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Draft version for this Conference use only. Do not quote without author’s permission. Las especies utilizadas en la repoblación forestal realizada en España desde 1877. Distribución, ensayos de introducción y origen del material vegetal. Enric Vadell (Government of Catalonia) ([email protected]) Sergio de Miguel (Universitat de Llèida) ([email protected]) Jesús Pemán (Universitat de Llèida) ([email protected]) _____________________________________________________________________________ Abstract: Desde 1877 las repoblaciones en España han afectado un 12% de la superficie del país, y han supuesto uno de los mayores factores de cambio en el paisaje y en la distribución de especies. Se considera que la actividad repobladora moderna en España, basada en los conocimientos científicos de la época y diseñada y ejecutada por técnicos formados al efecto, comienza en la segunda mitad del siglo XIX, aunque existen referencias mucho más antiguas de repoblaciones forestales. La creación del Cuerpo de Ingenieros de Montes en 1853 y la publicación de las primeras normas forestales de fomento a la repoblación forestal en 1877 y 1888 se pueden considerar el punto de partida de esta actividad. Aunque las repoblaciones siempre han mantenido un carácter multifuncional, las primeras repoblaciones forestales diseñadas por la administración forestal tuvieron una vocación claramente protectora, al considerarse que este objetivo era responsabilidad de las administraciones públicas, mientras que las repoblaciones con una vocación más productora debían de serlo de la iniciativa particular. El diferente objetivo repoblador implicó el uso de diferentes especies; mientras que para cumplir el objetivo protector principalmente se usaron coníferas autóctonas, para el productor se recurría a especies de carácter alóctono como el eucalipto o el pino de Monterrey, de los que ya tenía experiencias en la península ibérica debido a su introducción por propietarios particulares desde mediados del siglo XIX. _____________________________________________________________________________

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Las especies utilizadas en la repoblación forestal realizada en España

desde 1877. Distribución, ensayos de introducción y origen del material vegetal.

Enric Vadell

(Government of Catalonia) ([email protected])

Sergio de Miguel (Universitat de Llèida)

([email protected])

Jesús Pemán (Universitat de Llèida)

([email protected])

_____________________________________________________________________________

Abstract: Desde 1877 las repoblaciones en España han afectado un 12% de la superficie del país, y han

supuesto uno de los mayores factores de cambio en el paisaje y en la distribución de especies. Se

considera que la actividad repobladora moderna en España, basada en los conocimientos científicos de

la época y diseñada y ejecutada por técnicos formados al efecto, comienza en la segunda mitad del siglo

XIX, aunque existen referencias mucho más antiguas de repoblaciones forestales. La creación del Cuerpo

de Ingenieros de Montes en 1853 y la publicación de las primeras normas forestales de fomento a la

repoblación forestal en 1877 y 1888 se pueden considerar el punto de partida de esta actividad. Aunque

las repoblaciones siempre han mantenido un carácter multifuncional, las primeras repoblaciones

forestales diseñadas por la administración forestal tuvieron una vocación claramente protectora, al

considerarse que este objetivo era responsabilidad de las administraciones públicas, mientras que las

repoblaciones con una vocación más productora debían de serlo de la iniciativa particular. El diferente

objetivo repoblador implicó el uso de diferentes especies; mientras que para cumplir el objetivo

protector principalmente se usaron coníferas autóctonas, para el productor se recurría a especies de

carácter alóctono como el eucalipto o el pino de Monterrey, de los que ya tenía experiencias en la

península ibérica debido a su introducción por propietarios particulares desde mediados del siglo XIX.

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1. Introduction

La repoblación forestal moderna en España, entendida como el establecimiento artificial de especies forestales, generalmente arbóreas, en terrenos que previamente o no las sostenían (SECF 2005), puede decirse que comenzó con la creación del Cuerpo de ingenieros de Montes en 1853 y con la aprobación de las primeras leyes de fomento de esta actividad en 1877. Desde entonces hasta nuestros días puede estimarse que se han repoblado más de 5 millones de hectáreas, lo que representa casi el 12% de la superficie total del Estado (Pemán and Vadell 2009). En estas repoblaciones se han empleado tanto especies autóctonas ó indígenas como especies alóctonas o exóticas.

Aunque las repoblaciones con especies autóctonas implica el uso de especies indígenas, en ocasiones conllevaron importantes traslados del material vegetal desde su zona de origen a su zona de utilización, lejos de su área natural o a áreas de genotipos diferentes. El conocimiento del origen de dicho material es necesario para interpretar el grado de establecimiento y crecimiento de la repoblación, debido a la existencia de una variación intrapoblacional a nivel de especie, como consecuencia de su adaptación a las distintas condiciones ambientales (Nicolás and Iglesias 2012).

El empleo de especies alóctonas tuvo un objetivo claramente productor y ha sido muy común tanto en el ámbito forestal como en el agrícola. En España los ensayos de introducción de especies forestales se inician a partir de mediados del siglo XIX, aunque se tiene constancia de la repoblación con Picea abies en los bosques de la Marina a principios del siglo XIX (Michel 2004). La introducción de especies alóctonas se generaliza durante todo el siglo XX y se van ensayando numerosas especies de coníferas y frondosas, que van siendo introducidas, bien de forma dispersa en las repoblaciones que se realizaban, o mediante ensayos de introducción más estandarizados.

Los objetivos que se pretenden con este trabajo son determinar el uso que tuvieron las distintas especies forestales, autóctonas y alóctonas, en las repoblaciones forestales realizadas desde 1877, analizando la composición de las masas, sus objetivos preferentes, su distribución territorial y el origen del material vegetal utilizado.

2. Material Y Métodos

Para el análisis de las especies utilizadas se han utilizado las estadísticas oficiales recogidas en las siguientes publicaciones oficiales: i) Estadísticas de las siembras y plantaciones, desde 1877 hasta el final del año forestal de 1894-95; ii) Anuarios de la Estadística General de la Producción de los Montes Públicos desde el año 1922 a 1934; iii) Memorias del Patrimonio Forestal del Estado desde el año 1940 a 1954; v) Anuarios de la Estadística Forestal de España desde 1949 a 1965; iv) Memorias de la Dirección General de Montes, Caza y Pesca Fluvial desde 1955 a 1971; v) Memorias del Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza desde 1972 a 1987; vi) Anuarios del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación desde 1983 a 2004.

Asimismo, se han tenido en cuenta otras publicaciones como el Inventario de repoblaciones logradas has el 31 de diciembre de 1970, realizado por el Patrimonio Forestal del Estado (PFE 1973). Esta publicación recoge por quinquenio, entre 1940 y 1970, la superficie de repoblación lograda por especie, provincia, núcleo de repoblación y dependencia administrativa. El concepto de repoblación lograda no se define aunque se entiende que es la que ha obtenido una tasa de supervivencia suficiente para no precisar la reposición de marras. Las especies o grupos de especies considerados en este inventario son: Pinus uncinata, P. sylvestris, P. nigra,

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P. pinaster, P. canariensis, P. pinea, P. halepensis, P. radiata, otras coníferas, Populus spp., Eucalyptus globulus, E. camaldulensis, Eucalyptus spp. y otras frondosas. Para conocer los diferentes ensayos de introducción de especies realizados se han consultado las publicaciones especificadas realizadas.

Paralelamente a estos datos estadísticos se ha explotado la información cartográfica proporcionada por los mapas forestales de 1966 y 1997. El Mapa forestal de 1966, dirigido por Luis Ceballos, recoge las masas forestales artificiales, pero solo aquellas que pueden considerarse definitivamente logradas, no representándose las de reciente creación o aquellas cuyo futuro se consideraba comprometido (Ceballos et al. 1966). Los trabajos de campo se realizaron durante la primera mitad de los años 60, con un ritmo medio de dos meses por provincia. La escala de representación de este mapa es 1:400.000, con lo que las masas representadas tenían que tener una superficie mínima entre 20 y 30 ha. De este mapa se ha utilizado la digitalización realizada por el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino en el año 2009. El mapa forestal de 1990 fue dirigido por Juan Ruiz de la Torre, que fue discípulo de Luis Ceballos. Este mapa se publicó con una escala gráfica de 1:200.000, aunque los trabajos de campo se realizaron a escala 1:50.000 y fueron realizados 1986 y 1997. Paralelamente a la publicación a la escala 1:200.000, el Ministerio de Medio Ambiente digitalizó los trabajos de campo a escala 1:50.000, que ha constituido la base de la información utilizada. En el mapa forestal de Ruiz de la Torre se han identificado las repoblaciones a partir de un campo de la base de datos del mapa que define si la vegetación de la tesela es una repoblación, si la repoblación está o no integrada en el medio o si se correspondía con una repoblación reciente en terrazas. Para la obtención del mapa de repoblaciones, por tanto, se seleccionaron todas las teselas que hacían referencia a cualquiera de estos tres campos.

3. Resultados

La heterogeneidad en las estadísticas existentes sobre las especies utilizadas en la repoblación forestal obligan a referir los datos según diferentes periodos de tiempo: i) 1877-1895, ii) 1896 a 1939, iii) 1940 a 1965, iv) 1970 a 1992, v) 1993 a 2003. i) 1877 a 1895 Las repoblaciones realizadas por la administración en los montes públicos desde 1877 a 1895 fue de 8.528,87 ha (Tabla 1). La mayoría de las repoblaciones (52,3%) se realizaron formando masas monoespecíficas, donde las especies más utilizadas fueron Pinus pinaster, P. pinea y P. halepensis, todas ellas autóctonas. Las repoblaciones con frondosas formando este tipo de masas fue de 227 ha (3%), con especies del género Quercus. Las repoblaciones monoespecíficas con especies alóctonas fue muy reducida, 15 ha, correspondiéndose con una repoblación de 11 ha de cedros en la provincia de Alicante y otra de 4 ha de eucalipto en la provincia de Cádiz.

En las repoblaciones formando masas mixtas (47,7%), fueron mayoritarias las mixtas de coníferas (27,5%), seguidas de las mixtas de coníferas y frondosas (19%) y las mixtas de frondosas (1,2%). Entre las diferentes combinaciones merecen destacarse las combinaciones con diferentes especies de pinos autóctonas en las que casi siempre está presente Pinus pinaster. Entre las masas mixtas con frondosas merecen destacarse algunas muy corrientes de la restauración hidrológico forestal que empleaban pinos para la restauración de las laderas y olmos, fresnos, sauces y chopos en la restauración de cauces y fijación de conos de deyección. También merecen destacarse el uso de frondosas esclerófilas mediterráneas como la encina (Quercus ilex) y el alcornoque (Quercus suber), aunque su extensión superficial fue muy reducida. En la formación de estas masas mixtas no se tienen constancia del uso de especies aloctónas con la excepción de la utilización de Pinus nigra subsp. nigra y de Pinus cembra,

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ensayados en el sistema ibérico, y originarios de la media montaña del centro-sur de Europa y de la alta montaña del centro de Europa, respectivamente.

Sobre el origen del material vegetal utilizado en estas repoblaciones no se tienen referencias, aunque en las repoblaciones con especies autóctonas se solía recurrir a las masas locales presentes en las proximidades de las zonas a repoblar (Jordana 1896). De esas masas se solía recoger la semilla para su empleo en siembra directa en el monte o para la producción de planta en los viveros temporales o volantes que se establecían en las proximidades de la superficie a repoblar.

No se tienen referencia alguna de las repoblaciones realizadas por iniciativa particular.

Corresponden a esta época los ensayos realizados, con la especie californiana Pinus radiata (Pino de Monterrey), por Adán de Yarza o los realizados por Marcelino Sanz de Sautuola, con la especie australiana Eucalyptus globulus en Torrelavega (Cantabria) (Adán de Yarza 1913; Ruiz and López 2010).

<Tabla 1>

ii) 1896 a 1939 La estadística de las repoblaciones forestales realizadas durante esta etapa son muy deficientes. En concreto, del periodo comprendido entre 1901 y 1921 no se tienen datos de superficie repoblada, habiéndose realizado en algunos trabajos anteriores estimaciones de la superficie repoblada (Pemán and Vadell 2009). En el periodo comprendido entre 1922 y 1937, la estadística anual sobre producción de montes públicos recoge una superficie repoblada de 119.455 ha aunque no hace referencia a las especies utilizadas. De las repoblaciones realizadas desde 1901 solo se tiene información de los trabajos realizados por el Servicio Hidrológico Forestal hasta 1907, que ascendieron a 9.599 ha (Inspección de repoblaciones forestales y piscícolas 1909). Estos trabajos se extendieron por las cuencas de los río Gállego, Júcar, Segura, Lozoya, Guadalfeo y la sierra de Guadarrama. Las especies principales utilizadas en estos trabajos de repoblación siguieron siendo los pinos autóctonos, aunque en sus masas se utilizaban, según la estación, otras especies que tenían carácter acompañante como los abedules (Betula spp.), olmos (Ulmus spp.), sauces (Salix spp.), chopos (Populus spp.), fresnos ( Fraxinus spp.) encinas (Quercus ilex), alcornoques (Quercus suber), robles (Quercus robur y Q. petraea), tarayes (Tamarix spp.), quejigos (Quercus faginea, Q. pubescens), adelfas (Nerium oleander), laureles (Laurus nobilis). En la fijación de las dunas, además de los pinos, se empleó el barrón (Ammophila arenaria), la mata melera (Ononis natrix) o la exótica Disphyma crassifolium (Inspección de repoblaciones forestales y piscícolas 1909). Entremezcladas con las especies autóctonas se solían utilizar especies exóticas como Picea excelsa, Larix spp., Cupresus spp., Cedrus atlantica, C. libani y C. deodora, Platanus orientalis, Robinia pseudoacacia, Gleditschia triacanthos, Ailanthus altissima, Acacia spp. (Inspección de repoblaciones forestales y piscícolas 1909). iii) 1940 a 1970 Según los Anuarios de Estadística de la Dirección General de Montes, Caza y Pesca Fluvial y del ICONA la superficie total repoblada hasta 1970, inclusive, en los montes del Estado y consorciados, ascendió a 2.057.822 ha, siendo las especies autóctonas más utilizadas: Pinus pinaster (29%), Pinus sylvestris (20%), Pinus halepensis (16%) y Pinus nigra (13%) (Tabla 2). La mayoría de estas masas tuvieron un carácter monoespecífico, aunque era frecuente la mezcla de los pinos con caracteres de estación similares. Entre las especies alóctonas la más utilizadas

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fueron Eucalyptus spp (8 %), Pinus radiata (5%) y Populus spp., con un 1% de la superficie total repoblada. Debe destacarse, que a diferencia de etapas anteriores, las repoblaciones realizadas con frondosas, a excepción de las realizadas con las especies exóticas, representó el 0,34% de la superficie total repoblada.

El Inventario de repoblaciones forestales realizado por el Patrimonio Forestal, hasta el 31 de diciembre de 1970, de la superficie lograda en las repoblaciones realizadas en montes del Estado y montes consorciados indica que la superficie lograda de repoblación arbórea durante estos 31 años fue de 1.588.885 ha (Tabla 2). La distribución de esta superficie, según las diferentes especies, registró porcentajes similares a los recogidos por los Anuarios de Estadística. La diferencia entre la superficie total repoblada registrada por los Anuarios de Estadística y el Inventario de Repoblaciones del PFE, al margen de las diferencias metodológicas existentes en la recogida de datos entre uno y otro, puede deberse entre otros aspectos a que el inventario solo recoge la superficie arbórea lograda. En el mismo inventario se refiere que las repoblaciones no arbóreas logradas ascendieron a 192.140 ha y la superficie no lograda registrada fue de 205.821 ha (PFE 1973).

La elaboración del mapa Forestal de España (Ceballos et al. 1966), en los últimos años de este periodo, ofrece la posibilidad de visualizar la distribución espacial de las repoblaciones forestales con una aproximación bastante real a los valores recogidos en la estadística oficial (Figura 1). Según esta cartografía forestal, la superficie repoblada fue de 1.572.403 ha, cifra superior en casi 400.000 ha a la superficie arbórea considerada como lograda en 1965 según el Inventario de repoblaciones realizado por el PFE (PFE 1973) (tabla 2). Esta diferencia puede deberse, no solo a la metodología utilizada para su representación y posterior digitalización, si no al hecho de que las repoblaciones consideradas en el mapa forestal no solo se corresponden con las realizadas en este periodo ni con las realizadas exclusivamente por la administración forestal. La distribución de la superficie por especies registró cambios, respecto a los valores anteriores, en algunas de ellas. Los cambios más representativos hacen referencia al aumento de la superficie de las especies alóctonas, donde la superficies de eucalipto y del pino de Monterrey son, respectivamente, de 116.409 ha y 87.239 ha más que la recogida en el inventario a finales de 1965.

La distribución territorial de las especies aportada por el Mapa Forestal y el inventario de repoblaciones, datos no mostrados, mostró como las provincias donde se repobló más con Pinus pinaster, más de 20.000 ha, fueron Orense, Cáceres, Ciudad Real, Jaén, Lugo, Córdoba, Pontevedra, Oviedo, Zamora, Granada. En el caso de Pinus sylvestris, superficies superiores a 15.000 ha, fueron las provincias de Lugo, Orense, Huesca, Burgos, León. Con Pinus halepensis, superficies superiores a 15.000 ha, fueron las provincias de Valencia, Murcia, Zaragoza, Almería, Granada, Alicante, Málaga, Teruel. En el caso de las especies exóticas, el pino de Monterrey se utilizó preferentemente en Guipúzcoa, Vizcaya, Coruña, Oviedo, Pontevedra, Santander, y el eucalipto en Huelva, Pontevedra, La Coruña, Orense, Oviedo, Santander y Badajoz. A partir de 1940 comienzan las plantaciones masivas de eucalipto en el N y SO peninsular. En concreto en la provincia de Huelva se generalizan las plantaciones por parte de la Administración con E. globulus, E. camaldulensis y E. viminalis (De la Lama 1976). A partir de 1942 se continúan con los ensayos de introducción de algunas de las especies anteriores y se realizan nuevos ensayos con Allocuasarina torulosa, Acacia melanoxylon, Carya olivaeformis, Cedrus deodora, Eucalyptus gomphocephala, E. melliodora, E. occidentalis, Juglans regia, Pinus pinea, Robinia pseudoacacia, Ulmus pumila (IFIE 1967). El objetivo inicial era evaluar la capacidad de adaptación de las especies a las diferentes condiciones ecológicas más que comparar sus aptitudes de crecimiento en referencia a las otras especies.

Paralelamente a los ensayos en Lanjarón y Barazar de los años 30, el IFIE también continuó con otros ensayos de introducción como los de Béjar (Salamanca), y Covarrubias (Burgos). En

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Béjar, se ensayaron 37 especies forestales: Abies pinsapo (origen Ronda), Acacia saligna, Acer monspesulanum, Alnus glutinosa, Betula alba, Castanea x mollisima, Castanea sativa, Cedrus atlántica, Celtis australis, Chamaecyparis lawsoniana, Cupressus arizonica, C. macrocarpa, C. sempervirens, Eucalyptus viminalis, Fraxinus americana, Fraxinus angustifolia, Juglans nigra, Juglans regia, Liquidambar styraciflua, Liriodendrom tulipifera, Pinus canariensis, P. halepensis, P. jef freyi, P. nigra var. hispánica, P. pinaster (origen Lugo, Valladolid y Segovia), P. pinea, P. ponderosa, P. radiata, P. sylvestris (origen Valsain), Prunus avium, Pseudotsuga taxifolia var. caesia, Quercus borealis, Quercus ilex, Quercus pyrenaica, Robinia pseudoacacia, Sequoia gigantea y Ulmus pumila (Montoya 1984). En Covarrubias, a diferencia de los ensayos anteriores, el objetivo era el estudio de los métodos de repoblación, ensayándose con las especies Pinus sylvestris, P. pinaster y P. nigra subsp. salzmannii, subsp. nigra y subsp. laricio (corsicana y calabrica) (Grau 2003). En el año 1966 el IFIE generalizó estos ensayos de introducción, creando una red de parcelas con 42 especies y 87 localizaciones de ensayo (Montero et al. 2005).

Se empiezan a generalizar las repoblaciones con especies exóticas como Pseudotsuga menziesii, Quercus rubra, Larix spp., Chamaecyparis lawsoniana o Pinus nigra subsp. laricio en distintas zonas del norte peninsular. También se inicia el desarrollo de la populicultura con el empleo de chopos híbridos, fundamentalmente Populus x euramericana, en las riberas de los principales ríos peninsulares, sobre todo en las cuencas del Ebro, Duero, Guadalquivir, Guadiana y Tajo.

<Tabla 2>

<Figura 1>

iv) 1971 a 1993 De este periodo, los anuarios de estadística agraria del Ministerio de Agricultura presentan una ausencia de datos de superficie repoblada entre 1989 y 1992. De estos cuatro años solo se conoce la superficie repoblada gracias a las ayudas del Ministerio de Agricultura en el contexto de la ley de 1977 de fomento a la producción forestal. Las especies que figuran, por tanto, en las estadísticas estos años son, exclusivamente, el chopo (Populus spp.), el eucalipto y otras frondosas.

Teniendo en cuenta esta limitación de la serie estadística, la superficie repoblada en este periodo según los anuarios del Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) y del Ministerio de Agricultura la superficie repoblada en este período fue de 1.276.448 ha. Su distribución por especies (Tabla 3), mostró una distribución parecida a la de anteriores etapas en cuanto a las especies más utilizadas aunque con valores muy diferentes. Así, las repoblaciones con Pinus pinaster representaron el 19% de la superficie repoblada, con Pinus halepensis el 16%, con Pinus sylvestris el 15% y con Pinus pinea y Pinus nigra el 11%. La superficie repoblada con eucalipto, chopo y otras frondosas representó un porcentaje mayor que en otras épocas, aunque en este caso en parte está influido por las limitaciones de la serie estadística ya comentadas y en otras por la promoción a este tipo de plantaciones que supuso la ley de 1977. La superficie repoblada con estas especies representó, el 11%, el 3% y el 6%, respectivamente.

<Tabla 3>

v) 1994 a 2003

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La superficie total repoblada fue de 798.469 ha, de las cuales el 82% correspondió al programa de Forestación de Tierras Agrícolas (Tabla 3). La distribución por especies mostró un cambio respecto a las etapas anteriores, dado que el 45% de la superficie repoblada se realizó con frondosas. Las especies Quercus ilex y Q. suber fueron las más utilizadas. Entre las especies del género Pinus las más utilizadas fueron las dos más xerófilas mediterráneas, P. halepensis con el 12% y P. pinea con el 10%. Entre las especies exóticas la más utilizada fue Pinus radiata con el 7%. El programa de forestación de tierras agrarias supuso la introducción y uso de especies con un gran interés en cuanto a productoras de madera de calidad. Es el caso más significativo fue el del nogal, donde, además de la especie autóctona (Juglans regia), se utilizó el nogal americano (Juglans nigra) y, preferentemente, los híbridos de las dos anteriores (Mj209xRa y Ng23xRa). La superficie repoblada con nogal americano se considera de 300 ha y con híbridos 4.000 ha (Aletà and Vilanova 2012).

La representación territorial de las repoblaciones realizadas durante todas estas etapas puede representarse a través del Mapa Forestal de España de 1997 (Figura 2). Según el mismo, la superficie repoblada abarcó 4.203.694 ha (Tabla 4). Hay que tener en cuenta que las superficies procedentes de repoblación recogidas en esta cartografía corresponderán a fechas anteriores a 1986, inicio de los trabajos del mapa. En ella, por tanto, no están recogidas los trabajos que se corresponden al programa de Forestación de tierras agrícolas. La distribución por especies de la superficie repoblada mostró como Pinus pinaster fue la especie más utilizada, con un 25% de la superficie repoblada, seguida del eucalipto, con un 20%, Pinus sylvestris con un 12%, Pinus halepensis con un 11% y Pinus radiata con un 9%.

<Figura 2>

<Tabla 4>

4. Discusión

La actuación repobladora realizada en España desde 1877 hasta nuestros días se basó fundamentalmente en el uso de especies autóctonas, aunque también se tuvo en consideración, como se hacía en el resto de los países europeos, la utilización de especies alóctonas.

En cuanto al uso de las especies autóctonas, las repoblaciones emplearon coníferas, y en concreto, los pinos autóctonos, como especies principales. El uso de estas especies en las tareas de repoblación en España, debido a su vitalidad y desarrollo, era asumido por los técnicos forestales desde el comienzo de los trabajos de repoblación, como se puede observar en el dictamen que en 1885 realiza la Sociedad Económica Matritense sobre la necesidad de emprender un Plan General de repoblación (Anónimo 1886). Este dictamen planteaba la necesidad de acometer los trabajos de repoblación principalmente en los sistemas montañosos de la Meseta Central, zona oriental y meridional, recomendando emplear en los trabajos de repoblación las coníferas que se desarrollan de forma espontánea en cada zona:

…1º. En Asturias y las Provincias Vascongadas: P.pinaster Sol. 2º. En Galicia y Norte de León: Pinus sylvestris L., y P. pinaster Sol. 3º. En la vertiente meridional de la cordillera pirenaica: Pinus montana Duroi, y Abies pectinata D.C. 4º. En Castilla la vieja y provincias leonesas Pinus sylvestris L.; P.pinea L., y P.laricio Poir. 5º. En Cataluña, zona septentrional aragonesa y Navarra: Pinus sylvestris L., y P.laricio, Poir. 6º. En la cordillera carpetana: Pinus sylvestris L. y P. pinaster Sol. 7º. En Castilla la Nueva: Pinus sylvestris L., P. pinaster Sol., P.pinea L., P.laricio Poir. y P. halepensis Mill. 8º. En el Aragón meridional y el Maestrazgo: Pinus sylvestris, L., y P. halepensis Mill. 9º. En la zona de Levante el Pinus halepensis Mill.

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10º. En Extremadura y Andalucía alta: P.pinea L., P.laricio Poir., P. halepensis Mill., P. pinaster Sol. Y 11º. En Andalucía baja: Pinus pinea L. y Abies pinsapo Boiss…

El inicio de los trabajos de repoblación realizados por las Comisiones de Repoblación (1888-1901), primero, y por las Divisiones Hidrológico Forestales (1901-1939), después, confirmó el papel preferente del uso de las coníferas en los trabajos de restauración, como así lo confirman las estadísticas de la época (Jordana 1896). La aptitud de los pinos para ser usados en la restauración de superficies degradadas en ambientes mediterráneos respondía a las características ecológicas propias de estas especies como son: i) la frugalidad, es decir la capacidad de vivir en medios con escasa disponibilidad de nutrientes, ii) la xerofilia, la capacidad de vivir en estaciones con reducida disponibilidad de agua y iii) la helifiolia, la capacidad de desarrollarse a plena luz en espacios abiertos (Gil and Prada 1993; Ruiz de la Torre 1993). Estas características se justifican por una morfología y fisiología adaptadas a ambientes extremos en los que estas especies manifiestan una eficiencia en el uso del agua y una gran capacidad para establecerse y crecer. Además de estas características, los pinos tienen otras ventajas relativas a la producción de semillas, abundantes y fáciles de recoger y conservar, y a la producción de planta, altas tasas de germinación. Estas características ecológicas hacen de los pinos especies con una carácter pionero en muchas estaciones, lo que les permite su establecimiento en espacios degradados, iniciándose con ellos, en el contexto de la dinámica vegetal, una sucesión progresiva. En estos procesos de sucesión se basaba el modelo clásico de restauración forestal. Según este modelo, en un medio muy degradado, y sobre todo en climas mediterráneos, es imposible la instalación de la vegetación que representa el óptimo o máximo biológico de la estación sin antes introducir otra cubierta vegetal que facilite su entrada al mejorar las condiciones del medio. En el Plan General de Repoblación Forestal de España, elaborado por los ingenieros de montes Joaquín Ximénez de Embún y Luis Ceballos en 1939 (Ximénez de Embún i Oseñalde and Ceballos 1939), y considerado como el plan marco de actuación de la política repobladora a partir de 1940 (Pita 1962), se recogía este modelo. Luis Ceballos lo describía en el Plan General de esta manera (Ximénez de Embún i Oseñalde and Ceballos 1939):

...Tenemos en los montes españoles muchos huecos para llenar, y gran parte de nuestras sierras y mesetas son espacios vacíos. Los forestales reconocemos que los pinos deben ser un elemento constante de trabajo, mas no olvidemos que, una vez cumplida su misión de primeros pobladores, los pinos empiezan a funcionar como especies de estado regresivo. Sí después de subido el escalón, nos obstinamos en permanecer en él, podremos hacerlo, pero estamos expuestos a tener que utilizarle precipitadamente para el descenso: el fuego se encargará de ello.

...Valgámonos de los pinos para reconquistar los dominios del bosque, pero no nos dejemos llevar por la obsesión y la rutina: sobre todo, no lleguemos hasta enmendar la plana a la naturaleza intentando mejorar los montes de frondosas con plantaciones de pinos.

...En un buen monte de frondosas, las rentas futuras estarán siempre más garantizadas que en el mejor de los pinares. Si para satisfacer las necesidades de la población, exige hoy la economía que existan grandes masas de resinosas frugales, vayamos conquistando para ellas nuevas plazas de las ahora degradadas e improductivas, mientras se van cediendo el puesto a las especies nobles y no menos necesarias, en todos aquellos pinares en que están presentes y demandándolo desde hace mucho tiempo. Tal debe ser el plan de nuestra marcha…

La aptitud de los pinos, por tanto, para su utilización generalizada en terrenos degradados quedaba justificaba, siendo, en la actualidad, respaldada por diversos autores (Gil and Prada

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1993; Ruiz de la Torre 1993; Gil 2008) aunque en los ambientes más áridos ha sido recientemente puesta en duda (Maestre and Cortina 2004). Ignacio Ceballos (1960), hijo del coautor del Plan General, justificó el uso generalizado de los pinos, a partir de 1940, desde la doble vertiente ecológica y económica. Mientras que la vertiente ecológica respondía a las razones ya apuntadas, la vertiente económica se justificaba por ofrecer un mayor rendimiento en materias primas que las frondosas.

No obstante, aunque el predominio en la repoblación de los pinos ha quedado justificado hay que reseñar un cambio experimentado en el tiempo en cuanto al diseño de las repoblaciones realizadas. En el periodo comprendido entre 1940 y 1984 las repoblaciones se caracterización por el predominio de las masas monoespecíficas, ocasionalmente mixtas con varias coníferas. Este diseño contrastaba con las masas mixtas creadas en etapas anteriores y las que se crearon posteriormente en el contexto de la forestación de tierras agrarias. González Vázquez (1950) había alertado al comienzo de la década de los años cincuenta de esta simplificación en el diseño de las masas, abogando por la creación de unas masas mixtas coníferas-frondosas con las que conseguir una mayor resiliencia frente a posibles perturbaciones bióticas o abióticas. Para muchos, el diseño de estas repoblaciones, sobre todo las que tenían un carácter preferente de protección, no respondía a lo que debería ser la reconstrucción del bosque, correspondiéndose más con los cultivos forestales propios de las repoblaciones más productivas (Ramos 1989).

Las masas artificiales creadas con los trabajos de repoblación presentaron en general una buena correspondencia con las áreas naturales de distribución de las diferentes especies (Ruiz de la Torre 2006) aunque en algunos casos, como en los pinos de montaña, Pinus uncinata, P. sylvestris, P. nigra, los trabajos de repoblación superaron ampliamente dichas áreas. En el caso Pinus sylvestris las repoblaciones extendieron la distribución de la especie por el NO peninsular, donde apenas quedaban masas naturales. En el caso de Pinus uncinata que tenía sus masas naturales en los Pirineos las repoblaciones se realizaron en el sistema central, en el ibérico aragonés, en la cornisa cantábrica y en el sistema penibético. Las repoblaciones con Pinus nigra lo extendieron por los sistemas montañosos del norte y oeste peninsular además del sistema central y el sistema penibético. En ocasiones estas nuevas áreas no se ajustan del todo a los requerimientos ecológicos de las especies utilizadas, como así lo señalaba González Vázquez (1950) cuando indicaba la utilización de Pinus nigra o Pinus sylvestris en estaciones muy secas o demasiado termófilas.

Sobre el origen o procedencia del material vegetal empleado en las repoblaciones con especies autóctonas no existen evidencias contrastables. A partir de 1940, y desde la creación del Servicio de Semillas Forestales en la Dirección General de Montes, Caza y Pesca Fluvial en 1952, se plantearon como objetivos que toda semilla llevase su certificado de origen y garantía (DGMCyPF 1955). Esto implicaba la necesidad de reconocer todas las masas forestales españolas y clasificarlas según unos criterios genéticos y ecológicos determinando, de esta manera, su grado de aptitud y ámbito territorial para ser utilizadas como reproductoras. Como objetivo más exigente se planteaba, para las especies de mayor interés, la creación de plantaciones para la producción de semillas superselectas. Paralelamente, en esta época, se realizan por parte del IFIE las primeras experiencias sobre ensayos de procedencias. Es el caso del ensayo iniciado en 1953 en Lourizán (Pontevedra), con 24 procedencias de Pinus pinaster de las cuales 16 eran españolas, 3 francesas, 2 marroquís, una argelina, una italiana y otra portuguesa (Molina 1966). No obstante, estos ensayos tuvieron un carácter esporádico y no impidieron que, como en el caso de Pinus pinaster, el uso de semillas con origen de la Meseta Castellana, se extendiese en las repoblaciones realizadas en Galicia, presentando unos menores crecimientos y una peor calidad en los fustes (Alía et al. 1996). A partir de 1989, con la trasposición a la legislación española de las directrices comunitarias sobre comercialización

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del material forestal de reproducción, quedaron establecidas las procedencias del material vegetal para las diferentes especies forestales reguladas por la normativa.

Aunque el objetivo de las repoblaciones forestales es multifuncional, tradicionalmente se ha planteado una dicotomía entre el carácter productor o protector de las mismas. Debido a que las estadísticas oficiales no hacen referencia al objetivo de las repoblaciones se puede hacer una aproximación al mismo para las repoblaciones realizadas a partir de 1940, las anteriores tuvieron una finalidad claramente protectora en el contexto de la restauración hidrológico-forestal, a través de las especies utilizadas. Según se indicaba en el II Plan de Desarrollo (Presidencia de Gobierno 1968) las especies de crecimiento rápido (Eucalyptus spp., Pinus radiata, Populus spp.) y alguna de crecimiento medio como Pinus pinaster subsp. pinaster en el Norte peninsular tuvieron un objetivo claramente productor, Pinus sylvestris, P. nigra y P. pinaster subsp. hamiltonii un objetivo mixto y el resto de los pinos un objetivo claramente protector.

El uso de especies alóctonas o exóticas en los trabajos de repoblación fue paralelo al inicio de los trabajos de repoblación realizados por la administración con especies autóctonas, aunque bien se podrían considerar incluso anteriores debido a que la mayoría de ellos respondieron a la iniciativa de los propietarios forestales (Ventalló 1908; Adán de Yarza 1913; Ruiz and López 2010). Paralelamente como se hacía en otros países europeos en España se fueron introduciendo especies como el eucalipto, el pino de Monterrey o el abeto Douglas (Pseudotsuga menziesii). En el caso del eucalipto, su cultivo se extendió rápidamente, generándose grandes expectativas con esta especie, que hizo que España figurara en la vanguardia de su introducción en Europa (Ventalló 1879). Confirma este hecho, la contestación que, en 1882, la Junta Facultativa de Montes proporcionó al Ingeniero danés Norvitz, que se había ofrecido al gobierno español para la introducción y plantación de eucaliptos en España. En la contestación de la Junta al ingeniero danés se indicaba que de los beneficios de esta especie se tenía probado conocimiento desde hacía más de 20 años, por los trabajos realizados en distintas partes de la Península (MAPA Legajo 354-15). En 1918, el eucalipto se introdujo en la provincia de Huelva por iniciativa particular (Ruiz and López 2010).

No obstante, la introducción de especies exóticas no comenzó a valorarse realmente por la Administración hasta los primeros años del siglo XX, planteándose abiertamente la necesidad de realizar ensayos de introducción y adaptación de las especies forestales de mayor interés y que se puedan adaptar a nuestras condiciones de climas y suelos (Elorrieta 1919). El Congreso Internacional de Selvicultura de Paris en 1913 reconocía la importancia y necesidad del cultivo de especies exóticas y recomendaba a los Estados que estimulasen su introducción por los propietarios particulares. Los forestales, según se decía en esa época, ya no se podían inhibir del cultivo de especies exóticas, del mismo modo que no podían hacerlo tampoco en materia de selección de semillas (Del Campo and Peña 1923). Durante la década de los años 20 y con la creación de centros específicos de investigación forestal, primero el Instituto Nacional de Investigaciones y Experiencias Agronómicas y Forestales en 1926 y luego el Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias (IFIE) en 1929, se iniciaron los ensayos de introducción de especies forestales. Uno de los primeros ensayos establecidos fue en Lanjarón (Granada) como consecuencia de la norma que en 1928 disponía que el IFIE debía emprender en Sierra Nevada estudios experimentales sobre repoblación arbórea y creación y mejora de pastos (Elorrieta 1964). Los primeros ensayos utilizaron frondosas y una gran variedad de coníferas autóctonas (Abies pinsapo, Castanea spp., Pinus uncinata, P. sylvestris, P. nigra, P. pinaster, P. canariensis, P. halepensis) y alóctonas (Cedrus atlántica, C. libani, Chamaecyparis lawsoniana, Eucalyptus albens, E. robusta, E. saligna, E. sideroxylon, Pinus banksiana, P. brutia, P. contorta, P. jeffreyi, P. mugo, P. ponderosa, P. rigida, P. wallichiana y Pseudostuga menziesii) (IFIE 1967). Paralelamente, en Barazar (Vizcaya) se realizan ensayos de introducción con Pinus strobus, Pseudotsuga menziesii, Chamaecyparis lawsoniana, Larix kaempferi y Quercus palustris.

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La declaración de interés nacional de la fabricación de la celulosa textil en 1940 fue el primer paso para el desarrollo de una industria celulósica en España, en la que el eucalipto jugaba un papel estratégico. Aunque ya en 1941 comenzaron a construirse las instalaciones de la

Sociedad Nacional de Industrias Aplicaciones de la Celulosa Espanola (SNIACE) en Torrelavega (Santander), no fue hasta 1957 con la creación por parte del Instituto Nacional de Industria de la Empresa Nacional de Celulosa de Huelva y Pontevedra (ENCE), cuando la industria forestal celulósica queda definitivamente establecida (Rico 1997). Un año antes se había creado la Comisión Nacional del eucalipto ante el valor estratégico que la especie había adquirido para la economía nacional. La superficie hoy día existente de eucalipto se presta cierta discusión, dado que ciertos autores la cifran alrededor de 500.000 (Ruiz et al. 2008), mientras que en el Mapa Forestal aparecen representadas más de 800.000 ha. En esta superficie están presentes más de 80 especies, de las casi 700 descritas en su área de origen, aunque tan solo tres tienen una superficie relevante como son, por orden decreciente: E. globulus, E. camaldulensis y E. nitens (Ruiz et al. 2008).

La utilización de Pinus radiata comenzó, igualmente, por iniciativa particular en el País Vasco hasta que los servicios forestales de las Diputaciones forales impulsaron su utilización en 1917 y divulgaron su capacidad de adaptación a las estaciones vasco-cantábricas (Michel 2004). En esa época, los resultados que se van registrando de los ensayos realizados con esta especie son de los más optimistas, llegándose a considerar el cultivo del pino de Monterrey como la revelación del siglo (Elorrieta 1933). La época expansionista en el uso de esta especie comienza en los años 50, extendiéndose por Vizcaya, Guipúzcoa, Galicia y el resto del Cantábrico. En la actualidad la superficie ocupada por esta especie supera las 300.000 ha de las cuales la mitad están en Vizcaya y Guipúzcoa (Michel 2004).

El interés por el cultivo del chopo híbrido euramericano (Populus x euramericana) surge ya en el Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933, donde se recogía las posibilidades que podía tener el cultivo de esta especie como suministrador de madera para la fabricación de pasta de papel (Ximénez de Embún i Oseñalde 1933). Se valoraba que se necesitarían plantar 12.000 ha de tierras en regadío para la producción de 400.000 m3 de madera para pasta de papel. Posteriormente, la ley de 1941 sobre estimación de riberas y la posterior de 1952 sobre fomento y racionalización de las plantaciones y cultivos del chopo contribuyeron a su extensión por todo el país. El interés estratégico de esta especie justificó que en 1952 se creara la Comisión Nacional del Chopo, que surgió bajo el modelo de la Comisión Internacional del Álamo que se había constituido en Paris en 1947. Las expectativas con este especie se dispararon y en el II Plan Nacional de Desarrollo se planteaban como objetivos las repoblaciones de 60.000 ha de chopos y 20.000 ha de eucaliptos con las cuales se estimaba obtener 7,2 millones de m3 de madera de chopo y 3,6 millones m3 de eucalipto (Presidencia de Gobierno 1968). No cubiertas las expectativas en este Plan, en el III Plan Nacional de Desarrollo el Sindicato Nacional de la Madera y Corcho insistió en el interés de realizar plantaciones de chopo en terreno de regadío para reducir el déficit del mercado de madera (Sindicato Nacional de la Madera y Corcho 1971). La ley de fomento a la producción forestal aprobada en 1977 relanzó definitivamente el cultivo del chopo en las principales cuencas hidrográficas. En la actualidad, la superficie ocupada por esta especie supera las 120.000 ha según se recoge en el Mapa Forestal y que corrobora la Comisión Nacional del Chopo (CONFEMADERA 2010). Las repoblaciones forestales realizadas con estas tres especies exóticas ha permitido que el volumen de cortas de cada una de ellas en el año 2000 respecto a las cortas de la década de los años 40, se haya multiplicado por 25 en el caso del eucalipto, por 15 en el caso del pino de Monterrey y por 5 en el caso del chopo (Vadell et al. 2015).

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5. Conclusiones

La repoblación forestal en España es la actividad que ha comportado una mayor modificación a escala de paisaje en el medio natural, afectando un 12% de la superficie del país entre final del s.XIX y principio del s. XXI.

Las especies más utilizadas han sido las coníferas autóctonas, sobresaliendo Pinus pinaster, P. sylvestris, P. halepensis y P. nigra. Sólo el programa de Reforestación de Tierras Agrícolas a partir de 1993 consigue aumentar de forma significativa el uso de frondosas. El origen del material vegetal de reproducción era habitualmente autóctono, y cercano al lugar de repoblación. No obstante, en el caso del pino marítimo, se utilizó material de áreas geográficas muy diferentes a las áreas finalmente repobladas, provocando fracasos de las repoblaciones, o masas poco adaptadas a las condiciones ambientales. La elección de las especies autóctonas se realizaba con el objetivo de conseguir una buena adaptación de la planta a su entorno. Las especies alóctonas o exóticas, en cambio, se escogían para obtener crecimientos elevados de la producción de madera. Las especies más utilizadas fueron el eucalipto, pino de Monterrey y el chopo. La administración fomentó el uso de estas especies entre los propietarios privados con el objetivo de aumentar la producción nacional de madera. En las zonas de mayor concentración de repoblaciones con especies exóticas de crecimiento rápido se instalaron industrias de primera transformación ligadas a estas especies. Los mapas publicados en el año 1966 de Luís Ceballos y el de 1997 de Juan Ruiz de la Torre, nos muestran la distribución de las repoblaciones ya consolidadas y que han llegado a formar un bosque. Los resultados que muestran estos mapas permiten corroborar que los datos que recogen los anuarios de estadística forestal se corresponden de forma general con la realidad, existiendo diferencias debidas a la diferente metodología utilizada para la toma de datos o a los desfases entre el trabajo de campo y el año de publicación.

Desde el inicio de las repoblaciones se realizan ensayos de la adaptación de las diferentes especies a su entorno, aunque no es hasta la aparición del IFIE que se estandarizan.

Toda esta actividad ha dejado huella en el paisaje y en la distribución de las especies, y supone un reto para los gestores forestales. Existe preocupación y debate sobre cuál debe ser el futuro de esta gran infraestructura creada, ya que además de los problemas que comparte con los bosques naturales (riesgo de incendios y falta de gestión sobretodo), tiene problemáticas particulares. La existencia de grandes masas continuas monoespecíficas y coetáneas obliga a buscar alternativas para su diversificación, en especies y en edades, para aumentar la resistencia a los riesgos bióticos y abióticos que las podrían afectar.

En un contexto de cambio climático que afecta ya la distribución de las especies, la experiencia adquirida en su manejo y adaptación debe servir para la toma de decisiones en la gestión y en la política forestal del país.

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Anexos

Taba 1. Repoblaciones realizadas por la Administración forestal en los montes públicos entre

1877 y 1895 según el método de repoblación y especie. Fuente: (Jordana 1896).

Siembra

(ha)

Plantación (ha) Total

(ha)

Masas monoespecífcas

Pinus halepensis 479 510,97 989,97

Pinus pinaster 1508,1 1508,1

Pinus sylvestris 68 232 300

Pinus pinea 1420,06 1 1421,06

Quercus petraea 48,25 42 90,25

Quercus faginea 70 70

Quercus suber 67 67

Cedrus spp. 11 11

Eucalyptus spp. 4 4

Masas mixtas de coníferas

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16

16

Pinus sylvestris, P. nigra 33 33

Pinus sylvestris, P. pinaster 59 59

Pinus pinaster, P. halepensis 939,33 104,4 1043,73

Pinus pinaster, P. pinea 280 280

Pinus pinaster, P. nigra 517,07 517,07

Pinus canariensis, P. nigra 100 100

Pinus pinaster, P. halepensis, P. pinea 265 265

Pinus sylvestris, P. nigra subsp. salzmanii, P. nigra subsp.

nigra, P. pinaster, P.uncinata, P. cembra, Abies alba

44 44

Masas mixtas de coníferas y frondosas

Pinus pinaster, Quercus robur 27,21 27,21

Pinus halepensis, P. pinea, Quercus ilex 635 635

Pinus sylvestris, P. nigra, Quercus petraea 13 13

Pinus sylvestris, P. pinea, Quercus robur, Fagus sylvatica,

Castanea sativa

115,3 115,3

Pinus pinaster, P. halepensis, P. pinea, Quercus petraea, Q.

ilex, Q. suber

69,5 69,5

Pinus pinaster, P. halepensis, Ulmus spp. 396,92 396,92

Pinus halepensis, Populus spp., Ulmus spp. 193,81 193,81

Pinus pinaster, Quercus petraea, Acer spp. 37,1 37,1

Pinus pinaster, Quercus petraea, Castanea sativa, Juglans

spp, Acer spp

51 51

Pinus pinaster, Quercus spp., Acer spp., Fraxinus spp. 16 16

Pinus sylvestris, Quercus robur, Fagus sylvatica, Castanea

sativa

69,2 69,2

Masas mixtas de frondosas

Quercus petraea, Fagus sylvatica, Castanea sativa, Acer spp. 40 40

Quercus petraea, Castanea sativa, Acer spp. 39,65 39,65

Quercus robur, Fagus sylvatica 22 22

Total 6251,75 2277,12 8528,87

Tabla 2. Superficie por especie lograda mediante repoblación forestal, recogida en el Mapa

Forestal de España (1966) y repoblada según los Anuarios de Estadística. Fuente: (Ceballos et

al. 1966; ICONA 1973; PFE 1973).

Repoblaciones

lograda

(1940-65)

Repoblaciones

logradas

(1940-70)

Masas artificiales

según el Mapa

Forestal (1966)

Repoblaciones

hasta 1970 según

Anuarios de

Estadística (ha)

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17

17

(ha) (ha) (ha)

Pinus pinaster 329.664,1 459.823,4 413.384,4 586.918

Pinus sylvestris 241.966,4 307.441,4 301.716,4 416.070

Pinus halepensis 195.510,0 248.167,8 281.213,5 330.541

Pinus nigra 153.306,0 214.861,7 142.414,5 268.474

Eucalyptus spp. 91954,9 137.940,9 208.364,0 164.066

E. camaldulensis 65.823,3 94.355,5

E. globulus 20.935,2 37.065,3

Otros eucaliptos 5.196,4 6.520,1

Pinus pinea 84.737,2 90.109,1 66.488,6 124.769

Pinus radiata 55.441,9 83.842,8 142.681,0 107.408

Pinus canariensis 11.689,6 14.195,1 12.942,6 19.707

Populus spp. 6.426,5 10.214,8 13.338

Otras coníferas 5.133,3 9.562,3

10.197

Otras frondosas 4.768,3 5.417,3

6.994

Pinus uncinata 4.096,4 7.308,4 3.198,2 9.340

Total 1.184.694,6 1.588.885,0 1.572.403,3 2.057.822

Tabla 3. Superficie repoblada por especie entre 1971 y 1992. Fuente: (Anuarios del Instituto

Nacional para la Conservación de la Naturaleza y del Ministerio de Agricultura).

Superficie repoblada (ha)

1971-1993

Superficie repoblada (ha)

1994-2003

Pinus pinaster 239.490 59.129

Pinus halepensis 208.105 88.507

Pinus sylvestris 189.723 43.352

Pinus nigra 140.316 33.273

Pinus pinea 132733 75.074

Eucalyptus spp. 130.827 14.608

Pinus radiata 81.847 53.441

Otras frondosas 78.547 328.698

Populus spp. 40.781 13.245

Otras coníferas 18.222 12.623

Pinus canariensis 8.746 13.437

Pinus uncinata 7.111 3.991

Old and New Worlds: the Global Challenges of Rural History | International Conference, Lisbon, ISCTE-IUL, 27-30 January 2016

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Total 1.276.448 736.365

Tabla 4. Superficie repoblada por especie según el Mapa Forestal de 1997. Fuente: (Ruiz de la

Torre 1990).

Especie Superficie (ha)

Pinus pinaster 1.045.375

Eucalyptus spp. 844.973

Pinus sylvestris 524.329

Pinus halepensis 450.736

Pinus radiata 363.466

Otras coníferas 282.818

Pinus nigra 278.615

Pinus pinea 235.340

Populus spp. 123.032

No definida 24.273

Otras frondosas 15.543

Pinus uncinata 13.193

Pinus canariensis 2.002

TOTAL 4.203.694

Figura 1. Distribución de la superficie repoblada en 1966, en la España peninsular y en las Islas Baleares,

según el Mapa Forestal de España (Ceballos et al. 1966).

Figura 2. Distribución de la superficie repoblada en 1997, en la España peninsular y en las Islas Baleares,

según el Mapa Forestal de España (Ruiz de la Torre 1990).

Old and New Worlds: the Global Challenges of Rural History | International Conference, Lisbon, ISCTE-IUL, 27-30 January 2016

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Figura 1.

Figura 2.