Interculturalidad Como Campo Social

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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=55223841002 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Boccara, Guillaume La interculturalidad como campo social Cuadernos Interculturales, vol. 10, núm. 18, 2012, pp. 11-30 Universidad de Valparaíso Viña del Mar, Chile ¿Cómo citar? Número completo Más información del artículo Página de la revista Cuadernos Interculturales, ISSN (Versión impresa): 0718-0586 [email protected] Universidad de Valparaíso Chile www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Interculturalidad como campo social

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    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalSistema de Informacin Cientfica

    Boccara, GuillaumeLa interculturalidad como campo social

    Cuadernos Interculturales, vol. 10, nm. 18, 2012, pp. 11-30Universidad de Valparaso

    Via del Mar, Chile

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  • Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30 11La interculturalidad como campo social*Interculturalism as a social fieldGuillaume Boccara

    ResumenSi las palabras intercultural e interculturalidad son hoy en da de uso co-mn y ocupan un lugar central en la nueva retrica neo-indigenista de Estado, cabe recordar que no era el caso hace solo un poco menos de veinte aos atrs cuando Chile an no se imaginaba como nacin multicultural y pluritnica. En este trabajo desarrollamos una reflexin con respecto de la manera como la nocin de interculturalidad ha perdido progresivamente su potencial subver-sivo y poltico para ser incorporada a la nueva agenda etnodesarrollista estatal que no considera a la autonoma y al autogobierno como la base de una nueva relacin entre Estado y pueblos indgenas. Asimismo hacemos la hiptesis que para entender lo que es la interculturalidad conviene considerarla como un campo social en el que los agentes llevan a cabo luchas de clasificaciones que desembocan en la definicin de lo que es la cultura indgena legitima.Palabras clave: interculturalidad, campo social, colonialidad del poder, capital social

    AbstractThe words intercultural and interculturalism are definitely part of our everyday vocabulary. Nevertheless, one must recall that it has not always been

    * Recibido: enero 2012. Aceptado: mayo 2012.** CNRS/EHESS, Francia. Correo electrnico: [email protected]

  • 12 Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30the case. For, before the Chilean nation started to be imagined as multicultu-ral and pluriethnical, the notion of interculturality used to be a critical and subversive one. In this paper, we shall examine the ways this notion has been taken over by state agents and incorporated into the new multicultural agenda. Instead of looking at interculturality as a method or an analytical concept, we shall state that it constitutes a new social field in which social agents struggle over the legitimate definition of indigeneity. Keywords: interculturalism, social field, coloniality of power, social capital

    1. IntroduccinDesde la vuelta a la democracia, y bajo los distintos gobiernos de la Concerta-cin, se ha iniciado en Chile un proceso de redefinicin de la relacin del Estado con los pueblos indgenas del pas. Los debates pblicos con respecto a la deu-da histrica de Chile para con sus etnias originarias, la promulgacin de una nueva legislacin que reconoce y promueve la diversidad cultural y la creacin de nuevas instancias de mediacin entre el Estado y los pueblos indgenas, con-ducen a muchos observadores a sostener que el pas ha dejado definitivamente atrs la vieja y obsoleta poltica asimilacionista de los siglos anteriores. El dis-curso poltico oficial repite ad nauseam que Chile ha entrado en el tercer mile-nio dotado de una poltica de reconocimiento que le permite redefinirse como nacin, ya no en base a la tradicional matriz blanca-europea, sino como entidad pluricultural y multitnica. A travs de la implementacin de un innovador y multimillonario programa de etnodesarrollo1, del fomento de la participacin comunitaria indgena y de la instalacin de polticas interculturales en salud y educacin, se busca conseguir la verdadera integracin de las poblaciones originarias y caminar hacia la formacin de una ciudadana cultural. Definiendo en una sola palabra de aparente sencillez este nuevo marco social, ideolgico, legal e institucional, el multiculturalismo se ha instalado con fuerza en la arena pblica. Los problemas sociales se declinan desde ahora en clave tnica. Nue-vos rituales pblicos contribuyen a fabricar la imagen de un Chile plural pero

    1. Orgenes o Programa de Desarrollo Integral de Comunidades Indgenas se empez a implemen-tar en Chile en el ao 2001. Es un Programa de133 millones de dlares que tiene como objetivo contribuir al desarrollo y mejoramiento de la calidad de vida de los pueblos aymara, atacameo y mapuche del sector rural. Est financiado en parte a travs de un prstamo de 80 millones de d-lares del Banco Inter-Americano de Desarrollo. El ejecutor principal del Estado de Chile durante la primera fase de Orgenes (2001-2005) fue el MIDEPLAN (Ministerio de Planificacin). A contar del ao 2007, y al iniciarse la segunda fase del programa, Orgenes fue incorporado administrati-vamente a la Corporacin Nacional de Desarrollo Indgena (CONADI).

  • Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30 13unido. El pas parece haber iniciado el tercer milenio animado de un impetuoso deseo por re-imaginar su cuerpo poltico como nacin, dispuesto a reparar el dao histrico infligido a sus poblaciones originarias y a otorgarles a sus hijos nativos un lugar digno en el seno de la comunidad nacional.En este ensayo, desarrollamos una reflexin con respecto de la natura-leza de este nuevo proyecto cultural nacional y nacionalizador llamado mul-ticulturalismo a travs de la constitucin y estructuracin de lo que denomi-namos el campo etnoburocrtico intercultural. Planteamos algunas hiptesis sobre la manera como se est implementando este nuevo orden de la cosa pblica va la redefinicin de las figuras de la alteridad y el uso de nuevas tecnologas de saber-poder para la resolucin del llamado problema indge-na. Pues si bien numerosos trabajos tratan del tema de la interculturalidad, observamos que la mayora padecen de lo que llamaramos una patologa en la construccin del objeto de estudio. Pues en lugar de adoptar una perspec-tiva relacional, tienden a aprehender a la interculturalidad como categora analtica o como un mtodo y no como nuevo espacio social de luchas de clasificaciones del que conviene dar cuenta. Es dable notar, adems, que se ha tendido a abordar el multiculturalismo como un hecho social ya dado o como un programa poltico coherente y predefinido, cuando en realidad nos parece que hay que aprehenderlo en tanto que proyecto poltico-cultural en construccin, tensionado, contingente y lleno de contradicciones, que se va desplegando a travs de nuevas luchas de poder y de clasificaciones entre los nuevos agentes sociales estatales o para-estatales. Y es precisamente en estos nuevos espacios de la interculturalidad en construccin, que los agentes circulan en forma no aleatoria intentando legitimarse y acumular un capital especfico al nuevo campo etnoburocrtico. En la primera parte de este ensa-yo, nos focalizaremos sobre la manera como el potencial critico inicial de la interculturalidad ha tendido a ser diluido en el nuevo contexto de la poltica neo-indigenista de Estado. Nos concentraremos en un segundo momento so-bre los mecanismos de funcionamiento de este nuevo campo intercultural, un campo que ha tendido a definirse paulatinamente como el nico espacio legtimo y legal de discusin de las demandas indgenas. Plantearemos para concluir que el anlisis del campo de la interculturalidad nos ofrece la opor-tunidad de examinar los mecanismos mediante los cuales se produce y repro-duce esta impostura legtima llamada Estado.2. Interculturalidad: la colonizacin de un concepto crticoEn las dos ltimas dcadas, la interculturalidad se ha transformado en la nue-va palabra a la moda del discurso poltico y cultural dominante en Chile. La

  • 14 Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30pertinencia de los programas pblicos dirigidos hacia los pueblos indgenas se determina en funcin de su grado de interculturalidad. Se exige de los fun-cionarios pblicos que sean sensibles a la diferencia cultural, que sean ms interculturales y se les capacita para ello. Escasas son las universidades que no hayan incorporado a sus mallas curriculares algo relativo a la intercultu-ralidad. Los diplomas y diplomados en interculturalidad se han multiplicados ad infinitum. Lejos de limitarse al mbito originario de la educacin, la inter-culturalidad se aplica desde algunos aos a los dominios de la salud, de la gestin cultural y patrimonial, del derecho, de la economa, etc. Ahora bien, si las palabras intercultural e interculturalidad son hoy en da de uso comn y ocupan un lugar central en la nueva retrica neo-indi-genista de Estado, cabe observar que no era el caso hace solo un poco menos de veinte aos atrs cuando Chile an no se imaginaba como nacin multicul-tural y pluritnica. Lejos de emplearse en el mbito de las polticas pblicas o de ser una nocin del sentido comn, la interculturalidad era un concepto usado por las organizaciones indgenas conectadas a las franjas progresistas del mundo de la investigacin-accin de base. En efecto, a mitad de los aos 1990, la interculturalidad remita ms bien a un accionar y a un pensamiento poltico anti-sistmico que pona en tela de juicio el etnocentrismo de la so-ciedad chilena dominante y el sesgo cultural imperante en los distintos apa-ratos de Estado (escuela y salud pblica). En aquellos aos, los lideres y dirigentes indgenas afirman que, a dife-rencia de los criollos o chilenos no-indgenas, ellos son interculturales o bi-culturales, pues adems de ser bilinges, han desarrollado la capacidad de manejarse social y culturalmente entre y en dos mundos. Ante la poltica pa-ternalista de asimilacin del Estado, los indgenas y los militantes de la causa indgena reclaman el derecho a una mayor autonoma en la educacin de sus nios y exigen que se tome en cuenta la diversidad cultural existente en las zonas del pas de alta densidad de poblacin nativa. Asimismo la intercultu-ralidad representa tanto una caracterstica de la condicin sociohistrica del individuo indgena como un reclamo de las bases movilizadas de la poblacin nativa que rechazan la poltica homogeneizadora de la institucionalidad do-minante. Como en otros pases del continente2, la nocin de interculturalidad 2. Con respecto de los usos de la nocin de interculturalidad por las organizaciones indgenas en Ecuador Catherine Walsh seala lo siguiente: La interculturalidad -como principio clave del proyecto poltico del movimiento indgena- est directamente orientada a sacudir el po-der de la colonialidad y del imperialismo (Walsch, 2007: 49). Y de aadir ms adelante: () la interculturalidad no est entendida como un simple nuevo concepto o trmino para referir al contacto y al conflicto entre el Occidente y otras civilizaciones (). Tampoco sugiere una nueva poltica () que, originada en una prctica emancipadora, deriva de una responsabi-lidad hacia el Otro. Representa, en cambio, una configuracin conceptual, una ruptura epis-

  • Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30 15es manejada por unos militantes y profesionales autctonos que la vinculan a los mbitos de la autogestin y de la educacin bilinge y la usan para reva-lidar los conocimientos y de las culturas indgenas. En resumidas cuentas, si la interculturalidad se hace presente en la esfera pblica es porque los ind-genas (y los militantes sociales de base que se formaron en la lucha contra la dictadura) consideran su implementacin como un acto poltico decisivo ha-cia el reconocimiento de la especificidad cultural nativa y la visibilizacin de su experiencia histrica de adaptacin/resistencia al orden sociopoltico do-minante. En otras palabras, la interculturalidad remite a una praxis que tiene por objeto contrarrestar la opresin poltica a la vez que permite imaginar la post-colonialidad. Es definida y operacionalizada en los mrgenes del Estado por unos agentes sociales subalternos que buscan acabar con el proceso de invisibilizacin cultural al que fueron y siguen siendo sometidos. Pertenece al mbito de las luchas y reivindicaciones sociales en contra de un Estado que no ha cesado de imponer una representacin de la nacin chilena como criolla y de una patria sin indios. La interculturalidad representa una forma otra de pensamiento relacionado con y contra la modernidad/colonialidad, y un paradigma otro que es pensado a travs de la praxis poltica (Walsh, 2007: 47). Ahora bien, pocos aos despus, a fines de los aos 1990, el panorama empieza a cambiar. El trmino de interculturalidad se encuentra gradual-mente vaciado de la carga crtica que tena en los aos anteriores. Es cada vez menos un concepto que permite pensar la descolonizacin material y simb-lica de los indgenas. Paulatinamente colonizado o captado por la formacin discursiva estatal, es el objeto de un profundo proceso de resemantizacin. En un contexto de reconfiguracin del Estado y de redefinicin de las relacio-nes entre agencias estatales, para-estatales, sociedad civil y actores privados, la interculturalidad se encuentra operacionalizada en los mbitos oficiales, dominantes y formales de las administraciones estatales, de las ONGs, de las consultoras, de las grandes empresas privadas y de las agencias de desarro-llo. Llega a representar una herramienta conceptual central de las estrategias neo-indigenistas de Estado y refleja un esfuerzo por incorporar las deman-das y el discurso subalterno dentro del aparato estatal (Walsh, 2007: 55). Como bien lo sealara el mdico chileno Jaime Ibacache3 en 1999 -es decir en

    tmica que tiene como base el pasado y el presente, vividos como realidades de dominacin, explotacin y marginacin (Walsch, 2007: 51).3. Mdico chileno que, desde principios de los aos 1980, ejerce su profesin entre las comu-nidades mapuche y huilliche de la octava, novena y decima regiones de Chile. A travs de su trabajo con asociaciones de salud y sanadores indgenas, ha sido uno de los precursores de la implementacin de una perspectiva complementaria y comunitaria en salud rural. Despus de haber creado y dirigido el Programa Mapuche del Servicio de Salud Araucana Sur durante los

  • 16 Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30un momento en que la interculturalidad se estaba constituyendo en el mto-do y marco representacional privilegiado de tratamiento de la diferencia cul-tural- la interculturalidad es un tema que le interesa ms bien al Estado de cmo poder hacer que los pueblos originarios se comporten como el Estado quiere (Boccara, Ibacache y anco, 2001: 99-102).La nocin de interculturalidad no solo pasa a ser parte del bagaje con-ceptual elemental de toda persona con protagonismo en el mbito de las po-lticas pblicas, sino que se inserta en la cotidianeidad del ciudadano chileno comn. Llega a ser de uso tan frecuente que los ms variados agentes sociales la manejan como si su significado fuera evidente, fijo en el tiempo y com-partido por todos. Hace parte desde ahora del sentido comn del ciudadano-consumidor moderno, globalizado y abierto a la diversidad cultural. Todo el mundo es intercultural o pretende serlo tanto en espritu como a travs de sus prcticas. El ciudadano y las empresas deben mostrarse sensibles a la diversidad cultural, conocer y respetar al Otro e instaurar un terreno de entendimiento o una suerte de middleground con sus compatriotas nativos. Pero hay ms. Pues la interculturalidad no solo representa un fenmeno so-cial existente o deseado. Es tambin un hecho jurdico. Establecida mediante la Ley Indgena de 1993, es ratificada a travs de varios decretos de los Minis-terios de Educacin y de Salud. La interculturalidad se encuentra as extrada del campo de las luchas polticas anti-hegemnicas indgenas para ser impor-tada en el mbito de las polticas estatales y, progresivamente, incorporada al dispositivo retrico-conceptual de las consultoras y agencias de cooperacin y desarrollo. Se transforma en la ideologa y metodologa dominante de tra-tamiento de la diferencia cultural. Delimita el marco legal a partir del cual las agencias de Estado y para-estatales deben desde ahora atender a las pobla-ciones nativas y encauzar al fenmeno de la plurietnicidad.Ahora bien, la captacin, resemantizacin y refuncionalizacin del con-cepto por parte de los agentes estatales y para-estatales no se hizo sin ten-siones ni contradicciones. La segunda mitad de los aos 1990 representa el momento en que los defensores de la interculturalidad como categora crtica

    aos 1990, se traslada (a principios de los aos 2000) al Archipilago de Chilo donde imple-menta un programa de salud participativa complementaria y comunitaria con los habitantes de las islas. Es autor de numerosos artculos y videos sobre los temas de la salud complementaria y la epidemiologia sociocultural. Es considerado una de las mximas autoridades en tema de polticas de Estado hacia los pueblos indgenas y rurales en Chile. Se ha destacado sobre todo por el carcter creativo y participativo de su trabajo en salud comunitaria tanto en el hospi-tal mapuche de Makewe (novena regin) como en el centro de salud de Kompu del Consejo General de Caciques Williche de Chilo (decima regin) y en el Servicio de Salud Llanchipal (Llanquihue-Chilo-Palena). A pesar de tener un cargo de funcionario pblico del Ministerio de Salud, ha sido uno de los crticos ms radicales de la instrumentalizacin de la interculturalidad en salud y de la culturalizacin de los problemas de salud.

  • Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30 17de descolonizacin del saber y de las relaciones sociales se enfrentan a los nuevos expertos de la emergente tecnologa intercultural de Estado.Es as como, por ejemplo, en 1999, durante un masivo encuentro na-cional de salud y pueblos indgenas en Villarrica, varios invitados mapuche manifiestan abiertamente su disconformidad con la manera como los agentes de Estado definen o pretenden usar la interculturalidad4. Afirman que la nue-va tesis oficial de un espacio de encuentro entre dos culturas tiende a des-vincular los problemas culturales de los procesos socio-histricos de domi-nacin social, explotacin econmica y sujecin poltica. Un machi (chaman) plantea que los problemas de salud de los mapuche no se resolvern median-te la construccin de invernaderos para plantas medicinales financiados por programas interculturales en salud, sino que por la devolucin de las tierras usurpadas a las comunidades indgenas y la lucha contra las grandes empre-sas forestales. Un comunero de la zona del Lago Budi, militante del Consejo de Todas las Tierras, seala que el mayor problema de salud que enfrentan las comunidades lafkenche es la construccin de la Carretera de la Costa que atraviesa el territorio nativo sin aportar ningn beneficio a los indgenas. El director del hospital indgena rural de Makewe recuerda a los funcionarios del Ministerio de Salud que los mapuche son interculturales desde hace si-glos pues tuvieron que adaptarse para sobrevivir, antes de aadir que ahora son los wingka los que tienen que abrirse y aprender del Otro. Otra persona, conocida y respetada por los comuneros mapuches y primer facilitador inter-cultural del hospital regional de Temuco, se niega a presentar su ponencia en lo que l define como un supuesto espacio de la interculturalidad. Se queja de que se le haya impuesto un lmite de tiempo para su alocucin y afirma que eso remite fundamentalmente a una concepcin wingka del debate. Ex-plica que se platica mucho de interculturalidad pero no se practica y que una vez ms se impone una norma exterior pues, a diferencia de los wingka, los mapuches debaten hasta que se haya llegado a un acuerdo sin que exista res-triccin de tiempo. Demuestra asimismo que concibe esta reunin como un espacio de negociacin poltica entre los Mapuche y los agentes de Estado y 4. Particip como ponencista de este encuentro de salud durante el cual los intercambios fue-ron muy a menudos tensos entre los dirigentes y sanadores mapuche y los agentes oficiales de la nueva salud intercultural de Estado. La encargada del programa de salud con pueblos indgenas del Ministerio de Salud que vena desde Santiago predispuesta a establecer un dilogo intercultural y ameno con los indgenas recibi las crticas con desconcierto. Ella me confi no entender porque haba tanto odio cuando lo que ellos buscaban propiciar era la participacin, el dialogo y el empoderamiento. Desde el punto de vista de los agentes de Estado, este encuentro represent un fracaso pues los principales dirigentes indgenas deci-dieron abandonar el trmino de salud intercultural (ya contaminado por la retrica estatal paternalista y falsamente respetuosa de la diferencia cultural) y adoptar en cambio las nocio-nes de salud complementaria o wekimn (saber nuevo).

  • 18 Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30no como un simple encuentro donde los indgenas reunidos deberan firmarle un cheque en blanco al Estado para que opere en las comunidades indgenas e implemente polticas de salud pblicas con pertinencia cultural. Mientras los funcionarios presentes pretenden definir las caractersticas de la intercul-turalidad desde un punto de vista meramente formal-administrativo y desde los valores e intereses del Estado, los Mapuche, en su territorio, se reivindican como sujeto poltico autnomo dotado de capacidad de negociacin y de una institucionalidad poltica propia.La disyuncin aparece de manera clara en este encuentro entre, por un lado, los dirigentes y lderes indgenas que conciben la interculturalidad como una praxis poltica que abre la posibilidad de pensar y actuar desde el saber propio (kimn) y, por otra parte, los agentes estatales, an poco prepa-rados o capacitados, que piensan la interculturalidad como un espacio neutro y casi encantado de la comunicacin sin fronteras entre culturas. Mientras las autoridades indgenas ven la interculturalidad como un arma poltica central en el proceso de descolonizacin material y simblica, los agentes de Esta-do la conciben como una herramienta para pensar la unidad nacional en la diversidad cultural y como medio para incorporar los indios al proceso de modernizacin. Sintetizando con humor la opinin de muchos mapuche pre-sentes en Villarrica y apuntando al paternalismo y a la nueva hegemona que se esconden detrs de esta nueva palabra, un dirigente declara lo siguiente: !No le pedimos al Estado que nos d una mano, le pedimos que nos la saque de encima!.Es as como en reiteradas oportunidades las crticas se manifiestan en contra del nuevo uso que los agentes del Estado hacen de la interculturalidad. Los dirigentes y profesionales de las asociaciones y organizaciones indge-nas de base sienten que se les est despojando de una nocin que, de alguna manera, haban hecho suya. Este desposeimiento se acompaa adems de un proceso de resignificacin que reduce la interculturalidad a un dilogo horizontal y a una espacio neutro de relaciones (pero siempre elaborado y conceptualizado desde el Estado!) entre dos culturas, aunque la historia de las interacciones entre indgenas y no-indgenas se caracterice por la violen-cia, la imposicin de un arbitrario cultural, la discriminacin y la explotacin. Notemos, por otra parte, que al definir la interculturalidad ya no solo como concepto sino que como espacio social orquestado desde arriba, los agentes del Estado tienden a inmiscuirse paulatinamente en los asuntos culturales de las comunidades. As es como lejos de ser percibida como un progreso o una oportunidad, la incipiente poltica intercultural de Estado es considerada por muchos indgenas como un nuevo dispositivo de desposeimiento material y simblico, de despolitizacin y deshistorizacin de los problemas de domina-cin cultural y de imposicin de una nueva hegemona en mbitos que, hasta

  • Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30 19ese entonces, haban quedado fuera del alcance de la poltica estatal. Varios indgenas presienten que con la institucionalizacin de la interculturalidad en salud, el Estado tendr a ejercer un mayor control sobre ellos, sus terapeu-tas y comunidades. Lo que los dirigentes indgenas esperan del Estado no es mayor control sino que los apoye econmicamente, mejore el acceso de los comuneros al sistema de salud formal y despenalice las prcticas curativas nativas. No desean que los agentes de Estado se entrometan en los asuntos intracomunitarios o intervengan en e investiguen las maneras indgenas de concebir la salud. Una mujer indgena que trabajaba en el mbito de la edu-cacin intercultural bilinge me confi encontrar que el hecho de censar a las machis le pareca un acto de agresin hacia el pueblo mapuche. Los miembros de la Asociacin Mapuche para la Salud del hospital rural de Makewe, que vinculaban directamente la salud intercultural con la autogestin y la auto-determinacin, vean con mucho recelo que la poltica intercultural fuera de-finida desde el Estado y se sentan molestos por la soberbia de los agentes estatales que venan del Norte del pas a ofrecerles participacin a ellos, los verdaderos dueos de la tierra. Aprovechando una visita del Subsecretario de Salud al hospital de Makewe en 1999, el presidente de la Asociacin Indgena para la Salud Makewe-Pelales declar con irona que, estando en sus propios territorios, los Mapuche-Wenteche no tenan que pedirle participacin al Es-tado, pero que dadas las aparentes buenas intenciones de los wingka y con-siderando la histrica disposicin de los Mapuche a la negociacin, estaban dispuestos a darle participacin al Estado. Invirtiendo la lgica que empezaba a perfilarse en el seno de las oficinas estatales, los dirigentes mapuches res-pondan desde una postura de soberana, enfatizando la necesidad de ejercer el control cultural y poltico sobre sus territorios (Boccara, 2002: 283-304; Boccara, Rapiman y Castro, 2004).Frente a la consolidacin del discurso poltico mapuche marcado por las ideas de autodeterminacin, autonoma comunitaria, descolonizacin del saber y control territorial y en razn a la persistencia de la movilizacin en contra de las empresas forestales, los gobiernos de la Concertacin intensi-fican, complejizan y expanden su poltica indigenista. La colonizacin de la interculturalidad por parte de las agencias estatales y la constitucin de un espacio intercultural bajo control del Estado se ven reforzadas por la imple-mentacin del nuevo y potente programa Orgenes en 2001 as como por toda una serie de innovaciones institucionales (Mesas de Dilogo, Dilogos Comu-nales, Comisin de Verdad Histrica y Nuevo Trato). Poco a poco, se difunde un nuevo tipo de discurso dominante sobre el tratamiento de la diferencia cultural y se implementa una nueva forma de hacer poltica participativa va la incorporacin de toda una serie de nuevos intermediarios semi-privados o para-estatales (consultoras, ONGs) y la cooptacin de varios lderes y dirigen-

  • 20 Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30tes indgenas considerados como claves. Despus de una dcada perdida en trminos del control poltico e ideolgico sobre los sujetos indgenas, el Estado parece retomar la iniciativa y intenta neutralizar al movimiento social cuyo dinamismo y creatividad haban dejado a todos atnitos.Es as como entre los aos 2000 y 2005, el proceso de institucionaliza-cin, apropiacin estatal y formalizacin legal de la interculturalidad se ace-lera y afianza. Pues adems de las polticas interculturales propiciadas desde los ministerios de salud y de educacin, todas las administraciones pblicas tienden a tener un barniz de interculturalidad. Se procede, dentro de este nue-vo espacio social definido como intercultural, a una masiva reorganizacin del conocimiento relativo al indgena y de las prcticas sociopolticas vincula-das a la gestin y representacin de la diferencia cultural. El espacio visual se llena de los nuevos signos de la comunicacin intercultural. En los servicios pblicos (hospital, registro civil), la sealtica (seal-tnica?) aparece des-de ahora traducida a los idiomas nativos. Se despliega una nueva economa visual de lo intercultural donde lo indgena ocupa el polo de la tradicin y lo criollo el horizonte de la modernidad. La interculturalidad se acompaa de la difusin de una metodologa participativa que postula que los indgenas deben involucrarse en los nuevos programas de Estado e incorporarse a las agencias para-estatales. Pero hay ms. Pues se circunscribe el reconocimien-to de la legitimidad y representatividad de las reivindicaciones indgenas al nuevo mbito participativo de la interculturalidad. Las crticas indgenas ex-presadas desde afuera del espacio social participativo de la interculturalidad y que ponen en tela de juicio el modelo estato-nacional de racializacin de la diferencia o cuestionan el nuevo proceso de territorializacin de la nacin se encuentran reducidas a reclamos particulares, tildadas de poco representati-vas o radicales. El campo poltico de la interculturalidad llega a ser concebido por los agentes del Estado como el solo y nico mbito legitimo y legalmente instituido en el que los indgenas estn autorizados a formular sus demandas sociales, expresar su malestar y participar. La interculturalidad es desde aho-ra el conducto regular de todo tipo de reivindicacin o reclamo autorizado. Los indgenas se encuentran atrapados o entrampados en estos nuevos luga-res de la participacin intercultural o de la interculturalidad participativa.De hecho, ubicarse fuera de los lugares de dilogos interculturales defi-nidos por el Estado implica marginarse, deslegitimarse e, incluso, colocarse al margen de la legalidad. Las luchas y reivindicaciones indgenas se encuentran as paulatinamente circunscritas al espacio intercultural en el que el univer-salismo poltico se piensa desde el estado-nacin chileno y no desde la expe-riencia histrica o los conocimientos de los indgenas. La interculturalidad, tal como se encuentra pensada e implementada desde el Estado, no se limita

  • Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30 21a indagar sobre y minorizar5 a la cultura indgena sin interrogarse sobre la cultura criolla considerada como universal y englobante, sino que des-vincula las luchas simblicas para el reconocimiento de los derechos de los indgenas de las luchas materiales con respecto de las desigualdades sociales, la explotacin econmica y el racismo ambiental. Para los agentes de Estado y los nuevos expertos de las consultoras todo se reduce a un problema de co-municacin intercultural y la cultura llega a explicarlo todo: desde los desas-trosos indicadores de salud de las poblaciones indgenas hasta la mala aten-cin en los hospitales, desde la inestabilidad generada por la crisis ambiental en zonas de plantaciones forestales hasta la oposicin a los mega-proyectos (represas, carreteras) que destruyen el hbitat de los comuneros lafkenche o pehuenche. Y si todo se puede explicar en funcin de un supuesto desfa-se o desencuentro cultural, basta con generar nuevos espacios y mtodos de comunicacin intercultural para resolver los problemas de las minoras t-nicas dentro del marco universal de la nacin y de la nacionalidad chilena. Los indgenas que rechazan la interculturalidad como nuevo campo poltico hegemnico son tildados de antisociales, terroristas o antipatriotas. Los mi-litantes que declaran que la idea de soberana nacional y de defensa de los intereses de las etnias originarias nacionalizadas es una ficcin o farsa pues el capitalismo transnacional no conoce fronteras, son excluidos del dilogo, deslegitimados, invisibilizados, reprimidos y encarcelados.La formacin del campo poltico de la interculturalidad tiende as a ence-rrar progresivamente al indgena en su estatus de minora tnica, reduciendo sus reivindicaciones a demandas culturales particulares sin alcance universal y desconectando estos mismos reclamos culturales del contexto material en el que se inscriben. Lo tnico se encuentra as nacionalizado y minorizado, dejan-do poco espacio para pensar lo nacional desde la experiencia histrica indgena y poco margen de maniobra para la instauracin de alianzas transtnicas. En fin, o se juega el juego de la interculturalidad nacionalizadora o se expone al crimen de lesa nacin. Se empieza as a dibujar una nueva dicotoma: el indio permiti-do o cliente extico versus el indio terrorista antimoderno. Este dispositivo de poder/saber que etnifica a los indios pacificados tiende, por otra parte, a barbarizar a los indios indmitos o rebeldes. Estos mecanismos de pacifica-cin determinan as rpidamente una doble territorialidad dentro del mismos 5. Tal como lo seala Arjun Appadurai (2006), una minora tnica no existe como tal sino que es producida como minora por un Estado mediante la implementacin y movilizacin de toda una serie de tcnicas y tecnologas de poder y de saber. Preocupado por asegurar y consolidar las fronteras materiales e simblicas de la nacin y reafirmar su soberana, el Es-tado nacional ve siempre como una amenaza a los grupos o movimientos sociales que no se posicionan en trminos nacionales o nacionalistas y que pretenden definir sus identidades en trminos propios.

  • 22 Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30espacio nacional: por un lado, los territorios pacificados donde impera la ley de la democracia dialgica de libre mercado; por el otro, los territorios perci-bidos por los agentes del Estado como caticos porque no sometidos al orden capitalista global y en los cuales se aplica la ley de seguridad interior del Esta-do. Se dibujan as paulatinamente las nuevas fronteras salvajes de las Amricas actuales, fronteras o mrgenes que corresponden al ms all del capitalismo civilizador. El papel de los nuevos misioneros de la interculturalidad ser por consiguiente hacerles entender la buena nueva de la salvacin por el mercado a estos indios rebeldes, verdaderos herticos o paganos de los tiempos moder-nos. Es as como a principios del siglo XXI, y mediante la implementacin de un diagrama de poder/saber capitalista diferencialista, se observa la emergencia de una representacin dicotmica del indio: el buen indio (el indio amigo de los turistas, de las empresas privadas, de las consultoras) por un lado y el indio terrorista, sin ley, sin fe, sin rey, por el otro. Los primeros se encuentran exo-tizados, autentificados como verdaderos indios y reconocidos como legtimos representantes de su pueblo. Los segundos son acusados de ejercicio ilegal e ilegtimo de la indigeneidad. Se cuestiona su identidad como indgena pues se les acusa de ser indios deculturados de las ciudades, hijos de uniones mestizas o chilenos sin sangre indgena que actuaran como agitadores. Lo anterior tien-de a demostrar que la raza y el esencialismo siguen ocupando un lugar central en el edificio conceptual de la interculturalidad. Pues el indio es definido en tr-minos tanto biolgicos (o fenotpicos) como por una serie de rasgos culturales fijos y rgidos. La racializacin y reificacin de las culturas indgenas son funcio-nales al proceso de minorizacin de las etnias nativas y de descontextualizacin y dehistorizacin del proceso de produccin de la diferencia sociocultural y, por lo tanto, de naturalizacin de las desigualdades socioeconmicas. En los aos inmediatamente posteriores a la implementacin del Pro-grama Orgenes, el campo semntico que abarca y el dominio de accin que define la interculturalidad tiende a ampliarse y a diversificarse. De la volumi-nosa cantidad de material publicado por las agencias estatales y paraestatales sobre el tema, se puede advertir que la interculturalidad se ha transformado en una categora muy extensa que engloba una cantidad creciente de fenme-nos de distintas ndoles. Se refiere tanto a una accin que toma en cuenta la diferencia cultural como a una persona que es capaz de demostrar empata. Alude tanto a un espacio concreto de encuentro entre dos culturas como al asentamiento de mecanismos sociales que buscan facilitar la comunicacin entre grupos culturalmente diferentes. Remite a fenmenos de orden tanto simblico como material. Es un hecho social observable a nivel individual pero tambin colectivo. Es a la vez algo que ya existe y el horizonte deseado de la comunicacin sin fronteras. Aparece tanto como un producto lgico y espontaneo de la historia de las relaciones inter-tnicas como el resultado

  • Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30 23esperado de la poltica voluntarista del Estado.A pesar de la pluralidad de significados y de la multiplicidad de mbitos de accin a los que remite la interculturalidad, los expertos en interculturali-dad se empecinan en presentarla como un simple mtodo tendiente a mejo-rar las relaciones intertnicas. Se esmeran en buscar una definicin precisa y consensuada de la palabra con el fin mejorar el mtodo de accin postulado previamente. Reduciendo as el problema a un tema de definicin o de mto-do, no perciben (por razones que expondremos ms adelante) que la intercul-turalidad representa una institucin sociopoltica central en la redefinicin de lo tnico y del estatus de las minoras tnicas en el Chile neoliberal. Lejos de ser una simple prenocin o un mero mtodo, la interculturalidad representa hoy en da tanto un nuevo campo social como una nueva formacin discursiva que minoriza a los pueblos indgenas y participa de la produccin de una nueva narrativa nacionalista pluritnica.3. Gnesis y estructuracin del campo de la interculturalidadLejos de ser una mera nocin que sirve para caracterizar o representar al es-pacio (concreto o simblico) de las relaciones inter-tnicas o de reducirse a un simple mtodo de intervencin pblica con pertinencia cultural, la intercultura-lidad constituye un campo social en el que se desarrollan luchas precisamente para imponer como legtima y dominante una visin particular y arbitraria de lo que es la interculturalidad y de lo que es un mtodo intercultural de interven-cin. En otras palabras, el campo de la interculturalidad es el espacio social en el que se define lo que es la interculturalidad como concepto y mtodo. Pero no es solo eso. Pues es tambin un espacio social que involucra a una cantidad cre-ciente de actores cuyas identidades y estatus sociales y tnicos se encuentran transformados, regulados, autorizados y fijados por sus posiciones y tomas de posiciones dentro de este nuevo campo burocrtico. Es un campo social que se ha ido formando progresivamente va la organizacin de talleres, mesas redon-das, encuentros, pero tambin mediante la creacin de nuevos programas, la consagracin de expertos, la incorporacin de nuevos agentes, la formacin de nuevos discursos sobre la diferencia cultural y la nacin, etc. Es un campo que se va estructurando tanto mediante los agentes, mecanismos, problemas y dis-cursos que genera e incorpora como a partir de lo que excluye o desautoriza.Como lo planteamos anteriormente, la interculturalidad se ha transfor-mado en un nuevo espacio social al que una gran variedad de agentes se en-cuentran desde ahora adscriptos. La formacin paulatina de este espacio se ha realizado, por un lado, mediante la creacin de estructuras objetivas (oficinas ministeriales, programas especiales, carreras universitarias, capacitaciones,

  • 24 Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30talleres, diplomados, etc.) o de una institucionalidad social y poltica definida como intercultural y, por otro lado, por la configuracin de estructuras cogni-tivas que tienden a aprehender y representar la realidad social en trminos interculturales. En otros trminos, se ha genera un marco institucional llama-do intercultural y se ha planteado el problema de la interculturalidad como problema digno de ser debatido. Paralelamente a la objetivacin de la inter-culturalidad en nuevas instituciones de gobierno, ha emergido una nueva configuracin semntica que problematiza la interculturalidad y contribuye a hacerla aparecer como un hecho social natural, neutro y evidente. Una nueva jerga ha surgido y nuevas controversias y debates se han desplegado con res-pecto de la definicin legtima de lo que es la interculturalidad, haciendo de esta ltima un tema digno de ser debatido y dotado de una existencia social tan central como real. La interculturalidad se ha constituido as en un espacio de lucha de clasificaciones orquestado por el Estado pero con la intervencin de un nmero considerable de personas e instituciones: cientficos sociales, dirigentes indgenas, empleados de las agencias multilaterales, consultores, personeros de ONGs, comuneros indgenas, etc. La retrica de la intercultu-ralidad ha tendido a extenderse, nuevas instituciones han sido creadas, nue-vos enjeux se han dibujados, nuevos agentes han emergidos y sobre todo el lugar de las luchas sociales de los indgenas parece haberse desplazado de las organizaciones y de las comunidades a los nuevos lugares dialgicos de la interculturalidad. La interculturalidad como poltica pblica ha tendido as a crear lugares de encuentros entre personas que ocupaban hasta hace poco campos o espacios sociales distintos y separados. Esos nuevos lugares de la interculturalidad llegan a ser las esferas en las cuales se despliegan las luchas simblicas y discursivas en torno a la definicin legtima y autorizada de la o de las culturas indgenas. Mientras las luchas concretas en contra de las fores-tales y de las mineras siguen en el centro-sur y norte del pas, un nuevo espa-cio de luchas se est constituyendo en el que est en juego la definicin de la cultura indgena legitima, autentica y autorizada. Un nuevo espacio en el que est en juego la definicin de que es ser indio y de quien estara autorizado para decir que es ser un indio. Es cada ms dentro de este campo, y ya no so-lamente desde las luchas y reivindicaciones indgenas extra-estatales o extra-burocrticas, que los discursos sobre la autoctona y los derechos indgenas se encuentran validos o deslegitimados. Es mediante la puesta en marcha de mecanismos de legitimacin y nominacin desplegados en el campo intercul-tural que los dirigentes indgenas se encuentran validados e incorporados a la maquina estatal o excluidos de los nuevos espacios de negociacin y de captacin de recursos simblicos y materiales. El espacio social de la inter-culturalidad ha llegado a tener tanto peso en el proceso de legitimacin de las reivindicaciones indgenas y de definicin de la cultura indgena legtima

  • Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30 25y autorizada que los excluidos de este campo son muy a menudo clasificados como antisociales o indgenas inautnticos. La estructuracin de este campo social participa por lo tanto de la integracin al campo poltico de las luchas indgenas o de la burocratizacin de las reivindicaciones de los grupos nati-vos (Bolados, 2012: 135-144; Cuyul, 2008). Las actividades y tomas de posi-cin de un nmero creciente de agentes sociales se encuentran determinadas por su pertenencia a este campo y existe un capital especfico a este campo, un capital propiamente cultural o tnico, que puede convertirse en capital poltico.Al aprehender a la interculturalidad como campo, vale decir como espa-cio de posiciones objetivas en el cual se despliegan luchas de clasificaciones con respecto de la definicin de la cultura indgena autntica y como conjunto de lugares concretos en los cuales se implementan mecanismos de nomina-cin y consagracin de los representantes indgenas legtimos, adoptamos una perspectiva relacional y por lo tanto evitamos los falsos problemas que consisten en preguntarse qu es la verdadera cultura indgena?, Quin es el verdadero indgena? o quin es el verdadero representante de los autc-tonos? Es afirmar as que a la pregunta: Qu es un indio? No existe una res-puesta definitiva. Es sobre todo interesarse por los mecanismos y las luchas que desembocan en la definicin legtima y dominante, en un momento dado de la historia, de lo que es la cultura indgena, de la nominacin de sus repre-sentantes y de la determinacin de la identidad cultural indgena legtima. Parafraseando a Pierre Bourdieu (1997), dira que le mundo de la intercul-turalidad es un juego en el cual lo que est en juego es el problema de saber quien tiene el derecho de definirse como indio y sobre de decir lo que es un indgena y lo que es la cultura indgena. Observemos al pasar que en el seno del espacio intercultural, la cultura dominante o criolla no se encuentra nunca definida de manera positiva sino solamente a travs de las diferencias que las distinguen de las culturas indgenas.Hablar de la interculturalidad como campo de luchas de clasificaciones y de clases en el que los individuos se encuentran en posiciones dominantes o dominadas en funcin del volumen y de la proporcin de las distintas es-pecies de capital que tienen, permite por otra parte ver en la burocracia de Estado como un espacio de luchas, de competencia, de connivencia y de cola-boracin entre unos agentes que ocupan diferentes posiciones en este espa-cio de relaciones objetivas constituido por el campo. Es dar cuenta de las rela-ciones de competencia que tienen los distintos grupos sociales en lucha para la participacin al poder de Estado y para la redistribucin de los beneficios que otorga el Estado. Es tambin percibir que la concentracin de las luchas culturales en este espacio conduce por otra parte tanto a la transformacin del propio Estado como a la concentracin de los medios de la violencia sim-

  • 26 Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30blica legtima en provecho del Estado.ltima precisin: si bien las personas que ocupan posiciones dentro del espacio social definido como intercultural tienen opiniones divergentes con respecto de la naturaleza de las polticas interculturales implementadas por el Estado, estn non obstante de acuerdo sobre lo esencial, a saber: la convic-cin de que la interculturalidad es un tema digno de ser tratado y debatido y del carcter fundamental de la interculturalizacin de las polticas pblicas de Estado. Esta conviccin no es menor pues es la manifestacin de una ad-hesin compartida e inmediata a la necesidad del campo que Bourdieu lla-ma illusio. Todos los agentes del campo de la interculturalidad comparten la creencia fundamental en el valor de lo que est en juego en las discusiones y debates alrededor del tema de la interculturalidad. Todos comparten los mis-mos presupuestos inscritos en el hecho mismo de conversar y debatir sobre el tema de la interculturalidad, de lo que realmente es o no es. Existen por lo tanto un conjunto de creencias no discutidas o de lo que Bourdieu llama las adhesiones encantadas del conjunto de los agentes sociales a las propiedades y a lo que est en juego en el campo, y eso, ms all de los conflictos que los oponen de manera a veces virulenta. Estn, por ejemplo, de acuerdo sobre el hecho que es necesario llegar a una definicin fija y estandarizada de lo que son las culturas indgenas. Tambin estn convencidos de que hay que profe-sionalizar al saber indgena para que adquiera un valor objetivo y un cierto grado de reconocimiento general ms all de las comunidades locales.Hablar de la interculturalidad como campo social permite por otra parte entender el fenmeno de transmutacin de propiedades sociales (los habitus) en capital cultural y de la conversin de este ultimo en capital poltico. De este punto de vista, y tomando prestado una idea desarrollado por Pierre Bourdieu, diremos que el campo hace el capital, convirtiendo as ciertas propiedades so-ciales en instrumentos de luchas y arrancndolas a la insignificancia, al ano-nimato o a la ineficiencia a la que estaran condenadas en otro campo. Es as, por ejemplo, que los conocimientos sobre la cultura indgena y las conceptua-lizaciones de la salud indgena llegan a ser competencias monnayables sobre el nuevo mercado de la salud intercultural y pueden convertirse en capital espe-cfico de este campo. Fuera de este campo, los conocimientos y saberes de los terapeutas llamados tradicionales no tienen el mismo valor, no son un capital cultural propiamente dicho. Fuera de este campo, las redes sociopolticas en el centro de las cuales se ubican los dirigentes indgenas o los conocimientos que algunos comuneros manejan sobre la historia social de sus comunidades o los mecanismos polticos internos no constituyen un capital social.Llegamos ac a otro punto crucial con respecto del uso acrtico y mis-tificador que los agentes del campo intercultural hacen de los conceptos de capital social y capital cultural. Del mismo modo que la de interculturalidad,

  • Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30 27estas nociones fueron colonizadas por las ciencias polticas y econmicas do-minantes para ser luego vaciadas de su contenido poltico y reinsertadas en el marco conceptual de la teora del rationalchoice o en la grilla interpretativa conocida bajo el nombre de individualismo metodolgico. No nos extendere-mos sobre las crticas que pueden hacerse a estas teoras y al uso de las nocio-nes antes mencionadas. Conviene sin embargo aadir que los idelogos de las agencias multilaterales de desarrollo y los agentes sociales que participan del campo intercultural tienden a considerar el capital social y el capital cultural como algo dado o ya existente en las comunidades indgenas. En otras pala-bras, para ellos, las prcticas culturales indgenas son una forma de capital cultural. Del mismo modo, los lazos interpersonales, las redes de parentesco, los mecanismos de colaboracin econmicas son consideradas bajo el rotulo de capital social. Al postular la existencia de distintas especies de capital en el seno de las comunidades indgenas, los etnoburcratas ocultan los meca-nismos que participan de la conversin de las prcticas y representaciones sociales y culturales de los grupos indgenas en los distintos tipos de capital del nuevo campo intercultural. Sin embargo, como lo hemos planteado ante-riormente, es solo al trmino de un largo proceso de recopilacin, traduccin, sistematizacin, estandarizacin, reificacin y reinscripcin en un nuevo es-pacio social que se les otorga la calidad de capital a los saberes, prcticas y conocimientos indgenas. Por consiguiente, hablar de capital social y cultural como algo existente al estado bruto, podramos decir, en las comunidades in-dgenas, es invisibilizar el proceso de normalizacin y de colonizacin de la cultura indgena. Pues en realidad, las nociones de capital social y de capital cultural son la manifestacin de la introduccin de lgicas heternomas en el seno de las comunidades indgenas. Es la constitucin y la existencia del campo intercultural las que permiten la existencia de estas especies de capital consideradas como naturales por los agentes de este campo.4. ConclusinEl cuestionamiento sociolgico con respecto de la constitucin del campo de la interculturalidad remite a un problema ms general que consiste en saber que es el Estado. Pues la estructuracin de este nuevo campo est directa-mente articulada a la extensin de los mecanismos de estatalizacin de las poblaciones indgenas rurales de Chile. Se trata en realidad de implementar nuevos mecanismos de normalizacin y de estandarizacin en lugares socia-les que escapaban, hasta hace poco tiempo, a la lgica heternoma del Estado. En varios trabajos socio-etnogrficos he mostrado que la implementacin de programas de salud intercultural en territorios mapuche y atacameo, tendi

  • 28 Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30a desplazar los mecanismos de legitimacin de los cultores tradicionales des-de las comunidades hacia la etnoburocracia estatal (Boccara, 2007: 185-207; Boccara y Bolados, 2010: 347-384). Desde esta perspectiva, la estructuracin del campo de la salud intercultural puede ser interpretada como un mecanis-mo mediante el cual el ejercicio de la violencia fsica y simblica legitima del Estado (Bourdieu, 2012: 14) tiende a desplegarse sobre un nuevo segmento del cuerpo de la nacin. Pues es del Estado, que concentra el capital simbli-co de reconocimiento y de legitimidad, que los nuevos agentes indgenas de la salud deben esperar su legitimacin. Paulatinamente, se ha inculcado la idea de que, en ltima instancia, es del Estado que habr que esperar la legi-timacin de la llamada medicina ancestral, va la operacin de unificacin del mercado teraputico y de homogeneizacin de las formas de comunicacin (Bourdieu, 1997: 105). Si bien los cultores gozan de un estatus y ejercen un poder de una naturaleza diferente a la del mdico occidental y obtienen su legitimidad a travs de mecanismos sociales e ideolgicos especficos (Fassin, 1996), tendrn sin embargo que acomodarse al principio de visin y divisin del mundo social y a las formas de clasificaciones estatales. Es as como de manera muy concreta, a travs de micro-actos y prcticas localizadas y de la generacin de nuevos agentes sociales que se desenvuelven en el seno de nuevos espacios sociales interculturales, el Estado se constituye como una instancia central de nombramiento (Bourdieu, 1997:111) en mbitos cada vez ms extendidos de la sociedad. Parafraseando a Pierre Bourdieu, podra-mos decir que el capital simblico del terapeuta indgena que se basa en una estima social y en un conocimiento y reconocimiento de su poder inestable de curar en un espacio social local o regional bien circunscrito debe, en el nuevo contexto de la salud intercultural, alcanzar algn nivel de objetivacin buro-crtica para llegar a tener una validez universal y permanente. En resumidas cuentas, las luchas por el reconocimiento pasan cada vez ms por el hecho de reconocer al Estado el poder de nombrar y de autorizar una categora de agentes (los cultores) a ser oficialmente, es decir pblica y universalmente, lo que por el momento son por s misma (Bourdieu, 1997: 115). El punto de vista particular de la sociedad dominante sobre lo que es la medicina se im-pone as, en razn a la posicin de dominado y de marginacin que ocupan los indgenas en la sociedad chilena contempornea, como el punto de vista uni-versal6. En el marco de la interculturalidad, el reconocimiento de la medicina 6. Como bien lo observ uno de los evaluadores de este trabajo, hace falta recalcar que los agen-tes dominados de este nuevo campo etnoburocrtico no son sujetos pasivos. Desarrollan es-trategias contra-hegemnicas, negocian o se acomodan a las nuevas reglas de juego. Empero, si no he focalizado mi atencin sobre las tensiones y contradicciones del funcionamiento del campo intercultural es porque me pareci importante plantear claramente una interpreta-cin alternativa con respecto de la idea misma de la interculturalidad como campo. Ahora

  • Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-30 29ancestral en tanto que medicina involucra la emergencia de una identidad social de mdico ancestral socialmente garantizada. Y es en el marco jurdico-institucional objetivo de la interculturalidad que esos nuevos agentes sociales legtimos podrn ejercer su oficio de manera legtima.Por consiguiente, lo que me parece importante destacar es que los es-tudiosos que se dedican a buscar una definicin correcta o precisa de lo que sera o debera ser intercultural son en realidad parte del juego social que pretenden explicar. Tienden a reproducir los mecanismos mediante los cua-les el Estado, en tanto que entidad teolgica que existe a travs de la creen-cia (Bourdieu, 2012: 25) y que produce actos de categorizacin, se impone como ortodoxia. Tienden a participar de la produccin y canonizacin de las categoras producidas por el Estado en lugar de tomarlas como objetos de estudio. En cambio, emprender el anlisis de la interculturalidad en tanto que campo social burocrtico es mostrar que es en este espacio que tienden a definirse los principios dominantes y legtimos de visin y de divisin del mundo social. Es a travs de la implementacin de la interculturalidad que se tiende no solo a gobernar a los pueblos indgenas sino que a producirlos en tanto que pueblos indgenas. Los censos, talleres y programas intercul-turales, la literatura administrativa sobre las culturas indgenas, la nomina-cin de especialistas en interculturalidad, los diagnsticos socioculturales o la capacitacin de funcionarios pblicos no solo sirven para medir y cono-cer a los gobernados sino que producen las categoras legitimas de la nueva sociedad multicultural y pluritnica chilena neoliberal. Estas categoras de-ben ser universalmente reconocidas y llegar a constituir un nuevo sentido comn, nuevas evidencias que no se discuten. La perspectiva que hemos adoptado en este trabajo consiste por lo tanto en desnaturalizar y develar los mecanismos mediante los cuales se produce esta impostura legitima lla-mada Estado pluricultural.

    bien, comparto plenamente la observacin del comentarista con respecto de la complejidad de los procesos que se han ido desarrollando en los ltimos aos. De hecho, en varios de mis trabajos (cf. bibliografa) he llamado la atencin sobre las estrategias desplegadas por los agentes sociales subalternos que contribuyen a estructurar el campo y a introducir modifi-caciones en las reglas del juego, pero siempre desde una posicin de dominado y sin lograr realmente desarrollar proyectos desde los valores e intereses de los grupos sociales de los que, en un momento dado, fueron los portavoces. Retomando una metfora arendtiana, dira que las experiencias autnomas en salud intercultural fueron unos oasis de imaginacin y efervescencia social en un desierto burocrtico que ha tendido a extenderse.

  • 30 Cuadernos Interculturales. Ao 10, N 18. Primer Semestre 2012, pp. 11-305. BibliografaAppadurai, Arjun (2006): Fear of Small Numbers. An Essay on the Geography of

    Anger. Durham & London: Duke University Press.Boccara, Guillaume (2007): Etnogubernamentalidad: la formacin del cam-po de la salud intercultural en Chile. Chungara, vol.39, N2, pp.185-207. Arica-Chile: Universidad de Tarapac.Boccara, Guillaume (2002): The Mapuche People in Post-Dictatorship Chile. tudes Rurales, N163-164, pp.283-303. Paris: Editions de lE.H.E.S.S.

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