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lA DOCTRINA DEL ANGEL CUSTODIO (*) En el Dogma, en la Teología, en el Arte y ,en la Espiritualidad P. ISIDORO DE SAN JOSÉ, O. C. D. II.---.;VITALIDAD SANTIFICADORA DE LA DOCTRINA DE LA TUTELA AN- GÉLICA INDIVIDUAL EN EL DESARROLLO EXTRAORDINARIO DE LA GRA- CIA: EN LA MISTICA Los Padres vieron-ya lo apuntamos-ul1a imagen bella y rea- 1ista del Angel Custodio, en el Padre', en el M\aestro, 'en el ceptor, en el Pastor, en el Tutor, en <el Pedagogo, en el Obispo, etcétera. San Juan de la Cruz si,ente predilección, entre todas, por la del "Pastor" (1). A tres se reducen los .ofidos del buen "PaSltor''': a) Guiar las ovejas por buenas veredas hacia fértiles pastos. b) Apacentarlas (*) Cfr. REV. DEl Ji]sPIR., VIII (1949), 265-287, 438-474; IX (1950), 451-466; XI (1952), 67- 78; XII (1953), 24-m, l!50-185. ,(1) SAN JUAN DE LA CRUZ: Cántico Espiritual, canco 2, nÚms'. 2-4, edie. 'P. Silverio, BUl\gos, 1940. A la memoria, viene inmediatamente la bella paráJbola evangélica del buen Pastor, en' la que el mismo Cristo hace resaltar, hermosamente, las cuaHda!des' y oficios del legítimo p.astor, frente a'l mercenario. Cfr. Joan, 10, 1-6; 10, 11-14; 10, 14-17. El mismo lo es, por antonomasia; y lo son todos aquellos a quienes El confió de algún modo el cuidado de su ,rebaño mistico: .A.ngeles, ObiBpo" y Sacerdotes. Tal vez no haya figura que con tantá sencillez sintetice y ex;prese, más acl vivo, teoló- gica y literaríamerute, las funciones nuestro Angel Custodio. El primero que le da este nombre es Orígenes (353). Cfr. M. G., 13, 1829. Más tarde (promediado el siglo IV), lo repHe S. Basilio: "Quod autem unicuique fidelium, escribe el insigne Capadocio, adsit Angelus velut Paedagogus et «PASTOR» vitam dirigens, nema cont1'adicit, qui meminer1t ve1'bum Domini, qui ait: N e contemnatis unum ex Mis pussillis. ea quod Angeli eorum sempe1' vident faciem Patris mei, qui in coelis est» 18, 10). Adv. Elunom. lib. IN, 1, -M,. G. 29, 655-658. Luego, ,S. Amb1'osio (397), insiste en la metáfora: "Aut fortasse etiam ille sit ({PASTOR», escribe, cui diciJtw': Esto vigilans et confirma. QUia non solum Episcopos ad tuendum gre· !lem Dominlls ordinavit, sed etiam Angelos destinavit." In lluc. 2, cap. 20, n. 50, M. L. 15, 1652. -De &gual manera S. Jerónimo y él Crisóstomo. LoS -Doctores la repiten, con insis- tencia, recibida de los Padres. S. Juan de la Cruz, teólogo y rpoeta, récoge con singular ca,riño y simpa tia, para dejarla inmortal!i.zada en la segunda canción de su poema místico: «P.astcd'es, los que fuerdes - .Mlá por las majadas al Otero - Si por ventura vierdes - Aquel que yo más qUiero - -Decidle qUé adolezco, ¡peno y muero» (Cántico espi1·., can. ID, alcanza,r un. lirismo y densidad mística jamás' lograd,os.

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  • lA DOCTRINA DEL ANGEL CUSTODIO (*) En el Dogma, en la Teología, en el Arte

    y ,en la Espiritualidad

    (Conclusi~n)

    P. ISIDORO DE SAN JOSÉ, O. C. D.

    II.---.;VITALIDAD SANTIFICADORA DE LA DOCTRINA DE LA TUTELA AN-

    GÉLICA INDIVIDUAL EN EL DESARROLLO EXTRAORDINARIO DE LA GRA-

    CIA: EN LA MISTICA

    Los Padres vieron-ya lo apuntamos-ul1a imagen bella y rea-1ista del Angel Custodio, en el Padre', en el M\aestro, 'en el Pre~ ceptor, en el Pastor, en el Tutor, en

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    y nutridas can solicitud en e11OoS; y c) AJmpararl'as de los lobos, que las acethan.

    En tr'es momentos precisos del desarrollo extraordinario (sobre-hum,ano) de la gracia-tal es la Mística-{12), nos hace advertir San Juan de la Cruz la aoción del Angel Custodio, y su influjo santificador en el alma: 1.0 En el tránsito a la Contemplación. 2.° En el ,ejercicio de la misma; y 3.° En las m'erlCedes extraordi-narias del Desposorio y Matrimonio espirituale~.

    No sabríamos determinar, si se nos requiriese, cuál de esa tri-ple función del celestial Custodio - (g'uía, apacentador y defen-sor) - predomina, can prevalencia a las otras, en estos tres mo-mentos desta'cados de la vida mística.

    San Juan de la Cruz tampoco lo señala explíábamente, aunque de su doctrina pafiece deducirse que en el primero predomi'na la de "orientador", en el segundo la de "mensajero" 10 "apacenta-dor",. y en el tercero la de "amparo". Si bien hay que notar que ésta aparece, la más acusada de todas, a 10 largo de toda la tra-yectoria mística. Es que a nadie acomete con más saña el demo-nio que a ,estas almas. Por eso, dice Santa Teresa, «pone más por un allma de éstas que por muchas a quien el Señor no haga estas mercedes; por'que le pueden hacer gran daño con llevar otras con-sigo, y hacer gran provecho, podría ser, ,en la, Iglesia de Dios» (3).

    Preciso es recordar, de nuevo, que en este orden es el Doctor místico quien nos habla COon más tino y más eXpilidtud de la tutela.

    (2) Acerca del concepto "sob1'lJhumano", cfr. P. CRISÓGONO DE JESÚS, O. ·e. D. Com-pendío de Ascética y Mfstica, 3.' edi'C., ca¡p. 3, arto 3, pág. 58; ÍJbid!. !part. 3.', págs. 171-172, Avila, 1949.

    Para S. Juan de la Cruz, como !pa;ra los teólogos de la ·Escuela MistiJCa Ca·rmelitana, Teología Mística es sinónimo de Contemplací6n infusa.

    Brindamos de inténto aqui esta anotación, de c~ital interés, a algún escritor mo-dérno de ·temas de espiritualidad, que insiste demasiado sobre el concepto de Mística, atribuyéndonos afirmaciones, que, ni son objetivas, ni puede suscrilbir sin más un auténttlco discí,pulo de S. Juan de la Cruz.

    Dice con toda nitidéz el Doctor Místico: «A la contem¡plación ... llaman Teología Mís-tica, que quiere decir sabiduría de nios secreta» (Subída, lib. 2, cap. 8, n. 6). Y en otro lugar: «Esta noche oscura... llaman los contemplativos Contemplaci6n infusa o Mística Teología» (Noche, lib. 2, cap. 5, n. 1).

    Ot.ro tanto "evite el Santo explícitamente, en seis lugares más, por lo menos; sin contar otros, innumeralbles, don dé· eXlpone ÍiIllIPliciltamente el mismo 1C0ncel'to.

    Cfr. Noche, lib. 2, c~. 12, n. 5; cap. 17, n. 2; c~. 20, n. 6; Cántico, P;ró}ogo, n. 3; canco 27, n. 5; canco 29, n. 12. Dontde es com¡pletamenté claro y terminante que ¡¡ara él MísticaJ TeOlogía es lo mismo que Contemplaci6n infusa.

    Idéntico es el pensamiento de sus Comentarista:s y disc;,pulos, mcluso no Carme-litas.

    Entre los antiguos, d,'. dos ,Doctores autorizados de la Escuela: P. JosÉ DEL ESPÍRITU SANTO, O. C. D.: Cursus Theologiae Mystico-Scholasticae. My¡stica Isagoge, lib. l, lect. 2, ¡pág. 22, edic. 0I'\lt. P. Anastasio, BrUjas (Bélgica), 1924. P. ANTONIO DEL EspíRITU SAN-TO, O. C. D.: Directorium Mysticum, Tract. l, Disp. 11, sect. 1, pág. 1-8, edk. Vives, ParÍs, 1904.

    Entre los modernos, cfr. otros doS MaeSltroSl prestiglososl de la misma: P. CRISÓGONO DI'l JESÚS, O. C. D.: Compendio de Ascética y Mística, parto 3." C¡¡¡p. 1, a.·t. 1, pág. 180, AVila, 1949. P. CLAUDIO DE JESÚS CRUCIFICADO, O. C. D.: Hacia una definición Clm'a y precisa de la Teología Mística, REiI', I (19400, 579-581 y sigts. Estudios Místicos, r. Valor de las Obl'QS de Santa Te1'esa con relación. a la Mística C"'is~iana, IV" etc.

    «(39 S. TERESA: Moradas. IV, cap. 3, n. lO, edi

  • LA DOCTRINA DEL ÁNGEL CUSTODIO

    Hasta haoerla llegar a conclus,iones, verdaderamente primorosas, y totalmente desconocidas hasta él.

    Atntes hagamos destacar una cuestión de innerés, que nos sale al paso al intentar pentrar en el sagrado recinto de la Mística: ¿ Tiene el Angel Custodio una intervención activa en todas, y en cada una, de las meroedes extraordinarias de ese nl,undo de mara-villas divinas, que es el orden místico, constituido por la contem-plación infU'sa (indfstinta y distinta), según¡ San Juan de la Cruz? (3 bis).

    La respuesta preCÍ':=¡a a esta interrogación será una consecuencia importante, ,que quedará flotando, al final de este apartado, como una conclusión legitima, del resultado de nuestro análisis. De mo~ miento nuestra solución es parcial.

    * ¡~ * Para el Doctor carmelitano, Dios acostumbra a VISItar a las

    almas, que lleva por ese camino extraordinario, de dos modos: uno (exoepcional), inmediatamente por si mismo; otro (el ordinario), por medio del Angel b~teno. Con esta diferencia: Ique las mer-cedes que les dispensa por sí mismo, no las llegan a ent,ender ni el Angel bueno ni en demonio; mi,entras las que son por medio del Angel Custodio-{que son las :más)-hace que las entienda, por 10 OOJ;I1lún, el enemigo; con el fin de que las pueda lilbl1emente impugnar.

    (3 bis) Antes de proseguir conviene aclarar estos conceptoS', que han de ,'epetirse con insistencia a lo largo de este estudio. Hemoo dicho que el Doctor Mistico identdfi:ca Teología Mística con Contemplación infusa. Pero nos resta saber qué es lo que él entiende por Contemplación infusa.

    «Contemplación, escribe el Santo, no es ot1'a COSGl que una infusi6n secreta, pacifica y amorosa de Dios, que, si le dan lu.gm', inflama el alma en espíritu de amO')' (Nocher lit/. 1, cap. X, n. 6). O en otro lugar: "Una influencia de Dios en el alma [. .. ] en que de se

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    El Maestro no se conforma con. registrar el hecho. Apunta en seguida la razón de ese dobl'e fenómeno sobl'ena.tural. He aquí sus mismas palabras:

    «Lo dicho se 'entiende acerca de cuando visita Dios al alma p.or medio del Angol bueno, en 10 cual no va ella, según se ha dicho, totalmente tan a oscuras y en celada, que no la alcance algo el enemigo. Pero cuando Dios por sí m,ismo· la vis·ita, entonces se verifica bien el dicho verso [a oscuras y en celada J, por'que total~ mente a oscuras y en cel'ada del enemigo recibe las mercedes .espi-rituales de DiO's. La causa es pot1que como Su Maje'stad mora sus-tancialmente ·en el alma, donde ni el Angel ni el demonio pueden llegar a entender !-o 'que pasa, no puede conocer las íntimas y se-cretas comunicaciones que entre ella y Dios allí pasan. Estas, por cuanto las hace el Señor por sí mismo. totatmen.te son divinas y soberanas, por:que tO'dos son toques sustanciales de divina unión entre el alma y Dios; en uno de los cuales, por ser este .el más alto grado de oración que hay, recibe el alma mayor bien que todo el resto.» (4).

    Acerca de 10 segundo, les decir, de c6tn'0 el Señor permite al demoniO' impugnar las mercedes .que al alma hace por rn.edio del Angel de la Guarda, yl'a razón que para ello hay, escribe:

    «Otras veces aca'ece, y esto cuand:o es por medio d:e.l Angel bue-no, Ique algumas v~ces el demon,io echa de ver algunas mlerrcedes que Dios quíere hacer al alma; porque las que son por este medio del Angel bweno, ordinariamente permite Dios qu·e las entienda el .adversario: lo uno, para ,que ha,ga contra e:llas 10 que pudiere se-gún la proporción de la justicia, y así nO' pueda alegar el demo-nio de su derecho, diciendo 'que no le dan lugar para conquistar .al alma, como dijo de Job (Job, 11, 1-9). Lo cual sería s·i no le de-jase Dios lugar a que hubiese cierta paridad entre los dos g'tle-rreros, oonv1ene a sa:ber, el Angel bueno y el malo, acerca del a1lma, y así la victoria de cualquiera sea más estimada, y el alma victoriosa y fiel en la tentación sea más premiada.» (5).

    El Doctor místico es explícito por demás. Las causas, pues, de esa divina actuación en ese orden de fenómenos extraordina-r·ios, son: dO's: a) Que el d~monio tiente al alma, según la propor-ción y permisión de la divina justicia, para que nlo pueda alegar de su derecho; y b) Que "el alma victoriosa y fie,l en la tentación sea más premiadaFJ , pueslto que su vi:otoria es mucho más .estima.-ble. El Maestro tiene sumo empeño en hacer adv·ertir estos dos ,conceptos. Por eso insiste repetidamente en la misma idea, con

    (-t) Noche, Hb. 2, carpo 23, n. 11. (5

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    expresiones que denuncian, a las claras, la i:mpor{ancia que le con.-cede; y añade:

    «De donde nos conviene notar que esta es la causa por ,qué a la 1nisma medida y modo que va Dios llevando al alma y habién- . dose con ella, da licencia al demonio para 'que de esa misma ma-nera se haya él con ella; que si tiene visiones verdaderas p,or medio d,eZ Angel b'ueno (que ordinaú'

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    caso de esto, que es para admirar: que con ser mayor un poco de daño en esta parte que hacer muchos en otras almas muchas,. como habemos dicho, apenas hay alma que vaya por este camino que no la haga grandes daños y haga caer 'en grandes pérdidas'; porque este imali'gno se pone aquí con grande aviso en el paso que hay del sentido al espíritu, engañando y cebando a las almas con el mismo sentido, atravesando, como héllbemos dicho, cosas sensi-bles, y no piensa el al'ma que hay en aquello pérdida, por' 10 cual deja de entrar en 10 interior del Esposo, 'quedándose a la puerta a ver 1'0 que pasa fuera en la par,te sensitiva.)) (8).

    Santa Teresa delata el mismo escollo, y con idél1'tico tono de ponderación, en el capítulo tercero de las Cuartas Moradas: «IDe una cosa aviso mucho a quien se vier:e ,en. este estado: que se g'Jl;ar-de mu,J' mucho de ponerse en ocasiones de o~ender a Di'Os. POflque aquí no está aún el ahna criada, sino como un niño 'que comienZa! a maJmar, que si se aparta de los pechos de su madre, ¿ qué se puede esperar de él si no la muerte? Yo he m~~cho temor :que a quien Dios hubiere hecho esta merced (recogimiento infusO') y se apartare de la oración, que será así, si no ,es con grandísima oca-sión, o si no torna pronto a ella, porque irá de mal en peor. "Y o sé q~~e hay mlu,cho que temer e1L este oaso", añade, y aduce la ex-o periencia de casos que la tienen "harto lastimada". Luego termi-na: «Aviso tanto que no se pongan en ocasiones, porque pone mucho el demonio más en un alma de éstas que por muy mu-chas a quien el Señor no haga' estas mercedes, porque la pue-den hacer gran daño con llevar otras consigo, y hacer gran pro-vecho, podría ser, ,en la Iglesia de Dios.)) (9).

    Se trata de un mOmento de crisis en la vida del espíritu en que "se aventura casi infinita ganancia e'n acerta.r, y casi inIi.nita Pér;... dida en errar", para usar la frase impresi'Onante del poeta mís-tico (10).

    Por eso tienen tanto empeñlo en prevenir a las almas que lle-gan éIlquí. En otro lugar ha advertido, el Santo, que no sólo las gracias carismáticas, sino esa divina influencia de contemplación sobrenatural, la comunica Dios al espíritu por medio del Angel' b1wno. Y sielmpre que es por este mediO', el demoniO' 10 echa de ver y procura impugnarlo de mil formas (11).

    Mientras Santa Teresa lanza su alerta sobre la tentación ele falsa seguridad, para no ponerse en ocasiones peligrosas, San Juan de

    (8) Llawa, canco 3, n. 64. (9) Moradas, IV, C8ip. 3, n. lO, (10) Llama, calle. 3, n.56. (11) Noche, lilb. 2, cap. 26', ns, 6-8. Cántico, canco 15, n, 2; canc .. 16, n. 6.

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    la Cruz delata a las a1illl,as las astucias del maligno al tiempo de recibir las divinas infusiones.

    La misión, pues, del Angel de la Guarda en este primer estado místico, se reduoe a estas cuatro cosas :a) Precaver las tentadones de falsa seguridad, impidiendo el lanzarse temerariamente a las ocasiones. b) MlOstrar al alma el camino puro del ,espíritu. c) Con-trarrestar los embarazos del demonio en el inicio de la' divina con-tem:plación j y d) Haoerla ·recíbir, sin trabas, el sutil influjo de la inefable re~ección sobrenatural-(en pura fe)-enseñándola .a re-girse por aquel aviso hermoso del propio San Juan de la Cruz en la canción teroera de la Llama de A mor Viva:

    «j Oh, pues, almas! Cuando 'Dios os va haciendo tan soberanas meroooes 'que 0,9 neva por estado de soledad y recogiimiento, apar-tándoos de vuestro trabajoso sentir, no os volváis al sentido. De-jad vuestras operaciones, que si antes os ayudaban para negar al mundo y a vosotras mismas cuando érais principiantes, ahora que Dios hace merced de ser d ofbrero, os serán obstáculo grande y embarazo j que como tengáis cuidado de no poner vuestras poten-cias en cosa ninguna desasiéndo1as de todo y no ~mlbarazándolas, que es 101 que de vuestra parte habéis de hacer en este estado sola-m,iente, junto con la aav'ertencia amorosa, sencilla, que dije al'riba, de la manera que allí 1'0 dije, que es cuando no os hícier:e desgana no tenerla, pOlique no habéis de hacer ninguna fuerza al alma si no fuere en desasirla de todo y libertarla, porque no la turbéis y alberéis la paz y tranquilidad, Dios os la cebará de refección ce-lestial, pues que no Se la embarazáis.» (12). 2.° Acción del Angel Cu.stodio en el ejercicio de la contemplación

    Hemos definido, con San Juan de la Cruz, la contemplación infusa como «una influencia de Dios en el alma ... en que de se-creto la enseña e instruye en perfección de amor, sin ella hacer nada ni entender cómo es esta contemplación infusa» (13). "Sabi~ dUrl'ía de Dios amorosa;', que la hace conocer y amar sobre su modo connatural de amar y conocer (14).

    La dividíamos asimismo adecuadamente con el Doctor místi-co, en disticnta e indisticnta. AbarcandJo la primera los fenómenos extraordinarios, que suelen acompañar a la contempl'ación: Visio-nes, Revelaciones, Locuciones y Sentim,ientos espirituales j la se-gunda, la contemplación que se da enl pura fe, exenta de noticias y rot1m,as particulares. Esta, a sU' vez, purificativa y trasform3lti-va (15).

    (12) Llama, canco 3, n. 65. (13) Noche, lib. 2, cap. 5, 111. 1. (14) NOche, lib. 2, cap. 5, n. 1. (15) Subtda .• l~b. 2, cap. 10, n. 4; NodlE, lib. 2, cap. 5, TI. 1.

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    ¿ Cuál ,es la misión del Angel CustO'dino en el ejercicio de la Contemplación? AnalicémoslO' un momento, tomandO' como base las enseñanzas del Doctor místicO'.

    a) En la contemplación distinta (VisiO'nes, R'evelaciones, e et-cétera), servir de medio trasmisor de las rt~pr:esentaciones solbrena-turales. Lo dice expres?ment,e el poeta Imístico: "Porq~~e ordina-riamente, escribe, son por este medio [por el Angel bueno, por dO'nde Dios las hace], aunque se mttestrel Cristo, porque El en su misma persona casi nunca 'aparece.", (16). DO'ctrina bella y profun-da que reafirma, una vez más, el valor ,ve'ológico de la tutela, lle-vada hasta las últimascO'nsecuencias por la pluma del i;nsigne des-calzo.

    Otra de las funciO'nes 'que le asigna através de estas eX'tramdi-narias manifestaciones de la vía mística es "apacentar al alma de dulces com'unicaciones e inspiraciones d'e: Dios" (17), sirviéndola constantemente de mensajero y abogado amte el Esposo, para la pretensión de almOr' que e'lla persigue (18).

    ESitas mismas ideas habían ~ido expuestas ya por el Doctor melífluo en un bello ComentariO' al Cantar de los Cantares, cuyos acentos, transidos de undón mística, no puedo menos de trascr,ibir:

    "Fidelis paraninPhus, qui mutwi.amoris conscit~s, sed non invidus, non suam: quaerilt, sed Domi1Li gratía.1n: discurrit medius ínter d'Ílectum et dfi¡le'ct:am, vota offerens,referens dona. Excitat ista,. placat illu:m. Interdu,m qu.oqt¡.e, hcet raro, rep.raesentat eos pariter sibi, sive hanc rapiens sive illm1L ad-ducens: siqtti'dem domesticu'S est at notus in palatio, nec ve-retur repulsam, et quotidie videt faciem Patris." (18 bis).

    Ante esta coincidencia r:ei,terada del Doctor de las nadas con el Doctor melífluo, puesta de re'lreve en más de una ocasión, acaso no sea aventuradO' el afirmar 'que muchas de las ideas 'el primero las bebiera en el segundo, I/:anto ,comO en el Doctor seráfico, que es-a 'mi juicio-con San Bernardo .el que más huellas dejó en él en el tema que nO's ocupa" como len OtDOS muchos puntos de teolo-gía místi,ca.

    b) En la contemplación indistinta (la que se da en pura fe), la función del celestial Custodio se reduce a ayudar al a1ma a reci-birla, sin trabas, con la misma sutilidad y pureza con que el Señ'Ür se la comunica, a despecho del influjo in1quietante de la imagi-nación, de la rebeldía turbadora de la parte inferior y sensuali-

    (16) Noche, lib. 2, cal)). 23, n. 7. '(17) CánticO', cane. 2, n. 3, (18) Ibid, l. c.; ibfd. canco 6. ns. 6-7; cane. ". US. 1-9. (18 bis) S. BERNARDO: Sel'1n. 31 in Cantic" n. 5, M. L. 183, 943 A.

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    dad, y de los enmascarados a,rdides del d:emoni¡o, para estorbar-la (19).

    . El Doctor carmetitano nos ofreoe en la segunda canción de su Cántico Espirit1tdJl al alma ena:rílorada, padeciendo tres géneros de penas espirituales (dolenda, pena y muerte) por la: ausencia del Amado. Corresponden, nos dice, a tres suertes de necesidades, que las tres potencias dd alma sufJ:1en: el entendimiento, que ado-lece, porque no ve a: Dios, que es pU salud; la voluntad, que pena, por'que no püsee a Dios, que es su refrigeri'o y deleite; y la me-moria, que m.uere, porque acon:l'ándüse de que carece de lüs bi,e~ nes del entendimiento y de la voluntad, echa de. ver que carece de su propia vida, que ,es la perfecta posesión de Dios (20).

    La esposa ,toma al Angel Custodio como el mejor albogado ante el Esposo. Y a él le confía el martirio de su corazón: «DeddLe que adolezco, peno y muero.» (20 bis).

    Luego intenta saciar su sed de conocimiento y amor del Amado-en la contemplación de las criaturasf---

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    Dice, pues: Y todos cuantos vagan. [Es a saber ... ] los Angeles y los hombres, porque solos éstos de todas las criaturas "vacan" a D10s entendiendo en él [ ... ] lo cual haoen los 1~nos contemplán-dole en el cielo y gozándo1

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    alma"-"por c!~anto la enseñan interiormente por secretas inspi-raciones" :

    Ninguno más próximO' al alma, y ninguno ha recibido, como -él, la encomienda de diri'girla por el camino de la salud por secre~ tas inspiraciones. Senda de luz y amor, por antonomasia, la de la mística, dO'nde cada criatura 'es un grito de elocuencia infinita, y donde las Obras maestras dlel 'DiO's, como dice el poeta mÍstko-En-carnació11 y R edención-co.n todo su pesO' insondable de sabiduría y misericordia, adquieren un va'lor de mO'ción divina indescriptible para el alma enaJlY\orada. Sin olvidar que el Angel Custodio es el primer cooperador en el misterio, inefable de nuestra salud, apli-cación viva de la Redención.

    Es, pues, él, quien-¡mayürmente'--puedJe enamo.rar al alma del Esposo (tivino. InsinuamO's más arriba la razón. Pri11wro, por su naturaleza. Es de todas las criaturas de Dio.s, en la 'que más brillan ,las divinas perfecciones, y en consecuencia, la que más altamente pueden hablarle del ,Amado. Es el bello sentido de ,ejemplaridad en que tanto liemoS! insistido.. No 1mporta que al alma enamorada nO' la satisfagan cumplidame11't'e sus noticias, y se vea en la preci-sión de exclamar: «No 'quieras enviarme-de hoy más ya mensa-jer()---

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    «Pol'que ninguna cosa, razona el Santo, de la tierra ni del cielo [ni hombre ni Angel], puede dar al a:lma la noticia que ella desea» del Esposo, y por eso hace bien en decir: «que no saben decirme Jo que quiero» (27).

    Tal es la funcion del Angel Custodio en el ejercicio de la Con-templación. Como fácilment,e se echa de ver, en este estado, pre>.. valece la misión de "apacentador", para usar el término clásico-del Doct;or místico, sobre la de "orientador" y "protector" del alma. De aquí adelante son estas dos las que pf1evalecen. El SantO' lo hace resaltar en varios lugares, como si tuviese la preocupación intencionada de que no pase desapercibido a los ojosdlellector (28).

    3. o Misión del Angel Custod4,o en las mercedes extraordinarias del desposorio y matrim.onio espirit:U4les

    San Juan de la Cruz nos define el Desposorio espiritual como «un alto estado y unión de almor en que después de muoho ejerci-cio espiritual suele Dios poner al alma» (29), y el Matrimonio «como una transformación total en el Armado, en Ique :se entregan las partJes por total posesión de la una a la otra, con cierta consuma-ció11l de unión de amor, en que se está el alma hecha

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    porque "por su gran mali'cia Lodo el bien qu,e en ella ve, env'idia", y por eso, ya que no alcance otno cosa, en e,ste tjempo, nos dice el Santo, usa de toda su habilidad y ejercita todas sus artes para poder turhar en el alma siquiera una mínima parte de este bien; pOflque más pl1ecia él impedir a esta alma un quilate de esta su riqueza y glorioso deleite, que ha;cer caer a otras muchas en otros muchos y imUy graves pecados, p01'que las otras tienen poco'~ nada que perder, y ésta mucho, porque tiene mucho ganado y mUy pre-,cioso; así como unl poco de oro mUy primo es más que perder mucho de otnas bajos metales» (32).

    A continuación describe esas artes y trazas del malignO': «Apro.. véchase 'aquí el demonio de los apetitos sensitivos, aunque con és-tos en 'este estadO' las más veces puede muy POCü 'O nada, por estar ya ellos amortiguadas, y de 'que con esto nü puede, representa a la iimaginación muchas variedades. Ya' las voce,s levanta: en la parte sensitiva muchos movimientos, cOmO después se dirá, y otras molestias ,que causa así espirituales COlmO sensitivas, de las cuajes nü es en manos del alma poderse l~brar hasta qt~e el SDñor envía Slb Angel (como se dice en el Salmo 33, 8), en derredor de los que le tem.en, y los libra, y hace paz y tranqwilidaw, así en la parte sensitiva, como ,en la espiritual del alma» (33). '

    La función, pues, del Angel Custodio en esta alta fase del ca-mino del 'espíritu, eSI clara: a) "hacer paz y tranquilidad", así en la parte sensitiva como ,en la espiritual del alma", y b) "refrenar las imbestidas dél enemigo", que le hace guerra encarn'izada de tres maneras: lo primero, levantando, con vehemencia los apetitos, imaginacitOnes y turbulencias de la parte sensitiva; lo segundo, que es peor, que cuando de esta manera no puede, embiste en ella con tormentos y ruidos corporales para hacerla divertir; y lo ter-cero, que es aún mucho ¡más grave, que la comlbate con temores y horrores espiri,tuales, a veces de terrible tormento, «porque como el allIT\a se pone en muy desnudo espí.ritu para este ejercicio esp~ritual, puede con facilidad él hacerse pl'esente a ella, pues también' él es espíritu» (34).

    El Santa a:dvi,erte que todo el esfuerzo del· demonio es sür-prender al alma antes de que Se interne en el ejercicio íntimo de la contemplación, "al huerto del Esposo"; «pOl'que sabe que si una vez se entra en aquel recogimiento, está tan amparada, que por· más que haga no puede hacerle daño» (35).

    y este amparo se 10 presta precisamente el Angel Custodio;

    (32) CánUco, canco 16, n. 2. Anotación, (33) Cántico, Canc. 16, n, 2, Anotación. (34' Ibid., canco 16, n. 6. (35) Ibld., canco 16, n. 6.

  • 320 P. ISIDORO DE SAN JOSÉ, O. C. D.

    quien a veces permite 'que antes de replegarse al fondo del espí~ ritu, le alcance algo el enemigO' con algún horror o turbación espi-ritual; otras, la estimula para que, con gran presteza, se adentre en el íntimo escondrijo de su interior, quedando así burlado el maligno. Lo dice expresamente el Doctor Místico: «Cuando esto aéaeoe alsí al tiempo que el Angel bueno va a cOl1llunicar al alma la espiritual contemplación, no puede el alma ponlerse tan prest;o en 10 escondido y celado de la contemplación que no sea notada del demonio, y la alcance de vista con algún horror y turbación espiritual, a veces harto penosa para el a:1ma. Y entonces algunas veces, se puede el alma despedir presJ;o, sin que haya lugar de hacer en ella impresión el dicho horror del espíritu malo; y se recoge dentro de sí favorecida para esto de la eficaz merCed espiri-tt~al que e!l Angel bu,eno entonces le hace» (36).

    Mas en otras ocasiones [«cuando la comunicación espiritual no comunica llTIucho en el espíritu, sino que participa el sentido»] el Angel permite al demonio que pr,eva1lezca y alcance a:1 a;¡Lma con su tupbación y horror, "lo cual le' es, subraya el Santo, de nVayor pena que ningún tormento de esta vida le podía ser" (37). El Doctor de las Noches aduoe la causa: «PoDque cOmO esta horrenda comu-nicación va de espíritu a espíritu algo desnuda y claramente de todo lo 'que es cuerpo, es penoso sobre todo sentido» (38).

    Tan ,terrible y tan ,espantaJhle, nos advierte, que n0' es posible durar muchO': "porque saldría el espíritu de las carnes con la veheme-rote comunicación del otro espírit.u" (39).

    Pero ¿ qué objeto tienen:tJodas estas torturas interiores, «más horrendas de lo que se puede decir», en frase de S. Juan de la Cruz? (40).

    No otro que pu,rificar y disponer al alma para más altas rm,'er-cedes espirituales, sutilizando el espíritu, cuanto es 'menester, para poderlas sopol1tar. De 'suerte que en relación directa con esa tene-brosa y horrible purgación o austera vigilia estrá luego la admi~ ra:ble y sabrosa contemplación, o espléndida fiesta espiritual. Oiga-mos al Maestro: «Pero es aquí de saber, dice, 'que ct~ando el An-gel bueno pe1'mrite al demonio' esta Vlentaja de alcanzar al alma con este espiritual dolor, hácelo para purifica-rla y disponerla con esta vigilia espiritual para alg~¡,na gran fiesta y merce.d espirit1tal que le quiere hacer el 'que nunca mortifica sino para dar vida, ni hu-mi'lla sino para ensalzar, lo cual acaece de alH a poco; que -el alma

    (36) Noche, lib. 2, cap. 23, n. B. (-37) [bid .• l. e., ns. 9, 6, 10. (38) lbid., 1. c. (39) Ibid . ., 1. e. (40) /bid., 1. c. n. 5.

  • LA DOCTRINA DEL ÁNGEL CUSTODIO 321

    conforme a la, purgación tenebrosa y horrible que padeció, goza de admirable .Y sabrosa contemplación espirituall, a veces tGI1 su-bida, que no hay l'enguaje para ella» (41).

    Ya nos ha hecho notar que esto ocurre sólo algunas veces, y dura algún tan.to, "110 mucho", por'que de 10 contrario le costaría la vida a la persona. Esta tenebrosa prueba es la mejor disposición pata la. gran merced del ¡matrimonio espiritual.

    Y llegada el alma a este encumbramiento, "el más dlto estado a q~te en esta vida se puede llegar", según el noctor Carmelita-no (42), "donde todo le QS ya s'ustancia de amor y regalo y deleite de desposorio" (43). ¿ A qu,é se reduce la moisión del Angel Cus-todio?

    AlgunO's pensaron-ya lo apuntábamos-que llegado el espiri-tual a este extremo cesaba el ministerio del Angel de la Guarda, para dar lugar al miSmo Cristo, que asumiría persona,].mente el cui-dado singulár de estas almas privilegiadas (44).

    ¿ Qué opina sobre esta peregrina sentencia el Doctor Místico? A primera vista parece oompartir, sin restricciones, lase.nten-

    cia del Diamantino. Pero ofrece rasgos curiosos de originalidJad. Escribe el Maestro en la canción 35 del Cántico Espiritual:

    «PoDque cu'a.ndo el alma llega a confirmarse en la quietud del único y solitario amor del Esposo, comO' ha pecho ésta de que vamos halblando, haoe tan sabroso asiento de amor en Díos y nios en ella, que no tiene necesidad de otros medios, ni _Maestros que la encaminen a Dios, porque es ya Dios S1t gu.ía y su. luz» (45).

    (41) Ibiá" L e, n. 10, ~42) CántIco, ()fInc. 22, n. 3. (43) Ibid., canc, 28, n. 10. (44) Cfo" REV. DE ESPIR, XI[ (1953,), 28, nota (21). He aqui cómo se expresa Orí-

    genes: "Hac quide1n [mUl1'US1 Custodiae] erga infcriores quo~que fieri accipienduJn est~ p6.rjectiorib'llS i1JSe adest Deus) sicut scri.ptum. est a.(; jJojJula Israel; J1Darni.nu.s 'i}Jsc d'll,-cebat eoso. Postea 'Ve'ro qUQ1n derel'lqum"'lll1t et -inferiores se'J1J,.etipsí..s facti SUl1lt) Angelo t1'adunt'll'r" (H01Jtil. 1.11, nú·m. XXIV, n. 8. 1\L G .. 12, 7621 C,) y lluás expH~ito aún' en el Comentario a S. Mateo: "Et quandit¿ impel'feeti swnu.s, et adjuWre nobis OPu.s est, l¿t (]. matis libel'emuI', Angelo indigeamus de quo d!eebat Jacob (Gen. 48, 16): "Angelus qui e1''l¿it me de cunctis '1naZis"; at vostquam perff;cti avasimu,s, et; nut'r'iUis, nutricibuS' .. uctOI'ib'us et tutOl'ibus nos sUbduximus, ab ipso j

    El Santo hace resaltar en esta 'canción los des prinleros conceptos. Del tel'cero casi pl'escincle en absoluto, La o'azón es llana, El alma esposa está ya en este estado confirmada en gracia (Cántico, canco 22, 11. 3), Y 1..mida en total rtranSiÍoll'111acióll de amor en el Amado, hasta lJarecer una misma cosa con El. «Del ema sue-Tlte-, hace adiVertil' el Doctor ]\IIístico, no sólo no se at'reven los dmnonios a a.comete')' a la, tal alrna., -mas ni aun osa parecer delante de ella, p01' el gran tomo!' que le tienen viéndole¿ tan en, grandecida, animada y osada ... » Hasta llega a 'connrmal' que "la teme1~ tanto como al 1nisn?o Dios y ni la osan aun mi1'a1'" (Cántico, cane. 24, in. 4.

    La défénsa, por lo tanto, dejó de ser ya nec€sHl'ia. O lluejar, la lná,c;¡, }Jerfec,ta de-fensa' contra los enemigos es la rpropia allna, en unión transfornJante de [l111or con Dios y revestIda de sn ¡poder.

  • 322 P. ISIDORO DE SAN JOSÉ, O. c. D.

    y así dice el Esposo:

    "En soledad vivía y en soledad ha pUlesto ya s~~ nido y en soledad la guia a solas su Querido, tarnbi én en so leldad de amor herido."

    COInl,enta en seguida el Gran Doctor: «Dos C06as hace en e6ta canción el Esposo. La pr'ímera, alabar la sol-edad en que antes el auma quiso vivir, diciendo cóm0' fué Imedio para en ella hallar y gozar a su Amado a solas de todas la.s penas y fatigas que antes tenía [ ... ] La segwnda, es decir, que, por cuaruto ella se ha querido quedar sola da todas las cosas criadas por su Querido, El mismo enamorado de ella por esta su soledad, se ha hecho cuidado de ella, r.ecibiéndola en 'sus brazos, apaoentándola en sí de todos 10's bienes, guiando su espíritu a las cosas altas de Dios. Y no sólo dice que El sea su guía, sinO' que a solas 10 hace sin otros medios, ni de A 1tgeles ni de hombres [ ... ]» (46).

    Y más adelante OOimentando .el vers0' "A solas su Querido" ih~ siste: «quiere decir, que no sólo la guía en soledad de Ella, mas que El mismo a solas es el que obra en ella sin otro algún medio; pOf'que ,esta es la propiedad de esta unión del alma con .Días en matrimünio -espiritual, hacer Dios en ella ycomunicMsele por sí solo, no ya por medio de Angeles, ni por medio de habilidad na-t'wral [ ... ] y la causa es, porque la ha11a a sü1as, comO' está dicho, y así no La qwiere dar otra compañía, aprovechándola y júíndola de otro que de Sí solo» (47).

    Si, pues, sólo Cristo es ya su Custodi!O, ¿qué es del Angel de la Guarda a esta sazón? ¿ En 'qué Se ocupa?

    El Doctor Místico no da a entender que desaparezca. Por lo mismo, ,es de presumir, que continúe invisible al ladO' del alma, gozando de aquella grandeza y gloria anticipada de la que tanta parte le cabe a él. Cristo mismo le hace partícipe de su alegría, acabada de libertar y rescatar la esposa de las manos de la sensua~ lidad y del demonio, efectuado ya el matrimonio espiritual.

    Son ,expresiones cargadas de una emotividad, de un lirismo y de una ternura tan divinos, que no puedo menos dé transcribir:

    «lOe la misma ,manera que el buen Pastor se goza con, la oveja sobre sus hombros, que había perdido y bu~caba por muchos ro-deos (Luc. 15, 5), Y Cümo la mujer se alegra con la dracma en las manos, que para hallarla había encendido la candela y trastor-

    (46) CánlUco, canco 35, n, 2. (47) IbüJ.., n, 6.

  • LA DOCTRINA DEL ÁNGEL CUSTODIO 323

    nado toda la casa, y llamado a sus 'almigos y vecinos, se regracia con dIos diciendo, aLegraos conmigo, etc. (Luc. 15, 9) j así este amioroso Pastor y Esposo del alma es admirable cosa el ver el pla-oer que tiene y gozo de: ver el aLma ya, así ganada y perfeccionada, puesta en sus homlbros y asida con sus manos en. esta deseada junta y unión. Y no sólo en sí se alegra, sino que también hace partícipes a .los Angeles y almas de esa alegría, diciendo como ,en los Cantares: «Salid, hijas de Sión, y 'miradJ al Rey Salomón con la corona que leoofonó su madre en el día de sus desposorios, y en el día de la alegría de su coa-azón (Cant. 3, 11). Y llamando al aLma en estas dichas palabras su corona, su esposa y la alegría de su corazón, trayéndola ya en sus brazos y procediendo con ella como esposo de su tálamo» (48).

    De aJcuerdo que el Doctor Místico pudiera ser más pr,eciso en este punto. Se contenta tan sólo con decirnos 'que el Esposo divino hace partícipes a sus santos An,geles, en general, del engrandeci-miento y .fdicidad de la esposa.

    ¿ Pero es 'que no caJbe presumir, lógicamente, que no hay otro a quien tanto conrv,enga e interese ser partícipe en esa tal comu-nicación y gozo COlmO al Angd de la Guarda? ¿ No ha sido él ~después de Jesús y María-el medio más poderoso y eficaz, que le ayudó a subir hasta aquí? ¿ No ha sido él el compañero inse-parable de sus tristezas, de sus desamparos, de sus torturas, de sus tinieblas, de sus hurni:lladones, de sus Noches oscuras?

    Razón hay, pues, para que sea ahora también de su exalta-dón, de su grandeza, de esa felicidad ancha ,e inefable 'que la en-vuelve.

    El Doctor Angélico nos dice que una vez l1egada el a:lma al "termi1t1t1n viae", no disfrutará ya de la tutela angélica j sino qul' tendrá "in 1'egno Angetu1n corre!gna11Ate1n, in infe1'no demonen pu-nientem" (48 bis). Y es sentencia común de los Dootores.

    Luego, mlentras no llega a la Patria, el Angel no se separa de:, su lado. Siendo ,esto así, ¿ no es lógico pensar que esta dichQ&l alma" que comenzó a tener aquí su reino anticipadamente-i!l1erced ,a la 'ayuda de tan ,buen guía'---'tenga asociado a ese disfrute de glo-ria espiritual de aquí élIbajo, al que ha de tener luego asociado, para siernlpre, en a'quel peso de gloria celestial en la Patria?

    TaJmbién el Doctor de Claraval se complace en exponer estas ideas ,en el hermoso Comentario anteriormente aludido. Dioe así:

    '~Sed et Angelus ejus, qui suus est' ex sodalibus sponsi, in hac iPsumdepl~tatus, minister p1'ofecto et arbiter secretae mlttu,aeque

    (48) Ibid" canco 22, Anotación, n, 1; Ibid., canc, 21, n. 14. (48 his) 11, q, 113, a. 4, c.

  • 324 P. ISIDORO DE SAN JOSÉ, O. C. D.

    sahdationis; is, il/Lquam, Angelus quomodo tripud"iat, qtwmodo co-llaetatus et conmellectatu-s et conversu,s ad Dominum d:icit: Grat'ias ago tib-i, Domine Majestatis, quía desideritl.m cordis ej'ns trib llisti, ei, et volu-ntate labiontm ej'u,s non fraudasti eam.

    Ipse est qtti in omni loco sednZ,ns qu,idem pedisequ,u-s animae non cessat sollicit:are eam, et assidiUis suggesÚonibtt-s movere" ... (48 ter).

    En suma: pa.ra San Juan de la Cruz, la aotuaóón del Angel Custodio en las mercedes del Desposorio y Matrimonio místicos, se cifra en esto: a), anteriormente a su realización, disponer al a,lma espasa para las, mismas, dandOo licencia al demÜlnio para que lE!- ptwifique con los embestimientos de su "horrenda cornunica-ción", al misllIlO tiempo que la ampara y sostiene, para que no desfallezca en medio de esas torturas pavorosas, muy afines a las penas del Purgatario, si hemos de dar fe al propio San Juan de la Cruz; b), sojtlzgar al demonio. para ,que no la dañe, ni tanto ni siempre que lo pretenda, estorbando maliciosamente, a placer, el recibo de la ~mor06a y subida contemplación, con 'que el Esposo divino la regala en este estado con frecuencia, yc), finalmente, después de realizado el Matrimonio, ser testigo (aunque el Santo advierte que no de tadas) de las mercedes que Dios hace al alma, y gozarse de su prosperidad y grandeza, en la que tanta parte le Gibe al celestial Custodio, merced a su misión.

    " * * Al llegar aquí'-después de haber estudiado el influjo. santifi-

    cador de la tutela angélica a lOo largo del desan1aillol extraor~dinario de la gracia-, se nos ocurre plantear una cuestión de interés. ¿ Gaibe una unión mística con el Angel de loa Guard~?

    Si por ta1 entendemos una comunión espiritual y constante de intenciones y afectos con el Santo Angel, hemo,s de confesar ,que no sólo es ¡posible, sino que es doctrina cÜlmún de las 'Doctores, y una cÜlnsecuencia que fluye 'espontánea de cuant'o llevamos ex-pues,to (49). ,

    Que esta unión se haya dado d,e hecho, y de mOldo maráviÜoso, en la vida de algunos santos, podemos compriObarlo abierta,mept~ y con asambro"----'P0r citar ejemplO's r:ecientes~en las biografías de Santa Gema Galgani y de María Angela del NiñO' Jesús (50).

    (48 ter) s. BERNARDO: Senn. 31 in Canto lVI. L. 183. 942. (49) Mons. F. OLGIATI: La piedad cristiana, cap. VIII, La unión con los Angel€s"

    págs. 136-143, Ba;rcelona, 1942. , ' (50) P. BASILIO DE S. P"BLO, Pasionista: La Beata Gema Galgan;, .part. cüarta, cap.

    VIII, pág. 433, Barcelona, 1936. El autor r'écoge en el citado capítulo, con toda minuciosidad de detalle, los reflejos,

    muy clestacados, que acusan la intensa vida de intimidad d~ su biografiada con el Santo Angel ele la Guarda: las.1 diversas actitrudes con que se dejaba ver de' ordinario a SU lado, los dulces COloqUios qllc l11antenía COn él, sus lecciones espinit'Uales, sus censuras

  • LA DOCTRINA DEL ÁNGEL CUSTODIO 325

    Pero,. ¿ cabe una liman más estrecha que esa, meramente inten-cional y af,ectiva, entre el alma y su fiel custodio?

    En otras palalpras: ¿ cabe una verdadera posesión angélica, a semejanza de la posesión diabólica? De ser posible, ¿ qué vir,tua-lidad santificativa cabría atribuirle? He alquí la ciJestiÓn.

    Hasta hace bien poco, no la he visto planteada directamente en los autores.

    Modernamente sle han escrito algunos artículos sobre el parti-cular, de apreciación diametralmente opuesta (51).

    Por 10 que a Inosotros hace, pese a. no hallar rastms de haher-se dado de hecho (ni conste históricanlente en las fuentes de la Reve!alCión, ni en las Biografías de los Santos),' creemos no sólo en la posibilidad, con .el Padre J. Bataini, sino hasta en la conve-nienda, en algunas circunstancias particulares, no precisamente de la vida mística, y sin querer afinma,r que en ésta no pueda ni deba darse, antes de llegar al estado de transformación.

    RazonemlOS nuestro punto de vista. 1.0 Posibilidad (52): Que sea posible, no ya de p.otentia. Dei

    absoluva, sino de pot'e1ntia Dei ordinata, para mí es cosa fuera de duda. Mi razonamiento es sendllo :

    La repugnancia intrínseca o extrínseca, que contra esta posibi-lidad pudiera alegarse, podría esgrimirse asimismo~y a fort.iori-

    y reproches, sus consuelos y halagos- sensihles, hasta los' Carlnosos: servicios que le prestaba, tales como hacer de correo entre ella y su Director espiritual tn.'ayendo y lle-vando la correspondencia. Es un capítulo encantador, entre 10sI muchos, de esa joya

  • ,326 P. ISIDORO DE SAN JOSÉ, O. C. D.

    Co.ntra la diabólica (53). Si tenemos, pues, que ésta se da, de he-cho, es legítimo de estos cuatro lados: a) de parte de nios; b) de parte del alma y su perfección espiritual; c) de parte del Angel Custodio, y d) de ·parte de la posesión en sí misma.

    De parte de Dios.-Me panxe una nueva manifestación (aun-que haya otras muchas) de su bondad, de su miseriaordia, de su sabiduría y de su pÜ'der, en orden a la saJlvaGÍón y santificación die las alm'as, en cuya consecución em¡p1earía un medio excepcional, ,que haría l'ieSlplandecer m~lagroSiamte't1te tlodos: esos atributos, lo que, en sí mismo, no deja de ser muy aceptalble y congruente.

    De parte del allma y su perfección.-PoJ1que puede facilitarle la labor de pwrificación, iluminación y unión con Dios.

    A prime m vista parece surgir de aquí una seria dificultad en contra. Que la posesión quitaría, en parte al menos, la liber-tad; y en tanto, el mérito. Y no obstante, esta dificultad no es más que apar.ent&.

    La Moral, la Ascética, la Psiquiatría Pastoral y la ex,periencia nos hablan de la deformidad del vicio, que puede negar a crear una especie de segunda naturaleza en el alma; de la anormalidad de ciertas t'endencias 'morbosas, por ataviSil,llo o. por hábitO', hasta'

    ('53') L. ROURE: Possession diabo!ique, D. T. C. 12, 2635-2647. MAZZELLA: De Deo (}I'eante, Disp, n, a.rt. 9, & 2, n, 469. Prati, 1908. AD. TANQUEREY: Synopsis. Theol. Dogm. Vol. 2, De Deo Ol'eante et Elev. cwp. n, arto 3, & 2 n. 814, Parisiis, 1933. L. LERCHER: Institutiones TheoL Dogm. Vol. 2. De Deo Ol'eante '€t Elev. cap. 2, al't. 2, n. 703, Bar-celona, 1945. P. F. SAGÜES, S. J. Sacra'; Tlteol. Summa. Vol. 2, De Deo Creante et Elev. L. n, cap, 6, a, 2, ns. 470-486, B. A. C., Madrid, 1952.

    (54) Entré los motivos que Dios ¡puede tener en la permisión de la posesión dlabó-l1~a los teólogos asIgnan los siguientes: 1.' Un motivo d~ demostración de la existen-cia y ma1icla de los espíritus infernales. 2." Una ostentación del ¡poder taumatúrgico de la Iglesia, de sus ISacramentales y dé sus ministros; y 6.' Una rpruetla IYUrificadora de la virtud de las almas, .

    Como quiera que la posesión, en Sd: misma, ni es pecado, ni castigo del pecado (como tampoco son tm¡putables 10s actos en eUa .perpetrados a instigación del demonio), puede darse no sólo en los infieles o no bautizadOS!, sino hasta en los mismos fieles y aun en almas muy santas.

    Cfr. p, SAGÜES. S, J, sacrae Theol. Su-rnma, Vol. 2, De Deo Creante et Elev. L. n, .cap, 6, arto 2, n. 486, B, A. C" Madrid, 1952. p, BATAINI. art. cit, (19-18) pág. 299.

  • LA DOCTRINA DEL ÁNGEL CUSTODIO 327

    hacer diUcil la regeneración moral de ciertos sujetos; de la difi-cultad de arranoar de raíz dichos hálbitos y tendencias desarregla-das, etc.

    Que, aparte de la responsabilidad a 'Ciue haya lugar en cada caso, n0' fácil por cierto de precisar, se dé un muc11'O de innato, constitucional, instintivo y ci.ego, que obstaculice, por la repeti-dón de a-ctos reitemdos,el retornO' del sujet0' a la práctica de la virtud, no creo que haya 'nadie que 10 niegue.

    ¿ No sería un medi(}.-"a pari"----

  • 328 P. ISIDORO DE SAN JOSÉ, O. C. D.

    Si así no fuera, es probable que quienes menOoS merecerían en la maYOoría die los casos serían los santos. SOon l'Üs que menos di-ficultades sienten, de qrdinario, para la virtud; y tanto menos, cuanto más perfectos son (55).

    Aun suponiendo y todo que los desarreglos primeros quedasen totalmente suprimidos, no cabría 11lás cOonclusión que ésta: que no habría posibilidad de .mereoer en la lucha, puesto que la lucha no existe; pero al margen de todo esfuerzo ascético de represión, queda todo U1t mU>1~do positivo por conseguir: el aquilatamiento y la depuración progresiva de la caridélld, en la que el alma podría ejercitarse, con ventajas, rotas ya las ligaduras de las tendencias motibosas y descuajadas las raÍCes profundas de los vicios.

    De parte del Angel Custodio.~También s~ perciben algunas conveniencias, puesto que en este caso aparecerían, más pa,tentes que nunca'---y de modo excepcional-su celo, su caridad, su sOoli-citud y su eficacia protectora, salvadora y santificadOora para con el alma que Dios le confió.

    De parte, finalmente, de la posesión núsma.-Porque sería una confirmación, más rotunda, de la existencia' de la tutela y sus ex-celencias; como l'a, diabólica lo es de la existencia del espíritu del mal y su perversidad; al propio tiempo que una contraposi-ción, mUy natural y raZJonable, a ella. ¿ Si el demoniOo puede lle-gar, por permisión divina, a ese extremo, para mal, p'Ür qué no el Angel Custodio, para bien?

    En conclusión: estimo posible la posesió:n angélica: y aun cOlI'veniente, en circunstancias determinadas.

    He dicho de intento "en circnns,tanCÍ-as determinadas", para obviar una dificultad.

    Admitiendo que Dios 'pueda recurrir a ese medio, en su propó-sitOode salvar y sa:ntificar las alimas, bien ,en algunos casos, c'Ümo los aludidos anteriormente (en almas que se debaten en las prime-ras moradas o incluso en los arrabales del castillo), bien en 'J110-mientas aislados de la vía ,mística, según su providencia, hemos de negar, en cambio, con San Juan de la Cruz, que dicha posesión pueda servir al alma de medio próximo para la unión con Dios.

    Ya lOo hicimos notar. Pero es menester l'epeif:irlo al Uegar a esfe extremo. «En 10 cual habemos de advertir, habla el Doctor Mís,.. tico, que 'entre todas las criaturas s'nperioMs e inferiores, ll'ingu11u hay que próximamente jU11Ü can Dios ni ten'ga semejanza con su

    (65) S. Juan de la C,'uz nos' habla de la ca;lidad purísima del amor y del mérito del alma tlrasformada, diciéndono:;o que en un solql acto de amor de los que aquí realiza mel'ecé más y da más gloria a Dios que en todos los anteriores actos de caridad: y ejer-cicios de virtudes, a'Ullque fueren estimados de grande caudal y excelencia. Cántico,. canco 26, n. 14; Ibid. canco 28, n. 10.

  • :LA DOCTRINA DEL ÁNGEL CUSTODIO 329

    Ser» ... «Porque, ¿ qué Dios habrá tan grande? Es, a saber: ¿ qué Angel tan levantado en ser, y qué santo tan levantado en gloria será tan grande, que sea camino prop.orcionado y bastante para ve-nir a Ti?» (56).

    La posesión Angélica, de ser posible, no> puede ser, pues, para el alma, sino me1dio remoto de unión con Dios.

    4. ° Normas prácticas

    Fundada el alma espiritual, a quien Dios hace merced de lle-var por el camino de la Mlística, en ·la triple función que el Doc-tor Carmelitano atribuye al Angel Custodio'-de guía, apacem.tador y defensor~, puede recurrir a él con singular confianza en esos tres momentos de crisis ·que señala San Juan de la Cruz:

    1.0 En el tránsito a la contemplación, para que no pelimita que la acción de ninguno de los tres ciegos la haga perder las divinas unciones.

    2.° En el ej'ercicio de ella-lbien de la que se da en pura fe, bien en las mercedes que de 'Ordinario la acompa.ñan; para que la falacia del adversario no la r'etarde ni descarríe con sus tram-pantojos. La expresión es de San Juan de la Cruz.

    3.° En las terribles pruebas y ausencias del Esposo (noches oscuras), en demanda de fortaleza y fidelidad, hasta .que llegue la hora de la visitación.

    CONCLUSION FINAL

    Hemos estudiado la doctrina del An.gel Custodio individual, en el Dogma (Sagrada Escritura, Tradición, Magisterio Eclesiás.:-tico), en la Teología, en el Arte yl en la Espirituali(lad.

    Al final de nuestra jornada ¡podemos dirigir una mirada de con-conjunto al panorama recorrido y dejar asentadas estas conclu-siones:

    1.a La tesis de la tutela angélica, en generall, es una verdad de fe.

    2." Que cada homMe, en p,artimtlar, tenga su propio Angel de la Guarda, nos parece teológicamente: a) con relación a l:os infie-

    . les o paganos, muy probable y s,entenci.a común entre los Dooto-res; b) por 10 que respecta a los fieles o cristianos (sean justos o pecadores), doctrina: comple1tamente cierta en Teología ("omnino certa in theoIlogia), y de unanimidad a:bso1uta en los Maestros.

    3.a Que la vTtalidjld santificadora de la tutela angélica tiene

    (5(3) Subic!a, lib. 2, cap. VIII, n. 3.

  • 330 P •. ISIDORO DE SAN JOSÉ, O. C. D.

    un fundam,ento dogmat-ico-teológíco muy sólido, que arranca fron-talmente de estos tres principios: a) del hecho incontrovertible de la tutela individual j b) del dogma de la providencia divina, en la Economía de la salud, y c) del dogma de nuestra incorporación a Cristo y Comunión de los Santos.

    4. a Que la verdad de .la tu\te1a angélica, sincera, Íntima e intensamente vivida, puede alcanzar un ilnflujo insospechado en el. desarrollo creciente de la perfección cristiana. Conceptuada como el medio de progreso más eficaz--excepto Jesús y María-en el camino de la perfección (57).

    5.a Que el alma cristiana, a:n:he1osa de perf.ección sobrenatu-ral, debe de profesar singular devoción-entre todas---a su Angel Custodio, tendiendo cada día a una unión. más estrecha con él. En la seguridad plena de que por este medio, sea por e.l caJJ;uino llanO' de la Ascética, sea por el más dificultoso de la Mística, llegará mas pronto, más segura y can más ganancia, a la unión con Dios por amor, amor, té1"rnil1O definitivo de tod0,9 sus anhelos en la tierra.

    (57) Esta conclusión es' una deducción lógica de los .principios asentados desde-las' prlm.eras páginas de nuestro estudio hasta aquí; particularmente de lo establecido en el articulo anterior bajo el epígrafe «Principios dogmático-teológicos que fundamentan la eficacia santificadora de la tutela angélica individuah> (REv. ESPIR. 12 (1953) lfiO.,l63).

    IInsisto tanto en €;Sta conclusión porque fué este él móvil !lmincirpal que motivó mi estudio al contacto de la Suma Teológica de Santo Tomás y de la Biografía de Santa Gema.

    No es obsesión, ni preferencia personal. Creo que olvírlamos demasiado, o no apli-camos, al menos, en nuestra vida de piedad con ·toda vitalidad, ni db.'ectores ni almas, el gran principio teológico dé Santo Tomás: que Dios golbierna e'l mundo y los hom-bresl (en el Ol'den natural y en el de la gracia) por medio de sus Angelel3. y de los Angeles Custodios, precisamente. Es léy ordinaria de su Providencia sabia y paternal.. Cfr. S~¿ma Tea!., 1, q. 22, a. 3; q. 103, a. 6, in c. et ad 3um.; q. 110, a. 1, c,; q. 111, a. ~, c. q. 113, a. 1, ad 3um.; q. 116, a. 2, c. etc.

    Recomendamos a las almas la devoción a los· Santos y Bienaventm'ados· como lro medio de perfección cristiana y está bien. Recurren a ellos con fe viva y los obse-quian con Novenas, Triduos, Procesiones y multitud de oracÍ:c!nes vocales y ceremoni'asr Els digno de "",comio, a,mque ,pudiera hacersé con mayor perfección.

    Pero, con todo, esta es. la gran verdad teológica, acaso no tan bien meditada y pon-

  • LA DOCTRINA DEL ÁNGEL' CUSTODIO 331

    BIBLIOGRAFIA

    Agrupamos en la presente nota bibliográllca las pl'incLpales obras y estudios sobre la materia.

    Las hemos distribuido en cinco apartados ¡para más comodidad de nuestros lecto-res: A) Obras dé carácter Dogmático-Teológico; B) Obras de carácter Ascético-Moral; e) Obras de carácter Histórico y Biográfico; D) Obras de carácter Artístico; E) Obras. ele carácter oratorio y panegiris,ta.

    A) OBRAS DE CARACTER DOGMATICO-TEOLOGlCO

    Además de la Sagrada Escritura: Ant'iguo Testame1tto: Gen., xxm, 11-13; Reg. l., 19, 1-8; Judit., XIII, 20; Tobías; Salmos: 90, '11-13; 33, 8; 137, 1; lsaías, LXII, 6; Dan., 10, 13c21; ibid., 12, 1,; etc. Nuevo TestO/lnento: Mat. XVIII, 10; Acct. xm, 15; Hebr .. 1, 14.

    Y los subsidios generales para PP. Apostólicos', Santos Padres y Concilies: XISTUS COLOMBO: S. S. Patnun A.posto/.icoTum Opera (graece et latime). SOCo Edit. In-

    ternazionale, Torino, 1934. npastor HeT'lnae", visio 111, mandatum VI, Similitudo V ~ lbid. "J

  • 332 P. ISIDORO DE SAN JOSÉ, O. C. D.

    B) OBRAS DE CARACTcElR ASCETICO-MORAL

    ALBERTINI, F.: Libellus de Angelo C,¡stode. Coloniae, 1613. ANGELÓFILO [Anónimo]: N,;est,·o Compafi.ero y p.rotector, el Santo Angel de 1" Guarda.

    Tarragona, 194

  • LA DOCTRINA DEL ÁNGEL CUSTODIO

    TROMBELLI, J, C.: Tmttato degli angeli custodio Bolonia, 1747. VASCONCELLOS, ANTONIO DE: Do Anjo da Gua¡·da. Ebora, 1621,

    333

    VENTURA, J,: Our Guardian Angels, «Eccl.- Rev,», 94 (1936), 27-32. VILLARltASA, E. M.': Leyenda de oro. Día 1 de marzo, Barcelona 1896. Vrl'ToRELLI, A.: Annotazioni nelle lezzioni della divina Scritturd dell'offizio dell' Angelo

    Custoáe. --o De Ang6101'1tm custodia /.lbri duo ... Padua, 1605, -: DelIa Custodia degli angeli: breve trattato per pe1'8one spirituali, Venecia, 1616, URBEL, JUSTO p, DE, O, .s, B.: Ai'io C"istiano, Día 2 de octubre, Vol. V, Madrid, 1940,

    C) OBRAS DE CARACTER HrSTORICO y BIOGRAFlCO

    1, De carácte,. histórico general,

    AEPINus: De p,'imitiva Ecclesia angelorwn cultum aversante, Rostochii, 1757, BAREILLE, G,: Le culte des Anges a l'epoque des Péres de l'Eglise, En «Rey, Thomis-

    te», 8 (1900) 40-49, -: Angelologie d'aprés les Péres, «DTC», r, 1192-1222, BRICOUT, J,: «Dictionnaire practique eles connaissences religieuses», París, 1925, Vide

    Ange, l, 222 ss, Anges et demons, l, 230-238, F. CABROL-H, LEcLERcQ: Reliquiae litw-gicae vetustissimae, París, 1913, CWTZ: De Angelolat1-ía. Rostochii, 1636. -DANIE~OU, J,: Les Anges el; leur mission d'aprés les Pé,.es de l'Eglise, Coll, IJrEmi-KIon"

    'EdL de Cheyatogne, 1952, DRIVAL: L'iconagra.phie des anges. En «Rev. de l'art ch'retien», 1866, pág. 314, ESPASA, J,: «Enciclopedia universal ilustrada. Barcelona, 1930, Vidé Angel, FREY, J, B.: L'Angelologie juive an temps' de Jesus-Ch,';st, «RéY, se, ¡phiL et theo1. 5

    (1911), 75-110, HACKSPILL, L,: L'Angelologie juive a l'epoq1¿e neotestamentai1-e, «Hey, BibL», 11 (1902,)

    527-550. KERKHOFS, L. J,: De Angelo,.nm custodia. «Rev. Eccl, Liege», 19 (1928) 282, LECLERcQ, H,: Anges. «Dict, el'AJeq. chretien et Liturgie», r, 2080-2161, Ver Singularmente

    el apartado VIIr: Les Anges psyc'hagoges,-M'llY abundante bibliografía, LEMONNYER, A" O, p,: Angelologie ch,'etienne, «DBS», 1. 255-262, MARTIGNY: «Diccionario de Antigüedades cristianas.» Madrid, 1892, Vide Angeles, PIROT, L,: Ange, DIE., París, 1928. SAINTRAIN, R, P,: Les saintes Anges d'aprés l'Ecritw'e et la T,'adition, París (Castermann), SAUBEN, J,: Ange, «DAFC» , l, 124-128. TURMEL: Histoire de l' Angelologie, En «Rev, de Hist, et Lit, relig,» Tom, JII y IV,

    1898-1899, VACANT: Angelologie dans les Concites. «DTC» r, 1169.

    Ange d'ap,'és la Sainte Ecritw'e, «DTC» r, 1190, -: Ange dans l'Eglise latine. «DTC» r, 1227,

    2, De cm'ácte,' biográfico.

    BASILIO DE SAN PABLO, Pasionista: Lfl Bea.ta Gema Galgani, Vida completa, Parte 4.', cap, VrII, Barcelona, 1936.

    BRUNO DE SAN JOSÉ, O, C. D.: Ob"(ls completas de Santa Teresitrn del Niñd, Jesús. Bur-gos, 1945, pág, 713,

    p, CÁMARA: La Vene,'able Sacramento, Biografía de la Condesa ele Jorbalán, Salaman-ca, lB02,

    FLORENCro DEL NIÑO JESÚS, O. C, D,: LiTio y Hostia, Biografía de María A11gela del Nlfio Jesús, Madrid, 1936,

    IKGASTI: La Esclava del Santísimo. DRTEGA, TIMOTEO, O, S, B.: Revelaciones de Santa Matilde. Buenos Aires, 1924, Revela-

    ciones de santa Gertrudis, la. Magna, Santo Domingo de Silos. 1932. SILVERIQ DE SANTA TERESA, O. C, D.: Ob,'as completas de Santa Teresa de Jesús, Bur_

    gos, 1945,

    D) OBRAS DE CARACTER ARTI'STlOO

    ~BRICOUT, J,: «Dictionnaire 'Practique des connaissencés religieuses», Vide Anges, Pa-ris, 1925, Un estudio muy valioso y documentado sobre los Angeles en el arte, aunque en forma general y no concretamente bajo el tema dé la tutela.

    Después de una introducción muy atinada Se estudia en cinco apartados, los An-,geles en el arte bizantino, italiano, flamenco, inglés y holandiés, eQPañol Y francés.

    ESPASA, J,: «IDnciclqpédia universal ilustradu,". Vide Angel, KÜNSTLE, K,: Ikonog>'a.phie de,' ch,'istlichen Kunnst, Fl'ibtU' Br, 192-8, ,páglS, 239'-254. _. LECLERCQ, H.: Anges, «DACL", l, 2080-2161. Con un caudal bibliográfico abundantLsl-

    mo, col. 2159-2161. MALE, E.: L' A,'t religieux ap,'és le Concile de T·ren,te. París, 1932. Cap, VII, lVIARTIGNY: «Diccionario de Antigüedades cristianas». Vide Angeles. Madl'lel, 18-94. lVIENASCI, GUIDO: Gli Angeli nell'arte. Florencia, 1902,

    5

  • 334 P. ISIDORO DE SAN JOSÉ, O. C. D.

    E) OBRAS DE CARACTER ORATORIO y PANEGIRISTA

    ALMEIDA, TEODORO DE: Se/'món 1'ara el día del Angel Custodio del Reino. [Que eS Ull :panegíriQo al Angel Custodio de cada unol. En «El Pastor Evangélico», t. III, Ma-drid, 1799, pág. 191.

    HAEZA GONZÁLEZ, TOMÁS: Se1'1n6n del Angel Custodlo. En «Colecci6n de Sermones», t. V ..• Segovia, 1846, pág, 150.

    BERNARDO, SAN: Serm6n XII. Comento al Salmo «Qui habitat». Obras, B. A. C., Madrid, 1947, :pág. 413, En la fesUvidad de san Miguel, pág. 635.

    BOSSUET, J. B.: Panegi1'ique 1'0111' la fete des Anges Gardiens. Edit. Lebarq, 1659, T, IrI, pág. 91-113.

    BUENAVENTURA, SAN: Sermones de Sanctis Angelis. Serm, IV et V (ed. Qual'uchi, 1901, T. IX, págs. 620-629.

    BULDÚ, RAMÓN: Panegírico del Santo Angel Custodio. En «Tesoro de Oratoria Sagrada»" t, J, Barcelona, 1880, pág. 108.

    CJ,ARET, SAN ANTONIO MARíA: Serm6n del Santo An¡¡el de la G1la/'da. En "Colección de selectos panegíricos», t. V, Barcelona, 1860, pág, 50,

    COTON, P.: Sermons sU?' les pTinci1'ales et 1'lus difficiles matie/'es de la foy. París, 1617, V: Des Anges. VI: Des Anges Gardiens.

    DíAZ DE GUEREÑO, PEDRO, Flbro.: Sm'm6n 1'al'a el día de los Angeles qustodios. En su. obra, «Afio panegírico», t, V, Madrid, 1785, pág. 162.

    ERRO E ERIGOYEN, CASIMIRQ DE: CToquis del Sm'm6n de los Angeles en genel'al. A1'li-· cable al Santo Angel de la GuaTda. En «Anuario de predicación o colección de Ser-mones», Madrid, 1884, pág. 483.

    FAllER, X., O. M.: Se1'1nones de Sanctis Angelis. Landishutl, 1726. Ji'ORNERUS, FRED.: Sermones de natura, qu.alitatibus, i,nnume'ris beneficiis... Sancto)'u'm.

    Angelorum. Bambergae, 1627 (Treinta sermones). GARCÍA, LÁZARO: Sermón del Santo Angel de la Gua¡'da, En «.Biblioteca Predicable»,

    t, XXII. Madrid, ]850, pág. 251, M. GAY: Sermo s",,' les Anges Gardiens. Cfr, Conferences aux meres chret., t. 11, Pa-

    rís" 1897, págs. 393 ss. GERSON, J.: Se1'mG de An¡¡elis. Ü'pera omnia, t. lII, Ant;uel':piae, 1706, pág. 1492. GoNZÁLEZ, J. ANTONIO: Sel'm6n del Ange/; Custodio. En «Colección. de sermones», t. V,.

    Segovia, 1846, pág, 150. HERNÁNDEZ, VICENTE: Se1'm6n del Santo Angel Custodio. En «Colección de ~ermones pa-

    negl1'icQS originales», t. 1, Madrid, 1848,pág. 185. ISLA, J. F., S. J.: Sermón del Angel de la GU.a1'da, En «Sermones panegíricos», t. V,.

    Madrid, 1793, pág. 1. JORGE TORRES, FRANCISCO: Los Santos Angeles de la Guarda. En {{Repertorio de Pá-

    rrocos», t. VI, Madrid, 1851, !pág. 3.13. A. KOCH-A. SANCHO: Docete. T. n. Titulo 214 (Barcelona, 195\2), pág. 66. LANUZA, JERÓNIMO BAUTISTA, O. P.: Sel'món sobre el Angel Custodio. En {(Discursos pre-

    dicables», t. VI, Salamanca, 1791. LASELVE, Z.: Annu.s Apostolicus. T. N, Venetiis, 1774, :pág. 450. LÁZARO GARZÓN, B,: Panegírico del Santo Angel Cm

  • LA DOCTRINA DEL ÁNGEL CUSTODIO 335

    SUMARIO-ESQUEMA INTRODUCCION PRIMERA PARTE: LA DOCTRINA DEL ANGEL CUSTODW INDIVrDUAL EN EL DOG-

    MA, ElN LA TEOLOGIA y EN EL ARTE. A) EL HECHO,

    1) En ei Magiste¡'io ele la Iglesia, a) Concilios', b) S, Liturgia, cl Enseñanza de cat, y preclicación,

    Cfr. REVISTA DE Esp, 8 (1949), 265-290. 2) En la Sda. Esc1'itu¡'(/. 3) En la T¡·adic-i6n.

    a) En los escritos apostólicos (a, 150), b) En los Padres, del primer períOdo 8-474). 4) En la Teología,

    a) Testilnonio unánime de los teólogos. 1. Desde el Damasceno hasta Santo Tomás. 2. Desde· Santo Tlomás hasta fines del s, XVII. 3, Desde fines del XVII hasta nuestros días,

    b) Argumentos racionales en que se flrndan. Cfr, REvISTA DE E",?, 9 (1950), 451-467.

    5) En el a,¡'te ¡'eUgioso (Arqueología, EscultUl'a, Pintura, Estampería, etc.) Cfr, REVISTA DE Esp, 11 (1952), 67-79.

    B) DETALLES CIRCUNSTANCIALES EN TORNO AL HECHO D~ LA TUTELA. ANGÉLJCA INDIVIDUAL. ¿Cuándo comIenza? ¿Sufre intm'/'wpci6n? ¿Cuándo termina? ¿Mm'cee el Angel

    Custodio? ' O) MUTUAS RELACIONES DEL ANGEL y SU ENCOMENDADO.

    a) Beneficios del Angel. Materiales, espi¡'ituales, bl Deberes del hombre,

    1. Reveréncia, 2. Devoción. 3, Confianza, 4, Docilidad, 5. Gratitud y amor.

    SEGUNDA PARTE: DOCTRINA DEL ANGEL CUSTODIO EN LA ESPIRITUALIUAD. A) 'REFLEJos HISTÓRICOS DE LA TUTEL~ ANGÉLICA. INDIVIDUAL~

    1. En la Sda. Escritura. 2. En los slete pritm.eros siglo Si de la Iglesia. 3, 'Desde fines de la edad patríetica hasta ,San Juan de la. Cruz. 4. Desde el Dontar m!stica hasta nuestros días.

    Cfr, REVISTA DE Esp, 12 (1953), 24-52. B) VALOR, EFICACIA Y APLICACIONES DE LA DOCTRINA DE LA TUTELA ANGÉLICA EN LA VIDA

    ESPIRITUAL. 1, Principias dogmático-teoI6¡¡icos q1le fundamentan la eficacia santificadora de

    la tutela angélica individual, 2. La tutela angélica individual en las d'ive¡'sas etapas de la vida espi¡'itual:

    1) En el desarrollo normal de la gracia. EN LA A:SClET1CA. Cfr. REVISTA DE Esp, 12 \1953, 150-185.

    ID En ,el desa'l'rollo extraordinario de la gracia: EN LA lVUSTICA. 1. El1 el tránsito a la contemplación, 2. En él ejercicio de la contemplaCión, 3. En las mercedes extraordinarias del des,posorio y matrimonios espi-

    .'ituales. CONCLUSION FINAL BIBLIQGRAll'l1A

    (O) Para que los lecto.res de REVISTA DE EsPIRITUALIDAD, que haon seguido paciente-ménte nuestro estudio-