Jose Vicente Borras

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Benicarló, 2011 Ángel Rodríguez de Mier BIBLIOTECA LA BARCELLA, 11 José Vicente Borrás Castell Memorias de un maestro republicano

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Memorias de un maestro republicano Ángel Rodríguez de Mier biblioteca la barcella , 11 Benicarló, 2011

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B e n i c a r l ó , 2 0 1 1

Ángel Rodríguez de Mier

biblioteca la barcella, 11

José Vicente Borrás CastellMemorias de un maestro republicano

Primera edición noviembre de 2011

© Texto Ángel Rodríguez de Mier Rizo© Prólogo Josep Ramon Tiller Fibla

© De esta edición Onada Edicions

EditaOnada EdiciOns

Plaça de l’Ajuntament, local 3Apt. de correus 390 • 12580 BEnicarló

www.onadaedicions.com • [email protected]

Corrección lingüística Rosa Maria Camps CardonaDiseño Ramon París Peñaranda

Maquetación Paül PeraltaPortada José Maria Fibla Foix - Fundación Compte Fibla

ISBN: 978-84-15221-28-9Depósito legal: BI-2781-2011

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ÍNDICE

Prólogo de José ramón Tiller 11

agradecimienTos 21

adverTencia 21

introducción del autor 25

1. Forjando el Futuro (1904 -1936) 29

2. Verano de 1936 en càlig 37

3. la guerra (1ª parte). VillaFranca del cid 47

4. la guerra (2ª parte). la eVacuación 59

5. la guerra ha terminado, comienza el Vía crucis 71

6. benicarló. primera condena a muerte 81

7. castellón. segunda condena a muerte 89

8. relatos de un penado a muerte 99

A quien leyere 102

Contrastes 104

Un oasis de Europa 107

Momentos de la celda El ingreso 108

Estudio La bella durmiente 110

Momentos de la celda Amanecer 111

Estudio Sombras 115

Momentos de la celda La mañana 116

Fortaleza medieval 120

Momentos de la celda La correspondencia 121

Momentos de la celda La hora del patio 123

Veraneo 127

Momentos de la celda La visita 128

Rosa náutica 132

Momentos de la celda La velada 133

Retrato de mujer: R E B de Traiguera 136

Momentos de la celda La noche 137

Dibujo sin título 141

Momentos de la celda El traslado 142

Retrato de mujer: E R de Traiguera 144

Reflexiones Antecedentes del movimiento 145

Retrato de mujer: P B M de Villafranca del Cid 149

Información previa relativa a las ejecuciones 150

Momentos de la celda La saca 151

Hogar 156

Soliloquios 157

Problema matemático 160

José Serrano 161

Joel McRea, artista de la pantalla 162

Una, grande, libre 163

Miriam Hopkins, estrella de la pantalla 164

Mussolini, Hitler, Matsuoka 165

Momentos de la celda: ¡¡Conmutación!! 166

9. san miguel de los reyes 171

10. reducción de condena y libertad condicional 179

11. resumen de sentencias hasta el indulto total 187

12. primer Viaje a bélgica 193

13. reingreso en el magisterio y jubilación 201

anexo: emilio borrás castell 213

resumen cronológico 219

índice onomástico 223

índice toponímico 231

bibliograFía y otras Fuentes 237

A María, mi nieta,para que se lo cuente a sus nietos.

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Prólogo

En el atardecer del último domingo del pasado verano, un día especialmente caluroso para esa época del año, recibí una inesperada llamada de teléfono en esas horas en que parece

que el sol está abatido de tanto esfuerzo y se retira a descansar tras las montañas Mientras me acercaba a mi teléfono móvil para con-testar, pensé que sería alguna persona con la que hace más tiempo del deseado que no mantengo contacto En los últimos años los domingos y, menos del verano, no suele llamarme nadie —una de las ventajas de estar apartado de la vida profesional pública Al leer su nombre en la pantalla de mi Blackberry, salí de dudas Era el pro-fesor Ángel Rodríguez de Mier

Conozco a Ángel desde hace cuarenta y dos años Yo era estudiante de sexto curso de bachillerato, tenía quince años El entonces direc-tor del Instituto Técnico Ramón Cid de Benicarló, Francisco Cruz, para todos los alumnos el tío Paco, tuvo la feliz idea de contratar a Ángel, fuera del horario lectivo, para impartir unas clases de mate-máticas a los alumnos de sexto y séptimo de ese año; en esa época seríamos treinta y pocos estudiantes en el aula

Él fue la primera persona que nos enseñó lo que en aquellos tiem-pos llamábamos “matemática moderna”, ahora ignoro cómo se deno-mina, pero me imagino que de moderna tendrá poco Pero, para mí, la aportación más importante que nos hizo el profesor Rodríguez de

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Mier en esas clases, no fue el hecho de que nos enseñara a entender y valorar las matemáticas, sino que nos dejó ver que existía una forma distinta de enseñar desde el respeto y la complicidad con el alumno

En 1969, Benicarló era un pueblo que, como tantos otros de la costa mediterránea española, iniciaba la senda del desarrollismo económico del tardofranquismo La llegada de los primeros turistas había impulsado una incipiente industria de nuevos servicios que acercaron a nuestros pueblos costeros a jóvenes emprendedores En especial, en nuestra comarca del Maestrat, venían atraídos por el irre-sistible encanto de una Peñíscola que todavía no había sido masa-crada por los especuladores del suelo Ángel fue uno de esos jóvenes y, afortunadamente, se quedó entre nosotros

El profesor Ángel Rodríguez de Mier fue un soplo de modernidad para el Benicarló de la época y, desde entonces, no ha dejado nunca de aportar su vitalidad y su talento a la sociedad que le acogió como uno de los suyos Hoy, Ángel se ha convertido por derecho propio en uno de los protagonistas importantes de nuestra historia local No se podrá contar la historia de los últimos cincuenta años de Benicarló sin mencionar al profesor Rodríguez de Mier

Cientos, quizá miles de jóvenes hemos pasado por su academia de matemáticas, muchos más los que han leído sus columnas de opinión durante años en semanarios y revistas, le han oído cantar en la Coral Polifónica Benicarlanda e incluso pescar en el antiguo puerto Le hemos visto encima de un escenario, bien interpretando o en otras muchas ocasiones, colaborando con alguna entidad o aso-ciación local Pero también le hemos visto, leído y oído defender con pasión y argumentos sus posiciones políticas como concejal en el ayuntamiento y, algunos afortunados, hemos compartido intensas e inolvidables tertulias hasta altas horas de la madrugada sobre lo divino y lo humano, con un White Label con Coca-Cola en la mano

Enamorado como pocos de su Benicarló, el profesor Rodríguez de Mier ha sido un ejemplo constante para varias generaciones de implicación y compromiso con la sociedad a la que él voluntaria-mente decidió pertenecer y con los tiempos que le ha tocado vivir Un vivo ejemplo de coherencia con sus ideas, de constancia en sus proyectos y de altruismo en sus planteamientos Ángel emprende todos sus retos con una ilusión desbordante y no hay por qué dudar que en esta nueva faceta de escritor e investigador social vaya a ser

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distinto En mi opinión, mi amigo Ángel es un liberal en toda la extensión del término, un librepensador capaz de tener ideas propias —que en estos tiempos es una rareza—, una especie de hombre del Renacimiento fuera de época, varado entre los dos últimos siglos Un hombre singular e irrepetible

Ahora jubilado de la enseñanza, Ángel ha emprendido un nuevo e importante proyecto: ha decidido que recuperemos nuestra memo-ria histórica colectiva Quiere que conozcamos a personas que, en nuestros pueblos del Maestrat, han dejado su huella entre nosotros para bien, personas que nos han hecho mejores como personas, per-sonas como el maestro republicano José Vicente Borrás Castell, y tantos otros que debemos rescatar del olvido del tiempo para que aquellos que no los hayan conocido aprendan de los conocimientos y valores que nos legaron en su paso por la vida No dudo que lo hará con la dedicación y el rigor con la que siempre ha abordado todos sus innumerables proyectos Y estén seguros que lo va a conseguir

Particularmente, con el profesor Rodríguez de Mier, a pesar de que en alguna ocasión no hemos coincidido en algunos planteamientos políticos, siempre he sentido por él un gran aprecio y respeto que se ha mantenido intacto a lo largo de estos años Un aprecio y respeto que él me ha demostrado, en muchas ocasiones, que es compartido Pero volvamos al día que me llamó

Aunque él bien sabe que a mí no me molestaba su llamada, Ángel comenzó con las disculpas al uso por lo inoportuno de la misma y, sin muchos preámbulos, me comentó que estaba terminando de escribir el libro que ahora el lector tiene en sus manos Sin rodeos, directo y claro como siempre, mi antiguo profesor me pidió que quería que le hiciese el prólogo Ángel me comentó que había decidido recuperar la memoria del maestro republicano José Vicente Borrás Castell y estoy convencido que sabía que no iba a negarme

Conociéndolo, supongo que Rodríguez de Mier había meditado lo que tenía que decirme para que aceptase el encargo sin poner ningún reparo: “Es una historia muy similar a la de tu abuelo y me gustaría tener tu visión Alguien que lo ha vivido de cerca, en la fami-lia”, me dijo para que cayesen todas mis barreras

Ángel sabe que difícilmente le niego un favor a un amigo y menos a él Mi antiguo profesor es la persona de Benicarló que más se ha preocupado para que mantenga mi relación profesional con la ciudad

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que me vio nacer Ha sido él quien ha promovido mis dos últimas presencias públicas en Benicarló Las dos vinculadas con el semana-rio El Dissabte, donde colabora desde sus inicios y forma parte de su consejo de redacción; pero para asegurarse el éxito de su empresa y que accediese a su petición, necesitaba argumento irrefutable, y lo tenía: las cartas desde la cárcel de mi abuelo

El profesor Rodríguez de Mier es conocedor de que mi abuelo, José Tiller Pedra, dirigente de Izquierda Republicana y teniente de alcalde del Ayuntamiento de Benicarló, coincidió en la cárcel de Benicarló y, posiblemente, en la de Castellón, con José Vicente Borrás, el protagonista de este libro y natural de Cálig Es muy probable que se conociesen, aunque desconozco su grado de amistad porque mi abuelo era trece años mayor y, aunque republicanos los dos, no eran del mismo partido

Es muy probable que se conociesen, al menos por referencias, incluso antes de estar presos los dos en el penal de Benicarló La relación que pudieron mantener en la cárcel es difícil de adivinar, porque en el convento de Benicarló las condiciones de habitabilidad del improvisado penal y el número de reclusos era tan elevado que no hace pensar que mi abuelo y el maestro Borrás se vieran mucho, y menos que pudieran compartir alguna conversación “Todos los días de 1 a 2 de la tarde estamos en el patio, y luego pasamos a la celda hasta el día siguiente En cada celda somos 16, como ya lo sabes somos 9 de Benicarló en la celda que yo estoy El resto de presos sale al patio a otras horas del día”, contaba mi abuelo en una de las cartas

Ambos fueron condenados a pena de muerte por el mismo tribu-nal que argumentó, para ello, prácticamente el mismo delito: “( ) haber propagado una ideología que ha conducido a España a una revolución que ha costado miles de muertos”, frase que figura en el auto del maestro Borrás Ambos fueron trasladados a la prisión provincial de Castellón para su ejecución, “afortunadamente” a José Vicente Borrás se le conmutó la pena capital por la de reclusión mayor, pero José Tiller no salió con vida de ese penal

Rodríguez de Mier es profesor de matemáticas y no lo puede escon-der: riguroso, racional, metódico…, cualidades que ha aplicado en el proceso de investigación y documentación de este libro Pero Ángel es una persona que le gusta estar y hablar con la gente Es un gran conversador Por ello, no dudo que ha realizado una gran labor de

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investigación oral No es necesario que me lo haya comentado, pero estoy seguro que se ha entrevistado con todas aquellas personas que él ha pensado que le podían acercar a la figura del maestro Borrás, a sus vivencias, a su forma de ser y de pensar Personas que han vivido esos tiempos dramáticos para todos, personas que le han ayudado a entender en toda su dimensión a esos seres humanos excepcionales que les tocó vivir una de las etapas más convulsas y tristes de la his-toria de España

Una de esas personas con las que habló Ángel fue mi amigo y compañero de consistorio José Antonio Cerdá, que le habló de la existencia de una serie de cartas que mi abuelo le escribió a su mujer María y a su único hijo, mi padre Pepín Tiller, desde las cárceles de Benicarló, Vinaròs y Castellón

Ángel me imagino que enseguida comprendió que esas cartas tenían un gran valor para su proyecto, que podrían ser de ayuda para conocer mejor al maestro Borrás en toda su dimensión humana; porque, aunque fuesen escritas por otro hombre, ambos vivieron situaciones políticas y personales muy similares Él nunca me pidió leer esas cartas, pero estoy seguro que, entre otras, una de las razones que le indujeron a pensar en mí para prologar su libro, era que yo lo iba a hacer

Mi abuela María falleció, de muerte repentina, en la primavera de 1963 En su dormitorio y escondidas entre su ropa, mi madre encon-tró 38 cartas escritas por mi abuelo. La gran mayoría no tienen fecha pero, a buen seguro, fueron escritas entre el 26 de abril de 1939 —día en que fue detenido por la Guardia Civil a su llegada a Benicarló con toda la familia, procedentes de Valencia— y el 27 de noviembre de ese mismo año, el día que fue fusilado en el Riu Sec de Castellón

Mi padre, Pepín Tiller Ferrer, en su vida jamás se atrevió a leerlas y yo, hasta ahora, tampoco Ángel sin saberlo me ha ayudado a dar un paso en mi vida que no me había atrevido a dar y que tenía pen-diente Después del doloroso proceso de leer las cartas, no sólo me siento mucho más cerca de mi abuelo, de mi padre, de la familia, sino que el encargo de Ángel ha hecho que las leyese no sólo como un nieto afectado por esos terribles acontecimientos, sino también como un investigador social que busca extraer de ellas valores, mode-los de conducta, pautas de vida…, que sirvan para ilustrar y dar luz a la vida de esos hombres inigualables No sé si lo habré conseguido