Las Ideas Politicas en Maria Zambrano

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    LAS IDEAS POLTICAS EN MARA ZAMBRANOLUIS ALVARENGA

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    A mis padres.

    A Mara Poumier, por cuya amistad conoc a Mara Zambrano.

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    Introduccin

    La filsofa espaola Mara Zambrano contina una tradicin que cobr

    especial relevancia en el siglo XX: la crtica a la modernidad y a uno de sus

    engendros: los sistemas de dominacin poltica basados en el entronizamiento de

    la racionalidad. Ya sean las democracias formales burguesas, ya sean los

    autoritarismos de izquierda o derecha, el comn denominador a todos es la

    voluntad de poder (Nietzsche), de dominacin de las personas concretas en

    nombre de una racionalidad hipostasiada. Uno de los aportes de esta autora es el

    concepto de historia sacrificial, a travs del cual examina rigurosamente los

    despotismos racionalistas de Occidente. Esa historia sacrificial,como su nombre

    lo indica, ha terminado sacrificando a los individuos y a los pueblos que estos

    despotismos racionalistas haban pretendido redimir, ya sea con el discurso del

    progreso, el consumo o la liberacin econmica. Lo que se pretende es valorar

    qu tanto valor tienen las ideas de Zambrano para la realidad centroamericana de

    principios del siglo XXI. Recurdese que los ltimos veinte aos fueron el

    escenario en el cual Centroamrica vivi una serie de cambios importantes: la

    lucha contra el despotismo militar-oligrquico, la transicin de dictaduras militares

    a regmenes encabezados por civiles, la derrota o, al menos, la ausencia de

    victoria de los proyectos de izquierda. En ese sentido, las ideas de Zambrano

    pueden aportar mucho a los problemas contemporneos de nuestra regin. Al

    menos podra aportar elementos ticos importantes para aquellos proyectos

    polticos alternativos al capitalismo.

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    A lo largo de este trabajo examinaremos sucintamente los elementos que, a

    nuestro juicio y para nuestros propsitos, nos parecen ms importantes en el

    pensamiento poltico de Mara Zambrano. Estos elementos confluyen en la nocin

    de historia sacrificial y sirven para entender cules son las propuestas de nuestra

    autora para superarla. Finalmente, concluiremos con una reflexin acerca del valor

    que puedan tener las ideas polticas de la autora de Persona y democraciay qu

    es lo que podran aportar a la actual crisis histrica que vive Centroamrica.

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    Primer captulo: Antecedentes del pensamiento polticozambraniano

    En esta parte, daremos dos pasos preliminares antes de aproximarnos a las

    ideas polticas de Mara Zambrano. En primer lugar, describiremos someramente

    el marco histrico en el que la vida y la obra de nuestra autora tuvieron cabida.

    Ese marco histrico nos permitir comprender cmo hechos tales como la derrota

    de la Segunda Repblica, la conflagracin mundial posterior y la tensa poca de

    posguerra que le sucedi a esta ltima, marcan la propuesta filosfica de

    Zambrano.

    En segundo lugar, pasaremos a definir un concepto acuado por Mara

    Zambrano en su etapa de madurez, cuando haba pasado de ser una destacada

    intelectual y catedrtica universitaria sucesora nada menos que de Xavier Zubiri

    en su ctedra de Metafsica, a ser parte de la reserva espiritual de Espaa que

    parti de la Pennsula al exilio luego de la victoria del franquismo. Ese concepto es

    el de historia sacrificial, y se puede afirmar que es la culminacin de una larga

    bsqueda por reivindicar esa otra verdad que est ms all de las doctrinas duras

    y de los pensamientos fuertes: la de esa zona profundamente humana de la cual

    dan cuenta la poesa, los sueos y la mstica.

    Obviamente, en las ideas de Mara Zambrano hay, como en toda gran

    autora, la impronta de varias lecturas: para este caso, cabra apuntar fuentes

    filosficas (Heidegger, Nietzsche, Ortega y Gasset), msticas (San Juan de la

    Cruz, Miguel de Molinos) e incluso pictricas (Zurbarn). Sin embargo, nos

    detendremos en dos influencias que provienen de la literatura y tienen densidad

    filosfica: Antonio Machado y Miguel de Unamuno. Como se ver, el pensamiento

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    de ambos autores permite un dilogo con el concepto de historia sacrificial. Tal

    ser el fondo terico sobre el cual intentaremos aproximarnos a ese concepto.

    1.1. Mara Zambrano y su tiempo

    Para acercarnos al pensamiento poltico de Mara Zambrano, es preciso

    situarnos primero en el tiempo en el cual vive nuestra autora y sealar de paso

    algunas caractersticas de sus propuestas filosficas. Nacida en 1904 y fallecida

    en 1991, la vida de nuestra autora atestigua una poca de crisis, tanto para el

    mundo en general como para Espaa en particular. En lo tocante al pas

    mediterrneo, se trata de la crisis poltica, social y cultural que concluye con el

    derrumbe del Imperio espaol en 1898, ao en que se pierden las ltimas colonias

    de Ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La etapa de crisis posterior propicia un

    examen sobre los fundamentos del pas y de su cultura, un examen crtico llevado

    a cabo por dos generaciones de intelectuales: la del 98 y la del 27, una cercana a

    los restos del naufragio del imperio espaol; la otra, precursora espiritual de ese

    intento de superacin de la crisis espaola que fue la Segunda Repblica.

    Zambrano es heredera de la primera a travs de la influencia intelectual de

    Miguel de Unamuno, Antonio Machado y su propio padre, Blas Zambrano1 y

    conoce de cerca a la segunda, durante el drama de Espaaque supuso la Guerra

    Civil de 1936. La madurez de Zambrano, que transcurre en buena parte en el

    exilio, culmina con el retorno de Espaa a la democracia tras la muerte de Franco

    (1975) y con la posterior etapa de consolidacin del rgimen democrtico.

    1 Pedagogo, pensador y fundador de revistas, Blas Zambrano (1874-1938), fue contemporneo y amigo de

    Antonio Machado. Sus escritos dan cuenta de la crisis que vive Espaa a finales del XIX y principios del XX.

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    Nacida en Vlez-Mlaga en 1904, Mara Zambrano pas su infancia en

    Madrid y Segovia, debido a los traslados que impona el trabajo docente de don

    Blas. ste se lig a los grupos socialistas (lleg, incluso, a presidir la Agrupacin

    Socialista Obrera, antecedente del Partido Socialista Obrero Espaol, fundado por

    el dirigente obrero Pablo Iglesias). Zambrano no heredar tan slo las inquietudes

    polticas del padre, sino tambin las intelectuales. En 1914, ao en que comienza

    la I Guerra Mundial, escribe y publica un artculo sobre la suerte de Europa y la

    paz. El padre se opone, al verlo publicado, a que vuelva a suceder. "Aqu no hay

    nios prodigios".2

    La joven Zambrano padece una afeccin que la aleja durante un tiempo

    considerable de los libros. Su posterior ingreso a las aulas universitarias y al

    estudio de la filosofa, estuvo acompaado de una importante participacin

    poltica. Fue alumna de Jos Ortega y Gasset y asisti a los cursos dictados por

    maestros como Xavier Zubiri a quien sucedera en la ctedra de Metafsica y

    Manuel Garca Morente. Ortega y Gasset fue, para nuestra autora, un animador

    de poderes dormidos, actualizador de secretos, incitador de ocultas posibilidades.

    De su obra, de su vida, llega una corriente que nos enciende el infinito deseo de

    ser, en irrefrenable afn de saltar sobre nuestra propia vida y vivirla, profunda,

    inalienablemente nuestra. La medida de su poder creador est, aparte de los

    descubrimientos de carcter terico, en ese contagio de autenticidad que

    produce.3`

    2Cfr., de Julia Castillo: Cronologa de Mara Zambrano, en Anthropos, marzo-abril de 1997, numeros 70-71, pp.74-75.3

    Citado por Mercedes Martn Luengo en suJos Ortega y Gasset,Ediciones Rueda, Madrid, p. 82.

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    En 1927, Mara Zambrano se une a la Federacin Universitaria Espaola,

    movida por la aspiracin de buscar una dimensin salvadora de la poltica. 4Esta

    juvenil inquietud esboza lo que ser una preocupacin de la autora: buscar que los

    seres humanos concretos se salven de una historia que los sita como sus

    vctimas, salvacin que no es la que prometen las grandes doctrinas polticas

    presuntamente redentoras. La participacin poltica de Mara Zambrano privilegi

    ms la reflexin intelectual sobre el activismo poltico. Lo cual no quiere decir que

    la joven filsofa no se involucrara en organizaciones como la Liga de Educacin

    Social, encabezada por intelectuales como Ramn Prez de Ayala y Luis Jimnez

    de Aza. Publica su Horizonte del liberalismo, un importante texto en el que

    enuncia elementos claves de su pensamiento poltico, a travs de la crtica hacia

    las aporas del liberalismo y hacia el marxismo.

    Al proclamarse la II Repblica en 1931, Zambrano se involucra en este

    importante hecho histrico. Durante los aos de la II Repblica apunta Julia

    Castillo, Mara Zambrano perteneca al grupo de escritores, artistas y

    universitarios que con las Misiones Pedaggicas llevaron a cabo una inslita

    experiencia de educacin popular. En compaa de escritores amigos como Luis

    Cernuda, Rafael Dieste, J. A. Maravall o el pintor Ramn Gaya, Mara Zambrano

    recorri algunos pueblos y remotas aldeas, llevando hasta sus gentes una imagen

    de la cultura, de la que por tradicin les perteneca, y de la desconocida (el cine, la

    pintura, el teatro o la msica clsica...).5Ese intento de llevar una imagen de la

    cultura a los pobladores de la Espaa rural es congruente con los planteamientos

    4Cronologa de Mara Zambrano, Op. cit.,p. 75.5

    Ibd.,p. 76.

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    de Zambrano, que buscan en la tradicin artstica y literaria espaola algunos

    elementos importantes para enfrentar la crisis histrica del pas.

    Las ideas de Ortega trascendieron el mbito acadmico y dejaron su

    impronta en Espaa: El ser discpulo de aquel maestro no dependa de seguir los

    estudios filosficos, por eso tantos en Espaa sentan serlo, por eso la vida

    espaola haba cambiado indudablemente al ir impregnndose de su

    pensamiento. Pues sa es la clase de inteligencia que puede transformar a un

    pueblo, influir en un momento de la historia, hacerla sin proponrselo. La que nos

    confiere libertad para ser lo que hayamos de ser, para obedecer libremente a la

    libertad.6Como sucede con aquellas ideas que se difunden ampliamente, las de

    Ortega tambin fueron vctimas del mal uso poltico. Retrocedamos un poco en el

    tiempo. En 1923, se da el golpe de estado que instaura a Miguel Primo de Rivera

    en el poder y se inicia con ello un perodo dictatorial. ste se prolonga hasta 1930.

    El golpe de estado se incub en la inestabilidad poltica del pas. Por ello, Primo

    de Rivera se granje el apoyo de algunos sectores, y Jos Ortega y Gasset fue

    uno de los que en un principio aval la asonada militar. El caso es que, tanto el

    dictador como ms tarde su hijo, el falangista Jos Antonio Primo de Rivera,

    sustentaron su programa en las tan insistentes crticas que Ortega lanz al caduco

    sistema de la Restauracin desde 1914.7 Posteriormente, el autor de

    Meditaciones del Quijotese retractara. Cuando Ortega se quit la venda de los

    ojos y vio que a quien l consideraba un mediocre "hombre-masa" se le instalaba

    6Ibd., pp. 94-95.7

    Ortega y Gasset,p. 67.

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    en el poder, se dedicar como tarea prioritaria y en cuerpo y alma a la

    modernizacin cultural de su querida Espaa.8

    Seala Chantal Maillard que nuestra autora firm, en 1932, el manifiesto

    fundacional del movimiento denominado Frente Espaol, inspirado en gran medida

    por Ortega, movimiento que ella misma disolvi, por ser leal a Ortega, como

    escribi ella misma, al ver que ciertas tendencias cercanas a Jos Antonio Primo

    de Rivera iban a tergiversar la naturaleza del programa que se haban trazado.9

    La proclamacin de la II Repblica es una oportunidad para que Espaa

    pueda reconocerse, para que pueda despertar sondose: Despertar, sin dejar

    de soarnos, sera tener un sueo lcido. Es el ansia que se padece y que se est

    a punto de lograr en ciertos momentos de la historia individual o colectiva

    cuando un pueblo despierta sondose, cuando despierta porque su ensueo

    su proyecto se lo exige, le exige conocerse; conocer su pasado, liquidar las

    amarguras que guarda en su memoria, poner al descubierto las llagas escondidas,

    realizar una accin que es a la par una confesin, "purificarse", haciendo. En

    aquellas histrica en que estaba al nacer la Repblica del 14 de abril, los

    espaoles se disponan a hacerlo, a curarse de sus llagas.10

    Durante la Guerra Civil, Mara Zambrano desarrolla una importante labor,

    publicando trabajos como Los intelectuales en el drama de Espaay colaborando

    en publicaciones progresistas como Cruz y Raya y Hora de Espaa. Se

    desempea, adems, como Consejero de Propaganda y Consejero Nacional de la

    8dem.9 Cfr. el trabajo de Chantal Maillard: La mujer y su obra, en el portal de Internetwww.ensayo.rom.uga.edu./filosofos/ spain/zambrano/introd.htm10

    Cfr., de Mara Zambrano, Delirio y destino,Mondadori, Madrid, 1989, pp. 63-64.

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    Infancia Evacuada en ciudades como Barcelona y Valencia, asediadas como

    estaban en 1937 por las tropas de Franco.

    Obviamente, la Guerra Civil y la instauracin de la dictadura franquista

    marcaron a nuestra autora que, al igual que muchos espaoles republicanos, tuvo

    que salir al exilio y recalar en distintos lugares: Francia, La Habana, Mxico, San

    Juan de Puerto Rico. Oigamos nuevamente a Chantal Maillard, quien resume las

    ltimas dcadas de vida de nuestra autora:

    En 1946, viaja a Pars, donde encuentra a su hermanaAraceli, torturada por los nazis, al borde de la locura. Sequedar con ella hasta la muerte de sta. En Pars entablaamistad con Albert Camus y con Ren Char. En 1948 sesepara de su marido y vuelve a La Habana, ahoraacompaada por Araceli, donde habrn de quedarse hasta1953, fecha en que viajan a Roma. Por aquel entoncesescribir algunas de sus obras ms importantes: El hombre ylo divino, Los sueos y el tiempo, Persona y democracia,entre otros. En 1964 abandona Roma (detalle curioso: esexpulsada de Italia por la denuncia de un vecino fascista;

    causa: los muchos gatos que tena en su apartamento. Aveces los detalles son esas ineludibles circunstancias queprovocan un giro en la existencia. Los gatos le acompaaronen su salida de aquel pas hacia Suiza.) Siempreacompaada de su hermana, se instala en el Jura francs.Araceli muere en 1972 y Mara sigue en su retiro de LaPice, con algn intervalo en Roma. Escribe Claros delbosque y empieza De la aurora. El giro hacia la mstica seha efectuado.Mientras tanto, en Espaa poco a poco se empieza aconocer a la escritora. En 1981 se le otorga el Premio

    Prncipe de Asturias. Desde Ginebra, donde se habainstalado en 1980, regresara por fin a Madrid en 1984,despus de cuarenta y cinco aos de exilio. En 1988 le fueconcedido el Premio Cervantes de Literatura. Falleci en lacapital espaola el 6 de febrero de 1991.11

    11

    La mujer y su obra,p. 2.

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    Es evidente que las secuelas personales que tuvieron en nuestra autora,

    tanto la II Guerra Mundial como su prolongado destierro, marcan su pensamiento.

    La existencia de esa serie de detalles que provocan giros decisivos en la

    existencia personal, muestran cun importante es esa dimensin modesta, ntima,

    propia de las minsculas vidas personales frente a la dimensin apabullante de

    los grandes acontecimientos. El pensar de Mara Zambrano rescatar la

    importancia de esa dimensin modesta, nfima, dbil de lo que atae a la

    persona concreta, frente a la gran historia.

    Para Zambrano, la etapa de la segunda posguerra mundial no trae consigo

    la redencin de la humanidad, sino todo lo contrario. En sus palabras liminares a

    Senderos, una compilacin de sus escritos publicados durante la Guerra Civil

    espaola, afirma que el enfrentamiento interno de su pas no fue otra cosa que el

    punto de arranque de una etapa de deshumanizacin: Y as, estos artculos

    escritos en aquel final del ao 36 en Santiago de Chile, encaminando tan slo

    alguna verdad que de tan difana habra sido innecesario decir, me parecen ahora

    meros signos de un padecer que no haca ms que comenzar. Pues que las

    razones se mantienen en pie por s mismas. Y por desventura, el dintel de aquel

    conflicto entre el hombre que pide vivir y la historia, la antihistoria ms bien,que lo

    condena sigue en pie. No ha habido progreso alguno sino en la abismtica

    cada que reitera su amenaza. A los males de la guerra han sustituido en la fingida

    paz la tortura declarada y establecida en formas innumerables, la proliferacin del

    horror metdicamente cultivado: la degradacin ltima de la razn occidental que

    al horror ofrece su mtodo. El mtodo sin un gramo ya de respeto a la inocencia

    que, eso s, retoa inagotable con invencible aliento; retoar, s, es lo que ms

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    cuenta. Y de la inocencia justamente se trata. De la inocencia indispensable para

    que la historia sea vivida en forma transparente, para que un soplo inextinguible

    de verdad las sostenga. La inocencia que fecunda la razn librndola de ser una

    mera construccin que en su cada se degrada en ser un ciego instrumento. Y en

    verdad el drama de Espaa nos despert ms que la conciencia a la inocencia, no

    a la ingenuidad, segn ese reiterado reproche que se nos dirige nacido de

    simpata.12Esto lo escriba Zambrano en 1977. Ha traspasado, despus del tan

    trado y llevado fin de las ideologas, la humanidad ese dintel que separa la

    antihistoria de la historia verdaderamente humana?

    1.2. Gnesis del concepto de historia sacrificial:

    Pero, qu haba pasado en verdad en Espaa?Desde el siglo XIX se fue intensificando y

    ensanchando la conciencia de Espaa, delconflicto de ser espaol. Individuos aislados,escritores, consciencias solitarias como Larra, quese suicid a los veintinueve aos de mal deamores, dicen, mas en verdad, de mal de Espaa,ngel Ganivet suicida tambin en la lejanaFinlandia, medio siglo ms tarde, en el momentohistrico de 1898, por enfermedad, dicen, s, porenfermedad de Espaa. Ser espaol era tandoloroso, una herida abierta que algunos nopodan soportar.

    MARA ZAMBRANO: Delirio y destino

    Es notable el hecho que algunas de las ms importantes influencias sobre

    el pensamiento de Mara Zambrano provengan de la Generacin del 98: Los

    escritores Miguel de Unamuno y Antonio Machado. Juan Pablo Fusi, en su

    12 Cfr., de Mara Zambrano, La experiencia de la historia (Despus de entonces), en Senderos, Anthropos,

    Barcelona, 1986, p. 17.

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    prlogo a En torno al casticismo,de Unamuno, explica en qu contexto histrico

    se deriv esa generacin y en qu direccin enfocaron los integrantes de sta sus

    esfuerzos intelectuales:

    En 1898, tras una breve guerra con los Estados Unidos,Espaa perdi Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En contrastecon su formidable pasado imperial, iba a ser en adelante unanacin modesta, sin apenas influencia en la vidainternacional. El desastre del 98 provoc una profunda crisisde la conciencia nacional, al menos en el mbito intelectual,anticipada en los aos anteriores por Unamuno y Ganivet.

    Fue una intensa reflexin sobre la esencia de Espaa quetuvo como manifestaciones el pesimismo de la generacindel 98 y la preocupacin crtica ms cultural y anpoltica de la generacin del 14, la generacin de Ortega yAzaa. Cristaliz as al hilo de una produccin literaria yensaystica de calidad excepcional la idea de Espaacomo preocupacin, de Espaa como problema, una formade meditacin esencialista sobre la realidad espaola queiba, adems, a impregnar decisivamente la vida intelectualdel pas (y, en parte, la vida poltica) a lo largo del siglo XX.13

    Cmo se caracteriza la crisis de Espaa? Para Mara Zambrano, 1898 era

    el momento en el que su patria se quedaba sola. Nunca lo haba estado, pues

    que el mismo ao que lograra su unidad nacional descubri las primeras tierras de

    ultramar. Ahora, pues, por primera vez se quedaba sola consigo misma, como la

    madre cuando todas las hijas se han casado. No era el momento de meditar?

    Sola e incomprendida, sola y mal dentro de s, como una madre pobre y media

    loca.14

    La crisis, momento propicio para el ejercicio de la crtica, impone, pues, la

    necesidad de meditar sobre la raz del problema nacional: Y los hombres del 98

    fueron meditadores aade Zambrano, antes que por el contenido de su obra

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    por la actitud. Hay en todos ellos una retirada, una especie de "epoj" llevada a la

    historia y a todo, un quedarse en lo menos y con lo menos. Meditaron sobre la

    menuda realidad minuciosamente y con una voluntad de conocimiento; haba en

    ellos una intencin que quiz no hubo en Galds, ms pico, ms grandioso; una

    conciencia sin amargura, un ajuste de cuentas, ms que por la sensibilidad, no por

    la razn, que no servira en esos momentos. Meditar es tambin reconquistar el

    sentir originario de las cosas, del paisaje, de las gentes, de los hombres y de los

    pueblos, el sentir de la realidad inmediata, que nos abre a la realidad del

    mundo.15

    Y es que para Mara Zambrano, el 98 como despus la II Repblica y la

    Guerra Civil cifran la angustia histrica de Espaa: Nuestra angustia era otra

    escribe en 1937, hablando de los intelectuales de su generacin, nuestra

    asfixia tena otras fuentes, eran otros los nudos de nuestra historia. Una

    interrupcin entre la Espaa brillante de ayer y la triste Espaa de las derrotas en

    frica y la prdida de las colonias, un rompimiento en la marcha de nuestra

    historia, que ha sido problema para todo intelectual consciente. En Espaa

    invertebrada,Ortega ofrece la tesis de que Espaa nunca ha llegado a realizarse

    por una insuficiencia de su constitucin histrica. Sea o no as, sin entrar en

    explicaciones de hecho, existe el hecho de esta desconexin entre los

    acontecimientos de Europa y los de Espaa que con tanta superficialidad como

    miopa se ha analizado. [...] Era evidente la separacin real, la escisin que en

    Espaa haba desde largo entre la Espaa viva y la Espaa oficial. Esta ltima era

    13Cfr. Liminar, enEn torno al casticismo, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1996, p. 9.14Delirio y destino,p. 83.15

    Op. cit.,pp. 83-84.

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    una especie de sobrepuesto, de careta que al par de ocultar impeda el

    crecimiento de la Espaa viva. Los intelectuales pertenecan a esta Espaa viva,

    al margen, cuando no en transparente rebelda, respecto a la Espaa oficial y

    somnolienta. Es la significacin de la llamada generacin del noventa y ocho,

    Unamuno, Baroja, Valle-Incln, y despus Ortega, por citar a los nombres de

    mayor significacin, se plantaron cara a la realidad espaola hacindose cuestin

    de su ser; en todos ellos en diversas formas segn su categora aparece como

    mdula la interrogacin sobre Espaa. Y a veces la desesperacin por Espaa.

    Qu espaol de buena ley ha sido este inquietarse por Espaa!.16Ntese que

    para Zambrano lo fundamental de la crisis histrica espaola reside en la

    disgregacin, en la vivencia fragmentada de la historia: la separacin entre la

    Espaa oficialy la Espaa viva. En nuestra autora, es patente la preocupacin por

    la disgregacin de la vida y, por ende, de la historia.

    Los autores del 98 perciben una profunda decadencia del pas, decadencia

    que ya en fecha temprana como 1895 tres aos despus de la debacle iniciada

    con el hundimiento del Mainefrente a las costas cubanas, Miguel de Unamuno

    adverta con toda agudeza en los trabajos agrupados en el ya mencionado En

    torno al casticismo.El escritor vasco denuncia la marginacin cultural del pueblo

    por parte de unas lites enajenadas:

    Es una desolacin; en Espaa el pueblo es masa electoral ycontribuible. Como no se le ama, no se le estudia y como nose le estudia, no se le conoce para amarle. El bachillerCarrasco sigue confirmando a Sancho por uno de los mssolemnes mentecatos de nuestros siglos, porque habla detestamento que no se puede revolcar. Ni sus costumbres, nisu lengua, ni sus sentimientos, ni su vida se conocen.17

    16Los intelectuales en el drama de Espaa, en Senderos,pp. 41-42.17

    Cfr. Sobre el marasmo actual de Espaa, enEn torno al casticismo.,p. 168.

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    Cerrada a las corrientes vivas, la cultura espaola arrastraba consigo las

    rmoras de la cerrazn y el tradicionalismo provincianos:

    No hay corrientes vivas internas en nuestra vida intelectual ymoral; esto es un pantano de agua estancada, no corrientede manantial. Alguna que otra pedrada agita su superficietan slo, y a lo sumo revuelve el lgamo del fondo y enturbiacon fango el pozo. Bajo una atmsfera soporfera seextiende un pramo espiritual de una aridez que espanta. Nohay frescura ni espontaneidad, no hay juventud.18

    He aqu la palabra terrible: no hay juventud. Habr jvenes,

    pero juventud falta. Y es que la Inquisicin latente y el senilformalismo la tienen comprimida. En otros pases europeosaparecen nuevas estrellas, errantes las ms y quedesaparecen tras momentnea fulguracin; hay el gallito delda, el genio de la temporada; aqu, ni esto: siempre losmismos perros y con los mismos collares.19

    Espaa estaba sumida en un letargo espiritual. Oigamos ahora al poeta

    Antonio Machado:

    Este hombre no es de ayer ni es de maana,sino de nunca; de la cepa hispanano es el fruto maduro ni podrido,es una fruta vanade aquella Espaa que pas y no ha sido,esa que hoy tiene la cabeza cana.20

    La Espaa del Imperio donde no se pona el sol atraviesa el ocaso, pero

    sin haber sido, es decir, sin haber sido asimilada crticamente e integrada al

    subsuelo cultural; no ya como el culto obseso a los smbolos de las glorias idas (y

    repintar sus blasones,/ hablar de las tradiciones/ de su casa,/ a escndalos y

    amoros/ poner tasa, /sordina a sus desvaros:Antonio Machado21), sino como un

    18Op. cit.,p. 158.19dem.20Del pasado efmero, enAntologa potica de Antonio Machado,Biblioteca Salvat, Barcelona, 1970, pp. 129-130.21

    Llanto de las virtudes y coplas por la muerte de don Guido, op. cit., p. 130.

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    momento histrico cuyas enseanzas deberan ser descubiertas por los hombres y

    mujeres del presente, diferenciando lo vital que podra tener de aquello que qued

    muerto para siempre.

    El pesado lastre de una tradicin no asimilada, sino ms bien mistificada, es

    tambin un peso demasiado ominoso para quienes estn en la posibilidad de

    emprender la tarea de valorarla crticamente: la juventud:

    Ya hay un espaol que quierevivir y a vivir empieza,

    entre una Espaa que muerey otra Espaa que bosteza.Espaolito que vienesal mundo, te guarde Dios.Una de las dos Espaasha de helarte el corazn.22

    Y es que para los autores de la generacin del 98, los anteriores son

    sntomas de un problema: Espaa no haba logrado resolver su problema de

    identidad. Problema doblemente complicado, porque no se circunscriba

    nicamente a definir qu era el ser espaol, sino que dilucidar esta identidad junto

    a su condicin de europeos. El nacionalismo a ultranza, la cerrazn de las lites

    hacia lo que se daba fuera del pas, llevaba a absurdos como aquello de la

    ciencia nacional, que Unamuno ataca ferozmente, a la par que reivindica la

    doble necesidad de abrevar en las fuentes populares de la cultura junto a la de

    abrirse al mundo contemporneo. La cultura espaola pareca ms bien anclada a

    las viejas glorias coloniales que abierta a los desafos del siglo por venir. La

    Espaa que muere y la Espaa que bosteza dan la espalda a los retos de la

    modernidad.

    22

    Proverbios y cantares, LIV, en Op. cit.,pp.143-144.

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    Como veremos ms adelante, Zambrano ser continuadora de esta

    preocupacin, pero la radicalizar, llevando la crtica al mbito de la cultura

    occidental y a la razn moderna. Por ahora, veamos cules son los elementos de

    esa tradicin intelectual a los que nuestra autora recurre en la formulacin del

    concepto de historia sacrificial. Podemos distinguir provisionalmente dos: el

    concepto de intrahistoria de Miguel de Unamuno y la crtica que sobre la

    racionalidad moderna expone Antonio Machado en su Juan de Mairena.

    1.2.1. La intrahistoria unamunianaDel concepto unamuniano de intrahistoria, acuado para realizar una

    propuesta de interpretacin sobre la crisis de Espaa a fines del siglo XIX, puede

    verse un anticipo de lo que en Zambrano se conocer como historia sacrificial.

    Definamos qu es lo que entiende Unamuno por intrahistoria, para luego dilucidar

    la importancia de este concepto.

    La historia suele verse como un relato de las grandes conmociones

    polticas, militares econmicas y sociales, y sus protagonistas han sido los

    grandes personajes que engrosan los manuales y pasan a ser el pasto de las

    ctedras y de las escuelas. Mas, para Unamuno la historia tiene una dimensin

    mucho ms ntima, mucho ms modesta, que es la que realmente jalona estos

    grandes instantes:

    Las olas de la historia, con su rumor y su espuma quereverbera al sol, ruedan sobre un mar continuo, hondo,inmensamente ms hondo que la capa que ondula sobre unmar silencioso y a cuyo ltimo fondo nunca llega el sol. Todolo que cuentan a diario los peridicos, la historia toda delpresente momento histrico, no es sino la superficie delmar, una superficie que se hiela y cristaliza en los libros y

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    registros, y una vez cristalizada as, una capa dura no mayorcon respecto a la vida intrahistrica que esta pobre cortezaen que vivimos con relacin al inmenso foco ardiente que

    lleva dentro. Los peridicos nada dicen de la vida silenciosade los millones de hombres sin historia que a todas horas delda y en todos los pases del globo se levantan a una ordendel sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosalabor cotidiana y eterna, esa labor que como la de lasmadrporas subocenicas echa las bases sobre que sealzan los islotes de la historia. Sobre el silencio augusto,deca, se apoya y vive el sonido; sobre la inmensahumanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en lahistoria. Esta vida intrahistrica, silenciosa y continua comoel fondo mismo del mar, es la sustancia del progreso, la

    verdadera tradicin, la tradicin eterna, no la tradicinmentira que suele ir a buscar al pasado enterrado en libros ypapeles, y monumentos, y piedras.23

    La intrahistoria,genuina base de la historia, est constituida por esa mirada

    de dramas y tragedias individuales, que pasan desapercibidas para la historia

    dominante. Si vamos ms a fondo sobre este concepto que aporta Unamuno,

    encontraremos una crtica hacia esa concepcin que afirma que hay una lite de

    individuos o de grupos sociales que conducen la historia, y una muchedumbre

    annima que es nicamente el sujeto paciente e incluso, padeciente de sta.

    Los detalles de las vidas de esos sujetos padecientes se ven sacrificados en

    favor del grandioso devenir histrico.

    23En torno al casticismo,p. 63.

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    1.2.2. Antonio Machado y Juan de Mairena

    Pero entre todos los poetas que en su casitotalidad han permanecido fieles a su poesa,que se han mantenido en pie, ninguna voz quetanta compaa nos preste, que mayorseguridad ntima nos d, que la del poetaAntonio Machado.Mara Zambrano: La guerra, de AntonioMachado

    El poeta Antonio Machado es uno de los grandes manantiales en el que

    abreva el pensamiento de Mara Zambrano, pues, segn sus palabras, el poeta

    canta y cuenta de la vida ms verdadera y de las verdades ms ciertas,

    universales y privadsimas al par de toda vida. Qu sera de nosotros, de todo

    hombre, si no supisemos hoy y no nos lo supiesen recordar el saber ltimo que

    con sencillez de agua nos susurran al odo las palabras poticas de Machado?. 24

    Este poeta, de palabras paternales, padre de un pueblo, no slo fue

    importante para Zambrano, dada la honda amistad que su padre tuvo con l, sino

    por la bsqueda de ese conocimiento de las verdades ms ciertas, las que son

    valederas tanto para las sociedades como para las subjetividades.

    Ciertamente, la poesa de Antonio Machado tiene un carcter metafsico,

    en el sentido de constituir un buceo en busca de los fundamentos de la realidad,

    pero donde esa metafsica se explaya es en las palabras de su heternimo: el

    profesor apcrifo Juan de Mairena, y en las del maestro de ste, igualmente

    apcrifo, pero con ms vida que muchos hombres de carne y hueso, Abel

    Martn.

    24

    La guerra,de Antonio Machado, en Senderos,p. 61.

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    Escritas y publicadas en peridicos y revistas, antes y durante la Guerra

    Civil, las Sentenciasde Juan de Mairena dan cuenta de las preocupaciones ticas

    y estticas de Machado. Como en Mara Zambrano, la poesa es algo ms que

    arte: es un saber de carcter vital. Aqu cabe citar lo siguiente:

    La poesa es deca Mairena el dilogo del hombre, deun hombre con su tiempo. Eso es lo que el poeta pretendeeternizar, sacndolo fuera del tiempo, labor difcil y querequiere mucho tiempo, casi todo el tiempo de que el poetadispone. El poeta es un pescador, no de peces, sino de

    pescados vivos; entendmonos: de peces que puedan vivirdespus de pescados.25

    La poesa se trata de un dilogo del hombre [...] con su tiempo, esto es,

    con su ms honda realidad: su realidad histrica, su realidad personal, su realidad

    subjetiva. En las primeras lneas del Juan de Mairena, hay una enseanza tan

    profunda que, por obvia, pasa por desapercibida:

    La verdad es la verdad, dgala Agamenn o su porquero.Agamenn. Conforme.El Porquero.No me convence.26

    Al afirmar que la verdad es la verdad, se afirma lo que la Modernidad tan

    pretenciosamente ha aseverado: que hay una nica verdad, asequible a la razn

    humana. Cuando Juan de Mairena introduce el desacuerdo del porquero de

    Agamenn, nos dice que no hay tales verdades absolutas. El absolutismo de la

    verdad es una de las trampas de la racionalidad moderna. Contra ella combate,

    con hermosa irona, el maestro apcrifo de Machado. Esta crtica de las

    verdades que se pretenden universalmente vlidas, ya sean para Agamenn o

    para su porquero, constituyen el pensamiento duro que fundamenta la historia

    25Juan de Mairena, en Obras Completas de Antonio y Manuel Machado,Editorial Plenitud, Madrid, 1967, p. 1034.26

    Ibd.,p. 1033.

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    sacrificial.Una de las imgenes que Zambrano nos presenta para ilustrarnos ese

    pensamiento es el del palacio del rey Felipe II en El Escorial: una mole

    arquitectnica inmensa, inconmovible: la razn occidental es eso: arquitectura

    inmvil y aplastante, como las verdades absolutas que la fundamentan.

    Otra crtica que Machado externa hacia la racionalidad moderna es la de

    concebir a la historia como una pugna, como una disputa. Se tratara, pues, de

    usar la razn para conquistar, para aprehender, para posesionarse de una

    realidad, pero tambin para enseorearse de otros seres humanos. El siglo XIX

    es esencialmente pelen escribe Machado. Se ha tomado demasiado en serio

    el struggle-for-life darwiniano. Es lo que pasa siempre: se seala un hecho;

    despus se le acepta como una fatalidad; al fin, se convierte en bandera. Si un da

    se descubre que el hecho no era completamente cierto, o que era totalmente falso,

    la bandera, ms o menos descolorida, no deja de ondear27. Se trata de una

    pugna donde la gran idea sobrepasa a las personas concretas a las cuales se

    pretende beneficiar en nombre de dicha idea. El resultado es la conversin de los

    individuos, cada cual con su riqueza de verdades propias, en masas. Pero la

    condicin de masa es equivalente a la deshumanizacin de la especie humana.

    Oigamos a Juan de Mairena:

    Nosotros no pretenderamos nunca educar a las masas. Alas masas, que las parta un rayo. Nos dirigimos al hombre,que es lo nico que nos interesa; al hombre en todos lossentidos de la palabra: al hombre in genere y al hombreindividual, al hombre esencial y al hombre empricamentedado en circunstancias de lugar y tiempo, sin excluir alanimal humano en sus relaciones con la Naturaleza. Pero elhombre masa no existe para nosotros. Aunque el conceptode masa pueda aplicarse adecuadamente a cuando alcanza

    27

    Ibd.,p. 1012.

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    volumen y materia, no sirve para ayudarnos a definir alhombre, porque esa nocin fsico-matemtica no contiene untomo de humanidad. Perdonad que os diga cosas de tan

    marcada perogrullez. En nuestros das hay que decirlo todo.Porque aquellos mismos que defienden a lasaglomeraciones humanas frente a sus ms abominablesexplotadores han recogido el concepto de masas paraconvertirlo en categora social, tica y aun esttica. Y esto esfrancamente absurdo. Imaginad lo que podra ser unapedagoga para las masas. La educacin del nio-masa!Ella sera, en verdad, la pedagoga del mismo Herodes, algomonstruoso.28

    En suma, el concepto de historia sacrificialse relaciona estrechamente con

    la crtica que formula Machado hacia la racionalidad moderna, en tres vertientes:

    a) en su crtica al absolutismo de dicha racionalidad: la pretendida posesin de

    una verdad nica; b) en la crtica a esa razn entendida como polmica

    (recurdese que el vocablo proviene del griego plemos:lucha): esto es, el uso de

    la racionalidad como instrumento de pelea y como mtodo para aplastar al otro y

    c) en la consecuente deshumanizacin que provoca esta razn absoluta, que

    relega a los individuos a la condicin de masas, las cuales nicamente tienen

    sentido si se las utiliza para defender esa razn absoluta y polmica, es decir,

    avasalladora y no comprensiva de los mltiples mbitos del ser humano concreto,

    de ese hombre entendido en tanto que gnero, pero tambin a ese ser humano

    empricamente dado en circunstancias de lugar y tiempo.

    28Ibd.,p. 1134.

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    1.3. El concepto de historia sacrificialcomo clave del pensamiento poltico

    zambraniano

    La obra de madurez de nuestra autora, que transcurre entre la segunda

    guerra mundial y la transicin espaola de la dictadura a la democracia, tiene

    mucho que decir acerca de la traicin que hizo la razn occidental a su proyecto

    de redencin de la humanidad. En esto, el pensamiento de Mara Zambrano

    acompaa a las crticas de la Escuela de Frankfurt y de los existencialismos. La

    originalidad del pensamiento zambraniano reside en su bsqueda de un saber

    que, al contrario que el del logosoccidental que busca "aprehender", es decir,

    aprisionar, ejercer su voluntad de poder sobre lo que conoce, atienda a lo que

    expresa aquello que la filsofa llama "los nferos", palabra que, como sabemos,

    proviene del latn y designa al "tipo de ovario de las fanergamas que se

    desarrolla por debajo del cliz, como en el membrillo y otras rosceas.29" nfero

    proviene de Inferus: lo que lleva algo dentro de s. Es, pues, la bsqueda de un

    saber que escuche lo que el ser humano lleva en su interior. De ah su constante

    dilogo con los msticos como San Juan de la Cruz, con la poesa e incluso con la

    pintura. No es accidental el que el trmino nfero se aplique a las rosceas: la rosa

    es el smbolo del misterio de la poesa. En dilogo con ese misterio, tierra tan

    ajena al pensamiento occidental, se puede comprender la propuesta de Zambrano

    en un contexto mundial donde una definicin apropiada sera parafrasear el ttulo

    del clebre aguafuerte de Goya: la vigilia, no el sueo, de la Razn produce

    monstruos. Estos monstruos los ha conocido Zambrano: los despotismos del siglo

    29

    Vid. Diccionario de la Real Academia Espaola, Madrid, 2001.

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    XX, sean estos brutales como el estalinismo y el fascismo, o sean menos

    explcitos y hasta cobijados por grandes ideas como la democracia.

    Pero el concepto de nferosva tambin ligado a la bsqueda de una razn

    potica como alternativa a la razn occidental. No es simplemente una cuestin

    de estilo lo que explica el aliento potico de la prosa de Mara Zambrano: es una

    opcin deliberada por un lenguaje que, alejado de la pretensin de posesionarse

    de la realidad como totalidad, hable tambin desde las profundidades del ser

    humano. El pensar, pues, ms que el pensamiento, de Mara Zambrano aporta

    algo, una forma particular de integrar los elementos de la realidad, esa realidad

    que ante todo se nos presenta como constitutiva del ser humano que somos

    apunta Chantal Maillard. Una forma que le debe su peculiaridad a esta hibridez

    de la expresin en la que el carcter filosfico de la exposicin se ensancha con la

    musicalidad y el ritmo propio de la imaginacin potica: hacedora, creadora. En

    su escritura, en efecto, la palabra se encarna en la imagen y la razn fertiliza en el

    smbolo para as lograr la finalidad anhelada: engendrar en los nferos y dar a luz

    en la conciencia para elevarse a los lugares de creacin donde ser, plenamente,

    sea posible. Empresa, por lo tanto, femenina entre todas, puesto que se trata de

    dar a luz un cuerpo, cuerpo terico, cuerpo especular, pues la theoraera esto en

    su origen: ver, asistir al espectculo, y asistirle en su crecimiento hacia niveles

    ms altos de ser hasta la consecucin de su plenitud.30Maillard es de la opinin

    que Zambrano se anticipa en mucho a lo que Gianni Vattimo llamar

    30

    Cfr. La mujer y su obra,p. 12.

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    pensamiento dbil, en contraposicin al absolutismo racionalista occidental.31A

    sabiendas de que temas como los arriba enunciados la razn potica, el

    pensamiento desde los nferos, o la oposicin entre esa razn potica y el

    despotismo de la razn exceden con mucho el mbito del presente trabajo, ser

    inevitable que a la hora de acercarnos a las ideas polticas de Zambrano nos

    encontremos con algunos aspectos de ellos. En la bsqueda filosfica de nuestra

    autora, lo que se busca es una razn que sepa entender,un entendimiento que

    fuese activo, accin y no slo estudio terico32, puesto que, como ella misma lo

    pregunta, cabe entender las entraas, desentraar sin entraarse al mismo

    tiempo?.33

    Es precisamente la crtica al absolutismo de la razn que caracteriza a la

    Modernidad lo que constituye el eje fundamental de ese rescate de los nferos,

    que emprende Zambrano a lo largo de su dilatada obra. La crtica a la racionalidad

    occidental en el pensamiento poltico de nuestra autora, se sustenta en una

    categora: historia sacrificial.

    Para Zambrano, la historia sacrificiales un modo de caracterizar el devenir

    de la historia de Occidente.

    La contextura trgica de la historia habida hasta ahoraproviene de que en toda sociedad, familia incluida, aun en la

    peculiar sociedad formada por dos que se aman, hayasiempre como ley que slo en ciertos niveles humanos norige, un dolo y una vctima. Lo que equivale a decir que eldintel de la historia ante el cual el hombre ha retrocedido unay otra vez sin acertar a traspasarlo, sea ste: que all dondenos agrupemos y no podemos vivir sin agruparnos deje

    31A este respecto, puede leerse el volumenEl pensamiento dbil,editado por el propio Vattimo y Pier Aldo Rovatti(Ctedra, Madrid, 2000), cuyo contexto es el debate filosfico entre intelectuales italianos en la dcada de lossesenta.32Delirio y destino,p. 72.33

    dem.

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    27

    de existir un dolo y una vctima; que la sociedad en todassus formas pierda su constitucin idoltrica; que lleguemos aamar, creer y obedecer sin idolatra; que la sociedad cese de

    regirse por las leyes del sacrificio o, ms bien, por unsacrificio sin ley.

    dolo es lo que exige ser adorado o recibe adoracin, esdecir, absoluta entrega; absoluta, mientras dura. dolo es loque se alimenta de esa adoracin o entrega sin medida yuna vez que le falta, cae. Es una imagen desviada de lodivino, una usurpacin. Toda persona convertida en doloaun a pesar suyo, vive en estado de fraude. Resulta extraoque hasta ahora slo en algunos claros de la historia sehaya vivido libre de esta tirana.34

    Esa idolatra que denuncia Zambrano no es constituyente tan slo de las

    sociedades arcaicas. Se da en las pocas posteriores, disfrazada bajo los ropajes

    ms sofisticados: bajo la advocacin de la teologa, como ocurri en la Edad

    Media, y bajo la gida de la Razn, como sucede posteriormente. No hay palacio

    renacentista, ni castillo medieval, que no tenga la prisin bajo sus salones

    apunta. Pero el contraste an es mayor en ciertas pocas, especialmente

    iluminadas de humanismo y embriagadas de alegra de vivir. Separadas por un

    estrecho canal y unida por un puente est la prisin de Venecia del palacio del

    Dogo; a la celda del condenado llegaba el esplendor de las luces y aun el rumor

    de voces y risas; la misma prisin es palacio, slo que su interior es mazmorra.

    Las carrozas de la nobleza francesa atravesaban callejones enfangados para

    llegar al resplandeciente palacio; no eran dos ciudades la del esplendor y la de la

    miseria sino una sola. Y aqullos hundidos en la miseria se sintieron fascinados

    por el esplendor y adoraron al dolo, al Rey Sol, pues la vctima por un tiempo

    acepta su condicin. La revolucin se impone entonces; el dolo pasa a ser la

    34

    Persona y democracia,Siruela, Madrid, 1996, p. 56.

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    podemos enseorearnos de todo, mas ese todo carecerde... realidad, entendiendo por realidad lo que nos resiste,segn Ortega, haba acabado de resistir en aquel curso,

    Es posible el conocimiento de objetos reales?. Y tambinlo inagotable, lo mltiple, lo que por muy conceptuado queest guardar siempre un fondo de donde nos llega eldevenir.Y si nos volvemos hacia la imagen an nuestra, se nostransformar en dolo, y acabar por ser hermtica, como loes la imagen de lo que se ama, por su fijeza. Entonces seren principio un alimento, y despus enajenacin.36

    La propuesta de nuestra autora buscar, como veremos a su tiempo, vas

    para superar esa historia sustentada en el sacrificio, sobrepasar ese dintel, ese

    doloroso arco histrico y trascender hacia una nueva historia, que bien podramos

    calificar de humana,por cuanto no har de la inmolacin, real o simblica, de los

    individuos su fuerza motriz. No es que se busque eliminar el sacrificio, pero s la

    raz enajenante, idoltrica, de la historia que se mueve bajo la razn que pretende

    una conquista de la realidad. Es, como dice Maillard, el momento en que el

    personaje que representamos en la historia ha de ser trascendido para dar paso a

    la persona.37

    El paso de la historia sacrificial a la historia humana implica la superacin

    de esa enajenacin: del personaje a la persona. La liberacin de la persona lleva,

    pues, aparejada la liberacin de la historia. Es liberacin del absolutismo

    racionalista, que de alguna manera mata a la historia, la detiene, porque realiza

    la abstraccin del tiempo. Situado entre verdades definitivas, el hombre deja de

    sentir el paso del tiempo y su constante destruccin, deja de sentir el tiempo como

    oposicin, como resistencia, deja de saberse en lucha perpetua contra el tiempo,

    36Delirio y destino,p. 162.37

    La mujer y su obra,p. 9.

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    contra la nada que adviene a su paso. Si toda historia es construccin,

    arquitectura, el sueo de la razn, del absolutismo y de las religiones monotestas

    es construir por encima del tiempo. La conciencia, en esa atemporalidad artificial

    de lo eterno verdadero, no puede despertar, ya que la conciencia surge al par que

    la voluntad personal y esta se crece con la resistencia. Despojado de tiempo, el

    individuo no siente angustia, pero tampoco puede despertar de este estado de

    sueo.38

    Las categoras racionales suplantan a la vida, que es constante apertura; la

    seguridad que nos otorga el sentirnos situados en un relato histrico

    fundamentado en grandes verdades que le dan sentido a los hechos, impide ver

    que somos seres contingentes, tanto como lo es el tiempo humano. La liberacin

    de la historia sacrificial es, en cierta medida, emancipar a la persona de ese

    estado de sueo histrico, de ese letargo durante el cual ocurre su

    inmolacin ante los dolos de la razn. De ah que sea necesario despertar

    sondonos, asumiendo los rincones oscuros de nuestra intrahistoria y

    dialogando con ellos. Lo que se busca es una razn que dialogue con los nferos,

    o con la dimensin infrica del ser humano, en vez de querer subyugarla.

    38

    Ibdem.

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    2. Segundo captulo: Hacia la superacin de la historia sacrificial

    2.1. La importancia de la poltica en Mara ZambranoSera un error considerar que la obra zambraniana, al formular su crtica al

    logos occidental en trminos de la bsqueda de una razn potica, desdea las

    urgencias de la poltica. Inequvocamente poltica es la vida humana, pero ms lo

    es la vida y la obra de la filsofa espaola. No se trata de poltica de partidos: se

    trata, en el caso de Zambrano, de poltica comprendida como una necesidad vital.

    En Horizonte del liberalismo, Zambrano apunta de manera muy

    contundente qu es lo que hace de la poltica algo necesario para la vida humana.

    Nuestra autora seala que hay una actitud poltica ante la vida, que es

    simplemente el intervenir en ella con un afn o voluntad de reforma. Se hace

    poltica cada vez que se piensa en dirigir la vida. Dice Spranger: poltica es

    voluntad de poder. Pero no. El poder puede ser la raz mediante la cual se inserte

    en algunos individuos esta actividad; pero ella en s misma, si ansa el poder, es

    para la reforma39. Ese mbito transformador de la vida cifra consigo parece

    estarnos diciendo Zambrano la doble posibilidad de la poltica: transformar la

    vida para que pueda transcender de su disgregacin, o, artificio de la hybris,

    convertir al sujeto que bien puede ser el individuo o el grupo en dolo: la cada

    en la historia sacrificial. La poltica, como posibilidad de reforma de la vida, tiene

    esa doble potencialidad. La poltica, pues, tiene que reformar la vida, pero al

    servicio de sta. Es una actividad humana fundamentalmente utpica y se mueve

    en la tensin de la protesta ante lo que es y el ansia de lo que debe ser40, y

    39Cfr. de Mara Zambrano, Horizonte del liberalismo,Ediciones Morata, Madrid, 1996, p. 203.40

    dem.

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    vincula a un individuo que acta y una vida que se ofrece como materia

    reformable41. Pero esta materia, aade Zambrano es la vida actual42, pero hay

    tambin una forma ideal que se pretende hacer real, y un individuo... un

    hombre43. Si la poltica es, para Ellacura, un mbito histrico de mayor densidad

    de lo real, para Mara Zambrano es tal vez la actividad ms estrictamente

    humana y su anlisis nos descubra los mayores dramas, conflictos, glorias del

    hombre, en tanto que, reitera, poltica es reforma, creacin, revolucin siempre,

    por tanto: Lucha conjuncin entre el individuo y la vida. Al ser el mbito real

    por excelencia, en la poltica se juega la vida en su integralidad. En tal sentido,

    entran en juego las constantes antinomias: el sujeto y la colectividad, la

    subjetividad y la vida pblica, la corporeidad y la vida espiritual. El grave peligro es

    la disgregacin de todos estos aspectos y la supremaca de uno de ellos en

    desmedro de los dems. Si se reforma la vida, ser para lograr su unidad perdida,

    no para sacrificar el conjunto en los altares de un trmino al cual se ha

    hipertrofiado: la razn, el espritu, la colectividad, el individuo... todos ellos no

    contienen sino partes de la vida.

    Una de esas visiones hipertrofiadas (vale decir: distorsionadas) de la vida

    es la del racionalismo y sus derivados. El racionalismo, al ab-straer extraer

    de lo que considera permanente, inmutable, por encima de las contingencias y

    las inexactitudes, disgrega la vida. En su crtica y superacin est, sin embargo, la

    fuente de una nueva esperanza. Despus del culto a la ciencia, bien lo dice

    Zambrano, ya no cabe ser ingenuo. Este desengao de la razn no conduce al

    41dem.42Op. cit.,p. 204.43

    dem.

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    nihilismo, sino a una esperanza fundamentada en el conocimiento de los lmites de

    esa razn que otrora se reclamaba todopoderosa: Despus del naufragio

    positivista, despus de la disgregacin producido por un cientifismo mediocre,

    volvemos a tener universo, historia verdadera, y no amorfa narracin notarial

    polvillo desprendido de una gema que se nos ofreca como verdad. Creemos de

    nuevo en la posibilidad de la Historia. Slo falta descubrirla poco a poco, con

    amorosos ojos, en su pura esencia arquitectnica.44 Es posible, pues,

    transcender de la historia sacrificial, historia disgregada, historia hipertrofiada, a la

    historia verdadera; podemos aspirar a tener universo y no fragmentos

    contaminados de hybris.Y cul es el camino? A lo mejor la autora no lo sepa,

    pero aconseja avizorar esa historia con amorosos ojos, es decir, con

    inteligencia sentiente, para utilizar la expresin zubiriana de una manera acaso

    demasiado libre.

    2.1.1. Crtica a la idolatra de la razn occidentalEl concepto de historia sacrificial est ligado a una crtica a la razn

    occidental: a la idolatra de esa razn que ha conducido a la humanidad a guerras

    y a exterminio. De dnde proviene esta idolatra? De las races de la cultura

    occidental, de esa logificacin de la inteligencia, que reduce todo el

    conocimiento humano de la realidad al concepto y de esa entificacin de la

    realidad, que sustituye la realidad por el ente ideal, peligros ambos que

    denunciaba Zubiri en sus tres libros dedicados a la inteligencia. Estas races se

    remontan a Grecia. Ante la variabilidad de la naturaleza que se presenta en

    44Op. cit.,p. 207. De aqu en adelante, salvo indicacin, todas las cursivas sern mas.

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    movimiento, el pensamiento griego busca qu es lo que permanece ante el

    cambio, y en esa bsqueda de permanencia, el logos buscar certidumbres en

    esencias inmutables, en ideas fijas que estn ms all de la caducidad de lo

    corpreo. El racionalismo moderno es heredero de esa supremaca del logos

    griego, pero va ms all: busca organizar la vida conforme a ese logos. La

    inteligencia aparece como eterna, como algo que va ms all del tiempo y de sus

    mutaciones, algo inalterable que pasaba por el mundo sin romperse ni

    mancharse. [...] La inteligencia era una forma pura que no participa de las

    conmociones de su objeto, ni tampoco de ninguna de las conmociones del

    hombre, por profundas que sean45. He aqu una versin idoltrica de la

    inteligencia.

    La razn se endiosa: toma el lugar de Dios, en el sentido de ser ella la que

    domina el tiempo: explica el pasado; organiza, dndole un sentido, al presente; y

    proporciona un derrotero para el futuro: el progreso al que inevitablemente se

    dirige la humanidad. El racionalismo es el culmen del absolutismo de la razn,

    puesto que el racionalismo europeo elev a su mximo grado y a su mayor

    expresin esta idea de la razn [la idea de su omnipotencia: N. del A.], creyendo

    adems en su poder absoluto.46

    Para nuestra autora, el racionalismo, como toda actitud fundada en

    ideales, es de origen ms noble, pero tambin mucho ms peligrosa. Supone una

    gran fe en la razn y tambin en el mundo; en un mundo conformado

    racionalmente por eso la razn es buen instrumento para conocerlo. Y una

    45Los intelectuales en el drama de Espaa, en Senderos,p. 29.46

    Ibdem.

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    gran ansia de fijar la vida todo lo que fluye en forma inteligibles, que, una vez

    alcanzadas, son las nicas. La pura razn es la pura monotona.47

    El racionalismo es culpable de presentar a la inteligencia como portadora

    exclusiva del progreso del gnero humano. El progreso se entenda como avance

    tecnolgico y cientfico, laicismo, destierro de toda visin religiosa, potica o

    metafsica de la realidad. Para el discurso racionalista, es decir, progresista,

    inteligencia reaccionaria era simplemente falta de inteligencia y se supona a los

    reaccionarios siempre pobremente dotados de este precioso instrumento.48 En

    virtud de esa falsa apreciacin, no se toman en cuenta todos los subterfugios y

    disfraces de que el hombre es capaz y sobre todo y ms gravemente el no

    distinguir entre la inteligencia como dote de un hombre concreto de carne y hueso

    y la inteligencia en su historia, en su desenvolvimiento a travs de los sucesos

    ms encontrados.49

    Del racionalismo progresista occidental se desprenden dos grandes

    modelos polticos contemporneos: el liberalismo burgus y, como respuesta a

    este, las revoluciones de inspiracin marxista leninista. Ambos pretenden redimir a

    la humanidad y persisten en poner en una racionalidad, que asumen infalible, la

    clave de esa redencin. Por otra parte, escinden al ser humano entre su

    dimensin individual y su mbito colectivo, supeditando uno al servicio del otro.

    47Horizonte del liberalismo,p. 215.48Los intelectuales en el drama de Espaa, en Senderos.,p. 30.49

    Ibdem.

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    2.1.2. La crtica al liberalismo: sus aporas y sus posibilidades

    El liberalismo burgus tiene su raz en el racionalismo. Surge como

    respuesta a los despotismos medievales y reivindica la igualdad de todos frente a

    los abusivos privilegios de una aristocracia que se pretende por encima de las

    vidas de sus siervos. Detengmonos un poco en los orgenes: El liberalismo es

    hijo de dos posiciones que en la historia del pensamiento han podido hallarse

    frente a frente en algn momento. Por una parte es hijo del racionalismo (que le

    proporciona un fundamento terico, una independencia doctrinal, que le permite

    romper ideolgicamente con su pasado prximo, con la Edad Media). Pero su

    contenido vivo y esencial, su aportacin a la historia es el individualismo, que va

    emergiendo poco a poco de su dogma y adquiriendo independencia.50

    Pretende fundar la vida de nuevo51, en un deseo de dar a lo humano

    todo su intenso valor, con afn de pureza suprema las races que se hunden en

    la tierra son impuras.52Traiciona, sin embargo, su deseo de re-fundar la vida.

    Al hacer de la razn el centro de todo, mont de nuevo la vida; pero, fra y pura

    como un brillante, la mont al aire; y fue la suprema belleza y la suprema

    inutilidad.53 Suplanta, adems, la aristocracia medieval con la aristocracia del

    individuo, que se ve a s mismo por sobre el resto de la sociedad: est

    contaminada de individualismo. Y aqu se sacrific la unidad humana escribe

    Zambrano. "Libertad, igualdad, fraternidad", reza el venerable lema en su

    ltima encarnacin. Pero ya desde el principio se sacrificaron los dos ltimos al

    50Horizonte del liberalismo,pp. 250-251.51Op. cit., p. 232.52Ibdem.53

    Ibdem.

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    primero. Era ineludible.54 Se convierte a la libertad en un dolo. No hay tal

    igualdad: si el individuo es la medida de todas las cosas, la colectividad debe

    supeditarse al mismo. Tampoco hay, por tanto, fraternidad: la unidad humana ha

    sido vulnerada. No hay posible fraternidad entre individuos desiguales, en tanto

    que el liberalismo se asienta sobre la esclavitud, y slo sobre ella puede alcanzar

    su perfeccin55. Esclavitud que surge de negar a los muchos por afirmar al

    individuo. En esto reside la apora del liberalismo.

    Para superar tal apora, se han formulado salidas falsas. Puestos ante el

    dilema de escoger entre el individuo y la sociedad, hay quien pretende resolverlo

    con filosofa de avestruz, negndose a ver la libertad y su raz humana. Y as

    dicen: el hombre es esclavo de la sociedad, de su misma naturaleza.56Aqu, lo

    nico que se hace es invertir los trminos del problema, pero dejndolo intacto. Se

    traslada el centro del individuo a la sociedad, o a la naturaleza. Es, nuevamente,

    una visin escindida, fragmentada de la vida. Y as, negando uno de los trminos

    dice sarcsticamente nuestra autora, la solucin acude pronto. No es cierto?

    Si el conflicto est planteado entre el Universo y el hombre en la esfera metafsica,

    neguemos el Universo, como hacen las teoras subjetivistas, idealistas; o

    neguemos al hombre, al individuo, y... ya est. Que el conflicto est planteado en

    lo poltico canjeando en trminos sociales los trminos metafsicos y el

    conflicto es entre el individuo y la sociedad anarquismo o al individuo

    comunismo ciego y la tranquilidad acudir pronto a nuestra mente.57Se sigue

    un mtodo falsificador, pero aparentemente revolucionario: cosas colocadas en la

    54Ibdem.55Op. cit.,p. 235.56

    Op. cit.,p. 235.

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    periferia iban a llegar hasta el centro, y lo que hasta entonces, permaneciendo

    inmvil dogmtico, era el eje de giro de todo lo dems, dejaba de serlo y

    comenzaba a girar, a moverse. Nada se descubra. Era tan slo un cambio de

    posicin, de protagonista, de centro giratorio.58As, tanto el liberalismo burgus

    como la crtica de ste, deja intacta la tensin entre individuo y sociedad. La

    respuesta para Zambrano sera distinta: recuperar la unidad perdida, a travs de

    la reconstruccin, la integracin de un mundo estructurado; la vuelta a un

    universo que conexione al hombre sin disolverle ni encadenarle; el retorno a la fe,

    a una fe timonel de la inteligencia y no su prisin; el reconocimiento de la

    legitimidad del instinto, de la pasin, de lo irracional, no podran ser la base y la

    meta de las tareas de nuestros das?.59

    No implica ello que el liberalismo est completamente agotado para Mara

    Zambrano. Podra afirmarse que su aporte a la superacin de la historia sacrificial

    est en haber reivindicado la libertad como fundamento de la vida humana. El

    problema residira en que sus postulados espirituales libertad, igualdad,

    fraternidad no pueden realizarse con la economa liberal60, que es

    profundamente individualista y, por tanto, insolidaria.

    Al hacer un balance sobre el liberalismo, Zambrano no condena la

    preocupacin que ste tiene por el individuo y su liberacin. Todo lo contrario. El

    individuo no puede quedar fuera de la vida en nombre de ninguna idea. Lo que s

    critica del liberalismo es que condena al humano a la soledad. Lo hace, pues

    niega todo mbito que no est capturado por su inteligencia, en manos de la cual

    57Op. cit., p. 236.58Op. cit.,p. 238.59Op. cit.p. 245.

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    cifra todo su destino. Nos dice Zambrano: La intencin, la significacin profunda

    del liberalismo fue sin duda la liberacin del hombre; represent la mxima

    confianza, la fe ms intensa en lo humano, y al mismo tiempo la exclusin ms

    absoluta de todas las fuerzas no humanas. En consecuencia: soledad; soledad del

    hombre frente al inmenso mundo.61Esta soledad viene de descartar, cuando no

    de pugnar en su contra, a la transcendentalidad lo que Zambrano llamar la

    gracia y a la naturaleza. A la naturaleza, la razn buscar domearla,

    sojuzgarla. A la transcendentalidad, la razn la negar y se sentar en su trono y

    exigir sacrificios sin nombre. En consecuencia, el proyecto emancipatorio liberal,

    slo libera al ser humano de manera aparente. Ha pretendido resolver el problema

    de lo transcendental negndolo, y el de la relacin con la naturaleza a travs de la

    dominacin.

    No se trata, con ello, de desterrar a la razn, sino darle su justo lugar dentro

    de la vida. Porque tambin lo tiene. Pretender combatir a la razn en nombre de

    un irracionalismo burdo, significa volver a fragmentar la vida. De lo que se tratara

    es de buscar un equilibrio donde la razn y lo individual puedan ofrecer su verdad,

    junto a la verdad que puede dar lo subjetivo. Por ello, nuestra autora se pregunta:

    Mas, no sera lo justo cultivar como el activo liberal nuestro huerto con

    nuestras manos, y dejar a los ngeles con el meridional la intimidad, la oculta

    fluencia de nuestro huerto interior? Yo entreveo en este modo de vivir un indicio

    para la solucin del problema de la libertad moral. Nuestro arraigo en la

    Naturaleza y en la gracia tan librepuede contribuir a lograr el equilibrio y la

    60Op. cit.,p. 261.61

    Op. cit., p. 264.

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    fecundidad que se echa de menos en el desasosiego estril del liberal

    racionalista.62

    La libertad del ser humano es una preocupacin vlida del liberalismo. Esto

    es lo que rescata Zambrano del mismo. La libertad es una condicin necesaria

    para humanizar la historia. Pero hay que tener cuidado en qu es lo que se

    formula con esta libertad. No se trata de la libertad-de, sino que de libertad a

    partir de, a base de.63El espejismo liberal y por ende, racionalista, es creer

    que se liberar al individuo de la necesidad, de la naturaleza y de Dios. Es un

    espejismo, porque para ser absolutamente libre de los mismos tendra que estar

    fuera de todos ellos. Es eso posible para el ser humano? El ser humano no es un

    ser absoluto, que est solo en el universo, o, mejor an, que est puesto ah para

    dominarlo a su antojo. Pretender liberarse absolutamente es el primer paso para la

    hybris,para el endiosamiento.

    Hay otro aspecto vlido del liberalismo, y es su reivindicacin de las

    libertades polticas. Sin esas libertades, las actividades polticas pierden su cariz

    poltico para adquirirlo policaco.64No puede ser de otra manera, puesto que si

    recordamos que la poltica es voluntad de reforma de la vida, cmo puede

    reformrsela si hay, por ejemplo, un frreo control estatal o judicial, meditico o

    econmico hacia las libertades de organizacin poltica y de expresin del

    pensamiento? El problema no es tanto el reivindicar estas libertades polticas, sino

    en el absolutizarlas.

    62Op. cit.,pp. 265-266.63Op. cit.,p. 266.64

    Op. cit.,p. 267.

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    En suma, para Zambrano habra que descartar el liberalismo econmico,

    pero s rescatar sus postulados espirituales: su defensa de las libertades y del ser

    humano.

    2.1.3. Crtica al estalinismoEn vez de historia verdadera, hemos tenido historia sacrificial; en vez de

    poltica consciente de su deber hacia la vida, nos han sobrado proyectos

    disgregadores y animados por la voluntad de poder. A veces estos proyectos

    polticos, que buscan, explcitamente, reformar la vida para bien de la vida misma,

    han terminado alejndose de esa vida, esto es, proyectos que lo piden todo [la

    vida] y lo ofrecen todo [otra vida, radicalmente nueva y mejor]. Mara Zambrano

    tiene la mirada puesta en el estalinismo sovitico, o, para usar sus palabras, el

    caso del comunismo ruso actual65.

    Al igual que el liberalismo burgus, al cual pretende superar, el estalinismo

    tiene una raz racionalista. As, pues, el comunismo es el ltimo resultado del

    movimiento racionalista, racionalizador de la vida, que comenz con la reforma

    religiosa y sigui en lo poltico con la Revolucin francesa; con la rusa lleg a lo

    social punto crtico del problema: individuo y sociedad.66 Contrario al

    liberalismo, que privilegia al individuo, el estalinismo colocar la sociedad al centro

    y relegar al individuo.

    El estalinismo tiene un fondo cuasi religioso: aspira a practicar una

    redencin total de la vida: una vida nueva, un paraso en la tierra. Un paraso que

    65Op. cit., p. 208.66

    Op. cit.,p. 256.

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    no es el producto de la salvacin divina, sino de la razn: Partiendo de una teora

    de la historia, crea una economa, una moral, un arte, es decir, una cultura. Es una

    poltica inspirada en la vida; en la que la vida predomina y aun aplasta al individuo.

    Es querer fundar una nueva vida, s, pero una vida concebida por un cerebro

    humano, una vida racional, racionalizada. Lejos de ser entrega a lo espontneo, a

    lo natural, es afn de dominio sobre ello. Hasta en eso coincide con la religin.

    Hay horror a lo imprevisto. Se persigue toda posible espontaneidad

    heterodoxia hasta el detalle, hasta la obsesin. El comunismo ruso ama tanto la

    vida que, en ansia ertica, quiere apoderarse de ella y detenerla.67El estalinismo

    y sus derivados intentaron planificar cada aspecto de la vida verbigracia, los

    famosos planes quinquenales y pretendieron controlar lo incontrolable: la

    subjetividad, los aspectos transcendentales, lo irracional, el azar. Hablar en

    nombre de la vida y afirmar que la vida es, en ltima instancia, lo econmico 68,

    que es susceptible de ser medido (positivismo) y controlado.

    Lo anterior no es ms que el afn de dominio de todo racionalismo el

    estalinismo es un racionalismo que acta en nombre de una idea grandiosa: la

    revolucin proletaria y el fin de toda explotacin del hombre por el hombre:

    voluntad de poder de la razn sobre la vida. La necesidad positivista de controlar y

    medir llevada a cada intersticio de la vida. En ese sentido, el estalinismo jams

    pudo resolver su apora raigal: el actuar en nombre de la vida pero terminar

    ahogndola. Al sacrificar al individuo concreto en aras del colectivo, el estalinismo

    refrenda la historia sacrificial. Testigo de ello fueron las vctimas de las purgas

    estalinianas y los que huyeron, desterrados, de la nueva encarnacin de Pedro El

    67dem.

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    Grande y sus nuevos horrores. Significa, por ello, que, irremisiblemente, todo

    proyecto alternativo de sociedad siempre se queda en los linderos de la historia

    sacrificial y que no hay posibilidad alguna para la humanidad? Esa sera la

    respuesta del posmodernismo de reaccin y la de los adalides del fin de la

    historia. Es eso lo que nos est diciendo Zambrano?

    2.2. Hacia la superacin de la historia sacrificial

    De la lectura de la obra zambraniana, podemos intuir algunos posibles

    caminos que lleven hacia la historia humana. Estos caminos son, bsicamente,

    dos: la resignacin y la esperanza, esbozada esta ltima en una posible poltica

    revolucionaria. Ms adelante, veremos qu es lo que esta poltica revolucionaria

    puede o no dar de s para que la humanidad supere la historia sacrificial. En

    verdad, superar la historia sacrificial no es tarea que prometa ser fcil. Tampoco

    implica llegar a un punto histrico inamovible, a partir del cual se superarn todas

    las contradicciones y todo tipo de enajenacin (idolatra). Se trata de un desafo

    ingente, pues parte de la vida y su constante cambio. El camino tampoco es fcil,

    pues, como nos recuerda nuestra autora en Horizonte del liberalismo,amplia es

    la tarea, pues hay que salvarlo todo. Cultura y democracia. Individuo y sociedad.

    Razn y sentimiento. Economa y libertad.69Es decir, se trata de salvar la vida en

    su integralidad y no solamente uno de sus fragmentos endiosados.

    68Op. cit.,p. 257.69

    Op. cit,. p. 263.

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    2.2.1. El camino de la resignacinEn medio de la Guerra Civil (en 1938, para mayor precisin), Zambrano

    publica en la revista Hora de Espaa un texto titulado Un camino espaol:

    Sneca o la resignacin. El contexto socio-poltico es evidente. La intencin es

    remitirse al camino recorrido por el filsofo estoico, en medio de un contexto

    caracterizado por una crisis humana. Recurrir al pensador cordobs no resulta

    antojadizo, pues Zambrano descubre en l una constante en la historia espaola:

    la resignacin como modo de enfrentar la historia, razn de la popularidad

    efectiva de Sneca [...] que ha dado motivo a que por muchos investigadores se

    haya dado al pueblo espaol por estoico70. Es bueno recordar algunos de los

    pensamientos que Mara Zambrano aporta sobre esta opcin.

    El estoicismo senequista, esto es, la resignacin senequista, no comporta

    necesariamente un conformismo ante la adversidad. Las Consolaciones de

    Sneca responden a la soledad humana. En el contexto de Sneca, esta soledad

    se da en un contexto de crisis de la cultura. Han sido rotas las seguridades y los

    sentimientos de unidad para el hombre. Por primera vez escribe Zambrano

    nos topamos con un hombre desarraigado, a quienes los lazos de la sangre, la

    comunidad patria o la obediencia religiosa no bastan para conducir su vida. El

    cosmopolitismo estoico, aparte de su exageracin, tiene, sin duda alguna, este

    significado; el hombre se siente solo, sin conexiones sanguneas, raciales ni

    religiosas y por eso se siente intercambiable. No lleva sobre sus hombros el peso

    70

    Un camino espaol: Sneca o la resignacin, en Senderos,p. 109.

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    de un destino concreto, se siente desamparado y en su desamparo descubre su

    individualidad que, claro est, es universal.71

    Esta conciencia del desamparo lleva a la necesidad de un consuelo para

    vivir. Esa es la resignacin senequista: la consolacin que puede proporcionar la

    filosofa en momentos de crisis. Debera ya bastar con esto para el pago de

    nuestro tributo a la fascinacin de Sneca. Pues quiz nada ms misteriosa y

    conmovedoramente espaol podramos encontrar en l escribe nuestra autora

    . Su figura tan humana y hasta humanitaria, de curandero filosfico, es lo

    suficientemente noble en este momento tan inhumano, como para merecer el

    amor de todas las almas no pervertidas. El que se destacara con esta aureola

    sobre el fondo de la vida de Roma, nos llena de sereno orgullo y nos invita en el

    instante presente a no resignarnos a ser aplastado por todo eso que l hubiera

    detestado; lo que en la Roma que l esclareciera haba de brbaro, totalizado y

    puesto hoy en pie. Se trata, pues, de una resignacin activa, que busca resistir la

    barbarie por mantener la lealtad a unos principios de conducta. Esta resistencia,

    sin embargo, carece de fe. Y la falta de fe conduce a Sneca a la autoinmolacin,

    al suicidio, a preferir la muerte a la contradiccin72, es decir, a la doblez, al culto

    a la conveniencia. Nos pregunta Zambrano: Es admirable y ejemplar, pero,

    tendramos derecho a elegir ese camino, contando ya con su experiencia?73. Y

    responde: Un pueblo no puede resignarse porque no puede detenerse, porque

    no puede aniquilarse a s mismo. Un pueblo suicida sera algo precursor inmediato

    71Ibdem,p. 112.72Ibdem,p. 116.73

    dem.

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    del fin del hombre.74El empeo humano tiene que estar por la vida. De ah que el

    otro camino, el de la esperanza, es el que debe preferirse en tiempos de crisis.

    Y eso lleva a una posicin tica, como la que tuvieron que adoptar los

    intelectuales espaoles cuando la II Repblica estaba asediada por el fascismo:

    resistir para la vida. Llegar, incluso, a participar en la guerra, pero no para matar,

    sino para dar la vida. En un tiempo crtico como ese que simboliza la crisis

    general de la humanidad, no hay neutralidad posible: o se est con la vida, o

    contra ella. Ntese que no se habla de una opcin ideolgica: se habla de la vida.

    Los neutrales seala en Los intelectuales en el drama de Espaa hablan

    de valor por estar en el equilibrio imposible entre dos contrarios que no existen,

    que no pueden existir en un mismo plano; porque no hay trmino medio entre la

    muerte y la realidad preada de futuro, ya actual, de la Espaa que renace.

    Ignoran que no es posible este equilibrio, que adems, lejos de suponer valor, lo

    esquiva, esquiva la realidad de la vida, queriendo forjarse mundos privados donde

    la lucha y el riesgo no existen. Pueden dar tambin su obra por acabada, si la

    tienen. Los que no la haban logrado an, arrastrarn una juventud estril por el

    mundo, horrible juventud caduca sin el cansancio fecundo de la vejez bien

    lograda.75

    El camino es el de la fe puesta en la vida. Ello nos coloca ante el siguiente

    paso: la necesidad de una poltica revolucionaria.

    74dem.

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    2.2.2. La poltica revolucionaria

    Zambrano ya ha apuntado que la poltica, suprema actividad humana, es

    necesidad de cambio, es esencia dinmica. Pero no toda poltica es

    revolucionaria, vale decirlo: hay poltica conservadora. Qu define para nuestra

    autora la poltica revolucionaria?

    En primer lugar, la poltica revolucionaria no ser dogmtica de la razn,

    ni tampoco de la supra-razon; y creer ms en la vida, ms en la virtud de los

    tiempos que en la aplicacin apriorstica de unas cuantas frmulas, expresadas

    con exigencias de perennidad.76Esto significa deshacerse del ncleo racionalista

    y colocar la prioridad en la vida. Pero cuidado. Hacer esta prioridad podra

    interpretarse como una visin cntrica: logocntrica, antropocntrica, etc. Esta

    priorizacin de la vida implica tomarla en su integridad: considerarla como

    naturaleza, ser humano, trascendencia.

    En segundo lugar, la poltica revolucionaria buscar superar la

    disgregacin histrica. La vida es contingencia; no eternidad. Pero es tambin

    asimilacin del pasado, del presente y del futuro como un todo no una

    totalidad en equilibrio. Ms adelante, veremos como la hipertrofia del pasado o

    del futuro histricos deriva necesariamente en lo que podramos llamar poltica

    sacrificial.

    El fascismo es un ejemplo de los peligros de esa hipertrofia del pasado. El

    fascismo, enemistad con la vida que destruye todo respeto y devocin hacia

    75Ibdem,p. 48.76

    Horizonte del liberalismo., p. 212.

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    ella77, se nutre de una versin distorsionada del pasado. Surge como respuesta a

    la crisis de la primera posguerra mundial, como la desesperacin impotente de

    hallar salida a una situacin insostenible; desesperacin aferrada a su propia

    limitacin. Lo que tiene de grave el fascismo, lo que le lanza al crimen, es el

    aferrarse a unos lmites, el ser rebelin y violencia para no abandonar una

    posicin por lo dems inhabitable.78Los lmites a los que se aferra son los de un

    pasado hipertrofiado: No hace mucho que el hombre adquiri lo que se ha

    llamado conciencia histrica; el progresismo fue su tosca manifestacin, y

    recientemente el hombre ha ido entrando en posesin de ella. El fascismo se

    produce sobre esa conciencia de lo histrico y tambin la utiliza y la enmascara. El

    hombre vive en la historia, ha dicho Mussolini, y en vista de ello emprende la

    reconstruccin del Imperio romano, dejando ver con ello que le falta inspiracin

    histrica verdadera para crear un proyecto nuevo. Pero esta pobreza proviene de

    no querer reconocer las necesidades de la poca, pues slo a travs de las

    necesidades encuentra el hombre su libertad.79

    Sirva esta larga digresin para subrayar que la poltica revolucionaria debe

    contar con el tiempo, concebido no como algo esttico, mineralizador de la

    historia80al estilo conservador, sino como tiempo vivo,como tiempo en el que la

    vida fluye. Una poltica, pues, que tome en cuenta el humilde limo terrestre81en

    el que el tiempo se mueve: la intrahistoria.

    77Los intelectuales en el drama de Espaa, en Senderos.,p. 35.78Ibdem.79Ibid.,p. 37.80Horizonte del liberalismo,p. 213.81

    Ibid.,p. 212.

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    La revolucin es, entonces, continuidad con el tiempo. Pero esta

    continuidad tampoco es garanta de traspasar la historia sacrificial. Advierte

    nuestra autora:

    Pues la revolucin es otra cosa. La Revolucin Francesa fueun movimiento intelectual o de una fe en un principiouniversal y una conmocin entraable de aquella sociedadpara dejar salir a una clase nueva, aunque no tan nueva. Laburguesa, no viene del burgus medieval? Y esta clasenueva en cuanto a sus pretensiones de ocupar el poderresult hacedora de la nacin en esta etapa, pero dentro deuna continuidad. La ruptura con el pasado de la Revolucin

    en Francia fue brevsima, pronto se estableci unacontinuidad diferente, no la encarnada por los monarcas sinopor la sociedad misma en todas sus dimensiones.Y la revolucin rusa, hecha tambin en nombre de unprincipio universal, pretendi realizar una utopa. A los pocosaos se estableci la continuidad con la historia rusa en unmomento un tanto alejado: el de Pedro y Catalina.82

    La poltica revolucionaria no es per segaranta de superacin de la historia

    sacrificial, como tampoco lo es el que la poltica tenga continuidad con el tiempo.

    Evidentemente, la vida no otorga certezas eternas, puesto que es propio de la

    persona el discurrir, el avanzar... pero esto no se verifica de un modo simple.

    Avanzar, en realidad, slo se logra sabiendo recorrer las diversas dimensiones del

    tiempo. En vez de quedarse fijo, preso en la fijeza, frente a una imagen o una idea

    o un propsito, recorrer con l los mltiples caminos del tiempo hacia el pasado y

    hacia el futuro; contrastado con los diversos presentes.83Trasponer el dintel de la

    historia sacrificial no implica llegar a un Paraso donde todo ser fijeza y

    perfeccin. Implica otra cosa: un camino humano. No una utopa inalcanzable,

    sino algo ms cercano: la democracia.

    82Delirio y destino,p. 176.83

    Persona y democracia,p. 203.

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    2.2.3. La democracia como humanizacin de la historia

    Para Mara Zambrano, la democracia es la manera de superar la historia

    sacrificial. Ms all de la definicin etimolgica de democracia gobierno del

    pueblo, para el pueblo y por el pueblo, que se ha banalizado a fuerza de

    manipulaciones, nuestra autora propone un concepto distinto. En primer lugar,

    afirma que si hubiera que definir la democracia podra hacerse diciendo que es la

    sociedad en la cual no slo es permitido, sino exigido, el ser persona.84

    Aqu es importante el uso de la palabra persona. No en vano el ttulo de su

    libro, Persona y democracia.Personase contrapone a individuo.Individuo tiene

    para Zambrano una connotacin negativa, que remite a la oposicin

    individuo/sociedad. Es el individuo enfrentado a la sociedad, no en armona

    dentro de ella. En cambio aclara, persona incluye al individuo y adems

    insina en la mente algo de positivo, algo irreductible por positivo, por ser un

    ms; no una diferencia, simplemente.85Esa definicin positiva quiere decir que

    el ser personadestierra ese antagonismo con la sociedad. Si la democracia exige

    el ser persona, ello implica que la persona no es ya ese individuo cerrado dentro

    de s. La oposicin entre individuo y sociedad desaparece. No es ya el individuo

    que, como un nuevo dios, vale por encima de su sociedad; ni sta ser el Leviatn

    o el Ogro Filantrpico que devorar al individuo, o cuando menos, lo anular.

    Para Zambrano, llegar a ser persona quiere decir el que la realidad humana

    se haga presente, y su interaccin con la democracia no es otra cosa ms que la

    84Ibd.,p. 169.85

    dem.

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    sociedad sea adecuada a la persona humana; su espacio adecuado y no su lugar

    de tortura.86

    Ahora bien, veamos qu es esta democracia que se nutre del ser persona.

    En todo caso, por qu valerse de un trmino que ha sido tan manipulado para

    referirse al mbito que posibilita la historia humana? No ha sido tanto la

    democracia lo que est desvirtuado, aclara Zambrano, sino el abuso del trmino,

    que se ha empleado a la ligera, o bien para enmascarar fines inconfesables87.

    El trmino democracia es el parmetro a travs del cual se mide la

    legitimidad de un rgimen poltico. Democracia es la ensea a la cual se acogen

    todos los regmenes que pretenden servir al hombre en la hora presente88. La

    democracia, pues, constituye como un tribunal o una instancia ante la cual se

    justifican, explican, los que quieren servir al prog