sus poemas, perciben su tonalidad y repiten espon-ráneamente las entonaciones de su autor. Nada se puede dispersar al viento.

Par fortuna no se han aduenado todavIa de sus poemas los actores, locutores y maestros de escucia. Una sola vcz llego a mis oldos la insolenre voz de una locutora de la emisora de radio cSvoboda. (Libertad). Recitaba *Bebo a la salucl de las charreteras militates., Este pequeño poema humorisrico fuc siempre objeto de cspeculacion polirica en

340

nuestro pals por pane de diversos Nikulin y secuaces y ahora lo habia utilizado una locutora extranjera y lo reci-taba con una entonación tan vilmente cexpresiva. (que habia copiado de nuestros locutores) quc, liena de asco y tristeza, apagué la radio.

Lo viejo y 10 nuevo

Pocos dias después de nuestro regreso a Moscü desde Vo-ronezh, Valentin Katáiev nos paseó pot La ciudad en su nuevo coche recién traido de Estados Unidos. Miraba carl-ñosamente a Mandelstam y decia: .SE In que it hare falta: urn residencia obligatoria ... .. For la tarde visitamos la nueva casa de Los cescritores. con un vestibulo de mármol impresionante ya quc los escritores recordaban afln las ca-lainidades de la revolución y de la guerra civil.

En ci nucvo apartamento de Katáiev todo era nuevo: la mujer, ci nina, ci dinero y los inuebles: iMe gusta ci esti-lo moderno, decia Katiicv, entornando los ojos: en ci pi-so de abajo, Fedin adoraba la caoba y todos sus muebles eran de esa madera. El tenet dinero pot vcz pritnera habia enloquecido a los escritores. Una vez instalado en la casa, Katâicv subió tres pisos pan vet la vivienda de Shklovski. Los pisos cran un indicio del tango del escritor. Vishnievs-ki, pot ejemplo, exigió que Ic dieran la vivienda desrinada a Erenburg (que en aquel entonces estaba de viaje) pot-clue consideraba clue teniendo en cuenta su posición en la Union de Escritores no seth bien visto que estuviese cerca del tejado. El pretexto oficial era clue Vishnievski padecla vertigo y temia las alturas. DespuCs de recorrer la can de Shkiovski, Katáiev Ic prcguntO asombrado: çY donde guarda usted sus trajes?.. Pero Shldovski vivia con su mu-jet de antes, sus hijos de antes y un par de pantalones o, en el mejor de los casos, dos. Pero ya se habia encargado ci primer traje de su vida... No era correcto it de cual-quiet modo, habla que tenet the de señor para visitar una rcdacciOn o el comitC de la radio. La sahariana y l tipica camisa rusa de los años veinte habian pasado definitiva-mente de moda: •Todo debt set como antes..... A finales

341

dc la guerra hablan prometido premiar, incluso, a los pro-fesores quc se presentaran bicn vestidos...

Katâiev nos obsequio con vino español, nuevo para Mosth, y con naranjas, jera la primera vez que aparecian a la yenta despu€s dç la revolucion! Todo .como antes,, incluso naranjas! Pero nuestros padres notenlan frigorifi-

cos eléctricos, guardaban Jos productos en neveras sencillas y por ]as mañanas les tralan barras de hielo sacadas del Don. Katáiev se trajo de Estados Unidos Ia primcra nevcra eléctrica, fue ci primer escritor en tenerla y en el vino ho-taban trocitos de hick fabricados de acuerdo con la ülrima palabra de la técnica y del confort. Nikulin se presenró con su nueva esposa, quc acababa de dark dos gemelos y Kataiev lanzaba exciamaciones de asombro de que dos se-res tan indecentes tambien tuvieran hijos. Y yo recorde Ia vieja mIxima de Nikulin, que ya no me hacla reir: .No somos Dostoieyskj, nosotros con tal de tener dinero ... r. Nikulin bebia vino espanol y hablaba de Ins dialectos cs-pañoies. Acababa de estar en Espana para observar la guerra civil.

Cuando dejamos Moscü, los escritores no eran rodavia un estamento privilegiado, Pero ahora echaban raIces y meditaban en Ia forma de conservar sus privilegios. Ka-táicv nos contó su plan: cAhora hay que escribir al modo de Waiter Scott.... Ese no era ci camino más fácil, se cxi-gia para ello capacidad de trabajo y talento.

Los habitanres de la nueva casa del vestibulo de márcnol comprendian mejor que nosorros la importancia del año 1937, porque habian sido resrigos de ambos lados del pro-ceso. Ocurria algo semejanre a lo previsto para ci DIa del

,Juicio Final, cuando a unos los pisoteaban los diablos y otros cran giorificados. El que ha probado Ia bebida celes-tial, no quicre it al inferno. Y, ademas, quién lo quiere? Por eso en sus reuniones familiares y amistosas decidicron clue era preciso adaptarse al ano 1937. •Valentin es un sta-linista auténrico., decia Ester, la nueva mujer de Katáiev, quc habia tcnido ticmpo sic probar en la casa de sus padres cómo vivIan los rechazados. Y el propio Katáiev, aleccionado por tempranas cxpericncias, hacla tiempo que repetia: No quiero ningün disgusto... jCon tal dc que no se enfaden los superiores! ...'.

•Quién se acuerda ahora de Mandelstam —nos dijo

342

con Pena Katáiev—. SOlo yo o Evgueni Petrov In men-cionamos cuando hablamos con los jóvenes y eso es todo...'

Mandelstam no se enfadaba al oirie y, ademas. era Ia pura verdad, salvo que Jos hermanos Katáiev no Sc

atrevian a mencionar su nombre al hablar con extraflos. La nueva MoscO se reconstrula, se promocionaba, batia los primeros records y abria las primeras cuentas en los ban-cos, compraba muebles y escribia novelas... En potencia todos eran candidatos a ocupar altos cargos, porque cada dia alguien causaba baja y en su puesto se designaba a otto. Y todos, naturalmente, eran también candidatos al exrcrminio, pero de dia no pensaban en ello; Ia noche era más que suficiente para los temores. Se olvidaban inme-diatamente de los caidos y ante las mujeres de los proscritos, incluso cuando lograban aferrarse a una pane de su vi-vienda, las puertas de las casas afortunadas se cerraban a cal y canto. Por otra pane el nümcro de esposas era cada vez menor. En 1937, no solo talaban de raiz, sino que cx-tirpaban las rakes.

Mandelstam sentia amistad por Katáiev: .Tiene rodo ci chic de un verdadero bandido., decla. Conocimos a Ka-tãiev enjarkov, en 1922. Era un joven harapiento, de ml-rada inteligente y viva, que ya habia tenido tkmpo de cmcterse en lbs. y salvarse de costs muy desagradables. DejO Jarkov y se fue a Moscü Para conquistaria. Cuando nos visitaba en Moscü, nos contaba muchas y divertidas historias de los bajos fondos de Odessa, propias de los pri-meros aflos de la bohemia odessita. Muchas de esas diver-tidas historias las leimos más tarde en las .Doce Sillas.. Valentin Katiiev se las regalO a su hermano menor, que vine, desde Odessa con ci propósito de colocarse en la policia criminalista, pero, atendiendo el consejo de su her-mano mayor, se hizo escritor.

A finales de la dEcada de los afios veinte —coincidiendo con sus primeros éxitos—, todos los prosiscas clue conocia en mi juventud, a excepciOn de Tynianov y Zoschenko, emprendieron un camino bastante sordido y oportunisca. En' ci caso de Katáiev, gracias a su talento y cinismo, esto se manifesto en forma particularmente briliante. Al fib de la dEcada de los años treinca ibamos una vex en taxi con Katâiev. Hacia mucho tiempo quc no nos velamos,

343

porque habiamos vivido en Leningrado y Crimea. El en-cuentro fuc de 10 mis amistoso y Katiiev se ofrcciO, inclu-so, a acompafiarnos. Sentado en ci taxi, no dejaba de habiar: jamis habIa oldo decir semejantes cosas. Reprochaba a Mandeistam ci haber escriro poco y no tenet grandes tiradas... *Si se mucre, jdóndc csin sus obras completas? Cuintos pliegos tcndrin? Ni siquicra se podia encuadernar un iibro... Un escritor ha de rener do-cc tomos con los cantos dorados ... .. Lo nuevo de Katiiev retornaba a Jo viejo: todo cuanro escribla ahora podia ha-berse pubiicado en el supiemento de 'tNiva (rcvista que se editaba antes de la revoluciOn): la esposa ,va de corn-pras, y éi, padre de famiiia, ci dEspota del hogar, pataica de rabia si la cocinera deja quemar ci asado. Dc niño habia pasado hambre y terrores mortaies, Pot cilos anhela-ba seguridad y Paz: dinero, mujcres y la confianza de sus superiores. Tarde mucho en comprender dOnde termina-ban las bromas y dOndc aparecia su verdadero yo. .Todos elios son igliales —me dijo Mandeistam—. Solo que Ste es inceligente..

Durante aquei viaje en taxi Katiicv dijo: 4No hay que buscar la vcrdadi',

En Tashkent, durante Ia cvacuaciOn me cncontré con un Katiiev fciiz. Ya cerca de Araisk vio a un camclio y se acordo en el acto de Mandeistarn: .Lievaba la casa exacta-mente igual que ese cameilo., me dijo Esta visiOn lo reju-veneciO y comcnzO a escribir poesias. Esta era la diferencia entre Katiiev y los demis escritores: para ellos no existia ninguna asociaciOn de ideas poco sensatas. Qué it impor-tan a Fedin, pot ejemplo, los camelios o la poesia? Dc to-dos cuantos fueron elegidos para el bienestar, tal yea fucra Katiiev ci ünico que no perdiO el arnor pot la poesia y ci sentido de la Iitcratura. Pot esta razón paseO Mandeistam con El por Moscü y bcbiO vino espaflol en junio de 1937. Al acompañarnos a la puerta, Katiiev dijo: cTal vez lo de-jen, Pot fin, asentarse... Ya es hora ... .

En ci periodo de la rehabilitaciOn, Katiicv intentO cons-tantemente publicar unos poernas de Mandeistam en .Iunost (Juventud), pero no se atrcviO a indisponerse con sus superiorcs. Otros, sin embargo, ni lo intentaron

,QuE habria sido de Katiicv si no hubicra tenido que escribir a lo Walter Scott? Era hombre de gran taicnto, in-

344

genioso y agudo, de aquellos que constituyen ci ala mis ilustrada de la hteratura de un pals.

Aquel vcrano nos habria gustado mucho asentarnos.. Haclamos planes para ci futuro, nos gustaria cambiar de vivienda para no vivir en un quinto piso sin ascensor... Pero no habla que apresurarse para hater el cambio. - - Stavski debia cumplir antes su promesa y crasladar a Kosti-riev... Mandeistam sostuvc, una acalorada discusion con mi hermano sobre si debia aceptar o no traducciones. Mi her-mano decia que era imprcscindibic hacerlo en Ins prime-ros tiempos y clue •si le parece insoportable, quc traduzca Nadia.. Mandelstam afirmaba que no podia soportar ese trabajo y que eno se encuentra a gusto) cuando traduce Nadia. La discusian quedo resuelta pot Luppol, ci redac-tor jefe de Ediciones del Estado. Dijo que rnientras él ocu-para ese cargo, Mandelstam no recibiria ni una sola Ilnea de traducciôn y, en general, ningün trabajo. Poco des-pués, Luppol fue detenido y desapareciô. Su puesto In ocupó otro, Pero eso no cambio nada; las personas cam-biaban, Pero das decisiones de principio ' conservaban co-da su fuerza. Eran mis estables que las personas. Las ,de-cisiones de principio ' eran como un rnuro y hasta hoy dia resulta imposible abrir en el una brecha.

La respuesta de Luppol nos hizo voivcr a la realidad: se-gulamos confiando en que todo se arregiaria. NarbuE ya no estaba; tampoco Margulis, ni Klychkov. Faltaban muchos. Mandelstam rumiaba las estrofas de una poesia de Gumiliev: <pena, pena, miedo, el lazo y la fosa, Pero se alegraba de estar vivo y se consolaba diciendo que todo se arreglarla. Por qué te lamentas? —me decla— Vive mientras se pueda v va veremos- iAsi no puede continuar por mucho tiempo!. iCuAntos aflos ya que esa frasc: ,AsI no puede continuar pot mucho uempo) es La ünica fuente de nuestro optimismo!

Wn dia mis ' habla durado una semana y pico Ajmitova, teycndo la Biblia, se enteró de que la estrofa

pena, pena, iniedo, dogal y fosa, era una cita casi literal del profeta Isaias: qEI terror, ci foso y el lazo, son para 6, habitante de la tierra...

345

Antecedentes penales

.Es que Jos bomberos se mueren?., preguntó Tatka, la sobrina de Mandclscam. .cAcaso mueren los ricos?., pa-rafraseo Mandelstam, at dane cuenta de -que en Voro-nezh, pest a code, ci dinero y ci bienestar rambién contri-bulan a la longevidad. .Es que tarnbien en Moscü tengo que rcgisrarme?, decla cuando Ic recordaba quc debia-mos it a registrarnos. En eso se presentO Kostiriev en Mos-di Para pant un dIa o dos y Mandeistam comprcndio que no debla alargarlo mis Fue a vet at administrador de la casa y regresó de inmediato. 'Dame to pasaporte., me di-jo. qeQuE fain te hare mi pasaporte?.. Resuito que des-pUéS de ml marcha a Voronezh to ci mes de mayo, Kosti-riev arregió ]as cosas y me dio de baja como inquilina. Hasta aquel entonces figuraba como habitante de Mosdi y en Voronezh estaba de .transdinte. La administración de Ia casa ni siquiera sabia que renové ci pasaporte en Voro-nezh. Se les habia pasado.. Kostiriev, mientras unto, consiguió set registrado como inquiiino permanente y no ctranscóntc.. Para eilo necesitaba vivir en- la casa un perlo-do de tiempo bastante grande, pero €1 supo anticiparse at tiempo. .Nos ordenaron quc hiciésemos una excepción con Koscirien, me dijo ci administrador. Nuestra casa se habia construido en regimen cooperativo y pagamos una suma considerable pot ella. Dc acuerdo con Ia Icy éramos propictarios de Ia misma y nadie, sin permiso nuestro, podia set registrado en ella. Puts bien, con estas casas coo-perativas empezaron ]as complicaciones, es decir, las fami-has dc los desaparecidos intentaron mantenerse en clias y oponerse a la instaiaciôn de nuevos inquilinos. Con este motivo se estaba preparando una nueva Icy que anulaba los derechos de los constructores en regimen de cooperati-Va. La Icy no habia sido promulgada aün, Pero ya SC habla-ba de ella en ha alias esferas y creo que se promulgô a fi-nales del aft 1938, Pero en nuestro pals, incluso una Icy no promulgada, tiene fuerza retroactiva. Y, ademas, jquC tenian que vet con eso las icycs! El hecho de que hubieran registrado a Kostiriev indicaba que Ic ayudaban a pose-sionarsc de una vivienda y eso era de mal augurio. Man-deistam, sin embargo, no se disgusto to mIs minimo. Sc

346

habia hecho fatalista al modo soviftico. .Si les da la gana, lo arregiarán todo y Si no quieren, nada se podrá haccr. Su fatalismo se extendia también a ml. Fue entonecs cuando me dijo: .Regresarás a Moscü si me dejan voiver a ml. A ti soia no te dejaran voiver ... .. Pero veinticinco aflos después de su muerte, me lo permiticron, Pero a ét, scgün parece, todavia no Ic dcjan; Ic permitieron tan sOlo asomarsc a una rendija en la revista literaria •Moskvaz

Kostiriev es un detalic, una minuscuia tucrca del complejo mecanismo. Era un hombre sin rostro, uno de aquellos clue es imposible reconocer en la calle o en ci autobüs, pero euyo rosro se trasluce en otros muchos.f. Cuaiquiera que fuera la coyuntura histOnca siempre se ha-Ilaria un uniforme Para éI; nuestra época favorece en extrerno la apariciOn de ese tipo de hombres y éi fue escri-tot y general al mismo tiempo. Instalado en la habitaciOn de Mandeistam no dejaba de teclear en su mâquina relatos acerea de Extremo Oriente y en aqucila misma rnâquina saeaba copias de las poeslas de Mandeistam. Una vez, que eopiaba un poema inspirado en Crimea, me dijo: .A Mandelstam Ic gusta Crimea unicamente, Pero es porque no ha visto ci Extremo Oriente. El opinaba que carla escritor debla visitar ci Extremo Oriente. Ya en aquel en-tonces salIan trenes enteros de reclusos hacia Vtoraia Riechka en Vladivostok, empezaba la colonizaciOn de Kolyma y nosotros In sablamos. Un hombre que estaba vi-giiado pot un funcionario tan importante corno Kostiriev tenia grandes posibilidades de set enviado al Extremo Oriente, Pero ahora no se trataba de Kolyma, sino de set registrado en Moscü.

En las milicias del distrito se negaron a registrarnos con sorprcndente rapidez. Nos explicaron que tenlamos aUn ci recurso de acudir a las Militias Centraics, en la calle de Petrovka. .Si nos lo niegan, regresaremos a Voronezh., me dijo Mandeistam. Incluso telefoneamos a nuestra anti. gua patrona Para que nos reservase la habitaciOn en ci caso de quc tuviéramos que voiver. En las Mi!icias Centrales reiteraron la negativa y nos explicaron ci motivo: ,Antece-dentes penaIes. No debe confundirse el .tcner anteceden-(Cs penaks., concepto puramente soviético, ahora abolido segUn parece, si la condena no pasa de cinco años, con la privaciOn de los derechos cIvicos pot decision de los tribu-

347

naks. El tener antecedentcs penales. Cs una mancha Para toda la vida y no sOlo Para la persona que fuc juzgada, si-no tarnbien Para Jos miembros de su familia. En mi vida rellenf decenas de cuestjog-larjos en los cuales debia res-ponder a la pregunta de los anteccdentes penales, unto si se referlan a ml personalmente como a los parientcs más prOximos. Para ocultar Jos cantecedences pcnales de los parientcs, gente se invcntaba biografias falsas. Uno de los temas que más sc debatian en ]as familias era de 51 Sc debIa o no rnencionar al padre represaliado cuando los hi-jos de las familias que se hablan salvado por casualidad terminaban la escuela. Lievo viviendo varies ahos en el es-tigma dc Jos •antecedentcs penalcsz reflejos, pero an lie-vo ci estigma literario.

En la milicia central de Petrovka supimos pot vez pri-mera las consecuencias de tenet cantecedentes penales.

A dOnde piensan if?,, preguntO el miliciano de turno al negarse a la peticiOn de Mandeistam, tRegresaremos a Vo-ronezh., respondio. .Bueno —dio el funcionarlo, Pero acto scguido afladio—, Pero tarnpoco alli Ic darán la resi-dencia.,, De acuerdo con Ia sentencia Amenos docc, para Mandeistam se cerraban las puertas de doce ciudades, pe-ro habiendo cumplido los tres años de condena, perdla el derecho a residir en setenta y pico de ciudades, con la par-ticularidad de quc la prohibicion era vitalicia.

•Y si me hubiera qucdado en Voronezh?,, preguntO. El funcionario Ic explicO que, naturalmente, ,aun tenemos fallos en el trabajo y pot eso podian no haberse dado cuenta, Pero eso seria temporal ya que no tardarlan en desterrarlo de la ciudad prohibida. Ahora CSO ya no nos sorprende: estamos acostumbrados a considerar que el per-miso de residencia es una valla tan alta que solo pueden franquearla los mãs capaces. Nadie, a excepciOn de los ha-mados a trabajar, puede recibir el permiso de residencia en una ciudad. Ademas, Para conseguirlo, se necesita un pasaporte y hay muchas categorlas de personas que care-cen de ese documento. Estos, en general no pueden mo-verse del sitio. Muchos de nosotros siguen sin comprender quc ci pasaporte en nuesrro pals es tambien un verdadero privikgio. En 1937 esto era una novedad y Mandelstam comentô muy seriamente. (Es Ufl progreso.

-slntenta conseguirlo to sola, me aconsejO en cuanto

348

regresamos a casa. iTfi no tienes antecedentes penales." Esa foe ía prirnera y ünica vez que intenté scparar mi

destino del suyo. Y yo decidi probar suerte: fue la primera y 6nica vcz que sent1 deseos de saint la casa.

Entré en una gran sala donde ante sus mesas estaban sentados los más altos funcionarios de ía milicia urbana. Cuando recibi la negativa, quise conocer la causa. tAnte-cedentes penaies", me respondiô el miliciano. €Yo no ten-go antecedentes pcnales", repuse indignada. eCômo no!", exclamO sorprendido ci funcionario rebuscando entre sus papetes Mire. Osip, antecedentes... b cOsip es on hombre —insisri---, pew yo soy mujer, Nadiezhda ... ,,. El fun-cionario reconoció que tenIa razôn: En efecto —dijo, pe-to se enfurecio en el acco—, y qué tiene que vet que sea un hombre? ,QuiEn es éI para usted? No Cs 511 marido?

El miliciano se ievantó y golpeó La mesa con ci puño: cTJsted sabe lo que es ci articulo cincuenta y ocho?b. Es-VIVO gritando algo rnás, pew yo hurl amedrentada, aun-que me daba clara cuenta de que su ira era fingida y clue al negarse, se limitaba a cumplir las instrucciones recibidas y no sabla qué responder a mi demanda. Todos nosotros cumpliamos siempte las instrucciones y si nos contrade-clan 1 cambiabamos inmediatamente de tono. Hubo genre con suerte y Las instrucciones que debian cumplir eran de lo más inocente come, por ejemplo, negar un certificado medico, retirar la beca a un esrudiante o enviarle a un lu-gar donde no querla it. Otros, obedeciendo ordenes de sus superiores, aporreaban La mesa con el puflo, desterra-ban y detenlan. Dependla de La profesion de quien cumplia las disposiciones. Yo no me habrla asusrado si el que me gritaba fuera un miliciano biLioso, pew pot la be-ca de aquel hablaba ci Estado.. A partir de entonces no puedo entrar en un departamento de poLicla sin tembLar, tanto mâs que nuesrras diferencias no han terminado aün y nunca puedo vivir en on sitio come, ciudadana dotada de todos los derechos. Dc MandeLstam herede et espiritu vagabundo y una total ausencia de rakes. Justamente por ello, se olvidaron de extirparme.

Mandeistam me esperaba en la calle. Tuvimos que re-cordar por fuerza una festiva poesla de GumiLiev: .El hombre nace, Luego muere, pero la policla permanece.. '1 regresamos a casa, a una casa que ya no era nuestra...

349

La caj-ua/jdad

Nuestros destinos no querlan separarse, Pero ci hecho de que no se huhieran separado entonces, predetermine mi destino ulterior: fui una vagabunda sin hogar, rodeada de extrafios, en un ambiente que no era el mio y, por lo tan-to, nadie al verme recordaba a Mandeistam, cosa que no hubiera sido posible de haber vivido en Moscü o en la casa de los escritorcs. Mi expedience, como es natural, me se-guba a todas panes, Pero como .dcpendia de Moscu., las denuncias provinciales no me causaron daño. Gracias a Kostyriev quc me echo de casa y al miliciano clue me chub, conserve la vida.

Dc haberme quedado en la vivienda de Mosct, los cscritorcs, seducidos pot ella o bien pot motivos put-amen-cc estatales, habrian hecho que se acordasen de ml los que detentaban ci podcr.

Me salvo la casualidad. Nuestros destinos eran goberna-dos con demasiada frecuencia pot la casualidad, Pero en la mayorla dc los casos eran fatales y llevaban a la gente a su perdicion tambien por Pura casualidad. Pude observar muchas casualidades de esre tipo cuando hacia cola horas enteras en la fiscalia Para entregar dinero o en busca de al-gun certificado. Una yea conoci a una mujer cuyo hijo fue arrescado pot casualidad en lugar de su homOnimo que vi. via en la misma casa y que en aquel momento no estaba en su vivienda. La mujer habba conseguido Ilegar hasta al-gun personaje influyente y demostrar que en la orden de arresto, que determine la detenciOn de su hijo, figuraba ci nombre y ci parronimico del vecino. Para conseguirlo tuvo que mover literalmente montaijas, Pero lo consiguiO. I-labia Ilegado ya la orden de Iiberacion y supo enronces que su hijo ya no vivia. Habia muerto victima de una fe-roz casualidad y ci vecino salvO casualmente la vida y pu-do ocultarse.

La mujer —esro sucedla en la fiscalia— lioraba a Iágri-ma viva y vociferaba cuando supo la muerte de su hijo de-tenido pot casualidad. El procurador salio de su jaula y Ic chilJ6 con la misma afectada ferocidad que lo habia hecho ci miliciano conmigo. Griraba con propOsitos educativos, podIa, acaso, cumplir con su responsabic misiOn sin tener

350

asegurado un total silencio? Las obligaciones del procura-dot se reducian a dat informacion sobre los reclusos, sobre las condenas: a diez afios, a diez altos sin derecho de correspondencia, etc. No tenia la obligación de notificar la muerte de nadie. Aquella mujer dio pruebas de una ener-gia poco comün pucs habia conseguido saber ci motivo pot ci que su hijo, detenido pot error, no regresaba. Ha-bitualmente las muertes se sablan pot casualidad o se ig-noraban. En aquci entonces no se comprendia todavia lo que significaba: isin derecho a la correspondencia..

En torno al furioso procurador y a la vociferante mujer empezO a congregarse la gente que estaba en Ia cola. No aprobaba ninguno a la que chiliaba. .A qué vienc liorar ahora —resumia calmosamente una mujer quc habla veni-do también pan conocer la suerte de su hijo—, ya no ic puede resucitar... Solo nos hace perder ci ticmpo.. Saca-ron de All a la escandaiosa y se rcstabkciO ci orden. Los soviéticos tiencn un respeto especial pot las instituciones. Si ci hijo hubiera muerto en casa, nadic se habria indigna-do de los gritos y lamentos de la madre, Pero la disciphna interna no permitia escandalizar en las instituciones pübli-cas. Una asombrosa sangre fria nos distingue a todos. Al dia siguiente de la detencion de los seres queridos y del correspondiente rcgistro, sabiamos Ilegar a la oficina sonrientcs como siempre. Nos guiaba ci instinto de la autoconservación, ci temor pot los farniliares y un codigo soviético especial de buenos modales. En la scgunda de-tcnción de su hijo. AjrnItova infringio ese codigo: cstalló en sollozos en presencia dc los quc vinieron en busca de Liova. En general se comportaba bien e incluso mcreciO la aprobaciOn de Surkov: . j Qué asombrosamcrstc bien se ha mantenido Ajmitova durante todos esos altos!.... Pero, ,quién iba a portarse mal con un hijo detenido?... ,!Pucde considcrarsc casual que ninguno de nosotros hubicra infringido [as reglas de Ia decencia soviéticas? Mandcls-tam, en cambio, no las observaba ni en lo mIs minimo. No tenia ningUn control de 51 mismo. Bromeaba, gritaba, golpeaba en [as puerta.s cerradas, sc cnfurecia y no dejaba dc sorprenderse de todo cuanto ocurria.

En la actuandad, mi capacidad de auto-dominio y auto-control se han debilitado y escribo estas pIginas, aunque se nos ha dicho que aquelios años deben set recordados

351

con prudencia. La ünica forma en que se permiten esos re-cuerdos es cuando se demuestra que La persona, cuales-quiera que scan las circunstancias, sigue sienda un fiel constructor del comunismo y sabe distinguir lo principal —nuestro objetivo— de io accesorio: su propia vida destrozada y pisateada. Nadie se ha preocupado de la ye-rosimilitud de semejante concepciOn: se puede prescindir de ella... Parcce set que sus autores son personas que pa-saran la mitad de sus vidas en los campos y aquellos que Ins mandaron a trabajos forzados asistieron y les dieron su aprobacion. Solo una vez conocia a una persona que parti-cipaba de esa concepciOn, pero entre ellas y yo se aizan impenetrables tabiques sociales y ese encuentro sOlo puede producirse per casuaiidad.

4qQuwn es ese Solzhcnirzin? Todos sus amigos habla-ban de El., me preguntó un compañero de vagOn cuando yo iba de Jarkov a Moscó. Fue a despedirme a la estaciOn un tropel de genre feliz y emocionada porque en la vIspera supimas que Tvardovski habia conseguida, per fin, ci permiso de publicar ci relate de Solzhenitzin 4Un dia en la vida de Ivan Denisovich. en .Novi Mir. (Mundo Nuevo). Miré a mi cejijunto compahero de viaje y corn-prcndi en el acto que existia entre nosotros un lazo invi-sible a modo de los vasos cornunicantes. Aunque con una diferencia: el liquido de Los vasos comunicantes oscila, mientras no se igualan Ins niveles, en cambio nuestro esta-do de animo jamás podia estar al mismo nivel: cuando this alto estuviera el suyo, más baja seria el mio y vicever-sa.

Le hable de Solzhenitzin y me dijo quc no aprobaba la pubiicaciOn de esa obra... c.I-ia kIdo usted el relato Me-tal nativo''? —me preguntO—. Podriamos haber prescin-dido de él, aunquc encierra una idea educativa ... .. A mis objeciones, dijo: .Dcbc comprender clue se trataba de una necesidad historica,, .Por qué necesidad? —le repuse—. Dicen clue fue una casualidad debida al mal carácter de Stalin.. .Parece usted una persona culta, pero a Marx In ha estudiado mal. eHa alvidada clue Ia casualidad no es más que una necesidad no consciente? ... .. Con ella queria decir que si no hubiera side Stalin, habria side otro el que se encargaria de mandar tada esa gente al campo...

Mi compahero de viaje Ilevaba una chaqueta militar sin

352

chaxreteras y tenia tin rostro abotargado y amarillento co-me ci de las personas que se pasan la vida ante un escrito-rio y padecen de insomnio. Estaba evidentemente acos-tumbrado a estar sentado en un sillon, inclinado con todo ci cuerpo hacia su interlocutor y solia levantar de pronto las manos como si buscase apoyo en los brazos del siIlón.

En las conversaciones de mis amigos distingui6 tambiEn ci nombre de Pasternak. tSe trata de ese mismo Paster-nak?.. Y me expuso su opinion sobre ci 4Doctor Thivago' con tono categOrico y profesional: se trataba de un fallo imperdonabic. cC6mo ban podido permitirlo?... jFjcse a 10 quc IlegO! 1Lo ha publicado en ci extranjero! iQu6 fallo!.. No habla leIdo nada de Pasternak, •fll Sc disponla a lccrlo.. .QuiCn .1cc sus libros? Yo tengo que estar al unto de La literatura... CuestiOn de trabajo... Y nunca 01

hablar de El..... Le repuse que tampoco habIa oldo hablar de Tiutchev, ni de Baratinski. Saco un bloc de notas .xCOmo dice clue se liaman? Los buscarE ... ..

Al principio, al hablar de si mismo, me dijo quc era medico, Pero que ya estaba jubilado —me parcciô joven Para elio— y quc sc ocupaba de ayudar a La policia en su trabajo con los delincuentes mcnores de edad. .tPor qué no trabaja como medico?., Ic pregunté. .Mi son Las cosas.. La medicina resuito set un pasado muy remoto; en su actividad tuvo ocasiOn de escuchar a los partidarios y a Ins detractores del regimen soviético. DOndc ha podido oft a los dctractoresh, Ic pregunté, pero no obtuve res. puesta. Al jubilarse, ciigiO pan vivir Tallin, a dondc solia it per cuestiones de trabajo; disponla all! de una vivien-da de ties habitaciones quc compartia con su esposa y su hijo menor. .Nunca ol decir que a un medico con tan p0-

ca familia k diesen tin apartarnento dc tres habitaciones., comenté. cOcurre a vcces., me respondiO laconicamente.

Hablando de su familia me contO sus problemas como a un pedagogo. Estaba contento con Los dos mayores. Habla tornado unas vacaciones c iba a visitarks: la hija estaba ca-sada con ci secretario del comitE regional del partido y ci hijo tambiEn trabajaba all!. En cambio ci pcqueño, naci-do después de la guerra, no servIa para nada: era un vago, querIa dejar La escueLa o it a trabajar a una fabrica. cPor qué dice que Cs un vago si quiere trabajar?., le preguntE. El hijo, segün me dijo, no querla vivir con él, sus compa-

1131

news Ic hablan contado no sabia qué cosas... y, ademâs, ci chico influla sobre su madre y tambien ella se rebelaba. cY todo eso se debe a que los mayores ban conocido Ia guerra y pasaron miscrias. El pequeflo, en cambio, creció en plena bonanza: naranjas, chocolate... Y asi saiio él, No tenia que haber nacido. . .. No supo explicarme Jo quc pasarla en ci cornunismo cuando los hijos no conocicran ninguna necesidad: SerIan todos unos rebeldes? Pro-bablemente los de su hijo recordarlan la actividad del padre pie visitaba Talin pot ecuestiones de trabajoi....

Pan ml era evidente que hablaba con un cresiduo del imperio staliniano,. &Era una casuandad que el hijo se rebelase contra ci padre? eEra una casualidad c lue ci padre no qutsiera remover ci pasado, esa .neccsidad historica, a la cual él contribuyo con unto edo? El relato de Solzhe-nitain (.Un dIa en Ia vida de Ivan Denlsovich.) es como una piedra de toque: pot la reacciOn de cada lector puede juagarse de su pasado o el pasado de su famiiia. El pasado no está petriuicado ni bien entendido. Demasiada gente tomó pane en €1 directa o indirectamente o, pot Jo me-nos, siienciaba todo cuanto sabia pan quc nosotros ahora no nos atreviéramos a mirarie de frente, cara a can. Se comprende perfectamente lo que pretenden los .residuos del imperio. que Sc encuentran en ci anonimato y ayudan a la policla en su trabajo de educat a los delincuentes me-notes de edad o dificiles. Esperan la licgada al poder de sus jóvenes correligionarios para bendecir esa .joven y des-conocida tribu, en so andadura politica.

La gente que se limitaba a cailar o a cerrar los ojos ante lo clue ocurria, procuran, asimismo, justificar de alglin modo ci pasado. Sueien acusarme de subjetivismo: enfo-que usted un solo aspecto, pero hubo otras muchas cosas: la construccjón, ci teatro de Meyerhoid, Ia hazana del .&Cheliushkin., etc., imuchas cosas!... Podria afladir que existlan también ci cieio y las estreiias, Pero que es imprescindible comprender el significado de todo In ocurrido. El humanismo del sigio xix sufriO una dura cri-sis, se derrumbaron todos shs vaiores éticos porque se ba-saban ünicamente en las necesidades y deseos del set hu-mane, o, simplemente, pot su anheio de set fehz. El si-910 xx, pot ci contrario, nos demostro con meridiana cIa-ridad que ci mal posee una inmensa fucrza de auto-

354

destrucción. En su devenir aboca irremisiblemente al ab-surdo y al suicidio. TambiEn comprendimos, pot desgra-cia, quc ci trial al autodestruirse puede acabar con toda la vida en La tierra y eso no In deberlamos olvidar. Sin em-bargo, pot mucho que la gcnte prociame a voz en grito esas verdades tan simples, Las oirmn soiamcnte aquellos que no quicran ci mal. Ademas, todo eso ya cxistió y Ca-ducó, y voivió a empezar, pero siempre con mayor fucrza y amplitud. Afortunadamentc yo no veré ya lo c lue nos depara ci futuro.

El electricista

cEs temprano aün para rendirse., dijo Mandeitam al dia siguicntc y fue a la tJnión de Escritores pan ver a Stavski, pero él no lo recibió; Ic hizo saber pot boca de su secreta-rio que antes de una semana no podria recibirie pues esta-ba ocupado a más no podcr. Mandeistam entonces corrió al Litfond y sufrio alil, en la escaiera, un ataque de este. nocardia. LLamaron a una ambulancia y In trajeron a casa, ordenándoie que no se levantase de la cama. Eso era Lo que éL pretendia: confiaba en set recibido pot Stavski y conseguir, pot mediación suya, ci permiso de residencia en Moscü. No comprendia quc todos esos Stavski que hacian de intermediarios entre nosotros y nuestros amos decian siempre quc estaban ocupadisimos, que no podian dcdicaric ni an minuto de su tiempo... Tambiên Surkov en 1959, la üitima vez quc me echaron de Moscü, me exphcO quc no tenia ni un minuto Libre para tratar de mi asunto con los compaheros. En aquci entonces eso signifi-caba para ml la perdida de La casa, pero en Epoca de Sta-lin era cuestión de vida o muerte.

Mandeistam yacla de bastante buen humor en la .carrc-teia de Besarabia, y it visitaba cada dia un medico de Lit-fond. Diez dias más tarde fue enviado a la consulta de la doctora Razumova, mujer de rostro inteiigente en cuyo despacho haba bocetos de Nesterov. Nos asombro la fad-lidad con que extendio un certificado en ci cual constata-ba que Mandeistam precisaba estar en cama y una explo-

355

radon general. Ella, naturalmente, no estaba obligada a conocer su situaciOn juridica, Pero después de las calami-dades pasadas en Voronezh y Cherdin, la actitud de Raw-mova y de otros medicos de Litfond nos pareciO asombro-sa, como si de pronto hubiera surgido en Rusia La intelec-tualidad de antes con su actitud ante los déporcados.

Fue entonces cuando Mandeistam se forjo la demente idea de sobreponerse al destino y aferrarse a Moscü pot to-dos los medios, ünica ciudad donde tenlamos, pese a to-do, un techo sobre Ia cabeza y podriamos subsistir de al-gun modo. Le desorientO el hecho de que Litfond se Ic mostrase propicio: Ic enviaba medicos y se interesaba pot so salud. QuE cxplicaciOn cabia dat a cste hecho? Quizas alguno de sus empleados simpatizaba con él o, tal yea, tu-vicran miedo de que los culparan, al vet el ataque, de no haberle atendido debidamente... Tame, lo uno como lo otro era posible, Pero sea como fliera, Litfond procuraba ayudar y en nuestras condiciones era algo sorprendente. La nivelacion no ha existido ni existe en nuestro pals y a cada uno Ic corresponde tan solo aquello que rnerece

Vino Kostyriev, dio unas cuantas vueltas pot la casa ha-ciendo ruido y Ic dijo a mi madre que pasarla unos dIas en Moscü. Poco despues saliO, Pero no tardO en regresar, dejando abierta la puerta que comunicaba su habitacion con la nuestra. Pensamos (con nosotros tambien estaba Rudikov que iba a Crimea desde Leningrado) que Cs. cuchaba simplemente nuestra conversaciOn, Pero resuftO que esperaba a un visitante. No hiao pasar al visitante a su habitaciOn, sino que se detuvo con €1 en la nuestra, donde estabamos sentados al lado del armario. Hablaba con el visitante de la instalaciOn cléctrica y Cste, en apa-riencia electricista, Ic aconsejaba que cambiase toda la ins-talaciOn; yo Ilegue a pensar, incluso, que Kostyriev se ocu-paba demasiado de la casa. cEso no me gusta., dijo de pronto Mandelstam alarmado. No me din tiempo de rae-nerle: tuve la impresiOn de que le volvian las alucina-ciones porque salto de la cama, salio pot detras del arma-rio y se foe directamente hacia el electricista. •No venga con disimulos —le dijo— dIgame francamente lo que quiere. eViene pot ml?..

.Que dice?. —susurré desesperada a Rudakoy, plena-mente segura de quc Mandelstam deliraba. Pew con gran

356

sorpresa mia ci clectricista lo admitió como algo compkta-mente logico y despues de una o dos replicas exhibicron sus documentos. Aquel clue momentos antes se hacla pa-sat por electricista, cxigió que Mandelstarn Ic acompaflase a las milicias. Un sentimiento de temor y alegria me em-bargO de pronto: 44Le mandarin a on campo?x y .jGracias a Dios quc no son aIucinaciones!.

En compaflla de aquel hombre, Mandeistam fue at distrito tic Ia policia; Rudákov corriO detrás de ellos, pew ci dclincucnte no pudo iicgax at distrito pucs de camino sufrio otto ataque. Liamaron a una ambuiancia y en un sillOn tuvieron quc subirle al quinto piso; ci siIlón to con-seguimos en casa de un vecino. Mientras et medico Ic reconocia, ci miliciano-cicctricista esperaba en Ia habita-ciOn. Cuando pasO ci ataque, Mandelstam Ic ensefl6 sus certificados medicos. DEme ese que tienc ci selio triangu-lar., dijo ci policla y con ci certificado extendido pot La doctora Razumova se fuc a la habitaciOn de Kostytiev para liamar por telefono. Una vet recibida la inscrucciOn, rcgresO y dijo: tPor ahora no se mueva * y se marchO.

Mandeistam permaneciO en cama varios dIas. Cada ma-ñana y cada tardc se presentaban nuestro electricista 0 sus suplcntcs, todos vestidos de paisano. Además, venian los medicos. Mandclstam se divertla mucho: .1Qu6 de trabajo Les estoy dando!.. Decia que habrlan venido a molestarnos de noche, si Ci no se hubicra dado cuenta de qué pájaro era ci electricista, -, Por las noches empeoraba so humor. Una vet, at despertarme, lo vi de pie, cchada hacia atrás Ia cabeza, abiertos los brazes junto a los pies de la cama. cQuC tc pasa?., Ic pregunté. Me senalO la abicrta yenta-na. .No crees quc ya es hora?.,. Venga... Mientras este-mos juntos. . .. Ic rcspondl: cEsperemos. y Ci no discutiO. Hice bicn? 1De cuantos sufrimientos Ic hubiera librado a

el y a ml!... Al dia siguiente soportamos La visita del ciectricista quc

prometiO enviarnos a .su medico.. No esperamos la Ilega. da del poiicia dc La tarde y abandonainos La casa. Dorrni-mos en ci apartamento tic Yajontov, distrayendonos como podiamos. Dc dia regresé a Ia casa para recoger las cosas quc debiamos lievarnos, pero Kostyriev corriO al distrito y me obligaron a it tambiCn a ml. cDOnde está Mandels-tam?., me preguntaron. cSe fuc.. çA dOnde?x'. .No lo

357

sé.... Mc ordenaron que abandonara Moscü en un plazo de veinticuatro horas. Kostyriev recibio por su cooperación Ia habitacjon de Mandeistam de 16 metros cuadrados. Si-guen viviendo en ella su viuda e hija. Mc gustaria que su hija leyera 10 quc cuento dc su padre, pero los hijos de esos padres no leen libros, a excepción de que ics obliguc a ello ci 'cargo que desempciian, si cs que tambien ellos trabajan en la .sección de hterarura, de Lubianka. En este case, más vale que mi manuscrito no caiga en sus manes.

Durantc tres dias permanecimos en la casa de Yájontov, rodeados dc mapas de la regiOn de Moscü. Elegimos un pueblo Ilamado Kimry. Nos scdujo la proximidad de la cstación de Saviclovo de Marianova Roscha donde vivian los Yájontov y ci hecho de que Kimry estuviese a las orillas del Volga. Un pequcflo pueblo a orillas de un rb CS siempre mejor que otro de su misma categoria sin do. No regresamos más a la casa del Pasaje de Fürmanov. Nuestros hermanos prometieron tracrnos las cosas a la es-raciOn. Nos despedimos de ml madre en un bulevar, en ci cual fijamos Ia cita. Al verla, Mandelstam se levanto y avanzO a su encuentro con la mano tcndida. tiHola, suegra clandestinal., dijo. Mi madre se limitO a lanzar una exclamacion de asombro.

A principios de jun10 abandonamos Moscü. Debo confesar que la milicia se mostrO extremadamente

humana y bondadosa: permitieron a un enfermo que vivia sin derecho en Moscü rcposar, curarse y luego abandonar la capital. Habitualmenre no gastaban tantos miramientos y los cnfcrmos no se atrevian a detenerse en las ciudadcs prohibidas. Ademas, en nucstro caso la policia tenia toda Ia razOn dc su parte: a las personas con antecedentes pena-les sc les prohibla vivir en Moscü. Yo habia Perdido mis •vinculos con Moscü * por habcr seguido a provincias a un hombre condenado .El Estado debe defcndcrse., dijo Narbut en cierta ocasiOn. Pero ocurre clue al defenderse ha creado demasiadas leyes para aislarse del individuo.

Una cuestión más: jExageraba Mandeistam sus dolen-cias con e1 fin de engafiar al Estado? Jndudablcmcnte. Fue neccsario un aho mis de vida crrantc y ocho meses de cir-ccl y campo para enviaric al otro mundo. En nuestro pals tienen derecho a quejarse dc males no mortaics sOlo aquellos quc son ütiles al Estado. Los delincuentcs

358

politicos deben mont de pie. Mandeistam se acostó cuan-do An podia sostencrsc de pie y se comportO como si fucsc una persona necesania a la cual ci Estado protegia, curaba y mimaba. Pot consiguiente, exageraba su enter- medad y procuraba engaflar at Estado. Y ci Estado no sOlo tcnia ci derecho legal, sino también moral, de protcgcrse de un ciudadano tan indisciplinado.

Nuestro Estado tutcia doscientos millones dc ciudada-nos y no cstá dispuesto a soportar a las personas clue no Ic sirven de todo corazOn. El Estado es una fuerza aurosufi-cicnte que sabe mejon que nosotros mismos to que nos ha-cc falta. Cuando todos los pueblos sigan nuestro camino, sabran que la Iibcrtad es una necesidad consciente.

Veraneantes

cHemos saiido aigo temprano a veranear este ao., dijo Mandeistam, at ocultarse en Savieiovo de las miicias mos-covitas: era un pequeflo poblado en la aka onilla dci Vol-ga, enfrente a Kimry. El bosque era raqumtico; y en el mcrcadillo de la cstaciOn vendIan bayas, leche y cercales; la medida, idEntica Para todo, era un vaso. Ibamos a to-mar ci ré en la plaza dc la estaciOn y all! hojcabamos el pcniodico. Sc titulaba •Ei Eco de los Invandos, y ese nombre nos divirtiO tanto clue to recorde durante toda ml vida.,. El local dondc tomábamos el té se iiuminaba con un quinqué de pctnOico y en la casa usábamos una vela y Mandeistam no podia leer con esa iluminacion a causa dc sus ojos enfermos. Durante gran pane de nucstra vida solo dispusimos de esa iuz, pot to cual nuestra vista no es de las buenas... Adcmãs, tampoco Ilevamos demasiados libros, porque no pensabamos echar rakes y viviamos co-mo auténticos veraneantes. Era un alto provisional quc nos hacia faita Para descansar y mcditar.

Savielovo era un poblado quc sOlo tenia dos o trcs callcs. Todas [as casas daban impreslOn de sohdcz con sus antiguos jambajes y portalones. Se notaba la proximidad de Kaliazin que iba a set sumergido en breve porque tralan constanremente a Savielovo magnificos armazones

359

de madera y tambien nosotros sentirnos deseos de hater-nos una cisbab. Pero, como hacerla Si £105 faitaba dinero para los gastos del dia? Los habitantes de Savielovo traba-jaban en la fábrica y se alimentaban del dTo: pescaban y vendian clandestinamente los peces. En invierno se calen-taban asimismo gracias al no; pot la noche, valiéndose de garuios, sacaban los troncos que desccncjian corriente aba-jo. El Volga seguTa siendo ci gran bienhechor, pero boy dia ban impuesto ci orden y los ties ya no ahmentan.,.

Preferimos quedarnos en Savielovo, üitima estación del ferrocarrii del mismo nombre y no meternos en Kimry, desvencijado pucblecito al otro lado del rio porque la tra-vesia del rio dificultaria nuestras comunicaciones con Mos-cii. El ferrocarril venia a set ci iitimo vInculo con la vida. clnstalaos en cualquier agujero perdido —nos aconsejó G. M. que habla pasado pot todas Wvicisitudes de las Epocas, es decir, pot el campo y la ulterior existencia de "antecedentes penales' '- pero no os separéis de la via férrea; asi, Pot lo menos, oiréis los pitidos de los trenes. S..,

La ciudad prohibida de Moscii atraia como un imán. Sc concedia permiso de residencia a partir de los ciento cinco kilómetros de las ciudades prohibidas y todos los centros ferroviarios de esta zona se lienaban a más no poder con desterrados y los clue salian de los campos. Los habitantes locales los Ilamaban €cienkilornctristas,. Sin embargo, la 01 pot yea primera no en Savielovo, 5mb en Strunin, don-, de me instalé despues dc la detencion de Mandeistam. AsT me llamaban los obreros de la fábrica textil en ía cual atendia doce máquinas hiladoras. Cambiaba mi turno de trabajo diurno pot el de noche con alguno de los obreros, cosa que consegula fácilmente pucs todos preferlan traba-jar de dia, y marchaba a Moscu Para entregar un paquete o recibir informacion, que nadie jams proporcionaba.

Entre los cienkilometristas. de Moscu gozaba de gran popularidad Alexandrovsk, Mandeistam lo califico en sus poemas de cpobiado de locosdluminados,, porque en Za-gorsk podian tomar ci trcn electrico y en un solo dia podian it y volver de Moscu: iban a conseguir dinero y ha-cer aiguna gestión y regresaban pot la noche con el tiltimo tren a su residcncia permitida, Debian dormir aliT donde estaban registrados. El viaje desde Alexandro ysk, gracias al

360

tren clEctrico, se hacia en menos de ties horas, en lugar de las cuatro y pico de los demas caminos. Cuando en 1937 volvieron a detener a la genre que ya habia cumplido con-dena, la acumulación de personas con antecedentes pena-les en detetminados lugares fuc de gran cornodidad para Los organizadores rpresivos... En vez de apresar a sus vic-timas de uno en uno, diezinaban todo ci pueblo. Como estas medidas se hacian de acuerdo con un plan y se controlaban numéricamente, es de suponer que los che-quistas recibieron numerosas recornpensas pot su abnega-da labor en ci curnplimicnto del plan. Los diczmados pueblos volvIan a lienarse de nuevos contingentes de cxi- liados que, a su yea, acabarlan pot set detenidos nueva-inente. ,Quién podria suponer que pueblecitos como Ale-xandrovsk, pot ejemplo, eran simplemente una trampa? A ninguno de nosotros se nos ocurria pensar que Sc procedia a la destrucción sistcmática de una cierta categoria de per-sonas, es dccii, dc aqucilos que ya fueron sancionados una vez. Cada uno crcIa que so causa era puramente indivi-dual y quc los relatos respecto al clugar cmbrujado eran hueras charlas. No fuimos alli, porque a Mandelstam no Ic apetecla vivir en un cpoblado dc iIuminados. cNo po-driamos hallar un lugar peor, me dijo. Supimos, adeinás, quc cI prccio dc una habitación en Alcxandrovsk era rnuy alto y nos apartamos del camino trillado.

En Savielovo no habia ni verancantes ni cienkilometris-tas a cxcepciôn dc nosOttos, Si no contamos unos cuantos ex condcnados pot delitos comunes que esperaban affil que pasase la tormenta. La can no iba pot ellos, pefo si el plan numérico no se cumplia, podrian agarrarlos tambien a ellos para complctarlo. Con uno dc ellos entablamos convcrsaciôn en una cantina y nos explico muy razonable-mente las ventajas dc Savielovo en comparación con Ale-xandrovsk o con Kolomna: .Si toda ci hampa se reUne en un mismo sitio, La quitan de goipe como si fuese nata..... Resultó set más perspicaz que los ingenuos del articulo cincucnta y ocho entre Jos cuales habia muchos viejos uni-versitarios que recordaban con toda uirmeza que cada mdi-viduo responde personalmcntc pot sus delitos y que por un mismo dclito nadie es juzgado dos veces. Y como, en general, no se sabian responsables de ningñn delito, se fi-guraban constanremcnte que, pcse a todo, conseguirian

361

obtener justicia —asi no podria continuar eternamente—, pero acababan pot set metidos de nuevo en ci furgon que se liarnaba *la negra Marusia, o ci .cuervo..

Dc 1948 a 1953 volvI a set testigo del drama de Ins •cienkjlometrjstas,. Pero esta yea fue un drama minüscu-Jo, sin las desgarraduras en La piel, la fosa comün, sin ci plomo ni las torturas a las cuales nos habia acostumnbrado nuestra época. Vivia entonces en Ulianovsk y vi con qué esmero limpiaban la ciudad de todos cuantos tenian ante-cedentes penaics. Una pane de elios fue detenida de in-mediato, otros perdieron ci permiso de residencia y se pre-cipitaron a la zona de Ins ccien kiiómetros.. En ella goza-ba de gran popularidad la ciudad de Mehkes Atli si din-gió un amigo mb, violinista, que habia pertenecido at RAPP y all partido, hombre de la misma edad que Man-deistam, quien en tiempos habia onientado la tendencia musical juntamente con la hermana de Briusov En 1937, fue enviado a un campo y despues de permanecer aili unos ocho o diez afios se instalo en Ulianovsk a finales de la dEcada de Ins ahos cuarenta. Loco de alegria y convenci-do de que to malo pertenecia ya al pasado (jCuantas veces picamos todos en ci anzuelo!) ci violinista decidio iniciar una nueva vida, se casó (su esposa y sus hijos hablan me-nunciado a ei) con una compafiera mia de trabajo, una cx-celente mnujer, y encontró trabajo en una escuela de müsi-ca. El hijo de ese matnimonio, un chiquilio de frente des-pejada tendia ya sus bracitos hacia el violin y ci dichoso padre sohaba con hacer de 61 Un gran violinista. Me decia que no habia mayor fciicidad que vivir por y para ci arte y me citaba en apoyo de sus palabras a Ins ciasicos del mar-xismo. Su hijo tenia tres ahos cuando la policia iiamó at padre, Ic retiró ci permiso de residencia y Ic ordeno aban-donar la ciudad en veinticuatro how. Por easualidad pasé aquel dia a visitarios y con solo ver sus rostros comprendi de inmedjato to ocurrido y fiji su confidente: esas historias se conservaban siempre en sccreto, ya que en caso contra-no podia sufnir las consecuencias toda la famnjlia.

Aquclia misma noche ci violinista partiO para Meiikes. Alquiio afT un rincón y consiguiO varias ciases de violin y piano. Poco después, entre la multitud de cx condenados que se refugiaron en Meiikes empezaron ]as detenciones. En ciudades pequeiias estas noticias se propagan con gran

362

rapidez: La patrona no tarda en contarle a la vecina que pot la noche se lievaron a su inquilino. Las detenciones significaban que en Melikes se habla formado una con-centraciOn de elementos sospechosos y que a los organis-mos locales se les habia ordenado un plan de Limpieza de la ciudad. Todos se precipitaron a las milicias locales para darse de baja y la estación se llenô de fugitivos. El viol1-nista tambien se las ingenió para huir a tiempo de la pe-ligrosa ciudad. A partir de entonces y hasta la muerte de Stalin, es decir, algo mas de dos aflos, iba y venla Volga arriba, Volga abajo, hasta Syaran y pot todos los tamales ferroviarios de ciudad en ciudad. En algunos lugares no consegula alquilar ni siquiera an rincén, pues todo estaba repleto y en otros no resgistraban a nadie. A veces consegula instalarse en algün lugar e incLuso dat clases de müsica en la escuela local, pero poco despues ala decir que también alli hablan empezado las detenciones y en-tonces levantaba ci vuelo y hula. Durante sus vagabunde-as pasaba a veces pot Ulianovsk y visitaba de noche a su mujer. Dc dia no se atrevIa ni a aparecer pot la calle ni a Llamar a su casa: los vecinos no tardarian en denunciarlo. Temblaba de miedo, adelgazaba, tosIa y de nuevo emprendIa ci viaje con su violin. Y en cada nuevo lugar empezaba todo desde el principio. LLego, inciuso, a pre-sentarse en Moscü, en ci Comite de las Artes, donde le re-cordaban todavIa, para quejarse de que en las escuelas musicales admitian a personas sin preparación alguna y que El, an violinista diplomado, no lograba trabajar. Le prometieron ayuda, pero en la ciudad donde pensaba ins-talarse, comenzaron Las detenciones y huyó de nuevo. Ni siquiera pudo averiguar si los funcionarios moscovitas hablan cumplido su promesa o no.

DespuEs de la muerte de Stalin, It permitieron coma invalido regresar a Ulianovsk, a La casa de su mujer. Murió en casa, pero no pudo enseflar a tocar ci vioLin a su hijo. Ni siquiera se atrevIa a acercarsele pot miedo a contagiarlo de tuberculosis, adquirida durante sus vagabundeos par las ciudades provinciales a fin de salvar so vida.

El violinista La tenia todo a su favor: una esposa con vi-vienda, que no perdio su trabajo porque supo ocultar su matrimonio que, ademas no estaba formalizado, experien-cia (averiguaba siempre el peligro a tiempo), incluso la

363

nacionalidad, en aquel entonces ci primer golpe iba desti-nado a los judlos. El violin Ic proporcionaba ci pedazo de pan, precisamente de pan y no de otra cosa, Pero también eso era muy importante. En general los müsicos sufricron menos que genres de otras pro fesiones. Pero debia su sal-vactón gracias ünicamente a su indomable energIa. Muchos en su lugar habrlan esperado sin moverse del sitio la detencion: tAcaso es posible escapar de "elios''!,. Pero se habia saivado sOlo par volver a su casa Para morir. Tambien eso era una gran felicidad.

Ante ci ejemplo de ese afortunado vioiinista he pensa-do muchas veces en cull habrIa sido ci destino de Man-delstam si hubicra regresado con vida del campo. Si estu-viéramos en condiciones de prever todas ]as posibles va-riantes del destino, no habriamos Perdido la Ultima posi-bilidad de una muerte normal: la abierta ventana de nuestra can en el quinto piso de la Can de ios Escritores en ci pasaje Fürmanov de Moscu.

Voronezh fue un milagro, el milagro nos Iievo alil y los milagros no se repiten.

La prueba del miedo

En mi infancia, cuando Ida hbros sobre la revolucion francesa, me hacIa con frecuencia la siguiente pregunta: &Es posible salvarse en una Epoca de terror?.. Ahora sé con firmeza quc no es posible. El que haya respirado ese aire cstá Perdido, incluso si por casualidad conserva la vi-da. Los muertos estãn muertos, Pero todos los demas, ver-dugos, ideoiogos, ayudantes, adeptos entusiastas, Jos que cerraban los ojos y se lavaban las manos e inciuso aquellos que por las noches rechinaban los dientes, todos elios son también vlctimas del terror. Cada capa de La pobIacion en dependencia de cómo iba dirigido ci goipe contra ella, pa-saba su propia forma de la terrible enfermedad que se lla-ma terror; y hasta La fecha no se ha recobrado aün, sigue enferma y no es apta para una vida civica normal. Ese mal sc transmitc por herencia, los hijos pagan por los padres y,

364

tal vez, sOlo los nietos empiezan a swat o, mejor dicho, la enfermedad adquiere en ellos otra forma.

QuE miserable se atreviO a decir que en nuestro pals no hubo una gencraciOn perdida? Es una mentira inaudita y tambien ella es ci resultado del terror. En nuestro pals perecia generaciOn tras generaciOn, pero es on proceso quc en nada se parece at ocurrido en Occidente. Todos traba-jaban, luchaban por su posiciOn, confiaban en salvarse y procuraban pensar solamente en sus asuntos cotidianos. En épocas asi, los asuntos cotidianos son como un narcOti-co verdadero. Es preciso que los haya en abundancia, con-viene dedicarse a ellos plenamentc y asi los ahos pasan mks ripidamente; qucda de elios en la memoria una gris marejada. Entre las gentes de mi generación son muy p0-

cos los que ban conservado una mente lücida y la memo-na. La esclerosis temprana afectO a toda la generatiOn de Mandeistam.

Todo esto es cierto, pero no deja de sorprenderme el que hayamos resultado set tan rcsistentes. Dcspués de La muerte de Stalin, mi hermano Evgueni me dijo un dia: eTodavia no nos damos cuenta de to clue hemos pasado ' y es verdad. I-lace muy pow viajaba yo en un autobus reple-to y a mi lado SC colocO una viej ecita que con todo su peso se apoyaba en mi brazo. c,!Te peso, verdad?x., me pregun-tO. •Nada de eso —le respondi—. Todos nosotros somos fuertes como ci hicrroi. Como el hierro? —rcpitiO Ia viejita y se echo a reir—. Pues si, es cierto, de hierro ... .. Es verdad, es verdad., dijo alguien y también se echO a

telL Durante un instante los viajeros repitieron: qDe hie-rro., pero en eso el autobOs se detuvo, todos se dirigicron a la salida y Se dedicaron a sus asuntos cotidianos, es dc-cii, a abrirse paso a codazos. Durante un instante se hizo la Iuz y en otto se fue. Somos, en efecto, de hierro, si no to fuéramos no podrIamos haber soportado todo aquello que nos deparO el destino.

En el perlodo que ileva el nombre de cezhovschina., las detenciones se producian en oleadas, Con sus descensos y crecidas. Tat vez en las circeles ya repletas no hubiera mIs sitios y a nosotros, los que estibamos aUn en libertad nos parecla a veces que el momento culminante habia pasado y venia Cl descenso. Dcspues de cada proceso la gente lan-zaba un suspiro de alivio, diciendose: ya es el final... Con

365

ello queria decir: gracias a Dios, estoy a salvo, scgán pare-cc.. Pero luego se aizaba una nueva ola y esa misma gen-te se apresuraba a escribir articulos Ilenos de maldiciones a Ins cenemigos del pueblo. CuIntas cosas escribieron contra aquellos que ya habian sido fusilados, para cotter a continuacjón su misma suerte. cStalin no necesita cortar cabezas —decia Mandelstam—, ellas mismas se caen como las fibres de los dientes de leOnt. - Creo recordar que Jo di;o Per primera yea despues de leer ci articulo de Kossior y enterarse de que tambien él, pese a todos sus articulos, estaba detenido.

En ci verano de 1937, framos 'veraneat-ites, y en vera-no, como decla Mandelstam, .todo Cs mks fácil.. ibamos con bastante frecuencia a Moscu, visitábamos a veccs a nuestros amigos en sus casas de campo.. Fuimos a Peredel-kino pan vet a Pasternak. Nos dijo: cCreo que Zina está haciendo empanadillas * y flue a la cocina para averiguarlo, Pero regresO apenado: Zina no querla vernos... Varios aflos más tattle, cuando de regreso de Tashkent liame pot teléfono a Pasternak, me dijo: 'Pot favor no venga a Pete-delkino ... .. A partir de entonces, jamás volvI a Ilamarle y a veces al encontrarme junto a la casa de Vasilisa Shklovs-kaia, en la cual solia pasar largas temporadas, subia a vet-me. El fue la ünica persona que me visitó cuando supo la muerte de Mandelstam

El dia en que estuvimos a verle pot ültima vez en Pere-deikino, nos acompañó a la estaciOn y eswvimos charlan-do largo raw paseando pot el anden y dcjando pasar un tren tras otto; Pasternak segula obsesionado con Stalin y se quejaba de que no podia escribir versos porque la yea que Ic llamo Stalin no supo conseguir una entrevista personal con €1. Mandeistam sonreia irOnico y comprensivo y yo Ac escuchaba con asombro. Después de la guerra, esa obse-siOn se Ic quitO. En todo caso no la mcncionaba al hablar conmigo. Macía mucho que tenia pensada su novela (Doc-tor Zhivago) y cada vez que nos veiamos —todavia antes de la guerra— decia clue estaba escribiendo una obra en prosa sobre todos nosotros... La idea inicial de su obra de-biO variar con ci cotter de los años y eso se nota en Ia pro-pia novcla. Era una época en la cual la gente se agitaba de un lado pan otto sin saber de pane de quién estaba la verdad.

366

En aquellos afios Shklovski to comprendia todo, pero confiaba en clue las detenciones se limitarian a cun ajuste de cucntas entre ellos mismos.. Delimitaba asi las cosas; cuando detuvieron a Kollzov dijo que eso no nos concer-nia, Pero reaccionaba pcnosamcnte cuando los detenidos eran simples intelectuates. Qucria conservarse como .testi-go' , Pero cuando acabó esa época, todos habiamos enveje-cido y hablamos perdido todo aquello quc convierte a una persona en nesugo ' , es dccii, la comprensiOn de Ins aeon-tecimicntos y un determinado punto de vista. Esto fuc to ocurrido con Shklovski.

Liova Bruni metió dincro en un bolsillo de Mandeistam y dijo: .1A quién Ic hace falta cste maldito rEgimen!.. Marieta Shaguiniãn fingio no saber nada de las deten-ciones: cA quién detienen? Por qué? Habrán descu-bierto una conspiraciOn, habrán detenido a cinco personas y Ins intelectualillos ya ponen el grito en ci cielo!.. Su propia hija Ic gritaba at oldo contándolc to ocurrido con la familia de Tretiakov. Pero gracias a su bendita sordera no se enterO dc nada. Adalis ruvo miedo —cosa completa-mente normal— que durmieramos en su casa, pew en el acto considero necesario hacernos una comedia: cPor qué no vais a dormir a vuestra casa? Ire con vosotros y si se presenta la policia, se to explicatE todo... Yo me encargo de hacerlo ... .. La gente, desorientada, decia to primero que se Ic ocurria y Sc salvaban como podian. La prueba del miedo cs una de las torturas más terribles y dcspués de pasar por ella, La gente no puede recobrarse.

No tenlanios ningUn medio dc vida, y nos velamos obligados a pedir ayuda a nuestros amigos. Una parte del verano la pasamos a costa del dinero que nos dicron Ka-taiev, Evgueni, Petrov y Mijoels, quien abrazo a Mandels-tam y trató de consolarle to mismo que Markish. Yájontov nos eswvo dando dincro continuamente hasta que se fue. Cada vcz que iba a Moscü, Mandelstam visitaba Ia Union de Escritores tratando de set recibido por Stavski, Pero Es-te rehula la entrevista y cncargO a Lajuti que hablase con El.

Lajuti se csforzó todo cuanto pudo para conseguirle al-gun trabajo. Incluso le proporcionO un viaje al Canal co-mo enviado de la UniOn de Escritores, suplicandole que escribiese alguna pocsia sobrc la construcciOn del mismo,

367

Fue esa poesia la que arrojé a la estufa con ci permiso de Ajmátova. Además, era un poema que a nadie dejarla sa-tisfecho: sOlo pudo referirse al paisaje.

La tm/ada literaria y la vaca

Tambien nosotros buscábamos la salvación. La gente siempre busca la salvaciOn. Solo los orientales se incineran y nosotros, pese a todo, érarnos europeos y no queriamos Ianzarnos a las llamas pot nuestra propia voluntad. Teniamos dos planes para salvarnos: uno mio y ci Otto dc Mandelstam. Un solo rasgo Ins hermanaba: ambos eran totalmente irrealizabies.

Mi plan se Ilamaba •vaca. En nuestro pals, donde to-dos ios medics para conseguir ci sustento diario estin na-cionalizados, es decir, se hallan en mantis del Estado, hay dos salidas para subsistir y defenderse: la mendicidad y la vaca. Viviamos gracias a Ia mendicidad y esto resultaba in-soportable. Todos huyen de los mendigos y nadic quiere dar limosna, canto más cuanto aquello de lo que cada uno dispone es tambiEn como una limosna quc Ic otorga el Es-tado... Hubo tiempos en quc el pueblo ruso compadecia a los 4desgraciados, presos y presidiarios y los intelectuales consideraban como un deber suyo ayudar a los deportados politicos, mas todo eso desaparecio con ci qhumanismo abstracto.. Y La gente acabO pot tenernos miedo: no sOlo éramos miscros, sino tambiEn apestados. Todos se temian recbprocamente. Pot la noche podia presentarse la policia y detener al hombre más afortunado, ci que acababa de publicar en ePravdas contra los cenemigos del pueblo.. Tras una detenciOn segulan en cadena otras: los parientes, los amigos, las personas cuyo teléfono figuraba en ci bloc de notas del detenido, aquellos con quienes habla celebra-do el pasado Min Nuevo y aquellos que habIan prometido acudir, pero asustados no vinieron a la cita. - - La gente temla cada encuentro, toda conversación y con mucho ma-yor motivo procuraba evitarnos a nosotros, ya afectados por la peste. Tambien nosotros tenlamos la impresión de propagar la peste. Yo tenla un solo deseo: meterme en un

368

rincén y no vet a nadie, pot eso sohaba con una vaca. Gracias a las peculiaridades de nuestra ec000mia, una vaca podIa alimentar durante muchos alias a una familia. En iniseras casuchas se cobijaban rnillanes de familias que vivian gracias a una minüscula parcela de tierra que les producia patatas, pepinos, coles, reinolacha, zanahoria y cebolla y, además, tenIan la vaca. Pane de la kchc La vendlan Para comprar heno, Pero quedaba leche suficiente para blanquear la sopa de coles. La vaca daba indepen-dencia y podian trabajar, sin matarse, Para tener pan. Hasta La fecha, el Estado no sabe qué hater con este resro del anriguo mundo que muge y proporciona leche. Si se le proporciona heno, La gcnte se tumba a la bartola y tra-baja en el koljós el minima exigido; pero si se Ic quita la vaca, morirá de hambre... La vaca tan pronto se permite como se prohIbe... Sin embargo, su nümero disminuye paulatinamente. Las mujeres no tienen fuerzas

Para de-fender su cornudo tesoro,..

Una vaca nos habria salvado y yo esraba segura de aprender a ordenarla. HabrIamos desaparecido, nos habriamos diluido en la muchedumbre, no saidriamos nunca de casa y permaneceriamos meüdos entre cuatro Paredes... Pew ci cuchirril y La vaca exiglan una gran in-versiOn y ni siquiera ahora dispongo de ese dinero. En Sa-vielovo nos ofrecian armazones de madera al mâs barato de Los precios, Pero nos limirabamos a relamernos al oir sus apetirosas dcscripciones de la solidez de las Paredes, fuertes y amarilias coma la yema de un huevo. Para diluir-se en la muchedumbre se debe perrenecer a ella par naci-miento y recibir en herencia alguna vieja abueLa reseca por ci hambre, un cuchitril inmunda con goteras en ci tejado y una parcelita de tierra rodeada de vacilanres rablas. Tal vez en los paises capiraiisras se habria encontrado genre ra-ra que hubiera reunido dinero Para que el poeta proscrito se pudicra comprar una isba de mujik y una vaca, Pero en ci nuestro una soluciOn asi estaba excluida. Organizar un acto de ayuda del deportado, reunir dinero Para El, se considera un crimen en nuestro pals, par ci cual no tarda uno en set enviado al campo.

La reacciOn de Mandeisram ante mi plan fue más bien fria: no tenlamos dinero Para Lievarlo a la prácrica y. ade-mis, la propia idea no Le agradaba gran cosa. icNunca se

369

consigue nada dc una empresa semejante.... Su plan era diametralmente opuesto al mb: queria apartarse de Ia masa. Tenia la impresiOn, inexplicable para ml, de que si conseguia celebrar una cvelada poética. en Ia Union de Escritores, no rendrian más remcdio que proporcionarle algun trabajo. Conservaba la ilusiOn de que la poesla podria venter y convencer. Era una ilusión de sus alias jo-venes: en cierta ocasiOn me dijo que nadie Ic negaba nada porque era poeta. Probablemente asi era: tuvo una juven-rud fehz y amigos que lo querlan y apreciaban. Pero con-fiat en que esas relaciones pudieran conrinuar en ci Moscu de 1937 era totalmerite absurdo. Ese Moscü no crela en nada ni en nadie. Vivia con la consigna de sâivesc ci que pueda. Le importaban un bledo todos los valores del mundo y unto más la poesia. Lo sabiamos, Pero Mandels-tam, como persona sumamenre activa, no podia permane-cer cruzado de brazos. Pero no se trata de actividad simpiemenre: es generalmente sabido que al lobo le au-menra la velocidad de su carrera y hasta que muera no podra descansar.

A Lajuti Ic gustO la idea de la velada y se !e antojb sal-vadora, sé, acaso, algo sobre Lajuti a excepciOn de que era una persona afable y acogedora? Absolutamente nada. En aquel ambiente feroz, su amabihdad me parecia un milagro. Ni Stavski ni Lajuri podian decidir pot si mismos 51 SC celebraba o no esa velada. Todo se decidia en las al-ruras. Esperabamos en Saviélovo la soluciOn a ese proble-ma de importancia esratal y de yea en cuando haciamos acto de presencia en la Union de Escritores Para conocer la opiniOn de ]as instancias superiores. En una de esas visitas, Mandelstam hablO con Surkoy en un pasillio y al salk a la calle encontrO en su bolsilio trescientos rublos. Al parecer, Surkov se los habia metido a escondidas. No rodos se habrian decidido a esta acciOn; que podia acarrear muy se-rios disgustos. Al enjuiciar a Surkov, debe renerse en cuenra este hecho: es la cebollira a Ia cual debe agarrarse ci pecador para que la Virgen lp Ileve al paralso.

Seguia Sin anunciarse la velada. Por fin liamaron a la Union de Escritores a mi hermano, It preguntaron cOma podian encontrar a Mandeistarn y si podia avisarle de in-mediate, que la velada se celebrarba al dia siguiente. El te-légrafo trabajaba coma Ic daba la gana y mi hermano de-

370

cidio confiar en El. Corrió a La estaciôn y lIegó con ci Ulti-mo tren a nuestra casa de SaviEiovo. Tambien éI debia conflar en aquel momento en la velada y en la poesia.

Al dia siguiente salirnos Para Moscü y a la hora fijada lkgamos a la Union de Escräores. Las secretarias estaban todavia en sus puestos, Pero nadie sabia nada acerca de la velada: ics parecla haber oldo aigo, Pero no In rccordaban con exactitud... Todas las habitaciones del club estaban cerradas y nadie nos dio una explicacion...

La ünico que nos quedaba pot saber es 51 Se hablan en-viado las invitaciones. Shklovski no habia recibido nada, pero nos aconsejó que ilamiramos a algun pocta: Las invi-taciones solian enviarse con frecuencia a Los miembros de la sccción correspondiente. Teniarnos a mano el telefono de Aséiev y Mandelstam lo llarnó pan preguntarie si habia recibido alguna invitación. ColgO ci auricular con el rostro demudado: AsEiev le dijo que aigo habia oldo, pero que no podia hablar pues tenia prisa pot ilegar al Gran Teatro a vet Blanca Nieves... Mandelstam no se atreviO a llama[ a otros poetas.

No Logramos 4escifrar el misterio de la velada. La Ila-mada procediO reahnente de la Unión de Escritores, Pero no Sc sabe quién la hizo. Tal vez fuera de la secciOn del personal, Pero las secretarias que habitualmente se ocupan de esas cosas no habian recibido ninguna disposiciOn al respecto, aunquc alga habian oldo dear. Si era de La 5cc-ci6n del personal, ,qué falta les hacia Mandelstam? Se nos ocurrió pensar que Ic hablan hecho sahr de SaviéLovo Para detenerie, Pero clue no les dio tiempo de recibir la sanciOn correspondiente de las aLturas, tal yea del mismo Stalin, ya que en la causa anterior habia una resoluciOn de éi mis-ma. Para facilitar el trabajo de los muy atareados chequis-tas, habia veces que liamaban a la gente a aiguna otra ins-tituciOn Para llevarla de all1 a Lubianka. Circulaban muchos nimores a este respecto. Hacer conjeturas carecla de todo sentido: no valia la pena enterrarse antes de tiem-pa. Regresamos a Saviélovo y seguirnos fingiendo que era-mos veraneantes.

Ambos planes de salvaciOn fracasaron: la cveladav con estrepito y el de La vaca a La chin callando. Ni siquiera en suenos habia saivaciOn.

Pot lo que se refiere a cSnegurochkai no es casual que

371

Asékv hubicra mencionado csa opera precisamente. La tendencia poética a la cual éì pertenecia rendia tributo a la Rusia precristiana. No nos molestamos en comprobar qué obra sc rcpresentaba aqucila tarde en ci Gran Teatro TI! 51

estaba ya ccrrado pot vacacioncs. Mc han contado que a la vejez, Aséicv qucdO solo y abandonado. Fxplicaba su abandono diciendo quc perdio su posiciOn dcbido a la lucha que sostuvo contra ci culto a la personalidad. En los artIculos criticos consagrados a Kochetov, sus corrciigiona-rios dicen quc también ei combatio ci culto a La personali-dad. Rcsutta, pot lo unto, que en nuestro pals no hubo ni un solo stalinista y quc todos Luchaban vahcntcmcntc. Yo puedo testificar quc entre mis amigos no luchO nadic: la gcnte intentaba, simplcmentc, pasar desapercibida. La genre clue no habla Perdido la concicncia se comportaban precisamcntc asT. Tambien Para eso habta quc tenet auténtico valor.

Un viejo camarada

El fracaso de La velada no desanimo a Mandeistam. diabra que apiazarlo todo hasta ci otoflo., dijo. Moscü qucdO vacla en julio como sicmpre. For eso no haclamos ningün plan de salvacion sino quc mcditabamos en la for-ma de vivir hasta ci otoflo. Fue entonces cuando Mandels. tam dijo: *Hay quc cambiar de profesión: ahora somos mendigos...., Y me propuso quc fueramos a Lcningrado.

Ames Mandelstam y yo habiabamos mucho; rccucrdo sus palabtas y pcnsamicntos. Pero en aquci Ultimo año no intcrcambiábamos ideas, sino tan sOlo fuses sucltas. De qué hablábamos? Simplemcntc de nada: tEstoy cansado, déjamc dcscansar... no pucdo jr.. hay que hater algo... todo se arrcgiara... ahora siemprc seth asI... Dios!, a qulén han detcnido?... otra vez ... ,.

Cuando La vida se hacc frañcamcnte insufribic, parece que ci horror no acabará jamás. En Kiev, durante un bombardco, comprendi que tambien lo insoportable tiene fin pest a todo; Pero en aqucl cntonccs no comprcndia aün que solla acabarse frecucntementc a la par de la vida

372

humana. En cuanto al terror de la época stalinista, sabiamos perfectamente que podia intensificarse o debili-tarse, Pero quc no podia acabar. Por qué iba a terminar? A santo de qué? Todos estaban ocupados, codes hacian

lo que se Its habia encomendado, todos sonrelan, todos cumplian sin rechistar las disposiciones y volvian a sonrcir. La ausencia de la sonrisa significaba descontéito o ccmor y nadie se atrevIa a reconocerlo: si una persona tiene miedo significa que se siente culpable de algo, que no tiene la conciencia limpia... Todo aquel clue servia a! Estado —y en nuestro pals cada vendedor de kiosko es un funcionario y, además, responsable— se hacia pasar pot un bonachón sonrienre, como si dijera: todo cuanto ocurre nada tienc que ver conmigo, realizo un trabajo responsable y estoy ocupado a más no poder... soy üti! a! Estado, no me mo-lesten... mi vida cstá tan limpia como un cristal... si se ban Ilevado al vecino, habrâ motives Para hacerlo... La mascara se quitaba en casa tan solo, Pero no siempre: ante los hijos habia que ocultar su propio espanto, no quicra Dios que en la escuela se les escape algo... Muchos se habian adaptado tan bien al terror que aprendicron a extraer beneficios del mismo: acusar al vecino por ocupat su habitaciOn o su puesto era algo completamente normal. Pero la mascara presuponc la sonrisa ünicamente y no Ia nsa. También la alegria parecia sospechosa y suscitaba un mayor interés entre los vecinos: •De qué se reirán unto? 1No estarán burlandose!... La simple alegria dcsapareció y no podrá conseguirsc clue vuelva.

Al Ilegar a Leningrado, encontramos a Lozinski en una aislada casa de campo en las cercanias de Luga. Saco en ci acm quinientos rublos Para que pudieramos regresar a Sa-viélovo y pagan por la habitacion hasta finales de verano. Qué valor tenlan esos quinientos rublos? Jamás tuvimos

precios estables, sino que cambiaban sin cesar y resultaba imposible descubrir alguna logica en esas oscilaciones. Los canibios de precios en el mercado particular obedecen a unas Icycs, tanto en ci aumento como en la caida del valor monctario, pew en las misteriosas vibraciones de una cco-nomla planificada ci propio diablo acabaria pot quebrarse una pata: cuando quieren, suben los precios; cuando quienen, los bajan... Pero en las cifras quc nosotros mane-jabamos, cientos, miles, habia una verdadera fuerza mági-

373

ca y al recibir esos quinlentos rublos dados pot Lozinski no nos sentimos mendigos, corrientes, simples, normales, si-no especiales, magnufIcos, que recoglan limosnas al por mayor. Y asi era, en efecto, porque a Los mendigos corrienres les daban unos kopeks de limosna que equivalia a un ttozo de pan.

Comimos en can de Lozinski. Bajo las serias miradas de la gcneraciOn joven, Lozinski bromeaba, Mandeistam con-taba divertidas historias unas tras otras y ambos relan a carcajadas como en los dias del cTaikr de los Poetas. Des-pués de corner, Los dos se fueron a otra habitación y Man-deistam Ic recitO sus poemas. Lozinski se animO y fue a despedirnos a La estaciOn. El camino pasaba pot un bos-que, pero en las calles populosas no nos atrevimos a it juntos. 1AIguien podia vet a Lozinski con unos desconoci-dos sospechosos! Y seria peor todavia si nos encontriramos con alguien de la Union de Escritores que conociera de vista a Mandelstam. Noqueriamos comprometerle, y pot eso nos despedimos en el lindero del bosque.

Tanto Ajrnátova como Mandelstarn y Lozinski, c lue na-cieron en la decada noventa del siglo pasado, eran en los afios treinta los representantes de la generaciOn intelectual anterior, ya que los intelectuales de mayor edad clue cilos habian perecido, cmigrado o desaparecido. Los tres se convirtieron muy pronto en 4viejosb para los demas, mientras clue los .compaflcros de viaje, tales como Kave-rin, Fedin, TIjonov y otros fueron considerados como jOve-nes durante mucho tiempo, aunque sOlo habia unos años de diferencia entre cilos. Babel no se catalogaba ni entre los viejos ni entre los jOvenes: era un set aparte. Mandels-tam y Lozinski envejecicron rnuy pronto, como si quisieran dar razOn a la opiniOn püblica. En 1929, cuando Mandelstam trabajaba en el periodico cMoslcovski Komso-moliets. (El Komsomol de Moscu), el conserje, al ver que Ic buscaba, me dijo: •Su viejecito se fue a la cantina.. El viejecito no habia cumplido aün los cuarenta años '1 dicho sea de paso, Erenburg inventO que Mandelstam era de baja estatura. Yo usaba taones altos apenas si Ic lie-gaba a la oreja y mi estatura era la media normal. En todo case, ci propio Erenburg era mIs bajo que él. Tampoco era enclenque; era ancho de hombros. Erenburg recorda-ha, probablernence, al Mandelstam que vio en Crimea,

374

extenuado per ci hambre, y con vistas al contraste perio-distico —tan debit e inofensivo y to que ban hecho con El!— to represent6 come a un set delicado, un tipo judlo refinado, semejante al pianista Ashkenazi. Pero Mandels-tam no se parecla en nada a Ashkenazi: era mucho más robusto.

Mandelstam padecia de un corazén quq no pudo sopor-tar la brutal carga tie nuestra vida y ci desenfrenado tern-peramento de so dueflo. Lozinski padecio la misteriosa enferniedad ilainada elefantiasis, algo de carâcter biblico, pete que parecla fuera de lugar en Leningrado. Los dedos, la lengua y los tabios de Lozinski aumentaron al dobte an-te nuestros ojos. A mediados de los ahos veinte, cuando lo vi por primera vez —vino a visitarnos—, diriase que pre-sentia la proximidad de su mal y nos dijo clue después de la revolución todo era rnás dificil, que todos se cansaban pot la más minima tension: de las conversaciones, los en-cuentros, Ins pastes... Igual que Mandeistarn, Lozinski ya habia estado en la cárcet y era uno de aquellos que siempre tenia un saco preparado con sus efectos persona-les. Fue detenido varias veces y en una ocasiOn pot el hecho de que sus discipulos —en aquel entonces dirigia un seminario sobre la traducciOn— se itamaban pot apo-dos. Los apodos no eran bien vistos en nuestro pals: haclan pensar en una conspiraciOn: Todos tos bromistas fueron encarcetados. Fetizmente, la mujer de Lozinski conocIa a alguien en Moscü y cuando encerraron a su ma-rido, acudio ripidamente a su protector. Lo mismo hacla Ia mujer de Zhirmunski. Si no fuera pot esa casualidad, la existencia de una mano amiga en las alturas, no habrian satido tan bien tibrados. En realidad, ambos parecian con-denados de antemano y todos se alegraron dever el apelti-do de Lozinski en la tista de Ins primeros escritores conde-corados. En aquella lista era como un mirto blanco at que hubieran permitido vivir entre pájaros extrafios. Más tarde supimos clue tampoco las condecoraciones salvaban de na-da: las recoglan simplemente cuando sus duchos eran de-tenidos. Pero Lozinski tuvo suerte y consiguiO morir de su propia enfermedad terrible e inverosImiL

Todos nosotros quedamos conmocionados y enfermos desde tos primeros aflos de La revolución. Al principio esto se manifesto en las mujeres, Pero fueron resistentes y des-

375

pués de pasarse media existencia enfermas siguieron vi viendo. Los hombres, quc en apariencia cran mâs fuertes y resistieron mejor los primeros embates, enfermaron se-guidamente del corazón y muy pocos Ilegaron a sobrepa-sar los setenra afios. Aquellos a Ins quc perdonaron las guerras y las cárceles, murieron por infartos o enfermeda-des extranas como la de Lozinski o Tynianov. En nuestro medio nadie cite que ci cincer no sea debido a las gran-des conmociones. Hemos vista con demasiada frecuencia cómo descarga Ia tormenta sobre un hombrc, cómo se mo-fan de éI ptbIicamente, cómo lo amedrantan y lo amena-zan sabe Dios con qué y un año más tarde corre ci rumor de que no murió a causa del corazón, sino de un vulgar cancer. No hay ni que decir que nos han zurrado de Ia undo. La imparcial estadistica es la ünica clue afirma con-tinuamente que el plaza medio de vida va en constante aumento. Esto acurre, probablemente, con las mujeres y Ins niflos, ya quc la estirpe femenina demostro ser de hierro realmente.

Tania, la bo/chevique sin partido

El hcrmano dc Mandeistam, Evgucni vivIa con su familia en la calle Sivcrskaia y fuimos a visitarlo dcspues de ver a Lozinski para ver al abuelo. Con su hermano no mantenia ningün tipo de relaciones: era una espccic de agente lite-farm quc habia abandonado Ia medicina en aras dc un trabajo mejor remunerado. Se dedicaba a recoger Ins ho-norarios dc los dramaturgos del Litfond y otras cosas simi-lares. A finales de su vida se dcdico a trabajos relacionados con Ia industria cinematográfica. JamS en su vida ayudó en nada a su hcrmano y nos exigia constanwmente quc lieváramos a vivir con nosotros al padre que ya era viejo. Nos Jo repetia cada vez que nos vela, nos Ia escribia a Va- ronezh, a Savielovo, a donde podIa... Mandeistam It escribio varias carras desde Voronezh y no It dio pereza de quedarsc con un borrador de la misma, puts sabia quc Ev-gueni dcstruiria esas cartas. En cilas criticaba la actitud dc su hermano y Ic rogaba quc se olvidase de su parentesco con él. Hasta 1956, Evgucni, jamãs lo rccordo y sabla des-

376

pachar muy bien a la genic que se interesaba per mT pre-guntandoselo a él. Pero en estos ültimos altos, vencra La memoria de su hermano y ha intcntado, incluso, estable-cer relaciones conmigo. LIegô a visitarme un dia para invi-tarme con insistencia a visitant en so can. Era un mdlvi-duo vulgar, de gran espiritu práctico, que sacó de la vida todo aquello con que habIa soflado: bienestar, dinero coche e incluso una cámara cincmatográfica para distraerse en sus ratos de ocio. En nuestra cruel existencia hombres de ese tipo no viven a costa de un simple trabajo sino que van trampeando y eso no les hace mejores.

Además de su padre, Mandeistam queria vet a su sobri-na Tatka, hija del primer matrimonio de Evgueni con la hermana de la escultora Sara Lébedieva. Tatka cnfermô de tuberculosis durance el bloquco de Leningrado y rnurió muy joven. La conoci cuando era una nifla encantadora que no se parecia en nada a su padre. La educaba su abueta materna, Maria Nikolaievna Darlomatova, una vieja maravillosa, en cuya casa siguc viviendo Evgueni. Después de la detenciOn de Mandelstam, la abuela me or-ganizaba entrevistas secretas con Tatka en casa de LebE-dieva, pues su padre Ic habia prohibido todo contacto conmigo. Tatka Sc quejaba de que su padre hubiese arro-jado al fuego numerosas copias de poesias de Mandelstam que ella habia conseguido con mucho trabajo; se las hablan dado unos chicos amantes de La poesia. Habia p0-

cas copias y cuando hacian registros, se las Ilevaban siempre. La guerra sorprcndió a Tatka estudiando en la fa-cultad de Filosofla: era novia de un joven que escribla ver-sos y veneraba a Mandelstam. El pereció en los primeros combates y Tarka recorria el hambriento Leningrado en busca de alguien que Ic dicta noticias suyas. El ambicntc familiar tampoco Ic era grato: ci padre discutia constante-mente con la abuela desde sus posiciones de komsomol que desenmascara a urn partidaria del viejo regimen. Sen-tiase igualmente ajena a su madrastra, Tania Grigorieva. No dejaba de sorprcndcrme que una chiquilla, criada en una época tan dura y en ci seno de una familia tan dificil, hubicra podido superar toda la mnfluencia de lo .nuevo ' y hubiera conservado Las mejores tradiciones de la intelcc-tualidad rusa, oividada, escarnecida y vencida en nombre de la suprema razén de la nueva ética.

377

La madrastra de Tatka, Tama Grigorieva, hija de un profesor de quirnica de una de las mejores y más progresi-vas instituciones docentes, procedia de una familia intelec-mal en sumo grado, de aquellas quc hablan conservado ci estilo de los revolucjonarios del aflo 1860 y reverenciaban a Belinski y Dobroliubov. Tania se enorgullecia de las tra-diciones familiares y despreciaba ligeramente a Ia abuela Maria Nikoláievna pot su origen aristocrâtico. Por su as-pecto, Tania representaba asimismo la imagen de una es-tudiante demócrata de aquella época: rostro inteligente, cabelios ilsos, descoloridos, que recogia en un simple mo-flo, vestidos sencillos de color indefinido de aquellos que antes de Ia revolucion llevaban las macstras de la más clara tendencia progresista. Tenia una voz suave y le gustaba bromear. Sc coorgullecia de conocer el nornbre de todos los árboles, pajaros e hierbas porque su padre la Ilevaba a dat largos paseos pot las afueras y Ic enseflaba a observar la naturaleza circundante. Opinaba que Tatka habia reci-bido una educacion anti-clemocratica y se burlaba de la niüa que no sabia diferenciar en invierno las diversas espe-cies de arbusros y arboles... El que Tatka hubiera elegido la facultad de filologia tambien Ic sirvió de motivo de burlas. Admitia un tanto la formula tradicional y hablaba de Ia utilidad a los koijoses. Para que Tatica no se coma-giara del espiritu religioso de su abuela, Tania la Ilevaba consigo al Musco de La catedral de Isaak y un dia, en pre-sencia nuestra, se produjo un drama auténtico: la nifla no creyO en la interpretación de un texto cvangéhco y al explicarle clue debia confiar en 'a experiencia colectiva de Los mejores que denunciaban el engaflo de los peores, que no debia de set tan suficiente, estallO en sollozos. Segün ci comentario que ella vio en ci Museo, resultaba que el Evangelio predicaba, ni más ni menos, que la veneración ante la riqueza. La nifia, que era muy inteligente, comprendio que esto no podia set asi. Tarka, a escondi-das, acudiO a su do Para que Ic explicara quién tenia ra-zen: su abucla o su padre y madrastra. Es probable que a partir de entonces se encariñase tanto con su do.

Desde cuando vivia su padre, Tania conservaba magnificas relaciones con la capa superior de los dirigenres del partido. Ella y su hermana Natasha quedaron huerfa-nas al comienzo mismo de la revoluciOn y quedo a cargo

378

de elks Enukidze, a quien Ilamaban ci tpelirrojo Abel,. Tat yea fuera un viejo apodo politico o un carifioso apela-tivo dado en casa de los Grigoriev. En 1937, Enukidze fue detenido, pero Tania iba at unisono de la Epoca y me explicó: tAigo habra hecho seguramente: iel poder corrompe tanto!.. En aquel entonces ya era independiente y no necesitaba protectores. Llegó, Iticluso, a superarios: ellos habian quedado a La zaga y no supieron seguir a Sta-lin para realizar todas las transformaciones revolucionarias debidas con las que tanto soflaba su diftmnto padre. Pot es-It motlVo se explicaba Tania las detenciones de los viejos bolcheviques y apoyaba de todo corazón Las medidas de Las masas, como la expropiación de Los kulaks hasta la cx-pulsión de los aristócratas de Leningrado y las detenciones de 1937. En su deseo de ser concreta, citaba ejemplos to-mados de La vida de su instituto y de Ia administracion de La casa donde Vivian.

Tania era ci centro ideolOgico de la casa y la dirigia sin alzar la voz. Probablemente se atenia at mismo estilo en su trabajo, pero alli no pude observaria, aunque conocia a personas muy semejantes a ella. Lo que más disgustaba a Tania en su hijastra era so obstinación. Tatka aprendio a callar muy pronto y no habia ftmerza en ci mundo capaz de hacerle decir una sola palabra de apoyo de las teorias de Tania. El primer choque violento entre ambas se pro-dujo durante la expulsion de los aristOcratas de Leningra-do. Tuvo que abandonar entonces la ciudad Olia Chicha-gova, amiga de Tatka y convecina suya. Tania afirmaba que los aristOcraras nada tenhan que hacer en la ciudad de Lenin y que no valia la pena de barer un drama Pot la marcha de los Chichagov. Tatka catlaba. Tania decia que teniendo en cuenta la crisis de viyicndas en Leningrado, dejar que los aristOcratas la tuviesen cuando los obreros ca-recian de ella era un verdadero crimen. Tatka callaba. Ta-nia repetia que Ic extrafiaba mucho que Tatka eligiese amigas tan poco apropiadas para ella j qué podia haber en comün entre ella, criada en la familia de Evgueni Emi-lievich y Tania con una señorita de la aristocracia! Tatka callaba y pese a todo fue a la estaciOn a despedir a su ami-ga. Y Tania culpaba a la abuela de complicidad. . - Poco después del drama, vino la farsa. La propia Tania y su hermana fueron conVocadas a la comisiOn depuradora de

379

Leningrado y les propusicron que abandonaran la ciudad. La depuracion se hacia a base del anuario cTodo Leningra-do. y en él los Grigoriev figuraban como caristOcratas.. A la comisiOn depuradora le interesaba la palabra •aristOcra-ta. y no to que venia a COfltlfluaciOn: Ca titulo personal). Cumplian una misiOn numérica y Ia cantidad de aristOcra-tas autEnticos no resuitaba suficiente o, en todo case, habia que buscarlos... Salvo a las dos herrnanas el 'peli-rrojo Abel, que en aquel entonces no habia perdido aün su influencia; sus fticrzas, Pot to menos, cnn todavIa sufi-cientes para resolver este caso. 'Ha triunfado la justicia., me comunicó Tania cuando nos vimos en Moscü. •Por qué permitiO su padre quc Ic inscribieran coma "noble cle titulo personal''?. —pregunté yo. La gente pagaba dinero para que eso figurase en los documentas. .Mi padre, pot principio, no daba dinero para esos fines., me respondiO friamente Maria Nikoluievna y yo ironizamos bastante a costa de ella: tuvimos la sensaciOn de que at progresista Grigoriev, tan intransigentc, Ic halagaba figurar como cnoble* y utilizO ci derecho clue Ic otorgaba el haber cur-sado estudios superiores. -

Sabiarnos de antemano ci recibimiento que nos espera-ba en can de Evgueni y pot ella nos alegramos de que El no estuviera en Ia casa; regresO muy avanzada la noche. Al dia siguiente tuvo lugar la consabida escena: exigiO que nos Ilevaramos at abuelo quien, scgün sus palabras, era una carga insoportable para so farnilia, que seria la causa de la perdiciOn suya y de todos los suyos... Mandeistam no discutio con su hermano. Habia tenido ya tiempo de hablar con su padre y con Tatka —Mandelstam se levanta-ba siempre temprano— y de leerle ci poema de cOmo se casaba la bella Natasha; tanto el no como la sobrina Ia-mentaron que el poema ya tuviera destinataria. Tan pron-to como Evgueni se levantO y empezó a hablar de so padre, nos dcspedimos para marcharnos. Fue entonces cuando Tania nos preguntO ci motivo de nuestra visita a Lcningrado. Se lo explicamos coma pudimos y ella quedo rnuy sorprendida: cNo comprendo cOma dos personas ya adultas no pueden ganarse la vida. Trate de explicaric que todo el trabajo se hallaba en manos del Estado y que no admitlan a Ins indignos, pero Tania condeno a los nte-lectuales pot dejarsc llevar pot cI pánico, asi como sus in-

380

fundios. Igual clue Marieta Shaguiniin, no habia oido hablar de las detenciones. Lc recordé al cpelirrojo Abel, y fue entonces cuando emitió su juicio... Haba en ella algo inquebrantable que recordaba las herolnas de antaño: a una espartana, a la madre de las Gracos, a las mujeres de la 4Narodniia Volia.. Al dcspedirme Ic dije: 4Si por la noche sustituyen a los bolcheviques por fascistas, usted ni se dar6 cuenta.. Tania me respondió que eso era impo-sible que ocurriese.

Asi fue el ültimo encuentro de Mandeistam con so padre y Tarka. Tania Ic hacia gracia: .Todo como debt set. No olvides que es una boichevique sin partido.. En aquel entonces ese tCrmino se iba haciendo popular y to-dos nosotros, si trabajábamos en sitios respetables, nos Ca-lificábamas de bolcheviques sin partido y nos portábamos coma correspondla. A personas como Tania las promo-cionaban en el trabajo hasta donde era permitido clue se hallaran Ins no miembras del partido. Representaban en las instituciones a La intelectualidad democrática sabre la cual, pot mandato de Stalin, habia que apoyarse. Recar-daban, incluso por so aspccto a las heroicas y sacrificadas generaciones anteriores a Ia revoluciôn y eran necesariaS a la familia y al Estado.

Volvi a verla veinte años mãs tarde, cuando ella en compañIa de Evgueni vino a visitarme a casa de Los Shklovski. Coma es natural, it prcgunté qué pensaba del XX Cangreso, pero Evgueni respondiô por ella. Al princi-pio estaba muy descontenta: •jQué han hecho, qué ban hechoL.. Para qué armar todo ese jaleo? ... x., y ni siquiera quiso mirar a Jruschev cuando estuvo en Leningrado y so coche, en la Avenida Nevski, se adelantó al de ella.,. iiSe imagina! iVolvi6 la cabeza a otro lado!.. Bien es cierto que Tania, al poco, se resignO: reconociô que, en efecto, se cometieron algunos excesos, pero la dialéctica...

En 1938, visité al abuelo ya agonizante; elegi una hora en que no estuvieran ni Evgueni ni ella con ayuda de Ma-ria Nikolâievna. El viejo se alegré de verrne. Confiaba en que Osip y yo le podriamos salvar de la miseria, La soledad y la ültima terrible enfermedad. Le oculté clue su hijo ma-yor estaba detenido. . - Poco despuCs, Evgueni lo Ilevé al hospital donde murió de cancer. Los medicos avisaron por telegrama al hijo mediano, pero llegó con tiempo de asis-

381

tir a su entierro. Segun me contó ci personal del hospital, nadie visitó al viejo en la clInica. Murio solo. Recorde el relato de Tanja sobre ci modo como murió su abuela: tan limpita, tan Silenciosa como un ratoncito, se retiró a su cuchitril y aiD exhaió ci ültimo suspiro sin molesrar a na-die, sin alterar para nada el orden establccido en la casa de sus nietas. Tania solla repair con frecuencia ese con-movedor relato y Maria Nikolaievna aseguraba que lo hacia para dat ejemplo at viejo y a ella. '1, en efecto, am-bos niurieron sin molestar ni a Evgueni ni a Tania: el abuelo en ci hospital durante el verano, cuando Tania es-taba en ci campo y Maria Nikoiaievna durantc ci bloqueo. Tambien Tatka rnurió en un hospital, en Vologda, al cual Ilego cuando se pudo salir del bioqueado Leningrado. El dia de su muerte, la acompaiiaba su tla, Sara Lébedjeva y ci dia clue antccedio a su muerte, Tania sc ]as ingenjé pa-ra ilevarse del hospital toda so ropa, ya que dentro les po-than las ropas del hospital... En aquel entonccs, todos viviamos cambiando las ropas por pan y Tania considero conveniente utihzar Ins trapitos de Tatka con c1 fin de ob-tener pan para ella y su hijo, en yea de enterrarlo en la tierra. Era muy racional, pero no habla con qué sepulrar a Tarka. Eso me In conró su na, Sara Lébedjeva.

Hay un grado de barbaric en ci cual desaparecen todas ]as mascaras clue utiliza la sociedad hipocrira para ocultar Ia verdadera esencia de las cosas. Pero nosotros nos distingulamos por no quitarnos jamás nuestra miscara de ciudadanos honorables y demos. Conoci a bastantes mdi-viduos que habian hecho una brillante carrera gracias a su aspecto intelectual y a su voz suave. El director del Instiru-to PedagOgico de Ulianovsk dirigla alegremente a los cpo-gromistas, del aflo 1953. Cuando me echaron del Institu-to, celebraron una sesiOn especial de la cáredra, presidida por el director y yo no podia apartar Jos ojos de su castro: Sc parccia como dos goras de agua a Chejov; Jo debia de saber, porque no Ilevaba gafas como era habitual sino unos lenres con montura dorada. No puedo olvidar la expresividad de su rostro y la's modulaciones de su voz. No merece la pena describir cOmo se iograba eso, podrian considerarlo como una caricarura,.. Conmigo empezaron ]as expulsiones. La misión llegó rarde a la provincia y dias despues nos enteramos de la muerte del Jefe... Asisti

382

todavia a Ins mitines funerarios cuando rodos en realidad Iloraban a lágrima viva. Una de las empieadas del Institu-to me expiicó: cYa nos habiamos hecho a €1... Viviamos, nadic se metia con nosotras... iQuE va a pasar ahoral.. El director no wvo ticmpo de cumplir su misión en vida de Stalin y por ello continuô su pianiuicada labor despues de su muerte: cada expulsion exigia su oportuna formaliza-ciOn. Le dio tiempo de echar a veintiséis personas, no solo judios sino también a intelectuales de otras nacionalida-des. Durante La persccuciOn de que hizo objeto a! profesor Liubischev, tin biologo contrario a las doctrinas de Lysen-ko, ci director fue depuesto. Lo trasladaron a otro institu-to donde sus colaboradorcs Ic aprecian grandemente pot su delicadeza y parecido con Chejov. Era un hombre por vocación .pogromistab y nuestra hipócrita época In utiliza-ba gustosamente por su engaflosa apariencia. Este género de mimetismo se apreciaba grandemente y ci anzueio de la apariencia intelectual y suave voz era absorbido por no pocos simplones.

Los amantes de la poesia

En Leningrado pasamos dos dIas. Dormiamos en casa de Ins Punin, donde todos trataban de distract a Mandels-tam. Invitaron incluso a Andronikoy , que era en aquel entonces un joven encanrador quc interpretO gusrosamen-te para Mandelstam rodas sus historietas At anochecer, nos senramos ante la mesa, bcbimos y brindamos. Todos nos dabamos clara cuenta de lo clue nos deparaba el futu-ro, Pero no queriamos amargar Ins ülrimos momentos de nuestras vidas. Ajmátova parecia alegre y despreocupada, Punin rela y bromeaba... Pero observe que el tic de su mejitla izquicrda se habia intensificado...

Al dia siguiente visiramos a Ins Sténich. Blok calificO a Sténich de dandy ruse. Entre Ins escrirores soviéricos tenia fa-ma de cinico. No serla porquc todos remian su bien afiiada iengua? StCcnich nos representô tambiCn varias escenas, Pero de tin género complcramente distinto que las de Androni-kov. A mediados de la decada de los aflos veinre, tenia un

383

nürnero cumbre: hablaba del rniedo Clue sentia pot sus su-periores, y de lo mucho Clue los queria, tanto Clue estaba dispuesto a ponerle ci abrigo al propio jefe de ]as Edi-ciones del Estado.. Este relato se lo contaba a todos los escritores, que Ic escuchaban con bastantc frialdad. Era rnás fácil considerar cmnico a Sténich Clue yerse reflejados en la persona representada. Pero, ,quién era en realidad Sténich, un cinico 0 Ufl hurnorista?

Sténich cmpezó escribiendo versos. En Kiev, en 1919, en un sOtano donde se reunian los literatos, Ilamado .EI trastero, recitaba poernas satiricos, entre Ins cuales muchos recordaban el titulado tReuniOn del Consejo de Cornisa-rios del Pueblo., en ese poema Sc reflejaba la pura reali-dad y no el cumplimiento de un encargo. Dejó de escribir versos, Pero siguió siendo un gran amante de la poesia. Tenia dotes Para convcrtirse en un magnifico prosista, es-tilista o critico, corno se llama ahora a esa extraha profe-sión, Pero la época no favorecia a individuos corno fl. Sté-nich se lirnitaba a vivir, mantener relaciones con diversas personas, a charlar, alborotar y a traducir de vcz en cuan-do; sus traducciones fueron cI modelo para todos los tra-ductores en prosa. Como suele decirse era un formidable cestilista, y supo poner al dia a los autores norteamerica-nos que traducia. Pew en realidad utilizó dc este modo sus fucrzas potenciales, su agudo sentido de la época, del hombre contemporáneo, de la lcngua y de la literawra.

Stenich recibió a Mandelstarn con los brazos abicrtos. Ic explicamos ci motivo de nuestro viaje y Stenich, suspiran-do, nos dijo que la mayoria de los escritores estaban iuera, Pero que algunos vivIan en ci campo. Esto, como es natu-ral, lo tranquilizó. PromctiO it a Siestrorietak e inmediata-rnentc despues de corner, se encasquetó Un coquetôn sombrerito y ernprendio cI viaje. Sténich no nos dejo it a ningün lado y esperamos en su casa el regreso de Liuba. Venia genre Para vernos, entre elks Ajrnátova y Volpe, el rnisrno a quien ccharon dc .Zviezda. pot haber publicado ci €Viajc a Armenia * y, para colmo, con ci final del zar Shapuj a quien el asirio habia concedido cun dia más.. Es- ix final fuc suprimido pot la censura. El dia pasado en ca-sa de Sténich tambien fue un ,dia de mâs....

Liuba regresé con ci botin: algo de dinero y un montén de ropa. Entre los diversos trapos habia dos pares de pan-

384

talones: unos enormes y muy anchos y otros como hechos a medida. Los pantaioncs enormes liegaron a Savieiovo y pasaron a set propiedad de nuestro amigo, ci dciincuentc comün, ci quc nos habia explicado que los .cienkiiomc-tristas, no debian asentarse en ciudades como Ale-xandrovsk: dos quinn como si fuese espurna.. Mandeis-tam jamis logré poscer un segundo par de pantalones, siempre habla aiguien que carecia de cilos. También Sh-kiovski pertenecia a la categoria de personas que sólo po-scian un par y su hijo Nikita se disponia a emprender ci mismo camino. Un dIa su madre Ic preguntô qué Ic pediria al hada madrina Si como en ci cuento IC COnCC-diese un desco. - - Nikita, sin reflexionar, respondio: cQue todos mis camaradas tengan pantalones. .... En nuestras condiciones la renuncia al segundo par dc pantaloncs y la preocupación Pot los camaradas, porquc tambien ellos tu-viescn otto par, caracterizan mis a una persona quc sus paiabras, sin hablar ya de las novelas, Los relatos, ensayos y articulos... Los escritorcs soviéticos son, de acuerdo con mis observaciones, personas mIs bien tacaflas, pero ante Liuba, Ia csposa de Stenich, no era scncillo negarse a pres-tar ayuda a un compaflero proscrito...

EL dia pasado en casa de Stenich parecia apacible y tran-quilo, pero La vida irrumpia también en éI. Stenich era amigo de la mujer de Diki; ella ya estaba detenida y tam-bién a Diki se lo habian Ilevado. Stenich esperaba su des-tino. Tenia micdo Pot Liuba, quE serla de ella si se quedaba sola? Pot La tarde sonó ci teiefono. Liuba ievanto ci auricular, pero no Ic rcspondiO nadie y ella se echo a liorar. Todos sabiamos que de ese modo comprobaban si estaba el ducho en casa antes dc presentarse con La orden de detenciOn. Aquella tarde no detuvieron a Sténich. Es-perO so destino hasta ci invierno. Cuando nos despedla-mos en el descansillo de la escaicra, a la cual daban varias puertas, Stenich nos contO, seflalando ora una puerta, ora otra, en qu€ circunstancias fuc detenido su dueno. En dos pisos, casi el ünico que permanecia libre era él, si a eso se It podia calificar de libertad. .Ahora me toca a ml., dijo... La siguientc vcz que fuimos a Leningrado, Stenich ya no estaba y Lozinski, cuando fuimos a verle, se asustO:

Sabcn lo que ie ha pasado a su anfitriOnh. Lozinski crcia que Ic habian detenido Pot estar con nosotros. V tu-

385

vimos que irnos de casa de Lozinski a toda prisa, sin ha- berle pedido siquiera el dinero. Creo que exageraba los métodos detectivescos de nuestros organismos represivos. Lo que menos les importaba era la realidad. Basindose en una red de chivatos permanentes, y en las denuncias de los volunrarios, componian listas que servlan de base Para ]as detenciones. No precisaban hechos, sino nombres, a fin de cumplir ci plan. Durante los interrogatorios, recoglan datos contra cuaiquier persona, incluso contra aquellos a quienes no se disponfan a detener. He oldo hablar de una mujer que resistiO heroicamente todas las torturas sin hacer ninguna declaracion contra MOlotov. A Spaski Ic exiglan que deciarse contra Liuba Erenburg, a quien jamás habla visto. Consiguio hater que llegase esa comunicacion desde ci campo y Liuba fue avisada rápida-niente. Crco que se In dijo Ajmatova. Liuba no Jo crcyo. €Quien es Spaski? Si yo no lo conozco ... .. Era todavia una ingenua, Pero más tarde Jo comprendio todo. Los cx-pedientes de Erenburg, Sholojov, Alcxéi TolstOi y otros muchos a los que no pensaban moiestar, iban engrosando de dIa en dia. Decenas, centenares de personas fueron en-viadas a los campos acusadas de complot dirigido por Fa-deiev y Tljonov. Entre ellos el ya mencionado Spaski. Las más increibjes fantasias, las acusaciones más monstruosas acababan por convertirse en un fin en si mismo y los fin-cionarios de la policia se regocijaban de ello, gozando de su poder. Pero el principio básico del sumario segula sien-do la frase quc a finales de Ins aflos veinte nos habIa dicho ci hermano de Fürmanov: cDadnos al hombre, que la acusaciOn ya la encontraremos,. El dia que estuvimos en casa de Sténich, su nombre se hallaba ya probablemente en ]as lisras de los que debian set detenidos, porque Diki tenia anotado su teléfono. No hacian faita más datos. Los principios y los objetivos del terror masivo se diferencian radicaimente de ]as tareas habituales de los Organos dc Se-guridad. El objetivo del terror es atemorizar. Para sumir al Pais en un estado de contiriuo terror, debe elevarse hasta una cifra astronOmica el nümcro de las victimas y limpiar en carla piso varias viviendas. Los restantes habitantes de la can, dc la calle, de la ciudad, alli donde barrio la esco-ba, serán ciudadanos ejemplares hasta ci final de sus dIas. No hay que olvidar, sin embargo, a las nuevas genera-

386

clones que no creen en sus padres, por In que hay que re-novar periodicamente la depuraclOn. Stalin vivió una larga vida y cuidaba que las oleadas del terror aumentaran de vez en cuando su amplitud y fuerza. Los panidarios del terror tienen, sin embargo, un fallo constante; no se puedc exterminar a todos y siempre quedara on testigo entre la semi demente muchedumbre.

En nuestro primer viaje a Leningrado visitamos a Zoschcnko, no recuerdo si en Siestrorietsk o Razliv. Zoschcnko padecia del corazOn, pero tenia una vista exce-lente. .Pravda' le habla encargado un relato y él In escri-biO hablando de la mujer del poeta Kornilov, de cómo buscaba trabajo y cOma la echaban de todas las panes por set la csposa de un detenido. Coma es natural, ci relato no fue publicado, Pero en aquel entonces solo Zoschenko era capaz de hacer una manifestaciOn de ese género. Lo asombroso es que en aquei entonces no Ic hubicra ocurri-do nada, pero es includable que se tomO nota más tarde y pagó de goipe todas sus cuentas.

Salimos de casa de los Punin para it a la estaciOn: debiamos tomar ci Ultimo tren y pot eso salimos pasadas las doce de La noche y en esa dmedianoche azul. la ciudad se Ic antojó a Ajmátova, como dice en su poema, cno la capital europea premiada pot so bclleza, sino un terrible paso hacia Eniseisk, ci transbordo para Chin, para Ishim, para el seco Irguiz y ci cElebre Atabasar, una parada en direcciOn a la ciudad Svobodni de pestilente olor de sus canes podridos, as1 vi yo la ciudad en esta medianoche azui, la ciudad que exaltO ci primer poeta y que tü y yo, pecadores, también cantamos ... ..

,Qué tiene de sorprendente que In haya visto asP To-dos sentimos to mismo. Asi era, Pero las deportaciones a esos tugares relativamente habitados habian cesado ya casi por completo.

Liuba StCnich me contO un episodio oividado pot ml: en la cstaciOn, Mandeistam se acercO a una paimera mcii-da en un barrii, coigO alga de ella y dijo: cEI arabe nOma-da en ci desierto....

El primer viaje a Leningrado nos porporcionO tres meses de rcspiro. En la Primavera, antes de salir pan Samatija, decidimos volver de nuevo, pero no conseguimos nada. A la mañana siguiente, visitamos a Ajmâtova quien nos [cci-

387

tO ci poema de la ciudad que cantaban los poetas y que ella dedicO a Mandelstam. Fue Ia ültima yea que se vieron; convinimos un encuentro en casa de Lozinski, pero tuvimos que salk precipitadamente de su casa y ella no nos encontrO. Nos fuimos sin más dilacion y en ci ñitimo instance nos despedimos de ella pot teléfono.

Cuando salimos de la casa de Lozinski, estuvimos mucho tiempo en la calie sin saber a dOnde it; iuego dcci-dimos visitar a Marshak.

Marshak nos recibió con tanta alegrIa, quc Mandeistam no se atreyjO a hablarle del dinero. El tema de la conversa-ciOn verse sobre iitcratura; Mandeistam le rccitO algunas de las poesias escritas en Voronezh. Marshak suspirO: no Ic habian gustado: 'No se refleja en sus poemas con quién trata, de qué habla.,. En la época de Pushkin.... •j Mira In que quicrek, me susurrO Mandelstam y nos despedimos... Luego fiuimos a casa de otro escritor, no estaba; estuvimos esperándole mucho tiempo en la calle y acabO pot liegar. Mandeistan'i Ic pidiO dinero, pew ci escritor no Ic tenia, habia gastado mucho en Ia construcciOn de un chalet... Durante todo aquel tiempo era la segunda negativa. El primero que se negO fije Scivinski. No quiero char ci nombre de este segundo escritor pues creo clue su negativa fue casual, un simple malentendido. Era una persona muy decente. Recurriamos siempre a Ia ayuda de los ültimos intelectuales ocultos. El escritor de quien hablo era de Lc-ningrado, un inteIectuai autEntico y gran amante de la poesla. Pero en aquel instance debiO de enturbiarse su in-telecto y se convirtiO en digno miembro de la Union de Escritores...

En lOS dias anteriorcs a nuestra partida hacia Samatija, Mandeistani me dijo: cHay que pedir dinero a Paustoyski.. Ni siquiera Ic conoclanlos y quede muy sorprendida. .El nos In data., me tranquilize. Hace poco se 10 conté al viejo Paustovski. •Y pot qué no vinieron?,?, me pregunto mdc disgustado. .No tuvimos tiempo, Man-delstam fue detenido. IC expiique. Paustovski se tran-quilizo. .Si hubiera venido, habria vaciado todos mis bol-sillos., dijo echandose a reir con su eritrecortada nsa... No dudo de que Ic hubiera hecho: era un tipico intelectual ocuko y ahora lo es evidente: no hay que ocultarlo más.

Recientemente IlegO a mis oldos un chisme: un alto

388

funcioriario de la literatura preguntaba entre indignado y sorprendido quiEn era ese Mandeistam que pedia dinero prestado y no to devolvia... Era evidente que Mandeistam no Ic agradaba... En sus años de ftivola juventud es p0-sible que no pagara las deudas, Pero ese funcionario no habia nacido todavia. Pero lo que ocurria en la época de Stalin, no se califica de .prEstamoL Se trataba de la más evidente mendicidad, a la cual Ic habia obligado el Esta-do, o dicho de otto inodo, la vida quc en La prensa se call-ficaba de feliz. Y La mendicidad no era to peor de esa vi-da.

El eclipse

4A quién it hate falta ese maldito regimen! ' , exciam6 Liova Bruni, metiendo en el bolsillo de Mandeistam el di-nero para el viaje a Maly Yaroslavietz. En et otoho se nos volvió a plantear ci problema de trasiadarnos de Savielovo a otto lugar y volvimos a estudiar ci mapa de la provincia de Moscü. Liova nos aconsejó Maly Yarosiavietz, donde éI habia comprado una cisba. para La mujer y los hijos de su hermano Nikolai, antes sacerdote, luego constructor de aviones, y condenado a un carnpo de trabajos forzados en 1937. HabIa cumplido ya el primer plazo de su condena, Pero to habian vuelto a condenar .por un dehto cometido en ci campo., segün se decia entonces. Dicho de otto mo-do era un treincidence,, sin haber tenido tiempo de gozar de la libertad ni un solo instante. Nadia Bruni y sus hijos, exputsados de Moscü, Ilevaban varios ahos viviendo en Maly Yaroslavictz. Subsistian gracias a un pequeflo butt-to, porque a Liova no Le habia liegado ci dinero para comprar una vaca. Liova mantenia a su numerosa familia y a codos los hijos dc su hermano. Probabiemente ei no cornia to suficiente ni siquiera cuando iIegó la Paz: vivia a base de patatas y después de la guerra no tardo en mont de txtenuación. Eso it ocurria a los autCnticos intelec-tuales ocuttos. Todos qucrian a Liova. ViviO sin dejar de set persona, pcsc a todas las pruebas clue Ic deparó ci des-tino. La mayoria de nosotros no vive, sino que hasta la

389

misma muerte espera acurrucada en su rincôn que ocurra algo y existe de dia hasta la noche.

En otoño oscurece pronto, En Maly Yaroslavietz solo es-taba iluminada Ia estaciOn. Sublamos pot calles resbaladi-zas pot ci barro y en todo nuestro trayecto no virnos un solo farol, ni una sola ventana iluminada, niun solo tran-seünte. Liamamos dos veces en otras ventanas para averi-guar ci camino. A nuestra liamada, surgia un rostro ate-morizado, contraldo de micdo: •COmo podcmos it a..,?., y ci hombre de la ventana sufria una metamorfosis: se distendlan sus rasgos, sonrela y nos explicaba de muy buena gana el camino a seguir. Cuando dimos, pot fin con la casa, Nadia Bruni nos explicO clue ültimamente se habran intcnsificado las detenciones, tanto entre los habi-tantes locales, come entre Ins desterrados y, pot elk, la genre estaba asustada. Durante la guerra civil, en las casas procuraban no encender la luz pata no Ilamar La atenciOn de los merodeadores vagabundos, pot miedo a que acu dieran a La luz... En las ciudades ocupadas pot los alema-nes tambien permanecian a oscuras. En 1937, una ventana iluminada no jugaba ningün papel: las detenciones no se efectuaban atbitrariarnente, sino de acuerdo con las Orde-nes recibidas. Sin embargo, la genre se acostaba antes para no encender la luz. Obedecian, probablemente, a un ins. tinto prirnitivo: en un cubil oscuro hay mayor seguridad quc en uno iluminado. Personalmente, conozco ese send-miento: al oft clue un coche se para junto a la casa, se apaga involuntariamente la luz...

La visiOn nocturna del pueblo nos causO tal espanto que despues de pasar la nochc en casa de Nadia Bruni volvi-mos corriendo a Moscü. No aceptamos el consejo de Liova: se precisaba tenet la fuerza de espIritu de la modes. ta y delicada Nadia para soportar ese miedo clue como un manto cubria toda la pequefla ciudad. Serla más justo de-cir, todo el pals, pero en las aldeas y en las grandes ciuda-des no se sentia con tanta intensidad.

La otra persona a quien pedimos consejo flue Babel. Creo que él jams viviO en Ias'casas destinadas a los escri-totes, sino en sitios inesperados, diferentes de los demas. Lo encontramos con dificultad en una especie de hotelito incomprensible. Crco recordar confusamente que Vivian aill extranjeros; y a Babel Ic habian alquilado unas habita-

390

ciones en ci segundo piso. Quizis nos In dijo Para sorprendernos. Le gustaba mucho sorprender a la gente... No debe olvidarse que a Ins extranjeros se les temia como a la peste. Pot La relacion mis superficial volaban [as cabe-zas. Quien se atreveria a vivir en casas ocupadas pot eLlos? Hasta La fecha no salgo de mi sorpresa y no sé de qué se trataba. Bibel nos sorprendia siempre per aLgo.

Contamos a Babel nuestras penas. La conversación fue larga y nos escuchó con cxtraordinaria curiosidad. Su for-ma de girar la cabeza, la boca, la barbilla y, sobre todo, los ojos de Bibel expresaban siempre curiosidad. Era una mirada porn frecuente en Ins adultos, Ilena de sincera cu-riosidad. Tuve la impresiôn clue Ia fucrza motriz básica de Babel era la insaciable curiosidad con clue observaba la vi-da y Los seres humanos.

Bibel decidiô ripidamente nuestro destino: sabla coger ci toro per los cuernos. cDcbeis it a Kalinin —dijo—, ahi esti Erdman y Las viejitas Ic quicren mucho ... .. Babel, 16-gicamente, se referia a viejitas jóvenes y sus paLabras signi-ficaban que Erdman no se instaLaria en un mal sitio: sus admiradoras no In permitirian. Bibel consideraba posibk, en caso de necesidad, utilizar a Las .viejitas de Erdman en nuestro favor: eneontrar una habitacion, pot ejempLo... Para ello basrarla con las .viejitasx. locales... Babel, sin em-bargo, supervaloraba ci podcr de Erdman sobre las .vieji-tas.: en Kalinin no Las descubrimos. Al parecer era Erd-man ci que iba a visitarlas y no ellas a él. Aunque, iqui6n conoce el corazOn femeninoL.

BibeL nos prometió conseguir dinero al dia siguiente Para el traslado y la conversación versó sobre otros temas.

Nos contó clue frecuentaba ünicarnente a los agentes de Las milicias y tan solo con elios bebia. En la vispera, habia bcbido con uno de Los jefes mIs importantes de Moscü y Este, ebrio, Ic explicaba que quien a hierro mata, a hierro muere. Los dirigentes de Las milicias, en efecto, desaparecian uno tras otto... Ayer se llevaron a uno, hare una semana a otto... . 1 Hoy estis vivo y mañana ni ci diablo sabe donde vas a pararl....

La palabra cmilicias, era, claro esti, un eufemismo. Sa-blamos que BibeL se referia a Ins chequistas, pero creo que ernie sus compañeros de francachelas habia asimismo altos dirigentes de [as milicias.

391

A Mandeistam it interesaron los motivos de esa prefe-rencia de Babel pot Los .mihcianos. Se debia a su Cu. riosidad por conocer mejor ci aparato distribuidor de la muerte? Mcter dentro Ins dedos? cNo —le respondie Ba-be!—, no meteré los dedos, pero aspiratE ci aire pan vet a qué hueie..

Sc sabe que entre los 'milicianos. que visitaba Bibel fi-guraba también Ezhov. Despues de so detencion, Katáiev y Shklovski se lamentaban de que ci miedo Ic hubiera em-pujado a visitar a Ezhov y quc precisamente pot ello, lo detuvo Beria... Estoy segura de que Babel Ic visitaba no por miedo, sino per curiosidad, para vet a qué oiia aquello...

El tema: çQuE seth de nosotros mañana?, era ci funda-mental en todas nuestras conversaciones. Bibel, que era prosista, lo ponia en boca de terceras personas, •los miii-cianos.. Mandeistam Jo silenciaba: su mañana habia liega-do ya. Solo una yea estallO al encontrar en la calle casual-mente a Shervinski, hombre compictamente ajeno a no-sotros, ic CXpLICÔ de pronto 4que asi no podia continuar... 'No me picrden de vista ni un solo momen-to y no saben en absoluto qué hacer conmigo. Eso quiere decir que me encerrarán pronto..... Fue una conversaciOn breve y acalorada. Shcrvinski Ic escuchaba en silcncio. Después de la muerte de Mandeistam lo encontrE varias veces, pero jamis mencionó esa conversaciôn. No me sot-prenderia que se hubiera olvidado de ella: jeran tantas las cosas desagradabies de nuestra vida que deblamos olvidar forzosamente!

Una escena de la vida

No solo Babel conocia a Ezhov, tambiEn nosotros lo cono-amos. El Ezhov con quien vivimos en Sujumi en ci año 1930, en una finca perteneciente al gobierno, se parece asombrosamenre al Ezhov de los rettatos y fotografias del alto 1937 y ese parecido es mis notorio wan en la foto donde Stalin Ic riende la mano y felicita a un Ezhov todo

392

radiante pot la recompensa estatal concedida. Creo recor-dar que ci Ezhov de Sujumi tambien cojeaba y que Pod-voiski, a quien gustaba moralizar sobre ci tema de las cualidades de un verdadero boichevique me ponla como ejemplo a ml, que era una vaga que no hacia nada, a .nuestro Ezhow que bailaba la danza rusa pest a su pier-na enferma e incluso en contra de ella... Pero hay muchos apcllidos asI y no acabo de creer que hayamos visto al Ic-gendario comisario del Pueblo en ci alborear de su cotta, Pero flulgurante carrera. Es imposible imaginarsc que nos sentamos a la misma mesa y comimos, bebimos y charla-mos intrascendentemente con ci hombre que iba a set uno de los grandes asesinos de nuestra época y que acabo, no en teorla, sino en La práctica, con todas las premisas del humanismo.

El Ezhov de Sujumi era un hombre modesto, bastante agradable. No se habia acostumbrado aün al coche, pot lo cual no lo consideraba como un privilegio especial suyo, all cual no debt aspirar .una persona corriente. A VCCs Ic pedlamos que nos acercara a la ciudad y jamás se negaba. Y eso era muy importante pan nosotros que viviamos en una finca alejada... Al sitio donde estabamos ilegaban constantemente los coches del Soviet de Comisarios del Pueblo de Abjasia. Los hijos de los funcionarios del Comi-té Central clue descansabam. alli apartaban a la sucia wrba de chiquillos (los hijos de los empleados) de los coches que its pertenecian pot derecho de nacimiento, ya que sus padres eran funcionarios responsables, y se sentaban en eilos con aire suficiente. En cierta ocasión, Mandelstam mostró a Tonia, la esposa de Ezhov, y a otra dama del Co-mite Central esa escena de expulsion de los mugrientos. Las mujeres ordenaron a los nifios que hickran sitio a los demas y los dejaran subir al coche. Sc disgustaron mucho cit quc los niöos infringieran las tradiciones deniocráticas de sus padres y nos contaron que los enviaban a las es-cueias corrientes y que los vestian igual que a los demas, cpara que no se aparten del pueblo.. Los ni?os, mientras tanto, se preparaban para dirigir al pueblo, Pero Les espe-raba un destino diferente.

Por las mafianas Ezhov se levantaba antes que todos pa-ra cortar el mayor nümero de rosas y ofrecerselas a una jo-yen historiadora de literatura, amiga dc Bagritski, a quien

393

cortejaba. Podvoiski se precipitaba en pos de €1 y se apre-suraba igualmente a cortar rosas pan ofrecerselas a la ofendida esposa de Ezhov. Era un puro acto cabalkroso, segün los habitantes de Ia finca, porque Podvoiski era un padre de familia modelo y no cortejaba a ninguna esposa a excepción de la suya. Las restantes damas, a quienes na-die hacla Pa cone, adornaban pot sI mismas sus habita-ciones, cornentando la romintica conducta de Podvoiski.

Tonia Ezhova —creo que se Ilamaba Tonia— se pasa los dIas en una tuinbona en una terraza situada enfrente de la uinca. Si la actitud de su marido Ic molestaba, no Ia exte-riorizaba en absoluto. En aquel entonces, Stalin no habia comenzado aün a consalidar la farnilia. çDónde está su companero?., me preguntaba cuando me vela sola. Al principio no comprcndi que se referia a Mandelstam. En aquel circulo conservaban los habitos de la clandestinidad y el marido era, antes que nada, cornpaflero. Tonia Ida .El Capital* y se lo repetla a si misma en voz baja. Se en-fadaba con la inteligente y vivaracha esposa de Kossior que paseaba a caballo con un rnüsico presumido y joven dedicado a recopilar el folklore abjasiano. cTodos conoce-mos a Kossior —decla—, es nuestro compaflero... Pero, quién es ese hombre? jA lo mejor es un espial. Tories

criticaban la ligereza de Lakoba que habia instalado en un lugar tan responsable a una persona extrafla. -. Probable-mente la presencia de todo aquel que no fuera miembro del partido en aquella finca provocaba el descontento entre los .suyon, pero Lakoba no lo tomaba en considera-ción, porque esa finca era propiedad del Soviet de Comi-sario del Pueblo de Abjasia, es deck, de él. 01 comentar, incluso, que ya era hora de centraiizar la distribución de puestos en las casas de dcscanso pertenecientes al partido...

A nuestro ]ado, en una pequeña habitacion del tercer piso, vivia un miembro del Comite Central perteneciente a la generación anterior: un letón muy inteligenre. Era muy reservado y distante y solo hablaba con Mandelstam. Perciblamos con frecuencia cierta alarma en el tono de sus conversaciones y quedibamos perplejos. La *Cuarta prosa ya estaba escrita y sablamos que las cosas iban mal en cI terreno Iirerario, pero nuestro letón no se dedicaba a la Ii-teratura, era simplemente uno de los dirigentes del parti-

394

do, al que no se acusaba de ningUn dcsviacionismo enton-ces. Por qut se Ic vela inquieto y surgian constantemente en sus conversaciones ci tema: çQué ocurrirá mahana?x'. No 5€ nada de €1, pero no podia dejar de asistir at ,Con-greso de los Vencedores y pot ello no es dificii conjeturar to que Ic sucedio. Todos somos muy listos juagando restrospcctivamcntc.

Pot las tardes vcnia Lakoba a jugar unas partidas de billar y a charlar con los que alit descansaban en ci come- dot, junto at piano. Aquella finca con sus sciectos huespe-des era una ünica válvula de escape, ci lugar dondc podia distraerse y charlar a gusto. Un dia, Lakoba trajo un osez-no que los montañescs le habtan regalado. Podvoiski to metiO en so habitaciOn y Ezhov se to Iicvo a Moscü para dársclo at Parque ZoolOgico. Lakoba sabla distract a la gente con divertidas historias. Nos habló de on antepasa-do suyo que fuc andando a Petersburgo pan invitar a on mortal enemigo suyo, creo que se Ilarnaba principe Shcr-vashidze, a una comida en su casa de Sujumi. Shervashid-ze creyó que eso significaba ci fin de Ia venganza de sangre y accptO la invitaciOn. Fue asesinado pot so excesi-va crcdulidad El relato de Lakoba hizo gran impresiOn en Mandeistam, Ic pareciO distinguir en eI on cierto sentido ocuito, wino un segundo piano. Nos dijeron que en 1937, Lakoba habla muerto ya. Fue enterrado en on lugar de honor, algo asI como ci muro del Kremlin, pero en Abjasia. Stalin, sin embargo, cnfadado por algo con ci di-funto, ordenO que sacaran sus restos y los destruyeran. Si CStO es cierto, solo podemos alegrarnos de que Lakoba hu-biera muerto oportunanlente.

Fue Lakoba quien nos invitO a descansar en La finca del gobierno, pues antes de emprendcr ci viaje a Armenia y provistos de tin aval del Comité Central quertamos des-cansar en alguna pane. Habla alit otros escritores, como Besimcnski y Kazin, que se sentian perfectamenre a gusto en aquel ambiente, cosa quc no nos sucedIa a nosorros.

El dia de la muerte de Maiakovski paseâbamos por ci jardin en compaflia dc on georgiano altivo y elegante, es-peciahsta en radio. En ci comedor se habian rcunido los veraneantes para. divertirse. Todas las tardes se distralan cantando y bailando at estilo ruso, clue ranto Ic gustaba a Ezhov. Nuestro acompafianre nos dijo: cLos Comisarios

WA

del Pueblo de Georgia no bailarian ci dia de la muerte de un poeta national georgiano.. Mandeistam me hizo una seha: eVe a decirsejo a Ezhov ... i. Entré en ci comedor y conté a Ezhov, sofocado pot el baile, lo que nos dijo ci georgiano. El baile se interrumpió Pere, a excepción de Ezhov nadie, creo yo, comprendio ci - motivo... Varies aflos antes de eso, en 1923, Mande jstam ilamó la atención a Vishinski que rela y habiaba en voz aita cuando un jo-yen poeta Ida sus poesias. Lo que cuento sucedio en ci sa-natorio de Tzckubu, en Gaspr. Odiábamos los sanatorios y las casts de descanso, Pero de vez en cuando ibamos auu cuando no teniamos ningün otto shio a donde it. No sé per qué, pero nos ollan a muerte.

El suicides

,Quien comprendia que la renuncia voluntaria al huma-nismo, sea cual fuere el objetivo, no conduce a nada bueno? eQuién saSh gut al prodamar que todo nos esta-ba permitido, emprendiamos on camino funesto? Se daba cuenta de ello un pequcño grupo de intelectuales tan so-lo, pero nadie lo escuchaba. Ahora Its reprochan so cabs-tracto humanjsmo., pero en los años veinte se burlaban de eilos todos cuantos querian. No estaban de moda. Los calificaban de cintelectualillos enclenques, y se hacian ca-ricaturas de ellos. Tambien se Its aplicaba ci epiteto de cbiandengues.. Los cenclenques. y los tblandenguesz no hailaron su puesto entre los partidarios de do nuevo, que en aquel entonces contaban treinta aflos. La primera ml-siOn que habla que cumphr era ridicuiizarlos en ci piano literarlo. Se encargaron de esa tarca lIf y Petrov; ci tiempo borro ci carácter especifico de esos personajes literarios y a nadie se Ic ocurre pensar ahora que ci tacirurno imbecil que arosiga a la infiei esposa debia encarnar Ins rasgos tipicos, fundamentales, del inrelecrual. El lector de la dé-cada de los años sesenta, al leer esa inmortal obra de dos jOvenes saivajes, no comprende en absoluto hacia donde va dirigida su santa y de quién se burlan. Aigo pot el esti-lo sucedin con una obra mucho más profunda: cEl suici-

396

da de Erdman, obra que entusiasmaba a Gorki y trató de representar Meyerhold... En el plan inicial de la obra, aparece una miscra curba de intelectuales con horribles mascaras que rodca a un hombre que intenta suicidarse. Intenta aprovechar su muerte en sus propios intereses, co-mo una forma de protesta contra las dificuitades de su existencia, dificuitades quc eran de hecho insolubles debi-do a su incapacidad de haHn su propio puesto en la nueva vida. Pero acaba per triunfar ci sano instinto de la vida y ci presunto suicida, en cuyo honor se ha organizado ya un banquete funerario y se han pronunciado discursos\ liberales, permanccc, no se suicida y se burla del cow de. mascaras que Ic empujan a quitarse la vida.

Erdman, como auténtico artista, introdujo, incluso pese a su voluntad, en las escenas polifonicas de las m&aras que representaban a los pequeflos burgueses (asi califica-ban a los intelecruales y .convcrsaciones pequeflo burgue-sasp eran todas aqueilas que expresaban descontento per ci orden cxistente) noras auténticamente trágicas y desgarra-dons. Hoy dia cuando todos saben y no se recaran en de-cirlo abiertamente que vivir asi es imposible, las quejas de las mIscaras suenan como cores de sombras atormentadas. La renuncia del héroe al suicidio se interpreta ahora de distinto modo: la vida es insoportable y horrible, pero sc debe vivir porque la vida es vida... No s6 Si Erdman dio conscienremente cse sentido a su obra o sus objetivos eran más simples. No lo sé. Creo que en su propOsito inicial, es decir, el dirigido contra Ins inreiectuales, contra Los pe-queflo burgueses, irrumpió el terna del humanismo. En esa obra expiica por qué seguimos viviendo, aunque todo nos impulsaba al suicidio...

Y el propio Erdman se condenó al silencio, con ral de conservar la vida.

En Kalinin ocupaba una pequefla y estrccha habiracion, donde sóIo cabian el carte y una mesira. Cuando llcgamos estaba acostado, alli solo se podia esrar tumbadø o senra-do en la ünica silia. Se ievantó en el acto y nos ilevó a las afueras de la ciudad donde, a veces, alquilaban habira-clones en las casas de madera que eran de propiedad per-sonal. Nos visitaba con basranrc frecuencia, pero siempre solo, sin su co-auror y anripoda Misha Volpin. Venia, se-guramente, los dias en quc Misha marchaba a MoscU.

397

Coma se sabe, Erdman fuc detenido par las fibulas Clue Kachaiov kyo pot imprudencia en una velada celebrada en ci Kremlin o sea, en aquel mismo cfrculo en ci coal vi-vimos en la finca gubernamental de Sujumi y donde del acompanante de la mujer de Kossior se sospechó inme-diatamente Clue fuera un espla... Aqudlla misma noche fueron detcnidos y desterrados sus ingeniosos autores, con la particularidad de que Misha Voipin fue enviado a un campo; segn parece tenla viejas cuentas con los organis-mos represivos y siendo todavia un chiquillo les habla hecho pasar Ia suyo... Dicen Clue Erdman en las cartas a su madre uirmaba .Mamin sibiria6 y que compuso coma despedida Ia siguiente fibula: din dia la GPU visitó a Esopo y lo agarré par ci trasero: el sentido de esta fábuia está clara: basta ya de fibulas ash... Asi era ci prograrna vital de Erdman y ya no voivimos a air ni sus fibulas ni sus ingeniosas historictas. Habla enmudecido. Al contrario de Mandeistam Clue habia defendido ci derecho al .susu-tro de los iabios, Erdman cerró los suyos con candado. Dc vez en cuando se inchnaba hacia ml y me contaba ci argu-mento de alguna abra teatral que Se IC acababa de ocurrir, pero Clue habia decidido de antemano Clue no escribirla. Una de esas piezas no escritas se basaba en Ia sustituciOn del idioma oficial par el familiar. En qué momenta ci empicado, después de cumplir las horas de trabajo es-tablecido en su institución, sustituye ci lenguaje, los semi-mientas c ideas pot las corrientes y comunes a toda la hu-manidad? Mas tarde escribio sabre ella Yashin.

Al enterarse de la detencion de Mandeistam, Erdman rnascullo alga ininteligible, alga asi coma Si detienen a personas asl ... . y saliO para acompanarme.

Durante la guerra, cuando viviamos evacuados en Tash-kent, se presentaron en casa de mi hermano dos militates. Uno era Erdman y ci otto Volpin, que no cesaba de hablar. Valpin hablaba de poesia: la poesla debla ser inte-resante, me gusta leer a Maiakovski, considero que es inte-resante Jesenin, Ajmatova no me interesa... Volpin era un educando de LEE y sabia lo que Ic interesaba. Erdman bebia en silencio. Luego se levantaron y fueron a la casa de Ajmatova clue vivia en la misma casa que mi hermano, pero en la bohardjlla.

Dc vez en cuanda veo a Erdman y a Volpin en casa de

398

Ajmátova. Erdman, al verme, dice: eMe alegro de veria,, Luego bebe y calla. Habla Volpin. Trabajan juntos y creo que muy fructiferamente.

Un verano coincidi con Garin en Tarus. Se quejaba del teatro contexnporáneo y se Ic notaba nostáigico. For las tardes se discutia en qué dominio iban peor Las cosas: en la literatura, en ci teatro, en la pintura o en La müsica. Cada uno defendia su esfera, aflrrnando que ocupaba ci primer puesto en cuanto a la dccadencia. Un dia Garin nos Leyo 4EI suicida de Erdman, pieza que no fue estre-nada. En su lecrura todo sonaba de un modo nuevo, coma si dij era: ahora os explicate por qué no os habCis roto la cabeza y continuãis *viendo...

Pero Los ataques contra Los intelectuales continüan. La tendencia anti-inteLectuai es la herencia de los años veinte y es preciso acabar con ella.

Muchos se sentirán ofendidos pot la ligera mención que hago de las iDoce sillias.. Yo misma he reido y sigo rién-dome ante los divertidos episodios y me admira la valentia de sus autores cuando describen cómo Ostap Bender y los demás bribones odessitas entran en el vagón destinado a los escritores en la via férrea reciCn inaugurada del Turk- sib, Sc inezcian con sus colegas y hacen todo ci viaje Sin set reconocidos ni desenmascarados. Pero es un pecado reirse de La genre que se describe. Las personas quc vivian en aquella casa a puma de desmoronarse se hablan trans. formado, naturaLmente, en ones salvajes y [as mujeres que tenlan alguna cotización en el mcrcado de valores no podian set ficles a sus maridos. Aunque Los peces no siempre buscan lo más honda, no Les resulta tan senciLlo pasearse pot la arena... Y reirse del que está ya asfixiado es de Ia más facil...

El anunciador tie la nueva vida

Debo confesar que soy una optimista incorregible: a seme-janza de aquelios que a principios del sigLo creTan que la vida tenia que ser, no podia dejar de set, no se atreveria a no set mejor que en ci sigio xix, tambien yo ahora estoy

399

FA

absolutainet-ite segura de que nos hallamos en visperas de un nuevo triunfo del humanismo y de una gran aiza de Jos valores humanos. Esto se refiere tanto a Ia justicia so-cial, coma a la cultura, coma a to que se quiet-a. Mi opti-mismo no se ha vista afectado siquiera por Ia cruel expe-riencia de la primera mitad de nuestro increible siglo. lncluso at revés: to pasado Per nosotros apartará durante mucho tiempo a los hombres de reorlas, seductoras a pri-met-a vista, segün las cuales el fin justifica los medios y que ctodo está permitido.... Mandeistam me ensefló a creer que la historia es la comprobacion en la acci6n y en la experiencia de los caminos del bien y del mat. Memos comprobado Jos caminos del mal. Sentfremos, acaso, de-seas de volver a ellos? No suenan ahora con fucrza mayor las voces que hablan de la conciencia y de Ia bondad? Creo epic estamos en visperas de nuevos dias. Capto Jos sintomas de una nueva comprensión del mundo. Son pa-cos. Cast impercepribies. Pero existen, pese a todo. Desgraciadamcnte, casi nadie compaRe mi optimismo y ml fe. La gente que distingue el bien del mat espera más bien una nueva reincidencia de calamidades y males. Comprendo que esto cs posible, pet-a ci camino general se me antoja clara. £Quién de nosotros tiene razOn? La vida nos to demostrara a, quizás, to ha demostrado ya.

Debo precisar, empero, que, coma es natural, no espe-ro un triunfo especial del bien. Se trata de algo distinto: me interesan las ideas matrices y no las lagrimas de ca-codrilo de los futures gendarmes. No se trata de ellos. Fuimos testigos de cOma triunfo Ia voluntad del mat, una yea mancillados y pisoteados los valores del humanismo. La causa de ella, a mi emender, radica en que esos valores no tenlan ninguna base, si exceptuamos ci entusiasmo an-te el intelecto humane. Pienso que ahora deberan set me-jar fundamentadas, aunque solo sea per la revisiOn que hacemos dc nuestra experiencia y porque vemos los errores y los crimenes del pasado. Los atractivos del pasado ban caducado that-a: en otra época itusia salvo la civilizacion cristiana de Europa de los táctaros. Hay dia la ha salvado del racionalismo y de sus consecuencias• la voluntad del mat- Y eso ic ha costado muchos sacrificios. Puedo creer, acasa, clue han sido cstériles?

Tengo un amigo, muy taciturno, muy joven todavia,

400

pero cuya inteligencia no corresponde a sus ahos. Dc to-dos los pocus, prefiere a Blok, porque Blok presentia el hundimiento de La culwra rusa y sufria a causa de ello. Este admirador de Blok me desprecia porque veo las cosas de color de rosa. Opina que la cultura, tat como lo predijo Blok, ha perecido efectivamente y clue estamos enterrados bajo sus ruinas. Este pesimista no percibe los avances que se han producido desde que nos conocemos. Vino a verme inmediatamente despuEs del XX Congreso cuando La gen-te, desoricntada, no hacia más clue preguntarse: çPor qué nos lo ban dicho?'. Unos no querian oft cosas desagra-dables, otros —los que se disponlan a gobernar— estaban disgustados porque esa ocupación se habla hecho más difI-cil de pronto; algunos suspiraban perplejos, considerando quc ya no podrian hater carrera a base de los viejos méto-dos y que habria que inventar otros nuevos.. Fuc una época que se dio en calificar de deshielo, porque alguien creyó que la gente, con autorizaciôn de arriba, podia hablar a plena voz. Esta esperanza no se jusuficó, pero no todos comprenden que no se trata de eso. Sc trata de la gente, de cada persona pot separado y de so propia per-ccpción del mundo. l.a necesidad dc recibir un permiso es un residuo de la Epoca pasada, con su fe en la autoridad, en la sanciôn, en las instruccionCS, su miedo al castigo y ci terror ante la reprimenda del superior. Ese terror puede volver si envian de nuevo a Los campos de trabajo forzado a millones de ciudadanos, pero ahora, cada uno de esos millones, aullaria. Y sus familias tambiEn aullarian; lo mismo harlan sus amigos y vecinos. Yo no serian pocos.

Mi amigo vino a verme pot vcz primera cuando vivia en una barraca oscura y sucia donde se habian instalado Las viviendas comunales de los profcsorcs del Instituto Peda-gógico de Cheboksar. Todo era pestilente y ci hollin del petróLco formaba como urn nebLina. En mi habitacion hacia el rnismo frio que en el patio; una de las vigas del segundo piso se habia desprendido y coLgaba en el aire, amenazando con cat; sobre las cabezas de los nihos quc jugaban en el patio. El viento, oloroso a nieve deshelada, se pascaba pot la habitación con toda libertad. El visitante me dijo que admiraba tanto a Mandelsiam clue no habia podido resistir la tentación de visitarme. Sc prcsencó sin ninguna carta de recomendacion dc aLgün amigo cornün

401

clue Ic avalase y me permiticra determinar a qué categorla de genre pertenecia. Pero su aspecto general y, sobre to-do, la expresión de los ojos me infundio inmediatamente confianza Le invite a tomar asiento y Ic hable como jamás In habla hecho con Un visitante casual. Le dije: cCuando alguien viene a verme y asegura que admira a Mandels-tam, se que se trata de un chivato. Bien fue enviado, bien viene por propia iniciativa para hacer luego una documen-tada denuncia. Eso dura ya veinte ahos. A ml nadie me habia sencillamente de Mandeistam: los literatos que an-taño leyeron sus poemas, jamis lo mencionan al hablar conmigo. Le digo todo esto porque me ha causado usted buena impresión. Siento confianza en usted, Pero ni si-quiera con usted puedo habiar de Mandeistam y ahora ya sabe ci motivo. -

El visitante se flue. Al cabo de dos aflos y medio supe que tenTamos amigos comunes y Ic invite a visitarme. Quemado pot el primer encuentro, se presentô con cvi-dente desgana, Pero al poco ya Ia habla olvidado todo. No sé si habri comprendido que todo cuanto Ic dije en nuestro primer encuentro fue una prueba de profunda confianza que supo infundirme con todo su aspecto...

Han transcurrjdo pocos afios desde entonces, Pero ya respondo tranquilamente a toda persona que me pregunta por Mandeistam y todas percenecen a la nueva generaciOn, aunque los mayores tambien dicen alga de vez en cuando... Ahora habiamos de muchIsimas cosas que antes estaban totaimente prohibidas y Ia mayor pane de las per-sonas de ml entorno no se atrevian, no querlan pensar e, inciuso, habian perdido la costumbre de hacerlo, Mas todavia, ahora no queremos saber si existe o no aigun te-ma prohibido. Ya no lo tomamos en cuenta. La hemos ol-vidado. Pero aün hay mis. Los jóvcnes inteligentes de la dCcada de los afios veinte reunlan datos sobre los demas y los comunicaban gustosamente a sus jefes y a los organis-mos de seguridad. Consideraban que hacerlo era preciso para ci bien de Ia revoluciôn, en su defensa, al servicio de la misteriosa mayoria interesáda en mantener ci orden y fortalecer ci regimen. A partir de los afios treinta y hasta la muerte de Stalin continuaban haciendo lo mismo, con la diferencia de que los motivos cran distintos. El estimulo que les mo-via era la recompensa, Cl beneficio o ci miedo.

402

Lievaban a los sitios adecuados las poesias de Mandelstam o las denuncias contra sus compafieros de trabajo con la esperanza de clue, en premio, publicarian sus propias obras o bien les ascenderian en su trabajo. Otros In hacian per ci más pritnitivo de Ins temores: con tall de que no me detengan, con tal de que no me exterminen... Los intimi-daban y ellos tenian miedo. Les tiraban una limosna y se precipitaban a recogerla. Les aseguraban, pot otra pane, clue su actividad jamás seria conocida, nadie sabria nada. Esta ültima promesa se ha cumplido y estas personas ter-minan sus dias en

Paz, gozando de todas las rnodestas ventajas obtenidas pot su actividad. Pero los reclutados boy dia para esa actividad ya no se fian de ninguna garan-tia... No hay retorno al pasado. La nueva gencración no está ni tan asustada ni Cs tan dOcil, ni mucho menos, - mo la anterior. Y In principal es clue no se les puede c - vencer de que sus padres acruaban correctamente, no crc-en quc crodo está permitido.. Eso no signifIca, naturahl mente, que ya no existen Ins chivatos, sino tan sOlo que stS,

porcentaje es menor. Si antes podia esperar un golpe por. la espalda de cada joven, sin hablar ya dc Ins corrompiclost. de mi propia generaciOn, boy dia puede emboscarse un canalla entre mis conocidos, Pero solo casualmente, per astucia; y tambien es probable quc ese canalla no comera ninguna villania porque en las nuevas condiciones no re-sulta ventajoso hacerlo y todos Ic volverian la espalda. Enrre La nueva intelectualidad que se está formando ante nuestra vista, ya no goza de simpatias el refran: iDonde pan se come, caen migajas. o bien .No se puede nadar contra la corrienre' . Dicho de otro modo, se forman de nuevo Ins valores clue pareclan abolidos para siempre e incluso aquel que por su indole podrIa prescindir de ellos, ahora esrá obligado a tomarlos en cuenra. Esto es lo que ocurriO y, ademis, inesperadarnente para todos aquellos que recordaban esos valores y para aquellos que los habian enterrado. Estos valores vivIan clandestinamente, existian en ci silencio de Las cerradas viviendas de luces veladas. Ahora están en movimiento y cobran fucrzas. Fueron los intelectuales quienes iniciaron la revisiOn de los valores. Dcspués de ello, la intelectualidad se convirtiO en cual-quier cosa, menos intelectualidad. Hoy dia se produce ci proceso inverse, proceso asombrosamente lento que agota

403

nuestra paciencia. dY de donde vamos a sacarla? iLa tene-mos mis pie agotadal...

Nadie puede definir qué es Ia intcicctualidad y en qué se diferencia de las clases ilustradas. Sc trata de un con-cepto historico quc nació en Rusia y de nosotros paso a Occidente. La intelectualidad posec numcrosos indicios, pero incluso ci conjunto de los mismos no proporciona una definicion completa. Los desunos histOricos de la in-eiectualidad son oscuros y confusos, porque csc nombre

soila darse a estamentos que no tenian derccho a usarlo. ,Pucde, acaso, inciuirsc en la intelectualidad a los tec-nocratas y a ios funcionarios incluso en ci caso de que ten-gan diplomas, escriban novclas y poemas? En ci periodo dc la capituiaciOn se mofaban de la auténtica intciccwah-dad y los capituladores Sc apropiaron dc su nombre. eQu6 es pues, La intelectualidad?

Cuaiquiera de sus indicios no sOlo pertenece a La inte-icctuandad, sino a otras capas sociales: un cicrto grado de instrucciOn, espiritu critico y unido a éi la inquietud, la Conciencia, la libertad de pcnsamiento ci humanismo... Estos ültimos indicios tienen mucha importancia sobre to-do potpie como hemos visto, con su desaparicion dcsapa-rece Ia propia intclectualidad; ella es la portadora de los valores y la mis minima tentativa de revisarios degenera en ci acto y desaparece, igual que ha desaparecido en nuestro pals. Pero no es sOlo la intelectualidad la dcposita-na de los valores. En ci pueblo conservaron su fucrza en las épocas mis sinicstras, cuando rcnunciaban a eflas las cumbres culturales mis altas.. Tal yea eso se dcba a que la intelectualidari no es estabic y los valores en sus manos adquieren fuerza dinámica, ticnden al desarrollo y a la autodestruccion. Los hombres que ilevaron a cabo la revo-lucion y que actuaban en los afios veintc, pertenecian a Ia inteIectuandad que habIa renunciado a una sent de valo-res en aras de otros que consideraban supeniorcs. Este vita- je fuc ci que los condujo a La autodestruccion. Qué hay de comün entre un Tljonav o un Fedin con un intelectual ruso corriente? Tan sOlo las gafas y la dentadura postiza. Pcro hay intelectuales nuevos, casi unos chiquillos todavia, quc se reconocen en el acto, pero que resulta muy dificil explicar WE rasgos los convienten en auténticos intelec-wales. El linguista jespersen, hombre sumamente inge-

404

nioso, cansado de oft discusiones acerca del modo de dife-renciar Las panes de Ia oraciOn, dijo: •El pueblo sabe dife-renciar ci substantivo del vcrbo igual que el perro distin-gue ci pan del barro ... z.. Asi, pues, han aparecido y es un proceso irreversible, no lo puede detener ni ci extcrminio flsico, al que tanto aspiran los representanres del pasado. Hoy dia, la represiOn contra un intelectual origina decenas de otros. Lo hemos visto en la causa seguida contra Brods-ki.

La inrelectualidad rusa posec un indicio especial quc, probablemente, no cxisre en Occidente. Entre Ins profeso-[Cs de ienguas occidentales que conoci en provincias, en-contré tan solo a una inteiectual, originaria de Cherno- vitz, llamada Marta, quien me preguntO asoinbrada el motivo por ci cual los estudiantes quc buscan ci bien y ci mal, arnan La pocsia. AsI es, en cfecto, y esto es Rusia. Mandeistam me preguntO una vcz, mejor dicho, sc lo pre-guntó a si mismo, qué hacla que un hombre fucse intelcc-tual. No habia empicado esa palabra que en aquelios aflos estaba sometida a revisiOn y a escarnio; más tarde sc apiicO a las capas de funcionarios de las llamadas profcsiones Ii-bcralcs... Pero ci sentido de su pregunta era ese. cEl ha-bet estudiado en una universidad? —preguntaba—. -. El Licco? Tampoco... Que, cntonccs? Tal vcz su acrirud ante la literatura?. -. Quizis, pero no del rodo ... ". Y en-tonces, como rasgo dccisivo dijo que era so posrura ante la poesla. En nuestro pals, la poesla desempefla un papel es-pecial; dcspierra a La genre y forma su conciencia. El naci-miento dc nuestra nucva inteicctuaiidad va acompanado dc un increibie apcgo a La poesla. Es el fondo de oro de nuestros valores. La poesia csrimula la concicncia y el inre-lecto. No sé qué explicaciOn dar a este fcnomeno, pero es un hccho.

Mi amigo, el admirador dc Blok, dc quien alimentaba su pesimismo, fuc ci primero en anunciarmc el renaci-miento de la inteiectuaiidad, que despicrra, copiando y recitando pocsias. Su pesimismo no esrâ justificado. La poesia rumple su misión. Todo está en movimicnto. El pensamiento vive. Los guardianes del fuego se escondian en oscuros escondrijos, pero cI fuego no se ha apagado. Existe.

405

El ültimo idiWo

Moscü DOS atrala irremisiblemente: alli podiamos charlar con los amigos, enterarnos de ]as novedades, conseguir di-nero... Cuando nos dabamos cuenta de que era tarde, co-rrIamos como locos a Ia estaciOn para tomar ci üitimo tren y no dormir una vez más en Ia ciudad prohibida. A veces me cedian un asiento en ci repleto vagón y me hablaban con rara simpatla. Mandeistam In comentó un dia con Piast y Ste resopló: tenla una forma de reIr que recordaba on resoplido. cEs que va vestida de una forma que pien-san que la deportada es ella y no usted,... Yo vestla en-tonces un abrigo de cuero vueko y a eso aludia Piast... Habia tanra genre en Moscü que se apartaba de nosotros precisamenre por do, que la simpatia de genres extrañas que Ilevaba boras chirrianres se 1105 antojaba un inespera-do regalo. El abrigo de cuero vuelto jugaba un papel se-cundario, porque eso se reperia en otras circunstancias.

Ya en ci vagón, Mandeistam y yo empezibamos a dis-cutir: alquilar o no en Kalinin un coche de caballos para it a Ia casa. Yo opinaba que era mejor it a pie y guardar ci dinero para un dia de tregua más en Kalinin. Mandeistam pensaba de mancra diamerralmente opuesta: un dia no cambiaba nada y de codas formas tendriamos que it a Moscü para carregiar nuestros asuntosi. Eran varianres del tema habitual en aquellos ültimos ahos: cAsI no puede conrinuar más.. En Kalinin solo habiabamos de eso, pero no habIa nada que hacer ni asunto que arreglar.

La discusion se resolvia bien pronto. Junto a la estaciOn de Kalinin habia dos o tres cocheros: ya habian renido riempo de arruinar con impuesros a esos cpropietarios pri-vados., de liquidarios coma ciase. Sc abalanzaba hacia elios una verdadera muchedumbre y desapareclan con los clientes mks Igiles y aforrunados: no nos quedaba mks re-medio que it a pie.

En Jos puenres sobre el Volga y el Tmak soplaba un vienro penetranre, el viento de los exihos y persecuciones del que ya hable en otra ocasiOn. En el barrio extremo donde renlamos alquilada una habiracion, ci barro atonal era infranqueable y en ci invierno nos hundiamos en la nieve. La gente puede vivir alli porque a excepciOn del

406

trabajo no sale a ninguna pane Mandeistam se ahogaba y repetia constantemente que habiamos hecho mal en no tomar un coche per ahorrar; yo le segula renqueando.

Nos abria Ia puerta nuestra patrona, una mujer aita, enjuta, de unos sesenta años de edad. Nos miraba con aire severo y nos preguntaba si tenlamos hambre. La patrona nos miraba severamente pero no era pot haberla desperta-do de noche. El cello fruncido era algo inherente a ella; jamás sonrela. Tal vez crela que a una madre de familia, esposa y dudha de una gran casa de cinco paredes, no Ic sentaba bien la sonrisa. Le aseguramos Clue no teniamos hainbre, que acabibamos de tomar un bocado en MoscU, antes de partir... Sin decir nada, desaparecia en sus habi-taciones y volvia a aparecer en nuestra habitación con un jarro de leche y restos de su propia comida: ubleas, pata-tas, coles... En ci invierno inataban al cerdo y nos trala, además, un trozo de came: cComan, todo es dc la can, nada es comprado ... . Las mujeres rusas jamás valoran su trabajo: todo cuanto producla la huerta o se criaba en la cochiquera era the la casas, no costaba dinero, era algo dado pot Dios... Mientras comlamos, perrnanecTa a nuestro lado interesandose pot ci resuitado de nuestras gestiones en Moscü. -. Si nos hablan permitido volver o nos habian dado trabajo... Hablâbamos en voz baja para no despertar a los demâs inquilinos, un rnatrimonio tam-bien ccienkilometrista que dommia tras on tabique hecho de planchas de madera que no ilegaban al techo. Nuestro vecino era de Leningrado y habia sido secretario dc Sche-goliev; vivla en Kalinin después de haber pasado pot ci campo y Ia deportacion. Cuando ilarnamos a la casa de Tatiana Vasiliévna, asi se llamaba nuestra patrona, pot consejo de unos transeüntes, el leningradense sahó al oft nuestras voces y reconoció a Mandeistam. Cuando Tatiana Vasiliévna supo que no framos unos granujas, nos aiquiló la habitación y fue una gran suerte para nosotros. En nuestro pals eso resulta sieinpre difIcil, como supongo Jo era en la Europa de la posguerra, cuando las ciudades quedaron destruidas, después de los bombardeos. 0, tai vez, aün más dificil...

Tatiana Vasihévna vivia con su marido, obrero metalür-gico. Ella era la Clue mandaba, la duena absoiuta de la ca-sa y su marido, hombre bondados& y de poco carácter, la

407

obedecia en todo de buen grado. Sin embargo, observa- ban siempre ell decoro. Tatiana Vasilievna no decidia nada sin ci consentimiento del amo y en espera suya nos invitO a tomar té. Cuando ci amo venga se decidira si nos aiquila o no la habitacion. El amo contestaba a todo: Como de-cida la macjre, El no tenia nada en contra de los nuevos inquihnos y no tardo en hacer amistad con Mandeistam: les unia su pasiOn pot la müsica. Los hijos, con motivo de ]as bodas de plata de los padres, les hablan regalado un gramófono —los dos hablan hecho carrera en la aviaciOn y one de ellos fue presentado incluso a Stalin— y nurnero-sos discos. Casi todos cran de canciones de moda en aqud entonces entre los komsomoles y Jos militates. El viejo prefirio a los .vocingleros * discos de sus hijos aigunos quc consiguió Mandeistam: ci Concierto de Brandenburgo, otto de müsica religiosa de Dvorak, de müsica antigua ita-liana y de Musorgski. En aquel entonces los discos se adquirian con gran dificuitad y ci surtido era siempre ca-sual. Los hombres se sentlan felices con ellos. Pot las tar-des, cuando estábamos en Kalinin, se organizaba un con-cierto, Tatiana Vasiliévna ponia ci samovar, nos obse-quiaba con té y confitura hecha pot ella misma. Mandels-tam procuraba hacer 61 misrno la infusion y contaba quc cuando cobrO Ia traduccion de los poemas de Schevchen-ko, lo primero que hi±o fue comprar una libra de té... A la hora del té Mandeistam hojeaba habituaimente ci pe-riodico; nuestro patrOn, como obrero profesional, habla conseguido suscribirse a •Pravda,.

Pude observar que en aquelios duros tiempos en las fa-milias obreras se hablaba con mucha más sinceridad, rnás abiertamente, que en las famiiias de intelectuales. Des-pués de las reticencias moscovitas y las convulsivas tentati-vas de justificar ci terror, quedarnos atónitos al oir los implacables juicios de nuestros patrones. Nos habian ense-flado a callar y Tatiana Vasilievna, ante una respuesta eva-siva de Mandeistan 1 dijo, mirándole con lástima: ciQue le vamos a hacer si todos andáis asustados!...,.

Los padres y los abuelos dc nuestros patrones habian trabajado ya en la fabrica y Tatiana Vasiliévna nos explica-ha con orguilo: *Somos proletarios de origen. Recordaba a los agitadores politicos clue en época zarista habian es-condido en su casa. cDecIan una cosa, pero jmira Ic que

408

ha resultado! ' . Ambos cQndenaban unánimcinente los procesos: .Qué de cosas hacen en nuestro nombre!, decia ci patron, apa.rtando con indignaciOn ci periOdico. Luchan pot ci podcr* , esa era la explicaciOn quc daba a

10 que sucedia. El que todo se calificara de dictadura del proletariado, les enfurecla a ambos. cOs han vuelto ta-rumbas con nuestra clase,, tambien decian. Ascguran que el poder pertenece a nuestra clase, Pero atrévete a de-cir aigo y it daran una buena clase... ' . Les hablé de la teorta segUn La cual Las ciases son dirigidas pot ci particle, y ci partido pot sus jefes. *Eso es muy c6modo', dijo ci viejo... Ambos se atenian al concepto de la conciencia proletatia y no qucrian renunciat a ella.

En esa familia se planteaba muy agudamente la cues-dOn, eterna en Rusia, de las relaciones entre padres e hi-jos. Nuestros patrones no se alegraban de los exitos de sus hijos y no confuaban en su solidea tAbajo somos muchos y es más Mcii saivarse, pew Si te encararnas muy alto, puedes caerte en un mornento' , repetia Tatiana Vasiliév-na, El padre profundizaba más y no confiaba en sus hijos; no se atrevia a hablar deiantc de ellos. ,!No tardarán en denunciarte. Ya se sabe cOmo son los hijos ahora ... .. Pero tardamos en descubrir el punto más doloroso, ci quc rnás atormentaba a los padres; para ello, como dice ci rcfran, debiamos consumir juntos un .pud. de Sal...

Tatiana Vasiliévna tenia una vaca: .A base de un solo salario no se pueden criar hijos; la vaca fue la quc nos sal-v6. La vaca era ci ünico punto de contacto de esa familia con ci campo, porque hacia tiempo quc todos se habian trasladado a la ciudad, convirtiEndosc en la *clase proicta-da.. El heno para la vaca se In compraban a Los koijo-sianos y las transacciOn se hacia sentados a la mesa en tor-no a! samovar. Durante esas veladas, Tatiana Vasiliévna oyO habiar de Ia colectivizaciôn, de las jornadas dc trabajo y de ios planes... Un dia, despues de despedir a sus visi-tantes y todavia agitada pot Ia conversatiOn, se presentO en nuestra habitaciOn y nos contO clue so hijo mayor, cuando todavIa era komsomol, foe enviado a participar en la campafla de expropiaciOn de los kulaks. Permaneció en el campo bastante ticinpo y al regresar no contO nada a SUS padres, no respondiO a ninguna de sus preguntas y p0-

Co despues abandono la casa paterna. .jQuE es lo que

409

habra hecho alIV jImposible saberlo! jPara qué lo habre criado! ... . En sus conversaciones con los koijosianos, Ta-tiana Vasiiiévna trataba de imaginar lo que habia hecho su hijo. Su marido la tranquilizaba: .Déjaio, madre, to, dos son asi ahoraL.j

No tardamos en darnos cuenta de un rasgd curioso de nuestros patrones: esas personas tan sensatas, quc tan cer-teramente enjuiciaban nuestra vida, no aprobaban ningu-na forma de lucha politica ni, en general, ninguna activi-dad. Al leer los comunicados sobre los procesos, nuestro patron decla: •Por qué se habrán metido en ese ho? Ga-naban bien!.. Pese a todo sospechaba que las vIctimas del proceso hablan tenido, pese a todo, una cierta actividad y a nosotros nos causaba horror la idea de que nadie hubiera movido un dedo para impedir que Stalin tomara ci poder. Pot ci contrario, cada uno y pot separado Ic ayudaban a acorralar a la victima de turno. Pero nuestro cpatrOn re-cordaba cOmo eran los de antes y pot eso sospechaba que los de ahora .val!an menos. Ambos trataban muy bien a Mandelstam, porque Ic consideraban una victima pasiva del regimen, .a éI nada Ic importa ci poder, se dedica tan sOlo a escribir ... .. Les gustaria que sus hijos se mantu-vieran alejados de la polltica, que no tuviesen trains con Ins que detentaban el poder y cno saheran de su ciase,. Consideran injitiles e incluso falaces todas las formas de resistencia. Estando en Kalinin tomamos pane pot vez primera en las elecciones. Mandelstam, sorprendido pot su organizaciOn, no sabia qué hacer. TratO de consolarse. •Eso es ci principio ünicamente, luego ci pueblo se acos-tumbrará y todo se desarroilara normaimente.,pero a continuaciOn decia que no participaria de ningün modo en esa comedia. Nuestros parrones discutian con él. Su primer argumento era: No se puede nadar contra la corrienteb; ci segundo: oNo somos mejor que otros y como van a it todos, tambien nosotros iremos. Y ci más con-vincente: .Más vale que no se fijen en uno; si no, se acaba mal.. Con cste üitimo argumento habia que cstar dc acuerdo, sobre todo en nuestra situaciOn. Y todos fuimos a votar: Tatiana Vasilievna y su marido a las seis de la ma-ñana, como se its indico en la fábrica y nosotros aigo mks tarde, dcspues del desayuno.

Dc hecho, nuestra patrona se atenla en todo a las leycs,

410

Pero no porque las apreciara (su actitud ante las nuestras era francamente negativa) sino pot toda su actitud ftente a la vida. Consideraba clue su primera obligaciOn era vivir y en aras de ese objetivo se debla, en su opinion, evitar toda acciOn superflua. La idea del sacrificio o la muerte por un ideal le parecla ci mayor de Ins absurdos. Defendia Ia tesis de csomos gente humilde. y no debemos destacarnos. Per-cibiamos cieno orgullo en semejante postura: arriba se lucha, se cometen maldades, se especuia con ci nombre de la clase obrera, a La cual se sentia tan apegada,

Pero ella nada tenTh que ver con todo eso, sus manos obreras esta-ban limpias... Su misión era vivir y trabajar y aquellos podian condenarse si querian. - Pero, cosa curiosa, no ob-servamos en ella ningUn espiritu religioso, no frecuentaba la iglesia, aunque siempre tenTh encendida una lamparilla ante Ins iconos.

En ciertos momentos tambi€n nosotros Ic pareciamos como una parte de las capas superiores hueras; eso sucedia cuando sospechaba clue careciamos de firmeza y voluntad de vivir. Cuando Mandeistam lela alguna declaraciOn cmi-ca, terrible a salvaje, solia decir: 4iEstamos perdidosL... Lo dijo pot primera vez cuando leyO el comentario de Sta-lin sobre el relato de Gorki .La Joven y la Muerte.: *Esta obrita tiene más fuerza que ci "Fausto" de Goethe... El amor vence a la muerte ... '. VoiviO a repetir sEstamos per-didosp al ver en la cubierta de una revista ilustrada a Sta-lin, tendiendo la mano a Ezhov. .qflonde se ha visto —decla sorprendido— que ci jefe del Estado se fotografle con el Ministro de la policia secreta?' . Pero no se trataba solamente del retrato, sino de Ia expresiOn de Ezhov. .MI- tab, está dispuesto a todo por Stalin... " . Un dia, sentado ante La mesa de Tatiana Vasiiiévna, Mandclstarn ley6 en voz aita el discurso de Stalin ante los dipiornados de una escuela militar. Stalin brindaba por la ciencia que nos hacla faira, Pero no pot la ciencia que no necesirabamos... Esas palabras sonaban amenazadoras: Asi existe una ciencia que no nos hace falta, que Cs ajena a nosotros, la destruiremos, la arrancaremos de raiz ... '. Y Mandebstam dijo su habitual .Estamos perdidos' . Fue entonces cuando Tariana Vasilievna y su marido se enfurecieron: djsted so-lo piensa en perecer... Eso Ic traerá mala suerte... Mas Ic valiera pensar en cOmo van a vivir... Mirenos a nosotros,

411

aprendan, flosotros vivimos. - No se men en nada y vivi-ta ... .. .La primera obligacion del hombre —resumiO Mandejstam_ es vivir..

Despues de la decencion de Mandelstam, volvi a la casa de ]as cinco Paredes a recoger una cesta con manuscritos que dejé aJil. Al conocer Ia nueva, nuestros patrones se disgustaron tanto, quc no pude reprin-iir mis Jágrimas. Ta-dana Vasilievna, la que nunca sonrela, me abrazó y dijo: cNo Jlores, serãn come santos,, y su marido afiadiO: eTu marido no pudo hacerle dano a nadie; no podemos estar peor Si se Ilevan a personas como él ... .. Y ambos deci-dicron contárselo a sus hijos para que supiesen a quién servIan y a quienes veneraban. cPero no nos haran case., dijo el patron suspirando. Los hijos de Tatiana Vasiliévna cran thalcones de Stalin,. La verdad es clue no valia la pe-na contarles nada; les hablan vaciado de las ideas que ri-gen el muncie. En la actualidad, a mediados de los sescn-ta, son esos hijos los que se quejan a diestro y siniestro de sus hijos; los nietos de Tatiana Vasiliévna. Los nietos Se unen a SUS abuelos y reniegan de sus padres. Recuerdo otro encuentro que tuve en un tren con otro residue del imperio. Eta acérrimo partidario del XX Congreso, per-que en tiempos de Stalin habia sufrido ciertas molestias: no Jo Ilegaron a derener, pete lo pasO mal. -. Ahora disfru-taba de una buena pensiOn, como antiguo responsable Politico, y se alegraba de vivir. Como miembro del parri-do no podia permanecer con Ins brazes cruzados y se dedi-

a la educacion polItica de los jOvenes en una Escuela Técnica de Leningrado. Me hablo de sus dificultades, sa-biendo que era profesora. El dia de las elecciones se pre-semé en Ia Escuela para incitarles a votar lo antes posible, pero ninguno querIa it. El decia: .Debeis tomar ejemplo de nosotros, de nosotros clue hicimos la revolucion, y Its hacIa saber que €1 mismo habla ide a votar a las primeras horas de la mahana... Y los muchachos Ic dijeron: c?Quien os pidiO que hicierais Ia revolucion? Ames se vivia mejori.... Toda su fraseologia revolucionaria quedo en el aire: .jFIjese qué juventud la de ahoral. COmo se ]as arregla usted con ellosh. Le contese sinceramente que de ningthi mode... Es la generaciOn de los nietos de Ta-dana Vasilievna, pero tienen alguna otra cosa en la men. te aparte de las reacciones negarivas?

412

A casa de Tatiana VasiLiévna vinieron a buscarme con una orden de detenciOn, pew yo no estaba ya. Revol-vieron toda la can, incluidos la buhardilla y ci sótano, pe-to no encontraron nada, pues habia tenido ticmpo de lie-vármelc, todo. Trajeron una fotografia de mujcr y estu-vicron comparandola atentamente con La ducila de la can y la otra inquilina... Me enteré de ello un aflo ms tarde, en La estación cuando intenté instalarme aiD de nuevo. Esa nueva procedla de Leningrado y fue comunicada pot ci antiguo secretario dc Schcgoiiev. Tat vez de haberlo sabi-do antes, no habria vuelto a Kalinin, pero mis cosas ya es-taban en el vagón y inc encogi de hombros: .jSea to que seal.,.. Adeinás, ci miedo eta menor. Ezhov fue dcsti-tuido y acabaron las detcnciones masivas. Vivi en Kalinin hasta La evacuación, casi dos aflos, y nadie me molesté, aunque en mi expediente figuraba una orden de deten-ciôn, no utiiizada. El caso parece increible, pero se daba con bastante frecuencia: se habian modificado Las cifras Li-jadas para ci cxterminio humano y aquei a quien no habian tcnido tiempo de arrestar, se habia salvado... El terror se organiza igual quc La economia, es decir, se pla-nifica, se regula La vida y la muerte.

El registro causô enorme impresión a Tatiana Vasiliév-na: tres mocetones de gruesos rostros revoLvieron toda su casa. Tatiana VasiLiévna insultaba a Los policlas y a ml pot habcrlc ocultado qucestuve en la carcel... Tat vez haya sospechado algo más: * Por qué te han dejado salir? Ahora no dcjan a nadieL... No podia concebir clue

celLos, hubieran qucrido dctener a alguien y no to hi-cicran pot no encontraric... Y en qué cabcza cabe? Final-mente, se suavizô y me pregunté si tenla donde vivir. .Si no tienes sitio, quEdate aqul —me dijo—, dicen que at que cuida, to cuida Dios, aunque ahora nadic puede cui-dane ... s. Con ello infringio, de hecho, su principio de no intervención en la inquieta vida de nuestro pals, pero no me quede en su can porque ci recuerdo de los poiicias de gruesos rostros me impcdiria dormir y en su casa más que en otras.

413

Los trabajadores de la industrja textil

En mis vagabundeos nate con diversas personas y en todas panes me send rnás a gusto que en compaflia de los que eran considerados como la flor y la nata de la intelectuali-dad sovietica. Aunque tambien es cierto que tampoco ellos ansiaban mi presencia.

Después de la detcnción de Mandeistani me instalé en Strunino, un poblado textil pegado a Zagorsk. Conoci Ia existencia de ese poblado pot casuandad, cuando regresa-ba de Rostov Veliki donde pensé instalarme al principio. Durante ci primer dia de estancia alli, encontré a Efros. Cuando Ic conté que Mandelstam estaba detenido, se pu-so pálido: acababa de pasar varios meses en la cárcei inte-rior. Tal vez fuera Efros la ünica persona que en tiempos de Ezhov no sufrio más que una simple deportacion. Cuando Mandeistam, pocas semanas antes de su deten-don, supo que Efros saliO de la circel y se instaló en Ros-tov Veliki, exclamO admirado: aEI grande es Efros y no Rostov...., TambiCn yo confié en la sabiduria de Efros cuando me aconsejó que no me quedara en Rostov: .jVá-yase de aqul! Somos ya demasiados ... ,. En ci tren; duran-te ci viaje de regreso, entable conversaciOn con una mujer de edad; Ic dije que buscaba una habitación, que en Ros-tov no la habia encontrado. -. Me aconsejO que bajara en Strunino y me dio la dirección de unas buenas personas: El no bebia, no blasfemaba,.. Y, en el acto, afiadio: 'La madre de ella estuvo presa, te tendra Iástima ... .. La gente que viajaba en los trenes tenia mejor corazOn que los mos-covitas y siempre adivinaba qué pájaro era yo, aunque es-tábamos en primavera y yo no llevaba la pelliza.

Strunino está en la via fErrea de Yaroslavl, por donde pasaban los convoyes con los condenados. Yo abrigaba la demcnte esperanza de ver alguna yea por la ventanilla, es decir, por una rendija del vagOn-jaula ci rostro de Man-deistam,.. BajE en Strunino y me dirigi a la casa indicada. No tardE en establecer con éllos relaciones de amistad y les conté las razones que me obligaban a iveraneart a cien ki-lomaros de la capital, aunque ya Jo habian comprendido sin necesidad de explicaciones. Me alquilaron un zaguán por el cual nunca pasaba nadie. Cuando ernpezaron los

414

frios hicieron que me trasladase pot fuerza a su habita-don, apartindome on rincOn clue separaron con armarios y sibanas: .para que tengas como una especic de habita-dOn, puts tü no estis acostumbrada a vivir en una comu-na..'.

Pot ml propia experiencia puedo decir quc ci antisemi-tismo no existe en ci pueblo. Procede siempre de las aim-us. Jamis ocuité que era judia y en todas esas familias, obreras, koljosianas, pequeños empleados, me ban tratado siempre como una de Las suyas y nunca send nada seme-jante a lo clue se produjo en los ccntros de cnsehanza su-perior en ci periodo de la posguerra y que, dicho sea de paso, sigue produciendose en la actualidad. Lo mis terrible es la faIn de cultura y to un terreno asi se hallari sicmpre ci terreno abonado para el fascismo, para las for-mas bajas del nacionalismo y, en general, para el odio ha-cia todo lo intelectual. La tendencia antiinteiecwal es mis ampha y mis temiblc clue ci antisemitismo primitivo y se percibe constanteniente en todas las instituciones estatales sobrecargadas de personal en las cuales la gente defiende con furia so derecho a la incultura, proporcionada pot la ensefianza implantada to tiempos dc Stalin. Sus diplomas eran asimismo stalinistas. Es natural que se aferren a Jos privilegios que Its proporciona el diploma, pues de no set asi, no tendrian a dOnde it.

Desde Strunino viajaba a Moscü para mandar paquetes a Mandeistam y mis escasos recursos (a base de vender Ii-bros) no tardaron en desaparecer. Mis patrones se dieron cuenta de que no tenia nada que corner y compartlan con-migo so escaso alimento. Liamaban a Jos nabos, ccl tocino de Stalin.. La patrona me servia una jarrita de leche recién ordeflada y decia: .Bebe, que no vas a tener fuerzas para nada.. Tenla que vender casi toda La leche para poder comprar heno y no abusaban de ella. Yo Its trala del bos-que frambuesas y bayas. Me pasaba allI casi todo el dia y de regreso a casa, aminoraba ci paso: siempre tenia la sen-sación de que Mandeistam saidria a mi encuentro, puts It acababan de poner en hbertad. Me resuitaba imposible admitir que un .hombre fuera sacado de su casa y desapa-reciese simplemente exterminado... Creerlo resultaba im-posible, aunque nuestra mente lo sabia.

En otono se acabaron mis recursos y tuve que pensar en

415

ci trabajo. Mi patron era obrero textil, la patrona hija de una tejedora y de un tintorero. A ellos les disgustaba mucho la idea de que tuviese clue uncirme a ese Yugo, PC-to no habia ninguna otra salida y cuando en ci portOn de ía fâbrica Se anunciO que se admitla mano de obra, me co-loque en ci taller de hilar; cada obrera debia atender Va-rias máquinas y yo per las nochcs corria pot ci enorme taller, y cuidando de las máquinas murmuraba versos. Debia recordar todos los pocmas porque los papeles podlan set requisados y sus guardianes deshaccrse de ellos en un momento de pánico. Cosas semejantes me hablan ocurrido ya con personas excelentes y amantes de la litera-tura... La memoria era un medio complementarjo de con-servaciOn y debo confcsar clue me flue de gran utihdad en mi dificil misiOn. Las ocho horas de trabajo nocturno no sOlo se consagraban a las máquinas, sino tambien a Ia poesla

Para descansar, las mujeres sc refugiaban en los servi-cios. Alit se formaba un auténtico club, Pero tan pronto como aparecia con airc atareado aiguna muchacha komso-mola, que procuraba destacarse, se callahan y desapare-clan. .Ten cuidado con ésta., me prevenian las obreras. Pero cuando estaban solas y en confianza, me hacian buenos lavados de cerebro, explicindome cOmo Vivian, qué habian ganado y qué perdieron... 'Ames ci dia era largo, Pero las tejedoras podlan tomar su if; sabes cuán-us máquinas habia que atender?.... Fuc alit dondc me convencI de ía gran popularidad de Essenin, pues deiantc de ml mencionaban constantemente su nombre. Era un poeta con verdadcra leycnda popular, ía gcnte lo conside. raba como a uno de Ins suyos y lo querla...

Per las maflanas, al término de la jornada de trabajo, se ponian de inmediato en las colas de las tiendas, bien Para comprar telas o pan. Ames dc la guerra, ci percal era una mercancia compictamente deficitaria, escaseaba ci pan y la vida clue lievaban era de vcrdadcra miscria. Ahora esto se ha olvidado por completo y mis staiinistas de Pskov afir-man tenazmente quc antes de Ia guerra no habia necesi-dad de nada, clue tan sOlo ahora se conoce la miseria... La gente posee una memoria asombrosamcnte corta cuando quiere.

Fuc en Strunino, precisamente, donde aprendi la pa-labra 'stopiatniza.: todos me Ilarnaban A. Me trataban

416

bien, sobre todo los hombres entrados en afios. A veces a!-guno pasaba pot ci taller y me tendla una manzana 0 Ufl trozo de crnpanada: cCome, ayer mi mujer hizo una,. En ci comedor, durance ci descanso, me guardaban sitio yme aconsejaban: .Come pan, sin él no te hartaris.. Observa-ba esa actitud amistosa a cada paso, pero no era por m personalmentc, sino pot mi condicion de cstopiatniza*' entre clios no existla ninguna animosidad contra los inttf lectuales.

Una noche entraron en mi taller dos jôvenes muy ati% dados y desconectando las máquinas, me ordenaron les sP guiese a la sección del personal. El camino hacia esa Sec. ciôn, que sc cncontraba en ci patio, en un pabeli6n aisia-do, pasaba pot varios talleres. A mcdida clue los iba cm-zando, los obreros paraban sus miquinas y nos segulan. Al descender la escalera, tuve miedo de volver la cabeza porque sentla que me estaban despidiendo. Los obreros sablan quc desde la secciôn del personal, la genre era lie-vada con frecuencia a la GPU directamentc.

En la sección del personal tuvo lugar una conversación muy estüpida. Me preguntaron por qué no trabajaba de acuerdo con mi especialidad. Contesté clue no tenla nm-guna; qué motivo tenla para haberme instalado en Stmni-no. Respondi que no renia donde vivit.. .Es usted una mujer culta y sin embargo trabaja de obrera ... .. No tenla mIs que instrucción media y si era instruida no se debla a un diploma, sino a mi pertenencia a la intelectualidad; ellos lo hablan comprendido. (Por qué no trabaja en una escuela?., .No me admitirian sin un diploma.. 'Hay aqul algo que no concuerda. -. Sea sincera ... .. No acabé de comprender qué pretendian de ml, pero aquclia noche me dejaron marchar tal vez porque habia muchos obreros en el patio. Ames de quc me fuese me preguntaron si tra-bajaba en ci turno de la nodie al ella siguiente y me orde-naron que antes de iniciar el trabajo me pasase per la sec-ción dc personal. Induso firmé no sé qué papelito...

Aquella noche no volvl mãs al taller y me liii directa-mente a la casa. Mis patronos no dormian, alguien de la fabrica les contó quc me hablan lievado a la secciôn del personal.. Mi patrén sacO una pequefla botella de vodka,

de cuarto de litro, lleno tics vasos y dijo: •Bebamos y luego pensaremos lo que se debe hacer..

417

Cuando acabo ci turno de noche, a nuestra ventana se ftzeron acercando Ins obreros unos tras otros. Decian: •Márchatc* y ponian dincro en ci alfeizar. La patrona em-paquetó mis cosas y su marido con orros dos vecinos me lievaron a uno de los primeros trenes. Dc esta forma, esca-pé de la catástrofe gracias a personas que nohabian apren-dido aUn a set indiferernes. Si la sccción del personal no se disponia, al principio, a detenerme, despues de la des-pcdida que se me organizô, no habria sobrevivido como Cs natural...

Los habitantes de Strunino se compadeclan de nuestras desgracias y de nuestra vida de .cienkilometristass. Los convoyes con los detenidos sollan pant casi siempre pot la noche y put las maflanas los obreros de las fábricas texti-les, al cruzar las vIas, miraban acentamente al suelo en busca de alguna nota. Los detenidos consegulan, a veces, lanzar pot las vcntanillas atgun mensaje. El que lo en-contraba lo metia dentro de un sobre, copiaba la dircccion y Ia enyjaba. Dc este modo Ins familiares tenian noticias de su condenado. Y si ci tren se detenia de dia, cada uno procuraba lanzar alga de comida o tabaco en ci vagón a espaldas de Ins centinelas quc se paseaban pot el anden. Fue asI como ml patrona tiró la chocolatina. . - En Stninino fueron numerosas las detenciones y los habitantes anda-ban sombrios y taciturnos. Fue allI donde 01 par yea pri mera que a Stalin le liamaban en ci pueblo el cvirolento,. Cuando pregunté pot qué, me respondian: .No sabes que tuvo la viruela?... En ci Caucaso es una plaga cso. . Probablemente pot decirlo tambiEn In hubieran pasado mal, pero esa patabra se pronunciaba tan solo entrc Los .suyos.; sabian perfectamcnte quiénes eran Ins chivatos. Esta cs la ventaja que tienen los pequefios pueblos. No-sotros no conoclamos siempre, ni mucho menos, a nuestros chivatos.

En Saviélovo la gente era igualmente también docil a las leycs, pero su natural bondadoso Ics impedia someterse incondicionalmente a ellas. cLa revoluciOn rusa no es cruel —me dijo un dia Yakulov—, toda la crueldad fue absor-bida pot el Estado, se he a la Cheka..

En Rusia, al parecer, todo sucede en las alturas. El pueblo permanece callado, bien se somete pasivamente o con rebeldia; condena la crueldad, pero en ningün caso

418

data su aprobación a cualquier clase de actividad. No sé cómo se combinan estas facetas con tremendas revueltas y revoluciones. Puede comprenderse acaso?

Los Sbklovski

En Moscfl solo habia una casa abierta para nosotros, Los proscritos. Cuando no estaban en La casa ni Viktor ni Vasi-lisa, sailan corriendo a nuestro encuentro Ins fin05: Ia pe-queña Varia, con una chocolatina en la mario, la lar-guirucha Vasia, hija de Talia, hermana de Vasilisa, y Niki-ta, chiquillo de enérgicos ademanes, amante de la pesca y de la verdad. Nadic les habia explicado nada, pero cilos mismos sabian lo clue debian hacer. Los niños reflejan siemprc ci clima moral de La casa. Nos lievaban a La cocina —que servia de cornedor— nos daban de corner, de beber y nos consolaban con su infantil charla. Vasia tocaba la viola y le gustaba hablar del ültimo concierto oldo. En aquel entonces habia hecho sensación una sinfonia de Shostakovich y Shkiovski, tras escuchar atentarnente todas ]as opiniones, resurniO alegremente: •jShostakovich podrá con todos! ... . La época ansiaba una exacta distribuciOn de los puestos: a unos ci primero, a otros ci ifitirno, ci quién podia con quién... El Estado utilizaba ci vicjo siste-ma jerárquico y designaba a las personas que debian ocu-par los prirneros puestos. Dc esc modo Lébcdiev-Kumach, persona modestisima, segün cuentan, fue designado como ci poeta nrnero uno. Vasia tambien otorgaba ci primer puesto a Shostakovich. Mandclstarn sentia grandes deseos de c(Ir esa sinfonla, pero tcnha miedo de perder ci ükimo tren.

La conversaciOn con Varia era diferente. Nos rnostraba su libro escoiar en ci cual, por ordcn de la maestra, se re-cubrian con grueso papel las fotografias de Ins ilderes cal-dos en desgracia. Varia tenla grandes deseos de cubrir la forografIa de Semashko. cDc todas formas tcndrcrnos que taparlo, más vale hacerlo ahora, inrnediararncntc ... .. La rcdacción dc la Gran Enciclopedia Soviética enviaba una lisra de los arrlculos que deblan set recortados o borrados.

419

Viktor se dedicaba a ello. A cada nueva detencion, pasaba revista a los libros que tenia en La casa y volaban a La estu-fa las obras de los dirigentes represaliados. Pero en las nuevas casas donde no habia estufas, Di fogones, los Libros prohibidos, los diarios, las cartas y demas .literatura sub-versiva se cortaba con tijeras en menudos trocitos y se tira-ban por ci retrete. La gente sabia reaccionar debidamente.

Nikita, que, de los niAos, era el mãs silencioso, dejaba a vcces estupefacto a los adultos. Viktor me contô un dia que *1 y Paustovski visitaron a un famoso pajarero espe-cialista en enseñar a los canarios. A una schal suya, ci ca-nario salIa volando de la jaula, se posaba en una pértiga y empezaba a cantar. A otra senal del amo, se retiraba do-cilmcnte a so jaula. cigual quc un miembro de la UniOn de Escritores, apostillo Nikita y salio de la habitacion. Después de una salida asi, que a todos dejaba atOnitos, se rctiraba siempre a su habitacion en la cual vivian los pija-ros capturados pox él; Pero Nikita era su amigo y no se de-dicaba a amaestrarlos. Sabiamos ya cl ue los pájaros apren-den a cantar con Ins de so misma especie. En Kursk captu-raron a todos los famosos ruisefiores y los j6venes no tienen de quién aprender. Dc ese modo dcsaparecio la es-cuela de los ruisefiores de Kursk pot ci capricho de los hombres de enjaular a los mejores cantores.

Llegaba Vasilisa, sus ojos de un azul clarisimo parecian sonreir e inmediatamente comenzaba a trajinar. Encendia ci calentador del bano y nos sacaba ropa limpia. Luego nos obligaba a reposar. Viktor no sabla qué hater para distract a Mandelstam, alborotaba, Ic contaba las ültimas novedades... Ia avanzado el otoflo Ic consiguiO una pelli-za. Tenia una corta pelliza de pie] de perro que el aflo an-terior habia Ilevado el pobre Andronikoy, el hombre or-questa, Pero ya en aquel entonces empezaba a prosperar y tenia un abrigo digno de un escritor. Viktor Ic hizo tract la pelliza. Mandelstam fue solemnemente enfundado en ella a los sones de una martha de Beethoven quc silbaba Andronikov. ShkLovski lIege a pronunciar incluso un pe-quefto discurso: tPara que thdos vean que ha Ilegado en un tren y no bajo los topes,.,. Con anterioridad, Mandels-tam Ilevaba un abrigo amarillo de cuero, rarnbién regala-do. Y con el fue enviado al campo.

Cuando llamaban a la puerta nos escondian, bien en la

420

cocina, bien en La habiración de los niños, antes de abrir. Si ci recién ilegado era de confianza, nos ponian de inme-diato en libertad con exclamaciones de alegda, Pero si era Pavlenko o la vecina chivata, Lelia Povolotzkaia, la que quedo paralitica después de las rehabilitaciones, no salia-mos de nuestro escondrijo. No consiguieron sorprendernos ninguna vez y eso nos enorgullecia enormemente.

La casa de Jos Shklovski era ci ünico sitio donde nos sentiamos personas. Esa familia sabia cémo tratar a unos condenados. En la cocina se discutia en qué sitio debiathos pasar la noche, de qué forma podiamos asisrir a un concierto, donde conseguir dinero y, en general, qué hacer. Evitábamos pasar la noche en casa de los Shklovski porque habia porteras, ascensoristass, mujeres clue se encar-gan de La Limpieza. Esas mujeres pobres y mIseras servian a la policia desde tiempos inmemonales. No cobraban por su trabajo como informadoras, se trataba de una labor supLementaria. No recuerdo donde pasamos la noche, pe-ro al concierto fuimos pest a todo... Y la mujer encargada de la porteria cuando me vio sin Mandelstam, ya despues de su muerte, me preguntó por él. Le contestE quc habla muerto. La mujer suspirO: cY nosotras pensâbanios que usted setia la primera ... . Dc esto saquE dos conclusiones: la primera que nuestros rostros estaban marcados por la condena y, segunda, que no habla motives para remer a esas desgraciadas: también ellas tenlan corazón Esas mu-jeres que en aquel entonces me compadecian, no tardaron en ser llevadas al cementerio: morian como moscas con su ración de hambre; a partir de entonces siempre fui amiga de sus sucesoras y ellas jam-is inforrnaron a la policia de que en casa de los Shklovski dormia una persona no re-gistrada. Al regresar, después de las doce de la noche, cuando renlan que levantarse para abrirme la puerta, siempre Its dejaba en la mano veinte o rreinta kopeks, que era lo usual. Pero en 1937, ya no dábanios propinas, evitâbamos a los porteros y temiamos quedarnos en casa de Los Shklovski Para no comprometerles; nos calamos de fatiga, y corriamos sofocados de un lado Para otro, siempre apresurados.

Algunas veces, cuando no habla ninguna orra solución, nos quedábamos a dormir en su casa. Nos ponlan un colchOn en el sueio del dormitorio y una piel de cordero.

421

Desde ci séptimo piso no se ola, naturalmente, si se para-ba aigün coche delante de la casa, Pero cuando se ola su-bir el ascensor, los cuatro corriamos al pasillo y prestãba-mos oido: tGracias a Dios, se ha parado en ci piso de abajo!k o zGracias a Dios ha pasado de largo!.... Esa es-cucha del ascensor se repetia todas las noches indepen-dientemente de si nos quedábamos o no a dormir. Por suerte, Cl ascensor subia tans veces. Los escritores que tenian apartamentos en Ia casa vivian habitualmente en Peredelkino, Ilevaban un género de vida muy austero y sus hijos eran todavia pequeños. En los años de terror, no habia ninguna casa en el pats donde la gente no temblara, prestando oldo al susurro de los coches quc pasaban y al ruido del ascensor que subia. Incluso ahora, cuando duet-mo en casa de los Shklovsjcj ciemblo al ott de noche el ruido del ascensor... Pero esa visiôn de la gente a medic, vestir, encogida junto a Ia puerta escuchando el ruido del a.scensor Para saber donde se detiene, es inolvidable.

Mace poco tuve un sueño porque junto a 'a casa se de-tuvo un auto. Soflé que me despertaba Mandelstarn: CV1S tete. -. Esta vez vienen pot tb. Yo me resistia y ic dije: Basta ya. No pienso levantarme para it a su encuentro.

No me importa ... .. Y dandome 'a vuelta, me quedé dot-mida, esta vez sin sonar. Fue una rebelion psicológica. Aquello también era una forma de colaboracion: vienen para lievarte a la cârcel y tu te levantas voluntariamente de la cama y te vistes con manos temblorosas, Basta! Ya es-tamos hartos. Ni un solo Paso Para facilitarles la misión. Que nos Ileven en angarillas, que nos maten alli mismo, en 'a casa... iNo me da la gana de it voluntariamente!

Un dia de invierno decidimos que no debiamos abusar niás de la bondad de los Shklovski. TemIamos ponerles en situación dificil. Alguien podia denunciarnos y ellos no tardarian en •caer.... La sola idea de que podiamos set la causa de la perdicion de Shklovski y con el de toda su fa-milia nos horrorizaba. Les comunicamos solemnemente nuestra decision y pese a todas sus protestas estuvimos va-rios dias sin visitarles. El sentimiento de desamparu y sole-dad se agudiza en nosotros en progresión geométrica. Un dia que estábamos en casa de Bruni, Mandelstam no pudo resistir más y Ilamo a la casa de los Shklovski. Nenid ripi-damente —nos dijo Viktor—, Vasilisa os echa mucho de

422

menos, no está a gusto sin vosotros... P. Un cuarto de hora más tarde, liamibamos a la puerta de la can y Vasilisa nos recibió con a1egra y lágrimas. Y entonces comprendi que La ünica realidad en ci mundo eran los ojos azules de esta mujer. Lo mismo pienso ahora.

Debo precisar clue jamás cxciuI a Ajmitova, Pero en aquel entonces estaba lejos: Leningrado era inaccesible.

Manna Roseha

Un dia, cuando estibamos en can de los Shklovski, se presenté Sania Bernshtein (Ivich) y nos invitó a dorrnir en su can, en la cual saitaba una nifla diminuta, imitando a un conejito y su encantadora mujer, Niura, nos invitaba a tomar té y charlaba con nosotros. Sania, clue era un hombre deigado, fragil y mimado, no daba la impresiOn de set valiente, Pero marchaba tranquilamente por la calle como Si 00 pasara nada y dccia toda una serie de dispara-tes sobre La literatura como si nada ocurriese y €1 no estu-viese dispuesto a ocultar en su casa a los dos temibks de-lincuentes contra ci Estado clue éramos Mandelstam y yo. Con la misma tranquilidad guardo en su casa, en 1948, Ins manuscritos de Mandeistam clue tenia mi hermano y los conservó. Y su hermano, Serguéi Ignatievich Bcrnsh-tein habia cscondido en 1937-38 a otro criminal, a Vikrot Viadimirovich Vinogradov, lingilista, clue pot sus antcce-dentes penales tenia prohibido vivir en Moscü. Cuando ci asunto de Vinogradov se arrcgló y se it confiô, ya siendo academico, dirigir la hngiiIstica staliniana, se olvido de en pobre can y ni siquiera acudió al entierro de la mujer de Serguei Ignatievich, su hospitalaria anfitriona del aflo 1937.

Dc can de Shklovski ibarnos casi siempre a dormir a la casa de Natalia, la hermana de Vasilisa, que no se cansa de leer y clue eccuerda perfectamente hasta La fecha, cien-tos de poemas del siglo xix.

Natalia vivia en una habitacion de la antigua can de Ins Shklovski, situada en Marina Roscha en compania de su hija Vasia, la pequeña que estudiaba viola. Cuando

423

ibamos a dormir a su casa, Vasia se quedaba en la casa de sus dos y nosotros dormiamos en la habjtacion de Ia madre. En aquella misma casa, ocupaba otra habitacion jardzhiev y los hombres charlaban largo tiempo, hasta muy avanzada La nochc. En la casa de Jardzhiev pasé Jos primeros dIas que siguieron a La detencion dc Mandelstam y tambien despues de saber que habia muerto. Yacia co-mo una muerta y todo me daba Jo mismo; Jardzhiev coda unas salchichas y me obligaba a corner:ctomc, Nadie, es- ti calentito. o .Coma, Nadie, quc esto cuesta mucho. Jardzhicv, pese a su pobreza, procuraba hacerme volver a la vida con sus simpáticas bromas, las salchichas calientes y los caros bombot-ics. Fue ci unico amigo Lie! que Ajmátova Y yo tuvimos a Jo largo de los periodos más duros de nuestra vida. Un dia vi en su casa un retrato a lapiz hecho por Tatlin de Jlébnikov. Tatlin lo dibujo muchos años despues de su mucrte y parecia vivo, era exactamente igual a como yo lo recordaba cuando venia a corner con nosotros kasha a la casa de Guertzen y permanecla silen-cioso sin dejar de mover los labios. PensE, entonces, que tal vez tambien Mandelstam resucitarIa en algün dibujo y me sent! mejor. No se me ocurrió pensar que todos los pintores clue lo conoclan tendrian tiempo de morirse antes de atreverse a pintar su retrato. El pobre dibujo de Miklashevskj en la revista cMosjcva, no se parece en nada a Mandelstain. Los pintores jamás consegulan plasmar su imagen; en ]as fotos, por ci contrario, salia asombrosa-mente bien.

Mandelstam decia que Jardzhicv tenia un oldo perfecto para la poesla y pot ello insisti en que fuera encargado de prcparar Ia cdicion del libro que ya va para diez afios que no puede vet Ia luz en La •Biblioreca del Poeta,.

La semiderruida casita de madera de Marina Roscha se nos antojaba una fortaleza, pero para Ilegar a ella habia que recorrer una distancia respetabie. Dc casa de los Sh-klovski salianios juntamente con Natalia, pero ante la pot-tera desLilabamos por separ;do. Y despues Natalia tam-bién segula sola, saltaba al tranvia, nos esperaba en ]as pa-radas, cambiaba de transporte. Nosotros ibamos detras, sin perder de vista sus anchas espaldas. Eramos conspira-dores y pot eso no podiamos caminar juntos. En el caso de que Mandelstam fuera detenido en la calle —ya hablamos

424

oldo hablar de esa forma de arresto—, Natalia como tran-seunte casual nada tendria que vet con nosotros. Ni si-quiera Ic hubieran pedido los documentos. Podria coon-nuar tranquilamente —tranquilamente?— su camino y no habriamos comprometido la casa de los Shklovski Nuestra conspiraciOn era ridicula, pero todo eso teniamos que hacerlo per haber nacido en ci siglo xx. Scguianios a Natalia como hipnonizados por su balanceante andar. Siempre tenia un aspecto imperturbable y si no lograba-mos tomar el mismo tranvia clue ella, nos esperaba en la parada dondeteniamos quc transbordar o bien en la esta- ciOn final. Al vernos volvia a emprender la marcha y no-sotros dos, rendidos de cansancio, la segulamos. -. En su alejada vivienda jam5s encontrábamos a nadie, aunque tambiEn habia otros inquiiinos. Entrabamos de tal modo, que nadie sospechaba nuestra presencia. Para conseguirlo, Natalia debia abrir Ia puerta de su habitaciOn, mirar bien en torno suyo y ya luego dejarnos pasar. Sin embargo, su vecino, un tal Yaks, rambién de la UniOn de Escritores, no podia ignorar que en casa de Natalia dormia genre extra-ña. Debia de set persona detente, porque no nos denun-ciO. Per las mañanas, Yaks hablaba per telefono en ci pa-sillo y exigia de la Union de Escrirores materiales y dinero para arreglar su cubit quc nosotros considerábamos una fortaleza o el paraiso. Con este motive, Mandelstam componia pequeños poemas humoristicos. Habia dejado de escribir; en una vida como la que nosorros llevábamos los versos no surgen, pero de yea en cuando componia al-guna poesia humoristica que Shktovski odiaba no sé por qué. Le parecia clue los poemas humoristicos cran un mdi-cio de reblandecimiento cerebral por to mcnos. Y no pot-que la época no les fuera propicia, sino quc en general no Ic gustaban sus rimas, y todo en su conjunto... Los poe-mas humorisricos consnituyen una tradiciOn petershur-guesa; MoscU admitia solamente las parodias y Shklovski debiO olvidar su juventud pasada en Petersburgo.

Por las noches yo gritaba; aquel invierno mis gritos eran terribles, inhumanos, como si fucra un animal o un pájaro a quien ahogaran. Shklovski se burlaba de ml porque toda la genre en sueflos suele grirar 4 1 MamáI. y yo gritaba

1 Osipk' . Hasta la fecha asusto con ese grito a mis vecinos y también con ci color que tienen las palmas de mis ma-

425

nos: a partir de aquel aflo, en los momentos de inquietud se vuelven purpüreas. Pero Mandeistam conservaba obsti-nadamente su prescncia de ánimo y no dejaba de bro-meat.

A veces teniamos clue permanecer varios dias en Moscü per no haber conscguido dinero. El circulo dc los donan-tes era cada vcz mIs restringido. Esperábamos que Sh-klovski cobrara. Liegaba a su casa con dinero metido en todos los bolsilios y nos apartaba una pane de su botin. Entonces volviamos a la casa de Tatiana Vasiliévna a gastar ese dinero en las afueras de Kalinin, una ciudad que nada tenia que ver con nosotros.

El cémplice

En otoflo de 1937, Katáiev y Shklovski decidieron que Mandeistam tenia que vet a Fadéiev; todavia no era ci presidente de la Union de Escritores, Pero tenia una gran influencia. Mejor dicho, estaba a punto de serb. Creo re-cordar que ci encuentro se celebro en casa de Katiiev. Mande!stam recitó sus poeslas. Fadéiev se emocionO: era muy emotivo. AbrazO a Mandeistam con ligrimas en Jos Ojos (a1 parecer no estaba ebrio) y Ic dijo todo cuanto corresponde decir a una persona sensible. Yo no asisti a ese encuentro: Ic esperaba unos cuantos pisos encima, en casa de los Shklovski. Mandelstam y Viktor regresaron contentos. Sc fueron antes, Para que Katáiev tuviera tiem-p0 de predisponer a Fadeiev. Poco despues de ello, Pa-déiev fue a Tiflis en compañia de Erenburg, creo que Para una conmemoracion de Rustaveli y be dijo clue intentaria que se publicase una selecciOn de poemas de Mandelstain. Pero no se hizo. Tal vez no se !o caconsejaron.. Esta era una simpitica fOrmu!a que se daba en nuestro pals. La persona a quien sc Ic pidc permiso Para hacer algo, frunce ci cello y dice: cSi usted quiere y bajo su responsabilidad ... .. El cello fruncido equivale a una nega-tiva, Pero se salvan ']as apariencias., el 'no* fatal no se pronuncia y la renuncia a hacerlo viene a set una 4iniciati-va de la base., todo muy democrático... Ningün regimen,

426

a excepciOn del nuestro, ha conocido esos delicadisirnos matices de direcciOn burocratica, ya que, además de todas sus virtudes propias, se disungula per una hipocrcsIa sin precedentes. Asi, pues, decidimos clue a Fadeiev no se In aconsejaron, pert) lo ms probable es que no In hubiera

preguntado siquiera, para 4no verse complicadob... Esto es In más probable. Sin embargo, cuando se cncontrO con Mandeistam a finales del invierno de 1937-38 en la UniOn de Escritores, Sc ofreciO para averiguar In que pensaban ten las alturas.. Pasados unos Was debtamos volver a la UniOn de Escritores por La respuesta o La informaciOn.

Con gran sorpresa nuestra, Fadéiev no nos engafiO y se presentO en el Wa y en la hera fijada. Salimos juntos y to-mamos asiento en su coche. Se ofreciO a Ilevarnos a donde quisiérainos a fin de charlar per el camino. FadEiev tome asiento junto al chofer y nosotros Thames detras. Sc volvia hacia nosorros y nos dijo quc habia hablado con Andreicv, pete clue no consiguiO nada; Andréiev le dijo categOrica-mente que no cabia ni hablar de ningün trabajo pan Mandelstam. tUna negativa rotunda., dijo Fadéicv. Se IC vela disgustado y confuse. Mandelstam tratO, incluso, dc consolarle. d3ueno, ya nos arregLaremos de algün modo..... Teniamos ya en ci bolsillo La reserva de dos pla-zas para dos meses de estancia —los dos— en La Casa de Descanso de Samatija; nos las habia dado Stavski, quien dias antes habia recibido incsperadamcnte a Mandelstam, proponiendole 4un descanso en lugar saludabie* en espera de la decision respecto a sus posibilidades de trabajo. Esta merced del destine nos hizo concebir grandes esperanzas y el fracaso de Fadeiev no nos disgustO gran con. Cuando le contamos esa novedad, pareciO irritarse: .A una Casa dc Descanso?. -. DOnde? fQuién se las proporcionO?.. DOnde está eso?... ,Por qué no se Las dieron en una casa

de la Union de Escritores?.. Mandelstam Ic cxplicO que la UniOn de Escritores no tenia casas de descanso en la zona que nos estaba permitida, o sea, a cien kilOmetros de las ciudades prohibidas. .Y Malevka?., preguntO Fadéiev. No teniamos ni idea de la existencia de Malevka y €1, de repente, die marcha atrás. CES una casucha que cedieron a Ia UniOn de Escritores... Seguramente esta en reparaciOn ... .. Mandelstam opinO que no considerarlan oportuno, probablemente, enviarle a una casa de la Union

427

de Escritores antes de clue se resoivicra su problema. Fa-déiev aceptO csa expiicacion de buen grado. Sc le vela in-quieto y disgustado. Ahora, al analizar ci pasado, me doy cuenta de lo que pensaba. Los acontecimientos que €1 te-mia estaban más prOximos y habla comprendido la técnica de su realizaciOn. Ni la persona más curtida puede mirar esas costs de frente y Fadéiey era un hombre sensible.

El coche se detuvo en ci barrio de Khaigorod. No re-cuerdo por qué au; tal vez estuviera en esa direcciOn ci negociado de Ins sanatorios y tuviéramos clue comunicar ci dia clue pensábanios salir Para clue nos enviasen un coche a la estaciOn Cherusti, en Ia ilnea férrea de Murom. Dc all! a Samatija, habla unos veinticinco kiiOmetros.

Fadéiev bajO del coche y besO a Mandelstam al despe-dirse de él. Este Ic prometiO clue a su regreso irla a verle. .Si, 51, sin faltal., dijo Fadeiev y nos separamos Nos tur-bo su solemne despedida, su cnigmática y cxtrafla tristeza. jQue Ic pasaba? Pero, imuchas eran its costs clue le podlan pasar a un hombre entonces! Habia penas de sobra...

Deslumbrados por nuestro primer hito desde que cstá-bamos en Moscü —la Union de Escritores empezaba a ocuparse de nosotros y nos mandaba a un sanatorio— no pensamos siquicra que el aire taciturno de Fadeiev pu-diera estar relacionado de algun modo con ci destino de Mandelstam y con la respuesta de Andréiev que, en reali-dad, cquivalIa a una terrible condena. Fadeicv, hombre ducho en estas cuestiones, muy entero en los asuntos del partido, tuvo quc habcrlo comprendido. Y, por qué, dicho sea de paso, no tuvo miedo de hablar delante del chOfer? Eso no lo hacia nadie. Teniendo en cuenta nuestro sistema de vigilancia, todos los chOferes de las personali-dades destacadas informaban obligatoriamente a quicn co-rrespondia de todos sus actos y palabras. Supe, por ca-sualidad, que Surkov, cuando se hizo cargo de la Union de Escritores, ya después de la muerte de Stalin, heredó ci coche de Fadeicv y su chOfcr. Lo.priniero clue hizo, vaiién-dose de un simple pretexto, flue renunciar ai cochc (es viejo y cstã en mal estado) y también al chOfer. Al parecer quiso evitar en los nuevos tiempos set constantemcnte Cs-piado.

Cabe suponcr que Fadéiev tuviese una fe tan ciega en

428

su inmunidad que desdeñaba Las corejas del Estado. en su cochc? ?O bien ya se habla mostrado conforme con ci des-tino quc se Ic deparaba a Mandeistam y pot cso podia mi-tar de frente a su chafer at hablar con un paria? Liuba Erenburg me dijo que Fadéiev era hombre frio y cruel, co-sa muy compatible con La emotividad y ci arte de soltar unas lagrimitas en ci momcnto oportuno. Me dijo tam-bien quc estO se habla manifestado con excepcionai clan-dad en ci momento de la represiôn contra los escritores judlos. También entonces hubo besos, despedidas con !âgrimas y la aprobaciôn Para su dctcnción y cxterminio. Con la particularidad dc Clue Mandelstam era un extraflo para. Fadeiev, mientras clue los otros se contaban entre sus amigos... Pero entonccs, ajenos at mundo burocrático dc nucstro irrational pals, no comprcndiamos, en genera!, Ia duplicidad. i Para qué diabLos la necesitaba un cscritor incLuso Si ocupa Un cargo en la organización!... No éramos conscicntes aün de toda la profundidad de su degenera-ción. No sospechábamos siquicra Clue en ci proceso del cx-terminio humano estaban incluidos como compliccs Los dirigentcs de todas la organizacioncs y Clue ellos deblan estampar su firma al pie dc las listas de los detenidos. Crco, sin embargo, Clue en 1938, csa función Ic corrcspon-dla a Stavski y no a Fadéicv. Asi to dicen, pot to menus. El pasado siguc sicndo mistenioso y hasta la fecha no sabe-mos to quc hacian con nosotros.

No habia pasado ni un aflo desde cse encucntro, cuan-do Fadéicv, celebrando en su casa las concesiones de las primeras condccoraciones a los cscritores, se entcró de la mucne dc Mandelstam. Bcbiô pot su eterno descanso y dijo: 4 1 Hemos Perdido a un gran poetal ' . Traducido at idioma soviético eso significa: cdondc pan se come, caen migajas.

La histonia de nuestras reLaciones con Fadfiev no acaba aqul. Poco antes del fin de La gucrra, subIa en el ascensor a la casa de los Shklovski y me cncontré con Fadéiev dctths dc ml, cuando ya me disponia a pulsar el botón; la porte-ra me avisO Clue esperase, Clue vcnia alguien más... Al entrar, no me saLudó. Como cstaba acostumbrada a ello, me volvi simplemcnte para no poncr en aprieto a la perso-na que no querla reconocenme. Pero tan pronto como ci ascensor empczô a subir, Fadéiev se inclinó hacia ml y me

429

susurrO que la sentencia contra Mandeistam la habia fir-mado Andreiev. Mejor dicho, eso fuc lo que comprendi. La frase que me dijo era, mãs o menos, asi: 'Lo de Osip Emiliévich se Jo encargaron a Andreicv.. El ascensor se de-tuvo y Fadeiev saliO... En aquel entonces no conocia la existencia del tribunal de tres miembros qu decidia c destino de los condenados, pensaba clue era de la incum-bencia exclusiva de Ins organismos de seguridad; pot ello quede desorientada: equE tenia quc vet Andreicv con to-do eso? Ademas note que Fadeiev estaba algo bebido.

,Por qué me hablO? Era verdad In que me dijo? Es po-sible que se hubiera formado una asociaciOn de ideas en su mente bajo el efecto de la bebida: recordo la conversa-ciOn mantenida en el coche y el recuerdo de Mandeistam se unió al de Andréiev. Tampoco esta excluida la posibili-dad de que me hubiera dicho la verdad. Pot la carta del suicida cit Tashkent se que Andreiev era uno de Ins diii-gentes de la politica terrorista staliniana y quc habia ido a Tashkent pan instruir a los chequistas sobre la .forma de actuar en la nueva etapa., o sea, Jo que significaba la or-den de proceder a Ins .interrogatorios simplificados..

Ademas, ,qué importancia tienc Ia firma? En aquellos ahos cualquiera estaba dispuesto a estampar su nombre bajo no importa qué documcnto y no solo porquc al que se negaba se Ic enviaba de inmediato al otto mundo. La potencia de nuestra organizaciOn era tan grande que per-sonas semejantes a nosotros, con tojos hundidos en el crá-neo., destrozaban a sus semejantes, borraban sus huellas, justificando todos sus actos pot la .neccsidad histOricai.. La matanza de San Bartolomé duro solo una noche y aunque los heroes que entonces vertieron sangre humana se va-nagloriaron quizás de su acciOn hasta el fin de sus dias, csa matanza quedO para siempre en la memoria dc la hu-manidad. Los principios humanitarios del siglo xix, aun-que mal argumentados y causantes de muchos errores pot eso mismo, ban impregnado la conciencia de los hombres. Sicmprc habrá asesinos a sueldo, pero los vicjos revolu-cionarios, educados en las ideas humanisticas del si-glo xix, que amaban indudablemente al género humano, quc en aras del bienestar comün sacrificaron su juventud, qué sentian al participar en esa .necesidad histOrica.?

jSerá posible que la gente no aprenda en nuestro ejemplo

430

quc no se pueden transgredir las .leyes de la humanidad?.

No estoy segura de nada y nada sE, Pero creo que ya en-

tonces, en ci coche, Fadeiev sabia ci destino que Ic espera-ba a su interlocutor. Mu An, habia comprendido de in-mediato clue no Ic enviaban sin motivo a un sanatorio clue no pertenecia a la Union de Escritores.

La señonta que mama envió a descansar a Samatija

Todo marchaba sobre ruedas. Salimos en la estaciOn de Cherusti y ya nos esperaba un largo trineo provisto de pieles de cordero pan que no pasáramos Mo. Era un fenO-meno tan extrafto en nuestras vidas quc las cosas trans-currieran sin dificultades, que nuestra sorpresa fuc muy grande: tenian que haber recibido Ordenes muy severas Para que todo funcionara tan bien y no se olvidaran de mandarnos ci trinco. Decidimos quc se nos trataba como a unos huCspedes de honor... Era un mes de matzo bas-tantc frjo y sentiamos crujir los pinos en el bosque. La nieve tenia mucha' profundidad y durance los primeros dias pudimos esquiar. Como todos los aiumnos del Insti-tuto Tenishev, Mandelstam esquiaba y patinaba muy bien, En Sarnatija ir en trineo costaba menus esfuerzo clue it a pie y además no habia que alejarse dc la casa. Nos dieron inmediatantente una habitaciOci Para dos en la casa comUn, Pero como habia all1 rnucho ruido nos traslada-ron, a nuestro primer ruego, a una pequena .isba. que set-via habitualmente de salon de lectura. El medico de la casa nos dijo que le habian advertido de nuestra Ilegada, indicandole que nos instalara en las mejores condiciones y que pot ello habia decidido cerrar temporalniente la biblioteca, a fin de que pudiéramos descansar tianquila-mente. Durante nuestra estancia en Samatija, Ilarnaron varias veces de la UniOn de Escritores, Para inreresarse por la salud de Mandelstam; ci medico nos hablO de esas Ha-madas con cierta sorpresa. Debia creer que tcnia en la casa a un personaje importante. Pero nosotros nos reafirmaba-

431

mos en nuestra creencia de que se habia producido un cambio y que cmpezaban a preocuparse por nosotros, No era, acaso, un milagro? IJamaban, advertian, se interesa-ban, ordenaban que se .nos crcascn ]as mejores condicio-nes, como si fuésemos unas personas auténticas... J is habia ocurrido nada semejante... -

La genre que descansaba en Cl sanatorio era tranquiia, casi todos cran obreros procedentes de diversas fibricas. Como siempre ocurre en csos sitios, se dedicaban a sus temporales aventuras amorosas y no nos hacian ci menor caso. Nos atosigaba Unicamente ci tanimador., cmpeuado en organizar una velada iitcraria a base de las poeslas de Mandeistam. Conseguimos quc nos dejara en Paz dicien-dole que sus poeslas estaban prohibidas pot ahora y que para organizar esa velada se necesiraba un permiso de la Union de Escritores. Lo comprendio en ci acto y nos dejo en Paz. Nos aburriamos bastante, ciaro csta. Mandeistam trajo consigo iibros de Dante, Jlébnikov, un volumen de Pushkin y otto de Shevchenko que en ci ültimo instante Ic rcgaiO Boris Lapin. Mandeistam intentó varias veces ilegar a la dudad, Pero ci medico Ic decia que no habla sftio ni en ci trinco ni en ci camión. Era imposibie conseguir ca-baflos particulates porque casi no habla aideas en los aire-dcdores y los pocos caballos que habla pertenecian, ark-mis, al koijos. cNo habrcmos caldo en una trampa?., me pregunto un dia Mandeistam después de una de las nega-tivas del doctor a ilevarnos a la estaciOn, pew no tardo en olvidarse de lo dicho. Pese a todo, en Samatija vivIamos bien, tranquiios, y crelamos que lo malo pertenecIa al pa-sado: fue la misina Union de Escritores la quc nos propor-cionó las plazas ,

n a los dos!, y ordcnado quc cse nos crca-

sen ]as condicioes debidas,. A principios de abril —todavia viviamos en la casa prin-

cipal, es dccii, durante Jos primeros dias dc nuestra estan-cia all!—, llego a Samatija una señorita de aspecto muy intcicctual. Sc accrcó a Mandeistam y Ic dijo que conocia a Kaverin y a Tynianov y citó aigtn que otto nombre de personas muy decentes. La sefiorita, scgün nos dijo, tarn-bien tenia antccedentcs y por csc motivo sus padres tu-vieron que pagarie la estancia en Samatija, lugar muy de-mocritico a ciento cinco kilOmetros. -. Qué se Ic iba a ha-cer! Le dijimos quc lo sentlamos mucho y manifestarnos

432

nuestro asombro de que tan joven como era habia tenido tiempo de cumplir una condena de cinco años... Pero co-sas asI ocurrian en la tiara... La señorita nos visitaba con frecuencia, sobre todo cuando nos trasladamos al salon de lectura... iSe estaba tan bien all!!... La señorita habiaba sin cesar de su papa y de su mama, de cOmo su papa la IlevO en brazes cuando se puso enferma hasta Ia misma sa-Ia de la cllnica (a qué papa Ic dcjan entrar en la sala?), de !o sedosa que tenian la piel los gatos de !a casa y cOmo les gustaba estar sentados en las rodillas de papa, qué am-biente de noble serenidad sc respiraba en su casa... Nos hablaba dc lo pequeflos quc tenia los pies y Las manes, distintivo de La nobleza de su otigen... Y, de pronto, en medic, de todas esas tonterias mencionO al juez de instruc-ciOn y de cOmo le exigia quc !e dijese ci nombrc del autor de unos poemas, Pero ella se ncgó categOricamente y cayO desmayada: .Que poemas eran esos? —preguntO Man-delstam—. Qué tienen quc vet con su case?,. A esta pre-gunta, nuestra nueva amiga balbuccO que durantc ci re-gistro habian encontrado en el caOn de su mesa de escri-torio unas poesias prohibidas, Pero quc ella no descubriO a so autor... En otra ocasión insis;iO en saber quiEn se in-teresaba por !a poesia de Mandclstam, quién guardaba sus poemas... Mindeistam, enfadado, respondio: 4Alexei To!stOi.. Sin embargo, al principio no vio las cosas clans y Ic recite, incluso, algün clue otto poema (creo quc uno de ellos fue cLas desgarradas BahIas Redondas.). La señorita puso ci grito en el cielo: cICómo se atreviO a escribir aigo semejante!. y !uego Ic pidiO una copia... ReñI a Mandels-tam de que per puro aburrimiento se olvidara de !as cir-cunstancias. •Qué tonterias dices! lEs amiga de Kaverin ... .. La vida confortable del sanatono y el aburri-miento Ic disponlan a escuchar incluso las historias de cpa-pa y de mama.. Más tarde or tantas historias semejantes acerca dc papa y mami y demas idilios fami!iares de boca de Larisa Ia hija del suicida de Tashkent, y de otrãs disci-pulas mias de identico origen, que se me ocurriO pensar que en aquel medio eso debia de considerarse come mdi-do de inte!ectualidad.

La señorita se fuc dos o ties dIas antes del primero de mayo. Se disponla a pasar en Samatija dos meses, Pero su papa la lIamo inesperadamente por teléfono y Ic dio per-

433

miso pan regresar a Moscü. Se Jo permitiO 0 SC Jo Ptopu-so, no Jo cntendjmos bien. Marcho a la cstaciOn en ci ca-miOn y con ella se fue ci animador y uno de los quc aqul descansaban a quien encargaron hacer unas compras para ía fiesta. Nosotros Ic pedimos que nos trajese cigar los, porque los del kiosko local cran muy malos: Man stam sentia grandes deseos de fugarse a Moscu para las lestas: prevelamos borracheras y cantidades ingentes de diver-siones y cánricos conies, Pero ci director Sc opuso: en ci viaje de vuelta, ci camiOn vendria lieno y no habria sitio,.. El hombre a quien encargamos los cigarrillos se entreruvo en Cherusri y consiguió volver a duras penas en carros de campesinos. Nos contO que la señorita organizO la gran juerga en Cherusri con ci animador y ci chOfer. Se em-borracharon e hicieron tantas barbaridades que ese hombre, testigo involuntarjo de su francachela no sabia cOmo escapar. Le sorprendie que ci jefe de la estaciOn no se hubjera enfadado con ellos, sino que hubiera puesto, incluso, a su disposicion la habiracion destinada a los ni- fibs al primer ruego de la señorita... Al dia siguienre con-tinuó la juerga y nuestro conocido resolvio no esperar al chofer y emprender la vuelta a sus propios riesgos. Des-puS de sus reiaros sobrc ci papa y la mama, ran refinados y cuitos, la elecciOn de sus compafleros de francachcia nos parcciO un ranto extrafia. çNo seria una sopiona?., dije. •jQuC más da! —me rcspondio_. Yo no les hago falta ahora. Ya paso todo.... Nada podia hacernos creer clue nuestros males no estuviesen en comisiOn de servicio y que ci medico habla recibido la orden de no dejar salir a Man-deistam de Samatija. Y, mientras tanto, en MoscG se dcci-dIa su destino.

Pümero de mayo

Sc aproximaba ci Primero de Mayo y rodo ci sanatorio se adornaba, se aseaba, disponiendosc a Ia fiesta. La genre trataba de adivinar ci menu de aquel dia y corria ci rumor de que ya habian encargado los heiados. Mandeistam anhelaba escaparse y yo procuraba apaciguarlo: no era cosa

434

de it andando a la cstaciôn. Aguanta, Ic decIa, dos dIas mIs y luego todo volveri a la normalidad.

En uno de Ins ultimos dias de abril, cuando Mandels-tarn y yo nos diriglamos at comedor que se encontraba en una barraca aislada y próxima at edificio central, vimos junto a la casa del medico-jefe dos autos. Los turismos ifos asusraban siempre y to mismo nos ocurrió esta vez. Junco at comedor, encontrarnos at medico con dos recién llcga-dos. Pot su aspecto se distingulan notablemente de los ha-bitantes de la casa: fuertes, bien nutridos, cuidados...' Uno Ilevaba uniforme militar y el otro iba de paisano. Fran, evidenternente, unos dirigentes, Pero no se parecian en nada a los secretaries regionales del partido clue tuvi-mos ocasión de conocer. .Es una cornision., pensé. cNo vendrin a comprobar si estOy aqul? —dijo de pronto Mandelstam—. dTe fijaste en cómo me ha mirado?.. En efecto, uno de Ins lLegados, el que iba de paisano,volviô la cabeza y nos mirô fijarnente; Luego Ic dijo algo at medi-co. Pero to olvidamos todo en seguida. Era mucho mis natural suponer que se trataba de una comisión regional que comprobaba la preparación de la fiesta del Primero de Mayo en ci sanatorio. En una vida corno la nuestra habia quc luchar constantemente contra los accesos de miedo cuando los indicios de La inminente catastrofe, a veces rca-les, otras imaginarios, se van acumulando. Pero la bus-queda de Ins indicios nos Ilevaba involuntariarnente at borde de La enfermedad psiquica. Procuribamos combatir ese iniedo, Pero era inütil. Y los accesos de terror mortal alternaban con orros de inconsciencia y hablibamos con los soplones de turno como si fuéramos amigos.

El jolgorio duró todo el dila del primero de mayo. Per-maneclamos metidos en nuestra habitaciôn y solo saliamos a Las horas de corner, pero hasta nosotros llegaban las vo-ces, las canciones y los ecos de las querellas. BuscO nuestra tranquila compahia la obrera de una fibrica textil prOxima a Moscü clue pasaba all1 sus vacaciones Nos contaba cosas de su vida, Mandelstam brorneaba y yo tenia verdadero pinico de que él dijera algo de mis y ella fuera corriendo a denunciarle. Nos hablO de las detenciones hechas en su pueblo, de que uno de los dctenidos era buena persona, que siernpre se mostrO muy atento con los obteros. Man-delstam le hizo muchas preguntas... Cuando ella se fue,

435

Ic hice infinidad de reproches: .Por qué tienes que hablar? Quien te tira de la lengua?..... Me aseguró que no lo volverla a hacer, que se corregiria sin faita y no diria ni una sola palabra de más con la gente desconocida... Y mi respuesta no pude olvidarla jamás: cArnes d ue te corrijas, te dara tiempo de it a Siberia..,.

Aquella noche soflé con iconos. Era de mal augurio. Desperte ilorando y Ilamé a Mandelstam. .De qué pock-mos tener miedo ahora? —me dijo—. Lo malo ya pasO ... .. Y nos dormimos de nuevo... Jamás habia sonado con iconos ni antes ni cicspués, no formaban pane de nuestra vida y los antiguos, pie nos gustaban, eran Para nosotros cuadros en tablas empastadas.

Nos despertO a la mañana siguiente una delicada llama-da en la puerta. Era muy temprano. Mandeistam se levan-to Para abrir. Entraron ties hombres en Ia habitacion: dos militates y ci medico jefe. Mandelstam comenzO a vestir-se; yo me eché encima una bata y me quede sentada en La carna. .Sabes de cuándo es la fecha en la orden de aries-to? —me dijo Mandelstam—. Dc hace una sernana,. •jQué quicre! —dijo uno de los militates—. jEstamos sobrecargados de trabajo!.. -. Sc lamento de que la gente se divirtiera los dias de fiesta mientras que ellos tenian que trabajar. Les costO mucho trabajo conseguir on ca-miOn en Cherusti, no habla nadie... Cuando volvi en ml, comencé a recoger sus cosas y oi la frase habitual: Para qué it da tantas costs? Cree que lo vamos a tener mucho tiempo con nosotros? Le haran unas cuantas preguntas y Ic dejarin que sc vaya.....

No hubo registro: volcaron sirnplemente la maleta y lo metieron todo en un saco ya preparado Para ello. Eso fue todo... Dije de pronto: Mi direcciOn en Moscü, caile Naschikinski, nuestros papeles están aliL En aquella direc-ción ya no habla nada, pew quise desviar so atenciOn de Kalinin que es donde estaba La cesta con los manuscritos: •Qué faita nos hacen sus papeles?., me respondiO pacIfi-camente ci militar y dirigiendose a Mandeistam Ic dijo que lo siguiera •Acompiñame en el camiOn hasta Che-rusS, pidio Mandelstam. .No se puede., dijo el militar y se fueron. Todo esto durO unos veinte minutos o, tal yea, menos.

El medico jefe se fue con ellos. 01 ci ruido del camiOn

436

en el patio. Segula sentada en la cama sin moverme, ni si-quiera eerie la puerta Eras eiios. Sc fueron y el medico regresO a nuestra habitaciOn. gLos tiempos son as! —me dijo—, no desespere, tal vez se arregk todo ... . Y anadie la frase habitual de que debla hater acopio de fuerzas, que me harlan falta. - Le pregunté pot los visitantes del dia anterior, Me contesto que eran funcionarios del centro regional del partido, que le hahian pedido, entre 01125 Co. sas, la lista de las personas que all! descansaban. .zPero ni siquiera pensé en ustedes., dijo. No era la primera yea que venlan a detener a personas que estaban en la casa de descanso. En otra ocasiOn tambith vinieron en la vispera Para comprobar las listas y otra yea Se limitaron a pregun-tar pot telefono quién de los que alil descansaban no esta-ha en aquellos momentos... El gran plan de exterminio renla su propia técnica: para detener a una persona habla que encontrarla en ci sitio. El medico jefe era un viejo co-munista y buena persona. Se habia apartado del munda-nal ruido Para recluirse en un modesto sanatorio y el solo dirigla toda la economla y curaba a la genre. Sin embargo, la vida irrumpla en su retiro y no podia evirarla de ningün modo.

Al dia siguiente vino corriendo La obrera textil, aquella misma que tanto me habla asustado en la vispera. Se echO a Ilorar e insult6 con las peores palabras a esos hijos de perra. Para poder Ilegar a Moscü, tuve que vender algunas cosas. El poco dinero que tenlamos se lo di a Mandelstam. La tejedora me ayudo a venderlas y a hacer La maleta. Tu-ye que esperar largo tiempo La tartana que me Ilevara a la estación. Iba en compania de un ingeniero que habla ido al sanatorio Para visitar a su padre que all! descansaba. El medico se despidiO de ml en la habitaciOn y la rejedora sa-hO a la calle pan decirme adiOs. Cuando dabamos tumbos en la tartana, el ingeniero me dijo que tenla dos herma-nos y los tres trabajaban en la industria del automOvil, de forma que si cam uno, los otros dos no dejarlan de caer. Cuando se colocaron eran jOvenes y no pensaban que habla que set precavidos y mantenerse lejos los unos de los otros... iMenuda pena tendria su padre!... iY yo pensaba que el era un chequista encargado de Ilevarme a Lubian-ka Aunque eso me daba igual.

Mandelstam y yo nos conocimos el primero de mayo de

437

1919; me contó que los bolcheviques hablan rcspondido al asesinato de Uritzki con una &hccatombc de cadavercsx. Nos separamos en mayo dc 1938. No tuvi-mos tiempo de decirnos nada: nos interrumpieron a me-dia palabra y no nos dejaron despedirnos.

Una vez en Moscu, fui a Ia can de mi hermano y dije: ,Se han Ilevado a Osip.. El corriô Para avisar a Jos Sh-ldovski y yo me dirigi a Kalinin para recoger Ia cesta con Jos manuscritos, dejada en la casa de Tatiana Vasilievna. Si me hubiera entretenido aunquc sélo fuera unos dIas, ci contenido de la cesta habria ido a parar dentro de un saco y llevado en el ccuervo.. En aquellos dIas habria preferido el ccuervo a mi aM Ilamada vida libre. Pero, qué seth de los vcrsos? Cuando veo los libros de los Asagon de este mundo, poetas que pretenden ayudar a su pals y ense-flaries a vivir como nosotros, pienso clue dcbo habiar de mi experiencia. En nombre de qué ideal, propiamente dicho, habia que enviar esos interminabies convoycs de presos al Extremo Oriente y entre ellos al hombre que yo amaba? Mandelstam decia siempre que en nucstro pals no cfallaban, en las detenciones: no solo destrulan al hombre, sino también su pensamiento.

A/isa Gugovna

Un dia cayO en mis manos un tibro sobre las especies cx-tinguidas de pájaros y comprendI de pronto que todos mis amigos y conocidos eran precisamente eso: especies extin-guidas y volátiles. Ensehe a Mandelstam una ilustracion del libro que representaba a una pareja de papagayos de una especie ya desaparecida y adivino de inmediato quc se trataba de nosotros. Acabé por perder ese hbro, Pero la analogla me hizo comprender muchas cosas. La ünico que entonces no sabia es que los pájaros poscen extraordinaria vitalidad, mientras que los cuervos se distinguen por su poca resistencia para la vida.

El difunto Dmitri SerguEievich Usov consideraba quc Mandelstam era mãs asirio que judlo. .Por qué?, pre-gunté yo. Me exphcO quc en ]as estrofas: •Los soles de los girasoles arnenazantes se vuelven y te miran a los ojos'

438

habia matices asirios, .Por eso desenmascaró tan facilmen-te al Asirio, anadió Usov.

Barbudo, respirando con dificultad, cn estado casi sal-vajc come, Mandeistam, y como el sin tenet miedo a nadie y asustado pot todo, Usov me ilamô

Para despedirme cuando se mona en un hospital de Tashkent, pero yo lie-gué tarde. Espero quc me Jo habrá perdonado, puts dulci-fiqué SUS Ultimos dIas recitandole los poemas de Mandels-tam a quien qucria entrañablemente. Cuando Misha Zen-kevich viajaba pot el canal, ci forzado Usov se habia gana-do ya su angina de pecho. Estaba incluido en ci sumario de los .Iinguistas., causa que auguraba muchos fusila-mientos- Su condena fue mitigada gracias a la intcrven-ciOn de Romain Rolland. Dunante La guerra, algunos un-güistas recobraron su libentad después de habcn pasado cinco ailos en ci campo, y fueron a vivir at Asia Central donde estaban deportadas sus esposas. Esos hombres; que ya tenian más de cuarenta afios, monian uno tras otto a causa de las enfermedades contraidas en Jos campos. Entre ellos mi amigo Usov. En cada una de las causas de este ii-p0, tanto si se trataba dc historiadores, como de linguistas o crkicos de ante, se destrula sistcmáticamente una particula de intçlecto, de ideas y fuerza espiritual, que pertenecia al pueblo.

Alisa Gugovna enterró a su gigante en ci cementenio de Tashkent, preparó una rumba a su lado y Sc quedó en aquel lugar de clima mortal pan ella a espenan ci final dc sus dias. Se las ingenió aün Para neclamar a un destennado, antaho responsable funcionario, que posela una familia numerosa y se hallaba en un remoto lugar del Kazajstán, en agnadecimiento pot la ayuda que Ic presto en sus ai'ios de exilio, cortandole La lena y Ilcvândole ci agua. Los it-gistró a todos en su habitaciOn del lnstituto PedagOgico. In hizo con el fin de que sus bienes, es deck, la habita-dOn obtenida pot el profesor Usov no se perdiesen cuando ella muniera. DecidiO, entonces, clue habia cumplido su misiOn en la tierra y murió tranquilamente, habiendo pa-gado pneviamcnte al guarda del cementenio

Para que piantana en su rumba ci mismo arboi que estaba en la rumba dc su manido y que también lo regasc, mientras Sc

acordase de hacerlo. No confiaba mucho en La gente que habia dejado en su habitaciOn.

439

Mientras tuvo vida, Alisa Gugovna reaccionaba con gran viveza ante todos los acontecimientos de la vida; sabIa aplicar los más escogidos epitetos a los burócratas, esthpidos y seudo cientIficos. En la vida academica se sentia como ci pez en ci agua y determinaba con exactitud quién era digno o no del grado cientifico, 4uién era ci sopion y con quién se podian tener reiaciones arnistosas y compartir una botella de vino ácido. Fue ella Ia que in-ventô ci brindis de 'por aquelios que nos han propor-cionado una vida tan fcliz, cuando en nuestros modestos ágapcs aparecla de pronto alguien en quien no podiamos confiar. Pero jquE se puede denunciar si un profesor Ic-vanta voluntariamente su copa y pronuncia semejante brindisl Como es natural, los sopiones quedaban chas-qucados...

Alisa Gugovna se atarcaba, cojeando, por Pa habitacion para hacerla increiblemente confortabie a base de los res-tos de porcelana rncllada, de mantas de estambre, completamcntc deterioradas, muy antiguas —no me cx-traftaria que provinieran de Pa época de servidumbre— y un pufiado de iibros de Usov. Ella y Usov tenian un jarri-to predilecto de porcelana que liamaban cjiiguera, y per-mitian bebcr de El tan sélo a [as personas que sabian de memoria ]as pocsias de Mandclstam. Con sus finos dedi-tos, Alisa se daba masajes en la cara y refzriEndosc a Aj-mátova decia quc era una mujer cquc no se cuidaba nada,.,. Se ocupaba constantcmente de la manicura, cosa muy comprcnsible cuando se vcia obligada a encender la estufa, frcgar cacharros y suelos, y de su trenza canosa. La torturaba la secreta inquictud de quc si .no cuidaba su apariencia., Usov no podria reconocerla en ci otro mundo, Igualmente se habia ocupado de so aspecto en Kazajstán. cuando Usov cumplia su condena en el campo. Qucria quc la cncontrase igual de bclla quc cuando se separaron. Despues de so muerte, estuvo enfadada mucho cicmpo con El por haberla abandonado con tanta frivohdad, por habcr dcscrtado simplemente, .dejandola sola para resolver codes esos problemas lingüisticos y ganar aM su amargo pan dc viuda.

Alisa era una de las üitimas personas que conservaba ci bcllo acento musical que distingula a la aristocracia trios-covita y Usov ascguraba clue en cualquicr circunstancia

440

seria considerada como una judia distinguida. Adeinis, tendrian en cuenta so antigua profesiôn, es decir, la ante-rior al cxiiio: trabajaba en la Biblioteca Lenin y sabla iden-tificar a las personas representadas en los retratos de los si glos xviii y xix. Conocia todos Los chismes referentes a Las damas dc ese periodo y no existla persona que conociese inejor que ella las gencaLoglas de las familias donde hubo poctas.

AM finalizaban sus dias las bellas damas de mi época, Las viudas de los mártires, clue consolaban a sus compafie-ras en Las cárceles, campos y exihos con las poeslas que guardaban en so memoria. El lector de poemas también pertenecia a una especie particular de pájaros, en vias de extinción. Los mejores lectores eran asimismo las ültimas personas valientes, sinceras y buenas. De donde sacaban sus fuerzas o, mejor dicho, so firmeza? Se parecerá la nueva generación de lectores, esos que ban surgido ahora, en la decada de los sesenta, a sus antecesores? Sabrán so-portar las pruebas que les deparará el destino, como las soportO ALisa Gugovna que repetia siempre que era una mujer mimada, caprichosa y mala?... La suerte la mimô tanto quc hasta en ci destierro conserve so Larga trenza, una memoria excelente y una feroz intolerancia ante toda mentira y oportunismo.

Un dia, en La Universidad de Tashkent, on joven cientlfico Ia decuvo en on pasillo y Ic preguntó con insis-tencia pot ml y si guardaba conmigo Los manuscritos de MandeLstani. Alisa Ic respondia con evasivas y fue corrien-do a verme pan transmicirme el consejo que €1 Le dio: ti-rat inmediatamente todos Los papeles a la estufa. EL cienti-Iwo habia aiudido a una mistçriosa informaciôn cuyo on-gen no podia revelar. .Tonterlas! —dije yo—. No pienso hacerlo. Si vienen, pie se Los Lieven, qué ic vamos a ha-cer, Pero yo no destruiré nada. .. .Tiene razón —aprobó Alisa—. Pero tampoco debemos entregaries nada. Hare-mos copias para ellos y guardaremos los originaLes'. Nos pasamos copiando toda la noche y por la maflana, ALisa Gugovna se llevó los originales y los escondió no sé don-de. Nos ateniamos a la siguiente regla: en caso de deten-ción yo no debIa saber dOnde estaban escondidos los pa-peLes. Eso significaba clue bajo ninguna circunstancia podria descubrir el lugar de su escondite... Nos preparã-

441

bamos siempre para lo peor y, tal yea, per ello salvamos la vida. Cuando nos velanios en la universidad donde arnbas trabajábamos Ahsa me informaba de la salud de Jos .jii-gueros: todo estaba en orden, scgulan cantando. Llcgue a tenet lama de set muy amante de los pájaros. Esto ocurrla en ci periodo cuando tuve pot discipula cparricular. a la joven de quien me dijo Larisa que ctrabajaba con papa,. No creo pie esa discipula trabajase por emandato supe-rior), sino pot iniciativa propia, porque ci padre de Larisa cuando ella, Cs decir la ediscipula. Sc le quejó de que Lan-sa me visitaba y le impedia •rrabajar., Ic ordeno que me dejara en Paz. Le dije tambien que Mandeistam no era un delincuente politico, sino de derecho comün: cFue dcteni-do pot armar un escándalo en Moscó cuando Ic estaba prohibido esrar allh... También dijo que yo cfiguraba en las listas de Moscü,. Todo eso me lo conté Larisa. Pro-babkmenre, estos datos viajaban con mi expediente dc ciudad en ciudad. Cuando la 4discipula. desaparecio, Au-sa me devolvió mis papeles. No Ilcgo con vida a la muerte de Stalin Pero al igual que yo era una optimista incorre-gible y no dudaba de quc moriria algün dia. Yo lo sigo creyendo hasta ahora.

La trampa

Mientras no conoci la muerte de Mandelstam, softaba to-das las noches lo misn-io: compraba algo para la cena y éì estaba detras, no tardariamos en irnos a casa... Cuando volvia la cabeza, éI ya no estaba y lo vela confusamente delante de ml... Echaba a cotter, pew no me daba tiempo a alcanzanlo y preguntatle qué Ic haclan tall!,... Ya circu-laban rumores de quc se torturaba a los presos...

Dc dia me atormentaba ci remordimiento: ?por qué al ver Ia comisiOn y presentir que algo malo ocurria no nos dejamos ilevar por ci miedo. y corrimos andando a Ia esta-don? iQuE estupido espiritu espartano nos prohibia caer en el pánico! iTcniamos clue demostrar incluso entereza! Deberlamos haber ido a pie, abandonar ci montOn de ha- rapos y, tal yea, un infarto nos hubiera tumbado en esos vcinrjcjnco kilOmctros de camino.

442

Por qué permitimos que nos tendicran esa trampa Para no pensar varias semanas en un techo y en ci pan, pan no dat la Ian a los amigos y mendigar? Estoy plenamente se-gura de que Stavsici nos tendio conscientemente una cela-da. AN en las alturas esperaban seguramente una dcci-sión de Stalin o bien de alguno de sus aliegados. Sin una sanción de tarriba' no podian detener a Mandeistam ya clue en el sumario del aflo 1934 figuraba la resolución: caislar, Pero conservan. Es de suponer que a Stavski Ic propusieron que nos fijase en un sitio pan no tenet que buscarnos. Para aliviar a la policia de sus sobrecargadas funciones, Stavski nos envió a un sanatorio con toda ama-bilidad. Los organismos represivos estaban sobrecargados de trabajo y un comunista tan consciente como Stavski es-taba siempre dispuesto a ayudarles... El sanatorio fue dc-gido con conocimiento de causa: no era fácil escapar de aID: un enfermo del corazón no podia recorrer Jos veinti-cinco kilómetros que le separaban de la estaciôn.

Ames de enviarnos a Samatija, Stavski recibió a Man-delstam pot primera yea. Lo consideramos como buen in-dicio. Pero, probablemente, necesitaba datos suplementa-rios para su .caracterIstica ' , antes de proceder a la deten-ción. Esas caracteristicas se escribian, a veces, con fecha posterior, cuando la persona en cuestión ya estaba en la cared, pero en otras, con antcrioridad. Era un detalle mis del procedimiento seguido para el exterminio humano. En casos corrientes, las caracteristicas las escribia ci director de la empresa, pero cuando se tracaba de escritores se exigian algunas mis; para esta labor, los organismos represivos podian acudir a cualquier miembro de la Union de Escri-totes. Segtin la ética de los aflos sesenta habia diferencias entre las denuncias directas y las caracteristicas ' escritas bajo presiOn. ,Quién de los convocados podia negarse a dat una .caracteristica ' al compañero detenido? Esto podia significar la inmediata detenciOn del que se negara y, en ese caso, qué Ic pasarIa a La familia, a los hijos? La genre que en aquel entonces escribia esas caracteristicas se justi-fica ahora diciendo que no ponian en elias nada que ya no figurase en la prensa. Stavski, seguraniente, estudió lo dicho por la prensa —las atentas secretarias se to habrian seleccionado todo— y anadió algunas de sus impresiones personaks: Mandeistam Ic ayudó en ese sentido, pues

443

hablO de Jo clue pensaba de Jos fusilamientos. Observo clue Stavski Ic escuchaba muy atentamente. - Sc sabe clue nada une tanto a los circulos dirigentes como Jos crlmenes realizados conjuntamente y de eso tuvimos los suficientes Para todos...

En 1956, cuando pisé pot primera yea la Union de Escritores, Surkov me recibia con alborozada alegrla: en aquellos .dias mucha gente creIa que la revision del pasado serla mucho más radical de lo clue fue en la reaiidad. Los optimistas no tuvieron en cucnta Ia retropropulsiOn del muelle, preparada de antemano pot ci regimen stalinista, Cs decir, la resistencia de verdaderas muchedumbres invo-lucradas en los crimenes del regimen pasado. Como decla Larisa, la jovcn dc Tashkent: No se puede cambiar tan bruscamente, eso traumatiza a los viejos militantes ...t Dc eso, probablemente, querla quejarse al extranjero.

Con Surkov la conversaciOn versO de inmediato sobre la herencia literaria de Mandeistam. Donde estaba? Fue en-tonces cuando me afirmo con insistencia que tambiCn CI tenla poesIas de Mandelstam, escritas de su puño y letra, Pero que Stavski se las habla quitado sin dare ninguna explicaciOn... jQue falta ic harlan a CI que jamás Ida poe-slas?... Para poner fin a esta absurda conversaciOn, interrumpI a Surkov y Ic dije lo que pensaba del papel de-sempehado per Stavski. Surkov no repuso nada.

Lo mismo tuve clue repetirselo a Slmonov, a quien visi-if un dia en ausencia de Surkov, SIrnonoy que es un gran diplomatico, me sugiriO que pidiera el ingreso pOstumo de Mandeistarn en la Union de Escnitores, alegando que Stavski se disponia a formalizar su ingreso comprendido antes de la segunda detencion. Renuncie a semejante tác-tica y volvi a repetir Jo que pensaba de Stavski. Tampoco SImonov me objeto nada. Era hombre experto y sabla lo que haclan los dirigentes en aqucilos ahos fatales. Creo que tanto Surkov conic, Slmonov tuvieron suertc: en aquelios afios no ocupaban ningün cargo directivo y por eso no tenlan que firmar las iistas de Jos detenidos ni dar •caraaeristicas * P

ara Jos condcnados al exterminio... Quiera Dios que asi seal... Pero, acaso, importa algo la firma del dirigente? Cual-

quiera lo habrIa hccho, ya que de no hacerlo, vendnian a buscanle de noche. Todos nosotros Cramos ovejas que se

444

dejan matar o respetuosos ayudantes de verdugos, porque no qucriamos engrosar las filas de Las ovejas. Tanto unos como otros mostraban una sorprendente docilidad, sojuz-gando en si mismos todos Los instintos humanos. Por qué nosotros, per ejemplo, no saltamos pot (a ventana, no permitimos que ci estupido miedo nos echara al bosque, a cotter hacia ftzera bajo its balas? Por qué permaneciamos quietos mirando cômo revoivIan nuestras pertenencias? Por qué siguió Mandeistarn dociimente a los soldados y

yo no me lance contra ellos como una fiera? Tcnlamos miedo, acaso, del articulo del codigo que castigaba La re-sistencia en ci momento de la detención? El fin era ci mis-mo en todos los casos, de qué podiamos tenet iniedo? Pero no, no era miedo. Era un sentimiento totaimente distinto, algo clue encadenaba Las fuerzas y La vo!untad, la concicncia de La propia impotencia que dominaba a todos sin excepción, no sólo a los que mataban sino a los pro. pies asesinos. Aplastados pot un sistema, en cuya edifica-don habiamos participado, en una u otra medida, todos, Eramos incapaces de opener ni siquiera una rcsistencia pa-siva. Nuestra docilidad contribula al desenfreno de los cc-losos servidores del regimen y ci resuitado era on circu!o vicioso Como podriamos salir de el?

La ventanilla de la calle Pushechnlia

El ünico vinculo que la famiiia podia mantener con ci de-tenido era la entrega del paquere. Una yea al mes y des-pués de hacer una larguisima cola —las detenciones se habian reducido y In miximo clue se esperaba eran tres o cuatro horas— me accrcaba a La ventanilia y decia ci apcilido. El hombre de la vcntanilia hojeaba la lista dc los apeliidos que empezaban con la ictra cM. (yo venia los dias en que tocaba esa lista) y prcguntaba: cNombrc y Patronitnico?.. Sc lo decia; asomaba una mano pox La yen-tanilla, yo podia en ella ci pasaporte y ci dinero; La mano volvia a reaparecer con ci recibo metido dentro del pasa-porte y me iba. Los demas me envidiaban porque sabia donde cstaba ml detenido y clue aán vivia. A cada instan-

445

te resonaba la voz desde la ventanilia: •jNo figural... El siguicnte. Todas las preguntas eran inüciies. En vcz de responder, ci hombrc de la ventanilla la ccrraba de golpe y uno de Ins soldados de la guardia se acercaba al que hacia las preguntas. Sc rcstablecIa la calma inmediatamen-te y a Ia ventanilla se aproximaba ci siguicntc para dar ci nombre de su detenido. Si alguien hubiera qüerido dctc-nerse junto a La vcntanilLa, La propia cola ayudaria al so!-dado de la guardia a restablecer el orden.

Durante la cola no se hablaba habitualmcntc. Sc trata-ba de la cárcel más importante de la Union Soviética y ci püblico aili congregado era sclecto, disciplinado, rcspon-sable... Nunca habia rrialcntendidos; tal vez alguien quc hacia una pregunta inoportuna, pero consciente dc do se retiraba en ci acto, rnuy turbado. Solo una vez Ilegaron dos nihas muy bien vestidas; su madre fue detenida la noche anterior. Las dejaron pasar sin hater cola y sin prc-guntar por qué letra empezaba su apellido. Todas ]as mu-jeres, seguramentc, sintieron que se les oprimIa el corazOn a) pensar que sus propios hijos no tardarian en acercarse a esa ventanilla. Alguien lcvantO a la nifla de más edad ha-cia la ventanilla porque no alcanzaba y ella gritO: cDOn-dc csta mama? iNo queremos it a una casa de niflosL. No volveremos ala casaL... La ventanilla se cerrO de gol-

pe, pero a [as niñas Its din ticmpo dc decir quc su papa era militar. Eso podia significar que en cfccto lo era o que pertenecia a los organismos dc seguridad. A Ins hijos de los chequistas se 'Cs cnschaba a dccir desde pequeflos quc su padre era militar, para no poner en guardia a sus corn-pafieros de clasc. .No nos tienen simpatia, cxplicaban en esos casos a los nifios. Y antes dc saul al cxtranjero, Ins chcquistas hacian quc sus hijos aprendieran un nuevo apellido bajo al cual trabajan fucra... Es de suponer que aquellas nihas bien vestidas vivian en una casa pertenc-ciente al Ministcrio de Seguridad, y contaron a la genre que estaba en la cola quc se habian lievado ya a otros ni-fibs que Vivian en sus mismas casas, pero que alias querian vivir con su abuclita quc estaba en Ukrania. En esto se abriO una puerra lateral, saiiO un militar y se IIeVO a las ni-ñas. La ventanilla Vol VO a abrirse y ci orden sc restableció de nuevo. Pero cuando se llcvaban a las niflas, alguien co-mentO: . Han caido las muy tontitas!.. Y otra mujer dijo:

446

,Habrá que mandar a los nuestros rnientras no sea tardei...

Las nias de Punta en blanco constitulan una excep-don; los pequeftos que habia en las colas eran habitual-mente reservados y silenciosos como Ins mayores. Por lo general, detenian primero at padre; la madre, al quedarse sola con Los hijos les aleccionaba sobre el modo de corn-portarse en cuanto se quedaran solos. Muchos de elks hu-yeron de Las casas de niños, Pero eso dependia fundamen-talinente de la posiciOn que sus padres ocupaban en La so-ciedad; cuanto rnás elevada era, tantas menos posibilida-des tenlan los hijos de una vida privada. Pero lo más sorprendente de todo es que La vida continuaba, la genre contrala rnatrimonio, tenia hijos. COmo podian resoiverse a ello sabiendo lo que pasaba ante la ventanilla de la calle Pushechnáia?

Las mujeres que estaban en La misma cola que yo procu-raban entablar conversaeiones. Todas a una afirmaban que sus maridos fueron detenidos por error y que pronto estarlan en libertad y aunque tenian los ojos enrojecidos por las lagrirnas y el insornnio, a ninguna vi llorar en la cola. Las mujeres, al salir a la calk, se esforzaban pot sere-flax su rostro y arreglarse. La mayoria regresaba a su traba-jo: habian pedido permiso pan ausentarse y podcr entre-gar el paquete valiendose de cualquier prctexto. No se atrevian a exteriorizar su pena en ci trabajo y en yea de rostros tenian mascaras. A finales de la decada de los afios cuarenta, trabajaba conmigo en Ulianovsk una mujer que vivia en una habitaciOn colectiva con dos hijos. EntrO a trabajar como ayudante de laboratorio y pronto se hizo in-sustituible. Le subieron, induso de categoria y Ic dieron permiso para estudiar por libre. Vivia inuy pobremente, los niflos pasaban auténtica hambre y su marido La habia abandonado y se negaba a dade dinero para los niños. Le aconsejaron que reclamase los alirnentos por via judicial, Pero ella, ilorando, decia que su orgullo no se lo permitia. Los ties, la madre y los niños, enflaquecian a ojos vista. La ilamaron del cornité local del partido y al despacho del di-rector y todos insistian en que por los hijos debia de olvi-dat su orgullo; ella se mantenia firme: él la engaflO vilmente con otra y ella no recibiria dinero de €1, ni le permitiria que se acercara a los hijos. Trataron de influir

447

sobre ella mediante el mayor de los nihos, pero €1 resultó tan firme como su madre. Pasaron varios años y, de pron-to, se presentó su marido y todos vimos cómo se Ianzó a SUS brazos. Pidió de inmediato so baja en ci Instituto y se dispuso a partir. Las omnipresentes porteras contaron que a él se Ic habia negado ci derecho a residir en Ia ciudad porque venha de un campo. Durante todos aquellos afios nos halt mentido hablando de so orgullo y destrozado corazôn para no perder el trabajo. Se debia de carat, pro-babiernente, de un dclito insignificante, ya que en caso contrario la policha habria avisado a ía sección del personal de que se trataba de la esposa de un condenado; lo ms probable es que no estuviera incurso en ci famoso artIculo cincuenta y ocho, sino por algo de delito comUn. Lo pu-sieron en libertad en visperas de ía muerte de Stalin, de forma que ya no tuvo una segunda detencion. Conflo en que todos gocen ahora de prosperidad. Me imagino a esos tres conspiradores —ella y los dos nihos—, se hablarlan quedamente durante la noche: 4Me preguntaron por pa-pá... pero les dejé cortados... Trataron de convencerme, pero yo no me di por enterado. ... Y la madre: cMantente firme... con tal de quc vuelva... El padre habla sido pro-fesor de economia politica y prometha Ilegar a set una cc-lebridad ideologica. Era uno de los innumerables casos de cuando la cartilleria dispara contra los suyos'...

Despues de hacer cola en la calle Pushechnáia durante varios meses, supe que habian trasladado a Mandelstam a Butyrki, de donde saran los convoyes para los campos. Corrh a Butyrki para saber cuando daban informacion para los detenidos cuyo apellido comenzaba con La letra •M.. En Butyrki me aceptaron un solo paquete y la segunda yea me comuriicaron quc Mandelstam fue enviado a un cam-po con una condena de cinco aflos por disposicion de un tribunal especial. Lo mismo me confirmaron en Fiscalia donde hice todas las colas prescritas. Habia ventanilias donde recibian las peticiones y yo entregué una lo mismo que todas. Justamente un mes 4espues de haberla ernie-gado, nos comunicaron a todas que la respuesta era nega-tiva. Tal era el camino habitual de la esposa del recluso, en el caso de clue hubiera tenido la gran suerte de no ha-bet sido enviada asimismo al campo. En ci liso e impe-netrable muro contra ci cual nos estrellabamos todos,

448

habian horadado ventanillas especiales pan recoger solici-tudes, entregar, recibir y negativas. Del carnpo recibi una carta, Ia ünica, y también eso se consideraba como una gran suerte. Supe donde estaba Mandelstain. Le envié in-mediatamente un paquete quc me fue devuelto pot cmuerte del destinatario,>. Unos meses más tarde, Alek-sand Emiliévich, so hermano, rccibió la confirmación oil-cial de su muerte. Ninguna de las mujeres que yo conozco psee on certificado semej ante. No sé a que se debió tan gran merced.

Pew antes del XX Congreso, on dia que pascaba con Ajmâtova pot una calle de Moscfl, observamos una gran acumulaciOn de policias. Estaban literalmente en cada portal. cEsta vez no tenga miedo —me dijo Ajmatova—, ocurre algo bueno.. A sus oldos habIan Ilegado confuses mmores sobre La conferencia del partido en Ia cual Ieyó Jruschov su famosa carta. Debido precisamente a esa con-ferencia, la ciudad se protegia con infinidad de policias vestidos de paisano. Fue entonces cuando Ajmátova me aconsejó que fuera a la Union de Escritores a sondear ci terreno. Ya sablamos que La viuda de Babel y la hija de Meycrhold habian presentado la demanda de rehabilita-dOn. Hacla ya tiempo que Ecenburg me aconsejaba que lo

( hiciera y yo no me apresuraba; sin embargo, fui a la UniOn de Escritores. Surkov saiiO corriendo a mi en-cuentro y por la manera de tratarme comprendl que los tiempos hablan cambiado: jamás me habian hablado as!... Mi primer encuentro con Surkov tuvo lugar en la sala de espera, en presencia de varias secrctarias..

Me prometiO que me recibiria dentro de unos dIas y me rogO que no me fucra de Moscü sin haber hablado con él, Durante dos o tres semanas scguidas estuve llamando a la secciOn del personal y inc suplicaban muy carifiosamente que esperara algUn tiempo más. Eso significaba que Sur-kov no habia recibido aün las instrucciones respecto a las formas de tratarme y yo esperaba, maravillada de que ese terrible lugar que Haman isecci6n de personal. hubiera cambiado unto de pronto. Pot fin se celebrO la entrevista y vi cOmo se alegraba Surkov de poder hablar como una persona. PrornetiO ayudar a Liova Gumiliev e hizo todo cuanto Ic pedl para ml. Gracias a Surkov llegué a conse-guir la pensiOn, porque en la fecha de nuestra conversa-

449

dOn carecia nuevamente de trabajo; él hablO con el mi-nistro de InstrucciOn PUblica y Ic contO las faenas que me hacian... El flituro, scgün Surkov, era radiante; prometiO que me trasladarla a Moscti, que me darian vivienda y permiso de rcsidencia y me hablO dc la publicacion de las obras de Mandeistam, de su herencia... Me pidiO que, pa-ra comcnzar, solicita.se la rchabilitaciOn. Le pregunté qué habria pasado si Mandeistam no tuviese viuda, quién, en-tonces, pedirla esa rehabilitaciOn, pero no insisti en el te-ma... Poco despues recibi un documento de rehabilitaciOn pot la segunda causa del aflo 1938 y una procuradora me dine la solicitud solicitando Ia rehabilitacion pot la pri-mera causa, la del aho 1934. .EI encausado escribiO un poerna, pete no IlegO a divulgarlo .... Esa solicitud se exa-mlnó en ci transcurso de los acontecimicntos de Hungria y se me negO la rehabiiitaciOn. Surkov decidiO no tomar en consideraci6n esta negativa y nombrO una comisiOn desti-nada a estudiar la herencia literaria de Mandeistam. Sc me hizo entrcga de cinco mil rublos per La cabeza del muerto. Los repartI cntre aquellos quc nos hablan ayudado en 1937. Tal era el ritual que presidia ci retorno a la vida de los escritores que habIan muerto en los campos. La segun-da etapa era la ediciOn de SUS obras.

Para la ediciOn dc los libros habla demasiados impcdi-memos. No sé Jo clue pueda significar la concurrencia, con la cual nos asustan, Pero vela perfectamente la lucha que Sc entablaba per supuesto en la vida, lucha que se lievaba valiendose de todos los medios. Cuando llegO a nucstros oidos la formacion de las comisiones de Mikoyan, muchos no se sinticron a gusto y no solo aquellos, ni mucho me-nos, que contribuyeron al exterminio y deportaciOn del ri-val. 01 como la genre se preguntaba en un susurro a qué pucstos irian Los clue volvian del destierro, no les devol-verian Jos cargos que habian ocupado anteriormente? Cuántos nuevos puestos habria que crear en las institu-

ciones soviéticas pan dat cabida a toda esa gente? Sin em-bargo, csc drama no se produ}o. La mayorla regresO en tal estado que no podia ni pensar en trabajar activamente. Todo transcurriO muy tranquilamente y los que ocupaban puestos responsablcs y tcmIan tenet quc estrecharse, suspi-raron con alivio. Pero la literatura es una cosa distinta. El orden de prccedencia, cuidadosamente establccido y

450

estructurado, debla salvaguardarse a toda costa para evitar que se hundicran muchas reputaciones consotidadas. Pot eso SC OOflCfl con tanto tcsOn a clue se editen las obras de los difuntos. Pew tampoco Sc portan mejor con los que vi-yen.

Los poemas de Mandeistam figuran en ci plan de edi-ciones de La cBiblioteca del Pocta, para 1956. Todos los miembros de la redaccion estân conformes. Me gusto mucho ci punto de vista de Prokoficv: él opinaba que Mandcistam como pocta no existe y pot eso se debe cdi-tar. Pero, desgraciadamcntc, es incapaz de mantcner ese noble punto de vista y sigue oponiendosc a la edicion. Orlov, el redactor-jefe de la .Biblioteca del Poetav no sos-pechaba que iba a cncontrar una oposiciOn tan activa y me escribia earns muy amables, Pero al darse cucnta, pro-babiemente, de quc si editaba el libro podria tenet ciertas dificultades, renunciO rapidamente a ese proyecto, dejO de escribirme y nuestra correspondencia se interrumpiô. Pero, Ia qué hablar de Orlov, funcionario importante a quien la poesla de Mandelstam deja completamente indiferent& Mucho más importante Cs La postura de los verdaderos amantes de su poesla, personas de prestigio, de critcrio propio que, ademis, nada tienen dc burOcratas Dos de entrc ellos, los mejores entre Ins representantes de Las gc-neraciones exterminadas que han sobrevivido, opinan quc Orlov tiene toda Ia raiOn al negarsc a editar a Mandels-tam, cosa que, desde ci punto de vista técnico, podrla ha-cer facilmente, cPodrIan aprovechar este hecho sus enemi-gos, son muchos los que ambicionan su cargo, In destitui-Han y de esta forma pondrian fin a una buena editorial.... A costa de renunciar a editar Los poemas de Mandelstam, conservarIa su posiciOn y cumplirla ci plan de publicacion de obras de poetas dc Ins afios veinte, trcinta y cuarenta del siglo pasado, en cuyo trabajo parti-cipan las dos personas que menciono. En este entre-mezcLamiento de intereses personaLes, de intereses de gru-p05, de lucha por Ins puestos y ci trozo de pastel estatal no acabo de emender las cosas. Lo Unico clue podria hacer scria .cditar la obra de Mandclstam pot mi cuenta, Pero en las condiciones de nuestro pals hacerlo es imposible. Y comprendo que no podre ver ese libro ya que también mis dias Ilegan a su final. Mc tranquilizan ünicainente las pa-

451

labras de Ajmãtova cuando dice que Mandeistam no nece-sita del invento de Gutenberg. En cierto sentido, nuestra época es en efecto, anterior a la imprenta. El nümero de lectores de poeslas aumenta y los poenias circulan de ma-no en mano. Y, sin embargo, me gustaria ver ci hbro que no verf.

La fecha de Id muerte

Unos periodistas de .zPravda, contaron a Shklovski que oyeron decir en ci Comité Central que contra Mandelstam no se habia incoado ninguna causa... Esta conversación ocurrió a fines de diciembre o principios de enero de 1938-39, poco después de la destitucion de Ezhov e ilustraba los desmanes de éste. Comprendi In que esto sig-nificaba y deduje que Mandeistam habia muerto. -.

PasO aigün tiempo más y recibi aviso de una estafeta de correos de Nikitskie Vorota. Aill me devolvieron un pa-quete cPor la muerte del descinatario.. Fijar la fecha de la devoluciOn del paquete es facil: foe ci mismo dia en que los periOdicos publicaron una inmensa lista de escritores condccorados.

Aquel mismo dia mi hermano fue a casa de Shklovski para comunicarles la nueva. Viktor estaba en casa de Ka-(áiev donde Jos compaheros de viaje, juntamente con Fa-deiev, celebraban la merced del gobierno. Llamaron a Viktor y fue entonces cuando Fadéicv, ya ebrio, vertiô una lágrima por Mandelstam y dijo tiQu6 gran poeta hemos perdido!. La fiesta de los nuevos condecorados adquiriO un extraflo matiz de exequias clandestinas. Pero a excep-ciOn de Shktovski, ninguno de elios se daba clara cuenta de In que significaba ci exterminio de una persona. Casi todos cilos perteneclan a la generaciOn que habia revisado los valores y que luchaba per .Jo nuevo.. FIbs fueron los que abrieron ci camino al hombre de la gran personali-dad, al dictador quc obrando a su antojo puede castigar y premiar, piantear objetivos y elegir los medios para conse-guirlos.

En junio de 1940, ci hermano de Mandelstam, Alek-

452

sand, fuc Ilamado a la oficina de registros del distrito de Bauman y Ic fue entregado ci certificado de la defuncion de su hermano destinado a ml. Sc indicaba en ci certifica-do que a la edad de 47 años y en la fecha del 27 de di-ciembre de 1938 habia muerto a causa de un pam car-diaco. Sc puede parafrascar diciendo que murió porque muriô. El paro cardiaco es, justamente, la muerre. Y se aiSadia, además, arteriosclerosis. Y recorde lo que deck Kliuiev, refiriéndose a sus tempranas canas.

La cntrega de ese certificado dc dcfuncion no era algo corriente, sino una excepción. La muerte civica, la depor-tación o, más exactamente, la detenciôn, porque el simple hecho de set detenido equivaila a la deportaciôn y a Ia condena, se equiparaban, al parecer, a Ia muerte civica y a la desaparicion total de la vida. Nadic comunicaba a la fa-milia cuando moth ci recluso en el campo o en la cárcel. La viudedad y la orfandad comenzaban en el momento de la detención. A veces, en la fiscalia, al informar a una mujer quc so marido habia side condenado a diez años, Ic declan: puede casarse... Nadic se preocupaba de cémo concordat esa amable invitación con la condena oficial que no significaba; ni mucho menos, una pena de muerte. Como ya dije, no sé per qué fui acreedora de tal merced, es decir, del certificado de defunción. ZNo habria en ellos una segunda intdnción?

En aquellas condiciones la muerte era La Unica soluciôn. Cuando supe que Mandeistam habla muerto, dejé de te-net aquellos horribles sueños. cOsip Emiliévich hizo bien en morirse —me dijo más tarde Kazarnovski—, en caso contrario lo habrian mandado a Kolyma.. El propio Ka-zarnovski estuvo desterrado en Kolyma y en 1944 se pre-sentô en Tashkent. Vivia sin permiso de residencia y sin cartilla de racionamiento para ci pan, se escondla de los milicianos, tenia miedo de todos y de cada uno, bebla hasta caer sin sentido y per fatta de caizado lievaba dos di-minutes chanclos de mi difunta madre. Le servian, por-que no renia dedos en los pies: se le hablan helado en ci campo y él mismo se los cortó con ci hacha para no tener gangrena. Cuando los condenados cran Ilevados al baflo, en el hümedo aire de los vestuarios se helaba la ropa y hack el mismo ruido que si fuera de hojalara. Hace poco asisti a la siguiente discusión: quién sobrevivia en ci cam-

453

po, ci Clue se esforzaba pot trabajar o aquel Clue lo evita-ba. Los trabajadores acababan agotados y los segundos morlan por falta de alimento. Para ml, que carecla de at-gumentos en favor de una u otra teorla, que no tenia ob-set-vaciones propias ni ejemplos, era evidentc que morlan unto Jos unos como los otros. Los pocos clue lograban sobrevivir constitulan una excepción; dicho de otro modo, esa discusiOn hacla recordar at valientc guerrero del cuento ruso Clue en ci cruce de ties caminos, cada uno de los cuales supone una amenaza pan su vida, no sabe cull de elios elegir. La caracterIstica principal e inmutable de la historia nsa es que tanto para el guerrero como Para ci clue no to es, cuaiquier camino supone una amenaza Para su vida, Clue sOlo podia salvar pot casualidad. Esto no me sorprende, pero si ci hecho de clue algunos individuos, pese a su debilidad, hayan resultado de hecho unos tita-nes, que no solo conservaron la vida, sino tambien una mente Clara y buena memoria. Conozco a personas asi y me gustarla citar sus nombres, pero todavIa no vale la pe-na y por ello nombrare tan solo a uno clue todos conocen: Soizhcnitzjn

Kazarnovski conservO la vida ünicamente y aigunos re-cuerdos sucitos. Llego al campo en invierno y recordaba que el lugar era desértico y Sc estaban construyendo nuevos recepticulos Para recibir a enorme cantidad de condenados Cuando €1 llegO no habia nada edilicado, ni una sola barraca. La gente vivia en tiendas de campafla y construlan pan sI mismos la cited y las barracas Rotura-ban tierra.s virgenes Para los nuevos colonos.

He oldo contar Clue desde Vladivostok hasta Kolyma enviaban a la genre pot mar tan sOlo. La bahia se hiela, aunque es verdad clue tarde. De qué modo llegO Kazar-novski a Kolyma en invierno? La navegaciOn tenia Clue es-tar intcrmmpida . - Tal yea no ic cnviaron a Kolyma, sino a otro campo mis prOximo Para descargar ci campo de tránsito abarrotado de rcclusos clue llcgaban en los trenes... No consegul aclarar este punto: en la mentc en-ferma de Kazarnovski se habia meiclado todo. Sin embar-go, para fIjar la fecha exacta de la mucrte de Mandclstam debia saber con exactitud cuindo abandonO Kazarnovski el campo de trinsito.

Kazarnovski fue el primer mensajero, mis o menos fi-

454

dedigno, del otro mundo. Mucho antes de que ilegara a Tashkent, habia oido contar a los que regresaron que esta-ba en La misma expedición que Mandelstam. En ci campo de tránsito habian vivido juntos y Kazarnovski, al parecer, it ayudaba en aigo. Tenian los catres contiguos... Por este motivo oculté a Kazarnovski durante tres meses de la polida y ic fui extrayendo poco a poco todo cuanto recor-daba al iiegar a Tashkent. Su memoria se habia convertido en algo biando e inconsistente donde las realidades y Los hechos de la vida de los forzados se mezclaban con ieycn-das, fantasias c invenciones. Sabla ya que esta enfermedad de La memoria del dcsgraciado Kazarnovski no era una pe-cuharidad individual suya y que no se debla al vodka. Ca-si todos los supervivientes de los campos de trabajos forza-dos padecian del mismo maE para eiios no existlan ni fechas ni tiempo, eran incapaces de distinguir los hechos, de Los que fueron testigos, de Las icyendas que circuiaban pot ci campo. Los nornbres, lugares y ci curso de los acon-tecimientos formaba en La memoria de esos seres traumati-zados una madeja que ya no podian desenredar. La mayor pane de los reiatos referentes al campo yenta a set, al principio, una enumcración incoherente de algunos mo-memos de gran intcnsidad de cuando ci narrador estaba a punto de perecer pero clue pot milagro habia conseguido salvarse. La vida en ci campo se fragrnentaba para elios en momentos semejantes, que se fijaban en su memoria en prueba de que sobrevivir era imposibie, pero que La vo-luntad de.vivir en ci hombre era tal que se las ingeniaban para conservaria. Y ilena de horror me decia a ml misrna que entrarlamos en ci futuro sin testigos capaces de atesti-guar lo quc fue ci pasado. Tanto fuera como dentro de las alambradas todos habiamos perdido La memoria. Sin em-bargo, habia personas que desde ci priviiegio se piantea-ron como misión Ia de no conservar simpiemente la vida, sino la de set tcstigos. Son los implacables guardianes de la verdad clue se habian diluido en La masa de los conde-nados, pero para un determinado periodo de tiempo. Creo que en ci presidio su nümero es mayor quc fucra, donde muchos cayeron en la tentación de reconciliarse con la vida y acabar tranquilamente Los aflos quc Its quedan -dc existencia. Como es natural, no quedan muchas perso-nas as!, dc mente lücida, pero ci hecho de que hubicran

455

sobrevivido es la mejor demostracion de que la Victoria de-finitiva pertenece siempre al bien y no a! mal.

Kazarnovski no pertenecla a esa caregoria de hombres heroicos; de sus inrerminabies historias, podia seleccionar algunos detalles veridicos sobre la vida de Mandelstam en ci campo. Los efectivos en un campo de tránsito varian constantemente, Pero la barraca a donde fucron destina-dos al principio estaba ilena de intciectuaies de Moscü y Leningrado, incluidos en el articulo cincuenta y ocho. Eso facilitaba mucho la vida. Los jefes de la barraca cran, co-mo siempre en aquella época, presos pot delitos comunes, Pero no ladrones vuigares, sino personas relacionadas con la policla cuando estaban en libertad. Estos .mandos ink-riores, de los campos se distingulan pot su gran crucidad y Jos reos del articuio cincuenta y ocho sufrian a causa de dos no menos clue a causa de los auténricos mandos a quienes, dicho sea de paso, velan menos. Mandeistam se distinguio siempre pot su inestabilidad motriz y toda emoción se manifestaba en éi pot un andar presuroso de un rincón a otto. AM, en ci campo de tránsito, esa agita-ción motora, ese nerviosismo, eran motivo de constantes reprimendas y malos tratos. En su deambular pot ci patio se acercaba con frecuencia a las zonas prohibidas (las vallas Y los sectores custodiados), y los guardianes it cchaban de allâ en medio de gritos, maldiciones y denuestos. No se confirmo ci relato de que fuera golpcado pot los presos de delitos comunes pot ninguno de los testigos que yo in-rerrogué y fueron más de diez. Creo quc se trataba de una kyenda.

En ci campo de tránsito no daban ropa —Iiay, acaso, un campo donde 12 den?— y Mandelstam se hclaba con an abrigo de cuero amarillo convertido ya en un harapo, aunquc, segün me contó Kazarnovski las peores heladas Sc produjeron despus de su muerte: el no tuvo quc sufrirlas. Tambien esto me sine de punto de referenda. No hacia casi nada, tenla miedo de corner, cosa que más tarde Ic ocurrió tambien a Zoschenko, perdia su raciôn de pan, confundia las escudilias... Segün contaba Kazarnovs-ki, en el campo habla an tcndcrctc donde vcnd!an tabaco y, al parecer, azücar. Pero, donde conseguir dinero? Ademas, ci temor a los alimentos se extendia, en ci cso de Manddsram, a lo quc vendian alli y ci azücar Jo toma-

456

ba solo de manos de Kazarnovski.,. i Bendita sea la sucia Palma de ese condenado con on pedacito de azücar que Mandelstani titubea en aceptar! Pero, ,diria la verdad Ka-zatnovski? No habria inventado ese detaile?

Además del miedo a los alimentos y su constante in-quictud motota, Kazarnovski observo una mania de Man-delstam, tan caracteristica en éI que no podia set inventa-da: se consolaba pensando que las condiciones de su vida scrian mejoradas porque Remain Rolland escribirla a Sta-lin hablándole de el. Ese pequeflo dctalic me demostraba que Kazarnovski habia estado efectivamente en contacto con él. Durante nuestra estancia en ci exilio de Voronezh, lelmos en la prensa que Remain Rolland y su esposa habian ilegado a MoscU. Mandeistam conocla a Maya Ku-dasheva y decla, suspirando: cMaya está paseando pot MoscU. Le habrán hablado de ml seguramente. i Qu6 Ic costarIa pedir a Stalin que me deje en Iibertad!.. Man-delstam no podia creer de ningün modo que a los huma-nistas profesionales no les intetesaban los destinos indivi-duales, sino tan solo la humanidad en so conjunto. En la situaciOn en que se encontraba, cifraba sus esperanzas en Remain Rolland. Ese nombre fuc para ml la demosraciOn de que Kazarnovski no habia Perdido del todo la memo-na. Con respecto a Remain Rolland afladine, para set jus-ta, que consiguiO, segUn parece, aliviar el destino de los 4inguistas' dunante su estancia en MoscO... Asi se dijo, per lo menos - Pero eso no cambia mi opiniOn sobre los chumanistas. profesionales... El humanista auténtico lo sabe todo y todo le interesa: jque no se canse la mano del quc da!

Otto detallc tipico de los relates de Kazarnovski: Man-dclstam no dudaba siquiera de quc tambien yo cstaba en un campo; suplicaba a Kazarnovski quc si €1 tegtesaba, que me buscasc. ePida al Litfond que la ayuden...x.. Toda su vida, igual que un foizado a sus cadenas, estuvo Man-delstam atado a las onganizaciones literarias y sin La san-ciOn de éstas no habnla podido tenet ni un pedazo de pan. Pot muchos esfuenzos que hizo para libenarse de esa dependencia, jamás IogtO conseguinlo. Estas cosas no se permitcn, al gobienno no le conviencn... Per ello confiaba tan sOlo en el Litfond al recaban una ayuda Para ml. Pero mi destino tomO Otto dettoteno y durante La guenra, cuan-

457

do se olvidaron de nosotros, consegul cambiar dc ambien-te y por ello conserve la vida y la memoria.

A veces, en sus momentos de lucidcz, Mandeistam reci-taba pocsIas a Ins condenados y algunos las anotaban. Tu-ye la ocasiOn de ver .álbumes, con versos suyos que en ci campo pasaban de mario en mano. Le coraaron urn yea que en Lefortovo, en ci calabozo de Ins condenados a muerte (en Ins años de terror habia varias personas en cada uno) vieron arafiadas en la pared las estrofas de un poema suyo: .Será posible que yo exista reaimentc y clue la muerte verdadera itegará?.. Cuando Mandeistam Jo supo, se puso contento y estuvo cranquilo varios dias.

No Ic mandaban trabajar, ni siquicra en ci interior del campo, en las facnas dc limpieza. Incluso entre esa extc-nuada muchedumbre destacaba por su mal estado de sa-hid. Sc paseaba ocioso todo ci dia ganândose las maldi-ciones, los insultos y las blasfcrnias dc toda suerte de jefes. Sc disgusto mucho por no haber sido enviado de innic-diato a un campo regular de trabajo. Le parecla que en un campo de Csos la vida Ic seria mãs fácil, aunque la gente cxperta aseguraba lo contrario.

Un dia oyo contar quc habia un hombre Ilarnado Jazin en ci campo y pidio a Kazarnovski que Ic ayudara a bus-cane, para saber si era o no pariente mb. EscJazin rcsulto ser un homonimo y al leer las memorias de Erenburg Ic escribio y consegul entrevistarme con H. La existencia de Jazin confirma ci hecho de que Kazarnovski estuvo real• mente con Mandeistam. El proplo Jazin vio dos veccs a Mandeistam: la primera cuando vino con Kazarnovski y la segunda vcz cuando el lo llevo a donde cstaba otro preso que Ic buscaba. Jazin me contó clue ci encuentro fue muy emotivo. Queria recordar quc el apellido de cse hombre era Jim, ingenicro de profesion y leton por su nacionali-dad. A ,Jint lo mandaban del campo donde habia estado varios aflos a Moscü, para una nueva revision de su causa. Esas revisiones solian acabar trágicamente en aquellos afios. No sé quién era Jim. Jazin tuvo la impresiOn dc que sc trataba de un compaflero ie colegio de Mandeistam, y de Leningrado. En aquci campojint sOlo permaneciO unos dias. Tambien Kazarnovski recordaba que Mandeistam, por mediaciOn de Jazin, habia encontrado a Un viejo ca-marada.

458

Segun me contó Jazin, Mandeistani rnurió durante una epidemia de tifus. Kazarnovski, en carnbio, no rnencionó Para nada esa epidernia que, sin embargo, existió; varias personas me hablaron de ella. Tenia que haber tornado al-guna medida para encontrar a Jim, Pere en nuestras con-diciones hacerlo resuitaba imposible: no iba a poner un anuncio en ci periodico dicicndo que buscaba a una per-sona que vio a mi marido en un campo de trabajo forza-do... El propio Jazin resulté set on individuo rnuy primi-tive. Quiso conocer a Erenburg pan contarle sus recuerdos del cornienzo de la revolución en la coal participó junta-mente con sus hermanos que cran, al parecer, chequistas. Era ci periodo que recordaba rnejor y procuraba orientar todas las conversaciones conmigo hacia su heroismo de en-tonces...

Vuelvo a los relates de Kazarnovski. Un dia, pese a los gritos y a Los insultos, Mandeiscam no bajo de su catre. Hacla rnucho felo aquel dia y Este es ci ünico date de que dispongo. Todos fueron enviados a limpiar la nieve y Mandeistam quedO solo. Pecos dbas después se lo Ilevaron al hospital y al cabo de unos dias Kazarnovski supo que habba muerto y to habban entertado, mejor dicho, lo

i1 habian tirade a una fosa comün... Como es natural, La genre era enterrada sin ataudcs ni ropa, quizás desnudos, para que no se perdieran los bienes, varias personas en una misma fosa —siempre habia suficientes rnucrtos— y a cada uno, en ci pie, se Ic ataba una plaquita nurnerada.

Esta variante de la muerte no es de las peores y quisiera creer en lo cliche per Kazarnovski. No se puede cornparar con 'a muerte que tuvo Narbut. Cuentan que en ci campo de trânsito lo utilizaban para limpiar Ins pozos negros y quc pereciO juntamente con ones invalidos en la explo-

siôn de una balsa que hicieron volar intencionadamente para librarse de hombres inütiies para el trabajo. Creo que se ban dado algunos cases semejantes... Pavel, un ladrOn reincidente quc me trala el agua y la lena en Tarus me contó un dia, per iniciativa propia, que oyo una explosion en el mar y vie cOmo se hundia una balsa que segUn ru-

mores estaba Ilena de condenados per el articulo cincuen-

ta y ocho, invalidos de entre los .poiIticos.. Personas que aun ahora trataban de buscar justificaciones a todo —y son numerosos entre los antiguos condenados— procuran

459

convencerme que solo fue volada una balsa y que ci jefe del campamento responsable de esa ilegalidad fue fusilado despuEs. El cpIlogo es conmovedor, pero a ml, no sE par qué, no me conmueve.

La mayorIa de mis conocidos pereció en el campo al pa-co de Ilegar. Los intelcctualcs podian sobrevivir difIcil-mcntc en aquellas condiciones y, adem&s, para qué vivir? ,A qué prolongar una vida cuando la muerte significa una liberación? ,Que IC hubieran aportado a Margulis, a quien protegian Ins prcsos comunes porque ks contaba por las nochcs novelas de Dumas, unos dias más dc cxis-tencia? Estaba en el mismo carnpo clue Sviatopolk-Mirski quien no tardo en caer en un estado de total extenuaciOn, muriendo poco despuEs. Gracias a Dios que Ins hombres son mortalcs, pero vivir all!, tras La espinosa alambrada, valia la pcna para rccordar ci pasado y contarsc!o a Ins dc-mã& Tal VCZ eso sea un freno cuando descen repair tales locuras.

El segundo testigo fidcdigno fue ci biologo M., a quien Mandelstam pidiO clue, en caso de set libcrado, visitase a Ercnburg y Ic hablase de sus Oltimos dias en el campo: El mismo comprendla que no saidria dc alIT con vida. Repito ese relato tal como me lo contO Erenburg, que de algo se habla olvidado ya cuando ilcgue dc Tashkent. En particu-lar habia calificado a M. de agrOnomo porque éstc, des-puEs de su hbcraciOn y a fin de ocultarsc mcjor, habia tra-bajado dc agrOnomo. En lo fundamental, Ins datos clue me proporcionó M. coincidian con los dados por Kant-novski. M. consideraba que Mandelstam muriO en ci pri-mer año de su cstancia en ci carnpo, antes dc quc sc abricsc la navcgaciOn, es dccii, con anicrioridad a mayo o junio dc 1939. M. transmitiO con bastante detallc la con-versación mantenida con el medico, felizmente tambiEn deportado, quicn conocTa dc nombrc a Mandeistam. El medico dijo quc fuc imposibie salvarle la vida a causa de su increibie extenuación. Esto se confirma con ci testimo-nio dc Kazarnovski respecto al tcmor de Mandeistam por los alimcntos, aunquc la comida quc daban en ci campo era tal, naturaimente, que la genre se convertla al poco ticmpo en una sombra. Mandclstam estuvo solo varios dias en el hospital y M. habló con el medico inmediata-mente despuEs dc su muerte.

460

Mandeistam tuvo razOn en dat ci nombre de Ercnburg al biologo a fin de que le contase sus ñltimos dias. Nm-gun otto escritor soviético, a excepciôn de Shklovski, se hubiera atrevido en aqucilos dias a rccibir un mensajero emejante. Y el propio mensajero no se hubiera atrevido a

visitar a los escritores parias pot micdo de set enviado al otto mundo pot segunda vcz.

La gente, después de haber cumplido sus plazos de cm-co y diez aflos de condena, In quc, segün nuestros concep-tos era to minima, se quedaba habitualmente en el mismo lugar bicn voluntariamente, hen obligada. 'V permanccia agazapada en sus remotos rinconcs. Después de la guerra muchos fueron enviados de nucvo al campo y nuestro léxi-co, asi coma nuestros conceptos juridicos, se vieron cnn-quecidos con un nuevo vocablo, povtornik.. Pot esta ía-zen, entre los condenados al campo en los aflos 1937-38 salvaron la vida muy pocos dc entre los j6venes, que em-pezaron muy temprano sus andanzas pot Los campos y tu-ye ocasiôn de habtar. con muy Pecos de los que estuvicron alit y Ic vieron. Pero su historia se expandio ampliamente pot los campos y decenas de personas me contaron su vet-sión sobre la suerte del maihadado poeta. Muchas veces fui llamada per personas que habian oldo (en su idioma C50 se llama An sé con certcza) decir que Mandeistam segula vivo o que llegó con vida hasta los comienzos de la guerra, que estaba en un campo o, incluso, que habia re-cobrado la libertad. Algunos dc cntre ellos afirmaban ha-bet sido testigos dc su muertc, Pero al verme solian reco-nocer con turbación que lo habian oldo contar a otros que eran, naturalmente, personas de toda su confianza.

Algunos inventaban historias novelescas acerca de su muerte. El relato de Shalamov es un tributo rendido al co-lega y al compañero de infortunio sobre el rnodo de cómo debió mont y de sus sentimientos en aquel memento. Pe-ro entre esas fantásticas historias hay algunas que se prcten-den veridicas y aparecen rodcadas dc multitud de detalles. Una de dllas refiere que Mandelstam muriô en un barco que se dirigia a Kolyma. Se describe a continuación cômo fue arrojado su cuerpo al Océano. Sc incluye en las leycn-das el relato de clue fue asesinado pot elementos del ham-pa y también la lectura del Petrarca junto a la hoguera. Este Ultimo anzuclo fue mordido per muchos debido a su

461

indole poEtica. Hay también historias de tipo realista con la participaciOn obligatoria de Ins elementos criminales Uno de Ins más etaborados pertenece at poeta It Una noche, cuenta R., ilamaron a la barraca y exigicron la pie-sencia del 4poeta. R. se asustó de los visitantes nocturnos. ,Qué querian de él esa gentuza? Pero los visirantes noc-turnos no tenian malas intenciones, In Ilamaban con ci ónico fin de que viese a Otto poeta que estaba agonizan-do R. encontrO al moribundo, o sea Mande!sram, rumba-do en un carte. Dcliraba o esraba inconsciente, pero al ver a R. se recobro de inmediato y se pasaron hablando toda la noche. A la mañana Mandelstam murk. y R. Ic cerrO Ins Ojos... Como es natural, en ci relaro no se menciona nm-gun dato, Pero ci lugar indicado eta exacto: .Vroraia Riechka,, campo de tránsiro, cerca de Vladivostok. Siutzki me conto toda esa historia y me dio, incluso, la direcciOn de R. Le escribI, pero no tuve respuesta.

Todos mis informadores eran personas bien intenciona-das. Solo una yea fui sometida a una broma muy cruel, rayana en ci cscarnio. Ocurrio en Ulianovsk, a comienzos de la decada de los ahos cincuenra, en vida de Stalin toda. via. Pot las tardes tome la cosrumbre de visitarme un ral Tiufiakov, suplente del director del Instituto donde yo rrabajaba, miembro de la catedra de lireratura. Era invali-do de guerra y lucia muchas condecoraciones pot so labor en las secciones politicas del ejército. Era un gran aficiona-do a las novelas de guerra donde se descubria ci fusila-miento de un desertor o un cobarde deiante de las filas. Tiuflakov habia dedicado su vida enrera a la creorganiza. ciOn de los centros de ensefianza superior. y pot ello no tuvo riempo de obtener diplomas, ni grados cientIfIcos y ni siquiera de acabar una carrera. Era ci ererno joven co-munisra de Ins aflos veinte, el ctrabajador insustituible,. Desde que Ic hicieron abandonar Ins estudios y Ic encarga-ron dc una misiOn responsable, su deber era *velar Pot La pureza ideologica * en los centros de la enseflanza superior, en caso de la más minima desviacion informaba de ello a donde correspondla. Lo trasladaban de un centro a otto con el exclusivo propOsiro de vigilar a los directores sos-pechosos de liberalismo. Pot ello, precisamente, fue en-viado a Ulianoysk, aI cargo honroso, Pero extraho, de esuplenre., antique carecia de todo tiruio para trabajar en

462

on centro de enseflanza superior. Teniamos dos eternos komsomoles de ese género: Tiufiakov y Glujov; este apellido habria que conservarlo pan la posteridad, pan los hijos y nietos quc se dedican a ensehar historia y litera-

- tura. Glujov haba obtenido una condecoracion pot haber participado en la campafla de expropiación de los kulaks y ci grado de candidato a doctor por su tesis sobre Spinoza. Actuaba a las clans: ilarnaba a los estudiantes a so des-pacho pan indicarles lo que debian decir en la asamblea, a quién debian denunciar y cómo hacerlo. Tiufiakov tra-bajaba bajo sordina. Ambos se dedicaban a depurar los centros de enseñanza superior desde principios de Los ahos veinte.

Tiufiakov ctrabajaba. conmigo por so propia voluntad, per encima de sus obligaciones, per distracción y descan-so, sentia casi un placer estético. Cada dia inventaba una nueva hisroria: Mandelstam flue frisilado; Mandelstam es-tuvo en Sverdlovsk y él, Tiufiakov, fue a visitarle al campo movido por sentitnientos humanitarios. Otras veces me contaba que lo hablan matado en on intento de fuga, otras que cumplia nueva condena por un delito comün; llegó a decirme que lo hablan matado a golpes los delin-cuentes comunes por haber robado un trozo de pan o bien que esraba libre y vivIa con otra esposa. En sus versiones habia también otras: Mandelstam se habia ahorcado hacia poco, asustado por la carta de Zhdanov que acababa de set conocido en los campos... Cada una de esas versiones se me comunicaba con toda solemnidad, me decla que acababa de preguntar en la fiscalla y esa era la respuesta... No tenia mIs remedio que escucharle, potque a los soplo-nes no se les podia echar. Nuestra conversación finalizaba con las teorlas de Tiufiakov sôbre la literatura: Las mejo-res canciones son las de Dolmatovski... Lo que mis apre-do en la literatura es la forma cincelada... Diga lo que quiera, pero la poesia sin metáforas no puede existir, ni existiri... El estilo no es tan solo un fenomeno formal, si-no tambien ideolOgico... Recuerde las palabras de Engels... No podemos no estar de acuerdo con eiias... No ha recibido ningUn poema de los escritos por Man-

deistam en el campo? Escribió mucho alit.. .. El enjuto cuerpo de Tiufiakov se encogia como un muelle. Bajo sus bigotes cortados al estilo de Stalin, revoloteaba una sonri-

463

sa. Habia conseguido en la clinica del Kremlin la auténti-ca rala de ginsenf de efectos rejuvenecedores y prevenia a todo ci mundo Contra los reparados artificiaks: cNo pueden ni compararse. -

Habia oldo hablar muchas veces de las poesias escritas pot Mandelstam en ci campo, pero resultaba set siempre una misuficacion voluntaria o no. Hate poco me enseña-ran una curiosa colecciOn de poemas teunida de los 41- bumesv que circulaban en el campo. Son copias bastante mutiladas de poernas no publicados, donde no figura nm-gun texto de carâcter politico, tales como La vivienda,,, pot ejcmplo La mayorIa de ellos provienen de poemas que circulaban en los afios treinta, Pero fueron anotados de memoria, Jo quc explica sus numerosos errores Algu-nos poemas aparecen en sus antiguas variantes, desechadas pot Mandeistam (pot ejemplo cA la lcngua aIemana). Otros fueron dictados indudablemente pot ci propio Man-deistarn, porque jamâs circularon en lista alguna. ePero flit el mismo quien rccordo su poema, escriro en sus afios infantiles, sobre Ia crucifixion? En Ins albumes figuraban algunos versos humorIsticos que yo no tenia, como, pot ejemplo, eEl cochero y Dantc, pew, desgraciadamenrc en muy mal estado. Solo los leningradenses podian haberlos Ilevado alli y su nñmero eta más que suficiente.

Me ensehO esas copias ID., autor tie un relato sobre nuestra vida, escrito, como se decia en los viejos tiempos, con Ia csangre del corazOn,. En ese relato se pone de ma-nifiesto la propia esencia de nuestra desgraciada vida, aunque hable en ella tie excavaciones, serpientes, ar-quitectura y sefloriras tie oficina. Una persona que ahonde en el contenido de ese relaro, no puede dejar tie compren-der el porqué los campos tie trabajos foezados fueron Ia Principal fuerza que manruvo el equilibrio en nuestro pals.

D. afirma que vio a Mandeistam en el periodo de la cextrafia guerra., es decir, casi un año despues del 27 de diciembre de 1938, que yo consideraba como la fecha tic su muerte. La navegación se habia abierto ya y la persona en quien D. crcyO reconocer a Mandelstam o que lo era, en efecto, estaba en la expedicion que se ditigia a Koly-ma. La acción tenia lugar en el mismo sitio: .Vroraia Riechka, D, que era entonces muy joven, expansivo y

464

vehemente. oyO decir que en Ia expedicion habia una per-sona apodada icl poeta ' y sintio deseos de verb. Cuando D. Ic saludO, diciendo: cl-lola, Osip Mandeistam,, ci hombre rcspondio a so saludo. D. no conocia so patroni-

- mico. El poeta daba la impresión de set un enfermo men-tal, Pero conservaba, sin embargo, cierta lucidez. El en-cuentro fue brevisimo: hablaron de la posibilidad de lie-gar a Kolyma en tiempo de guerra. Luego al viejo —el cpoeta, en apariencia, tenla más de setenta aims— lo ha-maron a corner y se fue.

El hecho de que ci -recluso (fuese o no ci verdadero Mandeistarn) pareciese viejo nada tiene de particular; en aquellas condiciones la gente envejecia con increible rapi-dez y Mandelstarn jarnás se habia distinguido pot un as-pecto juvenil. Siempre aparentO tenet muchos mks afios de los que tenia en realidad. Pero, cOmo hater coincidir esos datos con los clue yo tenia? Cabe suponer que Man-deistam saliO del hospital cuando todos aquellos que lo conocian fueron enviados ya a los diversos campos y que hubiera vivido como una sombra varios meses o aflos rnás. Tal vez fuera algin viejo que se llamase igual que El —en casi todos los Mandeistani Se repiten los mismos nombres y, adernas, tienen rasgos sernejantes— y respondiese al 4 sobrenombre de 4poetab y viviese en el campo donde lo tomaban pot Mandelstarn. Hay suficientes pruebas Para considerar que la persona que D. encontrO en el campo fuera el auténtico Mandelstam?

Mis datos socavaron un tanto la seguridad de D., Pero so reiato creO la confusion en mi animo y ahora ya no es-toy segura de nada. Existe, acaso, algo que se pueda con-siderar fidedigno en nuestra vida? Y yo sopesé bicn todos Los pros y contras de su historia.

D. no conocia personalmente a Mandelstam, aunque en Moscü tuvo ocasiOn de verb, Pero siempre en los periodos cuando se dejaba crecer la barha, en cambio el .poeta. de quien El habia estaba completamente rasurado. Sin em-bargo, algunos rasgos suyos Ic hicieron recordar a Man-deistam. Para tenet una seguridad plena eso era, claro es-tá, muy poco; era muy facil equivocarse Pero D. se enterO de un detalle muy interesante, aunquc no pot boca del •poeta. sino de una tercera persona: el destino de Man-deistam lo decidiO una carta de Bujarin. Es de suponer

465

que en 1938 saiio a fore la carta que Bujarin escribio a Stalin con motive ic la primera detencion de Mandeistam y las numerosas notas que nos escribio a nosotros, requisa-das en aqucila fecha. Esto es más que probable. Y eso lo podia saber tan solo ci auténtico Mandelstam. Queda, sin embargo, sin resolver si füe ci misterioso viejo 1 apodado ci poetaz quien habló de esa carta o bien se Ic adjudicaba ci relato hecho por un hombre ya muerto por quien Ic to-maban. Dicho de otro modo

'la gente que estaba en ci

campo sabla que en ci expediente de Mandelstam figura-ba una carLa de Bujarin, A un viejo, que, quizás, se ha-mase igual, ho tomaban por Mandeistarn y recordando la historia de ha carta, se la habian atribuido a! viejo. Es im-posible averiguar Jo que paso en realidad. Pero hay en (e-do eso un hecho que me interesa: el rumor sobre Ia carta de Bujarin. Es el Unico rumor que me IlegO con motive de la segunda condena de Mandelstam. No en vano, Man-delstam dijo en la .Cuarta prosa: Mi causa no acabo ni acabara nunca --- . A base de Ia carta de Bujarin del the 1934, Se revise su causa en 1934, y a base de esa misma carta, volvio a revisarse en 1938... A continuaciOn vohviO a set revisada en 1955, Pero quedo sin resolver y tengo la es-peranza de que vuelva a set revisada alguna yea verdadera-mente.

Pew, en reandad, qué datos confirman on versiOn de que Mandelstam murió en diciembre de 1938? La primera noticia quç tuve de su muerte fue la devoiución del pa-quete por la .muerte del destinatario.. Pero esto no es su-ficiente. Conocemos millares de casos en clue los paquetes fueron devueltos pot ese motive y luego se sabia que ci destinatario habia side transferido a otro campo y pot dIe no hiego ci paquete a sus manes. La devohuciOn de un pa-quete se asociaba siempre con la muerte y para la inmensa mayorla de la gente esa era la tnica posibilidad de conocer la muerte de la persona querida. Sin embargo, en el caos de los campos sobrecargados, Jos cinicos funcionarios de uniformes militates escriblan lo que se les antojaba. No era, acaso, lo mismo? Los que se êncontraban detrás dc las alambradas espinosas ya estaban excluidos de la vida por el mero hccho de estar aIll y no habia miramicntos con ellos. Desde Ins frentes de la guerra tambien- ilegaban no-tificaciones sobre la muerte de soldados y oficiales, cuando

466

en realidad estaban heridos o prisioneros. Pero en ci fren-tC se hacia pot error y los hombres, rodeados por gente igual a ellos, gozaban de simpatlas y atenciones. A los reclusos de los campos, en camblo, se les trataba peor que a las bestias y las bestias quc disponlan de sus vidas esta-ban cspccialmente entrcnadas Para pisotcar todos sus de-rechos humanos. Los paquetes devucitos no podian consi-derarse como una prueba de que el destinatario hahia muerto.

En ci certificado de dcfunción, que me fuc entregado. por la Oficina dc Registros, la fecha indicada tampoco sig-nificaba nada. Las fechas se ponian al tuntün y miliones de mucrtes se hacian coincidir conscientemcnre en an mismo periodo, el de Ia gucrra, pot ejemplo. Era muy có-modo Para la estadIstica que las muertes ocurridas en los campos coincidieran con las producidas en ci campo de bataila... Dc ese modo se velaba la panorámica dc las rcpresiones y a nadic Ic importaba descubrir la vcrdad. En ci periodo de Ia rchabihtación se hacian coincidir, casi mc-cánicamentc, las fechas de las rriucrtes con los aflos de 1941, 42 y 43. Asi, pucs, ec6mo creer que la fecha que fi-gura en el certificado es la auténtica? J quién hizo corrcr ci rumor en cI cxtranjcro de que Mandeistam, que estaba en un campo próximo a Voronezh, fue asesinado por los alemanes? Es evidente quc algün dipiomático o escritor progresista, acorralado a preguntas por los extranjeros que, segün expresión de Surkov, se inmiscuycn en lo quc no deben, pudo haber echado la culpa a los alemancs; cso era sencilio y comodo...

En ci certificado de defunción de Mandelstam se indica quc su muerte fuc anotada en ci Libro de Registros en mayo dc 1940. Esto es, quizás, lo ünico real dc que dis-pongo. Cabe creer que si estuviera vivo no to habrian ano-tado como muerto, aunque tampoco en cso se poSe te-net absoiuta scguridad. Supongamos quc hubiera interce-dido a favor de Mandelsram alguicn como Romain Rolland, a quien Stalin aprcciaba, solicitando so libera-ción. Habia casos en que la genre era hberada por alguna intervcnción del extranjero a su favor... Es posible que Stalin no quisicra soltarie o no hubiera podido a causa de las torturas sufridas en La cárcci... En este caso, nada costa-ba dcclarario muerto y dandomc ci certificado de defun-

467

ción en mano, convertirme en ci pottavoz de la mentira oficial. ?Por qué a ml se me din ese certificado de defun-ciOn cuando a otras no se lo daban?

Y si, en efecto, Mandeistam muriô antes de mayo de 1940, supongamos quc en abril, D. podia haberie visto y el viejo 4pocw set él. -

Se podia confiar en Ins testimonios de Kazarnovski y Jazin? En la mayorla de los casos, Ins recluses casi nunca se acuerdan de las fechas. En aquella vida monétona y de-mcncial ci tiempo se borra. Kazarnovski pudo haberse marchado —sigue sin saberse cuándo y cômo sahó del campo de trinsito— antes de que Mandeistam saliera del hospital. Los rumores de su muerte tampoco demuestran nada: Ins campos viven a base de rumores. Tampoco ten-go la fecha de la conversación de M. con ci medico. Podian haberse visto uno o dos aflos despues... Nadic sa-be nada. Nadie sabrá nada de lo ocurrido dentro de las alambradas, ni fuera de ellas. En la terrible promiscuidad de los campus, donde Ins mucrtos con una chapa atada al pie yacian junto a los vivos, nadie podra aclarar nunca na-da.

Nadie lo vio muerto. Nadie lavo su cuerpo. Nadie lo coloco en ian ataud. En su febril delirio Los mártires de Ins campos no saben distinguir el tiempo, no diferencian la reandad de la ficcion. Los relatos de esos hombres no son mIs fidcdignos que cualquier otra narración sobre el cal-vario humano. Y los Pecos testigos que se han conservado —y D. es uno de ellos— no tuvieron la posibilidad de ha-cer un trabajo de investigación y anahzar en ci mismo lu-gar todos los datos, a favor y en contra.

Solo se una cosa: Mandelstam dejo de sufrir; su vida cit mártir acabO en alguna parte. Asi termina toda vida. An-tes de mont, yacia sobre una tarima y en tomb suyo pulu-laban otros condenados. Probablemente esperaba un pa-quete. No se In entregaron o no IlegO a tiempo. El pa-quete fue devuelto. Para nosotros fue la prueba y la noti-ficacion de su mucrtc. Para él, clue esperaba el paqucte, su ausencia significaba la muerte de todos nosotros. 1 to-do cso habla ocurnido porquc un hombre bien cebado, con uniformc militar, entrenado Para exterminar a otros hombres, cansado de buscar en Las listas interminables que cambiaban continuamente un nombre de dificil pro-

468

nunciación, borré de un trazo La dirección y escribió en la hoja correspondiente in más sencillo que se le ocurriô: devuelto pot la muerte del destinatario.. El paquete vol-

viO a mis manos y yo que rezaba para quc terminasen sus padecimientos, me tambaké ante la ventanilla cuando la ernpleada de correos me comunicO esa ültima e inevitable buena nueva. -

Y despues de so muerte —no seria antes de ella?— vi-vió en las leyendas de Los campos como un viejo dernente de setenta ahos con una escudilla para corner gachas, que en tiempo habia escrito poemas y quc por ello se apodaba el poeta. Y otro viejo —no serla el auténtico Mandels-

tam?— vivia en ci campo Vtoraia Ricchka ' y estaba incluido en la expedición destinada a Kolyma y muchos consideraban que era Osip Mandelstam y yo no sé quién era éi.

He aqul todo cuanto sé sobre los ültimos dias, La enfer-medad y la muertc de Mandeistam. Otros sabcn todavia menos sobre ci fin de sus allegados.

Un relato mds

Sin embargo, se algo mks. El convoy saliô de Moscü ci 7 de septiembre de 1938. L., on fisico que trabajaba en un centro de ensehanza superior de Moscü que fuc totaimen-tc diezmado pot Stalin, porque all1 trabajaba ci hijo de un hombre a quien éì odiaba, iba en esa expedicion. Me pidio que no citara so hombre: iParcce que ahora no puede pasar nada, pero 1 qui6n sabe Pot eso Ic ruego que no me nombre ... .. Ese fIsico me contô que estuvo deteni-do en la cárcel de Taganka, otros procedlan de Lubianka y de Butyrki, a donde los trasladaban poco antes de format la expedición. Ya en el tren supo que iba en La expedición Mandeistam. TJno de los compafieros de L. cnfermó du-tame el viaje y lo lievaron a un vagón que hacia las veces de hospital donde aislaban a los enfermos. Dc regreso en ci vagón, Ic contó que se encontrô alit con Mandelstam. Segün contó, Mandeistam se pasaba acostado todo ci tiempo, con La cabeza cubierta pot una manta. Tenia alga

469

de dinero, y en las estaciones, los guardias Ic cornpraban a veces una barra de pan. Mandeistarn la paula en dos y da-ba la otra mitad a su compafiero pew no comIa su pane hasta no haber visto pot una rendija de la manta que su companero ya se habia comido su pane. Entonces SC Sen. taba y comla. Le persegula ci temor de set envenenado, esa era su enfermedad, y se dejaba mont de hambre, pues no comla nada de In que les daban.

Liegaron a Vladivostok a mediados de octubre. El cam-p0 de .Vtoraia Riechka estaba terriblemente superpobla-do. No habla donde alojar a ins recién liegados. Sc les or-den6 instalarse al aire libre, entre dos uilas de barracas. El tiempo era seco y L. no tenia prisa pot meterse en ci inte-rior. Sc habia dado cuenta de que en las letrinas (y cómo eran esas letrinas en las condiciones del campo puede uno imaginarseio) habia siempre hombres senados en cuchillas, semi desnudos, dedicândose a exterminar los piojos de sus ropas ya convertidas en andrajos. Pero el ti-fus no habia comenzado ain.

Dias despues, los recién lkgados fueron enviados a pa-sar por una comisión constituida pot representantes de los dirigentes del campo de Kolyma, AllI se estaba conscru-yendo y necesitaban mano de obra de primera categorla, Pero no era fácil encontrar gente sana entre esa muche-dumbre de hombres agotados pot Ia cárcel, los intetroga-totios nocturnos y los emétodos simplificados.. Muchos quedaron excluidos, entre ellos L. No tenia más que trein-ra y dos ahos, Pero de niño se habla row una pierna. La descarga del campo se efectuaba con gran lentitud y nuevos convoyes tralan cada vez a centenares o, tal vei, millares de hombres hambrientos, sucios y semi salvajes. L. se formé una Clara idea aproximada de los efectivos del campo. Estaba dotado de espirku matemâtico, que sabia analizar, recordar y registrar todo cuanto habla visto en el transcurso de sus veinte ands y pico de permanencia en campos de trabajos foriados. Pero sus conocimientos ja-más serán patrimonio de la gente porque cansado de set un recluso no confia en nadie ni en nada y solo anhela la Paz; vive entregado a su nueva familia y todo el sentido de la existencia esta concentrado para él en su hija, el ülti-mo consuelo y alegrIa de ese hombre ya mayor y enfermo. Es uno de Ins mejores testigos de su tiempo, pero no data

470

ninon testimonio Hizo una excepciOn para ml. En gene-ral, de su encuentro con Mandeistam, que It impresionO mucho, habló aiguna vez en ci campo y tambiEn después de su libcración. No Ic pregunté, y debi hacerlo, si la Co.

misiOn de Kolyma cxigiO durante mucho tiempo solo hombres sanos, si no se contentaban después con cual-quiera para dade de baja una vcz agotadas sus ültimas fuerzas. La calidad del trabajo humano podia sustituirse pot su cantidad.

Empezaron las iluvias y fue preciso batirse para en-contrar an sitio en las barracas; esas luchas se entablaban a cada momento. En aquëi entonces. L. ya era jefe de una brigada de sesenta hombres. Sus obligaciones consisoan tan solo en la distribuciOn de la raci6n de pan pero cuan-do cmpezO a hover, su brigada Ic exigió que consiguiese aigün local. L. Its propuso que buscasen en la recimara de las barracas por Si habla algo aprovechable. Los hombres mâs enérgicos —ha energia, la mayor parte de las veces, dependia de la edad— y fuertes preferian las rccámaraS, habia en ellas menos genre y ci aire no estaba tan viciado. En ci invierno, naturalmente, tendrian quc abandonarlas para no helarse, ni quemarse junto a los tiros de humo, pero nadie pensaba en el invierno: Jos recluses pensaban 11 mente en los objetivos inmediatos. Metidos per las no es en ha recámara, podrian ganar unas semanas de re-lativa libertad.

Poco después hahlaron un desvãn adecuado donde se habian instahado cinco delincuentes comunes, aunque era lo suficicntementc grande para triplicar su nümero. L., en compahia de varies camaradas, hizo una exploraciOn. La entrada estaba ccrrada con unas tablas claveteadas. Una de ellas cedio a la presiOn y L. la arrancó, encontrandose hen-te a frente con ci representante de los comunes. L. ya se disponia a batirse, cuando ci ocupante se prescntO cortés-mcnte: *Arjanguelski ... '. Entablaron conversaciOn. Resul-tO que el jefe del campo habla cedido ese desvân a Arjan- guelski y a sus compafieros. L. Ic propuso que visitaran juntos at comandante, a ho cual Arjanguelski accediO amablemente. El comandante natO de reconcihiar ambos bandos. Tal vez sintiese respeto per L. quien no tuvo miedo de cnfrentarsc a los comunes o tal vez lo considera-se como uno de ehlos. Les dijo: 4JebEis tenet en cuenta la

471

situación... hay quc apretarse... crisis de vivienda... z'. Ob-tenido ci triunfo, L. rcgresO a donde estaban sus compa-fleros Para elegir entre cilos dicz personas a fin de insta-larias en ci dcsvân, Pero elios hablan cambiado de opiniOn y no quertan vivir con los delincuentes comunes. iLcs ro-harlan! L. tratO de convencerles: nada tenlanque pudiera set robado y por su nOmero serian ci dobie que ci de los harnponcs, pero clios prefiricron quedarse baja ci ciclo ra-so. Pero L. ganO un nuevo amigo: cuando se velan se salu-daban siempre; esos encuentros se produclan casi siempre en ci centro dc] campo donde habia una especie de merca-do de cambio y yenta y estaba lieno de reciusos,

Un dia, Arjangueiski Ic invitO a pasar la tarde en ese mismo desvan Para olr unos poemas L. no temia clue Ic robasen: lievaba durmiendo varios meses sin desvestirse y sus andrajos no tentarian a ningün iadrOn. Solo conserva. ba un sombrero, pero eso no tenla ningün valor en ci campo, Sintia curiosidad pot saber de qué poemas se tra-taba y fue.

En ci dcsvan ardia una vela y en el centre., sobre un to-nel

to-ne que hacia de mesa, se velan unos bates de conservas abiertos y pan blanco. Para los hambrientos reclusos era un festin inconcebibic: se alimentaban de sopa de lentejas y en cantidades insuficientes. Para el desayuno ics daban un medio vaso de caido muy clara...

Un hombre, con ci rostro cubierto de barba bianca con un abrigo de cuero amarillo estaba sentado cntre Ins de-lincuentes comunes. Recitaba poeslas. L. reconociO esos versos: era Mandeistam. Los comunes ofreclan al poeta pan y conscrvas y éi comia tranquilamente: al parecer solo tenla miedo de la comida clue Ic daban en ci campo y a los que se la daban. Le escuchaban con el más profundo de los silencios, a vcccs Ic pedian que repitiese y éi repetla.

Despues de esa velada, cuando L. lo vela se Ic acdrcaba siempre. Sc hicieron amigos. L. observo que Mandelstam o bien padecia de mania persçcutoria o de ideas fijas. No solo ternia set crivenenado, pot In cual Sc dejaba mont de hambre, tcmia tambien a las inyecciones... Cuando toda-bia estaba en libertad, habia oldo hablar de esas miste-riosas inyccciones interna.s quc privaban al hombre de vo-luntad para obtcner de El toda la información precisa. Ig-

472

norabamos, ciertamente, si esos rumores muy extendidos en Ins afios veintc, tenian algün fundamenco. Además es-taba entonces en baga una palabra terrible: •socialmence peligroso y en la mente enferma de Mandeistam se habla mezclado todo. Se imaginO que Ic hablan inoculado la ra-bia pan hacerlo efectivamente cpeligroso * y librarse de él In antes posible. Habla olvidado clue en nuestro pals sabIan librarse de La genre sin necesidad de vacunas...

L. no entendia nada de psiquiatrIa, pero sentla grandes descos de ayudar a Mandeistam. No se puso a discutir con €1, pero fingiO creer que hacia correr conscientemente y con determinado fin los rumores de que padecla La Arabia.. Tal vez 10 haeIa pan que se apartaran de El... •Pcro a ml no quiere usted asustarme., le dijo L. Su astu-cia dio resultado y con gran sorpresa soya, Mandelstam dejO de hablar de las inyecciones y de La rabia.

En el campo de tránsito no obiigaban a trabajar, pero al lado, en un territorio destinado a Ins delincuentes comu-nes (de acuerdo con ci reglamento los condenados por ci artIculo cincuenta y ocho coma genre .socialmenrc peli-grosa' tcnIan clue estar aisiados de todos los demas, pero ci reglamento no Sc cumpila pot La superpoblaciOn del campo) se trabajaba: descargaban unos materiates de cons-

ucciOn y los lievaban a otra pane. Los clue trabajaban no gozaban de ninguna venraja, ni siquiera les aumentaban La raciOn de pan y sin embargo habla voluntarios pan el trabajo. Eran aquellos clue estaban hartos de estar encerra-dos en el campo, de dat vueltas en mcdio de una muchc-dumbre enloquccida y semisalvaje. Querlan escapar aun-que solo fuese at terrirorio contiguo, menos poblado, y prolongar de ese modo ci pasco. Los jOvenes, además, des-puês de una Larga permanencia en la cárcel necesitaban hacer ejercicio fIsico. Más tarde, agorados par ci trabajo sobrehumano de Ins campos regulates no se ofrecian vo-lunrarios para ninon grabajo, como es natural, pero ese era un campo de rránsito.

Entre los voluntarios estaba L. Su inimo no decala. Cuanto más insoportables eran Las condiciones, más fuerte se hacia su voluntad de vivir. Caminaba pot ci campo, apretando fliertemente los dientes y se repetia cozuda-mente a 51 mismo: iLo veo todo, In sé todo, pero ni si-quiera cso es bastante para clue me marerm. Todos sus

473

pcnsamicntos estaban dirigidos a un solo fin: no permitir quc lo aniquilen, conservarse vivo pese a todo. Conozco bien ese sentimiento porquc tanibien yo, In mismo que éi, vivi apretando los dientes casi treinta afios. Pot csa ra-zon sicnto un enorme respeto por L. Se lo que costaba vi-vir en condiciones normaics y El sc habia plantcado esa di-ficilIsima tarea en un campo de trabajos forzados en ci año 1938 y no rcnunció a ella durante todos aquellos tcrribies aöos. Rcgreso en 1956, enfermo de tuberculosis y con ci corazón en mal estado, pero regresó pesc a todo; su psique petmancció inaiterada y conserve la memoria, que era mejor de la que tenia la mayor parte de la gente que conscrvO la libertad.

Como ayudante para ci trabajo, L. se llevo a Mandeis-tam. Era posible hacerlo porquc en el campo de tránsito no existian normas de rendimiento y ci propio L. no pen-saba fatigarse demasiado. Cargaba en unas angarillas una o dos picdras, ]as lievaban a unos quinientos metros de distancia y se sentaban a dcscansar, En ci camino de vuci-ta, L. lievaba las angarillas. Un dia, cuando descansaban sobre un montón de piedras, M. Ic dijo: 'Mi primer libro se titula ''La piedra" y ci ültimo tambiEn seth una piedra ... .. L. recordo esa frase, aunquc ignoraba los tItulos de sus obras; interrumpió su relato pan preguntar-me: .Es verdad que so libro se Ilamaba ''La piedra"? Sc sintió muy satisfecho cuando yo se lo confirmE, porquc asi comprobaba una yea más su memoria.

Librcs de Ia muchedumbre, en un territorio relativa-mente ampho y iibre de los delincuentes comunes, ambos recobraron Ins ánimos. El relato de L. exphca una frase de la ültima carta de Mandclstam. Dice en ella clue saLio a trabajar y que eso le ha animado. Todos afirmaban que en un campo de trânsito no obligaban a trabajar y yo no podia comprender de qué se trataba. Esto Se aclaró gracias a L.

A principios de diciembre una epidemia de tifus hizo estragos y L. perdio de vista a Mandelstam. Los respon-sables del campo tomaron enCrgicas medidas: los deporta-dos fueron metidos en barracas en donde habian quedado libres numerosas plazas de Ins que cayeron cnfermos, y encerrados con have, no ics dejaban salir a ninguna pane. Por las mañanas abrian las barracas, sacaban las cubas y los

474

sanitarios median la fiebre a todos. Estas medidas profilâc-ticas no conducian a nada, como es natural, y la enferme-dad segula matando a la gente. Los enfermos eran trasia-dados a lugares incomunicados sobre los cuales circulaban espantosos rumores. Los hombrcs se asustaban mutuamen-it con relatos sobre elios. Se consideraba que de alli nadic salia con vida.

En las tarimas colocadas en ties pisos, L. consiguiô ocu-par la del mcdio, quc se consideraba La mejor, porquc en la de abajo habia siempre mucho ajetreo y en la superior se asfixiaba uno: ci bochorno era insoportable. Pasados unos cuaruos dias, L. sintio escalofrios. Para entrar en ca-lot propuso al vecino de la tarima superior que cambiasen de sitio. Fueron muchos los voluntarios. Pero en La tarima superior siguió teniendo frio y comprendió que tenia ci ti-fus. Una sola idea Ic embargaba: pasar la enfermedad en la barraca y no permitir que lo Ikvasen a la barraca inco-municada de los infecciosos. No se ponia bien ci termó-metro y consiguió engafiar varias veccs a los sanitarios. Pc-to la fiebre era cada vez más alta y una vez no pudo sacu-dir bien ci tcrmômetro, so engaflo fue descubierto y se to llevaron. En ci pabellôn de infecciosos Ic dijeron quc aca-baba de pasar por all! Mandeistam. No habia tenido tifus. Los medicos, tambien deportados, Ic habian tratado bien

Ic consiguieron, incluso, una pelliza. Tenian un exce-dente de ropa heredada de los que morian, y la genre mona all1 como moscas. En aquci entonces, Mandetstam estaba muy necesitado de ropa pues habia cambiado su abrigo de cucro amarillo pot kilo y medio de azcicar que no tardaron en robarle. L. prcguntó qué habla sido de Mandelstam, pero nadie supo rcsponderle.

L. paso varios dias en la barracá de los infecciosos hasta que los medicos diagnosticaron que tenIa tifus. La Lleva-ron entonces al hospital que rcsultO ser bastante deccntc en ese campo, de dos pisos y bastante limpio. La dedica-non a los enfermos de tifus. Pot primera vez después de muchos mescs pudo acostarse L. en una cama con sabanas y la enfermedad se tonnó en descanso y en la duice sensa-ciOn de un confort increible.

Al salir del hospital, L. se entcrO de que Mandelstam habia muerto. Esto sucediO entre diciembre de 1938 y abril de 1939, porque en esa fecha L. fuc enviado ya a un

475

campo regular, L. no hablo con ningün testigo de su muerte y lo sabia pot nimores. El era un hombre digno de fe. pero es dificil juzgar a sus informadores. Su relato con-firma, a! parecer, Jo dicho pot Kazarnovski sobre la rápida muerte de Mandeistam. Dc todo esto saco una conclusion más como ci hospital estaba dedicado exciusivamente a Jos cnfcrmos de tifus, Mandelstam sOlo pudo dormir en Ia barraca dc los infccciosos y ni siquicra antes de mont pu-do descansar en una cama cubierta con una horrible pero maravillosa sabana hospitalaria.

No hay ningán lugar donde pueda hacer avcriguaciones y nadie hablarl conmigo sobre csto. Quien removerá to-dos esos horribles asuntos pot un Mande!stam quc no puede publicar siquiera on !ibro?... Los que han perecido pueden estar contentos de su rehabilitacion pOsruma o, pot Jo menos, de que se hayan detenido sus expedientes por ausencia del cuerpo del deliro. Incluso los certificados en nuestro pals suelen set de dos clases, sin ninguna nivc-laciOn, y la de Mandeistam pertcnece a la segunda... Pot eso sOlo puedo reunir mis escasos datos y hacer conjeturas sobre cuándo muriô Mandeistam. Y hasta la fecha me sigo diciendo quc cuanro antes l!egue la muerte, mejor. No hay nada mis terrible que una muerte lenta. Mc horroriza pensar que en ci momenro que supe clue habia muerto El, tal vez, aün vivia y que en cfecto, marcho a Kolyma. No se ha podido establecer con certeza la fecha de su mue# Y no está en mis manos la posibilidad de hater algo mis para fij aria.

476

Apmn dices

Apéndice A

Nadiezhda Iâkovlievna Mandelj-ianz (1899-1980)

rJi

Sc sabe muy poco sobre Los primeros afios de vida de la aurora de cstas memorias. NaciO en la ciudad de Saratov el 31 de octubre de 1899. Su padre, Iakovjazin, se trasla-do poco despues a KIev, ciudad en la cual transcurre la ju-ventud de Nadiezhda Iákovlievna. Su madre era doctora, pero se ignora la profesion de su padre. Su familia goza-ha, evidentemente, de buena situaciOn econOmica. Na-diezhda Iakovlievna credo en un ambiente culto e instruido. Dc joven se sinriO atraida pore1 arte, en particu-lar por la pintura y fue alumna de la conocida pintora Alexandra Ekster, de Kiev. Después de la muerte de su marido, Nadiezhda Iâkovlievna obtuvo en 1956 ci grado de candidato a doctor en ciencias fliolOgicas. El tema de su tesis, escrita bajo la direcciOn del relevante crudito Vik-tor Zhirmunski, se titulaba .FunciOn del acusativo en Ins monumentos poéucos angIo-sajones. En la decada de los ahos 40 y 50, Nadiezhda Iikovlievna dio clases de inglés en muchas escuelas provinciales de la URSS. En 1956 se Ic permitiO regresar a Moscü, donde comenzO a escribir ]as memorias que consrituyen este volumen.

479

Os:jO Emf/jevjc/, Mande/stam (1891-1938)

Osip EmIiievich Mandeistam naciô en Varsovia en 1 891, pew siempre considero a Petersburgo como su patria chica, ya que su familia se traslado alli poco des-pués de su nacimiento. Su padre era negociinte en pieles y su madre, profesora de müsica, oriunda de Vilno, procedia de una familia de intelectuales judios. Finaiiza-dos sus estudios en ci ceicbre Instituto de Tenishev, Man-deistam estudia en la universidad de Petershurgo. En su juvenwd visitó varias veces Europa y paso ci invierno de 1 909-1910 en Ia universidad de Heidelberg.

Sus primeras tentativas poéticas datan de 1910 cuando se adhiere al grupo de poetas acmeistas, de cuyo sindico, Gumiliev, era amigo. Tambien entonces conoce a Ma Aj-mátova que se convierte despues en su mejor amiga. Ana Ajmâtova, muerta en ci año 1966 en MoscU, descmpeoa un gran papel en las memorias de la viuda del poeta.

En Ins aiThs de la primera guerra europea, Mandeistam reside preferentemente en ci sur: en Crimea y ci Cáucaso. En visperas de la guerra publica su primer hbro dc poesla, .Piedra, quc Ic dio fama en los estrechos circuios litera-rios de la capital. Despues de la guerra, regresa al none con un nuevo voiumen: .Trisua., 1922, que Ic hate set conocido pot ci gran publico. En 1928 se puhiico una antologla de sus poesias (.Poesias), un libro en prosa (cLi sello egipcio.) y una recopiiacion de sus mejores articulos criticos (.Sobre Ia poesla.). Todd ello nos permite conside-rat ci On 1928 como la cumbre de su carrera hteraria. Pe-ro esa carrera Cs, en muchos sentidos, relativa e inciuso fic-ticia: mucho antes de cilo, a principios yade la década del 20, ias relaciones entre Mandeistam y las editoriaics e ins-tituciones estataies habian empezado a deteriorarse gra-dualmente. Mas ci relato de ello y del ulterior destino del pocca lo hailará ci lector en ci presente hbro.

- Palabra romada dcl griego &LT7, qua significa puma cresca, expan-sión. (N, dc Ia T.).

480

Apindice B

Note sabre movimientos /üerarios y organizacianes

En ios veinte años clue precedieron a la Revolucion de Octubre, Ia literatura rusa, reaccionando contra Ia tradición realism del si-glo xix, atravesó un periodo de fermcnto conocido a veces como Ia Edad de Plata, cuya caractcristica mis destacada era la re-surrecciôn de la poesla, que en la segunda mitad del siglo XIX Se habia visto eclipsada casi totalmente pot la prosa.

El primero y mis influyente de estos movimientos fuc ci de los simbolistas (desarrollado aproximadamente entre 1894 y 1910) los cuales, como seliala Nadiezhda Mandeistam, transforman los criterios estéticos del pQblico ruso. Su precursor fue ci filosofo re-ligioso y poem Vladimir Soloviev y entre las figuras sobresalientes se cuentan Valeri Brinso y , Viachcslav ivanov, Alexander Blok y Andrei Rely. ijentro del simbolismo habia difcrcnrcs tendencias pero su punto comlin era una biisqueda de otro mundo: la poe-sIa era, a menudo, un vehiculo de perccpciones mIsticas a las que solo se podia aludir mcdiantc un lenguaje cimbolico..

Los acmeIstas eran miembros del Ilamado Taller de poeras., fundado en 1912 pot Nikolai Gumiliev y Sergei Gorodctski en oposiciOn a los simbolistas. Su intenciOn era restablecer la auto-nomia del lenguaje poérico rechazaban ci tmisticismo, y busca-ban precision y claridad en el lenguaje. Ajmitova y Mandebstam fueron los acmeistas mis destacados. Como grupo organizado los acmeistas sOlo existieron hasta 1914.

Otto movimiento iruportante lanzado en 1912 fue ci futuris-ma, que era también una reacciOn contra e1 simbolisrno. Los fu-

481

turistas (cuyos miembros más importances fueron Vladimir Maiakovski y Vehmir Jlébnikov) adoptaron la tccnologia mo-derna y en su pocsia tendIan a introducir neologismos y palabras de argot o de su propia invcncidn. Atraldos tcmperamentatmen-te pot la rcvoluciOn, la mayoria de ellos era vanguardista tanto en politica como en arte. Pot esta causa flzndamentalmcntc ci fliru-rismo fue ci 6nico movimiento Iiterario quc sobrevivio a la Rcvo-lucion de Octubre, constituyéndose en 1923 en ci ilamado Prentc de lzquicrda (LEE) y prociamandosc como la Unica voz auténtica del nuevo regimen.

Esta pretension fue rcchazada con Cxito pot la AsociaciOn Rusa de Escritores Proletarios (RAPP), flindada en 1925. Aunque p0-(05 dc sus miembros cran verdaderos proietarios pot su origen so-cial, los miembros del RAPP come Leopold Avcrba, y Ale-xandr FadCicv afirmaban que la literatura debla tenet csencial-mente la misiOn dc servir a los interests del proletariado, la nueva ciase dirigentc, y de reflejar su ideologia.. De 1929 a 1932 la RAPP disfrutO del apoyo del Partido y ejcrciO un poder dictatorial sobre la literatura. Sus jcfes eran fanaticos convencidos que aplaudieron los rigores del Primer Plan quinquenal y de Ia colecrivizaciOn: ci .Libcraljsmo, relative tic la NPE (Nueva Politi-ca Economica) les habia parccido una traición a las promesas de la Revolucion.

En la 'inca de csc diberalismo., el ComitC Central del Partido habia publicado en 1925 una famosa rcsolucion, redactada, al parecer pot Hujarin, proclamando su neutralidad, pot ci momen-to, entre Ins grupos hterarios en oposiciOn. En esta atmOsfcra dc rclativa toierancia, la mayor pane de Ins cscritores pudo prose-guir rncdiados Ins afios veincc, con independencia dc so .clasei de origen, su actividad como compañeros tie viaje, nombre que les habIa dado Trotski. Los .compaeros de viaje., que formaron ci gi-upo más importante de escritores soviCticos en Ins dica pri-mcros afios cras La RevoiuciOn, debian dat su plena aprobaciOn at nuevo regimen Pero no sc les exigia todavia un compromiso con €1 en su trabajo.

Algunos tic estos escritores, que habian formado en 1921 un grupo liamado los cHermanos Serapion. (Mikhail Zochtchenko, Konstantin Fedin, Nikolai Tijonov, etc.) trataron de que 'a tire-ratura fliera indcpcndiente de todo compromise poli tico y so-cial, Pero csta postura Sc hizo cada yea más insostenible hacia ci final tie Ins a?ios vcinte. Los Hermanos Scrapion se habian aliado con los formalistas (Viktor Shiovski, Viktor Jirmunski,

482

etc.). una escuela nueva de crItica literaria que se ocupaba princi-palmente de Los problemas de Ia forma en ci proceso aitistico.

Hacia ci final de los ahos veinte, los formalistas sufrieron fuer-

tes ataques y ci formalismo se coflVlrtiô en on t&m!flO peyorativO

Para designar cuaiquier intento de separar Ia literatura de [as

funciones politicas y ceducativas' que queria imponerle ci Patti-

do.En 1932, Stalin hizo de esas funciones una obligaciôn suprç.-

ma, decretando brutalmente la disolución de todos los grupos terarios existences, incluida la RAPP. A partir de ese momento, rodos los escritores deblan afihiarse a la Union de Escritores viéticos, máquina burocrática destinada a importer un control ri.J guroso sobre la actividad literaria. La doctrina del crealismo socia listai, proclamada entonces, se hizo obligatoria pan todos los<

escritores clue querian publicar sus obras. En Ins aflos clue siguieron a Ia muerte de Stalin, hubn un lige-

to relajamiento del control impuesto en 1932 (y reforzado des-pués de la segunda guerra mundial pot on cierto nümero de decretos con lo clue Sc asocia ci nombre de Zhdanov), pero los escritores siguen sin poderse manifestar legalmente más que dentro del marco administrativo e ideoiOgico general estabiecido

bajo Stalin.

483

Apéndice C

Poema esenlo por Ana Ajmd;ova tras su thita a Mandelseam en Voronezh (1936)

Voronezh

'1 Ia ciudad sc ycrguc enccrrada en hiclo: Un pisapapelcs dc árboles, muros, nievc. Pho timidamente cristales dc roca; Ins trincos pintados se deslizan sobre sus surcos. La estatua de Pedro en Ia plaza seflala cuervos y chopos y una cpuIa verdosa lavada, sembrada de polvo solar. Aqul Ia ticrra riembia todava tras a vieja batalla que doblcgo a los târtaros. Dcjad que los chopos eleven sus cálices en un brindis clue conmueva al cielo, como miles de invitados de boda que beben jubilosamente en la fiesta. Pero en Ia habiracion del poeca proscriro montan la guardia tan pronto Ia musa como el tcmor, y la noche cae sin la esperanza de la aurora'. -

• Los cuatru óltimos versos ban sido omitidos en Ia edicion soviérica de la poesia dc Ajmatova

484

Apéndice D

Notas sabre personas mencionadas en ci texto

Adalis (Efron), Adding Yiflmovna (1900-1969): Poetisa y prosista.

Agranov, Yakov Saülovich (?-1939): Chequista quc creó y dirigió ci .Litkontrol., departa-mento de la GPU encargado de la vigilancia de los escritores. Participó activamente en Ia pre-paración de Ins procesos deMos-cü. Detenido y fusilado to 1939.

Ajmätova (Gorenko), Anna An-drEievna (1889-1966): Gran poe-tisa rusa. Nacida en Odesa, pasó Ia mayor pane de su vida en San Petershurgo (Lcningrado). Publicé sus primeros versos en 1911 y con su marido Nikolai Gumilcv se convirud en una Li-gura desracada del acmcismo. So matrimonio con Gumilev termi-no en divorcio. So tercer marido, N. N. Punin y so hijo, In Go-milev, fueron detenidos en los ailos treinta. Ella nunca foe de-tenida, aunque durante muchos aflos no publicO apenas y su obra estaba virtuatmente prohibida, como lade Mandelstam. Someti-da a presiones inroterablcs y a amenazas de represalias contra so hijo. en 1952 escribiO varies

poemas a Ia gloria de Stalin. Después de 1956 publicO de nuevo poesia y se ganO rápida-mente a la joven generaciOn de lectores.

Altman, Na/an L47epicb (1869-1970): Pincor, autor de un rena-to de Ajmácova.

Amusin, Yos:f Davidovkh: Espe-cialista en hebreo clásico, ha publicado on tibro sobrc los ma-nuscricos del Mar Muerto.

Anderson, Marian: Contralto ame-ricana. Su voz inspirO un poema a Mandeistain en 1936.

Andreiev, Andre: Andriievich (1895-1971): Miembro del Ca-miteCencral del Partido corns,-nisra de la Unión Soviêcica de 1920 a 1961.

Andronikon (Andronikac/noli), lrakli Luarsahovici, (1908- ): Historiador y crItico licera,io,

Annenski. Innokenti Fedorovich (1856-1909): Poeca lirico.

Ardop, Viktor EjImovich (1900-1976): Autor de relacos humoris-urns, guiones de cine y piezas breves sacIricas.

Asseiev, Nikolai Nikoldievich (1889-1963): Poeta fucurisra,

I

influido per Jlebnikov y Maiakovski, miembro del L.E.F. Recibió ci premio Stalin en 1941. Ayudo a aigunos poetas jóvenes tras Ia muerte de Stalin pero siempre fue muy confor-m is I a

Avvakum, el Arc4'reste (1620-1681); Adversa,io del Patriarca Nikon, se negó a aceptar los cambios per el introducidos en ci rho orrodoxo. Fuc dcstctrado a Siberia con su mujcr.

Averbaj Leopold Leopôldovich (1903-?): Critico litera,io, fue uno de Jos durigentes de Ia RAP.?. y como tal ejerció una verdadera dictadura sobre la litc ratura soviética de 1927 a 1932, fccha en Ia Clue cayô en dcsgra-cia. Ocsaparccio durantc In put. gasde 1937.

Bibel, Isaac Emanuilovich (1894-1941?): Gran novelista ruso, cC-lebre per su cCaballeria Roja.. Rcducido at si!encio, como Man. deistam. Ajrnatova y Pasternak, en 'Os ahos 30. Fuc detenido en 1939.

Bach, Alexii Nikolaievich ( 1857-1946); Bioquimico. premiado con ci premio Stalin en 1941.

Bag nisky (Dzhubin), Eduard - Gueo rgie rich (1895.1934): Poe-t2 Cpico y lirico, traductor cit Burns, de Rimbaud y otros. Tras babe: scrvido en ci cjCrcito rojo, organizS ci primer circulo Iltera-rio .proictacio. en Odesa y en 1925 se traslacio a Moscü. Miembro cit Ia R.A.P.P.

Bailmoni, Konstansin Dmitrievich (1867-1943): Poeta muy demo-cia a principios cit sigio; cmlgrô despuCs cic la Rcvolución y mu-n6 en Paris.

Baltrushaitis, Jurgis Xazimirov:ch (1873-1944): Pocta ruso y Ii-tu2no, proximo a los simbohstas. Ministro de Latuania en Moscü cit 1921 a 1939. Murió en Paris.

Baratinshi, Evguerti Abramorich (1800-1844): Gran poera, con-tcmporáneo cit Pushkin. -

Bedny, Demian (Ejim A. Pndvo-mi) (1883-1945): Pocta de mocha en los afios veincc, destacacio pot sus sátiras antirreligiosas.

Be/inski, Vissanon Gngoñevich (1811 . 1848): Publicisra radical critico Iitcrario.

Bely, Andrii 'Both Nikoijievich Bugaiev) (1880.1934): Gran poeca simbolista, novelisca y cririco. Como los otros simbolis. (as, al principio vela en Ia Revo. Iución cit occubre un significado mistico.

Berdüüer, Nikolai Alexandrov:ch (1874 . 1948): CClcbrc filosofo pcnsador ruso, cit tendencia tell. giosa. Expulsado dc Rusia en 1922 con orros intelectuales anti-botcheviques. Sc cstablecio en Paris.

Bernshtein, Serguii lgnasievich (1892- ): Emincntc lingtiis. ta, interesado particularmente por la fonCtica. Grabo en los años veinte In voces de Blok, Maiakovski, Essenin y Mandels-cam. Su hermano Alejandro (Sa-nia). nacido en 1900, cscribiô obras de Iiccracura popular.

Bezymenskz, Alexandr Ilich (1898-1973): Poeta soviCtico quest dis-ringuio por su conformismo po-litico. Put uno dc los dirigentes cit Ia RAP.?.

B/ago:, Dnzitri Dmitrifvic/, (1893. ): Historiador litera-rio soviCtico.

Bhiumkin, YIkov Grigorievich (1892. 1929): Socialista revolu-cionario de izquicrda, que ascsi no al conde Mirbach, embajador de Alemania, en 1918. Conde-nacio a rnuerte, hit indulrado y se convirtiô en dirigenic cit Ia Checa y en ciiscipulo de Trotski. Fuc ejecutado en 1929 por haber llcvado un mensaje cit Trotski a Turquia pan Ia oposición.

486

B/ok, Alexandr Alexandrov,'cb (1880-1921): El más importance poeta sixnboiista ruso. En los ph-

meros años clue siguictOn a la Revoluciôn, participô acdva-mente en In distintas ernprcsas culturates bajo La egida de Lu-nachaiski. Comisario del Pueblo para la lnstrucciôn.

B/ok, Georgui(1888. l962): Primo de Alexandr Biok. Periodista.

Bom&ievsk, Valerian B.: Poeta clue escribia en Ia revista cApoto..

Borodin, Sergarli Petrovich (1902-1974): Actor tic novelas histori-cas, la más famosa de las wales a Omit,1 Don.rko. Ha&a 1941 usb ci seudônimo de Amir Sat-gidzhan.

fink, Quip Maximovich (1888-1945): Amigo de Maiakovski. Asociado inicialmente a los for-malistas, conuibuyó rMs tarde a (rear ci L.E.F. Su mujer Liii, her-mana tie Elsa Triolet, inspire inuchos poemas de amor a Maiakovski.

Bn'usov, Valeri Yakovlevich (1873-1924): Gran poeta y teerico del movimiento simbolista. Sc adhi-riô al Partido comunista en 1919.

Bnodsk, David Gngorievic/, (189 5-1966): Poeta y traductor del frances (Barbier, Hugo. Rim-baud), del Altman (Goethe, Schiller), del yiddish y de otras lenguas.

Brodiki, Youif Alexändrovzch (1940- ): Uno de Jos mas im-portantes poctas tic It joven ge-neración en Rusia. Protegido por Ajmátova, fue deportado en 1964 a la regiôn de Arthngcl por .parasitismo', Pero pudo regre-sat a Leningrado al alto siguien-te, gracias al movimiento de pro-testa que Se desencadenó en su favor.

Brant, Lev Nexmndrnvich: Pintor ruso, descendiente de un Pinter

itatiano que habta emigrado a Rusia a principios del siglo xix. Autor de un retrato de Mandels-tam.

Bujann, Nikoldi lvdnovich (1888- 1938): Miembro del partido boichevique a partir tie 1907, del Cornice Central del Pauido Co.

munista Soviëtico tie 1917 a 1934, y del Potitburó de 1919 a 1929. Redactor jefe de Izvestia de 1934 a 1937. Expuisado del Partido y detenido en 1937. fuc Ia figura principal del Oltimo gran p1 oceso tie Moscü tic 1938, donde fuc condcnado a 5cr fusi-lado.

Bu/gakov, MiyaI/ Afanisievich (1891-1940): Gran noyclisca, autor de tEl Maestro y Marga-rita' que se publicó en 1967, veintisicte años después de su muerte,

Bulgarin. Faddei (1789-1859): Escritor recordado sobrc todo co-mo informador dc la policia du-tame ci reinado de Nicolls I.

Cha dale,, Piotr Yakov/evlch (1794-1856): Amor de cCartas Filosoficas, clue condenan ci retraso cultural de Rusia y exhor-tan a integrarla en Ia cradición curopea. Mandeistam habia publicado un ensayo sobre cste escritor.

Charente (Sogononian), Eguirbe (1897-1937): Pocu arinenio clue rradujo a Puskiri, Maiakovski y Gorki at armenlo.

Chechanovuki, Mark Quipovich: Periodista y traductor.

Cherniak, Robert Msjii/ovich (1900-1932): Artista gráfico.

Chiche yin, Gueorgui Vail/il rich (1872-1936): Comisario del Pueblo (Ministro) para Asuncos Exteriores, 1918-30.

Cbiorn1 Sasha (/ilexandr Mijido-vich Glik berg) (1880-1932): No-table arnor tic poemas satIricos

487

cuentos. Emigro en 1920 y se instaiO en Francia,

Chorene, MoisE.r de: Repucado autor de una historia de Arme-nia del siglo v.

Chukovrkt Kornei lvänorich (1882-1869): Eminenre hombre de letras. Su hijo, Nikolai Kor-néievich (1905-1965) flit nove-lista.

Count nay. Jan Ignacy Niecislap, Random de (1845 . 1929) Desta-cado fllologo esiavo, catedrarico de la Univers jcJad de San Peters-burgo.

Denikin, Anton lvanorrich (1872-1947): Coniandarne en jefe del Ej&cato Blanco en ci Sur hasia 1920. MuriO en Jos Estados Uni-dos de America.

Derzhavzn, Gavn'l Romänorich (J743-1816): Notable poeta ni-so.

Diki. A/exei Dernsovjc/, (1895-1955): Conocido actor y produc-tot.

Dobroliubop, Alex,qndr Mijailo rich (1876.1944?) Poera simbolista y anarquista miscico. Murió pro. bablemenre duranre Ia Guerra Civil.

Do/,ru/,ubop Nikolai A/exjndro. rich (1836-1861) Publicisra ra-dical.

Do/matovskr, Evgueni Aronovich (1915- ): PoetasoviEticoce. lebre por su conformismo poli-tico.

Dons bro vskr Yuri Osipovic/, (1910. ): Escricor soviCrico que Paso rnuchos alIas en Un campo de trabajos forzados.

Dzenlnnski, Felix Edmündovich (1877 . 1926); Jefe de Ia Checa,

Efros, Abraham Mdrkovich (1888-

1954): Destacado historiador del arte y traductor.

E:jenbarirn, Boris MiJáilo rich (1886 . 1959): Erudito y critico ii-terario, destacado miembro de la escucia formalista miembro del LEE.

Eksler (Grigorovich), Alexandra Alexandropna (1884 . 1949) Pin-sofa, discipula de LCger, p2rrici-p6 en Ins circulos vanguardistas rusos, cuitivando Cl estilo cubista C ilustrando libros Para Ins futu-ristas. l'ras la Revolucion trabajo Para el Teatro Kamerny de Mos. cO, Pero emigré en Ins allot vein- ft.

Elsberg, Yakop Yefimovich (1901- ): Hombre de letras soviCtico, fue secrerario de Ka-mdcv, el viejo bolchevique eje-cutado pot Stalin.

Enukidze, Abel Sofronovic/, (1877-1937): Viejo camarada de Stalin. secretario del Comite Ejecutivo. Espuisado del partido en 1935, detenido, juzgado en secrero y ejecutado en 1937.

Erdman, Niko/ai Robertovici, (1902- ): Dramaturgo. Entre sus obras se cuenta .El suicida,, Fue detenido dos veces en los abs treinta,

Erenburg, Ilia Gngôrievich (1891-1967): Célebre escritor y pe-riodista soviético, fuc correspon-sal en Europa de Izvestia y viviO mIs en ci extranjero que en Ia UniOn Sovietica. Sus memorias, publicadas a mediados de los abs sesenra, ofrecen un cuadro fascinance de Ia vida de los inre-lecruales soviCricos. Su novela .El deshielo, abrio una primera brecha en Ia mitologia estalinis-;a. Tras Ia muerre de Stalin, Erenburg se convirtio en defen. 5cr de Ia liberrad de expresion en literarura y arre.

Labor, N:kola'i Iva'novicb (1894. 1939?): Miembro del Comite Central y jefe de la NKVD hasra

488

1938. Se supone que fue fusila-do en 1939.

Fadeiev (Bulyga), ,4lexdndr AlexAndron'cb (1901-1956): No-

- vetista soviético. Actor de La jo-yen guardia (1945), considerado to 'a época de Stalin como un modelo de crealismo socialist, aunque ci propio Stalin it hizo publicar una versiOn revtsada en 1951. Foe secretario general de Ia Union de Escritores soviéticos de 1946 a 1953. Sc suicido en 1956.

Fedan, Konstantin Alexindrovich (1892-1977): Novelista, impor-tame .compaflero de viaje.. Su-cedio a Surkov en 1959 en ci Secrerariado de la UniOn de Escritores soviécicos -

Pet, Afanasi Afanasilvich (1829-1892): Poem lirico niso.

Fi4pov (Fili,rtinthx), Both An-drjievich (1905- ): Poem editor emigrado. ColaborO con Gleb Strove en la ediciOn de las obras de Mandeistam en Nueva York.

Florenski padre Pavel Alexandro-inch (1882-1952): Matemarico, (tie luego profesor de filosofia de la Academia de Teologia de MoscO en 1908. Se ordenO en 1911. Deportado a Siberia tras Ia RevolutiOn.

Fürmanov, Dmitd Andrizevich (1891.1926): Escriror soviético celebre pot su novela Chapaiev. sobre Ia Guerra Civil. Fue secre-ra,io de Ia rama moscovita de Ia R.A.P.F.

Gapon, Georgi Apollonovich (1870-1906): Sacerdote ruse que organizO en 1903 una asociaciOn obrera y dirigiO Ia marcha al Pa' tado de Invierno ci .domingo sangriento.., 9 de enero de 1905.

Gavin, Eraste Pdvlovich (1(>02. 1982): Conocido actor y produc-tor, ayudante de Meyerhold.

Gladkov, Fedor V. (1883-1958): Escriror .prolerario., célebre pox so novela tEl cemento.,

Gorbunov, Nikolai PetrOvich (1892-?): Secretaxio ejecutivo del Consejo de Comisarios del Pueblo; virepresidenre de It Academia Lenin de Agricuirura.

Govt. Máximo (Alexii Maximo. vichPeshkov) (1868-1936): Gran escritor ruso, amigo de Lenin y de Stalin. Hizo mucho pot ayu-dar a los intelectuales durante la Guerra Civil. Despues de so muerte. en 1936. Yagoda y ci profesor Plerniev fueron acusa-dos por Stalin de haberlo asesi-nado .médicamente..

Gnkoviev, Apolon Alexândrovich (1822-1864): Poeta y enrico.

Gronski, Ivan hi ijdilovich (1894- ): Periodisra y- enrico. Editor de Izvestia de 1928 a 1934.

Guershtein, Emma Grigovievna.-Lirerata amiga de Jos Mandels-rum y de Ajmátova, autona de .El desrino de Lermontov. (Mos-cO. 1964).

Guertzen, Alexdndr lvdnovich (1812-1870): Celebre publicista ruso, editor de Ia revista sKolo-kol. en Londres.

Guinzburg, Grigori Rominovich (1904- ): Pianista y profesor en ci Conservacorio de MoscO,

Guinzburg, Lev Mothovich (1901! 1974): Director de orquesta.

Guippius, Vladimir Vasiliévic (1876-1941); Poera e hisroriadon liccrario; director de la escuela Temishev a la que asistiO Man. deistam antes de Ia RevoluciOn.

Gumil,ev, Lee Nikoldievich (1911 ): Hijo de Nikolai Gumiliev y de Ajmitova; hisco-riador y onientalista. Fue dereni-do pninlero en 1934 tras ci ascii-nato de Korov y de nuevo en 1937. Durance Ia guenra fue puesw en libercad y sirviO en el frente. Detenido otra yea en

489

1949 y puesto en libertad en 1956.

Gumiliep, Nikolai Stepanovich (1886-1921): Poeta acrflelsta cofundador del .Taller de poe-tas.. Ames de Ia primera guerra mundial viajô a Abisinia. Su Ii-teratura estã influida per sus viajes, su senicio rnilitar y sus crecncias monárquicas. Fue Fusi-lade en 1921 dcspus de babes admitido so participación en una coospiraciön antibolehevique. Su poesia es popular entre It ju-ventud soviética aunque aün no ha sido rehabilitado. Fue el pri-mer marido de Ajmátova.

C-tier 'Drabki&, Serguii ltto-vich (1874-1933): Destacado miembro del Partido, jefe del Depanamento de Prensa del Co-miré Central de 1925 a 1933.

lessen/n, Sergui. Alexmndrovrch (1895-1925): Poeta lirico popu-lar en Rusia. Aceptó al principio Ia Rcvolucion de Octubre, pero pronto se sintió deccpcionado. Fuc objero de incesanres ataques por su vida desordenada. Se casó con Isadora Duncan en 1922 viajô con ella a Europa occiden-tal y America. En 1925 se sujcidó en on hotel de Leningrado.

loaner, Gueorgui Viadiminonch (1894-1958): Poeta acmclsta que ernigrô a Paris dcspues de Ia Re-volucion. Sus memor]as, .lnvier-nos de San Petersburgo., fueron publicadas en Parts en 1928.

lvanov, Viacheslav Jeanovich (1866-1949): Destacado poeta simbolisra. Emigré a Roma 1924.

Jardzhiev, Nikolai lvanovich (1903- ): Hombre de lecras periodista sovietico. Amigo de los Mandelstam.

J/ibnikov, Velimir (Vikior Vladl-mirovich)(1885-1922): Pocta fu-turista lamoso por vu cxperimen-

taciOn lingilistica. Murió de mal-nurrición en 1922. Algunos de sus poemas ban sido publicados cras ahos de supresiOn.

Jodasivich, Viadislar Felisianovich (1886-1939): Poeta y critico. Emigré en 1922 y niurié en Parts.

Kablukov, Serguii P/atanovi'ch: Secretario de Ia Sociedad de Filosofia religiosa de San Peters-burgo.

Kachalor (Yhvenibovich), Vail/i Ivanovich (1875-1948): Eamoso actor del Teatro de Arte lIe Mos-Cu.

Kalinin, Mi/au' lvä.zovich (1875-1946): Miembro del Politburo desde 1925; presidente del Presi-dium del Soviet Supreme de 1922 a 1946.

Kamener (Rosenfeld), Leo Bor/ro-rich (1883-1936): Viejo bolche-vique, miembro del Cornice Central a Parris de 1917- Dereni-do en 1934, fue ejecutado en 1936.

Katanian, Rabin Paviovich (1881-?): Ayudante del Procura-dor General de Ia U.R.S.S. de 1933 a 1937.

Katayer, Valentin Petrovich (1897- ): Destacado novelis-ta soviCtico, uno de Jos dirigen-ret de los ccompañeros de wajes en los atios veinte. Su obra .La cuadratura del circulo. se ha representado a menudo en Ore1-dente en los años treinta. Redac-tor jefe de Ia revisra Yunost Qu-venrud). Tras Ia muerre de Sta-lin, esrLmuló a los autores jóve-nes, Hermano del escritor satirico Eugeni Petrov.

Kaverin (Zilber), Venjamin Ale-xindrovich (1902- ): Nove-lista soviécico, uno de los princi-pales rnicmbros de los .Herma-nos Serapim' en los años veinte. Tras Ia muerte de Stalin. desem-

490

peao un importante papel en Ia resrauraciOn de Ins valores cuitu-rales.

Kazin, Vasili(1898. ): Un po-eta .prolerario..

Kirov (Kostrikov), Sergio Mirdno-itch ( 1 886-1939): Dirigente del Partido, asesinado en 1934, quizi con It compticidad de Sta-lin.

Kirsanov, Semion Isakovick (1906-. 1972): Poeta, traductor y miembro del L.E.F., influido en su juvenrud pot Maiakovski,

Klycbkov (Leshenkov), SergujiAn-Ionor'icb (1889.1937) Poem campesino y novelisra, arrestado en 1937.

Kluyev, Nikolai Alexändro pick (1887-1937): Poeta campesino. Fur detenido en los atios treinra

monO en Siberia. Kochetov, Vsevolod AnIssimo pick

(1912-1973): Novelisra clue en los Olcimos ahos se convirtiO en portavoz de las fuerzas extremis-tas antilibera]es de la literatura sovlética. Dos de sus novelas, .Los hermanos Yershov y iiQuE queréish, son sátiras contra Ins intriectuales liberates. Editor de la revista Okriabr.

Kolisop, M:ad EJimovich (1898-1942): Periodista sovietico, corresponsal de Pravda, celebre per sus arriculos durante la guerra civil espaola. Elegido miembro cotrespondiente de Ia Academia tie Ciencias en 1938, fur detenido ese misnio año y probablemerne monO en un campo de trabajos forzados.

Komarovski, connie Vasili Ale-xiievich (1881-1914): Poeta me-nor relacionado con ci movi-miento simbolisra.

Koflevsk,', Ivan (I. I. Oreus) (1877-1901): Poeta simbolista de on-gen sueco.

Kern/lop, Both Petrovich (1907-1938): Poera soviërico infloido par Essenin; miernbro de Ia

R.A,P.P. Foe detenido durante [as purgas.

Kossior, Stan/slip Vikintievich ( 1 889-1939): Viejo bolchevique, miembro del Politburo desde 1930, primer secretario del Patti- do comunista de Ucrania de 1928 a 1938. Fue arresrado en 1938 y ejecutado en 1939.

Kudas/sepa, Maria (Maya) Pavlov-ia: Dc padre ruso y madre Iran-cesa, amiga de muchos escnitores soviéticos. Sc casO en Suiza con Remain Rolland, con ci que visi-to Mosc6 en 1937,

Kusmin, MiJIil Alexeievic/, (1875-1936): Poeta cuyas obras seflala-ron ci Paso del simbolismo al aemeIsmo.

Lajuti, Abolgasem Ajmedzade (1887-1957): Revoiucionanio y poem persa. Se trasladO de Ion a Turquia en 1917 y en 1922 emigrO a Ia UniOn Soviéuca, donde desempe6 cargos en ci gobierno de Tajikistn y en Ia UniOn de Escrirores sovidricos.

Lakoba, Nestor Ivinovici, (1893-1936): Viejo boichevique geor-giano: presidente del Comite Ejecurivo de Abkhazia. POssu-mamente fur arusado de haber inrervenido en un complor contra Stalin,

Lapin, Boris Maiplievich (1905-1941): Esericor y tradoctor so-viético, yerno de Ilya Erenburg. MuriO en ci frente, donde era corresponsal tie guerra.

Lelerqch, Grrkon' (labori Gilelevici, Kalmonson) (1901-1945): Poem y critico soviético. Miembro de la R.A.P.P. hasta so expulsiOn en 1926 pot oponer se a colaborar con Ins cCompaaeros de viaje.. Detenido durante as purgas, muriO en un campo de trabajos forzados,

Leonov, Leonid Maximovich (1899- ): Importante novc-lista y dramat-urgo soviético. Per-

491

sonalidad cornplcja clue se adap-con éxito a Los cambios de la

politics del Panido luchando at mismo tiem per retener cierta in-tegridad corno escritor.

Lermoctov, /I1:yail Yurievich (1814-1841): Gran poeta fuso y aucor de una famosa novela, cUn héroe de nuestro tiempo.. Murió to un duelo a los veintiséis años.

Lezhnev (Atshuler), Lrai Gngô-n'evich (1891.1955): Editor y PC. riodisra. Ernie 1922 y 1926 edith Novaya Ross,a y Rosna. pars las que escribiO Mandeistam. En 1926 fuc expulsado del Partido (se habia unido a los boichevi-ques ames de is RcvoluciOn) y fur deportado por decisiân del GPU. En 1931 Se .arrcpintiOs y volvio a Ia URSS donde fur fead-mitido en ci Particle. Dc 1935 a 1939 dirigio la sccciOn de arte y literacura tie Pravda.

Liashko (Liashchenco), Nikolai N. (1884.1935): Novelists y autor de cuentos.

Linde, Fedor F. (? . 1917): FilOsofo bokhcvique, matenilticO y co-misario militar.

Livshitz, Benedikt Konstintinovich - (1887.1939): Poeca asociado con Los futuristas. Traductor de lite-ratura francesa. Fue arrestado durance las purgas y rehabilitado haS 50 mucrte.

Lominadze, Besso (P-1934): Miembro del Comité Central. Sc It encalgO en 1930 de organizar on .bloque antipartidov y en 1934 se suicide.

Lozin-Lozinskr Alexii Konstanil-novich (1888-1916): Pocta.

Lozinski, MijailLeonidovicb (1886-1955): Poets y traductor del Cs-

pahol, fiancés. Angles e italiano, uno tie los fundadores con Nico- lai Gumilicv del cTaller de Po- etas.. RecibiO el Premio Stalin en 1946 por su traduccion de La Divina Comedia, de Dante.

Lugovski, Vladimir t4lexindrovich

(1901.1957): Poets soviético. Sirvio en el Ejército Rojo hasta 1924. Sus primcros poernas se publicaron en 1925. Foe corres-ponsal dc guerra durante la se-gunda guerra mundial.

Luppol, Epic Kapitonovich (1896-1943): Periodista, critico e histo-riador marxista de Ia literatura. Dirigió el Inscitmo Gorki de Li-terarura de 1935 a 1940 y fur clegido miembro dc la Acade-mia de Cicncias en 1939. Dete-nido en 1940, monO en on cam-po de trabajos forzados y se Ic rehabilitO pOsnimamenic.

Lysenko, Trojim Den:sovicb (1898-1976): I3i6logo, miembro tie 'a Academia Soviética tie Ciencias. Con el apoyo de Stalin natO de destruir a tots siis oponentes entrc Jos gencticistas soviEticos. Totalmente desacreditado ac-tualmente.

Maiakovski, Vladimir Viadimiro-sich (1893-1930): Principal figu-ra del funirismo rosa. Dramarur-go, editor del periOdico del L.E.F. (1923-1925). Atacadopor Ia RAP.?., envuelto en asuntos amorosos dificiles y probable-mcntc desilusionada per Ia reaii-dad postrevolucionaiia, se suici-dO en 1930. En 1935 Stalin dijo de el: .Maialcovski sigue siendo cI mejor poeta de nuescra Cpoca soviCtica..

Ma:kov, i4polon Nikoliievich (1821-1897): Poeta rise.

Makovsk:, SergueiKonsiantinovith (1877-1962): Hijo del pinnor Konscanrin Makavski, escribia poesia, organizO exposiciones de sire ruso de vanguardia, fundo edith la revista .4po/o (en Ia que Mandelscam publice pane de sos primeros trabajos) tie 1909 a 1917. Emigré a Praga y dcspuCs a Paris.

Ma/kin, Both Fedirovich (1890-1942): Editor.

492

Markis4 Perely Dar'idovich (1895-1952): Destacado poem yiddish, dramaturgo y novelista. Mienibro del Cnmicejudto Anti. Fascism, foe detenido en 1948 y ejecurado en 1952 junto con turns escrirores yiddish.

Marshak, Sam nil Yakovlevich (1887-1964): Traductor (Shakes-peare, Heine, Burns), poem y auror de obras pan niflos. En 1924-25 edith una reviser pam niflos, Nor7 Robinson, donde Mandelstam publicO algunos poemas y traducciones. En 1925 y 1926, conio jefe de Ia seccifln the titeratura infanril de las Edi-ciones del Esrado, publicO dos libros de poemas para nifies de Mandelsram, .Globos* y cLos dos Tranvias.. Aunque Marshak destacó pot su adaprabilidad potitica, mostr6 tendencias jibe- rates cras Is muerte de Stalin.

Mey, Lev 'Aledndrovich (1822-1862): Poem menor.

Meyerhold. l/sjvolod Emiiévic/, (1874-1940): Actor y director rearral. Sc hizo miembro del Parudocomunisraen 1918. Din-gió ci Tearro de la Rcvotución hasta 1924 y después creO su pro-pie reatro que flit cenrado en 1938. Detenido en 1939. des-pués de haherse negado pübtica-mente a aceptar Ia docrrina del .realismo soviético. en ante, mu. 66 en prisión en 1940.

Miv; Serguci Ivinovich (1888-1859): Canranre del Teatro Bolshoi.

lilijoels (Vousi), Solomon Mt/Jib-rich (1890-1948): Actor yiddish creador del Tearro judlo del Es-rado de MoscO, que fue cerrado en 1949 duranre una campafla anrisemita oficial. Foe asesinado por Ia policla secrera pot orden de Stalin. Su hermano Vovsi fue uno de los medicos acusados en 1952 de haber inrenrado asesinar a dirigentes soviCticos.

Mikoyan, Ana.rthsivJnor'ich (1895-1978): Miembro del Policbur& desde 1935 y presidente del So-viet Supreme de 1964 a 1967.

Mn-bath, Wilhelm (conde von Mirbach-HarJJ) (1871-1918): Embajador de Alemania en Ia Rusia soviCrica despues de Ia fir-ma del tratado de pn de Brest-Litovsk en 1918. Foe asesinado pot Rliurnkin y Nikolai An-dreiev. socialisras revoluciona-rios.

Mirski, Dmitri Pégrovich (p,mnc:be Svialopolk-Mirski) (1890-1939?): Hisroriador cririco lireranio de ralenro, confe-rencianre en ta Universidad de Londresde 1922 a 3932. So Hi,-tona de la Literature ruse sigue siendo una de las mis imporran-res que exisren. Tras haberse adherido al Partido Comunisra britinico, regresé a Rusia en 1932. se hizo miembro de Ia Untón de Escrirores soviCdcos. publicó arriculos sobre lirerarura y dio chartas en Ia radio de Mos-th. Derenido duranre las prngas, muriO en Un canipo de rrabajos forzados.

MOloto p (Skriabin) Viacheslav Mi-jJilor'ich (1890- ): Viejo bolchevique, ministro de Asun-ros Exceriores soviéticos de 1939 a 1956. Fue aparrado del poder en 1957 porjmchev.

Morozov, Alexandr Antonovicb (1906- ): Hombre de lerras traducror.

Morozop, Pavel (Pavlik) (1918- 1932): ,Joven campesino que de- nunciO a su padre pot sus simparias •kulak.. So padre flue fusilado y Pavel fue muerro pot un grupo de campesinos dirigido pot su rIo. Durante et regimen de Stalin, Pavlik Morozov servia de ejemplo pan Ia juvennud so-viCrica pot no haber dudado en denunciar a su padre en interés del Escado. Sc escribieron libros

493

ypoemas en so honor y St Cf i-gleron estatuas suyas en lugares püblicos.

Mra plan, Askenaz Artjmjepich (1886-1929): Personalidad revo-lucionaria 57 literaria armenia. Bolchevique desde 1905, flit Co.

m'sario Para asunws extranjeros de Armenia en 1920 . 21 y Comi. sarlo de Educacior, en 1923. Escrib jo articulos sobre los auto. Its clásicos armenios,

Narbut, Vladimir Ivinovich (1888-1944): Poeta menor acmeista que se unio a Ins boicheviques pero hit expuisado del partido en 1928. Fuc jefe de las Ecu-ciones del Estado Z.I.F. Deteni-do durante las purgas. boy ha si-do rehabilitado a citulo pOsiulo. Simi Narbut era su mujer.

Ncsterov, 14#ail Vasilie pich (1862-1942); Pintor religioso gut Sc

adapto al regimen soviCiico. Nikulin, Le g' Veniaminovich

(1891-1967): Novel ista soviCtico sospechoso de haber denunciado a otros escrilores soviCticos, en particular a Isaac Babel.

Nile rider, Vladimir Ouonovich (1883-1965); Pocta y traductor asociado con Ins simbolistas.

Qrlov, Vladimir N,koláievich (1908- ): Literato, director de Is .Biblioteca del Focta..

Oshanin, Len Iva'novich (1912. 1982): Poeta y dramaturgo so. vie rico.

Otzup, Nikolai Avdiievich (1894-19)8): Poets acmclsta. Emigré a Paris en 1923.

Parnok: Personaje en Ia obra the Mandelsiam tEl sello egipcio. y gut es ci debit del pocta. Inspi-rado en ci poeta menor Valentin YakovJevich Parnak, gut viviO en Paris a principios cit Iris arios veinte. So retrato, pintado per Picasso, revela on gran parecido con Mandelsram,

Pasternak, Boris Leonidovici, (1890-1960) Poem y amer de Ia novela cDoctor Zhivago..

Paustovsk,, Konstantin Gueorguie-vial, (1892. 1968): Novelists y dramarurgo. Sus memorias han sido traducidas al irigles con ci titulo Histon'a de una vida. Dc' fendia valsentemente la noveL de Dudincscv No solo de pan (octubre 1956).

Paplenko, Piotr Andréit vial, (1899-1951): Novelisca soviecico muy ortodoxo que rccibio ci Prcmio Stalin per su obra .Felicidad. (1947), violentamente antiocci-denial. EscribiO ci guion de Ia pclicola .Alexandr Nevski..

Peshko pa, Ekaterina P4 v/anna (1876-1965); Esposa legitima cit Miximo Gorki, del que estaba separada amiscosamente. Des-poe5 de Ia Revolution fundo la .Cruz Roja Policica., para ayuda cit los prisioneros politicos de ro do tip0.

Petliura, Semi6n Vasilievich (1879-1926); Jefe del gobierno anti-bolcheviquc (el Direcrorio), de 1918 a 1920. Foe asesinado en ParIs en 1926.

Petrov (Katayep), Evgeni Petrovich (1903.1942) Hermano cit Va-lentin Katayev; coautor con Ill (Ilia Fainzilberg) de cl.as docc sillas* y cLa ternera de ore., no-velas cOmicas muy populates en Ia Union Soviesica.

Piast (Pe.rtovsk,), Vladimir Ale-xiievicl, (1886.1940) Poeta traducror. Amigo de Alexandr Blok.

Pilnrak (Vogau), Both Andréievich (1894.1937?) Destacado nove-lisra soviCcico. Presidente cit Ia UbiOn de Escrirores sovieticos en 1929, relevado de sus funciones tract la publication en Berlin de so novels breve Mahogany. Dc-tenido en 1937, foe acusado dc haber sido espia a favor cit los ja-poneses.

494

Pliant', Dmitn Jvdnovic/, (1840-1868): Publicista radical notable pot so enfoque extremadamence uulitaria de Ia cuitura.

Podvoiski. P11461al 111th (1890-1948): Organizador de la Guar-cia Roja co 1917. ParticipO en Ia direcciôn Milirar de Ia Guerra Civil y flue miembro del Comité Central.

Polez baler, Alexandr Jvânovich (1805 . 1838): Poeca.

Polivanov, E. D.: Filologo de Le-

ningrado, asociado con la escuela formalista etc critica literatia.

Poloniki, Yakop PetrOvkh (1819-1898): Poeta.

Post upaliki, 'go' Stefánovich (1907- ): Poeca, traductor critico.

Pthhvin, Mi/a:! Mzjâilovkb (1873-1954): Novelista y autor de cuencos, destacado pot su amor a la naturaleza.

Prokoflev, Alexandr Andrilevich (1900-1971): Poeta conocido pot su conformismo politico. Secre-tario de la sectiOn de Leningrado de Is Union de Escritores sov'éti-cos. Recibio ci premio Stalin fue condecorado dos veces con Ia Orden de Lenin.

Punin, Nikolai Nikoldievich (1888-1953): Critico e hiscoriador de la liceratura. Tercer marido de Aj - macova. Fue detenido en la dé-cada de Ins años treinra y en-viado a on campo de trabajos forzados.

Pushkin, Alexand, Sergulievich (1799-1837): Poeta y novelista. Es ci valor más completo de las letras nz$25.

Rakov.rki, Kristian Gueorguierich (1873-1941): Viejo bolchevique. Condenado a veinte aflos de ph-siOn en ci proceso de Bujanin en 1938.

Raskólnikov (11in), FIt/or Fidoro-vich ( 1 892- 1 939) : Cornisario del Pueblo pan Ia Marina en 1918.

Embajador soviético en Afganis-tan, 1922-23. DesertO cuando era embajador soviecico en Bul-garia en 1937 y se suicido en Paris en 1939.

Reline,, Lansa (1897-1928): Heroina bolchevique de ia Revo-luciOn, aurora de Frente (1922), mujer de Fedor RaskOlnikov.

Rozhdestvenski, Vievo/od Ale-xandropich (1895-1977): Poeta traductor.

Rustaveli, Jura (c. 1200): Poeta, aucor de Ia epopcya national ge; orgiana tEl caballero de la piel-de tigre..

Sarguidzhan, Amir: Véase Boro-din, Serguéi Petnóvich.

Schegoliev, IMuel Pãr'lo rich (1902-): Histoniador, profesor de

Ia universidad de Leningrado. AyudO a Alexei Tolscoi en la in-vestigaciOn para sus novelas his-tOnicas.

Scriabin, Alexand, Nikolä,en:ch (1872-1915): Compositor y pianista ruso. Ha ejercido gran influencia sabre la joven escuela musical rusa.

Se(fu/ina, Lidia Nikoläievna (1889-1954): Escrisora conocida en los aflos veinre pot sus descnipciones realisras de la vida campesina ru-sa.

Selvinski, Ilia Lvovich (1899-1968): Poeca soviético.

Semashko, Nikolai Alexindronich (1874-1949): Primer Comisario de Sanidad del Pueblo y más car-de miembro del Connive Ejecuri-vo soviEtico.

Severianin (Lotariev), Igor Vasflievich (1887-1941): . Poera célebre pox sus extravagancias verbales.

Shaguinian, Marieta Sergueyevna (1888. 1982): Novelista soviética

antes de Ia revoluciOn, poecisa mentor próxima al movimiento simbolisca.

Shalamo p, Var/am Tijonovich

495

(1907- ): Petra y prosista que pas6 diecisiete años en un campo de trabajos forzados en Kolyma. Sus .Cuenros de Koly-ma, Sc publicaron en Occidenre en ruso y en frances.

Shcheb4in, Mijail Seniionovicb (1788-1863): Famoso actor ruso.

Sherpins4u Serguli Vasilievich (1892-1964): Poera, critico y tra-ductor.

Shengueli Gueorgur Arkádiertich (1894-1956): Poem, traductor y critico.

Scherbakop, Alexandr Sergueievith (1901-1945): Oficial comunista veterano, asociado de Zhdanov. Fue nornbrado secretario de Ia Union de Escritores soviCticos en 1934 aunque no renia ninguna relaciOn con la literatura. Más tarde se hizo cargo de las purgas en [as organizaciones provin- ciales del Partido y durante la guerra fue uno de los secre(arios del Comae Central (y candidaro a] Politburo), con especial res-ponsabilidad en ci control poll-Tito del ejCrcito. Su muerte en 1945 se atribuyO a los medicos judios derenidos pot orden de Stalin en 1952.

Shevchcnko, Tarair GnAónevich (1814-1861): Poeca national ucraniano, exiliado pot sus criticas a la pculitica social y na-cional de regimen zarista.

Shkina:or', MainE Fe do mulch (1883. 1954): Imporrante ouicial estalintsta, miembro de Ia Comi-nOn Central de Purgas esrablcci-da en 1933 y ayudante principal de Ezhov durante el Terror. -

Sbklovski, Vikior Boruiovuch (1893- ): Emincnte literate, enrico formalism, miembro del L.E.F. Su influencia en Jos altos veinte hue inmensa y ha conti-nuado escnibiendo baum el pie-sente.

Shopen, Juan Ivanovich (1798-1870): MEat de .Un informe

histOrico sobre las condiciones de Ia regiOn armenia en ci momen-to de su union cone] Imperio ru-so..

Shostakovich, Dmitmi Dmiinevich

(1906- ): Famoso compositor soviético.

Simonov, Konstan tin Mijailovich (1915-1980): Novelista, poeta y dramaturgo.

Sinarn Both Naumovich: Medico de San Petersburgo, confidence de Jos dirigentes socialistas revo-lucionarios. Descnito pot Man-delstam en .El ruido del tiempo.,

Slucheuski, Konstantin Konstantinopici, (1837-1904): Poem.

S/gazE, Both Abrdnzovich ( 1919-1978): Poeta soviCrico y traduc-ton.

Sologub, Fedor (Fedor Kuzmich Teternikov) (1863-1927): Poeta simbolisra y novelisra. Sus obras del periodo sovjCtico han queda-do en gran parre sin publicar.

Solo pier, Vladimir Serguêie rich (1853-1900): Mistico, filosofo y poera que influyO mucho en los simbolastas.

Solzhenitzin, Alexandr, isayevich (1918- ): Novelista ruso que estuvo en un campo de rrabajos forzados de 2945 a 1953. Su obra €Un dia en la vida de IvIn Deni-sovich. (1962) flue ci primer rela-to sobre Jos campos publicado en la Union SoviCtica.

Spa.rski, Sergatei Dmitrievich (1898-1956): Poeta, Detenido en 19366 1937, fue rehabilitado tras muchos aiThs de carcel -

Stainer, Abel Jsakoa'icb: Ensayista y enrico literario.

Stnn'ski, VasiliP. (7-1943): Prosista. Secretario de la UniOn de Escni-tones soviCtucos.en 1936, partici-p6 en la denuncia de escnitones acusados 'de trotskismo y orros 'crimenesi..

Stenich (Smetanich), Valentin Yó-

496

sij2vith; Poem, traductor (mEre otros, deJamesjoyce y .John Dos Passes). Arresrado y flisilado en 1938.

Stolpner, Boris Gnkonàich ( 1863-1): Filosofo marxista y traductor

de Hegel. S#izhtgovsk( Josef (1862-1941);

Hisroriador de arte austriaco, autor de .Die Bankunst cia Ar-menien und Europa. (Viena, 1918).

Struve, G/eb Petrovich (1898-); Eminente erudito

emigrado, autor de la .Hisroria de Ia literatura rusa soviécica'-. Con Boris Filipov edith las obras de Mandelsram, Pasternak, A-mátova, Gumiiiev y otros.

Sunkov, Vasi/i Ivanovich (1848-1916): Arrista ruso cuyo cuadro tMaflana de Ia ejecuciôn de los Streltsy. se expuso pot primera vez el 1 de matzo de 1881, dia del asesinato de Alejandro Ill.

Surkon, A/exii Alexãndrovich (1899-1982); Poeta y periodista: secretario de Ia Union de Escrito-res desde 1954 a 1959.

Syrtzov, Serguci Ivanovich (?-1938); Miembro del Comir Central. Fue acusado en di-ciembre tIe 1930 de haber creado con Besso Lominadze on cblo-que antiparrido.. Desaparecie en 1936 y muriO probablemenre en on campo de trabajos lana-dos.

Taguer, Elena Mijar/ovna (1895-1964): Poets y prosista. En 1920 fue expulsada de Petrogrado a Arcángel pm Ia Cheka, pero vol. vi6 a Leningrado en 1927- En 1939 fue detenida y acusada de trabajar pan ci .servicio de es-plonaje fascisra,. Cumptié una sentencia de diez altos en Koly-ma y se's altos mâs de exilio en Siberia occidental y Asia central. En 1954 se it permitiO vivir en Mosni, pero no foe rehabilitada

oficialmenrehasta 1956. Susme-morias sobre Mandelsram Se publicaron en Nueva York en 1965.

Tairov, A/exandr Ylkop/evich (1885-1950): Actor y director del Teatro Kamerny de Moscü, cargo del que fue desutuido en 1939.

Tarasenkozs, A nato/i Kuzmish (1909-1956): Literato y critico.

Tat/in, Vladimir Evgrdfovich (1885 . 1953): Pinter conscmcti-vista y disenador de escenarios.

Thbnov , Nikolai Semionovich (1896-1979): Poeta soviético, infiuido pot Gumiliev y Jlebni-kov; posteriormente Se adapto a las exigencias del .sociatismo tea-lista.. Secretario de Ia UniOn de Escritores soviéticos de 1944 a 1946 y desde 1950, presidenic del Comite Soviético de Ia Faa,

Tiutchev, Fedor ivanovich (1803-1873): Imporrante pocta utica.

Tolstoi conde Aiexii Konstanti-nocich (1817-1875): Pocta y dra-maturgo cuyos versos humoris-tires y piezas histOncas siguen siendo rnuy populates.

Tolrtth conde A/era Niko/ãievich (1882-1945): Poera, dramaturgo y periodista, famoso par sus no-velas tEl camino del Calvario. y .Pedro I.. Emigré en 1919, peso regresó a Ia URSS y se adapth rá-pidamente ala polirica del Parri-do,

Son poco conocidos Ins moti-vos que impulsaron a Mandels-tam a abofecearlo; segOn las me-morias tIe E. Taguer, ci escricor Serguei Borodin importune a Nadiezhda Mandeistam durance una velada que se celebraba en so casa. Un .rribunal de honor. presidido pot Tolstoi juagO Ia ocurrido, pew declare inocence a Borodin (conocido también par so seudonimo de Amir Sat-gidahan) echando Is culpa a Jos Mandelstam. Poco despus, du-rante una estancia en Leningrado

497

(en mayo de 1934), Mandelstam Jo abofetco duranre una reunion y en presencia de varies escrito-res.

Tomasheviki, Both Victoro vicij (1890.1957) Lirerato y editor de Leningrado.

Tre:iakov, Piotr PTikoiiierich (1892-1939): Ensayista y drama-rurgo, miembro del L.E.F. Dete-nido durante las purgas, muriO en on cartlpo.

Tvardosvski, Alexandr Tn/dna rich (1910-1971): Poeta soviérico, autor de Ia balada del soldado Vasili Tiorkin, compositiOn enormemente popular duranre la guerra. Editor de la revista Ii-teraria liberal Nosy Mir (Nuevo Mu,,do de 1949 a 1954 y de nucvo de 1958 a 1970.

Tyn:anov, Yuri Nikoläievich (1895-1943): Eminente rricico formalisra, famoso también per sus novelas biogrMicas (sobre Pushkin, Griboyedov, etc.).

Tysh/er, Alexandr Gn'goiü rich (1908-?): Pintor y escuiror. Ense-hO arte a Nadiezhda Mandels-ram.

Tzvetajeva, Marina Ivinorna (1392-1941): Gran poctisa rusa, amiga de Pasternak. Mandels-tarn y Ajmitova. Los cuatro se dedicaron poernas unos a ones se les considera sin igual denrro de su generaciOn. El destine de Tzvetiieva foe el más trágico de

- rodos. Sumarido, SerguciEfron. con ci que Se casO en 1912, sirvid durante la Guerra. Civil como ouicia! del Ejercito Blanco, Peru ella se VtO bloqucada en Moscu hasra 1922. Dc 1922 a 1925 viviO en Praga y luego en Paris hasta 1939. Coma sospechoso de Sec agerire del CPU, Efron se via obligado a huir de Francia y regresar a Moscü. Tzvetáieva lo siguiO en 1939 y Sc encontrO con que habia sido ejecurado a so regreso y so hija enviada a on

campo. Cuando esrallO Ia guerra Tavetlieva foe evacuada a Yela-buge donde, en 1941, se ahorcO. Una selectiOn de sus poemas so publkO en 1961 yen 1965 en It Union Soviérica. .Ademas de poesia, escribiO obras de rearro y valiosos ensayos criticos. Unas mernotias de sus relaciones con Mandelstam Se publicaron en 1964 en Ins Oxford Slavonic Pa-

pers.

Uritzki, Mt/all Salomdnovich (1873-1918): Merichevique que se uniO a los bolcheviques en 1917 y foe director tie Ia Cheka de Perrogrado. Su asesinato ci 30 de agosro de 1919 (por ci joven pocta Kannengiesser) y las hen-das de Lenin el mismo dia desen-cadenaron ci primer Terror Rojo en masa. La Cheka de Perrogra-do fusilO inmediatamente a 512 derenidos.

Vaguinov, Konstantin Konstanil-novich (1900.1934): Poera poco conocido, de gran disrinciOn.

Vajtangov. Ergueni Bagrationovich (1883.1922): Famoso director de rearro de MoscO.

Veresaiev (Snsidovich), Vikenti Vi-klntievich (1867-1945): Novelis-ta e historsador de Ia literatura.

Verjovski (Srnidovicb), Vikenti Vi-hintievich (1867-1945): Novelis-ta e historiador de la literarura,

Vtnogradov, 1/1k/or Vladimirovich (1895-1969): Eminence linguis-La, caredritico de Ia Universidad de MoscO y miembro de la Aca-demia de Ciencias.

Vishnershi, Vsevolod Vitälie rich (1900-1951): Amer de obras de rearro sobre ci Ejército y la Ar-mada Rojos. Ardienre defensor de Stalin. So obra 'Inolvidable 2929 (1949) ensalza el papel de Stalin duranre Ia Guerra Civil. Per ella recibiO el premio Stalin.

498

Volpe, Cesar SamOilovich (1904-41): Critico y editor.

ye/pin, Miaf1 Davidovich (1902-): Poeta y guionista. Cola-

bore con Erdman. Voronskiç Alexaedr Konstantino-

vich (1884-1943); Viejo bolche-vique que edith la impoffante revista lireraria soviêtica Krasna-ya Nov. portavoz principal de los .Compafleros de viaje* en Jos ahos veinte. Conic defensor de on acercamiento entre .compa-ñeros de v1aje y .protetarios.'. Voronski fue atacado per Ia RAPP y en 1927 foe expuisado del parddo y sustituido como editor de Krasnaya Nov pot Fe. dor Raskolntkov. Desparecid do-mute las purgas en 1937 y pro-bablemente munC en on carnpo de trabajo en 1943.

Vyshinski. Andrei Yanudrevich (1883-1954): Menchevique hasta 1920, fue profesor de Derecho durante Los alos veinte y después flue Rector de la, Universidad de MoscU. Nombrado Procurador General en 1935, come cal foe ci principal acusador de los viejos bolcheviques (a los que llamó .perros locos.) durance los prose-sos de Moscá. Susrimyô a Mole-toy como Ministro de Asuntos Exteriotes en 1949 y mono en Nueva York, donde representa-ba a Ia Union Soviética ante las Naciones Unidas.

Wrangnel, baron Piotr Niko-faievith (1878-1928): General ruse que sucediO a Denikin co-mo coniandante en jefe del Ejér-cite Blanco en ci sot de Rusia.

Yagoda, Henrich Grigdnevicb (1891-1938); Miembro de la Cheka, dirigiC Ia NK,V.D. en 1934. Detenido en 1937, foe juzgado en ci ültimo gran proce-so y ejecutado.

Yajon:ov. Vladimir Nikolaievich

(1899-1945); Importante actor soviitico. Asocjado con ci Teatro del Arte de MoscO, era conocido tambifn pot sus lecturas de obras lirerarias. Sc suicidO en 1945. Li-ha Yajontova era su mujer.

Yakulov, Gueorgui Bog&noinch (1884-1928); Pinter y disenador de escena.

Yarlo, Boris lsaakOvich (1889-1942); Linguista y traductor.

Yashin (Popov) /slexandr Yako vie-nick (1913-1969): Poem y prosis-ta.

Yazykov, Nikolai Myaziovich (1803-46); Poeta.

Yñdina, Maria Veniaminova (1899- ): Destacada pianisra soviftica, profesora del Conser-vatotio de MoscO.

Zadonshi, Tijon (1724-1783): Obispo, jefe espiritual del mo-nastcrio de Zadonsk, autor de obras neligiosas.

Zaika, Mati(1896-1937): HOngaro que luchó at lade de los boiche-viques durante Ia Guerra Civil. Miembro de Ia LA.P.P., pubti-cC una novela cn Jos años treinta. Intervino en Ia guerra civil espa-nota con ci tango de general y mono en el frente.

Zaslavthi. David L (1880-1965): Periodista, Defensor del esrali-nismo, atacó vlolentamenre a Pasternak cuando éste recibio el Prcmio Nobel en 1959 (al que se vie obligado a nenunciar).

Zenkivich, M(iaiI Alexandrovich (1891-1973): Poera acmcista.

Zhdanov, Aiadrei Alexândrov,ch (1896-1948): Colaborador de Stalin, su lugarrenienre en asun-tos culturales. En ci Primer Congreso de Escntores Sovieticos en 1939, pronunciO un discunso en ci que se promulgC la doctri-na del .realisnio social, come linea oficial del Partido en lircra-tura, En 1946 denuncio a Ajmá-tova, Zoshchenko, Pasternak y

499

corns por tratar de venverienar las mentes. de Jos jOvencs soviéticos con sus escrkos decadentes, apoliticos y .vulgares., apareci-dos to las revisras Zpezda y Le- nrnsrado,

Zhrrmunskj, V/hio, Maximovich (1889-1970): Destacado literate. Miembro correspondiente de Ia Academia de Ciencias.

Zoscbenko, Mijail Mijailovich (1895-1958): Autor satirico unity popular. Fue atacado pot Zhda-

nov Per so .vulgar parodia. de Ia vida soviética y, junto con Ajnii-tova, expulsado de Ia Union de Escrirores soviericos.

Zubov, conde Valentin Platono-vãh (1884. ): Fundador del Instituto de Histoija de [as Ares (1912), escuela difusora de tra-bajos de investigacion hasta clue foe cerrada en 1930. El conde Zubov rue hecho prisionero, PC. to se Ic puso en liberrad y emigré a Paris en Jos anus veinre,

MI

Alianza Tres Titulos publicados

102. Gunnar Ekelof

DTWJn

103. Rafael Cansinos-Assens

La novela de tar literato, I

104. August Strindberg

Teasm escogido

105. Beatriz Guido

La invitacidn

106. Miguel Angel Asturias

Mulata de ted

107. Fernando Pessoa

Poesia

108. Jorge Luis Borges Obras corn pletas en colaboración, 2

109. F. Scott y Zelda Fitzgerald

Pizcas de paraiso

110. Jorge Amado Tereza Batista cansada de guerra

111. Francisco Ayala

Recuerdos y olvidos. 2. El exilio

112. Henri Michaux En otros lugares

113. Iris Murdoch La cam pana

114. Hermann Hesse

Escritos sobre literat ura, 1

115. Jose' Lezama Lima Paradiso

116. Thomas Bernhard Correccjón

117. Octavio Paz

Los signos en rotación y otros ensayos

118. Pedro Salinas El de/ensor

119. Miguel Angel Asturias

Viernes de dolores

120. C. P. Snow

Una mano de barnix

121. Ernst Junger

Visita a Godenholm

122. Adolfo Bioy Casares

Diario de la guerra del cerdo

123. Silvina Ocampo

Los dias de la noche

124. José Lezama Lima

Op piano Licario

125. August Strindberg

Teatro de cámara

126. Theodor Foritane

Ef/i Briest

127. Miguel Angel Asturias

Maladrán

128. Hermann Hesse

Escritos sobre literatura, 2

ETAMnl:lnuscrito tie CCNTRA TOMTO ESPERAZA enci

title NADIE/JIDAMANDELS. (1899-1980) tuna los ultimos abos de vida tic su esposo, Ilego ckindestinarncnte; t Etados (mi-- dos y fin, publicado en 1970. Ossip Mandebtarn pencenecienre at grupu acrneisra y a! .TaJleLde pOetas funcla-do en 191 pun Nikolai Gunijljç\', sirnbo!i,.a ci drarnth iç desrino de La xeneraciOn tie escnilores j inlelectud-. cs silencia(los e)1 Jos anus einte V

treintal pun ci johicrnq ik Stalin. Dc.