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    Purity of blood. Problems of

    interpretation: historical and

    methodological approaches

    ABSTRACTThis article provides both an historical basis as

    well as a theoretical-methodological proposal with

    which to analyze processes of racialization before

    the modern period. To do so, the proposal is

    framed within the debate about the possible racial-

    ized character of the purity of blood laws, taking

    into account the power of discourse and everyday

    practices. After an historical overview both in Spain

    and in the New Kingdom of Granada (fifteenth

    to eighteenth centuries), the article argues that,

    starting from a racial antisemitism in the Iberian

    peninsula, the purity of blood became, in Hispanic

    America, a strategy of colonial racialization because

    it codified social relations hierarchially through

    corporeal and cultural symbols.

    KEYWORDS

    Race, blood, quality, color, Spain, New Kingdom of

    Granada, fifteenth to eighteenth centuries.

    La limpieza de sangre. Problemas de

    interpretacin: acercamientos histricos

    y metodolgicos

    RESUMENEste artculo presenta un acercamiento histrico

    y una propuesta terico-metodolgica para el

    anlisis de procesos de racializacin previos

    a la modernidad. Para cumplir con esta meta

    la propuesta se inserta en el debate sobre el

    posible carcter racializado de la limpieza de

    sangre, teniendo en cuenta el poder del discurso

    y las prcticas cotidianas. Despus de hacer un

    recorrido histrico tanto en Espaa como en el

    Nuevo Reino de Granada (XV-XVIII), se concluye que

    a partir de un antijudasmo-racial peninsular, la

    limpieza de sangre en Hispanoamrica se convirti

    en una estrategia de racializacin colonial, porque

    codific las relaciones sociales de forma jerrquica

    mediante smbolos corporales y culturales.

    PALABRASCLAVE

    Raza, sangre, calidad, color, Espaa, Nuevo Reino

    de Granada, siglos XV-XVIII.

    ARTCULORECIBIDO: 31

    DEENERODE2011;

    APROBADO: 7 DEJULIODE

    2011; MODIFICADO: 1 DE

    AGOSTODE2011.

    Profesor Asociado y coordinador del posgrado del Departamento de Historia, UniversidadNacional de Colombia (Bogot, Colombia). Minor(Nebenfach) en Etnologa y Magster Artium

    (M.A.) en Historia por la Ludwig-Maximilians-Universitt (Munich, Alemania) y Dr. phil. enHistoria de la Universidad de Viena (Viena, Austria). Director del grupo de investigacinPrcticas Culturales, Imaginarios y Representaciones(Categora A1 en Colciencias). Suspublicaciones recientes son: La limpieza de sangre en Espaa: un modelo de interpretacin,en El peso de la sangre. Limpios, Mestizos y Nobles en el Mundo Hispnico , eds. Nikolaus Bttcher,Bernd Hausberger y Max S. Hering Torres (Mxico: El Colegio de Mxico, 2011), 23-54 y Cuerpos

    Anmalos(Bogot: Editorial Universidad Nacional, 2008). [email protected]

    Max S.HeringTorres

    HISTORIACRITICANO. 45, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE2011, 244 PP. ISSN 0121-1617 PP32-55

    La limpieza de sangre. Problemas de interpretacin: acercamientos histricos y metodolgicos

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    La limpieza de sangre. Problemasde interpretacin: acercamientoshistricos y metodolgicos

    INTRODUCCINLa limpieza de sangre ha sido interpretada desde mltiples perspectivas y no existe con-

    senso sobre su signicado en el marco de la historia del racismo. Esta tensin argumentativa

    es reejo de una polmica ms amplia, que gira en torno a la historicidad del racismo y a la

    siguiente pregunta: Es el racismo un fenmeno exclusivamente moderno o es el racismo un

    fenmeno transhistrico? En trminos histricos, se maniesta el imaginario de la raza y la

    discriminacin racial en mltiples formas o slo en singular? Los objetivos de este artculo

    son primero, precisar el problema mediante algunas anotaciones historiogrcas; segundo,

    desarrollar un acercamiento histrico al problema; y tercero presentar una abstraccin con-

    ceptual y terica para proponer formas de indagacin ante el problemade interpretacin.

    1. PROBLEMA

    A continuacin no se pretende presentar un balance historiogrco

    exhaustivo, sino simplemente comentar algunas voces para explicitar el

    problema. Se trata de una vieja polmica, slo parcialmente superada, que

    recientemente volvi a ser impulsada. Cecil Roth denomin en los aos

    cuarenta del siglo XXel pensamiento espaol de la limpieza de sangre

    como racial antisemitsm y como fteenth century precedent for theAryan legislation of the twentieth1. Albert Sicro, en los aos sesenta,

    no vacil en denominar los pogromos de 1391 como un sentimiento

    racista2, y el clebre historiador espaol Antonio Domnguez Ortiz consi-

    der la doctrina de la limpieza de sangre como puro racismo3.

    Este artculo es resultado deltrabajo de investigacin realizadopor el autor como Profesor Aso-ciado del Departamento de Histo-ria de la Universidad Nacional deColombia (Bogot, Colombia). Nocont con fuentes de nanciacinespeccas para el proyecto.

    1. Cecil Roth, Marranos and RacialAnti-Semitism: A Study in Paral-lels,Jewish Social Studies 2: 3(1940): 243.

    2. Albert Sicro, Los estatutos de lim-pieza de sangre. Controversias entrelos siglosXVy XVII(Madrid: Taurus,1985), 47.

    3. Antonio Domnguez Ortiz, Losjudeoconversos en Espaa moderna(Madrid: MAPFRE, 1993), 138.

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    Sin embargo, otro grupo de historiadores se distanciaron de la ante-

    rior postura. En los aos cuarenta, Guido Kisch contradeca a Cecil Roth y

    armaba: The racial concept and doctrine have no foundation in medie-

    val law either ecclesiastical or secular4

    . Mrquez Villanueva refutaba enel mismo tenor cualquier signicado racista de la limpieza por no basarse

    en biologismos indelebles; por el contrario, sealaba su carcter social y

    religioso5. A estas posturas se han sumado en los ltimos aos plantea-

    mientos novedosos que han intentado matizar la argumentacin histrica

    con relacin a la Edad Moderna. Por ejemplo, los trabajos de Walz con su

    propuesta sobre el racismo genealgico, los de Yerushalmi y su plantea-

    miento del protorracismo, las investigaciones de Nirenberg en las que se

    reconstruyen signicaciones de la raza de la Baja Edad Media, las nuevas

    interpretaciones de Sicro en las que consigna el giro racismo religioso,la investigacin de Kathryn Burns sobre el racismo castellano y, por mi

    parte, present hace algunos aos la hiptesis sobre los racismos como

    variables camalenicas6.

    Aunque los anteriores planteamientos abrieron nuevas perspectivas

    interpretativas, su desventaja radica en la falta de dilogo con el pasado

    americano, falencia que se ha venido compensando recientemente gracias

    a los trabajos de Martnez. Pero mientras estos historiadores ignoraron

    la perspectiva transatlntica, en la historiografa hispanoamericana

    tambin se desconoci la perspectiva peninsular. En el reciente trabajoeditado por Mara Eugenia Chaves, Genealogas de la Diferencia, la editora

    se pregunta: es posible identicar el saber que sobre los africanos escla-

    vizados se construye en el mundo colonial con los conceptos de raza y de

    relaciones raciales? A esta curiosidad responde:

    Si aceptamos que el marco de significacin de las diferencias

    anclado en los conceptos de raza y de diferencias raciales emerge

    desde mediados del siglo XVIIIen el contexto de la decadencia del

    poder colonial ibrico y de la consolidacin de nuevas potencias

    coloniales del norte de Europa, la aplicacin de estos conceptosresulta evidentemente anacrnica7.

    Comparto parcialmente la respuesta de Chaves. De hecho, en parte

    tambin he argumentado as en otros trabajos8. Concuerdo en que a la

    4. Guido Kisch Nationalism andRace in Medieval Law, Seminar:An Annual Extraordinary Number ofThe Jurist

    1 (1943): 71-73.5. Francisco Mrquez Villanueva,

    The Converso Problem: AnAssessment, en Collected Studiesin Honour of Amrico Castros Eighti-eth Year, ed. M. Hornik (Oxford:Lincombe Lodge ResearchLibrary, 1965), 324.

    6. Rainer Walz, Der vormoderneAntisemitismus: ReligiserFanatismus oder Rassenwahn?,Historische Zeitschrift260 (1995):719-748 Josef Hayim Yerushalmi,

    Assimilation and Racial Anti-Semitism:The Iberian and the German Models(New York: Leo Back Institute 1982);David Nirenberg, Was there racebefore modernity? The exampleof Jewish blood in late medievalSpain, en The Origins of Racism inthe West, eds. Miriam Eliav-Feldon,Benjamin Isaac y Joseph Ziegler(Cambridge University Press, 2009),232-264; Albert Sicro, SpanishAnti-Judaism: Anti-Judaism: A Caseof Religious Racism, en EncuentrosDesencuentros. Spanish Jewish CulturalInteraction Throughout History, eds.Carlos Carrete Parrondo et al. (TelAviv: University Publishing Projects,2000), 592; Kathryn Burns, Deses-tabilizando la raza, en Formacionesde indianidad. Articulaciones raciales,mestizaje y nacin en Amrica Latina,ed. Marisol de la Cadena (Popayn:Envin Editores, 2007), 38; Max S.Hering Torres, Limpieza de sangreRacismo en la Edad Moderna?,Tiempos Modernos. Revista Electrnicade Historia Moderna9 (2003) yRassis-mus in der Vormoderne. Die Reinheitdes Blutes im Spanien der FrhenNeuzeit(New York and Frankfurt:Campus Verlag, 2006).

    7. Mara Eugenia Chaves: Introduc-cin, en Genealogas de la Diferen-cia (Bogot: Editorial PonticiaUniversidad Javeriana, 2009), 12.

    8. Max S. Hering Torres, Limpiezade sangre Racismo en la EdadModerna?.

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    luz de los trabajos de Edmundo OGorman, de Enrique Dussel y de Anbal Quijano no es con -

    veniente proyectar los conceptos de raza y racismo de la modernidad al pasado colonial. Pero,

    por otro lado, creemos que aunque los conceptos de raza y las diferencias raciales emergen en

    Europa desde mediados del siglo XVIII, existen manifestaciones previas sobre la raza con sig-nicados histricos variables e independientes que permitieron procesos de racializacin. En

    el marco de la limpieza de sangre tanto en Espaa como en Hispanoamrica, existieron otras

    conceptualizaciones sobre la raza, anteriores y con otros signicados situados histricamente9

    que encapsulan conceptos dismiles, articulados a la pureza, la casta, el color y la calidad: jun-

    tura conceptual que se deja constatar con diferencias regionales a partir de la normatividad, los

    discursos y la cotidianidad.

    2. ACERCAMIENTOHISTRICOALPROBLEMA

    Teniendo en cuenta este panorama historiogrco, es posible constatar que el debate hacado en posturas un tanto polarizadas. Por un lado, algunos acadmicos niegan cualquier posi-

    bilidad de racializacin antes de la modernidad10. Por otro, algunos cientcos sociales postulan

    la existencia del racismo en la Edad Moderna europea y en la colonia, proyectando la raza y el

    racismo de la modernidad al pasado colonial (Quijano11), e incluso algunos

    han pretendido elaborar una historia lineal sobre el racismo como algo que

    tuvo su inicio en la limpieza de sangre y que desemboc en el Tercer Reich

    (Friedman, Poliakov12). Pienso que existe la posibilidad de hilar de forma

    diferente, de hecho, entre estas posturas y abrirse a otros planteamientos

    y formas de preguntar, teniendo en cuenta una perspectiva histrica queno slo dialogue entre el pasado peninsular y el colonial, sino que evite

    una supuesta singularidad del racismo moderno como requisito sine qua

    nonde la racializacin. A continuacin propongo argumentos del porqu

    se podran revisar las anteriores opiniones y optar por un camino para

    reexionar histricamente sobre los procesos de racializacin histrica

    rescatando su polifona y su ductilidad sin soslayar analogas y diferencias.

    2.1. FORMASDEEXCLUSINYESPECIFICIDADDELALIMPIEZADESANGRE

    En Europa, tanto en la Edad Media como en la Edad Moderna, la exclu-sin era parte de la cotidianidad. La sociedad estamental diferenciaba sus

    individuos a travs de su pertenencia social, zanjada por los imaginarios

    del nacimiento y la sangre. Si bien existieron vas de ascenso social, no

    es atrevido armar que dicha sociedad era jerrquica. La fama y el honor

    9. Michel-Rolph Trouillot, GlobalTransformations. Anthropologyand the Modern World (NewYork:Palgrave Macmillan, 2003), 98.

    10. Julio Arias y Eduardo Restrepo,Historizando raza: propuestasconceptuales, y metodolgicas,Crtica y Emancipacin. RevistaLatinoamericana de Ciencias Sociales3 (2010): 46-65.

    11. Anbal Quijano, Colonialidad delpoder, eurocentrismo y AmricaLatina, en La colonialidad delsaber: eurocentrismo y cienciassociales. Perspectivas latinoamerica-nas, ed. Edgardo Lander (Caracas:FACES/UCV/Unesco, 2000), 281-348.

    12. Jerome Friedman, JewishConversion, the Spanish PureBlood Laws and Reformation: ARevisionist View of Racial andReligious Antisemitism, TheSixteenth Century Journal18 (1987):3-29; Leon Poliakov, Geschichtedes Antisemitismus. Die Marranenim Schatten der Inquisition, vol. IV(Worms: Verlag Georg Heintz,1981), 67, 84, 170, 206 y 150.

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    eran principios que determinaban la inclusin y la exclusin en el marco del orden estamental.

    El honor se derivaba del linaje, del ocio y del estamento y operaba como capital simblico.

    Con todo, el honor no era innato, inmutable y perpetuo: deba ser custodiado y protegido. La

    honra no constitua una categora cerrada y poda ser variable: los criminales, los vagabundos,los magos, los verdugos, los sepultureros y las prostitutas, todo ellos eran percibidos como des-

    honrados por supuesto, sin olvidarnos de los herejes y los judos13.

    Los judos eran vistos como discpulos de una doctrina irracional, sin salida alguna, con-

    denada a la eternidad del inerno y como un pueblo deicida. Se tomaban adems como

    responsables de epidemias, de la profanacin de hostias y de asesinatos rituales, e incluso se

    estigmatizaban como encarnacin de la perdia, la usura y la traicin. En la Pennsula Ibrica,

    el antijudasmo medieval recrudeci cuando en las cortes de Zamora (1301), Valladolid (1322) y

    Madrid (1329) y en el concilio de Salamanca (1335) se presentaron numerosas peticiones para

    desbancar a las odiadas lites nancieras judas. Aunque los reyes protegan a los judos ofre-cindoles amparo al ser denidos como parte de sus propiedades, dicha relacin de proteccin

    y dependencia comenz a fenecer cuando, el 30 de octubre de 1377, el rey Enrique II (1334/5-

    1379) autoriz una serie de demandas antijudas en las cortes de Burgos. Fue ste un primer

    paso hacia la ocializacin de la exclusin de los sefardes, que desemboc en los motines de

    1391. En pocas palabras, los judos representaban un minora odiada, pero visible y controlada.

    Con todo, es evidente que las sociedades ibricas se caracterizan por una normatividad y unas

    prcticas judeofbicas, que obedeca al antijudasmo clsico de la Edad Media en Europa.

    Pero en Castilla a mediados del siglo XVse forj una doctrina singular en el contexto europeo:

    a partir de la articulacin del pensamiento genealgico con el antijudasmo, se congur el prin-cipio de la limpieza de sangre como una modalidad especca de exclusin, al diferenciarse de los

    procesos generales de segregacin de aquel entonces. Como consecuencia de los motines de 1391

    y, ms adelante, de la expulsin de los judos en 1492, se inici una ola de conversin religiosa de la

    minora juda. Su objetivo, a nales del siglo XIV, haba sido sobrevivir los motines medievales y, en

    las postrimeras del siglo XV, conservar su hogar y evitar la dispora sefard. A raz de este proceso

    de asimilacin forzosa acaeci un proceso de mimetizacin sociocultural. La otredad de los judos

    visible a travs de su atuendo, su vivienda, sus ritos religiosos y sus prcticas alimenticias

    pasaron a la invisibilidad. La invisibilidad signic llevar las prcticas culturales a la ilegalidad,

    a lo subalterno y a lo crptico; pero con el paso del tiempo, durante el siglo XVIII, el judasmo des-apareci progresivamente bajo el manto del cristianismo. Durante las conversiones entre 1391

    y 1492 los judos pasaron a ser cristianos, accediendo a nuevos privilegios,

    pero tambin a nuevas obligaciones. As, conformaron un nuevo grupo, en

    teora libre de ataduras antijudas, que se esforzaba por alcanzar nuevas13. Richard van Dlmen, Der EhrloseMensch. Unehrlichkeit und sozialeAusgrenzung in der Frhen Neuzeit(Kln: Bhlau, 1999), 1.

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    estructuras de poder. Este proceso de aculturacin suscit sospechas, envidias y un profundo

    miedo en la sociedad, debido a que los netos provenientes del judasmo ya no eran visibles y

    empezaban a hacer parte integral de la sociedad cristiana. Por consiguiente, se elabor una nueva

    denicin legal del judeoconverso para visibilizar aquello que ya no era visible: su pasado, esto es,su origen, rastreable solamente a partir de la sangre. Debido a los intentos de homogeneizacin

    cristiana, la pertenencia religiosa dej de ser motivo de exclusin, pero no as el origen religioso.

    Matizar lo anterior es importante porque, a pesar de los puntos de encuentro, los elementos

    de diferenciacin obedecan a lgicas dismiles. El argumento principal era el siguiente: en los

    cuerpos de los judeoconversos, pese a su pertenencia al cristianismo, la sangre juda tena una

    incidencia negativa sobre su moralidad y su conducta. La sangre de los netos inuenciaba

    su ser de tal forma que, siendo cristianos, segn los cristianos viejos, se seguan comportando

    como judos. Dicho de otra forma, la conexin entre las caractersticas de la sangre y la con-

    ducta se haba perpetuado e inscrito en el cuerpo cristiano cuando se evidenciaba un origenjudo. Sera prematuro hablar de un sistema de la limpieza de sangre totalmente consolidado

    para mediados del siglo XV,pues apenas se establecan sus fundamentos. Sobre la base de la

    sentencia-estatuto implementada en el Consejo de Toledo en 1449, se expulsaron catorce

    judeoconversos de sus ocios. La nueva norma, pronunciada en medio de una sublevacin

    urbana en contra de los impuestos reales, estipulaba lo siguiente:

    [] que los conversos de linaje de los judios, por ser sospechosos en la f de nuestro

    Seor e Salvador Jesuchristo, en la qual frecuentemente bomitan de lijero, judaizando,

    no pueden haber oficios ni beneficios pblicos ni privados tales por donde puedan

    facer injurias, agravios e malos tratamientos a los christianos viejos lindos14.

    Como se aprecia, el concepto de limpieza todava no emerge; en cambio, s el delindos. Segn Menndez

    Pidal y Antonio Domnguez Ortiz, el trmino lindo se puede entender como un antecedente conceptual de

    la limpieza, considerando que los trminos lindo y limpio se derivan de limpidus

    (que es en realidad impecable)15.En el ltimo tercio del siglo XV, muy probable-

    mente, se equipar lindo al concepto de limpieza. Cabe sealar que apenas era

    una categora jurdica incipiente, con crasas dicultades para ser realmente imple-

    mentada en el Concejo de Toledo. Pese a sus inconsistencias jurdicas, empezaba a

    operar un argumento de exclusin que no tomaba por objeto la pertenencia reli-giosa, sino el linaje religioso, con lo que se converta en un instrumento en contra de

    la asimilacin. Los estatutos de limpieza de sangre, pese a sus endebles bases jurdi-

    cas, se convirtieron en objeto de disputa, pero se difundieron progresivamente con

    el consentimiento tanto del rey como del Papa en variedad de instituciones. En las

    14. Antonio Martn Gamero ed.,Historia de la ciudad de Toledo(Toledo: Imprenta de SeverianoLpez Fando, 1862), quien edit la

    Sentencia que Pedro Sarmiento,asistente de Toledo, y el comnde la ciudad dieron en el ao 1449contra las conversos, 1036-1040;para la cita 1037.

    15. Antonio Domnguez Ortiz, Laclase social de los conversos en Cas-tilla en la Edad Moderna (Granada:Universidad de Granada, 1991),13, nota al pie 9.

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    instituciones que se implementaron los estatutos de limpieza de sangre, los aspirantes a cualquier ocio o

    benecio se deban someter a una investigacin genealgica para evidenciar que tenan sangre limpia,

    es decir, que no tenan antepasados judos o musulmanes. En otras palabras, la limpieza de sangre deni

    como objeto de discriminacin las minoras netas. Como se sabe, los estatutos se implementaron en algu-nas provincias como Guipzcoa (1482), Vizcaya (1511) y Villa de Espinosa de los Monteros16; en las rdenes

    religiosas, en los Colegios Mayores y Cabildos Catedralicios, as como en las rdenes militares, en la Casa de la

    Contratacin (1510) y, por supuesto, en el Santo Ocio de la Inquisicin. Para mediados del sigloXV, las con-

    versiones eran un hecho reciente por lo que el pasado genealgico era fcilmente rastreable. No obstante,

    dos y tres generaciones ms tarde, el pasado se haca cada vez ms difcil de reconstruir. As las cosas, se

    puede constatar un fenmeno de adaptacin, que hizo imprescindible no slo crear un sistema burocrtico

    de investigacin, que permitiera administrar el saber genealgico, vigilar y controlar, sino tambin visibili-

    zar la diferencia ms all de los imaginarios en torno a la sangre, la moral y el pasado.

    2. 2. CONTAGIO, HERENCIAYRAZA: DISCURSOSYCOTIDIANIDADESENESPAA

    Segn la doctrina cristiana, la verdad es una categora absoluta e incuestionable adems de

    una exigencia vinculante que no tolera desviaciones en cuestiones de fe. Los defensores de la lim-

    pieza transrieron este monopolio de la verdad, derivado del desmo, para justicar las normas

    y las prcticas de la limpieza de sangre. El cronista Andrs Bernldez (1450-1513), en el espritu

    dogmtico de la poca, caracterizaba a los judos con la perpetua ceguedad explicando por qu

    nunca quisieron dar el odo a la verdad; antes engaados por el falso libro del Talmud. Por ello,

    exiga la lea, que ser necesari[a] arder hasta non quede ninguno, e aun sus jos, los que era de

    veinte aos arriba; e si fueron tocados de la misma lepra, aunque tuviesen menos17.Las imagineras sobre el error y la perdia de los judos se construyeron a partir de la verdad

    cristiana y se compararon metafricamente con la lepra. As las cosas la lepra, aparte de ser una

    enfermedad real, se convirti en una metonimia para sealar la falta de creencia. Pero la metoni-

    mia no era algo inocente. Con ella se rescat el principio del contagio y de herencia de la impureza

    como algo real, tangible e incluso observable. La metonimia era realidad y

    ccin a la vez: la impureza de sangre no era lepra, esto era ccin, pero tam-

    bin realidad en la medida en que la impureza se heredaba segn las lgicas

    del contagio de una enfermedad. El contagio a partir de la herencia se expli-

    caba con el principio de la pureza levtica, mediante el principio del pecadoy se sustentaba adicionalmente a partir de una errtica interpretacin del

    pecado original y la crucixin de Jesucristo18.

    Antes de que se desarrollara la idea de la limpieza de sangre, las visiones

    sobre la herencia se desprendan de las teoras sobre las diferencias estamentales

    16. Se desconoce la fecha.

    17. Andrs Bernldez, Memorias del

    reinado de los Reyes Catlicos, eds.Manuel Gmez y Juan de MataCarriazo y Arroquia (Madrid: CSIC,1962), 103 y 251-252.

    18. Para profundizar los elementosteolgicos en la sustentacin dela limpieza de sangre, vase: MaxS. Hering Torres, Rassismus in derVormoderne, 133-156 y, Limpiezade sangre en Espaa,23-54.

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    heredadas por la sangre. Lo que llama la atencin es que en este contexto se

    utilizara un imaginario sobre la raza, sujeto a la poca y que operaba como

    sinonimia de linaje. En la obra Corvacho(1438), de Alfonso Martnez de Toledo,

    se seala que las virtudes y los vicios de un linaje estamental se heredan, sinimportar el contexto social. La inevitable conclusin del autor era que un labra-

    dor siempre ser labrador y un caballero siempre caballero sin importar si

    se educan en contextos sociales diferentes. Esto procura naturaleza; asy lo

    vers de cada da en los logares do byvieres, que el bueno e de buena rraa toda-

    va rretrae d viene, e el desaventurado, de vil rraa e linaje, por grande que

    sea e mucho que tenga, nunca rretraer synn a la vileza donde desciende19.

    Revelador es que raza en este pasaje se utilizaba como sinnimo de linaje y

    se relacionaba con la idea de herencia inmutable de virtudes o vicios que se

    naturalizaban a partir del origen. Independiente de este discurso, el humanistaAntonio Nebrija (1441-1522) consigna en su Diccionario(1495) signicaciones

    diferentes haciendo referencia apanni raritas, que traduce del latn al castellano

    con raa del pao, o sea una rareza o un defecto en los paos20.

    Si bien la palabra raza representa una variedad de signicados, por

    ahora no manifestaba un enlace con el imaginario de la limpieza de san-

    gre. Pero es importante constar que raza signicaba, en la segunda mitad

    del siglo XV, linaje y tambin defecto. A mediados del siglo XVI, en el con-

    texto de la limpieza de sangre, estas dos signicaciones se articularon para

    expresar la conceptualizacin sobre la herencia de un defecto, es decir, laherencia de la impureza genealgica, de un desperfecto, heredable como

    una enfermedad. En el debate llevado a cabo en el Cabildo Catedralicio de

    Toledo en 1547, en relacin con la implementacin de los Estatutos de la

    Limpieza de Sangre, el arzobispo Juan Martnez de Silceo indicaba: [...] se

    propuso un estatuto por nos Arzobispo de Toledo en esta Santa Iglesia en

    el cual se contena desde aquel da en adelante todos los Beneziados de

    aquella Santa Iglesia a Dignidades como Canonigos Razioneros Capellanes y

    clerizones fuesen xristianos Viejos sin raza de Judio ni de Moro ni hereges21.

    De la mano de lo anterior, se puede observar una simbiosis conceptualentre impureza y raza, porque el concepto de impureza slo poda exis-

    tir si exista un defecto en el linaje, heredable genealgicamente. En otras

    palabras, la raza representaba una sinonimia de impureza y, donde se cons-

    tataba limpieza, no exista defecto, no haba raza22.

    19. Alfonso Martnez de Toledo,Corbacho, o reprobacin del amormundano(Barcelona: Zeus, 1971[1438]), 59-60.

    20. Antonio Nebrija, Vocabularioespaol-latino(Madrid: Real Aca-demia de la Lengua, 1951 [1495]),f. LXXXVIr.

    21. Max S. Hering Torres, Rassismusin derVormoderne, 220-221.

    22. A manera de ejemplo, vase los

    siguientes pasajes documentalespara un apoyo emprico adicional:Raza en los linages se toman enmala parte, como tener algunaraza de Moro, o Judio. Sebastinde Covarrubias Orozco, Tesoro de lalengua castellana o espaola(Madrid:Luis Sanchez 1611), 896; Limpio: sidice taluolta in Spagna. Colui che Christiano vecchio, e che non hrazza, ne dependenza da Moro,ne Giudeo; raca: ne lignaggi, ofamiglie si piglia in mala parte, evale. Mala descenza como de Moro Giudeo. Lorenzo Franciosini Fio-rentino, Vocabolario espaol, e italiano,vol. II, (Rom: nella stamperia d. R.Cam. Apost. 1638); [] que son loslimpios Christianos viejos, sin raza,macula, ni descendencia, ni fama,ni rumor dello. Bartolom JimnezPatn, Discurso en favor del Santo yloable estatuto de la limpieza(Granada:Andres de Santiago Palomino,1638), f. 8; vn ministro de el Rey,Christiano viejo, sin raza, a quien sucalidad tenia en lugar merecido.Vicente da Costa Matos, Discursocontra los judos(Salamanca: Antonia

    Ramirez, 1631), 12 y En los linagesde Christianidad vieja inmemorial,como sabe que aya auido tantosHereges, como son los que tienealguna raza? Gernimo de la Cruz,Defensa de los Estatutos y noblezas espa-oles: destierro de los abusos y rigores delos informantes(Zaragoza: HospitalReal y General de nuestra Seora deGracia, 1637), f. 139.

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    Pero ms all de lo anterior, es importante sealar las dimensiones que adquira el imagi-

    nario sobre la mancilla de la raza. En la obstinacin por sustentar el sistema de la limpieza

    de sangre a nales del siglo XVIy en la primera mitad del siglo XVIIse extiende la signicacin

    de la impureza como signicacin corporal. Se encuentran armaciones sobre cmo la razapoda manchar, sobre cmo se hereda la impureza a travs de la leche de las nodrizas moriscas y

    judeoconversas, sobre las matrices impuras, sobre ujos menstruales y hemorroides como sn-

    tomas del origen impuro23. Castejn Fonseca incluso desarrollaba descripciones de la perdia

    juda y del carcter bullicioso inclinado a la negociacin, como una cuestin de origen y de

    carcter heredable. Incluso planteaba que las anteriores caractersticas se dejaban comparar

    con la herencia del veneno: [l]as inclinaciones proceden de los humores: estos recivimos de

    nuestro ascendientes, de qualquiera podemos recibir este veneno24.

    Lo anterior demuestra que las relaciones sociales se estructuraron por medio de la

    signicacin del cuerpo en trminos teolgicos, aristotlicos y humoral-patolgicos, con el n de construir colectividades diferenciadas. Es clave

    que el concepto irrefutable de la verdad cristiana se ampliara mediante

    la signicacin del cuerpo como sinonimia de la verdad, diferencindolo

    del antijudasmo tradicional de ese entonces, pero sin que adquiriera las

    dimensiones del antisemitismo del siglo XIXy XX25. Raza signicaba man-

    cha, linaje maculado, no representaba una categora de orden global.

    Ahora bien, el despliegue de la limpieza de sangre a nivel discursivo

    es una cosa, su signicacin social en la cotidianidad otra. Veamos un

    caso especco de principios del siglo XVIIpara ver cmo se manifestabanlas teoras del contagio, de herencia, de la impureza y de la raza en las

    prcticas cotidianas.

    El 11 de agosto de 1612, el presbtero Francisco Fernndez de Ribera

    se postul para desempearse como notario inquisitorial en Jodar, un

    pueblo a cuarenta kilmetros al oriente de Jan, ubicado en la jurisdic-

    cin del tribunal de la Inquisicin de Crdoba. As las cosas, tuvo que

    presentar su genealoga y pagar doscientos reales para iniciar las inves-

    tigaciones genealgicas. Los informadores viajaron a la regin para

    escrudiar el pasado del candidato, segn un interrogatorio preesta-blecido de once preguntas. A partir de este documento, se inquiri a

    mltiples testigos para establecer si conocan al aspirante y a su familia,

    si era hijo legtimo, si exista sentencia inquisitorial en su contra o en

    contra de algn familiar y cul era su pasado genealgico para poder

    23. Francisco Torrejoncillo, Centinelacontra Judos(Madrid: Julin deParedes, 1674), 12, 22; Juan dePineda, Treynta y cinco dialogosfamiliares de la agricultura cristiana,vol. I(Salamanca: Pedro deAdurca, 1589), f. 112; Pedro AznarCardona, Expulsin Justicada delos Moriscos Espaoles, Dividida endos Partes(Huesca: Pedro Cabarte,1612), . 20-21 y Juan de Quio-nes,Al illvstrissimo y Reverendis-simo Seor, Don Fray Antonio deStomayor, en Biblioteca Nacional,Madrid-Espaa, V. E. 8/16.

    24. Diego Castejn Fonseca, Primaciade la Santa Iglesia de Toledo, vol. II(Madrid: Diego Daz de la Carrera,1645), . 1026-1030.

    25. Segn Arendt, el antijudasmohace referencia a un odio reli-gioso y el antisemitismo a unodio que se distancia parcial-mente de lo teolgico y dene

    al judo como una raza inferior.Hannah Arendt, Elemente undUrsprnge totaler Herrschaft (Mn-chen and Zrich: Piper, 2003), 19;vase tambin Peter Herde, Vonder mittelalterlichen Judenfeind-schaft zum modernen Antisemi-tismus, en Geschichte und Kulturdes Judentums, eds. Karl-HeinzMller y Klaus Wittstadt (Wrz-burg: Schningh, 1988), 31.

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    comprobarsu limpieza. El ltimo aspecto se averiguaba mediante la siguiente pregunta si

    saben que el pretendiente y sus antecedentes familiares todos y cada uno de ellos an sido

    y son Christianos viejos, limpios, de limpia sangre, sin raa ni macula, ni descendencia de

    Iudios, Moros ni conversos, ni de otra secta nueuamente conuertidos, y por tales son auidosy tenidos, y comunmente reputados26.

    Los primeros veintisis interrogados declararon casi en su totalidad en contra del can-

    didato; slo dos se abstuvieron. Conforme a las declaraciones, se manifestaba que los

    antepasados del candidato haban desempeado ocios estigmatizados como viles y judos

    (sastrera, comercio, zapatera) y que algunos de ellos haban portado sambenito27. Adems,

    los testigos sealaban la ubicacin de la vivienda de los padres de Francisco, indicando la

    calle (Hornos) Franco, cerca a la capilla de San Andrs en Jan. Una precisin con fatales

    consecuencias, porque la capilla era la otrora sinagoga en medio de la antigua judera. Otro

    testigo, Diego de Orozco Godoy, recordaba que se escuchaba decir que sus familiares viajabana Oran a bisitar a un deudo suyo judio que se decia cansino, y que todos ellos eran notorios

    confesos. Otro declarante armaba que al bisabuelo materno, Alonso de Lucena, lo haban

    apodado cariquemaoa raz de una sentencia inquisitorial28. Sobre estas y otras acusaciones,

    el 18 de septiembre de 1612 se cerr el caso. El informador Martel de Viedna consignaba su

    parecer en contra del candidato: [] estos testigos [] dizen que esta gente no son limpios y

    la publica voz y fama es en esta ciudad que son conversos29. Solo faltaba esperar la sentencia

    del Santo Ocio, y en contra de cualquier expectativa, el candidato interpuso una apelacin

    denunciando las tensiones y los resentimientos entre su familia y las familias de los testi-

    gos. El argumento principal era que dos testigos contrarios a l haban solicitado la manode su hija, acompaando su peticin con regalos, pero sta haba sido

    declinada hecho que haba suscitado un profundo resentimiento.

    Adems, denunciaba que no slo el notario, sino el informador del caso,

    tenan nexos de amistad con sus enemigos. Esta imputacin estaba apa-

    rentemente sustentada, porque al informador encargado le retiraron el

    caso30. Debido a la destitucin todo pareca empezar de nuevo, pero cual-

    quier esperanza que hubiera tenido el candidato, se esfum.

    El 9 de octubre, el scal inquisitorial declaraba al aspirante confesso

    notorio por muchas partes y [] que debe ser castigado por su atreve-miento de que se puede presumir muy mal, por que es tanto confeso como

    le toca y tanta notoriedad parece imposible que el no supiese, y por la auto-

    ridad del Sacto Ocio parece que assi combiene31. Francisco Fernndez de

    Ribera no se resign y el 8 de diciembre de 1612 complement su apelacin:

    26. Informaciones genealgicas deFrancisco Fernndez de Ribera,en Archivo Histrico Nacional(AHN) Madrid-Espaa, FondoInquisicinCrdoba, leg. 5245, caja1, exp. 4, f. 3.

    27. AHNMadrid, Informaciones genea-lgicas,. 28-29, 35-37 y 50-51.

    28. AHNMadrid, Informacionesgenealgicas,. 8296.

    29. AHNMadrid, Informacionesgenealgicas, f. 56.

    30. AHNMadrid, Informacionesgenealgicas, f. 6.

    31. AHNMadrid, Informacionesgenealgicas, f. 96.

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    elabor preguntas crticas en contra de las versiones de los testigos, e incluso entreg una

    genealoga reconstruida por parte del alcalde de Jan. En ella y segn cuarenta y dos nuevos

    testigos el candidato era limpio de sangre. Su iniciativa fue prcticamente ignorada, y tambin

    cuatro aos despus al haber presentado toda clase de material probatorio (acta de bautizo,testamentos, etc.). El 23 de agosto de 1630, catorce aos ms tarde, un notario sealaba que el

    conjunto de los documentos no justicaba la reapertura del caso.

    Esta informacin prueba que la fama representaba un argumento maleable e incluso arbi-

    trario que, durante las declaraciones de los testigos, poda adquirir diferentes signicaciones. Es

    claro que para un grupo de testigos el candidato era puro, para el otro el aspirante tena raza,

    es decir, era impuro. La memoria colectiva no era constante en la medida en que estaba confor-

    mada por contenidos variables, manipulables y, en muchos casos, obedeca a lgicas grupales.

    En el dinamismo entre el sistema normativo, los discursos y la realidad social se conguraban

    nuevos espacios de agencia, que no correspondan necesariamente con las estructuras, porqueen la interaccin entre sujeto y norma se desplegaban nuevas prcticas, se construan nuevas sig-

    nicaciones y se perlaban diferentes ideas. Los individuos estaban sujetos a una normatividad

    estructurante, pero en la medida en que stos podan reproducir diferentes signicaciones, el

    sistema tambin poda desarrollar en la interaccin con el individuo nuevos efectos e impactos.

    La limpieza de sangre se trasluce en el marco estudiado como un racismo antijudo que

    opera con base en elementos conceptuales como el contagio, la impureza, la herencia y la raza

    como defecto del linaje. Estos principios discursivos, en la cotidianidad, se traducan como un

    sistema manipulable que exclua o inclua, segn la impureza o pureza del candidato fabricada

    por la voz pblica. No se exclua por la pertenencia religiosa, se exclua en razn de un origendel cual se tema se pudiese derivar un comportamiento inmoral debido a la impureza de la

    sangre, a la raza en la sangre. Con el giro racismo-antijudo se intenta rescatar el siguiente

    argumento. Es racista porque, a partir de imaginarios sobre el pasado, la herencia, el cuerpo y

    el contagio excluye y hace inferior en trminos operativos, y antijudo (no antisemita) porque

    su fundamentacin teolgica-aristotlica pertenece a una tradicin anterior a la modernidad.

    2. 3. IMPUREZAS, COLORESYCALIDADES: DISCURSOSYCOTIDIANIDADESENAMRICA

    En Amrica, al igual que en la Pennsula Ibrica, la impureza de sangre se aplic en contra

    de aquellas personas que se convirtieron al cristianismo. A pesar de esta analoga normativa,es indudable que en las colonias adquiri nuevas dimensiones prcticas y discursivas. La pre-

    sencia indgena, los esclavos y el proceso de mestizaje entre todos estos grupos, incluyendo al

    espaol, conllevaron a una metamorfosis que incluso incidi en la metrpoli. El clrigo bene-

    dictino y obispo de Pamplona, Prudencio de Sandoval (1553-1620), present una simetra entre

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    La limpieza de sangre. Problemas de interpretacin: acercamientos histricos y metodolgicos

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    la impureza de la sangre, la raza de los netos de Espaa y el color negro de la piel. En su obra

    Historia de la vida y los hechos del emperador Carlos Varmaba:

    Hizose en este ao de 1547 en la santa Iglesia de Toledo por orden de su Arobispo

    Don Ioan Martinez Silizco el santo y prudente estatuto, de que ninguno que tuuiesseraza de confesso pudiesse ser preuendado en ella. [] porque donde ay alguno de

    tan mala raza, pocas vezes la ay, que es tan maligna esta gente que vasta vno, para

    inquietar a muchos. Non condeno la piedad Christiana que abraza a todos; que erraria

    mortalmente, y s que en el acatamiento diuino, no ay distincion del Gentil Fal Iudio;

    porque vno solo es el Seor de todos. Mas [] quien podra negar, que en los descen-

    dientes de Iudios permanece, y dura la mala inclinacion de su antigua ingratitud y mal

    conocimiento, como en los negros el accidente inseparable de su negrura? 32.

    En su reexin histrica haca referencia a la implementacin de los estatutos de limpieza desangre en el Cabildo Catedralicio de Toledo, preconizada por su arzobispo, Silicio Martnez, un frvido

    apologista castellano de la limpieza de sangre a mediados del siglo XVI. Para esta poca, el arzobispo de

    Toledo haba utilizado el trmino raza por primera vez en el contexto de la limpieza, haciendo refe-

    rencia al linaje y a la negacin del acceso de los judeoconversos a ocios y benecios eclesisticos. As

    mismo, Prudencio Sandoval sealaba la reprobable moralidad de los conversos que, segn l, consti-

    tua una constante en el tiempo. A partir de esta apcrifa deduccin, el autor proyectaba el principio

    de inmoralidad y lo inscriba, por analoga, en la negrura, entendindola, en trminos aristotlicos,

    como accidente. De ah concluye [q]ue si bien mil vezes se juntan [los negros] con mujeres blancas,

    los hijos nacen con el color moreno de sus padres. Assi al Iudio no le basta por tres partes hidalgo,o Christiano viejo, que sola vna raza lo inciona, y daa, para ser en sus hechos de todas maneras

    Iudios daosos por estremo en las comunidades33. En virtud de lo anterior,

    el color negro oper no slo como una metfora de la servidumbre34, sino

    tambin como signicacin de amoralidad que permita visualizar el contagio,

    la impureza y el vicio del linaje como factores heredables. El poder colonial

    seal a los nativos plebeyos y a los africanos como fuente de impureza y perci-

    bi cualquier mezcla entre, y con ellos, en trminos negativos. La invisibilidad

    de la impureza en el contexto ibrico se comenz a visibilizar en las colonias

    a travs del cuerpo. Es importante rescatar que la nobleza indgena fue decla-rada pura y, en este sentido, fue equiparada con los cristianos viejos35. Pero no

    se debe olvidar que la nobleza indgena fue una lite minoritaria, aunque es

    evidente que la limpieza de sangre en el contexto hispanoamericano sufri un

    cambio importante al ser, slo en este caso, ligada con lgicas estamentales.

    32. Prudencio de Sandoval, Historiade la vida y los hechos del EmperadorCarlos V, Segunda Parte, lib. XXIX, XXXIX(Pamplona: BartholomeParis, 1614), f. 635.

    33. Prudencio de Sandoval, Historiade la vida, f. 635.

    34. James Sweet, The Iberian Rootsof American Racist Thought,The William and Mary Quarterly54(1997): 150.

    35. Mara Elena Martnez, The BlackBlood of New Spain: Limpiezade Sangre, Racial Violence, andGendered Power in Early ColonialMexico, The William and MaryQuarterly61: 3 (2004): 479-520.

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    Con todo, y exceptuando lo anterior, es claro que en Hispanoamrica la limpieza de sangre se articul

    con el color de la piel y tuvo un impacto sobre la mayora de la poblacin no blanca y sin privilegios.

    El concepto de raza en la Colonia signicaba, al igual que en Espaa, linaje. Y, al igual que all, en

    el Nuevo Mundo raza tambin implicaba tener un defecto, una tacha en el linaje. Pero, a diferenciade Espaa, la mcula no slo se demostraba a travs de la memoria y la calidad de una persona, sino

    a partir del color de la piel, (especialmente a nales del siglo XVIIy a lo largo del XVIII). Para demostrar

    lo anterior, no se pretende abarcar toda Hispanoamrica, sino limitarse a algunas referencias docu-

    mentales en el Virreinato de Nueva Granada. Por ejemplo, en 1766 Miguel Gmez Carranza se someti

    a una investigacin para comprobar su blancura. Uno de los testigos declaraba que lo conoca, que

    estaba casado con Mara Candelaria Bernardo y que ambos limpios de toda mala rasa, de Indio, negro,

    ni Mulato36. Al mismo proceso se haba sometido Antonio Prez a mediados del siglo XVIII. En Neiva,

    un testigo declaraba en 1757 que lo conoca de vista, trato y comunicazion y desde que vino a esta

    ciudad [] ha sido havido conocido y reputado por hombre blanco sin maculas ni mescla de mala rasaen su nasimiento y por tal fue admitido en el Colegio del Rosario de dicha ciudad de Santafe37.

    Lo no blanco se convirti en sinonimia de impureza; el blanco de pureza y de calidad. Es impor-

    tante rescatar que esta polaridad jerrquica entre el negro y el blanco, en trminos histricos, no

    se sobreentenda. En las lgicas medievales la blancura no tena una connotacin positiva, porque

    estaba asociada a la feminidad, a los castrati, a lo emtico e incluso a la impureza moral38. Es pro-

    bable que slo a partir de la experiencia colonial tarda, el espaol se haya empezado a imaginar

    como blanco. Durante la Edad Media lo ideal era tener colores equilibra-

    dos y mezclados, planteamiento que obedeca a la idea de balance humoral

    derivado de la medicina hipocrtica, segn la cual la salud y la belleza esta-ban condicionadas al equilibrio de los humores39.

    Sin embargo, esta lgica se quebrant con los nuevos sujetos colo-

    niales. Como resultado, se empez a consolidar la oposicin blanco no

    blanco, aunque lo no blanco abarcaba un amplio caleidoscopio de colores:

    pardo, negro, bermejo, moreno, loro, leonado, membrillo, cocho, tri-

    ciado, amarillo, etc. Debido a la gran variedad cultural y fenotpica de la

    poblacin, se conguraron estrategias de diferenciacin y control. Por un

    lado, se elaboraron nomenclaturas sociales y fenotpicas que permitan

    inscribir a las personas en un orden social jerarquizado a partir del con-cepto de casta (lo anterior se aprecia tambin en los cuadros de castas

    del siglo XVIII40). Por el otro, segn la ubicacin social y el color de la piel,

    se deba atender diferentes lgicas en el pago de impuestos: mientras el

    indio deba pagar tributo, el mestizo no lo haca, pero s estaba obligado

    36. Archivo General de la Nacin(AGN), Fondo Genealogas, vol.II,caja 66, . 901-913.

    37. AGN, Genealogas,leg. 5, d. 29, .680-681r.

    38. Wulf Hund, Die weie Norm.Grundlagen des Farbrassismus,en Cuerpos Anmalos, ed. Max S.Hering Torres (Bogot: EditorialUniversidad Nacional, 2008),171-204.

    39. Valentin Groebner, Haben

    Hautfarben eine Geschichte?Personenbeschreibung und ihreKategorien zwischen dem 13. unddem 16. Jahrhundert, Zeitschriftfr Historische Forschung30: 1(2003): 1-18.

    40. Ilona Katzew, Casta Painting:Images of Race in EighteenthCentury Mexico(New Haven: YaleUniversity Press, 2004).

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    a asumir impuestos; los blancos (peninsulares y criollos) accedan en teora a toda clase de

    ocios y benecios y, aunque no pagaban tributos reales, s asuman impuestos comerciales

    y pagaban diezmos eclesisticos.Adems, se fragu una cartografa segregacionista segn la

    cual, similar a las juderas y moreras peninsulares, se construa una divisin espacial entreRepblica de indios y Repblica de espaoles. Ante el mestizaje, considerado en los siglos XVI

    y XVIIcomo ilegtimo, y ante la dicultad de clasicar las distintas deniciones de castas, en la

    colonia tarda se diluyeron parcialmente todas estas delimitaciones simblicas, econmicas,

    sociales, fenotpicas y de diferentes grados de pureza e impureza. As entonces, se implement

    la expresin libres de todos los colores para agrupar a aquellos que haban accedido a la

    libertad y eran considerados como mestizos, zambos, mulatos y pardos. La libertad era un bien

    exclusivo, en un inicio reservado a los espaoles y sus descendientes, pero tambin adquirida

    por los libres de todos los colores mediante mestizajes prohibidos, migraciones, desarrai-

    gos y por su compra o concesin voluntaria del amo41. Fue este grupo quin desde la coloniatarda demand bienes pblicos, educacin y poder, espacios reservados a los peninsulares y

    a los criollos. Tales intentos de movilidad social ascendente fueron obs-

    taculizados mediante barreras estamentales, econmicas y de prestigio,

    pero tambin sobre la base de los requisitos de la limpieza de sangre. La

    soberbia, la avaricia y la pereza eran vicios atribuidos al carcter impuro

    de los indgenas no nobles, los africanos, los mestizos y a la amplia cate-

    gora de libres de todos los colores. El negro y su impacto en el proceso

    de hibridacin estuvieron especialmente asociados con la inferioridad,

    la impureza, los vicios y la falta de moral. De hecho, las mujeres esclavas,libres, indgenas o mestizas que amamantaban a los criollos eran consi-

    deradas como una fuente de regresin al salvajismo, ya que por medio de

    la leche se transmitan, segn los esquemas mdicos y teolgicos de la

    poca, las inclinaciones morales42.

    En la sociedad colonial, la operacin simblica ms importante de lo

    pblico cotidiano era el reconocimiento que se daban unos vecinos a otros.

    Es por eso que a los principios de pureza, raza y color de piel se debe sumar

    el aspecto de la calidad. La calidad era la valoracin social de un individuo

    dentro de una jerarqua de signicados sociales y valores, de acuerdo consu persona, su juicio y su circunstancia43. Estas nociones correspondan a

    los valores de la sociedad estamental peninsular, basadas en el honor, la

    pureza y el linaje, y fueron aplicadas al Mundo Colonial. Segn el jurista

    Juan Solrzano y Pereyra (1575-1655), los criollos conservaban su calidad en

    41. Margarita Garrido, Libresde todos los colores en NuevaGranada: Identidad y obedien-cia antes de la Independencia,en Cultura poltica en los Andes(1750-1950), eds. Cristobal Aljovnde Losada y Nils Jacobsen (Lima:Universidad Nacional Mayor deSan Marcos, 2007), 249.

    42. Bernard Lavall, Del indiocriollo: evolucin y transforma-cin de una imagen colonial,en La imagen del indio en la EuropaModerna(Sevilla: CSIC, 1990), 319-342; Max S. Hering Torres, Sabe-res mdicos- Saberes teolgicos:de mujeres y hombres anmalos,en Cuerpos Anmalos, 117.

    43. Magali Carrera, Imagining Identityin New Spain: Race, Lineage, andthe Colonial Body in Portraiture andCasta Paintings(Austin: Universityof Texas Press, 2003), 4-5; JuanFelipe Hoyos y Joanne Rappaport,El mestizaje en la poca colonial:un experimento documentala travs de los documentos deDiego de Torres y Alonso de Silva,Caciques mestizos del siglo XVI,Boletn de Historia y Antigedades94: 837 (2007): 302.

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    la sangre a pesar de haber nacido en el Nuevo Mundo44; dicho de otra forma, la calidad era here-

    dable. Aunque la calidad tambin estuviera ligada a imaginarios sobre la herencia, no se limitaba

    a stos y dependa de otros agentes, por ejemplo, la performanciasocial, que nos puede ayudar a

    entender la cultura como escenicacin45

    , es decir, la calidad se deba poner en escena a travsde la conducta social y el buen renombre. Los individuos deban tener sano juicio y discrecin,

    no haber sido difamados por personas descomulgadas y otros vicios notables, ser hombres de

    buena fama y sujetos con bienes de fortuna. La calidad de las personas en la Colonia tena

    una dimensin amplia y estaba ligada al comportamiento pblico, decente, mesurado y honesto,

    acreditado en razn del distanciamiento del vicio y del comportamiento lascivo. La calidad se

    escenicaba mediante el comportamiento, la vestimenta, lo econmico, la vivienda, el ocio y la

    socializacin, e incluso el consumo de aguardiente, tabaco, chocolate, las estas y los funerales46.

    A raz de las nuevas ideas de la Ilustracin, las lgicas de diferenciacin adquirieron nuevos

    matices mediante aspectos como la civilizacin y el progreso, pero integrados al lenguaje colo-nial. En el Virreinato de la Nueva Granada, despus de la rebelin comunera de mediados de

    1781, el capuchino Joaqun de Finestrad escribi la obra El vasallo Instruido (1789), dedicada

    al Virrey Francisco Gil y Lemos. Con el nimo de denotar la variedad poblacional del reino,

    armaba: [] como es vario el nacimiento de las criaturas, lo es tambin

    el carcter que les ilustra o envilece. Adems sealaba que los espaoles

    y sus hijos representan el ms distinguido carcter en el pueblo ameri-

    cano, glorindose de ser originarios de la Europa. A sus ojos, exista otra

    clase de gentes que se llaman blancos porque la misma naturaleza no

    los quiso envilecer con el lunar ignominioso que lleva consigo la sangrede negro, zambo, mulato y otra casta de gentes, exceptuando a los indios

    puros47. Y, ms adelante, detallaba la variedad del mestizaje armando:

    Otra casta de gentes hay que se alimentan con la sobrada embria-

    guez y ociosidad, amigos de la libertad desenfrenada, sin ninguna

    aplicacin al cultivo de las tierras ms frtiles y pinges. Semejantes

    a los rabes y africanos que habitan los pueblos meridionales, tales

    son los indios, los mulatos, los negros, los zambos, los saltoatrs,

    los tente en el aire, los tercerones, los cuarterones, los quinterote y

    cholo o mestizos. Los que tiene sangre de negro y blanco se apelli-dan mulatos; los de mulato y negro, zambos; los de zambo y negro,

    saltoatrs; los de zambo y zamba, tente en el aire; los de mulato y

    mulata, lo mismo; los de mulato y blanca; tercern; los de tercern

    y mulata, saltoatrs; los de tercern y blanca, cuartern; los de

    44. Juan Solrzano y Pereyra, PolticaIndiana, tomo I(Madrid: Funda-cin Jos Antonio Castro: Turner,1996 [1647]), 609.

    45. Erika Fischer-Lichte, Einlei-tung, en Theatralitt als Modellin den Kulturwissenschaften,eds.Erika Fischer-Lichte et al. (Tbin-gen: Francke, 2004), 7.

    46. Max S. Hering Torres, Color,pureza, raza: la calidad de lossujetos coloniales, en La cuestincolonial, ed. Heraclio Bonilla(Bogot: Norma, 2011). SantiagoCastro-Gmez, La Hybris del puntocero. Ciencia, raza e ilustracin en laNueva Granada (1750-1816)(Bogot:

    Ponticia Universidad Javeriana,2005), 81-89.

    47. Joaqun de Finestrad, El vasalloinstruido en el estado del NuevoReino de Granada y en sus respec-tivas obligaciones, transcripcine introduccin de MargaritaGonzlez (Bogot: UniversidadNacional de Colombia, 2000[1789]), 134-135.

    HISTORIACRITICANO. 45, BOGOT, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE2011, 244 PP. ISSN 0121-1617 PP32-55

    La limpieza de sangre. Problemas de interpretacin: acercamientos histricos y metodolgicos

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    cuartern y blanca, quintern; los de quintern y blanca, espaol, que se reputa fuera

    de toda raza de negro48.

    El capuchino propona proyectos econmicos para promover el progreso y hacer orecer elVirreinato de la Nueva Granada. En este contexto planteaba una estratagema para forjar hom-

    bres tiles, mejorando la educacin, fomentando la productividad de las minas, recogiendo a

    los vagos y elaborando padrones para una mejor vigilancia, entre otros. Sin embargo, todo lo

    anterior sera insuciente si no se recurra a civilizar a los indios, extrayndolos del msero

    estado de su inutilidad. Para el autor era necesario arrancar de raz la causa de su brutalidad,

    inaccin y ociosidad, que dena como manantial perenne de embriaguez y otros vicios. Sus

    observaciones, sin embargo, no se limitaban a estas valoraciones; tambin propona injertar-

    los para que insensiblemente se acabe su casta y pasen al estado de zambos y mulatos49.

    La idea era preconizar el mestizaje, para evitar que siempre fueran indios y vivieran porsiempre con sus pasiones naturales. Como se hace evidente, en la colonia tarda y bajo la

    inuencia de proyectos ilustrados, el mestizaje haba pasado de ser una fuente de impureza a

    ser un mecanismo de asimilacin cultural con el objetivo de civilizar y domesticar la brutali-

    dad, la inaccin y la ociosidad que se inscriban en el cuerpo y carcter indgena. De ah que el

    blanqueamiento la bsqueda de un mejor estatus a travs de casamientos con personas ms

    blancas se convirtiera en un paradigma de conducta para evitar la impureza del color o del

    linaje. En este contexto, en la colonia se haba pasado de un determinismo de contagio a un

    determinismo civilizatorio con el cual se pretenda homogenizar la poblacin bajo un patrn,

    el patrn de la blancura.La sociedad colonial estaba marcada por una rgida estraticacin de castas con un

    lenguaje claro de la diferencia: una diferencia inscrita en el cuerpo y en su escenicacin

    cultural. Sera prematuro armar que el saber de la colonia tarda construy un orden racial

    en trminos modernos, pero indudablemente es posible hablar de una jerarquizacin de la

    sociedad a partir de la trada conceptual entre color, calidad y raza. La limpieza de sangre

    peninsular haba sido un dispositivo en contra de la asimilacin cultural de los judeoconver-

    sos y ms adelante de los moriscos, sustentado en el pasado genealgico y las signicaciones

    de la sangre la impureza, el contagio. Aunque en la Pennsula Ibrica se intentaron inventar

    y aplicar los factores fenotpicos como parte del sistema de limpieza de sangre (circuncisin,hedor, ujos), no fueron tan decisivos. En cambio, en las colonias la trada conceptual raza,

    calidad y color conllev a somatizar y exteriorizar la impureza a tra-

    vs de la piel y la performancia social. La limpieza de sangre haba sido

    en Espaa un mecanismo contra la asimilacin cultural, perpetuando el48. Joaqun de Finestrad, El vasallo,

    134-135.

    49. Joaqun de Finestrad, El vasallo, 167.

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    origen religioso a partir de la antinomia pureza / impureza. En Amrica, en sus inicios, haba

    tenido la misma funcin, pero en la medida en que se intensic el mestizaje, las divisiones

    genealgicas y fenotpicas se volvieron obsoletas y por tanto se opt por blanquear, pero bajo

    la condicin del progreso y la civilizacin.A pesar de las diferencias transatlnticas, en los dos casos la limpieza de sangre repre-

    senta un instrumento manipulable de poder que condicionaba la movilidad social ascendente

    y la investidura de cargos tanto pblicos como eclesisticos. Mediante la limpieza de san-

    gre no slo se construyeron nuevos axiomas de la honra; tambin se construyeron fronteras

    imaginarias de carcter simblico e imaginado entre puros e impuros, entre superiores e

    inferiores. A travs de la construccin de estas categoras binarias se min el impacto de inte-

    gracin del bautismo, en la medida en que el origen, la herencia y el cuerpo operaron como

    plataforma de integracin o exclusin. Concluimos entonces que a partir de un antijudasmo-

    racial peninsular, la limpieza de sangre en las Amricas se convirti en una estrategia deracializacin colonial, porque codic las relaciones sociales de forma jerrquica mediante

    smbolos corporales y culturales.

    REFLEXIONESTERICO-METODOLGICAS

    A continuacin se ofrece una abstraccin a nivel terico y metodolgico con el nimo de

    aterrizar algunas reexiones tiles para la investigacin histrica de los racismos.

    Diferencia entre racismos y exclusin: en una gran variedad de estudios histricos no es clara

    la diferencia entre exclusin y racismo. La exclusin hace referencia a un

    mecanismo general de mltiples formas de segregacin. Por tanto, losracismos son una especicidad de sta. No obstante, su particularidad

    no niega su vnculo inherente a la exclusin: su relacin y articulacin se

    establece de forma circular entre una modalidad general y una variante

    especca que se retroalimentan constantemente y se diferencian a la

    vez. El racismo es una teora sobre la diferencia biolgica50, aunque lo

    biolgico tambin se construye mediante el lenguaje, contextos y sig-

    nicaciones culturales51y, por tanto, lo biolgico es una simple realidad

    imaginada. En palabras de Philomena Essed: racism must be unders-

    tood as ideology, structure and process in which inequalities inherent inthe wider social structure are related, in a deterministic way, to biolo-

    gical and cultural factors attributed to those who are seen as a dierent

    race or ethnic group52. Entonces, una de sus tantas caractersticas es

    la valoracin biolgica-cultural en detrimento de la vctima y, en varios

    50. Albert Memmi, Rassismus(Ham-burg: Europische Verlagsanstalt,1992), 165.

    51. Donna Haraway, Simians,Cyborgs,and Women. The Reinvention ofNature(New York: Routledge,1991), 197-201.

    52. El racismo debe ser entendidocomo una ideologa, como unaestructura y como un proceso

    donde las desigualdades, inhe-rentes a una amplia estructurasocial, se relacionan de formadeterminada, con factoresbiolgicos y culturales atribuidosa aquellos que se perciben comorazadiferente o grupo tnico(traduccin del autor). Philom-ena Essed, Understanding EverydayRacism: An Interdisciplinary Theory(London: Sage, 1991), 43.

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    casos, en detrimento de sus antepasados y/o futuras generaciones53. No obstante, se debe

    aclarar que los determinismos pueden ser variables: existen determinismos de contagio, de

    herencia, climticos e incluso civilizatorios, es decir aquellos que prometen igualdad siempre

    y cuando se renuncie, por ejemplo mediante el blanqueamiento, a caractersticas corporalesy culturales. Los racismos encarnan amalgamas argumentativas, que construyen conexiones

    seudocausales entre caractersticas corporales, reales o cticias, y caractersticas mentales y

    sociales. Los racismos son una de las tantas herramientas de la inferiorizacin, pero tambin

    son un mtodo, bien sea en contra de la asimilacin cultural, o bien a favor de la asimi-

    lacin forzosa. Durante los procesos de racializacin se estructuran las relaciones sociales,

    mediante cdigos corporales y culturales para construir colectividades diferenciadas, hecho

    que conlleva a naturalizar las diferencias y las relaciones sociales. El adjetivo biolgico se

    convierte en un elemento que permite rescatar la especicidad de los racismos. No obstante,

    para el estudio histrico del racismo tambin puede ser motivo de confusin, en tanto noexiste claridad sobre el signicado de biolgico. Para algunos acadmicos, lo biolgico

    puede implicar un referente moderno, entendido como un saber disciplinar y cientco del

    siglo XIX. Sin embargo, al utilizar el giro biolgico, tambin se puede hacer referencia a

    una idea sobre la diferencia como algo que se hereda mediante el cuerpo, la sangre y el

    espritu; lo biolgico puede sealar un proceso mediante el cual se inscriben signica-

    dos diferenciales en el cuerpo. En este sentido, las doctrinas e imaginarios sobre el cuerpo

    humano se pueden sustentar mediante las ciencias naturales de la modernidad, pero tambin

    desde planteamientos teolgicos, aristotlicos y patolgico-humorales, esto es, desde una

    fusin entre la teologa y la medicina tpica de los siglos XVIy XVII. No envano se habla en la limpieza de sangre de contaminados y contaminan-

    tes, sobre la impureza de la leche de las nodrizas moriscas, conversas y

    mulatas, sobre matrices impuras, sobre el acto de la concepcin como el

    momento en el cual se hereda la sionoma y la moralidad; no en vano

    se habla de hedores del cuerpo y de deformidades, signicaciones cor-

    porales de las que se deriva la falta de moralidad de los impuros, de

    aquellos que tienen raza.

    Verdades y smbolos: es importante sealar que los racismos no son ope-

    rativos sin imaginarios sobre la verdad. Bajo este prisma, es claro que enlos racismos la signicacin biolgica se convierte en una sinonimia de

    verdad, porque ayuda a justicar procesos de naturalizacin de forma de-

    nitiva. La verdad necesita axiomas para ser construida, en muchos casos

    a partir de la autoridad y/o la supuesta evidencia. stos a su vez residen

    53. Basndose en los estudios degnero, Peter Wade tambinevita una diferenciacin tajanteentre biologa y cultura y preerehablar de artefactos cultura-les aunque compartimos loanterior, en muchos casostambin puede ser til matizar laspretendidas motivaciones de laracializacin, es decir, se racializa

    con base en las prcticas cultu-rales y/o mediante el imaginariosobre caractersticas innatas alcuerpo? Peter Wade, Afterword.Race and Nation in Latin America:An Anthropological View, enRace and Nation in Modern LatinAmerica, ed. Nancy Appelbaum,Ane Macpherson, and Karin Rose-mblatt (Londres: The University ofNorth Carolina Press), 272.

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    en el empirismo cientco, que conllevaron a la formulacin de teoras modernas, como por

    ejemplo la craneometra, la eugenesia, las teoras de la recapitulacin y el poligenismo, etc. Sin

    embargo, antes de la modernidad existieron otros regmenes de verdad, sobre todo a partir

    de la autoridad bblica, el aristotelismo y planteamientos genealgicos, metafsicos, metafricos,imaginarios o smbolos sobre el cuerpo que en su contexto representaron realidades. En este

    sentido, Paul Tillich ha hecho un aporte muy interesante al hablar sobre el poder-ser del sm-

    bolo (Seinsmchtigkeit des Symbols), planteamiento que se puede aprovechar analticamente para

    el anlisis de las metforas como fuentes de verdad. De esta forma podemos cuestionar la ciencia

    de los siglos XIXy XXcomo condicin sine qua nonpara hablar de racializacin y, as, tal vez sea

    posible prestar atencin a las formas como se construyeron las supuestas verdades tiles para la

    racializacin antes de la modernidad.

    Abrir perspectivas histricas: investigar los racismos antes de la modernidad no implica con-

    siderarlos como categoras dadas, de carcter ahistrico y omnipresente en la historia de lahumanidad. Un anlisis histrico debera intentar todo lo contrario: sealar su historicidad en

    aras de rescatar su variabilidad conceptual y su polisemia. La raza y el racismo no son constantes

    antropolgicas, tampoco esencialismos; por el contrario, son polimorfos, obedecen a sistemas,

    teoras o prcticas supremamente dctiles. La unicidad conceptual e histrica del racismo es slo

    una ilusin teleolgica. En este sentido, es provechoso referenciar el estado del arte y sealar

    cmo los racismos han sido estudiados en plural, en diferentes temporalidades y esferas sociales.

    Wodak y Reisigl hacen este ejercicio basndose en los aportes elaborados desde diferentes disci-

    plinas: racismo de la cotidianidad, racismo institucional, racismo cientco, racismo biolgico,

    protorracismo, racismo viejo, racismo institucional, neorracismo, racismo diferencial, etc.54. Entanto construccin, raza ofrece variados contenidos signicativos en la historia, dependiendo

    de las esferas sociales y el contexto geogrco. De ah que los mltiples conceptos de raza y

    la exibilidad de los racismos no son reejo de la naturaleza, sino el resultado de reexiones y

    prcticas que han inscrito en el cuerpo signicados biolgicos55, naturales y culturales, enten-

    diendo la cultura no como algo inocente, sino como un inicuo dispositivo de poder.

    A la luz de lo anterior, mi propuesta epistemolgica es la siguiente: estudiar el racismo en

    plural ayuda a sealar su variabilidad, no slo sincrnica sino tambin

    diacrnica. Para evitar malentendidos: estudiar los racismos en plural no

    tiene como objetivo equiparar; una comparacin debe tener en cuentadiferencias y similitudes. Para lograrlo puede ser til considerar dos

    pasos metodolgicos ntimamente relacionados: el primero no tiene sen-

    tido sin el segundo y viceversa. (1) A lo largo de un anlisis histrico de

    los fenmenos racistas, por denir, extraer su denominador comn de

    54. Ruth Wodak y Martin Reisigl,Discourse and Racism: EuropeanPerspectives,Annual Review ofAnthropology28 (1999): 175-199.

    55. Wulf Hund, Inclusion and Exclu-sion: Dimensions of Racism, enWiener Zeitschrift zur Geschichte derNeuzeit, eds. Max S. Hering Torres

    y Wolfgang Schmale, ThemenheftRassismus 1 (2003): 6-19.

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    carcter operativo. Esto signica, por ejemplo, indagar cmo operan los principios sobre los

    determinismos, sustentados en un rgimen de la verdad, como algo que garantiza que la otre-

    dad sea heredable e inmutable. En este sentido, el anlisis de la operatividad nos lleva a develar

    la utilidad de un sistema, de una doctrina o una prctica. Este paso se aplica con la nalidadde investigar y reconstruir analogas y paralelismos histricos para evidenciar eslabones de

    continuidad, pero solamente en trminos de operatividad; y (2) con base en lo anterior, dicho

    denominador comn se debe diferenciar segn su contexto histrico para establecer histri-

    camente las discontinuidades y discrepancias entre los discursos racistas que representan el

    objeto de anlisis. Este ltimo paso implica estudiar la signicacin, las formas como fueron

    construidas las empresas de racializacin, los monopolios de la verdad implementados para

    ser incuestionables, los mtodos de comprobacin y su incidencia sobre la realidad social y

    la cotidianidad. A travs de este mtodo de indagacin histrica, los procesos de racializacin

    en un eje de larga duracin se dejan reconstruir para enfatizar sus diferentes valencias56, suvariabilidad y sus articulaciones con las relaciones de poder.

    Con el nimo de captar el problema de continuidades y discontinuidades, tal vez sera til

    implementar periodizaciones mediante el concepto de capas de signicados, derivado de

    Koselleck57. Cada capa conceptual se podra concebir como un marco histrico exible y per-

    meable, geogrco y epistemolgico que encierra unas prcticas e imaginarios determinados,

    sin necesariamente representar unidades cronolgicas aceptando sus puntos de encuentro e

    interdependencias, sus articulaciones, pero tambin sus contradicciones, sus vacios y su falta de

    nexos. Como los rizomas, las capas de signicado tienen rupturas, representan multiplicida-

    des, tienen diferentes dimensiones y pueden representar unidades, abiertas o cerradas, con unaexistencia propia. En conclusin, es posible que a partir de esta propuesta se pueda cuestionar

    el racismo como un proceso lineal (de la limpieza al Holocausto), sin diferenciaciones histricas

    (racismo de la modernidad igual al racismo colonial), pero tambin permita

    revisar aquellas posturas que niegan cualquier forma de racializacin antes

    de la modernidad. Solo as podremos historizar las diferentes manifestacio-

    nes de la raciliazacin, entenderlas y en lo posible deconstruirlas.56. Mara Elena Martnez, Genealo-

    gical Fictions. Limpieza de Sangre,Religion, and Gender in ColonialMexico(Stanford: StanfordUniversity Press, 2008), 11; MaxS. Hering Torres, Rassismus in der

    Voroderne, 250.57. Reinhart Koselleck, Vergangene

    Zukunft. Zur Semantik geschichtli-cher Zeiten (Frankfurt am Main:Suhrkamp, 1995), 125; vasetambin Reinhart Koselleck,Zeitschichten. Studien zur Historik.Mit einem Beitrag von Hans-GeorgGadamer (Frankfurt am Main:Suhrkamp, 2000), 19-26.

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