Lopez Arnal 2010 - Manuel Sacristan y Jose Maria Valverde. Amistad a Lo Largo

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    Salvador Lpez Arnal

    MANUEL SACRISTN YJOS MARA VALVERDE,AMISTAD A LO LARGO

    Prlogo de Manuel Talens

    Eplogos de Vera Sacristn y ClaraValverde

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    Para Vera Sacristn y Clara Valverde

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    Copyleft 2010

    Este libro de Salvador Lpez Arnal, con prlogo deManuel Talens, es de propiedad pblica

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    He abandonado la distincin habitual entre arte y ciencia y,

    por supuesto, desde ese punto de vista en el que me refugiaba, de

    utilizar artstico en el sentido de potico, de productivo, es

    potica la obra de numerosos matemticos y tiene muy poco de

    potica la de bastantes poetas. Yo haba ya abandonado esa

    divisin en el momento en el que me he puesto a hablar,

    digamos, a la griega.

    Manuel Sacristn (1973)

    Es muy bueno citar repetidamente a uno de los poetas

    comunistas menos ledos y mejores, de la primera mitad del

    siglo XX, Guillevic, del que no s qu se puede leer por aqu.

    Tenemos a un gran experto en poesa en la sala, Jos M

    Valverde. Si l quiere informar, luego nos lo puede decir.

    Guillevic tiene unos versos muy bonitos que dicen:

    Nous navons jamais ditQue vivre cest facile(No hemos dicho nunca que vivir sea fcil)Et que cest simple de saimer...(ni que sea sencillo amarse)Ce sera tellement autre chose(Pero ser todo muy distinto)Alors. Nous esprons

    (Por lo tanto, esperamos)Guillevic era del P.C.F., pero no es casual que el poeta

    importante, clebre y casi oficial del P.C.F. fuese Aragon, con su

    progresismo, y no Guillevic, con su esperancismo , por asdecirlo. Pero de todos modos en la tradicin estaba.

    Manuel Sacristn (1979)

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    NDICE

    PRLOGOELOGIO DE LA DESOBEDIENCIA, por Manuel Talens

    INTRODUCCINMAESTROS DE CIUDADANOS

    CAPTULO PRIMEROUN INFINITO QUE ERA MUY LARGO PERO NO MUYANCHO

    CAPTULO IIBARCELONA, AOS CINCUENTA

    CAPTULO IIILA VERACIDAD DE GOETHE, LA CONCIENCIAVENCIDA DE HEINE

    CAPTULO IVEXPULSIONES UNIVERSITARIAS: TICA Y ESTTICA

    CAPTULO VPOEMAS DIALCTICOS

    CAPTULO VIREENCUENTRO

    CAPTULO VIILA TRADUCCIN COMO OFICIO Y EXPERIENCIA

    CAPTULO VIIIUNA CARTA CON POEMA ANEXO

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    CAPTULO IXSOBRE LA TRADICIN MARXISTA Y LOS PROBLEMASENTONCES EMERGENTES

    CAPTULO XLA PEDAGOGA BIEN ENTENDIDA, UN SANTO DEDEVOCIN COMPARTIDO

    CAPTULO XIUN SANTO LAICO

    EPLOGOSDE FOTOS INVISIBLES DE MI PADRE. LA NANA DELA GRAVA, POR CLARA VALVERDENOSOTROS TAMBIN SOMOS DEL REBAO DEEPICURO, por Vera Sacristn

    ANEXO 1CRTICAS A LAS IDEAS GNOSEOLGICAS DEHEIDEGGER

    ANEXO 2SOBRE GABRIEL FERRATER

    ANEXO 3

    UN POEMA DE JOSE M VALVERDE: CARTA ALUIS ROCHA

    BIBLIOGRAFIA

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    PRLOGOELOGIO DE LA DESOBEDIENCIA

    El universo de las ideas ha tenido siempre grandesmaestros y grandes discpulos, los primeros para enseary los segundos como garantes privilegiados de latransmisin de esa enseanza a generaciones posteriores.Es posible imaginar a Scrates sin Platn en su estela oluego a Aristteles sin el faro de luz de estos dos para

    iluminar sus cavilaciones y abrir nuevas vas? Podraconcebirse hoy el pensamiento especulativo en Occidentesin aquel tro sagrado de pensadores griegos, queestablecieron las bases de la discusin racional, si el hiloconductor que los una un hilo imperceptible ajeno a larazn pero bien anclado en el territorio de lossentimientos no hubiese servido de catalizador cultural?Y cul es ese hilo al que me estoy refiriendo? Tienemuchos nombres en potencia: afinidad, armona, afecto,gratitud, pero yo prefiero llamarlo sencillamente amistad,que es ese vnculo desinteresado de los seres humanos sinel cual todo sera ms plano, ms triste, menos soportable.

    Y si damos un gran salto conceptual hasta el siglo XIXpara acercarnos al espritu que gua este libro, el delmarxismo, no fue acaso ejemplar la fructfera amistadque uni a los autores de ese pequeo libro sublime que eselManifiesto del Partido Comunista? La amistad que uni aKarl Marx y Friedrich Engels durante toda su vida y que

    perdur en la devocin de Engels tras la muerte de sucamarada es la metfora perfecta de lo que significa elcomunismo y que bien podramos resumir con ese verbomaravilloso que se llama compartir.

    Este libro que hoy prologo tiene tambin algo de eso.Manuel Sacristn y Jos Mara Valverde dialogan aqu pormedio de cartas y escritos interpuestos y, a travs de ellos,

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    no slo queda patente la amistad que los una(paradjicamente, a veces hecha de silencios, comoconfes Valverde a propsito de un poema suyo tituladoDialctica histrica, en el que retrataba a Sacristn sinque ste nunca lo supiera), sino tambin cules eran las

    bases ideolgicas que la alimentaban: el marxismo comoactitud vital lapraxis y la desobediencia sin matices antelo que consideraban injusto en la sociedad que les tocvivir. Ambas cosas, amistad y desobediencia, se

    retroalimentaban sin cesar, ya que el caldo de cultivo enque se fueron desarrollando hasta que la muerte separ alos dos amigos era la ideologa marxista y su causacomn, el comunismo.

    Sacristn y Valverde fueron dos grandesdesobedientes. Vivir es ya de por s difcil, deca Confucio,pero lo es ms todava cuando la desobediencia aadedificultades sin fin. En aquella Espaa siniestra con ruidode sables nunca les faltaron tales dificultades. Lo cual no

    hizo sino engrandecerlos: un gran pensador que amaba elarte y un gran artista que amaba pensar desobedecieronlos dictados de su tiempo y hoy merecen con creces estelibro que glosa su amistad.

    Por ltimo, qu decir de ese otro gran desobedienteque es Salvador Lpez Arnal. Su fidelidad por la memoriade Manuel Sacristn tiene algo de conmovedor y ya casilegendario. Pero no hay nada de casual en ello y con estaspalabras, rizando el rizo, vuelvo al principio de miprlogo y adapto mi pregunta retrica a los tiemposactuales: Es posible hoy imaginar a Manuel Sacristn sinla perseverancia de su discpulo Salvador Lpez Arnal?

    Manuel Talens

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    Madrid-Valencia, verano de 2010

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    INTRODUCCINMAESTROS DE CIUDADANOS

    Filsofos con numerosos registros, traductoresincansables, comunistas-marxistas sin atisbo de sabores yolores sectarios, resistentes antifranquistas con acciones ygestos imborrables, admirables combatientes antiotnicos,maestros inigualables, profesores ausentes durante aosde lo que hubiera debido ser su lugar natural la Facultad

    de Filosofa de la Universidad de Barcelona, luchadoreshasta el final de sus das, amigos, colaboradores enocasiones Todos estos atributos, y algunos ms de unamuy larga lista, hermanan las figuras y vidas de ManuelSacristn y Jos M Valverde, dos de los intelectualesespaoles de la segunda mitad del siglo XX de mayorinfluencia y alcance cultural, filosfico y poltico;maestros, sin exageracin en el uso del estimado conceptoilustrado republicano, de varias generaciones deuniversitarios y ciudadanos.

    Dar cuenta sucinta de sus relaciones, de sus encuentros,de sus intervenciones conjuntas en mesas redondas, de suscolaboraciones editoriales, de sus influencias poltico-intelectuales mutuas, es el objetivo central de estaspginas a las que, sin atisbo de duda, les falta mucha telaque cortar y mucha investigacin que realizar. Digamos, yseguro que decimos bien, que se trata de una primeraaproximacin que espera y pide cortsmente eso s, con

    cierta ansiedad ser superada con la mxima urgencia porestudios que muevan y tomen pie en una mayordocumentacin.

    En el intento aqu realizado he puesto el acento en laobra y biografa que ms conozco, la de Manuel Sacristn,y apenas he escarbado en los archivos donde se guardadocumentacin del gran poeta solidario de Nicaragua, del

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    inolvidable profesor de Esttica de la Universidadbarcelonesa.

    Como para tantos otros estudiantes y ciudadanos,Manuel Sacristn y Jos M Valverde no slo fueronprofesores mos sino maestros de filosofa, compromisopoltico y vida. No es necesario que explique aqu elimpacto que ocasion en m, y en tantos otras personas, lafigura, el hacer y el pensamiento de Sacristn, pero no hasido de insustantiva importancia la influencia de Jos M

    Valverde, un profesor como pocos, un crtico literario deenorme ingenio y agudeza, un poeta sensible, un filsofocomprometido siempre con causas nobles, alguien quehablaba de la Nicaragua sandinista con todo el amor ycoraje del que era capaz y que sin duda era mucho.Cualquier acto organizado en la Catalunya de los aosochenta que tuviera la revolucin sandinista como temacentral, o lateral, tena garantizada su presencia y la de sucompaera, Pilar Gafaell.

    Manuel Talens ha tenido la gentileza, que se suma amuchos otros detalles de amistad, de escribir el prlogo deesta aproximacin. No slo agradezco su trabajo sino quedebo confesar que pedirle esta colaboracin, sabedor de sumuy probable respuesta afirmativa, ha sido uno de losmotivos que me impulsaron a escribir estas pginas.

    Clara Valverde y Vera Sacristn han tenido la gentilezade brindarme dos textos suyos para la ocasin. Figuran

    como eplogos. Agradecrselo y recomendar la lectura desus escritos es lo mnimo que deba hacer. As lo hago.

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    CAPTULO PRIMEROUN INFINITO QUE ERA MUY LARGO PERO

    NO MUY ANCHO

    Principios de los aos ochenta. Un chiste en cuatrovietas publicado en Claraboya, una revista editada por ungrupo de estudiantes de la Facultad de Filosofa de laUniversidad de Barcelona. El dibujo de un ser humanocon su cabeza apoyada en la mano derecha, pensativo,

    muy pensativo, apareca en la primera vieta. En lasegunda, el mismo dibujo, sin cambios, pero con unbocadillo que apuntaba a su cerebro: El Ser se dice demuchas maneras. En la siguiente, el contenido del

    bocadillo cambiaba, no el dibujo del ser reflexivo: como sustancia, como lugar, como tiempo, seguadiciendo. En la cuarta y ltima vieta, el rostro delpensador se transformaba, como si hubiera descubiertoalgo bsico, esencial, al mismo tiempo que exclamaba:

    y tambin como la Cadena SER1

    .A Jos M Valverde, el autor de esas vietas, profesor

    entonces en la Facultad de Filosofa de la UB, le gustabanlos chistes. Clara Valverde2 , su hija, ha contado otro queera muy de su gusto, uno de sus preferidos. Era tambinun dibujo. De La Codorniz. Mientras contemplaban uncamino que se perda en el horizonte, un tipo le deca aotro: El infinito es muy, muy largo, pero no te creas, no esmuy ancho.

    Cuando la familia Valverde regres de su exilio enCanad, durante el primer ao de su estancia en

    1Sin acaso pretenderlo, Valverde acert de pleno. Es probable que lacadena radiofnica, PRISA en su conjunto, haya pretendido noinfrecuentemente que el mismo ser, la realidad toda, se conjugara consus siglas. En esas siguen. Eso s, con xito mucho menor.2Comunicacin personal, septiembre de 2008.

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    Barcelona, hacia 1976, Clara estaba traumatizada por ladureza de la sociedad espaola. No era para menos.Echaba en falta la amabilidad y buenas manerascanadienses. Su padre le sola contar otro chiste. No esimprobable que fuera de su invencin. Un seor entra enuna farmacia y le dice al farmacutico: Dme unaspastillas para la mala leche, hijo de puta!. Viendo que laocurrencia tena efectos teraputicos sobre la morria desu hija, Valverde se lo sola contar cada vez que se vean.

    Coincida Valverde en esta vena humorstica conSacristn, quien de joven, en Qvadrante , aquella revistaque codirigi junto a su amigo Juan Carlos Garca Borrny de la que llegaron a publicarse cuatro nmeros, habaescrito un comentario sobre el cambio de orientacinsatrica de La Codorniz:

    [] En cuanto a lo puramente humorstico, La Codornizfue una ducha tonificante, un vendaval que avent parasiempre seamos optimistas aquella legin de chistes

    inteligentes, de chistes de intencin que todava pasaban engrandes racimos desde las pginas de Blanco y Negro endonde debieron quedar sepultados a las de revistasmodernas.

    En definitiva, pues, en el terreno puramentehumorstico, La Codorniz asumi la misin saludable,higinica, que el benemrito chiste malo vena cubriendodurante tantos aos.

    No slo entonces, no fue nicamente una preferencia de

    joven. Hay otros ejemplos de inters en aos venideros.Eso s, en un artculo de 1982 A propsito del peligro deguerra3, Sacristn combata las risas tontas de los

    3 Manuel Sacristn, Pacifismo, ecologa y poltica alternativa , Icaria,Barcelona, 1987, pp. 81-86 (edicin de Juan-Ramn Capella). El libroha sido reeditado recientemente en la coleccin Pensamiento crticodel diario Pblico.

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    autodenominados, orgullosa y varonilmente, realistas enpoltica:

    Este particular horror del asunto que no est tan lejanoes lo que motiva que aunque los marxistas tengamos unadeterminada explicacin del peligro de guerra, y loscatlicos tengan otra o los que tengan otras ideas tengan otraexplicacin, resulta fundamental no pararse en muchosdetalles y lanzar todo un movimiento que lo que quiera seael desarme, primero el nuclear y luego el total. Eso, en

    pocas menos terribles que la que estamos viviendo, lleg aser objeto de un acuerdo de las Naciones Unidas, que afinales del 61 o del 62 tomaron una resolucin de esas queahora tanta gente dice que son utpicas y absurdas: laresolucin de aconsejar y de pedir a los pases queempezaran un desarme que llevara como objetivo final no yaal desarme nuclear sino a la disolucin de los ejrcitos. Yocreo que hay que tener el coraje de aguantar las risas o las ironas

    de esos realistas que nos llevan a la catstrofe en defensa de un

    realismo ms profundo que es el que puede evitar esa catstrofe.

    [las cursivas son mas]Hay que sumar, desde luego, ironas de cosecha propia.

    sta, por ejemplo4 , intenta evitar extravos tericosinconsistentes a propsito de concepciones pocoprudentes del socialismo:

    Es sabido que el socialismo no lo cura todo, como asiduamenteensean los doctores establecidos. Y el mismo Engels ha recordado

    alguna vez, para sorpresa de filsofos sistemticos, que la doctrina

    marxista no indica nada acerca de la salud o la longevidad . El

    nuevo militante socialista [Antonio Gramsci] tuvo queretrasar los exmenes de otoo por motivos de salud yacaso ya tambin por sus primeros lances de activismo y noconsigui terminar el 2 curso de Letras hasta marzo de 1914.Pero tres meses despus asisti a una de esa catarsis cuyo

    4 Manuel Sacristn, El orden y el tiempo. Madrid, Trotta, 1998, p. 98(edicin, notas y presentacin de Albert Domingo Curto).

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    ajuste s que se encuentra en la forma de la lucha de clases: lahuelga general de junio de 1914 (Semana Roja) [lascursivas son mas]

    Este otro paso, escrito a propsito de su aproximacin ala poesa de Joan Brossa5 , apunta a los desastresurbansticos de la Costa Brava catalana, en un lejano 1970:

    Lloro Lloret, de Llumenerada, 1961-1963.Das pena, con rascacielos, encima del hogar,loro de mar, lloret [lorito], Lloret de bar.

    Vale la pena sealar que esta pieza de realismocrtico, en sustancia poco congenial con el decir deBrossa, ha resultado un acierto al pie de la letra: pareceque entre los hoteleros y otros entendidos en asuntostursticos es hoy frecuente la broma Lloret de Bar porLloret de Mar.

    Del mismo modo, en una resea de un ensayo de VictorLanger y Walter Thomas, El libro loco de la guerra nuclear6

    fue su ttulo en castellano, donde se haca referencia a unade sus pelculas preferidas de esos aos: Dr. Strangelove,de Stanley Kubrick7, Sacristn daba el siguiente apunte

    5Manuel Sacristn, La prctica de la poesa. Lecturas. Icaria,Barcelona, 1985, pp. 217-242.6Fue editado por Icaria, Barcelona, en 1983, con traduccin de PalomaVillegas e ilustraciones de Brent Richardson. La resea de Sacristn sepublic en El Pas, suplemento de libros, 25 de diciembre de 1983. Elescrito no fue recogido en Panfletos y Materiales.7Sacristn sealaba en su artculo: [] Ya andaba por el mundo otroestupendo producto anglosajn de la misma intencin y estirpe: lapelcula de Kubrick Dr. Strangelove, que aqu doblaron con el ttulotontn de Telfono rojo: volamos hacia Mosc. Al Libro loco no le hapasado eso, sino que est bien traducido (tal vez lo menos convincentede la traduccin sea la versin de Fun Book , por Libro loco). Y sediferencia de la pelcula de Kubrick tambin por otras cosas, aunqueno por la visin bsica del asunto: El libro loco es todava menosesperpntico que Dr. Strangelove, y mucho ms pardico.

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    sobre la risa y sus mecanismos:El mecanismo de la risa, o por lo menos el de la sonrisa,

    no es siempre el que describi Bergson: no siempre es la risay menos la sonrisa un castigo con el que la sociedadconformista sanciona la torpeza en el cumplir con las normasconvencionales, desde las destinadas a manejar la ley degravitacin universal sin perder la dignidad ni siquieraencima de una piel de pltano, hasta las que regulan elinterrogatorio del doctorando por el tribunal. A menudo las

    convenciones mismas pueden ser objeto de risa o de sonrisa,aunque tambin puede ocurrir que el que as re o sonreresulte ms o menos nietzscheanamente ridculo en suOlimpo. Y a veces no nos metamos ahora a averiguarcuntas las convenciones, su pretensin de racionalidad ysu insensatez disfrazada de realismo, provocan en quienentiende su fuerza alguna carcajadita de desesperacin. Esoocurre hoy, sobre todo, cuando se contempla la mayestticagesticulacin y se escuchan las campanudas declaracionescon que los gobernantes llevan el mundo al desastre.

    Ms all de estas coincidencias de talante, ms all deeste gusto por la irona y el humor, la relacin entre unfilsofo que amaba la poesa como Sacristn, y un poeta-filsofo como Jos M Valverde, se inici tempranamentey dur hasta el final de la vida del traductor de Heine,Brossa, Marx, Quine, Schumpeter y Platn.

    Ms all incluso. Junto con otros, Jos M Valverde nopermiti, durante los aos que estuvo entre nosotros, quereinase el olvido en el legado y testimonio de su amigo

    filsofo.

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    CAPTULOIIBARCELONA, AOS CINCUENTA

    Entrevistado a mediados de los noventa8 , diez aosdespus del fallecimiento de Sacristn, Jos M Valverderecordaba las circunstancias en que lo conoci:

    [] Sobre todo en los aos cincuenta, cuando vine aBarcelona, a la ctedra de Esttica, fue entonces cuando loconoc. Ms adelante tuvimos tambin cierta relacin

    editorial, especialmente en traducciones, en algunastraducciones que nos pasbamos el uno al otro.

    Clara Valverde9 recordaba estos primeros momentos enlos siguientes trminos:

    Mi padre y Manolo se conocieron despus de la vueltade Manolo [de Alemania]. Mi padre lleg a Barcelona, depasar seis aos dando clase en Roma, en 1955. Me acuerdoque a los cinco aos fui al cole con Vera [Sacristn] (aunqueella era un ao ms pequea que yo: yo nac en 1956) y que

    todos los aos en Sant Cugat (nos fuimos a los EEUU en1967) Manolo, Giulia y Vera estaban mucho por casa. Vivancerca, en Valldoreix.

    Junto a Josep M. Castellet, Antonio Vilanova, NstorLujn, Carlos Barral, Jos M Valverde fue miembro del

    Jurado del Boscn de poesa, el premio oficial del Institutode Cultura Hispnica. All fueron premiaron, entre otros,Blas de Otero, Eugenio de Nora, Jos Agustn Goytisolo,Caballero Bonald, Carlos Sahagn, Claudio Rodrguez y

    Alfonso Costafreda. Sacristn escribi en 1950,precisamente, para el nmero 2 de Laye , una resea deNuestra Elega con el ttulo Alfonso Costafreda, Nuestra

    8Entrevista con Jos M Valverde. En Salvador Lpez Arnal y Perede la Fuente (eds),Acerca de Manuel Sacristn. Destino, Barcelona 1996,pp. 685-695.9Comunicacin personal, septiembre de 2008.

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    Elega , Barcelona 1949. Hay aqu una primera relacinindirecta.

    Pero, en efecto, Valverde conoci personalmente aSacristn a mediados de los aos cincuenta. Fue miembrodel tribunal que valor su tesis doctoral. A este punto serefiri en los actos que se celebraron con ocasin deldcimo aniversario del fallecimiento de Sacristn en laUniversidad Pompeu Fabra10.

    [] Sacristn, que era entonces profesor ayudante en lactedra de Historia y Fundamentos de Filosofa, ley sutesis doctoral el 2 de febrero de 1959 en la Facultad de Letrasde la Universidad de Barcelona11. Obtuvo la clasificacin desobresaliente cum laude por unanimidad. El tribunal estabacompuesto por Jos Ignacio Alcorta Echevarra, Jaume Bofilli Bofill, Joan Vernet Gins, el director de la tesis, JoaqunCarreras Artau, y Jos M Valverde Pacheco12.

    La tesis fue publicada ese mismo ao aunque losejemplares que entonces se hicieron llevaron fecha de

    1960 por el CSIC, Instituto Luis Vives de Filosofa,delegacin de Barcelona (280 pginas, 115 ptas). Laedicin llevaba la siguiente informacin sobre el autor:

    Naci en Madrid en 1925. Curs los estudios de lalicenciatura en Filosofa y Letras, seccin de Filosofa, en laUniversidad de Barcelona. Terminados stos, estudi de

    10 El encuentro se celebr, efectivamente, en la Universidad PompeuFabra y cont con la presencia de Francisco Fernndez Buey, EnricArgullol, el primer rector de la citada Universidad, Jordi Gracia y

    Josep M Castellet, amn del propio Jos M Valverde.11Tomo la informacin de la presentacin de Francisco FernndezBuey: Prlogo a Manuel Sacristn, Las ideas gnoseolgicas deHeidegger. Crtica, Barcelona, 1996, pp. 7-22. La edicin estuvo a cargodel propio autor de la presentacin.12En 1952 Valverde haba defendido su tesis con el ttulo Guillermo deHumboldt y la filosofa del lenguaje. La public tres aos ms tarde en laeditorial Gredos, entonces dirigida por Dmaso Alonso.

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    1954 a 1956 en el Institut fr mathematische Logik undGrundlagenforschung de la Universidad de Mnster-Westfalia. Desde 1956 acta en la Universidad de Barcelonacomo ayudante de clases prcticas en la seccin de Filosofay como Profesor adjunto, encargado de la enseanza deFundamentos de Filosofa en la facultad de Ciencias Polticasy Empresariales. Consigui el grado de doctor en filosofa en1958, con la mxima calificacin. Ha publicado sobre temaslgicos y gnoseolgicos en revistas de la especialidad.

    Acta no es ninguna errata que se me pueda atribuir.En una carta de julio de 1959, Laureano Lpez Rod 13,

    entonces miembro del patronato de Letras del CSIC,escriba al Excmo. Sr. Jefe de la Oficina de Publicaciones,manifestndose en los siguientes trminos sobre lapublicacin de la tesis de Sacristn.

    Excmo Seor:

    En la reunin de esta Comisin Permanente del 9 delactual, se acord adjudicar los trabajos de edicin de la obraLas ideas gnolgicas de Heidegger , por Don Manuel SacristnLuzn, a la imprenta Grficas Marina, S.A. de Barcelona, porun importe de 28.425 ptas que se abonarn con cargo a losfondos de la delegacin de Barcelona del Instituto LuisVives, y elevar este acuerdo a la superioridad.

    13Durante los aos cuarenta, las familias de Lpez Rod y Sacristncoincidieron, si no ando errado, en sus vacaciones de verano en unpueblecito de Catalunya. Es probable que se conocieran en esa poca.Muchos aos despus, cuando Sacristn fue encarcelado y LpezRod ya jugaba un papel destacadsimo en el Rgimen franquista, esteltimo intercedi -o dijo interceder-, por probable peticin de AntonioSacristn, el hermano de Sacristn recientemente fallecido, a favor deldirigente comunista represaliado. Laureano Lpez Rod fueposteriormente uno de los siete magnficos franquistas quefundaron la Alianza Popular, la antesala del Partido Popular de losseores y seoras Rato, Aznar, Aguirre, Cospedal, Fraga, Fabra,Camps, Correa, Matas y Rajoy

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    Lo que comunico a V.E. para su conocimiento y demsefectos.

    Dios guarde a V.E. muchos aos.Madrid, 27 de julio de 1959.El secretario de la comisin permanente.Firmado: Laureano Lpez Rod.

    El adjetivo gnolgicas hizo fortuna. En dos cartas ocomunicados posteriores sobre la edicin de Las ideas sevuelve a hacer referencia a las ideas gno-lgicas de

    Heidegger.Aos ms tarde, el 21 de julio de 1967, el profesor

    Orlando Pugliese escribi una carta a Sacristn14

    expresndose en los siguientes y elogiosos trminossobre su ensayo:

    Seor profesor Dr. Manuel Sacristn

    Distinguido colega:

    De entre sus trabajos haba conocido casi

    accidentalmente en Alemania el excelente libro sobreHeidegger y la interesantsima introduccin a Heine, cuandoen cierta ocasin, estando en Hamburgo, al hablar de aquellibro como tal vez la mejor obra en espaol sobre Heidegger,Carmen Daz (hoy seora Fenner), me cont que usted habasido su profesor en Barcelona.

    Desgraciadamente son los contactos entre Alemania ynuestros pases (yo soy argentino, pero vivo desde hacemuchos aos en Europa y regresar a Buenos Airesprobablemente en marzo) no siempre desprovistos de

    prejuicios y, en lo que se refiere a Alemania, de ciertos airesde autosuficiencia no siempre justificables. De lo contrario,hubiese debido aparecer su obra ya tempranamente en las

    bibliografas de uso corriente aqu desde hace aos.

    14Carpeta Correspondencia, Reserva de la Biblioteca Central de laUB, fondo Sacristn.

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    Me permito enviarle, por correo separado, un ejemplarde mi propio opus sobre Heidegger, aunque se trate de untrabajo en parte un tanto convencional que deberareconsiderar hoy al hilo de otros intereses y sobre todo deotros planteamientos. Pero an as, acaso pueda ser de suinters. (Le ruego, s, dispense las pequeas manchas de tintaen el borde). Sus seas me fueron comunicadas por una cartade la seora Carmen que recib hoy.

    Desendole mucho xito en su trabajo, le ruego aceptelos saludos cordiales...

    Sacristn explicitaba en la presentacin de su ensayo15

    las motivaciones bsicas de su investigacin, el porqu desu aproximacin a la figura y filosofa del autor de Seinund Zeit, del que ya haba escrito varios trabajos en Laye16:

    Los grandes filsofos antirracionalistas del siglo XX,tanto Bergson como Jaspers o Heidegger, ensean ademsuna doctrina ms o menos coherente sobre el conocimiento,sobre la verdad, el pensamiento verdadero, la razn, la

    abstraccin, la lgica, etc. Cuando no plenas teoras, s esdable encontrar en ellos abundantes ideas gnoseolgicas. Elpresente estudio tiene su principal motivo en la creencia deque la ocupacin con las ideas gnoseolgicas delpensamiento antirracionalista es el primer deber de la raznen su consideracin de esa filosofa; y tiene como objeto elestudio de las ideas gnoseolgicas del filsofo msimportante desde un punto de vista cultural, y acasotambin ms profundo del antirracionalismo

    15 M. Sacristn, Las ideas gnoseolgicas de Heidegger, ed cit, pp. 24-26.16 Especialmente, Manuel Sacristn, Verdad: desvelacin y ley, Laye23, 1953. Ahora en M. Sacristn, Papeles de filosofa. Icaria, Barcelona,1984, pp. 15-55. Pero tambin una elogiosa resea de la traduccin de Jos Gaos de Ser y tiempo; una comentario a una introduccin a lafilosofa heideggeriana, tambin de Gaos, y una nota crtica sobre lalectura heideggeriana de Anaximandro a propsito de una resea delensayo sobre los presocrticos de Hermann Diels. Todas ellas estnincluidas en Papeles de filosofa, ed cit.

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    contemporneo: Martin Heidegger. Su motivo y su objetopermitiran acaso cifrar la tarea de este estudio en lacontestacin a la siguiente pregunta: qu puede aprender elpensamiento racional de las ideas gnoseolgicas deHeidegger?

    Dado el objetivo sealado, aada Sacristn, seraevidentemente lcito emprender desde el primer momentouna traduccin, por as decir, del pensamiento deHeidegger al pensamiento racional. Sin embargo, el hecho

    de que no fuera entonces abundante la literatura espaolasobre el pensamiento del ex rector de Friburgo, y anmenos sobre sus ideas gnoseolgicas, punto steescasamente cultivado por los lectores de Heidegger, lehaba impuesto la renuncia a ese mtodo expositivo. En suestudio, Sacristn adoptaba como procedimiento generalpara sus partes expositivas el de dejar hablar al propioHeidegger17 , vertiendo su lenguaje y parafrasendolofrecuentemente. De este modo, intentaba evitar tambin

    un reproche que el pensamiento racional oiraindefectiblemente en cualquier otro caso: haber falseado elpensamiento de Heidegger constrindolo dentro de losconsabidos rgidos esquemas racionales. Traducir aHeidegger, afirmaban, era traicionarlo.

    Ese mtodo expositivo someter al lector que piense,como el autor, dentro de una tradicin filosfica racional a ladificultad inevitable que presenta la premeditadaambigedad del lenguaje heideggeriano, basado en unapotenciacin etimologizante y hasta potica de ciertostermini technici existencia, tiempo, acaecer, etc. que no

    17 Jos M Valverde se refiri, precisamente, a este dejar hablar aHeidegger en su intervencin sobre la tesis y la filosofa de Sacristnen la Universidad Pompeu Fabra en 1996. Mostr las dificultades de latarea; su casi imposibilidad, ms all de las intenciones manifestadaspor Sacristn en su estudio, aproximacin sta muy valorada por l ensu intervencin.

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    afecta al resto de las palabras del perodo. Esa dificultad quela lectura de Heidegger ofrece al pensamiento racional sepresenta ante todo en las partes estrictamente expositivas deeste estudio.

    A esta ambigedad del lenguaje heideggeriano sereferira Sacristn en las conclusiones de su anlisis. Lasegunda y ltima peculiaridad metodolgica del estudiopor l emprendido que vala la pena remarcar era que lasideas gnoseolgicas de Heidegger se consideraban en su

    ordenacin cronolgica. Dos razones lo justificaban:[] la primera es que el pensamiento del filsofo ha

    experimentado entre 1930 y 1947 una modificacinimportante, al menos en sus formulaciones, que afecta atodas sus ideas, hasta el punto de haber suscitado unaliteratura crtica. Esa razn ha sido tenida porsuficientemente importante como para decidir por s mismala adopcin de un criterio histrico en la exposicin. Perohay adems otra: el hecho de que las obras del filsofosituadas en torno a Sein und Zeit (1927), as como esta ltima,son mucho ms analticas que las posteriores y suministranexplcitamente los puntos de partida de todo supensamiento, incluido naturalmente el gnoseolgico.

    En su citado artculo e sobre la verdad en Ortega yHeidegger, publicado en Laye , Sacristn ya habacomentado que:

    [] Heidegger se ha enfrentado con el tema de la verdadya en Ser y tiempo. Y desde entonces, no en la actitud delepistemlogo, sino en la del metafsico, con la intencin deafinar el problema del ser [...]. Heidegger ha establecidorepetidamente en esa obra que el ser del hombre (dasein, serah) se caracteriza frente a los dems entes por serleconstitutiva la comprensin primaria y oscura del ser y elpreguntarse formalmente por l. El ente es independientede la experiencia, el conocimiento y la conceptuacin en quese abre, descubre y determina. Pero el ser slo es en su

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    comprensin por aquel ente a cuyo ser pertenece talcomprensin del ser... Precisamente la obra toda es unainvestigacin acerca de ese ente que pregunta por el ser; talinvestigacin es, en la mente de Heidegger, el nico caminode acceso a la comprensin plena del ser, puesto que steslo es, slo se da, en aquella comprensin: en ningn otrolugar hay ser, sino en la comprensin del ser; al margen deella slo hay entes.

    Sobre el origen de la teora de la verdad de Ortega y

    Heidegger, Sacristn apuntaba que uno y otro habancontestado a la pregunta sobre qu teora de la verdad,con precedentes ms o menos lejanos, se haca explcita enla metafsica europea durante los aos prximos a laprimera guerra mundial. Su respuesta haba sido la teoraque defina la verdad como esencial libertad:

    [] La cuestin con cuyo breve estudio terminaremosest provocada por la afirmacin frecuente de que tal teoraes incompatible con las concepciones que dominan en laciencia contempornea y en la epistemologa de ella,concepciones que proceden de las races galileanas denuestra fsica: pues aunque a menudo esta procedencia seapor va crtica o de inversiones de sentido, uno slo es elimpulso y el acontecimiento y l obliga, en fidelidad a smismo, a tales rompimientos dogmticos. Estos se deben a lanecesidad de sustituir datos errneos o insuficientes, yperspectivas incorrectas determinadas por aquellos errores oinsuficiencias. Pero la continuidad del comportamiento semantiene: un mismo gremio se honra con la inscripcin deGalileo y Planck, obreros del mismo oficio...

    La tesis defendida por el joven Sacristn puede serexpresada en los siguientes trminos: fuera lo que fuera loque entonces se entendiera por verdad fsica, elconcepto tena tradicin y estaba adems insertado en ella.En cambio, sobre la tradicin que tena la teora de laverdad que l mismo haba denominado inmanentismo

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    de la libertad, apuntaba crticamente:[] Por la pluma de Ortega y por la de Heidegger esa

    teora apela a una ascendencia venerable: el pensamientopresocrtico. Pero precisamente en contra de los restos depresocratismo se levant la fsica europea.

    La vinculacin de Heidegger con el nazismo, tema delsealado renacimiento pendular, era vista del siguientemodo en un artculo publicado en 1980, en el suplementode la enciclopedia Espasa18 , escrito seguramente conanterioridad:

    Filsofo alemn nacido en Messkirch (Baden) el 26 desetiembre de 1899 y muri el 26 de marzo de 1976 en sulugar natal. Es el filsofo ms influyente de Europa en losprimeros aos posteriores a la segunda guerra mundial y yaantes, por lo que hace a los crculos profesionales... Suvinculacin con el poder nazi en favor del cual pronuncisu clebre discurso rectoral se refleja en algunas de susobras, ms en la forma de una coincidencia de talante con

    manifestaciones como la glorificacin del pueblo delCentro o la apologa de la ntima verdad y grandeza delnacionalsocialismo que en una fundamentacinideolgica. El nazismo busc sta en personajes nocomparables con Heidegger, como el mediocre Rosenberg.Por lo dems, el rectorado de Heidegger no lleg a durar 11meses, pues ya en 1934 el filsofo dimiti para no serresponsable de la destitucin de los decanos de Friburgo queno eran nazis... Cuando, ya distanciados, se consideran losescasos incidentes polticos de la vida de Heidegger, se tiene la

    impresin de que este pensador grande y profundo, muy solitario yretrado, tuvo la desgracia de que sus pocas alusiones al acontecer

    cultural y poltico aparecieran en sus obras como aadidos

    gratuitos difcilmente justificables, o hasta turbadoramente

    relacionados con circunstancias anecdticas: escritas, endefinitiva, pro tempore, como ha sealado el crtico y

    18 Vese M. Sacristn, Papeles de filosofa, ed cit, pp. 427-431.

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    expositor De Waehlens. As, por ejemplo, a raz de la derrotadel nazismo Heidegger parece descubrir repentinamente unanecesidad de dialogar con el marxismo, en su Carta sobre elHumanismo (1974). [la cursiva es ma].

    Generosa aproximacin sin duda. Ya en sus apuntes deFundamentos de filosofa de 1956, editados por lacooperativa universitaria del SEU19 poco despus de suregreso del Instituto de lgica de Mnster, en Alemania,sealaba Sacristn en torno al pensador germano:

    1. Heidegger se expresa por principio en trminos queviolentan el lenguaje cotidiano. Cuando las usa Heidegger,las palabras no suelen significar lo que significan en laciencia o en la expresin cotidiana de los hombres.

    2. Verdad no significa primariamente para Heideggeruna propiedad de contenidos mentales (juicios, teoras,sistemas), sino un elemento esencial del ser humano: elelemento que consiste en que el hombre es, por naturaleza,descubridor. Es sta la verdad fundamental.

    3. La verdad en el sentido de la ciencia y del lenguajecotidiano, es decir, el hecho de que las cosas estn descubiertas en elconocimiento -correlativamente: el hecho de que el conocimiento descubracosas- es verdad en sentido derivado.

    4. La verdad en sentido derivado se produce por laproyeccin que el hombre hace de su verdad originaria, queno es propiamente un contenido, sino, por as decirlo, unaluz constituida, en ltima instancia, por el proyecto segnel cual, desde su libertad, el hombre realiza su existencia. Esaluz teir las cosas de su color, pero (as lo sostieneHeidegger), sin falsear su ser, su estructura, antes bien,descubrindola.

    Sacristn apuntaba que la ciencia moderna era vista porHeidegger como culminacin de la metafsica tradicional:

    19 Documentacin depositada en Reserva de la Biblioteca Central de laUniversidad de Barcelona, fondo Sacristn.

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    [] Con el comienzo de la filosofa clsica griega haacontecido una de esas iluminaciones-ocultaciones del Serque hacen historia. El pensamiento ha visto el Ser slo comoser, como ser del ente, cosificado en l, como lo presente, yno como la Presencia. Desde el comienzo del pensamientooccidental el ente es tomado por lo verdadero y la verdad.Esa poca, que arranca en la filosofa griega y culmina, segnHeidegger, en Nietzsche (otras veces aade que tambin enMarx) es la metafsica, concebida como el pensamiento dela verdad del ente y el olvido del Ser. La metafsica es la

    poca en que la esencial ambigedad de la destinacin delSer es a su vez ocultada u olvidada: se olvida que el Ser seoculta en el ente a la vez que lo ilumina. La metafsica es elolvido, el imperio de la ocultacin del Ser por el ente, elpensamiento fundado ciertamente, en la diferenciaontolgica del Ser y ente, pero desprovisto de reflexinsobre ese fundamento. La metafsica es el pensamiento delente. El propio Ser es concebido como ente supremo, y essmbolo del pleno olvido de la diferencia ontolgica el hechode que se denomine Ser Supremo lo que se piensa como

    ente supremo. An ms: la metafsica hace de un ente -elcitado ente supremo- el fundamento del ser.

    La metafsica no tena nada que hacer con el Ser y laverdad, y por eso era el nihilismo su esencia. Pensando elSer como ente por toda la poca metafsica, y pensado elente como mera presencia por la metafsica moderna, lareconstruccin del ser pleno del ente tena que hacersepor un arreglo posterior, por una estratificacin del valorsobre la base neutra de la sustancialidad reducida a mera

    objetividad. As llegaba a ser degradado el Ser a lacategora de valor, entregado a la arbitrariedad de unsubjetivismo que no tardara en invertir esos valores:

    [] La poca metafsica tiene especial importanciapara la teora del conocimiento: segn Heidegger, laculminacin de la metafsica es la ciencia moderna, cuya

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    esencia es la tcnica provocacin y extraccin de un entereducido, sin pleno ser, a mero objeto dominable. Esta es laformulacin que cobra en el nuevo Heidegger el motivoanticientifista comn a todos los filsofos de la existencia.

    Para Sacristn20, la principal aportacin de Heidegger ala gnoseologa resida en el siguiente nudo:

    La naturaleza no especficamente gnoseolgica de lotranscendental es, en definitiva, expresin de lo que acasoconstituya la aportacin ms considerable y fecunda de

    Heidegger a la gnoseologa, a saber, el hecho ya indicado dehaber roto el aislamiento de lo gnoseolgico en lo que podrallamarse filosofa acadmica occidental. Pero estasuperacin del gnoseologismo moderno descansapropiamente en la relativizacin del concepto de categora, yno es un predominio de la categoricidad del instrumento.

    Es ciertamente muy discutible el alcance de esatendencia heideggeriana, tambin es difcil decidir hasta qupunto y en qu sentido ha realizado efectivamente el filsofola hazaa que parece prometer aquella tendencia. Pero demomento basta con sentar en su incontrovertible generalidady vaguedad el hecho indicado: con la fundamentacin -en elsentido transcendental heideggeriano- de latranscendentalidad gnoseolgica en una esenciaexistencial, Heidegger ha terminado con el aislamiento y conautonoma de la filosofa del conocimiento, con aquellaabsolutizacin de la aristotlica naturalidad del deseo deconocer, convertido por el Kant de la Crtica de la razn puraen naturaleza casi nica del hombre, o, por lo menos, ennaturaleza primaria del mismo.

    Esta remisin de la gnoseologa a sus fuentes yfundamentos transcendentales explicaba el desprecio deHeidegger por la teora del conocimiento y, en su poca deadmiracin por Kant y de repeticin existencial de su

    20Las principales crticas de Sacristn a la teora del conocimiento deHeidegger quedan recogidas en el anexo 1.

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    pensamiento, su oposicin a la interpretacin de la escuelade Marburgo del idealismo transcendental como simpleteora del conocimiento.

    Finalizaba su tesis el autor de Las ideas gnoseolgicas conunas palabras, reiteradamente destacadas por EmilioLled, quien ha considerado esta aproximacin deSacristn a Heidegger como su mayor aportacin filosfica21:

    [] Sirva en todo caso esa discusin para mostrar cmola interpretacin propuesta debe ser entendida cum granoobscuritatis. Y sirva tambin para proporcionar mselementos de juicio para contemplar la andadura delpensamiento de Heidegger, el cual, en ltimo trmino y porencima de toda interpretacin, navega como la nave que vioel conde Arnaldos y cuyo piloto cantaba: yo no digo micancin/sino al que conmigo va, significando aqu ir conl la adhesin sin crtica ni siquiera textual interna alpensamiento del filsofo.

    Para una lectura como la realizada por Sacristn,interesada por lo gnoseolgico, o por lo lgico en general,no hay empero himnos misteriosos, sino slo vulgarescanciones al alcance de cualquier odo. Tambin la poesaestaba al alcance de cualquier odo atento. Fueprecisamente la traduccin de dos grandes poetas, Goethey Heine, la que volvi a relacionar a Sacristn y Valverdepocos aos despus.

    21 Vanse sus declaraciones para los documentales dirigidos porXavier Juncosa: Integral Sacristn (El Viejo Topo, Barcelona, 2006).

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    CAPTULOIIILA VERACIDAD DE GOETHE, LA

    CONCIENCIA VENCIDA DE HEINE

    La Editorial Vergara public a inicios de los sesenta unacuidada coleccin de clsicos (Ad priores semper redi).Sacristn tradujo, anot y prolog para esta coleccin laobra en prosa de Heine: Obras de Heinrich Heine. Lapresentacin Heine, la consciencia vencida, fechada

    en enero de 1963, ocupaba las 98 primeras pginas de unvolumen de casi 1100 pginas.

    Jos M Valverde, por su parte, tradujo la obra deGoethe. Fue Sacristn tambin quien, a peticin de suamigo, escribi el prlogo de este segundo volumen22.

    Valverde record aos ms tarde otro nudo pococonocido. Sacristn lleg a preparar, esta vez para Planeta,un volumen con una seleccin de las obras en prosa deGoethe. En este caso, intercambindose los papeles, elprlogo fue escrito por Valverde quien aos despuscoment que desgraciadamente no haba conservado sutrabajo23. La obra no lleg a publicarse; el editor abandonla coleccin.

    Preguntado por el texto de presentacin de Sacristn alvolumen de Goethe editado por Vergara, Valverdecoment en la entrevista referenciada que no lo recordabacon exactitud, que no lo haba repasado ltimamente, pero

    s en cambio el texto que Sacristn haba escrito sobreHeine.

    [] recuerdo ms la introduccin que puso a Heine,

    22 Ambos textos se encuentran recogidos en Lecturas, ed cit, pp. 87-132y 133-216 respectivamente.23 Entrevista a Jos M Valverde. En Salvador Lpez Arnal y Pere dela Fuente (eds),Acerca de Manuel Sacristn, ed cit, p. 687.

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    porque adems en lo de Heine intervino l e intervine yo. Eleditor, Vergara, me ofreci hacer un tomo de Heine, pero yono poda y entonces se me ocurri que lo podra hacerSacristn y fui a verle. Le encant la idea y adems escribiun prlogo. l deca que esos prlogos eran como unamanera de subvencionarse unos ensayos. Y ese s, lo hevuelto a leer, y realmente es estupendo. Heine o laconsciencia vencida, es un ensayo realmente esplndido.Del de Goethe no me acuerdo.

    En esta misma conversacin, algo ms adelante

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    ,Valverde comentaba nuevamente el prlogo de Sacristn:

    [] Ahora mismo estaba aludiendo a uno de ellos, el deHeine, que es realmente un trabajo estupendo. En Espaa nose ha escrito nada sobre Heine como eso. Y el de Goethe, quelo recuerdo menos claramente, tambin era un textoimportante. Me parece que eran textos referidos a la historia,de carcter histrico-literario, en el que l no se pona en elprimer plano. Pero ste es un tipo de trabajo que en Espaadebera haberse hecho ms de lo que se ha hecho.

    Tambin Sacristn se refiri a estas traducciones tiempodespus de su publicacin. En un paso de una notaautobiogrfica de finales de los sesenta25, escriba:

    [] 2. La vida que empez a continuacin26 tiene varioselementos que obstaculizaban no ya el estudio de la lgica,sino el intento general de mantenerme al menos al corrienteen filosofa. Los elementos predominantes de aquella vidaeran las clases y las gestiones27. Poco estudio.

    24 Ibidem, p. 691.25 Manuel. Sacristn, M. A. R. X. El Viejo Topo, Barcelona, 2003, notascaptulo I (edicin, presentacin y notas de Salvador Lpez Arnal,prlogo de Jorge Riechmann, eplogo de Enric Tello).26 Tras su vuelta de Alemania, del Instituto de Lgica de Mnster, y suincorporacin a la militancia del PSUC-PCE.27 La actividad poltica antifranquista en general, obviamenteclandestina.

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    3. Una excepcin: la tesis. Fue producto -como laposterior memoria pedaggica28- de unas vacaciones ensentido estricto: pocas gestiones, pero con el proyecto devolver.

    4. A esta situacin de poco estudio por razn deobstculos objetivos se sum una abulia parcial que tal vezsea lo mas importante de todo: en vez de aprovechar todo eltiempo libre para estudio cientfico-filosfico, gast mucho tiempo

    en cosas como el artculo sobre Heine. Esto merece anlisis .

    4.1. Por una parte, intervienen factores externos: esosprlogos son compromisos editoriales, concertados con la esperanza

    de que resultaran rentables: en aquellos tiempos, las 15.000 ptas.

    que me pagaron me pareceran una suma enorme. En realidad,

    desde este punto de vista aquellos escritos fueron una mina, puesto

    que estudi a Heine, p.e., ms de dos aos.

    4.2. Por otra parte, el hacer esas excursiones era muycoherente con mi nocin del filosofar y entender el mundo.

    4.3. Pero es posible que fueran tambin un indicio de huida del trabajocientfico29 por imponrseme los obstculos materiales o externos (clases,gestiones, pobreza). [Todas las cursivas, menos la ltima, son mas]

    Dialecticidad en estado puro: inversin del tiempo libreno propiamente en el estudio cientfico-filosfico, hudaincluso de ese tipo de trabajo, pero, al mismo tiempo,necesaria tarea de subsistencia, inmersin durante dosaos en la obra de un clsico y, en consistencia con unanocin del filosofar, la por l defendida, que alimenta lareflexin filosfica a partir del conocimiento real de

    mbitos externos pero interrelacionados, como la ciencia,

    28 La tesis es su investigacin sobre la teora del conocimiento deHeidegger: Las ideas gnoseolgicas de Heidegger. Con la memoria serefiere Sacristn a uno de sus escritos para las oposiciones a la ctedrade lgica de 1962. Sacristn tuvo que suspender o rebajarsustantivamente la militancia poltica en ambas situaciones.29Subrayado en rojo en el manuscrito.

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    las prcticas sociales, el arte o la literatura30.Los dos textos a los que se refera Valverde fueron

    incorporados por el propio Sacristn al cuarto tomo de susPanfletos y Materiales: Lecturas , y haban tenido unaedicin previa en la editorial Ciencia Nueva de Madrid, en1967. Sacristn escribi una breve nota para la ocasin31:

    Estos dos artculos aparecieron como prlogos a dosvolmenes de la coleccin Clsicos Vergara(respectivamente: Goethe, Obras, versin y notas de Jos MValverde, Barcelona, Vergara, 1963; y Heinrich Heine, Obras,traduccin y notas de Manuel Sacristn, Barcelona, Vergara,1964). Los textos aparecen aqu con un retoque de escasaentidad cada uno: el primero en la pgina 62, prrafo 2; elsegundo en el pgina 171, prrafo 2. En el primer artculolos textos de Goethe se citan segn esa traduccin deValverde.

    Los dos artculos estaban escritos ya con la intencin deque formaran cuerpo, precisamente en el orden en que

    aparecen aqu, con otros futuros32

    . Esa es una de las dosrazones explicativas del ttulo, Lecturas I. La otra es que estaspginas, y las que sigan, no pretenden ser ms que notas delectura.

    Agradezco a la Editorial Vergara, y especialmente a sudirector literario, Josep Mara Boix, que hayan autorizadoesta reimpresin.

    30Para una reflexin, excelente en mi opinin, sobre la prcticafilosfica de Sacristn y su concepto de filosofa: Joaqun Miras,

    Sobre el filosofar de Manuel Sacristn.http://www.rebelion.org/noticia.php?id=80283.31 M. Sacristn, Lecturas I. Goethe, Heine. Ciencia Nueva, Madrid, 1967,pp. 7-8.32 Francisco Fernndez Buey ha apuntado algunos de estos autores:Brecht, Rimbaud y Maiakovski. En la documentacin depositada enReserva de la BC de la UB, pueden verse resmenes y anotaciones deSacristn a diversos ensayos de y sobre la obra de Maiakovski.

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    http://www.rebelion.org/noticia.php?id=80283http://www.rebelion.org/noticia.php?id=80283
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    Un ao ms tarde, Sacristn traduca un ensayo deLukcs para Grijalbo: Goethe y su poca, escribiendo para laedicin una breve solapa en la que se expresaba en lostrminos siguientes:

    El presente volumen contiene tres escritos de Lukcs.Dos de crtica literaria: el estudio Goethe y su poca, de 1934-47, y el artculo dedicado a la Minna von Barnhelm, deLessing, escrito en 1953.

    El libro acerca de Goethe y su poca, que apareci como

    volumen independiente en 1947, es un conjunto de cincoensayos sobre Goethe, Schiller y Hlderlin. Todos son piezastpicas del Lukcs ms clsico, el que se expresa con losmedios de la crtica literaria. Basados en una aplicacinconsecuente y profunda de la tesis de Marx acerca de lamiseria alemana, del atraso social de la Alemaniailustrada, y de las paradjicas posibilidades intelectualesabiertas por aquel atraso, estos estudios apuntan a unaestimacin de la cultura europea de finales del siglo XVIII ydel siglo XIX que permite a Lukcs formular una condena

    del afectado desprecio por esa poca, corriente como modaen la cultura superior burguesa del siglo XX y tambin enproductos inferiores de la misma, como el fascismo.

    En esa consideracin histrica coincide con los estudiosgoethianos el artculo sobre la Minna de Lessing, un documentoms, y muy notable, de la vitalidad intelectual de Lukcs.

    La edicin reuna dos textos de pocas tan distintas noslo porque as lo haba hecho el propio Lukcs en elvolumen 7 de sus Obras Completas, entonces en curso depublicacin en la edicin alemana, sino tambin porque elautor haba expuesto sus razones para hacerlo en unprlogo escrito en 1963.

    El prlogo, que en opinin de Sacristn mostraba enalgn paso interesantes notas de autobiografa intelectual,tena que leerse como un texto tan sustantivo como los

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    otros dos para la comprensin de su obra. Junto con unade las exposiciones ms categricas de su recusacin,

    bastante global, del contenido de corrientes depensamiento como el existencialismo o el neopositivismo,

    junto con una enrgica reafirmacin, recogida de ThomasMann, de la idea de formacin o educacincaracterstica del clasicismo germnico, Lukcs cerraba eseescrito con unas palabras que mostraban como elconservadurismo cultural que tantas veces se le haba

    imputado estaba relativizado por una clara conscienciahistrica. Estas eran las palabras de Lukcs citadas porSacristn:

    [] Cuestin aparte y que no puedo resolver es la de si el puente quehe intentado lanzar entre el pasado y el futuro para y a travs del presente vaa ser realmente duradero. Y sta es tambin una cuestin de primeraimportancia. Si en estos tiempos desfavorables no he conseguido tenderms que un puente de barcazas, un da lo sustituirn por otro slido, encuanto que esa comunicacin consiga la importancia que realmente tiene

    para la vida espiritual. Yo, personalmente, me contentara con conseguirfacilitar a unos hombres, aunque fueran pocos, el trnsito del pasado alfuturo en este confuso perodo de transicin.

    A este mismo ensayo lukcsiano se refera Sacristn en suescrito de presentacin de la obra de Goethe33 para Vergara:

    [] Lukcs (pero no slo crticos contemporneos ysocialistas, sino tambin ya Grimm, en el siglo pasado; cfr.nota 33) ve concretamente en el Werther la descripcin deldrama de la sociedad burguesa en la forma a que ms

    sensible poda ser Goethe: la cultura burguesa ha suscitadoconscientemente el ideal del desarrollo pleno y libre de lascapacidades del hombre, y la sociedad burguesa estmontada estructuralmente -como dice Goethe, en el WilhelmMeister- sobre el principio de que ningn individuo se

    33Manuel Sacristn, La veracidad de Goethe, Lecturas, ed cit, p. 113,nota 46.

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    desarrolla global y armnicamente (Cfr. G. Lukcs, Goethe etson poque, p. 39).

    Goethe fue un clsico permanente y estimulante en laobra de Sacristn, hasta el final de sus das. En 1985, juntocon su segunda esposa, M ngeles Lizn, escribi un

    breve texto para un calendario editado por un grupo demdicos amigos, Eduard Rodrguez Farr34 entre ellos, enel que se expresaban del siguiente modo:

    Goethe naci en el seno de una familia rica, pero noaristocrtica, en una casa de la vieja Francfort destruida porlos bombardeos de los aliados en la II Guerra Mundial yluego vuelta a construir con gran exactitud. Estudi derechoen las Universidades de Leipzig y Estrasburgo, pero fuesobre todo un lector y estudioso enciclopdico y un poetacapaz de escribir en todos los registros. En 1755 se le ofreciel cargo de Consejero de la corte del Weimar. Antes de esafecha haba escrito varias obras dramticas y lricas Gtzvon Berlichingen [Gtz de Berlichingen] y, sobre todo, Lossufrimientos del joven Werther , 1774, una de las obrasinfluyentes con las que se suele establecer qu es laliteratura universal. Sus numerosos enamoramientos ypasiones se reflejan en una obra lrica extensa a la que danargumento incluso a los setenta y tres aos del poeta(trabaj der Leidenschaft [Triloga de la pasin], 1822,inspirado por una mujer muy joven, Ulrike von Leveston).

    En la vastsima produccin de Goethe hay tambin obracientfica y filosfica. Sostuvo una concepcin monista de lanaturaleza y posiblemente influenciado por autores como

    Giordano Bruno, Spinoza y, en su propia poca, Schelling.Adopt una postura en algn sentido evolucionista (aunque

    34 Para la mirada de un gran mdico, farmaclogo e investigadorsobre la obra, las prcticas y las consideraciones epistemolgicas deSacristn, vanse las declaraciones de Eduard Rodrguez Farr paraIntegral Sacristn de Xavier Juncosa, ed cit (Ibidem para lasdeclaraciones del gran cientfico epidemilogo Carles Muntaner).

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    un evolucionismo ms morfolgico que mecanicista).Contrapuso a la ptica newtoniana una teora de los coloresde acuerdo con combinaciones de luz y sombra (Beitrge zurOptik [Contribucin a la ptica]), etc.

    El Fausto, obra que segn el propio Goethe haba escritoa Herder, revelaba ser al cabo del tiempo, en opinin deSacristn, lo ms perenne y universal de Goethe.

    En el prlogo de 1963 La veracidad de Goethepueden verse algunos vrtices esenciales de laaproximacin de Sacristn. As, sobre la ciencia goethianay sus consideraciones metacientficas, comentaba35:

    [...] aun admitiendo que la ltima palabra de Goethefuera clara, aun admitiendo que Goethe haya visto en larazn tecnificadora de la ciencia de la edad burguesa lamanifestacin terica de la escisin del individuo en esacultura y aun admitiendo que, con mayor o menorclarividencia, haya contrapuesto a esa razn analticamenteatomizada la integridad de un pensar dialctico, todo ello no

    poda haber ocurrido no ha ocurrido de hecho ms que attulo de intencin irrealizable. Irrealizable (objetivamente) y,sin embargo,realizada de algn modo (subjetivamente):contradiccin en la cual va implcitamente el fracaso final dela veracidad del Goethe cientfico. He aqu por qu.

    En la cultura de finales del siglo XVIII, prosegua, eraimposible, como segua sindolo hoy, la armona de lasactividades del espritu y de las manos del hombre.

    [] La divisin tcnica del trabajo no estaba entonces ni

    siquiera demasiado cerca de sus ltimas necesariasconsecuencias y menos an era, por tanto, superable. Enestas condiciones, la aparente armona total del poeta-cientfico que Goethe quiso ser tenazmente no pudo ser msque autoengao. Por eso la realizacin de la armonaprctico-cientfico-artstico-filosfica en Goethe no ha dado

    35M. Sacristn, La veracidad de Goethe. Lecturas, ed. cit. pp. 102-104

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    ms fruto que los cursis poemas cientficos que salpicansus obras, de vejez.

    Qu decir, pues, de la veracidad del Goethe cientfico?Von Weizscker... explica la falsedad objetiva de la cienciagoethiana como resultado de la clera con que Goethedefiende otra verdad.

    Esa verdad, ahora ya no era Weizscker el que hablabasino el propio Sacristn, sera la pretensin de reintegrar elconocimiento en la plena realidad de la vida humana, la

    nueva amistad entre ciencia y poesa.[] Pero, aunque el propio Goethe ponga alguna vez esa

    amistosa reunin en tiempo nuevos, y aunque alguna otravez proteste tambin de las teorizaciones precipitadas deamigos suyos, el hecho es que su ciencia es el prematurointento de realizar aquella unidad armnica al nivel de unahumanidad objetivamente escindida. Goethe supera asficticiamente en la conciencia individual, suya,artificialmente aislada, sin validez por tanto, sin verdad

    objetiva, la escisin de la cultura burguesa...Nadie poda hacerse con todo el destino de la

    humanidad, como haba recordado Brecht precisamente apropsito de Goethe, si no era ponindose a luchar por laresolucin de sus problemas en tanto que objetivosproblemas de ella. Sin embargo, en su ciencia natural, ysealadamente en su teora de los colores, Goethe no habapodido trabajar en primer trmino para resolverproblemtica objetiva sino

    [] para darse a s mismo -poeta ya previamente ycientfico tambin- una ilusoria solucin personal, unasolucin que no resuelve el problema, por l objetivamenteplanteado, a la escisin entre ciencia y poesa, entreabstraccin e intuicin, sino que se limita a mal poetizar parauso domstico la realidad cientfica y la escisin. Laveracidad inicial en el ver el problema que otros ni vieron se

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    deforma al final por esa curiosa prisa teortica, por ese odioa las calendas griegas que es tan caracterstico delpensamiento conservador.

    El balance trazado por Sacristn36recordaba pasajes deuna conferencia impartida en la Facultad de Derecho de laUniversidad de Barcelona en 1963 a raz de una preguntade unos estudiantes sobre cmo conciliar el estudio delDerecho y sus aficiones por la poesa y el montaismo37:

    [] Goethe no pudo admitir que un destino digno delhombre sea ser slo escritor, ingeniero o profesor deMetafsica. Intent utpicamente, sin duda, con fracasoalcanzar la nica autenticidad por la que vale la pena ser unhombre: la integridad armoniosa de la persona, paraexpresarse con frmula suya. Y, como Hegel, supo ver ydecir, a pesar de la frecuente ilusin utpica, la contradiccinde la vida real:

    Si hablaba razonablemente, segn lo vea,la contradiccin sonaba mucho ms fuerte

    La crtica que reprocha a Goethe el haber vivido esacontradiccin en vez de encerrarse en un semimundo deliteratura, la crtica que ha perdido ya incluso voluntad deresistencia al espritu mefistoflico de la perenne divisinarcaica o tcnica del hombre, esa crtica es tristedestinataria del anticipado desprecio de Goethe:

    T te pareces al Espritu al que comprendes...

    Goethe haba entendido dos cosas: no slo el espritu dela alienacin sino tambin el espritu de la aspiracin de la

    36Ibidem, pp.130-131.37 M. Sacristn, Studium generale para todos los das de la semana.En: Intervenciones polticas. Icaria, Barcelona, 1985, pp. 30-49. Para unadocumentada aproximacin a sus tesis, Albert Corominas: ManuelSacristn: poltica i Universitat. En: Joan Benach, Xavier Juncosa ySalvador Lpez Arnal (eds), Del pensar, del vivir, del hacer. El ViejoTopo, Barcelona, 2006, pp. 97-100.

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    humanidad a plenitud, a realizacin segn las propiaspalabras del poeta germano.

    Y contra toda apariencia, el ulico poeta que entendiesos dos espritus es personalidad ms verazmente trgica,ms insegura -ms de nuestro mundo- que el pensamientosupuestamente moderno, que se satisface con unahumanidad rota, parcial, casual. Este ltimo es elpensamiento cmodo, quieto, fijista. No el del que ha escrito,negndose por anticipado a todo cmodo logro de un

    destino de mero escritor:No soy yo el fugitivo, el que no tiene techo?,el monstruo sin meta ni descanso,

    que brama como una catarata de roca en roca,con furioso deseo de caer en el abismo?

    No hay, en ningn caso, inconsistencia alguna con loscompases finales de esa misma conferencia38

    [] Pasar mentalmente por encima de todo eso yponerse a soar hoy un desarrollo personal armonioso esutopa. Igualmente es utopa intentar realizarlo a ttuloindividual. Es adems una utopa que dejar mal sabor de

    boca al intelectual decente, porque de algn modo tendrque pagar el haber echado un velo sobre el mundo para noverlo y poder jugar a la bsqueda de su propia armona.Echar un velo sobre el mundo es precisamente el pecadomortal del intelectual.

    Por todo eso, la nica manera de ser de verdad unintelectual y un hombre de lo que Goethe llam la armona,

    de la existencia humana sin amputaciones sociales, es unamanera militante; consiste en luchar siempre, prcticamente,realmente, contra la actual irracionalidad de la divisin deltrabajo, y luego, el que an est vivo, contra el nuevo puntodbil que presenta entonces esa vieja mutilacin de los

    38M. Sacristn, Studium generale para todos los das de la semana.Intervenciones polticas, ed cit, pp. 48-49

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    hombres. Y as sucesivamente, a lo largo de una de lasmuchas asntotas que parecen ser la descripcin msadecuada de la vida humana.

    Lo dems es utopa, cuando no es inters. Esto, encambio, es un Studium generale y hasta un vivir generalpara todos los das de la semana.

    Por lo dems, mucho aos despus, en las clases deMetodologa de las Ciencias Sociales del curso 1981-1982,analizando las reacciones ante el surgimiento de la ciencia

    moderna y sus aplicaciones tecnolgicas e industriales,Sacristn se refiri al caso de Goethe y su Teora de loscolores. Goethe -supongo en honor de vuestros profesoresde enseanza media que no necesito escribir su nombre enla pizarra- era un personaje que haba sido uno de los doso tres poetas fundamentales en la lengua alemana

    [] en la que ocupa un lugar pues casi de definitivatoma de conciencia de la lengua, un lugar como el que puedaocupar Camoes en el portugus o Cervantes en el

    castellano.

    Aparte de gran poeta, Goethe haba sido un cientficode bastante entidad, un cientfico respetable, en unapoca en la que todava era posible esas dos cosas.Adems de ello, recordaba Sacristn, un filsofo kantianode cierto inters. Goethe haba conocido muy bien la obrade Kant, del que haba sido casi contemporneo, y, comocientfico, haba sido adems serio y eficaz:

    [] buen gelogo, buen botnico, y en zoologa,propiamente en antropologa, no slo bueno y competente,sino incluso afortunado: es decir, ha hecho undescubrimiento. Uno de los huesos del esqueleto humano esdescubrimiento de Goethe. Lo ha localizado como hueso,fundido ya con otros, es un hueso de la cara, perogenticamente un hueso distinto de los dems. De modo quees un cientfico respetable.

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    Como tal cientfico respetable, slido, proseguaSacristn, haba sido partidario del progreso cientfico y,en principio, dispuesto a pensar que el avance de laciencia era, adems de un avance cognoscitivo, un avancemoral al mismo tiempo.

    No era por tanto Goethe sospechoso de tomar, deentrada, una aptitud bsica de oposicin contraria a lanueva ciencia. Sin embargo, seal Sacristn, en uninteresantsimo caso, en el de la teora de la luz, en el caso

    de la ptica, o, como entonces se llamaba, la teora de loscolores, haba tenido una curiosa aptitud anticientfica quevala la pena examinar.

    Goethe tena frente a s la teora newtoniana de loscolores, la teora de la luz blanca, que desde luego conoca,teora en la que Newton presentaba el color blanco comoun compuesto de los dems colores del espectro. Goethe,curiosamente, se haba resistido a admitir esa perspectiva:

    [] Todo un cientfico competente en tres campos yautor de descubrimientos de inters en uno de ellos, seresiste a admitir que la luz blanca pueda ser compuesta. Ytiene delante de l los resultados experimentales de Newton,que conoce de primera mano. Ha ledo las memorias deNewton. Reacciona ante la teora y las memoriasexperimentales de Newton, con un largo texto, una obra,escribe un libro sobre la teora de los colores, que sali el ao1810, y en el cual hay un texto como ste:

    Newton afirma que en toda luz blanca e incolora, y

    especialmente en la solar, estn igualmente contenidas variasluces de distintos colores, cuya composicin produce la luz

    blanca, y para que esas luces de colores aparezcanefectivamente, Newton somete la luz blanca a variascondiciones, sobre todo a unos medios refringentes quedesvan la luz de su trayectoria, y no con un dispositivosimple sino que da a los medios refringentes toda clase de

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    formas. Dispone de diversos modos el espacio en que opera.Limita la luz por pequeos orificios, por diminutas ranuras yluego de haberla as martirizado -MSL: llamo la atencinsobre esta palabra- de cien maneras distintas afirma quetodos esos condicionamientos no tienen ms influencia quela de activar las disposiciones de la luz para que se abra lainterioridad de sta y se manifieste su contenido.

    Al comentar el texto, Sacristn sealaba que habaclaramente en l una resistencia ideolgica, emocional,

    que oscilaba entre estar insinuando que losprocedimientos experimentales violentaban a laNaturaleza, en un sentido religioso, que son blasfemos,entre esa perspectiva, y decir que, adems de ello,falseaban el resultado. En su opinin, Goethe estabasealando, no afirmando categricamente, las dos cosas ala vez

    [] Est insinuando en el tono literario un reprochemoral y en lo que dice literalmente un reproche lgico. Est

    diciendo: eso es una perversidad y, adems, falsea los datos.Es un caso muy claro de falacia naturalista, de fusin delpunto de vista tico, valorativo, prctico, con el punto devista epistemolgico.

    Sacristn indic que iba referirse a continuacin al casode Heine pero que, antes de ello, vala la pena preguntarsepor qu haba escogido estos dos ejemplos alemanes:

    [] Por la situacin histrico-social en la que seencontraba entonces una clase culta como la alemana, que

    llegaba muy tarde a la revolucin industrial y, por tanto,tena delante el ejemplo ingls y los intelectuales alemaneseran capaces, precisamente porque ellos en su ambiente nose encontraban en esa situacin social, resultaban muycapaces de ver con frescura y con perspectiva y desde fuera,por as decirlo, el caso ingls, el primer caso de estallidoexitoso de esta tecnociencia, desde la mquina de valor en

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    adelante.De todos modos, coment finalmente Sacristn, la

    cuestin sealada tena entonces, en los 80 -y en todo elsiglo XX en general, sobre todo en su segunda mitad-,caractersticas peculiares. Haba que observar, porejemplo, que haca entonces diez o quince aos, amediados de los sesenta, cuando se hablaba de crtica dela ciencia o de crisis de la ciencia, la cuestin en que seestaba pensando era en el ya viejo debate ciencia-

    ideologa:[] si hay ciencia objetiva, si toda ciencia est imbuida

    en ideologa, si estn mezcladas ciencia e ideologa. Portomar dos ejemplos muy destacados, consideremos unmomento la filosofa de la ciencia de Althusser, en el campomarxista, o la de Kuhn, en la filosofa acadmica de laciencia.

    Goethe saba, por lo dems, que el cientfico estabaconstantemente fingiendo hiptesis. Sacristn eligi el

    siguiente texto para ilustrar los volmenes de la coleccinHiptesis de Grijalbo:

    Curiossima exigencia sta, presentada sin duda algunavez, pero incumplida siempre incluso por los que laesgrimen: que hay que exponer las experiencias sin conexinteortica alguna, dejando que el lector, el discpulo, seformen a su arbitrio la conviccin que les plazca. Pero elmudo mirar una cosa no puede hacernos adelantar. Todomirar se convierte, naturalmente, en un considerar; todo

    considerar, en un meditar; todo meditar, en un entrelazar; yas puede decirse que ya en la simple mirada atenta quelanzamos al mundo estamos teorizando.

    Ese principio, remataba, bsico en la ciencia modernadespus de la primera ofuscacin empirista-induccionista

    baconiana, se converta en motivo central del pensamientode Goethe: pues, qu es intuicin sin pensamiento? se

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    pregunta en Poesa y verdad.

    Tambin Heine fue un clsico que acompa aSacristn a lo largo de los aos. El siguiente texto es lapresentacin que en 1976 escribi para una antologa de lapoesa del autor de las Noches florentinas editada ytraducida por Feliu Formosa39:

    Uno puede decidir por motivos bastante variados que vaa pasar un rato leyendo versos de Heinrich Heine: interspor la historia literaria, inters por la poesa alemana, interspor la curiosa colocacin de Heine en la vida poltica de supoca, inters por la presencia simultnea y complicada ensu obra de motivos y elementos tpicos del romanticismoalemn y mociones y factores muy corrosivos de l, y otrosintereses parecidos. Lo que no parece probable es que elmotivo sea el gusto primario, la satisfaccin directa.

    No es que la poesa de Heine no haya tenido cola. Por elcontrario, ha tenido incluso una extraa capacidad de influir,despertar y sembrar por todas sus vertientes: el suspiro de

    Bcquer no es ajeno a la influencia del Libro de canciones deHeine; la crtica y el sarcasmo epigramticos cultivados porTucholsky o por Brecht se remontan tambin al poeta; yhasta el mismo chirriar entre motivaciones idlicas ymotivaciones crticas o sarcsticas reaparece, con concienciade su tradicin, en poetas contemporneos como PeterRhmkorf o Hans-Magnus Enzensberger.

    Pero creo que, a pesar de eso, Heine est lejos de ser unclsico; su poesa lleva puesta fecha de un modo a la vezvisible y decisivo, no como lleva fecha la del clsico:

    difcilmente se orienta o descansa en ella el que la lee desdelejos. No digo con eso que sea imposible disfrutar leyendoversos de Heine hoy. Lo que pienso es que el disfruterequiere una lectura muy oblicua, mediada por la

    39Prlogo a H. Heine, Poemas. Lumen (EL Bardo), Barcelona, 1976;seleccin y traduccin de Feliu Formosa.

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    predisposicin a contemplar, como dijo Heine, los bosquesde encinas de hoy en la bellota de la poesa de ayer.

    Desde ese punto de vista, lo ms conmovedor de lapoesa de Heine era su frecuente fracaso. El fracaso sedeba a la vacilacin y se manifestaba en incoherencias,complicaciones no buscadas inicialmente, contradiccionesllamativas entre unos poemas y otros escritos casi almismo tiempo. Ahora bien, aada Sacristn

    [] un lector de hoy puede identificarse bastante con elfracaso, porque la vacilacin a que se debe es unaproblematizacin, primero, de la lrica, despus de todaliteratura y, finalmente, del arte en general. Esaproblematizacin lo ha sido a sabiendas: est expresadatambin en las prosas crticas y ensaysticas de Heine. Peroincluso cuando se considera slo su poesa, salta a la vistaque Heine ha sido uno de los descubridores de la crisis delarte: su manera burlesca de reconocer el fracaso de losintentos poticos una vez realizados, su introduccin de unrealismo crtico en la lrica con una lengua prosaizante yhasta distanciadora son ejemplos de las manifestacionespoticas de su descubrimiento.

    En ese punto resida la posibilidad de disfrutar leyendoversos de Heine: en que la consciencia crtica y autocrticaera en ellos potica, en absoluto pedante o fabulstica. Enlos versos de Heine la poesa revelaba su crisis, y, a lainversa, la crisis de la poesa era, en los versos de Heine,poesa.

    La gratificacin que da su lectura es ambigua y disfrutarcon ella quiz sea masoquista. Pero as es la cosa.

    La antologa que haba compuesto Feliu Formosa,adverta Sacristn, haba ordenado los poemascronolgicamente. Prescinda de las dos grandescomposiciones picas de 1842 y 1844 ( Atta Troll,Deutschland) por no fragmentarlas, y renunciaba a dar

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    muestras de los poemas largos y tristemente malos de losltimos tiempos de la larga agona de Heine.

    La prdida de informacin que as sufrira el lector secompensaba, muy bien crea Sacristn, con las piezasseleccionadas de Poemas del tiempo, por lo que haca a ladcada de 1840, y con algunos Poemas de 1853 y 1854 ydel Apndice, por lo que haca a la ltima fase de lavida de Heine.

    La poesa del gran autor alemn era vista as porSacristn en Heine o la consciencia vencida, su texto depresentacin de 196340:

    [] Pocos crticos se han negado a ver en esa impotentepoesa la quiebra final de un poeta. Es la quiebra de unaclarividencia que no arraig en consecuencia. Sobre algunosde los pocos crticos que pretenden con la mejor voluntadentusiasmarse con la ltima poesa de Heine vale ms dejarcaer un piadoso silencio, respetuoso de sus humanosmotivos; por esa razn no se discutir aqu la valoracin del

    Romanzero y de sus Melodas hebreas por parte de algncrtico que habra podido terminar en Auschwitz. Pero una

    breve consideracin del positivo juicio sobre el Romanzerodado, por ejemplo, por un germanista tan venerable comoCharles Andler en su libro pstumo sobre Heine, puedeilustrar por contraste la dimensin del hundimiento final dela poesa de Heine. Andler, cuyos gustos literarios se habanformado todava en la lrica romntica, ve en la poesadefinitiva de Heine, en el Atta Troll, el Deutschland y losZeitgedichte emparentados con ellos le danger (... ) que la

    rflexion tend peu peu evaporar le lyrisme [el peligro de(...) que la reflexin tienda, poco a poco, a difuminar ellirismo]. No es esa poesa la que hace evaporarse al lirismo.Es, como ha enseado Heine, el moderno y desgarradomundo el que lo hace imposible sin mendacidad, al menos

    40 Manuel Sacristn, Heine, la consciencia vencida, Lecturas, ob citpp. 214-215.

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    en ingenua pureza. De ese errado juicio sobre el silenceeffrayant du lyrisme pasa Andler consecuentemente a unavaloracin positiva de los ltimos, fallidos, ensayos deHeine, precisamente porque en ellos se hace el inconsecuenteintento de declarar vivo a un muerto. Heine mismo vio msexactamente la situacin: en su carta de oferta a su editorpara encarecerle la nueva mercanca, el Romanzero, noencuentra ms que tibios elogios para ste: Mis nuevaspoesas no tienen ni la plenitud artstica, ni la intensaespiritualidad, ni la fuerza pletrica de mis poesas

    anteriores; pero la temtica es ms atractiva, ms colorstica,tal vez el tratamiento las haga ms accesibles al lector vulgar,y esto podr procurar a usted un xito y larga popularidad.Elogios para mercenaria literatura fcil de poner entecnicolor; razones usadas, a lo sumo, por el clarividentepoeta para someterse, como l mismo dijo de Walter Scott, asus clientes, que son, al mismo tiempo, sus patronos.

    La necesidad de vivir y de asegurar la existencia de sucompaera Matilde para despus de su muerte haba sido,

    en opinin de Sacristn, una de las causas de esa ltimafalsa poesa contradictoria de la verdad hallada en el acmde Heine. Pero la causa radical de esa ruina de su poesaestaba en la quiebra, ya vista, de su pensamiento. La causade esta quiebra, y, con ella, de todas las dems, era laambigua cobarda intelectual y prctica que defina eldestino de Heine:

    [] tras haber visto la verdad del tiempo, contra la cualnaufragaba la justificacin tradicional del arte, el intentar

    ignorar sus consecuencias era ya, en la segunda mitad delsiglo XIX, mentirse y negarse, no slo, como an pudo hacerGoethe, dejarse engaar por la utopa y por el pesimismo.

    Como se seal, en las clases de Metodologa de lasCiencias Sociales del curso 1981-82 Sacristn puso a Heiney Goethe como dos ejemplos muy tempranos de reaccincultural frente a la nueva tecnociencia contempornea.

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    Heine era el otro autor, buen observador, de loscomienzos de la tecnociencia inglesa moderna. Adiferencia de Goethe, haba dejado un tipo de crtica msexternalista.

    [] En Heine, que no era un cientfico, era un poeta, sinpersonalidad cientfica como es Goethe, hace una crtica msexternalista, ms cultural, pero de mucho inters.

    De este modo, Heine, que estaba explicando lasimpresiones de su primer viaje a Inglaterra en un texto deLas Noches florentinas, sostena:

    [] Madera, hierro y latn parecen haber usurpado allel espritu del hombre y haber enloquecido por su usurpadapltora de espritu, mientras que el hombredesespiritualizado cumple con sus slidas ocupaciones de unmodo completamente mecnico, como un fantasma vaco.Come bistecs a una hora determinada, pronuncia discursosparlamentarios al momento debido, se cepilla las uas a horafija y sube a la diligencia o se suicida segn horario.

    Esta impresin de una vida mecanizada en la que lasmquinas habran usurpado la inteligencia y el hombre noera ms que un simple autmata, sin ms contenidointerior, psquico, que la sumisin al orden de estasmquinas, era tambin, al igual que en el caso de lascrticas del Goethe de la Teora de los colores y de la primeraparte del Faust , una clara manifestacin, e igualmentetemprana, Las Noches florentinas eran de 1830, de estemalestar ante esta tecnociencia moderna. El poeta Heine

    se haba sentido, aada Sacristn, muy dividido en suespritu, entre una actitud progresista y otra regresista,como lo muestra este prrafo de una carta a un amigoque quera citar, que es tambin de 1830 que deca as:

    [] Lo ms peligroso para m es ese brutal orgulloaristocrtico que me arraiga en el corazn, que todava no he

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    podido extirpar y que tanto desprecio me inspira por elindustrialismo, hasta el punto de que podra tentarme a lasms elegantes perversiones.

    Haba que precisar que en esta poca Heine erapolticamente un hombre de extrema izquierda, un amigopersonal de los saintsimonianos franceses, de Marx, dealgunos de los primeros anarquistas. No era, por tanto,conclua Sacristn, un simple reflejo conservador el queproduca esta sensacin de malestar ante esa nueva ciencia

    que est en la produccin, que est en las fbricas, quevaca al hombre de su inteligencia.

    No fue su caso, desde luego, no fue el caso de Valverdey Sacristn. No les vaci de inteligencia ni la merm sinoque agrand su altura moral y su capacidad de resistenciapoltica ante atropellos inadmisibles.

    Despus de las traducciones de Heine y Goethe, de lacolaboracin en la coleccin de clsicos de Vergara,

    despus del frustrado volumen preparado conjuntamentepara la editorial Planeta, hizo acto de presencia en susvidas una de las peores caras de la poltica franquista, eseenorme nudo de infamia que sigui asesinando, torturando yreprimiendo hasta la muerte del general golpista.

    Y con la misma represin franquista, irrumpi unhermoso y arriesgado gesto de solidaridad, un gesto taninfrecuente como imprescindible, imborrable en la culturaantifranquista.

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    CAPTULOIVEXPULSIONES UNIVERSITARIAS: ETICA Y

    ESTTICA

    Al ser preguntado por las protestas estudiantiles demediados de los sesenta, cuando Sacristn y l mismofueron embajadores del movimiento estudiantiluniversitario ante las autoridades acadmicas de la poca,

    Jos M Valverde41 record lo sucedido en la Universidad

    de Barcelona en los siguientes trminos:[] En 1965 hubo todos aquellos follones, paralelos a los

    que haba en Madrid: el patio de Letras, mejor dicho, deCiencias, lleno de estudiantes, y hablando desde arriba delpatio. En un momento dado, una comisin de estudiantesquera presentar sus conclusiones a la junta de Gobierno dela Universidad y entonces nos ofrecimos Sacristn y yo aacompaarles. Y as lo hicimos. La Junta nos recibi ensilencio, recogieron los papeles, nos fuimos, y se acab.Luego, lo que s que hice fue volver al patio. Les expliqu a

    los estudiantes lo que habamos hecho y les advert que laUniversidad estaba rodeada de grises. En cambio, enMadrid, como para ir de las Facultades al rectorado habaque andar mucho tiempo en campo traviesa, en ese mismoacto les cayeron encima los guardias. En nuestro caso, comotodo ocurra en el mismo edificio, nadie nos cay encima.

    Poco tiempo despus vino el gesto de Valverde. JordiGracia42, en su estudio sobre el fascismo y la cultura en

    41Entrevista con Jos M Valverde. En Salvador Lpez Arnal y Perede la Fuente (eds),Acerca de Manuel Sacristn, ed cit, p. 688.42 Jordi Gracia, La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en Espaa .Anagrama, Barcelona, 2004, pg. 202. Del talante y de las conviccionespolticas del Valverde maduro es muestra representativa estecomentario del propio Gracia a propsito de la reedicin de su tesisdoctoral: [...] Jos Mara Valverde presidi el tribunal de la tesisporque era un protagonista del libro, porque le haba ledo en verso yprosa, y porque haba acudido como oyente a sus clases en la

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    Espaa, lo ha recordado en los trminos siguientes:[] La autntica leccin liberal es honda porque enlaza

    con una abstraccin semejante a sa, pero tan tangible quepudo hacer que las cosas cambiasen de verdad: la fusin

    juanramoniana de tica y esttica est detrs de la famosapostal que Valverde enva a Aranguren solidarizndose conla expulsin de los catedrticos de la Universidad de Madridde 1965 y dimitiendo de su propia ctedra en Barcelona.

    Los malos vientos arrasaron nuevamente el pas.

    Manuel Fraga era ministro de Informacin y Turismo enun gobierno del Rgimen que haba asesinado a JulinGrimau dos aos antes. Sacristn, como Aranguren, comoTierno Galvn, como Montero Daz, como ms tardeValverde en este inolvidable gesto de solidaridad, fueexpulsado de la Universidad, la barcelonesa en su caso.Las motivaciones polticas de la decisin son conocidas, aligual que el destacado papel que ejerci el cientfico yentonces rector franquista Francisco Garca Valdecasas43.

    Universidad de Barcelona. Pero fue quien emiti el juicio menoscomplaciente y ms categrico: mi trabajo era demasiado indulgente con los

    jvenes que, como l mismo cincuenta aos atrs, haban actuado como

    temibles e hirsutos nacional-catlicos o como directos fascistas . No fueronstas sus palabras, desde luego, pero con seguridad se vio demasiadobien parado en el cuadro que propona la tesis. Mi ptica daabainvenciblemente su conciencia culpable y cristiana, o culpable porcristiana, porque yo quise defender que gentes como l empezaron adesbrozar las espesuras de la posguerra (Jordi Gracia, Estado ycultura. Anagrama, Barcelona, 2006, pp. 7-8) [la cursiva es ma].43 Francisco Garca-Valdecasas, catedrtico entonces en la UB, fuemaestro del gran cientfico barcelons republicano, nacido en elcampo de Argels-sur-Mer, Eduard Rodrguez Farr, amigo ycompaero de Sacristn en la aventura de mientras tanto. Sacristn, ensus clases de metodologa de los aos setenta, en un acto degenerosidad histrica y veracidad nada frecuente, sola referirse, conmucho respeto cientfico sobre la obra del farmaclogo Garca-Valdecasas. En una ocasin, preguntado sobre ciencia y franquismo,

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