John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    John William Cooke

    Apuntes para la militancia

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    Apuntes para la militancia

    Contar con una informacin adecuada no es slo un derecho

    que la masa peronista se ha ganado en sufridos aos de lucha,

    sino tambin condicin esencial para cumplir su misin histri-ca de liberar nuestra patria de la explotacin nacional e inter-

    nacional. Sin embargo, desde las estructuras dirigentes del movimiento

    nicamente le llegan trivialidades que nada agregan salvo confusin.

    Las funciones inexcusables es extender y ahondar ese conocimiento di-

    recto, elaborar crticamente datos de la realidad contempornea y presen-

    tar conclusiones que aclaren su sentido, extraer y generalizar las ense-

    anzas que deja la accin colectiva, tareas sin las cuales no se perfeccio-

    nan las formas organizativas y de combate.

    Es en la organizacin revolucionaria que se opera ese enriquecimiento

    recproco, al cual contribuyen los cuadros directivos con las sntesis es-

    clarecedoras que orientan a las masas obreras.

    El peronismo lo necesita con urgencia, como punto de partida para re-

    plantear sus inoperantes lneas polticas.

    Para saber cules son nuestras fallas y llegar a sus causas hay que te-

    ner una visin global de la Argentina, de las fuerzas que chocan en su

    seno, de las caractersticas que revisten esos conflictos. U dentro de esemarco histrico, examinar el significado del peronismo, con qu tenden-

    cias sociales e irreductiblemente antagnico, qu polticas lo condenarn

    a frustrarse y cules sirven al objetivo de realizarnos como destino na-

    cional.

    Por no plantearse correctamente todo esto, las burocracias siempre recti-

    fican los aciertos y reinciden en los errores. La indigencia terica arrastra

    a los desastres estratgicos.

    Lo primero que procuramos demostrar en la brevedad de este informe esque la teora poltica no es una ciencia enigmtica cuya jerarqua cabals-

    tica manejan unos pocos iniciados, sino un instrumento de las masas pa-

    ra desatar la tremenda potencia contenida en ellas. No les llega como un

    conjunto de mandamientos dictados desde las alturas, sino por un proce-

    so de su propia conciencia hacia la comprensin del mundo que han de

    transformar.

    John William Cooke, Diciembre de 1964

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    Prlogo de Rodolfo Ortega Pea y Eduardo Luis Duhalde

    El libro que prologamos tuvo un origen bien concreto: la tentativa deacercar a las bases del movimiento, es decir a la clase trabajadora pe-ronista, una visin histrico poltica comprensible. Se trata de apun-tes revolucionariamente didcticos, escritos con alto sentido crtico, entanto Cooke insista en la necesidad del auto-conocimiento permanentedel Movimiento Nacional Peronista.

    (...) La burocracia que "rectifica los aciertos y reincide en los errores",apunta a que la burocracia puede a los sumo en la mejor de las hipte-sis, es un cndido milagrerismo. La burocracia no es para Cooke unconjunto de hombres ms o menos malos o ineficaces. Se trata en cam-bio, en lo interno del Movimiento, de una conduccin sin poltica de fi-

    nes, o an ms concretamente, un sistema de conduccin de Movimien-to que carece de una poltica de Poder.

    Cooke tiene en claro que el peronismo tiene origen en el reconocimientode que el propio peronismo es un encuadramiento de las fuerzas popu-lares vertebrado en torno a la clase trabajadora.

    Es exacto que desde 1955 el pas sufre un "despotismo clasista" y quela presencia del peronismo impeda que las clases dominantes gocentranquilamente de sus privilegios usurpados. Pero no es menos exacto

    que a esa violencia del rgimen, que est en la lgica de las cosas y quenos confirma como su anttesis, el Peronismo se limita a jaquearla perono la suplanta revolucionariamente.

    Cooke busca en la historia argentina los orgenes del Peronismo. Desde ya participaba de una concepcin revisionista de la historia en tantorecuperacin de una concepcin nacional antioligrquica. Va a insistiren la demostracin de cmo movimientos nacionales antecesores delPeronismo: el federalismo de Rosas, la montoneras de Chacho Pealosa,Felipe Varela y Lpez Jordn; y el radicalismo de Yrigoyen fueron derro-

    tados en la lucha librada en la estructura semicolonial de la Argentina.Es decir, la historia como experiencia imposible para el poltico, y laanaloga sirviendo de instrumento de concientizacin de las masas, po-sibilitando una nueva estrategia de poder que no repita los erroreshistrico-polticos all analizados.

    John Cooke no rehuye desde ya, sino que asume, un anlisis clasistadel Peronismo, del cual surge que ste es el hombre poltico del proleta-riado, en la semicolonia que es la Argentina.

    La nueva situacin

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    El paso de una ideologa de protesta a una teora revolucionaria formaparte de la lgica necesaria de la lucha de liberacin, es uno de susmomentos bsicos. En primer lugar es necesario desarticular la su-puesta racionalidad que bajo la apariencia de cientificismo, encubre la

    "cultura" de dominacin del Sistema.Es cierto, sin embargo, que hasta ahora existe:

    a) Una inadecuacin entre el papel objetivo del peronismo y su supues-ta ideologa-doctrina.

    b) La ausencia de una teora revolucionaria del peronismo coherente yadecuada para la toma del poder.

    c) Un desarrollo de la programacin de un socialismo nacional.

    Cooke y la teora revolucionaria peronista

    En la formacin de Cooke seala: "Todo planteo para la lucha a partirdel conocimiento de nuestra situacin de pas semicolonial, integrantede un continente semicolonial". Por ello "cualquier poltica de liberacindebe ser, ante todo, antiimperialista". "La oligarqua nativa es un sub-producto que solamente ser eliminado cuando se liquide la influenciadel imperialismo. La lucha entonces, es de liberacin nacional, para li-

    berar al pas y alcanzar el triunfo definitivo".

    "El nacionalismo slo es posible como una poltica antiimperialista con-secuente".

    Cumplida la regla primordial de identificacin del enemigo, Cooke anali-za la naturaleza de la guerra librada por el peronismo. "Si es una guerralibrada contra el rgimen, no podemos contar con los que combaten"dentro" del rgimen. Combatimos contra el sistema y no contra una desus variantes. Cooke remarca la existencia de rebeldas toleradas dentro

    del Sistema como una categora propia del Sistema (nota: las marchasen reclamo de planes de asistencia social podra encuadrrselas dentrode esta categora).

    "Un clima de rebeldas individuales puede durar indefinidamente. So-lamente cuando la rebelda est coordinada y encausada en un movi-miento de liberacin, adquiere la eficacia necesaria para luchar con xi-to".

    "No hay liberacin sin el peronismo explica Cooke- pero el peronismosolo no puede hacer la liberacin".

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    Afirma:

    Que se necesita una movilizacin popular muy vasta

    La orientacin por un programa, inflexible en el mantenimiento de cier-

    tos principios fundamentales.

    Suficientemente amplio como para superar las particularidades ideol-gicas de los sectores que coinciden.

    Los partidos polticos tradicionales no forman parte del Frente de Libe-racin por la sencilla razn de que estn en la trinchera enemiga. Nodesean terminar con la opresin sino cambiar la mentalidad de losoprimidos.

    Autoconciencia y revolucin peronista

    Marca como puntos de una teora revolucionaria peronista:

    Sobre el voluntarismo y las masas: "Movimiento de masas en que la sa-lida revolucionaria sea la consecuencia lgica y la direccin revolucio-naria se convierta en la nica posible".

    La verdadera disyuntiva es entre una poltica reformista y una polticarevolucionaria. Entre una poltica de grupos y una poltica de masas.

    Una poltica revolucionaria equivale a unidad de teora, metodologa or-ganizativa y de lucha. Por ello lo que hay que cambiar no es el equipoburocrtico de turno: hay que cambiar los mtodos (nota: cuestin im-posible con alianzas con los partidos tradicionales, hoy tambin el PJ)

    Hasta que la revolucin no triunfe, slo podemos esperar triunfos tcti-cos. "Toda revolucin es el final de un proceso, y hasta que se cumplaese proceso, solamente se anotan parciales.

    "Quin ha dicho que porque el peronismo tenga una composicin so-

    cial policlasista su ideologa es tambin policlasista? El clasismo apare-ce de ese modo como una tentativa ideolgica de desmembrar el movi-miento nacional, de aislar a la clase trabajadora en nombre de un ideo-logismo puro".

    La ideologa revolucionaria es la nica que dar soluciones, no sola-mente para la clase trabajadora sino tambin para los sectores de nues-tra burguesa que tienen una funcin constructiva que desempear enlas etapas de transicin hacia nuevas formas de organizacin de la so-

    ciedad. "No hay poltica nacionalista sino bajo la conduccin de la clasetrabajadora, que movilice la voluntad nacional tras la empresa revolu-

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    cionaria de cambiar el orden social existente y asegurar sus bases me-diante el desarrollo independiente, hasta desplazar del poder a las cla-ses dominantes, la toma del poder por los trabajadores y la construc-cin nueva.

    El peronismo: hecho maldito de la poltica burguesa

    "El sistema capitalista en la Argentina est decrpito sin haber pasadopor la lozana. Bajo el liderazgo de Pern, a partir de 1945 el pas realizsu proceso democrtico burgus, como imposicin de un frente antiim-perialista cuya base de apoyo estaba en la clase trabajadora y sectoresde la clase media y sector nacionalista del ejrcito".

    "Al cerrarse las condiciones de prosperidad de post guerra, se agudiza la

    lucha de clases. Las contradicciones se dan tambin internamente en elseno del peronismo. El frente original amalgama fuerzas diversas, setransform en causa de debilidad" (nota: estas tensiones internas elevestos choques de baja confrontacin a la ms alta en los aos 70).

    Qu es el peronismo? "Fuedefine Cooke- el ms alto nivel de concien-cia al que lleg la clase trabajadora argentina. La definicin aparece re-formulada en un conocido reportaje a las FAR: Nosotros no nos inte-gramos al peronismo, el peronismo no es un club o un partido burgus

    al que uno puede afiliarse, el peronismo es fundamentalmente una ex-periencia de nuestro pueblo y lo que nosotros hacemos ahora es descu-brir que siempre habamos estado integrados a ella, en el sentido queest integrado a la experiencia de su pueblo todo hombre que se identi-fica con los intereses de los ms

    La superacin del peronismo

    "El ejrcito revolucionario est nucleado tras sus banderas y el pero-

    nismo no desaparecer por sustitucin sino mediante superacindialctica, es decir, no negndoselo sino integrndolo en una sntesis".

    Pero el problema aqu aparece, aunque correctamente solo apuntado:"El peronismo jaquea al rgimen...pero slo con mtodos revoluciona-rios podr suplantarlos".

    Por de pronto describi algunas de las caractersticas del Mtodo: "Sitomamos como punto de partida que la liberacin no se consigue derro-tando al grupo gobernante sino terminando con la dominacin imperia-

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    lista, se perfila con bastante nitidez el carcter de la lucha". Al analizarla poltica del Sistema en materia electoral precis: "La primera lnea dedefensa de la casta dominante est ubicada en el sistema de 1853, queotorga libertades polticas a cambio del respeto por las organizaciones

    que permiten el mantenimiento de las desigualdades sociales. Cuandoesa lnea es rebasada, est la segunda lnea, el fraude, cuya caracters-tica moderna consiste en la clasificacin apriorstica de cules fuerzasson democrticas y cules no".

    Algunas conclusiones

    El peronismo en el poder sustituy una ideologa de la realidad (capita-lismo de estado popular) con una doctrina coyuntural, en un destiempo

    que sera aprovechado por la contrarrevolucin al querrsele dar carc-ter permanente.

    El peronismo en el llano (peronismo de resistencia) condicion el proce-so de la cuestin nacional, pero sin tematizar su propia actividad de re-sistencia anticolonial.

    El peronismo est en actitud de toma del poder, puede ser integrado alsistema en funcin de aquella doctrina coyuntural como maniobra neo-colonial, o puede formular su propia autoconciencia revolucionaria a

    travs de una teora en la cual explicite que el poder no va a ser regala-do por cuanto el neocolonialismo no se suicida.

    Pero todo esto sin olvidar aquel pensamiento de Cooke:

    "Las masas latinoamericanas no pueden hacer causa comn con losverdugos, porque ellas tambin estn en la lista de las vctimas"

    Rodolfo Ortega Pea, Eduardo Luis Duhalde (1973)

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    Apuntes para la militancia

    John William Cooke

    Captulo I

    Malestar en las bases

    Seguros de nuestra propia fuerza y razn, durante la tirana militar,aun en sus perodos ms sombros, la reconquista del poder nos parecaprxima e inexorable. A nueve aos del golpe imperialista (de 1955) eseoptimismo ingenuo ha cedido su lugar a otra actitud ms realista y re-

    flexiva, aunque siempre poseda del optimismo.

    El origen del descontento no es por lo tanto la violencia del rgimen, sonlas sospechas sobre la aptitud del Movimiento para doblegarlo. Los pre-sos, los torturados, los muertos, las innumerables jornadas de combate,testimonian nuestro coraje ante la adversidad: tambin despiertan in-terrogantes sobre si no estaremos malogrando tanto sacrificio.

    Hay muchos de nuestros compaeros que relegan esas inquietantes in-tuiciones, resistindose a admitir el deterioro de las viejas certidumbres.

    Otros se tranquilizan oponiendo la conviccin de que, pese a todos losobstculos, a la larga el pueblo vencer. Pero este fatalismo optimistano es ms que otra forma de autoengao: nuestros compromisos soncon esta poca, sin que podamos excusarnos transfirindolos a genera-ciones que actuarn en un impreciso futuro.

    La historia no es ntida ni lineal ni simple, la Argentina de hoy es unejemplo de sus complicaciones y ambigedades.

    La presencia del peronismo impide que las clases dominantes gocen

    tranquilamente de sus privilegios usurpados: es por s misma, la prue-ba de la decrepitud del rgimen, de su ineficacia para resolver los pro-blemas del pas (nota: aunque habra que considerar sus formas de pro-longacin y reciclamiento para mantenerse).

    La inquietud prevaleciente responde a la impresin de que nuestros ob-jetivos finales se hallan en una brumosa lejana, que nuestros esfuerzoscotidianos no parecen acortar.

    Dicho de otra manera: entre los anhelos de tomar el poder y los episo-

    dios de nuestra lucha, no se ve la relacin de una estrategia que avancehacia los objetivos ltimos. Se organiza lo tctico, pero sin integrarlo en

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    una poltica que, por arduo que sea el camino que seale, presente larevolucin como factible, como meta hacia la cual marchamos. No msque eso necesitan las masas, pero no con menos se conformarn.

    Lo importante es destacar que all est el origen de ese temor a no en-

    contrar respuestas revolucionarias a los desafos contemporneos.

    Las clases gobernantes no pueden ya aspirar a nada ms que al mante-nimiento del equilibrio. Salvo las fluctuaciones secundarias entre fasesde mxima tensin y fases de relativa calma social, permanecern en lasituacin ptima mientras esta paridad no se rompa. El peronismo, co-mo agrupacin mayoritaria, necesita alterarla. Mientras no encuentre lapoltica que lleve a conseguirlo, prorroga la vigencia del rgimen, y si-multneamente se debilita internamente.

    Tiene ante s una opcin entre dos lneas de conducta. Puede mantenerla actual, confiando en que de alguna manera imprevista llegar al po-der y se iniciar as el milenio peronista, concepcin burocrtica. Opuede plantear la cuestin a la inversa: comprender que el futuro delMovimiento no est en acertar una tmbola, sino en movilizar al puebloen una poltica revolucionaria. La casualidad que nos regale el gobiernoy nos garantice el futuro no se dar. Lo que s podemos hacer es enca-rar los cambios internos de fondo que nos pongan en condiciones deaspirar al poder.

    La crisis del Rgimen y la crisis del Movimiento Peronista

    Todos coincidan en que la causa originaria de la crisis fue el gobiernoperonista. El que las penurias justamente comenzaran con la restaura-cin de 1955 no pasa segn ellos de mera casualidad. Tambin es ca-sualidad que despus de nueve aos de una poltica que es la anttesisde la que habra provocado la crisis, sta sigue a toda marcha. Pero

    desde todas las tribunas se nos suministra una explicacin que absuel-ve nuevamente al rgimen con irrefutable rigor lgico: lo que impide sa-car al pas del pantano son las maquinaciones de una formidable aso-ciacin ilcita, que integran Pern, Fidel Castro, los que suean con un

    retorno imposible y Mao Tse Tung, adems de una caterva de agentes

    del comunismo internacional que nadie ha visto nunca, pero que se

    nos dice que est por todas partes haciendo maldades a full time.

    Sobre la caracterizacin de la crisis hay una amplia variedad de versio-nes: es crisis moral, o crisis de la cultura, o crisis del desarrollo, o crisis

    de jerarquas, etc.... Hay quienes ven el fin de sus privilegios como si

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    fuese el fin de la comunidad: confunden el no-ser burgus con el no-serde la Nacin.

    Por nuestras virtudes hemos podido agudizar las contradicciones inter-nas de los sectores gobernantes, impedir muchos de sus abusos, evitar

    la institucionalizacin del despojo y el semicoloniaje. Por nuestras ca-rencias no hemos logrado impedir que el rgimen siga manteniendo in-tacta la superioridad en fuerza material que le permite subsistir, osci-lando entre la dictadura desnuda y la dictadura encubierta, tras lasformas rituales de la democracia minoritaria. A su propia anarqua eincoherencia hemos opuesto nuestras propias indecisiones, nuestra in-vertebracin terica y operativa.

    El pueblo se niega a aceptar el viejo juego poltico en que slo participa-

    ba por procuracin, y por medio del Movimiento ha hecho imposible elreestablecimiento de ese anacronismo, salvo como aparato desprovistode todo vestigio de representatividad. No ha logrado en cambio dotar aesa vocacin de poder de una prctica eficaz. La resistencia no es sufi-ciente: sin contraataque no hay victoria.

    El Movimiento exige una poltica en que se conjuguen las ideas, laprctica y la organizacin revolucionaria, en que la bsqueda de los ob- jetivos finales se armonice y complemente con las variantes tcticas yoperativas capaces de dar respuesta a cada coyuntura.

    Cada vez que se nos cierran los caminos de la semilegalidad, la buro-cracia declara la guerra. Pero nada ms. sta queda librada a la espon-taneidad de sacrificados activistas que oponen una violencia inorgnica,inconexa e insuficiente, frente al potencial y a la tcnica siempre enaumento de los rganos represivos oligrquicos imperialistas. Esta va-cancia de conduccin dura hasta que viene un nuevo perodo de solu-ciones negociadas. Entonces, los que estuvieron en la retaguardia du-rante el combate, pasan a ser la vanguardia en los trmites de la tregua y capitalizan la abnegacin de las bases en la mesa de arena de losacuerdismos.

    En el escenario poltico del pas, la diferencia entre los partidos tradi-cionales y el peronismo es neta, tajante, evidente por si misma. Estoexplica que nos proscriban, no pertenecemos al mismo sistema. Pero lasestructuras del movimiento no reflejan esa contradiccin irresoluble,sino que sta reaparece internamente.

    Tenemos por un lado el peronismo rebelde, amenazante para los privile-

    gios, y por otra parte, aparatos de direccin en los que predomina unavisin burguesa, reformista, burocrtica, en lugar de la visin revolu-

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    cionaria que corresponde a la realidad objetiva del papel que cumple elperonismo en la vida nacional (nota: en la vida partidaria, el pejotismoliberal ocup el lugar contra el peronismo revolucionario).

    Captulo II

    El orden de la oligarqua liberal

    Cul es lafuerza que impulsa ese progreso? Seores, es el capital ingls!"Bartolom Mitre

    La recolonizacin de 1955 permiti a la minora explotadora ocupareconmica y polticamente el pas, pero no culturalmente. Antes una

    cosa implicaba a la otra, ahora no.La frmula haba funcionado durante un siglo a partir de la derrota na-cional de Caseros. All se liquid el pleito entre las dos corrientes quechocaban desde los das de Mayo: la del puerto de Buenos Aires, cos-mopolita, librecambista, vehculo de ideas e intereses que convenan aEuropa y trataba de imponer al resto del pas; y otra, nacionalista po-pular, que vea al pas en su conjunto y como parte de la unidad lati-noamericana. Antimorenistas y morenistas, dictatoriales y americanis-tas, unitarios y federales, fueron fases de ese enfrentamiento

    Una vez que Argentina qued incorporada como satlite de la primerapotencia capitalista de mediados del siglo XIX (Inglaterra) y se unificabaen la poltica de la oligarqua portuaria, los antagonismos se denomina-ban separatistas bonaerenses y hombres de Paran: crudos y cocidos,chupandines y pandilleros, liberales y autonomistas, cvicos y radicales.

    Desde la Independencia, los intereses forneos tenan su aliado naturalen la burguesa comercial de Buenos Aires, dispuesta a enriquecerse

    como intermediaria de un comercio sin restricciones en Europa. Suprimera vctima fue Mariano Moreno, cuya visin americanista choccon el centralismo unitario que subordinaba el pas a la poltica bonae-rense. A ellos se debe el rechazo de los diputados orientales que lleva-ban a la Asamblea del ao XIII las instrucciones de Artigas sobre la or-ganizacin confederal. Slo desacatndose pudo realizar San Martn lacampaa de Chile y Per, pero el pago fue dejarlo abandonado a supropia suerte en suelo peruano, del cual pas al exilio voluntario y defi-nitivo.

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    Fue contra los devaneos monrquicos de ese grupo, que los gauchosimpusieron el principio republicano en el ao 20. Fue contra la Consti-tucin aristocratizante de su agente conspicuoRivadavia- que se alza-ron seis aos despus los caudillos federales. Dignos antecesores de la

    oligarqua contempornea, en 1815 sancionaron la Ley de Vagancia,para terminar con la protesta de los gauchos hambreados por la polticade los exportadores de carne.

    En la Constituyente de 1826, los rivadavianos proponan una clusulaprohibiendo el voto de los domsticos, soldados de lnea, peones, jorna-leros, en una palabra, a la chusma que haba hecho la Independencia.Borrego, a quien luego haran asesinar por Lavalle, ridiculiz los argu-mentos de esa minora reaccionaria. La de hoy, aplica el mismo princi-pio proscriptivo aunque no tiene la valenta de sostenerlo con doctrina.

    Fue ese unitarismo el que concedi a Inglaterra la franquicia para quesus barcos navegasen nuestros ros, a cambio del derecho espectral deque los barcos que no tenamos navegasen por el Tmesis. El mismoescandaloso unitarismo que dio toda la tierra pblica como garantapara contraer el emprstito con Baring Brothers, el que entreg las mi-nas de Famatina a un consorcio europeo del cual Rivadavia estaba asueldo, el que cre el Banco de Descuentos dando el control a los co-merciantes ingleses.

    La poca de Rosas fue un compromiso entre Buenos Aires y el interior,unidos en una poltica defensiva contra el colonialismo anglofrancs ylas fuerzas que secundaban sus planes para desintegrarnos. BuenosAires retiene las ganancias del puerto, pero encabeza la lucha contra elextranjero. La Ley de Aduanas protega a la industria artesanal, el cora-je criollo, la soberana acechada.

    Rosas, caudillo de la conjuncin de fuerzas populares que termin conel unitarismo, era la cabeza de los ganaderos bonaerenses, y formabacon sus amigos y parientes el sector ms dinmico de la economa, in-tegrado como industria de tipo capitalista e independiente del sistemacomercial de Inglaterra: cra de ganado, saladeros, flota de barcos paratransportar los productos a diversos mercados.

    Cuando esas circunstancias cambiaron, la poltica proteccionista delRestaurador ya no cont con el apoyo de los estancieros, que se unierona la coalicin organizada por Inglaterra y dirigida por el imperio escla-vista de Brasil.

    En 1852 el pas necesitaba superar el equilibrio precario del perodorosista e integrarse como nacin moderna, constituyendo una unidad

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    econmica, con el territorio nacional como mercado interno nico, y elpuerto de Buenos Aires puesto al servicio comn como base para undesarrollo capitalista autnomo. Ocurri todo lo contrario.

    La burguesa comercial portuaria afirm su control al haberse consti-

    tuido tambin como burguesa terrateniente. Los hombres de la Federa-cin poco pudieron contra sus maquinaciones, especialmente cuandoUrquiza hipotec su caudillaje para salvar sus vacas, y la barbarie del

    interior fue aniquilada para asegurar la hegemona de esa oligarquaganadero-comercial.

    La Argentina se incorpor al proceso econmico mundial, pero comomercado complementario del capitalismo ingls. La manufactura impor-tada termin de aniquilar nuestras industrias embrionarias. Los ferro-

    carriles dibujaron una nueva geografa donde el intercambio interregio-nal desaparece, se expande el mercado comprador de artculos inglesesy nacen las provincias pobres. Las compaas extranjeras, los grandes

    terratenientes y la burguesa que participaba del negocio importador yexportador, engordan a medida que la riqueza del interior cae en los to-boganes que la deposita en los puertos para ser transferida a las islasbritnicas. Los ros que el paisanaje haba cerrado con cadenas paraatajar a las flotas invasoras, pasan a ser vas internacionales por pres-cripcin constitucional: no la prosperidad sino la miseria navegarn porellos.

    Zona marginal del centro capitalista ingls, tambin debamos ser de-pendencia ideolgica y poltica. Es que el imperialismo es tanto unhecho tcnico-econmico como cultural. El lugar de operaciones aisla-das de intercambio, establece una relacin permanente que no se agotaen cada transaccin. Los capitales colocados en la semicolonia debenrendir frutos durante muchos aos. Es preciso entonces evitar toda in-seguridad en los reintegros y pagos de intereses. Debe procurarse quecrezca la economa agraria, para que sus productos fluyan a la metr-

    poli, y que no surjan industrias que desequilibren la divisin interna-cional del trabajo.

    El imperio necesita contar con gobiernos estables, ordenados, buenospagadores e inmunes al extravo nacionalista. Para eso no hace faltarecurrir a la presin directa o a los groseros despliegues de potenciaarmamentista. La penetracin financiera produce el encumbramientode una oligarqua nativa cuyo destino estaba ligado al del gran pas

    amigo.

    Las expediciones punitivas de Mitre y Sarmiento ahogaron en hierro yfuego las protestas del pueblo, la cabeza de Chacho Pealoza, exhibida

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    en la Plaza de Olta, simboliza a la oligarqua mucho mejor que losmrmoles y bronces con que ella se ha idealizado.

    La dependencia econmica asegur la esclavitud mental. La semicoloniaqued unificada en el culto idoltrico de las ideas -smbolo del libera-

    lismo- y cuanto se le opona fue sentenciado y ejecutado en trmite su-mario.

    La lucha poltica era entre minoras. La montonera haba sido una for-ma de poltica elemental en la que se participaba directamente. El hom-bre de nuestro campo tomaba la lanza y arrancaba detrs del caudillo:iba a pelear contra los espaoles o al grito de Federacin o Muerte

    (que segn se ha demostrado, significaba Repblica o Muerte), contralos proyectos monrquicos centralistas de la aristocracia portea, o

    contra el chancho ingls o francs que rondaba nuestras aguas, enltimo caso para entreverarse en peleas de menor significacin.

    El enriquecimiento de la regin pampeana signific, como contraparti-da, el estancamiento del interior. El libre cambio tuvo un primer efectonegativo: la produccin artesanal de las provincias interiores no pudoresistir a la afluencia de manufacturas extranjeras.

    Durante la poca de Rosas no se haba contrado emprstitos con el ex-tranjero, pero a medida que la Argentina aumenta sus exportaciones, y

    por ende su solvencia como deudor, se recurre al crdito externo con talexageracin que el pas se va hipotecando hasta lmites increbles.

    Sarmiento se vale del emprstito para terminar la guerra con el Para-guay y pacificar nuestro interior; otros emprstitos se piden para

    obras que no se construyen, para planes que nunca se inician, a vecessin buscar pretexto plausible. Despus se van pidiendo emprstitos pa-ra pagar los servicios de emprstitos anteriores. Slo de 1863 a 1873 losingleses prestan a la Argentina 15 millones de libras esterlinas.

    En estos idlicos tiempos, que tanto aoran los conservadores, el passufra inmediatamente los efectos de cualquier contraccin en los pasesindustrializados. stos eran peridicamente sacudidos por las crisis quellegaban aqu con violencia multiplicada, al reducir la demanda denuestras exportaciones y simultneamente el precio que se nos pagabapor ellas. Adems, justo cuando nuestro pas entraba en crisis, GranBretaa drenaba nuestras reservas de oro agravando la situacin.

    Sin embargo, las clases dirigentes ponan todo su empeo en mantenerel crdito internacional de la Nacin a toda costa. Un presidente dira

    que es necesario economizar sobre el hombre y la sed de los argenti-nos.

  • 8/4/2019 John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    Yrigoyen y sus enemigos

    Fue Yrigoyen quien, orientndose como pudo, infligi serias derrotas alaparato que asfixiaba al pas. El yrigoyenismo fue un movimiento demasas que expresaba la tendencia al crecimiento del pas, frenado por

    la alianza de la aristocracia latifundista y el imperio britnico.

    En el gobierno tuvo entre otros mritos, el de cumplir con su promesade no enajenar ninguna parte de la riqueza pblica ni ceder el dominodel Estado sobre ella. En un asunto clave como el ferroviario, su accinfue fecunda, y demostr una comprensin cabal cuando, al vetar la leydel Congreso que traspasaba las lneas del Estado a una empresa mix-ta, afirm en el Mensaje: el servicio pblico de la naturaleza del que

    nos ocupa ha de considerarse principalmente como Instrumento de Go-

    bierno con fines de fomento y progreso para las regiones que sirve.

    El apoyo a YPF, la tentativa de crear un Banco del Estado y un BancoAgrcola, la compra de barcos, etc.., son otras tantas pruebas de suorientacin nacionalista.

    Su poltica internacional fue digna, altiva, independiente, y retom elsentido latinoamericanista que posean los hombres de la Independen-cia y que se perdi a mediados de siglo pasado.

    Es bueno insistir sobre el manto de plomo que recubra la cultura del

    pas. Las voces solitarias de aqu y all que queran agregar un aporterenovador, estaban fuera (o se las dejaba rpidamente) de los medios dedifusin capaces de amplificarlas hasta influir en la conciencia polticanacional. La transicin a concepciones polticas ms adelantadas y cla-ras que pudo producirse dentro del radicalismo, fue cosa que no ocu-rri. Fuera de l, en las fuerzas organizativas, haba un pramo ideol-gico.

    El Partido Conservador, representante de la oligarqua terrateniente, no

    se resign a la prdida del gobierno ocasionada por la aplicacin del su-fragio libre. Mientras esperaba la hora de recuperar el poder por la vio-lencia, su tctica consisti en unir todas las fuerzas posibles bajo el le-ma negativo de hacer antirradicalismo (luego, cuando cont con aliadosen el propio radicalismo, su bandera sera el antiyrigoyenismo).

    El aliado ms consecuente que siempre tuvieron los conservadores fueel Partido Socialista, que no slo los acompa en las maniobras con-cretas contra el radicalismo, sino que tambin lo hara contra el pero-nismo.

  • 8/4/2019 John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    Buenos Aires, puerto de factora que serva a la intermediacin impor-tadora-exportadora, centro burocrtico al que convergan los inmigran-tes y los criollos desplazados por el latifundio, era la nica realidad queveanincompleta y errneamente, adems- los socialistas. Por el resto

    del pas sentan el mismo desprecio que los civilizadores mitristas yrivadavianos.

    La gran mayora de los explotados estaba en el campo: eran los peonesde la estancia, los obrajeros, los hijos de la tierra convertidos en manode obra miserable.

    La Argentina quedaba seccionada en una porcin industrial y en otraque no lo era, cuyos respectivos asalariados se incomunicaban entre sy perseguan objetivos contrapuestos. Era una estrategia que poda de-

    parar algunas mejoras a sectores reducidos del proletariado (creandonuevos motivos de desunin interclasista), pero le vedaba la lucha pol-tica para avanzar en conjunto como clase. Los obreros industriales, sinpeso en el cuadro global de la economa subdesarrollada, no podan serfactor de transformaciones revolucionarias, si actuaban de espaldas alresto de los perjudicados por el sistema oligrquico imperialista. A cam-bio de la fantasa de buscar una liberacin exclusiva, para ellos solos,en medio de la Argentina desangrada, rompan el frente capaz de obte-ner una liberacin real, y abdicaban del papel que les corresponda de-ntro de ese frente como clase revolucionaria.

    En suma, no les quedaba ms que el sindicalismo puro, la lucha eco-nomista por mejoras inmediatas, aunque debilitados por renunciar a lasolidaridad de los otros grupos de intereses comunes, y votar por lossocialistas, con lo que terminaran de suicidarse. Como el Partido Socia-lista era enemigo de la industrializacin, la clase proletaria no crecera,y como tambin era librecambista y enemigo de lo que llamaba las in-dustrias artificiales, cuando stas desapareciesen, los obreros sin tra-bajo aumentaran la oferta de mano de obra y bajaran los salarios. Li-

    mitndose a una poltica meramente encaminada a las mejoras salaria-les en la industria, stas serviran, por una parte, para aumentar la di-ferencia entre las remuneraciones de la ciudad y del campo, caracters-tica de los pases subdesarrollados. Al mismo tiempo, serviran de pre-texto para el aumento de costos de produccin y, sin proteccionismo,las industrias quedaran en peores condiciones ante la competencia ex-tranjera.

    Con estas menciones basta para apreciar que si el Partido Socialistanos ha negado siempre hasta la leche de la clemencia, no es por opor-

  • 8/4/2019 John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    tunismo ni por improvisacin, sino por una vocacin rectilnea desdela cuna hasta la tumba-.

    La oligarqua, copiando instituciones liberales, y el Dr. Justo remedan-do enfoques socialistas, llegaban siempre a las mismas conclusiones y

    compartan los mismos prejuicios. Por ejemplo, al pen de tambo y alobrajero que los oligarcas explotaban y denigraban, el Dr. Justo loscrucificaba tericamente negndoles toda capacidad poltica. Su disc-pulo, el Dr. Repetto, explica que era imposible hacerles comprender ra-zones porque se trata de gente muy ignorante, envilecida en una vidacasi salvaje.

    Mencionamos las modalidades que los hacen indistinguibles del conser-vadorismo. Destacaremos algo que acredita a los socialistas como caso

    poltico nico. Es el partido socialista del mundo colonial y semicolonialque nunca fue antiimperialista, ni siquiera doctrinariamente. Ms an:es el nico partido socialista del mundo que ha defendido expresamenteal imperialismo. Hasta los ms viscosos amarillismos social-demcratasde Europa, beneficiarios y cmplices de la poltica colonial de sus bur-guesas, al menos en teora han condenado al imperialismo.

    En la Argentina tenemos un fenmeno mundial: un partido socialistaproimperialista en la teora y en la prctica.

    Los designios de Estados Unidos de imponer su hegemona en todo elcontinente, no constituan ningn secreto: sus hombres de Estado lovenan proclamando desde haca un siglo, y haba muchos hechos pro-batorios en exceso, la oposicin a los proyectos de Bolvar para la unifi-cacin continental, la destruccin de nuestro Puerto Soledad en lasMalvinas, el robo a Mxico de ms de la mitad de su territorio, las de-predaciones en Nicaragua, la incursin naval contra Paraguay, eran al-gunos ejemplos. Pero cuando la intervencin yanqui en Cuba, a princi-pios del siglo XX, Juan B. Justo observ: Apenas libres de l gobiernoespaol, los cubanos rieron entre s hasta que ha ido un general nor-teamericano a poner y mantener la paz a esos hombres de otras lenguas y otras razas. Dudemos pues de nuestra civilizacin. Dudemos ms

    bien de los socialistas cipayos, porque hasta los obrajeros analfabetosdel Dr. Repetto, saben que cuando los cubanos tenan ganada la guerrade la Independencia, en 1898, los norteamericanos, mediante una pro-vocacin, tomaron parte en la contienda y se constituyeron en usufruc-tuarios del sacrificio de los isleos que venan guerreando desde hacatreinta aos, firmaron un tratado de paz con Espaa sin dar interven-cin a los cubanos, y se apoderaron de las Filipinas, Guam, Puerto Ri-co, etc. En Cuba nombraron un gobernador militar y slo lo retiraron

  • 8/4/2019 John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    cuando se les dio la base de Guantnamo (que todava ocupan) y se lesreconoci el derecho de intervenir militarmente. Cada vez que habaprotestas por el fraude con que se elega a un presidente amanuense delos yanquis, estos mandaban fuerzas amparados en esa concesin.

    nicamente a los socialistas argentinos se les poda ocurrir echarle laculpa a los cubanos de esas intervenciones imperialistas que sufrierontodas las naciones que estaban en el radio geopoltico de Estados Uni-dos.

    Cuando deca dudemos de nuestra civilizacin, se trataba de una

    irona justista: quera decir que estaba seguro de nuestra barbarie. Co-mo la civilizacin y el progreso slo pueden llegar del extranjero, tam-bin aplaudieron la maniobra yanqui que quit una provincia a Colom-

    bia y cre la repblica artificial de Panam. Pensaban, como los yan-quis, que nuestro continente sera un emporio de civilizacin si no estu-viese poblado por latinoamericanos.

    Lenin, explicando la desviacin reformista de los movimientos europeosque reciban su cuota del producto colonialista, dijo que el partidoobrero-burgus es inevitable en todos los pases imperialistas. Hamencionado asimismo que en todos los pases en los que existe el mo-do de produccin capitalista hay un socialismo que expresa la ideologade las clases que han de ser sustituidas por la burguesa. En esta se-

    gunda categora estara el Partido Socialista de nuestro pas sin descri-birlo totalmente. La Argentina, siempre al da con las modas del ViejoMundo, quiso darse el lujo de tener un partido obrero-oligrquico-proimperialista, una creacin de la fantaciencia poltica. Desde que seacriollaron los inmigrantes, nunca ms consiguieron reclutar a un pro-letario. Cuando en la Casa del Pueblo ven acercarse a un grupo deobreros, cierran las puertas y piden custodia policial.

    En 1930 la situacin se torn mucho peor, los efectos de la crisis sesentan fuertemente y la reaccin afilaba sus cuchillos. Como despuspudo verse, el curso de la economa en todo el mundo no admita nin-guna salida de la depresin. Haba que capearla lo mejor posible. Perola maquinaria de la oligarqua le permita exagerar las fallas del gobier-no, atribuirle la culpa de procesos que eran inevitables y marcarlo comoresponsable del descontento popular.

    El Partido Socialista, infaltable en las grandes infamias contra el pas,dio una batalla parlamentaria contra la ley de nacionalizacin del petr-leo y lo mismo su desprendimiento, el Partido Socialista Independiente,

    se sum al escndalo callejero, arrastrando a los bobalicones de la pe-quea buguesa portuaria, que crean que aquellos tribunos municipa-

  • 8/4/2019 John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    les eran la ltima palabra en materia de progresismo y audacia de pen-samiento.

    Entre otras lindezas, el diario La Nacin emiti este juicio sinttico: No

    se recuerda ninguna poca de fanatismo y corrupcin como sta. Y La

    Prensa: Nunca antes en la Argentina, un gobierno quiso mostrarse y se

    mostr ms prepotente, omnisciente, ni lleg a dejar mayor constanciade su incapacidad de actuar, respetar y ser respetado. Por su parte elPartido Comunista no aportaba nada al esclarecimiento de las cosas,por el contrario, defini al gobierno de Yrigoyen como reaccionario y

    fascistizante. El clsico frente antipopular, perfectamente sincroniza-do, sac a relucir sus grandes palabras y los militares de cabeza huecahicieron de verdugos.

    La Dcada Infame

    Recin entonces comprendimos hasta qu punto de nuestras oligarqua estaba

    divorciada de la vida nacional y pudimos medir la amplitud y la perfeccin con

    que dominaba los nudos estratgicos de la vida de relacinScalabrini Ortiz.

    En la dictadura que sustituy a Yrigoyen pugnaban dos corrientes depensamiento. Los amigos ms prximos del general Uriburu profesabanun vago nacionalismo fascista, cuyo expositor principal haba sido Leo-poldo Lugones, por entonces en una de las etapas ms reaccionarias desu vida atormentada y contradictoria. Se identificaba a la patria con suaristocracia, frente a la chusma que vena a ser lo espreo y extranjero.Era la hora dela espada. La dictadura clasista y los grupos conserva-dores planteaban su contradiccin de siempre: invocaban las ideas dela democracia liberal, pero en los hechos tenan que violarlas para im-pedir el retorno del partido derrocado, sobre todo cuando la eleccin deabril de 1931 demostr que los radicales seguan siendo mayora.

    Despus de la guerra 1914-18, la posicin de Gran Bretaa como pri-mera potencia financiera haba cedido ante los Estados Unidos, queemerge como primer pas acreedor del mundo. En la Argentina eso sereflej en un avance norteamericano, tanto en el monto de sus inversio-nes como en su participacin en nuestro comercio exterior. El pas seconvirti en zona de friccin entre ambos imperialismos. Los norteame-ricanos invertan en algunos sectores de la industria y tenan sus ojospuestos en los yacimientos petrolferos, buscaban el desarrollo de lavialidad para ampliar el mercado de sus exportaciones: automviles,

    petrleo, caucho, etc. Los ingleses defendan el sistema de transportes

  • 8/4/2019 John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    estructurado en torno a los ferrocarriles y al suministro de carbn. Lacrisis del ao 30, dio transitoriamente el triunfo a los ingleses.

    Las inversiones directas norteamericanas haban pasado de 40 millonesde dlares en 1913 a 330 millones de dlares en 1929, en 1940 repre-

    sentaban 360 millones: el 14% de las inversiones extranjeras contra el61% que posean los ingleses.

    Con la primera guerra haba terminado el perodo de auge del sistemacapitalista universal. La crisis iniciada en 1929 no fue ms que un efec-to retardado de ese resquebrajamiento, cuyos problemas haban queda-do irresueltos. En la Argentina el impacto fue tremendo, como conse-cuencia de la indefensin que nos creaba el sistema agroexportador. Lascondiciones de nuestro progreso demanda creciente de productos

    agropecuarios, fertilidad de la zona pampeana, arribo de capitales y deinmigracin- provenan de afuera, al margen de una accin conscienteimpulsada por factores internos. Ese desarrollo espontneo ya estabaagotado para entonces, pues el aumento de la produccin ya no podahacerse mediante la incorporacin de nuevas tierras aptas para el pro-ceso productivo. La crisis trajo un estancamiento en la demanda mun-dial de nuestras carnes y cereales, y el valor de las exportaciones argen-tinas se redujo, de golpe, en un 50%.

    Los pases industrializados abandonaron los mtodos del liberalismo, y

    establecieron una serie de medidas para contrarrestar los efectos de ladepresin. Simultneamente, se invirti la corriente mundial de capita-les: en lugar de afluir a los pases dedicados a la produccin primaria,retiraron gran parte de las inversiones y cesaron sus prstamos. Parahacer frente a los dficits de sus cuentas internacionales, los pasescomo Argentina no tenan otro recurso que apelar a sus reservas de oroy divisas y, cuando stas se agotaron, a diversas medidas de regulacineconmica.

    La conferencia de Ottawa, en que Gran Bretaa haba establecido susdominios, un sistema de preferencias que cerraba las puertas a la pe-netracin comercial americana, puso a nuestra oligarqua en el trancede perder el mercado britnico de carnes. Empavorecida mand unadelegacin a Londres, encabezada por el vicepresidente de la Repblica,que firma el pacto Roca-Runciman y somete a nuestra economa a dic-tados ingleses.

    Gran Bretaa no se comprometa a nada importante. En cambio se leotorgaba el control de nuestro mercado de carnes y distribuir el 85% de

    su exportacin, asegurndose adems que el transporte se realizase ensus buques.

  • 8/4/2019 John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    La clase dirigente entreg al extranjero todo cuanto ste exigi, desde elmanejo de la moneda y el crdito hasta el monopolio de los transportes.El principal instrumento de dominacin fue el Banco Central, cuya leyprepar Otto Niemeyer, vicepresidente del Banco de Inglaterra, y fue

    adoptada y puesta en ejecucin por los doctores Pinedo y Prebisch. Lamisin nombrada por Justo para proyectar las reformas financieras delpas era, con leves modificaciones, la misma que antes haba nombradoel gobierno de Uriburu. La componan Alberto Hueyo, E. Uriburu, Fede-rico Pinedo, Ral Prebisch, R. Berger, R. Kilcher, L. Lewin, y Robert W.Roberts, representantes de la banca Baring Brothers, Morgan y Leng,Roberts y Ca., que eran acreedores del gobierno. Extranjeros eran losferrocarriles, los telfonos, el gas, los frigorficos trustificados que con-trolaban la exportacin de carnes, las empresas de comercializacin delas cosechas, los tranvas, mnibus y subterrneos.

    Para dar una idea del anti-yrigoyenismo, Alvear haba festejado la cadade Yrigoyen. Los socialistas aprovecharon los aos de abstencin radi-cal para conquistar una numerosa bancada parlamentaria, luego redu-cida a representaciones de la Capital Federal. Ostentaron el mrito deno complicarse en ninguno de los escandalosos negociados de la poca,pero silenciaron el escndalo total de nuestro encadenamiento a GranBretaa y de los avances del imperialismo yanqui. Al fijar posicin en eldebate parlamentario sobre el pacto Roca-Runciman, el diputado Ni-

    cols Repetto aclar: Desde luego, nuestro voto no implicar un repro-che a la gestin diplomtica realizada en Londres por el doctor Julio A.Roca. Manifestamos y lo hemos hecho pblicamente, nuestra adhesinpor la forma tan discreta, por la perseverancia realmente ejemplar y porla alta dignidad que nuestra representacin ha sabido mantener en todomomento en el ejercicio de su elevado mandato.

    Su oposicin se limit a lo episdico y marginal, sin calar en ninguno delos temas fundamentales que afligan a la Nacin. Eran la oposicinideal para el rgimen: moderada, enemiga del desorden, cultora de to-

    dos los mitos proimperialistas. Su minscula astucia de jacobinos pa-rroquiales consista en equiparar a radicales y conservadores en salva-guardia del orden, cuando se tema que los radicales intentasen pertur-barlo.

    Los radicales siempre reprocharon a los socialistas el haberse aprove-chado de su abstencin para obtener representaciones y legalizar elfraude de los conservadores. En defensa de esa actitud, Repetto dijohace algunos aos cosas muy graciosas: relata que, vetada la candida-

    tura Alvear-Gemes en 1931, Lisandro de la Torre vacilaba en presen-tarse como candidato de la frmula con el propio Repetto, pero ste en

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    vano avent sus escrpulos, y termina diciendo: Los hechos ocurrieronen la forma supuesta por m, y en la eleccin presidencial siguiente, losradicales triunfaron con su candidato, el Dr. Roberto Ortiz (La Razn

    24/10/61). No menciona que Ortiz fue electo por los conservadores y

    radicales antipersonalistas mediante un fraude cometido contra el can-didato de la UCR, Alvear. Con el criterio de Repetto, en la eleccin de1931 no hubo proscripcin radical, puesto que el general Agustn P.Justo era tambin radical antipersonalista (Ortiz fue uno de sus minis-tros).

    Desde luego, ahora los radicales prefieren no hablar de esos episodios,desde que hace aos son ellos los que usufructan la proscripcin delpartido mayoritario (nota: el peronismo haba sido proscrito desde 1955)y eso les ha convertido en gobierno. Cuando aluden al tema se enredan

    en explicaciones ms retorcidas an que las habituales. Uno de los quelo ha abordado intrpidamente es el Dr. Ricardo Balbn, y como era deesperar, desapareci toda confusin. Su difana oratoria dej estableci-do que las situaciones no eran idnticas. Los radicales mantuvieron suentereza moral en la abstencin, sin prestarse con sus votos a pactos nia la confusin de la Repblica. Los proscritos deben tener espritudemcrata y no ser aventureros del poder (La Razn, 06/08/61).

    Captulo III

    La brisa de la historia

    La poltica de neutralidad del gobierno militar rompa la unidad conti-nental que Estados Unidos buscaba para su poltica de guerra (SegundaGuerra Mundial). El Departamento de Estado apel a todos los recursospara forzarlo a cambiar de lnea o provocar su derrocamiento: retiro delos embajadores latinoamericanos, ingls y norteamericano, congela-miento de nuestras reservas de oro en Estados Unidos, prohibicin a

    sus barcos de tocar puertos argentinos, restriccin de sus exportacionescon destino a nuestro pas, etc. Recin en 1945, cuando la suerte delconflicto mundial estaba decidida, la Argentina rompi relaciones con elEje, pero sin unirse al rebao de las restantes repblicas americanasconducidas por los yanquis.

    Los partidos, la prensa y los intelectuales, movidos por el imperialismo,apoyaban al embajador yanqui Spruille Braden, quien actuaba pbli-camente en la vida poltica argentina, fogoneando la renuncia y deten-

    cin de Pern.

  • 8/4/2019 John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    Pero los trabajadores ya no consintieron esa nueva vergenza: todo elpas qued paralizado por una huelga general, y las multitudes mar-chan hacia Plaza de Mayo donde exigen la libertad de Pern y su vueltaal poder.

    Scalabrini Ortiz ha dejado una inolvidable descripcin de esas jornadas.De ah extraemos algunos prrafos que captan su vivencia: Un pujantepalpitar sacuda la entrada de la ciudad. Un hlito spero creca endensas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Ven-an de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y VillaCrespo, de las manufacturas y aceras del Riachuelo, de las hilanderasde Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descend-an de las Lomas de Zamora. Hermanados en un mismo grito y en lamisma fe, iban el pen de campo de Cauelas y el tornero de precisin,

    el fundidor, el mecnico de automviles, la hilandera y el pen. Era elsubsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento bsico de la nacin queasomaba, aglutinados por una misma verdad que una sola palabra tra-duca: Pern.

    El milagro aritmtico

    La oligarqua haba temblado ante la invasin de los descamisados. Las

    explicaciones autotranquilizadoras le devolvieron la calma que se trans-form en euforia cuando, de inmediato, el gobierno convoc a eleccionespara cuatro meses ms tarde: all obtendra el triunfo que se le acababade escapar de las manos y castigara la escoria responsable del fracaso.

    El Rgimen al que haba referido Yrigoyen se haba reconstituido, estavez con el radicalismo como participante principal. El acercamiento delos partidos respondi, como hemos visto, a una serie de motivos: el be-licismo los llev a desarrollar actividades conjuntas, y desde junio de1943 haban desaparecido las causas del antagonismo fraude, lucha

    por el gobierno- y todo contribua a unirlos, incluso la desgracia comn.Ante la ola desconocida que traa un candidato de afuera, no pertene-ciente al selecto club democrtico-representativo, se constituy la UninDemocrtica.

    Mirada desde el ngulo tradicional, la Unin Democrtica era una apla-nadora: estaban todos los partidos que tena el pas, es decir, todos losvotos. Los analistas procedan con criterio realista y admitan que deese inmenso montn de sufragios haba que descontar unos puaditos

    de gente votara al candidato imposible, algunos obreros sin concien-cia que se haban dejado engaar por el demagogo, los sectorcitos que

  • 8/4/2019 John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    seguiran a los radicales de la Junta Renovadora, los totalitarios, claroest, y por fin ciertos elementos de la poblacin, como ser vagos, la-dronzuelos, punguistas, borrachos, malevos.... En suma, una nfimaminora de estpidos y antisociales, y por consiguiente, lo nico que

    tena inters era el escrutinio de las listas de diputados para ver comoestara compuesto el Parlamento que acompaara al gobierno de Tam-born-Mosca.

    Para mayor garanta, el imperialismo yanqui no dejaba de ayudar a susamigos. Poco antes, la Junta de Exiliados Polticos Argentinos se habadirigido a las Naciones Unidas pidiendo la solidaridad del continentecontra nuestro gobierno, en un documento que llevaba la firma de lospartidos Socialistas, Demcrata Progresista, Radical, Demcrata Nacio-nal (conservador) y Comunista. Braden haba dejado la embajada, as-

    cendido al cargo de Subsecretario de Estado para Asuntos Latinoameri-canos y desde all trataba de obtener el asentimiento para los que desdeaqu pedan la intervencin militar en la Argentina. En noviembre de

    1945, el canciller uruguayo, Rodrguez Larreta, le da estado diplomticoa la tesis y emite la Doctrina de Intervencin Multilateral, propiciando laintervencin colectiva del hemisferio para restablecer la democracia ennuestro pas, recibiendo la respuesta que mereca de nuestro Ministeriode Relaciones Exteriores.

    Faltando pocos das para las elecciones, el Departamento de Estadonorteamericano public el Libro Azul, donde se repetan las habitualesacusaciones y se daban pruebas de que Pern y sus colaboradores

    eran agentes nazis. Nuestro gobierno las desminti con el Libro Azul yBlanco, haciendo enrgicas consideraciones sobre la intromisin nor-teamericana en los asuntos internos de la Argentina.

    No hay necesidad de explicar cmo fue que perdieron todos los partidos,con toda la prensa y el dinero, con las omnipotentes embajadas de lasdemocracias victoriosas, con los estudiantes, profesionales e intelectua-

    les, con los caudillos grandes y chicos de todo el pas.

    Ese golpe fue cruel para todos ellos. Muy especialmente para el radica-lismo, que de ser una inmensa mayora, se encontr ante la sorpresa deque no poda ganar ni con el aporte de todos los partidos juntos. Susfrases seguan siendo las mismas, los propsitos que venan enuncian-do no haban cambiado, ni tampoco la comunicacin inmaterial con lasmasas de Alem, Yrigoyen y Alvear. Sin embargo ese pueblo que durantetrece aos de fraude haba querido votarlos, ahora que tenan la opor-tunidad de hacerlo en comicios libres, les volva la espalda para seguir aun recin llegado.

  • 8/4/2019 John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    Ellos se vean a s mismos de una manera: la imagen era falsa y el pue-blo los contemplaba tal como eran.

    La UCR, como todo partido serio, excluy de su lxico la palabra im-perialismo justo cuando el hombre de la calle estaba adquiriendo con-

    ciencia de su peligrosidad.

    El caso que venimos analizando deja una primera leccin: no hay queencerrarse en cuevas ideolgicas, porque afuera pueden estar sucedien-do cosas importantes, y uno enterarse demasiado tarde o no enterarsenunca.

    El Partido Comunista, que se autotitulaba vanguardia del proletaria-do, se desempe como vanguardia de la oligarqua. De lo que se hanvalido los antiliberales reaccionarios para desacreditar al marxismo, que

    parecera conducir sistemticamente a las mismas posiciones que elliberalismo. Lo cual es falso. Primero, porque el marxismo no es unadoctrina que de respuesta automticamente a cada situacin, es unmtodo para conocer la realidad social y guiar las actividades tendientesa cambiarla. Segn cmo se lo utilice se llegar o no a interpretacionesy a lneas de accin concretas. Y segundo, porque lo que ha caracteri-zado siempre al PC Argentino es, precisamente, el no aplicar la teoraque invocan.

    Tienen una concepcin del pas que proviene, en parte, de asimilarlo amodelos histricos que no se adecuan a nuestro pas y, en parte, de lamitologa mitrista. Y una poltica consistente en adaptarse mecnica-mente a la poltica de la URSS. El marxismo sirve para justificar lite-ralmente esa suma de irrealidades.

    As, de la tctica de los frentes populares, cuando se firm en 1939 el

    pacto ruso-germano, va a defender la neutralidad y denunciar como sir-vientes del imperialismo a los que intentaban meternos en la guerra.Pero cuando la URSS fue arrastrada a la contienda, los imperialismos

    pasaron a ser democracias, los neutralistas fueron declarados nazis,

    y los cipayos pasaron a ser la esperanza de la Patria, no abandonaron elfrentismo, que es su tcnica permanente, pero ya no se busc el frente

    nacional antiguerrero sino otro para incorporar a nuestro pas en el

    frente nico de los pueblos en guerra con el nazifascismo.

    Era un nazifascismo tan raro que haba levantado la intervencin de lasuniversidades, dado legalidad al Partido Comunista despus de 15 aosde proscripcin, permita la libertad de prensa ms desenfrenada, y ce-

    lebr las elecciones ms limpias de toda nuestra historia, como lo reco-nocieron los partidos opositores.

  • 8/4/2019 John William Cooke - Apuntes Para La Militancia

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    Ningn integrante de la Unin Democrtica crey que pudiera triunfarel coronel Pern. El 17 de octubre haba sido un misterio policial: el

    23 de febrero (elecciones) fue un misterio aritmtico.

    Algunos dijeron despus, para prestigiarse como zahores, que se la vie-

    ron venir: no es cierto, eso estaba fuera de toda lgica que ellos pudie-ran desarrollar. Por lo general, hasta el da de hoy siguen sin enterarsede lo que pas. En el subconsciente les baila la hiptesis de que es cosade magia negra.

    1945-1965: Citacin nacional y actuacin revolucionaria de las masas

    En el ao 1945, los brbaros invadieron el reducto de la democracia

    para esquistos, distorsionaron todas las relaciones sociales, desmonta-ron los cmodos engranajes del comercio ultramarino y para colmo, semofaron de las estatuas y cenotafios con que la oligarqua gusta perpe-tuarse en el mrmol y en el bronce.

    El 17 de octubre era algo tan nuevo, que rpidamente lo redujeron a suverdadero valor: era una especie de congregacin de papanatas, delin-cuentes, o como decan los cultos de la izquierda oficial, lumpen prole-tariado, arriados por la polica en una especie de carnaval siniestro.Lgicamente el 24 de febrero, cuando se reunieron todos los partidos

    polticos, los que tenan todos los votos, el candidato imposible comollamaban a Pern, no tena otra perspectiva que la de conseguir algunosvotos de esos elementos marginados.

    La verdad es que los dueos de todos los votos perdieron. En lugar deunos pocos sufragios de la canalla, la canalla sac ms sufragios quetodos los partidos juntos desde la izquierda a la derecha.

    Inmediatamente los tericos buscaron explicacin y lo plantearon comoun episodio de la lucha de nazis y antinazis dentro de su caractersticahabitual de trasladar a escala nacional los problemas universales. Peropor detrs de todas esas explicaciones, en el fondo del subconsciente lesbaila la hiptesis de que haba sido cuestin de magia negra.

    Pero en todo esto haba algo ms que mala fe, haba la incapacidad dela clase dirigente argentina para comprender un fenmeno que no cabadentro de las formas conceptuales del liberalismo tradicional.

    Ese ostracismo de las clases dirigentes debi haber sido definitivo. So-lamente dur 10 aos, y sobre el perjurio de algunas espadas se resta-bleci el rgimen y resolvi aplicar sus tesis. Los juristas de almas hela-

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    das inventaban decretos de desnazificacin y crearon maravillas de la juricidad como el 4161 famoso, mientras los intelectuales inventabanteoras que iban, desde la tesis de que constituamos una acumulacinmultitudinaria de abribocas encandilados por mtodos de propaganda

    totalitaria, hasta la distincin sociolgica entre masa y pueblo, la masacomo algo informe, innoble, indiferenciada; y el pueblo, para decir unapalabra, constituido por gente que votaba al radicalismo, a los conser-vadores o a los socialistas. Hasta monseor Plaza, el conocido clrigofinancista del Banco Popular, anunci que la epidemia de poliomelitisque padecan los nios argentinos era el castigo de Dios por el extravodel peronismo.

    Nosotros dijimos: soberana poltica, independencia econmica y justiciasocial. Pero si para esos objetivos aplicamos mtodos que eran adecua-

    dos a una realidad de hace 20 aos, la inoperancia de los mtodos des-virta y desmiente la fidelidad a los objetivos. Esa manera burocrticade conseguir las cosas, no es ortodoxia peronista, es apenas oficialismoperonista. Una teora poltica que refiere a una realidad debe cambiarcon esa realidad. Le reprochbamos casualmente a la ideologa liberalque las ideas eran universales y tanto valan para EEUU, frica o Fran-cia, y que tanto valan en la poca ascendente de la burguesa como enla poca de la expansin imperialista sobre las zonas subdesarrolladasde la tierra y lo que nosotros negamos en 1945, lo que negamos de toda

    esa superestructura ideolgica implantada sobre una triste realidad delpas, as como negamos los mitos de la historiografa mitrista y a lospresupuestos de la Constitucin de 1853.

    De la misma manera, para ser fieles con esa negativa y toda Revolucin,debe ser primero rechazo si despus quiere ser afirmacin, fieles a esanegativa debemos tambin cuestionar dentro de nuestro bagaje ideol-gico todo aquello ya perimido por el tiempo, por los hechos y por el fluirde la historia nacional e internacional.

    Moreno, Dorrego o Rosas... han merecido nuestra admiracin y nossentimos identificados con ellos en cuanto a defensores de la soberana,en cuanto a actores de la lucha independentista. A nadie se le ocurrira,sin embargo, ir a repetir el plan de ninguno de ellos. Pero en ese tiempohistrico presente de las revoluciones de los pueblos y los levantamien-tos de los continentes, tanto da estar atrasados 20 aos como estarlo100 o 140.

    Nosotros postulamos la defensa y la continuidad de la tradicin. El pen-samiento conservador es partidario del tradicionalismo, es decir, de lafijacin de categoras que alguna vez fueron. La poca de la montonera

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    no era para ellos la dinmica de las luchas de las masas argentinas ensus etapas de ascenso, sino que es el reflejo, la poca de oro para unautpica restauracin del fijismo de la estancia rosista.

    Por eso, en el ao 45, a pesar de la crtica que hizo el nacionalismo de

    derecha al rgimen liberal y la historiografa mitrista, pronto nuestroscaminos nos separaron, porque donde ellos todava soaban con lavuelta a la tierra, y se vean caudillos de gauchos sometidos a la elite dela aristocracia de la que formaban parte, nosotros veamos el gaucho decarne y hueso transformado en cabecita negra, obrero y que buscabaconduccin sindical, orientacin para sus luchas, conquistas polticas,lderes de las masas.

    Hay miles y miles de hombres que slo conocieron la derrota, pero lo

    que no conocieron fue el deshonor.En el ao 1945 Pern plante perfectamente el problema nacional. Achay una frase clave y que l de una manera o de otra la ha repetidosiempre: Cien aos de explotacin interna e internacional han creado

    un fuerte sentimiento libertario en el espritu de las masas populares.

    La izquierda inclusive no la entendi. Posiblemente si Pern en vez dedecir esa frase tan sencilla hubiese dicho: La dialctica de la lucha declases internas, en relacin con la liberacin de los pueblos semicolo-

    niales en la poca de la expansin financiera del imperialismo, se con-juga en una unidad dialctica dentro de las coordenadas de la economay de la historia mundial Si lo hubiese dicho as, de esa forma, la iz-quierda tal vez lo hubiese reconocido como un hombre genial.

    La lucha de clases estaba agudizada, pero el rgimen peronista seguaplanteando el problema del pas, como si todava existiese el frente poli-clasista antiimperialista del ao 1945, con Pern como General en Jefe,y ese frente ya estaba desintegrado. La parte marginal de ciertos secto-res de la burguesa media y alta se fueron retirando rpidamente, los

    sectores de la pequea burguesa, algunos movilizados por el problemareligioso, otros por diversos factores coyunturales, expuestos comoestn a los factores propagandsticos de la burguesa, rpidamenteabandonaron este frente popular, y entonces, as se explica no solamen-te la cada del peronismo, sino la forma en que cay, porque la nicafuerza real con que contaba el peronismo a esa altura de los aconteci-mientos era la clase obrera.

    No es inslito que esto ocurra, lo inslito es que si bien el general Luce-

    ro es lgico que creyera en la palabra de honor de sus camaradas, qudiablos tena que depender la fuerza de la clase trabajadora de la pala-

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    bra de honor de ningn militar, si la nica fuerza real con que contabaeran sus propios puos y su propia fuerza. Y aunque el peronismo noera un rgimen del proletariado, tampoco era la dictadura de la bur-guesa.

    Sin embargo haba un lugar donde pudo haberse planteado todo eso,eso era el partido, pero lo que ocurre es que tambin el partido y la ad-ministracin y gran parte del sindicalismo sufrieron un proceso de bu-rocratizacin, y ah donde deba haber sido el campo de desarrollo ide-olgico se transform en una esclerotizada estructura burocrtica don-de cualquier recomendado por el mismo poda ir de gerente de una em-presa, como interventor del partido. Se identificaron las tareas adminis-trativas con las tareas polticas y lgicamente en estos casos se produceuna cierta degeneracin: cualquier burcrata firma un decreto y cree

    que ha contribuido a la grandeza de la nacin, dice tres palabras de ob-secuentes y cree que es artfice del triunfo peronista, murmura unaarenga patritica y cree que la Repblica le est en deuda.

    El mal proceso de seleccin determin que ante esa coyuntura a que meestoy refiriendo, el salto cualitativo no poda ser tomado como medidatcnica, deba haber sido tomado desde el punto de vista de la mediapoltica.

    Se produce en consecuencia un enfrentamiento con una tremenda coa-

    licin interna e internacional, en la que el peronismo actuaba como sicontase, como en el caso de un general que creyese que tiene determi-nadas divisiones que estn en el campo adversario y no en el campo del, y todos los lamentos pstumos sobre las milicias obreras, para mson simples especulaciones fantasiosas. Porque no se puede armar laclase trabajadora para que defiende a su rgimen y al otro da decirle:Bueno mhijo, devuelva las armas y vaya a producir plusvala para el

    patrn.

    La milicia obrera y la defensa del rgimen implicaba los cambios socia-les. Cuando se quiso formar ya era tarde, porque el rgimen se vio entrela contradiccin de que el paso de su respaldo militar a un respaldocompartido por la clase obrera armada, hubiese significado perder eseaparato militar, y en ese desajuste hubiese cado irreversiblemente.

    El rgimen fue vendido el 16 de julio, porque casualmente cuandoPern proclam que era el presidente de todos los argentinos, en esemomento no era ms el presidente de la clase obrera, nadie ms lo re-conoca. Entonces, sigui pidiendo la pacificacin como la haba pedido

    en el 52, creyendo que le acababan de dar el ltimo golpe a lo contra-

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    rrevolucionario, y lo que acababan de dar era el primero, un golpe pre-maturo de una coalicin de fuerzas que segua inconmovible.

    (...) Se podra seguir todo el tiempo con esta clase de cosas. El senadorFassi dice que la URSS es fascista y que el rgimen de Fidel Castro es

    imperialista, y podra acumular as disparates constantemente.

    Es un problema mucho ms serio, eso no depende de Illia ni de Ongan-a ni de nadie. Depende de determinadas estructuras que no puedenpermitir el acceso del peronismo, y que cuando lo permitan ser porqueel peronismo no ser la expresin poltica de los trabajadores.

    Todo lo dems pertenece al mundo de la magia, al mundo del milagre-rismo, en el fondo se reduce a lo siguiente: que se arme un bochinche ypase no se sabe qu y como consecuencia de eso aparezcamos no s

    cmo en el gobierno sin darse cuenta de que el hecho que yo diga que elrgimen est en crisis, en descomposicin, no significa que el rgimencae, porque solo no va a caer, hay que voltearlo, porque una situacinhistrica as puede durar cualquier cantidad de aos.

    Cualquiera que hayan sido los factores que hayan intervenido, que entodas partes no fueron los mismos, el hecho concreto es que en el mo-mento, para lo que yo llamo una alta conduccin burocrtica, de plan-tearse el problema de su mito, lo que haba que plantear llenndolo de

    su verdadero significado y no como hacen con Pern, que es comoScrates, que le dan la interpretacin que quieren, entonces todos pro-claman una adhesin abstracta que parece que es la ms obsecuente yel mximo de fidelidad y la verdad es que es la mayor falta de respeto.

    En el fondo todo radica en lo mismo, como en el ao 1945 el pueblo ylas fuerzas armadas marcharon juntos en una etapa de la historia, unavez que se despejen los malentendidos que siembran los malvados, nosvolveremos a juntar -nunca ms nos volveremos a juntar!-.

    En primer lugar porque en 1945 eso de pueblo y ejrcito fue una verdada medias. Al fin y al cabo el 9 de octubre a Pern lo ech el Ejrcito. Loque pasa es que como en aquel entonces el balance, el equilibrio defuerzas internas de las FFAA era muy parejo, la irrupcin del movimien-to de masas fue suficiente para volcar de nuevo la balanza a favor dePern. Pero ese ejrcito ya lo perdimos. Porque ese nos acompaaba enel industrialismo, en la lucha antiimperialista, en una serie de cosas,pero no en el contenido social ni en el avance social que representaba,no en la subversin de las jerarquas. Por eso que mientras unos se le-

    vantaron contra el peronismo en septiembre, otros pelearon con bastan-te desgano y esto corresponde s a un estado de espritu, a un estado de

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    conciencia, pero siquiera esos estaban formados en un cierto repertoriomnimo de ideas nacionalistas.

    Por otra parte, cuando nos disolvamos como peronistas, si es que nosdisolvemos como peronismo, es porque otra fuerza representar el papel

    revolucionario que representa en este momento al peronismo.

    La revolucin social entonces no es un orden ideal fijado porque noso-tros lo consideramos que es el que preferimos con respecto a otro, esuna necesidad tcnica, como necesidad econmica y como necesidaddel pas para realizarse como integridad nacional, es una tarea nacionalpostergada, exige ese pre-requisito de la revolucin social, as quecuando nosotros decimos el rgimen burgus no da ms, estamos di-ciendo no una preferencia, porque aunque el rgimen burgus fuera ca-

    paz de desarrollarse yo igual estara en contra, pero al mismo tiempoeso no quitara que pudiese el pas recorrer etapas dentro de l. Peroahora lo que yo opine o no opine no tiene importancia, lo que tiene im-portancia es si los anlisis son correctos y si los anlisis tal como yo loshe planteado son exactos. Entonces hay que replantearse una nuevavisin del pas, una correspondencia entre las luchas del pueblo queson sacrificadas, que son abnegadas y que ya vienen desde hace 10aos, y una estrategia de poder. A nadie se le pide que nos ponga en elpoder maana ni pasado.

    Se les pide que nos encaminemos al poder, que no nos encaminemos ala disgregacin, que no nos encaminemos a la esterilidad histrica.

    Lgicamente como yo hago estas crticas, comprendo que puedan hacerotras, pero siempre desde la lucha. La primera condicin para criticar elcombate, es estar en el combate.

    Estamos en un equilibrio: el rgimen que no tiene fuerza para institu-cionalizarse pero s para mantenerse mientras el peronismo y la masapopular y otras fuerzas tiene suficiente potencia para no dejarse insti-

    tucionalizar, pero no para cambiarlo. Quin tiene que romper ese equi-librio? Nosotros; a la burguesa con durar le basta.

    Diciembre de 1964