Luz y tinta 44

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Núm. 44 Febrero 2015 Fotógrafo del mes: Andrei Kezzin Patagonia Exagerar el enfoque La nueva trashumancia Laura Torrado Foto: Ionut Caras

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Luz y Tinta es la revista de la red social de fotografía "Moldeando la Luz"

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Núm. 44Febrero 2015

Fotógrafo del mes: Andrei Kezzin

PatagoniaExagerar el enfoque

La nueva trashumancia

Laura Torrado

Foto

: Ion

ut C

aras

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PROMOTORJosé Luis Cuendia, “Guendy”

DIRECTORFrancisco Trinidad

COLABORADORESEugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño,

Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo Gon-

zález “Completu”, Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Ga-llardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Ve-

lázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio, Arturo de las Liras, Juan José Alonso,

Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez, Gloria Soriano, Ildefonso Robledo,

José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez

DIRECTOR DE FOTOGRAFÍAJosé Luis Cuendia

DIRECTORA DE COMUNICACIÓNLola González

DISEÑO y MAQUETACIÓNFrancisco Trinidad

www.moldeandolaluz.com

Reservados todos los derechos de repro-ducción total o parcial tanto del texto

como de las imágenes. Las imágenes es-tán protegidas por las leyes de copyright

internacionales.Para cualquier consulta o sugerencia con-

tacte con nuestro correo electrónico

[email protected]

Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society

Año V.- Núm. 44- Febrero 2015

Fotógrafo del mes de Enero: Andrei Kezzin ...............4Francisco Trinidad

Patagonia ....................................................................................8José Luis Cuendia, “Guendy”

Miriam Castilla Ruiz .............................................................22Eugenio Rodríguez Meco

Limpieza ...............................................................................30Gloria Soriano

Extraño amor ........................................................................35Justín del Barrio

El mensaje .............................................................................36F.T.

Exagerar el enfoque ..............................................................38Ricardo González, “Completu”

La nueva trashumancia .........................................................46Monchu Calvo

Los Olvidados .......................................................................50 Juan Depunto

El arte del Cosplay, y 4 ............................................................58Juan José Pascual

Laura Torrado .......................................................................64

Nuestra foto de portada:

Ionut Caras

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Presentación

Mientras el español medio se encuentra recortado desde que sale por la mañana a trabajar, hasta que vuelve afligido a su hogar disminuido de estatura por culpa de las reformas (recortes) infligidas en todo su ser y en todos sus derechos. Pero no no hay que quejarse, pues más de cinco millones de personas no se pueden tomar el gusto de que les recorten, y los recortes son para todos y se están haciendo esfuerzos hasta inimaginables, por aquí y por allá, hasta en el bar del Congreso de los diputados se ha suprimido por decreto-ley el servicio del whisky Chivas, pobres señorías, y también a la tortilla, que ya no le ponen caviar por encima. Que vea la señora Merkel nuestra conducta de austeridad transparente, absoluta y espartana, que los españoles no queremos que nos rescaten como a los portugueses y vernos cantando fados a dos velas.

Nosotros a lo nuestro, que es la fotografía, y si lo anterior somos capaces de escribirlo con la luz también, mejor que mejor…

Y es que en la administración de Luz y Tinta y Moldeando la luz nos hemos puesto un poco altivos con la entrada del nuevo año, y no porque nos crea-mos superiores a nadie en ningún aspecto, ni nuestro trato vaya a ser distante o despectivo hacia los demás, eso nunca, y no es esa clase de vanidad la que nos ha motivado, pues de alguna manera en la administración todos somos un poco refractarios al egocentrismo, y si iniciamos nuevos proyectos es por-que queremos aprovechar todos los medios que las nuevas tecnologías ponen a nuestro alcance, y en ese sentido hemos iniciado el nuevo proyecto de crear una radio para nuestra red social: Radio Moldeando la luz, para que no quede medio en el que no podamos expresarnos, la fotografía, a través de nuestras luces, nuestros textos, a través de la tinta y ahora la radio a través de nuestras voces.

Para darle vida a Moldeando la luz, precisamos de vuestras fotos y hoy nues-tra fototeca tiene más de 74.000 imágenes. Creamos una revista para compagi-nar la creatividad literaria de nuestros moldeadores y que se pudieran expresar a través de la luz de la fotografía y la tinta de sus textos, y ya son 44 números en el ciberespacio muchos de ellos impresos en papel, o guardados en archivos digitales. Con la puesta en marcha de Radio Moldeando la luz, queremos dar voz a todos los moldeadores en nuestra radio vía internet.

Pero para que Radio Moldeando la luz tenga el mismo éxito que sus dos her-manas, la red social y la revista, ahora lo que precisamos son vuestras opinio-nes, vuestras denuncias, vuestro arte, noticias, literatura, poesías, entrevistas, a través de vuestras voces.

Por y para ello, necesitamos vuestra colaboración. No vamos a realizar aquí un amplio relato sobre los tecnicismos, de eso nos encargaremos nosotros, lo que ahora precisamos es saber cuántos y quienes están dispuestos echarnos una mano. Solo tenéis que hacernos saber, luego nosotros nos pondremos en contacto y os explicaremos en qué puede consistir vuestra colaboración. La radio emitirá en directo en un principio un corto espacio de tiempo todos los días, hasta ver la respuesta tal como ocurre con la revista, que es vista y descar-gada por varios miles de personas todos los meses, y el resto será en postcad y en streaming. Esperamos que sea bien acogida la idea, lo que si os aseguramos es que existirá total libertad de expresión.

En otro orden de cosas, este mes se celebran los carnavales en todo el mundo. Con motivo de estas celebraciones os proponemos hacer una semana temática en la que se suban fotos relacionadas con el carnaval, la votaciones serán las marcaciones que se hacen en favoritos, las fotos que más favoritos tengan serán las seleccionadas como fotos de la semana. Se dará cumplida in-formación en la página principal de Moldeando la luz, así que es necesario ir preparando todas las cámaras para registrar los momentos más locos de esta desenfrenada fiesta.

Y tanto en los que nos ocupa a todos en relación con nuestra pasión por la fotografía, como en el resto de las cosas de la vida, recordad lo que un día dijo Giuseppe Fava: De qué sirve vivir si no se tiene el coraje de luchar.

José Luis Cuendia, “Guendy”

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Fotógrafo del mes de Enero

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Andrei KezzinAndrei Kezzin —aunque en Moldeando la luz solo utiliza como impronta

su apellido, Kezzin— es un fotógrafo profesional ruso que lleva meses asom-brándonos con sus creaciones; y digo bien, creaciones y no tomas, aunque se trate de fotografía, porque lo suyo no son fotografías al uso, tomadas sobre elementos casualmente estáticos, sino creaciones con voluntad significativa. Detrás de cada una de sus fotos hay un trabajo previo de composición y de montaje escénico, cada una con su correspondiente dosis de intención estética y dramática. Porque eso es lo que realmente hace Kezzin: componer escenas con vocación pictórica que bien pudieran corresponderse con fotos fijas de un rodaje cinematográfico o con fotos tomadas durante una representación teatral de época.

Nada más entrar en su página personal en Moldeando la luz sorprende la fo-tografía elegida como cabecera de la misma: una recreación de la Última Cena de Leonardo da Vinci en la que tanto los apóstoles como el mismo Jesucristo van disfrazados de militares, posiblemente del KGB o de cualquier otro cuerpo de características y recuerdos similares. Quienes distingan los símbolos y en-corchetados militares apreciarán en toda su dimensión esa imagen que al sim-ple profano produce escalofríos, cuanto más si alcanzara a comprender todo lo que de sugerencia y referencia encierra. Razón sin duda de su prohibición

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en una exposición proyectada en 2013 y que fue censurada precisamente por incluir esta foto en su catálogo. Puede tenerse toda la información en la si-guiente web: http://www.sptimes.ru/story/37062. No sorprende lógicamen-te esta prohibición: las autoridades religiosas y militares son poco dadas a que se utilicen sus símbolos en contextos distintos a los que imponen sus dogmas. Pero si uno dedica unos pocos minutos a rastrear en Internet recreaciones similares de la Última Cena de Leonardo podrá encontrar varias docenas de propuestas mucho más agresivas e irreverentes, aunque quizás no de calado tan perturbador.

Claro que la fotografía que Kezzin nos propone en Moldeando, aunque asentada sobre las mismas raíces, transita otros ámbitos expresivos. Ya no es el mundo militar, con su trasfondo religioso, sino un mundo muy perso-nal, creado y recreado a base de propuestas que se sustentan sobre la base de escenografías muy cuidadas, siempre al borde de la fantasía y en el filo de la cuchilla que separa la realidad de los sueños, y de propuestas ideológicas siempre al límite de la capacidad humana de enfrentarse a lo cotidiano como supuesto de futuro.

Las escenografías las consigue a través de un especial y muy cuidado atrez-zo, a veces con un toque onírico, tanto en interiores como en exteriores, y siempre con un sabor de época que se consigue quizás con una atmósfera en la que el juego de la luz es su principal motor y en la que los elementos que in-corpora a la escena —maletas, relojes, abalorios, maquinarias…— consiguen la adecuada ambientación. Se adivina detrás de cada foto un buen equipo de colaboradores, capaces de transmitir a través de esta escenografía un trozo de realidad y una réplica muy imaginativa, con determinado sustrato filosófico.

Este trasfondo es tan variado que entremezcla el mundo de la demencia y la dipsomanía, el submundo de la pobreza y las ensoñaciones bélicas con cier-to sustrato de ciencia ficción o creaciones surrealistas en las que los símbolos sirven de contrapunto a escenas de un hiperrealismo en el que se pone sobre el tapete toda la crueldad que dimana de lo conocido, como esas fotos en las que recrea un interrogatorio policial en el inframundo de las mazmorras re-presivas de regímenes políticos de marcado carácter autoritario.

Y todo ello, y para terminar, envuelto en una luz muy especial, muy cuida-da, muy cálida, que se pone de relieve especialmente en los retratos, de una inusual fuerza expresiva, que presenta generalmente con un fondo neutro —olvidadas sus habituales escenografías— sobre el que resalta esa luz directa-mente proyectada sobre el rostros, por lo general desde un ángulo que realza gestos y facciones.

Francisco Trinidad

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Hablar de Argentina es para mi un reto combinado con cierta osadía, a sa-ber, por el gran número de argentinos que descargan nuestra revista según la analítica de Google. Cuando viajé a Argentina por primera vez, y digo primera vez por que en mi mente está que no será la única vez, intenté documentarme sobre la historia de este atractivo, crispado y paradójico país, lo de crispado es por que llegamos a Buenos Aires en pleno “corralito” (restricción de la libre disposición del dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes en bancos y cajas de ahorros impuesta por el gobierno). Palabra que con el tiempo tras-cendió a todos los países de habla castellana, hasta hoy en día en Grecia se dice que se corre riesgo de “Παρκοκρέβατο”, Corralito.

Argentina finalmente se había convertido en un Estado moderno desde mediados del siglo pasado, atrás queda la anarquía, guerras civiles y sus secue-las dolorosas comenzaron a ser recuerdos del pasado y los argentinos se prepa-raron para un futuro que prometía buena fortuna. Lo que muchos pensadores de la época, a que se refiere, como la “barbarie” que se mantuvo en el siglo XIX, y el XX , la civilización llegó para reemplazarlo. El precio no fue ningún impe-dimento. Lo que importaba, al final, se estaba haciendo, un Estado moderno de lo que, hasta entonces, había sido poco más que un puñado de ciudades dispersas y rodeadas de un inmenso desierto. Y allí estaba, después de todo, levantándose sobre un montón de dinero. Argentina estaba en el medio de una época espectacular de la expansión económica, y esto le permitió diseñar y ejecutar proyectos que antes hubieran sido impensables. Fueron esos años que fomentaron la materialización de diversas obras como la construcción de los puertos de Buenos Aires y Rosario, la fundación de la ciudad de La Plata, capi-tal de la provincia de Buenos Aires y la única ciudad en el mundo concebida y

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construida en el siglo XIX, si bien Buenos Aires fue fundada en 1580 por Juan de Garay. Si bien leo a Antonio Tello en su libro “Breve historia de Argentina”, en 1536 ya existía un asentamiento humano, la instalación de las primeras redes eléctricas para uso en el hogar, y la plantación de decenas de miles de ár-boles en las aceras de Buenos Aires. Ya desde entonces se decía que era el París de América, hoy ya es un tópico que define así a Buenos Aires, la ciudad de las luces más culta del Continente. Aunque en mis descubrimientos lo más impor-tante de esta agraciada ciudad, crecida de desigualdades y contradicciones es su gente, su mayor patrimonio. Los bonaerenses tienen un enorme carácter, se debaten entre sus duras contradicciones, siempre están abiertos a la charla, es una ciudad en la que no difícil hacer amigos. Me gustaría otro mes escribir mis vivencias en la ciudad de Buenos Aires.

Para algunas personas, el incipiente desarrollo del país a mediados del siglo pasado era todo lo que representaba esta nueva ciudad moderna, y un modelo de desarrollo, construido alrededor de él, y orientado desde él y para siempre, su principal recurso era la exportación de materias primas agrícolas, de modo que en aquella época Argentina era conocida como el granero del mundo.

Pero había otros que consideraron que esos años dorados debían de ser vis-tos como el mero inicio de una gran tarea mucho más amplia que no podía ser completada hasta que el inmenso territorio que rodeaba la Pampa húmeda pudiera ser “civilizado” como las Pampas lo habían sido anteriormente. El le-gendario científico y naturalista argentino nacido en la ciudad de Buenos Aires en 1852, el Dr. Francisco Moreno (Perito), fue uno de los principales pilares

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de este concepto de desarrollo integral. Su trabajo fue decisivo en el estable-cimiento de los límites entre Argentina y Chile a través de la decisión arbitral de 1902. Pero más allá de todo esto, le permitió convertirse en una persona altamente familiarizada con la zona, y a partir de ese momento, ocuparía una parte muy importante de sus esfuerzos. Aquí vale la pena señalar algunos as-pectos verdaderamente singulares de pensamiento de Moreno. Sus ideas se han asociado con otros naturalistas como Thoreau y Muir o como el escritor William Hudson. Después de todo, él defendía al igual que ellos los beneficios del espacio totalmente abierto y la vida en el aire libre.

Pero hay algunas diferencias importantes entre uno y otro de estos hom-bres. Pensadores románticos esencialmente veían la naturaleza como recursos naturales estéticos, pero también era lícito utilizarlos como base para lo que hoy se conoce como desarrollo sostenible.

Su discurso no se limitó a la preservación de los espacios naturales, tam-bién se extendió a otros campos incluyendo el bienestar humano. En base a los resultados ya obtenidos a través del modelo estadounidense, a Moreno le asigna el Estado el trabajo de proveer de agua y la construcción de los ferroca-rriles, el resto (la explotación de la tierra, la construcción de ciudades y por qué no la instalación de industrias), pensaba que esas tareas debían de dejarse a la iniciativa de aquellos que, como los colonos galeses que había llegado a conocer en el valle de 16 Octubre, estaban dispuestos a establecer sus comunidades en los nuevos territorios.

En 1907, los deseos de Moreno parecían estar a punto de convertirse en realidad. El Ministro de Obras Públicas Ezequiel Ramos Mexía estaba inician-do un plan de expansión ferroviaria destinada a tomar el ferrocarril al sur y al oeste hasta el último rincón de la Patagonia. Y en 1910, trató de cumplir con el segundo de los requisitos de Moreno con la fundación de la Comisión de Estudios Hidrológicos del norte de la Patagonia. El objetivo de la comisión era

A la izquierda, Península de Valdés. Sobre estas líneas, colonia de pingüinos. En la doble página siguiente, lobos marinos.

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modesto: para proveer de agua potable y de riego a la región que rodea a San Antonio Oeste, pero como se mencionó anteriormente, los argentinos como en muchas ocasiones en su historia estaban acostumbrados a “pensar en grande”, y al final, lo que originalmente se había concebido como una escala local, el proyecto se convirtió en algo de mucho más amplio alcance. Esta Comisión de Estudios Hidrológicos fue encabezada por los Estados Unidos, y con su geólogo Bailey WiIIis, quien propuso un plan de desarrollo variable para el noroeste de la Patagonia.

En un informe de Willis en 1913 , el geólogo estadounidense no sólo des-cribe las cuencas hidrográficas, sino también a la orografía y los recursos fo-restales y del suelo en la zona entre el lago Huechulafquen y Corcovado; el informe también propone el establecimiento de rutas y de conexiones de áreas favorables para el desarrollo humano entre sí y con el resto del país. Willis se-ñaló el potencial hidroeléctrico de la cuenca del Futaleufú y predijo el potencial turístico de Bariloche y la región de los lagos. También habló de ferrocarriles eléctricos, reservas naturales, la producción de frutas y muchas otras cosas. Pero aunque el tratamiento de cada uno de estos temas refleja una especie de clarividencia y capacidad de anticipación que son sorprendentes, lo que es ver-daderamente impresionante es algo más: escrito en un lenguaje rigurosamen-te científico, el informe es, sin embargo, la expresión de un sueño. Un sueño ambicioso, es cierto, pero posible. Tanto Willis como Moreno visualizaron la “Provincia Andina como un área destinada a convertirse en un centro agrícola e industrial tan importante como Buenos Aires.” 115 años han pasado desde la publicación de aquel informe, y diez más desde que Moreno comenzara a

Glaciar Upsala. A la derecha, Guendy practicando su afición fotográfica.

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imaginar el futuro de la Patagonia. Y si bien es cierto que, desde entonces, pueblos y ciudades se han fundado y se han construido carreteras y puentes, como tan cierto que los sueños de esos hombres no se han hecho realidad. ¿Por qué? Me imagino muchas cosas, pero no tengo datos que pueda defender con coherencia. Pero lo que sí puedo afirmar por que lo creo, es que aquellos eran sueños dignos que siguen siendo válidos y algún día vendrán hombres y muje-res capaces de hacerlos realidad.

Y es que cuando se conoce un país tan rico como Argentina, la pregunta del millón esta cargada de perplejidad y supongo que se hacen millones de perso-nas: ¿Cómo un país así puede ir a la quiebra? Un país inmensamente rico, con la mayor reserva de agua del mundo, con gas, petróleo, agricultura (el granero del mundo), una de las cabañas ganaderas más importantes de América, etc, etc… y hoy una clase media desaparecida y millones de personas ante la ruina y el colapso social y económico . Un país rico, pero condenado a periódicas quie-bras económicas e institucionales. ¿Como un país así, puede vivir al borde del abismo de forma cíclica? Y aún así, sigue siendo la tercera potencia económica de Latinoamérica. Me imagino ahora y comprendí entonces la impotencia de los argentinos de a pie.

A lo largo del siglo XX, y especialmente a partir de 1960, la Patagonia se convirtió en el destino de un nuevo tipo de explorador. Estos viajeros ya no llegaron únicamente por medio de expediciones navales cargadas de riesgo, ni tampoco sufriendo peligros en las fatigosas travesías en las interminables ex-tensiones de las llanuras del desierto. No, estos nuevos exploradores pudieron disfrutar de una serie de avances que habrían sido inimaginables apenas unas décadas antes. Por los años 60 la Patagonia había sido provista de una red bas-

Colonia de lobos marinos

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tante significativa de caminos y carreteras, mientras se construyeron nuevos aeropuertos y estos se expandieron por toda la región. Así fue que la Patagonia comenzó a tomar forma como un destino turístico, un lugar en el que muchos viajeros una vez allí decidieron quedarse y hacer un nuevo comienzo con sus vidas.

Quizás la cresta de esta ola se pueda decir que fue en los años 70. Yo llegué junto con un grupo de amigos a La Patagonia al final de la primavera argentina (Otoño en España) en el año 2004, siempre había sido un enamorado de toda la América de Sur, no lo iba a ser menos con una de sus mejores joyas de la naturaleza. Recuerdo que estaba como un niño con zapatos nuevos, pues se daban dos de mis pasiones, que permanecerán cerca de mi corazón mientras viva, a saber, la del Sur y la fotografía.

En los contratiempos que siempre nos depara el material fotográfico re-cuerdo una mala pasada en San Carlos de Bariloche, en un confortable hotel llamado Llao Llao, en las faldas de los picos y cerros López y Tronador a orillas de los lagos Nahuel Huapi y Moreno (uno de los primeros parques nacionales de toda la república). Dejé mi flamante Nikon D200 estrenada hacía pocos me-ses, en repisa interior de una ventana del comedor donde estábamos cenando, había estado tirando unas fotos con flahs antes de que nos sirvieran la cena, me descuidé y dejé puesto en la cámara el citado flahs, un compañero pasó al lado de la ventana y de forma inconsciente hizo un giro y sin darse cuenta con el codo del brazo toco el aparatoso flahs y se llevo la cámara por delante, cayendo ésta al suelo y desgarrando el objetivo de las zapatas que lo sujetan al cuerpo de la cámara. No pude hacer más fotos con la D200 durante el viaje que recién acababa de empezar. Al llegar me la repararon en Barcelona por el nada

Glaciar Perito Moreno, que reaparece en la doble página siguiente

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despreciable precio de 600 euros, y la cámara ya no era lo que era, así que se la regalé a un familiar que por aquel entonces se estaba aficionando a este veneno de la fotografía. Este incidente no evitó que aún pudiera hacer unas 8000 fotos en el mes que viajamos por Argentina. Así que mi consejo es que en un viaje de estas características nunca se viaje con un solo cuerpo o cámara, en mi caso me quedaba la Sony que siempre utilizo de segunda y que siempre procuro ir actualizando, lo de segunda no es por nada, sencillamente porque tengo me-nos objetivos que en el caso de Nikón, no porque sean de menor calidad, pues las últimas versiones de Sony según muchos expertos en análisis de cámaras, superan a los buques insignias de Canon y Nikon. No olvidemos que el alma de las cámaras es el CMOS, y Nikon, ya hace tiempo que se lo compra a Sony ya que reconoce que es superior al suyo propio. Es evidente que los sensores de Sony han tomado clara ventaja, a juzgar por las revisiones que se han venido publicando. Canon se resiste de momento, pero hasta ahora no ha conseguido mejorar su tecnología en este aspecto, así que si sigue perdiendo la estela de los demás, o lo supera o se vera forzado a montar los sensores de Sony, sin duda los mejores hoy día en el mercado de las cámaras fotográficas.

Durante este viaje y poco a poco, mi colección de fotos fue convirtiéndose en un banco de imágenes de la verdadera Patagonia, primero en los Andes pa-tagónicos, y más tarde, la costa patagónica y sus estepas. De esta manera, mi colección creció y creció. Durante todos estos años todas esas fotos han estado guardadas en mis archivos digitales, son escenas y momentos entresacados e inmortalizados en esta maravillosa parte del planeta azul, una región que merece ser compartida, y la oportunidad que me brinda Luz y Tinta es ex-traordinaria, aunque algunas fotos de este viaje ya fueron subidas en su día a mi página de Moldeando la luz. Han pasado 11 años desde aquel tiempo, y desde entonces he leído todo lo que ha caído en mis manos sobre la Patagonia, otras veces lo que he ido buscando yo, pues existe literatura muy interesante que puede hacer soñar con Patagonia, y quizás eso lleve a que un día a acercarse a conocer esas tierras también conocidas como “Tierra de Fuego” o “Tierra del fin del mundo”.

De esas imágenes fotográficas rescatadas de mis archivos, imágenes a tra-vés de los cuales he tratado de mostrar todo el sentimiento y la belleza de la Patagonia. Yo no soy ese tipo de persona que tiene la capacidad de expresar con palabras toda aquella inmensa belleza, yo lo he hecho humildemente con los lentes de mis cámaras.

A la derecha, el faro del fin del mundo.

A la izquierda, un viejo ar-gentino compartiendo mate y conversación.

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Patagonia está llena de nieve, viento, hielo, lluvia, mar y sol. Está llena de gaviotas y ballenas, leones y elefantes marinos, llena de guanacos y desierto, llena de árboles tan altos como catedrales y tan antigua como las civilizaciones más antiguas, llena de pingüinos y de exquisitos corderos patagónicos, por que también hay que comer, y uno no se puede ir de allí sin degustar sus excelentes asados. Patagonia es tan completa que, incluso en toda su inmensidad, en su contenido rebosan e inundan los ojos y la mente, sobre todo, las almas, ya sea por un día o por su vida, cautiva para siempre las de todos aquellos que se le acercan.

José Luis Cuendia, “Guendy”

Para una mayor información, existe una extensa literatura sobre el lu-gar. Yo recomiendo:

• De Paris a la Patagonia.• El Gran libro de la Patagonia.• La aventura de la Patagonia.• Tierra de Fuego.• Libro de Retratos de la Patagonia• Historia de la Patagonia• Allá en la Patagonia.• Retorno a la Patagonia• Leyendas de la tierra de fuego• Sin olvidar el de mi amigo Luis Sepulveda: Patagonia Exprés • Y aunque el viaje continúa más allá de Argentina, por Chile, Perú,

Colombia y Venezuela, el “Diario de motocicleta” de Ernesto Gue-vara.

Después de leer la mayoría de estos libros nadie querrá morir sin ir a la Patagonia.

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Miriam Castilla RuizSer fotógrafo en Cádiz, algo se tiene que deber a esa luz que reverbera so-

bre la patina mediterránea en una encrucijada donde la vertiente del estrecho de Gibraltar la separa de la Atlántica, esa luz que deja a la intemperie de la sensibilidad del testigo iconográfico la crudeza de los perfiles más desnudos e insospechados. Se dice que la fotografía es el arte escribir con la luz y curio-samente a la costa gaditana se la llama la Costa de la luz, es evidente que por dos razones diferentes, la primera por el arte del fotógrafo captando la imagen con los parámetros técnicos de la cámara, la segunda, la de mi Cádiz, por el privilegio que la naturaleza nos regaló, por esa luz especial de sus atardeceres de sol rojizo; las estampas que se pueden hacer son infinitas, caballos a galope por sus playas, novias que aprovechan los últimos rayos del sol para su álbum de boda… Soy de los que piensan que moldear la luz con la luz de Cádiz es un privilegio, y si de lo que se trata es de aprovecharla para moldear bellezas como la de Miriam Castilla Ruiz, para qué os voy a contar, mejor las veis y luego opináis.

Miriam es de esas bellezas que, como Mahoma a la montaña, yo me fui a ella. Un buen día opinó sobre mis fotos en Facebook, dejó un comentario sobre una de mis fotos realizadas a una de mis modelos, eso me dio la oportunidad de invitarla a que posara para mi, a lo que gustosamente aceptó.

Si digo que la mujer andaluza es hermosa por lo general no digo mentira alguna, ni creo que nadie me acuse de chovinista; pues bien, si la chica que hoy os presento además ya ha pasado por criterio y la selección de otras personas que opinan de la belleza, creo que más razón aún para elogiar su beldad, pues no en vano fue en el 2013 la Chiclanera Mayor de las Fiestas de San Antonio en Chiclana.

Las fotos simulan mostrar lo que existe, es bueno que este rumor perdure. Pero hay un punto en que una foto no es más que la forma en que una mirada construye lo que mira. Es tanto que hasta se podría pensar que es demasiado poco.

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Cada mirada tiene, por supuesto una forma distinta de operar, muchos dis-paros son trabajados por sorpresa, me coloco al acecho con su complicidad, me fijo en un cambio de postura, en un gesto, en una sonrisa, en el momento pre-ciso que algunos llaman decisivo. Otras en cambio, han sido construidas con un ojo permanente, que puede estar mirando fijamente horas y horas y cambia en cada momento lo mirado.

Cada maestrillo con su librillo, me gusta actuar con insistencia, como la gota que al final hace la honrada, pero sin final, por ello, casi siempre tengo la impresión de que mis fotos nunca están terminadas, siguen siempre buscando otra razón, otra historia, otra belleza, otras caras que se irán desgranado poco a poco. La plácida y satisfactoria sesión fotografía con la hermosura de Miriam Castilla Ruiz ha terminado con todos los matices que os he ido revelando, pero la persistente búsqueda de más bellezas continúa y de ello seguiremos hablan-do en los próximos números.

Eugenio Rodríguez Meco

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LimpiezaYo había ido a limpiar como todas las mañanas, sin hora fija. Cuando lle-

gaba a la casa, la señora ya se había marchado, y siempre me iba antes de que volviera. Pero hoy, nada más abrir la puerta, ella estaba ahí, tendida en el suelo con el tallo de la flor entre sus dientes, y los pétalos tapándole el labio leporino. No había manchas de sangre por ninguna parte, ni cajones revueltos. El bolso abierto y rígido, compartía el mismo cuadrante de la solería que su cabeza. Eso era lo único, aparte de la señora, que rompía el orden. Tenía puesto el abrigo y las botas, como si fuera a salir o acabara de entrar. Los brazos colocados a lo largo del cuerpo, y las piernas estiradas con los pies un poco separados, en un gesto de descuido, que poco tenía que ver con la pulcritud de su persona. Estaba muy pálida. Lógico. Un vómito es siempre un vómito, aunque sea de rosas rojas.

Eso fue lo que conté a la policía cuando llegó: la verdad y toda la verdad, que ni lo de mi impuntualidad me callé. A muchas de las preguntas que me hicieron no supe contestar, pues de la vida de la señora yo poco conocía. Ella me dejaba el sobre con el dinero en el taquillón, y yo le abrillantaba los suelos. Ahora que estaba muerta, lamentaba que no nos hubiéramos tratado más. Así, podría ser de mayor ayuda a ese inspector, que de vez en cuando tomaba notas. Era un hombre de más o menos mi estatura, con dedos regordetes y sin aro; ni gordo, ni flaco; el pelo rizado y oscuro, y un poco de caspa en la solapa de la gabardina. Sus ojos primero me penetraron interrogantes, como si yo fuera la asesina, y después me traspasaron el sujetador. Aunque eran pequeños, se notaba que sabían bien dónde mirar. Aquello me gustó. Cuando se fue me dio una tarjeta con un número para que llamara si me acordaba de algo, y yo, que me quedé con ganas de verle otra vez, me puse a pensar.

Haciendo memoria recordé a la sobrina de la señora. En cierta ocasión, de esto hacía mucho tiempo, había ido a trabajar a su casa. Vivía en un apar-tamento pequeño, con mucha grasa en la cocina y moho en el cuarto de baño. Me costó lo suyo que reluciera. Magdalena, ese era su nombre, me ayudó. Yo no entendía que sabiendo limpiar, tuviera la casa en ese estado de abandono. Recuerdo que en el salón, la parte más decente, lucía un florero con doce rosas rojas.

Así que decidí darle el pésame, y con esa excusa chismorrear algo para el inspector. Cuando la llamé se alegró, pues necesitaba mis servicios. Me pareció

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que desde la última vez que había estado allí, no había vuelto a meter mano a la casa, y en el jarrón de las rosas rojas, que no parecían recién cortadas, había una menos que antaño. Entre frota y frota, jabona y aclara, supe que se llevaba a matar con la muerta. Al parecer, su tía era una bruja, y muy avariciosa.

También me acordé de dos pelos del almohadón, más cortos y oscuros que los de la señora, que había visto al hacer la cama mientras esperaba la llegada de la policía. Si aproveché ese momento para tal tarea, fue porque a mí entrar en una casa y ver las sábanas revueltas, es algo que siempre me ha causado muy mala impresión. Sí, por eso hice la cama, de eso estoy segura. Pero con lo de los pelos, me asaltó la duda de si los vi ese, u otro día. Fuera como fuese, toda esa información valía, y contacté con el inspector. Me citó en su oficina. Aunque hacía frio, debajo del abrigo me puse un jersey ligero, muy ajustado. Tenía un amplio escote que realzaba aún más mi orgullo. El despacho era un revoltijo de polvo y papeles. Me gustó comprobar que allí faltaba una mano de mujer, y que yo tenía dos. Colgué el abrigo en un perchero invisible bajo tanta carga, y me senté en la silla de los periódicos. El llevaba un grueso jersey de lana de cuello alto, que le cubría casi hasta las orejas. Yo hablaba sin dudar. En contra de lo esperado, ni me invitó a un café, ni pareció darse cuenta de mis pezones tiesos de frio. Con la historia de los pelos se enojó bastante, y me acusó de alterar pruebas. Le dije que yo no alteraba nada, que yo solo hacía mi trabajo, y que si quería pelos, habría de sobra en el cuarto de baño, que allí no limpié. Me fui despechada y con un picor de frio agarrado en la faringe. También sentí que me acechaba algún peligro. En cuanto pisé la calle me dije — allá se las arregle él solito con el polvo, la caspa y la muerta, que ésta no le va a ayudar.

A mí el caso me interesaba, y como empecé a trabajar con regularidad en casa de la sobrina, pude seguir el avance de la investigación. Pero a veces Mag-dalena, sin nada nuevo que contarme, me perseguía por la casa repitiendo lo de la gran fortuna que la muerta, con malas mañas, había recibido del abuelo. Más de una vez me puse a aspirar la moqueta, aunque no hubiera limpiado aún los cristales, con tal de no oírla. Ella pretendía que la policía abriera una investiga-ción, y les había hablado del tema casi tanto como a mí. Yo creo que por aquella obsesión, se convirtió en sospechosa.

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Un mañana Magdalena me abrió la puerta, y sin darme los buenos días, me espetó:

— Murió envenenada.— Ya decía yo que parecía un empacho.Aunque se sabía lo que le había sentado tan mal, el por qué lo había toma-

do, seguía siendo un misterio.Otro día, medio embriagada que estaba con el desinfectante del inodoro,

me dijo:—En la ducha había pelos de Nazario.Nazario era el compañero de oficina de la difunta, que manejaba los dine-

ros de la empresa, y que había telefoneado aquella mañana al domicilio de la señora, aún ocupado por la policía y su cadáver. El hombre dijo, que yo lo oí bien porque estaba pegada al auricular, que le preocupaba que siendo ella tan puntual, aún no hubiera llegado al trabajo.

Magdalena, que unas veces hablaba a borbotones, y otras gota a gota, en-ganchó el suspense con un:

—Y eran amantes.Esa noticia me sorprendió mucho, pues la señora tenía muy poco atracti-

vo como mujer. Y aunque tal descubrimiento no fuera un delito, a Nazario la policía no le quitaba ojo. Un día les dio esquinazo, y cruzó volando el océano. Para entonces, ya habían encontrado un rastro del dinero del que tanto habla-ba Magdalena. Después el rastro se perdió en algún paraíso, a nombre de una sociedad que algo tenía que ver con Nazario, o eso creí entender, mientras le daba con la mopa a una mancha pegajosa del suelo, que era de lo que yo más entendía.

A la sobrina por fin le dieron la razón. Aunque no recibió ni un solo euro, la satisfizo el haber desenmascarado a su tía y heredar la casa. Cuando decidió trasladarse, yo me negué a seguir prestándole mis servicios. Aquel lugar me inquietaba. Además, aún tenía intacto el dinero de la caja fuerte, que había guardado entre la faja y la braga, antes de que llegase la policía, y después de colocarle a la señora el regalo de Nazario, la rosa roja.

Gloria Soriano

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Foto: jfg.lloret

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Extraño amorTú no lo sabes,pero soy luz de un árbol en la noche,luz que no se perfilapero existe.Ese soy yo, luz y sombra que te abre y encierra,esa parte de ti dibujada en mi piely que desconoces,la vida que te he inventado.No lo supiste,pero yo te abrí la puerta de casa muchas veces,la puerta del coche. La cruzaste.Sentada a mi lado hicimos muchos viajes juntos.Entre los libros de mi estantería muchas tardeste sorprendí hojeando mis libros de poesía.En terrazas de verano te acerqué una cerveza fríay acercaste tus labios a mi deseo. Era yo.En la noche acompañé tus pasos hasta el dormitorio,bajé la persiana. Nos besamos... Sin prisa.Oh! esas sábanas de amor que desconoces,sábanas frías cuando al amanecer te marchabas,o era yo tal vez el que me ausentaba.Creciste conmigo, te vestí de flores,eché sobre tu pecho copas de vino.Aunque no lo supiste, hicimos proyectos,a veces nos silenciamos,pero hasta recorrimos juntos de la mano París, tantos lugares, ciudades,sesiones de cine,escuchamos las mismas canciones,sentimos el frío de Enero,y en la arena nos abrazamos, carnes sudadas en meses de verano. Agosto.Transitamos por montes de fantasías,caminos entre sombras y sol del mediodía...Te espiaba mientras te bañabashasta que de un empujón abría la puerta,entrabay a tu lado me estremecía.Así has vivido en mi,mareas que abrazan la arena,un sueño siempre olvidado en cuanto me despierto.Y sigues conmigoaunque no pronuncie tu nombre cuando te abrazo.Porque yo sé tu nombrey aunque tú no conozcas el míosé que gimes cuando te amoporque conoces el sabor a salitrede mis labios.

Justín del Barrio

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El mensaje

Llevaba medio loco toda la mañana, atendiendo al móvil cada dos por tres, cuando llegó el mensaje. Lo leí rutinariamente, como quien se asoma a una ventana mientras hojea un informe, pero su contenido disparó mis nervios: “Si quieres saber cómo ocupa tu mujer su tiempo libre, acude hoy al hotel Excelsior a las 5 de la tarde”. De momento, me sonó a broma o a error. Alguien que se ha equivocado o alguien que quiere gastarme una broma pesada, me dije. Después comenzó a picarme la curiosidad y a entrarme un sudor frío que me recorría la espalda. Y al final de la mañana, cuando el ritmo destemplado del trabajo había dejado su huella, la curiosidad se había apoderado de mi voluntad. Así que al salir a comer le dije a mi secretaria que por la tarde llegaría tarde, si llegaba.

Comí algo atropelladamente en la barra de un bar y me encaminé al Excel-sior. No queda lejos de mi oficina, así que me fui andando, mientras dejaba que transcurriera el tiempo hasta las cinco de la tarde. Veinte minutos antes ya estaba yo apostado en la cafetería de enfrente, nervioso, con un whisky al al-cance de la mano y la mirada clavada en la puerta del hotel. No sabía muy bien lo que tenía que ver ni si podría verlo desde aquella posición, pero allí seguí, atento a las puertas giratorias. Hasta que a las cinco menos cinco llegó ella en un taxi. Comenzó a mirar a un lado y a otro hasta que, finalmente, miró en mi dirección, creo que sonriente, y comenzó a cruzar la calle. Entró radiante, des-envuelta. Me besó brevemente, mientras me decía al oído: “Sabía que entende-rías el mensaje a la primera”. Luego me cogió de la mano y tiró de mí. Cuando cruzábamos el vestíbulo, volvió a acercarse a mi oído, zalamera: “Tenemos la habitación 141 para nosotros solos.”

F.T.

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Exagerar el enfoqueMirar una fotografía es una cosa y saber interpretarla con los motivos y

referencias que nos da el autor en ese plano es otra bien distinta.A veces creo que se tiene miedo a la crítica, por la siguiente autocrítica o

las consecuencias que de ella puedan surgir y que tendríamos que dar explica-ciones, que muchas veces nos costaría mucho trabajo explicar, para defender nuestra postura de vista de aquel momento.

Unos días antes de ponerme a escribir estas notas, me comenta un amigo que hay una web donde tienen anunciado un concurso fotográfico y cuya refe-rencia tiene que ser El Deporte y que el premio es una cámara de fotos de los últimos modelos, pero compacta.

En principio al premio no le sacaría el partido, más que como regalo a algu-no de mis hijos, pero sí me interesa saber lo que se mueve a su alrededor, ya que mirando las fotos se puede saber y aprender de los demás.

Los concursantes han puesto verdaderas obras de arte, en unas condiciones que unas entraran en concurso y otras no las reúnen y no sé si serán aceptadas o no, aunque ya están expuestas para concurso.

Pongo una de mis fotos que es en una velada de boxeo y que marca mucha agresividad de impacto en cara. Considero mi foto al menos como medio buena dentro de lo que vi del resto de participantes.

Acto seguido, sale uno comentando mi foto en la que dice “Pena de mástil detrás del boxeador”.

Ya no hubo más fotógrafos que comentaran la foto, porque parece ser que alguien le ha dado una tacha y meterse en el medio podría ser que quien la criticó fuera un gran periodista o un sub-dios de la fotografía.

De un supuesto de mil fotos, cualquier jurado no repararía en rechazar esta foto, porque además les quedan otras 999 donde elegir sin complicaciones ni entrar en litigio de opinión.

Todo aquel que haya visto una foto de boxeo, se ha dado cuenta, que las esquinas tienen mástiles que sujetan las líneas de focos de luz sobre el ring y si las hubiera quitado, incumpliría las normas por alteración fotográfica. Lo que quiero decir es que pocas fotos de boxeo se pueden hacer, viéndose los dos púgiles sin que se vean alguna esquina, y con la esquina el citado mástil.

Bien por el sujeto que marcó mi foto, para sencillamente eliminarla de con-curso, y espero que el ganador sea él, aún a sabiendas de cómo lo consiguió, pero en su caso, a mi eso no me hace más feliz el haberlo ganado así. Él sabrá su vida.

Creo que para hacer la crítica de una fotografía, lo primero que hay que tener es respeto y estar abierto a lo que pueda surgir de la consecuencia poste-rior. Una fotografía siempre habla en su idioma y quedaría claro que tendría un factor emocional que nos lo marcaría a primera vista.

La forma en que va compuesta nos va diciendo la dirección a tomar por el ojo humano a través de los cortes y los encuadres. Ya sin dejar a dudas lo que

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en opinión de la mayoría de los fotógrafos, de la composición de las trece reglas (ya comentadas en otra edición de Luz y Tinta).

Para hacer nuestra foto, hemos de recordar algunos factores técnicos como los puntos de enfoque, tiempo de exposición, sensibilidad y consecuencias del ruido, balance de blancos o temperaturas, etc. y su defecto, nos marcaría una opinión.

Si estos bienes o defectos los podemos ver en una foto, ahora es cuando podemos comentar de cual fue nuestra primera impresión al entrar a la vista; si la emoción es de soledad, alegría, tristeza, recuerdos, etc.

Si en ella vemos algo que podría faltar o sobrar, lo podríamos explicar para enriquecernos mutuamente.

Claro ,esto conlleva que hay que practicar lo que se dice a otros y que todos empezamos sin ser expertos y que no debe de haber celos o retóricas triunfa-les, que todos estamos ahí dando consejos adecuados para que ellos nos den otros del mismo valor.

Hay una expresión muy adecuada para que se pueda entender lo que quiero explicar con mis comentarios: Como se suele decir en los ejércitos de todo el mundo “por muy alto que sea tu rango, por encima de ti siempre hay otro”.

Si al autor le decimos que es una muy buena foto, y es mentira, le estamos impidiendo mejorar.

Para decir a alguien con un texto de “No me gusta”, creo que se debería de responder con el ejemplo y enriquecerse mutuamente, pero si una vez hecho esto tenemos la clara contestación de “a mi me gusta así “; pues nada, nada,…. A seguir con el siguiente, que este lo sabe todo y no entra en conclusiones.

Quería seguir comentando un poco el tema tratado en el número ante-rior sobre ejercitar los métodos de montajes fotográficos por el empleo de “Transformar “(EDICIÓN / TRANSFORMAR – Escala-Rotar-Sesgar-Distorsio-nar-Perspectiva y Deformar), del programa Phostoshop.

El comentar como si fuera Youtube sobre un video de cómo se transforman algunas fotografías, desde este medio es imposible y además tampoco tendría-mos todos las mismas fotos para llegar a conseguir lo mismo.

La función de conseguir el final deseado cada uno en su foto radica en saber los recursos de cada medio y para cada foto, no todos lo medios valen para todas las fotos.

Al menos para mi, los ejemplos de vista son más de la mitad del método a aprender, y luego los modos de cómo se hizo para rematar el final.

Si colocamos nuestra foto delante de nuestra pantalla y sabemos lo que queremos, pues bien, pero si no lo tenemos muy claro como ocurre casi siem-pre y queremos ver algo nuevo, tendremos que experimentar en ese caso en concreto.

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Para los ejemplos que se exponen, siempre hemos de duplicar capa ya que se trabajará sobre la de arriba dejando debajo y tapado lo que no queramos que se vea.

El mes pasado vimos como un plano de vista en vertical, conseguíamos hacerla horizontal y ajustarla a nuestro gusto, y en esta ocasión y con los mismos métodos, conseguiremos deformar algunos primeros planos para aumentar y que sea mas llamativo.

Normalmente se consigue, cuanto menos hacer dudar a quien nos visi-ta la foto, en si será así o no, pero en otras ocasiones, lo que queremos es divertirnos con nuestros amigos y cómplices, como muchas veces ellos de nosotros.

Estas variaciones fotográficas se ven más claras cuando hay de por medio personas haciendo algo, ya que habrían al menos dos enfoques preferidos; el modelo y nuestra variación de lo imposible, o no.

En mi caso con las bicicletas, ya de momento nos dan una sonrisa y eso en estos tiempos es mucho.

Como decía, se duplica capa y después se marca con la herramienta de corte la zona que se va a trabajar y según lo que se quiera, con formas trian-gular, cuadrada, lazo, etc. y se empieza a ejercitar los medios del Edición y mezclarlos unos con otros.

Se acabará en la conclusión de que, por ejemplo, si primero se distorsiona y luego se deforma, se habrán conseguido unas formas y al revés otras, hasta que completar el trabajo.

Hay que recordar que borraremos los sobrantes.El tomar apuntes de cómo se va llegando a un estilo de trabajo, en este

caso no es de referencia valida y, las mismas palabras de la Edición ya van indicando lo que se puede alterar en cada caso de toque del ratón.

Aquí no se trata de ganar ningún concurso con esto de hoy, pero sí de pasarlo bien a través de la fotografía y de ejercitar nuestras mentes, mejorar nuestros trabajos y conseguir comentarnos los unos a los otros para seguir mejorando.

Ricardo González, “Completu”

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La nueva trashumanciaSe levantan temprano los pastores. Apenas amanecido, humea el café en

la vieja cocina que poco a poco se llena de somnolientos ojos en busca del hu-meante brebaje. Ceferino, y Alejo saben que les queda un largo día por delante. Sergio ya hace rato que trajina por la cuadra, preparando cuerdas y collares. Va hacer un buen día.

En la plaza de La Felguerina van llegando animales, y las campanas de sus cencerros despiertan a los rezagados. Ya van quedando pocos. Es el cáncer que acabara con nuestros pueblos. Solitarios y con la mayoría de sus casas desha-bitadas, languidecen en una muerte lenta pero inexorable. Hoy parece volver a la vida, como si de un espejismo de otras épocas hubiese retrocedido cincuenta años atrás. Vuelve el bullicio de antaño, y la música de los cencerros se despa-rrama por el pueblo. Van llegando vaqueros para ayudar en el largo viaje que medio centenar de vacas emprenden a las dehesas extremeñas.

Poco a poco echa andar el rebaño. En la cabeza van dos o tres personas, atentos a que los nerviosos animales no cojan los caminos que no deben. Están nerviosas. Quizás adivinen que esta reunión va a traerles alguna sorpresa. A gusto como estaban en sus prados y cuadras, van de mala gana no se sabe a que lugar.

Una mujer joven las acompaña en coche desde la retaguardia. Ella, también será de las viajeras a las lejanas tierras. Y con una niña pequeñita. Su hija. Via-jan los tres. Al pasar por la antigua ermita de Ricao, paran todos, animales y pastores, quizás para descansar mientras de un prado se incorpora un rebaño a las viajeras. Una última mirada a la querida capilla, porque sin ser practicantes habituales, esos lugares forman parte de sus vidas desde hace mucho tiempo. Quizás la pequeña imagen de su virgen bendijo el matrimonio de sus padres, o sirvió de despedida cuando sus abuelos emprendieron el último viaje. Como sea, el fotógrafo captó la efímera mirada posarse en aquel lugar. Rápida y fu-gazmente, pero que recogió para guardarla en su corazón cuando iba a estar tanto tiempo sin pasar a su lado. La Encruncejada, La Puentepiedra, caseríos que iban salpicando la carretera a Coballes van quedando atrás, mientras de sus chimeneas salía un humo que como incensario rural elevaba sus plegarias al cielo, despidiendo a sus vecinos.

Llegando a este pueblo ya divisamos el largo cuerpo de los camiones gana-deros. Eran como cárceles rodantes, con multitud de ventanas con rejas, y mi-rando a su interior espacios muy largos a los que te costaba verles el final. Una

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especie de puente levadizo descendió hasta el suelo, formando una rampa. Las vacas agrupadas en un camino alto miraban aquella maquina sin entender que hacían ellas allí. Poco a poco fueron separando a las más pequeñas e introdu-ciéndolas en aquel pasadizo. Se resistían a hacerlo, pero empujadas acababan tragadas por aquella gran boca. Lleno aquel espacio, vemos con sorpresa como se eleva y queda situado en la parte alta. En el hueco inferior siguen entrando el resto de los animales. Ya no queda ninguno. Están listos para la larga marcha hacia el sur. Es curioso que en aquellas lejanas tierras pueda haber en los in-viernos una cabaña ganadera de vacas de montaña asturianas de esa magnitud. Valorados los costes de mantenimiento en las cuadras y el trabajo de atender-las, encuentran mas interesante el arrendamiento de grandes extensiones de dehesa, donde a pesar de los fríos inviernos difícilmente los visitan las nieves, cosa que aquí si ocurriría. También influye la economía, más saneada en la ac-tualidad, que antiguamente, y que posibilita el que se puedan pagar los viajes y los arrendamientos del terreno.

Que distinta esta trashumancia de la de antaño, cuando los mismos reba-ños emprendían el largo camino a la marina cantábrica. Un éxodo que unía las cumbres sagradas de aquellos curtidos hombres y mujeres, con el salitre del mar y los pastos en las marismas de Villaviciosa que salpicaban de prados ondulados todo el litoral costero.

Allí pasaban los inviernos. Eran duros por la separación de sus tierras, y la ausencia de sus seres queridos con los que hablar en los lenguajes que cono-cían. Era un viaje largo. Muy largo. Varios días, casi semanas, por las veredas y senderos de nuestros montes. En ocasiones tocando carreteras, afortunada-mente con poco tráfico de aquella, mientras la larga fila de animales parecía una serpiente que se retorcía en un horizonte sin final. Los perros incansables, recorrían del principio al final, la cadena animal. Alguna caballería portaba en sus albardas todo lo necesario para el viaje. Eran frugales en sus necesidades estas gentes. Nada que ver con lo que creemos que vamos a necesitar en nues-tros desplazamientos de fin de semana, cuando los amplios maleteros de nues-tros coches a duras penas llevan los enseres. Hoy rápidos camiones trasladan los animales en pocas horas de un extremo a otro de cualquier pais. Estas son las nuevas costumbres, los nuevos trashumantes.

Monchu Calvo

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Monasterio de las Comendadoras de Santiago

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Los OlvidadosAvlo el ebreo,

Avlo el fransez, Avlo el espanyol,

Avlo el inglez.... Un pokito de italiano

I un pokito de grego también... Ma ke no me manke el ladino-

Amen!

Me llamo Yehudah ibn Tibbón* y soy médico, traductor y poeta. Nací en Granada en 1120 y me tuve que exiliar, como tantos de mi raza. En estos días en los que se ha ofrecido a nuestros descendientes, expulsados en 1492, la po-sibilidad de recuperar nuestra antigua nacionalidad, he pensado que sería una buena idea darme una vuelta por Granada.

Mi primera sorpresa fue al ir al Realejo, nuestro antiguo barrio judío: Me encontré con mi estatua a la entrada del barrio, en la esquina de la calle de la Colcha con Pavaneras. Pero eso no es con todo lo más sorprendente. A mi estatua le llaman la del “Moro del Realejo”. No saben que no lo era y además precisamente fueron los almohades los que provocaron mi exilio a la Provenza, terminando mis días en Marsella. Es debido a que las vestimentas medievales son confusas para los modernos y poco ilustrados pobladores cristianos de hoy en día (por no hablar del escultor que me puso un turbante que no recuerdo haber utilizado jamás en mi vida…).

El Realejo es también el barrio de Carlos Cano, de Fray Luis (lamentable-mente de la Orden que tanto daño nos hizo, aunque a él lo considero inocente) y de tantos otros. Y en él me hospedo cada vez que me doy un paseíto por esta ciudad, en las Comendadoras de Santiago, que dan posada y comida al peregrino por 40 y 11 módicos euritos respectivamente (no me termino yo de acostumbrar a esta nueva moneda, tan complicada para mí).

Este Monasterio, situado en la calle a la que da nombre, Santiago, una de las dos principales del barrio, fue fundado por la Reina Isabel al poco de la con-quista cristiana de la ciudad, en 1501, y reedificado en 1772. El convento vino a seguir la tradición iniciada en 1168 por Alfonso VIII de Castilla que fundó el primero en Olmos de Ojeda, Palencia y duró hasta 1502.

* El nombre y personaje es real. El autor del relato, Juan Depunto, lo resucita litera-riamente para que nos guíe por la Granada sefardí.

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Arriba, Campo del Príncipe desde la Al-

hambra.Derecha, Plaza de For-

tuny.Ambas del Realejo

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De este cenobio parte la ruta mozárabe del Camino de Santiago, señalizada convenientemente; se dirige hacia Sevilla para enlazar con la ruta de la Plata, del mismo Camino.

La otra calle principal del barrio es “Molinos”. Debe su nombre a la exis-tencia de varios molinos de harina en las orillas del arroyo que circula aún, por el tramo más periférico de la calle, cercano a las afueras del barrio y la ciudad, hacia la Sierra. A media calle están la Escuelas del Ave María, magnífico experi-

mento pedagógico del Padre Manjón que tuvo el acierto de fundar a comienzos del siglo XX y que han sido y son un tesoro para la ciudad.

Cerca de esta calle se encuentra una hermosa plaza llamada “Campo del Príncipe”; desde ella se pueden observar bellas vistas de los barrios que se ele-van hacia la Alhambra, parte de ésta, el hotel Alhambra Palace, la Fundación Rodríguez Acosta, el auditorio Manuel de Falla, y un sinfín de edificaciones moriscas en las llamadas “Vistillas”. La plaza tiene terrazas y restaurantes en los que poder saciar nuestro apetito con una calidad-precio más que razonable, como es frecuente en esta ciudad. Desde aquí podemos subir a la fortaleza por empinadas cuestas, como la llamada “Cuesta del Realejo”, aunque, si el pasean-te lo prefiere, puede coger pequeños microbuses municipales o incluso un tren turístico con moderno motor híbrido para contaminar menos.

Si volvemos hacia el centro de la ciudad desde el Campo del Príncipe, vol-veremos primero a la calle Molinos para pasar a continuación por la plaza del

Hotel Alhambra Palace

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Plaza del Padre Suárez

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Realejo y seguir casi sin solución de continuidad por la placeta de Fortuny, donde vivió este pintor y recuerda una placa. Cerca está la Iglesia de los domi-nicos, en cuya plaza hay una estatua de Fray Luis de Granada, nacido a pocos metros. Seguiremos por la calle Sta. Escolástica y a su mitad nos encontrare-mos con la plaza de los Girones, que más parece ancha calle que plaza alargada, y en la que se sitúan casas y palacios de gran interés histórico: La casa de los Girones, que le da nombre, cuyo origen se sitúa en el siglo XIII y en época pasa-da perteneció a una hermana de Boabdil, el último rey nazarí de Granada. Tras la reconquista pasó a ser de la Inquisición (pues cerca tenían a los dominicos…) y luego fue de la familia Tellez-Girón, que la modificaron profundamente. Su importancia radica en que los elementos originales musulmanes que conserva lo hacen el edificio civil más antiguo de Granada. Hoy acoge dependencias del gobierno regional. También en esta “plazacalle” se encuentra el Palacio de los Condes de Gabia que fue sede de la Escuela de Comercio y actualmente es un espacio cultural dedicado a exposiciones, conferencias y conciertos.

El nombre de la calle termina en la plaza del P. Suárez, donde se encuentran más edificios de importancia histórica y un curioso restaurante, alojado en só-tano de bóvedas, antiguo aljibe del siglo XV, llamado “Alacena de las Monjas” (en alusión a la canción de Carlos Cano de igual título). Entre los edificios des-tacan el Palacio del Marqués de Villaalegre, hoy colegio de enseñanza primaria, y el Palacio de los Condes de Castillejo de Alazores. Quiero destacar que en la vecina calle Ballesteros están unos antiguos baños judeoárabes de mi tiempo, hoy llamados “Baño de la Antequeruela”.

El personaje cuyo nombre ostenta la plaza, Suárez, fue un filósofo jesuita del siglo XVI muy crítico con Teresa de Ávila; este clérigo también da nombre al Instituto de Enseñanza Secundaria principal y más antiguo de la ciudad, en la Gran Vía, que contiene un Museo de Ciencia que es de referencia en el sur de España. Su fundador y primer director fue Rafael García Álvarez, catedrático al que debemos también la existencia de dicho Museo; y que debido a sus ideas liberales y darwinistas, fue cesado de su cargo durante la Restauración. Fue pionero en la aplicación de la Ley Pidal, de 1845, que separaba la Enseñanza Secundaria de la Universitaria y que perdura en vuestros días actuales.

Continuamos hacia el centro de Granada pero ya la calle cambia de nom-bre, llamándose ahora Pavaneras. El edificio más singular, en piedra, es el pa-lacio “Casa de los Tiros”, así llamada por los cañones (o “tiros” de artillería que decían los antiguos) asomando entre sus almenas pues, evidentemente, es un caserón-torre-fortaleza. Tiene en sus paredes exteriores tallas diversas y símbolos enigmáticos, como el de la espada sobre el corazón, con el lema “Él

Plaza Nueva

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Cuesta de Santa Inés

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manda”, estatuas como las de Judith, Semíramis, Pantasilea y Lucrecia. Tam-bién aparecen personajes homéricos como Jasón y Héctor, y encima Hércules y Teseo (vestidos con uniformes romanos) y el Cancerbero guardián del Hades; en medio, Mercurio, dios de los mensajeros, con vestido de heraldo. Las puer-tas acogen también excelentes tallas y motivos platerescos. El visitante podrá observar en su interior, en la Cuadra Dorada, la repetición de motivos de la fachada. Desde principios del siglo XX es propiedad del Estado y actualmente acoge el Museo Histórico de la Ciudad.

Enfrente de la Casa de los Tiros, para no desentonar, se encuentra un edi-ficio militar, sede actual del mando de adiestramiento y formación, que fue la antigua Capitanía General de Granada y antes convento franciscano edificado sobre los restos de la primitiva catedral de Granada.

Seguimos y volvemos a encontrarnos con mi estatua (¡qué sensación tan extraña me produce!) y por la calle de la Colcha llegamos a Plaza Nueva. En esta plaza se encuentra la solemne y Real Chancillería de Granada, Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Audiencia y Juzgados. Tomaremos dirección hacia la Carrera del Darro y nada más comenzarla a recorrer, giraremos a la iz-quierda enfilando una prolongada cuesta, la de Santa Inés, que lleva al “Palacio de los Olvidados”, nosotros los judíos.

El palacio se llamaba antes de Sta. Inés y data del siglo XVI. Debió perte-necer a un “converso” que quiso borrar las “huellas” de su linaje, y de ahí que los escudos de la fachada estén rapados o destruidos. No hace mucho lo adquirió una familia cristiana, los Crespo-López, sensibles con nuestra cultura, y en él han organizado un magnífico y sorprendente museo que explica lo que fuimos y las razones de porqué fuimos olvidados. No es la única obra con la que nos honra esta familia, de hecho son ellos los que descubrieron y rehabilitaron la Sinagoga del Agua en Úbeda.

El 31 de Marzo de 1492 los Reyes Católicos firmaron en la Alhambra el “Edicto de Expulsión”. A ello fueron presionados por la nobleza que los man-tenía en el poder, una aristocracia guerrera que incapaz de administrar sus patrimonios adquiridos por la conquista, iban viendo como pasaban legal y progresivamente a manos de sus administradores judíos. El problema no era solo de patrimonio nobiliario, sino que casi toda la administración del Estado estaba en manos de funcionarios judíos, lo que originó un gran desastre tras su expulsión.

Aquellos judíos que decidieron quedarse en España, por supuesto que convertidos al cristianismo, es decir los “conversos”, “nuevos cristia-nos” o “marranos”, para sobrevivir a la Inquisición tuvieron que ir des-pojándose de todos sus símbolos, ritos, signos, atributos y reliquias que pudieran delatarlos. Eran muchos y variados los sistemas que seguía la Inquisición para descubrir judíos. Uno de los más eficaces consistía en observar los barrios judíos, Albaycín (mixto) y Realejo sobre todo, desde lo más alto de la Alhambra. Aquellas casas que en el sabbat no encendían fuego en sus chimeneas y por las que no salía humo (con el frío que hace en la ciudad) eran de judíos practicantes. Ya solo había que ir a por ellos.

Y con todo esto consiguieron sobrevivir, pero al precio de ser los gran-des “olvidados”, ocultando y haciendo olvidar su patrimonio cultural y sus valores que ahora se pretenden recuperar.

El mundo musulmán disponía del gran monumento de su fortaleza, la Alhambra, que todo lo ve y todo lo domina en esta ciudad. La cultura judía, desde que perdió el gran Templo de Salomón, multiperseguida y acosada por envidias en todos los países de la tierra, ha ido sobrevivien-do, interiorizada y salvaguardada en cada uno de sus componentes.

Juan Depunto

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El arte del Cosplay, y 4Interpretación fotográfica del personaje

En los artículos anteriores fui dando a conocer el mundo del Cosplay, ha-ciendo un poco de historia, hablando de sus orígenes, su evolución, la elabora-ción técnica de trajes y complementos y dejando referencias a eventos y videos de los mismos así como enlaces a las páginas web de cosplayers para que quien tuviese interés en profundizar más en el tema lo pudiese hacer, a través de las experiencias personales de ellos.

También escribí sobre mi experiencia personal en los eventos en los que participé hasta el momento, todo ello para llegar a este artículo final de la serie “El Arte del Cosplay”, en el que entraremos a fondo en nuestra participación como fotógrafos, fusionando ambas artes, cosplay y fotografía.

Para la realización de este artículo he tomado como referencia una foto de la que estoy muy orgulloso ya que su captación fue fortuita, pero tiene un gran impacto visual.

Era el 5 de julio de 2014, estábamos gran parte del equipo de CometCon en el recinto ferial Luis Adaro de Gijón, conocido comúnmente como “La Feria de Muestras”, a la vera del rio Piles, muy cerquita de la playa.

Estaba a punto de comenzar la charla de Cosplay sobre propmaking, la cual iba a ser impartida por Ligthing Cosplay, Motoko Kaghemusha y Yurai. Estaba también en el grupo Saul, compañero de CometCon, que haría las veces de intérprete pues Ligthning es alemana y decidió dar la charla en inglés para una mejor difusión entre los asistentes, a los cuales se les preguntó si querían que se les tradujese y todos dijeron que no. En los momentos que no estaba centra-do en la fotografía la charla fue muy instructiva, ya que con ella aumentaron mis conocimientos sobre materiales y técnicas de elaboración; eso sí, de forma teórica.

Según la charla iba progresando cambiaba de ubicación, realizaba varios encuadres e intentaba dejar plasmada la iluminación ambiental y las proyec-ciones que se realizaban en una pantalla, tenía que documentar toda la charla

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para nuestro grupo. Esto es lo que suelo hacer en los eventos, intentar documentar todas las actividades, lo cual requiere un gran esfuerzo y estar prácticamente durante todo el even-to allí. Hay veces que se convierte en una misión imposible pues concurren varias actividades a la vez ya que se busca la diversidad orientada al di-verso público que asiste a ellas.

La sala en la que estábamos era circular y acristalada. Se corrieron

las cortinas y se apagaron la mayor parte de las luces para que se viesen bien las proyecciones en la pantalla. Se dejó abierta la puerta de entrada, por un lado para que entrase luz y por otro para que si había algún rezagado se pudiese incorporar a la charla.

Después de hacer unas cuantas fotografías en primer plano de los participantes en la charla me dispuse a hacer alguna global para dejar testi-

monio de la asistencia a la charla, que fue un lleno total.

De repente vi de reojo un ligero y tenue brillo blanco, giré mi cabe-za y ahí estaba él, mi compañero de CometCon, Jorge Cuendia, estaba siguiendo con sumo interés las expo-siciones de los ponentes. Pero no era eso lo que más me llamaba la aten-ción, pues estaba sentado justo al lado de la puerta que teníamos abier-ta y eso provocó un contraste de luz y sombra alucinante. Le saqué tres fo-tos para ver cómo quedaban las luces, ajustar los parámetros de la cámara y empezar a sacarle ya las definitivas. Enseguida se percató de mi acción y cambió la expresión de su cara para interpretar su personaje. El resultado fue increíble.

Al día siguiente, en que volvimos a coincidir en Metrópoli, ya le llevé alguna foto editada y me encantó su reacción. Antes de enseñarle el re-sultado estuve hablando con él de la caracterización, del traje y de su in-terpretación cuando le saqué la foto. No hicieron falta palabras, tan solo un mirada de complicidad y se reali-zó la magia: la única forma que se me ocurría de poder dar una muestra de agradecimiento a tal gran trabajo era intentar sacar una buena foto y creo que lo conseguí. Al menos eso me transmitía su expresión al verla.

Hablé en artículos anteriores sobre el sacrificio de los cosplayers, tanto al elaborar sus creaciones, las incomodidades de pasar largas horas caracterizados, a esto; añadiremos la intensa sesión de maquillaje que su-frió Jorge. Fueron tres largas horas de caracterización. Hasta que quedó como sale en las fotos.

Pero claro yo no estaba del todo contento con las fotos, les faltaba algo, por eso hable con él sobre el personaje. Me dijo que era Sweeney Todd de la película de Tim Burton “Sweeney Todd, El Barbero Diabóli-co de la Calle Fleet”. Me explicó que era un personaje muy dramático y me

Ajuste de curvas

Ajuste de nieveles

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Tono saturación

Foto final

preguntó si había visto la película. A lo cual me recomendó verla aunque él me explicaría todo lo que quisiese sobre el personaje. Me picó la curio-sidad y le dije que la iba a ver y ya le preguntaría si me surgía alguna duda.

Según empecé a ver la película me encontré con que tenía partes de mu-sical, género que no me llama mucho la atención, pero seguí viéndola y me sorprendió muchísimo.

No comentaré nada sobre la tra-ma pues recomiendo que se vea. Lle-gué a la conclusión tras su visionado que debía de dar un toque muy dra-mático a la fotografía, para intentar reflejar la personalidad de Sweeney.

Estudié varias opciones y me de-canté por el efecto Dragan creado por Andrzej Dragan según sus propias palabras: “Un buen retrato debe reve-lar algunas verdades del modelo”.

Para tener éxito con la realización de este efecto la fotografía debe de re-unir una serie de condiciones, tener un tono oscuro, que haya sombras, la luz del sol que no parezca directa-mente, a poder ser mejor luz de inte-riores, que haya muchas texturas y que se vean bien enfocadas. Caracte-rísticas que reunía la foto que escogí de Jorge.

Explicación del efecto

Este efecto está orientado a aña-dir un impacto dramático a los retra-tos, pero se puede experimentar con cualquier tipo de foto.

Lo primero que haremos será du-plicar la capa, para preservar imagen original, ya que usamos acciones des-tructivas. Trabajemos con tono/satu-ración, curvas y niveles fundamental-mente. Las herramientas principales que usaremos son subexponer y so-bre exponer. Así que manos a la obra.

1º) Duplicamos capa.2º) Creamos una capa de relleno

o ajuste seleccionando la de niveles. Enfatizamos los blancos y los negros y los tonos medios a gusto según

veamos cómo queda la imagen. Lo que buscamos con esto es que que-den más contrastados, para obtener el efecto dramático característico de Dragan. El motivo de usar la capa de relleno y no usar la opción desde el menú imagen, es que en cualquier momento podemos volver a los ni-veles y reajustarlos, cosa que no po-dríamos hacer si usamos la opción del menú.(Ver en página anterior foto Ajuste de Niveles)

3º) Creamos otra capa de ajuste esta vez seleccionando curvas. Mar-camos dos puntos, uno sobre una cuarta parte de la línea aproximada-mente tanto arriba de ella como aba-jo. El punto de abajo lo desplazamos para hacer un poco más oscuros los tonos oscuros y el de arriba lo despla-zamos para hacer un poco más claros los tonos claros. Con eso lo que he-mos hecho es dar más contraste a la imagen, más tarde si lo creemos ne-

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cesario podemos volver a esta capa para modificar los pará-metros. (Ver foto Ajuste de Curvas)

4ª) Antes de crear la última capa de ajuste que se sería la de tono y saturación, vamos a trabajar con la herramienta subexponer y sobreexponer. Para alternar entre una u otra opción de la herramienta solo tenemos que mantener pulsa-da la tecla ALT, así nos cambiará de la opción que tengamos activa a la otra. Es decir si tenemos activado subexponer, al mantener pulsado ALT cambiamos a subexponer pero no cambia la forma del icono que vemos en pantalla.

Supongamos que empezamos con sobrexponer seleccio-nado, le damos un valor de exposición sobre un 50 %, este parámetro podemos variarlo según queramos trabajar con un efecto más fuerte o ir poco a poco y controlando más el efecto en diversas zonas. La dureza y ancho del pincel lo iremos variando según necesitemos, iremos aclarando las partes que queramos que destaquen en la imagen, sin olvi-darse ante todo de aclarar los ojos, ya que en ellos es donde primero nos fijamos en los retratos y dan mucha vida al mis-mo. No debemos pasarnos con este efecto, todo depende del nivel de dramatización que queramos añadir a la imagen.

Ahora pasaremos a utilizar la sobrexposición, reduci-remos el tamaño del pincel y la cantidad del efecto aproxi-madamente a un 37 % si vemos que subexpone demasiado, cosa que será muy probable. Iremos trabajando las zonas que queramos acentuar para dar ese efecto dramático a nuestra imagen.

Tanto la sobrexposición como la sobrexposición la usa-remos sobre las ropas que sean visibles para que el efecto sea sobre toda la imagen. Las arrugas de camisas, pliegues de cazadoras, chaquetas, pañuelos sobre la cabeza o turban-tes.

Ahora usaremos la herramienta enfocar para enfocar ciertas zonas de la imagen: la herramienta, no el filtro, muy importante esto. Si el retrato tiene barba, enfocaremos esta zona y también los ojos para realzar la viveza de los mismos.

5º) A continuación vamos a crear una nueva capa de ajuste tono/saturación y desaturaremos un poco la imagen para conseguir un tono más apagado, que es también una característica de las fotos de Dragan. El tono es cuestión de gustos pero si queremos acercarnos a la técnica de este fo-tógrafo tenemos que atenuar un poco el tono para que no quede muy fuerte el efecto. (Ver foto Tono saturación)

Este efecto, aunque hay acciones que lo aplican automá-ticamente, si se trabaja con él de forma manual, se le sacan los mejores resultados. Hay diversos métodos y alguno mu-cho más complicados que éste, por ello hay que investigar otros métodos y compararlos. Para empezar, éste creo que cumple muy bien sus objetivos.

A parte puede combinarse con otros efectos, usándolo bien como único tratamiento de la imagen o como parte de procesos más complicados.

Para que se aprecia la diferencia dejo la foto antes y des-pués de su tratamiento, una conversión a blanco y negro y un tratamiento de envejecimiento.

Juan José Pascual

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Laura Torrado

Es cierto que un artista puede no tener títulos y aun así ser un genio. No tenerlos no significa nada, pero poseerlos probablemente algo implica. Laura Torrado, recientemente doctorada “summa cum laude” en Bellas Artes, es de esas artistas con un currículo que impresiona: hasta siete becas desde 1990, Premio Purificación García de Fotografía, Premio de Artes Plásticas de la Co-munidad de Madrid... Su trabajo forma parte, entre otras, de las colecciones de las fundaciones de Altadis y Coca-Cola, así como de la Colección de la Comu-nidad de Madrid.

Las imágenes de Laura Torrado funcionan como relatos entrecortados, como fragmentos de acciones, de acontecimientos, como capítulos sin solución de continuidad, como escenas de historias que se nos narran de forma intermi-tente, que dejan en el aire un eco de interrogación, un tiempo suspendido que se narra a si mismo y nos narra.

Su capacidad de evocación se torna poderosa. Sus historias que se entrela-zan, que creemos entender, pero que se alejan al intentar verbalizar sus conte-nidos, que oponen resistencia y que, como las muñecas rusas, encierran múlti-ples capas de significado en su interior.

Interesada desde sus comienzos en la performance, sus últimas obras se hermanan con las artes escénicas confrontando voz, gesto y acción. En el ca-tálogo de “La oscuridad natural de las cosas”, Mariano Navarro lo explica de esta manera: “Su sistema narrativo, crucial para calar en sus profundidades, se desarro-lla de manera fragmentaria, alternando o combinando la expresión verbal coherente con la gesticulación, el grito y la algarabía del juego, hasta componer dramaturgias quebradas de las que se desprenden la nostalgia, la estupefacción dolorida y el silen-cio.”

A lo largo de todos estos años, Laura Torrado ha trabajado con medios muy diferentes: ha realizado esculturas y objetos con materiales frágiles (papel, te-las, terciopelos, fieltros), ha utilizado cerámica o plastilina, ha llevado a cabo instalaciones, ha realizado vídeos y ha hecho performances, acciones e inter-venciones, en muy diferentes espacios, incluido el paisaje. Pero, ante todo, ha utilizado la fotografía donde, de algún modo, se podría decir que ha introdu-cido aspectos relacionados con esos otros aspectos. Al contemplar su trabajo se diría que ha encontrado en la imagen fija la herramienta de herramientas, aquella que comprende las diferentes necesidades que demanda su trabajo, un medio integrador.

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De igual forma, la fotografía le ha permitido bucear en recursos expresivos relacionados con el teatro o la danza; utilizar, por ejemplo, registros vinculados con lo escenográfico y, de forma paralela explorar su propio cuerpo y rostro en una amplia gama de facetas.

Si el autorretrato ha sido un género consustancial a la historia de la foto-grafía desde sus orígenes, el modo en que ella lo ha desarrollado se aleja de las formas habituales para convertirse en una especie de escenario donde sucede “algo”. El mismo tratamiento se aplica a la utilización de su cuerpo: ella no ex-plora sus rasgos físicos o sus formas mediante la luz y la sombra sino que, de al-guna manera, se convierte en soporte y superficie, en herramienta y escenario, para tejer relatos al margen de la supuesta veracidad que implica este género.

Sin duda, ella es su mejor modelo. En los autorretratos en los que asoma su cuerpo o su rostro la vemos utilizando un repertorio de elementos –de filiación “escultórica” e incluso “pictórica”- que se adhieren a la piel como si se tratase de un maquillaje que la transforma; mínimos objetos que son lágrimas, esca-leras, formas helicoidales o arborescencias que nos remiten al mundo vegetal, y también dibujos –trazados con tiza o betún- a modo de tatuajes imposibles..

Laura Torrado es meticulosa en cuanto a los aspectos compositivos de sus trabajos, pero su obra en absoluto se detiene en un formalismo gratuito. Todos estos aspectos están enfocados a “densificar” las imágenes. Mediante estos procedimientos construye imágenes de un refinamiento perturbador.

En definitiva, una obra compleja y atemporal que haciendo uso del símbolo y las metáforas nos remueve conceptos que nos inquietan: el paso del tiempo y la decrepitud, la fragilidad del amor, la heridas de la soledad y del dolor, la es-clavitud de las convenciones sociales… el lado fanático de nuestra existencia…

Nació en Madrid en 1967. En 1985 comenzó a estudiar Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Sus primeros contactos con el mundo de la fotografía le vendrán de la mano de Cristina Rodero. También toma clases con el artista Mitsuo Miura.

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...una obra compleja y atemporal que haciendo uso del símbolo y las metáforas nos remueve conceptos que nos inquietan: el paso del tiempo y la decrepitud, la fragili-dad del amor, la heridas de la soledad y del dolor, la es-

clavitud de las convenciones sociales… el lado fanático de nuestra existencia…

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Premios

En 1990 Se licencia en Bella Artes y obtiene una beca de la Fundación Peggy Guggenhein para una estancia en Venecia. En 1991 comienza sus es-tudios para alcanzar el doctorado en Bellas Artes.

Desde 2000 hasta la fecha actual no ha hecho más que recoger los pre-mios más prestigiosos. Premio Altadis de Artes Plásticas. Beca de fotografía del Circulo de Bellas Artes para residir en Oporto, donde experimenta en el campo del reportaje fotográfico. Experimenta en el formato vídeo proyec-tando escenas escenográficas en las que intervienen la música y la danza. Expone la serie The endless story en la galería Bernhard Knaus de Frank-furt, y a partir de esta sus exposiciones son vistas en las mejores galerías de Europa.

En el año 2005 comienza a impartir docencia en el Departamento de Creación Artística de la Universidad Europea de Madrid.

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