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    LA O R D E N MERCEDARIA: POLTICA SO CIED AD YREFORMA RELIGIOSA BAJO FELIPE I1ruce TaylorOxford University

    El pr op sito d e esta comunicacin es establecer un co ntes to para el estudio de la re-fo rm a d e las rdenes religiosas en la Espaa de Felipe 11, utilizando 10s mercedarios co m ovel~ iculo . l problema es extraer definiciones de un edifici0 caracterizado tanto po r s u ta-mao como bor su variedad. Las sesenta congregaciones religiosas existentes e nion ces enEspaa, con sus centenares de casas y unos 45.000 miembros, presenta un panorama d een orm e diversidad, de xitos y fracasos, de dinam ismo e inercla, d e riqueza e indigencia.Vistas en su co njunto, y con sus diversos criterios y vocaciones, las rdenes podan acogera yerso nas de casi tod os 10s sectores de la sociedad, de la que cons tituan una p ar te signifi-cativa. Es, precisam ente, esta integraci11de las rdenes en la vida espaola d e la poca 1qu e pro cur ar subrayar. E n este sentido, por tanto, la reforma a la que se alude en el t-tu10 de la comunicaci6n puede entenderse, segn sugerir, com o algo m is qu e un fen-meno estrictamente religioso.El estud io de las rdenes espaolas, realizado du ran te largo tiem po p or religiosos,s610 en co ntad as ocasiones ha escapado de una perspectiva ligada al prop io claustro. N a-turalm ente , estas ob ras suelen haber sido ser escritas para la edificacin de 10s religiososel caso es qu e las preguntas fundamentales de la historia m on ht ic a d e la Eda d Muodernihan qued ado a m enud o sin plan teu . El examen de parte de la vasta documentacin dejadaen archivos de toda Esvaa po r s610 una de estas rdenes permite a hora form ular algunasd e estas preguntas desde fu era, por as decirlo, de 10s muros conventuales. Cules eran,p o r ejem plo, las verdaderas naturaleza e inspiracin subyacentes en la reforma monsticaen la Espaa de finales del siglo XV I? Q u i debia a 10s mov imientos reform istas inte rnosa la influencia monrauica d e 10s siglos anteriores? ;C m 0 se vi la reform a modificada.codificada o complicada po r el Concilio de T ren to en el contexto de la situacin poltica yreligiosa d e la Espaa de Felipe I y de las preocupaciones de la raz n de estado ? Cu51fu e la reaccin de 10s distintos sectores sociales ~r ov in ci al es e las rdenes ante el adve-nimiento de la reforma? Por l timo, ~ c m o odem os medir el xito y el fracaso de la re-for ma y q u i reforma se estaba intentando en realidad? La complejidad de las pregu ntasform ulad as es manifiesta y el mejor m odo de acercarse a ellas es mirand o en detalle una d elas instituc iones afectadas-.Para nues tros propsitos, la orde n mercedaria, pequeiia y catalana de origen, resultacurio sam ente rep resentativa de algunos de 10s principales aspectos de la reform a religiosay, m b an, de la situaci11 social y poltica espaola. Los problemas aireados por la re-fo rm a de 10s mercedarios y las soluciones que se iban a enco ntra r proporciona11 un a pene-trante visin sobre el modo con que un estado modern0 trat una institucin medieval,

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    cuy a situacin juzgaba inaceptable. Las prioridades y 10s mtodos del estado, el impactode nuevas ideas j r la reaccin dispensada a ellas plantearon cuestiones que rebasaron , co nmu ch o, el mbito de la propia Or de n. D e esta manera, se nos ofrecen amplias vistas sob reel funcionam iento del gobierno y aqu la interaccin entre con tinuidad y cambio en la po -ltica y en la sociedad encuentra su expresin mi s clara. N o ob stante, aunque fu e pro mo -vida po r aqullos que estaban atentos al futu ro, la reforma de las rdenes religiosas mirinevitablem ente hacia la Eda d M edia, pues el objetivo era, bien a las claras, restituirlas a suobservancia primitiva.Se n la tr,tdicin, la O rd en M ercedaria tiene su origen en Barcelona, el 2 de ago stode 1218. El relato aceptado de 10s inicios cuenta que la Virgen Maria ord en al herma noPere Nolas ch fund ar una ord en para redimir cristianos cautivos. El 10 de ese mes, el reyJaime I d e Arag611, a quien, segn se creia, tambin se le apareci la Virgen, concedi a N o -lasch, en la catedral de Barcelona, el hbito blanco de la Or den , un smbolo tan to d e suconsolidacin definitiva co mo del patrona zgo real d e que 10s hermanos iban a disp oner apa rtir d e entonces. Naturalmen te, esta versin de 10s hechos, aunqu e basada posiblcm enteen algn elemento veridico, no puede da tar de la fecha aducida. A n adm itiendo el carcterlcgendario del relato fundacional, no ha sido hallado ningn testimonio escrit0 d e tan c ru-cial acontecimiento en 1218. N o es hasta finales de la dcada de 1220 que aparecen datosso br e la ex isten ci;~ e una herm andad laica dedicada al rescate d e cristianos bajo cautiveriomusulmn. T od o a punta a una reelaboracin, a inicios del siglo XIV, del relato del naci-mie nto d e la O rclen, pero,. jcul fue la realidad de la herm andad laica de Nolasch en sucenturia primera ? 0 mejor, icu l era la imagen de la organizacin originaria q ue tenanen el siglo XV I 10s reform adores de Felipe 11, cuando buscaban una observancia mcree-daria e n la que poder anclar las prioridades de la corona al reformar la O rd en ? 2Cul dcb iser su reaccin al intentar esclarecer el extraordinari0 tejido d e verdad, medias verdades,con fus in e ideas deliberadamente errneas bajo el que la historia inicial de la O rd en estabaoc ult a? Bajo esta luz, la historia institucional d e la O rd en M ercedaria aparecc co m o algoparecido a un palimpsesto, en el cua1 tan s610 se han conservado huellas de cmo eracuando f uc fundada.E l relativo :.nonimato del fundado r constituye el primer p roblem a. El laico Nolasch,quiz mercader de oficio, naci probablemente en Provenza y parece que muri6 hacia1245. N o sobreviven constituciones primitivas fechadas en &poca el funda dor y es posiblequ e nunca existieran com o tales. E n 1235, se adop t la regla de San Agustn, pe ro las pri-meras constituciones conocidas d e la hermandad ldica datan s lo de 1272. E n ellas, se des-cribe una ir~s tituc in asi irreconocible para la dcl siglo XV I y pueden haber servido s610par a co nfirmar, a 10s reform adores d e Felipe 11, que el siglo X II I tenia poc o q ue ofreccr ala asediada Ord en de la Espaa coetnea. N i la observancia mercedaria que buscaban ni10s cam bios que queran in trod ucir podian hallar una base legal en aquellas norm as, y 10sreform adore s puclieron darse cuenta de que la nueva Or de n debera ser sustancialmcnteob ra suya. Incluso el acto de redencin, la razn d e ser de la O rd en q ue 10s reformadorespu die ron tom ar como imprecisa observancia mercedaria, recibe un tratamiento decidi-dam ente superficial en las constituciones de 1272.Las primeras constituciones de 1272 fueron observadas s610 durante una genera-cin, pues, a inicios del siglo XIV, la O rden sufriai una seria crisis interna que co m po rt6 lasustitucin de la jerarquia laica por 10s herrnanos clericales radicados en Barcelona. Las

    1.L a hi st ot ia d e i a O ~ d e nr. su prim er siglo ha sido estudiada por Fr. Fausrizo D Gazulla, La Ordetz ii NtrestraSeCora de in M erce d: btudzos i~ i~ to ~ ic o ~ l t i c o ~1218-1317), 2 ed Valencia, 1985.Para u n t r a ~ t m i e n t smi s objetivo,v6ase James W ~lliamB ~ o d m a n , atzsotnzrzg captives ita n b~ sad er pazn. the Or de r of Merced on t l ~ e l~ri~tiarz-15lrcrrzzcfrot2tier Filadelfia, 1986.Unain troducc in general al a historia de la O rde n es Fr. Guillermo Vzquez NGiie7,Mraniraid e historia d e a Or de n de Ntrestra Secorn de la hlerced 2 vols., Toiedo, 1931-1936 vol. 2 fragmentaria).

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    constituciones de la O rd en , ahora redefinida, avarecieron, po r fin, en 1 327 v fuero n stas,co n enrniendas peridicas, las qu e goberna ron a 10s mercedarios, hasta la pr6m ulgacin dd10s estatu tos de refo rma po r 10s visitadores reales en 1574. Dur an te el siglo XIV , 10s her-man os clericales elab oraro n un relato fundacional para promove r la imagen qu e se deseabade la institucin reoreanizad x2 Fue vrobablemente en esta voca cuand o se elimin era nparte de la documentacin primitiva, conforme 10s religiosos borraban sistemiticamenteel cari cte r laico de la fundacin originaria. A este fin, parece que se forjaron una serie d edoc um ento s, m is bien simplistas, que supuestamente atestiguaban una fu ndacin en 1218,de 10 cua1 surgi m is tarde el relato citado con anterioridad. El nfasis en progenitore s di-vinos y reales -la Virgen y Jaime I- confiri a la Ord en unos a tributo s tiles s ob re 10s qu epodria cimentarse su estatus. Apelar a un patronazgo divino y real iba a resultar benefi-cioso en aos posteriores, mientras que la fecha fundacional, fijada en 1218, asociaba l a o r -den a las grandes instituciones mendicantes de la poca. Para 10s religiosos del siglo XIV,las medidas que habian tom ad o aseguraban la supervivencia y prosperidad de la Ord en enun os a os d e gran desasosiego religioso. Pero, al hacer esto, minimizaron el papel del laicoNo lasch en favor del de la Vireen. vrovocando un descauilibrio entre 10s factores divinosu Ay 10s terrenales que intervenim en su aspecto espiritual. Aun que N olasch fue objeto d e unarehabilitacin gradual y fue finallnente canonizado en 1629, el legado de 10s cambios de lsiglo XI V habia sido privar a la O rd en de la figura patriarcal slida que necesitaba y,.posi-blcmente, incluso de sus huesos para que pudieran ser venerados po r futuras generaclones.H a sido tarea a ue ha a ued ado vara historiadores recientes desechar este marco imv ues to

    Iv concluir. auL aue co n cierta reticencia ocasional. 1 aue siemvre ha varecido cla rs a 10s1que investigan 10s origencs de 10s mercedarios: que, despo jada de leyenda, la historia p ri-mera d e la Ord en viene a ser un vacio no historiado. La falta de docum entacin vital, elrelativo ano nimat0 de la O rd en en sus m rimer os aos v la escasez de detalles acerca de lavida del fundador permitieron que sucesivas generaciones interpretaran su historia y ca-ric te r segn sus propias necesidades particulares. C om o veremos, 10s aos finales del sigloXV I n o serian ninguna excepcin.Apa rte del ap arato hagiogrifico y espiritual que la generacin de 1327 leg a sus su-cesores, las nuevas constituciones fijaron ciertos aspectos institucionales que resultarian d egran imp ortancia para 10s intentos de reformar la O rd en en el siglo XVI. Era aqu don dequeda ba establecido el dominio om nipresente del priorato d e Barcelona so bre el resto d ela Ord en . Lo s poderes conced idos a 10s priores de Barcelona y a la propia casa com o vianica p ara la eleccin del Maestre General consolidaron el particularismo cataln, el cua1se encu entra en el corazn de la crisis reformadora del siglo XV I. Era esto 1 que hizo in-aceptable, para Felipe 11, la legislacin de 1327 sin deroga r p o r co mp leto m uchas de suscliusu las m is significativas; unas clusulas que habian marcado profu nda me nte la natura-leza d e la O rd en en a baja Edad Mcdia y hasta bien entrad o el siglo XV I. Torn ado en s uconjunta, el legado de 1327 consistia, por tanto, en una identidad mis bien improvisada.Adems, era una identidad que nunca parece haber sido tan convincente com o sus autoresdeseaban. An sin locrar aicanzar el-meollo de la cuestin. investieaciones vosterioressiempre concluyero n,ii bien de mod o d cito , que habia algo decididamente fraid ule nto enlas pretensiones de 10s mercedarios respecto de su fundac in. Sobre tod o, la falta de un p a-triarca canon izad o y de constituciones primitivas au tinticas iba a ser una gran desventaja,y 10s esta tuto s de 1327nunc a iban a gozar d e la au toridad inviolable d e las constituciones. .originales.

    2 Los mercedarios del siglo XIV son estudiados por Fr Joaqun Millin Rubio, Ln O rde n de Ntrestrn Seorn en Merced 1301-IJCC), Roma 1992

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    Lo s mltiples problemas que rodeaban la fundacin de la Ord en y su posterior re-fundac in, a inicios del siglo XIV, nunca adquirieron m is aguda expresin que d ura nte laCo ntrar refor ma , cuando las resoluciones de T rento exigieron que las rdenes religiosas re-gresaran a su observancia primitiva. L o qu e 10s reformadores de Felipe I1 descubricron, sindu da c on disgusta), ue una ord en para la cual, dadas la complejidad o, de hecho , la implau-sibilidad de su h istoria institucional y su p ropia y peculiar naturaleza, 10s dccreto s tridcn-tinos no se adecuaban en absoluto. Por consiguicnte, la reforma de 10s mercedarios nop u d o comp ortar, co mo en el caso de otras congregacioncs, la aplicacin de una obscrvanciaespiritual originaria, ya que las bases para el10 apenas existian. E n su lugar, lo qu e se hizofu e reorden ar o n a vez la estructura existente, ahora conforme a las exigencias del go biern oy de la sociedad cse tineo s. Los mercedarios, una orden medieval de redencin , de voca-cin m is activa que contemplativa, debia ser reclasificada segn 10s nuevos c riterios de laEsp aa d e la Con trarrefo rma , y fue esto lo que casi la destruy en el perio do post-triden-tino. Pero, p or co ~n pl ejo ue fuera el pasado de la Ordc n, fueron las implicaciones de susituacin cada vez m is ruinosa en el siglo XVI, particularmente en la Co rona de A ragn,el primer motivo de que Felipe 11 prestara atenci6n a 10s mercedarios y lo que Ie llcv aintentar su reforma.E n 1500, ya hacia tiempo que la Ord en se habia extendido desde su primitivo solarcata lin y valenciano hacia Aragn, Castilla y Navarra. Tamb ifn existia una provincia fran-cesa, cu yo ncleo estaba en Langued oc y Provenza, y seguirian casas en Paris, en Italia yen Sicilia. El litoral me diterrin eo espaol y franc fs estaba sembrado d e fundacioncs m er-cedarias, las avanz;tdillas de la heroica vocacin redentora de la O rde n. Se haban establc-cido casas po r toda la pennsula, com o parte de la red d e recogida de limosnas deseinadasal rescate d e cautivos, pero, hacia 1500, la mayor yarte de 10s religiosos vivan una v ida d eagradab le relajacin conventual. L os mercedarios no eran en absoluto una gran ord en in-ternacional, pero tenian una considerable importancia local y regional. Las casas castella-nas estaban situadas s610 en 10s principales centros urbanos, pe ro las de la C or on a de Ara-

    gn, p or regla general m is pequeas, se encon traban diseminadas po r todas partes, ta ntoen el campo c om o en la ciudad. La cuestin del reclutamien to es difcil. Las casas atraian agente d e la vecindad y m uchos conventos proclamaban la lealtad de las familias que , espe-cialmente en tiemp os difciles, acabaron viendo sus fortunas ligadas a las de la institucin,para bien o para mal. En este sentido, el convento aparece com o el foco de comunidadesurba nas y locales: com o propietario, fuente de em pleos, cura de almas y residencia parahombres. A cambio de la supuesta seguridad de com ida, vestido, acogida y cuidados en laenfermedad, much os hom bres estaban dispuestos a ceder una parte de libertad e ingresaren un a o rde n religiosa. El impu lso espiritual para profesar estaba presente, po r supue sto,pero el aume nto d e vocaciones durante la dcada de 1590, cuando Castilla en traba en u nperodo de crisis, sugiere que intervenan factores mis mundanos que el s610 anhelo deUvlta religiosa . 1,os mercedarios, salvo algunas excepciones, n o se dedicaban a una exis-tencia contemplativa y 10s frailes podan llevar vidas activas, como en efecto hacian. Losmie mb ros d e la baja nobleza se sintieron ocasionalmente atrados hacia la O rd en co mo patrono s, pe ro raramen te como religiosos. Pero, cuarido entra ron en ella, alcanzaron inequi-voc am entc posiciortes de autoridad . El analfabetisrno o la ascendencia judia no resultaronob stic ulo s importan tes para ingresar, hasta finales del siglo XVI, especialmente en la C o-ron a d e Aragn . S610 10s que tenian antepasados musulmanes fu eron totalmente excluidosy no es de extraar que el compromiso dc redenci6n alimentara un particular aborreci-miento de 1 mu sulrnin en la psicologia de la Orden, aunque las exigencias pricticas d e estecom etido requ iri que 10s mismos redentores tomaran una pos tura distinta?

    E l acto de redencin tenia un gran atractivo espiritual para 10s espaoles y fue fo-men tad o activarnente po r la Orde n. La procesin de cautivos redimidos sus redentores,ma rchando por carnlpos y ciudades detr is del estandarte de la Ord en , era una estampa ha-

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    bitual en la Espaa moderna. Si bien haba una poderosa fuerza espiritual en el hechomis mo d e la redencin de cautivos, las exigencias de las expediciones de rescate hicieron d eellas el co to de hom bres de talentos excepcionales. Los redentores com binab an un a fe gra-ntica c on la resistencia fsica y mental necesaria para sobrevivir m eses, a veces aos, d e pri-vaciones y malos tratos, d ura nte 10s cuales negociaban el rescate. Se trataba d e un a lab orrealista y m u y habilidosa, p oc 0 apropiada para h om bres de inclinaciones contemplativas,un a labo r qu e pocos mercedarios llegaron a experimentar o q ui zis a desear. Estas razonesimpid ieron qu e el acto de redencin se convirtiera en la observancia mercedaria du ran teel perod o de reforma, pero esto no obsta para qu e el cuarto voto d e la O rd en -la reden-cin- da te de finales del siglo XV I. Para la mayora, pues, el acto de reden cin s610 pu doser algo en que se participaba d e mo do indirecto; pero, an as, des de el siglo XV II se ela-bo r6 una espiritualidad redentorista, que ha sido crucial para la Or d en hasta el dia de ho y.E n cuan to a estadsticas, en 1560, en vsperas de la reforma, las provincias d e Cata-lua, Valencia, Ara gn y Francia sum aban, en conjunto, 450 religiosos en 53 casas, cifrasqu e ap enas haban aum entado desde el siglo XV. Castilla, en cam bio, con 500 frailes enotras 53 casas, de las cuales 20 se hallaban en 10s dom inios americanos, haba in crem enta dosus miernbros en mQ del doble a 1 largo d e 10s cien aos anteriores.Ya e n el siglo XV, una serie de acontecimientos sealaron el camino de u n cam biogradual de po de r e influencia en favor de Castilla y su papel dirigente en el movim ientoreformista del XVI. E n 1467, tras dcadas de forcejeo, la provincia d e Castilla, cada vez m ispode rosa, habia neg ociado su separacin d e obediencia a la jerarquia de la Ord en , dom i-nad a por catalanes. Dura nte el siglo siguiente, 10s do s bloqu es provinciales d e la O rd en -laC or on a de A ragn y Castilla- siguieron caminos marcadamente distintos, a ton o co n lasrespectivas tend encias de co njun to. Mien tras 10s hermanos castellanos se expand ieron encam pos nuevo s y dinimic os, las provincias aragonesas se anquilosaron bajo la hegemoniaejercida p o r el priora to d e Barcelona.Visto en retrospectiva, el ao 1492 fue especialmente significativo para 10s merceda -rios. La reconquista d e Grana da supuso la desaparicin del ltimo territori0 a pt o para ac-tividad reden tora en la pennsula y auc qu e haca tiempo q ue 10s mercedarios em prend anexpediciones de rescate en el no rte d e Africa, 10s hechos exigan ahora u n cam bio d e pers-pectiva. Las fronteras qu e habian siempre atrado a la O rd en se hallaban a hora en o tras la-titudes y fu e pertinente que do s mercedarios acompaaran a Co l n en su segun do viaje alCari be en 1493. N o hace falta decir que s610 se permiti a la provincia castellana la inesti-mab le ventaja de tener acceso a Amrica; un hecho que 10s catalanes protestaron repetida-mente y sin xito. La primera casa de la Orde n en Amrica fue fundada en Santo Dom ingoen 1514,y responda probablemente no tanto al celqmisionero c om o a la obtencin de li-mosnas para la redencin de cautivos en el nor te de ~ f r i c a . ~ue, sin embargo, co mo cape-llanes militares que 10s mercedarios destacaron en Amrica. Mucho s de 10s adelantad osse valieron de 10s servicios de frailes mercedarios, un hecho que dice mu ch o so br e el tip0d e hom bre s qu e entraron en la Or de n. Sin embargo, estas capacitaciones no se adecuabanficilm ente al delicado ministeri0 religioso de indios. Desdeados p or rden es mayo res, 10smercedarios se vieron rnarginados a menu do a 10s parajes m is d ifciles y co n 10s indigenasm is intratables, y no f ue hasta 1600 que la Or de n, tras muc hos reveses, logr establecersee n el terren o misionero. Para entonces, las misiones americanas haban em peza do y a a ri-valizar en las tareas d e redencin com o vocacin principal de la provincia d e C astilla, y,

    3 Para una introduccin al tema del cautiverio y la redencin en su conjunto, viase Ellen G. Friedman, Sparskbcaptive s irz No rt b Africn irr tb e early mo der n age Madison, 19534. La presencia mercedaria en Amrica, salvo Mjico y el Caribe, ha sido tratada por Fr. I edro Nolasco PBrez,Historia de /as rnisiones wzercedarias en Am rica Madrid, 1966

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    desd e el siglo XVII, la parte m is voluminosa del dinero invertido po r 10s redentores en lacosta de Berberia era de origen americano.El progreso de la Or de n desde finales del siglo XV viene marcado po r su introduc-cin en la vida acacimica y, hasta c ierto punto, en 10s estud ios humanistas, actividad desa-rrollada por miembros de la jerarquia d e toda la Ord en, pero n o po r sus miembros co mu-nes. Desde la dcada de 1490, la docum entacin revela que un cierto n mero de 10ssup erio res aragoneses poseia notables bibliotecas particulares y gustos renacentistas en li-teratura. En 1515, la provincia francesa fun d un colegio en Paris que , po r el contrario,llev una existencia msera hasta un siglo despus. Pero fue Castilla, de nuevo, la que t om 6la delan tera. Al collegio que ya tenian en Salamanca, 10s castellanos aadieron o tro en lanueva Universidad humanista de Alcali, en 1517. Una notable vena erasmista corria po rentre los miem bros de la jerarquia castellana y es muy posible que, junto con las rdenesm oa bt icas , 10s mercedarios no se sintieran afectados po r 10s elocuentes ataques de Era smocontr a 10s mendicantes, una categoria a la cua1 no pertenecian en realidad. N o p ucdc sor-prender, por lo tanto, encontrar a esos hombres intentando reformar la provincia caste-llana en aquellos aos y no cabe duda d e que 10s aires de reforma religiosa que soplabanpor Eu rop a n o deja ron de afectar a 10s mercedarios. A med iados del siglo XVI, habia va-rios religiosos heterodoxos en las filas castellanas de la O rd en , uno de ellos educado e n elcolegio mercedario de Alca li. El creciente nfasis pues to por la provincia castellana en lavida acadmica dic1 lugar a la generacin de religiosos que se dispusieron a reformar la Qr-den e hizo d e la formacin universitaris el pasaporte hacia 10s pues tos d e au tor idad en elsen o de la misma. lJ na notable contribucin al debate sobre De Auxiliis que sacudi Sa-lamanca en el cambio de siglo y la vida del gran dram aturg0 fray Gabriel Tllez, Tirso d eMolina, representan la culminacin de m is de un siglo de actividad intelectual mcrcedariaen Castilla.Asi, pues, ha y muestras d e actividad reform ista en la provincia mercedaria castellanaa inicios del siglo XVI, pero, al igual que en otras rdenes religiosas, el esfuerzo era misbien aislado y n o podia prosperar. En la decada de 1540, era dolorosamente manifiesto q uela labor r eform adora iniciada durante el reinado de 10s Reyes Catlicos todavia debia lle-varse a cabo y en niuchos casos se habia detenido. L,os mercedarios estaban a n po r refor-mar en todos 10s sentidos, pero, com o en otras partes, el impulso po r algn tipo de cam bioy renovacin sobrevivi en forma atenuada hasta tiempos m is propicios, sostenido po r ra-zones q ue no siempre fueron de origen espiritual.Casi p o r def inicin, las rdenes d e clero regular son organismes vivos, cuyo s miem-bros, p o r na turaleza , son falibles y, al menos en teoria, se hallan constan temente necesita-do s de reforma y correccin. Tal com o un reformador escribi a Felipe I1,los religiososrefornlados eran el fuego para encender la repblica 5 con fervor espiritual, pero el ca-m in o a un estado t;in exaltado fue a me nudo du ro y desconocido. Don de la obediencia a laregla y a las constit ucioncs habia desaparecido po r completo, 10s reformadores p roc ura ronrestaurar la congrc'gacin en cuestin a su observancia primitiva. Por las razoncs vistas,esto result imposible para 10s mercedarios, una ordcn, adem is, en la que la vida con tem-plativa rgida nunc a habia sido un aspecto destacado. La Ord en nunca habia abrigado unacong regac i6n obse,rvante. Y en c uan to a 10s mercedarios castellanos, incluso para la may o-ria de aqullos prolclives a la reforma, se necesitaba algo mi s que un deseo de pura mejoraespiritual para impulsarlos a apoya r una campaa general de reforma d la Ord en , hechoque inevitablemente comportaria dislocaciones iniportunas e injerencias externas. Porcons iguien te, el motivo subyacen te en el apoyo de la jerarquia castellana a la reform a, a fi-nales del siglo XVI , estriba en su deseo de intervenir en el gobierno d e la orden cambiando

    5. Archivo Zabalburu, carpeta 163 no29 f 11; Liccnciado Padjlla a Felipe 11 2 dicietnbre 157496

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    su estruc tura institucional un m otivo con el que Felipe 11 simpatizaba. Esta diferencia cru-cial entre reforma institucional po r un lado y reforma espiritual po r otro es u n aspectoclave de la reforma de rdenes religiosas en la Espaa d e Felipe 11 La reorganizacin ins-titucional constitua necesariamente la base d e la reforma la base a partir de la cua l p.odraseguir la renovacin moral y espiritual.Para los mercedarios castellanos las razones que impu lsaban sus ambiciones refor-mado ras a finales del siglo XVI no son difciles de hallar. Aun qu e los castellanos se halla-ban exentos de la autoridad de los maestres generales desde 1467 y la Or de n desunida laonero sa hegem ona ejercida po r el priorato de B arcelona sobre las provincias de su juris-diccin y en especial sob re Castilla segua todava vigente en 1560 en vsperas de la re-forma . Para Castilla casa emprendedora de la Ord en la exclusin de los altos cargos y elsistema n o equitativo p o r el que se elega a los generales se haban hec ho inaceptables. Lospriores d e Barcelona se sucedan ahora un o a otr o en el cargo de general co n mo n ton aregularidad. El estado d e las casas de la Coro na de Aragn bajo dom inio b arcelons se re-suma en el d e la propia casa madre. La mitad de los religiosos eran analfabetos los supe -riores vivan en el lujo gracias al dinero destinado a la redenc in d e cautivos y el co m nd e los miembros era objeto de abusos y desatenciones. N o causa sorpresa encontrar q uem uc ho s frailes estaban involucrados en el bandolerismo tan caracterstico del cam po ca-taln al tiemp o qu e buena parte de los religiosos eran al parecer m uy hbiles en el ma nejod e armas una habilidad que les resultara mu y til aos despus. Po r ltimo era m u y delame ntar q ue haca aos que las provincias aragonesas no emprendan expediciones d e res-cate mientras el din ero se acumulaba y los cautivos se consuman en maz mo rras norteafri-canas al tiem po q ue la ofensiva otoma na en el Mediterrneo occidental alcanzab a su m-pe tu mximo. E n 1560 tod o eran sntomas del estancamiento padecido p or las provinciasbajo do min io del priorato de Barcelona en particular duran te el siglo anterior. Fu e esta ge-neracin d e mercedarios castellanos los miembros d e cuya jerarqua hab an to do s recibidoun a formaci n universitaria la que consider que no era ya su derecho sino su debe r mo-ral recuperar la unidad d e la O rd en y po r primera vez toma r lo que consideraban su de-bido pu es to en el gobierno de la misma ignorand o la tradicin. La arrogancia y la con-fianza de los h erma nos castellanos son inequvocas. Tal c om o un represen tante castellanoresumi en un a razonada defensa d e las nuevas constituciones reformistas de 1574 lex un-tiquu novu lege dissolvitur 6 viejas leyes disueltas po r las nuevas. Er a un lugar com n pe rotam bin u n testimonio elocuen te del espritu co n que la provincia de Castilla vea el asuntode reformar a sus compaeros de la Corona de A n g n y derogar las consti tuciones d e1327. Sin em bargo el elemento crucial en la reforma d e las rdene s religiosas en la Espa ad e la segun da mitad del siglo XVI era el apoy o de la coron a y la imposicin de sus objeti-vos polticos en el programa . Tales objetivos ligaban la reforma de las rden es a las reali-dad es sociales y polticas espaolas coetneas y entre ellas el estado de C atalu a y las con-vicciones del rey a prop sito de la Iglesia espaola eran quiz las ms significativas.Para Felipe 11 el estado del Principado de C atalua constitua una fuen te con stanted e preocupacin. L os hechos le convencieron de que estaba mu y lejos de ser du e o de susasu ntos y que aqu ni siquiera la Inquisicin tena la libertad sin frenos de que disfrutabaen otr as partes. Al igual que los otros reinos orientales los catalanes se do lan de la cont-nu a erosin ejercida po r la coro na sobre sus derechos y exenciones tradicionales. E n s u in-ten to de defender esos antiguos privilegios las instituciones polticas catalanas venanad op tan do una posicin de no cooperacin y obstruccin ante la expansin de la autori-

    6 At-cliivo de la Corona de Aragn Monacales de Hacienda vol. 4144 f. 45v Fr. Juan de Montoro a Dom BenetTocco obispo de Lrida Barcelona 8 agosto 1583.

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    da d monrquica err el Princ ipado. Mientras 10s abades y rangos superiores del clero secularcataln, so bre 10s que Felipe ejercia ciertos derechos de presentacin, apo yab an a la coro nafrcnte a la no bleza , 10s capitulos catedralicios y el bajo clero, junto con 10s frailes, com par-tan las caracteristicas de 10s sectores populares en el cam po y en la ciudad: conservadores ,n o cooperadores y acrrimamente anticastellanos. A mediados de siglo, las zonas ruralescatalanas, do nd e 10s mercedarios eran localmente importantes, tenian una auton om ia po-ltica y econmica casi total respecto de las ciudades, y subsistian gracias a sus prop ios re-cursos, fucra d el alcance de la corona. Era caracterstica del cam po y zon as montaosas deCata lua y iha g r~a fuerza del bandolerismo, un problem a que sucesivos virreyes, caren-tes de u n cjErcito perm anente, eran incapaces de atajar. A esto, se aadia la am enaza d e laherejia h ugo note desde el otr o lado de 10s Pirineos, que presentaba el grave riesgo de en-trernezclar bando leros e inmigrantes franceses. Sucumbiend o a la histeria de un os aos cr-ticos, en 1569 Felipe I1 orden el arresto de 10s miembros d e la D iputacin catalana, baiola irifundada sospe~zha e connivencia con 10s hugono tes.N o es extral'lo, pues, que , ante esta situacin social, religiosa y poltica, Pelipe 11 semo strara ansioso po r tom ar cartas personalmente en la ref orm ad e 10s mercedarios, n o s610d e Ca talua, sino tambin de 10s otro s reinos orientales de la pennsula -Aragn, Navar ray Valcncia-, ademiis d e 10s de Castilla. Era intolerable que el general y altos cargos d e laO rd c n no dcbieran respo nder ante 61, en un territo ri0 cubierto de bandidos y tefiido porla hcrejia hugonotc, y mis an cuando la Orden tenia bajo jurisdiccin barcelonesa unadoc ena de casas en Languedoc y Provenza, aunque stas, irnicamente, serian destruidaspo r 10s propios h ugonotes, en la dcada de 1570. Era este mod o de ver las cosas lo qu em arc6 la recepcicin po r Felipe de 10s decretos del Conc ilio dc Tre nto y orien t6 la aplica-cin de 10s mismos en 10s aos posteriores a 1563, al margen de la opos icin papal. E1 reynun ea iba a perm itir ninguna intervencin extranjera en 10s asuntos de la Iglesia espaola,una determinacin que afectaba de modo especial a las rdenes religiosas. Su poltica d eco rta r o modificar 1,as relaciones entre rdenes religiosas espaolas y sus superiores e stran-jeros -com o en el caso de 10s cistercienses peninsulares con Citeaux- ilustra el prop s itod e Fclipe d e crear una Iglesia nacional espaola o, mejor d icho, castellana, a salvo de inter-venciones exteriorrs. Ocasionalmente, como en el caso de 10s mercedarios catalanes,cua ndo se detectabzm enemigos den tro de las fronteras de la propia monarquia, Felipe n otenia escrpulos en promoc ionar a 10s hermanos castellanos, igno rando 10s antiguos dere-ch os y pretcnsiones al patro nato real del priorato de Barcelona, y tambin las exencionesprovinciales de la Coro na d e Aragn.D e hecho , la firme conviccin de Felipe I1 de q ue el patrona zgo de la Iglesia espaolaradicaba en su persona era un factor vital de su politica re formad ora. Si 10s mercedarioscastellanos crcan que, po r el hecho de encabezar la reforma d e la O rden , pod ian efedtuaru n simple traslado ce l ce ntro de autoridad desde Barcelona a M adrid, esto significaba quen o haban captado los motivos m is profu ndos de la involucracicin del rcy en ella. Los m er-cedarios, que desde el siglo XIII gozaban de cierto grado de patronazgo real, tenian queaceptar, com o algo inevitablemente concomitante a la reforma, qu e el rey se atribuyera elpatronaz go com pleto sobre la O rde n, que fuera fl el rbitro supre m0 de sus asuntos. Se-g n declar el prop io Felipe en 1593, despus de 30 aos interesndose po r los merccda-rios, la relaxacin clesta orden ha nascido principalmente d e 10s breues que 10s della hano bte nid o e n d r e ~ a d o : ~sic) a sus fines particulares y 10s superiore s han quer ido tiranniza rla orden y tratar las cosas della como si fuera patrinlonio suyo, y el remedio de mal tangrand c me ha mouido a suplicar a Su Sanctidad que no les conceda breues sin que y o se10 ~ u p l i ~ u e . ~l liderazgo que la corona considcraba ahora que podia ejercer asegurabaqu e la reform a d e la O rd en seria larga, difcil y spera para todos .Las primeras sugerencias de que la O rd en debia ser reformada fu eron apuntad as en1563, cu an do el Concilio d e T rento se acercaba a su final. Sin embargo, no fue hasta 567

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    qu e pud ier on ejecutarse 10s planes qu e Felipe I1 y 10s mercedarios castellanos habian ma-du rad o du rante 10s aos transcurridos. Aprovechando que en poc 0 tiem po fallecieron d osgenerales catalanes, Felipe obtuv o del Papado un breve prohibiendo a la O rd en elegir unnue vo general hasta nuev o aviso. Se confi a frailes dom inico s la reforma d e la O rd en , lacua1 se vio sometida a un pe riodo de humillante examen, qu e du r6 hasta 1574. El co metidode 10s dom inicos consisti en visitar, dictar ordenanzas locales y provinciales e informar alrey y al nuncio sobre el estado administrativo, econmico, espiritual y m oral de la O rd en .C o n estos informes y su experiencia de primera m ano, y tras consultar10 con la corona y10s mercedarios castellanos, 10s visitadores redactaron, a continuacin, la legislacin me-dia nte la cua1 deberia gobernarse la Or de n renovada. Las constituciones reformado ras, q uesurg ieron en 1574, establecieron la base para una institucin a cuy o gob ierno todas las pro -vincias, excepto Francia, tendran acceso y qu e deberia responder enteramente ante el rey.To do s 10s cargos deberian ser ocupad os temporalmen te. El de general seria oc up ad o alter-nativamente p or religiosos de Castilla y d e la Co ron a de Aragn, en tanto que n o se hacianing una referencia a la provincia francesa. El acceso a 10s altos cargos ahora dependeria delhe ch o d e con tar c on titulaciones universitarias, y la legislacin pr oc ur hacer de la jerar-quia mercedaria ho mb res bien instrudos. A intervalos prefijados, deberian celebrarse ca-p it u lo ~ , resididos po r personas que contaran con la aprobacin de la corona. Este doc u-me nto pro por cion el anteproyecto para la reforma institucional de la O rde n, pe ro en 61habia pocas ordenanza s acerca de la mejora espiritual. Aunq ue tcitamente se aceptaban lasconstituciones de 1327 com o legislacin originaria, se sabia que no eran tal, pues d e o tromodo no hubieran sido tratadas con semejante contumelia. Casi todas las disposicionesinstitucionales contenidas en ellas fuero n re5hazadas; pero, a falta de o tra cosa, se conser-varon las nor ma s sobre la vida de la Ord en. Esta fue una solucin m is bien prctica y, unavez m is, 10s reformadores se habian servido de 10s orgenes imprecisos de la O rd en pa raelaborar algo tallado co nform e a sus propias necesidades. Au nqu e, a prime ra vista, 1574aparece c om o una solucin burocrtica equitativa a 10s problemas d e la O rd en , 10s privi-l e g i o ~nmemoriales del priora to de Barcelona habian sido temerariamente barridos. lalegitimidad concedida a 10s frailes barceloneses por la tradicin, se aadian considerablesderech os legales, avivados por un sentimiento de que se estaba co metiend o una eno rm e in-justicia con una institucin considerada co mo prop ia. El intento d e aplicar las consticucio-nes re form ado ras iba a provoca r una rebelin en tre 10s religiosos catalanes, que d u r6 veinteaos y qu e con t con amplios apoyos locales.Ya en 1569 cua ndo 10s catalanes tuvieron noticia de que era inm inen te una visita ala Ord en , el prio r d e Barcelona to m6 la precaucin de enviar religiosos por toda la C or o nade A ragn con armas para pertrechar las casas ante una intrusin tan importun a. Lo s ca-talanes descub rieron, con sorpresa, que el apoy o incondicional de las provincias de A ragny Valencia, situadas bajo su jurisdiccin y con el cua1 contaban , n o lleg a materializarse.M uc ho s religiosos, en esas provincias, prefirieron una cooperac in hosca co n 10s castella-nos, a la prolong acin del po c0 ecunime gobierno cataln en la O rden . A lgunos se mani-festaro n abiertamen te contra 10s catalanes. En Valencia se desarroll u n conflicto int ern oacerca de la obediencia qu e debia prestar la casa, el cua1 desemboc en el asesinato d e susuperior, un anticataln, en 1573.N o obstante, con forme transcurria la dcada de 1570 se hacia patente qu e 10s caste-llanes nu iban a pod er aplicar las constituciones de 1574 en la Co ron a de A ragn y lamen-

    i . k c h i v o del M inisterio de Asuntos Esteriores , Santa Sede, leg. 34, f 53r, Felipe I ai duqu e d e Sessa, El P ardo,13 noviemble 1593.S. Las constituciones reformistas de Guadalajara de 1574 han sido publicadas, a unqu e de manera i~ ico mp leta , orFr. Guillernlo V5zquez NGez en su serie Fuentes para lah isto ria d e la Merced , Boletbz de la Or den de In Merced

    2C (1932), pp. 22-47.

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    tablemente en esta ho ra de necesidad la Ord en n o ha116 un dirigente que estuviera a la al-tura de la gravedaci de la situacin. Los mercedarios no tenian una Santa Teresa que lescon du jera a pa raj e:~ is risueos. Si bien 10s objetivos poco realistas de las constitucionesrefo rma doras con tribuy eron a ello el fracaso se debi en gran parte a la arroganc ia d eMa ldona do el nuev o general as com o a la enorme diferencia de mentalidad en tre ambaspartes. C o n tod o fue el apo yo con que co ntaron 10s religiosos barceloneses en la propiaciudad y cada vez m is en Roma lo que hizo que el programa reformad or resultara absur-dam cnte inoperante. P or d os veces 10s reformadores que intentaban visitar el priorat o d eBarcelona fuero n rechazados con toda ignominia y escarnecidos y escup idos po r el po pu -lacho en su abatido regreso al palacio virreinal. Los virreyes cercados po r las constitucio-nes catalanas y desprovistos de fuerza militar nada pudie ron hacer para impedir la eleccinilegal de un francs como general o para forzar la visita del priorato hasta la dicada si-guiente. Pesc a las arengas que sucesivos virreyes les dirigie ron 10s consellers barcelonesesn o ccjaron en su carnpaa de a poy o a 10s religiosos. Para 10s consellers el inten to de refor-mar a 10s mcrcedarios representaba otro ataque de la corona a 10s antiguos privilegios dela ciudad y a las col~stituciones el Principado. Duran te diez aos y a un eno rme costc elConsejo de Ciento sostuvo un enviado especial en Roma para promover la postura delprior ato con tra 10s reformad ores castellanos que 1 haban despojado de sus derechos.E n tiernpos cle crisis mercedarios procedente5 de tod a Cata lua algunos de 10s cua-les cran pocca m is que bandidos se congregaban en Barcelona para d efender a la casa ma-dr e bien conscientcs de que su suerte estaba ligada a la de Csta. A la defensa se sum aba n lacofrada mercedaria de la propia ciudad amigos y parientes de 10s religiosos elementosdesafectes y criminales d e otras provincias mercedarias incluida Castilla y m iem bros delmisrno gobiern o municipal. Desde esta perspectiva la reforma del prior ato aparece comou n asu nto de ord en interno al que se opon ian las gentes del lugar resentidas de intrusionesexteriores y temerosas de 10 que 10s cambios pudicran com por tar. Las sentencias de exco-m un in e interdic to pasaban desapercibidas. En el cuartel mercedari0 de la ciudad se di oun curioso estado d e semi-sitio entre 1579 y 1582 aos duran te 10s que el obis po y el virreyinten taron en vano reducir 10s religiosos a obediencia. En 1582 una brillante finta orque s-tada po r el Con sejo de Ciento con apoy o del capitulo catedralicio logr confirmacin enRom a para la pretensin del priora to d e qu e s610 61 estaba facultado para acoger captulosgenerales. El genera.lato fue suspen dido otra vez y el program a de reform ar a 10s catalanesqu ed detenido. Los castellanos apelaron con xito contra esta decisin per o fu s la des-unin de ntro del priorato catalin 1 que finalmente quebrd la resolucin catalana en 1585.Ha bien do ganado un cierto grado de obediencia e1 proceso de reforma podia ahora co n-tinuar en C atalua aunq ue persisti una sorda resistencia hasta en trado el siglo XVII.Para Felipe 11 la insolencia de 10s mercedarios ca talanes era co ngruente coti 10 que6 entenda com o poco rnenos que una continua impugnacin de su derecho a gobcrnar cnla Co ro na de Arag6n. Los acontecimientos iban a demostrar que en sus dorninios orien-tales s610 haca falta la agitacin pop ular o la oposicin d e uno de 10s organism os autc-tonos co n el argum ento de privilegios violados para hacer inope rativa las med idas polticas reales. Ade m is la reforma de las rdenes sirvi como leccin para Fe lipe: las cuestionesreligiosas n o siempre podan resolverse al margen de Rom a. E n la dica da de 1560 c1 rey sehabia em bar cad o en este negocio -movido po r una confianza que nacia de su ignorancia-crey end o que tenia suficiente poder y suficiente jurisdiccin para llevar10 a cabo . Sin cm-bargo cua ndo el program a q ued detenido en Espaa y las rdencs llevaron sus agraviosa Ro ma Feliye tuvo que contar cada vez mis con sus embajadores para que le resolvieransituaciones que h a b h escapado de sus manos y tambin con la cooperacin de 10s nun -cios. La correspondencia que se conserva pon e de rclieve el papel clave que tuv ieron qu edesempear embajadores com o Ziga cuando frailss recalcitrantes sacaban provecho d elas d ifciles relaciones existentes entre Espaa y la Santa Sede. Felipe tuvo qu e ap render

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    p o r las malas, que la reforma de las rdenes religiosas eran algo complicado y dive rso, quea m enu do se situaba fuera del alcance de su autoridad.Para la mayoria de m ercedarios, desconocedores de las fuerzas superiores que actua-ban en un periodo de rpidos cambios, la imposicin de la reforma habria causado dislo-cacin e incertid um bre. D e 10s religiosos se esperaba que, de la noche a la maana, presta-ran s u adhesin a norm as que n o se aplicaban cuando profesaron y que mu chos hu bierandesead o n o observar nunca. Adems, si cumplian o no con ellas se supervisaba ah ora demanera m b igurosa y frecuente que 1 que hubiera sido pensable en, digamos, 1540. Ellibro d e visitas de la casa castellana de H ue te em pieza en 1569, el ao que tambin emg ezla reforma rnercedaria? D e 1569 en adelante, Hue te se vi sometida a una descarga de vi-sitas y n ormativas, a veces do s o tres al ao, que generaban u n n m ero creciente de regu-laciones. N o fue hasta la dcada de 1590 que pudieron transcurrir d os o m is aos entre unavisita y la siguiente, po r p arte de las autoridades de la O rd en . Au nq ue esto no significa qu elas normativas, cuidado samen te recogidas en el libro a o tras ao, acarrearan grandes con-secuencias. Lo s frailes todavia cometian las mismas infracciones en 1620 que en 1569: mu-jeres en el claustro, jugar a las cartas, eludir 10s deberes del co r0 y esa legin de transgre-siones dc que siempre se habia acusado al clero. En Castilla no habia una oposicindcliberada a la reforma, sino tan s610 la misma intransigencia e inercia que en C atalua lascircunstancias transformaron en abierta rebelin.Pese a todo esto, sin embargo, hacia 1620 ningn religioso pod ia de jar de ser cons-ciente de una au toridad centralizadora nueva y poderosa en la O rd en , una autoridad, ade-m h , qu e le consideraba responsable ante si. Para entonces, la reforma institucional d e 10smercedarios se habia completado en 10 m is substancial, pe ro todavia faltaba que toda s susconsecuencias fucran filtrndose desde la jerarquia hasta la base. La reform a m oral vend riaa su deb ido tiem po, mientras muchos mercedarios empezaban a embeberse de las corrien-tes espirituales del mo me nto y a adoptar una imagen adecuada a su percepcin d e la O rd eny de su vocacin. Pero, a esas alturas, la reforma de 10s mercedarios hacia tiem po qu e liabacum plido sus propio s objetivos, y, 1 que es m b mportante, 10s de la corona. La palpablefalta de co nten idos espirituales en esos objetivos no puede sino llevarnos a la conclusinde que fue eminentemente institucional en inspiracin y ejecucin. La nocin de una re-form a puramen te espiritual era ajena po r com pleto a la vocacin mercedaria tradicional, yasi con tinu 6 sindolo, igual que tampo c0 fue una prioridad para la co rona. Asi conside-rada, la complejidad del trm ino reforma se hace patente, pues, a juicio de muc ho s co-m en tar ista ~, o r no reformarse espiritualmente la O rde n mercedaria n o podia reformarseen absoluto. E n 1603,los cuatro fundadores del movimiento de recoleccin, u n organ ismocircunscrito a C astilla y largo tiempo ridiculizado por la jerarquia p rovincial, se descalza-ron ceremonialmente en Madrid. Los hermanos descalzos no haban tom ado su inspira-cin de la espiritualidad originaria de la Orden, sino de la corriente de Santa Teresa deAvila, y, como tales, eran mis el producto de la poca que de la reforma rnercedaria. Alencontrar que la Orden de la que procedim no facilitaba su vocacin contemplativa, 10spad res dcscalzos se separarian definitivainente de ella, en el plazo de un a generaci6n.10

    9. Archivo HistGrico Nacional, Clero, vol. 3310, Libro de profesiones y visitaciones del convento de NuestraSefiora de la Merced, Hu ete (1569-1635).10. Mi agradecimiento al Dr. Xavier Gil, Universidad de Barcelona, por traducir esta comunicacin y por variasugerencias tiles sob re la misma; y tambien alDr. Joan Bada, de la misma Universidad. Estoy agradecido mi d ie c -tor, Professor Sir John H. Elliott, por su ap oyo conshmte, y al Profess or P.E.L. Russell y Dr. R.\V. Tru ma n, d e la Universidad de Onfo rd, y Professor John \V. O'Malley, de la\Veston School of Theology, Cambridg e, M as ., por sus con-scjos y estimulo.