La Licuadora Ruinas de Una Modernidad Escondida Estupiñan

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Este artículo efectúa un análisis de la memoria y la historia cultural del edificio La Licuadora.Desde la antropología visual, por medio de una historia de vida del edificio que senutre de relatos de distintos actores sociales, se estudia a La Licuadora como un articuladory detonador de memoria. A través de una etnografía histórica y visual realizada durante15 meses, se propone repensar a la ciudad que Quito, desde una mirada crítica a lasruinas del edificio, que lleva 15 años abandonado y cuyo dueño actual es el Estado ecuatoriano.

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    La Licuadora: ruinas de una modernidad escondida

    Daniela Estupin T. *

    Resumen**

    Este artculo efecta un anlisis de la memoria y la historia cultural del edificio La Licua-dora. Desde la antropologa visual, por medio de una historia de vida del edificio que se nutre de relatos de distintos actores sociales, se estudia a La Licuadora como un articula-dor y detonador de memoria. A travs de una etnografa histrica y visual realizada du-rante 15 meses, se propone repensar a la ciudad que Quito, desde una mirada crtica a las ruinas del edificio, que lleva 15 aos abandonado y cuyo dueo actual es el Estado ecua-toriano.

    El artculo reflexiona sobre La Licuadora como consecuencia de la modernidad y tensiona puntos claves sobre la influencia de la arquitectura en lo social desde categoras como la visualidad y la espacialidad. Adicionalmente, se incorpora a la discusin un en-foque de gnero, a partir del espacio urbano. Durante el trabajo de campo, adems de la observacin participante, se recorrieron salas de estar, estudios arquitectnicos, talleres de trabajo y oficinas de cada uno de los informantes.

    Cada encuentro con los agentes sociales que nutren esta historia de vida del edificio La Licuadora fue registrada por una cmara de video y una grabadora de audio. Es importan-te precisar que, adems de un guin previo de preguntas para las entrevistas semiestructu-radas, se utiliz como herramienta principal el mtodo-oral fotogrfico de Kuhn (2007) para activar la memoria, es decir, un archivo de fotografas del barrio de San Blas y del edi-ficio funcion como apoyo para producir una verbalizacin de la memoria.

    Palabras claveDistrito Metropolitano de Quito, San Blas, memoria, etnografa visual, gnero y ciudad.

    * Investigadora y documentalista. Mster en Antropologa Visual y Documental Antropolgico por la FLAC-SO-Ecuador.

    ** Este artculo resume los resultados de una investigacin efectuada con el apoyo del Programa de Becas para Jvenes Investigadores 2012-2013 patrocinado por el Instituto de la Ciudad.

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    Introduccin

    Entrar a La Licuadora era el principal obje-tivo. Al contar con un permiso negado ofi-cialmente por Inmobiliar (empresa pblica que custodia mi objeto de estudio), duran-te 13 meses realic mltiples visitas a San Blas pero sin poder ingresar al edificio. Sen-ta que el trabajo era intil, hasta que me di cuenta de que gracias al uso de la cma-ra haba construido un archivo de imgenes con distintas mutaciones fsicas de La Li-cuadora, desde el exterior (en ese lapso). Fi-nalmente, el primero de abril de 2013, con el apoyo del Instituto de la Ciudad, obtu-ve la tan ansiada autorizacin de Inmobi-liar para entrar a La Licuadora. Esta oficina del sector pblico encargada de los bienes del Estado est ubicada en Quito la avenida Amazonas, al norte de la capital. Con el do-cumento en mano, que contena un crono-grama de ingresos, camin y cruc dos par-ques, primero el Ejido y luego La Alameda. Entr a San Blas y llegu al edificio a travs del parque, lugar en donde mis abuelos pa-ternos tenan sus encuentros. Con una pe-quea cmara de video empec a registrar lo que iba viendo o lo que dejaba de ver, y empec a encuadrar una imagen dentro del campo ptico de la cmara si esta podra ser una cuestin arbitraria.

    Justo esa maana, los guardias con los cuales entabl una relacin durante varios meses dejaban de trabajar en La Licuado-ra: haba un cambio en la empresa de se-guridad privada. Los servicios seran los mismos, pero con otros rostros: nuevos guardias empezaban a custodiar este objeto que yo estaba a punto de descubrir

    Con una mezcla de emocin, curiosi-dad y miedo, entr al edificio por prime-ra vez, sola. Al caminar por el mezzanine en ruinas, me imagin a las cajeras sonrien-

    tes y bonitas, como me lo haban contado mis informantes. El interior de La Licuado-ra es helado, corre el tpico viento de pra-mo, un fuerte chifln que te llega hasta los huesos circula por los espacios hmedos y obscuros del edificio. El ruido exterior, por la cantidad de carros que circulan por San Blas, resuena potentemenente en los prime-ros pisos. Mientras se sube, este bullicio se va perdiendo y visualmente aparece Quito, con esa imagen enclavada entre las mon-taas. Los famosos vidrios del estilo cour-tain wall, tan reflexionados con la teora en esta investigacin, finalmente estaban fren-te a m, ausentes y cubiertos por un man-to negro. Las gradas por las que se asciende a cada piso son de mrmol y estn intactas. Los ascensores se quedaron suspensos en el tiempo y en el espacio; hay escombros no en todos los pisos y en ciertas partes se ca-mina sobre una piel de madera arrugada y quebrada por el olvido.

    Problema de estudio

    El edificio La Licuadora fue diseado en 1973 por el arquitecto quiteo Diego Pon-ce y funcion como sede matriz de Filan-banco hasta mediados de los noventa. A raz de la crisis bancaria de (1998-2000), el edi-ficio fue incautado por la Agencia de Ga-ranta de Depsitos (AGD) y posterior-mente abandonado. En el 2013 cuenta con seguridad privada las 24 horas del da, fi-nanciada por el Estado, especficamente por la empresa Inmobiliar (Servicio de Gestin Inmobiliaria del Sector Pblico).

    Desde la materialidad predominante del edificio el vidrio, resulta paradjico pen-sar en cmo, por medio de este objeto, la historia articul relaciones sociales que van desde la modernidad hasta el fracaso econ-

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    mico. A partir de los aos setenta, el Filan-banco era una institucin financiera que se consolid como una de las ms fuertes de la banca privada. Sin embargo, en 1998 fue el primero en pasar a manos del Estado por iliquidez. Con su colapso arrastr a ms ins-tituciones y provoc la peor crisis econmi-ca del siglo XX en el Ecuador. Hoy esos vi-drios estn rotos, sucios y cubiertos por un gran manto negro.

    Paralelamente a la construccin del edificio, en la dcada de los setenta ocu-rren significativos cambios arquitectnicos en los espacios urbanos de Quito: el pri-mer plan urbanstico de la ciudad se eje-cut (Plan Odriozola). Esta planificacin, elaborada en 1946 por el urbanista uru-guayo Jones Odriozola, planteaba un cam-bio de paradigma en el sistema de organi-zacin de la ciudad. Como las condiciones socioeconmicas, de intercambio y comer-ciales cambiaron, la urbe deba adaptarse a una transformacin espacial, para pasar del Quito monocntrico a la ciudad policntri-ca, es decir, se pens en zonificar la ciudad y, de esta manera, proponer nuevas dinmi-cas de la arquitectura civil hacia el Norte y el Sur de la ciudad (Kingman, 2006: 331). En esta ruptura con la centralidad, Quito se expandi en busca de identidad y repre-sentacin, para dejar al Centro Histrico atrs (Carrin, 2007: 13). El primer paso podra considerarse lo ocurrido en San Blas, barrio en donde est inscrito el edificio La Licuadora.

    En la misma dcada que se construy el edificio La Licuadora, la ciudad fue nom-brada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad (1978). En los aos previos a este reconocimiento interna-cional, la Municipalidad hizo la primera se-leccin de los sitios patrimoniales y mar-c los lmites del Centro Histrico. Sobre

    este ltimo hecho, el historiador y arquitec-to Alfonso Ortiz seala que en esta delimi-tacin se cometi un grave error, por una sola cuadra en San Blas y precisamente en la misma cuadra en donde espacialmente se ubic a La Licuadora1:

    El lmite debi haber estado una cuadra ms al norte, en la Briceo y no en la Caldas, a partir de la Plaza de San Blas se protega y, de aqu para all, slvese quien pueda [] creo que el lmite de-ba ponerse en la Briceo, porque tienes el gran parque como elemento amorti-guador entre lo histrico y lo moderno, donde podemos crear un rea de transi-cin, con una transicin menos violenta de la que haba y [de] la que hay ahora (entrevista a Alfonso Ortiz 10-10-12).

    El error trajo consecuencias para el espacio de San Blas, segn el tambin historiador y arquitecto Clmaco Bastidas, cuando lleg el Banco Central del Ecuador (1956-1960):

    Arranc la reconfiguracin de este ba-rrio perifrico del Centro Histrico. En esos aos se destruyeron la mayora de las casonas ubicadas simtricamente en esta abertura de Quito, se bot abajo la Biblioteca Nacional para dar paso a la calle Pichincha, adems se construy el primer paso [a] desnivel de la ciudad, que constitua un camino prometedor hacia el Norte; se coloc en el cerro del Panecillo a una virgen de Legarda y fi-nalmente apareci entre la Gran Colom-bia y Briceo, la licuadora ms grande de Quito (entrevista a Clmaco Basti-das: 09-04-12).

    1 Licuadora es el nombre que la gente le dio a este edi-ficio desde su construccin, por su estructura de vidrio y porque en la parte superior contaba con una mecanis-mo giratorio.

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    Esta investigacin estudia las ruinas2 de una construccin arquitectnica de altura del barrio de San Blas. El edificio La Licua-dora es analizado como un reflejo del con-flicto socio-espacial entre la tradicin de la ciudad franciscana y la idea de moder-nidad que lleg a Quito con el petrleo en la dcada de los setenta y produjo la lla-mada modernizacin capitalista (Carrin 1986:141).

    Entre lo moderno y lo visual

    Modernidad:una ilusin por alcanzar

    La Filantrpica fue un invento de la poca. Yo quera marcar el fin de una

    poca con el arranque de otra poca (entrevista a Diego Ponce, 24-05-13)

    La modernidad en las Ciencias Sociales ha sido explorada extensamente y posee infi-nitas aristas tericas. Es fundamental para esta investigacin enfocarse en dos pers-pectivas de Habermas (1989) que per-mean el presente estudio antropolgico de un edificio en Quito. Durante el trabajo de campo y en las entrevistas semiestruc-turadas, la idea de modernidad fue cana-lizada precisamente con las concepciones de ruptura de la tradicin y la nocin de lo novsimo, claves para comprender el inicio en la historia de vida de un objeto como La Licuadora.

    El edificio podra representar o materia-lizar dos momentos importantes socioeco-nmicos de la segunda mitad del siglo xx en el Ecuador. Por un lado, su esplendor con el

    2 Utilizo la palabra ruinas, en este contexto, para referir-me a un anlisis a profundidad de la huella del pasado y los estigmas de la derrota, como cataloga el antrop-logo francs Aug (2003) a las ruinas de la modernidad.

    boom petrolero (1972-1979) y, por otro, las ruinas con el feriado bancario (1998-2000). Esta historia de vida del edificio es, en otras palabras, la vida social de una cosa y su re-presentacin en un barrio y en la ciudad. El texto de Walter Benjamin, Paris, capital del siglo xix, me ayuda a entender la existencia de un destino al fracaso que posee todo ob-jeto moderno, tal como revela la mirada del poeta Baudelaire sobre la modernidad:

    Baudelaire le dio la forma ms vigorosa a su concepto de lo moderno. Toda su teora de arte tiene como eje la belleza moderna y piensa que el criterio de la modernidad consiste en estar marca-da con el sello de la fatalidad de ser un da antigedad, y en revelarlo a quien es testigo de su nacimiento (Benjamin, 2001:59).

    En busca de testigos del nacimiento de La Licuadora, tom contacto conmigo va Fa-cebook en la propia pgina del edificio un joven que aseguraba que su ta trabaj en el edificio cuando apenas fue inaugurado3. De esta manera llegu a Martha Nez y, efec-tivamente, su memoria se remontaba a ms de 40 aos atrs. Ella amablemente me in-vit a su casa y fui en busca de sus recuer-dos para construir la historia de vida de este edificio, pero comprend que Martha jams sospech de ese sello a la fatalidad que te-na el edificio La Licuadora, por el simple hecho de ser un objeto moderno.

    En una clsica tarde quitea de mucho viento y mucho sol, particip de una reu-nin de cuatro mujeres exempleadas del Fi-lanbanco que trabajaron en el edificio en cuestin, entre ellas, Martha. Una fotogra-fa de La Licuadora, tomada por Luis Me-

    3 Al respecto, vase .

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    ja4 a finales de los setenta, cuando el edifi-cio estaba en pleno esplendor, provoc que a travs de la imagen congelada, estas cua-tro mujeres quiteas y exejecutivas banca-rias indagaran en su memoria de un tiem-po pasado y lleno de recuerdos sobre una poca, que segn aseguran, marc sus vidas.

    Martha Nez trabaj en el banco La Filantrpica, ubicado en el centro de Quito, especficamente en la calle Sucre, desde el 1968. Resulta clave entender cmo ella vivi el traslado a San Blas y la transformacin en trminos modernos del banco en los primeros aos de la dcada de los setenta.

    Una novelera sin nombre, porque nos hicieron desde uniformes nuevos; y era la novelera. Y adems, s haba gente que iba a conocer el banco, a parte de los clientes. Ya estaba muy estrecho lo que era en la calle Sucre: no haba la tecno-loga que hay ahora, porque en la Filan-trpica todo era anotado manualmente en hojas. Pasamos de la Filantrpica al Filanbanco, con implementos ms mo-dernos; todo nuevo, dira yo, y creo que la tecnologa un poquito ya avanz. Yo creo que con el cambio del edificio se dio el cambio de nombre, de imagen y de logo del banco (entrevista a Martha Nez 15-05-13)

    En efecto, el cambio de imagen y de logo del banco ms grande del pas estuvo reali-zado bajo los tintes de la modernidad, que se toman en cuenta en este anlisis antro-polgico: la ruptura con la tradicin y la nocin de lo novsimo. Martha Nez se-ala que particip de un cambio de poca, no solo desde una idea visual con la imagen

    4 Hacedor de imgenes, legendario fotgrafo del diario El Comercio, ha retratado a Quito desde 1960 y su ar-chivo constituye un tesoro para la memoria visual de la ciudad.

    y el logo, sino tambin desde una idea de evolucin y progreso en trminos espaciales y geogrficos, ya que abandonaron un an-tiguo edificio en el Centro Histrico para ocupar nuevas instalaciones en San Blas, lu-gar en donde terminaba espacialmente el Centro Histrico y empezaba el norte de la capital.

    Adems, el cambio de poca y de ima-gen vino acompaado por un cambio de nombre. El banco La Filantrpica pas a ser el Filanbanco. En este momento ocurre lo que Bourdieu (1991) llam la utilizacin del lenguaje para definir un espacio: al edi-ficio por su forma invertida y su cubierta de vidrio, la gente lo bautiz como La Li-cuadora.

    Por otro lado, cabe precisar que quie-nes impulsaron esta transformacin en la imagen del banco, fue el grupo empresa-rial Isaas, guayaquileos descendientes de migrantes libaneses que arribaron al pas a principios del siglo xx. A travs de Nahm Isaas, considerado como el segundo here-dero del imperio, el grupo incursion con fuerza en el negocio bancario y encargaron al joven arquitecto Diego Ponce la concep-tualizacin de un edificio que sera de la nueva matriz del banco, en Quito.

    l quera poner un hito. l nunca me dijo quiero un edificio ta ta ta ta [] Oye quieres entrar en un concurso. Ya sabiendo que yo era el hombre, con la maqueta el tipo se qued loco, porque re-mntate 40 aos atrs, es decir, otra onda (entrevista a Diego Ponce 24-05-13).

    Al realizar el ejercicio de remontarse a la dcada de los setenta, hay que reconocer nuevamente que el pas viva una moder-nizacin capitalista. Gracias al oro negro, Quito, en trminos urbanos y modernos, se expanda ms all de los lmites del Cen-

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    tro Histrico. En aos de dictadura militar (1972-1979), el capital que provena del oro negro significaba un aval y permita que el capital extranjero ingresara a las arcas del Municipio de Quito, con un presupuesto que creca cada ao. De 569 millones de su-cres en 1970, pas a a 961 millones en 1978. El Municipio intervino con tintes de moder-nidad en la ciudad de Quito, abandonando al Centro Histrico e invirtiendo en obras de infraestructura y servicios en el norte y sur de la ciudad (Carrin, 1986: 144).

    Con ms inversin, es evidente que la era petrolera trajo nuevas oportunidades y opciones a los arquitectos. La utilizacin del vidrio se encontraba en dilogo directo con la idea de modernidad que se plantea-ba, por la nocin de novedad. Para la po-ca, el estilo courtain wall o cortina de vidrio del edificio La Licuadora era una expresin moderna de la arquitectura de ese entonces (Del Pino, 2003:103).

    Nacimiento de un monumento de vidrio y su proyeccin

    Es importante arrancar con la definicin de la palabra: arquitectura: esta viene del la-tnarchitectra y significa arte de proyec-tar y construir edificios. Para Benjamin (2010), este arte ha sido siempre objeto de devocin para las masas, desde lo visual, y jams ha estado en reposo. Si la pro-duccin de edificios es continua y estos han acompaado el desarrollo del ser humano en toda su historia, entonces es oportuno reflexionar sobre un edificio como un refle-jo del mundo social.

    Para repensar el estilo del edificio La Li-cuadora, fue necesario clarificar qu es un estilo arquitectnico y qu connotaciones tiene con lo social. Por ello, son importan-tes los aportes de Norberto Chaves, inves-

    tigador y docente en arquitectura, diseo y comunicacin, que define al estilo as:

    El estilo no se reduce a una mera ret-rica formal, pues constituye la regla que articula todos los planos presentes en la obra. El estilo sintetiza lo simblico, lo esttico, lo utilitario, lo tcnico, etctera, determinando sus modos relativamente estables de condicionamiento recproco. Por otra parte, el estilo no se limita a re-gular el producto u objeto cultural sino tambin los usos del sujeto: el estilo con-figura al propio sujeto cultural como tal (Chaves, 2005: 21).

    Si el estilo arquitectnico de un edificio es capaz de configurar a los actores sociales, es preciso dentro de esta investigacin, re-flexionar sobre la contribucin de la visua-lidad arquitectnica en los sujetos. Segn Chaves (2005: 22), no es posible separar las caractersticas formales de un determi-nado estilo arquitectnico del respectivo sistema de comportamientos de los usua-rios. Entonces, el estilo courtain wall po-tenci la visibilidad de un entorno, por su altura y principales materiales: vidrio, hor-mign y acero. Algo nuevo para los quite-os fue la experiencia sensorial que produ-ca el cristal que cubra de piso a techo, en cada planta de La Licuadora. Esto sin duda configur una nueva mirada de los usuarios del edificio a la ciudad de Quito.

    Para entender la figura del arquitecto como creador de una visualidad arquitect-nica que influye y trastoca el mundo social, es preciso reconocer que a partir del Rena-cimiento esta figura cambi radicalmente, segn Chaves (2005:45): los arquitectos como artesanos, ya no de la construccin sino de la proyectacin. Precisamente lo que deba transmitir el arquitecto Diego Ponce con el diseo de La Licuadora era lo

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    que el banco, dueo del edificio, vena pro-yectando en aos anteriores con su publici-dad impresa. Esta propaganda apareci en plana entera, el 4 de julio de 1970, en el pe-ridico El Comercio:

    El 50% de esta imagen se construye de dinero, los fajos de billetes fsicamente amontonados generan una representacin de abundancia econmica. En el plano dis-cursivo, desde las palabras solidez y sol-vencia, es posible relacionar esta imagen con el testimonio del arquitecto Sixto Du-rn Balln, ya que, durante su primera al-canda (1970-1974), se construy el edifi-cio La Licuadora:

    El Filanbanco hizo este edificio con una idea precisamente de mostrar, como todo banco en el mundo trata de mostrar su

    solidez, su capacidad a base de un buen edificio, algo que d confianza. Si t ves una covacha, no vas a depositar ah tu di-nero; un edificio como La Licuadora da psicolgicamente confianza (entrevista a Sixto Durn Balln, 20-05-13).

    Entonces, nace La Licuadora con el afn de proyectar con su imagen confianza, so-lidez y solvencia de un banco, pero so-bre todo reflejara ser un objeto moderno, ya que su diseo rompa con los cnones arquitectnicos de las dcadas precedentes (ruptura con la tradicin) y se identificaba con la arquitectura internacional (nocin de lo novsimo) que, segn Rmulo Moya (crtico de arquitectura) predominaba en las grandes urbes del mundo:

    El arquitecto cuando llega de estudiar en Brasil era extremadamente joven, muy, muy joven, y llega a una ciudad que si tena cinco edificios contemporneos en ese momento era mucho. No haba edificios contemporneos y l llega con toda la impronta de la arquitectura bra-silea, en donde se empieza a romper la ortogonalidad de los edificios y entonces en este momento emplea unas diagona-les que llevan hacia un objeto piramidal. Entonces es un edificio de una moder-nidad extrema para el momento en que fue construido y diseado (entrevista a Rmulo Moya 14-05-13).

    Y si es clave entender el momento histri-co para estudiar a un edificio, es an ms importante reconocer el espacio en donde se insert esta obra vanguardista: en San Blas, un barrio con una impronta prehisp-nica y frente al edificio del Banco Central del Ecuador. Ponce consider la obra del ar-quitecto Ramiro Prez de fines de los sesen-ta como moderna y este fue uno de los elementos que tom en cuenta para generar

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    un dilogo directo con su edificio. Ponce dise una torre de 14 pisos, cubierta com-pletamente de vidrio, que terminaba en un restaurante giratorio:

    Fue el primer edificio con un restaurante rotativo, fabricacin nacional. T entra-bas ah y te tomabas un drink, mientras la plataforma se demoraba media hora en ver la vista a la ciudad [sic]. Haba un sistema que ya no debe existir, que giraba sobre la loza en forma circular y eso ves en el mundo, no es invento mo; lo he visto en muchas partes del mundo. En la poca yo nunca haba estado en uno, pero investigu y tales. Salas del ascensor al hall y es tan micro el movi-miento de la loza a nivel del restaurante, das el paso y das la vuelta a la ciudad con una vista impresionante (entrevista a Diego Ponce, 24-05-13).

    Sin duda, el restaurante giratorio fue toda una novedad en el Quito de los setenta. El mecanismo refleja un verdadero salto tecno-lgico en esa poca. Resulta paradjico pen-sar que el edificio La Licuadora contara con un movimiento circular, similar al de una licuadora domstica, solo que en otra velo-cidad. Segn el antroplogo post-moderno Appadurai (1991:19), desde un punto de vista terico los actores codifican la signifi-cacin de las cosas, desde una perspectiva metodolgica son las cosas-en-movimiento las que iluminan su contexto social y hu-mano. Por ello, resulta interesante analizar la biografa cultural del edificio La Licuado-ra, ya que a travs de este objeto es posible hallar contextos sociales ms amplios.

    Primeros aos,primeros privilegios visuales

    El drink, como denomina a un vaso de li-cor el arquitecto Diego Ponce, no poda ser consumido por cualquier ciudadano co-mn y corriente, sino nicamente por al-gn miembro del Club de los 200, un club de altos ejecutivos que, al decir de Sofa Ro-jas (exoficial de crdito del Filanbanco que trabaj en el edificio a principios de la d-cada de los ochenta), tenan el privilegio de ocupar este espacio moderno. Siguien-do con la trayectoria de la vida del edificio La Licuadora y haciendo alusin al consu-mo del drink en el restaurante giratorio, es clave sealar los usos sociales que tena este espacio en la misma dcada de su construc-cin, es decir en sus primeros aos de vida.

    El restaurante giratorio del edificio ha-bra sido utilizado para el lanzamiento ofi-cial de la primera campaa presidencial del arquitecto Sixto Durn Balln en 1978, se-gn lo seala l mismo al preguntarle sobre si alguna vez ocup este espacio:

    Muchas veces sub, cuando se proclam mi candidatura presidencial primera, el grupo de partidarios los Isaas me es-taba apoyando a m me dieron ah un almuerzo, ah estuve yo con los 19 diri-gentes que me apoyaron. Bueno, era un espacio redondo, indudablemente con muy buena luz, se vea la ciudad hacia todos los lados (entrevista a Sixto Durn Balln 20-05-13).

    A partir de los recuerdos de Durn Ba-lln y de las acciones realizadas en este es-pacio, como el lanzamiento de su primera candidatura a la presidencia de la Repbli-ca apoyada por los Isaas, dueos de La Licuadora y del Filanbanco, se hace visible un estrecho vnculo de la banca y la poltica

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    en el Ecuador de esos tiempos. Fue precisa-mente cuando se anhelaba el regreso a la de-mocracia que las mencionadas constituan las primeras elecciones para terminar con el Gobierno Militar que haba dirigido el pas hasta ese entonces.

    Considerando el hecho de la proclama-cin de la candidatura de Sixto desde La Licuadora, es posible configurar una idea aproximada sobre cmo era el espacio del restaurante giratorio en esa poca, quines contaban con el derecho de ocuparlo y de consumir la espectacularidad visual que se generaba desde el interior del edificio y, es-pecficamente, desde el restaurante giratorio.

    Al hablar de espectacularidad, es impo-sible dejar de mencionar la reflexin sobre la Sociedad del Espectculo de Guy Debord, en la cual la sociedad moderna estara in-mersa sin reversa en el capitalismo y, por ende, ha de mantenerse atada a una exor-bitante produccin y consumo de mercan-cas que se manifiestan a travs de espect-culos visuales. Los edificios seran parte de esta espectacularidad moderna, que inter-pela y modifica a los actores sociales en las ciudades: el espectculo no es un conjunto de imgenes, sino una relacin social entre las personas mediatizada por las imgenes (Debord, 1968:38). En este contexto, la vi-sualidad arquitectnica y la idea la moder-nidad catapultan a La Licuadora como un edificio espectacular.

    Durante los primeros aos de vida, ex-ternamente la imagen espectacular del edi-ficio La Licuadora poda ser consumida por todos los ciudadanos que transitaban por San Blas. Al ser un lugar de trnsito y la en-trada norte al Centro Histrico, este sector generaba una gran concentracin de agen-tes sociales, convertidos en meros consumi-dores visuales del edificio La Licuadora. En-tonces, surge una interrogante: cmo una

    imagen de un edificio espectacular cal, durante los aos de apogeo, en los usuarios de una ciudad franciscana?

    Percepciones contrarias: una imagen controvertida, pero no desapercibida

    Al indagar en la memoria de ciertos actores sociales que reconocen a Quito como una ciudad franciscana y tradicional, encontr a una mujer de 93 aos que vivi en el barrio de San Blas durante su niez y adolescencia, es decir desde la dcada de los treinta has-ta los cuarenta, Laura Vascones de Hidalgo. Ella cree que esto de la modernidad no se puede detener, no busca nada, solo avanza sin que uno pueda hacer nada, las necesi-dades, las exigencias, todo avanza y con respecto a La Licuadora recuerda sus prime-ras impresiones del edificio:

    Siempre me pareci una cosa horrible. Yo ya era grande y poda darme cuenta de ese adefesio. Me pareci tan feo y ese nombre me pareci tan feo y horrible y con mi marido decamos lo peor que se ha podido construir ah. Y no s si habr o no an [sic], no he ido tiempos por ah, no s si existe el edificio. Qu feo edificio que era y as pasarn los aos y quizs los edificios que nos pare-cen increbles y despus no van a serlo (entrevista a Laura Vascones de Hidalgo 06-05-13).

    En este contexto, Diego Ponce reconoce que su diseo fue agresivo para el tiempo en el cual fue construido el edificio y para el espacio en donde se levant La Licuado-ra. La imagen espectacular de este objeto ha estado de cierto modo presente a lo lar-go de toda su carrera como arquitecto, so-bre todo considerando que el edificio La Li-cuadora fue una de sus primeras obras en

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    el Ecuador y que hoy ya son 200, princi-palmente en Quito. Cuarenta y tres aos despus de conceptualizar y crear el diseo arquitectnico de La Licuadora, con hu-mor, recuerda que el Municipio de Quito utiliz la imagen de su edificio para promo-cionar unas fiestas de la ciudad:

    Yo nunca tuve influencia en el munici-pio. Un da salgo de mi casa y veo por todo Quito mi edificio y viva Quito!, viva Quito! Era el pster de Quito [con] mi edificio, porque era un contraste sal-vaje entre lo que t veas: la parte de vie-ja de la ciudad y la nueva (entrevista a Diego Ponce 24-05-13).

    Y precisamente este contraste salvaje que expresa Ponce se ve reflejado en la postu-ra que, desde su aparecimiento, los ciudada-nos mantenan frente a la imagen del edificio La Licuadora. El contraste salvaje y visual cambi el paisaje urbano en San Blas para siempre. En Quito, entre las casonas neocl-sicas y eclcticas del Centro Histrico, asom esta construccin de altura que correspon-da, como ya se mencion anteriormente, a una arquitectura internacional5. Esto cau-s aplausos y tambin pifias de la gente, pro-vocando que jams pase desapercibida la pre-sencia de La Licuadora en este espacio.

    Hito arquitectnico y referente geogrfico para el norte

    El crtico de arquitectura Rmulo Moya sostiene que ms all del gusto o no por el edificio, o de la capacidad de entenderlo o no de la gente, la imagen de espectaculari-dad de esta obra en la ciudad lo convirti,

    5 La llamada arquitectura internacional, que est ligada a la arquitectura moderna de inicios del siglo xx, apos-taba por limpiar las formas barrocas y llega al Ecuador precisamente en los aos 70.

    no solo en hito arquitectnico sino tambin en un referente espacial para los quiteos. Una de las fotografas del archivo que utili-c para realizar las entrevistas semiestructu-radas es una imagen en la que el edificio La Licuadora se encuentra en plena construc-cin. El edificio est alzado casi en su totali-dad, las cuatro columnas inclinadas ya sos-tenan la estructura, sin embargo la obra no estaba acabada. An no existan los venta-nales que delimitaban cada planta del sue-lo al techo, el restaurante giratorio no esta-ba construido y por ende tampoco estaba colocado el techado con ese estilo medieval, como del lejano oriente, de cono invertido, es decir, La Licuadora an no tena tapa:

    Te estoy hablando desde el tiempo de esta foto y entonces, en ese contexto, empiezas a buscar referentes y entonces qu mejor referente que encontrarte uno: un edificio que tiene forma de licuadora. Entonces ese se convierte en un hito, en una ciudad que [a la que] le faltan hitos arquitectnicos contemporneos: esto es Quito. Qu significa eso, qu es un hito? Significa que tiene la fuerza expre-siva, que te habla tan fuerte que no pasa desapercibida y, entonces, como no pasa desapercibida, sabes que cuando ya ests llegando a La Licuadora es [por]que ests por entrar al Centro Histrico. Ya cuan-do ests llegando a La Licuadora, es que ests abandonando al Centro Histrico (entrevista a Rmulo Moya 14-05-13).

    Entonces resulta que el objeto de estudio de esta investigacin tiene el gran valor de haberse convertido en un hito arquitectni-co, ya que al estar ubicado en el punto l-mite del Centro Histrico se transform en un referente geogrfico. Cabe sealar, sin embargo, que este es un punto de refe-rencia nicamente para los sujetos que en-tran y salen del centro desde el norte de la

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    La Licuadora: ruinas de una modernidad escondida

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    ciudad. Bajo esta perspectiva, surge una ca-tegora de anlisis socioeconmica para es-tudiar para quienes era un referente geogr-fico en esa poca. Seguramente para el sur de la ciudad, que se encuentra a las espaldas del Panecillo, el edificio La Licuadora qui-zs no era un referente.

    Teniendo en cuenta la estructura espa-cial y social de Quito, ya para la dcada de los setenta la ciudad se haba configurado de tal manera que el norte era un sector mo-derno, ocupado por la lite blanco-mes-tiza. En este contexto, segn Naranjo (1999:329), se fragua en Quito un imagi-nario donde no estn ausentes las recpro-cas concepciones estereotipadas del otro, as como la interpretacin y ubicacin de los lugares simblicos, cuya ocupacin y ac-ceso les convierten en verdaderos fetiches. Por ejemplo, para Silvia Larrea y Ampa-ro de Caldern, exsecretarias de Roberto y William Isaas, (sobrinos de Nahm), su au-toconcepcin de San Blas se remite al par-que La Alameda. Como venan desde el norte en automvil, este era un paso obliga-do para llegar al edificio La Licuadora todos los das, de lunes a viernes, a las ocho de la maana y a las cinco de la tarde:

    No haba la cantidad de carros que hay ahora. Haba muchos menos carros. No vivamos estresados. El da renda 100%... adems, el entorno cerca del parque La Alameda era seguro. En la es-quina parquebamos el carro. Realmen-te fue un sitio estratgico para construir-le, estbamos al norte y empezaba igual el Centro Histrico: entonces estbamos a la manito. Fue un sitio clave para La Licuadora (entrevista a Silvia Larrea y Amparo de Caldern 15-05-13).

    En consecuencia, cabe reflexionar si este hito arquitectnico y referente geogrfico

    para los actores sociales provenientes espa-cialmente desde el norte de la ciudad fue tan clave para los moradores del barrio de San Blas. Galo Navarrete es un hombre quite-o de 69 aos de edad que naci en este ba-rrio. Fue bautizado en la iglesia del Beln y aprendi su oficio de joyero junto a su to, precisamente en este sector. Actualmente su joyera-relojera est ubicada en la nica ca-sona que no fue derrumbada en el sector. Esta casa perteneci a Galo Plaza (expresi-dente de la Repblica) y queda precisamen-te junto a la Licuadora. La memoria de Galo Navarrete al observar fotografas de San Blas sin el edificio se remonta a la tranquilidad del barrio. Recuerda los rboles que pobla-ban en la zona y los pjaros que cazaba de adolescente, cuando an todos los cambios urbansticos de San Blas no ocurran. Pero al ver la fotografa en la que el edificio est ya presente en el paisaje de San Blas, Navarre-te se enfoca principalmente en la cantidad de rboles que tena el parque de La Alame-da. Con nostalgia reconoce que hoy a du-ras penas subsisten unos pocos. Siguiendo con la nostalgia, tambin revive la primera vez que le robaron su local:

    Los ladrones aprovecharon el hueco que construyeron para levantar el edificio y excavaron un tnel directamente al taller de mi joyera. Este fue el primer robo de 23 que he tenido aqu (entrevista a Galo Navarrete, 17-05-12).

    Sin duda, Galo asocia al edificio La Licua-dora con su percepcin de inseguridad en San Blas. En este punto, es posible sealar que las transformaciones sociourbanas del barrio contribuyeron sin duda a la repro-duccin de la desigualdad social y de la se-gregacin espacial. Mientras que las mu-jeres que llegaban desde el norte a trabajar en el edificio perciban a San Blas como un

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    espacio seguro, para Galo el barrio se tor-n moderno, pero inseguro (Rio Caldeira, 2007: 23).

    Espacio de una licuadora abandonada

    San Blas: espacialidad transformada en nombre de la modernidad

    Cuando llega La Licuadora al barrio, el pai-saje urbano de San Blas ya haba sido alte-rado enormemente. En nombre de la mo-dernidad, se produjeron transformaciones espaciales y urbanas irreparables: se demo-li la casa Rotonda y el Coliseum (antigua Biblioteca Nacional). Segn el arquitecto y planificador urbano Carlos Pallares, esta ltima construccin es considerada como una de las ms destacadas expresiones de la arquitectura de principios de siglo, no solo por su cruja delantera de fbrica, de correc-tas proporciones y clara influencia francesa, sino, sobre todo, por su estructura de hie-rro, condenada al desguace tras su derroca-miento por la brbara apertura de la aveni-da Pichincha (Pallares, 2007:79).

    Con los aumentos considerables de po-blacin y de tamao, Quito alberg cada vez ms vehculos, las lneas de buses que salan hacia el norte tenan el paso obligatorio por San Blas. La Municipalidad invirti en un paso a desnivel, segn Pallares, un enor-me zanjn, denominado avenida Pichin-cha, que parti en dos a San Blas destru-yendo su concepto de plaza para convertirla en meras facilidades del trnsito vehicular. Una agresin de efectos irreversibles (Palla-res, 2007:80). En efecto, para Alfonso Or-tiz, el Coliseum fue botado para privilegiar el trnsito de los colectivos en esta intersec-cin al pie del edificio denominado cal de

    queso6, la curva resultaba estrecha para los conductores y en consecuencia de la aper-tura de la avenida Pichincha, que lo afect en algo ms de un metro, llev a su absurdo derrocamiento (Ortiz, 2004:271).

    Al traer estos datos a colacin, en una amplia conversacin en la sala de su casa, el alcalde de Quito entre 1970 y 1978 y tambin expresidente de la Repblica, Six-to Durn Balln, seal que las obras antes mencionadas fueron empezadas en anterio-res administraciones. Sin embargo record que la idea general del plan regulador de Odriozola era producir el ensanche gene-ral de las calles de Quito para el trfico y el plan no contemplaba resguardar el Centro Histrico. El plan Odriozola fue disea-do en dcadas anteriores, pero su ejecucin fue durante la alcalda de Durn Balln. En los primeros aos de la dcada de los seten-ta, esta ciudad an no era nombrada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, es decir, los discursos de patri-monio en la planificacin urbana no esta-ban presentes.

    Con este dato etnogrfico es posible en-contrar una salida a lo que posiblemente ocurri en trminos espaciales en San Blas. Esta abertura urbanstica es un claro ejem-plo de la aplicacin del Plan Odriozola en Quito, ya que se ensanch la calle, se la nombr avenida Pichincha para privilegiar la circulacin de vehculos y se botaron la mayora de casonas histricas, como el Coli-seum y la Rotonda, ya que no haba un afn de resguardo y preservacin arquitectnica.

    A partir de las edificaciones ausentes y con el apoyo de la memoria de los informan-tes, encontr las maneras de hacer y de las

    6 Levantada en las primeras dcadas del siglo xx, entre Montufar y Guayaquil, fue Cal de Queso. Un cal eran 2,5 centavos de sucre, que era el valor de un trozo de queso similar a la forma de este edificio.

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    maneras de pensar el espacio urbano plan-teadas por De Certeau (1996). Por ejem-plo, Laura Vascones de Hidalgo, que vivi en el barrio desde los aos treinta, recuerda su juventud en el Coliseum cuando acuda a ver partidos de bsquetbol de la poca. Esta constituye una prctica urbana que ella uti-lizaba como tctica para ocupar el espacio pblico. Al dejar de existir este edificio de San Blas, su manera de hacer, en trminos simblicos, y su manera de pensar el espa-cio cambian completamente:

    Yo realmente no supe cundo fue que desbarataron este edificio, es como si di-jramos una cosa que distingua al barrio y a la ciudad entera. El Coliseum era tan conocido y fue realmente cuando me di cuenta [de] que haba desaparecido. Con mi esposo, cuando ya me cas, comen-tbamos que realmente era una tontera haber destruido un edificio que, aparte de tener una arquitectura hermosa, era un edificio antiguo, que se poda haber conservado modernizado, pero conser-varle lo mismo este edificio que le lla-maban la Rotonda (entrevista a Laura Vascones, 06-05-13).

    Durante esta indagacin y recopilacin vi-sual de los edificios ausentes en San Blas, debo reconocer que me dej llevar por un cierto romanticismo que era alimentado por la memoria de mis informantes y en s por mi problema de estudio. Los lmi-tes marcados en el barrio haban producido que en la cuadra en la cual se ubic el edifi-cio La Licuadora se derrocaran la tpicas ca-sonas de teja, de dos pisos y que contaban con un patio interior. Luego de una exten-sa y muy enriquecedora conversacin con el crtico de arquitectura Rmulo Moya, supe que estas prdidas son llamadas asesi-natos arquitectnicos y que ocurran todo el tiempo en espacios urbanos en nombre

    tambin de la modernidad. Otra informan-te, Lola Bentez, que vivi en San Blas entre 1959 y 1976, aport con una nueva pers-pectiva sobre los denominados asesinatos arquitectnicos de su barrio:

    Todo el mundo quera modernizar, por-que estas casas eran muy viejas. Eran s-per grandes y no tenan mantenimiento. Yo me acuerdo [de] haber entrado a una de estas casas, porque le acompa [a] al-guna amiga al dentista. Era una casa s-per descuidada que por poco ya se caa, la pobre casa. Entonces era, me imagino que en su poca, fueron unas casas glorio-sas y todo, pero luego el mantenimiento o los dueos de estas casas fueron ms alnorte y tenan como segunda casa y al-quilaban cuarto, cuarto, cuarto a oficinas o vivienda, o as estaba super destruida.En la poca que les tumbaron a estas, en-tonces estaban como abandonadas (en-trevista a Lola Bentez, 10-05-14).

    Este importante dato es de alguna manera corroborado por el arquitecto Diego Pon-ce que en referencia a la casa en donde se ubic el edificio La Licuadora, expresa que: esa casa de teja poda ser pintadita bonita pero el tugurio estaba adentro.

    Paradjicamente, hoy solo queda una casa de teja en esta cuadra y el tugurio est adentro, al igual que en los edificios ms cercanos, como La Licuadora y el edificio San Blas (construido en lugar de la Roton-da). En esta cuadra en donde, segn el his-toriador y arquitecto Alfonso Ortiz, se co-meti el error de la delimitacin de Centro Histrico, problema de estudio de esta in-vestigacin, hoy es posible hallar un espacio urbano tugurizado que conjuga visualmen-te una ciudad seorial Kingman (2006), que no se derrumb completamente y una ciudad moderna Polo (2011) que no se termin de construir.

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    La Licuadora como un smbolo de estatus social

    El espacio en donde est ubicado el edificio La Licuadora es una muestra significativa so-bre el paisaje urbano de San Blas: conjuga una ciudad seorial y moderna. Quizs esta conjugacin es la que haya provocado que la cuadra est tugurizada en 1970 y tambin en 2013. Sin embargo, esto no siempre fue as: en aos previos al abandono de La Licuadora, la imagen en esta cuadra era muy distinta.

    Al retomar la historia de vida del edificio, sabemos que durante los primeros 10 aos de La Licuadora, el edificio y sus vidrios es-tuvieron en constante mantenimiento. Jos Ynez, guayaquileo de 68 aos, en 1980 acept la propuesta de Nahm Isaas para ocupar el puesto de Vicepresidente Regio-nal del Filanbanco y asegura que l mismo ordenaba que los vidrios sean limpiados de tres a cuatro veces por ao, para que no se perdiera la visibilidad y as mantener intacta la sensacin de magnificencia que estos pro-vocaban, desde el interior:

    Los que trabajaban ah nos sentamos orgullosos, porque era uno de los mejo-res edificios de la banca en el Ecuador. Entonces nos sentamos orgullosos, sacbamos pecho. A ratos era como si uno estuviera medio como en el cielo, no como que ramos fuera de lote, o sea uno se senta embriagado de esa feli-cidad, saber que estaba en un local que era nico, que hasta ahora no hay una cosa parecida. Y obviamente la palabra orgulloso, si quiero ser ms grfico: ra-mos credos de estar trabajando ah. Nos sentamos los [non] plus ultras (entrevista a Jos Ynez 20-07-12).

    Otro actor social que senta mucho orgullo de trabajar en La Licuadora es Sofa Rojas,

    quitea de 52 aos a quien en 1980, cuando acababa de cumplir 20, su padre le ayud a conseguir su primer trabajo en el Filanban-co, precisamente en el edificio La Licuadora. El cargo que desempe durante seis aos fue de oficial de crdito del banco. Su ofici-na quedaba en el noveno piso y perteneca a la seleccin de vleibol del banco. Al ver la fotografa de Luis Meja en la que el edificio est en todo su esplendor, seala:

    Era un orgullo, era un estatus, era una situacin de estatus trabajar ah. Orgu-llo, seguridad, pero cuando usted tiene orgullo y seguridad, usted s tiene la sen-sacin de estar en otro nivel de los de-ms. Quienes trabajbamos en el banco tenamos un estatus diferente, porque el ambiente socialmente era diferente, era de mejor gente, y tambin era mejor pa-gado y mejor tratado, porque la empresa pblica estaba por los suelos (entrevista a Sofa Rojas 20-07-12).

    Trabajar en el edificio ms moderno de la ciudad significaba para Ynez y Rojas ser parte de una lite que poda gozar de cier-tos privilegios espaciales y visuales. Cada piso era completamente abierto y se aco-modaban las divisiones segn las necesida-des del banco. Para Silvia Larrea, La Licua-dora era un verdadero museo de las obras de arte de la Escuela Quitea que posea Na-hm Isaas:

    Aparte de la arquitectura diferente y mo-derna, yo creo que tambin internamen-te el edificio estaba muy bien concebido: los espacios, la elegancia, era muy acoge-dor y nos desplazbamos con facilidad a cualquier parte. Los muebles eran todos muy finos, los adornos eran de cristal, pero de cristal fino, era un ambiente cultural impresionante, la colecciones de arte, todos los cuadros, en cada piso

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    tenamos cuadros de todos los tamaos (entrevista a Silvia Larrea y Amparo de Caldern, 15-05-13).

    Aunque la investigacin no ha utilizado re-cursos visuales como fotografas o videos del interior del edificio La Licuadora en este etapa de apogeo, por medio de la memoria analizada como una accin social se ha lo-grado explorar en detalle, de manera prag-mtica, los espacios internos del edificio y cmo influan en la gente: la luz que atra-vesaba por los vidrios configuraba una for-ma distinta de ver a la ciudad, desde lo alto.

    Los vidrios explotaron: bomba y prdidas humanas

    Es 1980: la historia empieza as. Segn So-fa Rojas era cerca de la poca navidea, en la que los sujetos intercambian regalos por alguna extraa razn, todos muy conven-cidos se consagran con el resto. Los regalos que entregan estaran cimentando el orden social, tal como lo demuestra Mauss (2009) en el Ensayo sobre el don, las prcticas como el potlatch en las sociedades de las islas de Melanesia, de Polinesia y las tribus amerin-dias del norte del Pacfico, no estaran muy distantes de los compromisos navideos contemporneos en el mundo occidental. Para Mauss, los sistemas de dones o rega-los se encuentran conjugados ntimamente con procesos sociales ms complejos en los que se instaura un deber en el dar, recibir y devolver objetos para lograr una cohesin social exitosa. En este caso, ocurri todo lo contrario: el regalo por navidad que recibi un sujeto que trabajaba en el edificio La Li-cuadora tena otras intenciones.

    Esa maana, el interior de La Licuado-ra estaba adornado con el noble espritu navideo. Sofa recuerda que en el mezza-

    nine, donde estaban ubicadas las cajeras, en una esquina haba un enorme rbol blanco de navidad nrdica, con bombillos de color rojo y verde. Aquella fatdica maana de di-ciembre, luego de la explosin de una bom-ba, el rbol de navidad no fue el nico obje-to cubierto con un polvo blanco.

    En esa poca, el Filanbanco ocupaba casi todo el edificio La Licuadora. El banco alquilaba varios pisos a personas o entida-des externas a la entidad. En el octavo piso quedaba el despacho del Abogado Ocaa, y hacia l estaba dirigida una botella de vino, sin etiqueta y con un lquido explosivo. La memoria de Sofa se reconstruye desde este sujeto:

    El doctor Ocaa desde esa poca ya te-na mala fama. Todo el mundo deca que era muy sucio en sus maneras de cmo ejerca la profesin y que tena muchos enemigos. Esto solo vino a ratificar el hecho, porque si l no hubiera tenido enemigos, l hubiera destapado la bote-lla en su casa o hubiera abierto ah, pero l vio que no conoca a la persona que le mandaba la tarjeta, y dijo al amanuense que vaya a botar en el ducto de la basura. Pero el chico claro, el amanuense era un chico joven que vio una botella y dijo cmo este doctor tan loco puede botar esto, entonces l destap y el rato que destapa, le estall [] l no tena rostro, no tena ropa. Fue tan fuerte el estallido, que se qued desnudo (entre-vista a Sofa Rojas 20-07-12).

    Para Sofa, ver un cuerpo sin vida y desnu-do supuso caer en shock. Recuerda que la mayora de los vidrios de La Licuadora es-tallaron luego del estruendo del piso, los escritorios, los papeles y todo el ambiente estaba cubierto por un polvo blanquecino que nublaba la posibilidad de ver ms all de un metro:

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    Mi mam siempre deca que cuando hay un accidente, se va la luz o [hay] un tem-blor, nunca de tome los ascensores. Solo me acord de eso. Estaba yo bajando las gradas y me encuentro con manos a boca con el muerto entonces yo no s cunto tiempo, pero eso s impacto mi vida. Yo no s cunto tiempo yo estuve ah gimien-do (entrevista a Sofa Rojas 20-07-12).

    Sofa tuvo un cuadro histrico producido aparentemente por la bomba que estall y por el muerto que vio de cerca. Un com-paero le ayud a descender por las esca-leras hasta la plata baja, en donde se des-may. Esta mujer asegura que cada vez que sufre una emocin fuerte se desmaya. Esta sera la manera de somatizar el drama que enfrent: para el psicoanlisis el desmayo constituye una teatralizacin que busca ge-nerar una mirada de compasin.

    Regresando a la botella de vino que resul-t ser una bomba, horas ms tarde de la ex-plosin, al lugar del hecho lleg la prensa. Un fotgrafo, al tratar de encuadrar la imagen del cadver, se par sobre el ascensor y este cay por el ducto, matando inmediatamen-te al fotoperiodista. Era la segunda vctima y, en horas de la tarde del mismo da, hubo una tercera vctima que se apoy en el filo del ascensor y este cedi por la explosin: otro cuerpo que cay por el mismo agujero.

    Mil novecientos ochenta: un edificio, una bomba y tres muertos. Este ao para La Licuadora fue muy importante. El edifi-cio nunca ms volvi a ser el mismo. Luego de este hecho la estructura slida de este ob-jeto fue puesta en tela de duda. Si para Sofa el incidente marc toda su vida, para el edi-ficio este evento pudo haber sido un presa-gio de su posterior deterioro.

    Desarrollo tecnolgico en La Licuadora al servicio del poder

    Varios autores que han estudiado a Amrica Latina y a sus procesos de subdesarrollo han calificado a la dcada de los ochenta como la dcada perdida, por su retroceso en trmi-nos econmicos, por el agresivo nivel de en-deudamiento con organismos multilaterales como el Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional y esto a la par de un considera-ble aumento de la pobreza en la regin (Co-rrea, 2009). Sin embargo y paradjicamen-te, el edificio La Licuadora vivi esta dcada con un alto y eficiente desarrollo tecnolgi-co. El Filanbanco fue el banco pionero del Ecuador en la introduccin de cajeros auto-mticos y de tarjetas de crdito, como la Fi-lancard. El acceso al crdito plante un nue-vo modelo del negocio bancario. De alguna manera, el edificio La Licuadora encarn la posicin de liderazgo del Filanbanco frente a la banca ecuatoriana en esa poca.

    Segn relatan las secretarias de Rober-to y William Isaas, Silvia y Amparo, res-pectivamente, en el edificio La Licuadora funcion la primera computadora que con-tabiliz mecnicamente los votos presiden-ciales en las elecciones de 1984, que daran el triunfo a Len Febres Cordero, del Parti-do Social Cristiano:

    Nosotros transmitimos los resultados electorales, por primera vez en el pas desde el banco. Por primera vez en el pas, porque antes era muy demorado, pero nosotros, como funcionarios de la banca, estuvimos a cargo de la informa-cin. Entonces en gerencia recibamos las llamadas de las provincias, avisn-donos que en tal recinto electoral de tal provincia haban tantos votos y nosotros recopilamos toda la informacin y me-tamos al centro de cmputo. Estaba en

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    un cuarto, pero no recuerdo en qu piso era, pero all se pasaba toda la infor-macin para poder consolidar y dar los avisos. Era las elecciones que transmita Filanbanco era una novedad, porque te-namos el equipo apropiado (entrevista a Silvia Larrea y Amparo de Caldern 15-05-13).

    Pero todo el equipo tecnolgico y el po-dero del Filanbanco no fueron suficien-tes para garantizar la seguridad y la vida de quien lideraba los procesos de moderniza-cin del banco, Nahm Isaas. Silvia Larrea recuerda una maana de lluvia en Quito, mientras haca una fila sobre la calle Brice-o para timbrar la tarjeta y posteriormente ingresar al edificio La Licuadora. Se ente-r del secuestro del dueo del Filanbanco, por parte de los grupos armados Alfaro Vive Carajo de Ecuador y M19, de Colom-bia. Por su parte, Amparo de Caldern, se-cretaria de William Isaas, cuenta que ella contest varias llamadas que daban infor-macin sobre el secuestrado. Segn asegu-ra, quien daba las indicaciones era un nio. El rescate del hombre ms adinerado y po-derosos del pas result en una matanza en donde el secuestrado y secuestradores fue-ron exterminados. Esta operacin de inte-ligencia fue planificada por el gobierno del Len Febres Cordero.

    Paradjicamente, un ao antes del se-cuestro de Isaas, esa computadora del edi-ficio La Licuadora calcul por primera vez en la historia del pas los votos presidencia-les que le daran el triunfo al representante mximo de la derecha ms conservadora en el Ecuador. Con la eliminacin del mapa de Nahm Isaas, sus sobrinos Roberto y Wi-lliam pasan a liderar el negocio bancario del Filanbanco. Su to les haba dejado ya un camino recorrido lleno de xitos y ganan-cias que intentaron preservar a toda costa.

    El primer abandono de la Licuadora

    Durante de la dcada de los noventa, el edi-ficio La Licuadora ideado y propuesto por Nahm Isaas pierde importancia para sus actuales dirigentes. El espacio les qued chico, asegura Amparo de Caldern, por ello decidieron construir un nuevo edificio en la ciudad de Quito, para convertirlo en su nueva matriz principal en la Sierra. Este objeto, que estara reemplazando al edifi-cio La Licuadora, se ubic cerca del par-que La Carolina, en la avenida Amazonas, en donde se haba configurado un centro fi-nanciero importante para la capital. En esta dcada, la zona circundante al parque se convirti en un espacio de uso privilegiado:

    El parque de La Carolina es, sin lugar a dudas, el lugar de recreacin ms im-portante de la ciudad, donde la gente acude, no solamente con un espritu l-dico, sino tambin en bsqueda de un estatus que supuestamente este parque confiere a sus usuarios. Como en el caso del Central Park, no es el nico lugar de esparcimiento con que cuenta la ciudad, pero su jerarqua es indisputada, pues representa una de esas manifestacio-nes emblemticas de Quito (Naranjo, 1999:331).

    Es as como el Filanbanco, al abandonar San Blas y trasladarse al norte de la capital, contribuye notablemente al inicio del de-clive de La Licuadora. Es en esta parte de la historia de vida del edificio que la ima-gen del objeto espectacular y moder-no se desmorona. Al dejar de ser la ma-triz principal del Filanbanco en Quito, el edificio queda como una agencia secunda-ria y, posteriormente, como una simple bo-dega del banco. Este importante dato etno-grfico podra hacernos pensar que tal fue el

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    primer abandono que sufri el edificio: sus propios dueos lo descartaron y La Licua-dora perdi su valor original.

    Crisis bancaria: el principio del fin para La Licuadora

    Cunto hubiera sido el precio de un dlar en el momento en que ya no haba dlares?

    El Ecuador se pareca a un paciente con una enfermedad grave pero curable, que

    sufre un accidente mientras va al hospital a atenderse y que, como producto del acci-

    dente, se desangra profusamente. Lo primero que hay que hacerle es para el

    desangre; este no se origina en la enfermedad; pero si no se lo controla,

    ser la causa de su muerte (Mahuad: 2001:37).

    Lo que s produjo el colapso financiero (1998-2000) fue la muerte de la mone-da nacional del pas el sucre y, con esta muerte, el Ecuador se dolariz a partir del

    9 de enero del 2000. Anteriormente (mar-zo de 1999), los depsitos del pblico en los bancos fueron congelados. Segn Salga-do (2000: 9), a raz de la crisis bancaria la pobreza pas de afectar al 45% de la po-blacin en 1998, a afectar al 69% en 1999 [] El desempleo masivo y la ausencia de oportunidades de encontrar algn empleo, provocaron un xodo masivo de ecuatoria-nos fuera del pas en busca de trabajo y me-jores remuneraciones. La recesin econ-mica no solo produjo quiebras bancarias, sino tambin empresariales.

    El Filanbanco declar su iliquidez en di-ciembre de 1998 y este hecho, de alguna manera, repercuti directamente en la vida de La Licuadora, ya que esto marca el inicio del abandono oficial del edificio. Si toma-mos en cuenta a este objeto como un repre-sentante icnico de la era de oro bancaria del pas, entonces su desuso y posteriores ruinas podran ser capaces de representar simblicamente el feriado bancario y el ma-nejo financiero de las autoridades de con-

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    trol, como el Banco Central del Ecuador, ubicado justo frente a la Licuadora.

    Segn la investigacin acadmica de Mara Pa Vera sobre la crisis bancaria y las repercusiones para los ahorristas,

    Filanbanco fue simplemente la primera de las instituciones financieras en pasar a manos de la agencia estatal inaugurada en diciembre de 1998. En las siguientes semanas, el Banco Tungurahua, Finagro, Financorp, el Banco del Azuay y la Mu-tualista Previsin y Seguridad fueron so-metidas a saneamiento (Vera, 2013: 85).

    Esto da cuenta que la cada del principal banco del pas provoc que la mayora de bancos del sistema financiero del Ecuador se tambaleen en una suerte de efecto domi-n. Cabe determinar que la presente inves-tigacin no persigue sealar a los culpables o responsables del colapso financiero, sim-plemente se enfoca en mencionar hechos histricos que contribuyen a entender el inicio de la etapa de abandono del edificio en esta historia de vida de La Licuadora. El Filanbanco empieza a ser controlado por la Agencia de Garantas de Depsitos (AGD). Todas sus instalaciones, incluida La Licua-dora, son incautadas a inicios de 1999. Es en este ao cuando mi objeto de estudio pasa a manos del sector pblico, quien lo abandona y lo olvida por ms de 10 aos.

    Un edificio sin dueoy con otros ocupantes

    Durante la primera dcada del siglo xxi, el edificio La Licuadora, segn varios informan-tes, fue ocupado por indigentes, drogadictos y los denominados por la academia como su-jetos sin techo. Galo Navarrete, por su cer-cana fsica con La Licuadora, fue testigo de la presencia de estas personas en el edificio:

    Esto fue la guarida de lo que yo llamo ratas y rateros ellos siempre han dormido ah. Han hechos sus orgas y todo ah (entrevista a Galo Navarrete 17-05-12).

    Corroborando esta informacin, est Da-vid Jara, un artista que form parte de la exposicin Arqueologas del Futuro, jun-to a Gonzalo Vargas y Fabiano Cueva. La obra fue curada por Mara del Carmen Ca-rrin y tuvo lugar en la FLACSO en el ao 2010. David realiz una intervencin des-de el arte a La Licuadora. Este sujeto afir-ma que, cuando ingres al edificio en el ao 2001, efectivamente existan personas vi-viendo en este espacio. Es decir, aproxima-damente a los dos aos de ser incautado por la AGD, el edificio La Licuadora ya reciba a sus primeros ocupas. Esto da cuenta de que, a raz de la crisis financiera, el edificio La Licuadora no tuvo ley ni dueo.

    Etnografa visual: ruinas lquidas

    Los vientos de verano en una tarde de agos-to lograban que el manto negro que cubre las ruinas de La Licuadora bailara a un rit-mo surreal Desde esta imagen en movi-miento, reflexiono etnogrficamente sobre los vidrios gastados, rotos y cubiertos, del estilo courtain wall de La Licuadora. Este objeto-sujeto, como moderno, dur muy poco, y esto se podra explicar desde el con-cepto de modernidad lquida del socilo-go Zygmunt Bauman, ya que:

    La moderna racionalidad lquida reco-mienda los abrigos livianos y condena las corazas de acero. La moderna razn liquida ve opresin en los compromisos duraderos, los vnculos durables despier-tan su sospecha de una dependencia pa-ralizante. Esa razn le niega sus derechos

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    a las ataduras y los lazos, sean es espa-ciales o temporales (Bauman, 2005: 70).

    Al entender que La Licuadora no tuvo ata-duras ni lazos, se entiende por qu el edi-ficio tuvo un auge moderno que fue tan ef-mero, y cmo el rotativo UltimasNoticias el diario de la ciudad catalog al edificioLa Licuadora como una de las antimaravi-llas de la urbe (noticia publicada el 31 de agosto de 2011). Para Bauman, los habitan-tes del mundo moderno son frgiles y estn en la obligacin de construirse a base de la nocin de lo descartable.

    Es agradable porque es breve, y que re-sulta agradable precisamente debido a que uno es cmodamente consciente de que no tiene que hacer grandes esfuerzos para que siga siendo agradable durante ms tiempo: de hecho, uno no necesita hacer nada en absoluto para disfrutar de ella. Una relacin de bolsillo es la en-carnacin de lo instantneo y lo descar-table (Bauman, 2005: 17).

    Y tan descartable es el edificio para la ciu-dad, que en otro reportaje del mismo dia-rio (publicado el 09 de junio de 2012) su titular pone: San Blas pide cambio de li-cuadora. En este pequeo archivo de dos reportajes del diario UltimasNoticias, se re-fleja una relacin psictica de la ciudad con el edificio La Licuadora. Sus habitan-tes buscan descartar los objetos para consu-mir incansablemente lo nuevo y diferente. Esta idea encaja con el concepto de mo-dernidad lquida desarrollada por Bauman (2005) y tambin con esta parte de la histo-ria de vida de este objeto.

    Es importante reconocer que detrs de cada imagen del archivo audiovisual levan-tado y analizado existe un mundo social. Mi propia interpretacin de estas ruinas

    configura un conocimiento antropolgico de La Licuadora, en San Blas. La prome-sa arquitectnica para alcanzar la tan ansia-da modernidad es representada en imge-nes contemporneas que dan cuenta de que efectivamente lleg a este barrio la moder-nidad pero que dur muy poco. En este contexto, las relaciones sociales que se dan en tal espacio estn condicionadas por el gnero, la clase, la raza y la etnicidad.

    Consecuencias para San Blas

    Movilidad y gnero

    En trminos de movilidad, cabe precisar que en la segunda dcada del siglo xx, se deman-d en Quito la primera restriccin del uso del espacio pblico, que limitaba el trnsi-to de personas con cargas en la espalda o en carretas, para no interferir con el desplaza-miento de los pocos automviles que haba en la ciudad (Luna, 1992).

    Este hecho determin que, por primera vez en San Blas se privilegiara el espacio ur-bano para uso de los vehculos, lo que ha-bra de reflejar complejas relaciones de po-der. Estas relaciones tienen que ver con privilegios de uso y ocupacin del espa-cio para los nuevos ciudadanos, siguien-do a OConnor (2007), quien desarrolla en el concepto de patriarcado democrti-co, bajo el cual distintos modelos de ex-clusin social se fraguaron en los discursos y posiciones de la lite en dos perodos de la conformacin del Estado-Nacin: la poca garciana (1859-1875) y de rgimen liberal (1895-1912).

    En Quito, de finales del siglo xix y prin-cipios del xx, ocurre un importante el re-ordenamiento espacial, edificado y pensado desde la dominacin del blanco-mestizo a

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    travs de la aplicacin de una serie de pol-ticas pblicas, como la anteriormente men-cionada. El tipo de administracin en este perodo de tiempo dict ordenanzas sobre higienismo, ornato y comportamiento so-cial a base de estndares europeos (King-man, 2006). Eduardo Kingman encuentra, en los modos de disciplinamiento social y cultural que se aplicaron a los pobladores (urbanos y rurales) en esa poca, un deter-minante en los imaginarios sociales alrede-dor de la raza, clase y etnicidad que perdu-ran hasta la actualidad.

    En este contexto, lo urbano es una forma de poder. Por ello los espacios p-blicos pueden ser considerados al mismo tiempo expresin y vehculo de la democra-tizacin vida social. Simtricamente, la pr-dida, en diversos grados, de accesibilidad e exclusividad de los espacios pblicos, indica una evolucin en sentido contrario (Du-hau y Giglia, 2008:49).

    San Blas, a partir de la segunda mitad del siglo xx, se convirti en un espacio con

    menor accesibilidad a los peatones o tran-sentes y brind exclusividad para los au-tomviles. Este es un claro ejemplo de li-mitacin del espacio pblico, en el cual se produce una relacin interesante de orden socio-espacial. El espacio pblico estara se-gregado y se privilegia su uso para sujetos en vehculos. El espacio de la cuadra en donde est La Licuadora se reconfigur al reducir-se la vereda y al aumentar la dimensin de la calle. Desde el sexto piso de este edificio tu-gurizado, etnogrficamente me sito enfo-cando la imagen de la Imagen 3.

    Como ya se mencion anteriormente, gran parte del trabajo de campo en esta in-vestigacin consinti en ingresar al edificio La Licuadora y ver desde lo alto, con una perspectiva macro, el espacio urbano de San Blas. Las imgenes registradas traducen en primer trmino, el contraste arquitectni-co del sector. Esta fotografa revela tambin los 8 carriles destinados al trnsito vehicu-lar. Segn Guy Debord (1968) la prolifera-cin de los automviles en las ciudades ha

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    producido una autodestruccin del medio urbano:

    La dictadura del automvil, produc-to-piloto de la primera fase de la abun-dancia mercantil, se ha inscrito en el te-rreno con la dominacin de la autopista, que disloca los antiguos centros e impo-ne una dispersin cada vez ms pujante (Debord, 1968: 60).

    Desde esta imagen, el terreno de San Blas parecera una autopista de una gran metr-poli. La reconfiguracin del espacio a travs del tiempo ha dado este semblante: un lu-gar para ser ocupado por personas, pero des-de sus automviles. Esta condicin estara li-mitando la circulacin de hombres y mujeres sin carros en el espacio pblico. Por medio de la observacin participante pude descu-brir que la interaccin entre sujeto y espacio resulta hostil y desigual en San Blas, espec-ficamente en la cuadra en la que sus edifi-caciones estaban tugurizadas desde la dcada del setenta del siglo pasado y en el ao 2013

    del presente siglo. Siguiendo nuevamente a Duhau & Giglia (2008: 35), las experien-cias de la metrpoli son desiguales en la me-dida en que reflejan un poder desigual de los actores en relacin al espacio. Si nos remon-tamos a la siguiente Imagen 4 que data del momento en el cual se construa el primer paso a desnivel de Quito, vemos cmo se parta a San Blas en dos, se generaba un espa-cio para la circulacin de automviles y se li-mitaba el espacio fsico para los sujetos. Sur-ge as la reflexin: para quin se construy este espacio?

    Partiendo de que la utilizacin del espa-cio no es gratuita, sino que responde a una determinada forma de estructuracin so-cial (Ortiz, 2007: 17), para el anlisis del uso del espacio en San Blas fue necesario in-cluir una perspectiva de gnero siguiendo a Butler (2002), que permite, desde una co-rriente postestructuralista, entender cmo los cuerpos que transitan y habitan en San Blas y en La Licuadora estn cultural y so-cialmente construidos. Por otro lado, desde

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    la geografa feminista, es posible encontrar en la relacin que hay entre las divisiones de gnero y las divisiones espaciales, para descubrir cmo se constituyen mutuamente y mostrar los problemas ocultos tras su apa-rente naturalidad (McDowell, 1999: 27).

    Incluir al gnero como categora de an-lisis en el estudio de la visualidad y espaciali-dad arquitectnica es un reto. Sin embargo, constituye una entrada terica que propone un enfoque alternativo. Para Scott (2008), el estudio de gnero no puede basarse en es-tructuras rgidas y categricas; reflexionar so-bre el gnero implica realizar una decons-truccin, al puro estilo de Derrida, con el objetivo de invertir y desplazar la construc-cin jerrquica del conocimiento, ya que falta una forma de concebir la realidad so-cial en trminos de gnero (Scott, 2008: 61). Bajo estos lineamientos, estudiar el es-pacio de San Blas a travs de La Licuadora era uno de los objetivos en esta investigacin.

    Si tenemos en cuenta que en esta poca (fines de los aos sesenta) existan muy po-cas mujeres al volante (como el caso de las exbanqueras de La Licuadora) y que el es-pacio urbano no es neutro, sino un espa-cio socialmente construido (Ortiz, 2007), cabe preguntarse: cmo social y espacial-mente se construy una obra de esta enver-gadura y bajo qu regmenes de exclusin se dispuso del espacio para privilegiar la circu-lacin de actores sociales desde los vehcu-los? El espacio para hombres y mujeres que no se movilizaban en automviles se redujo considerablemente.

    A travs del testimonio de Durn Balln, es un dato etnogrfico clave descubrir que las polticas pblicas de planificacin urbana de esa poca no contemplaban una perspec-tiva de gnero. La dictadura del automvil (Debord, 1968) visibiliza nicamente a su-jetos-pilotos. Segn la acadmica Paula Soto

    (2007) en su reflexin sobre el ordenamien-to espacial con un enfoque de gnero, desde la geografa feminista advierte que:

    Precisamente en las ciudades donde se visualizan patrones desiguales de gnero ayudo, y son los patrones, obstculos ob-jetivos evidentes para las mujeres, que se traducen en diferentes formas de discri-minacin. Al mismo tiempo, existe otro tipo de exclusiones de carcter simblico, que no tienen evidencia material, sino que pasan a ser parte de la naturalizacin que se realiza en los espacios. La segrega-cin de gnero es una de las ms signifi-cativas dentro de ellas (Soto, 2007:36).

    El histrico barrio de San Blas, en esta muta-cin espacial en especfico, cambi su estruc-tura y su organizacin, que no fue pensada bajo prcticas genricas. La combinacin en-tre lo urbano y lo moderno habra configu-rado un espacio con segregacin de gnero. Cabe aclarar que el gnero no tiene que ver nicamente con mujeres: este es un instru-mento conceptual, capaz de llevarnos a ana-lizar en el mundo social relaciones simbli-cas de poder entre hombres y mujeres. Lo masculino y lo femenino no son categoras inherentes al gnero sino estructuras subjeti-vas (o ficticias), dicha interpretacin implica tambin que el sujeto est en constante pro-ceso de construccin (Scott, 2008:61). En-tonces, si los sujetos y los espacios son social-mente creados, cmo se configur el espacio de San Blas y sus actores sociales bajo la som-bra de una promesa de modernidad?

    Transformaciones espaciales contemporneas

    El espacio de la plaza de San Blas tendra una huella remota. Visualmente aparece en la primera traza de la villa espaola de San

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    Francisco del ao 1534: fue ubicada en la salida norte del poblado y sirvi desde el principio a los colonizadores como lugar es-tratgico para concentrar a la poblacin in-dgena (Andrade Marn, 2003). San Blas, a travs de los siglos, ha tenido distintas mu-taciones espaciales y visuales. La iglesia es la nica construccin que permanece intacta en el barrio. Segn la historiadora Noboa (2007: 90), San Blas es quizs uno de los sectores del Centro Histrico de Quito que ms transformaciones espaciales y sociales ha vivido. Probablemente esto se debe a su posicin de cono que abre el centro de la ciudad. La posicin geogrfica de San Blas no cambiado: sigue en el mismo lugar, en las faldas del Itchimba y frente al Pichin-cha. Sin embargo, los asesinatos arquitec-tnicos ya fueron cometidos.

    En este contexto, se analiza las inter-venciones urbanas contemporneas en este barrio. Si la plaza de San Blas concentr a travs de los siglos un sinnmero de activi-dades comerciales, la mayora de veces ejer-cida por mujeres, hoy el panorama es muy distinto. Actualmente, la plaza luce abando-nada de todo movimiento mercantil. Varias plataformas en diferentes niveles crean un espacio uniforme, que albergan una pileta con agua, redonda y de piedra; en la parte posterior se encuentra una estatua del Her-mano Miguel (recientemente colocada por la actual administracin municipal), y va-rios nios alrededor de piedra tambin es-tn inmviles, en un espacio prehispnico.

    El lugar donde estaba ubicado el edifi-cio Coliseum (Biblioteca Nacional) fue re-cientemente intervenido por el Municipio. El plan consisti en trasladar de este espacio a la estatua del Hermano Miguel y colocar en su lugar un jardn vertical moderno y una pileta al ras del suelo. Segn la directo-ra del Instituto de Patrimonio del Munici-

    pio de Quito, Ana Mara Armijos, con estos elementos se cre un espacio pblico apto para ser ocupado:

    La idea de poner agua y verde: esto ge-nera un lugar para que se siente la gente y, digamos, que humanizar el espacio en lugar de poner un elemento escultrico que sea un santo, un dios o un pedestal alto. Es justamente bajo esta directriz de que los espacios pblicos sean ocupados por las personas y en los espacios pbli-cos es fcil ver el resultado (entrevista a Ana Armijos: 23-05-13)

    El resultado de mi observacin participan-te revela que en este lugar especfico de San Blas, el agua que sale desde el piso se ha con-vertido en un importante elemento de jue-go para nios y nias que circulan al medio da por el sector. Sin embargo, al revisar un video registrado de esta accin, percibo que es un lugar de trnsito y no de ocupacin fsica. Existen cuatro escasas bancas para sentarse. El agua y el verde de las plantas re-flejara que es un lugar seguro, sin embargo, por qu existe seguridad privada, financiada por el sector pblico? Es un complejo de vi-gilancia en el que los guardias evitan el ingre-so de sujetos marginalizados como indigen-tes o personas de la calle al lugar. Esto quiere decir que el espacio pblico est destinado a la ocupacin de cierto tipo de personas y ex-cluye a otros.

    El espacio de la pileta con el jardn ver-tical, tan moderno en la arquitectura con-tempornea, est muy cerca del edificio La Licuadora. Cuando este estaba en todo su esplendor, fueron contratadas ms de 150 mujeres (cajeras, secretarias y oficiales de crdito). Segn cuatro de ellas, ms haban mujeres que hombres en La Licuadora. Sin embargo, tales mujeres deban cumplir con ciertas caractersticas estticas: era un or-

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    gullo y a cada chica que escogan, tenan que ser chicas bonitas. Luego de cuatro dcadas, estas chicas bonitas son muje-res bonitas, que provienen del norte de la capital y que podran ocupar el espacio p-blico de San Blas sin limitaciones, aparen-temente.

    Conclusiones

    Como primera conclusin sale a flote que indagar en la memoria es al mismo tiempo construir la memoria. La Licuadora fue un cono del progreso en Quito, la moderni-dad result ser un estereotipo cultural im-puesto por las lites para dominar a tra-vs del espacio urbano. Esta investigacin resulta oportuna en estos tiempos, ya que analiza cmo a lo largo de la historia espa-cial de San Blas y a travs de La Licuadora, la modernidad fue un mero cuento que se instaur por medio de la arquitectura y se derrumb dejando huellas visuales en el es-pacio. Tal como seala Benjamin interpre-tando a Baudelaire, [] la modernidad consiste en estar marcada con el sello de la fatalidad de ser un da antigedad y en re-velarlo a quien es testigo de su nacimiento, San Blas y los actores sociales de La Licua-dora fueron testigos del nacimiento del edi-ficio, pero tambin de su decadencia.

    Al igual que el edificio La Licuadora, las edificaciones de esa cuadra estn totalmente tugurizadas. El proyecto urbano en este sec-tor es segmentado y poco uniforme, por lo que se concluye que los tintes de moderni-dad con los cuales se trat de pintar a San Blas han sido retocados por todas las admi-nistraciones municipales, incluida la actual, y han producido afectaciones en la vida so-cial del barrio. Con este estudio se ve que las polticas y ordenanzas en cuento al espacio

    urbano reflejan complejas las relaciones de poder y de gnero, tan instauradas y en cier-to modo naturalizadas en la ciudad y en pas.

    Partiendo de la premisa de que la inter-vencin de las mujeres en el espacio pblico y en el mundo laboral de Occidente no ha sido espordica, sino ms bien una constan-te, resulta interesante pensar en trminos de espacio, arquitectura y gnero en las pulpe-ras del siglo xvii manejadas por mujeres en San Blas, (Soasti:1992), en las vendedoras del mercado de esa plaza hasta finales de la dcada de los cuarenta y, posteriormente, en las empleadas del Filanbanco que traba-jaron en el edificio La Licuadora.

    Existen intersecciones tericas y analti-cas claves entre espacio urbano, la arquitec-tura y el gnero. No todas, por cuestin de espacio, han sido abarcadas en este artculo. A lo largo de la investigacin, San Blas fue un espacio fsico de reflexin para entender las relaciones sociales y la configuracin de identidad de los quiteos en distintos pe-rodos de la historia de la ciudad. El enfo-que principal de este artculo radic en re-flexionar sobre la planificacin del espacio urbano y su afectacin social a las relaciones de poder y de gnero, y en s a la construc-cin de la identidad urbana en esta bisagra urbanstica denominada San Blas.

    La importancia de este anlisis radica en una exploracin antropolgica para enten-der cmo se pensaba antes la planificacin urbana en trminos de modernidad y de qu manera ha influido en cmo se pien-sa y se planifica hoy a la ciudad. En una publicidad radial sobre el nuevo aeropuer-to, la ltima frase del spot es: Quito des-pega al futuro. Es esta una nueva prome-sa de modernidad? En la academia aprend que la antropologa no da respuestas, sino que genera preguntas. Otra inquietud que surge en este estudio es cmo el barrio de

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    San Blas se patrimonialista hoy, o si es que en un principio este espacio no fue parte del inventario para la declaracin de Qui-to como Patrimonio Cultural de la Huma-nidad. San Blas al quedar gran parte de su espacio fuera de los lmites del Centro His-trico sufri mltiples transformaciones, las casonas que se botaron no fueron consi-deradas patrimoniales y por ello su ausencia en el paisaje urbano del barrio.

    La exploracin de la historia de vida de La Licuadora determin, gracias a la me-moria de los actores sociales, un origen, un desarrollo en distintas etapas y con varios eventos claves. Posteriormente se retrat a las ruinas lquidas urbanas, como la ltima fase. El estudio no se centr en el futuro del edificio, ya que este es incierto: la pro-pia empresa pblica Inmobiliar no ha emi-tido una voz oficial sobre lo que va a pa-sar con La Licuadora ms emblemtica de la ciudad. Cabe sealar que, durante los meses que dur la investigacin, Inmobi-liar estuvo a cargo de la custodia el edifi-cio. Adems, esta empresa realiz un traba-jo de reforzamiento de las cuatro columnas que sostienen a La Licuadora y cubri dos fachadas del edificio con una gruesa malla para evitar que ms vidrios cayeran al vaco y sobre esta angosta vereda.

    Adicionalmente, es clave advertir so-bre la existencia de una cmara de seguri-dad en la esquina de La Licuadora. Se regis-tran imgenes del da a da de las afueras de un edificio en ruinas, sin embargo no exis-te una perspectiva clara sobre una propuesta de re-edificacin o re-significacin del edifi-cio. A partir de rumores supe que el edificio iba ser ocupado por la Secretara de Pueblos. Hace dos meses fui citada en el Ministerio de Cultura, especficamente por la subsecre-taria de Memoria, y confirm que el Archi-vo Nacional pasara a ocupar el edificio de

    La Licuadora y que iban a tapar todos los vi-drios. Los distintos datos obtenidos no son claros ni oficiales, tampoco son de compe-tencia de la presente investigacin, pero, sin duda, siguen reflejando al abandono que su-fre el edificio La Licuadora, a pesar de estar custodiado las 24 horas del da.

    Para terminar, cuatro dcadas despus de la construccin de La Licuadora con su restaurante panormico, los registros visua-les de la presente etnografa arrojan datos sobre una imagen que se gener desde este lugar: una ciudad franciscana que luchaba por alcanzar la modernidad en la dcada de los setenta. Segn la perspectiva de los ar-quitectos que han contribuido para este es-tudio, el edificio La Licuadora representa un estrecho dilogo (de vis a vis) entre idea la modernidad que se pretenda alcanzar y la arquitectura que genera un cambio brus-co del paisaje urbano.

    En el 2013, en las ruinas del restauran-te giratorio, en el ltimo piso del edificio La Licuadora, quedan escasos rastros de la pla-taforma que supuestamente se mova. Esto podra poner en duda la existencia del me-canismo; sin embargo, prefiero confiar en las palabras de Diego Ponce, quien asegu-ra que su idea moderna e innovadora se llev a cabo satisfactoriamente. De todos modos, con o sin la estructura giratoria, al recorrer este espacio se logra ver, a travs vi-drios llenos de grafitis, en detalle panor-mico, el centro de Quito y gran parte del norte, mientras que el sur queda escondi-do detrs del Panecillo. La imagen que se forma de la ciudad desde este espacio tie-ne como primer elemento el Pichincha de frente y luego hay un contraste visual arqui-tectnico entre lo tradicional y lo mo-derno de la capital.

    En estos aos postmodernos, tardos y sombros en los que est inserta la investiga-

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    cin antropolgica del edificio La Licuado-ra, no resulta nada nuevo juntar la etnogra-fa y la fotografa, teniendo en cuenta que, a finales del siglo xix, en los trabajos de Mali-noskwi, ya se insert la fotografa en su tra-bajo de campo: la disciplina ha reconocido ampliamente los efectos del uso y el abuso de la fotografa como un dato etnogrfico (Poole, 2005).

    La fotografa etnogrfica, ms all de un archivo visual del edificio y de San Blas, pro-dujo la verbalizacin de una memoria cons-truida por los informantes. El edificio La Licuadora, como un estudio de caso de la decadencia urbana, ha servido para cons-tatar cmo la desigualdad se muestra en los edificios tanto como en las personas (segn Camilo Jos Vergara fotgrafo chileno, que recibi recientemente el reconocimiento de la Casa Blanca, la medalla nacional a las Ar-tes y a las Humanidades por retratar desde un discurso acadmico y social los declives urbanos en ciudades industriales de Estados Unidos). Desde esta perspectiva, La Licua-dora es un objeto de estudio que materiali-zara a travs de sus ruinas una decadencia urbana y tambin social

    Referencias bibliogrficas

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  • Daniela Estupin T.

    Questiones urbano regionales

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