Libertad y Disciplina Montessori

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LIBERTAD Y DISCIPLINA Visión Montessoriana

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Notas sobre el tema según la filosofía Montessori

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LIBERTAD Y DISCIPLINA

Visión Montessoriana

LIBERTAD Y DISCIPLINA -Visión Montessoriana

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INDICE

Introducción 2

Visión Montessoriana 3

Relación entre libertad y disciplina a nivel social:

la naturaleza se manifiesta (desarrollo de conceptos) 4

Libertad y disciplina en un Ambiente Preparado: Casa de los Niños

Diversos puntos que la propician 11

El niño en situación de caos 15

Obediencia y voluntad. Libertad 17

La educadora montessoriana y la disciplina 19

Conclusión 20

Bibliografía 21

LIBERTAD Y DISCIPLINA -Visión Montessoriana

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Introducción

La libertad (del latín: libertas, -ātis) es la capacidad de la conciencia para

pensar y obrar según la propia voluntad de la persona pero en sujeción a un

orden o regulación más elevados.

Según las acepciones en el diccionario de la RAE, el estado de libertad define

la situación, circunstancias o condiciones de quien no es esclavo, ni sujeto, ni

impuesto al deseo de otros de forma coercitiva. En otras palabras, aquello que

permite a alguien decidir si quiere hacer algo o no, lo hace libre, pero también

responsable de sus actos en la medida en que comprenda las consecuencias de

ellos. Pues la libertad implica una clara opción por el bien y el mal, solo desde

esta opción se estaría actuando desde la concepción de la Teleología.

El fundamento metafísico de la libertad interior es una cuestión psicológica y

filosófica. Ambas formas de la libertad se unen en cada individuo como lo

interno y lo externo de una malla de valores, juntos en una dinámica de

compromiso.

De aquí hay dos puntos que es necesario resaltar como antecedente de lo que

se desarrollará en este ensayo:

- la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según la propia

voluntad de la persona pero en sujeción a un orden

- responsable de sus actos en la medida en que comprenda las

consecuencias de ellos.

Habiendo definido el primer término que nos ocupa en este documento,

encontremos el sentido de la palabra que lo acompaña.

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La definición de disciplina en su forma más simple es la coordinación de

actitudes, con las cuales se instruye para desarrollar habilidades, o para seguir

un determinado código de conducta u orden. Un ejemplo es la enseñanza de

una materia, ciencia o técnica, especialmente la que se enseña en un centro

docente, en donde el que aprende se convierte en discípulo, por lo que

disciplina también designa con frecuencia una ciencia en particular o un

campo del saber.

A menudo, el término disciplina puede tener una connotación negativa. Esto

se debe a que la ejecución forzosa de la orden —es decir, la garantía de que

las instrucciones se lleven a cabo— puede ser regulada a través de

una sanción. También puede significar autodisciplina, en el sentido de

"hacerse discípulo de uno mismo", es decir, responder con actitudes y en

conducta a comprensiones e ideales más altos, por propia decisión.

Visión Montessoriana

Montessori ve la libertad y la disciplina como dos factores esenciales que se

refieren a las capacidades internas que el ser humano tiene para hacer

elecciones y auto controlar su comportamiento. Por lo tanto, el niño es capaz

de elegir, actuar y reaccionar a las consecuencias de sus actos en conciencia de

acuerdo y conforme su desarrollo emocional y psíquico vaya evolucionando.

El adulto preparado es capaz de ayudar al niño en este proceso.

María Montessori define la libertad como una consecuencia de los efectos que

causan las pautas que van desarrollando la personalidad del niño según se

vaya dando su evolución. Es decir, que el desarrollo es activo pues se

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construye a través de experiencias que el trabajo diario van dejando huella en

la personalidad del niño.

Entonces, la libertad se va adquiriendo poco a poco, a lo largo de la vida. El

niño va dándose cuenta de que es un privilegio del que gozará a medida que

vaya conquistándola, mientras más vaya madurando su conciencia, mayor será

su auto control y por lo tanto, mayor libertad podrá tener; es decir, se dará

cuenta de que a medida que sus elecciones –resultado de la libertad de la que

goza, sean positivas, mayor será el campo de acción en el que podrá elegir qué

hacer. No será una elección forzosa, sino una elección que nazca del deseo de

hacer.

Relación entre libertad y disciplina a nivel social: la naturaleza se

manifiesta

Desarrollemos estos conceptos, enfocándonos en los niños del primer plano.

Ya se ha leído que la libertad se va adquiriendo poco a poco, a medida que la

elección de los actos sea positiva. Pero para que pueda ser positiva, es

necesario encaminar cada uno de esos actos dentro de los márgenes marcados

por las reglas de ética que marca la sociedad en la que el niño se desarrolla –es

aquí en donde entra la adaptación, pues irá conociendo los códigos de

conducta apreciados y considerados socialmente aceptables. Actuar dentro de

esos códigos marca la disciplina. El niño, por amor a la libertad, acepta la

disciplina.

En el libro Educar para un mundo nuevo, María Montessori escribe: “La

naturaleza hace de la libertad una norma de vida – la elección entre ser libre o

morir - . Hoy, la naturaleza nos brinda una herramienta para interpretar nuestra

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vida en sociedad mediante la observación del niño, que es el espejo de la

realidad.”

Entonces, realmente la naturaleza del hombre es ser libre, le ha sido otorgada

la libertad como herramienta para poder desarrollarse de acuerdo a sus

necesidades internas, sin embargo, es necesario poder auto controlarse para

que esos deseos o necesidades no sobrepasen los límites que pudieran hacer

daño a quienes conviven con él.

Es entonces que la disciplina es invitada a la construcción del hombre y el

niño comprende que es ese código de conductas, el que le ayudará a

desarrollarse libremente.

Podrá adquirir un grado superior, su personalidad se verá enriquecida en la

medida en la que una ese orden, el código de conductas, con su voluntad, auto

regulará y auto controlará sus deceso, por amor a la libertad, someterá su

voluntad. Este proceso tomará tiempo y será necesario un adulto que

acompañe en el camino para que se logre el propósito por medio de un orden.

La disciplina viene de dentro, del silencio del espíritu que habita en el ser, por

medio de su hacer, ese espíritu se irá manifestando y entonces surgirá la

disciplina exterior, que se manifestará en cada expresión. Se pasará de los

movimientos torpes y excedidos, a la suavidad y delicadeza que mostrarán la

paz interna de la que nacen, será por esto que se dice que la bondad es la

consecuencia de un orden interior.

María Montessori lo manifiesta en un párrafo de su libro La mente absorbente

del niño: “El fenómeno de la disciplina interior es algo que debe conseguirse y

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no algo pre-existente, nuestro deber es guiar por el camino de la disciplina, la

cual nacerá cuando el niño haya concentrado su atención”.

Si bien es cierto que la disciplina, las reglas, viene de la sociedad y está

presente en los límites que el ambiente fija, marcando un orden; es

precisamente ese orden el que da la pauta para que el auto control pueda

surgir. A través de la vida diaria, el niño irá desarrollando habilidades para

controlar su cuerpo. La disciplina sólo puede surgir por medio de la actividad

del individuo al realizar trabajos con propósito en un ambiente que le dé el

sentido de libertad y de disciplina en manera conjunta, una consecuencia de la

otra –en ambos sentidos.

Lo que nos da como compañeros de viaje en la evolución la voluntad –en

cuando a su relación con la libertad y obediencia –en cuando a su relación con

disciplina. Estas características o habilidades se adquieren durante el primer

plano de desarrollo, por lo tanto en la Casa de los Niños, pues es durante este

período de los 0 a los 3 años que la disciplina y a libertad están en relación

con las leyes de desarrollo, la guía interna que tiene manifestaciones en mayor

estructura, mayor disciplina y mayor gusto por el orden, como tendencias

innatas.

Precisamente por ello es necesario tener un ambiente preparado para que los

niños puedan obedecer las leyes naturales, esas voces internas que poco a

poco se van desvaneciendo conforme van creciendo. Atención: las

desviaciones aparecerán cuando las leyes externas que sostienen y enmarcan

el orden no existen. No se puede esperar disciplina de un niño que no tiene

límites definidos no puede desarrollar auto control.

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A medida que el niño se va desarrollando, va conquistando su propia voluntad,

va construyendo su personalidad a partir de su libertad, puesto que no depende

de los demás para poder desarrollar diferentes actividades, cada vez más se

dará cuenta de que es un ser capaz de desarrollar su ser, un proceso natural

que no puede ser manipulado por el adulto desde afuera, sino que se da por el

niño mismo: la conquista de sí mismos.

Entonces vemos que estos dos conceptos que parecieran opuestos son en

verdad complementarios. Es un proceso que puede ser estudiado a través de la

observación de los niños que van normalizándose conforme el trabajo les da

estructura interna, orden y por lo tanto disciplina. No hay libertad sin

disciplina, la naturaleza humana necesita de estos dos pilares para poder crear

sus leyes de vida. Es por eso que manifiesta en La mente absorbente del niño:

“La libertad y la disciplina son dos caras de misma medalla, porque la libertad

científica conduce a la disciplina”.

Son la libertad y la disciplina dos eslabones básicos en la cadena de los

valores que forman una sociedad sana. Disciplina, socialización, libertad e

independencia se encuentran estrechamente unidas, por lo tanto somos

responsables de ayudar a desarrollar seres independientes, libres, disciplinados

y sociales, es lo que nos da a entender María Montessori con sus palabras en

Formación del Hombre: “De la naturaleza de los niños puede provenir la

solución de un problema que es insoluble para nosotros; de ellos procede la

fusión de cosas que para nosotros están encontradas”.

Pero, ¿cuál es el proceso de esta construcción? Como es el niño el que se

forma a sí mismo, y es el niño la base de la sociedad, podemos decir que este

primer plano de desarrollo en el que enfocamos nuestro estudio es la base del

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proceso. A partir del nacimiento comienza el proceso de creación que termina

alrededor de los tres años de edad. Luego viene un período de

perfeccionamiento o de recuperación que va de los tres a los seis años.

Entonces, si el niño recibe una educación permisiva en la que no le es posible

desarrollar su voluntad estamos yendo contra la naturaleza misma y

traicionamos el verdadero sentido de la libertad. Es el ambiente el que dará las

experiencias que desarrollarán la conducta.

Hay algunos puntos específicos que nos marcan una pauta de desarrollo de la

libertad y de la disciplina.

Observación:

El Método de Pedagogía Científica, así lo denominó la Dra. Montessori, pues

fue desarrollado a partir de la observación que comenzó con los niños

romanos de San Lorenzo y se continuó a lo largo de los años en los que viajó

por tantos pueblos y convivió con tantas razas de niños. Una y otra vez,

comprobaba que era un hecho, que los niños tenían características comunes,

básicas, independientemente del lugar al que pertenecieran. El Método

Montessori es el método del niño pues el niño mismo se lo mostró: “solamente

sigan a niño”.

Abolición de premios y castigos:

Cuando un trabajo se desarrolla por motivación interna, el premio es la

satisfacción de verlo terminado. El gozo se da durante el proceso mismo. La

motivación viene del cierre de un ciclo que empuja al inicio de otro. El

desarrollo marca las pautas para el paso siguiente. Por lo tanto, los premios y

los castigos que vienen de fuera, no marcan ni modifican conductas que se

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inician –o deberían iniciarse, dentro del niño mismo. El adulto, sin embargo,

siempre se siente parte importante del proceso y tiene la necesidad de

manifestar su autoridad para premiar o castigar al niño que está educando. Es

aquí en donde la palabra educación pierde su verdadero significado y pasa a

ser una palabra con sentido punitivo, al someter la voluntad del niño a la del

adulto a cargo.

Los materiales a alcance de todos.

A partir de la observación de experiencias en la primera Casa de los Niños,

María Montessori llegó a la conclusión de que los materiales de desarrollo

debían estar al alcance de los niños, para que, a partir del impulso interno,

pudieran encontrar la satisfacción en el desarrollo de la actividad. Al parecer,

todo suceso tiene una razón de ser y en este caso específico, la visita del

Embajador Argentino a la Casa de San Lorenzo motivó uno de los avances

más significativos en la metodología desarrollada por Montessori.

En la Casa de los Niños, la libertad y disciplina siempre están presentes y van

de la mano.

En la Educación de las potencialidades humanas, la Dra. Montessori escribe:

“Los niños nos han revelado que la disciplina no se logra sino a través de todo

un proceso, en el que el funcionamiento de la mente se ve ayudado por la

actividad manual”.

Entonces, es precisamente el trabajo individual desarrollado en orden y

silencio, lo que da pie a la disciplina, dando lugar a comportamientos que

surgen del interior de cada niño: la manifestación del alma humana.

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El Juego del silencio es un ejemplo manifiesto de este suceso: la inmovilidad

perfecta, la atención despierta para percibir el sonido de su nombre,

pronunciado desde lejos con una voz suave, responden con sus movimientos

ligeros y coordinados, con el propósito de no chocar con el mobiliario o con

los objetos, tocar suavemente el suelo con los pies. Esta es una preparación

eficaz para ordenar la personalidad tanto en la parte psíquica como en la

motriz.

Una de las frases más impactantes de Montessori es: “Los niños desordenados

en sus movimientos no son sólo niños que no han aprendido a moverse, son

sobre todo, niños de mente desnutrida que padecen hambre mental”, así lo

describe la Dra. Montessori en su libro El descubrimiento del niño.

Al lograr la coordinación de movimientos está alcanzando el

perfeccionamiento de su personalidad. Alcanza un grado superior por medio

de la libre elección de trabajos respetando los límites establecidos.

Poco a poco se va dando la obediencia que se puede alcanzar a través de una

compleja formación de la personalidad psíquica.

No es fácil, pues el niño que quiere pertenecer, siente la necesidad de

obedecer y entonces parece que su voluntad se doblega pues desea adquirir

libertades y para ello debe desarrollar la disciplina. Pareciera increíble, pero a

los tres años, el niño ya ha encontrado una innumerable cantidad de obstáculos

que han originado desviaciones. Así lo describe la doctora en su libro La

mente absorbente: “El niño de tres años que llega a la escuela es un

combatiente a punto de ser vencido por las represiones; ya ha desarrollado una

actitud defensiva”. ¡Increíble que sienta la necesidad de estar a la defensiva!

Se enfrenta a una sociedad que no lo comprende.

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¿Cómo ayudar al niño? Sólo un adulto preparado podrá elegir las situaciones

y los puntos que proporcionarán experiencias sanas que desarrollen el carácter

y la personalidad; un adulto que pueda preparar un ambiente apropiado de

acuerdo al período de desarrollo que esté viviendo.

Libertad y disciplina en un Ambiente Preparado: Casa de los Niños

Diversos puntos que la propician.

La escuela debe proporcionar al espíritu del niño

el espacio y el privilegio de desarrollarse

Un ambiente que promueva la elección sabia de las actividades, siempre

rodeado de orden, belleza y sencillez. Material graduado y ordenado en el

lugar preciso, que pase de un área a otra, de un nivel a otro, sin darse cuenta

de que lo ha hecho, de manera fluida y natural en donde todos se beneficien

del trabajo de todos. Un lugar que promueva la independencia en donde los

límites promuevan orden y disciplina interior. Se caracteriza por tener estas

cualidades.

- Respeto por la actividad de otros.

- Cuidar los recursos.

- No lastimar ni ofender a nadie.

La Guía que prepara un ambiente debe promover la elección espontánea, por

lo tanto estará al pendiente de la naturaleza que motiva al niño, la

espontaneidad por deseo de conocimiento o por el impulso por desear lo

atractivo. Entonces la Guía será lo suficientemente preparada si logra cambiar

el deseo de juego y manipulación por el deseo de adquisición de

conocimiento. Es a voluntad interna la que promueve el conocimiento que

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marca el desarrollo. La libre elección es la actividad más elevada: sólo el niño

que conoce aquello que necesita para ejercitar y desarrollar su vida espiritual

puede escoger libremente de verdad.

El niño siempre va a dar saltos hacia la independencia y el primero es el

nacimiento mismo. Deseamos que sea un momento naturalmente sano, que lo

libere y le haga sentir seguro. Después buscará la segunda independencia a

poder digerir alimentos que no sean la leche materna; pasará a la libertad del

lenguaje para comunicar sus necesidades y pensamientos y el movimiento que

le permitirá alcanzar eso que necesita para su desarrollo. Comer solo, vestirse

solo, ir al baño solo, decir lo que piensa: una meta tras otra, todas son grandes

conquistas de independencia, conquistas de libertad, pues al ser un ser

psicofísico el cuerpo y el espíritu se relacionan estrechamente. Son los

movimientos autónomos los que promueven ciertas habilidades para realizar

lo que se necesita para el desarrollo.

Un ambiente preparado marca límites y consecuencias absolutamente

necesarios para poder tener libertad. Algunos límites son naturales y otros

están marcados por la sociedad. E niño debe experimentar tanto los límites

como las consecuencias, la vida es un sinfín de decisiones que se tornan en

acciones y estas a su vez tienen una consecuencia. Tomar un plato y sostenerlo

de manera incorrecta tendrá como consecuencia que la comida se caiga, que se

desbalanceé la muñeca y la mano suelte el plato y se rompa. Tan simple y tan

complicado pero siempre tan necesario. Las consecuencias, para que sean

útiles y provechosas deberán estar RELACIONADAS con la acción,

RESPETUOSAS para salvaguardar la integridad emocional del niño y

RAZONABLES para que sean de enseñanza y no generadoras de

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desviaciones. Si estas tres características son consistentes y lógicas, todo

funcionará como debe ser: en orden y armonía.

Es por supuesto tarea del adulto preparado establecer los límites y darlos a

conocer al grupo de niños, explicando según el nivel de comprensión que

tengan a cada edad: –Respetar el trabajo de los demás sin interrumpirlo;

–Hacer uso de los materiales y todos los recursos del ambiente de manera

apropiada pues son para que todos los disfruten; – Esperar el turno para

usarlos y regresarlos a su lugar al terminar, respetando el orden de cada cosa.

Es importante dejar todo listo para que alguien más lo use después. Orden y

limpieza deberán ser el toque que distingue a un ambiente Montessori.

Cuando el niño crece en un ambiente en donde los límites son claros, precisos

y se explican con atención, el niño demuestra gran amor por esas reglas, las

respeta y hará que los demás las respeten también. Crecer en un ambiente así,

permite que el respeto esté presente en todo momento y nada ni nadie sea

lastimado. El respeto será entonces algo palpable, algo que se pueda apreciar

y cause deleite armonioso, dejará de ser una abstracción.

Los niños que se mueven dentro de un ambiente con límites claros y

preestablecidos desarrollan un auto control admirable, así lo explica la doctora

Montessori en su libro del Método de la Pedagogía Científica: “Moverse

dentro del orden y de la obediencia a los ocultos dictámenes de la vida, es

reposar. En nuestro caso, el hombre que es un ser inteligente, los movimientos

serán tanto más un reposo, cuanto más inteligentes sean”.

Se puede decir que estos pocos límites serán suficientes para lograr un

ambiente en el que el niño pueda desarrollar su libertad con responsabilidad.

Cuando el niño convive con un grupo que aprende a respetar, sus movimientos

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irán siendo también responsables y ordenados; suaves y delicados; precisos y

con sentido; el control de movimiento florecerá de manera espontánea

mediante el trabajo responsable. En un ambiente Montessori, siempre hay

movimiento, es un continuo ir y venir de personas activamente enamoradas de

su hacer. Como lo dice María Montessori en el Método de la Pedagogía

Científica: “El niño que aprende a moverse y a estar quieto se prepara no para

la escuela sino para la vida, convirtiéndose en un individuo por costumbre en

todas sus manifestaciones sociales”.

Toda esta preparación tendrá como resultado obvio la concentración en el

trabajo. Una concentración en cada actividad que generará un enorme placer

cuando el niño logre terminar exitosamente lo que realiza, una concentración

que dejará al niño con esa necesidad inicial completamente satisfecha.

Montessori ofrece actividades que satisfagan necesidades en cada etapa de

desarrollo, ofreciendo retos que queden “a la medida” de cada criatura, de esta

forma, la satisfacción interna será exitosa. El niño interesado en lo que hace

será un niño feliz. La Guía Montessori es muy delicada y observadora, por lo

que sus movimientos hacia el niño serán siempre respetuosos y no

interrumpirá el proceso interno que está desarrollándose, estará lista para

intervenir sólo cuando el niño lo necesite, de esta forma está promoviendo el

auto control, la auto regulación, la auto disciplina, el orden, la capacidad de

concentración, pero sobre todo la auto estima.

Un niño ordenado, es un niño bondadoso. El orden interno se manifestará en

sus actos que serán espontáneamente amables y socialmente responsables.

Recordemos que uno de los períodos sensibles de esta etapa de desarrollo es el

orden, por lo tanto, esas guías vienen empujando desde dentro, buscando un

ambiente propicio para poder expandirse y solamente podrán manifestarse en

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la medida en que existe una libertad que las acoja. Comprender las reglas de la

naturaleza propicia y ayuda en el proceso. María Montessori habla mucho de

la bondad del niño, pero un niño que no logra ser ordenado, no podrá ser

bondadoso. ¿Cuántas veces vemos a niños que son hostiles, agresivos,

inadaptados a la sociedad, que buscan ir contra las reglas? Son niños que no

han encontrado un ambiente adecuado y han desarrollado desviaciones, de las

que se hablará en otro momento.

Entonces, ¿cómo se sentirá un niño que alcanza este nivel de libertad con

disciplina, que logra tener una voluntad que comprende y logra obedecer las

reglas de la sociedad en la que vive? Será un niño auto controlado que

encontrará su felicidad, su bienestar y por lo tanto promoverá un ambiente de

armonía y amistad. En el libro de Formación de hombre leemos: “La

conducta colectiva de armonía social, y la cualidad de su carácter sin envidia,

sin competencia, pero que les llevaba en cambio a ayudarse mutuamente,

provocaba admiración

El niño en situación de caos

En una de las conferencias que María Montessori dictó en Londres en el año

1946, dice que: “Cuando los niños desobedecen, no a su madre sino a la

naturaleza, cuando no tienen suficientes medios y oportunidades en su entorno

para formar su personalidad, su falta de carácter se verá reflejada más tarde;

será evidente en la secundaria, en el matrimonio, en su vida social. Las

malformaciones en el carácter acarrean mucho sufrimiento”

Sufrimiento, esa es una palabra tremenda si se piensa que el niño en situación

de caos puede padecer su propia experiencia.

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Cuando un niño tiene movimientos voluntarios que son desordenados, cuando

es torpe y muestra acciones descompuestas, incontroladas, contorsiones,

gritos, etc., está mandando, indiscutiblemente, señales que piden ayuda.

“Contenme”. Estamos frente a un niño que no logra poner los pies en la tierra,

no logra disfrutar de su realidad y por lo tanto busca fantasías que lo distraen

de lo importante, nos enfrentamos a un niño que tiene grandes posibilidades

de ser un adulto que padecerá de excesos. Por eso es tan importante que el

adulto esté preparado para poder ofrecer situaciones interesantes, que generen

curiosidad sana, que fomenten el crecimiento tanto intelectual como espiritual

en el niño. No es mediante castigos que se corregirá el caos, sino el trabajo y

el ambiente ordenado que lo guiará para regresar al camino correcto.

Cuando los niños se sienten inseguros, y porque es parte de su desarrollo,

tienden a imitar lo que les atrae de los demás, un niño en situación de caos

tendrá gran impulso para copiar las conductas negativas que se le presenten,

ya sea por los adultos –generalmente son quienes las promueven, o bien de

otros niños que a su vez las copiaron de adultos.

Ahora bien, la imitación al ser una acción natural en el niño, debe ser

encaminada por ejemplos positivos que le den al niño la oportunidad de

desarrollar la necesidad de libertad que siente. Un niño que se siente libre

dentro de un marco definido de límites podrá encaminar su voluntad hacia la

obediencia.

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Obediencia y Voluntad. Libertad.

María Montessori nos dice que existen tres períodos. Un período

subconsciente durante el cual va estableciéndose, por un misterioso impulso,

el orden de la inteligencia del niño, que llega a producir actos perfectos, pero

que, por estar fuera del campo de la conciencia, el niño no puede reproducir

voluntariamente. Un segundo período consciente durante el cual existe la

acción de la voluntad que puede presidir el proceso del desarrollo de la

fijación de los actos. Por último un tercer periodo durante el cual la voluntad

puede dirigir y provocar los mismos actos respondiendo a un mandato externo.

Entonces nos damos cuenta de que el poder de obedecer es la última fase del

desarrollo de la voluntad.

La voluntad se desarrolla, es una motivación interna que nace a partir del

trabajo, mientras más adecuado sea el ambiente, más oportunidades de realizar

trabajos que ayuden a desarrollar esta potencialidad. La voluntad es la

capacidad del ser humano para gobernar sus actos, decidir con libertad y optar

por un tipo de conducta determinado, es la capacidad de esforzarse lo que sea

necesario para hacer una cosa. Es esa fuerza que María Montessori nombra en

su libro de La mente absorbente: horme.

El niño que llega a dominar la voluntad para hacer lo que se debe hacer y

logra llegar al tercer grado de obediencia, realmente ha conquistado la

libertad, pues tendrá la capacidad de disciplinarse para lograr lo que desea

obtener de la vida.

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Si es esta la finalidad del ser humano –encontrar la felicidad a través de la

libertad, entonces es evidente que tener un ambiente preparado que propicie

este efecto es sumamente necesario en este plano de desarrollo.

Un ambiente que promueve la libertad, pone a disposición del niño el control

de su propia vida, los límites que encontrarán serán únicamente con el

propósito de fortalecer su voluntad, de orientar su hacer para que pueda

disciplinarse, a tener responsabilidad en sus actos para armonizar con todo.

Entonces el niño encuentra en el ambiente preparado que: puede ir al baño

solo; si tiene sed, beberá agua; podrá moverse en la medida que necesite

hacerlo; podrá decir lo que necesite comunicar expresando sus emociones;

será libre de realizar las veces que necesite el mismo ejercicio y durante el

tiempo que requiera para completar su tarea; podrá elegir las actividades que

más complazcan el deseo interno de madurez; podrá decir no cuando así lo

siente; observará con atención el tiempo que necesite; podrá disfrutar de

momentos de pausa, sin hacer nada, para poder encontrar lo que su momento

le indique hacer, si en hacer nada se extasía; logrará ayudarse a sí mismo.

En Educación y paz podemos leer: “La libertad es por fuerza el cimiento

indispensable de una sociedad organizada. La personalidad individual no

podría desarrollarse sin la libertad individual”.

Entonces, quiere decir que para poder completar su desarrollo deberá tener la

posibilidad de libre elección, para satisfacer su voluntad, obedeciendo lo que

la naturaleza le marque a través de un ambiente preparado para este motivo.

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La educadora montessoriana y la disciplina

La principal tarea de una educadora que siga la metodología Montessori, será

preparar el ambiente propicio para que todo el desarrollo pueda ser natural,

espontáneo, tal como el niño lo requiere. En un ambiente adecuado, el niño

podrá desarrollar la libertad y la disciplina, entre otras habilidades, como ya lo

hemos visto en este documento.

La forma en la que el niño manifieste sus pensamientos, deberá ser promovida

por los materiales de desarrollo, mismos que el niño elegirá libremente guiado

por esa vocecita interna que impulsa el desarrollo, entonces la disciplina se

hará presente porque el niño, en su hacer, estará desarrollándola.

En un ambiente Montessori, el orden es parte vital de la vida diaria, el niño

empezará a percibirlo y a dejarse guiar, disciplinándose sin siquiera darse

cuenta. En este punto, los ejercicios de Vida Práctica son siempre

indispensables, pues son los que poco a poco van dirigiendo el movimiento, la

concentración, la precisión y el sentido de responsabilidad. En el momento en

el que el niño no logra hacer conexión con el material, entonces la educadora

Montessori, estando en observación, se dará cuenta de lo que puede hacer para

promover un trabajo positivo.

Al inicio los niños se mostrarán ajenos, distraídos y fuera del contexto, sin

embargo, el trabajo es la forma en la que poco a poco podrán entrar en

contacto con la realidad para ir fortaleciendo esa frágil disciplina que

comenzará a fortalecerse poco a poco.

Si bien es cierto que no se recomiendan premios ni castigos, la amonestación

será siempre un abrazo de corazón que el niño recibirá de la educadora cuando

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así sea lo mejor para él. En La mente absorbente, María Montessori nos dice

que “Una vigorosa y firme represión es un verdadero acto de bondad hacia

estas pequeñas almas. No temáis destruir el mal: sólo debemos temer destruir

el bien.

Conclusión

Definitivamente, el arte de la disciplina, el orden, la responsabilidad, la

obediencia y la voluntad por hacer lo correcto debe ser desarrollado poco a

poco, sí, pero desde los primeros días de vida.

Cuando el bebé se encuentra en un ambiente en donde hay orden, horarios

establecidos que respetan sus necesidades y va creciendo con rutinas amorosas

en un ambiente en el que encuentra que el hacer es la vida misma y mediante

ese hacer va desarrollándose; más tarde cuando se incorpora a la Casa de los

Niños y encuentra que cada material es un motivo de aprendizaje, no en el

sentido de saber más, pues a esta edad no es lo que se busca, sino satisfacer las

necesidades interiores, dejar tranquilo el espíritu que desea experimentar,

entrar en contacto con la naturaleza, con la vida misma.

Los niños, cuando pueden tener experiencias vivificantes, definitivamente

encontrarán sentido a ser obedientes, a seguir instrucciones, a llevar un ritmo

ordenado y disciplinado.

Basta seguir al niño… Eso es lo que María Montessori decía siempre.